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Rojos en la Córdoba obrera 1930-1943 - EL SUDAMERICANO · 2012. 9. 12. · dos ciudades del interior cordobés en el período previo al surgimiento del peronismo y aportar, en este

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Mariana Mastrángelo

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COLECCIÓN BITÁCORA ARGENTINADirigida por Alejandro Falco

Mariana MastrángeloRojos en la Córdoba obrera 1930-1943. 1a ed. Buenos Aires: ImagoMundi, 2011.272 p. 22x15 cmISBN 978-950-793-114-71. Historia Obrera de Córdoba. I. TítuloCDD 331.7Fecha de catalogación: 14/06/2011

©2011, Mariana Mastrángelo©2011, Ediciones Imago MundiDistribución: Av. Entre Ríos 1055, local 36, CABAemail: [email protected]: www.imagomundi.com.arDiseño y armado de interior: Alberto Moyano, hecho con LATEX 2ε

Hecho el depósito que marca la ley 11.723Impreso en Argentina. Tirada de esta edición: 1000 ejemplares

Este libro se terminó de imprimir en el mes de octubre de 2011 en Gráfi-ca San Martín, Pueyrredón 2130, San Martín, Provincia de Buenos Aires,República Argentina. Ninguna parte de esta publicación, incluido el di-seño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida demanera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico, mecáni-co, óptico, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo por escrito deleditor.

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Índice general

Agradecimientos 1

Introducción 3

Estructura económica y social de la provincia de Córdoba y elsurgimiento del movimiento obrero cordobés (1880-1930) 35

La década del treinta: hacía la consolidación del movimientoobrero cordobés 75

La ciudad de San Francisco 119

La ciudad de Río Cuarto 163

Cultura obrera izquierdista 213

A modo de conclusión. La izquierda y el enigma peronista 239

Bibliografía 251

Índice de autores 261

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Agradecimientos

Este libro es producto de mi tesis de doctorado, que defendí en abrildel año 2010. La misma fue posible gracias a una beca otorgada por laFacultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Por estarazón, mi entero agradecimiento a la UBA.

De la misma manera, tanto la tesis en su momento y ahora este libro,tuvieron la suerte de contar con el apoyo y ayuda de mucha gente queri-da.

En primer lugar, quisiera agradecer a mis directores de tesis, Alejan-dro Schneider, y en especial a Fabio Nigra, quienes me guiaron en estearduo camino de investigación, elaboración y escritura.

Asimismo, mi reconocimiento a Alejandro Falco de la Editorial Ima-go Mundi, por la edición del libro, y sobre todo por su paciencia. Tam-bién, señalar el soporte de mi familia, sin que se ofendan todos, pero de-bo mencionar en especial a mi hermana Soledad y a mis viejos, Rosalíay Domingo, que siempre estuvieron presentes dando una mano desde ellugar que podían y como podían.

A mis pequeños, Antonio y Emilia, que sin comprender muy bien quehacía su mamá, les quitaba tiempo y atención.

Igualmente, corresponder a la gente que brindó su testimonio, susarchivos, fotos y sobre todo, abrió su casa y su corazón.

Por último quisiera hacer una mención especial: este libro esta dedi-cado pura y exclusivamente a mi compañero Pablo, ya que sin él todo estono tendría sentido. Sobre todo, por que me enseña en el día a día a creerque la lucha esta viva en cada uno de nosotros, solo hay que encenderla.

Por esto y seguro mucho más, gracias a todos.

MarianaPilar, agosto de 2011

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Introducción

Uno de los primeros diputados comunistas de la Argentina y quizás deAmérica latina, el obrero Miguel Burgas, fue electo en la ciudad de Cór-doba en el año 1924. En estas mismas elecciones, el Partido Socialistaobtuvo los primeros tres diputados nacionales del interior del país: Ri-cardo Belisle, Juan Remedi y Edmundo Tolosa, este último reemplazadopor Isidro Oliver. Estos trabajaron conjuntamente para que se sanciona-ran en la provincia las leyes del descanso dominical, la prohibición deltrabajo nocturno en las panaderías y el sábado inglés. También, la pri-mera intendencia comunista de la Argentina se dio en el sur cordobés,en Villa Huidobro. En esta ciudad, en el año 1928 ganó las eleccionesa intendente el obrero rural José Olmedo, con la alianza Block Obrero yCampesino. Este mismo año, la burguesía de la ciudad de Monte Buey nodejó asumir al primer intendente electo, Romano Dradi, por tener ideas«comunistas». Un año más tarde, en 1929, el diputado socialista NicolásRepetto denunciaba ante el Congreso de la Nación la existencia de un so-viet en la ciudad de San Francisco.1 Asimismo, las distintas oleadas deconflictos de obreros rurales por el interior cordobés, daban cuenta de latemprana presencia del anarquismo en el sur de la provincia de Córdo-ba y del fantasma del maximalismo. Estos datos indicarían, por un lado,que había trabajadores desde los primeros años del siglo xx tanto en laspequeñas ciudades o pueblos, como en las zonas rurales del interior cor-dobés. Por el otro lado, que existió un desarrollo profundo de tendenciasizquierdistas entre los obreros del interior cordobés que hasta el momen-to nos eran desconocidas.2 En este sentido, la intención de este libro esrecuperar esta cultura obrera del interior de la Argentina, en particular,

1. Minuta de interpelación al Poder Ejecutivo por parte del diputado socia-lista Nicolás Repetto. Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados de la Nacióndel día 12 de diciembre de 1929.

2. Véase Miguel Burgas. El primer diputado comunista. Año 1924. BuenosAires: Anteo, 1985; Jorge Etchenique. Pampa Libre. Anarquistas en la pampa ar-gentina. Buenos Aires: Universidad Nacional de Quilmes, 2000; Gustavo Belek.«Los comunistas de Monte Buey». Tesis de lic. Buenos Aires: Facultad de Filosofíay Letras, UBA, 2005.

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a través del análisis de dos ciudades de la provincia de Córdoba: SanFrancisco y Río Cuarto en las décadas del treinta y cuarenta. El objeti-vo es examinar la existencia de una cultura obrera izquierdista en estasdos ciudades del interior cordobés en el período previo al surgimientodel peronismo y aportar, en este sentido, en los aspectos constitutivos so-bre el origen del peronismo desde una mirada del interior del país, lo queCésar Tcach denominó el peronismo periférico.3 Específicamente, recu-perar una cultura obrera que conservó sus prácticas y tradiciones, cons-truidas y alimentadas desde principios del siglo xx, y que derivaron comouna herencia izquierdista, por un lado, en el peronismo; y por el otro la-do, en la izquierda, sobre todo engrosando las filas del PC. Es así que seplantea contribuir en las líneas de investigación que postulan una conti-nuidad y no una ruptura en cultura política entre las décadas del treintay cuarenta.

Es significativo que en San Francisco y Río Cuarto, siendo dos ciu-dades del interior cordobés, la industria vinculada al agro fue uno delos pilares de su desarrollo socioeconómico. Ambas ciudades se convir-tieron en cabeceras de departamento por ser polos urbanos que atraíanmano de obra de otras localidades, al ofrecer una amplia variedad de po-sibilidades de trabajo. De fines del siglo xix datan las primeras calerasen estas ciudades que evolucionaron junto al crecimiento de la construc-ción. De esta manera se fueron ampliando a otros rubros las actividadesindustriales en estas ciudades, como por ejemplo, fábricas de zarandaspara máquinas agrícolas, de sulkis, talleres de herrería, de metalurgia,entre otros. Asimismo, la sociedad sanfrancisquense y riocuartense secaracterizó, desde sus años formativos, por ser una «amalgama de gen-te», según uno de los testimoniantes entrevistado. Esto se debió a que elafluente inmigratorio fue determinante en su composición social. Estosinmigrantes, en su mayoría italianos piamonteses y españoles, traían tra-diciones «liberales» y «progresistas». De esta manera, el desarrollo indus-trial constituyó un movimiento obrero cuya mano de obra principal eraninmigrantes o hijos de inmigrantes. Los trabajadores en ambas ciudadesdel interior cordobés adquirieron una rica tradición y experiencia des-de temprano. Este concepto de experiencia lo tomamos de Thompson,quien plantea que:

«las personas se encuentran en una sociedad estructurada enmodos determinados, que pueden ser relaciones de produc-ción, experimentan la explotación (o la necesidad de mante-ner el poder sobre los explotados), identifican puntos de inte-

3. César Tcach. «El enigma peronista: la lucha por su interpretación». En:Historia Social, n.o 43: (2002).

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Introducción

rés antagónico, comienzan a luchar por estas cuestiones y enel proceso de lucha se descubren como clase, y llegan a cono-cer este descubrimiento como conciencia de clase. La clase yla conciencia son siempre las últimas y no las primeras fasesdel proceso real histórico».4

Esta incipiente clase obrera, en el caso de la ciudad de San Franciscoayudada por el Partido Comunista (PC), organizó la primera asociacióngremial de la ciudad en la década del veinte, el Sindicato de Oficios Va-rios. Ya en esta década había partidos de izquierda, como el Partido So-cialista y el Partido Comunista. Asimismo, tuvieron lugar en esta ciudadlos tres gobiernos izquierdistas del partido vecinalista Comité Popular deDefensa Comunal, liderado por Serafín Trigueros de Godoy. Estos go-biernos se caracterizaron por hacer hincapié en la clase obrera y en lossectores pobres, la educación y la asistencia médica popular. Este tra-bajo sostiene que estas características habrían contribuido a conformaruna sociedad que se mostró receptiva a prácticas políticas y culturalesque tenían una impronta izquierdista. De esta manera es que se habríaasentado en la ciudad de San Francisco una cultura obrera izquierdistadesde principios del siglo xx que por distintas coyunturas, como fue lahuelga del año 1929 o los distintos gobiernos comunales del intendenteTrigueros de Godoy, salieron a la luz.

En el caso de la ciudad de Río Cuarto, fueron los inmigrantes los en-cargados de constituir las primeras sociedades de resistencia, las prime-ras bibliotecas, grupos de discusión, centros culturales y sobre todo darvida a los partidos de izquierda. En esta ciudad también la industria y lasactividades agropecuarias fueron el pilar de crecimiento socioeconómi-co, generando una incipiente clase obrera, que en la década del treintaconformó la Federación Obrera Departamental, agrupando a obreros ur-banos y rurales en su seno. En los primeros años de la década del veinteencontramos ya asentados en esta ciudad los partidos Socialista y Comu-nista, y en el año 1935 la Federación Obrera estuvo dirigida por el PC.Lo distintivo en esta ciudad era que si bien la dirección de la federaciónhabía sido ganada por el PC, compartían las secretarias con obreros so-cialistas, anarcosindicalistas y radicales. Este elemento marcaría una so-ciedad que se identificaba con prácticas culturales izquierdistas, ya quela militancia en el caso de los obreros riocuartenses más que definirse porposicionamientos ideológicos o políticos, se caracterizaba por tener unaexperiencia en común que determinaba estructuras de sentimientos y un

4. Edward Palmer Thompson. Tradición, revuelta y conciencia de clase. Estu-dios sobre la crisis de la sociedad preindustrial. Madrid: Editorial Crítica, 1989,págs. 37-38.

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sentido común, conceptos que se analizarán a continuación. En conjun-to, estos datos demostrarían, como en el caso de la ciudad de San Francis-co, una sociedad receptiva a prácticas políticas y culturales izquierdistas.La coyuntura de la huelga de la construcción del año 1936 en la ciudadde Río Cuarto, donde el PC tuvo un rol protagónico en la organizacióndel conflicto, evidenció esta cultura obrera izquierdista.

