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ISSN 0123-2894 Circulación nacional Separata 50 años CURSO General Rafael Uribe Uribe: su obra E n mis tertulias con Otto Morales Benítez en Bo- gotá, a finales de la déca- da de los sesenta, aprendí a distinguir entre la vida militar del general Rafael Uribe, que es la referencia y grado por el cual se le conoce, y la de pensador, que en escasos círculos se ana- liza y comenta. A su nombre le dio más resonancia ser gue- rrero que gestor de ideas. Destaco algunos aspectos de su vida que dejan huella e im- pactan por su contundencia. Uno de los principales es sin duda su pensamiento social, tan prolijo, que sería largo en ello profundizar. Me limito a mencionar que sus propuestas a inicios del siglo 20 vuelven a discutirse en el Congreso, cua- renta años después y hoy son base fundamental del actual régimen laboral colombiano. Me remito a otro de sus escri- tos. Uno de ellos, Por la América del Sur, publicado en una época donde las comunicaciones eran precarias, hace difícil imagi- nar cómo reunió tal cantidad de información y adaptó a las condiciones de nuestra patria una propuesta para promover su desarrollo. Vale escudriñar la universa- lidad de su pensamiento cuan- do examina, por ejemplo, Los problemas nacionales, donde trata a profundidad los temas de la paz interna, el militar, la moneda, el crédito, el sistema tributario, el analfabetismo, el universitario, la higiene, el su- fragio, los partidos políticos, el parlamento, el jurídico, la au- tonomía seccional y municipal, la prensa, las vías de comuni- cación, la población del suelo, la reducción de los salvajes, el topográfico, las aguas y flores- tas, la estadística, el industrial, el trabajo, la vagancia, el demográ- fico, la asociación, y la alegría. Si sus propuestas hubiesen sido puestas en práctica en esa época y no años después, Colombia sería líder de nuestra región. Ni qué hablar de su labor parla- mentaria. La lectura de sus discur- sos revive el pensamiento e invita a profunda refle- xión. Su correspon- dencia íntima y política inspira una vida sin tacha, un ejemplo de com- porta- miento, una enseñan- za del ejercicio de la vir- tud, del trabajo y del amor por la fa- milia y por la patria. No cabe duda, de General a pensador hay una distancia inmensa en este patricio. No puedo dejar pasar por alto el hecho de que estando en prisión escribió el Diccionario abreviado de galicismos, provincionalismos y co- rrecciones del lenguaje; consta de 467 páginas y es una excelente guía de consulta para quienes a veces nos da por escribir barrabasadas. De sus escritos llaman la atención dos piezas magistrales, quizás no tan brillantes como la carta que le di- rige al doctor Alberto Ulloa en Lima, sentando un precedente de las re- laciones internacionales de nuestro país, de la que tomo este aparte: “Con la resonancia dada a mi dis- curso, no habrá en adelante un solo peruano que ignore la notificación de Colombia: el laudo español es irrito y nulo en todo lo que nos perjudique. Con el laudo como título no podrá irse a tomar posesión de aquello a lo que nosotros creemos tener derecho”; o como los discursos que en Suramérica le hicieron famoso en la Conferencia Panamericana de 1906 en Río de Janeiro o en el Congreso Científico. Panamericano en 1908 en Santiago de Chile; pero a los que me refiero, más modestos, en pocas palabras resumen su estilo de vida y su pensa- miento, éstos son: Su pro- pia de- fensa por la muerte del soldado Resurrección Gómez a quien dio de baja por sublevarse conju- rando así la desmo- ralización de sus tropas y la rebelión colectiva, de la cual tomo estas frases: “Yo aspiraba a formarme una repu-tación tal de rectitud y hon- radez, que ante ella sola y sin más pruebas cayese aniquilada toda im- putación calumniosa de crimen o acción perversa. Al fin conseguiré que así sea, porque yo sé levantarme cada día queriendo con voluntad enérgica y tenaz lo mismo que he querido y querré el siguiente; al fin lo conseguiré, porque, sea cual fuere vuestro fallo y el de la sociedad, no tendrán poder bastante para apar- tarme de la línea de conducta que me he propuesto seguir. Por el contrario, la calumnia y las grandes pruebas de existencia son como los venenos de Mitríades: si no matan de una vez, hacen al paciente invulnera- ble; y como saldré intacto de este juicio, ya no temeré para que en adelante las acusaciones de los perversos me derruequen”. Sigue en ese orden una ar- gumentación irrepetible con la cual consigue la absolución de un jurado integrado por sus ad- versarios. El mayor flagelo, un gran- dioso llamado a la conciencia nacional. Lo escribe en Río de Janeiro en 1907 y en su extenso escrito crítica la pasión de los colombianos por hacer versos en contraste al esmero con que los demás países del continente se dedican a la producción. Les cuestiona duramente su inac- tividad en beneficio de la patria con preguntas como ésta: “¿Ya fueron a los campos a ver si el azadón está remplazado por el arado y si éste penetra en la tie- rra una pulgada más que antes?” Y con erudición recorre cada una de las necesidades de la patria en todos los temas. Casi al terminar se viene con esta andanada que invita a la medi- tación: “La vida sólo concede sus favores al que le alega di- rectamente, no al que los solicita por terceros o intermediarios. El contacto con la naturaleza, mal puede verificarse a través de los libros, ni desde los gabinetes de los plumarios. Hay que buscarla donde ella está: Y esa esplén- dida naturaleza de nuestro país, que los rodea y se les mete por los ojos, es la que ustedes no conocen. En lugar de ver se po- nen a imaginar, ignorando que jamás esto valió lo que aquéllo, aún desde el mismo punto de vista literario.” Carlos Rafael Uribe Uribe Nieto del General Rafael Uribe Medellín, junio de 2015 55 años ACORE PATRIA - UNIÓN - PROGRESO 55 años ACORE

SEPARATA 50 AÑOS CURSO RAFAEL URIBE URIBE

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General Rafael Uribe Uribe, Carlos Rafael Uribe Uribe; Biografía, coronel Guillermo Achury Martínez; Cambio transformacional, mayor general Henry Medina Uribe; Presentación del Libro Bodas de Oro, general Néstor Ramírez Mejía; Al cabo de medio siglo egresados de la Escuela Militar 1965, en servicio activo de 1967 a 2003; en la reserva activa, coronel Eduardo Arévalo Castañeda; In memoriam, coronel Pablo Enrique Miranda Díaz

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ISSN 0123-2894 Circulación nacional

Separata50 añosCURSO

General Rafael Uribe Uribe: su obra

En mis tertulias con Otto Morales Benítez en Bo-gotá, a finales de la déca-

da de los sesenta, aprendí a distinguir entre la vida militar del general Rafael Uribe, que es la referencia y grado por el cual se le conoce, y la de pensador, que en escasos círculos se ana-liza y comenta. A su nombre le dio más resonancia ser gue-rrero que gestor de ideas.

Destaco algunos aspectos de su vida que dejan huella e im-pactan por su contundencia.

Uno de los principales es sin duda su pensamiento social, tan prolijo, que sería largo en ello profundizar. Me limito a mencionar que sus propuestas a inicios del siglo 20 vuelven a discutirse en el Congreso, cua-renta años después y hoy son base fundamental del actual régimen laboral colombiano.

Me remito a otro de sus escri-tos. Uno de ellos, Por la América del Sur, publicado en una época donde las comunicaciones eran precarias, hace difícil imagi-nar cómo reunió tal cantidad de información y adaptó a las condiciones de nuestra patria una propuesta para promover su desarrollo.

