Santo y Humano

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  • 8/18/2019 Santo y Humano

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    INDICE

    Introducción1.  La tensión

    1.  El ministerio: amor y odio

    1.  El trauma de la t ransparencia

    1.  la sobrecarga de relaciones

    1. 

    la sobrecarga de expectativas

    1. 

    la identidad ineludible

    1.  la presión para rendir

    1.  el alcance de la empatía

    1.  El amor hacia los enemigos

    1.  La duda

    1.  La atracción sexual

    1.  El dinero

    1. 

    Los confidentes

    1. 

    Nuestras fallas y la gracia de Dios

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    INTRODUCCION

    ¿A qué hemos de estar consagrados? No a la obra cristiana, sinoa la voluntad de Dios, a ser y hacer lo que él exija.

    Watchman Nee

    Las actividades más satisfacientes en la vida son aquellas que

    nunca podemos dominar del todoDeane A. Kemper

    Santo y humano. ¿Se puede ser ambos? En muchas maneras, ser santo y ser humano escontradictorio, Sin embargo, ese es el desafío para cada líder cristiano.

    Como cristianos, debemos ser santos – apartados, santificados, puros. Como seres humanos,sin embargo, confesamos una verdad no muy halagadora: no somos santos. Nunca lo hemossido. Nunca lo seremos, por lo menos de este lado de la eternidad.

    En un sentido, los que estamos en el ministerio cristiano hemos sido llamados a algo de locual somos incapaces. Somos pecadores llamados a ser santos. Es tan vano como tratar demartillar un clavo torcido en el hormigón. La herramienta es inadecuada para la tarea.

    G. K. Chesterton lo expresó con su franqueza característica: “?Qué le pasa al mundo? Yosoy el problema del mundo”. Este libro mira, con igual franqueza, un número de tensiones

    específicas de los líderes cristianos que surgen de la diferencia entre lo que debemos ser y loque somos.

    Al considerar el tema, los editores de Liderazgo  nos dimos cuenta enseguida que nocualquiera podía tratar el asunto. Hacía falta alguien que fuera tanto franco como creíble.Hacía falta un escritor dispuesto a ser vulnerable y a admitir fallas, pero que él no fuera unfracaso como líder.

    A lo largo de la preparación de este libro, me ha impactado la habilidad de Jay Keslerpara ejemplificar el equilibrio entre sus demandas santo / humanas. Pastoreó una congregacióndurante quince años, tratando los complicados dilemas humanos que cada pastor enfrenta.Como pastor muy en demanda, es fuerte pero amigable. Como rector universitario, esprofesional pero no pretencioso.

    Una tarde, entre sesiones de trabajo en este libro, Jay y yo caminamos alrededor delparque de la Universidad de Taylor. Me mostró los edificios recientemente construidos y laubicación de futuros edificios que están a la espera de fondos. Después de una breve vueltapor su casa, que se encuentra entre los árboles más allá de la cancha de fútbol, nos volvimos aencaminar hacia su oficina.

    ---Estuve aquí tres años antes de descubrir lo que es un rector---me dijo con una chispa en los

    ojos.Sabía que se traía algo entre manos pero mordí el anzuelo:

    ---Está bien. ¿Qué es un rector?---Un rector es una persona que vive en una casa grande, que camina al trabajo. . .y que

    pide limosna para ganarse la vida.Nos reímos juntos, sabiendo que las demandas de un rector, al igual que las de un pastor,

    combinan tanto ideales altos como necesidades humillantes, tanto la gloria como el sudor.Kesler trae la amplitud de su experiencia a los asuntos sensibles tratados en este tomo de laBiblioteca de Liderazgo.

    Pero aparte del punto de vista de un líder cristiano veterano y conocedor, este libro tambiénaprovecha los resultados de una encuesta hecha por   el departamento de investigación de Chistianity Today, Inc. Más de mil cuestionarios fueron enviados para investigar los factores que

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    influyen en “Las emociones del pastor” . Más de cuatrocientos fueron devueltos, una buenarespuesta.

    La encuesta reveló que los pastores sentían muy fuertemente las tensiones que sirven decentro para cada capítulo. Un 69 por ciento de los pastores, por ejemplo, dijo que sentía lapresión de la “identidad ineludible” o constantemente o con frecuencia. El problema másserio, según los pastores participantes, era el de encontrar confidentes. El problema sentido másagudamente en los últimos doce meses era la sensación de fracaso (18 por ciento), la presiónpara rendir (16 por ciento), amar a los enemigos (13 por ciento) y la sobrecarga de relaciones(12 por ciento).

    A lo largo de este libro hay citas de pastores que participaron en las encuesta. Estasobservaciones francas sirven de fotografías reveladoras de la vida del pastorado.

    También sirven, en muchos capítulos, como punto de partida para las observaciones de Jay.

    Al igual que con todos los libros de la serie, confiamos que este tomo pueda ofrecer ayudapráctica en un aspecto significativo del ministerio---en este caso, cómo los seres humanospueden cumplir con un llamado santo.

    Marshall ShelleyEditor Gerente, Liderazgo

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    1  LA TENSION

    El pastor debería ser siempre puro en pensamiento... ningunaimpureza debería contaminar a aquel que ha asumido el oficio delimpiar las manchas del corazón de otros... porque la mano quequiere limpiar la suciedad debe estar limpia, no sea que siendo

     sórdida ella misma contamine aun más todo lo que toca.

    Gregorio el Grande

    Cuando el hombre está mejorando, entiende cada vez más lamaldad que aún queda en él. Cuando el hombre estáempeorando, entiende cada vez menos su propia maldad.

    C. S. Lewis

    Cualquiera que está en el ministerio está sujeto a la tensión. Por un lado, somos llamados aser santos, a dar un ejemplo de la vida recta para aquellos que guiamos. Por otro lado, somoshumanos, incapaces de cumplir cabalmente nuestro llamado. ¿Cómo podemos ser nosotrosmismos y cometer nuestros errores inevitables---cometer nuestros pecados inevitables---sindestruir nuestro ministerio? Todo líder cristiano debe enfrentar este dilema.

    Yo no era consciente de esta tensión cuando me inicié en el ministerio. Permítaseme explicarla forma indirecta en la cual se me presentó.

    Era un candidato poco probable para cualquier posición de liderazgo cristiano. Durante miniñez, mi padre no sólo era inconverso sino que era abiertamente hostil hacia el ministerio. En

    nuestro hogar se daba por sentado que si se conocía lo suficiente a un pastor o a unevangelista, se descubriría que era deshonesto o, en el mejor caso, hipócrita. Muchas vecescuando era pequeño le oí descubrir a los predicadores como “parásitos” que vivían de otraspersonas o como “embaucadores”.

    Papá también era obrero industrial y sindicalista, uno de los signatarios originales de la Cartade Congreso de Organizaciones Industriales. Como sindicalistas y demócrata ferviente, sentíaque los predicares siempre estaban del lado opuesto de la barrera política—siempre a favor delstatu quo y en oposición a los trabajadores.

    Una vez me dijo que si encontraba una iglesia en la cual el sermón del pastor se refiriera a unhombre que iba al taller en vez de a la oficina, asistiría allí. Pero, después agregó que nunca iríaa una iglesia ya que nunca encontraría una iglesia así porque los predicadores piensan comolos oficinistas y como los administradores. No piensan en el trabajador común. (Más adelante mipadre se entregó a Cristo, pero al igual que muchos otros con su trasfondo, encontró en la unióndel evangelio con el capitalismo una piedra de t ropiezo).

    A pesar de este trasfondo, acepté a Cristo durante una reunión de Juventud para Cristo enmi último año de escuela secundaria. Poco después de mi conversión sentí el llamado paraentrar en el ministerio. Por supuesto que eso no le cayó bien a mi padre. El tenía sus propios

    planes para mi. Los estudios siempre me habían sido fáciles y tenía buenas notas, así que mipadre había soñado que yo sería arquitecto. Por respeto a sus deseos, me matriculé en launiversidad y empecé a estudiar arquitectura.

    En el verano después del primer año volví a mi hogar en South Bend, Indiana y una nochefue a una cruzada llamada “La clave de la vida”. Esa noche el predicador habló de dejar losdeseos egoístas y darle toda la vida a Dios. Cuando termine la reunión decidí terminar la luchaentre los deseos de mi padre y lo que estaba seguro que era la voluntad de Dios, y pasé alfrente. Un pastor habló conmigo en la carpa de oración y un versículo salió a mi encuentro:“Porque si anuncio el evangelio, no tengo de qué jactarme, porque me es impuesta necesidad;pues ¡ay de mí si no anuncio el evangelio!” (1 Cor. 9:16). Desde ese día, nunca he dudado quedebía predicar el evangelio.

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    Sin embargo, mi decisión significaba que debía enfrentarme a mi padre y decirle cuáleseran mis intenciones. Así que, una semana después, lo llevé a un partido de fútbol. Le gustaba eldeporte y yo sabía que se pondría de buen humor.Cuando volvíamos a casa le dije que sentía un llamado inequívoco al ministerio. Se quedó muycallado; yo sabía que estaba destruyendo todos sus sueños. No sabía cómo reaccionaría.¿Explotaría en ira? ¿Me repudiaría? ¿Me echaría de la casa?

    Seguimos en silencio por lo que parecía ser una eternidad.Finalmente me dijo:

    ---Bueno, si va a ser un predicador, ¡sé uno de los buenos! No seas uno falso. Ante todo,no seas hipócrita.Le dije:---No quiero ser un hipócrita.

    Después de pensar un poco más agregó:---Probablemente te morirás de hambre.

    Traté de introducir un poco de humor diciéndole que la mayoría de los predicadores queconocía no se estaban muriendo de hambre; al contrario, tenían el problema opuesto. Papá serió y finalmente empezó a aceptar la idea, aunque yo sabía que todavía sentía que sus sueñosestaban destruidos y que yo estaba malgastando mi potencial.

    El alto llamado

    Yo sabía desde el principio que todos los creyentes son llamados a vivir una vida santa.Ustedes conocen los versículos tan bien como yo: “Así que, hermanos, os ruego por lasmisericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo y agradable aDios, que es vuestro culto racional” (Rom. 12:1).

    “Seréis santos, porque yo soy santo” (Lev. 11:44).“Antes bien, así como aquel que os ha llamado es santo, también sed santos vosotros en

    todo aspecto de vuestra manera de vivir, porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo (1Ped. 1:15,16).

    Por supuesto que estos versículos no se aplican solamente a los pastores, pero los queestamos en posiciones de liderazgo tal vez los sentimos más de cerca. Debemos ser líderes enejemplo así como en palabra; se nos exige una norma de conducta más alta; nuestra vida estáconstantemente bajo el microscopio congregacional.

