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Revista de Arte y Literatura Revista Literaria Trimestral. Año X. Octubre 2009. No. 43 Centenario Primer Intelectuales escriben sobre Juan Bosch: Guillermo Piña Contreras Juan Daniel Balcácer Máximo Vega José Marmol Bruno Rosario Candelier Manuel Llibre León David Luis Beiro Eugenio Camacho

Revista Mythos 43

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Revista literaria dominicana trimestral

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Revista de Arte y Literatura

Revista Literaria Trimestral. Año X. Octubre 2009. No. 43

CentenarioPrimer

Intelectuales escribensobre Juan Bosch:Guillermo Piña ContrerasJuan Daniel BalcácerMáximo VegaJosé MarmolBruno Rosario CandelierManuel LlibreLeón DavidLuis BeiroEugenio Camacho

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Este número celebra un Centenario. El 2009 fue declarado año del Centenario

del natalicio de Juan Bosch, nacido en La Vega el 30 de junio de 1909, y ahora que en noviembre primero se cumplen 8 años de su desaparición física, nos hemos combinado con la Comisión Permanente de Efemérides Patrias (CPEP) para dedicarle a la generación actual esta edición ampliada de Mythos, que nos presenta desde el punto de vista de varios intelectuales, al más destacado escritor y político dominicano del Siglo XX. Hay quienes -ya lo hemos visto repetidamente en la historia universal y en la nuestra- alcanzan su real dimensión cuando se contempla a distancia la magnitud de su legado y se miden los aportes que hicieran a la sociedad en la época que les tocó vivir. La verdadera grandeza se reconoce después que los hechos han pasado la prueba de la historia, cuando nos alzamos sobre las colinas del presente para contemplar objetivamente el valle del pasado. Juan Bosch se reconoce como la cima de la literatura dominicana y como uno de los mejores narradores de Latinoamérica. Pero es a través del tiempo cuando alcanzará su lugar en la literatura universal, traducido y leído por todo el mundo como uno de los grandes cultivadores del Cuento, junto a Quiroga, Poe, Chejov o Cortázar.

De el Bosch político se ha escrito mucho y existe una gran cantidad de obras de su autoría en las que se refleja su pensamiento y su continuo afán por lograr un sistema político dirigido a obtener el que fue siempre su objetivo, el bienestar de la mayoría del pueblo dominicano. Una búsqueda fundada en la observación de los sistemas que funcionaban en la gran cantidad de países en los que vivió o visitó en su largo peregrinar de viajes y exilios. A ocho años de su muerte, las

dos fuerzas políticas que dirigen los destinos de esta nación fueron fundadas por él. De una de ellas renegó en vida y es probable que ahora hiciera lo mismo con la otra. Sin embargo era un gran conocedor de la realidad del pueblo dominicano al que por las circunstancias y para desgracia del país no pudo gobernar por mucho tiempo. Una infografía sobre su corto gobierno y el golpe de estado que lo derrocó se incluye en esta edición, así como algunos de sus cuentos más conocidos y una carta donde se refleja su opinión sobre el vecino pueblo de Haití; una breve muestra de la extensa obra de este hombre, que tras pocos años de partida se perfila sin competencia como el más importante dominicano del Siglo XX. Así lo está reconociendo este pueblo, que es a veces como un niño -165 años son sólo un punto en la historia- un niño alegre, confiado e indisciplinado que encima está obligado a convivir con un hermanastro desastrado y salvaje, pero que aún en el caos tormentoso de

la sociedad actual tiene fe en el futuro, pues en algún momento habrá de relucir que tuvo entre sus forjadores a grandes y honorables hombres, entre los que sobresale el faro de dignidad y sabiduría que fue Don Juan Bosch.

Este número se trata de aniversarios. La revista literaria Mythos cumple 10 años. Ese es el lapso transcurrido desde que una noche de noviembre de 1999, una pequeña criatura delgada y sin color salió a la luz en la Alianza Cibaeña, en un acto organizado por el grupo Domingo Moreno Jiménez del Ateneo Insular, en su mayoría jóvenes cargados del entusiasmo propio de su edad, el cual ponían sin reservas a disposición de sus inclinaciones artísticas. Rosa Silverio y Enmanuel Bretón, un poco mas tarde destacados

escritora y músico, estaban a la cabeza de esa actividad. Y desde ese día, 43 ediciones con el único propósito de promover la Literatura dominicana han llegado, trimestral y religiosamente, a las manos de los lectores interesados. Las tres ediciones que sobran del cuatro por diez se debe a que en el primer año hicimos un intento bimestral. Esta década ha sido posible, sin cansarme de repetirlo, por la conjunción de espíritus afines que arriban en el debido

Palabras

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momento. Los del inicio: Bruno Rosario Candelier y el Ateneo, con quien también llegaron Juan Luis Guzmán, Guido Riggio, Carmen Comprés y el eterno Nelson Minaya. Los incondicionales e indispensables: Altagracia Pérez y Luis Beiro. Los que siempre responden al llamado: José Mármol, Manolo Mora Serrano, León David, Fausto L. Henríquez, Máximo Vega, Manuel Llibre y Juan Daniel Balcácer. Y los -casi todos- encantadores escritores dominicanos que solidariamente nos aportan su orientación y colaboración.

Posible también por los que han estado ahí con el apoyo económico desde el inicio y los que fueron llegando, y por los funcionarios y ejecutivos que tenemos en oración para que no sean removidos de sus cargos y por tanto no haya que reiniciar el calvario de conseguir o reenganchar un anuncio para revista literaria. En fin, pedir la bendición de todos sus padrinos para seguir creciendo saludable, mientras aspira a cumplir veinte, edad suficiente para retirarse en paz y satisfecha, es lo único que

puede hacer esta dichosa criaturita en su aniversario décimo.

Esta es una edición de cumpleaños. La cara de Santiago siempre ha sido su Monumento a los héroes de la Restauración, sin embargo desde hace un tiempo se asocia a una imagen más moderna simbolizada por el Centro León, esa imponente estructura que en poco tiempo ha convertido a esta ciudad en la capital de la cultura dominicana y probable que del Caribe. Hace 6 años que en el mes de octubre abrió sus puertas esta empresa que en aquel momento algún agorero pudo vislumbrarle destellos blancuzcos asociados al socorrido elefante. Sin embargo, desde el primer instante ese Centro se impregnó del fuego del color que lo identifica y en cada rincón se respira el nivel de la actividad y la energía que le son propias. Con el respaldo de la Fundación León Jimenes y el apoyo

constante de sus directivos, Don José León Asencio en la presidencia y Lidia León Cabral en la dirección, más el dinamismo de un equipo inagotable liderado por Rafael Emilio Yunén, se ha convertido en “el lugar donde todo el mundo se encuentra” y se podría apostar que no hay un organismo en esta ciudad que le lleve el paso, por muy diletante que sea, al ritmo intenso, variado, y sustancioso de las actividades que se realizan en esta institución. Es una razón de regocijo para esta comunidad que el fuego del color que identifica al Centro León permanezca vivo indefinidamente.

Octubre 2009. Año X. Número 43

Re vis ta Tri mes tral. Fun da da en San tia go de los Ca ba lle ros. No viem bre de 1999

Directora: Ro sa Ju lia Var gas

Comité editorial:Bruno Rosario Candelier, Luis Beiro, León David, Manuel Mora Serrano, Al ta gra cia Pé rez Al mán zar, Carmen Comprés y Fausto Leonardo Henríquez.

Redacción:Fiordaliza Taveras Arlín Abreu

Di se ño y diagramación:Marleny GenaoEdma’s Grafics / 809-226-5580

Portada:Pintura de Miguel Núñez

Impresión:Editora de Revistas

Co la bo radores de los primeros números:• Bruno Rosario Candelier • Nelson Julio Minaya • Güido Riggio Pou • Julio Adames • Juan Luis Guzmán • Manuel Llibre Otero • Pura Emeterio • Máximo Vega.

Myt hos re ci be con apre cio las co labora-ciones de es cri to res y se re ser va el de re cho de pu bli car aque llas que con si de re opor tu nas.

Co rreo elec tró ni co: myt hos re vis ta @hot mail .comTe lé fo no: 809-971-0094 • San tia go

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PhilobibliaAl ma Ma ter esq. Jo sé Do lo res Al fon se ca, UASD, Sto. Do min go.

Librería MacalléArzobispo Nouel, Sto. Do min go.

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ContenidoBiografía de Juan Bosch

Juan Bosch: imagen, trayectoria y escrituraEl Bosch ensayista de Máximo Vega

Juan Bosch cuentista por José MármolNarrativa de Juan Bosch por Bruno Rosario C.Apuntes sobre un narrador por Manuel Llibre

La Mujer de Bosch por León DavidLos amigos de Juan Bosch por Luis Beiro

Antes y después del golpe por Juan D. BalcácerLa Mujer, cuento de Bosch

Dos pesos de agua por Juan BoschNotas sobre las novelas de Bosch por E. Camacho

Altagracia Pérez y la poesía de Sally RodríguezEntrevista a Avelino Stanley

2do. Festival Internacional de PoesíaCuento de Fausto Leonardo

Luis Martin Gómez recuerdaLo que pasó

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APECO en Centro León37

Carta parala Historia32

Para Acceder a Revista Mythos en la Web ingrese a:

http://issuu.com/revistamythos

La edición 43 de la Revista Literaria Mythos, conmemora el Centenario del Natalacio de Juan Bosch y con motivo de los 8 años de su fallecimiento en noviembre de 2001, se realiza esta edición ampliada con el auspicio de la

Comisión Permanente de Efemérides Patrias CPEP

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N ació en La Vega, República Dominicana, el 30 de junio de 1909 y murió en Santo Domingo el 1 de

noviembre de 2001. El profesor Juan Bosch, narrador, ensayista, educador, historiador, biógrafo, político, ex-presidente de la República Dominicana, inició su carrera literaria con un pequeño libro de cuentos, Camino Real (1933), donde narraba en gran parte lo que había visto, escuchado y vivido en su pueblo, La Vega. De esa misma época, es su primera novela breve La Mañosa (1936), donde el personaje central es una mula y el narrador es un niño enfermizo. En 1934 se casa con Isabel García Aguiar, matrimonio que fracasó años después, con quien procreó a León y a Carolina Bosh García. Después, antes de salir al exilio, donde viviría durante más de veinte años, el precursor del cuento dominicano publicaría sus cuentos en periódicos y revistas dominicanas. De aquella época son «La mujer» (cuento que ha sido seleccionado por casi la totalidad de las antologías de cuentos de Hispanoamérica), «Dos pesos de agua» y «El abuelo». En 1943 se casa con Carmen Quidiello, y de esta unión nacieron Patricio y Bárbara Bosch Quidiello. Cuando el profesor Bosch regresó a la República Dominicana, apenas los más viejos conocían que era cuentista. A su llegada, se reunieron sus cuentos en dos volúmenes: Cuentos escritos en el exilio (1964), que incluía «Cuento de Navidad» y «Manuel Sicuri», publicados en ediciones independientes en el extranjero, y Más cuentos escritos en el exilio, (1964), donde se incluyeron, también, cuentos publicados en ediciones independientes, como «La muchacha de la Güaira», publicado

Biografía

Juan

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en Chile, en 1955. Pero Bosch ya había publicado libros, en el extranjero, no precisamente de cuentos, que lo habían dado a conocer en otros países como biógrafo y ensayista, antes que en su propio país, como Hostos, el sembrador (Cuba, 1939), Judas Iscariote, el calumniado (Chile, 1955). Aunque dejó de escribir cuentos desde los años sesenta (el último lo escribió para una antología de cuentos para niños, preparada por el pianista, poeta y dramaturgo Manuel Rueda), el profesor Bosch es reconocido como el precursor del cuento y, sobre todo, de la narrativa social dominicana.). Con una prosa imitada por pocos narradores dominicanos de hoy (por lo difícil, aunque se trate de decir lo contrario), en los cuentos de Bosch la problemática social (la preocupación por el hombre y por la fuerza de los procesos sociales que ejercen sobre el individuo) es tratada desde diferentes ángulos, sin hacer, casi siempre, alusión a sistemas o gobiernos determinados. Pero no sólo los cuentos del profesor Bosch son guías para el cuentista, si no que sus Apuntes sobre el arte de escribir cuentos es un texto para

los estudiantes de otros países como Cuba, llegando a llamar la atención del narrador colombiano Gabriel García Márquez, quien ha declarado más de una vez que Bosch es su profesor). La última creación narrativa del profesor Bosch, la novela El oro y la paz (Premio Novela Nacional de Literatura, 1975), aunque escrita en dos versiones, la primera en 1957, mientras el escritor se hallaba viviendo en Cuba, en su primer exilio, y la segunda versión en Puerto Rico, 1964, donde estuvo pasando su otro exilio, es una obra maestra en a Literatura dominicana). Las obras de Bosch comprenden, también, ensayos y biografías de grandes figuras de la historia sagrada. Es difícil, por no decir imposible, resumir los temas en los cuentos de Juan Bosch. Hay, sin embargo, dos preocupaciones que aparecen en sus mejores cuentos: los problemas sociales, y la preocupación filosófica (por no decir, existencial). Ahí están «La nochebuena de Encarnación Mendoza» (para nosotros, su cuento más perfecto), «Los amos», «Luis Pié», «La muchacha de la Güaira», «Dos pesos de agua» y «La mujer» para probarlo.

Obras:

Narrativa:

Camino Real (1933)Indios (1935)La mañosa (1936) -NovelaDos pesos de agua (1941)La muchacha de la Güaira (1955)Cuento de Navidad (1956)Cuentos escritos en el exilio (1962)Más cuentos escritos en el exilio (1962).El oro y la paz (1975) -Novela

Ensayos:

Mujeres en la vida de Hostos (1938)Hostos, el Sembrador (1939)Apuntes sobre el arte de escribir cuentos (1947)Judas Iscariote, el Calumniado (1955)Trujillo, causas de una tiranía sin ejemplo (1961)David, biografía de un rey (1963)Breve historia de la oligarquía (1970)Composición social dominicana (1970)Tres conferencias sobre feudalismo (1971)El Napoleón de las guerrillas (1976)El Caribe, frontera imperial: de Cristóbal Colón a Fidel Castro (1978)Viaje a las antípodas (1978)Conferencias y artículos (1980)La revolución de abril (1980)La guerra de la Restauración (1980)Clases sociales en la República Dominicana (1983)Capitalismo, democracia y liberación nacional (1983)La fortuna de Trujillo (1985)La pequeña burguesía en la historia de la República Dominicana (1985)Capitalismo tardío en la República Dominicana (1986)Máximo Gómez: de Monte Cristi a la gloria (1986)El Estado, sus orígenes y desarrollo (1987)Textos culturales y literarios (1988)Dictaduras dominicanas (1988)Póker de Espanto en El Caribe. Temas económicos (1990)Breve historia de los pueblos árabes (1991).

Tomado de: Literatura .us

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Después de la muerte de Trujillo el 30 de Marzo de 1961, la figura de Juan Bosch ha ocupado un

lugar preponderadamente en la historia de la República Dominicana. Tanto sus actuaciones políticas como su obra literaria y ensayística han sido objeto de la atención de analistas, historiadores y críticos literarios dominicanos y extranjeros. Su notoriedad nacional e internacional ha generado también, gracias a su presencia regular en la prensa escrita, una iconografía importante. Como una manera de recuperar lo que ha sido su vida y su obra hemos elaborado Juan Bosch: imagen, trayectoria y escritura. Prohibidos en Santo Domingo durante poco más de 23 años de exilio, su nombre, sus actuaciones, su fotografía y todo cuanto le concerniera se hicieron imprescindibles a la actualidad nacional. A su llegada al país el 20 de octubre de 1961, al mando del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), dominó al panorama político y logró, tras una campaña electoral sin precedentes en la vida democrática dominicana, triunfar en las primeras elecciones libres que se celebraron en el 20 de diciembre de 1962 con casi 60% de los sufragios expresados. Siete meses después de tomar posesión como Presidente de la República, un golpe de Estado cívico-militar interrumpió el primer intento de democracia luego de 31 años de férrea dictadura.

Sin temor a exagerar, Bosch es uno de los dominicanos más sobresalientes de la segunda mitad del recién finalizado siglo XX en la historia de la República Dominicana. Destacado no sólo como el político que intentó restablecer la democracia en su país,

sino también

c o m o e s c r i t o r

internacionalmente reconocido.

Su nombre, durante el exilio,

siempre fue noticia en América Latina. Se relacionó con casi todos los dirigentes democráticos del Continente hispánico, figuró en las más importantes antologías literarias de nuestra lengua y fue traducido a varios idiomas extranjeros. Pero su carrera de escritor de ficción cedió el lugar a la actividad política y al ensayo histórico y sociológico. Poco antes de la muerte de Trujillo, a finales de 1960, escribió “La mancha indeleble”. Lo que iba a suceder en República Dominicana con la desaparición del dictador y el rol que le tocó jugar a Bosch le obligaron a interrumpir una obra que había logrado reconocimiento internacional. Posteriormente publicaría Cuentos escritos en el exilio y Más cuentos escritos en el exilio, así como una biografía y una novela hasta entonces inéditas, David, biografía de un rey y El Oro y la Paz, respectivamente; y una colección de cuentos, Cuentos escritos antes del exilio. Al margen de David, biografía de un rey y El oro y la Paz, las dos primeras constituían una recopilación de las diferentes antologías de cuentos publicadas en Cuba y Chile durante su exilio; la última, se componía de

textos dispersos en periódicos y revistas dominicanos antes de su salida de Santo Domingo en 1938. A pesar de haber declarado expresamente en 1973 que abandonaba definitivamente la literatura, siempre mantuvo una estrecha relación con

Recientemente con el candidato del PRD Miguel Vargas Maldonado

Palabras del autor en la Introducción al libro editado en el 2007 por la Comisión permanente de Efemérides Patrias.

imagen, trayectoria y escrituraB o s c h

J u a n

Guillermo Piña- Contreras

Escritor y Diplomáticodominicano

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la literatura y las artes. Cuando no presentando obras de escritores dominicanos y extranjeros, cuando no participando en un coloquio literario, cuando no dando una conferencia sobre literatura, y hasta llego a escribir un cuento en 1979: “El Culpable”. “El Culpable”, escrito a petición del poeta Manuel Rueda para incluirlo en una antología para niños, representa una suerte de construcción en abismo de las razones por las que abandonó la literatura: se trata de un viejo que había ganado fama entre sus familiares como creador de historias que fascinaban a los niños, hasta el día en que contó a uno de sus sobrinos la última historia que había inventado, la de un brujo capaz de transformarse en lo que quisiera. Al notar que a su sobrino no le llamaba la atención la habilidad del personaje y que, además, le replicaba con insolencia que lo que hacía el brujo no tenía nada de extraordinario por que Supermán lo hubiera hecho mejor… El viejo narrador se enfada. ¿Qué nos quiere decir Juan Bosch con esta historia 19 años después de haber escrito “La Mancha

indeleble”? Las interpretaciones son múltiples, aunque nos quiere hacer comprender que la literatura actual había evolucionado tanto que no era posible hoy una literatura como la que él hacía cuando interrumpió su obra de ficción. Ahora había otra mentalidad, otra literatura latinoamericana, la que hacía Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, Alejo Carpentier, Carlos Fuentes y Mario Vargas Llosa, entre otros. “El Culpable” es en realidad de una picada de ojo, a buen entendedor… Ahora bien, el ensayo político, histórico y sociológico ocuparon de manera brillante el lugar de la literatura en la abundante obra de Juan Bosch. De los trabajos posteriores a su carrera literaria sobresalen su monumental historia del Caribe, su valioso análisis de la pequeña burguesía, su estudio de las dictaduras, del capitalismo tardío y del feudalismo en la República Dominicana, así como también su tesis sobre el pentagonismo -traducida a más de doce idiomas. Todo esto sin contar sus ensayos sobre la política dominicana de los últimos 40 años ni sus folletos de historia y sus charlas radiales. Un aporte extraordinario

a la bibliografía histórica y política de la República Dominicana....La infancia y la adolescencia de Bosch tienen, según ha expresado en múltiples ocasiones, una importancia capital en sus inicios en la literatura. En primer lugar, la cultura de su abuelo, Juan Gaviño, así como el amor a los buenos libros y la sensibilidad social de su padre, José Bosch Subirats, que determinaron luego su inclinación por la literatura. De niño siempre le llevaron a las tertulias del escritor cubano-dominicano Federico García-Godoy en el parque de la Vega, estuvo presente en el recibimiento que se hizo en su ciudad natal al poeta español Francisco Villaespesa en 1920. Se le hablaba de la intervención militar norteamericana a su país en 1916 y de los acontecimientos políticos internacionales. Ese marco familiar le llevó a manifestar su inquietud de escritor desde muy temprano. Esa inquietud artística se manifestó, primero, a través de la escultura, y luego del cuento y la poesía. La madurez intelectual de Bosch era tal que ya en 1929, en su articulo, “Los Dos caminos de la hora”, anunciaba una dictadura en República Dominicana.

