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La mujer que habla con el mar Entrevista a Laura Azcurra La siesta tecnológica Adolescencia, el momento de crecer

Revista VALE N°4

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• LA MUJER QUE HABLA CON EL MARUna historia de superación y de extrema conexión con el universo • YO AMO MI PLAYALa Fundación Surfrider en la tarea de cuidar nuestro medio acuático• YOGA, TAMBIÉN SOBRE LA ARENALos beneficios del Yoga en vacaciones• TODOS SOMOS CREADORES, MAGOS, DIOSDos vecinos de Valeria dan vida a piezas de orfebrería • LA SIESTA TECNOLÓGICA ¿Durante cuánto tiempo sos capaz de dejar de lado la compu?

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La mujer que habla con el mar

Entrevista a Laura Azcurra

La siesta tecnológica

Adolescencia, el momento de crecer

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E d i t o r i a lEn este momento estoy terminando de armar los pliegos, cerrando

los diseños de los ultimos avisos, corrigiendo notas o persiguiendo algún famoso que veranea en nuestros lares. Y en medio de tanta acción busco

un espacio de silencio desde donde poder escribir este editorial. Les cuento esto porque cuando lo hago me gusta imaginarme

que mientras escribo y ustedes leen, nos estamos mirando a los ojos.

La realización de esta revista es para mí una gran satisfacción y disfrute. Siento que tengo una inmensa oportunidad al poder compartir y difundir

aquellos temas que considero nos aportan una sustancia, un espacio y que resuenan con el espíritu de la nueva era.

La era donde las bolsas de valores del mundo dejaron de ser el Dow Jones, el Merval o el Bovespa, es hora de que las paredes caigan entre las culturas

y las personas, que nos demos cuenta que somos una gran familia y unirnos en un espíritu de celebración, de compasión, de servicio y de Amor.

Una era donde se sale a la calle como los indignados de todo el mundo, pero ya sin violencia. La era donde los voluntarios de las ONG podrían formar un país y de a poco están transformando la realidad de millones de personas.

En este número charlamos con la actriz Laura Azcurra, que nos cuenta sobre sus vacaciones y sus proyectos laborales. Entrevistamos a quienes lle-

van adelante el Centro Cultural “El Colectivo” en Valeria del Mar. Conversamos con dos orfebres que nos cuentan sobre su arte y su pasión por

crear, rodeados de naturaleza. Y con la espectacular María Ines Mato, una gran nadadora que le hizo frente a la adversidad, y que fue mucho más allá.

No les cuento más. Pasen, lean, disfruten de una lectura ingenua pero escrita desde el corazón.

Maxi Gómez Oromí.

Staff Editor: Maximiliano Gómez Oromí

Diseño Gráfico e idea: IMÁN comunicación & diseñ[email protected]

Contenidos Periodísticos: Uriel BedermanRoxana MiguelLucia SalinasFlorencia RossiMaximiliano Gómez Oromí

Colaboradores:Viviana ReyHoracio Grela

Foto de Tapa:Florencia Rossi

Contacto Comercial: [email protected]

Revista Vale en la WEB:www.valeriadelmar.com

Declarado de interés turísticopor la Secretaría de Turismo de la Municipalidad de Pinamar

S u m a r i o

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“Por los mares” es el primer disco de canciones de Sofía Escardó, quien ya tenía en su haber un disco con el trío de instrumentos no convenciona-les “Sin cataforesis”. Con doce canciones, diez escritas por ella, una de Leonard Cohen y

una canción tradicional norteamericana. Según palabras de Diego Fischerman, de Página/12 “en la mayoría de las piezas hay un paisaje imaginario- e imaginativo- en que reina una suerte de extrañeza a perpetuidad….los arreglos colaboran con la belleza final de estas canciones que plas-man uno de los lenguajes más agradeciblemente sorpren-dentes de los últimos tiempos”.El disco puede conseguirse a través del s it io web : www.sitemusic .com.ar

Haruki Murakami - 1Q84

En japonés, la letra “Q” y el número “9” son homófo-nos, ambos se pronuncian “kyu”, de manera que 1Q84 es, sin serlo, 1984.

1Q84 es un compendio del mejor Murakami: una ima-ginación portentosa teñida de un delicado sentido del humor; personajes solita-rios y heridos pero impul-sados por anhelos univer-sales; y ambientes enra-

VALERIA CORREDomingo 12 de febrero de 2012, 18.30 hsPlaza de las Américas, Bathurst y SpiroDistancia: 7 km. INSCRIPCIÓN PREVIA: Restaurante IL COMMENDATORE, 50 $ MAYORES ( incluye remera técnica) 20 $ INFANTILES.E L R E C O R R I D O C O M P R E N D E C A L L E SD E T I E R R A , A S FA LT O Y P L AYA . Más información: http://www.aampi.org/

La cocina de El Chanquete ya es una tradición en Valeria para quienes nos gusta la buena comida. Son recomendables entre los entrantes las frituras de rabas, calamaretis o cornalitos. Vale destacar entre los principales las cazuelas, y la paella es única en

todo el partido de Pinamar. Los deli-ciosos platos de pescado son prepa-rados por su dueño, Carlos, con una mano maestra de años de experien-cia. También se destacan las carnes y pastas. Entre los postres, no hay que perderse el panqueque de manzana quemado al rhum. Muy completa la carta de vinos, con amplia variedad de bodegas.

Martes 24 de enero, elección MISS PINAMAR. Hay tiempo para inscribirsehasta el 19 de enero de 2012, ¡Anotate para el Scouting! www.misspinamar.com.ar

recidos, cargados de una sensualidad y una violencia de turbadora belleza. Y, de fondo, el ruido del desmo-ronamiento de los sueños

e ilusiones de los años se-senta, entre cuyos escom-bros Murakami escarba con orwelliana precisión.

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¿Qué hay de nuevo en Valeria?

Loteo con vistas a la Laguna

El verde de la naturaleza también dice presente en la propuesta de Laguna Escondida. Este nuevo oasis de agua y verde goza de la particularidad de estar rodea-das por la Reserva de Valeria del Mar. Su ubicación pri-vilegiada otorga una esencia única al proyecto, y regala la posibilidad de disfrutar de la nutrida vegetación de la zona. Linderas al futuro Laguna Escondida Resort & Spa, un complejo 5 estrellas que dentro de sus 33 hec-táreas contará, como principal atractivo, con una serie de lagunas que surgen rodeadas de bosque. Laguna Escondida se encuentra ubicada a pocos metros de la avenida Tomás Espora, que conecta con el centro de

Valeria del Mar, y de Cariló. Laguna Escondida resume categoría e intimidad, en un marco de azules y verdes que pintan un paisaje único.

Pura Naturaleza en Valeria del Mar

Tragos y música en vivo.

Un Bar con mucha onda llegó para alegrar las tardes y las noches. Con ideas y diseño renovados, Draco nos invita a probar sus li-cuados, tostados y demás delicatessen post playa. Y a medida que se va poniendo el sol, sube el volumen y bandas en vivo van alternando música Reggae, Hip-Hop y otros ritmos, mientras dis-frutamos de los espectaculares tragos y licuados preparados por Mila, una de las socias del Bar. Llegó el momento de disfrutar!!

Cada vez más espacio para los mas pequeños.

Esta temporada el Apart Playa Serena inaugura un espacio exclusivo para los más chicos, donde estarán contenidos y entretenidos por un equipo especial-mente dedicado a generar un momento de diversión, recreación y arte. Siguiendo esta tendencia cada vez son más los Aparts Hoteles en Valeria que cuentan con estos servicios.

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“De la comunidad para la comunidad”

Sociedad

Estamos invitados a ser parte de un espacio donde prima el deseo, el aprendizaje y también el empuje. Hablamos con los organizadores de un proyecto Colectivo que ofrece actividades gratuitas para la comunidad de Pinamar.

Lyons y Misiones son las coordenadas precisas del edificio donde funciona la Sociedad de Fomento de Ostende. Alguna vez oí decir que “a los lugares los hacen las personas”; una máxima que se vuelve evidente en este espacio, mucho más que cemento, mucho más que puro concreto. En su interior, un grupo de hom-bres y mujeres conforman el Centro Cultural Colectivo, el el cual desde hace un tiempo viene desarrollando múlti-ples actividades. El plan de talleres, cursos y demás acti-vidades abiertos al público vibra de la mano de personas provenientes de diversos ámbitos: algunos son abogados, otros maestros y también hay vecinos del barrio inquietos por hacer de la cultura y la interacción un refugio, y que se animan a conducir este transporte al cual todos estamos invitados a subir.

Todos los jueves se reúnen para escucharse, votar ideas, buscarle la vuelta a sus inquietudes y por fin, con un par de conclusiones en carpeta, dar rienda suelta a un mundo de posibilidades que se concretan con la intensión, la voluntad y la puesta en marcha. Así nació el Centro Cul-tural Colectivo. “Éramos un grupo de amigos y otros no nos conocíamos. Pero teníamos, ya, mucha identificación común”, le cuenta a VALE Piky Lamarque, un abogado que ingresó por la puerta de la Sociedad de Fomento y, de un segundo a otro, se quedó allí a formar un centro cultural. “Tenía que ir por unos temas jurídicos ajenos al proyecto, y me encontré con gente dando talleres”, nos cuenta.