    El llamado especial a llevar una vida ejemplar también está reforzado por nuestro papel depredicador y maestro. Se nos ha encargado llamar al pueblo de Dios a una vida santa yenseñarle cómo hacerlo. La mejor forma de hacerlo--- la manera indispensable--- es por nuestropropio ejemplo. Debemos practicar lo que predicamos. Mi padre entendía perfectamente quenada perjudica más el testimonio de la iglesia como los líderes hipócritas. Tenemos que poderdecir con confianza (mezclada con una buena medida de temor): “Sed vosotros imitadores demí; así como yo lo soy de Cristo” (1 Cor. 11:1).

    Gracias a la influencia de mi padre, estaba muy consciente del estereotipo que la mayorparte de la gente tiene en relación con los pastores. Un estudio de las películas producidasdurante los últimos cuarenta años, por ejemplo, arroja la imagen persistente del líder religiosohipócrita, racista, borracho, aberrante sexual, avaro, manipulador, etc. El único alivio viene deunas pocas películas insípidas, generalmente católicas. Sin embargo, el buen sacerdotefrecuentemente se presenta como un alcohólico de nariz rosada.

    Lamentablemente, los noticieros periódicamente refuerzan estas imágenes, ya sea con lalocura de un Jim Jones o con los excesos de algún evangelista de televisión. En las noticias, lalimitada comprensión secular acerca de las instituciones cristianas a veces tuerce los hechos; enlas artes, la frecuencia desproporcionada de tramas aberrantes parece constituirlas en lanorma. El resultado es que personas sinceras, como mi padre, por esta combinación de malosejemplos, hechos distorsionados e incompletos y la experiencia comprimida, tiene una opiniónnegativa casi inalterable de los que están en el ministerio. A algunos cristianos les gustaríaatribuirlo sencillamente al diablo o a la ofensa del evangelio, pero yo creo que es una razónlegítima por la cual volver a examinar las expectativas justificadas y no justificadas que rodeanal ministerio.

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    El duro desafío

    El público espera que el pastor sea diferente, que sea especial, que haya vendido losobstáculos que frenan a la gente común. Cuando los pastores yerran, especialmente pastoresque pretenden vivir en un plano superhumano, los escépticos tienden a sentirse vindicadosmientras que los creyentes ingenuos se sienten traicionados, engañados, a veces hasta el puntode dejar su compromiso con Cristo porque sus queridos modelos se han derrumbado.

    ¿Cómo podemos mantener normas bíblicas para el liderazgo y al mismo tiempo seguirsiendo personas auténticas y transparentes? Si rechazamos la duplicidad y la norma doble deser una cosa en el púlpito y otra en privado, ¿con qué las reemplazamos? En resumen, ¿cómopodemos ser santos y humanos al mismo t iempo?

    Después de haberme graduado de la universidad y comenzando un ministerio de

    predicación con Juventud para Cristo, mi propia consciencia de esta tensión siguió creciendoal ver la hipocresía en mi vida y en la de otros líderes cristianos. En esos primeros años, muchosde nosotros predicábamos acerca de la necesidad de seguir normas estrictas de conducta.Proclamábamos reglas sin excepciones. En privado, sin embargo, me encontré con que losdemás no sólo reconocían la dificultad, sino la imposibilidad de cumplir esas normas acabalidad.

    Noté que cuando estos líderes se juntaban y sentían que podían bajar la guardia, suconversación dejaba en claro que sentían que los laicos no podían entender la verdad.Mientras que ellos, los líderes, comprendían que las respuestas legalistas y las solucionessimplistas no siempre funcionan (y ni siquiera lo hacen como regla general), no estabandispuestos a admitirlo a sus congregaciones. La actitud era que nosotros somos lo

     suficientemente maduros como para enfrentar la realidad, pero nuestras congregaciones no lo son. Era un elitismo espiritual, o lo que empecé a llamar “una conspiración de hipocresía”.

    Recuerdo que una vez un orador eminente fue a una convención de Juventud para Cristo ydesarrolló un sermón bien razonado manteniendo que la Biblia no tiene error no sólo cuandohabla de la fe, sino también cuando habla de historia, geografía, ciencia o cualquier otro tema.Sin excepciones.

    Más tarde, en una sesión con parte del personal, alguien preguntó si no había problema entratar de aseverar que la Biblia es una fuente de autoridad científica. El orador contestórefiriéndose a la parábola del grano de mostaza, que Jesús describió como “la más pequeña detodas las semillas de la tierra” (Mar. 4:31).

    El conferenciante dijo: “Sabemos en primer lugar que el grano de mostaza no es la semillamás pequeña. La semilla de apio es más pequeña. Sabemos eso. Hay que usar el sentidocomún cuando se lee la Biblia. Dios sencillamente está diciendo que algo muy pequeño seconvierte en algo muy grande”.

    El grupo quedó en un silencio paralizante. Aquel hombre, evidentemente, no se había dadocuenta de lo que había hecho. Había dicho algo que todo el mundo pensaba antes de quepredicara su sermón; pero después había razonado durante dos horas explicando que nodebían pensar así. Ahora estaba contradiciendo la misma tesis de su sermón. El grupo ya nosabía qué pensar.

    Después de esa sesión, mi esposa y yo llevamos al orador a cenar. Le pregunté si habíaentendido lo que había ocurrido y cuando me dijo que no, se lo expliqué.

    Me contestó que era verdad pero no se le puede decir ese tipo de cosa a la gente engeneral porque si siente que usted tiene dudas sobre una parte de la Biblia, puede llegar a

    pensar que la Biblia no es exacta. Siguió con una presentación de lo que se podría llamar unateoría de “dominio” de la Biblia, diciendo que si se cuestiona la exactitud del más pequeñodetalle de la Biblia, se destruirá toda la credibilidad de la Biblia.

    Yo me pregunté si no había un peligro aun mayor en esto: ---el “elitismo”, o sea no confiar enque la congregación puede entender estas cosas. Era obvio que él no estaba de acuerdo conesta idea.

    Casos como éste me hicieron ver que muchos ministros sienten que parte del lado “santo”de su llamado es hacer de figura autoritaria, declarar cosas categóricamente aun cuando ellosmismos tienen preguntas y dudas. De algún modo no confían en la habilidad de Dios paraenseñar a su congregación del mismo modo que les está enseñando a ellos. Nuevamente sentíla tensión entre ser un profeta que hable de parte de Dios y ser un peregrino más en búsquedade respuestas. Como líderes cristianos, tenemos que tomar posiciones sobre puntos bíblicos paraproclamar la verdad de Dios con claridad. Pero también debemos ser honestos. Ese es nuestro

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    desafío: ser autoritarios al enseñar la Palabra de Dios; pero al mismo tiempo ser justos, abiertos yfrancos acerca de lo que es tratar de vivir según las normas bíblicas.

    ¿Realidad amarga o ilusión dulce?

    Otra experiencia moldeó mi compresión de esta tensión entre ser santo y ser humano. Vi quelos pastores que trataban de mantener la ilusión de la perfección, de tener todas las respuestas,se veían forzados a reprimir sus propios sentimientos y dudas. Tal represión es peligrosa porque lascosas reprimidas suelen aparecer bajo presión.

    Un psicólogo amigo mío experto en estos casos de predicadores con problemas, me hablóde la conducta insólita que a veces tienen las personas bajo presión. Por supuesto que ésta erala observación de una persona, pero si se habla con aquellos que tratan a diario con el ladoflaco de la sociedad (policías, abogados, jueces) se descubre mucha debilidad en buennúmero de los miembros de nuestra profesión.

    La reacción de algunos cristianos es la de deshacerse de los falsos para solucionar elproblema.

    Tengo dos respuestas para ellos. En primer lugar, si nosotros pudiéramos arreglar elcomportamiento humano, Jesús no habría tenido que morir. Sencillamente hubiera exigido unbuen cumplimiento. En segundo lugar, dado el comportamiento persistente de la raza humana,Dios usa instrumentos fallados. Si nos deshacemos de todos los pecadores que hay en elministerio, no habrá quien trabaje. Salomón tuvo palabras apropiadas al decir: “Donde no haybueyes el establo está limpio” (Prov. 14:4, traducción del autor).

    Cuando yo y algunos otros hombres de Juventud para Cristo vimos lo que estabaocurriendo entre nuestros compañeros decidimos enfrentar la vida tal cual es y hablarhonestamente. Declaramos nuestra independencia de la “conspiración de hipocresía”. Elcapítulo sobre la honestidad en The Taste of New Wine (El gusto del vino nuevo)  de Keith Millerfue un punto clave para mí. Decidí que si siento lascivia voy a llamarlo lascivia. Voy a admitirante mis amigos que siento lascivia. Voy a pedir su consejo porque he decidido queprobablemente ellos también la sienten.

    Nuestro razonamiento era que en vez de negar nuestros sentimientos y esconder nuestrasdudas, nosotros y aquellos a quienes predicábamos estaríamos mucho mejor si abriéramos lasventanas de nuestra mente y dejáramos correr el aire. Mirar las experiencias de la vidahonestamente a la luz de la Biblia tenía que ser mejor que encerrarlas en pequeñoscompartimientos de la mente.

    Cuando podemos “unirnos a la raza humana” y reconocer que como ministros deevangelio compartimos la condición humana, de repente la división entre “ellos” y “nosotros”se hace menos notable. La gente a la que estamos tratando de llegar deja de ser el enemigo ouna amenaza por causa de los diferentes estilos de vida y nos convierte en compañeros deperegrinaje que, como nosotros, necesitan una expresión abierta del amor de Dios. Podemosidentificarnos con sus necesidades y aun con sus pecados porque les tenemos la mismaconfianza que queremos que Dios tenga en nosotros.

    Porque mis amigos y yo estábamos involucrados en evangelización y las personas quenecesitaban a Cristo estaban en el mundo, empezamos a ir donde estaban y participar enalgunas de sus actividades. Como resultado, se nos criticó por ser “mundanos”. Empecé acomprender lo que Jesús sintió cuando lo acusaron de ser “un comilón y bebedor de vino,amigo de publícanos y de pecadores”. Por suerte también empezamos a comprender que “los

    sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos”.Por supuesto que hay peligros en identificarse con el mundo o más precisamente, en

    encarar el evangelio. Pero yo creo que Dios prefiere que admitamos la realidad, aun cuando noes linda, antes que perpetuemos una ilusión.

    Este nuevo enfoque revolucionó mi vida cristiana y mi ministerio para bien, según creo. Meha permitido buscar la verdadera espiritualidad, que no consiste en negar y esconder sino enenfrentar las cosas honestamente bajo la guía de las Escrituras y del Espíritu Santo. Grandesrecompensas aguardan al que está dispuesto a emprender este peregrinaje de transparencia,honestidad, arrepentimiento y libertad.

