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SALUD PÚBLICA UNA COMPLEJIDAD ANUNCIADA

Salud pública

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SALUD PÚBLICAUNA COMPLEJIDAD ANUNCIADA

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SALUD PÚBLICAUNA COMPLEJIDAD ANUNCIADA

Mario Iván Tarride

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© Editorial de la Universidad de Santiago de ChileAv. Libertador Bernardo O'Higgins 3363Tel.: 56-2-6814542Fax.:56-2-6812561Santiago de Chile

© Mario Iván Tarride

Edición en Portugués, Editora Fiocruz, Río de Janeíro, 1998.

Edición Español en Editorial Universidad de Santiago, 2004.Inscripción Nº 137.473ISBN : 956-7069-87-5

Portada y diseño : Patricio AndradeDiagramación : Paula GuerraImpreso en LOM Ltda.

Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitidaen manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico o mecánico, óptico,de grabación o de fotocopia, sin permiso previo de la editorial.

Impreso en Chile

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Para Julio, Iván, Danae

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Prólogo 11

Presentación 15

Capítulo IAcerca de la crisis de la Salud Pública 19

Capítulo IIAcerca de la Sistémica 47

Capítulo IIIAcerca de la Complejidad 71

Capítulo IVHacia una Salud Pública Compleja 99

Capítulo VConsideraciones Finales 113

Epílogo 117

Referencias Bibliográficas 127

Bibliografía Complementaria 135

ÍNDICE

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Acerca de la crisis de la salud pública

PRÓLOGO

Este libro es el resultado de un esfuerzo interdisciplinario realizado porsu autor, que aspira a habitar espacios transdisciplinarios a través delcultivo conjunto del pensamiento sintético/expansionista y del analíti-co/reduccionista. Espacios como el del emergente paradigma de lacomplejidad, donde la tradicional confrontación entre estas dos for-mas de dar cuenta del mundo sea superada, permitiendo una amplia-ción de nuestras fronteras de comprensión.

Este texto, que une los ámbitos de conocimiento de la Salud Públicay la Epistemología, fue concebido durante la primera mitad de la décadade los noventa y, no obstante el tiempo transcurrido, su contenido parecetan vigente hoy como entonces. Especialmente si se considera que lostemas relativos a la salud pública aún no encuentran, tanto en Chile comoen la Región de las Américas, la estabilidad necesaria para que la pobla-ción disfrute de sistemas de atención acordes a sus necesidades y ex-pectativas. Del mismo modo, si se considera que los sistemas producto-res de bienes y servicios aún no reconocen con suficiente claridad sudirecta participación en la situación de salud de las personas y del am-biente; y, además, si se tiene en cuenta que la mayor parte de las decisio-nes políticas, económicas y sociales, se toman en el marco restrictivo dela estructura sectorial de un Estado que favorece poco el trabajointersectorial.

Por otra parte, su vigencia se puede observar también en la cre-ciente preocupación académica por abordar las problemáticas actuales,incluida la salud, recurriendo a interrogantes epistemológicas y éticas;esto es, no sólo practicando el quehacer científico, sino que cuestionandosus fundamentos, usos y resultados. Así mismo, en la medida que esteinterés se difunda especialmente hacia los ámbitos políticos einstitucionales, serían esperables beneficios directos para la población.

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Se propone aquí, que parte importante de las dificultades que havenido presentando la salud pública, no sólo tienen su fundamento encuestiones metodológicas, sino también en el trasfondo que le han otor-gado determinadas cosmovisiones y paradigmas, hasta ahora dominan-tes.

Se llama la atención sobre un cierto cientificismo exitista, de cultoressoberbios, que parecen haberse olvidado de la falibilidad de tal conoci-miento, ofreciendo un mundo de certezas y realizando extrapolacionesmetodológicas hacia ámbitos de dudosa aplicabilidad.

Conjuntamente, se subraya la parcialidad en la construcción de al-gunas explicaciones y teorías científicas que no han abandonado el usoexclusivo del reduccionismo analítico, desconociendo la posibilidad deincorporar en sus formas de mirar, explicar y comprender, el pensamien-to sistémico/complejo, reconocido por su esfuerzo sintético yexpansionista.

Se sostiene aquí, que la salud pública no debe ser reducida a unproceso de interrogación y respuesta que se ejerza solamente desde lamedicina. La salud pública reclama estatuto de espacio interdisciplinariocultivado por sujetos transdisciplinados; exige que se le reconozca entoda su complejidad.

Consecuentemente, es éste un texto dirigido especialmente asalubristas, pero no exclusivamente. Está destinado también a todos aque-llos profesionales que, desde sus particulares ámbitos de acción, contri-buyen a la discusión multidisciplinaria acerca de las formas de abordar eldesafío de una mejor calidad de vida para las personas. Es cierto que secentra en los temas de la crisis de la salud pública, de la posibilidad deuna nueva salud pública y de sus fundamentos epistémicos, promovien-do una movilidad paradigmática desde el clásico enfoque reduccionistahacia el emergente paradigma sistémico/complejo, pero se hace con ladoble intención de sensibilizar a un cierto grupo de especialistas y, con-juntamente, invitar a profesionales de otros campos a pensar en sus pro-pias prácticas y en la forma de enriquecerlas al servicio de una mejorcalidad de vida.

Se propone aquí, entonces, un conjunto de visiones que el lectorinteresado deberá necesariamente profundizar acudiendo a los autoresreferidos y a otros, abriendo la puerta de un espacio de comprensión que

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Acerca de la crisis de la salud pública

cada día pugna con más fuerza para instalarse como referente epistémicoobligado.

Finalmente, quisiera agradecer a la Editorial de la Universidad deSantiago de Chile y a todas las personas que hicieron posible esta publi-cación, liberándolos de toda responsabilidad por el contenido de la mis-ma; a los posibles lectores por su interés y por las observaciones que mepuedan hacer llegar; a la editorial FIOCRUZ de Río de Janeiro quepublicó el texto original en portugués en 1998, por haber permitido poneresta versión a disposición del público de habla hispana; a aquellas perso-nas que me han hecho llegar comentarios desde Brasil, ya que fueronfundamentales para que me decidiera a emprender el desafío de la publi-cación en español; y, de manera muy especial, a Fermín Roland Schrammque escribió el prefacio de la edición en portugués y que, en esta ocasión,se ha incorporado a manera de epílogo.

Mario Iván [email protected]

Santiago, Junio del 2003.

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Presentación

PRESENTACIÓN

En los últimos sesenta años, la cantidad de hechos acaecidos en elmundo entero han puesto una nota casi dramática a la sensación develocidad del paso del tiempo. El sostenido crecimiento poblacional, elnecesario ajuste cultural producido por vivir en grandes comunidades,el desarrollo de la industria en gran escala, así como el de las cienciasy tecnologías, han traído consigo nuevos y mayores desafíos para elhombre.

Hoy, se habla del mundo como «la aldea global», en la que lostransportes, las comunicaciones y la informática han interconectadofuertemente a personas de los más diversos lugares y culturas. El mundose ha empequeñecido y junto con ello, se ha hecho más complejo; dichode otra forma, hemos tomado conciencia de su complejidad.

No obstante lo anterior, el cambio que en igual período ha venidoocurriendo a nivel de modos de apreciar la realidad y de métodos paraconocer y actuar, ha ido a la zaga. Los programas educativos mantienencomo su principal método para enfrentar la complejidad, el de la frag-mentación, heredada del pensamiento cartesiano. Los beneficios de estaparticular forma de actuar son muchos; sin embargo, deben tenerse pre-sente sus limitaciones para un mejor aprovechamiento del mismo, y paradar cabida a alguna forma alternativa o complementaria de ver, pensar,actuar.

El pensamiento sistémico/complejo, entendido como el acompañantedialéctico natural del reduccionismo fragmentario, ha probado su utilidaden diversos campos específicos, pero su difusión e incorporación en pro-gramas sistemáticos de formación, investigación y acción aún están enproceso.

En particular, en el campo de la salud pública, el acercamiento deenfoques se ha comenzado a producir en años recientes, pero el

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reduccionismo continúa siendo dominante, tanto en el terreno práctico,como en el teórico.

Se propone aquí que la denominada crisis de la salud pública puedeser vista desde una perspectiva epistemológica y que, a partir de ello,una revisión del pensamiento sistémico y complejo constituye una formade contribuir al cuestionamiento conceptual y práctico del campo, enbusca de respuestas a los problemas que lo afligen y a posibles nuevasinterrogantes.

El campo de la salud pública no ha estado ajeno al uso predominan-te del pensamiento analítico y reduccionista y muchas de las críticas quehoy se le hacen, parecen tener fundamento en el ejercicio hegemónicode esta particular forma de pensar; el reduccionismo fenoménico es prac-ticado aquí.

En este libro se sostiene que si se usan diferentes enfoques paramirar la realidad, del mismo modo que se dispone de múltiples teoríaspara explicarla y métodos para enfrentar los problemas que se presen-tan, se dispondrá de más y mejores oportunidades para formular pregun-tas valederas y para hallar respuestas a las mismas.

Coincidimos con la proposición de Dean (1994) respecto de la ne-cesidad de modificar los objetos observados en salud pública; de ampliarsus enfoques metodológicos; de proveerse un rango más amplio de mé-todos; de atender al contexto y su complejidad; de generar nuevos desa-rrollos teóricos y mejorar la formación en el área. Para ello, propone unamovilización de fuerte complementariedad, desde el habitual enfoquereduccionista al sistémico; del reconocimiento de la complejidad comoun ineludible epistémico sobre el cual trabajar.

Se pretende, desde aquí, contribuir a la difusión del pensamientosistémico y complejizador; a ampliar las formas y ámbitos de discusiónde la salud pública, promoviendo posibles nuevas líneas de trabajo. Sebuscan, también, plataformas de desarrollo de discursos que ayuden amejorar los sistemas de salud.

Dos son las fuerzas inspiradoras: por un lado, la necesidad urgentede repensar los problemas prácticos de la salud, en busca de nuevas y/omejores soluciones para realidades específicas; y por otro, discutir enfo-ques posibles de usar para ampliar las miradas, los problemas y las solu-ciones. Se estima que una forma productiva de hacer esto es

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Presentación

complejizando las situaciones, desplazándolas hacia puntos de vista másabarcativos.

El marco conceptual sobre el cual se desarrolla esta propuesta estádado por la complejidad, la sistémica, la sistemografía, los sistemasautopoiéticos y la epistemología biológica. Todos ellas, concepcionesemergentes desde las cuales es posible reformular preguntas y respues-tas para la salud.

El texto se desarrolla, entonces, asumiendo la existencia de crisisen la salud pública, explicándola en términos epistemológicos y centran-do el interés en la presentación de enfoques, teorías y métodos que posi-biliten una reflexión expansionista.

El escrito se ha organizado en cuatro capítulos, además de estabreve introducción. El primero se refiere al problema de la crisis de lasalud pública: sus signos, posibles causas, propuestas de solución exis-tentes, y propuesta del autor para su interpretación desde un punto devista epistemológico y para el reconocimiento de la salud pública comouna complejidad. En el segundo capítulo se revisa el pensamientosistémico, por cuanto se considera que es éste un antecedente obligadode conocer, para comprender posteriormente el campo de la compleji-dad, que se desarrolla en el tercer capítulo. El cuarto, presenta algunasreflexiones relativas a la propuesta de una salud pública compleja y unposible punto de partida para su operacionalización a través de un pro-grama de trabajo. Finalmente, un capítulo de conclusiones, que haceénfasis en algunos aspectos centrales de lo expuesto, con la aspiraciónde que sean vistos como una re-apertura de posibilidades, de conversa-ciones, como una re-introducción al tema del ver, pensar y actuar ensalud pública.

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Acerca de la crisis de la salud pública

CAPÍTULO I

ACERCA DE LA CRISIS DE LA SALUD PÚBLICA

Al consultar el significado de la palabra crisis, encontramos definicio-nes tales como: cambio rápido que sobreviene en el curso de una en-fermedad en sentido favorable o desfavorable; mutación importanteen el desarrollo de otros procesos; situación de un asunto cuando estáen duda su continuación, modificación o cese; grave perturbación dela actividad económica o política, o del aspecto físico o espiritual; si-tuación de un Estado entre la dimisión y la formación de un nuevogobierno (Diccionario Enciclopédico Salvat Alfa, 1989). En conse-cuencia, entendemos que al hablar de la crisis de la salud pública, sehace referencia a la duda acerca de su continuidad, cese o modifica-ción bajo el esquema en que se ha venido desenvolviendo, en virtuddel proceso de cambio fundamental que la afecta. Cuestión que llevaa interrogarnos acerca de la forma en que la salud pública se ha en-tendido y desarrollado, y de cómo se está verificando su cambio.

Señales

Referirse a la crisis de la salud pública, puede resultar redundante sise considera la gran profusión de artículos, opiniones y debates soste-nidos en los últimos años al respecto. Sin embargo, se hace necesariorealizar aquí un esfuerzo de síntesis, dado que las caracterizacionesque de ella se hacen no siempre son coincidentes.

Una primera señal de la crisis es, precisamente, la granpreocupación manifestada por el tema. Existe acuerdo en considerara la salud pública en crisis, no obstante sea posible plantear la hipótesis

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contraria. Apoyados en la relación ‘expectativas versus realidad’1, sepuede suponer que las peticiones efectuadas a una ‘cierta’ salud pública,según la misión a ella asignada y los factores externos condicionantesde su accionar, no se compadecen con sus reales posibilidades deacción. De cualquier manera, mientras no se produzca un ajuste entrelas expectativas de los actores, la misión declarada en los discursos ylos resultados reales obtenidos, la crisis de la salud pública serámanifiesta.

En relación a esta cuestión del quehacer de la salud pública, Arias(1984:80-81) señala que, en la segunda mitad del siglo pasado, ella serefería a acciones preventivas masivas, saneamiento del ambiente y ala acción de las primeras oficinas de higiene encargadas de llevar lasestadísticas vitales. En tanto que ahora, en los países desarrollados, yano se trata de prevenir grandes epidemias, sino de organizar y admi-nistrar la atención médica para atender la compleja y costosa patolo-gía degenerativa, los accidentes y las adicciones. Del mismo modo, enel campo de la salud ambiental, ya no es el alcantarillado, ni las condi-ciones higiénicas de las viviendas lo que preocupa, sino la contamina-ción de la atmósfera y de las aguas, los ruidos y fenómenos perturba-dores antes desconocidos.

Otros signos específicos están en lo que McKeown (1985:82)señala como «razones para dudar acerca de la función y objetivos dela medicina moderna», que aquí asociamos con salud pública: eldesacuerdo acerca de las responsabilidades de los organismos públicosy privados respecto de la financiación y prestación de los servicios desalud; el rápido incremento de los costos de la atención médica y lafalta de un fundamento aceptable para restringirlos; las grandesdesigualdades en la esfera de la salud, entre los continentes, los paísese, incluso, los diferentes sectores de población de un mismo país. Pero,considera que, tal vez, la mayor fuente de incertidumbre se derive dela posibilidad de que valoremos en exceso los logros reales -y

1 Álvarez (1992) en el prefacio de su libro, señala que la salud pública y la medicinapreventiva no han alcanzado en los países en vías de desarrollo, el nivel que fueradeseable dada su importancia y trascendencia para la salud.

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Acerca de la crisis de la salud pública

potenciales- en el tratamiento del enfermo. Empezamos a sospechar,dice, que algunos problemas patológicos quizá sean, al igual que se dijodel universo, «no sólo más extraños de lo que suponemos, sino másextraños de lo que podemos suponer»2.

Para Terris (1989:1-5), la crisis de la salud pública puede obser-varse en signos tales como: servicios médicos desviados a la atenciónmédica hospitalaria terciaria, desatendiendo la prevención primaria;servicios preventivos descuidados y con poco respaldo financiero;énfasis en la prevención secundaria, como terreno del médico, en vezde la primaria como terreno de la comunidad; servicios de rehabilita-ción médica inadecuados y programas de rehabilitación vocacional ysocial descuidados y subdesarrollados; promoción de la salud -queapunta al mejoramiento de las condiciones económicas y sociales dela población, es decir, empleo, ingreso, vivienda, condiciones de traba-jo, educación, descanso y recreación, participación en las actividadescomunitarias y toma de decisiones-, escasamente considerada.

Menéndez (1992:116) enuncia la crisis a través de lo que deno-mina «proceso de mercantilización de la salud», y sostiene que lostérminos ‘deshumanización’ o ‘despersonalización’ que suelen utili-zarse para describir la relación institución médica-paciente, se refie-ren en gran medida a dicho proceso, expresado en signos tales como:sistemas de prepago; seguros médicos; publicidad para autovendersecomo profesional; conflictos y huelgas donde el eje lo constituyen losbajos salarios del equipo de salud; carencia de recursos materialesbásicos para atender los padecimientos de la población, dado el desfi-nanciamiento del sistema de salud; el precio de un accidente laboral oel de un accidente de transporte; el costo de un órgano para trasplan-te; el comercio de órganos; la compra de sangre; entre otros.

La crisis de la salud pública muestra estar vinculada al cambioque se ha venido experimentando en las formas de vivir y abordar losproblemas, tanto en los países desarrollados como en vías de desarro-llo. La asincronía entre salud pública y otros ámbitos del quehacer

2 Cita referida a Haldane (1971).

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social permite hablar de crisis, al observar un desajuste entre su dis-curso y su práctica. Las causas de esta crisis pueden ser múltiples ysu asociación directa con síntomas específicos, peligrosa, por cuantoaquello que es causa puede ser también efecto y viceversa.

Explicaciones

Como se dijo anteriormente, explicar la crisis de la salud pública señala señal y adjudicando a cada una de ellas una determinada causa -unio multivariable- en términos lineales, constituye una simplificación delproblema que no ayuda a su comprensión. Por este motivo, se sinteti-zan aquí un conjunto de argumentos ofrecidos como causas posiblesde la crisis de la salud pública, en términos de componentes de unparticular ‘sistema causal’. Con el único objeto de ordenamiento de lapresentación, se han agrupado las causas en tres grandes grupos: re-lativas al concepto, a la práctica y a la formación e investigación ensalud pública.

Desde el Concepto:

Álvarez (1992) sostiene que una de las causas de la crisis de la saludpública está en el limitado concepto que se tiene de ella, la cual no sólose ocuparía de modificar o controlar algunas condiciones desfavora-bles del ambiente que afectan la salud del hombre, sino también deotras funciones igualmente importantes. Terris (1989:1-5) coincide conesta idea restrictiva de Álvarez, al sostener que el concepto de medi-cina comunitaria-social-preventiva deja a la salud pública como unasubdivisión menor de la medicina.

Sin embargo, Nijhuis (et al., 1994:1) recientemente ha señaladoque la salud pública está siendo vista, cada vez más, como un áreacompleja, en la cual condiciones tales como la pobreza, la ausencia deesperanza en el futuro, una cultura popular hedonística y la influenciade una economía global, están jugando un rol importante.

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Acerca de la crisis de la salud pública

Entre las definiciones de salud pública recogidas por Álvarez(1992), de autores como Winslow3, Hanlon4 y de la Asociación Médi-ca Americana5, es posible observar plena coincidencia en lo esencial,lo cual haría pensar en consensos respecto del entendimiento de lamisma; sin embargo, en la práctica, esto no ocurre.

Aún no existe acuerdo en considerar a la medicina preventivacomo parte de la salud pública o viceversa. Álvarez sostiene que lamedicina preventiva es parte de la salud pública y, como tal, a susobjetivos de promover y conservar la salud, y prevenir las enfermeda-des, habría que agregar los tradicionales, saneamiento ambiental y apli-cación de medidas generales de prevención (aislamiento, cuarentena y

3 «La salud pública es el arte y la ciencia de prevenir las enfermedades, prolongar lavida, y fomentar la salud y la eficiencia mediante el esfuerzo organizado de la comuni-dad para el saneamiento del medio, el control de los padecimientos transmisibles, laeducación de los individuos en higiene personal, la organización de los servicios médi-cos y de enfermería para el diagnóstico temprano y el tratamiento preventivo de lasenfermedades, y el desarrollo de un mecanismo social que asegure a cada uno un nivelde vida adecuado para la conservación de la salud, organizando estos beneficios de talmodo que cada ciudadano se encuentre en condiciones de gozar de su derecho natural ala salud y a la longevidad».

4 Este autor ha propuesto dos definiciones, la primera incluye siete grandes capítu-los: acciones de saneamiento y de control de la contaminación ambiental; prevención deenfermedades y sus consecuencias; actividades relacionadas con proporcionar cuida-dos integrados de salud; actividades relacionadas con la colección y análisis de estadís-ticas vitales; educación para la salud individual y colectiva; planeación y evaluación delos servicios; e investigación científica, técnica y administrativa. La segunda, que datade 1974, ya no se refiere a los campos de aplicación de la salud pública, sino que afirma:«La salud pública se dedica al logro común del más alto nivel físico, mental y social debienestar y longevidad, compatible con los conocimientos y recursos disponibles en untiempo y lugar determinados. Busca este propósito como una contribución al efectivoy total desarrollo y vida del individuo y de su sociedad».

5 «La salud pública es el arte y la ciencia de mantener, proteger y mejorar la salud dela población, mediante esfuerzos organizados de la comunidad. Incluye aquellas medidaspor medio de las cuales la comunidad provee servicios médicos para grupos especialesde personas. Se relaciona con la prevención y control de las enfermedades, con quienesrequieren hospitalización para la protección de la comunidad y con los médicamenteindigentes».

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desinfección), para tener los objetivos de la salud pública. En el modelopreventivista de Leavell & Clark (1958), la salud pública es parte de lamedicina preventiva, al considerar que esta última puede aplicarse endos grandes direcciones: una, con individuos y familias por el médicoprivado; y otra, con grupos y comunidades por los salubristas, constitu-yendo esta última labor, la salud pública. Sin embargo, Álvarez (1992:41-42) no comparte esta visión argumentando que el desarrollo históri-co de la salud pública no apoya dicho punto de vista, ya que sus oríge-nes son anteriores a los de la medicina preventiva. Por otra parte,agrega, el clínico, al mismo tiempo que realiza su labor habitual conindividuos y familias, está contribuyendo de hecho a la salud colectiva.

Esta disputa acerca de qué contiene a qué, dice relación con lamanera de definir medicina preventiva y salud pública y, aun cuandono sea de interés aquí participar de este debate, el considerar distintasdefiniciones de salud pública y señalar la existencia de estos desacuer-dos, contribuye a entender la crisis de identidad de la salud pública.

Según Sepúlveda (et al., 1994), al concepto de salud pública através de la historia, se le ha dado significados diferentes y ambiguos.En la actualidad, señala, es posible identificar por lo menos cinco alter-nativas principales, que a menudo se sobreponen en las definicionescomunes de salud pública. La primera, equipara la palabra ‘pública’con acción gubernamental; la segunda, se enfoca a la participación dela comunidad organizada (el público); la tercera, propone que saludpública es igual a servicios no personales de salud; la cuarta, agregaalgunos servicios de salud personales de naturaleza preventiva, espe-cialmente los dirigidos a grupos vulnerables; finalmente, la quinta, serefiere a la respuesta organizada a los ‘problemas de salud pública’,cuando éstos se consideran como enfermedades muy frecuentes oamenazantes.

La propuesta de Sepúlveda y colaboradores es la adopción de unconcepto amplio de salud pública, en el cual el adjetivo público no serefiere a un sector de actividad o a un tipo de servicio de salud, sino aun nivel específico de agregación, contrastando el nivel individual conel poblacional. De esta manera, el dominio ampliado de la salud, sesubdivide en dos dimensiones: los objetos de estudio y los niveles deagregación. Postulamos, dicen, que el campo de la salud tiene dos objetos

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principales: el primero, representado por las condiciones de salud -losprocesos de salud/enfermedad que afectan a un individuo o a lapoblación-; y el segundo, representado por las respuestas a esascondiciones.

El contenido de la salud pública, para ellos, estaría dado por elnivel poblacional, la epidemiología que estudia los procesos de salud/enfermedad y sus condicionantes y, los sistemas de salud que constitu-yen la respuesta social organizada a las condiciones de salud de lapoblación. Esta concepción de la salud pública, fuertemente depen-diente del conocimiento que se logre a través de la epidemiología, escompartida por Bustamante (1994), quien manifiesta de manera positi-vista, la creencia en la epidemiología futura, como la forma de avanzaren el conocimiento y mejora de la salud, a través del progreso tecnoló-gico.

No obstante la intención de Sepúlveda y colaboradores de teneruna salud pública amplia, al fijar el dominio de ella en el nivel poblacio-nal, niegan la posibilidad de un ejercicio de la salud pública desde elnivel individual, haciéndose coincidente su propuesta con la del modelopreventivista de Leavell & Clark (1958) y opuesta a la concepción deÁlvarez. En consecuencia, no se resuelve la disputa de pertenenciaentre la medicina preventiva y la salud pública.

Esto es evidente para Terris (1989:1-5) cuando señala que existegran confusión con respecto al significado de los términos ‘salud públi-ca’, ‘medicina comunitaria’, ‘medicina social’ y ‘medicina preventiva’,utilizados frecuentemente como sinónimos. Para este autor, existensólo dos conceptos básicos en disputa: por una parte, salud pública ypor otra, medicina comunitaria / social / preventiva, dado que aun cuandoestos tres últimos términos tienen diferentes raíces históricas, su orien-tación es más o menos idéntica6.

6 Terris sostiene que el término ‘medicina preventiva’ surge en los EE.UU., en unperíodo donde la salud pública se preocupaba, casi exclusivamente, por prevenir lasenfermedades infecciosas y estaba bajo el dominio de la profesión médica. La ‘medicinasocial’, dice, es un producto de Francia, Alemania, Bélgica y otros países europeos.Firmemente basada en la profesión médica, representaba una preocupación por el

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Terris considera que la medicina comunitaria / social / preventivaes una subdivisión menor de la medicina, según se la mida por paráme-tros tales como: respaldo financiero, número de personal, prestigio, in-fluencia política. La salud pública en tanto, la define como una activi-dad gubernamental y social importante, de naturaleza multidisciplinariay que se extiende a casi todos los aspectos de la sociedad. Para Terris,el carácter multidisciplinario de la salud pública es crucial, dado queparticipan muchas disciplinas profesionales: epidemiología y bioesta-dística; economía de la salud, sociología, ciencias políticas y otras cien-cias sociales; las ciencias biológicas y físicas; ingeniería de la saludpública, enfermería, estomatología y nutrición; medicina comunitaria /social / preventiva; educación para la salud y administración de salud;a lo que agrega salud pública veterinaria y trabajo social de salud públi-ca.

Por otra parte, Nijhuis & Van Der Maesen (1994:1-2) piensanque los debates más teóricos acerca de los enfoques de la salud públi-ca son confinados a un nivel metodológico científico. Sostienen quefundamentos filosóficos, tales como nociones ontológicas subyacen-tes, son raramente parte de las discusiones, pero están siempre implíci-tas y yacen detrás de los argumentos y razonamientos de diferentespuntos de vista o tradiciones. Así, desde una filosofía social individua-lista, se tendría una cierta salud pública, distinta de aquella que se baseen un pensamiento filosófico social colectivo. Por otra parte, señalan,el concepto de salud puede ser visto también desde dos perspectivasfilosóficas divergentes. La primera, una visión científica natural, me-canicista, en que el foco de la interpretación médica es definitivamentela enfermedad, vista como una perturbación del funcionamiento de al-gún subsistema de los que componen el ser humano, dejando salud

papel de los factores sociales en el origen de la enfermedad y la necesidad de la accióngubernamental en las áreas de prevención de la enfermedad y la atención médica. Eltérmino fue ampliamente adoptado en Gran Bretaña en la década de 1940. En tanto queel término ‘medicina comunitaria’, dice, se hizo prevalente en los EE.UU. como susti-tuto de ‘medicina social’, ya que este último se parece demasiado a ‘socialismo’. Esmás, la utilización de la palabra ‘comunidad’ implica actividad al nivel local más que laacción nacional que detesta la dirigencia conservadora de la profesión médica.

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Acerca de la crisis de la salud pública

como un concepto residual, relativo a la ausencia de enfermedad. Lasegunda, desde la moderna perspectiva holística de la promoción de lasalud, de la cual renace una visión diferente de salud, al considerarlacomo una expresión del grado en el cual un individuo es capaz delograr un equilibrio existencial dinámico, y donde las perturbaciones aeste equilibrio pueden ser interpretadas de diferentes ángulos, posibili-tando miradas tales como: mecanicista, hermenéutica y social.