Dice que por “algo mágico” pasó de un tema al otro, y la razón de su acercamiento inicial quedó relegada frente a la potencia de un proyecto que hoy le involucra y apasiona, según se puede advertir en sus palabras. Desde el inicio colabora y participa de cada uno de los emprendi-

mientos que hacen posible que funcione aquel colec-

tivo, y que hoy lo cuenta entre sus integrantes como vicepresidente. Esto demuestra que las convocatorias multitu-dinarias y el apoyo de grandes empresas no

son condición necesaria para que los sueños e ideales tomen forma y

y comiencen a dar frutos. Y que además, la voluntad de corazón y espíritu son los motores principales para que los proyectos salgan a la luz.

Los integrantes del proyecto no se restringen a su campo profesional, sino que además ponen el cuerpo y salen a caminar por las calles de Pinamar para buscar apoyo entre los pobladores. Aseguran que todo el año pasado trabajaron mu-cho en conformar un grupo estable, y dicen que “en ese círculo hay una energía que es increíble, hay muy buena gente”.

Nos dicen que salen a caminar las calles del barrio. Con las manos llenas de planes tocan el timbre de sus veci-nos contándoles el sueño que están llevando a cabo, con-fiando en el boca en boca, en el cara a cara como la moneda de cambio para financiar los sueños. Y a la pregunta obliga-da, responden con orgullo: “Sí, funciona. Hay gente que asu-me un grado de compromiso, que se toma su tiempo para realizar un proyecto, proponerlo, buscar la publicidad, hacer logos, llevarlos a la imprentas. Esas personas son las que to-man este emprendimiento como un trabajo diario”.

La primer ayuda que recibieron fue de la Sociedad de Fomento Amigos de Ostende al compartirles en el invier-no de 2010 el espacio necesario para que puedan llevar a cabo las actividades. Hoy, ya conformados como una Asocia-ción Civil sin fines de lucro, tienen sus puertas abiertas para que cualquiera pueda participar de forma gratuita en distin-tas propuestas socio-culturales como talleres de serigrafía,

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guitarra, iniciación al circo, flamenco, yoga integral y hatha yoga, taller de apoyo escolar y servicio de asesoría legal, además de proyectar películas en una sala de cine que se monta sobre el escenario de eventos.

No se trata de un grupo cerrado, eso está claro, sino que la convocatoria es abierta y constante: todo aquel que lo desee puede ser parte de este colectivo. Para participar no hay que llenar formularios ni aplicar con requisitos, sólo prima el deseo. Pueden acercarse quienes quieran compartir sus conocimientos como también aquellos que deseen ayu-dar en un evento en particular.

“A los lugares los hacen las personas”, por supues-to. Y también, en parte, a sus propios destinos. Basta con dar un paseo por la galería de fotografías de la página web del Centro Cultural (cccolectivo.com.ar) para darse cuenta de cuál es el verdadero sentido del proyecto. “Lo que queremos es reflotar la cultura como base de la sociedad, cambiar la forma de vivir de manera urgente. Que la gente se compro-meta con la cultura y con las actividades relacionadas con ella, porque de ella estamos hechos,”, concluye Piky.

Hoy, con la personería jurídica en trámite, tienen proyectos de instalar un horno para empezar los talleres de cerámica, un nuevo curso de alfabetización, otro de narra-ción literaria y unos cuantos eventos de murga y circo para el verano como el que llevaron a Valeria del Mar el año pasa-do.

El Centro Cultural Colectivo avanza por buen cami-no y a todo motor. Alrededor, la ciudad saluda con los brazos en alto, levanta la mano en cada parada y sonríe por esta gran iniciativa.

Roxana Miguel

Estos son los nombres y apellidos de quienes

hacen día a día el Centro Cultural Colectivo:

Presidente: Demián Lavenas.

Vicepresidente: Alberto María Lamarque.

Secretaria: Silvana Migueles.

Tesorero: Juan Vidauli.

Vocales: Fernando Rusilla, Vanesa Mora,

Maximiliano Fierro, Norberto Fischer.

Órgano de fiscalización: Leonardo Cáceres,

Sabrina Reyes, Derek Stabler, Carlos Droguet.

Para participar e informarte podés dirigirte a la Socie-dad de Fomento “Amigos de Ostende” los jueves a las 21 hs. Misiones y Llyons. Tel. 481083. O entrá en cccolectivo.com.ar

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De Rusia a Valeria

Hace muy poco tiempo nos enteramos que Igor y Nicolás, ami-gos y lectores de VALE, viajaban hacia el otoño ruso. Nos pareció una gran oportunidad para que nuestra revista salga de recorrida por el mundo, co-nozca otras estaciones y nuevas are-nas. Fue entonces que las hojas de nuestra publicación se metieron en sus valijas, entre sus ropas, sus pasa-portes y sus libros. - Próximo destino: Rusia.

Cada semana lle-gaban a nuestra casilla de email noticias de los viaje-ros. Aprovechamos para sa-ber acerca de sus aventuras y destinos, para que la tapa de VALE se luzca en la Pla-za Roja de Moscú; y sobre todo para contar un viaje distinto: el emprendido por Igor, un ruso enamo-rado de los encantos de Valeria del Mar, tanto que proyecta echar raíces en esta ciudad a orillas del Atlántico.

La historia y la geo-grafía de Igor nos trasladan a la frontera natural entre Asia y Europa, a una ciudad agrícola rodeada de bos-ques ubicada al sur de los montes Urales, muy lejos de las tierras gauchas e inclu-so a muchos kilómetros del centro neurálgico del país más extenso del mundo, la imponente Moscú. Hace aproximadamente quince

años conoció la Argentina; el encanto de nuestros paisajes y tradiciones hi-cieron que resuelva quedarse durante tres años - hasta el 2001- ejercitarse en el idioma español y serpentear las rutas de estos sures.

No han sido pocos los iti-nerarios argentinos de este hombre. Entre la Patagonia, las Cataratas del Iguazú, el paisaje salteño y las playas que van desde Mar del Plata hasta

Chubut, prefiere Valeria. Cada año Igor, quien en la actualidad reside en la tierra que le vio nacer; elige vaca-cionar en las playas valerienses, com-partir tiempo con amigos, disfrutar de la paz bajo las acacias, beber un buen vino y saborear las pastas que prepa-

ra el Tano, según dice, en uno de los balnearios que cuenta con un restaurante de menú típicamente ita-liano. Ya son más de siete temporadas en las cuales este ritual ineludible toma forma y el número de vi-sitantes crece a medida que se ensanchan familias propias y amigas. En Vale-ria del Mar, confiesa, “se genera algo especial en el alma”.

Mientras tanto, siguen lle-gando correos a nuestra casilla. Nos enteramos que Igor y Nicolás arri-ban a Sochi, el destino playero por excelencia de Rusia. Nos envían una

completísima galería de fotografías con paisajes fabulosos, Igor vistiendo la camiseta de la selección argentina en algún paraje ruso y una hermosa bitá-cora de viaje en la que nos cuentan acerca de una imagen en la que el mun-do se une a través de las aguas oceánicas. La me-táfora, veremos, se hace piel. Los amigos viajeros nos

Un lugarpara el almaMuchas veces quienes vienen de lugares remotos encuentran en las playas argentinas un paraíso y allí ponen su propio grano de arena junto al mar. Esta es la historia de Igor, un viajero ruso que construyó en Valeria del Mar un espacio al cual volver año tras año.

Igor y Nicolás en la Plaza Roja

Nicolás con integrantes del “ejercito rojo”

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cuentan que decidieron comprar sus propios lotes en Valeria del Mar. Igor, el ruso de los Urales, planea darle forma a su enamoramiento, instalán-dose definitivamente entre los pinos y los médanos de la ciudad costera, para disfrutar sin tantos kilómetros de por medio de los encantos de su lugar en el mundo. Aquel que se elige y que sólo los sueños, no los pasaportes, se animan a concretar.

www.valeriadelmar.comEl cosmos y la gente de Valeria del Mar festejan un nuevo espacio en la gran red. Hospedajes, salidas y recomendaciones, en un sitio donde podés hacer oir tu voz, además de escuchar la de otros amantes del Partido de Pinamar. Te invitamos a conocer nuestra versión 2.0.

Sonreímos porque el mundo gira y un nuevo verano alcanza nuestro hemisferio. Tiempo de sol y vacaciones, de relax y diversión; y también de VALE, la revista que en su cuarta edición vuelve a estar en tus manos, frente al mar. Pero además de su versión en pa-pel, nuestra publicación tiene un correlato en la Web y queremos contarte todas las novedades .

La versión 2.0 de valeriadelmar.com, sitio des-tacado por la Secretaría de Turismo de la Municipalidad de Pinamar, apunta fundamentalmente al diálogo, a la interacción y a la creación comunitaria. Además de po-der buscar hospedaje en nuestra amplia base de datos, organizar actividades como cabalgatas o una jornada de relax en un spa; podrás dejar tus propios comentarios y compartir recomendaciones. Por otra parte, quere-mos contarte que también apuntamos a la actualiza-ción periódica de contenidos. No nos contentamos con

ser una suerte de guía y es por ello que nos subimos a la ola de la Web para traer cada día nuevas infor-maciones, conte-nido para los valerienses locales y para los visitantes, y las temáticas que nos interesan para hacer de Valeria -y de nuestro mundo- un espacio cada día mejor.

También nos sumamos a la tendencia social y contamos con nuestro espacio en Facebook. Te invita-mos a visitar la evolución de www.valeriadelmar.com. ¡Los clics crecen de a miles! Leenos, leete, recomenda-nos y recomendá. ¡Hace correr la voz!Valeria también sonríe en la Web, todo el año.

