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c ETICA TONY MIFSUD, S.J. Juan Pablo II en Jornada Mundial de la Paz 1991 Si quieres la paz respeta la conciencia de cada hombre Una presentación y comentario Como ya es tradicional, el Papa Juan Pablo II entregó a comienzos de 1991 su Mensaje para la celebración de la Jornada Mundial de la Paz. Este año presenta el tema del respeto por la conciencia de todo individuo como fundamento de cualquier discurso sobre los derechos humanos. En nuestras culturas modernas, donde existe un creciente pluralismo, su palabra resulta iluminadora. El autor ofrece un resumen del Mensaje Pontificio. E l reconocimiento efectivo y la tutela jurídica de la liber- tad de conciencia es esen- cial para ¡a libertad de todo ser hu- mano. Por tanto, el respeto de la conciencia de cada persona es un fundamento necesario paralapaz en el mundo. Libertad de conciencia y paz La persona no puede ser trata- da como si fuera un objeto, que es movido exclusivamente por fuer- zas ajenas a su control. Por el contrario, ésta, a pesar de su fra- gilidad, es capaz de buscar y de conocer libremente el bien, de detectar y rechazar el mal, de escoger la verdad y de oponerse al error. En efecto. Dios, creando la persona humana, ha inscrito en su corazón una ley que cada uno puede descubrir (cf. Rom. 2, 15), y la conciencia es precisamente la capacidad de discernir y obrar según esta ley, en cuya obedien- cia consiste la dignidad humana (cf. Gaudium et Spes, 16). Ninguna autoridad humana tiene el derecho de intervenir en la concienciade ningún hombre. Sin embargo, no es algo absoluto, si- tuado por encima de la verdad y el error; es más, su naturaleza ínti- ma implica una relación con la verdad objetiva, universal e igual para todos, la cual todos pueden y deben buscar. Todos deben respetar la con- ciencia de cada uno y no tratar de imponer a nadie la propia "ver- dad", respetando el derecho de profesarla, y sin despreciar por ello a quien piensa de modo diverso. La verdad no se impone sino en virtud de sí misma. La verdad absoluta se encuentra sólo en Dios La búsqueda de la verdad se identifica, en el plano objetivo, con la búsqueda de Dios, la Verdad Absoluta. Por tanto, existe una estrecha relación entre la libertad de conciencia y la libertad religio- sa. La negación sistemática de Dios es diametralmente contraria a la libertad de conciencia, como también a la libertad de religión. Formación de la conciencia Todo individuo tiene el grave deber de formar la propia con- ciencia a la luz de la verdad obje- tiva, cuyo conocimiento no es negado a nadie, ni puede ser impedido por nadie. Esta búsque- da sincera de la verdad lleva no sólo a respetar la búsqueda de los demás, sino también el deseo de buscarla juntos. En la importante tarea t de la formación de la conciencia, ¡a fa- milia juega un papel prioritario y los padres son responsables de ayudar a los propios hijos a buscar la verdad y a vivir en conformidad con la misma, a buscar el bien y a fomentarlo. Además, también es funda- mental para la formación de la MENSAJE N g 397. MARZO-ABRIL 1991 71

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  • c ETICA

    TONY MIFSUD, S.J.

    Juan Pablo II en Jornada Mundialde la Paz 1991

    Si quieres la pazrespeta la concienciade cada hombreUna presentacin y comentario

    Como ya es tradicional, el Papa Juan Pablo II entreg acomienzos de 1991 su Mensaje para la celebracin de laJornada Mundial de la Paz. Este ao presenta el tema delrespeto por la conciencia de todo individuo como fundamentode cualquier discurso sobre los derechos humanos. Ennuestras culturas modernas, donde existe un crecientepluralismo, su palabra resulta iluminadora. El autor ofrece unresumen del Mensaje Pontificio.

