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5 NOTICIAS NOTICIAS NOTICIAS NOTICIAS NOTICIAS Nº 106 Nº 106 Nº 106 Nº 106 Nº 106 - Setiembre 2000 PORJ OSÉL ÓPEZ M ERCAO “En suma, no poseo para expresar mi vida sino mi muerte. Y después de todo, al cabo de la encarnada naturaleza y del gorrión en bloque, me duermo mano a mano con mi sombra. Y al descender del acto venerable y del otro gemido. Me reposo pensando en la marcha impertérrita del tiempo”. (César Vallejo - Poemas póstumos) René Favaloro nació en la ciudad de La Plata, capital de la Provincia de Buenos Aires, el 14 de julio de 1923. Su infancia y adolescencia trans- currieron en el barrio El Mondongo, una con- centración obrera suburbana recostada sobre la Avenida 122, en el límite con el vecino Partido de Berisso. Cosmópolis de inmigrantes europeos de abigarrada composición, atraídos por el apo- geo de la industria de la carne de comienzos del siglo XX, el nombre del barrio evoca el auge de la factoría de pampa húmeda alimentando los requerimientos del mundo desarrollado y con- solidando en simultánea una sociabilidad vernácula de nuevo cuño. Su padre, italiano del sur, le transmitió su imaginario de prosperidad y promoción social, su naturaleza solidaria y emotiva (1) y la conciencia profesional del artesano, el orgullo del ebanista (2) que creaba formas modelando la materia bruta. Remitiéndose a aquellos orígenes para ex- plicar su obra, Favaloro diría: “Me siento un plomero, con perdón de los plomeros”. La estructura del bypass –incorporado por primera vez a la cardiocirugía en mayo de 1967– confirma la risueña comparación de su inventor. Parafraseando a Neruda, se podría decir que como todas las obras verdaderamente geniales es “simple como un anillo”. El desarrollo de la coronariografía permitió relevar las obstruccio- A René Favaloro (In Memoriam) La armonía de una vida El sábado 29 de julio, en la ciudad de Buenos Aires, en su apartamento de El sábado 29 de julio, en la ciudad de Buenos Aires, en su apartamento de El sábado 29 de julio, en la ciudad de Buenos Aires, en su apartamento de El sábado 29 de julio, en la ciudad de Buenos Aires, en su apartamento de El sábado 29 de julio, en la ciudad de Buenos Aires, en su apartamento de Palermo Chico, terminaba con su vida René Favaloro, gloria de la Palermo Chico, terminaba con su vida René Favaloro, gloria de la Palermo Chico, terminaba con su vida René Favaloro, gloria de la Palermo Chico, terminaba con su vida René Favaloro, gloria de la Palermo Chico, terminaba con su vida René Favaloro, gloria de la cardiocirugía, inventor de la técnica del cardiocirugía, inventor de la técnica del cardiocirugía, inventor de la técnica del cardiocirugía, inventor de la técnica del cardiocirugía, inventor de la técnica del bypass bypass bypass bypass bypass aortocoronario y líder de la aortocoronario y líder de la aortocoronario y líder de la aortocoronario y líder de la aortocoronario y líder de la Fundación homónima, que por espacio de una década impartió asistencia Fundación homónima, que por espacio de una década impartió asistencia Fundación homónima, que por espacio de una década impartió asistencia Fundación homónima, que por espacio de una década impartió asistencia Fundación homónima, que por espacio de una década impartió asistencia médica de excelencia a todos los habitantes de Argentina que la médica de excelencia a todos los habitantes de Argentina que la médica de excelencia a todos los habitantes de Argentina que la médica de excelencia a todos los habitantes de Argentina que la médica de excelencia a todos los habitantes de Argentina que la requirieran. Antes de consumar el suicidio, Favaloro había escrito siete requirieran. Antes de consumar el suicidio, Favaloro había escrito siete requirieran. Antes de consumar el suicidio, Favaloro había escrito siete requirieran. Antes de consumar el suicidio, Favaloro había escrito siete requirieran. Antes de consumar el suicidio, Favaloro había escrito siete cartas en las que explicaba los motivos de su trágica determinación. cartas en las que explicaba los motivos de su trágica determinación. cartas en las que explicaba los motivos de su trágica determinación. cartas en las que explicaba los motivos de su trágica determinación. cartas en las que explicaba los motivos de su trágica determinación. nes arteriales, es decir, conocer al detalle la topografía del estado de la aorta y de las arterias coronarias. A su vez, el bypass, el “puente” que sortea el obstáculo y permite irrigar el músculo cardíaco, posibilitó salvar miles de vidas, ya que hasta ese momento no había solución para los infartados o para quienes padecían enfermeda- des de las coronarias. Su importancia para la cardiocirugía moderna sólo es comparable a la angioplastia, implementada por el suizo Andreas Grüntzig a partir de 1977, incorporando el nom- bre de René Favaloro al sitial reservado a figuras como Cooley o su admirado Paul D. White. Con su modestia habitual, relativizó la origi- nalidad de su descubrimiento afirmando que “la idea del puente aortocoronario viene desde lejos y empezó nada menos que con las contribuciones de Alexis Carrel a principios de este siglo” (3) . A su vez, se consideraba deudor de su colega y amigo, el doctor Frank Mason Sones, quien había introducido en 1958 la cinecoronarioangiografía, que facul- tó a “trabajar en forma continuada desde 1962 en el análisis global de la arterioes- clerosis coronaria sobre bases sólidas” (4) . De La Plata a Jacinto Arauz En 1941, René Favoloro completó el bachillerato. Pasarían ocho años hasta que en 1949 se recibiera como médico del Hospital Policlínico de La Plata, donde había adquirido una sólida for- mación en cirugía general. A poco de recibirse, en mayo de 1950, el Dr. Favaloro, junto a su her- mano Juan José (también médico), se radica en Jacinto Arauz, una pequeña localidad del oeste pampeano. Quien haya conocido La Pampa puede leer en el rostro de Favaloro la huella de los soles, fríos y vientos de esa llanura sin lomas ni reparos. Acaso adivine la escasez de flúor en la dentadura, que hace a los pampeanos incon- fundibles cuando en los labios asoma la sonrisa. En poco tiempo, partiendo de la nada, trans- forman una antigua vivienda en una clínica que llegó a estar equipada con 23 camas, una sala de cirugía y un seriógrafo de alta definición, cu- briendo un radio de acción de 150 kilómetros y atendiendo, según su testimonio, “a todos sin distinción de raza, religión, color político o situa- ción económica ...” (5) , agregando, acto seguido, unas palabras que lo retratan por entero “...por lo cual habíamos cosechado el respeto de la comuni- SEMBLANZAS