MGOIgor en la playa de Sochi

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V: - ¿Cuáles son los hechos que hacen que confíen más en ustedes mismas?, ¿qué cosas hacen que se sientan me-jor? Por ejemplo, aprobar un examen, que alguien diga que las quiere...

Carolina: -No sé si el hecho de aprobar un examen, más que nada para mí el poder entender las cosas, a tal pun-to de también poder enseñarlo a alguien más. Me jacto del modo en que puedo superarme y eso me da confian-za en poder hacer más que eso. Poder hacer cosas más importantes. Siempre se siente bien cuando te dicen que te quieren, el hecho de que las cosas que vos haces por alguien sean valoradas no tiene precio. Es hermoso poder ser de ayuda a alguien, poder compartir cosas con alguien, y que ese alguien te tenga la confianza para compartirte cosas también. A mí me completa, me encanta.

Nora: -Aprobar un examen o hacer bien alguna tarea hace que me suba la autoestima. Eso me da más ganas de es-tudiar. Que la gente me quiera o no, no es algo que hace que confíe tanto, ya que no todos son sinceros, pero cuan-do noto que realmente me quieren, o no me mienten, me hace sentir super bien. Que alguien esté pendiente de mí, o que me regale algo, por más mínimo que sea, es como

Es un momento de la vida en el cual estallan las posibilidades, abrimos las puertas a todo aquello que fuimos experimentando, lo desparramamos por el piso, para poder hacer una nueva configu-ración, diferenciándonos de nuestros padres y de los esquemas conocidos. Charlamos con chicas adolescentes de distintas edades, para saber qué piensan, qué sienten y cómo se ven a sí mismas y a los demás, en esta etapa difícil y movilizante, pero también llena de expectativas e ilusiones.

Adolescencia, una oportunidad para crecer y renovar la confianza en los vínculos personales.

Vínculos

crecimiento decisiones amor

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que siento que se acuerdan de mí, y eso está bueno.

Lili: -Lo que hace que confíe más en mí misma puede ser que después de tanto esfuerzo logre la meta que me había trazado, eso es algo que hace que me suba la autoestima. También cuando ayudo a algún familiar, a algún amigo, por que me hace sentir importante. Las cosas que hacen que me sienta mejor pueden ser: Estar con las personas que quiero, saber que hice algo bien, por ejemplo en la escue-la, ayudar a alguien.

Flor: -Que me digan cosas lindas, que me puedan hacer sentir segura, como decirme “linda, tierna, me encanta como sos, pasar tiempo con vos “y cosas así, y esas mis-mas cosas que me hacen sentir segura también me hacen sentir mejor, como también sentirme útil para cosas, ayu-dar a gente, a amigos, familia.

V: - ¿Cómo creen que se puede ir más allá de la pura

imagen exterior? ¿Cómo valoran los chicos y chicas de tu edad los aspectos que van más allá de un peinado, de la ropa...?

Lili: -Se puede ir mas allá conociendo a la gente, por-que uno puede ver a alguien y pensar que es de un modo, pero cuando lo conocés realmente te das cuenta de que no todos son lo que aparentan. Con la sinceridad pasa lo mismo. Porque siendo sincero con alguien llegás mucho más lejos de lo que los otros pueden llegar. Las cosas que al principio se notan más son esas, los pei-nados, la ropa, el estilo, el maquillaje. Personal-mente valoro mucho la sinceridad, odio la gente falsa, siempre me pare-ció mejor que te lastimen con la verdad y no que te hagan feliz con mentiras.

crecimiento decisiones amor

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Flor: -Podríamos dejar de juntarnos por gustos musicales y culturales, y podríamos empezar a conocer a la persona antes de juzgarla. Para mi los chicos y chicas de ahora no valoran mucho las cosas que van mas allá de lo físico, vesti-menta y eso, se perdió muchísimo el interés por como sos como persona, porque ahora los chicos solamente quieren un rato y nada más, casi nadie te toma en serio y lo que noto mucho también es que los chicos y las chicas piensan que son todos iguales, que nadie vale la pena.

- V: ¿Pueden nombrar cualidades “no visibles” que vayan en sintonía con la belleza? En lo particular creo que una persona inteligente es bella, que las personas buenas son más lindas.

Nora: -Una persona es linda al ser buena, al ocuparse de los demás, cuando es confiable, te hace reir, hay muchas cosas que no son visibles, que se pueden tomar en cuenta, porque es más importante que la belleza exterior. Poder ser amable, mantener los valores con los que tu familia te educó, lo que te enseñaron...

Caro: -Yo digo que una persona es linda, no por lo físico, sino por su forma de ser, si es suelta, simpática, sabe reir, Me encanta que me hagan reir, es algo que me parece hermoso. La simpatía suma mucho últimamente. También que te demuestren cariño. La amabilidad es una virtud en las personas también. El hecho de que se interesen por otros. También el que sean abiertos a conocer, que no sean prejuiciosos.

Flor: Sí obvio, la gente inteligente, buena, cariñosa, con sentimientos lindos, es mucho más linda que una persona fría, con malos pensamientos y con sentimientos que las-timan a las demás personas, o con actitudes egocéntricas o egoístas.

La adolescencia es una palabra , cargada de sen-saciones parecidas a las de un terremoto... es común es-cuchar decir “socorro, mi hijo entró en la adolescencia!!!”. Cada vez más, en nuestro medio socio cultural, parece que la adolescencia trae algo terrible, para lo cual debemos prepararnos. Y que a los que comienzan “su adolescencia” les espera un caos que no sabemos si serán capaces de atravesar.

Sin embargo, si co-rremos el peso de esa palabra-etiqueta, pode-mos encontrar que nues-tros hijos son personas que están creciendo, que

sienten que su mundo más intimo está cambiando; que se cuestionan sobre la realidad en la que viven, que co-mienzan a sentirse de a poco, parte activa y creadora de esa realidad. Esas personas que hasta hace poquito eran sin lugar a dudas “nuestros” hijos, se convierten en due-ños de sí mismos, tomando decisiones, haciendo cosas que nos resultan desconocidas, desconcertantes, y están tratando de comprender este mundo tan complejo, y al mismo tiempo, crearlo aportando a lo conocido la nove-dad de su ser.

Leyendo los testimonios que las chicas compar-tieron, encontré vivencias que no están lejos de lo que un adulto puede sentir: el deseo de conocer, de que no nos prejuzguen, de crear relaciones sinceras, de poder te-ner una meta y alegrarnos cuando la cumplimos; de com-partir lo que sabemos, de ayudar a otros; que se respeten nuestras necesidades, alejándonos de lo que nos hace mal, acercándonos a lo que nos hace bien; sentir confian-za en uno mismo y en los otros. ¿Qué adulto no siente esto también? Y si lo hemos olvidado, el crecimiento de nuestros hijos nos invita a recordar.

Esta revolución vital, es un acontecimiento “relacional” que trae la oportunidad de crear nuevos mo-dos de contactos, mostrándonos también como personas que estamos aprendiendo a ser padres , con miedo de verlos volar, y con deseo de confiar en que lo van a apren-der.

La confianza es una necesidad vital que se construye en relación y la adolescencia nos invita a recordarla y a rein-ventarla.

Nuestros hijos están creciendo, no se volvieron locos, es-tán buscando su espacio en un mundo complejo, trayén-donos sin intención, la posibilidad de ser más sinceros, de repreguntarnos nuestro lugar en el mundo y de recordar aquello que es esencial para crecer como seres humanos: el contacto real, el afecto, y la confianza que da el relacio-narnos de persona a persona.

Lic. Viviana ReyPsicóloga

Viviana es Terapeuta desde el Acercamiento Centrado en la Persona, miembro de Asociación Casabierta. Para co-nocer la Asocición escriba a: [email protected]

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Dicen que al acercar un cara-col al oído es posible sentir el arrullo de las olas. En un movimiento similar, al aproximarse a esta mujer uno es capaz de advertir ciertas propiedades del agua, sobre todo en sus ojos. Los invito a mirarla: Ella es María Inés Mato, lleva una cabellera abultada y tiene cuerpo robusto, viste un panta-lón de jean y una camisa cuando dicta clases de Semiótica en la Universidad. Pero cuando mantiene conversaciones con las aguas, envuelve su pelo en una gorra, usa traje de baño y antiparras; y algo en su rostro cambia.

Cuando pienso en ella la ima-gino moviéndose como un pez y dibu-jo en mi mente una imagen apacible a pesar del frío brutal que la circunda. Dice que esas son suficientes razones para ser feliz, incluso ante las adversi-dades que pueden surgir en el camino. Y ella conoce la adversidad.

María Inés comenzó reali-zando ejercicios en el agua a sus cortos seis años de edad como un método de rehabilitación luego de un accidente que sufrió a los cuatro, en el cual per-dió parte de su pierna derecha. Esta falta, aún en la actualidad, le genera cierta dificultad al andar. Para María Inés esto no fue un impedimento para atravesar el Canal de la Mancha, el Nilo, el Canal de Beagle y el estrecho Belt en Dinamarca, entre otros. Inclu-so su nombre aparece en el libro de Guinness de los Récords Mundiales, décadas después de aquel accidente. Cuando le consultan por aquel infor-tunio, ella responde sin espacio para el rencor o la conmiseración. De su boca: “El hecho de que algo falte no significa que uno no sea una totali-dad. Ser una totalidad implica serlo de cuerpo, mente y espíritu. Yo nado con todo, no sólo con todo mi ser, sino con todo el espacio que puedo abra-zar… Que me falte una pierna no es

condición de imposibilidad”. La mujer que abrazó las aguas más frías de la tierra superando las di-ficultades de aquellos propósitos, pa-rece revivir sus experiencias cada vez que las cuenta. Suele sostener que la imaginación y el deseo siempre fueron para ella más poderosos que la planifi-cación esquemática.

