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1. REVOLUCIÓN MOLECULAR Y LUCHA DE CLASES Por FÉLIX GUATTARI* Antes de entrar en materia quiero darles las gra- cias a todos por tan caluroso recibimiento. Voy, a lo largo de rni plática, a poner en duda y hasta atacar duramente la práctica de la Psicología, la de la Psiquiatría y especialmente la del Psicoaná- lisis tal y como lo conozco. No es mi intención importar modelos antipsiquiátricos o antipsico- analíticos; no creo en la utilidad de este tipo de importaciones culturales, como tampoco creo en la universalidad de los conceptos en estos terrenos. Mis cuestionamientos irán dirigidos específicamen- te contra lo que conozco de Europa. Pienso, por ejemplo, que un nuevo tipo de práctica y de teoría psicoanalíticas se desarrollarán ahora, como me pa- rece que sucede en el seno de la corriente argen- tina. Todas las alternativas quedan abiertas. Las pretensiones de parte de los Psi, tendientes a justificar su acción de control social por medio de argumentos científicos, me parecen sospecho- sas. Lo que hacen, de hecho, no es ciencia, sino la recuperación de ella para negar la existencia de problemas políticos reales y concretos a los * FÉLIX GUATTARI. Filósofo y Psicoanalista francés, trabaja en el Hospital Clínica de La Borde desde 1953. Su acción en ella ha incluido la integración en el "tratamiento" de análisis políticos. Redactor de la Voi Communiste. Dirige la revista Recherches y es autor de varios libros. Entre ellos, El Antiedipo, Ri-oma, La Revolución Molecular.

Revolución molecular y lucha de clases por Félix Guattari

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Félix Guattari en Cuernavaca; 1978. Intervenciones en el Cuarto Encuentro Internacional de Alternativas a la Psiquiatría.

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1. REVOLUCIÓN MOLECULARY LUCHA DE CLASES

Por FÉLIX GUATTARI*

Antes de entrar en materia quiero darles las gra-cias a todos por tan caluroso recibimiento. Voy,a lo largo de rni plática, a poner en duda y hastaatacar duramente la práctica de la Psicología, lade la Psiquiatría y especialmente la del Psicoaná-lisis tal y como lo conozco. No es mi intenciónimportar modelos antipsiquiátricos o antipsico-analíticos; no creo en la utilidad de este tipo deimportaciones culturales, como tampoco creo en launiversalidad de los conceptos en estos terrenos.Mis cuestionamientos irán dirigidos específicamen-te contra lo que conozco de Europa. Pienso, porejemplo, que un nuevo tipo de práctica y de teoríapsicoanalíticas se desarrollarán ahora, como me pa-rece que sucede en el seno de la corriente argen-tina. Todas las alternativas quedan abiertas.

Las pretensiones de parte de los Psi, tendientesa justificar su acción de control social por mediode argumentos científicos, me parecen sospecho-sas. Lo que hacen, de hecho, no es ciencia, sinola recuperación de ella para negar la existenciade problemas políticos reales y concretos a los

* FÉLIX GUATTARI. Filósofo y Psicoanalista francés, trabajaen el Hospital Clínica de La Borde desde 1953. Su acciónen ella ha incluido la integración en el "tratamiento" deanálisis políticos. Redactor de la Voi Communiste. Dirigela revista Recherches y es autor de varios libros. Entre ellos,El Antiedipo, Ri-oma, La Revolución Molecular.

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que no quieren enfrentarse. Con esto no quierodecir que no existan problemas de orden teóricoque tienen que debatirse; muy al contrario. Estetipo de problemas pertenecen, esencialmente, alos campos político y social y únicamente despuésa un campo científico específico. Opino que no sepuede uno conformar con una división del traba-jo tal que confíe, por una parte, el cambio socialpolítico a los políticos de profesión y, por la otra,los problemas del inconsciente de la readaptaciónsocial de la salud mental a los especialistas Psi.Hoy día, estoy convencido de que no se puedehablar de inconsciente sin hablar de política almismo tiempo. En otras palabras, creo que perte-nece al militante, a los trabajadores ligados a losproblemas de la salud mental, vigilar que los con-ceptos y las prácticas relativos al inconsciente nosean capitalizados por las formaciones de poderdominante. En este sentido, trataré de reexaminarla noción misma del inconsciente. Así, la nuevadefinición de inconsciente habrá de responder aproblemas reales políticos y sociales a los que nosenfrentamos todos.

