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SEGURIDAD ACTUAL DE LA REPÚBLICA HAITIANA De Haití se ha dicho de manera reiterada que es un Estado fallido dada la inveterada, ancestral y espasmódica debilidad estructural de sus instituciones, lo que se expresa en la profunda y acentuada fragilidad intrínseca de su democracia. En una sociedad así, que se desenvuelve prácticamente a niveles primarios de organización humana y social y atrapada en esos instintos primarios de la especie humana, es casi imposible que prevalezca la autoridad de la ley como mecanismo cohesionador e integrador de su población y de sus estructuras. Un Estado envuelto en una vorágine histórica como la descrita no está en capacidad de gestar o parir las fuerzas endógenas que son necesarias para impulsar el desarrollo de la sociedad en todas sus aristas y vertientes. En ese contexto, las fuerzas impulsoras y propiciadoras del desarrollo tienen obligatoriamente que moverse de afuera hacia adentro, de ahí la necesaria e inevitable intervención de la comunidad internacional para que un Estado así pueda encarar sus problemas estructurales y prevenir que ese volcán en potencia estalle o erupcione en cualquier momento. Pero como la comunidad internacional ha hecho caso omiso del rol que debe asumir en Haití, y dada la acumulación de todos Página 1

Seguridad Actual de La República Haitiana

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este documento consta de información acerca de la situación actual de la república de Haití y la seguridad nacional que viven sus habitantes.

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SEGURIDAD ACTUAL DE LA REPÚBLICA HAITIANA

De Haití se ha dicho de manera reiterada que es un Estado fallido dada la inveterada,

ancestral y espasmódica debilidad estructural de sus instituciones, lo que se expresa en la

profunda y acentuada fragilidad intrínseca de su democracia.

En una sociedad así, que se desenvuelve prácticamente a niveles primarios de organización

humana y social y atrapada en esos instintos primarios de la especie humana, es casi

imposible que prevalezca la autoridad de la ley como mecanismo cohesionador e integrador

de su población y de sus estructuras.

Un Estado envuelto en una vorágine histórica como la descrita no está en capacidad de

gestar o parir las fuerzas endógenas que son necesarias para impulsar el desarrollo de la

sociedad en todas sus aristas y vertientes.

En ese contexto, las fuerzas impulsoras y propiciadoras del desarrollo tienen

obligatoriamente que moverse de afuera hacia adentro, de ahí la necesaria e inevitable

intervención de la comunidad internacional para que un Estado así pueda encarar sus

problemas estructurales y prevenir que ese volcán en potencia estalle o erupcione en

cualquier momento.

Pero como la comunidad internacional ha hecho caso omiso del rol que debe asumir en

Haití, y dada la acumulación de todos sus problemas, el volcán encarnado en esa terrible

realidad vive erupcionando permanentemente.

Haití está montado, pues, sobre una vorágine en permanente ebullición cuyos efectos, cuyas

incesantes ráfagas, se sienten de manera inmediata y permanente en su vecino más próximo

y cercano que es la República Dominicana.

En ese escenario y perspectiva, que es el que con todo pesar estamos viviendo, la

comunidad internacional ha eludido olímpicamente su responsabilidad frente a esta

situación y ha querido, forzado y presionado para usar la República Dominicana como

chivo expiatorio.

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La comunidad internacional, representada por países desarrollados y organismos

internacionales, ha llegado tan lejos en sus presiones, pretensiones, vejámenes y

desconsideraciones que ha tenido el tupé de plantearle directamente a la República

Dominicana que viole, lesione y vulnere su propio ordenamiento constitucional y legal,

como ocurrió con la “sentencia” de la Corte Interamericana de Derechos Humanos –CIDH.

Y esto de por sí constituye un conflicto permanente para la República Dominicana, el cual

lo vivimos a diario en el territorio dominicano, en la frontera dominico-haitiana e incluso

dentro de Haití donde están instalados nuestra Embajada y nuestros consulados.

Lo que quiere decir que ese volcán en erupción que está encarnado en Haití adquiere la

condición y categoría histórica y política de seguridad nacional para la República

Dominicana.

La relación diplomática, política y comercial con cualquier país –sin importar su condición

y estatus económico, social y político- tiene que estar basada siempre en el interés nacional.

Así la seguridad nacional tiene que estar enraizada, fundamentada y basada en el interés

nacional. Ese interés nacional nos traza la dirección y la línea de seguir existiendo como

Estado, como nación y como pueblo, atados esos tres entes a los irrenunciables atributos de

soberanía, independencia y libertad.

Nuestra relación diplomática, comercial y política con Haití tiene que estar sujeta siempre

al imperativo del interés nacional, y nunca debe estar subordinada a los intereses de grupos

internos, sean estos comerciales o no.

