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Sierra Francisco - Politicas d

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COMUNICACIÓN EDUCATIVAColección dirigida por

Roberto Aparici

En este nuevo siglo ya no es suficiente la escolarización básica paraadquirir competencias sociales e interpretar la realidad. De hecho,niños y jóvenes pasan más tiempo en contacto con la televisión o losordenadores que en la escuela, por lo que la incorporación a los planesde estudio de asignaturas que favorezcan la alfabetización audiovisualpermitirá a los estudiantes desarrollar una lectura crítica del discursode los medios masivos.Esta colección tiene como objetivo analizar de qué manera el contex­to audiovisual y tecnológico condicionarán las formas de aprender yde enseñar a escala local e internacional y se ha de convertir en herra­mienta imprescindible para estudiantes, docentes, comunicadores, ani­madores socioculturales, organizaciones no gubernamentales y admi­nistraciones que deseen integrar o desarrollar aspectos vinculados conlos medios de comunicación y las tecnologías digitales de la informa­ción en contextos educativos.

AGUSTíN GARCíA MATILLA Una televisión para la educaciónLa utopía posible

ALFONSO GUTIÉRREZ MARTíN Alfabetización digitalAlgo más que ratones y teclas

THEODORE ROSZAK El culto a la informaciónUn tratado sobre alta tecnología,inteligencia artificial y elverdadero arte de pensar

MARCO SILVA Educación interactivaEnseñanza y aprendizajepresencial y on-line

POLÍTICASDE COMUNICACIÓN

y EDUCACIÓN

Crítica y desarrollo de laSociedad del Conocimiento

Francisco Sierra Caballero

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© Francisco Sierra Caballero, 2005

Diseño de cubierta: Sylvia Sans

Primera edición: enero de 2006, Barcelona

cultura Libre

Derechos reservados para todas las ediciones en castellano

© Editorial Gedisa, S.A.Paseo Bonanova, 91°-la08022 Barcelona (España)Te!. 93 253 0904Fax 93 253 09 05correo electrónico: gedisa's'gedisa.comhttp://www.gedisa.com

Preimpresión:Editor Service S.L.Diagonal 299, entresolla- 08013 Barcelona

ISBN: 84-9784-111-5Depósito legal: B. 2355-2006

Impreso por Romanyá VallsVerdaguer 1 - 08786 Capellades (Barcelona)

Impreso en EspañaPrinted in Spain

Q~eda pr~~ibida la reproducción parcial o total por cualquier mediode rmpresron, en forma idéntica, extractada o modificada de esta versióncastellana de la obra.

Índice

AGRADECIMIENTOS ......................•.•.........•..

INTRODUCCIÓN '" ..........•..............•...........

l. Políticas de comunicación y cultura. Un nuevo marcopara el desarrollo .

1. Políticas de Comunicación. Objeto y función social ..2. Criterios de evaluación .3. Líneas y directrices. Un enfoque histórico-crítico .4. Comunicación educativa, cultura y desarrollo.

Una aproximación interdisciplinaria .5. Econ~,:,ía Política de la Comunicación y Capitalismo

Cognitivo .

n. Políticas educativas ySociedad de la Información .

1. La agenda política de la sociedad-red .2. Telecomunicaciones y educación .3. Cultura digital y derecho público .4. Financiación y reorganización del sistema educativo ..5. Problemas y lógicas sociales del nuevo escenario

cultural .

1Il. Políticas públicas de la sociedad cognitiva.Retos y contradicciones .

1. El reto de la ciudad educativa .2. Pluralismo informativo y educación intercultural .3. Cibercultura y ciudadanía .

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4. Comunicación, educación y desarrollo local.Horizontes y posibilidades. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145

IV. El espacio europeo de convergencia. . . . . . . . . . . . . . . . . . 155

VII. A modo de epílogo. Conclusiones y anotacionesalmargen .

V. Hegemonía e industria cultural. El mode!o de desarrolloestadounidense ..... ...............................

VI. Iberoamérica: dos continentes, un solo espacio culturalEl problema de la integración y la dependenciainformativa .......................................1. Diagnóstico de las utopías posibles .2. De la Te!evisión Educativa Iberoamericana

a Ibermedia .3. Mercosur. Un proyecto emergente por definir .4. Mercado, economía y políticas de recolonización .

Todo texto, como en general cualquier obra teórica o pensamientocientífico, es un producto social, un hipertexto de voces yecos múlti­pies, un palimpsesto, al fin y al cabo, que debe su productividad evo­cativa al procesamiento cognitivo de! saber social acumulado en los no­dos y terminales que conforman en cada momento la cultura. Así,como no podía ser de otra forma, e! libro que sostiene e! lector en susmanos es resultado de un trabajo de «traducción» y diálogo intelectualcon numerosos colegas y autores con los que el responsable de este tra­bajo académico viene desplegando sus avances y principales resultadosde investigación en e! tema objeto de! presente texto.

En primer lugar, hago público y manifiesto mi más sincero agrade­cimiento a los estudiantes de posgrado de! Máster en Comunicación yDesarrollo (www.us.es/cico), así como a los colegas de! programa deDoctorado "Comunicación y Crítica de la Cultura» de! Departamen­to de Periodismo I de la Universidad de Sevilla, por su inestimablealiento y respaldo académico en las actividades docentes e investigado­ras realizadas como responsable de! programa de estudios en "Comu­nicación, política y desarrollo social». En especial, quisiera agradecer alcatedrático Dr. Antonio García Gutiérrez su permanente voluntad decrítica y exce!encia académica, además de su decidida vocación ética ypolítica por una nueva cultura dialógica en la Universidad. En e! mis­mo sentido, agradezco al profesor Vázquez Liñán y a los miembros de!Grupo de Investigación en Comunicación, política y cambio social(COMPOLITICAS) e! compromiso social con una idea de la comuni­cación que nos compromete y vincula más allá de la Academia. Igual­mente, no sería justo omitir en este capítulo de agradecimientos la va­liosa aportación de! equipo docente de! Máster en Nuevas Tecnologíasde la Información de la Universidad Nacional de Educación a Distan­cia. Especialmente, quisiera destacar el trabajo de! profesor Roberto

Agradecimientos

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. . . ... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

1. Planteamientos comunitarios.2. Programas e iniciativas: de Eur~k~ ·ai·PI~~ .

Media Plus .3. El giro liberal de la Unión Europea .4. Nuevas bases políticas. El reto de la Sociedad de!

Conocimiento .5. Críticas y derivas. Las lógicas sociales de la

info-exclusión . ...........................

1. Genealol?~a de! sistema internacional de comunicacióny educación .

2. Experiencias y aprendizajes .3. La revolución digital .4. Europa versus Estados Unidos. De la convergencia a la

dependencia .5. Horizontes de cooperación. La experiencia de! Tratado

de Libre Comercio .

FUENTES DOCUMENTALES

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Aparici, sin cuya agudeza crítica y consideraciones muchas de estas pá­ginas no hubieran visto la luz. Este libro ha sido posible también porla labor del profesor Agustín García Matilla, responsable del 1 Másteren Televisión Educativa en España, y animador de uno de los colecti­vos y líneas de investigación más relevantes en estos momentos en Es­paña en materia de Comunicación Educativa y Teoría y Técnica de laInformación Audiovisual en la Universidad Carlos Ill de Madrid. Gra­cias a su gentil invitación, los escritos y comunicaciones dispersas quehabía venido produciendo a lo largo de más de tres años fueron to­mando forma. A partir del año 2000, nuestros estudios pudieron ade­más enriquecerse, conformando una línea consolidada de investigaciónen el Centro Iberoamericano de Comunicación Digital, merced al tra­bajo realizado con colegas de la Unión Latina de Economía Política dela Información, la Comunicación y la Cultura (ULEP-ICC), especial­mente con la Dra. Delia Crovi, de México, y el profesor César Bolaño,de Brasil. En este empeño, me acompañaron también otro muchos do­centes e investigadores de América Latina y España; entre ellos, losprofesores Fernando Quirós, Luis Albornoz, Carlos Del Valle, Gui­llermo Mastrini, Valerio Brittos, Enrique Bustamante y Ramón Zallo,que aportaron, en unos casos, sugerentes ideas y líneas de interpreta­ción a través de sus textos y, en otras ocasiones puntuales, contribuye­ron a una revisión crítica de las primeras versiones de algunos capítu­los del libro,

Por último, quisiera apuntar, a modo de reconocimiento institucio­nal, que el capítulo dedicado a América Latina, en concreto el epígrafesobre Mercosur, es resultado del disfrute de una beca posdoctoral otor­gada por la Dirección General de Universidades del Ministerio de Edu­cación y Ciencia (PHB2004-0091-PC) a través del programa «Políticaspúblicas de comunicación y desarrollo regional en España y Brasil»,que nos permitió conocer de primera mano las iniciativas y planesgubernamentales en materia de Comunicación Educativa y SociedadGlobal de la Información, durante una estancia de dos meses en las ciu­dades de Aracaju (Universidad Federal de Sergipe) y Brasilia (Univer­sidad Nacional de Brasilia). Nuestro más sincero agradecimiento alconvenio CAPES-MEC por la ayuda económica prestada a la investi­gación que aquí devolvemos en forma de libro.

Decía Jesús Ibáñez que todo conocimiento es función de la organi­zación del sujeto que conoce, pero también, añadiríamos nosotros, delentramado institucional y del entorno que hace posible este proceso deordenamiento de la realidad. El autor, por fortuna, ha contado con las

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condiciones favorables para esta sistematización, ~u~a mirada, com.otodo proceso de producción científica, e~ a f~erza limitada y c~~strU1­da colectivamente. Sin el ánimo de eludir cnncas o respons~blhdadescomo autor, tome en consideración el lector que este text~,.decI~mos, co­mo cualquier otro, es un espacio abierto a la mterlo~ucIO':, solo que, adiferencia de cualquier otro libro, pretendemos que este sl:va al m~noscomo una aplicación posible de compromIso con la praXIS, c?ntnb~­yendo a definir una Pedagogía ~e la Comunica~ió~ como mstancI~productiva, como «caja de herramIentas» para el diseño de una red plural de caminos alternativos.

Sevilla, septiembre de 2005

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Introducción

El impulso más determinante paradefinir la políticacultural es el deseo de

convertir el aprendizaje en parte delproceso mismo de cambio social.

R. WILLIAMS

La transformación de la sociedadque exige nuestro tiempo se revela

como inseparable de laautosuperación.

C. CASTORIADIS

La comunicación -escribe Daniel Bougnoux- prolonga el campo de re­flexión de la filosofía actualizando las grandes cuestiones tradicionalessobre lo real, el lazo social, las representaciones cognitivas o el mito dela cultura. Tres marcas distintivas determinan, en este sentido, el pen­samiento comunicológico, de acuerdo con Bernard Miege:

1. La vinculación de la acción social en las sociedades industriales de­sarrolladas y las cuestiones vitales de las funciones especializadas enla mediación cultural y la transmisión de los conocimientos.

2. La transversalidad y la propensión a establecer articulaciones entrecampos separados a partir de los procesos de mediación.

3. La facultad de integrar y religar problemáticas provenientes de co­rrientes teóricas distintas.

La centralidad de nuestro objeto de estudio en la cultura contemporá­nea tiene no obstante su razón de ser en la propia naturaleza y evolu­ción de la modenidad. El libro que aquí se presenta trata por ello de si-

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tuar en.su debido contexto sociohistórico las prácticas, los procesos in­formativos y los modelos conceptuales de la Comunicación Educativaen el horizonte problemático de la praxis social, de las radicales muta­ciones y cambios estructurales que experimenta la cultura moderna ennuestro tiemp? Pues, ~e acuerdo con Binswanger, las formas origina­les de pensamiento se Introducen en un determinado contexto socio­cultural que hace de la historia la única forma de exégesis pertinente amodo de crítica teórica de las condiciones científicas de producción delconocimiento y comprensión del mundo que nos rodea.

La ciencia depende, a este respecto, de la adecuada formulación deproblemas y preguntas pertinentes en cada momento histórico. En elcampo .«deslimi~ado"de la Comunicación Educativa, este principio setorna SI cabe mas determinante para la consolidación de dicho ámbitode conocimiento, máxime cuando, en la era de las redes globales, las po­lí.t~cas de comunicación y cultura tienen una función estratégica en rela­C10n Con el proceso de desarrollo social, lo que exige pensar tal realidadformulando inteligentemente los problemas estratégicos de integraciónpedagógica de los nuevos med!os de interacción desde un enfoque operspectiva global. Una tarea Sin duda más que difícil en el actual en­torno. social pu;es el cambio acelera.doy transversal de los «dispositivostecnoinforrnacionales» de producción y reproducción de las sociedadesmodernas perfila, en las últimas décadas, un nuevo ecosistema culturalcuya configuración y lógica organizativa es manifiestamente inestabley compleja. La incertidumbre derivada de esta situación es comprensi­?le en un m~m.ento de transición de la sociedad capitalista que afecta por19u.~1 a los c<;>dlgos culturales, a las formas de configuración y represen­t~clOn espa~lO.-temporal, a los hábitos y formas de interacción y Cono­cimiento publico y a los modelos de regulación y control en torno a lasredes e infraestructuras telemáticas. Las transformaciones de la esferapública y de las formas socioculturales dominantes en nuestra «semio­esfera" pueden ciertamente ser calificadas de revolucionarias. Alterande raíz las relaciones entre capital, trabajo y conocimiento; y reestruc­turan, como resultado, los vínculos entre sistema educativo y mediosde comunicación social.

En el umbral del cambio civilizatorio que inaugura, con sus incerti­dumbres y amenazas, el comienzo del nuevo milenio, retos estimulan­tes, ilusiones y recelos varios conforman el horizonte de construccióncolectiva de una sociedad en crisis que debe Ser redefinida atendiendor~sp?nsablementea las formas tradicionales del pasado y a las discon­tinuidades y rupturas de las formas de mediación contemporáneas, a fin

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de proyectar un modelo cultural equilibrado. En este empeño, la edu­cación cumple una función fundamental. Problemas como la relaciónUniversidad/sistema social, comunicación/educación, práctica teóri­ca/práctica profesional, programa/mapa curricular o texto/contexto deaprendizaje son hoy cuestiones estratégicas que, lejos de resultar asun­tos de exclusivo interés académico o pedagógico, definen opciones cru­ciales para el futuro modelo de desarrollo y de organización social.Nunca como hoy, sin embargo, ha sido tan notoria la falta de defini­ción, la ausencia de bases sólidas de orientación del discurso y la prác­tica educativa. En todos los sentidos y a todos los niveles, la crisis de laeducación pública, y de la Universidad en concreto, agudiza la percep­ción caótica y desesperanzada del curso de los acontecimientos que es­tamos viviendo, sin que sepamos dar respuestas convincentes a los pro­blemas acumulados a lo largo de los últimos veinte años de historia. LaPedagogía de la Comunicación se enfrenta hoya un horizonte culturalmarcado por la crisis de la representación y del saber en el desarrollode nuestras prácticas culturales, difícilmente concebible incluso al en­frentarse a un universo fragmentado, deterritorializado, variable y ex­pandido de representaciones múltiples e hibridadas de expresión, en elque se tiende a percibir la comunicación desde la diferencia. Por otraparte, la identificación del sujeto de la educación es incierta y comple­ja por su carácter itinerante, sometido como está a un permanente pro­ceso de emplazamiento y de disciplinamientos, de desterritorializa­ciones y reterritorializaciones varias, cada vez más aceleradas, y desdeluego continuas, siendo la cultura el objeto particular de la técnica quereplantea las funciones tradicionales del sistema educativo. En estemarco general, cabría no obstante observar, más allá de las visiones pe­simistas sobre el futuro de la educación, que la ausencia de garantías yprogramas consistentes de actuación puede ser considerada, haciendode la necesidad virtud, la constatación de un futuro abierto al cambioy a la transformación colectiva de las condiciones culturales que defi­nen las formas dominantes de vida y organización social.

Frente al peligroso empeño de identificar respuestas predefinidas,de buscar a conciencia fórmulas de intervención y control fiables, se­gún la lógica cartesiana de ordenamiento del mundo y la realidad so­cial, la asunción de esta nueva lógica puede ser vista, más que como unproblema, como una situación propicia para la libertad y la producciónilimitada de nuevas posibilidades. Pero para ello es preciso aprender amirar el campo de intersecciones entre la comunicación y la educacióndesde nuevos parámetros y supuestos, politizando prioritariamente la

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cuestión cultural como eje de articulación y «recurso» de las nuevas es­trategias de desarrollo socioeconómico.

El reconocimiento de la importancia de las políticas educomunica­tivas es vital en un momento de incrementada complejidad tecnológi­ca en el desarrollo del capital físico e intelectual que, acompañada deuna fuerte demanda de conocimiento del propio sistema de produc­ción, parece cuando menos vislumbrar la emergencia de un nuevo mo­delo de socialización cultural:

El aumento del número de escuelas de educación media, profesional y su­perior, así como de la actividad extraescolar, anuncia un cambio de rumboque podríamos considerar como síntoma de una nueva revolución cultural,ligada al progreso tecnológico así como a los cambios en las condicionesgenerales de la vida humana; ésta encarna una revolución de magnitud com­parable a la que en su tiempo representó la introducción de la educaciónprimaria general, pero de un alcance mucho mayor, porque el nivel al quese abocael desarrollo actual prevé un papel muy diferente de laeducaciónen la vida del hombre y de la sociedad, confiriendo a las transformacionesen la educación elcarácter de una revolución cultural COn importancia pro­pia, que no depende ya inmediatamente del progreso tecnológico (Labar­ca, 1989: 98).

El estudio de las políticas públicas en materia de comunicación educa­tiva trata precisamente de comprender esta transformación, analizandocómo evoluciona la integración complementaria de I~s recursos y me­dios de comunicación pública con el sistema educativo a partir del re­conocimiento de la diversidad de formas y modelos potenciales de ar­ticulación social. Las complejas relaciones entre capital económico ycapital cultural, el papel de la escuela en la reproducción o cuestiona­miento de las relaciones dominantes y el diseño de los contenidos y es­tructura curricular pueden, en efecto, ser planteados desde diferentesperspectivas. De ahí que la aplicación de programas y contenidos edu­comunicativos deba ser analizada políticamente.

Afirmábamos por otro lado al comienzo de esta introducción el ca­rácter estratégico de la comunicación y su capacidad dinamizadora co­mo eje central de las transformaciones y proyección del cambio histó­rico en nuestras sociedades. La centralidad económica de la producciónde bienes inmateriales como el conocimiento, la información y la cul­tura de forma genérica plantea la necesidad de pensar la política edu­comunicativa como campo problemático determinante de los procesosde cambio y desarrollo social. Pero, además, la definición de las rela-

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ciones discursivas y materiales del poder en las sociedades avanzadasdepende cada veZ más de la capacidad reflexiva de los agentes encarga­dos de organizar socialmente el capital cultural sobre los supuestos yprincipios filosóficos que guían y condicionan su actividad productiva.En función de esta capacidad reflexiva, de este conocimiento explícitoy formal de las premisas de partida que gobiernan el desarrollo públi­co del capital económico y simbólico en cada sociedad, podemos defi­nir políticamente alternativas y estrategias adecuadas de planeación dela Comunicación Educativa capaces de discernir coherentemente lapropiedad, regulación y acceso a la producción cultural y al conoci­miento de los diferentes actores y agencias culturales, así como la lógi­ca de la construcción de los valores, ideología y prácticas sociales he­gemónicos en el campo de la comunicación y la educación.

En esta línea, al identificar qué agencias diseñan las reformas edu­comunicativas y con qué fines, qué filosofía pública inspira los pro­yectos de integración en la materia y quiénes son los principales bene­ficiarios de las mismas, podemos además reconocer, por ejemplo, quéconcepción teórico-práctica de las Nuevas Tecnologías de la Informa­ción y de la Comunicación (NTIC) sustenta el desarrollo de los siste­mas educomunicativos, además de comprender mejor los criterios deidentificación de las necesidades culturales y de estructuración de losprogramas de comunicación para el desarrollo con relación a las for­mas de poder simbólico y material que imperan en cada época y socie­dad. El estudio de las políticas culturales es, desde este punto de vista,una tarea prioritaria en el diseño de la cultura pública. Más aún en elactual proceso de transformación del capitalismo.

Desde la segunda mitad de la pasada década, los países y bloqueseconómicos regionales se enfrentan al reto y exigencias de la nueva So­ciedad Global de la Información (SGI), un proyecto de alcance uni­versaly vocación totalizadora que determinará no sólo la división deltrabajo cultural, sino, más importante aún, el modelo de organizaciónsocial, las formas de desarrollo económico y la propia gobernabilidad:«Las características de las políticas públicas, o la ausencia de políticaspúblicas, determinarán si vamos todos a entrar en la sociedad del co­nocimiento, o si las formas que actualmente adoptan la producción,distribución y apropiación del conocimiento significarán un enormeretraso para el conjunto de la humanidad" (Braslavsky, 2004: 79).

Sabemos que las nuevas políticas de información y comunicaciónque gobiernan actualmente el desarrollo de las autopistas telemáticasestán revolucionando las bases y las formas convencionales de sociali-

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zación y conocimiento. Ahora bien, la radical transformación de laspautas culturales que han dominado tradicionalmente nuestra culturano es desde luego reciente. Desde el origen mismo de las industrias dela conciencia, los medios de información y conocimiento han sido de­finidos en el ámbito de los sistemas nacionales como poderosos instru­mentos de desarrollo y normalización disciplinaria al servicio de la so­cialización cultural, a condición de su regulación económico-políticasegún las lógicas y formas dominantes del capitalismo monopolista deEstado. Hoy, sin embargo, el proyecto de construcción de la SGI inau­gura una etapa política de apertura y desplazamiento del marco regula­dor de los Estados nacionales hacia la configuración de un sistema demediación cultural supranacional en el que las formas de saber y poders?clal pasan a estar fuertemente concentradas en torno al capital finan­ciero ya los operadores de telecomunicaciones, de acuerdo con un siste­ma normativo ?asado en la «autorregulación» del mercado y la estrategiade convergencia económica, industrial y tecnológica, paralelamente a laambigua y contradictoria estrategia competitiva y de integración eco­nómica en mercados como el TLC, la VE o Mercosur.

Así, hoy toda política o representación de la convivencia, de la vidasocial contemporánea, pasa necesariamente por la comunicación y lasmediaciones de lo nacional a lo global, de la lógica de la manufactura ala lógica de la circulación de sujetos, mercancías y capitales, así comopor el desplazamiento de la lógica de lo social por la lógica de la cultu­ra. Scott La~h constata en este sentido la necesidad de tratar de carto­grafiar el capitalismo del modo de información (Poster dixit) obser­vando cómo las clases sociales, las identidades individuales y colectivasy los proyectos de vida dependen cada vez más no tanto de la localiza­ción en el sistema de producción como de la circulación y acceso a losbienes simbólicos merced a lo que el «capitalismo de la desorganiza­ción» define como nuevas condiciones de «agenciamiento colectivo».La reconfiguración de los flujos de signos, medios, capitales, tecnolo­gías y personas exige por ello una nueva teoría de la mediación, consi­derando sobre todo que el principio de información domina la realidade incluso la propia producción teórica.

De acuerdo con Mark Poster; podemos distinguir dos tipos o erasde los medios: la primera era gobernada por el discurso público y elmodelo de representación periodístico típico de la modernidad; y la eraactual definida, más allá de McLuhan y Paul Virilio, por la lógica ma­terial de los medios de información como una nueva naturaleza quemarca el paso de la representación a la presentación, de la audiencia a

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los usuarios de los textos a los objetos neotecnológicos. En esta nuevacultura mediática, el poder depende no sólo de la propiedad de los ~e­dios de producción, sino cada vez más del control d~ los bienes Slll:­bólicos y del capital intelectual que excluye y terntonalIza los dl~posl­tivos de control a partir de los sistemas de información y conoClmle.~to.Constatación esta que subyace a la llamada «cnsrs de la representaclOn»sobre la que tanto y tan acertadamente ha discutido. Luci~n Sfez.

En efecto, la mutación experimentada en el espacio social por la cul­tura posmoderna ha llegado a trascender a tal punto la capacidad de co­nocimiento del individuo que se hace necesano por tanto un nuevoposicionamiento del sujeto en la organi~ación de un entorno '<neces.~­riamente cartografiable». El problema, Slllembargo, es que la compleJI­dad de la gran red global comunicativa, :",ultinacional.y descentralIzadaha terminado opacando las bases matenales de la SOCIedad y la culturacomo parte de la inestable dinámica de transformación estructural «~n­tre el cristal y el humo" (Atlan). No en vano Lash de~~nbe el o.rden in­formacional como un orden marcado por la compresión, la rapidez y ladiscontinuidad que, con el paso de la narrativa y la pedagogía a la per­formatividad de la información y la comunicación pública, hace menosidentificable las bases materiales del sistema de control y poder, cada vezmenos disciplinario y más nomádico y vivencial, ~n c~,:,bio. Com? ad­vierte Guattari, «todos los problemas de redistribución de los bieneseconómicos y sociales se han transformado esencial~enteen cuestionespolíticas; a condición de extender el concepto d~ política, de integrar enel mismo el conjunto de dirnensiones mlcropolItlcas que [nvolucran los

. distintos modos de vida, del sentir, de hablar, de proyectar el futuro, dememorizar la historia» (Guattari, 2004: 84).

Los estudios sobre la naturaleza informacional de la sociedad con­temporánea dibujan así en nuestro tiempo un es~enario co~tradi~toriocuyo gobierno por las máquinas y sistemas de información, leJOS defacilitar un conocimiento detallado de los procesos de desarrollo, hafavorecido, en la práctica y la teoría social, la asunción de un pensa­miento fatalista sobredeterminado por un «metarrelato posmoderno»incapaz de otra cosa que la denuncia de los proye~tos d~ moviliz~~ióny democratización del conocimiento y de los m~~lOs de lllformaCl?~ yexpresión cultural. De forma que la desrrealIzac.lOn del mund.o cotidia­no y la pérdida material de las formas de anclaje d~ .Ia expenenCla porefecto de la colonización de los Simulacros mediáticos termman porbloquear el imaginario político-ideológico emancipatorio en un proc~­so de mixtificación de la posmodermdad y las nuevas formas de dorni-

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nio flexible que, de raíz, niega toda posibilidad de una «nueva carto­g:afí~ del tardocapitalismov, pese a la pertinencia y necesidad de esteeJerCIcIO intelectual y de compromiso histórico en un tiempo como elpresente marcado por un proceso intensivo de globalización cuyo desa­rrollo se está traduciendo en diversas formas de crisis cultural y descon­cierto de las comunidades locales, paralelamente al proceso de des­centralización de las instituciones económicas, políticas e informativas.En este escenario de crisis recurrentes y de renuncia a la crítica teóricadel capitalismo basado en el modo de producción informada, cabe si­tua:,la colonización industrial del sistema educativo y la crisis de la edu­cacion moderna. La enseñanza, decíamos, se sitúa hoy en el centro delas críticas y contradicciones sociales al tiempo que asume y cumple unafunción estratégica en las políticas económicas y de desarrollo social.

Ahora bien, la ausencia de políticas culturales consistentes que su­peren la rigidez de las actuales estrategias educativas en la mayoría depaíses para la aplicación sistemática de los medios de comunicación enla enseñanza y la orientación del sistema informativo desde las necesi­dades de desarrollo colectivo y democrático del conocimiento consti­tuye hoy una tarea aún pendiente de acometer y debatir públicamente.

A este respecto, el proyecto interdisciplinario que aquí se presentasobre las políticas públicas en materia de Comunicación Educativa tie­ne por fin cubrir las carencias existentes en este ámbito mediante la Con­s~cución de dos objetivos fundamentales: analizar, primero, las condi­ciones y desarrollo de las industrias de la comunicación, así como lastransformaciones del sistema educativo a propósito del proyecto deconvergencia económica regional; para, en segundo término, aprehen­der .Ias políticas, reglamentación e iniciativas de los poderes públicosnacionales y supranacionales en relación con el proceso de integracióneducomUlllcatlva. En el presente libro, se analizan las lógicas socialesde la economía política de la comunicación y la educación en el proce­so de con~t':tlcción de la Sociedad Global de la Información y los pro­blemas teoncos centrales que denvan del estudio de la ComunicaciónEducati:va en el actual contexto histórico como un área de investigaciónprogresivamente sobredeterminado por la fijación de los límites clau­suras y condiciones de producción, distribución y consumo de las in­dustrias culturales.

Por otra parte, el texto que presentamos al lector pretende discutirlas transformaciones globales en materia de políticas públicas, mediosde comuni~a.ción y desarrollo educativo en el marco del nuevo capita­lismo cognitivo, más allá de las visiones dicotómicas, ya sea tecnocrá-

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ticas o idealistas, sobre las nuevas tecnologías de la información. El ob­jeto, en definitiva, del presente trabajo de investigación es aportar unenfoque político que contribuya a a~rir un debate social s?~re los p.ro­yectos históricos conocidos de SOCiedad de la Información y su Im-pacto en diferentes países y bloques regionales. ," "

N o pretendemos abordar en este estudio un análisis en terrmnos dePolítica Comparada. Si bien este tipo de análisis puede contribuir a re­formar las instituciones y políticas públicas como resultado del cono­cimiento de otras formas de acción gubernamental y, en algunos casos,puede resultar hasta subversivo por el reconocimiento,de parámetros yelementos innovadores para el cambio de sistema político al dar a co­nocer otras posibilidades y lógicas de mediación alternativas, nuestraintención ha sido presentar básicamente las líneas de fuerza de las po­líticas públicas en materia de comunicación y educación de los princi­pa�es bloques de integración económica~ introduciendo los pro~le~;,s

estratégicos de la SOCiedad del Conocimiento a partir de la descripciónde los ejes políticos que definen internacionalmente los proyectos co~­

temporáneos de Sociedad de la Información. Al ser ésta una línea ori­ginal de investigación, poco o nada explorada académicamente hasta lafecha, dejaremos para posteriores investigaciones el análisis compar~­

do de las políticas públicas, los marcos reguladores y fundamentos fi­losófico-políticos de la Comunicación Educativa para el Desa:r<.'lloSocial, a fin de ir sentando consistentemente las bases epistemológicasde este ámbito de conocimiento.

El libro, de acuerdo con este criterio, ha sido estructurado en dospartes diferenciadas: la primera parte, en la que se plantean los objeti­vos de análisis de las políticas culturales y la aportación de la EconomíaPolítica al conocimiento del nuevo Capitalismo Cognitivo (CapítuloI), describiendo los ejes, principios y lógicas sociales de la agenda po­lítica de la Sociedad Global de la Información (Capítulos II y III); yuna segunda parte, en la que se abordarán las políticas concretas de laDE (Capítulo IV), el Tratado de Libre Comercio (Capítulo V) y Amé­rica Latina (Capítulo VI). Cierran el volumen unos apuntes para la re­flexión en los que tratamos de definir los problemas teóricos y de ordenpráctico neurálgicos para pensar y politizar la cultura contemporán~a

desde una óptica crítica y emancipadora. Al fin y al cabo, como escn­biera Wright Milis, lo pragmáticamente posible no está fijado con i~­

dependencia de nuestra imaginación, sino configurado por nuestras VI­siones. Esto y no otra cosa es la ciencia de la política educomunicativa:el arte de habitar lo posible.

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Políticas de comunicación y cultura.Un nuevo marco para el desarrollo

La primera libertad de prensaconsiste en no ser una industria.

K.MARX

Introducir una disciplina nuevano significa producir nuevos conceptos,

sino explicar con antiguos conceptosun nuevo modo de ver.

G. SIMMEL

Hace más de treinta años, la mayoría de los responsables nacionales delas políticas de comunicación y educación manifestaban una crecientepreocupación ante la crisis cultural de los sistemas públicos de forma­ción por la creciente penetración de las industrias de la cultura en e! sis­tema educativo sin que muchas de sus iniciativas y actuaciones alcan­zaran los objetivos y relevancia necesarios de acuerdo con e! nuevocontexto de hipermediatización informativa. Transcurrido este tiempo,hoy nos encontramos con un sistema en e! que el desarrollo cultural y .e! conocimiento dependen, cada vez más, de las transformaciones y e!impacto de los procesos de industrialización y desarrollo del mercadoinformativo, con la implantación social de las nuevas tecnologías elec­trónicas, al tiempo que e! desarrollo de! proyecto Sociedad Global dela Información (SGI) y la integración económica regional se ven ere­cientemente determinados por los recursos y estrategias «educomuni-

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cativa,s~ en la formación d~ los usos sociales y las prácticas culturalesespecíficas e~ torno a l?s SIStemas y tecnologías electrónicas de proce­samrento de información.

