Robertson Camille - Flint 02 - El Destino De Betsy Tilman.pdf

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  • Esta nueva historia quiero dedicarla a mis padres, Carlos y Mara,

    porque todo lo bueno que hay en m se lo debo a ellos.

    A mi ta Cele, posiblemente la persona ms generosa en el planeta.

    Y a mi to Luis, a quien tengo que agradecerle muchsimo por el tiempo

    y el cario que dedica a corregir mis escritos.

  • El hombre, nos lo han dicho muchas veces, es un oscuro

    enigma; pero en qu lo es ms que el resto de la naturaleza?

    Voltaire

  • Prlogo

    El desgarrador alarido rompi la quietud de la noche y ahuyent a todas las criaturas que se ocultaban en el frondoso bosque.

    La joven dej caer la cesta que transportaba; comenz a correr como alma

    que lleva el diablo: tena que escapar de all. Si les hubiera hecho caso a mis padres...,

    se lament. Las lgrimas empezaron a resbalar por su plido y asustado rostro,

    mientras atravesaba el bosque a gran velocidad.

    Detrs de ella senta aquella extraa presencia.

    Deba darse prisa y llegar al camino principal, tal vez all encontrara alguien

    que la pudiera ayudar.

    Oa las espeluznantes risas cada vez ms cerca.

    Las ramas le crujan bajo los pies, y, en la densa noche, solo se poda

    vislumbrar el vaho que le sala de la boca. Apart la profusa vegetacin que se

    interpona en su avance y sigui la huida sin mirar atrs.

    Dios mo, si me ayudas a salir de esta, prometo que nunca ms desobedecer a mis

    padres, suplic.

    Se oblig a continuar, a pesar de que le resultaba imposible controlar los

    temblores del cuerpo. Las rodillas se le doblaban y cada vez le costaba ms

    respirar, sin embargo no poda detenerse; ya estaba cerca. Conoca bien la zona,

    por lo que saba que no se haba alejado tanto de la ruta principal.

    Al fin, not que las ramas, que le haban lastimado las manos y la cara,

  • disminuan cada vez ms. Se anim y sigui adelante; se sinti aliviada cuando

    descubri cmo se abra ante ella una va ancha que iba directo al pueblo; pero,

    antes de poner un pie en el polvoriento camino, el pelo se le enganch con algo.

    El silencio volvi a aduearse del bosque.

    Saba que no deba hacerlo, pero no pudo evitarlo. Gir muy despacio la

    cabeza, aguantando la respiracin.

    La cara se le descompuso en una mueca de horror al observar aquella ttrica

    silueta. Alta y oscura, se ergua ante ella como el mismsimo diablo y extenda su

    esqueltica extremidad agarrndole el cabello. No pudo distinguirle el rostro, si es

    que lo tena; solo percibi unas extraas figuras que se movan con rapidez a su

    alrededor y que cambiaban continuamente de posicin.

    Intent volver a gritar, pero su garganta no emiti ningn sonido: estaba

    cerrada. Sin dejar de mirar aquella escalofriante aparicin, dio un paso hacia atrs

    y trastabill. Sin embargo, gracias a eso consigui liberar el cabello de la tenebrosa

    mano. Como pudo, comenz a correr rumbo al pueblo sin volver la vista atrs, al

    tiempo que se tapaba los odos con las manos lastimadas para no escuchar las

    siniestras y chirriantes risas que le erizaban el vello de la nuca. Risas que no habra

    de olvidar jams.

    Al llegar a la taberna del pueblo, abri la puerta con el ltimo suspiro que le

    quedaba en el cuerpo. Ante una docena de ojos que la observaron con gran

    sorpresa, pudo murmurar:

    He visto a la bestia.

    Acto seguido, se desplom.

    Todos en la cantina tardaron unos segundos en reaccionar, hasta que la

    camarera corri a auxiliarla:

    Molly! Dios mo, es Molly, la hija del herrero! exclam asustada.

    Se arrodill junto a ella, le tom la cabeza y la deposit con cuidado sobre

    sus rodillas para examinarla mejor. Le apart el pelo de la cara, y todos vieron con

    horror el rostro cubierto araazos de los que emanaban finsimos hilos de sangre

    que contrastaban an ms por la palidez de la joven. Tena un aspecto lamentable:

    el vestido desgarrado, las manos heridas. La camarera le acarici la mejilla con

    suavidad y not el fro de la noche en su piel.

    Alguien tiene que ir a buscar al mdico apremi la mujer. Y avisen a

    su padre! Corran!

  • Enseguida salieron dos hombres. El tabernero se acerc al centro del saln y

    habl con voz firme y contundente:

    No podemos continuar as: nuestras hijas y esposas cada da tienen ms

    miedo de salir solas. Se oy un rumor. Tenemos que avisar a lord Torrington.

    Despus de todo, la Bestia vive en sus tierras: l sabr qu hacer.

    Todos aclamaron la propuesta con un rotundo s, y volvieron la atencin

    al cuerpo inerte en el suelo.

  • Captulo 1

    Ashford, 1874.

    Querido Matthew:

    Me veo en la obligacin de notificarte lo que se ha convertido en mi mayor anhelo en

    estos momentos de espera: que mi querida Betsy venga a pasar un tiempo con nosotros.

    Espero que ella consiga amenizar este interminable estado, que parece no llegar a trmino.

    S lo furioso que te muestras cada vez que insino la posibilidad de que mi amiga

    venga a vivir con nosotros y deje su servicio all, pero, esta vez, creo que no tienes ms

    remedio que permitirlo. El beb se acerca y no quiero estar sola cuando eso ocurra.

    Estars pensando que tengo a mi amado esposo y a su adorable familia, es verdad;

    pero la vizcondesa viuda, lady Adelle, ha tenido que viajar a Londres con lady Judith para

    ayudarla a preparar su segunda temporada, y, aunque s que vendrn cuando llegue el

    momento, no es mi deseo importunarlas.

    No hace falta decir que estara encantada si decidieras venir junto con Martha y

    John; as mi dicha sera completa. David me ha prometido acudir en cuanto le fuera posible.

    Como sabes, nuestro querido hermano pequeo se est esforzando mucho en Oxford.

    La mansin de Torrington es inmensa, y Benjamin ltimamente pasa mucho tiempo

    afuera, intentando solucionar unos problemas que ha ocasionado un perro, lobo, o algo

    similar (en mi estado me cuesta mucho centrar la atencin en lo que dice mi marido;

  • desconozco la causa, pero as es).

    Deseo que recibas con agrado mi invitacin. Te suplico te muestres comprensivo con

    Betsy y no le grites mucho cuando parta.

    Te quiere.

    Tu hermana Connie.

    P.S.: Envi una carta con la invitacin a Betsy ayer para que no pudieras impedir

    que llegara a su destinataria.

    Matthew Flint lea atento la carta con media sonrisa y una punzada de

    remordimiento. Betsy Tilman llevaba casi un ao viviendo en su casa, desde que su

    hermana menor, Connie, se haba casado con Benjamin Lodge, vizconde de

    Torrington. Todos los miembros de la familia Flint estuvieron de acuerdo en

    contratar a la seorita Tilman para dirigir la casa.

    Matthew se neg desde el principio, porque saba los problemas que eso

    acarreara, todo su cuerpo lo saba; sin embargo, ante las acusaciones por parte de

    toda la familia de ser un insensible, y teniendo en cuenta que la joven pelirroja se

    trasladaba para ayudarlos en un momento muy delicado, no le qued ms remedio

    que abrir las puertas a la mismsima tentacin. Porque Betsy no era una tentacin

    comn. Era la tentacin hecha mujer.

    Existan fminas bonitas, elegantes y verdaderas beldades como Connie.

    Luego estaban las mujeres como Betsy. Mujeres hermosas, cuyo principal atractivo

    no radicaba en la belleza, sino en la actitud, la personalidad, el olor... en algo

    indescriptible que atraa a cualquier hombre como el oso a la miel.

    A este grupo de mujeres, Matthew las consideraba peligrosas, porque

    podan convertir a cualquier hombre en un autntico tonto.

    Betsy era la abeja reina en la colmena de las peligrosas. Ese era el motivo por

    el que perda el juicio cuando estaba junto a ella: lo pona nervioso. Trataba de

    ignorarla, pero, hiciera lo que hiciera, ella siempre estaba all.

    Era imposible describir la relacin que mantenan: l era su jefe; sin

    embargo, Betsy no se comportaba como si fuese una empleada, sino que lo trataba

  • con total desfachatez, de igual a igual, suprimiendo cualquier autoridad. Muy a su

    pesar, eso lo complaca. Matthew echaba la culpa de esta situacin a sus hermanos,

    ya que desde que la conocieron, la haban tratado como a una hermana ms.

    Adems, Connie le garantizaba el trabajo, si lo llegaba a necesitar, lo que haca que

    Betsy no tuviera miedo de abandonar su puesto. Aunque, para ser totalmente

    sinceros, l saba que la seorita Tilman no necesitaba a Connie ni a nadie para

    salir adelante.

    No se dio cuenta de lo atrapado que estaba en su telaraa hasta que Connie

    y su marido le propusieron a Betsy que fuera a trabajar para ellos. En cuanto

    escuch la oferta, se puso como loco y su cabeza no pudo aceptar la idea de no

    tenerla cerca. No poda imaginarse la casa sin ella. Se haba acostumbrado, con

    increble rapidez, a levantarse todas las maanas un poco antes para poder pasar

    por la puerta de su habitacin y escucharla tararear con esa voz sedosa que lo

    hipnotizaba. Le gustaba observar ese porte regio mientras serva el t. Cuando le

    traa la correspondencia al despacho, se haca el ocupado y miraba de reojo cmo

    ella ordenaba la correspondencia de manera meticulosa. No saba decir si le

    gustaba ms verla venir o alejarse con ese movimiento de caderas que le endureca

    todos los msculos del cuerpo.

    Betsy se haba hecho a la casa, y la casa a ella. Todos la adoraban, y no

    resultaba extrao, ya que era autoritaria, eficiente y prctica, pero muy cariosa.

    Excepto con l. Para l, lo nico que tena la mayora de las veces eran palabras

    hirientes. Se peleaban demasiado a menudo: si no era por una cosa era por otra, el

    motivo daba igual. A Matthew, por su parte, le resultaba imposible no provocarla.

    Sin embargo, haba excepciones; algunos momentos ntimos en los que

    compartan opiniones, miradas, incluso efmeras risas: breves instantes en los que

    pareca tocar el cielo, pero enseguida notaba cmo su cuerpo se tensaba y eso lo

    pona furioso: era demasiado irritante no poder controlar la reaccin que ella le

    provocaba. Entonces le deca algo para enfurecerla y romper as la presin que le

    oprima el corazn.

    Sin embargo, Matthew tena dos cosas en claro: por un lado, Betsy lo atraa

    como nunca le haba sucedido con ninguna mujer antes; y, por el otro, saba que

    ella no lo soportaba porque pensaba que era un hombre primitivo, bruto y

    desptico. Darse cuenta de que no tena la ms mnima posibilidad lo enojaba

    sobremanera. Aun as, si de l dependa, nunca iba a dejarla ir.

    Al examinar la carta pens que, tal vez, el modo en el que se haba

    comportado ante la posibilidad de que Betsy viajara haba sido un tanto exagerado.

  • Reconoci que haba llegado el momento de ir a cuidar a su embarazadsima

    hermana.