I

El tema sobre los orígenes del peronismo ha generado una cantidadimportante de estudios que, paradójicamente, han provenido desde susinicios, del campo de la sociología. Se puede afirmar que el peronismofue un movimiento con bases sociales muy amplias, que se apoyó desdelos niveles más altos hasta los más bajos de la sociedad y que tuvo unamarcada orientación nacionalista en relación a los gobiernos anteriores.En cuanto a su base de apoyo, una de las características del peronismo esque en su momento de gestación, el mayor soporte de este movimientofue dado por los trabajadores. En este sentido, uno de los problemas me-dulares para examinar los orígenes del peronismo ha sido la valoracióndel apoyo obrero dado al General Perón.

Dentro de la tradición historiográfica sobre los orígenes del peronis-mo, encontramos dos tipos de argumentos bien diferenciados: los quepostulan un quiebre abrupto tanto en la tradición y en las prácticas po-líticas de los trabajadores y aquellos que ven elementos de continuidadentre las décadas del treinta y cuarenta. Como se ha planteado en párra-fos anteriores, este trabajo tiene la intención de contribuir en los análisisque ponen énfasis en la continuidad de las prácticas políticas y cultura-les de los trabajadores durante el período previo al surgimiento del pe-ronismo. Entendemos que la experiencia y organización de los obrerossanfrancisquenses y riocuartenses en la década del treinta, ayudados porel PC o bien representados en los gobiernos comunales trigueristas, sir-vió como herencia izquierdista en la clase obrera de estas ciudades. Seha privilegiado el desarrollo del PC en la conformación de la herenciaizquierdista ya que en la década del treinta tuvieron una presencia casiexclusiva en el movimiento obrero cordobés. Se impusieron en las dispu-tas con los anarcosindicalistas y los socialistas en la Unión Obrera Provin-cial y a su vez conformaron el Comité Pro Unidad Obrera en el períodoestudiado. Asimismo se destacaron por la organización del movimien-to obrero en el interior cordobés, en particular en trabajadores rurales yde la construcción, aquellos que según la interpretación germaniana, notenían tradición de izquierda. En este sentido, muchos de los participan-tes, dirigentes y militantes que expresaron esta herencia conformaron el

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Introducción

peronismo en el interior cordobés. Sin embargo, otros se mantuvieronmilitando en la izquierda. A diferencia de lo que planteaba José Aricó,la herencia izquierdista se resignificó en el peronismo y también se man-tuvo en sus organizaciones tradicionales. Es así como en algunos casosesta cultura izquierdista fue un elemento constituyente del peronismo,como también, hubo varios ejemplos de viejos y nuevos activistas obre-ros en la izquierda tradicional en un momento en que, como expresa untestimoniante citado más adelante, «todos se hicieron peronistas».

Es un hecho corriente, según plantea el sociólogo Juan Carlos Torre,que en la memoria ideológica de los movimientos sociales el comienzo dela historia sea el lugar de una ruptura, el momento en que, sobre los es-combros del antiguo orden, surge una voluntad revolucionaria sin lazoscon la coyuntura inmediata portadora de valores trascendentes. A estatentación no habría escapado el peronismo.5 Dentro de los estudios queplantearon un quiere abrupto entre las prácticas políticas de los trabaja-dores se encuentra el trabajo pionero de Gino Germani del año 1962. Elanálisis sociológico de este autor sobre el surgimiento del peronismo pre-sentaría la existencia de un corte abrupto entre una «vieja» y una «nue-va» clase obrera en la Argentina, que se habría producido desde los añostreinta, a partir del proceso de industrialización por sustitución de im-portaciones.6 La «vieja» clase obrera aparecía como naturalmente incli-nada a ideologías de clase, esta era mayoritariamente descendiente deuna inmigración extranjera que portaba un carácter autónomo, con unaextensa experiencia político sindical, y contaba a su vez, con una largarelación con el mundo urbano y la producción industrial. Los «nuevos»trabajadores, provenientes de una migración interna desde las provinciasmás pobres del país que se mostraba atraída por aquella rápida industria-lización, aparecía, en cambio, con valores de heteronomía, asumiéndosecomo «pobres» antes que como «clase», y se mostraban carentes de expe-riencia en el mundo industrial, urbano y sindical. Por estas razones, GinoGermani encontraba que estos nuevos contingentes laborales habrían si-do esquivos a los partidos de clase como el Partido Comunista y el PartidoSocialista, y se habrían convertido en «masa disponible» para el ejerciciode proyectos autoritarios y demagógicos como el que llevaría a cabo Juan

5. Juan Carlos Torre, comp. La formación del sindicalismo peronista. BuenosAires: Editorial Legasa, 1988.

6. Gino Germani. Política y sociedad en una época de transición. De la sociedadtradicional a la sociedad de masas. Buenos Aires: Editorial Paidós, 1974; GinoGermani. «El surgimiento del peronismo: el rol de los obreros y de los migrantesinternos». En: El voto peronista. Ensayos de sociología electoral argentina. Comp.por Manuel Mora y Araujo e Ignacio Llorente. Buenos Aires: Editorial Sudameri-cana, 1980.

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Domingo Perón desde su llegada al gobierno militar surgido en 1943. Re-lacionada a la línea interpretativa de Gino Germani, Torcuato Di Tella, ensu estudio sobre la génesis del peronismo, definió a este fenómeno comouna «coalición populista». Esta se caracterizó por tener un tipo de eliteparticular, en la cual se distinguían dos actores sociales nuevos que te-nían intereses en común: los industriales y los militares (estos interesesestaban vinculados a la coyuntura que se dio en la década del treinta conel proceso de sustitución de importaciones); un tipo de participación po-lítica popular marcada por un alto grado de movilización y un bajo nivelde organización autónoma y un tipo de liderazgo carismático. Para DiTella, la participación política generada por el peronismo se caracteri-zó por ser «movilizacionista» en donde las masas movilizadas, carentesde experiencia organizativa, eran aptas para ser controladas por un lídercarismático como Perón. Esta mano de obra proveniente del campo (fal-tos de experiencia en el mundo industrial y sindical, diría Gino Germani)para las nuevas industrias en la década del treinta, fueron permeables yfácilmente manejadas desde arriba, conformándose estos nuevos traba-jadores en las bases del nuevo movimiento que emergía.7

Esta idea de ruptura entre estos dos períodos quedó sintetizada en elplanteo de José Aricó. Este autor postulaba, en 1979, el conflicto entrelos partidos de izquierda y las prácticas políticas de los trabajadores en ladécada del treinta:

«Si existían condiciones relativamente favorables para la con-quista de las masas por una izquierda, y más particularmentepor los comunistas, en proceso de renovación y cambio ¿por-qué los hechos siguieron un rumbo distinto y la década de sumayor presencia en los movimientos sociales y en la vida po-lítica nacional encontró una desembocadura cuyo signo ca-racterístico fue, entre otros, el radical apartamiento de la iz-quierda socialista de la conciencia y de la práctica política delos trabajadores y de las clases populares argentinas?».8

Ahora bien, nos preguntamos ¿se apartaron los trabajadores de la iz-quierda durante la década del cuarenta?

Como plantea este autor, ¿no habrán conservado, aquellos que du-rante la década del treinta construyeron «estructuras de sentimiento» detintes izquierdista, las mismas características durante la década siguien-te? Un intento de respuesta a estos interrogantes planteados por José

7. Torcuato Di Tella. Clases sociales y estructuras políticas. Buenos Aires: Edi-torial Paidós, 1974.

8. José Aricó. «Los comunistas y el movimiento obrero». En: La Ciudad Futu-ra, n.o 3: (1979), pág. 16.

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Introducción

Aricó y la tradición que entendía que hubo un quiebre entre las prácticaspolíticas de los trabajadores lo encontramos en el testimonio de un obre-ro de la construcción de la ciudad de Río Cuarto, quien optó por incorpo-rarse al PC en la década del cuarenta. Cuando se le preguntó porqué nose había hecho peronista en el año 1946, nos decía:

«Yo no me hice peronista porque. . . la verdad tenía muchadesconfianza de Perón en sí por ser un militar. Y no sé, seráporque yo desde chico no tenía mucha simpatía con los mili-cos, que le decíamos en ese tiempo, en la zona rural que vivía-mos en San Luis, generalmente a la policía o a los militares, leteníamos cierta alergia, es decir, eran los que reprimían a loscampesinos cuando se rebelaban, o porque les faltaba el res-peto a alguno o no lo saludaban, los metían presos, los repri-mían. Y tenía cierta desconfianza en el mensaje, porque todoslos que rodeaban a Perón eran gente rica, en los cuales noso-tros habíamos desde chicos sufrido las consecuencias. . . ».9

Este obrero de la construcción se hizo comunista, en vez de peronista,en una época en que supuestamente la clase trabajadora, sobre todo los«nuevos» obreros provenientes de las migraciones internas optaron porapoyar al movimiento popular. Las razones que llevaron a este obrero ano incorporarse al peronismo, como surge de su testimonio, era la des-confianza que tenía de los militares ya que estos, por la experiencia vividaen el campo, eran los que reprimían las rebeliones campesinas, eran losque les pegaban o metían presos. También porque la gente que rodeadaa Perón, «los ricos» habían sido los mismos que lo habían exprimido ensu San Luis natal. En el testimonio queda evidenciado que el entrevista-do se identificaba con un «lenguaje de clase», donde se puede distinguirentre un «nosotros» y un «ellos» y en donde la explotación era vivida co-mo algo experiencial y no desde una construcción teórica. Es interesanteremarcar que no todos los trabajadores se apartaron de la izquierda, yaquellos que se incorporaron al peronismo, habían construido en la dé-cada del treinta una rica experiencia y estructuras de sentimientos queconservaron en la década siguiente. En este sentido, es sugerente incor-porar aquellos análisis que sostienen continuidades en las prácticas po-líticas y culturales de los trabajadores. Estos abordajes se han realizadodesde distintas posturas teóricas y analíticas y son válidos en su conjuntopara añadir distintas perspectivas sobre los orígenes del peronismo. Es-tas continuidades se aprecian en el estudio de la importancia de la vieja

9. Entrevista a Víctor Barrios, 12 de septiembre de 2006.

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guardia sindical, en la organización del movimiento obrero y el papel ju-gado en este sentido por el PC en la organización de los sindicatos porindustria. También en la herencia institucional, ya que existieron accio-nes por parte del Estado en la década del treinta, sobre todo a través delDepartamento Nacional del Trabajo y las negociaciones colectivas, quepermiten inferir políticas sociales por parte del mismo que dieron cuen-ta de un Estado intervencionista, piedra angular para el desarrollo delperonismo en la década siguiente.

En este sentido, desde la década del setenta se destacaron los estu-dios de Miguel Murmis-Juan Carlos Portantiero, Hugo del Campo y JuanCarlos Torre. Estos autores recuperaron la importancia de los dirigentesdel viejo sindicalismo, como los ferroviarios, empleados de comercio, deltransporte, telefónicos. Estos habrían tenido una participación relevanteen la construcción del poder de Juan Domingo Perón después del golpemilitar de 1943. Que ocuparan ese lugar no sería casual: sus organiza-ciones eran las más importantes de la época y sus dirigentes eran los másexperimentados en las luchas políticas, a diferencia de los nuevos traba-jadores producto de las migraciones internas. Perón se dirigió primero aesta vieja guardia sindical para ganar su apoyo y utilizar su experienciaen lo político y organizacional. Esto no significó, en estos análisis, negarel fuerte respaldo que el emergente populismo concitó entre los nuevoscomponentes del proletariado fabril surgido en los años veinte y trein-ta. Lo que demostraron estos autores es que importantes expresiones dela «vieja» clase obrera también fueron parte decisiva en la conformacióndel peronismo; pero más importante es señalar que estos autores rescata-ron el accionar del Partido Comunista como una experiencia relevante enla historia de la clase obrera preperonista, dando la idea de continuidadmás que de ruptura entre estos períodos.10

Dentro también de esta línea interpretativa de continuidad en las tra-diciones obreras se puede ubicar el trabajo de Louis Doyon. Esta autorapone en cuestionamiento las posturas que plantean un quiebre dentro delmovimiento obrero, sobre todo, los postulados que sostienen en primertérmino que el peronismo fue sinónimo de una experiencia de regimenta-ción política en donde los trabajadores abandonaron su situación de ex-clusión en la que se hallaban bajo el antiguo orden oligárquico, para serencuadrados dentro de los sindicatos en un sistema de representación se-micorporativista. Asimismo el peronismo sería un ejemplo expresivo del

10. Miguel Murmis y Juan Carlos Portantiero. Estudios sobre los orígenes delperonismo. Buenos Aires: Siglo XXI Editores, 1972; Hugo Del Campo. Sindicalis-mo y peronismo. Los comienzos de un vínculo perdurable. Buenos Aires: CLACSO,1983; Juan Carlos Torre. La vieja guardia sindical y Perón. Sobre los orígenes delperonismo. Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1990.