Vale escudriñar la universa-lidad de su pensamiento cuan-do examina, por ejemplo, Los problemas nacionales, donde trata a profundidad los temas de la paz interna, el militar, la moneda, el crédito, el sistema tributario, el analfabetismo, el universitario, la higiene, el su-fragio, los partidos políticos, el parlamento, el jurídico, la au-tonomía seccional y municipal, la prensa, las vías de comuni-cación, la población del suelo, la reducción de los salvajes, el topográfico, las aguas y flores-tas, la estadística, el industrial,

el trabajo, la vagancia, el demográ-fico, la asociación, y la alegría. Si sus propuestas hubiesen sido puestas en práctica en esa época y no años después, Colombia sería líder de nuestra región.

Ni qué hablar de su labor parla-mentaria. La lectura de sus discur-sos revive el pensamiento e invita a profunda refle-xión. Su correspon-dencia íntima y política inspira una vida sin tacha, un ejemplo de com-porta-miento, una enseñan-za del ejercicio de la vir-tud, del trabajo y del amor por la fa-milia y por la patria.

No cabe duda, de General a pensador hay una distancia inmensa en este patricio.

No puedo dejar pasar por alto el hecho de que estando en prisión escribió el Diccionario abreviado de galicismos, provincionalismos y co-rrecciones del lenguaje; consta de 467 páginas y es una excelente guía de consulta para quienes a veces nos da por escribir barrabasadas.

De sus escritos llaman la atención dos piezas magistrales, quizás no tan brillantes como la carta que le di-rige al doctor Alberto Ulloa en Lima, sentando un precedente de las re-laciones internacionales de nuestro país, de la que tomo este aparte: “Con la resonancia dada a mi dis-curso, no habrá en adelante un solo

peruano que ignore la notificación de Colombia: el laudo español es irrito y nulo en todo lo que nos perjudique. Con el laudo como título no podrá irse a tomar posesión de aquello a lo que nosotros creemos tener derecho”; o como los discursos que en Suramérica le hicieron famoso en la Conferencia Panamericana de

1906 en Río de Janeiro o en el Congreso Científico.

Panamericano en 1908 en Santiago

de Chile; pero a los que me

refiero, más m o d e s t o s , en pocas p a l a b r a s r e s u m e n su estilo de vida y su pensa-m i e n t o , éstos son:

Su pro-pia de-

fensa por la muerte

del soldado Resurrección

Gómez a quien dio de baja por

sublevarse conju-rando así la desmo-

ralización de sus tropas y la rebelión colectiva, de la cual tomo

estas frases: “Yo aspiraba a formarme una

repu-tación tal de rectitud y hon-radez, que ante ella sola y sin más pruebas cayese aniquilada toda im-putación calumniosa de crimen o acción perversa. Al fin conseguiré que así sea, porque yo sé levantarme cada día queriendo con voluntad enérgica y tenaz lo mismo que he querido y querré el siguiente; al fin lo conseguiré, porque, sea cual fuere vuestro fallo y el de la sociedad, no tendrán poder bastante para apar-tarme de la línea de conducta que me he propuesto seguir. Por el contrario, la calumnia y las grandes pruebas de existencia son como los venenos de

Mitríades: si no matan de una vez, hacen al paciente invulnera-ble; y como saldré intacto de este juicio, ya no temeré para que en adelante las acusaciones de los perversos me derruequen”.

Sigue en ese orden una ar-gumentación irrepetible con la cual consigue la absolución de un jurado integrado por sus ad-versarios.

El mayor flagelo, un gran-dioso llamado a la conciencia nacional. Lo escribe en Río de Janeiro en 1907 y en su extenso escrito crítica la pasión de los colombianos por hacer versos en contraste al esmero con que los demás países del continente se dedican a la producción. Les cuestiona duramente su inac-tividad en beneficio de la patria con preguntas como ésta: “¿Ya fueron a los campos a ver si el azadón está remplazado por el arado y si éste penetra en la tie-rra una pulgada más que antes?”

Y con erudición recorre cada una de las necesidades de la patria en todos los temas. Casi al terminar se viene con esta andanada que invita a la medi-tación: “La vida sólo concede sus favores al que le alega di-rectamente, no al que los solicita por terceros o intermediarios. El contacto con la naturaleza, mal puede verificarse a través de los libros, ni desde los gabinetes de los plumarios. Hay que buscarla donde ella está: Y esa esplén-dida naturaleza de nuestro país, que los rodea y se les mete por los ojos, es la que ustedes no conocen. En lugar de ver se po-nen a imaginar, ignorando que jamás esto valió lo que aquéllo, aún desde el mismo punto de vista literario.”

Carlos Rafael Uribe UribeNieto del General Rafael UribeMedellín, junio de 2015

55 añosACORE

PATRIA - UNIÓN - PROGRESO

55 añosACORE

2 CURSO RAFAEL URIBE URIBE / 50 AÑOS

BiografíaRafael Víctor Zenón, de ascen-

dencia vasco español y es-tirpe antioqueña, nació el 12

de abril de 1859 en la hacienda El Palmar, municipio de Valparaíso. La posteridad y sus conciudadanos sólo lo conocerían con el nombre de Rafael.

Al terminar sus estudios prepara-torios ingresó al Colegio del Estado de Medellín, en donde aprendió los principios generales del arte mili-tar; a comienzos de 1874 la familia emigró a Buga (Estado Soberano del Cauca), donde continuó su pre-paración académica y empezó a distinguirse por su carácter franco y altivo, espíritu rebelde, así como por su facilidad de expresión; a los 17 años se alistó en el Ejército como Ayudante de la Segunda División para combatir en la Guerra Civil de 1876. En la batalla de Los Chancos obtuvo el grado de Capitán y allí re-cibió su bautismo de fuego. Luego se enfrentaron en las batallas de Garrapata (Tolima), La Donjuana (Santander) y Manizales.

Terminado el conflicto inició en Santafé de Bogotá la carrera de jurisprudencia en el Colegio del Rosario, fundando durante sus es-tudios el periódico El Autonomista. De regreso a Medellín (1881) se de-sempeñó como profesor de Derecho Constitucional y Economía Política; luego fue nombrado Procurador General de Antioquia y posterior-mente Fiscal del Juzgado Superior. Después de renunciar al encargo gubernamental fundó el periódico El Trabajo, a través del cual ade-lantó una intensa campaña por el fomento de la agricultura y abrió, además, su propia oficina de aboga-dos, actividades éstas en que le en-contró la revolución de 1885.

Uribe ofrece entonces sus servi-cios a la causa revolucionaria; con el grado de coronel se le confirió el Comando del Batallón Legión de Honor, unidad con la cual obtuvo un resonante triunfo en el sitio de Quiebraloma. Participó en los com-bates de La Gloria, La Humareda (combate naval donde fue vencido) y Los Guamos, sitio en el cual se llevó a cabo la capitulación de la re-vuelta. Más tarde redactaría el libro Estudios sobre el café y se conver-tiría en uno de los pioneros de la industria cafetera y siendo, prácti-camente, el ideólogo de la reforma agraria en el país.

En la Guerra Civil de 1895, el ahora General Uribe Uribe marcha a la guerra declarando: “Prefiero dejarle a mis hijos el ejemplo de morir en el esfuerzo supremo de legarles libertad y de impedir que crezcan en un ambiente corruptor de abyección y tiranía”. La campaña se constituyó en un estruendoso fracaso; fue derrotado en el com-bate de La Tribuna (Cundinamarca) y el golpe definitivo la derrota de Enciso (Santander del sur); después

vino la capitulación de Capitanejo y la revolución quedó conjurada por completo. Cuando pretendía ir a Cuba fue puesto preso en Mompós, llevado a Cartagena y recluido en la cárcel de San Diego. Indultado en 1896 salió electo a la Cámara como único repre-sentante de su partido; hizo de sus intervenciones un reto permanente al bloque homogéneo de 60 congresis-tas del bando opositor.

Rafael Uribe se ve inmerso en una nueva contienda al participar en el alzamiento que sería el génesis de la Guerra de los Mil Días (1899 - 1902) en la cual los partidos regionales se enfrentaron al Estado. El principal escenario de esta contienda fue el departamento de Santander donde reclutó un ejército entero gracias a su liderazgo y poder de convicción.

