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    San Agustn

    Las confesiones

    LIBRO I

    CAPITULO I

    1. Grande eres, Seor, e inmensamente digno de alabanza; grande estu poder y tu inteligencia no tiene lmites.Y ahora hay aqu un hombre que te quiere alabar. Un hombre que es

    parte de tu creaci n y que, como todos, lle!a siempre consigo portodas partes su mortalidad y el testimonio de su pecado, el testimoniode que t" siempre te resistes a la sobrebia humana. as pues, noobstante su miseria, ese hombre te quiere alabar. Y t" lo estimulas

    para que encuentre deleite en tu alabanza; nps creaste para ti ynuestro coraz n andar# siempre inquieto mientras no descanse en ti.

    Y ahora, Seor, conc$deme saber qu$ es primero% si in!ocarte oalabarte; o si antes de in!ocarte es toda!a preciso conocerte.

    &. 'ues, (qui$n te podra in!ocar cuando no te conoce) Si no teconoce bien podra in!ocar a alguien que no eres t".

    (* ser#, acaso, que nadie te puede conocer si no te in!oca primero)+as por otra parte% ( mo te podra in!ocar quien toda!a no creeen ti; y c mo podra creer en ti si nadie te predica)

    -labar#n al Seor quienes lo buscan; pues si lo buscan lo habr#n deencontrar; y si lo encuentran lo habr#n de alabar.

    az pues, Seor, que yo te busque y te in!oque; y que te in!oquecreyendo en ti, pues ya he escuchado tu predicaci n. /e in!oca mi 0e.

    sa 0e que t" me has dado, que in0undiste en mi alma por lahumanidad de tu i2o, por el ministerio de aquel que t" nos en!iaste

    para que nos hablara de ti.

    CAPITULO II

    1. (Y c mo habr$ de in!ocar a mi 3ios y Seor) 'orque si lo in!ocoser# ciertamente para que !enga a m. 'ero, (qu$ lugar hay en m

    para que a m !enga 3ios, ese 3ios que hizo el cielo y la tierra)

    4Seor santo5 ( mo es posible que haya en m algo capaz de ti)

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    'orque a ti no pueden contenerte ni el cielo ni la tierra que t" creaste,y yo en ella me encuentro, porque en ella me creaste.

    &. -caso porque sin ti no e6istira nada de cuanto e6iste, resulta posible que lo que e6iste te contenga. 4Y yo e6isto5 'or eso deseo

    que !engas a m, pues sin ti yo no e6istira. Yo no estoy en losabismos, pero t" est#s tambien all. Y yo no sera, absolutamnete no

    podra ser, si t" no estu!ieras en mi. *, para decirlo me2or, yo noe6istira si no e6istiera en ti, de quien todo procede, por el cual y enel cual e6iste todo. -s es, Seor, as es. (Y c mo, entonces,in!ocarte, si estoy en ti) (Y c mo podras t" !enir si ya est#s en m)( mo podra yo salirme del cielo y de la tierra para que !iniera a mmi Seor pues l di2o% yo lleno los cielos y la tierra)

    CAPITULO III

    1. ntonces, Seor% (/e contienen el cielo y la tierra porque t" losllenas; o los llenas pero queda algo de ti que no cabe en ellos) (Y end nde pones lo que, llenados el cielo y la tierra, sobra de ti) (*, m#s

    bien, t" no necesitas que nada te contenga porque t" lo contienestodo; porque lo que t" llenas lo llenas conteni$ndolo)

    'orque los !asos que est#n llenos de ti no te dan tu estabilidad;aunque ellos se rompieran t" no te derramaras. Y cuando tederramas en nosotros no te reba2as, sino que nos le!antas; no te

    desparramas, sino que nos recoges.'ero t", que todo lo llenas, (lo llenas con la totalidad de ti)

    &. 7as cosas no te pueden contener todo entero. (3iremos que s locaptan una parte de ti y que todas toman esa misma parte) (* queuna cosa toma una parte de ti y otra, otra; unas una parte mayor yotras una menor) abra que decir, entonces, que t" tienes partes, yunas mayores que otras. 'ero esto no puede ser. /" est#s en todas lascosas, est#s en ellas de una manera total; y la creaci n entera no te

    puede abarcar.

    CAPITULO IV

    1. (8ui$n eres pues t", 3ios mo, y a qui$n diri2o mis ruegos sino ami 3ios y Seor) 4Y qu$ otro 3ios 0uera del Seor nuestro 3ios5

    /" eres Sumo y *ptimo y tu poder no tiene lmites. 9n0initamentemisericordioso y 2usto, al mismo tiempo inaccesiblemente secreto y!i!amente presente, de inmensa 0uerza y hermosura, estable eincomprensible, un inmutable que todo lo mue!e.

    :unca nue!o, nunca !ie2o; todo lo renue!as, pero haces en!e2ecer alos soberbios sin que ellos se den cuenta. Siempre acti!o, pero

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    siempre quieto; todo lo recoges, pero nada te hace 0alta. /odo locreas, lo sustentas y lo lle!as a per0ecci n. res u n3ios que busca,

    pero nada necesita.

    &. -rdes de amor, pero no te quemas; eres celoso, pero tambi$n

    seguro; cuando de algo te arrepientes, no te duele, te eno2as, perosiempre est#s tranquilo; cambias lo que haces 0uera de ti, pero nocambias conse2o. :unca eres pobre, pero te alegra lo que de nosotrosganas.

    :o eres a!aro, pero buscas ganancias; nos haces darte m#s de lo quenos mandas para con!ertirte en deudor nuestro. 'ero, (qui$n tienealgo que no sea tuyo) Y nos pagas tus deudas cuando nada nosdebes; y nos perdonas lo que te debemos sin perder lo que nos

    perdonas.

    (8u$ diremos pues de ti, 3ios mo, !ida ma y santa dulzura)-unque bien poco es en realidad lo que dice quien de ti habla. 'ero,4ay de aquellos que callan de ti5 'orque teniendo el don de la palabrase han !uelto mudos.

    CAPITULO V

    1. (8ui$n me dar# reposar en ti, que !engas a mi coraz n y loembriagues hasta hacerme ol!idar mis males y abrazarme a ti, mi"nico bien)

    (8u$ eres t" para m) azme la misericordia de que pueda decirlo.(Y qui$n soy yo para ti, pues me mandas que te ame; y si ni lo hagote irritas contra m y me amenazas con grandes miserias) 4'ero, qu$5(:o es ya muchsima miseria simplemente el no amarte)

    3ime pues, Seor, por tu misericordia, qui$n eres t" para m. 3ile ami alma% Yo soy tu salud , =?. Y dmelo en 0orma que teoiga; #breme los odos del coraz n, y dime% Yo soy tu salud . Ycorra yo detr#s de esa !oz, hasta alcanzarte. :o escondas de m tu

    rostro, y muera yo, si es preciso, para no morir y contemplarlo.&. -ngosta morada es mi alma; ens#nchamela, para que puedas !enira ella. st# en ruinas% rep#rala. S$ bien y lo con0ieso, que tiene cosasque o0enden tus o2os. (- qui$n m#s que a ti puedo clamar para queme la limpie) 7mpiame, Seor, de mis pecados ocultos y lbramede las culpas a2enas. reo, y por eso hablo . /", Seor, lo sabes bien.Ya te he con0esado mis culpas, Seor, y t" me las perdonaste ?. :o !oy a entrar en pleito contigo, que eres la Berdad; noquiero engaarme, para que mi iniquidad no se mienta a s misma

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    pones a obser!ar nuestros pecados, (qui$n podr# resistir)

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    ellos, que no lo saban, que no mis mayores, que s lo saban. Y as,esta in0ancia ma, ha tiempo ya que muri , y yo sigo !i!iendo.

    'ero t", Seor, siempre !i!es, y no hay en ti nada que muera. 'orquet" e6istes desde antes del comienzo de los tiempos, antes de que se

    pudiera decir antes, y eres 3ios y Seor de todo cuanto creaste. n tiest# la raz n de todas las cosas inestables; en ti el origen inmutablede todas las cosas mudables, y el porqu$ de las cosas temporales eirracionales.

    3ime, Seor misericordioso, a m, tu sier!o que te lo suplica, si miin0ancia sucedi a otra edad m#s anterior. (Sera el tiempo que pas$en el seno de mi madre) 'ues de ella se me han dicho muchas cosas,y he !isto tambi$n mu2eres preadas.

    =. (8u$ 0ue de m, 3ios y dulzura ma, antes de eso) ( ui alguien yestu!e en alguna parte) 'orque esto no me lo pueden decir ni mi

    padre ni mi madre, ni la e6periencia de otros, ni mi propio recuerdo.-caso te sonres de que te pregunte tales cosas, t" que me mandasreconocer lo que s$ y alabarte por ello. /e lo con0ieso pues, Seor delcielo y de la tierra, y te rindo tributo de alabanza por los tiempos demi in0ancia, que yo no recuerdo, y porque has concedido a loshombres que puedan deducir de lo que !en y hasta creer muchascosas de s mismos por lo que dicen mu2eres iletradas. 6ista yo

    pues, y !i!a en ese tiempo, y hacia el 0in de mi in0ancia buscaba elmodo de hacer comprender a otros lo que senta. (Y de qui$n sino deti poda proceder un !i!iente as) :o puede !enirnos de a0uera unasola !ena por la que corre en nosotros la !ida, y nadie puede serart0ice de su propio cuerpo. /odo nos !iene de ti, Seor, en quien sery !i!ir son la misma cosa, pues el supremo e6istir es supremo !i!ir.

    Sumo eres, y no admites mutaci n. 'or ti no pasan los das, y sinembargo pasan en ti, porque t" contienes todas las cosas con todossus cambios. Y porque tus aos no pasan

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    1. Seor% 4ay del hombre y de sus pecados5 uando alguno admiteesto t" te apiadas de $l; porque t" lo hiciste a $l, pero no sus pecados.

    (8ui$n me recordar# los pecados de mi in0ancia) 'orque nadie est#libre de pecado ante tus o2os, ni siquiera el nio que ha !i!ido un

    solo da. (8ui$n, pues, me los recordar#) 'osiblemente un pequeuelo en el que !eo lo que de m no recuerdo. 'ero, (cu#les podan ser mis pecados) -caso, que buscaba con ansia y con llantoel pecho de mi madre. 'orque si ahora buscase con el mismo deseono ya la leche materna sino los alimentos que con!ienen a mi edad,sera ciertamente reprendido, y con 2usticia. Yo haca, pues, entoncescosas dignas de reprensi n; pero como no poda entender a quien mereprendiera, no me reprenda nadie, ni lo hubiera consentido la raz n.3e0ectos son estos que desaparecen con el paso del tiempo. :i he

    !isto a nadie tampoco, cuando est# limpiando algo, desecharad!ertidamente lo que est# bueno. s posible que en aquellatemprana edad no estu!iera tan mal el que yo pidiese llorando cosasque me daaran si me las dieran; ni que me indignara contraaquellas personas maduras y prudentes, y contra mis propios padres

    porque no se doblegaban al imperio de mi !oluntad; y esto, hasta el punto de quererlas yo golpear y daar seg"n mis d$biles 0uerzas, porno rendirme una obediencia que me habra per2udicado.

    'or lo cual puede pensarse que un nio es siempre inocente si se

    considera la debilidad de sus 0uerzas, pero no necesariamente si semira la condici n de su #nimo. /engo la e6periencia de un nio queconoc% no poda a"n hablar, pero se pona p#lido y miraba contor!os o2os a un hermano de leche.

