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  • 8/20/2019 RxvGfxcvx Bonaerense

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    "La Bonaerense”

    Historia criminal de la Policia de la Pcia. de Buenos Aires

    Carlos Dutil y Ricardo Ragendorfer.

    LA POLITICA

    Cada vez que se habla de seguridad en la República Argentina, la gran mayoría de sus críticosse refieren a la provincia de Buenos Aires. esde hace unos a!os, coincidiendo en ciertomodo con la "colonizaci#n blanca" de sus espacios verdes, el $nfasis aparece puesto en elconurbano bonaerense% sdsc sensaci#n t$rmica de los ricos, sdsdfsncionarios enriquecidos, delos empresarios m&s poderosos del país.

     'ingún político que se precie desconoce esto y la importancia que tiene el tema en unagesti#n de gobierno% mucho menos, lo lacerante que puede ser en determinados momentos.

    (obre todo si su )cv del tema. *n particular, de los mecanismos para hacerla efectiva.uhalde e+erci# con habilidad el gobierno de omas de -amora, uno de los partidos m&sconflictivos del BA. fsdf

    y en tiempos de transformaci#n y a+uste como el impuesto por el menemismo /del queuhalde es un componente tan esencial como omingo Cavallo, en los que inevitablementese agudizan las contradicciones sociales 0con perd#n del setentismo1, la 2olicía pasa de ser unresorte importante para gobernar a convertirse en un arma estrat$gica. y los 2atas 'egras,como los bautizaron sus pares de la 3ederal en despectiva alusi#n a las botas cortas quealguna vez lucieron en su uniforme, +am&s fueron una fuerza f&cil de mane+ar para el poder

     político. (i un federal no est& de acuerdo con una orden, te lo va a discutir hasta la

    insubordinaci#n% ya vos te queda claro que ese tipo no va a cumplir con lo que le mandaste,sino que va a tratar de que quedes como un idiota. *l bonaerense, en cambio, te va a decirsiempre "sí, doctor, lo que usted ordene", de un modo a veces servil% pero cuando diste lavuelta, te clav# un pu!al por la espalda /grafic# el secretario de un +uzgado federal

     bonaerense.

    Con efectivos mal equipados, mal pagados y, sobre todo, mal reclutados y peor instruidos, La Bonaerense convirti# algunas de sus tareas en parte de su sistema de sobrevivencia4capitalistas de +uego y comerciantes irregulares traba+an desde hace d$cadas en sociedadforzada con las comisarías, pagando un canon para seguir e)istiendo...

    5odos los poderes de la sociedad conocen desde siempre esta situaci#n y la consienten, por

    aquello de la cr#nica escasez de recursos y de la no menos cr#nica corruptela del poder político, que siempre supo sacar provecho. 3ondos para bolsillos particulares y campa!aselectorales, complicidad en los propios negocios turbios, mano de obra disponible, sonrazones de )cv)cv sea me+or que la otra, aunque sí distintas.

    *l militar genocida y su )cv )c

    os "pozos" de Banfield, 6uilmes y Arana, *l 7esubio, Coti 8artínez, el 2uesto 7asco, el(heraton, a Cacha, fueron algunos de los nombres que los 2atas 'egras dieron a lasdependencias policiales que convirtieron en su propio "Circuito de Campos Clandestinos deetenci#n, dentro del Area 99:", según reza el Nunca más.

    2ero no fueron las únicas4 subordinadas al esquema militar de Camps y del siniestro +efe delCuerpo ; del *+$rcito, Carlos (u&rez 8ason, en todas las comisarías de sus unidadesregionales, en todas sus brigadas se practicaron los mismos m$todos criminales.

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    Aquellos a!os de terror estatal marcaron a fuego a la ;nstituci#n4 el reglamento por el cualtodavía hoy se rige internamente es el mismo que impusiera Camps all& por 9.

    y en 9

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    *l gobierno se comprometía a re equipar a la 3uerza y a no interferir en sus asuntos internos.A cambio, pedía subordinaci#n, )cv de la transparencia de las mismas. eseduc#, porque nootra cosa es, en esta $poca, no actualizar ni perfeccionar la educaci#n de los hombres de la3uerza.

    *n todo este tiempo, la capacitaci#n de sus hombres corri# con notoria desventa+a frente alarmamentismo desatado, y el compromiso asumido ante la sociedad de una mayor e)igenciaen la selecci#n e incorporaci#n del personal fue lisa y llanamente olvidado. A tal punto quecada vez que alguna crisis se lo e)ige uhalde vuelve sobre el tema.

    a realidad muestra que hoy, aún carente de un marco +urídico/político que ponga la;nstituci#n al servicio de la poblaci#n, sin instrucci#n, sin una estructura id#nea ni controles, ycon armas de todos los calibres, el de uhalde seme+a un e+$rcito de monos con nava+as. , osresultados no tardaron en palparse. 2ese a que los datos de la realidad, las denuncias, losnúmeros incompletos de las estadísticas, hablaban de un nivel de corrupci#n y violencia enconstante aumento, s#lo algunos casos salieron a la luz. Aun así, uhalde logr# que noadquirieran la trascendencia que su gravedad merecía.

    2ara la segunda mitad de 9

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    medida que la situaci#n social fuera deterior&ndose, el delfín menemista lo necesitaría cadavez m&s.

    a gran prueba lleg# en marzo de 9

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     'o parece casual que los dos hombres del entorno duhaldista que pilotean su relaci#n con el2oder @udicial, Alberto 2iotti y su tocayo 2ierri, presidente de la C&mara de iputados, seanlos que mayor conocimiento e influencia parecen tener en la 2olicía.

    *l presidente Carlos 8enem se llev# a los *stados nidos los resultados del traba+o de loshombres de aleano, para mostrarlos como un logro de su gobierno. Como si el m&)imoresponsable político de los terroristas no fuera su delfín, su principal fuente de votos, su m&síntimo aliado.

    *n Buenos Aires, mientras tanto, se habl# de internas políticas y policiales y se especul# conque el "intento de robo" de que fuera víctima el senador *duardo 8enem en los días previos ala caída de Ribelli era, en realidad, una devoluci#n de favores ante la inminente decisi#n dealeano.

    esde entonces, la escalada de sospechas, suspicacias y desplantes entre 8enem y uhaldefue en aumento. y con ellos, el nivel de violencia en la discusi#n política.

    as encuestas realizadas por aquellos meses del.I

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    a del 2rocurador eneral de la Corte (uprema bonaerense *duardo e &zzari comosecretario de (eguridad fue una elecci#n forzada por el compromiso de sanear la 3uerza. yesta vez, la purga lleg#% pero de la mano de un funcionario +udicial a+eno a su entorno, distintodel que uhalde había elegido. 'o quedaba mucho margen.

    a oposici#n que encontr# e &zzari al poner en pr&ctica la ey de 2rescindibilidad eimpulsar realmente cambios profundos en los "usos y costumbres" policiales /los ilegales ylos legales tambi$nlo de+# en claro. Como los rel&mpagos que anuncian las tormentasel$ctricas.

    os rayos se descargaron con el asesinato del reportero gr&fico @os$ uis Cabezas en 2inamary pusieron en evidencia el descalabro, la situaci#n terminal de la 2olicía Bonaerense. y lacarrera política de *duardo uhalde qued# al borde del abismo. a hidra uniformada pareci#volver una de sus cabezas contra su +inete y e)acerb# la tendencia de los políticos

     +usticialistas a comprender la vida toda como el resultado de operaciones políticas. .

    .a reacci#n de 8enem y su coro de ministros deslindando responsabilidades y tratando deapropiarse, con pat$tico atropello, de los supuestos avances de la @usticia en la causa, fue paralos duhaldistas la confirmaci#n de todas sus aprensiones. y para cualquier observador, un datom&s que preocupante.

    na vez m&s la 2olicía Bonaerense de+# sus huellas por todas partes4 en la organizaci#n ye+ecuci#n del crimen, en la destrucci#n de pruebas, en las zancadillas puestas a unainvestigaci#n que de tanto desviarse carece de un rumbo creíble, en la preparaci#n de falsostestigos.

    na vez m&s el caso puso al descubierto la vinculaci#n de sus oficiales con el tr&fico dedrogas, el robo de autos, las prebendas personales, las internas políticas.

    *l homicidio de Cabezas fue el m&s brutal atentado contra el periodismo desde el retorno del país al orden constitucional. n verdadero mensa+e mafioso, como el propio gobernador

    resalt#. 2or el lugar en que fue cometido y sus características de espanto, por su metodologíaheredera de los a!os de maldito horror, fue un crimen político, como el atentado contra laA8;A.

    2ero ahora, adem&s, el propio uhalde fue ob+eto de ad+etivos como "traidor" y de amenazasque prometían "alfombrar la provincia de muertos", sacar al gobernador "de las patas, por laventana de su despacho" y describían un "estado de insubordinaci#n total", am$n de lafracasada huelga programada para el JK de marzo. 8ientras desde la propia (ecretaría de(eguridad se especulaba con la responsabilidad de altos +erarcas /en retiro y en actividaden lacomisi#n de estos delitos, el e)pediente naufragaba entre monigotes. *ntre las certezas de loshombres de e &zzari y el proceso de olores parece haber algo m&s que las dificultades

     propias de la recolecci#n de pruebas que requiere la @usticia. L6u$ llev# a un político como*duardo uhalde a encubrir y defender a tama!os delincuentesM L6u$ le impide realizar la purga que la sociedad e)igeM LAmenazasM LCompromisosM LC&lculos err#neosM Losdesignios de la *AM

     'o puede alegarse, en todo caso, ignorancia. *l obernador se encontr# así frente a su propioNmar Carrasco, su propia 8aría (oledad, su (emana (anta. 5odos esos casos muestran, conmatices, la particular condici#n de las mafias en la Argentina4 su dependencia del *stado.

    a reacci#n del general 8artín Balza y del e) gobernador catamarque!o, Ram#n (aadi, antecada uno de esos asesinatos, pueden servirle de e+emplo. 5ambi$n la del e) presidente RaúlAlfonsín ante el patoterismo carapintada. a ambigOedad de que hizo gala cuando de

    respaldar a e &zzari se trat#, su triunfalismo al presentar personalmente a la última bandade payasos delincuentes, no parecen indicar que comprendiera la lecci#n.

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    Como sea, parece evidente que a la estrategia del delfín menemista se le cay# una sota. Nme+or dicho, dos patas.

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    Las atas negras.

    cliente% el único que estaba era su marido, ucio 8onticceli, preparando los encargos para elmediodía. *ntre ellos, la comida que diariamente proveían a 8edicine.

    a mu+er entr# dando un portazo, agitando los brazos4 /lam& a la policía, ucio *st&nasaltando 8edicine /di+o. 8ientras el anciano rotisero trataba de comunicarse con la

    comisaría de el 7iso, la mu+er se apost# en la puerta. Advirti# entonces que en la esquina deChiclana y la ruta había un coche bord# con dos hombres adentro, estacionado +unto a unacamioneta blanca ocupada por otros tantos% parecían hablar entre ellos. e pronto, el coche

     bord# arranc# a toda velocidad. *n la retina de @uana #pez quedaría grabado un detalle4 elauto llevaba abierta la puerta trasera izquierda.