Son contrarios al interés nacional y a la seguridad nacional el contrabando de armas, de

otras mercancías y de personas por la frontera, el comercio ilícito, el tráfico de drogas, la

trata de blancas y negras, en fin, todo lo que esté al margen de la ley, de la moral y de las

buenas costumbres.

Son contrarios al interés nacional y a la seguridad nacional los sobornos o peajes que se

cobran en la frontera para dejar pasar a haitianos indocumentados en masa.

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Lo que conviene al interés comercial y empresarial y a los intereses del cuerpo militar

ubicado en la frontera no siempre conviene al interés nacional y a la seguridad nacional.

Hay intereses que se esconden detrás de los flujos migratorios de haitianos ilegales o

indocumentados para aprovechar la baratura de la mano de obra haitiana frente a la mano

de obra dominicana, llegando al extremo de violar el Código de Trabajo de la República

Dominicana. Y a partir de un determinado momento esto podría convertirse en un tremendo

dolor de cabeza, visto en una perspectiva social y política.

Pero el asunto ha llegado a tales niveles de gravedad que no solo constituyen un problema

de seguridad nacional la enorme masa de haitianos indocumentados, sino los mismos

haitianos documentados y los hijos de haitianos ilegales que piensan y actúan como

haitianos, es decir, como si hubieran nacido en Haití, porque aparte de lo otro son

culturalmente haitianos.

Lo que quiere en decir que tenemos al enemigo dentro de la casa, y dado el hecho de los

instintos primarios que están en la base de las acciones de los haitianos y de las terribles

confusiones históricas y conceptuales que tienen en sus cerebros, podríamos comenzar a ser

víctimas de sabotajes y rebeliones de haitianos en empresas, en edificios, en calles y en

municipios en el mismo territorio de la República Dominicana, lo que ha comenzado con

actos de incendio de la bandera dominicana en nuestras propias narices, ocurridos antes y

después de que enloquecidas y envenenadas hordas haitianas quemaran la bandera

dominicana en el Consulado dominicano en Puerto Príncipe el día 25 de febrero de este año

2015.

Incluso podrían llevarse a cabo acciones allá y aquí realizadas simultáneamente en contra

del Estado dominicano por parte de enardecidas y enloquecidas hordas haitianas.

En cualquier momento, en cualquier circunstancia, tiene que primar el interés nacional, y la

seguridad nacional tiene que estar supeditada a éste.

La seguridad es un pilar fundamental en el desarrollo y prosperidad de toda sociedad libre,

y que aspira a un futuro promisorio. Debido a esto, es indispensable su compresión, para

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asumir la seguridad como el elemento esencial del bienestar y calidad de vida de los

ciudadanos, así como de la estabilidad democrática del propio Estado.

Más cuando a las amenazas y riesgos tradicionales se les agregan otros elementos de

factura y producción transnacional, que por su grado de interconexión con el crimen

organizado potencian su peligrosidad, desbrozando la trocha hacia otros estadios abiertos

que facilitan su expansión, causando un devastador impacto en el cuerpo social de la

nación.

La República Dominicana y Haití, por sus posiciones geográficas privilegiadas ubicadas en

el centro de las Américas y en la valiosa ruta a Norteamérica y Europa, constituyen al

mismo tiempo un foco de complejidad estratégica para la creciente industria del crimen de

dimensión transnacional, que puede afectar la estabilidad, la paz y la seguridad

internacional, por lo que se hace cada vez más necesario que el Estado tenga definida de

antemano una verdadera estrategia de seguridad nacional.

En este contexto, el ámbito de la “seguridad nacional”, no se trata únicamente lo relativo a

la estabilidad y tranquilidad de un país, sino que trasciende al marco de la predictibilidad,

elementos que, en su conjunto, son necesarios para garantizar el clima de desarrollo

nacional.

Mientras en el pasado los objetivos tradicionales eran el prevenir o repeler las amenazas

militares entre estados, hoy en día, las nuevas amenazas a la seguridad nacional son más

complejas y difusas.

A partir del 11 de septiembre del 2001, el ataque terrorista a los Estados Unidos de

América, proyectó el surgimiento de nuevos desafíos transnacionales, capaces de socavar la

seguridad colectiva del cualquier Estado.

En este escenario, la “Seguridad Transnacional”, como lo indica su nombre, consiste en

acciones no militares que cruzan las fronteras, que amenazan la integridad político-social

de un Estado o aquellas que obran en contra de la salud de los habitantes de una nación.

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Estos desafíos transnacionales que atentan contra la seguridad humana, los gobiernos, y por

ende los Estados, se clasifican en cinco categorías, que son: crimen transnacional,

terrorismo, pandemias, degradación ambiental y la migración ilegal.

