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Texto sobre sencillez y transparencia en el relato
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La sencillez y la
transparencia en el relato
Julio Awad Yépez 2010
SENCILLEZ Y TRANSPARENCIA
“La perfección del estilo es que sea claro y no bajo.”
Aristóteles. La Poética. Cap. 3
Lo primero que se hace notar en el trabajo de un escritor novel, es
su lenguaje. Suele presentarse un exceso de “literatura”, una
sobrecarga retórica que se refleja en sus textos. Naturalmente, lo
primero que hace alguien que quiere aprender, es esforzarse en
escribir “muy bien”; sin embargo, esto es un mal comienzo, algo de
lo que hay que darse cuenta e intentar corregir con rapidez. Es por
esta razón, que iniciamos el taller con este tema: “Sencillez y transparencia en el relato”.
Empecemos con la sencillez. Por ejemplo:
“la razón de la sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con
razón me quejo de vuestra hermosura” (Miguel de Cervantes, El ingenioso hidalgo Don Quijote
de la Mancha)
El texto precedente, además de promover la locura de Don Quijote, nos mostraría (si alguien
se atreviera a escribir de esa forma) que el autor posee una imaginación fértil y una
sensibilidad especial para dejarse llevar por las palabras, pero muy poca calidad en el trabajo.
Un texto así no cabría excepto si se tratara de una historia ambientada en la España del siglo
XV y pronunciada por un poeta borracho.
“El lunes amaneció tibio y sin lluvia. Don Aurelio Escobar, dentista
sin título y buen madrugador, abrió su gabinete a las seis. Sacó de la
vidriera una dentadura postiza montada aún en el molde de yeso y
puso sobre la mesa un puñado de instrumentos que ordenó de
mayor a menor, como en una exposición. Llevaba una camisa a
rayas, sin cuello, cerrada arriba con un botón dorado, y los
pantalones sostenidos con cargadores elásticos. Era rígido, enjuto,
con una mirada que raras veces correspondía a la situación, como la
mirada de los sordos.” (Gabriel García Márquez, Un día de estos).
Este texto, por el contrario, permite una lectura de corrido además de iniciar la intriga del
relato. De inmediato visualizamos al dentista, el gabinete y nos preguntamos qué ocurrirá
después. ¿Encuentras alguna palabra que no conozcas? ¿Crees que es difícil escribir así? En lo
personal, creo que no es difícil pero requiere práctica.
Así, llegamos al primer punto de este tema: la sencillez en el relato. Al público en general, le
interesan tres cosas de un libro o un cuento:
1) Que sea legible, entender lo que cuenta el autor.
2) Que tenga ritmo, que se pueda leer de corrido.
3) Que nos cuente una historia trascendente, que esa historia haga al lector sentirse
comunicado con los destinos humanos representadas en el texto.
Debemos escribir con un estilo sencillo y evitar el lenguaje
artificioso. Porque, como contaba Aristóteles en “La Retórica”, el
estilo natural resulta persuasivo y el otro nos hace sospechar. Como
lectores, confiamos automáticamente cuando el lenguaje que
leemos lo podría usar una persona de nuestro entono. El otro, más
recargado, nos suena artificioso, de jueces y abogados, y nunca,
JAMÁS, ese lenguaje ha inspirado confianza. Por eso, en un relato, en una novela o en un
poema, la sencillez, la claridad ni siquiera es un valor, es una exigencia.
Pero no solo las palabras deben tener claridad; también las frases deben contenerla. Veamos
un ejemplo:
“Me emociono al verte reflejada en las aguas cristalinas de aquel río que atraviesa
calmadamente la superficie nublada del bosque al caer el día”
Aunque la frase es entendible y gramaticalmente correcta, nos invita a dormir una buena
siesta. La retórica excesiva que no lleva a ninguna parte debe ser desechada.
Ahora bien. Escribir con sencillez no implica transcribir la forma en la que hablamos
normalmente porque en ese caso entraríamos en lo que Aristóteles definía como lenguaje
bajo. Tenemos que encontrar un equilibrio, hacer que nuestro lenguaje sea suficientemente
natural para que sea creíble pero eligiendo cada palabra para ajustar el texto a niveles
adecuados de nitidez y calidad.
El segundo tema de este texto es la transparencia. Para no confundir esta cualidad con la que
hemos analizado anteriormente (sencillez) podemos decir que la transparencia se refiere a los
elementos que nuestro texto ofrezca al lector para que visualice la historia.