     'o terminaba de hacerse una idea de lo que estaba sucediendo cuando vio c#mo Fem&n Rauabría el port#n de 8edicine para salir en la ambulancia con la sirena a todo lo que da.5ambi$n vio correr al doctor 3lores hasta la ambulancia que estaba estacionada en el frente,

     para partir como una e)halaci#n detr&s de su socio. esconcertada, se aventur# a asomar lacabeza a la calle para ver c#mo la ucato hacía una complicada maniobra y salía disparada

    detr&s de las ambulancias.*n tanto, don ucio había logrado comunicarse con la comisaría de el 7iso. 3ue unallamaba difícil4 el hombre trataba de hacerse entender a los gritos, sin oír bien lo que le decíandesde el otro lado de la línea. 'i siquiera supo con qui$n había hablado.

    *n la ucato, sus ocupantes se sentían superados por los acontecimientos. G, para colmo,ignoraban el cariz de los mismos. *l oficial ayudante eandro 8aidan había tratado decomunicarse varias veces con el otro m#vil, pero el 8ovicom de abarre seguía apagado. 2orlo tanto, carecían de instrucciones.

    A las nueve y veinte, apro)imadamente, la misma ambulancia que al salir de 8edicine lostom# por sorpresa había vuelto a pasar +unto a ellos como una r&faga, antes de doblar porChiclana y detenerse en 8edicine. a única diferencia radicaba en que ahora pasaba ensentido opuesto y llevaba un acompa!ante.

    os tres policías de la ucato siguieron esos movimientos con atenci#n, como si en ellosestuviese la clave de lo que iría a suceder. 'o sabían c#mo actuar. 'o contaban con ningunaorden +udicial que respaldara su intervenci#n y, m&s que la posibilidad de que allí guardaranuna camioneta ilegal, carecían de motivos para irrumpir en aquellas oficinas.*l 8onza surgi#de pronto a toda velocidad y clav# los frenos, sacudiendo la puerta trasera que seguía abierta.8&s que una llegada, fue una aparici#n.

    Fabría transcurrido un minuto desde que pas# la ambulancia. *l inspector Consard, que parecía hechizado por el manubrio que tenía entre las manos, hizo rugir el motor unas cuantasveces, mientras el principal abarre, dibu+ando ademanes con la BroPning, e)plic# a losalaridos4

    /Q(e la dieron a (osa Qe dispararon desde una ambulancia que se nos escap#

    8aidan intent# e)tender un dedo para se!alar el vehículo estacionado a cincuenta metros, pero abarre, que seguía gesticulando con la pistola, orden#4

    /*nc&rguense ustedes. 'osotros nos vamos de ra+e al hospital. *nmudecido por la noticia, eluniformado reaccion# girando los o+os hacia (osa, pero lo único que pudo ver fue un par de

     pantorrillas que se asomaban a trav$s de la puerta del otro auto. 3ue una imagen fugaz% el8onza retom# de golpe la marcha.

    2ero no se había apagado el eco del chirrido de sus neum&ticos cuando fue reemplazado porotro, no menos sobrecogedor4 el de unas sirenas que venían ululando hacia ellos. os policíasse dieron cuenta de que la situaci#n otra vez los descubría con la guardia ba+a.

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    *n esta oportunidad, en vez de una, fueron dos las ambulancias que pasaron +unto a ellos. ostres policías no perdieron tiempo y se lanzaron en su persecuci#n, para lo cual el sargentoRueda tuvo primero que encender el motor, poner marcha atr&s y girar en "". a maniobra ledemand# casi medio minuto.

    Apenas habrían pasado las nueve y media cuando las ambulancias llegaron a la calle Belgranocon las sirenas encendidas. a que mane+aba Rau iba adelante, separada de la otra por unaveintena de metros. as s+renas, gradualmente, de+aron de ulular. 'o había se!ales del 8onzaque los había interceptado un rato antes, ni del supuesto herido% el lugar parecía desierto. ostres hombres se apeaban de los vehículos, cuando advirtieron a la ucato blanca que llegabadetr&s de ellos.

    e la cabina, casi en c&mara lenta y con cierto aire de incomodidad, emergi# el sargentoRueda, un tipo cuarent#n, de rulos y mostachos canosos. levaba su pistola en la mano, perosin apuntar a algo en particular% miraba para todos lados, confundido. 2arecía no entendernada. etr&s de $l ba+# el oficial ayudante 8aidan, tambi$n de uniforme. Ambos se acercarona la ambulancia de Rau. *ste, a modo de saludo, les entreg# la pistola Bersa +unto a la tar+etade "legítimo usuario" y el certificado de tenencia. os policías revisaron los papeles

    nerviosamente. Consultaban entre ellos mientras el empresario alzaba la voz para e)plicar quehabían intentado asaltar a su socio.

    /Q3ui yo, fui yo /grit# entonces 3lores.

    os agentes del orden se abalanzaron sobre el m$dico y lo redu+eron de manera, digamos,contundente, arranc&ndole de la mano la pistola cromada% tambi$n secuestraron la escopetaque estaba en el interior del vehículo. A $l lo cubrieron de insultos. *l m$dico, con la cara

     pr&cticamente aplastada sobre la ambulancia y las manos su+etadas por la espalda, grit#, nosin cierto humor4

    /Q*speren +Go soy del bando de los buenos 8e quisieron asaltar. no de los policías locort#, ta+ante4 /e diste a un policía, imb$cil.

    I!

    *n el hospital 3ederico 3alc#n, de el 7iso, la ma!ana de ese mi$rcoles sería agitada.

    Alrededor de las ocho y media habían traído a las víctimas de un accidente vial ocurrido nole+os de allí4 dos hombres, una mu+er y un ni!o. no de los tipos necesitaba cirugía, peromuri# antes de que le practicaran la primera incisi#n. 8ientras tanto, en el pasillo esperabauna verdadero gentío aque+ado por diversas dolencias. *n esas circunstancias, el operador deradio recibi# el alterado llamado de 3lores desde la ambulancia y sali# de su cubículo casi alos gritos.

    /Q6uisieron asaltar una ambulancia 2arece que hay un chorro herido...nos minutos despu$s,a pocos metros de la entrada del hospital, el 8onza bord# se detuvo con su estilo habitual4clavando los frenos y haciendo chirriar las ruedas. *ran las nueve y veintisiete.

    a enfermera (ilvia Rodríguez abandon# la (ala de uardia con el prop#sito de tomar algocaliente en el bar. *n ese instante, abarre y Consard entraron cargando a (osa.

    /*se debe ser el chorro que avisaron //escuch# que decía otra enfermera a sus espaldas.

    o recostaron sobre un largo banco de madera. *nseguida acudi# un m$dico y las dosenfermeras lo siguieron. *l m$dico se arrodill# para revisar al herido. /(omos policías. *ltambi$n /di+o abarre agachado, con la boca casi pegada a la ore+a del m$dico. *ste, sin

     prestarle atenci#n, sigui# concentrado en su tarea. /3uera de +oda. (omos policías. o hirieron

    en un enfrentamiento /Qnsisti# abarre, esta vez dirigi$ndose a las enfermeras.

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    *llas no sabían si les estaba diciendo la verdad o si, por el contrario, ese hombre transpirado ynervioso, que en ningún momento di+o su nombre o mostr# una credencial, les estabatomando el pelo.

    *l m$dico se incorpor# con e)presi#n sombría y fue directamente al grano. o hizo sin pronunciar palabra alguna% simplemente ba+# un pulgar, meneando la cabeza.

    abarre reaccion# con una mueca entre el pesar y la sorpresa. Como si le costara asimilar queel alma de su compa!ero estaba ya tomando sus primeras lecciones de arpa. Consard, encambio, tom# la noticia con una especie de resignaci#n calculada. /2ero no muri# reci$n.leva muerto m&s de quince minutos /aclar# el m$dico ante el silencio de ambos.

    os dos policías clavaron sus o+os en el cuerpo de su compa!ero muerto, acaso buscandoconvencerse de que todo aquello no era sino un mal sue!o. *l principal abarre no tard# en

     pasar .

    2or primera vez desde que se produ+o aquel funesto disparo, tomaba conciencia de que todohabía salido absolutamente mal. *l plan se les había escapado como un +inete que ve ale+arsesu caballo en medio del desierto% en vez de dar con los dos autos que pensaban 9ocalizar,

    terminaron con las manos vacías. y para colmo en un hospital, arrastrando un muerto de su propia tropa.

    *l doctor @uan Carlos 8azur orden# llevar el cad&ver a la uardia, con el prop#sito deefectuar una revisaci#n m&s minuciosa. *n el pasillo, abarre seguía petrificado por eltumulto de pensamientos que se agolpaban en su mente. 6uien reaccion# fue Consard, que learrebat# el tel$fono celular para comunicarse con la ucato. Al cabo de unos segundosescuch# la voz del ayudante 8aidan.

    /Fola, Les usted, +efeM /'o, soy Consard.

    /Ah. ..mire, acabamos de detener a las ambulancias. no de los tipos confes#espont&neamente. ..

    a noticia no pareci# impresionar a Consard, que secamente lo puso al tanto de la situaci#n.

    /*stamos en el hospital. (osa muri#. 'o se muevan que nosotros vamos para all&.

    *n la sala de la uardia, en tanto, el doctor 8azur redactaba un certificado de defunci#n provisorio, en el cual notific# el "ingreso sin vida de un '' masculino que presenta unorificio de bala en la regi#n esternal".

    A su lado, la enfermera Rodríguez, luciendo diminutas manchas de sangre en el delantal,oprimía una y otra vez la horquilla de un vie+o tel$fono que se empecinaba en establecerllamadas equivocadas.

    *l cuerpo de (osa seguía desnudo sobre la mesa, cubierto por una s&bana. @unto a $l estaba suropa hecha un montículo y un sobre blanco con dinero y membrete de la 8unicipalidad deeneral (armiento, que le sacaron de un bolsillo del pantal#n. 3ue la única pertenencia que

     pudieron hallar4 no llevaba documentos ni credenciales, ni siquiera el carnet de una obrasocial.

    a enfermera finalmente pudo comunicarse con el oficial de guardia de la Comisaría :a de2ilar. 5ras escuchar el relato de lo ocurrido, di+o en tono impersonal4

    /Comprendido. Ga sale una comisi#n hacia all&. 5raten de retener a los acompa!antes.

    *l m$dico y la enfermera salieron de la uardia con urgencia. *ntre la gente que pululaba enel pasillo no estaban los dos tipos que habían traído el cad&ver. *l doctor 8azur, entonces,corri# hacia donde estaba apostado uno de los empleados de seguridad. *l hombre, con lasce+as enarcadas, levant# los hombros.

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    /'o s$. (e fueron. i+eron que iban al lugar donde mataron al amigo de ellos /le inform#.

    abarre y Consard todavía no habían regresado ala esquina de la calle Belgrano cuando, traslos primeros golpes, el oficial que acababa de anoticiarlo de la condici#n policial del quecreyera un asaltante empu+# a 3lores adentro de la ucato.

    Acto seguido, espos# su tobillo izquierdo a la base met&lica de la butaca, le+os de quienes lo

    habían acompa!ado hasta allí, que se encontraban esposados +unto a la ambulancia de Rau.Rueda se qued# custodi&ndolo y no le daba tregua4 repetía una y otra vez que había matado aun policía.

    e pronto, le tir# una trompada que hizo blanco deba+o de la ore+a de 3lores. A ese golpesiguieron otros y otros dedos lo tomaron por la nuca, con el prop#sito de tirarlo al suelo delauto.

    /Q'o te me retob$s, hi+o de puta /le gritaba el due!o de la mano que lo apretaba.

    *n ese momento entr# en escena otro policía, que acababa de llegar, y se meti# en lacamioneta. 7estía de civil y repiti# la que parecía ser la frase del día4 "8ataste un policía" y,sin m&s, remat# el latiguillo con un sonoro cachetazo.

    /L'o viste que te mostr$ la credencial con la manoM /pregunt#, como sentando precedentes.