    E l reconocimiento efectivo yla tutela jurdica de la liber-tad de conciencia es esen-cial para a libertad de todo ser hu-mano. Por tanto, el respeto de laconciencia de cada persona es unfundamento necesario paralapazen el mundo.

    Libertad de concienciay paz

    La persona no puede ser trata-da como si fuera un objeto, que esmovido exclusivamente por fuer-zas ajenas a su control. Por elcontrario, sta, a pesar de su fra-gilidad, es capaz de buscar y deconocer libremente el bien, dedetectar y rechazar el mal, deescoger la verdad y de oponerseal error.

    En efecto. Dios, creando lapersona humana, ha inscrito en su

    corazn una ley que cada unopuede descubrir (cf. Rom. 2, 15),y la conciencia es precisamente lacapacidad de discernir y obrarsegn esta ley, en cuya obedien-cia consiste la dignidad humana(cf. Gaudium et Spes, N 16).

    Ninguna autoridad humanatiene el derecho de intervenir en laconcienciade ningn hombre. Sinembargo, no es algo absoluto, si-tuado por encima de la verdad y elerror; es ms, su naturaleza nti-ma implica una relacin con laverdad objetiva, universal e igualpara todos, la cual todos pueden ydeben buscar.

    Todos deben respetar la con-ciencia de cada uno y no tratar deimponer a nadie la propia "ver-dad", respetando el derecho deprofesarla, y sin despreciar porello a quien piensa de mododiverso. La verdad no se imponesino en virtud de s misma.

    La verdad absoluta seencuentra slo en Dios

    La bsqueda de la verdad seidentifica, en el plano objetivo, conla bsqueda de Dios, la VerdadAbsoluta. Por tanto, existe unaestrecha relacin entre la libertadde conciencia y la libertad religio-sa. La negacin sistemtica deDios es diametralmente contrariaa la libertad de conciencia, comotambin a la libertad de religin.

    Formacin de la concienciaTodo individuo tiene el grave

    deber de formar la propia con-ciencia a la luz de la verdad obje-tiva, cuyo conocimiento no esnegado a nadie, ni puede serimpedido por nadie. Esta bsque-da sincera de la verdad lleva noslo a respetar la bsqueda de losdems, sino tambin el deseo debuscarla juntos.

    En la importante tareat de laformacin de la conciencia, a fa-milia juega un papel prioritario ylos padres son responsables deayudar a los propios hijos a buscarla verdad y a vivir en conformidadcon la misma, a buscar el bien y afomentarlo.

    Adems, tambin es funda-mental para la formacin de la

    MENSAJE Ng397. MARZO-ABRIL 1991 71

  • c ETICA"Aquel que sehace dueo de

    la verdad esarrogante;

    aquel que sedeja aduearpor la verdad

    es dialogante"

    conciencia la es-cuela. La educa-cin nunca esmoralmenie indi-ferente. El modoen que los alum-nos son formadosy educados refle-ja necesariamen-te algunos valo-res, que influyensobre el modocon que ellos seinclinan a com-prender a losdems y a a so-ciedad entera. Laformacin de laconcienciaqueda Icomprometida sifalta una profunda educacin re-ligiosa. Cmo podr un jovencomprender plenamente las exi-gencias de ladignidad humanasinhacer referencia a la fuente deesta dignidad, a Dios Creador?

    Hay que recordar tambin losmedios de comunicacin social.Tales medios constituyen con fre-cuencia la nica fuente de infor-macin para un nmero cada vezmayor de personas. Por tanto,cmo deben ser usados de modoresponsable al servicio de la ver-dad!

    La Intolerancia, una seriaamenaza para la paz

    Una seria amenaza para la pazla representa la intolerancia, quese manifiesta en el rechazo de lalibertad de conciencia de losdems. La intolerancia en la vidapblica no deja espacio a la plura-lidad de las opciones polticas osociales, imponiendo de estamanera a todos una visin unifor-me de la organizacin civil y cultu-ral.