La crisis de la salud pública es, para Tejada (1992:177), «unaintrincada ‘telaraña’ de aspectos históricos, culturales, económi-cos, sociales, políticos y morales, que se condicionan y potencianmutuamente. El conjunto es una entidad muchísimo más complejaque la suma de las partes. Por eso este fenómeno descoloca aeconomistas, sociólogos, científicos políticos y filósofos, quienes,desde sus rincones de especialización, si bien lo perciben, no ati-nan a encontrar propuestas integrales».

Hasta aquí, la crisis puede asociarse principalmente a la disputa,que aún se sostiene entre salud pública y medicina preventiva, medici-na social, medicina comunitaria, y que materializa el desencuentro exis-tente entre una mirada científica-médica de la salud y otra de caráctersocial. Esto configura un escenario que obliga a mirar el tema comouna complejidad, en que contenidos, fronteras, áreas comunes, objeti-vos, funciones, si bien confunden, también otorgan riqueza de maticespara comprender la salud.

Desde la Práctica:

Según Frenk (1992), las causas de una supuesta crisis pueden serbuscadas en los espacios de la práctica de la salud pública, principal-mente en las instituciones que la sociedad se ha otorgado para asegu-rar que las personas estén sanas. Tiene la impresión de que la saludpública vive una crisis de identidad, de organización y de realización, yse apoya en la sentencia efectuada por el Instituto de Medicina de losEstados Unidos, que señaló: «en años recientes, ha existido unaopinión creciente de que la salud pública, como una profesión,como una actividad gubernamental y como un compromiso de lasociedad, no está ni definida claramente, ni apoyada adecuada-

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mente, ni comprendida completamente» (Frenk, 1992:75). Esta afir-mación –sostiene- es, sin duda alguna, aplicable al resto de las Améri-cas.

Tanto Nájera (1992), como Testa (1992), Tejada (1992) y Me-néndez (1992), coinciden en señalar que la crisis actual de la saludpública, vista a través de los sistemas de servicios de salud, no puedeser considerada como un simple fenómeno económico y financierocoyuntural, sino que como un fenómeno estructural.

Particularmente, Menéndez (1992:103) ubica la génesis de la cri-sis desde mediados de la década de 1960, en virtud de la existencia deun determinado modelo teórico-metodológico, que desde la medicinaafecta a la salud pública, limitando sus concepciones e intervenciones.Durante esos años, dice, la crítica fue básicamente de tipo ideológico-técnico y centrada en el descubrimiento de la función real de la medi-cina y de la salud pública en particular.

A pesar de reconocer la existencia de cambios económico-políti-cos e ideológicos, en el lapso comprendido entre los 60 y los 80, Me-néndez considera que las condiciones estructurales se han mantenido;que la situacionalidad de la salud pública no se ha modificado sustanti-vamente; que los rasgos dominantes de su ‘saber’ y de sus relacionescon la estructura de poder, siguen siendo básicamente los mismos. Lasalud pública en cuanto ‘saber’ y práctica profesional, sostiene, cons-tituye una variedad corporativa de lo que se ha denominado ModeloMédico Hegemónico7, con rasgos estructurales tales como: asociali-dad; ahistoricidad; eficacia pragmática; mercantilización de la salud-enfermedad; orientación básicamente curativa; práctica curativa ba-sada en la eliminación del síntoma; relación de subordinación social ytécnica del paciente, que puede llegar a la sumisión; prevención no

7 «Por Modelo Médico Hegemónico entendemos el conjunto de prácticas, saberesy teorías generados por el desarrollo de lo que se conoce como medicina científica, elcual desde fines del siglo XVIII ha ido logrando establecer como subalternas, al conjun-to de prácticas, saberes e ideologías teóricas hasta entonces dominantes en los conjun-tos sociales, hasta lograr identificarse como la única forma de atender la enfermedad,legitimada tanto por criterios científicos como por el Estado» (Menéndez, 1992:108).

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estructural; identificación ideológica con la racionalidad científica comocriterio manifiesto de exclusión de otros modelos; tendencia a la medi-calización de los problemas; tendencia inductora al consumismo médi-co (Menéndez, 1992:109).

De acuerdo con esta caracterización, Menéndez considera elModelo Médico Hegemónico construido sobre una base filosófica-on-tológica individualista y cientificista.

Otra forma de abordar la salud pública, según Menéndez(1992:118), se dio a través del Modelo de Medicina Psicosomática8

desarrollado entre 1930 y fines de los años 50; convergían en él inves-tigación biológica, clínica, psicoanalítica y científico-social. Esta alter-nativa, afirma, fue reducida a una variante más del Modelo MédicoHegemónico, al privilegiar la práctica clínica por sobre la preventiva.Sostiene que los conceptos ‘modo de vida’, ‘modo de enfermar’, ‘es-tilo de vida’, inherentes al enfoque psicosomático, sólo han sido reto-mados en relación a problemas como violencias, SIDA o alcoholismo,pero no como referente estructural de la salud pública, sino más biencomo un instrumento epidemiológico más, preocupado exclusivamentepor la conducta de riesgo.

En este escenario, Menéndez (1992) coloca la Atención Primariay los Sistemas Locales de Salud (SILOS) como respuestas para en-frentar la postura individualista, tecnologizada y de empobrecimientoestatal que se venía dando. Luego, la posibilidad de un cambio sustan-tivo en la salud pública a partir de estas propuestas, era esperado porciertos sectores que veían en la participación de la comunidad un rolfundamental. Evaluar el resultado de estas propuestas, después dequince años de enunciadas, no es aquí nuestro objetivo. Sin embargo,es evidente el avance que ha ido logrando en diversos países una saludpública de fundamento liberal.

8 En esta tendencia, el proceso salud-enfermedad y también el de atención fueconsiderado como una posible síntesis entre los niveles biológico, psicológico ysociocultural, donde lo biológico patologizado constituía la expresión del padecimientoa partir de procesos causales que debían ser encontrados en lo social y/o psicológico.

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Desde la Formación e Investigación:::::

Otra manera de ver lo que está aconteciendo con la salud pública ysus enfoques, es a través de los planes y programas de estudio vigen-tes en las escuelas respectivas -a nivel de pre y postgrado- teniendoen cuenta que la dinámica de cambio de los mismos es más bien lenta.

En un documento publicado por la Organización Mundial de laSalud (OMS,1985) se revela que las materias enseñadas en cursos depostgrado en las escuelas de salud pública son muy heterogéneas, loque muestra una de las principales características del tema. No obs-tante esto, es posible reconocer también un padrón estructural que serepite en las disciplinas básicas. Entre las materias obligatorias y fun-damentales, comunes a las distintas escuelas, se hallan, en el campo delas ciencias: Bioestadística (o Biometría, o Estadística), Epidemiología,Microbiología (o Bacteriología y Parasitología). Entre las disciplinasaplicadas: Saneamiento Ambiental (o Higiene Ambiental o Saneamien-to e Higiene Ambiental), Introducción a la Salud Pública (o Historia yFilosofía de la Salud Pública), Educación Sanitaria y Organización delos Servicios de Salud. En un segundo nivel de frecuencia, se encuen-tran, entre las ciencias fundamentales: Demografía y Ciencias Socia-les y Salud. Y entre las disciplinas aplicadas: Alimentación y Nutrición,Gestión de la Salud, Planificación Sanitaria, Medicina Materno-Infantily Medicina del Trabajo. Entre las disciplinas optativas, las más fre-cuentes son: Epidemiología de las Enfermedades Crónicas, Derecho yLegislación de la Salud, Administración de Hospitales, Salud Interna-cional y Salud Comparada. Entre las menos frecuentes se encuentran:Salud Pública Veterinaria, Lucha contra Enfermedades Venéreas, Lu-cha contra la Tuberculosis, Programas de Tamizaje o Seguimiento yLucha contra el Paludismo (OMS, 1985:184-187).

La Escuela de Salud Pública de Chile (1987) junto al Ministeriode Salud y la Organización Panamericana de la Salud, realizó un semi-nario acerca de la enseñanza de la salud pública en Chile a nivel depregrado, de donde es posible extraer las siguientes conclusiones: losdepartamentos de salud pública de las Escuelas de Medicina de Chileinician sus tareas en el primer o segundo año, incluyendo, preferente-mente, la enseñanza de la Biometría como tal, o en forma de Bioesta-

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dística y Biomatemáticas. Algunos departamentos dictan Introduccióna la Medicina y sólo en dos, Sociología. Durante el tercer y cuartoaños, la asignatura eje es la Epidemiología, que es dictada por todos losdepartamentos. Algunos dictan Demografía y sólo dos, Higiene Am-biental. En el quinto, sexto y séptimo años, los cursos principales sonMedicina Preventiva o Salud Pública, con actividades de internado ru-ral o urbano. Otras carreras que reciben cursos de Salud Pública son:Nutrición, Obstetricia, Enfermería y Tecnología Médica. Y en muchomenor grado: Fonoaudiología, Odontología, Kinesiterapia, Servicio So-cial, Terapia Ocupacional, Química y Farmacia, Bioquímica y Pedago-gía. La demanda de estas carreras es por las siguientes asignaturas(en orden descendente): Bioestadística, Administración de Salud, Epi-demiología, Salud Pública, Higiene Ambiental y Ciencias Sociales. Conmenor frecuencia figuran: Métodos de Investigación, Biomatemáticas,Educación para la Salud, Demografía y Enfermedades Transmisibles.

Por otra parte, del total de profesionales que trabajan en los de-partamentos de salud pública, el 66% son del área biológica, corres-pondiéndoles a los médicos el 38%. El área matemática y tecnológicaengloba un 23%, mientras que las ciencias sociales y humanas repre-sentan el 11% restante.

Podemos observar que si se juntan los profesionales del área bio-lógica con los matemáticos y técnicos (principalmente estadísticos),alcanzan un 89%. En consecuencia, la visión que se tenga de la saludpública en los departamentos respectivos del país, estará fuertementedominada por las ciencias naturales y formales, quedando un espaciomenor de participación (11%) para las ciencias humanas.

Para Zorrilla (1993:46-48), constituye «una pequeña sorpresa» elque haya pocos estudios capaces de definir, en la perspectiva de losmúltiples procesos en curso, lo que es salud, y cuáles son los mediospara alcanzar los objetivos de la misma. Esta situación, dice, constituyemotivo suficiente para preguntarse por los mejores modelos para unaescuela de salud pública; a su juicio, la misión fundamental de ellasería, precisamente, participar de ese debate. Luego, ante la preguntaacerca de qué enseñar en una escuela de salud pública que deseareencontrarse con las tareas que la sociedad le reconoce, y hacer frenteal mismo tiempo a las discusiones que atraviesan las sociedades

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contemporáneas a propósito de su propia salud, temáticamente propone:las ciencias de la población; la genética de la población; la antropología;el medio ambiente físico; la alimentación; la infección; los tóxicos; elsistema sanitario con su organización y relaciones; el medio ambientehumano y las opciones éticas.

En los tres niveles aquí analizados, no se aprecia una propuestaorientada a una reflexión filosófica, gnoseológica o epistemológica dela salud. Ni siquiera existen enunciados que sugieran un debate pro-fundo acerca de cuestiones metodológicas, quedando dicho espacioreservado preferentemente a la acción de las ciencias básicas -natura-les y formales-, en desmedro de aquellas que cultivan las disciplinasreferidas a lo humano y lo social. Tampoco se reconocen disciplinasorientadas a formalizar instrumental de pensamiento sintético, comopodría ser la Sistémica y la Complejidad, coincidiendo con las necesi-dades enunciadas en los puntos anteriores.

Por otra parte, Frenk (1992:83) sostiene que gran parte de la cri-sis actual de la salud pública está en la debilidad de su base de produc-ción científica. La investigación en salud pública, dice, ha ocupado unlugar secundario comparada con la investigación biomédica o clínica.Y agrega, que tanto los aspectos económicos como las formas de ins-titucionalización de la salud pública, es posible que deban su retraso almodo dominante en que la investigación científica se ha desarrollado,el cual choca con el espíritu integrador que debe caracterizar a la saludpública.

Las Propuestas

Las respuestas que se plantean a los problemas de la crisis de la saludpública, son muchas, y pueden ser catalogadas de teóricas o prácti-cas. Según esto, y en relación con los planteamientos que tienen quever con los sistemas de salud, Tejada (1992:178-179) sostiene que lassoluciones dependerán fundamentalmente de la realidad de cada país,pudiéndose reconocer a lo menos tres posiciones diferentes: los quecreen en la posibilidad de ‘reparar’ algunas de las fallas más visiblesdel sistema, pero sin cambiar sus características fundamentales; losque creen posible ‘revitalizar’ y darle un nuevo contenido ideológico alsistema, manteniendo sus características fundamentales, privatizan-

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do; y los que creen que el sistema actual está definitivamente agotadoy que es, por lo tanto, inútil ‘repararlo’ o ‘revitalizarlo’. Estos últimosplantean que las propias circunstancias y consecuencias de la crisisfacilitarían un proceso de cambios sustantivos con base en un nuevomodelo, radicalmente diferente del tradicional.

En este último grupo se puede inscribir a ciertos autores que, consus aportes, han iniciado, posiblemente, el camino de construcción delo que se ha denominado la ‘nueva salud pública’.

Nájera (1992) parece ser uno de ellos, cuando plantea que lasolución a los problemas de los sistemas de salud, no se hallará a tra-vés del abandono de las responsabilidades -privatización y/o descen-tralización-. Tampoco por medio de procesos de reorganización quelleven a una mayor efectividad y eficiencia del mismo sistema y menosaún en los intentos de racionamiento. Le parece necesario, o al menosconveniente, retomar, recuperar la capacidad de análisis, de pensar, derepensar qué es salud, qué es salud pública, fuera de la compleja mara-ña de interacciones conceptuales en las que la medicina las tiene atra-padas. Considera que el marco debe estar dado por la teoría de laciencia y el contexto general de la crisis analizada, sin lo cual, conside-ra, no habría integración sino sincretismo. Y propone como unidad deanálisis, el ‘nicho’ socioecológico, determinado por una comunidad es-pecífica, solidaria para la salud de todos y que pretende la equidad.

Lo ambicioso de un proyecto de renovar la salud pública, sostieneNájera, es pensar cómo desmedicalizar nuestra forma de conceptuali-zar la salud. La cuestión no es incorporar las ciencias sociales al pen-samiento sobre salud, sino pensar la salud como cuestión social y seplantea las siguientes interrogantes (Nájera, 1992: 129-131):

¿Viven en salud las personas obligadas o sometidas a viviren condiciones de hábitat, de trabajo o de falta de ocupa-ción tales que las incapacitan para su desarrollo cultural,aunque no padezcan enfermedad médica específica alguna,como frecuentemente ocurre, en las edades centrales de lavida?¿Podemos intentar reordenar y depurar el conocimientomédico y el epidemiológico para ir abandonando la ‘clínica

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de las enfermedades’ y la ‘epidemiología de las enferme-dades’, sustituyéndolas por conceptualizaciones abiertas ydinámicas del padecer de las personas en los nidossocioecológicos en que tienen que vivir?

¿Puede todo este esfuerzo, llevar a integrar lo físico-quími-co en el contexto sociológico en el que ocurre y de esa for-ma, lo individual en lo colectivo y lo colectivo en lo solida-rio?

Tal vez, piensa, la colaboración transdisciplinaria o trans-sectorialvaya abriendo el camino hacia una ‘teoría de la salud’.

Frenk (1992) sostiene que hoy, más que nunca, las institucionesde salud pública del mundo y, en particular, de America Latina y elCaribe, enfrentan la necesidad de redefinir su misión ante un entornoque se vuelve cada vez más complejo. Hoy más que nunca, dice, de-ben preguntarse por su papel social, por los alcances de su acción ypor las bases de su saber. Ante la magnitud de los problemas, paraFrenk resulta urgente proponer un renacimiento que, al asimilar lo másrico de nuestra tradición intelectual, nos permita legítimamente hablarde una nueva salud pública, y se formula preguntas tales como: ¿cuá-les son los principios conceptuales que subyacen a este renaci-miento?, ¿cuáles son sus retos organizativos?, ¿cuáles son lascaracterísticas del contexto epidemiológico y social que, a un mis-mo tiempo, establecen la necesidad de cambio y precisan los lími-tes de su factibilidad?

Para Gómez (1994), los desafíos de la salud pública actual sonla equidad, la igualdad y la justicia. En tanto que, para Evans (1993), losproblemas de salud de las personas y del medio ambiente pueden hoyser vinculados a los de seguridad, si se considera esta última tal comofue definida en 1982 por la Comisión Palme sobre cuestiones de desar-me y seguridad9.

9 Seguridad es usado como sinónimo de bienestar físico y económico, de derechoshumanos, de libertades civiles y políticas, de un medio ambiente viable y de justiciasocial, y no como tema de exclusividad militar.

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Fuertemente asociada a estas dos posiciones, encontramos lade Martin (1993), que señala la necesidad de mirar la práctica de lasalud pública desde una perspectiva de ética sanitaria; que plantea lainterrogante acerca de qué hacer ante el uso alternativo de los recur-sos escasos y el crecimiento poblacional. Y sostiene que, ante la sobre-carga ecológica del planeta, deberíamos pensar al igual que MauriceKing (1990) en una salud pública sustentable. Desde una perspectivade largo plazo, el objetivo de los sistemas de salud, visto como controlde la enfermedad y fomento del bienestar, debe alcanzarse con con-servación de los ecosistemas. Y, si las consecuencias de alguna activi-dad sanitaria entran en conflicto con este principio, debe ponerse enduda la conveniencia de esa acción. En este contexto, la proposiciónde Martin es de una salud pública que se justifica hoy, sólo en funciónde un fin futuro, donde el control del crecimiento demográfico le pare-ce un elemento clave para el diseño de soluciones.

Varios autores10 concuerdan en que el tema de la ética sanitariapuesto en discusión por Martin, es de alto interés actual. Sin embargo,no coinciden con sus apreciaciones respecto de los posibles cursos quepodría asumir el abordaje del problema. Reconocen que el crecimientopoblacional acarrea graves problemas, pero no les parece que una po-lítica de ‘eutanasia masiva’, parafraseando a Mahler, sea la forma deabordarlo, así como tampoco una dictadura de la medicina en las deci-siones acerca de quiénes tienen o no derecho a continuar viviendo.Sostienen que la educación, el desarrollo económico, la democracia, elcuidado por los ecosistemas, una mejor distribución de los recursosnorte-sur, una medicina consciente de sus posibilidades y limitaciones,el equilibrio entre las necesidades del individuo y la sociedad, la equi-dad y responsabilidad social, el humanitarismo, el antimercantilismo, latecnología ética, parecen ser algunas de las coordenadas sobre lascuales debería buscarse la solución de los problemas sanitarios.

Testa (1992), por su parte, sostiene que los cambios en la saludpública deben ser pensados desde la perspectiva del poder, así como

10 Ver las ponencias de Pinit Ratanakul, Prema Pandurang, Debabar Banerji, VangieBergum, Hassan Hathout, Povl Riis, Cécil De Sweemer-Ba, Daniel Callahan, P.Nymadawa y Ren-Zon Qiu en Foro Mundial de la Salud, Vol. 14, nº 2 de 1993.

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en relación a procesos de trabajo adecuados para seres humanos deuna sociedad más responsable que la nuestra y en función de una in-vestigación en salud que considere los valores en uso, los afectos, elamor. En particular, sostiene, las relaciones de afecto deben ser anali-zadas con el objeto de entender porqué los cuerpos han dejado de serlibres, para transformarse en popiedad de otros. En tanto que referen-tes afectivos de carácter social, como el matrimonio o la familia, pare-cen ser permanentes e indiscutibles y, aun cuando el tema le parecedelicado, se pregunta porqué dichos referentes tendrían que ser siem-pre los mismos.

Estos aspectos, sostiene Testa, no han sido explorados aún demanera adecuada en su significación respecto a la salud, pero le resul-ta claro que la política represiva acerca del cuerpo, institucionalizadacomo norma a través de la Iglesia, la escuela, la legislación y comoorganización a través de la familia y el matrimonio, es cada vez másuna cuestión pública, un tema de la política y una búsqueda de nuevasformas de comportamiento que avancen en la lucha contra esa repre-sión. A su juicio, estas son cuestiones de las cuales no puede sustraer-se la investigación en salud pública. Puede ser, dice, que esto conduzcaa identificar causas y objetivos que hoy consideramos al margen delterreno de la salud y, como en el caso del trabajo, problemas y pro-puestas de reorganización social, que resulten en un quehacer impor-tante de la salud pública.

Por otra parte, Dean (1994) sostiene que desde 1985 se han veni-do desarrollando diferentes trabajos que documentan repetidamente lanecesidad de un cambio de lo que ‘uno ve’, por una ampliación de lasmaterias de análisis y ‘la manera de mirar’, por la inclusión de enfo-ques analíticos más comprehensivos o abarcativos. La investigaciónepidemiológica, señala, no ha logrado el desarrollo requerido; demasia-do limitada a proyectos aislados, demasiado orientada a las áreas clíni-cas y de laboratorio, en tanto que los estudios de población y la com-plejidad de las fuerzas que crean y mantienen la salud, han sido olvida-das. En consecuencia, plantea la necesidad de nuevos tipos de investi-gación, que atiendan más a la comprensión de los fenómenos comple-jos de la salud, que a la reducción de la confusión en la búsqueda de la

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explicación, permitiendo así la re-elaboración de significados para eltrabajo en salud pública.

Entre los temas que Dean estima necesario tener en cuenta alcrear conocimiento para la nueva salud pública, están: la atención alcontexto y la complejidad en la investigación en salud; la necesidad dedesarrollos teóricos; el uso de un rango más amplio de métodos; unmejor entrenamiento en salud pública; y la necesidad de reorientarrecursos para la creación de nuevos tipos de conocimientos.

Las propuestas aquí resumidamente presentadas, permiten reco-nocer los deseos expresados por sus autores en relación a tener una‘nueva salud pública’, caracterizada por adjetivaciones tales como: ‘se-gura’, ‘sustentable’, ‘ética’, ‘valórica’, ‘afectiva’, ‘humanitaria’, ‘prag-mática’, ‘desmedicalizada’.

Se propone aquí incorporar, además, el adjetivo ‘compleja’, con elobjeto de responder a las críticas de orden metodológico que se efec-túan al ‘mirar’ y ‘proceder’ de la actual salud pública, especialmenteen la línea de Dean, y como una forma de reconocer la posibilidad decoexistencia de todas esas concepciones y muchas otras más.

La Interrogación EpistemológicaLas críticas de orden metodológico que se hacen a la salud públi-

ca tienen que ver, principalmente, con el uso preferente del métodocientífico como forma de conocer, de acceder a esa realidad particulardeterminada por la salud de las personas a nivel grupal. Pero, el fenó-meno del conocer está en la base de cualquiera de las observacionesque actualmente se hacen a la salud pública, de modo que el conjuntode interrogantes que determinan su crisis puede, a su vez, ser vistodesde una perspectiva epistemológica11.

La tradición científica que ha dominado la salud pública desde elModelo Médico Hegemónico, tanto en su práctica como en su investi-gación, ha mostrado virtudes, pero también defectos, que llevan hoydía a hablar de crisis. Los problemas a que se enfrenta la ciencia, tantoen sus aspectos teóricos como prácticos, deben ser considerados aldiscutir la crisis de la salud pública.

11 Entendemos aquí epistemología como teoría del conocimiento científico.

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Al hablar de ciencia se hace referencia a la capacidad del hom-bre de conocer, desde su ‘mundo interior’, el ‘mundo exterior’ y captu-rar sus uniformidades, explicar cómo ocurren los hechos en la realidady, a partir de ello, predecir comportamientos futuros y, en consecuen-cia, actuar (Sierra, 1984:34-36). Para lograr estos objetivos, la cienciase ha provisto del método científico, cuya pauta de investigación puedeser sintetizada de la siguiente forma (Bunge, 1988:63): formulación delproblema; construcción de un modelo teórico; deducción de conse-cuencias particulares; prueba de las hipótesis; introducción de las con-clusiones en la teoría. El resultado de la acción científica es el conoci-miento científico, catalogado de racional, objetivo, fáctico, analítico,explicativo, predictivo, especializado, claro, preciso, comunicable, veri-ficable, sistemático, general, legalista, abierto, útil (Bunge, 1988:15-16).

Es posible pensar que en tanto se cumplan los objetivos de laciencia y se respete su método, nada podría afectar el proceso y resul-tado de su acción. Sin embargo, esto no es así y sabemos que la puestaen práctica del conocer científico así como sus fundamentos trae pro-blemas que han estado y siguen estando en el debate entre especialis-tas. En particular, la cuestión de la validez del conocimiento científicogeneral y específico, que remite al tema de los ‘obstáculos epistemoló-gicos’ planteados por Bachelard (1973:187-205) en relación a la obje-tividad y los valores. En consecuencia, es necesario mantener una ac-titud cuidadosa, de permanente reflexión, acerca del valor del conoci-miento a través de él obtenido.

Así también, en términos gnoseológicos, debemos atender al cues-tionamiento que siempre es posible hacer a los fundamentos y rasgosesenciales del conocimiento científico, relativo a las posibilidades dedar cuenta de una realidad independiente de nosotros.

Desde esta perspectiva, no bastaría con afirmar que la crisis de lasalud pública es organizacional, estructural o de otro tipo, sino que sedebe comprender que el conocimiento de la realidad y las interpreta-ciones que de ella se hagan, juegan un papel fundamental en la cons-trucción del mundo que se desea. La discusión acerca del presente yfuturo de la salud pública, debe pasar por una reflexión epistemológica,que tome en cuenta factores tales como la demarcación del conoci-

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miento científico, el desarrollo de la ciencia, la complejidad, las cien-cias sociales, la administración y el cientificismo.

Sierra (1984:44) sostiene que el problema de la demarcación delconocimiento científico consiste en señalar los límites de sus concep-tos, enunciados y razonamientos, respecto de otros, como el filosófico,vulgar, práctico y técnico. Para Popper (1973:34), consiste en encon-trar un criterio que permita distinguir entre ciencias empíricas y siste-mas metafísicos. Piaget (1973:95) y Bunge (1972:189) lo circunscri-bieron a la exclusividad del uso del método científico, no obstante elproblema prevalece, dado que ello no resuelve la cuestión de los límitesde los conceptos y enunciados, por cuanto se centra exclusivamenteen el razonamiento.

Otro problema sobre el cual tampoco existe acuerdo es el relativoal desarrollo de la ciencia. Para Popper (1973:95) no es acumulaciónde observaciones sino derrocamiento de teorías y su reemplazo porotras mejores. Para Piaget (1973:113), el desarrollo se caracteriza poruna diferenciación de problemas y de teorías, así como por el estable-cimiento de relaciones de integración dentro del dominio de la discipli-na o entre ésta y otras disciplinas próximas a ella. Para Geymonat(1987:94-95), la dificultad de definir el progreso de la ciencia se mani-fiesta en no haber tomado en consideración el patrimonio científico-técnico en su globalidad, el cual crece de siglo en siglo, correspondien-do precisamente dicho crecimiento al progreso científico.

El concepto de paradigma de Kuhn (1986), también constituyeuna alternativa de comprensión del proceso de desarrollo de la cienciaexpresado en desplazamiento y adopción, por parte de la comunidadcientífica, de determinadas teorías. La dosis de subjetividad puesta porKuhn, parece ser un aditamento que muestra con mayor fuerza el pro-blema no sólo del desarrollo de la ciencia sino también el de la demar-cación antes referido.

Una distinción más abarcativa del desarrollo de la ciencia, seríaconsiderarlo conjuntamente en términos cuantitativos y cualitativos. Elprimer caso señalaría acumulación de conocimiento sobre una mismabase fundamental y el segundo, indicaría un cambio esencial en el co-nocimiento existente.

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Para Checkland (1981:59-71), el objetivo de la ciencia de dar cuen-ta de la realidad cada vez de mejor manera y expresado en criterios deanálisis, explicación y predicción, la pone en aprietos al momento deincorporar al hombre como objeto de estudio. Para este autor, la cate-goría de ciencia, de disciplinas tales como antropología, economía, so-ciología, ciencias políticas, es aún una cuestión discutible.