    /Le qu$ habl&sM LC#mo pretend$s que vea una credencialM /contest# 3lores, cubri$ndose preventivamente la cara con las manos.

    *l tipo debía ser uno de los ocupantes del 8onza.

    3inalmente apareci# otro policía, que no de+aba de resoplar. 'o lo golpe#, ni siquiera apel# alos insultos, pero fue m&s contundente que sus colegas. (implemente estamp# ante los o+os de3lores una fotografía comparativa de dos patentes y di+o4

    /L 7esM 2or esto te buscamos.

    !

    a llamada de la enfermera Rodríguez a la Comisaría := el 7iso no fue la única denunciarecibida en el &mbito policial en relaci#n con el incidente. A las nueve y veinticuatro /tresminutos antes de e (osa ingresara al hospitalhabía sonado el tel$fono en la Comisaría, de8anuel Alberti4 el telefonista de 8edicine, casi al borde de la histeria, daba cuenta de untiroteo ocurrido en la Ruta J# y Belgrano.

    e inmediato parti# hacia allí un patrullero con dos hombres a bordo4 el subcomisario*duardo *usebi y el oficial subinspector @os$ 8aría 8anquill&n.

    Al llegar, no encontraron nada que permitiera suponer que ahí había sucedido algo cruento4 ni

    víctimas ni victimarios% tampoco gente a la vista que pudiese contar lo ocurrido. (in embargo,sugestivamente, la calle Belgrano estaba desierta.

    *l subinspector 8anquill&n ba+# del patrullero para revisar el terreno ba+o un sol tanabrasador que creía llevarlo dentro de la cabeza. 5al vez por eso pas# por alto el archipi$lagode manchitas ro+as y cristales peque!os que yacían aun costado de sus pasos. Al cabo de unossegundos sinti# la voz del subcomisario4 /QChe, 8anquill&n, vení *l subinspector volvi# al

     patrullero. (u superior tenía e)presi#n de haber resuelto el misterio% incluso se permiti# unasonrisa muda, como para agrandar la e)pectativa del otro. Reci$n entonces, di+o4

    /7amos al hospital de el 7iso. Acaban de avisar por 8otorola que tienen un herido de bala. *l patrullero parti# levantando polvareda. 2or el trayecto que hicieron, es posible que se

    hayan cruzado con las dos ambulancias y la ucato que, a esa misma hora, atravesaban la rutaen sentido inverso. e ser así, es obvio que no llegaron a relacionar esa e)tra!a caravana decamionetas con el hecho que debían investigar. 2oco despu$s llegaron al hospital 3alc#n.

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    *n la entrada había otro patrullero. 2ertenecía a la comisaría de el 7iso y su tripulaci#n sehabía constituido en la sala de uardia cinco minutos antes. a encabezaba el propiocomisario de el 7iso, Adolfo Biardo, secundado por un oficial principal y un sargento. Allítambi$n estaba el doctor 8azur, la enfermera Rodríguez y, por supuesto, el cad&ver de (osa,que parecía ocupar el centro de la escena.

    *l comisario Biardo iba revisando meticulosamente la ropa apilada sobre una silla, mientras,con voz lenta y monocorde, dictaba lo que iba encontrando. *l sargento transcribía, golpeandocon furia el teclado de una vie+a Remington. *n la ho+a que trituraba el carro ya había sidoescrita la causa del deceso y las circunstancias de c#mo había llegado allí ese cuerpo sin vidani identidad. Acerca de lo cual s#lo decía4 "fue conducido por dos su+etos de se)o masculinoque refirieron ser policías".

    *n tanto, el principal permanecía compenetrado en el sobre blanco de la 8unicipalidad deeneral (armiento hallado en el bolsillo del difunto, que por cierto no contenía una factura deAlumbrado sino dinero contante y sonante4 J>> d#lares estadounidenses y JSJ pesosargentinos. *l policía fue apilando los billetes sobre una camilla, clasific&ndolos según elvalor.

    *n eso estaban cuando irrumpi# la comisi#n de la otra seccional, la de 8anuel Alberti. Bast#un golpe de o+o para que el subcomisario *usebi comprendiera que el herido ya había pasadoa me+or vida. 'i pesta!e#.

    /L*se era el chorroM /pregunt# con tono impersonal, despu$s de presentarse.

    *l m$dico corri# la s&bana del rostro del cad&ver para que los reci$n llegados lo vieran, perola respuesta les lleg# por boca del comisario Biardo4

    /*l hombre no sería precisamente chorro. 2arece que era personal policial.

    a única reacci#n de *usebi fue mirar nuevamente la cara del muerto. ;ntervino el doctor8azur4

    /8iren, lo tra+eron dos tipos que aseguraron ser policías. Ga estaba muerto.

    /G no llevaba documentos encima /agreg# Biardo  /L y d#nde est&n los dos tipos esosM/pregunt# *usebi sin perder la . perple+idad.

    /'i idea. (e fueron. ../Qntent# e)plicar el m$dico, pero Biardo complet# otra vez la respuesta.

    /e+aron dicho en el hospital que regresaban al lugar del hecho. 'i bien termin&ramos con elacta, íbamos a dar parte a la seccional de 8anuel Alberti. 2ero ya que ustedes llegaron. ..

    *usebi estuvo a punto de responder que $l no tenía por qu$ hacer el traba+o pesado de nadie% pero se contuvo. *l otro le llevaba un grado de venta+a y, adem&s, tenía raz#n4 la zona del

    tiroteo /de donde $l veníacorrespondía a la seccional de 8anuel Alberti.Fabía entendido que, secundado s#lo por 8anquill&n, tendría que ir . al encuentro de dostipos cuya condici#n de policías no le constaba en lo m&s mínimo, que estaban calzados yhabían protagonizado un tiroteo en el que había muerto un fulano que tal vez fuera policía. 'oera chiste.

    (u respuesta se limit# a una significativa mirada, seguida de un cabeceo hacia suacompa!ante. os dos volvieron al patrullero.

    ieron un rodeo para llegar a la zona del conflicto. 5omaron por un camino interno tanangosto que ni merecía el rango de calle, pero que le permitiría espiar a distancia el panorama4desde allí divisaron a las d#s ambulancias, la ucato y el 8onza bord# estacionados condesorden en la esquina que un rato antes encontraran desierta. Alrededor de los vehículoshabía un pu!ado de hombres.

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    Continuaron la marcha a paso de tortuga. A medida que avanzaban, *usebi pudo apreciar quehabía una persona separada del resto, que parecía inmovilizada +unto a la camioneta. os delos hombres vestían uniformes policiales. *so les dio &nimo para anunciarse de manera menossinuosa.

    *n ese instante, uno de los tipos de civil corri# hacia ellos. *staba transpirado y llevaba unarma en la cintura. 8anquill&n y *usebi ya tenían empu!adas las suyas y estaban dispuestos avaciarlas. 2ero comprendieron que no sería necesario al ver que el tipo enarbolaba unacredencial, como si fuera un estandarte.

    /(oy el principal *duardo abarre, de la comisaría de 8unro /di+o, +adeante por la corrida.

    /Lstedes tienen algo que ver con un masculino muerto que fue llevado al hospitalM /pregunt#*usebi, obviando todo protocolo.

    /(í, era compa!ero nuestro. o ba+# de un cuetazo ese que est& ahí /di+o, se!alandoimprecisamente a 3lores, esposado dentro de la ucato. (e produ+o entre ellos un silencioturbador. abarre creía haber dado todas las e)plicaciones del caso, pero *usebi seguía sincomprender, salvo que el difunto y quienes lo habían de+ado en el hospital eran policías y, al

     parecer, de 8unro. L6u$ hacían tan le+osM 5ampoco entendía la presencia de las dosambulancias. 'ada enca+aba.

    /A ver, Lc#mo fue la cosaM Cuentem$ desde el principio y despacito /di+o finalmente *usebi,meneando la cabeza.

    *l otro comenz# la respuesta gesticulando con la manos antes de que le brotaran las palabras.uego, con una pronunciaci#n en la que parecían pisarse las letras, empez# a contar queestaban haciendo "tareas de inteligencia ante la casa ubicada en Belgrano JS

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    *n ese instante sali# a la calle eticia Coronel, que vivía +usto frente a la casa de 3lores% se proponía ir al mercado. *l siguiente minuto la encontraría parada ante la ambulancia,apretando los dedos sobre la mani+a de un changuito vacío, con los o+os clavados en la pistola

     plateada que yacía +unto al respaldo del asiento.

    5odos estaban inm#viles y e)pectantes, hasta que *usebi se adelant#/L 7e, se!oraM *sta esuna pistola. Ahora, en su presencia, vamos a proceder a requisarla. L*ntendidoM /di+o elsubcomisario con un tono did&ctico.

    *l subinspector 8anquill&n se había encaminado hacia la ucato, donde permanecíaesposado 3lores. 5enía el rostro tumefacto por el rigor de la captura.

    /L6u$ pas#, vie+oM /le pregunt#, forzando un perfil entre sorprendido y amigable.

    /'o s$, pens$ que me estaban asaltando y apret$ el gatillo /balbuce# el m$dico.

    *n eso, se escuch# el vozarr#n de *usebi4 /+Che, 8anquill&n, vení

    *l subinspector interpret# la vuelta al tuteo como una se!al de que, para su +efe, todocomenzaba a tomar sentido. y fue trotando hacia $l.

    a vecina seguía allí, impert$rrita +unto a su changuito, mientras abarre, presa de unae)citaci#n indisimulada, se hallaba inclinado sobre el suelo de la ambulancia, apuntando conel dedo un peque!o trozo de cobre abollado.

    /(e!ora, preste atenci#n4 vamos a proceder a secuestrar una c&psula servida calibre K?/e)plic# *usebi una vez m&s.

    a mu+er asinti#, con cara de no entender la importancia del hallazgo. *usebi y 8anquill&ntampoco comprendían cabalmente el origen del incidente ni la cronología de ese tiroteo,cuyos protagonistas desaparecieron del lugar del hecho para reencontrarse allí mismo pocodespu$s.

    a cosa parecía verdaderamente absurda, pero, en lo que a su funci#n ata!ía, ya todo estaba ba+o control.

    /Qdentific& a todos, que yo me comunico con la seccional /le orden# a su hombre antes dezambullirse nuevamente en el patrullero.

    2oco despu$s, llegaron otros dos m#viles de la comisaría de 8anuel Alberti, para recoger alos detenidos y trasladarlos a la repartici#n. Rau y el chofer uarte subieron al primer

     patrullero, mientras Nscar 3lores fue llevado en el segundo. *l resto de los actores de estedrama permaneci# en el lugar y, con el transcurso de las horas, la infausta esquina comenz# aseme+arse a un set de filmaci#n.

    2rimero lleg# un 3ord *scort, del que se ba+aron tres tipos de inocultable aspecto policial

    vestidos de civil% uno de ellos era el comisario inspector 7íctor 8oltedo, +efe de la nidadRegional de eneral (armiento. uego cayeron otros dos vehículos particulares con unequipo de peritos del (ervicio *special de ;nvestigaciones 5$cnicas 0(*;51 de la 2olicíaBonaerense. 2ronto se les agreg# un pu!ado de curiosos.

    *n ese momento se escuch# una sirena, sonido al cual los policías no prestaron muchaatenci#n. 2ero su percepci#n salt# del desinter$s al susto cuando vieron que se trataba de dosambulancias m&s, con la inscripci#n de 8edicine en la trompa. a reacci#n de los policíascasi provoca otra tragedia4 los peritos corrieron.en diferentes direcciones, abarre se parapet#detr&s de un patrullero. *usebi y un suboficial manotearon sus armas.

    a alarma fue desbaratada cuando los choferes de las ambulancias ba+aron con las manos enalto, en son de paz. Ambos tenían conciencia de que por un pelo no habían sido acribillados.