    Por lo que se refiere a la intole-rancia religiosa, no se puede negarque, a pesar de la enseanzaconstante de la Iglesia catlica,segn la cual nadie debe ser obli-gado a creer (cf. Dignitatis Hu-manae, No 12), en el curso de lossiglos_han surgido no pocas difi-cultades y conflictos entre los cris-

    tianos y los miembrosde otras religiones (cf.NostraAetat9,No3).

    La intolerancia reli-giosa va estrecha-mente ligada a laopresin de las mino-ras. Son bastantedelicadas las situacio-nes en las que unanorma especfica-mente religiosa vienea ser, o trata de serlo,ley del Estado, sin quese tenga en debidacuenta la distincinentre las competen-cias de la religin y

    las de la sociedadpoltica. Identificar la

    ley religiosa con la civil puede, dehecho, sofocar la libertad religio-sa e incluso limitar o negar otrosderechos humanos inalienables.

    La intolerancia puede sertambin fruto de un cierto funda-mentalismo. Pormuchaestimaquese tenga a la verdad de la propiareligin, esto no da a ninguna per-sona o grupo el derecho de inten-tar reprimir la libertad de concien-ciadequienes tienen otras convic-ciones religiosas o de inducirlos afalsear su conciencia ofreciendo onegando determinados privilegiosy derechos sociales si cambian lapropia religin.

    Ha de ser reconocido y garan-tizado el derecho insoslayablede seguir la propia conciencia yde profesar y practicar, solos ocomunitariamente, la propia fe,con tal de que no sean violadas lasexigencias del orden pblico.

    La libertad de conciencia, rec-tamente entendida, por su mismanaturaleza est siempre ordena-da a la verdad. Por consiguiente,ella conduce no a la intolerancia,sino a la tolerancia y a la reconci-liacin.

    1.a libertad religiosa, unafuerza para la paz

    La libertad religiosa, exigenciaineludible de la dignidad de cadahombre.es una piedra angular deledificiode los derechos humanos.

    En muchos casos ha sido la fereligiosa la que ha mantenido in-tacta e incluso reforzado la identi-dad de pueblos enteros.

    La fe religiosa es tan impor-tante para los pueblos y los indivi-duos, que en muchos casos seest dispuesto a cualquier sacrifi-cio para salvaguardarla. En efec-to, todo intento de reprimir o elimi-nar lo que ms aprecia una perso-na, corre el riesgo de terminar enrebelin abierta o latente.

    Necesidad de un ordenlegal justo

    La plena proteccin legal dela libertad de conciencia y de reli-gin debe excluir de modo efecti-vo toda forma de coaccin religio-sa, que es un obstculo para tapaz.

    El Estado tiene el deber dereconocer no slo la libertad fun-damental de conciencia, sino depromoverla, pero siempre a la luzde la ley moral natura) y de lasexigencias del bien comn, ade-ms del pleno respeto de la digni-dad de cada hombre.

    La libertad de conciencia nodaderecho a una prctica indiscri-minada de la objecin de concien-cia. Cuando una pretendida liber-tad se transforma en facultad opretexto para limitar los derechosde los dems, e! Estado tiene laobligacin de proteger, aun legal-mente, los derechos inalienablesde sus ciudadanos contra talesabusos.

    Una sociedad y un mundopluralista

    En el mundo actual raramentetoda la poblacin de un pas perte-nece a una misma conviccin reli-giosa o a un mismo grupo tnico ocultural. Las migraciones masi-vas y los movimientos de pobla-cin estn conduciendo en diver-sas partes del mundo a una socie-dad multicultural y multirreligiosa.

    En este contexto, el respeto dela conciencia de todos asume unanueva urgencia y presenta nue-

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  • c ETICAvos desafos a la sociedad en sussectores y estructuras. Es precisouna educacin que preste particu-lar atencin al respeto de la con-ciencia del otro, mediante el cono-cimiento de otras culturas y reli-giones y la adecuada compren-sin de las diversidades existen-tes.

