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Sebastian Fitzek - Terapia ()

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suspenso

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  • TTeerraappiiaa SSeebbaassttiiaann FFiittzzeekk

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    SSeebbaassttiiaann FFiittzzeekk

    TTeerraappiiaa

    Josy, la hija de doce aos del conocido psiquiatra Viktor Larenz, desaparece en

    misteriosas circunstancias de la consulta del mdico que la trata de una extraa

    enfermedad. Cuatro aos despus, Viktor, sumido en una profunda tristeza, se

    ha retirado a una remota casa en una isla del Mar del Norte. All lo localiza una

    hermosa desconocida que padece alucinaciones: ve constantemente a una nia

    pequea, una nia que padece una extraa enfermedad y que desaparece de la

    consulta del mdico sin dejar rastro. Viktor inicia entonces un tratamiento con

    la desconocida, pero la terapia se convierte paulatinamente en un dramtico

    interrogatorio Es posible lo inconcebible?

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    Ttulo Original: Die therapie

    Traductor: Saslavsky Niedermann, Irene

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    Guardar silencio sobre lo que, en mi consulta o fuera de ella, vea u oiga, que se

    refiera a la vida de los hombres y que no deba ser divulgado. Mantendr en secreto

    todo lo que pudiera ser vergonzoso si lo supiera la gente.

    Fragmento del juramento hipocrtico

    Dime con quin andas y te dir quin eres.

    Refrn popular

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    PRLOGO

    Pasada media hora, supo que jams volvera a ver a su hija. Ella abri la

    puerta, se volvi a mirarlo y despus entr en la habitacin del anciano. Pero

    estaba seguro de que Josephine, su hijita de doce aos, jams volvera a salir.

    Nunca ms volvera a dedicarle esa sonrisa deslumbrante cuando la llevara a la

    cama. Nunca ms volvera a apagar su lamparita de vivos colores en cuanto ella

    se hubiera dormido. Y sus gritos espantosos en plena noche jams volveran a

    despertarlo.

    La certeza lo golpe con la violencia repentina de un choque frontal.

    Intent ponerse de pie, pero su cuerpo se neg a abandonar la inestable silla

    de plstico. No le habra sorprendido que se le doblaran las rodillas y cayese al

    suelo cuan largo era en el desgastado parquet de la sala de espera, justo entre la

    robusta ama de casa con soriasis y la mesita en la que reposaban nmeros

    atrasados de algunas revistas. Pero la gracia de desmayarse no le fue concedida

    y permaneci consciente.

    LOS PACIENTES NO SERN ATENDIDOS POR TURNO DE LLEGADA SINO SEGN LA

    URGENCIA DE SU DOLENCIA.

    El cartel informativo de la puerta blanca tapizada de cuero que daba a la

    consulta del alerglogo se volvi borroso.

    El doctor Grohlke era un amigo de la familia y el vigsimo segundo al cual

    visitaba. Viktor Larenz haba confeccionado una lista. Los veintin mdicos

    anteriores no haban logrado descubrir nada. Absolutamente nada.

    El primero, un mdico de urgencias, haba acudido el segundo da de las

    vacaciones navideas a la mansin familiar de Schwanenwerder, haca

    exactamente de eso once meses. Al principio haban credo que Josephine

    padeca indigestin por comer fondue. Haba vomitado varias veces durante la

    noche y despus sufrido una diarrea. Isabell, su mujer, llam al servicio de

    urgencias particular y Viktor llev a Josy al saln, con su delicado camisn de

    batista. Al recordarlo an notaba el tacto de sus delgados bracitos: uno

    rodendole el cuello como en busca de ayuda y el otro aferrado a Nepomuk, el

    gato azul, su peluche predilecto. Bajo la mirada severa de los familiares

    presentes, el mdico auscult el delgado trax de la nia, le administr una

    infusin electroltica intravenosa y le recet un remedio homeoptico.

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    Es una pequea infeccin del estmago y del intestino. Hay un brote en la

    ciudad, pero no hay que preocuparse! Se pondr bien.

    Esas haban sido las palabras de despedida del mdico de urgencias. Se

    pondr bien. Haba mentido.

    Viktor se encontraba justo delante de la consulta del doctor Grohlke. Cuando

    trat de abrir la pesada puerta, ni siquiera logr bajar el picaporte. Al principio

    crey que la tensin de las ltimas horas lo haba dejado sin fuerzas, pero

    despus comprendi que la puerta estaba cerrada con llave. Alguien haba

    corrido el pestillo. Qu ocurre aqu?, pens.

    Se volvi bruscamente y fue como si viera lo que lo rodeaba en un

    taumatropo. Su cerebro perciba todas las imgenes de un modo sincrnico: los

    paisajes irlandeses de las paredes, el polvoriento ficus que haba junto a la

    ventana, la seora con soriasis sentada en la silla. Larenz volvi a tirar del

    picaporte una ltima vez y despus sali de la sala de espera arrastrando los

    pies. El pasillo an estaba repleto, como si el doctor Grohlke fuera el nico

    mdico de Berln.

    Viktor se encamin despacio al mostrador de recepcin. Un adolescente que

    sufra un evidente problema de acn solicitaba que le hicieran una receta, pero

    Larenz lo apart rudamente para hablar con la ayudante del mdico. Ya conoca

    a Mara de sus anteriores visitas. Haca media hora, a su llegada a la consulta

    con Josy, Mara todava no estaba. Se alegr de que su sustituto se hubiera

    tomado un descanso o de que su presencia fuera necesaria en otra parte. Mara

    tena unos veinte aos y el aspecto corpulento de una portera de ftbol

    femenino, pero ella tambin tena una hija pequea y le ayudara.

    He de entrar en la consulta y ver a mi hija dijo. Haba alzado la voz sin

    darse cuenta.

    Buenos das, doctor Larenz, me alegro de volver a verlo. Mara reconoci

    al psiquiatra de inmediato. Haca tiempo que no acuda a la consulta, pero en

    numerosas ocasiones haba visto su rostro distinguido en televisin y en las

    revistas. Era un invitado apreciado de los programas de entrevistas, y no slo

    por su apostura y la sencillez con la que explicaba complejos problemas

    mentales de manera que resultaran comprensibles para los profanos. Pero aquel

    da sus palabras eran enigmticas.

    Debo ver a mi hija ahora mismo!

    El muchacho al que haba apartado de un empelln comprendi

    instintivamente que algo iba mal y se apart an ms. Mara tambin titube y

    se esforz por no perder su habitual sonrisa.

    Por desgracia no s de qu me habla, doctor Larenz dijo, y se toc la ceja

    izquierda, donde sola llevar un piercing del que siempre tironeaba cuando se

    pona nerviosa. Pero el doctor Grohlke, su jefe, era un hombre conservador y la

    obligaba a quitarse el imperdible plateado en cuanto llegaban los pacientes.

    Josephine tena cita para hoy?

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    Larenz iba a responder de mala manera pero opt por callar. Claro que tena

    cita. Isabell la haba concertado por telfono y l haba llevado a Josy en coche.

    Como siempre.

    Qu es un alerglogo, papi? le haba preguntado la nia en el trayecto

    . Uno que se encarga del clima?

    No, ratoncito. Eso es un meteorlogo. La haba observado por el

    retrovisor y hubiera querido acariciarle el cabello rubio. Le haba parecido tan

    frgil... como un ngel pintado en papel de seda japons.

    El alerglogo se encarga de tratar a las personas que no deben entrar en

    contacto con ciertos productos, porque de lo contrario se ponen enfermos.

    Como yo?

    Tal vez haba contestado. Ojal, haba pensado. Al menos sera un

    diagnstico, un principio. Entretanto, los inexplicables sntomas de su

    enfermedad afligan a toda la familia. Haca seis meses que Josy haba dejado de

    ir a la escuela. Los espasmos se producan de manera muy repentina e irregular

    e impedan a Josy asistir a clase. Por eso Isabell slo trabajaba media jornada y

    se dedicaba a las clases particulares de Josy. Y Viktor haba cerrado su consulta

    de Friedrichstrasse para poder dedicarse a su hija a todas horas. O, mejor dicho,

    a sus mdicos. Pero pese a las maratonianas consultas mdicas de las semanas

    anteriores, ningn experto de los consultados haba dado con la respuesta. No

    lograban descubrir la causa de los recurrentes ataques febriles de Josy, de las

    constantes infecciones ni de las hemorragias nasales nocturnas. A veces los

    sntomas remitan e incluso desaparecan por completo y la familia recuperaba

    la esperanza. Pero tras una breve pausa todo volva a empezar, por lo general

    con ataques an ms intensos. Hasta el momento, los internistas, los

    hematlogos y los neurlogos haban logrado descartar que se tratara de cncer,

    sida, hepatitis o de cualquier otra enfermedad infecciosa conocida. Incluso

    haban comprobado que no se trataba de malaria.

    Doctor Larenz?

    La voz de Mara volvi a catapultarlo a la realidad y se dio cuenta de que la

    ayudante lo haba estado mirando boquiabierta todo el rato.

    Qu habis hecho con ella? Larenz haba recuperado la voz y ya gritaba.

    Qu quiere decir?

    Con Josy. Qu habis hecho con ella?

    Con los gritos de Larenz las conversaciones de los pacientes que esperaban

    cesaron de golpe. Se notaba que Mara no tena ni idea de cmo resolver la

    situacin. Claro que, dado su trabajo como ayudante del doctor Grohlke, estaba

    acostumbrada a que los pacientes actuaran de un modo extrao. A fin de

    cuentas, no era una consulta particular y haca tiempo que la Uhlandstrasse

    haba dejado de ser una de las ms elegantes de Berln. Desde la cercana

    Litzenburgerstrasse haba una constante afluencia de adictos y prostitutas a las

    salas de espera, y nadie se asombraba cuando, por ejemplo, un demacrado

    chapero con sndrome de abstinencia le gritaba a la enfermera porque no quera

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    que le trataran los eczemas sino que le proporcionaran un remedio que le

    aliviara el dolor.

