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casa que es la ciudad, su majes- tuoso cuarto de estar: nos ve- mos en la plaza, tomamos algo en la plaza, lo hablamos en la plaza, paseamos por la plaza... La vida de residentes y visi- tantes sigue su curso por toda la ciudad consciente en todo momento de que el corazón es- tá aquí, latente y abierto. Inclu- so ahora que los camareros despliegan las terrazas de los PATRIMONIO rroco a secas sino churrigueres- co. Un palacio que se muestra hacia adentro en vez de hacia afuera y que se llena de la vida de todos. Ése es el milagro. La magia se infla a medida que el sol se impone e intensifi- ca el peculiar color de la piedra, prodigio dorado a base de hie- rro y arena que procede de las cercanas canteras de Villama- yor y que matiza el carisma de toda la Salamanca monumen- tal y también a gran número de sus edificios modernos. Ganas de quedarse horas y horas en la plaza y también de descubrir qué hay más allá de cada una de sus entradas. Por la del suroeste se mueve mucha de la vida que ya se despereza a primera ma- ñana, porque es ruta de estu- diantes "de letras" y de visitan- tes, que se detienen inmediata- mente en la plaza del Corrillo, frente a la primitiva belleza ro- mánica de la fachada de la igle- sia de San Martín, la más anti- S ol de amanecer, primera calidez que se cuela un día más en la plaza Mayor. Luz amarillenta que enciende las piedras doradas. Puro fulgor de oro a estas horas, enredado en el juego de sombras que crean las filigranas de relieves y estatuas sobre los 88 arcos de este cua- drado armónicamente irregu- lar, acogedoramente cerrado, protegido. El patio de la gran SERIE CIUDADES PATRIMONIO/VIII gua de la ciudad, levantada en 1103. Memoria remota en esa piedra dúctil pero resistente de las edades de la ciudad, como también lo son las iglesias de San Cristóbal, San Benito o la redonda de San Marcos. El via- je en la historia tiene muchísi- mos renglones, muy a menudo escritos en la Rúa Mayor, trán- sito secular de universitarios. Como lo es hoy mismo, bende- cida, como todo el casco histó- rico, por el maravilloso don de la peatonalidad. Paseo arriba, paseo abajo, con la rotunda torre de la Catedral de fondo, bañada ya de luz solar, hito del perfil urbano. Se acele- ran los pasos porque su tremen- da estampa anuncia el deleite del deslumbre, o porque ya va a empezar la primera clase y esos estudiantes extranjeros de espa- ñol ya llegan tarde. Buena la juerga de anoche; y es que, con tantos y tan gustosos bares y res- taurantes, la vida nocturna de Salamanca es un río que fluye alegre y sereno a la vez, como lo ha hecho durante siglos. La pla- za de Anaya, donde alrededor de la sombra de sus árboles se des- pliega un fulgor arquitectónico, efectivamente no defrauda a los inquietos visitantes: las colum- nas del solemne palacio neoclá- sico de Anaya frente al gótico oleaje de arbotantes y pináculos de la Catedral Nueva. Y siempre el color de arena mineral. Y siempre el asombro. Qué cosa sorprendente es que no sea una catedral sino dos, pues la antigua, con toda su co- quetería románica, se esconde Desde hace pocos años las torres medie- vales de la Catedral albergan un emocio- nante y original recorrido-exposición. El nombre de Ieronimus hace honor al obispo Jerónimo de Perigeaux, persona- je esencial de la Reconquista a finales del siglo XI y comienzos del XII, que es- tuvo a cargo de restaurar la diócesis de Salamanca tras la retirada de los árabes, dando así comienzo a los 900 años de arte e historia de las catedrales. La visita asciende por una de las torres y pasa por estancias medievales ocultas o en ruina durante siglos, como la maz- morra o la estancia del carcelero, para luego acceder a la Sala del Alcaide, con su ventana geminada que domina todo el interior de la Catedral Vieja y una ex- posición de instrumentos y libros litúr- gicos de la época. Documentos origina- les asimismo se exhiben en la Sala de la Torre Mocha, atalaya defensiva del siglo XIII. Desde su terraza se avista un es- pléndido primer plano del maravilloso cimborrio románico de la Catedral Vieja y la cúpula de la Nueva, además de parte de la ciudad y del río Tormes. La visita continúa por la Sala de la Bóve- da y las terrazas, con espléndidas vistas de los remates góticos superiores de la Catedral Nueva (Información: www.ieronimus.com). CÓMO LLEGAR En coche. Desde Madrid hay que coger la A-6 y la N-501; desde Valladolid se llega a través de la AP-62 y la N-620. En tren y avión. En Salamanca paran distintas líneas de tren y hay vuelos al aeropuerto de Matacán, a 15 kilómetros. Más información en la Oficina Municipal de Turismo: Plaza Mayor, 32. = 923 21 83 42. www.salamanca.es EXPOSICIÓN bares mientras los rayos del sol inundan la fachada del Ayunta- miento. Y ya se quedan extasia- dos los turistas más madruga- dores, que enfocan una y otra vez su cámara: ¿cómo relatarán sus fotos que el lugar es gran- dioso y familiar a la vez? Acaso el misterio lo desvele la his- toria de esta plaza, icono de mo- numentalidad, indiscutida reina de las plazas españolas. En una parte del gran espacio que ocu- pó la anterior plaza de San Mar- tín, se comenzó a erigir en 1724 la edificación cuadrangular se- gún los planos de Alberto de Churriguera, a quien a su muer- te sucedería Andrés García de Quiñones. Admiración plena causó desde su inauguración en 1755: cómo no alabar su armo- nía y exquisita ornamentación; tanto que su estilo no sería ba- UN BALCÓN SOBRE EL AYER Vista del crucero y el coro de la Catedral Nueva. La construcción del edificio se prolongó de 1513 a 1733, año en que fue consagrado. EXQUISITEZ DECORATIVA Cristalera modernista de la Casa de Lis (izquierda). Abajo, fachada plateresca de la iglesia de San Esteban. DEL CLASICISMO AL BARROCO El palacio neoclásico de Anaya fue construido en 1762 (arriba). A la izquierda, vista de la barroca plaza Mayor, con 88 pórticos. Al fondo se alza el edificio del Ayuntamiento, diseñado por José de Churriguera en el siglo XVIII. Salamanca, imagen de la villa dorada Crecida en torno a su antigua Universidad, la ciudad celebra el vigésimo aniversario de su declaración como Patrimonio de la Humanidad en 1988. Ieronimus, un paseo por el cielo detrás de la nueva. Ahora que los estudiantes están en clase y el día ya puesto en su rutina matinal, el ritmo se ralentiza: que las horas pasen descubrien- do cada rincón del laberinto dorado. Calle abajo desde Ana- ya, surge la iglesia de San Este- ban, parte del convento de los Dominicos, que bien podría ser otra catedral de renacentis- ta grandilocuencia, expresada también en su claustro. Creativa manera de entender la espiri- tualidad que también fluye por el claustro del vecino convento de las Dueñas. Monumentali- dad inspiradora para la Gran Vía, calle del pasado siglo que