La incidencia o efectos de la introducción de nuevos sistemas de in­formación y comunicación en el sector educativo por la convergenciade la informatice, las telecomunicaciones y el audiovisual vuelven así aser considerados problemas prioritarios en la agenda pública y de in­vestigación. Pues además de jugar un rol importante en las tendenciasde integración y globalización económica, la Comunicación Educativaes hoy un campo estratégico de las transformaciones culturales queemergen en el actual contexto informacional, tal y como se advierte-deforma mucho más notoria- en proyectos de integración regional comoel Tratad.o de LIbre Comercio (TLC) o la Unión Europea.

. Considerando este nuevo marco de regulación económica, el pensa­miento político ha de tratar de imaginar consecuentemente las nuevascondiciones de un entorno sociocultural tecnológicamente organizado.La Comunico~ogí~ debe yara ello ampliar su objeto de estudio paraprestar a las Ciencias jurídica, y a la Teoría Política del Estado herra­mientas conceptuales y líneas de pensamiento y argumentación en elesfuerzo por redefinir el marco social de un sistema de mediación de­pendiente de los flujos virtuales de información y de los objetos tele­máticos de socialización cultural y desarrollo cognitivo.

En las siguientes pág~nas, vamos a tratar de fijar las bases concep­tuales y los pnncipios teorrcos desde los que interpretar esta nueva rea­hdad y, de paso, comprender en su globalidad las políticas públicasdommantes en la integración del sector informativo v las Nuevas Tec­nologías de la Información y de la Comunicación con el sistema formalde enseñanza. En este empeño, la primera exigencia o condición teóri­ca .de partida es, lógicamente, reconocer nuestro objeto de estudio, elobjeto material de investigación y crítica científica, que en nuestro ca­so es una tarea doblemente compleja, pues, por un lado, delimita el ám­bito de análisis de las políticas de comunicación, pero, por otra parte, elrmsmo ha de ser pensado en correlación con el desarrollo de las actua­les políticas educativas en el marco de las problemáticas de la Sociedaddel Conocimi~nto, .10 que, sin ni?gún género de dudas, nos plantea lanecesidad de identificar las políticas culturales como el centro de lascuestiones estratégicas en materia de Comunicación Educativa.

Los siguientes epígrafes abundan sobre esta idea, apuntando las lí­neas básicas y nociones fundamentales de lo que hoy podemos reco­nocer como nuevo Capitalismo Cognitivo.

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1. Políticas de Comunicación. Objeto y función social

El término «Políticas de Comunicación" comprende la definición deobjetivos, disposiciones y actividades de las instituciones y actores po­líticos conducentes a organizar y lograr desarrollos específicos con re­lación a las condiciones de materialización de la comunicación públicamoderna (prensa, radio, cine, televisión, nuevas tecn<:logías, etcétera).Como disciplina de estudio, la investigación en Políticas de Comuni­cación aborda su objeto material desde una mirada pluridisciplinariaentre la Ciencia Política, la Estructura de la Información, la Comuni­cación y el Desarrollo, el Derecho y la Economía Política de la Comu­nicación.

En la justa medida que las relaciones de poder, el propio espacio pú­blico, están hoy definidos por el acceso a la información, los derechossociales y la actividad ciudadana dependen cada vez más de la cahd~d

de los flujos de información diversificada y plural, del acceso al espacIocomunicacional, de la capacidad, en fin, de hacer visible su discurso enla praxis. De aquí la necesidad de abordar un estudio sistemático de lainfluencia política de la comunicación y de sus formas de desarrollo ytransformación institucional desde los poderes públicos. Al fin y alcabo, la política presupone una relación comunicativa: «El poder po­lítico es básicamente una relación con intercambio de información yde recursos por ambas partes" (Laiz y Román, 2003: 23). Es así que, es­pecialmente a partir de los estudios en materia de comunicación ydesarrollo y la conformación definitiva del sistema internacional de in­formación, con sus desigualdades y desequilibrios, sus formas de con­trol y resistencia cultural, el concepto de Políticas de C01"unicac~ón ~?­

mienza a ser explorado con apoyo de la U nesco que, tras la publicacióndel Informe McBride, tratará de promover de forma activa las primeraspolíticas nacionales de comunicación en l~ mayoría de los paí~es delTercer Mundo, concebidas como unC«conJunto integrado, explícito yduradero de políticas parciales, organizadas en un conjunto coherentede principios de actuación y normas, aplicables a procesos o activida­des de comunicación en un país" (Bustamante, 1986: 126).

En su origen, las Políticas Nacionales de Comunicación surgen pa­ra tratar de definir flujos equilibrados de información y un mayor con­trol nacional sobre los recursos y sistemas de difusión cultural, eva­luando, en algunos casos, los agentes, condiciones y contenidos delsistema nacional de comunicación. Las primeras políticas públicas delos Estados nacionales se limitaron no obstante a invertir en infraes-

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tructura de telecomunicaciones, otorgar préstamos para la compra deequipos, conceder ayudas a la formación y la investigación, y regularlos contenidos de difusión de los medios masivos. Se trataba de pro­poner líneas de acción y mecanismos para generar canales de informa­ción eficientes en los que el sistema de medios no constituyera un ins­trumento de dominio económico sino espacios de interlocución ycomunicación alternativa, evaluando los procesos comunicativos en unsentido genérico y global desde el punto de vista de los intereses na­cionales. La propuesta de la Unesco pretendía evitar así, de paso, la dis­persión y duplicidad de esfuerzos entre los diferentes organismos quedesarrollaban sus actividades en e! sector. En algunos casos también,«las Políticas Nacionales de Comunicación, tan denostadas en los paí­ses más ricos, buscaban otra forma de comunicación para e! desarrollo,sin renunciar a los procesos de mediación técnica propios de los massmedia, procurando dinamizar las economías subdesarrolladas, multi­plicando las relaciones sociales, aplicando sus recursos al bienestar so­cial, entendiendo la comunicación como un motor del desarrollo y nocomo un mero negocio, como una ampliación de un mercado exterior»(Murciano, 1992: 12).

Esta apuesta por la socialización de los derechos comunicacionalestomaba forma a partir de un conjunto coordinado de dispositivos y re­cursos como los sistemas de regulación (derechos de autor, derecho ala información, protección de datos ... ), los programas económicos sec­toriales (concentración, liberalización, inversiones, transnacionaliza­ción, asignación de recursos, políticas tecnológicas ... ) o los planes deintegración social y articulación de los medios de comunicación y lasnecesidades culturales (ayudas a la creación, regulación del acceso pú­blico, democratización cultural, definición de contenidos, disposicio­nes educativas, etcétera).

Toda política nacional de comunicación trataba, en este sentido, dedesarrollar en su origen normas y estrategias para:

1. Planificar los objetivos y áreas de actuación.2. Ordenar y planear en el tiempo la toma de decisiones y desarrollo

de programas.3. Identificar las agendas y organismos encargados del desarrollo de

los objetivos políticos.4. Abrir un debate y facilitar la participación de los agentes del sector.5. Aplicar los planes de desarrollo.6. y evaluar su impacto.

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Ahora bien, hoy, el término «Políticas de Información y Comunica­ción» (PIC) comprende la integración de objetivos de organización delos medios, tecnologías y contenidos de la comunicación pública, i~te­grando diversos actores, niveles de análisis y formas de intervencIóndistintos, así como problemas políticos, económicos y culturales.rela­cionados con el proceso general de desarrollo de los Estados nacIOna­les, las regiones y comunidades locales y hasta de orgamzaCl?neS su­pranacionales como la Unión Europea. Así pues, a diferencia de lasprimeras Políticas Nacionales de Comunicación, el objeto de las polí­ticas públicas en la materia concierne hoy tanto al ámhito macr~ de losEstados modernos y los organismos internacionales o supranacionalescomo a las relaciones de participación y conflicto que tienen lugar a ni­vel micro en la educación, el consumo cultural o el trabajo de los pro­fesionales del sector pues incluso en este nivel es donde mejor se ob­servan los intereses y formas de representación de! poder, así como lasconsecuencias sociales y resultados de la acción pública y del funcio­namiento de los sistemas dominantes de desarrollo de la comunicaciónsegún las formas de desigualdad material y simbólic~ que l~~ sostienen.

A este respecto, cabe decir que, frente a las teorras jurídicas libera­les del Estado, un análisis político crítico exige una reflexión sobre elpoder como relación desigual, interactiva, entre actores, actitudes y ac­ción política a partir de la desigual distribución de recursos materialesy de saber e información. La política, ciertamente, presupone una rela­ción de fuerza y, conceptualmente, una reflexión sobre e! poder, sobrelos diversos, antagónicos y múltiples intereses que atraviesan sistemaspúblicos como la comunicación y la educación. En virtud de este su­puesto, todo análisis de las políticas públicas en materia de Comun~ca­ción Educativa debe partir del reconocimiento de asimetrías, desnive­les y contradicciones determinantes en el modelo de desarrollo de lossistemas de mediación. Estos, ciertamente, se transforman y modificanen cada contexto y momento histórico de acuerdo con la confrontaciónde intereses que mediatizan y dominan ideológicamente el d~batepú­blico sobre las funciones de la socialización cultural y su funcionalidadeconómica. Así, las políticas de comunicación han evolucionado de lossistemas de control centralizado por e! Estado e incluso de la censuray regulación monopolística a la descentralización y ap~rtura a. la ini­ciativa privada. La convergencia digital de! sector de las industrias cul­turales y e! sistema educativo sitúa hoy por ejemplo a los poderes pú­blicos ante e! reto de la planificación y definición de políticas deorganización y desarrollo de! campo educomunicativo como eje arti-

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culador de la denominada «nueva economía». En definitiva, las políti­cas de comunicación deben ser pensadas como respuesta a una com­pleja y mudada realidad que condiciona ciertas bases de desarrollo ymodelos de mediación cultural específicos, en función del contexto his­tórico-social. Desde este punto de vista, la comunicación, en un siste­ma democrático, está llamada a cumplir funciones básicas de:

Conocimiento del entorno sociopolítico y del ejercicio del poder.Monitoreo del espectro público.Formación de plataformas de diálogo y debates.y de movilización ciudadana y educación cívica.

Las políticas culturales de comunicación y educación participan en es­te sentido de las políticas de desarrollo en la medida que proyectan lasrepresentaciones colectivas sobre los intereses, necesidades y decisio­nes de pro?reso en el horiz0l;'te de desenvolvimiento de la propia co­munidad, Illtegrando a los diferentes grupos y actores sociales en laconstrucción de las alternativas posibles de transformación y desarro­llo s?cial. El establecimiento de políticas públicas es, desde este puntode VIsta, un factor regulador de control social democrático que puedefiscalizar y definir una esfera pública plural y colectiva. De acuerdo conesta idea, las políticas culturales y de comunicación pueden ser defini­das como «las acciones y omisiones de las instancias estatales de todotipo que, de acuerdo a las concepciones y legitimaciones de cada socie­dad y cada tiempo histórico, determinan u orientan los destinos de lacreación, la producción, difusión y consumo de los productos cultura­les y comunicativos» (Bustamente, 2004: 10).

Cuatro tipos de agentes intervienen en este ámbito de actuación:\ '.- \ .

Las instituciones culturales del Estado: entre ellas, el sistema educati­vo y las diversas agencias de Bellas Artes, ciencia, cultura y tecnología.Las industrias culturales especializadas en la producción y distribu­ción de comunicación, cultura, conocimiento y formación a distancia.Los grupos de interés público que luchan por políticas y modelosespecíficos de configuración cultural y de realización de los dere­chos sociales.Y, por supuesto, los ciudadanos y profesionales del sector.

Las políticas públicas en materia de comunicación y educación pueden,a este nivel, ser abordadas desde cuatro perspectivas posibles de análisis:

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Desde un enfoque empírico, orientado a describir y analizar las re­laciones entre fenómenos para su explicación concluyente.Desde un análisis normativo, proyectando las mejores formas de ac­ción gubernamental y principios de las políticas públicas.El análisis político en sentido estricto.Yel análisis semántico, que trata de analizar el discurso y significa-

dos de las políticas públicas.

El presente estudio va más allá de las estrategias y los planes de c?mu­nicación y educación concretos para tratar de comprender las loglcassociales de la nueva mediación educomunicativa en la era digital.

Cuando hablamos de políticas de comunicación nos situamos, desdeel punto de vista filosófico, en el ámbito de los principios, normas, vi­siones y proyectos socioculturales, mientras que en las estrategias de co­municación nos situamos en el de los fines, objetivos y previsiones pro­cedimentales de realización del proyecto político y, en los planes, en elcampo de las acciones o prescripciones precisas para su materialización.En el presente estudio, vamos a tratar de analizar la dimensión norma­tiva y el discurso público sobre las consideraciones de la integración delsistema educativo y las nuevas tecnologías de la información, aportan­do algunos elementos empíricos que avalan las conclusio?es má~ im­portantes de nuestro estudio. Para ello tomaremos en consideración lasiniciativas o líneas de acción nacionales y supranacionales, además de losprogramas de actuación de organismos internacionales, y el sistema oestructura institucional que determina este proceso con los resultados yconsecuencias más relevantes del proceso de incorporación de los Esta­dos y bloques regionales a la denominada Sociedad del Conocimiento.Esto es, en el fondo el objeto de consideración de nuestro estudio es ladiscusión política del Derecho a la Comunicación ~n la SGI, que, ?re­supone el análisis de las políticas de acceso, las políticas de formac~on ycompetencia comunicativa, los problemas de inclusión y uso SOCIal delos sistemas de información y tecnológicos, y el análisis de las formasde exclusión, equidad y participación, entre otros derechos básicos quepodríamos sistematizar, con Cees Hamelink, en cinto tipos:

- Derechos de información.Derechos culturales.Derechos de protección.

- Derechos colectivos.Derechos de participación.

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A nuestro entender, desde su enunciación en los años sesenta por leanD'Arcy y el reconocimiento internacional del Derecho a la Comuni­cación a nuestro tiempo, las ideas que alumbraron iniciativas como elNuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación (NO­MI C) siguen plenamente vigentes y deberían por principio guiar el es­tudio y evaluación de las políticas públicas que promueven y desarro­llan actualmente la denominada Sociedad de la Información (SI). Másaún en un contexto de creciente concentración informativa y de paula­tina pérdida de libertades públicas en los sistemas de mediación digital.BIen es cierto que las políticas públicas encuentran hoy numerososobstáculos y dificultades para formular propuestas reguladoras frentea la concentración de poder en el sector. La extensión de controles ysistemas restrictivos de regulación de la acción política por la imposi­ción de marcos reguladores transnacionales, la flexibilidad legislativa ola ambivalente definición de las políticas de concentración hacen polí­ticamente casi inviable instrumentar restricciones a la participación enmedios en defensa del pluralismo interno, marcando límites a la con­centración vertical y horizontal en pro de la diversidad de contenidos.Quizás por ello mismo han proliferado lo que Claude lean Bertranddenomina «Sistemas de Control de Medios», instrumentos pensadoscomo fórmula de mejora de los contenidos y reforzamiento de la con­fianza pública y de la democratización informativa en la medida quetienen por misión procurar atender las necesidades y reclamacionesciudadanas. Los Consejeros de Prensa, las revistas y órganos de auto­control local, los Consejos de Medios, las comisiones técnicas de eva­luación de contenidos y los auditores externos son algunas de las ac­tuales formas de supervisión y acción pública que han favorecido laspolíticas de comunicación frente a la influencia del dominio político yeconómico en los medios. Claro que éstos son dispositivos de escasoalcance y capacidad de transformación estructural del sistema informa­tivo frente a la regulación antimonopolista del Estado. Las iniciativasde los poderes públicos en materia de comunicación han de ser ponde­radas por tanto en función de la naturaleza y los objetivos de interven­ción en el sistema informativo.

2. Criterios de evaluación

De manera general, el tratamiento y análisis de las políticas públicas pue­de ser acometido considerando al menos cuatro criterios fundamentales:

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1. La eficacia en el logro de los objetivos señalados por las políticas sec­toriales. Toda acción pública tiene por fin realizar una función social,modificar el estado de cosas existente, cumplir unas metas realizan­do ciertas expectativas o decisiones colectivas. El criterio de eficaciaindica, en fin, el objeto de la acción pública según una racionalidadinstrumental: la consecución de los fines identificados por las insti­tuciones responsables de la regulación y gobierno del universo de ~a

mediación. Las políticas públicas, estructuradas conforme a este en­terio, proyectan como resultado una visión «positiva» que trata deconocer y aplicar las soluciones más ventajosas para la comunicacióny la educación, consolidando las instituciones y poderes públicos enel desarrollo de las prescripciones no cuestionadas para el ámbito ob­jeto de intervención. La acción política es así desprovista de su espe­cificidad, pasando a desplegar sus recursos como mera técnica reso­lutiva de conflictos, como espacio de fabricación del consenso ydistribución del poder mediante la individualización de la experien­cia y el cercamiento institucional de lo público.

2. La pertinencia de los objetivos y medios instrumentados. Frent':' a laidea de competencia y eficacia, la discusión sobre la pertinencia delas políticas públicas nos sitúa ante problemas como la identific~­

ción del interés público y la visión y misión social de la Comuni­cación Educativa. En otras palabras, la pertinencia pone en juego ladimensión más normativa de las políticas públicas, presupone unavaloración, mientras que la eficacia remite a una racionalidad ins­trumental, no atiende a razones sustantivas, a la ideología o a las cre­encias de la acción política sino a su funcionalidad. «El genérico efi­cacia alude a la capacidad para encontrar soluciones a los problemasbásicos con los que se enfrenta todo sistema político y que son per­cibidos más como satisfactorios que como insatisfactorios por losciudadanos conscientes» (Laiz y Román, 2003: 28), mientras que elcuestionamiento sobre la pertinencia o no de tales políticas u obje­tivos políticos más que atender a las respuestas indaga sobre los ver­daderos problemas de fondo. Así, por ejemplo, un gobierno puedecumplir o no la exigencia de conectividad de las escuelas, puede, enfin, ser más o menos eficaz en la incorporación del sistema escolar aInternet, pero desde el punto de vista de la pertinencia de tales po­líticas, la cuestión de las nuevas tecnologías puede ser valorado deacuerdo con otro universo de problemas. Como advierte 1avier Bo­nilla, «las nuevas tecnologías no fueron concebidas para la educa­ción, no surgen naturalmente en los sistemas de enseñanza, no son

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demandados por la comunidad docente, no se adaptan fácilmente aluso pedagógico, y, muy probablemente, en el futuro se desarrolla­rán apenas de forma parcial en función de las demandas provenien­tes del sector educativo. Por tanto, es preciso tener en cuenta un gra­do lmportant~ de extrañeza en las políticas públicas que hoy nosocupan» (Bonilla, 2004: 222). Esto es, conviene interrogarnos sobrela conveniencia o no de priorizar la conexión o de importar tecno­logía para modernizar la escuela o, por el contrario, apostar en nues­tras políticas por atender otras prioridades socioeducativas.

3. La eficiencía de los recursos destinados a la consecución de los resul­tados obtenidos. La eficiencia, complementariamente a la idea de efi­cacia, define la capacidad racional de adoptar medidas políticas deacuerdo con los objetivos fijados. Esta evaluación suele ser cuanti­tativa (porcentaje del PIE, incremento de la productividad, coste dela red, inversión pública...) prevaleciendo así, por ejemplo en el ca­so de las políticas de Sociedad de la Información, una visión tecno­lógica y económica que termina por obviar u omitir la dimensiónsociocultural. La eficiencia como prioridad de las políticas públicasde~pliega así una racionalidad técnica, jerárquica y centralizadorauniformando, según un criterio supuestamente objetivo, los indica­d~res de evaluación y seguimiento de los resultados de las políticaspublicas: No se trata por tanto de una concepción política delibera­trva, SOCIalizadora y participativa de la acción gubernamental. A losumo, desde la lógica de esta racionalidad, que podríamos calificarcomo tecnocrática, las políticas públicas se plantean como reto ocompromiso público la rendición de cuentas (<<accountability»), es­to es, la responsabilidad vertical y horizontal que gobernantes e ins­t1tu~ion.e~ públicas despliegan en la esfera pública para la defensa yrealización material de los intereses colectivos. Ahora bien, el pro­blema de pensar las políticas públicas como, básicamente, una cues­tión de eficiencia técnica es que hoy la gobernabilidad tiene lugar enun contexto de cuestionamiento permanente de la democracia for­mal representativa y de notoria y creciente incompetencia para re­solver los problemas básicos de la acción gubernamental, desde elpunto de vista de la legitimidad y la eficacia. La DE, por ejemplo,propugna en sus políticas públicas centrar el desarrollo de la SI enel factor humano y su capacidad creativa con el objetivo de aprove­charlas oportunidades que nos brindan las nuevas tecnologías pe­ro, sin embargo, en la práctica, las políticas comunitarias descuidanlos factores y estrategias de formación y creación cultural para pri-

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vilegiar las redes (medios) y el rendimiento de los sistemas de in­formación (costes). Indicadores estratégicos para la era de las redescomo la calidad del desarrollo de competencias para el uso de lasnuevas tecnologías o el nivel de acceso, que no de conexión en la red,no son tomadas en cuenta en las políticas públicas. De tal maneraque, aun siendo eficientes técnicamente dichas políticas, re~istranfinalmente en su balance global un manifiesto fracaso al olvidar elcontexto estructural más amplio que sobredetermina, orienta y li­mita la acción del Estado, o en este caso de la Comisión Europea,en materia de Nuevas Tecnologías de la Información y de la Comu­nicación (NTIe) y educación. En otras palabras, las políticas públi­cas renuncian a reconocer en la SG1 un proyecto supranacional quedesborda y trasciende el marco de actuación de las políticas públi­cas y del gobierno nacional. .

4. La equidad de las políticas públicas en relación con la democrati­zación y ponderación equilibrada de las oportunida~e~ o discrimina­ción de los diferentes grupos y agentes sociales. Por ultimo, desde es­te punto de vista, debemos observar qué posibilidades disponen losdiversos grupos sociales para comunicarse internamente y entre sí,qué capacidad de organización y qué necesidades ven satisfechas através del sistema informativo. Por otra parte, es necesano evaluarel grado de acceso al consumo, producción y gestión de la informa­ción. E, igualmente, la calidad del servicio desde el punto de.v.lstadela representación simbólica, facilitando la democracia parncrpanvade los diferentes colectivos ciudadanos como grupos SOCIalmenteresponsables en la acción afirmativa de su identidad, sentando lasbases relativamente igualitarias de producción, gestión y desarrollode las culturas y los conocimientos: Plant~ar el problema de la equi­dad en las políticas educomumcatlvas eXIge, en definitiva, cuestio­narse si la conectividad es condición de la igualdad o si, por el con­trario, el acceso público de las escuelas no es sin.o una forma dedistribución de la miseria. Esto es, el reto de la equidad en el accesoa las NTIC, la información y el conocimiento es un problema com­plejo que afecta a la organización territorial (por ejemplo, lo urba­no y lo rural), al nivel de competencias, a los usos y consumos, pe­ro también al poder de decisión e influencia en las propias políticaspúblicas de promoción de los contenidos digitales y de impulso dela economía informacional. Toda política educomumcatlva debe eneste sentido tratar de definir sus programas de socialización cultu­ral cuestionándose para quién y para cuántos ha sido proyectada la

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acción de gobierno, quiénes lideran e! desarrollo tecnológico, a par­tir de qué intereses y modelo de organización social.

La respuesta a éstas y otras cuestiones similares nos sitúa ante la impe­riosa exigencia de comenzar a pensar las políticas públicas en materia decomunicación y educación observando las necesidades radicales de la co­municación que se realizan o postergan en e! actual sistema de conver­gencia digital desde e! punto de vista de la información (conocimientode! entorno), de! diálogo (democracia), de! desarrollo cultural y de! re­conocimiento (atención a la diversidad y al desarrollo de la diferencia).Este último aspecto, e! de la diversidad, es un problema estratégico enlas políticas públicas, desde e! punto de vista de la equidad, por la cre­ciente monopolización y homogeneidad cultural que tiende a colonizary penetrar e! conjunto de la industria mediática con motivo del procesode modernización tecnológica y de integración económica regional.

Al pensar la diversidad cultural, podemos distinguir con McQuailcuatro tipos: la diversidad de medios; la diversidad de emisores queconcurren en e! espacio público; la diversidad de contenidos y, final­mente, la diversidad de audiencias. Las dos primeras dependen de laspolíticas públicas y de las decisiones estratégicas en e! interior de losmedios, mientras que los contenidos y la mayor o menor homogenei­zación de las audiencias pueden ser consideradas a nivel de los infor­madores o productores inmediatos de la comunicación. En estos rubrospodemos considerar tanto la cantidad como la calidad de opciones. Porejemplo, evaluando e! pluralismo en función de la capacidad de cober­tura social (estructura, valores, discurso ... ), de articulación institucio­nal (política, social y cultural), de enriquecimiento de la experienciasubjetiva y de mejora de las condiciones contextuales (geográficas, pro­ductivas, histórico-culturales). Hoy, esta problemática es si cabe máscompleja porque además de la diversidad de contenidos o la atención alas especificidades lingüísticas, norma por ejemplo de algunas políticaseuropeas en materia de comunicación, es preciso incluir e! problema delos estándares técnicos según grupos específicos de población con ne­cesidades especiales, o e! uso de sistemas de código de fuente abierta yla participación de las minorías. En cualquier caso, e! criterio de equi­dad exige que toda política cultural sea evaluada considerando:

Qué posibilidades de comunicación tiene un grupo minoritario in­ternamente y a la hora de definir en los medios sus intereses, nece­sidades e identidad cultural.

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Qué opciones dispone de acceder como grupo minoritario a los me­dios, en sus propios términos.

_ Qué alternativas dispone para recibir los medios de comunicaciónde la sociedad en general.Qué calidad y representación de la minoría predomina en e! espaciopúblico.

Esto es, qué grado de acceso a los medios tienen las minorías, qué am­plitud tienen las voces disidentes y qué apertura ciudadana manifiestanlos medios.

A este respecto conviene apuntar un problema básico de la igualdaden las políticas de comunicación: e! problema de! acceso y la democra­cia participativa. Las nociones de acceso y participación constituyen,desde la década de los setenta, e! eje de articulación de las políticas de­mocratizadoras de la comunicación en los planes nacionales y las ini­ciativas de cooperación regional en países de! Tercer Mundo. La Unes­ca en su Conferencia de Be!grado (1977), define el acceso como e!grado de libertad de elección informativa o, en segundo término, comoe! margen de retroalimentación. La participación, en cambio, es conce­bida según tres niveles o formas de interacción:

La participación en la producción informativa.El concurso y capacidad de decisión en la comunicación pública.El poder de definir planes estratégicos y políticas públicas en e!sector.

El Informe McBride definía, en la misma línea, la democratización dela comunicación como e! proceso por e! cual"1) e! individuo pasa a serun elemento activo y no un simple objeto de la comunicación; 2) au­menta constantemente la variedad de los mensajes intercambiados; 3)aumenta también e! grado y la calidad de la representación social en lacomunicación" (McBride, 1987: 289). Ahora bien, este proceso, su ma­terialización concreta, puede ser "imaginado" de diferentes formas.Así, por ejemplo, la política liberal de la comunicación procede por ~nadoble lógica reduccionista de la participación a la política partida~la yde ésta a la elección representativa, despolitizando así, como criticaRoncagliolo, la economía, la sociedad y la cultura en función de! con­sumo (Roncagliolo, 1983).

Desde un enfoque sociocrítico, en cambio, la participación ciudada­na y e! acceso público a los medios exige un análisis de la estructura 10-

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~al y gl?bal de la información, describir y conocer el sistema políticoinstitucional y las formas de organización y cultura mediática de la po­blación para articular espacios de diseño y diálogo social. Toda políticade participación pasa, en esta línea, por considerar las formas de ciuda­d.anía tanto bajo la delegación y representación política de la democra­CIa formal representativa y la acción pública de las organizaciones nogubernamentales de filiación social (sindicatos, movimientos sociales,etcétera) como, por supuesto, por el consumo cultural igualitario yequilibrado del capital simbólico, pero también, a nuestro entender, porla ~emocracia directa y participativa en los contenidos, la gestión y pla­nificación política de la comunicación. Esta idea contradice y reformu­la la lógica de or~anización del modelo liberal imperante, con especialintensidad en la ultima década.

Desde 1995, la idea de acceso universal propugnado por el Informede Rand Corporation «Universal Access to e-mail» es objeto privilegia­do de todas las políticas, programas e iniciativa públicas en torno a la redde redes. Las nociones de servicio y acceso universal, de origen anglosa­jón, han reemplazado así el principio de servicio público, instaurandouna concepción instrumental de la comunicación como norma:

El acceso universal consiste en la disponibilidad de al menos un serviciobásico de telecomunicaciones y constituye la definición que más se ajustaa la~ decisione~ de política en los países en desarrollo, en los que la pene~tración telefónica rural es baja. En cambio, el servicio universal es un con­cepto que está asociado al nivel de servicios accesibles que puede proveerlaredpública, incluidos diversosnivelesde servicios avanzados, definiciónapropiadapara países que tienen mayor grado de desarrollo y un alto ni­vel de penetración. Así definidas, se puede considerar al acceso universalcomo un subcoujunto del servicio universal (Rossi, 2000).

Éste comprendería un principio de equidad distributiva, de coberturageográfica y de igualdad material en el acceso físico a los recursos deinformación y comunicación.

Ahora bien, el acceso como elección y consumo limita el derecho ala comunicación a la cobertura territorial y la diversidad de la oferta oen lo mejor de los casos, a la retroacción entendida como la posibilidadde lntercamb~o entre productores y receptores de programas. Si la par­ncipación eXige una presencia activa y orgánica de personas y repre­sentantes de entidades sociales y de diferentes sectores de la poblacióne? el dise.ño de la Sociedad del Conocimiento, la idea de acceso y Ser­VICIO Umversal plantea hoy los problemas de equidad desde el hori-

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zonte comercial como una función reproductora del consumo amplia­do en un mercado global y una economía de escala diversificada en suoferta y servicios de información que tiende a comercializar. c?nteni­dos y estrategias de operadores y trata de superar la brecha dl.gltal porrazones simplemente de intercambio económico. En este sentido, cabeadvertir con Nicholas Garnham que el acceso a la tecnología no cons­tituye el acceso al modo de comunicación, por lo que el problema delacceso a los medios debe ser observado holísticamente:

1. Reinterpretar y criticar los artefactos, manejos, ideologías y pro­ductos comerciales del modelo dominante de comunicación.

2. Proyectar y representar los intereses hegemónicos.3. Ejercer las funciones democráticas de la comunicación.

El acceso cumple o realiza el ideal de esfera pública democrática deter­minado por la racionalidad económica y del Estado, en la medida quecontribuye a definir un foro de expresión que permite la reinterpreta­ción y refutación de las formas de significación social. De lo contrano,la comunicación y las políticas públicas que se implementan en pro­yectos como la SI terminan por reproducir las desigualdades existentescercenando el potencial liberador de las nuevas tecnologías. El proble­ma de la equidad y la democracia en la Sociedad del Conocimiento es,desde este punto de vista, un problema de filosofía social, de visión eimaginarios sobre el espacio público.

Del mismo modo que en Comunicación Educativa podemos distin­guir distintos paradigmas, desde los modelos transmisores y liberal-hu­manistas a los enfoques constructivistas y de educación crítica para la re­sistencia cultural, en Políticas de Comunicación podemos distinguir tantovisiones autoritarias y modelos paternalistas como enfoques liberalizado­res o, por el contrario, radicalmente participativos. Sin ánimo de plantearen estas páginas, pues no sería oportuno, un cuadro detallado de tipolo­gíasde políticas culturales en la materia, sí que podemos ~econocer, a mo­do de síntesis, cinco tipos básicos de políticas de comunicación y educa­ción, de acuerdo con la clasificación que hace el profesor Bustamante:

1. El modelo liberal. Las políticas públicas en comunicación y culturason originariamente concebidas como estrategias subsidiarias de co­rrección de errores o desequilibrios en la dinámica del mercado,asumiendo los poderes públicos una función de regulación y ree­quilibrio del libre juego de la oferta y la demanda.

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2. El modelo estatalista. Otras políticas públicas conciben el Estadocama árbitro y garante del desarrollo cultural según tres roles fun­damentales:a. Gestor de la producción y difusión de productos culturales en

monopolio o en competencia.b. Promotor de las actividades del mercado y de la sociedad civil.c. Regulador para fijar las condiciones de concurrencia y actuación

de los agentes sociales.3. El modelo híbrido. La mayor parte de los Estados apuestan hoy, co­

mo advierte el profesor Bustamante, por modelos mixtos de inicia­tiva estatal y participación del sector privado, bajo liderazgo de es­te último, siguiendo la tradición estadounidense.

4. El modelo cultural. Frente al modelo liberal o híbrido, existen sinembargo políticas públicas que tratan de articular la democratiza­ción cultural, promoviendo la participación de la ciudadanía comoreceptora activa de los productos comunicativos de acuerdo a unavisión social y equitativa del campo informativo.