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    /7inimos porque nos enteramos de que unos compa!eros nuestros habían tenido un problema/di+o el mayor de ellos, tras recuperar el aliento.

    /(í, en efecto, tuvieron un peque!o problema /replic# 8oltedo en tono socarr#n.

    as diligencias policiales de aquel momento incluyeron una visita a la casa de 3lores. (egúnel acta suscrita por el comisario 8oltedo, *usebi y 8anquill&n, Claudia 5russo, la mu+er del

    m$dico, e)pres# "su consentimiento para que se ingrese en su vivienda". *n la cochera dieroncon el 3iat no azul que buscaban abarre y sus amigos. (egún el acta, la mu+er, "en formaespont&nea, hizo entrega del vehículo a los fines periciales".

    *sto sucedi# alas 9:4 9?. o curioso fue que el +uez todavía no había hecho acto de presencia, por lo cual los policías carecían de la orden de allanamiento correspondiente. *l magistradolleg# reci$n alas 9K4K?. (e trataba del +uez Carlos Nlazar, del epartamento @udicial de (an;sidro. o acompa!aba su secretario, @orge 6uadr#.

    A esa altura, el inspector abarre daría otra vuelta de tuerca al estrepitoso fracaso de sumisi#n4 lo que originalmente fue concebido como un "operativo encubierto", lindante con lailegalidad, termin# no s#lo con uno de sus hombres frito, sino envuelto en un en+ambre de

     peritos, ambulancias, policías, curiosos de toda cala!a, un +uez y su secretario. *ra eldescalabro total.

    2oco despu$s de las tres de la tarde, las ambulancias, los autos de civil y los patrulleros partieron enfilados como un tren hacia la comisaría de 8anuel Alberti.

    8ientras tanto, el m$dico Nscar 3lores, que permanecía alo+ado en una celda individual,repasaba una y otra vez la secuencia de los hechos que lo habían llevado hasta allí, para llegarinvariablemente a la misma conclusi#n4 aquella no había sido una buena ma!ana. 5an s#lounas horas antes había estado desayunando con Claudia y los chicos.

    2ero el destino se le puso en contra4 primero crey# que lo asaltaban, luego mat# aun policía yahora estaba preso. *n medio de esas cavilaciones, 3lores trataba de convencerse de que todoera producto de un malentendido que no tardaría en aclararse. *n eso estaba cuando un agentelo sac# de la celda para llevarlo a la oficina del subcomisario.

    *ste no había llegado, pero allí estaban dos tipos esper&ndolo. no de ellos erae)tremadamente gordo y no muy amigable% el otro, en cambio, que lucía una proli+a melenita,

     blazer de corte italiano y anteo+os Ray Ban, tenía modales m&s mundanos4 estrech# la manodel detenido y le ofreci# un cigarrillo. i+o estar enterado de lo ocurrido. ;ncluso sabía elnombre del policía muerto y reconoci# que el episodio había sido "muy desafortunado".

    2ero el inter$s del tipo estaba depositado en un tema concreto4 los dos autos presuntamenteilegales que 3lores tenía en su poder. 6uiso saber cu&ndo y a qui$n se los había comprado.3lores esquiv# las preguntas d&ndole vueltas a las palabras, como un sombrero en la mano.*sa reticencia crisp# el humor del gordo, que apoy# una rodilla sobre el muslo del m$dico,descargando sobre $l todo su peso. 2ero el otro lo contuvo.

    /6ued&te en el molde. (olt&lo /orden#, con el mismo tono afable, y dio por concluido elencuentro.

    Nscar 3lores se enteraría luego de que el hombre del blazer era nada menos que el poderoso +efe de la ivisi#n (ustracci#n de Automotores, comisario mayor @uan @os$ Ribelli, conasiento en 7icente #pez.

    Fabía sido una visita inesperada. 2ero m&s curioso aun resultaba que ese hombre, queintegraba la plana mayor de la 2olicía Bonaerense y

    era considerado la mano derecha del @efe Dlodczy, llegara a la seccional de 8anuel Albertialas 9:4:>, cuando el +uez de la causa todavía

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    ignoraba lo ocurrido en la infausta esquina de Belgrano y la Ruta JH. 2or alguna e)tra!a vía,el comisario Ribelli lo supo mucho antes.

    *se detalle, así como su inter$s casi obsesivo por los vehículos en cuesti#n, ya formaba partedel nudo que un balazo apresurado había comenzado a desatar.

    !I

    os problemas de Nscar 3lores comenzaron a gestarse mucho antes de aquel J= de febrero de9

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    Rivero sinti# ansiedad por abordar el motivo concreto que los había reunido4

    /8ir&, el ordo me cont# lo que and&s buscando y creo que se puede conseguir algo a buen precio. 2ero, o+o, que en esto yo no voy, LehM Go te llevo con un conocido mío. *l resto loten$s que arreglar con $l.

    *sa fue su segunda aclaraci#n. 3lores se cit# con el conocido de Rivero al día siguiente, en

    una confitería de (an 3ernando. (e present# con su nombre de pila4 @orge. 'ada m&s que eso%como si no tuviese apellido. Aunque despu$s agreg#4

    /2ero los amigos me dicen 3lequillo. *l hombre le hacía honor al apodo con un mech#n de pelo casta!o, obstinado en caer sobre su frente. Aparentaba entre :? y K> a!os, p&lido, no muyalto, con un inocultable aire de avería. *n esa ocasi#n di+o ser propietario de una agencia deautos, lo trataba a Rivero de "mi socio" y dio a entender que no era policía.

    *sto último se a+ustaba a la verdad4 3lequillo s#lo era informante de la policía. *l misteriosoagenciero integraba la red de comerciantes/soplones que con tanta habilidad supo te+er @uan@os$ Ribelli, tanto para esclarecer delitos como para cometerlos. 2ero en ese frío mediodía de

     +ulio de 9

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    otro su+eto que parecía un empleado. e hecho, el tipo se encarg# de la parte burocr&tica delasunto, controlando la documentaci#n para e)tenderla a las partes a medida que completabalos datos.

    3lores pag# los cinco mil pesos que faltaban y recibi# a cambio el boleto de compra/venta, unrecibo de pago y el certificado de responsabilidad civil. 'ada m&s.

    /8ir&, con estos papeles mand& a un gestor a hacer la transferencia y listo /le di+o 3lequillo.3lores se olvid# del asunto de la transferencia hasta que la insistencia de Rau lo convenci# yencomend# aun gestor para que hiciera el tr&mite. *ntre la fecha de la compra y ese día había

     pasado casi un mes. rande fue su sorpresa cuando el gestor lleg# con las manos vacías y unanovedad inquietante4 la agencia de (an 3ernando había ba+ado las cortinas% no e)istía m&s. ynadie en la zona parecía conocer el paradero de 3lequillo.

    *sa fue la primera escala de 3lores en su largo via+e hacia la noche. a reacci#n inicial delm$dico fue de estupor. 'o habl# con nadie

    de lo sucedido. Fabían herido su orgullo y se sentía profundamente tonto, cosa que nosoportaba. a transferencia inconclusa lo privaba del ">=" y de la c$dula verde. (in ellos el

     bello 3iat no valía lo mismo queI un maletín lleno de billetes falsos.

    *l m&s mínimo entredicho con cualquier uniformado lo obligaría a deshacerse ene)plicaciones, con el riesgo de tener que prolongarlas en una seccional. (u segunda reacci#n,entonces, fue ocultar el vehículo en la cochera de la casa que compartía con Claudia 5russo.

    /urante unos días no lo vamos a usar. 'o lo saqu$s% por nada del mundo, LestamosM /le di+oa 5russo sin e)plicar la raz#n.

    3lores tard# una semana en quebrar su silencio. 2ero los oídos receptores de sus penas nofueron los de ninguna de sus dos mu+eres sino los de Fern&n Rau4

    /2arece que con lo del coche me cagaron. *l agenciero se borr# y el primo del ordo tampoco

    aparece. 8e de+aron en banda con los papeles.

    /G. ..hac$ la denuncia /aconse+# Rau. /'o, Lqu$ voy a denunciarM, Lque soy un boludoM *stose tiene que arreglar de otra forma. Fay que ubicar como sea al primo del ordo.

    2ero 3lores quería mantener ale+ado a uarte del asunto. 2refiri# localizar a Rivero por sus propios medios. 2rimero prob# por el camino

     m&s l#gico4 llamarlo por tel$fono a la Regional de (an 8iguel.

     *l intento se prolong# hasta los primeros días de septiembre. ;nvariablemente recibía lamisma respuesta4 "'o est&". *n la Regional

    nadie parecía saber si Rivero había sido trasladado, estaba de licencia o en otro tumo. 'o lequedaba otro camino que acudir a uarte. Al

    día siguiente lo abord# con cautela.

    /Che, ordo, Lsab$s por d#nde anda tu primoM /le pregunt#, tratando de parecer lo m&sespont&neo posible.

    /L6uer$s que lo llameM

    /'o. 'ecesito la direcci#n.

    *sas palabras sonaron como una orden.

    *l policía vivía en las inmediaciones de la Ruta J>J, a la altura de 5ortuguitas, en el barrioAviaci#n. 3lores fue acompa!ado por Rau. es cost# llegar. Rivero los atendi# en la puerta,molesto por lo inesperado de la visita. 3lores estaba no menos molesto y, medio metro detr&sde $l, Rau permanecía e)pectante.

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    /5u socio me de+# de garpe. a agencia no e)iste m&s y a 3lequillo no lo encuentro porninguna parte /di+o 3lores antes de ser interrumpido.

    /Le qu$ socio me est&s hablandoM 5e aclar$ bien que en esta yo no iba prendido, que s#lo te presentaba a un tipo que tenía un coche para vender y nada m&s.

    /2ero tu amigo me cag#. 'o tengo c#mo encontrarlo.

    /L6u$ cre$s, que cerr# la agencia para no darte los papeles a vosM /'o s$, pero necesito los papeles. L6u$ pod$s hacerM (u tono fue m&s conciliador. a respuesta tambi$n.

    /Bueno, dame unos días% a @orge no lo veo desde que te vendi# el auto. 2ero qued&tetranquilo, fiera, porque ac& no hubo mala fe.

    3lores respir# aliviado. Fabía vuelto a confiar en el primo de uarte y pensaba que todo habíasido resultado de la desproli+idad.

    Rivero tambi$n se había distendido. 2ero adem&s supo captar el efecto tranquilizador quee+ercía sobre 3lores y decidi# aprovecharlo. *l tipo debía tener cierto encanto, porque no s#loconvenci# al m$dico de que no había nada turbio en relaci#n con el 3iat no, sino que le

     bastaron unos minutos para interesarlo en una 5raffic modelo I>> pesosen total, la mitad de lo que valía en el mercado, y se la podía llevar con :.?>> pesos en lamano y el resto en tres cuotas. Rivero le entregaría la documentaci#n a medida que $lcancelaba la deuda.

    (e embarc# en ese nuevo affaire sin decir una palabra. Rau reci$n se enter# de la compracuando su socio apareci# en la empresa al volante de la camioneta. Al mes% ya armada comoambulancia, la 5raffic comenz# a circular sin la habilitaci#n del 8inisterio de (alud 2úblicade a 2lata ni la verificaci#n t$cnica correspondiente. 5ampoco tenía c$dula verde.