    Sí, todos estamos de acuerdo con la declaración bíblica de que hace falta la santidad,pero la mayoría de nosotros ha descubierto que la perfección es escurridiza. Somos vasijas debarro llamadas a llevar la verdad de Dios por medio de la proclamación y la encarnación ---nosólo en nuestros sermones, sino en nuestras relaciones y nuestro estilo de vida personal. ¡Qué

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    tarea tan imposible de cumplir! Especialmente después de un vistazo honesto en el espejo o denuestra primera clase de sicología. Si somos honrados, debemos admitir que no somos santos. Senos ha llamado, sí pero de una raza caída.

    En el resto del libro, que es un peregrinaje algo autobiográfico y anecdótico, me gustaríaobjetar a la idea de que Dios exige que los hombres y las mujeres que están en el ministerio seanperfectos. Yo creo que Dios no espera la perfección; esa es una expectativa no realista en estemundo.

    Como pastores, no sólo debemos proclamar la gracia de Dios, sino que debemos entender que

    es la única esperanza para todo ser humano, incluyéndonos a nosotros mismos. Porque

    somos humanos, nuestra tarea es la de experimentar y recibirla. La gracia no es sólo un

    tema para sermones; también es la clave de la autenticidad, la higiene mental y el ministerio

    efectivo.

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    2  EL MINISTERIO:AMOR Y ODIO

    Nuestro trabajo... nos expone a grandes cargas y labores, peligrosy tentaciones, con poca recompensa y gratitud del mundo. PeroCristo mismo será nuestra recompensa si obramos con fidelidad.

    Martín Lutero

    El ministerio cristiano es el peor de todos los negocios, pero la mejorde todas las profesiones.

    John Newton

    Miles de cuento empiezan con la idea de que hay buenas y malas noticias. Una razón por lacual son tan comunes es que se parecen mucho a la vida real. La vida no es toda sonrisas.Una de mis historietas cómicas favoritas es aquella en la cual Carlitos “Rabanitos” le dice a Lucy:

    ---La vida tiene sus altibajos.En el último dibujo, Lucy grita:---No quiero bajos. Quiero altos, altos y más altos.Eso se parece a muchos testimonios que a veces escuchamos: “Y recibimos a Cristo y desde

    entonces somos siempre felices.”Desafortunadamente, la vida en el ministerio no es así. El placer viene mezclado con el dolor.Al igual que la tensión entre lo santo y lo humano, la relación de amor y odio que la mayoría

    de los ministros tienen con el ministerio es otra tensión que merece ser enfrentada conhonestidad. Enfoquemos en primer lugar los privilegios del ministerio.

    Por qué amamos el ministerioHace poco hablé en una reunión de la Asociación de Padres de una escuela y después dos

    personas se acercaron para decirme que habían conocido a Cristo hacía treinta años enreuniones de Juventud para Cristo cuando yo dirigía un club en su vecindario. Eran dos personasque realmente yo no conocía, pero que por lo menos en parte habían sido influidas por mí paratomar la decisión más importante de su vida. Yo había hecho un impacto positivo en su vida:pero ni siquiera me enteré de ello sino hasta treinta años después.

    Era una de esas sorpresas placenteras que confirman el valor del ministerio y me recuerdanque verdaderamente no hay otra vocación que valga más la pena ni que tenga mayorimpacto. La gente que conoce a Cristo o profundiza su relación con él bajo nuestro cuidadoestá agradecida de una manera única y profunda, y hay una satisfacción muy profunda ensaber que se ha afectado esta vida y aun la eternidad.¿Cuál satisfacción puede ser mayor que ésta?

    Hay mucho para amar en el ministerio. En primer lugar, si hemos sido llamados, tenemos elsentir de ser obedientes a la voluntad de Dios, de trabajar con él y hacer lo que él nos haencomendado. Como alguien dijera con mucho acierto: “Si Dios te llama a predicar elevangelio, no te rebajes para ser rey”.

    También disfrutamos al sentir que los asuntos de los cuales hablamos y la obra que estamoshaciendo son las cosas más importantes de la vida. Las preguntas finales, los destinos eternos, lasmismas almas de hombres y niños ocupan nuestra atención todos los días. No hay forma másprofunda de dejar huella en el mundo que la de estar en el ministerio.

    Estamos involucrados con individuos y familias desde el nacimiento hasta la muerte. Losacompañamos en sus días más brillantes y en sus noches oscuras. Presentamos sus bebés,enterramos a sus padres. Celebramos sus cumpleaños y aniversarios. Los unimos en matrimonio,les aconsejamos cuando tienen dificultades y lloramos con ellos cuando sus relaciones terminanen la muerte o en el divorcio. Los pastores que están involucrados con sus congregaciones venmás de las experiencias de la vida que casi cualquier otra persona.

    Cuando se sirve en un lugar durante varios años, se desarrollan unas amistades profundasque pocos conocen. Yo pastoreé una iglesia durante quince años y el último domingo que

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    estuve allí celebramos la cena del Señor. Al pasarle el plato a esos doce hombres paradosfrente a la congregación y mirar a los ojos a cada uno, me di cuenta que había algún secretoentre cada uno de ellos y yo. En un caso había sido un consejo, en otro un pecado confesado,una dificultad que vencimos juntos, una decisión crítica que uno de los dos había tomado conla ayuda del otro o una crisis en la familia. Pero sea cual fuera el caso específico, la sensaciónera parecida a la de haber pasado una guerra juntos. El secreto unía inexorablemente nuestrasvidas. Recuerdo haber pensado que esto no es un drama ni una novela. Esto es la vida. Esta esla realidad en su nivel más profundo.

    Desde entonces, no importa cuándo me encuentre con uno de estos hombres, siempretrataremos razonablemente unos con los otros. Desarrollamos la confianza y nunca nostraicionaremos porque nos debemos mucho. Ese es el significado de la amistad y esasrelaciones, que siempre atesoraré, fueron el resultado del ministerio.

    Cuando se comparte con la gente a ese nivel, se tiene la oportunidad de ver cómo sesalvan matrimonios en peligro, cómo una madre y un padre llegan al Señor y toda la familiacomienza a crecer espiritualmente, cómo un joven que parecía estar tan despistado derepente hace algo que deja ver que estuvo absorbiendo mucho más de lo que cualquierapodía imaginar.

    Hoy Janie estuvo limpiando el altillo y encontró unas cartas que yo le había escrito desdeAustralia en 1965. en una de ellas le describí a un joven que conocí y en quien vi una granpromesa para el ministerio del evangelio. En la carta le pedía que orara para que pudieraparticipar en su preparación y su crecimiento. Hoy, después de más de veinte años, ese jovenestá entre mis amigos más íntimos. Le presenté a la joven americana que después sería suesposa. Mi hija estuvo en la ceremonia, que yo conduje. He visto cómo Dios lo ha utilizado entodo el mundo. ¡Qué satisfacción!

    Otra parte del ministerio que amo es el gozo que viene por el servicio. La persona querealmente sirve por un amor generoso conoce un secreto velado a los demás: el servidor recibemucho más que el servido. Aunque las palabras de Jesús, “es más bienaventurado dar querecibir”, son citadas con frecuencia, hay mucha gente que nunca ha descubierto este secreto.Jesús nos llama a guiar mediante el servicio en el ministerio. Creo que es de notarse que Jesús

    nos llamó a ser pastores de su rebaño, no vaquero de reses. Las ovejas no pueden ser llevadascomo las reses; tienen que ser guiadas según el modelo del Salmo 23. un pastor con lamentalidad machista de un vaquero americano en vez de la de un pastor oriental va a tenermuchos problemas para guiar al pueblo de Dios. El gozo llega al aprender a seguir el ejemplode Cristo y a guiar suavemente.

    Jesús habló de esta paradoja cuando dijo que si perdemos nuestra vida por amor de él, laganaremos. A medida que damos, recibimos. Las recompensas más profundas de la vida sonnuestras cuando aprendemos a servimos. Las virtudes tan instintivamente admiradas de laoración de Francisco de Asis llegan a ser las posesiones calladas de nuestra alma, una especiede secreto entre el hombre y el Salvador. Tal gozo sólo puede llegar al ceñirnos la toalla yaceptar la vasija del liderazgo por el servicio. Nuestro lema llega a ser el siguiente: “No es unsacrificio; es un gozo”.

    A veces alguien expresa su gratitud dándole a un hijo el nombre de quien le ayudó. Puedesuceder que varios años después de haber tenido una experiencia profunda con una familiallegue una carta en la cual la familia le informa de su decisión de darle el mismo nombre a suhijo. cada vez que sucede, la reacción es la de caer de rodillas y rogarle a Dios pidiendofortaleza para ser digno de esa confianza. En un sentido es una carga pesada pero también es

    una carga muy agradable.Esto me ocurrió una vez después de haber orado con una pareja que estaba considerandoabortar a su hijo. cuando decidieron no hacerlo, me sentí contento. Pero cuando mesesdespués el bebé recibió mi nombre, me paró en seco. Me di cuenta que mi “mot ivo de oración”ahora tenía un cuerpo, una personalidad, una identidad y un nombre ---¡el mío!

    El ministerio es un gran lugar para el que ama el desafío.No hay otro trabajo que pruebe tan profundamente los recursos, la creatividad, el aguante,

    la paciencia, la fuerza, el tacto, la madurez espiritual y el sentido del humor. Si se quiere sereficaz, el ministerio demanda todo lo que se tiene.La Asociación Médica Americana (American Medical Association) hoy reconoce unas 360especialidades diferente. Pero el pastor tiene una práctica general en el sentido más grande ---ve todo y se siente totalmente desafiado. Para mí, ésa es una gran medida de gozo en eltrabajo.

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     Por qué odiamos el ministerio

    Por más agradable que sea el ministerio, debemos admitir que también es probable que elllamado nos traiga bastante dolor por una variedad de motivos.

    Con frecuencia la sensación primordial de los ministerios es la soledad. Un pastor lo expresóde la siguiente manera: “Hay momentos en los cuales me siento solo en la iglesia, sin ánimo niapoyo aparente de parte de la congregación. Soy el pastor y tengo que mantener todo enmarcha. La actitud general parece ser aliméntame; es su responsabilidad, y yo no tengo queayudarle. Tengo que dar y dar y dar ---hasta que finalmente ya no quede nada”.

    La mayoría de nosotros conoce ese sentir: se trabaja con todo el corazón, lo mejor que sepuede, y no parece importarle a nadie.

