Revistas Culturales de Dos Décadas (1970-90)

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Revistas Culturales de Dos Décadas (1970-90), Cuadernos Hispanoamericanos

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  • Revistas culturales de dos dcadas (1970-1990) Pero, falta acaso ilustracin, faltan ideas en nuestra patria? No, seores, sobreabundan, Esteban Echeverra

    JL^as revistas culturales ocupan un lugar particularmente significativo y problemtico en la vida intelectual de un perodo; en torno de ellas se juega un rico movimiento que hace a la produccin, distribucin y confron-tacin de ideas. Si se trata de un lugar especialmente problemtico es por-que se toca, en un punto, con la cuestin de la divulgacin y con el debate que alrededor de este tema se advierte en nuestro tiempo. Por lo pronto, una pregunta para empezar: hay un solo tipo de revista cultural? Puede reunirse bajo el mismo rtulo una publicacin dirigida por y hacia alum-nos avanzados y docentes universitarios, y otra que se orienta a las zonas ms bastardas de los productos de la industria cultural? La respuesta es, por supuesto, no. Sobre las revistas culturales opera tambin un fen-meno de estratificacin que se decide en trminos de intereses ideolgicos, adscripciones institucionales, tipo de pblico y de discurso; en fin, por su posicionamiento global frente al tan amplio como difuso mercado.

    Este artculo, entonces, parte de una simplificacin evidente ya en su ttulo que, como compensacin, intenta privilegiar un anlisis panormi-co que agregue a su componente descriptivo el sealamiento sobre la din-mica cultural especfica que el fenmeno supone.

    Estudiar las dos ltimas dcadas de revistas culturales en la Argentina significa atender principalmente a los vnculos de atraccin y rechazo que stas generaron con otras instituciones; advertir, por ejemplo, tanto el mo-do en que anticiparon teoras, obras, autores y debates que luego pasaron a integrar los planes de estudio de la universidad como tambin la manera descuidada en que se hicieron eco con retraso de temas y tpicos ya transi-tados en ese mbito. Significa tambin entenderlas como una especie de

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    ' En lo referente a a cues-tin metodolgica de apro-ximacin a las revistas cul-turales, cf. Jorge Rivera y Eduardo Romano, Sobre maneras de leer y de pen-sar la prensa peridica, en idem (comps.) Claves del pe-riodismo argentino actual, Buenos Aires, Tarso, 1987, pgs. 11-44. 2 Carlos Mangone y Jorge

    Warley, La revista Contor-no. La modernizacin de la crtica literaria*, en Cap-tulo, La historia de la lite-ratura argentina, 122, Buenos Aires, CEAL, 1981,

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    formacin intelectual e, inclusive, de adiestramiento laboral lo que obli-ga a tener en cuenta todo aquello relativo a las muy duras condiciones de existencia que este tipo de publicaciones conlleva en el pas; y si, por un lado, pesa sobre ellas la (sana) sospecha de los compromisos que devie-nen de su ligazn inmediata con el mercado, por el otro lado, las revistas culturales parecen mostrarse como un territorio privilegiado de intercam-bio y polmicas ideolgico-culturales, cuya ausencia es particularmente no-table en otros espacios'.

    El recorrido que, a partir de los ejes sealados este trabajo se propone, registra los aos de la dictadura militar (1976-1983) como un lapso anma-lo que obliga a reconsiderar, en parte, la pertinencia de los sealamientos hasta ahora apuntados y sus consecuencias metodolgicas.

    Digamos, a manera de introduccin, que la dcada del 50 conoci, ms cualitativa que cuantitativamente, la aparicin de una serie de revistas cul-turales (Contorno, Gaceta Literaria, Centro, Capricornio, publicaciones co-munistas, etc.)2 que podran ser ledas desde el presente como un quie-bre en la historia contempornea de las revistas culturales en nuestro pas. En ellas comienza a plantearse una reflexin, ms o menos sistemtica, sobre el papel social del intelectual, del escritor y del artista, los modos de su funcionamiento poltico, el lugar de las instituciones, de la tradicin y de la novedad, una visin de la historia como dato insoslayable (se hun-dan definitivamente al menos en sus expresiones ms ingenuas los pre-supuestos romnticos y positivistas), un hurgar ms crtico en los modelos de la hora que los pases imperialistas ofrecan.