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Introducción

fenómeno populista en América latina. Por último Doyon cuestiona elefecto del proceso de migración del campo a la ciudad que acompañó aldespegue industrial de los años posteriores a la crisis de 1930, introdu-ciendo la diferenciación entre obreros «viejos» y «nuevos», siendo estosúltimos masas disponibles para la manipulación de un líder carismáticocomo Perón. La autora plantea que al devolver al centro de la escena aun movimiento obrero con objetivos propios y con capacidad de acción,la trama de los conflictos sociales aparece en este período con nuevos ras-gos.11

En este sentido, Elena Susana Pont estudió el carácter autónomo-noautónomo del movimiento obrero organizado en su relación con el Es-tado peronista en el período 1945-1955. Su plantea que el movimientosindical argentino en los primeros años del gobierno peronista permane-ció autónomo en la relación que estableció con el Estado, representadadicha autonomía por la constitución del Partido Laborista. Este poder deautonomía habría desaparecido con la disolución del partido por ordende Perón, produciéndose la desaparición de la autonomía política, aun-que no así la sindical, que sufrió un paulatino deterioro a lo largo de estegobierno, sin llegar a desaparecer totalmente.12

Asimismo, Roberto Korzeniewicz13 analizó el modo en que la reacti-vación de la conflictividad industrial desde mediados de la década deltreinta brindó una gran oportunidad al PC para construir sindicatos úni-cos por rama. También Hiroshi Matsushita y David Tamarin14 señalaronla creciente influencia comunista en el movimiento obrero argentino. Susanálisis tendieron a remarcar las tácticas políticas del PC en la direcciónsindical y en sus disputas con el PS, el anarquismo y el sindicalismo.

Un antecedente en el papel que tuvieron los comunistas en la déca-da del treinta es el trabajo inconcluso de Celia Durruty. El estudio deesta autora es sugerente para la investigación aquí planteada ya que lamisma incursiona en la creación de la Federación Obrera Nacional de laConstrucción y el papel que los militantes del PC jugaron en ella. Hayque destacar que la preocupación del trabajo se centraba en buscar las

11. Louis M. Doyon. Perón y los trabajadores. Los orígenes del sindicalismoperonista, 1943-1955. Buenos Aires: Siglo XXI Editores, 2006.

12. Elena Susana Pont. Partido Laborista: estado y sindicatos. Buenos Aires:Centro Editor de América Latina, 1984.

13. Roberto Korzeniewicz. «Las vísperas del peronismo. Los conflictos labo-rales entre 1930 y 1943». En: Desarrollo Económico, n.o 131: (octubre de 1993).

14. Hiroshi Matsushita. Movimiento obrero argentino, 1930-1945. Sus pro-yecciones en los orígenes del peronismo. Buenos Aires: Hyspamérica, 1986; DavidTamarin. The Argentine Labor Movement, 1930-1945. A study in the origins of pe-ronism. Albuquerque: University of New Mexico Press, 1985.

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causas que explicaran por qué el movimiento sindical que se había idoconstituyendo en las décadas del veinte y cuarenta, en donde los comu-nistas habían tenido un papel fundamental, derivó hacia la conformaciónde un partido como fue el Laborismo en 1945 y la alianza con el sectormilitar encabezado por Perón.15

Por su parte, los trabajos de Ricardo Gaudio y Jorge Pilone le dedicanespecial atención al período previo a la llegada de Juan Domingo Perón ala Secretaria de Trabajo y Previsión. Estos autores se centraron en el pe-ríodo que se extiende de 1935 a 1943. Las hipótesis que sostienen serían,por un lado, que se produjo un desarrollo considerable de la negociacióncolectiva, la cual tuvo lugar en un marco de relaciones laborales prefe-rentemente autónomo. Por el otro lado, que existieron acciones por par-te del Estado, sobre todo a través del Departamento Nacional del Trabajoque permiten inferir el desenvolvimiento de formas específicas de inter-vención social.16 Es sugerente así también el estudio de Joel Horowitz.Este autor sostiene que los dirigentes de la era neoconservadora (1930-1943) le proporcionaron a Juan Domingo Perón gran parte del decisivoapoyo de los primeros momentos. Por lo tanto, no debería sorprender elhecho de que algunas concepciones fundamentales se perpetuaran. Pa-ra analizar la indudable existencia de esa continuidad, Horowitz analizados rasgos que habitualmente se consideran peronistas: la disposición acooperar con el gobierno y la preocupación por ocuparse del bienestarsocial de los afiliados sindicales.17

Los trabajos de Edgardo Bilsky, Isidoro Cheresky, Mario Rapaport yJulio Godio18 hacen referencia al movimiento obrero organizado duran-

15. Celia Durruty. Clase obrera y peronismo. Buenos Aires: Ediciones Pasadoy Presente, 1969.

16. Ricardo Gaudio y Jorge Pilone. «El desarrollo de la negociación colec-tiva durante la etapa de modernización industrial en la Argentina. 1935-1943».En: La formación del sindicalismo peronista. Comp. por Juan Carlos Torre. BuenosAires: Editorial Legasa, 1988.

17. Joel Horowitz. «El impacto de las tradiciones sindicales anteriores a 1943en el peronismo». En: La formación del sindicalismo peronista. Buenos Aires: Edi-torial Legasa, 1988.

18. Julio Godio. El movimiento obrero argentino (1930-1943). Socialismo, co-munismo y nacionalismo obrero. Buenos Aires: Editorial Legasa, 1989; Mario Ra-poport. Los partidos de izquierda, el movimiento obrero y la política internacional(1930-1946). Buenos Aires: CEAL, 1988; Isidoro Cheresky. «Sindicatos y fuerzaspolíticas en la Argentina preperonista (1930-1943)». En: Historia del movimientoobrero en América Latina. Comp. por Pablo González Casanova. México DF: Si-glo XXI Editores, 1984; Edgardo Bilsky. Esbozo de historia del movimiento obreroargentino: desde sus orígenes hasta el advenimiento del peronismo. Buenos Aires:Biblos, 2007.

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Introducción

te el período estudiado, en los que se exploran la inserción comunista y seanaliza, en algunos casos, la política que esta corriente adoptó hacia lostrabajadores. Asimismo, desde distintas ópticas, los trabajos de TorcuatoDi Tella y Mirta Lobato y Nicolás Iñigo Carrera19 indagan en aconteci-mientos como fue la organización del gremio textil y los conflictos de lostrabajadores de la carne de Berisso y la huelga de la construcción en elaño 1936 y la huelga general de 1935-1936, en donde el accionar del PCfue determinante.

El minucioso estudio de Hernán Camarero sobre los comunistas en elmundo del trabajo en los años que van desde 1920 a 1935 ha sido suge-rente para nuestra investigación. Este autor se interroga cuándo, cómoy por qué el comunismo se insertó en la clase obrera durante el períodode entreguerra. En los distintos capítulos de la obra se demuestra queesta inserción se convirtió en un fenómeno a partir de mediados de ladécada del veinte, cuando el partido adoptó la orientación de la «prole-tarización» y de la «bolchevización». Desde entonces se trató de una or-ganización política integrada mayoritariamente por obreros industriales.La presencia del comunismo entre los trabajadores creció y se desenvol-vió mientras el partido aplicó diversas estrategias políticas: la de frenteúnico, la de clase contra clase y la de frente popular. Para entender laimplantación del comunismo en la clase obrera preperonista, resulta re-levante detenerse en la autonomía y continuidad de sus prácticas de in-tervención militante y en los rasgos de su cultura política obrerista. Es deremarcar que Hernán Camarero incorpora en el segundo capítulo de sulibro al movimiento obrero cordobés y santafesino, donde se puede apre-ciar que la presencia del Partido Comunista fue intensa y determinanteen la conformación de sindicatos nuevos. De esta manera, esta obra seconvierte en uno de los referentes más representativos para nuestra in-vestigación ya que echa luz sobre el período estudiado, y más aún, poneen primer plano y desde una óptica nueva a uno de los actores políticosmás importante de los años de entreguerra: el Partido Comunista.20

19. Mirta Zaida Lobato. La vida en la fábrica, Trabajo, protesta y políti-ca en una comunidad obrera, Berisso (1904-1970). Buenos Aires: Prometeo-Entrepasados, 2001; Nicolás Iñigo Carrera. La estrategia de la clase obrera, 1936.Buenos Aires: La Rosa Blindada-PIMSA, 2000; Torcuato Di Tella. «La Unión Obre-ra Textil, 1930-1945». En: Los sindicatos como los de antes. . . Buenos Aires: Biblos,1993.

20. Hernán Camarero. A la conquista de la clase obrera. Los comunistas y elmundo del trabajo en la Argentina, 1920-1935. Buenos Aires: Siglo XXI Editores,2007; también, véase de este autor Hernán Camarero. «Comunismo y movimien-to obrero en la Argentina, 1914-1943». Tesis doct. Buenos Aires: Facultad de Fi-losofía y Letras, UBA, 2008. Inédita.

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Otro estudio sugerente sobre los orígenes del peronismo en estos úl-timos años es el de Moira Mackinnon. Esta autora parte de que no es co-rrecta la clásica caracterización del Partido Peronista entre 1945 y 1955como sometido a una conducción verticalista y convertida en una agen-cia más de la burocracia estatal. Moira Mackinnon encuentra que en elperíodo que comenzó a partir de 1946 con el ascenso de Perón al poder,se desató un proceso que estuvo marcado por conflictos de intereses y de-bate de ideas entre las principales corrientes que formaban la coaliciónperonista en torno a la organización y dirección del nuevo partido de go-bierno. Es por ello que esta autora postula que, durante los años formati-vos, el principal problema del Partido Peronista fue encontrar una fórmu-la organizativa que contuviera a la diversidad social y política presente ensu seno. Otro de los supuestos que plantea la autora es la heterogeneidadde sus integrantes y el tipo de liderazgo de Perón en la organización delpartido.21

Por su parte, en el interior del país, desde la década del ochenta seviene estudiando lo que César Tcach denominó el peronismo periférico.22

Estas interpretaciones extracéntricas sobre el origen de este movimiento,han puesto de relieve que la realidad del interior se presentaba con ca-racterísticas propias. Este autor parte del supuesto de que la clase obreracordobesa era débil y el fenómeno inmigratorio nulo, elementos estosfundamentales para las interpretaciones que centran su objeto de estu-dio en Buenos Aires y en su proceso de industrialización. En la provinciade Córdoba, César Tcach encuentra que el peso de los factores tradicio-nales fue central en la configuración del peronismo originario. La AcciónCatólica, el Partido Demócrata, el sector nacionalista de la Unión CívicaRadical, grandes terratenientes, empresarios locales, profesionales, fue-ron algunas de las bases con las que contó Perón en el interior del país.Esta estrategia respondía, según Tcach, a la necesidad de Perón de conse-guir el respaldo de actores políticos y sociales poderosos que facilitasensu acceso a la presidencia.23

Siguiendo esta línea de análisis, el estudio de Marta Philp sería reve-lador sobre el período previo al advenimiento del peronismo en la provin-cia de Córdoba. La autora ahonda en la problemática del desarrollo ins-titucional experimentado por el Estado provincial de Córdoba en el área

21. Moira Mackinnon. Los años formativos del Partido Peronista. Buenos Ai-res: Siglo XXI Editores, 2002.

22. Tcach, «El enigma peronista: la lucha por su interpretación».23. César Tcach. Sabattinismo y peronismo. Partidos políticos en Córdoba.