    Las demandas sobre nuestro tiempo pueden ser otra fuente de resentimiento. Si usted es unpastor típico, sabe lo difícil que puede ser tener tiempo para la familia y ni habla de tiempopara descansar o mejorarse. Para la mayor parte de la gente, no significa nada interrumpir lascomidas de usted, o su día dedicado a la familia y las emergencias, por supuesto, no respetanel horario de nadie. Si usted se detiene a pensar en las largas horas que trabaja y cómo secomparan con las de otros (una forma de pensar cuya frecuencia es directamenteproporcional al grado de cansancio), el resentimiento puede crecer rápidamente.

    Otra fuente de resentimiento que yo he tenido que enfrentar ---para mí el área más difícil através de los años ---es el ser considerado como una persona “espiritual”, lo cual se traducecomo “El pastor sabe de teología pero no sirve de mucho en las cosas prácticas”. A veces lagente da por sentado que porque se es ministro, no se entiende nada de negocios yprobablemente ni siquiera se sabe de matemáticas.

    A veces sucede que algunos miembros del consejo de la iglesia son hombres de empresa osaben de administración. No cabe dudad que la iglesia puede beneficiarse por el aporte de sutalento y experiencia. Lo que da lugar al resentimiento, sin embargo, es la insinuación tácita deque el ministro debe dedicarse a la predicación mientras ellos manejan el dinero, y que se loignore o haga a un lado cuando se tratan los asuntos de la iglesia. Esto ya no me ocurre con

    tanta frecuencia porque he administrado una organización grande y soy rector universitario.Pero he participado en reuniones en las que me hicieron sentir que debería ir a poner unnegocio por mi cuenta para que se me tomara en serio.

    Por otro lado, puede ser que un ministro dado no tenga ningún interés o talento en finanzasy administración, pero el pastorado frecuentemente exige que tome decisiones relacionadascon ellas. Esto también puede ser motivo de frustración y resentimiento.

    Otra fuente importante de resentimiento es el hecho de que, en el ministerio, para serefectivo hay que ser vulnerable, y eso puede conducir a heridas graves. Se pueden citarincorrectamente las palabras del ministro. Se lo puede malinterpretar, resultando en rumores oataques directos. Se le puede acusar de algo que podría ser fácilmente desmentido si no fuerapor el hecho de que para hacerlo tendría que traicionar una confidencia.

    ¿Y cuando hay gente que deja la iglesia sin motivo aparente, aun después de que se le hadedicado mucho tiempo y esfuerzo para suplir sus necesidades? Son comprensibles las palabrasde un pastor en cuanto a esta experiencia: “Me deja con la sensación de una traición personaly una confusión en cuanto a la forma de tratar mi enojo y mi frustración”. Siguió con un lamentopor “la deshonestidad de unas pocas personas que se fueron sin una palabra después de variosaños de apoyarse continuamente en mí”.

    La reacción natural al dolor es t ratar de endurecerse.Puede formarse una corteza espiritual y emocional mientras el ministro se aleja, tratando demantener con sus problemas una distancia entre él y los demás. Deja de ser vulnerable. Secuidad en lo que dice. Deja de estar dispuesto a arriesgarse. Pierde toda espontaneidad.

    Por supuesto, lo que sucede entonces es que se vuelve mucho menos efectivo en elministerio. En términos prácticos, se descalifica de ser una verdadera ayuda para losnecesitados.Es obvio que eso tampoco es bueno.

    Sólo he tocado algunas de las áreas que frecuentemente pueden dar lugar al resentimiento.Muchos se podrán identificar con varias de ellas probablemente podrían agregar otra listatomada de su propia experiencia. Estas frustraciones son un hecho de la vida en el mundocaído. La cuestión es qué hacer con el resentimiento.

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     Cómo vencer el resentimiento

    No pretendo tener todas las respuestas pero quiero ofrecer algunas perspectivas que mehan ayudado a mí. Tal vez ayuden a otros.

    En primer lugar, si el dolor es resultado de haber sido vulnerable y de haberse dado a otros,mi “solución” es sencilla, pero nada fácil. La única alternativa a volverse frío y distante es pedirlecontinuamente a Dios la sensibilidad a las necesidades de los demás, aunque signifique estarabierto a una nueva herida. Es difícil ---casi un tipo de crucifixión. Pero es parte de lo quesignifica ser pastor y no sólo predicador. Es parte de lo que los apóstoles querían comunicarcuando hablaron de la necesidad de compartir los sufrimientos de nuestro Señor.

    Cada vez que alguien viene a nosotros pidiendo ayuda estamos frente a una encrucijada.Tenemos que elegir constantemente e inteligentemente para no deslizarnos hacia laindiferencia. Debemos poner nuestra vida y nuestra reputación nuevamente en las manos denuestro Padre celestial.

    En cuanto a juntas (o individuos) que dan por sentado que no tenemos sentido común en losasuntos económicos, finalmente me di cuenta que mi resentimiento se debía principalmente alego, a la necesidad de probar que era tan inteligente como ellos. Con el tiempo, sin embargo,llegué a verlo en la perspectiva del funcionamiento de todas las partes del cuerpo de Cristo. Siyo hubiera intentado controlar todo, le habría estado haciendo a ellos lo mismo que memolestaba que ellos me hicieran a mí. Les estaría negando la oportunidad de ofrecer sustalentos y dones a la obra del Señor.

    Además, es sencillamente más eficiente delegar el trabajo que otros pueden hacer. PeterDrucker anima a cada líder a preguntarse cuál es el papel que sólo él puede cumplir. Eso noslibera para hacer las cosas que realmente son nuestra especialidad, que no correspondedelegar a otros. La mayoría de nosotros lucha con un exceso de demandas sobre nuestrotiempo y por lo mismo, es esencial aprender a delegar el trabajo; puede salvarle de la locura,salvar a su familia y hasta la vida.

    Otra manera de vencer el resentimiento y desviar la crítica es no tomar decisiones por

    cuenta propia. Hagamos consultas. Que participen las juntas en la toma de decisiones. Notenemos que ser más inteligentes que los demás ni que llevar solos la carga de las decisiones. Silas decisiones se toman en conjunto, no se puede tener toda la gloria por las que resultan sersabias. Pero tampoco hay que llevar toda la culpa por las que resultan mal. Y aparte de eso,cuando un grupo toma una decisión hay un sentido de responsabilidad mucho mayor portrabajar en conjunto para llevarla adelante.

    Por último, ¿qué se hace con la sensación de no ser apreciado? Hay dos pensamientos queme han ayudado con esto. En primer lugar, cuando por la noche estoy por poner la cabeza enla almohada, trato de hacer una evaluación honesta. Me pregunto si mi motivación hoyrealmente fue servir a Dios, apoyándome en él, tomando de su fuerza, buscando sólo su “bienhecho” o si me dejé llevar por el deseo de obtener la aprobación de los demás. Es tan fácilhacer esto; lo sé por experiencia. Son lindas las expresiones tangibles del aprecio de la gente.Con ellas es mucho más fácil ser entusiasta y positivo acerca de nuestro trabajo. Pero cuandonos concentramos en ganarla, olvidamos a Aquel a quien hemos dedicado nuestra vida.

    En segundo lugar, trato de aceptar la naturaleza humana como lo hizo Jesús. Cuando élsanó a los diez leprosos y sólo uno volvió para agradecerle, imagino que sintió tristeza pero nosorpresa y sé que no sintió amargura.

    Me costó mucho sobreponerme a la sensación de no ser apreciado hasta que empecé aesperar que las congregaciones se comportaran como seres humanos. Los cristianos va amentir, engañar, chismear, traicionar, abandonar, negar y discutir. Son criaturas caídas. Igualque yo. Si lo olvido y empiezo a esperar demasiado, voy a sufrir una desilusión.

    Por otra parte, debo tener cuidado de no ir tan lejos con esta actitud que me convierta encínico y no espere nada de nadie ni tenga confianza en nadie. Todos podemos lograr muchomás si somos prontos para perdonar, mantenemos una actitud positiva y animamos a la gente,exhortándola a ser lo mejor posible y darle lo mejor posible a Dios.

    Otra perspectiva que me ha ayudado con el resentimiento es creer profundamente que esimposible tener una mala experiencia. No importa lo que pase, no importa el error que cometao lo que se me haya hecho, puedo aprender mucho de ella. Las personas más sabias y con másexperiencia son aquellas que han cometido muchos errores y han tenido mucha adversidadpero que han aprendido algo de cada una de esas experiencias.

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    Tal vez la actitud más importante que he descubierto para vencer el resentimiento sea la derecordar que en última instancia mi vida no es mía. He sido comprado por un precio.

    Si empiezo a pensar que me he ganado algo ---más libertad, mayor sueldo, mayor respecto---voy a sentir resentimiento. Pero sólo puedo sentir resentimiento si creo que alguien me haprivado de algo que merezco. Pero si me veo como siervo, como esclavo de Dios que nomerece nada, no queda nada de que resentirse.

    Admito que la idea de ser esclavo, aun de Dios, es algo repugnante. Después de todo,vivimos en una democracia y somos celosos de nuestros derechos. Cuando hablamos delliderazgo a través del servicio, preferiríamos verlo como un método para lograr más, tal vez algoasí como un método administrativo japonés, en vez de considerarlo como una condición delalma. Pero eso no es lo que Jesús tenía en mente.Ser sirvo es cederle todos los derechos de la vida a Dios.

    Entonces no queda nada para que otro lo quite.Aprendí una lección importante relacionada con esto cuidando a mis hijos cuando eran

    pequeños. Mi esposa, Janie, iba al ensayo de coro por la tarde y los dejaba conmigo. Si miactitud era que la tarde todavía era mía, intentaba mirar televisión o leer un libro mientrasvigilaba a los niños. Generalmente era un desastre. Pero si me olvidaba de mi derecho a ver elpartido o a leer un libro y decidía que la tarde les pertenecía a los niños, y que iba a pasar eltiempo jugando con ellos, todo era felicidad.

    A. W. Toser señaló el hecho de que cada cristiano debe aprender a soportar una de dosdolores ---o el dolor de la mente dividida es como un dolor de muelas que dura toda la vida. Eldolor siempre está ahí, llenándolo de resentimiento, ira y envidia. En cambio el dolor de sercrucificado es un dolor quirúrgico, profundo, terrible. Pero una vez que termina, termina. Ya no lohace clamar más. Que Dios haga esa cirugía en cada uno de nosotros.

    Estoy convencido de que cuando lleguemos a ese punto, la mayoría de nuestros resentimientos

    hacia el ministerio desaparecerán como la neblina en un sol radiante. Pero aun cuando nuestras

    motivaciones y perspectivas internas son sanas, quedan algunos asuntos humanos clave que

    amenazan nuestro santo llamamiento.

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    3  EL TRAUMA DE LATRANSPARENCIA

    No hay nadie sin faltas, ni siquiera los hombres de Dios. No sonhombres de Dios porque sean perfectos sino porque conocen suspropias faltas, luchan contra de ellas, no las esconden y están

     siempre prestos a corregirse.Mahatma Grandhi

    Todo ministro honesto predica de una reserva de culpa y degracia.

