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San Esteban de Gormaz y Medinaceli se dis-putan el origen del autor del Poema y ambas sostienen que fue un juglar oriundo de su mu-nicipio quien escribió el manuscrito medieval. Dejando a un lado las disputas en este as-pecto, el director de la Escuela Hogar Alfonso VIII de San Esteban de Gormaz, Vidal Lama-ta, encabeza a un grupo de docentes que intentan inculcar en los alumnos la íntima relación de Rodrigo Díaz con su población, que fue señorío del Cid. Así, en 1999, con motivo del noveno centenario de la muerte del Campeador, un grupo de escolares rea-lizó el recorrido en bicicleta por la provincia de Burgos, desde Vivar a San Esteban. Para 2007 ya han puesto en marcha otro proyec-to educativo relacionado con este personaje y que pretende “hacer un paralelismo con el Cantar del Destierro” por tierras sorianas, re-corriendo en tres días el mismo camino que allá por 1081 realizara el Campeador.

Adiós a CastillaUno de los lugares que recorrerán los esco-lares será Castillejo de Robledo, un pequeño

municipio lindante con la frontera oeste de Soria donde la mayoría de los estudiosos si-túa la Afrenta de Corpes, un capítulo del Can-tar que narra la agresión que los infantes de Carrión propinaron contra sus esposas, las hijas del Campeador y que los historiadores coinciden en negar que aconteciera alguna vez: “Ya no pueden hablar doña Elvira y doña Sol; / y en el Robledo de Corpes quedan por muertas las dos”. En su camino hacia el destierro, el Cid acam-pó con su gente en un paraje cercano a Nava-palos. Según cuenta el Cantar, esa noche al infanzón castellano se le apareció el arcán-gel Gabriel y le auguró buena suerte en sus propósitos. Muy lejos de aquella visión celes-tial queda la estampa actual de Navapalos, un diminuto pueblo soriano que fue aban-donado por sus habitantes en la década de los 60, constituyendo un triste baluarte de la despoblación que padece esta provincia. Afortunadamente, una ONG, en colaboración con las instituciones, está desarrollando

Vidal Mata, caracterizado como el Cid, director de la Escuela Hogar de la localidad soriana de San Esteban de Gormaz, organiza junto a otros profesores rutas cidianas en bicicleta con los chavales del centro

Según cuenta el Cantar, esa noche al infanzón castellano se le apareció el arcángel Gabriel y le auguró buena suerte en sus propósitos.Atalaya islámica en Navapalos

Vista de Berlanga de Duero desde el Palacio de las hijas del Cid, donde se alojaron en su camino a Valencia

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en Navapalos un proyecto de recuperación, gestión ambiental y conservación del patri-monio histórico, que podría devolver el es-plendor de la cultura popular a este poblado. Los últimos pasos del Cid por tierras del Reino de León y Castilla le llevaron a reco-rrer dos municipios de los que fue alcalde: Gormaz, que posee la fortaleza más larga de toda Europa, y Berlanga de Duero, localidad que recuerda este hecho en una placa situa-da junto al balcón del Ayuntamiento. Entre los atractivos monumentales del municipio destaca la Colegiata del siglo XVI y su Cas-tillo, al que sirven de puerta de entrada las ruinas del Palacio de los Duques de Frías, en el que dicen que se alojaron las hijas del Cid mientras viajaban a Valencia, a reunirse con su padre.

La AlcarriaAbandona el Camino del Cid Castilla y León por Retortillo de Soria, desde donde se acce-de a la provincia de Guadalajara por la Sierra de Pela, que atravesaron las huestes de Ro-drigo Díaz en la noche del noveno día, justo cuando se acababa el plazo dado por Alfonso VI. En la comarca de La Alcarria que aparece ante sus ojos, hoy se funden la ruta cidiana y la del ingenioso hidalgo Don Quijote, omnipre-sente en tierras manchegas. El itinerario atraviesa Atienza, una villa con trazado típicamente medieval, de calles em-pedradas, empinadas y estrechas y plazas soportaladas. Unos kilómetros más al sur, Jadraque muestra orgullosa su Castillo del Cid situado en lo que Ortega y Gasset definió como “el cerro más perfecto del mundo”. En

dirección a Calatayud, la expedición cidia-na pasó la noche en Anguita, en el interior de unas cuevas que cita el Cantar, bajo una torre vigía medieval, donde según el Poema durmió el Cid con sus caballeros, oculto de los ojos musulmanes. Tras esta breve incursión por territorios al-carreños, el caprichoso discurrir del Camino del Cid regresa a la provincia de Soria, para rozarla a lo largo de unos pocos kilómetros. En este pequeño tramo destaca la presencia de Medinaceli, una villa de gran importancia histórica y patrimonial, no en vano está de-clarada Conjunto Histórico Artístico.

El cobro de pariasEl relato que el Cantar hace de la estancia del Cid por los dominios islámicos se explica por el cobro de parias, un impuesto anual que se

Castillo renacentista en Berlanga de Duero (Soria), donde se alojaron en su camino a Valencia

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Puertas de Daroca, localidad zaragozana a la que acudió el Cid a curar sus heridas de guerra

DERECHA. En Navapalos se realizan talleres de recuperación arquitectónica tradicio-nal. El Cantar dice que fue en esta localidad soriana donde durante en un sueño el arcangel Gabriel le auguró buena suerte en sus propósitos

Una atalaya islámica domina el perfil de la localidad soriana de Langa de Duero

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institucionalizó tras la descomposición del Califato de Córdoba en 1031 en los reinos de taifas y que los territorios musulmanes, inferiores desde el punto de vista militar, estaban obligados a pagar a los cristianos a cambio de protección. Precisamente la nega-tiva a pagar las parias por parte de Alcocer –un poblado de Zaragoza ya desaparecido- provocó el ataque y la conquista del castillo por parte del Cid, obteniendo una victoria que puso fin a tres semanas de sangrienta batalla campal contra tres millares de musulmanes que acudieron desde Valencia para derrotar al Campeador, sin éxito. La campaña del co-bro de parias llevó al Cid también a Calata-

yud, donde su paso se recuerda en la puerta medieval de Terrer con una estatua a caballo y una inscripción en piedra con versos del Poema. Continuó su ruta hacia Daroca, ciu-dad fundada por árabes de Yemen en el siglo VIII. Pero las parias no fueron el único motivo que llevaron a Rodrigo Díaz a este punto ya que, según sostiene José Luis Corral en su li-bro ‘El Cid’, acudió en otra ocasión al munici-pio zaragozano para que un famoso médico musulmán le atendiera de las heridas sufri-das en una batalla en Albarracín (Teruel), en la que recibió un lanzazo en el cuello que a punto estuvo de costarle la vida.