5. El modelo mercantil. Por último, el modelo mercantil se distinguepor la explotación intensiva de las industrias culturales y una con­cepción de las políticas públicas completamente instrumental, enfunción de las necesidades comerciales de las industrias de la comu­nicación y las exigencias de valorización.

En la última ~écada, advierte el profesor Bustamante, das políticas na­cionales y regionales se han orientado crecienternenre hacia la distribu­ción, la promoción y la venta, en paralelo a la hegemonía clara del valleen los sectores industriales y comunicativos y que en la producciónmisma han premiado los criterios objetivos de ventas, también en co­rrespondencia con esa filosofía dominante de primar el éxito refrenda­do por el mercado. Aunque el principio de primar el éxito en el mer­cado para administrar las ayudas estatales resulta más tributaria de lapolítica industrial que de una política cultural cuyo principio básico-elapoyo a la creatividad y al pluralismo, la compensación de las fallas delmercado- queda desvirtuado en buena medida» (Bustarnante, 2004: 15).

Esta nueva etapa coincide con la crisis de las políticas públicas delEstado de bienestar:

Así lo evidencia simbólicamente el deterioro general del concepto y lapráctica del servicio público en la cultura y la comunicación, basados enla universalidad del servicio y la persecución tarifaria o subvención cruza-

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da (mercados ricos subvencionan a mercados pobres, como en las teleco­municacioneso en elcorreo, o la televisión), y sometidos a la gestión directay monopolistaen la Europa Occidentalo al oligopolio de licencias sobre labase de utilidadpúblicaen los EstadosUnidos;porque ambos modelos handerivado en paralelo hacia el ambiguo concepto de servicio universal, do­minado más por la idea de accesibilidad y conectibilidad de las redes quepor la real asequibilidad a los usuarios. En todo caso, y en líneas generales,la intervención estatal ha ido perdiendo peso como operador o gestor di­recto (sometido siempre ya a la competencia público-privada como en laradiodifusión), con tendencia a destacar su papel arbitral y a disminuir in­clusosu rol como instrumento de fomento (Bustamante, 2004: 16).

Podemos en definitiva hablar de una crisis de las políticas públicas enmateria de comunicación y cultura caracterizada por:

El desplazamiento del Estado-nación como principal actor político.La desideologización en las formas de mediación cultural.El individualismo y la atomización social.La reducción de la participación pública.La transnacionalización del sistema comunicativo.y la emergencia de múltiples canales y nuevos actores en compe­tencia tanto en el campo de la comunicación como, desde luego, enel sector educativo.

Desde este punto de vista, la denominada «revolución digital» puedeser considerada, en las políticas públicas, como el proyecto ideológicopor el cual el Estado se hace cargo del pasado mientras deja el futurode la comunicación y la cultura en manos del mercado (Martín Barbe­ro, 1999).

En este proceso, la educación se ha convertido en un espacio privi­legiado de valorización.

3. Líneas y directrices. Un enfoque histórico-crítico

Desde el origen de la cultura de masas, el interés de las industrias cul­turales por colonizar el sistema educativo ha sido una constante en lahistoria de la Comunicación Educativa, penetrando con éxitos dispa­res y también con numerosos fracasos el sistema formal de enseñanza(Sierra, 2002). No viene al caso tratar aquí en detalle tales antecedentes.Pero sí al menos reconstruir cómo se han sentado las bases políticas de

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constitución del actual proyecto de convergencia educomunicativa ini­ciado con la revolución digital, entendiendo que, como es obvio, el re­planteamiento de las políticas culturales que hoy tiene lugar no es re­ciente. Una genealogía crítica de la Comunicación Educativa ilustracómo, desde aproximadamente 1920, el proceso de disciplinamientosocial a través de los modernos medios de comunicación colectiva re­volucionó las formas de saber y poder social alterando los usos y con­cepciones tradicionales de la educación y, en consecuencia, las estrate­gias públicas de planeación del sistema educativo, de acuerdo con lasnecesidades de mediación ideológica y el modelo dominante de repro­ducción social. Desde entonces, hemos asistido a un lento y largo pro­ceso de reconstitución paulatina de las funciones estructurales de so­cialización y reproducción cultural marcado por cuatro etapas:

1. La primera etapa comprende desde el nacimiento de la Unesco(1946) al desarrollo experimental de los primeros programas nacio­nales de educación para la recepción (1960). En esta fase explora­toria, las políticas nacionales y los estudios prospectivos de or­ganismos internacionales como la OCDE o el Consejo de Europadefinen por vez primera estrategias sistemáticas de integración delos sistemas informativos en las políticas educativas y de desarrollocultural tanto en relación con la televisión educativa como en rela­ción con los medios impresos y de radiodifusión. Con la emergen­cia de los primeros conglomerados informativos en Europa y Esta­dos Unidos, las políticas de modernización pedagógica favoreceránen esta línea programas de socialización cultural con el concurso delas corporaciones mediáticas. Se trata sin embargo de políticas pú­blicas fragmentarias, inconexas y básicamente sectoriales, esbozadasmás como proyección teórica, de forma exploratoria, que comoprograma práctico de integración.

2. Sólo a partir de la década de los sesenta podemos hablar, en sentidoestricto, de políticas de comunicación y educación (1960-1980),cuando los gobiernos europeos y norteamericanos, junto a paísescomo Japón, México, Brasil o Australia, implementan programasnacionales destinados a integrar los medios de información en el au­la ya no tanto de forma experimental como más bien desde una con­cepción integradora vinculada al proceso de internacionalización in­tensiva del sector da la comunicación. La reunión de la U nesco enBogotá (1974) anticipó entonces el proyecto de definición interna­cional de políticas públicas para la comunicación y la educación pa-

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ra el desarrollo con la recomendación a los gobiernos nacionales dedefinir políticas que democraticen los medios y mejoren la contri­bución de los sistemas informativos al servicio del desarrollo nacio­nal. Idea ésta criticada por las asociaciones de propietarios y direc­tores de medios de comunicación que, desde el principio, calificaroncomo grave amenaza a la libertad de expresión, lo que originó unadura campaña contra el movimiento internacional por la democra­cia en los medios que dos años después, en 1976, en San José de Cos­ta Rica, daría lugar a una declaración de principios cuya aplicaciónestaba, de antemano, condenada al fracaso incluso en países comoVenezuela, cuyo gobierno fue más que activo en este compromiso.La 1 Conferencia Sobre Políticas Nacionales de Comunicaciónconstituyó no obstante el primer intento serio de reforma públicade la comunicación que en adelante inspirará los primeros esfuerzospúblicos por coordinar el control y desarrollo de las nuevas tecno­logías y los modernos sistemas de comunicación en la defensa de lasoberanía nacional. Las recomendaciones emanadas de la reunión deCosta Rica no sólo fueron orientativas en este sentido de la deman­da de un intercambio internacional de información más justo yequilibrado, sino también el punto de partida de las primeras medi­das para garantizar el acceso y la participación en los medios de to­dos los miembros y grupos de la sociedad, especialmente en los paí­ses del Sur. Esto es, el texto y las recomendaciones de San José noeran tan sólo documentos históricos. Como bien señala ElizabethFax, «debajo de la preocupación central por las políticas nacionalesde comunicación había preocupaciones nuevas, como el surgimien­to de una comunicación alternativa» (Fax, 1989: 22). Pero tales for­mulaciones se producen en un nuevo marco crítico para el alcancede la acción gubernamental en la materia. El cambio experimentadoen las dos primeras décadas de este período en el sistema económi­co internacional no sólo modifica las bases materiales del modelofordista de regulación y acumulación capitalista diferenciando y es­pecializando la producción a partir de modelos flexibles de organi­zación productiva. Paralelamente, el sistema educativo es objeto deprogramas intensivos de modernización que, en congruencia con lastransformaciones generales del mundo del trabajo, tratan de hacerevolucionar el sistema público de educación de modelos masivos,uniformes y centralizados a sistemas polivalentes, innovadores ypersonalizados de formación flexible y a distancia a través precls.a­mente de los medios informativos. En este empeño, cobran especial

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importancia las iniciativas nacionales de introducción de los siste­mas automáticos de información en el aula y los programas nacio­nales de comunicación y educación para el desarrollo impulsados,en la mayoría de los casos, al servicio del proyecto globalizador dela economía capitalista, siguiendo las recomendaciones de informescomo «Aprender a ser» de la Unesco. La crisis de acumulación delmodelo fordista da lugar además en esta etapa a la consideración pú­blica del conocimiento como un factor productivo de primer orden.Vinculados a la carrera aeroespacial, las políticas de comunicación yeducación y los programas de ciencia y tecnología son identificadospor primera vez, en Estados Unidos, como vectores esenciales delproceso general de desarrollo capitalista, proyectando las necesida­des fundamentales en materia de comunicación educativa en re­lación con el proceso de integración del mercado mundial. Las teo­rías dominantes por esta época sobre capital humano o experienciasinternacionales de teleeducación como Barrio Sésamo anticipan, enesta dirección, los principios filosóficos que hoy alumbran los pro­yectos institucionales de modernización educomunicativa, cuestio­nando las políticas sociales compensatorias del Estado de bienestary los sistemas nacionales de regulación y organización cultural. Lasrelaciones educativas y culturales pasan así al primer plano de las re­laciones internacionales.

3. La tercera etapa comprende de 1980 a 1993, un período marcado porla crisis y reorientación de las políticas culturales en el sistema in­ternacional y la definición de las bases del nuevo modelo de de­sarrollo del Capitalismo Cognitivo. El fracaso del NOMIC y delproyecto político-cultural del Informe McBride revela, en este sen­tido, no sólo la clausura de una etapa histórica en la comunicacióninternacional, sino también la reorientación y crisis de las políticaspúblicas, inaugurando un nuevo ciclo histórico caracterizado por laliberalización y desregulación de los sistemas nacionales de COmu­nicación y educación y el desplazamiento de los resortes del podercultural del ámbito de los Estados nacionales a los medios y corpo­raciones globales. En este proceso, la educación y la comunicaciónpública serán objeto de interesadas críticas por las fuerzas políticasy económicas hegemónicas. Las políticas culturales contrarrefor­mistas lideradas por la Administración de Reagan y el gobierno con­servador de Margaret Thatcher inician, en los años ochenta, bajo elargumento legitimador de la necesaria modernización competitiva,un programa de desmantelamiento de los servicios públicos que so-

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meterá a los medios de comunicación y al sistema educativo a losimperativos del capital de acuerdo a los requerimientos de la ofer­ta y demanda del mercado de la cultura. El conservadurismo neo­liberal y su programa de privatizaciones, corporativismo extremo ycompetitividad exacerbada influirán a tal grado las políticas públi­cas en comunicación y educación que todo proyecto democráticode integración cultural será desestimado en favor de criterios pro­ductivistas o instrumentales, relegando el papel de los poderes pú­blicos en materia educomunicativa a una función meramente subsi­diaria. Esta situación favorecería lo que Herbert Schiller criticacomo la apropiación corporativa del espacio público, redefiniendolos objetivos de la educación y las funciones y modelo de organiza­ción de la comunicación pública según los intereses del capitalismoglobal. La base ideológica de esta lógica política será la explotaciónintensiva del conocimiento del nuevo sujeto posfordista mediante lamovilización individual en interés de la valorización del capital porla que se niega toda perspectiva cultural contraria a las necesidadesdel proceso de acumulación. El sujeto de la educomunicación «selimita a encajar con la mayor perfección en los valores y normas ca­pitalistas, a ser más racional, más competitivo, mejor estimulado porlas recompensas extrínsecas, más sensible a las fuerzas del mercadoy al cambio social y económico dentro del marco capitalista» (Mar­tín Carnoy, 1988: 18), lo que, paradójicamente, redunda en su pro­gresiva descualificación como fuerza de trabajo, acelerada especial­mente con la automatización intensiva de la industria que dio lugara la Educación Asistida por Ordenador en los centros educativosmás avanzados, como demuestra por ejemplo la experiencia británi­ca. Años antes, el gobierno de Jimmy Carter trató de «domesticar»el discurso del nuevo orden mundial de la comunicación inventan­do soluciones «imaginarias» como el Programa Internacional parael Desarrollo de las Comunicaciones (PIDC) a fin de controlar, víadiplomática, los alcances de las propuestas tercermundistas de de­mocratización cultural. El PIDe tenía por propósito superar el es­caso desarrollo de las comunicaciones en el Tercer Mundo median­te el procedimiento de la transferencia de tecnologías siguiendo lospreceptos modernizadores de la teoría de difusión de innovaciones.«Estados Unidos insistió en sus propuestas instrumentar lo que al­gunas delegaciones calificaron de Plan Marshall de las comunica­ciones donde los países en desarrollo expondrán sus necesidades ylos industrializados elegirán como en una gigantesca feria aquellas

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que les interesen para su propia economía y desarrollo, generandoasí una dependencia más sutil y corrosiva que acentuará en defini­tiva la desigualdad» (Casares, 1984: 126). Se trataba de apoyar elnuevo orden con el fin paradójico de consolidar aún más firme­mente la vieja situación que se resistía a cambiar: el programa, quepermitió crear iniciativas estratégicas como el ILPEC (Costa Rica),la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano (Cuba) o ERBOL(Bolivia), mantuvo, sin embargo, una precaria financiación. El as­censo al poder del Partido Republicano, bajo la presidencia de Ro­nald Reagan, significaría poco tiempo después la renuncia a cual­quier tipo de consenso, saboteando el PIDC que su antecesor en laCasa Blanca había instrumentado a fin de bloquear toda reforma de­mocratizadora en materia de comunicación internacional. La Ad­ministración de Reagan inició entonces una amplia ofensiva en con­tra de la U nesco que culminaría con su salida de la organizacióndependiente de las Naciones Unidas, después de reuniones y suce­sivos vetos a las propuestas del desarrollo del PIDC, como la susci­tada por la Federación Latinoamericana de Periodistas. Si bien elprograma «La comunicación al servicio del hombre» daría prioridadabsoluta en sus declaraciones, al menos conceptualmente, a la ideadel NOMIC, proponiendo fortalecer el PIDC en materia de desa­rrollo endógeno mediante la introducción de políticas de educaciónde los usuarios en el horizonte de la democratización de las comu­nicaciones, lo cierto es que para entonces las políticas públicas de laUnesco quedaron definitivamente desprovistas e inhabilitadas paratransformar el sistema de comunicación y educación a escala inter­nacional. El ambicioso Programa Internacional para el Desarrollode las Comunicaciones (PIDC) se convirtió así básicamente en uncompendio de soluciones tecnológicas estimuladas por EstadosUnidos. Problemas de fondo como la creciente transnacionalizacióncultural, la transferencia de tecnologías y de modelos de comunica­ción occidentales o la redefinición del Estado mínimo fueron ses­gando los términos del debate para naturalizar las reformas estruc­turales de corte privatizador. La «domesticación» de la política delNOMIC queda ejemplificada con el significativo viraje que marcóel desplazamiento del eje de la discusión desde el espacio institucio­nal de la Unesco a la Unión Internacional de Telecomunicaciones.Ya en 1987, cuando Federico Mayor Zaragoza accede a la direccióngeneral con apoyo de los países occidentales, la Unesco comienza aadoptar una posición en materia de comunicación internacional ba-

sada en la defensa del tradicional principio del libre flujo de la in­formación. El Tercer Plan a Plazo Medio (<<La comunicación al ser­vicio de la humanidad») representa el eclipse casi definitivo del mo­vimiento por un nuevo orden internacional de la comunicación,justo cuando los temas que dieron origen al Informe McBride re­querían una respuesta urgente. El PIDC terminará así convirtién­dose en un proyecto de orientación exclusivamente técnico. Un añoantes de la publicación del Informe McBride, la OCDE avanzaba elnuevo modelo de modernización capitalista a seguir planteando larevolución tecnológica como el primer paso hacia la denominada«sociedad posindustrial», La revolución electrónica --concluía laOCDE- cambiará la faz de las sociedades industriales. La produc­ción, transmisión y procesamiento de los más variados tipos de in­formación pasarán a ser el corazón de la actividad económica y lavida social... A través de sus lazos con el procesamiento de datos ylas telecomunicaciones, el complejo electrónico será, en el próximocuarto de siglo, el polo principal alrededor del cual se reorganizarála estructura productiva de las sociedades industrializadas. La revo­lución electrónica podía crear, de acuerdo a las prospecciones de laOCDE, un nuevo entorno de disponibilidad económica que exigíatambién la automatización de los flujos de información educativa.La reducción de costos, gracias a la miniaturización basada en mi­croprocesadores, el aumento de la capacidad productiva y de la ve­locidad de transmisión mundial de datos a través de los sistemas detelecomunicaciones basados en fibras ópticas y el uso de satélites es­taban llamados a transformar la faz de la estructura económica, porlo que la educación debía responder a los mayores niveles de cuali­ficación y a los nuevos criterios de aumento de la productividad. Elcontexto en el que se produce la expansión de la era electrónica y,posteriormente, la alfabetización informática es el de un tardocapi­talismo monopolístico en crisis que tratará de resolver sus principa­les contradicciones con el proyecto de reestructuración conserva­dora de Estados Unidos e Inglaterra bajo el paraguas tecnológico dela Sociedad de la Información, introduciendo una nueva forma deorganización de las formaciones sociales a partir de una concentra­ción más intensiva del poder y del capital al margen del Estado, cu­ya función quedará reducida a garantizar las condiciones de repro­ductibilidad del capitalismo como dique de contención de lasdemandas sociales, canalizando políticamente la democracia fueradel ámbito económico hacia la esfera comunitaria de los valores tra-

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dicionales. La dialéctica entre las estructuras internacionales eco­nómicas e informativas ilustra a este respecto la verdadera funciónde la informática en la comunicación educativa. Con la crecientecomercialización de los recursos informativos, el surgimiento deu.na economía computerizada dependiente de la empresa transna­cional y la apropiación privada de las nuevas tecnologías de la in­formación y de informatización social tenderá a priorizarse la mer­cantilización del sector educativo. Como advierte Schiller, «alavanzar la computerización y procesamiento de información en laec?nomía, c~ece la influe.ncia de las compañías que se lucran conla información. Las cuesnones de producción, organización, alma­c~n.amiento y disemin.ación de la información son analizadas y de­cididas sin la presencia de representantes de lo público» (SchilJer,1993: !01). El desarrollo de la industria telemática y la apertura delos flujos transfrontenzos no sólo significarían el dominio hegemó­ruco de la empresa transnacional y del capitalismo financiero. Másallá aún, el flujo de datos transfronterizos supondría el inicio de la~ecadenC1a del sector público y el inicio de la pérdida de monopo­ha sancionador por parte de los Estados nacionales. De hecho, elprimer efecto que desencadena la formación de los grandes trust dela informática será el progresivo desmantelamiento y privatizaciónde los grandes servicios públicos, incluida la educación. La décadade la revolución de las comunicaciones es también el período en quelas grandes corporaciones electrónicas se erigen entre las diez pri­meras empresas productivas de materiales pedagógicos. Xerox,RCA, ITT, General Electric y Litton, entre otras, inician una lentapero eficaz penetración en el campo educativo. En el sector de la in­dustria informática, los grandes fabricantes de hardware inundan lases~uel~s con pr<;>gramas y contenidos educativos en un entorno ybaJO. ~ormulas distractoras, «Las asociaciones que consagran la ex­tensión de las normas de la producción de masas y su aplicación a~ectores. que, como la educación, habían quedado al margen de lasImpOSICIOnes del beneficio máximo se producen (entonces) en unmomento en que los aparatos ideológicos del Estado capitalista hanalcanzado otra madurez» (Mattelarr, A. y M., 1981: 58). La contra­ofensiva liberal coincide así, por un lado, con el proceso de trans­nacionalización económica y de renovación del sistema educativoobligado a iniciar su apertura pragmática a los requerimientos del~ercado para adoptar las nuevas tecnologías de la industria electro­mea, mientras que, por otra parte, se promovía desde las empresas

transnacionales un creciente vacío de lo público que, en última ins­tancia, deslegitima el papel educativo del Estado.

La introducción y dominio del discurso publicitario en el espaciopúblico será utilizada por los sectores conservadores como una espe­cie de cruzada educativa para hacer comprender a la gente común elfuncionamiento de la economía en términos favorables a la empresaprivada. Pablo Casares ilustra cómo la nueva derecha utilizará la edu­cación y la comunicación en la batalla por un nuevo orden, integran­do todo tipo de movimiento social a través de las nuevas tecnologíasinformáticas mediante el manejo del sistema global de información yconocimiento al servicio de los intereses capitalistas definidos en lanueva educación económica. «Para lograr estos objetivos, se propor­cionan cursos a los maestros de escuela a través de centros especiali­zados y universidades, y así promover una actitud favorable hacia losplanteamientos neoconservadores [...] También se promueve la for­mación de organizaciones a favor de la libre empresa en universida­des y se financian plazas de maestros para que fomenten actitudes fa­vorables al sistema capitalista. En suma, para enfrentar a los mediosde comunicación y a la contracultura, los empresarios han desarro­llado una amplia estrategia educativa y de comunicación: capacita­ción empresarial, campañas publicitarias y programas de relacionespúblicas, cursos a empleados, propaganda en las empresas y progra­mas dirigidos a la comunidad; cursos para maestros, promoción demateriales didácticos en las escuelas y de organizaciones favorables alcapitalismo monopolístico. Así, los empresarios, las compañías y lasgrandes corporaciones norteamericanas lanzan lo que conciben co­mo la evangelización a través de la educación económica» (Casares,1984: 105). La informática resulta en definitiva no sólo un nuevo tó­tem tecnológico para la empresa transnacional, sino también el ve­hículo de propaganda y organización capitalista que dará pie a unnuevo paradigma neoliberal basado en la educación, el control y lainformación de los ciudadanos, en función de una nueva «cultura or­ganizaciona1». Las promesas de la era de la información en la AldeaGlobal son resultado, en fin, de un programa de propaganda co­mercial de las empresas suministradoras de bienes de equipo y soft­ware informático al servicio de la nueva norma de consumo y pro­ducción posfordista, de forma similar a como surgió la radiodifusióncomercial.

4. Esta misma lógica anima el auge de las políticas educomunicativasen la primera mitad de la pasada década y, desde luego, aún hoy ins-

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piran las múltiples iniciativas públicas de desarrollo de la SGI. Apartir de 1995, con la definición del proyecto norteamericano degIo~alización cultu~al asumido por el G8, la dialéctica de recornpo­SIClOn de los servicios públicos de comunicación y educación y eldesmantelamiento del Estado de Bienestar keynesiano modifican lascondiciones socioculturales del modelo de desarrollo económicoimpulsando una política cultural basada en la «delegación de pode­res» y en el «proceso deliberado de subterfugios, deformación,ocultación y dejación voluntaria» dirigido a reproducir el sistemaasimétrico de dominación en el campo de la comunicación y la edu­cación. De acuerdo a estas condiciones, el Estado se va a orientar endos sentidos: «uno está relacionado con la necesidad de encubrir opor lo menos, desplazar la responsabilidad de las insuficiencias y de~sigualdades intrínsecas del capitalismo. El segundo tiene que ver conel requisito de ju~tificar sus propias actividades, disimulando, poreJe~plo, sus relaciones con el capital mediante una postura de neu­tralidad benevolente. Cuando el capitalismo no consigue aportarprospendad y oportumdades, se COrre el riesgo de que la gente norepare sólo en los problemas estructurales del sistema educativo, si­no en los fundamentos del modo de producción» (Whitty, Power yHalpin, 1999: 64). Las políticas culturales contemporáneas fomen­t~n.por ~Ilo un discurso y una cultura pública de la responsabilidadCIVil limitada que pone el acento no tanto en los aspectos políticosde los programas modernizadores de competencia y productividadcomo en los criterios económico-empresariales que gobiernan la ac­ción institucional de los responsables públicos en materia de comu­nicación y educación:

Más aún, las acciones del Estado, Con cada vez menos recursos desti­nados a estos fines, tienden a abrir caminos a la mercantilización de lacultura, e incluso se impregnan en su propia actuación directa de la di­námica del mercado, por lavía de la racionalización de costes y renta­bilidades (Bustamante, 2004: 18).

Actualmente, las dimensiones económicas y culturales de la comunica­ción no pueden ser disociadas del proceso general de intercambio y delas políticas estratégicas de integración económica regional, del mismomodo que «el sentido último de las políticas audiovisuales resulta difí­cil de entender fuera del marco de las políticas de comunicación y. enun plano más general, de las propias políticas culturales» (Giordano yZeller, 1999: 32). La exposición detenida y consistente de las bases de

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la política de comunicación y educación en la era telemática exige, porlo mismo, vincular este ámbito al marco general de desarrollo de las po­líticas culturales, especialmente, como veremos, por las característicasdefinitorias del proyecto Sociedad de la Información, en el que con­vergen no sólo el audiovisual y las nuevas tecnologías de la informa­ción y la comunicación, sino, más allá aún, la propia política cultural yeducativa y el desarrollo económico y territorial.

4. Comunicación educativa, cultura y desarrollo.Una aproximación interdisciplinaria

La información y los flujos de datos son hoy el más formidable instru­mento político y económico de nuestro tiempo. Toda acción social apa­rece. en la actualidad, filtrada por modelos de representación mediadadel mundo cuya función jerarquizadora y «configuracional» performa,individual y colectivamente, el proceso de adquisición de conciencia,estructurando en la práctica nuestra percepción acerca del mundo. Así,los procesos, técnicas y medios públicos de información mediatizan lospatrones culturales, las actitudes y valores del conjunto social, influ­yendo poderosamente en las formas de acción y organización colecti­va. Al introducir nuevas condiciones de sociabilidad, la influyente ac­tividad de las industrias de la cultura plantea, a este respecto, cuestionesteóricas significativas para el desarrollo social que demandan, imperio­samente, una definición clarificadora como objeto de estudio y, en co­herencia, una nueva lógica de producción del conocimiento social encomunicación. La constatación reflexiva del campo sobre este punto hamotivado en parte una ruptura epistemológica -si es posible, como tal,afirmar categóricamente la emergencia de un giro o evolución hacia unanueva cultura de investigación- en nuestro ámbito, que tiende a inte­grar las cuestiones centrales de investigación en comunicación desdeuna filosofía productiva y materialmente consistente con las necesida­des y potencialidades subjetivas y sociales de la realidad. En este mar­co u horizonte cognitivo, para intentar comprender el papel a jugar porlos medios y nuevas tecnologías de la comunicación en el proceso deenseñanza-aprendizaje, conviene preguntarse acerca de las relacionesentre el sistema educativo y la sociedad, con el fin de saber entenderdespués cómo interviene la comunicación en los procesos de transfor­mación educativa que experimentan las sociedades tardocapitalistas.

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El análisis global en el que se insertan estas nuevas condiciones pon­drá en evidencia las relaciones permanentes entre los requerimientos detransformación de la escuela del sistema productivo y el sentido de lasactuales propuestas de renovación pedagógica. Esta ampliación deperspectivas no tiene por qué invalidar la investigación pedagógica de­dicada al análisis de la aplicación didáctica de los nuevos medios. Pero,de acuerdo con el profesor Bernard Miege, parece lógico reconocer lanecesidad y pertinencia de este enfoque globalizador como prioridadpara el pensamiento político si no se quiere disociar el sentido de las ló­gicas sociales de la comunicación respecto de la educación en camposde estudio separados, tal y como sucede en la actualidad, al margen in­cluso de las determinaciones económicas. En el análisis de las diversasexpresiones y políticas educativas de aplicación de los medios de ense­ñanza, podremos de este modo distinguir entre algunos intentos de pe­netración de las nuevas tecnologías en la escuela y/o el uso como auxi­liar pedagógico de las mismas, y la alternativa del desarrollo educativode los nuevos medios como formas de expresión y comunicación di­námica y como herramientas de renovación y compromiso democráti­co desde el punto de vista del interés público.

Desde el punto de vista político, el abordaje teórico de esta articu­lación se nos antoja estratégico. Máxime cuando:

Las disciplinas sociales y las ciencias socioeducativas contemporáneas sonfundamentales a la hora de crear narrativas de salvación e imaginerías na­cionales. Las ciencias educativas sirven para consagrar las representacionesculturales que son históricamente fabricadas para producir una nacionali­dad (nation-ness) y también ofrecen un terreno en el que se producen lasdisputas sobre las imaginerías nacionales y el alma. Los discursos cicntffi­cos sobre la reforma escolar que circulan entre naciones y en foros inter­nacionales son más que formas de representar aproximaciones a la educa­ción más eficientes: representan imágenes y principios del ciudadano queha de participar y actuar dentro de cadauno de los diferentes sistemas na­cionales (Popkewitz, 1999: 144).

Las cuestiones relativas a la información/comunicación y su impacto enlos procesos de desarrollo constituyen por lo mismo un tema priorita­rio de la agenda pública de organismos internacionales y sociedadescientíficas, delimitando, prácticamente, un campo problemático que sinlugar a dudas determina nuestro presente, configurará el futuro y hastaprevisiblemente modificará culturalmente, si pensamos en los sistemasde información digital, las bases culturales de la memoria colectiva.

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En general, las políticas públicas tienden a as~m~r la educaci~n co­mo un factor estratégico para el desarrollo econorruco desempenandola comunicación un papel central en el nuevo escenano complejo detransformaciones multidimensionales que tienen lugar en la economía­mundo. El desarrollo informacional global -argumenta el profesorCastells (1997)- es social porque es goberna~o por el desarroll~ de re­des sociales, por la inteligencia y las insti~clOnes de apre~dlzaJe, e~toes, por la dimensión subjetiva de la creacion y la innovacion. De ah! elcírculo virtuoso entre desarrollo y bienestar, a partir de las complejasrelaciones entre ciencia, tecnología y producción social.

Ahora bien, como demuestra Mattelart (1993), la historia del desa­rrollo de este supuesto círculo virtuoso ilustra cómo el progreso de lasfuerzas productivas y los medios y sistemas d~ información, no ha idoacompañado por el desarrollo de las potencialidades tecn~loglcas parael desarrollo cultural por la apropiación privada y el ~so Illst.rumentalde la «comunicación como dominio», Antes bien, las industrias cultu­rales están por lo general sobredeterminadas, de acuerdo con el profe­sor Bustamante (2004), por cuatro lógicas o tendencias dominantes:

1. La intensiva concentración tanto vertical como horizontalmente en

grupos multimedia. .. . .,2. La dependencia del capital financiero para la viabilidad del mercad,o.3. La orientación mercadológica a través de campañas de promoclOn

intensiva sobre éxitos ya comprobados.4. La globalización cultural.

El protagonismo actual de las políticas ~ulturales.puede ser interpreta­do, en este sentido, como la reeditada Idea mixtificadora del desar:o­l1ismo de la teoría de difusión de innovaciones que vuelve a depositaren los medios y tecnologías de la información las bases modernizado­ras de la economía y el propio progreso social, .toda vez que,.hoy sí, lacomunicación, la educación y la cultura constituyen un activo sectorpara la economía. La novedad es que la noción misma de desarrollo hasido radicalmente modificada, en la década de los noventa, como re­sultado de la transformación de la estructura global de la comunica­ción, que ha redefinido su participación en el desarroll~ social y losprincipios rectores de articulación con el sector productivo desde losparámetros e intereses de la economía global. ,

La recuperación o redescubrimiento social de los problemas de Co­municación y Desarrollo en la agenda pública tiene lugar, en este sen-

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t~do, en un contexto de despolitización de la investigación comunico­lógica y de dominio de un nuevo funcionalismo cultural basados enuna concepción científica y un discurso público que reedita el mito dela transparencia y l~ restringida teoría liberal de los medios como ca­n~les, dlfusor?s o .slmplemente ventanas abiertas al mundo exterior.Ejemplo c~mun e Il~str~(¡vo de esta lógica es la definición del procesode expansión comunicacionn] contemporánea a partir de la noción mac­luhiana de Aldea Global:

En este. es,,?acio de ~odificación profunda de las estructuras productivasd:l ca~Jtahsmo posmdustrial, lo social como proyecto ha caído en el Va­ClO -Lipoverskvc, la cultura se presenta como un proceso de combinaciónde formas y d~ fotmalización del gusto, de presentación neobarroca, demoda.y superficialidad, lo que no resulta extraño porque si se sustituyela SOCIedad por el mercado, inmediatamente la cultura se convierte enmoda. El posmodernismo c?mo lógica cultural del capitalismo tardío seaparta de ~ualqU1e~ vinculación ~ntre la cultura y la políticacotidiana ac­tiva, rompiendo as! u~ p~anteamle~to que había sido básico y fundarnen­ta~en los nu.evos movimienros SOCIales de los años sesenta, tal como hansen~lado re~teradamente sus más conocidos estudiosos, por ejemploAlam Tourame o Alberto Melucci, y que no era otro que el de convertiren todo momento la Culturay la vida cotidiana en política (Alonso 1992'132). ' .