    Gary Gulbranson

    Un año, para Navidad, mis hijos me regalaron una serie de grabaciones tituladas “GospelBirds” (“Aves evangélicas”), del locutor Garrison Keillor. En uno de sus cuentos Keillor mencionaque si un pastor se para frente a la iglesia y dice ser humano, igual que los demás, las primeraspreguntas que surgen en la mente de la congregación son ¿Con quién? y ¿Por cuánto tiempo?

    Keillor sugiere que la conclusión inmediata es que debe haber cometido adulterio. ¿Por cuálotro motivo admitira un pastor su humanidad?

    Este chiste revelador me hizo pensar acerca de ese interesante dilema del ministerio. ¿Quéhacemos con nuestras debilidades, nuestras dudas y temores, nuestros fracasos y pecados?¿Cuán transparente le conviene ser a una figura pública tal como el pastor o líder cristiano?

    La necesidad de ser transparente

    Parte del desafío viene de la necesidad de expresar nuestras emociones, tanto negativascomo positivas. Ya hemos hablado de la manera en que la supresión de nuestra humanidadpuede hacer peligrar el ministerio. Debemos ser ejemplos espirituales, es cierto. La gente nosmira. Pero ese no es motivo para esconder nuestras faltas; es la razón para admitirlas. Si la gentenos mira con la detención y el tiempo suficientes, o descubrirá lo que estamos intentandoesconder o reventaremos por la tensión del encubrimiento. Tanto por nuestra propia salud comopor honradez, debemos encontrar maneras apropiadas de expresar nuestros sentimientos.

    Pero hay otro motivo por el cual es importante la transparencia: Hace que nuestro ministeriosea más efectivo. Nuestros feligreses pueden aprender más eficazmente de un ejemplo realista.Como lo expresara un pastor: “Necesito que la gente me vea como una persona que a vecesfalla, que comete errores, pero que está tratando de practicar lo que dice el domingo por lamañana.”

    Algunos estamos tentados a dar la impresión de que las respuestas a los problemas de lavida son fáciles, que tenemos la solución perfecta e inefable para cada problema o luchaespiritual. Pero yo he descubierto que la gente responde mejor a este tipo de enfoque: “este esel problema. (Y lo describo con toda la complejidad que la gente experimenta.) Esto es lo quela Biblia enseña. Esta es la manera en que he tratado de aplicar la enseñanza bíblica a mipropia situación, y esto es lo que sucedió.”

    Trato de comunicar que no soy un gigante espiritual que se eleva sobre los demás sino uncompañero en el peregrinaje que busca sinceramente caminar con Dios y vivir de una maneraque le agrade a él.

    Mi enfoque fue afectado por una conversación que tuve con un amigo que entró alministerio después de una carrera exitosa como negociante. Un día me dijo:

    ---Jay, ¿nunca notaste cómo en las conferencias bíblicas algunos de los profesores famosos,después de dar su charla, se escapan rápidamente a su habitación, cierran las cortinas y evitana la gente? Y en el comedor se sientan en un rincón con una expresión muy seria que lescomunica a los demás que quieren estar solos. Rara vez se les ve en pequeñas sesionesinformales de preguntas y respuestas.

    ---¿Por qué te parece que es así? ---Le pregunté.

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    ---Bueno, a veces pienso que es porque las preguntas son ingenuas o aburridas. A lo mejorestán estudiando y orando, y necesitan estar solos. Puede que a veces sea cierto. Pero amedida que los voy conociendo, me parece que en general es porque quieren crear la ilusiónde ser muy piadosos y estudiosos. Quieren tener el peso de la autoridad. En sus charlaspresentan un muñeco de paja y lo destrozan ante nuestros ojos con la profundidad de su lógicay de su entendimiento. Después todos salimos con la impresión de que saben todas lasrespuestas.

    Y siguió:---Pero creo que tienen miedo de sentarse y escuchar lo que dicen las personas de carne y

    hueso porque alguno podría decir que el ejemplo que dieron en cuanto a la guerra no era asíen su experiencia. Creo que tienen miedo que demasiado contacto con las personas reales lescomplicaría la fórmula o destruiría su ilusión ---igual que un niño que le dice a un mago: “yo le vi

    poner el conejo en la manga”. Así que evitan a la gente y la complejidad de la vida real.Tomando una analogía del golf, estos conferencistas ambulantes pueden colocar la pelota

    en el centro de la calle, dándoles una posición perfecta para cada golpe. Es decir, pueden fijarel tema y dar lugar sólo a las cuestiones para las cuales están preparados. Cambian de públicocada dos o tres días. No tienen que quedarse para ver el resultado de sus enseñanzas; cuandola gente las pone en práctica, ya se han ido a otro pueblo donde la gente los aceptará sincuestionamientos.

    Por otra parte, los pastores que permanecen con la misma congregación año tras año, notienen la oportunidad de colocar la pelota donde quieren. Tienen que jugarla donde esté, yasea detrás de una piedra, contra un árbol o hundida en el barro.Tienen que tratar de lograr el mejor resultado bajo las difíciles condiciones de la vida real.

    Después de la conversación con mi amigo, me puse a pensar y tuve que admitir que muchode lo que decía era cierto. Hice un voto como conferencista que en adelante trataría de nohacer lo mismo. Este compromiso ha sido fuente de mucho gozo y de mucha vergüenza a lolargo de los últimos treinta años, pero también ha sido una excelente y constante educación.

    Pero he notado que también los pastores a veces están tentados a poner un frente falso pormotivos aparentemente buenos. Un pastor dijo: “Al predicar tengo que proyectar una imagen

    de certeza que realmente no tengo. ¿Por qué? Porque en el púlpito no puedo ofrecer todos losfactores calificantes ni aplicar los principios a todas las situaciones particulares en la vida de laspersonas. Por eso sencillamente digo que hay que creer tal o cual cosa. Después enconversaciones o sesiones personales, puedo entrar en más detalles y explicar que aquello se veafectado por otras verdades.”

    Otro pastor dijo: “No puedo compartir mis dudas acerca de la seguridad eterna porque,quiéralo o no, mucha de la congregación depende de mi fe. Su teología todavía estásubdesarrollada. La seguridad de la salvación es de algún modo de segunda mano, y estábasada en mi habilidad para afirmarle que en Dios están seguros. Hace falta una congregaciónmadura para procesar las cosas por sí mismas.”

    Desafortunadamente, cada una de estas declaraciones agrega otro ladrillo al pedestalpastoral, que llega tan alto que tenemos un miedo mortal de caernos. Sin embargo, nos damoscuenta de lo frágil que es este pedestal: Si la congregación está comentando: “cuán hermosaes la fe de nuestro pastor. No tiene una sola duda”, entonces tanto nosotros como ella estamosen serias dificultades.

    La misma verdad se aplica a las demás debilidades. Es importante que haya ciertavulnerabilidad por lo que ésta le comunica a la congregación. Hay una correlación entre la

    cantidad de autorevelación saludable en la predicación y la cantidad de aconsejamiento quehará el pastor. En una iglesia donde reina la dogmatización y el consejo, pocas personas estándispuestas a hablarle al pastor acerca de sus fracasos personales. Sin embargo, cuandodejamos ver nuestra humanidad, la gente pensará que podremos comprender su problema ybuscará ayuda.

    Los peligros de la transparencia

    Por importante que sea la transparencia, también es cierto que hay peligro en descubrirtodas nuestras derrotas, nuestras dudas y nuestras desilusiones. Puede servir de catarsis para elpredicador pero una orgía de lamentos no le hace bien a ningún oyente. Las emociones

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    desnudas pueden confundir y avergonzar a la congregación. Siente que abusa de ella. Lo quese está mostrando puede ser legítimo y dado por Dios, pero en público debe estar vestido.

    La expresión indiscriminada también puede dañar la habilidad para guiar. A veces el pastor,como cualquier ejecutivo que ha tomado una decisión necesaria pero impopular, no puedehacer pública su incertidumbre acerca de la decisión. Si titubea en público, se le consideracomo débil. Eso ayuda a que cualquier duda que la gente pueda tener se convierta endisensión. Entonces los obreros que están llevando a cavo la decisión empezarán a dudar delapoyo del líder. Para que una decisión quede en pie los líderes t ienen que apoyarla con firmeza,aunque se sientan divididos emocionalmente. Las declaraciones ambiguas no inspiran laentrega.

    Con frecuencia los médicos no están seguros en un ciento por ciento que una operacióndada va a tener éxito, pero cuando llega el momento de la cirugía, deben hacer la incisión con

    una mano firme y segura. Un corte tentativo garantiza el fracaso. Así también los pastores aveces deben actuar con más confianza de la que sienten.

    En la década de los 60 muchos de nosotros recogimos la idea de que hay que serles fiel alas emociones, hay que sentirse con la libertad de expresarlas sea cual fuere la situación. Es más,es necesario expresarlas abiertamente y los demás deberían estar dispuestos a “aceptarnos talcomo somos”. Y si no somos “honestos con los sentimientos” se nos puede considerar falsos.

    Hay un grano de verdad en esa idea, pero las cosas no son tan sencillas para los líderes,que siempre deben considerar el impacto de lo que dicen y hacen en aquellos que lo siguen.No creo que sea perjudicial ni deshonesto tratar de ser positivo y dar ánimo a los demás.

    En mi caso como rector, por ejemplo, he descubierto que si expreso desalientopúblicamente toda la universidad se deprime conmigo. Si alguien me pregunta cómo estoy y lecontesto que estoy un poco desalentado en poco tiempo hay grupitos por todos lados diciendoque estoy desanimado. Y si yo estoy desanimado les parece que debe haber un problemarealmente grande.

    En consecuencia he aprendido a ser positivo, a animar a los demás. Guardo minegatividad para el pequeño grupo de gente que puede entenderlo porque de todos modosel grupo grande no puede hacer nada para remediarlo. Necesita liderazgo. No es un engaño ni

    un subterfugio ser optimista, estar animado y animar a otros a creer en Dios; es uno de loselementos necesarios para un líder.

    La historia del Cid Campeador ilustra este concepto. El Cid fue mortalmente herido antesde la confrontación culminante del ejército español con los moros. Pero su presencia en elcampo de batalla era tan importante para la moral de su ejército que los pocos que conocíanla gravedad de su herida lo sujetaron a la montura para que pudiera guiar a las tropas.

    Al ver a su líder adelante, los soldados españoles se envalentonaron y consiguieron lavictoria. Si el Cid no hubiera estado allí o si se hubiera desplomado sobre la montura, el ejércitopodría haberse desanimado y perdido la batalla. La diferencia entre la victoria y la derrota eratan sutil que dependía del entusiasmo de los soldados.