María Inés no anota ítems en una lista, María Inés desea, sueña y luego concreta.

Vale detenerse en la impor-tancia que ella le otorga al poder de la mente. Mediante el control de la respiración y empleando técnicas de meditación, Mato realizó travesías que zanjaron su vida y que, asimismo, sien-tan un precedente de lucha para quie-nes procuran superar sus miedos e imposibilidades. Su objetivo nunca fue ganar una competencia ni ser la mejor nadadora, sino encontrar los secretos

La mujer que habla con el mar

Cruzó el Canal de la Mancha, el de Beagle, el Nilo y nadó en las heladas aguas antár-ticas, cerca de las Islas Malvinas. María Inés onfiesa que cuando lo hace dialoga con la naturaleza, que oye su voz, su pa-sado. Una historia de superación y de ex-trema conexión con el universo.

María Inés Mato

Glaciar Perito Moreno, Lago Argentino, El Calafate . Foto: Alberto “Carpo” Cortés

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de las sábanas azules, sumergiéndose en espacios del mundo donde la misma naturaleza pone a prueba sus fuerzas.

Fue así como en el 1997 de-cidió zambullirse por primera vez en aguas abiertas, y en el 2001 en anclajes muy fríos, soportando temperaturas que iban de los 7 grados centígrados a los 0,5. Nadó por el glaciar Moreno, en el Ventisquero Negro del Cerro Tro-nador, en el Lago del Desierto y en las aguas del Parque Nacional Marítimo Monte León en la provincia de Santa Cruz. Como si esto pareciera poco, en el 2006 se lanzó sobre las aguas de la Antártida y en el 2008 atravesó el golfo de San Carlos en las Islas Malvinas.

La protagonista de esta nota no fue la única en sumergirse en aguas frías. Algunos lo hicieron acompañados de embarcaciones con médicos, segui-dores e incluso prensa. María Inés sue-le hacerlo de la mano de un reducido equipo, que a veces incluyó músicos que hicieron sonar melodías tradicio-nales de cada anclaje. Pero María Inés

suele contar que también nada junto a seres que le hablan, le hacen preguntas y le enseñan el camino a seguir. Asegura que cuando nada procura oír las voces del agua, de la tierra. La historia ances-tral que ellas tienen para contar.

Se trata de un trabajo de vi-sualización, un método científicamente comprobado para aliviar enfermeda-des, el cual se vale de la relajación pro-funda para reducir malestares. María Inés prefiere llamarle “preparación mental. A mí me pasaban otras cosas en las visualizaciones que escapaban a la mera inducción. Personajes imagi-narios, aparecían”. Los relaciona a una serie de cartas que ella misma escribió a figuras que quería la acompañen du-rante el cruce; éstos eran Federico Fe-llini y el Subcomandante Marcos. “Les había escrito y a esos mismos textos los repetía en el agua como mantras para mantener la concentración”. Óiganle recitando sus mantras. Es así como las tormentas, una marea inesperada o el cansancio mismo eran borrados de una pincelada. Incluso, afirma que pudo

dialogar con el agua y con ciertos perso-najes que nadaban junto a ella, quienes oportunamente le ofrecían la energía necesaria para alcanzar un mejor rendi-miento.

“Lo que a mí me pasó fue escu-char hablar al agua”, suele decir. A ve-ces recuerda que en uno de los cruces sintió una voz que le preguntaba si los canales, los mares y los ríos separan o, contrariamente, son lazos de unión. To-dos ellos unen al mundo. Esas mismas aguas fueron las que en una ocasión, en medio de una tormenta, sosegaron su enojo diciéndole que le quitaban el viento y las olas para que pueda conti-nuar.

Volvemos a mirar a María Inés: el agua la envuelve como un vien-tre materno, la protege. Ella dice que antes de meterse al agua le pide permi-so para que la deje nadar. Este parece ser su pase, su ticket hacia la felicidad. La miramos: se le ve feliz cuando piensa en el agua.

LUCÍA SALINAS

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El hogar como representación de la familia

Esta será más una historia que un artículo, to-mará la forma de una crónica y querré contarla como si en una sobremesa me preguntasen acerca de aquella entre-vista que se convirtió en un diálogo. Pondré mis manos en el segundo párrafo y empezaré sin el ánimo de seguir las normas periodísticas que he aprendido. Ustedes sabrán entender.

Mi idea inicial cuando marqué el número telefónico Manuel “Lolo” Lamarque, era establecer una entrevista cuyo eje girase sobre el concepto englobado bajo el término “eco-casas”, es decir, viviendas edificadas con materiales reciclables, las cuales anidan en su esencia una elocuente conciencia ecológica. Aquel era mi concepto a priori, alimentado por lecturas previas al diálogo y, antes que ello, por la evidente asociación de palabras.

Sabía que el hombre es arquitecto, que montó un estudio en Valeria del Mar junto a su socio y que ambos son hombres duchos en esta modalidad. Por otra parte, también sabía que las viviendas ecológicas no son una novedad en el mundo: Ya en los últimos años, no es cosa de unos pocos estar a tono con el deseo y la necesidad de cuidar el planeta y para ello, con un refrán que encaja al dedillo, “lo mejor es comenzar por casa”.

El furor eco-friendly echó luz sobre los productos y las actitudes ecológicas; así es como muchos comenzamos a conocer de qué se habla cuando se hace referencia a las eco-bolsas, a las lámparas de bajo consumo, a la recolección de plásticos o aceites, al reciclaje de materiales y hasta a la tendencia de vivir en casas que cumplan con un contrato ecológico socialmente implícito.

Mientras aguardaba oyendo los repetidos tonos del teléfono, repasaba un listado de preguntas que tenía en mi libreta, y cuyas posteriores respuestas completarían un

Una entrevista con Manuel Lamarque, un servidor de la construcción, transmuta en una conversación profunda. A la hora de construir un lugar para vivir, la moda y el mercado quedan relegados, para dar espacio a las ilusiones y al vínculo estrecho entre las personas.

Construcciones sociales y ecológicas

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Mactra, Casas de Playa.

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artículo en el cual la actitud ecológica sería protagonista. De esta forma encaré la conversación con mi lapicera preparada para anotar los temas más importantes, datos estadísticos, nombres de materiales adecuados y muchos etcéteras.

A poco de iniciar la conversación el esquemático listado de preguntas pasó a segundo plano. Manuel comenzó explicándome con mucha claridad qué significa hacer una casa de estas características particulares. Es verdad que es arquitecto porque es la carrera que estudió en Mar del Plata, aunque él expresó una preferencia: que lo llame “servidor de la construcción” porque lo que

hace, según sus palabras, es brindar un servicio, ni más ni menos. Lo primero que me cuenta es que ya realizó una serie de eco-casas en Valeria del Mar. Una es la suya, donde él mismo vive, y otra es la de su socio, Ezequiel Sibriano. Me asegura que éstas despiertan el interés de las personas porque se presentan como edificaciones simples colmadas de luz y mucho verde a la vista.

Ante la pregunta inicial de los interesados, “¿cuánto cuestan?” –puedo asegurarles que a mí también me interesaba saberlo-, Manuel responde la consulta con

más preguntas: ¿Qué tipo de casa buscan? ¿Qué familia conforman? ¿Cómo son? ¿Qué hacen? Ocurre que para estos constructores es tan importante saber el número de habitaciones que sus clientes precisan, como conocer la relación que llevan con sus hijos o cuáles son sus mejores anécdotas. Desde esa visión tan particular nace el plano de una casa. Androcéntrica, podríamos llamarle.

Son ecológicas porque están realizadas en su mayoría con madera sin procesar, muchas aberturas que suplen las paredes de cemento permitiendo la entrada de la luz natural, techos sintéticos y abundancia de elementos reciclados. Manuel asume que en la Argentina todavía

no se pueden construir casas cien por ciento ecológicas puesto que la gente tampoco está del todo vinculada con la forma de vida que esto implica. (Ver recuadro).Cuando el terreno está disponible para dar inicio a la obra se convoca a un equipo de trabajo integrado por técnicos, carpinteros, electricistas y albañiles que en total suman un colectivo de aproximadamente treinta personas, que acompañan al estudio en sus proyectos desde hace varios años, y a quienes se exige cumplir con una norma común para todos: No simplemente construir una casa, ¡sino construir una casa particular para una familia única!

“Para hablar de estas viviendas, el dinero no es

EKO Casa, vista desde la calle.

EKO Casa, vista desde el bosque.

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lo primordial. Nosotros buscamos reducir los costos al mínimo y el resultado en general son casas económicas, ligeras y sustentables”, sostiene Manuel. Agrega: “Nuestros clientes siempre saben en qué se invirtió cada moneda con la que cuentan. La gente se vuelca a la energía que le ofrecemos”.