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Poco después, a instancias de sus padres, viajó a Barcelona. A su regreso de Barcelona y Venezuela en 1930, Rafael Trujillo hacía poco que había tomado posesión como Presidente de la República. Es en esa época que se inicia realmente su carrera de escritor. Publica cuentos y poemas en los principales periódicos y revistas del país. En 1933 circula su primer volumen de cuentos, Camino real. Su incipiente notoriedad comenzó a preocupar al régimen y, sin justificación, se le acusó de terrorista y se le sometió a la justicia en 1934. Al año siguiente, 1935, se casa con Isabel García Aguiar. Su nobre comienza a hacerse un lugar en los medios literarios e intelectuales de la República Dominicana. A la incipiente dictadura le seguía interesando al joven escritor y se le acercó. Se le nombró en la Dirección General de Estadísticas. Pero esto no era suficiente, su actualidad intelectual provocada por la publicación de Indios, apuntes históricos y leyendas y La

Mañosa, novela de las revoluciones, llamaron la atención de Trujillo. Para comprometerlo, le propuso hacerle diputado y Bosch, valiéndose de un subterfugio médico, pudo salir hacia San Juan, Puerto Rico, en enero de 1938. El exilio abre horizontes a Juan Bosch. Durante casi un año dirige la edición de las obras completas de Eugenio María de Hostos y publica en las revistas Alma Latina de Puerto Rico, y Carteles de Cuba. En realidad, el exilio de Bosch comienza con su llegada a La Habana y la fundación del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), en enero de 1939. Hasta ese momento, su principal actividad y también su meta, como había manifestado explícitamente, era la creación literaria. En Puerto Rico publicó Mujeres en la vida de Hostos (1938) y en Cuba Hostos, el sembrador (1939). Desde la fundación del PRD, la actividad política iba a comenzar a desplazar lentamente a la literatura. Sin embargo, en Cuba y durante todo du

exilio, alternó ambas actividades sin que aparentemente una se viera afectada por la otra. En La Habana su vida se transformó. En 1943, luego de haberse divorciado de Isabel García Aguiar, se casó con Carmen Quidiello. En pocos años se convirtió en un personaje de actualidad en los medios políticos e intelectuales habaneros. En 1944 dictó en la capital Cubana la conferencia sobre las características del cuento, que podría ser considerada como el ancestro de Apuntes sobre el arte de escribir cuentos, la hoy célebre charla que dictó en la Universidad de Caracas en 1958. En Cuba alcanzó su plenitud literaria, al tiempo que desarrolló una intensa campaña anti trujillista y organizó, junto a otros dominicanos, la frustrada expedición de Cayo Confites en Octubre de 1947. ...La importante actividad literaria y política, y su intensa lucha contra la dictadura dominicana, a la postre, por presiones de Trujillo al gobierno de Cuba, le costo otro exilio. En 1950 Bosch es ya una figura de

dimensión latinoamericana. Había sido consejero del Presidente Cubano Carlos Prío Socarrás, se había relacionado con los presidentes Betancourt, Gallegos, Figueres, Arévalo. Su obra circulaba por toda América. Sin embargo, la presión de Trujillo al gobierno de facto de Fulgencio Batista en Cuba le obligó a refugiarse en Costa Rica. Por presiones de Somoza, dictador de Nicaragua y amigo de su homólogo dominicano, se vio obligado a refugiarse primero en Bolivia y luego en Chile. Mientras en Santo Domingo, sus padres, su hermano y familiares cercanos eran objeto de la más vil represión con la finalidad de amedrentarlo. De su paso por Chile quedan Cuba, la isla fascinante, La Muchacha de la Güaira, Judas Iscariote, el Calumniado y Cuento de Navidad. La década 50-60 proyecta a Bosch fuera de América. Viaja a París, Bruselas y Viena, para denunciar junto a otros compañeros del PRD la dictadura de Trujillo en República Dominicana. Luego viaja a Israel para darle los toques finales a su obra David, biografía de un rey. A su regreso a Cuba fue hecho prisionero. La finalidad de los esbirros de Batista era deportarlo a Santo Domingo. Logró salir de La Habana y refugiarse en Venezuela donde su amigo Rómulo Betancourt, luego del derrocamiento de la dictadura de Pérez Jiménez en 1958, había accedido a la presidencia de la República. De Caracas se trasladó a Costa Rica para enseñar en el instituto de Educación Política de San José. Allí estaba cuando le sorprendió la muerte del dictador Trujillo. Desde el 30 de mayo de 1961 la vida de Juan Bosch iba a ser transformada completamente, el regreso de su país se imponía y la literatura perdía la batalla en provecho de la política. El 20 de Octubre de 1961 terminan casi 24 años de exilio para Juan Bosch. Regresa a Santo Domingo como presidente del PRD. Poco después de descender del avión, al dirigirse al pueblo dominicano, dejó establecida la línea de su campaña electoral al proclamar que había que olvidar el odio y tratar de establecer “una convivencia democrática”. La experiencia política de Bosch se impuso

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en el ámbito nacional. Manejó los resortes de la incipiente democracia dominicana sin ni siquiera recordar que en 1934 había sido víctima de la represión trujillista. Realizó una exitosa campaña que culminó en el legendario debate con el sacerdote jesuita Láutico García el 17 de diciembre de 1962. Este debate, al decir de muchos analistas, fue uno de los factores que contribuyeron a que su candidatura a la Presidencia de la República obtuviera casi 60% de los votos en las elecciones que se celebraron tres días mas tarde. Pero la voluntad popular no fue respetada. Siete meses después de haber tomado posesión como Presidente de la Republica fue derrotado por un golpe de Estado cívico-militar. La incipiente democracia sufría un revés y Bosch tomaba de nuevo el camino del destierro. Sobre el Gobierno de Juan Bosch y el golpe de Estado del 25 de septiembre de 1963 existe una bibliografía considerable. Este nefasto episodio de la historia dominicana se ilustra en el artículo de Bosch “La gramática parda del golpismo”. En este texto tenemos, de la pluma del testigo principal, la historia de un acto político que provocaría el levantamiento guerrillero del movimiento 14 de junio que dirigía Manuel Aurelio Tavárez justo a finales de noviembre de 1963, una guerra civil en 1965 y la segunda intervención militar de los Estados Unidos a la República Dominicana. La literatura, como dijimos antes, había dejado campo abierto a la política. Al margen de las colecciones de cuentos publicadas a su regreso, y de David, biografía de un rey, Bosch sólo publicó Crisis de la democracia de América en la República Dominicana (1964), que luego, al producirse la intervención militar norteamericana, sería traducida al inglés y al francés. Sus “Apuntes sobre el arte de escribir cuentos” y varios de sus cuentos fueron traducidos al ruso. Los acontecimientos políticos de la República Dominicana le habían dado una notoriedad internacional. Este período tiene una importancia capital en la historia política de Juan Bosch. A su regreso a Santo Domingo el 25 de septiembre de 1965

sabía que no podía triunfar en las elecciones del 1 de Junio de 1966 con las tropas norteamericanas en el país. Sabía también que si no participaba e los comicios el ejército de intervención no abandonaría la República Dominicana. Poco después de las elecciones, tomó la decisión de viajar a España. Salió de Santo Domingo el 27 de noviembre de 1966. Los años que van de 1966 a 1973 marcan un período de reflexión político-ideológica para Juan Bosch. Las obras que publicará en lo sucesivo así como sus relaciones con países socialistas dan cuenta de esa evolución política: El pentagonismo, sustituto del imperialismo, traducido a más de doce idiomas, la polémica tesis de Dictadura con respaldo popular, los viajes a Yugoeslavia, Rumanía, Corea del Norte, China, Viet-Nam y Camboya. Este es un período rico en gráficas y documentos. Se trata de años de estudios y de reflexión que transformaran su visión del mundo. Poco antes de regresar a Santo Domingo en 1970, entrega a la imprenta su monumental De Cristóbal Colón a Fidel Castro. El Caribe, frontera imperial. Ya en su país, publica Composición social dominicana, un análisis que revolucionaria la historiografía dominicana. Su idea, al llegar a Santo Domingo, era hacer del PRD un partido diferente al que había fundado en 1939. Reorganizarlo de acuerdo con sus nuevas ideas. Se abstuvo en las elecciones generales de mayo de 1970 y se dedicó a la tarea de educar a los militantes del partido a través de folletos de historia y de métodos de organización. Desarrolló también una intensa campaña de orientación nacional a través de charlas radiales. Sin embargo, la oposición que tuvo en el seno del PRD a sus nuevas concepciones políticas le obligó a renunciar en noviembre de 1973 y fundar, junto a los dirigentes que le acompañaron en su histórica decisión, el Partido de la Liberación Dominicana (PLD). Con la fundación del PLD y con 64 años de edad, Bosch decide organizar un partido siguiendo sus nuevas concepciones político-ideológicas. En 1975 se declara marxista y emprende la

tarea de darle forma a una organización de cuadros. No participa en las elecciones presidenciales de 1974. Forma parte del Tribunal Russell II junto a los escritores Julio Cortázar y Gabriel García Márquez. Se acerca a Cuba. A pesar de haber dicho en 1973 que abandonaba definitivamente la literatura publica, como señalamos antes, una colección de cuentos y una novela: Cuentos escritos antes del exilio y el Oro y la Paz. La bibliografía de Juan Bosch, entre 1973 y 1996, se enriquece considerablemente. Crea las bases teóricas del PLD y amplía su contribución al análisis de la historia y las clases sociales dominicanas. Toma una participación activa en la política internacional, y una antología de sus cuentos, Vers le port d’origine, se edita en francés y obtiene, en 1988, el premio de mejor libro extranjero de cuentos de la Fundación FNAC. En 1989, se comenzaron a publicar los primeros nueve volúmenes de sus obras completas. …Con este trabajo hemos tratado de seleccionar, en la medida de nuestras posibilidades, los momentos más importantes de la abundante iconografía relativa a Bosch… Sin pretender ser una biografía, Juan Bosch: imagen, trayectoria y escritura, nos puede dar una idea de cómo Bosch se convirtió en uno de los dominicanos mas destacados del siglo pasado.

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El pensamiento del profesor Juan Bosch, toda su obra ensayística, sociológica, histórica, económica

o política posterior al abandono definitivo de la ficción por el estudio de la realidad nacional, tiene que ver con la búsqueda de una ética del poder. Bosch, al igual que Joaquín Balaguer, estaba consciente de que los partidos políticos, no solamente dominicanos, sino latinoamericanos, están conformados por una pequeña burguesía frustrada, desencantada, que piensa que los problemas nacionales no tienen solución, y que utiliza los recursos del poder en provecho personal; pero Bosch y Balaguer recurrieron a este conocimiento con fines diferentes. Para Bosch, la conformación de espacios alternativos que reprimieran las apetencias de esa pequeña burguesía voraz e insaciable, y a la vez la concienciación de la burguesía de que es la clase gobernante y que debe afrontar esta responsabilidad, eran necesidades perentorias. Influenciado por Hostos y su ideal de una ética laica y de una educación humanística, el pensamiento boschista se dirige en ese sentido: ¿cómo realizar un proyecto de nación con un pueblo semianalfabeto, incivilizado, cuyos políticos se lucran de forma desmedida, cuyos empresarios, como contrabandistas o mercaderes del siglo XIX, infringen las leyes para ganarse cinco centavos, sin darse cuenta de que su papel es constituir un estado de derecho que a ellos mismos les conviene en un sistema capitalista?

Juan Bosch nació en el 1909 en La Vega, República Dominicana, y pertenece ya a la mitología nacional, al igual que Juan Pablo Duarte, Lilís, Las Hermanas Mirabal, Caamaño, Trujillo o Balaguer (recordemos, pues, que existen mitos positivos y negativos). Tenemos la impresión de que don Juan fue un escritor

esencialmente de cuentos, aunque lo cierto es que el grueso de su obra literaria se concentró en el ensayo, sobre todo en el histórico, político y sociológico. Y debemos recordar al mismo tiempo que la permanencia en la memoria de los dominicanos de la obra literaria de una figura sacralizada, después de su muerte, por la sociedad, se ha debido a su meteórica carrera política; es decir, que la mayoría de la gente reconoce los méritos literarios de don Juan por una cuestión que nada tiene que ver con la literatura.

“No puede haber paz, donde no hay conciencia cívica, y no hay conciencia cívica donde no hay cultura”, escribió, alguna vez, don Juan. Susan Sontag, en un ensayo sobre Jean Luc Godard, definió el arte como una forma de conciencia. Don Juan tenía la claridad de pensamiento necesaria para entender que la mayoría de nuestras carencias no son económicas, ni políticas, sino culturales, y que en esa integridad de todos los aspectos sociales se debe hallar, al final, nuestro progreso. Por esta razón, cuando descubrió su vocación política (la que consideraba su verdadera vocación, por encima de un destino literario, al que nunca se rindió), fue abandonando poco a poco la literatura de ficción y se dedicó específicamente al ensayo.

Empezó escribiendo dos libros basado en textos bíblicos: “David, Biografía de un Rey”, sobre la vida del rey David, en la que además reflexiona acerca de un personaje que tenía una gran maestría política, instintiva, hasta el punto de que se convirtió en el más grande rey de Israel, vencedor de los filisteos y propiciador de la unidad de sus doce tribus. Recordemos que el propio Mesías se identificaba como Jesús, Hijo de David. Escribió también “Judas Iscariote, el Calumniado”, en el

que intenta demostrar que Judas, ese personaje execrado que supuestamente traicionó a Jesús, no es el traidor que nos ha legado el Nuevo Testamento.

Dentro del ensayo sociológico, es autor de un libro fundamental para la sociología de nuestro país: “Composición Social Dominicana”, publicado en 1970. Debemos recordar que Bosch no realizó ningún estudio universitario, que en sociología era autodidacta, como lo fue también José Ramón López, autor de dos libros pioneros de la sociología nacional. Debido a que don Juan es mucho mejor escritor que López, y mucho más profundo y certero, ese libro se ha convertido en un hito ensayístico en nuestro país. Precisamente en ese mismo año publicó otro libro, titulado “Breve Historia de la Oligarquía”, que, transcurrido el tiempo, se ha convertido en una especie de apostillas a “Composición Social Dominicana”.

Pero también escribió una historia colosal del Caribe: “De Cristóbal Colón a Fidel Castro”, y un libro de viajes al lejano oriente con trasfondo político: “Viaje a las Antípodas”, o libros en los que aparecen ya, sin ambages, sus ideas marxistas: “El Pentagonismo, Sustituto del Imperialismo”, o “Tesis de la Dictadura con Respaldo Popular”. Escribió sobre Máximo Gómez, en las obras “El Napoleón de las Guerrillas” y “Máximo Gómez: de Monte Cristi a la Gloria”, y sobre uno de los personajes que más admiraba: el puertorriqueño Eugenio María de Hostos, que vivió mucho tiempo en nuestro país, y que creó la escuela hostosiana. El libro sobre este maestro se titula “Hostos el Sembrador”, y don Juan fue el transcriptor de las obras del educador puertorriqueño, mientras estuvo exiliado en Puerto Rico, contratado por Adolfo de Hostos. Escribió sobre Simón Bolívar, sobre

Máximo Vega

Narrador y Ensayistadominicano

El Juan Bosch ensayista

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Fidel Castro, sobre los pueblos árabes, y también, por supuesto, sobre Rafael Leonidas Trujillo. Don Juan escribió más de treinta títulos ensayísticos a lo largo de toda su vida. En la revista “Política, Teoría y Acción”, órgano político de su partido, siempre aparecía un ensayo político o sociológico de su autoría. Es importante recordar que escribió, incluso, un ensayo sobre la técnica narrativa: “Apuntes sobre el arte de escribir cuentos”. Hace poco tiempo, adquirí una antología de cuentistas jóvenes cubanos, y en el prólogo de ese libro se citaban los “Apuntes…” de Juan Bosch. A veces, por mezquindad política o simplemente ideológica, nos negamos a reconocer la importancia de don Juan en el género ensayístico, y decidimos darle crédito en la cuentística, es decir, en la ficción, en la ambigüedad, lo que para muchos actores exitosos de nuestra sociedad significa: en el arte, en la poesía, en la nada. La recuperación de la cita inicial de don Juan que acompaña estas palabras, indica cómo su pensamiento intenta ser coherente con la búsqueda del progreso económico, el orden social y la felicidad humanas, que no siempre van de la mano en el sistema capitalista, menos aún en los países del Tercer Mundo. Esa búsqueda de una integridad nacional no es fortuita, y tiene que ver con todo el pensamiento boschista. En materia literaria, fue más ensayista que cuentista o novelista, puesto que sus libros ensayísticos son más numerosos que los narrativos. Aunque da la impresión de que es al contrario (es decir, a veces nos parece que don Juan fue más cuentista que cualquier otra cosa), no debemos olvidar el impacto tan tremendo que el pensamiento boschista ha tenido en nuestro país, y debemos recordar que ese impacto, unido a su intensa vida política, ha sido beneficioso para nuestra sociedad. Su pensamiento no fue sistemático, puesto que no era un académico, por suerte, y a veces, con el tiempo, contradecía sus teorías iniciales, como sucedió muchas veces con Nietzche. Pocos intelectuales dominicanos han pensado tanto acerca

del “Ser” dominicano como lo hizo don Juan, hasta el punto de crear, en “Composición Social Dominicana”, una teoría sociológica sobre la dominicanidad, que muchos intelectuales han querido continuar, o corregir. Es decir, que él fue, entonces, un iniciador. La figura como escritor de Juan Bosch, su pensamiento que insiste hasta la saciedad sobre la necesidad de una ética unida a la política (sacada de Sócrates y de Platón: recordemos que Sócrates, como nos dice Platón en los “Díalogos”, específicamente en “Critón”, prefirió morir antes que violar una ley que él mismo había prometido cumplir si se promulgaba), ha marcado indeleblemente la vida de nuestro pueblo, hasta el punto de que puede ser considerado, después de Juan Pablo Duarte, con quien compartió el nombre y una imposibilidad reiterada de acceder al poder, como el dominicano que representa más fielmente el símbolo de la honestidad en la política,

unida a la cultura imprescindible (una cultura hostosiana y laica, científica y sin ideologías; es decir, una cultura democrática) y al servicio de su pueblo por encima de los beneficios materiales. En algún lugar, hace un tiempo, escribí acerca de qué hubiese sucedido si Duarte hubiera sido presidente de la República. Tal vez hubiera hecho el peor gobierno de toda la historia del país, pero yo, un pobre escritor, un pobre dominicano (o un dominicano pobre), hubiese defendido su presidencia con uñas y dientes, 163 años después. Duarte, que fue un patriota y es un símbolo, tenía un pensamiento monótono: todo lo que le interesaba era la liberación de la Patria. Algunos años después de la muerte de don Juan, podría decir que defiendo su obra con admiración, como el escritor que soy, y que dependo en grado sumo de la estatura de su mito para continuar teniendo alguna esperanza de ética y de progreso en la República Dominicana.

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José Mármol

Poeta y Ensayistadominicano

Yo, sin ambages, maldigo la hora en que el escritor Juan Bosch, grande entre los grandes

hombres de América y el mundo, puso el punto final a su cuento La mancha indeleble. Porque, sin lugar a dudas, él estaba consciente del acto sacrílego que acometía, sabía que estaba frente a la página que contenía la última pieza de un arte que, en Hispanoamérica, pocos de los grandes maestros dominaban como él en técnica, precisión idiomática y belleza estilística. Cuenta la biografía que era el año de 1960, que se encontraba Bosch en Caracas, Venezuela, y que allí, en la Tierra de Ramos Sucre y de Uslar Pietri, allí, su dedo índice derecho pulsó la tecla que pondría ese fatal punto final; con todo y ello, sin titubeos, yo maldigo ese año y ese instante. Maldigo, una y mil veces, ese momento en que el profesor Bosch, tecleando a dos dedos y extrayendo de la máquina de escribir un tableteo rítmico que la convertía en un instrumento lingüístico de percusión (así, como hoy lo hace Michel Camilo de un piano de cola, al que exprime un melódico aliento de torrente o catarata), porque en él fue naciendo, sobre la faz absorta de la hoja en blanco, aquella primera línea de ese cuento azaroso que dice para la posteridad: “Todos los que habían cruzado la puerta antes que yo habían entregado sus cabezas, y yo las veía colocadas en una larga hilera de vitrinas que estaban adosadas a la pared de enfrente”. Este genial creador de historias con personajes y ambientes de la campiña cibaeña sabía, desde ese preciso momento, en el año de 1960, en Caracas, Venezuela, que todas las palabras que iba destilando en ese reto creativo crucial de escribir otro cuento, “La mancha indeleble”, tenían cifrado el destino de concluir una obra, de cuyo abandono

jamás se repondrían nuestras letras ni las de Hispanoamérica. Traían, pues, sobre la página esas palabras, el vahído turbio de la desdicha. No por casualidad, tal vez, porque la causalidad no tiene en la literatura espacio, el párrafo final de ese cuento empieza con esta oración: “El miedo me hace sudar frío”. Fuera por una extrema conciencia ética, algo providencial en Bosch, que le hacía concebir excluyentes el liderazgo político y la creación literaria, como ha develado Sergio Ramírez Mercado; o bien, por un dejo de renuncia inexcusable, como si de otro Bartleby se tratase; o porque la investigación y la escritura histórica y sociopolítica le arrebataran el aliento imaginario; por lo que fuere, en fin, yo maldigo la hora en que Juan Bosch

abandonó su pasión por el cuento, poniendo ese fatídico punto final después de la palabra “Partido” como botón de cierre de “La mancha indeleble”. Este cuento traza una línea fronteriza en la dilatada carrera intelectual de Juan Bosch. Esa última palabra del citado cuento habría de ser, en cierta forma, premonitoria, pues, luego de haber fundado en 1939, en el exilio, el Partido Revolucionario Dominicano, acontecido en 1961 el ajusticiamiento del dictador Trujillo, más otros acontecimientos sociales de nuestro país y Latinoamérica se catapultaría la carrera política del profesor Bosch, hasta colocarlo, por el voto popular, en el

solio presidencial en 1962, del cual sería desalojado siete meses después por un golpe militar, frustrándose de esa brutal manera un ensayo jurídicopolítico y social, quizás demasiado avanzado para nuestra sociedad de ese tiempo. Con la fundación de dos partidos de masas, el PRD y el PLD, y con una decisiva participación en los más importantes procesos sociales y políticos de la historia de nuestro país y de la región, Juan Bosch se convertiría, de pies a cabeza, en un aristotélico “animal político”, dejando a un lado su interés por la literatura. Sólo con la novela El oro y la paz (1976), reencontró, en medio de los avatares sociopolíticos, el remanso de un oasis literario. Pero este hecho no cicatriza la herida causada en las letras de Hispanoamérica por la decisión del maestro de no volver, después de “La mancha indeleble”, de 1960, a escribir un cuento más. Ni Chejov, Maupassant o Kipling; ni De Quincey ni Sherwood Anderson; ni Quiroga o Rulfo; ni Borges, Cortazar o García Márquez. Nadie. Nadie ha podido, como Juan Bosch, resumir con tanta fertilidad para narradores incipientes, algunos de los cuales serían luego grandes escritores, las claves sobre la ardua tarea de escribir cuentos. Sus Apuntes sobre el arte de escribir cuentos, de 1958, que había esbozado a inicios de los años 40, constituyen la más clara, consciente y elevada expresión formulística de uno de los géneros literarios más intrincados y difíciles que conoce la literatura universal. Entregar el misterio de ese secreto a las coetáneas y futuras generaciones era, al mismo tiempo, un inocultable indicio de abandono del oficio, de misión cumplida. Desde 1958 don Juan brindaba a su prójimo la técnica desnuda de aquel arte del que se despojaba para siempre. Y yo no puedo menos que maldecir esas

Juan Bosch, cuentista (Un resabio personal)

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Bruno RosarioCandelier

Escritor y presidente de la Academia Dominicana de la Lengua

...La grandeza de Juan Bosch como autor de cuentos y novelas inspirados en la vida rural dominicana fue intuir que hablar con la i no representa la característica primordial del cibaeño, aunque sociolingüísticamente el hablante del Cibao se exprese con la i.

