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    El intil combate

    entre la Psicologa y su Historia

    Alberto Rosa RiveroUniversidad Autnoma de Madrid

    Revista de Historia de la Psicologa, vol. 29, nm. 1, 2008 31-66

    Resumen

    Este trabajo discute si la Historia de la Psicologa puede tener alguna utilidad para la investiga-cin psicolgica ms all de ofrecer un relato sobre el pasado de la Psicologa como disciplinaen su conformacin actual. Con este fin se desarrolla un argumento que, partiendo de lo quepodra llamarse posicin presentista tpica de psiclogos que tal vez podran denominarsecientificistas ms que cientficos, va luego entrando en el examen de cmo se configuran las

    objetividades del conocimiento cientfico y el papel que en ello juegan los diversos procesos deun mercado epistmico cada vez ms globalizado. Se concluye que el conocimiento actual sobreel objeto de la psicologa no es slo resultado de los mtodos que se le aplican, sino de todoun proceso histrico de conformacin de la disciplina (y de su objeto) sin cuyo conocimientono pueden ejercerse juicios sobre la validez de esos conocimientos. Simtricamente se planteatambin que si la Historia de la Psicologa no entra en dilogo con la psicologa contemporneacorre el peligro de ser considerada estril para la Psicologa.

    Palabras clave: Utilidad de la Historia de la Psicologa, Estudios sobre la Ciencia, Crtica de laCiencia, Mercado Epistmico, Psicologa Terica.

    Abstract

    This paper discusses whether History of Psychology may be of some use for current psycho-logical research beyond that of offering a narrative about the how the past shaped the currentstate of affaires. This is done by developing an argument which starts presenting what may becalled the standard presentist position of a psychologist more scientist than scientific, and

    NOTA: La preparacin de este trabajo se ha realizado en el seno del proyecto SEJ2005-09110-C03-01/PSIC de la CICYT del MEC espaol.

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    then goes into the examination of the constitution of objectivities and how they get shapedthroughout the processes of an increasingly globalised epistemic market. The consequence is

    that the current knowledge about psychologys subject-matter does not only result from theapplication of methods, but also from a historical process within which Psychology itself hasalso been shaped. No judgement of the validity of the knowledge Psychology offers could beprovided without a consideration of that historical process. Symmetrically, it is also argued thatif History of Psychology does not enter in a dialogue with current developments in Psychologyit risks to be taken as a sterile discipline from the point of view of researchers in Psychology.

    Keywords: Uses of History of Psychology, Studies of Science, Critique of Science, EpistemicMarket, Theoretical Psychology.

    Quien slo conoce su propia generacinpermanece siempre siendo un nio.

    CICERN

    1. CIENCIA E HISTORIA SON UN MATRIMONIO DIFCIL?

    Ciencia e Historia parece que no constituyen un matrimonio fcil. Los cientficosnaturales tienden a ver su tarea como un progresivo desvelamiento de la naturaleza delos objetos que constituyen el mundo y de las regularidades de su comportamiento.El concepto de ley natural, acuado por Descartes (Mason, 1985), y la idea depermanencia de los mecanismos de funcionamiento de la Naturaleza, inscrita en lametfora newtoniana de Dios como el relojero universal, reflejan una nocin me-canicista del Universo, adems de ser una muestra de la observacin de Vico (1744)sobre la adopcin de trminos de la vida social como metforas para las explicaciones

    de fenmenos naturales. Si se concibe que las cosas funcionan segn regularidadesestablecidas, y las ciencias descubren estas regularidades, la Historia entonces apa-recera como un relato de cmo la causalidad eficiente ha venido actuando. As, encierta manera, toda especie de Historia sera una provincia de una supuesta HistoriaNatural, cuya capacidad explicativa se colapsara con la de la Ciencia, siendo la primeramera narracin, mientras que la segunda incluira los principios que podran explicarel cambio. A esto cabra aadir que la primera tendra mucho menos inters que lasegunda, pues la ciencia permitira preparar el futuro, lo que cualquiera considerarams til que entretenerse en la contemplacin del pasado. Esta visin de la Historia,

    comn entre los cientficos, requiere de variadas matizaciones que se irn desgranandoa lo largo de las pginas que siguen.

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    La revolucin que supuso la Teora de la Evolucin darviniana ha tardado mu-cho en calar en la visin (no slo popular) de la ciencia natural, al extremo que la ideade cambios irreversibles que ella incluye (alternativa a la de los cambios reversiblesimplicados en el concepto newtoniano de tiempo) parece repugnar a mentalidadestodava demasiado apegadas a las ideas mecanicistas de la primera modernidad. Yello a pesar de que en la misma Fsica hace ya bastante tiempo que abundan modelosde sistemas dinmicos que ofrecen explicaciones formales detalladas, aunque no de-terministas, de los cambios irreversibles que se observan en los fenmenos naturales(P. e., Prigogine y Stengers, 2002; van Geert, 2003). En el mbito de la Filosofa de laCiencia el maridaje entre Historia y Teora del Conocimiento tiene ya alguna edad. Apartir de lo que ha venido en llamarse la Revolucin Kuhniana (Kuhn, 1970), resultaun lugar comn referirse a que distintos paradigmas de conocimiento ofrecen visionesmuy diferentes del mundo. Uno de los filsofos post-kuhnianos ms conocidos ha llegadoa decir, parafraseando a Kant, que la Filosofa de la ciencia sin la historia de la cienciaes vaca; la Historia de la ciencia sin la filosofa de la ciencia es ciega (Lakatos, 1982,p. 11). Una frase que quizs no sea slo aplicable a la Filosofa de la Ciencia, sino quetal vez fuera conveniente que la Ciencia misma la tuviera en cuenta. Por otra parte, laliteratura francfona ha realizado tambin aportaciones importantes (p. e., Foucault,1970) al considerar a la Ciencia como resultado de procesos sociales de produccin de

    conocimiento, ponindose as de manifiesto que la investigacin y los textos cientficos queresultan de ella son resultado de acciones humanas. De este modo, el propio conocimientocientfico es susceptible de ser examinado desde una perspectiva histrica y social.

    Si esto es as en el mbito de las ciencias naturales, pocos dudaran que la di-mensin temporal es progresivamente ms difcil de ser dejada de lado para una con-cepcin evolucionista de la Biologa, y mucho ms para las Ciencias Sociales, dondelos fenmenos que se observan, y las entidades mismas que se someten a escrutinio,tienen una sustancia ms temporal que espacial.

    Pero el objetivo de este trabajo no es examinar las concepciones del tiempo en

    las ciencias, aunque sta no sea una materia completamente ajena a sus propsitos.Lo que aqu se pretende es examinar y discutir si la Historia de la Ciencia tiene algoque aportar a la investigacin cientfica actual; y si ello es as, cmo la Historia de laPsicologa puede contribuir al desarrollo de la Psicologa, una ciencia con algunaspeculiaridades sobre las que conviene detenerse.

    2. CMO VEN LOS PSICLOGOS A LA PSICOLOGA?

    La Psicologa logr independizarse de la Filosofa y de otras disciplinas cientficasa finales del sigloXIXy, luego, se convirti en una profesin autnoma ya en el siglo

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    XX. Hace ms de un siglo que Ebbinghaus dijo aquello de que la Psicologa tieneuna corta historia y un largo pasado. Ahora es ya una ciencia que tiene sus aos y un

    montn de aventuras en su ya prolija biografa. En este tiempo ha ido depurandosu objeto, desarrollando mltiples mtodos de estudio y aplicaciones prcticas. Algoque ha hecho que se acumule una cantidad de conocimientos bastante importante,al extremo que para alcanzar un cierto grado de destreza en ella se hace preciso unaeducacin universitaria, y la preparacin para su prctica profesional requiere, adems,de estudios de postgrado.

    La presencia social de la Psicologa, la demanda de sus servicios y su popularidad seha incrementado de una forma impresionante. Esto se refleja en mltiples indicadores,desde el incremento en el nmero de profesionales y estudiantes, hasta el nmero derevistas cientficas (y de divulgacin), la produccin editorial (cientfica y de divulgaciny autoayuda), la propia presencia de esta disciplina en centros de enseanza superiory el nmero de instituciones desarrolladas alrededor de ella.

    Lo que la Psicologa pueda ser en el futuro depende de los investigadores enPsicologa, ellos irn progresivamente desvelando empricamente los recovecos de

    psique. Si la Fsica no se entretiene en especular sobre lo que es Physis, los psiclogostampoco deberan perder el tiempo especulando sobre Psyche, una entidad que tendramucho de mtico (Valsiner y Rosa, 2007a). Lo que hay que hacer primordialmente

    es investigar empricamente sobre su funcionamiento. Psique es un objeto natural, ylo que pueda ser y cmo se pueda explicar su funcionamiento es cuestin que se irdesvelando en el futuro.

    Pero si sabemos mucho ms que hace unos aos, tambin es cierto que nos quedamuchsimo por hacer, y ello requerir del esfuerzo de los investigadores. Por eso esimportante que esos investigadores reciban el apoyo necesario, pero como los recursosno son ilimitados, es importante garantizar que por lo menos quienes se sitan en lavanguardia de la produccin de conocimiento psicolgico reciban ayudas de maneraprioritaria.

    Los conocimientos presentes considerados como valiosos, y las preguntas que apartir de ellos surgen, sealan la agenda de investigacin. La investigacin valiosa esla que mueve las fronteras del conocimiento. Los jueces del valorde la investigacindeben ser miembros expertos de la comunidad de investigadores. Son ellos quienestienen ms criterio. La capacidad de criterio especializado es lo que da ms valora su

    juicio, lo que hace que reciban ms crditoepistmico y social. Los ndices de impactoson un buen indicador de la vala de la investigacin y de los investigadores. Indican eltamao de la audiencia de expertos que les presta atencin y, adems, usa sus hallazgos.La ciencia progresa por el mtodo, siguiendo el camino(traduccin espaola del trmino

    griego methodos) que nos ha llegado trazado por quienes han logrado abrir rutas en lanaturaleza inexplorada del objeto. Por eso la ciencia tiene que ser conservadora.

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    La Psicologa, entonces, es una prctica epistmica regida por la lgica internade sus programas de investigacin. El conocimiento vlido, objetivo, verdadero es,

    y debe seguir siendo, resultado de la puesta en uso de metodologas y tcnicas deprobada validez y fiabilidad. Slo puede considerarse como conocimiento objetivo loque as se ha obtenido. La Psicologa, como cualquier otra ciencia es resultado de un

    proceso sin sujeto, tendida hacia el escrutinio de su objeto, y ste se ir conformandocomo resultado de la Psicologa que se practique.