    Pero ese da se trataba de algo un tanto diferente, puesto que el doctor Viktor

    Larenz no llevaba un mugriento chndal ni una camiseta agujereada. Tampoco

    calzaba zapatillas deportivas viejas ni su rostro estaba lleno de granos

    purulentos y reventados. Al contrario, su aspecto era el de un hombre al cual el

    trmino distinguido le iba como un guante: esbelto, erguido, de hombros

    anchos, frente alta y mentn pronunciado. Aunque haba nacido y se haba

    criado en Berln, la mayora lo tomaba por hansetico. Slo le faltaban las sienes

    plateadas y la nariz clsica. Incluso los rizados cabellos castaos que

    ltimamente llevaba un poco ms largos y la nariz torcida un doloroso

    recuerdo de un accidente de vela contribuan a su aspecto de hombre de

    mundo. Viktor Larenz era un hombre de cuarenta y tres aos cuyo aspecto

    transmita la idea de que sin duda tena pauelos de hilo con iniciales bordadas

    y que nunca llevaba monedas en los bolsillos. Su tez, notablemente plida,

    denunciaba las muchas horas extra realizadas. Y eso era lo que pona en una

    situacin difcil a Mara, porque uno no se espera que un doctor en psiquiatra

    enfundado en un traje a medida de dos mil doscientos euros se ponga a gritar

    en pblico, ni que barbote con voz de falsete palabras incomprensibles. Justo

    por eso Mara no saba qu hacer.

    Viktor?

    Al or la voz profunda, Larenz se volvi. El doctor Grohlke haba odo el

    barullo e interrumpido su consulta. El anciano y delgado mdico de cabello

    rubio arena y ojos hundidos pareca muy preocupado.

    Qu ocurre aqu?

    Dnde est Josy? grit Viktor como nica respuesta, y el doctor Grohlke

    retrocedi un paso, alejndose de su amigo. Haca casi diez aos que conoca a

    la familia pero jams haba visto a Larenz en ese estado.

    Por qu no me acompaas a la consulta, Viktor, y...?

    Larenz no le prest atencin, sino que mantuvo los ojos fijos por encima del

    hombro del mdico. Viendo que la puerta de la consulta haba quedado

    entreabierta, ech a correr, la abri del todo de una patada y la hoja golpe un

    carrito de instrumental y medicamentos. La mujer con soriasis estaba tendida

    en la camilla, desnuda de cintura para arriba, y se asust tanto que olvid

    cubrirse los pechos.

    Qu diablos te ocurre, Viktor? exclam el doctor Grohlke a su espalda.

    Pero Larenz sali precipitadamente de la consulta.

    Josy? grit, y corri hasta el final del pasillo, abriendo todas las

    puertas. Dnde ests, Josy? preguntaba, presa del pnico.

    Por amor de Dios, Viktor! El anciano alerglogo lo sigui, pero Viktor

    no le prest atencin. El miedo le nublaba el cerebro.

    Qu hay ah dentro? vocifer al no poder abrir la ltima puerta situada

    a la izquierda de la sala de espera.

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    Productos de limpieza. Slo productos de limpieza, Viktor. Es nuestro

    trastero.

    Abre la puerta! Viktor tir del picaporte como un demente.

    Escchame...

    ABRE LA PUERTA!

    El doctor Grohlke lo agarr de los antebrazos con fuerza insospechada y lo

    sujet.

    Tranquilzate, Viktor! Y escchame. Tu hija no puede estar ah dentro. Esta

    maana la seora de la limpieza se llev la llave y no regresar hasta maana

    por la maana.

    Larenz respiraba entrecortadamente y escuch las palabras de Grohlke sin

    comprenderlas.

    As que por favor, procedamos con lgica dijo el otro, soltndole los

    brazos y apoyndole una mano en el hombro. Cundo has visto a tu hija por

    ltima vez?

    Hace media hora, aqu, en la sala de espera se oy decir Viktor.

    Despus entr en tu consulta.

    El anciano mdico sacudi la cabeza con aire preocupado y le pregunt algo a

    Mara, que los haba seguido.

    No he visto a Josephine le dijo sta a su jefe. Y hoy no tena cita.

    Tonteras, pens Larenz, y se llev las manos a la cabeza.

    Isabell concert la cita por telfono y Mara no ha podido ver a mi hija,

    claro, porque en recepcin haba un sustituto. Un hombre que nos ha dicho que

    tomramos asiento. Josy estaba muy dbil y cansada. La he dejado en la sala de

    espera para ir a buscar un vaso de agua. Y cuando he vuelto, ella...

    No tenemos sustitutos varones lo interrumpi Grohlke. Aqu slo

    trabajan mujeres.

    Viktor le lanz una mirada perpleja y procur comprender lo que acababa de

    decirle.

    Hoy no he visitado a Josy. No ha venido a la consulta.

    De repente, Larenz oy un sonido cada vez ms penetrante que apagaba las

    palabras del mdico a medida que se aproximaba.

    Qu ests diciendo? exclam desesperado. Claro que ha entrado en la

    consulta. La han llamado. Yo estaba en la habitacin contigua y he odo cmo el

    hombre de la recepcin la llamaba por su nombre. Hoy quera entrar en la

    consulta ella sola, me lo haba pedido. Acaba de cumplir doce aos, sabes?

    Hace poco que tambin cierra la puerta del bao con llave. Y por eso, cuando he

    vuelto a la sala de espera he credo que ya estara en la consulta.

    Viktor abri la boca; de repente se dio cuenta de que no haba pronunciado

    una sola de aquellas palabras. No haba perdido el juicio, pero por lo visto era

    incapaz de articular una sola palabra. Mir en torno como buscando ayuda y

    tuvo la sensacin de ver el mundo en una escena retrospectiva. El sonido

    penetrante aument de intensidad y ahog casi por completo el barullo que lo

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    rodeaba. Era como si todos le hablaran al mismo tiempo: Mara, el doctor

    Grohlke e incluso algunos pacientes.

    Hace un ao que no veo a Josy. sas fueron las ltimas palabras del

    doctor Grohlke que Viktor oy con claridad. Luego todo se volvi muy ntido.

    Durante un instante supo lo que haba ocurrido. La terrible realidad

    relampague, fugaz como un sueo en el momento de despertar, y se

    desvaneci a la misma velocidad. Durante una fraccin de segundo lo

    comprendi todo. La enfermedad de Josy, que la haba afectado tan

    profundamente durante los ltimos meses. De repente entendi lo que haba

    ocurrido. Lo que le haban hecho. Se qued sin respiracin cuando comprendi

    que ahora tambin lo perseguiran a l. Lo encontraran tarde o temprano. Lo

    saba. Pero luego el espantoso descubrimiento se le escap. Desapareci como la

    ltima gota de agua por un desage.

    Viktor se golpe las sienes con ambas manos. El ruido penetrante, espantoso

    y lacerante estaba muy prximo. Se volvi insoportable. Era como el gemido de

    una criatura torturada y casi no pareca humano. Y desapareci cuando, al cabo

    de un buen rato, volvi a cerrar la boca.

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    1

    Hoy, unos aos despus

    Viktor Larenz jams hubiera credo que cambiara de punto de vista. Tiempo

    atrs, la austera habitacin individual de la clnica Weddinger para trastornos

    psicosomticos haba estado a disposicin de sus pacientes ms difciles. Hoy l

    mismo estaba tendido en la cama elevable, con los brazos y las piernas sujetos

    con cintas elsticas grises.

    De momento nadie haba ido a visitarlo, ni sus amigos, ni sus antiguos

    colegas, ni sus parientes. Al margen de clavar la vista en un empapelado

    amarillento de fibra vegetal y dos manchadas cortinas marrones, su nica

    distraccin era la visita del doctor Martin Roth, el joven mdico jefe que lo

    visitaba dos veces al da. Nadie haba solicitado un permiso de visita en la

    clnica psiquitrica, ni siquiera Isabell. Se lo haba dicho el doctor Roth, y Viktor

    no poda echrselo en cara a su mujer. Despus de todo lo ocurrido.

    Cunto hace que han dejado de administrarme la medicacin?

    El mdico jefe estaba comprobando el gota a gota de suero fisiolgico, cuya

    bolsa penda de un pie metlico de tres brazos junto a la cama.

    Hace unas tres semanas, doctor Larenz.

    Viktor agradeci que el hombre an lo llamara por su ttulo. Durante todas

    las conversaciones que haban mantenido en los das pasados, el doctor Roth

    siempre lo haba tratado con el mayor respeto.

    Y cunto hace que he vuelto a reaccionar?

    Nueve das.

    Ya. Viktor hizo una breve pausa. Y cundo me darn el alta?

    Viktor vio que la broma haca sonrer al mdico. Ambos saban que jams le

    daran el alta. En todo caso, nunca lo dejaran salir de una institucin similar

    que no ofreciera las mismas medidas de seguridad.

    Viktor se mir las manos y tir ligeramente de las cintas que lo sujetaban. Por

    lo visto, haban aprendido de sus errores. En cuanto lo haban internado, le

    haban quitado el cinturn y los cordones de los zapatos, e incluso haban

    quitado el espejo del bao. Cuando lo acompaaban al servicio, dos veces al

    da, ni siquiera poda comprobar si su aspecto era realmente tan lamentable

    como supona. Antes siempre lo felicitaban por su aspecto. Llamaba la atencin

    por los hombros anchos, el cabello espeso y su cuerpo atltico, perfecto para un

    hombre de su edad. Quedaba muy poco de todo aquello.

    Sea sincero, doctor Roth. Qu siente cuando me ve tendido aqu?

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    Mientras examinaba la tablilla colgada al pie de la cama, el mdico jefe evit

    el contacto visual directo con Viktor. Era evidente que reflexionaba. Lstima?

    Preocupacin?

    Temor. El doctor Roth opt por la verdad,

    Porque teme que pudiera ocurrirle algo parecido?

    Lo considera egosta de mi parte?

    No. Usted es sincero, y eso me gusta. Es una idea que no debe resultarle

    ajena, dado que tenemos algunas cosas en comn.

    El doctor Roth se limit a asentir con la cabeza.