En esta guerra salió triunfante en los combates de Peralonso, Terán y Gramalote; victorioso expresaría: “Venimos a la guerra por el resultado de un razonamiento, no por el impul-so de una pasión”. Uribe es el héroe de Peralonso, la más resonante victoria de las guerras civiles en Colombia; allí, con justa razón, se ganó el nombre de “El león de Peralonso”. Derrotado en Palonegro, pasó a Ocaña donde recibió la orden de continuar a Bucaramanga, operación militar desafortunada que marcó la etapa final de la campaña de Santander.

Uribe disolvió sus batallones y se encaminó a la Costa Atlántica e inició la campaña de Bolívar donde organizó una guerrilla de 30 hombres, atacó en Sincelejo y Juangordo, y victorioso llegó a Magangué.

Pasó a Venezuela y con el apoyo del presidente de ese país, enfrentó a las tropas colombianas que habían llega-do hasta San Cristóbal; con el triunfo de Uribe la revolución moribunda en el interior de Colombia se reavivó con combates en la Costa Pacífica, Panamá, Riohacha, el Llano y en el mismo corazón de la República.

Decidió entrar al país desde Venezuela con el ánimo de caer sobre Bogotá; en Medina (Cundinamarca) fue nombrado como Jefe de Operaciones del Ejército Unido; ven-ció en la Florida lo que permitió el control de las regiones de Ubalá, Gachalá y Junín. Fue derrotado en la provincia del Guavio, retornó a los lla-nos y viajó a Puerto España y Curazao en busca de apoyo para una nueva campaña.

Regresó a Colombia no a ganar la guerra que apreciaba perdida sino como vehementemente lo afirmara: “a ganar una paz honrosa, no produc-to de una entrega sino legítima con-secuencia de un tratado decoroso”. Luego de sufrir un nuevo revés en Ciénaga, y de haber recibido la pro-puesta de paz firmó un armisticio el 18 de octubre que se concretó final-mente en el tratado de paz en la ha-cienda de Neerlandia el 24 de octubre

de 1902; este acuerdo quedó en firme el 29 del mismo mes y en él cual se reconoció a los revolucionarios la ca-lidad de beligerantes y se les ofreció una paz con garantías.

Había llegado el fin de la guerra después de tres años de ruina, de de-solación y destrucción física y moral de la República. El país quedó minado en lo económico y desorganizado a nivel político y administrativo. Rafael se despidió de sus tropas diciéndoles: “Hemos combatido por la verdad y la justicia. Despidámonos como sol-dados y preparémonos a saludarnos como ciudadanos”.

A finales de diciembre de 1902 via-jó a Bogotá y se incorporó a la lucha civil; en una de sus intervenciones ex-presó: “De los primeros yo en tomar las armas, de los últimos en soltarlas quiero contribuir al apaciguamiento de los ánimos… Creo finalmente, que podemos jactarnos de haber visto la última guerra civil de Colombia.

En la vida pública de Uribe Uribe alternaron la actividad política par-lamentaria como congresista y Ministro Plenipotenciario en Chile, desde donde propuso al Gobierno de Colombia la conveniencia de contratar una misión para la organización de la enseñanza militar que dio por fruto la venida de los capitanes chilenos Ahumada y Guillén.

Luego estuvo en Argentina y final-mente en Brasil. Al regresar asumió la dirección de su partido y el rol como senador de la República, director de su periódico y miembro de la Junta Asesora del Ministerio de Relaciones Exteriores, cargo desde el cual en-juició al gobierno por la liberalidades con Venezuela al cederle tierras en las que se tenían legítimos e indiscutibles derechos. Uribe fue, quizá, la primera autoridad en derecho internacional que tuvo Colombia en su época.

En segundo término, su actividad militar, labor en la que sería recono-cido por su liderazgo, visión estra-tégica de la guerra y sus rasgos de heroicidad. La figura de Rafael Uribe emerge en toda su grandeza humana, como conductor de hombres, líder y guerrero militar, cuando abandona todo para entrar en la contienda en las más desfavorables circunstancias. Propuso la necesidad de una política diplomática orientada a la defensa de la soberanía del país, Proyectó, igualmente, la creación de la Junta de Defensa Nacional con la función de asesorar los Ministerios de Relaciones Exteriores y de Guerra.

Uribe había llegado a la madu-rez de su pensamiento y consciente de que los partidos no eran doctri-nas acordes con la realidad del mo-mento, habló de la necesidad de una nueva concepción política del Estado y de las reivindicaciones sociales; abogó por la expedición de una le-gislación laboral y considerado como el Precursor del Derecho Laboral, no

sólo en Colombia sino en América.Fue también un epicentro temáti-

co que contribuyó a la compren-sión de las políticas económicas, agrícolas, educativas, culturales y periodísticas de inicios del siglo 20, las cuales habrían de dar rumbo al proyecto de nación moderna co-lombiana. Como parlamentario pro-puso la creación del Ministerio de Agricultura que significó a la postre la conquista gradual de los merca-dos internacionales del café.

Uribe Uribe ejerció igualmente un liderazgo político, su labor fue intensa y fecunda; revisten gran im-portancia sus debates sobre la elec-ción del Presidente de la República por el Congreso como sistema de conciliación y forma de evitar el recrudecimiento de las pasiones políticas. Pronunció en el Congreso su célebre discurso Oración por la igualdad, pieza oratoria donde re-clamó libertad para exponer y de-fender sus derechos con el voto, con la pluma y con su voz.

La Oración por la tolerancia, una magistral exposición donde cerró su discurso con las palabras apocalípti-cas que sentenciaban que el país se perdía en aquella ocasión precisa-mente por esa causa, y expresaba a sus adversarios: “!Salvaos, salvad-nos, salvad a Colombia!”. Igualmente notable el Manifiesto de paz, pu-blicado durante su paso por Nueva York, en donde resalta que la ape-lación a las armas no era un fin sino un medio para conseguirla y que la finalidad de toda lucha armada era la victoria.

Fundó el periódico capitalino El Liberal, una trinchera política y can-dente tribuna de su pensamiento en constante ebullición y, a la vez, la in-expugnable fortaleza de su dialécti-ca. Continuó En la Escuela Militar de Cadetes dictando sus conferencias, fiel a las profundas convicciones políticas, que generaron por parte de sus detractores, campañas de desprestigio en su contra que mar-carían su destino final.

Rafael Víctor Zenón Uribe Uribe, el escritor, el político, el militar, el estadista, el hombre polifacético, múltiple e infatigable, encontró la muerte al ser agredido a golpes de hachuela por dos obreros el 15 de octubre de 1914 cuando se dirigía al Capitolio Nacional a presentar su proyecto sobre accidentes de tra-bajo. En la madrugada del día 16 falleció el modelo de conductor de hombres y síntesis de los valores intelectuales y morales; el mártir de la intolerancia sacrificado en aras de su ideario político que lo impulsaba a ir a al campo de combate a defen-der con la espada lo que había veni-do defendiendo con la pluma.

Coronel (RA) Guillermo Achury MartínezCurso General Rafael Uribe UribeBogotá. D.C., noviembre de 2015 

3Edición 554 /OCTUBRE 2015

Cambio transformacionalCuando desde el hoy bus-

camos las explicaciones del ayer, hacemos el ejercicio

justo para entender el presente y atrevernos a visualizar el futuro. Si queremos averiguar el cómo, el por qué y el para qué de lo suce-dido, es conveniente analizar en retrospectiva las realidades que motivaron y explican cada época, no en forma aislada, sino como un proceso donde adquieren presen-cia ideas, luchas, aciertos y erro-res, generadores en su conjunto del presente y dinamizadores de los nuevos sueños. Ello es síntesis de vida.

