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Primavera 2006 LUNASDEMIEL 185 Por Carmen Murillo / Fotos: Alvaro Viloria C onocí las pistas más altas de Saas Fee hace ya veinte años, cuando este pueblo aún admitía a los coches en sus calles, cuando la fama no atestaba sus hoteles. Pero sobre todo cuando sus glaciares mostraban la salud de engrosar el ránking de las nieves más espesas de los Alpes. Regreso a este pequeño pueblo al pie de las montañas y reco- nozco el conjunto urbano, sensiblemente crecido. Me encanta ver que me obligan a aparcar fuera del meollo de las casas y calles del centro y siento un ambientazo tan joven y dicharachero como el de Pradollano, en Sierra Nevada. Sin embargo aprecio tristeza en algunas cumbres en este preámbulo de la primavera de 2006. Re- paso algunas fotos de aquella primera visita y adivino la huella de un clima más cálido, como ya he constatado también en el Hohe Tauern austriaco, donde las lenguas de hielos eternos se van que- dando, cada verano, un poco más arriba. Se derriten los frentes glaciares. Ya no estamos seguros haciéndonos la típica foto bajo el techo azulado que ilumina el sol, porque los techos de estas salas son frágiles, una advertencia que nunca nos hicieron años atrás. 1 Snow trekking en la estación invernal del monte Allalin, una saludable actividad en medio de este maravilloso espectáculo natural. 2 Ambiente de buen tiempo en las terrazas de los hoteles del pueblo, al que no tienen acceso los coches. En la imagen, uno de los restaurantes que se encuentran junto a la plaza principal de Saas Fee. 3 Una camarera del restaurante Gletschergrotte lleva cercezas y jarras de agua a los exahustos esquiadores. 2 1 LDM /saas fee (suiza) 3 “En cada montaña hay un milagro.” Robert H. Schuller Uno llega a Saas Fee en busca de freno para la locura de su vida diaria y de esquí en glaciar cuando la temporada convencional se acaba. Este es un pueblo de postal que prohíbe la circulación de vehículos, envuelto por trece cuatromiles y nieves eternas que hoy son escasas para lo que guarda la memoria de los viejos. Grandes despacios Grandes despacios Uno llega a Saas Fee en busca de freno para la locura de su vida diaria y de esquí en glaciar cuando la temporada convencional se acaba. Este es un pueblo de postal que prohíbe la circulación de vehículos, envuelto por trece cuatromiles y nieves eternas que hoy son escasas para lo que guarda la memoria de los viejos.

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Grandes despacios

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Page 1: SAAS-FEE (LDM)

Primavera 2006 � LUNASDEMIEL 185

Por Carmen Murillo / Fotos: Alvaro Viloria

Conocí las pistas más altas de Saas Fee hace ya veinte

años, cuando este pueblo aún admitía a los coches en

sus calles, cuando la fama no atestaba sus hoteles. Pero

sobre todo cuando sus glaciares mostraban la salud de engrosar

el ránking de las nieves más espesas de los Alpes.

Regreso a este pequeño pueblo al pie de las montañas y reco-

nozco el conjunto urbano, sensiblemente crecido. Me encanta ver

que me obligan a aparcar fuera del meollo de las casas y calles del

centro y siento un ambientazo tan joven y dicharachero como el

de Pradollano, en Sierra Nevada. Sin embargo aprecio tristeza en

algunas cumbres en este preámbulo de la primavera de 2006. Re-

paso algunas fotos de aquella primera visita y adivino la huella de

un clima más cálido, como ya he constatado también en el Hohe

Tauern austriaco, donde las lenguas de hielos eternos se van que-

dando, cada verano, un poco más arriba. Se derriten los frentes

glaciares. Ya no estamos seguros haciéndonos la típica foto bajo el

techo azulado que ilumina el sol, porque los techos de estas salas

son frágiles, una advertencia que nunca nos hicieron años atrás.

1 Snow trekking en la estación invernaldel monte Allalin, una saludableactividad en medio de este maravillosoespectáculo natural.

2 Ambiente de buen tiempo en lasterrazas de los hoteles del pueblo, alque no tienen acceso los coches. En laimagen, uno de los restaurantes quese encuentran junto a la plazaprincipal de Saas Fee.

3 Una camarera del restauranteGletschergrotte lleva cercezas y jarrasde agua a los exahustos esquiadores.

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LDM/saas fee (suiza)

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“En cada montaña hay un milagro.”Robert H. Schuller

Uno llega a Saas Fee en busca de freno para la locurade su vida diaria y de esquí en glaciar cuando latemporada convencional se acaba. Este es un pueblo depostal que prohíbe la circulación de vehículos, envueltopor trece cuatromiles y nieves eternas que hoy sonescasas para lo que guarda la memoria de los viejos.

Grandes despaciosGrandes despaciosUno llega a Saas Fee en busca de freno para la locurade su vida diaria y de esquí en glaciar cuando latemporada convencional se acaba. Este es un pueblo depostal que prohíbe la circulación de vehículos, envueltopor trece cuatromiles y nieves eternas que hoy sonescasas para lo que guarda la memoria de los viejos.

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LDM/saas free

Aprecio en esta caminata por el valle de Saas que las mar-

motas ya se dejan ver en abril, lo cual se traduce en que el cam-

bio climático no desagrada ni perjudica a absolutamente todos.

Es genial pasear por las laderas bajas, tapizadas de verde, e ir

alertando marmotas. “Ssiid” se dicen en su corto mensaje de

alarma, y antes de poder verlas han desaparecido en las madri-

gueras. El caso es que donde las visitas de humanos son más fre-

cuentes podremos llegar a darles de comer una zanahoria alar-

gando el brazo. Perritos de las praderas frías.

El Valais tiene varios hitos alpinos, como el Matterhorn, la

montaña más fotografiada del planeta. Y Saas Fee no se queda

atrás, es en conjunto el lugar con más cuatromiles de Centroeu-

ropa y tiene el teleférico y el restaurante más altos del conti-

nente. El primero nos recuerda en su interminable ascensión al

de Mérida, en los Andes venezolanos. El segundo se parece al

nuevo restaurante panorámico de Barcelona, con la diferencia

de que en éste de Saas Fee no sentimos tanto vértigo como sen-

sación de grandiosidad. Las cumbres lucen todas tan blancas

que nos cuesta pensar que la contaminación pueda estar oscu-

reciendo el color puro y atrayendo más calor de los rayos del sol.

De regreso al pueblo nos preparamos para la noche. Las ca-

lles van ganando ambiente tras el cierre de los remontes y no-

sotros nos vamos al hotel en minibús eléctrico. Estamos en el

Fletschhom, un refugio de montaña de lujo, en el que el maï-tre muestra, si se le pide, la mayor cava que he visto en un ho-

tel de estas dimensiones. Un consuelo pensar que no hay tan-

to cambio climático: sigue haciendo frío como para descor-

char veinte mil botellas. a

1 El pequeño pueblo de Saas Feevisto desde el teleférico que subehasta Spielboden.

2 y 3 Dos imágenes de Saas Fee, unapanorámica desde Spielboden y otra,más cercana, del precioso hotelFerienart Resort & Spa.

4 Tartas típicas,como el apfelstrudel,en el restaurante Gletschergrotte.

5 El bobsleigh sobre raíles de"Feeblitz”, que funciona todo el año,es una de las atracciones estrella.

6 Las marmotas, eternas compañerasdel camino siempre dispuestas aaceptar un refrigerio de los turistas.

7 Estación invernal del monte Allalin.

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