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Revista Diocesana Mensual San Juan de los Lagos, Jal. Agosto de 2013 Nº 381 astores para una Iglesia con P

San Juan de los Lagos, Jal. Agosto de 2013 Nº 381 astores

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Revista Diocesana Mensual

San Juan de los Lagos, Jal. Agosto de 2013 Nº 381

astorespara una Iglesia con

P

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Centro Diocesano de Pastoral

Morelos 34. A. P. 21Tel. (395) 785-0020 Fax. (395) 785-0171

Correo-E: [email protected]: [email protected]

47000 San Juan de los Lagos, Jal. Responsable:

Pastoral del Clero

Diócesis de San Juan de los Lagos.

SUMARIO:

Presentación.............................................................................................. 1

Urge renovación de los Párrocossi queremos renovar las Parroquias ................................................... 3

Puntos importantes de reflexiónpara la vida y ministerio de nuestro presbiterio:

TEMAS:

1. Criterios para prestar servicio ministerial en otra diócesis ............ 12

2. Atención a los Sacerdotes que han dejado el ministerio ............... 17

3. Organismos de Solidaridad Sacerdotal ............................................ 21

Inserción de l@s religios@s en la iglesia local .................................... 26

Relación entre asesor laico y sacerdote asesor ................................... 29

Segundo encuentro de sacerdotes de nuestra diócesisque prestan su servicio en otras diócesis ........................................ 37

Algunas tentaciones contra el discipulado misionero ........................ 38

Manual de funciones de la comisión diocesanade Pastoral del Clero ......................................................................... 40

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PASTORAL DEL CLERO

Presentación

Los sacerdotes, principales agentesde la Nueva Evangelización

El Sínodo de la Nueva Evangelización en supropuestas habla de la mística de con que losAgentes se han de insertar en este proyecto de unaIglesia más viva por el anuncio del evangelio. Delos agentes sacerdotes la propuesta 49 dice:

«Los Padres sinodales alientan a los obispos ya los presbíteros a conocer lavida de las personas a las quesirven, de una manera más per-sonal. Las personas buscan tes-tigos auténticos y creíbles ensus obispos y presbíteros queviven y dan forma a la fe y a laNueva Evangelización. El obis-po es un evangelizador que pre-dica con el ejemplo y compartecon todos los bautizados, labendición de ser llamado aevangelizar. La formación per-manente del clero sobre la Nue-va Evangelización y los méto-dos de la evangelización en ladiócesis y la parroquia, son ne-cesarios para aprender modoseficaces que movilicen a loslaicos en el compromiso dela Nueva  Evangelización.  In-vitamos a los obispos, comoprincipales responsables de todo el trabajo pasto-ral de la Iglesia, a desarrollar un plan que animey acompañe en modo directo y personal, el traba-jo pastoral del presbiterado, el núcleo del liderazgodecisivo de la Nueva Evangelización. En compa-ración con los escándalos relacionados con lavida y el ministerio sacerdotal, que deploramosprofundamente, proponemos no obstante, que semanifieste gratitud y aliento al fiel servicio de

muchos presbíteros. Y que se den orientacionespastorales a las Iglesias particulares sobre unplan pastoral sistemático y organizado, que sos-tenga la auténtica renovación de la vida y delministerio de los presbíteros, que son los princi-pales agentes de la Nueva Evangelización(cf. Pastores Dabo vobis, 2). Para que los presbí-

teros estén adecuadamentepreparados para  la  obra  de  laNueva Evangelización, el Sí-nodo confía en que se cuide deformarlos en una espiri-tualidad profunda, en una doc-trina sólida, en la capacidad decomunicar la catequesis y enuna toma de conciencia de losmodernos fenómenos cultura-les. Los seminarios deben tenerla Nueva Evangelización comoun objetivo, de modo que seconvierta en el hilo conductor yunificador de los programas deformación humana, espiritual,intelectual y pastoral en el arscelebrandi, en la homilética yen la celebración del sacramen-to de la Reconciliación, que sontodos elementos muy importan-

tes de la Nueva Evangelización. El Sínodo reco-noce y alienta la labor de los diáconos, con cuyoministerio brindan un gran servicio a la Iglesia.Los programas de formación continuada de lasdiócesis, también deben estar disponibles paralos diáconos».

Sugeridas las pautas para una formación orgá-nica y permanente en el contexto del Rostronuevo de Iglesia para la Nueva Evangelización

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queremos seguir en nuestra diócesis como partefudamental del objetivo del V Plan Diocesanoesta mística que se nos propone de un trabajovigorizado por el espíritu. Aquí quedan tambiénlas luces dadas por del Papa Francisco a losobispos CELAM durante la jornada Mundial dela Juventud 2013 en Río de Janeiro:

«El Obispo -aseveró- debe conducir, que no eslo mismo que mandonear. … Los Obispos han deser Pastores, cercanos a la gente, padres y herma-nos, con mucha mansedumbre; pacientes ymisericordiosos. Hombres que amen la pobreza,sea la pobreza interior como libertad ante elSeñor, sea la pobreza exterior como simplicidady austeridad de vida. Hombres que no tengan«psicología de príncipes». Hombres que no seanambiciosos y que sean esposos de una Iglesia sinestar a la expectativa de otra. Hombres capaces deestar velando sobre el rebaño que les ha sidoconfiado y cuidando todo aquello que lo mantieneunido: vigilar sobre su pueblo con atención sobrelos eventuales peligros que lo amenacen, pero

sobre todo para cuidar la esperanza: que haya soly luz en los corazones. Hombres capaces desostener con amor y paciencia los pasos de Diosen su pueblo. Y el sitio del Obispo para estar consu pueblo es triple: o delante para indicar elcamino, o en medio para mantenerlo unido yneutralizar los desbandes, o detrás para evitar quealguno se quede rezagado, pero también, y funda-mentalmente, porque el rebaño mismo tambiéntiene su olfato para encontrar nuevos caminos»

¿Qué actitudes nos sugiere esta exhortacióndel Papa, que aunque dirigida a los obispos sehace actual para nuestra vida presbiteral?.

Ofrecemos en este boletín algunos materialesque hemos ya reflexionado en varias instanciasde nuestras reuniones presbiterales sirvan ellospara iluminar nuestro camino de fidelidad alllamado que Dios nos ha hecho a trabajar en estanuestra querida Diócesis de san Juan de Loslagos.

Pastoral del Clero

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PASTORAL DEL CLERO

Taller para párrocos Julio de 2013Tepatitlán de Morelos Jalisco.

INTRODUCCIÓN

¿Qué es primero, la renovación de la parroquiao la renovación de los párrocos? Qué es primero,¿el huevo o la gallina? Son temas correlativos…

El tema de la renovación parroquial y la reno-vación del párroco es un tema actual, especial-mente para nuestradiócesis, que haretomado su opciónpor este nivel de Igle-sia tan importante enel desarrollo de la ac-ción salvífica, co-múnmente llamada«pastoral». No es queantes no lo tomára-mos en cuenta, sóloque en el V Plandiocesano nos propu-simos «privilegiar laparroquia» (Cfr. VPDP n. 131) o «parroquializar» la acción pastoral.No dudamos que detrás de esta opción pastoral,elegida en comunión y participación, está el Es-píritu que guía a su Iglesia. Esta opción pastoralreviste varios rasgos o características, todas ellasmuy interesantes y dignas de ser valoradas. Vea-mos: aterrizar la acciones pastorales a este nivel de

Iglesia,

dar un nuevo rostro a la Iglesia desde la parro-quia,

responder a las necesidades pastorales de lacomunidad

con una planificación pastoral orientada a latransformación de ambientes

una comunidad que se mantenga abierta aldiálogo con el mundo y a la autocrítica constan-te para servir mejor desde el Evangelio

una comunidadque interactúe consus interlocutores una comunidadque se encarne enel pueblo una comunidad decomunidades una comunidadque hace opciónpreferencial por lospobres una comunidadque promueva la di-mensión social de

la fe una comunidad que promueva e integre a los

organismos laicales, sobre todo a los movi-mientos apostólicos

una comunidad que acompañe y forme a susagentes de pastoral, suscitando laicos líderessobre todo en las realidades temporales (cfr. VPDP nn. 138-151)

Urge Renovaciónde los Párrocos si Queremos

renovar las ParroquiasPbro. Rafael Domínguez García.

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Nuestro V Plan diocesano habla del rostro deIglesia que queremos, pero no dice nada sobre lospárrocos, agentes primordiales en esta renova-ción.

Este tema que abordamos es un temainterdisciplinar, como muchos otros, y puedeanalizarse desde diversos enfoques como la Teo-logía dogmática (especialmente la eclesiología yla cristología), el Magisterio de la Iglesia, elDerecho canónico, las ciencias humanas como laHistoria, la Sociología, la Estadística, las Cien-cias Administrativas y Organizacionales, la Pe-dagogía, la Metodología, la Planeación, etc. y laTeología práctica, como es el caso de la teologíapastoral. Una seria reflexión sobre este tema nospuede iluminar bastante a nuestra práctica pasto-ral, pues no hay peor enemigo de la «eficaciapastoral», que un empirismo subjetivo e irreflexi-vo o un tradicionalismo acrítico, incapaz de abrir-se a los acelerados cambios socioculturales denuestra época. «No hay mejor práctica que unabuena teoría».

Todos nosotros hemos tenido la experienciade recibir la fe y crecer en nuestra vocacióncristiana, sobre todo en la infancia, en un ambien-te parroquial. Todos nosotros hemos conocidopárrocos que nos han marcado mediante el ejer-cicio de su oficio ministerial, para bien o paramal.

Y todos nosotros hemos ejercido el ministerioen una parroquia, ya sea como vicarios o comopárrocos. Sin duda que hemos tenido entusiasmoy alegría en nuestro oficio; sin duda que hemoshecho cosas muy interesantes en la evangeliza-ción, pero tal vez otras no tan buenas. Lo buenohay que seguirlo fomentando; lo malo hay quecorregirlo.

El estatuto de la acción, nos dice que todaacción es un «proceso de aprendizaje». Puesnuestra acción pastoral también lo es; nuestraacción pastoral es un proceso de aprendizajepersonal y comunitario, que no solo se realizaempíricamente, sino también mediante la re-flexión continua de esa acción. La reflexiónnos ayudará a recordar, que la renovaciónparroquial tiene un cauce objetivo; es decir,

que no depende de los gustos, criteriospastorales o ideas del párroco en turno. Esnecesario que el párroco se apegue a ese cauceobjetivo que se diseña mediante dos vertientes:una revelada (teología y magisterio de la Igle-sia) y otra sociocultural (contextos históricos,geográficos, culturales, sociales, políticos, eco-nómicos, etc.). Lo que sí puede ser subjetivo, esel estilo muy personal que el párroco le impri-me a la parroquia, dependiendo de los carismas,las cualidades, etc. de su persona.

La formación permanente nos insiste en que esinadecuado quedarnos con la formación inicialdel seminario, pues la realidad no es estática, sinodinámica, y por lo tanto, nos plantea nuevos retosy desafíos que urgen respuestas nuevas y creativas.No podemos quedarnos respondiendo a pregun-tas que ya nadie se hace (Francisco Merlos). Loque me funcionó hace 20 años para responder auna necesidad en la parroquia, puede que hoy estécaducado.

La institución parroquial con la que hoy conta-mos, ha permitido una presencia eclesial en cadasector particular, un lugar visible para la expre-sión de nuestra fe y un centro desde el cualatender diversas necesidades pastorales. Pero almismo tiempo, se siente la urgencia de renovaresa estructura para que responda a las nuevasconfiguraciones culturales que hoy vivimos. Asílo propuso el sínodo de América con motivo delinicio del tercer milenio de la fe cristiana, que nosintroduce en lo más hermoso de la vocaciónparroquial al afirmar que las parroquias estánllamadas a ser «receptivas y solidarias, lugar deiniciación cristiana, de la educación y celebra-ción de la fe, abierta a la diversidad de carismas,servicios y ministerios, organizadas de modocomunitario y responsable, integradoras de mo-vimientos de apostolado ya existentes, atentas ala diversidad cultural de sus habitantes, abiertasa los proyectos pastorales y supraparroquiales ya las realidades circunstantes» (Ecclesia inAmerica 41)

¿Pero por dónde comenzar esa transforma-ción? ¿qué tareas realizar para acercar este ideala la realidad? ¿qué actitudes contribuyen a dar

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este nuevo rostro a la parroquia? ¿qué dimensio-nes nos pueden ayudar a clarificar todas estastareas que menciona nuestro V Plan? ¿cuálesdeben ser las características de un párroco reno-vado, que tiene una gran responsabilidad en estanueva configuración?

Urge renovar nuestras parroquias. Urgen pá-rrocos bien formados y con conciencia de serservidores de la comunidad. Urgen laicos forma-dos y dispuestos a responder al discipulado mi-sionero. Y urge, principalmente, mayor sencillezy disponibilidad por parte de todos para recono-cer estas urgencias y disponerse a una sinceraconversión pastoral. Y es que sin este cambio seráimposible atraer a las personas alejadas. La reno-vación no es posible si vemos a las personas comosujetos de nuestras decisiones por vía de autori-dad. Menos es posible el cambio con una vidaparroquial que pretende afianzarse sólo en elénfasis sacramental-litúrgico o en la promociónde una religiosidad popular. Todo lo anteriortendrá adeptos. En algunos casos se llenarán máslas iglesias, pero nada de eso será garantía de unaauténtica renovación eclesial.

Propongo los siguientes puntos a la brevereflexión que hoy se me permite compartir:

1. CUESTIONAMIENTOS INICIALES:

Tengo unos cuestionamientos de inicio paraconsiderarlos desde nuestra propia experienciapastoral: Las parroquias tal y como las conocemos,

¿están funcionando como quiere la Iglesia ensu cauce objetivo o a merced de los gustospersonales?

¿Esta institución tan antigua sigue siendo nece-saria? ¿O es que hay que buscar otros mediosde evangelización porque esta estructura yacaducó…?

¿Hay alguna otra opción evangelizadora que túconozcas y que supla a la parroquia?

¿Qué claves y actitudes nos pueden ayudar aredescubrir un rostro renovado de la parro-quia?

2. NECESIDAD

El Papa Juan Pablo II EXHORTA A «…reno-var la Iglesia desde la vida parroquial… ya que esla estructura predominante entre todas las otrascomunidades diocesanas»

Toda la comunidad cristiana necesita un estí-mulo para ir de la Misa a la misión persiguiendola santidad y el servicio a la nueva evangeliza-ción.

Y concluye que «la parroquia es por excelen-cia el lugar del anuncio de Cristo y de la educa-ción en la fe» (Cfr. Juan Pablo II, Discursodirigido a los Obispos de EE.UU. en la Visita AdLimina 2003)

Ecclesia in America, sin desconocer las difi-cultades apostólicas que enfrenta esta apreciadainstitución pastoral, nos habla de la bella voca-ción de la parroquia: están llamadas a ser «recep-tivas y solidarias, lugar de iniciación cristiana,de la educación y celebración de la fe, abierta ala diversidad de carismas, servicios y ministe-rios, organizadas de modo comunitario y respon-sable, integradoras de movimientos de apostola-do ya existentes, atentas a la diversidad culturalde sus habitantes, abiertas a los proyectospastorales y supraparroquiales y a las realidadescircunstantes» (Ecclesia in America 41)

La parroquia es la estructura que más puedeacercar la vida de Dios Trinidad al pueblo. Laparroquia debe ser una célula donde se inicia y seextiende, aunque sea en un radio territorialmentelimitado, el amor de Dios Trino. Detrás de estaestructura social, que llamamos parroquia, seesconde una gran riqueza divina y por eso segui-mos necesitando, hasta el día de hoy, de la parro-quia.

3. ETIMOLOGÍA Y TEOLOGÍA DEL VO-CABLO «PARROQUIA»

Proviene del verbo Paroikein: «vivir junto a»,«habitar en vecindad». Paroikos es un vecino yparoikía en el Antiguo Testamento es la comuni-dad del pueblo de Dios que vive en el extranjerosin derecho de ciudadanía. En el Nuevo Testa-

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mento aparece dos veces. (Cfr. CELAM, La pa-rroquia en el Tercer Milenio, 2000).

La etimología de esta palabra es pobre paratraducir la riqueza teológica y espiritual que es-conde. Casi durante 1,600 años se ha usado,entendiéndola como una estructura social.

Lo que hoy llamamos «parroquia» fue conoci-do en la época apostólica y en los cuatro siglossiguientes con el nombre griego de Koinonia, quese tradujo al latín por communio y a nosotros hallegado como comunión.