Como hoy en día, el mundo se ve estrujado por un fenómeno social que se produce a escala

global como son las migraciones masivas e ilegales por demás, y es precisamente, en este

último contexto, que toma relevancia el tema de la migración descontrolada y las presiones

exógenas para entorpecer la aplicación del Plan de Regularización de Extranjeros que, con

prudencia, ejecuta el gobierno dominicano.

En este orden, debido a que nuestra frontera terrestre sufre de “osteoporosis severa”, o sea,

una porosidad en la arquitectura fronteriza que ocasiona un peligroso debilitamiento de sus

linderos y, por lo tanto, existen “fracturas” por donde constantemente se produce un

trasiego permanente de indocumentados ilegales, y con ellos, movimientos de narcotráfico

y tráfico de armas, entre otras posibles amenazas, y lo que es peor aún, la posibilidad de

presentar una vulnerabilidad potencial para la incursión del terrorismo internacional, que

podría hacer “metástasis” en toda la región del Caribe, y que, siendo nosotros, la “tercera

frontera” de los Estados Unidos de Norteamérica, pudiera también comprometer la misma

seguridad nacional de nuestro principal socio comercial y estratégico.

Si a todo esto, le agregamos que debido a la misma permeabilidad limítrofe, corremos

siempre el riesgo de no tener una óptima seguridad sanitaria, de una seguridad fitosanitaria,

de una seguridad medioambiental, y en ésta, la depredación de nuestros bosques para el

contrabando de carbón vegetal, podríamos inferir fácilmente, que realmente nos

encontramos en el “border line” de una potencial gran amenaza a la seguridad nacional.

Los niveles de seguridad y la preocupación de los haitianos

Con esta preocupación en mente, me permito invitar a los tomadores de decisiones al más

alto nivel de la nación, a trazar las pautas para fortalecer el pensamiento y capacidad de

planificación estratégica entorno al amplio panorama de la seguridad presente para que, de

este modo, las autoridades responsables de éstas tareas estén mejor preparadas para

enfrentar las posibles amenazas y riesgos futuros, diseñando un plan integral con visión

multidimensional de seguridad nacional.

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En este tenor, bastaría con dar el seguimiento de lugar a lo que establece la Constitución de

República, en su artículo 258, en relación al Consejo de Seguridad y Defensa Nacional,

como un órgano consultivo que asesora al Presidente de la República en la formulación de

políticas y estrategias en esta materia, que, aunque aún no se ha conformado, sugerimos la

implementación de este valioso instrumento para la seguridad nacional.

Finalmente, entendemos que con el paso trascendente de la creación de este consejo asesor,

tendrá el Primer Mandatario, la capacidad de disponer de un diseño conjunto de “Estrategia

de Seguridad Nacional” basada en los cambios de escenarios entre las dos naciones

soberanas que compartimos la isla, para la construcción del Sistema de Seguridad Nacional,

dándole por igual, participación a la sociedad civil en los perímetros del interés social.

Pues una sociedad concientizada asumirá con mayor responsabilidad los temas de

seguridad, y por tanto, estará en las más óptimas condiciones para enfrentar los cambiantes

desafíos que se nos presentan en un mundo globalizado y de constantes cambios, logrando

así, ganar en términos de desarrollo y prosperidad.

De esta manera, tendremos una “Política de Estado” en esta materia con alcance a largo

plazo, superando, de este modo, los límites temporales y las agendas de los gobiernos de

turno, permitiendo además al gobierno nacional proteger a sus ciudadanos y turistas, y

defender al propio Estado, colocándose cada vez más cerca del corazón de nuestra sagrada

soberanía nacional.

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SITUACIÓN ACTUAL DE HAITÍ

Haití se encuentra en una fase en su historia dónde tiene que tomar decisiones que llevan a

acciones que liberen al país de su situación actual, desde luego la situación de la población

haitiana que es la principal afectada.

Sin anteponer la conclusión al desarrollo de este artículo, quiero reiterar que la

responsabilidad de cada uno de los haitianos y haitianas y, de manera puntual de los

dirigentes los cuales, cuando sepan realmente desarrollar su sentido de pertenencia al país y

cuáles son sus compromisos (commitment) frente a la sociedad, eso dará inicio a la

transformación y la resolución de todos los problemas y conflictos que confronta el país

consigo mismo, con los vecinos, y con la población.

En tal caso, hoy, muchos otros como yo, nos preguntamos ¿cuáles son las perspectivas de

Haití en la actualidad y en el futuro inmediato? Otra manera de formular esta pregunta

puede ser, ¿cómo vemos la situación actual de Haití y cómo será en los próximos 5 años?