    Mucha de la vida es así, incluyendo el ministerio; es una lucha por centímetros. Muchasbatallas se ganan o pierden por la habilidad de las partes para aguantar un poco más. Así queel líder tiene la obligación primaria de no declarar dudas o fracasos por cualquier cosa. Laobligación principal es para el bien de los seguidores.

    Además, hay momentos en los que sería peligroso expresar lo que se está sintiendo porqueno se puede explicar la emoción sin revelar situaciones que deben permanecer confidenciales.Ciertas partes de la historia no pueden ser descubiertas sin herir o traicionar a otros. Por ejemplo,

    no siento derecho a hablar de mi vida sexual sino en una forma muy general. Eso es algo quecompartimos mi esposa y yo. Por respeto a ella y a esa relación, ni invito al público a nuestrodormitorio.

    También me cuido en las ilustraciones que incluyen a mis hijos. Sí, uso ilustraciones tomadasde nuestra familia; pero sólo cuando los niños quedan bien. Si voy a usar una ilustración de ladebilidad, me uso a mí mismo. No siento que la necesidad de ser transparente me dé elderecho de confesar los pecados ajenos.

    Normas para la transparencia

    Cierta cantidad de transparencia es esencial, pero demasiado transparencia otransparencia de un tipo incorrecto o en el momento incorrecto puede ser perjudicial. ¿Cómosabemos lo que corresponde? ¿Qué normas podemos seguir?.

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    Al pensarlo, he llegado a la conclusión de que la transparencia saludable tiene mucho encomún con trabajar con herramientas o tocar instrumento. Hasta cierto punto, cualquiera quetenga inteligencia promedio puede aprender a hacerlo y con la práctica diligente puedelograr un nivel razonable. Pero para hacerlo realmente bien --- para ser un gran mecánico o ungran músico ---- debe haber un sentido innato, dado por Dios, de lo que es apropiado.

    Algunos mecánicos pueden usar una llave para ajustar una tuerca hasta el punto justo,mientras que otros siguen haciendo fuerza hasta que la rompen. Algunos pueden usar una palay saber exactamente cuánta presión puede soportar el mango. Otros no tienen esa sensibilidad.Tengo un amigo que ha quebrado un sinfín de mangos de palas y hachas, no porque sea másfuerte que los demás, sino porque sencillamente no tiene esa sensibilidad.

    Todo esto nos lleva a dos cosas; primero, hasta cierto punto, es un don saber el grado justode franqueza. Todos conocemos a personas que siempre parecen tener la palabra justa y a

    otras que nunca saben cuándo callarse.Segundo, la mayoría de nosotros está en algún punto entre esos dos extremos y hay mucho

    que podemos aprender para ayudarnos a ser mejores. Ahora siguen varios principios que hetratado de practicar.

    En público, mi primera regla en cuanto a la transparencia es que la autorevelación debetener un propósito. No es sencillamente para “expresarme” . Hay otros momentos apropiadospara hacerlo. El propósito debe ser el de ayudar a los oyentes, no a mí mismo. Toda declaraciónpública debe beneficiarlos a ellos, no a mí.

    A veces es legítimo presentar nuestras luchas a toda la congregación. Al mostrar nuestraspropias luchas, nos identificamos con nuestra gente. Pero la discusión en público de un pecadoo una debilidad no es para mostrar que todos somos iguales. El propósito es dar un modelo de lafe en medio de la lucha.

    Junto con el anuncio de nuestro fracaso debemos expresar con igual intensidad nuestraintención de hacer todo lo que podamos para remediarlo. No sirve de nada ilustrar nuestraimperfección y nada más. La mayoría de nuestra gente ya sabe que somos imperfectos. Lo quenecesita oír es nuestro deseo de honrar a Dios en esta situación.

    Un pastor que conozco ha edificado una iglesia fuerte y vibrante, y uno de sus secretos ha

    sido presentarse ante la congregación como un “compañero en la lucha”. Respeta a la gentelo suficiente como para ser honrado con ella. Se ha atrevido a decir que tiene un compromisoprofundo con Jesucristo y que va a ser honrado en cuanto a la forma de vivirlo. Está dispuesto adecir “síganme” mientras él, que es un ser humano pecador, sigue a Cristo.

    A veces sube al público sin temor y dice que ha estado probando cierto tipo de estudiobíblico pero que no está dándole resultado. Otra vez admite que es difícil mantenerse enoración porque a veces se duerme o la mente se le va por otro lado, pero que está decidido ano darse por vencido y que ha comenzado a notar sus oraciones y hacer una oración corta ybuena antes que una larga e impresionante.

    Ha sido honrado con su gente; ha compartido su lucha. Pero al mismo tiempo ha estadoguiando a su gente, no arrastrándola. Tanto sus palabras como su vida siguen apuntándolahacia Dios, no hacia su pecaminosidad. Siempre reafirma su deseo por una relación más fuertecon Dios.

    Mi segunda regla personal de transparencia es dirigida a la gente a que se fije en Cristo y noen mí mismo. Hace varios años, noté un cambio en la predicación de un pastor amigo mío.Empezó a hablar con lo que yo consideraba ser una franqueza inapropiada acerca de lasexualidad. Cada ilustración del pecado era un pecado sexual. Su tono era muy condenador;

    se percibía muy poco espíritu perdonador.Poco después se descubrió que estaba involucrado en adulterio. Reexaminando suspalabras a la luz de este conocimiento, me doy cuenta que estaba expresando su propianecesidad de purificación y restauración por medio de su dureza. Pero todo lo que habíatrascendido era la condenación.

    A veces nos sentimos obligados a tomar el papel de Cristo. Cuando vemos el pecado en losdemás, lo condenamos o lo perdonamos en vez de dejar que Cristo lo haga.Empezamos a dispensar la gracia en vez de participar de ella.

    Siempre me han intrigado las palabras de Pablo en 2 Corintios 5:19: “Dios estaba en Cristoreconciliando al mundo consigo mismo, no tomándoles en cuenta sus trasgresiones yencomendándonos a nosotros la palabra de la reconciliación.”¡Cuántas veces pensamos que se nos ha encomendado a nosotros  condenar el pecado,predicar en contra del pecado o hasta perdonar los pecados! Pero no es así. Predicamos a

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    Cristo, el cual reconcilia a la gente con Dios. Hay una diferencia entre representar a Cristo ytratar inconscientemente de ser  Cristo.

    Pienso que la gente que representa a Cristo está, en primer lugar, cómoda con la gracia.Está rebosando de gratitud.

    Cuando esta gente ve sus propios pecados, siente el remordimiento adecuado pero no sesiente obligada a encubrirlos. Es la primera en decir que los ve, así como Cristo los ve y eso es loque significa el evangelio ---que Cristo nos ama a pesar de nuestros pecados. Esta gente estáen paz con la gracia.

    Esta actitud afecta la predicación. Significa que no decimos cómo nosotros solucionamoslos problemas de la gente, sino cómo Cristo los resuelve. Conducimos a la gente a Jesucristo, noa nosotros mismos. Si yo me presento como Cristo ---mi tiempo, mi conocimiento, mi empatía, micomprensión, mi honestidad y cualquier otro rasgo noble que puede tener ---y ofrezco eso a la

    gente, no es mucho. Es mal negocio para ella. Cuánto mejor es señalarle a Jesús y dejar que loreciban a él.

    Si estoy conduciendo a la gente a Jesús y  su poder para transformar vidas, puedo serhonrado acerca de la manera en que está él tratando mi imperfección.

    Por último, debemos encontrar otros escapes para aquellas cosas que necesitan serexpresadas pero que no tienen cabida en público ---confidentes, personas que puedenescuchar sin juzgar, personas capaces de respetar y mantener la confidencia de nuestrasconversaciones. En muchas maneras ésta es una de las ayudas más grandes que provee elcónyuge, pero también hacen falta otros confidentes. Este es un tema recurrente del libro y loexploraremos más a fondo en capítulos posteriores.

    Pero ahora dirijámonos a algunos de los dilemas humanos específicos que los pastores han

    identificado en su santo llamado.

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    4  LA SOBRECARGADE RELACIONES

    No es que sea tan difícil tratar a la gente ---todo lo que hace faltaes una paciencia inagotable, una percepción infalible, unaestabilidad nerviosa inalterable, una voluntad inquebrantable, un

     juicio decisivo, un físico inquebrantable, un ánimo incontenible,más un afecto sincero para todas las personas ---y un cúmulo deexperiencia.

    Eric Webter

    Oigamos cómo estos pastores describen su problema común: “Muchas veces es demasiadopara mí tratar de suplir las necesidades de las relaciones del hogar y de la iglesia, aparte de lasdemás responsabilidades de mi cargo.”

    “Soy pastor de una nueva iglesia que está creciendo rápidamente, saliendo de la etapa enque conocía a todos y entrando en la que es imposible tener una relación significativa concada uno. Sin embargo, la gente no está dispuesta a sacrificar esa intimidad de iglesiapequeña, especialmente conmigo. No importa cuánto le dedico a las relaciones nunca llego nisiquiera a acercarme a ponerme al corriente.”

    A un tercer pastor le molesta tratar de ser amigo de todos cuando no puede supliradecuadamente la necesidad de relación de ellos. Lucha con la calidad de las relaciones(discipular) versus la cantidad de relaciones (poder saludar y conocer por nombre a todos; peronada más).

    Estos tres, al igual que la mayoría de los pastores, están angustiosamente conscientes de unode los mayores desafíos del ministerio moderno: la sobrecarga de relaciones.

    Hay tanta gente necesitada que quiere estar con nosotros.Necesita un amigo; necesita consejo; necesita un poco de atención; necesita participarvicariamente en los éxitos ajenos porque siente que no tiene los propios. Mucha de esta genterodea al pastor. Después de un tiempo éste se siente como si estuviera siendo mordisqueadopor mojarritas. Ninguna de estas personas crea una gran demanda por sí sola pero todas juntasrepresentan una sobrecarga.

    Los pastores deben tratar con esta gente y sus necesidades legítimas. El resultado puede serministros agotados y frustrados que sienten que han invertido tiempo y esfuerzo en muchasrelaciones sin mucha satisfacción duradera. A pesar de las muchas horas que invierten en lasrelaciones, los pastores con frecuencia terminan por sentirse culpables por no haber hecho más.

    Por qué hay un problema

    La sobrecarga de relaciones es producto tanto de la naturaleza del papel del pastor comode las necesidades personales del pastor.

    No hay duda que en esta esfera el papel del pastor es mucho más difícil de lo que era

    antes. En siglos pasados la tarea pastoral era mayormente litúrgica. La función primaria eraproclamar los oráculos de Dios. Pero en años recientes, un número cada vez mayor de personasha empezado a dar por sentado que el pastor es su consejero, confidente y amigo personal.