    &. /odos tenemos alguna e6periencia de $stas. - !eces madres ynodrizas pretenden que esto se puede corregir con no s$ queremedios; pero, miradas las cosas en s, no hay inocencia en e6cluirde la 0uente abundante y generosa a otro nio mucho m#s necesitadoy que no cuenta para sobre!i!ir sino con ese alimento de !ida. Y con

    todo esto, cosas tales se les pasan 0#cilmente a los nios; no porquese piense que son pequeeces sin importancia, sino m#s bien porqueestiman que son de0ectos que pasan con el tiempo. sto no parece0uera de raz n, pero lo cierto es que cosas tales no se le permiten aun nio m#s crecido.

    -s pues, t", Seor, que al darle a un nio la !ida, lo pro!ees con elcuerpo que le !emos, dotado de sentidos y de graciosa 0igura, y conmiembros organizados en disposici n y con 0uerza con!eniente, memandas ahora que te alabe por esto; que te con0iese y cante en honor

    de tu nombre

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    de $stas, pues cosas tales no las puede hacer nadie sino t", el "nicode quien procede el mundo todo; el hermossimo que da 0orma atodos los seres y con sus leyes los ordena.

    =. 'ero traba2o me cuesta, Seor, considerar como parte de la !ida

    que ahora !i!o, ni siquiera como principio de ella, a esa in0ancia made la que no tengo recuerdos y de la que algo s$ por lo que otros mehan dicho y por lo que !eo en otros nios. 'orque el ol!ido de mi

    primera in0ancia es tan tenebroso como el tiempo que !i! en el senode mi madre. Y si 0ui concebido en la iniquidad y en el pecado menutri mi madre

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    1. 4 u#ntas miserias y humillaciones pas$, 3ios mo, en aquella edaden la que se me propona como "nica manera de ser bueno su2etarmea mis preceptores5 Se pretenda con ello que yo 0loreciera en estemundo por la e6celencia de las artes del decir con que se consigue la

    estimaci n de los hombres y se est# al ser!icio de 0alsas riquezas.ui en!iado a la escuela para aprender las letras, cuya utilidad, pobrede m, ignoraba yo entonces; y sin embargo, me golpeaban cuandome !ean perezoso. 'orque muchos que !i!ieron antes que nosotrosnos prepararon estos duros caminos por los que nos 0orzaban acaminar, pobres hi2os de -d#n, con mucho traba2o y dolor.

    &. ntonces conoc a algunas persona que te in!ocaban. 3e ellasaprenda a sentir en la medida de mi pequeez que t" eras -lguien,que eres muy grande y que nos puedes escuchar y socorrer sin que te

    percibamos con los sentidos. Siendo pues nio comenc$ a in!ocartecomo a mi au6ilio y mi re0ugio; y en este rogar iba yo rompiendo lasataduras de mi lengua. 'equeo era yo; pero con ahnco nada

    pequeo te peda que no me azotaran en la escuela. Y cuando no meescuchabas, a"n cuando nadie poda tener por necia mi petici n, lasgentes mayores se rean, y a"n mis padres mismos, que nada maloqueran para m. n eso consistieron mis mayores su0rimientos deaquellos das.

    ( 6iste acaso, Seor, un alma tan grande y tan unida a ti por el amor,

    que en la 0uerza de esta a0ectuosa uni n contigo haga lo que enocasiones se hace por pura demencia% despreciar los tormentos del

    potro, de los ganchos de hierro y otros !arios) 'orque de tormentostales quiere la gente !erse libre, y por todo el mundo te lo suplicanllenos de temor. ( abr# pues quienes por puro amor a ti losdesprecien y tengan en poco a quienes sienten terror ante el tormentoa la manera como nuestros padres se rean de lo que nuestrosmaestros nos hacan su0rir)

    Y sin embargo, pec#bamos leyendo y escribiendo y estudiando

    menos de lo que se nos e6iga.=. 7o que nos 0altaba no era ni la memoria ni el ingenio, pues nos losdiste su0iciente para aquella edad; pero nos gustaba 2ugar y esto noslo castigaban quienes 2ugaban lo mismo que nosotros. 'orque los

    2uegos con que se di!ierten los adultos se llaman solemnementenegocios ; y lo que para los nios son !erdaderos negocios, ellos lo

    castigan como 2uegos y nadie compadece a los nios ni a los otros.

    - menos que alg"n buen #rbitro de las cosas tenga por bueno el queyo recibiera castigos por 2ugar a la pelota. Berdad es que este 2uegome impeda aprender con rapidez las letras; pero las letras me

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    permitieron m#s tarde 2uegos mucho m#s inadmisibles. 'orque en el0ondo no haca otra cosa aquel mismo que por 2ugar me pegaba.

    uando en alguna discusi n era !encido por alguno de sus colegas pro0esores, la en!idia y la bilis lo atormentaban m#s de lo que a m

    me a0ectaba perder un 2uego de pelota.CAPITULO X

    Y sin embargo pecaba yo, oh 3ios, que eres el creador y ordenadorde todas las cosas naturales con la e6cepci n del pecado, del cual noeres creador, sino nada m#s ordenador.

    'ecaba obrando contra el querer de mis padres y de aquellosmaestros. 'ero pude m#s tarde hacer buen uso de aquellas letras queellos, no s$ con qu$ intenci n, queran que yo aprendiese.

    Si yo desobedeca no era por haber elegido algo me2or, sinosimplemente por la atracci n del 2uego. Goz#bame yo en espl$ndidas!ictorias, y me gustaba el cosquilleo ardiente que en los odos de2anlas 0#bulas. ada !ez m#s me brillaba una peligrosa curiosidad en loso2os cuando !ea los esp$ctaculos circenses y gladiatorios de losadultos. 8uienes tales 2uegos organizan ganan con ello tal dignidad ye6celencia, que todos luego la desean para sus hi2os. Y sin embargono lle!an a mal el que se los maltrate por el tiempo que pierden!iendo esos 2uegos, ya queel estudio les permitira montarlos ellos

    mismos m#s tarde. onsidera, Seor, con misericordia estas cosas ylbranos a nosotros, los que ya te in!ocamos. Y libra tambi$n a losque no te in!ocan toda!a, para que lleguen a in!ocarte y los sal!es.

    CAPITULO XI

    /oda!a siendo nio haba yo odo hablar de Bida terna que nostienes prometida por tu i2o nuestro Seor, cuya humildad descendihasta nuestra soberbia. Ya me signaba con el signo de su cruz y mesazonaba con su sal ya desde el !ientre de mi madre, que tan grande

    esperanza tena puesta en ti. Y t" sabes que ciertos das me atacaron!iolentos dolores de !ientre con mucha 0iebre, y que me !i demuerte. Y !iste tambi$n, porque ya entonces eras mi guardi#n, concu#nta 0e y ardor ped el bautismo de tu risto, 3ios y Seor mo, ami madre y a la +adre de todos que es tu 9glesia. Y mi madre delcuerpo, que consternada en su coraz n casto y lleno de 0e queraengendrarme para la !ida eterna, se agitaba para que yo 0uerainiciado en los sacramentos de la sal!aci n y, con0i#ndote a ti, Seormo, recibiera la remisi n de mi pecado. Y as hubiera sido sin la

    pronta recuperaci n que tu!e. Se di0iri pues mi puri0icaci n, comosi 0uera necesario seguir !i!iendo una !ida manchada, ya quee una

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    recada en el mal comportamiento despu$s del bao bautismal habrasido peor y mucho m#s peligrosa.

    Yo era ya pues un creyente. Y lo eran tambi$n mi madre y todos losde la casa, con la e6cepci n de mi padre, quien a pesar de que no

    crea tampoco estorbaba los es0uerzos de mi piadosa madre paraa0irmarme en la 0e en risto. 'orque ella quera que no $l sino t"0ueras mi 'adre; y t" la ayudabas a sobreponerse a quien bien ser!asiendo ella me2or, pues al ser!irlo a $l por tu mandato, a ti te ser!a.

    +e gustara saber, Seor, por qu$ raz n se di0iri mi bautismo; si 0ue bueno para m que se a0lo2aran las riendas para seguir pecando, o sihubiera sido me2or que no se me a0lo2aran. ('or qu$ omos todos losdas decir% 3e2a a $ste que haga su !oluntad, al cabo no est#

    bautizado toda!a , cuando de la salud del cuerpo nunca decimos%3$2alo que se trastorne m#s, al cabo no est# a"n curado ) 4 u#nto

    me2or hubiera sido que yo sanara m#s pronto y que de tal maneraobrara yo y obraran conmigo, que quedara en seguro ba2o tu

    protecci n la salud del alma que de ti me !iene5 'ero bien saba mimadre cu#ntas y cu#n grandes oleadas de tentaci n habran de seguira mi in0ancia. 'ens que tales batallas contribuiran a 0ormarme, y noquiso e6poner a ellas la e0igie tuya que se nos da en el bautismo.

    CAPITULO XII

    1. 3urante mi niez

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    1. :unca he llegado a saber a que obedeca mi aborrecimiento por lalengua griega que me 0orzaban a aprender, pero en cambio megustaba mucho la lengua latina. :o por cierto la de la primeraenseanza en la que se aprende a leer, escribir y contar, ya que $sta

    me era tan odiosa como el aprendiza2e del griego; pero s laenseanza de los llamados gram#ticos . ('ero de d nde !ena esto,sino del pecado y la !anidad de la !ida) 'orque yo era carne yespritu que camina sin !ol!er atr#s

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    caminos para que pueda yo amar los buenos tuyos. 8ue nada mereclamen los !endedores y compradores de gram#tica; pues si les

    pregunto si 0ue !erdad que neas haya estado alguna !ez en artago,los m#s indoctos me dir#n que no lo saben, y los m#s prudentes lo

    negar#n en absoluto.>. 'ero si les pregunto con qu$ letras se escribe el nombre de neastodos responder#n bien, pues conocen lo que seg"n el con!enio delos hombres signi0ican esas letras. +#s a"n% si les pregunto qu$causara mayor dao en esta !ida% si ol!idarnos de leer y escribir uol!idar todas esas po$ticas 0icciones (qui$n dudar# de la respuesta,si es que no ha perdido la raz n)

    'ecaba yo pues entonces, siendo nio, cuando pre0era las 0icciones alas letras "tiles que tena en aborrecimiento, ya que el que uno m#suno sean dos y dos m#s dos sumen cuatro, era para m 0astidiosacanci n; y mucho me2or quera contemplar los dulces espect#culosde !anidad, como aquel caballo de madera lleno de hombresarmados, como el incendio de /roya y la sombra de reusa.

    CAPITULO XIV

    1. ('or qu$ pues aborreca yo la literatura griega que tan bellas cosascantaba) 'orque homero, tan perito en urdir preciosas 0#bulas, esdulce, pero !ano; y esta !ana dulzura era amrga para m cuando era

    yo nio; de seguro tambi$n lo es Birgilio para los nios griegos si losobligan al estudio como a m me obligaban% es muy duro estudiarobligados. Y as, la di0icultad de batallar con una lengua e6traaamargaba como hiel la sua!idad de aquellas 0abulosas narracionesgriegas. 7a lengua yo no la conoca, y sin embargo se me amenazabacon penas y rigores como si bien la conociera. /ampoco conoca yoen mi in0ancia la lengua latina; pero con la sola atenci n la 0uiconociendo, sin miedo ni 0atiga, y hasta con halagos de parte de misnodrizas, y con a0ectuosas burlas y 2uegos alegres que inspiraban mi

    ignorancia.&. 7a aprend pues sin presiones, mo!ido solamente por la urgenciaque yo mismo senta de hacerme comprender. 9ba poco a pocoaprendiendo las palabras, no de quien me las enseara, sino dequienes hablaban delante de m; y yo por mi parte arda por hacerlesconocer mis pensamientos. 'or donde se !e que para aprender mayore0icacia tiene la natural curiosidad que no una temerosa coacci n.'ero t", Seor, tienes establecida una ley% la de que seme2antescoacciones pongan un 0reno ben0icioso al libre 0lu2o de la

    espontaneidad. 3esde la 0$rula de los maestros hasta las pruebasterribles del martirio, es tu ley que todo se !ea mezclado de

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    saludables amarguras, con las que nos llamas hacia ti en e6piaci n delas pestilentes alegras que de ti nos ale2an.

