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Revista Umbral 3

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Revista Literaria

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Contenido

Editorial............................. 3Las flores del mal............... 4Un cuento de la navidad..... 6Memorias (1° parte)........... 17

Umbral, Año 0. Número 3. Marzo-Abril

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EDITORIAL

El reto continua, el compromiso se renueva y la escri-tura no se detiene. Seguimos realizando el esfuerzo de llevar los escritos del equipo del PROGRAMA VAS-CONCELOS y testimonios de las personas beneficiadas por éste. En esta ocasión traemos un poema inspirado en las criaturas del fecundo mar veracruzano, un cuento-testi-monio sobre los alcances del VASCONCELOS en tie-rras celtas y un testimonio que viene desde la sierra de Huayacocotla. Hay que resaltar que la literatura llega a todos la-dos sin importar la formación o el grado de estudios, la afición de escribir no respeta oficio, sólo basta con recordar a Rulfo, a Arreola, a Irbangüengoitia y muchos otros que antes de dedicarse a escribir hacían cualquier cosas para sobrevivir. El oficio de escribir no se enseña, se aprende leyendo y por supuesto escribiendo. Eso es lo que han hecho los autores de las siguientes páginas. En UMBRAL remarcamos nuestro compromiso de difundir la cultura y la literatura producida por los inte-grantes del PROGRAMA VASCONCELOS y por aque-llos usuarios que han sido beneficiados.

Director generalÁngel Rodríguez Equihua

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Las flores del malSara Fitta

Danza sobre las olas, vuelo flotante,Absoluta ductilidad, perfección acorde con el ritmo de las ma-

reasLa música insondable, que nace allá en el fondo y es referida

En el santuario de las caracolas, la medusa no oculta nadaMás bien despliega, dichosa de estar viva por un instante.

Parece la disponible, la acogedora; que sólo busca la fecunda-ción

No el placer ni el famoso amor para sentir: ya cumplí ya ha pa-sado todo.

Puede morir tranquila en la arena, donde me arrojarán las olas que no perdonan

Medusa, flor del mar.

Compárala con la que petrífica a quien se atreve como mirarla.Medusa blanca como la Xtabay de los Mayas, desde Eclesiastés

al pobre deseo.Aunque en realidad es adicta al placer, muchos no la conocerán

Es sólo el elegido la tierra o el escorpión; quien puede tenerla para siempre

Flores del mar y el mal, las medusas.

Cuando eres niña te advierten: Limítate a contemplarlasSi las tocas, las espectrales te dejarán su quemadura

El estigma la marca a fuego, de quien codicia lo prohibidoQuizás dijiste en silencio: Profundo asir la marea,

Acariciar lo imposible, nunca lo harás: las medusasNo son de nadie, celeste o terrestre

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Son de la mar que no es ni mujer ni prójimoSon peces de la nada, llenos de energía propia

Plantas del viento, espejismos quizás...

Gasas de espuma ponzoñosaQue endulzan con colores blancos, azules, verdes y rosas

En Veracruz, las llamamos aguas malas Medusa, flor del mar.

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UN CUENTO DE LA NAVIDAD PASADAMario Fernández De la Garza

Los cuentos de Navidad siempre son bellos. Es la época en que se apela a la ternura de la sonrisa de un niño y a la esperanza de que el mundo pueda ir mejor y, como todos los cuentos, éste tie-ne mucho de verdad; tanto, que llega uno a dudar si el cuento es la realidad o es la realidad la que siempre esconde mucho de la bondad en un cuento. Sobre todo, es bello contar uno cuando desde nuestra ventana se ven caer gruesos copos de nieve que van cubriendo las aceras, las torres y tejados de pizarra de Edimburgo, capital de Escocia: la tierra de Nessi, el monstruo del Lago Ness, del mejor whisky del mundo, de las faldas masculinas a cuadros de colores y diseños diversos para cada clan y de historias sangrientas y espeluznantes como la de la trágica vida de la reina María Estuardo, que vivió en una fortaleza medieval que recuerda a Harry Potter y sus casti-llos encantados; construcción que señorea la ciudad, tenazmente agarrada con fiereza a los acantilados de roca que le servían de inexpugnable protección. Nieve, escarcha y hielo. Dentro de la estancia, un arbolito de Navidad, en el que junto con las esferas de colores cuelgan los deseos más fervientes de los dos bellos niños de la casa: regalos y dulces, (porque, al parecer se han portado bien este año y hablan con fluidez español en casa e inglés en la escuela, peticiones en dos lenguas deben tener ma-yor peso –pienso yo-). Junto a tantas esperanzas, un nacimiento de barro mexicano cuyas bellas figuras no sienten el frío europeo al recibir el calor de una chimenea, que cumple su función de hogar con un artefacto eléctrico instalado en su boca, simulando troncos y flamas de artificio. Las chimeneas de la calle y de la iglesia, que sirven en verano de apoyo a los nidos de las cigüe-ñas, permanecen mudas, decoradas sólo por el blanco de la nieve y los lagrimones de hielo que se escurren desde lo alto, sin que las graciosas espirales del humo de antaño les sirvan de copete.

