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La expansión europea El encierro de la economía europea durante la Edad Media, ligada a los feudos de los grandes señores, comenzó a romperse desde el siglo XI. Hubo mayor comercio entre las regiones de Europa y luego, a raíz de las Cruzadas, se navegó intensamente el Mediterráneo y se inició un tráfico muy lucrativo con el Oriente. Desde allá se conducían la seda, las joyas y las codiciadas especias: clavo de olor, canela nuez moscada, etc. El aumento del comercio dio prosperidad a los mercaderes y a las ciudades. Algunas familias de negociantes constituyeron extensas redes comerciales, se formaron bancos que recibían dinero en depósito y efectuaban préstamos, aparecieron el pagaré y la letra de cambio que facilitaban las transacciones de una plaza a otra. Hubo gran necesidad de oro y plata para amonedarlos y usarlos como medio de pago y por eso surgió una gran avidez por encontrar nuevos lugares donde se produjesen. Fue un impulso de este capitalismo en expansión que los europeos se lanzaron a descubrir y colonizar otros continentes. Los conocimientos cosmográficos y el desarrollo de la náutica permitieron explorar a larga distancia. Mediante el astrolabio le hombre podía fijar la distancia al Ecuador y con la aguja magnética conocer la dirección hacia el norte. El conocimiento de la esfera celeste y sus constelaciones era otra ayuda valiosa. Los viejos barcos medievales, que sólo podían navegar apegados a la costa, fueron reemplazados por las carabelas y los galeones, que por sus buenas condiciones marineras permitieron adentrarse en los enormes espacios oceánicos. En el contacto comercial con el Oriente había dos naciones mal situadas, Portugal y España, que miraban hacia el Atlántico, mientras las ciudades estados de Génova y Venecia predominaban en el mediterráneo. Había ocurrido, además la caída de Constantinopla en

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La expansión europea

El encierro de la economía europea durante la Edad Media, ligada a los feudos de los grandes señores, comenzó a romperse desde el siglo XI. Hubo mayor comercio entre las regiones de Europa y luego, a raíz de las Cruzadas, se navegó intensamente el Mediterráneo y se inició un tráfico muy lucrativo con el Oriente. Desde allá se conducían la seda, las joyas y las codiciadas especias: clavo de olor, canela nuez moscada, etc.

El aumento del comercio dio prosperidad a los mercaderes y a las ciudades. Algunas familias de negociantes constituyeron extensas redes comerciales, se formaron bancos que recibían dinero en depósito y efectuaban préstamos, aparecieron el pagaré y la letra de cambio que facilitaban las transacciones de una plaza a otra. Hubo gran necesidad de oro y plata para amonedarlos y usarlos como medio de pago y por eso surgió una gran avidez por encontrar nuevos lugares donde se produjesen.

Fue un impulso de este capitalismo en expansión que los europeos se lanzaron a descubrir y colonizar otros continentes.

Los conocimientos cosmográficos y el desarrollo de la náutica permitieron explorar a larga distancia. Mediante el astrolabio le hombre podía fijar la distancia al Ecuador y con la aguja magnética conocer la dirección hacia el norte. El conocimiento de la esfera celeste y sus constelaciones era otra ayuda valiosa.

Los viejos barcos medievales, que sólo podían navegar apegados a la costa, fueron reemplazados por las carabelas y los galeones, que por sus buenas condiciones marineras permitieron adentrarse en los enormes espacios oceánicos.

En el contacto comercial con el Oriente había dos naciones mal situadas, Portugal y España, que miraban hacia el Atlántico, mientras las ciudades estados de Génova y Venecia predominaban en el mediterráneo. Había ocurrido, además la caída de Constantinopla en poder de los turcos y el consiguiente entorpecimiento del tráfico con el Oriente.

Navegantes portugueses y españoles se lanzaron a explorar en el Atlántico; portugueses colonizaron las islas Azores, Madera y Cabo Verde, y los españoles las Canarias. La ruta de los portugueses seguía la zona costera de África, adonde iban a adquirir esclavos negros y oro, avanzaron hacia el sur con la intención de llegar al extremo de África y franquear el paso a la India. Crearon algunas factorías en la costa y en 1487 el piloto Bartolomé Díaz descubrió el Cabo de Buena Esperanza. Diez años más tarde, Vasco de Gama cruzó el cabo y navegó hasta la India. Se forman algunos puestos de colonización en el continente negro, en la India y en las islas Molucas (Sumatra, Java y Borneo).