    CAPITULO XV

    1. scucha, Seor, mi s"plica para que mi alma no se quiebre ba2o tudisciplina, ni desmaye en con0esar las misericordias con las que mesacaste de mis p$simos caminos. Seas t" siempre para m unadulzura m#s 0uerte que todas las mundanas seducciones que antes mearrastraban. az que te ame con hondura y apriete tu mano con todaslas 0uerzas de mi coraz n, y as me !ea libre hasta el 0in de todas lastentaciones.

    &. Sr!ate pues, 3ios y Seor mo, cuanto de "til aprend siendonio; y sr!ate cuanto hablo, escribo, leo o pongo en n"meros.

    'orque cuando aprenda yo !anidades, t" me dabas disciplina y me perdonabas el pecaminoso placer que en ellas tena. s cierto que enellas aprend muchas coas que me han sido de utilidad; pero erancosas que tambi$n pueden aprenderse sin !anidad alguna. stecamino es el me2or, y o2al# todos los nios caminaran por esta sendasegura.

    CAPITULO XVI

    1. 4+aldito seas, oh ro de las costumbres humanas, pues nadie te

    puede resistir5 ( u#ndo te secar#s) ( asta cu#ndo seguir#sarrastrando a los pobres hi2os de !a hacia mares inmensos ytormentosos en los que apenas pueden na!egar los que se suben a unleo) (:o he ledo yo acaso en ti que K"piter truena en el cielo peroes ad"ltero sobre la tierra) -mbas cosas son incompatibles, pero $llas hizo; y con la alcahuetera de truenos 0alsos dio autoridad aquienes lo imitaran en un adulterio !erdadero. (Y cu#l de aquellosmaestros m#s insignes soportara sin impaciencia que un hombre desu misma condici n di2ese que omero en sus 0icciones trans0era alos dioses los !icios humanos en !ez de traspasar a los hombrescualidades di!inas)

    -unque mayor !erdad habra de decir que $l en sus 0icciones atribuacualidades di!inas a hombres !iciosos; con lo cual los !iciosquedaban cohonestados, y quien los tu!iera poda pensar que imitabano a hombres depra!ados, sino a celestes deidades.

    &. Y sin embargo, 4oh ro in0ernal5 n tus ondas se re!uel!en loshi2os de los hombres en pos de la ganancia; y en mucho se tiene elque las leyendas hom$ricas se representen en el oro, ba2o el amparo

    de leyes que les conceden crecidos estipendios. Y haces, oh ro,sonar tus piedras, diciendo% -qu se aprende el arte de la palabra,

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    aqu se adquiere la elocuencia tan necesaria para e6plicar las cosas y persuadir los #nimos .

    n e0ecto% no conoceramos palabras tales como llu!ia de oro,regazo, engao y templos del cielo si no 0uera porque /erencio las

    usa cuando nos presenta a un 2o!en disoluto que quiere cometer unestupro siguiendo el e2emplo de K"piter. 'orque !i en una pared una

    pintura sobre el tema de c mo cierta !ez K"piter embaraz a ladoncella 3#nae penetrando en su seno ba2o la 0orma de una llu!ia deoro. Y 4hay que !er c mo se e6cita la concupiscencia de ese 2o!encon seme2ante e2emplo, que le !iene de un dios5 (Y qu$ dios) Se

    pregunta. 'ues, nada menos que aquel que hace retemblar con sustruenos los templos del cielo. Y se dice% (:o !oy yo, simplehombre, a hacer lo que !eo en un dios) 4 laro que s5 Y ya lo he

    hecho, y con toda mi !oluntad .=. Y no es que con estas selectas palabras se e6presen me2orseme2antes torpezas; sino m#s bien, que ba2o el amparo de esas

    palabras las torpezas se cometen con m#s desahogo. :o tengoob2eciones contra las palabras mismas, que son como !asosescogidos y preciosos; pero s las tengo contra el !ino de error queen ellos nos daban a beber maestros ebrios, que toda!a nosamenzaban si nos neg#bamos a beber. Y no tenamos un 2uez a quienapelar. Y sin embargo, 3ios mo, en quien reposa ya segura mi

    memoria, yo aprenda tales !anidades con gusto; y, msero de m,encontraba en ellas placer. 'or eso decan de m que era un nio quemucho prometa para el 0uturo.

    CAPITULO XVII

    1. 'ermteme, Seor, decir algo sobre mi ingenio, d#di!a tuya y delos de!aneos con que lo desperdiciaba.

    +e proponan algo que mucho me inquietaba el alma. 8ueran que por amor a la alabanza y miedo a ser en0rentado y golpeado repitiera

    las palabras deKuno, iracunda y dolida de que no poda ale2ar de9talia al rey de los teucros

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    &. 'ero, (de qu$ me ser!a todo aquello, 3ios mo y !ida ma) (Y por qu$ era yo, cuando recitaba, m#s alabado que otros coet#neosmos y compaeros de estudios) (:o era todo ello !iento y humo)(:o haba por !entura otros temas en que se pudieran e2ercitar mi

    lengua y mi ingenio) 7os haba. /us alabanzas, Seor, tus alabanzascomo est#n en la Santa scritura, habran sostenido el ga2o d$bil demi coraz n; y no habra yo quedado como presa innoble de los

    p#2aros de rapia en medio de aquellas !anidades.

    CAPITULO XVIII

    1. :o es pues mara!illa si lle!ado por tanta !anidad me descarriabayo le2os de ti, mi 3ios. 'ara mi norma y gobierno se me proponanhombres que eran reprendidos por decir con alg"n barbarismo osolecismo alg"n hecho suyo no malo, pero eran alabados yglori0icados cuando ponan en palabras adecuadas y con buenaornamentaci n sus peores concupicencias. Y t", Seor, 4!es todo estoy te callas5 4/", que eres !eraz, generoso y muy misericordioso5

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    odio que le tiene; como si pudiera causarle a otro una de!astaci nmayor que la que a s mismo se causa siendo su enemigo.

    =. Y por cierto no hay cultura literaria que nos sea m#s ntima que laconciencia misma, en la cual lle!amos escrito que no se debe hacer a

    otro lo que nosotros mismos no queremos padecer , 1C y +t J,1&?. 4 u#n distinto eres /", oh 3ios inmenso y "nico, que habitas enel silencio de las alturas, y con inmutables decretos imponescegueras para castigar ilcitos deseos5

    uando alguien busca la 0ama de la elocuencia atacando con odio aun enemigo en presencia de un 2uez y de un auditorio, pone sumocuidado para no desprestigiarse con un error de lengua2e. :o dir#,

    por e2emplo, entre 7-S hombres . 'ero en cambio, nada se le da, enla !iolencia de su odio, si intenta arrancar a otro hombre de lasociedad de sus seme2antes.

    CAPITULO XIX

    1. -l umbral de seme2antes costumbres yaca yo in0eliz mientras 0uinio. Y tal era la lucha en esa palestra, que m#s tema yo cometer un

    barbarismo que en!idiar a los que lo cometan. -hora admito ycon0ieso en tu presencia aquellas pequeeces por las cuales recibayo alabanza de parte de personas para m tan importantes queagradarles me pareca la suma del buen !i!ir. :o caa yo en la cuenta

    de la !or#gine de torpezas que me arrastraba ante tus o2os.('odan ellos !er entonces algo m#s detestable que yo) 'ues loso0enda engaando con incontables mentiras a mi pedagogo, a mismaestros y a mis padres; y todo por la pasi n de 2ugar y por el deseode contemplar espect#culos !anos para luego di!ertirme en imitarlos.

    &. omet muchos hurtos de la mesa y la despensa de mis padres, en parte mo!ido por la gula, y en parte tambi$n para tener algo que dara otros muchachos que me !endan su 2uego; trueque en el cual ellosy yo encontr#bamos gusto. 'ero tambi$n en esos 2uegos me !encacon 0recuencia la !anidad de sobresalir, y me las arreglaba paraconseguir !ictorias 0raudulentas. Y no haba cosa que mayor 0astidiome diera que el sorprenderlos en alguna de aquellas trampas que yomismo les haca a ellos. Y cuando en alguna me pillaban pre0era

    pelear a conceder.

    =. (8u$ clase de inocencia in0antil era esta) :o lo era, Seor, no loera, permteme que te lo diga. 'orque esta misma pasi n, que en laedad escolar tiene por ob2eto nueces, pelotas y pa2aritos, en lasedades posteriores, para pre0ectos y reyes, es ambici n de oro, detierras y de escla!os. on el paso del tiempo se pasa de lo chico a lo

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    grande, as como de la 0$rula de los maestros se pasa m#s tarde asuplicios mayores.

    ue, pues, la humildad lo que t", Eey y Seor nuestro, aprobaste enla pequeez de los nios cuando di2iste que de los que son como

    ellos es el Eeino de los ielos ?.

    CAPITULO XX

    1. Y sin embargo, Seor e6celentsimo y ptimo reador de cuantoe6iste, gracias te dara si hubieses dispuesto que yo no pasara de laniez. 'oruqe yo e6ista y !i!a; !ea y senta y cuidaba de miconser!aci n, !estigio secreto de aquella Unidad de la que procedo.Un instinto muy interior me mo!a a cuidar la integridad de missentidos, y aun en las cosas m#s pequeas me deleitaba en la !erdad

    de mis pensamientos. :o me gustaba equi!ocarme. +i memoria erae6celente, mi habla ya estaba 0ormada. +e gozaba en la amistad,hua del dolor, del desprecio y de la ignorancia. (8u$ hay en un seras que no sea admirable y digno de loor)

    &. 'ero todo esto me !ena de mi 3ios, pues yo no me d a m mismoseme2antes dones. osas buenas eran, y todas ellas eran mi yo.Fueno es, entonces, el que me hizo. l es mi bien, y en su presenciame lleno de e6ultaci n.

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    LIBRO II

    CAPITULO I 1. 8uiero ahora recordar las 0ealdades de mi !ida pasada, lascorrupciones carnales de mi alma; no porque en ellas me complazca,sino porque te amo a ti, mi 3ios. 7o hago por amor de tu -mor,recordando en la amargura de una re!i!ida memoria mis per!ersoscaminos y malas andanzas. 'ara que me seas dulce t", dulzura no0alaz, dulzura cierta y 0eliz; para que me reco2as de la dispersi n enla que andu!e como despedazado mientras le2os de ti !i!a en la!anidad.

    &. 3urante alg"n tiempo de mi adolescencia arda en el deseo de

    saciar los m#s ba2os apetitos y me hice como una sel!a de sombrosamores. Se marchit mi hermosura y aparec ante tus o2os como unser podrido y s lo atento a complacerse a s mismo y agradar a losdem#s.

    CAPITULO II

    1. :ada me deleitaba entonces 0uera de amar y ser amado. 'ero noguard#bamos compostura, y pas#bamos m#s all# de los lmitesluminosos de la !erdadera amistad que !a de un alma a la otra. 3em se e6halaban nubes de 0angosa concupiscencia carnal en elher!idero de mi pubertad, y de tal manera obnubilaban y o0uscabanmi coraz n que no era yo capaz de distinguir entre la serenidad delamor y el 0uego de la sensualidad. -mbos ardan en con0usae0er!escencia y arrastraban mi debilidad por los derrumbaderos de laconcupiscencia en un torbellino de pecados. /u c lera se abata sobrem, pero yo lo ignoraba; me haba !uelto sordo a tu !oz y comoencadenado, por la estridencia de mi carne mortal. sta era la penacon que castigabas la soberbia de mi alma. ada !ez me iba m#sle2os de ti, y t" lo permitas; era yo empu2ado de aqu para all#, mederramaba y desperdiciaba en la ebullici n de las pasiones y t"guardabas silencio. 4*h, mis pasos tardos5 /" callabas entonces, yyo me ale2aba de ti m#s y m#s, desparramado en dolores est$riles,

    pero soberbio en mi en!ilecimiento y sin sosiego en mi cansancio.