El milagro de El PoyoUno de los municipios más implicados en la promoción de la figura de Rodrigo Díaz de Vivar es la pequeña población de El Poyo del Cid (Teruel), lugar en el que, en 1088, el Campeador instaló un campamento estable desde donde desarrollar incursiones a las cercanas Molina de Aragón o Daroca, do-minado por una fortaleza de la que apenas queda un cúmulo de piedras derrumbadas. “Mientras que sea el pueblo de moros y de la gente cristiana, El Poyo de mio Cid, así le dirán por carta”, reza el Poema. Desde hace unos años, El Poyo está apostando a todo o

nada por el Cid, anfitrión del pueblo que da la bienvenida a los visitantes con una digna estatua ecuestre a la entrada del municipio. Los responsables de este revulsivo son los miembros de la Asociación Cultural, que or-ganiza un encuentro cidiano con mercado medieval y actuaciones teatrales basadas en la figura del Campeador. Los Encuentros con el Cid, que en junio de este año celebrarán su novena edición, se han convertido en un espectáculo de gran repercusión mediática y que logra concentrar cada vez a más visi-tantes en este pequeño municipio, que aún carece de un restaurante, un hotel o casa ru-ral, que permitiera que alargaran su visita, la-

menta José Manuel Pérez, vecino de El Poyo y uno de los impulsores de esta iniciativa. Por eso, albergan grandes expectativas para este año 2007, confiando en que el octavo centenario del Cantar de Per Abat ayude a lle-var a cabo un ambicioso proyecto: la creación de “un poblado medieval permanente, en el que se muestren las costumbres de la época a los escolares” y del que esperan que sea un elemento dinamizador para la población.

Los amigos morosDesde El Poyo del Cid, el Camino retorna a la provincia de Guadalajara para adentrarse en el Señorío de Molina de Aragón, regido en

la negativa a pagar las parias por parte de Alcocer –un poblado de Zaragoza ya desaparecido– provocó el ataque y la conquista del castillo por parte del Cid

José Manuel, miembro de la Asociación Cultural Poyo del Cid, localidad turolense que organiza anualmente un fin de semana cidiano, sobre los restos de la fortaleza que el Cid erigió en el cerro

Vista de las lagunas de Gallocanta (Zaragoza)

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Réplica en piedra de la rúbrica de Rodrigo Díaz de Vivar, ‘Ego Ruderico’ en la localidad burgalesa de Vivar del Cid

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tiempos de Rodrigo Díaz por el moro Avengal-bón –”mi amigo es de paz”, dice el Cantar- y que era un reino tributario del de Zaragoza. En la entrada, la imponente Torre de Aragón, que ofrece una espectacular vista del muni-cipio y de la vasta extensión a su alrededor, se encuentra en rehabilitación: “La tercera planta de la torre se va a musealizar para dedicarla íntegramente al Cid”, comenta el alcalde, Pedro Herranz. Además, en este año 2007 pretenden instalar un grupo escultóri-co del Campeador con Avengalbón. Volviendo al Camino, antes de abandonar la provincia de Teruel y con la meta de conquis-

tar Valencia ya en la mente del Cid, el Cantar obliga a hacer otra parada en la localidad de Cella, lugar elegido por el Campeador para reunir a todos aquellos que deseen acom-pañarle a bregar en pos de su gran hazaña: “Todos vengan de grado, ninguno a la fuerza; tres días les esperaré en el canal de Celfa”.

Regreso a CastillaAntes de emprender la conquista de las taifas de Levante, en 1087 Rodrigo Díaz re-gresó durante un breve tiempo a su tierra natal castellana, a la que ya solo volvería una vez muerto. El acontecimiento que motivó

el regreso del de Vivar a territorio cristiano fue ayudar a Alfonso VI tras su derrota en la histórica batalla de Sagrajas. Pero poco du-raría la reconciliación entre el monarca y el vasallo, ya que en 1088 tuvo lugar en tierras alicantinas un hecho importante que volvió a poner de manifiesto los desencuentros entre el Cid y el Rey Alfonso, al no acudir Rodrigo al asedio de la fortaleza de Aledo (Murcia). Debido a la importancia de estos hechos, el Camino diseñado en torno al Cantar incluye una ruta por Alicante, denominada el Ramal de la Defensa del Sur. En conjunto, la Comuni-dad Valenciana está trazada, de norte a sur,

Dos mujeres musulmanas pasean por la calle de la Judería en Molina de Aragón (Guadalajara), donde Avengalbón dio cobigo al Cid y sus gentes

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Señalización de la ruta del Cid en Berlanga de Duero (Soria), donde se alojó con sus huestes en su camino a Valencia

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220 221Puertas de Valencia por las que atravesó el Cid en su entrada a la ciudad Juan señala los jardines en los que el Cid y sus tropas asediaron a los musulmanes que ocupaban Valencia

Playa de Burriana (Valencia), donde las tropas del Cid vieron el mar por primera vez

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por cerca de 900 kilómetros de carreteras y caminos incluidos en la ruta cidiana, con diversos anillos y ramales, que multiplican la riqueza paisajística y monumental del iti-nerario. Desde la provincia de Teruel, el Camino del Cid entra en Castellón por la localidad de Puebla de Arenoso, que como otras muchas poblaciones fue tributaria del Campeador, continúa hacia Jérica, conquistada por Ro-drigo en 1098, y pasa por Segorbe, Sagunto, Almenara y Burriana. En esta última, primera localidad costera conquistada por el Cid, es fácil suponer la impresión que causaría en los hombres del Campeador, en su mayoría castellanos que nunca antes habían visto el mar, la imagen plácida del Mediterráneo, que hoy se extiende a lo largo de once kilómetros de costa, dos de ellos de playas de arena.

