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José Ma. Alegre Peyrón Nummer 62 Juni 1979 Semblanza de Carlomagno en la Vita Karoli Magni lmperatoris del cronista Eginardo Romansk lnstitut Kebenhavns Universitet Njalsgade 78-80 2300 Kbh. S Gebyr 5 ,00 kr.

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José Ma. Alegre Peyrón

Nummer 62 Juni 1979

Semblanza de Carlomagno en la Vita Karoli Magni lmperatoris del cronista Eginardo

Romansk lnstitut Kebenhavns Universitet

Njalsgade 78-80 2300 Kbh. S Gebyr 5 ,00 kr.

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I N D I C E

Página

1 Introducci6n •••••••••••••••••••••••••••••••• 4

2 Consideraciones generales sobre la

obr a de Eginardo •••••••••••••••••••••••••••• 5 3 - Carlomagno hombre ••••••• • ••••••••• •• •••••••• 6

3 . 1 Retrato físico ••••••••••• •• ••.•••••••• 6 3. 2 Filucación .•.•...••.•••...••.••....••• º 7 3. 3 Carácter •••••••••••••••••••••••••••••• 8 3.4 Cualidades •••••..•.•.•••• ••• •••••• •••• 10

3. 5 Relaciones familiares ••••••••••••••• o.15 4 - Carloma~no emperador •••••••••••••••••••••••• 17

4 .1 Carlomagno gobernante ••••••••••••••••• 23

4.2 Carlomagno legislador ••••••••••••••••• 25

4 . 3 Polí tica interna de Carlomagno •••••••• 25

5 - Notas· ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• 28

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1 - INTRODUCCION

La Historia, muchas veces, por una deformaci6n de su campo específico o por un olvido de su auténtica misi6n de "maestra de la vida", se ha ocupado estrictamente en narrar hechos externos sin detenerse a considerar, precisamente , la raz6n Íntima de ellos.

Esto ha ocurrido a menudo con la figura de Carlomagno. Se han estudiado más sus campañas de conquista o sus relaciones ex­teriores con los demás soberanos de su tiempo que su personali­dad humana y política. Y precisamente creo que ahí, en su modo de ser y pensar, se encuantra la justificaci6n o la explicaci6n de sus empresas guerreras.

lC6mo era Carlomagno? , lc6mo pensaba?, son preguntas a las que, francamente, nos interesaría responder. Y son incógnitas que siempre me han atraído. Por ello, lo que hago en este tra­bajo es tomar la famosa crónica del emperador, la Vita Karoli Magni Imperatoris de Eginardo (1) y tratar de sacar de ella los datos que nos interesan.

Mi trabajo sobre la personalidad humana y política de Carlo­magno tiene dos partes esenciales. La primera, es una a modo de introducci6n general en la que estudio bastante someramente a Eginardo y su obra para poder precisar, de antemano, la credibi­lidad que ésta nos merezca. La otra parte es el trabajo propia­mente d.icho. En él estudio a Carlomagno bajo dos aspectos: como hombre -retrato físico, educaci6n, carácter, religiosidad y re­laciones familiares-, y como emperador -ideología política, re­laciones con el Papado, sentido Imperial ••• -.

Señalo la idea de que mi intento es estudiar estos puntos exclusivamente a través de la obra de Eginardo y no acudiendo a otro género de bibliograf Ía distinto del relacionado con la Vita Karoli. Intento, precisamente, ver lo que un contemporáneo pensaba de Carlomagno .

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2 - CONSIDERACIONES G:ENERALES SOBRE LA OBRA DE EGINARDO

La primera y fundamental cuesti6n que se nos plantea en es­te trabajo es: ldice Eginardo la verdad?, lhasta qué punto es creíble? Y, yo creo, que para responderla hay que ver primero si Eginardo conoci6 auténticamente a CarlomaBno. Una comparaci6n de fechas nos será muy Útil.

Eginardo va a la corte en 791 cuando contaba dieciseis años. Carlomagno tiene entonces cerca de los cincuenta. Cuando Carlo­magno es coronado emperador en el año 800 tiene Eginardo alrede­dor de los veinticinco. S6lo a partir de esta fecha tiene un trato más personal con Carlomagno -le resuelve algunas cuestiones de autores latinos o de aritmética- y en 806, el emperador le en­vía a Roma con el acta de repartici6n del reino entre sus hijos (2). Con todo, Eginardo continúa en la corte en un papel que no pasa de secundario. La llegada de Luis el Piadoso al trono seña­l~ el comienzo de su.fortuna política. De 814 a 828, en que a la vista del comienzo de disensiones entre el rey y sus hijos se re­tira Eginardo de la corte, se sitúa su época de primacía en la corte. Pero Carlomagno había muerto en 814.

Así pues, a mi parecer, nos encontramos con que Eginardo co­noce a un Carlomagno incompleto. Con acierto dice Louis Halphen (3) que Eginardo conoció al Carlomagno de los años de gloria, pe­ro no al Carlomagno de los años heroicos, el de las guerras de Italia, España, Sajonia, etc.

Y precisamente el aspecto en que él más insiste es el más superficial de la personalidad del e;ran emperador. Eginardo nos habla de su aspecto físico, de las costumbres, de las guerras de Carlos, pero no ha penetrado, por la barrera que hay entre él y

el emperador, en su pensamiento, en su ideología política. La obra de Eginardo, con el gran prejuicio tan bien analizado por Halphen de imitar las Vita Qresaru.m de Suetonio (4), adolece de una trayectoria parcialista que amengua bastante la credibilidad que podemos concederle. Su obra, escrita probablemente en la ma­durez Y la reflexi6n del retiro de sus Últimos años en su resi­dencia de Seligenstadt, tiene el dejo melanc6lico del anciano

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que contempla un tiempo pasado "que fue mejor" . Frente a la monar­quía de Luis el P iadoso , que ya coMienza a ser atacada por la te­rrible carcoma de las luchas intestinas, quiere presentar Eginar­do el ejemplo de un Estado tranquilo y pacífico bajo el gran Car­los. De ahí el que, casi inconscientemente , Bginardo cierre los ojos a los defectos que pudo tener, y que efectivamente tuvo , el emperador , y el que exalte sus virtudes de manera exorbitada. De todo lo cual podemos resUl!lir que Eginardo no conoci6 a fondo a Carlomagno y, sobre todo , que no es imparcial en su obra.

Al que estudia la cr6nica de EGina~do compete señalar d6nde dice el autor la verdad v cuándo.intenta encubrir algo o , senci­

llamente , que no lo hace constar por no acordarse de ello o, más simplemente, por no saberlo. Y compete también, es lo que yo me propongo en este trabajo, averiguar cuál era el modo de pensar Y de ser íntimo del gran emperador de la "barba florida" .

3 - CJJ '.I.OI·:..4.GNO HO!'i:ORE :

3.1 - RE'i'RATO FISICO

El aspecto exterior de Carlomagno era envidiable. Eginardo, quizá con la ad.l!liraci6n infantil del individuo de baja estatura, Nardullus , respecto de hombre de altura, afirma que "tanto sen­tado como de pie daba una gran impresi6n de autoridad y digni­dad " (5). Era robusto, de estatura bien proporcionada y bastante elevada pues "medía siete veces la longitud de sus pies" (6). Es­ta afirmación de que medía siete veces la longitud de sus pies hace indudablemente alusi6n a algÚn canon de belleza de aquel tiempo como, por ejemplo, las siete u ocho cabezas de altura en­tre los griegos que, a mi parecer, no ha de tomarse literalmen­te sino sencillamente como una ponderaci6n, probablemente exage­rada, del tipo físico de Carlomagno. Andaba con paso firme y se­guro, su voz era de timbre sonoro y vibrante. Tenía los ojos grandes y muy vivos. La nariz algo grande, el cuello grues o y corto, cabeza redondeada por detrás y el cabello rubio. Su fiso-

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nomía, segÚn Eginardo , era de un aire alegre y afable (7), -recor­demos la expresión de la Chapson de Rolapd de "la barba florida"- . Hasta poco antes de morir gozó de una salud envidiable . La causa

de ello y de su resistencia física era, sin duda , su gran afición a la vida al aire libre y, especial mente , a la caza y equitación. Deporte favorito suyo era la natación. Eginardo consigna que "so­bresalía en este ejercicio hasta el punto de que no le aventaja­ba nadie"(8). La construcción de su palacio de Aix-la-Chapelle obedeció en parte a las aguas termales que allí había.

De todo esto podemos deducir que nos hallamos ante un tipo de fuerzas abundantes y buena salud, que bien pudiera ser un san­guíneo o, quizá , un colérico.

3. 2.- EDUCACION

La recibida en su juventud fue la que comúnmente recibían los hijos de los grandes señores . Los gustos de la época -no olvidemos que estamos viviendo en un mundo joven de pueblos bár­baros todavía-, daban una importancia extraordinaria a los ejer­cicios de habilidad o fuerza física . Las letras eran poco menos que despreciadas. De· ahí la incultura que demostraba la mayoría de los nobles. El hecho de que Carlomagno aprendiese a escribir bien entrado en edad nos demuestra cuál pudo ser su educaci6n primera (9) . La equitación y la caza, junto con los ejercicios guerreros serían todo su aprendizaje . Estos constituían todo su placer "desde el nacimiento", segÚn expresión de Eginardo (10) . Su educación, pues, dura y militar , era más apropiada para una vida de guerra y acción que de ocio o tranquilidad. Pero esta formación castrense no llegó a apagar su veneración por las le­tras. Veneración en que se pudiera ver algo del ingenuo respeto del bárbaro que mira con envidia casi impotente a aquel Imperio

Romano con su brillante. cultura, al que se ha propuesto imitar. Cuando, sometidos sus enemigos y pacificados sus dominios,

disfrute de cierta tranquilidad, se dedicará a aprender a escri­bir "aunque los resultados -reconoce Eginardo- fueron mediocres, pues empezó demasiado tarde" (11) . Bajo la dirección de Alcuino

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aprende la retórica y, sobre todo , la astronomía. Aprendió tam­bién el cálculo y puso toda su voluntad e inteligencia en estu­diar el curso de los astros. A pesar de los años y de las pesa­das y absorbentes tareas del gobierno, aprovechó bien el tiempo dedicado a sus estudios y llegó a poseer una ilustración poco corriente en su época.