Hoy con motivo de la cele-bración de los cincuenta años de haber salido de la Escuela Militar de Cadetes, como oficiales de la promoción Rafael Uribe Uribe, es gratificante dar una mirada a esa época en que entramos a la edad adulta, adquirimos concien-cia sobre nuestras capacidades intelectuales, físicas y emociona-les, y `decidimos escoger la profe-sión de las armas de la República, como proyecto de vida caracte-rizado por la eticidad, la respon-sabilidad y el servicio social, en contravía del individualismo, la sed de dinero y el culto de lo efímero, que han caracterizado a la modernidad.

Cada uno de nosotros, orgullo-sos integrantes de la promoción, recordaremos las razones y cir-cunstancias que nos llevaron a abrazar la justa y digna causa que representa el oficio de soldado.

En este corto escrito quiero limitarme a analizar el ambiente nacional e internacional, así como las motivaciones de orden insti-tucional, que hicieron de nues-tra promoción la primera en dar el salto cualitativo hacia la for-mación universitaria, en un mun-do especialmente convulsionado y en un país permeado por las externalidades y afectado por los influjos de la naciente confron-tación ideológica Este – Oeste.

Surge, entonces, la inquietud por precisar las circunstancias que llevaron al gobierno colom-biano y al liderazgo militar de comienzos de la década de los 60‘s, a incorporar los estudios universitarios al pénsum de la Escuela Militar de Cadetes, como necesario mejoramiento en la for-mación del liderazgo del Ejército Nacional.

Tomo como punto de partida el final de la Segunda Guerra Mundial (1945) y los cambios en la geopolítica global que ella produjo. En ese nuevo escenario ya no es Europa el centro del

poder, sino son los Estados Unidos de América y la Unión Soviética, URSS, los que se disputan la hege-monía mundial. En medio de esta confrontación surgen los llamados “países tercermundistas”, entre ellos Colombia, como objetivos geoestra-tégicos, ideológicos y económicos de-terminantes en la lucha por tal su-premacía. El capitalismo en cabeza de los Estados Unidos y el socialismo liderado por la Unión Soviética.

La confrontación ideológica afecta toda la geografía mundial. En Asia (Vietnam 1954-1975), los Estados Unidos y la Unión Soviética enfrentan sus intereses mediante la acción béli-ca directa. En África y Latinoamérica la Guerra Fría se manifiesta median-te la acción política, económica y doc-trinal, apoyada en el patrocinio de gobiernos aliados y la capacitación de los ejércitos nativos en funciones de gobierno. Como resultado, se da la derrota militar de Estados Unidos en Vietnam y la proliferación de go-biernos militares en Latinoamérica adeptos al capitalismo, a excepción de Cuba, que cae bajo la égida de la Unión Soviética. Los miembros del Curso Rafael Uribe Uribe ejercimos el lide-razgo de diferentes unidades de con-traguerrillas e hicimos apropiada y efi-ciente contribución para que nuestro país no fuera una segunda Cuba.

En este periodo de confrontación de bloques se da la Guerra de Corea (1950-1953), como conflicto inter-nacional limitado, en el que intervie-nen 20 naciones, Colombia entre

ellas, en defensa de los intereses de Occidente y en apoyo de la decisión de la Organización de las Naciones Unidas. Allí el Ejército Colombiano tiene una actuación reconocida mun-dialmente como heroica, a la vez que una importante experiencia en el arte de la guerra, la cual tuvo apli-cación en los años subsiguiente en el país, generó nuevos avances doctri-nales, e hizo evidente la necesidad de cambios internos, como el de darle a los oficiales formación universitaria.

El Comandante del Batallón Colombia era el Coronel Alberto Ruiz Novoa, posteriormente Comandante del Ejército y Ministro de Defensa (1962-1965), quien, sin duda, sería luego decisivo para incorporar la educación universitaria en la Escuela Militar de Cadetes y el pensamiento adecuado para los nuevos tiempos.

En los años previos a la Guerra de Corea, se da en Bogotá (1948) el asesinato del político liberal Jorge Eliecer Gaitán Ayala, con honda re-percusión en el orden público nacio-nal y en la gobernabilidad del país, a punto de llegarse al borde de la guerra civil. Con el consenso de los partidos políticos, el General Gustavo Rojas Pinilla, Comandante General de las Fuerzas Militares, asume como presidente (1953), cargo que de-sempeña durante cuatro años, dando paso a un gobierno de transición, compuesto por la Junta Militar de Gobierno, y el posterior acuerdo del Frente Nacional, que duraría hasta 1974.

Alberto Lleras Camargo fue el primer presidente de ese período (1958-1962). Antes de posesio-narse, en su calidad de presidente electo y probablemente preocu-pado por la injerencia que tenían los militares en aspectos políti-cos después de cinco años en el gobierno nacional y en varias de las instituciones del Estado, formula un modelo de relacio-nes entre el gobierno civil y las Fuerzas Militares, fundamentado en la independencia entre estas dos esferas de la Nación, la no deliberación en política de los militares y su subordinación al poder civil elegido por el pueblo. Estos aspectos, conocidos como la Doctrina Lleras, rigen las re-laciones civiles-militares hasta la Constitución de 1991, año en que se le otorga mayor peso a la esfera civil, sobre el manejo de la seguri-dad nacional.

Al final del gobierno de Lleras Camargo (1962), el Mayor General Ruiz Novoa, en su cali-dad de Comandante del Ejército, y el Coronel Jorge Robledo Pulido, Oficial de Operaciones de la Fuerza, emitieron el Plan Lazo con la misión de “empren-der y realizar la acción civil y las operaciones militares que sean necesarias para eliminar las cua-drillas de bandoleros y prevenir la formación de nuevos focos o núcleos de antisociales, a fin de obtener y mantener un estado de paz y de tranquilidad en todo el Territorio Nacional”. La operación más conocida e importante fue la Operación Soberanía (sic) contra Marquetalia y el resto de los en-claves comunistas, en circunstan-cias coincidentes con el nacimien-to de las Farc.

Como se puede leer en las Instrucciones de Coordinación (literal e), una parte esencial del Plan, eran las acciones civil, psi-cológica y de inteligencia, las cuales incluían la construcción de carreteras, escuelas, puestos de salud y charlas sobre higiene y medidas sanitarias, para con-quistar el apoyo de la población y ganar estabilidad política y pro-greso económico y social. La idea formulada en el Plan, era que los campesinos vieran a las tropas como aliadas y no como enemigos de clase.

Investigadores de algunas uni-versidades de Estados Unidos y Canadá, afirman que la idea y con-cepción estratégica del Plan fue del Departamento de Defensa de los Estados Unidos durante el go-bierno de John F. Kennedy, y que su nombre original fue Plan Laso (con s), deducido de la sigla en inglés: “Latín American Solidarity

Acuarela de la escolta de la Bandera de Guerra

4 CURSO RAFAEL URIBE URIBE / 50 AÑOS

Operation” (LASO), dentro del marco de la Alianza para el Progreso, el programa de asisten-cia militar que conocimos como ayuda MAP y el desarrollo de la política de contrainsurgencia en la posrevolución cubana.

Pero las realidades que mol-dean esa época de nuestra juven-tud y nuestro carácter, no fueron solo producto de las circunstan-cias internas del país, sino de la ebullición social que caracte-rizó al mundo del momento. Nos correspondió hacer parte de la década de la utopía, de la re-belión cultural y política de los años 60‘s, cuando la sociedad de los Estados Unidos se ve afectada por la guerra en Vietnam, por el conflicto racial violento con el pa-pel protagónico de Martin Luther King, Jr., por la muerte de John F. Kennedy y por el movimiento hip-pie. De tenientes observamos por televisión la llegada del hombre a la luna y entendimos que todo lo que quepa en el pensamiento pue-de convertirse en realidades.