Con este término se describía la manera comovivían los cristianos de los primeros siglos y elorigen de esta vivencia: «todos los creyentesvivían unidos y compartían todo cuanto tenían.Vendían sus bienes y propiedades y se repartíande acuerdo a las necesidades de cada quien»(Hech. 2,44-45). La multitud de los fieles tenía unsolo corazón y una sola alma. Nadie considerabasuyo lo que poseía, sino todo lo tenían en común»(Hech. 4,32). Sin duda que idealizaban lo queestaban viviendo, pero no se puede negar que erapráctica cotidiana. (Benjamín Bravo)

4. EVOLUCIÓN HISTÓRICA

4.1. LA PRIMERA DIVISIÓN CULTUAL

Siglo III:Queda atrás el contexto judío y se difunde en

el mundo greco-romano.La iglesia se extiende en su acción y esto le

exige un esfuerzo de organización no necesarioantes.

Esplendor en el catecumenado y liturgia peni-tencial.

Estructuración en torno al obispo/presbiterio:El ministerio del obispo se desarrolla

colegialmente.Los presbíteros concelebran con él y le ayudan

en las tareas catecumenales y penitenciales.Pero en Roma comienzan las iglesias TITU-

LARES, pues el número de cristianos comienzaa crecer y la comunidad no puede reunirse enpleno con el obispo.

Los cristianos se reúnen en casas designadaspara celebrar en torno a un presbítero. Se rompela comunidad episcopal.

No se trata de nuestra actual parroquia, porquelos títulos se limitan a la comunidad eucarística yno hacen otras acciones pastorales que siguendependiendo de la iglesia episcopal.

Obispo itinerante por las iglesias titularesLos presbíteros se dividen cultualmente, no

territorialmente.

4.2. LA EVANGELIZACIÓN DEL CAMPO

La paz después de la persecusión, dio oportu-nidad de expansión al cristianismo y unaestructuración mejor. Tomó mucho del ambientey del derecho.

En la ciudad sigue la práctica pastoral, perocomienza la evangelización en el campo.

La entrada masiva en la Iglesia por el bautismode niños, la pérdida de la liturgia penitencialcambiada por la penitencia individual, hace quese pierda la centralidad pastoral del obispo.

Surge una forma nueva de presbiterio, el ruraly unas nuevas iglesias, las rurales, en donde sepuede encontrar más claramente el origen de laparroquia.

Este clero rural depende del obispo, pero por eltrabajo y la distancia va haciéndose cada vez másautónomo.

Cada vez son más presbíteros rurales y surelación con el obispo es menos afectiva y másjurídica (supervisión).

A esta evolución hay que agregar la influenciade la configuración territorial del derecho roma-no.

El centro de gravedad no es la comunidad, sinoel territorio

En lugar de comunidades episcopales inde-pendientes, la Iglesia ha caminado hacia diócesisextensas con comunidades presbiterales depen-dientes.

Han sido las influencias culturales y sociológi-cas más que las teológicas las que han llevado aesto

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4.3. EVOLUCIÓN PARALELA (s. VI – IX)

La división entre campo y ciudad marca larealidad en dos tipos de pastoral diferenciada enla época siguiente:

La rural: serán comunidades parroquialesdependientes del obispo, que van a quedar marca-das por los pueblos germánicos y por el feudalis-mo.

Consecuencias:• Relación jurídico-administrativa más que

sacramental con el obispo• Independencia de las parroquias entre sí, per-

diendo la unidad y la comunión del principio• Creación de pa-

rroquias por par-te de señores feu-dales para que de-pendan de ellos ensu feudo.

• El clero va a tenersu condición deacuerdo a los ser-vicios que desa-rrolla y al lugaren donde está. Poreso se impone elbeneficio sobre elministerio.La ciudadana: continua la visión unitaria en

torno al obispo. Surgen los cabildos, grupos desacerdotes en torno a él para la pastoral de laciudad, que viven en común y desarrollan unapastoral común en torno al obispo.

Consecuencias:• Esta unidad poco a poco va perdiéndose

influenciada por el sistema del campo y por elsistema beneficial.

• La ciudad va dividiéndose territorialmente y nodesde las iglesias titulares

• La unidad pastoral va caminando hacia formasindependientes.

• Las diferencias del clero se ven reflejadas endistinta situación intelectual y social (parro-quias de 2° o de 3°)

4.4. LA UNIFICACIÓN Y CARACTERIZACIÓNJURÍDICAS

La época posterior trae un acercamiento de losdos tipos de pastoral que termina en unificación.

Además la normativa jurídica va regulando lavida pastoral en la que esta evolución había des-atado.

Con la reforma carolingia y gregoriana, ladirección de la iglesia vuelve a los obispos, dandola fuerza a la pastoral diocesana, por lo menos enel derecho.

La vida parroquial se maneja en dos núcleos:administrar el beneficium y atender

sacramentalmente a lasalmas.

Un clero más cultova haciéndose cargo dela vida parroquial y unaorganización comple-ta de la Iglesia fija lasfronteras diocesanas yparroquiales (influyedecisivamente la orga-nización social de laciudad y de los territo-rios)

La importancia delas ciudades hace que

las parroquias de la ciudad sean el centro de lavida pastoral, aunque su organización y configu-ración venga del campo.

En cuanto a su vida: la parroquia comenzó aasegurar la formación primera desde la predica-ción, la transmisión de contenidos de fe, se hacecentro de oración y culto.

El Concilio IV de Letrán (1215-1216) y elConcilio de Trento (1545-1563) completan jurí-dicamente la evolución de la parroquia para dar-nos la imagen que ha existido hasta hoy.

Gracias a la estructuración jurídica, se asegurala práctica sacramental, que será la clave de lavida parroquial.

El párroco será el responsable de esta prácticasacramental; el centro de la vida cristiana y su

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control incluso documental, va a quedar unido alas parroquias.

4.5. LA INSUFICIENCIA

Por la industrialización se masifican las parro-quias urbanas. Para muchos la parroquia no espunto de referencia espiritual sino oficina depapeleo. No hay tanta influencia de la Iglesia enlas masas proletarias; Un mundo que vadescristianizándose.

El Código de 1917 cristaliza la concepción deparroquia que se tenía:

«Divídase el territorio de cada diócesis enpartes territoriales distintas, asignando a cadauna de ellas un iglesia propia con su poblacióndeterminada y poniendo al frente de ellas unrector especial como pastor propio de la mismapara la necesaria cura de almas» (c. 216)

Elementos o rasgos que aparecen: territoriali-dad, iglesia propia, pastor propio, el pueblo cris-tiano, la cura animarum como actividad funda-mental.

La parroquia así entendida y fruto de unahistoria determinada comienza a no dar respues-tas a los nuevos retos de la sociedad. Así aparecensus límites:

La aglomeración más que la comunidadLa poca apertura misionera, ya que la vida

parroquial se cierra ad intra y no es evangelizadoradel ambiente en que se inserta

La cerrazón a la pastoral diocesana(parroquialismo)

El centralismo del párroco que va contra elprotagonismo de laicos y sacerdotes

Una vida cristiana basada en la recepción desacramentos por obligación, Individualismo reli-gioso que excluye la comunitariedad.

Por eso, todo el s. XX con sus movimientosrenovadores, siempre ha intentado tocar esta es-tructura pastoral tan importante.

Intentos renovadores:Unos han sido parciales, intentando la renova-

ción parroquial desde sectores de su acciónOtros han sido globales, intentando que la

parroquia sea la plataforma estructural de la pas-

toral de conjunto. Considerada como una dióce-sis en pequeño en tareas y servicios.

Estos movimientos han influido en la historiade la parroquia pues:

Depuraron devociones,Situaron nuevamente la eucaristía al centro de

la vida parroquialAbrieron horizontes parroquiales a la evange-

lizaciónAmpliaron contenidos de acción pastoralEnsancharon los límites de la correspons-

abilidad.

5. LA PARROQUIA EN EL DERECHOCANÓNICO (CFR. CC. 515-552)

La parroquia es una institución de derechoeclesiástico.

La parroquia está descrita como: «una deter-minada comunidad de fieles constituida de modoestable en la iglesia particular, cuya cura pasto-ral, bajo la autoridad del Obispo diocesano, seencomienda a un párroco como su pastor propio»(Cfr. C. 515 & 1)

Comunidad: interacción dinámica de variaspersonas bajo la unidad de un mismo pastor.Diferente a «porción» con que se describe a ladiócesis, y que es más estático y físico (c. 369)

La comunidad de fieles generalmente es deter-minada por un territorio. El territorio da una resi-dencia domiciliaria a los fieles. Esta territorialidadevita todo «elitismo» y le da una cierta universali-dad, pues en esta amplitud cabe cualquier «diversi-dad» cultural que exista en la parroquia.

La parroquia existe como parte de otra comu-nidad más amplia, la diócesis. Por tanto, no esautónoma con respecto a ella. De ella depende yrecibe doctrina, normas pastorales para su activi-dad. Pero también es creativa, pues de su vitali-dad, depende la vitalidad de la diócesis.

Toca al obispo erigir, suprimir o cambiar lasparroquias, habiendo oído al consejo presbiteral(c. 515 & 2). El cambio hace referencia a límites,sede, entrega a un instituto religioso, etc.

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PASTORAL DEL CLERO

El párroco es el pastor propio. Esto hacereferencia a la estructura jerárquica y hace refe-rencia a la unidad en medio de la diversidad de losintegrantes. El pastor es quien procura el biensobrenatural de cada fiel y de la comunidad,mediante el ejercicio de la triple función de ense-ñar, santificar y regir (cc. 528, 529, 530). El pastores quien ayuda a los fieles a descubrir los propiosllamados divinos y los acompa-ña, capacitándolos para que rea-licen la misión que les es propia,hasta que cada uno sea miembroactivo en la Iglesia. El párrocoparece que es el gestor único yactivo de la parroquia y los fielessolo sujetos receptivos; pero noes así, pues el pastor es quienrealiza la convergencia de losfieles hacia la unidad y la comu-nión, para buscar ordenadamen-te un mismo fin: la salvación.

Cada parroquia debe tener supárroco único (c. 526 & 1) peropueden darse otras posibilidades:

Varias parroquias vecinas (talvez pequeñas) que tengan unmismo párroco (c. 526 & 1)

Por escasez de presbíteros, unaparroquia puede quedar entregada a un fiel cató-lico no sacerdote (diácono, laico varón o mujer,una comunidad religiosa); con todo, debe nom-brarse un presbítero, que aunque no sea párrocoresidente, se responsabilice de la tarea pastoralahí desarrollada (c. 517 & 2)

La cura pastoral se ejerce bajo la autoridaddel Obispo diocesano. Este es el engarcevinculante con el ministerio apostólico y con lacomunión de la iglesia universal. Tal cura pasto-ral en la parroquia se realiza con la cooperaciónde otros presbíteros o diáconos y con la ayuda delos fieles laicos (c. 519). Tal ayuda de los laicosencuentra un lugar destacado en el consejo pasto-ral parroquial (c. 536) y en el de asuntos económi-cos (c. 537)

La parroquia en cuanto es comunidad y perso-na jurídica (515 & 3), es sujeto colectivo y activo

de la misión de la Iglesia. Podemos concluir quela parroquia es un sujeto unitario de actuación, ya la parroquia se le pueden atribuir las mismasacciones que se describen del párroco (enseñar,santificar y regir). Y por ello puede actuar de tresmodos en cuanto sujeto unitario:

O bien actúa el párroco en cuanto representan-te de la parroquia;

O bien actúa la comunidadbajo la presidencia del párro-co.

O bien cada uno de losmiembros con aprobación delpárroco de la comunidad

Sobre el nombramiento deloficio de párroco: «debe des-tacar además por su sana doc-trina y probidad moral, estardotado de celo por las almas yde otras virtudes, y tener lascualidades que se requieren,tanto por derecho universalcomo particular, para la curade la parroquia de que se tra-te» (Cfr. c. 521 & 2).

«Para que alguien sea de-signado para el oficio de pá-

rroco, es necesario que conste con certeza suidoneidad según el modo establecido por el Obis-po diocesano, incluso mediante un examen» (c.521 & 3).

El c. 524 pide al Obispo que para juzgar sobrela idoneidad, oiga al decano y realice las investi-gaciones oportunas, pidiendo parecer, si es posi-ble, a algunos presbíteros y fieles laicos.

6. TEOLOGÍA DE LA PARROQUIA

De acuerdo a lo que hemos estado analizando,el concepto jurídico de parroquia es insuficiente;la parroquia es algo más que un territorio... Senecesita elaborar una teología de la parroquia queprofundice esta realidad.

Podremos constatar dos concepciones de pa-rroquia: una canónica, otra teológica. En la canó-

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nica es de derecho eclesiástico. En teología deci-mos que el elemento constitutivo de la comuni-dad no es de carácter jurídico; el elemento cons-titutivo lo forma la fidelidad al espíritu. Porencima de lo jurídico le reconocemos cierto ca-rácter teológico; la teología de la iglesia proyectasu luz sobre la parroquia (Dillenschneider).

Congar dirá que conviene definir la parroquiamás directamente como comunidad hecha desdearriba y desde abajo porque la gracia y la verdadvienen de Jesucristo, pero la comunidad de hom-bres creyentes viven en la tierra a base de estacomunicación de salvación.

Dos pueden ser las coordenadas que encua-dren el tratamiento del ser y de la misiónparroquial: (éstas serán como el termómetro)a) el tema de la Iglesia local, desde el que ha de

partir la teología de cualquier realidadinfradiocesana. De ella reciben las parroquiassu eclesialidad y es ella la que encomienda alas parroquias su tarea concreta para edificar laIglesia.

b) El tema de la evangelización, marcado hoy porla increencia y el secularismo. Si la evangeli-zación es la tarea esencial de la Iglesia, dentrode ella ha de encuadrarse también la vida de lasparroquias a quienes la diócesis encarga partede la misión de la Iglesia.La diócesis le encomienda tres campos a la

parroquia:1. La globalidad de acción pastoral. Por un lado

la globalidad de acciones (todos los sectoresque son: comunidad, servicio, transmisión dela fe y liturgia). Y por otro lado la globalidad demiembros (le corresponden todos los nivelesde creyentes, pues ella es el punto de referenciamás cercano para vivir el misterio de la Igle-sia). Otros grupos y otras estructuras basadosen la selección de agentes y acciones puedenser más eficaces y fecundos, pero la parroquiatiene la capacidad de mostrar la universalidadde la misión de la Iglesia.

2. La territorialidad. Siempre ha sido uno de lostemas más problemáticos a la hora de concebirla parroquia. Sin embargo una territorialidadque se concibe hoy a partir de la Iglesia local,

no permite que la parroquia sea vista comopropiedad ni independencia, sino como servi-cio de un presbiterio que vive en planificaciónconjunta; tampoco se entiende como una co-munidad que se autoabastece, sino que se en-tiende como célula de una realidad mayor. Surealidad es contingente.

3. La maternidad cristiana de la parroquia. Yavimos que dentro de la evangelización, la ini-ciación cristiana reviste una gran importancia.Pues bien, la Iglesia local encomienda a laparroquia la tarea de la iniciación precisamentepor su carácter de globalidad. Esto no quieredecir que la tarea única de la parroquia sea elcatecumentado, sino la plenitud de la vidacristiana. Por ello es madre, porque engendranuevos miembros a la fe. De esto derivamosque la parroquia debe: a) cuidar sus procesoscatequéticos, b) no entrar en competencia congrupos o movimientos que tienen procesos deiniciación, sino que los integra en la totalidad yen la globalidad de su ser, c) la globalidad devida a través de una iniciación cristiana es elorigen de las distintas vocaciones.

7. TIPOS DE PARROQUIA

7.1. Por disposiciones canónicas:Parroquia territorial y parroquia personal (cf.

c. 518)

7.2. Según el entorno geográfico:Parroquia rural y parroquia urbana

7.3. Según el modelo de Iglesia:* Antes del Concilio Vaticano II: el modelo era

jerárquico o piramidal fundado en el sacerdocioministerial.

* Hacia 1930 comenzó levemente con la incorpo-ración de la misión parroquial

* Hacia finales de los años 30´ se pasó de lamisión extraordinaria cada 10 años a la misiónpermanente y continua en estado de misióngracias a los movimientos apostólicos.

* Concilio Vaticano II: la parroquia se hizo con-ciliar, comunidad de bautizados

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7.4. Según su función pastoral

8. CONCLUSIONES PASTORALES

Después de dar cuenta del desarrollo histórico dela parroquia y de su teología, creemos que esta-mos viviendo una reafirmación de la vidaparroquial y podemos constatarlo por la vitalidadde parroquias llenas de actividad y abriendonuevos caminos.

La doctrina del Vaticano II y la teologíaposconciliar han influido enormemente en estalínea de la praxis pastoral. Según la exhortaciónapostólica Christifideles laici, es una de las es-tructuras más válidas para la organización localde la Iglesia; es una estructura necesaria pero noabsoluta.

En América latina hay una pujanza en la vidaparroquial que queda claramente marcada por elnúmero de parroquias existentes (creciente) y porla autoconciencia de su misión. Tenemos un totalde 27,346 parroquias, de las cuales 5,260 son deMéxico.