3.3.- CARACTER

La educación primer a que recibió Carlomagno formó en él un carácter duro y enérgico. A ello contribuían grandemente las cos­tumbres de la época. Epoca de hombres más hechos para la guerra que para la d i plomacia o las letras . Carlomagno, aunque de natu­ral bondadoso, no fue una excepción.

Así nos lo muestran las guerras que sostuvo. En ellas era implacable. Cualquier traic ión era duramente castigada. Cuando, en 782, los sajones rebelados aniquilaron en las alturas de SÜn­tel a un fuerte ejército franco, la represalia tomada por Carlo­magno fue terrible. Aunque Eginardo no lo haga constar , mandó degollar en un solo día a 4 . 500 prisioneros en Verden, población situada a orillas del Aller (12). Esta firmeza de carácter le hacía exigir capitulaciones y rendiciones sin condiciones. Un caso típico lo tenemos en la sumisión de los beneventinos. Su duque, Aragiso , ante la intimación del rey, temeroso de que su resistencia provocara el aniquilamiento total, envió al rey fran­co una fuerte suma de dinero junto con sus dos hijos , Romualdo y Gr imaldo , en calidad de rehenes (13) . En efecto , éstos consti­tuían la garantía de sumisión de condados y ciudades y Carl omag­no los exigía con autoridad, y nadie se los negaba. Si tal suce­dí a , pronto el ejército franco aparecía en sus fronteras y los sometía de grado o por fuerza.

A esta energía de carácter unía Carl omagno una constancia admirable . Siempre que empezaba una campaña la proseguía hasta

el fin, aunque durase mucho la ~erra -quizá fue ésta en muchas ocasiones la causa de sus triunfos mil itares-, o fuese dura y su-

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f rie se muchos reveses, como sucedió en la guerra contr a los sajo­

nes (14) . Ya en su j uventud , cuando vivia Carl omán , hall amos muestras

de este tesón. Hallábase Carlomagno empeñado en dar feliz tér­mino a su expedición contra Hunaldo , duque de Aquitania, pe-ro falto de recursos pidió ayuda a su hermano Carlomán. Este,que se hallaba indispuesto contra su hermano a causa, sin duda, de su esposa Gerberga se negó a prestarle apoyo . Carlomagno no se arredró. Continuó la campaña , atravesó la Dordoña y después de obtener varios triunfos obligó al duque de los gascones , Loup, que le entregara al anciano duque Hunaldo , que se habí a refugia­

do en Yasconia. Hemos notado la firmeza de carácter del gran rey franco.

Pero ésta no ahogaba las efusiones de su corazón. Eginardo pa­rece tener una auténtica obsesión por mostrarnos este lado ama­ble de la personalidad del gran Carlos. A pesar de su car ácter enérgico siempre se mostró amable y bondadoso . Las relaciones con su familia, con el papa , con los soberanos de otr os pueblos, con los extranjeros en general , son afectuosas. Parece como si aquella firmeza de carácter hubiese desaparecido y se nos mos­trara un hombre diferente, un hombre dominado por el corazón. En efecto , sus relaciones con su madre Bertrada fueron cordialí­simas . En un tiempo en que las más fútiles conveniencias polí ti­cas ocasionaban desgarradoras separaciones entre miembros inclu­so muy allegados de una familia, Carlomagno vivió siempre en per­fecto acuerdo con su madre (15) . Sólo cuando repudió a su mujer Deseada, hija del rey lombardo Desideri o , experimentaron tiran­tez sus relaciones, pues precisamente como hace notar Eginar-do (16) , fue de Ber t rada la idea del casamiento de Carlomagno con Deseada (17) .

Este mismo amor y cariño experimentó y lo mani festó exterior­

mente hacia su hermana Gisela (18) , que había profesado en un convento , y hacia los numerosos hijos de l emper ador. Eginardo , exager ando quizá algo , dice que cuando murió el papa Adriano I, ''su amigo pr edilecto , lloró como si hubier a perdido a un herma-no o a un hijo querido" (19). Acabo de mencionar su amor de pa­dre para con sus numerosos hijos . Lloraba copiosamente la muer-te de alguno de ell os . Esto del llanto , que a alguno pudiera

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parecer señal de debilidad o desequilibrio, era en realidad bas­

tante frecuente en aquel mundo altomedieval. Se mostraba sumamente bondadoso con los extranjeros. Desde

el primer momento ganaba su coraz6n y su confianza. Recibi6 em­bajadas de todos los soberanos contemporáneos: de Alfonso II el Casto, rey de Galicia y Asturias , de Harum-al-Raschid,-al que Eginardo llama Aar6n (20)-, de los emperadores de Bizancio Nicé­

foro, Miguel y Le6n (21). Además, seQÚl cuenta Eginardo, los particulares le visita­

ban frecuentemente. Exagerando el autor de la Vita Karoli dice que fue tal el número de extranjeros que acudían a verle que constituían una pesada carga no s6lo para el palacio sino para todo el reino (22). Aunque esto sea una hipérbole, muestra el as­cendiente que pudo tener en la época la figura egregia de Carlo­magno , rodeada de esta afabilidad de carácter.

A pesar de su dureza en la guerra, antes señalada, y exigen­cia en las estipulaciones, tenemos también algunos datos que nos muestran un carácter condescendiente con los vencidos. El rey ha entrado en Italia,y habiéndole mandado Aragisio a sus dos hijos en calidad de rehenes, el emperador exigió que viniera el duque personalmente a entrevistarse con él. Aragisio se empeñó en no salir y Carlomagno entonces, a pesar de su obstinación, pas6 por alto esta desobediencia del vencido y le devolvió a su hijo ma­yor. Eginardo, aprovechando siempre las ocasiones favorables pa­ra demostrar la bondad de Carlos , dice que le perdon6 en "inte­rés del pueblo" (23), cosa que ni es mentira ni exageraci6n (24) .

Hay pues , al parecer , en Carlomagno un modo de ser equili­brado. De educaci6n dura y de carácter rígido, por sus estudios y esfuerzos logra equilibrarlo con un trato bondadoso y afable .

3 . 4 .- CUALIDADES

No es tarea fácil señalar con imparcialidad las cualidades de Carlomagno. Eginardo es parcial. El emperador que él nos pre­senta está idealizado, es un auténtico cúmulo de virtudes, sin

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ningÚn defecto. Con todo , no nos pasemos al bando opuesto . Indu­dablemente Carlomagno fue un hombre dotado de virtudes sólidas, pues de otra manera no se explica la gran importancia ·que le die­ron sus contemporáneos (25).

Destaquemos en primer lugar su lealtad a la amistad jurada. Dada su amenidad de trato, tuvo muchos amigos, tanto francos co­mo extranjeros. Los reyes le presentaban sus respetos. Los papas encontraban en él el apoyo eficaz para el gobierno pacífico de la Iglesia. Los que gozaron de su amistad no se vieron nunca de­cepcionados. Un ejemplo de ello lo tenemos en las tres abadías que donó a su maestro Alcuino .

Este trato afable y continuo con sus amigos y siervos exi­gía del rey una paciencia a veces admirable. Tuvo que soportar celos y odios, no s6lo de parte de sus enemigos sino, incluso, de sus mismos parientes. Eginardo nos cuenta, extrañado, la pa­ciencia con que soportó las sospechas y rencores de su hermano. Y añade: "tanto que todos se sorprendieron al no verle que le declaraba la guerra" (26). En efecto, no se podía esperar otra cosa de un carácter enérgico y dominador, de un carácter que , en­fermo, despach6 a todos los médicos porque le recetaban que no comiera asado como él.acostumbraba a hacerlo (27) , de un caráct er que amenaz6 con la guerra al duque de Vasconia, Loup , si no le devolvía al huÍ do Hunaldo . Pero se dominó y sobrellev6 con pa­ciencia dichos celos y la injuria de la huÍda de la viuda de Car­lomán, Gerber ga , con sus hijos a Italia. Este mismo carácter pa­ciente es señalado en los Annal es royales de 771 (28), por lo que no parece ser invenci6n de Eginardo.

Paciencia tuvo también para soportar, tras su coronación por el papa León III como emperador, los celos de los bizantinos. Carlomagno , con paciencia o quizá más bien con sentido dipl omá­tico para captárselos y evitar sus recelos, hizo una alianza con ellos y en las cartas que les dirigió les llama "hermanos" ( 29) .

Carlomagno tenía, por otra parte, un gran espíritu patrióti­co. Su misión política parece dirigida t oda ella en servicio en­tusiasta y leal del bien de sus súbditos. Este objetivo le llevó a ensanchar las f ronteras de su reino, a asegurarse de una vida tranquila y pr6spera, a aumentar su nivel cultural.