Paralelamente, en Europa Occidental se fortalece el pensa-miento sobre formas alternati-

vas para un mundo regido por la economía del mercado, la produc-ción y el consumo. La unión de es-tudiantes, sindicatos de izquierda y el movimiento hippie, propician la mayor huelga en la historia de Europa Occidental. La situación fue especialmente crítica en Francia, entre mayo y junio de 1968, y solo se supera con la llegada del General De Gaulle al poder. Para el catolicis-mo, se dio el Concilio Vaticano II, de trascendental importancia en la evo-lución de la iglesia cristiana.

Volviendo a las circunstancias cercanas y de momento, referidas los primeros años en nuestra vida de soldados, resulta evidente que el General Alberto Ruiz Novoa fue un gran general y el principal inspirador de las condiciones que nos caracteri-zaron como la promoción de oficiales con un nuevo perfil. Él comprendió claramente que la educación es el agente cardinal del cambio y que las realidades del país exigían una visión diferente para la institución militar. Los criterios de la Alianza para el Progreso, la ejecución del Plan Lazo, la creciente amenaza comunista y los criterios del presidente Alberto Lleras para la institución castrense, fueron factores determinantes que justificaron la promulgación del de-

creto 2422 de 1962 que estableció en la Escuela Militar los estudios uni-versitarios, con el fin de acrecentar el nivel intelectual de la oficialidad y estructurar un Ejército más eficiente en la defensa de los intereses nacio-nales. El ejemplo del Ejército fue se-guido por las demás fuerzas y desde entonces la capacitación integral ha sido una constante institucional, dentro del mejoramiento continuo.

Pasaron años y décadas. El mundo que de jóvenes nos pareció hastia-do de la guerra, con el tiempo nos enseñó que en la especie humana la vocación de dominio, la capaci-dad de hacer daño y la preferencia de la confrontación frente a la soli-daridad son ilimitadas. Aún parece que las soluciones de fuerza priman sobre la razón. Nosotros, fieles a nuestras convicciones, fuimos lea-les a nuestros juramentos, respon-sables de nuestros actos, amamos a nuestra patria, servimos a la socie-dad a la cual pertenecemos y fieles a una tradición de buenos soldados. Con satisfacción podemos decir que cumplimos y que contribuimos en el proceso de construcción de Nación.

El mundo actual es bien diferente al de hace cincuenta años. Igualmente,

el cambio transformacional en el país ha sido evidente, con una participación importante de la in-stitución militar en tal sentido.

Ciertamente, la labor patriótica de nuestra institución ha sido un aporte efectivo en las mejores condiciones de calidad de vida y desarrollo. Si aún la paz hoy nos es esquiva, es porque los orígenes de nuestro conflicto armado son de orden social y político y en tal contexto la acción comprometida del estamento militar, como en efecto lo ha sido, es condición necesaria, pero no suficiente.

Hoy vemos con orgullo, unas Fuerza Militares profesionales, más numerosas, mejor equi-padas, mejor entrenadas y con reconocimiento internacional que las ubican entre las mejores del mundo.

En todo ello quedó la huella del Curso Rafael Uribe Uribe.

Mayor General (RA) Henry Medina UribeCurso General Rafael Uribe Uribe

Bogotá. D. C., noviembre de 2015

Presentación del libro Bodas de Oro Curso Rafael Uribe Uribe

Los jóvenes de ayer, después de trascurridos cincuenta años, no lo somos más. Ahora

somos objeto de recuerdos y nos-talgias que deseamos plasmar en un libro con la esperanza de que les llegue a los nietos y bisnietos.

Satisfechos del deber cumpli-do, los subtenientes de la promo-ción de 1965 ‘Rafael Uribe Uribe’ somos un valor agregado de la sociedad a la que hemos pertene-cido, quizás inadvertidos por ella misma.

Tan solo habiendo abandonado la adolescencia, muchas vidas de-pendieron de nuestras decisiones como comandantes, la mayoría de ellas de subalternos más jóvenes, también de otros mayores, pero sobre todo la de nuestros compa-triotas, a quienes debimos prote-ger de la acción innoble de actores violentos en armas al margen de la ley, que injustamente le declararon la guerra a los colombianos.

El pequeño maestro, el admi-nistrador, el líder de la época, fue parte de la primera promo-ción de militares, con dos años cursados en profesiones liberales como la economía y la ingeniería, egresados de la Escuela Militar de

Cadetes General José María Córdova.

Gran parte de nosotros per-maneceríamos entre la tercera parte y la mitad de nuestras vidas, inte-grando las filas del Ejército de los colombianos, el mismo de Bolívar, de Ricaurte, de Santander y de otros próceres que le dieron la indepen-dencia a Colombia. Unos entregarían su vida en un sacrificio supremo, que hoy en medio de la nostalgia, llena de orgullo y de tristeza los corazones de sus compañeros, de sus familias y de sus amigos.

Este libro suma en pocas páginas, miles de días de ilusiones, éxitos y fracasos, realidades y fantasías.

Es decir, el cierre de una historia de vida, no más, no menos, mi his-toria, la tuya. Un epílogo de cosas grandes y pequeñas construidas por todos, incluida la presencia de unos seres maravillosos que las hicieron posible con su incondicional acom-pañamiento como fueron nuestras esposas.

Algo va del recluta que vio caer su pelo a manos de un agresivo pelu-quero apodado ‘el mono’, del cadete con labios resquebrajados, piel que-mada, sediento y con capacidad para comer metros de bizcochos, con uni-

forme una talla más grande que la necesaria, a un retirado que parece un sauce viejo lleno de recuerdos por el paso inexorable de los años. La edad de todos sumadas se acerca a los 4.000 años, es decir, el último de la suma podría haber vivido en el año 2.000 A.C.

En este libro se encontrarán anécdotas y crónicas fotográficas que compartió la promoción de ca-detes y alféreces durante tres años en las aulas y dormitorios del alma mater del Ejército de Colombia y luego por separado en sus distintas unidades a donde fueron asignados, escribiendo historias maravillosas de valor y sacrificio. Para empezar hay que hacer un reconocimiento especial a los entonces Brigadier General Guillermo Pinzón Caicedo, director de la Escuela Militar; a los capitanes José Alejandro Salamanca Salgado y Rafael Padilla Vergara; a los tenientes Ramón Eduardo Niebles Uscátegui, Henry Echeverry Arango, Jaime Cuéllar Zubieta, José María Vergara Aragón, Hernán Rodríguez Ramírez, Víctor Manuel Cañas Trujillo y Hernando Negrete Castaño. Ellos nos moldearían como subtenientes.

Memoria especial a los que partie-ron antes: Luis Guillermo

Castellanos, José Elías Dulce, Jorge Mario Casallas, Hilarión Vázquez, Alvaro Quintero, Luis (‘Tin’) Camacho, Carlos Durán, Gilberto López, Luis Hernández y Francisco (‘Pacho’) Díaz.

Ofrecemos también este libro a todos los hijos que mucho les de-ben a sus padres por haber tem-plado su carácter en medio de difi-cultades y sacrificios y hoy orgullo de nosotros, sus progenitores.

A los nietos y bisnietos objeto de nuestras luchas y trabajos para que tuvieran un mundo mejor que el que nos tocó vivir en suerte.

Todos los lectores curiosos es-tán invitados a seguir estas pá-ginas, que quizás con el paso de los tiempos terminen, después de cumplir su cometido, como hojas al viento o en el baúl de los recuerdos de nuestras futuras ge-neraciones. Disfrutémoslas entre tanto, pues son producto de una experiencia de vida. Démosle gus-to a los “viejitos” de la Compañía Santander.

General (RA) Néstor Ramírez MejíaCurso General Rafael Uribe UribeBogotá D. C., noviembre de 2015

5Edición 554 /OCTUBRE 2015

Al cabo de medio sigloEgresados de la Escuela Militar en 1965

El alma mater del Ejército seguirá teniendo protago-nismo en el devenir de la

Nación; los fallidos intentos de organizar un instituto de for-mación de oficiales para profe-sionalizar al Ejército incidieron en la proliferación de guerras ci-viles durante el siglo 19.