Los problemas que emergen en el ámbito de las llamadas cien-cias sociales, sostiene Checkland, son excepcionalmente difíciles; lacomplejidad a que se enfrentan las ciencias naturales, no tiene compa-ración con la que deben enfrentar las sociales; el reduccionismo esincapaz, como método, de otorgarnos una verdadera ayuda para abor-dar los problemas que incorporan al hombre. No es casualidad, señalaa manera de ejemplo, que en las clasificaciones de las ciencias, lasociología ocupe los niveles de mayor complejidad. No es posible, dice,hacer generalizaciones y establecer leyes en las ciencias sociales, delmismo modo que se hace en las ciencias naturales; tampoco es posibleresolver los problemas de una ciencia social, considerándolos como deuna ciencia natural; no es posible experimentar -o lo es de maneralimitada- con los objetos de análisis de las ciencias sociales, a diferen-cia de lo que ocurre en las naturales; pero, agrega, no sólo es la com-plejidad o disponibilidad de objetos de experimentación el problema, loes también la naturaleza especial del fenómeno que se estudia.

Checkland (1981:69) llama la atención respecto a que el compo-nente del sistema social es el ser humano individual, y, aun cuando se ledespersonalice designándolo como un actor que cumple un rol, él par-ticipa aportando significados y modificando la situación en observa-ción. Lo mismo ocurre con el investigador, del cual dependen, además,las interpretaciones que se den a cada situación.

En las ciencias sociales, sostiene Checkland (1981:70), las pre-dicciones pueden verse alteradas por el solo hecho de ser enunciadas.Los sucesos en los sistemas sociales están fuertemente influidos por elcrecimiento del conocimiento humano. Al parecer en los sistemas so-ciales sólo sería posible señalar tendencias en vez de leyes, y el investi-gador social sólo podría trabajar sobre la base de una lógica que lepermita describir situaciones en términos de escenarios posibles.

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Todo lo dicho es válido también en el ámbito de la administraciónde organizaciones, si aceptamos que ésta es una disciplina que tieneque ver con personas y, en segunda instancia, con objetos. La adminis-tración puede ser vista como la disciplina de la toma de decisiones, enrelación a los problemas del ‘mundo real’, de la vida cotidiana, quecontrastan con los que enfrenta un científico en su laboratorio.

No obstante compartir las impresiones de Checkland respecto delos problemas que enfrenta la ciencia en el ámbito de los sistemassociales, se debe señalar que la complejidad no es atributo exclusivo deellos, sino que está presente también en la naturaleza; el comporta-miento caótico de ciertos sistemas ha puesto el problema de la impre-dicibilidad al centro de las preocupaciones actuales de la ciencia.

Por último, parece válido también hacer una reflexión respectodel comportamiento de ciertos científicos en relación a su trabajo y alresultado del mismo, que, desvirtuando la ciencia, han hecho emergerla idea del ‘cientificismo’.

Una de las características principales del conocimiento científicoes su falibilidad. Sin embargo, a menudo, quienes lo practican, miran elproducto de su trabajo como verdades absolutas, elevadas casi a lacategoría de preceptos; y aún más, como el único conocimiento válido.

Las verdades científicas son usadas, en ciertas ocasiones, comomecanismos de presión y sometimiento del vulgo, con el consiguienteperjuicio al propio conocimiento científico.

No es la ciencia la ‘soberbia’. No es la ciencia la ‘mala’ o ‘bue-na’. No es la ciencia la culpable de tal o cual cosa. Ocurre que, aveces, es usada como un escudo detrás del cual, las personas escon-den sus debilidades. La ciencia no tiene ética; ésta pertenece a loshombres. La cuestión es que tanto la ciencia como la ética se encuen-tran en el científico, y parece una actitud sospechosa sostener que lasresponsabilidades de ellos en cuanto seres humanos se desvanecen enla impersonal expresión ‘ciencia’. Son los hombres quienes practicanla ciencia y no pueden despojarse de sus responsabilidades como tales,ocultándose detrás de procedimientos o técnicas.

Los objetivos y características de la ciencia, así como los proble-mas relativos a sus fronteras y desarrollo, vinculados a sus limitaciones

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en el ámbito natural, social y administrativo, permiten establecer unmarco de referencia epistémico, sobre el cual apreciar los problemassuscitados en un área de acción específica, como la salud pública.

La manera en que se organiza la salud pública muestra el pensa-miento reduccionista que le subyace. Se habla de una disciplina hete-rogénea, pero la síntesis no se realiza. No se observa un discurso queotorgue integración a los múltiples enfoques que la constituyen. Estoevidencia las paradojas, confusiones y contradicciones que vive. Laagregación de nuevos campos de interés práctico y de investigación,bajo el ‘paraguas’ de la salud pública, provoca esa sensación de cam-bio, que señalamos como crisis.

El dominio ejercido por la epidemiología, declarada como ‘la cien-cia’ que alimenta el conocimiento de la salud pública, ha traído buenasy malas consecuencias. Mientras los éxitos del trabajo epidemiológicose acumulan, también lo hacen los fracasos, no siempre explicitados,provocando una sensación inconfortable de no saber a qué se debe loque molesta. El método científico, de buen desempeño en las cienciasnaturales, ha demostrado su debilidad en el campo social. Luego, mien-tras el pensamiento dominante en salud pública provenga de su ejerci-cio, nuestra dificultad de tener una salud pública de carácter social,continuará.

El esfuerzo de la epidemiología moderna por dar cuenta de lasdimensiones sociales en salud, ha provocado un uso profuso de mode-los matemáticos cada vez más sofisticados y de una gran cantidad devariables, generando expectativas más allá de lo razonable y, en con-secuencia, haciendo dudar de sus beneficios conforme los recursosque consume. Por ahora, el tema de discusión en este campo, pareceser la cuantificación de variables, cuestión que señala la voluntad delos epidemiólogos de incorporar a sus modelos, dimensiones que ha-bían permanecido hasta ahora en el espacio de lo cualitativo. ¿Es ne-cesaria una tal discusión, si abandonamos la posición de que sólo locuantificable es verdadero?

Por otra parte, una expresión práctica del reduccionismo en lasalud pública es la fuerza adquirida por el discurso económico. Hoy,una parte importante de los signos de la crisis de la salud pública esasociada a cuestiones económico-financieras: los problemas de salud

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de las personas o grupos humanos son una cuestión de dinero; la crisisde los sistemas de atención de salud es vista como falta de recursos,de financiamiento, de capacidades de gestión, de eficiencia.

El sentido común, el buen sentido común, nos ha abandonado. Eleconomicismo, entendido como conducta atrofiada de ciertos econo-mistas -reduccionismo extremo-, domina preferentemente las decisio-nes en salud pública y se construyen discursos cada vez más específi-cos con el objeto de justificar las consecuencias de una filosofía indivi-dualista, egoísta, que no ve personas entre personas, sino sólo indivi-duos entre objetos.

Asumir la crisis de la salud pública como una cuestión epistemo-lógica es un llamado de atención para transitar el camino de la expan-sión de nuestra mente hacia nuevos enfoques, nuevas creencias, nue-vas formas de pensar, más abarcativas, que faciliten el desarrollo demétodos generales y específicos para la comprensión de la realidad.

Una Complejidad Anunciada

En los dos esquemas siguientes (figuras 1 y 2), se resume un conjuntode declaraciones relativas a la crisis de la salud pública; sus síntomas,causas posibles y propuestas de solución.

Las influencias señaladas por medio de flechas no son exclusi-vas, de modo que del total de relaciones potenciales, se han especifica-do sólo aquellas que, a juicio del autor, parecen más relevantes. Siusáramos la metáfora del ‘efecto mariposa’12, la red de relaciones porestablecer sería tan grande que el esquema relativo a signos / causasde la crisis se haría prácticamente ininteligible, contrariamente a lo quese desea.

12 Hace referencia a la interconexión de partes y sistemas, y dice que si una maripo-sa agita con su aleteo el aire de Pekín, puede modificar los sistemas climáticos de NewYork el mes siguiente (Gleick, 1988:16).

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Cada nodo es, a su vez, una síntesis de hechos, cuyo despliegueanalítico permitiría apreciar, en mayor o menor grado, nuevas redes derelaciones.

¿Qué es causa y efecto de qué? ¿A partir de qué nodo es posible‘desenrollar’ esta ‘pequeña madeja’ de relaciones? ¿Cómo planificare intervenir, si cada acción lleva consigo el agregado de la consecuen-cia imprevista, de la emergencia de fenómenos no esperados?

La asignación de mayor o menor importancia a determinados fac-tores del modelo, permite reducir relaciones y hacer más manejable lasituación; pero, decir que la crisis tiene un fuerte componente econó-mico es reducir la riqueza del sistema de relaciones a unas pocas va-riables. Lo mismo ocurre cuando se dice que la principal causa de lacrisis es la hegemonía del modelo médico o la falta de identidad de lasalud pública. Todos y cada uno de los factores contribuyen a perfilarel cuadro de la crisis.

La cuestión es cómo abordar esta problemática evitando caer enlos tradicionales errores de apreciación, con sesgo profesional, quetiene preocupados no sólo a salubristas, sino a médicos, ingenieros,economistas, sociólogos y educadores, entre otros.

Aun cuando pensamos que no existen soluciones definitivas a losproblemas que nos preocupan, creemos que el estado actual de desa-rrollo de las ciencias, del pensamiento filosófico y, en particular, episte-mológico, puedea yudarnos a comprender y asumir la complejidad delfenómeno que aquí nos interesa.

Corrientemente, se dice que la salud pública es compleja, pero sinllegar a establecer lo que ello significa. En lo sucesivo procuraremosmostrar en qué consiste la complejidad y cómo el estado actual delpensamiento científico y otros alternativos pueden ayudarnos a asumiruna Salud Pública Compleja y con ello, explorar posibles nuevos cami-nos.

Una Salud Pública Compleja pretende, precisamente, llamar laatención sobre el desarrollo alcanzado por disciplinas tales como laSistémica y la Complejidad, con el objeto de tener en cuenta sus avan-ces y usarlos al servicio de una nueva salud pública.

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Acerca de la crisis de la salud pública

FIGURA 1 - LA CRISIS DE LA SALUD PÚBLICA

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FIGURA 2 - LAS PROPUESTAS

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Acerca de la sistémica

CAPÍTULO II

ACERCA DE LA SISTÉMICA

El biólogo vienés Ludwig Von Bertalanffy (1901-1972) ante la grancantidad y magnitud de los problemas que aquejan a los seres huma-nos, sostenía la necesidad de tratarlos en términos de «problemastípicos de sistemas» (1987a:29-50). Es decir, poniendo atención a susentornos, componentes y relaciones que cada día crecen en cantidady complejidad.

Durante la segunda mitad de este siglo, la respuesta a esta propo-sición ha significado la incorporación, cada vez con mayor profusión,de planteamientos de naturaleza holística, interdisciplinaria y transdis-ciplinaria, complementando y enriqueciendo a aquellos de carácter dis-ciplinario y reduccionista.

En las décadas de los 60 y 70, con la masificación de los compu-tadores, el pensamiento sistémico y cibernético tuvo una expresiónimportante en lo que se denominó el Análisis de Sistemas, cuyos culto-res eran conocidos como los ‘resolvedores de problemas’. La formade trabajo incluía la definición de los sistemas, a través del reconoci-miento de sus partes y relaciones y, posteriormente, su modelamientomatemático y ‘corridas’ en el computador. En la medida que se mode-laban sistemas cada vez con mayor cantidad de variables y relaciones,el método se establecía más y más como un instrumento poderoso enla resolución de problemas.

La expansión del límite cuantitativo que impusieron los computa-dores al modelamiento y las restricciones del ser humano para especi-ficar sistemas, significó desplazar la mirada hacia sus capacidades bio-lógicas y psíquicas para dar cuenta de la realidad, provocando unaagudización de la discusión entre objetivistas y subjetivistas, en el ám-bito del conocer.

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La polarización de estos enfoques, disputándose una supuestamayor utilidad en la comprensión y resolución de problemas, ha signifi-cado, entre otras cosas, el desarrollo de nuevas formas de abordaje através de métodos y técnicas que se difunden entre disciplinas y cam-pos de acción.

A partir de los años 60, el interés por el observador de sistemasadquiere gran fuerza, centrándose la preocupación en los mecanismosque le permiten efectuar la acción de observar y, además, en explicarcómo ocurre el conocer. Entre los científicos más destacados puedenombrarse a Von Foerster, Von Glaserfeld, Bateson, Maturana, Vare-la. La fundamentación biológica para construir una respuesta a la tra-dicional pregunta por el conocer tiene una contribución fundamental enPiaget: el constructivismo logra gran desarrollo.

A partir de los conceptos de autopoiesis y de la pregunta por elconocer, Maturana y Varela (1986) proponen su Teoría Biológica delConocimiento, que constituye un estudio del observador de sistemas.

Casi simultáneamente, la pregunta por la complejidad adquiereuna dimensión definitivamente epistemológica a través de Edgar Mo-rin, quien llama la atención sobre el tema haciendo concurrir a un mis-mo punto las preocupaciones de filósofos como Bachelard, de bioci-bernetistas como los arriba nombrados, y de científicos como Prigogi-ne. En tanto que investigadores como Simon, Le Moigne y Checkland,se abocan al tema desde una perspectiva metodológica.

Las peticiones formuladas desde la computación e informática y,principalmente, de la ‘inteligencia artificial’, por teorías cada vez mássólidas en la conceptualización del conocimiento, han significado unfuerte desarrollo de este ámbito, cuya consecuencia más importanteha sido la presencia constante de la referencia al observador de siste-mas, que para algunos se ha convertido en el ‘mal’ de la permanenterelativización de todo cuanto nos rodea.

En la actualidad, la discusión se ha situado, preferentemente, enel plano epistemológico. Con ello, la existencia ineludible de un obser-vador de sistemas que ‘da cuenta’ de la realidad, ha pasado a ser elfoco de interés desde donde se construyen las explicaciones buscadas.

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Este desplazamiento desde el enfoque reduccionista de apreciarla realidad -en que domina el análisis- hacia una mirada expansionistaque privilegia la síntesis y la complejización es, como se dijo anterior-mente, una forma de buscar solución a problemas concretos que nosaquejan en la vida cotidiana. Sin embargo, pensar que el solo hecho deabandonar una cierta forma de mirar la realidad y adoptar otra consti-tuye una solución a los problemas actuales, es una cuestión insosteni-ble. Del mismo modo, la práctica niega la exclusividad del uso de unenfoque respecto de otro; siempre hacemos análisis y síntesis. La cues-tión es darnos cuenta cuándo una mirada es más oportuna que la otray cómo el uso de ambas puede ser de mayor provecho.

En consecuencia, se promueve desde aquí, un cambio de pers-pectiva en quienes permanecen fijos a una única forma de apreciar larealidad. Puede argüirse a favor de un cambio de apreciación que, a lomenos, generará alternativas que orienten el pensamiento y la acciónhacia ámbitos nuevos, puntos de vista diferentes, métodos y herra-mientas distintas, desde donde dejar operar la creatividad en la bús-queda de soluciones a los problemas que nos preocupan.

La flexibilidad para cambiar, adoptando diferentes formas de pen-sar y actuar parece deseable, especialmente si enfrentamos situacio-nes dañinas al ser humano y su medio ambiente. Por ejemplo, los pro-blemas existentes en salud pueden ser superados, pero, sin lugar adudas, darán paso a otros que, aun cuando se parezcan a los anterio-res, constituirán nuevos desafíos para la sociedad.

Una manera de estar alertas a estas situaciones es a través delejercicio permanente de la reflexión y, especialmente, de la reflexiónacerca del cambio; cuestión que haremos a continuación, como unaforma de introducir el tema de la sistémica y posteriormente de lacomplejidad, en cuanto alternativas metodológicas que ayuden al tra-bajo en el campo de la salud.

El Cambio

El cambio puede ser abordado desde una perspectiva filosófica. En laexpresión de Heráclito de Efeso al sentenciar que «no es posible en-trar dos veces en el mismo río, ni tocar dos veces una substancia

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mortal en el mismo estado...» (Tejedor, 1990:20), está contenida lapreocupación del filósofo por la afectación al cambio a que están ex-puestos el hombre y la naturaleza.

El hombre, a diferencia de otros animales, es considerado comoun animal incompleto al momento de nacer. Luego, debe hacerse a símismo. En su vínculo social es donde emerge el ser humano y comotal, en este proceso de formación, los cambios a que se enfrenta pare-cen ser infinitos. En consecuencia, bien podemos afirmar que el hom-bre es un ser esencialmente cambiante, lo que pone al cambio no sóloen él, sino en todo cuanto le rodea, dada su permanente interaccióncon el entorno.

Desde un punto de vista práctico podemos ver el cambio como ladiferencia que es posible apreciar entre dos estados de una mismacosa. Los cambios se producen de manera suave, continua, pero nues-tra forma de dar cuenta de ellos es discreta, de modo que podemos ir,sin dificultad, de lo continuo a lo discreto con el objeto de develar laforma en que se dan los cambios en las cosas.

La posibilidad de analizar y describir los cambios de estado de lossistemas, ha constituido el motor principal en el desarrollo de las cien-cias, correspondiéndole a las matemáticas el privilegio de ser el len-guaje formal para dar cuenta de ello.

El cambio es independiente del valor que una persona le atribuye,como consecuencia de los intereses que ella pone en juego. Los esta-dos de las cosas son valorados conforme a las particulares visiones demundo que se tengan y a los propósitos que, como observadores, leadjudiquen a dichos estados, en la medida que satisfacen de mejor opeor forma sus propios intereses.

En el ámbito del conocimiento, el cambio desde un estado delsaber a otro, se da a través de la incorporación de nuevos saberes, quecontienen a los anteriores o que los refutan. Una manera de ver eldesenvolvimiento del conocimiento es por intermedio de lo que Kuhn(1986) llamó «paradigma», al referirse a la forma en que se da el pro-greso científico. Desde esta perspectiva, el cambio en el conocimientose produce una vez que la comunidad científica tiene suficientes ante-cedentes para considerar válida una nueva propuesta explicativa. Este

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Acerca de la sistémica

cambio, según Kuhn, no se verificaría de manera suave, por acumula-ción de saber, sino en forma de revolución, en términos rupturistas.

Sin embargo, al considerar el cambio paradigmático como la for-ma en que se desarrolla el conocimiento, ¿se niega algún tipo de cam-bio en el conocimiento al interior del paradigma vigente? La respuestaes no, pero deja en evidencia la dificultad en el uso de la palabra para-digma, ratificando las críticas relativas a la vaguedad de la expresiónde Kuhn13. De cualquier forma, es posible percibir que la acumulaciónde saber respecto de una determinada cosa es una cuestión completa-mente distinta a una formulación diferente, que refuta lo anterior o locontiene. El paso de la física newtoniana a la física einsteniana puedeser descrito como un ‘salto cualitativo’ en el conocimiento científico,del mismo modo que lo fue el cambio de la teoría geocéntrica a laheliocéntrica.

En suma, el cambio en el conocimiento está ocurriendo perma-nentemente, sin embargo, éste puede tener un carácter de agregaciónque podríamos llamar cuantitativo, o bien, uno revolucionario que po-dríamos llamar cualitativo. Parece necesario tener en cuenta estos dostipos de cambio al momento de reflexionar acerca de los problemasque nos afligen, con el objeto de aventurarnos más allá, no sólo en elámbito de lo tradicionalmente aceptado, sino también de lo nuevo, al-ternativo y/o abarcativo.

Por un lado, es preciso tener en cuenta que todo cambia y si enalguna ocasión no parece ser así, basta una modificación de la escalade observación para que se esfume la supuesta inmutabilidad. Por otraparte, parece deseable, también, un cambio en el modo de conocer, seaéste cuantitativo o cualitativo, para aumentar nuestras posibilidades deenfrentar los problemas que nos afectan. En este contexto, una re-flexión respecto de los modos de apreciar la realidad permitiría el ejer-cicio consciente del cambio de uno a otro, según las condiciones loexijan.

13 Ver texto «The Nature of a Paradigm» de Margaret Masterman, y en particularla «Posdata: 1969» del libro «La estructura de las Revoluciones Científicas» de Kuhn(1986: 268-319).

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Reduccionismo y Sistémica

Normalmente, para conocer un determinado objeto o situación recu-rrimos a la fragmentación. La totalidad que nos preocupa es ‘trozada’conforme a algún modelo mental que nos permite acceder a cada unade las partes por separado. A partir de ahí, obtenemos conclusionesque luego aceptamos como propias de la totalidad inicial. A esta formade actuar la llamamos análisis y fue instituida como ‘la forma’ de com-prender la realidad por Descartes, formalizando, así, la serie de pro-puestas generadas por Galilei, Bacon y otros que dieron origen al mé-todo científico.

En esta propuesta, las relaciones entre las partes fueron práctica-mente olvidadas. La recomposición del todo a través de la síntesis casino tenía importancia y la dificultad que revestía la condenó cada vezmás al abandono. Esta práctica condujo a una segunda forma de re-duccionismo, en que la inducción de la parte al todo, hacía comprenderuna totalidad, por lo que le ocurría a algunas de sus partes aisladamen-te.

Otro problema del enfoque reduccionista está en no reconocerentornos o ambientes en los cuales las realidades pudieran ser inter-pretadas, quedándose, exclusivamente, con el estudio de las partescomponentes. Este tipo de pensamiento relegó el enfoque expansionis-ta a un segundo plano. El pensamiento sintético fue dejado de lado, enfavor del analítico.

El surgimiento del pensamiento sistémico constituyó un llamadode atención para recuperar la síntesis como una forma importante decomprender la realidad. Sus orígenes están en el interés de los investi-gadores por recuperar la totalidad fragmentada por el análisis.

El pensamiento sistémico apareció a mitad del siglo XIX, espe-cialmente entre los biólogos14. Trajo a la discusión el tema de las rela-ciones entre las partes que componían un todo y la necesidad de reco-nocer que tal todo surgía como expresión de esas relaciones y no podía

14 Ver, por ejemplo, «Concepción Biológica del Cosmos» y «Teoría General de losSistemas» de L. V. Bertalanffy.

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ser explicado desde el puro entendimiento de sus partes. El pensa-miento sistémico, holístico o integrador, se recupera como una formade apreciar la realidad, viniendo a complementar el ya tradicional enfo-que reduccionista y fragmentario.

Es a Aristóteles a quien se le adjudica el concepto de sinergia(Bertalanffy, 1987a:29), que señala que el todo es algo más que lasimple suma de las partes que lo componen. Por ejemplo, una madejade lana que es lanzada contra el suelo, no da bote. Sin embargo, si latransformamos en un ovillo fuertemente enrollado, éste sí da bote y esla alegría de niños y gatos. Al cambiar las relaciones entre los compo-nentes del objeto en observación ha surgido algo que no esperábamos.Esta propiedad ‘emergente’ es el resultado de la interacción sinérgicaentre las partes y era, al parecer, a lo que Aristóteles se refería.

Este fenómeno casi mágico de la emergencia, puede estar rela-cionado con nuestra incapacidad de conocer los sistemas en plenitud.Si fuésemos capaces de conocer todos los componentes de un siste-ma, así como todas sus relaciones, deberíamos entonces ser capacesde predecir completamente su comportamiento y, por consiguiente, losfenómenos de emergencia no se producirían.

Esta idea aristotélica de la sinergia es la que impregnó a los biólo-gos alrededor del 1850, dando paso a una corriente de pensamientoque procuraba explicar la vida desde una perspectiva holística y noreduccionista y fragmentaria. Un primer grupo se denominó ‘vitalista’y su explicación de la vida recurrió a elementos casi ‘mágicos’, queciertos sectores rechazaron, produciéndose una ruptura y el surgimientode un nuevo grupo denominado los ‘organimicistas’. Estos, sosteníanque la vida debía explicarse desde una concepción sistémica, de totali-dad, así como de componentes y relaciones entre componentes, y queno requería de elementos ‘mágicos’ para ser entendida. He aquí unaclara señal precursora del reconocimiento de la ‘complejidad’, en quelos científicos ya no quieren operar con reducción o simplificación;desean hacerse cargo de ella abordándola de manera diferente.

No cabe duda que el enfoque reduccionista de apreciar la realidadconstituye una buena estrategia para hacer frente a la ‘complejidad’.Analizar, fraccionar, partir, reducir, son acciones que nos permiten

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transformar nuestro objeto de estudio en algo ‘simple’, accesible alentendimiento y que, en última instancia, se manifiesta en la posibilidadde tratar con él en algún dominio particular. Nótese que el peligro deeste enfoque radica en no darnos cuenta que hemos cambiado el objeto,al hacer la reducción. Aquello con que, finalmente, operamos en undeterminado dominio, no es lo mismo que teníamos en un principio y,peligrosamente, concluimos que las explicaciones obtenidascorresponden al objeto original.

La mirada a los sistemas, con preocupación por las relacionesentre sus partes, constituye el primer paso del pensamiento sistémico.Fue Bertalanffy quien en los años cuarenta lanzó el desafío de la cons-trucción de una especie de metadisciplina que denominó Teoría Gene-ral de los Sistemas. Propuso como objetivos principales investigar iso-morfismos de conceptos, leyes y modelos en distintos campos y ayu-dar en las transferencias útiles de un campo a otro; animar o alentar eldesarrollo de modelos teóricos adecuados, en áreas que carecen deellos; eliminar la duplicación de esfuerzos teóricos en diferentes cam-pos; promover la unidad de las ciencias, mejorando la comunicaciónentre los especialistas (Bertalanffy, 1987b:14). En esta propuesta, lasmatemáticas juegan un rol principal para el manejo de las relacionesentre las partes y las causalidades. El problema de la complejidad seasociaba a cantidad de relaciones y estados posibles de un sistema. Sinembargo, el fenómeno de la ‘emergencia’ siguió manifestándose y, fi-nalmente, hemos tenido que aceptar la dificultad siempre presente dela ‘complejidad’ en cuanto ‘imprevisibilidad’.

Sin duda, la idea de complejidad sistémica puede asociarse a nues-tras capacidades para tratar con diversos tipos de sistemas. Si éstasson insuficientes, entonces enfrentamos complejidad.

Hoy, por ejemplo, para explicar el concepto de sinergia, se puederecurrir a una explicación centrada en el observador y su lenguaje. Sedice que ha ocurrido un cambio de ‘espacio fenoménico’ al momentode integrar los componentes de un determinado sistema. El fenómenoemergente sólo puede ser comprendido desde un ‘espacio explicativo’distinto a aquel en que se ubica el observador, cuando trata con laspartes del sistema.

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En suma, disponemos del análisis y de la síntesis y, cada vez conmayor fuerza, estamos tratando de comprender los sistemas sinfraccionarlos, sin reducirlos. Queremos aprehenderlos en su‘inteligibilidad’. La sistémica se manifiesta como un pensamientoexpansionista, complejizador y proyectivo. Debemos aceptarlo comouna forma más de enfrentarnos a la comprensión de la realidad y no entérminos antagónicos al reduccionismo dominante. El desafío hoy esexpandir su práctica, con el objeto de servir de base a nuevos enfoquesy métodos para abordar los problemas que nos aquejan.

Una Mirada al Concepto de Sistema

Un sistema ha sido definido de las más diversas formas, sin embargotodas ellas hacen referencia a un conjunto de elementos interrelacio-nados, incluso cuando la concepción de sistema se hace muy cercanaa la de modelo o construcción mental del objeto observado.

Esta última idea de sistema ha surgido de la corriente de pensa-miento ‘subjetivista’, que ha ido tomando cada vez más fuerza en elámbito de la sistémica.

La aceptación de la existencia de un mundo exterior, indepen-diente del observador, del cual éste puede dar cuenta, ha ido dandopaso a la idea de que no es posible tal independencia y, en consecuen-cia, las descripciones que se hacen del mundo que nos rodea, no sonotra cosa que construcciones mentales efectuadas por el observador.

De lo anterior se sigue entonces, que la caracterización que sehaga de un sistema dependerá de la perspectiva que se asuma y cier-tas propiedades atribuidas a los sistemas serán aceptadas, según sea elcaso, como provenientes de un ‘objeto real’ -objetividad- o de una ‘cons-trucción mental’ -subjetividad-.

Cuando Maturana y Varela (1986:13) dicen que «todo lo dichoes dicho por alguien», invitan a aceptar la existencia ineludible delobservador de sistemas y su relación con el objeto del que da cuenta,pero ello no significa asumir inexistencia de realidad. Así entonces, seacepta la existencia de un mundo exterior del cual necesariamente‘alguien da cuenta’, conforme a sus capacidades y limitaciones. El

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informe que ese observador da acerca de la realidad observada, esuna construcción mental «gatillada» (Maturana y Varela, 1986) desdeel mundo exterior pero no determinada por éste, dado que es la estruc-tura15 del observador la que lo hace. Desde esta perspectiva, resultaque un mismo sistema puede ser percibido de distinta forma por dife-rentes observadores, así como un mismo observador puede referirse aun ‘mismo sistema’ de las más diversas formas, ayer, hoy y mañana.