    Ira con ella. Dejara los negocios en manos de lord Wiltshire, su socio y

    amigo, que despus de haber abandonado la vida disoluta que llevaba, estaba

    demostrando ser muy hbil con las finanzas. Contaba, adems, con la ayuda de

    Colin Taylor, un expolica contratado desde haca un ao.

    Estaba resuelto: en un par de das saldran hacia Ashford. Con esa

    determinacin se levant del escritorio y fue hacia la puerta. En el mismo

    momento en que iba a tocar el picaporte, se abri de golpe.

    Me da igual lo que digas! Maana mismo parto! Connie me necesita.

    Betsy irrumpi decidida en el despacho, al tiempo que agitaba una carta en la

    mano.

    Matthew ni se inmut; estaba ms que acostumbrado a su temperamento. Se

    qued muy quieto, mirndola.

    Ah estaba ese pelo, una preciosa melena ondulada, brillante, de color del

    vino aejo. Esos enormes ojos verdes rasgados. Ojos que lo martirizaban da tras

    da, con sus inevitables noches. Resultaba frustrante no tener ningn dominio

    sobre sus pensamientos. No obstante, esa vez no iba a discutir; tena que conseguir

    limar asperezas por el bien de Connie. Iban a pasar un tiempo con su hermana y no

    quera perturbarla, as que, con un encogimiento de hombros, respondi:

    De acuerdo.

    He dicho que voy a ir y...! Betsy comenz a gritar como tena por

    costumbre, pero call de repente al percatarse de lo que haba escuchado. De

    acuerdo? pregunt desconcertada.

    S. Connie me ha escrito para explicarme la situacin; es lgico que quiera

    que estemos all en estos momentos.

    La muchacha se fij en la carta que sostena Matthew y comprendi que su

    amiga haba intentado apaciguar las aguas. Gracias, Connie, pens.

    Sin quererlo, se qued observando la poderosa mano que sostena la carta.

    Una mano grande, pero con dedos estilizados; dedos que, al rozarla, le producan

    un agradable cosquilleo. No pudo evitar continuar subiendo la vista por ese brazo

    atltico y llegar hasta sus anchos hombros.

    Suspir.

  • Aunque saba que era un error, sus ojos se deleitaron en una magnfica

    barbilla y una mandbula cuadrada, firme, en armona con una nariz recta que

    permita intuir el fuerte carcter de un hombre absolutamente irresistible. Un

    hombre poseedor de los labios firmes y duros ms deseables que se pudiera

    imaginar y que casi siempre tenan un gesto serio para ella. Menos cuando no se

    daba cuenta y le sonrea; entonces, apareca un pequeo hoyo en el lado derecho

    de su boca, lo que provocaba en Betsy la completa alteracin de su sistema

    nervioso.

    Ya que haba decidido convertirse en mrtir, por qu no recrearse en los

    ojos ms oscuros y profundos que haba visto nunca? Cerr la boca para controlar

    el jadeo que luchaba por salir. Lo contempl con esmero y se extra al comprobar

    lo familiar que le resultaba aquel hombre, cmo se haba adaptado a l y a los

    suyos en tan poco tiempo. Por qu tena que ser tan cautivador el maldito brbaro? Se

    enfureci consigo misma por ser tan estpida.

    Eh...? Has dicho estemos all? Sacudi la cabeza para despejar las

    tontas ideas. A quin te refieres? Entrecerr los ojos.

    Me refiero a m. Pienso ir contigo asegur, demasiado satisfecho.

    Qu? Ni hablar! No pienso viajar contigo sola. Si crees que podemos

    permanecer encerrados en un espacio tan reducido como es un coche, y durante

    tantas horas, es que ests ms loco de lo que crea. Acabaramos matndonos!

    No deba alterarse tanto, pero la idea de tenerlo tan cerca, rozndola en cada

    bache del camino, teniendo esos penetrantes ojos clavados sobre ella. Ni siquiera

    quera pensar en el peor de los suplicios: si se le ocurriera sonrer, sera terrible.

    No, imposible; no pensaba imponerse semejante castigo.

    A Matthew no le pareci inusual la oposicin que mostraba la joven a viajar

    con l. La comprenda mejor que nadie. Necesitaba un descanso, alejarse de

    Londres durante un tiempo. Ambos lo necesitaban, solo que por razones distintas.

    Saba que Betsy no quera pasar ms tiempo del necesario junto a l, pero iba

    a tener que resignarse; la situacin era as de simple, no poda separarse de ella. No

    tena explicacin lgica, para nada, aunque tampoco quisiera buscrsela.

    Resultaba contradictorio, pero tampoco a l le haca mucha ilusin, y

    demostraba tener muy poco sentido comn al viajar con la nica mujer que lo

    poda alterar de aquella manera. Pensar en esos preciosos ojos, estudindolo, al

    acecho de que cometiera algn error para poder reprenderlo. Mirarle la boca,

    esperando una de esas sonrisas que dejaban entrever unos dientes blancos y

  • alineados le produca la misma sensacin que un buen brandy: un placentero

    letargo. Estar junto a ella y no poder tocarla era una tortura: una que vena

    soportando haca demasiado tiempo.

    Por qu no poda estar lejos de ella? No tena respuesta a esa absurda

    pregunta. Quiz se haba acostumbrado a su modo eficiente de trabajar, o a su

    mana de ordenarlo todo hasta un extremo casi enfermizo, o a la manera cariosa y

    maternal de tratar a Martha, a John y al resto del servicio. Quiz le llamaba

    demasiado la atencin la forma que tena de inclinar la cabeza hacia el lado

    derecho cuando algo le pareca curioso o, a lo mejor, solo era por aquella pequea,

    casi imperceptible cicatriz que rasgaba, an ms, su ojo. Quizs el culpable fuera

    ese pequeo lunar en el lbulo de su oreja, quiz...

    Me ests escuchando? Betsy le golpe el hombro para conseguir de l

    una reaccin.

    No! exclam saliendo del aturdimiento. Sabes que mis odos se

    cierran en cuanto t abres la boca asegur con fingida molestia.

    Eres odioso.

    No te enfades, te juro que no lo hago a propsito. Es solo un acto reflejo.

    La mir con una media sonrisa. Instinto de supervivencia, no puedo

    controlarlo. En cuanto te escucho, mis sentidos se alteran, mi cuerpo ha aprendido

    a protegerse de ti afirm ensanchando la sonrisa. Todo mi cuerpo, no. Hay una

    parte sobre la que no tengo ningn control, reconoci en silencio.

    La muchacha puso los ojos en blanco, pero l no la dej intervenir:

    Basta ya! Retrate y empieza a preparar el viaje, yo me ocupar de

    informar a Martha.

    Eso es! exclam esperanzada. Seguro que ella y John querrn

    acompaarnos. Esa sera su salvacin, as tendran compaa.

    Matthew arrug el entrecejo.

    Pues claro que vendrn asegur pensativo. Pero irn unos das

    despus, tienen que esperar a David.

    Betsy mostr decepcin, y l tuvo que contener la risa; haba estado rpido

    con aquella excusa. Ahora solo tena que escribirle a David para darle las

    indicaciones.

    Vamos, no pongas esa cara, no es para tanto.

  • Ella se dirigi a la escalera, todava no muy segura de lo que acababa de

    ocurrir. Que no es para tanto? No, desde luego, es para mucho, se lament Betsy. Pero

    no haba ms remedio que ir; Connie la necesitaba, y no le poda fallar. Si para

    ayudar a su amiga tena que pasar por el suplicio de encerrarse con un gigante

    dictatorial, estpido y demasiado atractivo, lo hara. Solo tena que ignorarlo

    durante unas horas. Algo... imposible.

    Matthew supo que lo nico que deba intentar era ser distante y educado

    con ella; aunque lo provocara, se mantendra fro. Controlara sus impulsos. Solo

    tena que dominar la incmoda necesidad de estrecharla entre sus brazos; una

    necesidad insatisfecha, que era la causa de su malhumor. Estaba seguro de poder

    hacerlo.

  • Captulo 2

    Betsy termin de abotonarse el abrigo. Se dispuso a salir, tom aire y se arm de valor. Despus de todo, no era para tanto; Martha le haba asegurado que ellos

    iran en unos das y que llegaran a tiempo para el nacimiento del beb. De todos

    modos eso no era lo que la preocupaba, sino el viaje en s. No haba dormido nada

    esa noche y se senta cansada. Se dio vuelta para despedirse de ese adorable

    matrimonio de ancianos. Vio ambos rostros sospechosamente sonrientes.

    John y Martha haban criado a los hermanos Flint; John haba trabajado

    durante muchos aos para el padre de Matthew, y Martha se haba dedicado a

    criarlos junto a su madre. Todos formaban una familia e incluso despus de la

    muerte del matrimonio Flint haban seguido juntos. Cuando Matthew hered una

    fortuna de un to segundo y debieron trasladarse a Londres por negocios, la pareja

    se fue con ellos: pasaban por los abuelos que nunca haban conocido.

    Betsy los adoraba, la haban recibido como a una ms de la familia y, si no

    hubiera sido por ellos, habra abandonado su trabajo en casa de Matthew Flint

    haca mucho tiempo. Un puesto que, por otra parte, tampoco saba definir muy

    bien, ya que haca casi todo: ama de llaves, secretaria, gobernanta y un largo

    etctera.

    Oh! Cada vez que veo esa expresin en sus caras significa que estn

    tramando algo acus la muchacha de manera cariosa.

    No digas tonteras, nia. Y haz el favor de no ser tan suspicaz le

    reproch John.

    Solamente estamos felices de que por fin vaya a nacer el nio sonri

  • Martha con calidez. Tambin estamos orgullosos de que hayan sido capaces de

    superar las diferencias entre ustedes para ir a cuidar a nuestra querida Connie.

    Hum dud Betsy. No s por qu, pero empiezo a pensar que esto ha

    sido una trampa.

    Vamos, aprate apremi el cascarrabias de John. Ya sabes cmo se

    pone Matthew cuando tiene que esperarte.

    Est bien acept resignada. Quiero un abrazo fuerte! pidi y agit

    las manos.

    Betsy le dedic un guio seductor a John, quien, aunque fuera mayor y la

    quisiera como a una hija, no pudo evitar sentir vergenza. La joven era como un

    volcn en erupcin y cualquier hombre, nio, viejo, lo poda sentir. Por eso, John

    compadeca al mayor de los Flint: entenda muy bien por lo que estaba pasando

    ese pobre muchacho.

    La joven baj las escaleras de la entrada principal y mir a Matthew, que

    estaba de espaldas; el torso fornido y su metro noventa le impedan ver al cochero

    con el que estaba hablando sobre los ltimos detalles del viaje.

    Cmo sera estar entre sus brazos?, se pregunt. Con seguridad deba de

    sentirse como en la gloria, confortable y protegida. Uf! Resopl con enojo, tena

    que dejar de pensar estupideces: l nunca se le acercara de esa manera por ms

    que lo deseara, ya que pensaba que ella era una bruja. Adems le gustaban las

    mujeres, como deca l, menos chillonas y ms dciles. De todos modos, ella era

    incapaz de contener las reacciones de su cuerpo ante l. Ojal pudiera dominar

    ms su temperamento! Tal vez as le dedicara ms sonrisas de esas que la hacan

    derretirse. Pero, si ser tonta! Por qu tendra yo que cambiar para gustarle a ese

    estpido? Se recrimin. Hay ms hombres en el mundo... aunque ninguno como l. Por

    otro lado, a Matthew le gustaban las mujeres ms bajitas y morenas, as que,

    aunque suavizara el carcter, seguira sin gustarle. Lo mejor era dejar de imaginar

    cosas imposibles y concentrar la energa en el inminente viaje. Aun as, no pudo

    ignorar la punzada de decepcin.