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Chimeneas mudas. Nieve, tejados de pizarra, casas victorianas estrechas con portales y escaleras peligrosas por el hielo que acu-mulan. Cielo gris y neblina matinal. Todo un conjuro para ver pasar al caer la noche, la sombra de Dickens y sus espíritus de la Navidad que ojalá me ayuden a contar bien el siguiente relato. ¡Se me olvidaba!, la sombra de Dickens, naturalmente, dando el brazo a Sir Walter Scott, ilustre natural de Edimburgo, charlando los dos animadamente sobre las glorias de Ivanhoe y el viejo y redimido Scrooge. Este cuento empieza con hechos reales. Muy, muy lejos de la nieve y el frío existe un programa -un trabajo en el que participa-mos muchos- en las verdes y bellas tierras tropicales de Veracruz, cuyo propósito es llevar a las comunidades más pobres y alejadas del Estado treinta camiones equipados que funcionan como au-las móviles, equipados con computadoras, antena para captar las señales del Internet, y otros muchos adelantos tecnológicos a fin de que la población, y en especial los niños, puedan conocer y utilizar todos los adelantos que permiten a los estudiantes y a sus papás conocer el mundo, aprender mejor y de forma más diver-tida, y comunicarse con parientes y amigos de todas las regiones del planeta. Los autobuses están decorados alegremente de blanco, rojo y gris, con unos enormes parabrisas que parecen dos ojos curio-sos que ven todo y unas parrillas que sonríen amigablemente a quienes los ven de frente, caminan por los senderos de terracería que conducen a lugares con nombres tan bonitos como Ilamatlán, Coxquihui, Tehuipango y otros muchos -alrededor de cuatrocien-tos nombres y lugares náhuatl, totonacos, popolucas o castizos-, que hablan de nuestra historia y de nuestra luchas de dos siglos por la independencia y la justicia para todos. El camino transcurre entre brincos, risas y algunos cuantos cantos de siete brigadistas, incluyendo al conductor, que forman la parte más importante del aula móvil. Compañeros a quienes no les amilana el tiempo y la distancia para llegar a trabajar con

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los niños, jóvenes y ancianos a fin de mostrarles las nuevas tec-nologías informáticas y de comunicación social y construir con ellos, nuevos conocimientos que les sirvan para su vida presente y mejorar su futuro. La estancia en la localidad dura tres semanas. Lo más difícil, al final después de trabajar y convivir juntos maestros, estudian-tes y brigadistas es decir adiós y reconocer las caras tristes y las miradas nostálgicas de los niños, acompañadas muchas veces de lágrimas,; hasta los parabrisas y la parrilla cromada del autobús pierden su sonrisa alegre. Es una tarea hermosa: servir a quienes más lo necesitan. En Veracruz hay más de 22 mil comunidades. Algunas de ellas perdidas en lo profundo de la selva del Uxpanapan -otra palabra muy bonita- o casi inaccesibles en el maravilloso panorama de la sierras de Huayacocotla, Chicontepec, Tantima, Papantla, El Cofre de Perote, Santa Martha y Uxpanapa. Comunidades a las que no llegan ni siquiera los caminos con terracerías; sólo brechas que desaparecen con las lluvias y las crecidas de los ríos. Venas liquidas que como la vida, corren veloces al mar por nuestra es-carpada orografía. En otros casos, sólo son empinadas veredas para llegar a pueblos en los que también hay muchos niños que quieren aprender. Niños a los que hay que acompañar para soñar juntos con un México mejor, más justo, en el que ellos puedan tomar en sus manos las riendas de su destino. Vasconcelos ve en cada uno de ellos la razón profunda de su existencia como un Programa de todos. Debido a las terribles condiciones de acceso a las comuni-dades, hasta donde los alegres autobuses-aula no pueden llegar, los brigadistas se las han ingeniado para llegar a sus destinos en tres camionetas pick-up en las que transportan computadoras portátiles en baúles. O bien, cuando no existe más que una vereda entre los maizales o entre los arbustos del bosque, se guardan las computadoras en las mochilas con un saco de dormir, y con paso firme y decidido, caminan hasta encontrar a nuestros amigos en

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sus escuelas. Por eso dicen en “el Vasconcelos” que hay tres medios de locomoción en nuestro Programa: los autobuses sonrientes, las macizas camionetas y unas botas fuertes – casi de siete leguas, como las del Gato con Botas de Perrault- que puedan trepar y correr por las veredas veracruzanas. Un día muy caluroso, brillante y transparente, como lo eran los ríos antes de contaminarlos, con nuestras botas de siete leguas empezamos a subir para encontrar a la comunidad de Linda Vista en el municipio serrano de Zozocolco. Al llegar al final de la vereda, cargando todos los bártulos que nos permitirían instalar un aula Vasconcelos donde fuera posi-ble, (en un tejabán, bajo de un árbol, en un aula de la escuela o salón del campesino), llegamos al centro educativo cuyo nombre es Emiliano Zapata: dos aulas bien construidas con piedra y con-creto armado en donde un solo maestro atiende a 30 niños del primero al sexto grado. Una gran escalera daba acceso al edificio y, escalón tras escalón, al ir ascendiendo lentamente, podíamos ir viendo siempre un poquito más: primero las cabezas, el tronco y al final los pies de la comunidad. Caras morenas y severas, trajes de campesinos serranos, sombreros de palma y, entre los mayo-res, los rostros curiosos de los niños observando con recelo al recién llegado grupo de mochileros. Nuestro mayor desconcierto fue no ver casas, ni calles, en torno a la escuela. Al estar en lo alto de la loma más prominente, veíamos un mar verde de vegetación cerrada y en el fondo, las montañas azules. Al poco, nos dimos cuenta que dentro de esa flora exuberante se escondían dispersas, unas treinta chozas en donde vivían los niños de ojos negros y expectantes que nos mi-raban con desconfianza. Niños de entre siete y trece años, algunos quizás más grandes. Después nos dimos cuenta de que hablaban fluidamente el totonaco y un poco de español. Llevamos a cabo la primera parte de todas nuestras misiones la cual es presentarnos respetuosamente ante todos los papás y