    Los prrafos anteriores recogen un conjunto de afirmaciones que en cierta manerason ya lugares comunes entre los investigadores de la profesin y, para los que perte-necemos a ella, resulta prcticamente imposible no compartir alguna parte (aunqueen mi caso desde luego no todo) de lo que all se dice. El porqu de esta reserva ser

    expuesto enseguida, pero para ello vamos a fijarnos, primero, en algunos corolariossobre la Historia de la Psicologa que parecen desprenderse de esta postura.

    3. SIRVE PARA ALGO LA HISTORIA DE LA PSICOLOGA?

    Si lo que se ha dicho en los prrafos anteriores fuera as, la construccin delfuturo de la Psicologa (y de psique misma) dependera en exclusiva de los psiclogos.Los historiadores de la Psicologa se limitarn a examinar las actas de lo ya hecho y,

    despus, construirn relatospost hoc. La Historia de la Psicologa sera el fiel relato delo que han hecho los investigadores en Psicologa y la tarea de los historiadores de laPsicologa consistira en describir lo que pas y explicar por qu pas, y as explicar-nos cmo hemos llegado a la situacin presente. Como consecuencia, la relevanciade la investigacin histrica vendra marcada por su utilidad para la explicacin delpresente, y la funcin de los conocimientos que aporta est principalmente en actuarcomo recurso para la socializacin del estudiante en el mbito del gremio en el queser admitido, ayudndole a desarrollar su identidad como psiclogo. El presente y elfuturo de la Psicologa sera entonces cosa de los psiclogos. Ellos son los que tienen

    la soberana sobre su desarrollo.En definitiva, de lo que se acaba de decir, se desprendera que la Historia de la

    Psicologa no tiene nada que aportar sobre cmo hacer psicologa ahora, ni muchomenos sobre cmo actuar en el futuro. La Historia de la Psicologa sera mucho Historia

    y poco o nada Psicologa.Muchas de estas ltimas afirmaciones a primera vista parecen bastante razonables,

    pero como dicen los anglosajones el demonio est en los detalles, no siendo el menorde los cuales la radical separacin que se hace entre psiclogos e historiadores de laPsicologa. Por eso, no resulta ocioso examinar con cierto cuidado estos argumentos

    para refinar la respuesta a la pregunta que encabeza este apartado. De hecho, el restode este artculo se va dedicar a ello.

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    Una primera cuestin es que toda Historia se dedica al estudio del pasado, y buscadescribirlo y explicarlo (cf., p. e., Danto, 1985). Pero, al mismo tiempo, cuando la labordel historiador se detiene en este punto, de hecho, se est limitando a producir unahistoria reconstructivadel pasado sin duda central para el trabajo para los historiadores,pues es ella la que suministra los datos para la interpretacin histrica, pero, al mismotiempo, si a estas aportaciones historiogrficas no se aade un posicionamiento crticoque entre en dilogo con la investigacin psicolgica contempornea, los productosde la prctica historiogrfica que se generen tendrn un inters muy limitado para lospsiclogos, investigadores o aplicados.

    Por otra parte, la visin de la ciencia (y tambin de la Psicologa) implcita enlas afirmaciones anteriores me parece que requiere de un examen pormenorizado, a laluz de desarrollos, no necesariamente muy recientes,1de los Estudios sobre la Ciencia.Por eso me parece que no sera ocioso someter a escrutinio la misma nocin de cien-cia. Este examen nos permitir desarrollar algunos argumentos que resultan tambinaplicables a la Psicologa.

    4. UNA VISIN DE LA CIENCIA COMO PROCESO DE CONSTRUCCINDE CONOCIMIENTO

    La finalidad de la ciencia es alcanzar un conocimiento objetivo sobre las propie-dades y el comportamiento de objetos reales. Estos ltimos no pueden ser conocidosen su ser autntico, sino slo como se nos muestran ante nuestras actuaciones sobreellos (suponer lo contrario sera intentar hacer metafsica, algo que cuya esterilidad yaseal Kant). La salida que nos queda es plantearnos que los objetos se nos muestrancomo fenmenos a partir de las acciones (operaciones) que realizamos sobre ellos. Esa partir de las operaciones como podemos llegar a representarlos, a tener una imagen,una concepcin de ellos. Como recoge la figura 1, las operaciones realizadas sobre una

    regin de la realidad nos permiten tener una representacin de eso sobre lo que hemosoperado, constituyndolo en objeto de conocimiento. Pero esa representacin feno-mnica es resultado de las operaciones realizadas por el cuerpo de quien experimenta.Para que pueda plantearse la posibilidad de que esa representacin se refiera a las ca-

    1. En este trabajo se ha elegido intencionalmente el uso de referencias que pueden considerarse cl-sicas, sin hacer ningn intento de buscar las ms recientes posibles. Me parece que eso es unamuestra de que lo ltimo no tiene por qu ser lo ms relevante en la investigacin terica, ni en lahistrica. Creo, adems, que la poca presencia de estos argumentos en la literatura contempornea

    es tambin una muestra de la escasa atencin que ahora se les presta, por eso me permito recupe-rarlas, a riesgo de que se me tache de no estar al da de las ltimas innovaciones.

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    ractersticas del objeto, y no a particularidades del experimentador, es imprescindiblela comunicacin con otros experimentadores que la sometan a discusin. Esto es algo

    que, por ejemplo, se hace de manera habitual en los seminarios de seguimiento de lainvestigacin que desarrolla todo equipo investigador que se precie. Finalmente esasobservaciones se ponen por escrito dando como resultado un texto. Ese texto se suponeque recoge el conocimiento destilado sobre el objeto a travs del proceso investigador.Un conocimiento que, dependiendo de la concepcin que sobre la ciencia se tenga, obien refleja al objeto como se muestra a nuestra sensibilidad (si se es un fenomenista),o es resultado de las operaciones que sobre l se hayan practicado. En cualquiera delos casos, se hace preciso garantizar el carcter objetivo de las descripciones y explica-ciones producidas.

    Figura 1

    Para que esto sea posible, es imprescindible protocolizar la realizacin de lasoperaciones sobre el objeto, el modo de realizar juicios sobre la veracidad de las ob-servaciones, sobre la atribucin de relaciones de causalidad, sobre la construccin de

    argumentaciones, sobre cmo informar de los resultados, sobre cmo razonar y hacerclculos sobre ellos, y sobre los modos legtimos de discutir las conclusiones alcan-

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    zadas y comunicadas a la comunidad (ver figura 2). El resultado es la produccin deun conjunto de normas de actuacin sobre cmo los cientficos deben actuar cuandopractican su oficio de producir conocimiento objeto. Esas normas, como no puedeser otra manera, tienen una naturaleza social, y cambian a lo largo del tiempo, sonresultado del establecimiento de una cultura por parte de los grupos de practicantes deese arte, de esa tcnica de estudio. Es decir, son fenmenos histricos. Esas normas sonsusceptibles de ser cuidadosamente protocolizadas, constituyendo una metodologa, lacual se comunica con carcter prescriptivo a los miembros de ese gremio (tambin enforma de textos), convirtindose en una especie de mquina algortmica para la produc-cin de la objetividad aceptada por parte de la comunidad. Esto no quiere decir que elconocimiento producido no sea cierto, sino que su verdad es relativa a los requisitos devalidez que se le exigen. En cierta manera, es una verdad local, por consiguiente puedevariar cuando los requisitos locales (espacio-temporales) de validez cambien.

    Figura 2

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    Si la presentacin que se ha hecho hasta el momento no est errada, la represen-tacin cognitiva de la realidad que alcanzan los grupos (y los de cientficos no puedenser excepcin) depende no slo de las caractersticas que puedan tener los objetos queescrutinen, sino tambin de los modos en los que se dirijan a ellos, de cmo los explo-ren, juzguen y razonen sobren sus hallazgos. Cuando hay acuerdo en esto ltimo, seproducen textos que comunican esos resultados, y esos resultados pueden ser replicadosaplicando esos mismos algoritmos de actuacin (la metodologa).

    De acuerdo con lo hasta ahora dicho, la objetividad es resultado de la produccinprotocolizada de conocimiento por parte de agentes humanos actuando sobre una par-cela de la realidad (cualquiera que sea la naturaleza de sta ltima) y, por consiguiente,es resultado de actuaciones humanas insertas en un proceso socio-cultural fuertementereglado, entre cuyas normas est la de tratar de buscar los mejores procedimientos paradar cuenta del objeto y de su comportamiento. Pero, precisamente la fuerza de estanorma (que nos sentimos tentados a considerarla parte de la moral del comportamientocientfico) puede tener el efecto de hacernos olvidar el origen socio-histrico-culturaldel algoritmo metodolgico en su conjunto, y de sus efectos sobre la representacincognitiva del objeto. Como dice Latour (1987), la imagen de la realidad que tene-mos es resultado de una maquinacin productora de la realidad. Una vez que esamaquinacin ha producido sus efectos, tendemos a olvidarnos tanto del proceso que

    llev a su constitucin, como del hecho incontrovertible de que esa maquinacin esresultado de un proceso social, aunque ste tenga comopropsito(fijmonos en queste es un trmino teleolgico) conocer al objeto lo mejor y ms objetivamente posible.En cualquier caso, una vez que tenemos una cognicin del objeto, cuando el objeto senos aparece como real, tendemos a olvidar que al menos una parte de lo que constituyeesa cognicin de esa realidad tiene su origen, recibe su forma, a partir de un procesosocio-histrico-cultural (ver figura 3). Este proceso, una vez constituidos los algoritmosmetodolgicos aceptados, desaparece detrs de las bambalinas, pero sin que pueda serarrojado del todo del escenario, pues se hace constantemente presente en las disputas

    tericas y metodolgicas contemporneas, donde cada uno de los contendientes luchapor establecer su particular forma de racionalidad. Ni que decir tiene que del pasadonos llega una racionalidad ya hecha, que con demasiada frecuencia se considera comola racionalidad, y cuyo carcter determinado y singular, consecuencia de la resolucinde conflictos previos cuyos entresijos han cado en el olvido, tiende a olvidarse y aconsiderarse como un legado inscrito en la forma de los conocimientos acumulados,cuando no se le atribuye, ni ms ni menos, una naturaleza transcendental.