De acuerdo con lo anterior, describir, explicar y definir un sistemano es tarea fácil, especialmente cuando lo están haciendo, simultánea-mente, un conjunto de observadores. Una forma de estabilizar esto, espor medio de los acuerdos que se construyen a través de la historia deinteracciones humanas, cuestión de la cual no siempre nos damos cuen-ta, dado que nuestras capacidades y limitaciones son semejantes, delmismo modo que nos es común la cultura que compartimos.

Desde esta perspectiva, la descripción de un sistema como resul-tante de la interacción de observadores, se constituye en un ‘hechocomplejo’, compuesto por los observadores y sus historias individuales,el contexto en que las observaciones se efectúan, las relaciones obser-vador-objeto que se verifican, las construcciones mentales que cadaobservador realiza del objeto observado, los modelos lingüísticos ex-presados por los distintos observadores y, sobre ello, el proceso con-versacional que se lleva a cabo para lograr o no un acuerdo.

Cuando no se alcanza acuerdo respecto del sistema en descrip-ción, prevalecen las miradas individuales, la heterogeneidad, las con-tradicciones, que llevan al único acuerdo posible en ese caso: calificarel sistema de ‘difícil’, ‘complicado’ o ‘complejo’, expresiones que dis-cutiremos más adelante.

Una vez que los observadores logran ponerse de acuerdo, aquelloque hasta entonces era considerado ‘difícil’, ‘complicado’ o ‘complejo’deja de serlo. Del mismo modo, si un acuerdo ha sido roto, aquello quenos parecía hasta entonces ‘simple’, puede dejar de serlo.

15 Los seres vivos son seres determinados estructuralmente. Sólo pueden haceraquello que sus estructuras les permiten. La plasticidad del sistema nervioso les otorgala variabilidad necesaria. En consecuencia, el exterior nada especifica en ellos.

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La dificultad de tratar con sistemas se manifiesta tanto al descri-birlos como al explicarlos. Si la descripción de un sistema es problemá-tica, entonces podemos suponer que su explicación también lo será,como consecuencia de la relación entre descripción y explicación.

Por otra parte, el hecho de poner el problema de la descripción deun sistema en el espacio conversacional de los observadores, haceemerger la relación entre definición y calificación o clasificación desistemas. Así, las distintas miradas a los sistemas y, los acuerdos ydesacuerdos obtenidos, conducen a la agrupación de sistemas en con-juntos de determinadas características.

De los Sistemas Cerrados a los Abiertos

La física clásica, dominante en el pensamiento científico, sólo tratabacon sistemas cerrados, es decir, no reconocía la existencia de entor-nos para los sistemas en estudio. Esta particular manera de mirar larealidad era común a los diferentes ámbitos del conocimiento, hastamediados del siglo XIX.

Es Bertalanffy (1987b) quien desarrolla la teoría de los sistemasabiertos, dando forma a la idea de que al definir un sistema necesaria-mente estamos definiendo su entorno, por cuanto todo aquello que noestá en el sistema queda constituyendo su medio ambiente, con el cualel sistema se relaciona. Bertalanffy era un organimicista y con estadefinición de sistema abierto, procura resolver la pregunta por los se-res vivos, concibiéndolos como una totalidad que intercambia materiay energía con su entorno.

Esta distinción entre sistemas abiertos y cerrados incorpora nue-vos elementos de comprensión de los sistemas, especialmente en rela-ción con la capacidad de ciertos sistemas para organizarse. Bajo elenfoque de sistemas cerrados, el segundo principio de la termodinámi-ca, conocido como el principio de la entropía, nos mostraba que lossistemas marchaban inexorablemente hacia la equiprobabilidad de exis-tencia de sus componentes. Esto es, las organizaciones desaparecendando paso a la existencia, igualmente probable, de cada una de laspartes fundamentales que componían los sistemas: el fin del universo.Pero esta teoría no daba cuenta de la generación de organización que,

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en cada momento, se está produciendo: neguentropía. Es la concep-ción de sistema abierto de Bertalanffy la que resuelve, en parte, estedilema, al señalar que los sistemas vivientes intercambian materia consu entorno y, en consecuencia, importan y exportan energía, lo quepermite la producción de organización.

El uso del concepto de sistema abierto, desde los años 40 en ade-lante, ha sido amplio y prolífico. La termodinámica de Prigogine es unatermodinámica de sistemas abiertos; la ecología ha tenido a la vista laidea de sistema abierto al estudiar los sistemas formados por seresvivos y su medio ambiente; la administración de empresas ha hechouso de estas ideas de manera exhaustiva16; y así como estos, muchosotros ámbitos.

Este modelo de sistema y entorno, relacionados a través delintercambio de materia y energía, ha sido extendido al intercambio deinformación, resultando en un modelo rico en despliegue de compleji-dad. Múltiples relaciones es posible establecer entre él y su entorno, encuanto a la información que los vincula.

La teoría de los sistemas abiertos señala que en éstos es posiblereconocer características tales como equifinalidad, heterogeneidad ygeneración de organización, aparentemente contradictorias con lasconcepciones físicas anteriores, que trataban con sistemas cerrados17.

El Movimiento de Sistemas

Hasta nuestros días, la propuesta unificadora de las ciencias hechapor Bertalanffy aún no se concreta, de modo que, referirse a unasupuesta Teoría General de Sistemas, es hablar de algo que existe sólocomo una propuesta. ¿Cuáles han sido los resultados concretos deesta ambición de construcción de una ciencia integradora? Laemergencia de una serie de teorías, fundadas en la integración de

16 Consultar autores tales como: Stanley Young, Russell Ackoff, Robert Anthony,Chris Argyris, Stafford Beer, F. E. Kast, J. E. Rosenzweig, Herbert Simon, AmitaiEtzioni, Arthur Hall, Richard Johnson, Raúl Espejo. 17 Para tratar con detalle estos conceptos, véase “La Teoría General de Sistemas”de L. V. Bertalanffy. Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1987.

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áreas disciplinarias diferentes, entre las que es posible mencionar: lateoría de la información18, la teoría del control19, la teoría de autómatas20,la teoría de los juegos21, la teoría de redes y grafos22, la teoría biológicadel conocimiento23, varias de las cuales son incluso anteriores a laformulación de la Teoría General de Sistemas. Uno de los resultadosmás importante de este trabajo integrador lo constituye la Cibernética24.

El que no se haya construido la Teoría General de Sistemas, nosignifica que el uso del enfoque de sistemas se desechara. Muy por elcontrario, en múltiples ámbitos del conocimiento ha ocurrido que susrepresentantes, cada vez en mayor número, lo han utilizado para abor-dar diferentes tipos de problemas. Es así, por ejemplo, que el uso delenfoque de sistemas en sociología y psicología, ha otorgado importan-tes aportes al pensamiento de sistemas en cuanto fuerza pura de desa-rrollo y, también, construcciones de metodologías de intervención ensistemas sociales y concepciones de terapia, que se han movilizadodesde lo individual a lo grupal: terapia familiar sistémica25.

18 Ver «The Mathematical Theory of Communications» de C. Shannon y W. Weaver.The University of Illinois Press, 1949. «Teoría de la Información y Codificación» deNorman Abramson. Paraninfo, 1966. «El Concepto de Información en la CienciaContemporánea» de varios autores. Ed. Siglo XXI, México, 1970. 19 Ver «Teoría del Control» de Richard Bellman. (s.a.) y «Realimentación» deArnold Tustin. (s.a.). 20 Ver “Computation, Finite and Infinite Machines” de M. L. Minsky. PrenticeHall Inc., 1967. “The General and Logical Theory of Autómata” de J. von Neumann,1951. 21 Ver “Theory of Games and Economic Behavior” de J. von Neumann y O.Morgenstern. Princeton University Press, N. J., 1947. 22 Ver “Flows in Networks” de L. R. Ford y D. R. Fulkerson. Princeton UniversityPress, N.J., 1962. 23 Ver “El Árbol del Conocimiento” de H. Maturana y F. Varela. Ed. Universitaria.Santiago, Chile. 1986. 24 Ver «Cibernética» y «Cibernética y Sociedad» de N. Wiener, este último en Ed.Sudamericana, Buenos Aires, 1988. «Introducción a la Cibernética» de W. R. Ashby.Ed. Nueva Visión, Buenos Aires, 1972. 25 Entre los autores que vinculan Sociología y Sistemas se encuentran Walter Buckleyy Niklas Luhmann; y entre los que vinculan Psicología y Sistemas, Paul Watzlawick,Salvador Minuchin y Mauricio Andolfi.

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En ingeniería, el uso de modelamiento matemático desde fines delos años 50 y década de los 60, tiene su raíz en el alto desarrollo alcan-zado en la construcción de computadores y en la posibilidad de mode-lar gran cantidad de variables y relaciones, que permitían manejar gran-des volúmenes de cálculos26.

En Matemáticas, las concepciones otorgadas por la teoría de con-juntos, así como el planteamiento de preguntas, ya no en términos deobjetos sino de conjuntos de elementos, permitió un fuerte desarrollode áreas como la topología o estadística multivariable. Sus usos enAstronomía27 y Agricultura28 son expresión concreta del uso del enfo-que de sistemas.

A medida que el uso del enfoque de sistemas se difunde entrelas distintas disciplinas, la posibilidad de franquear las fronteras de loslenguajes de cada una de ellas es cada vez mayor y la colaboracióndisciplinaria, para el traspaso de modelos de un ámbito a otro, es másfácil y frecuente. El progreso en cálculo infinitesimal es también avan-ce en el campo de lo astronómico y viceversa; los avances en Neuro-logía son útiles para la construcción de computadores y robot; el desa-rrollo del conocimiento en Biología es usado para entender sistemassociales humanos.

A esta forma de distribuirse el uso del enfoque de sistemas, Chec-kland (1981:92-98) la denominó el «movimiento de sistemas». Señala-ba que era posible distinguir dos grandes áreas de desarrollo: una dedi-cada a la teorización, generando teorías de sistemas y sus usos; otra, ala aplicación del pensamiento de sistemas en ámbitos específicos, comopor ejemplo, en la Sociología, Psicología, Astronomía, Agricultura.

26 Para ver el desarrollo de la Ingeniería de Sistemas, consúltese, entre otros auto-res, a R. Ackoff, G. Dantzig, C. W. Churchman, A. Kaufmann, J. Naylor, J. Prawda. 27 La influencia del pensamiento sistémico permite, por ejemplo, cambiar la pre-gunta por la trayectoria de una estrella a la de una nebulosa, o conjunto de ellas. 28 El efecto combinado de fertilizantes, agua, tierra, sol, en diferentes tipos desemillas, llevó a Ronald Fisher a tratar estos problemas agrícolas como problemas desistemas, al poner atención al efecto combinado de los componentes, es decir, a lasrelaciones entre ellos.

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En la primera gran área, es posible mencionar la Teoría Generalde Sistemas y la Cibernética. También, aquí se puede señalar el uso deéstas y otras teorías en la resolución de problemas, a través de meto-dologías especialmente diseñadas para ese objetivo. Checkland(1981:94-95) las clasifica en hard y soft, dependiendo de la menor omayor dificultad de enunciar los problemas, respectivamente. Ubicaen el contexto de las metodologías hard aquellas del tipo Investigaciónde Operaciones, que están orientadas a la optimización de una ciertafunción objetivo, así como también aquellas que llegan a estructurarmatemáticamente un problema de apoyo a la toma de decisiones. En elgrupo de las soft ubica aquellas que, dadas las características del pro-blema, o mejor dicho, las habilidades y recursos que el observadortiene a la mano, no resulta fácil ni siquiera definir el problema; hablaaquí de problemáticas, problemas no estructurados, o de sistemas deproblemas.

El conjunto de acciones llevadas a cabo por los distintos partici-pantes del pensamiento de sistemas, constituye el movimiento de siste-mas y es esto lo que ha generado el desarrollo y difusión del pensa-miento sistémico.

Dada la influencia ejercida por la Cibernética en el actual pensa-miento acerca de la complejidad, se presentan a continuación algunosde sus principales conceptos.

Cibernética de Primer Orden

Norbert Wiener (1894-1964) es reconocido como el fundador de laCibernética, no obstante haber sido Ampére uno de los primeros enusar el término de origen griego, para referirse a asuntos relativos agobierno y dirección (Wiener, 1988:15) (Kolman, 1974:43).

Se cuenta que el ejército norteamericano habría solicitado a Wie-ner, el diseño de un mecanismo para ser instalado en un arma de arti-llería que permitiera hacer blanco en un objetivo móvil, de manera au-tónoma. Si esto es cierto o no, no tiene importancia. Sin embargo, lanaturaleza de la petición fue esencial para que Wiener hiciera la aso-ciación entre mecanismos de seres vivos y artificiales, para el logro delobjetivo. Es más, la generalización de estos mecanismos, expresada en

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la forma que definió Cibernética muestran lo maravilloso de la asocia-ción: «ciencia de la comunicación y el control en los animales y lasmáquinas».

Posteriormente, otros autores dieron otras definiciones a Ciber-nética, como «teoría de las máquinas» y «arte de guiar» (Ashby, 1972:11)o «ciencia de la organización efectiva» (Beer, 1985:ix). En todas ellasestá presente la condición de autonomía del sistema bajo el principio de‘retroalimentación negativa’ -reinyección de ‘información’ a la entra-da del sistema- con el objeto de llevarlo hacia el objetivo prefijado o alestado deseado. He aquí dos elementos claves de la Cibernética deno-minada de primer orden, para diferenciarla de otras posteriores: re-troalimentación negativa e información.

Es posible que el pensamiento inicial de Wiener haya sido del tipo:‘si somos capaces de comprender nuestros propios mecanismos auto-máticos, entonces seremos capaces de imitarlos y construir máquinasautomáticas artificiales’. La extensión de esta concepción llevó a apli-carla a otros campos, como el del gobierno de los países o dirección degrupos humanos organizados en empresas. Actualmente, es corrienteescuchar hablar de Cibernética social29 y Cibernética organizacional30.

La Cibernética, en cuanto ciencia, se consolidó a través de losaportes provenientes de la teoría del control, de la teoría de la informa-ción, de la teoría de autómatas y de la teoría de juegos. El resultado deltrabajo de los cibernetistas fue un cuerpo teórico integrado que permi-te dar cuenta de los mecanismos de regulación y control presentes ensistemas que se autorregulan, sistemas homeostáticos, servomecanis-mos.

Fue el destacado biomédico inglés W. Ross Ashby, constructorde ‘cerebros artificiales’, quien en 1958 publicó por primera vez suIntroducción a la Cibernética, donde organiza los distintos conoci-mientos, de manera altamente pedagógica, permitiéndonos conocer yestudiar las bases del pensamiento cibernético. Tres son los elementos

29 Ver autores como N. Wiener, P. Idatte, G. Pask, N. Luhman. 30 Ver autores como Stafford Beer y Raúl Espejo.

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centrales que conforman este texto: el estudio de las máquinas deter-minadas, a través de los conceptos de transformación uniforme cerra-da y estabilidad de sistemas; el estudio de las máquinas no determina-das o estocásticas, a través de los conceptos de variedad, informacióny entropía; y el estudio de los mecanismos de regulación y control, através de conceptos tales como sobrevivencia y variedad obligada. Sumétodo de la ‘caja negra’, para enfrentar complejidad, constituye unade sus ideas más ampliamente difundidas.

La concepción de máquina determinada de Ashby dice relacióncon todos aquellos sistemas reales cuyos comportamientos están total-mente predefinidos. Cada cambio de estado del sistema es previsible,con certeza absoluta, expresable en términos dicotómicos del tipo ‘síocurre’ o ‘no ocurre’. Un sistema de este tipo, sólo puede ir a un únicoestado, una vez que se produzca el cambio y dicho estado es conocidode antemano. Estos son sistemas en equilibrio, el cual puede darse porpermanecer en un único estado o por exhibir un comportamiento circu-lar, recurrente, en un conjunto de estados. Si un sistema es sacado delequilibrio en que se encuentra, evolucionará y retornará a su estadoinicial, o bien, alcanzará un nuevo estado de equilibrio, pero siemprepermanecerá al interior del conjunto de estados que definen su com-portamiento. Son éstos, sistemas que no crean nuevos estados.

Las máquinas no determinadas o estocásticas se caracterizanprecisamente por su comportamiento aleatorio, sólo predecible en tér-minos estadísticos. Un sistema puede encaminarse a varios estadosdiferentes y el hecho de alcanzar alguno de esos estados, está dadopor la probabilidad de ocurrencia de dicho suceso. Al igual que lasmáquinas determinadas, son también éstos sistemas en equilibrio, enlos que sus comportamientos pertenecen a un conjunto predetermina-do de estados posibles, es decir, no crean nuevos comportamientos.

Este estudio de las máquinas, desde el punto de vista de sus com-portamientos, sirve de base para conceptualizar un modelo de regula-ción y control de sistemas. Sin embargo, deben incorporarse, además,los conceptos de variedad y de transmisión de información a través delas máquinas, para completar el cuadro explicativo. La variedad, segúnAshby (1972:172), es el número de elementos distinguibles en un con-

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junto. Decir, por ejemplo, que un conjunto tiene variedad dos, significaque dicho conjunto tiene sólo dos tipos de elementos distinguibles, sinimportar si el número total de elementos es dos, tres, diez o un millón.Si esta variedad se refiere a una base binaria en términos logarítmicos,se tiene, entonces, la variedad con unidad de medida en bit. Así, lavariedad dos del ejemplo cambia a un bit. Este es un recurso matemá-tico usado para atenuar el efecto multiplicativo del cálculo de la varie-dad.

Si existe variedad, entonces existe información. Nótese que, silas posibilidades se reducen, podemos llegar al extremo de no tener‘nada que decir’, al disponer de un conjunto compuesto por un únicotipo de elemento. En consecuencia, la transmisión de información re-quiere, en primer lugar, de la existencia de variedad.

Shannon ideó una manera de medir cantidad de información usan-do, en términos negativos, el concepto de entropía de la segunda ley dela termodinámica de sistemas cerrados31. Así, de acuerdo con esa for-ma, si un sistema es rico en variedad, tendrá alta entropía negativa,será rico en información y, en consecuencia, será un sistema organiza-do.

Como consecuencia de lo anterior, es posible afirmar que mien-tras un sistema exhibe variedad, posee información y organización. Amedida que pierde variedad, su viabilidad se reduce, por cuanto pierdeorganización. Ashby (1972:281) concluyó que la única forma que tieneun sistema de permanecer en el tiempo es, al menos, igualando la va-riedad proveniente del entorno y que lo afecta en forma de perturba-ciones. Llamó a esto «ley de la variedad obligada». Sin embargo, dadoque las perturbaciones son infinitas, el equilibrio de las variedades esprácticamente imposible, restando solamente la posibilidad de acoplara los sistemas, mecanismos regulatorios que le permitan hacer frente a

31 Si E es un suceso y P(E) su probabilidad de ocurrencia, cuando E ocurre, deci-mos, por definición, que hemos recibido I(E) = log(1/P(E)) unidades de información. Sise tiene un conjunto de sucesos independientes asociados a probabilidades Pi, cuyasuma sea 1, la Entropía o cantidad promedio de información exhibida por ese conjuntoes H = S Pi * log(1/Pi).

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una cierta cantidad de variedad, con el objeto de mantener las varia-bles esenciales en rangos aceptables de normalidad.

Es de principal importancia conocer estas ideas de Ashby paraentender los diferentes discursos que emanan de ellas y de otras ver-tientes del pensamiento de sistemas. De acuerdo con esto, es necesa-rio hacer aquí una referencia al curso que han tomado las ideas ciber-néticas en sus desarrollos posteriores y, en especial, respecto al uso dela teoría de los sistemas abiertos. Esta, por ejemplo, a fines de los años50, dio origen a la termodinámica irreversible, como una importantegeneralización de la teoría física, gracias a los trabajos de Meixner,Onsager y Prigogine, entre otros (Bertalanffy, 1987b:147). Este cam-bio de perspectiva, desde sistemas cerrados a sistemas abiertos, exigióuna reformulación de las explicaciones cibernéticas de Ashby, en cuantoa la aplicación del concepto de entropía negativa, como medición deinformación u organización, dado que se refería a sistemas cerrados.Prigogine dio la respuesta, al indicar que el segundo principio termodi-námico en sistemas abiertos, ocurre como cambios de entropía total,determinados por los cambios de entropía por importación y por loscambios de entropía debido a procesos internos irreversibles en el sis-tema. Según esta visión, más abarcativa, el cambio entrópico internoes siempre positivo, en tanto que el de importación puede ser positivo onegativo y, conforme con ello, se dará la tendencia entrópica o neguen-trópica de los sistemas.

Hasta aquí, todo el desarrollo cibernético se da en términos de labúsqueda de estabilidad en los sistemas. El concepto de retroalimenta-ción es usado en su versión negativa, es decir, de corrección de lasdesviaciones hacia el objetivo perseguido. Sin embargo, existe la otracibernética, la de la retroalimentación positiva, que no corrige desvia-ciones sino que las usa. Magoroh Maruyama (1968) es considerado elprincipal representante de esta corriente de pensamiento, en donde labúsqueda de la estabilidad no constituye un objetivo, sino más bien, loscambios de estados permanentes; él denominó a esta línea de pensa-miento «la segunda cibernética».

Se sostiene aquí que los cambios de escala, al momento de apre-ciar la realidad, dan como resultado estas dos cibernéticas: mientras semantiene la mirada e interés sobre una determinada situación, y a una

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determinada escala espacio-temporal, se observa y persigue la estabi-lidad. Esto es particular y relativamente cierto en el corto plazo. Entanto que si se observa en el largo plazo, es posible detectar o perse-guir el cambio; he aquí un dilema. En este contexto, no es una exclusi-vidad del enfoque de la segunda cibernética el concepto de sistemasdinámicos, dado que es el concepto de retroalimentación -positiva onegativa- lo que caracteriza a dichos sistemas. La estabilidad de lossistemas no se produce únicamente por la mantención de un estado.

El desarrollo posterior de la Cibernética se encaminó a aplicar laconceptualización generada al observador de sistemas, dando origen auna nueva expresión de ella, de carácter epistémico, en la cual el inte-rés está en los mecanismos que le permiten al observador, observar.

Cibernética de Segundo y Tercer Orden

A Humberto Maturana, biólogo chileno nacido en 1928, debemos laformulación de una propuesta cibernética de entendimiento del obser-vador. El interés de este biólogo ha estado orientado a la “compren-sión de la organización del ser vivo y del funcionamiento del sis-tema nervioso, al mismo tiempo que a las derivaciones que talcomprensión tiene en el ámbito de lo social humano» (Maturana yVarela, 1986:172).

Las claves del pensamiento de Maturana pueden develarse des-de su manera de entender los seres vivos, su concepto de autopoiesis,el operar del sistema nervioso, el dominio de las interacciones de losseres vivos, la epistemología, los fenómenos sociales, la conciencia y ellenguaje. Es ésta, una forma de comprensión cibernética del observa-dor de sistemas, no contabilizada en la cibernética de primer orden;nace así un observador de observador, que da origen a la denomina-ción de cibernética de segundo orden. Y, si se trata de un observadorde observadores, es decir, de sistemas sociales, entonces se habla deuna Cibernética de tercer orden.

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Acerca de la sistémica

Autopoiesis, Organización y Determinismo Estructural:

El término “autopoiesis” fue usado por Maturana y Varela para refe-rirse a la organización de los seres vivos, por cuanto estimaron queaquello que precisamente caracteriza a un ser vivo es el hecho de serautopoiético; es decir, que se produce a sí mismo continuamente. Con-juntamente, hacen una distinción entre organización y estructura: serefieren a la primera, como el conjunto de relaciones que deben darseentre los componentes de algo, para que se le reconozca como miem-bro de una clase específica. En tanto que entienden por estructura deese algo, a los componentes y relaciones que, concretamente, consti-tuyen una unidad particular, realizando su organización (Maturana yVarela, 1973). Por ejemplo, si observamos dos mesas, en que una deellas tiene cuatro patas y la otra tres, ambas pertenecen a la clasemesa que revela su organización, sin embargo las estructuras que lasmaterializan son diferentes. Nótese que mientras la estructura de unsistema puede ser variable, la organización no lo es. Estas concepcio-nes de organización y estructura no son propiedad exclusiva de laclase seres vivos o autopoiéticos, sino válidas para cualquier sistema.He aquí la importancia sistémica de estas distinciones.

Según Maturana y Varela (1986:64), los seres vivos son «deter-minados estructuralmente». Esto significa que aquello que les ocurredepende sólo de ellos; hacen sólo aquello que sus estructuras les per-miten. En la interacción de un ser vivo con su ambiente, se verifica unacoplamiento de estructuras que no es instruccional; el ambiente sólo«gatilla» cambios en la estructura del ser vivo.

De acuerdo con esto, ¿cómo se produce, entonces, el encuentroentre seres vivos y qué consecuencias es posible observar?

Coordinaciones Conductuales de Seres Vivos, el Lenguaje y loHumano:

En las concepciones de Maturana y Varela, el encuentro de unser vivo con su ambiente, o con otros seres vivos, es un encuentro deacoplamiento estructural entre ellos, en que es posible, a un observador,reconocer ciertos hechos que denomina conductas. Al hablar deconductas, normalmente se hace referencia a cambios que los seresvivos hacen en sí, debido a cambios estructurales internos; sin embargo,

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desde el determinismo y acoplamiento estructural, una conducta esuna descripción efectuada por un observador de los cambios de unorganismo en la relación con un entorno también especificado por elobservador. En consecuencia, las conductas no son creaciones delsistema nervioso de los seres vivos. Lo que este sistema hace es ampliarel dominio de conductas posibles de un ser vivo al proveerlo de una«estructura versátil y plástica» (Maturana y Varela, 1986:92).

La «clausura operacional»32 del sistema nervioso permite afirmarque éste no opera de manera representacional, ni solipcista. El sistemanervioso no «capta información», sólo opera en base a correlacionesinternas «gatilladas» desde el exterior. Si esto es así, ¿cómo se da,entonces, la comunicación entre seres vivos y en particular entre sereshumanos?: únicamente a través del acoplamiento estructural recurren-te a lo largo de la ontogenia, manteniendo la individualidad de los seresparticipantes. Maturana y Varela (1986:121) denominaron «fenome-nología de acoplamientos de tercer orden» a la resultante de este tipopeculiar de acoplamientos y la consideraron constitutiva de los «fenó-menos sociales». La comunicación es, entonces, el gatillamiento recí-proco de conductas coordinadas entre los individuos en acoplamiento ypertenecientes a una unidad social.

Nuevamente se debe poner atención a un hecho resultante queatenta contra todas las certezas previas; esto es, que en la comunica-ción no hay transmisión de información: «cada persona dice lo quedice u oye lo que oye según su propia determinación estructural»(Maturana y Varela, 1986:130). La comunicación, entonces, no depen-de de lo que se entrega, sino de lo que pasa con el que recibe, cuestiónmuy distinta de la de transmitir información.

Fenómenos Sociales, Dominios Lingüísticos y Ética:

En la historia de interacciones entre individuos, surgen las conductaslingüísticas, como resultado de la interacción de conductas comunica-tivas y conductas ontogénicas. Es decir, se dan en un acoplamiento

32 Esta expresión revela la concepción de sistema cerrado que Maturana tiene delsistema nervioso.

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estructural ontogénico entre organismos y pueden ser descritas, entérminos semánticos, por un observador. El conjunto de todas las con-ductas lingüísticas da origen a un dominio lingüístico, y si como obser-vador, se opera haciendo distinciones de elementos del dominio lin-güístico, entonces se dice que se está en el lenguaje. Maturana (1991:35)sostiene que el lenguaje son «coordinaciones de coordinacionesconductuales consensuales».

A partir del lenguaje surgen la reflexión y la conciencia; en con-secuencia, lo humano. Cuando es posible la reflexión lingüística quepermite a un observador ver que las descripciones son hechas tratandoa otras descripciones como si fueran objetos del dominio de interaccio-nes, sólo entonces hay lenguaje, surge el observador y se existe comoser humano en un dominio semántico.

«Todo acto humano tiene lugar en el lenguaje. Todo acto enel lenguaje trae a la mano el mundo que se crea con otros enel acto de convivencia que da origen a lo humano; por estotodo acto humano tiene sentido ético. Este amarre de lo hu-mano a lo humano es, en último término, el fundamento detoda ética como reflexión sobre la legitimidad de la presen-cia del otro» (Maturana y Varela, 1986:163).