En cuanto a la destrucción del hospital psiquiá-trico, por ejemplo, pienso que no podremos hacerefectiva nuestra acción si nos basamos en técnicastradicionales, que de nada nos servirán para aca-bar con los métodos de encuadramiento y controlsocial que en Europa son particularmente inten-sivos en lo que se refiere a la infancia. De la mis-ma manera, en el plano político, si no disponemosde nuevas armas conceptuales, nada podremos con-tra el desconocimiento de numerosos militantespara con problemas que día con día se agudizanv que comprenden no sólo marginalidades tradi-cionales, sino también aquellas nuevas que no ce-san de aparecer, si tomamos en cuenta todas lascategorías sociales que son objeto de discrimina-ción, entre ellas, los enfermos mentales, los homo-

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sexuales y los drogados, para mencionar sólo al-gunas.

El enfoque que propongo es muy personal; estáligado a mi práctica profesional, a una prácticade militancia. No pretendo de ninguna maneraque sea científico ni pretendo imponerlo a nadie.Lo planteo aquí por si a alguien le conviene ypuede aprovecharlo en su propia práctica.

Creo que es importante señalar que el concep-to de marginalidad no se define siempre en losmismos términos. Si hacemos un poco de historia,encontramos una cierta continuidad entre los men-digos, los vagabundos y los tipos de población quehan sido objeto de las grandes empresas de confi-namiento (renfermement), de los grandes encierrosdescritos por Foucault. Me parece, sin embargo,necesario rebasar la visión puramente axiológicadel concepto; por ejemplo, en el dominio de lamarginalidad en relación al trabajo, no se puedeaceptar la idea de una categoría del desempleosiempre igual a sí misma, que atravesara la histo-ria. En cada época esta cuestión se plantea entérminos diferentes. Hoy día ciertos economistasconsideran que un importante volumen de desem-pleo es un elemento normal y hasta esencial dela producción capitalista. La crisis económica mun-dial nos muestra que el desempleo existente en elmundo es un problema que va más allá del meroestar al margen de la fuerza colectiva de trabajo,creándose así una nueva forma de marginación si-milar a la de los estudiantes de nivel superior enItalia y Francia, los que, al no poder entrar aformar parte de las élites, constituyen una especiede subproletariado.

Un concepto que me parece a mí muy impor-tante es el de micropolítica. Cualquier problema,sea individual o familiar, psicopatológico, caracte-rología), psicosexual o esté relacionado con ladelincuencia, nos remite siempre a enjeux micro-

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políticos inseparables de la problemática políticaa má,s grande escala. Es posible que la gente queestá afectada por ese tipo de problemas no tengala menor idea de que este problema se ubica a unnivel micropolítico. La cuestión es saber si losespecialistas van o no a reforzar los componentesenajenantes, si van o no a reforzar el desconoci-miento de problemas reales en virtud de la posi-ción de poder que ocupan. En la actualidad, lasasociaciones de profesionistas y en particular los es-pecialistas de la Psicología toman un papel cadavez más preponderante en la sociedad. Mony El-kaim señalaba en Cuernavaca que el hecho de quetrabajadores de la salud mental salgan del hospi-tal para trabajar en lo que en Europa se llama "elsector" (visitas domiciliarias, equipo extrahospi-talario o servicios de salud mental comunitaria),no ha resuelto el problema.

De hecho los trabajadores de la salud mentalen el sector no sólo no logran abolir el papel deenmarcamiento (encadrement) y de control social,sino que lo refuerzan ampliándolo a poblacionesnuevas. Eso no es debido ni a un concepto teóri-co erróneo ni a una mala voluntad de los trabaja-dores de la salud mental sino fundamentalmenteal desarrollo de la política de integración al capi-talismo mundial.