    Antes de darse vuelta, Matthew ya saba que ella, al fin, haba llegado. La

    recibi con una amplia sonrisa, pero no obtuvo la misma respuesta por parte de la

    joven. No le agrad ver que ella no solo no le devolvi el saludo, sino que adems

    estrujaba el bolso de mano; sin duda, segua enojada por el viaje.

    Va a ser un trayecto muy largo, pens l; sin embargo, no iba a abandonar su

    intento por ser amable. Le ayudara no pensar en Betsy como mujer, sino como un

  • compaero; claro que tal vez le resultara mucho ms fcil convencerse de que el

    cielo era verde.

    Durante la primera hora del trayecto se mantuvieron en silencio: ella lea un

    libro, l estaba inmerso en un montn de planos y documentos. Matthew la

    observaba de vez en cuando, esperando que le dijera algo, pero nada: la muy

    testaruda no abra la boca.

    No pudo ms con la farsa y explot:

    No puedo creer que seas capaz de seguir fingiendo que lees para no

    hablar conmigo.

    Betsy pestae con inocencia:

    De qu hablas? No estoy fingiendo.

    Tienes la desfachatez de negarlo? pregunt sarcstico.

    S, lo niego, con firmeza. Elev la barbilla y lo desafi a que la

    contradijera.

    Entonces, cuntame cmo haces para leer un libro al revs rugi l.

    Ella se puso tan colorada que pareci a punto de estallar. Se haba pasado

    todo el tiempo estudindolo con discrecin mientras se deleitaba al verlo as,

    inmerso en el trabajo, con el ceo un poco fruncido y ese brillo de inteligencia que

    revelaban sus ojos cuando reflexionaba sobre algn negocio. Haba estado tan

    absorta en su objetivo que ni siquiera se dio cuenta de colocar bien el libro que le

    serva para ocultarse y para que l no pudiera percatarse de su inters.

    Qu vergenza! Ahora cmo se lo explicara? Desde luego, era mejor que

    pensara que no quera hablar con l antes que revelarle la verdad. Se recompuso.

    Y qu quieres? Siempre que hablamos terminamos discutiendo a los

    gritos. Estoy cansada confes un poco alicada.

    Matthew sinti un pinchazo agudo en el corazn, no esperaba que ella se

    mostrara derrotada; estaba preparado para las ironas, el sarcasmo, incluso para los

    insultos, pero no para el desnimo.

    Cuernos! Cmo puedo ser tan brusco? A lo mejor la presiono demasiado. No

    poda obligarla a gustar de l, ni siquiera a que lo tolerara; iba a tener que poner

    algo de su parte si quera que ella, por lo menos, soportara su presencia.

    No siempre discutimos dijo con voz suave. En ocasiones me haces

    sonrer.

  • Para ser franco, desde que Betsy haba entrado en su vida, l sonrea mucho,

    pero como un completo idiota y siempre procurando que ella no lo viera.

    Cundo? pregunt esperanzada. Desde que nos conocemos no haces

    ms que chillarme, eso cuando no te grito yo a ti afirm con una sonrisa triste.

    El corazn del joven volvi a latir con fuerza. La idea de ser amable con ella

    se afianz an ms. Betsy no tena la culpa de ser tan deseable; por lo que haba

    observado, ni siquiera era consciente del efecto que causaba en los hombres.

    Est bien, no podemos seguir as concluy. Haremos un trato. No nos

    gritaremos ms. Cuando me moleste algo, te lo dir de manera sosegada. Y t no

    me reprochars a cada momento mi comportamiento rudo, me dirs lo que te

    disgusta en forma educada y amable. Lo haremos por Connie.

    Ella lo miraba como si se hubiera vuelto loco; no lo crea capaz de

    controlarse tanto. Saba que lo exasperaba: desconoca el motivo, pero era un

    hecho. No pensaba que l pudiera dirigirse a ella de manera pacfica.

    Matthew, no lo tomes a mal, pero no creo que ninguno de los dos pueda...

    Espera la interrumpi l. S que podemos, es ms: lo convertiremos en

    una apuesta. El primero que pierda la calma, tendr que hacer algo por el otro.

    Algo como qu? quiso saber, recelosa.

    Hum... Matthew reflexion con la mano en la barbilla. Ya s!

    Deberemos tener un gesto amable; el que consiga dominarse podr elegir su

    premio. De esa manera, iremos acostumbrndonos a ser ms... afectuosos el uno

    con el otro.

    Volvi a recostarse sobre el asiento, muy complacido consigo mismo por la

    brillante idea. Ahora solo tena que volverla loca para que no parara de chillar.

    A qu tipo de gesto amable te refieres? Betsy entrecerr los ojos, no

    poda creer que saliera una propuesta tan absurda de un hombre tan inteligente.

    No s, una palabra, un halago, un abrazo. Algn beso, pens l; sin

    embargo, no iba a decirlo. Una actitud que consiga que recapacitemos antes de

    estallar.

    Ella se qued dubitativa, pareca una apuesta tonta; pero pensndolo bien,

    tal vez diera resultado. En el momento de ponerse a discutir, el primero que gritara

    o se comportara de manera desagradable tendra que pagar su prenda y eso hara

    que detuvieran la pelea al instante. Quizs no fuera tan mala idea.

  • Trato hecho acept ella con una sonrisa. Le ofreci la mano.

    El joven se qued mirando esa maravillosa sonrisa; dese encolerizarla,

    mucho. De repente, ya no le pareca tan buena idea. Al menos, se daban una

    tregua; y la necesitaban.

    Cerraron el trato con ese apretn de manos.

    En el instante en que entrelazaron los dedos, l sinti una descarga elctrica

    que le atraves todo el cuerpo hasta llegar al mismo centro de su corazn. La mir

    a los ojos, an confundido, y le pareci que ella tambin lo haba sentido.

    Betsy no estaba preparada para el volcnico desborde que se apoder de

    ella: en el momento que Matthew la toc, quiso rodearlo con los brazos y perderse

    en l. Entonces el coche le pareci demasiado grande. No era la primera vez que

    senta ese deseo abrasador. Siempre que Matthew, por casualidad la tocaba, ella

    perciba esa especie de rayo fulminante.

    Perdn, te he hecho dao? pregunt l, preocupado al ver la expresin

    de la joven.

    Matthew saba que sola ser muy enrgico. Con su fuerte musculatura deba

    tener mucho cuidado, en especial si se trataba de mujeres.

    Se senta tan torpe cuando la tocaba. Tampoco la tocaba mucho, tan solo en

    algunos momentos robados para que ella no se diera cuenta de que buscaba su

    contacto. Algn roce casual en la escalera; o, cuando coman y vea que iba a

    agarrar el salero, se adelantaba y le cubra la mano, entonces cerraba un segundo

    los ojos, antes de que ella lo viera, y aspiraba ese momento absorbiendo el calor de

    sus dedos. Era estpido, lo saba, pero no poda evitarlo; aunque ninguno de esos

    instantes le haba provocado semejante excitacin. Claro que nunca haban ido

    acompaados por una sonrisa. Betsy lo sac de su ensoacin:

    No, no me has hecho dao. Si s algo con certeza es que nunca me haras

    dao afirm sonrojada de golpe.

    Matthew no le contest, por temor a balbucear. Podra ser que Betsy s lo

    soportara? Incluso era posible que le agradara un poco, de lo contrario por qu se

    haba ruborizado al asegurar que l nunca le hara dao?

    El viaje a Ashford haba sido una idea excelente. Quiz solo les haca falta

    salir de la rutina y del ritmo intenso de una ciudad como Londres, para que Betsy

    desechara los prejuicios que tena sobre l.

    El resto del tiempo transcurri sin tirantez. Hablaron del nacimiento del

  • futuro hijo de Connie, del crecimiento de la fbrica que Matthew haba fundado

    junto a sus socios lord Torrington y lord Wiltshire, y de otros asuntos cotidianos.

    Hubo ratos en lo que cada uno se suma en sus pensamientos, sin dejar de

    ser muy consciente de la presencia del otro.

    El pequeo juego inventado por Matthew les haba dado una tregua en su

    particular relacin. Ninguno de los dos estaba dispuesto a ser el primero en ofrecer

    una muestra de afecto al otro, ya que ninguno de los dos pensaba que se quedara

    nicamente con una pequea muestra.

  • Captulo 3

    Betsy no poda creer lo que tena delante de los ojos. Era la mansin ms increble que haba visto jams. Bueno, era la nica: un edificio exclusivo y slido, repleto de

    enormes ventanales que despedan destellos de luz, rodeado de rboles que daban

    paso a extensos y verdes jardines. No era solo la mansin, sino el entorno; ofreca

    unos paisajes maravillosos, proporcionados y bellos para los sentidos: cuadros

    llenos de tonalidades distintas, que pasaban por la variedad de gamas entre verdes

    y azules, con un pequeo toque multicolor aportado por las flores.

    Aquel lugar inundaba de paz, la bellsima imagen llenaba de bienestar a

    quien la contemplara.

    Betsy aspir hondo, imagin lo maravilloso que sera vivir en aquel lugar,

    tan apartado de la aglomerada ciudad. Ms an, si se lo comparta con un marido

    tan buen mozo como lord Torrington, que adems besaba el suelo por donde

    pisaba su mujer. Se alegraba muchsimo por su amiga Connie. Apenas se

    conocieron, los dos se haban dado cuenta de que estaban destinados a estar juntos;

    ahora, el amor que se profesaban iba a dar un primer fruto.

    No pudo evitar sentir un poquito de envidia. Ella nunca haba pensado en el

    matrimonio hasta que conoci a Matthew. Por su culpa, se le llenaba la cabeza de

    absurdas ideas que saba imposibles. No, estaba convencida, un matrimonio como

    el de Benjamin y Connie no era para ella.

    Betsy! Oh, qu alegra! Connie sali a recibirlos lo ms rpido que su

    estado le permita. Matthew! Dios mo, soy tan feliz! Por fin has decidido venir

    consigui decir, antes de ponerse a llorar.

  • La seorita Tilman sali a su encuentro corriendo, para que no tuviera que

    dar un paso ms, cualquiera poda ver que le costaba mucho moverse.

    Connie! Mi querida nia! No llores pidi Betsy, mientras se esforzaba

    por retener las propias lgrimas y la abrazaba. Por Dios! Ests enorme!

    exclam felicsima.

    Oh! solloz Connie.

    No, no, por favor no llores, perdona. No era mi intencin ofenderte.

    No seas tonta, Betsy; no lloro por eso asegur. En verdad, estoy

    terrible. Lo peor es que no puedo reprimir el llanto: lloro a cada instante, por todo

    o por nada.

    La pelirroja la rode de nuevo entre los brazos; como era ms alta, pudo

    arroparla con un poco ms de holgura.

    Cunto te extra!

    Estuvieron concentradas en el abrazo, hasta que Matthew decidi intervenir.

    Supongo que te quedar algo para tu hermano mayor dijo con voz

    grave. No te imaginas lo que te he extraado yo, pequea. Abri los brazos y

    la rode con facilidad.

    Matthew! Ay, mi Dios! Ya estoy otra vez dijo e intent no moquear.