    Aunque la situacin actual de ambos hombres era muy diferente, algunas

    etapas de su vida haban sido bastante similares. Ambos se haban criado

    siendo hijos nicos muy bien cuidados en uno de los barrios ms aristocrticos

    de Berln. Larenz era el hijo de un abogado de renombre especializado en

    derecho mercantil de Wannsee; el doctor Roth era el protegido retoo de dos

    cirujanos de Westend. Ambos haban estudiado medicina en la Universidad

    Libre de Berln, en Dahlem, y se haban especializado en psiquiatra. Ambos

    haban heredado la mansin familiar de sus padres y una fortuna bastante

    considerable que les hubiera permitido vivir sin trabajar. Sin embargo, debido a

    la casualidad o al destino, ambos se encontraban en el mismo lugar.

    Bien prosigui Viktor. En ese caso, usted considera que existe un

    paralelismo entre nosotros. Qu habra hecho usted en mi situacin?

    Se refiere a si yo hubiera descubierto quin le hizo eso a mi propia hija?

    El doctor Roth haba apuntado su comentario diario en la tablilla y mir a

    Viktor directamente por primera vez.

    S.

    Para ser sincero, no s si hubiera podido superar lo que usted tuvo que

    soportar.

    Viktor solt una carcajada nerviosa.

    No lo soport. He muerto. De la manera ms cruel que usted pueda

    imaginar.

    A lo mejor ahora est dispuesto a contarme todo lo ocurrido. El doctor

    Roth tom asiento al borde de la cama, junto a Larenz.

    Lo ocurrido? Viktor formul la pregunta, aunque conoca la respuesta,

    desde luego. En das anteriores el mdico le haba hecho la misma sugerencia.

    Todo. Toda la historia. Cmo descubri lo que le ocurri a su hija. Qu

    clase de enfermedad sufra. A contarme de que pas, y desde el principio.

    Ya se lo he contado casi todo.

    S. Pero me interesan los detalles. Quiero que vuelva a contrmelo todo con

    exactitud. Sobre todo el final.

    El desastre final, pens Viktor. Inspir profundamente y volvi a fijar la

    mirada en el techo lleno de manchas.

    Ha de saber que durante todos esos aos, tras la desaparicin de Josy,

    consider que no exista nada ms cruel que la ignorancia. Cuatro aos sin

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    [[1133]]

    ninguna pista, sin dar seal de vida. A veces dese que sonara el telfono y nos

    dijeran dnde yaca su cadver. Crea que no haba nada peor que flotar entre la

    suposicin y el saber, pero me equivoqu. Porque sabe lo que es an ms

    espantoso?

    El doctor Roth lo mir inquisitivamente.

    La verdad dijo Viktor, casi en un susurro. La verdad! Creo que me

    top con ella en la consulta del doctor Grohlke, poco despus de la desaparicin

    de Josy. Y era tan horrorosa que prefer no admitirla. Pero despus volv a

    toparme con ella, una vez ms. Y esta vez ya no pude hacer caso omiso de ella,

    porque me persigui, literalmente. De pronto la verdad se enfrent a m y me

    grit a la cara.

    Qu quiere decir?

    Lo que acaba de or. Me encontr frente a la persona responsable de todo

    este desastre y no lo pude soportar. Bien, usted sabe lo que hice en la isla. Y, en

    ltima instancia, adonde me llev.

    La isla dijo el doctor Roth. Parkum, verdad? Por qu estaba all?

    Como psiquiatra, usted debera saber que sa no es la pregunta correcta.

    Viktor sonri. Sin embargo, intentar responderle. Aos despus de la

    desaparicin de Josy, la revista Bunte volvi a pedirme una entrevista en

    exclusiva. De entrada me negu a concedrsela, e Isabell estaba de acuerdo.

    Pero despus consider que las preguntas que me enviaron por fax y por correo

    electrnico podan ayudarme a ordenar mis ideas, a alcanzar la paz. Me

    comprende?

    As que fue a la isla para trabajar en la entrevista?

    S.

    Solo?

    Mi mujer no quera ni poda acompaarme. Tena una importante cita de

    trabajo en Nueva York. Si he de ser sincero, me alegr de estar solo. Tena la

    esperanza de por fin lograr distanciarme lo suficiente en Parkum.

    Lo suficiente para despedirse de su hija.

    Viktor asinti, aunque el doctor Roth no haba planteado una pregunta.

    S, ms o menos. As que me llev al perro hasta el mar del Norte y tom

    un trasbordador hasta Sylt. No poda sospechar la serie de acontecimientos que

    mi viaje desencadenara.

    Cunteme algo ms al respecto. Qu ocurri en Parkum, exactamente?

    Cundo fue la primera vez que comprendi que todo estaba relacionado?

    La inexplicable enfermedad de Josephine. Su desaparicin. La entrevista.

    Bien. Viktor volvi a un lado la cabeza y oy crujir sus vrtebras

    cervicales. Debido a las cintas que lo sujetaban, se era el nico movimiento de

    relajacin que poda realizar. Tom aliento y cerr los ojos. Como siempre, slo

    tard unos segundos en regresar mentalmente a Parkum, a la casa de la playa

    de techo de caas, al lugar donde se haba propuesto volver a poner orden en

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    su vida cuatro aos despus de la tragedia. Donde esperaba distanciarse lo

    suficiente como para volver a empezar. Y donde en cambio lo perdi todo.

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    [[1155]]

    2

    Parkum, cinco das antes de la verdad

    BUNTE: Cmo se sinti inmediatamente despus de la tragedia?

    LARENZ: Estaba muerto. Segua respirando, incluso coma y beba de vez en

    cuando y hasta dorma un par de horas al da. Pero ya no exista. Mor el da que

    desapareci Josephine.

    Viktor clav la mirada en el cursor que parpadeaba detrs del ltimo prrafo.

    Haca siete das que haba llegado a la isla. Haca una semana que se pasaba el

    da ante el viejo escritorio de caoba, intentando responder a la primera pregunta

    de la entrevista. Hasta aquella maana no haba logrado teclear cinco oraciones

    coherentes en su ordenador porttil.

    Muerto, en efecto: era la palabra ms adecuada para describir el estado en

    el que se encontraba en los das y las semanas inmediatamente posteriores.

    Posteriores. Viktor cerr los ojos.

    No recordaba las primeras horas despus de sufrir el choque. No saba con

    quin haba hablado ni dnde haba estado cuando el caos destrua a su familia.

    En aquel entonces, Isabell haba cargado con todo. Fue ella quien revis el

    armario con el fin de informar a la polica acerca de las prendas que llevaba

    Josy, quien quit la foto del lbum familiar para que hubiera una til para la

    bsqueda de la pequea. Y tambin fue ella quien inform a los parientes

    mientras l vagaba sin rumbo por las calles de Berln. El psiquiatra, tan clebre

    y supuestamente tan profesional, haba fracasado en la situacin ms

    trascendente de su vida.

    Y durante los aos siguientes, Isabell tambin haba demostrado ms

    fortaleza que l. Al cabo de tres meses ella volva a trabajar como asesora de

    empresas, pero en cambio Viktor vendi su consulta y a partir de entonces no

    volvi a tratar a ningn paciente.

    De pronto el porttil emiti un pitido de alarma y Viktor se dio cuenta de que

    tena que volver a cargar la batera. El da de su llegada, cuando haba colocado

    el escritorio en la sala con chimenea, delante de la gran ventana con vistas al

    mar, haba comprobado que all no tena enchufe. As que poda contemplar el

    maravilloso panorama invernal del mar del Norte mientras trabajaba, pero cada

    seis horas tena que transportar el ordenador hasta el cargador, que estaba

    encima de una mesita, delante de la chimenea. Viktor guard el documento con

    rapidez antes de que se perdieran los datos.

    Como se perdi Josy.

    Ech un rpido vistazo al mar del Norte, pero enseguida desvi la mirada

    porque el aspecto del ocano era un reflejo de su alma. El viento que silbaba por

  • TTeerraappiiaa SSeebbaassttiiaann FFiittzzeekk

    [[1166]]

    encima del techo de caas e impulsaba las olas transmita un mensaje

    inequvoco. A finales de noviembre el invierno se apresuraba a llegar a la isla

    acompaado de sus amigos, la nieve y el fro.

    Como la muerte, pens Viktor ponindose de pie y llevando el porttil

    hasta la mesa de la chimenea, donde reposaba la batera.

    La casita de dos plantas de la playa haba sido construida a principios de los

    aos veinte del siglo anterior y, desde la muerte de los padres de Viktor, nadie

    se haba encargado de hacer las reparaciones necesarias. Por suerte,

    Halberstaedt, el burgomaestre de la isla, se haba encargado de la instalacin

    elctrica y del generador que haba delante de la casa, as que al menos haba

    luz y la casa estaba caliente. Pero la vieja construccin de madera, que ningn

    miembro de la familia haba visitado durante mucho tiempo, haba sufrido

    bastante. Las paredes, tanto por fuera como por dentro, necesitaban

    imperiosamente una mano de pintura, haca aos que el parquet estaba

    desgastado y en el vestbulo haban tenido que reemplazarlo parcialmente. Y

    las ventanas dobles de madera se haban deformado y dejaban pasar el fro y la

    humedad. Puede que el mobiliario resultara lujoso en los aos ochenta e incluso

    siguiera evidenciando la prosperidad de la familia Larenz. Pero en las lmparas

    Tiffany, el sof y los sillones de piel y las estanteras de teca se haba acumulado

    un exceso de ptina debido al descuido. Haca mucho tiempo que nadie haba

    quitado el polvo.

    Cuatro aos, un mes y dos das.

    A Viktor no le hizo falta echar un vistazo al viejo calendario de la cocina. Lo

    saba. Ese era el tiempo transcurrido desde la ltima vez que haba pisado

    Parkum. Haca mucho que nadie daba una mano de pintura al techo ni tampoco

    a la chimenea tiznada de holln. Pero en aquel entonces otra cosa s que se

    encontraba en buen estado: su vida.

    Porque Josy lo haba acompaado hasta all, pese a que en los ltimos das de

    octubre la enfermedad ya la haba debilitado muchsimo.