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mamás que siempre nos esperan, al maestro y las autoridades. Explicamos nuestros propósitos y cómo pensábamos desarrollar nuestras sesiones de facilitación. No somos maestros sino faci-litadores que ayudan a construir todos juntos, un conocimiento significativo para la vida diaria de la comunidad utilizando las herramientas de las nuevas tecnologías informáticas. Después de un interesante diálogo quedaron resueltos todos los puntos. Se estableció en forma participativa un programa de trabajo. Solicitamos el siempre valioso apoyo del maestro, espe-cialmente de su conocimiento del idioma local para ayudarnos a traducir y con ello dar auxilio a uno de los compañeros que ha-blan tan bello idioma. Limpiamos el aula que nos otorgaron para armar nuestra aula Vasconcelos fija. Poco después nos sentimos orgullosos del resultado obtenido. Durante la tarde y hasta el momento en que se ocultó el sol, ti-ñendo de esplendor bermellón y dorado la curva del cielo, descar-gamos todo el material didáctico, conectamos las computadoras y armamos nuestro campamento de tiendas de campaña que, de alguna manera, se integraron al azul de las lejanas montañas que poco a poco se fueron fundiendo con el negro de la noche. Los niños y la comunidad empezaron a bajar hacia sus chozas disper-sas, entre el ahora oscuro paisaje. El primer paso estaba dado y sólo quedaba el esplendor plata de la luna y el cantar calmante de los grillos. Como sucede siempre, el despertar de la brigada coincide con los primeros rayos del amanecer. Asearse, preparar el desayuno, alistar computadoras y materiales para estar listos a las ocho, re-quiere tiempo y voluntad: no en balde nuestro lema es “Puntuali-dad y Cuidado de los detalles”. Al volver a ver a nuestros estudiantes, a los niños que subían la pendiente para llegar a la escuela, nos dimos cuenta de su pobre-za: la mayoría descalzos, vestiditos viejos y mil veces zurcidos, pantalones rotos, desteñidos y en algunos casos sucios, ya que el lavado de la ropa es un lujo por la escasez del agua. Este líquido

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para uso de la comunidad se recoge de un pozo a más de un kiló-metro de distancia de la escuela, que es el centro del poblado, y lo acarrean en cubetas los niños hasta sus casas. Al saludarnos ya miraban con cansancio, después de comer sólo un frugal desayu-no de frijoles, tortillas y café aguado. Cansancio, hambre y tristeza se esfumaron por encanto frente a la magia de las computadoras. Lo primero era hacer que les perdieran el miedo y empezaran a mover el “quimichi”, ratón en náhuatl, para iniciar la alfabetización digital, es decir, aprender a usar estos aparatos que abren la mente y calientan el espíritu con un soplo de esperanza. Hora con hora nos empezamos a conocer y a querer niños y brigadistas, en un clima de respeto y confianza con la ayuda de Don Gabriel Julián Jerónimo, el maestro, que también disfrutaba la experiencia. Y así, hasta las dos de la tarde en que nuestros estudiantes se fueron a ayudar a sus casas con el agua y la comida, ellas, en el campo ellos, para terminar la jorna-da diaria con sus papás. Por la tarde, ya fuera del horario escolar, los pequeños volvie-ron y seguimos aprendiendo y jugando en algún momento fuera del camión, con rondallas, carreras y otros ejercicios motivadores. De nuevo el eterno atardecer. Sus colores brillantes y el canto de los grillos arrullando una canción de deber cumplido y de afectos conquistados. Cada día nos fuimos conociendo y apreciando más. Admirá-bamos la entereza y el esfuerzo de los niños para salir adelante en un medio en donde la pobreza extrema es la única señora; los grandes arquitectos y artistas indígenas, cuyas obras son admira-ción en exposiciones y museos, son ahora relegados a los montes donde encontraron sitios de refugio durante siglos después de la Conquista. Las sonrisas de los niños, su interés por usar las computadoras y el deseo y la admiración de aprender estaban por encima de la adversidad en que viven. Al cabo de unos días, ya sabíamos sus nombres y ellos el nuestro e integramos una co-munidad con un diálogo entre iguales, como debe fomentar la