Según el Derecho Canónico (Cf. CIC 515), laparroquia representa un elemento básico de laordenación constitucional de la Iglesia particu-lar; aunque ya hemos dicho que teológicamente

esta concepción es insuficiente para aplicarlo a lavida trinitaria, hay que decir que es válido ynecesario. Como regla general del Código deDerecho, las parroquias se constituyen de mane-ra territorial, pero también pueden crearse pa-rroquias en razón de otros criterios, por ejemplocuestiones de nacionalidad o de intereses comu-nes.

De acuerdo a los aportes de las ciencias sociales,la teología y el derecho, el gran desafío de laparroquia es que debe expresar de manera unita-ria una diversidad común a toda situación huma-na. Por ello podríamos encontrar distintos tiposde parroquias. Por disposición canónica pode-mos hablar de parroquia territorial y parroquiapersonal. Según el entorno humano hemos dehablar de parroquia rural y parroquia urbana. Enrazón del modelo de Iglesia podemos hablar deparroquia jerárquica o piramidal y de parroquiaconciliar.

Los caminos que se marcan para la renovaciónparroquial siguen estas direcciones: asambleacultual, sentido comunitario, servicio a la evan-gelización, testimonio cristiano, diversificaciónparroquial y relaciones con la Iglesia local.

PARROQUIAPRECONCILIAR

PARROQUIACONCILIAR

PARROQUIAPOSCONCILIAR

Servicio de la Palabra Carácter dogmático,memorístico y ahistórico.Apenas hay Escritura

Es bíblico y ve los signos delos tiempos. Catequesis entodos sus niveles,personalizada

Posee catecumenado permanen-te, catequesis de adultos, comu-nicación de problemas vitales, laevangelización se da en la vida

Servicio litúrgico sacramental y devocional,masivo, ingredientes de magia,su tarea pastoral es el culto

participación de seglares, servi-cios dignos y cómodos. Tonali-dad festiva, cierta flexibilidad

no hay mucho culto

Comunidad no hay comunidad sinoaglomerado parroquial.Eclesiología jerárquica,prevalece lo burocrático sobrela relación

se está formando mediante gru-pos. Es cultual aunque con pre-ocupación evangelizadora.Equilibra sacerdocio ministerialy común

la comunidad es el núcleofundamental. Se atiende alpueblo en lo religioso desde locomunitario. Eclesiología decomunión

Compromiso social muy poco, asistencial yocasional. Dependencia deestructuras conservadoras, nodenuncia. Poca preocupaciónpor los alejados

sensible, más promoción queasistencia. Denuncia yreivindica. Intenta conocer larealidad del barrio o sectordonde está

opción por los pobres, preocupa-ción evangelizadora y liberadora.Se denuncian injusticias y reivin-dican derechos de los pobres.Preocupada por la praxis social

Sistema económico empresarial, individual consejo toma decisionesaunque la capacidad jurídicala tiene el párroco

sencillo, asunto de todos,llevado por una comisión

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Introducción:

Nuestra diócesis, porque tiene más sacerdotesque otras, está llamada a compartir,intercambiando o prestando algunos miembrosdel presbiterio para el servicio de Comisionesnacionales a tiempo completo, o de diócesis ne-cesitadas.

La misión es responsabilidad de todo el pueblode Dios no sólo de algunos aficionados. Lamisionalidad de la Iglesia exige intercomunicacióny participación de bienes materiales y espiritua-les, colegialidad episcopal, comunión entre cul-turas, y pastoral orgánica.

No existe, en general, un espíritu misionero.Los mismos grupos misioneros existentes son

demasiado homogéneos y centrados en susmisioncitas, y han caído en la esclerosis y rutina.No ven la misión como ejercicio de la propia fe ycompromiso de comunión que los radicaliza ensu adhesión a la Iglesia local y su misión pascual.

Algunos sacerdotes han salido a otras diócesis,pero no hay conciencia de que el pueblo de Dioslos sostiene y la diócesis los envía como represen-tantes de todo el presbiterio, e incluso se hansentido abandonados de parte de nuestra Iglesiaparticular.

Hay algunas experiencias muy positivas. Perootras han resultado negativas, traumatizantes parasus protagonistas, los cuales han vivido entrecrisis, carencias y tensiones, perdieron relación

Puntos Importantes de Reflexiónpara la Vida y Ministerio de

Nuestro PresbiterioPbro. Francisco Escobar Mireles

Vicario de Pastoral

«Ojalá el mundo actual pueda recibir la Buena Nueva,no a través de evangelizadores tristes y desalentados, impacientes o ansiosos,sino de ministros del Evangelio cuya vida irradiael fervor de quienes han recibido la alegría de Cristoy aceptan consagrar su vida a la tarea de anunciar el Reino de Diosy de implantar la Iglesia en el mundo.Recobremos el valor y la audacia apostólicos»

(DA 532)

1. CRITERIOS PARA PRESTAR SERVICIO MINISTERIALEN OTRA DIÓCESIS CONSEJO PARROQUIAL

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con sus compañeros y el caminar diocesano,prologaron su estancia por falta de relevos, nece-sitaron terapia psicológica, y después han tenidoproblemas para reinsertarse en la pastoraldiocesana y hasta en la vida común.

Para ello se requiere tener criterios precisos, ycrear una estructura de acompañamiento, antes,durante y después de su servicio, con el fin de noenviar problemas ni creárnoslos. Permite así obrarcon espíritu de comunión de bienes, sentido defraternidad entre Iglesias, fidelidad a la propiavocación, amor a nuestra diócesis, que los envíaa esa misión, y mantenercanales permanentes decomunicación con nuestraIglesia particular.

Corresponde a laVocalía de Misiones to-mar conciencia de las si-tuaciones, buscar solucio-nes con quienes han vivi-do una experiencia, revi-sar las opciones y proyec-tos pastorales que se ofre-cen, analizar caso por casode las personas que pidensalir, interpretando el pro-pio carisma en la historiapresente y en las urgenciasde la realidad.

Colaboración entre Iglesias hermanas

La ayuda misionera entre diócesis debe be-neficiar tanto a la diócesis que recibe como a ladiócesis que envía, pues intercambian expe-riencias, ayudas y recursos, tanto humanos comofinancieros, en un ambiente de pobreza evan-gélica.

No se trata de colonizar pastoralmente, ni decrear sucursales de la diócesis, sino de consolidarun proceso de desarrollo de aquella Iglesia local.El énfasis se pone en la evangelización, no en losrecursos económicos o resultados inmediatos.

Manifiesta la vitalidad de una Iglesia local quecomparte desde su pobreza, no dando lo que lesobra o las personas que no quiere, sino un proce-

so educador de dar y recibir, entre desafíos yoportunidades.

Es un momento denso de profecía y caridadpastoral para ambas diócesis, en su afán de seruna Iglesia comunitaria, participativa, profética,liberadora, integradora, santa, forjadora de unaidentidad, en respeto a la diversidad.

Debe determinarse qué aspectos requiere for-talecerse: formar cuadros pastorales, o pequeñascomunidades cristianas, o ministerios confiadosa laicos, o la construcción de los espacios

pastorales, o contactarlos sectores claves, oayudar en la organiza-ción diocesana.

Se hace contrato don-de se determina el tiem-po durante el cual la dió-cesis va a mantener laayuda, y en qué secto-res. Eso significa que,después del plazo deter-minado, la diócesis queayuda se va a retirar.Mientras tanto, va en-viando las personas queconsidera idóneas.

Supone aprovechar elinstrumental existente,

personal disponible, proyectos y recursos. Lasayudas deben ser complementación de las inicia-tivas locales, no sustitución. Críticamente ven sivale la pena continuar apoyando obras y progra-mas.

Crean las condiciones para que unan los secto-res claves y vayan integrando una pastoral deconjunto, que evite paternalismo y nuevas depen-dencias. Que el pueblo participe y se comprometaen la misión eclesial, y en la actualización de susestructuras.

No olvidar que la parroquia es el nivel deIglesia completo al alcance de las personas, y queésta es una comunidad de comunidades. Así quesu prioridad debe ser formar pequeñas comunida-des eclesiales, localizadas en las bases, integra-

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das en la parroquia, al servicio de todo el pueblo,abiertas a nuevas formas de ministerio.

Lo importante no es llenar las vacantes por losque enferman, se cansan, terminan su tiempo, otienen problema. Ni desarrollar una grande acti-vidad social, catequística, litúrgica, de

concientización, o la creación de infraestructurasmateriales, sino continuar un proceso de evange-lización, que un día ya no va a requerir ayuda defuera. Requiere revisar el modelo de Iglesia queestá manteniendo o creando.

Las tareas y compromisos siempre requierenmás personal, tanto en la diócesis que envía comoen la misión a la cual es enviada. Así que no puedecomprometer su futuro ofreciendo más de lo quepuede, ni aprovechar la misión para abastecersede personal en ministerios, vocaciones o movi-mientos.

El sacerdote se mantiene incardinado a sudiócesis de origen. Debe mantener y desarrollarsu identidad diocesana y su cultura autóctona, sufisonomía y riqueza original, y enriquecerla conel contacto e intercambio con otra cultura e iden-tidad, en el respeto y la complementación.

Algunos presupuestos

La ayuda no sólo puede ser ofreciendo sacer-dotes a tiempo completo para estar al frente deuna comunidad. Puede ofrecer ayudas financie-ras, técnicas o pastorales, como asesoría para lacomunicación social, la planificación pastoral,

las infraestructuras, los grupos especializados,las asambleas, la formación de sacerdotes y lai-cos en su ambiente.

Se firma un contrato escrito o convenio entreIglesias. En ese documento se establece con cla-ridad lo acordado por ambas partes: los objetivos

a corto, medio y largo plazo; las responsabili-dades de cada diócesis o institución en lo que serefiere al personal, colaboración económica,etc.; la extensión del trabajo y los plazos esta-blecidos para los proyectos y para la conclu-sión final de la ayuda de fuera.

La diócesis no debe aceptar peticiones ge-néricas de ayuda, sino establecer para cuálesnecesidades pide colaboración. A través de laVocalía de Misiones se informa sobre la prác-tica pastoral, organización y personal de ladiócesis que solicita, para determinar el perfilde agente que requieren, y determinar las cláu-sulas del contrato.

No va de tapahuecos, ni para trabajar en loque vaya surgiendo, tareas ocasionales, inmedia-tas y a corto plazo. Su ayuda no se reduce a loclerical y sacramental, sino a promover la comu-nidad local para que suma todos los aspectos de lamisión eclesial.

La diócesis que pide no debe considerar aSan Juan de los Lagos como un supermercadode agentes de pastoral o de medios materiales.Todas las Iglesias tienen sus problemas, y losmiembros que enviamos también aquí nos ha-cen falta.

La diócesis ayudada no debe dar la impresiónde ser tierra de nadie. Los que llegan encuentranuna Iglesia en formación y van a colaborar alcrecimiento de esa comunidad, no a implantaruna sucursal de San Juan. Supone una pastoral deconjunto que los integra

La Iglesia que envía se compromete a pagar lamensualidad del sacerdote, sus viajes para lamisión, y los gastos ordinarios de vivienda, mesacomún, ministerio y formación (cursos, instru-mental básico de trabajo y supervivencia).

La Iglesia que recibe se compromete a que laspropias comunidades van a ir poco a poco

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autofinanciando a sus agentes de pastoral, susinstrumentos de trabajo y sus planes de pastoral.La Iglesia que recibe permite que el sacerdotetenga acceso a la comunicación con su diócesis deorigen, y acuda a los encuentros generacionales ylas asambleas de pastoral.

Las vacaciones las vive preferentemente en sudiócesis de origen, y lasexperiencias de misiónde los grupos misione-ros de la diócesis seprefiere que sea en loslugares donde estos sa-cerdotes prestan susservicios, dentro delproceso que llevan.

Nuestra diócesisles abre espacios departicipación, en losmomentos y activida-des que están presen-tes, pues desempeñanuna acción diocesanaa compartirse y eva-luarse.

Organización de laayuda

Los pasos a dar sonlos siguientes: Constituir un equipo de reflexión que profundi-

za las motivaciones y elección de las Iglesiashermanas.

El conocimiento recíproco de las diócesis quesolicitan, en cuanto a su realidad geo-social,religiosa y sus fuerzas misioneras.

Estudio de las posibilidades de ayuda recíprocacomo respuesta a sus necesidades.

Establecimiento de objetivos, prioridades, mo-tivaciones, y planificación conjunta de inicia-tivas concretas.

Búsqueda de recursos humanos, técnicos yfinancieros para la ejecución del programa.

Elección, preparación y entrenamiento del per-sonal: directrices, encuentros, visitas.

Realización del programa, adaptado a cadarealidad, sin trasplantar experiencias de unlugar a otro.

Acompañamiento periódico de contenido, re-sultados y objetivos, por parte de la Vocalía deMisiones (Boletín de Pastoral, Asambleadiocesana, Mensajero diocesano, etc.).

Profundización de las motivaciones fundamen-tales o mística.

Criterios pata elegir un sacerdote

Equilibrio psicológico, capacidad de trabajoen equipo, sentido de respeto al pueblo, disposi-ción para asumir las líneas de acción de la Iglesiaen la cual se inserta, testimonio de fe, colabora-ción con todas las fuerzas vivas, espíritu deplaneación.

Sensibilización sobre la realidad de diócesisnecesitadas, experiencias misioneras anteriores,trabajos de base en su comunidad, adaptación alas situaciones diferentes, inserto en la diócesis ysu pastoral, no aislado ni con problemas serios.

Sabe comprometerse, participa en las activi-dades sacerdotales y pastorales, tiene buena co-

El presbítero, a imagendel Buen Pastor, está llamado

a ser hombre de lamisericordia y la compasión,

cercano a su puebloy servidor de todos,

particularmente de los quesufren grandes necesidades.

La caridad pastoral,fuente de la espiritualidad

sacerdotal, anima y unifica suvida y ministerio. Conscientede sus limitaciones, valora lapastoral orgánica y se insertacon gusto en su presbiterio.

DA198

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municación con sus compañeros de grupo y detrabajo, sabe tomar decisiones, planear y realizaractividades en equipo.

Integridad moral, austeridad, búsqueda de res-puesta a necesidades vitales y urgentes, no ape-gos afectivos, identidad personal definida, sinafán de protagonismos ni privilegios, más centra-do en la pastoral que en la administración.

Con una sólida espiritualidad, sentido del mis-terio, interés por lo reli-gioso, aprecio a las prác-ticas y asociaciones, conun director espiritual per-manente, experienciasde oración, sintiendo lanecesidad de una visiónnueva del mundo.

Busca el contacto di-recto con las personas,se interesa por sus asun-tos, tiene don de gentes,multiplica encuentros in-formales, servicios, colaboración y presencia enmomentos claves. Entiende lo que vive la gente,con lenguajes no verbales, palabras generadoras,preguntas, ayudas.

De preferencia se envía en equipo, no a indivi-duos solos. No pierda la conciencia de que esenviado por la diócesis, no va por cuenta propia.No para una presencia demasiado rápida que no lepermita ubicarse.

No trasplante modelos, instituciones, progra-mas o esquemas. Ni mantenga prejuicios o imá-genes estereotipadas de las personas y cultura aque va, sino estima, valoración y respeto, aunquecríticamente.

Está dispuesto a permanecer en la misión porun período de tres a cinco años. Va como enviadode la diócesis, llevando una historia y una expe-riencia, y al volver portará otra experiencia vitalque le ha renovado y transformado, permitiendouna nueva comprensión de la Iglesia.

Mantiene comunicación por cartas, teléfono,radio, correo electrónico, informaciones, comu-nicaciones, visitas.

Conclusión

Construimos juntos una Iglesia más auténtica,pobre y profética, de comunión de comunidades,incluyente y participativa. La comunión y elservicio suponen una acción bilateral: el dar y elrecibir, el envío y la acogida. Hay una colabora-ción a través de sacerdotes, tiene momentos fuer-tes, y debe tener un momento final.

Compartir un sacerdote con otra diócesis esparte de la comunión debienes. Es un servicioevangelizador, realizadoprincipalmente por gru-pos eclesiales enviadospor la Iglesia local, me-diante un exigente proce-so de inculturación y diá-logo que testimonia su fey su amor liberador, apo-yando la formación decomunión de comunida-des.

Nuestra ayuda misionera nos revitaliza yoxigena a nosotros como diócesis. Encerrarse ensí misma en sus propias actividades y problemas,hace perder el vigor del impulso vital, y conducea un peligroso empobrecimiento de la vida espi-ritual (EN 6;4). Ofrecer un sacerdote, poniéndoloa disposición de la comunión universal y de lacomún responsabilidad de evangelizar, nosrevitaliza.

Es una mini-expresión de la Iglesia en sureversión misionera o doble vía de la misión,quien da se compromete a recibir.