    Para quien est preocupado nicamente sobre cmo poder producir conocimiento,la imagen que aparece en la figura 3 le resulta clara, y eso a pesar de que no deja de ser

    algo engaosa, pues ella misma no es ms que un esquema resultado de los procesosque se han esbozado en las dos figuras anteriores. El objeto conocido puede sufrir la

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    tendencia a ser confundido con el objeto transcendental, al igual que la metodologa(unos instrumentos normativos) con la racionalidad(considerada tambin como unaentidad transcendental). Para quienes as pudieran pensar, la ciencia ha ya descubiertosus mtodos, y su aplicacin y refinamiento (regidos por la racionalidad) conducirn aun progresivo desvelamiento de la realidad. Esta especie de fe del carbonero en la cienciatal vez sea comprensible entre quienes se dedican a la aplicacin de los conocimientosgenerados por la tecnociencia en mbitos concretos, como es el caso de la ingeniera,pero no cabe suponer que pueda ser fcilmente admisible entre quienes practican lainvestigacin cientfica propiamente dicha, pues eso supondra ignorar el hecho, desobra conocido, de que de cuando en cuando se producen notables cambios en la visindel objeto y en la racionalidad aplicada para describirlo y explicarlo, por no mencionarque ello supondra volver la espalda a las aportaciones que ofrecen quienes dedicansus esfuerzos intelectuales al estudio de la ciencia misma. No creo que los cientficosrigurosos pretendan ningunear lo que filsofos, lgicos, socilogos, antroplogos oincluso historiadores de la ciencia puedan tener que decir sobre cmo hacer mejorciencia. No en balde el hacer la mejor ciencia posible es el mximo dictado moral detodo cientfico cuando hace ciencia.

    Figura 3

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    Para los estudiosos de la ciencia (a menos que se defienda una metafsica realistay esencialista) la objetividad es una construccin que se logra a travs de un proceso de

    objetivacin que puebla al mundo de un conjunto de objetos de papel(los descritos porlas ciencias) construidos disciplinadamente mediante la aplicacin de los algoritmosnormativos de las ciencias (Latour, 1987). La construccin de esos objetos es operatoria,involucra a alguna cosa externay a un agente que acta sobre ella. De este modo, la obje-tividad misma es tambin resultado de un conocimiento operatorio y de la comunicacinsocial de sus productos, no slo es una revelacin de las propiedades de los objetos.

    4.1 Los productos de la ciencia: los textos cientficos

    Los productos de la ciencia son primordialmente enunciados sobre el objeto,que aparecen materialmente conformados como textos. En estos textos se decanta ellenguaje de cada ciencia que podramos dividir en varios aspectos (Williams, 2005):a) la semnticade la ciencia, dedicada a la bsqueda del significado de su objeto (loque el objeto es); b) la sintaxisde la ciencia (las reglas de actuacin de los cientficosal investigar e informar de sus investigaciones); y c) lapragmticade la comunicacincientfica (al ensear, presentar, escribir, evaluar, etc.). Para el cientfico lo primordiales la semntica(ligada al objeto), tendiendo a prestar poca atencin a los otros aspectos,

    considerndolos como instrumentales para el objetivo primordial. Esto es explicable,pues la sintaxis(de la actuacin y del lenguaje) es resultado de una normativizacin, ylapragmticade una ritualizacin, de forma tal que los procesos que dan forma a lossignificados cientficos tienden a ser considerados como transparentes, como invisiblesy sin efecto sobre lo que se dice.

    Estos textos (los que constituyen esa literatura que es objeto de revisin cuandouno quiere hacerse cargo del estado del arte en algn momento) incluyen, entre otrascosas, enunciados referidos a normasdecantadas en el seno de intercambios en un grupo(al que se incorpora el objeto), para alcanzar sus propsitos. Entre estos enunciados, de

    muy diverso carcter, quiero destacar tres tipos particulares: las descripcionesdel objeto(lo que el objeto es para un cientfico o una disciplina), lasprescripcionessobre cmodirigirse al objeto para que se nos muestre de acuerdo con las descripciones (mtodo),y lasprescripcionessobre cmo actuar sobre el objeto para obtener de l las prestacionesprcticas que se desean (tecnologa).

    Llegados a este punto, el autor del texto parece haber desaparecido, y junto con ltodo el proceso que ha llevado a producirlo, es como si el objeto mismo hubiera sidoel autor del texto: lo que cuenta es el producto escrito y sus consecuencias prcticascuando dirige actuaciones del lector. Esto puede considerarse como una consecuencia

    de la moral de la ciencia, de su teleologa dirigida al mejor conocimiento del objeto.Ya sea para su contemplacin, ya sea para su uso utilitario, tecnolgico, aplicado.

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    5. UNA REIVINDICACIN DE LA HISTORIA PARA LA EXPLICACINDE LOS PRODUCTOS DE LA INVESTIGACIN CIENTFICA

    Lo que se acaba de exponer en los prrafos anteriores permite arrojar una nuevamirada a las relaciones entre las disciplinas cientficas y las disciplinas histricas queestudian la evolucin de stas. El conocimiento de los modos en que el objeto deconocimiento ha llegado a constituirse sin duda resulta ilustrativo para el cientfico,y le puede conducir a reflexionar tanto sobre la labor de la disciplina en su conjunto,como sobre la suya propia. Por eso, puede no resultar del todo intil ofrecer algunasreflexiones relativas a las virtualidades positivas que la investigacin histrica puedeaportar a la tarea investigadora de los cientficos. A partir de lo ya dicho puedendesarrollarse algunos argumentos sobre lo que los estudios histricos sobre la cienciapueden aportar para el desarrollo de la ciencia misma.

    Si la objetividad o, mejor dicho, lasobjetividadesson resultado, al menos enparte, de los modos de produccin que las han generado, entonces, el estudio de esosmodos de produccin, de las condiciones y los motivos que las pusieron en marcha, yde las razones que explican su desenvolvimiento, no puede dejar de tener inters parasometer a juicio el valor de los conocimientos que de esas objetividades emanan. Ellorequiere fijarse en los entresijos de funcionamiento del mercado epistmico (cf. Rosa,

    Huertas y Blanco, 1996). Dado que ms arriba ya se han expuesto algunos extremos delproceso de produccin del conocimiento, vamos a fijarnos ahora en el funcionamientode su consumo, para pasar ms adelante a examinar el de su distribucin.

    Uno de los aspectos centrales del consumo es el precio de los productos que se estdispuesto a adquirir, es decir, el valor que se les atribuye. Si la ciencia ofrece productos,cules son los procedimientos que hacen que unos sean preferidos a otros, que seanms valorados que otros?

    5.1 Validez y valor

    He dicho valor en el prrafo anterior con toda intencin, aunque en cienciatenga mayor aceptacin el trmino validez, el cual suele tambin tener preferenciasobre el trmino verdadque, no sin bastante razn, es considerado como un tantopretencioso. Validez y valor no son del todo independientes. Vienen a ser como im-genes especulares el uno del otro desde dos dominios supuestamente independientes,aunque ambos comparten una naturaleza teleolgica, pues no existen la validez o elvalor intrnsecos, ambos sonpara algo. El trmino validez pertenece al dominio epis-tmico, aunque desprende un aroma pragmtico innegable. Un concepto, un dato,

    un constructo, vale para un propsito, para que quien lo usa consiga algo. Y eso nosconduce al otro trmino: el valor, que es un trmino social, econmico. Si algo tiene

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    validez, puede darse el caso de que haya algunas validecesmejores que otras, que seanms deseables, y a estas ltimas cabe esperar que se les conceda ms valor. Latour(1993) ha sealado que en la primera modernidad se produjo una separacin, hastaentonces no declarada, entre el mbito epistmico y el social, que l considera comoestrictamente simtricos. Si hemos de hacerle caso, no estara de ms que en la ltimamodernidad (o en la post-modernidad, como el lector prefiera) intentemos considerar

    juntos ambos dominios o, por lo menos, que miremos al otro lado del espejo (de laciencia) que parece reflejarnos la realidad, porque hay bastante que conocer all detrs,pues es donde se cocina la objetividad cientfica, y se dan un conjunto de procesos,entre los cuales est la atribucin de valor a los productos generados, algo sobre lo queconviene detenerse.

    Los tericos de la economa se interesaron en el estudio del valor cuando in-tentaban establecer una teora sobre el precio de bienes y servicios. Empezaron suestudio sealando que algo es valorado cuando resulta deseable y se est dispuesto apagar un precio por ello. En un principio se pens que la utilidad por s sola podraser lo que convertira a algo en objeto de deseo, y por tanto lo que le dara valor. Peroenseguida se puso de manifiesto que la utilidad por s sola no explicaba el precio de lascosas. El agua o la arena son bienes tiles y deseados, pero su abundancia (en algunossitios) hace que en ellos normalmente no tengan precio, o sean muy baratos. El oro

    tambin es deseado, pero su utilidad hoy es un tanto discutible, como muestra el queno son muchos quienes estn dispuestos a pagar su precio simplemente para hacerostentacin de riqueza. Finalmente se lleg al consenso de que el precio de las cosas,su valor de mercado, depende de dos factores: a) lo que se dio en llamar el valor deuso, entendido como la utilidad marginal que proporciona (el grado de deseo que setiene por disfrutar de algo ms de un producto que uno ya tiene disponible lo quese mejora el conseguir algo ms); y b) el valor de intercambio: que depende de la ratioentre la demanda, derivada de la utilidad marginal antes sealada, y la oferta existentede los productos.

    Por qu hacemos estas consideraciones sobre el valor en el seno de una discusinsobre la ciencia? La razn es bien simple, la ciencia es una actividad humana que buscagenerar un producto til para una demanda (producir algo que tenga validez para unpropsito). No se trata de que reduzcamos la ciencia a la produccin de una tecnologacon un valor econmico, aunque ciertamente ste sea un aspecto no desdeable cuandose estudia a la ciencia como actividad social, sino que en la ciencia, como en muchasotras actividades humanas, los productos que se generan se juzgan como adecuados oinadecuados, tiles o intiles, valiosos o irrelevantes. No se trata solamente de producirproductos que tengan validez para los propsitos de la comunidad cientfica, sino que

    para explicar el propio proceso de cambio cientfico habra que entrar en el detalle depor qu y cmo se valoran ms unos productos que otros, unas formas de validez en

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    lugar de otras. Por eso, el siguiente paso que vamos a dar es fijarnos en los modos en losque se establece la valoracin de los productos cientficos. Algo que resulta de enormeinters para explicar el proceso de produccin cientfica, y la circulacin y consumode sus productos en el seno de su peculiar mercado.