Actualmente el capitalismo tiende a funcionarcada vez más a nivel internacional, tanto en elterreno de la producción como en el de la explo-tación, así como en el de la generalización de larepresión y del control social. Dicho de otro modo:los poderes de estado tradicionales y las formacio-nes de poder ligadas al poder del estado no desem-peñan ya el mismo papel que desempeñaban afinales del siglo xrx y principios del xx. Este nue-vo modo de producción, que llamaremos el capi-talismo mundial integrado, se desliga cada vez másdel poder centralizado del estado. Para reprodu-

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cirse, sin duda necesita disponer de todo un ejér-cito de fuerzas represivas a pequeña y gran escalaque controle. También necesita, esencialmente,dominar el inconsciente por medio de múltiplesequipement colectas y por la intervención de los"mass media", a fin de garantizar lo que yo lla-maría el assujetissement semiotique de la fuerzade trabajo (éste assujetissement toma como objetotanto la moralización de la familia nuclear, la delpensamiento de lo imaginario, como los procedi-mientos de la educación, del deporte, de la cultu-ra, etc.). Así, pues, no sólo necesita del ejército talcomo lo está usando en Nicaragua y en Irán, sinotambién de otro tipo de ejército, de un ejércitomucho más diferenciado, al que difícilmente sele puede localizar dentro de las coordenadas polí-ticas tradicionales; un ejército que requiere de es-tados mayores (así es por lo menos en lo quese refiere a Europa), que dependen siempre menosde la Iglesia y de los partidos políticos, y siempremás de todo tipo de castas de especialistas y tec-nócratas.

Hoy, a través de los "mass media" y los equipa-mientos sociales, se explica a una madre cómo criara sus hijos; los psicólogos tienen bien puesto elojo sobre cualquier desviación que pueda presen-tarse en un niño en edad escolar y hasta se calculacon computadoras, en función de tal o cual posi-ción social y en función de tal o cual disturbio,lo que se volverá ulteriormente. En esta forma,se le puede orientar sobre tal tipo de estableci-miento especializado o consulta conveniente. Deaquí se entiende que el papel de los psicólogos,psiquiatras, psicoanalistas, trabajadores en generalde la salud mental, educadores, reeducadores, etc.,no es de ninguna manera secundario en nuestrasociedad; día con día se vuelve cada vez más in-dispensable en la formación y regulación por ca-tegorías de la fuerza colectiva de trabajo.

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Tenemos, entonces, un sistema que integra losproblemas políticos a nivel del estado, y otro queintegra problemas micropolíticos a nivel del indi-viduo y de la familia. Debemos admitir que esteúltimo está dando, al menos en los países capita-listas desarrollados, muchos frutos, llegando, enun punto extremo, a una verdadera sumisión co-lectiva hacia el orden establecido. Esto significaque el capitalismo mundial integrado llegará aproducir una suerte de fascismo mundial (comoel que Orwell describe en una novela célebre:1984), en virtud de que este tipo de cosas no estánen juego únicamente en los países capitalistasdesarrollados ni únicamente a nivel de las fuerzaspolíticas tradicionales de dichos países. Muchosotros factores decisivos intervienen y crean contra-dicciones que hacen, según mi opinión, que laestrategia de la famosa Comisión Trilateral,1 la es-trategia de reestructuración del capitalismo mun-dial integrado, vaya al fracaso pese a sus aparen-tes éxitos actuales. La primera de estas contradic-ciones es la de que, al lado de las luchas obrerasen los países capitalistas desarrollados, aparecennuevas luchas que generalmente son mal entendi-das por el estado mayor de los partidos y los sin-dicatos. Estas luchas comprenden, entre otras mu-chas, las luchas de emancipación femenina, las delos desempleados; las de los jóvenes que rechazanel trabajo como lo conocen, por ejemplo la de losjóvenes trabajadores italianos por un nuevo modode vida; las luchas antinucleares y contra la con-taminación ambiental; contra un cierto modelocentralista económico y cultural; las que surgende regiones completamente anegadas ecológica-mente, y las luchas de las "minorías" sexuales queculminan en la ilegalidad.