Para Maturana, el fenómeno de lo social se fundamenta en unaemoción, sin la cual éste no es posible y, en consecuencia, tampoco lohumano; ella es el amor, entendido como “la aceptación del otro comoun legítimo otro en la convivencia”.

Hasta aquí, en una cierta trayectoria, se ha revisado resumida-mente el pensamiento sistémico desde Bertalanffy a Maturana, consi-derando su necesidad antes de abordar el tema de la complejidad.

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CAPÍTULO III

ACERCA DE LA COMPLEJIDAD

En la vida cotidiana se dice que algo es complejo cuando no se entien-de, cuando no es posible explicarlo y normalmente se asocia con laspalabras difícil o complicado. Se cataloga algo de difícil o complicadocuando, para poder realizarlo, se debe poner mucha dedicación, prác-tica, energía, esfuerzo. Se sabe también que todo ello es relativo acada individuo, que no es generalizable.

Para Morin (1986:29), por ejemplo, confusión e incertidumbre son«los signos precursores de la complejidad».

Al leer en un diccionario la definición de complejidad, es posibleencontrar citas tales como: «que abarca o encierra muchos elementos opartes; observable bajo diferentes aspectos; confuso, complicado, intrin-cado; grupo o conjunto de cosas, hechos o circunstancias que tienencualquier ligazón entre sí». Le Moigne (1990a:24) afirma que:

“Etimológicamente, la palabra complejo tiene como raíz laexpresión ‘plexus’ que significa entrelazamiento, que engendra‘complexus’; es decir, enredo, conexión, conflagración, apretón, y‘perplexus’. Su contrario no es, entonces, simple sino ‘implexe’ (de‘implexus’), que caracteriza una unidad de acción indescomponible,irreductible por lo tanto a un elemento único”.

En contraste con lo anterior, algunos autores hablan de lo complejoy de lo simple, como conceptos contrarios. En tales casos, las citas (ideas)que de ellos se hagan en este texto, serán respetadas.

Complejidad y SistemasUna visión amplia de complejidad y generadora de posibilidades laaporta Vallée (1990:239-243). Para él, un primer aspecto posible de lacomplejidad está asociado a la relación que se establece entre un sujeto,

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que conoce y actúa, y un objeto en interacción con él. De esta relación,señala, emerge el sentimiento eventual de complejidad que el sujetoresiente y que él atribuye al objeto. Por otra parte, dice, la complejidadde un mismo objeto es relativa al sujeto con el cual él está en interacción,y a las capacidades de conocimiento y de acción de ese sujeto; enconsecuencia, la complejidad aparece como relación. Y agregaseguidamente: otro aspecto de la complejidad concierne al conjunto delos estados posibles del objeto, conjunto sobre el cual puede ser, enalgunos casos, definida una densidad de probabilidad de ocurrencia.Se considera que un sistema tal es tanto más complejo, en la medidaque sus estados son menos especificados. Habrá allí una complejidadnatural del sistema y conjuntamente una complejidad subjetivamentepercibida por un observador.

Vallée usa tres formas distintas para referirse a la complejidad:«sentimiento del observador»; «juicio del observador»; «nombre» dado auna relación sujeto-objeto. No obstante el tipo de expresiones que usa,su idea de complejidad es fundamentalmente objetiva.

Simon (1990:126), al caracterizar la complejidad de los sistemas, lohace de la siguiente forma:

· Los sistemas que tienen muchas componentes pueden ser con-siderados complejos, en comparación con los que tienen pocas.Así, la cardinalidad de un conjunto puede ser tomada comouna medida de su complejidad33.

· Los sistemas en los cuales hay mucha interdependencia entrelas componentes son, generalmente, considerados como máscomplejos que los sistemas con menos interdependencia entrelas componentes34.

33 Claro está, que la complejidad de una red de diez computadores no es compa-rable a la complejidad de una organización de cinco personas, aunque su cardinalidadsea mayor. De modo que, recurrir al número de elementos de un conjunto, para califi-carlo de complejo, puede resultar engañoso.

34 La diferencia que se plantea aquí con respecto al caso anterior, es el recono-cimiento de relaciones entre los componentes. Anteriormente se podía hablar de con-glomerados, en tanto que ahora la referencia es a sistemas. En consecuencia, la comple-jidad tiene que ver con los sistemas y no con los conglomerados.

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Acerca de la complejidad

· Los sistemas que son ‘indecidibles’ (indemostrables o no for-malmente calculables) pueden ser considerados como comple-jos, comparados con aquellos que son deterministas35.

· La complejidad de los sistemas puede ser medida por su conte-nido de información, en el sentido de Shannon y Wiener. Poreste criterio, los sistemas con muchos componentes idénticosson menos complejos que los sistemas de tamaño comparabledonde los componentes son todos diferentes.

Simon señala además que se puede hablar no solamente de lacomplejidad de los sistemas sino también de la complejidad de las teo-rías o de los dominios de problemas y agrega las siguientes expresio-nes de complejidad, que bien podrían quedar contenidas en algunasde las anteriores36:

· En relación estrecha con la noción de complejidad ‘informacional’se encuentra la idea de medida de la complejidad de las teorías,por el número de sus parámetros, o por el número de símbolosnecesarios para definirlos.

· Existe hoy día un interés muy marcado entre matemáticos einformáticos por la complejidad computacional, vista como el nú-mero de pasos de cálculos elementales necesarios para resolverlos problemas en una clase dada.

· Las medidas de la dificultad de un problema pueden ser vistas, almenos en ciertas circunstancias, como una clase particular demedidas de la complejidad computacional.

Simon (1990:127), al igual que Vallée, ubica la complejidad en elsistema observado, pero también en el ojo y mente del observador, al

35 Aquellos sistemas que tienen un comportamiento cierto, de valor probabilístico0 ó 1, son considerados menos complejos que aquellos que no lo tienen. Entre estosúltimos es posible encontrar aquellos cuyo comportamiento sólo puede asociarse avalores mayores que 0 e inferiores a 1; o bien, a sistemas incalculables, como es el casoen que se presenta no-transitividad (a>b y b>c pero no se cumple que a>c), o desistemas indemostrables como la existencia de Dios.

36 Nótese que las tres expresiones hacen referencia a cardinalidad; la primera, alnúmero de elementos de un conjunto y las dos siguientes, al número de pasos necesa-rios para obtener una solución.

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decir: «aun cuando un sistema sea por naturaleza simple, es decir,descriptible en principio en términos simples, un observador puedeno lograr descubrir esta descripción, y puede no ser capaz de ca-racterizar el sistema más que de una forma compleja».

Consecuente con lo anterior, este autor recomienda: «no desespe-rar frente a la complejidad, ni tampoco imaginar grados de com-plejidad inexistentes en la naturaleza. Si solamente contamos com-ponentes, estamos inclinados a sobreestimar la complejidad de lossistemas reales al calcular el total de relaciones que es posible esta-blecer». Sin embargo, agrega, «el mundo está en gran parte vacío[de componentes] o poblado de manera dispersa, donde la mayorparte de las interconexiones potenciales entre las cosas están abso-lutamente ausentes, o, si ellas existen, son de una importancia míni-ma. Los sistemas que existen en la naturaleza son principalmentejerárquicos y cuasi-descomponibles» (Simon, 1990:142).

Complejidad y Complicación«No sé cómo haces tú, pero yo generalmente me rindo ya en lasalida. Los problemas más sencillos que surgen de día en día meparecen casi imposibles de resolver en cuanto intento buscar bajola superficie». Justice Learned Hand (Weinberg, 1987:123).

Si bien esta visión puede parecer derrotista, tiene la fuerza de ladescripción que coincide con lo que se siente al enfrentar hechos u objetosque sobrepasan la capacidad de comprensión. La necesidad de certeza,de determinismo, choca a diario con la incerteza, la indeterminabilidad.Esa es nuestra vida, existencia simultánea en un mundo cierto e incierto.

Weaver (1948) sostenía que, en la medida que progresaban la ex-perimentación y la observación, el problema de la «complejidad no orga-nizada», ejemplificada por la segunda ley de la termodinámica, pasaría aser el de la «complejidad organizada», esto es, de la interrelación entreun número grande, aunque finito, de componentes.

Este concepto de complejidad que algunos hoy denominan compli-cación, es la idea pionera del tratamiento con sistemas de muchos com-ponentes y relaciones.

La aparición de los primeros computadores permitió hacer algo quehasta entonces parecía una tarea titánica: guardar las relaciones entre

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Acerca de la complejidad

los componentes de un sistema al momento del análisis, para luego utili-zarlas al momento de la reconstitución. Una de sus mayores expresionesmatemáticas la constituye la Investigación de Operaciones, surgida du-rante la segunda guerra mundial a partir del Algebra Matricial, como unaforma de optimizar el uso de los recursos, en tan críticos momentos.Posteriormente, esta disciplina se trasladó al campo de la administraciónindustrial, aportando al desarrollo de la Escuela de Administración Cien-tífica.

El desarrollo del modelamiento de sistemas en que ha sido posibleformular una cierta función objetivo, describir algunas variables impor-tantes, obtener datos de comportamientos anteriores, determinarparámetros de dichos comportamientos, establecer algunas relaciones yproponer pesos de importancia relativa para algunas variables, pareceestar más próximo de lo que se denominaría modelamiento de sistemascomplicados. En este tipo de problemas es posible establecer un enun-ciado, modelar e, incluso, predecir, dado que el uso del método científicoes cierto. Lo anterior no ocurre con los que hoy se denominan sistemascomplejos. La discusión aquí se plantea no sólo en el plano de lamodelización formal, sino también en el plano epistemológico. Es decir, siacaso es posible conocer todos los sistemas, desde la perspectiva cientí-fica.

Simon piensa que las cosas no son tan complicadas como algunoslas quieren hacer aparecer y, en consecuencia, propone el uso de mode-los que conciben una realidad más bien simple. En cambio, para Morin,la cuestión es diferente; la complejidad está al centro de su discurso y, ental caso, el método por usar para actuar sobre estos sistemas ya nopuede ser el método científico, como veremos más adelante. De ahí supropuesta de «El Método», que sólo se hace a sí mismo método, al en-frentar la complejidad en el proceso acción-reflexión.

Del Desorden al Orden y del Orden al DesordenLa sentencia de Weaver respecto del paso de la ‘complejidad no orga-nizada’ a la ‘complejidad organizada’ es restrictiva si se asume entérminos dicotómicos. Hoy se habla de orden y desorden coexistiendoen forma simultánea y generándose recíprocamente.

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La termodinámica explica el movimiento entre orden y desorden ysu coherencia. En la termodinámica de sistemas cerrados, el desordenno puede disminuir. Luego, el estado hacia el cual se encaminan estossistemas es el de desorden total, máxima entropía o equiprobabilidad deexistencia de sus componentes, lo que significa ausencia de cualquiertipo de organización.

Para Prigogine (1990:55), el equilibrio es un estado de invarianzaentrópica. En consecuencia, los sistemas lejos del equilibrio están enpermanente cambio entrópico, pero no sólo por pérdida energética en elseno del sistema, sino también, por el resultado positivo o negativo de suinteracción con el medio ambiente.

Lejos del equilibrio, los procesos irreversibles son fuente de cohe-rencia. La aparición de esta actividad coherente de la materia, sostienePrigogine (1990:57), impone una nueva forma de mirar, una nueva ma-nera de situarse respecto al sistema que se define y manipula. Mientrasque en el equilibrio y cerca de él, para tiempos suficientemente largos, elcomportamiento de los sistemas está enteramente determinado por lascondiciones de contorno, lejos del equilibrio se reconoce una cierta auto-nomía que permite hablar de fenómenos de ‘auto-organización’. Desdeesta perspectiva, el orden y el desorden no se presentan como opuestos,sino como inseparables.

Pero no sólo desde la perspectiva de la termodinámica, orden ydesorden adquieren especial relevancia en su tratamiento simultáneo.Para Gleick (1988:11), la sentencia «la ciencia clásica acaba dondeel caos empieza», comenzó a ser derribada en la década del 70, cuandoun grupo de científicos estadounidenses y europeos comenzó a «transi-tar el camino hacia el desorden», para establecer, al cabo de diezaños, una nueva área de conocimiento que se denominó ‘El Caos’, trans-formando la sentencia anterior en «la ciencia acababa donde el caoscomenzaba».

Gleick (1988:16) sitúa el inicio del moderno estudio del Caos conEdward Lorenz, en el decenio del 60, a raíz del hallazgo de ecuacionesmatemáticas que describían sistemas de comportamiento ‘suave’ y quepodían llegar a representar sistemas tan violentos como una cascada.Pequeñas alteraciones a las condiciones iniciales, normales de un siste-ma, llegaban a transformarse, rápidamente, en enormes diferencias de

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Acerca de la complejidad

salida. En el tiempo atmosférico, por ejemplo, ello ha sido expresado através de lo que se ha denominado, metafóricamente, como el ‘efectomariposa’37.

«Los sistemas más sencillos se conciben ahora como capacesde suscitar muy arduos problemas de predecibilidad. Sin em-bargo, el orden se presenta de modo espontáneo en tales siste-mas: caos y orden simultáneos» (Gleick, 1988:15).

El estudio del comportamiento caótico en los sistemas ha permitidoun gran desarrollo en el modelamiento de sistemas no lineales, así comodel software para su resolución y, con ello, la consolidación del estudiode los ‘Sistemas Dinámicos’.

Para Morin (1986:63-64), orden y caos van unidos en el proceso de‘desintegración organizadora’ y sólo pueden ser comprendidos desde lacomplejidad.

«El verdadero mensaje que el desorden nos aporta en su viajede la termodinámica a la microfísica, y de la microfísica alcosmos, es emplazarnos a partir a la búsqueda de la compleji-dad. La evolución ya no puede ser una idea simple: progresoascensional. Debe ser al mismo tiempo degradación y cons-trucción, dispersión y concentración... El orden, el desorden,la potencialidad organizadora deben pensarse en conjunto, ala vez en sus caracteres antagonistas bien conocidos y suscaracteres complementarios desconocidos. Estos términos seremiten uno a otro y forman un bucle en movimiento. Paraconcebirlo, hace falta mucho más que una revolución teórica.Se trata de una revolución de principio y de método. La cues-tión de la cosmogénesis es pues, al mismo tiempo, la cuestiónclave de la génesis del método» (Morin, 1986:63).

37 Referente a la intrerconexión de partes y sistemas, dice que si una mariposaagita con sus alas el aire de Pekín, puede modificar los sistemas climáticos de NuevaYork el mes siguiente (Gleick, 1988:16).

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Medición de la Complejidad

De acuerdo con la premisa epistemológica básica de Orchard(1987:245), que señala que «dado un fenómeno en investigación,no podemos conocerlo completamente en su plena simplicidad nien su plena complejidad», se han desarrollado diferentes formas deobjetivar la complejidad o simplicidad de los sistemas, a través demecanismos de medición.

La aparición de los computadores ha significado una revolución, yun aspecto de ella es el relativo a la cuantificación de la complejidad apartir del número de componentes de un sistema y de las relacionesproducidas. Sin embargo, la complejidad manejable tiene un límite teóri-co de 10 elevado a 93 bits, que sería la capacidad de cálculo de unacomputadora imaginaria del tamaño de la tierra, operando en un tiempoequivalente a la edad de ésta (Klir, 1987:13). Otra estimación indica que,para un fisiólogo, estudiar el comportamiento de la retina como un todo,implica transmitir 10 elevado a 300.000 bits (Ashby, 1987:102), cantidadque sobrepasa en mucho el límite anterior.

La cuestión de cuantificar la complejidad de un sistema, vista comointeracciones entre las partes de dicho sistema, llama la atención respec-to de lo que significa estimar el volumen de cálculos por realizar a medi-da que aumentan las partes y relaciones. La experiencia ha demostradoque, a menos que se puedan efectuar algunas simplificaciones, el volu-men de los cálculos aumenta por lo menos tan rápidamente como elcuadrado del número de ecuaciones (Weinberg, 1987:122) de descrip-ción. Situación ante la cual Simon llama a no desesperar.

Por otra parte, si se acepta que «la complejidad es imprevisibilidadesencial» (Le Moigne, 1990b:304), entonces es posible evaluar la com-plejidad instantánea de un sistema modelizable, por la relación entre elnúmero de comportamientos posibles del sistema (eventualmente pon-derados por su probabilidad de ocurrencia) y el número de comporta-mientos ciertos (o pre-determinables de manera certera) de ese sistema.

Además, si se considera que los conceptos de información, organi-zación y complejidad son vinculados de manera directa, y que Shannon yWiener habían propuesto medir cantidad de información a través delconcepto de entropía, entonces esta medida no sólo es de ganancia opérdida de información, sino también de organización y de complejidad.

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Acerca de la complejidad

En suma, si se considera la complejidad como una propiedadevaluable de los sistemas, entonces es posible establecer modelos quepermitan cuantificarla. Así, entonces, se tiene:

· El modelo de la variedad cibernética de Ashby, referido al núme-ro de elementos distinguibles de un conjunto (Le Moigne,1990b)(Ashby, 1972);

· El modelo de la medición estadística de la complejidad o termo-dinámico, o de la Entropía, de Shannon (Le Moigne,1990b)(Ashby, 1972);

· El modelo de la complejidad de redes de Marcus, referido a lacantidad de relaciones entre componentes (Le Moigne, 1990b);

· El modelo de la complejidad computacional de Simon, referido alnúmero de pasos de un programa de computación (Le Moigne,1990b).

Estos modelos, sin embargo, permitirían más bien una evaluaciónde la complicación de un sistema observado, que de su complejidad...entendida en el sentido del efecto sinérgico que se le atribuye habitual-mente. Esta constatación ha conducido a la investigación epistemológicacontemporánea a renovar los modos de representación de la compleji-dad. Considerando que la complejidad de un sistema cambia, cuando secambian los códigos con que se le trata, es posible postular que la com-plejidad no está en la naturaleza de las cosas -las que no serían ni sim-ples, ni complejas-, sino que residiría en el modelo que el observadorconstruye del fenómeno observado. Y, dado que es el observador el queelige el código a través del cual modeliza el fenómeno, la complejidad setornaría una propiedad del sistema constituido por el observadormodelizando y los modelos que él construye o codifica. La complejidad,por lo tanto, no es más propiedad del sistema observado, sino del sistemaobservante (Le Moigne, 1990b:311).

Modelando la Complejidad

Si la complejidad está en la modelización del fenómeno tenido porcomplejo, entonces, surge la interrogante por el método de modeliza-ción, por la forma de construcción de las representaciones a través delas cuales se obtiene conocimiento del fenómeno, por el método de

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concepción de modelos complejos.La búsqueda de un método de concepción de la complejidad susci-

tó una reflexión sobre la concepción de la concepción, que se desarrollóy afirmó en el seno de la ciencia de los sistemas desde los años 1947 a1952, en el curso de los cuales fueron publicados los textos fundadoresde Weaver, Shannon, Wiener, Bertalanffy, Ashby, Simon. Esta búsquedase desarrolló progresivamente alrededor de dos paradigmas, que hoy seentiende mejor en cuanto ellos se articulan mutuamente: el paradigma dela organización, en un referencial conceptual, cuyo máximo representan-te es Morin, y el paradigma de la inteligencia, en un referencial másinstrumental orientado a la computación, cuyo principal exponente esSimon (Le Moigne, 1990b:305).

En esta perspectiva de búsqueda de métodos de concepción, esposible reconocer los diferentes esfuerzos realizados, a través de losdenominados ‘paradigmas de la modelización’ (Le Moigne, 1990a:161-165). Así, se tienen los paradigmas modelizadores:

· de la mecánica galileana38;· de la mecánica estadística39;· de la regulación40;· de la cibernética41;

38 Consiste en inferir a partir de la experimentación, estructuras estables cuyocomportamiento explique el movimiento observado. Este es el fundamento del para-digma de la mecánica racional, ampliamente difundido a distintas disciplinas y tenidopor largo tiempo como el paradigma de la modelización científica.

39 Surgido hacia la mitad del siglo XIX a partir de las experiencias de físicostermodinámicos, talvez se le pueda asociar con el paradigma evolucionista desarrolladopor los naturalistas. Más que el estudio del movimiento, le preocupa la transformaciónestructural. Acepta la complejidad e irreversibilidad de los fenómenos, que organiza enniveles jerárquicos, donde el metanivel corresponde a un agregado estadísticosimplificable.

40 Corresponde al anuncio anticipado del paradigma cibernético. De origeningenieril, su símbolo es el regulador de bola de la máquina de vapor de J. Watt, pero suconceptualización será hecha por biólogos a partir de la segunda mitad del siglo XIX.

41 Se constituye en la conjunción del paradigma de la regulación y de la mecánicaestadística, expresándose a través de la primera y segunda cibernética respectivamente.

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Acerca de la complejidad

· del estructuralismo42; y· de la sistémica43.

Este último es aquí el de mayor interés, por lo que se presenta acontinuación. Según Le Moigne (1990a:5):

«modelización es la acción de elaboración y de construcciónintencional, por composición de símbolos, de modelossusceptibles de hacer inteligible un fenómeno percibidocomplejo, y de amplificar el razonamiento del actor proyectandouna intervención deliberada al seno del fenómeno;razonamiento orientado particularmente a anticipar lasconsecuencias de esos proyectos de acción posibles».

En el paradigma modelizador de la sistémica, la participación delobservador es principal, otorgándole al sistema resultante la característi-ca de ser teleológico, y permitir la comprensión y proyección de cursosde acción posibles.

Para actuar en la modelización sistémica se debe hacer un es-fuerzo por utilizar lo menos posible los conceptos que hoy son familiaresa la modelización analítica, tales como: objeto, elemento (irreductible),conjunto, análisis, estructura, óptimo, control, eficacia, aplicación, evi-dencia o explicación causal y cierta. En cambio, se debe recurrir a: pro-yecto, procesos, sistema, componentes o unidad activa, concepción, or-ganización, inteligencia, efectividad, proyección, pertinencia, compren-sión teleológica (Le Moigne, 1990a:9).

Aun cuando los sistemas complejos no son reductibles a modelosexplicativos, ellos pueden ser, sin embargo, inteligibles. No se puede re-ducirlos a modelos de ‘prêt-a-porter’ (Le Moigne, 1990a:4), sino másbien modelizarlos a cada instante a través de un proceso continuo deconcebir y producir modelos potencialmente complejos.

Aquí, ya se introducen los conceptos de finalidad y ambiente, que posteriormenteasimilará el paradigma sistémico.

42 Se construye por la integración de los paradigmas de la mecánica racional ymecánica estadística.

43 Se construye por la conjunción de los paradigmas cibernético y estructuralista.

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Ya se sabe que lo complejo es distinto de lo complicado, y que paracomprender este último tipo de sistema, es posible simplificarlo y descubrirsu inteligibilidad. En tanto que, para comprender un sistema complejo,se debe modelizar hasta construir su inteligibilidad. Del mismo modo, enla modelización de sistemas descomponibles se puede ir de lo complicadoa lo simple a través de la disyunción, en tanto que en los sistemasindescomponibles se va de lo complejo a lo implexo a través de laconjunción. Esta última forma de actuar, por expansión, por síntesis, estípica del pensamiento sistémico.

La Sistemografía es el procedimiento por el cual se construyenmodelos de un fenómeno percibido complejo, representándolo delibera-damente como y por un sistema general (Le Moigne, 1990a:26). Laforma canónica del sistema general se entiende como la representaciónde un fenómeno activo percibido identificable por sus proyectos en unambiente activo, en el cual él funciona y se transforma teleológicamente.Las componentes claves de esta representación canónica son entonces:funciones, transformaciones, finalidades, ambiente.

Debe tenerse claridad de que mientras la modelización analítica esobjetiva, la modelización sistémica es proyectiva. Los modelos se cons-truyen en la cabeza y se representan en un soporte físico.

Le Moigne (1990a:45-91) reconoce, en la acción modelizadorasistémica, los siguientes tipos de modelos generales:

· de procesos44;· por niveles teleológicos45;

44 Todo sistema complejo puede ser representado por un proceso. Consiste enidentificar dicho proceso (complejo de acciones que se percibe por su acción resultan-te) en el referencial tiempo, espacio, forma (en el sentido gestáltico de forma organizaday organizante identificada por una acto cognitivo de percepción), y representarlo portres funciones arquetipo: transferencia temporal, transformación morfológica, transfe-rencia espacial.

45 Consiste en una complejización progresiva de la modelización: se identificaun fenómeno; el fenómeno es activo (hace algo); el fenómeno es regulado; el fenómenose informa sobre su propio comportamiento; se reconoce un subsistema de decisiónautónomo que procesa información y decide comportamientos del sistema; se proponeun subsistema de memorización de información; el sistema coordina las decisiones deacción; el sistema es capaz de elaborar nuevas formas de acción o decisión; el sistemaes capaz de decidir sobre su decisión, o sea, de finalizarse.

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Acerca de la complejidad

· de la organización46;· del sistema de tratamiento de información47;· del sistema-organización: operación-información-decisión48;· ‘inforgético’ (la organización entendida a la vez como energía e

información)49.

La modelización analítica se prestaba bien a la aprehensión de fe-nómenos complicados y previsibles; la modelización sistémica se ha de-sarrollado precisamente para permitir el paso de lo complicado a lo com-plejo, de la previsibilidad cierta a la imprevisibilidad esencial y sin embar-go inteligible.

La modelización y la inteligibilidad de la complejidad se producensólo en la acción modelizadora. El va y viene entre teoría y práctica,entre sistémica y epistemología, permite desplegar la complejidad delpropio proceso modelizador y, desde allí, la construcción inteligible de losfenómenos percibidos complejos.

46 Concibe a un sistema complejo funcionando, transformándose en su contextoo medio ambiente y, autonomizándose, a través de tres acciones recursivas tipo: man-tener / mantenerse; integrar / integrarse; producir / producirse.

47 Consiste en concebir un sistema en términos de: acoplamiento (leer y escri-bir); computación (comparar, desplazar, copiar, borrar, agregar, desagregar); y, memo-rización (almacenamiento de corto y largo plazo). Permite representar la elaboración-concepción de un proyecto de acción o de una estrategia, por parte de una organizaciónautónoma.

48 Se concibe como la articulación de tres niveles: operación, información, deci-sión. La modelización de las operaciones tangibles es por construcción específica, esdecir, atendiendo a cada una de ellas en sus respectivas acciones, articuladas en redes yniveles teleológicos. La modelización de los procesos de información y decisión tienencarácter general y responden a la modelización «Sistema de Tratamiento de Informa-ción».

49 Convergen en él dos modelos de organización de un sistema complejo. Poruna parte, el modelo «Sistema-Organización» con sus niveles de operación, informa-ción, decisión y, por otra, el modelo de la «Organización» con su sistema de accionestemporales arquetipo de sincronía, autonomía y diacronía. El resultado es una matrizde nueve funciones: producir, mantener, integrar (re-unir), computar, memorizar, co-municar, comprender, finalizar y concebir. Este modelo constituye una herramientaútil de diagnóstico para que el modelizador intervenga en el seno de un sistema comple-jo; especialmente, organizaciones sociales.

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Se debe tener siempre presente que inteligibilidad no es sinónimode simplicidad y, menos aún, de simplificación.

La modelización sistémica de la complejidad, a través de encuen-tros transdisciplinarios, hace emerger, efectivamente, en su práctica, lainteligibilidad que cada uno de los especialistas busca en sus propiasprácticas cognitivas.

Los métodos de modelización sistémica son fundadosepistemológicamente sobre un cimiento constructivista, muy diferentedel cimiento post-positivista que sustenta la modelización analítica. Des-de allí la complejidad puede ser aprehendida sin mutilación previa. Ellaes modelizada desde el entendimiento humano, sin reducirla a sus com-ponentes.