Hoy las estrategias de articulación de la comunicación para el desarro­llo y los sistemas telemáticos de aprendizaje tratan, en consecuencia deocultar las formas de relación y poder simbólico y material. Un'es­fuerzo del todo inútil, pues, como recuerda Apple:

Qué se acepta como conocimiento, Cómo se organiza, quién está capacita­do para ense,ñarlo, qué se considera muestra adecuada de haberlo aprendi­do y -tan cntico como lo antenor- quién tiene la potestad de preguntar yresponder todas est~s cu~stiones son aspectos y parcelas de cómo la domi­n~clOn y la subordinación se reproducen y alternan en cada sociedad.SIempre hay, I.'0r tanto, ~na política de conocimiento oficial, una políticaque lleva conslg? e~ contlicto con respecto a lo que algunos consideran co­mo m~e~as descnpcI~nesneutrales ?;l mundo y otros como concepcionesde la élite que capacitan para la accron a unos grupos mientras incapacitana otros (Apple, 1996: 48).

La forma! diseño de los contenidos socialmente sancionados comocultura, aSI como los procesos de producción y planeación educomu-

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nicativa, constituyen pues un campo estratégico de antagonismo y lu­cha de intereses pues:

A medida que se va haciendo cada vez más patente que la política de la cul­tura constituye una fuente esencial y no secundaria para la conformaciónde la política cotidiana y global, la cultura de la política proporciona losmarcadores ideológicos necesarios para establecer los referentes éticos y pú­blicos para pensar en los límites de esta nueva unión entre tecnología ypolítica. La cultura ya no está relegada al Olimpo de la cultura elevada,nise desestima sumariamente como un simple reflejo de la base económica.sino que ha conseguido ocupar finalmente un lugar apropiado en el ámbi­to institucional y productivo como objeto esencial de debate, una podero­sa estructura creadora de significados que no se puede abstraer del poder,y un ámbito de lucha intensiva sobre cómo deben perfilarse las identida­des, definirse la democracia y recuperarse la justicia social como elementofundamental de la política cultural (Giroux, 2001b: 16).

Toda política educomunicativa se produce -por ello- inevitablemente«a partir de conflictos, tensiones y compromisos culturales, políticos yeconómicos que organizan y desorganizan un pueblo» (Apple, 1996:47). Un claro ejemplo de este principio es el de las nuevas políticas decomunicación y educación que orientan actualmente el desarrollo delas autopistas telemáticas.

Un reto prioritario, en este sentido, es desarrollar la capacidad críti­co-reflexiva de la investigación en Comunicación Educativa para, ante lanueva economía política del conocimiento, trascender las contradiccio­nes y lógicas consustanciales a este tipo de políticas públicas, diseñandolas bases de una alternativa democrática consistente frente a la crisis yvaciamiento de la racionalidad pública, la complejidad cultural del cam­bio tecnológico, la autonomía, descentralización y competitividad edu­comunicativas y la progresiva mercantilización del conocimiento.

Desde un enfoque sociocrítico, el análisis de las políticas culturalespasa prioritariamente, a nuestro entender, por cartografiar el contextode determinaciones múltiples de la sociedad capitalista relacionando laeducomunicación con el proceso de acumulación de capital social ycultural, por un lado, e integrando el análisis de las políticas de comu­nicación y educación con las condiciones de trabajo y las necesidadesde calificación del sistema productivo, por el otro:

Los trabajadores culturales tendrán por tanto que volver a abordar una po­lítica de representaciones y el discurso de la economía política, tratando de

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sus diversas interrelaciones como una forma de trabajo cultural que recha­za la dicotomía material/cultural. El resultado podría ser comprender có­mo tales modalidades se interrelacionan dentro de contextos diferentesmás allá de las fronteras nacionales (Giroux, 2001a: 121).

Pues hoy la planeación de las políticas culturales viene además condi­cionada por procesos de deslocalización y globalización económica, deapertura y mutaciones tecnológicas a escala planetaria, que traspasan elmarco tradicional de los Estados nacionales. La recomposición de losservicios públicos ha redefinido el rol del Estado rearticulando las rela­ciones entre comunicación, educación y gobierno en virtud de una filo­sofía de la libre competencia que reduce el aparato del Estado a una fun­ción básicamente evaluadora, mientras se acentúan las contradiccionesentre medios globales, educación pública y currículo nacional. Espe­cialmente en las industrias culturales el proceso de concentración y pri­vatización es ya más que notorio, imponiéndose el principio de «todomercado" con un retroceso significativo del peso del sistema público:

La concentración digital tiende a dar un salto cualitativo en los últimosaños, aunque en muchos casos puede diagnosticarse como un movimientopreventivo ante el cuestionamiento del poder de las redes de distribuciónclásicas. En todo caso, asistimos a estrategias sistemáticas de control de esasredes físicas (como las logísticas para la venta off-fine), a una carrera haciala acumulación de enormes carterasde derechos de contenidos, a la absor­ción de los nuevos agentes (como Time Warner-MP3/Sony; o Napster­BMG) y al intento de monopolizar las redes digitales y los contenidos a untiempo por fusiones (AOL-Time Warner, Vivendi-Seagram-Usa Network)o alianzas, con serios interrogantes sobre su neutralidad y garantías de nodiscriminación (Bustamante, 2004: 24).

En este escenario de concentración y convergencia de las redes digita­les, la articulación del sistema de formación reglada con un modeloeconómico productivista de integración global, de organización de me­dios educomunicativos en un escenario de obsolescencia y aceleracióntecnológica intensiva y creciente dualización social, y de acreditación yvalidación cultural según la lógica de mercado, perfila nuevas bases deactuación política marcando límites y condiciones originales a la inter­vención pública que cuando menos exigen una identificación y el reco­nocimiento consciente de los paradigmas y objetivos políticos-econó­micos en materia de Comunicación Educativa. Pues en juego está larespuesta y tratamiento equilibrado de múltiples retos como:

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La reforma institucional del sistema público de enseñanza.La investigación y evaluación de los programas de innovación y de-

sarrollo.La extensión de redes de aprendizaje.La redefinición de roles y funciones culturales básicas.La alfabetización tecnológica.La organización y gestión social del cor;oómiento. .' ,O la regulación local y global de las actividades de cornurucacion y

educación.

El primer paso en esta dirección debe traducir~e.en la redefinición delas relaciones entre políticas culturales y la política ~n genera~ y entrepolíticas culturales y pedagogía des.de un enf~quemas generauv,: J:' ra­dicalmente democrático que conciba la política como una acuvldadformativa comprometida con la vinculación de los textos culturales conlos contextos institucionales que dan sentido a los marcos y normas deacción en los que habita el sujeto de la nueva econo,mía P?lític.a del co­nocimiento. «Convertir la política en algo pedagógico implica p1a?­tearse cómo funcionan verdaderamente la dominación y la resistencia,cómo se viven, qué las mueve y cómo ambas despliegan poder y son ensí mismas una expresión de poder» (Giroux,2001b: 138); Se trata de di­señar «una política abierta, más comprometida: un~ P?lmca que re~pe­te la especificidad y los distintos lugares, sin prescindir de las conside­raciones globales; una política que proporcIOne nuevos espacI~s don?egestar una labor colaboradora, comprometida con el cambio SOCialproductivo (Giroux, 2001b: 141). , . .

Frente a la concepción instrumental de las políticas de comunica-ción y educación, el análisis y diseño democráti,co. de los progr~maseducomurucativos se plantea pues como :rna practica .de reflexividadsocial colectiva de discusión pública dialógica sobre los.mtereses y con­tradicciones internas de los proyectos de estructuración y coordina­ción sociocultural: de las estrategias de comprensión a las iniciativas decompromiso y transformación social.

5. Economía Política de la Comunicación y CapitalismoCognitivo

En las páginas anteriores hemos fijado el n,'arco y presupuest,o,' filosó­ficos de una aproximación interdisciplinana al problema político de la

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Comunicación Educativa apuntando la importancia y necesidad dedesplegar la potencia reflexiva de la investigación educacional a partirdel contexto sociopráxico. El ámbito de actuación y pensamiento de es­ta apuesta cultural es el tardocapitalismo, un modelo de mediación quepresupone no sólo una específica relación capital/trabajo, sino sobretodo un sistema organizador y un lenguaje que privilegia la racionali­dad económica sobre la política. Por ello es necesario pensar problemascomo el de la comunicación y la educación desde la Economía Políti­ca, máxime cuando se vienen estableciendo nuevos fundamentos polí­ticos en la relación comunicación/educación desde la racionalidad eco­nómica como base del modelo de desarrollo.

La demanda de cooperación y adaptación de las instituciones edu­cativas al mundo empresarial para una formación a lo largo de la vida,flexible, de calidad y efectiva, desde el punto de vista de los retos de laglobalización, es la punta de lanza de un nuevo modelo de organiza­ción social del Estado y del espacio público en torno al campo culturalen el que el capitalismo es tanto un modo técnico de control como unalógica de socialización y articulación social, de potenciación y evalua­ción del cambio histórico posmoderno que está colonizando todos losmundos de la vida. Ciertamente, la historia misma del capitalismo es,desde su misma génesis, la narración épica de un proceso incesante deampliación de fronteras y subsunción de formas productivas tradicio­nales, a través de la continua refuncionalización de los procesos y rela­ciones sociales de producción según las exigencias del capital. Por esodecimos que la globalización ha sido siempre una tendencia históricanatural del capitalismo. La revolución de los sistemas de mediación cul­tural, denominada Sociedad de la Información, Sociedad del Conoci­miento, Sociedad-red o Nueva Economía, representa en fin una muta­ción sustancial y, desde luego, contradictoria, del gobierno y deldominio del capital. Podemos hablar de revolución tecnotrónica, desociedad cognitiva o sociedad digital, las denominaciones a este res­pecto son numerosas y no vamos a repetir aquí los lugares comunesque abundan en la literatura sobre la materia. Lo que, en verdad, es de­finitorio del nuevo modelo de mediación es la explotación intensiva dela producción inmaterial como eje de articulación y organización deldesarrollo social. A esta nueva forma de gobernanza la vamos a deno­minar "Capitalismo Cognitivo", para designar un sistema cuya lógicadel valor basada en la difusión del saber y la producción del conoci­miento hoy disciplina y coloniza también sectores como la enseñanza,la producción cultural, la Investigación y Desarrollo, la innovación tec-

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nológica o, en general, la industria del entretenimiento de acuerdo conlas necesidades expansivas del capitalismo posfordista. Definimos esteCapitalismo Cognitivo como un modelo de integración mundial regi­do por interacciones y flujos de información constan.te.s y aceleradosentre países y el control y subsunción total de toda actividad social porel capital. Resultado de este cercamiento es la fragilidad del conocí­miento como mercancía y el empobrecimiento de la función pública in­telectual y de la comunicación y la cultura en general. .

Justamente, en el marco actual del capitalismo que tiende a trans­formar en mercancía todo tipo de valor de uso e informatizar la pro­ducción de toda actividad económica hay que entender el proceso desubsunción del espacio público educativo por el capital. Al tiempo queel trabajo y la sociedad son atravesados por las redes telemáticas, se in­formatizan y hacen inteligentes, la creación inmaterial es hegemónicaen el ecosistema social, no tanto cuantitativa como cualitativamente."En otras palabras, el trabajo inmaterial se encuentra ahora en la situa­ción en que estaba el trabajo industrial hace ciento cincuenta años,cuando representaba una pequeña fracción de la producción global yse hallaba concentrado en una parte reducida del mundo, pese a lo cualejerció su hegemonía sobre todas las demás formas de producción"

(Negri y Hardt, 2004: 138).. . . .., ,Actualmente, la gestión del capital del conocirruento, la partlCIpaClOn

creativa del trabajador y la extensión de los afectos son identificadascomo factores fundamentales en la productividad del capitalismo. Loscírculos de calidad, la gestión participativa, las jerarquías suaves y el tra­bajo como juego, la dirección 50ft y la producción flexible constituyenexigencias elementales del modelo do"?inante de prod~cció? El p.ro~e­so productivo puede así cumplir las exigencras de valorización capitalis­ta por medio del proceso de cooperación que trasci~?de la~ f~rmas dejerarquía y dependencia típicas de! modo de producclOn.capitalista, me­diante la disposición del conocimiento teórico o expenmental entre e!conjunto social, entre las redes de interacción gracias a las NTIC:

Agudizamiento y mayor complejidad de las formas de competencia, mo­dificaciones de la composición interseetorial de la acumulación, y cambiosespectaculares en la división internacional del trabajo, acumularon susefectos para hacer de los fac~ores p~opiamente ind~~triales en ju~g~ -en­tendidos aquí como estrategias conjuntas de selección de procedimientosy de productos- el terreno central donde se decide la competitividad y lacapacidad relativa de las diferentes economías para avanzar en el seno de

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las turbulencias y de la incertidumbreesencial que desde hoy caracterizanla economía mundial. En ese nuevo entorno, el tipo de uso hecho de lasnuevas tecnologías, pero más generalmente del conjunto de las innovacio­nes técnica, organizacionales o sociales que acompañan a la era de la elec­trónica, ocupa un lugar clave (Coriat, 1993: 13).

De acuerdo con esta lógica, la determinación del trabajo intelectual porla lógica del valor irá proporcionalmente in crescendo COn la dependen­cia del capital y del proceso de producción de la ciencia y la tecnología.Por ello, en las dos últimas décadas, las políticas públicas han comen­zado a reconocer el papel motor del conocimiento científico en el de­sarrollo económico Con el consiguiente aumento de la inversión públi­ca, resultando por ejemplo que el gasto en I+D en Europa entre 1998y 1999 ha sido de casi el 40%, y la tendencia en los últimos cinco añoscontinúa al alza.

Pero la dimensión económica de la formación y el conocimiento noes nueva. A partir especialmente de la década de los setenta, cuando co­mo hemos visto surgen las primeras políticas de comunicación y edu­cación, tres historias conexas, explica el profesor Coriat, convergenpara convertir la electrónica en eje articulador de la producción pos­fordista: la disciplina y organización del trabajo; en segundo lugar, lasestrategias de valorización de los capitales; y, finalmente, el desarrollocientífico-técnico. Ello exigirá una vigorosa y activa política de inver­sión en recursos humanos superiores (investigación, educación conti­nua, formación tecnológica... ) en respuesta al nuevo modelo de traba­jo productivo. La idea de que, sin una capacitación adecuada de lamano de obra, el sistema productivo tiene pocas posibilidades de hacerfrente a la competencia internacional, encontrará por ello como corre­lato complementario los conceptos-panacea de calidad total y globali­zación para explicar los retos educativos del nuevo contexto.

En la medida que la productividad económica cambia radicalmenteen su forma y contenido, en el origen, las exigencias de competitividadindustrial apuntarán la necesidad de una nueva política de recursoshumanos. «Al penetrar este vector informacional en la producción ma­terial ha convertido la producción en masa en especialización flexible,donde la configuración del producto y la producción asistida por or­denador antes que adaptarse al consumo masivo se dedican a segmentary adecuar su oferta a nichos muy específicos de demanda personaliza­da [... ] El neofordismo o posfordismo intenta introducir -ya sea en lagran fábrica, robotizada y modularizada ahora, ya sea en redes de pe-

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queñas empresas coordinadas en distritos industriales-:-la s';lficientefle­xibilidad para satisfacer las demandas de mercados mas articulados, sinperder niveles de productividad Iordista» (Alonso, 1992: .128). Lo queconsecuentemente proyectará un nuevo modelo de trabajador, nuevascompetencias cognitivas:

La distribución y la organización de las tareas en trabajos directos e indi­rectos, su asociación o disociación en perfiles de puestos, así como los m.o­dos de coordinación entre entidades, se convierten en la condición de exts­tencia y de posibilidad de las economías de gama y de variedad, de laseconomías de organización o incluso de las economías de aprendizaje y deexperiencia (Coriat, 1993: 178).

En otras palabras, asistimos, como en su momento describiera Grams­ci en su análisis de la «revolución fordista americana», a Un proceso demetamorfosis y disciplinamiento del trabajo, cuyas condiciones y re­gulación hoy se centran en el campo comunicológico y en el factor sub­jetivo. La centralidad de esta dimensión subjetiva responde: en realidad,a la subsunción social de la vida en su conjunto por el capital. El hom­bre mismo, dirá Marx, pasa a ser el capital fijo más valioso del procesode producción, y su actividad creativa la base y posibilidad misma dedesarrollo y sostenibilidad del capitalismo. En la llamada por Gramsci«revolución americana», el filósofo italiano observa la organizacióncientífica del trabajo como un sistema de transformación autoritaria delproceso de producción que altera significativamente la relación exis­tente entre las condiciones domésticas y la lógica del mercado para lareconstitución de la fuerza de trabajo y, en suma, del proceso de valo­rización capitalista mediante el control físico y social. Hoy, en cambio,la noción de desarrollo sostenible y la producción flexible e informadapresupone un modelo constituyente de regulación social «democráti­co» y cooperante. Esto es, la reconstitución posfordista del trabajo setraduce en el estímulo de la productividad humana por medio de la co­operación y los programas de información y comunicación interna, queadaptan y actualizan la cultura corporativa de la empresa en VIrtud delas demandas aleatorias del mercado, al tiempo que se amplía la explo­tación intensiva de la comunicación y las formas culturales acelerandolos procesos de intercambio simbólico, colonizando los mundos de lavida y de relación social, y promoviendo la cooperación y redes de in­teracción y conocimiento compartidas, primero a nivel del consumo, yen segundo término desde el punto de vista de la producción.

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La progresiva integración global y la convergencia de las nuevas tec­nologías de la información y el conjunto de las actividades sociales entorno a los modos de valorización capitalista en el campo de la co­municación y la cultura han favorecido en las dos últimas décadas unaampliación significativa de los espacios de reproducción económicamediante el desarrollo de nuevas formas de industrialización y comer­cialización del trabajo creativo, y de la esfera simbólica en general, que,como consecuencia, han transformado la lógica de reproducción,modificando las condiciones materiales de socialización y expresión~ultural. La conciencia de este papel jugado por la información y laindustria de la cultura ha llevado a la teoría económica a un replantea­miento de su objeto de estudio, desplazando la concepción neoclásicapor una perspectiva informacional de los procesos de producción e in­t~rcambio en virtud básicamente de la constatación de la elevada capa­cidad de producción de plusvalía en la acumulación intensiva de capi­tal del sector comunicativo. La constatación de la preponderancia delos bienes y servicios de información y conocimiento en la economíacapitalista reformula la idea avanzada por Marx sobre el papel indirec­to jugado por el saber abstracto en el incremento de la productividad,al demostrarse que el «intelecto general», lo inmaterial de la informa­ción y el conocimiento, es hoy una fuerza directamente incisiva en laproductividad y desarrollo del Capitalismo Cognitivo. La creación, eltratamiento y la transmisión de información son pues hoy fuentes es­tratégicas de productividad y poder con la revolución digital. En lostérminos de Marx, el conjunto de los conocimientos tiende hoya trans­formarse en una «potencia productiva inmediata».

Tradicionalmente relegado al ámbito improductivo de la actividadsocial general, el estudio de la economía del campo inmaterial de la in­formación y de la cultura cobra así en nuestro tiempo una función es­tratégica en relación con los procesos de desarrollo y crecimiento eco­nómico, así como en la actual configuración de lo que, vinculado alproceso de globalización, algunos autores han convenido en denomi­nar «economía-mundo», una nueva etapa del modo de producción yacumulación de capital a partir de las transformaciones iniciadas con laRevolución Científico-Técnica y las políticas de Investigación y Desa­rrollo (I+D) en los años setenta del pasado siglo.

De acuerdo con Marx, en la medida que el capitalismo y la revolu­ción industrial se desarrollan la creación de riqueza efectiva dependemenos del tiempo de trabajo y cobra mayor importancia la influenciadel estado general de la ciencia y del progreso de la tecnología aplica-

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da a la producción. Pero esta función directamente productiva es pro­blemática:

En el circuito productivo del capitalismo industrial, el trabajo genera co­nocimiento y el conocimiento, a su vez, genera valor. De este modo el ca­pital, para valorizarse, no sólo debe subsumir -con arreglo a términos mar­xistas- eltrabajo vivo, sino también elconocimiento que genera y que poneen elcircuito. Ahí residen precisamente las dificultades de esta subsunción,que impiden reducirde manerasimple el~o~ocimiento. ~ capitaly 9ue, porconsiguiente, dan sentido a la idea de capitalismo cogrunvo (MoulierBou­tang, 2004: 100).

Frente a este obstáculo, las políticas neoliberales confían en el poderdemiúrgico de las tecnologías electrónicas como tabla de salvación:

La irrupción de las tecnologías nuevas es una de las causas centrales de lacrisis actual; sin embargo, su difusión en toda la economía y el desarrollode los nuevos productos que favorecen, serán la salida [...] Se anuncia en­tonces el fin del sistema de producción en serie, y su cambio a otra orga­nización general de la figura central y la clave de un sistemaque pone enpráctica principios nuevos de coordinación entre agentes, y en donde do­mina una innovación fuerte y permanente de productos [...] De la empre­sa individual, de las condiciones de su valorización, a la organización in­dustrial de conjunto, es decir a la acumulación de capital considerado anivel social, nos enfrentamos con una cadena de transformación continua(Coriat, 1993: 143).

En este contexto de transformaciones aceleradas como base de repro­ducción del capitalismo adquiere sentido el empeño de las políticas pú­blicas por garantizar la socialización de las nuevas tecnologías electró­rucas.

Decíamos en la introducción que el objeto principal de nuestro es­tudio es el análisis de las «lógicas sociales» de ampliación del modo deproducción capitalista, las formas de implantación transnacionales ! lamicropolítica de la comunicación educativa, así como los agenclamlen­tos y lucha de clases que atraviesan los espacios de articulación ~ con­vergencia del sector de la educación y la formación con los medios decomunicación y las nuevas tecnologías especialmente, porque, en efec­to, el comienzo de todo es la producción. Debemos proceder a captarla abstracción real del modo de producción capitalista, y su conforma­ción en cada contexto histórico, para entender la centralidad de la Co­municación Educativa y sus políticas públicas.

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Las tendencias !mperantes en la industria de la cultura requieren, eneste sentido, trabajos de investigación que observen, dentro y fuera delas fronteras n.aclOnales, la vinculación entre Estado, mercado, corpo­ra~lO.nes multimedia, procesos de concentración industrial, políticasp~b]¡cas y desarrollo económico, a fin de generar un mayor conoci­miento sobre los escenarios globales que permita arrojar luz sobre lasnuevas formas, dispositivos e interplanos del poder político-ideológi­co en el campo de la educomunicación, para el diseño de alternativassocialmente viables de control democrático de la información y del co­nocimiento mediante:

1. El análisis de la estructura de propiedad de los medios de informa­ción y las empresas productoras de tecnología y contenidos cultu­rales.

2. El estudio de los procesos de producción y distribución cultural yde reproducción ideológica.

3. El análisis de las lógicas económico-financieras y su influencia en lac?nformación y dinámica mercantil de la comunicación y la educa­Clono

4. El reconocimiento del impacto y estructura del consumo cultural enrelación con las formas de desigualdad material y simbólica.

Como marco teórico fundamental, el conocimiento que nos ofrece enesta línea de estud.i~s la Economía Política de la Comunicación y laCultura puede clarificar no sólo la lógica y evolución de la industria te­lemática en el contexto de la construcción de la Sociedad Global de laInformación, sino además el propio objeto de estudio, la problemáticay las posibles respuestas que necesariamente deben ser alentadas in­terdisciplinariamente, en las Ciencias de la Comunicación la Ec~no­mía, la Política y las Ciencias de la Educación, en relación'con las ac­tuales ref?rma~ educativas y los procesos de convergencia del sector dela comurucacron y los srsternas formales de enseñanza:

La principalventajade un enfoque abierto y dinámico como el de la Eco­nomía. Política es que proporciona un marco teórico integrado, en el cuales posible engar.zar, .a~l mismo tiempo, tanto los diferentes niveles del pro­ceso de cornumcacion de masas, como las dimensiones centrales de laestructura social. Una Economía Política concebida de esta manera permi­te; ~ su vez, da~ cuenta de las mutaciones del sistema de producción sim­bohca de la SOCIedad, pero de forma articulada con las diferentes transfor-

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maciones que se producen en otros sistemas, como el tecnológico, el eco­nómico, y el político, así como de la estructura de dominio que se estable­ce en el sistema de los intercambios internacionales, en la que también estánpresentes los medios de comunicación y los productos que difunden, ydonde, por otra parte, constituyen un mecanismo fundamental para elmantenimiento de las desigualdades estructurales (Murciano, 1995: 20).

La conexión entre los aspectos culturales y comunicativos, los tecnoló­gicos y económicos, y los político-informativos favorece una compren­sión global de la interrelación existente entre los diferentes niveles de ac­ción merced a una metodología de análisis estructural muy oportunapara el campo de las transformaciones socioculturales que estamos ex­perimentando. La centralidad y el liderazgo de las industrias de la co­municación en la proyección de las autopistas y redes multimedia, asícomo en los actuales usos sociales y educativos de los nuevos medios deaprendizaje, justifican, en este sentido, tanto la fundamentación teórico­metodológica del estudio de los procesos de integración de la comuni­cación y la educación en la Economía Política de la Comunicación y laCultura, como la definición del objeto de estudio y tratamiento de laspolíticas públicas en este campo a partir de las «lógicas sociales» que ri­gen los procesos de expansión y desarrollo internacional de las indus­trias culturales y de otros agentes económicos.

Ahora bien, si la principal aportación del método materialista his­tórico es la construcción del conocimiento y la teoría social desde la rea­lidad concreta, el modo de concebir e interpretar el mundo debe adap­tarse a su configuración cambiando en cada momento histórico. Cadarealidad necesita su teoría, pues conforme la historia avanza y la reali­dad social cambia, nuestro conocimiento del mundo no puede perma­necer inalterable. El método y la sustancia, la forma y el contenido delconocimiento, deben guardar correspondencia. Hoy, por ello, la Eco­nomía Política de la Comunicación debe replantear sus fundamentospara comprender en su totalidad la hegemonía de la producción inma­terial que, cualitativamente, está transformarndo la economía, las for­mas de vida y, desde luego, la propia comunicación y la cultura. Con­cebida como Economía Política del Conocimiento, esta disciplina debepensar la relación entre trabajo y valor a partir del reconocimiento delcarácter común y colectivo de toda producción inmaterial. Más aún, «eltrabajo y el valor se han hecho biopolíticos, en el sentido de que viviry producir tienden a hacerse indistinguibles. En tanto que la vida tien­de a quedar completamente absorbida por actos de producción y re-

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producción, la vida social misma se convierte en una máquina produc­tiva» (Negri y Hardt, 2004: 179). La constatación de esta idea exige, endefinitiva, una reformulación de nuestra perspectiva de estudio. Porotra parte, es preciso reconstruir una Economía Política de la Comu­nicación Educativa capaz de explicar de manera satisfactoria: «I. Las re­laciones entre la comunicación social y las formas de distribución de lariqueza y el poder en la sociedad; 2. Cómo se estructuran y reproducenlas relaciones de legitimación social, es decir, las formas de dominio ydesigualdad y cuál es el papel de la comunicación social; 3. Cuáles sonlas consecuencias socioculturales del intercambio de comunicación enun sistema económico y cultural mundial» (Murciano, 1995: 21).

Desde hace más de dos décadas, las políticas públicas de integracióneconómica regional constituyen un problema de conocimiento apenastratado por los estudiosos del campo de la Comunicación Educativa,menos aún desde una visión sociocrítica y/o económico-política.

Si bien en la era de las redes globales las políticas de comunicacióny cultura tienen una función estratégica en relación con el proceso dedesarrollo social, el estudio de las políticas culturales, así como el aná­lisis de las lógicas de la economía política de la comunicación y la edu­cación, no ha sido prácticamente explorado al tratar el proceso de cons­trucción de la Sociedad Global de la Información o los problemasteóricos centrales que derivan del estudio de la Comunicación Educa­tiva en el actual contexto histórico. Y ello pese a dominar en las políti­cas públicas en esta materia una clara orientación econornicista quetiende a asignar a las tecnologías multimedia una función específica derentabilidad y modernización productiva en el ámbito educativo, entérminos de coste/beneficio. En consecuencia, parecería lógico pensarla pertinencia de un análisis de los procesos de información y aprendi­zaje que tome como referente tal dimensión económica.

La aplicación intensiva de las nuevas tecnologías de aprendizaje enel reforzamiento de las políticas de competitividad y modernizaciónindustrial mediante la cualificación de los recursos humanos, en el mar­co de las transformaciones aceleradas del mercado de trabajo, siempreha procurado sin embargo ignorar, más o menos conscientemente, lasimplicaciones y el trasfondo económico-político de este proceso, des­plazando el núcleo de las preocupaciones en torno a las lógicas de pro­ducción y control social, a nivel macro, por un enfoque didáctico, me­todológico y microsocial sobre las tecnologías de la información, losprocesos educomunicativos y las metodologías de integración de los dis­positivos mediáticos y las dinámicas de formación; mientras que las

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políticas culturales y la propia Com':lllicación Educativ~ co~tribuyen,como práctica teórica, a realizar, a nivel micro, la valon~aclOn del ~a­pital, a través de los usos educativos de los bienes y eqUipos telernáti­cos de la industria electrónica y la definición de las «funciones» SOCIO­pedagógicas de los nuevos medios de producción y pr?cesamiento deinformación, asumiendo como propia y natural la opacidad de las rela­ciones capital/trabajo en las que tiene lugar el proceso de «acomoda­miento» de los nuevos sistemas de socialización del saber social acu­

mulado.Éste, como hemos dicho, es el elemento central de la actual rees­

tructuración productiva. El plusvalor se produce hoy mucho más a par­tir de la extracción de las energías mentales de los trabajadores que apartir de sus energías físicas. Un proceso generalizado de intelectuali­zación de la produccion y del consumo incide sobre las capa~ldadescognitivas de los hombres y mujeres, formando u.n exte,ndldo «intelec­to general» que caracteriza, según Marx, una Sltu~CI~lll en la q~e ladominación capitalista se muestra anacrónica, al exisnr la posibilidadconcreta de su superación, en función de dos lógicas intrínsecas al ca­pitalismo tardío: la virtualización de los espaci?s sociales y los mund?sde la vida y la extensión de la lógica biopolítica a partir del bllloml.ociencia-tecnología, lo que directa o indirectamente convierte al domi­nio del conocimiento o, en un sentido amplio, a los sistemas de pro­ducción y conformación de sentido, en dispositi:vos estratégicos. ~econtrol y cambio social. Se produce en esta nueva lógica de producciónla denominada por Paolo Virno «ambivalencia del desencanto», «unaabstracción real, un espacio público de cooperación, una intelectualidadde masas depositaria de saberes no separables del conjunto de los sUJe­tos vivos. En este espacio, político en un sentido, fuerte, la presencia delotro es a la vez instrumento y objeto del trabajo. La actividad sin obra,que reposa sobre el general intellect, entendido ~omo aptitudes genera­les del espíritu -facultad de lenguaje, disposición al aprendizaje, capa­cidad de abstracción y de puesta en relación, acceso a la aurorreflexión-,deviene una acción en concierto» (Moulier Boutang, 2004: 34).

Al hablar de la comunicación, la producción inmaterial y el conoci­miento no podemos eludir las contradicciones Capital/Trabajo y, másespecíficamente, las contradicciones cualitativas existe~~es entre lasfuerzas productivas (energía) y las relaciones de p~odu.c,clOn (~nforma­ción) que definen los modernos sistemas de orgarnzacion SOCial. Éstassobredeterminan las complejas formas de interacción entre la ciencia yla técnica aplicadas a la producción y el paro estructural, entre el crecí-

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miento económico y los desequilibrios territoriales y sectoriales, entree! nivel de vida y la calidad de la misma, entre la internacionalización yconcentración de los poderes económicos y los Estados nacionales,y por último y no por ello menos importante, entre los derechos hu­manos y la realidad sociopolítica y cultural a uno y otro lado de! cen­tro y la periferia de! sistema global. De ahí la necesidad de su estudio yanálisis crítico, pero sobre todo de su transformación política.

Visto el carácter depredador de! mercado y los desequilibrios queprovocan las políticas comunicativas de corte liberal, no es de reciboseguir dejando abandonado e! sector al gobierno de los intereses priva­dos, cada vez más agresivos, pues está en juego e! pluralismo político ysocial, incompatible con los existentes oligopolios informativos quepervierten la naturaleza de! servicio público esencial a la comunicacióny la educación. Por tanto, e! Estado debe utilizar cuantas competenciasle son legalmente atribuidas para planificar políticas nacionales de edu­comunicación coherentes e integrales desde e! punto de vista de! servi­cio a la humanidad y al desarrollo social. En este empeño, los análisisde la Economía Política de la Comunicación y la Educación son fun­damentales, al apuntar tendencias, lógicas sociales y contradicciones es­tratégicas en e! desarrollo de las industrias de la comunicación y e! co­nocimiento. El estudio de los vínculos estructurales entre sistemaeducativo y desarrollo económico es, más que un reto científico, unaprioridad práctica. Pues sólo a partir de un análisis económico-políti­co de los proyectos de construcción de la SG1, y de las implicacionessocioeducativas, es posible conocer los límites y alternativas culturalesen la sociedad cognitiva.