    5.2 La atribucin de valor en ciencia. El valor de los productos cientficos

    Los productos que la prctica cientfica genera son conceptos y procedimientosde accin (mtodos y tcnicas), que se comunican en la forma de textos. Esos textosdeben de ser producidos, difundidos y consumidos por sus usuarios (otros cientficos,y los tcnicos que aplican las tecnologas prcticas de ellos derivados). Ni que decirtiene, que todo este trasiego de bienes y servicios genera una actividad econmica nodesdeable, basada en lo que los economistas denominan valor de intercambio. Exis-ten los derechos de autor, tasas sobre fotocopias, regalas para las patentes, sancionespara los trasgresores, y toda una regulacin legal que se apoya en instituciones parala defensa de los autores (o tal vez de los distribuidores?), que precisa de sistemasde estimacin del consumo de esos productos, tanto para medir su audiencia, comopara orientar la compra de los consumidores. Precisamente el Institute of ScientificInformation(ISI) inici su andadura con la finalidad de orientar a las bibliotecas de las

    grandes universidades anglosajonas sobre qu editoriales y revistas ofrecen productosms valiosos, de manera que pudieran tomarse decisiones sobre la poltica de compras.A pocos sorprender el saber que esa institucin es propiedad de uno de los grandesgrupos editoriales mundiales (Thomson).

    Desde hace tiempo se viene sealando (cf. p. e., Tortosa, Mart, Prez Delgadoy Carpintero, 1989) que existe una forma de valorar las aportaciones cientficas, pre-cisamente en trminos de su consumo. El resultado ha sido el desarrollo de algo quecreo no estar errado en denominar mtodo de tasacin del valorde las contribucionescientficas, a partir del cual se ha llegado a desarrollar toda una industria con institu-

    ciones de notable xito econmico, como el antes mencionado ISI(hoy ya con el nuevonombre de Thomson Scientific), que ejercen no pequea influencia en el funcionamien-to del mercado epistmico. De este modo, para quienes creen en lo ajustado de estemtodo de tasacin del valor de un texto y tambin de los autores de los textos y delos medios de difusin que lo hacen circular por el mercado stos sern ms valiososcuanto ms consumidos sean, cuanto ms uso reciban en otros textos, cuanto mscitados sean. Pero para que tal tasacin no resulte falseada, resultara importante quetodos los involucrados en el funcionamiento de este mercado respetaran un cdigo debuena conducta, algunas de cuyas normas seran, por ejemplo, no plagiar a otros, dar

    crdito(otro trmino tomado del lenguaje econmico) a las contribuciones relevantes(es decir, no ningunear), no utilizar referencias irrelevantes para el argumento que se

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    desarrolla, no establecer requisitos de citacin para aceptar un manuscrito para publi-cacin en un medio, no establecer redes de cocitacin para inflar artificialmente elvalor atribuido, etc. A nadie se le oculta que tales normas no slo no se respetan, sinoque adems existen recomendaciones positivas sobre cmo maniobrar para inflar latasacin de los productos propios.

    Este mtodo de tasacin, como cualquier otro, tiene sus ventajas y sus inconve-nientes. La institucin ms reconocida en su aplicacin recoge en su pgina web (http://scientific.thomson.com/free/essays/journalcitationreports/impactfactor/, ver tambinhttp://ec3.ugr.es/in-recs/) un conjunto de cautelas referidas al significado de los datosde impacto que publica, y a la interpretacin que de ellos se pueda hacer. No vamos areproducir aqu esas advertencias, que estn al alcance de quien desee consultarlas. Encualquier caso, pocos dudaran de que el consumo de un producto es un buen ndicede la percepcin de su valor de uso, al mismo tiempo que es insuficiente para juzgarotros valores diferentes a los de intercambio, entre los cuales estaran, por ejemplo, laoriginalidad o el potencial de desarrollo futuro, su utilidad para usos diferentes a laproduccin actual de nuevo conocimiento, o en definitiva, otros ndices de calidad.Pero como podran medirse cuestiones tan difciles de tasar? Suele ser comn el sealarque la calidad de un producto no es algo que pueda ser juzgado ni por la amplitud desu consumo, ni que tampoco est al alcance del criterio de la mayora de los consu-

    midores; es algo que deben de realizar expertosen ese tipo de productos, como sucedecon los vinos, el aceite o el arte. Pero, quines son esos expertos? Para responder aesta pregunta necesitamos referirnos a cmo se determina tal estatus en el seno de lacomunidad a la que pertenecen: el gremio de los cientficos.

    5.3 La organizacin social de la comunidad

    Los expertos se supone que son los miembros de la comunidad con mayor criteriode juicio en el mbito de su especialidad. Seran gentes que destacan por encima de

    la media, aquellos cuyo juicio recibe mayor crdito(se les atribuye ms valor) en elseno de la comunidad. Idealmente seran aqullos cuya autoridad cientfica es menoscontestada. Algo que, sin duda, les concedera una capacidad de regulacin epistmicaimportante, pues su voz no podra dejar de ser oda por parte de los miembros de lacomunidad, al mismo tiempo que sus juicios tampoco podran ser ignorados, a pesarde las controversias que generaran. Se tratara de personas que tienen, porque se lo hanganado, el respeto de la comunidad. Seran los ms eminentes dentro de ella, por eso asus opiniones se les atribuye valor, crdito, autoridad; dicho de otra manera, tendrancapacidad de liderazgo en la comunidad o, ms llanamente,poderepistmico. Algo que

    podra considerarse como una forma blanda de poder, y que no siempre coincide conel poder institucional, pero que tampoco sera totalmente independiente de l.

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    No es improbable que la mayora de los lectores opinen que esta caracterizacin

    que acaba de hacerse es un tanto idealizada. Pero es posible que tambin consideraran

    que as debera ser, aunque no siempre lo sea. El aumento de tamao de la comunidad,

    la pluralidad de instituciones, la diversidad de subdisciplinas, las escuelas de pensa-

    miento existentes, y la competencia por los recursos, hacen que el establecimiento de

    liderazgos ms o menos aceptados sea cada vez ms difcil. De nuevo, el demonio est

    en los detalles. Tal vez pueda decirse que los mismos cientficos, ms preocupados por

    su objeto de estudio que por el anlisis de sus interacciones sociales (en lo que vaya

    ms all de sus disputas cotidianas por cuestiones de recursos y poder institucional),

    tiendan a tener una visin un tanto idealizada de la ciencia como institucin social.

    El mito platnico de la Repblica, que pocos aceptaran como factible para una co-munidad poltica real, no es tan infrecuente que se crea aceptable para la explicacin

    del funcionamiento de una comunidad cientfica centrada en el estudio de su objeto

    y desprendida de los intereses mundanos de sus oficiantes. Ello hace que a veces se

    produzca una cierta disociacin, que se manifiesta en un doble movimiento: por una

    parte se reclama con nostalgia el juicio informado de expertos neutrales y objetivos (o se

    reclama la formulacin de criterios objetivos, como si tal cosa fuera posible), mientras

    que por otra, no parece posible alcanzar un acuerdo sobre esos criterios o sobre quines

    podran ser esos expertos cuyas valoraciones seran aceptados por todos. El resultado es

    que, cuando tales valoraciones resultan necesarias, la nica solucin posible es establecersistemas reglados (con ms o menos fortuna) para la seleccin de esos expertos, para

    protocolizar procedimientos de valoracin, y para el establecimiento de mecanismos

    de arbitraje ante desacuerdos. Algo que acaba decidiendo, como difcilmente podra

    ser de otra manera, la autoridad administrativa competente.

    Parece como si los cientficos tuvieran una especie de creencia en una Santsima

    Tetraloga de la Cienciaen la que la semntica (lo que el objeto es), la sintaxis (la me-

    todologa), la pragmtica (la comunicacin cientfica) y la poltica (la jerarqua de la

    comunidad), fueran cuatro formas distintas de manifestacin de la misma sustancia

    verdadera: el conocimiento. La generacin del cual sera consecuencia del principio

    supremo de la congregacin cientfica: la bsqueda de laverdad y nada ms.

    La visin que se acaba de presentar seguramente no ha sido nunca ajustada a

    los hechos de la prctica cientfica, pero es que ahora ni siquiera ya resulta aceptable

    como ideal a alcanzar. La ciencia no es algo que lleven a cabo una comunidad de sa-

    cerdotes de la verdad, desprendidos de todo inters mundano, como los filsofos de

    la Repblica de Platn. Ms bien se ha convertido ahora en una actividad compleja y

    seguramente ya industrializada en la que sus instituciones se han convertido enfactoras

    de conocimiento(Knorr-Cetina, 1981). Por eso, los modos de caracterizar el valor desus productos, y del proceso a partir del cual se generan, distribuyen y consumen, ya

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    no puede descansar ni sobre la idea de mecanismos de trueque en un mercado local,

    ni en la opinin de gentes con poder atribuido en una comunidad de tamao mode-

    radamente reducido. Los parmetros de funcionamiento de la ciencia en estos tiempos

    han cambiado profundamente.

    5.4 Del mercado de la cienciaa la ciencia en el gran mercado del mundo

    La ciencia ya no es slo cuestin de los cientficos, ahora se ha convertido en

    una actividad estratgica para las comunidades socio-polticas. En cierta manera, este

    fenmeno no es nuevo, ya lo anunci (y reclam) Francis Bacon en el s. XVII, pero

    ahora es claramente manifiesto que el desarrollo y control de la ciencia ya no est (sies que alguna vez lo estuvo) en manos de los cientficos. Ahora se habla de tecnociencia

    (Latour, 1987), de Sistema Nacional de Ciencia y Tecnologa, e incluso la misma palabra

    ciencia desaparece para ser sustituida (de un modo sinecdtico) por la palabra inves-

    tigacin, la cual, a su vez, se ve incluida como elemento en una ecuacin a la que se le

    suman otras palabras (I+D, I+D+I) que ponen ya claramente el acento en la importancia

    econmica (y poltica) para la vida social actual. Todos estamos acostumbrados a que la

    prensa de difusin general reclame inversiones en investigacin como procedimiento

    para aumentar la riqueza y la influencia de una nacin.