1946-1955. Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1991; Tcach, «El enigma pe-ronista: la lucha por su interpretación»; César Tcach y Darío Macor. La invencióndel peronismo en el interior del país. Santa Fe: Universidad del Litoral, 2003.

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Introducción

social durante el período 1930-1950. La hipótesis que articula su análisisse basa en dos ejes centrales. Uno de ellos sería el desarrollo institucio-nal y otro los conflictos políticos en torno a dicha institucionalización. Laautora plantea que el proceso de construcción institucional gestado en laprovincia de Córdoba durante el peronismo, caracterizado por la centra-lización política, fue un proceso conflictivo. Una de las razones de ellosería la existencia de una herencia institucional en el campo de las po-líticas sociales, producto de un proyecto político consolidado durante ladécada del treinta que contemplaba nuevas funciones para el Estado pro-vincial. Este punto a sido ilustrativo para este trabajo ya que ahonda enlas políticas sociales del gobierno conservador de Pedro Frías y del radi-cal Amadeo Sabattini en la década del treinta, siendo este uno de los ejesque sostendría la hipótesis de una continuidad sobre el cambio entre lasdécadas del treinta y cuarenta.24

Dentro de estas líneas interpretativas sobre los orígenes del peronis-mo en el interior del país, se destacan también las investigaciones de Da-río Macor sobre la provincia de Santa Fe. Este autor subraya que los ele-mentos conservadores fueron nucleares en la constitución del peronismosantafesino. En especial, resalta el rol que desempeño Acción Católica enestos años. Para este sector, el peronismo significó un lugar privilegia-do para seguir dirigiendo a la sociedad. Este objetivo fue compartidocon otros sectores políticos locales, como fueron los radicales conversos,grupos nacionalistas y cuadros técnicos del laborismo. De esta manera,concluye este historiador, esta tradición católica le sirvió a Perón paralegitimar su poder en el interior.25

Cabe remarcar dentro de los estudios sobre los orígenes del peronis-mo en el interior del país, el trabajo de Orietta Favaro y Mario AriasBucciarelli. Estos historiadores parten del supuesto de discutir algunasideas sobre el desenvolvimiento del peronismo en el territorio nacionalde Neuquén, en el período que abarca los años 1943 a 1955. El objeti-vo del trabajo es dilucidar quienes son los que construyen el peronismoen este espacio, su militancia y su accionar previo y las divisiones inter-nas producto de las luchas en el interior de la provincia. El nudo centralque postulan estos autores es que el peronismo, más allá de las narra-ciones construidas sobre su imagen, no es homogéneo en todo el ámbitonacional. Esto es así ya que el escenario neuquino tiene particularidades

24. Marta Philp. En nombre de Córdoba. Sabattinistas y peronistas: estrategiaspolíticas en la construcción del Estado. Córdoba: Editorial Ferreyra, 1998.

25. Darío Macor y Eduardo Iglesias. El peronismo antes del peronismo: me-moria e historia en los orígenes del peronismo santafesino. Santa Fe: UniversidadNacional del Litoral, 1997.

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estructurales que tienen que ver con su espacio geográfico-económico,sus actores, sus acciones, y en especial, con la intervención estatal.26

Asimismo, el estudio de Gabriela Aguilar sobre la influencia de los co-munistas en el movimiento obrero rosarino durante los años 1943-1946es sugerente al respecto. La autora plantea que la interpretación de laactuación del Estado sobre el movimiento obrero y las direcciones sindi-cales debería ser completada con un análisis de la propia práctica políticay sindical de los comunistas. Esta sugerencia parte de que a lo largo dela década del treinta, los comunistas incrementaron su trabajo sindical,particularmente entre los obreros industriales. En Rosario, lograron or-ganizar y obtener la dirección de varias agrupaciones obreras en el cursode estos años: el Sindicato de la Construcción (SOC), el Sindicato Obre-ro de la Carne (SOIC), el Sindicato Obrero de la Industria Metalúrgica(SOIM), el Sindicato Obreros de la Madera, Transportes, Empleados deComercio, Luz y Fuerza y en las centrales obreras como la Unión ObreraRegional de Rosario y la Federación Santafesina del Trabajo. Para la au-tora, la creciente inserción que lograron los comunistas en el movimientoobrero rosarino se debió a la importancia que habían adquirido en esteperíodo los obreros industriales en la estructura de empleo y al aumentode las organizaciones sindicales por industria.27

Es de suma importancia destacar otros estudios que tratan el períodoestudiado en el caso de la provincia de Córdoba, aunque no necesaria-mente tengan que ver con los orígenes del peronismo. En este sentido,desde una mirada económica, el estudio sobre la industria en la provin-cia de Córdoba durante las décadas del treinta al sesenta y cinco de AliciaMalatesta ha echado luz sobre la época estudiada. La autora analiza dosejes fundamentales: el primero de ellos se refiere a las transformacionesoperadas en la actividad industrial existente en la provincia de Córdobacomo resultado de la estrategia de crecimiento adoptada a nivel nacio-nal denominada industrialización sustitutiva de importaciones. Aunquequedaría claro en su estudio que el desarrollo industrial en Córdoba y elpaís fue anterior a la crisis del año 1929. En este sentido, y desde un mar-co interpretativo basado en las relaciones entre centros industriales y pe-riferias, la provincia de Córdoba, junto a otras provincias como Santa Fe,Tucumán, Mendoza y Bahía Blanca, participó del crecimiento industrialregistrado en la Argentina en el período en cuestión. El segundo eje que

26. Orietta Favaro y Mario Arias Buciarelli. «Pensar el peronismo desde losterritorios nacionales. El caso de Neuquén, 1943-1944». En: Cuadernos del Sur,n.o 30: (2001).

27. Gabriela B. Aguila. «Los comunistas y el movimiento obrero en Rosario.1943-1946». En: 15 Anuario. Rosario: Escuela de Historia, Facultad de Humani-dades y Artes, Universidad Nacional de Rosario, 1991.

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Introducción

se analiza se refiere al creciente protagonismo que tuvo el Estado provin-cial planificando y regulando, como generador de un nuevo modelo eco-nómico sustentado en el mercado interno, procurando la expansión delas actividades fabriles. Asimismo, se estudió el impacto que tuvo la in-dustrialización en el proceso de urbanización de la provincia de Córdoba,determinando que las migraciones internas se dirigieron principalmentea los centros urbanos.28

De esta manera, el estudio minucioso de esta historiadora sobre elproceso de industrialización en el interior de la Argentina abriría nuevasperspectivas de análisis para las décadas del treinta y cuarenta, donde lavisión de los estudios que se dedican al período pone énfasis en la faltade industrialización y de obreros en la provincia de Córdoba en los añosprevios al surgimiento del peronismo.

Asimismo, son de relevancia para las décadas citadas en la provinciade Córdoba, dos estudios de caso (aún inéditos) del interior cordobés.Uno de ellos, el de Flavia Danielle,29 estudia la alianza política de obre-ros y campesinos denominada Block Obrero y Campesino. Esta llevó algobierno municipal a un intendente comunista, el primero de Latinoa-mérica, en la ciudad de Villa Huidobro, departamento de General Roca.La autora analiza el vínculo establecido entre un grupo de obreros hui-dobrenses organizados en la Sociedad de Obreros y Oficios Varios y elPartido Comunista cordobés. De dicha relación surgió una organizaciónpolítico-partidaria en el año 1925 que llegó a tener un importante nivelde adhesión entre la población, ya que en el año 1928 ganaron las elec-ciones municipales de esta ciudad del sur de Córdoba. El estudio de estaalianza política demostraría el trabajo de los militantes comunistas en elinterior de la provincia de Córdoba y la existencia desde temprano de laorganización de los obreros en ciudades como Villa Huidobro.30 El otroestudio de caso es el de Luciana Pigliapoco31 que desarrolla la génesisy el surgimiento del radicalismo y del peronismo en la ciudad de MonteBuey, departamento Marcos Juárez. Es interesante en este estudio remar-

28. Alicia Malatesta. La actividad industrial en la provincia de Córdoba, 1930-1965. Córdoba: Centro de Estudios Históricos, 1999; también Alicia Malatesta.Córdoba y su estrategia industrial en el período 1930-1947. Córdoba: Centro deEstudios Históricos, 1996.

29. Flavia Danielle. «Block Obreros y Campesinos de Villa Huidobro y Parti-do Comunista nacional: ¿una simbiosis política? 1920-1928». Tesis de lic. Córdo-ba: Universidad de Río Cuarto, 2008.

30. Waldo Ansaldi. Conflictos obreros-rurales pampeanos (1900-1937). Bue-nos Aires: CEAL, 1993.

31. Luciana Pigliapoco. «Radicalismo y peronismo en Monte Buey». Tesis delic. Monte Buey: Instituto de profesorado Gabriela Mistral, 2004.

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car que el primer intendente de esta ciudad, surgido en las elecciones delaño 1928, era comunista, y como tal, no lo dejaron asumir en sus funcio-nes.

II

Como sugiere Stephen Duncombe, entre las definiciones más comu-nes sobre el concepto de cultura se encuentra la que considera a la mismasólo como una mera distracción. Aunque como sostiene este autor, la cul-tura es profundamente política. La cultura, la creación artística, es unaexpresión de la cultura que comprende la tradición y la experiencia vivi-da. Ambas, la cultura que disfrutamos y la cultura en la cual vivimos, nosproveen de ideas de cómo son y cómo deberían ser las cosas, el marco pa-ra interpretar la realidad y sus posibilidades. Nos ayuda a explicar el pa-sado, le da sentido a nuestro presente y nos permite soñar sobre nuestrofuturo. Para poder luchar por un cambio, hay que primero imaginarlo, yla cultura es la depositaria en este sentido de la imaginación.32

Partiendo de este entrecruzamiento entre cultura y política, esta in-vestigación se enmarca en el estudio de los sistemas políticos y en su re-lación con la cultura, particularmente dentro del giro cultural empren-dido en las décadas del setenta y ochenta por los revisionistas ingleses.Intentaremos acercarnos al objetivo de este tipo de «historia popular» o«historia desde abajo» planteada por este enfoque, el cual implica acercarlos límites de la historia a los de la vida de las personas. Para ello, es ne-cesario eslabonar lo particular con lo general. Para escribir una historiade los oprimidos, nos dice Raphael Samuel, es necesario comprender latotalidad de las relaciones sociales. Las vidas obreras es necesario situar-las dentro de una división amplia, que incluya una diferenciación social ysexual del trabajo y de las ideologías que se agrupan en torno a estas.33 Esimportante remarcar que este tipo de análisis culturalista intentará rela-cionar el sistema cultural con el sistema de relaciones sociales en el cualse produce y funciona. Es nuestra intención no incurrir en la tentaciónde los reduccionismos interpretativos, ya que gran parte de los estudiosculturalistas han caído en el peligro de la autonomización de la cultura,desvinculando a la misma de la economía, la política y lo social.34