SEMBLANZAS A René Fav aloro (In Memor iam) La armonía de una vida · 2010-10-19 · El sábado 29 de julio, en la ciudad de Buenos Aires, en su apartamento de Palermo Chico, terminaba

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POR JOSÉ LÓPEZ MERCAO

“En suma, no poseo para expresar mi vida

sino mi muerte.Y después de todo,

al cabo de la encarnada naturalezay del gorrión en bloque,

me duermo mano a mano con mi sombra.Y al descender del acto venerable

y del otro gemido.Me reposo pensando

en la marcha impertérrita del tiempo”.

(César Vallejo - Poemas póstumos)

René Favaloro nació en la ciudad de La Plata,capital de la Provincia de Buenos Aires, el 14 dejulio de 1923. Su infancia y adolescencia trans-currieron en el barrio El Mondongo, una con-centración obrera suburbana recostada sobre laAvenida 122, en el límite con el vecino Partidode Berisso. Cosmópolis de inmigrantes europeosde abigarrada composición, atraídos por el apo-geo de la industria de la carne de comienzos delsiglo XX, el nombre del barrio evoca el auge dela factoría de pampa húmeda alimentando losrequerimientos del mundo desarrollado y con-solidando en simultánea una sociabilidadvernácula de nuevo cuño.

Su padre, italiano del sur, le transmitió suimaginario de prosperidad y promoción social, sunaturaleza solidaria y emotiva(1) y la concienciaprofesional del artesano, el orgullo del ebanista(2)

que creaba formas modelando la materia bruta. Remitiéndose a aquellos orígenes para ex-

plicar su obra, Favaloro diría: “Me siento unplomero, con perdón de los plomeros”.

La estructura del bypass –incorporado porprimera vez a la cardiocirugía en mayo de 1967–confirma la risueña comparación de su inventor.Parafraseando a Neruda, se podría decir quecomo todas las obras verdaderamente genialeses “simple como un anillo”. El desarrollo de lacoronariografía permitió relevar las obstruccio-

A René Favaloro (In Memoriam)

La armonía de una vidaEl sábado 29 de julio, en la ciudad de Buenos Aires, en su apartamento deEl sábado 29 de julio, en la ciudad de Buenos Aires, en su apartamento deEl sábado 29 de julio, en la ciudad de Buenos Aires, en su apartamento deEl sábado 29 de julio, en la ciudad de Buenos Aires, en su apartamento deEl sábado 29 de julio, en la ciudad de Buenos Aires, en su apartamento de

Palermo Chico, terminaba con su vida René Favaloro, gloria de laPalermo Chico, terminaba con su vida René Favaloro, gloria de laPalermo Chico, terminaba con su vida René Favaloro, gloria de laPalermo Chico, terminaba con su vida René Favaloro, gloria de laPalermo Chico, terminaba con su vida René Favaloro, gloria de lacardiocirugía, inventor de la técnica del cardiocirugía, inventor de la técnica del cardiocirugía, inventor de la técnica del cardiocirugía, inventor de la técnica del cardiocirugía, inventor de la técnica del bypassbypassbypassbypassbypass aortocoronario y líder de la aortocoronario y líder de la aortocoronario y líder de la aortocoronario y líder de la aortocoronario y líder de laFundación homónima, que por espacio de una década impartió asistenciaFundación homónima, que por espacio de una década impartió asistenciaFundación homónima, que por espacio de una década impartió asistenciaFundación homónima, que por espacio de una década impartió asistenciaFundación homónima, que por espacio de una década impartió asistencia

médica de excelencia a todos los habitantes de Argentina que lamédica de excelencia a todos los habitantes de Argentina que lamédica de excelencia a todos los habitantes de Argentina que lamédica de excelencia a todos los habitantes de Argentina que lamédica de excelencia a todos los habitantes de Argentina que larequirieran. Antes de consumar el suicidio, Favaloro había escrito sieterequirieran. Antes de consumar el suicidio, Favaloro había escrito sieterequirieran. Antes de consumar el suicidio, Favaloro había escrito sieterequirieran. Antes de consumar el suicidio, Favaloro había escrito sieterequirieran. Antes de consumar el suicidio, Favaloro había escrito sietecartas en las que explicaba los motivos de su trágica determinación.cartas en las que explicaba los motivos de su trágica determinación.cartas en las que explicaba los motivos de su trágica determinación.cartas en las que explicaba los motivos de su trágica determinación.cartas en las que explicaba los motivos de su trágica determinación.

nes arteriales, es decir, conocer al detalle latopografía del estado de la aorta y de las arteriascoronarias. A su vez, el bypass, el “puente” quesortea el obstáculo y permite irrigar el músculocardíaco, posibilitó salvar miles de vidas, ya quehasta ese momento no había solución para losinfartados o para quienes padecían enfermeda-des de las coronarias. Su importancia para lacardiocirugía moderna sólo es comparable a laangioplastia, implementada por el suizo AndreasGrüntzig a partir de 1977, incorporando el nom-bre de René Favaloro al sitial reservado a figurascomo Cooley o su admirado Paul D. White.