    5odo parecía anunciar una nueva tormenta. G, efectivamente, comenz# en vísperas del pagode la segunda cuota4 una charla telef#nica entre Rivero y $l los puso al borde de la ruptura.

    /*scuch&me bien. Fay problemas y ten$s que cancelar ya toda la deuda, LentendidoM /le di+oel policía con una voz entre preocupada y amenazante.

    *nro+ecido y fuera de sus cabales, el m$dico replic#4 /+(i no me das los papeles no te saldo uncara+o

    Con posterioridad, entre 3lores y Rivero hubo otras conversaciones telef#nicas del mismotenor, a las que se sumaron amenazas y reclamos an#nimos.

    /(os boleta si no devolv$s la 5raffic /le comunicaron varias voces desconocidas que llamaban,indistintamente y sin horario, a sus dos casas, a la empresa y a su tel$fono celular.

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    3lores se mostraba cada vez m&s taciturno e intratable. G, en vez de autos, empez# comprararmas. Adem&s de la 5aurus, en esos días adquiri# una pistola < mm, una escopeta y variasca+as de proyectiles, algunos de ellos con puntas con estrías longitudinales. @ustific# talaprovisionamiento con la e)cusa de la ola de asaltos.

    *l conflicto se había e)tendido a sus dos familias. 8ientras (ilvia, su legítima esposa, semostraba comprensiva hasta un límite casi maternal, la implacable Claudia pronunciaba lastres palabras que sintetizan la recriminaci#n en su estado puro4 /5e lo di+e. *l flu+o dellamadas se interrumpi# a principios de enero. 2ero 3lores no lleg# a embriagarse con lailusi#n de que se habían olvidado de $l. 2or el contrario, algo le indicaba que sus enemigoshabían pasado a otra etapa de la lucha.

    5enía raz#n. 2ero eso reci$n lo sabría luego de descerra+arle un tiro al inspector (osa. *n eseinstante tuvo la certeza de que la guerra por los autos y esa muerte eran dos eslabones de lamisma cadena.

    !II

    Fasta la noche previa a su muerte, el oficial vivía +unto a su familia en 7edia, una localidaddel partido de eandro '. Alem, situada a :J> il#metros de Buenos Aires. a casa es unaedificaci#n de dos plantas, con ladrillos a la vista, +ardín y pileta, que supera ampliamente elh&bitat de un policía medio.

    Fabía sentido una verdadera obsesi#n por fi+ar domicilio en ese pueblo. 7edia no es m&s queun caserío de techos ba+os y cinco mil habitantes, perdido en los confines de la provincia deBuenos Aires. 2ero allí había nacido y significaba el regreso a sus orígenes.

    Fabía pasado sus primeras dos d$cadas de vida sin salir del pueblo y reci$n atraves# eselímite geogr&fico en marzo de 9

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    único espacio físico que compartieron fue la puerta de entrada y el pasillo% ninguno podía prever el epílogo letal de esa precaria relaci#n.

    *se mismo a!o, (osa recal# en (ustracci#n de Automotores, entonces a cargo del famosocomisario 8ario 'aldi. *l tipo solía tener con sus efectivos un trato "personalizado"4 recibi# a(osa en su despacho, ni bien se present# en la sede de la ivisi#n para tomar su primer día deservicio.

    e modales ampulosos y voz de barítono, el ordo, como todos llaman a 'aldi, lo invit# atomar asiento y le pregunt# si tomaba caf$. (osa, uniformado y tieso, no supo si aceptar elconvite. 3inalmente se sentaron ante dos pocillos.

    /8ir&, pibe, este es un lugar muy especial. 2ero si sab$s caminar bien, no vas a tener problemas /di+o el comisario, mientras +ugueteaba con la anilla de una pistola que había sobreel escritorio.

    2ara (osa fue una etapa eminentemente did&ctica. *n pocas semanas aprendi# sobre su oficiom&s que en los cuatro a!os anteriores. (obre todo, pudo entender la clave del negocio policialdesde un lugar privilegiado4 (ustracci#n de Automotores era uno de los pilares de la

    recaudaci#n clandestina.3ue un suboficial quien lo ayud# a descifrar los c#digos de ese mundo subterr&neo4 Ram#nRivero, el primo de uarte. (e hicieron amigos ni bien (osa lleg# y el tipo lo present# a susnuevos camaradas. Congeniaron de inmediato y la relaci#n prosper#.

    2ero el ordo 'aldi no las tenía todas consigo por esos tiempos ya fines del I

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     palabras salían a borbotones, acompa!adas por un leve siseo. 3inalmente, termin# sue)posici#n con una pregunta4

    /Lsted cree que es capaz de hacer este traba+oM /Creo que sí contest# (osa, con un tono queno traslucía demasiada convicci#n.

    A partir de ese instante, el oficial (osa se convirti# en "agente encubierto", al servicio del

    @uzgado 3ederal 'T 9 de (an ;sidro. (obre ese hecho durante a!os pes# un riguroso secreto.Reci$n en octubre de 9

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    Rivero, por su parte, recal# en la Brigada de eneral (armiento, que asistía a su $poca de orocon el comisario Andr$s (alguero a la cabeza. 2ero ninguno de ellos olvid# su lealtad haciaRibelli, quien para entonces desembarcaba en 7icente #pez, sede de la @efatura de(ustracci#n de Automotores.

    Cada tanto, el +efe tuvo la deferencia de llamarlos por tel$fono% a veces lo hacía por algúnasunto en especial, y otras, s#lo para estar al tanto de sus vidas. (u comunicaci#n se volvi#m&s espaciada durante el corto lapso en que Ribelli y Rivero participaron de los operativoscomandados por (alguero contra la banda carapintada, a la cual pretendieron vincular con elatentado ala A8;A.

    Ribelli volvi# a conectarse con ellos a principios de febrero, pero en esa ocasi#n no lo hizo atrav$s de sus celulares sino enviando un emisario.

    *s probable que fuera el tal 3lequillo o el propio suboficial Rivero quien les pasara el dato a(osa y abarre acerca de "un tipo en el 7iso, un m$dico, que circula en un 3iat no trucho.5iene una empresa de ambulancias y por lo menos una 5raffic melliza".

    /*l hombre es un "caramelo". 2or un lado no pag# los coches y por otro, no le dieron los

     papeles4 a cuesti#n es que amenaz# con darse vuelta y eso puede da!ar a gente importante%hay que recuperar esos autos, LentiendenM /enfatiz# su interlocutor.

    (osa y abarre entendieron al vuelo. a aceptaci#n fue inmediata.

    *n los días posteriores estudiaron el terreno y monitorearon los movimientos del m$dico,localizaron los vehículos y supieron que el tipo había sido ob+eto de un persistente ablandetelef#nico..

    3inalmente, abarre fi+# la fecha del apriete para el J= de febrero. *l oficial inspector no supoentonces que estaba agendando el final de su e)istencia. *l comisario 2edro Dlodczy seenter# de la muerte del oficial Ricardo (osa pocas horas despu$s de producirse. Asimil# lanoticia con una reacci#n contenida4

    /8e parece que $ste es otro quilombo en puerta, @uancito /di+o, cerrando la gastada carpeta decartulina gris.

    *l titular de a Bonaerense era uno de los pocos que seguía llamando por ese diminutivo alcomisario Ribelli. *ste, con gesto imperturbable, tard# unos segundos en procesar elcomentario% luego, suavizando la e)presi#n, se lanz# a la ofensiva4

    /$le, +efe. Al muchacho lo mataron. Fay que darle el cumplimiento del deber, aunque m&sno sea por la viuda.

    *ntornando los o+os, Dlodczy pareci# dudar un poco m&s% reci$n despu$s de unos segundosvolvi# a mover los labios.

    /2or ahora no, @uan. Fay que esperar. 7amos a ver c#mo evoluciona el tema /di+o y dio porconcluido el asunto.

    A principios de marzo de 9

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     puerta4 una heterog$nea mezcla de acusados por4 delitos menores, abogados, testigos traídos arega!adientes, familiares de presos y víctimas de otros delitos.

    *l due!o de casa, el +uez Carlos Nlazar, rondaba los pasillos con su aspecto afable ysimp&tico. *l tipo tenía una carrera +udicial de larga data. Reclutado con categoría deempleado raso, subi# todos los pelda!os de la escalera tribunalicia hasta que, durante casi unad$cada, su destino pareci# atascado en el escalaf#n de secretario de un +uzgado correccional.2ero en 9

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    a presencia de Rebollo en el politbur# de esa liga cat#lica tra+o apare+ada la cobertura legalnecesaria4 el +uez 2iotti, íntimo amigo del comisario, supo ponerse al frente de losallanamientos cuando, por razones de +urisdicci#n, Rebollo no podía participar. *l m$todo erasiempre el mismo4 irrupci#n de civiles armados luciendo distintivos de la organizaci#n,secundados por uniformados al mando de Rebollo u otro comisario amigo.

    a última gran farsa pública de 2rolatín tuvo lugar el J: de enero de 9

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    3lores antes de que fuera nuevamente esposado, en la primera conversaci#n a solas que pudieron mantener.

    3lores s#lo alz# los hombros% no tuvo otra opini#n.

    /os vamos a correr con que los canas te fueron a apretar por izquierda, fuera de +urisdicci#ny sin orden +udicial. 6ued&te tranquilo, porque les vamos a poner el punto ahí /di+o, tratando

    de sonar convincente.(in dudas, esa parecía ser la clave del asunto. 2ero 2$rez Bodria no podía prever que leestaban escondiendo un naipe.

    I

    urante los primeros días de marzo, los tr&mites procesales que alimentaron el e)pedientefueron poco ben$volos con la situaci#n de 3lores. Rau y uarte ya habían sido liberados, peroel m$dico seguía alo+ado en el pestilente calabozo de la seccional. 2$rez Bodria lleg# deimproviso% se lo veía m&s animado que la última vez y fue al grano4

    /*l +uez lo cit# a Rivero. eclara ma!ana. I(i se hace cargo del coche que te trans#, o si por lo

    menos admite conocer a ese @orge, est&s con medio cuerpo afuera.*sa noche 3lores no pudo pegar un o+o. A la ma!ana siguiente el suboficial mayor Ram#nRivero lleg# con puntualidad al +uzgado. *ra el K de marzo. Al abogado 2$rez Bodria lehabían vedado el ingreso a la audiencia y no tuvo otra alternativa que esperar la versi#nmecanografiada de su declaraci#n.

    *n el despacho del secretario, Rivero aport# respuestas invariablemente monocordes. Con esamisma parsimonia respondi# que "srI, cuando 6uadr# le pregunt# si conocía a un tal Nscar3lores.

    /o conocí en el hospital de (an 8iguel a raíz de una intervenci#n quirúrgica /agreg#, sinespecific&r de qu$ tipo de operaci#n se trataba o qui$n era el paciente.

    Agreg# que se lo había presentado su primo uarte y neg# haberle vendido vehículo alguno. 'i siquiera se lo había vuelto a cruzar. *n t$rminos procesales, el testimonio de Rivero fueotro inisillanzado contra la deplorable situaci#n de 3lores.

    *l testimonio del ordo uarte, en cambio, llevaría a 2$rez Bodria a echar por tierra buena parte de la declaraci#n del policía.

    *l chofer estaba nervioso y no le faltaban razones4 $l había sido el factotum de los borrascososnegocios entre su primo y su +efe, y elladero de 3lores en el instante de la muerte de (osa. 2or otra parte, no quería per+udicar a 3lores ni comprometer a Rivero% lo que eramatem&ticamente imposible. uarte sostuvo los dichos de 3lores en lo atinente al homicidio,

     pero se mostr# absolutamente ignorante de las compras automovilísticas de su patr#n. (inembargo, no pudo negar haber sido $l quien hizo el contacto entre Rivero y 3lores.