Son de notar su amor a la lengua materna y a las institucio-

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nes y costumbres de su pueblo. Sus realizaciones en este sentido

son abundantes y cuidadosamente consignadas por Eginardo (30). Carlomagno hizo transcribir, para que no quedaran en el olvido, antiguos poemas nacionales que narraban las hazañas de sus ante­pasados (31). El mismo plane6 y bosquej6 una gramática de la len­gua nacional (32). Los meses fueron nombrados por él en su len­gua materna y muchos de estos nombres subsisten aún hoy en el alemán moderno. Lo mismo que con los meses hizo con los doce

vientos clásicos (33). Y el mismo respeto hacia las costumbres de su pueblo. Su

vestido en nada difería del común de los francos. Era más rico, sí, como correspondía a su dignidad, pero siempre estaba corta­do segÚn costumbre franca -camisa y calzones interiores de hilo, sobreveste adornada con tiras de seda, resguardadas las piernas por medio de vendas y zapatos-. A este traje añadía en invierno una especie de coleto de piel de marta cabellina y una capa verde. Eginardo dice que nunca visti6 de otra manera (34). S6lo hizo excepci6n en Roma una vez a instancias del papa Adriano Y otra segunda vez a las de su sucesor Le6n, trocando sus vestidos habituales por una larga túnica y clámide y zapatos a la moda ro­

mana (35). Esta sencillez que hemos notado en sus vestidos s6lo se

eclipsaba los días de fiesta o cuando tenía que recibir a emba­jadores extranjeros. Entonces, quizá con algo de teatralidad, mostraba toda su nobleza y dignidad. Había adoptado para estas circunstancias el traje y ceremonial de la fastuosa corte bizan­tina -recordemos la atracci6n que Bizancio ha ejercido siempre en estos reyes bárbaros de la Alta Edad Media-, y aparecía rodea­do de ropajes recamados de oro, zapatos y diadema adornados con piedras preciosas y su espada de rica empuñadura de oro macizo. Todo esto son detalles que expone Eginardo cuidadosamente en su obra (36). Pero esto era s6lo cosa excepcional. En los demás dí­as su traje era sencillo: "difería poco del de los hombres del

pueblo", según frase de Eginardo (37). Esta ausencia de pompa ordinaria en sus vestidos la vemos

reflejada en su sobriedad en el comer y en el beber. Hemos hecho referencia más arriba a la corpulencia de fuerzas y al vigor Y buena salud de Carlomagno. Todo ello no se debía a una abundan-

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te alimentaci6n. La cantidad señalada por Eginardo (38) quizá nos parezca grande, pero no lo es si tenemos en cuenta el régi­men alimenticio en aquella sociedad. La comida habitual de Car­lomagno constaba de cuatro platos, excepci6n hecha del asado que los monteros tenían costumbre de prepararle pues era su manjar preferido. Los grandes señores de su tiempo organizaban grandes banquetes con infinidad de platos y fuertemente sazonados. Pero Carlomagno s6lo los organizaba cuando por las circunstancias se veía moralmente forzado a ello. Eginardo consigna que "banquete­aba raramente y s6lo en las grandes fie stas, pero entonces lo hacía con numerosa compañía" (39 ).

Esta sobriedad en el comer tenía su complemento en la so­briedad en la bebida. Bebía poco, siendo a veces, como en las

enfermedades, su único alimento. Una inclinaci6n natural le lle­vaba a ser parco en la bebida. Sentía, en efecto, un verdadero horror por la borrachera. La reprochaba en los demás tanto como en sí, y nunca se excedía (40). De ahí precisamente su prestan­cia física.

He analizado hasta ahora en Carlomagno diversas cualidades o virtudes que en él sobresalieron, t ales como la firmeza en la amis tad, la paciencia, el e spíritu patri6tico, la sencillez y la sobriedad. Nos resta por est udiar una en que más, probablemente, llam6 la atenci6n de sus contemporáneos y que más importancia tuvo en su modo de ser y en la política por él emprendida. !'le refiero a su religiosidad. Es algo Que, por otra parte, intere­sa a Eginardo destacar en su Vita Karoli Magni Imperatoris y res­pecto a lo cual el famoso cronista nos da detalles muy concre­tos (41) y que, por ello, no nos atrevemos a decir que no sean reales.

El ambiente favorable al cristianismo del pueblo en que Car­lomagno se crió y la educaci6n positivamente cristiana que el fu­turo emperador recibi6 de su padre Pipino, el defensor y biehe­chor de los papas, crearon en él como un substrato, fuerte subs­trato de cristianismo, que habrá de informar sus actos e influir en su política.

Oraba frecuentemente. Oía a diario la misa en la basílica de Aquisgrán, aquella basílica que él mismo había hecho cons­truir con mármoles y columnas traídos expresamente de Roma y Ra-

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vena y a la que tan generosamente había dotado (42). Velaba con diligencia para que todo se realizase allí con la máxima decencia. Avisaba a los sacristanes cuando notaba que había algo de sucie­

dad o algo fuera de su lugar. Sus donaciones en vasos de oro y plata y en vestiduras sa­

cerdotales fueron tan abundantes que con admiración comenta Egi­nardo "que nadie, ni siquiera los porteros que están en la Últi­ma escala de la jerarquía eclesi~stica se encontraban en la nece­s idad de ejercer allí su ministerio con vestidos privados" (43).

A la basílica de Aquisgrán acudía Carlomagno varias veces al día para sistir al rezo y canto del oficio divino. Perdido en­tre los asistentes, lo cantaba a media voz. Se preocupaba mucho por los "lectores", porque leyesen y salmodiasen bien. SegÚn Egi­nardo, "era experto en esa materia", aunque, afirma a continua­ción, "no leyera nunca en público" (44). Esta preocupación por el oficio divino le llevó a hablar de la decente recitación de los "lectores" en el artículo ochenta del Capitular General de marzo de 789 (45) y en la carta circular (46) que en la misma época di­rigió Carlomagno a los "lectores" de las i glesias de sus estados.

A la oración unía Carlomagno la limosna. En el reparto de sus tesoros que hizo al principio del año 811, en presencia de sus amigos y oficiales, señalaba importantes sumas para los po­bres. Añadía a esto la suma de dinero que se reuniría de la venta a justo precio de los numerosos libros que había reunido en su bi­blioteca. Costumbre de Carlomagno era, por otra parte, enviar di­nero a colonias de cristianos de países del otro lado del Medite­rráneo en Siria , Egipto, Cartago ••• (47). Las relaciones amistosas con Harum-al-Raschid tuvieron como uno de los principales objeti­

vos, precisamente, el de obtener garantías sobre la seguridad per­sonal de las comunidades cristianas de Siria. La pobreza Y la es­trechez en que vivían los cristianos de Jerusalén "excitaba su compasión" (48). En agradecimiento a la ayuda dispensada por Car­lomagno a la Ciudad Santa, el patriarca le ofreció las llaves de ella y el estandarte de la ciudad en el ano 801. De ahÍ viene el origen de la polémica sobre el protectorado franco de los Santos

Lugares. La basílica de San Pedro, en Roma, fue otro de los blancos

de la generosidad del gran emperador. r-:uchos regalos de joyas Y

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ornamentos hizo Carlomagno al Papado (49). Su religiosidad se infiltró en sus ideas políticas de modo

que parece,-ya examinaremos luego de nuevo alguna de estas cues­tiones-, que muchas de sus campañas militares no obedecen a otro motivo que a un celo por la exaltación del Regnu.m Dei. En sus ex­pediciones buscaba siempre la conversión de los enemigos - sajones , ávaros, etc-, aunque bien pudiera ser que se tratase de un medio que indirectamente sirviera para tenerlos sometidos al ser de la misma religión y con el vínculo que ella da a los hombres.

Todas estas manifestaciones de espíritu religioso, sublima­das en su papel de protector del Papado, crearon en la mente cris­tiana de los años posteri ores a su muerte un concepto o aureola de santidad que dieron lugar al famoso y debatido asunto de la canonización de Carlomagno , que no es del caso detallar.

Aunque sea a modo de digresión, cabe hacerse la pregunta: lera sincera la piedad , la religiosidad de Carlomagno? Pues vemos que frente a todo este cúmulo de prácticas que llegan a la minu­ciosidad se dan au~énticos manchones como son su descendencia ile­gal y la existencia junto a él de concubinas (50), sus detalles de auténtica crueldad en la guerra -baste el ejemplo de los 4 . 500 sajones muertos en represalia en un solo día- •••

Yo creo que toda esta serie de defectos que hoy tanto nos chocan no dicen nada contra una piedad que pudiera ser pr ofunda­mente sincera y vivida. Esta mezcla de una vida religiosa y unas creencias profundas y grandes fallos morales junto a ella, es al­go que se observa muy corrientemente en la Al ta Edad J:íedia y obe­dece sencillamente a una falta de instrucción suficiente que com­pagina, por otra parte, con una fe firme aunque ruda. Carlomagno como hombre de su tiempo tuvo esos fallos , si no excusables ple­namente, sí al menos más o menos justificados. Digamos pues , en resumen de esta parte, que Carlomagno es un cristiano de fe r o­busta y firme.

3. 5. - RELACIONES FAJ:IILIARES

El estudio de las relaciones familiares de Carlomagno e s un

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aspecto que desconcierta bastante: unas veces se nos presenta co­mo hijo respetuoso y hermano y padre afectuoso ; otras, su compor­

tamiento, al menos visto desde hoy, resulta indigno. Las relaciones con su madre y hermana fueron siempre cordia­

les. Su vida matritlonial deja que desear: junto a sus cinco espo­sas tuvo varias favoritas. Con todo, en apariencia, sus costum­bres fueron dignas y no dio ningÚn escándalo , careciendo en abso­luto de fundamento los rumores que le imputaban un amor incestuo­so con su hermana. Empero, el repudio de su mujer Deseada, hija del rey lombardo Desiderio, por metivos esencialmente de orden político indican en él,más que una mala intención, un desconoci­miento del carácter de indisolubilidad intrínseco del matrimonio.