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Importante fue la participación de los lusitanos en la colonización del Brasil. En 1505, una expedición naval que se dirigía a la India al mando de Pedro Álvarez Cabral se apartó de su rumbo y llegó al litoral brasileño, que recorrió en parte para luego retomar el rumbo a su destino. Ése fue el comienzo del interés de Portugal por colonizar en Brasil.

Al finalizar el Siglo XV la situación de España era especialmente favorable para participar en las exploraciones. El reinado de los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, significó unir las coronas de Castilla y Aragón y formar una unidad política de fuerte gravitación. Aquellos monarcas sometieron a los caballeros feudales, impusieron el orden y afianzaron el poder absoluto de la monarquía. Pudieron además, concluir la lucha con los árabes e incorporar el reino de Granada (1492). Unificada España, su poderío podía entrar en una etapa de

expansión.

Desde hacía siglos existía entre la gente culta la noción de la redondez de la tierra, pero se desconocía su verdadero tamaño. Colón llegó a concebir la idea de una esfera terrestre mucho menor que la verdadera, que se corresponde con las dimensiones terrestres propuestas por Toscanelli. De esta manera,

Colón creía que navegando hacia el occidente por el Atlántico se podía llegar al Asia. No contaba tampoco con la existencia de otro continente que pudiera interponerse. Convencido de que sus ideas eran correctas, Colón pensó en una expedición para explorar la ruta al Asia. Creía que en un viaje de 2.400 millas a partir de las Canarias llegaría al fabuloso Cipango (Japón) y luego a las tierras del Gran Khan, Cathay (China). De acuerdo con sus planes, esos países debían encontrarse donde en realidad se encuentra el mar caribe.

Colón ofreció sus planes a la corte portuguesa, pero después de muchas conversaciones y dilaciones vio frustradas sus esperanzas. Pasó entonces a España, en las cercanías de Puerto de Palos encontró el apoyo de los franciscanos quienes acogieron bien sus ideas. Gracias al poderoso duque de Medinaceli, que estuvo dispuesto a hacerse cargo de la empresa, Colón logró ser recibido por los Reyes Católicos, quienes mostraron interés en el proyecto. Mientras tanto, la reina Isabel ordenó pagar a Colón ciertas sumas de dinero para su mantención. Colón recibió la ayuda de un alto funcionario de la corona, Luis de Santangel, quien hizo ver a la reina la importancia de los planes y que no faltaría dinero para equipar la expedición.

En abril de 1492 se firmaron las Capitulaciones de Santa Fe, en la cual se le otorga a Colón los títulos de almirantes, virrey y gobernador general de todos los territorios que descubriera o ganase durante su vida, así como la décima parte de todos los beneficios obtenidos. También se le concedió un diezmo de todas las mercaderías que hallase, ganase y hubiese en los lugares conquistados. Colón logró un rápido ascenso social, al pasar a formar parte de la nobleza cortesana.

Colón se trasladó a Puerto de Palos a hacer los preparativos. La ayuda de la corona fue muy escasa, pero logró la colaboración de algunos marinos y dueños de naves. Su principal apoyo fue Martín Alonso Pinzón, quien aportó dos de las tres carabelas y las equipó, además de ayudar a convencer a los marineros.

En agosto de 1492 zarparon las carabelas, la navegación se efectuó hacia el oeste en un curso casi recto y sin grandes dificultades; no experimentaron

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tormentas ni calmas peligrosas. Los marineros, muy supersticiosos y crédulos, se asustaron al ver el mar cubierto de sargazos, pensando que las naves quedarían aprisionadas para siempre; pero Colón, con la ayuda de Pinzón, se impuso a los marineros y ordenó seguir adelante. El 10 de octubre, dos días antes de ver tierra, la queja de los hombres casi se transformó en un motín y hubo que recurrir a la persuasión y la energía para someter a los ánimos. Colón aseguró a la gente que navegarían tres días más y que si no encontraban tierra regresarían.

Los buenos indicios aumentaron al día siguiente; bandadas de aves volaban en las proximidades y varios palos y cañas flotando fueron vistos por los marineros. A las 10 de la noche del día 11, Colón creyó ver una luz que se movía adelante en el horizonte y pocas

horas más tarde, a las 2 de la madrugada del día 12, Rodrigo de Triana vio tierra a la luz de la luna y dio el grito de ¡Tierra, Tierra!. Era la isla Guanahani o San Salvador, del grupo de las islas Bahamas.