De la capacidad de mapeo y descripción de las cartografías y me­diaciones de la industria cultural en las nuevas modalidades de ense­ñanza dependerá, sin duda alguna, e! proyecto de universalización de­mocrática de! saber y del conocimiento y la aspiración emancipadorade las fuerzas de progreso en su apuesta por la construcción de una So­ciedad Global de la Información inspirada en la utopía de! espíritu Me­Bride: un solo mundo, voces múltiples.

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Políticas educativas y Sociedadde la Información

En un país civilizado sólose pueden conseguir resultados políticos

con una enseñanza firme y concreta;sin ella, en efecto, no se ha logrado hasta ahoramás que ruido, una excitación nefasta y a vecesla ruina de la causa que se trataba de defender.

K.MARX

La libertad está en la instrucción;la igualdad está en la instrucción;

la fraternidad está en la instrucción.

A. BLANQUI

«La comunidad internacional se ha condenado a ver e! árbol y a igno­rar el bosque, a prescribir paliativos allí donde se impone una in~er­

vención quirúrgica. Al ne~arse a remontar hasta la~,fuen.tes de la m~s:­ria, está corriendo e! peligro de reducir la nocion de ~ooperaclOn

internacional a la de una ayuda que se parece cada vez mas a una hu­millante caridad. Por cierto que, cuando e! mal ha llegado a las pro­porciones que hoy tiene, se requieren socorros urgentes, pero con lacondición de que no sean sólo una mera excusa y for~en parte de unesfuerzo global encaminado a que finalmente e! asistido 'pueda p~es­eindir de la ayuda. Ahora bien, la cooperación, como ha SIdo practica­da la mayor parte de las veces, ha tenido por resultado acrecentar la de-

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pendencia de muchos países de! Tercer Mundo en lugar de fortalecersus capacidades autónomas de desarrollo. Aun cuando algunos han al­canzado aquí o allá una victoria, varios se encontraron, llcgado e! ba­lance, debilitados, e incluso más débiles, desde ciertos puntos de vista»(M'Bow, 1980). La cita de! discurso pronunciado ante e! undécimo pe­ríodo extraordinario de sesiones de la Asamblea General de las Nacio­nes Unidas por e! ex director general de la Unesco Amadou-MahtarM'Bow, es, cuando menos, representativa hasta la fecha de un debatependiente de materializarse en acciones políticas concretas. En ciertomodo, muchas de las ideas contenidas en su discurso son de plena vi­genera. El problema de! conocimiento y la transmisión cultural de lass~ciedades ';I0dernas viene siendo e! mismo que se planteó hace tresdecadas y aun antes en los años sesenta, en torno al problema de la es­cuela paralela. Hoy, en cambio, el objeto de las Políticas de Comuni­cación y Educación se ha sustituido por e! concepto-fctiche de Socie­dad de la Información. No se trata sólo de un mero desplazamientoc?ncepmal smo,. más allá aún, de un viraje ideológico en la política y e!SIstema internacional:

En concreto: la ONU y la UIT [Unión Internacional de Telecomunicacio­nes] de ayer, de cuyos claustros salieron pOt ejemplo la Declaración sobreun Nuevo Orden Económico Internacional (NOEI, en 1974); o el InformeM~tland: El Eslabón Faltante (1985), ya no existen, y sobre su menguantecarácter mtergubernamental todas las dudas son lícitas(Pasquali, 2003).

E~ta rcorientación se produce además en un proceso de desmantela­mrento y bloqueo de la ONU, reemplazada en sus deliberaciones re­presentativas de la Asamblea General por organismos internacionalescomo la OMC, el G8, la OCDE o e! propio FMI. La crisis de! multi­la:eralIsmo y de las propias Naciones Unidas amenaza la posibilidadmisma de la cooperación internacional al desarrollo y el compromisosolidario Con v~lores e~ desuso que inspiraron en su origen las prime­ras propuestas internacionales de políticas públicas en comunicación ycultura por la predominancia de los grandes intereses económicos e in­dustriales. La propia UIT cuenta ahora con un Consejo Consultivo demás de,~OO e.mpresasprivadas que juegan un activo pape! de presión enlas políticas internacionales.

Objeto de negocio de las corporaciones multimedia, de las grandesempresas de información y comunicación, la idea de SI representa unnuevo proyecto educativo y de modernización basado en e! imperio de

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la técnica y de los intereses comerciales que hoy privatizan los j>roce­sos de socialización de! conocimiento. La escuela paralela, e! sistemainformativo, ya no se limita a convivir en t:nsió~ y competen~ia conun modelo público de educación que sólo Ilusor~~mente mantIen~ e!monopolio de! saber. ~a Sociedad de la ,Informac.lOn exige hoy la I~­plantación de estrategias de comumcac~on educativa capaces de mo.vl­lizar e! conocimiento. El problema radica en que e! sistema educativose muestra incapacitado para forjar un proyecto de ~edi~ción que pr~­mueva una nueva cultura tecnológica desde una racionalidad democra­tica e igualitaria. Pues carece, como ha señalado Bernar? ~iege, de unmovimiento social externo que apoye una transformación institucional

de tal envergadura:

La formulación de este proyecto es tanto más compleja cuanto que no sepuede proceder a la misma independientemente de la movilización de losdocentes y formadores (y, por tanto, de criterios de ord~n estratégico) y deque las normas de usos de los materiales y de los proP.lOS programas seanampliamente fijados por los fabncantes y editores (Mlege, 1992: 76).

Lo macro y lo micro se articulan aquí dialécticamente en la definiciónde un conflicto que, lejos de toda tentación dualista o de interpretacio­nes poco fructíferas, vincula en torno a las lógicas sociales de la comu­nicación internacional las dinámicas e intereses de las industrias de lacultura con los obstáculos locales a una renovación pedagógica que en­frentan los poderes públicos nacionales en e! marco de! proceso de con­vergencia y globalización económica. .

La revolución digital y el acceso a sistemas de transport~ y co~u­

nicaciones más ágiles han permitido al capital un redlmenslOna';llen:to a escala planetaria de los mercados y economías nacionales, mas allade las limitaciones fronterizas que establecía tradicionalmente e! SIS­tema nación-Estado, originando numerosos conflictos y contradiccio­nes culturales. La incidencia y desarrollo de nuevos sistemas de infor­mación y comunicación en el sector educativo po: la convergencia. dela informática las telecomunicaciones y el audiOVIsual no han suscita­do, sin embar~o, en nuestro ámbito académico, el interés científico quecabría esperar, a la luz de las transformaciones culturales que se obs~r­van en el nuevo escenario mediático. Según apuntábamos en nuestra In­

troducción, pese a jugar un rol determinante ~n las tendencias de inte­gración y globalización económica, la Comunicación ~duca~'."aes hoyun campo estratégico apenas explorado en su dimensión política, Omi-

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sión ésta más que ~ignific~ti~a en un momento en el que, paradójica­mente, las Instl~uclOnes públicas y la mayoría de los agentes socialescoinciden en afmr~~r su compr?miso y completa disposición a Coope­rar ~n la construcción de la Sociedad Global del Conocimiento, de unasociedad de I~ información democrática, diversa y accesible para todos,que haga factible el mito de la «transparencia social» imaginada por elposmvrsmo (Sierra, 1999: 31-75).

El disc~rso dominante sobre la SI ha proclamado así el derecho deacceso, el Ideal de la democratización del conocimiento a través de In­ternet y el principio de diversidad y pluralismo informativo de las nue­vas plataformas digitales, eludiendo por principio la discusión y el de­bate políticos sobre los programas que se proyectan en el horizonte deI~ llamada Sociedad Cognitiva, con la notoria indiferencia de la mayo­na de los estudiosos de la Comunicación Educativa, preocupados -enuna for~~ v~rgonzante: de. «miopía intelectual»- por los usos, Contex­tos y didácticas de aplIcaCión de los nuevos sistemas informativos enlos <:entros de enseñan~a y la educación no reglada, sin otro afán quegesnonar el proyecto cibercapitalisra de calidad total en la enseñanza yla cultura unidimensional ?e1 nuevo sujeto posfordista, dominantes ene! nuevo pensamw~lto social que hoy :oloniza el trabajo de los profe­sionales de: la ensenanza y de los trabajadores intelectuales, en general.

Al analizar no obstante las condiciones y desarrollo de las industrias~e la comu?l~ación, así como las transformaciones del sistema educa­tivo a proposl:~ del p~oy~et.o de convergencia económica regional, eva­luando la~ políticas e inICiativasde los poderes públicos nacionales y delos orgam~m.os InternaCIOnales, los Ideales pregonados por los intelec­tuales orgamcos del nuevo -tecnocratismo pancomunicacional» asícomo las «b~enas intenciones constructivistas» de los educomu~ica­dores y estudiosos de la comunicación y la educación en su aislamien­to econó~.ico-político?e las lógicas sociales que gUía~ todas y cada una~e sus irucranvas e~p~nmentales de innovación en el campo de la ense­nanza y el aprendizaje, revelan significativas contradicciones e incon­sistcncias persistentes.

Como trata.remos de demostrar, la política de apoyo y financiacióndel uso educativo de los nuevos medios electrónicos es, en este punto,perf?ctamen:e coherente Con las necesidades y condiciones de valori­zaclO~ de la industria cultural, urgida en el proceso de construcción dela s?cledad global de la información de iniciativas públicas que haganposible la ~mpliación de los mercados de consumo, de los que hoy for­ma parte, inevitablemente, la educación.

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En el marco de la llamada Sociedad de la Información urge por ellouna reflexión crítica sobre las decisiones y políticas públicas que se es­tán adoptando en materia de Comunicación y Educación, a fin de en­tender el proyecto estratégico de la Sociedad Cognitiva y sus derivas yconsecuencias sociales desde el punto de vista del impacto y resultadosde las políticas públicas que configuran hoy el campo cultural. Convie­ne para ello, en este punto, conocer las lógicas políticas que las institu­ciones globales definen estratégicamente subordinando las políticaseducativas nacionales y de comunicación mediante la definición de nue­vas jerarquías, de formas de poder y control innovadoras que hoy mar­can el desarrollo de la Sociedad de la Información y del Conocimientoagudizando las contradicciones y conflictos emergentes del campo cul­tural. Los Estados nacionales, por supuesto, siguen desempeñando unpapel crucial en la determinación de cómo ordenar el sistema educati­vo y reorientar sus funciones productivas modernizando sus estructu­ras con las redes telemáticas, pero sus políticas están orientadas cada vezmás no hacia los intereses nacionales, sino más bien hacia la estructuradel poder global, transformados en espacios de reorganización funcio­nal del nuevo mapa de producción y organización del capitalismo.

Como proceso contradictorio y paradójico atravesado de desigual­dades y desequilibrios múltiples, la globalización es, en este escenano,el horizonte cognitivo del nuevo modelo emergente de mediación quedebemos pensar antes de formular y describir las políticas públicasconcretas en materia de comunicación y educación.

Desde esta perspectiva, tales políticas vienen predeterminadas porlos discursos y documentos oficiales que, internacionalmente, sostie­nen y propagan organismos como la Unesco (Organización de las Na­ciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), la OCDE(Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), elBM (Banco Mundial) o el BID (Banco Interamericano de Desarrollo),traduciendo a escala local la filosofía de la convergencia tecnológica enel sistema educativo. La labor de estos organismos internacionales através de diagnósticos y sugerencias basados en trabajos de investiga­ción acerca de la situación educativa de algunos países, así como los li­neamientos adecuados de la educación del futuro y las nuevas tenden­cias para la certificación y estandarización internacional de profesionesy oficios, viene marcando la agenda de gobiernos y organismos supra­nacionales como la Comisión Europea. Y ha logrado revrvir el espejis­mo de que las innovaciones tecnológicas dan cumplida respuesta a losmúltiples rezagos y necesidades que el sector educativo experimenta en

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los países menos desar:ollados mientras, contradictoriamente, y comoconsecuenCIa de la crisis económica~ue experimentan los sistemas pú­blicos y:1 propIO Estado, la reducción de los presupuestos destinadosa la ensenanza ha sido referencia re.currente en las políticas públicas de­fendId~s por estos organismos obligando a las instituciones educativasa modIfI~ar su~ta:'Clalmente sus criterios, prioridades y formas de or­gamzac~onal Iímite casi de la privatización. De hecho, en algunos paí­ses el numero de inStitucIOnes de educación privada comienza a supe­rar al sistema público.

En s.u análisis prospectivo, la OCDE identifica a este respecto seisescenanos de futuro:

1. La desintegración. El rápido cambio que experimenta la sociedadglobal llevará a las escuelas a un paulatino proceso de desintegracióncon currículos flexibles y personal docente mal remunerado

2. Retraimiento privado. El proceso de concentración permi~irá unSIstema educativo dual en el que los sectores pudientes financiaráncurrículos privados y servicios de profesionales de la educación queejerzan en calidad de preceptores.

3. La mercantilización. El proceso de concentración económica limitael ámbito de.actuación. del Estado, que cede el control de la gestiónde los serVICIOS educatIVos al sector privado, con unas institucioneseducativas que compiten más entre sí obligadas a innovar.

4. La ¡era.rquización. El sistema educativo se estructura como un sis­t~ma piramidal con currículos rígidos y densos y el modelo tradi­cional de escuela bajo control monopolÍstico del Estado.

5. El modelo comunitarista. La descentralización del sistema educati­vo favorece la construcción de contenidos de aprendizaje centradose? el contexto y apoyados por grupos sociales según currículos fle­XIbles y creativos definidos por los actores locales.

6. El desarrollo reticular. Al igual que el modelo comunitarista seconst~yen c?munidades de aprendizaje que compiten entre sí, 'pe­ro al mismo tiempo desarrollan diversas formas de cooperación e in­tercambio articulando redes locales y globales de enseñanza y apren­dizaje (OCDE, 2001).

La evolución, en los últimos años, del sistema educativo se orienta endirección a ~n modelo de educación mercantilista, privatizado y públi­camente desintegrado, En la mayoría de países, se observa un cambiode perspectiva que tiende a desplazar paulatinamente al Estado como

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proveedor monopolista de la educación, traspasando a manos de insti­tuciones privadas de orden diverso como las universidades privadas yotras de nuevo cuño, como las corporaciones multimedia y las entida­des mixtas sostenidas por los usuarios, las principales competencias deformación especializada, que por supuesto son costeadas por quienesacceden a estos servicios educativos. El concepto mismo de servicio pú­blico sufre hoy un desplazamiento hasta el punto de que ahora se po­ne en tela de juicio el derecho universal a la educación.

A partir de estos antecedentes generales, el propósito del presente ca­pítulo es analizar los cambios que está experimentando la agenda públi­ca en materia de educación (sobre todo la educación superior) en el con­texto de la Sociedad Global de la Información, para tratar de definir losprincipales problemas que se derivan de los cambios experimentadospor la modernización tecnológica, enunciando los principales escenariosde futuro y los principios básicos de laSociedad del Conocimiento.

Partimos de la premisa de que estamos ante políticas públicas na­cionales cuyo origen, como ya se mencionó, es originada en los dis­cursos y documentos producidos por diversos organismos internacio­nales, en particular la Unesca y la OCDE. Por ello, nos referiremoscon insistencia a las aportaciones de ambas organizaciones al tratar deejemplificar la incorporación de la visión hegemónica de la SI en elmarco de los Estados nacionales, identificando las formas materiales deorganización y transformación económica del sistema educativo segúnlas exigencias modernizadoras del sistema tecnológico de informacióny conocimiento del capital global.

1. La agenda política de la sociedad-red

La revolución multimedia y la convergencia económica de la industriadel cine, la radiodifusión y la industria de programas con las teleco­municaciones, las empresas editoriales y las industrias de tecnología dealta definición inauguran un complejo escenario de interacciones y ori­ginales vínculos entre sistemas tecnológicos, procesos industriales y re­alidad cultural que, a la vez que favorece la concentración y estrategiasde alianzas entre operadores de televisión, propietarios de derechos au­diovisuales y fabricantes de equipos, contribuye a una concatenaciónde productos, medios, géneros y usos sociales de consecuencias impre­vistas para el sector. Hace varias décadas el Informe Nora y Mine (1980)manifestaba la necesidad de una política nacional para el desarrollo de

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las nuevas tecnologías de la información, ante el preocupante fenóme­no de! oligopolio informático dominado por las empresas transnacio­nales. «La informatización de la sociedad» expresaba entonces la in­certidu~bre política de una cultura liberal sometida a los riesgos yoportumdades de la nueva economía tardocapitalista totalmente com­p~terizada,y, en la ,;"isma medida, vulnerable. Hoy parece haberse per­dido toda conciencia o preocupación ante los cambios y contradicto­nas mudanzas en el universo de la comunicación y los sistemas deciencia-tecnología, mientras asistimos a nuevos regímenes de sobera­nía, a la reformulación de las tradicionales funciones estructurales deactores e instituciones culturales fundamentales en la socialización cul­tural en virtud de una lógica de la gobernabilidad basada en la econo­mía de redes que explota el conocimiento en la nueva sociedad deapr:ndizaje alimentando los procesos de innovación y organizaciónsocial, Estas transformaciones globales operan en la relación entre eco­nomía y desarrollo social y se manifiestan de forma más radical y evi­dente e.n las formas de organización de la empresa, que hoy se traspa­san al sls~ema educativo mediando, al mismo tiempo, el espacio públicoy las políticas gubernamentales en materia de comunicación y cultura.

La agenda de la denominada por Castells sociedad-red asume, en es­ta l.ínea, como vectores estratégicos, cuatro condiciones básicas priori­tartas:

1. La desregulación. De acuerdo con el profesor OthonJambeiro tresdinámicas interrelacionadas estimulan la desregulación comperinvey definen actualmente el modelo de desarrollo de la SGI: 1. La for­mación de conglomerados de empresas, vinculadas a escala interna­cional hasta por pequeños negocios de carácter local; 2. La globali­zación del mercado de la producción intelectual según la cultura deconsumo trans~acional;y 3..La privatización, caracterizada por e!pr.edommlO de intereses particulares en detrimento del interés pú­blico en e! campo de la comunicación y la cultura (jambeiro, Bola­ño ~ Brittos, 2004: 73). Esteproceso tiene lugar con la retirada pro­gresIva del Estado, en beneficio del interés privado, y una crecienteinstrumentalización de las acciones públicas contraria a la democra­tización de la comunicación y de los bienes y servicios culturales, engeneral. ~n este marco, las políticas nacionales deben tratar de apli­car y definir programas de acción para e! desarrollo de sistemas for­males y no formales de educación que procuren la adaptación delpaís a los retos de la economía digital.

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2. La desintermediación. La desarticulación del Estado m.oderno P?rpoderes supraestatales tiene como prime~a consecuenCl~un vacta­miento del espacio público. El desplazamIento de lo político .~or laeconomía del conocimiento, con la emergencia en la educaclOn delos grandes agentes económicos y e! capital financiero, ha l??radosubordinar la autonomía educativa a las formas de valorización ~e!capital con la progresiva pérdida de importa~cia de la medlac~onpolítica cultural. Al mlsm~ tiempo que, paradoJlcamente, «la teo~'­ca desintermediación predicada de las nuevas redes, con la relaclO,ndirecta creador-usuario como virtud extrema, queda cada vez mascuestionada. Porque esas potencialidades ciertas s: enfre,ntan en mu­chos casos al surgimiento de nuevos intermediarios, mas potentes einsidiosos a veces que las anteriores: desde los grandes portales obuscadores integrados de Internet, que orientan Y. dirigen a mlll~­nes de consumidores, a los mayores grupos mediáticos con multi­millonarias inversiones en marketing para reforzar su poder debranding, o a los operadores de los EPG. (elec~ronics program gUI­de o gathering), que ejercen en la televisión dlgl~al u~a programa­ción más constrictiva y eficaz que la programaclOn clásica» (Busta-

mante, 2004: 26).3. La desagregación. La revolución digital alt:ra las fodrnlaS die pro­

ducción de contenidos desagregando [nnciones tra iciona ~ente

concentradas de producción, registro y difusión de! conoC1~lI1entoen la enseñanza clásica. La desagregación reformula las funcIOnes yroles tradicionales de! docente e inaugura nuevas lógicas en la cade­na de! valor que, según los discursos más optimistas sobre la SI, con­tribuirán significativamente a una democratización cultur~LEl pro­blema eS que la política de financiación públ!ca de adqUlslclón deequipos y conexión a Internet puede contnbUlr a una estructura so­cialmente dual por asignar al mercado y al se.ctor pnvad~ .e! desa­rrollo de la SI en lugar de las políticas solidarias de-rnserclOn (te!e­centros, comunidades y redes de aprendizaje) de las NTIC, por.~omencionar la creciente concentración en el proceso de producciónde contenidos simbólicos que se está originando con la reaco~oda­ción de actores y agentes económicos en el nuevo escenano detransformación tecnológica de! sector. .

4. La diferenciación. Por último, la definición de la SO~d'edadd dell Co­nocimiento aspira a diversificar la ofe~ta de .cont~m os e as m­dustrias culturales. La ampliación y la d,verslÍJcaclOn de contenidos,géneros y formatos con destino al consumo son identificados como

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parámetros indicativos del acceso y materialización de la Sociedadde la Información que contribuyen, según la versión liberal, al de­sarrol~o de las redes y sistemas digitales, pero, fundamentalmente, alpluralismo y la personalización al gusto del usuario de los serviciosavanzados de comunicación y, por supuesto, de los itinerarios cu­r;lculares. La liberalización de las telecomunicaciones demuestrasm.embargo? que la ampliación de la oferta, la diferenciación de ser:VICIOS y la diversificación de agentes tienden a medio y largo plazoa des~parecer, tras un período de proliferación de agentes y ofertas,para Imponerse la homogeneidad. De hecho, en el caso concreto dela educación, la tendencia es a estandarizar contenidos y perfiles for­mativos, S1~temas tecnológic?s de te~eformación y hasta actitudes ycoml'etenClas. docentes por In;poslclon de los principales organis­mos internacionales y exigencras de los acuerdos comerciales lide­rados por el capital global.

De acuerdo con Negri y Hardt, podemos distinguir tres tipos de acuer­dos entre las fuerzas lilobales del mercado de la comunicación y la cul­tura y los poderes publicas que afectan a las políticas educornunicati­vas hoy día:

1. Acuerdos privados y formas privadas de autoridad en el mercadoglobal ~ue son creados y gestionados por las propias corporaciones.

2. Mecanismos reguladores establecidos mediante acuerdos comercia­les.entre p~íses para el control del comercio y la producción a esca­la internacional,

3. Normas generales que operan a escala in~ernacional o global y quecuentan con el respaldo de instituciones mternacionales o suprana­cionales.

<~El primer nivel ~s el de la aut?rregulación de las interacciones capita­lI~tas con el objetivo de garantizar el beneficio; el segundo implica me­diaciones entre los Estados-nación que construyen consenso en el pla­no internacional; y d tercero es el proyecto constituyente de creaciónde una nueva autoridad global» (Negri y Hardt, 2004: 208). La propiaCumbre Mundial de la SOCIedad de la Información es indicativa de es­ta hegemonía absoluta del capital global. Que las empresas multinacio­nales del sector y, significativamente, que la UIT, y no la Unesco, ha­yan protagonizado .las dos sesiones y las reuniones preparatorias,pensadas, como advierte el profesor Pasquali, más para aliviar los con-

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flictos y críticas de la Sociedad Civil Mundial que para llegar a otrasconclusiones distintas a las previstas por las grandes compañías trans­nacionales, confirman dicha hipótesis. Como resultado:

Lejos de constituir una real familia humana de información ~bierta, ~lmundo es hoy un archipiélago de sociedades asimétricamente informan­zadas: una velocidad para los ricos, otra para los pobres. El abaratamientode las tecnologías ha democratizado en algo la conectividad, pero empeo­rado los viejos desequilibrios; el 20% pudiente de la humanidad ha acapa­rado, y con creces, elochenta por ciento de las riquezas tecnológicas en in­

focomunicación (Pasquali, 2003).

Para acelerar el proceso de modernización tecnológica en la era digitaly superar tales brechas, los defensores de la SGI preconizan:

La competitividad en un mercado mundial abierto.La integración de sus estructuras en función de la sociedad iníor-

macional.El desarrollo de la creatividad y la identidad cuhurallocales.El crecimiento económico y la creación de empleo.

En el ámbito educativo, la filosofía de esta política, concretada en losobjetivos de la Declaración de Barcelona (2001), es aprender para em­prender, vinculando la universidad a la empresa para tratar en todo mo-

mento de:

1. Asegurar la aceptación. Para ampliar el mercado es necesario favo­recer la aceptación del uso del entorno multimedia, interactivo, en­tre la población en los procesos formativos. Esto es, convencer a laciudadanía de la necesidad de invertir en tales bienes y adaptarse a

sus usos.2. Favorecer la incorporación de los profesionales de la educación eli-

minando los obstáculos y resistencias al cambio y asegurando acti­tudes positivas favorecedoras del uso de la tecnología educativa.

3. Financiar, con fondos públicos y privados, con participación de losoperadores de la red, la industria, los sectores comerciales y las ins­tituciones de educación pública, el proceso de modernización tec­

nológica del sistema de enseñanza.4. Favorecer el libre acceso a la red. Usar el modelo de Internet, mul­

tiplicando los usos pedagógicos en la escuela a bajo coste.

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5. Reducir la brecha entre educación y formación, fortaleciendo los la­z.o.s entre sistemas públicos y proveedores comerciales de forma­cron, .acomodando los mapas curriculares a las necesidades de la in­dustna.

6. Establecer mecanismos de control de calidad.7. Desarrollar contenidos y sistemas funcionales para el desarrollo

educativo,

Estas recomendaciones estratégicas de la Declaración de Barcelona sonco~erente~ COn una política pública que trata de «tecnificar la educa­cion», o bl~? «escolarizar la tecnología», en función de tres creencias olecturas rrnticas de la comunicación educativa:

a. La incorporación de las NTIC en la enseñanza redunda en la mejo­ra de la calidad educativa.

b. La personalización de la enseñanza favorece el aprendizaje autóno-mo frente a la disciplina escolar.

c. La transparencia comunicativa (Huergo, 2000).

Como resultado, concluye Huergo, son tres obsesiones las que marcanla agenda pública:

1. La clar.idad, y por ende, la seguridad y la certeza en un mundo glo­bal mcrerto y mutable.

2. La eficiencia, la productividad y la excelencia.3. y la velocidad.

Estas e~ige.ncias, con la progresiva imbricación de la industria de tele­comun;caclOnes y la informática con el audiovisual, se han traducidoen los ~~tlmos años en una radical transformación del concepto de in­:ormaclOn, que pasa a ser l?ensado como mercancía y materia prima ob­Jeto de dIferentes estrategias de valorización:

El model? de SI no puede Ser (en consecuencia) comprendido fuera de lafU?C1onahdad del cambio enge.ndrado por las necesidades de recomposi­CIO~ del proces". de acu?,ulaclOn de capital y la mutación del patrón tec­nol~gl.co (es decir, economlco y social) del mundo industrial acaecidos enlas ultlma~ tre~ décadas. En estos procesos, la información aparece Comouna matena prima y una mercancía fundamental (Becerra, 1999: 139).

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En este sentido, la revolución digital y la convergencia entre telemáti­ca y audiovisual constituye básicamente un proceso de:

Eliminación de las barreras entre sectores y la emergencia de nuevasáreas de negocio.Reconversión global de las redes y servicios de comunicación.Creación de nuevas formas de comercialización.

La contradictoria definición de este orden queda en evidencia cuandoobservamos que la comunicación global, hoy por hoy, es una topo­grafía asimétrica de relaciones políticas, económicas y culturales. Lacreciente concentración en conglomerados financieros, industriales ymediáticos, la expansión de economías de escala en mercados desre­guiados y la privatización de las telecomunicaciones convierten porejemplo la teleeducación en un proceso de vaciamiento del interés pú­blico en los Estados nacionales. «Las nuevas tecnologías y el favora­ble entorno político de los años recientes han proporcionado a lascompañías multinacionales la capacidad de redistribuir la divisiónglobal de la fuerza de trabajo por medio de las asignaciones de inver­sión directa en el extranjero» (Herman y McChesney, 1999: 57). Eldesarrollo de las teleconferencias, de la enseñanza a distancia y las te­lecomunicaciones en general constituye en esta línea un objeto privi­legiado de promoción del marketing corporativo, divulgado por lanueva teoría de difusión de las innovaciones, con el entusiasta apoyode la UIT, el Banco Mundial, la OMC, la OCDE, la propia Unesco yotros organismos internacionales, abanderados del nuevo futuro tec­nológico en la Sociedad de la Información, que desde hace años vie­nen pregonando como principios básicos:

1.0) Que las telecomunicaciones benefician a la sociedad y la econo­mía.

2.0) Que las nuevas tecnologías mejoran la relación costes/beneficiosen el conjunto de la producción social.

3.°) Que el desarrollo de los nuevos medios permite una distribucióny acceso igualitario a la información y al conocimiento, con elconsiguiente reparto equilibrado de los beneficios económicos yculturales.

4.°) Que la aplicación de las nuevas tecnologías es un factor determi­nante que facilita el cambio social y el desarrollo de mejores con­diciones y calidad de vida.

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Obviamente, en este tipo de razonamientos sobre la sociedad tecnoló­gica y la supuesta democratización que del saber realiza la tecnologíase pasan por alto, de prmcipio, los problemas estructurales de desi­gualda~ y poder en los que tiene lugar el desarrollo del capital culturaly econorruco. En los planteamientos en boga sobre modernización tec­nológica y reforma educativa, la educación pierde así el sentido iguali­tarro entre clases y entre los hombres, porque supuestamente camina­mos hacia un mundo sin clases, cuyo modelo es la ciudad cableadacomo ciudad educativa. Ahora bien, en el modelo de la nueva ciudadinformacion~1 que se está configurando históricamente, «lo que nadienos dice es como desaparecerán las clases hoy existentes. Se concibe latecnología como un instrumento para mejorar al hombre mejor, o pa­ra el ya mejorado, pero nunca se nos plantean las oportunidades de lasclases desfav~recidas [...] para incorporarse al mundo feliz y asépticod~ la formación permanente (para los ya formados) y de autonomía in­dividual» (Colom y Melich, 1993: 107).

!~nto la socialización de la fuerza de trabajo a través de la alfabeti­zacion universn] por medio de la extensión de la educación pública ygratuita para todos como la estandarización de las prácticas producti­vas gracras a la automatización del sistema de producción iniciado enlos años sesenta con la rev~lución informática, tienen así lugar hoy, pa­ralelamente, a la introducción de una política educativa adecuada a lasnecesidades de ~a ~1Ue;~ economía de la información a través del pro­ceso de comercialización de la cultura y de la masiva transferencia derecursos y poder político y ec~nómico públicos al sector privado, unproceso que el Grupo de los Siete sancionó, en relación con la Socie­dad Global de la Información, como un modelo de desarrollo univer­sal, asumido por la mayoría de países y organismos internacionales enforma de «alternativa de progreso para la igualdad de oportunidades»,preclsan;ente c,uando más profundamente desequilibrada y desigual esla relación capital/trabajo resultante de la informatización de los pro­cesos productivos y de industrialización de las prácticas sociocultura­les (Venturelli, 1999).

Estas concepciones al uso remiten a las célebres teorías del capitalhumano y a propuestas como «invirtiendo en la gente» (Schultz, 1985),las cuales reducen el valor social del conocimiento a una inversión defuturo a través del sistema educativo. Gary Becker (1968) define el ca­pIt~1 humanocomo el conjunto de capacidades productivas que un in­dividuo adquiere por acumulación de conocimientos generales (knowhow). Para ello, es necesario una inversión (gastos iniciales, coste de

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educación, coste de productividad), distinguiendo dos !?rmas posiblesde formación: la general y la específica. La agenda política de la socie­dad-red nos propone asumir tales gastos para, supe~ado el nempo delEstado obsoleto e ineficiente como agente monopolístico de la educa­ción invertir en nuestro futuro pagando la formación específica y, conel tiempo, cubrir, como es previsible, los gastos de la educación generalbásica como inversión de futuro en un mercado laboral desregulado yferozmente competitivo. En definitiva, la ideología empresarial ha he­cho mella en el cuerpo social, al pasar a un régimen de verdad ancladoen torno a la empresa, al interés privado y al libre juego de las fuerzasdel mercado (Mattelart, 1989) del que la educación no ha quedado almargen. La ofensiva ideológica iniciada p~r, los grandes grupos de po­der económico interesados en la pnvatIZaClOn de un sector tradicional­mente protegido y monopolio de los Estados a fin de ampliar los mer­cados de consumo y l~s formas de valori~ació,n del capital c.onst~tuye eneste sentido una priondad para la mvestrgacion en Comu~l1caclOn Edu­cativa. Pero para ello es necesario pensar, como hem~s dicho, las,expe­riencias de e-learning y los programas de teleeduc.aclOn en relaclO~ conel proceso de liberalización y desarrollo económico de la industria detelecomunicaciones y la permeabilidad de los intereses del gran capitalque hoy colonizan el sistema formal de enseñanza.