Carlomagno tuvo cinco esposas: la primera fue Himiltruda, ma­dre de Pipino; después se casó con Deseada, a la que repudió; ce­lebró terceras nupcias con Hildegarda (51), princesa de Suabia, que le dio tres hijos , Garles, muerto en 811 (52), Fipino, muerto en 810 (53) y Luis, su sucesor (54.), además de tres hijas, Rotru-da, Berta y Gisela. Contrajo cuarto matrimonio con la princesa

germana Fastrada (55), de la que tuvo dos hijas, Teoderada, que fue abadesa de f.rgenteuil, e Hiltruda. Y por quinta Y Última vez tomó por esposa a Lutgarda, princesa de Alemania, de la que no tuvo sucesión. Después de la muerte de Lutgarda (56) tuvo relacio­

nes con cuatro concubinas, Hadelgarda, de la que tuvo una niña llamada Rutilda; Gersuinda, de origen sajón, madre de otra niña que llevó el nombre de Adaltruda; rlegina, de la que nacieron Dra­go , obispo de Metz, y Hugo , abad de San Quintín, Lobbes Y San Ber­tín (57). Todos estos hijos, agregando a Rodaida, hija de otra favorita cuyo nombre se ignora (58), dan un total de 18 vástagos. Su trono fue ocupado por su hijo Luis , pues los que le precedían habían muerto antes que él. A pesar de ser tantos sus hijos , con todos cumplía Carlomagno ejercitando sus deberes de padre. A to-dos repartió cargos y dignidades. Tenía gran afán porque aprendie­sen las artes liberales. Una vez llegados a la edad conveniente ,

hacía que sus hijos aprendiesen a montar a caballo , a manejar las armas y a cazar . En cuanto a sus hijas, para que no se entumecie­ran en el ocio, les hacía ejercitar en el trabajo de la lana Y en el manejo de la rueca y el huso y en otras labores propias de mu­jeres (59). Eginardo afirma que "en su casa no cenaba sin ellos"(60),

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Sus hijos cabalgaban a sus flancos y sus hijas seguían con el Úl­

timo escuadrón de los guardias especialmente encargados de cuidar­las. A todos amaba tiernamente, llorando amargamente la muerte de ellos. Eginardo dice que Carlomagno, por lo mucho que amaba a sus hijas, no quiso apartarse de ellas dándolas en matrimonio. Literal­mente dice que "eran muy hermosas y las amaba mucho y no quiso dar ninguna en matrimonio a quienquiera que fuese, no más a los suyos como a un extranjero" (61). Aunque, en realidad, no parece que es­to fuera cierto, pues pocas líneas antes habla el mismo Eginardo de los desposorios de Rotruda con Constantino VI, emperador de Bi­zancio. Se sabe por otra parte que Rotruda tuvo del conde de Main, Rorgón, un hijo llamado Luis que llegó a ser abad de Saint-Denis, y que Berta tuvo del poeta Angilberto muchos hijos, entre ellos al historiador Nithard.

Se puede concluir, pues, que las relaciones de Carlomagno con su familia, aunque algo desconcertantes,están dominadas por un espíritu honesto y cordial,

4 CARLOMAGNO EMPERADOR

Es una realidad que Carlomagno fue el monarca más poderoso de su tiempo. El poder de los francos era temido y, con orgullo consigna Eginardo un consejo que se solía decir a los bizantinos: "si tienes al FB.+-nco como amigo es porque no le tienes como veci­no" (62). Este poder franco estaba sustentado por un hombre de condiciones extraordinarias , unas dotes de guerrero envidiables y un fino sentido político no exento de astucia diplomática que le lleva a usar a veces de una justicia ad. usu.m suu.m. Su Imperio es auténticamente extenso, aunque no llega a los límites que Egi­nardo señala, exagerando , en su obra (63). Por el Norte se extien­de hasta el Eider, por el Este hasta el Elba, el Saale y el Raab , por el Sur hasta el Volturno , Ebro y Mediterráneo, y por el Oeste hasta el Atlántico. Ahora bien, todas estas conquistas, toda esta política absorbente de países lobedece a una idea motriz recto­ra? No es difícil comprobarlo.

Carlomagno se cree elegido por Dios. De El ha recibido su mi-

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si6n: trabajar juntal!lente con su pueblo por el triunfo de la reli-·

gión católica. Se considera,además, jefe supremo de la cristian­dad. Todos, clero y seglares -incluso el papa y los obispos-, de­penden de él. El es el madatario directo de Dios, el que, con su poder militar, se encarga de defender el rebaño de la Iglesia. Por

eso, todos deben obedecerle y acatar sus deseos. Consagrado Carlomagno como rey por el papa Esteban III el 28

de julio de 754, Dios le ha elegido lo mismo que a los reyes del Antiguo Testamento, idea que le solía repetir con insistencia el clérigo Catulfo. Tras la coronación como emperador en la históri­ca noche de Navidad del año 800, más y más se siente Carlomagno imbuido de su papel, como podemos aprecierlo claramente en la fór­mula que emplea al frente de documentos de esta época:"Carolus, serenissiwus. augustus, a Deo coronatus, magnus et pacificus, Im­perator, Romanu.m gubernans Imperium, qui et per misericordiam Dei

rex Francorum et Longobardorwn ••• ". Cree que Dios ha retirado su mano del decadente Imperio Bizan­

tino y que le ha confiado a él precisamente la defensa de la fe. Por ello, él y el papa deben trabajar juntos. Y lo hacen delimitan­do los campos de cada uno de ellos cuidadosamente. En una carta que dirigió Carlomagno a León III tras decir que espera mantener con él relaciones amistosas, afirma: "A mí me pertenece con la ayuda de la divina clemencia defender en todos los lugares la San­ta Iglesia de Cristo por las armas, fuera, contra las incursiones de los paganos y las devastaciones de los infieles; dentro, pro­tegiéndola difundiendo la fe católica. A ti, Santísimo Padre te concierne, elevando las manos hacia Dios como Moisés, ayudar con tus oraciones a los éxitos de mis ejércitos ••• Que tu prudencia se adhiera en todo momento a las prescripciones can6nicas y siga constantemente las reglas establecidas por los Santos Padres, a fin de que tu vida dé en todo ejemplo de santidad, que de tu boca no salgan más que piadosas exhortaciones y que tu luz brille ante

todos los hombres" (64). Confiando así al papa la oración, Carlomagno se reserva todo

el dominio de la acción. El portador de esta carta al papa, su fiel Angilberto, abad de Saint Riquier, tenía orden de advertir al Sumo Pontífice que "debe vivir honestamente y, sobre todo, ob­servar los Santos Cánones, que debe gobernar piadosamente la San-

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ta Iglesia de Dios". Y terl!linaba estas observaciones diciendo que "el Señor conduzca y dirija en toda su bondad su corazón, para que pueda servir Últimamente a la Santa Iglesia de Dios e interceder

en nuestro favor" (65). Esta tan grande intromisión de Carlomagno en los asuntos del

Pontificado era algo que al monarca franco le parecía natural y dentro totalmente de sus atribuciones. El, el "prínceps populi christiani", tenía obligación de gobernar a sus súbditos segÚn

justicia; de propagar la religión católica y defenderla; de no dejarse guiar por la vanagloria sino sólo por el amor a la feli­

cidad eterna. ' Esta ideas, leídas en la Ciyitas Dei de San Agustín, las te­

nía muy presentes Carlomagno. Quizá en ocasiones se propase con exceso en sus atribuciones, dándose por ello una auténtica subor­dinación de lo espiritual a lo temporal. Se da una auténtica con­fusión de poderes y, a menudo, el franco asume el espiritual con gusto. De ahí los nombres con que Alcuino denomina al pueblo y reino franco: "pueblo cristiano", "reino cristiano", "imperio cris­

tiano" ••• (66). Esta es la idea que Carlomagno tenía del Imperio. Pero esta

concepción estaba regida y encauzada por algunos cortesanos suyos, entre ellos Alcuino y el clérigo Catulfo. Alcuino dice al empera­dor en una carta: "Bendito sea Dios, bendita sea su misericordia para con sus servidores, para la prosperidad y salvación de los cuales, mi muy dulce David, te ha conducido dichosamente y lleva­do pacíficamente, te ha honrado y elevado". Carlomagno es el úni­co que puede salvar la Iglesia: "sól.o en ti reposa la salvación de la Iglesia de Cristo", le dice más adelante (67).

Esta elección de Dios le ha venido por medio del papa, del clero y del pueblo cristiano para suplir la falta de emperador en Oriente, con el destronamiento de Constantino VI por su madre Ire­ne. "Como en el país de los griegos no había emperador y el poder imperial estaba detentado por una mujer, pareció al papa León y a todos los Santos Padres que estaban entonces reunidos en Conci­lio, así como a todo el pueblo cristiano que convenía dar el títu­lo de Emperador al rey de los francos, Carlos, que tenía en su po­der la ciudad de Roma, residencia normal de los Césares ••• " (68).