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verdadera educación. De entre José, Santiago, Manuel, Leticia Fernanda y muchos más, Marcela, una pequeña niña de ojos negros redondos y bri-llantes como dos obsidianas pulidas y curiosas nos cautivó espe-cialmente, quizás por su edad, 7 años, que parecían menos por su baja estatura o quizás por una extraña combinación de delicadeza, debilidad, y al mismo tiempo fortaleza que irradiaba de su perso-na. Descalza y siempre cubierta con un batón viejo con florecitas desteñidas, que, aún pesar de ello, parecían ser más brillantes con el contraste de su piel morena, inteligente y participativa, encarnó en pocos días la imagen de todos los niños por los que trabajamos desde hace cinco años. Marcela - o “Marce”-, como todos sus compañeros, trabajó con ahínco con las computadoras. Durante la semana, cada nivel escolar elaboró una piñata para romperla, el sábado en que se celebraría la clausura de nuestros trabajos juntos. El papel de china de colores radiantes parecía desteñido en comparación con las sonrisas, gritos y alegría de los niños que, poniendo en juego las habilidades de sus ancestros, transformaron en arte el cartón y el engrudo. Llegó el día de romper las piñatas, en pocas horas terminaría la misión y caminaríamos cerro abajo para volver a Xalapa. Tris-teza, el aire sutil de las despedidas y por ello, las piñatas servirían con su carga de frutas y dulces, para paliar un poco los senti-mientos de la cercana ausencia. Los niños llegaron, poco a poco. Cosa extraña, Marce, llegó con un pequeño trapo, amarrado en dos puntos formando una pequeña bola, un tronco y lo que podía ser una falda o un sacudidor. Sin duda era extraño el artefacto que portaba nuestra amiga. Me atreví a preguntarle “¿Y eso, qué es?”, “Es Rosita”, me contestó, un tanto tímida. “Quiero que también esté en la fiesta para ver si le toca un dulce o una mandarina.” Sentí que se me apretaba el corazón, y a pesar de valorar la ima-ginación y la ternura de la pequeña mamá, tuve el deseo de que Rosita se transformara en una linda bebé-muñeca; de esas que cierran los ojos y hasta dicen “mamá”.

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Se rompieron las piñatas y tomamos muchas fotos, en especial, como se imaginarán, de la bella Marcela. Los niños se marcharon y nosotros empezamos el descenso con la sensación de que era muy poco lo que habíamos hecho por nuestros amigos. Yo en es-pecial al ir bajando entre la milpa, no podía quitarme de la cabeza la ternura de Rosita y su pobre y sucia bola de trapo, y sobre todo, viviendo la ternura de la imaginación de una niña a la que tan poco le ha ofrecido la vida. Todavía faltaba otro golpe a mi conciencia sobre la inequi-dad y el abandono de nuestros niños en las zonas más olvida-das de nuestras zonas indígenas. El recuerdo tierno de Rosita, la muñeca, se enfrentó a la realidad de los mismos niños que unos minutos antes rompían con alegría sus piñatas, y ahora subían la empinada cuesta cada uno con un mecapal con el que cargaban más de veinte kilos de cemento para ayudar a los papás que cons-truían pequeñas cajas de agua para detener el líquido, como he dicho escaso en la zona, sobre todo por la erosión del terreno que produce la tala inmoderada. -Adiós profe-, me dijeron casi sin resuello por el peso de sus cargas, -¡Vuelvan pronto! Sin saber qué hacer, a fin de dejarles una míni-ma seguridad de nuestro retorno, les entregué a algunos de ellos unas tarjetas de presentación, muy oficiales de color rojo brillante con nuestro teléfono y e-mail impresos, pero pensando que sería un milagro si alguno de ellos hablaba a Xalapa. Volvimos con la nostalgia de nuestros compañeros de Linda Vista, con el recuerdo de sus ojos negros inteligentes y agradeci-dos, en especial de la pequeña Marcela. Unos días más tarde, sumidos en la batalla para emprender la próxima misión, timbró de repente el teléfono. Contestó Eldita, de la Coordinación del Vasconcelos y una voz infantil entre ná-huatl y español preguntó: “¿eres Vasconcelos, vas a venir, o no vas a venir?” Siempre he pensado que quien habló fue Rosita la muñeca de trapo, como buena hija preocupada por su mamá y

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todos sus tíos. ¡Claro que volvimos! Pero esa es otra historia. El escenario cambia. A los pocos meses, cerca de Navidad, volé a Escocia de vacaciones; pero también para hablar del Programa Vasconcelos con gentes de la Iglesia Escocesa y de la Universidad de Edimburgo, quienes pueden apoyarnos con intercambios de equipo y dinero; hablaría de los niños de Linda Vista, como ejem-plo de nuestros usuarios. En un día más frío que los anteriores, me trasladé a la sala en donde debía de celebrarse el encuentro. Un edificio sólido, neogótico con agujas, contrafuertes, solemne y propio para la pompa y la circunstancia. Llegué a un salón con techos de estilo y sillas antiguas. A un lado una alta chimenea. Un escenario que me recordaba al de los castillos de Harry Potter, o a los escenarios en que suceden los viles y sangrientos asesinatos que construye el gran escritor escocés de novelas policíacas, Ian Rankin, gloria literaria de su país. Entre tantos pensamientos llegó el momento de tomar la pa-labra. Repartí tarjetas de felicitación Vasconcelos por Pascua y Año Nuevo en las que “Marce” se toca la nariz frente a una computadora, y además, documentos informativos del Programa. Hablé emocionado de los niños de Linda Vista y del Programa Vasconcelos, en especial de su actitud casi “mística” de servicio. Calefacción que alentaba el rollo; café, galletas, urbanidad britá-nica y gentileza. Muchas preguntas y felicitaciones. La carita de Marcela estaba en mi mente y en las manos rubias de todos los presentes. Aunque sin verse, Rosita la muñeca, sonreía en la foto de felicitación. Corteses y sencillos, los anfitriones me expresaron la posibilidad de hacer algo juntos; ojalá, aunque la vida me ha enseñado la enorme distancia entre los dichos y los hechos, más aún, estando nuestros interlocutores tan lejos. Más nieve, frío. Salidas a visitar los monumentos históricos y la maravillosa Galería Nacional de Arte de Edimburgo. Muy lejos de los niños de Linda Vista y del alma de trapo de Rosita. Una mañana soleada – no hay cosa más bella que ver la es-carcha y la nieve endurecida brillar como diamantes- llamaron