32. Stephen Duncombe. Cultural resistance reader. Londres: Verso Books,2002, pág. 35.

33. Raphael Samuel. Historia popular y teoría socialista. Barcelona: Crítica-Grijalbo, 1984.

34. Raymond Williams. Sociología de la cultura. Barcelona: Editorial Paidós,1994, pág. 13.

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Introducción

Explicar porqué obreros y obreras analfabetas o semianalfabetas delinterior de la provincia de Córdoba escuchaban y se identificaban condirigentes obreros comunistas que llegaban a lugares remotos como laestación Cañada Verde, Jovita, Mackena, San Francisco, Río Cuarto oMarcos Juárez ha sido central para adentrarnos en la cultura obrera delinterior cordobés. Nos interrogábamos de qué les hablaban José Manza-nelli, Miguel Contreras o Miguel Burgas a estos peones rurales, a estosobreros de talleres o pequeñas industrias en ciudades o pueblos chicos.O porqué se entusiasmaban al planteárseles que tenían derechos, que nopodían soportar «cristianamente» la explotación de sus patrones y quedebían organizarse. Lo que se desprende de esta realidad sería una tra-dición con tintes izquierdistas que fue tomando forma y que se eviden-ció en coyunturas particulares. Raymond Williams definía a la tradicióncomo una construcción que se basa en un principio de selección y quefunciona como un mecanismo de incorporación, articulando procesos deidentificación y de definición cultural, funcionando como un elementoformador del presente, ideando una versión del pasado creada delibera-damente para entablar lazos con el presente y ratificar sus significados yvalores. Nuestra intención fue reconstruir esa tradición obrera e izquier-dista del interior cordobés. A tal efecto, la idea de cultura como el análisisde un modo de vida, como una experiencia ordinaria que todos experi-mentamos y que transforma su sentido de época en época, nos brindóuna forma de interpretación para comprender y valorar el conjunto de re-laciones que atravesaban a los obreros del interior cordobés. Sobre todoporque la noción de cultura obrera se rige por un principio radicalmentedistinto a los de la clase dominante: este fundamento básico es la «soli-daridad». La producción cultural de la clase obrera se caracteriza por sucontribución específica a una herencia común, más que por obras indi-viduales. Solidaridad es uno de los rasgos distintivos que se aprecian enlas huelgas de las ciudades de San Francisco y Río Cuarto y del resto delinterior cordobés. Encontramos en este sentido que la Unión Obrera Pro-vincial (UOP) y las Federación Obrera Local (FOL), fueron las impulsorasy promotoras de involucrar a la sociedad y hacer que el sentido comúnde los huelguistas fuera compartido por el conjunto de la sociedad. Lasolidaridad también llevó a que las compañeras de los huelguistas se po-litizaran y conformaran los centros femeninos junto a las células del PCy la juventud comunista en el interior cordobés. De esta manera la cul-tura obrera se convertía en una forma de resistencia y lucha. Asimismo,la forma en que se expresaban los obreros del interior cordobés, teníacaracterísticas tales como definir a un dirigente obrero o un intendentecomo Trigueros de Godoy con valoraciones ético-morales antes que porsu posicionamiento ideológico o partidario. Como también rescatar al

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trabajo como la única fuente de riqueza y de valor que tenían, compartirexperiencias solidarias, reunirse y conformar las primeras sociedades deoficios varios, centros obreros y culturales.

Estos elementos nos llevaron a definir que en el interior cordobés exis-tía una cultura obrera izquierdista o radicalizada. En primer lugar, enten-demos por cultura obrera, basándonos en la definición de Raymond Wi-lliams, a «una descripción de una forma de vida particular, que expresaciertos significados y valores no sólo en el arte y en el aprendizaje, sinotambién en instituciones y el comportamiento cotidiano». Ese compor-tamiento cotidiano Williams lo denominó «comportamiento correcto»,«sentido común» y «estructuras de sentimientos».35 Lo que demuestranlas ciudades de San Francisco y Río Cuarto es un rico movimiento obrerobasado en una serie de tradiciones y expresiones culturales que dan cuen-ta de un submundo izquierdista.36 Estas pautas y criterios izquierdistasque tenían los trabajadores de estas ciudades, se vivían no como «políti-ca» o «ideología» sino como «comportamiento correcto», como «sentidocomún», por esta razón es que hablamos de cultura obrera. Cuando nosreferimos al término izquierdista o radical (que será utilizado indistinta-mente) lo hacemos en el sentido de que los obreros del interior de Córdo-ba hablaban un mismo «lenguaje de clase» que se expresaba tanto en elámbito político económico, como también en el ético-moral.37 Este len-guaje se asentaba en una tradición proveniente de los artesanos del sigloxviii y que fue muy difundida entre los trabajadores del siglo xix por elcual consideraban al trabajo como fuente de toda riqueza y por ende lodotaban de una serie de valores éticos y morales. Por lo tanto, esta con-cepción definía una cohesión de clase, o sea un «nosotros» contra «ellos»,que si bien no planteaban una alternativa ideológica, cuestionaba implí-

35. Raymond Williams. The Long Revolution. Harmondsworth: Penguin,1965, págs. 57-70. Hay edición en castellano. Buenos Aires: Nueva Visión, 2004.

36. Son de vital importancia los aportes del historiador inglés Raphael Sa-muel para entrecruzar con el concepto de cultura política. Este autor investigósobre la militancia del Partido Comunista inglés (CPGB), centrándose en la zonadel East End de Londres. A través de testimonios, cartas, poemas, autobiografíasy novelas Samuel logró reconstruir un rico mundo político y social asentado enuna cantidad de tradiciones y expresiones culturales que mostraban una culturapolítica subterránea de una riqueza y vitalidad insospechada para la mayoría delos historiadores. El deslizamiento y la resignificación cultural de estas tradicio-nes en otras nuevas, él las llamó los «teatros de la memoria». Raphael Samuel.Theaters of Memory. Londres: Verso Books, 1994, hay edición en castellano. Va-lencia: Universitat de Vàlencia, 2008.

37. León Fink. «El radicalismo obrero en la edad dorada: hacia una culturapolítica». En: De Washington a Reagan: Trabajadores y conciencia de clase en losEstados Unidos. Comp. por Pablo Pozzi. Buenos Aires: Editorial Cántaro, 1990.

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Introducción

citamente al sistema capitalista. Así la cultura obrera en estas dos ciuda-des del interior cordobés no sólo implicaba un «sentido común», sino un«sentido común» critico de las premisas básicas del capitalismo.38

Por último, nos interesa abordar el problema de la conciencia entrelos obreros cordobeses y cómo se produjo el pasaje de una conciencia de«clase en sí» a la toma de conciencia de «clase para sí». El tema del desa-rrollo de la conciencia tiene una rica tradición teórica, fundamentalmen-te dentro del campo del marxismo.39 Partiendo de la necesidad de que laemancipación social de los trabajadores sea obra de ellos mismos, Marxy Engels postularon que la clase obrera, a través de sus luchas y organi-zación, era capaz de desarrollar plenamente la conciencia de su interéshistórico como clase.40 Esta noción que plantea una evolución necesaria,tiene contradicciones con planteos más dialécticos de estos autores. Sibien sostienen que el sujeto es producto de la sociedad en la que se desen-vuelve, donde el ser determina la conciencia, se destaca que esto ocurreen un proceso dialéctico en el cual la sociedad es a la vez producto dela acción humana, «tanto para engendrar en masa esta conciencia comu-nista como para llevar adelante la cosa misma, es necesaria la transfor-mación en masa de los hombres, que sólo puede conseguirse medianteun movimiento práctico, mediante una revolución».41 A los componen-tes de lucha y organización, Marx agregaba el valor de la tradición en ladeterminación de la conciencia de la clase obrera al explicitar que «loshombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitriosino bajo circunstancias con que se encuentran directamente que existeny transmite el pasado».42

38. Véase sobre el tema de la radicalización entre los obreros estadouniden-ses los sugerentes planteos de Laurie Bruce Laurie. Working People of Philadel-phia, 1800-1850. Filadelfia: Temple University Press, 1980; también Bruce Lau-rie. Artisans into workers. Labor in ninteenth-century America. Nueva York: TheNoonday Press, 1989.

39. Véase el interesante recorrido que hace María Isabel Grau sobre el pro-blema de la conciencia de la clase trabajadora en su proyecto doctoral. María Isa-bel Grau. «El desarrollo histórico de la conciencia de clase de los trabajadoresde la industria de energía eléctrica de Córdoba, 1960-1975». Tesis doct. BuenosAires: Facultad de Filosofía y Letras, UBA, 2009.

40. Karl Marx. The civil war in France. Pekin: Foreign Languages Press, 1970,Introduction; en español Karl Marx. Las luchas de clases en Francia de 1848 a1850. Buenos Aires: Ediciones Luxemburg, 2005, cap. 1.

41. Karl Marx y Friedrich Engels. La ideología alemana. Montevideo: Edicio-nes Pueblos Unidos, 1968, pág. 82.

42. Karl Marx. El 18 Brumario de Luis Bonaparte. Buenos Aires: CS Ediciones,2001, pág. 9.

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En este contexto, el concepto de «clase en sí» en Marx estaría determi-nado por la estructura económica, por el régimen de propiedad. Asimis-mo, la «clase para sí» se encuentra sujeta a la superestructura, dispuestapor la ideología, la política y la conciencia. El pasaje de conciencia seproduciría de lo objetivo a lo subjetivo y es cuando se toma conciencia declase, se organiza y lucha como clase.43 En relación a las relaciones sub-jetivas que constituyen a las clases, Antonio Gramsci rescató la noción dehegemonía, entendida esta como un proceso de dirección política de unsector social sobre otro. Lo importante de los valiosos aportes de Gramscies que incorporan al estudio de la política la dimensión cultural e ideo-lógica como espacio de ejercicio de esa hegemonía, que se construye yrecrea en la vida cotidiana.44

Estos elementos de análisis son de sumo interés para aplicarlos a lostrabajadores cordobeses. De la misma manera son sugerentes los aportesde Georg Lukács. Este autor planteaba que la conciencia que los hom-bres pueden tener en cada momento, sólo aparece en sus determinacio-nes esenciales cuando estos pueden conocer concretamente su relacióncon la sociedad como totalidad, que debe comprenderse partiendo de lasituación social e histórica. Así, la conciencia de clase implica una prác-tica colectiva y es una «reacción racional adecuada que, de este modo,debe ser adjudicada a una situación típica determinada en el proceso deproducción».45 De esta manera, para Lukács, el desarrollo de la concien-cia debe entenderse como un proceso social, un vínculo práctico y teóricode transformación a través del cual el proletariado puede ir adquiriendoconciencia de su ser social. En este sentido, la definición de este autor seconvierte en fundamental para comprender cómo, los trabajadores cor-dobeses desarrollaron su conciencia a partir de la acción práctica de lu-cha de clase, en la cual se expresaron y conformaron como clase trabaja-dora. Así cobra centralidad el concepto de experiencia de Thompson, ola tradición según Marx, para estudiar de qué manera la explotación, laopresión y la lucha impactaron en la transformación de la conciencia y las

43. Véase en particular sobre el concepto de clase de Marx en Karl Marxy Friedrich Engels. El Manifiesto del Partido Comunista. Buenos Aires: EdicionesPluma, 1974, cap. 2.

44. Antonio Gramsci. El materialismo histórico y la filosofía de Benedetto Cro-ce. Buenos Aires: Editorial Lautaro, 1961; también Antonio Gramsci. Notas so-bre Maquiavelo, sobre la política y el estado moderno. Buenos Aires: Nueva Visión,1984.

45. Georg Lukács. A defence of history and class consciousness. Taislim andthe dialectic. Londres: Verso Books, 2000, pág. 48; también Georg Lukács. His-tory and class consciousness. Studies in Marxist dialectics. Massachusetts: The MITPress, 1988, págs. 46-83.

