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PH Boletín 28 131 Todavía bajo los efectos de la repentina ausencia del arquitecto malagueño Luis Bono Ruiz de la He- rrán se hace muy difícil, para quienes fuimos sus amigos y colegas establecer una pauta de acerca- miento a su obra, abarcando los más de veinticinco años que ha dejado como testamento de su ejerci- cio profesional. La consternación por su rápido fallecimiento des- pués de una reciente e implacable enfermedad es demasiado fuerte y la admiración por su coraje fren- te a ella es tan grande, que niebla un poco los perfi- les de su quehacer profesional y amalgama contra- dictoriamente los sentimientos de pérdida con los deseos de perpetuar su memoria. Ambos factores tienden a eludir una valoración objetiva de su obra que, por otra parte, se tendrá que dejar posar en la pátina del tiempo para alcanzar una ponderación definitiva. Lo que sí queda claro es que la pérdida de Luis es la de un arquitecto atípico, comprometido con la reali- dad de su tiempo y pegado a la sociedad en la que desarrolló su tarea. No me parece que sea pecar de hagiografía decir que Luis Bono destaca en su gene- ración por la labor social de la arquitectura, que proyectó y construyó como un anónimo artesano li- gado a los usuarios de su trabajo. Compartiendo con ellos desvelos y sinsabores, pero también la sor- presa de los duendes de la arquitectura que alum- braron siempre los rincones de hasta las más senci- llas de sus obras. El componente humano, civil, de los arquitectos a menudo exige de ellos la renuncia a ese supuesto papel público que la opinión y los medios normal- mente les reservan. La sencillez humana de Luis Bo- no tenía de singular, en estos tiempos, la obstinada convicción, en la responsabilidad social de su trabajo inseparable de la conexión con sus encargantes y destinatarios. Se dirá que esa es la seña de identidad de la arquitectura pública o de la que se hace desde la administración, pero la diferencia en Luis era el entusiasmo humano con que se vinculaba a los pro- yectos, colocando su profesionalidad al servicio de la gente, desplazando su rango intelectual a un lado y asumiendo el papel de ser uno más entre autocons- tructores, alcaldes, familias o promotores públicos, de forma que los proyectos se vieran avalados des- de el compromiso absoluto con la necesidad por la que fueron redactados. El afecto de Luis por las personas ha garantizado también gran parte del apoyo con el que ha ganado adeptos a la arquitectura limpia de banalidades. Eso, poniéndose en el lugar de quienes habrían de usar sus edificios, le ha llevado a construirlos en equipo, animosa y colectivamente, desmenuzando algunos de sus secretos para que fueran aceptados mejor. Terco como pocos en la defensa del proceso formal de los proyectos, cuajando las ideas que la forma rquitectura laica y promiscua A * Compañero y amigo de Luis Bono, ambos fun- cionarios en la Diputa- ción Provincial de Mála- ga. Han compartido amistad, trabajos, estu- dio y obras durante más de quince años. Carlos Hernández Pezzi * Arquitecto 1. Luis Bono en el despacho que compartía con el autor del texto en la Diputación Provincial de Málaga. Septiembre, 1997.

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Todavía bajo los efectos de la repentina ausenciadel arquitecto malagueño Luis Bono Ruiz de la He-rrán se hace muy difícil , para quienes fuimos susamigos y colegas establecer una pauta de acerca-miento a su obra, abarcando los más de veinticincoaños que ha dejado como testamento de su ejerci-cio profesional.

La consternación por su rápido fallecimiento des-pués de una reciente e implacable enfermedad esdemasiado fuerte y la admiración por su coraje fren-te a ella es tan grande, que niebla un poco los perfi-les de su quehacer profesional y amalgama contra-dictoriamente los sentimientos de pérdida con losdeseos de perpetuar su memoria. Ambos factorestienden a eludir una valoración objetiva de su obraque, por otra parte, se tendrá que dejar posar en lapátina del tiempo para alcanzar una ponderacióndefinitiva.

Lo que sí queda claro es que la pérdida de Luis es lade un arquitecto atípico, comprometido con la reali-dad de su tiempo y pegado a la sociedad en la quedesarrolló su tarea. No me parece que sea pecar dehagiografía decir que Luis Bono destaca en su gene-ración por la labor social de la arquitectura, queproyectó y construyó como un anónimo artesano li-gado a los usuarios de su trabajo. Compar tiendocon ellos desvelos y sinsabores, pero también la sor-presa de los duendes de la arquitectura que alum-braron siempre los rincones de hasta las más senci-llas de sus obras.