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a la puerta de la casa cinco niños con paquetes entre sus manos enguantadas, gorros de colores y abrigos pesados adecuados a los menos tres grados del ambiente. Me enteré de que era a mí a quien buscaban. En la misma sala donde escribo este cuento-realidad, nos encontramos, encaminados por los niños de la casa, mis pequeños anfitriones y yo. Me explicaron que venían a traer unos regalos para los niños de los que yo había hablado con sus papás y mamás. Un chico mofletudo, rubio de ojos azules y mirada simpáti-ca, abrió su bolsa, (por cierto, no envuelta como regalo para que pudiera caber en las maletas), y de ella sacó una bella muñeca de cara morena y maravillosos ojos negros que me recordaron otros ojos; lejanos, en una escuela trepada en un cerro, Rosita que llora cuando le quitas la mamila y cierra sus ojos para dormir tranquila. Me causó estupor que me dijeran que el juguete era para la niña de la tarjeta de felicitación ¿Cómo sabían que Rosita, fuera tan especialmente importante para Marce? Yo no había dicho nada sobre ella en el desarrollo de mis rollos. La magia de la Navidad. La realidad del cuento. El destello brillante del amor y la solida-ridad entre los seres humanos, más hermoso que las luces blancas de la escarcha. Me surgió la duda de que Rosita de trapo pudiera convertirse en México en Rosita la escocesa. El corazón de una niña es fiel: el espíritu de la Navidad quizás lo sabe. Sin embargo, la verdade-ra magia, lo que parece un maravilloso cuento, es que lo rubio y moreno, el calor y el frío. Las grandes distancias se funden como la nieve en un solo latido de amor y solidaridad que hace sonreír al pequeño niño Dios de barro de Michoacán, con su color canela enmarcado en el paisaje blanco de Edimburgo, como un alto ta-piz extendido desde nuestra ventana hasta el imponente Castillo.

Termino de escribir ante los ojos atentos de los niños de la casa: Micaela y Anders quienes me piden que les lea el cuento… En el sofá sonríen sus papás Alejandra y Andy. México y Escocia.

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Hermosos Anfitriones. Muchas Gracias por su cálida hospi-talidad. En una silla del comedor, Rosita la escocesa, cierra sus ojos de vidrio de color y sueña con encontrar a su mamá en el verde trópico de su nueva patria. Tenemos todavía que volar mucho. Tanto como las ruedas de nuestras aulas Vas-concelos tienen que rodar por los caminos de Veracruz. Pero como dice Saramago “Siempre se llega a donde nos espe-ran”.

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Memorias de trabajo en el aula de medios Huayacocotla (1° parte)

José Hernámdez

Un día, a finales del mes de septiembre del año 2003, se presentó el maestro Juan Antonio Aguilar Castillo en compañía de la maes-tra Fabiola Vidaña Zetina del Programa Vasconcelos en nuestra Institución, la “Telesecundaria Leyes de Reforma”, para llenar la documentación de solicitud oficial de la donación de computado-ras y realizar la apertura de un aula de medios. Ese día se llenaron los documentos respectivos y se nombró al comité que se respon-sabilizaría de darle seguimiento a la solicitud, así como también nombrar al responsable del aula de medios; los maestros dejaron también las especificaciones de instalación eléctrica necesarias y los requisitos de seguridad de lo que sería el aula. A partir de ese momento empezó a prepararse todo para los cambios y modifica-ciones a un aula que se destinó para estos efectos. Primero, se reunió a la sociedad de padres de familia para acordar la construcción de una bodega donde se guardaría todo el mobiliario que habría en el aula elegida; después de dialogar acerca de dónde se sacarían los fondos necesarios para hacer las adecuaciones, el comité aprobó tomar dinero del fondo escolar la cantidad de 68 mil pesos; hubo mucho interés y motivación de tener nuestra aula de medios por parte de la sociedad de padres de familia, además de quitar los escombros, pintar, colocar la insta-lación eléctrica, conseguir la madera para hacer las mesas donde se acomodarían los equipos, etc. Se organizó y realizó una actividad con motivo del día de muer-tos (una fiesta de disfraces), con el propósito de reunir fondos para esta causa; los avances logrados se estuvieron reportando al Programa Vasconcelos de manera oportuna, la cual siempre estu-vo “al día” en cuanto al acondicionamiento del aula de medios.