El Almirante vestía sus mejores ropas y llevando en una mano la espada y en la otra el estandarte real, se arrodilló en la arena para dar gracias a Dios y tomar posesión en nombre de los Reyes Católicos. Los indígenas lo rodearon en actitud pacífica, y, mostrando la mayor curiosidad, se dedicaron a cambiar sus objetivos por las baratijas que les ofrecían los castellanos.

En los días siguientes las naves reconocieron otras islas en busca de oro y especies y procurando informarse de la ubicación de Cipango y Cathay, de esa forma reconocieron parte de las islas de Cuba y Santo Domingo. En esta última naufragó la Santa María y con el armazón y los pequeños cañones se estableció un fuerte en el que quedaron 40 soldados. Colón decidió no exponerse a nuevos riesgos y dispuso el regreso a España con las dos carabelas que quedaban.

Al tener noticias del Descubrimiento, a la corona hispana se le presentó el problema de cómo conseguir el dominio de estas tierras. Los monarcas españoles decidieron solicitar al Papa que les donara las tierras, ya que ese era el único medio legal que le permitiría gozar en exclusiva de ellas. El Papa Alejandro VI por medio de la Bula Intercaetera se las concedió, trazando un límite, de polo a polo, a 100 leguas al Oeste de las islas Azores. Ante las reclamaciones portuguesas se firmó el Tratado de Tordesillas (1494), que fijó el límite definitivo a 370 leguas al Oeste de las islas Cabo Verde. Definían así dos esferas de influencias: de la línea al Oeste para España y al Este para Portugal.

La noticia del descubrimiento hecho por Colón despertó el interés de algunos navegantes por reconocer las nuevas tierras, tomar posesión de ellas y extraer

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sus productos naturales. El oro, las perlas y las sustancias tintóreas fueron los primeros productos llevados a Europa. Varias expediciones españolas tocaron el litoral norte de Sudamérica entre las Guayanas y Panamá.

Un gran navegante, que ilustró su nombre fue Américo Vespucio, quien luego de varias expediciones, quedó convencido de que las tierras visitadas formaban parte de un continente nuevo, diferente de las Indias con que soñaba Colón, sus viajes interesaron a un grupo de sabios alemanes quienes proponen dar al nuevo mundo el nombre de América.

Un hidalgo portugués, Hernando de Magallanes, concibió la idea de buscar un paso a través del continente americano, que podría encontrarse en el sur. Presentó su propuesta al Rey Carlos V quien ordenó poner a disposición del marinero portugués cinco naves con todos sus pertrechos. El 1° de noviembre de 1520 la escuadrilla penetró en un amplio brazo de mar; habían descubierto el estrecho que lleva su nombre. Llamaron su atención las fogatas que veían en la orilla sur, encendidas por los Onas, y de ahí se originó el nombre de Tierra del Fuego. El inmenso océano que comenzaban a navegar estaba calmado y por ello le llamaron Pacífico. Después de más de tres meses de navegación, descubrieron las islas Filipinas, en donde Magallanes encontró la muerte. El capitán Sebastián Elcano con apenas 17 hombres a bordo regresó a España completando la primera navegación alrededor del globo.

La conquista como empresa

La conquista de las Antillas y Panamá, y posteriormente la del resto del continente, fue realizada por individuos que suscribieron pactos o capitulaciones con la Corona. El capitán de conquista se comprometía a reunir una hueste y, por su cuenta y riesgo, adentrarse en un territorio inexplorado y, en nombre del rey y de Dios, anexarlo a España. El rey, por su parte, se comprometía a concederle al capitán de conquista o adelantado, ciertos privilegios, por ejemplo: adueñarse de una parte de las tierras conquistadas; recibir encomiendas; gobernar el territorio conquistado; repartir entre sus compañeros tierras y encomiendas, de acuerdo con el grado de colaboración que habían prestado a la empresa (a mayor riesgo, mayores beneficios).

Entre las motivaciones del conquistador se encuentran, el interés de saciar su sed de oro, enriquecerse, se aspiraba a lograr cierta fama y satisfacer el deseo de aventura; en una época marcada por la contrarreforma, también influyó el deseo de difundir el cristianismo, era necesario destacarse en la lucha contra los indígenas y demostrar lealtad hacia la Corona, para así ser premiado con tierras e indígenas, lo que sería legado a sus descendientes.