2. Telecomunicaciones y educación

El discurso y la retórica de las políticas públicas de telecomunic~ciones

se alimentan hoy de los mitos de la ideología?, la economí~ po]¡tI,ca li­beral. La asincronía, personalización, ilexibilidad y dlverslÍ1caCI?n ?ela teleeducación conforman en coherencia una imagen de acceso indis­criminado a la educación y, por ende, de democratización cultural, quepoco o nada se ajusta a la realidad cuando se observa el proceso detransformación mercantil de la enseñanza por la que el derecho a laeducación pasa hoya depender directamente de la ~apacidad de com­pra del individuo. Se insiste, por ejemplo, en la necesidad de adapt;<r lossistemas educativos al entorno cambiante de las nuevas tecnologías enfunción de las necesidades sociales de la población para equiparar, en lapráctica, estas transformaciones con la red estructural del merca~o la­boral y los requerimientos del capital. ~sí, para que una. economía seacompetitiva y el bienestar de la población posible, se exige a la educa­ción innovación y calidad a través de las nuevas tecnologías, de los en-

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tornos y nuevos sistemas de inf?rm~ción, sin una consideración públi­ca y al margen de la pamcipacion ciudadana y de los mtereses colecti­vos, como ya sucediera décadas atrás.

,Objeto privilegiado de la modernidad liberal eficientista y de lasP?htlcas de Calidad Total, la teleeducación nació subordinada a la ló­gica mercantil y hoy actualiza sus prerrogativas modernizadoras fren­te a la enseñanza formal con la promesa no cumplida de mejora de losrendi~~ent.os escolares. Como apunta el profesor Walter Braga, «la res­tauracion liberal, al mismo tiempo que sitúa la cuestión de la centrali­dad del tra,bajo, c?nfiere relevancia a las tecnologías, al conocimiento yla e.~ucaclOn. [sugiriendodealgún modo] que las tecnologías y la edu­cacion constituyen las principales alternativas para la eliminación de lasdesigualdades sociales» a~mbeiro, Bolaño y Brittos, 2004: 153) .

. Ah~ra bien, a diferencia de la década de los setenta, la educación adlst,a?C1a a través de las nuevas tecnologías hoy obedece a proyectospolíticos cuyos efectos perniciosos se dejan notar en los sistemas re­glados de enseñanza: primero, por la privatización indirecta que intro­duce la ?,o~ernización tecnológica de la educación superior y, en se­gundo terrmno, por la pérdida de calidad y el deterioro de la enseñanzacon la consiguiente exclusión social ante el dominio de indicadores decalidad b.asado~ ,en la lógi~a económica de costes y eficiencia producti­va. Esta mversron propicia la configuración de un mercado educacio­nal en beneficio de las grandes corporaciones transnacionales que porsu capacidad financiera y el volumen alcanzado en economías de esca­la tras dive;sas fu:iones y pro~esos de concentración pueden disputarcon garantlas de exito y amplia rentabilidad los mercados periféricos.En este proceso, el capital financiero comparte con las tradicionalesempresas de comunicación y entretenimiento, yel sector educativo pri­vado, un nuev~ proyecto de hegemonía cultural que amplía y desplie­g~ un pr?c~so imparable de concentración y control global de los ser­VICIOS públicos de educación.

De hecho, la industria de telecomunicaciones y las experiencias dee-learmng cumplen hoy una función estratégica de privatización cul­rural por su alto valor en el mercado y su contribución a la formaciónde.consorcios y plataformas de educación a distancia que tienden a am­phar su «base territorial natural» para diversificar las áreas de inversióny el desarrollo de economías de escala:

La educación a distancia se convierte en el dominio en el cual estas estra­tegias se intensifican promoviendo la comercialización de la enseñanza a

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escala mundial. Los consorcios transnacionales expanden su dominio so­bre los mercados educacionales periféricos valiéndose del poderío econó­mico, de la influencia política y del progreso tecnológico para intervenir enpolíticas y programas educacionales a escala global (jambeiro, Bolaño yBrittos, 2004: 156).

En este marco de la nueva sociedad-red, el sistema público de comuni­cación y el conjunto de las instituciones educativas se van a ver radi­calmente transformados por las exigencias propias de tres lógicas deconfiguración de las mediaciones:

1. El modelo centralizado de gestión de la información y del conoci­miento está experimentando un proceso de i~plosión y eXl?losiónreticular que flexibiliza y multiplica en poco tiempo las opcIOnes ycampos de intervención en esta materia, diferenciando, como hemosapuntado, la oferta desde grupos globales y centralizados de comu­nicación educativa.

2. La lógica informacional, característica de la organización escolarbancaria y del modelo comunicativo de los efectos: está SIendo p'r~­gresivamente desplazada, en la teoría y en la práctica, por una lógi­ca interaccional constructiva y dialógica que, consecuentemente,exigirá de los p:ofesionales implicados en el camp~ ~e las activid,a­des educomunicativas nuevos métodos de planeación y definiciónde las experiencias en comunicación y ducación.. .

3. Del mismo modo, se observa un paulatino proceso de mtcmaciona­lización y globalización de los sistemas de teleeducación, y de lospúblicos cautivos, tradicionalmente delimitados por, las fronterasnacionales, con la emergencia de modelos de regulación transnacio­nales y diversificados de información y educación, proceso queinaugura un escenario de incertidumbre y nuevos nesgas s?bre lafunción del conocimiento, la identidad cultural, el saber e inclusola propia actividad de investigación.

El dominio económico-financiero de la comunicación educativa contem­poránea en el proceso de configuración de la sociedad del c~nocimie.nto

inaugura así nuevas formas de control y hegemonía transnacionales lide­radas por las empresas de telecomunicaciones y los conglomerados mul­timedia, realizando materialmente el programa postergado hace más detres décadas de internacionalización de las comunicaciones vía satélite.Al respecto cabe afirmar que el modo de inserción de la tecnología de

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satélites en la década de los setenta es demostrativo de cómo la indus­tria de telecomunicaciones recurrió al campo cultural de la educaciónpara su expansión comercial a partir de la alianza estadounidense entrelas corporaciones privadas y. el.aparato del Estado, que hoy de nuevog~rantlza, en termmos econormcos, la expansión transnacional del ca­pital privado en el sector cultural:

La historia de ~sta estrecha e..o~peración entre el organismo estatal y las fir­mas aeroespaciales y electrónicas permite adivinar cómo en una relacióndialéctica l~~ empresas de l~ industria más desarrollada constituyen un fac­tor de presion sobre el antiguoaparato burocrático del Estado imperialis­ta y lo obligan a adop~ar su cr~t~rlO de modernización, y cómo esas em­presas.son llevadas a ejercer oficialmente funciones que pertenecían antesexclus,lvamente a las instituciones gubernamentales (... ] El desagüe de tec­nologías de defensa y del espacio al dominio civil tiende a precipitar laapertura del apa~ato de Estado a los propietarios de la alta tecnología con­vertidos e~ planificadores s.ociales. Hecho que se puede comprobar cuan­do se percibe la Importancia creciente de las firmas transnacionales en elcampo de la educación (Mattelart, 1977: 110).

Así, .~oy e! c~ntrol oli~opolístico de las nuevas tecnologías de la infor­ma.clOn constltuye el principal factor de sostenimiento de las actuales re­laciones económicas por medio de su socialización educativa. A travésde! poder financiero, las c0!1?0raciones transnacionales invierten gran­des sumas de dinero en políticas de I+D, privatizando e! uso de las in­novacl~I.tes. tecnológic~s, lo cual amplía y agudiza las desigualdades ydeseqUlhbnos, económicos, «La estructura desigual que les dio origendU,ranteel período de la posguerra no sólo ha prevalecido, sino que ade­mas se ha reproducido en diferentes países generando al mismo tiempodesequilibrios tanto en el acceso como en e! control de esta tecnología:es decir, subdesarrollo dentro del subdesarrollo» (Santacruz, 1993: 89).

SI analizamos la doctrina de! libre flujo de la información impulsa­da p,:r Estados Unidos en su programa de expansión económica y co­mercial a lo largo de las últimas décadas, comprenderemos el actualorden desequilibrado de la comunicación y e! verdadero sentido dela proclamación de una nueva eradel conocimiento que, en el marco de laactual estructura desigual de poder bajo el dominio absoluto de Esta­dos U~idos, condiciona ~oy las m~eras en que muchos países adaptany concl~en las tecnolog¡as al servicio del desarrollo, la educación y laeultu:a, IgI.t0rando que toda transferencia tecnológica genera formas deidentificación cultural y dependencia, pues, como señalara Hame!ink:

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1. Cada tecnología implica una estructura institucional determinada,por lo que su importación introduce unas complejas tramas insntu­cionales nada neutrales.

2. Esta tecnología importada en los países dependientes se orienta engeneral a un alto nivel de consumo. No soluciona los problemas so­ciales básicos, porque resulta inadecuada a la estructura SOCial re­ceptora.

3. La dependencia se reproduce además en este proceso porque el co­nocimiento técnico y científico básico forma parte del derecho depropiedad de las corporaciones privadas, que sólo transforman elproducto según la lógica del mercado.

4. Finalmente, el costo de investigación y desarrollo es tan. e1evad,o quesólo pueden sustentarlo los recursos y grupos económicos mas po­derosos (Hamelink, 1983: 33-34).

Así ha sido históricamente si analizamos la evolución reciente del sec­tor de las telecomunicaciones, un sector que ha sentado las bases, aña­diríamos nosotros, de la arquitectura contemporánea de la red de re­des. En este escenario, la cooperación internacional y el desarrolloeducativo fueron sólo una estrategia estadounidense para intensificarsu liderazgo internacional a través del control de la indu~tria de tele­comunicaciones a escala global. De acuerdo con esta lógica, la Irrup­ción intensiva del capital privado en el campo educativo y el uso f~r­mativo de las nuevas tecnologías están significando una progresivasustitución de la función cultural y fiscalizadora del Estado por las ins­tancias supranacionales y los grandes grupos telemáticos, justo .en unmomento de estabilización, desde los años noventa, de las actividadesculturales como ramas industriales, «abriéndose crecientemente mer­cados muy remuneradores que expresan además el peso, creciente delgasto comunicativo-cultural en el conjunto del gasto domestico y.la ren­ta nacional" (Zallo, 1992: 15). Así, hoy emergen sistemas comerciales deeducación a distancia con vocación planetaria que comienzan a confor­marse según las lógicas de la economía de escala en la,~ferta de forma­ción de grado y posgrado. Entre el marketing y la política neoliberal, laideología educomunicativa transfronteriza que articulan,estos nue:vosactores prefigura en nuestros días un mercado y nuevas logl~~s mstitu­cionales basadas en la ideología del capital global que, paradoJlcamente,sostienen y amplían los gobiernos a escala nacional. .

Estimulada por el mercado que alientan los poderes públicos, s~ co­mienza a desarrollar paulatinamente una activa industria educacional

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que supone cerca del 15% del PIE de muchos países, conformando unsector que, como advierte]oaquín Brunner, imprime un aura de mo­dernidad global cuyas expectativas distan mucho de materializarse, pe­r? que en la práctica representa un espacio de negocio más que atrae­trvo, Sólo en el año 2000, el mercado de la industria educativa fueestimado en más de dos trillones de dólares, una cifra superior a la su­ma del gasto público en educación de todos los países. No es de extra­ñar por tanto que la globalización multiplique la oferta transnacionalde programas y productos de educomunicación por medio, sobre to­do, de Internet mientras se intensifica la inversión en cualificación depersonal por la empresa y surgen nuevos agentes prestatarios de servi­cios y acreditación profesional. Con toda seguridad, a medio y largoplazo, «los procesos de privatización de la oferta educativa continua­rá~ !ncrementando la participación de las empresas privadas en la pro­VISlOn educativa, en la gestión de establecimientos y en el financia­~ie.nto de lo~ ,sistemas de formación; a esto se agrega, desde ya, larápida expansion de las demandas formativas por parte de las empre­sas. El gradual desarrollo de la sociedad de la información llevará tam­bién a aumentar la inversión de las empresas privadas en programasbienes y servicios de la industria educativa» (Brunner, 2004: 51). '

A~ora bien, esto no significa, desde luego, que el Estado haya desa­parecido como uno de los principales agentes de la política cultural.Antes bien, lo que se está produciendo es una reformulación de susfunciones estratégicas en las dinámicas de organización de la educacióny la cultura. El Estado actúa ahora en calidad de instancia mediadorad~ los límites, parámetros y vínculos históricos de la industria y la so­Cl.edad, así como en la administración del saber y del poder social, me­diante la des regulación de las actividades de reproducción de la fuerzade trabajo y su valorización por la adquisición del conocimiento, a lavez que promueve, cofinancia y regula las relaciones del capital y losorganismos supranacionales en relación con la administración social delos medios de información y reproducción de la fuerza laboral por ví­as externas a las instituciones socialmente legitimadas para la adquisi­ción y reproducción del saber social acumulado. Este cambio estructu­ral sitúa al Estado en una posición y función pública subsidiariaenmendando o corrigiendo, en el mejor de los casos, los efectos indi­rectos y secundarios de la desigual distribución del capital cultural, pa­ra atender rr~blem~s de c~nsumo no estr~tégicos como la brecha digi­tal, un objetivo pnontano de las políticas públicas que ilustra lascontradicciones e insuficiencias del modelo liberal por los negativos re-

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sultados obtenidos hasta la fecha. Por el momento, en efecto, las polí~ticas de formación para superar la brecha digital no son suf¡~Ientesmuniversales en su empeño por fomentar la apertura, el aprendIZaje con-

tinuo y la disposición o acceso a la red... ' .Tales diferencias revelan el carácter mítico, SI no propagandIstIco, de

nociones como Servicio Universal. La OCDE define como talla acce­sibilidad geográfica, el acceso no discriminatorio y el costo. razonabledel servicio para los usuarios. El Departamento de Comercio de .Esta­dos Unidos define por su parte la brecha dIgItal comola dIf~r~~Claen­tre el acceso y el conocimiento de la información y l~ ImposIb,IlIdad dedisfrutar de los contenidos disponibles en las redes dIgitales. Esto .e:, ladefensa del Servicio Universal es un objetivo político de distribución yacceso al consumo que tiene por objeto procurar, de acuerdo con las l~­yes de la oferta y la demanda, la libre disposición de los bienes y servi­cios de telecomunicaciones para dIsfrute de los usuarios, concebIdos yano como ciudadanos en posesión de derechos y deberes, SInO exclusi­vamente como clientes. Esta racionalidad económica elude, frente a lanoción de servicio público, definir la propiedad públi~ade los S~rvI­cios los intereses colectivos y las obligaciones y servICIOS esencIalesque'ha de procurar toda red ~acional de tel~comu?ica~~ones. Correl~­to de esta lógica, el discurso Idealista de universalización de los servi­cios de telecomunicaciones que defienden los apologistas de la S.GI nospresenta Internet como un territorio de libertad, como un medio y ~s­pacio de participación y contracultura a la vez que una poderos.a In­dustria del bit, de servicios e inrercambios comerCIales cuyo IntelI~en­te aprovechamiento por los agentes económicos puede garantIzaramplias ventajas competitivas y un prometedor futuro para el desarro­llo sostenible de las economías periféricas. Sabemos, SIn embargo, que«las telecomunicaciones internacionales crecieron y sirvieron. al apara­to militar comercial, diplomático y de propaganda estadOUnIdense al­rededor del mundo, al grado de que se identificaron como una vía pa­ra mantener los intereses de Estados Unidos» (Santacruz, 1993: 30).

La nueva economía de redes tiene, en efecto, sus dueños:

Las grandes corporaciones multinacionales de la tecn~lo?ía son en ..la ~c­tualidad sus verdaderos propietarios. Los datos de CreClffi!Cnto .eC?nOmICOde dichasempresashan superado lasprevisionesde los mas optimistas, Es­tas empresas han impuesto sus leyes de mercad~ en,~a red de cara a l~cre­mentar sus beneficios, lo que ha supuesto la desiluslOn d~ una.red umv.c..r­sal y solidaria puesta en práctica por sus pioneros, es decir, la información

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y el conocimiento humano al alcance de cualquier persona. No obstante,no está todo perdido; en la educación, donde las tecnologías jugaránun im­portante papel, podrá desatarse una verdadera batallaque decidirá quiénesserán los verdaderos propietarios del ciberespacio: las corporaciones o losciudadanos (Busón, 2000).

De momento, el interés privado y la lógica del valor se impone al inte­rés público ciudadano, falto de una visión política y un imaginario dela educación alternativo por influencia del discurso de la «responsabi­lidad social limitada». Como apunta el profesor Carlos Ossa:

La globalización en nombre del imperativo geotécnico-financiero conmi­na a la sociedad a que acepte los desarreglos del Estado de derecho comosi se tratara de algo inexorable [...] La velocidad financiera y su imaginariorcleccmunicacional prometen una escena posrcrítica y postsocial que libe­ra de épicas y compromisos militantes, rearticulando los espacios públicoscon ofertas fragmentarias de orden y seguridad, muchas de las cuales sonrealizadas en los formatos comunicacionalcs (Ossa, 2004: 267).

Como resultado, toda política educomunicativa de convergencia digi­tal y de adaptación del sistema formal de educación superior a la nuevaeconomía no consiste en otra cosa que en sustituir las políticas redistri­butivas del Estado de bienestar por un proyecto de «modernización so­cioeducativa», eufemismo que designa el proceso de recomposición ydesarticulación cultural bajo el paraguas de las nuevas tecnologías y supoder capilar de conexión y organización cornunitarista de un espaciosocial pensado para procurar adaptar el espacio público de la comuni­cación, la educación y la cultura a imagen y semejanza de la empresaprivada, desplazando o reemplazando los derechos colectivos y la me­moria cultural, sea en forma de conocimiento ° patrimonio histórico,por el principio sagrado del derecho de propiedad.

3. Cultura digital y derecho público

Destacábamos al comienzo del libro cómo todos los países están tra­tando de definir estrategias de inserción de las tecnologías educativasen el nuevo contexto de la SI diseñando políticas sectoriales como lapromoción de la producción de contenidos, la formación del profeso­rado o la producción de hardware y software informático. En estas po­líticas, la regulación de los medios digitales ha sido pensada de acuer-

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do con las necesidades del mercado. Así, las políticas públicas hanapostado en la mayoría de los casos por reforzar la industria de conte­nidos al ser ésta no sólo la fuente y factor de desarrollo de la n~eva eco­nomía y el núcleo central indispensable para el progreso de la industriacultural sino también el eslabón que vincula a los creadores y a las em-presas de producción y distribución comercial. . . ,

Esta política se ha implementado con normativas sobre proteccionde la privacidad y los datos personales y lo~ derechos de autor, a fin deasegurar, se argumenta, la libre competencia y garantIzar la segundaden la red de transacciones y consumo de productos culturales. Desta­camos aquí el caso de la VE, que estudiaremos más tarde, por estar a lavanguardia de los esfuerzos por des regular y pnvatl~ar l~s llldustr~as dela tecnología de la información y de las telec<;mumcactones haciendoque el imperio del negocio sea la norma continental sobre los merca­dos nacionales. Así, en la Directiva Sobre Tratamiento de Datos P~r­sonales y Protección de la Privacidad en el Sector de las ComUmCaCl?­nes Electrónicas (2002), Y en iniciativas como eContent, la COmlSl?nha tratado de impulsar los servicios digitales favoreCiendo la aprop.la­ción privada incluso de cont~nidos d~ información y acceso púbhc,ocomo por ejemplo de la Administración, un mercad? valorado en .~asde 25 billones de euros. La modernización electrónica de la Adminis­tración Pública, el desarrollo telemático de los servicios de salud y edu­cación, junto a la integración de los grupos discapacitados. son ejes dela acción política que, al calor del discurso de la de:nocracla y el ~cce­so público, trata de desarrollar en el Mercado Común nuev,:s serviciosy mercados de altas prestaciones a través de las redes telemáticas. Pro­yectos como lnfo 2000 han favoreci.~o en este empeño el consumo yfomento de la demanda para la creacron de nuevos mchos.de consurm­dores y la construcción de sistemas paneuropeos ,de .usuanos. Las cam­pañas de sensibilización y los programas eC?~OmICOs, de .momento,sólo han favorecido sin embargo la valorización multimedia de la in­

formación del sector público y el patrimonio histórico de los paísesmiembros. Está por ver la mejora de la cualificación de los protesiona­les del sector y el despegue de la industria de contenidos a ~s,te mve,l,. taly como se proponía originariamente esta línea de actuacion política.Pero lo interesante que quisiéramos apuntar aquí es cóm?,Europa, laVE, realiza hoy la experiencia estadoumdense de apropiacion y explo­tación privada de los bienes de infor,:,ación y culturales. púbhcos. Eldesplazamiento de las cuestiones relativas a la concentración, la demo­cracia y el equilibrio global por problemas relativos a los derechos de

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autor ilustra a este respecto un claro giro hacia el conservadurismo po­lítico en los proyectos comunitarios de integración cultural, de pareci­das características al experimentado por Estados Unidos en la décadade los ochenta, tal y como analiza Herbert Schiller (1993).

El acento en proteger los derechos de propiedad intelectual, los de­rechos de autor del software informático o contra la piratería musicalpone de manifiesto el empeño de las políticas públicas en la materia pordefender los intereses monopolísticos y las posiciones privilegiadas delos grandes conglomerados multimedia.

Paradójicamente, las políticas públicas norteamericanas y europe­as han pasado de la doctrina liberal del consumo y comercio electró­nico auto(des)regulado al intervencionismo activo en la vigilancia ycontrol policial de las redes, especialmente en los últimos años. Des­de los atentados del lIS en Nueva York, las políticas públicas en ma­teria de tecnologías electrónicas y convergencia digital se han dirigi­do a intervenir las redes telemáticas militarmente, reforzando losdispositivos de seguridad en nombre de los imperativos de la luchaantiterrorista. En iniciativas como la "Propuesta de Decisión-marcodel Consejo relativa a los ataques de los que son objeto los sistemasde información" (COM/2002/0173-CNS 2002/0086), Bruselas, comoantes la Casa Blanca, manifiesta una visión instrumental de la sociedad­red, al tiempo que impulsa la privatización del conocimiento a travésde instiruciones como la Oficina de Patentes Europea, tratando de cer­car los derechos colectivos en materia de software y sistemas de infor­mación y codificación informática. En esta línea de acruación, la Co­misión Europea parece que sólo atiende las reclamaciones de lasgrandes corporaciones informáticas y los conglomerados multimediapara ir arrinconando, si no directamente ilegalizar, el pujante movi­miento social de software libre.

La criminalización de los usos creativos de la cultura digital dacuenta de la estrategia policial que hoy el capitalismo aplica para laapropiación privada de la cultura común pues «en el paradigma dela producción inmaterial se produce una extensión de la propiedad in­material, todavía más volátil e incontrolable, lo cual plantea nuevosproblemas de seguridad. A medida que la propiedad se hace etérea tien­de a eludir todos los mecanismos de protección existentes, lo que re­quiere una extensión del esfuerzo protector por parte de la autoridadsoberana" (Negri y Hardr, 2004: 213). El problema es que la repro­ducribilidad de la información, la comunicación y el conocimiento enla era digital hace insostenible el carácter privado de estos bienes y pro-

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duetos colectivos, al prevalecer no una economía polít~ca.d~ la escasezsino más bien de la abundancia y la reproductibilidad infinita, Los ar­gumentos sostenidos por la Organización M';Indial de la P~opiedad In­telectual sobre la necesidad de proteger los bienes inmateriales, las Ide­as y el conocimiento, como propiedad priva~a para promover lacreatividad y la innovación resultan en este sentido cuando m~nos fa­laces, porque si en verdad algo frena hoy la ~reatlVldad ~s precIsamen­te la privatización y restricción del acceso público a las Ideas, la iníor-mación y el conocimiento. .. ~

La defensa ultraliberal de la propiedad pnvada pierde hoy su razonde ser ante la creciente intelectualización del trabajo y laproducción so­cial en la medida que esta inteligencia productiva que anima el desarro­llo económico es una potencia colectiva. Sólo la violencia expropiado­ra, la enajenación por la fuerza y el poder -aún ~egal- de la r~quezacomún hace posible la anulación de la voluntad SOCIal y cooperativa delconocimiento. El problema, no obstante, con el que nos encont;am~s

es que hoy la ciencia y la educación pueden quedar bloqueadas s,lla VI­da social de la información y el conocimiento pasan de 10 comun a loprivado. Sabemos que nuestras grandes acumulaci~n~s de ~onoc~mien­to información y cultura son resultado de su socialización y circula­ción social. Negar este principio es negar la ciencia misma, así comoto­da posibilidad de desarrollo futuro. La propia red Internet fue posiblegracias a la cooperación colectiva, a la apertura y faClhd~d de .a,cceso ala información y las tecnologías. Hoy en cambio la a;tlculaclOn pr~­ductiva de redes físicas, de códigos, lenguajes y contenidos de com~m­cación social se pretende controlar desde los intereses pnvados capita-

listas.Así, el empeño de la OMC por imponer losaspectos jurídicos de

los derechos de propiedad intelectual en toda actlVlda~de intercambioha llegado a obligar a los países del ~ur a adoptar los SIstemas ~e copy­right, patentes y derechos de propiedad intelectual estadoum~enses.Como bien concluye Mattelart, «la SOCIedad de las redes esta leJOS,pues, de haber terminado con el etnocentrismo ~e los tiempos Impe­riales. Antes que resolver el problema, la tecnologla lo desplaza" (Mat-telart, 2002: 162). .

Desde este punto de vista, parece lógico pensar que no es posiblesostener un sistema de propiedad intelectual que favorece más a lasgrandes industrias culturales que al interés públic~. ,Convendría, en es­te sentido, como propone Smiers, una normah~aclOn del me~cad? res­tringiendo los derechos de propiedad en beneficio del interes público

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(S~iers, 2004). Éste es uno de los retos estratégicos de las políticas pú­blicas en la construcción de la nueva Sociedad del Conocimiento. Sinduda alguna, se nos antoja más que urgente que la teoría del desarrolloanalice las formas de valorización del capitalismo cognitivo para cono­cer las lógica~ de valo.r y los derechos 'públicos que deben regular susbienes, servicios y actividades económicas, Si la producción intelectuales h~y la forma general de organización de la producción de riqueza,esta Impenosa necesidad de conocer la afirmación colectiva de la cul­tura debiera reformular la naturaleza de la economía política capitalis­ta a medio y largo plazo. Pues:

Los tiempos de formación, los tiempos de comunicación, los tiempos deconstrucción de redes semánticas y sociales ahora parecen ser reconocidosimplícitamente como tiempos de producción de riqueza esenciales en laproducción contemporánea de valor (Moulier Boutang, 2004: 95).

Ello exigiría~ de a~uerdo con Lazzarato (Moulier Boutang, 2004), re­plantear la hipótesis de Gabriel Tarde, a saber: la economía trata efecti­vamente a los bienes simbólicos como riqueza económica, como valo­res-utilidad, al igual que el resto de mercancías, pero los conocimientosposeen un modo de producción que no puede reducirse a la divisióndel trabajo, un modo de socialización y de comunicación social que nopuede estar organizado por el mercado y por el intercambio. La trans­mi~ión de un conocimiento compartido no pierde valor ni expropia aqUIenlo comunica de su nqueza. Antes bien, la difusión y socializaciónes una condición exigida al saber para que adquiera valor, como si im­perara una especial lógica del don en su génesis y desarrollo. Toda eco­nomía del conocimiento exige por ello una socialización de las compe­tencias, la reducción de las desigualdades en la difusión y el acceso alsabe~.,H?y, sin embargo, el Capitalismo Cognitivo exige que la pro­ducción Intelectual y creativa se subordine a las necesidades económi­ca~ de intercambi?, limitando su acceso y uso público, la libre disposi­cl.on del c~:lnoclmlento mismo. Las medidas de protección en las redesdlglt~les tienen en este sentido por misión garantizar la explotación co­~erC1al; por ello las decisiones sobre derechos, depósito legal, registro,intercambio y cooperación en la circulación de las obras multimediason prioritarias hoy en las políticas públicas de SI.

Ahora bien, estas medidas se encuentran con numerosos obstáculos.Los medios de producción de la nueva economía política del conoci­miento es tanto infraestrucrura material y soportes informáticos y re-

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des de telecomunicaciones como la potencia creativa del conjunto designos, competencias comunicativas y saberes de la fuerza ~e trabajoque circula públicamente, y que posee toda cultura O colectivo. SO~lal.«Este proceso de desmaterialización de 10s~edlOs de producción tien­de a invertir la lógica tradicional de la relación salanal: de fuerza de tra­bajo abstracta e intercambiable, el salariado se torna ~n codetentador,ya que no copropietario, de este conjunto de herramientas> (Moulier

Boutang, 2004: 35). .La segunda transformación importante de la economía política de la

comunicación en el Capitalismo Cognitivo es, como avanzamos, el pa­so de un sistema de valor fundado sobre la escasez, elconsumo y la des­trucción de recursos, mercancías y capacidades (la céleb:e destruccióncreativa de Schumpeter) a una economía de la a.bunda~C1a, dado que lainformación y el conocimiento son formas de nqueza incluyentes y de

crecientes externalidades.En la era de la red la nueva economía política del conocimiento in-

vierte la lógica del valor de cambio y de la necesidad por la lógica del

uso y la abundancia:

La reproductibilidad indefinida, con un coste casi nulo del conocimiento,hace prácticamente inoperantes, inaplicables, las ~eglas y las sanciones pre­vistas para obligar a los consumidores a pagar. DIcho de otro modo, la neteconomy, como empresa pionera incluso en las burbujas financieras desti­nadas a explotar, acaba de demostrar a tamaño natural, con el fra~a.so dele-business o con su carácter decepcionante en el plano del beneficio, losverdaderos obstáculos que el capitalismo deberá resolver. Por ejemplo, lasreglas de compatibilidad de los activos, en los que l~ colocación de los sa­larios en el pasivo del balance de las empresas no tleneyasentldo en unaeconomía dominada por el capital humano inmatenal-mdlvldual, wetw,a­re, o colectivo, netware- y por las inversiones materiales en la r~d amplt.a­mente financiadas por la intervención pública o por rransferencias de ~lS­tinto tipo. Se falsea totalmente la apreciación del valor cuando se aplicanlos criterios de rentabilidad de los capitales invertidos (Mouher Boutang,

2004: 110).

El abaratamiento por otra parte de costes en la difusión pot~ncial deconocimientos convierte a las comunidades de la red en espacios nece­sarios de libre acceso cuya potencia como ecosistema d~~ende de la.ca­pacidad de conectividad, de la espI:al del uso y la.creaclOn compartida,de la socialización, en fin, de los bienes mformacJOnales y los contem-

dos simbólicos.

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La división del trabajo sólo es posible en este punto con la concen­tración y expropiación del capital cognitivo y la planificación centrali­z~da de las condiciones de un ecosistema (o territorio) en la articula­ción d~ las dinámicas cooperativas de movilización del trabajo y lacreatividad intelectual, Los debates sobre derechos de propiedad inte­lectual o los programas de comunicación y desarrollo de explotaciónintensiva del ternto~lO y del patrimonio histórico y cultural como va­10r de cambio ~n el ambl~~ local da cuenta de esta nueva lógica consti­tuye;1te que exige una crrnca de la «expropiación de lo común», la ne­gacion del modo dominante de apropiación del conocimiento, de lainformación y de la cultura. De acuerdo con Negri y Hardt, do comúnse h~,conv.ert1do en ellocus de la plusvalía. La explotación es la apro­plaCI?n privada de una parte o de la totalidad del valor producido encomun. Las relaciones y la comunicacióD; producidas son comunes porsu propia naturaleza, pero el capital consigue la apropiación privada departe de su riqueza» (Negri y Hardt, 2004: 181).