En efecto, sus cuentos configuran, en la sustancia de sus hechos, la idiosincrasia y la mentalidad del cibaeño, plasmadas en su visión del Mundo, sus actitudes y su comportamiento. Esa visión entraña el reflejo de valores e ideales que se expresan en la plasmación de actitudes y creencias y en determinadas pautas de conducta, como se manifiesta en cuentos como “La verdad” o “Sombras”; en una vocación de servicio compartido y de convivencia respetuosa, como se ilustra en “El río y su enemigo” o en “La nochebuena de Encarnación Mendoza”; en un respeto a la autoridad, encarnada en el hombre, el amo o el marido, aunque estos sean machistas, arbitrarios o explotadores, como se plasma en “La mujer” o en “Los amos”; en la valoración del trabajo, la crianza de los hijos, el cultivo de la tierra como un deber que propicia la realización de la vida, como se aprecia en “Papa Juan”, “El algarrobo” o “Revolución”; en compartir acciones solidarias, la práctica religiosa o la diversión social como expresión comunitaria que le da sentido y justificación a la vida, como se cuenta en “Camino real” o “La Mañosa”.

La cultura campesina que Bosch

refleja en sus cuentos, relatos y novelas proyecta la convicción del influjo de lo sobrenatural en las ocurrencias del diario vivir, como se ejemplifica en “El Socio” o en “Rumbo al puerto de Origen”. La mentalidad del hombre criollo con su valoración metafísica de la influencia de las almas de los difuntos en los seres vivientes, como expresión de la supervivencia del pasado en los hechos del presente, según testimonia en “El difunto estaba vivo” o a través del culto a los ancestros, como expresión de un sentimiento mágico atribuido a los muertos, como se describe en “Dos pesos de agua”. Por eso Bosch, para retratar la mentalidad del cibaeño, no tiene que poner a sus personajes a hablar con la i, expresión dialectal del lenguaje campesino de esta región cibaeña del país. Refleja la expresión de su cultura, su mentalidad y su idiosincrasia mediante la relación de vivencias y acciones reflejadas en sus personajes de ficción con autenticidad y verismo.

Mediante el Criollismo inicial de sus cuentos y relatos, subraya el tono local, el habla popular y el tema de la tierra en cuentos como “La mujer”, “El cuchillo” o el “El algarrobo”. En varios de sus cuentos aplicó el Realismo mágico, anticipándose al movimiento que le daría lustre a las letras hispanoamericanas, como lo hizo en “El socio”, “El difunto estaba vivo” o “Dos pesos de agua”.

Aunque no la sufrió en carne propia por pertenecer a un hogar de familia

acomodada, como se decía entonces, conoció sin embargo la situación de explotación y miseria que sufrían los sectores humildes de la población, que instintivamente repudiaba, razón por la cual forjó un sentimiento de identificación generador de una conciencia social, por lo cual su obra literaria ayudó a conformar el Socio-realismo, como se evidencia en “Los amos”, “Luis Pie” o en la novela La Mañosa.

Parejo a su sensibilidad social, fluía una sensibilidad estética, que supo articular a un criterio artístico y a una convicción moral, que comparte con el aliento telúrico, presente en la mayoría de sus cuentos y en sus novelas. Con sus cuentos criollistas, mágico-realistas y socio-realistas configuró, desde esta zona insular del Caribe hispánico, esas tendencias literarias que darían lustre a las letras continentales, con cuentos como “Dos pesos de agua”, que publicara en 1934 y al que le siguieron “El socio”, “El difunto estaba vivo”, “La bella alma de don Damián”, entre otros cuentos escritos en las décadas del ’30 y del ’40, que publicaría en los ’60 a su retorno del exilio con los títulos de Cuentos escritos en el exilio, Cuentos escritos antes del exilio y Más cuentos escritos en el exilio. En esos cuentos, como es natural, se aprecia una presencia de la realidad campesina, la huella de la tierra, la mentalidad del hombre tradicional, la consideración del hombre y el contorno como misterio…

desdichadas señales. A pesar de todo, yo maldigo aquel momento y la pieza genial que de ese último aliento inventivo resultó. Lo hago porque sí y porque no. Lo hago en nombre de la literatura de habla hispana y en nombre de la literatura universal, de la que Juan Bosch forma parte. Hace un tiempo que había renunciado al

lenguaje y la memoria. Ahora he sabido que renunció también a su estancia entre los vivos. Este hombre ha dejado, en franca señal de esperanza y libertad, una indeleble mancha de enseñanza, humanismo, servicio y honestidad. Esa mancha, como la de aquel fatídico y genial cuento suyo, no se va. Y digo con él a sus detractores, en las letras, en las

ideas y en la vida, que: “La mancha no se va. Está ahí, indeleble. Al contrario, me parece que a cada esfuerzo por borrarla se destaca más”. Y yo no puedo menos que, de rabia, maldecir, sin lograr entender por qué este maestro no escribió jamás un cuento. La huella de su bondadosa mancha siempre vivirá.

EL ALIENTO TELÚRICO en la narrativa de Juan Bosch

(Fragmento)

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Bosch es una apuesta, todo o nada, su escritura es auténtica y fluye entre la fuerza vital de la existencia

y un telón de fondo casi “matérico” que nos permite a través de su lectura sentir tanto los abruptos accidentes de las tragedias, como los delicados relieves de la sensibilidad humana. En una primera lectura de sus cuentos, se puede pensar de forma ligera que el dolor y la atormentada situación de sus personajes se presenta como una reducción simplista del hecho narrativo. Sin embargo, la maestría del cuentista, toma a ese hombre disminuido, a ese hombre adolorido, herido, aturdido por la fiebre, y lo va llevando por una serie de estadios donde finalmente resultará engrandecido en su condición humana. Qué otro propósito puede tener el arte sino hacernos pensar en las diferentes miradas con las cuales podemos ir conociendo el mundo que nos rodea. Cuántos Encarnación Mendoza han sido asesinados y aún corren eternamente por los cañaverales de la ira doblemente empobrecida de la miseria humana y su deterioro. En cuántos hogares aún la única medicina para calmar la fiebre de los niños es la mano amorosa de la madre impotente en la cárcel solitaria de su bohío. El establecimiento de paradigmas, otra característica de sus cuentos, es evidente en “Camino Real”, donde la problematizada vida rural del dominicano, funciona como mecanismo ancilar el cual Bosch hace girar como estrategia proteica que va creando las distintas soluciones narrativas con las que posteriormente enfrentará las formas de aparente “no ficción”. Ante los alcances de situaciones técnicas complejas, el autor prefiere el carácter reduccionista, que no simplista,

de una realidad donde enfrenta abiertamente crueldad y ensoñación, violencia y amor a la tierra, abandono pero siempre con la esperanza de un día mejor: “Nada que no salga del corazón mismo de esta tierra podrá dominarla. Y el corazón del hombre aquí es tan dadivoso y tan fragante como la tierra”. Sus cuentos, como él mismo explica, directos y precisos, intensos y reveladores no de finales sorpresivos, sino de verdades reflexivas sobre el hecho narrado, que deja de ser importante en sí mismo para dar paso al poder transformador de la literatura. Cuántas veces “La Mujer” ha dejado de ser la historia representada en la ficción del texto, para convertirse en el drama que escapa a las paredes del humilde bohío y se extrapola a la vivencia del ser humano el cual es capaz de actuar de manera aparentemente irracional conducido por las emociones y en condiciones críticas. Dueño de una escritura que, como él, se torna en lírica rebeldía cantando a la condición de los humildes, seres de una felicidad limitada y que constituyen el material perfecto para narrar la intrahistoria de los dominicanos, siempre con el ojo avizor puesto en los cambios sociales y políticos. “Los Amos”, por ejemplo y el cual considero uno de sus cuentos más reveladores, posee una condición de trascendencia fundamentada en el localismo, en el habla autóctona, que rompe las barreras culturales para mostrarnos su versión de destructivas conductas humanas, como la intolerancia y la falta de compasión. El trabajo de un artista, concretamente el de un escritor como Juan Bosch, necesita entenderse tanto de forma intimista y envolvente en la minúscula pero inagotable atmósfera de

la obra literaria, como ser contrastada ante los diferentes contextos que se van ampliando como círculos concéntricos y que referencian su entorno, su vida y su pueblo. En ese sentido, es casi imprescindible para comprender la obra de Bosch en toda su dimensión, considerar los procesos sociales, históricos y políticos de la República Dominicana, insertada en una condición insular, con su pasado de miserias y regímenes totalitarios y compaginando la historia del Caribe en el marco de una América Latina influenciada en sus diversos momentos por el accionar de naciones con vocación imperial como los Estados Unidos.

Es sabido por todos que en Bosch se conjugaron extraordinariamente el político y el escritor, gracias el estudio profundo de la condición humana, materia prima común de ambas ocupaciones. No es casual que Juan Bosch sea una de esas figuras excepcionales que poseen la doble condición de sensibilidad social y literaria, las cuales combinó magistralmente para producir una obra de las que considero como de identificación radical.

Bosch es una huella indeleble en el barro dominicano, inició lo que se cuenta y dijo cómo se cuenta. Parte fundamental de esta autenticidad viene dada por un narrador que reflexionó ampliamente sobre su oficio y su condición. Su decálogo sobre el arte de escribir cuentos y sus múltiples publicaciones sobre el tema reflejan su condición de estar alerta ante un género rebelde y en estado cambiante.

Bosch es un cuento en sí mismo, repetido incesantemente, haciéndose sinónimo de narrativa y literatura dominicana. Bosch es un maestro y es el profesor del que todos tenemos que

Juan Bosch: Apuntes sobre un narrador auténtico

Manuel Llibre Otero

Narrador y Poetadominicano

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aprender. Nunca entregado a la vanidad ni confiado en los laureles de su éxito literario, creó siempre tendencias; tal vez una premonición, escribe un cuento como “La Mancha Indeleble”, como si estuviese consciente de estar creando un puente entre el cuento tradicional y el cuento moderno de corte psicológico. Esta manera de ver el mundo fue el resultado de una aguda observación de la cotidianidad, del minucioso estudio de la psicología del criollo y su entorno, sin dejar de soslayo eso que muchos autores no consideran en sus obras, la cultura y el lenguaje del hombre común, empequeñecido por unas circunstancias económicas y políticas tan precarias como agobiantes. Su estrategia narrativa en los cuentos no funciona en base a la conmiseración, que a menudo suele usarse para producir una empatía literaria con el lector que pone el ojo en la lástima y la tragedia, sino creando una cadena de sucesos que se dirigen hacia la exaltación de los personajes y, en ese sentido, producen una reacción cognoscitiva y una narratividad que en ocasiones, como en “Los Amos”, logra tono poético: “El sol hervía en cada diminuta hoja de la sabana”. Cuando lees a Bosch o estás con él, o se rebelará contra ti hasta que su lectura logra atraparte y hacerte parte de una realidad que estaba ante tus ojos pero que nunca la habías pensado desde su condición más esencial, como si leyendo sus cuentos uno pudiese ver el armazón de la dominicanidad, el esqueleto de la vida que transcurría a su alrededor. Leer a Bosch es leer al pueblo mismo, ese que tanto amó como humanista y defendió como político. Un pueblo que como escritor logró radiografiar de manera medular insertando la realidad dominicana con la corriente cultural latinoamericana de su tiempo. Narrativa que se construyó haciendo énfasis en la economía del lenguaje y en el estilo directo que le permitió escudriñar el alma ingenua pero astuta del campesino, la profunda presencia del indígena, el cansancio del obrero malpagado, la vida al límite del bracero o la indolencia de los

patrones y sus pretendidos y minúsculos feudos de poder.

Bosch es el faro americano y la bandera mundial, que ilumina y señala lo poco que se conoce fuera de la media isla sobre nuestra escritura. Un hecho que tampoco resulta casual, ya que ciertamente trascienden las obras de alto contenido histórico y social, pero hacerlo supone una habilidad extraordinaria de caminar sobre el filo de una navaja formal que no perdona el más mínimo desliz castigando al autor distraído con la ligereza del panfleto o la consabida crónica anodina sobre las ya aprendidas desgracias del latinoamericano. Si bien Bosch fue un cronista de

su tiempo, llama la atención su condición de ser uno de los pocos grandes autores dominicanos que no proclamó o se sitúa dentro de un movimiento literario. Su obra es un homenaje a la escritura misma, su independencia de criterios un homenaje a la sinceridad y a la honestidad que normaron férreamente las acciones de su vida. Bosch será siempre esa memoria que nos señala las heridas y los sueños del dominicano anterior y del dominicano de siempre. Se pueden escribir y decir tantas cosas sobre nuestro Juan Bosch y su inmensa obra, pero a decir verdad, apenas lo empezamos a leer.

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…Las cualidades expresivas de la narrativa boschiana, ejemplificadas a plenitud en un relato de emblemática perfección como La mujer, es tema cuya monta y realce no cabe poner en tela de juicio y, por consiguiente, no ha de ser censurado el escudriñador que en sus profundidades se sumerja por el hecho de que nutrida legión de escoliastas antes que él lo hayan inspeccionado lupa en mano hasta la saciedad…

…De más está abundar sobre los motivos que me indujeran, entre la pródiga producción en verdad soberbia de cuentos de don Juan, a seleccionar como base de estos apuntes estimativos La mujer. Quien rinda parias a la excelencia basta con que lea dicha narración para que, sacudido en sus más hondas fibras espirituales, en los hontanares del alma, repare que ese brevísimo relato es –no me amilana que alguien dé en pensar que saco las cosas de quicio- obra maestra de la literatura universal digna de rivalizar con cualesquiera de las más perdurables y afamadas. De hecho, su autor –que en el momento de escribirla a principios de la década de los treinta apenas iniciaba su carrera literaria- fue el primero en comprender que acababa de alumbrar una ficción de esplendor y fuerza inusitados. Reproduzcamos su dictamen: “Y me di cuenta de que había escrito algo fuera de lo común, porque cuando lo terminé le dije a mi hermana Josefina (Josefina era una hermana menor que yo): ‘Hermana, he escrito un cuento que va a ser traducido a varias lenguas’. Y efectivamente así fue. La mujer fue traducido a varios idiomas.”.

… Es La mujer fábula tan sobrecogedora por lo que hace a su contenido y tan lograda en lo atinente a su expresión, que sólo un temperamento

refractario a las bondades de la más selecta literatura dejaría de advertir su talante desgarrador y tónica sombría…

…Avanzo a más y digo que, en lo esencial, el temple anímico a que dicha historia remite al lector es el devastador y grandioso de la tragedia clásica, el que nos legaran para gloria y prez de la civilización occidental los inmortales dramaturgos de la Antigua Hélade, Esquilo, Sófocles y Eurípides…

…Admito que tan categórica cuanto desusada aseveración acaso obligue al que la escucha a preguntarse si en lugar de optar por los recomendables prestigios del comedimiento, estará mi cálamo cediendo al embrujo del elogio atolondrado, de la vaga y fogosa hipérbole, práctica retórica común en los solares de la lengua española que no logrará despertar otra cosa sobre el que así se expresa que la perturbadora sospecha de penuria imaginativa.

…Pues no. No estoy dando cobre por oro; no estoy vendiendo la piel del lobo como vellón de cordero pascual. Cuando sostengo que el cuento La mujer en virtud de su lúgubre belleza, de su tesitura lírica y lacerante, alcanza la majestuosa dignidad de la tragedia clásica, no estoy cortejando el símil de fácil confección ni mucho menos dejándome arrastrar hacia la sirte de un retoricismo de ardua bisutería…

…El sentimiento de lo trágico es la nota distintiva que confiere su sentido y grandeza al relato que nos ocupa; es el rasgo distintivo fundamental que hace que las tres páginas en las que se desarrollan los hechos acaecidos a Quico, Chepe, el niño y la mujer, toquen a las puertas de la posteridad.

…Ensayemos mostrarlo: a nadie se le ocultará que la narración que estamos

sometiendo a escrutinio nos enfronta a un suceso de final calamitoso. La historia concluye de manera abrupta y sorpresiva con la muerte del héroe. Procede, no embargante, esquivar un error asiduo: si bien es cierto que en los dominios de la realidad cotidiana acostumbramos calificar de trágica cualquier circunstancia que comprometa nuestra vida e integridad o las de los que amamos, en el reino de la ficción artística y literaria eso no basta; en el orbe de la creación imaginaria lo trágico implica, además de una serie de acontecimientos que se resuelven en desgracia y destrucción de las figuras principales de la obra, la presencia de lo inevitable, de lo fatal, la permanente manifestación de una fuerza superior, cruel, despiadada, que el protagonista no sólo no conseguirá eludir a pesar de su señera reciedumbre y absoluta inocencia, sino que, por el contrario, creyendo actuar correctamente, con apego a la justicia, con cada una de sus decisiones irá construyendo el personaje trágico el túmulo de su propia desventura…

…Pues bien, me avengo a considerar que el relato La mujer, por lo que hace al efecto emocional que en el lector provoca, se emparienta muy estrechamente con la tragedia de abolengo clásico. Desde que inicia hasta que concluye, la narración de Bosch está signada por un ominoso presentimiento, por la sensación de lo terrible e inevitable. Lo sombrío prevalece en tanto que cualidad vertebral de la anécdota, de las peripecias, de los personajes, del paisaje y conflicto. Lo que el lector de dicho cuento advierte a las primeras de cambio es que allí, en el mundo desolador que Juan Bosch con diestra mano y despiadada eficacia dibuja no hay salvación, porque los personajes de la historia están de antemano

Leon David

Ensayista yPoetadominicano

Algunos Rasgos de la Narrativa deJUAN BOSCH

a partir del examen de uno de sus cuentos(Fragmento)

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condenados a la infelicidad y la muerte, están condenados desde el principio de los tiempos a ser juguetes de un destino voraz. El gravoso sentimiento que nos embarga cuando desde las primeras palabras del relato La mujer, caemos en la cuenta que aquello terminará muy mal, que aquello no puede sino acabar en catástrofe –certidumbre que cobra más y más fuerza a medida que avanzamos en la lectura, alcanzando su aterradora culminación en el momento que la mujer a la que el héroe pretendía defender toma una piedra y lo mata-, ese gravoso barrunto, decíamos, de que los sucesos tenían que darse del modo en que se dieron, de que un poder extraño y superior a la voluntad humana sella el destino del mísero mortal obligándole a hacer lo que no debe o a asumir actitudes que no por valientes y bien intencionadas dejarán de revelarse infecundas y al cabo y a la postre destructivas para quien las ejecuta es, con corta diferencia, de la misma índole que la conmoción que procura la tragedia helénica…

…Rueda la especie no por manida inexacta, de que la narrativa boschiana se apega a los patrones del criollismo. Si por criollismo entendemos no la “Tendencia a exaltar las cualidades de lo criollo”, sino el “Movimiento literario hispanoamericano del primer tercio del siglo XX inspirado en las tradiciones criollas”, es indiscutible que la obra de Juan Bosch no sólo ostenta credenciales criollistas sino que, más y mejor, se nos descubre como una de las creaciones paradigmáticas que contribuyen a delinear la fisonomía de dicho Movimiento.