Salamanca, imagen de la villa dorada de Churriguera en el ... · momento de que el corazón es-tá aquí, ... Desde su terraza se avista un es-pléndido primer plano del ... DEL CLASICISMO

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casa que es la ciudad, su majes-tuoso cuarto de estar: nos ve-mos en la plaza, tomamos algo en la plaza, lo hablamos en la plaza, paseamos por la plaza...

La vida de residentes y visi-tantes sigue su curso por toda la ciudad consciente en todo momento de que el corazón es-tá aquí, latente y abierto. Inclu-so ahora que los camareros despliegan las terrazas de los

PATRIMONIO

rroco a secas sino churrigueres-co. Un palacio que se muestra hacia adentro en vez de hacia afuera y que se llena de la vida de todos. Ése es el milagro.

La magia se infla a medida que el sol se impone e intensifi-ca el peculiar color de la piedra, prodigio dorado a base de hie-rro y arena que procede de las cercanas canteras de Villama-yor y que matiza el carisma de toda la Salamanca monumen-tal y también a gran número de sus edificios modernos. Ganas de quedarse horas y horas en la plaza y también de descubrir qué hay más allá de cada una de sus entradas. Por la del suroeste se mueve mucha de la vida que ya se despereza a primera ma-ñana, porque es ruta de estu-diantes "de letras" y de visitan-tes, que se detienen inmediata-mente en la plaza del Corrillo, frente a la primitiva belleza ro-mánica de la fachada de la igle-sia de San Martín, la más anti-

Sol de amanecer, primera calidez que se cuela un día más en la plaza Mayor. Luz

amarillenta que enciende las piedras doradas. Puro fulgor de oro a estas horas, enredado en el juego de sombras que crean las filigranas de relieves y estatuas sobre los 88 arcos de este cua-drado armónicamente irregu-lar, acogedoramente cerrado, protegido. El patio de la gran

SERIE CIUDADES PATRIMONIO/VIII

gua de la ciudad, levantada en 1103. Memoria remota en esa piedra dúctil pero resistente de las edades de la ciudad, como también lo son las iglesias de San Cristóbal, San Benito o la redonda de San Marcos. El via-je en la historia tiene muchísi-mos renglones, muy a menudo escritos en la Rúa Mayor, trán-sito secular de universitarios. Como lo es hoy mismo, bende-cida, como todo el casco histó-rico, por el maravilloso don de la peatonalidad.