Con el inicio del siglo 20, el entendimiento entre el presi-dente conservador, General Rafael Reyes, y el opositor liberal, General Rafael Uribe Uribe, con la anuencia de monseñor Bernardo Herrera Restrepo, produjeron la reforma militar y con ella la fun-dación definitiva de la Escuela Militar.

Seis décadas después, el interés del mando militar de acrecentar la preparación de la oficialidad se plasmó con el Decreto 2422 de 1962, mediante el cual se estable-cieron las facultades de ingenie-ría y economía en el instituto.

Como consecuencia de esta medida gubernamental, a finales de este año, un crecido número de bachilleres se postularon para tan altruista programa, cum-pliendo un exhaustivo proceso de selección, hasta configurar la lista de cincuenta y cuatro cade-tes para la facultad de economía y cincuenta y dos para la facultad de ingeniería, incorporados a la compañía Santander.

Ingresaron a la Escuela Militar el 6 de febrero de 1963 y eviden-ciaron la especial atención que el mando le concedió a nuestro ingreso al Ejército, al recibirlos el director del instituto, Brigadier General Guillermo Pinzón Caicedo, gallardo y pundonoroso oficial, modelo de comandante y distinguido por su recio porte militar; les correspondió como comandante de compañía el Capitán José Alejandro Salamanca Salgado, caballero de insignia y de talante, ejemplo en el ejercicio del mando y sabio orientador de la vida en la milicia.

La filosofía de la formación de estos cadetes estuvo enmarcada dentro de la misión de la Escuela, que en ese momento era formar oficiales de las armas con pre-paración académica universitaria en ingeniería o economía y pre-pararlos al más alto nivel intelec-tual y técnico, para garantizar un desempeño efectivo y exitoso como oficiales de voluntad férrea, firmes convicciones, responsabi-lidad, ecuanimidad; corrección

en las actitudes, el comportamiento, la presentación personal y el lengua-je; orden y pulcritud en los hábitos personales; iniciativa, entusiasmo y capacidad física para afrontar las exigencias, las dificultades y los de-safíos que la carrera de las armas les impondría.

Debieron cursar cuatro semestres durante el primer año militar (1963) y el segundo (1964), con horario de las 06:00 a las 11:50 horas, en las facultades de ingeniería y economía. A las 14:00 se iniciaba la instrucción militar que en el primer año abarcó orden cerrado, gimnasia, natación, lectura de cartas (mapas), armamento y tiro, polígono, esgrima, equitación, primeros auxilios, marchas y vivac (campamento), defensa personal, esgrima de bayoneta y comunicacio-nes (operación de radios, teléfonos de campaña y señales con bandero-las). La preparación física se comple-mentó con la práctica deportiva.

Los desplazamientos en formación se animaban interpretando mar-chas como el coro de los Soldados de Fausto, Barras y estrellas, Puente so-bre el rio Kwai (esta última silbada), marcha Radetzky, melodías adapta-das del folclor nacional y desde luego la inolvidable canción de trincheras Lily Marlen, composición que fue quedando en la memoria al tiempo que aprendíamos los himnos del Ejército, de la Escuela, de las armas y a la bandera.

El primero de junio, día del Ejército en esa época y aniversario de la fun-dación de la Escuela Militar, juraron bandera, compromiso inquebranta-ble con la Patria.

El primer ejercicio de campaña se realizó en Chelenchele, zona de en-trenamiento en la guarnición militar de Tolemaida, para adquirir destreza en la organización del vivac y las dis-

ciplinas de combate del orden abier-to. Se practicaba sobre el terreno lo aprendido en la Escuela, en temas como lectura de cartas, instrucción individual de combate, primeros auxilios, transmisiones, tiro y super-vivencia.

El 20 de Julio de 1963 desfilaron por la Carrera Séptima de la capital y para el 30 de agosto la compañía Santander fue destacada para el des-file conmemorativo del centenario de Pereira.

El plan de instrucción y entre-namiento del segundo año militar (1964) contempló una segunda fase para las materias militares del primer año y operación de armas pesadas: ametralladoras, morteros, lanzacohetes y fusiles antitanques sin retroceso. En junio se realizaron los juegos inter escuelas de cadetes en la Escuela Naval de Cartagena, en los cuales, resultó vencedora la re-presentación de nuestro instituto.

Las prácticas correspondientes a lo tratado durante el segundo semes-tre de 1964 y los ejercicios de tiro y polígono, se realizaron en el área de la Granja de Armero, lastimosamente desaparecida con la avalancha de 1985.

El ascenso a alféreces marcó el ini-cio y aval para el ejercicio del mando. En el primer semestre, los alféreces de las armas especiales cumplieron la fase de mando y los de Infantería la especialización; en el segundo se invirtieron los programas y durante todo el año cursaron materias milita-res comunes, deportes, equitación y esgrima.

La infantería contempló táctica de guerra regular e irregular, casos tác-ticos, ejercicios en el cajón de arena y sobre la carta, acción sicológica y operaciones cívico-militares, inteli-

gencia y contrainteligencia, así como conocimiento y ejercicios de tiro con las armas clásicas de la infantería, individuales y colec-tivas.

De la caballería –con el ímpetu que los medios modernos le im-primen a su característica, la mo-vilidad– aprendieron la táctica de caballería montada en operacio-nes regulares e irregulares. De la caballería mecanizada, la mecáni-ca y mantenimiento de I y II es-calón, táctica de mecanizados en operaciones de reconocimiento y seguridad.

Los alféreces de artillería ade-lantaron estudios y prácticas de levantamiento topográfico, balística, dirección de tiro, ope-ración de C.D.T. (centro director de tiro), conocimiento y manejo del ploting board. En armamento, cursos avanzados de obús Skoda de 75 milímetros, mortero de 81 milímetros, fusil antitanque sin retroceso de 75 milímetros, ca-ñón de 105 milímetros y mortero de 120 milímetros.

Los Ingenieros se especia-lizaron en operaciones de mo-vilidad para facilitar el avance de las propias tropas y de contra movilidad para impedir, dificultar o demorar el avance del enemigo: reconocimiento, topografía, me-dios de paso, cruce de ríos, explo-sivos y demoliciones, campos mi-nados, fortificaciones y obstácu-los, suministro de agua potable, cartografía y camuflaje.

La campaña de fin de año se realizó en el área de Menegua, Meta, precedida de un desplaza-miento táctico motorizado desde Bogotá e instalación de una balsa de apoyo de infantería sobre el río Meta. Las prácticas descentraliza-das culminaron con un ejercicio conjunto de ataque a una posición fortificada.

Llegó el 10 de diciembre de 1965 y como acto central de la im-ponente ceremonia en el campo de paradas, cada uno de aquellos cadetes que ingresaron en febre-ro de 1963, recibieron de manos del presidente de la República, el despacho como oficiales del glorioso Ejército de Colombia, momentos antes de desfilar al compás de los acordes del himno de la Escuela Militar, para salir bajo el arco de su guardia, en la búsqueda del destino para el que se habían preparado, portadores del nombre del General Rafael Uribe Uribe.

Cadetes del curso Rafael Uribe Uribe, en campaña

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6 CURSO RAFAEL URIBE URIBE / 50 AÑOS

En servicio activo de 1967 a 2003El ejercicio profesional de los

oficiales de la promoción contribuyó al cumplimiento

de la misión del Ejército, para ga-rantizar la estabilidad institucio-nal, la seguridad y bienestar de los conciudadanos: se integraron a los cuadros de mando del Ejército, en las escuelas de las armas y en los cuerpos de tropa como inte-grantes de las compañías de ins-trucción y entrenamiento.