Algunas expediciones salidas de Cuba descubrieron el litoral mexicano, que luego sería conquistado por Hernán Cortés. Era este un extremeño de 33 años, quien con 300 hombres recaló en la costa mexicana fundando la ciudad de Veracruz.

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Cortés tuvo noticias de la existencia del pueblo azteca que, desde la ciudad de Tenochtitlán en medio de la meseta mexicana, dominaba férreamente los pueblos cercanos. En medio del lago Texcoco y unida a tierra por algunas calzadas de varios kilómetros de largo, se encontraba la ciudad de Tenochtitlán, que dejó asombrados a los conquistadores, por su tamaño y esplendor; el emperador Moctezuma, seguido por un cortejo brillante, salió a recibirle y ambos intercambiaron regalos. Llegó un momento en que la permanencia en la ciudad se hizo insostenible y, como un recurso desesperado, Cortés y sus hombres forzaron el paso en la noche para salir por una de las calzadas. El avance fue desastroso por los ataques de los naturales, perdieron hombres, caballos y equipo. Después de aquel suceso, conocido como la “noche triste”, Cortés procuró rehacer sus tropas y reiniciar la lucha, sitió la capital, los aztecas opusieron una resistencia desesperada pero fueron derrotados. Sobre las ruinas de la ciudad los españoles construyeron su propia capital, Ciudad de México.

Los indígenas de Panamá hablaban de un rico imperio situado hacia el sur y describían sus ciudades, las grandes balsas en que navegaban sus habitantes y la utilización de animales, eran las primeras noticias sobre el Tawantinsuyo o imperio de los Incas. Dos conquistadores, Francisco Pizarro y Diego de Almagro, se propusieron buscar y conquistar aquel imperio.

Las dimensiones y el poder del imperio incásico hicieron comprender a los socios que su conquista requería grandes esfuerzos y el apoyo del rey. Francisco Pizarro se trasladó a España y obtuvo de la corona la gobernación de Nueva Castilla y el gobierno de las tierras que conquistase y otros cargos y privilegios. Para Almagro obtuvo la gobernación de Nueva Toledo y la jefatura de las fortalezas que se fundasen en aquel lugar. En 1531, Pizarro, al mando de 180 hombres, se embarcó en tres pequeñas naves y se dirigió al sur. Desembarcó en la costa de Ecuador y siguió por tierra adentrándose en el Imperio, en todas partes los indígenas les dejaban pasar y colaboraban con ellos, pero aquella actitud apacible no era más que una táctica del inca Atahualpa que, seguro de su poder, deseaba que los

intrusos penetrasen en su reino para tenerlos a su merced. Los conquistadores llegaron a Cajamarca y allí esperaron la visita de Atahualpa que se encontraba en las proximidades. Pizarro ideó un plan audaz y por sorpresa los españoles se apoderaron del jefe inca. Desde aquel momento los conquistadores aseguraron su situación. El gran

respeto que los indígenas tenían al inca y la organización muy centralizada del imperio, permitió a los españoles mantener la sumisión a través de las órdenes dictadas al monarca prisionero.

Atahualpa debió sufrir en su cautiverio la insolencia de los soldados españoles. Con el fin de obtener su libertad, prometió a Pizarro que si le dejaban libre llenaría con piezas y joyas de oro el aposento en que estaba, hasta la altura de su brazo extendido; y con plata los dos cuartos vecinos.

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Pizarro aceptó el convenio y el inca despachó emisarios a diversos puntos para reunir el oro y plata necesarios. Los españoles contemplaron maravillados la conducción del tesoro, algunas de las joyas y estatuillas de mayor valor fueron separadas para enviarlas como presentes al rey de España y el resto fue fundido para repartirlo entre ellos, en total se distribuyeron más de 5.700 kilos de oro y 11.000 kilos de plata. Sin embargo, Pizarro no dio cumplimiento a la promesa de dejar en libertad a Atahualpa y permitió que los capitanes que lo secundaban acusasen al inca de estar planeando una insurrección. Muchas de las acusaciones eran falsas; y no obstante se le condenó a muerte y fue ejecutado en la misma ciudad de Cajamarca. Entre los indígenas surgieron algunas divisiones y hubo resistencia contra el invasor, la superioridad militar de los conquistadores y la movilidad de los caballos les permitió hacer frente a los naturales; y después de algunas rápidas expediciones las regiones más importantes quedaron sometidas. Pizarro fundó la ciudad de Lima y Almagro sometió el territorio de Ecuador.

