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“Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia y lealtad”. (Ex. 34,6)
Así se presenta el mismo Dios a Moisés entre las rocas
del monte Sinaí. Esa manifestación ya nos revela
la bondad infinita de Dios.
Ruega al Señor que
camine con su pueblo
y lo tome como
su heredad.
Caminar con el Dios
de la compasión
y la misericordia.
“Tanto amó Dios al mundo
que entregó a su Hijo único,
para que no perezca ninguno
de los que creen
en él, sino que tengan vida
eterna” (Jn 3,16).
Con esta manifestación se completa
la que se encontraba en el libro del Éxodo.
El Dios compasivo ama a este mundo.
Tres figuras se miran
como afirmando
su identidad divina
y su diversidad como
personas.
A ellas se refiere
San Pablo en la
segunda lectura de hoy.
Si por Moisés nos fue dada la Ley, por Jesucristo
nos han llegado la gracia y la verdad (Jn 1,17).
A él acudimos con esperanza,
sabiendo que seremos aceptados y perdonados.
“La gracia de nuestro Señor Jesucristo”
El Dios Creador del mundo y liberador de Israel,
es nuestro Padre y nos ama de forma creativa y
gratuita, con amor compasivo y misericordioso.
“El amor de Dios”.
El Espíritu de Dios
es la comunidad de Dios,
que humildemente
tratamos de reproducir
en nuestras comunidades
humanas.
“La comunión del Espíritu Santo”
Nuestra fe en el Dios trinitario promueve
el amor al prójimo, la fraternidad y la justicia
y nos lleva a la compasión que comprende,
asiste y promueve a la persona (EG 178-179).
Dios compasivo y misericordioso, te adoramos en la
unidad de tu ser y en la Trinidad de tus manifestaciones.
En tu santo nombre nos ponemos en camino y
proclamamos para tu gloria el evangelio que nos salva.
Amén.
José Román Flecha Andrés Texto: EL CÁNTARO, Ciclo A –Editorial Monte Carmelo 2016
Presentación: Antonia Castro Panero