El componente humano, civil, de los arquitectos amenudo exige de ellos la renuncia a ese supuestopapel público que la opinión y los medios normal-mente les reservan. La sencillez humana de Luis Bo-no tenía de singular, en estos tiempos, la obstinadaconvicción, en la responsabilidad social de su trabajoinseparable de la conexión con sus encargantes ydestinatarios. Se dirá que esa es la seña de identidadde la arquitectura pública o de la que se hace desdela administración, pero la diferencia en Luis era elentusiasmo humano con que se vinculaba a los pro-yectos, colocando su profesionalidad al servicio de lagente, desplazando su rango intelectual a un lado y

asumiendo el papel de ser uno más entre autocons-tructores, alcaldes, familias o promotores públicos,de forma que los proyectos se vieran avalados des-de el compromiso absoluto con la necesidad por laque fueron redactados.

El afecto de Luis por las personas ha garantizadotambién gran parte del apoyo con el que ha ganadoadeptos a la arquitectura limpia de banalidades. Eso,poniéndose en el lugar de quienes habrían de usarsus edificios, le ha llevado a construirlos en equipo,animosa y colectivamente, desmenuzando algunosde sus secretos para que fueran aceptados mejor.Terco como pocos en la defensa del proceso formalde los proyectos, cuajando las ideas que la forma

rquitectura laica y promiscuaA

* Compañero y amigo deLuis Bono, ambos fun-cionarios en la Diputa-ción Provincial de Mála-ga. Han compartidoamistad, trabajos, estu-dio y obras durante másde quince años.

Carlos Hernández Pezzi *

Arquitecto

1. Luis Bono en el despachoque compartía con el autordel texto en la Diputación

Provincial de Málaga. Septiembre, 1997.

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Bono ha sido modelar la forma sin romper el con-senso sobre la razón que le daba sentido.

Pocos arquitectos hacen hoy ese trabajo social depersuasión estética. Con frecuencia se atribuyen unpapel superior o se acomodan en los privilegios desu estatus, prejuzgando el contenido de las aspira-ciones de los usuarios mediante la rígida concreciónformal de los programas de los edificios en solita-rios manifiestos autistas. Incluso desde lo público, latentación de la soberbia crece por todos lados,

amenazando la comprensión cultural que los ciuda-danos no tendrían que perder respecto a la arqui-tectura de su tiempo.

Humano y vital en las relaciones con constructoresy clientes, en la valoración de los entornos y loscontextos, testarudo en la defensa de los valores dela arquitectura hecha sin cortapisas y obsesivo en lasencillez de los proyectos, Luis Bono deja una he-rencia de arquitectura laica y promiscua. Lo primeroes evidente por cuanto en su ejercicio profesional,como arquitecto provincial y desde su estudio, siem-pre primó los intereses públicos, anteponiendo es-tos a los suyos propios. Laica, cívica o social, -se lla-me como se l lame- , esa forma progres ista deentender las obligaciones profesionales, siempre fueentendida por Luis Bono como un trabajo asociadoa distinta gente y sensibilidades, promiscua en lamezcla de tendencias y aproximaciones a los hechosarquitectónicos.

Desde su posición como funcionario o profesionalliberal Bono ha trabajado con innumerables amigosy compañeros. Por citar sólo a unos pocos, con LuisMachuca, Román Fernández-Baca, Carlos Hernán-dez Pezzi, José Mª Mora, Ángel Pérez Mora, ha cola-borado con José Fernández Oyarzábal, Hugo y RaúlFernández Laurenzo, su amigo incondicional, el apa-rejador Antonio Carrascal, Salvador Moreno Peralta,José Seguí, Pedro Aparicio Escobar, Tristán Martínez,Rafael Roldán, Ana Araújo, arquitectos y técnicos jó-venes tratados y estimulados de igual a igual. Hapar ticipado en concursos, exposiciones y semina-r ios , ha coordinado la apor tac ión andaluza aDO.CO.MO.MO. (el Centro de Documentación delMovimiento Moderno), ha apoyado la labor culturaly par ticipado en los trabajos de proyección del Co-legio de Arquitectos.