Los antiguos resquemores entre Pizarro y Almagro estuvieron a punto de desatar una lucha por motivo de la posesión del Cuzco, que Almagro estimaba como parte de la gobernación que la corona acababa de concederle al sur de la gobernación de Pizarro. Afortunadamente, llegaron a un acuerdo y Almagro saldría a la conquista de Chile, mientras el rey decidía a quién pertenecía el Cuzco.

Descubrimiento y Conquista de Chile

Una vez consumada la conquista del Perú, Almagro se interesó por explorar hacia el sur, con el fin de conquistar la gobernación que le había sido concedida. Sus relaciones con Francisco Pizarro estaban muy malas: ambos disputaban la posesión del Cuzco, alegando que estaba dentro de los límites de sus respectivas gobernaciones. Los indígenas hablaban de Chile como de una región donde abundaba el oro, es por eso, que los soldados que seguían a Almagro se sintieron tentados por la posibilidad de grandes riquezas y pidieron al adelantado que iniciase la conquista de Chile. Almagro gastó 500 mil pesos de oro para equipar a los expedicionarios, los diversos grupos de la expedición alcanzaron a más de 400 hombres, más fuertes contingentes de indios auxiliares para el transporte de equipo y alimentos y algunos esclavos negros. Los incas colaboraron amistosamente con la expedición.

A mediados del año 1535, Almagro se puso en marcha con parte de las tropas, siguiendo el camino del inca que, desde Cuzco, trepaba al altiplano boliviano, el avance fue lento y lleno de dificultades, pues la mayor parte de los auxiliares indígenas o yanaconas se dio a la fuga y apareció la resistencia en diversas

localidades. Después de cruzar el altiplano, bordeando el lago Titicaca, la columna descendió a las regiones de Jujuy y Salta, desde allí torció el rumbo al poniente para cruzar la cordillera de los Andes por el paso de San Francisco de 4.400 m de altura. La travesía fue muy penosa

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debido al frío y a la falta de alimentos, además sus ropas estaban destrozadas, numerosos cadáveres de indios y negros quedaron en los páramos helados de la cordillera, al cabo de varios días, puedieron bajar al valle de Copiapó.

Después de un descanso, la expedición avanzó hacia el sur y llegó al valle del río Aconcagua, donde Almagro estableció el campamento que serviría de base para explorar el territorio. El capitán Gómez de Alvarado se dirigió hacia el sur alcanzando hasta el río Itata y debió librar una batalla contra los indígenas en Reinohuelén, siendo la primera batalla con los araucanos.

Almagro y sus hombres comprendieron que Chile no era el país con que habían soñado y que la abundancia de oro había sido un simple engaño de los incas, la desilusión se apoderó de los expedicionarios y se impuso la idea de regresar a Perú. Se decidió continuar por el camino de los desiertos, a pesar de la falta de agua y de alimentos, para evitar la travesía de la cordillera.

En el Perú, Almagro se apoderó de la ciudad de Cuzco y se vio envuelto en una lucha armada con sus antiguos compañeros Francisco Pizarro y sus hermanos. Derrotado en la batalla de las Salinas, cayó prisionero de sus enemigos, que le dieron muerte al poco tiempo.

Los grandes méritos acumulados en el ejército pizarrista le valieron a Pedro de Valdivia numerosas recompensas, entre otras una encomienda en el valle de la Canela y una mina de plata en el cerro de Porco. Sin embargo, Las posesiones de Valdivia en Perú no le bastaban y solicitó a Pizarro la autorización para la conquista de Chile. Ante la insistencia del extremeño éste dio su autorización y le nombró su Teniente de Gobernador en Chile.

Sólo su espíritu aventurero, su afán de gloria y poder y su ambición pueden explicar su actitud, ya que sus propios amigos y compañeros, según sus propias palabras, lo tuvieron por loco. Valdivia se dio a la difícil tarea de organizar la empresa, pues la pobreza del país y la certeza de que la empresa era temeraria, le cerró las puertas del crédito y le restó soldados a la formación de la hueste. Después de varios meses de organización, sólo logró juntar cerca de diez hombres y una mujer, Inés de Suárez. Consiguió que el comerciante Francisco Martínez aportara una cantidad importante en mercaderías, a cambio de la mitad de las utilidades que

produjera la conquista. También lograría que se le unieran algunos hombres de fracasadas expediciones al Altiplano.