    La ciencia ahora forma parte de un mercado crecientemente globalizado en el queel pblico general, otras ciencias y otras prcticas sociales demandan productos de cada

    disciplina particular. El valor de los productos cientficos ya no responde nicamente

    a las fluctuaciones de la demanda de su mercado epistmico especfico, sino a lo que

    sucede en un mercado mucho ms amplio. La ciencia, sus productos, pero tambin

    sus productores, sus medios de produccin, susfuturos, entran en el mercado y se con-

    vierten en mercaderas (commodities) para el intercambio social. Ahora los productos

    cientficos son transcribiblesa otros cdigos (Latour, 1987), reciben valor por parte de

    otros mercados sectoriales, de manera que la valoracin cientfica viene acompaada,

    y a veces sustituida, no slo por el valor de utilidad, sino por el de intercambio social,

    por el dinero o prestigio que proporciona, incluso por su validez aparente, por su valor

    propagandstico.

    Este fenmeno tiene algunas consecuencias que estn lejos de ser anecdticas.

    Cuando la demanda social, externa al mercado epistmico local de los cientficos

    especializados, toma carta de naturaleza, el deseo de saber de la comunidad empieza

    a no ser la nica demanda, ni el nico criterio de valoracin de los productos de la

    investigacin. El valor atribuido por la comunidad de productores comienza a com-

    partirse con la utilidad marcada por el mercado. Y como los recursos productivos sobrelos que descansa la actividad de los investigadores dependen cada vez ms del valor

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    de uso que sus productos tengan para la comunidad socio-poltica que sustenta su

    trabajo, el valor epistmico se va subordinando gradualmente al valor de intercambio

    en el mercado globalizado. De este modo, la valoracin de la ciencia escapa cada vez

    ms del control de los cientficos, de manera que los mecanismos que inciden en la

    produccin de conocimiento (lo que Danziger, 1990 llamaba economa poltica de la

    ciencia) se van inscribiendo cada vez ms en los que regulan el funcionamiento de las

    redes de la economa poltica general. El resultado es que el mercado general dicta de

    manera cada vez ms drstica qu aspectos del objeto de estudio son ms valiosos,

    tendiendo a regular de manera cada vez ms pormenorizada los recursos a distribuir

    entre los investigadores, con el resultado de que el funcionamiento de las comunidades

    cientficas se ve forzado a ajustarse a las demandas de produccin del mercado, o seve en peligro de perecer.

    Esta situacin coloca a los cientficos, y especialmente a quienes entre ellos tienen

    tareas de responsabilidad en la poltica cientfica, ante una situacin delicada. Por una

    parte, como miembros de la comunidad cientfica, no pueden dejar de sentirse afectados

    por las normas depuradas en el seno de la comunidad cientfica, entre las cuales estn

    la libertad de investigacin y la idea de calidad epistmica, ambas no ajenas al mito

    platnico que antes se mencion. Pero, por otra, se ven forzados a instrumentar proce-

    dimientos positivos para promover la produccin de productos considerados valiosos

    por quienes sufragan la produccin. Aparece entonces el dilema de cmo gestionarla produccin cientfica, bien manteniendo oasis artesanales(ms o menos aislados)

    en los que los cientficos puedan trabajar segn sus preferencias (el ideal que inspir

    al modelo Humboltiano de universidad que hemos heredado), o bien estableciendo

    polticas positivas de incentivacin(y/o castigo) a las subcomunidades de investigadores

    en funcin de su productividad (rentabilidad en relacin con la inversin), evaluada

    por los procedimientos de tasacin disponibles, lo que supone una profunda altera-

    cin de algunas de las normas que hasta ahora han constituido parte de la moral de

    las comunidades cientficas. El espritu de los tiempos parece que ha llevado a adoptar

    esta segunda estrategia de forma bien clara.

    Para que tal poltica sea posible de ser llevada a cabo en sistemas regidos por el

    imperio de la ley (como afortunadamente es el nuestro), se hace precisa la regulacin

    de los procedimientos de aplicacin de tal poltica. Ello se hace a travs del dictado

    de reglas para la programacin de la poltica investigadora y para la tasacin del valor

    de los productos que se generen; al mismo tiempo que se crean instituciones para la

    implementacin y seguimiento de estas polticas. El resultado, especialmente cuando

    la financiacin de la investigacin est prcticamente concentrada en la mano de or-

    ganismos estatales, es una estricta regulacin de los procesos de produccin (cf., p. e.el Plan de Trabajo para 2008 del Plan Nacional de I+D+I). Cuando tal cosa sucede,

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    los organismos reguladores adquieren un poder indudable. El funcionamiento del

    mercado lleva a las administraciones a desarrollar polticas positivas, con el resultado

    que el poder administrativo acaba instrumentando nuevas formas de poder epistmico.

    La novedad es que ahora este poder epistmico no puede ya negociarse en el seno de

    la comunidad de investigadores, sino que viene dictado desde fuera de ella. El esta-

    blecimiento de prioridades de investigacin, el modo de seleccin de evaluadores de

    proyectos y las reglas de tasacin de los resultados ejercen efectos indudables en los

    procedimientos de promocin acadmica y en la direccin del trabajo cientfico. Lo

    que antes era solamente un mtodo de tasacin, pasa ahora a ser el sistema valoracin

    utilizado por las autoridades administrativas reguladoras de la produccin, y lo que

    pretenda ser un sistema de descripcin del valor atribuido por el mercado epistmicose convierte en un conjunto de reglas prescriptivas que quien quiera progresar en el

    sistema administrativo de la ciencia debe seguir (o sortear) cuidadosamente.

    En definitiva, las objetividades producidas por la investigacin cientfica son resul-

    tado no slo de la naturaleza del objeto de estudio bajo escrutinio, sino de la finalidad

    a la que la investigacin se dirija, su para qu (e inevitablemente su para quin), que

    es lo que dicta la validez de los resultados. Una validez que ya no depende slo de lo

    que digan quienes antes se ha calificado de autoridades epistmicas (quienes tienen

    crditoepistmico reconocido por la comunidad), ni tampoco de lo que dicte el mer-

    cado puro y duro, sino de lo que prevean los mecanismos de regulacin institucionalestablecidos (incluyendo sus posibles efectos perversos, cf. Fernndez Dols, 1992)

    y quienes ocupan puestos polticos de designacin (y las personas en quienes ellos

    deleguen). Podramos estar de acuerdo, parafraseando a Churchill, en que la ciencia

    es algo demasiado serio para dejarlo solamente en manos de los cientficos. Pero, si

    esto es as, y probablemente lo haya sido siempre de una manera u otra, entonces el

    examen pormenorizado de los procedimientos mediante los cuales se producen objeti-

    vidades, y cmo stas se han ido transformando a lo largo del tiempo, no es en modo

    alguno trivial para el examen crtico de los productos cientficos generados. Y sta es

    precisamente parte de la labor de la Historia de la Ciencia. Dicho de otra forma, lo

    que se pueda decir sobre el objeto de estudio (la semntica de los textos cientficos) no

    es en absoluto independiente ni de los mtodos que se apliquen (la sintaxis), ni de la

    poltica cientfica (organismos y procedimientos de regulacin), como tampoco lo es

    de la pragmtica de la comunicacin cientfica. Como dice Latour (1987), si queremos

    conocer cmo estos procesos afectan a la fabricacin de los conocimientos, en lugar

    de tomar a stos como objetividades reflejo de la realidad, debemos abrir las cajas

    negras (recintos cerrados, con sistemas de operacin no directamente visibles, de los

    que slo se puede observar los inputsque las alimentan y los outputsque producen) encuyo interior se producen esas objetividades.

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    5.5 Niveles metasemnticos de la ciencia

    En los prrafos que siguen se examinar cmo estos niveles metasemnticos vanestableciendo una especie de andamiaje (o quizs mejor un encofrado) que suministralas condiciones de posibilidad para la conformacin semntica del objeto. Esto se harexaminando paso a paso el funcionamiento del mercado simblico (Bourdieu, 1991;Rosa, Huertas y Blanco, o.c.) de la ciencia en sus procesos de produccin, distribuciny consumo.

    Las instituciones de produccin

    La produccin cientfica la llevan a cabo grupos de investigacin insertados eninstituciones, cuyo funcionamiento viene esquematizado en la figura 4.

    Figura 4

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    Las instituciones de investigacin reciben el inputque permite su funcionamientodesde fuera de ellas mismas, en la forma de un crdito social que se les otorga, y queles proporciona reglas sobre cmo pueden funcionar y les suministra recursos paraello. Ese crdito social otorgado se instrumenta en sus reglamentos internos, en laestructura y composicin de sus recursos humanos y materiales, en su jerarqua y en supresupuesto de ingresos y gastos. Su razn de ser est en la generacin de outputsqueestn de acuerdo con el propsito para el que fueron creadas: su produccin, que noes otra que la generacin de textos para ser puestos en circulacin entre los miembrosde la comunidad cientfica ms all de los componentes de la institucin misma.

    Una buena institucin es aquella que funciona de la forma ms simple y eficienteposible, con una buena ratioentre produccin e inversin, al mismo tiempo que suactividad se ajusta con el menor ruido posible a sus normas de funcionamiento, a losalgoritmosque rigen el proceso de produccin. Es decir, cuando la conducta de los cien-tficos sigue disciplinadamente las normas tanto de funcionamiento de la institucin ala que pertenecen, como las que constituyen la metodologa de trabajo de su gremio.

    Pero, cmo juzgar la calidad de su produccin? Para contestar a esta preguntaes preciso pasar a la fase siguiente del funcionamiento del mercado.

    La distribucin del conocimiento

    El conocimiento se da a conocer a travs de la publicacin de sus textos en mediosde distribucin (congresos, revistas, libros en colecciones editoriales, etc.). Estos mediosson tambin instituciones que tambin dependen del crdito que reciben. Los inputsque hacen posible su funcionamiento son, por una parte, los productos epistmicos, enforma de textos, generados por las instituciones de investigacin y, por otra, los fondoseconmicos que les suministran las instituciones propietarias de ellas (ver fig. 5).

    El funcionamiento interno de estos medios est tambin regulado de un modotal que podra hablarse de algoritmos de regulacin de su actividad (p.e., ver Delgado

    Lpez-Czar, Ruiz-Prez y Jimnez Contreras, 2006), entre los cuales est el tenerun acadmico que acte de director (editor, en ingls), un consejo de redaccin, unconsejo asesor, un sistema de evaluacin ciega por pares, un sistema normalizado deenvo y correccin de manuscritos, etc.