    Viktor se sent en el sof de cuero, conect el porttil al cargador y procur

    no pensar en el fin de semana anterior a aquel fatdico da. Pero fue intil.

    Cuatro aos.

    Cuarenta y ocho meses transcurridos sin que Josy diera seales de vida. Pese

    a las numerosas pesquisas y las llamadas a la poblacin de todo el pas a travs

    de los medios de comunicacin. Ni siquiera un programa especial doble de

    televisin aport ningn indicio confiable. Pese a ello, Isabell se neg a que

    dieran por muerta a su nica hija y por ese motivo tambin se haba opuesto a

    la entrevista.

    No hay nada que debas concluir le haba dicho Isabell poco antes de la

    partida.

    Se encontraban en el camino de gravilla delante de su casa y Viktor ya haba

    cargado el equipaje en la Volvo. Tres maletas. Una con su ropa, las otras dos

    repletas de toda la documentacin que haba reunido tras la desaparicin de su

  • TTeerraappiiaa SSeebbaassttiiaann FFiittzzeekk

    [[1177]]

    hija: recortes de diarios, documentos y, por supuesto, los informes de Kai

    Strathmann, el detective privado que haba contratado.

    No hay nada que asimilar ni concluir, Viktor haba insistido. Nada.

    Porque nuestra hija sigue viva. Que lo dejara solo en Parkum se deba

    nicamente a que era consecuente y tambin a que ahora ella tal vez estuviera

    en algn rascacielos de Park Avenue, en Nueva York, participando en una

    reunin de trabajo. Era su manera de distraerse. El trabajo.

    Viktor, sentado en el sof negro, se sobresalt cuando un leo se desplom en

    la chimenea, al igual que Sindbad, que dorma debajo del escritorio y que

    bostez indignado. Haca dos aos, el golden retriever se haba acercado a

    Isabell en el parking de la playa del lago Wannsee.

    Qu ocurrencia es sa? Acaso pretendes reemplazar a Josy con un

    chucho? le haba gritado a su mujer en el vestbulo de la mansin cuando ella

    haba vuelto a casa con el perro. El gritero hizo que el ama de llaves, que estaba

    en la primera planta, desapareciera rpidamente en la habitacin de planchar.

    Qu nombre pretendes que le pongamos a ese animal, Joseph?

    Como siempre, Isabell tampoco se dej provocar en esa situacin, haciendo

    honor a su origen hansetico y al de una de las ms antiguas familias de

    banqueros del norte de Alemania. Slo la mirada de sus ojos de color azul acero

    le revelaron lo que pens en aquel instante: Si hubieras tenido ms cuidado,

    ahora Josy estara aqu con nosotros y podra jugar con este perro.

    Viktor lo comprendi sin que ella tuviera que pronunciar palabra y la irona

    del destino quiso que, desde el primer da, el animal demostrara su preferencia

    por Viktor.

    Fue a la cocina para preparar ms t seguido de Sindbad, que albergaba la

    esperanza de disfrutar de otro almuerzo.

    Olvdalo, compaero. Viktor se dispona darle una palmada amistosa

    cuando not que el perro ergua las orejas. Qu te pasa? Se inclin hacia l

    y entonces tambin lo oy: un ruido metlico, un tintineo que le despert un

    viejo recuerdo. Qu era? Viktor se acerc sigilosamente a la puerta.

    Volvi a orlo, un sonido como de una moneda rascando una piedra. Otra

    vez.

    Viktor contuvo el aliento cuando lo record: era el ruido que sola or cuando

    su padre regresaba de una excursin en velero, el ruido metlico y tintineante

    de una llave contra un tiesto de arcilla. El ruido que su padre haca cuando

    haba olvidado la llave de casa y sacaba la de repuesto, oculta bajo un tiesto de

    flores de la entrada.

    O quiz fuera otra persona?

    Viktor se envar. Alguien estaba en la puerta, alguien que conoca el lugar

    donde sus padres escondan la llave y, al parecer, ese alguien pretenda entrar

    en la casa.

    Con el corazn en un puo, recorri el vestbulo y espi por la mirilla de la

    pesada puerta de roble. Nadie. Iba ya a correr la amarillenta cortina para mirar

  • TTeerraappiiaa SSeebbaassttiiaann FFiittzzeekk

    [[1188]]

    por la ventanita de la derecha de la entrada, pero cambi de idea y volvi a

    espiar por la mirilla. Entonces dio un paso atrs, presa del espanto. Realmente

    haba visto lo que le haba parecido ver?

    Viktor sinti un escalofro, los odos le zumbaban. Estaba completamente

    seguro, no caba duda. Durante una fraccin de segundo haba visto un ojo

    humano que pretenda examinar el interior de la casa de la playa. Un ojo que le

    resultaba conocido, aunque no hubiera podido determinar a quin perteneca.

    Venga, Viktor, contrlate!, pens.

    Inspir profundamente y abri la puerta de golpe.

    Qu desea...? Viktor se interrumpi y no termin la frase que pretenda

    gritar a la cara del desconocido en el umbral, para darle un buen susto. Porque

    all no haba nadie. Ni en la terraza de madera ni en el sendero que conduca a

    la puerta del jardn, situada a unos seis metros de distancia. Viktor baj los

    cinco peldaos que daban al jardn para examinar la parte inferior de la terraza.

    De nio siempre se esconda all cuando jugaba con los chicos del vecindario.

    Pero slo haba algunas hojas marchitas arrastradas por el viento e iluminadas

    por la tenue luz del atardecer, sin nadie que perturbara su tranquilidad.

    Viktor se estremeci y se frot las manos. Despus volvi a subir los

    peldaos. El viento haba entrecerrado la pesada puerta de roble y tuvo que

    hacer un esfuerzo para abrirla contra la corriente. Cuando casi lo haba logrado,

    se detuvo.

    El ruido. Volvi a orlo, un poco menos metlico y ms agudo, pero se repiti.

    Y esta vez no provena del exterior sino del saln.

    Quienquiera que pretenda llamar su atencin no se encontraba delante de la

    puerta. Ya estaba dentro de la casa.

  • TTeerraappiiaa SSeebbaassttiiaann FFiittzzeekk

    [[1199]]

    3

    Viktor recorri lentamente el pasillo que daba al saln, buscando un objeto

    que le sirviera de arma.

    Sindbad no sera de gran ayuda. El retriever senta tanta pasin por los

    humanos que hubiera invitado a un ladrn a jugar con l en vez de atacarlo. Y

    adems el perro era demasiado perezoso para tomar nota de la presencia de un

    extrao y por lo visto haba regresado al saln mientras su amo comprobaba

    que todo estuviera en orden.

    Quin anda ah?

    No hubo respuesta.

    Viktor record que desde 1964 no se haba cometido ningn delito en la isla,

    y que aquel acontecimiento no haba pasado de ser una inofensiva pelea en una

    hostera. Pero eso no lo tranquiliz demasiado.

    Hola? Hay alguien ah? pregunt, conteniendo el aliento mientras

    cruzaba sigilosamente el vestbulo hacia la sala de la chimenea. Aunque

    procuraba no hacer ruido, el viejo parquet cruja a cada paso que daba, y

    tambin rechinaban las suelas de sus zapatos.

    Por qu avanzo sigilosamente si al mismo tiempo hablo en voz alta?, se

    pregunt. Cuando estaba a punto de accionar el picaporte de la puerta del

    saln, sta se abri y el susto lo dej mudo.

    Cuando la vio no supo si sentirse aliviado o enfadarse. Aliviado porque la

    intrusa era una mujer bonita y delicada y no un rudo asaltante. O enfadado

    porque haba osado irrumpir en su casa a plena luz del da.

    Cmo ha logrado entrar? pregunt. La mujer rubia, de pie en el umbral

    entre el pasillo y el saln, no pareca avergonzada ni insegura.

    La puerta que da a la playa estaba abierta cuando he llamado. Lamento

    haberlo molestado.

    Molestado? El miedo haba dejado de paralizarlo y Viktor, tratando de

    recuperar el control, le grit: No me ha molestado, me ha dado un susto de

    muerte!

    Pues lo siento mu...

    Y adems est mintiendo. La interrumpi, apartndola y entrando al

    saln. No he abierto la puerta trasera desde mi llegada a la isla. Aunque

    tampoco comprob si estaba cerrada con llave, pero no tengo por qu

    decrtelo, pens Viktor, acercndose al escritorio y contemplando a su no

    invitada. Aunque estaba seguro de no haberla visto nunca, algo en su aspecto le

    resultaba familiar. Meda alrededor de un metro sesenta y cinco, con el cabello

    rubio en una trenza sobre el hombro, y era muy delgada. Pero pese a su

    delgadez no pareca andrgina: lo impedan las generosas caderas y los pechos

  • TTeerraappiiaa SSeebbaassttiiaann FFiittzzeekk

    [[2200]]

    turgentes que se destacaban debajo de su ropa. Con aquel cutis plido y

    aristocrtico y los dientes blanqusimos ms bien pareca una modelo. Sin

    embargo, no era lo bastante alta para serlo. De lo contrario, Viktor hubiese

    sospechado que se haba perdido en la isla y que a continuacin le preguntara

    cmo llegar a la playa, donde tena que actuar en la filmacin de un anuncio

    televisivo.

    No miento, doctor Larenz. Jams he dicho una mentira y no empezar a

    hacerlo aqu, en su casa.

    Viktor se pas la mano por el pelo, tratando de poner orden en sus ideas.

    Era real lo que estaba ocurriendo? Que una mujer irrumpiera en su casa, le

    diera un susto de muerte y encima pretendiera iniciar una discusin con l?

    Oiga, quienquiera que sea usted, vyase de mi casa, ahora mismo! Quiero

    decir... Viktor volvi a contemplarla. Quin es usted?

    Not que le resultaba imposible juzgar su edad. Pareca joven y sus rasgos

    perfectos correspondan a alguien de veintitantos aos, pero iba vestida como

    una mujer mayor.

    Llevaba un abrigo negro de cachemira hasta las rodillas y un traje Chanel

    rosa, guantes negros de cabritilla, bolso de diseo... Pero, sobre todo, el perfume

    era propio de una mujer de la edad de Isabell. Y tambin su manera elegante de

    expresarse confirmaba que ya haba cumplido los treinta.