Antes de salir, una nueva dificultad. Pizarro le impone como socio a Pedro Sancho de la Hoz, que venía con una Cédula Real que lo hacía Gobernador de

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las Tierras del sur de Estrecho de Magallanes. No cumpliendo con el abastecimiento prometido, resultó ser este hombre un desleal compañero que intentaría asesinar a Valdivia, siendo más tarde ejecutado cuando ya la conquista estaba bastante avanzada.

A comienzos de 1540, Pedro de Valdivia salía del Cuzco con sólo 11 soldados. Tomó el camino de los desiertos, es decir, el mismo que había recorrido Almagro en su viaje de regreso. En el camino grupos de personas comenzaron a unírsele; Rodrigo de Araya venía con 16 hombres; Francisco de Villagra Jerónimo de Alderete,Juan Jufré, Juan de Cuevas y el clérigo Rodrigo González Marmolejo junto a 70 hombres. Desde las cercanías de la actual Arica la columna puso marcha al sur y llegó hasta la actual San Pedro de Atacama, después de cruzar la Pampa del Tamarugal, en donde le esperaba Francisco de Aguirre con un contingente de 25 soldados, lo que hacía subir el número de españoles a 136.

Después de permanecer en la región dos meses, pusieron rumbo a Copiapó en donde tomó el capitán posesión del territorio en nombre de su Majestad y del Marqués Pizarro, bautizándolo como Nueva Extremadura en recuerdo de su tierra natal.

El 12 de febrero de 1541 decretó Pedro de Valdivia la fundación de la ciudad, que recibió el nombre de Santiago del Nuevo Extremo en un lugar elegido por permitir buenas cosechas y la crianza de animales y además por la situación estratégica favorable que presentaba el cerro Huelén para enfrentar eventuales ataques.

Se ordenó al alarife Pedro de Gamboa que delineara la nueva ciudad quien lo hizo siguiendo los dictados de las ordenanzas reales, es decir, siguiendo el cuadrado de damero. Dividió el terreno en manzanas y al centro reservó un espacio para la plaza de armas, donde se instaló la picota, símbolo de la justicia.

Ante la necesidad de contar con una organización política que administrara la nueva urbe, Valdivia procedió a nombrar un Cabildo, compuesto de dos alcaldes y seis regidores, el cabildo llamó a un cabildo abierto. Nombrando a Valdivia Gobernador y Capitán General interino en nombre de su majestad.

Michimalongo atacó la ciudad mientras Valdivia se encontraba fuera de ella, el objetivo era liberar a los caciques que Valdivia mantenía presos y dándose cuenta de ello, Inés de Suárez, única mujer española que había en la hueste, corrió al lugar que servía de cárcel y espada en

mano les cortó las cabezas y las arrojó a los indígenas. El ataque fue resistido pero la ciudad se hallaba completamente en ruinas. Posteriormente, ante la gravedad de los problemas que se presentaron se juntó todo el oro que existía y se envió a Alonso de Monroy al Perú, en busca de refuerzos. Sin embargo, sólo año y medio más tarde Monroy pudo enviar a Chile un buque con socorro, el Santiaguillo, y traer personalmente un refuerzo de setenta hombres.

Juan Bohon fundó La Serena en el valle de Coquimbo en 1544 a fin de establecer un punto intermedio entre Santiago y Cuzco. Junto a Jerónimo de Alderete,

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Pastene alcanzó hasta el paralelo 41, al norte del Canal de Chacao y tomó posesión de esos territorios a nombre de Pedro de Valdivia. El propio Valdivia reconoció hasta el río Biobío donde sostuvo su primer encuentro con los araucanos, que le presentaron resistencia y le causaron algunas bajas. El Gobernador hubo de abandonar el territorio, dada la gran concentración de guerreros que se aprontaban a cerrarles el paso.

Una de las primeras medidas que Valdivia tomó a favor de sus compañeros fue entregarles indios de encomienda. Repartió haciendas y estancias fuera de los términos inmediatos de la ciudad y chacras en los más cercanos. Dichas concesiones que se conocen con el nombre de “mercedes de tierra” eran obsequios gratuitos que se otorgaban a un soldado de la conquista. Eran dadas a perpetuidad, podían heredarse de padres a hijos, y también podían ser enajenadas.