    Te quiero! Yo tambin te extra a ti y a todos. Lo he hecho mucho ms desde que

    se fueron lady Adelle y lady Judith. Este lugar es demasiado grande. Menos mal

    que ya tengo compaa suspir Connie.

    Es inmenso, no me extraa que te sintieras un poco sola. Pero, por lo que

    se ve, piensas llenarla de nios augur Betsy, sonriente. Llevas un ao de

    casada y ya ests a punto de dar a luz a tu primer hijo. Le acarici la redonda

    panza. As que la mansin no volver a estar tan tranquila.

    Eso es verdad coincidi Matthew.

    Connie se qued asombrada al escuchar cmo su hermano le daba la razn

    en algo a Betsy. Y del asombro pas a estar descolocada, al comprobar que su

    amiga le estaba sonriendo al mayor de los Flint. Estall en otro llanto

    descontrolado.

    Ests bien? pregunt l, asustado.

    S, s. Es solo que... Oh! Le acabas de dar la razn y ella te ha sonredo.

    Soy tan feliz!

  • Ah! exclamaron los dos al unsono, estupefactos.

    Connie, haz el favor de controlarte exigi Matthew, abrazando todava

    a su hermana.

    Perdona gimi ella, es que no puedo evitarlo. Ya se me pasa.

    Levant la cabeza para mirar a Matthew, se puso en puntitas de pie y le dio un

    beso en la mejilla. Gracias.

    Por qu? quiso saber l.

    Por todo: por abandonar tus negocios y venir, por dejar a Betsy que

    viniera; pero, sobre todo, por hacer el esfuerzo de llevarse bien. Tom la mano

    de Betsy y la bes. Por todo eso, doy las gracias de corazn. S que es por m, y

    s cunto le cuesta a cada uno.

    Luego sonri y, con la mano en el vientre, comenz a caminar hacia la casa.

    Betsy y Matthew la siguieron en silencio; se haban quedado atnitos. Era posible

    que la animosidad que haba entre ellos llegara hasta el extremo de que alguien se

    sorprendiera por verlos estar de acuerdo en algo tan insignificante? Es ms, hasta

    el punto de pensar que estaban fingiendo. Acaso no podan tener algn punto en

    comn, por pequeo que fuera? Con tristeza, se quedaron pensando que eso nunca

    iba a poder ser.

    Por Dios! Esto es casi ms espectacular que la visin desde afuera

    exclam Betsy. En mi vida he visto semejante lujo puesto con tanta elegancia.

    S, comprendo muy bien lo que quieres decir asegur Connie. No

    sabes cmo me sent de insignificante la primera vez que vi este lugar. Fue cuando

    me di cuenta de la diferencia de clase social que exista entre mi marido y yo.

    Aunque no haba distancia en el nivel econmico, la educacin que l haba

    recibido, su historia y su linaje no tenan nada que ver conmigo. Me asust

    muchsimo confes.

    T? exclam Matthew.

    S, yo.

    l decidi dejar el tema, no deseaba discutir con ella y menos en su

    situacin. Connie continu, sin prestarle atencin a su hermano:

    Deben ir a refrescarse; dar la orden para que suban el equipaje y cada

    uno est instalado. Entretanto, yo esperar en el saln azul. Quiero creer que,

    cuando nos reunamos all, ya haya llegado Benjamin. Tuvo que volver a salir.

    Como creo haber escrito en la carta, hay algn problema en las tierras con un

  • animal salvaje; la verdad es que ltimamente no me cuenta nada, dice que estoy un

    poco susceptible. Hizo una pausa para respirar hondo, y luch por contener las

    lgrimas que brotaban de sus ojos. Ay! Ya estoy otra vez. Se son la nariz.

    Como siga as, voy a perder a mi marido: dice que no soporta verme llorar, creo

    que la culpa de que salga tanto la tengo yo y no ese perro sarnoso. Bes a

    Matthew y a Betsy y desapareci por un lateral de la casa.

    Se quedaron solos y confundidos.

    Santo Dios! Es peor de lo que me tema asegur l, asustado.

    A qu te refieres? quiso saber ella, mientras suban la escalera detrs

    del mayordomo.

    Es posible perder la cabeza con el embarazo?

    No seas insensible recrimin ella.

    Yo no soy insensible! gru Matthew.

    Ah, no?

    No! grit l.

    Betsy sonri complacida, y l tuvo que aferrarse con fuerza a la baranda

    para no abalanzarse sobre ella. Qu hermosa era! y qu hbil! La bruja haba

    conseguido que l fuera el primero en perder los estribos. El juego no iba a resultar

    tan fcil como haba esperado.

    Ja! Ahora tendrs que hacer algo que te pida contest triunfal.

    Matthew intent parecer adusto, pero tuvo que poner mucho empeo: la

    verdad es que le produca una enorme dicha verla sonrer, gracias a l.

    Y qu quieres?

    Djame pensar. Betsy se dio unos golpecitos en la barbilla, hacindose la

    interesante. Di algo que te agrade de m orden.

    Algo que me agrade? repiti, un poco disgustado por el aprieto en el

    que se encontraba. Qu tontera!

    No es una tontera! lo interrumpi. Si hubiera algo que te agradara

    de m, tal vez, algn da, en un futuro muy lejano, podamos convivir en el mismo

    espacio declar ms esperanzada de lo que hubiera deseado.

    No s, veamos... l hizo una pausa ms larga de lo correcto. Tengo

    que decrtelo ahora? pregunt socarrn.

  • Oh, vamos! Betsy se puso las manos en la cintura y llev los ojos hacia

    arriba. Algo tendr que te agrade respondi, enojada e incrdula al mismo

    tiempo.

    S, por supuesto. Seguro que hay algo... El joven se hizo el despistado,

    como si no supiera las cosas que le gustaban de ella. Maldita sea! La pregunta

    sera qu era lo que no le gustaba de ella, pero eso no pensaba confesarlo ni aunque

    estuviera murindose.

    Vete al infierno, Matthew Flint!

    Antes de que se diera vuelta para seguir subiendo, l la tom por la mueca:

    Me gusta hizo una pausa, y continu inseguro, me agrada ver cmo

    gesticulas cuando lees el peridico.

    Qu? pregunt incrdula. Yo no hago eso asegur, ocultando una

    sonrisa. Lo acabas de inventar, porque no se te ocurra nada. De todas formas te

    lo agradezco, ha sido un detalle.

    Matthew la interrumpi de golpe:

    No! No miento, es verdad asegur. Cada vez que lees el peridico

    mientras desayunas, s si la noticia que te tiene atrapada te indigna, te hace gracia,

    te resulta indiferente o si crees que no son ms que mentiras. Se arm de valor, y

    su voz tom un matiz ms ronco. Para ser sincero, me gusta muchsimo

    observarte mientras lees.

    Betsy se olvid de respirar durante unos segundos. La mueca le palpitaba

    veloz, bajo la poderosa mano de Matthew. El latido era tan fuerte que, con

    seguridad, l lo estaba sintiendo. Se taladraron con la mirada durante unos

    instantes, hasta que ella recuper la compostura como pudo.

    En ese caso, gracias dijo entre susurros.

    No supo qu ms decir. Cmo debera tomarse aquello? Acaso Matthew la

    miraba alguna vez? Pero si pareca no existir para l, siempre inmerso en sus cosas.

    A veces, cuando ella llegaba, refunfuaba y se iba, para evitar su compaa Y

    ahora le aseguraba que la observaba mientras lea? Era algo muy ntimo.

    Matthew le solt la mueca despacio, como si le costara un enorme esfuerzo

    aquel simple gesto, pero no la dej ir:

    Espera un momento pidi. T tambin has gritado, tienes que hacer

    algo por m brome.

  • A ella se le aceler el corazn:

    Qu quieres? pregunt con un hilo de voz.

    Un febril deseo recorri a Matthew al verla con las mejillas sonrosadas, los

    labios entreabiertos por el asombro, y una actitud tmida como nunca antes haba

    observado en ella. Se control. Era demasiado pronto para pedir algo que pudiera

    asustarla.

    Dime algo que te guste de m, as estaremos en paz por el momento.

    Ella no lo dud ni un segundo, saba todo lo que le gustaba de l:

    Eres un hombre carioso y protector. A pesar de esa apariencia de bruto,

    amas a tu familia por encima de todo; seras capaz de morir por cualquiera de

    ellos.

    Se dio vuelta sin darle tiempo a responder, y continu subiendo. Matthew se

    qued rezagado, asimilando la informacin. Not cmo la sangre reanudaba el

    camino por sus venas, a gran velocidad. Qu fcil le sera mostrarse carioso con

    ella! Si lo dejara; pero no, todava le resultaba imposible.

  • Captulo 4

    Al fin te dejas ver! Matthew se dirigi hacia su cuado, lord Torrington, con una gran sonrisa.

    Matthew! Qu alegra verte! No saba que ibas a venir; esperbamos solo

    a la seorita Tilman asegur, feliz de ver a su amigo.

    Volvi la atencin a Betsy y la salud como si fuera la duquesa de

    Devonshire.

    Buenas noches, seorita Tilman, nos hace muy felices su presencia aqu.

    Es un honor para nosotros.

    Buenas noches, lord Torrington. Sonri e inclin la cabeza. El honor y

    la felicidad son para m; le agradezco la hospitalidad.

    Basta ya! exclamaron los hermanos Flint a la vez.

    S, basta por favor rog Connie. Benjamin querido, conoces a Betsy, es

    de la familia, y te ruego que dejes el ttulo fuera de casa; no puedo hablar con tanta

    formalidad constantemente, es agotador.

    Benjamin se ri, se acerc a su mujer y le dio un beso en la boca.

    Como quieras, amor. La retuvo entre sus brazos.

    Oh! Bueno, tampoco tienes que mostrarte tan atento. Connie se sonroj.

    Oh, s que has cambiado! intervino Matthew. Eres el mismo hombre

    que una vez pidi perdn por besar a su mujer delante de la familia?

    El mismo afirm Benjamin. Fue antes de darme cuenta lo necio que

  • era no demostrarle a mi esposa todo lo enamorado que estoy de ella cada minuto

    que estamos juntos.

    Benjamin, cario... Se abraz a su marido e intent contener el llanto.

    Matthew miraba perplejo a la pareja: por un lado, estaba satisfecho de ver a

    su hermana tan feliz; por otro, le resultaba difcil asimilar que Benjamin se hubiera

    convertido en eso. No poda definirlo con palabras. Mir a Betsy y se compadeci,

    estaba un tanto incmoda por la situacin. Se acerc a ella:

    Pelirroja, gustas una copa?

    Ella agradeci la interrupcin, pero lo mir con seriedad:

    Si quieres que nos llevemos bien, ser mejor que dejes de llamarme as.

    Cmo? Pelirroja? pregunt, extraado.

    S, no me gusta confes en voz baja.

    Por qu? Acaso no eres pelirroja?

    Matthew, no sigas le advirti.

    Pero explcate, qu es tan ofensivo? inquiri para descubrir qu era lo

    que le molestaba. Es que te gustara tener otro color de pelo? quiso saber,

    desconcertado ante esa posibilidad.

    No. S. No s.

    A Betsy siempre le haba gustado su color de pelo, hasta que conoci a

    Matthew y comprob que le gustaban las morenas. Era la primera vez en la vida

    que un hombre la haca sentir insegura o desear otra cosa. Ese era uno de los

    motivos por el que perda la compostura cuando estaba junto a l: la haca sentirse

    como una nia pequea.