Con su modestia habitual, relativizó la origi-nalidad de su descubrimiento afirmando que “la

idea del puente aortocoronario vienedesde lejos y empezó nada menos que conlas contribuciones de Alexis Carrel aprincipios de este siglo”(3). A su vez, seconsideraba deudor de su colega yamigo, el doctor Frank Mason Sones,quien había introducido en 1958 lacinecoronarioangiografía, que facul-tó a “trabajar en forma continuada desde1962 en el análisis global de la arterioes-clerosis coronaria sobre bases sólidas”(4).

De La Plata a Jacinto ArauzEn 1941, René Favoloro completó elbachillerato. Pasarían ocho años hastaque en 1949 se recibiera como médicodel Hospital Policlínico de La Plata,donde había adquirido una sólida for-mación en cirugía general.

A poco de recibirse, en mayo de1950, el Dr. Favaloro, junto a su her-mano Juan José (también médico), seradica en Jacinto Arauz, una pequeñalocalidad del oeste pampeano.

Quien haya conocido La Pampapuede leer en el rostro de Favaloro la huella delos soles, fríos y vientos de esa llanura sin lomasni reparos. Acaso adivine la escasez de flúor enla dentadura, que hace a los pampeanos incon-fundibles cuando en los labios asoma la sonrisa.

En poco tiempo, partiendo de la nada, trans-forman una antigua vivienda en una clínica quellegó a estar equipada con 23 camas, una sala decirugía y un seriógrafo de alta definición, cu-briendo un radio de acción de 150 kilómetros yatendiendo, según su testimonio, “a todos sindistinción de raza, religión, color político o situa-ción económica ...”(5), agregando, acto seguido,unas palabras que lo retratan por entero “...por locual habíamos cosechado el respeto de la comuni-

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dad y vivíamos felices”(6).En su breve contacto con la cirugía torácica,

había quedado marcado por los cursos de posgra-do de la escuela de los hermanos Finochietto, enel Hospital Rawson de Buenos Aires.

Durante su estadía en Jacinto Arauz, elalcance de la cirugía torácica había comenzadoa amplificarse con la irrupción de la cirugíacardiovascular. Los ecos de esa evolución lellegaban a través de las publicaciones científicas,en las que leía con avidez las contribuciones deBlalock, Crafoord, Gross, Harken y Craig W.Lillehei, por lo que al cabo de un tiempo mani-festó a su maestro y amigo, el profesor José MaríaMainetti, sus deseos de terminar con su prácticade médico rural y viajar a Estados Unidos.

La Cleveland ClinicLa ocasión llegaría con la intermediación deMainetti, quien a fines de 1961 partió haciaEstados Unidos, llevando consigo el pedido deFavaloro de interiorizarse en todo lo que tuvieraque ver con cirugía torácica y cardiovascular.

A su regreso, Mainetti recomienda a sudiscípulo la Cleveland Clinic de Ohio, unainstitución poco conocida que estaba desarro-llando técnicas de punta, bajo la dirección de loscardiocirujanos Mason Sones(7) y Effler.

En 1962, el Dr. Favaloro llega a la ClevelandClinic. En su libro De La Pampa a los EstadosUnidos, editado en 1996, narra prolijamente loshechos que enmarcaron ese período de su vida,recalcando que “los logros acumulados fueron elresultado de un trabajo en equipo formado funda-mentalmente por el Departamento de Cardiologíabajo la dirección de Bill Proudfit, el Laboratorio deCineangiografía con Frank Mason Sones y colabo-radores, y el Departamento de Cirugía Torácica yCardiovascular liderado por Effler”.

Sin embargo, pese al trabajo realizado y alreconocimiento obtenido, Favaloro decide re-tornar a Argentina, desechando las tentadorasofertas para que permanezca en Estados Uni-dos(8), la oposición de su círculo de allegados y eldolor que le producía el alejamiento definitivode un medio que le había brindado respaldo,oportunidades y reconocimiento, tal como loreconocía en las líneas que escribió posterior-mente a manera de balance: “Dejaba una parteimportante de mi vida en Cleveland. Sólo sé quetrabajé en un lugar honesto con absoluta libertadacadémica, y lo que habíamos logrado era conse-cuencia de que, en realidad, éramos una familia”(9).

Los años de plomoEn 1971, a su retorno de la Cleveland Clinic, conel imponente prestigio que le otorgaba el descu-brimiento de la revolucionaria técnica del bypasscoronario, Favaloro despliega una infatigable

actividad, teniendo como centro el SanatorioGüemes. Sigue siendo esencialmente uncardiocirujano, atendiendo a las necesidadesdel usuario, promoviendo la formación de suscolegas más jóvenes y defendiendo, en esos añosde plomo, la solidaridad y la universalidad de laasistencia, pese a los bloqueos que le imponía lasituación política de la Argentina de esos años.

Son suficientemente conocidos los testimo-nios de médicos uruguayos perseguidos por ladictadura militar, que encontraron en su clínicaalbergue y continuidad en su profesión. Lo pro-pio aconteció con perseguidos políticos que fue-ron operados a todo riesgo por Favaloro.

El profesor Luis Folle, presidente del Congre-so de Cardiología de 1973, en el que Favaloroparticipó como invitado, recuerda que “entre susmúltiples dotes se encontraba también su espíritudocente. Si bien no fue profesor en la Universidadde Buenos Aires, ese espíritu se revela en su actua-ción como tal en la Universidad de Córdoba, y másrecientemente en las Jornadas para Consultantes”.

El testimonio de Folle complementa lo na-rrado por la Dra. Graciela Dighiero en cuanto ala importancia que Favaloro daba a las Jornadaspara Consultantes. Es decir, también en el ám-bito de la docencia, René Favaloro se apartabadel academicismo ortodoxo y la retórica, sudocencia era práctica e itinerante y signada poruna visión integradora del país y su gente.