    &. 4*2al# hubiera yo tenido entonces quien pusiera medida a miagitaci n, quien me hubiera enseado a usar con pro!echo la belleza0ugiti!a de las cosas nue!as marc#ndoles una meta5 Si tal hubierasido, el her!oroso mpetu de mi 2u!entud se habra ido moderandorumbo al matrimonio y, a 0alta de poder conseguir la plena serenidad,me habra contentado con procrear hi2os como lo mandas t", que eres

    poderoso para sacar renue!os de nuestra carne mortal, y sabes

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    tratarnos con mano sua!e para templar la dureza de las espinase6cludas de tu paraso.

    'orque tu pro!idencia est# siempre cerca, aun cuando nosotrosandemos le2os. :o tu!e quien me ayudara a poner atenci n a tu

    'alabra que del cielo nos ba2a por la boca de tu ap stol, cuando di2o%stos tendr#n la tribulaci n de la carne, pero yo os perdono . Y

    tambi$n% Fueno es para el hombre no tocar a la mu2er ; y luego% lque no tiene mu2er se preocupa de las cosas de 3ios y de c moagradarle; pero el que est# unido en matrimonio se preocupa de lascosas del mundo y de c mo agradar a su mu2er

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    meditemos en la posibilidad y la necesidad de clamar ati desde losm#s hondos abismos. 'orque nada puede haber que m#s !ecino seade tu odo que un coraz n que te con0iesa y una !ida de 0e. - mi

    padre no haba quien no lo alabara por ir m#s all# de sus 0uerzas para

    dar a su hi2o cuanto haba menester para ese !ia2e en busca de buenosestudios, cuando ciudadanos opulentos no hacan por sus hi2os nadaseme2ante. 'ero este mismo padre que tanto por m se preocupaba,no pensaba para nada en c mo poda yo crecer para ti, ni hasta d nde

    poda yo mantenerme casto; le bastaba con que aprendiera a disertar,aunque desertara de ti y de tus cuidados, 3ios mo, t" que eres uno,!erdadero y bueno y dueo de este campo tuyo que es mi coraz n.

    &. n ese ao decimose6to de mi !ida, 0orzado por las necesidades0amiliares a abandonar la escuela, !i! con mis padres, y se 0orm en

    mi cabeza un matorral de concupiscencias que nadie poda arrancar.Sucedi pues que aquel hombre que 0ue mi padre me !i un da enlos baos, ya p"ber y en inquieta adolescencia. +uy orondo 0ue acont#rselo a mi madre, 0eliz como si ya tu!iera nietos de mi;embriagado con un !ino in!isible, el de su propia !oluntad per!ersae inclinada a lo m#s ba2o; la embriaguez presuntuosa de un mundool!idado de su reador y todo !uelto hacia las criaturas.

    'ero t" ya habas empezado a echar en el pecho de mi madre loscimientos del templo santo en que ibas a habitar. +i padre era

    toda!a catec"meno, y de poco tiempo; entonces, al orlo ella seestremeci de piadoso temor; aunque yo no me contaba a"n entre los0ieles, ella temi que me 0uera por los des!iados caminos por donde!an los que no te dan la cara, sino que te !uel!en la espalda.

    =. 4-y5 (+e atre!er$ a decir que t" permanecas callado mientras yom#s y m#s me ale2aba de ti) ('odr$ decir que no me hablabas) 'ero,(de qui$n sino tuyas eran aquellas palabras que con !oz de mimadre, 0iel sier!a tuya, me cantabas al odo) :inguna de ellas, sinembargo, me lleg al coraz n para ponerlas en pr#ctica. lla no

    quera que yo cometiera 0ornicaci n y recuerdo c mo me amonesten secreto con gran !ehemencia, insistiendo sobre todo en que nodeba yo tocar la mu2er a2ena. 'ero sus conse2os me parecandebilidades de mu2er que no poda yo tomar en cuenta sina!ergonzarme.

    +as sus conse2os no eran suyos, sino tuyos y yo no lo saba. 'ensabayo que t" callabas, cuando por su !oz me hablabas; y al despreciarlaa ella, sier!a tuya, te despreciaba a ti, siendo yo tambi$n tu sier!o.'ero yo nada saba. 9ba desbocado, con una ceguera tal, que no poda

    soportar que me superaran en malas acciones aquellos compaerosque se 2actaban de sus 0echoras tanto m#s cuanto peores eran. on

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    ello pecaba yo no s lo con la lu2uria de los actos, sino tambi$n con lalu2uria de las alabanzas.

    >. ( ay algo que sea realmente digno de !ituperaci n 0uera del!icio) 'ero yo, para e!itar el !ituperio me 0inga m#s !icioso y,

    cuando no tena un pecado real con el cual pudiera competir conaquellos perdidos in!entaba uno que no haba hecho, no queriendo

    parecer menos abyecto que ellos ni ser tenido por tonto cuando eram#s casto.

    on tales compaeros corra yo las calles y plazas de Fabilonia y mere!olcaba en su cieno como en per0umes y unguentos preciosos; y unenemigo in!isible me haca presi n para tenerme bien 0i2o en el

    barro; yo era seducible y $l me seduca.

    :i siquiera mi madre, aquella mu2er que haba hudo ya de Fabilonia pero andaba a"n con lentos pasos por sus arrabales tom pro!idencias para hacerme conseguir aquella pureza que ella mismame aconse2aba. 7o que de m haba odo decir a su marido lo senta

    peligroso y pestilente; yo necesitaba del 0reno de la !ida conyugal sino era posible cortarme en lo !i!o la concupiscencia. Y, sin embargo,ella no cuid de esto% tema que los lazos de una mu2er dieran 0in amis esperanzas. :o ciertamente la esperanza de la !ida 0utura, quemi madre ya posea; pero s las buenas esperanzas de aprendiza2e delas letras que tanto ella como mi padre deseaban !i!amente; $l,

    porque pensaba poco en ti y 0ormaba a mi prop sito castillos en elaire; y ella, porque no !ea en las letras un estorbo, sino m#s bien unaayuda para llegar a ti. /odo esto lo con2eturo recordando lo me2orque puedo c mo eran mis padres. 'or este moti!o y sin un necesariotemperamento de se!eridad, me soltaban las riendas y yo medi!erta, andaba distrado y me desintegraba en una !ariedad dea0ectos y en una ardiente o0uscaci n que me ocultaba, Seor, lasserenidades de tu !erdad. Y de mi craso pecho sala la iniquidad

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    aba en la !ecindad de nuestra !ia un peral cargado de 0rutas queno eran apetecibles ni por su 0orma ni por su color. uimos, pues,rapaces per!ersos, a sacudir el peral a eso de la medianoche, pueshasta esa hora habamos alargado, seg"n nuestra mala costumbre, los

    2uegos. :os lle!amos !arias cargas grandes no para comer las perasnosotros, aunque algunas probamos, sino para ech#rselas a los puercos. 7o importante era hacer lo que nos estaba prohibido.

    &. ste es, pues, 3ios mo, mi coraz n; ese coraz n al que tu!istemisericordia cuando se hallaba en lo pro0undo del abismo. 8ue $l tediga que era lo que andaba yo buscando cuando era gratuitamentemalo; pues para mi malicia no haba otro moti!o que la maliciamisma. 3etestable era, pero la am$; am$ la perdici n, am$ mide0ecto. 7o que am$ no era lo de0ectuoso, sino el de0ecto mismo.

    -lma llena de torpezas, que se soltaba de tu 0irme apoyo rumbo ale6terminio, sin otra 0inalidad en la ignominia que la ignominiamisma.

    CAPITULO V

    1. 'orque se da ciertamente un atracti!o en todo lo que es hermoso%en el oro, en la plata, en todo. n el tacto de la carne mucho tiene que!er el halago, as como los dem#s sentidos encuentran en las cosascorporales una peculiaridad que les reponde. Felleza hay tambi$n en

    el honor temporal, en el poder de !encer y dominar, de donde proceden luego los deseos de la !enganza. Y sin embargo, Seor, para conseguir estas cosas no es indispensable separarse de ti ni!iolar tus leyes. Y la !ida que aqu !i!imos tiene su encanto en ciertomodo particular de armona y de con!eniencia con todas estas

    bellezas in0eriores. -s como tambi$n es dulce para los hombres laamistad, que con sabroso nudo hace de muchas almas una sola.

    &. 'or conseguir estas cosas y otras seme2antes se admite el pecado; por cuanto una inmoderada inclinaci n hace que se abandonen otros

    bienes de mayor !ala, que son realmente supremos% t" mismo,Seor, tu !erdad y tu ley. s indudable que tambi$n estas cosasn0imas tienen su deleite; pero no es tan grande como mi 3ios,creador de todas las cosas, que es deleite del 2usto y delicia de loscorazones rectos. 'or lo cual, cuando se pregunta sobre las posiblescausas del pecado, se suele pensar que no est# sino en el !i!o deseode alcanzar o de no perder esos bienes que he llamado n0imos. Son,a no dudarlo, hermosos y agradables en s mismos, aun cuandoresultan a ras de tierra y despreciables cuando se los compara con los

    bienes superiores, los "nicos que dan !erdadera 0elicidad.

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    =. -lguno, por e2emplo, comete un homicidio. ('or qu$ lo hizo) 7ohizo, o porque quera quedarse con la mu2er o el campo de otro, o

    porque tal depredaci n lo ayudara a !i!ir, o porque tema que elocciso lo desposeyera de algo, o porque haba recibido de $l alg"n

    agra!io que encendi en su pecho el ardor de la !enganza. 3eatilina, hombre en e6ceso malo y cruel, se ha dicho que era malogratuitamente, que haca horrores s lo porque no se le entumecieran

    por la 0alta de e2ercicio ni la mano ni el #nimo. :o de2a de ser unae6plicaci n. 'ero esto no lo es todo. 7o cierto es que de haberseapoderado del gobierno de la ciudad mediante tal acumulaci n decrmenes tendra honores, poder y riquezas; se libraba, adem#s, detemor de las leyes inducido por la conciencia de sus delitos y del mal

    pasar debido a la pobreza de su 0amilia. :i el mismo atilina amabasus crmenes por ellos mismos, sino por otra cosa que mediante ellos

    pretenda conseguir.

    CAPITULO VI

    1. (8u$ 0ue pues, miserable de m, lo que en ti am$, hurto mo, delitomo nocturno, en aquel decimose6to ao de mi !ida) :o erashermoso, pues eras un hurto. 'ero, (eres acaso algo real, para que yoahora hable contigo)

    Fonitas eran aquellas 0rutas que robamos, pues eran criaturas tuyas,

    4oh, t", creador de todas ellas, sumo Fien y !erdadero Fien5ermosas eran, pero no 0ueron ellas lo que dese mi alma miserable,ya que yo las tena me2ores. Si las cort$ 0ue s lo para robarlas y,

    prueba de ello es que apenas cortadas, las arro2$; mi banqueteconsisti meramente en mi 0echora, pues me gozaba en la maldad.'orque si algo de aquellas peras entr en mi boca, su condimento no0ue otro que el sabor del delito.

    -hora me pregunto, 3ios mo, por qu$ moti!o pude deleitarme enaquel hurto. 7as peras en s no eran muy atracti!as. :o haba en ellas

    el brillo de la equidad y de la prudencia; pero ni siquiera algo que pudiera ser pasto de la memoria, de los sentidos, de la !ida!egetati!a. :o eran hermosas como lo son las estrellas en elesplendor de sus giros; ni como lo son la tierra y el mar, llenos comoest#n de seres !i!ientes que !ienen a reemplazar a los que !an0eneciendo y, ni siquiera tenan la hermosura aparente y oscura conque nos engaan los !icios.