En este sentido, la dinámica concentracionista del sector informacio­nalconstituye hoy un serio obstáculo al progreso tecnológico, y aun ala libertad de expresión y desarrollo de la cultura. El control de la tec­n?logía.por grandes corporaciones como Microsoft desmiente el princi­p~o d~ libre competencia que sostienen las políticas liberales por la apro­plaClO? p;lvada del cono,ci:niento del ecosistema informativo, por laarropla~lO~ prIva?a del co~lgo fuente, que.frena la innovación y creati­vidad científico-técnica unrversitana en VIrtud de los intereses domi­nantesen el sector.. En c.ontra de esta inercia, la propiedad social del co­nocunrenro que reivindica el software libre reformula la división socialdel t.rabajo transformando al consumidor en coproductor y al trabaja­dor ;~telectualen coprorietario de su saber-hacer como creador y co­partICIpe de la mtelIge,nCla SOCial general. "Este fenómeno contribuye areequilibrar la relación propietarIo/productor/consumidor. En estascondlclo~es, los bienes inmateriales producto del trabajo y de la propie­dad cornun ya no pueden ser considerados mercancías, con todas las dela ley, que pueden ser confiscadas, acumuladas y capitalizadas en bene­ÚClO excluslv.~ de un pequeño número» (Moulier Boutang, 2004: 42).. L~,extension de fo.rmas inéditas de cooperación productiva y socia­

lización del conocimiento eXige pensar y definir un nuevo horizontepara la economía política a partir del reconocimiento de las funcionescom~nicativas, sociolingüísticas y cognitivas que realizan en la organi­zacion del desarrollo social las formas modernas de sociabilidad quehoy hacen visibles las NTIC:

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Libre producción, propiedad colectiva y circulación gratuita de los valo­res-verdad y de losvalores-belleza son las condiciones de desarrollode lasfuerzas sociales dentro de la economía de la información. Cada una de es­tas cualidades de la producción intelectual contradice los fundamentos delaeconomía de la información en laque los desafíos que hoy representa In­ternet cristalizan en futuras oposiciones (MoulierBoutang, 2004: 137).

Así, por ejemplo, la interactividad de las tecnologías digitales abre unproceso de transformación del trabajo creativo que sostiene, indirecta­mente, los rendimientos crecientes de adopción de las innovaciones enla red conforme a la dialéctica de imitación-difusión como fuente de va­lor, resultando la función innovadora de los usuarios determinante enla adopción transformadora de la tecnología (función modificadora).Una tecnología no se elige porque es la mejor, sino que se toma la me­jor porque es elegida. La lógica coproductiva de la red genera así unproceso legamoso de intercambio de saber, aptitudes y utilidades quepermite la innovación continua. Y agudiza, añadiríamos nosotros, lascontradicciones entre la capacidad productiva y la creatividad de la in­dustria digital y su apropiación privada por el capital, debido al:

Carácter público de los bienes de información.A la crisis del monopolio de los canales.Al cuestionamiento de la apropiación privada de los bienes de pro­ducción y datos por el capital.A la crisis de centralización de los Estados en las nuevas redes de in­teracción y comunicación por la autorregulación social.

La contradictoria deriva del sistema social tardocapitalista que tiende asuperar las barreras de acceso a la comunicación, el saber y la culturasocializando el conocimiento al tiempo que se privatiza y restringe suapropiación social por los propietarios de los medios de producción ycomunicación de acuerdo con las exigencias de valorización del proce­so mismo de socialización tecnológica es ilustrativa en este sentido delproblema de fondo del Capitalismo Cognitivo y las políticas públicasque hoy impulsan la revolución digital. La extensión de la lógica mer­cantil a las formas virtuales de comunicación y los servicios avanzadosde consumo cultural está en el origen de muchos de los problemas quepodemos observar en las políticas públicas de la Sociedad del Conoci­miento. Y da cuenta de la contradictoria dinámica de apropiación so­cial y de colonización económica de las funciones del saber y del apren-

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dizaje. El problema de la valorización del conocimiento y su notableinfluencia en el debate sobre los modelos de e-Learning y el desarrollode la Sl bien merece que nos detengamos siquiera brevemente en estepunto para co~prendermejor la revolución digital. Partimos de la ideade que las particulares forma~ y, procesos de generación del saber y laa~tesanal íorma d,e su transrrusrón ~esde el punto de vista del apren­dizajc-- hacen difícilmente mercantilizable el conocimiento. Si bien esreconocible su valor de uso y la proyección social que hoy adquiere enlos procesos de desarrollo, no es tan fácilmente determinable su valorde cambio en virtud del Coste de producción. «Los bienes como el sa­ber y la información no representan los caracteres de exclusividad den~alIdad, de divisibilidad, de credibilidad, de dificultad de reproduc­cron y d~,escasez que permitían mercantilizar su uso, su fruto y su re­producción y, de esta suerte, hacer aplicables los derechos de propie­d~d de u:, modo efectivo. No se trata de un problema de eficacia en ladistribución de los bienes y servicios, entendiendo por ello la elecciónentre tal y cual precio para el usufructo o la simple propiedad de talocual bien, Siempre encaminada a satisfacer lo mejor posible a los agen­tes Imp licados- (Moulier Boutang, 2004: 117).

Por otra parte, la variabilidad en las formas de difusión y en los es­p.aclOs d,; recepción, así como las diversas lógicas de aprendizaje y so­cialización cultural en la cadena de valorización, hacen difícilmenterealizable la optimización económica del conocimiento desde el puntode VIsta de su consumo o realización como mercancía:

La r~zón estri~a en la ~a~uraleza localizada, específica, en parte autorrcfe­r~~clal, del ~apIta~ cognrnvo, que elcapital financiero pretendenivelar y di­nglr. El capital-dinero no llega, en realidad, a afirmar su homogeneidad ano ser 9ue sea sep~~ando el nivel financiero del nivel productivo, en el quelos capitales cognmvos son y permanecen profundamente diferenciados.Las dos almas de~ capital, es.deci~, la forma conocimiento -capital cogniti­vo- y la forma dinero -capiral fmanciero-, no se basan la una en la otra:permanecen distintas, y dan lugar a roda una serie de mismatchings e inco­herencias (Moulier Boutang, 2004: 104).

Especialmente tres contradicciones atraviesan la dialéctica de articula­ción de la Sociedad del Conocimiento:

- La difuúón y apropiación privada. El conocimiento adquiere valorSI essocializado, pero esta difusión comunitaria hace difícil su apro­piacion.

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El tiempo de valorización. Las dinámicas de producción y valoriza­ción tienen un ciclo corto de vida, mientras que el tiempo de apren­dizaje y acumulación de saber son largos, toda una vida incluso.El riesgo y la inversión cognitiva. El conocimiento exige arriesgarcapital para facilitar el proceso de aprendizaje social y, a largo pla­zo, la producción de valor. Si se trata de minimizar los riesgos y nose arriesga capital, no es posible implementar procesos de cambio einnovación tecnológica.

Sabemos que el aprendizaje es un proceso creativo y aleatorio (en sustiempos, lógicas y resultados), y que el saber, como hemos dicho, no esun bien escaso que se consume con el uso. Antes bien, todo conoci­miento adquiere valor en la medida que es compartido. Luego en la so­ciedad cognitiva, más exactamente en el capitalismo cognitivo, «el va­lor de uso del conocimiento no es ya el punto fijo sobre el que basar elvalor de cambio, tal y como sucede con la utilidad marginal en la teo­ría neoclásica del valor. De hecho, con independencia del valor de usopara los usuarios, en un régimen de libre competencia, el valor de cam­bio de una mercancía cuyo coste de reproducción es nulo tiende inevi­tablemente a cero. El valor de cambio del conocimiento está entoncesenteramente ligado a la capacidad práctica de limitar su difusión libre,es decir, de limitar con medios jurídicos -patentes, derechos de autor,licencias, contratos- o monopolistas la posibilidad de copia, de cita, dereinventar, de aprender conocimientos de otros» (Moulier Boutang,2004: 102). Esta apropiación es por tanto factible sólo restringiendo loscanales de acceso y difusión, imponiendo a la fuerza la comercializa­ción de la comunicación y concentrando, desde luego, las redes multi­media y las telecomunicaciones donde tiene lugar el intercambio. Sóloasí, en efecto, la valorización es factible.

Ciertamente, con las formas de registro y difusión digitales, al sepa­rar los procesos cognitivos de su soporte material mediante la virtuali­zación, resulta difícilmente reproducible y, por lo tanto, intercambiablepara el capital el trabajo creativo de los intelectuales y profesionales dela enseñanza. Pero esta dificultad no es insalvable. La complejidad delecosistema cultural emergente no es uniforme ni estable en el tiempo.Admite diferentes adaptaciones como plurales son los contextos y po­líticas que hoy hacen posible este proceso. Así, por ejemplo, el movi­miento de software libre representa, en la actualidad, una innovacióneconómica, una apuesta por una lógica social de la economía coope­rante, al abrir no sólo los códigos fuente del software (GPL), sino ade-

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más reconocer un derecho público como «derecho moral de continui­dad», como bien de uso y consumo público, por tanto reproducible li­bre~ente. La defensa de los derechos «comrnons» cuestiona en estesentido las leyes de la propiedad intelectual y los derechos exclusivossobre la producción y acceso a los bienes inmateriales. La cultura delcopylefi contribuye a este respecto a impulsar la cultura de la réplicapor l~ que el espectador puede convertirse en creador o artista no sólodigiriendo las obras, sino -en una suerte de palimpsesto colectivo- pro­yectando también nuevas escrituras y mestizajes.

Ahora bien, la ofensiva jurídica de organizaciones como la OMC enla defensa de la propiedad inteleetl;'al aún hoy garantiza la seguridad ypropiedad pnvada de la inteligencia colectiva, la apropiación en sumadel val?~ de uso para el control por el capital del conocimiento y la co­operacion de las redes productivas. Negando el carácter colectivo delproceso de acumulación del conocimiento por la valorización del sabercomo merc~ncía o stock de conocimientos dispuestos para ser valori­zados econorrucamente según la ley general de intercambio merced aun~ regulació~ mixta, el de~arrollo de la SI demuestra que la'capacidadde ImpugnaclO';'de la propiedad pnvada por el movimiento de fuenteabl~rta no significa, con todo, una superación o cuestionamiento delcapitalismo, Encuentros como la Open Source Business Conferenceapuntan de hecho a un desarrollo del «capitalismo open source»,

~oy, en fin, parecen compatibles las políticas que tratan de impul­s~r sistemas colectivos de procesamiento de información -corno poreJe~pl~ en Extremadura o Andalucía- con sistemas telemáticos de so­cialización y desarrollo de las tecnologías y los servicios avanzados decomunicación bajo control del sector privado. La existencia de un sec­t?r público y de formas colectivas de propiedad y desarrollo del cono­cimiento y la cultu:a es posible a condición de garantizar la hegemoníad.el capital en la Sociedad del Conocimiento. Las reformas y evolución delsistema formal de enseñanza así lo demuestran.

4. Financiación y reorganización del sistema educativo

Si la línea diviso:ia entre el sector público y las instituciones privadasp.a,rece que hoy tiende a,dlfuminarse por la progresiva lógica de expan­sion del merc~do, especñicamenre en el caso de la Universidad y la em­~resa, la relatlv.a convergencia de intereses tiende a equiparar la ense­nanza a cualquier otra actividad lucrativa según criterios comerciales,

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siendo la información la conexión crucial entre ambas. «Durante mu­chos años ha sido evidente el dominio de la ideología de la empresa pri­vada en el sistema educativo en gcneral. Sin embargo, los [actuales]arreglos institucionales [oo.] permiten a la corporación asumir una fun­ción educativa directa». Esto es, en palabras de Schiller, «el sector cul­tural-informativo ha sido literalmente entregado al mercado»:

La dinámica desreguladora corporativa en el campo cultural-informativocorre por dos vías principales. Primero, trata de promover y proteger lasactividades generales de información comercial que realiza el sistematransnacional corporativo. Su segundo objetivo es satisfacer las necesida­des específicas de mercadeo de las corporaciones productoras de bienes yservicios de consumo, cuyas ventas requieren de un acceso fuerte y conti­nuo a los medios nacionales de difusión (Schiller, 1993: 160).

Pero esta lógica no es nueva; ya en la década de los ochenta las políti­cas públicas de educación, al igual que en el sector comunicativo y otrasactividades económicas, sometieron a las instituciones de enseñanza auna reforma estructural basada en la desregulación, la descentralizaciónlocal y la autonomía de los centros escolares, a la vez que tenía lugar lareducción proporcional de la inversión pública y la privatización dela enseñanza, obligada a adaptarse masivamente a la informática y otrastecnologías educativas. Hoy, en esta misma dirección, «se han puestoen marcha distintos mecanismos: desde la incorporación de represen­tantes de las grandes empresas a los órganos de gobierno en las univer­sidades a través de los Consejos Sociales, como El Corte Inglés o Tele­fónica en el caso de la Universidad Complutense, hasta la financiacióndirecta (y por lo tanto el control) de las nuevas Agencias, como es elcaso de la Cátedra Repsol-YPF de la Universidad Politécnica de Ma­drid. Incluso la propia financiación pública, a través de la evaluaciónque realiza la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acredi­tación (ANECA), ha quedado en gran medida condicionada al éxitopor la obtención de financiación privada: en efecto, uno de los criterioscentrales para la evaluación de la calidad (de la que depende gran par­te de la financiación) es el interés social de las investigaciones y éste só­lo se prueba mostrando que en la sociedad hay alguien de verdad inte­resado en ellas (y no sólo que diga estarlo), es decir, alguien dispuestoa cofinanciarlas»:

La actual revolución educativa pretende, en definitiva, la colonización delespacio académico por la lógica empresarial que ya domina otros ámbitos,

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de modo que la rentabilidad social se impone a cualquier otro criterio cien­tífico. Lo que está ocurriendo en la Universidad es comparable a lo queocurrió en los años ochenta cuando las conquistas sindicales, que se habíanconsolidado durante duras décadas de lucha, fueron desmanteladas (Fer­nández Liria y Alegre, 2004)

Un ejemplo ilustrativo de esta nueva lógica es el caso británico. Todala política y reforma escolar del nuevo laborismo fue articulada poragencias paraestatales como la Oficina de Niveles de Educación o laAgencia para la Formación de Docentes, externalizando además las es­trategias, programas y proyectos educativos hacia compañías privadas.Así, siete años después se puede constatar realmente que las sociedadesy empresas privadas, actuando a título lucrativo o gratuito, son hoy endía los actores centrales del sistema educativo y están a la vanguardiade la modernización tecnológica de la enseñanza. El gobierno se apo­ya en ellas, ya se trate de métodos pedagógicos, de programas curricu­lares o de la administración de los establecimientos, ofreciéndoles con­tratos millonarios como el último firmado por el gobierno británicopor un total de 177 millones de libras (253 millones de euros) con Ca­pita, la principal sociedad de negocios de la educación en Inglaterra(Hatcher, 2005).

Esta política es coherente con el discurso de la OCDE de liberaliza­ción de la enseñanza. Aunque no todos los Estados miembros de la UEestán a favor de la firma del Acuerdo General sobre elComercio de Ser­vicios (AGCS), es previsible que la educación, como otros servicios pú­blicos, terminen cediendo su actividad al mercado y la comercializacióninternacional. Por lo pronto, el proceso de construcción de la SociedadEuropea de Educación Superior ha iniciado un programa de reformasestructurales marcado, en la línea del gobierno británico, por la:

Falta de debate público.Proliferación de agencias paraestatales de evaluación.Pérdida de autonomía universitaria.Mercantilización de la enseñanza.Orientación instrumental del conocimiento.

- Cultura de calidad como centralización y control tecnocrático delsistema educativo.

La filosofía que anima la transformación del sistema universitario esejemplificada por el Informe del Comité Asesor de la Comisión Euro-

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pea para la Investigación y el Desarrollo, en cuyas ~onclusiones desta­ca que la VE no está adaptándose al ritmo necesario al ca~blO tecn.o:lógico y la revolución científico-técnica, por lo que concluía el cormtc

de expertos:

La cualificación y capacidad innovadora de los recursos humanosdemandan un sistema educativo activo y productivo.Los cambios que acompañan al proceso de construcción ~e la so­ciedad de la información requieren una estrecha colaboraclOn entremundo educativo, empresa y sociedad.

En esta línea, la Asociación Española de Representantes de Escuelas deDirección de Empresas concluye en su estudio de los nuevos escena­rios de la formación superior:

La necesidad de conocer las necesidades de la sociedad para traba­jar desde la demanda y analizar la competencia ~e ~orm~ precisa.La definición de campos emergentes de especlahzaclOn debe ser

prioritaria. . "El anquilosamiento de las estructuras de trabajo.acadenucas de.beserreemplazado por una gestión ágil y con mentalidad empresarial. .Los equipos de profesores deberán tener un componente multidis­ciplinar y una sólida competencia profesional avalada por el campolaboral.La consecución de la calidad con servicios de apoyo y logística pa­ra lograr la excelencia ha de ser una norma institucional en los cen­tros de educación superior.

En otras palabras, las empresas deben indicar a las instituciones e~uca­tivas las necesidades globales del mercado, qué competer.rclas exige laformación productiva y cómo -en fin- adaptarse al cambio SOCIal:

Ahora bien este nuevo imperativo educativo introduce cambios significa­tivos en có~o aprender y en cómo se practica y es leg~timada socialmen:ela educación más allá de los muros de la escuela. Obviamente, la rnayonade estos cambios toman la forma de una acreditación de logros o compe­tencias que no habían sido previamente temas de interés público; y, a suvez, engloban ciertas áreas de la vida cotidiana. tran~forma?~o aspectossignificativos de la experiencia en forma de pedagogía expllClta; En.estecontexto, la enseñanza y los requisitos crecientes que ponen el énfasis en

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lascompetencias y laacreditación han tornado eltrabajoy elhogar en nue­vos espaclOSpara la educación. Mientras tanto, los proveedores de ocio -loscentr?~ de deporte, los museos, las asociaciones juveniles, las artes...- hana~qul~ld~ ~ada vez má~ ~respo?sabilidades educativas, requeridos como es­tan a justificar su función social en esos mismos términos (Buckingham yScanlon, 2000: 2)

Este imperativo categórico gobierna hoy toda institución de enseñan­za, introduciendo nuevas formas de rendición de cuentas de la univer­sidad co~o servicio público. Si analizamos por ejemplo la Guía delPlan Nacional de Evaluación de la Calidad de las Universidades de Es­paña encontramos claramente definidos algunos de los principios deesta filosofía política:

La aportación del sistema universitario al desarrollo económico co­mo principal exigencia.La calid~d y eficiencia del sistema para la competencia en un marcointernacional de producción y enseñanza.La atención al usuario, concebido como cliente, en un sistema mer­cantil de oferta y demanda que ha de garantizar la capacidad de elec­ción al «consumidor».La eficacia y rendimiento de los recursos humanos.

La enunciación de conceptos fetiche como «Sociedad del Conocimien­to», liberación del tejido escolar, flexibilidad o calidad educativa di­fundidos por organizaciones como la OCDE, encubre de este m'odológicas sociales sustantivas que tiene visos de cercar la escuela, hacien­do aceptable de partida las desigualdades, con la consiguiente renunciaa un proyecto público y colectivo de socialización cultural. Reformu­ladas las nociones convencionales de capital humano, la idea de Socie­~ad de la Información y el discurso de la educación permanente de ca­lidad nos presentan como razonables e inevitables los procesos dereestructl~ración productiva, la flexibilidad laboral y la desregulaciónde las actividades económicas en virtud de una concepción de la vidapública basada en l~ .adaptab!li~ad productiva de la educación y el prin­CIpIO de responsabilidad individual. Estas estrategias educativas coinci­de~ además con las fusiones aceleradas de las empresas de telecomuni­caciones dentro y.fuera de nuestras fronteras. En Estados Unidos, porejemplo, la situación se asemeja al período liberalizador de la era Rea­gan, concentrando por ejemplo con más intensidad si cabe que duran-

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te los años ochenta los servicios de telefonía en tres grandes compañíaspues el mercado no es suficiente para atender y mantener tantos ope­radores, lo que favorecerá probablemente un proceso de concentraciónoligopolista del mercado en manos de un reducido número de compa­ñías transnacionales (Pozzi, 2005). Este club restringido de grandesempresas como Comcast es el que está liderando el proyecto educati­va de la SI, orientando las líneas directrices de la convergencia digitalque organismos como la Unesco sostienen especialmente en países pe­riféricos.

La penetración de las compañías comerciales en el sector educativode los países del sur tiene lugar en varios ámbitos: desde la formación dela alfabetización digital al patrocinio de campañas de educación de lafamilia y la conexión de centros escolares. El gran capital no ha asumi­do, por el momento, la dirección y gestión del sistema educativo. Másbien, por lo pronto, trata de orientar la formación del capital humanoen sus propios términos y según sus propios objetivos, al constituir aúnel negocio educomunicativo un sector débil y menor en el conjunto dela economía. La experiencia británica demuestra que «el lobby del ne­gocio de la educación apunta principalmente a la enseñanza posobliga­toria y no a la gestión de los centros y lo hace mediante los sistemas deenseñanza a distancia o la creación de campus universitarios en el ex­tranjero» (Hatcher, 2005).

La OCDE marca, en esta línea, los ejes y principales funciones de lainstitución escolar. En un documento presentado en el encuentro deMinistros de Educación celebrado en Dublín (18-19 de marzo de 2004)se concluye que el gobierno es el principal responsable en materia deformación inicial. Los empleadores y las empresas contribuyen traba­jando con el gobierno y las instituciones educativas para asignarles ob­jetivos claros en función de las necesidades del mercado. Con la explo­sión y desarrollo exponencial de la educación superior, la OCDE piensadirectamente en la inversión y liderazgo del capital privado solicitandode la Administración Pública una relación más equilibrada entre gastopúblico en educación reglada y desarrollo de la formación permanentepara así facilitar la libre concurrencia de los operadores del mercado enla enseñanza universitaria. En esta estrategia política se califica directa­mente al sector público como anquilosado, disfuncional y poco prepa­rado para el cambio, y al sector privado como un actor económico di­námico, transparente e innovador, hasta el punto de que, como advierteHenry Giroux (1999), la proliferación burocrática del capital intelectualy sus ataduras a la maquinaria del capital y el surgimiento de las aso-

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ciaciones de comercio industrial han contribuido a crear por parte dequienes ven la educación como un vehículo para la democracia muchadesconfianza hacia las instituciones de aprendizaje superior.

Esta falta de confianza ha reforzado la idea de que la adaptación dela Universidad a las auténticas necesidades de la sociedad no puede lo­grarse a t;ravés de Un proceso planificador gestionado en régimen demonopolio por los poderes públicos «porque carecemos de la infor­mación y del conocimiento preciso para saber qué necesidades va aplantear el futuro» (Moreno de Albarán, 1999). Es necesario por tantofortalece~ la compet~mcia entre sector público y privado y aun dentrodel propIO sector p~blIco para hacer posible esta adaptación. Así, elpresidente del Comité de Gestión Empresarial y Productividad delCírculo de Empresarios comienza por insistir en introducir mecanis­mos de mer~ado en el campo de la educación, siguiendo el ejemplo deEstados Unidos y, consecuentemente, reducir de paso el gasto público,para termmar dictando la oferta, organización y misión del sistemaeducativo, según supuestamente las necesidades de la población. Parahace~ efectlv~ esta reforma, las políticas de libre competencia y priva­u~aclón del SIstemapúblico universitario han recurrido al discurso jus­tificativo de la calidad y al papel modernizador de las nuevas tecno­logías. Las palabras del entonces rector de la Universitat Oberta deCatalunya, Gabriel Ferraté, son ilustrativas de esta visión instrumental:

La enseñanza u.ni~ersitaria bas~da en la presencialidad como distintivo ga­rante de!conocirruento y la calidad ha tocado techo.Un método que ha sa­crahzado la figura de!profesor y ha permitido que la retórica sustituya aldebate y al aprendizaje individua] y permanente, y que ha vaciado dema­siadas aula.s del espíritu uni:crsitario para convertirlas, en el mayor de loscasos, en SImples conferencias. Hemos olvidado que nuestra misión es en­señar a aprender más que transmitir lo que sabemos -tan caduco y fácil­me~1t~ obsoleto-, que nuestra misión es cultivar el espíritu crítico y es, endefinitiva, estimular el interés de las personas en el conocimiento como ba­se de su propia conciencia individual y social (Ferraté, 2001).

Nadie, ciertamente, certificaría lo contrario. El problema es que, al ca­lor de esta defensa de la excelencia y la innovación de Una sociedad delc.onoci~iento sin fronteras, y adaptada al estudian'te, se justifican poli­ticas e intereses ocultos, e mconfesables, afines a la «retórica" de lasgrandes empresas tecnológicas de las que el ex rector de la UOC for­ma parte destacada. N o es casual por tanto la inocente e idílica visiónde las TIC en el discurso público sobre la reforma de la enseñanza.

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Si la revolución de las nuevas tecnologías -se afirma- afectará al in­dividuo, a su vida doméstica, social y laboral y la economía digital fa­cilitará nuevos yacimientos de empleo en sectores como la salud, laeducación y, en general, el sector servicios, Internet brinda u?a opor­tunidad de negocio a todos aquellos que qUieran innovar y dltl!?lr suspropios proyectos empresariales y de autoernpleo frente al ~ommo delas grandes corporaciones que no debe ser desde luego desesuma?a. Eneste contexto, la formación electrónica constituye un factor crucial pa­ra superar las brechas y exclusiones digitales. Por ello, la educación hade transformarse, adaptar sus contenidos, redefinir procesos, actualizarlas formas de organización y evaluación de los aprendizajes, al tiempoque los gobiernos deberían adaptar políticas educ~tivas flexibles y mo­dernas. Como argumenta un informe para el gobIerno estadounidenseen materia de teleeducación y reforma educativa:

La nueva economía requiere una fuerza de trabajo capaz de manejar y res­ponder eficazmente a la «explosión» del conocimiento. En este proceso, laempresa demanda de la institución universitaria la,educación y l~ ~nstrucción

necesarias para responder a este reto. Pero ademas de esta preSIDn son cre­cientes las exigencias financieras que deben cumplir las ins~tuciones de .edu­cación superior: colleges y univers~dades deben controlar e.m,c1~so reducir ~~s

costos, así como desenvolverse eficazmente en la nueva dinámica compeuu­va, mientras tratan de responder a demandas crecientes del entorno social. Ensí mismos, cada uno de estos factores son más que significativos; colectiva­mente, todos ellos desafían lasestrategias fundamentales de la educación su­perior en e!nuevomilenio (Haterick, Mingle y Twigg, 1997: 21).

Desde el punto de vista de las políticas públicas, los ejes estratégicos deestas transformaciones son, en consecuencia, la modernización tecno­lógica, la financiación de desarrollos y aplicaciones informáticas, laconvergencia jurídica transnacional, la innovación y liderazgo del mer­cado y la captación de capital riesgo. En defini tiva, e! desarrollo de unapolítica pública de la educación pensada I;~ra i.mpulsar la eco.nomí~ deInternet con la más conservadora regulación fiscal y legal bajo el lide­razgo del mercado.

Sólo en este marco es comprensible e! omnipresente mito de Internety las TIC como herramientas de formación a medida y/o de perso~ali­

zación de! servicio educativo. Ahora bien, si analizamos las Cornunida­des Utilitarias de Aprendizaje que representan hoy las experiencias másinnovadoras en materia de educación a través de las NTIC, observamosque la noción de libre acceso a la educación para todos se traduce en:

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La autofina.nciación de la infraestructura educomunicativa.La mtegracIó~, y confusión de lo público y lo privado.La orgarnzacion flexible de comunidades de aprendizaje local, re­gional y nacionalmente,

La aJ:'ropia~ió~ ~ndividual de las nuevas tecnologías.La dIversIflcacIOn de materiales estilos y formas de d". , d ' apren izajc ensrstcmas estan ar y homogéneos de teleformación.El pago por los servicios de formación.y !a vinculación de la enseñanza con el ocio y el consumo (hogar)mas que con la producción (trabajo).

Tal reali~ad dista mucho de los objetivos pregonados por la Unesco pa­ra este ~'ulemo, la cual defme la educación cama un espacio abierto quedebe bn~da~ una amplia g~ma de opciones y dar la posibilidad de en­trar y salir facllmente del SIstema garantizando la adecuación entre loque la sociedad espera de las instituciones y lo que éstas hacen en rna­tena .educatIva. Para lograr tales objetivos, la Unesco defiende e! usocre~~Ivo de las redes y tecnologías informativas favoreciendo la reali­zacion de transfer~~cIas tecnológicas, la formación de recursos huma­n~s para estas actl.vIdades y. también la elaboración de materiales di­dácticos que contnbuyan al intercambio de conocimientos.

Desde .una posi~ión un tanto optimista, se mencionan las posibilidades queestos ~lstemas tienen de ayudar a corregir las graves desigualdades existen­tes: Sin e~.bargo, no ~e hace referencia a cuestiones ineludibles como eldb1Sffi?digital, entendido COmo las diferencias que existen entre los países

el :nmer ~undoy los no desarrollados en materia de infraestructura tec­nologlca, as! COmo en su uso, apropiación y dimensión cultural, diferenciasque como sabe~o~ representan un ret~ a vence~ antes de comenzar a apro­vechar los beneficios de la convergencia (Crovi y Sierra, 2005: 156-157).

Tres años después de la Declaración Mundial sobre la Ed . , S. l' ucacron u-pe;IOr en e SIglo XXI, la U nesco recomienda sin embargo, en la reu-mon llevada a ~~bo P?r e! Grupo E-9 en Beijing, durante agosto de2001, la .educacIOn a distancia a través de la red como instrumento pa­ra erradicar e! analfabetismo, advirtiendo que esta línea de actuacióndebe ser llevada a efecto «aun por encima y al margen de 1 . .di' di ' a resrstencra

e os SI? 1cato.s magisteriales, [pues] la educación a distancia repre-s~nt~ la ~mca via para alcanzar t.UedIante un mismo modelo tres obje­tlv.os. mas oportumdades educativas, calidad en los servicios masivos ybajo costo de la inversión»

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Tales declaraciones, contundentes y en un tono que podría calificarse co­mo desafiante, parecen estar dirigidas a los grupos que se han pronuncia­do en contra de los nuevos modelos educativos, basados en la visión y enlas acciones que delimita el documento para la educación superior. Estosgrupos, que se han manifestado de distintas maneras tanto en Latinoamé­rica como en Europa, constituyen una respuesta crítica a los programasque han surgido desde el gobierno y el sector privado a partir de la Decla­ración de la Unesco de 1998, cuestionando la creciente monopolización delas redes y circuitos de valorización de la industria de la comunicación y elcontrol y organización de las nuevas formas de descentralización econó­mico-cultural de las industrias de la información por el capital transnacio­nal como resultado del actual proceso de globalización de una política li­beralizadora asumida y pensada al servicio de los intereses estratégicos deimportantes operadores multimedia como Sony, Time Warner o Microsoft(Crovi y Sierra, 2005: 158).

En e! fondo, e! documento de la U nesco expresa un conflicto latente deintereses que cuestiona y evidencia e! proceso de reestructuración glo­bal de! sistema educativo. Como señala McLaren, «los pactos regiona­les y de liberalización que surgieron durante la pasada década (la Or­ganización Mundial de! Comercio, el Tratado de Libre Comercio, laUnión Europea, e! Mercosur latinoamericano y las negociaciones re­cientes de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicoalrededor de! Acuerdo Multilateral acerca de la inversión) están for­mando el nuevo orden mundial de acuerdo con las condiciones másidóneas de inversión para las corporaciones transnacionales» (Mcl.a­ren, 1999: 102).

En este proceso, la asimilación de las instituciones de! sector públi­co a los modos de gestión propios de! ámbito privado está significan­do la transposición de la filosofía de la gestión empresarial al ámbitoeducativo de acuerdo con criterios de rentabilidad y eficacia, por me­dio de las políticas de Calidad Total y e! uso de las tecnologías educa­tivas y los sistemas de comunicación en la organización de la enseñan­za. El pensamiento utilitarista que impregna las prácticas culturales conlos medios y los procesos de modernización educativa bajo la retóricapopulista de! neoliberalismo imponen así la racionalidad económica enla integración de los recursos y procesos de comunicación y educación,de acuerdo con las necesidades de expansión de! capital:

Las redes, y más generalmente las NTIC, se inscribirían así con absolutanaturalidad en esta corriente de la gestión de las empresas que, levantando

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acta del agotamiento de la organización científica del trabajo, pone el acen­to sobre todo en la producción de información como condición de la su­pervivencia económica de la empresa: tanto en la imagen social de las mis­mas, como en la continua formulación de proyectos de empresa, en laexperimentación permanente de los métodos de producción y en la elabo­ración de productos que integren mucha creatividad (Miege, 1992: 54).