Con altas y bajas, se está gestando un nuevo

1 Ver números 2 v 3 Cuadernos semestrales C.I.D.E.

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panorama político, donde ese tipo de luchas noconstituyen ya una vanguardia, una minoría. EnFrancia surgen luchas de masas considerables comola de las mujeres para imponer la nueva legisla-ción sobre el aborto y la contracepción; las luchasen las regiones europeas como Córcega, Bretaña ylos países Vascos, que movilizan varias categoríassociales. El capitalismo mundial integrado no tie-ne con qué dar trabajo, en su concepto de trabajo,al conjunto del proletariado mundial y reduce a lamarginalidad categorías cada vez más amplias dela población.

La burguesía, desde siempre, ha intentado conlujo de cuidado formar sus propias élites (la genteque será la encargada de dirigir las fábricas, lajusticia, la universidad, los periódicos, la literatu-ra). Pero los modelos elitistas no tienen ningúnvalor para la masa de la población.

¿Qué significan, hoy, para un joven marginadoitaliano los valores familiares tradicionales pater-nalistas? ¿Qué significan para él los valores detrabajo en un mundo en pleno desasociego, conmontones y montones de desempleados? ¿Qué signi-fica cursar una carrera universitaria, cuando sesabe que ésta servirá solamente para enajenar aotros? Hay dos parámetros objetivos: las materiasprimas y la energía, que parecen amenazar parti-cularmente las perspectivas del capitalismo mun-dial. He aquí una especie de cuello de botella.Queda totalmente excluido que en los países delTercer Mundo se pueda desarrollar el mismo tipode burguesía que en los países desarrollados; para-lelamente, queda excluido que el mismo tipo declase obrera se desarrolle en los países del TercerMundo. Entre el norte y el sur se está dando, es-quemáticamente, una nueva lucha de clases. Estenorte y este sur, hay que entenderme bien, no sonsolamente geográficos. En el seno de cada país exis-ten, también, un norte y un sur; existe un capita-

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;. existe un Tercer Mundo en los países capitalistasdesarrollados. Este fenómeno está a punto de esca-par del poder del estado, de la burguesía, de laburocracia política y sindical de todo tipo.

Me parece, no obstante, que es necesario "daral César lo que es del César" y reconocer que elcapitalismo en la última década fue capaz de em-plear un sistema relativamente congruente y re-lativamente coherente. Si se espera una revoluciónsocialista de parte del proletariado tal como hastahoy se ha concebido, que se extienda en el plane-ta y que resuelva los problemas en los cuales sedebate el Tercer Mundo, lo siento mucho peroes una ilusión. El capitalismo mundial ha integra-do toda una franja de la clase obrera, trabajadorestécnicos y científicos, en los países desarrollados'En este sentido, el proletariado alemán, por ejem-plo, en lugar de ser revolucionario y trabajar porla revolución mundial, entra en un concenso re-presivo que amenaza hundir a Europa entera.

Existe un nuevo tipo de agrupación, un nuevotipo de alianza que es la que debe formarse y encuvo seno ¡una cierta clase obrera! jugará un pa-pel muy importante, que no será necesariamenteel dominante, pues en este nuevo tipo de agrupa-ción habrá que renunciar a un cierto tipo de je-rarquización.

Allí harán alianza la lucha de mujeres y todaslas formas nuevas de lucha mencionadas anterior-mente. Este nuevo proletariado hay que encon-trarlo, hay que llegar a él porque no es un proleta-riado educado, puro, como lo fue el de la TerceraInternacional. Entonces sí, evidentemente, un nue-vo proletariado, constituido por desempleados, porobreros especializados, trabajadores emigrados, los

los assistes, etc., tendrá su lugaricha y un lugar fundamental. Hoy existe,

ate, una enorme distancia entre los

L d l d l U b pUHUCU!), 1U!> dpd.lcH.US SlllUICttits y C31C JJi <J-

letariado. Hay que empezar por eliminar del voca-bulario la horripilante palabra "lumpenproletaria-do" porque evidentemente no se trata de esto; elproletariado marginal está muy lejos de ser unlumpenproletariado; más aún, es a veces un prole-tariado aristócrata, que piensa, que lee, que escri-be, que busca cambiar la vida y las relacionessociales.