Príncipe de ValenciaY llegó el momento del asedio de Valencia, el Santo Grial para el Cid, y el broche de oro para una carrera militar plagada de éxitos. No fue fácil, ya que la ciudad estaba protegida por una muralla casi inexpugnable que recha-zaba el avance del ejército cidiano, de la que aún quedan restos, bajo la actual Plaza del Tossal. Gersón Beltrán, uno de los respon-sables del Camino del Cid en esta provincia, admite que la capital valenciana “tiene una vinculación indiscutible” con la figura del Campeador, de hecho, durante muchos años

fue llamada “Valencia del Cid”. Todavía hoy es posible realizar una visita a la ciudad que conquistó Rodrigo Díaz, a través de diversos recorridos históricos que incluyen, desde el emplazamiento de los campamentos cidia-nos –ubicados, en parte, en el actual terreno del estadio de fútbol Mestalla- hasta las in-fraestructuras existentes en la época, como puentes, murallas o mezquitas. Este recorrido sobre la Valencia histórica del Cid lo conoce a la perfección Juan García Borrachina, pedagogo, especialista en Edu-cación Vial y cicloturista, que ha aportado su experiencia en este ámbito para colaborar en el diseño de la ruta cidiana secundaria, esto es, la elegida por todos aquellos que aban-donan el automóvil y se lanzan a recorrerla a pie, en bicicleta o en caballo. “Es una ruta tremendamente solitaria, porque atraviesas los territorios más despoblados que hay en España”, señala. Así, aquel que recorra la ruta cidiana real-mente experimenta un viaje a la Edad Me-dia, de la mano del personaje histórico y legendario del Campeador. “Realmente es un peregrinaje, descubres cómo se viajaba en la antigüedad”, señala. Además, ofrece posibilidades para todos los gustos: “Existe un Camino del Cid religioso, otro histórico y otro más aventurero”, propone. Mientras las instituciones trabajan en su promoción y los ciudadanos se lanzan a conocerlo, Juan seguirá disfrutando de lo que ahora le ofre-ce la ruta. Y es que se confiesa aventurero, “como el Cid”.

El poema más perfecto del MedievoOculto bajo llave y a buen recaudo en la Bi-blioteca Nacional de Madrid, en condiciones idóneas para impedir que avance su ya acu-sado deterioro, se conserva el Cantar de mio

Todavía hoy es posible realizar una visita a la ciudad que conquistó El Cid

Juan ha recorrido en bicicleta en varias ocasiones el camino del Cid, en la imagen, recorre las calles de Valencia por las que caminó el Campeador hace siglos.

Puerta de la Iglesia de San Esteban de Valencia, donde Jimena y sus hijas velaron los restos del Cid.

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Cid. No se trata de la copia original, que los estudiosos fechan en torno al año 1140, ni siquiera de la redactada por Per Abat en 1207, sino de un manuscrito que toma ésta como modelo y cuyo origen se sitúa entre los siglos XIII o XIV. En cualquier caso, la importancia del códice guardado en la Biblioteca Nacio-nal es enorme, ya que gracias a él ha llegado hasta nuestros días una obra cumbre de la li-teratura universal de la Edad Media, que hizo del Cid un personaje mítico y legendario más allá de las fronteras españolas. Por eso, en 2007 se celebra el octavo cente-nario de la publicación de esta obra cumbre de la literatura universal. Para el catedrático de la Universidad de Zaragoza y estudioso número uno del Poema en el mundo, Alberto Montaner, existen razones históricas y esté-

ticas que explican la importancia del Cantar. Así, por un lado, se trata de “uno de los pri-meros textos extensos conservados en una lengua romance peninsular, y un hito en la formación del mito literario del Cid”. Además, estéticamente, “es uno de los más perfectos y a la vez más originales poemas épicos del período”. En ese sentido, continúa el cate-drático, “se da la paradoja de que el Cantar es en unos aspectos un excelente representan-te de lo más característico del género épico, y en otros presenta una serie de innovacio-nes muy marcadas respecto de las conven-ciones del género. Sin duda, esa equilibrada mezcla de tradición y originalidad es una de las razones para considerarlo un clásico de nuestra literatura”.

El Cantar es uno de los primeros textos extensos conservados en una lengua romance peninsular, y un hito en la formación del mito literario del Cid

Estatua conmemorativa del nacimiento de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid, en la localidad burgalesa de Vivar del Cid.

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Ian Gibson (Dublín, 1939) ha dedicado seis años a escribir esta ‘La vida de Antonio Machado. Ligero de Equipaje’, una biogra-fía del poeta y prosista español enmarcado en la corriente literaria de la ‘Generación del 98’. Disfruta hablando del poeta sevi-llano; recuerda la emoción que le produjo realizar el último viaje del autor de Cam-pos de Castilla a Colliore, donde murió, en compañía del librero segoviano César Gutiérrez, amigo suyo, y define a su per-sonaje como un humanista depresivo, que vive una “melancolía ardiente”.

Gibson“La poesía soriana de

Machado no sería igual sin Leonor, porque escribe enamorado”

Ian

Texto: Paco alcántaraFotografía: Eduardo Margareto

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dó destrozada en un minuto”. Machado no sospechaba esta enfermedad de Leonor. Dos sobrinas, que aún viven, me comentaron que nunca se dijo en la familia que él estuviera al tanto de este mal antes de casarse. Fue una terrible sorpresa. Leonor murió con 18 años.

¿Es Leonor una inspiración poética para Machado?

Soria es importante en la poesía de Machado, no sólo por el paisaje, sino por ella. Él es un ser humano que busca el amor y lo encuentra en Soria. Sin Leonor, la poesía de Machado no sería igual, porque está imbuido de amor, de ternura que suaviza su visión de este paisaje que es muy duro, sobre todo, en invierno.

Usted también coloca a Machado el califica-tivo de pensador ecologista, ¿por qué?

Su discurso en Soria sobre Pérez de la Mata, un cura krausista del pueblo donde vive Sán-chez Dragó, Castilfrío, es un texto imprescin-dible en cualquier antología sobre el 98. Ma-chado dice un par de verdades como puños: “La patria no es el suelo que se pisa, sino el suelo que se labra”. Lo afirma criticando los continuos incendios de pinares que asolan los montes. ¡Es una intervención valiente!

Cuando ha paseado por Soria, ¿qué lugar le recuerda Machado?

Sin duda, la cumbre de Santa Ana donde se inspiró para escribir “A la orilla del Duero”. Desde allí, describe el paisaje numantino. Pero hay una tristeza, porque han destroza-do la cima de la montaña sagrada de Macha-do en Soria poniendo antenas de televisión inmensas. ¡Por favor respeten la cumbre!

Machado vive en Soria cinco años, en Sego-via permanece más tiempo, 13 años, desde 1919 a 1932. ¿Usted mantiene que le pro-duce un alivio inmenso después de vivir en Baeza?

En Segovia hay un grupo republicano al que él se une, con Emiliano Barral, entre otros. Asiste a una tertulia que discute cada día, está rodeado de gente afín. Le aman, le ad-miran y se siente lleno de cariño y, lo que es más importante, se encuentra cerca de Ma-drid, donde ansía regresar. Cuando llega, le

¿Cuándo comenzó a interesarse por Machado?