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Introducción

formas en las cuales se expresaron los obreros cordobeses para producirel pasaje de conciencia de «clase en sí» a «clase para sí».

En relación a la escala analítica que se ha utilizado en este estudio,nuestro objetivo ha sido formular preguntas generales a un objeto de di-mensiones regionales con miras a superar un provincialismo descontex-tualizado, sin dejar de explicitar su especificidad dentro de un contextohistórico más global. En este sentido, la descentralización del análisisy de la interpretación a través de una cuidadosa construcción de los mi-crofenómenos históricos nos permitió complejizar la visión parcial que setiene sobre el interior de la Argentina, y en particular, de la clase obrera.Es así que al reducir la escala analítica a las ciudades de San Francisco yRío Cuarto, se ha intentado recuperar las experiencias de sus protagonis-tas que interactuaron con el contexto material en el cual convivían, y quehasta el momento nos eran desconocidas. Las dos ciudades elegidas pa-ra ser estudiadas en profundidad han sido seleccionadas por ser las másrepresentativas en cuanto al desarrollo industrial y de población del in-terior cordobés (exceptuando la ciudad Capital de Córdoba que es la másimportante, por ello tiene un capítulo en esta investigación). Por esta ra-zón, se han vinculado estas microhistorias con el contexto general de laprovincia de Córdoba y de la Argentina. El recorte temporal responde alperíodo de ruptura en la evolución política y social del país, que comien-za con el golpe militar del año 1930 y culmina con el golpe militar delaño 1943.

Por estas razones, el análisis y comprensión de la sociedad y los fe-nómenos sociales desde las experiencias, las prácticas y las representa-ciones concretas de quienes las vivenciaron significan un modo diferentede abordar las grandes preguntas sobre los procesos y las estructuras,enriqueciéndolas y especificándolas. Si se renuncia al punto de vista si-tuado en el centro, si se cambia la escala de observación, no solamenteemergen datos más numerosos, más refinados, sino también organiza-dos según configuraciones inéditas que hacen aparecer una cartografíadiferente de lo social.

III

Este libro consta como hipótesis central que existió en las ciudadesde San Francisco y Río Cuarto una cultura obrera izquierdista que datade principios del siglo xx que se constituyó a partir de tradiciones quetraían, sobre todo, los inmigrantes, y de la experiencia que adquirieronlos trabajadores de estas dos ciudades a partir de la lucha reivindicativade sus derechos laborales. Esta cultura se expresó a través de organis-mos sociales, culturales, de publicaciones y prácticas que se articulaban

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en expresiones políticas comunales en estas dos ciudades del interior cor-dobés.

En este sentido se desprende que, así como muchos de los participan-tes, dirigentes y militantes que expresaron esta cultura izquierdista cons-tituyeron el peronismo, otros se mantuvieron militando en la izquierda.De esta manera, esta cultura se resignificó en el peronismo y tambiénperduró en la izquierda, sobre todo aumentando las filas del PC.

Por esta razón, este trabajo plantea que la idea de una cultura políticade continuidad en la constitución del peronismo en dos ciudades del in-terior cordobés pondría en cuestionamiento las que proponen un quiebreentre las prácticas políticas izquierdistas (sobre todo con las del PC) enla década del treinta y el advenimiento del peronismo en la década delcuarenta.

Las ciudades de San Francisco y Río Cuarto tuvieron característicastales como una incipiente industrialización vinculada a las actividadesagrícolas, la conformación de un movimiento obrero organizado princi-palmente por partidos de izquierda, en especial el Partido Comunista,gobiernos vecinalistas con tintes izquierdistas, y la influencia de los in-migrantes, sobre todo los que traían tradiciones garibaldinas que dieroncuenta de una cultura obrera radicalizada desde principios del siglo xx.Por distintas coyunturas, como fue la huelga del año 1929 o los gobier-nos comunales del intendente Serafín Trigueros de Godoy en la ciudad deSan Francisco, la huelga de los obreros de la construcción del año 1936y la conformación de la Federación Obrera Departamental en la ciudadde Río Cuarto, salieron a la luz. Asimismo, el peronismo en estas dosciudades del interior cordobés sirvió como uno de los canales en dondese resignificó esta cultura obrera izquierdista. El otro cauce por dondese expresó esta cultura obrera siguió siendo la izquierda, en particularel PC. De esta manera esta rica herencia izquierdista que fue gestándosedesde principio del siglo xx y que en la década del treinta tuvo su mayorexpresión a través de los gobiernos comunales trigueristas en la ciudadde San Francisco y de la Federación Obrera Departamental en la ciudadde Río Cuarto, encontró en el peronismo y en la izquierda un lugar dondecontinuar con sus prácticas y militancia. Estos dirigentes, activistas y tra-bajadores, quienes habían conformado estructuras de sentimiento en ladécada del veinte y treinta, fueron, en algunos casos, los fundadores delperonismo. De la mima manera, en otros casos, se mantuvieron militan-do en la izquierda y engrosaron las filas del PC en estas dos ciudades delinterior cordobés. Que el peronismo y la izquierda hayan sido los canalesde expresión de esta cultura obrera izquierdista contribuye al análisis delas líneas interpretativas que enfatizan la idea de continuidad entre lasdécadas interpeladas.

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Introducción

IV

En esta investigación se han examinado tanto fuentes primarias co-mo secundarias. En primer término, se relevó la bibliografía secundariaque trata sobre las décadas citadas relacionada al movimiento obrero, laincidencia de la izquierda en este período y la rica discusión historiográ-fica sobre los orígenes del peronismo. Asimismo, se realizó una búsque-da exhaustiva en bibliotecas y archivos de la ciudad Capital de Córdobapara dar con estudios vinculados con este tema y período.46 Fueron con-sultadas la Biblioteca Mayor, dependiente de la Universidad Nacional deCórdoba (UNC), la Biblioteca de la Facultad de Filosofía y Humanida-des también dependiente de la UNC, la Biblioteca Córdoba, la BibliotecaAníbal Ponce (que depende del Comité Central del PC) y la Biblioteca Jo-sé Aricó. Los resultados de esta indagación no fueron del todo fructíferosya que sobre la década del treinta no abundan estudios de la provincia deCórdoba. Son de remarcar los textos ya citados de Alicia Malatesta sobrela industrialización en Córdoba; el de Marta Philp sobre la herencia ins-titucional de los gobiernos de Pedro Frías, Amadeo Sabattini y Santiagodel Castillo; el de César Tcach sobre los orígenes del peronismo extra-céntrico; el estudio de Roberto Ferrero sobre Amadeo Sabattini; y los deFlavia Danielle sobre Villa Huidobro y Luciana Pigliapoco sobre MonteBuey. Y en particular, destacar las Memorias de los obreros y dirigentescomunistas como Miguel Burgas, Miguel Contreras, Rufino Gómez y Je-sús Manzanelli. Estas últimas nos llevaron a explorar la Biblioteca del Co-mité Central del PC en Buenos Aires, donde se pudo dar con estos textosy también se consultó el periódico comunista Orientación, más revistasquincenales o mensuales, cartas, folletos y textos partidarios de la época.También se revisó el acervo documental del Centro de Documentación eInvestigación para la Cultura de Izquierda en Argentina (CEDINCI). Allíse encontraron dos artículos de José Manzanelli que describen detallada-mente los pormenores de la huelga del año 1929 en San Francisco. A suvez, se encontró un extenso artículo del diario socialista La Vanguardiaque critica duramente el desenvolvimiento del accionar de los dirigentesdel PC en la huelga del año 1929. También se hallaron los periódicos Ban-dera Comunista, Socorro Rojo, Frente Único, Flecha, Por la Paz y la Libertadde América, por destacar algunos de ellos que se producían y editaban en

46. Sí se encuentran una variedad de estudios sobre fines del siglo xix yprincipios del siglo xx de la provincia de Córdoba. Se destacan, por la vitalidadque han tenido para esta investigación, los estudios de Hilda Iparraguirre y OfeliaPianetto sobre la formación de la clase obrera cordobesa y los de Waldo Ansaldisobre urbanización, industrialización y conflictos obreros en el interior de Córdo-ba.

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Córdoba en 1920 y 1930. También se consultó el Archivo del Interna-cional Institute of Social History de Ámsterdam donde se examinaron losperiódicos obreros Bandera de Combate (Órgano de los trabajadores deCórdoba, adherido a la FORA) y La Palanca (Órgano del Sindicato UniónChauffeurs de Córdoba).

Este recorrido nos llevó a explorar el Archivo de la Legislatura de laprovincia de Córdoba, el Archivo de la Gobernación de la provincia deCórdoba, el Archivo Provincial de Córdoba y el Archivo Municipal de laprovincia de Córdoba. Aquí nos adentramos en el análisis de fuentes pri-marias, destacándose las fuentes periodísticas de los diarios El Porvenir,La Libertad, La Voz del Interior, Los Principios y Córdoba de la capital deCórdoba y algunas fechas especiales del diario La Nación. Asimismo, seconsultaron los Diarios de Sesiones de la Cámara de Diputados y Sena-dores de la provincia de Córdoba, los Censos de Población de los años1914 y 1947 y los Censos Nacionales Industriales de los años 1935, 1937y 1939.

En la ciudad de San Francisco se consultó el Archivo Municipal de laCiudad de San Francisco, donde se exploraron los periódicos locales ElIndependiente y La Voz de San Justo, desde las décadas del diez al cuaren-ta. Por medio de un miembro del Archivo del diario La Voz de San Justose obtuvo un cuaderno de la «Asociación Femenina Comunistas de SanFrancisco» que contenía el nombre de las afiliadas a la misma, quienesa su vez, como se desprende de este cuaderno, algunas de ellas habíanadherido a la Juventud del Partido Comunista. Este cuaderno data delaño 1929, y a través del mismo se pudo localizar a algunas de las parti-cipantes de la huelga para ser entrevistadas. También se tuvo acceso alArchivo Personal de la familia Trigueros (Buenos Aires) que contiene fo-tografías, cartas y los papeles personales del dirigente del CPDC SerafínTrigueros de Godoy de la ciudad de San Francisco. Del Archivo Municipalde San Francisco se indagaron también Ordenanzas Municipales, Memo-rias de los Ejercicios Económicos y los Censos Municipales (sobre todoel de desocupados del año 1932) de los distintos gobiernos trigueristas.En el Centro Comercial e Industrial pudimos obtener las Actas de este or-ganismo desde su fundación en el año 1928 hasta 1943. Asimismo, pormedio de distintos archivos personales conseguimos el libro de Actas delAño 1933 de la primera organización gremial de los obreros de la FábricaTampieri, como también folletos de propaganda sindical de los emplea-dos de esta fábrica. Por último, uno de los fundadores del peronismo enSan Francisco, el Sr. Hespir, nos facilitó el Padrón del Partido Laborista yel libro de Actas del Partido Laborista. Asimismo, se encontraron algunas

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crónicas y memorias como Crónicas de un inmigrante boloñés47 y JoaquínGregorio Martínez, hijo pródigo de San Francisco48 así como un Manual delos 100 años de San Francisco, editado por el diario local La Voz de SanJusto.