    &. 7a soberbia remeda a la e6celencia, siendo as que s lo t" erese6celso y, la ambici n busca los honores y la gloria, cuando s lo t"

    eres glorioso y merecedor de eternas alabanzas.

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    7os poderosos de la tierra gustan de hacerse temer por el rigor; pero,(qui$n sino t", 3ios "nico, merece ser temido) (8ui$n, qu$, cu#ndoy d nde pudo 2am#s substraerse a tu potestad)

    7os amantes se complacen en las delicias de la lasci!ia; pero, (qu$

    hay m#s deleitable que tu amor), (qu$ puede ser m#s amado que tusal!0ica !erdad, incomparable en su hermosura y esplendor)

    7a curiosidad gusta interesarse por la ciencia, cuando t" eres el "nicoque todo lo sabe. 7a ignorancia misma y la estupidez se cubren conel manto de la simplicidad y de la inocencia porque nada hay m#ssimple ni m#s inocente que t", cuyas obras son siempre enemigas delmal.

    7a pereza pretende apetecer la quietud; pero, (qu$ quietud cierta se puede encontrar 0uera de ti) 7a lu2uria quiere pasar por abundancia ysaciedad; pero eres t" la inde0iciente abundancia de sua!idadesincorruptibles. 7a prodigalidad pretende hacerse pasar pordesprendimiento; pero t" eres el generoso dador de todos los bienes.

    7a a!aricia ambiciona poseer muchas cosas, pero t" todo lo tienes.7a en!idia pleitea por la superioridad; pero, (qu$ hay que seasuperior a ti) 7a ira busca !engarse; pero, (qu$ !enganza puede sertan 2usta como las tuyas) l temor es enemigo de lo nue!o y lorepentino que sobre!iene con peligro de perder las cosas que se amany se quieren conser!ar; pero, (qu$ cosa hay m#s ins lita y repentinaque t"; o qui$n podr# nunca separar de ti lo que t" amas) (Y d ndehay 0uera de ti seguridad !erdadera) 7a tristeza se consume en eldolor por las cosas perdidas en que se gozaba la codicia y no queraque le 0ueran quitadas; pero a ti nada se te puede quitar.

    =. ntonces, 0ornica el alma cuando se aparta de ti y busca all# a0ueralo que no puede encontrar con pureza y sin mezcla sino cuando!uel!e a ti. Y burdamente remedan tu soberana los que de ti seapartan y se rebelan contra ti; pero a"n en eso proclaman que t" eres

    el creador e la naturaleza toda y que no hay realmente manera decortar los lazos que nos ligan a ti.

    (8u$ 0ue pues lo que yo am$ en aquel hurto en que de manera!iciosa y per!ersa quise imitar a mi Seor) (So$ que con el uso deuna 0alaz libertad me colocaba imaginariamente por encima de unaley que en la realidad me domina, haciendo impunemente, en unremedo ridculo de tu omnipotencia lo que no me era permitido)

    -qu tienes pues a ese sier!o que huy de su Seor en pos de unasombra. 4 u#nta podredumbre, qu$ monstruosidad de !ida y qu$

    pro0undidades de muerte5 ( mo pudo complacerse su albedro enlo que no le era lcito por el solo moti!o de que no lo era)

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    CAPITULO VII

    1. ( on qu$ pagarle a mi Seor el que mi memoria recuerde todoesto sin que mi alma sienta temor) /e pagar$ con paga de amor y deagradecimiento. on0esar$ tu :ombre, pues tantas obras malas yabominables me has perdonado. ue obra de tu gracia y de tumisericordia el que hayas derretido com hielo la masa de mis

    pecados y, a tu gracia tambi$n soy deudor de no haber cometidomuchos otros; pues, (de qu$ obra mala no habra sido capaz uno que

    pecaba por gusto) 'ero todo me lo has perdonado% lo malo que hicecon !oluntad y lo malo que pude hacer y, por tu pro!idencia, no hice.

    &. (8ui$n podra, conociendo su nati!a debilidad atribuir su castidady su inocencia a sus propias 0uerzas) se te amara menos, como sile 0uera menos necesaria esa misericordia tuya con que condenas los

    pecados de quienes se con!ierten a ti. -hora% si hay alguno quellamado por ti escuch tu !oz y pudo e!itar los delitos que ahorarecuerdo y con0ieso y que $l puede leer aqu, no se burle de m, queestando en0ermo 0ui curado por el mismo m$dico a quien $l le debeel no haberse en0ermado; o por me2or decir, haberse en0ermadomenos que yo. se debe amarte tanto como yo, o m#s toda!a;!iendo que quien me libr a m de tamaas dolencias de pecado es elmismo que lo ha librado a $l de padecerlas.

    CAPITULO VIII (8u$ clase de a0ecto era pues aquel) iertamente era p$simo y yomuy miserable porque lo tena. ('ero qu$ era) 'ues por algo dice la

    scritura% (8ui$n entender# los pecados)

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    deseo de !enganza de satis0acer5 s, simplemente, el momento enque se dice% Bamos a hacerlo y, si alguna !erguenza se tiene, es lade no hacer algo !ergonzoso.

    CAPITULO X

    (8ui$n podr# desatar este nudo tan tortuoso e intrincado) eo es yno quiero !erlo, ni siquiera poner en $l los o2os.

    'ero te quiero a ti, que eres 2usticia e inocencia, hermosa y decorosaluz, saciedad insaciable para los hombres honestos.

    n ti hay descanso y !ida imperturbable. l que entra en ti entra enel gozo de su Seor

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    LIBRO III

    Libro III

    CAPITULO I 1. Bine a artago y ca como en una caldera hir!iente de amores

    pecaminosos. -"n no amaba yo, pero quera ser amado y, con unasecreta indigencia me odiaba a m mismo por menos indigente. -rdaen deseos de amar y buscaba un ob2eto para mi amor. 8uera ser

    amado, pero odiaba la seguridad de un camino sin trampas niceladas. /ena hambre intensa de un alimento interior que no era otrosino t", mi 3ios; pero con esa hambre no me senta hambriento, puesme 0altaba el deseo de los bienes incorruptibles. Y no porque lostu!iera; simplemente, mientras m#s miserable era, m#s hastiado mesenta. 'or eso mi alma, en0erma y ulcerosa, se proyectabamiserablemente hacia a0uera, #!ida del halago de las cosas sensibles.-lg"n alma deben de tener las cosas, pues si no, no seran amadas.3ulce me era, pues, amar y ser amado; especialmente cuando podadis0rutar del cuerpo amado.

    &. -s manchaba yo con s rdida concupiscencia la clara 0uente de laamistad y nublaba su candor con las tinieblas de la carnalidad.Sabi$ndome odioso y deshonesto, trataba en mi !anidad de aparecereducado y elegante. +e despe$ en un tipo de amor en que deseabaser cauti!o. 43ios mo, misericordia ma5 4 on cu#ntas hieles meamargaste, en tu bondad, aquellas malas sua!idades5 'orque mi amor0ue correspondido y llegu$ hasta el enlace secreto y !oluptuoso y conalegra me de2aba atar por dolorosos !nculos% 0ui azotado con loshierros candentes de los celos y las sospechas, los temores, las iras ylas rias.

    CAPITULO II

    1. +e apasionaban entonces los espect#culos teatrales, tan llenos delas miserias que yo tena y de los 0uegos que me quemaban.

    ('or qu$ ser# el hombre tan amigo de ir al teatro para su0rir all delutos y tragedias que por ning"n moti!o querra tener en su propia!ida) 7o cierto es que le encantan los espect#culos que lo hacen

    su0rir y que se goza en este su0rimiento. 'ero, (no es esto una insanamiserable) 'orque la !erdad es que tanto m#s se conmue!en las

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    gentes cuanto menor sanidad hay en sus sentimientos y, que tiene pormiseria lo que ellos mismos padecen, mientras llaman misericordiasu compasi n cuando eso mismo lo padecen otros. 'ero, (qu$misericordia real puede haber en 0ingidos dolores de escenario) 'ues

    el que asiste no es in!itado a prestar remedio a los males, sinosolamente a dolerse con ellos y, mayor es el homena2e que rinde a losactores del drama cuanto mayormente su0re. Y si tales calamidades,o realmente sucedidas antao o meramente 0ingidas ahora no lohacen su0rir lo su0iciente, sale del teatro 0astidiado y criticando; al

    paso que si su0re mucho se mantiene atento y goza llorando.

    &. ( mo es posible amar as el dolor y las l#grimas) 'orque elhombre naturalmente tiende a ser 0eliz. (Ser# acaso, que si a nadie legusta ser $l mismo miserable, a todos nos agrada ser compasi!os con

    la miseria) 'uede ser; sin el dolor y la miseria es imposible lamisericordia y, entonces, por raz n de $sta se llegan a amar lamiseria y el dolor. (8u$ otra causa podra haber)

    Una simpata seme2ante procede, a no dudarlo, del manantial de laamistad. 'ero, (a d nde !a esa corriente, a d nde 0luye) ('or qu$ !aa dar ese torrente de pez hir!iendo con los terribles calores de todaslas pasiones de la tierra) ('or qu$ de su propio albedro se con!ierteen $l la amistad, des!iada y reba2ada de su serenidad celeste)

    Y sin embargo, cierto es que no podemos repudiar la misericordia% esnecesario que amemos alguna !ez el su0rimiento.=. 'ero gu#rdate bien, alma ma, de la inmundicia, gu#rdate de ella,

    ba2o la tutela de tu 3ios, del 3ios de nuestros padres, e6celso ylaudable por todos los siglos

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    >. ay pues dolores que se pueden admitir, porque son "tiles; pero eldolor en s no es digno de amor.

    sto es lo que pasa contigo, mi 3ios y Seor, que amas las almas detus hi2os con amor m#s alto y m#s puro que el nuestro; la tuya es una

    misericordia incorruptible y, cuando nos compadeces, nuestro dolorno te lastima. (8ui$n en esto como t")

    'ero yo amaba entonces el dolor de mala manera y me buscaba loque pudiera hacerme padecer. Eeperesentando un padecimientoa2eno, 0ingido y teatral, tanto m#s me gustaba el actor cuanto m#sl#grimas me haca derramar. (8u$ mara!illa, entonces, si como o!e2ain0eliz e impaciente de tu custodia, me !ea cubierto de 0ealdad y deroa) 3e ah me !ena esa a0ici n al su0rimiento. 'ero no asu0rimientos pro0undos, que para nada los quera; sino su0rimientos0ingidos y de odo que solo super0icialmente me tocaban. Y como alos que se rascan con las uas, me !ena luego ardiente hinchaz n,

    purulencia y horrible sangre podrida. 4Santo 3ios5 ( sa !ida era!i!ir)

    CAPITULO III

    1. 'ero tu misericordia 0idelsima !elaba por m y me rodeaba. 4 ncu#ntas iniquidades me corromp, lle!ado por una sacrlegacuriosidad, hasta tocar el 0ondo de la in0idelidad en engaoso

    obsequio a los demonios, a quienes o0reca como sacri0icio mismalas obras5 Y en todo eso t" me 0lagelabas. Un da lleg miatre!imiento hasta el punto de alimentar dentro de tu misma casa,durante la celebraci n de tus sagrados misterios, pensamientosimpuros, maquinando como lle!arlos a e0ecto y conseguir sus 0rutosde muerte. 'ero t" me azotaste con pesados su0rimientos que, con sermuy pesados, no eran tan grandes como la gra!edad de mi culpa, 4oh3ios de inmensa misericordia5 4/", mi 3ios, que eres mi re0ugio yme de0iendes de esos terribles enemigos mos entre los cuales

    andu!e !agando con la cabeza insolentemente engallada, cada !ezm#s le2os de ti, en mis caminos y no en los tuyos, tras del seuelo deuna libertad mentida y 0ugiti!a5

    &. -quellos estudios mos, estimados como muy honorables, meencaminaban a las acti!idades del 0oro y sus litigios, en los cualesresulta m#s e6celente y alabado el que es m#s 0raudulento. /anta ases la ceguera humana, que de la ceguera misma se glora. Yo era yamayor en la escuela de Eet rica. ra soberbio y petulante y tena lacabeza llena de humo, pero era m#s moderado que otros, como t"

    bien lo sabes; porque me mantena ale2ado de los abusos quecometan los e!ersores

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    diab lico era temido como signo de honor. ntre ellos andaba yo conla imprudente !ergLenza de no ser como ellos. ntre ellos andaba yme complaca en su amistad, aun cuando su comportamiento me eraaborrecible, ya que persistentemente atormentaban la timidez de los

    reci$n llegados a la escuela con burlas gratuitas y pesadas en queellos hallaban su propia alegra. :ada tan seme2ante a esto como lasacciones de los demonios y, por eso, nada tan apropiado comollamarlos e!ersores , derribadores. Furlados y per!ertidos primeroellos mismos por el engao y la 0alsa seducci n de los espritusin!isibles, pasaban luego a burlarse y a engaar a los dem#s.