    Adems, debe de ser sorda, pens Viktor, porque sus palabras no parecan

    afectarla y segua en el umbral, muda y observndolo atentamente.

    Vale, da igual. Me ha dado un susto de muerte y ahora le ruego que salga

    por la puerta principal y no vuelva a pisar mi casa, nunca. Estoy trabajando y

    no quiero que me molesten.

    Cuando la mujer se acerc a l, Viktor se sobresalt.

    De verdad no quiere saber a qu he venido, doctor Larenz? Pretende

    echarme sin averiguar el motivo de mi visita?

    S.

    Acaso no quiere saber qu hace una mujer como yo en esta isla dejada de

    la mano de Dios?

    No.

    O tal vez s?

    Viktor not que recuperaba la curiosidad tanto tiempo perdida.

    As que le resulta indiferente cmo he sabido que usted se encontraba

    aqu?

    S.

    No le creo, doctor Larenz. Confe en m. Lo que quiero decirle le resultar

    muy interesante.

    Que confe en usted? Que confe en alguien que irrumpe en mi casa?

    No. Lo que quiero es que me escuche. Mi caso es...

    Su caso me da igual la interrumpi Viktor en tono grosero. Si usted

    sabe lo que me ha ocurrido, molestarme aqu es una desvergenza.

  • TTeerraappiiaa SSeebbaassttiiaann FFiittzzeekk

    [[2211]]

    No tengo ni idea de lo que le ha ocurrido, doctor Larenz.

    Cmo dice? Viktor no saba qu le produca mayor asombro, si estar

    discutiendo con una perfecta desconocida o que sus palabras sonaran tan

    sinceras. En ese caso, hace cuatro aos que no lee los peridicos.

    Pues s respondi ella.

    El desconcierto de Viktor aumentaba con cada minuto que pasaba, al igual

    que su inters por la hermosa desconocida.

    En fin, sea como sea, yo ya no trabajo. Hace dos' aos que vend mi

    consulta...

    Al profesor Van Druisen. Lo s. He ido a verlo. l me envi aqu.

    Que l hizo qu? pregunt Viktor; estaba perplejo y su inters aument

    an ms.

    Bien, no me envi directamente. El profesor Van Druisen slo dijo que sera

    mejor que usted se encargara de mi caso personalmente. Y si he de ser sincera,

    eso es tambin lo que yo deseo.

    Viktor sacudi la cabeza. Pretenda hacerle creer que su antiguo mentor le

    haba dado su direccin, la de la isla? No lo crea posible, sobre todo porque

    Van Druisen saba que su estado de nimo le impeda tratar a una paciente.

    Menos todava all, en Parkum. Pero eso lo aclarara ms adelante.

    De momento tena que ingenirselas para deshacerse de aquella mujer y

    recuperar la tranquilidad.

    Debo rogarle una vez ms que se marche. Slo est perdiendo el tiempo.

    No hubo ninguna reaccin.

    Poco a poco, su temor inicial se convirti en cansancio y barrunt que

    acababa de ocurrir lo que ms temor le infunda: que all tampoco lograra

    encontrarse a s mismo. Los fantasmas no lo dejaban en paz, ni siquiera en

    Parkum, tanto los de los muertos como los de los vivos.

    Doctor Larenz. S que en ningn caso desea ser molestado. Esta maana un

    tal Patrick Halberstroem me ha trado hasta aqu e incluso antes de que pudiera

    bajar de su barco de pesca me ha informado acerca de usted.

    Se llama Halberstaedt la corrigi Viktor. Es el burgomaestre.

    S, el hombre ms importante de la isla. Despus de usted. Eso tambin lo

    ha dejado claro. Y seguir su consejo y alejar mi bonito culo lo antes posible

    de Parkum en cuanto haya hablado con usted.

    Eso dijo?

    S. Pero slo lo har si usted me concede cinco minutos y despus me lo

    dice a la cara.

    Qu?

    Que usted no desea tratarme.

    No dispongo de tiempo para tratarla dijo l en tono escasamente

    convincente. Mrchese, por favor.

  • TTeerraappiiaa SSeebbaassttiiaann FFiittzzeekk

    [[2222]]

    S, lo har. Se lo prometo. Pero primero quiero contarle una historia. Mi

    historia. Crame, slo sern cinco minutos y no se arrepentir de habrmelos

    concedido.

    Viktor titube. La curiosidad superaba cualquier otro sentimiento. Adems,

    su tranquilidad ya se haba visto interrumpida y no le quedaban fuerzas para

    seguir discutiendo.

    No muerdo, doctor Larenz dijo ella con una sonrisa.

    Cuando dio otro paso hacia l, el parquet volvi a crujir bajo sus pies y oli

    su caro perfume: Opium.

    Slo cinco minutos?

    Se lo prometo!

    l se encogi de hombros. Tras la interrupcin, tanto daban un par de

    minutos, y si la echaba quiz se pasara todo el da caminando arriba y abajo

    delante de su casa y l ya no podra volver a concentrarse.

    Vale, de acuerdo dijo, echando un vistazo al reloj. Cinco minutos.

  • TTeerraappiiaa SSeebbaassttiiaann FFiittzzeekk

    [[2233]]

    4

    Viktor se acerc a la chimenea, en cuya repisa reposaba una vieja tetera de

    porcelana de Meissen encima de un calientaplatos. Al notar que ella lo

    observaba con mucha atencin, hizo un esfuerzo y se oblig a recordar sus

    buenos modales.

    Le apetece una taza de t? Estaba a punto de prepararlo.

    La mujer neg con la cabeza, sonriendo.

    No, gracias. No quiero que me lo descuente del tiempo del que dispongo.

    Bien, entonces al menos qutese el abrigo y tome asiento dijo. Apart un

    montn de viejos peridicos de uno de los sillones de cuero que formaba parte

    del anticuado tresillo. Haca aos que su padre los haba dispuesto de modo

    que uno disfrutara tanto de la chimenea como del panorama del mar en cuanto

    se instalaba cmodamente con un buen libro.

    Viktor quit algunas cosas del escritorio y contempl a la bella forastera, que

    tom asiento sin quitarse el abrigo de cachemira.

    Durante unos instantes rein el silencio y se oan las olas que rompan en la

    orilla y despus volvan a retirarse.

    Viktor ech otro vistazo al reloj.

    Bien, seora... esto... cmo se llama usted?

    Me llamo Anna Spiegel. Soy escritora.

    Deberla conocerla?

    Spiegel,[1] curioso apellido para una escritora, pens.

    Slo si tuviera entre seis y trece aos y le gustaran los libros para nios.

    Tiene hijos?

    S. Es decir... El dolor fue breve e intenso, al igual que su respuesta. Vio

    que ella diriga la mirada a la repisa de la chimenea buscando fotos de familia y

    le hizo otra pregunta para no tener que darle una explicacin.

    Hace aos que no lee los peridicos.

    Habla alemn sin acento. De dnde es oriunda?

    De Berln. Berlinesa de pura cepa, por as decir. Aunque mis libros tienen

    xito sobre todo en el extranjero, principalmente en Japn. Pero hace tiempo

    que ya no.

    Por qu?

    Porque hace aos que no publico ninguno.

    Viktor no se haba dado cuenta de que la conversacin haba adoptado la

    tpica forma de pregunta y respuesta, siguiendo el juego que antes se

    desarrollaba entre l y sus pacientes.

    Cunto hace que no publica nada?

  • TTeerraappiiaa SSeebbaassttiiaann FFiittzzeekk

    [[2244]]

    Unos cinco aos. Mi ltima obra volva a ser un libro infantil. Cre que sera

    el mejor que he escrito, lo senta con cada lnea que escriba, pero nunca logr

    llegar ms all de los dos primeros captulos.

    Por qu?

    Porque mi estado de salud empeor de manera repentina. Tuve que ir al

    hospital.

    Por qu?

    Me parece que hasta el da de hoy siguen sin saberlo en la clnica Park.

    Estuvo en la clnica Park? En Dahlem? Viktor la mir, asombrado. No

    haba contado con que la conversacin diera ese giro. Por una parte, ahora saba

    que ella deba de ser una autora muy prspera, puesto que poda permitirse la

    estancia en una clnica tan cara como sa. Por otra, que deba de padecer una

    enfermedad realmente grave, puesto que la exclusiva clnica privada no se

    especializaba en tratar las dolencias habituales, como el alcoholismo o la

    drogodependencia, sino los trastornos psquicos severos. Antes de su colapso,

    l mismo haba sido consultado numerosas veces como destacado experto y

    poda confirmar la excelente fama de esa institucin. Gracias a la colaboracin

    de los profesionales ms importantes del pas y de los mtodos de tratamiento

    ms modernos, en muchos casos la clnica privada berlinesa haba logrado

    resultados espectaculares. Cierto que hasta el momento jams se haba topado

    personalmente con un paciente que abandonara la clnica en un estado mental

    tan preclaro como el de Anna Spiegel, ahora sentada en su casa de la playa.

    Cunto tiempo permaneci all?

    Cuarenta y siete meses.

    Viktor se qued sin habla. Tanto tiempo? O menta ms que hablaba o bien

    estaba realmente enferma. A lo mejor se trataba de ambas cosas.

    Me encerraron durante casi cuatro aos en una habitacin y me atiborraron

    de pldoras hasta tal punto que no saba quin era ni dnde estaba.

    Cul era el diagnstico?

    Su especialidad, doctor Larenz. Por eso he acudido a usted. Sufro

    esquizofrenia.

    Viktor se haba repantigado en su silln y la escuchaba con atencin. Era un

    experto en esquizofrenia. Al menos lo haba sido.

    Por qu la internaron?

    Llam por telfono al doctor Malzius.

    As que usted le solicit al director de la institucin que la internara?

    S, claro. La clnica goza de una fama excelente. Y no conoca a nadie ms

    que pudiera ayudarme. Hace slo unos das que usted me fue recomendado.

    Quin le habl de m?