Favaloro y los orientales

Durante los primeros meses de 1973, René Favaloro realiza su primera visita oficial anuestro país. Fue en ocasión de un homenaje realizado al cirujano arterial Eduardo C. Palmaen el local de la Comisión Honoraria para la Lucha Antituberculosa. En esa ocasión, losdoctores Luis Folle y Juan Carlos Canessa, presidente y vicepresidente, respectivamente,de la Sociedad Uruguaya de Cardiología, fueron a cursarle la invitación para el Congresoque se realizaría en el hotel Alción a fines del año en curso.A partir de esa instancia, Favaloro comienza a viajar de manera asidua a Uruguay, siendoparticularmente recordadas sus estadías de 1975 y 1976, ocasión en la que participa enlas Jornadas de la Agrupación Universitaria.En esos encuentros, desarrolló una profunda amistad con el profesor Jorge Dighiero, aquien invitó en 1976, a compartir, junto a su equipo, las Jornadas para Consultantes,visitando en esa ocasión las provincias de Tucumán y La Rioja.El 27 de junio de 1978, fallece Dighiero y un año después Favaloro concurre a la jornadacientífica organizada en su memoria. La doctora Graciela Dighiero, hija del profesor,recuerda su participación de esta manera: “Mi padre falleció y se le enterró casi en elanonimato. Tuvo la desgracia de morir en el aniversario de la dictadura y por entonces eramucho el miedo”. Al año siguiente, cuando se conmemoró el primer aniversario “me hablaron de hacer unrecordatorio y propuse lo que él hubiera deseado: la realización de un evento científico.Para alegría de todos nosotros vino Favaloro y también el profesor Zerbini, de San Pablo,pese a que en enero había perdido trágicamente a uno de sus hijos”. Dighiero describe la personalidad avasallante del cardiocirujano argentino: “Al bajar delavión y en pleno aeropuerto pletórico de periodistas, Favaloro dijo: ‘Vengo a homenajeara mi amigo, el profesor Dighiero, que tanto hizo por la cardiología en el Uruguay’. Fue lareivindicación por aquel silencio de un año atrás. A partir de entonces mi familia llevó porsiempre un enorme cariño y una deuda de gratitud hacia su persona”.

La Fundación FavaloroLa década transcurrida en la Cleveland Clinicmarcó decisivamente a Favaloro, de maneraque desde su retorno a Argentina trabajó incan-sablemente por encontrar los medios y el mo-mento propicio para lograr su objetivo. La opor-tunidad la encontró a comienzos de 1990, cuan-do la episódica prosperidad generada por elaluvión de privatizaciones dispuesta por el pri-mer gobierno de Carlos Menem, potenció la idea(o la ilusión) de que era posible generar sistemasde asistencia altamente especializados, que re-cibieran apoyo estatal y brindaran atención decalidad al conjunto de la población(10). La propiafragmentación del sector salud hacía que cadauno de los prestadores (obras sociales, gobiernos,municipios, PAMI, mutualistas, sistemasprepagos, provincias, salud pública) pudieranconverger como usuarios y financiadores de loque en breve sería la Fundación que llevaría sunombre.

Durante el año 1978, la SociedadDistribuidora de Diarios y Revistas había dona-do, en el barrio del Congreso, el edificio de lacalle Belgrano y Entre Ríos, donde se inaugura-ría, en 1992, el Instituto de Cardiología y CirugíaCardiovascular de la Fundación. A partir de suinauguración, la Fundación Favaloro practicó2.500 cirugías al año. Con una facturación men-

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sual que oscilaba entre los cuatro y medio y cincoy medio millones de pesos (dólares), brindóservicios de excelencia a diversas instituciones,y, por añadidura, dio cobertura a quienes no seencontraban continentados por las estructurasde prestación de salud.

En el edificio de Belgrano al 1700, en cuyofrente lucía el Corazón Planetario, emblema dela Fundación, se realizaron cientos de trasplan-tes de corazón, hígado y pulmón, se formó unageneración de profesionales, se consolidó unafuente de trabajo para 1.100 funcionarios médi-cos y no médicos y se desarrolló un área deinvestigación científica de avanzada. Los subsi-dios y exenciones impositivas permitieron a laFundación comprar equipamiento médico yrenovarlo con tecnología de punta.

La Argentina realHacia 1996 la situación empezó a cambiar.

“Entre 1996 y 1999 el gasto público creció un13,2%, mientras los servicios de la deuda públicasubieron un 58,4%. Desde 1991, la economía crecióun 2,7% y el endeudamiento un 11%. Hasta el 2003el Estado afrontará compromisos con los acreedo-res externos por 17.000 millones de dólares.

Mientras la OMS reconoce 300 medicinas efec-tivas, en Argentina circulan 2.400 en el mercado.Las obras sociales (cajas negras) mueven 25.000millones de dólares al año (consorcios privados dela salud sin garantía de prestaciones solidarias).Hay 14 millones de pobres en la Argentina y laprobabilidad que tiene un niño pobre de morir antesde cumplir un año es cuatro veces mayor que la deun niño que se ubica en otra franja”(11).

Es precisamente en ese año que se le retirana la Fundación las exenciones impositivas ysubsidios estatales y se comienza a acumular elpasivo de deudas de las obras sociales.