No creo, por ejemplo, que la dirección del capi-talismo mundial integrado pueda fácilmente loca-lizarse en el capitalismo germano-americano. Exis-ten centros de decisión múltiples dispersos en todoslos ámbitos del planeta, un capitalismo periféricocuyos objetivos son dobles. Cada quien habla desus propias fuerzas productivas para conservar unaeconomía de ganancia y de utilidad, siempre ycuando se mantenga una segregación de clases. Elcapitalismo mundial integrado tiene que estable-cer alianzas y compromisos entre fuerzas comple-tamente heterogéneas al no disponer de fuerzassociales homogéneas, como podría ser la burguesíafrancesa del siglo xix; así, se hace posible la co-existencia de un régimen de democracia burguesa,de regímenes fascistas como el del Sha de Irán yregímenes pseudo-socialistas, entre los que se dandiversas formas de alianza. El ejemplo más recien-te es la alianza entre el gobierno de la ChinaPopular y el gobierno de Irán.

Ahora bien, es en relación con la nueva luchade clases a nivel mundial que se puede pensary de hecho se dan nuevas alianzas entre las nue-vas y las antiguas marginalidades. Hago esta ano-tación porque pienso que los problemas micropo-líticos sólo pueden abordarse situándolos dentrodel marco de la política mundial, que tiende aalterar cada sociedad especialmente en el campoque nos interesa aquí. Nosotros debemos admitirque el tipo de metabolismo inconsciente que apa-

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nuevas luchas no corresponde ya enI modelo antiguo. Tenemos, pues, nece-;i nuevo concepto del inconsciente,

insciente freudiano se forjó en Viena, eni más o menos de la gran burguesía; el psi-

isis lacaniano en barrios que bien valenHena. Sí hemos de atacar al psicoanalista

iiano. lacaniano o junguiano, no es porque es-s en contra del análisis ni porque neguemos

encía del inconsciente, sino porque denun-ciamos a las personas que no hacen análisis, pues-

D que ponen en circulación un concepto del in-consciente que no sólo no sirve para nada en elcampo social, sino que va a crearnos las peoresdificultades para resolver los problemas relativos,precisamente, a la noción de revolución molecular.Los problemas de salvaguarda de la vida de lagente de hoy; los problemas del deseo que llevaa rechazar la fatalidad y la desesperanza a las queestán condenados cientos de millones, no son ex-plicables a través del esquema mecánico familia-rista del freudismo, ni por las eternas identifica-ciones con el padre, ni por el logro más o menoscompleto de ese examen de graduación que es elcomplejo de castración. Toda esta mecánica exis-te, sin duda, pero a nivel de una cierta élite tra-dicional.

El inconsciente freudo-lacaniano está individua-lizado, es personológico y familiarista; pone enjuego imagos y componentes imaginarios; se dirigehacia el pasado y se apoya en una psicogénesis,destacando la infancia, no puede revelarse másque por la transferencia y la interpretación y es,finalmente, significante. Con este inconsciente no

demos hacer nada; no tenemos nada que ver" - i t amos un inconsciente que nos per-

iprender no solamente lo que sucede adúos aislados, sino colectivamente;

nd de grupos de individuos, sino tam-

bien de grupos de órganos, de grupos de funciones,rocesos materiales, ecológicos, fisiológicos, etno-

I c:cos, económicos y políticos de cualquier natu-raleza. En otras palabras, este inconsciente no estáhecho sólo de palabras, sino de cadenas de signifi-cantes que ponen en juego elementos de espacio,elementos de percepción, elementos biológicos; ca-denas semióticas y económicas que las intervencio-nes de los medios de comunicación masiva ponenen juego. El inconsciente, me espetarán, responde-rán ustedes, es todo lo que dicen: es imaginario,espacial, económico. Pero diciendo esto, lo reducena la categoría de lo significante de tipo lacanianoy requieren de esa categoría que explique el funcio-namiento del inconsciente. Poco importa, enton-ces, asociarlo con esto, a partir del momento enque socialmente se reduce a significante de unasubjetividad individualizada. La fórmula clave dellacanismo está en decir que un significante repre-senta a un sujeto para otro significante; el incons-ciente está, por lo tanto, ligado a una especie dematerial transemiótico que es el significante y quees inseparable del sujeto. A todo eso, contestaréque no tenemos necesidad de especialistas de estetipo de inconsciente, funcionarios a los que se lesremunera muy bien y que, en Francia al menos, yano pagan impuestos. No necesitamos personas quepretenden ser neutras y se benefician con los pro-blemas del inconsciente. Los verdaderos problemasdel inconsciente no son neutros ni benefactores. Noexiste ni un solo problema del inconsciente que noimplique una problemática micropolítica a nivelde la familia, de la empresa, de la escuela, del ba-rrio o grupo social en el que se halla inmerso. Estamicropolítica plantea problemas políticos funda-mentales.