    Es el comienzo de una politizacin, entendida en su sentido general, que se ir acentuando y adquiriendo perfiles ms definidos durante la siguiente dcada.

    En los 60 se van a juntar la desilusin de Ja efmera esperanza que en los jvenes o no tanto intelectuales haban despertado la Revolucin Libertadora y la apuesta modernizante del desarrollismo, a los que ahora se sumaba un balance crtico de la dcada peronista, la atronadora irrup-cin de la Revolucin Cubana y, centrada sobre lo estrictamente literario y cultural, la expansin editorial, de lectores y de mercado que general-mente se agrupa con el trmino boom, ms las prcticas culturales popu-lares y contestatarias que reunan tanto al perodo de la resistencia pero-nista como los procesos revolucionarios del resto del continente.

    La an vigente concepcin sartreana del compromiso del intelectual adquira (y exiga) definiciones cada vez ms polticas y empujaba hacia la toma de posiciones frente a eventos histricos y luchas sociales concretas.

    Cmo procesar desde lo estrictamente cultural esa lucha social y poltica (la pregunta sobre el punto de confluencia entre vanguardia esttica y van-guardia revolucionaria, en trminos un tanto maniqueos) parece ser el inte-

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    rrogante que las revistas ms significativas del perodo (El Escarabajo de Oro, Hoy en la Cultura, Tarea, La Rosa Blindada, Che, Cristianismo y Revo-lucin, yendo desde las ms especficamente culturales hasta las ms abier-tamente polticas)3 compartan. En este contexto general habra que con-signar tambin el impacto introducido por la aparicin de nuevas disci-plinas que, en cierto modo, obligaban a reconsiderar los diferentes campos del saber: psicoanlisis, sociologa, teora de la comunicacin, lingstica y semiologa, la discusin que se abre en el marxismo.

    Un caso particularmente interesante por su descendencia, aunque aje-no, en cierta medida, a lo hasta aqu sealado, es el de Primera Plana (1962-1969). Esta publicacin, si bien afn al proyecto poltico de los azules del Ejr-cito argentino y dirigida hacia un pblico de nivel medio y alto, inicia una manera novedosa de crear gustos, formar opiniones e introducir nuevos modelos culturales, con una estrategia discursiva en la que periodismo y ficcin de algn modo se fusionan, es decir, donde el pacto de verdad que el discurso periodstico propone al lector se ve agilizado mediante un trabajo literario (ficcional). En sentido estricto, Primera Plana es una re-vista de actualidad, que dedica una buena cantidad de pginas a los fen-menos culturales; sus modos de titular, sus epgrafes informales, las pers-pectivas de narracin de muchas de sus crnicas, etc., conforman un para-digma destinado a impactar fuertemente en diarios y revistas futuras (des-de La Opinin a, ms recientemente, El Porteo y Pgina llf.

    Planteado este campo problemtico, podra determinarse un arco que se abre a comienzos de los 60 y, en el medio de una creciente politizacin, se cierra hacia mediados de los 70. En este arco, el cordobazo de mayo de 1969 que marca el fin del onganiato y el inicio de un perodo de gran-des luchas obreras, estudiantiles y populares abona la discusin sobre gobierno popular, transformacin revolucionaria y socialismo; clasismo y populismo; insurreccin, elecciones y va armada.

    Esta serie de elementos constituye el piso sobre el que se desarrolla la discusin en torno a cultura e intelectuales a principios de los 70. Un debate que, en cierto sentido, comienza a ser clausurado con las elecciones que llevan en 1973 a Hctor J. Cmpora a la presidencia, la ola represiva que se desata a fines de 1974 y alcanza otras dimensiones con la dictadura militar que se instala en marzo de 1976.