El escepticismo hace que algunos, entre los cuales me incluyo, por momentos no nos permitamos creer plenamente en profesionales que ofrecen un servicio y aseguran hacerlo a bajo costo. “¿Qué ganan haciéndolo así? ¿No es más conveniente sumarse a la moda ecológica que imprime a los productos naturales una serie de valores excesivos?”. El servidor de la construcción asegura que pueden vivir de su trabajo, que sus clientes se transforman en amigos, y que su búsqueda no es aquella que persigue el negocio inmobiliario. Entonces le pregunté si es posible proyectar este tipo de construcciones en ciudades grandes como Buenos Aires. Si bien, como se ha dicho, aún no se registran edificaciones cien por ciento ecológicas, Manuel habla de una esperanza: “La gente tendría que creer y buscar un espacio para la familia”. La luz, la energía, el ingreso de los aromas naturales, los picos de los árboles revoloteando en torno a esas paredes, el camino de flores desde el umbral hasta la entrada, el espacio de cada ambiente, el canto de los pájaros y la paz misma son los materiales de construcción. La combinación perfecta de todos los elementos que el ser humano necesita a su alrededor para recordar qué es lo más necesario y lo más importante. Ese el significado de hogar, más o menos ecológico, reciclable y lejano al producto que se vende en tiendas y estanterías maquilladas.

La conversación rumbeó hacia la familia, las esperanzas y desesperanzas, los esfuerzos y logros obtenidos en una sociedad llena de frustraciones; en fin, cosas que quizás no vengan al caso para esta nota pero que me permito incluir porque aquella no fue una entrevista, debo decirlo, sino una charla amena donde aprendí la verdadera importancia de tener una familia, un hogar.

Roxana Miguel

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Laura no deja de sorprender y cautivar con su energía, su vitalidad y su sonrisa amigablemente franca. Po-lifacética, sin temor a meter el hocico en escenas disímiles, la rubia de ojos profundos parece abarcar mil cosas en un mismo movimiento: la maternidad, la actuación, la conducción, el teatro,

el flamenco, y sin embargo, se toma su tiempo para reflexionar y evocar, a pedido nuestro, sus experiencias pla-yeras y su relación con el mar, las va-caciones y el puro disfrute veraniego. A pesar de su juventud, Laura cuenta con una vastísima trayectoria en la te-levisión, en el teatro y en el cine. Ma-dre de Marco, un alegre y revoltoso niño de cinco años recién estrenados, combina su don de madre, las clases de baile y de actuación y la co-con-ducción del exitoso ciclo “Pura Quí-mica”, sin dejar de lado el deseo de conectarse aunque sea por unos días con ese espacio al que siempre añora regresar: las playas de nuestro país.

VALE: -Ajustándonos el nombre del programa en el que participás, ¿con qué paisajes lograr generar una “pura química”?

Laura Azcurra: -El mar es un destino que elijo en distintos momentos a lo

largo de mi vida. Pude disfrutar y co-nocer costas más caribeñas y cálidas que nos ofrecen nuestros países ve-cinos y latinoamericanos pero al mar argentino lo quiero y lo acepto, a pe-sar de su baja temperatura y de sus “caprichos”. Me parece que nuestro mar tiene mucha personalidad y elijo su temperamento sobre otras cosas.

VALE: -¿Qué recuerdos tenés de la playa durante tu infancia? LA: -Siempre me gustó mucho el mar, veraneamos siempre con mi familia en lugares tranquilos, buscando las playas más vírgenes, más desiertas. Evoco las figuras típicas de la playa, como el barquillero, el heladero, el vendedor de churros, también son personajes emblemáticos que me lle-van en el recuerdo a mi infancia, y re-cuerdo lo que sentía al verlos cuando veo la carita de Marco al decir “¡com-prame un helado, ma!”… La zona de los acantilados de Mar del Plata he aprendido a nadar, ¡y a surfear tam-bién!Bueno, más que surfear yo diría ba-rrenar (risas), pero lo he intentado, y ahora que estoy más grande me debo el probar hacerlo más en serio. Nado

Mi conexión con el mar argentino es siempre novedosaVALE dialogó con Laura Azcurra; actriz, madre y amante del mar, quien compartió con nosotros sus recuerdos relacionados con la playa, su forma de vivir las vacaciones, e incluso sus esfuerzos sobre la tabla de surf, además de sus proyectos para el año que empieza.

Entrevista a Laura Azcurra

Disfrutando de un paseo mañanero.

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desde muy chica y todo lo que es la ac-tividad playera me gusta.

VALE: -¿Qué sensaciones te des-pierta el contacto con el mar? LA: -Justamente lo que más me gusta son las posibilidades que nos da nues-tro mar, relacionadas con el viento, el tamaño de las olas, la corriente, que puede ser caprichosa, hacen que mi conexión con él también sea siempre novedosa… A veces lo elijo simple-mente para sentarme en la arena a contemplarlo, sumida en mis pensa-mientos, o caminar por la orilla, sentir las distintas texturas de la arena…

VALE: -¿Y cómo es ahora la experien-cia de la playa con tu hijo Marco? Es completamente nueva, ¿no?

LA: -Bueno, nos cargamos de juguetes playeros que nos permiten construir con arena y entonces dejo salir a mi niña interior que se queda jugando horas con él, buscando plantitas, ca-racoles, hacemos castillos. A él gusta barrenar las olas más chicas, yo lo acompaño para cuando aparecen los revolcones, así lo puedo rescatar y sa-carle el agua de la nariz (risas). Tam-bién le gusta sociabilizar, jugar con los chicos que encuentra cerca nuestro… Mientras, yo hago lo mismo, en “char-las de orilla” con padres desconocidos, en ese momento no importan las pro-fesiones, las edades, las diferencias, todo se puede compartir…

VALE: -Sabemos que estás en un momento de cambio, terminando un proyecto y comenzando nue-vos. Contanos un poco de esta nueva experiencia.

LA: -Estoy termi-nando mi partici-pación en “Pura Química”, en ESPN, después de dos años buenísi-mos. Una propues-ta que al principio parecía un poco loca, pero sabía-mos que el canal tenía ganas de mostrar algo dife-rente para atrapar a un público más joven. Ese objetivo se cumplió, y me dio mucha alegría poder ser parte de él. Hacer un pro-grama en vivo todos los días te curte, te enseña mucho.

VALE: ¿Y qué se viene para este año?

LA: -Ahora vuelvo a mi arte, a la in-terpretación, de la mano de Polka, que me convocó para el próximo pro-yecto fuerte de Canal 13, que es una telenovela llamada “Lobo” en la que también estarán Gonzalo Heredia, Vanesa González y Luisana Lopilato, un elencazo. La propuesta, si bien pertenece al género de la telenove-la, va a tener algunos componentes un poco surrealistas, mágicos, que le van a dar un toque especial. Además vuelvo al teatro en enero con “Noche de reyes”, una versión de la comedia shakespereana del mismo nombre, que repondremos en el Teatro el Cubo, del Absto.

VALE: Volviendo al tema de las va-caciones, ¿cómo resulta la rutina de una temporada de descanso en la vida de un actor, que tiene horarios Roxana Miguel

y actividades distintas con respecto a las tareas laborales, digamos, tradi-cionales?

LA: - ¡Los actores hacemos todo al re-vés! Durante mi vida diaria, yo a las ocho de la noche estoy en mi cama-rín vocalizando y preparándome para una función, y a las once y media de la noche salgo y hasta me cuesta sentar-me a comer, ya que mi energía toda-vía está muy arriba. Pero vamos en-contrando la rutina de la “no rutina”.

Te agradecemos Laura, por haber dibujado un hueco en esta vida tan llena de pasiones, para compartir con nosotros recuerdos, anécdotas, realidades actuales y proyecciones del futuro cercano. Esperamos verte en tu nuevo programa y en el teatro. Y por qué no, encontrarte en alguna playa de Valeria, durante algún fin de semana en el cual logres escaparte de la ciudad y de los calendarios, para volver a conectarte con el mar, tu pri-mer amigo de las vacaciones.

Marco en Valeria, en un viaje de primos

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Yoga, también sobre la arenaLos beneficios de este antiguo arte de salud son enteramente compatibles con las vacaciones y el paisaje playero. Hablamos con Silvina Lamorte, experta en esta mixtura.

“En las atestadas y pin-torescas calles de Bombay o Nueva Delhi es común observar a los yogis de setenta y hasta ochenta años con el porte erguido y gracioso de un chico, cami-nando con el paso elástico y vivaz de la juventud; con el cuerpo firme y sano, el cabello oscuro brillante y sin grises. Rostros firmes y sin arrugas; ojos de apariencia clara y nun-ca empañada”. Este compendio de palabras, fiel retrato de los beneficios del Yoga, corresponden a Desmond Dune, maestro de la disciplina y autor de una serie de obras que arraigadas en las antiguas tradiciones pretenden simplifi-car su esencia para volverla útil, también, al mundo occi-dental.

¿Por qué no acercarse al Yoga, sabiendo de sus regalos ancestrales, de su mano que nada pide a cambio y sólo da? Confiando en la sentencia budista que afirma que “así como una vela enciende a otra, así transmite el maestro el espíritu del arte genuino”, nos acercamos a Sil-vina Lamorte y dialogamos con ella. Además de locutora de profesión, Silvina enseña Yoga, dos pasiones a las que se refiere con un ardor elocuente. Durante el año brinda clases en Valle Tierra, un vistoso espacio porteño, y en ve-rano traslada su pasión al gran escenario playero. Ustedes, lectores de VALE, pueden encontrarla en los balnearios Hemingway de Valeria del Mar (Rivadavia y la Playa) y Ca-riló (Lambertiana y Playa).