Lo empecé a leer con 18 años. Sin saber una palabra de español, en Dublín. Accedí a este idioma a través de Machado, de Rubén Darío y del Romancero Gitano. Luego, llegué a él por mí fascinación con la II República. Machado cele-bró su llegada, en Segovia, con una participa-ción activa en los actos que se organizaron.

Una de las ideas más destacadas que recoge en esta biografía es la existencia de un amor infantil en la vida de Machado, ¿quién?

Creo que es un poeta autobiográfico. Cuando habla de una compañera perdida a la edad de seis años, estoy convencido de que hubo un amor fracasado. Esa persona no es la madre, que está siempre. Había una niñera o una chica ayudando en su casa sevillana, no lo he podido resolver. Pero está en los primeros poemas de ‘Soledades’. Todos ellos hablan de la soledad, de haber perdido a su gran amor. Él tuvo un trauma. Yo creo que he sido el primero en señalarlo.

Machado reside en Soria, desde 1907 hasta 1912. Sorprende que no pase desapercibida su presencia como profesor de francés. ¿Es un personaje popular?.

Hay quien afirmaba en Soria que no tenía vo-cación docente, pero él ama el idioma francés y un buen día es catedrático porque necesita tener un sueldo. No pierde contacto con Una-muno, Baroja y Ortega y se relaciona con los jóvenes periodistas sorianos. Hay una buena prensa en Soria y colabora activamente. En Baeza comenta, “Soria es Atenas en compa-ración con Baeza”. Soria tiene beatería, pero también gente joven.

Pocos datos nuevos ha encontrado sobre la vida de Leonor Izquierdo, su mujer. ¿Conti-núa siendo un personaje misterioso?

Hice lo que pude. Aporto poco y no me produ-ce vergüenza admitirlo. Hay una limitación en mi libro, yo no podía pasar un año en Soria tratando de localizar a los familiares de Leo-nor. Mis amigos de allí, entre ellos César Mi-llán, el librero, me han ayudado mucho, pero no han podido localizar a ningún miembro de su familia. De Leonor nadie sabe nada. ¿Don-de está el retrato de Antonio Machado hecho por su abuela Cipriana Durán que regaló a la familia cuando murió su mujer?

Antonio Machado y Leonor, ¿se casan ena-morados, a pesar de la diferencia de edad?

Él, seguro; ella, no sé. Estuvieron juntos dos años en la pensión de los padres de ella. Leo-nor es la recuperación de ese amor perdido en la infancia, que sería una muchacha de esos años. Legalmente, una niña de 15 años podía contraer matrimonio con el permiso del padre. Fue un escándalo en Soria que

un catedrático de francés, con 32 años, se casara con una niña. Tuvo problemas el día de la boda, porque trataron de convertirla en un escándalo y lo consiguieron. En el tren en el que iban a viajar aquella noche, un grupo de jóvenes les dio una cencerrada. Machado dijo que fue el peor día de su vida. Y, a partir de ese momento no quiere estar en Soria con Leonor y suspira por marcharse. Sabe que le van a hacer la vida imposible y, ambos, via-jan a París y allí se produce la tragedia.

¿El peor momento de la vida de Machado, es cuando descubre que su mujer está enferma de tuberculosis?

No puedo afirmarlo. Pero en una carta dirigi-da a su madre escribe que su “felicidad que-

dedican muchas páginas en los periódicos. Es la recuperación del poeta de Castilla.

¿Es curioso que en dos ciudades de Castilla y León es donde descubre a sus dos amores?

Así es. En dos segundos se prenda de su Guiomar, Pilar de Valderrama. Nada más verla, ¡Es increíble lo que le pasa! Machado comenta que nadie elige a su amor, sino el amor elige el momento. Es un flechazo no buscado, porque el poeta no es un seductor.

Usted cuenta este encuentro de forma casi novelada

Cuando Machado conoce a Pilar sabe quien es, porque ella le ha mandado su libro ‘El huerto cerrado’. Es una mujer hermosa que llega a Segovia en su busca cuando descubre que su marido tenía una amante que se aca-ba de suicidar. Antonio Machado es un señor esperando la llegada de una mujer. Acude a conocerla y, como dijo Cervantes, “verla y enamorarse es todo uno”. En menos de un segundo se enamora y es la mujer de su vida hasta la muerte. Y es una mujer de derechas, ‘catoliquísima’, que tras lo que le ha pasado con el marido no quiere conocer el cuerpo de otro hombre en su vida. Es una relación platónica.

Si en Soria ha encontrado el espíritu de Ma-chado en la cubre de Santa Ana, ¿dónde lo halló en Segovia?

En la explanada del Alcázar, viendo desde arriba cómo el Eresma se junta con el Cla-mores y contemplando el monasterio de El Parral. Machado soñó que en este cenobio Unamuno le casaba con Pilar de Valderrama. Es uno de los lugares más mágicos de Espa-ña y es allí donde aquella noche del primer encuentro estuvieron juntos viendo el paisa-je de Castilla, Pilar y Machado.

El hispanista Ian Gibson en la plaza de Santa Ana de Madrid

Machado comenta que nadie elige a su amor, sino el amor elige el momento.

Lo empecé a leer con 18 años, sin saber una palabra de español.

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Cuatro años después de haber publicado su primer poemario (‘Soledades’), el 1 de mayo de 1907, Antonio Machado (Sevilla, 1875 — Collioure, Francia, 1939) llegó a Soria, que entonces contaba con unos 7.000 habitantes. Lo hizo tras superar unas oposiciones para ocupar la Cátedra de Francés del Instituto General y Técnico de la ciudad, un antiguo convento jesuita hoy dedicado al autor de ‘Campos de Castilla’.

Una vez allí, se instaló en una pensión de la calle Estudios, donde quedó prendado de la hija de los dueños, Leonor Izquierdo, una joven de 13 años con la que acabó ca-sándose en 1909 rodeado de agrias polémicas por la diferencia de edad entre ambos. Antes, en octubre de 1907, había publicado ‘Soledades, galería y otros poemas’.

Tras conseguir una beca para completar sus estudios, en 1911 la pareja emigró a Pa-rís, si bien retornaría a Soria poco después, intentando que la joven se recuperase de una tuberculosis que acabó costándole la vida un año más tarde. Su muerte y el dolor de la ausencia hizo que Machado solicitara el traslado al municipio jienense de Baeza, donde vivió con su madre dedicado a la enseñanza y al estudio, antes de regresar a Castilla y León, esta vez a Segovia, en 1919, donde permanecería hasta 1931.