De acuerdo con Le Moigne (1990c:114), los métodos demodelización sistémica deben basarse en una axiomática que elmodelizador no debe perder de vista si desea evitar incurrir en una im-propiedad sistémica. De lo contrario, el efecto sería la destrucción de lacomplejidad, en lugar de concebirla en su integral potencialidad. Losaxiomas por considerar son:

Axioma 1: la modelización sistémica es la conjunción de al menosun modelizador y su entorno, en el cual percibe unfenómeno activo, teleológico (sincronicidad);

Axioma 2: representar por conjunción el acto y no la cosa, elproceso y no el resultado (uso de la caja negra, o delprocesador simbólico);

Axioma 3: un complejo de acciones percibido complejo por unmodelizador, puede ser representado inteligiblementepor diversas redes (alternativas) de interaccionessusceptibles de articulación en niveles de densidad deinteracciones comparables;

Axioma 4: la acción percibida se ejerce en un tiempo percibidoirreversible (Prigogine). Todo modelo sistémico de unfenómeno percibido complejo lleva en sí mismo lashipótesis de sus propias transformaciones: no haycinemática sin dinámica asociada, y viceversa (Thom)(diacronicidad);

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Acerca de la complejidad

Axioma 5: la acción debe poder ser productora de ella misma.Este axioma de recursividad es muy fuerte y a menudotenido como contra-intuitivo por los lógicos clásicos;

Axioma 6: una acción y un complejo de acciones deben sercapaces de producir su propia representación: la acciónproduce la información que la representa;

Axioma 7: la información engendrada por un complejo de accionesdebe poder ser diagramable (o memorizable) bajoforma simbólica, y estos sistemas simbólicos debenpoder ser manipulables (o computables) en el seno delcomplejo de acciones que los conforman;

Axioma 8: en tanto conceptuadores o conceptuadores de procesosde concepción, es necesario ser explícitos como jamásse ha sido antes, sobre todo aquello que está en juegoen la creación de una concepción (Simon).

Le Moigne (1990a:170) sintetiza lo que considera el paradigma dela modelización sistémica, de la siguiente forma:

«Un fenómeno percibido complejo, en consecuenciairreductible a un modelo determinante, de previsión cierta desus comportamientos, se representa por un sistema complejo.Un sistema complejo se representa por un complejo de accio-nes teleológicas en un ambiente activo. Este complejo de ac-ciones es a la vez sincrónico (funcionalmente), diacrónico(transformación) y recursivo (autonomización). Él se descri-be, por su organización proyectiva, en niveles; cada nivel,asegura la conjunción de las funciones de transformaciónrecursivas de auto-producción, de auto-mantención y de auto-relación. Esta organización de sistema complejo se articulapor la conjunción de operaciones, de información y de deci-sión: las informaciones, composición de símbolos (signos, sig-nificados, significantes) son generados y memorizados por lasoperaciones proyectivas (acciones teleológicas), que ellas re-presentan, por proyección. El comportamiento teleológico delsistema complejo, o su estrategia (planes de acción) son ela-borados por el proceso decisional que se ejerce al seno de la

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organización. Él se ejerce por computación simbólica eninteractividad con el proceso informacional que engendra laactividad de la organización. Este proceso de producción y dememorización de símbolos es consustancial a la organización:él asegura la mediación entre las operaciones y las decisionesinteligentes que permiten su adaptación teleológica; al mismotiempo él desarrolla el sistema propio de finalización del siste-ma complejo, finalización inteligente y memorizante que ase-gura su autonomización y así su identificación estable».

Complejidad, Adentro y Afuera del Observador

Para Prigogine y Stengers (1990), la cuestión de la complejidad y sim-plicidad de los sistemas ya no puede ser tratada en términos jerárqui-cos, en que se tenía en un extremo objetos deterministas y perfecta-mente inteligibles, como el péndulo, y en el otro, los hombres y sussociedades. Al medio, se ubicaba el enigma de un progresivo procesode ‘complejización’, de ‘emergencia’ de lo complejo a partir de lo sim-ple. Hoy, señalan, dondequiera que se mire se encuentra que lo simpley lo complejo coexisten sin oposición jerárquica.

Según estos autores, las relaciones entre lo simple y lo complejopueden ser vistas desde la noción de ‘atractor’. Para representar un‘atractor’, que puede ser un punto, una longitud, una superficie o unvolumen, se introduce un espacio que tiene tantas dimensiones comovariables sean necesarias para describir la evolución temporal del siste-ma en torno a él. Este espacio ni siquiera requiere ser entero, puedeincluso ser fraccionario o en lenguaje ‘caótico’, ‘fractal’. Una nube, porejemplo, puede ser comprendida como un ente intermedio entre una su-perficie y un volumen y, en consecuencia, caracterizado por una dimen-sión fraccionaria comprendida entre dos y tres. El descubrimiento deatractores caracterizados por dimensiones fraccionarias, permite am-pliar la mirada desde el espacio de las formas al de los comportamientostemporales (Prigogine y Stengers, 1990:77-82).

El comportamiento ‘caótico’ es típico de sistemas caracterizadospor un atractor anómalo, en que el ‘tiempo de Lyapunov’ es un verdade-ro ‘horizonte temporal’ (Prigogine y Stengers, 1990:85). Este señala ladiferencia entre lo que podemos ‘ver’ desde donde estamos y lo que hay

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Acerca de la complejidad

más allá. Es decir, la evolución que ya no podemos describir en términosde comportamiento individual sino solamente en términos de comporta-miento errático común a todos los sistemas caracterizados por el atractorcaótico. Según esto, Prigogine y Stengers sostienen que la existencia desistemas caóticos transforma la noción de impredicibilidad, la libera de laidea de una ignorancia contingente que podría ser superada simplementecon un mejor conocimiento, y le da un sentido intrínseco, propio del siste-ma.

Si Prigogine y Stengers articulan su discurso de la complejidad apartir de las jerarquías de sistemas, Bachelard (1985:130) lo hace desdela condenación de la doctrina de las naturalezas simples y absolutas:

«En la realidad no hay fenómenos simples; el fenómeno es untejido de relaciones. No hay naturaleza simple, ni substanciasimple; la substancia es una ligazón de atributos entre las par-tes y el todo. No hay idea simple, porque una idea simple, comobien vio Dupréel, debe ser insertada, para ser comprendida,en un complejo de pensamientos y experiencias. La aplicaciónes complicación. Las ideas simples son hipótesis de trabajo,conceptos de trabajo, que deberán ser revisadas para recibirsu justo papel epistemológico. Las ideas simples no son la basedefinitiva del conocimiento; aparecerán, por consiguiente, comouno u otro aspecto cuando sean dispuestas en una perspecti-va de simplificación a partir de las ideas completas».

Al centro de su discurso está el desafío de la síntesis, pero previenede cuidarse de llevar demasiado lejos la composición. Es preciso perma-necer en la zona en que la composición es orgánica para comprenderbien la ecuación de lo complejo y de lo completo.

Para Bachelard, lo simple sólo puede ser destacado una vez que locomplejo ha sido profundamente estudiado.

Pensamiento Complejizador

El trabajo de Morin sobre el desarrollo de un pensamiento complejiza-dor, parece estar fundado en un esfuerzo abarcador, en que la senten-cia de que el único principio que no inhibe el progreso es: «todo sirve»(Feyerabend, 1986:7).

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Para Morin (1983:417), el pensamiento complejo no está orientadoa sustituir la «simplificación atomizante» por una «simplificaciónglobalizante». Tal pensamiento no apunta a lo elemental -en donde todose funda en la unidad simple y el pensamiento claro- sino a lo radical, endonde aparecen incertidumbres y antinomias, donde el pensamientocomplejo tiende a la multidimensionalidad.

El mundo de la organización viviente, sostiene Morin (1983:421),contiene intrínsecamente no sólo equilibrios y acuerdos sino también com-petencias, antagonismos y conflictos. En consecuencia, el problema delpensamiento complejo es tratar con la unidad / desunidad de la vida sinreabsorber, reducir o debilitar uno de los dos términos. Según Morin, sedebe tener permanentemente en cuenta que las emergencias son lasrealidades, cualidades, propiedades surgidas de la organización de unsistema y que presentan un carácter nuevo y, por ello, no reductible a lascualidades o propiedades consideradas aisladamente o dispuestas demanera diferente. Aquello que no es comprensible en un determinadonivel de descripción, alcanza sentido en otro más abarcativo, en que lareducción efectuada por el ‘o’, ha sido cambiada por una inclusión através del ‘y’.

El surgimiento de contradicciones no significa un problema insolu-ble para Morin, sino un progreso del conocimiento. Conforme con locual, las contradicciones no son sólo signos de lo absurdo, de errores ofalsedades, sino también la posibilidad de encontrar lo verdadero. El pen-samiento complejo «debe ser un juego / trabajo con / contra la in-certidumbre, la imprecisión, la contradicción». Su exigencia lógicadebe ser entonces, mucho mayor que la del pensamiento simplificante,ya que permanentemente se bate en una ‘tierra de nadie’, en lasfronteras de lo decible, de lo concebible, de lo alógico y de lo ilógi-co” (Morin, 1983:447).

La idea de complejidad no reside en la sustitución de la ambigüe-dad, la incertidumbre, la contradicción por la claridad, la certidumbre, ladeterminación, la coherencia, sino en su necesaria convivencia, interaccióny trabajo mutuo (Morin, 1983:447-448).

El problema del pensamiento complejo, sostiene Morin (1986:427),es pensar conjuntamente sin incoherencias dos ideas que, sin embargo,son contrarias. Esto es posible, sostiene, sólo si se encuentra, por una

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Acerca de la complejidad

parte, el meta-punto de vista que relativiza la contradicción y, por otra, lainscripción en un bucle que haga productiva la asociación de las nocio-nes antagónicas, que se han hecho complementarias. Así, agrega, sepuede diseñar un principio de pensamiento, por la transformación de unadisyunción o alternativa, en una unión o unidad compleja. El uso de lacircularidad en el manejo de los conceptos, afirma, permite rechazar lareducción de un dato complejo a un principio mutilante o concepto maes-tro.

Para Morin (1986:31-32), respetar la circularidad es respetar lascondiciones objetivas del conocimiento humano, que comporta siempre,en alguna parte, paradoja, lógica e incertidumbre. Concebir la circularidades abrir la posibilidad de un método que, al hacer interactuar los términosque se remiten unos a otros, se hace productivo. La paradoja, el círculovicioso, la antinomia son fuentes generadoras de pensamiento complejo.

Los objetos ya no son sólo objetos, las cosa ya no son cosas; todoobjeto de observación o de estudio debe en lo sucesivo ser concebido enfunción de su organización, de su entorno, de su observador. Una talunión de nociones, hasta ahora disjuntas, hace aproximarse al núcleoprincipal de la complejidad, que no está solamente en la unión de lo sepa-rado / aislado, sino en la asociación de lo que estaba considerado comoantagonista (Morin, 1986:427).

Los procesos simplificadores deben ser integrados, acogidos, co-operativos en todo pensamiento complejo, pero lo que debe ser rechaza-do es la simplificación (Morin, 1983:451).

La forma de pensar compleja se prolonga en forma de actuar com-pleja, donde el método es la actividad pensante del sujeto (Morin,1984a:368).

Para Morin, la necesidad de complejidad se nutre de una problemá-tica fenoménica y de una problemática fundamental: la primera puedeplantearse en términos de que todas las elucidaciones ganadas a nivelmolecular y algorítmico, deben aclarar las realidades fenoménicas molaresque son los seres vivientes, en sus formas, sus comportamientos, su exis-tencia; y la segunda, dice relación con que ya no es lo elemental lo que laFísica encuentra como fundamento, sino lo complejo. Ya no es el ordendeterminista lo que se encuentra como principio, sino orden / desorden /organización. Lo complejo se ha convertido en una cuestión de principio,

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que ya no puede ser rechazada. Igualmente, se encuentra lo complejocomo fundamento de los algoritmos de lo viviente, como fundamento dela máquina viviente, como fundamento de la existencia individual (Morin,1983:448-449).

La complejidad, según Morin, surge en el corazón de la unidad,como relatividad, relacionalidad, diversidad, alteridad, duplicidad, ambi-güedad, incertidumbre, antagonismo, y en la unión de estas nociones queson complementarias, concurrentes y antagonistas, las unas respecto delas otras. El sistema es el ser complejo, que es más, menos, distinto de símismo. Está a la vez abierto y cerrado. No hay organización, sin anti-organización. No hay funcionamiento, sin disfunción... (Morin, 1986:175).

El sistema o unidad compleja organizada aparece como un concep-to piloto que resulta de las interacciones entre un observador /conceptuador y el universo fenoménico; permite representar y concebirunidades complejas, constituidas por interrelaciones organizacionales entreelementos, acciones u otras unidades complejas; la organización que une,mantiene, forma y transforma el sistema, comporta sus principios, re-glas, constreñimientos y efectos propios; el efecto más remarcable es laconstitución de una forma global que retroactúa sobre las partes, y laproducción de cualidades emergentes, tanto a nivel global como en el delas partes; la noción de sistema no es ni simple ni absoluta; comporta, ensu unidad, relatividad, dualidad, multiplicidad, escisión, antagonismo; elproblema de su inteligibilidad abre una problemática de la complejidad.El sistema es la unidad de complejidad (Morin, 1986:176).

El Paradigma de la Complejidad

Ante el principio de simplificación (disyunción / reducción), Morin(1984a:47-48) propone el principio de complejidad . Es cierto, dice,que éste se funda en la necesidad de distinguir y analizar, como elprecedente, pero además pretende establecer la comunicación entrelo que es distinguido, el objeto y el entorno, y su observador. Sostieneque no se esfuerza en sacrificar el todo a la parte o la parte al todo,sino en concebir la difícil problemática de la organización. Se esfuerzaen abrir y desarrollar por doquier el diálogo entre orden, desorden yorganización para concebir, en su especificidad, en cada uno de susniveles, los fenómenos físicos, biológicos y humanos.

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Acerca de la complejidad

El principio de explicación de la ciencia clásica, sostiene Morin(1984a:48), tendía a reducir lo conocible a lo manipulable. Actualmente,dice, hay que insistir con fuerza en la utilidad de un conocimiento quepueda servir para ser reflexionado, meditado, discutido, incorporado porcada uno en su saber, su experiencia, su vida.

De acuerdo con lo anterior, formula la hipótesis de que se podríaconstruir un paradigma de complejidad, en y por la conjunción de losprincipios de inteligibilidad que siguen (Morin, 1984a:359-362):

· validez, aunque insuficiencia, del principio de universalidad;· reconocimiento e integración de la irreversibilidad del tiempo en

la Física (termodinámica de los fenómenos irreversibles), en laBiología (ontogénesis, filogénesis, evolución) y en toda proble-mática organizacional. Necesidad ineluctable de hacer interve-nir la historia y el evento en toda descripción y explicación;

· reconocimiento de la imposibilidad de aislar las unidades ele-mentales simples en la base del universo físico;

· de la inevitabilidad de la problemática de la organización y, en loque concierne a determinados seres físicos (astros), seres bioló-gicos y entidades antroposociales, de la auto-organización;

· de la causalidad compleja, que comporta causalidad mutuainterrelacionada, interretroacciones, retrasos, interferencias,sinergias, desviaciones, reorientaciones. Principio de endo-causalidad en lo que a fenómenos de auto-organización concier-ne;

· de consideración de los fenómenos según una dialógica: orden——>desorden——>interacciones——>organización < < < Integración, por tanto, no sólo de la problemática de la organiza-

ción, sino también de los eventos aleatorios en la búsqueda de lainteligibilidad;

· de distinción, pero no de disyunción, entre el objeto o el ser y suentorno;

· de la relación entre el observador / conceptuador y el objetoobservado / concebido;

· posibilidad y necesidad de una teoría científica del sujeto;· posibilidad, a partir de una teoría de la auto-producción y de la

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auto-organización, de introducir y reconocer física, biológica yantropológicamente las categorías de ser y de existencia;

· posibilidad, a partir de una teoría de la auto-producción y de laauto-organización, de reconocer científicamente la noción de au-tonomía;

· problemática de las limitaciones de la lógica;· pensar de forma dialógica y mediante macroconceptos que unan,

de forma complementaria, nociones eventualmente antagónicas.

Se defiende aquí la idea de Morin (1984a:362) que el paradigma decomplejidad no ‘produce’ ni ‘determina’ la inteligibilidad; únicamentepuede incitar a la estrategia / inteligencia del sujeto investigador a consi-derar la complejidad del problema estudiado. Del mismo modo que elparadigma de complejidad no es anti-analítico, no es anti-disyuntivo: elanálisis es un momento que vuelve sin cesar, es decir, que no se desva-nece en la totalidad / síntesis, pero que no la disuelve. El análisis apela ala síntesis que apela al análisis, y esto hasta el infinito en un procesoproductor de conocimiento (Morin, 1986:430-431).

El conocimiento complejo, necesariamente, debe traer un nuevomodo de actuar que no ordene sino organice; que no manipule, sino co-munique; que no dirija, sino anime (Morin, 1986:436).

Como una forma particular del uso de la complejización, Morin(1983) llega a proponer un paradigma de lo viviente, con base en losmacroconceptos de AUTOnomía, GENOtipo, FENOtipo, EGO, ECOlogía,RE -de REproducción, REpetición, REcursión-, en torno al conceptocentral de vida que es ORGANIZACIÓN procesadora de información,y expresa su paradigma incomprensible, inseparable y matricial, en elmacroconcepto: «auto-(geno-feno-ego)-eco-re-organización(computacional / informacional / comunicacional)».

No obstante su propuesta, señala: «el paradigma de complejidadaún no puede nacer, ya que el paradigma de simplificación aún nopuede morir...» (Morin, 1983:437).

Así mismo, la complejidad plantea un «desafío epistemológico» (LeMoigne, 1990b:312). Y es un desafío, porque como sostiene Morin(1984b:32), se requiere tomar conciencia de los límites del conocimiento,tanto en lo biológico como en lo cerebral, en lo antropológico, sociológicoy cultural, para saber del progreso del mismo, permitiendo conocer el

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Acerca de la complejidad

conocimiento y hacerlo progresar en nuevos territorios, enfrentando laindivisibilidad y la indecidibilidad de lo real.

Esta epistemología, según Morin (1984b:33), no deberá ser encara-da como una especie de catálogo donde se acumularían, por yuxtaposi-ción, todos los conocimientos cerebrales, biológicos, psicológicos,psicoanalíticos, lógicos, etc., sino que deberá ser considerada como unprincipio de complejización de nuestra conciencia, que introduce, en todala conciencia, la conciencia de las condiciones bio-antropológicas,socioculturales y noológicas del conocimiento.

Un estudio epistemológico de este tipo, es desarrollado por Maturanay Varela (1986) en su construcción de una explicación del conocer, enque coinciden en el decir y en la acción, con la definición de Le Moigne(1990c:108), que señala: «los estudios de epistemología sistémica to-man el bucle del conocimiento construyendo el conocimiento que loconstruye en su propio movimiento experimental».

El Conocer: Teoría Biológica del Conocimiento

Maturana (1991:233) afirma que, en la experiencia del vivir, un obser-vador no puede distinguir entre ilusión y percepción. Lo ejemplificacon esa sensación que se produce cuando una persona sentada en elasiento del carro de un tren, ‘siente’ que parte y no era así; era el trendel lado el que se ponía en movimiento. ¡Era una ilusión! ¿Qué ocu-rre? Que en el momento de la vivencia, ella es una realidad y se vivecomo tal; sólo después de vivida se construye una explicación y sedenomina a aquello una ilusión. Pero, en la experiencia del vivir no sedistingue entre ilusión y percepción.

Una implicancia fundamental de esto es la distinción entre fenóme-nos del vivir y explicaciones. Hay cosas que ocurren en la praxis delvivir, en tanto que hay otras cosas que están sólo en el mundo de lasexplicaciones. Y una explicación es también un vivir, que luego puede asu vez ser explicado; he aquí la recursividad de la operación explicación.

Parafraseando a Maturana y Varela, que sostienen que “todo lodicho es dicho por alguien”, se puede decir que «todo lo explicado esexplicado por alguien». Cada vez que se hace una descripción de unhecho, por más cotidiano que sea, se trae ese hecho a la conciencia, elobservador se da cuenta de su hacer, de su conocer, de su ser; «se trae

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un mundo a la mano». Conforme con esto, los autores definen otro afo-rismo, central en su pensamiento: «todo hacer es conocer y todo co-nocer es hacer» (Maturana y Varela. 1986:13).

Con estos elementos centrales, Maturana (1991:227-236) hace unadistinción profundamente aclaradora: hay, señala, dos caminos explicati-vos, uno dado por la aceptación de una realidad independiente del obser-vador y otro, en que esa realidad depende del observador y, en conse-cuencia, no puede eludirse la pregunta por cómo es que participa dichoobservador en el dar cuenta de esa realidad. Luego, si el observador nopuede distinguir entre ilusión y percepción, ¿cómo podría dicho observa-dor acceder a una realidad independiente de él? Esta no es una interro-gante filosófica o gnoseológica, sino un punto de partida biológico acercade cómo se conoce. ¿Cómo resuelve el autor la cuestión de que enalgunos casos se acepta la pregunta por el observador y en otros no?; através de lo que denomina ‘disposición corporal’, o ‘tensión de la mallanerviosa’, o ‘emocionar’. Según la emoción en que se encuentre el ob-servador, será la explicación que construya; desde las ‘ontologías cons-titutivas’ u ‘objetividad entre paréntesis’ si se hace cargo del observador;o desde las ‘ontologías trascendentales’ u ‘objetividad sin paréntesis’, sino lo considera.

Complejidad y Ontología del Observador

Tomando como base la explicación de Maturana acerca del conocer,se puede concluir que, desde las ontologías trascendentales, no existela pregunta por el observador de sistemas, de modo que la referenciaque se hace de la realidad, se hace ignorando que ello es hecho poralguien y, de este modo, los sistemas aparecen con propiedades intrín-secas por descubrir, explicar y aceptar. La realidad existe con inde-pendencia del observador y es posible dar cuenta de ella. En estecamino, la complejidad es una propiedad de los sistemas y es posibleexplicarla o no, dependiendo de la inteligibilidad que el sistema tengapara el observador que pretende dar cuenta de ella.

Tratar con la complejidad aquí, obliga a efectuar descomposición yrecomposición de sistemas. La fragmentación de la complejidad y laasignación de ponderaciones a las relaciones, en que la corriente depensamiento empirista ejerce toda su fuerza como mecanismo validador

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Acerca de la complejidad

o probatorio, son los principales mecanismos de abordaje de la compleji-dad. Del mismo modo, el enfoque de caja negra es uno de los métodosmás usados para hacer frente a la complejidad. Este se basa en el reco-nocimiento de comportamientos de un sistema, ordenados en términosde estados de entrada y salida, sin pretender, bajo ningún punto de vista,tratar de entender cómo está estructurado el sistema en estudio. Todo loque se pueda decir del sistema será extraído de la información que serecoja de los cambios de estados observados a la salida, conforme a losestímulos entregados a la entrada, por el experimentador.

En el camino explicativo de las ontologías constitutivas, la preguntapor el observador está presente, de modo que el dar cuenta de sistemasse constituye en una operación de distinción que dicho observador reali-za en un determinado dominio fenoménico, y esto es así, porque, en laexperiencia, el observador no puede distinguir entre ilusión y percepcióny, en consecuencia, no es posible usar criterios de validación haciendoreferencia a una realidad independiente de él. De este modo, el fenóme-no es tal, cuando es distinguido por un observador en el lenguaje. Lanoción de existencia de un objeto está asociada a la operación de distin-ción y no a la existencia de un objeto ‘allá afuera’, independiente delobservador. Para operar en este camino explicativo, se debe dar cuentade lo que se hace en las coherencias conductuales que se dan en unámbito de observadores, y los criterios de validación son los mismosutilizados en las explicaciones científicas.

Tratar entonces la complejidad desde las ontologías constitutivasobliga a preguntarse por la operación de distinción que se está efectuan-do al decir: ¡he ahí un sistema complejo! Parcialmente se puede distin-guir el sistema del trasfondo en que se encuentra, parcialmente describirsus relaciones con el entorno, parcialmente describir sus componentes ylas relaciones entre sus componentes, parcialmente predecir su compor-tamiento futuro.

Nuestra historia de acoplamientos no ha modelado suficientementela plasticidad de nuestra estructura, en términos que nos permita tenerun conocimiento efectivo de aquello que denominamos complejo. En elcomentario de complejidad que realizamos, estamos señalando que nuestrohacer en ese particular dominio, no es suficiente para exhibir conocimiento.En consecuencia, la única forma que tenemos para avanzar en el

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conocimiento de aquello complejo es en el acoplamiento estructural y enla ‘coderiva’ con él.

Cuando un alumno preguntó a Maturana, qué era lo que había apa-recido hace 3.500 millones de años, para decir que ahí comenzaba lavida en la Tierra, éste contestó diciéndole que volviera en un año máspara darle una respuesta, si era posible (Maturana, 1991:29). Este hechoes interesante, por cuanto concurren a él dos elementos fundamentales;por una parte, la interrogante, que podemos calificar de compleja, dadoque entender lo que es un ser vivo constituye un desafío para la com-prensión y, por otro, la forma en que Maturana construyó la explicaciónque ahora ofrece.

La preocupación natural del biólogo por la vida, así como su interéspor el conocer llegan a integrarse en su trabajo, dando origen a su teoríade la autopoiesis y a su teoría biológica del conocimiento, en un únicotodo coherente.

¿Qué fue lo que hizo Maturana para dar cuenta de la complejidaddel ser vivo? Hizo una operación de distinción sacando al ser vivo, encuanto unidad, desde el espacio de los fenómenos físicos y lo describiócomo una organización de procesos de producción de sus propias com-ponentes. Él dijo, en una conferencia, que cambió la pregunta de losseres vivos por la del conocer, dejando la teoría de los sistemas autopiéticoscomo hipótesis explicativa. En mi opinión, hizo frente a la complejidadque tenía entre manos, desde el camino explicativo de las ontologíasconstitutivas. Acción que le permitió ampliar la mirada y construir suexplicación.

He aquí, entonces, un particular punto de vista para abordar siste-mas complejos: debe tenerse en cuenta que aquello que define a unsistema es su organización, que no existen partes sueltas, que ellas sonen tanto están formando parte de un todo, de modo que tener partes y notener relaciones es no tener nada, por más que conozcamos detallada-mente sus propiedades; que el sistema se constituye en la operación dedistinción con que un observador ‘trae la unidad a la mano’ del trasfondoo espacio fenomenológico en que puede ser efectuada tal distinción; y,que la explicación que se formule para dar cuenta del fenómeno debecumplir con los criterios de validación científicos aceptados por una co-munidad.

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Una cuestión de interés por observar es que, aun existiendo el aná-lisis, éste es posterior al entendimiento de la unidad como totalidad, en undeterminado dominio fenomenológico.

Por otra parte, si hacemos una distinción entre coordinacionesconductuales entre organismos o entre organismo y medio, y descripcio-nes efectuadas por un observador, se puede concluir que la complejidades un juicio emitido por un observador en el espacio de las descripciones.La complejidad no existe en el acoplamiento individuo medio, ella emergesólo en la descripción, en la explicación.

Luego, si la complejidad es un juicio emitido por un observador enalgún particular dominio descriptivo, podemos suponer que para lainteracción en observación, dicho observador no tiene una explicaciónque satisfaga su propia conversación ni la que sostiene con los demás,excepto en el juicio de que aquello es complejo. Y esto es así, por cuantoun observador es un ser humano, es decir, un hombre en el lenguaje, que‘lenguajea’ y se emociona; es decir, participa de conversaciones(Maturana, 1991:11). En consecuencia, la complejidad puede ser enten-dida como una conversación más, en que nosotros los seres humanosparticipamos y, como tal, determinante en nuestro derivar.

Recapitulando

Por todo lo expuesto hasta aquí, sabemos que el final de este capítulo,no es el final, sino sólo un punto en el proceso de construcción / de-construcción de la conceptualización que se lleva a efecto en relacióna cualquier objeto de la realidad circundante y de nosotros mismoscomo observadores de sistemas.

La complejidad no es complicación y no es lo contrario de lo simple,sin embargo, el desarrollo del pensamiento ha pasado por todos estosconceptos permitiéndonos entender, describir, distinguir, modelar, calcu-lar, predecir, etc. Lo simple y lo complicado, hasta ayer lo complejo, hadado paso al concepto de complejidad visto más bien como un ‘método’,como una forma de pensar, de mirar, más que como una propiedad de losobjetos. La realidad objetiva, independiente del observador, tiene comocontraparte una realidad interpretada e, incluso, construida por el obser-vador. El reduccionismo y la simplicidad se incorporan a un cuadro quese completa con síntesis y complejidad.

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Este escenario obliga a pensar en términos de una nuevaepistemología de la complejidad, así como también en la construcción denuevos paradigmas y métodos de la complejidad, que permitan abordarcon efectividad la tarea de comprender nuestro entorno en vez demanipularlo.