    /(í. Go los present$ hace como ocho o nueve meses. 3ue porque mi primo tiene un conocidoque mane+a una agencia de autos...

    /LC#mo se llamaM /le dispar# 2$rez Bodria antes de que 6uadr# saltara a otra pregunta.

    *l secretario le obsequi# una mirada admonitoria. 2ero la cuesti#n ya estaba instalada.

    /*l nombre no lo s$. 2ero creo que le dicen 3lequillo /contest# uarte, con una sinceridadcasi infantil.

    2$rez Bodria sali# de allí como una r&faga, con la prueba en la mano de que Rivero había

    mentido. 8edia hora despu$s radic# una denuncia por falso testimonio contra $l en la mesa deentradas del +uzgado de @uan 8aintach, contiguo al de Nlazar.

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    8ientras el abogado firmaba su acusaci#n, en el despacho de 6l49adr# seguía el movimientode testigos4 era el turno del inspector Consard y el principal abarre, los sobrevivientes delintento de abordar a 3lores.

    /*n ningún momento pensamos que el tipo iba a tener una reacci#n tan criminal /di+o abarre,gesticulando con las manos.

    *l secretario no lo quiso importunar m&s y dio por concluido el tr&mite. 6uadr# qued#satisfecho% ambos policías coincidieron en lo sustancial4 la presencia de ellos en el 7iso"obedecía a una investigaci#n relacionada con autom#viles presuntamente ilegales".

    2ero el9: de marzo estall# el primer petardo del caso. 3ue cuando el policía Ram#n Riverotuvo que declarar por la denuncia del abogado de 3lores ante 8aintach. *staba mal afeitadoy se lo veía nervioso.

    Rivero trat# de sostener lo dicho en su declaraci#n original. ;nsisti# con la versi#n hospitalariade su encuentro con 3lores y mene# la cabeza cada vez que le mencionaban la palabra"automotores". *n menos de una hora, el policía se sinti# acorralado.

    /Bueno, hubo algo m&s. 3lores quería comprar un coche y le recomend$ un agenciero, que se

    llama @orge /di+o.

    /L*s el mismo al que le dicen 3lequilloM /Qnquiri# el +uez. Rivero asinti# con un gesto.

    /Lsted hacía negocios con $lM /volvi# a preguntar 8aintach. /'o. o conocí comoinformante de la policía /balbuce# el suboficial, ya totalmente entregado.

    Al t$rmino de la audiencia, Rivero desapareci# con prisa detr&s de la puerta, cargando sobresus hombros un proceso por falso testimonio. 2ara 2$rez Bodria, lo que allí se había dichosuperaba todas sus e)pectativas% el policía no s#lo ahond# en su relaci#n con 3lores y admiti#la e)istencia del fantasmal 3lequillo, sino que adem&s aport# un dato que podría cerrar elnudo de la trama4 el tipo era sopl#n de a Bonaerense.

    icho de otro modo, si Rivero llev# al m$dico a la agencia de 3lequillo tenía que haber sido$l quien, posteriormente, aportara el dato de

    los dos vehículos a la "patota" encabezada por abarre y (osa, razon# el ;. abogado.Comenzaba a tomar cuerpo la e)istencia de una organizaci#n

    especializada en traficar autos de origen ilegal y se perfilaba la figura de una e)torsi#n.

    (in perder un segundo, el abogado sali# del +uzgado de 8aintach enfilando hacia el deNlazar. 2ero en el @uzgado 'T 9K9e habían ganado de mano.

     'o pudo ver al +uez% en esa ocasi#n s#lo lleg# hasta la mesa de entrada. 3ue suficiente% allí lee)plot# en la cara el auto de procesamiento contra su cliente, firmado ese mismo día.

    "3lores mat# aun policía en el marco de una investigaci#n, conociendo el origen ilícito de losdos vehículos que tenía en su poder", arrancaba asegurando el escrito, probablementeredactado por el secretario 6uadr# y suscrito por Nlazar. *so bastaba para otorgar alcautiverio de 3lores un rango m&s duradero.

    2ara llegar a esas conclusiones, el +uzgado se bas# en todas las declaraciones recopiladas.,incluida la de Rivero% los testimonios de los

    .@ compa!eros de (osa resultaban tan incriminatorios como el del propio 3lores. Ntrasactuaciones, como el resultado de la autopsia, las pericias balísticas y la verificaci#n de losvehículos secuestrados, sepultaron aún m&s sus esperanzas.

    2ero la palada final estuvo depositada en el co;ítenido de una sorpresa4 el +uzgado aval# sudecisi#n de poner a 3lores contra las cuerdas "ratificando todo lo actuado en la causa K9??:,iniciada el JH de febrero i pasado, la que corre por cuerda a la presente". *l pobre 2$rez

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    Bodria qued# de una sola pieza. 'o sabía ni por asomo a lo que se refería el +uez. 'unca habíaoído hablar de esa causa, fechada cuarenta y ocho horas antes de que (osa pasara a me+orvida. 2idi# el e)pediente a la empleada que estaba detr&s del mostrador. a mu+er volvi# diezminutos despu$s con el "e)pediente"4 un pu!ado de fo+as abrochadas, que bien podían caberen un sobre. *n la car&tula s#lo decía4 "(osa, Ricardo. (u denuncia".

    *n ella el inspector, que ahora estaba muerto, aseguraba ba+o +uramento "tener informaci#nfidedigna de dos vehículos de procedencia ilegal, que est&n en poder de un doctor, apellidado3lores".

    os dichos de (osa, sustentados allí tambi$n por abarre y Consard, parecían inob+etables.as "tareas de inteligencia desplegadas en tomo a esos dos automotores" les habían permitidodetectar, según decían, una ambulancia que sería el original de la "melliza" de 8edicine.2ertenecía a la empresa ;nterm$dicas y estaba estacionada en un taller de a 2lata.

    as actuaciones fueron labradas por el titular de la Comisaría :a de 8unro, comisario RicardoCalle+as, y ese mismo día fueron giradas, precisamente, al +uzgado del doctor Nlazar. *stecerr# la causa unas pocas horas despu$s, luego de conocerse la repentina muerte de quiensuscribiera la denuncia.

    /Le d#nde sali# esta mierdaM /Qncrep# 2$rez Bodria a la empleada con un rugido que pareci# brotar de sus entra!as.

    /o que pasa es que se traspapel# y reci$n lo encontraron ayer /contest# la mu+er con absolutanaturalidad.

    *n resumidas cuentas, el m$dico 3lores fue indagado y procesado por un hecho cuyo sumarioapareci# quince días despu$s.

    3lores recibi# el oto!o en el mismo calabozo de siempre. 8ientras tanto, la situaci#n de laúnica familia que le quedaba tras la ruptura con Claudia 5russo, no era m&s edificante. e a

     poco, (ilvia se fue acostumbrando a tener a su marido, no en el lecho de otra mu+er, sinodetr&s de las re+as. (in embargo, durante una madrugada de abril, creyo que sus fuerzas seiban a pique.

    5odo empez# al sonar la campanilla del tel$fono. *lla, por lo general de sue!o liviano, seabalanz# sobre el aparato, pensando que sería alguna novedad relacionada con su marido. *ncierta manera, de eso se trataba% por el auricular escuch# primero el silencio, seguido de unavoz masculina que, con calculada agresividad, le di+o4

    /5e vamos a hacer boleta a vos ya tus hi+os, porque tu marido t4nat# aun policía.

    *lla no atin# a responder% simplemente qued# paralizada. a siguiente llamada tuvo lugar dossemanas despu$s. e allí en m&s, para la esposa del m$dico el terrorismo telef#nico se

    convirti# en otro ingrediente de la vida cotidiana.2ero aún le aguardaban otras duras pruebas. A fines de ese mismo oto!o, la quinta de los3lores, ubicada en la localidad de 8atheu, fue saqueada. 2or la sa!a puesta de manifiesto, elrobo pareci# contener una buena dosis de venganza. a mu+er decidi# alquilar la quinta. 2eroel día de la mudanza, el flete fue interceptado por un auto del que ba+aron dos tipos con elrostro cubierto por pasamonta!as% armas en mano, uno de ellos declam# un mensa+e escueto4

    Qame la camioneta y ra+&te a quinta de 8atheu fue despo+ada del mobiliario que habíaquedado del robo anterior.

    2ero un hecho aún m&s significativo tuvo lugar el 9= de +ulio. *ra mediodía. (ilvia salía de sucasa de. 2ilar con los chicos. @unto a la vereda estaba estacionado el 3iat 5empra, el únicoauto particular que le quedaba a la familia. *n ese instante vio aparecer a tres tipos de pelocorto y vestidos de tra+e. *lla crey# que eran policías. Aun así se sobresalt#. y no fue paramenos, porque uno de ellos la encar# empu!ando una pistola. 2arecía reglamentaria. os

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    ni!os, aterrados, comenzaron a llorar. (ilvia amag# un abrazo protector, pero el tipo impidi#ese acto apoy&ndole el ca!o deba+o del ment#n.

    /'o se equivoque, se!ora. $me r&pido las llaves del auto y nos vamos /le orden#.

    a falta de tuteo le son# por dem&s inquietante. 2ero el hombre cumpli#% segundos despu$sdesaparecía +unto a sus c#mplices, abordo del 3iat. *lla sigui# creyendo que se trataba de

     policías.8ientras tanto, el abogado 2$rez Bodria asistía a sus propias tribulaciones. *n esa $poca lerechazaron la segunda apelaci#n presentada en favor de 3lores. 2ero no fue la única raz#n quemin# su &nimo. urante los últimos dos meses, $l tambi$n había sido ob+eto de una andanadade amenazas telef#nicas.

    *l doctor 2$rez Bodria renunci# definitivamente a la defensa del m$dico 3lores a mediados de +ulio.

    A partir de entonces, sorpresivamente, ba+# el nivel de la coacci#n telef#nica e+ercida sobre(ilvia. A 3lores le qued# la duda acerca de los motivos4 tal vez se debiera al puesto vacante ensu defensa% tal vez los instigadores de esa campa!a hayan tenido temas m&s urgentes en los

    que pensar.

    2or esos días el país se conmovía con la detenci#n de doce 2atas 'egras en relaci#n con elatentado contra la A8;A.

    e eso 3lores se enter# por la radio. Al principio, tom# la noticia con indiferencia% ni siquiera prest# atenci#n a la lista de los implicados. Fasta que una ma!ana de principios de agosto,mientras intentaba mitigar los rigores del encierro ho+eando un diario del día anterior, sumirada tropez# con la fotografía de uno de los detenidos.

    o reconoci# de un golpe de o+o% era el mismo tipo que lo había interrogado en los albores desu arresto4 el comisario mayor @uan @os$ Ribelli.

    *l hallazgo de esa foto actu# como un disparador. *n cuesti#n de minutos, 3lores devor# todala informaci#n referida a la entrega forzada del vehículo usado en el atentado de la calle2asteur. 5al vez el m$dico no fuera consciente de hasta qu$ punto su cabeza se habíaconvertido en un hervidero de con+eturas y sospechas.

    2ero no tard# en hallar un punto común entre la 5raffic de 5elleldín y su propia ambulancia4ambas camionetas habían sido ob+eto de un id$ntico acoso policial.