Debe mantener contacto de sugerencias y apor-tes con su diócesis, integrarse en los gruposlocales, discernir la pastoral a seguir.

Valora su propia cultura, su historia y la cola-boración que su originalidad le ofrece a la reali-zación del Reino de Dios. Trabaja con sus propiosmedios y gente, partiendo de las bases y de losmás necesitados. Usa medios pobres, dentro deun proceso que comprometa a todo el pueblo deDios. Nada de instrumentos poderosos propios deuna sociedad de consumo y confort.

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IntroducciónDice el Decreto «Christus Dominus» en el n. 16:

«Consagren eficaz misericordia a los sacerdotesque de cualquier modo se hallan en peligro o desfa-llecieron en algo».

Dice la Conferencia de Medellín, el Documento11 «Sacerdotes», en el n. 30: «A los presbíterosque, con consentimiento de la autoridad competen-te, o sin él, como resultado de una crisis, que enúltima instancia sólo a Dios corresponde juzgar, sealejaron del ministerio: les decimos que los sabe-mos marcados con elsello del sacerdocio yque los respetamos comohermanos, amándoloscomo hijos. Encontraránsiempre nuestro corazónabierto para prestarlesayuda, en la medida denuestras posibilidades,para que, conservando orecuperando el vínculovisible de la unidad esen-cial en la Iglesia de Cris-to, den testimonio delReino para el cual fueron consagrados».

Y la exhortación apostólica «Pastores dabovobis» en el número 74: «La fraternidad presbiteralpresta especial atención… también a los sacerdotesque han abandonado esta forma de vida o que no lasiguen; no sólo no los abandona, sino que losacompaña aún con mayor solicitud fraterna».

Y el Directorio para el ministerio y vida de lospresbíteros dice al final del n. 97: «No hay queolvidarse tampoco de aquellos hermanos que hanabandonado el ministerio, con el fin de ofrecerles laayuda necesaria, sobre todo con la oración y lapenitencia. La debida postura de caridad hacia ellosno debe inducir jamás a considerar la posibilidad deconfiarles tareas eclesiásticas, que puedan crearconfusión y desconcierto, sobre todo entre los fie-les, a propósito de su situación».

El Instrumentum laboris para el Sínodo 1990dice en el n. 56: «La reflexión sobre la formaciónpermanente no excluye a aquellos presbíteros quepor diversos motivos y con resultados personalesvarios han abandonado el ministerio. Aunque resul-ta difícil establecer y mantener con ellos una rela-ción habitual de comunidad de orientación y depraxis formativa permanente, no viene sustraída,sin embargo, la comunión fundada en la reciproci-dad humana y sobre todo en los vínculos de lossacramentos de la Iniciación cristiana y del Orden».

Y la exhortación apostólica «Pastores gregis»en el n. 47: «El Obispo ha demostrar su cercanía fraterna alos que dejan la dirección deuna comunidad por enferme-dad grave u otras formas per-sistentes de debilidad, ayudán-dolos a mantener vivo el senti-miento y la convicción de se-guir siendo miembros activosen la edificación de la Iglesia,especialmente en virtud de suunión con Jesucristo dolientey con tantos hermanos y her-manas que en la Iglesia parti-

cipan en la Pasión del Señor. Asimismo el Obispodebe seguir de cerca, con la oración y con unacaridad efectiva, a los sacerdotes que por cualquiermotivo dudan de su vocación y su fidelidad a lallamada del Señor, y de algún modo han faltado asus deberes».

Y el Documento de Aparecida: «Teniendo encuenta el número de presbíteros que abandonaron elministerio, cada Iglesia particular procure estable-cer con ellos relaciones de fraternidad y de mutuacolaboración conforme a las normas prescritas porla Iglesia» (DA 200).

El Directorio en el n. 83: «Existen algunosfactores, que pueden insinuar el desánimo en quienejerce una actividad pastoral: el peligro de la rutina;el cansancio físico debido al gran trabajo al que hoyespecialmente están sometidos los presbíteros a

2. ATENCIÓN A LOS SACERDOTESQUE HAN DEJADO EL MINISTERIO

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causa de su empeño pastoral; el mismo cansanciopsicológica causado, a menudo, por la lucha conti-nua contra la incomprensión, los malentendidos,los prejuicios, el ir contra fuerzas organizadas ypoderosas, que tienden a dar la impresión que hoyel sacerdote pertenece a una minoría culturalmenteobsoleta».

La Exhortación «Pastores dabo vobis» n. 77:«Son muchos los riesgos que pueden correr preci-samente en razón de la edad, como por ejemplo unactivismo exagerado y una cierta rutina en el ejer-cicio del ministerio. Así, el sacerdote puede versetentado a presumir de sí mismo, como si la propiaexperiencia personal ya demostrada no tuviese quecontrastada con nada ni con nadie. Frecuentementeel sacerdote sufre una especie de cansancio interiorpeligroso, fruto de dificultades y fracasos».

Y el mismo Directorio en el número 94: «Trans-currido un cierto número de años de ministerio, lospresbíteros adquieren una sólida experiencia y elgran mérito de gastarse por completo por el creci-miento del Reino de Dios en el trabajo cotidiano.Este grupo de sacerdotes constituye un gran recursoespiritual y pastoral. Ellos necesitan que les denánimos, que los valoren con inteligencia y que lessea posible profundizar en la formación en todassus dimensiones, con el fin de examinarse a símismos y a su propio actuar; reavivar las motiva-ciones del sagrado ministerio; reflexionar sobre lasmetodologías pastorales a la luz de lo que es esen-cial; sobre su comunión con el presbiterio, la amistadcon el propio Obispo; la superación de eventualessentimientos de cansancio, de frustración, de sole-dad; redescubrir, en definitiva, el manantial de laespiritualidad sacerdotal».

La gran Crisis sacerdotalEn la década de los 60 del siglo XX, sobreviene

una crisis sacerdotal, la primera en la historia, conmuchas deserciones. Su momento más crítico es1968, a juzgar por las publicaciones. Es una crisisde identidad, de función y de inserción social delsacerdote, con el riesgo de aislamiento, incompren-sión y desmotivación.

El estrés del activismo, sentirse meros organiza-dores, funcionarios de lo sagrado, profesionistascomo otros, favorece el vacío interior, el confor-mismo y antitestimonios como carrerismo,concubinatos, enriquecimientos. La situación eco-

nómica bastante difícil hace fatigoso el ministerioy obstaculiza la actualización.

El Mensaje de Pablo VI al terminar el Año de laFe (1968) es una respuesta programática a unacreciente crisis sacerdotal. Ya hay una abundanteliteratura sobre el tema. Un sector del clero se sienteal margen de la moderna evolución social. Cuestaintegrar la consagración y la misión, la función y laespiritualidad, el crisma y la comunión eclesial.

El Sínodo de los Obispos de 1971 responde a esarealidad. Insiste en el carácter como consagraciónpermanente, que supera una mera delegación de lacomunidad. El sacerdote es signo de Cristo buenpastor en medio de una sociedad en cambio. Cristoasumió las miserias y sacrificios de los hombres detodos los tiempos; el sacerdote se enrola en lahistoria y problemas humanos, con la fuerza delResucitado.

El Sínodo de 1974 cambia el enfoque de la crisis,pues urge la evangelización. Los fieles tienen nece-sidad de certezas. Más que problemas clericales,urge el servicio sacerdotal como respuesta a lasnecesidades más graves de la Iglesia. Se requierenactitudes interiores, ejercer la vocación sin reticen-cias por duda o temor. El Espíritu nos guía aldesierto, los pobres, la cruz y la pascua.

La Encíclica Redemptor hominis (1979) reflejauna superación de la crisis, haciendo una críticapositiva de la misma. La Carta de Juan Pablo II a lossacerdotes el jueves santo de 1979 alude a dichasuperación.

La duda sobre la identidad sacerdotal presentatres aspectos: duda sobre la metodología apostólicaen un mundo cambiante; duda sobre el estilo de vidaque responda al hombre concreto en una épocaconsumista y vivencial; duda sobre la razón de serdel sacerdote.

Las tensiones consecuentes originan un pluralis-mo sacerdotal, según las facetas del ministerio delBuen Pastor. En el fondo es la cuestión de laalienación de lo sagrado, la tensión entre vidainterior y acción, riesgo de relajación, persecución,aislamiento, escasez de clero, secularización, reno-vación, objetivos…

Muchos Padres sinodales en el Sínodo sobre laReconciliación y Penitencia esperaban un gesto dereconciliación con los miles de sacerdotes que

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habían abandonado el ministerio en la Clausura delSínodo, y una mención especial en el Mensaje a lospueblos. En señal de protesta por no aceptarse,muchos se retiraron antes de la Clausura, agravan-do la situación.

El Instrumentum laboris para el Sínodo 1991nos describe la situación: Han surgido desconfian-zas, desilusiones y polarizaciones a causa de acon-tecimientos eclesiásticos, y los medios de comuni-cación acentúan lo negativo de la institucióneclesial como caduca estructura de poder. Hayfáciles malentendidos y dolorosasincomprensiones, por intromisiones en la esferaprivada del sacerdote. Emergen nuevas cuestio-nes, ante la posmodernidad y globalización. Haycontrariedades entre posiciones extremistas y uni-laterales que se reivindican a título eclesial peroson expresión de particulares situaciones persona-les individuales o colectivas.

Existe mucha diversidad entre los sacerdotesque han dejado el ministerio. Algunos lo hicierondespués de una seria reflexión sobre su decisióntomada, siguiendo todo el proceso canónico, sinpresiones secundarias, y están viviendo regular-mente una vida cristiana y hasta apostólica.

Otros están amargados porque su decisión fue unarranque desesperado ante la incomprensión delObispo, la injusticia de la Curia, un enamoramientoo embarazo, una dolorosa adicción y vicio, falsasacusaciones sin permitirle defenderse, un problemapersonal escondido, el colmo de una serie de cho-ques y desencuentros; y sólo más tarde comprendenque se precipitaron.

Otros realmente han vivido situaciones críticas,que no han querido aceptar y asumir para superarse,se han negado a regularizar su vida en sus diversoscampos, y se engañan acusando a los demás ysintiéndose víctimas, haciendo juicios muy seve-ros, llenos de resentimiento, contra la institucióneclesial.

Otros van de fracaso en fracaso, pues no resultóla esposa que esperaban, y tras fuertes choques losabandonó o engañó, no hallaron un trabajo digno,perdieron sus amistades, rompieron con su familia,no educaron bien a los hijos, cayeron en algún vicio,buscaron nueva pareja, cometieron un nuevo error,y así van tejiendo una cadena interminable decaídas.

Otros están inquietos por dar un nuevo rostro a laIglesia, al ministerio, al apostolado, trabajando enel campo secular, muchas veces con su esposa y sufamilia, con una madurez envidiable.

Algunos se han aislado, lejos de los conocidos, ysienten vergüenza de su decisión, negándose acualquier intento de integración. Otros siguen man-teniendo contacto con los compañeros sacerdotes,trabajando en alguna institución eclesial, sin negarsu pasado.

Unos están incapacitados para integrarse en lavida eclesial activa por suspensión canónica, porexcomunión al atentar matrimonio civil o realizar-lo, por amasiato sacrílego o adulterio. Otros sondescarados en presumir sus errores y exagerar lascircunstancias en que la Jerarquía decidió su suerte.

Otros sobreviven aprovechándose de la ignoran-cia de la gente, prestando servicios cultuales comosi fueran sacerdotes en el ejercicio de su ministerio,y cobrando bien por esos servicios, o buscandoacomodarse para tener amistades, trabajo y gratifi-caciones. O viven a expensas de los compañeros,pidiendo prestado, chantajeando, inventando nece-sidades urgentes, engañando con ventas o trabajosno cumplidos.

Otros han recorrido un proceso de integración desu experiencia en su proyecto de vida, y quierenayudar a otros a superarse asimilando las circuns-tancias de su deserción y secularización. Inclusohan pedido ser readmitidos en el ministerio, dis-puestos a recorrer el camino que se les proponga.

Algunos exigieron indemnización a su diócesispor sus años de servicio, como si fuera una empresaeconómica, y trataron de sacarle partido económicoa su ministerio; otros pasan por dura situacióneconómica y no dicen porque sienten que defrauda-ron a la Iglesia local que les brindó formación ytrabajo.

Algunas líneas de acción«Es necesario comunicar los valores evangéli-

cos de manera positiva y propositiva. Son muchoslos que se dicen descontentos, no tanto con elcontenido de la doctrina de la Iglesia, sino con laforma como ésta es presentada» (DA 497).

Generalmente estos sacerdotes no se retirarondel ejercicio ministerial por razones teóricas, sinovivenciales; no por motivaciones teológicas, sino

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metodológicas. Buscaron respuesta a sus inquietu-des y aspiraciones, no sin serios peligros y a vecesequivocadamente.

Importa crear mecanismos de reconciliación,para cicatrizar heridas, evitar maniqueísmos, peli-grosas exasperaciones y polarizaciones. Dios buscanuestra reconciliación con Él y pide la reconcilia-ción entre nosotros. «La comunión alcanzada en laSangre reconciliadora de Cristo nos da fuerza paraser constructores de puentes, anunciadores de ver-dad, bálsamo para las heridas. La reconciliaciónestá en el corazón de la vida cristiana» (DA 535).

Es preciso brindarles acogida fraternal. Teneruna instancia que los busque, y los haga sentirsevalorados, existentes, incluidos en la Iglesia comomiembros corresponsables, agentes capacitados depastoral. Un activo buscar y llegar hasta ellos, porla visita, la llamada telefónica, el correo electróni-co, y la constante cercanía a la persona en sucotidianidad y sus necesidades.

Establecer un centro, con personal disponible,para servicios de atención, acogida personal, direc-ción espiritual, celebración del sacramento de laReconciliación, de ellos y su familia, respondiendoa la soledad, las grandes heridas sicológicas, lascrisis en las relaciones interpersonales. Que dis-cierna que tipo de ayuda puede ofrecerles en susnecesidades, sufrimientos y nuevas crisis.

Profundizar el rol específico del sacerdote queno ejerce el ministerio sacro, en la Iglesia local y ensu organigrama pastoral, desde las instanciaspastorales pertinentes. Desarrollar la investigacióny reflexión necesarias para conocer su situación, lasconsecuencias del impacto cultural y de su expe-riencia en su identidad y misión, y pistas para undiseño de orientaciones pastorales. Una relecturadel mensaje cristiano desde su situación y posibili-dades, para responder a sus interrogantes y favore-cer un crecimiento espiritual y humano.

Abrir espacios de activa participación, sin que seconfunda con actividades propias del ministerioordenado. Permitirles actuar como sujeto eclesial ycompetente interlocutor entre la Iglesia y la socie-dad, entre la sociedad y la Iglesia, entre el laicado yla jerarquía, y entre la jerarquía y el laicado.

«El varón, desde su especificidad, está llamadopor el Dios de la vida a ocupar un lugar original y

necesario en la construcción de la sociedad, en lageneración de la cultura y en la realización de lahistoria» (A 459). «En todos los ámbitos que cons-tituyen su vocación y misión, el varón debe, encuanto bautizado, sentirse enviado por la Iglesia adar testimonio como discípulo misionero de Jesu-cristo» (DA 460).

«Esta suerte de lejanía o indiferencia de parte delos varones, que cuestiona fuertemente el estilo denuestra pastoral convencional, contribuye a quevaya creciendo la separación entre la fe y la cultura,a la gradual pérdida de lo que interiormente esesencial y dador de sentido, a la fragilidad pararesolver adecuadamente conflictos y frustraciones,a la debilidad para resistir el embate y seduccionesde una cultura consumista, frívola y competitiva.Todo esto los hace vulnerables ante la propuesta deestilos de vida que, proponiéndose como atractivos,terminan siendo deshumanizadores. En un númeroconsiderable de ellos se abre paso la tentación deceder a la violencia, infidelidad, abuso de poder,drogadicción, alcoholismo, machismo, corrupcióny abandono de su papel de padres» (DA 461).

«Faltos de mayor comprensión, acogida y afec-to de parte de los suyos, valorizados de acuerdo alo que aportan materialmente, y sin espacios vita-les en donde compartir sus sentimientos más pro-fundos con toda libertad, se los expone a unasituación de profunda insatisfacción que los deja amerced del poder desintegrador de la cultura ac-tual» (DA 462).

Rescatar su papel de formadores de opinióncristiana y de instrumentos de presencia proféticacristiana, por la formación recibida y su experienciaen pastoral y dirección espiritual. Puede actuar enlos medios de comunicación católicos y profanos,para la comunicación de la fe y de los valorescristianos de forma adecuada al lenguaje, estructu-ras, horarios, etc. adecuados. Para el diálogo entrela Iglesia y la sociedad, y la interacción con intelec-tuales, comunicadores, maestros y catedráticos,profesionistas, líderes comunitarios, productores,artistas, deportistas, formadores de opinión, etc.