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En el mes de diciembre del 2008, llegaron 10 equipos en total (de un paquete de 15) donados por el Programa Únete; el respon-sable de entregarlos, C. Luis Alberto López Bautista, en repre-sentación de Únete, procedió a desempacarlos y a instalarlos en el aula acondicionada ex profeso a ello poniéndolos en operación para verificar las buenas condiciones de entrega. Al poco tiempo, el 19 de enero del 2009, el Ing. Ricardo Moi-sés Guzmán Velasco y el Lic. Marcos Roberto García Córdova del Programa Vasconcelos, dieron por dos semanas el curso de Introducción a la Informática: instalación de sistema operativo a partir del BIOS, instalación de software educativo, conocer la pa-quetería de Office 2007, así como también elaborar la planeación de clases, instalación de pipos, conocimientos básicos de infor-mática, mantenimiento correctivo y preventivo, e instalación y actualización del manual de antivirus. El día 26 del mes de febrero del 2009, se presentó el C. Julio Colorado, técnico de la empresa BCOMM, Servicios de Comu-nicación, para instalar la antena satelital que funcionaría para la recepción del Internet, desafortunadamente, el sistema tenia mu-chas páginas bloqueadas. Del 18 al 20 de mayo, CDI México impartió un curso intensivo al responsable del aula de medios. La responsable para impartir este curso fue la Lic. Psic. Educativa María del Carmen Marañón García; el curso se llamó “Curso de Informática y Ciudadanía” donde se hablaba qué representa CDI México, qué es CDI Comu-nidad, un curso administrativo, además de la entrega de materiales didácticos y guías de apoyo a la enseñanza informática (en el que se abordaron temas de cómo motivar al alumno al aprendizaje de recursos informáticos); también qué temas podrían abordarse con los alumnos relacionados con la comunidad en la que vivimos y encaminar al alumno o al usuario mayor a encontrar soluciones viables en ella. En esa ocasión se realizó una reunión con el co-mité de evaluación y seguimiento. Del 18 al 29 de mayo del 2009 la brigada de Vasconcelos nú-

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mero siete realizó una segunda visita, esta vez para promocionar el aula de medios; vinieron siete personas en total y una unidad equipada con equipo de cómputo. Como responsable de la misión estuvo el compañero Felipe de Jesús Morales Colorado en una vinculación con CDI-Únete. El curso para los responsables del aula de medios consistió en prácticas con grupos de 25 alumnos por grupo, distribuidos de tal manera que quedaron quince alum-nos en el aula de medios y diez en el autobús; los responsables de las aulas de medios aprendimos de manera directa a practicar con los alumnos, la técnica de la enseñanza de la informática y aplicar y darle seguimiento a una planeación de clases, así mismo un reforzamiento y aplicación de los conocimientos en informá-tica del encargado del aula de medios; en esta oportunidad se in-vitó a los padres de familia y maestros a que participaran en los cursos vespertinos que se impartirían por el personal del equipo Vasconcelos; en ellos tuvimos la visita distinguida de la maestra Consuelo Pérez Saldaña, responsable del seguimiento a las aulas de medios en el Estado de Veracruz, y a la Lic. Noemí Ángeles, representante de CDI México. Del 15 al 26 de junio del 2009, hubo una tercera visita de Vasconcelos para seguir con la capacitación, esta vez con los compañeros Juan Antonio Aguilar Castillo y el Lic. Marcos Ro-berto García Córdova para dar seguimiento y fortalecer los co-nocimientos del responsable del aula de medios. Se revisaron los sistemas operativos, se hicieron adecuaciones a los equipos para un mejor funcionamiento y se trabajó con grupos representativos de cada grado para continuar con la técnica de la enseñanza de los conocimientos informáticos y cómo unir en condiciones presen-tables el cableado de los equipos. A partir de esa fecha, me quedé como responsable del aula de medios, trabajando con los alumnos de la Institución sólo en los inicios, esto porque no hubo mucha respuesta por parte del personal docente de la misma, ya que consideraban al aula como si no estuviera contemplada dentro de los programas de estudio y dejaban participar a los alumnos pero

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sólo de manera esporádica. El 24 de junio, a través de la Lic. María del Carmen Marañón, CDI realizó otra visita para continuar con el “Curso inicial de formación para educadores y coordinadores de CDI Comunidad”, también para supervisar y dar seguimiento a las labores realizadas dentro del aula de medios. El 26 y 27 de julio, nuevamente nos visita la Lic. Marañón, para continuar con el curso de formación para educadores, también en esta misma fecha nos visita el Ing. Federico Olguín, informático de CDI para verificar los conocimientos del responsable del aula de medios, para repasar todos los contenidos con el fin de aclarar dudas en cuanto al mantenimiento preventivo y correctivo, y, además, todo lo relacionado a la paquetería de Office 2007 e instalación de programas. En el mes de julio y agosto, tuvimos la participación del pú-blico en general interesados en tomar un curso de computación. Se inscribieron 6 personas y con ellas aproveché para poner en práctica lo aprendido en los cursos recibidos. Durante ese periodo se transmitió un spot de radio, invitando a un curso de verano pro-movido por la Secretaría de Educación bajo el proyecto “Escuela Siempre Abierta”. En este curso la inscripción general fue de 120 alumnos de 8 a 12 años mismos que fueron atendidos por cuatro docentes mientras que en el horario de práctica en el aula de me-dios fue de 11 a 12 del día, fueron atendidos por el responsable del aula. El curso se basó principalmente en “usa el ratón” y usa el teclado”, y los pipos. El 28 y 29 de agosto, nos visitan de nueva cuenta la Lic. Ma-rañón y el Ing. Federico Olguín para dar seguimiento al curso de formación para educadores y verificar las instalaciones, un repaso de Power Point y Excel, y además, la instalación de sistemas ope-rativos así como también la aclaración de todas las dudas posibles con relación al mantenimiento de equipos, también la informa-ción de cómo sería el seguimiento de los cursos en línea. Fue hasta que el mes de agosto del 2009, con el inicio del