Sinceramente, para ir al grano, la realidad es que el país está en el peor de sus momentos

desde su independencia hasta el día de hoy, aun cuándo se está vendiendo una imagen

distinta de esta realidad.

La única forma de comprobar lo que os estoy diciendo es estar en el país y, como tal, la

situación actual del país no es sino la consecuencia de la falta de buenas políticas de

emancipación y de desarrollo – que nunca, ningún dirigente ha tenido - en el sentido más

amplio de los temas y las tantas traiciones que han asaltado la historia del país

(empobrecido).

Llamo traiciones sencillamente a la falta de interés de aquellos que, a lo largo de toda la

historia del país, cada uno en su momento, no se cansan de propiciar y cometer tantos

golpes de estado y ser ocasiones para la inestabilidad progresiva y crónica en el país; una

realidad que, en el caso de Haití, genera todo tipo de problemas: política, social,

económica, educativa, ambiental, institucionales, agraria, migratoria, para citar sólo unos

cuánticos.

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En el otro lado, al referirme a la falta de políticas de emancipación y de desarrollo, me

refiero a que, ojos, en toda la historia del país desde su fundación como estado-nación,

Haití nunca ha conocido una política de protección social, nunca una política agraria que

impulse la producción nacional, nunca ha tenido un plan de urbanización como nunca ha

conocido una política financiera y económica, nunca ha tenido un plan de salud y de

protección social para sus ciudadanos; Haití heredó un sistema educativo francés que si

bien, era el mejor en su tiempo, pero desde luego nunca se ha esforzado para reformarla, es

más nunca ha habido una política educativa en el país, y si entramos en detalles veremos

que tampoco los sectores como el deporte, el turismo, la política como tal, las

infraestructuras básicas, para citar sólo algunos de ellos, han tenido la atención de ningún

gobierno en Haití que favorezca – hay que decirlo – el desarrollo del pueblo y del país.

Estas, a mi modo de ver las cosas, son las perspectivas de Haití en la actualidad.

Ya lo sabemos todos, y los hemos repetido en múltiples ocasiones; ya son objeto de

discusión en todos los programas radiales de aquí y de allá, pero quiero reiterarlo; hasta que

estos factores previamente mencionados no sean prioridades para los gobiernos locales,

hasta que no haya una fuerte movilización y infraestructuras que ayuden a frenar la

corrupción en el país, hasta que no haya fuertes medidas diseñadas para evitar el éxodo de

los haitianos hacia los países vecinos a buscar lo que pudieran tener en su propio país,

incluyendo los más básicos, hasta que no haya disposiciones y medidas para evitar la

importación de las tantas cosas que el mismo país está en condición de producir y exportar,

hasta que la educación en todas sus dimensiones no sea una prioridad gubernamental y no

sea considerada como condición de creación y educación de conciencia y responsabilidad

ciudadana, hasta que la participación ciudadana no sea valorada como condición de

desarrollo y cohesión social en el país, Haití será siempre la tierra de explotación y nunca

habrá una mejoría en el sentido más amplio de los temas.

Éstas son, a mi modo de analizar las cosas, las perspectivas del país en el futuro inmediato.

Al margen de todos estos factores claves que, si bien tienen una relevancia fundamental

para el desbloqueo del país, hay algo que siempre he considerado también elemental y

quizás es y será el primer elemento que debe ser tomado en cuenta en el país. Es el factor

idioma. En Haití se vende la idea de que el francés y el criollo son los dos idiomas oficiales

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del país, y no cabe duda de ello. Pero tengo un problema y estoy seguro que también el país

tiene el mismo problema que yo; es que nosotros los haitianos, en el contexto actual de la

educación, sería mucho más fácil para cada uno de mis compatriotas si hablarán el mismo

idioma que nuestros políticos. Un 70% de la población no entienden el idioma de los

dirigentes y de los que pretenden ayudar al país.

Francés o criollo no hay problema pero al hablar el mismo idioma que nuestros dirigentes,

seremos capaces de no solamente entenderlos pero seremos capacitados de emitir un juicio,

de pensar sobre los asuntos de nuestro país, de juzgarlos y de poder reivindicar aquellos

derechos que nos merecemos y, sobre todo capaces y empoderados para unir nuestras

fuerzas como pueblo y nación.

El factor comunicación es clave para el desarrollo de un país, así lo entiendo y creo que así

ayudaría al país. De ser así, si la educación en Haití fuera en criollo - o se quedará en

francés pero todos podemos hablar y entenderlo - nuestros compatriotas hubiesen tenido

una capacidad mucho más elevada para exigir cuentas a nuestros gobiernos y nuestros

dirigentes por lo que hacen e integrarse dentro de un plan más elevado de formación de sus

propias conciencias como ciudadanos y de su participación en los asuntos sociales y

políticas del país.