    Cuando el +uez federal @uan @os$ aleano tuvo noticias de la e)istencia de la causa 3lores, loasalt# la misma impresi#n y sin perder tiempo gir# un pedido al +uzgado de Nlazar, para quele enviara sin demoras una cT;4Via del e)pediente. (e trataba de rastrear las actuaciones detodos los procedimientos dudosos en los cuales tuvieran algo que ver los hombres de @uanRibelli.

    *specialmente si había una 5raffic de por medio.

    E

    /L5e interesaría tomar la defensa de este muchachoM /di+o la voz en el tel$fono.

    Con el ce!o fruncido, el tipo se cambi# el 8iniphone de ore+a, molesto por el murmullo persistente y pare+o que flotaba en el 3lorida arden.

    /'o s$. 7emos. 2or lo pronto, decíle a la esposa que me venga a ver ma!ana.

    Al día siguiente, la se!ora 3lores fue puntual% aunque le había costado encontrar el 2asa+eRivarola, una cortada con aires parisinos escondida en el coraz#n del centro. *n el quinto piso

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    de un vie+o edificio con detalles en bronce y ascensor de madera, la recepcionista lecomunic#4

    /*l doctor ya la va a recibir. (ilvia sentía una ansiedad atroz. esde que 2$rez Bodria sedesvinculara del caso, había tenido insatisfactorias entrevistas con varios abogados y buena

     parte de sus esperanzas estaban depositadas en el hombre que la había. citado allí.

    5res horas despu$s, la esposa de 3lores sali# radiante por la misma puerta4 el doctor 8ariano3ragueiro 3rías se había convertido en el defensor de su marido.

    A diferencia. de otros estudios +urídicos instalados en el mismo piso, $se era el único que noe)hibía su correspondiente placa. *n eso se fi+# (ilvia mientras aguardaba el ascensor.Cuando lleg#, ya se había olvidado del asunto% en parte por la impresi#n que le caus# el único

     pasa+ero que traía. 2arecía sacado de una novela de espiona+e% era un hombre ya mayor, de porte distinguido, cabellos plateados y atuendo levemente ingl$s.

    Aunque el su+eto no tenía en sus venas ni una gota de sangre brit&nica, le gustaba gastar unestilo tipo raham reen. 2ero eso, claro, la esposa de 3lores no lo sabía% tambi$n ignorabaque se trataba de @orge Anzorregui, uno de los due!os del bufete y hermano de Fugo, el

     poderoso "(e!or ?" que comanda los agentes de la (ecretaría de ;nteligencia del *stado.Bien se podría considerar al *studio Anzorregui como uno de los consultorios +urídicos m&semblem&ticos del foro local. A sus oficinas acude una selecta clientela que proviene de lasaltas esferas del poder4 dirigentes políticos, capitanes de la industria, +ueces y funcionarios%hasta el mismo ministro Carlos Corach resuelve allí algunas de sus querellas.

    *l m$dico 3lores estaba fuera de ese target; no era agente de inteligencia ni un políticoencumbrado. 5ampoco su causa hacía +uego con la especialidad de la casa4 los homicidas raravez eran atendidos por el staff del 2asa+e Rivarola. (in embargo, el abogado 3ragueiro 3ríasno dud# en hacer del caso su caballito de batalla.

    /a policía le hizo al hombre una mala pasada. 8e da pena. Fay que ayudarlo /le coment# aAnzorregui, minutos despu$s de hacerse cargo de la defensa.

    5ambi$n revel# que había fi+ado sus honorarios en 9?> mil pesos. /L2ero c#mo vino apararac&M /pregunt# Anzorregui.

    3ragueiro 3rías esboz# una sonrisa, y di+o4 ./Ah. 7ino recomendado. Ayer me llam# F$ctor para preguntar si me interesaba.

    F$ctor, el ne)o entre 3lores y su flamante defensor, no era otro que el c$lebre ingenieroF$ctor (antos, aquel "+usticiero" que persigui# hasta matar a dos ladrones que le robaron el

     pasacasete del auto, convirti$ndose en causa y bandera de Bernardo 'eustadt.

    Cuando la designaci#n de 3ragueiro 3rías fue comunicada al +uzga

    do de Carlos Nlazar, muy le+os de allí, otro abogado del caso se presentaba en sociedad, peroa su manera. *l doctor onzalo 7illalobos había elegido el Caf$ de la 2ai), ubicado en plenaRecoleta, para anunciar que patrocinaría a 8aría eonor (osa, la mu+er del policía ultimado.

    Curs# invitaciones a todos los medios. 2ero su convocatoria fue un fracaso% s#lo acudierontres cronistas y un fot#grafo. 'o obstante, 7illalobos mont# la escena como si se dirigiera acorresponsales venidos de todas partes del mundo. Ntra e)centricidad fue su guardia

     pretoriana4 tres tipos con tra+e de corte barato y lentes, que hacían recordar los guardaespaldassindicales de los a!os IS>.

    *ra parte de su estilo% tanto como sus clientes, recolectados en el noroeste del Conurbano,

    zona de influencia del 8N;'.7illalobos siempre alarde# de sus e)celentes contactos carapintadas, pero no en vano4 fuedefensor del grupo Albatros que tom# el edificio de 2refectura en el putsch del : de diciembre

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    /a ambulancia estuvo ac& desde el JS de marzo hasta el ? de abril. os muchachos vinieron por esos días /precis# con cierto orgullo.

    *l mec&nico no lleg# a comprender por qu$ los o+os del otro se encendían.

    *l tel$fono celular de 3ragueiro 3rías comenz# a sonar unos minutos despu$s. a llamada losorprendi# nuevamente en el 3lorida arden% provenía de a 2lata. *l abogado percibi#

    enseguida la e)citaci#n de su informante./octor, usted estaba en lo cierto. o de las fotos es todo trucho. 7oy para all& y le cuentoc#mo viene la mano /di+o antes de cortar.

    a corazonada había dado sus frutos4 el inspector% Ricardo (osa, que pas# a me+or vida el J=de febrero, +am&s pudo haber sido quien tomara esas fotos afines de marzo. *l e)pedientelabrado en ocasi#n de su denuncia había sido literalmente fabricado luego de su muerte.

    2ero 3ragueiro encontraría otras perlas procesales que abonaron esa certidumbre.

    (orprendentemente, en el ibro de *ntradas del +uzgado de Nlazar, el inicio de las actuacionesdata del JK de febrero, en tanto que (osa radico su denuncia el día JH. *s imposible e)plicar

    c#mo pudo ingresar ese sumario dos días antes de su iniciaci#n.*n $se mismo libro estaba alterado con corrector el casillero correspondiente al número decausa, adem&s de un salteo e)tra!o en fechas y fo+as del e)pediente. Como broche final,tampoco había ningún parte preventivo de la Comisaría := de 8unro a la 3iscalía y aldefensor oficial, como se estila en estos casos.

    *n resumidas cuentas, la causa K9??: no s#lo era falsa, sino que fue dibu+ada de manera torpey apurada.

    *l propio comisario Calle+as figuraba como su instructor y, adem&s del testimonio del policíamuerto, tambi$n contenía declaraciones de abarre y Consard. *l +uez Nlazar había suscritosu llegada al +uzgado, lo que sugería su complicidad con a Bonaerense en la confecci#n del

    sumario.

    Con las pruebas a la vista, 3ragueiro 3rías comenz# a disparar una batería de pedidos dee)carcelaci#n que el +uez Nlazar rechaz# sistem&ticamente. *se fue el origen de un pedido derecusaci#n en su contra por enemistad manifiesta con 3lores.

    I

    2ara la misma $poca de la escandalosa comprobaci#n de 3ragueiro 3rías, onzalo 7illalobos,el defensor de la viuda de (osa, de+# de hacerse ver. 5an afecto a la e)posici#n pública,suspendi# conferencias, entrevistas y hasta audiencias +udiciales% sus defendidos quedaron

     pataleando en el aire. 5ampoco atendi# m&s el tel$fono.Aunque sus allegados llegaron a pensar en un secuestro o en algo peor, el doctor estaba,simplemente, pr#fugo. 7illalobos puso los pies en polvorosa luego de que el titular del@uzgado 3ederal 'T =, @orge rso, lo procesara por "usurpaci#n de título y honores".

    (u delito oscilaba entre la travesura y el papel#n4 durante casi tres d$cadas había e+ercido laabogacía sin haberse recibido. Aunque curs# las primeras materias de la carrera, no tard# enabandonar la 3acultad y s#lo volvi# a las aulas como profesor de erecho 2enal.

    /2ap& es abogado. o que pasa es que alguien arranc# su lega+o de la niversidad /sostuvo ara+atabla eonor, la mayor de sus hi+as.

    (u mu+er, que sí es abogada y qued# al frente del estudio que ambos compartían, asegura nosaber su paradero. esde entonces, 7illalobos no ha vuelto a dar se!ales de vida.

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    *n tanto, el e)pediente del caso 3lores, hu$rfano de letrado por la parte querellante, fue a parar a la (ala ;; de la C&mara en lo Criminal y Correccional de (an ;sidro.

    3ragueiro 3rías había apostado todas sus fichas a la recusaci#n de Nlazar. *n circunstanciasnormales, el reemplazo del magistrado hubiese sido un número puesto. 2ero el abogado del*studio Anzorregui sabía que en los tribunales bonaerenses toda l#gica es incierta. ;gnoraba,sin embargo, hasta qu$ punto la composici#n de esa sala resultaba peculiar.

    *mpezando por su presidente, el camarista @uan Carlos 3ugareta. *l hombre hizo toda sucarrera al frente de un +uzgado de menores, por lo que el universo penal no era precisamentesu especialidad. 5al es así que lleg# a suscribir fallos tan ins#litos como la "nulidad" de lasentencia condenatoria de Aníbal ordon y sobreseer del cargo de "apremios ilegales" alcomisario uis 2atti.

    @orge 7ocerini, otro de los camaristas, no se quedaba atr&s. Con una carrera +udicial de casicuatro d$cadas, acumul# que+as y denuncias de todo tipo. *ntre otras, fue acusado deregentear un estudio +urídico paralelo, que funcionaba arriba de una funeraria, en Nlivos.

    2ero quien se llevaba todos los laureles era el tercer integrante de la C&mara, el doctor

    3ernando 8aroto, por esos días criticado públicamente por su colega @uan 8aintach. *n9

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    III

    nos cuantos meses antes, en los primeros días de +ulio de 9

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    Rivero. Reci$n al final se arm# de cora+e y disc# aquel número que (osa le había dado envida.

    a viuda tard# en atender% cuando lo hizo, abarre recit# el asunto del cumplimiento deldeber sacudido por un incontrolable titubeo. uego, call#. 2or toda respuesta, la mu+er

     permaneci# en silencio, como esperando que el otro agregara algo m&s. 5ras unos inc#modossegundos, el principal s#lo atin# a decir4

    /(e!ora, son muchos sueldos y el ascenso post mortem. .. /racias. 2ero se hubieran acordadoantes /di+o, sin hacer esfuerzos para ocultar su rencor.

    y colg#. Casi un a!o despu$s de aquel gesto de indignaci#n de eonor (osa, el m$dico que lomat# sigue tras las re+as, en manos de Nlazar y 6uadr#, a la espera de que se fi+e fecha para el

     +uicio oral.

    amentablemente, onzalo 7illalobos no estar& para animarla. a defensa de la memoria deloficial "caído en cumplimiento del deber" seguramente la asumir& la nueva @efatura.