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nuevo periodo escolar que por acuerdo del consejo escolar y el director de la escuela “Telesecundaria Leyes de Reforma”, se de-terminó que los alumnos participarían en las clases de cómputo, calificando las materias como “Tecnológicas”, y dado que el programa, impulsado por Únete, CDI y Vasconcelos tenía el ob-jetivo de crear una concientización social sobre algunos temas relevantes de convivencia, a la par que un aprendizaje del uso de las tecnologías informáticas, se acordó que también se calificaría en la asignatura de “Educación Cívica y Ética”. Para lograr una conducta positiva en nuestros educandos, tras lograr ese acuerdo, el personal docente, la dirección de la escuela y el responsable de aula de medios se pusieron a trabajar en lo que serían los horarios de clases, pues había que considerar que el número de equipos de computo era menor al de los alumnos y se llegó al acuerdo entonces, de trabajar con tres alumnos por equipo de cómputo. Así es como se iniciaron formalmente las actividades del “Aula de medios, Huayacocotla”. El primer día del mes de septiembre del año 2009, para integrar a los grupos vespertinos, se invitó a través de la radio comuni-taria “La Voz de los Campesinos” (que transmite en FM desde aquí en Huayacocotla), al público en general a participar de los cursos de computación; la inscripción fue de 38 adultos, pero con el paso del tiempo y argumentando falta de tiempo y cansancio después de su jornada de trabajo, la asistencia de éstos al aula de medios se volvió poco constante; aunque demuestran interés por aprender, de los inscritos, sólo 12 o 13 asisten una o dos veces por semana y, los demás asisten sólo cuando disponen de tiempo, que pueden ser desde dos a tres horas de permanencia en el aula de vez en cuando. Quienes sí reclaman su hora de cómputo son los alumnos de la Institución. Debido a las experiencias que he obtenido dentro del aula de medios, son las actividades que desde un inicio se realizan, como el uso del software “usa el ratón” y “usa el tecla-do” las que les han ayudado a progresar sus habilidades manuales

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en el manejo de dichos periféricos; así mismo hemos tenido un gran avance a la fecha con el procesador de textos, Power Point y Paint, lo cual ha dado a los alumnos instrumentos para el de-sarrollo de sus presentaciones en el aula escolar; han aprendido también el manejo del Movie Maker con todas sus herramientas y actualmente estamos trabajando en el manejo del Publisher para la elaboración de trípticos. Dentro de los proyectos realizados con la participación de los alumnos y como parte del fortalecimiento de los valores cí-vicos, la higiene y embellecimiento de nuestro entorno escolar se han tomado como proyectos iniciales del aula de medios; por tal motivo nos hemos dado a la tarea de mantener limpia nuestra área escolar, pintar algunas paredes deterioradas, colocar adoquín en otras, sembrar arbolitos, pintar nuestras canchas, pintar y co-locar botes de basura, hacer arreglos a nuestra cerca perimetral, mantener limpios de basura nuestras aulas y además, crear con-ciencia sobre las consecuencias del calentamiento global y cómo podemos ayudar a evitarlo, sobre todo cómo conservar nuestros bosques. Hay que aclarar que en nuestros trabajos de investigación, Internet ha sido una herramienta de mucha utilidad, aunque la-mentablemente, trabajábamos con muchas páginas bloqueadas que no nos permitían ver videos sobre los temas que estábamos tratando; sin embargo, buscamos lograr nuestro objetivo y en esto los alumnos pusieron mucho de su parte. El 24 de octubre se realiza la visita ordinaria de la Lic. Mara-ñón para continuar el Curso de Formación y ver los resultados de la participación en línea. Durante los días 4, 5 y 6 de noviembre fuimos convocados por CDI para participar en un curso en la ciudad de México, donde se nos enseñó por parte del Ing. Federico Olguín, el uso del Movie Maker, la edición de imágenes con el software “libre” Inkscape, el procesamiento de sonido a través del software “libre” Audaci-ty, la edición de video y edición de ambiente colaborativo Blog.