Estando como estoy convencido de que existe uncontinuom inevitable que necesariamente debemosasumir entre el problema del capitalismo mundial

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integrado y el de la sintomatología relacionada conel inconsciente, no es incongruente de mi partedecir que, hoy en día, nuestra lucha contra la psi-quiatría y el psicoanálisis dominante involucraa todo tipo de personas: a los psiquiatrizados, a lostrabajadores de la salud mental, a todos los grupossociales que están ligados a este problema, e inclu-so, también, a aquellas personas que, como los ca-niaradas sandinistas de Nicaragua, luchan con lasarmas en la mano en este frente contra el capitalis-mo mundial integrado.

Las sociedades en el seno de las cuales estamosimplicados no ponen ya en juego sujetos indivi-duales sino lo que yo llamaría agencements (agru-pamientos colectivos), es decir, conjuntos en los queciertamente hay individuos, pero donde existentambién componentes sociales sean éstos de la na-turaleza que sean; sistemas de intercambios econó-micos, de formación profesional, etc. Lo que elcapitalismo pone a trabajar no es nunca un indi-viduo total, sino una función u otra que entraen relación con sistemas de máquinas o conjuntossociales. Estos agencements constituyen el incons-ciente, que no está habitado por imagos familiaresni por formaciones del yo, como dicen los psico-analistas anglosajones. El inconsciente no es unpequeño teatro en el que se representan graciosasescenas entre papá, mamá e hijo.

Un movimiento que lleva a la ruptura radicalen el campo social histórico trabaja en el incons-ciente más individualizado. El sueño, el fantasma

bolo ya no son el camino real del incons-iente. El camino real del inconsciente no pasa

• imaginario; pasa por la práctica real social,>aal o colectiva, que puede poner en juego

¡des enteras. De ninguna manera es lode él los estructuralistas al reducirlo

r significantes, a una especie de mate-rre más que de barrera para que

psicoanálisis dependa únicamente de castas pro-onales y se reduzca a una especie de sistema de

n: usted aprende la lengua secreta de lossicoanalistas y, si es bien disciplinado y suficien-emente rico para seguir un análisis durante mu-

rao tiempo, entonces, quizá, un día puedehacerse psicoanalista.

Este inconsciente es reductor y esta reducciónes un golpe de estado contra el inconsciente. No

í más que una manera de imponer la forma-ción de poder constituida por los especialistas yque está asentada no en las cámaras ni en el go-bierno, sino en las fábricas, en las escuelas, en las

eles y en todos los lugares donde se presentanblemas de producción y de control social. Lo

importante ahora es saber si este modelo de incons-;:ente reductor se va a reproducir en la prácticao si va a encontrarse para cuestionarlo. ¿Se com-portarán ustedes como especialistas o como aliadosde todo lo que en el campo social tiende a cam-biar este poder?

Para concluir diré, simplemente, que el modelode inconsciente que necesitamos no puede ser re-ducido ni a imágenes, ni a familias, ni a lengua-je, ni a una técnica de lectura ni de interpreta-ción a través de la transferencia. El inconscientereal de hoy está hecho también de problemas eco-nómicos, monetarios, de espacio; problemas delcuerpo, biológicos; de problemas de represión so-cial. Es un inconsciente heterogéneo al que sólopuede tomársele colectivamente. Está delante denosotros, al alcance de la mano; no detrás, en losarquetipos, en la estructura, en los complejos,cuya llave la tendrían sólo los especialistas.

El análisis de este inconsciente es, a la vez, unproblema político y un problema micropolítico,que compromete a todas las estructuras represivascon las que habrán de enfrentarse, allá donde us-tedes trabajen.

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