La crisis que se anticipaba no tenía solamen-te componentes económico-financieros. Es enese año que Favaloro publica su autobiografía(12)

y el cuadro de generalizado optimismo de lacrónica se ve ensombrecido por un último capí-tulo, en el que se anticipan atisbos de lo quesobrevendría, lo que se advierte en los párrafosfinales: “No quiero terminar sin dejar sentada mipreocupación, en especial desde la introducción dela angioplastia por Andreas Grüntzig en 1977, porcierto giro mercantilista que ha tomado nuestraprofesión. La medicina no ha podido escapar a lainfluencia de esta sociedad materialista en que nostoca vivir, donde el tener y el poder parecen ser lameta principal. Ciertas presentaciones en reunionesinternacionales de prestigio y publicaciones en revis-tas calificadas no resisten el menor análisis cientí-fico, serio y meduloso, incluso estudios randomiza-dos influidos por ideas dogmáticas en su aplicación.A veces, cardiólogos, angioplastistas y cirujanosparecen estar defendiendo cada uno su economía envez de confrontar honestamente las diferentes tera-péuticas para efectuar la mejor indicación a suspacientes. Creo que ha llegado el momento dereaccionar si queremos mantener los lineamientoséticos de nuestra profesión”(13).

Frente al espejo“Alguna vez, en un acto académico en USA,

se me presentó como un hombre bueno que sigue siendo un médico rural.

Perdónenme, pero creo que es cierto. Espero que me recuerden así”.

(Cartas póstumas de René Favaloro)

El sábado 29 de julio próximo pasado, a las 4 dela tarde, en su apartamento de Palermo Chico,cara a cara con su imagen en el espejo del baño,el Dr. René Favaloro terminaba con sus días,disparándose un tiro en el corazón. Previo a laconsumación del suicidio, escribió siete cartas,en las que recapitulaba las causas de su determi-nación. Pese a ello, la sociedad argentina pasórápidamente del estupor a la polémica. Pocasveces será tan adecuado el soneto del poetaisabelino John Donne para describir un fenóme-no social: “Por eso, no preguntes por quién doblanlas campanas, están doblando por ti”. Es que lamuerte autoinfligida del descubridor del bypassinterpelaba a toda la sociedad argentina.

En carta al presidente De la Rúa, entregadaen la víspera de su muerte, Favaloro le pedía quemediara ante los “peces gordos” (mencionandoalgunos empresarios) y con el Banco Interame-ricano de Desarrollo (BID), para lograr un prés-tamo que aliviara la penuria de la Fundación.

Según se revelaría en los días siguientes a lamuerte de Favaloro, la deuda de la Fundaciónascendía a 50 millones de dólares, de los cuales,30 se originaban en la construcción del edificiode la calle Belgrano, siendo acreedor el BancoNacional de Desarrollo, de 6 a 12 millones aSiemens por equipamiento cardiovascular y tresmillones y medio al BID. La deuda exigible enel corto plazo era de 5 millones.

“El legado de Paul D. White”

En 1999, René Favaloro dicta una confe-rencia en el Congreso de la American HertAssociation acerca de El legado de Paul D.White. En la misma es perceptible la pre-ocupación por la realidad socio-económi-ca de la región. La doctora Dighiero reme-mora aquella intervención: “En su estilo,más vehemente y apasionado que nunca,Favaloro habló de la realidad social latinoa-mericana, analizando qué porcentaje delPBI iba destinado a salud y a enseñanza, ycuánto para las Fuerzas Armadas. En agos-to, en Argentina, repite el discurso en elCongreso Interamericano, está vez anali-zando la corrupción en la región.Pero también clamó por no dejarse llevarpor los espejismos de la tecnología, exhor-tando a privilegiar la historia clínica porencima de toda tecnología.El cuarto mensaje de la conferencia sobrePaul D. White, dice: ‘Respeto por los cole-gas, especialmente por el médico de cabe-cera. Honorarios modestos. Docencia e in-vestigación clínica. Prevención’.No deja de ser una ironía que el inventor delbypass abogue por la prevención.El décimo mensaje es ‘el optimismo’, que esel concepto que mejor lo define, aún en lamemoria, porque creo que su sacrificio fuelúcido y cargado de mensajes”.

XVII Congreso Suramericano y Colombiano de Cardiología (agosto, 1995).De izq. a der.: Dr. M. Elizari (Arg.), Sra. de J. Lerman (Arg.), Sra. de M. Elizari,

Dra. G. Dighiero, Dr. H. Rodríguez y Dr. René Favaloro

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Se le adeudan a la Fundación entre 15 y 18millones, siendo los principales deudores el Pro-grama de Asistencia Médica Integral (PAMI),que agrupa a cuatro millones de jubilados, laObra Social de la Provincia de Buenos Aires(IOMA), con dos millones y medio, el Ministeriode Salud con dos millones, la OSPLAD (docen-tes), bancarios, OSDIC (personal jerárquico dela construcción), la Unión Obrera Metalúrgica(UOM), la OSME (obra social del personal delMinisterio de Economía), entre otras.

La magnitud de la deuda es fluctuante y enalgunos casos de difícil verificación, pero elhecho provocó atraso en los pagos a los provee-dores y a los empleados de la Fundación, conge-lándose distintas áreas de investigación.

Para valorar los efectos de la suspensión delas exenciones impositivas y los subsidios estata-les en el rojo presentado por la Fundación, bastedecir que lo que se dejó de percibir por talconcepto equivale al conjunto de la deuda de lamisma (aproximadamente 50 millones).

Alegato contra la infamia“No ha sido una decisión fácil

pero sí meditada... estoy cansado de luchar y luchar,

galopando contra el vientocomo decía Don Ata”.

(René Favaloro - Cartas póstumas)

Sin embargo, la emergencia que vivía la Funda-ción no escapaba a las generales de la ley de lacrisis imperante. En Argentina, un médico cobra2,50 pesos por consulta y los centros asistencialescobran con un atraso de entre 90 y 120 días,

debiendo pagar al contado salarios, impuestos einsumos porque ningún banco presta con núme-ros en rojo. La Obra Social Bonaerense tiene unrojo de 125 millones de pesos y según laSuperintendencia de Servicios de la Salud, ladeuda del sistema con los prestadores suma1.500 millones y luego del segundo gobierno deMenem quedó en el PAMI un pasivo de entre600 y 800 millones. En el 2000 fueron interveni-das obras sociales como la de la UOM y la de laCarne y se calcula que las organizaciones sindi-cales adeudan cerca de 2.600 millones.