En el arranque del ‘Año Machado’, que servirá para celebrar la llegada del poeta sevillano a la Comunidad, diez poetas de distintas provincias de la región ofrecen su punto de vista sobre tres cuestiones comunes en torno al poeta sevillano:

u ¿Qué ha aportado Machado a la litera-tura española?

v ¿Cree que sus poemarios han influido en su propia obra?

w ¿Qué actos considera imprescindibles para conmemorar el primer centenario de su llegada a la región?

Antonio Machado, Gregorio Marañón, Ortega, y Pérez de Ayala en una imagen cedida por la Casa de Antonio Machado en Soria

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Diez poetas de la región hablan sobre el legado del autor de ‘Campos de Castilla’, en pleno centenario de la llegada del sevillano a la Comunidad, donde residió durante gran parte de su vida, entre 1907 y 1912 en Soria, y entre 1919 y 1931 en Segovia.

TexTo: César CombarrosFoTograFía: ICaL

Carlos Fernández Aganzo Madrid, 1963; afincado en Ávila

jTradicionalmente se le ha adscrito a la Generación del 98 y desde mi punto de vista está fuera de esa generación, ya que, como le suce-día a Juan Ramón Jiménez, la riqueza de su obra hace que merezca un lugar especial e independiente en la historia de la literatura española. Aportó un gusto, una mirada y una sonoridad especiales a la poesía. Esa sencillez que se le atribuye es absolutamente difícil de conseguir. Anticipó muchas otras corrientes poéticas que luego se han dado en España y fue capaz de cuidar de manera simultánea la forma y la mú-sica por una parte, y la ética de su poesía por otra.

k Sin ninguna duda, Machado es uno de mis poetas de cabecera. Es una fuente a la que se regresa constantemente. En esa lista yo inclui-ría a Machado, Juan Ramón, San Juan de la Cruz... Poetas clásicos que son nuestra base y siempre están ahí.

l En Castilla y León hay que reivindicar el Machado soriano y segovia-no, y quizá sería una buena ocasión para hacer un encuentro entre las dos localidades. Hay que pensar que de toda la generación del 98 es el que más tiempo ha vivido en Castilla y León y, por lo tanto, merece la pena que lo consideremos un poeta de nuestra tierra. También habría que revisar sus obras completas y volver a dimensionarlo, situarlo en el siglo XXI en el que estamos. Además, debemos lograr que los chava-les vuelvan a leer a Machado en los colegios, no sólo su obra, sino la poesía en general, que está un poco alejada de los planes de estudio.

Antonio Colinas La Bañeza, León, 1946

j Machado ha significado mucho en la literatura española. En gene-ral se le ha leído muy mal, centrándose en sus aspectos más costum-bristas o tópicos, mientras que él es un autor de una simbología muy rica, que ya aparece desde su primer libro, con referencias al río, la fuente, las espinas... Los tópicos se han relacionado con el noventa-yochismo de Machado, que va unido a esta idea de Castilla como algo rural y poco trascendente, cuando lo cierto es que lo más local pue-de ser lo más universal cuando el poeta lo interpreta correctamente, como es el caso de Machado.

k Me influyó mucho en ese momento clave que son las lecturas de la adolescencia. Junto a Juan Ramón Jiménez es el autor que más he amado y me ha influido en aquella etapa. También he escrito algunos ensayos sobre él, y esa mezcla entre el poeta y el pensador, esa con-ciencia cívica de Machado, me parece muy digna de subrayar.

l Las instituciones tendrán que hacer algo en nuestra Comunidad, al hilo de este Machado perenne y esencial.

La huella de Machado

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Jesús Fonseca Canfranc-Estación, Huesca, 1952

j Machado es un poeta anticipativo en la literatura española, que me-dita constantemente sobre la muerte y la vida, algo que caracteriza a los grandes poetas. Es un hombre poderosamente vitalista, que se anticipa a su tiempo, y tiene una obra cargada de vida y llena de sustancia, que completa y amplía nuestro mundo. Es un poeta impecable no sólo por su talento y la belleza de su obra, que es mucho, sino por su honradez, su autenticidad, su defensa de la libertad y su amor a la naturaleza.

k Machado es un poeta que vive y escribe desde el corazón, algo que valoro especialmente. Es uno de los autores que más cosas me ha apor-tado y de cuyo pulso me he sentido más cercano. Después de leerle ya nada es lo mismo para nadie; marca mucho. A mí me ha enseñado a con-templar la vida con una mirada insaciable y a nombrar las cosas más queridas de una forma llana y verdadera.

l Habría que organizar cosas sencillas y populares, huyendo de los grandes fastos y de actos elitistas y excluyentes. Este acontecimiento es para que se luzca Antonio Machado, no para que lo hagan los cultu-retas a su costa. Hay que intentar que su poesía y su alma lleguen a la gente, a la calle, que se viva a Antonio Machado, rehuyendo actos elitis-tas y academicistas. Es uno de los escritores españoles que más cosas hondas y verdaderas nos ha dicho. Se trata de abundar en ello y no apro-vechar el centenario para lanzar unos fuegos artificiales, que además, a él no le hubieran gustado.

Eduardo Fraile Madrid, 1961; afincado en Valladolid

j Siempre me ha gustado mucho la musicalidad de su obra. En la poe-sía de Machado hay una música que entronca con el Renacimiento, con San Juan de la Cruz y con Garcilaso: el sonido callado de la literatura es-pañola. Yo, más que leerle, suelo escucharle, porque su poesía te recon-cilia de nuevo con la música de las palabras. En sus poemas significado y significante tienen un equilibrio y una unidad tan natural que fluyen como el agua, profundos y claros a la vez.

k Es uno de los grandes poetas y de mis grandes poetas. Otros que a lo mejor pasan por grandes no me han llegado tanto, pero Machado sí, desde luego. El gran poeta del siglo XX español es Juan Ramón (Ji-ménez), pero Machado está también ahí. Curiosamente Juan Ramón no respetaba a casi nadie, porque era consciente de su grandeza y de su superioridad, pero a quien respetaba de verdad era a Machado, aún lle-vándole los demonios por su torpe aliño indumentario.

l Lo mejor es leerle y hacer que se lea su obra. En torno a la figura de Machado siempre ha habido algo que no le favorece, debate político, pero su poesía está por encima de todo. Junto a sus versos también me gustaría que se diera más a conocer ‘Juan de Mairena’, que es un libro maravilloso.