    Qu mejor medio de unidaden ladiversidadqueelesfuerzodetodos en la bsquedacomn de lapaz y en la solidaria afirmacin dela libertad, que ilumina y valora laconciencia de cada uno? Un ver-dadero esfuerzo de inculturacinfavorece tam-bin la com-prensin rec-proca entre lasreligiones.

    El PontificioConsejo para elDilogo nter-Religioso de laSanta Sedetie-ne la finalidadespecfica depromover eldilogo y la co-laboracin conlas dems reli-giones, perosiempre conabsoluta fideli-dad a la identi-dad catlica ycon pleno res-peto a la de losotros.

    Tanto la co-l a b o r a c i ncomo el dilo-go interreligio-so, cuando sedan en un cli-ma de confian-za, de respetoy sinceridad, re-presentan unacontr ibucinpara la paz.Esta bsquedacomn, a la luzde la ley de laconciencia y delos preceptosde la propiareligin, afron-tando tambin

    las causas de las actuales injusti-cias sociales y de las guerras,pondr una base slida para cola-borar en la bsqueda de las solu-ciones necesarias.

    La conciencia y el cristianoAl estar obligados a seguir la

    propia conciencia en la bsquedade la verdad, los discpulos deJesucristo saben que no se debeconfiar slo en la propia capaci-dad de discernimiento moral. LaRevelacin ilumina sus concien-

    cias. Dios no slo ha inscrito la leynatural en el corazn de cada uno(cf. Gaudium et Spes, No 16),sino que ha revelado su ley en laEscritura. En ella se halla la invi-tacin o, ms bien, el mandato deamar a Dios y de observar su ley.

    En la bsqueda de la verdad elcristiano se orienta por la revela-cin divina, que en Cristo estpresente en toda su plenitud.Cristo ha confiado a la Iglesia lamisin de anunciar esta verdad yla Iglesia tiene el deber de serlefiel.

    Elcristiano, ms quecualquier

    La celebracin como el dilogo interreligioso, representan una contribucin para la paz

    MENSAJE N 397. MARZO-ABRIL 1991 73

  • c ETICAotra persona, debe sentirse obli-gado a conformar la propia con-ciencia con la verdad. Cuntodebe desconfiar el cristiano de suimitada luz, cuan dispuesto debeestar tanto a aprender como a serlento en condenar!

    Una de las tentaciones que serepite en cada poca -tambinentreloscristianos- esladeerigir-se en norma de la verdad. En unapoca caracterizada por el indivi-dualismo, esta tentacin puedetener diversas expresiones. Lacontrasea de quien est en laverdad es, sin embargo, amar conhumildad. Asi lo proclama la pala-bra divina: La verdad se realizaen la caridad (cf. Ef. 4, 15).

    Portanto, por la misma verdadque profesamos, estamos llama-dos a promover la unidad y no ladivisin, la reconciliacin y no elodio o la intolerancia. La gratui-dad de nuestro acceso a la verdadconlleva la responsabilidad deproclamar slo aquella verdad queconduce a la libertad y a la pazpara todos: la Verdad encarnadaen Jesucristo.

    Un comentarioEl texto de Juan Pablo II reto-

    ma y actualiza la enseanza delConcilio Vaticano II, que se de-muestra extraordinariamente re-levante pese a los 26 aos trans-curridos.

    El Mensaje Papal, como con-tribucin a la Jornada Mundial dela Paz, deja enseanzas particu-larmente valiosas para el pas. Latransicin a la democracia quevivimos se efecta dentro de unasociedad crecientemente pluralis-ta en cuanto a posiciones polti-cas, valores culturales y creenciasreligiosas. Dems est decir queen una poca de mundializacinde ios medios de comunicacin, lasecularizacin de las sociedadesen el Viejo Mundo y el agnosticis-mo creciente, no deja de tenerrepercusiones en el pas.