Para más datos, el gasto público y privado ensalud suma en Argentina 22.700 millones anua-les (600 pesos por persona).

La crítica situación económica traía apare-jada una perversión de valores a la que Favaloroera sensible y así lo manifiesta en sus cartas. Enla misiva enviada al Dr. Escribano, vicedirectordel diario La Nación, expresa: “La mayoría de lasveces un empleado de muy baja categoría de unaobra social –gubernamental o no– o de PAMI, nisiquiera contesta mis llamados... en este últimotiempo me he transformado en un mendigo”.

La deuda del PAMI con la Fundación era undato menor si se le compara con la humillaciónque debió significar para Favaloro verse ensucia-do por los manejos de su ex titular, VíctorAlderete, emplazado ante la Justicia por el va-ciamiento de la institución. O por el destratoverbal que le impuso la interventora, MatildeFelgueras, al reclamar el pago de la deudacontraída por el PAMI entre 1993 y 1995, duran-te la gestión de Alderete. Todo lo cual da razóna la observación de Manuel Lozano, presidentede la Fundación Interdisciplinaria de Estudiospara el Desarrollo (FIED), en el sentido que

XI Congreso Uruguayo de Cardiología (diciembre, 1993).Dr. René Favaloro y Dra. Graciela Dighiero

Artigas en Favaloro

El 11 de diciembre de 1993, en la últimajornada del Congreso Uruguayo de Cardio-logía, celebrado en la Intendencia Municipalde Montevideo, el doctor René Favaloro im-partió una conferencia sobre Artigas en laque articuló erudición, profundidad concep-tual, rigor expositivo, capacidad didáctica y,sobre todo, amor por “ese criollo enloquecidode patriotismo americano auténtico”.La misma ha sido difundida por diversosmedios de comunicación luego de la muertedel cardiocirujano y, en sentido estricto, fueuna clase magistral sobre una figura históricaque demostró conocer en profundidad. Noobstante, la conferencia admite más de unalectura.Una primera, y la más obvia, remite a lavaloración intrínseca de la figura del caudillo.Una segunda lectura es aquella que lleva aver la reconstrucción que Favaloro hace de lavida y la obra de Artigas como una reflexiónacerca de sí mismo, en un espacio bifronte enel que la historia y el presente se explican yarticulan recíprocamente.Al escuchar la conferencia se evidencia quepara René Favaloro la medicina nunca fue unfin en sí misma, sino un medio para realizarun programa de vasto alcance. En ese senti-do, es curioso y a la vez significativo que alhacer un inventario minucioso del pensa-miento y la obra del Protector ni siquieramencione el tema de la salud, en lo quepuede inferirse una manera implícita de re-calcar que la medicina carece de valor si seprescinde de las intermediaciones socialesque le dan soporte, sentido y contenidoético.En otras palabras, cuando René Favalorohabla de Artigas y de su programa, se estárefiriendo al precursor de una historia incon-clusa de la que se sintió continuador. No deotra manera puede entenderse su formacióncomo médico en Jacinto Arauz, su partidahacia la Cleveland Clinic, su retorno ilusio-nado, las características de su práctica qui-rúrgica y docente de años difíciles, la desme-surada utopía de la Fundación que lleva sunombre y, también, su trágico final.Al igual que sucediera con el caudillo orien-tal, ninguna de las determinaciones funda-mentales de su vida tuvo que ver con lacasualidad, sino con decisiones conscientesadoptadas –a menudo– a contrapelo delsentido común y de la más elemental conve-niencia. Están ambos en la historia –a surespectivo modo– con la fuerza paradigmá-tica de los grandes derrotados.

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“Más triste de lo que vengo”

En el comienzo de su Conferencia sobreArtigas, Favaloro confesaba su pasión por lahistoria y por la tierra (además de su obviadevoción por la cardiocirugía).La importancia del tema de la tierra en suimaginario está claramente expuesta en elcurso de la conferencia de marras. Buenaparte de la misma está dedicada a citar ycomentar con admiración el Estatuto dePurificación del 10 de setiembre de 1815,recalcando en forma expresa su direcciona-lidad social: “…con prevención que los másinfelices serán los más privilegiados. En conse-cuencia, los negros libres, los zambos, losindios, los criollos pobres, todos podrán seragraciados en suertes de estancias, si con sutrabajo y hombría de bien propenden a sufelicidad y a la de la Provincia”.Pero el amor por la tierra en Favaloro no sereduce a la abstracción de la historia, ni anostalgia de querencia, ni siquiera a la valo-ración de su significación en términos dedesarrollo económico-social. Lo suyo esapego al terruño, o más concretamente alterrón visible y palpable. Lo dice en el exor-dio a la Conferencia, remontando los oríge-nes de ese amor a su abuela materna, a la querecuerda con ternura.En marzo de este año, René Favaloro vendíasu única propiedad (aparte del departamen-to de Palermo Chico), en un intento deses-perado por cumplir con los compromisosasumidos por su Fundación: un campo de170 hectáreas en la localidad de Saladillo.Presumiblemente allí enajenó mucho másque un bien, quizá un fragmento de esecorazón que dejó de latir por propia decisióncuatro meses después.La otra idea fuerza que lo animaba era laeducación. En el cierre de la Conferencia haceuna viñeta magistral de sí mismo, cuandoparafraseando a don Pedro Enrique Sureña–un dominicano residente en Argentina, quefuera su profesor en el colegio nacional–pronuncia estas memorables palabras: “Yoconfieso siempre: ‘he vivido entre la agonía yel deber’. Y todas estas cosas las digo porquevivo sufriendo, sufriendo a lo loco por estabendita América Latina. Por eso mi pasión porla enseñanza, por eso, desde México paraabajo, hay médicos que he formado, y es miúnico orgullo. Entiéndanme bien, que yo no hegozado nada de esta charla. Quisiera termi-nar con algo que tan lindo cantaba Zitarrosa.Decía: ‘Quisiera decir que tengo/la alegría enlo que doy/pero con mi canto voy/más tristede lo que vengo’”.Así hablaba, así sentía René Favaloro.