…No otra cosa ocurre con los mejores relatos de Juan Bosch, y muy especialmente, con La mujer; Quico, Chepe, el niño, la mujer, el entorno geográfico, la miseria, el aislamiento, la violencia de los sucesos narrados nos ubican, más allá de cualquier razonable incertidumbre, en un apartado rincón del territorio nacional o, si así lo preferimos, en cualquier árido y desolado paraje rural de una Hispanoamérica en la que la incultura, las pasiones incontroladas y el desvalimiento campean por sus fueros.

Mas en ese paupérrimo escenario, con personajes del más ordinario jaez, que responden a impulsos elementales, muéstrase capaz el cuentista de elaborar una historia sorprendente, de tan humana tesitura y vigor expresivo que quedará grabada con impronta candente en la memoria de cada un lector. Y porque consiguió Bosch adentrarse en lo medular de nuestra condición de seres pensantes y sintientes, ascendió en el relato La mujer a la cima de la universalidad.

Convengamos que hazaña de parejo calibre no es casual. Si alguien estaba en autos y bien preparado para entender que la creación perdurable, la que las generaciones futuras no se resignarán a preterir exige del escritor que partiendo de lo circunscrito en el tiempo y el espacio avance hacia los pagos de la universalidad, ese alguien era el autor de Dos pesos de agua. Para muestra un botón: en su Teoría del cuento topamos con la siguiente explicación iluminadora: “El tema requiere un peso específico que

lo haga universal. Puede ser muy local en su apariencia, pero debe ser universal en su valor intrínseco: el sufrimiento, el amor, el sacrificio, el heroísmo, la generosidad, la crueldad, la avaricia, son valores universales, positivos o negativos, aunque se presenten en hombres y mujeres cuya vida no traspasan las lindes de lo local. Son universales en el habitante de las grandes ciudades, en el de la jungla americana o en el de los iglús esquimales.”. Palabras definitivas que ponen punto final a la cuestión tantas veces abordada por modo superficial y esquemático del criollismo localista en la narrativa de don Juan.

…Si a lo hasta aquí explayado adunamos el artificio del suspenso y el crescendo dramático, del inesperado y contundente final que sella el destino aciago de aquellas lamentables criaturas, cuya verdad humana -o acaso infrahumana- sólo el pincel de la imaginación creadora es capaz de poner de resalto; si a modo de remate añadimos la certera y profunda crítica social implícita que la fábula de ese modélico relato encierra: crítica al machismo, crítica a la pasiva subordinación de la mujer a la arbitraria ferocidad de su pareja, crítica a la lealtad marital mal entendida, crítica al bestial atropello, crítica a la pavorosa miseria y al atraso, principales causantes de lo que allí se narra; y si a guisa de colofón reparamos en la sabia composición de la historia, orientada a impulsar la acción en rauda marcha hacia su desoladora culminación sobre la grupa de un lenguaje regio donde no tropezaremos con ninguna palabra que esté de más, con ninguna expresión o giro redundantes, lenguaje a un tiempo mismo lírico y funcional, poético y pragmático, si a todo ello prestamos atención y a tantas otras prendas literarias y humanas de la cuentística de Bosch, plasmadas a entera satisfacción del más riguroso de los lectores en el relato La mujer, podremos, sin incurrir en falsedad ni cortejar la exageración, parangonar al conspicuo narrador dominicano con los más señeros escritores de cuentos que en el mundo han sido.

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Todos los dominicanos han sido amigos de Juan Bosch en determinada etapa de su vida.

Amigos en sentido de la palabra amigo, es decir, sin exclusiones ni sentimentalismos extra humanísticos, sin diferenciar sexo, raza, origen, religión o filiación política.

Todos los dominicanos crecieron y crecen privilegiados –de una forma u otra- por su “profesor” porque han creído en su acento inmortal. Lo han tocado –manos, ojos- a lo largo y ancho de los senderos desandados, y se han visto escritos en cada uno de sus actos. Los dominicanos -todos-, en algún momento de su vida han sido amigos de Juan Bosch y lo han llevado en cada espacio sin soltarlo del sueño inmortal.

Su nombre fue el símbolo de la relación afectual más entrañable de esta nación, sobre todo, por la manera tan suya de decir las marcas imposibles; de no darse por vencido y de aprender a mirar a los astros por encima de las estelas de la irreflexión. Los dominicanos sienten con orgullo el inolvidable sentimiento afectivo hacia el hombre que los enseñó a pensar.

Pocos como él entregaron esta hermosa virtud. Pocos han podido presidir los instantes más notables de cada ser, de cada estar, de cada lágrima secada por el polvo a contraluz. Y pocos pudieron merecerla hasta sus últimas consecuencias sin pedir nada a cambio.

Sin embargo, sería injusto limitar ese sentimiento afectivo a los habitantes de su isla natal. Toda América en alguna etapa de su convulsa e incomprendida historia mereció su urgente atención, su irrestricta amistad.

Fue una amistad especial, no tan tangible como la de su pueblo, pero por ello no menos importante.

América entera fue amada por este hombre como pocos pudieron. Juan Bosch, como figura en la

historia contemporánea devino en la personificación del más humano de todos los dictados del alma: la amistad. Fue un virtuoso en abrir corazones y en mantenerlos encendidos de entusiasmo sin reparar en coyunturas ni motivos. Sólo exigía la difícil correspondencia entre sentimiento y acción. Por eso, citar a sus amigos, con nombres y apellidos resulta imposible. Habría que nombrar a todos sus discípulos y seguidores del Partido de la Liberación Dominicana, hasta el más humilde circulista. Habría que tocar sus huellas en el alma de millones de mortales merecedores de su afecto en alguna etapa de su vida.

Y como aquí nombramos el sello colectivo, no hay espacio para olvidos. Tal vez, en aras de la justicia personal del hombre que nunca va a morir, traemos breves ejemplos de género en aras de entender la dimensión y la evolución del sentimiento “amistad” en el contexto de su personalidad.

Bosch: la amistad como concepto

Las coyunturas históricas y las profundas circunstancias epocales reestructuraron la naturaleza del concepto de Juan Bosch sobre la amistad, aunque, en ningún caso, este concepto perdió su trascendencia humanística. Evidentemente, ni la personalidad ni la madurez del brillante escritor que parte al exilio en plena Era de Trujillo es la misma del político -hasta en la política fue un gran literato- obligado a fundar otro partido -el de la Liberación Dominicana- en 1973.

Las amistades de Bosch como ser humano y como escritor tuvieron matices marcadamente disímiles a las que fundó como líder político. Incluso, dentro de las distintas etapas de su actividad proselitista, las relaciones de camaradería variaron dependiendo de la interrelación de las fuerzas y corrientes

que determinaban el acontecer de la vida nacional.

Amistades de juventud colmaron su existencia y recuerdos. Puras, de esas relaciones interminables que ni el tiempo ni las dobleces del destino harían romper. Una de ellas fue la que sostuvo con José Manuel Corripio, la cual fue honrada y venerada por sus respectivas familias debido a su ribete ejemplar.

Con independencia de los vaivenes del destino y de las luchas políticas, al doctor José Francisco Peña Gómez lo amó como a un hijo. Su histórica frase: “El que le tire un gollejo a Peña me clava a mí una daga en el corazón” no podrá ser borrada por nadie, de la historia.

Amistades literarias, intelectuales y culturales lo marcaron como hombre y lo hicieron sentirse pleno, con independencia del pensamiento político de cada quien, y por encima de las coyunturas que marcaron su vida pública. Tal vez el caso de Pedro Mir sea el más notorio. Don Juan siempre privilegió al Poeta Nacional, lo cual no se cansaba de repetir a lo largo de su vida. En sus últimas salidas públicas, Pedro Mir lo acompañaba religiosamente, sobre todo, a las tertulias del Hostal Nicolás de Ovando. También con los pintores Silvano Lora, Cándido Bidó y Ramón Oviedo tuvo una relación ejemplar y de mutua correspondencia. En Guillermo Piña Contreras, Bruno Rosario Candelier, Enriquillo Sánchez y Pedro Vergés, encontró a amigos totales y plenos, a hombres de letras que lo hacían pensar y sentirse a realizado en el intercambio de ideas, sobre todo, por la sinceridad, la honestidad y el nivel de debate que de ambas partes se profesaban. Miguel Cocco fue su editor, impresor y colega personal. Con Chiqui Vicioso mantuvo una estrecha relación que se enriquecía con el tiempo, al igual que con Abelardo Vicioso, sin dudas, su más cercano

Los amigos de Juan BoschLuis Beiro

Escritor y PeriodistaCubano-Dominicano

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colaborador en materia literaria y cultural, y quien lo acompañó durante su vida política con mucha lealtad. Otra de las hermosas amistades que cultivo el profesor Bosch fue la del poeta Mateo Morrison y su familia. Siempre repetía el valor de su amistad con Mateo, a quien respetó y consideró como un hijo.

El ser humano

En el mundo personal, marcado por los accidentes de la vida y la vorágine existencial que nos invade en medio de las esperanzas rotas y semi destruídas, Bosch vivió con sus amigos algunos de sus grandes momentos como ser humano. Algunos de ellos lo siguieron en sus respectivos proyectos políticos, otros no. Pero con independencia de los vaivenes del devenir nacional, nunca

disminuyó entre ellos el sentimiento sagrado de la amistad. Don Mario Sánchez Guzmán y su distinguida familia representada hoy por su hija Natacha, fue uno de sus mejores amigos, tanto en los buenos como en los malos tiempos. Juan Doucudray más que un amigo, fue un hermano de ideales, y sus relaciones siempre tocaron la altura humana más notable. Don Fabio Herrera además de amigo fue su Ministro de la Presidencia durante sus meses de gobierno. Antes de seguirlo en la política, Don Marcelo Bermúdez fue su anfitrión en Santiago. Con don Alejandro Grullón lo unieron sentimientos afectivos dignos de recopilar, al igual que con José Santos Taveras.

En determinada etapa, Pedrito Guzmán fue su fotógrafo preferido,

tanto por la calidad de su trabajo como humana. Mike Mercedes, fue distinguido con su afecto especial, al igual que el doctor Mendoza Moya. Con el paso del tiempo, el nicaragüense Sergio Ramírez demostró ser no sólo su mejor anfitrión en sus intensas jornadas en Managua, sino una de las figuras internaciones que con más respeto y devoción sería fiel a su vida y obra.

Pero no voy a poner más ejemplos para no caer en un catálogo de nombres. Este es un espacio de tributo donde cabe América entera. Aquí merecen estar todos los que le hicieron la vida más parecida a su propia identidad. Aquí cabe su corazón multiplicado y su virtuosa mirada, capaz de abrir los más amplios resortes de la espiritualidad.

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La carretera está muerta. Nadie ni nada la resucitará. Larga, infinitamente larga, ni en la piel

gris se le ve vida. El sol la mató; el sol de acero, de tan candente al rojo, un rojo que se hizo blanco. Tornose luego transparente el acero blanco, y sigue ahí, sobre el lomo de la carretera.

Debe hacer muchos siglos de su muerte. La desenterraron hombres con picos y palas. Cantaban y picaban; algunos había, sin embargo, que ni cantaban ni picaban. Fue muy largo todo aquello. Se veía que venían de lejos: sudaban, hedían. De tarde el acero blanco se volvía rojo; entonces en los ojos de los hombres que desenterraban la carretera se agitaba una hoguera pequeñita, detrás de las pupilas.

La muerta atravesaba sabanas y lomas y los vientos traían polvo sobre ella. Después aquel polvo murió también y se posó en la piel gris.

A los lados hay arbustos espinosos. Muchas veces la vista se enferma de tanta amplitud. Pero las planicies están peladas. Pajonales, a distancia. Tal vez aves rapaces coronen cactos. Y los cactos están allá, más lejos, embutidos en el acero blanco.

También hay bohíos, casi todos bajos y hechos con barro. Algunos están pintados de blanco y no se ven bajo el sol. Sólo se destaca el techo grueso, seco, ansioso de quemarse día a día. Las cañas dieron esas techumbres por las que nunca rueda agua.

La carretera muerta, totalmente muerta, está ahí, desenterrada, gris. La mujer se veía, primero, como un punto negro, después, como una piedra que hubieran dejado sobre la momia larga. Estaba allí tirada sin que la brisa le moviera los harapos. No la quemaba el sol; tan sólo sentía dolor por los gritos del niño. El niño era de bronce, pequeñín, con los ojos llenos de luz, y se agarraba a la madre tratando de tirar de ella con sus manecitas. Pronto iba la carretera a quemar el cuerpo, las rodillas por lo menos, de aquella criatura desnuda y gritona.

La casa estaba allí cerca, pero no

podía verse. A medida que se avanzaba crecía

aquello que parecía una piedra tirada en medio de la gran carretera muerta. Crecía, y Quico se dijo: “Un becerro, sin duda, estropeado por un auto”.

Tendió la vista: la planicie, la sabana. Una colina lejana, con pajonales, como si fuera esa colina sólo un montoncito de arena apilada por los vientos. El cauce de un río; las fauces secas de la tierra que tuvo agua mil años antes de hoy. Se resquebrajaba la planicie dorada bajo el pesado acero transparente. Y los cactos, los cactos coronados de aves rapaces.

Más cerca ya, Quico vio que era persona. Oyó distintamente los gritos del niño.

El marido le había pegado. Por la única habitación del bohío, caliente como horno, la persiguió, tirándole de los cabellos y machacándole la cabeza a puñetazos.

-¡Hija de mala madre! ¡Hija de mala madre! ¡Te voy a matar como a una perra, desvergonsá!

-Pero si nadie pasó, Chepe: nadie pasó -quería ella explicar.

-¿Que no? ¡Ahora verás!Y volvía a golpearla.El niño se agarraba a las piernas de

su papá, no sabía hablar aún y pretendía evitarlo. Él veía la mujer sangrando por la nariz. La sangre no le daba miedo, no, solamente deseos de llorar, de gritar mucho. De seguro mamá moriría si seguía sangrando.

Todo fue porque la mujer no vendió la leche de cabra, como él se lo mandara; al volver de las lomas, cuatro días después, no halló el dinero. Ella contó que se había cortado la leche; la verdad es que la bebió el niño. Prefirió no tener unas monedas a que la criatura sufriera hambre tanto tiempo.

Le dijo después que se marchara con su hijo:

-¡Te mataré si vuelves a esta casa!La mujer estaba tirada en el piso de

tierra; sangraba mucho y nada oía. Chepe, frenético, la arrastró hasta la carretera. Y se quedó allí, como muerta, sobre el

lomo de la gran momia. Quico tenía agua para dos días más de

camino, pero la gastó en rociar la frente de la mujer. La llevó hasta el bohío, dándole el brazo, y pensó en romper su camisa listada para limpiarla de sangre. Chepe entró por el patio.

-¡Te dije que no quería verte má aquí, condená!

Parece que no había visto al extraño. Aquel acero blanco, transparente, le había vuelto fiera, de seguro. El pelo era estopa y las córneas estaban rojas.

Quico le llamó la atención; pero él, medio loco, amenazó de nuevo a su víctima. Iba a pegarle ya. Entonces fue cuando se entabló la lucha entre los dos hombres.

El niño pequeñín comenzó a gritar otra vez; ahora se envolvía en la falda de su mamá.

La lucha era como una canción silenciosa. No decían palabra. Sólo se oían los gritos del muchacho y las pisadas violentas.

La mujer vio cómo Quico ahogaba a Chepe: tenía los dedos engarfiados en el pescuezo de su marido. Éste comenzó por cerrar los ojos; abría la boca y le subía la sangre al rostro.

Ella no supo qué sucedió, pero cerca, junto a la puerta, estaba la piedra; una piedra como lava, rugosa, casi negra, pesada. Sintió que le nacía una fuerza brutal. La alzó. Sonó seco el golpe. Quico soltó el pescuezo del otro, luego dobló las rodillas, después abrió los brazos con amplitud y cayó de espaldas, sin quejarse, sin hacer un esfuerzo.

La tierra del piso absorbía aquella sangre tan roja, tan abundante. Chepe veía la luz brillar en ella.

La mujer tenía las manos crispadas sobre la cara, todo el pelo suelto y los ojos pugnando por saltar. Corrió. Sentía flojedad en las coyunturas. Quería ver si alguien venía. Pero sobre la gran carretera muerta, totalmente muerta, sólo estaba el sol que la mató. Allá, al final de la planicie, la colina de arenas que amontonaron los vientos. Y cactos embutidos en el acero.

La mujerPor Juan Bosch

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La vieja Remigia sujeta el aparejo, alza la pequeña cara y dice:

-Dele ese rial fuerte a las ánimas pa que llueva, Felipa.

Felipa fuma y calla. Al cabo de tanto oír lamentar la sequía levanta los ojos y recorre el cielo con ellos. Claro, amplio y alto, el cielo se muestra sin una mancha. Es de una limpieza desesperante.

-Y no se ve nadita de nubes -comenta.

Baja entonces la mirada. Los terrenos pardos se agrietan a la distancia. Allá, al pie de la loma, un bohío. La gente que vive en él, y en los otros, y en los más remotos, estará pensando como ella y como la vieja Remigia. ¡Nada de lluvia en una sarta bien larga de meses! Los hombres prenden fuego a los pinos de las lomas; el resplandor de los candelazos chamusca las escasas hojas de los maizales; algunas chispas vuelan como pájaros, dejando estelas luminosas, caen y florecen en incendios enormes: todo para que ascienda el humo a los cielos, para que llueva... Y nada. Nada.

-Nos vamos a acabar, Remigia -dice. La vieja comenta: -Pa lo que nos falta. La sequía había empezado matando la

primera cosecha; cuando se hubo hecho larga y le sacó todo el jugo a la tierra, les cayó encima a los arroyos; poco a poco los cauces le fueron quedando anchos al agua, las piedras surgieron cubiertas de lama y los pececillos emigraron corriente abajo. Infinidad de caños acabaron por agotarse, otros por tornarse lagunas, otros lodazales.

Sedientos y desesperados, muchos hombres abandonaron los conucos, aparejaron caballos y se fueron con las familias en busca de lugares menos áridos.

La vieja Remigia se resistía a salir. Algún día caería el agua; alguna tarde se cargaría el cielo de nubes; alguna noche

rompería el canto del aguacero sobre el ardido techo de yaguas. Algún día...

***Desde que se quedó con el nieto,

después que se llevaron al hijo en una parihuela, la vieja Remigia se hizo huraña y guardadora. Pieza a pieza fue juntando sus centavos en una higera con ceniza. Los centavos eran de cobre. Trabajaba en el conuquito, detrás de la casa, sembrando maíz y frijoles. El maíz lo usaba en engordar los pollos y los cerdos; los frijoles servían para la comida. Cada dos o tres meses reunía los pollos más gordos y se iba a venderlos. Cuando veía un cerdo mantecoso, lo mataba; ella misma detallaba la carne y de las capas extraía la grasa; con ésta y con los chicharrones se iba también al pueblo. Cerraba el bohío, le encarbaba a un vecino que le cuidara lo suyo, montaba el nieto en el potro bayo y lo seguía a pie. En la noche estaba de vuelta.

Iba tejiendo su vida así, con el nieto colgado en el corazón.

-Pa ti trabajo, muchacho -le decía-. No quiero que pases calores, ni que te vayas a malograr, como tu taita.

El niño la miraba. Nunca se le oía hablar, y aunque apenas alzaba una vara del suelo, madrugaba con su machete bajo el brazo y el sol le salía sobre la espalda, limpiando el conuco.

La vieja Remigia tenía sus esperanzas. Veía crecer el maíz, veía florecer los frijoles; oía el gruñido de sus puercos en la pocilga cercana; contaba las gallinas al anochecer, cuando subían a los palos. Entre días descolgaba la higera y sacaba los cobres. Había muchos, llegó también a haber monedas de plata de todos tamaños.

Con un temblor de novia en la mano, Remigia acariciaba su dinero y soñaba. Veía al muchacho en tiempo de casarse, bien montado en brioso caballo alazano,

o se lo figuraba tras un mostrador, despachando botellas de ron, varas de lienzo, libras de azúcar. Sonreía, tornaba a guardar su dinero, guindaba la higera y se acercaba al nieto, que dormía tranquilo.

Todo iba bien, bien. Pero sin saberse cuándo ni cómo se presentó aquella sequía. Pasó un mes sin llover, pasaron dos, pasaron tres. Los hombres que cruzaban por delante de su bohío la saludaban diciendo:

-Tiempo bravo, Remigia. Ella aprobaba en silencio. Acaso

comentaba: -Prendiendo velas a las ánimas pasa

esto. Pero no llovía. Se consumieron

muchas velas y se consumió también el maíz en sus tallos. Se oían crujir los palos;

Dos pesos de aguaPor Juan Bosch

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se veían enflaquecer los caños de agua; en la pocilga empezó a endurecerse la tierra. A veces se cargaba el cielo de nubes; allá arriba se apelotonaban manchas grises; bajaban de las lomas vientos húmedos, que alzaban montones de polvo...

-Esta noche sí llueve, Remigia -aseguraban los hombres que cruzaban.

-¡Por fin! Va a ser hoy -decía una mujer.

-Ya está casi cayendo -confiaba un negro.