    Un joven mdico de la clnica. Fue quien se encarg de que dejaran de

    administrarme medicamentos para que pudiera volver a pensar con claridad.

    Tambin fue l quien me dijo que usted era el ms indicado para tratar mi caso.

    Qu remedios le administraron?

  • TTeerraappiiaa SSeebbaassttiiaann FFiittzzeekk

    [[2255]]

    De todo. Truxal, Fluspi. Sobre todo Flupentixol.

    Neurolpticos clsicos. En todo caso, un tratamiento adecuado, pens

    Viktor.

    Y no le fueron de ayuda?

    No. A partir del da de mi ingreso los sntomas fueron de mal en peor.

    Cuando por fin dejaron de administrarme los medicamentos tard semanas en

    recuperarme. Considero que es prueba suficiente para demostrar que, dado el

    tipo especial de esquizofrenia que sufro, un tratamiento farmacolgico queda

    descartado.

    Qu hace que su tipo de esquizofrenia sea tan especial, seora Spiegel?

    Soy escritora.

    S, ya me lo ha dicho.

    Intentar explicrselo lo mejor posible mediante un ejemplo.

    Por primera vez, Anna no lo mir directamente sino que clav la vista en un

    punto imaginario detrs de su espalda. En su consulta de la Friedrichstrasse de

    Berln, Viktor haba renunciado al divn freudiano, optando por hablar con sus

    pacientes cara a cara. Por eso no era la primera vez que observaba dicha actitud.

    Los pacientes desviaban la mirada de la suya en cuanto se ponan tensos y

    queran describir un acontecimiento importante con la mayor precisin. O

    cuando mentan.

    Mi primer intento como escritora fue escribir un relato corto. Lo escrib a

    los trece aos, para un concurso escolar organizado por el Senado de Berln. El

    tema era el sentido de la vida y mi cuento versaba sobre varios jvenes que

    ponen en marcha un experimento cientfico. Acababa de entregar el manuscrito

    cuando algo ocurri, al da siguiente.

    Qu?

    Mi mejor amiga celebraba su decimocuarto cumpleaos en la sala de fiestas

    del hotel Vier Jahreszeiten, en Grunewald. Yo, para ir al bao, tuve que cruzar

    el vestbulo del hotel. De repente, ella estaba all, justo delante de la recepcin.

    Quin?

    Julia.

    Quin es Julia?

    Ella. Julia. Una de las mujeres de mi relato corto, el personaje principal de

    la primera secuencia.

    Se refiere a que vio una mujer parecida a la de su redaccin escolar?

    No. Anna sacudi la cabeza. No una mujer parecida a ella. Era

    exactamente ella.

    Cmo se dio cuenta?

    Porque esa mujer dijo literalmente lo que yo le haba hecho decir en la

    primera escena del cuento.

    Qu?

    Anna baj la voz y volvi a mirarlo a los ojos.

  • TTeerraappiiaa SSeebbaassttiiaann FFiittzzeekk

    [[2266]]

    Julia se inclin por encima del mostrador y le dijo al recepcionista: Oye,

    monada, me dars una habitacin bonita si soy muy amable contigo?

    Viktor sostuvo su mirada.

    Alguna vez se ha preguntado si no pudo tratarse de una casualidad?

    S, me lo pregunt durante mucho tiempo. Slo que me costaba creer que se

    tratara de una casualidad, puesto que despus Julia hizo exactamente lo que

    escrib en mi relato.

    Qu hizo?

    Se meti una pistola en la boca y apret el gatillo.

    Viktor la contemplaba horrorizado.

    Eso es...

    Una broma? No, por desgracia. La mujer de la recepcin fue el principio

    de una pesadilla en la que estoy atrapada desde hace casi veinte aos. A veces

    ms, a veces menos, doctor Larenz. Soy escritora, y sa es mi maldicin.

    Viktor casi podra haber imitado el movimiento de sus labios, tan seguro

    estaba de cules seran sus prximas palabras.

    A partir de esa historia, todos los personajes que imagino se vuelven reales.

    Puedo verlos, observarlos y a veces incluso hablar con ellos. Me los imagino e

    inmediatamente despus aparecen en mi vida. sa es mi enfermedad, doctor

    Larenz. se es mi problema. sa es la peculiaridad de mi supuesta

    esquizofrenia dijo Anna, inclinndose hacia delante. Por eso estoy aqu, con

    usted. As que...

    Viktor la mir, y al principio no dijo nada. Sus pensamientos se

    arremolinaban. Sus emociones luchaban entre s.

    Y bien, doctor Larenz?

    Y bien, qu?

    Est interesado? Me tratar, ahora que ya estoy aqu?

    Viktor ech un vistazo a su reloj. Los cinco minutos haban transcurrido.

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    [[2277]]

    5

    Al repasar lo ocurrido, Viktor decidi que estaba en lo cierto. Si hubiera

    prestado ms atencin durante el primer encuentro e interpretado los indicios

    de un modo correcto, se habra dado cuenta mucho antes de que algo no

    encajaba. En absoluto. Pero en ese caso, quizs el desastre hubiera ocurrido an

    ms rpidamente.

    En todo caso, Anna haba logrado su objetivo. Haba irrumpido en su casa y a

    todas luces haba logrado sorprenderlo. Su historia le resultaba interesante. Era

    tan extraordinaria que durante cinco minutos dej de pensar en s mismo y en

    sus propios problemas. Sin embargo, aunque disfrut de ese estado casi

    despreocupado, no quera tratarla. Despus de una discusin breve pero

    intensa, ella accedi a embarcarse en el transbordador que zarpaba al da

    siguiente por la maana, a abandonar la isla y volver a consultar al profesor

    Van Druisen.

    Tengo mis motivos dijo en tono seco, cuando ella le pregunt por qu no

    poda quedarse, y uno de ellos es que hace cuatro aos que no practico mi

    profesin.

    No habr olvidado su oficio.

    No se trata de eso...'

    As que se niega...

    S, pens Viktor, pero algo impidi que le hablara de Josy a esa mujer. Si

    era verdad que mientras haba permanecido en la clnica Anna no haba odo

    hablar de la tragedia, no sera precisamente l quien la pusiera al corriente.

    Considero que sera una gran negligencia iniciar un tratamiento de un caso

    tan complejo como el suyo sin la necesaria preparacin y fuera de una consulta.

    Preparacin? Venga ya. Se trata de su especialidad, no? Si me hubieran

    enviado a su consulta de la Friedrichstrasse, qu habra sido lo primero que me

    hubiera preguntado?

    El torpe intento de engaarlo le hizo sonrer.

    Le hubiera preguntado cundo fue la primera vez que tuvo una

    alucinacin, pero...

    Mucho antes de lo del hotel lo interrumpi. En el Vier Jahreszeiten el

    ataque de esquizofrenia fue tan... Intent encontrar la palabra adecuada.

    Real. Tan ntido. Nunca haba tenido una percepcin sensorial tan viva como

    sa. Vi a la mujer, o el disparo y vi cmo sus sesos se desparramaban por

    encima del mostrador. Y fue la primera vez que se trataba de un personaje de

    una historia creada por m. Claro que tambin hubo algunos presagios, al igual

    que en el caso de la mayora de los esquizofrnicos.

  • TTeerraappiiaa SSeebbaassttiiaann FFiittzzeekk

    [[2288]]

    Cules? Viktor decidi concederle cinco minutos ms antes de que se

    marchara. Para siempre.

    Bien, por dnde empiezo? Creo que la historia de mi enfermedad se

    remonta a mi ms temprana infancia.

    El aguard a que prosiguiera y bebi otro sorbo de t, que entretanto se haba

    enfriado y estaba amargo.

    Mi padre era un militar estadounidense. Se qued en Berln con los aliados

    y en aquel entonces trabajaba como moderador radiofnico en la American

    Forces NetWork. Era una especie de celebridad berlinesa y un donjun de

    primera. Por fin, una de las rubias a las que haba seducido en la habitacin de

    atrs del casino militar, se qued embarazada. Se llamaba Laura, era una

    berlinesa de pura cepa y era mi madre.

    Ya. Por qu habla de su padre en pasado?

    Muri en un trgico accidente cuando yo tena ocho aos. Por cierto, el

    profesor Malzius consideraba que se fue el primer acontecimiento traumtico

    de mi vida.

    Cmo fue ese accidente?

    Lo operaron de apendicitis en un hospital militar y olvidaron ponerle las

    medias elsticas antes de la operacin. La trombosis result mortal.

    Lo siento. Las desgracias de los pacientes y sus familiares a causa de la

    negligencia de los mdicos ineptos siempre le indignaban. Cul fue su

    reaccin al enterarse de la muerte de su padre?

    No muy buena. Vivamos en una casa adosada, cerca de Andrew Barracks,

    en el sector estadounidense de Steglitz. Tenamos un perrito mestizo llamado

    Terry que encontramos en la calle. Mi padre lo detestaba, y por eso casi siempre

    estaba atado en la parte de atrs de la casa, a la que nunca poda entrar. Cuando

    mi madre me dijo que mi padre haba muerto, sal al jardn y empec a golpear

    al perro con uno de los bates de bisbol de mi padre, uno de esos pesados con

    ncleo de hierro. Como la correa que lo sujetaba era muy corta, Terry no pudo

    esquivar los golpes, por no hablar de huir. Primero se le doblaron las patas y se

    agach, pero yo segu golpendolo. Era una nia pequea de ocho aos, pero

    invadida por la clera tena la fuerza de una posesa. En algn momento, tras

    asestarle el dcimo golpe, le romp el espinazo y ya no se movi. Aullaba

    espantosamente, pero segu golpendolo hasta que la sangre brot de su boca y

    ya slo era un guiapo inerte.

    Viktor procur no contemplarla con repugnancia y pregunt:

    Por qu lo hizo?

    Porque, a excepcin de mi padre, Terry era lo que ms haba amado en esta

    vida. Mi enajenacin infantil me hizo creer que, si me haban quitado lo que

    ms amaba, entonces lo que amaba en segundo lugar tampoco tena derecho a

    seguir viviendo. Estaba furiosa porque Terry todava estaba vivo y mi padre no.