Al terminar, si no hay un cambio de paradigma y un giro epistemológico en las formas de

hacer política en Haití, no podremos de ninguna manera hablar de cambios sustanciales

sino como siempre ha sido y como es ahora mismo. Es decir, cuándo los dirigentes están

hablando de progreso, no es sino a nivel macro que beneficie sólo a los que ya tienen y

chuzan hasta las últimas gotas de sangre del país a costa de una inmensa mayoría. Por

consiguiente y a modo de reivindicación, creo que hace falta una tercera revolución social

en el país para instaurar una tercera república, un nuevo Haití y un país nuevo reseteado y

formateado en el que se empieza a repensar los papeles y la responsabilidad de la política y

los políticos en el país. Esto, a mi modo de pensar sería las perspectivas de Haití en el

futuro inmediato.

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Después del terremoto

El 12 de enero de 2010, un sismo de 7 grados en la escala de Richter sacudió a Haití,

dejando un fatídico balance de más de 200.000 personas fallecidas, 300.000 heridas y más

de 1,5 millones sin hogar. A cinco años de la tragedia, aún quedan más de 100 mil personas

viviendo en carpas, mientras una profunda crisis política y el flagelo del cólera parecen

perpetuar el sino trágico del país caribeño, el más pobre de América.

Según cifras de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), en el peor

momento de la crisis 1,5 millones de damnificados vivían en 1.555 campamentos.

“Exactamente cinco años después del devastador terremoto del 12 de enero de 2010, un

estimado de 79.397 desplazados internos permanecen en 105 sitios y asentamientos tipo

campamentos en Haití”, detalla a La Tercera Ilaria Lanzoni, portavoz de la OIM. “Desde

2010, hemos registrado una disminución del 94% de la población total de desplazados

internos y un descenso del 93% en el número de campamentos”, agrega. Estos sitios están

repartidos principalmente a lo largo de la región metropolitana de Puerto Príncipe y la

región de Palmas, en el departamento occidental.

En noviembre, el Presidente haitiano Michel Martelly se quejó que su país sólo ha recibido

4.000 millones de los US$ 12.000 millones que la comunidad internacional se comprometió

a entregar. “Tras el terremoto se hizo una promesa a Haití”, pero esa promesa “sólo se ha

cumplido en un tercio”, declaró el gobernante durante una visita a Ecuador. “No teníamos

un plan para la reconstrucción, no teníamos una cultura de combatir terremotos”, agregó.

EE.UU., que prometió US$ 4.000 millones para reconstruir Haití , había distribuido US$

3.100 millones hasta octubre de 2014, informó el Departamento de Estado.

Azote del cólera

Como si los efectos del terremoto no fueran suficientes, los haitianos han debido hacer

frente al flagelo del cólera, cuyo avance se ha multiplicado debido a la falta de acceso a

agua potable y a letrinas. Hasta el 28 de octubre pasado, los casos registrados por el

Ministerio de Salud ascendían a 711.558. “Todavía no existe un mecanismo de respuesta de

emergencia adecuado (…) Los peaks de cólera continuarán golpeando al país, al menos a

mediano plazo, hasta que no haya una mejoría adecuada de la infraestructura y las medidas

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para limpiar el agua”, dijo a La Tercera Oliver Schulz, jefe de la misión de Médicos Sin

Fronteras en Haití (ver entrevista).

Además, los 10,4 millones de haitianos deben soportar la profunda crisis política que ha

entrampado al país por tres años, la cual se agravó con la dimisión, el mes pasado, del

primer ministro Laurent Lamothe, tras violentas protestas antigubernamentales. La

oposición pidió la renuncia de Lamothe y de Martelly por considerarlos “corruptos”. El

presidente debió haber convocado a elecciones legislativas en 2011, pero éstas fueron

pospuestas al entramparse la negociación sobre la ley electoral. “Las elecciones son

esenciales para el desarrollo democrático de Haití, para seguir avanzando en la

reconstrucción y desarrollo tras el terremoto”, señaló el secretario de Estado

norteamericano, John Kerry, tras la salida de Lamothe. A fines de enero, embajadores del

Consejo de Seguridad de la ONU viajarán a Haití para incentivar la realización de los

comicios.

Pero no todo ha sido negativo. El propio Lamothe, al anunciar su renuncia, citó un reciente

estudio del Banco Mundial, según el cual entre 2000 y 2012 el porcentaje de haitianos que

vivían en la extrema pobreza (con un dólar o menos al día), cayó del 31% al 24%. Según

cifras del Banco Mundial, más de 200.000 personas han salido de la pobreza. El mismo

organismo también destaca que en el mismo período “la matrícula escolar aumentó de 78%

al 90%, muy cerca de la meta de lograr la escolarización de toda la población infantil”.