Paseo arriba, paseo abajo, con la rotunda torre de la Catedral de fondo, bañada ya de luz solar, hito del perfil urbano. Se acele-ran los pasos porque su tremen-da estampa anuncia el deleite del deslumbre, o porque ya va a empezar la primera clase y esos estudiantes extranjeros de espa-ñol ya llegan tarde. Buena la juerga de anoche; y es que, con tantos y tan gustosos bares y res-

taurantes, la vida nocturna de Salamanca es un río que fluye alegre y sereno a la vez, como lo ha hecho durante siglos. La pla-za de Anaya, donde alrededor de la sombra de sus árboles se des-pliega un fulgor arquitectónico, efectivamente no defrauda a los inquietos visitantes: las colum-nas del solemne palacio neoclá-sico de Anaya frente al gótico oleaje de arbotantes y pináculos de la Catedral Nueva. Y siempre el color de arena mineral. Y siempre el asombro.

Qué cosa sorprendente es que no sea una catedral sino dos, pues la antigua, con toda su co-quetería románica, se esconde

Desde hace pocos años las torres medie-vales de la Catedral albergan un emocio-nante y original recorrido-exposición. El nombre de Ieronimus hace honor al obispo Jerónimo de Perigeaux, persona-je esencial de la Reconquista a finales del siglo XI y comienzos del XII, que es-tuvo a cargo de restaurar la diócesis de Salamanca tras la retirada de los árabes, dando así comienzo a los 900 años de arte e historia de las catedrales. La visita asciende por una de las torres y pasa por estancias medievales ocultas o en ruina durante siglos, como la maz-morra o la estancia del carcelero, para luego acceder a la Sala del Alcaide, con su ventana geminada que domina todo el interior de la Catedral Vieja y una ex-posición de instrumentos y libros litúr-gicos de la época. Documentos origina-les asimismo se exhiben en la Sala de la Torre Mocha, atalaya defensiva del siglo XIII. Desde su terraza se avista un es-pléndido primer plano del maravilloso cimborrio románico de la Catedral Vieja y la cúpula de la Nueva, además de parte de la ciudad y del río Tormes. La visita continúa por la Sala de la Bóve-da y las terrazas, con espléndidas vistas de los remates góticos superiores de la Catedral Nueva (Información: www.ieronimus.com).

CóMO llEgAR

➲ En coche. Desde Madrid hay que coger la A-6 y la N-501; desde Valladolid se llega a través de la AP-62 y la N-620. En tren y avión. En Salamanca paran distintas líneas de tren y hay vuelos al aeropuerto de Matacán, a 15 kilómetros.

➲ Más información en la Oficina Municipal de Turismo: Plaza Mayor, 32. = 923 21 83 42. www.salamanca.es

EXPOSICIóN

bares mientras los rayos del sol inundan la fachada del Ayunta-miento. Y ya se quedan extasia-dos los turistas más madruga-dores, que enfocan una y otra vez su cámara: ¿cómo relatarán sus fotos que el lugar es gran-dioso y familiar a la vez?

Acaso el misterio lo desvele la his-toria de esta plaza, icono de mo-numentalidad, indiscutida reina de las plazas españolas. En una parte del gran espacio que ocu-pó la anterior plaza de San Mar-tín, se comenzó a erigir en 1724 la edificación cuadrangular se-gún los planos de Alberto de Churriguera, a quien a su muer-te sucedería Andrés García de Quiñones. Admiración plena causó desde su inauguración en 1755: cómo no alabar su armo-nía y exquisita ornamentación; tanto que su estilo no sería ba-

UN BALCÓN SOBRE EL AYER Vista del crucero y el coro de la Catedral Nueva. la construcción del edificio se prolongó de 1513 a 1733, año en que fue consagrado.

EXQUISITEZDECORATIVACristalera modernista de la Casa de lis (izquierda). Abajo, fachada plateresca de la iglesia de San Esteban.

DEL CLASICISMO AL BARROCOEl palacio neoclásico de Anaya fue construido en 1762 (arriba). A la izquierda, vista de la barroca plaza Mayor, con 88 pórticos. Al fondo se alza el edificio del Ayuntamiento, diseñado por José de Churriguera en el siglo XVIII. Salamanca, imagen de la villa dorada

Crecida en torno a su antigua Universidad, la ciudad celebra el vigésimo aniversario de su declaración como Patrimonio de la Humanidad en 1988.