Diseñador versátil, ha proyectado tipologías diversasen la gran escala: equipamientos públicos, Hospitalescomo el Civil y el Clínico de Málaga, Escuelas deHostelería de Cádiz y Málaga, Centros depor tivoscomo el Polideportivo de Teatinos, o educativos, co-mo la Facultad de Ciencias de la Educación, tambiénen el campus malagueño.

Su obra en la pequeña escala de los equipamientosprovinciales, elaborada casi siempre con su amigoLuis Machuca y otros arquitectos provinciales, esinagotable: Centros de salud, casas de cultura, pisci-nas, pistas polideportivas, guarderías, ayuntamientos,centros de jóvenes o tercera edad, viviendas auto-construidas y planeamiento general, de desarrollo ode detalle están diseminados en un número impor-tante de pueblecitos y ciudades de la provincia, de-jando una huella crítica o amable de la modernidaden arquitectura. Una referencia lúcida y dispersa deinterpretación de lo nuevo y lo viejo, lo culto y lopopular, de la razón y el deseo.

Su trabajo como arquitecto en viviendas tiene tam-bién profusión de escalas. Muchas de ellas en Mála-

2. Escuela de Hostelería de la Cónsula. Málaga, 1993.

3. Escuela de Hostelería de Cádiz. 1995.

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oga capital y la Costa del Sol son mudos emblemasde distintos tanteos de arquitectura residencial pe-gados a los dilemas, acier tos y errores de los arqui-tectos neo-positivistas españoles, de su vinculaciónautóctona a movimientos europeos del tardo opost racionalismo y de la reticente desconfianza delpostmoderno. Viviendas unifamiliares en distintasurbanizaciones jalonan otra par te de la obra, orga-nizada e imbricada con el sitio y sus habitantes, pe-ro siempre proclamando su fe contemporánea enlos atisbos clásicos de la disciplina de la arquitectu-ra. Esas casitas, objeto de atención por su amablerelación con los árboles y la vegetación, las pen-dientes o las formas del terreno, demuestran, talvez, la más personal de las aficiones de Luis Bonoen arquitectura: la del encargo pequeño, cercano yconstruido codo con codo con los futuros morado-res de la casa.

Es fácil, a toro pasado, hacer un repaso de la evolu-ción de las primeras tendencias hasta la sosegadamadurez de la trayectoria profesional del arquitecto,pero una vez truncada la esperanza de ver adóndellevaban sus últimas y más complejas obras, interesarecalcar, quizá, las constantes del conjunto. Al propioLuis un análisis que no tuviera esas características lehabría disgustado en la medida en que esa naturali-dad militante, de la que siempre hizo arma defensi-va, sólo serviría de escudo para mantener las clavesdel conjunto de su obra ocultas de miradas dema-siado apriorísticas o historiográficas.

Conjurados, pues, los peligros de un intento de clasi-ficación o de valoración subjetiva y el de la rendidaadmiración post-mortem, creo que los componentesmás destacables de la figura del arquitecto fallecido alos 52 años de su edad, estriban en el permanentecompromiso con las formas evolucionadas del pensa-miento arquitectónico del Movimiento Moderno. Seresumen en una variada producción ecléctica, de in-fluencias muy diferentes, alentada por un crecimientocontinuo de la impor tancia en las relaciones de laobra con el entorno físico y cultural, en el progresivoanonimato de las huellas del autor y en la inveteradafacilidad para estructurar los planos interiores y exte-riores de las obras, convocando elementos construc-tivos receptores y reflectores de luz.

La pretensión de recoger la naturaleza -o su repre-sentación- en el interior de los edificios es una cons-tante en las algunas de las obras que tuve la suer tede proyectar con Luis en ese período último de laprimera mitad de los noventa. Hablo de la Escuelade Hostelería de la Cónsula, el Pabellón Polideporti-vo de Teatinos o la Escuela Infantil del Parque Tec-nológico, en los que se incluyen patios arbolados, lu-ces y ventilaciones cruzadas y muchas paredes queson espejos figurados que se bañan por la luz. En es-tas obras de los últimos años, la rigidez geométricasiempre está atenuada por muchas tentativas deablandar el cuerpo central de la edificación –o suaustero lenguaje–, mediante elementos imprecisos,por menores o secundarios, que ablandan y humani-zan imperceptiblemente el conjunto.

