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SÍ PERO

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Acerca de las excusas que ponemos en nuestra vida para no ser consecuentes con el cambio que se vemos necesario sí, pero…

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Lo que va de ayer a hoy

(Historias bíblicas de ayer que se repiten hoy)

SÍ, PERO…

(Lucas 9,61 ; Mateo 19, 16)

(AYER)

Iba Jesús en charla animada con su grupito de amigos cuando se leacercó por detrás un muchacho y le tocó en el hombro. Él se volvió.

- “¡Hola!, buenas tardes”.- “Buenas tardes rabí, quería platicar un poquito contigo.”- “Bueno”.

Se detuvo Jesús, se apartó un poco de los discípulos y se quedó mirandoal muchacho…

- “Pues que… que meparece interesante la vida quellevan ustedes. Estoy un pococansado de esta que llevo yo,demasiado tranquila y…”

- “¿No ves nada bueno quepuedas hacer?”

- “Mi papá tiene unosviñedos a las afueras deCafarnaúm, yo le llevo la

administración y las ventas… Pero eso no me satisface, me gustaría…”Jesús le cortó: “Bueno, bueno, pues vente con nosotros”

- “¿Ya?”- “Ahora.”- “Sí pero… es que pensaba dejarle las cuentas de las ventas hechas a

mi padre y me gustaría despedirme de mi panda de amigos, haceruna fiesta de despedida con ellos, y también quería vender un par debueyes que tengo y…”

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- “Muchacho, si sigues así, te vendrás con nosotros el día del juicio porla tarde. No tenemos demasiado tiempo para lo que queremos hacer.El que ha puesto la mano en el arado y mira atrás no es apto para elreino de Dios.”El muchacho se quedó mirando al suelo, luego a los lados ydijo:“pues lo tengo que pensar… es que hay un montón decompromisos”…

- “Bueno, pues dedícate a tus compromisos y cuando los acabes todosnos buscas. Por ahí andaremos.”El rabí se volvió con los discípulos que lo estaban esperando. Elvoluntario seguía mirando al suelo. Ellos siguieron caminando.

- “¿Qué quería ese? – le preguntó Juan.- “Quería comprometerse, después de terminar todos sus

compromisos, porque está demasiado comprometido.”Llegaron hasta una aldea. A la entrada una mujer había extendidouna mantita donde tenía para vender panes y algunos higos yaceitunas.

- “Podríamos almorzar algo aquí “– sugirió Pedro.Todos pusieron cara de hambre. Judas se acercó al puesto mientraslos demás se sentaban a la sombra de una acacia.Cuando Judas volvió con la compra repartieron el pan, las aceitunasy los higos.La conversación,mientras comían, estaba animada, comentando lasúltimas jugadas de Herodes, que había mandado detener a un grupode galileos a los que acusaba de subversivos.Vieron acercarse a alguien montado en un caballo negro. No lehicieron mucho caso hasta que se detuvo junto a ellos. El animalestaba ricamente enjaezado y el jinete también. Se veía que no erapescador ni labrador. Ató el caballo a la acacia y con aires deconfianza se sentó junto al grupo.

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- “Este es hijo del gobernador de Séforis”- dijo Tomás al oído deSimón. Siguieron mordisqueando el pan y las aceitunas, y mirando dereojo al visitante. Él procuró ponerse cerca de Jesús.

- “Jesús, me dijeron que andabas por aquí y quisiera platicar contigo.”Miró con algo de desconfianza a los acompañantes.

- “Cuéntame – le dijo el rabí – podemos hablar sin problemas”.- “Sólo quería peguntarte a ti ,que eres un buen maestro,

¿Qué obras buenas debo hacer para alcanzar la vida eterna?”—“¿Por qué me preguntas acerca de lo que es bueno? Uno solo es el

bueno. Si quieres entrar en la vida guarda los mandamientos.Ya sabes…

-“Sí, sí, esos ya he procurado cumplirlos desde pequeño pero…”

- “Si quieres algo mejor vende todo lo que tienes, dale el dinero a lospobres, tu tesoro será el reino de los cielos, luego vente con nosotros”.

El grupito de los amigos no perdíaun detalle de la conversación. Perola conversación terminó ahí. Elmuchacho se quedó mirando alvacío y luego al grupito dedesarrapados que acompañaban almaestro bueno. Luego se levantódespacio mientras decía: “Sí,pero…Lo pensaré”.

El caballo y su jinete se fueron alejando a paso lento. Jesús se quedó congesto de tristeza, mirándolo alejarse. Alguno de los compañeroscomentaban en voz baja: “Menos mal… ¿qué pintaba ese hijo de papáentre nosotros?”

(HOY)

El papá, don Pietro Bernardone, tenía un hijo manirroto. Se gastaba eldinero en fiestas con los amigos y eso al padre de la criatura no le parecíamuy mal. Lo había hecho él también en su juventud, antes de dedicarse alos negocios de tejidos.

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A aquel hijo de papá le llamaban el francesito, en italiano Francesco. Ibapor el mismo camino de su padre hasta que se le torció. Algo le pasó queempezó a volverse pensativo y extraño. Se iba solitario a la periferia de laciudad; se metía en viejos templos semiderruidos y se acercaba, primerotapándose las narices, a los leprosos que se ocultaban entre las ruinas. Undía hizo de tripas corazón y sin tapárselas, abrazó amistosamente a uno delos leprosos. Desde aquel día siguió siendo manirroto, aunque vendiendolas telas del papá para dar el dinero a los pobres y reconstruir las ruinas deuna capillita. Según parece, había escuchado en sueños a aquel Jesús quetrece siglos antes había dicho: “una cosa te falta, vende todo, dalo a lospobres… sígueme”. El hijo del señor Bernardone ya no tenía caballo. Se fuedescalzo detrás de aquel provocador que ahora pintaban clavado en una

cruz.

Francisco no fue el único. Antes ydespués de él, muchos hijos ehijas de papá se fueron de su casay muchos hijos e hijas de donnadie y doña ninguna se buscaronla vida siguiendo al provocador deNazaret.

Sí, pero… Muchos hijos e hijastanto de ricos como de pobres nose dieron cuenta de lo que leshabían hecho, cuando les

bautizaron con poquitos días y crecieron sin saber en dónde les habíanmetido. Cuando tenían 8 añitos les dieron en la boca una cosa redondita.Les dijeron que era el cuerpo de Cristo y ellos dijeron amén, sin saber loque decían… A muchos de esos alguien les recordó de mayores que eranseguidores de un tal Jesús. Algunos siguieron creciendo y fueron, son,seguidores que no le siguen. Personas que no sólo no dan su dinero a lospobres, sino que se lo quitan. Bautizados de pequeños y de mayorescorrompidos. Ladrones, infieles, violentos y encerrados en su egoísmo.

Muchos otros simplemente son gentes pasivas que se creen seguidores delNazareno porque van al templo los domingos. Sí, pero…Tienen muy

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poquita idea de quién era aquel por quien les echaron agua en la cabeza depequeños y les dieron aquella cosa redondita a los 8 años.

Sí, sí, pero… No nos desanimemos.

A pesar de todo, siguen naciendohijos e hijas que en un momentode su vida han conocido de verdadal rabí Jesús de Nazaret, han dadoa los pobres lo que tenían, todo ouna buena parte, y todavía lo van

siguiendo, aunque sea a tropezones, en el camino de la vida. Algunostambién se llaman Francisco.