“parece inverosímil que funcionarios de rango me-nor en las obras sociales o en el PAMI ni siquieracontestaran a sus llamadas telefónicas”.

“Las pequeñas cosas de la vida”“¡Y si después de tanta historia. Sucumbimos,

no ya de eternidad, sino de esas cosas sencillas, como estar en la casa y ponerse a cavilar!”.

(César Vallejo - Poemas póstumos)

Empero, el ninguneo de que era objeto, erapercibido con claridad por Favaloro como laexpresión de “una sociedad cada vez más injusta,donde unos pocos gozan hasta el hartazgo, mientrasla mayoría vive en la miseria y la desocupación”(14).Un país donde el 30% de sus pobladores carecende asistencia médica de cualquier tipo, o dondela desocupación asciende al 15,4%. Una socie-dad en la que la herencia de movilidad social ytransferencia de ingresos era devorada por lalógica del mercado, dominada por la concentra-ción y el consumo inmediato.

Para completar el círculo del sarcasmo, esprobable que René Favaloro percibiera cómohabía sido usado, al punto de haberse prestadoa integrar el Comité de Ética formado por CarlosMenem al retirarse del gobierno, tal vez por esaconmovedora vocación de servicio que confiesaen la carta a Escribano: “Yo no vivo de homenajes,me duran unos momentos. Sí vivo de las pequeñascosas de la vida y desde siempre mi satisfacción esser útil a mis semejantes”.

Por otra parte, el desprecio oficial a la figurade Favaloro no reconocía fronteras, al punto quemientras en París recibía distinciones como la delHospital Pompidou o el Premio del American

College of Cardiology y se inauguraba un bustosuyo en el mes de julio, la embajada argentina loignoraba, distinguiendo a los “embajadores agrí-colas” Gabriela Sabattini y Guillermo Vilas.

Enfermo de asco, el 29 de julio, René Favaloroseguía el camino de tantos ilustres argentinos, elque entre 1938 y 1939, al fin de la décadainfame, con los ecos del Cambalache discepolianoy la prosa dolorida de Roberto Arlt, tomaranfiguras de la estatura de Leopoldo Lugones,Lisandro de la Torre y Alfonsina Storni.

“Los trabajos y los días”“Otro poco de calma, camarada;

un mundo inmenso, septentrional,completo, feroz, de calma chica,

al servicio menor de cada triunfoy en la audaz servidumbre del fracaso”.(César Vallejo - Poemas póstumos)

Probablemente nadie conocía mejor a RenéFavaloro que el nonagenario profesor José MaríaMainetti, fundador del Centro Oncológico deExcelencia de La Plata. Él fue quien lo guió ensu camino a la Cleveland Clinic, no sólo fue suprofesor y el médico que lo operó, sino que seconstituyó en una suerte de padre espiritual delcreador del bypass.

Entre el fárrago de interpretaciones queprovocó el suicidio, se destaca su lacónica aseve-ración: “Se necesitan héroes, su muerte va a servir”.No deja de ser curioso que un científico de latalla de Mainetti vuelva los ojos al mito paraexplicar el gesto final de Favaloro.

Cuando aún la historia y el mito eran materiaindiferenciada, Hesíodo escribía Los trabajos y

X Congreso Uruguayo de Cardiología (diciembre, 1991).Dr. Sergio De Almeida (Brasil), Dra. Graciela Dighiero y Dr. René Favaloro

SEMBLANZAS

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los días, sin duda la obra más pesimista queregistra el pensamiento humano, al punto que suexplícito leiv motiv es indagar en “¿por qué estáel orbe tan pleno de maldad?”.

La cosmogonía de Hesíodo narra la deca-dencia del hombre a partir de una pretérita edaddorada, degradada en sucesivos estadios simbo-lizados por metales: oro, plata, bronce, cobre yhierro (la edad presente). Sin embargo, entre lasedades del bronce y del cobre, Hesíodo intercalala raza (gené) de los héroes, en implícita referen-cia al inmemorial mito de Pandora(15). En otraspalabras, cuando la historia se disocia del logos(es decir, de la racionalidad), es necesario recu-rrir al mythos para reconstruir la coherenciaperdida. De allí que el mito de los “héroes” seauna exigencia histórica de validez intemporal,que asoma como demanda en tiempos de crisisextremas(16).

Ante la generalizada medicalización de losmóviles de Favaloro (la depresión como causadel suicidio), Mainetti responde sin estridenciasdesde la trinchera de la trascendencia y lasignificación. Favaloro fue fiel hasta las últimasconsecuencias con su Utopía, resistiéndose a su

degradación, consciente quizá de no poseerpara expresar su vida sino su muerte.

En la isla de UtopíaEl concepto de Utopía, popularizado por TomásMoro a comienzos del siglo XVI, posee un anti-guo linaje. La polémica entre los lingüistas acer-ca de su origen etimológico es metáfora de unadesavenencia mucho más profunda, que discu-rre a través de la historia y es línea demarcatoriade actitudes ante la propia vida. Según unos, la“u” inicial del término corresponde al griego “ou”(“ningún lugar”), para otros se corresponde con elprefijo “eu”, por lo que Utopía sería “lugar bueno”o “mejor lugar”(17).

Sin duda que el concepto de Utopía fueconstitutivo de la personalidad, la vida, la obra,y también de la muerte de René Favaloro, quepodría hacer suya la afirmación de Oscar Wilde:“Un mapa del mundo que no incluya la isla deUtopía no merece siquiera una mirada... el progresoes la realización de la Utopía”(18).