Discernir las experiencias, junto con las instan-cias del Seminario, y sacar las enseñanzas queofrece la deserción de sacerdotes tanto jóvenes yviejos, para prevenir problemas y anticiparse en lasrepuestas a las causas.

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Introducción:La solidaridad es fruto del amor y la comunión

(1Jn 3,23-24). Partiendo del mandato del amorfraterno que Jesús dejó a los sacerdotes comotarea, tenemos obligación de vivir una cultura desolidaridad, sobre todo con quienes viven unasituación difícil por razón de edad, enfermedad ocondición económica.

Urge una fraternidad,pues gran parte de los pro-blemas actuales tienen ori-gen en causas económicasy sociales que no se supe-ran por falta de solidari-dad. No podemos estar tra-bajando sin un fin, comodando golpes al aire, porrutina, o sólo a la defensi-va.

No se puede llamar pas-toral a una serie de accio-nes planificadas en comúnpero realizadas sin vertebración. Ni a un cúmulode eventos realizadas por agentes que sólo sepreocupan por responsabilizarse de su área, sinuna visión total y unitaria del conjunto.

¿Qué es lo que evita esa dispersión e infundeun alma a todas las acciones para que tenganvida? La caridad. Sólo la caridad nos lleva a unaacción en comunión y participación, a la unidady la eficacia.

Dicen nuestros Obispos en la Carta pastoral«Del encuentro con Jesucristo a la solidaridadcon todos» n. 225: «Para el cristiano, la solidari-dad es el ejercicio de la caridad que lo santifica,lo dignifica, y lo hace participar activamente en laconstrucción de la comunidad». Y en el 226:«Cuando la solidaridad se establece como unmodo habitual de acción que dinamiza las rela-

ciones sociales, podemos hablar de que la culturade la solidaridad ha surgido. La solidaridad tieneque trascender las iniciativas meramente mo-mentáneas, para que funja realmente como sos-tén de la sociedad como sujeto. Este es el caminopara que una cultura y una civilización basadas en

el amor seanposibles den-tro de la histo-ria».

Con mayorrazón se exigea los sacerdo-tes ministeria-les. La solida-ridad es el ca-mino segurohacia la unidadpresbiteral y laeficacia minis-terial. Se re-

quiere una planificación pastoral, pero no bastapara asegurar unas comunidades cristianas.

Todos aspiramos a la eficacia de nuestro mi-nisterio sacerdotal. Sentir que obtenemos los re-sultados previstos y alcanzamos las metas espe-radas nos llena de satisfacción. Servimos a losfieles cristianos y nos sentimos realizados ennuestra vocación.

Al descubrir en nuestra vida a Cristo muerto yresucitado, asumimos tres actitudes para el en-cuentro con el Sumo y eterno Sacerdote:a) Encuentro con la Persona divina de Jesús en

nuestro caminar social de hoy, en un caminode nueva evangelización, que supone el es-fuerzo de todos: «Lo que hagan con alguno deestos mis hermanos más pequeños, conmigo lohacen» (Mt 25,40).

3. ORGANISMOSDE SOLIDARIDAD SACERDOTAL

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b) Conversión sacerdotal personal y social, comoencuentro con Cristo víctima, que permite elcrecimiento de los valores evangélicos, elimi-nando formas de discriminación, desigualdady división. «Que todos sean uno, como noso-tros, para que el mundo crea» (Jn 17,21).«Cristo se hizo pobre para enriquecernos consu pobreza» (2Co 8,9).

c) Comunión con Cristo Sumo y eterno Sacerdo-te, viviendo la dimensión comunitaria del apos-tolado, la vida litúrgica y sacramental, la cari-dad sacerdotal, la evangelización de la cultura:«Todos los creyentes vivían unidos y lo teníantodo en común. Vendían sus posesiones y lasdistribuían entre todos, según las necesidadesde cada uno» (Hch 2,44-45).Entonces, la solidaridad abarca, no sólo el

apostolado y la amistad, sino incluso la comuniónde bienes. Cuando el joven ayuda al anciano, elsano al enfermo, y el que tiene al que no tiene,estamos dando un signo claro del mandamientodel amor (Jn 15,12).

Jesús, al enviar a los apóstoles, les dice: «Nolleven oro ni plata ni dinero en el bolsillo,ni morral para el camino, ni dos túnicas, nisandalias, ni bastón, porque el obrero tienederecho a su sustento» (Mt 10,9-10).

Y san Pablo dice: «¿Cuándo se ha vistoque un soldado corra con los gastos de laguerra?» (1Co 9,7). «No se trata de queustedes pasen necesidad, sino que, segúnel principio de igualdad, la abundancia deustedes remedie en este momento la po-breza de ellos, para que un día la abundan-cia de ellos remedie la pobreza de ustedes.De este modo reinará la igualdad, comodice la Escritura: ‘A quien recogía muchono le sobraba, y al que recogía poco no lefaltaba’» (2Co 8,13-15).

Previsión social del cleroNo puede haber verdadera formación espiri-

tual de los sacerdotes si no se atiende también laformación intelectual y la previsión social. Es eltríptico que da unidad a la atención de los sacer-dotes y diáconos. Dice el Concilio:

«Conviene en gran manera que, por lo menosen las regiones en que la sustentación del clerodepende enteramente o en gran parte de las ofren-das de los fieles, recoja los bienes ofrecidos paraeste fin una institución diocesana, que el Obispoadministra con ayuda de sacerdotes delegados y,donde lo aconseje la utilidad, también laicosperitos en economía.

«Es igualmente de desear que, en cuanto fuereposible, se constituya en cada Diócesis o regiónun fondo común de bienes, con que puedan losObispos satisfacer a otras obligaciones con per-sonas al servicio de la Iglesia, y por cuyo mediolas Diócesis más ricas puedan ayudar a las máspobres, de suerte que la abundancia de unas suplala indigencia de otras. Este fondo común convie-ne que también se constituya, primeramente, delos bienes que provienen de las oblaciones de losfieles, pero también de otras fuentes, que deter-minará el derecho.

«Además, en las naciones donde no está aúnadecuadamente organizada la previsión social afavor del clero, procuren las Conferencias

Episcopales que, atendidas siempre las leyes ecle-siásticas y civiles, haya instituciones diocesanas,federadas entre sí, o instituciones establecidas ala vez para varias diócesis, o una asociaciónfundada para todo el territorio, por las que, bajo lavigilancia de la Jerarquía, se provea suficiente-mente, ora a la llamada prevención y asistenciasanitaria, ora a la debida sustentación de los

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presbíteros que sufren enfermedad, invalidez osenectud. Los sacerdotes, por su parte, ayuden ala institución erigida, movidos de espíritu desolidaridad para con sus hermanos, tomando par-te en sus tribulaciones» (PO 21).

El Papa Pablo VI, en el motu proprio «Ecclesiaesanctae», dice: «Cuiden las ConferenciasEpiscopales, teniendo siempre en cuenta las leyeseclesiásticas y civiles, que en cada nación existani n s t i t u c i o n e sdiocesanas, inclu-so federadas entresí o instituidas jun-tamente para va-rias diócesis, o unaasociación paratoda la nación,mediante las cua-les bajo la vigilan-cia de la sagradaJerarquía, se pro-vea suficiente-mente a la debidaprevisión y a la lla-mada asistenciasanitaria y al con-veniente sustento de los clérigos que padezcanenfermedad o vejez».

Y esto pasó al nuevo Código de DerechoCanónico: «Los clérigos dedicados al ministerioeclesiástico merecen una retribución convenien-te a su condición, teniendo en cuenta tanto lanaturaleza del oficio que desempeñan como lascircunstancias de lugar y tiempo, de manera quepuedan proveer sus propias necesidades y a lajusta remuneración de aquellas personas cuyoservicio necesitan. Se ha de cuidar igualmente deque gocen de asistencia social mediante la que seprovea adecuadamente a sus necesidades y encaso de enfermedad, invalidez o vejez» (CIC can281).

«En toda diócesis debe haber un institutoespecial que recoja los bienes y oblaciones paraproveer conforme al can 281 a la sustentación delos clérigos que prestan un servicio a la diócesis,a no ser que haya establecido otro modo decumplir esta exigencia. Donde aún no está con-

venientemente organizada la previsión social afavor del clero, cuide la Conferencia Episcopalde que haya una institución que provea suficien-temente a la seguridad social de los clérigos»(CIC can 1274,1-2).

Y pasó al Directorio pastoral de los Obispos«Apostolorum sucessores» n. 80: «»El Obispodebe preocuparse de la retribución de los sacer-dotes, que debe ser adecuada a su condición,

considerando tantola naturaleza deloficio por ellos de-sarrollado, comolas circunstanciasde lugar y tiempo,pero siempre ase-gurando tambiénque puedan proveera las propias nece-sidades y a la justaremuneración dequien presta su ser-vicio. De este modono se verán obliga-dos a buscar unasustentación eco-

nómica suplementaria, ejerciendo actividades ex-trañas a su ministerio, lo que puede ofuscar elsignificado de la propia elección y una reducciónde la actividad pastoral y espiritual. Es necesario,además, disponer que puedan usufruir de la asis-tencia social, mediante la cual se provee adecua-damente a sus necesidades en caso de enferme-dad, invalidez o ancianidad. Esta justa exigenciade los clérigos podrá ser satisfecha también através e las instituciones interdiocesanas, nacio-nales e internacionales».

Dice el Directorio para la vida y ministerio delos presbíteros en el n. 27: «El presbiterio es ellugar privilegiado en donde el sacerdote debierapoder encontrar los medios específicos de santi-ficación y de evangelización; ahí mismo debieraser ayudado a superar los límites y debilidadespropios de la naturaleza humana, especialmenteaquellos problemas que hoy día se sienten conparticular intensidad. El sacerdote hará todos losesfuerzos necesarios para evitar vivir el propio

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sacerdocio de modo aislado y subjetivista, y bus-car favorecer la comunión fraterna dando y reci-biendo, de sacerdote a sacerdote, el colas de laamistad, de la asistencia afectuosa, de la com-prensión, de la corrección fraterna, bien cons-ciente de que la gracia del Orden asume y elevalas relaciones humanas, psicológicas, afectivas,amistosas y espirituales… y se concreta en lasformas más variadas de ayuda mutua, no sóloespirituales sino también materiales».

En nuestra diócesis de San Juan, para lasalud sacerdotal tenemos una Mutual propiallamada FASS (Fraternal Asistencia y SeguroSacerdotal A.C.); para la pensión de vejez,estamos afiliados al CCYASS (Círculo cultu-ral y de asistencia social sacerdotal, A.C.);para los vehículos pastorales, la Mutual SanRafael; y para la vivienda en la ancianidad, lasCabañas.

No son compañías de seguros, ni cajas deahorro o algo similar, sino mutual de comuniónde bienes y solidaridad sacerdotal, sin fines delucro, sino distribución de acuerdo a necesida-des y recursos aportados entre todos.

CCYASS (Círculo cultural y de asistenciasocial sacerdotal, A.C.)

En 1953 la Arquidiócesis de Yucatán pidió unSeguro sacerdotal al Comité Episcopal. En oct 57D. Antonio Guízar y Valencia propuso a todos losObispos ayudar a los sacerdotes ancianos, enfer-mos y pobres, con una pensión, medicinas ygastos de defunción. Aprobada, se turnó a laComisión del clero, y surgieron así varias agrupa-ciones voluntarias.

El 17 mayo 1961, nació la Sociedad Mutualis-ta Guadalupana de los Exalumnos de Montezuma,como expresión voluntaria de solidaridad sacer-dotal y de fraternidad nacional, siendo afiliados elPapa Juan XXIII, el Card. Garibi y el DelegadoApostólico Luigi Raimondi. En 1965 cambiónombre y personalidad jurídica, convirtiéndoseen CCyAS.

Hasta 1967 Adveniat auspicia varios planes devejez e invalidez. En febrero de 1968, el Episco-pado Mexicano asume la Mutualista sacerdotal

como medio para establecer el seguro sacerdotal,y acepta crear otro fondo para jubilación y retiro.

En 1974 vinculan a CCyAS con la Comisióndel Clero. En 1977 su Presidente es Secretarioadjunto de dicha Comisión; y desde 1997 esPresidente del Departamento de Previsión so-cial del clero y del CCyAS. En 1982 la CEM creael Departamento episcopal para la previsiónsocial del clero, consolidando el CCyAS y otrosservicios.

En 1987 se crea el Plan mexicano de previsiónsocial sacerdotal, basado en un proyecto propues-to por Adveniat y aprobado el 30 de octubre porla CEM. Con espíritu de mutualidad, todos com-partimos riesgos y beneficios. Todas las diócesisparticipan así de un plan común de pensionesiguales, y un instrumento de comunicación debienes.

El CCyAS es una Asociación civil legalmentereconocida y sujeta a las normas comunes delderecho civil, registrada el 17 de agosto de 1965en la Secretaría de Relaciones Exteriores, y el 6de diciembre en la de Hacienda y Crédito público.Tiene por objeto dar a sus socios, ministros deculto, atención cultural y servicio de asistenciasocial en todos sus aspectos, para lograr mayorgrado de bienestar moral y material. Desde 1983hace auditoría anual, contable y administrativa.

Ha ido mejorando sus servicios y planes. Apartir de 1994 contrata la aseguradora GénesisMetropolitan Santander. En 1997 se deslinda d

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ella, contratando sólo la póliza de Suma Asegura-da Adicional, y permanece con el personal delDepartamento de Gastos Médicos coordinadopor Ing. Antonio Villalvazo Baz. En 2001 seautonomiza para trabajar con personal propio.

No estamos en la diócesis afiliados a todo elPlan mexicano de Previsión social sacerdotal,sino sólo al Plan Mexicano de Pensiones. A partirde los 70 años de edad, cada sacerdote recibe unacantidad de dinero mensual proporcional al tiem-po en el cual estuvo aportando su cuota anual a laMutual. Desde hace algunos años, el Santuariodel Señor de la Misericordia y de Nuestra Señorade San Juan la han cubierto en su totalidad.

FASS (Fraternal asistencia y seguro sacerdo-tal A.C.)

Sobre todo en el curso de actualización sacer-dotal de un mes, en la Casa de Ejercicios deAtotonilco, un grupo de sacerdotes, dirigidos porel señor cura Guadalupe Becerra, comenzó afraguar un organismo que respondiera a las nece-sidades de salud de los ministros del culto católi-co.

Se formo una Comisión, buscando una formaapta, pronta y eficaz de alivianar a los sacerdotesde las cargas económicas presentes, de suminis-trarles una constante asistencia de salud, y deretirar de sus mentes la preocupación por losproblemas materiales del futuro.

Y lograron crear la Mutual FASS, aprobadapor el Excmo. Sr. Francisco Javier Nuño el 31 demayo del mismo año, como «el organismooficial diocesano para la protección del bien-estar económico y de la salud de los sacerdo-tes de la diócesis». Pide que sea un signoclaro de confraternidad sacerdotal, y afiliar-se se vea más por cariño a la Iglesia ysolidaridad con los hermanos sacerdotes,que por las ventajas que reporte.

Entonces se daba una aportación econó-mica única, en forma tripartita, participandoel sacerdote afiliado, la parroquia dondetrabajaba y la diócesis. Cubría todos losservicios médicos, de hospitalización, me-dicinas, muerte, estudios, y hasta lentes y

dientes. Además, lograron que el Consejo mun-dial de Caballeros de Colón apoyara ese progra-ma, y compraron dos gasolineras que les permi-tiera solvencia.

Por ciertas desconfianzas y falta de periodici-dad en las asambleas, se absorbió la administra-ción por parte de la Economía diocesana. Mástarde se vendieron las gasolineras. Y la Mutual sefue descapitalizando. Se puso una farmacia quenos abasteciera. Pero la quiebra fue inevitable.

Para 2001, la nueva Directiva recibió la Mu-tual sin dinero, con deuda de los últimos sacerdo-tes accidentados, pero con proyectos de renovar ydar vida al espíritu de comunión de bienes y departicipación comunitaria.

Se sintió necesario aumentar la cuota, haceranualmente la aportación, que continúa siendotripartita: sacerdote, parroquia y diócesis. Paraque no fuera tan gravoso a los sacerdotes, lossantuarios asumieron la cuota del CCYASS.

Y se promovió la Rifa anual de dólares, y lacolecta del primer domingo de agosto, para invo-lucrar a todos los fieles cristianos en el cuidado dela salud de los sacerdotes. Apoya además elMuseo de catedral.

Los Estatutos marcan la obligación de partici-par en las asambleas, estar al corriente en el pagoanual de sus cuotas, interesarse por la salud de loshermanos enfermos, y en caso de muerte, partici-par en el funeral, o si no es posible, en la Misa demes y aplicar personalmente una Misa por sueterno descanso.