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    seductores, los de ese tiempo y los que antes haban sido, eran en eselibro censurados y mostrados por lo que en !erdad son y semani0iesta en $l, adem#s, aquella saludable admonici n que t" noshaces por medio de tu sier!o bueno y po% uidaos de que nadie os

    engae con la 0iloso0a y una !ana seducci n seg"n las tradiciones yelementos de este mundo y no seg"n risto, en quien habitacorporalmente la plenitud de la di!inidad < il &, @AD?.

    =. Fien sabes t", luz de mi coraz n, que en esos tiempos no conocayo a"n esas palabras apost licas, pero me atraa la e6hortaci n del

    ortensius a no seguir esta secta o la otra, sino la sabidura misma,cualquiera que ella 0uese. sta sabidura tena yo que amar, buscar yconseguir y el libro me e6hortaba a abrazarme a ella con todas mis0uerzas. Yo estaba enardecido. 7o "nico que me 0altaba en medio de

    tanta 0ragancia era el nombre de risto, que en $l no apareca. 'uestu misericordia hizo que el nombre de tu i2o, mi Sal!ador, lo bebiera yo con la leche materna y lo tu!iera siempre en muy altolugar; raz n por la cual una literatura que lo ignora, por !erdica y

    pulida que pudiera ser, no lograba apoderarse de m.

    CAPITULO V

    'or todo esto me decid a leer las Sagradas scrituras, para !er c mo

    eran. Y me encontr$ con algo desconocido para los soberbios y nocomprensible a los nios% era una !erdad que caminaba al principiocon modestos pasos, pero que a!anzaba le!ant#ndose siempre m#s,alcanzando alturas sublimes, toda ella !elada de misterios.

    Yo no estaba preparado para entrar en ella, ni dispuesto a doblar lacer!iz para a2ustarme a sus pasos. n ese mi primer contacto con la

    scritura no era posible que sintiera y pensara como pienso y sientoahora; como era ine!itable, me pareci indigna en su lengua2e,comparada con la dignidad de +arco /ulio. +i !anidosa su0iciencia

    no aceptaba aquella simplicidad en la e6presi n; con el resultado deque mi agudeza no poda penetrar en sus interioridades. ra aquellauna !erdad que deba crecer con el crecer de los nios, pero yo menegaba resueltamente a ser nio. inchado de !anidad me sentamuy grande.

    CAPITULO VI

    1. ntonces 0ui a dar entre hombres de una soberbia delirante

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    Kesucristo y las del spritu Santo. stos nombres no se les caan dela boca, pero no eran sino sonido puro, modulaci n de la lengua,

    pues su coraz n estaba #rido y !aco. 4Berdad, !erdad5 , gritabansiempre y a m me lo di2eron muchas !eces, pero no haba en ellos

    !erdad ninguna. 3ecan cosas aberrantes no tan s lo de ti que eres la!erdad

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    +#s ciertas que ellos son las im#genes de cuerpos que en realidade6isten y m#s reales que $stas son los cuerpos mismos, pero nada deeso eres t". /ampoco eres el alma que da !ida a los cuerpos y por esoes me2or y m#s cierta que los cuerpos, la !ida. /", en cambio, eres la

    !ida de las almas, !ida de toda !ida; !ida t" mismo, inde0ectible!ida.

    (3 nde estabas entonces, Seor, tan le2os de m) 'ues yo !agabale2os de ti y de nada me ser!an las bellotas de los cerdos

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    ( . Los maniqueos decan que la creacin consta de cincoelementos buenos! derivados del eterno principio bueno y otroscinco malos! derivados del malo. Los malos eran el humo! lastinieblas! el %uego! el agua y el viento; y en la lucha entre ellos

    result una me#cla de bien y de mal! que es la naturale#a misma de -ios. -ecan que los animales bpedos! incluso el hombre! %ueronengendrados en el humo; en el %uego los cuadr pedos! en el agua los

    peces y en el aire los vol&tiles. /odo esto lo atribuan a la sustanciadel mal y! a -ios! la bondad de los buenos elementos.

    CAPITULO VII

    1. 3esconoca yo entonces la e6istencia de una realidad absoluta y,estimulado por una especie de agui2 n, me 0ui a situar entre aquellosimpostores que me preguntaban en qu$ consiste el mal, si 3ios tiene0orma corporal, cabellos y uas, si pueden tenerse por 2ustos loshombres que tienen muchas mu2eres y matan a otros hombres ysacri0ican animales. 3ada mi ignorancia, estas cuestiones me

    perturbaban; pues no saba yo entonces que el mal no es sino una pri!aci n de bien y se degrada hasta lo que no tiene ser ninguno. (Yc mo poda yo entender esto si mis o2os no !ean sino los cuerpos ymi mente estaba llena de 0antasmas)

    /otalmente ignoraba yo que 3ios es un ser espiritual; que no tiene

    masa ni dimensiones ni miembros. 7a masa de un cuerpo es menoren cualquiera de sus partes que en su totalidad y aun cuando se pensara en una masa in0inita, ninguna de sus partes situadas en elespacio igualara su in0inidad y, as, un ser cuanto que no esespiritual como 3ios, no puede estar totalmente en todas partes.

    9gnoraba tambi$n qu$ es lo que hay en nosotros por lo cual tenemosalguna seme2anza con 3ios, pues 0uimos creados, como dice la

    scritura, a su imagen y seme2anza.

    &. /ampoco saba en que consiste la !erdadera 2usticia interior, que

    no 2uzga seg"n las ideas corrientes sino seg"n la ley de 3iostodopoderoso, a la cual deben acomodarse las costumbres de los

    pueblos y el andar de los das con0orme a los pueblos y a lostiempos; 2usticia !igente en todo tiempo y lugar, no una aqu y otraall#, una en un tiempo y di0erente en otro. Kusticia seg"n la cual0ueron 2ustos -braham e 9saac, +ois$s y 3a!id y tantos otros que0ueron alabados por 3ios mismo; aunque ahora no los tienen por

    2ustos esos imperitos que con cerrado criterio 2uzgan de lascostumbres del g$nero humano con la medida de sus propias

    costumbres y de su limitada y precaria e6periencia. 7os tales soncomo un hombre que no sabiendo nada de armaduras ni qu$ pieza es

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    la que con!iene para cada parte del cuerpo, pretendiera ponerse lagreba en la cabeza y calzarse con el yelmo y luego se que2ara de quela armadura no le queda.

    * como si alguien se eno2ara de que en un da 0esti!o se le prohba

    !ender por la tarde lo que poda !ender por la maana o le molestaraque el que sir!e las copas no pueda tocar con la mano lo que otrocriado puede tocar; o mal le pareciera que se prohba hacer en elcomedor lo que puede hacer en el establo. omo si no !ieran todoslos das que en la misma casa y en el mismo tiempo no toda cosa escon!eniente para cualquier miembro de la 0amilia; que algo

    permitido a cierta hora no lo es ya en la hora siguiente y lo que se puede permitir o mandar en un lugar de la casa no se puede nimandar ni permitir en otro.

    /ales son los que se indignan de que en pasados tiempos hayan sido permitidas a los 2ustos cosas que ahora son ilcitas y de que 3ioshaya mandado a $stos y a aquellos, di0erentes cosas en raz n de lostiempos, siendo as que unos y otros 0ueron ser!idores de la misma

    2usticia.

    =. (Se dir# acaso que la 2usticia es algo que cambia) :o. 'ero s loson los tiempos sobre los que ella preside, que no por nada se llaman

    tiempos . 7os hombres, cuya !ida sobre la tierra es tan bre!e, no pueden comprender bien las causas que entraban en 2uego en siglos pasados y en la !ida de pueblos di0erentes; no est#n en condiciones,entonces, de comparar lo que no conocieron con lo que s conocen.

    n una misma casa y en un mismo tiempo, 0#cilmente pueden !erque no todo con!iene a todos; que hay cosas congruentes o no, seg"nlos momentos, los lugares y las personas. 'ero este discernimientono lo tienen para las cosas del pasado. Se o0enden con ellas, mientrastodo lo propio lo aprueban. sto no lo saba yo entonces, ni lotomaba en consideraci n. 7as cosas me daban en los o2os, pero nolas poda !er. Y sin embargo entenda yo bien que al componer un

    canto no me era lcito poner cualquier pie en cualquier lugar, sinoque con0orme al metro que usara, as deba ser la colocaci n de los

    pies, $ste aqu y $ste all#. 7a prosodia que rega mis composicionesera siempre la misma; no una en una parte del !erso y otra en otra,sino un sistema que todo lo regulaba.

    Y con esto, no pensaba yo en que tu 2usticia, a la cual han ser!ido loshombres 2ustos y santos, tena que ser algo toda!a m#s e6celente ysublime, en que todo se encierra% las cosas que 3ios mand para quenunca !ariaran y otras que distribua por los tiempos, no todo 2unto,

    sino seg"n lo apropiado a cada uno. Y en mi ceguera reprenda aaquellos piadosos patriarcas que no solamente se acomodaron a lo

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    que en su tiempo les mandaba o inspiraba 3ios sino que ba2o di!inare!elaci n preanunciaron lo que iba a !enir.

    CAPITULO VIII

    1. ( ay por !entura un tiempo o un lugar en que sea o haya sidoin2usto amar a 3ios con todo el coraz n, con todas las 0uerzas y contoda el alma y al pr 2imo como a uno mismo)

    3e manera seme2ante, las torpezas que !an contra naturam, como lasde los sodomitas, han de ser siempre aborrecidas y castigadas. Y auncuando todos los pueblos se comportaran como ellos, launi!ersalidad del delito no los 2usti0icara; seran todos ellos reos dela misma culpa ante el 2uicio de 3ios, que no cre a los hombres paraque de tal modo se comportaran. Se arruina y se destruye la

    sociedad, el trato que con 3ios debemos tener cuando por la per!ersidad de la concupiscencia se mancilla esa naturaleza cuyoautor es $l mismo.

    'ero cuando se trata de costumbres humanas los delitos han dee!itarse con0orme a la di!ersidad de esas costumbres; de manera quening"n ciudadano o e6tran2ero !iole seg"n el propio anto2o lo que laciudad ha pactado con otros pueblos o que est# en !igor con la0irmeza de la ley o de la costumbre. Siempre es algo indecoroso lano adecuaci n de una parte con el todo a que pertenece.