    El outputresultado de todo el proceso es la publicacin de textos cientficos unavez que superan todo el proceso de evaluacin y pulimento de los manuscritos recibi-dos. Naturalmente no todos los medios de distribucin reciben el mismo nmero demanuscritos, tienen el mismo alcance y, por consiguiente, tampoco tienen los mismosprecios de suscripcin, ni reciben el mismo crdito por parte de la comunidad cient-

    fica. Como no puede ser de otra manera, hay editoriales y revistas de mayor y menorprestigio, mejor y peor valorados, ms caras o ms baratas. Como suceda en los casos

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    anteriores, la valoracin de estos medios depende del paso siguiente en el funciona-miento del mercado, en este caso, del consumo de sus productos. Pero el proceso noes unidireccional, pues los medios de comunicacin con mayor valoracin social sonms demandados, alcanzan a un pblico ms amplio, de manera que los productosque stos distribuyen tienen mayores probabilidades de ser consumidos.

    Figura 5

    El consumo

    ste es el ltimo momento aparente en el funcionamiento del mercado simblico.Se refiere a la puesta en uso del conocimiento incluido en los textos que alcanzan alos consumidores.

    El inputde este proceso tiene la forma de las publicaciones que alcanzan y reci-

    ben el inters (o no) de los consumidores. stos son tanto acadmicos como tcnicosque trabajan en la aplicacin de conocimientos. Este pblico de consumidores formaparte de un mercado general, pero subdividido en mercados especializados con solapa-mientos y lmites difusos, resultado, entre otras cosas, de las divisiones subdisciplinaresexistentes.

    Una cuestin importante a no olvidar es que la nica manera de estimar el consu-mo epistmico es a travs del uso de los inputsque recibe para la generacin de nuevosproductos, ya sea en la forma de nuevas producciones acadmicas, o en la generacinde valor aadido en actividades econmicas (profesionales y aplicadas); dicho de otra

    manera, el consumo se estima a travs de sus repercusiones en la produccin mismade los consumidores. Los textos producidos pueden tener un valor de uso epistmico,

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    que se manifiesta en el uso de las referencias en nuevos procesos de produccin (comoseala la flecha que se dirige en diagonal hacia arriba a la derecha en la figura 6), o/y un

    valor de intercambio como aplicaciones prcticas con una valoracin econmica directaen la prestacin de servicios, aunque esto ltimo recibe ms una valoracin econmicaque epistmica. En ambos casos, el consumo genera no slo un beneficio para el con-sumidor (en la forma de materia prima para su produccin propia, o de recurso parasu actividad profesional), sino que tambin produce crditohacia las fases anteriores dela actividad: la distribucin y la produccin. Este crdito representa un valor de futuropara distribuidores y productores, quienes reciben as una mayor cotizacinen la formade atribucin de solvencia investigadora, o de prestigio editorial. De esta manera, elconsumo no es slo el ltimo elemento del mercado simblico, sino que ejerce unaenorme influencia sobre cada uno de los elementos que lo constituyen.

    Figura 6

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    En la consideracin del consumo no puede dejarse de lado la presencia de deman-das socio-econmicas especficas que se ven modificadas por los productos ofertados,y que a su vez ejercen un efecto atractor para la produccin de nuevos productos.Cuando el mercado acadmico se va involucrando cada vez ms con la produccinde bienes y servicios aplicados, el propio objeto de estudio (tal como aparece comoobjeto de papel en los textos cientficos Latour, 1987) tiende a irse ajustando cadavez ms a la visin que se considera como conveniente para el mantenimiento del fun-cionamiento del sistema social existente. A esto es a o que Foucault (1970) se referacuando reclamaba que se prestara atencin al papel del poder en la constitucin de larealidad objetiva.

    Una obvia consecuencia de lo dicho es que se consumirn preferentementeaquellos productos que tengan mayor validez para las demandas del mercado. Dichode otra manera, la estimacin del consumo refleja preferentemente lo que se consideravalioso para la demanda existente en un momento particular y, lgicamente, lo quese considera ms vlido para la utilidad que se persigue en cada momento. Pero elconsumo es slo un ndice de aceptacin, y no necesariamente de calidad, algo queresulta obvio no slo en el mercado epistmico, sino en cualquier forma de mercado.En cualquier caso, valor de uso y valor epistmico pueden no coincidir, pueden pro-ducirse productos que alcanzan poco o ningn consumo, pero eso puede no deberse a

    falta de calidad epistmica, sino a mltiples causas, como puede ser la falta de crditoatribuido a su autor, a carencias de promocin, a que no aparecen en medios de distri-bucin adecuados a su demanda potencial, a la estrechez del mercado subdisciplinar alque se dirige, etc. De todos modos, la calidad epistmica es extremadamente difcil deestimar. No es extraordinario que una aportacin resulte relativamente ignorada en unmomento, y aparezca como genial aos o dcadas, o incluso siglos, despus (los casosde Spinoza, Vico o Vygotski son elocuentes). Algo que lleva a algunos a decir que sonaportaciones adelantadas a su tiempo, o productos de la genialidad, pero que tal vezson slo resultado de una produccin realizada sin atender demasiado a las demandas

    del mercado de su momento y que, sin embargo, tiempo despus pasan a ser tiles encircunstancias diferentes.En el caso de la Psicologa el efecto de la demanda tiene algunas consecuencias

    que creo pueden resultar bastante explcitas si se les presta la debida atencin. Lo quela Psicologa estudia es cmo se comportan los organismos vivos, y cuando stos sonhumanos, cmo lo hacen en condiciones particulares. Cuando la Psicologa se fija enesas condiciones concretas su sustantividad misma parece transmutarse al aadrseleadjetivos o gentilicios, como sugiere la figura 6. Esto afecta a la conformacin de laPsicologa, que pasa a ser una familia de disciplinas con nombres tales como Psicologa

    de la Salud, de la Negociacin, Educativa, Militar, del Trabajo, Jurdica, del Trfico,Poltica, del Marketing, etc., todas ellas escritas con las maysculas que designan al

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    mbito disciplinar que se desprende de su aplicacin a instituciones y prcticas so-ciales ms all del inters acadmico por el objeto. Si se da, adems, el caso de que

    la valoracin que se haga de los textos epistmicos en circulacin se vaya haciendoprogresivamente subsidiaria de la valoracin de intercambio en el mercado, no tienenada de particular que la Psicologa en su conjunto se vaya convirtiendo ms en unconjunto de tecnologas aplicadas cuya validez depende ms de la valoracin de suparticular mercado de consumo aplicado, y del funcionamiento de una parte de lacomunidad acadmica dedicada a servir esta demanda. La consecuencia es un movi-miento centrfugo entre subdisciplinas, con una progresiva prdida del efecto centr-peto que la produccin acadmica terica y bsica vena tradicionalmente ofreciendo.No sera de extraar que la consecuencia a largo plazo fuera la cada en valoracin delas producciones acadmicas cuya aplicabilidad inmediata no resulte evidente, con laposible excepcin de casos en los que las regulaciones positivamente establecidas haganposible promover alguna forma de validez particular aadida, que no es preciso quesea nicamente epistmica, como pudiera ser la ganancia de visibilidad acadmica ode poder institucional de algunos grupos.

    Aporta algo la Historia a la interpretacin de la productos de la ciencia?

    Ni que decir tiene, que el funcionamiento del mercado simblico que acaba deofrecerse peca de presentista, e incluso quizs de futurista, pues algunos de los procesosque se han descrito todava estn implantndose entre nosotros. Probablemente resulteposible caracterizar el cambio epistmico, y quizs ms an el cambio cientfico (por elmomento histrico en el que aparece la ciencia misma, el de desarrollo del capitalismomoderno), en trminos de un modelo de mercado. Pero de lo que no cabe duda es quela estructura del mercado y las reglas de valoracin que en l se aplican cambian conel tiempo. Sin embargo, no creo que pueda nunca decirse que los conocimientos quese produzcan en cada momento tengan una naturaleza atemporal.

    Si la imagen del mismo objeto de papel que resulta del trabajo de los cientficosinscritos en las instituciones de investigacin que lo produce se ve profundamenteafectada por el proceso que se acaba de describir, no parece que resulte irrelevanteel estudio de la conformacin de las condiciones de produccin de objetividades, delo que llamamos conocimiento. No se trata de plantearse si ese conocimiento es o noverdadero, algo que siempre me ha resultado un tanto pretencioso, sino cules son ycmo se han generado los criterios de validez que se aplican en cada caso, y su grado degeneralidad. Por eso, la distincin entre historia internae historia externade la ciencianunca me ha parecido til, precisamente porque llama precisamente a ignorar cmo y

    para qu se generan los criterios de validez y, en consecuencia, a tratar de explicar porqu algunos conocimientos se consideran vlidos y otros menos vlidos.

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    La figura 7 ofrece una imagen del funcionamiento global del mercado epistmico.Como all puede observarse, se trata de un ciclo en el que se producen retroalimen-

    taciones entre sus diversas fases, siendo el consumo quien ejerce la mayor influenciasobre los procesos de produccin y distribucin a partir del crdito que genera comoconsecuencia de los beneficios de futuro esperados.

    Figura 7

    El funcionamiento del mercado simblico es un conjunto de fenmenos quepertenecen al mbito de lo social. En cada una de sus fases se van generando normasque muchas veces aparecen en regulaciones institucionales positivas (leyes, decretos,rdenes ministeriales, reglamentos institucionales, etc.), que se convierten de estamanera en prescripciones de accin. El resultado es que el comportamiento de los ac-tores involucrados en el proceso de produccin de conocimiento se ve crecientementealgoritmizado. Dicho de otra manera, se trata de un proceso de redistribucin de laagencialidad en el que la capacidad de actuacin de los cientficos se ve crecientemente

    restringida e incentivada por normas de funcionamiento protocolizadas al objeto deprocurar una mayor eficiencia productiva al servicio de las demandas del consumo.

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    En definitiva, la produccin de conocimiento se ve sometida a lo que Latour (1987)llama una maquinacinque, a los ojos del no avisado, aparece como destilacin de laracionalidad, pero que de hecho se trata de unaracionalidad, la explicacin de cuyagnesis no puede ser otra que de naturaleza histrica.