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PlanteamientoL@s religios@s no llegan como extranjeros o

advenedizos a un lugar, sino se encarnan en unacomunidad concreta, donde viven y testimonianradicalmente su cristianismo como discipuladomisionero. No vienen a colonizar pastoralmente,ni a crear sucursales de su congregación. Estánahí para dar testimonio radical de seguimiento deCristo, en vistas al crecimiento de la Iglesia local:formar sus cuadros pastorales, crear pequeñasc o m u n i d a d e seclesiales, originar mi-nisterios, ayuda finan-ciera y técnica.

«Desde Su ser, lavida consagrada estállamada a ser expertaen comunión, tanto alinterior de la Iglesiacomo de la sociedad. Suvida y su misión debenestar insertas en la Igle-sia particular y en co-munión con el Obispo.Para ello, es necesario crear cauces comunes decolaboración, que lleven a un conocimiento yvaloración mutuos y a un compartir la misión contodos los llamados a seguir a Jesús» (DA 218).

«El don de la vida religiosa, en la comunidaddiocesana, cuando va acompañada de sinceraestima y justo respeto de las particularidades decada instituto y de cada espiritualidad tradicio-nal, amplía el horizonte de testimonio cristianoy contribuye de diversa manera a enriquecer laespiritualidad, sobre todo respecto a la correctarelación y recíproco influjo entre los valores dela Iglesia particular y los de la universalidad del

pueblo de Dios. Por su parte, los religiososprocuren garantizar un espíritu de verdaderacomunión eclesial, una participación cordial enla marcha de la diócesis y en los proyectospastorales del Obispo, poniendo a disposición elpropio carisma para la edificación de todos en lacaridad» (PDV 74).

Es un movimiento de conversión mutua,redescubrimiento de valores auténticos, servicio

a los pobres, arries-garse por el Reino.Captan en esa expe-riencia lo que puedeser beneficioso parasu instituto religiosoy para esa comuni-dad local.

«La vida consa-grada, siendo donpeculiar de Dios a suIglesia, es necesaria-mente eclesial y en-riquece a las Iglesiasparticulares… A

partir de las disposiciones de «Mutuae relationes»,es preciso un esfuerzo de mayor conocimientorecíproco entre las diversas formas de vida con-sagrada y las Iglesias particulares» (SD 85).

Los religiosos pertenecen a una organizaciónde perfección y apostolado con característicasespeciales. En cuanto al carisma específico, conalgunas derivaciones para la vida espiritual y parael apostolado, dependen de los propios superio-res. Pero en la labor pastoral, como los demásagentes de la diócesis, deben obrar en comunióny dependencia del Obispo diocesano. Este nopuede cambiar el apostolado específico de las

Inserción de l@s Religios@sen la Iglesia Local

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diversas organizaciones religiosas, ni impedir sudisponibilidad a trabajar más allá de la diócesis,pero sí debe canalizar su carisma y actividades deacuerdo a las opciones y líneas pastorales de laIglesia particular.

«Preocupados por tomar parte en la pastoralde conjunto, lo haréis ciertamente, siempre en elrespeto del carácter propio de cada instituto,recordando que la exención atañe sobre todo a suestructura interna, y que no os dispensa desometeros a la jurisdicción de los Obispos res-ponsables en cuanto lo requierantanto el cumplimiento del cargopastoral de éstos, como la debidaordenación del cuidado de las al-mas» (Pablo VI, Exhort.«Evangelica testificatio» 50).

No hay un testimonio radicalde vida evangélica en abstracto,sino al servicio del pueblo deDios en una comunidad cristianaconcreta, que siempre dice rela-ción a la gran comunidad llamadaIglesia particular o diócesis. LaIglesia particular es una concre-ción de la Iglesia universal, en unespacio y tiempo concretos, pre-sidida por el Obispo, y constitui-da por una red de parroquias, alfrente de las cuales el Obispopuso a un párroco. Crea una comunidad compac-ta, a modo de familia, pueblo en marcha. Es unaempresa apostólica en la cual colaboran los di-versos organismos, con sus dones y carismas.

Podría compararse con la incardinación de lossacerdotes diocesanos, aunque sea relativa y tem-poral: «Concretamente el sacerdote está llamadoa madurar la conciencia de ser miembro de laIglesia particular en la que está incardinado, osea, incorporado con un vínculo a la vez jurídico,espiritual y pastoral. Esta conciencia supone ydesarrolla el amor especial a la propia Iglesia.Esta es, en realidad, el objetivo vivo y permanen-te de la caridad pastoral que debe acompañar lavida del sacerdote y que lo lleva a compartir lahistoria o experiencia de vida de esta Iglesia

particular en sus valores y debilidades, en susdificultades y esperanzas, y a trabajar en ella parasu crecimiento. Sentirse, pues, enriquecidos porla Iglesia particular y comprometidos activamen-te en su edificación, prolongando cada sacerdote,y unido a los demás, aquella actividad pastoralque ha distinguido a los hermanos que le hanprecedido. Una exigencia imprescindible de lacaridad pastoral hacia la propia Iglesia particulary hacia su futuro ministerial es la solicitud delsacerdote por dejar a alguien que tome su puesto

en el servicio sacerdotal» (PDV 74).Encerrarse en sí mismos, aislarse

y volverse exclusivamente hacia lospropios problemas, hace perder elvigor del impulso vital, y conduce aun empobrecimiento de la vida espi-ritual y apostólica.

Por su experiencia testimonial,la vida religiosa ha de ser siempreevangelizadora, para que los nece-sitados de la luz de la fe acojan congozo la Palabra de salvación; paraque los pobres y los más olvidadossientan la cercanía de la solidaridadfraterna; para que los marginados yabandonados experimenten el amorde Cristo; para que los sin voz sesientan escuchados; para que lostratados injustamente hallen defen-

sa y ayuda» (SD 85).«La apertura pastoral de las obras y la opción

preferencial por los pobres es la tendencia másnotable en la vida religiosa latinoamericana. Dehecho, cada vez más los religiosos se encuentranen zonas marginadas y difíciles, en misiones entreindígenas, en labor callada y humilde. Esta opciónno supone exclusión de nadie, pero sí una preferen-cia y un acercamiento al pueblo» (DP 733).

La inserción es una consigna en una inmensaparte de la vida religiosa latinoamericana. Handejado trabajos burocráticos de la Iglesia quepueden realizar personas no consagradas, nivelesde vida cómodos y alejados de la realidad de lospobres, para identificarse con su causa comocolectividad.

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Son un antitestimonio ante el pueblo pobre lasmanifestaciones de triunfalismo, poder o presti-gio humano, las apariencias de prepotencia, sun-tuosidad, o ser instrumentos poderosos de lasociedad consumista y colonizadora, además dequitar libertad evangélica

ConsecuenciasLa Iglesia local debe ser esa comunidad visi-

ble, histórica, organizada, como esa red de comu-nidades constituidas por seguidores de Jesús quesienten formar una sola gran familia: cada cristia-no en comunidad y cada comunidad en comunióncon las demás. Esto no es fruto de técnicas grupaleso de administración pastoral, sino acción delEspíritu Santo y colaboración humana.

La inserción, inculturación y promoción en ydesde la Iglesia local implica: Mantener contacto de comunión, información,

sugerencias y aportes con su congregación, y ala vez integrarse en los grupos locales y en losespacios de discernimiento y participación.

Ser catalizadores del proceso de interrelacióneclesial y de relación de la Iglesia con elmundo. Valorar su instituto y su carisma, paraanimar con él a la comunidad local, colaboran-do así con su originalidad a la construcción delReino, con una creatividad liberadora, desdela base.

Mantener y desarrollar con su carisma la culturapropia, la riqueza original y el rostro caracte-rístico de esa Iglesia particular, así como suspropios agentes.

Aprovechar el instrumental existente, personaldisponible, proyectos, recursos. Apoyar lo quevale la pena, juzgando críticamente las obras yprogramas.

Unir los esfuerzos de los sectores claves inte-grándolos en la pastoral de conjunto de laIglesia local.

Formar pequeñas comunidades eclesiales, lo-calizadas en la base, al servicio de todo elpueblo, abiertas a nuevas formas de ministe-rios, favoreciendo la participación del pueblopobre, comprometiéndose en la actualizaciónde las estructuras.

Poner más énfasis en la evangelización que enlos recursos económicos inmediatos.

Desarrollar una intensa actividad social,catequística, litúrgica, concientizadora, segúnlos planes y criterios diocesanos; conseguirmás vocaciones en general, ayudar a crearinfraestructuras, centros juveniles, capillas;lanzar campañas educadoras e integrar movi-mientos que no se reduzcan a su congregacióno instituto. Evitar la esclerosis de grupos ho-mogéneos centrados en sí.

Trabajar con los medios de que puede disponer,teniendo en cuenta las situaciones de los máspobres, y colaborar con otras instancias másnecesitadas, dentro de un proceso que vayacomprometiendo a todo el pueblo de Dios,para no crear dependencias.

Otras exigencias de la inserción: Búsqueda de pertenencia y sentido de comuni-

dad. La gente busca calor humano, ayuda,compañerismo; compartir preocupaciones, in-formaciones, búsquedas, responsabilidades;protección y seguridad.

Búsqueda común de respuestas a lo vital yurgente, en medio de un mundo cambiante,globalizado, tecnológico e inhumano.

Búsqueda de integración con los demás. Noaislarse, ni sentirse excluidos, ni chocar osentirse superiores. Buscar un ideal que armo-nice con los demás, en la espontaneidad ylibertad.

Búsqueda de una identidad cultural. La socie-dad ha perdido los valores tradicionales y nolos ha suplido por nuevos valores. Se requierememoria histórica, sentido social, discerni-miento actual.

Búsqueda de reconocimiento recíproco. Supe-rar la masificación y el anonimato, siendoalguien, dar espacios a la dimensión personaly la construcción de una identidad.

Búsqueda de ideales evangélicos, utopías desdeel misterio de Dios, nueva visión del mundo,que empuje a crear los cielos nuevos y la tierranueva.

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PASTORAL DEL CLERO

JustificaciónEl nombramiento de asesores laicos para las

Comisiones pastorales diocesanas y decanales deninguna manera desplaza al sacerdote ministe-rial, sino le permite ubicar su función en el con-junto de la Iglesia con mayor eficiencia. Aunquelas funciones (profética, sacerdotal y regia) sonlas mismas para sacerdotes y laicos, no obstantese ejercen de diferente mane-ra y tiene un efecto distinto.

El asesor es un servidor,un compañero y acompañan-te, un guía y orientador, lla-mado por Dios y enviado porla Iglesia a desempeñar dichoservicio durante un tiempo de-terminado, como parte de laestructura de una Iglesia par-ticular.

El Concilio, con sueclesiología de comunión, su-peró una concepción cerradade ministerios, reducida a losque se originaban del Sacra-mento del Orden, al valorar elsacerdocio común y la voca-ción del laico en razón de suBautismo y Confirmación.

En Cristifideles laici, elPapa Juan Pablo II pide clari-ficar mejor el concepto de ministerio, para distin-guir los ordenados de los no ordenados, con suubicación en la Iglesia, sus requisitos y funciones.

La corresponsabilidad apostólica entre laicosy sacerdotes ministeriales se basa en el propio sery obrar de la Iglesia, y en su maravillosa compo-sición orgánica. Lejos de dar pie a distancia-

mientos entre los presbíteros y los laicos, originaunidad entre todos ellos.

Los miembros de la Jerarquía logran su propiaidentidad sacerdotal cuando interpretan y ejercensus funciones ministeriales conforme al espíritudel Evangelio. Y los laicos obtienen su propiaidentidad secular realizando con el mismo espíri-

tu sus peculiares y exclusivasfunciones en la Iglesia y elmundo.

Y porque tanto los sacer-dotes como los laicos com-plementan diversas funcioneseclesiales, entre ellos se ope-ra una verdadera inter-corresponsabilidad apostóli-ca, que conlleva necesaria-mente la solidaridad miste-riosa de los miembros ope-rantes del Pueblo de Dios. LaIglesia misma es el centro y elpunto de referencia de todaslas funciones realizadas porsus miembros.

No hay dualidad entre pres-bíteros y seglares. Al contra-rio, todo deber contribuir a:a) Ver con mayor claridad quecada quien tiene sus propiasfunciones según el ordena-

miento de Cristo y que dichas funciones sonesenciales y complementarias.

b) Que nadie se sienta más o menos importantedentro de la Iglesia, por el hecho de ejercerfunciones diferentes, sino que todos se debenconsiderar hijos del mismo Padre y miembrosimportantes de la misma Iglesia; todos herma-

Relación entre Asesor Laicoy Sacerdote Asesor

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nos entre sí y llamados a colaborar en una tareacomún y, por tanto, corresponsables para lle-varla a la práctica.

c) Que en el ejercicio personal e institucional delapostolado, se conserve la autenticidad esen-cial de lo que es común a todos y a la vez sereconozca la identidad de las diversas funcio-nes y las diversas vocaciones que cada uno harecibido en la Iglesia.

Función del sacerdote ministerialEl sacerdote ministerial tie-

ne una función propia en elpueblo de Dios. Los presbíte-ros consagrados por el sacra-mento del Orden son miem-bros del mismo pueblo y estána su servicio en calidad deinstrumentos visibles y minis-teriales de Cristo, único Me-diador y Sumo Sacerdote.

La Iglesia es madre, porqueengendra, nutre y forma a loscristianos hasta llevarlos a sumadurez. Esta actividad crea-dora es ejercida por todos loscristianos. Pero el principiopaterno, que tiene su fuente enDios, pasa a través de la ac-ción instrumental del ministe-rio jerárquico. Y en Cristo todoel cuerpo, bien compaginadoy compacto, de acuerdo a laenergía de cada miembro, cre-ce y se edifica a sí mismo en la caridad (Ef 4, 11-13.15-15)

En esa comunión, el sacerdote ministerial ejerceuna función esencial. Es signo vivo de CristoCabeza. No con una representación jurídica, sinosacramental: encarna a Cristo que sirve hasta darla vida; al Buen Samaritano que ama sin decir«basta». Su momento más denso es la presidenciaeucarística: cuando toma el pan, lo consagra y loparte, es Cristo haciendo el memorial de su Sacri-ficio de la Cruz. No es privilegio, sino serviciohumilde; no busca dominar, sino solidarizarsecon los últimos.

Y es también representante de la Iglesia. Actúaen nombre de la comunidad, sobre todo la que leconfían. Instrumento del Espíritu, anima desdedentro esa comunión; sabe compartir y generauna cadena de servicio. Comparte el destino de supueblo, entrando plenamente en todas sus situa-ciones. No está fuera del pueblo ni por encima deél, sino en medio de él, para salvarlo. Ofrece laVíctima al Padre por todos.

La consagración del Orden, además de impri-mir un carácter indeleble, responde a una verifi-

cación peculiar de la misiónsalvífica de la Iglesia. Mi-sión que se convierte en unaacción ministerial de servi-cio significativo de CristoPastor, Profeta, santificadory Víctima; luz de mundo ysal de la tierra (Hbr 3,1; Jn8,12).

El Espíritu Santo le bene-ficia con el carisma de guía yanimador de la comunidadcristiana. El Paráclito actúadesde el interior, y el sacer-dote, desde el exterior. Notiene la síntesis de loscarismas, pero sí el carismade la síntesis, para hacer con-verger todos los ministeriosy servicios hacia la unidad.Coordina, anima, armoniza,sin sofocar ni monopolizar.

Los estimula, hace emerger a la conciencia, revela,discierne, guía, escucha con afecto, interpreta lahistoria personal, aconseja, en clima de oración.Que el aporte original de cada uno converja haciael objetivo único de construir el cuerpo de Cristo.

Es constructor de la comunidad. Su misión lelleva a extender la Iglesia hacia dentro y haciafuera. La construye sin cesar, como una madreque engendra continuamente nuevos hijos, en unmundo que sigue cambiando muy aprisa, entreincertezas e inseguridad, cuando caen los mode-los conocidos, y su eficiencia no responde a lostiempos que nos toca vivir.

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PASTORAL DEL CLERO

Función de los fieles laicosLaicos son «los fieles cristianos, no sacerdotes

ni religiosos que, por estar incorporados a Cristomediante el bautismo constituidos en Pueblo deDios y hechos partícipes a su manera de la fun-ción sacerdotal, profética y real de Jesucristo,ejercen, por su parte, la misión de todo el pueblocristiano en la Iglesia en la Iglesia y en el mundo»(LG 31).

Se da una verdadera vocación para que seincorporen al Pueblo de Dios. Tienen en comúnsu configuración cristiana en virtud de una mismaincorporación bautismal, del mismo fin salvíficoo destino sobrenatural trascendente, de las mismavirtudes teológicas y morales y del mismo queha-cer apostólico correspondiente a una sola y únicamisión de la Iglesia en el mundo.