Antes del diálogo, recordé mi paso por algunas clases de Yoga en las cuales el cosmos marino se dibujaba en nuestra mente, eso sí, ayudados por el artificio que bro-taba de un pequeño equipo de música. Aquel era el sonido de la playa aunque lejos de ella; lo emulaba, pero al abrir los ojos ya no estaba. Creí que éste podría ser un buen abordaje para la conversación. Cuando pregunté cuáles son las diferencias entre practicar Yoga en la playa y hacer-lo en otros sitios más usuales, Silvina habló del sonido, de la orquesta tocando en vivo: “La principal diferencia es el contacto directo con la naturaleza. Estás ahí, a cielo abier-to, la playa, el sol, el aire, la arena, los pájaros generando melodías… ¡Tu cuerpo, tu mente y vos! No se necesita equi-po de música, el sonido del mar es un bálsamo natural”, dice.

Esta ubicación resulta ideal para atesorar el Pra-na, nuestra energía vital, manto protector y regulador de los plexos llamados chakras: respirar conscientemente en el ambiente natural y procurar dirigir la energía hacia dis-tintas zonas del cuerpo, es un hábito realmente sanador. El océano, su canto, su movimiento, es un gran aliado para este “aliento de la vida”.

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Silvina luego de una clase de Yoga en HMNGWY

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Siguiendo al antes citado profesor y especialista

en la materia, Desmond Dune, “la perspectiva más

serena de la vida solamente es uno de los bene-

ficios que puede ofrecer el Yoga. Seguir sus pre-

ceptos significa aprender a obtener más de usted

mismo, en todos los aspectos”. Grafica Dune: “El

relajamiento y la respiración apropiada, que repre-

sentan la piedra angular de todas las enseñanzas

yoguis, se traducen en un sueño más beneficioso y

descanso; a su vez, esto le permite a uno funcionar

al límite óptimo de cu capacidad… una mente y un

cuerpo descansados es el mejor tipo de seguro a

favor de la salud”.

En términos físicos, “un cuerpo saludable es un

cuerpo que funciona mejor, significa una tonifica-

ción y un funcionamiento mejorado de las glándulas;

a su vez, esto resulta en mejor metabolismo, tono

muscular y epidérmico, vigor y energía general. De

hecho, se traduce en el retraso de todo el proceso

de deterioro al que llamamos envejecimiento”.

En cuanto a los resultados espirituales, “al aumentar

nuestros poderes de relajación, aparece un mejoramien-

to inmenso de la concentración” y además “rápidamen-

te se adquiere el control de los pensamientos, en vez de

que los pensamientos nos controlen”.

Por eso, nunca está de más intentarlo. Según los

especialistas, la práctica del Yoga puede iniciarse en

cualquier etapa de la vida. Por caso, si estás leyen-

do este artículo en la playa, es un buen momento

para acercarte a los beneficios de esta práctica, con

la vitalidad de la naturaleza haciendo su presenta-

ción en vivo y en directo, allí, frente a tus sentidos.Vale

V: ¿Hay algunos requisitos especiales para esta modali-dad, diferentes a los que lo hacen en sitios diferentes a la playa? SL: Como en cualquier sitio, tener ropa cómoda, y de ser posible que sea de color blanco. Esto tiene que ver con que es la tonalidad más pura y radiante. V: ¿ Q u é h o r a r i o e s e l m á s r e c o m e n d a b l e p a r a l a p r á c t i c a d e Y o g a e n l a p l a y a ? SL: ¡Es recomendable a toda hora! Para hacer clase y que el sol no esté muy fuerte es mejor entre las siete y las diez de la mañana, a esa hora está buenísimo ya que además no esta súper poblada la playa. Y por la tardecita también está muy lindo, entre las seis y las ocho. Son dos momentos bien potentes, cuando el sol nace y cuando desaparece. En mis pensamientos, las imágenes se mezclaban con los sonidos. Éstos, seguían siendo protagonistas de un escenario abierto, uno permeable de horizontes. Caí en la cuenta: Silvina trabaja la voz. Por tanto, indagué acerca de nuevas intersecciones entre la locución (de hecho su voz suena en la radio y en la televisión en numerosas pu-blicidades) y su dedicación al Yoga. “Creo que la principal conexión es la comunicación. Siento que tanto vendiendo y recomendando un producto, como guiando una clase; aquello que bombea es lo mismo: el corazón. Y mi corazón late más fuerte cuando hay algo lindo que comunicar”.

Finalmente, le propuse que hable directamente con ustedes, lectores de VALE. Silvina no titubea y nos ofrece un buen ejercicio para dar el primer paso con la arena bajo los pies.

“Lo que te propongo es algo muy simple y con buenos resultados: Sentarse con las piernas entrecruzadas (como indios, nos decían de chiquitos); sentir los ísquiones conec-tados con la arena. Luego correr hacia atrás los glúteos para sentir bien esos huesitos, mantener la columna recta, el mentón apenas apuntando al pecho para que estire bien la zona cervical, los brazos apoyan en las rodillas con los codos bien estirados, las yemas del pulgar y el índice de cada mano están en contacto y el resto de los dedos esti-radísimos hacia la arena. Y en esa postura, con hombros, rostro y pensamientos relajados, sólo inhalás y exhalás largo y profundo por tu nariz. Con tus ojos cerrados y la mirada en el entrecejo relajado. ¡Que disfrutes, sientas y pienses en cosas lindas”. Y como si ella hubiese seleccionado las últimas palabras para este artículo que explora la búsqueda de una luz en el marco de una escena radiante como la playa, Silvina dice antes del puntito que grafica el final: “El brillo está dentro”.

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Mis primeras vacaciones como…

Laura es una de esas chicas que en verano se calza el típico traje de los mochileros. En 2009 viajó a Jujuy y a Salta; como nunca antes, sin familia, sin amigos… ¡sola! “Hay mucho de aprendizaje en esta forma de viaje”, nos cuenta; “se vuelve ne-cesario aprender a manejar el silencio, y en ese silencio surge otra voz, una propia”, dice a modo de confesión. Luego, regresando sobre su propia huella, admite: “De todos modos no es necesario engañarse y dibujar la imagen de un loco ermitaño. Si bien uno puede viajar solo y pasar así todas sus vacaciones, generalmente la soledad está en la partida y en la llegada, en algunas tardes. Viajar solo, en verdad, significa estar abierto a nuevas experiencias, a conocer nuevas personas, historias inéditas. De alguna forma al viajar sin un grupo pre-

establecido uno se encuentra más dispuesto, más abierto hacia los demás, menos enclaustrado”. “¿Recomendás esta modalidad de va-caciones?”, pregunto. Laura responde sin tiempo para la duda: “Ab-solutamente. Solamente hay que animarse a quebrar el temor inicial, ir a Retiro y decir ‘pasaje para uno, que sea ventanilla por favor’; después de ese pasito inicial todo se vuelve más simple y disfrutable”.

Mis primeras

vacaciones

“en soledad”

Los que peinan canas dicen que las vacaciones son una buena prueba para aquellas parejas que planean la convivencia. Evidentemente, si bien la rutina en tiempo de descanso será diferente a la tradicional, pasar un tiempo bajo el mismo techo compartiendo baño, ducha, toallas, vajilla y demás implementos de la vida cotidiana, puede resultar una prueba intere-sante. “De todos modos no hay que salir de vacaciones con la idea de es-tar rindiendo un examen”, opina Cecilia cuando es consultada. Diseñadora de profesión, nos cuenta que hace algunos años debutó en el terreno de la breve convivencia: “Fuimos con mi novio a la costa. Confieso que estaba ilusionada, pero al mismo tiempo tenía un poco de miedo. Los quince días que pasamos en un apart hotel fueron una buena medida para conocernos más. Por ejemplo, él se enteró que en verdad soy una buena cocinera y

que en Buenos Aires no me metía en la cocina ¡por fiaca y para que no me obligue a cocinar cada vez que lo visitaba!”, admite sonrojada. “También se aprende a dialogar, a consensuar”, concluye.

Viajar en pareja, convivenciasmomentáneas

Con un grupo de amigos, en soledad, en pareja, ¡incluso con yeso! En ocasiones, el tiempo de descanso es una instancia que inaugura experiencias. Testimonios en primera persona que dan cuenta de vivencias y aprendizajes.

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Vale

“La memoria es un mecanismo extraño”, confiesa Mora, estudiante de Filosofía. “Las primeras vacaciones que recuerdo tienen más aromas que imágenes, y son como refucilos en una tormenta”, dice. “Sí recuerdo que con mi hermana jugábamos a seguir a los huéspe-des del hotel. Nosotras éramos detectives y debía-mos descubrir pistas en la vida de los demás; anotá-bamos todo lo que creíamos importante en una libreta y por la noche, después del flan con crema, repasá-bamos la información. En mi rol de pequeño Sherlock recogí algo diferente a la resolución de un misterio: siguiendo a los veraneantes terminé enamorándome de un rubio, chiquito aunque más grande que yo”. Y con ese gesto que se dibuja en el rostro cuando se repasan álbumes de fotografías, Mora concluye: De el, también, he retenido más su perfume que su rostro. Esas son las primeras vacaciones que recuerdo”.