    No se trata en modo alguno de sostener que el conocimiento producido seaconsecuencia exclusiva de factores socio-histricos, ni que la calidad epistmica de unproducto cientfico sea sometida exclusivamente al juicio de los historiadores, pueseso implicara que el objeto de estudio no podra resistirse a las acciones de quienescon l trabajan, y por consiguiente no tendra ninguna clase de sustancialidad. Se tratams bien de reclamar que no se olvide que las manipulaciones a las que es sometido elobjeto producen unas experiencias empricas y no otras, que esas manipulaciones seproducen con unos propsitos y no con otros (aunque a veces aparezcan resultados yconsecuencias no previstos o deseados), y que se producen explicaciones siguiendo unosformulismos y no otros, adems de utilizar unos criterios particulares de valoracin, quepueden cambiar con el tiempo y las circunstancias. Ni que decir tiene, que el argumentoque aqu se est desarrollando es para aplicarlo a productos que quepa juzgar comoformalmente correctos en las concepciones de la ciencia al uso, pues en absoluto sesostiene que el recurso a las contingencias histrica o a los modos de operacin del podersocial sean la nica explicacin posible de la produccin epistmica o de su calidad. Mi

    argumento no debera utilizarse para intentar disculpar lo que se pueda considerarsecomo el uso errneo o inadecuado de un mtodo (si bien los lmites son ciertamentedifusos), su intencin es llamar la atencin sobre cmo el funcionamiento del mer-cado lleva al desarrollo de unas formas de demanda a partir de las cuales se generancriterios de validez, y se desarrollan algoritmos que conforman conocimientos ms omenos tasables con un valor particular en cada momento. En definitiva, no se trata dedecir que la valoracin de los elementos que conforman la maquinacin cientfica sonconsecuencia exclusiva de aplicacin pura y dura de los mecanismos del poder, pero sde sealar que la tasacin del valor que en cada momento se hace no puede nunca ser

    una justa y equitativa apreciacin del valor epistmico, pues esto ltimo es imposible,al ser aqul histricamente contingente; y si se quisiera hablar de estimacin objetiva,slo puede considerrsela as en relacin con la aplicacin de criterios normativosnecesariamente vinculados a una situacin socio-histrica particular.

    5.6 La visin del cientfico y la del historiador de la ciencia

    Parece, entonces, que las visiones de los cientficos y la de los historiadores dela ciencia sobre la valoracin de los productos cientficos no coinciden. Los primeros

    acusaran a los historiadores crticos de relativistas y por consiguiente de pecadorescontra la moral de la ciencia que llama a la bsqueda de la verdad(tachndoles de

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    inmorales, como deca Stephen Brush, 1974), mientras que los segundos no podrandejar de considerar a quienes mantienen posiciones cientificistas, como la expresada al

    principio de este trabajo, o bien como presentistas ingenuos o, en el peor de los casos,como integristas de un credo que, siendo histricamente contingente, a veces tomancomo universal y transtemporalmente vlido.

    Tal diferencia de perspectiva es difcilmente evitable, quizs slo podra serlomediante el dilogo entre ambos gremios. Para ello sera necesario que, por un lado,los historiadores ofrecieran productos de su prctica epistmica que fueran tiles paralos cientficos; pero, al mismo tiempo, sera tambin imprescindible que los cientficosno se fijaran slo en lo que el objeto hace cuando lo manipulan, sino que prestaranatencin a cmo, y sobre todo a por qu y para qu lo manipulan, y cuales son losobjetivos de las instituciones a las que pertenecen. Los cambios en la conducta de loscientficos, y las razones que llevan a estos cambios, es precisamente el objeto de estudiode los historiadores de la ciencia, quienes, de esta manera, estn tambin historiandola propia conformacin del objeto de la investigacin cientfica misma.

    6. UNA MIRADA A LA PSICOLOGA CON OJOS DE HISTORIADOR

    Los psiclogos llevan ya muchos decenios batallando por la cientificidad de sudisciplina, y lo vienen haciendo, por lo menos una parte muy importante de ellos,tratando de ajustar su conducta investigadora a las normas de comportamiento de loscientficos. No tiene nada de sorprendente que, al tratar de evitar los sesgos subjetivos,hayan prestado atencin preferente a protocolizacin de sus actuaciones de investi-gacin, de manera que su objeto de estudio (psique) pueda desvelarse sin que se veacontaminada por las preferencias, deseos o prejuicios del investigador. Pero tal intento,cuando se lleva al extremo, puede producir algunos resultados perversos.

    6.1 Algoritmizacin del Psique y mecanizacin del sujeto

    El establecimiento de situaciones estandarizadas de prueba (no slo tests, sinotambin situaciones experimentales) establece unas condiciones de posibilidad parala accin del sujeto que en s mismas son una situacin social (Danziger, 1985). Deeste modo, se trata de controlar las fuentes de variacin de la conducta, reduciendoal mnimo posible la capacidad agencial del sujeto, y exportndola a las condicionesambientales generadas por el investigador. Pero, adems, se procede a una crecientenormalizacin de los procedimientos a utilizar por parte de los experimentadores para

    objetivar al mximo las condiciones de prueba y los resultados que de ellas se obtienen.El doble proceso de restriccin de las condiciones de posibilidad de accin (de los

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    sujetos y de los investigadores), cuando es llevado al lmite, puede conducir a que losresultados obtenidos reflejen la propia algoritmizacin del procedimiento utilizado.

    No puede, entonces, resultar sorprendente que la misma psique (un concepto acuadopara intentar referirse a la agencialidadde los seres vivos y de los humanos) tienda a serobjetivada como un conjunto de algoritmos ms o menos mecnicos, en detrimento,muchas veces, de los propios procesos interpretativos de la experiencia personal quese producen en entornos reales de actuacin.

    6.2 Fragmentacin disciplinar

    Lapsiquesobre la que trabajaron Wundt, Freud, Skinner, Piaget, Fodor o Rum-

    melhart es bien distinta. Cabe incluso pensar que no se trata de que cada uno de ellosaborde el mismo objeto, pero desde distinto punto de vista, o que privilegiaran elestudio de unos fenmenos sobre otros, sino que la conciben de maneras bien dife-rentes e incomparables entre s. Literalmente estn hablando de psiques diferentes. Ysi alguien opta por trabajar desde uno de estos puntos de vista, no es porque se hayaprobado que los dems sean errneos en aspectos no anecdticos y marginales de susrespectivas teoras, o porque sus aproximaciones hayan sido superadas por aportacionesposteriores, aunque sta sea una afirmacin discutible ms en unos casos que en otros.Para cada uno de ellos la conceptualizacin misma de Psique y el mtodo de objetivarla

    en cada caso es distinto, est respondiendo a preguntas diferentes y diseando unaforma particular de contestarlas.

    Esta diversidad de aproximaciones a su objeto de estudio no deja de resultar-nos incmoda, y lleva con cierta frecuencia a la esperanza en el advenimiento de unNewtonde la Psicologaque la convierta definitivamente en una ciencia unificada. Unaesperanza que parece cada vez ms remota, si es que el argumento que aqu se vienepresentando no est errado.

    Si nos fijamos ahora en los mbitos de aplicacin de la Psicologa (las subdisci-plinas ms arriba mencionadas) y tenemos en cuenta que lo que en ellas se pretende

    es estudiar la conducta en entornos particulares de actuacin con el objetivo, ms omenos explcito, de producir tecnologas para que los individuos se comporten de laforma que se considera deseable por parte de los gestores del sistema social de que setrate, no tiene nada de particular que la psique de papelque se produce en cada casotenga bastante depsique local, pues se ajusta a los requisitos, normas y condiciones deactuacin en un entorno socio-cultural histrico particular, adems de que a veces ellamisma resulta conformada con la ayuda de la tecnologa psicolgica misma. La imagendel sujeto psicolgico as producida no slo se muestra de un modo necesariamentefragmentario, sino que adems es la imagen que conviene a la insercin de los huma-

    nos en una maquinacinque lleva a considerarlos como otro ms de los recursospara el mantenimiento de su funcionamiento.

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    Esto, adems, tiene algunas consecuencias que no puedo dejar de considerar inte-resantes. Por una parte, el examen del comportamiento en situaciones socio-culturales

    concretas, y desde subdisciplinas con tradiciones de investigacin particulares, prestaatencin a fenmenos locales en esos entornos, adems de generar mtodos, concep-ciones y constructos propios de ese dominio, no siempre fcilmente transportables aotros diferentes. Una consecuencia esperable es una centrifugacin de los conocimientoshacia cada subdisciplina, que slo podra contrarrestarse con el aumento de masa de unncleo central disciplinar que actuara como encrucijada y punto de discusin entre ellas,cosaque no parece est sucediendo. La globalizacin del mercado epistmico puedeagravar este efecto centrfugo al aumentar el tamao de las comunidades sectoriales ygenerando su propio mercado autnomo.

    6.3 Efectos de la globalizacin sobre la Psicologa

    Los efectos de la globalizacin de los procesos de comunicacin cientfica, y laaparente instauracin de un mercado para el intercambio de textos, supuestamenteabierto a todos, tiene, adems otros efectos, sobre algunos de los cuales convienedetenerse.

    Un primer aspecto se refiere a la estructura del mercado global mismo. No es

    verdad que haya un solo mercado epistmico para la Psicologa, ese mercado est,cuando menos, fragmentado en diversos mercados con diferentes grados de localidad.Hay mercados subdisciplinares, y tambin hay mercados por reas socio-culturales.No todas las subdisciplinas psicolgicas tienen mercados del mismo tamao, ni todaslas producciones de reas socio-culturales tienen la misma difusin fuera de sus lmitesgeogrficos. La estructura econmica y poltica de cada momento se muestra tambinen el dominio de la ciencia. Esto, que no tiene nada de extrao, no slo hace que reci-ban mayor audiencia unos medios que otros, que unas producciones epistmicas seanms utilizadas en nuevos procesos de produccin especialmente en aquellos lugares

    con mayor capacidad productiva y difusora, sino que, adems, tiene efectos sobre lavaloracin de las producciones, los autores, las instituciones y los medios de difusin.Este efecto se agrava cuando se utilizan preferentemente sistemas de tasacin diseadospara una fraccin parcial del mercado, aunque sea muy grande y guste de llamarse as mismo global, porque efectivamente es preferente respecto de los dems, y porquetiene mayor capacidad de producir y difundir sus productos. De nuevo, el demonioest en los detalles. Cul es la audiencia que se debe considerar a la hora de estimar elimpacto de una produccin?, el concepto de validez que maneja la audiencia consi-derada tiene alguna incidencia sobre el juicio de valor (o de crdito) que se atribuya a

    un producto?, qu pasa cundo en los mecanismos reglados para la tasacin del valorepistmico se utilizan preferentemente ndices que no reflejan el valor que el producto

