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La Guerra Civil española fue uno de los primeros acontecimientos bélicos masivamente reproducidos fotográ- ficamente por la prensa nacional e internacional, pudiéndose hablar de fotoperiodismo. Tanto desde su trata- miento como fiel documento histórico, como a través de las fotografías manipuladas con una intención efec- tista, los fotógrafos daban a conocer de primera mano los acontecimientos del frente de la guerra conmoviendo a la opinión pública a través de la inmediatez de las imágenes. Durante la Guerra Civil aparecieron publicados cientos de reportajes fotográficos dedicados al conflicto en revistas de dentro y de fuera de España. La fotografía de prensa iba a con- vertir la guerra en uno de sus temas favoritos, abordándola desde muy diversos aspectos y permitiendo al fotógrafo ensayar distintas actitudes: desde el documento de los hechos a la captura instantánea de imágenes de gran dramatismo. La obra de fotógrafos extranje- ros como Robert Capa (1913-1954) o David Seymour “Chim” (1911-1956), inundaron la prensa nacional e internacional. Sus trabajos aparecieron publicados en Madrid, uno de los libros sobre la guerra más bellamente ilustrado que demuestra el uso simultáneo de foto- grafías documentales en sentido estricto, con otras montadas artificialmente. Los artistas manipulaban las imágenes en las composiciones que ilustraban las portadas y las páginas interiores del libro, del mismo modo en que se hacía en el diseño de los carteles que se pro- ducían y distribuían tanto en retaguardia como en el frente. La participación de los ilustradores de prensa en las actividades bélicas recibió mucha más cobertura crítica que el trabajo de fotógrafos como Agustí Centelles (1909-1985), cuya pionera obra de fotoperiodismo se desplegó en revistas españolas e internacionales du- rante toda la guerra. Una de las razones de la ausencia de comentarios acerca de su valor específico tal vez sea, paradójicamente, la de su importancia misma como registro y archivo de la guerra, un rol que no necesitaba ser teorizado por su relación directa con la traumática realidad del combate. El fotógrafo, cuya tarea principal consistía en documentar la guerra (y cuyas imágenes se reproducían en la prensa ilustrada y proveían de material básico a los fotomontadores para sus carteles) era visto como metáfora de su herramienta para captar la realidad. A ambos, fotógrafo y cámara, se les consideraba testigos de las atrocidades de la guerra y se confundía su identidad con la de los acontecimientos que documentaban. Fotografía de guerra NIPO 036-14-020-8 Nuevas adquisiciones Anónimo. Fotografías de la Guerra Civil, 1936-1938 Agustí Centelles. Fotografías de la Guerra Civil, 1936-1938 En uno de los pocos textos de la época que comentan la importancia de la fotografía de guerra, publicado en la revista Alianza: Semanario de barriada de Radio Chamberí, del Partido Comunista, se subraya la inme- diatez de la misma respecto al conflicto y los riesgos que ello conlleva. En él se insta al lector a considerar al fotógrafo como “un combatiente más”. Los riesgos subyacen- tes a la imagen fotográfica la implican más allá de los límites mismos de la representa- ción. La imagen lleva consigo la realidad de la guerra. Como prueba, el artículo adjunta la imagen de una cámara con la lente rota, junto con el siguiente comentario: “La foto que publicamos en este trabajo es un tes- timonio más de lo que decimos. Pertenece a nuestro compañero Luvalmar, y estalló un día en sus manos al explotar un mortero”. El “Comisariado de Propaganda” fue una de las pocas agencias que hicieron publicidad del uso de la fotografía. Tanto el director de publicaciones del Comisariado, el fotó- grafo Pere Català-Pic (1889-1971), como Jaume Miravitlles (1906-1988), director del Comisariado, publicarían comentarios acerca de la fotografía de guerra que, para ellos, más que un arte era un documento

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Page 1: Room 206.09 Fotografía de guerra

La Guerra Civil española fue uno de los primeros acontecimientos bélicos masivamente reproducidos fotográ-ficamente por la prensa nacional e internacional, pudiéndose hablar de fotoperiodismo. Tanto desde su trata-miento como fiel documento histórico, como a través de las fotografías manipuladas con una intención efec-tista, los fotógrafos daban a conocer de primera mano los acontecimientos del frente de la guerra conmoviendo a la opinión pública a través de la inmediatez de las imágenes.