Antonio Gamoneda Oviedo, 1931; afincado en León

j Antonio Machado llevó la poesía, que en su época era predominante-mente modernista, a un terreno de humanización y de consideración de los valores existenciales. Es una figura predominante en la generación del 98, que tenía una seria preocupación histórica y humanística, a di-ferencia de los poetas y escritores exclusivamente modernistas.

k Siento un gran amor por la obra de Antonio Machado. Sin embargo, en mi escritura es posible que únicamente en una primerísima juven-tud, es decir entre los 17 y los 20 años, pueda encontrarse alguna reso-nancia machadiana.

l Sería fundamental que alguien solvente creara una edición de la poesía escogida de Antonio Machado y que ésta se distribuyese de ma-nera prácticamente gratuita a las bibliotecas y centros escolares, para lograr así que llegue a la gente. Todo lo demás serían celebraciones en las que los que resultan celebrados son los organizadores. Lo único que veo verdaderamente serio es crear la mayor difusión posible de la obra de Machado entre los jóvenes y eso sólo puede lograrse a través de una edición amplia y prácticamente gratuita.

Fermín Herrero Ausejo de la Sierra, Soria, 1963

j Machado es un poeta aparentemente muy sencillo, pero con una hondura metafísica que no entronca con nada de la literatura española; está más ligado con la filosofía de Bergson y Heiddeger, y quizá sea un caso único. Escribió que los grandes poetas son metafísicos fracasados, y él es un gran poeta.

k Yo estudié en el Instituto Antonio Machado, en Soria. Fui profesor allí muchos años y en mi juventud fui antimachadianao, porque cuando em-pecé a escribir me interesaban tendencias más modernas o metafóricas y me parecía que Machado tenía una estética bastante decimonónica. Ahora, con el tiempo, veo las vanguardias y creo que eso es un mérito. Hace unos años que he vuelto a él y en caso de que me haya influido lo ha hecho en lo último que he escrito, que aún está sin publicar. Creo que es como Lorca; no puede tener seguidores porque cualquier acercamien-to a ellos es casi una imitación.

l No lo sé. Parece una buena oportunidad para dinamizar los atractivos turísticos de Soria, porque mucha gente se acerca allí para contemplar los paisajes machadianos, pero no hay ninguna ruta turística. De todos modos, si alguno de los organizadores del centenario leyera ‘Juan de Mai-rena’ dejaría de inmediato de organizar actos, porque sus primeras citas son demoledoras contra la fatuidad del éxito y las conmemoraciones.

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Esperanza Ortega Palencia, 1953

j Antonio Machado es un gran poeta; Él y Juan Ramón Jiménez son los grandes del siglo XX. Además, es un símbolo de la historia de los intelec-tuales españoles de la República que tuvieron que padecer el exilio. En libros como ‘Juan de Mairena’ hay un pensamiento que quedó cortado tras la Guerra Civil, cuyos planteamientos nos ha costado mucho recu-perar.

k Casi todo el mundo hemos leído mucho a Antonio Machado y nos ha gustado, pero yo particularmente me siento más seguidora de Juan Ra-món Jiménez. En la obra de Machado es fundamental la importancia que da a la rememoración, a la memoria, a la espera... Siento por él un gran respeto y soy consciente de que es un poeta magnífico.

l Hay que tratar sobre todo de que el aniversario no se salde con la puesta en marcha de iniciativas folclóricas. Lo ideal sería conseguir que su poesía llegara a la gente, poner sus poemas en las manos y ante las miradas de las personas.

Antonio Piedra El Soto, Salamanca, 1948

j Realizó tres aportaciones fundamentales: fue uno de los renovadores de la poética de la modernidad española; centralizó en torno a Castilla no solamente un motivo temático, sino una filosofía del paisaje y de la vida, y dio un sentido ético y social a la poesía.

k Me ha influido desde dos perspectivas. A nivel personal, su lectura fue determinante para que en mi primer destino como profesor recalara en un pueblo castellano: Villalón de Campos. Y como autor, encuentro numerosos reflejos de su obra en la mía: lo castellano está omnipresen-te, muestra un cierto sentido irónico sobre las cosas y tiene una notable impronta social.

l Lo esencial de toda conmemoración de este tipo es lograr que se lea al homenajeado. Además, considero fundamental que su figura y legado se adapten correctamente al lenguaje de las nuevas tecnologías, con po-sibles medidas como la creación de un cuidado espacio web que incluya sus versos y artículos de fondo sobre él.

Andrés Quintanilla Juneda, Lérida; afincado en Valladolid

j Machado es una figura fundamental en la literatura del país. El suyo es un sendero que hemos seguido la práctica totalidad de los poetas españoles. Su seriedad, su hondura, la influencia que ha teni-do en toda la poesía posterior a él es inmensa, aparte de contar con libros fundamentales como sus ‘Nuevas canciones’, que son una ver-dadera delicia, y en general toda su obra, incluido ‘Juan de Mairena’.

k Ha influido muchísimo en mi obra. Siempre le he admirado, desde que empecé a leer poemas siendo muy joven. Encuentro su herencia sobre todo en la obra que tengo dedicada a nuestra tierra; aún sin ser consciente, mi pensamiento se iba a ciertas imágenes del maestro. Indudablemente, es un referente para los autores de Castilla y León y de España. Su poesía es muy certera y sentía un gran amor hacia la tierra que le adoptó.

l Promocionar todo lo que se pueda su obra, que nunca está de más sea o no sea el año Machado. Cuanto más se trabaje en este senti-do, mucho mejor. La Academia Castellana y Leonesa de la Poesía va a programar una serie de actos en distintos lugares de nuestra Comu-nidad, y el premio que destinamos a jóvenes creadores del mundo de habla hispana también incluirá una referencia a Antonio Machado.

Ricardo Ruiz Burgos, 1963

j Machado es un poeta capital, de lectura obligada e imprescindible para comprender lo que es la lírica del siglo XX. Junto a Juan Ramón Jiménez y la generación del 27, conforma la cumbre de la poesía es-pañola del siglo XX.

k Ha influido de una forma importante en mi obra. Su poesía ha ex-presado siempre las preocupaciones esenciales del hombre: sus vi-vencias, su niñez, el amor, su implicación política, el tiempo y la muer-te. Creó una poesía evocadora, elegíaca y memorialista. En uno de sus versos encuentro su constante referencia, cuando dice que se canta a lo que se pierde.

l Sería importante hacer una especie de enfrentamiento dialéctico entre poetas consagrados y jóvenes; un encuentro que permitiese de-terminar hacia dónde va la poesía del siglo XXI. El propio Machado fue uno de los pioneros que abrieron la poesía del siglo XX y ahora habría que ver hacia dónde camina la poesía del siglo XXI.

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Cuando usted contaba con tres años, y tras el fallecimiento de su padre, su madre decidió abandonar Asturias e instalarse en León. ¿Alguna vez le contó el porqué de su decisión?