    Una experiencia terrible.

    S, lo es. Pero an ignora el porqu.

  • TTeerraappiiaa SSeebbaassttiiaann FFiittzzeekk

    [[2299]]

    Qu quiere decir?

    Todava no sabe toda la historia, doctor Larenz. Lo realmente horroroso de

    este acontecimiento no es la muerte de mi padre ni que torturara a un perrito

    inocente hasta la muerte.

    Entonces qu?

    Lo realmente espantoso es que ese perro jams existi. Terry no existi. En

    cierta ocasin recogimos un gato, pero ningn perro. Y aunque el pequeo

    cuerpo destrozado de Terry me sigue persiguiendo en sueos, s perfectamente

    que ese acontecimiento slo es producto de mi fantasa enfermiza.

    Cundo se dio cuenta?

    Oh, eso me llev bastante tiempo. No habl de ello hasta que inici mi

    primer tratamiento teraputico. En aquel entonces tena dieciocho o diecinueve

    aos. Antes no haba podido confiar en nadie. A quin le gusta confesar que es

    una torturadora de animales, por no hablar de una loca?

    Cielos, pens Viktor, y acarici distradamente a Sindbad, que segua

    dormitando a sus pies y no participaba de la extraa conversacin. La pobre

    chica haba cargado con terribles sentimientos de culpa durante diez aos. Tal

    vez se fuera el azote ms cruel de la esquizofrenia. Casi siempre, el nico

    objetivo de las alucinaciones era sugerirle a la persona enferma que era una

    intil, una malvada y que no mereca vivir. Con cierta frecuencia, una voz

    mental impulsaba a los esquizofrnicos a quitarse la vida. Y bastante a menudo

    los desgraciados obedecan a sus imaginarios torturadores. Viktor mir el reloj

    y se asombr de que fuera tan tarde. Ya no podra seguir trabajando en la

    entrevista.

    Bien, seora Spiegel dijo, ponindose de pie para indicar que la

    conversacin haba acabado definitivamente. Cuando se acerc a Anna se

    desconcert al notar que estaba un poco mareado. Como le he explicado

    repetidas veces, me resulta imposible tratarla en este lugar prosigui, con la

    esperanza de no tambalearse en el vestbulo.

    Anna lo contempl con expresin indiferente y tambin se puso de pie.

    Desde luego dijo en tono sorprendentemente animado. Sin embargo,

    me alegro de que me haya escuchado y seguir su consejo.

    Sus andares cuando iba hacia la puerta principal despertaron un recuerdo

    fugaz en Viktor, que se desvaneci con la misma rapidez con que haba surgido.

    Se encuentra bien, doctor?

    Que ella notara la ligera prdida de equilibrio lo irrit.

    Me encuentro perfectamente.

    Qu raro. Viktor se senta como alguien que vuelve a pisar tierra firme tras

    una larga navegacin.

    Dnde se aloja? le pregunt para cambiar de tema, mientras ambos

    recorran el pasillo y Viktor abra la puerta que daba a la terraza.

    En la Ankerhof.

  • TTeerraappiiaa SSeebbaassttiiaann FFiittzzeekk

    [[3300]]

    Claro. Fuera de temporada, la Ankerhof era la nica hostera donde

    aceptaban huspedes. Trudi, la propietaria, cuyo marido haba sufrido un

    accidente mortal en su barca de pesca haca tres aos, era considerada el alma

    caritativa de la isla.

    De verdad se encuentra bien? insisti Anna.

    S, s. A veces me mareo cuando me pongo de pie demasiado rpido

    minti, con la esperanza de que no fuera el sntoma de una gripe.

    Bien dijo ella, dndose por conforme. Entonces regresar al pueblo.

    Todava he de hacer las maletas si quiero embarcarme maana por la maana

    temprano en el transbordador.

    Viktor se alegr. Cuanto antes desapareciera de la isla, tanto antes

    recuperara la tranquilidad. Lo dejara en paz.

    Volvi a estrecharle la mano y ella se despidi brevemente.

    Tras acabar algo, se sabe cmo se hubiera podido hacer mejor. Si Viktor

    hubiera estado ms atento durante la primera conversacin, habra ledo entre

    lneas y notado las seales de advertencia. Pero su ingenuidad hizo que la

    dejara marchar y no se volviera para mirarla. Anna seguramente contaba con

    ello porque, en cuanto la puerta se cerr, ni siquiera se tom la molestia de

    disimular sus autnticas intenciones; se dirigi al norte, en direccin opuesta a

    la Ankerhof.

  • TTeerraappiiaa SSeebbaassttiiaann FFiittzzeekk

    [[3311]]

    6

    En cuanto Anna se march, volvieron a llamar a la puerta: era Halberstaedt,

    el burgomaestre de la isla.

    Le agradezco que se haya ocupado del generador lo salud Viktor y

    estrech la mano del anciano. La casa estaba caliente cuando llegu.

    Me alegro, doctor contest Halberstaedt, apartando la mano con curiosa

    rapidez.

    Hace mal tiempo, qu lo trae por aqu? Crea que el correo no llegaba

    hasta maana.

    S, tiene razn. Halberstaedt sostena un trozo de madera en la mano

    izquierda con la que se quitaba la arena de las botas negras de goma. No he

    venido por eso.

    Vale. Larenz seal la puerta. Quiere pasar? Parece que llover

    pronto.

    No, gracias. No quiero molestarlo, slo he venido a hacerle una pregunta.

    Cul es?

    Esa mujer que acaba de visitarlo, quin es?

    El tono directo desconcert a Larenz, porque Halberstaedt tenda a ser

    amable y reservado, y respetaba la vida privada de los habitantes de la isla.

    No es asunto mo, pero en su lugar yo tendra cuidado. El burgomaestre

    hizo una pausa y aprovech para escupir tabaco de mascar por encima de la

    barandilla. Mucho cuidado!

    Viktor entorn los prpados como si el sol le diera en la cara y observ a

    Halberstaedt, disgustado tanto por lo que le deca como por cmo se lo deca.

    A qu se refiere?

    A nada. Se lo digo con toda sinceridad: esa mujer no es trigo limpio. Algo

    le pasa.

    Viktor saba que los enfermos psquicos despiertan las sospechas de la gente

    y se asombr de la rapidez con la que Halberstaedt haba notado que Anna no

    era una persona sana.

    Pero yo tampoco lo soy. Ya no.

    Bien, no debe preocuparse por esa seora...

    No es ella la que me preocupa, es usted. Temo que algo pueda ocurrirle.

    La pausa mental que la irrupcin de Anna y su escalofriante historia le

    haban proporcionado termin como por arte de ensalmo. Josy. Los impulsos

    que hacan que recordara instintivamente a su hija se contaban por millones. Y

    una voz amenazadora como la del burgomaestre era uno de ellos.

    Qu quiere decir?

  • TTeerraappiiaa SSeebbaassttiiaann FFiittzzeekk

    [[3322]]

    Lo dicho. Creo que usted corre peligro. Hace cuarenta y dos aos que vivo

    en la isla y durante ellos he visto llegar y marcharse a muchos. Algunos eran

    bienvenidos. Buenas personas que uno deseaba que permanecieran ms tiempo

    aqu, como usted, doctor. Y en el caso de otros, supe desde el primer instante

    que daran problemas. No puedo explicarlo. Debe de ser algo parecido a un

    sexto sentido, y se me dispar en cuanto vi a esa mujer en el pueblo.

    Explquese mejor. Qu le dijo, por amor de Dios, para intranquilizarlo

    tanto?

    No dijo nada. No habl con ella. Me limit a observarla desde lejos y a

    seguirla hasta su casa.

    Qu curioso! pens Viktor. Anna me ha contado una cosa muy distinta.

    Pero por qu habra de mentirme acerca de una conversacin con

    Halberstaedt?

    Tambin Hinnerk dijo que su conducta fue condenadamente extraa hace

    dos horas, cuando acudi a su tienda de ultramarinos.

    Extraa en qu sentido? quiso saber Viktor.

    Pregunt por un arma.

    Qu?

    S. Primero quiso comprar un arpn o una pistola de seales. Por fin acab

    comprando un cuchillo de trinchar y varios metros de sedal. As que uno se

    pregunta qu se propone esa mujer.

    No tengo ni idea dijo Viktor, ensimismado. Realmente no lo saba. Qu

    pretenda hacer una enferma psquica con un arma en esa pacfica isla?

    En fin. Halberstaedt se cubri la cabeza con la capucha de su

    chubasquero negro. He de irme. Perdone la molestia.

    No se preocupe.

    Halberstaedt baj los escalones de la terraza y, en la pequea puerta de la

    verja, se volvi.

    Una cosa ms, doctor. Hace tiempo que quera decrselo. Lo lamento

    mucho.

    Viktor asinti, mudo. Despus de cuatro aos ya no era necesario que nadie

    explicara por qu le daba el psame, porque resultaba evidente.

    Pero la estancia aqu debera ser beneficiosa para usted. Y por eso he

    venido.

    Qu quiere decir?

    Me alegr cuando se traslad a la isla. Lo vi bajar del transbordador y

    albergu la esperanza de que lograra pensar en otra cosa, de que pronto tuviera

    mejor aspecto. Pero...

    Pero qu?

    Est an ms plido que hace una semana. Hay algn motivo?

    S. Una pesadilla. Y se llama mi vida. Y tu presencia aqu slo la

    empeora, pens Viktor. Pero en vez de expresarlo en voz alta sacudi la cabeza

    tratando de calmar al burgomaestre. Slo consigui volver a marearse.

  • TTeerraappiiaa SSeebbaassttiiaann FFiittzzeekk

    [[3333]]

    Halberstaedt cerr la puerta de la verja desde el exterior y le lanz una mirada

    severa.

    Da igual. Tal vez me equivoque. Quiz la sangre no llegue al ro. Pero

    insisto: no olvide lo que le he dicho acerca de esa mujer.

    Viktor se limit a asentir con la cabeza.

    Hablo en serio, doctor. Cudese en los prximos das. Tengo la sensacin de

    que algo no va bien.

    Lo har. Gracias.