Las primeras vacaciones que recuerdo

Pedro le cuenta a Vale unas vacaciones con mala pata. Siendo él un amante del futbol playero nos cuenta que en un partido lo trabaron, cayó al suelo y se dobló la muñeca al caer sobre la arena. Fisura de muñeca, dijeron los medicos. Y chau fut-bol por todas las vacaciones!!! Yeso por 4 semanas. Nos muestra algunas fotos: En una se lo ve salu-dando con el yeso pintado con colores muy vivaces; en otra, ingresando al agua con un dispositivo que le inventó el papá, con un guante de goma y cinta. Antes de despedirse nos dice entre risas que cuan-

do le quitaron las vendas apareció una piel pálida que terminaba en el codo; desde allí iniciaba un tono bronceado, - parecía un traje de super héroe!!

Mis primeras vaca-ciones… enyesado

Un consejo que suelen oír los tiernos oídos de las parejas que aún no tienen hijos: “Disfruten ir al cine, disfruten dormir, disfruten sus vacaciones. Cuando sean pa-dres, todo recreo será diferente”. Lejos de esta mirada, Marina, hace poco más de un año madre de Juan; nos cuenta que viajar con un hijo es una de las mejores experien-cias que haya vivido jamás: “Por supuesto que las vacaciones son muy distintas cuando viajás con tu hijo. Estás pendiente de detalles en los que antes ni reparabas, cargás con más cosas a cada lado que vayas; pero todo vale la pena cuando ves el modo en que disfrutan de cada paisaje”, cuenta. Recordando, añade: “Pero lo más lindo es el modo en que, siendo mamá, advertís como se va construyendo la idea de familia. Viajar con un hijo es una concreción, es volver explícita la idea de un clan que se mueve en conjunto, en un mismo latido”.

Las primeras con cochecito, pañales y mamadera

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“Todos somos creadores, magos, Dios”

Desde hace más de un cuarto de siglo Guillermo Guerra y Mabel Argiz dedican sus días al meticuloso arte de la orfebrería y admiten que su labor es una mixtura de una herencia familiar en estrecho ligada al trabajo manual, y también de cierta rebeldía ante lo establecido: “Elegir la artesanía fue un poco romper con lo que estaba indicado; hace veinticinco años pocos pensaban que uno podía de-dicarse a un trabajo basado en el arte y en el amor”, ad-miten. Este último término, ese gran concepto humano y filosófico, atraviesa cada una de sus palabras cuando hacen referencia a su trabajo diario.

De hecho, la orfebrería es el eje que atraviesa el cuento amoroso de Mabel y de Guillermo. Se conocieron

estudiando Filosofía y Letras, se enamoraron y desde en-tonces sus vidas están signadas por la transformación de metales brutos en piezas de colección, arte y belleza. “Estu-diábamos juntos y en algún momento empezamos a hacer cosas con cuero, por hobby para nuestros amigos, hasta que algunos artesanos nos alentaron para que desarrollemos este oficio y que podamos vivir de esto. Así empezó la historia”.

VALE: -Llegar desde el mundo de la Filosofía, una esfe-ra acaso intangible, e ir hacia lo artesanal, a lo concreto como los metales… todo un desafío.

Guillermo: -El hecho fundamental es vivir del arte en una sociedad de consumo. En vez de ser un simple transmi-sor de bienes, ser un “transformador de bienes”. Creo que estos son aspectos centrales en nuestras vidas. VALE: -En específico, ¿de qué se trata la obra de ustedes?

Entrevista al orfebre Guillermo Guerra

Inspirados por la naturaleza que les rodea, dos vecinos de Valeria del Mar dan vida a piezas de orfebrería con ánimo puramente artesanal. Sus creaciones pueden conocerse en Magma, su local ubicado en Cariló.

Guillermoenfocado en la tarea

El fuego que todo lo transforma

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G: -Es una conjunción de planteos artísticos combinados en una obra, una especie de desafío del hecho creativo en sí. Se trata de algo que nos une, que nos pertenece a los hu-manos. Hemos tomado el metal como medio expresivo y procuramos responder con la mayor calidad posible en la manufactura, por una cuestión de coherencia con lo que elegí como forma de vivir.

VALE: -El hecho de irse a vivir a Valeria del Mar, ¿tiene que ver con la decisión de zafarse del sistema, del ideal esta-

blecido de estudiar, trabajar, tener hijos…?

G: -Claro, Mabel se pasaba seis meses del año en Valeria desde muy chiquita en la casa de su abuelo, que es la quinta o sexta que se construyó aquí. Realmente ella es pionera en ese sentido. Cuando después de muchos años volvimos a este lugar fue realmente inspirador para nosotros. En verdad fue una apuesta. Cuando nos vinimos a vivir acá, la naturaleza es lo que nos atrajo, la que se mete en nuestro taller y nos acompaña. Yo creo que un mundo donde una gran parte de lo que se produce termina en la basura en pocas horas, está muy desgajado y perdido del camino de la naturaleza (…) Aparecen las obras de arte cuando desapa-rece el ego, cuando aparece el verdadero yo, el verdadero ser, que no es una cosa con nombre, sino una energía que nos teje a todos.

VALE: -¿Tuvieron algún maestro o fueron los dos au-todidactas?

G: -En el caso de Mabel, su padre es relojero así que tenía algún contacto con la joyería. Por mi parte, mi padre es za-patero, de los de antes, de los buenos, y mi contacto con lo manual viene de chico. En cuanto al oficio en sí, somos netamente autodidactas. Si bien se llega al mismo resultado que a través de la academia, el rédito de encontrar métodos mediante la búsqueda inexplorada te abre otros caminos y posibilidades. Utilizo las mismas herramientas de una ma-nera muy diferente a la que utiliza el platero tradicional. Es un abordaje distinto, “la mirada ingenua”, como se llama

en el diseño.

VALE: -¿Qué aconsejarías a aquellos que desean acercarse al mundo de la creación?

G: -Lo primero que diría es que hay que luchar contra la na-turalización, contra naturalizar el hambre, el dolor, la ausen-cia de amor, las necesidades cotidianas de nuestra pareja, nuestro hermano, nuestro prójimo. Creo que tenemos que generar objetivos en función a nuestras verdaderas necesi-dades, si supiéramos escuchar qué es lo que necesitamos realmente, si escucháramos el eco de ese niño que tenemos adentro, nos daríamos cuenta de que todos somos genera-dores, que todos somos creadores, que todos somos artis-tas, que todos somos magos, que todos somos Dios.

A partir de esta reflexión el diálogo toma sende-ros de renovada tonalidad. Guillermo nos cuenta acerca de cierto valor místico que rodea a la labor de los joyeros: “A veces nos pasa que nos encargan algo especialmente difícil, como la confección de talismanes o la reparación de piezas muy preciadas; ahí realmente está el valor de este trabajo. Porque la joyería tiene un aspecto suntuoso hoy, pero su ori-gen es simbólico y hasta místico”, afirma. Y agrega: “A veces uno se pregunta ‘¿qué estoy haciendo limando una pieza mientras el mundo se está cayendo?’; pero la pregunta real es ‘¿hay algo mejor que pueda hacer?’ Hacer con las manos da una solvencia espiritual”.Guillermo sostiene que “los metales tienen una expresión ‘chákrica’ concreta, igual que las piedras”, que en ellas hay una determinación anterior a las manos y a las herramien-tas que más tarde le darán forma. Como las palabras de

Atahualpa Yupanqui que recuerda Mabel y que nos explican aquello que también “siente” el metal: “La guitarra antes de ser instrumento fue árbol y en él cantaban los pájaros. La madera sabía de música mucho antes de ser instrumento”. En este sentido, los metales ya sabían de las manos de Gui-llermo y de Mabel. Y esa es una buena noticia para ellos y también para nosotros. Esto puede comprobarse, en prime-ra persona, visitando “Magma”, en su local de Cariló.

Vale

Con mucho cuidado el cincel va dejando su huella

Mabel en pleno proceso creativo

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La siesta tecnológica

¿Durante cuánto tiempo sos capaz de dejar de lado la pura conexión digital; no revisar los e-mails, evitar las tentaciones de Face-book y alejarte de la pantalla del celular? Te proponemos un lindo desafío: Durante las va-caciones, poné la tecno-logía a dormir.

Un tipo sabio, esos que suelen hablar sin apuro en reuniones breves o en mesas súper concurridas, me dijo una vez que la siesta es el acto de libertad más elo-cuente. Capaz de gambetear lo sistemático y de hacerle pito catalán a las agujas del reloj, decía que en su esencia habita la más pura deliberación. “Una persiana baja y un pijama a las tres de la tarde, es lo más parecido a una revolución”, sostenía. No pude dejar de recordar estas palabras mientras leía un artículo publicado en El País de España, titulado “Lo que necesita es una siesta digital”.

Allí se describen y analizan una serie de síntomas que están tan de moda como Facebook o el más moderno teléfono BlackBerry: el uso desmedido de la tecnología y, en paralelo, una serie de consecuencias que se resumen en la tríada estrés-dolencias-adicción. Sin detenerse en el lamento, se pone sobre el tapete un camino alternativo que consiste en darle un descanso a nuestros ojos, a nues-tros pensamientos y a nuestra conciencia. Desenchufar-nos, incluso de las ofertas que no incluyen cables y que, herramientas de doble filo, caben en el breve espacio de un bolsillo.