Ese asunto era una constante en nuestras conversaciones. Mi madre era asmática y el clima asturiano era muy malo para ella. Los médicos le aconsejaron ir a Castilla, como allí se dice, ‘a secar’. Se dio la circunstancia de que una amiga muy cercana suya, que era mi madrina de pila, se trasladó a León por moti-vos profesionales, y esto le animó a decidir-se por esta ciudad. Probablemente no tenía el propósito de establecerse aquí de forma definitiva, pero, como poco después llegó la Guerra Civil, prácticamente perdimos todo lo

poco que teníamos en Astu-rias y nos quedamos, porque el cambio de clima a ella le vino ciertamente muy bien. Después, con el tiempo, yo ya no he querido salir de aquí. Aunque amo mucho Asturias, mi vida está en León.

Su padre era un poeta modernista y con su obra usted aprendió a leer. ¿Qué impacto le produjeron aquellas primeras lecturas?

Ese dato es curioso e importante para mí y mi escritura. Vivíamos el año 1936; en León hubo una depuración muy severa de maes-tros y las escuelas no se abrían. Yo, que en-tonces tenía 5 años, quería aprender a leer y el único libro que había en casa era el único libro que había publicado mi padre. Dando la lata a todo el mundo y preguntando por ésta y aquella letra, aprendí a leer con un libro de poesía. Ese hecho, con independencia de que el autor fuera de mi padre, me proporcionó algo muy serio: al mismo tiempo que empe-

cé a conocer el procedimiento de la escritu-ra, advertí un lenguaje que no era el lenguaje coloquial ni informativo habitual, sino que tenía otras virtudes en el orden de la rítmica y la sonoridad, donde las significaciones eran también de otra naturaleza. En cierto modo, desde los 5 años, di por bueno el pensamien-to poético, que no tiene demasiado que ver con el pensamiento discursivo ni con el re-flexivo. Por decirlo de alguna manera, desde esa edad quedé condenado a ser poeta.

Una demostración más de que los niños son seres mucho más receptivos a impregnarse de nuevos conocimientos.

Se trata de algo completamente cierto que yo he podido comprobar con mis propias hijas, que siendo muy niñas, más pequeñas aún de lo que yo era cuando empecé a leer, manifestaban una especialidad sensibilidad si escuchaban una lectura poética; es algo que ahora sigo comprobando con mi nieta. Los niños no tienen el prejuicio de que el len-guaje tenga que tener una lógica informativa convencional, son puros y privilegiados.

¿Qué ecos de la Guerra Civil llegaban a León en los años de su infancia?

Una marea de libros, ordenados alfabéticamente según sus autores, puebla las paredes y los rincones del domicilio leonés del poeta Antonio Gamoneda (Oviedo, 1931), un reducto de tranquilidad a los mismos pies de la magnífica catedral de la ciudad. La poesía y las letras son su vida, como apunta en esta entrevista, en la que recuerda cómo aprendió a leer en pleno estallido de la Guerra Civil, gracias al único poemario publicado por su padre. “Con cinco años quedé condenado a ser poeta”, reconoce con un esbozo de sonrisa nostálgica el último ganador del Premio Cervantes.

El escritor afincado en León ha sido galardonado con el Premio Cervantes 2006, el galardón más importante de las letras en lengua castellana

TEXTO: CÉSAR COMBARROSFOTOS: EDUARDO MARGARETO

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guerra, y yo contaba con ocho años, llegué a ver cadáveres en las cercanías del Crucero. Recuerdo una visita que realicé a un museo de animales disecados en San Marcos; aquel día pasamos por delante de unas ventanas a través de las cuales se veía a presos barrien-do la sangre que habían dejado otros a los que habían fusilado. Imágenes así impreg-nan la vida de una criatura y la condicionan para siempre.

En su juventud trabajó como meritorio en una oficina bancaria durante un periodo prolongado. ¿Cuándo sintió por primera vez la necesidad de sentarse a escribir?

Como comenté antes, yo había sido sensi-bilizado por la poesía desde los cinco años. En cierto modo sabía que quería ser poeta; lo pensaba de una manera elemental, infantil, pero lo pensaba. Era algo que estaba latente y hay un momento en el que me atrevo a in-tentarlo, que se produce entre los 13 y los 16 años. El poema más antiguo que conservo es de 1947.

¿Cuáles han sido sus poetas de cabecera? ¿Han ido cambiando con el paso del tiempo?

Es difícil distinguir quiénes estaban en la iniciación de mi vida de escritor y quiénes se han ido sumando después. Ahora no me interesa tanto, pero recuerdo que con diez años leí con emoción un libro que me rega-laron con las ‘Rimas y leyendas’ de Gustavo Adolfo Bécquer; aquella lectura me impresio-nó mucho. Otro de los primeros poetas con los que tuve una relación de lectura amplia fue Juan Ramón Jiménez, pero sin embargo ni Bécquer ni Juan Ramón han permaneci-do demasiado en mí. Hay otras influencias posteriores que pueden rastrearse en la Biblia; en las letras de los cantos del jazz negro americano, del blues y del gospel; en barrocos españoles como Quevedo y Gón-gora; o en renacentistas como Garcilaso y sobre todo Juan de la Cruz. Pero quizá la influencia fundamental haya que buscarla en la poesía del simbolismo francés, en Rimbaud y Mallarmé, por ejemplo. Sin per-juicio de que haya otros muchos poetas que pesan en mi escritura.

En alguna entrevista ha calificado León como “una ciudad cruel y fría”.

Bien, esas dos palabras juntas parece que pesan demasiado. Aunque cada vez nos vamos pareciendo más todos, en León lo característico es que la gente sea poco ex-trovertida y las relaciones pueden ser re-lativamente difíciles. En el leonés hay una mezcla de aspereza y timidez que hace que se retraiga. Aunque haya podido utilizar esos dos calificativos, sustituiría crueldad por as-pereza y frialdad por timidez; creo que estoy matizando más ahora.

¿Cuál cree que es el peso que esta ciudad y esta tierra han tenido en su obra?

Mi biografía está completamente ligada a León. Hace 40 años tiraron mucho de mí

para que fuera a Madrid para dirigir Taurus, pero rechacé el ofrecimiento a lo largo de varios meses y aquel acabó siendo el primer empleo que tuvo Jesús Aguirre, luego duque consorte de Alba.

¿Qué le retuvo en León en ese y en otros momentos?