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    pueda tener en el mercado al que se dirige la produccin? La respuesta a estas preguntascreo que es bastante directa y fcil. Si no se tiene en cuenta el mercado al que se dirige

    la produccin, y el impacto de sta se considera en relacin con el mercado global,cuanto ms amplio sea el mercado local al que uno se dirija, mayor posibilidad tienede ejercer algn impacto sobre l. Pero, adems, para ejercer tal impacto, uno debe deproducir productos que demande ese mercado, y hacerlo con los criterios de validezque en l se utilicen. Dicho de manera muy llana, no es demasiado bueno trabajar enun rea subdisciplinar pequea, ni ser original, ni tampoco fijarse en temticas o prestaratencin a problemas sociales que no sean del inters de evaluadores situados en lasinstituciones de produccin o difusin con mayor acceso al mercado supuestamenteglobal (es decir, abrumadoramente anglosajn). Lo sorprendente es que los gestoresadministrativos del sistema de ciencia ms avanzado de una comunidad socio-culturalque agrupa a varios cientos de millones de personas (la tercera del mundo) no parez-can tener mayor inters en promover el desarrollo de un mercado epistmico que hanheredado y que no creo fuera demasiado difcil impulsar mediante polticas positivas,por otra parte coherentes con el esfuerzo que en otros dominios se est haciendo porla promocin de la lengua y la cultura. Ms bien al contrario, lo que a mi juicio estsucediendo es que se promueve la abdicacin del ejercicio de la capacidad de juicioacadmico de la comunidad local, para dejarla en manos de otros que no siempre tienen

    las mismas prioridades de investigacin, ni los mismos criterios de validez, ni tampocose relacionan con las necesidades de la misma comunidad social. Con ello no slo sepromueve la importacin y el seguidismo, sino que se desincentiva la innovacin, puesproductos peculiares que puedan producirse en el mercado local y pueden llegar atener un inters ms all de l, ven ms difcil alcanzar mercados ms amplios, puestoque los miembros de la comunidad local crecientemente se van desentendiendo de lasproducciones locales, reduciendo al mnimo la posibilidad de impacto de los productospropios sobre la comunidad local, que podran luego contribuir a difundirlos en otrosmercados. Parece como si la nica posibilidad de desarrollo estuviera en hacer lo que

    se hace fuera, y no en promover producciones propias que pueden llegar a tener efectosinnovadores en mercados ms amplios.La existencia de un mercado epistmico crecientemente globalizado no implica

    que las gentes estudiadas (los portadores depsiques) vivan en entornos equivalentes,reciban informaciones comparables, acten con motivaciones similares, o tengan ex-periencias fcilmente traducibles entre s. Esto es algo que resulta ya conocido desdehace bastante tiempo. La Psicologa Diferencial surgi precisamente para tratar dedar cuenta de esas diferencias, aunque tambin es cierto que al principio lo hizo concierta tendencia a considerar a un grupo como el detentador del canon psicolgico

    universal, como el patrn respecto del cual se estimara las capacidades psicolgicasde los dems. La aparicin de otras perspectivas, como p.e. la psicologa transcultural,

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    ha mitigado estos sesgos, pero sin llegar a eliminarlos del todo. Como seal hacetiempo Wober (1969), debemos preguntarnos no slo lo bien que elloshacen nuestrostrucos, sino lo bien que elloshacen sustrucos (citado por LCHC, 1982, p. 644). La anms reciente Psicologa Cultural (cf., p. e. Kitayama y Cohen, 2007; Valsiner y Rosa,2007) se planteara estudiar precisamente esa variedad, al mismo tiempo que busca elesclarecimiento de lo que se ha venido en llamar universales psicolgicos (cf., p. e.,LCHC, 1982). El proceso que ha llevado al desarrollo de estas ltimas subdisciplinaspuede entenderse como resultado de una redistribucin del trabajo disciplinar de laPsicologa necesitada de tendencias centrpetas. No es ocioso sealar que en ellas seda una considerable atencin a la Historia de la Psicologa, algo a lo que nos vamos areferir enseguida.

    6.4 Psique es un producto histrico

    Sea como sea,psique como objeto de papel es siempre resultado de las accionesde las psiques de los psiclogos,y toma formas diversas a partir de tres fuentes de varia-cin: a) las condiciones socio-culturales en las que se produce el comportamiento de laspersonas; b) las demandas sociales que se hacen sobre la explicacin de la experiencia,el comportamiento, etc., a las que deben responder los estudiosos depsique (cuando se

    necesitan y los hay); y c) las operaciones que lleven a cabo los psiclogos (los algoritmosde sus metodologas) cuando se dirigen al objeto que hayan previamente caracterizado.En definitiva,psique es triplemente histrica.

    7. PONIENDO A PSIQUE EN EL CENTRO DE LA PSICOLOGA. LA NECE-SIDAD DE UNA PSICOLOGA GENERAL

    Toda forma de saber disciplinado requiere de un ncleo epistmico central que

    articule el juego que se da entre sus diversas subdisciplinas. Este ncleo es necesaria-mente terico y se soporta sobre un conjunto de preceptos decantados a lo largo desu devenir histrico (cf. Lakatos, 1982; Hbner, 1983). Si no fuera as, las fuerzascentrpetas que el mercado ejerce acabaran desmembrando a la disciplina misma.

    Se ha sealado muchas veces que la Psicologa no ha logrado nunca establecer uncentro que resultara incontestado para su comunidad epistmica, aunque intentos nohan faltado. Vygotski seal hace ya mucho tiempo (1926) que uno de los problemasque aparecen recurrentemente en el devenir temporal de la Psicologa es la genera-lizacin de la explicacin de un tipo de fenmeno (generado en una subdisciplina)

    hacia otros, hasta el extremo de pretender explicar todo tipo de fenmeno psicolgico.Pero es que, a estas alturas, el intento mismo de tratar de establecer ese centro parece

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    incluso haberse abandonado, o por lo menos no goza de demasiada popularidad. Sin

    embargo, su establecimiento es lo que da sentido a una parte no despreciable de la

    comunidad acadmica de psiclogos. A pesar de la deriva aplicada de la Psicologa si-

    guen existiendo investigadores que trabajan en cuestiones de inters para la centralidad

    de la disciplina. Pero, incluso en estos casos, el dilogo entre ellos no es demasiado

    abundante, ni tampoco fluido.

    Creo que llamar a la reflexin sobre cul es y cmo caracterizar al objeto de la

    Psicologa Acadmica no es una extravagancia, pues la acumulacin de evidencia em-

    prica y de procedimientos explicativos generados a partir de demandas provenientes

    del juego, ms o menos libre, del mercado, slo har ms abigarrado el panorama que

    ya tenemos, sin poner ningn orden en l. Pienso que sera conveniente promoverinvestigaciones tericas orientadas a poner cierto orden en los niveles de descripcin

    de distintos fenmenos psicolgicos, a la vez que se sugieran formas de explicacin

    especficas (pero no independientes) para cada uno de ellos (para una propuesta a este

    respecto, ver Valsiner y Rosa, 2007a). Algo parecido Vygotski (op. cit.), en el lenguaje

    de su poca, expres como la necesidad de desarrollar una Psicologa General.

    Para que tal cosa sea posible, resulta imprescindible no slo poner en relacin los

    conocimientos generados por cada subdisciplina, sino someterlos a examen y articularlos

    entre s. Para ello resulta imprescindible entrar en el examen crtico de las metodologas

    utilizadas, y tambin de qu es lo que llev al uso de tales metodologas. Esto ltimo,como ya se ha sealado repetidamente en este trabajo, es tambin parte de la tarea de

    la Historia de la Psicologa, que de este modo se convierte en auxiliar imprescindible

    de cualquier forma de Psicologa Terica. Una afirmacin que difcilmente se puede

    considerar una novedad, pues eso es precisamente lo que justifica la posicin institu-

    cional que todava ocupa entre nosotros.

    Antonio Caparrs gustaba de decir que la Historia de la Psicologa no es slo

    una disciplina propedutica para el estudio de la Psicologa, sino que, adems de ser

    formalmente histricaes, tambin, materialmente psicolgica. Y esto es as porque la

    Historia de la Psicologa no slo tiene como objeto de estudio lo que los psiclogos

    hacen cuando investigan psique o practican la psicologa, sino porque al explicar la

    gnesis misma de las concepciones y explicaciones de psique puede ejercer una funcin

    crtica para el desarrollo de la Psicologa misma. Creo que sta ltima es la funcin

    que puede tener mayor inters para los psiclogos. Para poder ejercerla resulta tan

    imprescindible que los psiclogos tericos atiendan a lo que los historiadores puedan

    aportarles, como que los historiadores sepan ofrecer productos que resulten tiles para

    la investigacin psicolgica. La presencia de unos y otros en los foros de discusin de

    cada uno de ellos es una condicin de posibilidad insoslayable para que tal dilogopueda tener lugar.

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    Como sucede en todos los matrimonios, la pareja que forman la Psicologa ysu Historia slo permanece unida cuando se tienen intereses comunes, cuando se

    escuchalo que cada uno tiene que decir, adems de compartir un plan de futuro. Sitambin la, a veces necesaria, crtica no se toma como un ataque, y la convivencia daplacer, nos hallaramos ante una unin slida. Pero eso es un asunto de dos, que slofructifica sobre la condicin de posibilidad de que cada una desee tener tiempo parapasar con la otra.

    8. A MODO DE CONCLUSIN

    Espero que la argumentacin que aqu se ha ido desgranando haya permitidoexplicar por qu no poda estar de acuerdo con las afirmaciones cientifistas (que nocientficas) que se presentaban al principio. En cierta manera este artculo es un intentode discutir algunas afirmaciones que he credo or en algunas ocasiones. Pero quedaan alguna cosa por decir, que no quiero que se me quede en el tintero, aunque posi-blemente algunas otras siguen resistindose a salir de all.

    Historia y Ciencia no son maneras equivalentes de explicar el cambio en lascosas, que slo se diferencien en la utilizacin de distintos gneros literarios para su

    comunicacin. Tampoco cualquier Historia es una Historia Natural, de manera que laHistoria pueda ser reducible a la ciencia. No cabe confundir el pasado con la Historia(cf. Rosa, 1993). La Historia no puede ser reconstruccin, pues al ser sta necesaria-mente imaginada, requiere inevitablemente de interpretacin y de posicionamientodel