La vieja Remigia se acostaba y rezaba: ofrecía más velas a las ánimas y esperaba. A veces le parecía sentir el roncar de la lluvia que descendía de las altas lomas. Se dormía esperanzada; pero el cielo amanecía limpio como ropa de matrimonio.

Comenzó la desesperación. La gente estaba ya transida y la propia tierra quemaba como si despidiera llamas. Todos los arroyos cercanos habían desaparecido; toda la vegetación de las lomas había sido quemada. No se conseguía comida para los cerdos; los asnos se alejaban en busca de mayas; las reses se perdían en los recodos, lamiendo raíces de árboles; los muchachos iban a distancias de medio día a buscar latas de agua; las gallinas se perdían en los montes, en procura de insectos y semillas.

-Se acaba esto, Remigia. Se acaba -lamentaban las viejas.

Un día, con la fresca del amanecer, pasó Rosendo con la mujer, los dos hijos, la vaca, el perro y un mulo flaco cargado de trastos.

-Yo no aguanto, Remigia; a este lugar le han hecho mal de ojo.

Remigia entró en el bohío, buscó dos monedas de cobre y volvió.

-Tenga; préndamele esto de velas a las ánimas en mi nombre -recomendó.

Rosendo cogió los cobres, los miró, alzó la cabeza y se cansó de ver cielo azul.

-Cuando quiera, váyase a Tavera. Nosotros vamos a parar un rancho allá, y dende agora es suyo.

-Yo me quedo, Rosendo. Esto no puede durar.

Rosendo volvió el rostro. Su mujer y sus hijos se perdían ya en la distancia. El

sol parecía incendiar las lomas remotas.

***El muchacho se había puesto tan

oscuro como un negro. Un día se le acercó:

-Mamá, uno de los puerquitos parece muerto.

Remigia se fue a la pocilga. Anhelantes, resecas las trompas, flacos como alambres, los cerdos gruñían y chillaban. Estaban apelotonados, y cuando Remigia los espantó vio restos de un animal. Comprendió: el muerto había alimentado a los vivos. Entonces decidió ir ella misma en busca de agua para que sus animales resistieran.

Echaba por delante el potro bayo; salía de madrugada y retornaba a medio día. Incansable, tenaz, silenciosa, Remigia se mantenía sin una queja. Ya sentía menos peso en la higuera; pero había que seguir sacrificando algo para que las ánimas tuvieran piedad. El camino hasta el arroyo más cercano era largo; ella lo hacía a pie, para no cansar la bestia. El potro bayo tenía las ancas cortantes, el pescuezo flaco, y a veces se le oían chocar los huesos.

El éxodo seguía. Cada día se cerraba un nuevo bohío. Ya la tierra parda se resquebrajaba; ya sólo los espinosos cambronales se sostenían verdes. En cada viaje el agua del arroyo era más escasa. A la semana había tanto lodo como agua; a las dos semanas el cauce era como un viejo camino pedregoso, donde refulgía el sol. La bestia, desesperada, buscaba donde ramonear y batía el rabo para espantar las moscas.

Remigia no había perdido la fe. Esperaba las señales de lluvia en el alto cielo.

-¡Ánimas del Purgatorio! -clamaba de rodillas-. ¡Ánimas del Purgatorio! ¡Nos vamos a morir achicharrados si ustedes no nos ayudan!

Días más tarde el potro bayo amaneció tristón e incapaz de levantarse; esa misma tarde el nieto se tendió en el catre, ardiendo en fiebre. Remigia se echó afuera. Anduvo y anduvo, llamando en los distantes bohíos, levantando los espíritus.

-Vamos a hacerle un rosario a San Isidro -decía.

-Vamos a hacerle un rosario a San Isidro -repetía.

Salieron una madrugada de domingo. Ella llevaba el niño en brazos. La cabeza del muchacho, cargada de calenturas, pendía como un bulto del hombro de su abuela. Quince o veinte mujeres, hombres y niños desharrapados, curtidos por el sol, entonaban cánticos tristes, recorriendo los pelados caminos. Llevaban una imagen de la Altagracia; le encendían velas; se arrodillaban y elevaban ruegos a Dios. Un viejo flaco, barbudo, de ojos ardientes y acerados, con el pecho desnudo, iba delante golpeándose el esternón con la mano descarnada, mirando a lo alto y clamando:

¡San Isidro Labrador!¡San Isidro Labrador!Trae el agua y quita el sol,¡San Isidro Labrador!Sonaba ronca la voz del viejo. Detrás,

las mujeres plañían y alzaban los brazos.

***Ya se habían ido todos. Pasó Rosendo,

pasó Toribio con una hija medio loca; pasó Felipe; pasaron unos y otros. Ella les dio a todos para las velas. Pasaron los últimos, una gente a quienes no conocía; llevaban un viejo enfermo y no podían con su tristeza; ella les dio para las velas.

Se podía tender la vista sin tropiezos y ver desde la puerta del bohío el calcinado paisaje con las lomas peladas al final; se podían ver los cauces secos de los arroyos.

Ya nadie esperaba lluvia. Antes de irse los viejos juraban que Dios había castigado el lugar y los jóvenes que tenía mal de ojo.

Remigia esperaba. Recogía escasas gotas de agua. Sabía que había que empezar de nuevo, porque ya casi nada quedaba en la higuera, y el conuco estaba pelado como un camino real. Polvo y sol; sol y polvo. La maldición de Dios, por la maldad de los hombres, se había realizado allí; pero la maldición de Dios no podía acabar con la fe de Remigia.

***

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En su rincón del Purgatorio, las ánimas, metidas de cintura abajo entre las llamas voraces, repasaban cuentas. Vivían consumidas por el fuego, purificándose; y, como burla sangrienta, tenían potestad para desatar la lluvia y llevar el agua a la tierra. Una de ellas, barbuda, dijo:

-¡Caramba! ¡La vieja Remigia, de Paso Hondo, ha quemado ya dos pesos de velas pidiendo agua!

Las compañeras saltaron vociferando:

-¡Dos pesos, dos pesos!Alguna preguntó:-¿Por qué no se le ha atendido, como

es costumbre?-¡Hay que atenderla! -rugió una de

ojos impetuosos.-¡Hay que atenderla! -gritaron las

otras.Se corría la voz, se repetían el

mandato:-¡Hay que mandar agua a Paso Hondo!

¡Dos pesos de agua!-¡Dos pesos de agua a Paso Hondo!-¡Dos pesos de agua a Paso Hondo!Todas estaban impresionadas, casi

fuera de sí, porque nunca llegó una entrega de agua a tal cantidad; ni siquiera a la mitad, ni aun a la tercera parte. Servían una noche de lluvia por dos centavos de velas, y cierta vez enviaron un diluvio entero por veinte centavos.

-¡Dos pesos de agua a Paso Hondo! -rugían.

Y todas las ánimas del Purgatorio se escandalizaban pensando en el agua que había que derramar por tanto dinero, mientras ellas ardían metidas en el fuego eterno, esperando que la suprema gracia de Dios las llamara a su lado.

***Abajo, en Paso Hondo, se nubló el

cielo. Muy de mañana Remigia miró hacia oriente y vio una nube negra y fina, tan negra como una cinta de luto y tan fina como la rabiza de un fuete. Una hora después inmensas lomas de nubes grises se apelotonaron, empujándose, avanzando, ascendiendo. Dos horas más tarde estaba oscuro como si fuera de noche.

Llena de miedo, con el temor de

que se deshiciera tanta ventura, Remigia callaba y miraba. El nieto seguía en el catre, calenturiento. Estaba flaco, igual que un sonajero de huesos. Los ojos parecían salirle de cuevas.

Arriba estalló un trueno. Remigia corrió a la puerta. Avanzando como caballería rabiosa, un frente de lluvia venía de las lomas sobre el bohío. Ella sonrió de manera inconsciente; se sujetó las mejillas, abrió desmesuradamente los ojos. ¡Ya estaba lloviendo!

Rauda, pesada, cantando broncas canciones, la lluvia llegó hasta el camino real, resonó en el techo de yaguas, saltó el bohío, empezó a caer en el conuco. Sintiéndose arder, Remigia corrió a la puerta del patio y vio descender, apretados, los hilos gruesos del agua; vio la tierra adormecerse y despedir un vaho espeso. Se tiró afuera, rabiosa.

-¡Yo sabía, yo lo sabía, yo lo sabía! -gritaba a voz en cuello.

-¡Lloviendo, lloviendo! -clamaba con los brazos tendidos hacia el cielo-. ¡Yo lo sabía!

De pronto penetró en la casa, tomó al niño, lo apretó contra su pecho, lo alzó, lo mostró a la lluvia.

-¡Bebe, muchacho; bebe, hijo mío! ¡Mira agua, mira agua!

Y sacudía al nieto, lo estrujaba; parecía querer meterle dentro el espíritu fresco y disperso del agua.

***Mientras afuera bramaba el temporal,

soñaba adentro Remigia.-Ahora -se decía-, en cuanto la

tierra se ablande, siembro batata, arroz tresmesino, frijoles y maíz. Todavía me quedan unos cuartitos con que comprar semillas. El muchacho se va a sanar. ¡Lástima que la gente se haya ido! Quisiera verle la cara a Toribio, a ver qué pensaría de este aguacero. Tantas rogaciones, y sólo me van a aprovechar a mí. Quizá vengan agora, cuando sepan que ya pasó el mal de ojo.

El nieto dormía tranquilo. En Paso Hondo, por los secos cauces de los arroyos y los ríos, empezaba a rodar agua sucia; todavía era escasa y se estancaba en las piedras. De las lomas bajaba roja,

cargada de barro; de los cielos descendía pesada y rauda. El techo de yaguas se desmigajaba con los golpes múltiples del aguacero. Remigia se adormecía y veía su conuco lleno de plantas verdes, lozanas, batidas por la brisa fresca; veía los rincones llenos de dorado maíz, de arroz, frijoles, de batatas henchidas. El sueño le tornaba pesada la cabeza.

Y afuera seguía bramando la lluvia incansable.

***Pasó una semana; pasaron diez días,

quince... Zumbaba el aguacero sin una hora de tregua. Se acabaron el arroz y la manteca; se acabó la sal. Bajo el agua tomó Remigia el camino de Las Cruces para comprar comida. Salió de mañana y retornó a media noche. Los ríos, los caños de agua y hasta las lagunas se adueñaban del mundo, borraban los caminos, se metían lentamente entre los conucos. Una tarde pasó un hombre. Montaba mulo pesado.

-¡Ey, don! -llamó Remigia.El hombre metió la cabeza del animal

por la puerta.-Bájese pa que se caliente -invitó ella.La montura se quedó a la intemperie.-El cielo se ta cayendo en agua -explicó

él al rato. -Yo como usté dejaba este sitio tan bajito y me diba pa las lomas.

-¿Yo dirme? No, hijo. Horita pasa este tiempo.

-Vea -se extendió el visitante-, esto es una niega. Yo las he visto tremendas, con el agua llevándose animales, bohíos, matas y gente. Horita se crecen todos los caños que yo he dejado atrás, contimás que ta lloviéndoles duro en las cabezadas.

-Jum… Peor que esto fue la seca, don. Todo el mundo le salió huyendo, y yo la aguanté.

-La seca no mata, pero el agua ahoga, doña. Todo eso -y señaló lo que él había dejado a la puerta- ta anegado. Como tres horas tuve esta mañana sin salir de un agua que me le daba en la barriga al mulo.

El hombre hablaba con voz pausada, y sus ojos grises, atemorizados, vigilaban el incesante caer de la lluvia.

Al anochecer se fue. Mucho le rogó

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Remigia que no cogiera el camino con la oscuridad.

-Dispué es peor, doña. Van esos ríos y se botan...

Remigia se fue a atender al nieto, que se quejaba débilmente.

***Tuvo razón el hombre. ¡Qué noche,

Dios! Se oía un rugir sordo e inquietante; se oían retumbar los truenos; penetraban los reflejos de los relámpagos por las múltiples rendijas.

El agua sucia entró por los quicios y empezó a esparcirse en el suelo. Bravo era el viento en la distancia, y a ratos parecía arrancar árboles. Remigia abrió la puerta. Un relámpago lejano alumbró el sitio de Paso Hondo. ¡Agua y agua! Agua aquí, allá, más lejos, entre los troncos escasos, en los lugares pelados. Debía descender de las lomas y en el camino real se formaba un río torrentoso.

-¿Será una niega? -se preguntó Remigia, dudando por vez primera.

Pero cerró la puerta y entró. Ella tenía fe; una fe inagotable, más que lo que había sido la sequía, más que lo sería la lluvia. Por dentro, su bohío estaba tan

mojado como por fuera. El muchacho se encogía en el catre, rehuyendo las goteras.

A medianoche la despertó un golpe en una esquina de la vivienda. Se fue a levantar, pero sintió agua hasta casi las rodillas. Bramaba afuera el viento. El agua batía contra los setos del bohío.

¡Ay de la noche horrible, de la noche anegada! Venía el agua en golpes; venía y todo lo cundía, todo lo ahogaba. Restalló otro relámpago, y el trueno desgajó pedazos de oscuro cielo.

Remigia sintió miedo.-¡Virgen Santísima! -clamó-. ¡Virgen

Santísima, ayúdame!Pero no era negocio de la Virgen,

ni de Dios, sino de las ánimas, que allá arriba gritaban:

-¡Ya va medio peso de agua! ¡Ya va medio peso!

***Cuando sintió el bohío torcerse por

los torrentes, Remigia desistió de esperar y levantó al nieto. Se lo pegó al pecho; lo apretó, febril; luchó con el agua que le impedía caminar; empujó, como pudo, la puerta y se echó afuera. A la cintura

llevaba el agua; y caminaba, caminaba. No sabía adónde iba. El terrible viento le destrenzaba el cabello, los relámpagos verdeaban en la distancia. El agua crecía, crecía. Levantó más al nieto. Después tropezó y tornó a pararse. Seguía sujetando al niño y gritando:

-¡Virgen Santísima, Virgen Santísima!Se llevaba el viento su voz y la esparcía

sobre la gran llanura líquida.-¡Virgen Santísima, Virgen Santísima!Su falda flotaba. Ella rodaba, rodaba.

Sintió que algo le sujetaba el cabello, que le amarraban la cabeza. Pensó:

-En cuanto esto pase siembro batata.Veía el maíz metido bajo el agua sucia.

Hincaba las uñas en el pecho del nieto.-¡Virgen Santísima!Seguía ululando el viento, y el trueno

rompía los cielos. Se le quedó el cabello enredado en un tronco espinoso. El agua corría hacia abajo, hacia abajo, arrastrando bohíos y troncos. Las ánimas gritaban, enloquecidas:

-¡Todavía falta; todavía falta! ¡Son dos pesos, dos pesos de agua! ¡Son dos pesos de agua!

En El Oro y La Paz (1975) título antinómico por su esquematización hacia la

violencia (manifestada en el oro), opuesto a preocupaciones hondamente humanas y espirituales (manifestad en la paz), los hechos se desarrollan en un diseño de fuerzas que se mueven desde adentro hacia fuera, primero en la novela hay un conflicto interior (el hecho de Pedro Yasic salir en búsqueda del oro) y ese conflicto más tarde se traslada al campo de lo exterior que luego modifica un estado de cosas. Por el contrario, en La Mañosa (1936), los acontecimientos son especie de condicionantes que van

desde el interior hacia lo exterior. A través de una corriente de

conciencia, el niño narrador nos traslada de inmediato al campo geográfico y con él a la indolencia de la guerra insignificante. Ese estado de cosas que van sucediendo allá afuera modifica la conciencia interior de los personajes

principales de la novela sobre todo, a Fello Macario y a Pepe, este último dueño de la mula, y específicamente su esposa, en quien el drama de la guerra se hace más patente .

Ambas novelas, aunque de épocas diferentes, temas y propuestas distintas ofrecen puntos coincidentes, sobre

todo en Alexander Forbes personaje de El oro y la paz y Pepe personaje de la Mañosa, reflejan ellos a través de sus distintos escenarios una amplia valoración, un amor y un respeto por la vida, que los coloca en una dimensión avasalladoramente humana.

Precisamente uno de los legados humanizantes de La Mañosa tiene sus antecedentes en Platero y Yo, del español Juan Ramón Jiménez. Las descripciones que hace Bosch de la mula, al presentarla como “una muchacha nerviosa, coqueta, de estampa limpia y brillante” parecen evocaciones propias de las que hace el autor español cuando describe con

Notas sobre las novelas de BoschPor Eugenio Camacho

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inusitada maestría, la gracia y la coquetería de aquel burrito alegre y juguetón.

Es bueno recordar que los grandes narradores del siglo XIX retoman el legado antiquísimo de las fábulas, elevando a la categoría humana aquellos animales que integraban en la sociedad experiencias de transporte, de uso cotidiano, de protección y de una convivencia funcional que se dimensionaba en un tratamiento afectivo y delicado en la ternura y en un diálogo permanente, lleno de calor y confraternidad, pues se hacían compañía unos a otros, en situaciones de riesgo, en las noches o en la rutina del diario vivir y de sus modos de vida. La Mañosa es el ejemplo más fiel a estas características presentes en obras como La Ranita Móvil de Rudyard Kipling, en los cuentos de Stevenson, en Tolstoi y Chéjov entre otros.

Tanto en El oro y la paz como en La mañosa, el paisaje ha elaborado su propio caudal lingüístico, sobre todo, en las descripciones del entorno, de manera que ambas novelas constituyen un sistema descriptivo y abierto que se conecta con la poesía. Si esto es cierto y aplicable en Juan Bosch, el lenguaje puede alojar tiempos y espacios diversos, precisamente los tiempos divergentes, convergentes y paralelos en El oro y la paz y en La Mañosa, donde la geografía funciona como punto focal inmediato. De este modo los saltos y traslados temporales, así como los cambios en el escenario geográfico son también protagonistas.

Hay que destacar esa actitud didáctica que hay en Juan Bosch, sobre todo la de asumir una enseñanza fundamentada en valores, para inaugurar con ellos los espacios de la violencia, pero al mismo

tiempo auspiciar el gran respeto que manifestaba el autor por la vida ética y la conciencia del valor humano. No en vano la plasmación de la idea psicológica de los personajes a fuerzas que desencadenan acontecimientos, búsquedas y apetencias conscientes en los personajes y son los que permites visualizar aquellos rasgos más característicos de sus respectivas personalidades y eso es precisamente lo que acontece en ambas novelas.

En La Mañosa por ejemplo las pautas están trazadas por

las noticias que van llegando al muchacho. Esto así porque el narrador padece una enfermedad y las guerras montoneras, como apunta el propio Bosch, constituyen una enfermedad endémica en el país. Aquí el papel del niño es en consecuencia una especie de tránsito y frecuencia que configura la trama de la novela, junto al papel del

idioma en su función dialogante y al mismo tiempo en su función de estatus, de temperamento y de filosofía de la vida ha encontrado en los personajes de La Mañosa una competencia sustancial del habla.

Es importante señalar que esta noción del habla específicamente, da una idea, más bien casi un retrato del país cultural y educativo de entonces. O sea, que el universo lingüístico, a la vez que configura una trama también configura

un retrato de la cultura. El lenguaje fluído de

las novelas de Bosch es rico en recursos del idioma, en la aplicación y en la técnica narrativa; en ellas pone de manifiesto la elegancia de su estilo inconfundible y el amplio conocimiento que tenía del género. Una de las características de la escritura boschiana es la economía de medios expresivos, o sea que el escritor no sobreabunda con palabras innecesarias. El autor esa un maestro en el uso elegante de la prosa y en la colocación de las palabras exactas en el momento preciso. No es excesivo en el discurso narrativo por lo tanto no contamina la placidez de la lengua. En la narrativa de Bosch hay una condición visual que provoca y sugiere, de esto se trata, esto se nota a través de la visión

cinematográfica que él logra con especial maestría cuando describe en La Mañosa el paisaje del Cibao y el deslumbrante encuentro con la amazonía en El oro y la paz. Finalmente es bueno apuntar que las novelas de Bosch no tienen condicionantes extraños y este es uno de sus grandes aportes a la narrativa dominicana y al género en sentido universal.

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La Habana,14 de junio de 1943.

Mis queridos Emilio Rodríguez Demorizi, Héctor Incháustegui y Ramón Marrero Aristy:

Ustedes se van mañana, creo, y antes de que vuelvan al país quiero escribirles unas líneas que acaso sean las últimas que produzca sobre el caso dominicano como dominicano. No digo que algún día no vuelva al tema, pero lo haré ya a tanta distancia mental y psicológica de mi patria nativa como pudiera hacerlo un señor de Alaska.

En primer lugar, gracias por la leve compañía con que me han regalado hoy; la agradezco como hombre preocupado por el comercio de las ideas, jamás por que ella me haya producido esa indescriptible emoción que se siente cuando en la voz, en el tono, en las palabras de un amigo que ha dejado de verse por mucho tiempo se advierten los recuerdos de un sitio en que uno fué feliz. Acaso para mi dicha, nunca fui feliz en la República Dominicana, ni como ser humano ni como escritor ni como ciudadano; en cambio sufrí enormemente en todas esas condiciones.