    De ah la importancia de estasenseanzas que nos hacen venira lo esencial: la libertad de con-

    ciencia y la bsqueda de la ver-dad. Ellas tienen un efecto libera-dor para los ciudadanos, cristia-nos o no, enfrentados a la incerti-dumbre de una sociedad en pro-funda transformacin.

    La experiencia de fe de! cre-yente consiste bsicamente en unarespuesta a la invitacin ofrecidapor Dios. La fe no se impone sinoque se ofrece en lagratuidaddelallamada.

    En el Evangelio aparece una yotra vez la escena de Jess lla-mando a las personas; algunosaceptan, otros rehusan. Pero Je-ss no se impone porque la expe-riencia del amor requiere de lalibertad para poder tener sentido.Eso s, Jess da muestras de tris-teza cuando su llamado no es co-rrespondido porque es el bien dela persona que peligra.

    El respeto a la libertad de laconciencia significa dejar un es-pacio para que Dios pueda actuaren ella. La Verdad, nos dice JuanPablo II, se realiza en la caridad yse impone por s sola.

    Pero, ms de alguno puedepreguntar, no existe el peligro decaer en un subjetivismo de corteindividualista o un relativismo decorte anrquico?

    La respuesta es negativa por-que no se puede confundir la res-ponsabilidad personal con el sub-jetivismo individualista. Adems,la necesaria bsqueda de la ver-dad, que en ltimo trmino es labsqueda por Dios, implica elesfuerzo honesto de ahondar enel misterio de la vida y en el senti-do ltimo de la existencia.

    Por tanto, el respeto par lalibertad de conciencia presuponela tarea responsable de formarla yel deseo constante de crecer eneste empresa que dura toda unavida. Las enseanzas del Magis-terio de la Iglesia orientan estecaminar porque en ellas se en-cuentran la sabidura de la tradi-cin, la interpretacin autorizadade las Sagradas Escrituras y lapromesa divina de presencia a lolargo de los siglos.

    La fidelidad a la propia con-ciencia ensea a respetar la con-

    ciencia de otro. En libertad unodescubre su camino; en la mismalibertad quiere que el otro descu-bra su camino; la sinceridad de labsqueda har converger loscaminos porque la Verdad es Una,aunque los caminos pueden sermltiples.

    Por tanto, es deber del Estadocrear las condiciones necesariaspara que cada persona y cadagrupo tenga la libertad para formarsu conciencia y expresar sus opi-niones religiosas.

    Evidentemente, la falta derespeto a la dignidad de toda per-sona humana y todo dao al biencomn son la negacin misma deuna conciencia formada. Libertadde conciencia no puede significarirresponsabilidad colectiva porquese construye sobre el respeto a losvalores ticos que son los pilaresde cualquier sociedad.

    En una sociedad donde coe-xisten distintos pensamientossobre la misma realidad, el respe-to por la libertad de concienciaes una condicin indispensablepara una convivencia pacfica ysolidaria.

    La intolerancia de aquel quese cree dueo de la verdad con-trasta cabalmente con el respetode aquel que se sabe discpulo dela verdad. Aquel que se hacedueo de la verdad es arrogante;aquel que se deja aduear por laverdad es dialogante.

    El llamado del Papa a defen-der la libertad de conciencia y lacorrespondiente responsabilidadque tenemos de buscar la verdades particularmente oportuno en elmomento actual. Nadie ignoraque se abren ya debates sobre lajusticia posible frente a los viola-dores de los derechos humanos,el aborto, el divorcio, el modelo dedesarrollo y modernizacin eco-nmica, etc.

    Por lo mismo, el documentocomentado nos recuerda princi-pios fundamentales que nos per-mitirn participar en ese debate ytratar de llegar a un consenso na-cional. La pregunta por el mayorbien debe ser respondida hones-tamente por todos y entre todos.D

    74 MENSAJE NB 397, MARZO-ABRIL 1991