    Hoy el pastor está frente a toda la congregación cada semana y la gente llega a pensarque lo conoce muy bien.Muchos pastores invitan este concepto, proyectándose como animadores, usando anécdotase lustraciones autoreveladoras para enfatizar los puntos del sermón. En contraste con JonathanEdwards, predicador fogoso del siglo dieciocho, que fijaba la vista en el fondo del santuariomientras les advertía a los pecadores que no cayeran en las manos de un Dios airado, lospastores de hoy crean un ambiente de intimidad y aceptación por medio del contacto visual,la sonrisa de reconocimiento y el tono de voz. El servicio fomenta la idea de que en la vidacristiana todos somos hermanos. Además, siguiendo la línea de familiaridad de la sociedadcontemporánea, la mayoría de los pastores se dirige a la gente por el primer nombre, aun a

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    aquélla que sólo conoce superficialmente. Y la gente, a su vez, piensa en el pastor por su primernombre, no por el apellido.

    Yo experimento esto por la emisión del programa de radio Foro Familiar que se transmitetodos los días por todo el país. El formato del programa incluye la lectura de una carta quecomienza con “Querido Jay” y sigue con la descripción de un problema común de familia.Intento dar una respuesta específica y práctica. El resultado aún de esta exposición pocosofisticada es que con frecuencia la gente se me acerca en lugares públicos y comienza acharlar como si fuéramos viejos amigos. Después se detiene, avergonzada, y me dice que sienteque me conoce porque me ha escuchado hablar cientos de veces de cosas que afectan suvida. A veces los escritores obtienen la misma reacción de sus lectores.

    Del mismo modo, la predicación, la enseñanza y el buzón de consultas pueden magnificar elnivel de expectación de la gente que piensa ser amiga íntima del pastor. Bajo estas

    circunstancias, la gente siente que se le ha invitado a acercarse y hablar en cualquier momentosobre cualquier tema, y es inevitable que, a veces, los pastores se enfrenten con la sobrecargade relaciones.

    Conozco a pastores que hablan acerca de la importancia de la intimidad; pero después,cuando se cumple, se quejan de la presión de la multitud. Les recuerdo que no pueden tenerintimidad y privacidad al mismo tiempo. Este sentido de intimidad es parte del contacto tácticodel pastorado moderno. La naturaleza del cargo de hoy requiere cierto nivel de sobrecarga derelaciones. Además acompaña la visibilidad y tenemos que aprender a vivir con ella. En ciertosentido es una señal de que hemos tenido éxito en la creación del ambiente deseado.

    Conozco a otros pastores que dicen sentirse hipócritas si tienen que aparentar estarinteresados en la gente cuando no lo están, así que, en nombre de la honradez se niegan afingir el interés y no intentan relacionarse con las personas. Todos comprendemos esesentimiento, pero yo les recuerdo que a la gente realmente no le interesan nuestros sentimientoshonrados. Quiere ayuda y la quiere ahora. Mi responsabilidad es demostrar interés, no malhumor. La idea de mostrarse irritable si se siente irritable y amable cuando se siente contengosignifica ser esclavo de las emociones en vez de siervo obediente de Cristo. Si noscondicionamos a demostrar interés y nos permitimos una respuesta en simpatía, mi experiencia

    es que Dios provee los sentimientos genuinos.Otra razón para la sobrecarga de relaciones es que a pesar de nuestras quejas, en muchos

    casos nos ayuda a suplir nuestras propias necesidades emocionales. A los pastoresgeneralmente les gusta estar con la gente, ser aceptado por la gente y sentirse necesitado porla gente. Mirando la otra cara de la moneda, muchos de nosotros tememos al rechazo, lo cualcomplica el problema. Nos sentiríamos abandonados si la gente no viniera a nosotros con susproblemas. Así es como nos sentimos divididos entre la sobrecarga de relaciones y nuestranecesidad personal de contacto.

    Una razón final de la sobrecarga de relaciones es que muchos pastores se han dejado llevarpor el énfasis contemporáneo en ser mejores administradores. El enfoque administrativo requiereuna orientación hacia las meta: proyectar los objetivos, fijar un calendario para lograrlos,planear las actividades diarias con los objetivos en mente y ver a la gente como uno de losrecursos para lograrlos.

    Hay pastores que siguen ese programa fielmente. Algunos quieren edificar grandes templos;algunos tienen otras visiones. Pero cualquiera que sea su meta específica, empiezan a ver a lagente como un medio para llegar a un fin determinado.Algunos pastores hasta se refieren a las personas como “unidades donantes” .

    He ido por los apiñados pasillos de grandes templos siguiendo a los miembros del personal, yhe notado que en algunos casos nadie les habla y que ellos, a su vez, no saludan a nadie, nicon un “hola” ni con una inclinación de la cabeza. Por supuesto que esto no es nada raro enedificios grandes donde trabaja mucha gente. Cuando pregunté en voz alta si este estiloimpersonal tenía lugar en la iglesia, se me dijo que la gente sabía que estaban ocupados y noquerían molestar. Puede ser.A lo mejor no se ofende por énfasis en la eficiencia y la funcionalidad; pero, sólo porque elmundo está fragmentado y empobrecido en sus relaciones, ¿tiene la iglesia que estarlotambién?

    Ya sea que los pastores usen una perspectiva administrativa o no, puede ser que un buennúmero de los miembros del consejo lo haga y que quiera aplicar los métodos que usa todos siel pastor les cuenta acerca de la tensión y dice que la gente le ha impedido lograr ciertasmetas dentro de un tiempo especificado, es muy probable que le contesten que va a tener que

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    aprender a manejar su horario mejor y abreviar las consultas porque esa no es la única prioridady que va a tener que aprender a decir que no a la gente.

    Cuando una iglesia adopta este enfoque, la gente y sus problemas se convierten eninterrupciones y distracciones en vez de oportunidades para el ministerio. Algunas iglesias estánbuscando a gente para solucionar sus problemas en alcanzar sus metas; las iglesias puedenhaber perdido de vista la necesidad de servir a las personas que Dios les está trayendo.

    Una cuestión de perspectiva

    Para mi modo de pensar, la clave para tratar la sobrecarga de relaciones es una cuestiónde perspectiva. Depende de cómo se vea la situación.

    Mi perspectiva está moldeada, en primer lugar, por la perspectiva bíblica del valor del serhumano, que la gente es un fin en sí misma, no un medio para algún fin mío.

    Tengo un amigo, traductor bíblico, que se fue a vivir con los indios sudamericanos cofanes,una tribu de sólo seiscientas personas. El hacía sonidos señalaba objetos. Ellos repetían lossonidos. Podemos imaginar esas conversaciones: “Nariz”. “Nariz”. “Oreja”. “Oreja”. “Río”. “Río”.

    Finalmente les enseñó que los sonidos se podían representar en el papel y les enseñó a leer yescribir en su propio idioma. Después tradujo la Biblia a ese idioma.

    ¿Por qué se tomó tanta molestia? Y ¿por qué lo mantienen las iglesias? Después de todo,sólo hay seiscientos de estos indios. ¿Por qué no cargarlos en camiones, enviarlos a Quito,enseñarles español y hacer que manejen taxis? ¿Por qué enviar a un hombre con unaeducación universitaria que cuesta 40.000 dólares y un título posgraduado que vale 20.000dólares para enseñarles a unas pocas personas insignificantes a leer la Palabra de Dios?

    ¿Por qué? Por la clara y distintiva verdad mantenida por la iglesia de Jesucristo que la gentees valiosa para Dios, que cada individuo es eterno y digno de nuestro respeto.

    Al estudiar las Escrituras, noto que aunque Jesús parecía tener ciertos objetivos en mente, sinembargo, vivió casi constantemente respondiendo a necesidades. Es decir, las demandas y lasnecesidades de la gente que lo rodeaba determinaban su agenda. No se proponía un horariopor la mañana para seguirlo indefectiblemente. Vio a la gente y sus necesidades como

    oportunidades para ministrar y eso es lo que hizo.Podemos ver retrospectivamente que Jesús pensaba ir a Jerusalén como meta final. Pero

    momento a momento ministró a los que le rodeaban y a los que encontraba en el camino.Si insistimos en ver el pastorado en términos administrativos, o aumentaremos nuestra frustraciónpor la sobrecarga de relaciones o disminuiremos nuestra efectividad con las personasindividuales.

    Siempre me ha parecido que en cierto sentido debería estar agradecido por la sobrecarga,ya que indica que estoy supliendo una necesidad. El ministro debe ser pastor. Laresponsabilidad del pastor es cuidar a las ovejas. En otras palabras, la gente no es un obstáculoa nuestro trabajo es nuestro trabajo.

    Si el pastor crea un clima en el cual la gente siente que no la quiere, no va a quereraprender de su ejemplo y no va a sentir la libertad de pedir su consejo. ¿Es eso pastorear? Estociertamente limita el ministerio.

    Con todo esto, sin embargo, todavía quedan algunos pasos prácticos que podemos darpara aliviar la sobrecarga de relaciones.

    Más allá de la sobrecarga de relaciones

    Mi primera sugerencia es verificar dónde estoy espiritualmente. He descubierto que cuandome siento especialmente sobrecargado puedo haber dejado que mi vida espiritual se deslice.Sin querer aparentar una piedad excesiva, me doy cuenta que necesito encontrar más tiempopara orar a solas, para meditar en las Escrituras, para estar con Dios y dejarle todas mis cargas.

    Bill Leslie, pastor de LaSalle Street Church en Chicago y uno de los ministros más efectivos denuestra época, cuenta de uno de estos momentos en su ministerio. Se encontró con la madresuperiora de un convento cercano a su iglesia y le dijo que se sentía como una bomba deagua; la gente lo estaba bombeando constantemente y estaba quedándose seco.

    ---Déjeme ver ---dijo ella ---Dice que lo están bombeando. ¿No pidió ser bombeado, usadopor el Señor? ¿No están haciendo justamente lo que pidió que hagan?

    ---Y, sí ---dijo él.

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    ---Bueno, no creo que deba pedir que dejen de bombear. Necesita llevar el caño a unamayor profundidad. Está absorbiendo aire y necesita bajar nuevamente hasta el agua.

    Leslie dijo que su análisis era correcto. De tiempo en tiempo, muchos nos encontramos en lamisma posición. Nosotros también debemos asegurarnos de que el caño esté a unaprofundidad suficiente como para tomar el Agua Viva. De esta manera, la gente no nos agotaa nosotros; nosotros sólo somos el conducto mediante el cual ellos aprovechan los recursos deDios mismo.