Hoy también he sufrido… Pues de mi reunión con Uds. he sacado una conclusión dolorosa, y es esta: la tragedia de mi país ha calado mucho mas allá de donde era posible concebir. La dictadura ha llegado a conformar una base ideológica que ya parece natural en el aire dominicano y que costará enormemente vencer, si es que puede vencerse alguna vez. No me refiero a hechos concretos relacionados con determinada persona; no hablo de que los dominicanos se sientan más o menos identificados con Trujillo, que defiendan o ataquen su régimen, que mantengan tal o cual idea sobre el suceso limitado de la situación política actual en Santo Domingo; no, mis amigos queridos: hablo de una transformación de la mentalidad

nacional que es en realidad incompatible con aquellos principios de convivencia humana en los cuales los hombres y los pueblos han creído con firme fe durante las épocas mejores del mundo, por los que los guías del genero humano han padecido y muerto, han sufrido y se han sacrificado. Me refiero a la actitud mental y moral de Uds. –y por tanto de la mejor parte de mi pueblo- frente a un caso que a todos nos toca: el haitiano.

Antes de seguir desearía recordar a Uds. que hay una obra mía, diseminada por todo nuestro ámbito, que ha sido escrita, forjada al sólo estímulo de mi amor por el pueblo dominicano. Me refiero a mis cuentos. Ni el deseo de ganar dinero ni el de obtener con ellos un renombre que me permitiera ganar algún día una posición política o económica ni propósito bastardo alguno dio origen a esos cuentos. Uds. Son escritores y saben que cuando uno empieza a escribir, cuando lo hace como nosotros, sincera, lealmente, no lleva otro fin que el de expresar una inquietud interior angustiosa y agobiadora. Así, ahí está mi obra para defenderme si alguien dice actualmente o en el porvenir que soy un mal dominicano. Hablo, pues, con derecho a reclamar que se me oiga como al menos malo de los hijos de mi tierra.

Los he oído a Uds. expresarse, especialmente a Emilio y a Marrero, casi con odio hacia los haitianos, y me he preguntado cómo amar al propio pueblo y despreciar al ajeno, cómo es posible querer a los hijos de uno al tiempo que se odia a los hijos del vecino, así, sólo porque son hijos de otro. Creo que Uds. no han meditado sobre el derecho de un ser humano, sea haitiano o chino, a vivir con aquel mínimo de bienestar indispensable para que la vida no sea una carga insoportable; que Uds. consideran a los haitianos punto menos que animales, porque a los cerdos, a las vacas, a los perros no les negarían Uds. el derecho a vivir.

Pero creo también –y espero no equivocarme- que Uds. sufren una confusión, que Uds. han dejado que el juicio les haya sido desviado por aquellos que en Haití y en la República Dominicana utilizan a ambos pueblos para sus ventajas personales. Por que eso es lo que ocurre, amigos míos. Si me permiten he de explicárselo:

El pueblo dominicano y el pueblo haitiano han vivido desde el Descubrimiento hasta hoy –o desde que se formaron hasta la fecha- igualmente sometidos en términos generales. Para el caso no importa que Santo Domingo tenga una masa menos pobre y menos ignorante. No hay diferencia fundamental entre el estado de miseria e ignorancia de un haitiano y el de un dominicano, si ambos se miden, no por lo que han adquirido en bienes y conocimientos, sino por lo que les falta adquirir todavía para llamarse con justo título, seres humanos satisfechos y orgullosos de serlo. El pueblo haitiano es un poco mas pobre, y debido a esa circunstancia, luchando con el hambre que es algo mas serio de lo que puede imaginarse quien no lo haya padecido en sí, en sus hijos y en sus antepasados, procura burlar la vigilancia dominicana y cruza la frontera; si el caso fuera al revés, sería el dominicano el que emigraría ilegalmente a Haití. El haitiano es, pues, mas digno de compasión que el dominicano; en orden de su miseria merece más que luchemos por él, que tratemos de sacarlo de su condición de

Carta para la Historia

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bestia. Ninguno de Uds. sería capaz de pegar con el pie a quien llegara a sus puertas en busca de abrigo o de pan; y si no lo hacen como hombres, no pueden hacerlo como ciudadanos.

Ahora bien, así como el estado de ambos pueblos se relaciona, por que los dos padecen, así también se relacionan aquellos que en Santo Domingo igual que en Haití explotan al pueblo, acumulan millones, privan a los demás del derecho de hablar para que no denuncien sus tropelías, del derecho de asociarse políticamente, para que no combatan sus privilegios, del derecho de ser dignos para que no echen por el suelo sus monumentos de indignidad. No hay diferencia fundamental entre los dominicanos y los haitianos de la masa; no hay diferencia fundamental entre los dominicanos y los haitianos de la clase dominante.

Pero así como en los hombres del pueblo en ambos países hay un interés común –el de lograr sus libertades para tener acceso al bienestar que todo hijo de mujer merece y necesita-, en las clases dominantes de Haití y Santo Domingo hay choques de intereses, por que ambas quieren para sí la mayor riqueza. Los pueblos están igualmente sometidos; las clases dominantes son competidoras. Trujillo y todo lo que el representa como minoría explotadora desean la riqueza de la isla para sí; Lescot y todo lo que él representa como minoría explotadora, también. Entonces, uno y otro –unos y otros, mejor dicho- utilizan a sus pueblos respectivos para que les sirvan de tropa de choque; esta tropa que batalle para que el vencedor acreciente su poder. Engañan ambos a los pueblos con el espejismo de un nacionalismo intransigente que no es amor a la propia tierra sino odio a la extraña, y sobretodo apetencia del poder total. Y si los más puros y los mejores entre aquellos que por ser intelectuales, personas que han aprendido a distinguir la verdad en el fango de la mentira se dejan embaucar y acaban enamorándose de una mentira, acabaremos olvidando que el deber de los mas altos por mas cultos no es ponerse al servicio consciente o inconsciente de una minoría

explotadora, rapaz y sin escrúpulos, sino al servicio del hombre del pueblo, sea haitiano, boliviano o dominicano.

Cuando los diplomáticos haitianos hacen aquí o allá una labor que Uds. estiman perjudicial para la República Dominicana, saben lo que están haciendo ellos, aunque crean de buena fe que están precediendo como patriotas? Pues están simplemente sirviendo a los intereses de esa minoría que ahora esta presidida por Lescot como ayer lo estaba por Vincent. Y cuando los intelectuales dominicanos escriben –como lo ha hecho Marrero, de total motu propio según él dijo olvidando que no hay ya lugar para el libre albedrio en el mundo- artículos contrarios a Haití están sirviendo inconscientemente –pero sirviendo- a los que explotan al pueblo dominicano y lo tratan como enemigo militarmente conquistado.

No, amigos míos… Salgan de su ofuscación. Nuestro deber como dominicanos que formamos parte de la humanidad es defender al pueblo haitiano de sus explotadores, con igual ardor que al pueblo dominicano de los suyos. No hay que confundir a Trujillo con la República Dominicana ni a Lescot con Haití. Uds. mismos lo afirman cuando dicen que Lescot subió al poder ayudado por Trujillo y ahora lo combate. También Trujillo llevó al poder a Lescot y ahora lo ataca. Es que ambos tienen intereses opuestos, como opuestos son los de cada uno a los de sus pueblos respectivos y a los del género humano.

Nuestro deber es, ahora, luchar por la libertad de nuestro pueblo y luchar por la libertad del pueblo haitiano. Cuando de aquel y de este lado de la frontera, los hombres tengan casa, libros, medicinas, ropa, alimentos en abundancia; cuando seamos todos, haitianos y dominicanos, ricos y cultos y sanos, no habrá pugnas entre los hijos de Duarte y de Toussaint, porque ni estos irán a buscar, acosados por el hambre, tierras dominicanas en que cosechar un mísero plátano necesario a su sustento, ni aquellos tendrán que volver los ojos a un país de origen, idioma y cultura diferentes a menos que lo hagan con ánimos de aumentar sus conocimientos de la tierra y los hombres

que la viven. Ese sentimiento de indignación

viril que los anima ahora con respeto a Haití, volvámoslo contra el que esclaviza y explota a los dominicanos, contra el que, con la presión de su poder casi total, cambia los sentimientos de todos los dominicanos, los mejores sentimientos nuestros, forzándonos a abandonar el don de la amistad, el de la discreción, el de la correcta valoración de todo lo que alienta en el mundo. Y después, convoquemos en son de hermanos a los haitianos y ayudémosles a ser ellos libres también de sus explotadores, a que, lo mismo que nosotros, puedan levantar una patria prospera, culta, feliz, en la que sus mejores virtudes, sus mejores tradiciones florezcan con la misma espontaneidad que todos deseamos para las nuestras.

Hay que saber distinguir quien es el verdadero enemigo y no olvidar que el derecho a vivir es universal para individuos y pueblos. Yo se que Uds., como yo, aspiran a una patria mejor, a una patria que pueda codearse con las mas avanzadas del globo. Y no lo lograremos por otro camino que por el del respeto a todos los derechos, que si están hoy violados en Santo Domingo no deben ofuscarnos hasta llevarnos a desear que sean violados por nosotros en lugares distintos.

Yo creo en Uds. por eso he sufrido. Creo en Uds. hasta el hecho de no dolerme que Marrero mostrara a Emilio el papelito que le escribí con ánimo de beneficiarlo y sin ánimo de molestar ni por acción ni por omisión a Emilio. En todos creo, a todos los quiero y en su claro juicio tengo fe. Por eso me han hecho sufrir esta tarde.

Pero el porvenir ha de vernos un día abrazados, en medio de un mundo libre de opresores y de prejuicios, un mundo en que quepan los haitianos y los dominicanos, y en el que todos los que tenemos el deber de ser mejores estaremos luchando juntos contra la miseria y la ignorancia de todos los hombres de la tierra.

Mándenme como hermano y ténganme por tal.

Juan Bosch

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La Llama Insomne (2008), Diálogo Sin Cuerpos (2003), y Luz de los Cuerpos (1985) son los libros publicados

que componen la obra poética de la mocana Sally Rodríguez, que ya alcanza los niveles de la consagración. Acercarme a profundidad a la poética de Sally ha significado un gran acontecimiento, desenlazando una serie de reflexiones que presento a continuación: El proceso se inicia con “Luz de los Cuerpos”, en el mismo introito del libro, esta poetisa despega, como para introducirnos a un especie de ritual, quizás para una iniciación espiritual: Gracias, Seňor/ los cuerpos están encendidos (Homenaje a Rosales). “Hoy /cerré los ojos y vi/Una mujer ahogada /en paisaje encendido/El vuelo blanco sentí /de garzas en mis senos /Las voces de la mañana se levantan/ Una muchacha corre /con un silencio florecido /en las entrañas /Y los adolescentes se arrodillan/ante la luz de sus cuerpos (...)” (Luz de los cuerpos). Sus poemas sugieren al pensamiento otras dimensiones inexplicables al razonamiento. Nos aproximan a otras esferas y sin embargo no hay estridencias ni metáforas cargantes, descubrimos de inmediato que es una poesía con las alas del espíritu. “Levantarse / y dejar que circulen los ángeles / en un ritual de luz / Esparcir la primera oración/ en cada hoja y su sombra / Rasgar el olor de la lluvia / Alzarse nuevo / en vaporosos cálices / Despertar en temblores de campanas / porque el silencio está adentro / y con la vida late” (Ritual de luz). Se ha dicho que el poeta, tiene que expresarse

con imágenes, representar una realidad sensorial con originalidad, muchas veces compuesta con figuras, metáforas y técnicas literarias. En Sally Rodríguez, observamos que hay un hacer sencillo, pero vigoroso, tiene extraña facilidad de entrar y compenetrarse con las cosas que menciona formando una unicidad donde las técnicas se esfuman; las fronteras entre la palabra y el ser, parecen no existir, pues ella misma, parece tenderse como enlace entre la materia y el espíritu. A pesar de que son las mismas herramientas habituales a las que recurre: intuición, sensibilidad, imaginación, talento: palabras fusionadas para crear belleza, verdad. No obstante, finalmente es el corazón quien debe acreditar -pues se percibe, aunque permanezca el simbolismo- que se ha penetrado a una vivencia reveladora, a una verdad, accesible sólo a través del ojo del espíritu. En los poemas de Sally sentimos que hemos sido particípes de algo, a veces no sabemos con certeza qué es; aunque imperceptible, sin embargo, el corazón hace sentir que es verdadero. Ella como creadora, nos envuelve en esa realidad, que ha liberado su razón, y nos la presenta como un filme, que por ratos se esfuma, pero que en secuencias poderosas compacta la realidad y el instante revelado. Pero ese instante revelado, que aparece como natural, no sabemos cómo lo ha logrado, puede que le haya tomado mucho tiempo para perfeccionar estos versos; sin embargo, la magistralidad con que lo hace, no permite dejar rastros, ahí radica la eficacia de esta poeta mocana. Este poema que cito debajo, tiene una descripción sencilla al principio, pero contundente, cuando al final, con unos pocos trazos, sentimos que otra vez rozamos, esa otra dimensión. “Desde

estas montañas /contemplo el esplendor /de la tierra /La verde humedad/oscuramente llega /Siento frío me abrazo /me acuesto en la hierba /y cabalga la mirada /sobre los cuerpos”. (Entrada al bosque). Su palabra expresa vivacidad, ternura, diafanidad, sencillez, pero desde la sencillez se crece: “Un hueco se agiganta/ en mi cabeza/ Quién podrá recoger mis fragmentos / con paciente cuidado/ me armaría/ hasta dejarme/ pequeňa y fresca/ descalza corriendo entre mis árboles” (Recoger mis fragmentos). Ella que de por sí revela su necesidad de ser la palabra: “Oh palabra acógeme entre tus brazos (...)”. Pero antes, dice querer: “crecer hacia adentro“, beber silencios, fundirse y hacerse silencio: “Hondamente me vierto en ríos de silencio (...)”. “Esconder las palabras /que no nazcan de lo más hondo y solitario/ de los bosques (...)” (Oh cuerpo que te escapas). Y para esto, renuncia al palabrerío innecesario, usa sólo las precisas, las que vienen del corazón, como fuente a la cual acude en hondo abrevar. Sabe que la verdad cuesta mucho: meditación, soledad, renuncia de sí, separación de los ruidos del mundo. “Hoy practicaré/ el ritual de un entierro/ cuando las campanas/ toquen a morir/ no habrá miel / que atraviese los muros/ ni ojo en sedas/ Cerraré con cuidado las puertas/ mis días/ En mi espalda/rasguňos de ausencia/ dolerán” (Rasguños de ausencia). Entonces, se da un proceso natural, sin violencias, como emisión del mismo espíritu, en encarnación de luz. No ha estado bajo el claustro, sin embargo, hay resonancias claras, contudentes de una poesía, cuyo vuelo roza el misticismo. A pesar de no ser monja, parece cultivar su esencia como en un monasterio andante, en una comunión con ese Dios, que ella erige y visualiza cercano. Y nos hace pensar de inmediato, en Santa

SALLY RODRIGUEZ: Poética del Espíritu

Por Altagracia Pérez Almánzar

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Teresa de Jesús, en San Juan de la Cruz, con cánticos propios, que estremecen por su autenticidad de expresión. “He vuelto a mi ventana y a la noche /a enroscarme hacia dentro /Ya no pienso /pero existo sí en pobreza /de labio que ha callado/ ¿Quién fue golpeado / quién rueda reducido a un llanto? /Abierta está la noche en mí / Yo me cierro y contengo/ del oleaje que me devuelve siempre/ Oh Señor/ abriré esta ventana / para que salgan estos pájaros” (Abierta está la noche en mí). “Hacia el humo fluyó mi ser/ casi sin voz / Sólo la sangre aún persiste / como un hilo que no cesa / y aún llama / Mas Dios / Él viene a mí / desata olor y viento / la mansedumbre de los rostros / la estela sigilosa de unos pies/ húmedos que regresan” (El humo de mi voz). Y queda, una ofrenda permanente: “Señor /todas mis hojas han caído /quedé en la desnudez/y el corazón /Mira señor /sólo queda el latido junto al pozo /la humana voz desierta en sus heridas /Toma este corazón /recógelo en tus manos” (Oración). Ministración del silencio, conjugación de elementos: natura, luz, espíritu, y otra vez emerge como poema y mística, y ella se convierte en verbo, efusión del espíritu, que es luz. Sin embargo, al tiempo que se revela como un ser espiritual, poseído de la sola ambición de ser palabra, hay batallas terribles que debe librar: “Me encuentro hacia atrás / frente al espejo / buscándome / empinándome aún / ¿Quién seré en el camino? / ¿Qué encajes se mueven / secretamente en el fondo de los ojos? /El verde anochece/ Un oleaje me sentencia/ crece en mí / hasta dejarme tirada en sombras/ pequeñísimamente yo/ sin sentidos” (Un oleaje crece en mí). Y se advierte un dolor, pero hermoso, sublime. Aquí en estos poemas, la renuncia, la rabia, el dolor, las traiciones, saben a belleza, pues no sólo tiene los códigos de la belleza, también los secretos intangibles de la palabra,

porque sabe transformarla en un triunfo. Pero, es una mujer carnal, simplemente una mujer, ardiente, humana, soñadora, en una humanidad que a pesar de su carnalidad, no se mancha ni transgrede, también en ese fuego es espiritual. “Despojarme de todo este marasmo / crecer inconfesable / Quién es Dios preguntarme / y no buscarlo / sino hallarlo en la carne y el beso / en la absoluta simpleza / que nace y muere/ en la desconcertada frente / en mi corazón que gira asustado / de esta guerra de amor fulminante” (Crecer inconfesable). Como Alfonsina Storni, como Juana de Ibarbourou también lleva el fuego encendido en la palabra, en la piel, porque exclama: (...) Tengo fiero sol/ en la cintura (...) (Río despierto). Pero, ¿quién es esta mujer que emerge siempre de las aguas, que pervive y, agoniza sobre las aguas? ¿Barro que renace? ¿Masa absuelta de la materia, del dolor, porque yace transmutada siempre en ternura, hacia el Todo, hacia Dios? “A veces me escondo/ en líquidas cavernas / donde oscuras raíces / me tocan / poblándome de rostros / (...) (Los rostros). Yo quise dormir en el agua/ para ver con sus ojos/ y visité horizontes / con mis manos / quité fronteras / no quise divisiones / Mi cuerpo y yo / visitamos la encendida roja flor / el verde de las ramas / y el color del agua / del agua como el tiempo (...)” (La espera tiene voz de agua 1). Estos juegos simbólicos con el elemento agua, permean a una visión enigmática; hay también, en Sally, una constante recurrencia al agua, al mar, líquido, espuma, helechos... ¿Regresión a una entidad de las aguas? ¿Ninfa? “Hermosa fue la conjunción / de las aguas / En lo profundo hay un color/ buscándome / (...) (Ardoroso río). (...) Llevo pleamar en la garganta / Voy a matar el recuerdo/ tan sólo seré espuma” (Pleamar). Nos remite a la

mitología Griega, donde precisamente las musas eran consideradas ninfas que residían en las fuentes, las cuales presidían la poesía, la música y las ciencias. “(...) Mis raíces son voces / tejidas que se enredan/ en densidades líquidas / una y otra vez / confluyen a mí / / mi cuello nocturno / He estado aquí sentada / siempre / Pájaros en bandadas / se instalaron en mí / desgarraron mi hermoso atavío / Seducida de abismos / he permanecido (...)” (Los Rostros). ¿Imaginación absurda? Pero, se levanta en muchos de sus poemas, como un ser de las aguas, como una ninfa que se recrea en su naturaleza, en su hábitat natural, aunque al mismo tiempo anhela el retorno, a su centro vital, que es Dios. “(...) Nacer/ de este dolor ahora/Oh cuerpo que te escapas/ qué aguas te disuelven con dureza/ ¿Cómo nazco de nuevo sin mirada/ sin piel/ sin la ternura abierta/ de Dios sobre la tierra?” (Oh Cuerpo que te escapas). Porque, está condenada a sus clarividencias, a este desarraigo. En este destierro, sólo se le permite como arma, la palabra, que aunque la esgrime con maestría, parece también recordarle que no es aquí que pertenece, que es especie de otras regiones, ella posee otro linaje. “Hoy desperté / con aroma de río/ y claridades / adheridas a mi piel (...) Tu mano se ahogaba / en mi mano marina/ y las espumas nos rodeaban / como en abismo transparente (En un abismo transparente). (...) La sangre / el amor el mar / la espera / el cuerpo que no era sólo cuerpo/ La espera tiene voz de agua / voz azul ahogada / y la mujer / los ojos / la espera / sin morir (...)” (La espera tiene voz de agua 2). Pero aún ella es mujer y se confiesa: plena, poseída de sí y triunfal en ese estado corpóreo que se le ha otorgado. Aunque también, muchas veces esté muerta en ese estado, en ese

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yo. “(...) Me gozo de ser mujer / infinita y abierta/ Lluviosamente extiendo mis brazos / vertiginosos hacia la luz / hacia el amanecer / Hay una claridad / que ya no puedo contener / entre mis ojos / Me place estar así / suspendida en el final en la luz / Me gozo de ser mujer/ y sin embargo / mañana qué tristeza / tranquila ya estaré/ y callada (Cristales). Una mujer murió Se llevó la tormenta / la fuerza de las manos frías / El mundo ya no respira / y la ansiedad / se volvió tan clara que desapareció / También se llevaron los deseos / Nunca fue sonrisa la sonrisa/ con escondida rabia muy dentro/ Todo se fue / Los secretos y el odio/ Las hierbas lloran el silencio / Y una mujer murió / aferrada a un beso (...)” (Una mujer murió). Una mujer murió... Y sin embargo, a pesar de esa muerte, de esa derrota en los territorios de la carne, también hay una vuelta al renacimiento del alma, del espíritu: “Ahora / quiero ser

feliz / correr por bosques y lunas / como antigua mujer alucinada / que doraba los cabellos / los pies sobre la hierba / palomas de espumas/ recorren un espacio de perfumes (...)” (Mujer alucinada). Porque, aún humana, acude al misterio, es como si buscara su redención: es barro que se le permite transfigurarse a la luz del verbo. Contemplamos, entonces, un espectáculo pletórico de naturaleza, espiritualidad, conjurada por los antiguos ritos de un ser, que se vierte en ella, para nacer como mito. “Yo soy la desdichada / que hoy se levanta de nuevo / para vivir / Por mi memoria resbalan /orquídeas muertas / Del dolor nace la lluvia / del rostro que me aguarda/ nace la lluvia / Hoy seré una muchacha simple / mañana quién sabe/ que voy a hacer conmigo / para ignorarme” (Paisaje de la caída 1). No es sólo desahogo de la belleza, vanidad plástica, aquí hay una búsqueda, ese retorno. Se siente que

estas palabras provienen de alguien que ha experimentado terribles mutaciones, dónde no sólo ha dejado la piel, también el alma, pero sin permanecer caída: “Hoy seré una muchacha simple/ maňana quien sabe/ que voy a hacer conmigo/ para ignorarme”. Para luego caminar hacia la metamorfosis, hacia la evolución del Espíritu, porque presiente, qu e han de concederle asomarse a ese estadio, sublime roce, toda el alma fundida en la Divinidad: “(...) Sé que un día saldrás/ y entonces caerías / como una hoja o algo simple / un nenúfar quizás / para latir por siempre / en el misterio” (Un nenúfar quizás) Porque no, ya no es posible: ser una muchacha simple, como ella proclama y es que sin lugar a dudas, esta ilustre mocana, esta mujer, puede saberse inmortal, porque a través de su poesía ya pertenece al mitos, al logos, al misterio, al Universo.