    Con ustedes, a Bonaerense

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    * R*CAANR

    A pocos il#metros de la Capital 3ederal, sobre la Ruta :, la ciudad de obos es un enclave dela m&s rancia derecha nacional, en cuyas inmediaciones alz# su fastuosa residencia (un8yung 8oon, líder de la secta a la que supieron adherir criminales de la cala!a de Carlos(u&rez 8ason o enaro íaz Bessone. Allí nacieron y se criaron los hi+os de don 3elipe

    Ribelli, un hombre que se complace bendiciendo a los vecinos que se le cruzan por la calle.@uan @os$, su primog$nito, ingres# al iceo 2olicial en cuanto termin# sus estudios en elcolegio 'i!o @esús, de la mano del policía @os$ N+eda, con cuya hermana Alicia noviaba porentonces y quien pronto se convertiría en su cu!ado y mentor. A @uancito le atraía todo lo quefuera investigaci#n y, muy especialmente, la posibilidad que daba el iceo de salvarse de lacolimba4 en su ambiciosa cabecita no entraba la idea de perder un a!o haciendo saltos de rana.

    5enía otros planes para su vida, que tampoco contemplaban terminar sus días comouniformado.

    Concluy# el secundario policial como abanderado de la promoci#n IS: y entr# a la *scuela deNficiales @uan 7ucetich. 5res a!os m&s tarde egres# como oficial ayudante. *ran los tiempos

    del general Ram#n Camps, los m&s feroces. (iempre de la mano de su cu!ado, Ribelli hizosus primeras armas en diversas comisarías de anús y Avellaneda. Al mismo tiempo,intentaba llevar adelante sus estudios de ;ngeniería.

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     'ost&lgico de sus a!os entre +ueces y abogados, Dlodczy no tuvo dudas de que acababa deencontrar al ladero ideal. *ra consciente de su escasa e)periencia operativa y, en la crecienteespecializaci#n de a Bonaerense, las brigadas pasaban a ser los brazos de la organizaci#n.

    Brazos de enorme alcance, con dos decenas de comisarías por manos y una infinita gama deactividades ilícitas que combatir, para lo cual era indispensable contar con su propia"inteligencia"% es decir, localizar los "buches" sin los cuales nada es posible dentro de lamentalidad policial. G, por supuesto, generar las indispensables fuentes de financiamiento.

    Ribelli no se hizo desear. Conocía las calles de la zona sur como pocos y llegaba a BroPn alfrente de su propio grupo operativo, trasladado +unto a $l desde la ivisi#n Fomicidios deBanfield. a red de informantes que instrument# para su +efe tenía la particularidad de nodescansar s#lo en los buchones habituales. *l tipo los articulaba h&bilmente con loscomerciantes de la zona, en particular las aseguradoras, las agencias de vehículos usados y lostalleres mec&nicos con que traba+aban.

    5ambi$n engrosaron esa n#mina propietarios de albergues transitorios, de bares y bolichesnocturnos y todo tipo de reducidores en general, quienes se mueven en la frontera del delito.*se fue su verdadero pilar.

    *l circuito de informaci#n y dinero se cerraba con los capitalistas de +uego, los pro)enetas ylos distribuidores de drogas, una especie que por esos a!os s$ multiplicaba día a día. 7istagorda, protecci#n y algún que otro negocio, son una buena contraprestaci#n cuando laalternativa significa multas, clausuras, allanamientos, detenciones, aprietes, problemas.

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     para que el suboficial encontrara la puerta abierta había sido Ribelli, alma mater de larepartici#n.

    Como suele ocurrir en estos casos, el pr#fugo fue se!alado por los dem&s involucrados comoel único responsable del crimen. a +ueza onz&lez no se trag# el sapo y proces# a todos.

    *l esc&ndalo e)plot# en la cara bronceada del flamante titular de la (ecretaría de (eguridad,

    Alberto 2iotti. *l e) magistrado volvi# a los tribunales, pero esta vez a los de omas de-amora4 fue a hacer valer la prerrogativa policial de no permanecer detenidos +unto a losdelincuentes ci viles. (ilvia onz&lez hizo lugar al pedido, de+ando constancia de la visita enel e)pediente.

    (in embargo, no los deriv# a ninguno de los pabellones habilitados para los presos con chapa4los diez reos fueron a dar con sus huesos alas cercanas dependencias de la Brigada de6uilmes, a cargo por entonces del comisario 8ario 'aldi.

    2ero 'aldi ya tenía demasiados problemas con sus propios presos como para brindaralo+amiento ala "patota" de Ribelli. os muchachos iban y venían por la dependencia y fuerade ella, y el obeso comisario temía tener que pagar eventuales platos rotos. @uancito no perdi#

    tiempo en discusiones y consigui# que los trasladaran a una comisaría de Ramos 8e+ía.(us esfuerzos estaban puestos, +unto a los del comisario 'egr#n, en armar la habitual"vaquita" para sostener a los caídos en desgracia4 abogados, alimentos y ayuda a las familias."nos pocos pesitos +untados entre los compa!eros, como sucede en cualquier traba+o", dir&el @efe Dlodczy a!os despu$s.

    2ara Dlodczy y su "pollo", como hacía rato llamaban a Ribelli, el asunto revestía capitalimportancia. 2or c#mo afectaba a la 3uerza el nuevo esc&ndalo, porque amenazaba enlodar sufo+a de servicios y por las lealtades implicadas. *l pollo no s#lo era el +efe directo de lamayoría de los detenidos, sino que $stos eran sus "hombres de confianza". *specialmente eloficial Fugo Reyes, su mano derecha.

    Fabía que sacarlos% como fuera. os abogados de los once criminales de uniforme lograron, por lo pronto, sacar del medio a la +ueza onz&lez apelando a otra causa pen. diente y ele)pediente recay# en las manos del +uez *milio 7illamayor, quien, tras liberar a los detenidos,elev# el e)pediente a la C&mara en lo Criminal de omas de -amora.

    @orge 'icolau es un veterano suboficial que traba+# a las #rdenes de Ribelli durante diecis$isa!os, preferentemente como chofer. *n 9 mil pesos hasta los dos millones.

    (i realmente e)isti# la coima, la misma envergadura de la operaci#n /que no respet# +urisdicciones no pudo ser desconocida por los +erarcas de a Bonaerense ni por sussuperiores políticos. (obre todo, estando en +uego dos personas tan allegadas al +efe de2olicía, un +uez y tres camaristas de omas, el pago chico de uhalde.

    *l comisario Ale+andro Burguette, segundo de Ribelli en anús, no s#lo coincidi# con 'icolau sino que apoy# esta última. hipXtesis4 con la toalla arro+ada a sus pies, el tipo +ur#que no pudo denunciar ante ningún superior los procedimientos ilegales efectuados pararecaudar fondos para "la cuenta de la causa Wilde", debido a que "esos estaban tambi$ndentro del mismo lineamiento interno policial que Ribelli".

     'ada personal.

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    ;;;

    @uan @os$ Ribelli había regresado en 9 pesos mensuales por su tel$fono celular, adem&s de otrosdoce, que utilizaban sus ap#stoles para comunicarse durante los operativos.

    Ga no era @uancito. Ahora lo llamaban @uan, a secas. N "el 2atr#n". saba tra+es del me+orcorte italiano, corbatas de seda, via+aba por cursos y congresos, o simplemente por placer, alos *stados nidos, *uropa y 8edio Nriente. G, en ese verano de 9

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    (u actividad era bien conocida por la policía, que cada tanto lo "apretaba" /Z4omo a muchosotrospara cobrarle pea+e. 7arios de los mencionados en esta trama sabían bien de susandanzas, como el mismo 5elleldín se ocup# de de+ar en claro tiempo despu$s4 "2odría llenarvarias p&ginas de tu diario con la lista de mis amigos en la policía", le di+o a dos periodistas de

     Páginal12.

    5ambi$n Ribelli y sus muchachos lo conocían. *n aquellas circunstancias de recaudaci#nnecesaria, el 2etiso 5elleldín era una tentaci#n irresistible. as huestes de anús salieron adarle caza no sin antes cumplimentar las ineludibles "tareas de inteligencia", denominaci#nque nuestros sagaces investigadores dan, invariablemente, a la vulgar batida.

    *n febrero de 9

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    novia suya, (andra 2etrucci, a la vista de varios comerciantes y vecinos, alrededor de las ochode la noche.

    legaron a la brigada a eso de las once. A la primera persona que vio fue al cabo Casas,rengueando todavía a causa de la rodada ba+o las ruedas de su auto, en Nlivos. Crey# que se levenía la noche% pero Casas no reaccion#. Al rato, lo llevaron ante el 2atr#n, cuyas palabrasfueron de una claridad meridiana4

    /2on$ lo que ten$s que poner y te vas. A las doce lo vuelven a llevar a la oficina deNperaciones. ;barra le da un celular de Ribelli y le dice que consiga cien mil. *l cordob$s sequería matar% era un disparate de plata. a tarifa que cobraba el subcomisario Ribelli paraarreglar a tipos con captura era de cincuenta mil pesos% presos y sacapresos lo sabían dememoria. (us propios subordinados lo llamaban, cari!osamente, Cincuenta ucas.

    a operaci#n Wilde había duplicado los precios% nq fuera cosa de tener que poner del propio bolsillo. ías antes, un tal aniel Bu+&n había sido detenido por el doble homicidio de6uilmes, por negarse a pagar la misma suma para "la causa de Wilde".

    A 5elleldín no le gust# nada el asunto. lam# a Ana Boragni para que le consiga un abogado.

    Boragni no perdi# el tiempo y poco despu$s un vie+o conocido del 2etiso, Alberto (pagnuolo,se entrevistaba con Ribelli. *l entrepreneur de obos era ya por entonces bien conocido porlos sacapresos4 sabía d#nde apretar y +am&s largaba la presa. 2ero cuando llegaba a un arreglo,lo respetaba. ;gual que los honorarios4 diez mil, en estos casos.

    Ribelli sabía que 5elleldín portaba un '; mal confeccionado por el Registro 'acional de las2ersonas, donde el doblador de autos robados aparecía como "5eccedín"% lo usaba hasta parael videoclub. G, claro est&, tambi$n tenía presente a los +ueces que reclamaban su captura.

    ;nform# a (pagnuolo de los "cargos" contra su cliente4 documento falso y un auto "mellizo",el Renault 9= a bordo del cual fue detenido. e acuerdo con ellos, la suma tambi$n le pareci#desproporcionada. A Ribelli no se le movi# un pelo. 3iel a su estilo, le dio tiempo para que

    constatara.(pagnuolo regres# a la ma!ana siguiente para aconse+ar a 5elleldín que no pagara4 el '; noera falso ni el vehículo registraba pedido de captura. 2ero al cordob$s le preocupaba su propiacaptura y la causa de 6uilmes en la que lo habían involucrado los policías.

    Adem&s, le preocupaba Ribelli.,.. 2or alguna raz#n, (pagnuolo no quiso seguir adelante yenvi# a su socio ustavo (emorile, habitual defensor de narcos de poca monta que ya lo habíarepresentado en otros trances. 5elleldín pidi# ayuda a su hermano *duardo, quien ba+# deC#rdoba a Buenos Aires, donde se comunic# con (emorile y se puso al tanto de los detalles. ,*duardo hizo algunos llamados y se encontr# en una confitería de

    8unro con "Boteil", un supuesto comisario retirado que acord# mediar + con la gente deanús para que ba+aran la suma e)igida. Boteilllam# a ;barra y quedaron en encontrarse alas9. el amigable party participaron tambi$n Ribelli y el Fermano *duardo% poco despu$sse sum# (emorile.

    a charla encontr# finalmente un punto de acuerdo. *l +efe acept# ba+ar sus pretensiones a ?>mil y *duardo 5elleldín puso arriba de la mesa un fa+o con K.>>> pesos. 2or tel$fono, hizo los

     primeros