    'ero cuando 3ios manda algo que no !a con la costumbre o con los pactos establecidos hay que hacerlo, aunque nunca antes se hayahecho; hay que instituirlo aunque la instituci n sea del todo nue!a.'ues si un rey puede en su ciudad mandar algo no antes mandado porlos anteriores reyes ni por $l mismo, la obediencia al nue!omandamiento no !a contra la estructura de la ciudad; es algouni!ersalmente admitido que los ciudadanos han de obedecer a susreyes. 4 on cu#nta mayor raz n se debe a 3ios, rey de todas lascriaturas, una obediencia 0irme y sin !acilaciones5 'ues as como en

    las sociedades humanas la potestad mayor se impone ante las potestades menores, as tambi$n toda humana potestad debesubordinarse al mandar de 3ios.

    &. 'ero otros delitos hay que se cometen por la !oluntad de daar,sea con a0rentas o in2urias, o con ambas cosas a la !ez; por deseo de!engarse de alg"n enemigo o con la intenci n de adquirir algo queno se tiene, como lo hace el ladr n con el !iandante; o por e!itaralg"n mal de parte de alguien que inspira temor; o por en!idia comola que tiene el msero para con el que est# en me2or situaci n y enalgo ha prosperado; o como la que tiene $ste cuando teme que otro leiguale, o se duele porque ya le igual ; o tambi$n por el mero placer

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    del mal a2eno, como lo tienen los que !an a !er a los gladiadores; o por simple mal #nimo, como el de los que hacen burlas y sarcasmosal pr 2imo.

    stos son los principios capitales de la iniquidad. Se deri!an de la

    desordenada concupiscencia de dominar, de !er y de sentir% o de unade $stas, o de dos, o de las tres. Y as, 4oh 3ios e6celso y dulcsimo5,se !i!e mal, en contrariedad con los tres y los siete mandamientos detu dec#logo, el salterio de diez cuerdas

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    en ellos algo estimable, como es estimable el trigo !erde, en el cualhay esperanzas ciertas de 0uturos panes.

    'ero hay acciones que parecen crimen o torpeza y no lo son, porqueni te o0enden a ti ni rompen el consorcio de la sociedad humana,

    pues de alguna manera se concilian con lo que es congruente en untiempo dado. omo cuando se procuran determinados bienes que son"tiles para las necesidades de la !ida en un momento dado, peroqueda incierto si hubo o no hubo en eso una reprensible codicia de

    poseer; o como cuando la autoridad competente castiga conse!eridad algo con la idea de corregir los abusos, pero queda inciertosi no se mezcl en eso alg"n secreto deseo de daar. ay, pues, cosasque el sentir general de los hombres tiene por reprensible, pero quet" no reprendes; as como hay otras que los hombres alaban pero t"

    condenas. :o siempre coinciden la apariencia e6terior de los hechoscon el #nimo y la intenci n no conocida de quien los hace.

    'ero como yo ignoraba estas cosas haca burla de aquellos ser!idorestuyos y pro0etas; con lo cual s lo consegua que t" te burlaras de m.'oco a poco 0ui deri!ando a tonteras tales como la de creer que unhigo su0re cuando lo cortan y que la higuera llora l#grimas de leche.Y que si un santo

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    0unerales corp reos de sus hi2os. lla lloraba por mi muerteespiritual con la 0e que t" le habas dado y t" escuchaste su clamor.7a oste cuando ella con sus l#grimas regaba la tierra ante tus o2os;ella oraba por m en todas partes y t" oste su plegaria. 'ues, (de

    d nde sino de ti le !ino aquel sueo consolador en que me !io !i!ircon ella, comer con ella a la misma mesa, cosa que ella no habaquerido por el horror que le causaban mis blas0emos errores) Se !iode pie en una regla de madera y que a ella sumida en la tristeza, sellegaba un 2o!en alegre y espl$ndido que le sonrea. :o por saberlosino para ensearla, le pregunt el 2o!en por la causa de su tristeza yella respondi que lloraba por mi perdici n. 7e mand entonces quese tranquilizara, que pusiera atenci n y que !iera c mo en donde ellaestaba, tambi$n estaba yo. +ir ella entonces y, 2unto a s, me !io de

    pie en la misma regla. (3e d nde esto, Seor, sino porque tu odoestaba en su coraz n)

    &. 4*h, Seor omnipotente y bueno, que cuidas de cada uno de tushi2os como si 0uera el "nico y que de todos cuidas como si 0ueranuno s lo5 ( mo 0ue posible que al contarme ella su !isi n tratara yode con!encerla de que no deba desesperar de llegar a ser un da loque yo era y que ella al instante y sin ninguna !acilaci n mecontestara% 4:o5 'ues lo que se me di2o no es que yo habra de estardonde est#s t", sino que t" estaras en donde estoy yo )

    on 0recuencia he hablado, Seor, de estos recuerdos. -hora tecon0ieso que m#s que el sueo mismo con que t" consolabas a unamu2er piadosa hundida en el dolor me conmo!i el hacho de que ellano se turbara por mi interpretaci n 0alsa y caprichosa. Bio deinmediato lo que tena que !er y que yo no haba !isto antes de queella lo di2era. uando ella se debata en la tristeza t" le preanunciasteuna grande alegra que no iba a tener sino mucho m#s tarde.

    =. 'ues durante nue!e largos aos segu re!olc#ndome en aquelhondo lodo de tenebrosa 0alsedad del que !arias !eces quise surgir

    sin conseguirlo. +ientras tanto, ella, !iuda casta, sobria y piadosacomo a ti te agrada, !i!a ya en una alegre esperanza en medio delllanto y los gemidos con que a toda hora te rogaba por m. Sus

    plegarias llegaban a tu presencia, pero t" me de2abas toda!a!ol!erme y re!ol!erme en la oscuridad.

    CAPITULO XI

    1. *tra respuesta le concediste luego, que yo recuerdo y quiero

    con0esar de2ando de lado cosas de menor importancia para llegar presto a lo que me urge con0esarte. 7a diste por el ministerio de un

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    sacerdote tuyo, de un obispo criado en tu 9glesia y e2ercitado en tuslibros. 7e rog pues mi madre que se dignara de recibirme y hablaraconmigo para re0utar mis errores, desprenderme de ellos yensearme la !erdad, ya que $l sola hacer esto con personas que le

    parecan bien dispuestas. 'ero $l no quiso. 3i2o que yo era toda!ademasiado ind cil, hinchado como estaba por el entusiasmo de mireciente adhesi n a la secta. lla misma le haba contado c mo yo,con cuestiones y discusiones, haba descarriado ya a no pocas gentesde escasa instrucci n. 7e aconse2 % 3$2alo en paz, solamente ruegaa 3ios por $l. l mismo con sus lecturas acabar# por descubrir suerror y la mucha malicia que hay en $l .

    &. ntonces le cont c mo $l mismo, siendo nio, haba sidoentregado por su engaada madre a los maniqueos, haba ledo todos

    sus libros y aun escrito alguno $l mismo y, c mo, sin que nadiedisputase con $l ni lo con!enciese, haba por s mismo encontrado elerror de la secta y la haba abandonado. Y como ella no queraaceptar sino que con insistencia y abundantes l#grimas le rogaba queme recibiera y hablara conmigo, el obispo, un tanto 0astidiado, ledi2o% 3$2ame ya y que 3ios te asista. :o es posible que se pierda elhi2o de tantas l#grimas . stas palabras me las record muchas !eces,como !enidas del cielo.

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    LIBRO IV

    CAPITULO I 1. 3urante un lapso de nue!e aos, desde mis diecinue!e hasta mis!eintiocho, era yo seducido y seductor; engaado, pero tambi$n, ba2oel impulso de !ariados apetitos, engaaba yo abiertamente en la

    pro0esi n de las llamadas disciplinas liberales que en lo ocultolle!aban 0alsamente el nombre de religi n. Soberbio aqu ysupersticioso all# y !anidoso en todas partes; #!ido de gloria popular,corra yo tras los aplausos del teatro y las bagatelas de losespect#culos, los cert#menes po$ticos y las luchas por aquellascoronas de hierba perecedera. +as con todo eso pretenda yo

    puri0icarme de mis s rdidas intemperancias lle!ando a los que eranllamados 2ustos y santos determinados man2ares para que ellos en ellaboratorio de su !ientre me 0abricaran #ngeles y dioses que luegome liberaran. s que entonces crea yo en tales aberraciones y las

    pona en pr#ctica con mis amigos a quienes haba yo arrastrado en mi propio engao.

    &. F"rlense de m y sea en hora buena esos arrogantes a quienes t"no has postrado toda!a en saludable humillaci n; pero yo tengo quecon0esarte mis deshonras en alabanza de tu gloria. Eu$gote meconcedas recorrer ahora con el recuerdo todos los meandros de mis

    pasados yerros, o0reci$ndote as un 2ubiloso sacri0icio

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    'or esos aos tena yo una mu2er a la que no conoc dentro de lo quese llama matrimonio legtimo, sino que a ella me lle! un !ago ardorayuno de prudencia. 'ero no tena otra 0uera de ella y le guardaba la0idelidad del lecho. on ella pude e6perimentar la distancia que

    media entre un sano contrato que se cierra con miras a la generaci ny un mero pacto de amor libidinoso en que la prole se produce sin serdeseada aunque m#s tarde se haga amar.

    &. Eecuerdo tambi$n que en cierta ocasi n decid tomar parte en unconcurso para una obra de teatro. Un cierto adi!ino me mand

    preguntar qu$ querra yo darle si $l por medio de misteriosossacri0icios me consegua la manera de !encer. Yo, que abominaba detales sucias maniobras, le mand$ contestar que ni por ganar unacorona de oro imperecedero estara yo dispuesto a que por eso se

    matara una mosca. 'orque su pensamiento era el de matar algunosanimales en honor de algunos demonios para hac$rmelos propicios.'ero, 4oh 3ios de mi coraz n5, este mal no lo repudi$ por amor a ti,

    pues aun no te amaba, incapaz como era entonces de apreciar lo queno 0ueran 0ulgores corporales. Y un alma que suspira por seme2antes!anidades (qu$ hace sino 0ornicar le2os de ti y apacentarse de!ientos) -s pues, no estu!e dispuesto a que por m se sacri0icara alos demonios cuando yo mismo les o0reca el sacri0icio de aquellasuperstici n. (8u$ otra cosa sino apacentar !ientos es eso de honrar

    con el error a esos espritus que al recibir el honor que les damos se burlan de nosotros)

    CAPTULO III

    1. :o de2aba yo por aquel entonces de consultar a otros astr logos planetarios, a esos que llaman matem#ticos , porque no se !alan decon2uros ni de sacri0icios a los espritus, pero practicaban otra suertede adi!inaci n, que tambi$n se opone a la piedad cristiana. Fien est#,Seor, que te lo con0iese y te diga% /en misericordia de m y sana mialma, pues he pecado contra ti

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    obras y que nunca desprecias un coraz n contrito y humillado

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    mismo. 'ero entonces ni $l ni mi carsimo :ebridio, 2o!en bueno ycasto que se burlaba tambi$n de aquel modo de adi!inaci n,

    pudieron persuadirme a abandonar la astrologa, pues m#s que suautoridad pesaba en m la autoridad de los astr logos y no habra yo

    encontrado a"n una prueba decisi!a de que en sus aciertos no tu!ieraque !er el arte de consultar a las estrellas, sino puramente el azar.

    CAPITULO IV

    1. n aquellos aos en que comenc$ a ensear en el municipio enque nac me haba ganado por la comunidad de los estudios un amigoe6traordinariamente querido, de mi misma edad, que 0lorecaconmigo en el !erdor de una misma adolescencia. Kuntos habamoscrecido, 2untos habamos 2ugado y asistido a la escuela. 'ero toda!ano era amigo como lo 0ue m#s tarde y ni siquiera entonces lo 0ue conesa amistad !erdadera con que t" aglutinas las almas que !i!enunidas a ti, por esa caridad di0undida en nuestros corazones por el

    spritu Santo que nos ha sido dado

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    burlas; pero $l me mir con horror, como a un enemigo y, con unalibertad tan admirable como repentina me declar que si queraseguir siendo su amigo deba renunciar a hablarle de seme2antemodo.