Coincidieron en la época los cursos internacionales de lance-ros, porque la escuela de esta especialidad de combate había sido reconocida como formadora de “los mejores combatientes de América”. A partir de los cursos 45 y 46 internacionales, los cur-saron los oficiales colombianos del curso Rafael Uribe Uribe, es-tadounidenses, argentinos, ecua-torianos, venezolanos, mejicanos, guatemaltecos y hondureños. Así mismo, realizaron especializacio-nes de combate de contra guerri-llas, paracaidistas y comandos.

Oficiales del curso al mando de unidades de combate desde los niveles de pelotón hasta brigada, salieron airosos y triunfantes con registros de contundentes de tipo operacional, con énfasis en la se-guridad y protección de las pro-pias tropas.

En diciembre de 1969 ascen-dieron 43 integrantes de la pro-moción al grado de Teniente. Sería interminable citar cada uno las experiencias individuales su-fridas, enriquecedoras e inolvi.dables, porque las dificultades se resolvían y paliaban con el es-tímulo del amor de la pareja y la satisfacción de recibir a los hijos, como motivaciones definitivas de la vida.

En la Escuela de las Américas –instituto del Ejército de los Estados Unidos en la zona del ca-nal de Panamá, con participación de los ejércitos de los países democráticos, que impartía su instrucción y entrenamiento con modernas tecnologías y exce-lentes recursos didácticos– rea-lizaron cursos de operaciones sicológicas, mantenimiento au-tomotor, transportes, de estado mayor, de mando de pequeñas unidades y paracaidismo.

Durante 1973, a los integrantes de la promoción les correspondió adelantar el curso de comando para Capitán en la Escuela de Infantería, con énfasis en táctica de operaciones en guerra regular

y de contraguerrillas, plana mayor, inteligencia y contrainteligencia, administración y logística. Se rea-lizaron sendos viajes tácticos a las áreas de interés operacional, con én-fasis en el reconocimiento de las ru-tas de aproximación hacia el noro-riente del país.

En diciembre se cumplieron 36 ascensos al grado de Capitán y sus áreas de desempeño fueron la par-ticipación en los procesos de incor-poración de la mujer al Ejército y el establecimiento de las facultades nocturnas de ingeniería, economía y derecho, como germen de la Universidad Militar Nueva Granada. En batallones comprometidos con el orden público se destacaron por los resultados obtenidos en las ope-raciones y fueron exaltados con la imposición de la medalla Servicios Distinguidos en Orden Público.

En 1978 se realizó el curso de co-mando para ascenso a Mayor en el Instituto de Armas y Servicios, que consistió en la extensión, especia-lización y actualización de las ma-terias militares del curso básico; en una segunda fase se realizó el pro-ceso de información de comando e instrucciones demostrativas en las escuelas de las armas. Algunos com-pañeros habían adelantado cursos avanzados de ingenieros, artillería y blindados en las respectivas escuelas de las armas de los Estados Unidos.

A finales de 1978, 25 integran-tes del curso ascendieron al grado de Mayor, primero del escalafón de oficiales superiores y fueron desig-nados como ejecutivos y segundos comandantes de unidades tácticas. Por razones del servicio, difícil-mente prosiguieron y menos com-pletaron sus estudios de ingeniería y economía iniciados en la Escuela Militar. La mayoría de quienes se re-

tiraron tempranamente, adelantaron o completaron sus carreras liberales.

Correspondió durante 1982 ade-lantar el curso de estado mayor en la Escuela Superior de Guerra, en el cual se integraron los cursos del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea, con la participación de oficiales en el grado de Mayor de países como Chile y Argentina, con quienes compartie-ron intensas jornadas académicas y ejercicios tácticos: especial énfasis de esta fase de profundización pro-fesional fue la especialización en las materias militares vistas en cursos anteriores, en operaciones conjuntas y tratado de estado mayor, para de-leitarse complementariamente con el conocimiento de la geopolítica y el derecho internacional aplicado a la historia de los límites nacionales.

En un viaje táctico al archipiélago de San Andrés y Providencia, nave-gando en la corbeta ARC Boyacá, se efectuó reconocimiento a los cayos de Serrana, Serranilla, Roncador y Quitasueño.

Entre el 10 y el 26 de septiembre, por invitación del Departamento de Defensa de los Estados Unidos, se realizó un viaje de estudios e infor-mación por la academia militar de West Point, la Junta Interamericana de Defensa y el Departamento de Estado en Washington, el Centro de Material de Guerra del Ejército de EE.UU, la Base Naval de Norfolk, el Armed Forces Staff College, el Fuerte Bragg, el Fuerte Stewart y la Base Aérea de Homestead.

Al final de año, por habérsele re-cortado un año al grado de mayor (recuperado al agregarlo al de coro-nel en 1987), 19 integrantes del curso fueron ascendidos al grado de Teniente Coronel y nombrados comandantes de unidades tácticas, quienes desempeñaron en forma

sobresaliente sus cargos de co-mando.

En diciembre de 1987 fue-ron ascendidos trece coro-neles, designados comandantes de unidades especiales, jefes de estados mayores y de secciones y departamentos del Comando General y de los comandos de Fuerza. Seguidamente ejercie-ron cargos de agregados mili-tares en Chile, Guatemala, El Salvador y Argentina y comi-siones de estudios en el Colegio Interamericano de Defensa y en la Universidad Complutense de Madrid.

En diciembre de 1990, el dia-rio El Tiempo publicó el resul-tado de una encuesta, según la cual “El Ejército resultó ser la institución más prestigiosa del país”, hecho significativo para los coroneles del curso Rafael Uribe Uribe, que estaban de-sempeñando cargos destacados en el Ministerio de Defensa, el Comando General, en impor-tantes unidades y dependencias del Ejército.

Entre 1993 y 1994 fueron ascendidos cuatro coroneles a brigadieres generales, nombra-dos comandantes de brigadas, de comandos unificados y es-pecíficos, direcciones y jefatu-ras de los servicios técnicos del comando del Ejército Nacional.

Tres integrantes del curso, en el grado de Mayor General, se desempeñaron como coman-dantes de División y directores en dependencias del Comando del Ejército, la Escuela Superior de Guerra, la Inspección General de las Fuerzas Militares y la Secretaría General del Ministerio de Defensa.

Representaron a la insti-tución y al país con pundonor y eficacia en los más altos niveles relacionados con la defensa na-cional, regional y continental en las agregadurías de defensa en Canadá, Chile, Estados Unidos y la vice dirección del Colegio Interamericano de Defensa.

El 7 de diciembre de 2001, el presidente de la República im-puso los tres soles de General a Néstor Ramírez Mejía, quien como Segundo Comandante del Ejército debió ejecutar decisio-nes del alto mando para recha-zar la toma de Mitú por las Farc y golpear a esa organización narcoterrorista.

Viaje de estudios al Colegio Interamericano de Defensa, con la Esdegue, Washington 1982

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7Edición 554 /OCTUBRE 2015

En la reserva activa

El retiro temprano tuvo parea algunos motiva-ciones personales in-

salvables y el estímulo de la obligación de emprender un nuevo oficio u organizar ese modus vivendi en beneficio del enriquecimiento familiar. Por otra parte, el retiro oto-ñal trajo la satisfacción de haber aportado a la patria y al Ejército lo mejor de las capaci-dades, con devoción y lealtad.

Al atardecer de la vida, quienes han pertenecido al curso Rafael Uribe Uribe, acos-tumbran reunirse para reme-morar vivencias, experiencias y realizaciones, para compar-tir la nostalgia de los recuer-dos y el dolor de las ausencias, para enaltecer esos sentimien-tos de amistad y solidaridad que nacieron en la primavera de la vida en la Escuela Militar y que hoy los alientan para se-guir viviendo con optimismo e ilusiones, al calor del amor y la dedicación de los seres queridos: es el sentido del cin-cuentenario, es el deseo de de-jar en este escrito los jirones del o trasegar y el testimonio de la vida militar, que comenzó en un lejano día de febrero de 1963.