Además, por esta elección, todos están bajo su poder: "El Dios

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Todopoderoso , habiendo consentido en colocarles a todos bajo su au­toridad , parecía justo que conforme a la petición del pueblo cris­

tiano llevase también el título imperial. •• " (68). Alcuino propugna la unidad del Imperio con el Papado . El em­

per ador debe propagar la fe cristiana y mantenerla por las armas y el papa por la oración. A esta concepción de jefe supremo de la cristiandad se une otra dictada por el clérigo Catulfo (70) . Car­lornagno , en virtud de la consagración imperial,tiene su autoridad recibida de Dios . Cual otro David, es el jefe desi gnado por el To­dopoderoso para guiar a la salvación al pueblo elegido. Pues , co­mo en tiempos de Israel , los límites de su acción tienden a con­formarse con los de los territorios que ocupan los adeptos de la

verdadera fe. Ambas ideas directrices , en el fondo, dicen lo mismo . ~ero

la primera exige más acción. Implica lucha para defender la fe . La s egunda propugna un gobierno pacífico sobre el pueblo de Dios.

Carlomagno tuvo presentes ambas concepciones , per o sobre to­

do puso en práctica la primera . Domi nar a todos, ser el árbitro de Occidente y extender la religión por las armas. iPor algo es­

tuvo Alcuino con él toda la vida! Pero, a pesar de que Carlomagno escribiese desde el ano 800

en sus actas Romanum gubernans Imperium, no es sin embargo un em­perador romano. Su biógrafo Eginardo se esfuerza en asimilarlo a los príncipes romanos por haber tomado como modelo la obra de Sue­tonio Vitre Cresarum (71) . En realidad, el poder de Carlomagno no recuerda más que de lejos al que tenían los antiguos Césares . La idea de res pµblica que se cernía por encima del emperador y le hacía el intérprete y ejecutor de la voluntad colectiva de tod9 el pueblo se ha borrado en Occidente desde hace tiempo . En el cur­so de los siglos de anarquía que se han sucedido desde las inva­siones bárbaras se ha tomado la costumbre de no ver en los reyes más que a los soberanos todopoderosos por derecho de conquista, disponiendo del territorio como de sus habitantes a semejanza de un bien propio duramente adquirido "a punta de espada". Carlomag­no adopta ciertamente esta actitud en su política y el pueblo se

le somete pues ve en él al guerrero fuerte de Dios . En muchas ocasiones vemos que en aras de este concepto de do­

minio político sacrifica Carlomagno la palabra o la fidelidad da-

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da. Así ocurrió con el asunto romano. El era el jefe supremo de la cristiandad. Debía dominar en toda Italia. F..ra "patricio roma­no" y, por ello , tenía derecho a mandar en Roma . Y, a pesar de las protestas de Adriano II, Carlomagno no cedió los territorios y si~.

guió gobernando en Italia y en Roma y nombrando sus duques a des­pecho del papa , como ocurrió en el nombramiento del duque de Be­nevento . Carlos , pues, es un auténtico ami go invasor. Librado el papa del enemigo lombardo , cae "en poder" de su amigo y protector el r ey franco .

Este dominio sobre el Papado no se limitó sólo a lo material. Carlos se cree también jefe en lo espiritual y el papa en ocasio­nes queda bajo él. Ejemplo de ello lo tenemos cuando en la Asam­blea del 1 de diciembre del 800 obligó al papa León III a justifi­carse bajo juramento de las acusaciones que le hacían sus enemi­gos (72) . Suprema humillación que disgustó a Alcuino quien en una carta recordaba a Car los que "la Sede Apostólica no puede ser juz­gada por nadie" (73) . Per o ante la voluntad - por otra parte obran­do con su mejor buena fe- de Carlomagno , León III tuvo que doble­garse. La elección del Sumo Pontífice caía también bajo su con­t rol y una vez designado el nuevo papa debía serle presentado su nombre para que él diese el visto bueno a la elección.

También en el aspecto doctrinal la voluntad de Carlomagno te­nía mucha fuerza. Nada lo muestra mejor que la actitud de i ndepen­dencia del Papado que adopta en la importante cuestión del E.ili.Q.­~. obstinándose , a pesar del veto de León III , en hacer cantar en la Capilla Palatina de Aquisgrán el Credo tal como a él le pa­reció y no como al papa (74) .

Esta autoridad del rey franco se extendió también sobre los obispos , clérigos y monasterios . Y en todo cree que obra en per­fecto derecho . Carlomagno juzga a los obispos como a meros fun­

cionarios del Estado , cuya misión, sin duda, es t rabajar en la salvación de las almas , pero trabajar según los designios del em­perador que espera de ellos un concurso ilimitado a la obr a de su gobier no. Los emplea para toda clase de necesidades bajo cuyo peso algunos prelados se sienten agobiados. Muchos de los ~ dominici eran obispos y llegó incluso a confiarles labores o mi­siones permanentes en la corte . Esto, si bien supone una subordi­nación de los obispos al emperador, muestra el respeto y estima

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en que él los tenía. Ninguno de los prelados osaba insurreccionarse contra el em­

perador, pues al momento podía ser revocado porque, a despecho de todas las prescripciones can6nicas, los obispos eran de hecho nom­brados por Carlomagno. Además tenía éste buen cuidado en elegir­los de entre los clérigos formados en su Escuela Palatina y, por tanto, adictos a su persona. Sin embargo, reconozcamos que las elecciones de Carlomagno fueron acertadas porque él, sinceramente religioso , tiene muy en cuenta procurar a la Iglesia, de la que él es defensor, los miembros más capaces y dignos de gobernarla.

La solicitud relieiosa, a veces entrometida, del emperador se dirige también a los monasterios. Funda muchos, los dota admi­rablemente y vela por su regularidad y observancia. !'1uchos Capi­tulares se ocupan de esta cuesti6n. Impone la observancia de la r egla de San Benito y amonesta duramente a los que no la cumplen. Pero , cosa chocante , este celo por la observancia benedictina no le impide tratar , a ejemplo de sus predecesores, a los cargos aba­ciales como ricas prebendas destinadas tanto a premiar el celo de sus fieles como a asegurar las buenas relaciones con sus condes. Así, los "abades laicos", cuyo abaciado consistía únicamente en el goce de las rentas de los monasterios, no s6lo son tolerados sino multiplicados a placer , olvidándose la libertad de las elec­ciones abaciales estipulada por San Benito en sus Reglas. Pero , a la verdad, esta contradicci6n escapa a Eginardo y a los contem­poráneos del emperador, quienes s6lo ven su buena voluntad.

Su fervor le lleva en ocasiones a auténticas exageraciones , y un ejemplo palpable lo tenemos cuando oblig6 , casi a la fuerza, a los sajones a convertirse al catolicismo en unos severísimos Capitulares en que se condenaba a la pena capital por pequeños motivos , -al menos , así nos parecen a nosostros ahora-.

Pero frente a estos yerros , su celosa cooperaci6n con los obispos para depurar la disciplina eclesiástica, el interés que siempre demostr6 por las cuestiones doctrinales y su solícita asis­tencia a los sínodos nacionales, en los que se sentaba entre los obispos como delegado del papa, contribuyeron a acrecentar de un modo sorprendente el poder de la Ielesia, pues procur6 cual nin­gÚn otro príncipe cristiSJ10 levantar el prestigio de ésta.

Este sentido político que demostró en sus relaciones con la

23 Iglesia lo manifest6 también en las que tuvo con otros países. Ba­se común de todas sus campañas guerreras fue someter a los pueblos que se le oponían y hacerlos cristianos con el fin de que su Esta­do no padeciera levantamientos y pudiese vivir en paz. En la ane­xi6n de Baviera se muestra tolerante por fino sentido político. Sublevados, no se someterían fácilmente. Por ello hace como que cede Y en vez de nombrar un duque se contenta con dejar a su cu~ ñado Geraldo como simple delegado suyo (75). En cambio, su polí­tica con los ávaros y sajones llega hasta los Últimos extremos. En el orden de sus alianzas tenemos las que hizo con Alfonso II de Asturias, con el rey de los irlandeses y con Harum-al-Raschid. Las relaciones con Bizancio son mucho más delicadas y fueron re­sueltas con gran astucia política. Disgustados por la elevaci6n de Carlomagno a la categoría imperial, dirigieron los bizantinos un protesta enérgica al recién nombrado emperador. La tirantez llegó a tal punto que corri6 la noticia, simple rumor, de una in­vasión de Sicilia -entonces dominio biz8Jltino-, por Carlomagno . Las negociaciones no concluyeron, siempre en la misma tirantez

' hasta el 812 bajo ~l sucesor de Nicéforo, Niguel I, en un compro-miso en virtud del cual el emperador bizantino se comprometía a tratar a Carlomagno de "hermano" y no como un simple rey bárbaro. Pero la cuesti6n qued6 sin zanjar. Anterior a este tratado es el rumor de una posible uni6n matr imonial entre Carlomagno y la em­peratriz Irene, rur.ior que está poco fundado.

Así concibi6 Carlomagno su idea imperial y así la puso en práctica. Réstanos estudiar su actuaci6n como gobernante.

4.1.- CARL0t1AGNO GOBERNANTE

Carlomagno, imbuído de las ensenanzas de la Biblia y lector asiduo de San Agustín, pone todo su empeño en hacer de su Imperio el reflejo de la Ciyitas Dei del Obispo de Hipona (76). Quiere gobernar con justicia, de aquí que mucha s instrucciones de sus Capitulares (77) se refieran a sus relaciones con sus duques y condes. Cree que tienen que ayudarle a l levar el peso que Dios le ha puesto sobre sus hombros. Por tanto, tienen que estar uni-

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dos a él, tienen que velar por la paz, la concordia y la unidad en el pueblo y entre ellos mismos.