Cuando se construyen los momentos nos se piensa en el tiempo; la mente del ser

humano no sabe de cronómetros, sino, de lugares, emociones y palabras. Hay autores que muestran la esencia de la vida en trozos de ilusiones infinitas, y René Rodríguez Soriano en “El Mal del Tiempo” bien lo sabe hacer. La historia nos hace viajar en el nebuloso período de los años setenta en dominicana; donde cada instante se vive a través del caos interior de su protagonista, de su mirada, de su solitaria vida y de su voz; que es un grito social ante la impotencia del sistema represivo de la época. “El Mal del Tiempo” es el dibujo fragmentado de un momento histórico, donde los espacios y los personajes se recrean a partir de los ojos de quien narra. Pero, estos ojos que muestran el paisaje, son la ventana del ser humano; de un ser

humano lleno de preocupaciones, de

su existencia misma. Esta mirada busca trascender entre el pensar y el hacer. Hay un constante agobio por querer transformar su pensamiento en hechos, lo que le lleva a una permanente crítica hacia su interior. La inquieta voz que relata, sólo encuentra sosiego cuando la distancia desaparece y, los espacios del pasado renacen; haciendo presente los sueños, al ser amado. Y este aire tibio en que transita el protagonista, da color a la fotografía de su vida, que es la de todos, la de la sociedad. Compuesto por trece cuadernos (diarios); introducidos por un epígrafe que luego nos conduce a subtítulos cargados de ironía y de juegos de significación. René Rodríguez Soriano presenta los hechos proyectados en el futuro o el futuro proyectado en los hechos y, en este “Mal del Tiempo” va creando sensaciones en nuestro pensamiento sin agujas para el reloj.

El Mal del TiempoPor Arlyn Desire Abreu VásquezPremio de Novela de la Universidad

Central del Este 2007.

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El Fondo fotográfico Natalio Puras -Apeco- describe en sus pertenencias parte del

pensamiento y los intereses particulares de un excepcional ser humano. Muchos dominicanos reconocen en la persona de Apeco a un profesional del oficio artístico fotográfico y teatral. Con la puesta en valor de su archivo personal se pone en evidencia a un perseverante coleccionista e investigador, que con empeño se dedica a registrar y conservar en medios fotográficos todo aquello que entiende no debe ser olvidado. Según especialistas en

Artes visuales del Centro León el Fondo Apeco tiene dos áreas clasificatorias, las imágenes de valor etnográfico y las de valor artístico. Realizar un recorrido por este archivo permite entender muchos aspectos de la sociedad dominicana y de múltiples contenidos temáticos de interés histórico, medioambiental, artístico, social y humano. Los bienes culturales que conforman el Fondo Natalio Puras APECO fueron llegando a la Colección Eduardo León Jimenes de Artes Visuales en diversas fechas. El primer grupo contaba con siete imágenes fotográficas en blanco y

negro sobre papel fotográfico que fueron recibidas en el 2003 antes de la fecha de inauguración del Centro León. El Fondo se fue enriqueciendo con varios donativos, uno de ellos cuenta con 220 fotografías en diversos soportes. Nuevos artículos se han ido agregando con regularidad hasta que en la actualidad el Fondo cuenta con 3,445 piezas, todas catalogadas de acuerdo a los procesos y las normativas de rigor internacional. Y consta además de una diversidad de medios que permiten acercarse al complejo y apasionante mundo de las

técnicas de la fotografía analógica y digital. La puesta en valor del Fondo APECO transforma una larga lista de procedimientos y una extensa colección de artículos y fotografías propiedad de Natalio Puras en un archivo organizado, disponible en la Mediateca del Centro León, para ser consultado de forma sencilla por todos los interesados. Natalio Puras -Apeco- nació el 25 de diciembre de 1933. En 1952 se gradúa de Bachiller en la Escuela Normal. En 1955 se enamora de una joven mujer y se apodera de una cámara con la cual la retrata numerosas veces.

Más tarde se le conoce como fotógrafo bajo el nombre artístico de Apeco. En 1961 establece Foto Apeco, estudio fotográfico comercial. En 1962 celebra su primera exposición individual en el Centro Cultural Domínico Americano (Santiago) e inicia la columna Acotaciones en el diario La Información. En el 1967 se activa como artista fotógrafo con una exposición en la UCMM. Contrae matrimonio con la Dra. Antonia Jorge. Encargado del Departamento fotográfico de Radio Televisión Dominicana 1968-1978. Fotógrafo personal del presidente

Joaquín Balaguer y fotógrafo oficial de a revista internacional Bohemia Libre. Obtiene el premio fotográfico Iberia en 1969. Al conformarse en 1996 el Grupo fotográfico de Santiago (Grufos) es asiduo invitado a exposiciones y tertulias. Fue parte de la Colectiva Fotográfica 95 y de la Antología Arte Santiaguero del Siglo XX, 1996. En el 2005 se realiza la retrospectiva Apeco, Cazador de Medio Siglo. En el 2006 la primera edición de Photoimagen programa una sala de maestros donde figura Apeco junto a Domingo Batista y Wilfredo García.

Puesta en valor del Fondo APECO en Centro León

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Revista de Arte y Literatura

Avelino Stanley, conocido narrador dominicano, está de cumpleaños. Después de una decena de libros, todos

en narrativa, entra al mundo del ensayo para conmemorar su natalicio.M: ¿A qué edad comenzaste a publicar?A S: Eran los tiempos de auge de los talleres literarios. Comencé temprano en uno de ellos. Allá en La Romana, en 1979, un grupo de jóvenes fundamos el Círculo Literario Luciérnagas. También funcionaba el Círculo Literario Romanense. Posteriormente nos fusionamos y, en 1982, fundamos el Colectivo de Escritores Romanenses. En medio de todo ese activismo salió mi primer libro. Era noviembre de 1981. En esa fecha salió Cuentos, mi primer libro, en coautoría con Miguel Ángel Gómez.M: Sin embargo tienes más novelas que libros de cuentos.AS: Así es. Pero en definitiva es narrativa.M: ¿Te apasiona más la novela qué el cuento?AS: La pasión es la misma. Me siento bien en la narrativa. Por eso he querido dedicarme casi de forma exclusiva a la narrativa. Circunstancialmente he publicado más novelas. Tal vez me he dejado llevar por las ideas. En los últimos años me han fluido más los temas para novelar.M: Cincuenta años: seis novelas, cuatro libros de cuentos, cinco antologías de cuentos, 1 libro de ensayo. No está mal ese ritmo. ¿Cómo lo has logrado?AS: Ese ritmo pudiera ser mejor. Pero vivimos en un medio en el cual hay que dedicarle mucho tiempo al trabajo de la subsistencia. En todo caso, lo que he podido lograr es gracias a la dedicación. La única fórmula para obtener las metas que uno se propone es la dedicación. La ciudad donde vivimos, el país, el mundo,

todo está lleno de infinitos senderos. Lo importante es que nos tracemos el sendero que queremos recorrer. Y tomarlo, pero sin desvíos.M: La novela dominicana 1980-2009, perfil de su desarrollo: Un libro para celebrar tus 50 años. ¿Por qué?AS: Porque casi desde que me inicié en los menesteres de la literatura (1977) me di cuenta de algo. En la República Dominicana el cultivo de los géneros literarios ha alcanzado un sitial aceptable. La poesía, el cuento, el ensayo, el teatro… han tenido un sendero digno. Su cultivo ha llegado lejos. Pero en la novela local no era así. Por esa razón me atrajo el género de la novela. Como ya he publicado algunas novelas, entendí que no era novedad publicar otro libro de ese género para celebrar mis 50 años. El gusanito de la persuasión tenía casi dos décadas insistiéndome que indagara a fondo las razones del letargo de la novela en el país. Comencé esa labor en el 98 ó 99. Pero avanzaba de forma muy lenta.

Hasta que aparté todo y me dediqué por completo a ese estudio. Y aquí está el libro.M: Pero la novela dominicana ha sido estudiada por otros autores. ¿Qué de nuevo planteas en ese estudio sobre la novela dominicana.AS: Claro que la novela dominicana ha sido estudiada. Hay estudios de José Alcántara Almánzar, Bruno Rosario Candelier, Marcio Veloz Maggiolo y Giovani di Pietro. Incluso hay más. Son estudios muy importantes. De ellos el que más ha hurgado sobre la novela dominicana es Giovani di Pietro. Pero Di Pietro no se ha propuesto buscar las causas de ese letargo. El más completo de todos es el estudio de Bruno Rosario Candelier (Tendencia crítica de la novela dominicana, Santiago de los Caballeros: PUCMM; 1988). Bruno, lo mismo que Alcántara Almánzar (Narrativa y sociedad en Hispanoamérica (Santo Domingo: INTEC; 1984), sí hurgaron en las causas de ese atraso. No caben dudas de que esos autores se basaron en la realidad que tenía la novela hasta principios de los 80. Sin embargo, transcurrida la década de los 80, pasados veinte años más, el ritmo de la novela local siguió en evolución. Sumido en ese movimiento que tuvo la novela en República Dominicana fue que pude percatarme de lo que sucedía, desde mi punto de vista. Te explico. La novela dominicana, la que se escribió hasta 1979, salvo algunas excepciones, se basó siempre en el canon del siglo XIX. Esa novela fue escrita con las características decimonónicas. (Desarrollo con hegemonía de la trama lineal, narrador que juzga, injerencista, omnisciente, casi siempre en tercera persona, capítulos largos, realista, con el tiempo como capital, etc.) Pero de manera consciente todo comenzó a cambiar a partir de 1980. El fenómeno no se nota tanto en la década de los 80. Se expandió, sobre todo, en la década de los 90,

Avelino Stanley sostiene que“La novela dominicana ya alcanzó su desarrollo”

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fundamentalmente en su segunda mitad. Y luego en la primera década del siglo XXI ha sido constante. Mira estos datos, entre 1844 y 1979 se habían publicado 230 novelas. Hice un escrutinio y según el resultado me percaté de que entre enero de 1980 y agosto de 2009 se publicaron 438 novelas. Sé que son más. Escogí 31 de esas novelas como muestra. Algunos autores muy conocidos, otros no. Autores locales y también de la diáspora. Autores de la capital y de provincias. Hombres y mujeres. Partí de Sólo cenizas hallarás, 1980, de Pedro Vergés. Y tras recorrer los treinta años, concluí con La breve y maravillosa vida de Oscar Wao, 2008, de Junot Díaz. Según me percaté, el canon de la novela del siglo XX vino a ser tomado en cuenta muy tarde por los novelistas dominicanos. Se comenzó a aplicar de forma ininterrumpida durante los últimos veinte años del siglo. Ese canon vigesimonónico (Narrador sin hegemonía, trama no lineal, voz narrativa de primera y segunda persona, narrador que cuestiona su propia función, que se apoya en el multiperspectivismo, punto de vista donde el azar pierde verosimilitud, etc.) ya está presente de forma permanente en la novela de los últimos treinta años. Por eso sostengo que durante ese periodo la novela dominicana ya alcanzó su desarrollo. Ese desarrollo ahora lo que necesita es que sea afianzado.M: ¿Qué te falta como escritor?AS: Uf. Me lanzas una pregunta bomba. Explosiva. Bueno, mira, me falta casi todo. En la medida en que se adquiere más conciencia de las complejidades de un género, de la altura en que está ese género en el medio de uno, en esa medida uno se da cuenta de que debe de seguir surcando esos senderos tras la búsqueda de mayores aciertos. Creo que debo seguir escribiendo novelas. La novela dominicana ahora necesita que se afiance su desarrollo. Ese es un reto que tiene todo novelista local que escriba una novela. Sea la primera, o si se trata de su enésima novela, cada novelista del país debe escribir su obra con la conciencia de que su trabajo es un grano de arena, un ladrillo para el gran edificio que

espera, el edificio donde se exhibirá el afianzamiento del desarrollo de la novela dominicana. Yo espero poder hacer mi aporte.M: A los jóvenes que comienzan a la edad que te iniciaste, qué les recomendarías para cuando cumplan sus cincuenta años.AS: La edad temprana es el momento de trazarse las metas. Y una vez esté trazada esa meta, caminar en esa dirección con entereza. Con decisión. Con la mayor de las dedicaciones. Con pasión. Si la meta está en la literatura, creo que da resultados la dedicación a un número reducido de géneros. Y en el género que sea, leer mucho, no dejar de leer lo que pertenece al entorno local. Y escribir, escribir sin prisa, pero sin pausa. Es que la distracción es la forma más perfecta para sacar a alguien del camino de la meta propuesta.

Avelino Stanley ha publicado:

6 NovelasEquis (1986), Catedral de la libido (1994), Tiempo muerto (1998), Por qué no he de llorar (2003), Al fin del mundo me iré (2006), y, La ciguapa encantada por la luna (2008).

PremiosEs Premio Nacional de Novela 1996, otorgado a Tiempo muerto; Premio “Sin Fronteras” (en Madrid) conferido a Equis en el año 2001; y Premio Ciudad de Viareggio (en Italia) al cuento “La piel acosada” en el año 2005. Finalista en el 2007 del Premio El Barco de Vapor, de Editorial SM, con su novela infantil-juvenil La ciguapa encantada por la luna.

4 Libros de CuentosLos disparos (1988), La máscara del tiempo (1996), Los tres reyes magos (2000), y, La piel acosada (2007).

1 Libro de EnsayoLa novela dominicana 1980-2009 (perfil de su desarrollo, 2009(NOTA: esta libro está en imprenta,

saldrá en noviembre, lo publica el Banco Central de la República Dominicana)

6 Antologías de CuentosEl clamor de la chimenea, (diez cuentos fundamentales de autores romaneases) antología, 2006

En coautoría: De espantos y espasmos, cuentos de amor y visiones (Santo Domingo, 2003), Señales de voces, antología de cuentos dominicanos (Colombia, 2005),Puente de palabras, compilación de cuentos costarricenses y dominicanos (Santo Domingo, 2006), Replicantes, antología de cuentos dominicanos y argentinos (Buenos Aires, 2009). Algunos de sus libros han sido traducidos al italiano, al inglés, al francés y han sido llevados al sistema braille. Trabajos críticos sobre su obra narrativa están recogidos en La narrativa de Avelino Stanley (Basilio Belliard; 2006). Stanley nació en La Romana, República Dominicana, el 10 de noviembre de 1959. Es licenciado en Economía, tiene una Maestría en Lingüística y un postgrado en Historia afroiberoamericana.

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La Secretaría de Estado de Cultura realizó el Segundo Festival Internacional de Poesía

Santo Domingo 2009, congregando a representantes de más de 20 países de Latinoamérica, Europa y el Caribe, bajo el lema “Palabras en el tiempo”, y en homenaje al poeta postumista Domingo Moreno Jiménez (1894-1986). En esta edición el festival abarcó un amplio programa de actividades en planteles educativos públicos y privados, centros culturales, espacios públicos como el Parque Colón, de la Ciudad Colonial y el Metro de Santo Domingo, y en ciudades como Azua, la Romana y Santiago, para concluir en el Museo de las Casas Reales. El acto inaugural estuvo presidido por el Secretario de Estado de Cultura, José Rafael Lantigua, el Secretario de la Presidencia, doctor César Pina Toribio y el Premio Cervantes Antonio Gamoneda, de España. José Mármol, presidente del Comité Organizador del evento resaltó en sus palabras de salutación el compromiso de la palabra escrita con su tiempo, señalando que “la poesía está presente en la más radical y abarcadora revelación de la cultura y de los afanes por la sobrevivencia en las sociedades del mundo”.

El programa de actividades inició con una ofrenda floral depositada en el Panteón de la Patria en homenaje a la poetisa nacional Salomé Ureña de Henríquez al conmemorarse el 157 aniversario de su natalicio y con motivo de celebrarse el Día Nacional del Poeta. Lecturas en las escuelas Durante el desarrollo del Segundo Festival Internacional de Poesía cientos de jóvenes de los liceos Estados Unidos y Panamaericano, la Escuela República de Colombia, el Colegio Babeque Secundaria y el Colegio Lux Mundi escucharon producciones literarias de labios de sus propios autores, poetas nacionales e internacionales, en un encuentro donde el verso brilló en su mayor esplendor. Las actividades, que estuvieron abarrotadas de estudiantes que se mostraron atentos durante todo el acto, contaron con la presencia de los poetas Mario Bojórquez, de México; Ana Istarú, de Costa Rica; Danilo Manera, de Italia, y Jorge Boccanera, de Argentina; Bonel Auguste, de Haití; Pedro López Adorno, de Puerto Rico, y los dominicanos Eugenio García, Neronessa, Alejandro González y Víctor Bidó. “Poesía en movimiento” Los usuarios del Metro de Santo

Domingo fueron sorprendidos con las declamaciones de poesías a cargo de los actores del Teatro Rodante, quienes se pasearon por los tres vagones de este moderno medio de transporte desde las estaciones Joaquín Balaguer-Mamá Tingó y Centro de los Héroes. Los actores del Teatro Rodante que dirige Carlota Carretero escenificaron poesía de los escritores Rafael Cadenas (Venezuela), Antonio Gamoneda (España), Alfredo Fressia (Uruguay), Ana Rossetti (España), Jorge Boccanera (Argentina) y Domingo Moreno Jiménes (Dominicano), entre otras figuras de la literatura que participaron en esta entrega del Festival. Jóvenes, niños y adultos escucharon con atención este regalo de la SEC por considerar que a través de esta idea se nutren de conocimientos y aviva en ellos el espíritu poético. Los poetas llegan a Santiago La segunda edición del Festival Internacional de Poesía llegó hasta los escenarios de Santiago de los Caballeros para llenar de sentimientos poéticos a sus habitantes con la intención de estimular el encuentro o reencuentro de la poesía con el público y conmemorar el 60 aniversario de la publicación del poema “Hay un país en el mundo”, del Poeta Nacional Pedro Mir (1913-2000). Los

Con gran éxito!Celebran 2do. Festival Internacional de Poesía “Palabras en el tiempo”

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poetas participaron en la conferencia que dictó el ensayista e investigador literario Manuel Mora Serrano, bajo el titulo “El magisterio lírico de Domingo Moreno Jiménez”. Luego, los poetas disfrutaron de una visita guiada en el Museo del Centro León y continuaron por el Monumento a la Restauración de la República. Después se reunieron en el Palacio Consistorial donde fueron reconocidos por el Ayuntamiento Municipal de Santiago y participaron de lecturas de poesía a cargo de Roberto Sosa (Honduras), Yolanda Pantín (Venezuela), Alfredo Fressia (Uruguay), Jorge Boccanera (Argentina), Pedro López Adorno (Puerto Rico), Évelyne Trouillot (Haití), José Kozer (Cuba), Horacio Costa (Brasil), Ana María Rodas (Guatemala), Eduardo Mitre (Bolivia), Danilo Manera (Italia), César Sánchez Beras y Manuel Llibre, de República Dominicana. Conferencias El laureado escritor español Antonio Gamoneda dictó la conferencia “Naturaleza y generación del pensamiento poético”, durante un encuentro en la Fundación Global Democracia y Desarrollo (FUNGLODE). Proclama Finalmente, el festival fue clausurado en el Museo de las Casas Reales, con la lectura de la “Proclama Poética” a cargo de José Mármol. En este documento, sustentado por todos los poetas participantes de los más de veinte países que se dieron cita en el encuentro, se destaca el vínculo de la poesía con la realidad social de los pueblos del mundo. Asimismo, la proclama del festival que auspicia cada dos años la Secretaría de Estado de Cultura resaltó la condición de la poesía como libre recurso y ejercicio de creación y expresión del pensamiento, así como un valor pilar de la cultura universal, en cuanto al derecho inalienable del ser humano. Los poetas elevaron sus voces por la fidelidad de la poesía como legítimo baluarte de preservación de la memoria intelectual y sensible de los pueblos y sus creadores, así como el camino para

la superación de las barreras ideológicas, étnicas, lingüísticas y de género, y porque su fundamento pluricultural y su poder espiritual contribuyan a la erradicación de la violencia, el armamentismo y las guerras, el genocidio, la desigualdad social, la injusticia y la ausencia de derecho a la educación y la vida digna en la sociedad contemporánea. En el acto de clausura se realizó la última lectura de poesía del evento a cargo de los poetas Ana Rossetti, de España; Francisco de Asís Fernández, de Nicaragua; Rafael Cadenas, de Venezuela; Monchoachi, de Martinica; Eduardo Espina, de Uruguay; Mario Bojórquez, de México; Bonel Auguste, de Haití; Álvaro Miranda, de Colombia; Jaime Quezada, de Chile; y de República Dominicana Alejandro Santana, Lissette Ramírez, Pablo Reyes, Homero Pumarol y Nestor Rodríguez. América TejedaDirectora General de ComunicaciónSecretaría de Estado de Cultura, Antonio Gamoneda, José Rafael Lantigua, César Pina Toribio, José Mármol y Angela Hernández.