    En ese lapso surgi una gran cantidad de revistas en todo el pas. Este trabajo, obviamente, no pretende ni puede dar cuenta de todas ellas; nos restringiremos al mbito de las revistas nacionales (es decir, aqullas edita-das desde la capital) teniendo en cuenta, sobre todo, a las que, vistas desde hoy, constituyen modelos emblemticos del perodo. Nuestra lista se re-duce esencialmente a dos revistas: Los libros y Crisis. La eleccin es necesa-

    ! Para un panorama ms

    completo de las revistas de este perodo, cj. Hctor R. Lafleur y Sergio D. Pwven-zano, Las revistas literarias argentinas (1893-1960), Bue-nos Aires, ECA, 1962. Hay una segunda edicin, corre-gida y aumentada, que se extiende hasta 1967, en Cen-tro Editor de Amrica La-tina, 1968. 4 Maite Alvarado y Rena-

    ta Roccouzzi Primera Pla-na: el nuevo discurso perio-dstico de la dcada del 60, en Punto de Vista, 22, Bue-nos Aires, diciembre de 1984.

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    mente arbitraria. Quedan en el camino, y en un estudio ms extenso habra que articular las nombradas a este contexto de intercambios y deba-tes, no slo un cmulo de revistas nacionales sino tambin europeas y, sobre todo, latinoamericanas, como la ya por entonces clsica revista uru-guaya Marcha y las ms nuevas y pujantes Casa de las Amricas, Mundo Nuevo y El Corno Emplumado, entre otras.

    A mediados de 1969 comienza a aparecer la revista Los libros, con la direccin de Hctor Schmucler. Se propuso como una revista bibliogrfi-ca, es decir que fundamentalmente pretendi dar cuenta de todos los li-bros aparecidos durante el mes; el mayor o menor espacio dedicado a cada uno era proporcional a la importancia que se le otorgaba. Tanto en su con-cepcin como en su diagramacin y presentacin, Los libros sigue un mo-delo francs, la Quinzaine des Lettres, revista que haba aparecido a co-mienzos de la dcada.

    Durante sus cuarenta y cuatro nmeros (julio de 1969 a enero-febrero de 1976) Los libros conocer dos etapas. Es especialmente su segunda po-ca la que nos interesa remarcar. El proyecto de la revista va a tener como lneas maestras una actualizacin de los discursos tericos sobre cultura y ciencias sociales (y a partir de ella, el afianzamiento de un ncleo de jvenes investigadores) y una concepcin cultural que tenda a politizar los diferentes sectores de la cultura desde una perspectiva marxista (ligada a la lnea poltica del Partido Comunista Revolucionario, de tendencia maosta). Este ltimo rasgo es especialmente detectable en sus editoriales (Los libros se pronunciaba continuamente sobre los hechos ms significativos de la vida poltica y social del pas) y en los artculos firmados por los miembros de su staff fijo de redaccin; lo cual no impeda que por sus pginas circu-lara otra serie de articulistas, jvenes o consagrados, cuya relacin con la revista era mucho ms laxa.

    Hacia el ao 1975 se produjo un cisma en la revista, provocado por las diferentes posiciones que sus miembros adoptaron frente al gobierno de Isabel Pern. Ricardo Piglia se alej de Los libros fijando su posicin en un texto que la revista reprodujo y al que adjunt una respuesta. El debate abierto qued a mitad de camino, ya que con el golpe militar, en marzo de 1976, la revista dej de aparecer.

    El caso de Los libros es especialmente notable porque en ella se trataba de generar una intervencin cultural a partir de los lincamientos de un marxismo poltico que estaba ausente, al menos como cuestin central, de las publicaciones culturales.

    En mayo de 1973, en el mismo mes en que Cmpora asume la presiden-cia, llega a los quioscos el nmero uno de Ideas, Letras, Artes en la Crisis, con la direccin ejecutiva de Federico Vogelius su mecenas, la direc-

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