    Viktor cerr la puerta de entrada y observ a Halberstaedt a travs de la

    mirilla hasta que desapareci.

    Qu ocurre aqu? pens. Qu significa todo esto?

    Averiguar la respuesta le llevara cuatro das ms, por desgracia cuando ya

    fuera demasiado tarde para l.

  • TTeerraappiiaa SSeebbaassttiiaann FFiittzzeekk

    [[3344]]

    7

    Parkum, cuatro das antes de la verdad

    BUNTE: An alberga esperanzas?

    Para Viktor, la segunda pregunta de la entrevista era la peor. Despus de

    pasar una noche inquieta y haber desayunado cualquier cosa, Viktor llevaba

    sentado ante su porttil desde las diez de la maana, pero haca media hora que

    la pantalla estaba en blanco y ese da no tena una buena excusa. Ya no caba

    duda de que haba pillado una gripe. El mareo del da anterior casi haba

    desaparecido, pero desde que se haba despertado le costaba tragar y

    moqueaba. Sin embargo, quera recuperar el tiempo perdido.

    Esperanzas?

    Preferira contestar con otra pregunta: Esperanzas de qu? De que Josy

    siga con vida o de que encuentren su cadver?

    Un golpe de aire hizo temblar las hojas de la ventana. Viktor record

    vagamente que el informe meteorolgico pronosticaba un empeoramiento del

    tiempo. Se supona que la avanzadilla del huracn Antn alcanzara la isla por

    la tarde. La lluvia formaba una pared gris y amenazadora por encima del mar y

    violentas rfagas de viento azotaban la isla. La temperatura haba bajado de

    manera considerable durante la noche y el fuego de la chimenea no arda slo

    por motivos estticos sino porque el calor que irradiaba era necesario para

    apoyar la calefaccin central, que funcionaba gracias al generador. Por lo visto,

    los pescadores y los barqueros tambin se haban tomado en serio los informes

    de la guardia costera. Al mirar por la ventana, Viktor vio que ni una sola

    embarcacin se agitaba en las olas cada vez ms altas, y su mirada regres a la

    pantalla.

    Esperanzas.

    Viktor apret los puos y luego abri los dedos, pero no toc ninguna tecla.

    La primera vez que haba ledo la pregunta sta haba roto un dique mental y el

    primer recuerdo que haba cobrado forma lentamente haba sido el de los

    ltimos das de vida de su padre. Gustav Larenz haba muerto de un linfoma a

    los setenta y cuatro aos. Slo poda soportar el dolor tomando morfina. Pero

    en las etapas finales de la enfermedad, ni siquiera las pldoras ms fuertes

    lograban calmar los dolores. Como bajo una campana llena de niebla..., haba

    dicho su padre para describir la palpitante migraa, que slo se le calmaba

    tomando morfina cada dos horas.

    Como debajo de una campana llena de niebla. Exactamente debajo de algo

    as enterr mis esperanzas. Es como si los sntomas de mi padre tambin me

  • TTeerraappiiaa SSeebbaassttiiaann FFiittzzeekk

    [[3355]]

    hubieran afectado a m, como una enfermedad contagiosa. Slo que el cncer no

    afecta mi sistema linftico sino mi juicio, y la metstasis invade mi psique.

    Viktor inspir profundamente y por fin empez a escribir.

    S, tena esperanza. De que un da su ama de llaves le anunciara una visita

    que aguardaba en el vestbulo y que se negaba a pasar al saln. Esperaba que el

    hombre, que sostena la gorra del uniforme en las manos, lo mirara a los ojos sin

    decir palabra. Entonces por fin lo sabra con seguridad, mucho antes de que las

    palabras ms definitivas de todas surgieran de la boca del funcionario: Lo

    siento. Esa era su esperanza.

    En cambio Isabell rezaba todas las noches para que ocurriera lo contrario. De

    eso estaba seguro, ignoraba de dnde sacaba fuerzas, pero en lo ms profundo

    de su ser Isabell albergaba una esperanza: un da regresara a casa y encontrara

    la bicicleta de Josy tirada en el suelo, ante la entrada. Antes de que la

    enderezara, Josy se acercara riendo desde el lago, sin aliento y agarrada de la

    mano de su padre. Sana y feliz. Qu hay para comer?, gritara, y todo

    volvera a ser como antes. Isabell no se asombrara y tampoco le preguntara a

    Josy dnde haba estado durante los ltimos aos. Le acariciara la melena

    pelirroja, ms larga que antes, y se limitara a aceptar que hubiera vuelto, que

    por fin la familia volviera a estar unida. Al igual que haba aceptado la

    separacin, durante aos. sa era su esperanza inexpresada.

    Bien, da por contestada su pregunta?

    Sin inmutarse, Viktor comprendi que volva a hablar solo. En esta ocasin su

    interlocutora imaginaria era Ida von Strachwitz, la redactora jefa de la revista

    Bunte, a la que deba enviar las primeras respuestas por correo electrnico al

    cabo de dos das.

    El porttil de Viktor produjo un sonido que le record el de una vieja cafetera

    que escupe el resto del agua en el filtro. Decidi borrar las ltimas lneas, pero

    se irrit al comprobar que no haba nada que borrar. Durante el transcurso de la

    ltima media hora slo haba escrito una frase, que ni siquiera tena mucha

    relacin con la pregunta.

    Entre la sospecha y la certeza se encuentran la vida y la muerte.

    Viktor no llegara a terminar esa nica lnea porque de repente son el

    telfono; era la primera vez que sonaba desde su llegada a Parkum y el

    inesperado sonido que desgarr el silencio que reinaba en la pequea casa le

    sobresalt. Dej que sonara cuatro veces antes de levantar el pesado auricular

    del anticuado telfono de disco. Como casi todos los dems objetos de la casa, el

    monstruo negro era una herencia de su padre. Estaba en una mesita, junto a la

    estantera.

    Lo molesto?

    Viktor suspir mentalmente. Casi haba contado con que ocurriera. De pronto

    volvi a sentir el mareo del da anterior y los conocidos sntomas de la gripe.

    Acaso no llegamos a un acuerdo, seora Spiegel?

    S respondi ella en tono apocado.

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    [[3366]]

    Se supona que usted se iba esta maana, verdad? Cundo zarpa el

    transbordador?

    Por eso lo llamo. No puedo marcharme.

    Oiga. Viktor mir nervioso al techo y descubri unas telaraas en un

    rincn. Ya hemos comentado todo esto de manera exhaustiva. De momento

    usted atraviesa una fase de calma y, en ese estado, puede regresar a Berln sin

    ningn inconveniente. En cuanto llegue, se encuentra con el profesor Van

    Druisen al que yo...

    No puedo lo interrumpi Anna sin alzar la voz. Y antes de que dijera

    nada Viktor saba qu dira. El transbordador. No zarpa debido a la tormenta.

    Estoy atrapada aqu, en la isla.

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    [[3377]]

    8

    Lo supo incluso antes de colgar el auricular. Su tono de voz la delat:

    insinuaba que ella se haba encargado personalmente de la tormenta, slo para

    mantenerlo alejado de su trabajo y de la investigacin del pasado, y tambin

    insinuaba que tena algo que contarle, algo tan importante que haba estado

    dispuesta a enfrentarse al agobio y al coste del viaje de Berln hasta la isla. Y

    que, por algn motivo, el da antes no le haba contado. Viktor ignoraba qu

    era, pero saba que ella no abandonara la isla antes de desembarazarse de su

    historia. Por eso se presentara, y por eso l se haba duchado y cambiado de

    ropa, por si acaso. Haba tomado una aspirina disuelta en agua con el estmago

    vaco. Perciba la presin en los ojos, un indicio claro de que estaba a punto de

    sufrir un dolor de cabeza, quizs acompaado de fiebre. Para estos sntomas

    Viktor prefera tomar dos Katolodon, pero lo adormeceran y algo le deca que

    era mejor enfrentarse a su inoportuna husped con la cabeza despejada. As que

    se senta mal pero al menos no con sueo cuando, a primera hora de la tarde,

    Sindbad anunci la presencia de Anna con un gruido.

    He salido a dar un paseo y he visto luz en su saln le dijo con una sonrisa

    cuando Viktor le abri la puerta.

    Viktor frunci el ceo. Un paseo? Dado el estado del tiempo, incluso los

    amos de un perro salan a disgusto. Cierto que an no llova a mares, pero la

    ligera llovizna era bastante desagradable. Y el traje de fina lana y los zapatos de

    tacn no eran lo indicado para dar un paseo bajo la lluvia. Se tardaban quince

    minutos como mnimo para llegar desde el pueblo a la casa de la playa y el

    sendero ya estaba encharcado. Sin embargo, sus elegantes zapatos de verano

    estaban impolutos y su cabello seco pese a que no llevaba paraguas ni pauelo

    en la cabeza.

    Soy inoportuna?

    Viktor se dio cuenta de que no haba pronunciado palabra, de que slo se

    haba limitado a mirarla estupefacto.

    Pues s. Es decir, yo... Perdn, estoy un poco confuso, supongo que he

    pillado una gripe. Y lo que Halberstaedt me cont de ti tampoco me anima a

    abrirte la puerta as sin ms.

    Oh. La sonrisa se borr del rostro de Anna. Lo siento.

    Un relmpago cay en el mar detrs de la casa y durante un instante ilumin

    los alrededores, seguido poco despus por el correspondiente trueno. La

    tormenta se aproximaba. Viktor se enfad: ahora no podra echar a la indeseada

    visita; se vera obligado a ser amable y soportar su presencia, al menos hasta

    que pasara el aguacero.

  • TTeerraappiiaa SSeebbaassttiiaann FFiittzzeekk

    [[3388]]

    Bien, puesto que se ha tomado la molestia de venir hasta aqu, le propongo

    que tomemos una taza de t dijo, de muy mala gana. Anna acept la

    invitacin sin titubear. Haba recuperado la sonrisa y Viktor incluso crey

    adivinar una ligera expresin triunfal en sus rasgos, como la de un nio que,

    tras lloriquear un buen rato en el supermercado, por fin consigue que su madre

    le compre un