Ieronimus, unpaseo por el cielo

detrás de la nueva. Ahora que los estudiantes están en clase y el día ya puesto en su rutina matinal, el ritmo se ralentiza: que las horas pasen descubrien-do cada rincón del laberinto dorado. Calle abajo desde Ana-ya, surge la iglesia de San Este-ban, parte del convento de los Dominicos, que bien podría ser otra catedral de renacentis- ta grandilocuencia, expresada también en su claustro. Creativa manera de entender la espiri-tualidad que también fluye por el claustro del vecino convento de las Dueñas. Monumentali-dad inspiradora para la Gran Vía, calle del pasado siglo que

Dónde alojarseRector (Paseo Rector Espera-bé, 10. = 923 21 84 82. www.hotelrector.com). Discreto y acogedor hotel frente a la muralla y junto al río. Sus ex-clusivas trece habitaciones son las favoritas de muchas perso-nalidades que visitan la villa. NH Puerta de la Catedral (Plaza de Juan XXIII, 5. = 923 28 08 29. www.nh-hotels.com). Diseño moderno en un edificio antiguo frente a la Catedral Vieja.Petit Palace Las Torres (Pla-za Mayor, 26. = 923 21 21 00). www.salamancapplastorresho-tel.com). Magnífica ubicación en plena Plaza Mayor.

Dónde comerMesón Cervantes (Plaza Ma-yor, 15. = 923 21 72 13). Ta-pas y platos regionales caseros y creativos. Espléndida vista de la plaza Mayor.Delicatessen (Meléndez, 25. = 923 28 03 09). Diseño mo-derno, cocina creativa y local.Casa Paca (Plaza del Peso, 10. = 923 21 89 93). Uno de los más tradicionales de la ciudad. Cuidada gastronomía regional.

nace allí mismo y recrea mag-níficamente el estilo urbano a lo largo de sus edificios porti-cados. Que el tiempo siga pa-sando y no se lleve lo bueno...

Para siempre jamás quedó en pie la fachada plateresca de la Universi-dad. A buscar la misteriosa rana posada en una calavera, que di-cen que es buena fortuna, pero también a recorrer todas las emociones: el aire evocador del Patio de Escuelas, alrededor de la estatua de Fray Luis de León; el hermoso fresco llamado El cielo de Salamanca, dentro del gótico encanto de las Escuelas Menores; la memoria de Una-muno en su aula y en su Casa-museo... Y todo en la estrecha hechura de la calle Libreros, que desemboca en la inmensa silue-ta de la Universidad Pontificia, con la iglesia de la Clerecía, im-ponente como otra catedral más. Los visitantes admiran su barroquismo que se eleva hacia el cielo, pero la mirada se les va hacia la Casa de las Conchas, justo enfrente. Nadie va a en-contrar el legendario tesoro que dicen que esconde una de las conchas que decoran su gótica fachada, así que mejor ir a ta-pear por los bares de la calle Me-

léndez, ahora que los universita-rios hacen ya la ruta de vinos del mediodía. De sobremesa, cuan-do aún las mesas de los restau-rantes siguen ocupadas, los tu-ristas diligentes aprovecharán para transitar por esa recreación medieval que es la calle Compa-ñía. Y seguir: el palacio de Mon-terrey, la casa donde murió Unamuno y su estatua, la Casa de las Muertes y sus misterios, la tremenda cúpula de la Purísi-ma... Y más allá: la torre del Cla-vero, el colegio Fonseca, el Huerto de Calixto y Melibea, la Cueva de Salamanca... Y sí, aho-ra que los rayos del sol declinan y se vuelven rojizos, recorrerlo todo de nuevo en esa incandes-cencia única de la piedra dora-da. Llegar hasta el río, pasando los restos de la muralla y, desde el Puente Romano y su evoca-

ción del Lazarillo de Tormes, asistir al espectáculo de todas las torres y cúpulas iluminadas en la primera noche. Sobrio oro que brilla en la oscuridad, pero también la virguería cromática de las galerías de la Casa de Lis, rara presencia modernista que ahora exhibe exquisiteces de art nouveau y art déco.

La plaza Mayor está ya tam-bién enfatizada por cientos de focos, como un maravilloso es-pejismo. Mucha gente se con-centra antes de cenar en ese "gran salón": un café en el No-velty, como lo hacían Unamuno y Torrente Ballester, o una palo-ma (ensaladilla rusa sobre cor-teza de cerdo) con una caña en el bar del Casino. Luego todos se irán a sus habitaciones y la pla-za/salón seguirá encendida. G

Miguel Mañueco

Fotos: Santiago Fernández Fuentes

TRÍO ARTÍSTICOla fachada de la Universidad, de 1529-1533, es una obra maestra del arte plateresco (sobre estas líneas). Arriba a la izquierda, El cielo de Salamanca, pintado por Fernando gallego en el siglo XV. Junto a estas líneas, puente romano, con la Catedral Nueva al fondo.

PARA VIAJAR