Pongamos un ejemplo. Si imaginamos una película, la sencillez se referiría a que la historia, los
diálogos, la narración y demás elementos no sean confusos y sean adecuados a la película que
estamos viendo. Por otro lado, la transparencia se referiría a que la imagen, los acercamientos
a los actores y los efectos especiales sean de suficiente calidad como para atrapar al
espectador y hacer que descubra la historia a través de las imágenes.
Analicemos dos textos:
1. “Juan Francisco era un hombre gris como la ropa que usaba. Ese
día, en alguna parte de su departamento, se sentía preocupado”.
2. “Juan Francisco, como casi todos los días, vestía un pantalón gris
y una camisa del mismo color que iban a tono con su cabello y su
personalidad. Caminaba de un lado para otro, esquivando los
muebles rotos de la sala y fumando sin parar”.
El primer texto, correcto y claro, no nos permite visualizar la historia. Esa clase de textos está
bien en ciertas partes de un relato pero no pueden ser la totalidad del mismo porque
aburrirían al lector. Por otro lado, el segundo texto nos muestra de forma transparente la
historia; además, al expresar que el hombre caminaba de un lado a otro y fumaba sin parar, el
lector puede visualizar la preocupación de Juan Francisco sin necesidad de que el autor lo
exponga. El primer texto puede enganchar a un lector pero no es un recurso eficaz. Es mejor si
damos a nuestros lectores las herramientas para que ellos descubran la historia a través de su
imaginación.
Para llegar a la transparencia, puedo sugerirte que uses elementos concretos en tus cuentos.
Te muestro algunos ejemplos:
ABSTRACTO: El muchacho tiene celos.
CONCRETO: El muchacho aprieta los puños y los dientes mientras observa, escondido tras la
pared, a su vecina charlando animadamente con el tipo de la otra calle.
ABSTRACTO: La mujer tiene frío.
CONCRETO: El viento sopla llevándose la nieve superficial. La mujer levanta la manga de su
abrigo torpemente por los gruesos guantes de cuero y por el temblor involuntario de sus
manos –que también está en sus dientes–. El reloj marca las tres de la madrugada…
No digo que siempre debamos usar el lenguaje concreto en
nuestros cuentos, pero esta herramienta puede atrapar de forma
muy eficiente a los lectores. Los cuentos para niños, en particular,
usan primordialmente este recurso para atrapar la atención de
los infantes debido a que su capacidad de concentración y de
abstracción no está totalmente desarrollada:
“En el fondo del más azul de los océanos había un maravilloso palacio en el cual habitaba el
Rey del Mar, un viejo y sabio tritón que tenía una abundante barba blanca. Vivía en esta
espléndida mansión de coral multicolor y de conchas preciosas, junto a sus hijas, cinco
bellísimas sirenas.
La Sirenita, la más joven, además de ser la más bella, poseía una voz maravillosa; cuando
cantaba acompañándose con el arpa, los peces acudían de todas partes para escucharla, las
conchas se abrían mostrando sus perlas y las medusas, al oírla, dejaban de flotar” (Hans
Christian Andersen, La sirenita)
En resumen. Las características básicas de un relato son: que sea claro (sencillez) y que invite a
la imaginación del lector (transparencia). A lo largo del taller, iremos puliendo estos dos temas.
Cada texto que tú envíes, será evaluado en primera instancia bajo estos dos parámetros y
recibirás instrucciones y retroalimentaciones personales para mejorar. No importan los errores
iniciales, lo que importa es que, al terminar el taller, tu capacidad como escritor sea óptima.
Ahora te invito a que revises en el área de administración (en la columna izquierda de tu
pantalla de curso) el espacio de “TAREAS”. Ahí te propongo la primera de las actividades que
debes presentar esta semana. La calificación de esta tarea es de 50 puntos (la mitad de la
calificación total del módulo).
RECUERDA: La parte fundamental de tu trabajo como escritor o aprendiz de escritor es eso,
precisamente: trabajo. Conforme vayas participando más y más en las tareas y los foros, tus
dedos y tu mente se acostumbrarán al trabajo, a la creatividad y escribirás con más agilidad y
calidad. Entonces, deja a un lado la pereza –si es que la sientes– y métele ganas a esta
actividad tan maravillosa: la de escritor.