    Me gusta mi pelo dijo al fin. Pero no me agrada la forma en que lo

    dices, como si fuera algo malo.

    Matthew se qued con la boca abierta. Nunca imagin que su opinin le

    importara, pero por lo visto as era; sonri satisfecho.

    Te hace gracia? pregunt, ofendida.

    No, no seas tonta, cmo va a ser malo ser pelirroja? Tu pelo es... Pens

    durante un segundo en lo que iba a decir a continuacin: es magnfico.

    S, era un pelo precioso, un marco perfecto para acompaar unos ojos

    espectaculares, una boca carnosa, una tez suave y aterciopelada como la de Betsy.

  • Hasta las mismas hadas la envidiaran. Ella se qued asombrada al orlo.

    Vaya! Va a ser verdad que quieres que nos llevemos bien. Te das cuenta

    de que me has dicho algo bonito?

    l se qued muy serio.

    No digas tonteras, pelirroja. Me limito a resaltar algo obvio.

    Betsy lo mir con suspicacia.

    S, por supuesto acord ella, escondiendo una sonrisa.

    Lo salv el mayordomo que anunciaba la cena. Fue una velada agradable e

    ntima, dedicada a ponerse al da. Una comida con risas, recuerdos y planes para el

    futuro.

    Todo marcha sobre ruedas en la fbrica le asegur Matthew a su

    cuado. No tienes por qu preocuparte. La produccin en cadena es el invento

    de este siglo.

    Me alegra orlo. Despus de los problemas del ao pasado, es un alivio ver

    tres ejemplares de nuestras mquinas en el mercado.

    Yo no llamara problemas a un intento de asesinato, un secuestro y un

    intento de robo.

    Tienes razn. Pero dejemos ese tema, todava me dan temblores cuando

    pienso lo que le poda haber pasado a Connie dijo Benjamin con un nudo en la

    garganta.

    S, est bien concord Flint. Cuntame del inconveniente que tienes

    en tus tierras, acaso hay un lobo que se est comiendo las ovejas de los granjeros?

    Hizo una pausa para beber. Si quieres, maana podemos ir de caza.

    El vizconde cambi el semblante.

    Gracias, Matthew. No me vendra mal tu ayuda, la verdad. Cunto

    tiempo te vas a quedar?

    Tena pensado que partiramos dos das despus del nacimiento del beb.

    Partiramos? intervino Betsy que echaba chispas por los ojos.

    Matthew elev las cejas en seal de asombro. Qu le habra molestado?

    Uf! Resopl ella. Qu te hace pensar que voy a ir contigo? No pienso

    irme hasta que Connie est recuperada afirm ofendida.

  • Benjamin mir a su mujer, que ya tena la visin empaada, y respir hondo.

    El mayor de los Flint frunci el ceo despacio, mientras se morda la lengua para

    no estallar. Por qu cuernos esta mujer tena que provocarlo constantemente? l

    era un tipo adorable, no se mereca que lo instigaran de esa manera. Adems, ella

    saba que no la dejara all. Cont uno, dos, treinta y tantos, hasta que se calm un

    poco. Con voz amenazante, dijo:

    Pens que, dado que soy yo quien te paga el sueldo, deberas volver

    conmigo para cumplir con tu trabajo.

    Matthew, por favor, no seas grosero lo rega Connie.

    Djalo pidi la joven con desdn. Ya saba yo que no era buena idea

    venir juntos. Pero el muy porfiado se empe explic Betsy a Connie, mientras

    ignoraba a los caballeros.

    Porfiado? Yo?

    Benjamn y Connie se pusieron de pie.

    Creo que la cena ha terminado anunci el vizconde.

    S, cario dijo Connie. Betsy, por favor, podras acompaarme? Voy

    a retirarme, estoy agotada ataj la discusin.

    Claro susurr la aludida con contricin. Haba faltado muy poco para

    que volvieran a engancharse en sus estpidas peleas, pero qu le pasaba? No

    poda contenerse ni un momento? Ni siquiera por su amiga? Baj la vista

    avergonzada. Disclpenme, yo tambin estoy cansada del viaje.

    No te preocupes dijo Benjamin y se dirigi a su cuado: Matthew,

    acompame a mi despacho; tomaremos una copa mientras te informo del

    asuntillo del lobo.

    Flint asinti. Estaba irritado por no haber podido dominar su temperamento,

    si no lo hubieran interrumpido, le habra dicho un par de cosas. Desde luego que

    se ira con l! De lo contrario, no le quedara ms remedio que... esperarla, por

    supuesto.

    Tendremos esta conversacin en otro momento le prometi.

    Ella no contest. Lo mir con los ojos entornados, y para disgusto de

    Matthew su cuerpo reaccion. Emiti un gruido y sali detrs del vizconde,

    dispuesto a tomarse ms de una copa.

    Cuntame del lobo pidi.

  • Toma asiento, por favor. Benjamin le ofreci una copa.

    El invitado se sent en uno de los cmodos sillones de cuero, situados frente

    al hogar.

    En primer lugar, quiero que me prometas que, durante el tiempo que

    estn aqu, te comportars correctamente. No quiero que Connie se disguste ms

    de lo necesario, ya has visto cmo est de sensible; y las peleas de ustedes podran

    alterarla an ms dijo muy serio.

    Matthew pareci arrepentido.

    Tienes razn, no volver a ocurrir.

    Imagin que, despus de un ao viviendo juntos, las cosas se haban

    calmado.

    Es imposible, con ella es imposible. Apret la copa entre sus dedos.

    Te entiendo.

    Comprenda a su cuado ms de lo que l pensaba, pero saba que Matthew

    se estaba equivocando al tratarla de esa manera, como si fuera de su propiedad. Y

    ms teniendo en cuenta que Betsy no dependa de Matthew para vivir, que poda

    encontrar cualquier empleo. Una mujer con tantas cualidades como la seorita

    Tilman: educada, inteligente y responsable, se colocara en cualquier hogar

    respetable. Por ejemplo, esa casa; su esposa estara feliz si Betsy decidiera mudarse

    con ellos.

    No puedes tratarla como si fuera tuya, no lo es aconsej Benjamin.

    Lo s, pero... Matthew presion la mandbula.

    Si no quieres, o no puedes prescindir de sus servicios, tienes que tratarla

    mejor; sobre todo, darle ms libertad. Hizo una pausa para sonrer. Por otra

    parte, deberas preguntarte por qu te enoja tanto la idea de que te pueda dejar.

    Flint dej de mirar el contenido de la copa, para hacer frente al vizconde.

    Si crees que ests a punto de abrirme los ojos, te equivocas. Ya s el

    motivo confes resignado, pero no tengo nada que hacer con ella; no me

    soporta, cada cosa que digo la enfurece. No lo has visto? inquiri, sealando la

    puerta.

    Benjamin se ri con sumo gusto.

    Eso es porque tienes la mala costumbre de dar todo por sentado. Nunca

  • le pides opinin? Por qu no le has preguntado cundo quera irse? O mejor, por

    qu no la dejas quedarse?

    Ya hemos hablado de este tema! bram Matthew.

    Clmate, amigo dijo y se qued pensativo. Ests bien agarrado.

    Gracias por la conclusin. Eres muy observador, pero eso no me ayuda en

    nada. As que, si no vas a decir algo que me sea de utilidad, mejor gurdate tus

    opiniones recomend irnico. Dejemos mi problema, centrmonos en tu perro.

    El semblante de Benjamin Lodge se ensombreci. Su amigo se dio cuenta de

    lo grave de la situacin.

    Es tan serio?

    Peor afirm. Tengo a todo un pueblo aterrorizado, la gente est muy

    agitada: aseguran que en el bosque vive una bestia, un monstruo o Dios sabe qu!

    Hizo una pausa para beber un trago. Varias mujeres del poblado juran que

    han visto a un monstruo. El ltimo caso es el de Molly. Lleg a la taberna en mitad

    de la noche, llena de sangre en las manos y la cara, y con la ropa rasgada. Declar

    que haba visto a la bestia. Luego, se desplom. La chica lleva dos semanas sin salir

    de su casa. Solt un resoplido. No s qu pensar de todo esto.

    Tal vez no sea para tanto, muchas veces la gente se sugestiona para creer

    algo; hay personas dispuestas a tragarse cualquier tipo de cuentos. A lo mejor solo

    es un animal.

    Lo he pensado; es ms, lo he deseado. Me conoces, soy bastante escptico.

    Se sent en el silln, enfrente de Matthew. Tras examinar a Molly, pareca que

    solo tena araazos, que bien se los poda haber hecho con ramas o tras una cada.

    Hizo una pausa. Sin embargo, la muchacha vio algo real; observ en sus ojos el

    terror. Adems, hay dos nios desaparecidos confes con abatimiento.

    Desaparecidos? repiti Matthew, intrigado.

    Lodge suspir entristecido y se revolvi el cabello, como si pudiera despejar

    as sus preocupaciones.

    Dos hermanos de nueve y once aos. Son hurfanos, sus padres murieron

    en un accidente cuando iban en un carruaje. Como se trataba de mis arrendatarios,

    me sent en la obligacin de encargarme de los chicos. Tard una semana en

    arreglar todo para mandarlos a Eton. Cuando llegu, ya no estaban. No s si tiene

    algo que ver, pero muchas personas juran que la ltima vez que los vieron iban

    hacia el bosque; y nunca ms se supo de ellos.

  • Matthew escuchaba atento.

    Preocupante! consigui decir sin salir del estupor.

    Tengo que hacer algo continu Benjamin. Estas tierras no van a

    quedar desoladas por una fantasa, no lo permitir asegur terminante.

    Hemos rastreado cada milmetro, cada arbusto de ese maldito bosque, y nada. No

    hemos encontrado nada. Por suerte, tampoco haba huellas de los nios; quiero

    decir que no hallamos ni sangre, ni ropas. Nada que nos hiciera sospechar que

    haban sido devorados, por lo que me inclino a pensar que habrn decidido partir

    con algn familiar. Estoy haciendo averiguaciones, quiz pensaron que nadie se

    iba a ocupar de ellos se lament.

    No te culpes, has actuado como debas. Descubriremos el misterio.

    Matthew termin la copa de un trago. Adems, me vendr bien mantener la

    mente ocupada.

    Gracias, Matthew, eres un buen amigo.

    * * *

    Mientras, las mujeres estaban en la habitacin de la vizcondesa, resolviendo otro

    tipo de misterio.

    Oh, Connie. Lo lamento de corazn. No s por qu no puedo controlarme

    cuando estoy con tu hermano. Respir. Me desquicia esa manera que tiene de

    imponer su voluntad; y lo peor es que no se da cuenta.

    Betsy la ayud a preparase para dormir: le cepill el pelo y le at con cario

    las cintas del camisn.

    No te preocupes, te entiendo ms de lo que crees la tranquiliz Connie.

    Intent levantarse para ir a la cama. Es demasiado autoritario; si por lo menos

    fuera como Benjamin. Mi marido es ms sutil, sabes? Matthew es un poquitn

    hosco.

    Un poquitn? Es un brbaro asegur, moviendo las manos. Y qu

  • me dices de esa mana de no dejarme ir? Se puso tensa y sin querer tir del brazo

    de Connie ms fuerte de lo que deseaba.

    Betsy! No te pongas nerviosa. Tienes que intentar no darle tanta

    importancia a todo lo que l dice; reconozco que es un poco tirano, pero en cuanto

    le tomes la medida hars lo que quieras con l. Te lo aseguro.