La reorganizaci6n que del Imperio hace Carlomagno viene dada en el sentido de robustecer el poder del emperador. Abolidos los antiguos duques nacionales, excepto el de Benevento, gobernaron el país los condes nombrados libremente por el monarca. Tal elec­ci6n no tenía carácter hereditario, ni siquiera vitalicio. Eran revocables ad nutum y podían ser desplazados a gusto del empera­dor. En ocasiones, rec onozcá.moslo , el cargo pasa a los hijos del conde, pero esto no e s frecuente. Los condes reunían tres veces al año una Asamblea a la que acudían todos los hombres libres de su condado. Los servicios del conde eran retribuÍdos por el usu­fructo de algunas tierras y de parte de las costas e ingresos ju­diciales. Los condes tenían varios subordinados , entre los cuales estaban los vizcondes.

Para inspeccionar la gesti6n de los condes cre6 Carlomagno unos funcionarios llamados missi dominici, por lo general condes u obispos , que recorrían cada año el Imperio en todos los senti­dos. De dos en dos -obispo y conde o sacerdote y conde-, recorrían el missaticu.m o territorio de inspecci6n - de alrededor de media docena de condados- que les estaba confiado.

Como medida de acertada precauci6n, Carlomagno estableci6 las llamadas Marcas en las fronteras de sus dominios. Estas Narcas c~nstituían verdaderos baluartes que las protegían de los ataques bárbaros. Así las !'!arcas de Friul y Carintia,contra los eslavos del Sur; la de Austria, contra los ávaros; la de Norgovia, contra los bohemios; la de Turingia del Saale, contra los sorbos; la del Eider, contra los daneses; la de Bretaña y la Hispánica contra los musulmane s españoles. A su frente se encontraba el comes mar­~ con un poder mayor que el de los condes simples.

Se observa,por otra parte, en la organizaci6n política impe­rial de Carlomagno un gran sentido de la centralizaci6n. Todo el Imperio acaba en el emper ador. Ahora bien, es curioso observar, por otra parte, que éste no tenía más que un cuerpo administrati­vo bastante rudimentario (78).

Junto a Carlomagno se mueve un abigarrado mundo de cortesanos de diferentes y no exclusivos cargos: cocineros , mariscales, pa­lafreneros ••• En el aspecto eclesiástico tenemos a los capellanes

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bajo el mando del arch icanellauus. Los clé1·igos , como más cultos , eran empleados f re cuentemente en la cancillería en cal i dad de no­tarios.

4 . 2. - C.ARL0!'1AGNO LEGISLADOR

Carlomagno , al llegar a la cumbr e de su poder , se dio cuenta de las muchas lagunas existentes en la lee;islaci6n y deter min6 compl etarlas o corregi r las (79) . Los francos se r egían por dos leyes distintas: la sálica y la ripuari a . Carl omagno emprendi ó la obra de hacerlas concordar. Pero no lleg6 a poner en ejecuci6n su reforma pues , como dice Eginardo (80) , se content6 con adicio­nar , sin terminarlos siquiera, unos artículos añadidos en 803. En su justificaci6n dice el bi6grafo que "al menos hizo recoger y

consigna~ por escrito las leyes , transmitidas hasta entonces por tradici6n oral, de. todos los pueblos que estaban bajo su poder" (81).

Estos t rabajos legislativos se llevaban a cabo en las Asam­bleas nacionales bianuales que se celebTaban en primavera y ot o­ño . Las decisiones de estas Asambleas se llamaban Capitulares. De ellos nos han llegado 65 , conteniendo 1.125 artículos . En estas r euniones - nos recuerdan las Asambleas Generales germanas-, se t ra­taba de todo : l os mi ssi dominici daban cuenta de sus gestiones , se trataba de las decl araciones de guerra , se velaba por la dis­ciplina religiosa, etc . Las conclusiones er an leídas ante todo el pueblo - otro detalle que nos recuer da al sistema polí tico germano- , quien las apr obaba por aclamaci6n .

4 . 3.- FOLITICA INTERNA DE CJ'..RLO!'U\GNO

Es uno de los aspectos en que más insis te Eginardo en su Y.i­ta Karoli t:agni I mperat oris, donde nos pr esenta al emper ador co­mo un gran constructor (82) , amante y animador de la cultura.

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Entre sus obras públicas es de gran envergadura ·su pr oyecto de canal que uniera el Rhin con el Danubio , desde Redmitz hasta Al tmÜhl y que , según el pensamiento de Carlomagno, serviría para unir el Occidente con el Orienteº

Preocupación constante suya fue la enseñanza. Parecía que se dolía de su mala formación y quería que los demás aprticipasen de un bien que él tampoco había gustado (83). En la escuela palati­na, fundada por él , r eunió a l os más famosos letrados de su épo­ca (84): a Alcuino de York, j~fe de ella; a Paulo Diácono, Pedro de Pisa , a los poetas Angilberto y Teodulfo, a Wala, Frigidiso y a los obispos Leydrades de Lyon y Teodulfo de Orleans; a Egi­nardo,su futuro cronista •••

En este centro de eruditos, Carlomagno se consideraba como un compañero l!lás . Dentro de la Academia se usaban nombres simbó­licos, habiendo adoptado Carlomagno el de David (85) .

En esta Academia de Palacio se educaban los hijos del empe­rador (86) y de los grandes magnates . Por disposición taxativa de Carlomae;no se crearon en cada catedral academias en las que se ad­mitía tanto a los estudiantes para clérigos como a los simples se­glares. Prueba de este interés de Carlos por la enseñanza es lo que se dice en un capitular que todo padre de familia está obli­gado a llevar a sus hijos a la escuela hasta que estén bien ins­truidos.

Esta preocupación por la formaci6n intelectual de sus súbdi­tos dio origen a un resurgimiento literario y artístico e, inclu­so científico, que tuvo lugar durante su reinado. Renacimiento tanto más digno de admiración cuanto que va precedido y seguido de épocas de auténticas tinieblas.

Amante él mismo de las artes, favoreció a los artistas y fo­mentó sus trabajos. Eetableció en el monasterio de San r-:art{n de Tours la escuela de copistas y miniaturistas a la que se deben tantas obras notables.

f'landó construir soberbios palacios , especialmente en sus re­sidencias favoritas de Aquisgrán , Ingelheim y Nimega (87) , y le­vantó muchos y suntuosos edificios religiosos , siendo el más im­portante, sin duda, la catedral de Aqui se;rán (88).

Pero este resurgimiento , al igual que el Imperio, desapareció

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casi al mismo tiempo que Carlomagno. Este fue su principal mante­nedor y al faltar el principal apoyo todo el magnífico edificio con tantos sudores construido cayó tras él estrepitosamente.

Esta es la personalidad de Carlomagno. Este es el hombre que llegó a unir bajo su poder toda la Europa Occidental.

Un hombre con sus cualidades y defectos como todo hombre . Un emperador religioso y celoso del bien de sus súbditos y un bien­hechor de las artes.

Cometió, sí, graves errores en su gobierno, pero su inten­ción fue casi siempre recta. Es lo mejor que se puede decir de un gobernante. De este que fue Carlomagno , el legendario Carlos de la barba florida.

Si después de tantos siglos todavía suscita en nosotros una admiración ferviente , no es de extrañar que esta fuera más profun­da entre sus contemporáneos y biógrafos , cegándoles muchas veces para ver sus defectos y exagerar sus bondades. Eginardo, en su Vita Karoli r-Iagni Imperatoris, no pudo sustraerse a esta influen­cia y su obra, a pesar de los innegables méritos que posee , se vio empañada por los uefectos de la fascinación que la indiscuti­ble personalidad del eoperador proyectó sobre su biógrafo.

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NOT A S

(1) - Existen unos ochenta manuscritos con importantes varian­tes de la obra de Eginardo. Desconocemos el año de su aparici6n, pero podemos deducir que es posterior al año 821. La obra de Egi­nardo aparece citada, por primera vez , entre los años 829 y 836 , en una carta de Loup , futuro abad de I<'erriere [Correspondance, ed.

de Levillain, París, 1927-1931 , 2 vqls. , T. I, no.l, p.6] . Esta carta es posterior a la eleción de Aldric como abad de }'errieres (junio ,829) y anterior a las cartas segunda y siguientes (836). Parece ser que Loup tuvo conocimiento de la obra de Eginardo in­mediatamente después de su aparición.

t· •• Lintzel , en su obra Die Reit der Entstebung von Einhards

Vita Karoli, que forma parte de los Kritische Beitrage zur Ges­chichte des t.ittelalters . Festschrift fÜr Rober t Holtzmann, Ber­lín, 1933 , pp . ?2- 4 2, d i ce que la Vita Karoli se escribió bastan­te después de la muerte de Carlomagno , después de 830 , es decir, sobre 833 .