Incluso, el Ministerio de Turismo haitiano informó que esta actividad económica aumentó

un 21,1% respecto al último año, de acuerdo con cifras del tercer trimestre de 2014.

A pesar de esto, un alto grado de vulnerabilidad amenaza estas mejoras, advierte el Banco

Mundial. Cerca de 2,5 millones de haitianos no pueden cubrir sus necesidades básicas de

alimentación, mientras que un millón está en peligro de caer en la pobreza. Las mejoras en

la reducción de la pobreza fueron impulsadas principalmente por la ayuda internacional

(tras el terremoto), las remesas y el aumento de los puestos de trabajo bien remunerados en

la construcción, el transporte y las telecomunicaciones, sectores que también recibieron una

cantidad significativa de la inversión de la comunidad internacional como parte del proceso

de reconstrucción. Asimismo, destaca el organismo internacional, Haití sigue presentando

la mayor desigualdad de ingresos en el continente. El 20% más rico de los hogares detenta

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el 64% de los ingresos totales del país, mientras que el 20% más pobre se conforma con

sólo un 1%.

Los haitianos en la República Dominicana

A pesar de que a lo largo de la frontera con República Dominicana, siempre hann vivido

miles de haitianos, fue solo para 1919 cuando éstos comenzaron a cruzar para las

plantaciones de azucar.

El número total de trabajadores haitianos, insignificante al principio porque presentaba sólo

una cuarta parte de la fuerza laboral de una industria en expansión, nunca llegí a más de

5,000. Sin embargo, para el primer censo en 1920, los haitianos llegaron a representar el

59% del total de la población total de estrangeros, que eran unos 47,780; y el 3% de la

población total del país. Los inmigrantes estaban concentrados en las provincias de Monte

Cristi, Azua, Barahona, San Pedro de Macorís y el Seibo, porque estas eran localidades

importantes para la producción de azúcar o ciudades ubicadas en la frontera.

Para el año 1920 se había extendido el desplazamiento. De igual manera, el tráfico, legal o

ilegal, de inmigrantes haitianos se había convertido en una de las fuentes más importantes

de ingresos del Estado Haitiano. Para el 1937, años en que hubo el mayor grado de

deportación de haitianos y ocurrió la matanza de más de 12,000 haitianos por el ejército

dominicano, la cifra total era de 200,000 haitianos. Pero en realidad, la deportación y el

genocidio no afectaron la vida de los bateyes.

Desde agosto de 1941, el Gobierno Dominicano ha ido firmando tratados comerciales

temporales con el Gobierno Haitiano, para facilitar la importación de braceros.

Actualmente se estima que el número actual de haitianos que viven en la República

dominicana es de 1,378,000 haitianos. Aunque la mayoría de los residentes haitianos viven

en los bateyes y tienden a trabajar en la industria del azúcar, éstos también trabajan en otros

sectores agrícolas de la economía.

Hay que especificar que hay un movimiento circular de mano de obra haitiana desde las

plantaciones azucareras del sur hasta las plantaciones cafetaleras del norte. Los trabajadores

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haitianos constituyen más del 50% de los trabajadores agrícolas en la producción de café y

arroz, desplazando gradualmente a los dominicanos, como fuente de mano de obra barata.

Hay algunas áreas definidas en las que se concentran los haitianos residentes en la ciudad

de Santo Domingo, hasta el punto de que existe un mercado libre que es conocido como "El

Pequeño Haití". La presencia de los haitianos se percibe claramente en las áreas de

actividad turística donde la mayor parte de la artesanía manual es producida y vendida por

haitianos.

Los trabajadores haitianos experimentan un grado extremo de explotación. El trabajo en la

industria del azucar es definido como brutal y que sólo pueden hacer los animales (es decir,

los haitianos). De hecho, el corte de la caña está totalmente identificado como trabajo

haitiano, ya que los salarios son bajos y las condiciones y la calidad de vida en los bateyes

carece de interés para la mano de obra nativa.

Hay dos tipos de bateyes: el batey central y el batey agrícola. El batey central es donde está

ubicado el ingenio azucarero y allí residen las personas que procesan la caña después de

cortada y pesada en el batey agrpícola. La mayoría de las personas qeu viven en el batey

central son dominicanos, mientras que en el batey agrpicola predominan los haitianos. El

batey central cuenta con frecuencia con una escuela y está ubicado cerda de un poblado.