En la ciudad de Río Cuarto se revisó el Archivo Municipal de la ciudadde Río Cuarto, donde se examinaron los periódicos locales La Voz del Sud,El Imparcial, El Civismo y El Trabajo de las décadas del diez al cuarenta.También, se tuvo acceso al Archivo Personal del obrero de la construc-ción y militante del PC Víctor Barrios. El mismo contenía un riquísimoacervo documental de fuentes primarias que durante años este obrerocomunista conservó y alimentó. El archivo ha sido digitalizado49 y cuen-ta con fuentes que van del año 1936 a 1950 e incluye Documentación dela Federación Obrera Local (FOL), Documentación de la Unión ObreraProvincial (UOP), libro de Actas de la Federación Obrera Departamental(FOD), libro de Actas del Sindicato Único de la Construcción (SUC), Ar-chivo de correspondencia de la FOD, correspondencia SUC-FONC, librode Actas del SUC, recortes de diarios, correspondencia y documentos va-rios, carpeta de correspondencia de la FOD, carpeta de correspondenciadel SUC, Correspondencia SUC-FONC y el libro de Actas de la Sociedadde Molineros de Río Cuarto. Al igual que en San Francisco, también seindagó en la bibliografía secundaria sobre esta ciudad, encontrándosedistintas historias de la ciudad realizadas por historiadores locales comoVíctor Barrionuevo Imposti, Alfredo Vitulo y Rodolfo Centeno. Asimis-mo, fue de gran ayuda el libro de Barrios Rescate a los pioneros, que sirvióa modo de guía sobre el período estudiado.

En segundo término, el otro tipo de fuentes que se utilizaron paraesta investigación fueron las orales. A través de la metodología de la en-trevista en profundidad se hizo una aproximación a obreros, obreras, mi-litantes comunistas e intelectuales de las ciudades de San Francisco y RíoCuarto.

En San Francisco, el cuaderno de la Asociación Femenina de San Fran-cisco hizo posible que se pudieran contactar a algunas de las obreras quehabían sido participes del conflicto del año 1929. Varios problemas sepresentaron a la hora de intentar comunicarse con estas obreras. Uno deellos tuvo que ver con que muchas de estas mujeres ya habían muerto.Otro de los inconvenientes fue que las sobrevivientes de la huelga, como

47. Ricardo M. A. Tampieri. Crónicas de un inmigrante boloñés. Córdoba: Edi-torial Triunfar, 2000.

48. Marcela Díaz. Joaquín Gregorio Martínez, hijo pródigo de San Francisco.San Francisco: n/d, 1988.

49. Los profesores riocuartenses Marcos Barbero y Carolina Papín han digi-talizado el Archivo Personal de Víctor Barrios.

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también los obreros entrevistados de la fábrica Tampieri que vivían eranpersonas mayores de edad. De aquí se puede inferir una de las dificulta-des centrales que se plantean a la hora de utilizar testimonios orales, yeste se refiere al tema de la memoria. Es importante remarcar aquí lo queAlessandro Portelli planteara,50 cuando quiso entrevistar a la secretariadel anarcosindicalismo de la ciudad de Terni: esta mujer contaba con 93años, lo que hizo imposible la entrevista, no sólo por cuestiones propiasde la memoria, sino porque estaba débil físicamente. El problema aquí,como apunta este autor, no es sólo la memoria de la secretaria, sino queen muchos de estos casos la culpa es de los historiadores, que por dis-tintas razones dejan pasar a estas personas y sus historias quedan sin sercontadas. Es sugerente lo que expone Portelli para esta investigación yaque se planteó un problema similar. Los testimoniantes que se pudieronentrevistar eran en su mayoría personas mayores de edad que mezclabanla memoria con el mito y a su vez a esto se le interponía el olvido. De aquíse pueden derivar algunas reflexiones sobre estas problemáticas. Por unlado, el uso del mito así como su elaboración, son fenómenos que ocurrensiempre desde el presente, en el momento en que se realizan las entrevis-tas y al calor de ellas. De ahí que se resignifiquen y acomoden a partirde las reflexiones que van haciendo los testimoniantes en diálogo con elentrevistador. Ambos construyen y reedifican el mito en la entrevista,puesto que es un proceso que se construye entre dos. Resulta imposibledejar a un costado los a priori que lleva el entrevistador. El contenido delas entrevistas no busca reflejar toda la confiabilidad de la memoria, sinoque esta va siendo moldeada por la situación del informante en el presen-te cuando se realiza la misma. No se trata de una cuestión de honestidaddel protagonista. De ahí que no sólo proporcionan información, sino quetambién transmiten creatividad, iniciativas colectivas, experiencia de vi-da, percepciones a través de visiones de mundo y formas de pensar.

Además de entrevistas, se han utilizado las memorias de militantescomunistas como testimonios orales. De la misma manera que en el mo-mento de la entrevista se construye un tipo de fuente que esta atravesadapor la subjetividad del entrevistador y del entrevistado, las memorias deestos obreros y militantes también están cruzadas por la visión de mundode quienes las produjeron. En este sentido, más allá de la veracidad dela información que nos proporcionan y teniendo presente que las mismasfueron hechas con el objetivo de ser un medio de propaganda partida-ria, nos fueron de utilidad como transmisoras de experiencias de vida y

50. Alessandro Portelli. The death of Luigi Trastulli and others stories. Formand Meaning in Oral History. Nueva York: State University of New York Press,1991.

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Introducción

visión de mundo de los obreros cordobeses. En este sentido las memo-rias y autobiografías han sido abordadas desde esta perspectiva, comoexpresión de experiencias de vida y de una cultura obrera y no como unproblema de análisis de la memoria.

V

Este libro consta de cinco capítulos, una introducción y una conclu-sión. Se ha privilegiado comenzar esta investigación con la estructurasocial y económica de la provincia de Córdoba para demostrar el desa-rrollo de la industrialización, y en particular, el impacto del proceso desustitución de importaciones acaecido en la década del treinta. Asimis-mo se hace una génesis del movimiento obrero de la ciudad Capital des-de fines del siglo xix hasta la década del treinta. Se parte del estudio delmovimiento obrero en la ciudad Capital porque este fue el pionero parael resto de los trabajadores del interior de la provincia. La primera partede este capítulo analiza la estructura social y económica de la provinciade Córdoba desde fines del siglo xix hasta la década del treinta. Para es-tudiar este apartado se recurrió a los censos de población, industriales ya los periódicos de la época. Se ha comenzado con el estudio de la estruc-tura social y económica de la Argentina para luego focalizar el análisis enla provincia de Córdoba. Partimos del supuesto, siguiendo a Waldo An-saldi, que desde fines del siglo xix, Córdoba evidenció un doble proceso:el de urbanización e industrialización.51 Este doble proceso generó un in-cipiente movimiento obrero que desde el inicio dio cuenta de su caráctercombativo y clasista. La ciudad Capital, y las cabeceras de departamen-to del sureste cordobés como San Francisco y Río Cuarto, evidenciaronuna temprana industrialización, vinculada básicamente a las actividadesagrícolas-ganaderas. Molinos harineros, caleras, construcción, textiles yfábricas de procesamiento de alimentos y bebidas fueron los rubros quedieron vida a los primeros talleres y pequeñas fábricas en estas ciudades.El tendido y ampliación de los ramales del ferrocarril y el aluvión inmi-gratorio fueron determinantes en este proceso de incipiente industriali-zación. La segunda parte de este apartado recupera la experiencia de laclase obrera que, a través de la lucha por la reivindicación de mejoraslaborales, y sobre todo, la creación y el reconocimiento de los sindicatos,fue tomando conciencia de sí y se fue politizando. Se ahonda en la confor-mación de las primeras asociaciones mutualistas constituidas a partir dela década de 1870, el surgimiento de los primeros sindicatos de la ciudad,

51. Waldo Ansaldi. Una industrialización fallida: Córdoba, 1880-1914. Cór-doba: Ediciones Ferreira, 2000.

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hasta la constitución de la Federación Obrera Local de Córdoba (FOLC).Esta federación, surgida en el año 1906, fue la encargada de organizarla lucha de los obreros urbanos y rurales. Anarquistas, socialistas y co-munistas se disputaron la dirección de la federación, que siempre actuócon total independencia de las organizaciones obreras a nivel nacional.Se estudia la influencia de la FOLC en los conflictos de obreros urbanosy rurales. También se establece la relación entre esta central obrera y elmovimiento de la reforma universitaria del año 1918 como una alianzaobrero-estudiantil. Este período se caracterizó también por la presenciadesde fines del siglo xix de partidos de izquierda. El Partido Socialista(PS) primero y luego el Partido Comunista (PC), fueron dos fuerzas po-líticas que disputaron abiertamente con los partidos tradicionales en lasinstancias electorales y gremiales.

El capítulo dos se centra en la década del treinta y principios de ladécada del cuarenta. Se hace hincapié en los cambios producidos por elproceso de sustitución de importaciones en el desarrollo de la industriay la urbanización a nivel provincial. Este período muestra un paulatinoascenso de la población urbana en detrimento de la rural. Las migra-ciones internas favorecieron el proceso de desarrollo fabril en la ciudadCapital y en los departamentos del sureste cordobés como Río Cuarto,San Justo, Unión y Marcos Juárez. En este sentido se dio un desarrollofabril que ocasionó una acentuada transformación económica y social enla provincia. La actividad industrial, asentada sobre una base preexisten-te, se erigió en un motor promotor del crecimiento económico que dejóla producción agropecuaria y la elaboración artesanal para dar paso aldesarrollo del sector industrial. Asimismo, la intención de este capítuloes demostrar cómo se consolidó esa experiencia que los obreros urbanosy los obreros rurales en la ciudad Capital y en el interior de Córdoba fue-ron forjando a través de la lucha obrera iniciada a fines de la década deldiez, y que tuvo su máxima expresión en los años previos al peronismo.En este sentido se destaca la influencia cada vez mayor que tuvo el PC enel movimiento obrero cordobés y en la Unión Obrera Provincial de Cór-doba. Asimismo, se remarca el pasaje de un Estado liberal a uno de tipointervencionista, producto de la coyuntura de crisis económica acaecidadesde 1929. Específicamente, se desarrollan las políticas sociales del go-bierno del demócrata Pedro Frías (1932-1936) y de los radicales AmadeoSabattini (1936-1940) y Santiago Del Castillo (1940-1943) como ejem-plos de este viraje en el rol del Estado. El nivel de conflictividad socialse agravó con la crisis de 1930, siendo importante en toda la provinciael movimiento de desempleados en el período 1932-1934. A partir delaño 1935, se produjeron importantes conflictos de obreros urbanos, des-tacándose las huelgas de los trabajadores de la madera, construcción y

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panaderos. En el período 1935-1936 se dio una segunda oleada de con-flictos de obreros rurales, sobre todo en el departamento Marcos Juárez.

El capítulo tres se adentra en el análisis de la ciudad de San Francis-co ya que, como se sostiene en una de las hipótesis, encontramos en estaciudad del interior cordobés una cultura obrera izquierdista que data deprincipios del siglo xx. Para estudiar esta cultura obrera izquierdista seha indagado en la estructura social, económica y política de esta ciudad.Esta cultura se manifestó en coyunturas específicas, por lo que este estu-dio ahonda en dos de ellas por la relevancia que revistieron: una fue lahuelga del año 1929 denominada el «Tampierazo», por ser la fábrica depastas Tampieri el epicentro de este conflicto. Esta huelga dio cuenta deun proceso de industrialización consolidado y de un movimiento obreroque para la época, contaba con prácticas políticas y culturales que teníancaracterísticas izquierdistas. En parte por la influencia que tuvo la inmi-gración en esta ciudad, sobre todo la de los italianos que en su mayoríaeran garibaldinos. También porque existían, desde la década del diez,partidos de izquierda: el Partido Socialista y luego en 1920 el PartidoComunista. Este último mandaba a sus dirigentes más importantes a darconferencias que organizaba la biblioteca Máximo Gorki y a conformarcélulas. Estas características se combinaron con los gobiernos comuna-les de Serafín Trigueros de Godoy, el otro eje de análisis de este trabajo.Este intendente de ideas izquierdistas, sin ser orgánico a ningún partido,fue fundador del Comité de Defensa Comunal y gobernó la ciudad en lasdécadas del veinte y treinta. Sus gobiernos se distinguieron por la imple-mentación de una política social orientada a beneficiar a los sectores po-pulares. El peronismo fue uno de los canales que sirvieron de expresiónde esta cultura obrera izquierdista en la ciudad de San Francisco. Estoqueda claro con el ejemplo del intendente Trigueros de Godoy, iniciadordel Partido Laborista y del Partido Peronista en esta ciudad.