La cuestión de la complejidad en Morin, queda evidenciada en lamisma forma como en sus libros trata sus ideas, a medida que las desa-rrolla. Morin sustituye el esquema analítico simplificador por un análisiscomplejizador, en que la circularidad causal es usada al servicio del aná-lisis y en que los elementos antagónicos, concurrentes, se evidencian yno se reducen o sintetizan rápidamente. Del mismo modo, los comple-mentarios van surgiendo con sus correspondientes antagónicos, incorpo-rándose en el juego a veces angustiante de la circularidad, en la cual elpropio Morin está inserto en cuanto observador / conceptuador.

Morin ha propuesto los principios de un paradigma de la compleji-dad, ha señalado la necesidad de una epistemología compleja y ha pro-puesto un método complejizador, del mismo modo que Le Moigne hamostrado los caminos de la modelización sistémica.

Maturana ha señalado que en el emocionar humano está la basepara una interpretación de la realidad, con independencia o no de noso-tros, como observadores. Emerge de este saber cómo conocemos, laresponsabilidad por nuestras acciones, por el mundo que construimos enel lenguaje y la ética de la aceptación de los otros en la convivencia,posibilitando lo social.

Este punto constituye un buen comienzo, ya que abre las puertas alejercicio de la práctica, que al decir de Maturana nos permitirá en elhacer, conocer.

El abordaje de los problemas que afectan a los seres humanos, encuanto individuos y grupos sociales, a los ecosistemas y a la salud públi-ca en particular, es un desafío permanente, en que el pensamientocomplejizador y las herramientas de modelización sistémica deberánmostrar toda su potencialidad.

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CAPÍTULO IV

HACIA UNA SALUD PÚBLICA COMPLEJA

Las múltiples visiones existentes acerca de la crisis de la salud públicapermiten configurar un amplio escenario de síntomas, causas y pro-puestas de solución. Esta situación nos ha llevado a señalar la necesi-dad de disponer de una visión abarcadora, que ayude a mejorar sucomprensión, recurriendo para ello al distanciamiento que hace posi-ble una mirada epistemológica. En este contexto, la búsqueda de su-peración de la crisis se ordena en torno a los que piensan en una‘reparación’, o en una ‘revitalización’ de la misma -sin contemplarcambios fundamentales-, y alrededor de los que sostienen la necesi-dad de ‘cambiar’ y que han iniciado el camino de la búsqueda de una‘nueva salud pública’.

Mientras en los dos primeros grupos las soluciones son altamentepragmáticas y específicas, el tercer grupo, en el cual se inscribe estetrabajo, tiene una propuesta fundamentalmente reflexiva y abarcadora.

Bases Epistemológicas

Desde el punto de vista epistemológico, las limitaciones del enfoquede fragmentación de la realidad y los problemas a que se enfrenta elmétodo científico en determinadas áreas, nos pone en la situación detener que buscar formas de complementar estas maneras de mirar yactuar, con otras que contribuyan a enriquecer nuestras posibilidadesde comprender y resolver.

En particular, desde una cierta epistemología sistémica(Buckley,1987), la atención al proceso del conocer está en el flujo deinformación generado desde el objeto hasta la acción que esa relaciónestablece. Las codificaciones, filtrajes, procesos y retroalimentaciones

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que se verifican en el sistema de cognición en general, participanactivamente en la generación de conocimiento. En consecuencia, la saludpública puede ser vista como una construcción en permanente dinámica,dada por los procesos de estímulos sensoriales, cognición, decisión yacción, que al volver al mundo exterior y manipularlo genera un nuevoproceso cognitivo. Conforme con esto, la salud pública se construye yreconstruye permanentemente, a medida que se dan los procesos deaprendizaje en el operar permanente de los salubristas en los distintosámbitos de su interés. No es el acuerdo por mayorías o por claudicación,el que deba permitir estabilizar una definición de salud pública, comoacuerdo operacional social, sino el ‘darse cuenta’ por parte de todos ycada uno de los salubristas, acerca del proceso en que están inmersos.Desde esta perspectiva, todo cuanto se diga en relación a qué es la saludpública será igualmente posible, quedando reservado al querer de lossalubristas, el ámbito de extensión de la misma.

La salud pública alberga las preocupaciones por las enfermedadesde las personas, los daños en el ambiente, la disposición de condicionesfísicas que favorezcan el desenvolvimiento sano de las personas, losambientes sociales, la promoción y prevención de la salud, etc. Cadadistinción que se hace al referirse a la salud pública, especifica el domi-nio de existencia de ella y también el dominio de coherencias operacionalesen las cuales ella tiene sentido. Establecida la pertinencia de una rela-ción, sólo el deseo de no reconocerla como perteneciente al sistemadenominado salud pública, significará dejarla de lado.

La teoría biológica del conocimiento, propuesta por Maturana, cons-tituye un interesante aporte a la epistemología sistémica y un punto departida para discutir y reformular ideas y conceptos relativos a la saludpública y a la salud en general. Su explicación de los fenómenos indivi-dual y social desde la vertiente constructivista, es una rica fuente deinspiración.

En ese sentido, cuando nos preocupamos por la salud de las perso-nas, en tanto seres vivos, podemos referirnos a ellas como sistemasautopoiéticos; máquinas homeostáticas, cerradas, que mantienen cons-tante su organización, que se producen a sí mismas. Máquinas que, al serperturbadas, experimentan cambios que están completamente determi-nados al interior de su organización; la perturbación nada especifica, sólogatilla.

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Pero, también, es posible observar a los seres vivos como máqui-nas alopoiéticas; es decir, que producen algo diferente a ellas mismas ycuyos límites son definidos por el observador al especificar sus entradasy salidas. Claro está que, en este caso, no es posible establecer unadiferencia entre un sistema cualquiera y un ser vivo.

El concepto de autopoiesis, me parece, otorga al menos tres enten-dimientos que se pueden tener en cuenta al hablar de la salud de un servivo; uno, que no existe ninguna razón para suponer algo más que labiología participando de ello -la salud tiene como fundamento lo biológi-co-; dos, que aquello que le pasa como salud, tiene que ver con la man-tención de su organización; y tres, que las intervenciones médicas nadaespecifican, sólo gatillan cambios estructurales. En esta perspectiva, lasalud del hombre es como la de cualquier otro ser vivo.

No obstante lo anterior, si bien los seres humanos pueden ser reco-nocidos como unidades autopoiéticas, pertenecientes a la fenomenologíabiológica, también pueden ser vistos como unidades que se acoplan conotras, manteniendo su identidad, para constituir los espacios sociales dondese da lo cultural. La condición de ser humano surge de su propia biología,la posibilita. Los seres humanos son tales, únicamente en la dinámicaque surge del encuentro con sus congéneres. Así, hablar de lo humanoimplica lo social y, hablar de lo social, implica lo humano.

En la dinámica de los acoplamientos permanentes con sus congé-neres, denominada por Maturana y Varela (1986:121) como ‘autopoiesisde tercer orden’, surge el dominio lingüístico, que da curso a lo social,posibilitando la aparición del lenguaje y el surgimiento de lo humano. Ellenguaje no es un instrumento de la razón, son coordinaciones de coordi-naciones conductuales consensuales entre individuos. Esta recursividadpermite a un observador tratar a sus propias descripciones como si fue-ran elementos del dominio lingüístico y describirse a sí mismo y a sucircunstancia.

Maturana y Varela (1986:139) sostienen que en el dominio delacoplamiento social se da una especie de ‘trofolaxis lingüística’50, que

50 Maturana y Varela comparan el intercambio químico entre insectos comocohesionador social, con el encuentro lingüístico entre seres humanos.

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produce regularidades del mismo modo que las generadas por el sistemanervioso, sólo que la coherencia y estabilización de la sociedad, comounidad, se producirá gracias a los mecanismos provistos por el operarlingüístico y su ampliación en el lenguaje. Esta nueva dimensión decoherencia operacional, sostienen, es lo que se experimenta comoconciencia y como mente. En consecuencia, lo mental y la conciencia noson algo que esté dentro del cráneo, sino que pertenecen al dominio delacoplamiento social, donde se da su dinámica.

En este contexto, lo que denotamos por salud de las personas alreferirnos a cierto tipo particular de hechos, surge como resultado denuestro ser social en el lenguaje.

En consecuencia, en la soledad de nuestra biología individual, lasalud no existe, sólo surge en cuanto somos seres sociales en el lenguaje.La salud tiene un fundamento biológico-físico, pero es una distinciónhecha por un observador en el lenguaje y que se expresa en el conver-sar.

Las conversaciones que se sostienen en relación a salud, son con-versaciones que se dan en la dinámica del ‘lenguajear y emocionar’.¿Cuáles son las emociones que permiten dar curso a una conversaciónrelativa a la sanidad / enfermedad de los seres humanos? Conversar deeste binomio es referirse a cuestiones relativas al dolor humano, al sufri-miento, a peticiones y ofertas de ayuda, desde emociones tales como:‘amor’, ‘empatía’, ‘compasión’ (Schramm, 1994).

¿Cuáles son las emociones que dan curso a conversaciones relati-vas al cuidado de los ambientes natural, laboral y social? Aun cuandoresulte en una cosmovisión predominantemente antropocéntrica, la pre-ocupación es por nosotros mismos, pero operando a través de ellos.

En nuestra historia de cuidados mutuos, hemos construido la salud,al mismo tiempo que construíamos lo social y lo humano. Y, aun cuandohoy asistamos a un cuadro doloroso de nuestras relaciones, debemostener en cuenta que cada día y a cada instante estamos realizando accio-nes de aceptación de los demás en un espacio que abre lo social. Lasalud es uno de estos espacios y las circunstancias dolorosas por lascuales atraviesa son distorsiones, ruidos o interferencias en las conver-saciones esenciales, provenientes de otros ámbitos que no se fundan enlo social.

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Al parecer, las conversaciones relativas a la salud de las personasno pueden darse más que desde la emoción del amor, que para Maturanaes el fundamento de lo social.

La Salud Pública que Queramos

Dos expresiones permiten sintetizar nuestra posición en la búsquedade caminos de comprensión de la crisis de la salud pública: ‘todo sirve’y ‘darse cuenta’. La primera hace referencia a la posibilidad de con-tar con múltiples enfoques, métodos e instrumentos para la compren-sión de la realidad; y la segunda, que condiciona la primera, a cómohacemos lo que hacemos, pero principalmente a cómo es que conoce-mos. Al conocer el conocer, se produce ese ‘darse cuenta’ que abre laposibilidad de entender que ‘todo sirve’. En este contexto, surge lasistémica como una invitación al ejercicio permanente y riguroso de lacontextualización, del pensamiento expansionista. Del mismo modoque el pensamiento complejo, heredero de la tradición sistémica, invitaa aceptar como posible que en la búsqueda de explicación y predic-ción, propuesta por el método científico, lleguemos a encontrar com-plejidad, la cual deberemos más bien comprender que explicar. Esnecesario reconocer también la existencia de imprevisibilidad en siste-mas cuyo comportamiento no es determinístico ni probabilístico, sinocaótico.

En complejidad, análisis y síntesis están presentes; en tanto que elreduccionismo simplificante es metodológicamente descartado con el finde hacer inteligible aquello que se percibe como imposible de reducir.

En esta perspectiva, la salud pública y su crisis deben ser compren-didas y no mutiladas o reducidas. Se debe reconocer y aceptar su com-plejidad como fenómeno para, a partir de allí, construir, en una dinámicarecursiva permanente, su inteligibilidad. El propio cuadro de la crisis dela salud pública permite darse cuenta de la complejidad que se tieneentre manos; se puede hablar, en consecuencia, de una salud públicacompleja.

Los problemas relativos a identidad, confusión de la salud públicacon la medicina social, preventiva o comunitaria y de dominio del modelomédico, entre otros, deberán ser reformulados y repensados al interiorde esa salud pública compleja.

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En este contexto de complejidad, entender la crisis remite a la bús-queda de comprensión de aquello que se denomina salud pública. Laarticulación de los múltiples tipos de relaciones que es posible establecerentre los conceptos de salud y de pública, permite construir la malla de lacual emerge el complejo sinérgico que señalamos como salud pública.

Lo público de la salud pública lo hemos visto en el capítulo I, es lopoblacional que se opone a lo individual; es lo del Estado que se opone alo privado; es lo referido a acciones sobre el ambiente que se opone a losservicios personales de salud; es lo referido a las acciones sobre el am-biente y algunos servicios personales de naturaleza preventiva, que seoponen a los servicios de salud personales curativos; es la respuestaorganizacional a los problemas de salud de las personas, que se opone ala respuesta individual; es la interpretación que de él se haga desde unaperspectiva social individualista en oposición a una colectiva. Cada unade estas concepciones se disputa el privilegio de darle contenido a lasalud pública, negándole en ese acto, riqueza de matices descriptivos.Debemos comprender que cada declaración es una mirada particularque revela un dominio explicativo determinado; en consecuencia, hacerreduccionismo a través de la adjudicación de una única interpretación noparece razonable. El ‘o’ que excluye, debe ser sustituido por el ‘y’ queincluye.

Por otra parte, se tiene que el discurso por la salud ha surgidodesde la enfermedad, a través de su negación. Prueba de ello es que lamedicina ha sido y es, en la acción, no así en el discurso, el objeto princi-pal de la salud.

Si se acepta que la salud es una complejidad, no se debe hacerreduccionismo ni transitar el camino de la descomposición para hacerlainteligible. La salud es una totalidad irreductible, en que el análisis apor-tará al conocimiento de componentes y relaciones, pero no llegará aofrecer una plena inteligibilidad de la misma.

En este perspectiva, la enfermedad, los daños ambientales yecológicos, así como la medicina física, mental y social o como quierasubcalificársela no constituyen la salud en sí. La complejidad generadapor sus interacciones, a través del fenómeno de la emergencia, constitu-ye lo que se denomina salud. La salud se puede, entonces, visualizarcomo una emergencia del complejo constituido por individuo / sociedad /ambiente.

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Desde el punto de vista ontológico constitutivo, la salud no debe sertratada como una propiedad de los sistemas. Al darle la categoría detrascendental al concepto de salud, se deja de lado la posibilidad de com-prenderla a partir del observador que la hace surgir en el lenguaje. Delmismo modo, no puede ser un estado alcanzado por un sistema indepen-dientemente del ambiente que lo rodea. La salud sólo se puede ubicar enla relación de los sistemas vivos con su ambiente. En esta lógica recursivade relaciones de sistemas y ambientes, se puede ir desde el nivel celularhasta el social. Lo que ocurre a cada sistema en el nivel observado, tieneque ver con la relación que se establece no sólo con el nivel sistémicoinmediatamente mayor, sino con todos los metasistemas en que se en-cuentra contenido.

Actualmente vivimos en una sociedad que califica la salud comouna utopía o una esperanza, o quizás una expectativa. El completo esta-do de bienestar físico, mental y social no existe, nadie lo conoce, no sesabe como es, es una utopía. Y, cuando un individuo enfermo habla desalud desde el dolor, desde el sufrimiento que desea apartar, lo hace conel deseo de alcanzar un estado equivalente a aquel en que se encontrabaantes de la enfermedad y no otro de carácter utópico.

Para Maturana (1991:85), la esperanza es un artificio absoluta-mente enajenante cuando se vive en ella, porque ciega ante el presente.Y sostiene que esto es así porque la esperanza tiene que ver con aquelloque, de hecho, no depende de uno. Lo humano, dice Maturana, no esconsubstancial con la esperanza; vivir en la esperanza niega lo humano.¿Se debe, entonces, tratar la salud como una esperanza?

Las utopías, sostiene Maturana (1991:85-90), tienen que ver con laexperiencia, con lo que uno ha vivido, y en ese sentido son reveladorasde la historia personal o de la historia cultural:

«las utopías expresan añoranzas por un modo de convivirhumano en dimensiones de honradez, cooperación, justicia,equidad, respeto por el otro, integración armónica con el mundonatural, y en el que no exista la miseria ni se produzca el abusosistemático como modo de vivir. Un modo de vivir humano sindiscriminaciones sexuales, raciales, de inteligencia o de clase,y sin sometimiento a una autoridad que subordinesistemáticamente unos seres humanos a otros. Las utopías

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surgen desde el emocionar, y la razón va a la zaga de su fluir.Y esto ocurre, porque tiene que ver con nuestro ser biológicocultural; se nos revela algo que antropológicamenterecordamos. Sólo puede añorarse lo que se tuvo y se perdió».

Se puede pensar, sin embargo, que en cuanto la utopía se convierteen la esperanza de recuperar aquello que se perdió, aplicando el razona-miento respectivo, debe también rechazarse la posibilidad de concebir lasalud como una utopía; la salud no debe ser ni una esperanza, ni unautopía.

Por otra parte, en este mundo altamente tecnologizado, el futuropuede ser explicado como una extrapolación de la situación actual, cons-tituyéndose en una especie de ciencia ficción. A diferencia de las uto-pías, dice Maturana (1991:90-91):

«la ciencia ficción nos muestra más de lo mismo, y lleva nues-tro razonar al límite de lo posible desde un punto de partidaen el presente, dejando el emocionar a la zaga como un com-plemento básico, pero de hecho secundario. La ciencia fic-ción nos lleva a exagerar lo que se vislumbra en lo que ya setiene, magnificándolo casi en un delirio de grandeza a cual-quier precio. Y si la ciencia ficción apunta a la extrapolacióndel presente a cualquier precio, es, de hecho, una empresaproductiva en la que no importa lo que se pierda en el proce-so, sea esto la equidad, el respeto, la colaboración o la justi-cia, siempre que se obtenga el producto que se desea».

En consecuencia, tampoco se debe concebir la salud como unaexpresión delirante, futurista, del actual estado de las cosas, porque elprecio por pagar sería demasiado alto.

Son estas situaciones las que obligan a reflexionar acerca del mun-do en que queremos vivir. Ni utopías, ni esperanzas, ni ciencia ficción;precisamos una base sólida sobre la cual caminar. El cambio no debe serpor un mañana mejor, debe ser por un vivir en el mundo, aquí y ahora,con dignidad.

La búsqueda de nuevos referentes para una nueva conversaciónen salud, ha asumido diversos tipos de expresiones. Sin embargo, el modode implementar las modificaciones no parece claro. Un cambio en las

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concepciones de salud que implique, en la práctica, cambiosorganizacionales, pasa necesariamente por un cambio de tipo cultural,cuestión que parece difícil, pero no imposible. Maturana (1991:71) sos-tiene que es posible vivir en la confianza. Que para ello es necesario quecambie la cultura y que para ello es necesario, a su vez, que cambiennuestros deseos y nuestro emocionar. Afirma que todos disponemos delos elementos para que esto suceda, ya que ellos tienen que ver con laeducación en el ámbito ‘matrístico’51 de la relación del niño con la ma-dre, fundada en la confianza recíproca; en las acciones de aceptacióndel otro como legítimo otro en la convivencia. Luego, lo que se debehacer es recuperar ese modo de vivir como aspecto legítimo de la vidaadulta, y eso, dice, es factible en democracia.

Así, por ejemplo, para Maturana (1991:302), la maldad humana esun fenómeno cultural que surge cuando se tiene una teoría política, reli-giosa o filosófica que justifica la negación del otro. El ser humano no esen sí malo, y el daño que hace a otro en el enojo, no constituye un acto demaldad; puede ser un acto violento o fatal, pero en sí no es malvado, sólolo es si se recurre a la razón para justificar la legitimidad de ese daño. Esla posesión de la verdad, dice Maturana, la que le abre un espacio a lamaldad como modo de vivir. Del mismo modo, las ideologías políticas yreligiosas (Maturana, 1991:65) son apropiaciones de la verdad y, por lotanto, fuente de negación de los que no comparten la misma creencia.Otra cosa distinta, sostiene, son las ‘visiones’ políticas y espirituales.

Conjuntamente con esta apropiación de la verdad surge el poder(Maturana, 1991:36-37), que no es algo que se tenga, sino que se recibeen la obediencia del otro; que no entrega colaboración ni respeto, sinosubordinación y sometimiento.

Un cambio cultural generado a partir de nuestros deseos implica, asu vez, asumir la responsabilidad de nuestros actos. «En el espacio dela reflexión somos siempre responsables de nuestras acciones por-que siempre tenemos la posibilidad de ‘darnos cuenta’ de lo quehacemos» (Maturana, 1991:22).

51 Para Maturana, lo «matrístico» es vivir en la confianza; diferente a«matriarcal», que se opone en sentido a lo «patriarcal», pero que pertenece al mismoeje de sometimiento y dominación.

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Salud pública. Una complejidad anunciada

La recuperación de la confianza entre los seres humanos es, paraMaturana (1991:247), una cuestión ética, que se constituye en la preocu-pación por las consecuencias que tienen nuestras acciones sobre losotros, y adquiere su forma desde la legitimidad del otro como un ser conel cual uno configura un mundo social. No se olvide que la emoción quefunda lo social es el amor. Por esto, lo social es un espacio ético y laspreocupaciones éticas no deben ir más allá del espacio social dondesurgen. Así, las preocupaciones éticas no son en su origen normativas,sino invitantes; no pueden plantearse como exigencia, porque la exigen-cia niega al otro.

Conforme a lo anterior, se debe tener en cuenta que las conversa-ciones en que participamos con relación a cuestiones éticas, bioéticas,de gestión sanitaria, de cuidado del ambiente natural y social, buscangarantizar la viabilidad humana, y al hacerlo, ‘traen un mundo a la mano’,el mundo que queramos construir y vivir.

Tradicionalmente, nos hemos movido en la búsqueda de verdadesabsolutas, de leyes generales, científicas, que nos simplifiquen los pro-blemas y que nos vengan desde afuera, para no ser responsables poraquello que nos ocurra. La salud se ha constituido así, en algo que ‘es’,con independencia de nosotros, llegando incluso a usarse como instru-mento de ejercicio de poder de ciertos grupos sociales sobre otros.

La salud no puede ser vista como algo ajeno a nosotros y a nues-tros deseos. No olvidemos que detrás de cada discurso, hay una personaque lo construye. Todo aquello que se diga acerca de salud es dicho poralguien; la forma en que se defina, los componentes que se le reconoz-can, las relaciones que se establezcan, los objetivos que por su interme-dio se persigan... todo, dice relación con nosotros, los seres humanos.

Los componentes que participan en el fenómeno salud son muchosy variados; sin embargo, la forma en que participan no está del todoclara. Los observadores de sistemas construyen en el lenguaje los acuer-dos acerca de lo que observan, adjudicándole los objetivos que sus de-seos les indican. A pesar de que salud puede ser todo aquello que se hadicho que es -un bien, estar sano, un proceso, sentirse bien, felicidad,ausencia de violencia, seguridad, conducta ética-, finalmente, ella seráaquello que deseamos que sea.

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Hacia una salud pública compleja

Conforme la salud tiene un fundamento social, ella puede ser vistacomo una conversación en la cual un observador emite un juicio respec-to de los sistemas vivos que observa, incluido él mismo. Este juicio esteleológico, por cuanto considera que el sistema persigue un cierto obje-tivo de desempeño, el cual ha sido especificado previamente y que sirvepara comparar el sistema observado. La ampliación de este entendi-miento permite señalar a la salud como una red de conversaciones entreseres humanos, respecto de sus desempeños individuales, en ambientessociales y naturales. La definición de los niveles de desempeño formaparte de las conversaciones de salud y, en consecuencia, somos nosotrosquienes debemos especificar la salud que queramos, la cual debe cons-tituir una realidad aceptable, dadas las condiciones sociales y ambienta-les en que nos desenvolvemos.

De este modo, en la unión de lo público y la salud emerge aquelloque llamamos salud pública, como una complejidad que no podemos ex-plicar, pero que podemos comprender como un complejo de acciones ydiscursos orientados a la búsqueda del bienestar de las personas, cuyoslímites debemos especificar constantemente.

La crisis enunciada en la salud pública nos dice que no lo hemoshecho todo lo bien que queremos y, en consecuencia, debemos buscarnuevas formas de entendimiento que nos permitan abordar las cuestio-nes pendientes de forma más efectiva.

Se culpa de la crisis de la salud pública a múltiples factores; sinembargo, la responsabilidad es toda nuestra por haberla llevado al puntoen que se encuentra, no obstante haber actuado, indudablemente, de lamejor forma posible. Si hoy consideramos que debe ocurrir un cambio,digamos hasta dónde queremos avanzar, qué cosas queremos hacer ypropongamos las coordenadas necesarias para caminar en el sentido dela resolución de los desafíos planteados. Además, pensemos que unanueva salud pública no tiene porqué ser, necesariamente, una ampliaciónde la anterior, cuando una redefinición también es posible.

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Salud pública. Una complejidad anunciada

Una Aproximación Operacional

La siguiente reflexión tiene en su centro el convencimiento de que laspreguntas y respuestas que se formulan en salud, en general, y ensalud pública, en particular, pueden hallar su comprensión en la consi-deración de las mismas como una complejidad.

Considero insuficiente para establecer un encuentro interdisciplinario,definir un objeto común de preocupación para un conjunto de actoressociales, como puede ser la salud y la salud pública. La necesidad delenguajes comunes constituye un sustento fundamental a la hora de ge-nerar acuerdos. Las fronteras definidas por determinados lenguajes deactores particulares, no siempre son permeables a los lenguajes de losotros actores. Y, si al conversar existe entendimiento, la interdisciplinaqueda sólo en eso, en el encuentro de disciplinas que nada gatillan en susinterlocutores. En este punto, los prefijos ‘meta’ y ‘trans’ parecen ofre-cer respuesta, dado que, si como resultado de disponer de un meta-lenguaje somos capaces de comprender lo que diferentes actores nosquieren decir, entonces se produce el surgimiento de la trans-disciplina,como la experiencia del encuentro interdisciplinario al interior de un suje-to.

La materialización de esta preocupación debiera ocurrir en las es-cuelas de salud pública a través de la incorporación de profesores yestudiantes en temas como la Sistémica y la Complejidad, por medio deprogramas formales de estudio e investigación. La adquisición de estosmetalenguajes para la transdisciplinación, junto con la preocupación porel mismo objeto de estudio, por parte de distintos especialistas, constitui-ría un auténtico trabajo interdisciplinario que debiera dar los frutos de-seados, en el ámbito de una salud pública compleja.

Por otra parte, considerando que gran parte de las escuelas deSalud Pública están ubicadas al interior de facultades de Medicina, pare-ce razonable promover la creación de centros independientes de investi-gación en el área, que permitan la participación de los más variados tiposde profesionales y materialicen un efectivo desempeño interdisciplinario.

En la proposición de una cierta salud pública compleja, el calificati-vo de tal se usa para referirse a una forma de mirar, pensar y actuar quese considera deseable adoptar, complementando las miradas tradiciona-les; es una cuestión de orden metodológico y epistémico.

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Hacia una salud pública compleja

La salud pública ejercida desde la complejidad debería llevar a uncambio conductual en quienes allí trabajan: educadores, gestionadores,políticos, teóricos, investigadores. El abandono de certezas, verdades yconceptos maestros para la solución de los problemas, debería dar pasoa la comprensión de los mismos, evitando la reducción, la simplificacióny favoreciendo el despliegue de la complejidad presente.

Repensar la salud pública y la salud en general, haciendo uso deprincipios complejizantes, de modelización sistémica, de epistemologíabiológica, permitiría construir nuevas complejidades en las que sus vín-culos con temas tales como el trabajo de las personas, las ideologías, elpoder, los valores, los afectos, la propiedad de los cuerpos y los referen-tes sociales, puedan integrarse y comprenderse. Así también, la expan-sión que se ha producido en el conocimiento científico con el descubri-miento de los sistemas con comportamiento caótico, plantea nuevos de-safíos, especialmente en cuanto a predictibilidad (Possas y Marques,1994), que requieren ser abordados.

Finalmente, se propone que la tarea de repensar la salud en generaly la salud pública, en particular, se lleve a cabo en los centrosinterdisciplinarios antes señalados, explorando, entre otras, las siguientescuatro grandes líneas de trabajo:

· Predictibilidad de Sistemas, en virtud del hallazgo de sistemas decomportamiento caótico. La investigación epidemiológica tieneen esto una tarea de redefinición teórica y práctica.

· Aplicaciones Metodológicas Sistémicas, en la línea de las propo-siciones de J. L. Le Moigne y H. Simon; aplicación de lasistemografía en la comprensión y diseño de sistemas, especial-mente útil en el campo de la organización de sistemas de salud,de sistemas de información, de sistemas de atención, programasde prevención y promoción, entre otros.

· Uso de la Complejización como Método de comprensión de losfenómenos de la salud y salud pública, donde conceptos talescomo: circularidad, conjunción, irreversibilidad del tiempo bioló-gico, auto-organización, autonomía, meta-observador, unidadobservador / sistema observado / ambiente, actividad pensantecomo método, deberían mostrar sus virtudes.