En este trabajo he seguido la obra de E~inardo , publicada por o. Holder-E~ger, en la serie Scr i ptores Ger manicorwn in uswn scholarum, Hannover y Leipzig, 1911. La introducción contiene to­da la información necesaria a los manuscritos y a las ediciones posteriores. Véase también la edición de L. Halphen , Parí s , 1923 , ed . no. 1 de Les classiques de l ' histoire de :l<'rance au r'toyen Age, reeditada en 1947 . Estudios i mportantes sobre la obra de Esinardo son: F. L. Ganshof, The Caroligians and. the Frank;ish t.onarchy , Lon­dres, 1971, sobre todo el cap. 1: Einhard . biographer of Charle­

~' pp. l-17;Del mi smo: Notes critiques sur Eginhard. biographe de Charlemagne, en Revue belge de Philologie et d'Histoire , III ,

1924; A. Kleinclausz: Eginhard , París , 1942 ; s. Hellmann: Einbard literarische Stellµng, en Histor ische Vierteljabrschrift, XXVII , 1932 ; P . Lehmann: Das literarische Bild Karls des Grossen vornerun­lich im late inischen Schriftum des ~ittelalters , en Sitzypgsbe­richte der Bayerischen Ncademie. Phil .-Hist . Kl .IX, 1934, reedita­da en Erforschunp; des t.ittelalters , Leipzig, 1941; H. Pyritz: J&..s,

29 Karlsbild Einbarts, en Deutsche Vierteliahrschrift fÜr Literatur­wissenchaft und Geistesgeschichte, XV, 1937 .

(2) - Según una carta de Al cuino a Carlomagno, Eginardo ejer­cía funciones de auditor ["i mmo et noster familiaris auditor"], tlonumenta Germanire Historica (MGH) , ~. IV, ed. de E. DÜmmler, p. 285 , no.172; Canitularia regnum Francorwn, publicado por A. Bo­retius y v. Krause, Hannover, 1883-1897 , 2 vols., en 4~ de la MGH, preámbulo y artículos 1-3; Véase: M. Manitius: Geschichte der lateinischen Literatur des 5ittelalters , I , Munich, 1911, pp . 640- 42; F.L. Ganshof: Notes critiÓ~, op . cit .,pp . 728- 34; A. Kleinclausz, op . cit., pp.31- 52.

(3) - Op . cit. , pp .IX-X; Hay que tomar con reservas la afirma­ci6n dada por el mismo Eginardo: " ••• perpetua, potsquam in aula eius conversari coepi, curo ipso ac liberis eius amicitia", .LK, introducción. Véase la ed. de E. Faral , Ermold le Noir: Poeme sur Louis le Pieux et Epitres au roi Pépin, París, 1939, p.54; F.L. Ganshof: Notes critiques, op.cit., pp. ?32-34; Sobre la utiliza­ci6n de los Anuales Regni Francorw¡1 por Eginardo, como fuente pa­ra su obra, véase: H. Wibel: Beitrage zur l(ritik der Annales Reg­

ni Francorum u . der Annales qua¡ dicuntur Einbardi, Strabourg,1902, pp.168-229; L. Halphen: Etud.es critiques , op. cit ., pp . 78 y ss .

(4) - Para un estudio comparativo , se recomienda utilizar la importante edición de M. I hm : C. Suetoni Tranquilli de Vita Ca;r saru.m libri VIII, Leipzig, 1907 , y su edición r esumida en la Co­lecci6n Teubner, Leipzig, 1908.

(5) - " ••• unde forllle auctoritas ac dignitas taro stanti quam sedenti plurima adquirebantur", V.K., cap.XXII.

(6) - 11 ••• nam septem suor um pedum pr oceritatem ejus constat

habuisse mensurara" , .Ill..i.Q., cap .XXII.

(7) - .IlWl.

(8) - "Delectabatur etiam vaporibus aquarum naturaliter calen­tium, frequenti natatu corpus exercens; cujus adeo peritus fuit ut nullus ei juste valeat anteferri", .Y..,.K., cap.XXII.

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(9) - "Artes liberales studiosissime coluit earumque doctores plurimum veneratus magnis adficiebat honoribus. In discenda gram­matica Petrum Pisarum diaconem senem audivit¡ in ceteris discipli­

nis Alcoinum cognomento Albinum, ítem diaconem, de Brittannia, Saxonici generis hominem, virum undecumque doctissimum, prrecepto­rem habuit¡ apud quem et rhetoricre et dialectiea?, prrecipue tamen astronomi.ce ediscendre plurimum et temporis et laboris impertivit. Discebat artera computandi et intentione sagaci siderum cursum cu­riosissime rimabatur. Temptabat et scribere tabulasque et codi­cellos ad hoc in lecto sub cervicalibus circumferre solebat , ut cum vacuum tempus esset manum litteris effigiendi s adsuesceret",

Y.,..K., cap.XXV.

(10) - " ••• quod illi gentilicium erat", Y.,..K., cap.XXII.

(11) - " ••• sed parum successit labor prreposterus ac servo in­

choatus" , V.K., cap. X:V.

(12) - s. Abel y B. Simsom: Karl dem Grossen, Leipzig, 1883-88,

2 vols, T.II, pp.427- 28; L. Halphen: Charlemagne et l'empire caro­ligien, París, 1968 , pp.65-66¡ F. Lot: Naissance de la France , Pa­

rís, 1970, pp . 288- 89 .

(13) - Annales royales [versión primitiva y versión arreglada, publicados por F . Kurze con el título Anuales regni Francorum, Han­nover, 1895, en Scriptores rerwn germanicarwn in uswn scholarum (Script. rer. germ.) ] , años 786 y 787; Eginardo, Y.,..K., cap.X: 'Tre­venit hoc dux gentis Aragisus: filios suos Rumoldum et Grimoldum cum magna pecunia obviBJT1 regi mittens , rogat ut filios obsides, suscipiat seque cum gente imperata factorum pollicetur , pl'EP,ter hoc solum si ipse ad conspectum venire cogeretur".

(14) - Para una narración más detallada, véase: L. Halphen: ~­des critiques sur l'histoire de Charlemagne, París , 1921, pp.145-218 ¡ Aparece también en textos antiguos como los Ann.ales Laµresha­menses [publ. por Pertz en !'ion, Germ, Scriptores , t. I, y por Katz en Jabresbericht des Offentl, Stifts- Untergymnasiwns der Benedic­tiner zu St , Paul , año 1899], pp.188-210¡ Eginardo, Y...,K., Cap .VII:

"Post cujus finem, Saxonicum, quod quasi intermissum videbatur, repetitum est . Quo nullum neque prolixius neque atrocius Francorum-

31

que populo laboriosus susceptum est, quia Saxonex, sicut omnes fe­re Germaniam incolentes nationes, et natura feroces ••• "," ••• eague conditione , a re ge pr oposita et ab illis suscepta , tractum per tot annos bellun constat esse finitum ••• "

(15) - "~1ater quoque ejus Berhtrada in magno apud eum honore consenuit . Colebat enim eam cum summa reverentia ••• ", Y...K...., cap. XVIII.

(16) - "Deinde, cum matris hortatu filiam Desiderii regis Lan­gobardorum duxisset exor em , incertum qua de causa , post annum eam repudiavit", Y...K...., cap .XVIII .

(17) - Probablemente Carlomaf91o se casó en el ano 770 con la hija del rey lombardo Desiderio. Se ignora el nombre de esta pri­mera esposa del emperador que , con frecuencia y por confusión, aparece llamada como Desirée (Desiderata) . Véase: s. Hellmann: en t:eues &chiy der Gesellschaft fÜr altere deutsche Geschichtsfors­~' T.XXXIV , 1909 , pp . 208 y ss . ~e i{91ora también la fecha exac­ta de este r.epudio.

(18) - "Erat ei unica soror nomine Gisla, a puellaribus annis religiosre conversationi mancipata, quam similiter ut matrero magna coluit pietate" , V ,K., cap .XVIII.

(19) - "Nuntiato etiam sibi Hadriani Homani pontificis obitu, quem in amicis p~cipuum habebat, sic flevit ac si fratrem aut ca­rissimum filium runisisset" , .Y.....K., cap . XIX. Adriano I murió en 796 ; "Mortes filiorum ac fili.ce pro magnani mitate , qua excelebat, minus patienter tulit, pietate videlicet, qua non minus insignis erat, compulsus ad lacrimas", ..Ill.iQ..

(20) - Eginardo tomó el nombre de Aar6n de los A;males royales, año 801, ed . Kurze , p .114.

(21) - Eginardo tomó también estos datos de los Anuales roya­

les, ed. Kurze, al'ln.803,p.118 ¡ ann.810, p .132; ann.811, p.133; ann.812, p.136; ann.813, p .137 ; ann.814, p .140 .

(22) - "Amabat peregrinos et in eis suspiciendis magnam habebat curam, adeo ut eorum multitudo non solum palatio veJ"Ulll etiam regno

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non in.merito videretur onerosa", Y..,K., cap.XXI.

(23) "Rex utilitatis gentis" , Y..,K., cap.X.

(24) - Eginardo lo tomó de Annales royales,[ed. Kurze, p.74].

(25) - Véase: Diplomata Karolinorum, T.I, [publicado por E.

MÚhlbacher , Hannover, 1906, en l'lon. Ger.).

(26) - " ••• adeo ut quidam eos etiam bello committere sint me­ditati" , Y...,K., cap . III; "Post mortem patris cum fratre regnum par­tibus, tanta patientia simulantes et invidiam ejus tulit ut oroni­bus mirum videretur quod ne ad iracundiam quidem ab eo provocari

potuisset" , .I:Q.iQ.., cap.XVIII.

(27) - "Et tune quidem plura suo arbitratu quam medicorum con­silio faciebat, quos pene exosos habeat , quod in cibis assa, qui­bus adsuetus erat , dimittere et elixis adsuescere suadebant ", Y...,K.,

cap .XXII .

(28) - Ed. Kurze, p.33: "Uam uxor [Carlomanni] et filii curo parte optimatum in Italiam profecti sunt ; rex autem perfectionem

eorum in Italiam quasi supervacuam patienter tulit" .

(29) - Vide: L. Halphen: Le couronnement impérial de l'an 800 en Etudes critiques sur l ' histoire de Charlemagne , pp . 235-238 .

(30) - L.K., cap.XXIX.

(31) - "Item barbara et antiquissima carmina quibus veterum reg­num actus et bella canebantur , scripsit memoriteque mandavit" , U., cap .XXIX.

(32) - "Inchoavi t et grammaticam patrii sermonis ", Y,..K., cap. XXIX. No se han conservado ni la transcripción de los antiguos

poemas nacionales, ni la gramática.