Álvaro Miranda de Colombia

Ana Rosseti de España

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Mi familia se estaba cayendo en pedazos. Yo estaba trabajando y perdí el empleo. Hacía lo

que podía para no caer muerto junto con mis dos hijos y una hija de cuatro años, linda como un sol. Tan sólo por su esperanza, refractada en sus ojitos mansos y su sonrisa, daban sentido a mi vida y no permitía que desfallecieran mis últimas fuerzas. Me cortaron el teléfono, la luz y el gas. El alquiler, obviamente, no podía pagarlo, de modo que también estaban a punto de echarme a mí y a mi familia como pordioseros a la calle. ¿Adónde iba a ir? ¿Qué sucedería el día que se me cumpliese el plazo, el ultimátum para abandonar el piso, el próximo día primero? Pensé en Esther, mi niña, la de ojitos esperanzados. Pensando en su futuro y en el de los demás hijos, le dije a mi mujer que tenía un último recurso: La muerte o un apartamento digno para nosotros. He trabajado dieciséis años como un esclavo para merecer una vida de rata. A la mierda, esto se acabó, dije indignado. Tomé moral, hinché mis ánimos con una idea, la que me dio Esther, y puse en marcha una huelga de hambre, frente a la puerta de la casa de Gobernación. Mi familia, que me veía colgado, es decir, estúpidamente, por mi propósito huelguístico, me desaconsejaba, que no iba a lograr nada, que no era ese el camino. Pero yo monté mi plan, hice un letrero, con letras rojas que decía: “Huelga de hambre, mi familia y yo estamos en la calle, necesito una vivienda”. El cartel era bastante grande y todo el mundo podía leerlo al primer golpe de vista.

La primera semana quien sufrió fui yo, sufrí hambre, una terrible y voraz hambre. Sufrí al ver que los miembros de la Gobernación cada día pasaban y me veían tirado sobre una cama improvisada y con el letrero rojo, y seguían de largo. Me convertí en un espectáculo. La gente que pasaba se quedaba mirándome; otros me preguntaban los motivos de mi huelga y yo repetía el mismo disco, las mismas palabras del letrero rojo. Yo bebía agua para no perder vitalidad, sólo agua, claro. A los quince días salí por el periódico. Entonces comenzó a resonar en la opinión pública mi nombre: Jorge de San Martín, hace huelga de hambre para que le den un apartamento para su familia que está desahuciada. Y más abajo, en letra cursiva decía: La Gobernación tiene ojos y no ve. Cada día la gente me traía agua mineral y me daban ánimos. Se formaban corros alrededor mío como si me hubiera muerto. Los periódicos se hicieron eco de mi huelga y me entrevistaron para la radio y televisión. Toda la ciudad sabía que un hombre en la puerta principal de la Gobernación exigía el inalienable derecho a vivir bajo un techo. Desde que cumplí la primera semana no volví a sentir hambre. Se me fue de la cabeza el deseo de comer, no me hizo falta ya más. Sentía un estado corporal levitativo, aunque estaba débil. Me sentía flotar sobre la tierra y hubiera querido vivir así toda la vida. Permanecía en un estado indoloro, nulo de apetencias. Mi deseo era uno, y estaba dispuesto a morir con tal de conseguirlo: un piso. A los veintiocho días había perdido montón de kilos, me quedé en 40. Al ver que estaba cercana mi muerte,

vinieron a verme un juez, un forense y la jefa de Asuntos Sociales. Me exhortaron a desistir de la huelga de hambre, a lo que les contesté: Estamos en un país libre, y si eso es verdad, déjenme morir. Yo prefiero morir antes que volver a mi antigua forma de vivir, digna tan sólo de gusanos. Si no me dan un piso aceptaré la muerte como protesta. Declaro firmemente continuar la huelga hasta que llegue la hora de mi muerte; además, y que lo sepa todo el país, tengo tres hijos y mi señora. Cuídenme a Esther, la de ojitos esperanzadores, y cuando esté grande y comprenda las cosas, díganle que lo hice por ella, por mis hijos. El juez y el forense levantaron acta. La asistenta social tomó nota del caso. Jorge de San Martín, se preparaba definitivamente a morir. La noticia de su resolución no tenía vuelta atrás. Su mujer y sus tres hijos vinieron a acompañarle por el día, pues sabían que ya le quedaba poco. Jorge no podía ponerse de pie, le restaban fuerzas, tenía la mirada honda y triste. Su barba hirsuta contrastaba con su pelo ralo. Se podía ya adivinar la muerte rondando en su rostro. Apenas tenía fuerzas para tomar agua, que ni siquiera le cabía en el reducido estómago. Aquella misma tarde la asistenta social le dio esta noticia: El gobernador te concede un apartamento para ti y tu familia y pagarás un precio simbólico por él, cada mes. Jorge de San Martín, feliz por la buena noticia, declaró a la prensa: Fue la niña de ojitos esperanzados, la autora de este suceso, Esther.

HUELGA DE HAMBREFausto Leonardo

Henríquez

Sacerdote, poetaensayista y narrador

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Palabras de Luis Martin Gómez en el acto de puesta en circulación de su libro Memoria de la sangre, 2009

Mi papá- en paz descanse y Dios lo tenga en el área de fumadores- perdió la

memoria y se libró de algunos recuerdos indeseables. El alzaimer nos da esa dicha, aunque a costa de los momentos felices; pero nada se gana sin perder algo. Con cada recuerdo que extraviaba, mi padre encontraba la serenidad. Al final, sus ojos eran un mar en calma. A veces pienso que él, silencioso, tímido, contemplativo, planificó esa despedida discreta. ¡Feliz quien pueda marcharse sin conciencia del camino! Deseo, desde ya, irme como lo hizo mi padre. Mientras tanto, recuerdo… Recuerdo un camión con soldados estadounidenses transitando frente a nuestra casa del ensanche Ozama mientras jugábamos a las cartas sentados a una mesita de metal con patas plegadizas. Recuerdo estar posando para una fotografía que me hizo el tío Leopoldo en el escalón de entrada de la casa de mi abuela Cecilia en San Pedro de Macorís, adonde la familia decidió huir “hasta que pasara el peligro”. Recuerdo besar en la boca a mi prima Rosita (teníamos tres años de edad) cerca de la malla ciclónica de la Escuela Primaria Panamá desde donde ‘los americanos’, hediondos y sin camisa, nos tiraban fotos. Recuerdo, en La Romana, donde vivimos un año por compromisos laborales de mi padre, haber acribillado a pedradas una foto de Balaguer en el patio de la casa de mi amigo Luis; ese fue mi primer pequeño acto heroico. Recuerdo el sonido de las

sirenas de los autos policiales pasando velozmente por la avenida Las Américas y el rumor de que habían atrapado a unos ‘cabezacalientes’ en una cueva. Recuerdo a mi hermano Jordi tratando de interceptar las comunicaciones militares durante el desembarco de Caamaño con un walkie talkie negro que mi padre había comprado en Puerto Rico. Recuerdo el rostro inerte de Caamaño en la portada del periódico

Ultima Hora. Recuerdo el silencio de los vecinos cuando se asomaba una ‘pangola’, el temido auto de la policía balaguerista, sustituto del cepillo negro trujillista, y al que apodaron así porque estaba pintado con los mismos colores de la leche que tenía ese nombre. Recuerdo que, acompañando a mi madre al centro de votación ubicado en la Escuela Santa Elena de la calle Presidente Vásquez, unos hombres que venían detrás debatían si la cintura de guitarra valenciana de mi

madre se debía o no al milagro de una fajita ‘charmin’; ese día mi madre votó por Balaguer convencida del eslogan reformista bombardeado desde el aire por una avioneta de que “Joaquín Balaguer es la paz”, o quizás, persuadida por la voz sofocada, que parecía grabada durante la consumación del sexo, de doña Emma haciendo promesas fantásticas a nombre de su Cruzada del Amor. Recuerdo la indignación de mi tía Carmen, balaguerista hasta que llegó Leonel, por el asesinato de Orlando Martínez: -No podrá con su conciencia, le dije; Es que ese Señor no la tiene, mi hijo, dijo. Recuerdo Siete Días con el Pueblo, a un Silvio flaquísimo entonando “Siempre que se hace una historia…”, y a todos los universitarios repitiendo esa parte de la Canción del elegido que dice “…y al fin bajó hacia la guerra…perdón, quise decir a la tierra”, creyendo que ya con eso estaban haciendo la revolución. Recuerdo a Ramón Leonardo huyendo de la policía por cantar Francisco Alberto. Recuerdo la foto de Sagrario amordazada y con párpados hinchados y amoratados. Recuerdo el olor de los gases lacrimógenos durante las protestas de los estudiantes del Liceo Fray Cipriano de Utrera y la algarabía de mis amigos Bolito y Santiago

por el inicio de una lucha que nunca se dio. Recuerdo los rumores de fraude electoral, de los multifamiliares ocupados por queridas de funcionarios y militares, de las obras contratadas grado a grado. Recuerdo los comentarios sobre las viudas de los revolucionarios favorecidas con consulados u otros cargos rentables y discretos, y sobre los antiguos adversarios del caudillo buscando el perdón y un empleo. Recuerdo la abyección de una iglesia entreguista que santificaba el oprobio el Día de la

Yo recuerdoLuis Martin Gómez

Narrador y ensayista

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Altagracia. Recuerdolas noticias sobre alguien que desfalcó CORDE y no le pasó nada, sobre alguien que usurpó tierras y tampoco le pasó nada. Recuerdo que desde entonces se va la luz, no habrá telera en diciembre, y la construcción tiene más presupuesto que la educación. Recuerdo que desde entonces celebramos como logros políticos el secretismo, el misterio y la hipocresía. Recuerdo tantas cosas... Pero no confíen en mi memoria, queridos amigos y amigas. Mi memoria no es neurofisiológica sino literaria. Suelo

mezclar recuerdos reales e imaginarios, y de esa alquimia de hechos y sueños, ha nacido Memoria de la sangre, 11 cuentos con los que simplemente ajusto cuentas personales –que no históricas- con el oprobioso pasado reciente. Estoy muy consciente de que estos textos no servirán para cambiar absolutamente nada a estas alturas del juego, fracasadas las ideas en las que creía, me repliego a librar una batalla interna por la preservación de mis principios. Sé que no es mucho, lo lamento. Me queda, no obstante, la íntima rebeldía de recordar. Porque lo

peor no es el envilecimiento que subyace sino el olvido. Lo peor no es el tráfico de influencias y las comisiones ilegales que aún moran en lo público y lo privado sino la indiferencia ante esos males. Lo peor no es la corrupción ni el clientelismo que perduran sino la omisión deliberada de esas lacras o su justificación. Lo peor, señores, no es -como sucedió a mi padre por razones biológicas y deseo para mí- perder la memoria; lo peor, lo realmente peor es tener memoria y no querer recordar.

Este libro de cuentos, Crisantemos y Margaritas de la escritora Rosa Julia Vargas, santiaguera,

premiado con el primer lugar por el certamen literario “Por nuestro país primero”, 2007, está escrito con desenfado. Digo con desenfado porque Rosa Julia tiene la cualidad de escribir como habla, es decir, con el salero que caracteriza el léxito del cibaeño que disfruta de hablar y contar historias sin pelos en la lengua. Cada cuento es un telar que va tirando de muchos hilos hasta que culmina, a la manera de una sinfonía, dejando en el lector una estela de asombro. Porque detrás de cada historia, al parecer, hay un ser humano que la originó. Las historias que cuenta Rosa Julia tienen que ver con la vida, el dolor y los lados sombríos de la existencia que fenece en la soledad y en el anonimato. Rosa Julia puebla la atmósfera de sus cuentos con certeras referencias de artistas, escritores, obras clásicas, películas, etc. Pero sobre todo el territorio que mejor domina es la palabra, es decir, los modos propios del dominicano que con poco dice mucho. “El vigilante del edificio [...] dio un braguetazo y lo casaron

el mismo año de la tragedia”. “Con dos niños jodonísimos, la suerte es que ya están crecidos y no van mucho a fuñir ni a hacer reguero a esa casa”. “A lo mejor creía que se estaba viendo con alguno y que la otra era maipiola”. “El run-run se inició entre los tígueres que se reunían de tarde en tarde en el parque”. No fue mi Carlitos es, tal vez, el cuento más logrado. Si no, el que más transmite al lector. La narradora compara a Carlitos con el chico de la película de Forrest Gump, dirigida por Robert Zemeckis y protagonizada por Tom Hanks, año 1994. “Imagínese el lector -dice la autora- lo devastador que puede ser [la herida del amor] en quien viene de fábrica con más instinto que razón”. La clave del cuento gira en torno al “exceso de hormona y la escasez de juicio” de Carlitos, quien descubre el “grito urgente de la testosterona”. Posiblemente el camino literario de Rosa Julia esté signado por la cuentística. Este primer libro de cuentos es un claro anuncio de que podemos esperar, y no por mucho tiempo, que nos vuelva a entretener con sus cuentos sin cuento.Del Blog de Fausto Leonardo Henríquez

ROSA JULIA VARGAS: Crisantemos y Margaritas Por Fausto Leonardo Henríquez

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En reconocimiento a sus aportes a las letras, historia y música del país, la emblemática sociedad cultural Alianza Cibaeña, entregó el Premio Eugenio Deschamps y la Medalla Onofre de Lora, al historiador Juan Daniel Bálcacer y al tenor Henry Ely.

El presidente de la institución, Jhonny Guerrero, ponderó la elección de los emulados intelectuales como “una deuda histórica” de la entidad cultural, por ser grandes artistas que han aportado un gran legado a la sociedad dominicana, a base de trabajo, calidad y entrega, que le han permitido descollar más allá de los linderos de la nación.

Después de leída las hojas de vida, la violinista Karina Guerrero y otras instrumentistas del Hogar de la Armonía, interpretaron significativas melodías que agradaron a la concurrencia.

En la entrega de ambas distinciones, los homenajeados agradecieron a la legendaria casa de cultura y a la Junta Directiva, por el gesto de reconocerlos con premios de tanto prestigio y que honra la memoria de dos grandes cibaeños.

La actividad se enmarcó dentro de la celebración de los 125 años de existencia de la sociedad fundada por el periodista, Eugenio Deschamps.//

JUAN DANIEL BALCACER Y HERNY ELY RECIBEN PREMIO ALIANZA CIBAEÑA Ambos recibieron las mas importantes distinciones de la entidad

fundada por Eugenio Deschamps

Hoy cumplo...1000 noches en soledadY otras que parecieron2 ojos que no estánY mí viejo en el recuerdoCumplo...sueños que no duermoUn paseo en el edénY un pasaje al infierno,que he perdido en algún tren

325 llantos perdidos642 insultos sufridos123 goles afónicos738 besos agónicos

Hoy cumplo...3 amigos como hermanos12 hermanos como amigos9 almas mal vendidas7 muertes y... 6 vidas

Hoy cumplo...10 trabajos mal pagados20 amores traicionados30 historias incompletasY 5 adiós sin mis maletas

Hoy cumplo...3 infartos amorosos5 amores infartantes1000 café con cigarrilloY otros tantos en soledad10 “hoy dejo de fumar”11 “mejor, desde mañana” Cumplo vida, muerte, besosCumplo tragos, luna y vinoAmigos, fe, risas y llantosAmor, caricias, desencantoCumplo noches, lluvia, hastíoSoledad, desesperanzaCumplo días, horas, hojasCartas, letras, unas copasLlanto, risas, rosas, tangosUn amigo, un abrazo

Cumplo vida, sobrevivo...

Dante Andrés MichelenaEscritor Argentinohttp://elbauldemelopea.blogspot.com/

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ANALIZAN LA OBRA DE HENRY MESCHONNIC

Es una iniciativa del gestor cultural y subsecretario de cultura, Enegildo Peña

La Subsecretaría de Cultura para la Región Norte, organizó un coloquio sobre la lingüística del destacado poeta francés, Henry Meschonnic, bajo la exposición y criterios de los intelectuales, Manuel Matos Moquete, Manuel Núñez, Andrés L. Mateo y Diógenes Céspedes. Los temas que abordaron los expositores fueron; La poética de Henry Meschonnic: ideas en circulación; El Arte de pensar en la poética; Henry Meschonnic en la critica literaria dominicana: una recepción y La revista, cuadernos de poética en el ámbito nacional e internacional. En las ponderaciones se destacó que el poeta visitó el país en dos ocasiones en 1999 y el 2000, invitado por la Comisión Permanente de la Feria del Libro, organismo que publicó en edición en inglés, la conferencia sobre la crisis del signo y la política de la teoría del ritmo y el lenguaje. Meschonnic fue considerado uno de los mejores traductores de Europa, había emprendido desde los años ´70 la traducción de la Biblia directamente del hebreo al francés, por considerar que no se había tomado en cuenta ese idioma. También realizó significativos aportes a la lingüística. El subsecretario Enegildo Peña, se refirió a los intereses de la dependencia cultural, en tratar la trayectoria literaria de un poeta que es referencia a nivel mundial.//

Con el órgano más importante del cuerpo humano, un grupo de connotados artistas, presentaron la novedosa exposición en los jardines del Monumento a los Héroes de la Restauración, denominada “Corazones de Colores”, para contribuir con los envejecientes del Hospicio San Vicente de Paúl. Un total de 25 corazones con el diseño de Bismarck Victoria fueron colocados de manera que el público que acuda a este escenario, logre sensibilizarse con los adultos mayores.

En esta muestra que sensibiliza, se aprecian las técnicas de fotografía, pintura, cerámica y escultura en el ingenio de: Bismarck Victoria, Jorge Pineda, Cándido Bidó, Carlos Despradel, Danilo de los Santos, Domingo Batista, Elsa Núñez, Guillo Pérez, Fernando Varela, Juan Vicini, Johnny Bonnelly y Luisa Dueñas. También, Ernesto Rodríguez, Ezequiel Taveras, Fausto Ortiz, Myrna Guerrero, Rosa Idalia García, Thimo Pimentel, Pascal Mecariello, Belkis Martínez, Juan Gutiérrez, Modafoca, Nelson Batista y Thelma Leonor.

La exposición estará en la ciudad hasta finales del mes de enero del próximo año. Corazones de Colores es una propuesta con el fin de exaltar y valorar los envejecientes para que sus corazones puedan latir animados por una sonrisa, aún en el ocaso de la vida.

La máxima agrupación coral de la Ciudad Corazón, el Orfeón de Santiago, bajo la dirección del consagrado Padre Cesar Hilario, presentó su tradicional Concierto de Verano, en el imponente escenario de la sala de la Restauración del Gran Teatro del Cibao.

Una hermosa selección de canciones que permitieron un viaje musical a los presentes, que incluyó composiciones de Piere Passereau, Domenicu Bartolucci, Jose Cueli, Alexey von Lvov, Negro Espiritual, Rene del Risco, Luis Rivera, Papa Molina, Juan Bosch, Piro Valerio y más contemporáneo Juan Luis Guerra.

Un juego de cuatro voces mostraron sus cualidades en representativas melodías que datan del siglo XVI de la música polifónica o época de oro

a otros tiempos como “ Il est bel et bon”, “Excultare Justi”, “Salve Maria”, “La Gaviota”, “Una primavera para el mundo”, “mangulina y zarambo. También “Palo quemao”, “Cuando Te beso” y “Duarte Libertador” de la autoría del propio Padre Hilario.

La institución integrada con 44 voces muy bien acopladas entre tenores, bajos, contralto y sopranos, estremecieron el Gran Teatro del Cibao, con la dirección del versátil Hilario, primer dominicano formado en música sacra.

El Concierto de Verano, refrescó la masiva concurrencia con un repertorio que contagió y distinguió aún más al Orfeón, fundado el 29 de junio del año 1962.

Por Fior D’aliza Taveras

ORFEON DE SANTIAGO PRESENTO SU CONCIERTO DE VERANO

Los integrantes demostraron sus talentos en este tradicional concierto

UNA EXPOSICION DE CORAZON DE COLORES La muestra estará en el Monumento hasta finales de enero

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