«A los laicos corresponde, por vocación pro-pia, tratar de obtener el Reino de Dios gestionan-do los asuntos temporales y ordenarlos segúnDios. Viven en el siglo, es decir, en todos y cadauno de los deberes y ocupaciones del mundo, y enlas condiciones ordinarias de la vida familiar ysocial, con las que su existencia está como entre-tejida» (LG 31).

«Los fieles, y más exactamente los laicos, seencuentran en la primera línea de la vida de laIglesia; por medio de ellos, la Iglesia es el princi-pio viral de la sociedad humana. Por consiguien-te, sobre todo ellos deben tener una concienciacada día más clara, no solamente de pertenecer ala Iglesia, sino de ser la Iglesia».

Para que la acción laical se identifique con lamisma actividad de la Iglesia y venga a ser Ellamisma bajo su aspecto secular, es necesario:a) Que los laicos hagan propia la misión de la

Iglesia y la hagan operativa, al grado que la fecristiana realmente se siembre en sus ambien-tes y se preocupen de su crecimiento y progre-siva madurez.

b) Que ellos mismos se sientan responsables en supropio campo de acción y así promuevan la fecon responsabilidad inmediata.Mediante su participación profética, interpre-

tan y difunden el Mensaje Evangélico, edifican la

comunidad cristiana como lo hicieron los laicosfundadores de la Iglesia Antioquía (Hch 11,19-26): la Palabra de Dios se encarne en las realida-des temporales.

Ellos actúan inmediatamente, sin esperar quela Jerarquía les ordene y recuerde sus deberescomo a menores de edad e incapaces de asumirsus propias responsabilidades. Mantienen un sen-tido de apertura, dejando de lado toda clase de«capillismos», y uniendo ellos mismos sus fuer-zas apostólicas.

Proceden convencidos de sus capacidades téc-nicas y profesionales. Se logra una verdaderacorresponsabilidad apostólica, si quienes las reali-zan poseen aquellas cualidades humanas y cristia-nas propias de un apóstol militante y comprometi-do. Conscientes de que el compromiso temporal hade ser libre, personal y brota de la confrontación dela vida humana con el Evangelio.

La acción apostólica de los laicos se inspira enel único plan de Dios sobre el mundo y la Iglesia,que, aunque son dos realidades distintas, sin em-bargo ambas pertenecen al mismo proyecto desalvación donde Cristo es el Alfa y Omega detoda historia creativa y salvadora (Cfr. GS cap.III-IV).

Es innegable lo provechoso que resulta para untrabajo apostólico corresponsable el que se cuen-te con personas emotivamente equilibradas; quesean razonables y congruentes, atentas y senci-llas, con integridad y confianza en los demás (CfPO 3).

«La madurez humana se manifiesta por unaestabilidad de espíritu, por la capacidad de tomarprudentes decisiones y la rectitud en el modo dejuzgar sobre los acontecimientos y los hombres…el dominio del propio carácter, la preocupaciónconstante por la justicia, la fidelidad a la palabradada, la educación y cortesía unidas a la caridad»(OT 11).

Se requieren además ciertas cualidadesorganizativas, como el uso permanente del diálo-go, y tomar con interés las actividades apostólicasen cuanto son las mismas de la vida humana, peroinspiradas en el Evangelio.

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Todos los miembros de la Iglesia que porespecial ocasión se encuentran en cargos de res-ponsabilidad apostólica, tienen necesidad de vi-vir intensamente la fe, la esperanza y la fraterni-dad inspiradas en el amor de Cristo.

Quien es un asesorLa palabra «asesor» viene de «sedere ad»:

sentarse junto a alguien, estar cerca de él.En la historia de la Iglesia no ha habido una

figura única de asesor, sino que depende muchodel modelo de Iglesia que se intente. En el modelode Iglesia comunión del Vaticano II, en el cual ellaico recupera su vocación en la Iglesia, se hablade asesor.

El asesor no es quien coordina ni manda, ni secumple con el hecho de tener un nombramiento,sino que orienta y acompaña. La asesoría es undescubrimiento pedagógico del actuar pastoralde la Iglesia.

El asesor es una persona llamada por Dios aejercer un ministerio al servicio de una sección dela Iglesia o una de sus dimensiones de acción,asumido como opción personal, y al cual esenviado por la Iglesia. Posee cierto grado deconocimiento y experiencia, y por eso ayuda yasiste a la institución, ofreciendo análisis y pistaspara la toma de decisiones. No necesariamenteinterviene directamente en la ejecución de dichasdecisiones. La institución necesita de él para unfuncionamiento equilibrado.

El asesor popular no entiende su papel comoun cargo de confianza o de autoridad ni como unempleo, sino como un servicio a la causa deliberación integral del pueblo. No se trata, pues,de ser nombrados asesores sólo para transmitir yhacer cumplir lo que está determinado por auto-ridades superiores o por la tradición que salva-guardan. Facilitan la relación orgánica del grupoo la organización pastoral con la institucióneclesial.

El asesor tiene fuerza en la medida que essignificativo y ha logrado que el grupo humano loreconozca socialmente, por derecho de conquis-ta. Escucha a las bases, está cercano a ellas, perotiene una visión más amplia. Cuanto más se

asocia el papel del asesor a una función conferidapor vías burocráticas, su carisma de función esmenos efectivo y disminuye la importancia de suacción.

Va a la vanguardia en la conquista de un ideal.Encarna en sí la verdad de un grupo, el secreto desu historia, su sentido de lucha, su proyecto histó-rico, y puede encabezarlo, encausar su actividad,indicar la dirección en la cual deben caminar.

El asesor tiene una función de articulación yeducación. Va abriendo espacios de participa-ción en la sociedad y en la Iglesia a las personas,va sumando fuerzas par la causa, va anticipandoel futuro del grupo y de la sociedad.

Transmite elementos y datos cultuales de inte-rés para el crecimiento y protagonismo evangeli-zador de sus integrantes, como concientización ybúsqueda, más que adoctrinamiento o manipula-ción. Asiste técnica y metodológicamente al gru-po en proceso, para crecer en eficiencia, formu-lando problemas o cuestionamientos, explicitandosituaciones vividas, planteando alternativas,objetivando intereses, posibilitando soluciones,sistematizando sus vivencias confrontándolas conteorías.

Se requiere tener opción, carisma y capacita-ción. Lo importante no es tanto dirigir, sino influire imprimir dirección. No se llega a ser asesor pornombramiento ni por voluntariado. Aunque lopresente un grupo o una comunidad, es el párrocoo el obispo quien discierne su carisma, lo eligecomo signo de intercomunión eclesial, y lo envíaa ejercer ese ministerio.

Debe ser una persona identificada con Cristo,de una profunda y sólida espiritualidadcristocéntrica y eclesial, pero también abierta almundo y a las transformaciones históricas. Tra-baja en comunión orgánica y dinámica con otrosagentes y organismos pastorales.

La asesoría no se realiza aisladamente, sino encomunión, relacionado con las personas, comi-siones y organismos pastorales. El equipo deasesores posibilita la complementación a nivel deaptitudes, tareas, aporte de experiencias, oracióny testimonio de vida.

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Dice nuestro IV Plan diocesano de pastoral:Asesor de Comisión pastoral (IV PDP I, n.

671): Es el sacerdote, religios@ o laico, propues-to por el consejo diocesano de pastoral y designa-do por el obispo para responsabilizarse de unacomisión específica de la pastoral, nombradopara coordinar y animar la acción pastoral en esecampo, a través de las vocalías correspondientesy un equipo eclesial.

Funciones (IV PDP I, nn. 672-684):a. Integrar su propia Comisión con un represen-

tante sacerdote, religioso, religiosa o laico decada decanato.

b. Elegir una persona para que desempeñe elpapel de secretaria o secretario de la Comi-sión.

c. Buscar que las acciones pastorales referentes asu campo de acción, contribuyan a lograr losobjetivos propuestos en el Plan Diocesano dePastoral.

d. Coordinar la realización de la programación, elacompañamiento y la evaluación del campoespecífico que asesora, a través de sus propiasvocalías.

e. Participar, junto con el secretario o secretariacorrespondiente, en las reuniones ordinarias yextraordinarias del Consejo Diocesano de Pas-toral.

f. Administrar debidamente los recursos econó-micos destinados a su programa en el presu-puesto diocesano, e informar oportunamentesobre el manejo del mismo.

g. Establecer comunicación con los decanatos,para orientarlos y tenerlos al tanto en las acti-vidades concernientes a su campo de acción.

h. Si lo considera necesario, instituir mecanismoscomo consejos y asambleas al interior de supropia comisión y teniendo en cuenta susvocalías correspondientes, de tal modo que lepermitan cumplir mejor sus cometidospastorales.

i. Actualizar constantemente el plan de trabajo desu propia comisión, inspirado en el Magisterio

de la Iglesia y ayudándose de todos los recur-sos científicos.

j. Impulsar la formación integral de los agentes enel campo específico de su comisión.

k. Representar a la diócesis en los organismoseclesiales a nivel provincial y/o nacional, enaquellos asuntos que se refieren a su campo deacción pastoral.

l. Establecer contacto con las instituciones civilesy gubernamentales que puedan aportar infor-mación, materiales o interlocución en benefi-cio de su tarea pastoral.

m. Llevar una relación ordenada de la marcha desu comisión y su campo de acción dentro delproceso diocesano.

n. Vigilar que se entreguen las Actas a la Oficinadiocesana de Pastoral, una vez que hayan sidoaprobadas, y se consignen en un libro.Al terminar su periodo, entrega al Decano, al

Asesor de Área, o al Vicario de Pastoral, uninforme escrito de su período de coordinación, yla evaluación del mismo hecha en equipo, conlas sugerencias pertinentes que ayuden a susucesor. Y en su presencia, el asesor salienteentrega la administración al entrante: inventa-rio, programas, libro de actas, y recursos; y selevanta acta de dicha entrega, con las firmascorrespondientes.

Asesor de Vocalía: Es aquella persona, laico,religioso o sacerdote, designada por el asesor deComisión y nombrada por el Obispo, para res-ponsabilizarse de una dimensión o aspecto de laactividad pastoral de una Comisión, en la cual seintegra. Dentro de ella, anima la acción pastoralen ese campo, busca enlaces en los decanatospara llegar a las comunidades, y si se requiereforma o coordina un equipo para atender esadimensión.

Funciones:a. Buscar que las acciones pastorales referentes a

su campo de acción se orienten a los objetivosde la Comisión y apoyen las otras Vocalías.

b. Coordinar la realización de las metas corres-pondientes del programa de la Comisión que

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se refieren a su campo específico, ofreciendoacompañamiento y haciendo evaluación.

c. Coordinarse con el tesorero de la Comisiónpara hacer el presupuesto de sus actividades yadministrar su parte.

d. Tener al tanto a la Comisión, y a través de ellaa los decanatos y al Consejo diocesano depastoral, sobre la marcha, dificultades y pasosconcernientes a su campo de acción.

e. Aportar información, materiales, documentos,cursos, y oportunidades de colaboración, enbeneficio de su tarea.

f. Llevar una relación ordenada de la marcha de suVocalía o equipo en la atención de su campoespecífico, dentro de la tarea de la Comisión,integrados en el proceso diocesano.

La asesoría propia del ministerio sacerdotalEn todo organismo eclesial debe haber un

sacerdote o diácono con la función de asistenteeclesiástico. Se le han dado diferentes nombres.Las formas de designarlo son múltiples, de acuer-do a los estatutos y tradiciones, pero «necesitaconfirmación del Ordinario del lugar» (CIC324,2).

No es intruso, ni un policía, ni una mera forma-lidad canónica, sino un padre que hace presente elcuidado de la madre Iglesia, y un hermano queacompaña y anima el caminar del grupo. Tienenombramiento diocesano por parte del señorObispo, en diálogo con la correspondiente Comi-sión pastoral, para el acompañamiento pastoralde ese organismo.

Su función principal es aportar su carismasacerdotal, ofreciéndole acompañamiento en sucrecimiento espiritual y en su ortodoxia doctri-nal, sobre todo por el anuncio de la Palabra, lacelebración de los sacramentos, la autentifica-ción de los carismas y el testimonio de vida.

«Los pastores en la Iglesia no pueden renun-ciar al servicio de su autoridad… habrán de acom-pañar la labor de discernimiento, con la guía y conel estímulo a un crecimiento de las asociacionesde los fieles laicos en la comunión y misión de laIglesia» (ChL 31).

Perfil del asistente eclesiástico:

a) Hombre con una conveniente preparación:conoce el espíritu de la tarea de la Comisión,movimiento o agrupación, para ubicarlo en elproceso pastoral y en la espiritualidad de laIglesia.

b) Hombre de equilibrio humano y espiritual:no se deja llevar por simpatías o antipatías,sino por sentido evangélico; no centra elgrupo en sí mismo sino en Cristo; no para símismo, sino para el servicio de la Iglesia.Fomenta las relaciones de colaboración res-ponsable y fraterna, superando conflictos yantagonismos, alentando iniciativas, propi-ciando la participación de todos, sobre todolos últimos.

c) Artesano de la comunión: es vínculo visibleentre ese organismo y el Obispo, y el garantede su inserción en toda la estructura de laIglesia particular. Tiene amplia sensibilidaddel trabajo en equipo, no aislándose, sino bus-cando la acción conjunta. Hace la Iglesia casay escuela de comunión (NMI 43).

d) Es permanente autoridad eclesial, no un miem-bro más con intervenciones ocasionales: parti-cipa con voz y voto en las deliberaciones delequipo de gobierno, y es miembro de la Comi-sión, por su participación del Sacerdocio deCristo Cabeza, necesario para la vida y misiónde la Iglesia.

e) Hombre de discernimiento espiritual y pasto-ral: frente a ideologías alienantes, falsos valo-res promovidos por los medios de comunica-ción, estilos de vida opuestos al Evangelio,lenguajes ambiguos seductores, superficiali-dad en las decisiones, fascinación de nuevosídolos, debe ayudarlos a discernir de acuerdoal proyecto de Dios. Valora los carismas y losintegra en la totalidad de la misión de la Igle-sia.

f) Promotor de la santidad laical: que se expresaen su inserción en las realidades temporales ysu participación en las actividades terrenas:atención a la familia, trabajo cotidiano, políti-ca, cultura, economía, organización social.

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Quehacer del sacerdote ministerial dentro delorganismo eclesial laical:

Señalamos las principales tareas, no las accio-nes que cada una de esas tareas exige, sin quedeba seguirse necesariamente el orden indicado:1. Formación en la fe: la fe no se educa directa-

mente, pues es don de Dios, pero se va educan-do a las personas a conocer, asumir, profundi-zar, responder y practicar la fe.

2. Acompañamiento: como cristiano adulto, ennombre de la Iglesia, está presente en el cami-no de seguimiento de Cristo de esas personas,previendo su futuro.

3. Asegurar el cumpli-miento de las orien-taciones del Obispopara ese organismo:aunque su ámbito seanacional o internacio-nal, por su presenciay acción en la dióce-sis debe colaborar enla pastoral diocesanade acuerdo al Obispolocal.

4. Comunión eclesial:fomentar la espiritua-lidad de comunión,cuidar que participenen las acciones pastorales de la diócesis y de laComisión de Laicos, y crear espacios de ani-mación y convivencia.

5. Animación de la acción pastoral: procurarle loselementos necesarios para realizar su acciónevangelizadora de acuerdo a su carisma y alproceso diocesano.

6. Cuidado pastoral de las celebraciones litúrgicas:asegura que las celebraciones de dicho orga-nismo sean eclesiales, respetando las indica-ciones de la Iglesia, y sean realmente cumbrey fuente de toda actividad.

Corresponsabilidad apostólica«En las actuales circunstancias es de todo

punto necesario que en la esfera de la acción

pastoral de los laicos se robustezcan las formasasociadas y organizadas del apostolado» (AA18). Esta necesidad no se basa en una circunstan-cia histórica o de conveniencia pastoral sino en elmismo ser comunitario de la Iglesia (cf LG 1-9).

La Iglesia en su peregrinar por la historia,cuenta con nuevas formas de actividad apostólicaque responden a los diferentes problemas huma-nos, tanto sociales como espirituales. Esta vitali-dad perenne es siempre fruto de la acción inefabledel Espíritu de Cristo (cf LG 3) que anima ysantifica de muchas maneras la comunidad Cris-tiana. A los responsables de la acción pastoralcorresponde interpretar los Dones y Carismas del

Espíritu Santo y dar-les adecuada formade pastoral asociada.

Cada vez aumen-tan la variedad deformas de apostola-do organizado: «unasse proponen el fingeneral apostólico dela Iglesia; otras bus-can de modo parti-cular los fines de lae v an g e l i z a c ió n ;otras se dedican a lasantificación y per-fección de sus miem-

bros; algunas tienden a la inspiración cristiana delorden temporal; otras dan testimonio de Cristomediante las obras de misericordia y caridad»(AA 19).