Los especialistas advierten que mucha tecnología

durante mucho tiempo enferma a la gente (no hay metáfora), y que des-conectarse de vez en cuando resulta cada vez más imprescindible para re-tomar el sendero de la salud y de la felicidad. Estas sies-tas, o pequeños descansos, no son capricho de unos po-cos. Tal como se detalla en el artículo antes mencionado, grandes empresas a nivel mundial como Google, Yahoo! o Intel advirtieron que la productividad de los empleados se incrementa notablemente cuando se les permite alejarse durante algunos lapsos del monitor de las computadoras. De hecho, se han vuelto famosas las oficinas del gigante del buscador en California, donde los trabajadores pueden disfrutar en salones que disponen mesas de ping-pong y variedad de alimentos, áreas de recreación y relax, e inclu-so bicicletas que conducen de un edificio a otro a través de caminos rodeados por el verde de la naturaleza.

Algunas cifras anti-siesta

Las ventajas que supone estar siempre conec-tado, poder chequear el correo desde cualquier sitio y mantener una conexión full time, como se ha dicho, también significan un duro revés para los ánimos de

descanso. Hay que admitirlo: la jornada laboral no termina cuando ponemos el pie del otro lado de la oficina, sino que se extiende a cualquier sitio. Así lo ha querido el BlackBerry, uno de los smar-tphones más elegidos que permite estar veinticuatro horas en línea; e incluso la mismísima recreación dibuja una mueca digital. En gran medida, los videojuegos han reemplazado a la calesita, a la pelota o al paseo bajo los celestes cielos de verano.

Diversos estudios coinci-den y dan cuenta de estos hechos. Uno a cargo de la publicación Huffington Post

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revela que el 60 por ciento de los empleados reco-noce que sólo se desconectan completamente del correo electrónico durante dos horas al día; más de un cuarto cree que Internet y la telefonía celu-lar aumenta el horario laboral y que ello es moti-vo de estrés. En paralelo, Cisco Systems publicó un informe que sostiene que a causa de la Web el 45 por ciento de los trabajadores debe invertir entre dos y tres horas más al día en sus labores. En este contexto se difunde un nuevo concepto conocido como “tecnoestrés”, un trastorno cada vez más fre-cuente, una sopa con ingredientes diversos y con los dispositivos tecnológicos como grandes prota-gonistas.

Las voces autorizadas en la materia acon-sejan descansar diez minutos por cada hora de tra-bajo: descansar la mirada y estirar las piernas para estimular la circulación sanguínea. Incluso existen programas informáticos que se instalan en la com-putadora y que alertan al usuario en el momento en el cual es preciso levantarse de la silla, reco-miendan ejercicios físicos y son capaces de apagar la pantalla si el usuario no hace caso a la sugeren-cia.

“Ser o no ser un tecno-adicto”... esa parece ser la nueva cuestión, quinientos años después de Shakespeare.

Vacaciones: El recreo del año

“Cerrado por vacaciones”. Un cartel que antes resul-taba suficiente para dar rienda suelta a la desconexión. Aque-llas vacaciones contaban con menores resistencias que las actuales y la tecnología tiene mucho que ver en esta lógica.

Un mail, un mensaje en el muro de Facebook o un breve tweet, son más rápidos que un barrilete en una tarde ventosa. De este modo, mezclando vida cotidiana y asuntos laborales, el divorcio de ámbitos no siempre es sencillo de lle-var a cabo. ¿Logramos desconectarnos en vacaciones? ¿No sentimos una suerte de compulsión a estar actualizados, in-cluso con los deditos del pie jugando en la arena de la playa?

Entre las tantas paradojas que imprime la nueva era de las comunicaciones, vuelve a resonar la pausada voz del sabio. Recuerdo una tarde que iba volviéndose naranja. Él chupaba un pomelo tajeado sentado en una silla de mimbre que apenas se hamacaba. Al día siguiente yo debía entregar un artículo; la revista estaba cerca del cierre y el editor tenía que pasarme unos datos. Encendí la netbook, esa oficina que puede llevarse en la mochila, y entonces el sabio me pregun-tó: ¿Con quién estás conectado? Aparté la mirada del reflejo blanco de la pantalla, ese sol regido por chips, y encontré en sus ojos una fortísima relación con el cielo. No quise confun-dir los conceptos: De los dos, el que estaba conectado era él, no yo. Aunque no hubo arrullos ni canciones de cuna, puse la computadora a dormir. Entonces, por fin, me conecté.

Florencia decidió dejar “todos” los artefactos en casa antes de salir de vacaciones. - “Si no, siento que no me desenchufo del trabajo”.

Juan Terkel

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Jet lago el cucú interno

Uriel Bederman

Era difícil que el lapsus ocurriera tal como ocurrió, sobre todo sintiendo esa dulzura de trompetas que cantan en “All to soon” de Duke Ellington; nadie esperaba que semejante suceso encontrase espacio una mañana de invierno tan neoyorkina, con esa cosa de hollywoodense dejando de ser un cuento de pantallas y de actores, para hacerse carne con la nieve apilándose en los autos estacionados, en los vértices de las ventanas y en los bigotes de los gatos que no habían llegado a resguardarse. No estaba en los planes que mi hijo saliera así de repente hacia la calle, con la carita esperando un rayo franco del sol y con ese gesto que gritaba bicicleta, que suplicaba un océano anchísimo, y con esa boca que rió como si sus piecitos talle 28 pisasen por fin la playa, descalzos.

Yo estaba de espaldas al hall de entrada, sentado en la silla que había viajado conmigo desde Argentina, la misma en donde papá solía pasar las tardes de fines de semana en el balneario Montecarlo; y vi a Joaquín a través del vidrio empañado por el frío, solísimo, casi junto al cordón con un baldecito azul sostenido en su mano izquierda y los pies hundidos en el hielo. Había salido sin más abrigo que un diminuto short, y con la piel casi azul comenzó a temblar cuando lo alcé en brazos. Subimos los tres escalones y nos metimos nuevamente en casa con la cabeza gacha y el gesto poco amable que se ensaya en los días de lluvia y de viento. Cubrí su temblor de 90 centímetros de alto y con brutal extrañeza lo senté junto al calor del fuego, un montón de llamas indudablemente norteamericanas.

Estuvimos en silencio mientras su mamá le calzaba unas cinco capas de ropa, volviéndolo cebolla o mamushka, y yo miraba el rojo volátil del fuego reflejándose en sus ojos castaños, que estaban quietos, como aguardando regresar de algún sitio. Todavía Joaquín hablaba un simpático cocoliche de porteño y niño de Brooklin, a veces decía pajarito con esa erre pastosa y otras veces soltaba little bird para referirse a la misma ave. Y su voz era la breve mirada de ternura cómplice que despertaba en mamá y en mi cuando el niño extrapolado mezclaba en una misma frase tres palabras imposibles: por ejemplo, al toparse en un mercado con un animal y decir “what a pretty perro” o pedir con voz fina pero firme “I want un globo, ma”. Tres años en Paternal -y tres veranitos en la casa que los viejos tenían en Montecarlo- habían bastado para instalar en él un lenguaje mixto, y también una esencia de aquí y de allá y de ningún lado.

“Pochoclitou pa”, dijo cuando su mamá iba hasta el equipo de música para cambiar el disco de jazz por algo de Roos, Sabina o Yupanqui; no importaba la frontera,

aunque sí el idioma de la poesía cantada. Ella decía que nuestra biblioteca de libros y de música debían mantener cierto equilibrio, y en los estantes intercalaba, de uno en uno, Hemingway-Arlt-Auster-Girondo-Dickinson-Asis -Twain-Cortázar (así, con breves cortes) hasta que la proporción ya no fuese posible. Entonces cuando Joaco dijo pochoclitou, ese maíz hinchado de verano aunque un poco extranjerizado, supe que mi hijo había hecho tangible la posible intercalación, que había tenido un hipo, la falla que descubre el truco, digo, jet lag, eso de vivir con la hora de otro sitio.

Pregunté a Jerry Milgman, un compañero de la universidad que se especializa en Neurología, si el famoso síndrome de la descompensación horaria puede abarcar lapsos más extensos que tres o cuatro días posteriores a un viaje en avión y, –esto realmente me preocupaba- si es posible que la disritmia sea hereditaria como lo es la hipertensión, el color de pelo o las propiedades inmuebles. Milgman permaneció en silencio y a los pocos segundos estalló en una carcajada repleta de jotas, las pequeñas gotas de su saliva me dijeron que tal asunto no era posible, cuanto menos para su ciencia.

Ocurre que Joaquín salió desnudo a la calle un 21 de diciembre, cuando Nueva York barre la nieve en las entradas de las casas, pero allá en Buenos Aires inician las vacaciones de verano treinta años atrás, y papá volvía del negocio, mamá ya tenía preparada las tres valijas y todos viajábamos a Montecarlo, a una casita con baldosas rojas al frente desde las cuales puede verse y oírse, a pocas cuadras, el arrullo del mar. Hay una foto que mamá aún se obstina en mostrar a sus visitas: en ella estoy parado a la salida de la casa, con un baldecito sostenido en mi mano izquierda y con un rayo de sol franco aclarando mis ojos casi castaños.

Pasaron unos años, y hace dos noches Joaquín me preguntó cómo es que un mismo día es invierno para nosotros y verano para los abuelos. A modo de respuesta decidí contarle acerca de su lapsus y para no alarmarlo, le conté la historia de hombres que utilizan un reloj en cada muñeca. Sin preocuparse demasiado por la revelación, mi hijo fue hasta la biblioteca para acomodar algunos libros que había comprado en el barrio latino: había empezado a leer a Bioy Casares y very cheap había conseguido una edición bastante digna de “Dormir al sol”.

Cuento

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