    La seorita Tilman mir a su amiga con escepticismo. Quiso, sin embargo,

    que fuera cierto.

    Confa en lo que te digo. Date un poco ms de tiempo.

    Tiempo? Pero si cada vez es peor!

    Betsy la cubri con la colcha, sin prestar atencin a lo que haca, le dio un

    beso en la frente, pero, para sorpresa de Connie, no se retir y sigui con las

    cavilaciones.

    Sabes lo ltimo que hizo? No esper a que le contestara. Fue hace

    unas semanas, en mi da libre, el muy... Frunci los labios para reprimir la

    palabrota.

    Connie sonri, le pidi que continuara, le gustaba orla mientras se dorma.

    Haba quedado con las chicas en ir a la feria; pasamos un da lindsimo,

    fuimos a escuchar msica al parque, comimos manzanas asadas; bueno, ya te

    imaginas. Iba a volver a casa pronto, pero me encontr con tu mdico, el seor

    Bellow, que adems me dio saludos para ustedes y se preocup por tu estado. Se

    nos hizo tarde, as que me invit a cenar. Qu hombre ms agradable!

    El doctor Bellow? pregunt Connie ms despejada.

    S, es todo un caballero. Lstima que no me haga estremecer como tu

    hermano, se dijo Betsy. Dimos un paseo y me acompa a casa; se despidi de m

    con educacin y se march. Hizo una pausa para volver a tapar a Connie que

    pareca ms interesada, y continu. Cuando entr en casa, por la puerta de

    servicio, pas por la cocina y, all estaba l sentado con una vela. Te juro que cre

    que era una aparicin. Qu susto me dio!

    Y qu haca all a esas horas? quiso saber Connie, despierta del todo.

    Eso mismo le pregunt yo. Me dijo que tena hambre. Betsy se encogi

    de hombros como si siguiera sin entenderlo. Le dije que poda haber llamado a

    cualquier persona del servicio para que le llevaran algo. Tom aire. Entonces,

    se puso como un loco a gritar, que me haba llamado a m y que no estaba, que una

  • vez que me necesitaba y yo me dedicaba a coquetear con el doctor ese.

    Que dijo qu?! exclam Connie, horrorizada por las palabras de su

    hermano mayor. Cmo se atrevi a tal impertinencia?

    Eso mismo quise saber yo certific an enojada por aquel episodio.

    As que fui a hacer mis valijas. Ya te puedes imaginar lo que ocurri.

    No, qu? pregunt.

    Betsy empez a pasearse por la habitacin a la vez que iba narrando su

    historia.

    Levant a toda la casa para explicarles, gritando eso s, que yo los iba a

    abandonar por un medicucho insignificante, que la casa se quedara destrozada

    por mi culpa y que Martha llegara a enfermarse porque yo era una

    desconsiderada egosta.

    Qu? No puedo creerlo. Ese hombre ha perdido la cabeza.

    Eso mismo dijo Martha afirm, moviendo el dedo delante de la cara de

    Connie. Menos mal que fue ella quien se hizo cargo de la situacin. Dijo que no

    haba pasado nada y volvi a mandar a todos a dormir. Les dijo que el seor Flint

    haba bebido una copita de ms. Asegur que si yo decida irme en ese mismo

    momento, ella y John lo entenderan. Luego, se dirigi a l y le remarc que nunca

    en la vida lo haba visto comportarse de una manera tan grosera y maleducada

    como para acusar a una dama como yo de estar coqueteando y de ser una

    desconsiderada egosta. Trag saliva. Acto seguido lo llam para que se

    acercara y murmurarle algo al odo, pero en vez de decirle algo le solt un sopapo,

    que todava hoy tiene que dolerle.

    Ambas estallaron en carcajadas.

    Ah! Martha tan brillante como siempre dijo Connie entre risas.

    S. Despus de semejante pelea, vino a pedirme perdn como un nio

    pequeo. Me dijo que senta de corazn haber dicho que yo coqueteaba, que tena

    total seguridad de que era una mujer ntegra y que no saba por qu haba dicho

    eso. Elev las manos al cielo como pidiendo una explicacin. Yo le cre,

    porque, a pesar de todas las barbaridades que escapan de su boca, l nunca ha

    dudado de mi honestidad. Adems, pareca compungido. Respir hondo.

    Antes de retirarse, asegur que eso no lo haba dicho en serio, pero que si yo

    decida abandonar la casa sera una desconsiderada egosta. Mir a Connie.

    Qu te parece?

  • Oh, por Dios! Este Matthew decididamente ha perdido la cabeza.

    Aunque conoca las explosiones de su hermano, pensaba que esta vez era

    desproporcionado. Por qu crees que se puso as? pregunt mientras volva a

    acomodarse en las almohadas.

    No lo s confes Betsy alicada. A lo mejor, lo exaspero tanto que

    cualquier cosa que yo haga lo saca de sus casillas; a m me ocurre con algunas

    personas.

    O... a lo mejor, haces tan bien tu trabajo que no puede prescindir de ti. Al

    verte con el doctor habr pensado en la posibilidad de que quisieras casarte algn

    da y en ese caso, dejaras tu puesto. Bostez. Dnde encontrara a alguien tan

    eficiente como t? Cerr los ojos. A lo mejor, ya no puede vivir sin ti.

    Connie se qued dormida, sin darse cuenta de lo que acababa de decir.

    Betsy mir perpleja a su amiga. Que no poda vivir sin ella?! Ja! Tampoco

    poda vivir con ella. Aunque ahora ya no estaba tan segura. Despus de ese viaje

    pareca un poco menos irascible. Con una sonrisa, bes la frente de su amiga y se

    fue a su habitacin.

  • Captulo 5

    Buenos das, pelirroja! la salud Matthew con energa.

    Betsy se encontraba en uno de los saloncitos dedicados a las seoras,

    bordando unos escarpines para el beb y no estaba preparada para el salto que le

    dio el corazn al or esa voz.

    Haba transcurrido una semana desde que ambos llegaron a Ashford Manor

    y apenas se haban visto; era la primera vez en un ao que no saba nada de l

    durante ms de un da. Ahora entenda a su amiga cuando afirmaba que se

    encontraba sola en la enormidad de aquella mansin. Con el misterioso problema

    que los tena tan ocupados, los hombres nunca estaban en la casa. Eso debera

    haberla alegrado, pero la verdad era que no la haca muy feliz.

    Por raro que pareciera, se senta excluida de los asuntos de Matthew. Era

    como si los hombres no quisieran compartir el misterio. Solo se anim al pensar

    que, tal vez, mantendran el secreto para no preocupar a Connie.

    Cuando se levant para saludarlo, se le hizo un nudo en el estmago.

    Apoyado en el marco de la puerta, en forma despreocupada, se haca evidente la

    fuerza que desprenda aquel joven. De repente, la habitacin pareca ms pequea.

    Tena unas botas negras de media caa cubiertas por unos pantalones oscuros, se

    haba quitado la chaqueta y solo llevaba una camisa que antes haba sido blanca. El

    pelo, color bano, todo revuelto. Y, de la cabeza a los pies, estaba cubierto de barro.

    Estaba hecho un asco, sin embargo, Betsy nunca lo haba visto tan lindo.

    Hasta que sonri.

  • Fue entonces cuando Betsy Tilman confirm sus sospechas. Supo, muy a su

    pesar, que estaba enamorada hasta las mismsimas cejas: no lo poda seguir

    negando.

    Intent ocultar el nerviosismo y la vergenza que la inundaron, de la nica

    forma que saba:

    Buenos das, Matthew. Ya me haba ilusionado pensando que habas

    vuelto a Londres.

    l se percat de que estaba inquieta, esper no ser el motivo. Tena muchas

    ganas de estar con ella, la haba extraado mucho. Esa semana haba sido de locos.

    Se pasaban el da afuera, rastreando el bosque; buscaban alguna pista que los

    llevara a la dichosa bestia, pero nada. No haban encontrado nada: ni huellas, ni

    animales devorados, nada. Tan solo tenan los testimonios de algunas jvenes que

    se haban adentrado en el bosque, pero que, curiosamente, no haban sufrido

    daos, por lo menos ningn dao misterioso.

    Por desgracia, estaba tambin el caso de los dos hermanos desaparecidos.

    Eso era lo que les preocupaba ms: pensar en esos pobres nios perdidos en el

    bosque les causaba escalofros. Haban descubierto que no tenan ms familia,

    entonces dnde se haban metido? En eso meditaba, cuando se diriga a su cuarto.

    No estaba presentable, pero, al pasar por la puerta y verla all sentada, no pudo

    resistirse y se qued unos segundos contemplndola. Eran muy pocas las

    ocasiones en las que poda verla as, sosegada.

    Cuando vislumbr la curva de su elegante cuello, no pudo dar un paso ms,

    se apoy en el marco de la puerta y se regal ese breve intervalo. Pareca muy

    concentrada en algo que estaba haciendo. La luz de la ventana entraba en diagonal

    y la iluminaba, envolvindola en un aura deliciosa. El sol resbalaba por su cabello

    de tal forma que emita destellos caobas y su delicado perfil dejaba entrever un

    pmulo redondeado, levemente sonrosado.

    Anhel, con toda su fuerza, eternizar aquel momento. Si tan solo no la turbara

    con mi presencia, pens. Pero no tena ni idea acerca de cmo lograrlo. Respir

    hondo. Se llen los pulmones con su fragancia. Cuando estuvo preparado y pudo

    controlar las pulsaciones, decidi saludarla, pero la joven le haba contestado con

    el habitual sarcasmo.

    S que te habra gustado que me hubiera ido. Sin embargo, sigo por aqu,

    como puedes ver contest risueo, e hizo una cmica reverencia.

    Se acerc a ella con la excusa de ver lo que tena en las manos.

  • Qu haces aqu sola? Dnde est Connie?

    Est descansando. Yo aprovecho este tiempo para terminar unos

    escarpines. Le mostr lo que estaba haciendo, aunque no le dio mucha

    importancia. Se encogi de hombros.

    Sin hacer el menor caso a lo que le enseaba, l clav la mirada en ella. Se

    hizo un incmodo silencio.

    Ests hecho un asco afirm, nerviosa.

    S.

    Deberas ir a darte un bao sugiri, sin apartar los ojos de los de

    Matthew, cautivada por su mirada.

    Efectivamente.

    Esa era la intencin de Matthew, pero en vez de eso, ah estaba anclado al

    suelo, balbuceando las pocas palabras que su pobre mente todava no haba

    olvidado. Qu ms se poda decir? Ese era el problema, en unos segundos estaran

    discutiendo para romper la tensin, se dijo apenado.

    Betsy saba que debera irse, pero estaba atrapada. Nunca lo miraba en

    forma tan directa. Estaba tan hermoso! Matthew debi percibir su nerviosismo,

    porque le pregunt:

    Te he molestado?

    No neg ella demasiado rpido.

    Tena que salir de all. Iba a excusarse e ir a ver a Connie. S, eso es lo que

    tena que hacer, pero lo que hizo fue elevar la mano y limpiar un rastro de barro

    que manchaba la mejilla de Matthew. Para su sorpresa, l no se retir, no dijo nada.

    Cerr los ojos e inspir. Ella aprovech para explorar ese apuesto rostro; un rostro

    que conoca muy bien, pero que nunca se haba atrevido a tocar.