Pedro de Valdivia decide viajar a Perú en busca de refuerzos, se puso de inmediato en contacto con Pedro de la Gasca, gobernador de la zona nombrado por el Consejo de Indias, que lo nombró Maestre de Campo. En la batalla de Sacsahuamán, las fuerzas leales al rey, capitaneadas por Valdivia, vencieron a los Pizarristas. Su gran servicio fue reconocido por La Gasca nombrándolo como Gobernador de Chile y autorizándolo para traer cerca de 300 hombres, pertrechos, armas y animales que necesitaba para proseguir su conquista. También le fueron fijados por primera vez los límites de la Gobernación que iba “desde Copiapó, que está en 27º grados de altura de la línea equinoccial a la parte del Sur, hasta 41º de la dicha parte, procediendo Norte-Sur derecho por meridiano, y de ancho, entrando de la mar a la tierra”.

Nuevamente en el país, Valdivia ordenó a Francisco de Aguirre que refundara la destruida ciudad de La Serena (1549) y estableciera Santiago del Estero (1553), confirmando así que la Nueva Extremadura traspasaba la cordillera. Él se dirigió a la región del Biobío, donde fundó la ciudad de Nuestra Señora de la Santísima Concepción de Penco (1550), en la bahía del mismo nombre, y la de La Imperial (1551) en la Araucanía. Valdivia fundó además Valdivia y Villarrica (1552), Los Confines de Angol (1553) y los fuertes de Arauco, Tucapel y Purén, junto con enviar a Francisco de Ulloa a una expedición marítima hasta el Estrecho.

La cantidad de poblaciones creadas dispersaron las fuerzas españolas. Los naturales aprovecharon esta situación y se produjo una rebelión general, que en el fuerte de Tucapel tuvo el éxito esperado ya que Lautaro vence a Valdivia y provoca su muerte (1553). La noticia recorrió Chile entero. Los indígenas en rebelión recorrieron y asaltaron todos los lugares poblados por españoles.

El Gobierno Acéfalo

Junto con el desastre militar vino el desastre institucional. Los vecinos del sur se vieron acosados por los indígenas. Villagra, jefe militar de los españoles, se retiró a Concepción y fue derrotado en Marigüeñu. La plaza de Concepción debió ser abandonada y sus vecinos emigraron a Santiago.

La situación en el resto de las ciudades era insostenible; Villarrica, Imperial y Valdivia lograron resistir el acoso. Los Cabildos de las ciudades del sur habían

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nombrado Gobernador interino de Chile a Francisco de Villagra, pero el de Santiago rechazó aquello nombrando a su vez a Rodrigo de Quiroga. A ello hay que agregar que el caudillo de La Serena, Francisco de Aguirre, hizo saber sus pretensiones al gobierno, y pensó en más de una ocasión tomárselo por la fuerza. Villagra, a fuerza de enredos, se hizo del poder y logró imponer la ley. Entre tanto, Lautaro avanzó al Norte y amenazó Santiago, Villagra y Juan Jufré logran detenerlo en Peteroa y darle muerte con lo que los naturales retrocedieron.

Las noticias llegaron hasta la Corte Española donde Jerónimo de Alderete, enviado por Valdivia, tramitaba ante el

Monarca la extensión de la Gobernación hasta el Estrecho de Magallanes. Al conocerse la muerte de Valdivia, Alderete fue a Inglaterra, donde se encontraba Felipe II, a solicitar un reemplazante para Valdivia en la Gobernación de Chile. En 1555, la Corona extendió un nombramiento a favor de Jerónimo de Alderete y confirmó los límites pedidos, es decir el confín en el Estrecho, encargándole además el reconocimiento de las tierras que quedasen más al sur. Alderete se embarcó hacia Chile pero la muerte le sorprendió en Panamá. La gobernación quedaba nuevamente vacante.

Entre tanto, la Audiencia del Perú había tomado cartas en el asunto de la sucesión en Chile y había ordenado en 1555 a los cabildos de las ciudades chilenas que se autogobernasen, lo cual sembró más confusión. Fue el Virrey Andrés Hurtado de Mendoza quien terminó con este desorden nombrando para el gobierno de Chile a su hijo, García, joven de veintiún años a quien rodeó, para mejor cometido, de hábiles consejeros como Fray Gil González de San Nicolás y el Licenciado Hernando de Santillán.