El capítulo cuatro analiza la ciudad de Río Cuarto, puesto que, comoen el caso de la ciudad de San Francisco, dio cuenta de una cultura obre-ra izquierdista que puede rastrearse desde las primeras décadas del sigloxx. En este sentido, para el estudio de esta cultura obrera se ha examina-do la estructura social, económica y política riocuartense. En Río Cuarto,también la industria y las actividades agropecuarias fueron el pilar decrecimiento socioeconómico. El Censo Nacional Industrial del año 1935ubicaba a esta ciudad en segundo lugar en importancia en cantidad deobreros y establecimientos industriales. Asimismo, para las décadas deltreinta y cuarenta, el desarrollo y crecimiento de las organizaciones sin-dicales significó la creación de la Federación Obrera Departamental enel año 1936 que reunió a los obreros urbanos y rurales de todo el depar-tamento Río Cuarto. Al igual que en la ciudad de San Francisco, el alu-

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vión inmigratorio fue fundamental en la conformación de las primerassociedades de resistencia, las primeras bibliotecas, grupos de discusión,centros culturales y sobre todo, los primeros partidos de izquierda. De ladécada del veinte datan el Partido Socialista y el Partido Comunista. Enel año 1925, el Partido Comunista se presentó a las elecciones para inten-dente por el Block Obrero y Campesino. Una década después, en el año1935, la Federación Obrera Local estuvo dirigida por el Partido Comunis-ta, siendo su secretario general, el dirigente del Sindicato de la Construc-ción y militante del Partido Comunista, José Cagnetta. Lo distintivo enesta ciudad, como ya se mencionó, era que si bien la dirección de la fede-ración había sido ganada por el PC, compartían las secretarías con obre-ros socialistas, anarcosindicalistas y radicales. Este elemento marcaríauna sociedad que se identificaba con prácticas culturales izquierdistas,ya que la militancia, en el caso de los obreros riocuartenses, más que de-finirse por posicionamientos ideológicos o políticos, se caracterizaba portener una experiencia en común que determinaba «estructuras de senti-mientos». En conjunto, estos datos demuestran, como en el caso de laciudad de San Francisco, una sociedad receptiva a prácticas políticas yculturales izquierdista. Esta cultura izquierdista que puede analizarse enla organización obrera y sindical, así como también en la presencia departidos de izquierda en Río Cuarto, se hizo evidente en la huelga de laconstrucción del año 1936. En la misma, el Partido Comunista tuvo unrol protagónico en la organización de la huelga y por consiguiente, en elmovimiento obrero riocuartense. Asimismo, en la ciudad de Río Cuar-to, el peronismo sirvió como un canal de expresión para un gran númerode trabajadores agrupados en la Federación Obrera Departamental, perotambién, otros obreros siguieron militando en la izquierda, sobre todo enel PC.

El último capítulo se adentra en el problema de la cultura entre losobreros de la ciudad de San Francisco, Río Cuarto y la ciudad Capital deCórdoba. Básicamente, en este capítulo nos interesa introducirnos en elproblema de la conciencia de clase del movimiento obrero cordobés. Pa-ra el abordaje de este tema se entrecruzaron las entrevistas realizadas enesta investigación con las memorias de los dirigentes obreros de la época.Se han tomado como ejemplos las Memorias de Miguel Contreras, MiguelBurgas, Jesús Manzanelli y Rufino Gómez. En este sentido, se analiza quéentendían estos testimoniantes por política, ideología, militancia en unpartido de izquierda, o nociones propias del radicalismo artesanal, comola de «parásitos» y «productores». Los testimonios y las memorias dancuenta de una experiencia en común y de un «lenguaje de clase» de es-tos trabajadores y dirigentes comunistas al conformar sus «estructuras desentimiento». Por ejemplo, sus vidas han estado marcadas por el hambre

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y la explotación. En su mayoría, provenían del campo o de pequeños pue-blos o ciudades del interior cordobés y de familias humildes. La militan-cia de estos obreros y militantes no era un viaje de iniciación que revestíaelecciones y posicionamientos políticos e ideológicos. Su incorporacióna un partido de izquierda era una forma de respuesta a la explotación vi-vida y experimentada en carne propia, y a partir de estas nociones eraque organizaban a los trabajadores. Por esta razón es que identificamosa estas «estructuras de sentimiento» con prácticas culturales antes, quecon posturas ideológicas.

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Índice de autores

Aguila, Gabriela B., 16, 251Ansaldi, Waldo, 17, 29, 38–40,

60, 63–67, 132, 244,251

Arias Buciarelli, Mario, 16, 253Aricó, José, 8, 208, 251

Bagú, Sergio, 84, 251Balvé, Beba, 249, 251Barrionuevo Imposti, Víctor,

164, 165, 251Barrios, Víctor, 45, 51, 84, 101,

109, 175, 183, 189,190, 195, 197, 251

Bayer, Osvaldo, 58–60, 221,251

Belek, Gustavo, 3, 251Benadiba, Laura, 214, 251Bertoni, Lilia Ana, 127, 251Bilsky, Edgardo, 12, 55, 63,

251, 252Bischoff, Efraín, 79, 96, 130,

149, 252Bonaudo, Marta, 89, 252Botana, Natalio, 36, 252Burgas, Miguel, 3, 45, 61, 62,

66, 182, 189,217–219, 252

Camarero, Hernán, 13, 67–69,102, 104, 111, 178,182, 193, 207, 223,252

Candelaresi, Ana María, 120,125, 252

Cantón, Darío, 90, 252Centeno, Rodolfo, 164, 252Cheresky, Isidoro, 12, 252Chiarante, Pedro, 182, 252Cibotti, Ema, 47, 128, 258Cingolani, Alejandro, 111, 252Contreras, Miguel, 44, 51, 52,

54, 57, 58, 66, 73, 74,225, 237, 241, 252

Corbiere, Emilio, 68, 133, 175,177, 252

Coriat, Benjamín, 44, 252Cortés Conde, Roberto, 36, 254

Díaz, Marcela, 27, 253Danielle, Flavia, 17, 59, 68,

70–73, 175, 177, 252De Ímaz, José Luis, 164, 166,

170, 253Del Campo, Hugo, 10, 77, 102,

193, 205, 253Di Tella, Guido, 38, 253Di Tella, Torcuato, 8, 13, 194,

253Dorfman, Adolfo, 38, 41, 76,

92, 253Doyon, Louis M., 11, 194, 207,

253Dujovne Ortiz, Alicia, 45, 253Duncombe, Stephen, 18, 253Durruty, Celia, 12, 101, 182,

253

Engels, Friedrich, 21, 22, 256

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Índice de autores

Etchenique, Jorge, 3, 59, 211,253

Falcón, Ricardo, 87, 88, 253Favaro, Orietta, 16, 253Ferrero, Cesar, 98, 99, 152, 253Ferrero, Roberto, 50, 51, 57,

67, 120, 124, 253, 254Fink, León, 20, 45, 245, 254Frutos, Roberto, 111, 252

Gómez, Jorge, 131, 249, 254Gómez, Rufino, 227, 255Gallo, Ezequiel, 36, 254Gaudio, Ricardo, 12, 93, 100,

254George, Henry, 56, 254Germani, Gino, 7, 46, 232, 254Gernuchoff, Pablo, 78, 254Godio, Julio, 12, 46, 49, 254González Casanova, Pablo, 252González Tuñon, Raúl, 218,

255Gordillo, Mónica, 54, 250, 255Gramsci, Antonio, 22, 255Grau, María Isabel, 21, 255Grimaux, Susana Gutiérrez de,

70, 255Gutiérrez, Andrés, 131, 249,

254

Hernández Arregui, Juan José,220, 255

Horowitz, Joel, 12, 95, 201,203, 255

Iñigo Carrera, Nicolás, 13, 182,255

Iglesias, Eduardo, 15, 256Iparraguirre, Hilda, 43, 44,

47–50, 255Iscaro, Rubens, 182, 255

Korzeniewicz, Roberto, 11, 46,100, 102, 255

Laurie, Bruce, 21, 256Lida, Clara, 49, 256Llach, Lucas, 78, 254Llorente, Ignacio, 254Lobato, Mirta Zaida, 13, 256Lukács, Georg, 22, 256

Mackinnon, Moira, 14, 256Macor, Darío, 14, 15, 256, 259Malatesta, Alicia, 17, 39, 80,

86, 256Manzanelli, Jesús, 45, 64, 66,

74, 135, 145, 148,216, 220–223, 242,256

Manzanelli, José, 145, 256Martínez, Joaquín G., 127–129,

256Marx, Karl, 21, 22, 242, 256Massé, Juan Bialet, 179, 256Mastrángelo, Mariana, 69, 257Matsushita, Hiroschi, 91, 194,

257Matsushita, Hiroshi, 11, 257Mayol Laferrere, Carlos, 165,

176, 257Mora y Araujo, Manuel, 254Moreyra, Beatriz, 44, 257Munck, Ronaldo, 46, 257Murmis, Miguel, 10, 257

Necoechea Gracia, Gerardo,213, 257

Oddone, Jacinto, 220, 257Ortiz, Ricardo, 121, 257Oszlak, Oscar, 121, 147, 257

Peña, Milciades, 158, 257

262

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Índice de autores

Perón, Juan Domingo, 205,234, 257

Philp, Marta, 15, 93, 94, 98, 99,257

Pianetto, Ofelia, 43, 44, 47–50,255

Pigliapoco, Luciana, 17, 70, 257Pilone, Jorge, 12, 93, 100, 254Plotinsky, Daniel, 214, 251Pont, Elena Susana, 11, 257Portantiero, Juan Carlos, 10,

257Portelli, Alessandro, 28, 214,

257, 258Pozzi, Pablo, 45, 48, 125, 167,

244, 245, 250, 254,258

Proctor, Robert, 166, 167, 258

Rapoport, Mario, 12, 36, 37,76, 77, 258

Ratzer, José, 49, 176, 258Remedi, Fernando, 44, 257Robin, Régine, 213, 258Rock, David, 89, 90, 220, 258Romaríz, José, 63, 258

Sábato, Hilda, 47, 128, 258Sánchez Sorondo, Matías, 103,

258Samuel, Raphael, 18, 20, 151,

217–219, 223, 258Schneider, Alejandro, 167, 244,

250, 258Schvarzer, Jorge, 38, 41, 76,

78, 79, 83, 259Snow, Peter, 55, 259Solberg, Carl, 46, 259Solomonoff, Jorge N., 88, 259Sonzogni, Elida, 89, 252Spalding, Hobart, 52, 243, 259Szuchman, Mark, 47, 166, 167,

259

Tamarin, David, 11, 259Tampieri, Ricardo M. A., 27,

126, 259Tarcus, Horacio, 58, 259Tcach, César, 4, 14, 239, 240,

259Terzaga, Alfredo, 119, 120, 259Testa, Víctor, 79, 259Thompson, Edward Palmer, 5,

132, 215, 217, 236,259

Torre, Juan Carlos, 7, 10, 205,254, 259

Torres, Arturo, 97, 259

Vázquez-Presedo, Vicente, 121,259, 260

Veci, María, 60, 63–67, 251Vidal, Gardenia, 56, 99, 260Vitulo, Alfredo, 164, 165, 260

Williams, Raymond, 18, 20,151, 215, 224, 225,245, 260

Wlosko, Miriam, 167, 258

Zymelman, Manuel, 38, 253

263