Se pueden superar definitivamente lasinterferencias de actividad apostólica que propi-cian una actitud «paternalista» por parte de mu-chos sacerdotes asistentes, si se logra una mejorcolaboración de parte de las organizaciones quetienen fines semejantes; se unen muchas fuerzasdispersas para atender mejor los campos de apos-tolado.

Los ministerios de asesoría no sólo son diver-sos por variedad de las formas asociadas deapostolado, sino también por razones de la diver-sidad de las personas que la ejerzan: sacerdotes,

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religiosos, religiosas, hombres y mujeres de cual-quier estado y condición social.

Tales servicios no son lo mejor si se tomacomo criterio la simple necesidad de asesora-miento, o por determinación de un decreto onombramiento jurídico.

Son incalculables ya los esfuerzos de renova-ción que se viene realizando en el medio apostó-lico con resultados realmente esperanzadores.Por si tales esfuerzos se animan mucho más por suespíritu eclesial, su efecto renovador puede tras-cender:- En la convicción de que todas las formas orga-

nizadas de apostolado, estando al servicio de laIglesia y del mundo, nunca se convertirán el«capillismos» ni menos en grupos desconecta-dos de la actividad general de la Iglesia.

- En la prevalencia del bien común ante losintereses particulares. Debe haber mucha dis-ponibilidad para ceder y preferir el bien comúnde la Iglesia.

- Se propicia una acción apostólica que respetetodas las formas apostólicas ya existentes, asícomo un apoyo sincero a las nuevas que vayanapareciendo. No debe existir una lucha compe-titiva de unas con otras, sino que todas a la vezse esfuerzan por ser útiles a la Iglesia comooperativas en sus actividades específicas.La corresponsabilidad apostólica de todos los

miembros de la Comunidad Cristiana, no defrau-dan los anhelos de Cristo si juntos realizan con unmismo espíritu evangélico y con el propósito deinstrumentar el Reino de Dios ya desde la Tierraimitando mutuamente la vida comunitaria deDios (Jn 17; GS 24).

CONCLUSIÓNNo se puede decir que exista una verdadera

comunidad cristiana, sino cuando ya existe unlaicado formado y que trabaje conjuntamente conla Jerarquía realizando cada quien sus propiasfunciones en la Iglesia (Cf AG 21).

El sacerdote dialoga con los laicos y respetasus opiniones; junto con ellos anima la acciónapostólica mediante su compromiso sacerdotal,

asistencial y humano. Los laicos esperan de él uncolaborador tan comprometido, como si él fuerael alma evangélica del equipo o del grupo apostó-lico en cualquiera de sus formas organizadas (PO9).

Cuando se empeña en cumplir su ministeriosacerdotal sin paternalismo, y dando a los laicosla confianza, favorece su propia responsabilidad.Las características de su ministerio coinciden conlas orientaciones para la formación del apostola-do (cf AA cap. VI).

«Todas las asociaciones de fieles están bajo lavigilancia de la autoridad eclesiástica competen-te, a la que corresponde cuidar de que en ellas seconserve la integridad de la fe y de las costum-bres, y evitar que se introduzcan abusos en ladisciplina eclesiástica; por tanto, a ella competeel deber y el derecho de visitarlas a tenor delderecho y de los estatutos; y están también bajo elrégimen de esa autoridad… están bajo la vigilan-cia del Ordinario del lugar las asociacionesdiocesanas, así como también otras asociacionesen la medida en que trabajan en la diócesis» (CIC305).

Se ha despertado la necesidad de trabajar enequipo, de comunicarnos nuestras experiencias,de abrirnos a otras personas y actividades, debuscar juntos respuesta a nuevos retos, de discer-nir los caminos a seguir, de reconocer la autori-dad del asesor.

No parece que llevemos una pastoral de con-junto de la cual nos sintamos todos responsables,sino un conjunto de pastorales en las que cadaquien trabaja aislado en su campo, con «los mis-mos de siempre». Hay muchas personas al mar-gen de nuestras acciones programadas, y muchospretextos para mantener las cosas igual.

Y en muchos casos la participación de loslaicos se inhibe por el clericalismo, o elpaternalismo, autoritarismo o monopolizaciónde los sacerdotes, sin llegar a una madurez a pesarde llevar varios años trabajando.

Es el momento de pensar qué nos está pidiendoDios para este momento histórico concreto denuestra diócesis, y en equipo responderle.

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Del 8-10 de Abril del pre-sente se llevó acabo el segun-do encuentro con sacerdotesque están ya prestando su ser-vicio ministerial fuera de ladiócesis, como los reciénnombrados para salir a mi-sión.

La reunión estaba previstapara iniciarla a la 1:00 PM.Pero por la tardanza de losPadres la iniciamos despuésde comer.

Después de la comida tu-vimos deporte y a las 5:30. P.M. El Padre JoséRamón da la bienvenida a cada uno de los sacer-dotes allí presentes, y nos motivó a participar conentusiasmo y alegría en el encuentro leyéndonosel objetivo de la reunión.»

ANIMAR Y PROYECTAR LACORRESPONSABILIDAD MISIONERA

DE NUESTRA DIOCESISEN SUS SACERDOTES,

PARA RESPONDER DE MANERAEFICIENTE A LAS NECESIDADES

DE LA IGLESIA UNIVERSAL.»

Para lograr el qué de nuestro objetivo, ora-mos y meditamos juntos sobre la naturaleza ymisión de la iglesia que se encarna en la Diócesis.

Y el «Para qué» lo logramos :compartiendoexperiencias, fomentando el diálogo y la convi-vencia fraterna

Seguidamente el Padre José Guillermo PedrozaLópez nos compartió la evaluación del primerencuentro llevado en Campeche…….

Posteriormente El Padre Juan de Jesús Fuentesencargado de la formación Permanente de losSacerdotes nos dirigió la lectio pastoralis«PRESBITERORUM ORDINIS»

El Pbro. Francisco Escobar Mireles tambiénpresente en ese momento nos dijo: « Misionerosenviados desde la comunidad y sostenidos por lacomunidad. Es necesario recibir a los que llegany preparar a los que salen. Elaborar contrato poraños y definir responsabilidades de los obispos ydel mismo sacerdote, que el Proyecto Betaniaasuma alguna responsabilidad con los que llegany con los que salen. Y que se tenga representanteen el consejo Presbiteral. Hacer esta petición porcarta.. pudiendo llegar a acuerdos de solidaridady comunicación continua.

P. José Antonio Ángel González.

Segundo Encuentro de Sacerdotesde Nuestra Diócesis que prestansu Servicio en Otras Diócesis

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PASTORAL DEL CLERO

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Algunas Tentaciones contrael Discipulado Misionero

Tomado del discurso del Papa Francisco a obispos y sacerdotes en el CELAM

26 de julio de 2013

Seguidamente, el santo padre mencionó cier-tas propuestas actuales que pueden mimetizarseen la dinámica del discipulado misionero y dete-ner, hasta hacer fracasar, el proceso de Conver-sión Pastoral, a las que calificó de «ideologizacióndel mensaje evangélico», tentación que se dio enla Iglesia desde el principio: buscar una herme-néutica de interpretación evangélica fuera delmismo mensaje del Evangelio y fuera de laIglesia, y mencionó algunas:

«a) El reduccionismo socializante. Es laideologización más fácil de descubrir. En algu-nos momentos fue muy fuerte. Se trata de unapretensión interpretativa en base a una herme-néutica según las ciencias sociales. Abarca loscampos más variados, desde el liberalismo demercado hasta la categorización marxista.

«b) La ideologización psicológica. Se tratade una hermenéutica elitista que, en definitiva,

reduce el encuentro con Jesucristo ysu ulterior desarrollo a una dinámi-ca de autoconocimiento. Suele dar-se principalmente en cursos de espi-ritualidad, retiros espirituales, etc.Termina por resultar una posturainmanente autorreferencial. No sabede trascendencia y, por tanto, demisionariedad.

«c) La propuesta gnóstica. Bas-tante ligada a la tentación anterior.Suele darse en grupos de élites conuna propuesta de espiritualidad su-perior, bastante desencarnada, quetermina por desembarcar en postu-ras pastorales de «quaestiones

disputatae». Fue la primera desviación de la co-munidad primitiva y reaparece, a lo largo de lahistoria de la Iglesia, en ediciones corregidas yrenovadas. Vulgarmente se los denomina «cató-licos ilustrados» (por ser actualmente herederosde la Ilustración).

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«d) La propuesta pelagiana. Aparece fun-damentalmente bajo la forma derestauracionismo. Ante los males de la Iglesia

se busca una solución sólo en la disciplina, enla restauración de conductas y formas supera-das que, incluso culturalmente, no tienen ca-pacidad significativa. En América Latina sue-le darse en pequeños grupos, en algunas nue-vas congregaciones religiosas, en tendencias ala «seguridad» doctrinal o disciplinaria. Fun-damentalmente es estática, si bien puede pro-meterse una dinámica hacia adentro:involuciona. Busca «recuperar» el pasado per-dido.

A la ideologización del mensaje evangéli-co, Francisco agregó otras dos tentaciones: elfuncionalismo y el clericalismo.

La acción del primero en la Iglesia es paralizante,dijo. Más que con la ruta se entusiasma con la «hojade ruta». La concepción funcionalista no tolera el

misterio, va a la eficacia. Reduce la realidadde la Iglesia a la estructura de una ONG. Loque vale es el resultado constatable y lasestadísticas. De aquí se va a todas las moda-lidades empresariales de Iglesia. Constituyeuna suerte de «teología de la prosperidad» enlo organizativo de la pastoral.

En cuanto al clericalismo, dijo que es unatentación muy actual en Latinoamérica. Cu-riosamente, en la mayoría de los casos, setrata de una complicidad pecadora: el curaclericaliza y el laico le pide por favor que loclericalice, porque en el fondo le resulta máscómodo. El fenómeno del clericalismo expli-ca, en gran parte, la falta de adultez y de

cristiana libertad en buena parte del laicado latino-americano. O no crece (la mayoría), o se acurruca encobertizos de ideologizaciones como las ya vistas, oen pertenencias parciales y limitadas. Existe ennuestras tierras una forma de libertad laical a travésde experiencias de pueblo: el católico como pueblo.Aquí se ve una mayor autonomía, sana en general, yque se expresa fundamentalmente en la piedad po-pular. El capítulo de Aparecida sobre piedad populardescribe con profundidad esta dimensión. La pro-puesta de los grupos bíblicos, de las comunidadeseclesiales de base y de los Consejos pastorales va enla línea de superación del clericalismo y de uncrecimiento de la responsabilidad laical.

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Manual de Funcionesde la Comisión diocesana

de Pastoral del Clero

Identidad

Estimular, coordinar, acompañar y animar la vida y el ministerio del presbiteriode la diócesis en sus diferentes etapas, dimensiones, e instituciones.

Integrantes. Presidente.- Obispo titular de nuestra Diócesis. Asesor General.- Vicario General de la diócesis. Coordinador General de la comisión. Coordinadores de cada una de las dimensiones de la vocalía de la formación Integral permanente. Vocales y presidentes de organismos de solidaridad sacerdotal. Representante, animador de cada decanato. Coordinador de cada etapa generacional con su equipo de apoyo. Representante de grupo de ordenación.

Funciones:

El Obispo:es cabeza de la iglesia local, padre y pastor, de

manera singular unido a los sacerdotes por elvínculo sacramental del orden.

Coordinador general:en estrecho diálogo y cooperación con el obispo

se encarga de promover la elaboración del proyectode formación y acompañamiento del presbiterio.Anima y coordina la realización del proyecto depastoral del clero se encarga de la programaciónanual con su evaluación correspondiente. Encarga-do de dar unidad y coherencia a las iniciativas depromoción de la vida presbiteral. Propicia la unidadde acción y planeación de instancias y personas.

Participa en el colegio de consultores, en el consejo presbiteral, en el consejo y equipo de pastoral,representa a la diócesis ante los equipos nacional y provincial de la pastoral presbiteral.

Vocalía de Atención a Diáconos y sacerdotes de 0-5 años de ordenados:Atendiendo a su objetivo específico, esta vocalía se encarga de apoyar y acompañar los primeros años

de la vida sacerdotal, elaborando y llevando a cabo un programa que responda a las necesidades del

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ministerio de los nuevos pastores cuidando la inserción en el contexto de las grandes realidades de todoel presbiterio y sus procesos.

Vocalía de la formación Integral permanente.

La Formación Humana.Ofrece promoción, estímulo y atención a las necesidades del desarrollo humano del presbiterio; salud

física y mental, condiciones de vida y vivienda. Promueve la vivencia concreta de los valores humanosetc. Atiende los casos especiales de necesidades integrales de la vida sacerdotal. Se coordina con losorganismos de solidaridad sacerdotal FASS,(Fraterna Asistencia de Seguridad Sacerdotal) MUTUALSAN RAFAEL (SEGUROS PARA AUTOMOVILES) La vocalía para la salud integral PROYECTOBETANIA.CYASS Y Casas Sacerdotales.

La Formación Espiritual:Da estímulo, apoyo y asesoría en la formación y maduración espiritual, se preocupa de fomentar la

salud y el progreso en la vida espiritual, en la santificación, para eso anima la oración diaria y organizalos ejercicios espirituales, las concelebraciones del presbiterio en fechas significativas, ofrece subsidiospara los retiros y proporciona medios para la capacitación y dirección espiritual, encuentros talleres ycursos de Espiritualidad. Promueve entre los fieles la oración por los sacerdotes.

La Formación Intelectual.Da estímulo, apoyo y asesoría en la formación y maduración intelectual de los presbíteros, fomenta

y favorece el estudio personal, programa los encuentros decanales y diocesanos de estudio, asesora yorganiza cursos, talleres conferencias revistas, bibliografía y demás medios para profundizar en lasciencias teológicas y humanas. Promueve en el presbiterio el uso de las nuevas tecnologías para laevangelización.

La Formación pastoral.Estimula y favorece la maduración en la caridad pastoral, así como la inserción de los presbíteros en

la pastoral orgánica de la diócesis. Promueve el espíritu misionero de los presbíteros, organiza el tallerde renovación pastoral para párrocos y encuentros y comunicaciones con los sacerdotes con ministeriofuera de la diócesis y en situaciones especiales.

Vocales y presidentes de organismos de solidaridad.Cuidando el objetivo específico de sus organismos, cuidan de incidir y a poyar en su tarea específica

la atención integral del presbiterio en comunicación con el obispo y el coordinador diocesano.

Representantes decanales.Promueven y dinamizan el crecimiento humano, espiritual, intelectual y pastoral de los sacerdotes de

su decanato en coordinación con su respectivo decano y con el equipo diocesano de la pastoral del clero.Realizan con el equipo diocesano el proyecto de formación integral, hacen la programación anual y ledan seguimiento en sus propios decanatos.

Encargados de Etapa generacional.Se responsabilizan de reflexionar, planear y coordinar los encuentros generacionales para cada etapa

sacerdotal según edades para así responder a las necesidades específicas para la plena vivencia de susacerdocio teniendo en cuenta sus posibilidades y riesgos.

Coordinador de grupo de Ordenación.Promueve la comunicación y los encuentros fraternos en el contexto de su grupo, celebran el

aniversario de ordenación y el encuentro de las propias familias en la medida de lo posible.

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ORACION A MARIA SANTISIMA

Oh María,Madre de Jesucristo y Madre de los sacerdotes:

acepta este título con el que hoy te honramos para exaltar tu maternidady contemplar contigo el Sacerdocio de tu Hijo unigénito y de tus hijos,

oh Santa Madre de Dios.

Madre de Cristo,que al Mesías Sacerdote diste un cuerpo de carne por la unción del Espíritu

Santo para salvar a los pobres y contritos de corazón:custodia en tu seno y en la Iglesia a los sacerdotes, oh Madre del Salvador.

Madre de la fe,que acompañaste al templo al Hijo del hombre,

en cumplimiento de las promesas hechas a nuestros Padres:presenta a Dios Padre, para su gloria,

a los sacerdotes de tu Hijo, oh Arca de la Alianza.

Madre de la Iglesia,que con los discípulos en el Cenáculo implorabas el Espíritu

para el nuevo Pueblo y sus Pastores:alcanza para el orden de los presbíteros

la plenitud de los dones, oh Reina de los Apóstoles.

Madre de Jesucristo,que estuviste con Él al comienzo de su vida y de su misión,

lo buscaste como Maestro entre la muchedumbre,lo acompañaste en la cruz, exhausto por el sacrificio único y eterno,

y tuviste a tu lado a Juan, como hijo tuyo:acoge desde el principio a los llamados al sacerdocio,

protégelos en su formación y acompaña a tus hijosen su vida y en su ministerio, oh Madre de los sacerdotes.

¡Amén!