    Baj la mano hacia la mandbula. En aquel breve recorrido se percat de que

    la tez era tersa, hasta llegar a la zona oscurecida por la incipiente barba, donde

    raspaba ligeramente. Como si estuviera en uno de sus sueos, perfil los labios con

    dedos inseguros. El ndice acarici, en forma tenue, el labio superior del hombre:

    un labio slido y firme. Sin darse cuenta, entreabri los suyos.

    El corazn lata atronador, casi dolorosamente.

    Memoriz cada rasgo, cada reaccin.

  • Matthew qued paralizado, preguntndose si eso estaba ocurriendo en

    realidad. No pensaba abrir los ojos, no los abrira nunca ms si con ello se

    aseguraba de tenerla as para siempre. Rog. Si aquello era un sueo, no quera

    despertar. Cada roce de esa caricia iba marcndolo. Y ella, sin saberlo, estaba

    marcando su destino.

    Not el tacto aterciopelado de la yema de los delicados dedos. El olor, ese

    olor que reconoca de ella, una mezcla perfecta de miel y limn. Ninguna mujer

    ola as. Por Dios que daban ganas de saborearla! Se estaba volviendo loco. Todo

    era contradictorio con ella, incluso el cuerpo le responda de mil formas distintas.

    En ese mismo momento, tena los msculos distendidos y, sin embargo, el pulso le

    pareca un caballo desbocado. Todas las discusiones, la tensin que soportaban a

    diario, los nervios, todo, acababa de cobrar sentido en ese mismo instante. Vivir

    con ella le estaba quitando la vida, pero ahora saba con seguridad que sin ella no

    podra seguir viviendo. Aunque ya podra morir feliz con el recuerdo de ese

    momento.

    Betsy rompi el hechizo: Pero qu estoy haciendo?, se pregunt perpleja por

    su osada conducta, Estoy acariciando a mi empleador! Retir la mano y agarr con

    fuerza la labor que sostena con la otra.

    Matthew se dio cuenta; aun as, abri los ojos con lentitud para recuperar el

    autodominio. En vano intent mantener la expresin sonriente.

    Betsy baj la vista, turbada; le resultaba muy tentador seguir all. Si l se

    mostrara siempre tan calmado. Por suerte para ella, Matthew era odioso.

    No tena la menor idea de lo que se haba apoderado de ella para hacer algo

    tan estpido. Y tampoco saba por qu l se haba dejado. No obstante, tena la

    ligera sospecha de que era un hombre que no despreciaba caricia alguna, de

    ninguna mujer, aunque no fuera su tipo, como era el caso. Tosi para reforzar la

    voz antes de hablar:

    Ests sucsimo. Se mir los dedos con cara de reproche. Dar orden

    de que te preparen un bao.

    Dio un paso hacia un lado e intent esquivarlo, pero l le cerr el paso.

    Betsy... Se desesper por recuperar la intimidad perdida. Frunci el

    ceo amenazante, molesto por no poder controlar nada referente a esa mujer.

    Tenemos que hablar exigi.

    Ella le devolvi la mirada severa, aunque en realidad estaba muy agradecida

    de que l soltara su mal genio: eso le deshaca el nudo que tena en la garganta.

  • Matthew Flint, no me levantes la voz orden, segura ahora del terreno

    en el que se mova. Hablaremos de lo que quieras, en cuanto ests presentable.

    Oh! Ests manchando la alfombra.

    Matthew mir el piso, ella aprovech para escabullirse y poner fin a ese

    momento de locura.

    Betsy! vocifer mientras iba tras ella.

    La seorita Tilman ya estaba subiendo los primeros escalones, cuando l la

    hizo girar para hacerle frente. Eso s, ella se mantuvo a una distancia prudente,

    unos cuantos escalones por encima.

    Si vuelves a gritar, te puedo asegurar que no te gustar.

    Demonio de mujer! murmur entre dientes. Est bien. Esprame, en

    cuanto termine, hablaremos. La mir con intensidad. Tenemos varios asuntos

    pendientes.

    El mayor de los Flint supo que haba llegado el momento de tomar las

    riendas de su propia vida, y de la vida de Betsy tambin. Despus de ese instante,

    de la ternura que haban compartido y de la magia que haban creado, tena que

    intentarlo. Lo nico que poda perder era el corazn, aunque, si era franco consigo

    mismo, saba que ya no le perteneca: haca mucho tiempo que se lo haba

    entregado a ella.

    Por su parte, Betsy no era consciente de que le haba dado las alas que

    necesitaba para volar, llevaba esperando ms de un ao un gesto como aquel, algo

    que le indicara que no era una idea descabellada, que poda salir bien a pesar de

    sus diferencias. Una seal que le dijera que podan convivir. Ahora no solo tena

    esa seal, sino que ella haba demostrado que deseaba tocarlo. No era nicamente

    una seal, sino todo un milagro.

    Matthew, tendrs que esperar a que regrese del pueblo. Tena pensado ir...

    Sus palabras quedaron sin salir de la boca cuando lo vio subir de una

    zancada. Se coloc frente a ella con todo ese cuerpo.

    No se te ocurra salir de esta casa sola, me has entendido? rugi.

    Ella entrecerr los ojos y se mordi la lengua hasta que sinti dolor.

    Claro, seor Flint accedi con una calma que no senta.

    Se qued extraado, pero, como pareca que no iba a discutir, resopl y

    decidi ir a baarse. Ms tarde tendran esa conversacin, y se disculpara por

  • gritarle y le explicara por qu no poda salir sola. La imagen de Betsy paseando

    por esos caminos, mientras la acechaba un animal salvaje lo haba puesto de un

    psimo humor, por no mencionar el dolor agudo que se acababa de instalar en su

    pecho.

    Ella no dijo nada y lo observ mientras desapareca en el piso de arriba.

    Cuando perdi de vista su enorme espalda, fue directamente a buscar sus cosas

    para salir. De todos los hombres de los que poda enamorarse, haba elegido al

    nico con el que nunca podra vivir.

  • Captulo 6

    Est segura, seorita? pregunt el seor Hobbs, por quinta vez, con el mismo gesto preocupado. Puede esperar a que llegue mi hijo con la carreta para

    que la lleve.

    No es necesario asegur Betsy. No tiene de qu preocuparse, an

    queda tiempo antes de que anochezca, y, de todas formas, conozco el camino.

    Pero, seorita, la bestia, ya sabe... tartamude el hombre.

    Qu bestia? No siga con esas tonteras. Agit las manos, como si de esa

    manera borrara los temores de aquel adorable anciano. En estos bosques no hay

    ninguna bestia; si la hubiera, lord Torrington lo sabra. Tal vez, algn jabal salvaje,

    un poco ms grande de lo normal. Adems, no pienso desviarme del camino, los

    animales no salen del cobijo de los rboles.

    Eso pensbamos nosotros. Sin embargo, llevamos meses sufriendo

    extraos acontecimientos. Hay mujeres que afirman haber visto un espectro, otras

    dicen que es un monstruo. Por favor, seorita, deje que la acompae mi hijo. No

    puedo permitir que vaya sola rog el seor Hobbs, preocupado.

    Vamos, vamos, tranquilcese le orden, dndole palmaditas en la mano.

    El hombre se estaba mostrando demasiado tozudo con este tema. Haba ido

    al pueblo con el fin de hacer algunas tareas que le haba pedido Connie. Ahora que

    estaba con un embarazo tan avanzado, ella, que siempre se preocupaba por todo el

    mundo, no poda dedicarse a ayudar a aquellos que la necesitaban. Por eso le haba

    rogado a Betsy que llevara una canasta con hierbas medicinales y comida para las

  • hermanas Griffs; un traje antiguo de Benjamin para donarle al prroco. Por ltimo,

    ya de regreso, deba entregar un vestido de su suegra, lady Adelle, a la seora

    Hobbs. La mujer, agradecida, le pidi que esperara un momento mientras

    preparaba una cesta con frascos de compota.

    En el rato que pas en la humilde casa de los Hobbs, un matrimonio muy

    amable y hablador, Betsy se puso al corriente de todos los chismes que circulaban

    por el pueblo; as pudo llegar a la conclusin de que todas esas fbulas sobre

    espectros, visiones y dems eran las que tena tan ocupados a Matthew y a lord

    Torrington.

    Ella no crea en fantasmas. Por lo tanto, el nico miedo que albergaba era el

    de retrasarse ms, pero no por la bestia del bosque, sino por la que le esperaba en

    Ashford Manor y que le haba ordenado que no se fuera sola. Un escalofro le

    recorri el cuerpo al recordar el ltimo encuentro con l; era tan arrebatador que,

    con solo evocar su imagen, Betsy temblaba como una gelatina.

    Seorita Tilman, por favor.

    No se preocupe ms. Sonri. Ah, mire! Ya est aqu su mujer con la

    canasta para lady Torrington. Se dirigi a la seora Hobbs con las manos

    extendidas para recibir lo que le entregaba. Muchas gracias, han sido muy

    amables.

    El seor Hobbs no tuvo ms remedio que aceptar la decisin de aquella

    testaruda mujer; lo nico que poda hacer era enviar a su hijo detrs ella, en cuanto

    apareciera.

    Vuelva cuando quiera la invit la seora Hobbs. Por favor, vaya con

    mucho cuidado, no camine entre los rboles, siga en direccin recta siempre le

    advirti.

    Betsy no les dio demasiada importancia a los temores del matrimonio; con

    decisin, se dirigi hacia el camino rumbo a la mansin.

    Llevaba ya un buen trecho andado cuando se percat de que el mismo

    camino que antes le haba resultado tan agradable, ahora mientras el sol se iba

    ocultando, se le antojaba un poco amenazante. En apenas unas horas los altsimos

    rboles que le haban parecido de una gran belleza, con ramas repletas de hojas

    perennes, de color verde intenso y que desprendan un refrescante olor a eucalipto,

    se tornaban en ese momento algo terrorficos.

    Los curiosos sonidos de las primeras horas de la tarde ahora resonaban

    espeluznantes. A medida que anocheca, la temperatura era ms fra. Se frot los

  • brazos, se ajust bien el abrigo, e intent despejar de la cabeza sus miedos

    infantiles. Haba una extraa soledad. Comenz a respirar con dificultad. Justo

    cuando iba a dar un paso ms, las escuch.

    Qu haba sido eso?, se pregunt con agitacin. Risas, gritos? No, en

    realidad, le haba sonado igual que una rata cuando la ahuyentaban a escobazos.

    Un estremecimiento sacudi su cuerpo. Betsy no seas tonta!, se recrimin. Lo ms

    seguro era que fuera un animal cazando a otro. Alguna comadreja descarriada.

    Volvi la vista hacia atrs, no vio nada.

    Un cielo apagado con algn destello rojizo, destellos de un sol que ya no

    calentaba, que ya no iluminaba. Todo se volvi negro, las ramas moldeaban

    sombras oscuras, y formaban siniestras figuras, como si fueran las extremidades de

    gigantes dispuestos a encerrarla en un abrazo.

    Era como si el bosque se la quisiera engullir; deba salir de all. Se dispuso a

    retomar la marcha, volvi la vista al frente y lo que observ la dej congelada: en

    mitad del camino haba atravesado un tronco que no era muy grande, pero lo

    suficiente como para impedirle continuar. Nerviosa, movi la cabeza de un lado a

    otro, buscando algo, dio una vuelta completa: nada.