    =. Yo, turbado y estupe0acto, pens$ que era necesario re0renar misimpulsos hasta que $l, completamente restablecido y con el !igor dela salud estu!iera en condiciones de orme hablar como yo quera.'ero t" lo arrebataste a mi demencia para conser!arlo en ti, de donde

    pudiera yo m#s tarde hallar consuelo. Sucedi , pues, que a !uelta de pocos das y estando yo ausente, cay nue!amente en0ermo y0alleci . l dolor ensombreci mi coraz n y cuanto !ean mis o2ostena el sabor de la muerte. +i patria era mi suplicio, la casa paternaera una inmensa desolaci n y todo cuanto haba tenido en comuni n

    con $l era para m un tormento inenarrable. 'or todas partes lo buscaban mis o2os, pero no podan !erlo; todo me parecaaborrecible porque en nada estaba $l. :adie poda decirme !a a!ol!er , como cuando estaba ausente pero e6ista. +e con!ert en unoscuro enigma para m mismo. 7e preguntaba a mi alma, (por qu$est#s triste y as me conturbas) 1, C?, pero ella nada tena pararesponderme. Y si yo le deca% -lma, espera en 3ios , ella senegaba a obedecerme pues tena por me2or y m#s !erdadero alhombre que haba perdido que no el 0antasma en que yo le mandaba

    esperar. +i "nica dulzura la hallaba en llorar sin 0in. 7as l#grimastomaron el lugar de mi amigo, delicia de mi alma.

    CAPITULO V

    'ero ahora ,Seor, todo eso ya pas y el tiempo ha cicatrizado miherida. (Ser# posible que aplicando a tu !oz el odo de mi almaentienda yo de ti, que eres la !erdad, por qu$ el llanto es un consuelo

    para los que su0ren) ( s acaso, que t", presente como est#s en todaslas cosas, haces a un lado nuestra miseria) 'orque t" permanecessiempre estable en ti mismo, mientras nosotros nos re!ol!emos entoda clase de e6periencias. Y sin embargo, ni rastro quedara denuestra esperanza si no llor#semos delante de ti.

    (3e d nde !iene pues el que del amargor de la !ida podamos sacar0rutos tan dulces como el gemir y llorar, suspirar y que2arnos) (:oses dulce todo esto porque esperamos que t" nos escuches) sto esclara !erdad de la plegaria, pues con ella nos proponemos llegarhasta ti; pero (qu$ haba en el 0ondo de aquel dolor mo por el bien

    perdido; en aquel luto que pesadamente me oprima) 'orque yo noesperaba hacer con mis l#grimas re!i!ir a mi amigo; simplemente,me dola y lloraba por una alegra irremisiblemente perdida. l llanto

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    en s mismo es amargo; pero acaso nos llega a deleitar cuando noscansamos de las cosas que antes tenamos.

    CAPITULO VI

    1. ('or qu$ hablo de estas cosas, cuando no es tiempo de hacer preguntas sino de con0esarme ante ti) ra yo pues bien miserable;que por 0uerza lo es el alma que !i!e presa en la amistad de las cosasmortales y se desgarra cuando las pierde. s entonces cuando sientela miseria que lo hace miserable desde antes de que las pierda. -sera yo en aquel tiempo% lloraba con inmensa amargura, pero en laamargura misma encontraba descanso. Y tan miserable era, que m#sa"n que a mi dilecto amigo muerto amaba yo mi propia msera !ida;

    pues aunque hubiera querido cambiar la condici n de mi !ida, noquera perderla como lo perd a $l. :i siquiera s$ si de !eras estabadispuesto a perderla por $l como se cuenta

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    brillantes con!ites, ni en los placeres del lecho, ni en los libros y poemas hallaba reposo. /odo me era aborrecible, la luz misma y todocuanto no era $l me era tedioso y no lle!adero y mi "nico consuelo,

    bien relati!o, eran las l#grimas y los gemidos.

    &. Y cu#ndo desista de llorar me aplastaba un enorme peso demiseria que s lo t" podas ali!iar. Yo saba esto, pero ni quera ni

    poda; cuando pensaba en ti no eras para m algo 0irme y s lido, sinoun !aco 0antasma. 'ero eso, 0antasma era, no t" y mi error era midios. Y cuando quera poner mi alma en mi dios, como en un lugarde descanso, se me resbalaba en el !aco y de nue!o caa sobre m.

    ra yo para m mismo un lugar de desdicha en el cual no poda estary del cual no me poda e!adir. ( mo poda mi coraz n huir de smismo y, a d nde ira yo que $l no me siguiera) Y sin embargo, hu

    de mi patria, para que mis o2os lo buscaran menos en lugares en queno estaban acostumbrados a !erlo. Sal pues de /agaste y me 0ui aartago.

    CAPITULO VIII

    1. 'ero el tiempo no descansa ni pasa de balde sobre nuestrossentidos y puede obrar en nosotros cambios admirables. l tiempo!ena y pasaba con el sucederse de los das y, al !enir y pasar me ibatrayendo otras im#genes y otros recuerdos; me de!ol!a poco a poco

    a mis primeros deleites y mi dolor iba cediendo. n lugar suyo!enan no otros dolores, pero s los g$rmenes de otros dolores. ('orqu$ haba podido aquel dolor penetrar en m tan hondo y con tanta0acilidad, sino porque yo haba derramado mi alma en la arenaamando a un ser mortal como si nunca hubiera de morir)

    'articular consuelo y recreaci n hallaba yo en la compaa de otrosamigos con los cuales amaba yo lo que amaba en lugar tuyo. se0antasma era una enorme 0#bula y una larga mentira cuyo contactoadulterino corrompa nuestras mentes y nos cosquilleaba en las

    ore2as. 'ero esta 0#bula no se mora en m porque un amigo semuriera.

    &. *tras cosas eran las que cauti!aban mi #nimo% como con!ersar yrer 2untos, obsequiarnos con mutuas bene!olencias; bromearnosunos a otros y leer en compaa libros agradables; disentir a !ecessin odio ni querella, como cuando el hombre discute consigo mismoy condimentar con esos raros disentimientos una estable concordia;ensearnos algo unos a otros, o aprender algo unos de otros; echar demenos con dolor a los ausentes y recibirlos con alegra a su regreso.

    on $stos y otros parecidos signos de a0ecto, de esos que salen delcoraz n cuando las gentes se quieren bien y que se mani0iestan por

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    los o2os, por la palabra, por la e6presi n del rostro y de mil otrosmodos gratsimos, las almas se 0unden como el 0uego y de muchas sehace una.

    CAPITULO IX

    sto es lo que se ama en los amigos y de tal manera ama que laconciencia se siente culpable cuando no se corresponde el amor conamor, sin buscar del cuerpo del amigo otra cosa que signos de

    bene!olencia. 3e aqu el luto cuando se muere un amigo; de aqu lossombros dolores y el coraz n empapado en una dulzura que se trocen amargura y la !ida que se perdi en los que mueren es muerte

    para los que siguen !i!iendo.

    3ichoso el que te ama a ti y a su amigo en ti y a su enemigo en ti;

    pues el "nico que no pierde a sus seres queridos es el que los quierey los tiene en -quel que no se pierde. (Y qui$n es $se sino t",nuestro 3ios, el que hizo el cielo y la tierra y los llena, puesllen#ndolos los hizo)

    - ti no te pierde sino el que te abandona. Y el que te de2a, (a d nde!a, a d nde huye sino de ti ben$!olo a ti eno2ado) (Y en d nde noencontrar# tu ley en su propia pena) 'ues tu ley es la !erdad y laBerdad eres t".

    CAPITULO X 1. 4*h 3ios de las !irtudes, con!i$rtenos a ti, mu$stranos tu rostro yseremos sal!os5 ?. 'orque a dondequiera que se !uel!a elalma del hombre 0uera de ti, queda 0incada en el dolor, aunque sedetenga en cosas bellas 0uera de ti y 0uera de $l mismo, cosas que sinti nada seran. osas que tienen su aurora y su ocaso; que al nacertienden al ser, crecen para per0eccionarse y cuando son per0ectas,en!e2ecen y mueren. /odo en!e2ece y perece. uando nacen ytienden al ser, mientras m#s deprisa crecen para ser per0ectas, tanto

    m#s se apresuran rumbo al no ser. -s es su manera, tanto como esoles diste. Son parte de cosas, que no coe6isten nuncasimult#neamente, sino que sucedi$ndose unas a otras componen eluni!erso cuyas son las partes. omo en la palabra humana, queconsta de signos sonoros; no se completa una 0rase sino a condici nde que las palabras, habiendo dicho lo que les toca, de2en el sitio alas palabras que siguen.

    &. 'or todo eso te alabe mi alma, 4oh 3ios, creador de todas lascosas5 'ero que no se embadurne en ellas con el pegamento del amor

    de los sentidos corporales. 'orque las cosas !an umbo al no ser ydespedazan el alma con deseos pestilenciales, pues ella quiere ser lo

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    que ama y descansa en ello. 'ero en las cosas no hay permanencia;no son estables, sino 0ugiti!as. :adie puede seguirlas en su hudacon el sentido de la carne, que es lerdo porque es carnal y ese es sumodo. s su0iciente para cosas para las cuales 0ue hecho, pero no lo

    es para dominar el 0lu2o de las cosas transe"ntes desde su debido principio hasta su 0in debido. s en tu Berbo, 'alabra por la cual0ueron creadas, donde las cosas oyen su destino% 3esde aqucomienzan y hasta all llegar#n .

    CAPITULO XI

    1. :o seas hueca, alma ma, ni permitas que se ensordezca el odo detu coraz n con el tumulto de tus !anidades. s el Berbo mismo quiente llama para que !uel!as a l. l es el lugar de la paz imperturbableen donde el amor no es abandonado sino cuando $l mismo abandona.+ira c mo receden las cosas para de2ar el lugar a otras cosas y queas se integre este in0erior uni!erso.

    'ero yo, dice el Berbo, no me retiro ni cedo mi lugar . inca en ltu mansi n, alma ma, ah encomienda todo lo que tienes, auncuando no sea m#s que por la 0atiga de tanto engao. ncomienda ala Berdad todo lo que de ella has recibido, segura de que nada habr#sde perder% 0lorecer# en ti lo que tienes podrido, quedar#s sana detodas tus dolencias. 7o que hay en ti de 0ugaz y perecedero ser#

    re0ormado y adecuado a ti; las cosas no te arrastrar#n hacia dondeellas receden, sino que permanecer#n contigo y ser#n siempre tuyas,en un 3ios estable y permanente.

    &. ('or qu$ en tu descarro sigues los pasos de tu carne) s ella laque, con!ertida, a ti debe seguirte. 7o que por su medio sientes es

    parcial; t" ignoras c mo sea el todo de que 0orma parte y sinembargo te deleita. +as si tu sentido carnal 0uese id neo paraconocer el todo; si no hubiera recibido en pena 2ustos lmites como

    parte del uni!erso, bien querras t" que pasara !olando todo cuanto

    e6iste para me2or conocer el con2unto; a la manera como mediante unsentido corporal sientes lo que se habla pero no quieres que sedetengan las slabas, sino que !uelen y que !engan otras y as puedasentender lo que te dicen. 3e este modo son siempre las partes que0orman un todo pero no e6isten al mismo tiempo% mayor deleitecausa el todo que no las partes, con tal que puedan todas ser sentidas.

    'ero mucho me2or que todo cuanto e6iste es el que todo lo hizo,nuestro 3ios y Seor, que no recede y a quien nadie puede suceder.

    CAPITULO XII

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    1. ntonces% si te agradan los cuerpos, alaba a 3ios por ellos yendereza al art0ice tu amor; no sea que en las cosas que a ti te placena $l le desagrades. 'ero si te agradan las alma