García Hurtado de Mendoza, contando con una hueste de más de 440 personas y abundantes recursos materiales desembarcó en 1557 resistiendo con éxito el ataque de los indígenas comandados por Caupolicán, tuvo éxito en Lagunillas y avanzó más tarde hacia el sur hasta seno de Reloncaví, desde donde envió hombres a explorar la isla de Chiloé, entre éstos viajaba el poeta Alonso de Ercilla que empezaba a componer su famoso poema épico, La Araucana.

García Hurtado de Mendoza, repobló fuertes, fundó ciudades (Osorno, Cañete), envió a explorar el Estrecho de Magallanes a Ladrillero y terminó con las rivalidades entre los principales caudillos españoles haciendo que Francisco de Aguirre y Francisco de Villagra fueran desterrados al Perú. El 1561 G. Hurtado de Mendoza abandonó el país para ser reemplazado por Francisco de Villagra a quien el Rey había nombrado a modo de reparar el daño causado al viejo conquistador.

Francisco de Villagra 1561-1562: En su breve gobernación se vive una relativa paz con los indígenas, pero pierde a su hijo en la guerra de Arauco, golpe que no pudo soportar.

Pedro de Villagra 1563-1565: Primo del anterior, tuvo algunos éxitos militares con los indígenas, pero tan malas relaciones con los habitantes de Santiago que éstos

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terminaron por deponerlo y nombrar en su lugar al también viejo conquistador, Rodrigo de Quiroga.

Rodrigo de Quiroga 1565-1567: Se dedica a explorar el sur y uno de sus capitanes Martín Ruiz de Gamboa funda la ciudad de Castro en Chiloé.

La Real Audiencia en el poder.1567 –1568 y Gobierno del Presidente de la Audiencia don Melchor Bravo de Saravia.1568-1575: Creado en concepción este organismo ejerció funciones de gobierno y de justicia, Estaba formado por cuatro oidores y su presidente don Melchor Bravo de Saravia que asumió más tarde personalmente el mando. Los fracasos militares, los problemas derivados del terremoto que destruyó Concepción en 1570 y los desencuentros con el Obispo San Miguel de La Imperial provocaron la renuncia del gobernador y su reemplazo por don Rodrigo de Quiroga quien por segunda vez asumía el alto cargo.

Rodrigo de Quiroga 1575-1580: No tuvo suerte esta vez. Los problemas con los seguidores de San Miguel que exigía un mejor trato a los Indígenas, la rebelión Indígena dirigida por el mestizo Alonso Días, el terremoto de 1575 que destruyo La Imperial, Villarrica, Valdivia, Osorno y Castro y las incursiones de Francis Drake en 1578 quien saqueó Valparaíso, complicaron en forma seria su acción gubernativa.

Martín Ruiz de Gamboa 1580: Yerno de Quiroga, fundó en su tiempo la ciudad de San Bartolomé de Chillán.

Alonso de Sotomayor.1583-1592: Es un eficiente militar que enfrenta la guerra de Arauco, debe enfrentar la amenazas de nuevos corsarios en el sur encabezados por Tomás Cavendish (1587).

Martín García Oñez de Loyola.1592-1598. Sobrino de San Ignacio de Loyola, vivió una gobernación muy accidentada; en esos tiempos por ejemplo, Richard Hawkins, atacó Valparaíso apoderándose de varios barcos uno de los cuales venía con refuerzos desde el Perú. El Gobernador solicitó reiteradamente refuerzos los que demoraron en llegar, de tal modo que la situación en Chile se volvió desesperada. Puso en libertad a indígenas rebeldes lo que se percibió como signo de debilidad. En Curalaba, a orillas del río Lumaco entre La Imperial y Angol el cacique Pelantaro atacó al gobernador y le dio muerte junto a 48 de los 50 soldados que le acompañaban. Curalaba, verdadero desastre para el español dejó en evidencia las deficiencias del ejército vecinal, produjo el término de la economía del oro, la destrucción de las ciudades al sur del Biobío y la necesidad de evaluar por parte de los españoles toda la conducción de la conquista en términos militares junto con la adopción de las actividades ganaderas y agrícolas en la zona que se podía considerar más pacificada, es decir de Biobío al norte.