Causas de la inmigración haitiana a República Dominicana

Desde hace más de un siglo, los haitianos han estado penetrando pacíficamente en el país

asentándose en tierras agrícolas abandonadas por los dominicanos en tiempos de la Primera

República. Por más esfuerzos que se hicieron en el siglo XIX por llegar a un acuerdo con

Haití, nunca fue posible aclarar la cuestión de los límites fronterizos, pues el tratado de

1874 fue un instrumento defectuoso, las negociaciones de Lilís poco antes de morir

otorgaron los derechos d e los haitianos sobre las tierras, hasta entonces reclamadas por los

dominicanos. Durante muchos años, a principios del siglo XX, se procuro llegar a un

arreglo sobre los límites fronterizos, el cual solo pudo aclararse en 1929 durante el

Gobierno de Horacio Vásquez. Pero a pesar de haberse firmado el 21 de enero de ese año

un Tratado sobre la fijación de Límites, en el país quedaron viviendo varias decenas de

millones de haitianos trabajando como obreros de la industria azucarera o como sirvientes

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en las casas de familia o como agricultores y pequeños comerciantes en el sur y en la Línea

Noroeste cerca de la Frontera.

Esos haitianos estaban totalmente marginados de la vida dominicana y el territorio por ellos

ocupado era una extensión de la República de Haití.

Los haitianos han ido llegando a la República Dominicana tratando de escapar de los

problemas sociales que se encuentran en su país natal, la República de Haití.

En Haití el principal problema social que se presenta en todo el territorio es la

discriminación racial y la mala distribución de los ingresos. A pesar de que la mayoría de

los haitianos son negros, un 95% para ser más específicos, estos han sido discriminados por

la poca cantidad de mulatos que hay en ese país. Los haitianos mulatos tienen más en

común con las clases adineradas de los demás países.

La inmigración haitiana hacia la República Dominicana se relaciona directamente con el

desarrollo de la industria azucarera en el país. En el último cuarto del siglo pasado,

comenzó a florecer la industria azucarera en la República Dominicana, cuando muchos

cubanos que vinieron a nuestro país, huyendo de la Guerra de los Diez años en Cuba, para

establecer ingenios. Desde ese momento, muchos haitianos se fueron a trabajar a esas

empresas, atraídos por los salarios relativamente elevados que ofrecían en la industria

azucarera.

La ocupación Norteamericana en Haití en 1915, guarda una estrecha relación con el

carácter y el contenido migratorio desde ese país hacia la República Dominicana.

Después de la Ocupación Norteamericana en 1915, la ocupación de la isla por la marina de

los Estados Unidos, el fenómeno migratorio adquirió rasgos diferentes y un nuevo

contenido. Todo el capital de Wall Street se propuso convertir la Cuenca del Caribe en una

gran plantación de caña. Las condiciones histórico-sociales y económicas en Cuba,

República Dominicana y Puerto Rico, permitieron realizar una empresa de semejantes

dimensiones. Pero en Haití, diversos factores estructurales, en particular la tenencia de la

tierra, impidieron la realización de este proyecto.

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En estas condiciones, paro no desaprovechar una mano de obra barata y evitar nuevas

revueltas agrarias, los norteamericanos impulsaron y animaron la salida temporal de los

trabajadores agrícolas hacia los ingenios azucareros en Cuba y Santo Domingo. La medida

constituía una fuente segura de lucro y a la vez una válvula de escape para aliviar la tensión

interna en Haití.

Consecuencias de la inmigración haitiana a la República Dominicana

La inmigración haitiana ha causado mucho revuelo tanto en el Estado dominicano como en

toda la población, ya que estos han venido ocupando nuestro territorio desde hace ya

mucho tiempo.

Aunque los haitianos han venido en busca de trabajo para tratar de mejorar su status social,

si asi le podemos llamar, con esta acción van poco a poco desplazando a los dominicanos.

Porque en un principio ellos solo se dedicaban al corte de caña de azúcar, pero ahora se han

ido adentrando más y más en las distintas actividades económicas del Estado dominicano,

como son al algodón, el arroz, el café y el cacao.

Los haitianos nos han ido ocupando, y todo esto se debe mayormente a que nuestros

Gobiernos no han sabido poner mano dura a estos inmigrantes. El único Gobierno que

trabajó con el caso de la inmigración haitiana, y tuvo algo de bueno, fue el Gobierno de

Rafael Leónidas Trujillo, aunque, en la forma en que él lo manejó no fue de lo más cordial

que digamos.

A pesar, de que Trujillo hizo mal, al realizar aquella matanza de haitianos en 1937, en

cierto modo para ese entonces le hizo gran ayuda al país.

Los haitianos han ido reemplazando la mano de obra dominicana, porque estos realizan

trabajos que los dominicanos no hacen, y mucho menos por el poco dinero que ofrecen para

hacerlo. Y al seguir así los haitianos se quedarán con todo el mercado.