    Una segunda sugerencia práctica: aprovechar el tiempo justo después de los cultos. Puedecumplirse una gran porción del ministerio de relaciones en la media hora después de lapredicación al saludar a la gente. Muchos de los que se acercan sólo querrán dar gracias por elmensaje. Otros querrán decir que ese mensaje contestó una necesidad específica; algunosquerrán que se amplíe algún punto en particular; otros querrán preguntar cómo aplicar el

    mensaje a una situación particular que están enfrentando; otros podrán aprovechar elmomento para hablar de un amigo enfermo.

    Yo trato de pasar un momento o dos con cada persona que quiere decir algo; no la apuro.Les escucho detenidamente, mantengo el contacto visual, contesto brevemente y le doy lamano con calidez o la palmeo, puedo crear toda la intimidad que muchos necesitan, apartede un clima en el cual los mensajes futuros pueden ser más efectivos y cambiar vidas.

    También he descubierto que si recuerdo lo suficiente como para hacer una pregunta lapróxima vez que veo a la persona, la afirmo poderosamente. (“¿Cómo le fue esta semana en laaplicación de la idea que conversamos?” “¿Cómo anda del corazón su madre? Manténgameinformado”. “¿Consiguió el empleo que estaba buscando?”) Es sorprendente el impacto quepueden tener estas breves conversaciones.

    Si su memoria no es muy buena en cuanto a los detalles de este tipo de conversación desemana en semana, tengo tres sugerencias. Primero, asegúrese de estar escuchando biencuando la gente habla. Es fácil distraerse en ese ambiente. Concéntrese en oír a la persona queestá en frente de usted.

    En segundo lugar, aprenda un poco más acerca de la familia de la persona. Es más fácilrecordar detalles cuando la persona es más que un nombre.

    Tercero, si todo lo demás falla, tome apuntes inmediatamente después de que se vaya laúltima persona, mientras las conversaciones todavía están frescas en la mente. Ore durante lasemana por esas personas y sus necesidades. Repase los apuntes antes de ir al templo elpróximo domingo.

    Uno de mis mentores es un pionero en el ministerio de Juventud para Cristo, Jack Daniel. Meimpactó en una forma permanente al poner los nombres de adolescentes en fichas. En uncampamento con doscientos muchachos, ponía el nombre de cada uno en una ficha, juntocon algún dato sobre la persona. Toda la semana pasaba los ratos libres agregando apuntes yobservaciones y memorizando los nombres. Cuando terminaba la semana conocía a cada unoy podía decirle algo especial a cada uno. Nunca he visto un ejemplo más poderoso de interésefectivo en la juventud. Después de veinticinco años, he hablado con gente que todavía seemociona porque Jack la conoce por nombre. Esto es el ministerio de relaciones en su mayormanifestación.

    Una tercera sugerencia práctica: trate la mayor cantidad de cosas posibles en el momento.Antes, cuando alguien quería hablarme, yo prometía hacer una cita. En muy poco tiempocada día estaba lleno de una acumulación frustrante de citas pendientes. Por fin decidí hablaren el mismo momento y esto me ha dado buen resultado.

    En dos de cada tres casos, el asunto puede resolverse en un par de minutos, sinacumulación en la agenda. Con frecuencia la persona no necesita más que un poco deatención. A lo mejor quiere decirle que el tío Enrique, por quien la iglesia ha estado orando, estámejor; a lo mejor quiere contarle algo que ella o uno de sus hijos logró; a lo mejor tiene unapregunta que puede ser contestada en el momento.

    En estas situaciones encuentro que la gente está más dispuesta a hablar si me quito el sacoy me apoyo contra una pared, comunicando así mi disponibilidad y atención e invitando a laintimidad. Por otra parte, si necesito cerrar la conversación, el volver a ponerme el sacocomunica sutil y amablemente el mensaje de que es hora de terminar la conversación y seguiradelante.

    Cuando la gente me visita en la oficina, si pienso que la conversación no necesita ser muylarga, me levanto del escritorio y la saludo en la puerta. Es fácil que una conversación dure más

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    de lo necesario si todos se sientan. Es cierto que a veces hace falta una sesión más larga, peroen general se puede tener un mayor control de la duración de las visitas estando de pie.

    Por supuesto que si hace falta una discusión larga, puede hacerse una cita, pero esos casosson menos.

    También he encontrado que el desayuno y el almuerzo son momentos excelentes paraahondar relaciones. Hay cierta magia en la comida y la gente que ayuda a la comunicación.Trato de usar esas dos comidas para el ministerio de relaciones casi todos los días (guardando lacena como tiempo ininterrumpido para la familia). Un amigo mío ha adoptado la costumbre detener dos reuniones-desayunos por día, una a las 6:30 y la otra a las 7:45. No estoy seguro dequerer hacer eso toda la vida, pero no hay duda de que las comidas ofrecen una oportunidadexcelente para consolidar las relaciones.

    Una cuarta sugerencia: cuando es posible, remita a los que vienen por ayuda a otro. Alivia

    el recordar que no se es la única fuente de ayuda. Referir a las personas a otros no sólo previenela sobrecarga de relaciones sino que da mejor ayuda a la gente. Con frecuencia junto apersonas que han tenido experiencias similares.

    Por ejemplo, con permiso previo, he remitido gente a alguien que ha sufrido una bancarrota,a una madre cuya hija soltera quedó encinta, a un hombre maduro que perdió el trabajo: unavariedad de experiencias difíciles que yo mismo no he vivido.

    La iglesia también se fortalece cuando hay más gente que ayuda. Los que ayudancrecerán de manera y a un paso que nunca lograrían de otro modo al retomar su peregrinaje yal reforzar sus soluciones. También aprende el gozo del servicio.

    Durante uno de mis pastorados, un joven de nuestra iglesia fue arrestado por vender drogasy la noticia corrió por toda la congregación. Decidí que era mejor encarar el asuntoabiertamente así que les pregunté a los padres del joven si estarían dispuestos a reunirse conotros padres ya que todos estaban haciendo comentarios y así tendrían la oportunidad deexpresar lo que estaban sintiendo.

    Un grupo de padres de jóvenes se reunieron y cuando oyeron la forma en la cual estapareja había enfrentado su problema pudieron expresar sus propias preocupaciones por sushijos. Después varios de los hombres llamaron al joven que había sido arrestado y le dijeron: “No

    pensamos que eres mala persona. Lo que hiciste está mal pero sabemos que quieres corregirte.Queremos que sepas que eres bienvenido en nuestra casa”. El joven estaba muy agradecidopor ese apoyo.

    Una quinta sugerencia: consígase un pasatiempo o un proyecto que tenga pasos definidoshacia una conclusión. Una de las cosas más agotadora del ministerio es que el trabajo nuncatermina. El discipulado es un proceso continuo. Las necesidades de la gente nunca tiene fin. Lasrelaciones necesitan un mantenimiento permanente.

    Por eso me hizo falta encontrar algo que podía terminar . Para mi la respuesta fue tallarmadera. Me permite trabajar con las manos y es muy diferente de las responsabilidad de micargo. Tengo un tallercito en el sótano donde hago la mayor parte del trabajo pero tambiénpuedo llevar mi proyecto del momento y algunas herramientas cuando viajo. Recientementeme ha dado por hacer señuelos (patos de madera). Mis hijos hacen chistes porque he vuelto alperíodo de cazar patos.Estos no serán gran cosa desde el punto de vista artístico pero son magníficos desde el punto devista terapéutico.

    Por último, quiero sugerir que si la sobrecarga de relaciones y demás demandas lo dejan sinnada de tiempo libre y siente una poderosa necesidad de hacer ejercicios, de dedicarse a un

    pasatiempo, de leer por placer o lo que sea, es prácticamente inevitable buscar un horario quesea inconveniente para los demás. Si quiere correr a las 6 de la mañana, por ejemplo, no habrámuchos que lo interrumpan. Si se está muriendo por leer la nueva novela de su escritor favorito,tendrá pocas llamadas después de la medianoche. Hasta Jesús tenía que levantarse “antesque fuera día” para tener tiempo a solas.

    Por supuesto que va a tener que aprender a arreglárselas con menos de ocho horas desueño, pero es la forma más segura que conozco para encontrar un rato a solas.

    Espero que algunas de estas sugerencias para aminorar la sobrecarga de relaciones sean de

    provecho. Lo mejor es recordar que aunque estas relaciones parecen ser una carga, demuestran

    que está supliéndose una necesidad. Se está cumpliendo con el mandato del pastor, o sea, cuidar

    de la gente. La congregación le está diciendo que se sienten bendecidos al buscarlo. Que el Señor

    añada su propia rica bendición que sólo puede surgir de servirle y de ministrar a otros.

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    5  LA SOBRECARGADE EXPECTATIVAS

    Existe el peligro no sólo de no hacer lo suficiente sino también dehacer demasiado. La vida no es APRA el trabajo, sino el trabajopara la vida, y cuando se lo lleva al extremo de minarla o deabsorberla, no es cuestión de alabanza sino de culpa.

    Ralph TurnbullEl predicador que se poda para complacer los gustos ajenos en

    poco tiempo quedará sin nada que recortar. J. Harold Smith

    No hay duda que las expectativas que rodean al pastor han cambiado dramáticamente enlos últimos años. El predicador americano más conocido del siglo dieciocho probablemente nosobreviviría en el pastorado actual. Un estudioso como Jonathan Edwards no podría atraer alpúblico del siglo veinte. Aparte de un movimiento sobrenatural del Espíritu Santo, la gente no seagolparía para oírlo como lo hacía la de su época. Probablemente estaría enseñando en unseminario.

    Ya no es suficiente que un pastor sea estudioso y expositor Bíblico, que predique losdomingos, que cumpla deberes ceremoniales tales como bautismos, casamientos y funerales.Los pastores de hoy también deben atraer a la gente a la iglesia, administrar un personalpagado o voluntario y aconsejar a individuos en una gama de problemas personales. Y si elpastor puede usar la computadora para proyectar el crecimiento de la iglesia, los niveles deofrenda y la deuda que la iglesia puede asumir, tanto mejor.

    El pastor también debe ser cálido y agradable, creando esa sensación de intimidad quediscutimos en el capítulo anterior. Sea cual fuere el tamaño de la iglesia, la gente que entra porla puerta el domingo quiere que el pastor haga que se sienta querida e importante. Y si nopuede hacer todas esas cosas, la gente se pregunta por qué otros pastores pueden hacerlo y elsuyo no.

    ¿Qué se supone que hace el pastor? Es difícil llegar a un acuerdo o a una definición exactaen cuanto a las expectativas que rodean al pastor. Un pastor dijo: “Llegué a esta iglesia sin másque una carta de invitación que definía mi puesto y mis responsabilidades en unaforma muy general. Intenté clarifica