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Salud pública. Una complejidad anunciada

· Uso de la Epistemología Biológica en la reconceptualización desalud y salud pública a través de la articulación de conceptostales como autopoiesis, determinismo estructural, clausura ope-racional, biología del conocer.

Por último, desde el punto de vista ético, la tarea de promover uncambio en la salud pública nos exige el compromiso responsable de re-conocer a los otros como legítimos otros en la convivencia y actuar enconsecuencia, partiendo por nosotros mismos.

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Consideraciones finales

CAPÍTULO V

CONSIDERACIONES FINALES

Se presentan a continuación, sintéticamente, algunos conceptos consi-derados centrales que, no obstante haber sido desarrollados anterior-mente, requieren ser confirmados, con el objeto de ser re-introducidosen el tema que nos preocupa: la crisis de la salud pública y las formasde mirar, pensar y actuar de quienes en ella participan. Así, el final deeste trabajo pasa a ser el comienzo de un nuevo / mismo tema: el finalno es el final sino el comienzo de algo que puede ser lo mismo, perodiferente.

Así como ha ocurrido en casi todos los ámbitos del conocimiento, yla salud pública no es excepción, el uso preferente del reduccionismo ydel pensamiento analítico postergó los enfoques holísticos y expansionistas.

La sistémica y la complejidad han sido consideradas aquí comoformas complementarias al pensamiento cartesiano para mirar, pensar yactuar.

La sistémica, entendida como forma de apreciar la realidad, com-plementaria a la reduccionista y fragmentaria, debe mostrar sus posibili-dades metodológicas más allá del amplio uso que ha tenido desde ladécada de los 60, en su vertiente más analítica y de complicación. Debedar paso a una efectiva sistemografía, es decir, a la representación desistemas que constituyen unidades irreductibles, donde los propósitos yobjetivos adjudicados por un observador adquieren la dimensión teleológicaque la perspectiva constructivista le otorga.

Las ideas de totalidades integradas por partes y relaciones quepueden ser estudiadas y explicadas a través de procesos de descompo-sición y recomposición pueden y deben seguir usándose en aquellos ca-sos que es posible hacerlo. Pero, el reconocimiento de los efectossinérgicos, de emergencias y complejidad requiere alcanzar el estatutoque los haga permanentemente presentes, con el objeto de ponderar

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razonablemente los éxitos de explicación y predicción, y comprender elporqué de los fracasos, evitando las certezas y absolutismos.

La complejidad recoge, a través de las vertientes objetivista yconstructivista, los dilemas de los científicos naturales y sociales de mi-tad del siglo XX en adelante, respecto de lo que ven y piensan acerca delmundo que los rodea; la Física y la Química con sus sistemas caóticos; laPsicología y Sociología con sus sistemas de actividad humana, esquivosde tratar con el método científico. Así como también, la Epistemología y,en general, la Filosofía, con sus reflexiones e interrogaciones ya tradicio-nales lanzadas nuevamente a la discusión, principalmente por el desen-volvimiento científico y tecnológico de los últimos cincuenta años.

La complejidad vista como método impulsa al ejercicio de la re-flexión, donde el comprender se antepone a la ambición de explicar ydonde herramientas como la causalidad circular, la conjunción, la expan-sión, la contradicción, la identidad y la transitividad, entre otras, permitendesplegar conocimiento respecto de una interrogación y no simplificarlao reducirla rápidamente, bajo el pretexto equívoco de que simplicidad esconocimiento.

La sistémica y la complejidad se consideran formas de acrecentarel conjunto de metodologías para actuar en el campo de la salud pública,con el objeto de avanzar en la comprensión de su complejidad y en labúsqueda de soluciones a los problemas que la aquejan.

Fuertemente ligado a lo anterior, se ha sostenido aquí, que lainterdisciplina y la transdisciplina constituyen mecanismos obligados paraactuar en salud pública.

Si miramos la salud pública desde sus múltiples concepciones, laaproximación interdisciplinaria surge como una necesidad metodológicaobligada para su comprensión, y esta multiplicidad de visiones es la quepermite referirse a ella como una complejidad. La cuestión es, entonces,aceptar su multidimensionalidad y no reducirla. La salud pública requierede la interdisciplina, porque ella es una complejidad que debe hacerseinteligible para nosotros.

Sin embargo, la acción interdisciplinaria no es suficiente si no seproduce la transdisciplinación de cada uno de sus observadores. Latransdisciplina es el desafío que se les plantea a quienes se declarenparticipantes de las conversaciones acerca de la salud pública. Esto sig-nifica que, de manera conjunta a la formación de especialistas en algún

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Consideraciones finales

área, deben procurarse también formación en otros campos y, principal-mente, efectuar las síntesis correspondientes. Pero, dado que la agrega-ción de conocimientos provenientes de diversas áreas constituye un tra-bajo interminable al cual se debe poner borde, es necesario acudir a losmetalenguajes que favorecen los entendimientos de los lenguajes espe-cíficos y ayudan al surgimiento de las síntesis. De este modo, para ac-tuar en salud pública, la formación expansionista y la disposición demetalenguajes, constituye una exigencia.

La dimensión epistemológica otorgada a la crisis de la salud públicaha permitido expandir la mirada y asumir una perspectiva abarcadora,desde donde se aprecian sus causas, signos, soluciones y la forma enque éstos son conocidos. Emerge así la complejidad del fenómeno quenos preocupa y a partir de una visión preferentemente constructivista,que constituye una opción del autor, la apertura de un camino que esnecesario transitar para construir otros discursos que aporten lucidez alproblema de la crisis.

La crisis de la salud pública, vista desde una perspectiva de com-plejidad, parece ser una expresión de ella misma, que obliga a asumiresta perspectiva y a considerar dicha crisis, como un punto de cambioobligado en la evolución de los sistemas, a partir del cual, diseñar elfuturo que para ella deseamos. La salud pública no es más que unacomplejidad anunciada.

Con el objeto de operacionalizar las ideas aquí vertidas y permitir elaprendizaje a través de la incorporación de nuevos enfoques ymetodologías, se ha propuesto un programa inicial de trabajo que explo-re, desde la sistémica, desde la complejidad, desde la epistemología bio-lógica, la salud en general y la salud pública en particular, en espacios deacción independientes denominados ‘centros de investigacióninterdisciplinaria’ creados especialmente para ello.

Finalmente, se ha propuesto que asumir una Salud Pública Com-pleja es acentuar el hecho de que ella requiere ser comprendida, para locual la reflexión interdisciplinaria constituye el principal instrumento. Así,la salud pública se constituye en un ámbito de reflexión permanente, másque en una disciplina, desde donde pueden surgir discursos que iluminenlas decisiones orientadas al mejoramiento de la calidad de vida de laspersonas.

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Referencias bibliográficas

EPÍLOGO: PREFACIO DE LA EDICIÓN EN PORTUGUÉS

Conocí y aprendí a estimar el trabajo intelectual de Mario Tarride en1993 cuando él cursaba el Programa de Doctorado en Salud Pública yyo administraba, junto con Wilmar do Valle Barbosa, la disciplina deFilosofía de las Ciencias en la Escuela Nacional de Salud Pública de laFundación Oswaldo Cruz. Desde entonces, nuestros intercambios deideas y proyectos desembocaron en una línea similar, cuyo punto dereferencia principal en común -era y aun es- la ‘teoría autopoiética’ deHumberto Maturana y sus derivaciones epistemológicas y éticas ha-cia el estudio de los sistemas complejos e hipercomplejos. Esta líneade reflexión se concreta ahora en este libro que tengo el honor deprefaciar.

Sé muy bien que después de la publicación de Don Quijote, deCervantes (que inicia la larga etapa del romance moderno y anticipamuchos de los temas de reflexión sobre la identidad moderna), la palabra‘honra’ puede no constituir más un valor cardinal para nuestras socieda-des, en principio secularizadas, individualistas y democráticas. Sin em-bargo, insisto en utilizar esta palabra en un sentido tal vez re-semantizado,para expresar un sentimiento y un juicio de valor ante un trabajo capazde constituirse en un punto de vista original y consistente sobre el campode la salud pública, sus crisis de identidad y de crecimiento, sus vínculoscon otros campos del saber (y del saber hacer) como son, por un lado, lateoría sistémica, la teoría de la autopoiesis, la teoría de la complejidad y,por otro, la ética y la bioética, así como sus consecuencias en términosde calidad de vida de individuos y poblaciones, de calidad de los serviciosprestados, de responsabilidad para con los conocimientos producidos encircunstancias sociopolíticas y contextos tecnocientíficos complejos y enrápida transformación.

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Tales vínculos, circunstancias y contextos implican sacar las debi-das consecuencias teóricas y prácticas de la afirmación de HumbertoMaturana y Francisco Varela, según la cual “todo lo que es dicho esdicho por alguien y para alguien”. Por el hecho de que Mario Tarridedelinea tales consecuencias, se podría decir que su trabajo constituye uncomentario singular de esta afirmación o -en el sentido de intertextualidadde los lingüistas- un viaje hermenéutico original al interior del texto crea-do por esta afirmación.

La afirmación de Maturana y Varela puede parecer hoy unaobviedad para algunos (de la misma forma como apareció evidente aposteriori la única manera de parar el famoso huevo de Colón), pero nolo es, o por lo menos no lo es más desde que fue formulada claramentela tesis epistemológica constructivista, primero en el campo de las huma-nidades, y enseguida en el campo de las ciencias propiamente dichas.

De acuerdo con esta tesis, que tiene su origen en la epistemologíakantiana (más específicamente en la formulación dada en 1883 porWilhelm Dilthey), sólo podemos conocer aquello que construimos connuestro entendimiento, o sea, gracias a los medios específicos de nuestraespecie en tanto formada por seres que poseen una competencia lógico-lingüística, esto es, por seres de lenguaje.

Pero, como es sabido por los historiadores de la filosofía occidental,esta es una antigua tesis filosófica ‘minoritaria’ que nos viene de los pre-socráticos. De hecho, ya Xenófanes, en el siglo VI a.C., afirmaría que“lo cierto nadie nunca lo entendió y nunca lo entenderá con relación a losdioses y a las cosas de las cuales hablo. Aun cuando alguien expresasede la mejor forma posible una cosa real, no la conocería por haberlaexperimentado directamente, pues a todos sólo les es dado el opinar”(Diels-Kranz. Die Fragmente der Vorsokratiker. Berlín: 21B 34DK,1903). Esta tesis será radicalizada por el sofista Protágoras, que en elsiglo V a.C. fundara su filosofía en el principio ‘constructivista’ según elcual “el hombre es la medida de todas las cosas: de aquellas que son poraquello que son, de aquellas que no son por aquello que no son” (Diels-Kranz, ibid: 80B 1DK). Después de un largo olvido (prácticamente des-de Platón hasta el siglo XVIII y con rarísimas excepciones), la tesisconstructivista será reformulada por el filósofo italiano Giambattista Vicoal afirmar que si «Dios es el artífice del mundo», el humano es «el dios de

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Epílogo: Prefacio de la edición en Portugués

los artefactos» (Vico, G. De Antiquissima Italorum Sapientia (1710).Napoli: Stamperia dei Classici Latini, 1858. p. 123). Pero será a partir dela filosofía de Kant que la tesis constructivista se configurará práctica-mente con su contenido actual en el campo filosófico. Con ladesconstrucción del edificio filosófico por parte de los juegos lingüísticosemergentes de las diversas ciencias y humanidades, es en el siglo XXque ella pasa a ser incorporada a esos varios juegos lingüísticos emer-gentes, gracias sobre todo a la lingüística moderna (Ferdinand de Saussureafirmaría en 1916 que «es el punto de vista el que crea el objeto» deacuerdo con los relatos de sus editores Bailly et Séchehaye en el Cursode Lingüística General) y la epistemología genética (Jean Piaget en LaConstrucción de lo Real en los Niños, de 1937, afirmaba que conoceres un hacer, una forma adaptativa, no un reflejar algo ‘allá afuera’ inde-pendiente de un sujeto concreto). De esta forma se puede, pertinente-mente, afirmar que todo conocer pasa a ser considerado como un cons-truir la realidad a partir de lo real y por parte de un sujeto epistémico.

Pero esta afirmación da cuenta sólo de la primera parte de la afir-mación de Maturana, esto es, «todo lo que es dicho es dicho por unobservador». Falta aún dar cuenta de la segunda parte: «todo lo que esdicho es dicho para alguien», sin la cual no tenemos todo el ‘cuadroepistémico’ (Piaget, J. & García, R. Psicogénesis e Historia de lasCiencias (1983). Lisboa: Don Quijote, 1987. p. 228-244) en que se in-serta la argumentación de Tarride cuando pasa revista a los diferentespuntos de vista sobre la crisis de identidad, tanto teórica como práctica,de la salud pública (Capítulo 1); cuando apunta a la necesidad de cons-truir una salud pública compleja (Capítulo 4). Como afirma textualmenteel autor, «asumir la crisis de la salud pública como una cuestiónepistemológica [implica] expandir nuestra mente hacia nuevos enfoques(...) para la comprensión de la realidad», o sea, incluyendo, de formamulti / inter y transdisciplinaria, los nuevos recursos traídos por la ‘teoríade los sistemas’ -inspirada por los trabajos del biólogo Ludwig vonBertalanffy y desarrollada por von Foerster, von Glaserfeld, Bateson,Maturana, Varela, Simon, Le Moigne, Checkland, Morin, Prigogine yotros (autores analizados en el Capítulo 2)-; por la ‘cibernética de primerorden’ (o de los sistemas observados) de Wiener y Ashby -preocupadapor la estabilidad de los sistemas-, y aquella de ‘segundo orden’ (o de los

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sistemas observadores), de von Foerster y Maturana (también aborda-dos en el Capítulo 2); por el ‘paradigma’ de la complejidad abordado enel Capítulo 3, o mejor dicho, por el ‘desafío’ de la complejidad, si conside-ramos que algunos de sus principales autores, como Edgar Morin y Jean-Pierre Dupuy, a pesar de sus divergencias, concuerdan en afirmar quees temprano para calificar la complejidad de nuevo paradigma o de nue-vo cuadro epistémico.

Tales recursos teóricos sirven al autor para proponer (en el Capítu-lo 4) una salud pública compleja, «no mutilada ni reducida», en que puedaemerger «el complejo constituido por individuo / sociedad / ambiente»;una nueva «red de conversaciones», así como una «nueva responsabili-dad» para con los otros.

Integrando la dimensión ética en su reflexión, el autor cierra el cír-culo argumentativo (o hermenéutico) provocado por la afirmación inicialde Maturana & Varela y que, para utilizar los términos de la formulaciónde Mario Tarride, significa que «todo aquello que es visto, conocido,pensado y hecho, lo es por alguien y para alguien».

Queriendo ahora calificar la postura asumida por el autor en eldebate en curso sobre el ‘desafío de la complejidad’ y su relación con el‘desafío de la responsabilidad’ -desafíos que, a mi manera de ver, carac-terizan el ethos científico de nuestra época-, se podría destacar la impar-cialidad y la honestidad intelectual en el examen ponderado de los dife-rentes puntos de vista concurrentes, así como la tranquilidad en trazar uncamino propio. En mi evaluación, este recorrido es sumamente impor-tante en un mundo secularizado y pluralista -que muchos científicos con-sideran ‘sin fundamentos, sin verdades definitorias y definitivas’-, o sea,en el cual las miradas pueden asumir inicialmente la configuración deuna polémica, pero que, para que esta sea saludable, es preciso saberver, pensar y comprender también los puntos de vista ajenos, sin con esosoltar de la mano al propio punto de vista.

Destacaré, a continuación, dos polémicas que considero ‘saluda-bles’, en el texto del autor: aquella entre representacionistas (preocupa-dos en definir ‘objetivamente’ el ‘mundo en sí’) y constructivistas (pre-ocupados en dar cuenta de ‘un mundo para un observador que ve, pien-sa y actúa’); aquella entre defensores del método ‘reduccionista’ y losdefensores del método de la ‘complejidad’, considerada como caracte-

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Epílogo: Prefacio de la edición en Portugués

rística ‘tanto de lo real como de la realidad construida’. Tratándose de unPrefacio, no entraré en el mérito de la discusión en todas sus articulacio-nes teóricas, pero creo ser lo suficientemente imparcial al afirmar que,actualmente, la tesis representacionista, en sentido estricto, es conside-rada insustentable por un número creciente de especialistas, al mismotiempo que la polémica sobre el reduccionismo adquirió nuevos conteni-dos gracias al análisis de los sistemas hipercomplejos, como son conside-rados hoy, los sistemas sociales. Ejemplificaré la polémica sobre el esta-tuto de la complejidad citando dos autores, a saber: Dupuy (aun cuandono figure en la lista de autores citados en el libro aquí presentado) -quedefiende la necesidad de reducir la complejidad sea donde fuere, hablan-do de ella de forma simple, y Morin (ampliamente comentado por elautor)-, que defiende la necesidad de abordar la complejidad de formacompleja, sin reduccionismos ni los pruritos dogmáticos de los lógicos deprimer orden y de los filósofos que durante más de dos mil años, conpocas excepciones (como el ya citado Vico y, antes que él, NicolásCusanus con su coincidentia opositorum), defendieron el principio deltercero excluido y aquel de la no contradicción, como se defiende unaciudad medieval contra la entrada de elementos perturbadores. Veamosbrevemente los argumentos de Dupuy y Morin.

Al comentar el proyecto monumental del ‘Método’ de Morin, Dupuyescribe: “Morin partió de la idea que podemos y debemos hablar decomplejidad solamente de manera compleja. Considero, al contrario, quepara hablar de ella no podemos renunciar al procedimiento simplificadory mutilador pues, de cualquier forma, este siempre tendrá la última pala-bra. Este es el precio a pagar para pensar el mundo aquel al cual perte-necemos” (Dupuy, J.-P. La simplicité de la complexité. Esprit, 57,septembre 1981). O sea, para Dupuy, la única manera de pensar y com-prender la complejidad es simplificándola. Un punto de vista parecido esdefendido también por Niklas Luhmann, sobre el cual volveré más ade-lante.

Para Morin, el problema debe ser encarado de otra forma, esto es,sin oponer simplicidad y complejidad, sino integrando ambas en una en-tidad operatoria mayor (Morin, E. Introduction à la Pensée Complexe.París: ESF, 1990. p. 24n). Morin comienza por recordar que ya elepistemólogo Gastón Bachelard había descubierto que lo simple es de

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hecho una simplificación del espíritu, pues la ciencia construye sus obje-tos extrayéndolos de su contexto complejo para insertarlos en situacio-nes experimentales no complejas. De esta forma, la ciencia no sería elestudio de un universo simple, sino más bien una simplificación heurísticanecesaria para extraer determinadas propiedades y leyes del continuumespacio-tiempo que es lo real. Para reforzar su argumento, Morin citatambién al filósofo marxista György Lukács que en su vejez, al criticarsu dogmatismo juvenil, habría afirmado que “lo complejo debe ser con-cebido como elemento primario existente [y que] de eso deviene quedebemos examinar primero lo complejo en cuanto tal, para luego pasar asus elementos y procesos elementales” (Morin, ibid. Id.). Hasta aquí noexiste ninguna discordancia relevante entre Dupuy y Morin. Pero Morinva más allá de la mera objeción de la simplificación, o (si preferimos lostérminos de Bachelard) de la necesidad de una superación ‘dialéctica’del obstáculo epistemológico representado por la simplificación, afirmandola complementariedad entre simple y complejo. Como Mario Tarridebien da a entender a lo largo de su texto, si sacamos las consecuencias,por un lado, de que todo conocer es un construir y no un reflejar lo real y,por otro, que nadie es dueño de la verdad, tenemos coherentemente queadmitir la ‘complementariedad’ entre ‘punto de vista reduccionista’ -útilpara ciertas operaciones de distinción sin las cuales, como bien demostróel matemático George Spencer Brown, no existe propiamente forma(Brown, G.S. Law of Form. New York, 1979)- y ‘punto de vista comple-jo’ -útil para dar sentido a las relaciones entre formas y para tejer lasrelaciones entre la “construcción de lo real” (como diría Piaget) y lossiempre nuevos desafíos que lo real presenta para su comprensión. Deesta manera podemos afirmar que, para Morin, la complejidad se referi-ría tanto a lo real como a la construcción de lo real por parte de un sujetoepistémico.

Metodológicamente hablando, y dicho con los términos usados porel autor de este libro, si la complejización es el “acompañante dialécticonatural” del reduccionismo, una construcción que emerge de la descrip-ción y explicación del sistema observador acoplado al sistema observa-do, o “un juicio emitido por un observador en el espacio de las descripcio-nes”, tenemos entonces la posibilidad de pasar de la alternativa entre elmétodo disyuntivo del ‘o eso o aquello’ (que como afirma Morin sólo

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permite distinguir sin establecer relaciones) y el método meramente sin-tético de ‘eso y aquello’ (que sólo permite juntar sin distinguir) a un mé-todo que construye ‘unidades complejas’, en las cuales tanto la disyun-ción (‘o...o’) como la conjunción (‘y’) se vuelven co-esenciales y co-necesarias para una unidad integradora de orden superior. Los dos mé-todos, por lo tanto, dan lugar a un método del ‘y-o’ (que la propia obra deMorin en la búsqueda del ‘Método’ intentó construir a lo largo de losaños), viniendo a incluir, en esta nueva forma de ‘unidad compleja’, loparadójico, el círculo vicioso y las antinomias que, de hecho, pueblannuestra manera de pensar y nuestro actuar.

Éticamente hablando -como afirma Tarride- nos volvemos enton-ces capaces de “comprender nuestro medio en vez de manipularlo”.Pero, para eso, tenemos que convivir con la posibilidad siempre presentedel error que, como decía Descartes, es la menos visible, pues “le proprede l’erreur est qu’elle ne paraît pas être telle” [la característica delerror es no parecerlo]. Como afirma también Maturana, tenemos queconvivir con la consciencia de no poder distinguir la certeza de la ilusión,pues, como expresó el poeta William Blake, él no veía ‘con’ sus ojos sino‘a través’ de ellos. Al comentar esta afirmación de Blake, Heinz vonFoerster afirma que “ver equivale a un insight (...) a alcanzar la com-prensión de algo utilizando todas las explicaciones, metáforas, parábolas,etc. con las cuales contamos” (Foerster, H. v. Visión y Conocimiento:Disfunciones de Segundo Orden. In: Schnitman, D.F. (Org.) NuevosParadigmas, Cultura y Subjetividad, 1994. p. 91-113). O sea, todosestos medios son ‘buenos’ para ver y comprender -y en este sentidotendría razón Paul Feyerabend cuando afirma pragmáticamente queanything goes, “todo sirve” para ver y comprender.

Volviendo a la posición defendida por Morin, el sociólogo francésafirma que “pedimos justamente al pensamiento que disipe las neblinas ylas oscuridades, que ponga orden y claridad en la realidad, para querevele las leyes que la gobiernan. La palabra complejidad, a su vez, sólopuede expresar nuestra incomodidad, nuestra confusión, nuestraincapacidad de definir de manera simple y clara, de poner orden ennuestras ideas” (Morin, ibid., p. 9). Pero, por otro lado -continúa Morin-“la complejidad no es algo que pueda ser definido de manera simple yque pueda tomar el lugar de la simplicidad. ‘La complejidad es una palabra

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problema y no una palabra solución’” (ibid., p. 10). Dicho de otra manera,la complejidad no elimina la simplicidad. Como afirma Morin, “lacomplejidad aparece ciertamente donde el pensamiento simplificador falla,pero ella integra en sí todo aquello que pone orden, claridad, distinción,precisión en el conocimiento. Mientras el pensamiento simplificadordesintegra la complejidad de lo real, el pensamiento complejo integra lomás posible los modos simplificadores de pensar, rechazando lasconsecuencias mutiladoras y reductoras (...) de una simplificación quese cree el reflejo de lo real en la realidad” (ibid., p. 11).

Hice esta larga disgresión en la disputa sobre la ‘palabra problema’complejidad, para introducir el porqué creo que el libro aquí presentado,contribuye a pensar sobre la así llamada ‘crisis de la salud pública’ conuna mirada renovada. Explicaré, a continuación, porqué.

A este respecto quiero referirme aún a un insospechado defensorde la necesidad de reducir la complejidad para poder lidiar con ella, elsociólogo sistémico alemán Niklas Luhmann (Luhmann, N. & De Giorgi,R. Teoría della Società. Milano: Franco Angeli, 1994), para quien «lacomplejidad no es un concepto simple, sino un concepto, a su vez, com-plejo y por lo tanto formado de manera autológica» (p. 40). Luhmann,que integra en su obra las contribuciones de Maturana y la de los teóri-cos de la complejidad (siendo él mismo uno de los teóricos más impor-tantes en lo que dice relación al análisis de la complejidad ehipercomplejidad de los sistemas sociales), considera que para definir ydescribir cualquier sistema hipercomplejo (y el sistema de salud públicapuede ciertamente ser considerado como uno de ellos, si juzgamos per-tinente una expresión como «hipercrisis sanitaria») debemos tratarlo comoun sistema auto-referencial. O sea, una teoría de los sistemashipercomplejos «debe contener su objeto como un objeto que se descri-be a sí mismo» (p. 9); en caso contrario tendríamos que renunciar a unateoría sobre ellos y, sobre todo, renunciar a concebirlos en términos deautonomía y de auto-institución. Pero definir, describir y comprender(que son las operaciones de una teoría) implica operar distinciones(Luhmann, además, considera coherentemente que no deberíamos máshablar de objetos, sino de distinciones hechas por sujetos). Una teoría dela complejidad es también una forma de dar cuenta de la distinción, pero«la distinción que constituye la complejidad tiene la forma de una ‘para-

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Epílogo: Prefacio de la edición en Portugués

doja’: complejidad es la unidad de una multiplicidad» (p. 41). ¿Cómoresolver entonces esta paradoja lógica? -pregunta Luhmann. Tradicio-nalmente, se opera recurriendo a una distinción ulterior, por ejemplo,entre elementos y relaciones, y así en adelante. Pero este camino revelaluego sus limitaciones al considerar la ley matemática según la cual alincrementar el número de elementos, el número de relaciones aumentaen progresión geométrica. Es por eso que existen, de hecho, límites drás-ticos cuando se opera con la complejidad; luego, la propia ley matemáti-ca considerada obliga a tener una relación selectiva entre elementos,esto es, a operar una reducción de la complejidad en el sentido de esco-ger las relaciones autopoiéticas, auto-referenciales y autológicas perti-nentes, dejando fuera (como no pertinentes) todas las otras que son detipo alopoiéticas, heterorreferenciales y meramente lógicas, y que, por lotanto, excluirían, en principio, la posibilidad de que el sistema pueda pen-sarse a sí mismo. No es esta la oportunidad de profundizar esta discu-sión, pero si consideramos la salud (en particular, la salud pública) comoun sistema de este tipo, tal vez podamos entender su crisis de una formadistinta, esto es, como una crisis interna, de su propia dinámica; unacrisis de su teoría y de su práctica, vistas de manera inmanente,autopoiética, auto-referencial y autológica. Como Tarride sintetiza en lasConsideraciones Finales, «la crisis de la salud pública, vista desde laperspectiva de la complejidad, parece ser una ‘expresión de sí misma’,que obliga a asumir esta perspectiva y a considerar dicha crisis como unpunto de cambio obligado en la evolución de los sistemas, a partir delcual diseñar el futuro que deseamos para tales sistemas» (destacadomío).

Creo que la reflexión que trae el libro que el lector tiene ahora ensus manos - y en el cual intenté trazar algunas pistas de lectura - contri-buye a repensar la crisis de la salud pública, desconstruyendo (pero nodestruyendo) los referentes de cientificidad del siglo XIX, en los cualesella está aún mayoritariamente situada pero que, tanto aquí como allá,muestran un cierto cansancio, desafiados por dos lados: aquel de la com-plejidad y el de la responsabilidad.

Concluyendo, espero que la lectura del libro de Mario Tarride, alestimular el recorrido al interior de estos recovecos, contribuya a pensare incorporar en la práctica sanitaria una «nueva figura de la salud pública»,

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al mismo tiempo «sustentable», «ética» y «segura», como bien apunta elautor en su bello libro.

FERMIN ROLAND SCHRAMM Doutor em Saúde Pública,

prof. de Filosofía da Ciência e de Bioética Escola Nacional de Saúde Pública / Fiocruz

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