En La Cónsula, el ejercicio de reproducción del jar-dín se hace mediante un muro cortina que envuelvelos arcos del edificio existente y el verde del patri-monio botánico. La cornisa une los edificios en unplano de perspectiva, aunque estén separados porun arco. La intención de salvar de una intervencióninterna exagerada el edificio de estilo colonial exis-tente, se ve recompensada por la ampliación del es-pacio escénico del jardín histórico y la amor tigua-ción del impacto de la ampliación, que se pierde enel bosque inmediato.

4. Polideportivo de Teatinos. Al fondo, Hospital Clínico

de Málaga.

5. Viviendas enBenalmádena

6. Viviendas Ángel Pérez

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En el Polideportivo de Teatinos, la curva de los pasi-llos exteriores está ondulada para dejar entrar luz alacceso a pie de planta baja dónde se plantaron unosárboles que algún alma caritativa se encargó subrep-ticiamente de quitar, pero el tanteo de la luz cenitalsigue provocando una luminosidad sesgada que secompleta con huecos cuadrados sobre largas alinea-ciones de pasillos o en el “espejo” acristalado delcierre de la piscina cubier ta. Obra por terminar en

ajardinamientos, drenajes y acondicionamiento deinstalaciones vegetación y mobiliario exteriores. Enel proyecto se nota la experiencia de Bono en el di-seño de instalaciones depor tivas, que acreditó enlos pabellones cubier tos de Fuengirola y Archidona,estos realizados en colaboración con Luis Machuca.

En la Escuela infantil, o guardería del Parque Tecno-lógico de Andalucía en Málaga, obra en la que cola-boramos también con Ana Araújo, la pretensión es-pacial del patio quiere ser la de servir de recipienteal templado clima malagueño. Los árboles del inte-r ior aúnan su verde con el efecto de un patio dejuego luminoso y protegido. La escala, otro de losfactores de constante revelación ambiental de laobra de Luis, se minimiza sin perder aplomo, ajus-tándose al tamaño de los pequeños pobladores. Sonesas las señas que deja el arquitecto en las obrasmestizas, compartidas y pensadas en común con susamigos, habladas y dibujadas en el proceso construc-tivo mismo, más que sobre los planos inmutables delproyecto. La foto en ese patio en la que carga unacruz junto a una desternillada Ana Araújo parecepremonitoria de la pasión que le sobrevendría y delánimo con el que la encaró.

Obras de referencia en su trayectoria dentro de losServicios de Arquitectura y Urbanismo de la Diputa-ción Provincial de Málaga, casi siempre compartidascon Luis Machuca, o con Carlos Hernández y otrosarquitectos, aparejadores e ingenieros, (y con albañi-les, concejales y alcaldes), dejan el sabor de esa ma-durez para siempre frustrada: La rehabilitación delPalacio de Valdeflores o el Centro Cívico Provincialde la Misericordia son algunas de ellas.

Algunas de las obras de los noventa en la Diputa-ción, como el Hogar del Jubilado y el Mercado deAlameda o el conjunto de parecido programa en Vi-llanueva del Trabuco, la Casa de Cultura y Ayunta-miento de Humilladero y Campillos, con Luis Ma-chuca u otros , y muchas otras de menorenvergadura o presupuesto, son intervenciones dediseño urbano de pequeño o mediano tamaño queacumulan gran sensibilidad hacia la creación de nue-vos lugares de uso colectivo. En ellas par ticipamoscon i lusión los que hemos tenido la for tuna deaprender de ese filón de respeto a la cultura de lospueblos que ha sido el ser vicio provincial, –en elmejor sentido de la palabra–, de Arquitectura y Ur-banismo de la Diputación malagueña.