Entre el 8 y el 12 de diciem-bre de 1995 se conmemoraron los 30 años de egresados en la sede Las Mercedes del Club

Militar de Oficiales en Melgar, en el Batallón de Mantenimiento de Ingenieros de Tolemaida y en la Escuela Militar en Bogotá, con la imposición de la medalla de Treinta Años de Servicio a los generales del curso.

En la reserva activa, los integran-tes de la promoción han cumplido con responsabilidad los compromi-sos adquiridos dentro de una am-plia diversidad de actividades; hay mucho más tiempo para encuentros y celebraciones, cuando en las reu-niones informales alrededor de las

copas aparece el tema del orden pú-blico, partiendo de hechos reales y cayendo en la tentación de exagerar las proezas para fulminar al ene-migo.

Se conmemoró el cincuentenario del ingreso a la Escuela Militar con un paseo a Santa Marta, entre el 14 y el 18 de febrero de 2013, con visitas a Neguanje, Playa Cristal, Costa Azul y Quinta de San Pedro Alejandrino. S e disfrutó de la camaradería y el jolgorio que caracteriza la amis-tad entrañable de muchos años, de las remembranzas de experiencias

compartidas y del solaz del am-biente de playa, brisa y mar.

Luego del retiro, quienes han vestido el uniforme, continúan por algún tiempo y a veces por el resto de la vida, con la sensación de que aún lo llevan puesto. Por consideración, por cortesía y por fortuna se les sigue dando el tratamiento del grado correspon-diente.

Los hombres pasan y las ins-tituciones perduran… A los in-tegrantes del curso Rafael Uribe Uribe les abriga la certeza de la perpetuidad del Ejército al pie de la heredad, como garantía de la convivencia, el sosiego y el bienestar de los colombianos.

“Los pueblos que no conocen la historia están condenados a repetirla”. Sabemos que por for-tuna, el pueblo colombiano, que ha logrado sobreponerse a todo tipo de amenazas, calamidades y desafíos, es un pueblo culto y con la memoria histórica que se-guirá guardando el principio in-modificable e irrenunciable que su Ejército Nacional forma parte integral de sus ancestros.

Coronel (RA) Eduardo Arévalo Castañeda

Curso General Rafael Uribe Uribe

En retiro y con sus compañeras permanentes de vida

30 años después y con los compañeros que llegaron al grado de general.

8 CURSO RAFAEL URIBE URIBE / 50 AÑOS

In memoriamQuienes hemos profesado

la disciplina de las armas, nos distinguimos en el ám-

bito social y profesional donde nos ha correspondido actuar, por una condición y sentimiento muy especial que denominamos espíritu de cuerpo y que se co-mienza a gestar desde las tem-pranas horas de nuestro quehacer militar, comenzando por el día cuando cruzamos la guardia de la Escuela Militar en traje de civil para ingresar a ella, luego salvan-do los avatares de la vida militar como cadetes y alféreces, para continuar durante la carrera, el trascurrir como profesionales de las armas, continuando sin pausa la noble faena, hasta el momen-to en que finalmente el destino nos dictará inexorablemente la sentencia de la terminación de nuestro paso por la vida.

Las tempranas vivencias de compartir el dormitorio, las au-las, los sinsabores y placeres que la carrera militar nos deparaba día a día, forjaron aquellos sen-timientos de amistad y compa-ñerismo haciéndolos tan recios y vigorosos, que han soportado el trascurso de los años y en la me-dida que el tiempo iba marcando su acontecer inapelable, se forta-lecieron más en la tranquilidad del otoñal remanso.

Nos graduamos como subtenientes de las armas 53 jóvenes bachilleres un lejano 10 de diciembre de 1965, pletóricos de ilusiones, proyectos, tristezas, alegrías y esperanzas, con la firme convicción que todo aquello que avizorábamos y deseábamos desde lo más profundo de nuestros corazones, se cumpliría forzosa e ineludiblemente, ayudados por las energías de aquellos años mozos, donde la certidumbre primaba sobre el escepticismo, para emprender la empresa de la defensa de los ideales patrios y el alcance de las aspiracio-nes personales.

En cumplimiento de la misión constitucional del Ejército, los oficia-les del curso fuimos puestos a prueba en los múltiples escenarios de los fenómenos generados en Colombia, como la lucha contra la subversión y el terrorismo y las tareas de con-tribución al desarrollo nacional, en más de una ocasión siendo obligados a despedir un número incompren-sible de subalternos y compañeros que por razones del conflicto interno perdieron sus vidas, asumiendo con estoicismo los procesos de muerte causados por circunstancias del ser-vicio o por la ley natural.

Al aceptar la esencia de la natura-leza humana, sometida al ciclo vital de nacimiento, evolución y muerte sin más atenuantes, se debe aceptar que nuestro devenir está condicio-

nado por las circunstancias de la vida de cada uno, unas veces marcado por la fatal brevedad de la existencia y otras por su prolongación hasta en-trados los años del ocaso.

Hoy, al celebrar el cincuentenario de la graduación como subtenientes aquel remoto día del 10 de diciem-bre de 1965, el curso Rafael Uribe Uribe seguirá recordando con ine-fable devoción y afecto a nuestros 10 compañeros y amigos desapare-cidos, cuya existencia se truncó unas veces prematuramente y otras luego de haber trascendido en el tiempo a través de diferentes ejecutorias por la vida, abrigados por el calor de la familia, para quienes hoy es opor-tuno rendirles en esta ocasión tan especial, el tributo de admiración y de añoranza, por su irremediable ausencia, testimoniándoles que el espíritu de todos los compañeros del curso al unísono, los evoca y les dice que siguen presentes en nuestros corazones.

Honramos los nombres de los queridos compañeros desapare-cidos: Luis Guillermo Castellanos Bustamante, José Elías Dulce Rosero, Luis Alberto Hernández Benítez, Francisco (‘Pacho’) León Díaz García, Gilberto López Vargas, Luis (‘Tin’) Camacho Villegas, Jorge Mario Casallas Sáenz, Álvaro Quintero Afanador, Carlos Durán Sánchez e Hilarión Rafael Vásquez Bernal.

El poeta Ludwing Uhland y el músico Friedrich Silcher, de nacio-nalidad alemana, compusieron esta hermosa marcha fúnebre denomi-nada Himno al compañero para el ejército Alemán con ocasión de la Primera Guerra Mundial, que uni-versalmente han adoptado todos los ejércitos del mundo para hon-rar la memoria de los combatientes fallecidos y que hoy con profundo sentimiento y singular respeto, de-dicamos a nuestros inolvidables compañeros que partieron hacia la eternidad.

Yo tenía un compañero otro igual no encontrarési a fuego el clarín tocabasiempre a mi lado marchabaal mismo paso y compás.

Silbando viene una balapara mí o para éla él le tocó, lo sientoahí yace a mi lado sangrientocomo un pedazo de mí.

Compañero dame la manopara cargar mi fusilno lo puedo, adiós ya muerovive feliz compañerocombatiendo varonil.

Coronel (RA) Pablo Enrique Miranda DíazCurso General Rafael Uribe Uribe

Bogotá, D.C., noviembre de 2015

TE. Luis GuillermoCastellanos Bustamante15-abr-42 / 19-sep-71

MY. José ElíasDulce Rosero

2-may-43 / 7-dic-87

CT. Luis AlbertoHernández Benítez

16-may-42 / 11-may-95

CT. Francisco (Pacho)León Díaz García

20-jun-42 / 13-ago-03

CT. GilbertoLópez Vargas

28-dic-42 / 12-sep-09

ST. Luis (Tin)Camacho Villegas

13-sep-43 / 29-oct-09

MY. Jorge MarioCasallas Sáenz

15-ago-42 / 14-dic-10

TC. Carlos Alberto Durán Sánchez

25-ago-42 / 16-ago-13

CT. Álvaro QuinteroAfanador

9-feb-42 / 24-may-11

TC. Hilarión Rafael Vásquez Bernal

4-ago-43 / 17-ene-14