Durante la Guerra Civil aparecieron publicados cientos de reportajes fotográficos dedicados al conflicto en revistas de dentro y de fuera de España. La fotografía de prensa iba a con-vertir la guerra en uno de sus temas favoritos, abordándola desde muy diversos aspectos y permitiendo al fotógrafo ensayar distintas actitudes: desde el documento de los hechos a la captura instantánea de imágenes de gran dramatismo. La obra de fotógrafos extranje-ros como Robert Capa (1913-1954) o David Seymour “Chim” (1911-1956), inundaron la prensa nacional e internacional. Sus trabajos aparecieron publicados en Madrid, uno de los libros sobre la guerra más bellamente ilustrado que demuestra el uso simultáneo de foto-grafías documentales en sentido estricto, con otras montadas artificialmente. Los artistas manipulaban las imágenes en las composiciones que ilustraban las portadas y las páginas interiores del libro, del mismo modo en que se hacía en el diseño de los carteles que se pro-ducían y distribuían tanto en retaguardia como en el frente.

La participación de los ilustradores de prensa en las actividades bélicas recibió mucha más cobertura crítica que el trabajo de fotógrafos como Agustí Centelles (1909-1985), cuya pionera obra de fotoperiodismo se desplegó en revistas españolas e internacionales du-rante toda la guerra. Una de las razones de la ausencia de comentarios acerca de su valor específico tal vez sea, paradójicamente, la de su importancia misma como registro y archivo de la guerra, un rol que no necesitaba ser teorizado por su relación directa con la traumática realidad del combate. El fotógrafo, cuya tarea principal consistía en documentar la guerra (y cuyas imágenes se reproducían en la prensa ilustrada y proveían de material básico a los fotomontadores para sus carteles) era visto como metáfora de su herramienta para captar la realidad. A ambos, fotógrafo y cámara, se les consideraba testigos de las atrocidades de la guerra y se confundía su identidad con la de los acontecimientos que documentaban.

Fotografía de guerra

NIPO

036

-14-

020-

8

Nuevas adquisiciones

Anónimo. Fotografías de la Guerra Civil, 1936-1938

Agustí Centelles. Fotografías de la Guerra Civil, 1936-1938

En uno de los pocos textos de la época que comentan la importancia de la fotografía de guerra, publicado en la revista Alianza: Semanario de barriada de Radio Chamberí, del Partido Comunista, se subraya la inme-diatez de la misma respecto al conflicto y los riesgos que ello conlleva. En él se insta al lector a considerar al fotógrafo como “un combatiente más”. Los riesgos subyacen-tes a la imagen fotográfica la implican más allá de los límites mismos de la representa-ción. La imagen lleva consigo la realidad de la guerra. Como prueba, el artículo adjunta la imagen de una cámara con la lente rota, junto con el siguiente comentario: “La foto que publicamos en este trabajo es un tes-timonio más de lo que decimos. Pertenece a nuestro compañero Luvalmar, y estalló un día en sus manos al explotar un mortero”.

El “Comisariado de Propaganda” fue una de las pocas agencias que hicieron publicidad del uso de la fotografía. Tanto el director de publicaciones del Comisariado, el fotó-grafo Pere Català-Pic (1889-1971), como Jaume Miravitlles (1906-1988), director del Comisariado, publicarían comentarios acerca de la fotografía de guerra que, para ellos, más que un arte era un documento

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Bibliografía

Basilio, Miriam. “Esto lo vio Goya. Esto lo vemos nosotros: Goya en la Guerra Civil española”, en: Mendel-son, Jordana [ed.]. Revistas, mo-dernidad y guerra. Madrid: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, 2008.

Gamonal, Miguel A. Arte y política en la Guerra Civil española. El caso republicano. Granada: Diputación Provincial de Granada, 1987.

Ribalta, Jorge [ed]. Espacios fotográficos públicos. Exposicio-nes de propaganda, de “Pressa” a “The Family of Man”, 1928-1955. Barcelona: MACBA, 2009.

histórico. Es más, su fin era conmover a la opinión pública. Ambos entendían que la importancia de la fotografía de guerra ra-dicaba en su inmediatez, en su rol como testigo fiel de los hechos, independien-temente del punto de vista del fotógrafo. Una de las razones de que haya tantas fo-tografías sin autor conocido o identificadas solamente con el nombre de la agencia es, precisamente, porque la autoría de la ima-gen era menor que la autoridad de la cá-mara. Fotógrafos tales como Capa, “Chim” y Centelles, iban a abrir brecha para que se reconociera el nombre del fotógrafo, incluso aunque sus imágenes siguieran valorán-dose por su autenticidad como testimonio directo. Alfonso Sánchez Portela (1902-1990), siguiendo los pasos de su padre Al-fonso Sánchez García (1880-1953), llegó a dominar campos tan diferentes como el periodismo gráfico y el retrato de sociedad. El trabajo de otros fotógrafos, como Juan Pando (1915-1992), puede ser menos co-nocido, pero sus fotografías de guerra no son menos eficaces. Tal como ocurriera con tantos ilustradores anónimos, cuyos dibu-jos inundaron las páginas de las revistas y dieron pie a tantos carteles, los fotógrafos profesionales y aficionados contribuyeron a crear una historia visual de la guerra que seguimos descubriendo aún en el momen-to presente.