Difícil y testarudo a la hora de aceptar enmiendasen las apuestas iniciales de partida, la maduración decada proyecto se ha hecho, entre los que trabaja-mos con Luis Bono, mediante una estrategia gastro-nómica de mezcla de recetas espontáneas extraídasde un formación rigurosa y de intuición formal crea-tiva, como la que demostraba en la dedicación a lacocina, que tanto le gustó: En unos casos medianteel guiño, en otros la ironía y en la mayoría la acepta-ción tolerante de variables no contempladas comointocables, de la sujeción al programa determinadoo a los materiales disponibles, la ofer ta de la cocina

7, 8, y 9.Polideportivo de Teatinos.Málaga, 1994

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odel arquitecto ha dejado platos de todo tipo. En-trantes, primeros segundos y postres con saboresmatizados, o indefinibles, pero nunca indiferentes.Platos calientes o fríos, duros o suaves, como ocurreen la propuesta final de la Villa Turística de Periana,en la se adapta a las sugerencias de la Dirección Ge-neral de Tur ismo de la Junta de Andalucía, paraacentuar el carácter popular de la arquitectura hote-lera, pero finalmente se sale con la suya, al recogerla tradición con un ángulo de modernidad liviano yaustero, que ha acabado por aceptarse como unamuestra de buen hacer arquitectónico y turístico.

En otro orden de cosas, el esfuerzo por salvar oproteger arquitecturas, como el Colegio de Huérfa-nos de Ferroviarios de Torremolinos, se parece al desalvar los árboles de las parcelas o mantenerlos ensu sitio como par tes de la arquitectura; tareas queexplican bien el interés de Luis por la rehabilitaciónde la memoria. De la memoria del pasado, de lamemoria del presente y de la memoria del futuro.

Cosas que no podrían entenderse sin conocer susveladas acuarelas de tiempo quieto, producto de suafición a pintar la arquitectura; o la tremenda pasiónpor la música: En ambas me dejó descubrir su enso-ñación por el tiempo musical detenido y absor to, opor el contrario acelerado y ver tiginoso, enfrascán-dose en demostrar la futilidad de interpretar lo enclaves que no fueran cósmicas, o panteístas, si sequiere. O de aplicarlo en la marcha cotidiana de lasobras, como elemento interpretativo del lenguajearquitectónico en la materia profunda de las tectóni-cas, de los engranajes estructurales o las combina-ciones de planos y masas. Una visión también, do-blemente despectiva, hacia las modas y modismos ylas carreras fugaces de los arquitectos por las pasa-relas de la fama, que siempre ignoró.

Creo que su aversión innata a los arquitectos mediá-ticos me incluía, en par te, por escribir, opinar y pu-blicar pero, a pesar de eso, él no dejaba de acentuarlos rasgos que nos unían a ambos en la denuncia dela efímera gloria del arquitecto de la sociedad pos-tindustrial, engreído y ausente –o inútil– como nun-ca en la historia. Juntos hemos visto decrecer la im-por tancia “social” de una profesión que empieza adarse cuenta de que los flir teos con el dinero y lafama no le han traído más que desasosiego moral yfalta de conciencia e independencia. Imper turbableante las sirenas de la política, siempre discrepamosen su proclamada abstención, pero siempre dudan-do de cuál de las dos posturas de izquierdas, –la su-ya de la abstención o la mía del activismo político–,a semejante compromiso social, tenía a la larga máspeso.A quienes nos ha puesto en la encrucijada de co-mentar su pérdida con la crítica de trabajos que hici-mos con él, no se nos pone un nudo en la gargantapensando en lo que dirán de esas obras. Son obrasque prevalecerán, para bien o para mal, en la medi-da que respondan a las necesidades para las que seconstruyeron, fieles a una cultura y a una época.Nunca aspiramos a ver las reproducidas en papel

10. Escuela de Hostelería de la Cónsula.

11, 12. Guardería del ParqueTecnológico de Andalucía.

Málaga, 1995.

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.mo couché, ni a cambiar el mundo con ellas, pero creo

que han contribuido a transformar pequeños mapaslocales, sin confundir los con otros territorios. Y lohan hecho en contacto con la gente, desde abajo, encondiciones y circunstancias poco frecuentes.

Al fin y al cabo, esto tiene el valor añadido de quenos ha permitido expresar nuestros conceptos a tra-vés de la maestría humana con la que Bono quisocompartir su peculiar manera de entender y ejercerla arquitectura. Emociona pensar que esa es una ma-nera de hacer colectiva, que empieza a no ser tandetestada, después de que hayamos comprobado losdesastres de la baja calidad, el ensimismamiento y laautonomía, –cuando no la vanidad pueril– de muchade la arquitectura de nuestro tiempo.

13. Guardería del Parque Tecnológico de Andalucía. Málaga, 1995

14, 15. Escuela de Hostería de Cádiz. 1995

16. Luis Bono con Ana Araújo en la Guardería del Parque Tecnológico de Andalucía