(33) - .Y:...K., cap . XXIX.

(34) - l.12.i.Q.., cap.XXIII .

(35) - lJ2id.

33

(36) - .I.Q.id.

(37) - "Aliis autem diebus habitus ejus parum a communi ac ple­beio abhorrebat " , 1!2.ill.

(38) - Y..,K., cap .XXIV.

(39) - "Convivabatur varissime, et hoc prrec1p1us tantum festi­vitatibus, tune tamen curo magno hominum numero" V v ;'h;,. ,~,~·

. (40) - "In cibo et potu temperans , sed in potu temperantior, qu1ppe qui ebrietatem in qualicumque homine , nedum in se ac suis, plurimum abominabatur", .Y...K., cap.XXIV.

(41) - Cap.XXVI.

(42) - Estos datos se encuentran en la carta No . 67 del ~ carolinus [Monwnenta Germani_re, Enistola:: merowingici et karolini ~. publicada por

0E. ~er y otros, Hannover, 1892-1939, 5 vols.

Y 1 fascículo en 4.J, T.I, p . 614 , No . 81 , en la que el papa Adria­no I autoriza a Carfomagno a sacar del palacio de Ravena los már­moles Y mosaicos que necesite para el embellecimiento de la basí­lica de Aquisgrán.

(43) - " ••• procuravit ut in sacrificiis celebrandis ne janito­ribus quidem, qui ultimi ecclesiastici ordinis sunt, privato ha­bitu ministrare necesse fuisset", V.K., cap .XXVI.

(44) - " ••• quamquam ipse nec publice legeret", .I.Qisl.

(45) - Capitularía regnun: Francorwn, [ed . Boretius y Krause, Capítu1o General de marzo de 789] , T.I, No. 22 , p.61 .

(46) - .I.Q.id., No.40 , pp.80-81 .

(47) - Según un capítulo del año 810 [Mon. Germ. Capitularía regnum FrancoruinJ, op.cit., T.I, No. 64, art.18, p.154.

(48) - " ••• ubi christiano in paupertate vivere conceperat , pe­nuria illorum compatiens pecuniam mittere solebat" , L,K., cap.XXVII.

(49) - Líber pontificalis, publicado por L. Duchesne , París, 1886-1892, 2 vols., in 4?, de la Bibliothegue des Ecoles fran;ai-

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ses d'Athenes et de Rome, T.II, cap.III, p.7, aparece la lista de las ricas ofrendas hechas por Carlomagno al papa León III en 800, destinadas a la basílica de San Pedro.

(50) - Parece como si Eginardo se resistiera a presentarnos la imagen del emperador ensombrecida por el trato con concubinas y así nos dice al hablarnos de una hija natural, habida con una con­cubina "de cuyo nombre no me acuerdo": "Cujus nomen modo memorial non occurrit", Y...,.K., cap.XVIII. Véase nota 58.

(51) - Muerta el 30 de abril de 783 [Anuales royales, ann.783, pp.64-65J.

(52) - El 4 de diciembre de 811 [Annales royales, ann.811,p.135 ) .

(53) - El 8 de julio 810 Cl.J2id. ann.810, p.132).

(54) - Esta relación de Eginardo no concuerda con la de Pablo Diácono, en su Histoire des éveques de Metz CNonumenta Germapire, Scriptores, T.II, p.265) en la que nos dice que Carlomagno tuvo cuatro hijos varones, siendo el cuarto Lotario, hermano gemelo de Luis, que murió de temprana edad. Tampoco concuerdan en el número de hijas, que segÚn Pablo Diácono, fueron cinco, de las que Hilde­garda y Adelaida murieron muy jóvenes.

(55) - Murió en 794 [Annales royales, ann.794, p.95J.

(56) - Murió el 4 de junio de 800 [Ibid. ann.800, p.111].

(57 ) - V.K., cap.XVIII.

(58) - Cfra. nota 50.

(59) - Y...,.K., cap.XIX.

(60) ",,.ut numquam domi positus sine ipsis camaret, numquam iter sine illis faceret", Y...,.K., cap.XIX.

(61) - "Qure cum pulcherrim:e essent et ab eo plurimum diligeren­tur, mirum dictu, quod nullam earum cuiquam aut suorum aut extero­rum nuptum dare voluit", l.Q.id.

35

(62) - V.K, cap.XVI; Véase el estudio del reino de Carlomagno y el notable retrato del emperador que aparece en la obra de F.

Lot : Naissauce de la Farn~, Paris, 1970, pp . 278- 326; De gran in­terés son , también, las obras sigui entes: Regesten des Kaiserr~ unter Karolingern, 2 ed. Innsbruck , 1908, por J.F. Bohmer y E. f.Ühlbacher ; S.Abel y B. Simson: JahrbÜcher des frii.nkischen Reiches unter Karl dern Grossen, 2 ed. 2 vols., Leipzig , 1883-1888; E. Amann : L'Epoque carolingienne, París , 1937; L. Halphen: Etudes critiques sur l'histoire de Charlemagne , París , 1921 ; Del mismo: Charlemagne et l'Empire caroligien, París, 1947 ; A. Kleinclausz: Charlemagne, París, 1934; J. Calmette: Charlemagne . Sa vie et son

~' Parí s, 1945; F. L. Ganshof: La fin du regne de Charlemagne. Une décomposition, en Zeitschrift fÜr Schweizerische Geschichte, T.XlCVIII (1948) , pp . 433- 452; Del mismo: L'échec de Charlemagne , en Académie des Inscriptions et Belles Lettres . Comptes-Rend.us des Séances, 1947, pp . 248 y ss.; Del mismo : The Carolingians and the Frank,ish l'ionarchy, Londres, 1971.

(63) - Y....,K., cap.XV. Eginardo dice que Carlomagno aumentó en más del doble el reino recibido de su padre Pipino. Esta exagera­ción aparece también en la obra de Pablo Diácono : Histoire des éyeques de Letz, op.cit., T. II , p . 265.

(64) - Hcuino: Corresponda,.-¡ce [publicada por E. DÜnunler, en el tomo IV de Epistolre (T.III a VIII, fasc.l, que forman los to­mos I al VI de Epistolre Karolini awi), Hannover, 1892-1939, 5 vols . y 1 fase. de l'lon. Germ. J , T.IV, Nos. 171,172 , 202 , 203 .

(65) - Concilia ¡gyi Karolini, publicados por A, Werminghoff , Hannover , 1908, en l'lon. Germ. , T. I , p . 230 . ·

(66) - Alcuino: Correspondance, op . cit ., No . 202.

(67) - En Poetm latini reyi Carolini [T. I - IV , publicados por E. DÜmmler , P . de Winterfeld y K. Strecker , Hannover , 1880- 1923] ,

T. I , pp . 257- 59 .

(68) - Annales Laureshamenses, ed. Pertz , op.cit., p.38; ed. Katz , op.cit., p . 44.

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(69) - Alcuino: Correspond_ence, op.cit., No.174.

(70) - Epistolre, op.cit., T.II, pp.501-505.

(71) - Cfra. nota 4.

(72) - Abel y Simson: op.cit., T.II, pp.219-223; L. Halphen:

Cñarlema~e et J 'E!npire caroligien, op.cit., p.117.

(73) - Correspondance, op.cit., carta 179, 1.24.

(74) - E. Amann: L'époque carolingienne [T .VI de L'Histoire

de l 'Eglise, de Fliche y ~~artin], París, 1938, pp.177-84.

(75) - .Y..,,.K., cap.XI.

(76) - "Delectabatur et libris sancti Augustini prrecipueque his qui De ciyitate Dei prretitulati sunt 11

, V.K., cap.XIV.

(77) - En Capitularia regnum Francorwn, op.cit.

(78) - L. Halphen: Charlemagne et l'Empire Caroligien, op.cit.,

pp.127-81.

(79) - 11 ••• cum adverteret multa legibus populi sui deesse -nam Franci duas habent leges, in plurimis locis valde diversas-, cogi­tavit qure deerant addere et discrepantia unire, prava quoque ac

perperam prolata corrigere 11, V.K., cap.XXIX.

(80) - Destinadas a completar la Ley sálica y la Ley ripuaria,

Capitularia regnum Francorwn, op.cit., Nos. 39 y 41.

(81) - 110mniwn tamen nationwn qure sub ejus dominatu erant jura

qure scripta non erant describere ac litteris mandari fecit" , .Y..,,.K. 1

cap .XXIX.

(82) - "Opera t8.I!len plurima ad regni decorem et commoditatem

pertinentia diversis in locis inchoavit, quredam etiam consumavit11

,

.Y..,,.K., cap.XVII.

(83) - 11Liberos suos ita censuit instituendos ut tam filii quam

filire primo liberalibus studiis, quibus et ipse operam dabat, eru­direntur 11 , V .K., cap.XIX; "Filiorum ac filiarum tantam in educan-

do curam ha bui t ••• 11 , 1.Qi.Q..

(84)

(85)

(86)

V.K., cap.XXV.

Poetre latini reyi Carolini, op.cit., T.I, pp . 257- 59 .

Cfra. nota 81 .

37

(87) - 11Inchoavit et palatia operis egreg:u., unum haud longe a :Mogontiaco civitate, juxta villam cui vocabulum est Ingilenhaim, alterum Noviomagi super Vahalem fluvium, qui Batavorum insulam a parte meridiana prreter fluit", V.K., cap.XVII .

(88) - 11Inter qure prrecipua non inmerito videri possunt basíli­ca sanctre Dei genitricis Aquisgrani opere mirabili constructa 11

• o. '

.lll.id.