Tal vez (y todo es provisional en la interpre-tación de los móviles del suicida) haya advertidoque esa isla de Utopía no tenía lugar en lasociedad corrompida e inhumana de la Argen-tina del posmenemismo. En todo caso, en losúltimos cuatro años, se evidenció una fracturaradical en el abnegado optimismo de RenéFavaloro. En su autobiografía, rememorando elperíodo previo a su partida hacia la ClevelandClinic, expresaba lo que sentía por entonces:“Éste no es tu lugar, nunca lo fue. Estás capacitadopara empresas mayores. Estás malgastando tu tiem-po”(19). Cuatro décadas después, a la hora dehacer el balance, este amigo de las paradojasestampaba en su testamento la postrera volun-tad de que su cuerpo fuera incinerado y que lascenizas fueran esparcidas en Jacinto Arauz.Quince días después de su muerte, los restos deRené Favaloro fueron incinerados en un ce-menterio privado de Berazategui en presenciade treinta personas.

Ya son polvo en el polvo de la Pampa.

7. Doctor Frank Mason Sones, responsable delLaboratorio de Cineangiografía de la ClevelandClinic. A su memoria está dedicada la autobio-grafía de René Favaloro, precedida por esta frasede Henry David Thoureau: “Incluso los datoscientíficos pueden manchar la mente con su avi-dez, a no ser que los limpies cada mañana o losfertilices con el rocío de la verdad fresca y viva” (deUna vida sin principios).

8. Al respecto, en su autobiografía, Favaloro ex-presa: “Evidentemente, no me conocían en pro-fundidad, el dinero nunca ha sido el motivo funda-mental de mi actividad quirúrgica. No lo fue enJacinto Arauz, no lo había sido en la ClevelandClinic, donde trabajé a sueldo, ni lo sería enBuenos Aires, adonde regresaba principalmentepor mi vocación de enseñar”.

9. De La Pampa a los Estados Unidos. René Favaloro.10. Favaloro nunca renunció al principio de univer-

salidad en el acceso a la atención de excelencia,lo que le valió la enemistad de los sistemasprivados de salud y de buena parte de los médicosque lo cuestionaban por «cobrar barato y sacartrabajo»(Testimonio de la Dra. Dighiero)

11. Datos de Página 12.12. De La Pampa a los Estados Unidos. René Favaloro.13. Ibid.14. Del comunicado emitido por los familiares del

Dr. Favaloro, dando cuenta de parte del conte-nido de las cartas póstumas.

15. «Mas cuando la tierra también hubo cubiertoaquella generación, Zeus, el hijo de Cronos, creóaún otra sobre la tierra fértil, y ésta era más nobley más justa, una raza divina de hombres heroicosque se llaman semidioses, la raza que existió conanterioridad a la nuestra por toda la ilimitadatierra». (Hesíodo, Los trabajos y los días).

16. “¿Qué acaeció en el principio? Ésa es la preguntapropia de la historia precisamente en el punto enque ésta se cambia en filosofía… La demanda queHesíodo formula ya no se refiere al pasado históri-co, sino al comienzo de cuanto existe; es la demandaacerca de los orígenes filosóficos. (O. Gigon, Losorígenes de la filosofía griega).

17. M. Finley, Vieja y Nueva Utopía. Que esa alter-nativa no es caprichosa lo prueban los dos versosdel Apéndice a la Utopía de Tomás Moro: «Portanto, no Utopía, sino mejor/es mi nombre Eutopía,país de felicidad».

18. El socialismo y el alma del hombre. Oscar Wilde.19. De La Pampa a los Estados Unidos. René Favaloro.

La paradoja argentina

“Vivía hablando de las paradojas”, afirma ladoctora Graciela Dighiero y seguramente lasparadojas (materia prima por excelencia dela tragedia) marcaron su vida, teniendoFavaloro plena conciencia de ello. “En Argen-tina existe la Sociedad Argentina de Cardio-logía, que nuclea a la inmensa mayoría de loscardiólogos de Buenos Aires y la FederaciónArgentina de Cardiología, formada por losprofesionales de las provincias. Él concurríatanto a los actos de los unos como a los de losotros. ‘Yo soy de La Plata’, solía decir, argu-mentando su actitud”.No es un dato menor que René Favalorofuera de La Plata. Concebida durante la pre-sidencia de Nicolás Avellaneda (1874-1880)y fundada por Dardo Rocha en 1882 comocapital provincial, la ciudad pretendió confe-rir un laudo urbanístico, una equidistanciamediadora, al histórico diferendo entre elpuerto y las provincias. En otras palabras, LaPlata podía ser el punto de síntesis de laparadoja argentina por excelencia expresa-da en su Constitución federal y su conduc-ción centralista. La naturaleza integradora yuniversalista de Favaloro era mucho más queuna abstracción, era razón de existencia, talcomo lo era su reflexión sobre una historiapatria que consideraba inconclusa, a tal puntoél actuó y reflexionó sobre la vida de suscontemporáneos con entera conciencia deun rol a cumplir.

El video de la Conferenciasobre José Artigas, dictada porel doctor René Favalorodurante el XI CongresoUruguayo de Cardiología,celebrado entre el 9 y el 11 dediciembre de 1993, estarádisponible en Sección Sociosdel SMU (Br. Artigas 1515).Por más informes comunicarseal 401.47.01 (interno 103).

Referencias

1. “Más de una vez lo vi emocionarse hasta laslágrimas, característica de la que no se avergon-zaba, pero con la que ironizaba diciendo ‘soy unitaliano llorón’”. (Dra. Graciela Dighiero)

2. Un dato expresivo de esa devoción por susancestros es que la mesa y la silla de la oficina deFavaloro en la Fundación eran las que su padrehabía tallado cuando el hijo obtuvo el título demédico.

3. De La Pampa a los Estados Unidos. Autobiografíade René Favaloro.

4. Ibid. 5. Ibid. 6. Ibid.

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