    No haba nada, ni nadie. Tan solo aquel terrible silencio. Cmo haba

    llegado el tronco hasta ese lugar? Haca un segundo no se encontraba all. Qu

    estaba pasando? Betsy notaba el corazn bombendole sangre con violencia, pero

    ni siquiera la rapidez con que palpitaba le serva para calentarla; estaba glida, y

    asustada. La presin que senta en el pecho fue subiendo, asfixindola hasta que

    lleg a la cabeza y las sienes comenzaron a palpitar. Irnicamente, pens en el

    nico hombre capaz de provocarle los mismos sntomas; lament no haberlo

    escuchado.

    Matthew, Matthew lo invoc.

    l siempre llegaba en los momentos ms inesperados, as que no le pareci

    ninguna tontera esperar que fuera a buscarla. Basta ya!, se orden. Iba a rodear

    ese tronco y seguir adelante hasta llegar a su destino; sin embargo, haba un

    inconveniente: el rbol era demasiado alto y largo como para pasarlo por encima

    con la ropa que llevaba puesta, y esto la obligara a adentrarse, apenas unos pasos,

    entre los rboles. Sin duda, un pequeo contratiempo, aunque tampoco le pareca

    una idea juiciosa. Se arm de valor, puso un pie en la ladera, tom aire, dio un

    paso ms; se detuvo a escuchar.

    Nada. No se oa nada, ni siquiera el viento se mova. Reinaba un silencio

  • sepulcral. Levant un pie para seguir. Fue entonces cuando oy el crujir de una

    rama detrs de ella; saba que no tena que haberse metido dentro del bosque, las

    palabras de la seora Hobbs resonaban en su cabeza: No salga del camino. Nerviosa

    y atemorizada intent vislumbrar algo, pero le result imposible. La noche, por fin,

    haba engullido al bosque.

    Un miedo exacerbado se apoder de ella.

    Otro crujido. Haba sonado ms cerca. Era el momento de salir corriendo,

    pero estaba tan aterrada que trastabill un par de veces. Poda hacerlo, ya faltaba

    poco. Se recogi la falda, se coloc bien la canasta en el pliegue del codo y subi

    con rapidez. Un sudor fro recubra su frente. Iba a comenzar el descenso, pero se

    qued petrificada al notar un ligero soplo en su oreja. Un soplo que ola a muerte.

    Entonces, sin llegar a darse vuelta, grit.

    Lo has odo? pregunt Matthew fuera de s.

    S. Vamos rpido, el grito procede de all dijo Benjamin espoleando a su

    caballo.

    Corrieron a travs del bosque, en direccin al grito que haban escuchado.

    Flint saba con certeza que proceda de Betsy. Conoca esa voz a la perfeccin. Le

    haba ordenado esperarlo, que no fuera al pueblo sola. Por qu esa caprichosa

    mujer no poda obedecerle? Era tan difcil? Solo tena que quedarse en la casa

    esperndolo, solo eso. Pero no, ella no poda darle esa mnima concesin. Y ahora

    lo haca pasar por ese calvario, una desconsiderada! Lo iba a pagar bien caro.

    Como si no hubiera tenido suficiente con el susto que les haba dado su

    hermana el ao anterior. Ahora la mujer que ms deseaba en el mundo se expona

    al peligro casi en forma voluntaria. S, tena que ser un plan, pens completamente

    trastornado; las dos mujeres ms importantes de su vida haban planeado volverlo

    loco, y lo estaban consiguiendo.

    No iba a pensar en la posibilidad de no encontrarla, ni en cmo podra estar.

    No; la encontrara en perfecto estado. De lo contrario, iba a arrasar ese terrible

    bosque que ahora perteneca a su hermana, lo convertira en un horno, quemara

    todo hasta que no quedara nada con vida all: del mismo modo quedara su

    corazn sin ella.

    Cuidado, Matthew! le advirti Benjamin que corra tras l. Ve ms

    despacio, no conoces la zona y est muy oscuro. Se van a matar el caballo y t!

    Flint azuzaba al animal, desesperado por llegar a algn lugar.

  • Espera al menos que lleguen los hombres con las antorchas! No seas loco!

    El vizconde no obtuvo respuesta, por lo que no le qued ms remedio que

    seguir a su amigo en la endiablada carrera.

    Betsy! Betsy! grit.

    Saba que el sonido haba llegado de all. Tena que estar en ese lugar, pero

    con la oscuridad le resultaba imposible ver ms all de la nariz.

    Betsy!

    El silencio lo estaba ahogando.

    Por Dios, si no me contestas ahora mismo voy a prender fuego a este

    terrible bosque!

    Se oy un ruido entre las ramas. Matthew gir a gran velocidad hacia ese

    lado, y vio cmo algo sala volando. La desesperacin empez a nublarle la razn.

    Se baj del caballo, comenz a golpear y patear cualquier cosa con la que

    tropezaban sus pies.

    Tonta pelirroja! Contstame! grit suplicante.

    Oy una especie de gemido.

    Matt...

    Escuch susurrar su nombre.

    Betsy! Dnde ests? No puedo verte.

    Aqu... estoy... aqu. Ella intent elevar la voz, pero no tena fuerzas.

    Senta un fuerte dolor en la cabeza y estaba mareada.

    Sigue hablando apremi Matthew.

    Por qu has tardado tanto?

    Intentaba parecer despreocupada, para que no se diera cuenta de que estaba

    al borde del llanto. Matthew apret los dientes al orla tan dbil. Dios, qu miedo

    haba pasado! No haban tardado mucho en encontrarla, pero fue el rato ms

    angustioso de su vida.

    Estaba furioso, iba tanteando el terreno hasta que por fin vislumbr el

    cuerpo tendido en el suelo.

    Betsy! exclam asustado. Ests bien? Se agach para comprobar

    su estado.

  • S; ahora estoy bien. Apoy la cabeza en el pecho de Matthew y se

    aferr a los brazos que la rodeaban de manera protectora.

    Matthew sinti la ligera presin de esas manos y percibi su turbacin. El

    corazn comenz a resucitarle. Se tom un segundo para calmarse, despus mand

    todos los complejos a paseo y la estrech con fuerza contra su cuerpo. Ninguno de

    los dos supo cunto tiempo estuvieron fundidos en aquel abrazo. Y no se habran

    separado si no hubieran odo a los hombres de Benjamin llamndolos por todo el

    bosque. Sin soltarla, le dijo al odo:

    Se acab, me oyes?

    Todava aturdida, no entenda lo que quera decir Matthew, hizo un

    esfuerzo para preguntarle:

    De qu ests hablando?

    No vas a volver a darme un susto como este. Nunca ms. Son ms

    duro de lo que pretenda ser.

    Vas a despedirme?

    Antes de que pudiera responderle, se haba vuelto a desmayar. Matthew la

    sostuvo, aguardando a que llegaran los dems. Cuando la acomod bien en el

    carro, le indic a Benjamin que estaban listos para volver a la casa.

  • Captulo 7

    Est bien? pregunt Connie, angustiada.

    S, creo que est bien. Benjamin se acerc para consolar a su mujer, que

    ya tena la cara surcada de lgrimas. Ha sufrido un desmayo, no parece nada

    grave, pero hay que avisar al mdico.

    Los vizcondes se abrazaron, mientras Flint suba a la seorita Tilman hasta

    la habitacin.

    Avisen al mdico! rugi Matthew. Benjamin, cuando deje a Betsy

    quiero hablar contigo. Ya! inst.

    El vizconde observ a su mujer, acto seguido mir hacia el techo y protest

    entre dientes.

    Lleva toda la tarde as. Desde que se enter de que la seorita Tilman se

    haba ido sola, no ha hecho otra cosa que rugir, enfurecerse y dar rdenes.

    Querido, entindelo: estuvimos todos muy preocupados pensando que se

    haba perdido.

    Tienes razn. Perdona, amor mo. Es solo que ahora comprendo un poco

    ms a la seorita Tilman. Bes la mano de su mujer. Tu hermano puede llegar

    a ser muy obtuso.

    Benjamin! son el grito de Matthew, proveniente de la planta superior.

    El aludido dej con pocas ganas a Connie y se encamin al llamado de su

    cuado, para ver en qu poda ayudarlo. Cuando salieron de la habitacin de

  • Matthew, Lodge estaba perturbado. Tras discutir durante ms de una hora, al final,

    Matthew lo haba convencido. Sin embargo, l todava albergaba serias dudas

    respecto a la propuesta. En especial, porque se arriesgaba a un posible enojo de

    Connie y eso no le gustaba nada.

    Ests seguro de que eso es lo que ella quiere?

    Qu importa lo que ella quiera! Lo importante es lo que es mejor para

    ella! exclam el mayor de los Flint.

    De acuerdo convino el vizconde. Entonces, por qu no se lo explicas

    tal y como me lo has explicado a m? Seguro que lo comprender.

    Es muy testaruda, no lo vera igual que nosotros.

    Benjamin saba que no deba participar en aquello, pero, como conoca los

    sentimientos que Matthew se empeaba en ocultar, sumados a su determinacin,

    imagin que, con una pizca de suerte, todo llegara a salir bien.

    Otro factor decisivo para el noble haba sido el hecho de que la seorita

    Tilman era una mujer espectacular, que viva, aunque trabajando, en casa de uno

    de los solteros ms codiciados de la ciudad. Esto por no mencionar que tena ya

    una edad ms que considerable: con veinticinco aos no era ninguna jovencita. El

    conjunto resultaba fatal para su reputacin. No obstante, a ninguno de los Flint ni a

    la propia seorita Tilman les importaba lo que dijeran de ellos.

    De hecho, estaba convencido de que, si la seorita Tilman segua bajo las

    rdenes de Matthew, era porque as lo quera. Le quedaba claro que ella era tan

    testaruda como l, al no aceptar que, en realidad, no deseaba estar en ninguna otra

    parte.

    Benjamin saba que su amadsima esposa lo entendera mejor si le expusiera

    de esta manera todo ese asunto, con el nico fin de justificar por qu se haba

    dejado enredar en forma tan absurda por un hombre fuera de sus cabales. Aunque

    ese hombre fuera el hermano de su mujer.

    Con estas reflexiones, el vizconde dio orden a un lacayo para que

    cumplieran los deseos de su cuado, y no saba si todava amigo, Matthew.

    El pobre prroco no tard ni un suspiro en aparecer, pero, puesto que

    desconoca el motivo del llamado, se mostraba un tanto temeroso.

    Buenas noches, seor Freeman salud Benjamin.

    Buenas noches, lord Torrington. Hizo una pausa para recomponerse, se

  • sec la frente con un pauelo, y continu: espero no llegar demasiado tarde.

    El religioso estaba confundido: el llamado podra ser por lady Torrington y

    su embarazo, o bien por la seorita Tilman quien, segn haba odo, se poda

    contar entre las vctimas de la famosa bestia.

    No, no. No es lo que piensa, por fortuna. Esboz una sonrisa para

    tranquilizarlo.

    Al ver que el hombre se relajaba, decidi que era buen momento para

    ofrecerle un trago, mientras le explicaba el motivo de haberlo molestado en horas

    tan poco prudentes.

    Matthew sali del despacho razonablemente satisfecho. Haba requerido

    menos esfuerzos convencer al clrigo que a su cuado. Desde ya, ayud el hecho

    de que el caballero fuera un tanto asustadizo. No haba sido la intencin de

    Matthew, pero, al ver cmo el hombre se encoga cada vez que l daba un paso al

    frente, aprovech para sacar ventaja y le ofreci su rostro ms f