El apego y un cierto miedo a la gran ciudad, a la dificultad para la relación con los amigos, al exceso de personas, a las trabas para en-contrar el silencio y la serenidad. Siempre he tenido miedo a Madrid y a cualquier gran ciudad. Si no me he ido de aquí ha sido por mi identificación con León, pese a esas no-tas de aspereza y timidez, pero también por miedo a la metrópoli.

Como autor y como lector, ¿cuál cree que debe ser la función de la poesía y del poeta?

A la poesía y al poeta se le han atribuido fun-ciones que no son reales. Por ejemplo surgen dos opiniones paralelas desde dos campos completamente distintos: Gabriel Celaya, un comunista y poeta, dice que la poesía es un arma cargada de futuro, pero José Antonio Primo de Ribera señala a su vez que a los pueblos sólo los han movido los poetas. Son dos expresiones casi paralelas, pero ningu-na es cierta. Esa función social de la poesía no existe, y la impregnación ideológica sólo puede conducir a que se haga mala poesía, salvo casos excepcionales, como el turco Nazım Hikmet, de autores capaces de inte-riorizar la ideología de tal manera que pase

ca podré olvidar los gritos de las mujeres en las madrugadas, cuando iban a sacar a sus hombres de casa, y las cuerdas de presos que atravesaban un paso a nivel cercano a mi casa, cuando los traían en tren para tras-ladarlos a San Marcos, que entonces era uno de los mayores penales de España.

La muerte es un aspecto omnipresente en toda su obra. ¿Cree que el origen de esa obsesión temática puede estar en aquellas experiencias?

Naturalmente. Yo era muy consciente de mi orfandad y también de lo que podríamos llamar la activación de la muerte en el en-torno en el que vivía, algo que se hacía visi-ble incluso para los niños. Cuando acabó la

Nosotros vivíamos en El Crucero, que era el barrio obrero más importante de León, aun-que era muy pobre. Allí estaban los ferrovia-rios, la azucarera y la fábrica de productos químicos, y en León apenas había más indus-tria. La capital no fue territorio de combate; la batalla estaba 30 kilómetros más al norte, en dirección a Asturias, pero la represión que realizaban aquí los franquistas se desarrolló de una manera muy amplia y dura. En León se concentraban todos los prisioneros que las tropas nacionales hacían en combate, y además se vivía una represión total como fruto de las delaciones, que en El Crucero (al ser un barrio obrero en el que predominaban las izquierdas) fue especialmente dura. Nun-

“La poesía es quizá el único acto creativo realmente libre que existe en la actualidad”

El poeta Antonio Gamoneda mira por la ventana de su vivienda en León, muy cercana a la catedralGamoneda en su despacho de su domicilio leonés

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a ser parte plena de su subjetividad. En mi opinión, la función de la poesía es triple: por un lado el pensamiento y el lenguaje poéti-cos son mecanismos de creación, puesto que pueden hacer existir algo que quizá no existía antes y en esa creación existe una realidad intelectual. Otra función que debe tener es la revelación, dando a conocer algo que era pura interioridad en el poeta. Y, finalmente, la poesía produce una inten-sificación de la conciencia ante el resto de la realidad.

Usted, que nació prácticamente como poeta, ¿entiende la prosa como algo ajeno?

No. Yo no establezco una distinción radi-cal entre verso y prosa porque pienso que la poesía puede estar en cualquiera de los otros géneros académicos. Faulkner o Kafka

son poetas para mí, y puede ocurrir lo con-trario en alguien que es un simple versifica-dor. Los datos de creación, revelación, inten-sificación de la conciencia pueden darse con independencia de que sea prosa o verso. La tradición nos ha conducido más bien por el terreno del verso, pero precisamente porque el pensamiento poético está suscitado por un impulso de naturaleza musical y rítmica. Las palabras que se le aparecen al poeta es-tán normalmente habitadas por un ritmo, y luego viene el desarrollo de ese ritmo, que proporciona una presencia y una intensidad especial a la palabra, cuyo final desconoce el propio poeta.

¿Por qué cree que a la poesía le cuesta es-pecialmente encontrar su hueco en las libre-rías y en las preferencias de los lectores?

Nadie puede vivir de su poesía, ni siquiera los grandes. Realmente la cultura poética histó-ricamente se ha reducido. En la Edad Media la poesía era el único elemento mediático que existía; se utilizaba para alabar o denos-tar a un poderoso, para difundir creencias... y además tenía unos valores mnemotécnicos valiosos. Tras la aparición de la tipografía lentamente la poesía empieza a tener menos peso y a ser mucho más minoritaria. En este momento en que estamos invadidos por la información, no hay espacio para la poesía más que en términos minoritarios, y esto en mi opinión no es completamente malo para ella, porque eso hace que no sea materia de mercado; de ese modo, no debe obedecer las leyes de mercado, y al disfrutar de ese privi-legio la poesía es quizá el único acto creativo realmente libre que existe en la actualidad.

En diversas ocasiones se ha mostrado parti-dario de reescribir su obra.

Yo me concedo el derecho a reescribir inde-finidamente mis poemas, estén o no publi-cados. Son algo que está vivo como yo, que tampoco soy el mismo que hace cincuenta años. El poema también tiene algo de orga-nismo vivo, en tanto que es algo anclado en la subjetividad, y por ello es una realidad. Mientras la novelística normalmente reposa en la ficción, la poesía lo hace en nuestros sentimientos y convicciones. La poesía es una realidad porque es una emanación de nuestra vida, no un discurso para entretener a la gente. Al menos yo lo entiendo así.

¿Ha podido sentarse a escribir, en medio de este maremagnum de premios y entrevistas?

Muy poco, tengo dos o tres compromisos fuertes de aquí a marzo. Echo de menos la normalidad de antes. Yo necesito un poco de silencio y de tranquilidad.

¿Porqué cree que los reconocimientos le llegan en este momento de su vida todos juntos?

No lo sé. Quizá, aunque no se cumpla siem-pre esta ley, hay una especie de estimación por parte de los jurados de que, a partir de cierta edad (digamos 70 años), uno entra en las listas de los ‘premiables’. Supongo que se presupone que en ese momento la obra

del autor está casi completa o completa del todo. No creo que haya ninguna otra razón

¿Cómo vivió las polémicas que se desperta-ron desde ciertos medios de comunicación en torno a su elección como Premio Cervantes?

He visto algunos comentarios en determi-nados medios, pero normalmente no decían que yo fuera una mala elección, sino que criticaban el sistema y el procedimiento que, según ellos, está demasiado condicionado desde el Gobierno o el Ministerio de Cultura. Parece que hay un afán por politizar todo y sacarle algún tipo de rendimiento político. En todo caso eso no me ha hecho sufrir dema-siado. No. Me quedo muy tranquilo.

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