Percepción de los jornaleros haitianos y dominicanos de sus relaciones en mercado,

laborales y étnicas.

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Situación política actual en la República de Haití

CC “El ambiente político en la República de Haití ha estado muy convulsionado, desde que

el Presidente Martelly asumió el poder en el 2011.

Cabe destacar que en su sistema congresual, se ocupan los asientos cada dos (2) años. Hay

senadores de seis (6) años, cuatro (4) años y, dos (2) años. Sin embargo, los procesos

electorales no fueron realizados en la medida correspondiente, a los fines de ir sustituyendo

las plazas que se iban desocupando. Siempre existió conflicto en la creación del consejo

electoral provisional, lo cual trajo como consecuencia que se fueran creando sillas vacantes

en el Congreso. Una manera muy sabia a nivel político para crear la situación en la que se

encuentra Haití hoy día.

En enero del año en curso, se agotaron todos los plazos. Todas las plazas quedaban

pendientes, por lo que se disolvió el Congreso. En este sentido, el Presidente Martelly está

gobernando actualmente por decreto. No obstante, ya hay un calendario de elecciones para

este año. Considero que esto último va a recomponer, la estructura de poder en Haití.

Nosotros como dominicanos debemos estar atentos al proceso de dichas elecciones. Toda

vez, que un Haití con un clima político convulsionado, podría desatar una crisis civil de

protestas, denuncias y/o agresiones. Igualmente, podría distraernos de sus problemas

internos. Por ejemplo, recientemente vimos la problemática de la Ley de Regulación que

nos acusaron de racistas; la prohibición de exportar ciertos productos desde el Estado

Dominicana en determinados momentos: el tema los huevos; los pollos; y, aguacate. Si se

compara cada vez que hay un problema entre República Dominicana y Haití, se refleja su

crisis política, pero tratan de distraer la atención hacia otro tema de envergadura, que realce

su nacionalismo, producto del mismo antidominicanismo, del cual gozan la mayoría de los

sectores políticos de Haití.”

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CONCLUSIÓN

Al finalizar esta investigación, hemos determinado que Haití como el país más pobre del

continente americano y sobran las palabras para confirmar esa realidad, sin embargo, al

caminar sus calles y observar el pueblo haitiano nos damos cuenta que tiene sentido tender

la mano para transformar el escenario actual y cambiar la historia

Haití es en la actualidad el país más pobre del continente americano y sus niveles de

seguridad nacional son frágiles y más aun después de el terrible terremoto.

Según las fuentes de donde recolectamos informaciones, el Programa de las Naciones

Unidas para el Desarrollo (PNUD) ocupa el puesto 108 en el índice de desarrollo humano,

donde el 65 % de la población vive por debajo de la línea de la pobreza y en cuanto a la

esperanza de vida no supera los 50 años.

También se determino que un número significativo de personas no tiene trabajo (cerca de

un 80 por ciento), ni acceso a la salud (casi el 90 por ciento).

Sin lugar a dudas, la vida en Haití parece detenida en el tiempo: los pobladores compran el

agua por la calle a una suerte de aguadores, que con enormes recipientes sobre su cabeza

ofrecen el vital líquido. Es común ver a la gente bañarse en la calle en aguas nauseabundas,

y dormir a la intemperie en casas rudimentarias entre escombros y basura.

Las condiciones de vida y salud son de las más precarias del mundo. La pobreza es el

denominador común de una población con índices sanitarios de terror. El 47 % de los

haitianos sufre de desnutrición crónica y de los que sobreviven, un 60 % muere de VIH-

SIDA, siendo ésta la tasa más alta en el Caribe, según la Organización Mundial de la Salud

(OMS).

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BIBLIOGRAFÍA

"La cuestión haitiana en Santo Domingo", Wielfredo Lozano. Impreso en la

República Dominicana. Flacso (amigo del hogar) 1992.

"Estudios Sociales 7mo Curso", Rafael Antonio Gonzales. Disesa, 6ta edeción 1991

"Estudios Sociales 8vo Curso", Santillana.

http://www.taringa.net/posts/info/15111800/La-Dura-Situacion-De-Haiti-Pobreza-

Extrema.html

http://hoy.com.do/la-situacion-actual-del-problema-haitiano/

http://espacinsular.org/opinion/830-las-perspectivas-de-haiti-en-la-actualidad-y-el-

futuro-inmediato

http://acento.com.do/2015/opinion/8235267-situacion-politica-de-haiti-una-

conversacion-con-el-senador-castillo/

http://www.empresayeconomia.es/responsabilidad-social/situacion-actual-haiti.html

http://www.cinu.mx/mt/mt-search.cgi?IncludeBlogs=2&tag=Hait

%C3%AD&limit=20

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