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Las visitas continuaron durante los meses de diciembre enero y febrero por parte de la Lic. Marañón, siempre en labores de super-visión y ampliando nuestro conocimiento con nuevos temas. El 14 de enero del 2010 fueron entregadas en la ciudad de Xa-lapa, 5 computadoras que faltaban del paquete de Únete a través de ILSE, mismas que ya han sido trasladadas a Huayacocotla y puestas en operación en el aula de medios, para beneplácito de los alumnos, usuarios diarios de esta aula. El aula de medios ha sido el espacio que necesitábamos para poder solucionar algunos de los problemas sociales que padecen los alumnos y padres de familia; nos ha permitido ver el daño que ocasiona la desintegración y la falta de muestras de cariño en el seno familiar, ha permitido detectar y en cierto modo corregir conductas anómalas en los alumnos. Además de esto, entre todos los avances que el aula de medios nos ha permitido realizar, se encuentran las pláticas que han dado el personal médico y el de trabajo social para tratar asuntos relacionados con enfermedades de transmisión sexual, alcoholismo y drogadicción. En el mes de mayo iniciaron las actividades dentro del aula de medios con los alumnos de tercer grado: cuatro grupos de 30 alumnos cada uno (120 alumnos); los profesores se mostraron inicialmente renuentes al horario dentro de clases ordinarias de la Institución, no manifestaban interés ya que la materia de infor-mática no estaba contemplada dentro del programa de estudios; por otro lado, el Internet tenía varias páginas bloqueadas, lo que desmotivaba a los maestros, que no podían hacer uso del aula de medios para labores de investigación y en las ocasiones que pre-tendían buscar algunas páginas con su grupo, se mostraban con acceso denegado. Sin embargo, tras varias pláticas con el personal docente, el director de la escuela y el responsable del aula de medios, se de-terminó que para hacerlo viable se enfocara de alguna manera a una asignatura dentro del programa escolar, y, se acordó que se calificaría la participación del alumno en el aula de medios con

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la asignatura de “tecnológicas”; entonces fue cuando se empezó a organizar formalmente el horario de actividades del aula de me-dios para que participaran todos los grupos, sin embargo, se pre-sentaba otro problema. Solamente disponíamos de diez equipos de cómputo para cada grupo de 30 alumnos, se tomó entonces la decisión de acondicionar algunos equipos antiguos. Mientras que los equipos nuevos donados por Únete disponían de la paquetería de Office 2007, un sistema operativo Windows XP, y un número grande de software educativo,(disponen de un disco duro de 150 Gb de capacidad y 2 Gb de memoria Ram), a los equipos antiguos (4 en total) los hicimos trabajar con un sis-tema operativo Windows 2000, y Office 2003, y solamente dos software educativos: “usa el teclado” y “usa el ratón”, (su disco duro es de solamente 10 Gb en total y su memoria Ram de 128 Mb); sin embargo, a pesar de estar los equipos un poco lentos, así estuvieron funcionando. El inicio formal con todos los alumnos y un horario estable-cido, comenzó en el mes de junio del año 2009, para ello hici-mos uso de un diseño elaborado por CDI Comunidad que nos proporcionó el material impreso, posteriormente y con el paso del tiempo, nos fuimos adecuando a las circunstancias de nuestro contexto y entorno social. Entonces comenzó la parte relevante del aula de medios, los muchachos, con base en sus conocimien-tos adquiridos dentro del aula y en el manejo de la paquetería de Office 2007 empezaron a hacer consultas en Encarta para resolver algunos problemas; como el de la basura, con el cual nació nues-tro primer proyecto: tomar fotografías de nuestro entorno escolar para ver en qué condiciones se encontraba y vimos que no existía en nosotros la cultura de poner la basura en su lugar; los alumnos y maestros llegamos al acuerdo de unir esfuerzos para crearnos el hábito de poner la basura en su lugar, comenzamos a investigar en el aula de medios cuáles eran los principales problemas que se generaban a partir de tirar la basura en el suelo. Los resultados que obtuvimos fueron que había coladeras en las calles tapadas

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por residuos plásticos de refrescos y bolsas entre otros, este tema nos llevó a otro que fue el de la contaminación ambiental y este a su vez nos llevó a otro: el calentamiento global. Nació entonces en los alumnos el deseo de seguir investigando y, en vista de que estuvieron bloqueadas un gran número de pági-nas en Internet, recurrimos a la Enciclopedia Encarta y a la inves-tigación complementaria en los “cibercafés” de la localidad para tratar estos asuntos con mayor amplitud en el aula de medios; con la información obtenida, los alumnos tuvieron la oportunidad de hacer uso del Power Point, así como las herramientas del Movie Maker y hacer sus presentaciones: sus puntos de vista presenta-dos gráficamente, que en su momento pasaban a exponer a sus compañeros dentro del aula de medios. En cuanto a la aplicación física de lo aprendido en el aula de medios, los alumnos propusieron conseguir recipientes para basura, acondicionarlos si eran de cartón de una manera vistosa para llamar la atención y otros en cubetas metálicas y de plástico; los alumnos, aprovechando esta ocasión para tocar otro tema que fue el embellecimiento de nuestra escuela, propusieron además que en el horario correspondiente a educación física, un grupo de jóvenes se dedicara a pintar nuestra plaza cívica y reparar la cerca perimetral y a embellecer los patios. Los alumnos sembra-ron arbolitos que fueron donados por un vivero forestal cercano, consiguieron cubetas, las pintaron, forraron cajas de cartón, todo con el propósito de tener recipientes de basura en los patios.

Continuará...

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Esta es una publicación mensual sin fines de lucro, de la Secre-taria de Educación de Veracruz y del Programa Vasconcelos.

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