El recurso a tales técnicas parte de una «ficción" elemental. El nuevomodelo de gestión solicita de los trabajadores su adhesión al proyectode empresa a través de la producción audiovisual y el modelo cultural dela industria del ocio orientado a la explotación de las profundas aspira­ciones y deseos del individuo, imponiéndoles precisamente el totalabandono de dichas aspiraciones individuales en función del objetivogeneral de la producción. Las políticas tecnocomunicativas se imple­mentan así paralelamente al proceso de proletarización de los trabaja­dores, disciplinando al nuevo sujeto posfordista y desplazando las for­mas de saber-hacer y las habilidades y competencias cognitivas enbeneficio del capital, que anula las formas de autonomía e independen­cia del trabajo creativo.

La consideración del papel determinante de la comunicación educa­tiva como lucha por la ciudadanía no sólo en el plano social, sino tam­bién, y sobre todo, en el ámbito de la organización y estructura de laproducción económica, tiene en este sentido su razón de ser en el usode las técnicas de comunicación para la gestión, organización y forma­ción de la mano de obra, que reemplaza progresivamente al modelo deorganización científica del trabajo y, más allá aún, reformula todo elconjunto de formas tradicionales de organización social. Como ad­vierte Popkewitz en el caso de la educación:

Las reformas educativas actuales reconstruyen los registros de la adminis­tración social. Las identidades colectivas y sociales, y las normas universa­les de las que hacían gala las reformas previas, son sustituidas por imáge­nes de una identidad local, comunal y flexible. Las reformas conciben a unindividuo que resuelve problemas, que parece ser un individuo descentra­lizado que actúa y participa manteniendo la distancia respecto a la inter­vención estatal (Popkewitz, 1999: 138).

La ilusión del fetichismo tecnológico que la mayoría de autores expre­san, a este respecto, al aislar la variable «nuevas tecnologías" en la in­terpretación de las transformaciones del sistema productivo, resulta enesta línea solidaria de las pretensiones «demiúrgicas» del potencial si-

lOS

nergético de la comunicación como técnica y de la .supuesta capacidadde autonomía del individuo como sujeto del trabajo y la cultura pos­moderna, a condición, claro está, de aceptar el orden de cos~~ existen­te y someterse a la disciplina del capital. «El modelo de gestl~n de co­municación y de construcción de la eorporate image se ha ~mpuesto[así] en la sociedad como único modo de comumcar, Se consIdera quela comunicación concebida de esta manera constituye una excelentetecnologia de la gestión social. Co~~ ejemplo,. ?astaria con. señalar. la

t nsión del modelo de comumcaClOn de gesnon hacia las ¡nStltUCIO-ex e ., h .nes estatales, las colectividades territoriales y las asociacrones umaru-tarias. Todas ellas han redefinido su relación con los CIUdadanos y la so­ciedad civil recurriendo al know how y al imaginario del marleeting»

(Mattelart, 1998: 86):

El desarrollo del sistema de medios comerciales globales que tiende a con­siderar el dominio corporativo como algo natural y bene:-olente era y es laconsecuencia lógica de la política de comunicación del libre mercado queha ido dominando globalmente en los ochenta y noventa. Los medios glo­bales son los misioneros de esta época, que promuev~n las virtudes ~e locomercial y del mercado a grandes voces y de forma incesante a traves desus rapaces empresas y programas (Herman y McChesney, 1999: 63).

La emergencia de un modelo informativo tra~sna~~onal bajo elli?:­razgo del capital estadounidense y la come.rctahza~lOn de l~ educaciónno formal han impuesto como consecuenCia u.na lo?,ca politica, cultu­ral y educativa estructurada por los intereses ,deol~g'cos del ~orpora­tivismo capitalista, una lógica en la que, l~s posibilidades mismas deejercicio de la ciudadanía, de la cultura CIVIC~ y de los derech.os socia­les son ocluidas por la determinación sub~rdm~da: las neceSIdades dereproducción del conocimiento como capital simbólico .valonzab!e..

El consumo, las desigualdades de clase y de o~?rt~mdades,. el.,?d,­vidualismo radical y la competencia por la adqulSlclOn, aproptacron ycompra del conocimiento (de la educ~ción, e,:, suma) son hoy realida­des indiscutibles en las políticas públicas nacionales, que~ando desle­gitimada toda opción política que no responda a las n:~es,dades d: ~e­productibilidad del capital, a~í como to~a aq,;,ella política democratlcade la Comunicación Educativa contrana o mcluso, en a!~no.s casossimplemente diferente de los dictados de la eco?omla política liberal ysus beneficiarios: los conglomerados corporativos del sistema global

de medios.

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En suma, el mercado de los medios globales, orientado por la agre­sividad competitiva de las grandes firmas corporativas estadouniden­ses, en asociación con los grupos líderes europeos, favorecidos desdeuna posición relativamente privilegiada por situaciones de monopolionatural o virtual heredadas, refuerza un proceso de «concentración cul­tural» cuyo efecto más inmediato es la acentuación de los desequili­brios territoriales, la desigualdad y jerarquización social en el acceso yparticipación en la distribución del conocimiento y el capital culturalde las regiones y culturas locales que conforman el heterogéneo mapa dela cultura global (McChesney, 1998).

Un ejemplo ilustrativo de esta filosofía es, como hemos señalado, elcaso de la Comisión Europea que, preocupada por el fomento de nue­vos conocimientos y la alfabetización tecnológica, ha puesto en mar­cha diversas iniciativas en materia de comunicación educativa desdeuna visión instrumental de las nuevas redes de aprendizaje que han ter­minado fracasando por la propia lógica constituyente de esta políticacultural, basada en el recorte presupuestario y el adelgazamiento delsistema público a la vez que se exige, en programas y declaraciones pú­blicas institucionales, grandes esfuerzos de modernización tecnológi­ca para la transformación de la enseñanza formal, con el resultado yaconocido de mayor endeudamiento y transferencia de fondos públicosa los operadores privados, sin que los proyectos de innovación peda­gógica del aula virtual multimedia hayan alcanzado siquiera la mitadde los parabienes pregonados por organizaciones internacionales co­mola OCDE.

El origen del notorio fracaso de estas políticas se debe al propioplanteamiento de partida de la economía neoclásica de la informacióny su incapacidad para transformar (cualitativamente) de forma signifi­cativa la sociedad emergente divisable con la revolución del conoci­miento:

La proyección de la organización de las empresas sobre la economía na­cional, en la que se basa la teoría de los neoclásicos, encubre (por la injus­tificada transferencia de la racionalidad de la empresa individual) las difi­cultades del capital para optimizar e! sistema educativo, en e! sentido desubordinarlo a sus intereses de valorización. Las pretensiones contradicto­rias de las diferentes fracciones del capital; el proceso por e! que las fuer­zas económicas más poderosas, los monopolios y los oligopolios, imponensus intereses como los decisivos y dominantes para toda la sociedad; la pro­blemática de una transformación institucional de los intereses dominantesno están de ninguna manera en las reflexiones de los modelos analíticos de

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la economía de la educación. La función ideológica de estas teorías! en~~­brir las contradicciones y problemas existentes del proceso de .valonzaclOnde! capital, conduce, por otra parte, al alejamientode la práctica (Labarca,

1989: 293).

La visión idealista de la modernización educativ.a digit~l y la política deapropiación por desposesión de las competenCias s?cIahzadas del c~­nacimiento se están traduciendo, como consecuencia, e~ u~a p~~can­

zación de los trabajadores intelectuales, junto con la ~nVat1ZaCIO~ delos sistemas de formación, con el reforzamlento segun hemos VIstode las políticas de regulación de la propi~dad intel,ectual y de !o~ dere­chos de autor ampliados, así como la [inanciación ohgopdlstlCa delsector ciencia-tecnología. La degradación del sector educativo -con ladescualificación de la potencia creativa de docentes, programadores yanalistas- es reveladora a este respecto del nuevo marco norm~t1vo queimpera en el proyecto de la Sociedad Global de la Información.

5. Problemas y lógicas sociales del nuevo escenario cultural

Las lógicas sociales de la comunicación son aquellas reglas de funcio­namiento que ayudan a comprender las evoluciones coyuntur~les y losmovimientos erráticos o de carácter táctico de los actores sociales .rm­plicados, lógicas que el profesor Miege relaciona con los «movimien-

tos estructurantes!estructurados» de Bourdleu. .En el análisis de las políticas de comunicación y educaCló~ p?dem~s

distinguir dos lógicas básicas en la pol~tica cultural: las dlll~ICaS p~­blicas de socialización y democratlZaclOn de los recursos y s.lstemas d,l­gitales y, por otro lado, la lógica social privatizado:~. Las mIsn: as est~nrelacionadas con cosmovisiones y proyectos políticos, con ftlosoftassociales antagónicas, según advierte Apple:

Entre los intentos democráticos de reforzar los dere.ch?s de ~as per?onassobre las políticas y prácticas ~e e~col~:izació~, y la mSlsten~la neo!lberalen la mercantilización y la pnvauzaclo~ hay Impor.ta.ntes dlfer~nc.las. Elobjetivo de la primera es ampliar la política, para :~vlvlftcar la practica de­mocrática hallando formas de reforzar la discusión, el debate y la nego­ciación pÓblicas. Está intrínse.camente ~asado en una visión de la demo­cracia considerada como práctica educat.lva. Por otra ~~rte, la segunda t:atade contener la política. Pretende reducir toda la política a la economía, auna ética de elección y consumo (Apple, 1996: 55).

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Las políticas públicas hoy dominantes apuntan en esta última direcciónhaciend.~ prevalecer el principio de libre flujo de la información y la fi~nanciacion de fuertes inversiones públicas para la adquisición de sis­temas telemáticos de educación en lo que se considera, en línea con lat~oría de difusión de innovaciones, un indicador privilegiado de moder­nización a. través de lacomunicación para el desarrollo según una visiónevolucionista y orgámca de las tecnologías que reduce y limita la COm­plejidad y potencia constituyente del nuevo ecosistema cultural cuandoen realidad «el'proceso de innovación es un proceso de aprendizaje, Unproceso ~ogmtlvo con un el?vado grado de irreversibilidad, que condu­ce a considerar que las soluciones que se alcanzan no son necesariamen­te, en teoría, las más eficientes, porque dependen de las oportunidadesabandonadas en etapas anteriores" (Moulier Boutang, 2004: 96).. Si, como h~~os afirmado al comienzo de este libro, una experien­

CIa define los itmerarros culturales de la experiencia comunicativa tar­domoderna, ésta es sin duda la complejidad. La desterritorialización yaculturación producidas por la dialéctica acelerada del cambio social enla época contemporánea convierten hoy la comunicación itineranteen norma del consumo cultural, desformalizando los puntos de ancla­j~ ?e la experiencia, al punto de condensar en la metáfora de la navega­CI?~ el umco marco posible, y deseable, de! actual orden social y sim­bólico, con e! que se construyen los campos del imaginario social. Tallógica sociocomunicativa está dando lugar, en consecuencia a numero­sos y complejos problemas de difícil resolución y conocimiento. Lapolivalencia y t:ansversalidad de los procesos de información y cono­cirruento a traves de las nuevas tecnologías electrónicas prefiguran elenclave teórico de un contexto emergente cuya potencia exige, en estesentido, un mayor esfuerzo de reflexividad de parte de los investiga­dores, como ya de hecho sucede con las prácticas culturales a las que seven abocados e! conjunto de los actores sociales.

En esta línea, la nueva ecología de la comunicación exige una éticay Una cultura del diálogo y del aprendizaje de las multimediaciones cul­turales que haga factible la apropiación simbólica, y material, del uni­verso de la información a partir de la problemática tensión entre laidentidad y la diferencia, la unidad y la pluralidad, que invariablemen­te nos muestra la experiencia cotidiana en la que vivimos y materiali­zamos la producción y reproducción de las representaciones sociales.El reto de la comunicación educativa es anticipar en este sentido unamirada de futuro, un intento de proyección histórica sobre la utiliza­ción y desarrollo educativo y cultural de! entorno, capaz de esbozar las

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distintas alternativas y obstáculos que aparecen en el escenario mediá­tico en relación con las necesidades actuales y futuras de la sociedad, laeconomía y la cultura posmodernas. Una tarea ésta altamente difícil ycontradictoria.

Una de las trabas primeras es el acceso a los datos comerciales, a lainformación sobre patentes y nuevos productos, análisis de mercados,previsiones de precios y de la demanda, movi~ientosfinancieros. y.~o­netarios y resultados de las investigaciones industriales; en definitiva,las restricciones en el acceso a los datos científicos, tecnológicos y co­merciales para que los países en desarrollo y las economías locales pue­dan planificar sus políticas públicas en condiciones de igualdad frentea las empresas transnacionales y grupos extranjeros en contra de la su­puesta disponibilidad de recursos y fuentes de información que preco­niza el discurso sobre la Sociedad del Conocimiento. «Una contra­dicción que tiene su base en esos mismatchings de la economía delconocimiento, en los desajustes derivados de la inadecuación del prin­cipio de escasez y en la lógica de los rendimientos crecientes; en últimainstancia, una crisis que derivaba de la dificultad para establecer unamedida, no arbitraria, no convencional, de la productividad, en el mo­mento en el que el capital fijo correspondía menos con el sistema demáquinas y con las instalaciones industriales que con la cooperaciónentre cerebros» (Moulier Boutang, 2004: 21).

Hemos visto cómo el denominado Nuevo Orden Mundial de la In­formación y la Comunicación del Capitalismo Cognitivo está basadoen el control de la producción y distribución de la cultura y la comu­nicación públicas, integrando los bienes simbólicos como parte de unsector mundial de servicios electrónicos dirigido por las multinaciona­les a partir de la eliminación de barreras al comercio de bienes y servi­cios, el favorecimiento de la competencia, la liberalización de las inver­siones, el establecimiento de procedimientos administrativos conjuntosefectivos y la creación de una base para la extensión del acuerdo en fu­turas conversaciones bilaterales y multilaterales. En este contexto, Es­tados Unidos está presionando a la Organización Mundial de Comer­cio para que incorpore el comercio único en las previsiones de servicio(comunicación y educación incluida, por. supuesto). como parte. delproceso de liberalización de los intercambios comerciales. Esto elimi­naría muchos de los apoyos con que contaban los gobiemos de E~ro­

pa y América Latina para aplicar sus políticas nacionales de comunica­ción y cultura desde una visión equilibrada de servicio público. Estainiciativa, que se está materializando merced a tratados bilaterales, es el

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nuevo producto cultural a exportar por el Imperio como marco regu­lador de las industrias de la conciencia. El profesor Vincent Mosco sos­tiene, en este sentido, que, frente a la tríada de poderes (Estados Uni­dos, Japón y UE), hoy tenemos el superdominio estadounidense comoauténtico Imperio global basado en la superioridad informativa. Aunperdiendo terreno en el aspecto económico, Washington todavía con­trola las metáforas, las imágenes y las expectativas que motivan a granparte de la humanidad. Lo que vende es el modo de vida americano. Lametáfora del libre comercio como visión política es, en sí misma, el ob­jeto de exportación y principal resorte del Imperio.

La concentración vertical y multimedia crecientes, la transnaciona­lización del sector y la simbiosis del poder informativo con el econó­mico-político se alimentan de ello. Estas líneas de evolución, estrecha­mente interrelacionadas con el desarrollo de la economía, restan comoresultado autonomía a las decisiones de tipo localista o nacional. En es­ta línea, desde 1986 funciona el Programa Intergubernamental de In­formática que asiste a los Estados miembros en la preparación y apli­cación de políticas nacionales para el desarrollo de la informática, asícomo la creación de redes de telemática para el correo electrónico y elacceso a los bancos de datos al margen o sobre las decisiones políticasde los gobiernos nacionales favoreciendo oligopolios privados de co­municación en función de su elevada capacidad de servicio ante las cre­cientes demandas de la Sociedad del Conocimiento.

En un sector de tanto crecimiento como el de las telecomunicacio­nes, se observa, se constata así finalmente, tras un detenido análisis dela situación y prestaciones del servicio, una oferta deficiente y de pocacalidad. Si analizamos el caso de España o de muchos otros países deEuropa y América Latina, se observa, además de una insuficiente den­sidad de líneas telefónicas en territorios y áreas rurales, grandes dese­quilibrios estructurales entre las regiones y una oferta excesivamenteenfocada a la demanda de los negocios empresariales. La política tari­faria, que puede introducir aspectos redistributivos en las rentas entrelos diferentes estratos socioeconómicos mediante la subvención deunos servicios por otros, es un indicador de la discriminación clasistaque hoy hace recaer en los usuarios más modestos los costos de pro­ducción sin establecer distinciones en positivo sobre los usos social­mente necesarios y aquellos otros que utilizan el servicio como una he­rramienta de mejora en la gestión de su negocio.

En la misma tónica, la ausencia de una política nacional de comuni­cación refuerza los desequilibrios interregionales. Las lenguas y cultu-

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ras nacionales sucumben ante el arrollador poder de uniformizaciónmercantil, como prueban las iniciativas aisladas y sin solución de con­tinuidad en las comunidades autónomas de España. El respeto y fo­mento de las minorías y nacionalidades culturales constituye hoy día elcentro de las contradicciones entre el viejo Estado-nación y el nuevoorden mundial de espacios supranacionales de integración como ~a UE.En el caso modélico de España, las administraciones autonÓmIcas seenfrentan al denominado "doble déficit democrático»: primero, por laconcentración del poder ejecutivo y legislativo del Estad~ y, ~e~ndo,por la transferencia de competencias a las autondades e mstituciones

comunitarias.La investigación en comunicación tiene sin duda por delante a este

respecto una compleja tarea de redefi~ición de,las !,olíticas públicas enel nuevo escenario económico transnaclOnal. Mas aun SI consIderamos elcrecimiento de las alternativas de los sistemas de distribución digitalque amplía signicativamente el espectro y diversidad de formas de re­gulación. Como advierte el profesor Bustamante:

Los riesgos de desestabilización que entraña la irrupción de los gigantesempresariales de las telecomunicaciones, la informática u otros sectoresajenos hasta ahora a la comunicación y la cultura (eléctricas, empresas deagua, bancos ... ) no son [sin emba~~~] conte~plados ~1l en su vertiente ec~­nómica(opacidad, abusos de poslClon dominante) ru en la cultural y poli­tica (reducción delpluralismo). Tampoco lospelIgros de la IUtegraclOn ver­tical entre difusión y producción entre redes y contem~os recl~en muchaatención, ahogados por los imperativos de la competencia mundial (Busta­

mante,2004: 15).

En este sentido, llama poderosamente la atención cómo la afirmaciónde la valiosa contribución de las políticas culturales al desarrollo e.co­nómico se produce paralelamente a la despoliti~ación de las políticaspúblicas, delegadas a organismos paraestatales «independientes»:

Con la eliminación o los cambios progresivos de las funciones de interme­diación del gobierno o de la administración entre el Estado central y ,l~sinstituciones de enseñanza, la política convencional y el control buroc~atI­co a cargo de organismos públicos se sustituyen con instituciones casi au­tónomas con presupuestos propios que compiten por los clientes en elmercado, un sistema de rendición mercantil de cuentas que, con frec~en­cia, está regulado por las llamadas agencias no gubernamentales. Estas I~S­

tituciones casi autónomas, financiadas por el Estado, aunque en su funcio-

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namie~to intervenga un número considerable de elementos privados y vo­luntarios, hacen que la educación parezca tener un carácter menos político(Whitty, Power y Halpin, 1999: 63).

~sí, las políti~a~ cultu~ales son desprovistas de todo control y raciona­Iidad democrat~ca, .vacla,ndo de co~tenido la discusió? pública, parale­lamente a la pnvanzación de la universidad, los medios de comunica­~ión, ~os ~i,stemas de telecomunicaciones e incluso los programas deinvestigacion y desarrollo en beneficio de las grandes corporaciones in­dustnales y del capital financiero.

En esta línea, l~ estrategia de despolitización de las políticas públi­cas en cornurucacion y educación debe ser situada dentro de una diná­mica ideológica mucho más global en la que estamos asistiendo al in­tento del nuevo bloque hegemónico por transformar nuestras ideas yfilosofía acerca de la función de la comunicación y la educación deacuerdo c?n nuevos parámetros; una dinámica que -como advierte Ap­ple- habna hecho estremecerse a Dewey y que se caracteriza, básica­m:nte, por la,c.onversión de la dem.ocracia en un concepto más econó­mICO .que político, en el qu,:, el sentld~ y noción de bien público quedama.rgrnado de las deliberaciones sancionables por los intereses corpo­ranvos de las industrias de la conciencia.. , Los valor,:,s empr~sariales de flexibilidad, competencia y produc­

Clon. racionalizada bajo demanda son los principios posfordistas quemspiran hoy esta filosofía pública en comunicación educativa. En tor­no a ellos, se esbozan diversas medidas y programas de actuación cul­tural que tratan de integrar el sistema educativo y los medios de co­municación procurando:

1. La liberalización de las ofertas formativas y posibilidades electivasde acuerdo con principios de economía de mercado.

2. La calidad y excelencia en función de objetivos y conocimientos cu­rriculares básicos y sistemas de validación y evaluación nacionales.

3. El diseño de contenidos de instrucción formal convencionales.4. La orientación empresarial de los programas y actividades académi­

cas en función de las necesidades de la industria y del mercado detrabajo.

Estos cuatro objetivos son especialmente constatables, por ejemplo, enlos proyectos de modernización de la enseñanza superior. Como criti­ca Giroux:

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Los principios de contabilidad de costes de eficiencia, estimación, predic­ción y control del orden empresarial han modificado de muchas manerasel significado y propósito de la educación [...] En la actualidad, a muchosdecanos se les confiere el título de presidentes, los programas académicosse racionalizan para recortar gastos y, en muchas universidades, los nuevosdirectores ejecutivos trabajan activamente para entablar relaciones estre­chas entre sus universidades y el mundo de la empresa (Giroux, 2001b: 57).

Al mismo tiempo, las políticas de privatización y concentración cultu­ral refuerzan desigualdades estructurales que, agudizadas por el objeti­vo de la competencia, reducen las expectativas sociales respecto al sis­tema público, favoreciendo una lógica darwinista de selección queobliga a la Universidad a incidir con mayor énfasis si cabe en las polí­ticas modernizadoras de calidad total, productividad y desarrollo tec­nocomunicativo para la formación virtual y flexible a distancia, cuyosefectos son cada día más perjudiciales para la formación y conocimien­to universitario, al reproducir un círculo vicioso a escala global, sólosuperable desde un discurso y acción política alternativa al modelo ca­pitalista. En este escenario, cabe destacar, de acuerdo con Shalini Ven­turelli, cinco problemas estratégicos para el desarrollo de la Sociedaddel Conocimiento:

1. El servicio universal. Las limitaciones de acceso en un marco supra­nacional de libre mercado cuestiona la retórica liberal y las prome­sas integradoras de las TIC por la lógica discriminatoria, competiti­va y poco transparente que imponen hoy las políticas privatizadorasdel sector informativo.

2. La política de competencia. Se habla de terminar con el monopoliopúblico para la libre competencia, pero la lógica mercantil está con­figurando una oligarquía de la información que restringe y empo­brece la oferta cultural en materia de comunicación y educación,agudizando las contradicciones en torno al potencial emancipadorde las nuevas tecnologías.

3. La propiedad intelectuaL ¿Qué tipo de régimen legal en los merca­dos internacionales puede democratizar la comunicación, cuando,en realidad, se trata de la expansión de los intereses privados y laapropiación del espacio público? El problema de la propiedad pri­vada o común de los bienes culturales constituye, en este sentido,una encrucijada problemática para el desarrollo de la Sociedad de laInformación.

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4. El gobierno electrónico. Igualmente, resulta problemática la con­formación de las formas participativas de democracia digital. Quécriterios y cómo se articula la ciudadanía virtual en el gobierno elec­trónico centra hoy buena parte de los discursos en torno a la go­bernabilidad en la era de la cibercultura.

5. La producción de contenidos. Por último, las políticas de ayuda a laproducción de contenidos multimedia debe tratar de resolver cómopueden participar desde sus referentes culturales los sectores mino­ritarios en la producción, edición y distribución de información yconocimiento teniendo en cuenta que las redes globales están hoyhiperconcentradas (Venturelli, 1999).

El actual desarrollo de las políticas educativas y tecnológicas de cons­trucción de la Sociedad Global de la Información está resolviendo enfalso éstas y otras preguntas fundamentales en la acción pública guber­namental y en las propuestas de los expertos que asesoran a los orga­nismos internacionales. El modo de acomodar y pensar las iniciativaspúblicas en estos cinco ámbitos, resulta, a nuestro entender, crucial pa­ra definir alternativas democráticas en las actuales circunstancias histó­ncas.

Como trataremos de ver en el próximo capítulo, la promesa del de­sarrollo a escala local, del desarrollo endógeno y sostenible de la ciu­dad educativa en la era digital, depende cada vez más de la inteligenciapolítica y de la episteme educomunicacional con la que nos enfrenta­mos los profesionales de la comunicación y la cultura.

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Políticas públicas de la sociedad cognitiva.Retos y contradicciones

La inteligencia ha dejado de serla capacidad de resolver problemas

para ser la capacidad de ingresaren un mundo compartido.

F. VARELA

Los modos de producción y socializaciónpropios de la cultura son los que

es preciso introducir en la economía.

G. SIMMEL

Hasta aquí hemos aseverado, de forma ~on~~uyente,que las,tendenciasimperantes en la industria de la comumcacion y la educación .contem­poránea, así como los procesos de privatización y desregulación de laeconomía en la dinámica de convergencia regional, dibujan en la ac­tualidad un escenario complejo y contradictorio en el que cada día, esmás evidente la necesidad de conocimiento sobre los problemas POh;l­cos y culturales que tienen lugar en t~rno al proceso de construccionde la Sociedad Global de la Información, .

Si en los sesenta tuvo lugar la apertura del sector educativo a la cre­ciente internacionalización económica de las industrias cultural~~,des­de la década de los noventa la transnacionalización de ~a educación y lacultura, al calor del proceso de concentración y expansión ~el se~tor delas telecomunicaciones, viene introduciendo cambios significativos en

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la renovación de las visiones y los contenidos culturales de la educa­ción, en virtud de las posibilidades de la comunicación instantánea ydel acceso universal y personalizado al conocimiento.

Las nuevas tecnologías de la información han propiciado el desarro­llo de nuevos modelos de mediación que, aplicados a la formación per­manente y a distancia, empiezan a modificar las estrategias institucio­nales de gestión, regulación y organización de la socialización del sabery del conocimiento y de reproducción de la fuerza de trabajo, cambioséstos sin duda trascendentales desde el punto de vista del desarrollo so­cial, pues «las nuevas tecnologías impactan en los subsistemas de pro­ducción, distribución y consumo, por un lado, y en los mecanismos dereproducción social y del poder, por otro. Cambian, también, las no­ciones de tiempo y espacio, de poder y libertad, lo individual y colec­tivo, lo público y privado, [las culturas] nacional e internacional, [y elámbito de lo] productivo e improductivo» (Zallo, 1992: 45).

La reestructuración cultural del medio educativo por acción de losnuevos sistemas de información no sólo impugna en este sentido la cen­tralidad del monopolio formal de la enseñanza en la socialización delsaber con los instrumentos multimedia y el proceso de semiotizaciónde la vida cotidiana, además significa un proceso de reconversión de ladinámica científico-tecnológica entre el sistema educativo y la indus­tria electrónica, un cambio en definitiva de la lógica de la articulacióndel conocimiento y de la producción social general.

La actual revolución educativa constituye, básicamente, una pro­puesta de cambio de las pautas de regulación social en función de lasnecesidades de adaptación a las demandas que formula el modelo he­gemónico de reproducción social, organizando y confiriendo valor adeterminado tipo de saberes; legitimando formas institucionales y derelación social concretos, y valorando determinados estilos de racioci­nio, clasificación y ponderación coherentes con el proceso de expan­sión y competencia de la industria cultural capitalista (Popkewitz,1991).

Así, se aprecia en las líneas generales de las políticas de Comunica­ción Educativa:

El dominio de un discurso «modernizador» de la educación y elaprendizaje según criterios técnicos e instrumentales.La subordinación de la política educomunicativa a los objetivoseconómicos, despolitizando el proceso de integración en el marcode construcción de la sociedad global de la información.

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La definición de la información y el conocimiento y las nuevas for­mas de saber como objetos de consumo cultural, identificando losactores de la educación y la comunicación social como receptores yclientes de los servicios y bienes simbólicos.La notoria contradicción entre los enunciados y propuestas, a nivelde discurso, de la Sociedad Global de la Información y la realidadcotidiana del sistema educativo y de las clases subalternas, despla­zadas del proceso de distribución del capital cultural por el nuevoproyecto de modernización de la enseñanza y la privatización de losservicios públicos de educación y socialización cultural.

La nueva disposición institucional del sistema de enseñanza restringeasí finalmente el alcance de las potencialidades tecnológicas de la nue­va estructura telemática de información al uso dominante que establecela lógica social de la economía política liberal, en función de los intere­ses de acumulación de la industria cultural, un aspecto, paradójica­mente negado por acción y omisión en las políticas educomunicativas,pese a la creciente determinación del sector educativo por las industriasculturales.

Las decisiones públicas relativas al proyecto de construcción de laSociedad Global de la Información definen, como consecuencia, unmarco cultural de desarrollo del sistema de producción por el que losdispositivos de socialización y educación pública se pliegan y desplie­gan en torno a las industrias de la conciencia, favoreciendo una nuevapedagogía cultural mediática que mina y cuestiona el sistema formal deenseñanza en virtud de intereses más que educativos comerciales, porlo que las necesidades capitalistas de valorización subsumen y coloni­zan la esfera pública como un objeto más de intercambio. En este pro­ceso de subsunción de la sociedad entera por el capital, las políticas decomunicación y educación han redefinido sus objetivos desde paráme­tros claramente economicistas, modificando la función y sentido delconocimiento 'social a partir de criterios éticos, políticos y legales tec­nocráticos.

Así, paradójicamente, la función productiva del conocimiento quedetermina las necesidades de comunicación y educación en la nueva So­ciedad Cognitiva favorece un enfoque de las políticas culturales acor­de con los designios globales del capital vaciando, como veremos, decontenido la discusión pública sobre la economía política del conoci­miento en virtud de un discurso tecnocientífico que trata de abolir lasdiferencias de clase y de funciones (entre trabajadores manuales e inte-

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lectuales) por razones de eficiencia, eficacia e idoneidad de las políticasculturales, independientemente de la pertinencia y equidad de dichaspolíticas; esto es, abstrayendo las contradicciones y el contexto histó­rico-cultural en relación con los intereses ideológicos que median losprogramas de ciencia y tecnología, comunicación, educación y desa­rrollo, en el modelo de integración dominante del mercado mundial,cuando, como decimos, toda experiencia en materia de comunicacióneducativa presupone una posición, un interés, un compromiso y con­cepción ideológica determinada del poder cultural que pueden, y de­ben, ser analizados históricamente.

En este capítulo, trataremos de esbozar, sucintamente, las tenden­cias de integración y globalización económica de la ComunicaciónEducativa a partir de las políticas públicas de convergencia telemáticaen el campo de la educación como objeto privilegiado, además de pro­blema estratégico, para el futuro desarrollo del proyecto SGI y las nue­vas formas mediáticas digitales que hoy reformulan conceptualmenteel sistema convencional de medios articulando dinámicas originales deproducción y organización de la mediación cultural.

1.El reto de la ciudad educativa

Las mutaciones que introduce la «galaxia Internet" en la nueva morfo­logía social se manifiestan con especial intensidad en las perturbacionese irrupciones de la actividad social que afectan a la cultura; transfor­maciones reticulares y centrífugas de la nueva ecología cultural que hoypermiten sobremanera al sujeto de la posmodernidad permear la reali­dad misma, personalizar el mundo, apropiarse con la imaginación demundos posibles y reales de interacción, y proyectar nuevas lógicasde participación y desarrollo local a partir del nuevo ecosistema in­formativo.

En la nueva cultura mediática, el proceso de comunicación se ha li­berado por completo de las coordenadas espaciotemporales descritaspor Descartes en los albores de la modernidad con formas ampliadasde experiencia que trascienden el horizonte local de los acontecimien­tos. Más aún, la espacialización del tiempo en la red anticipa una nue­va concepción de lo local.

Castells habla en este sentido de una nueva lógica espacial basada enflujos de información frente a la lógica de la organización social arrai­gada en la historia de los lugares y territorios locales inmediatos. El

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nuevo modelo de configuración urbana, junto con el espaci? de. los flu­jos inmateriales de organización de las prácticas .sociales, .dISOCI~ la ex­periencia del espacio físico haciendo posible la simultaneidad vlrtu~1 yel espacio fragmentado atemporal. Tales transformaclOnes se manifies­tan y repercuten con especial intensidad en la planeaCIón urbana.

En las dos últimas décadas, se ha iniciado como resultado un pro­ceso contradictorio de transformación urbana en torno a las redes tec­nomediáticas y comunicacionales y la revolución digital, reorganizan­do las bases de articulación de las ciudades y megalópohs modernas quetrasciende las formas históricas conocidas de territorialidad. La refor­mulación informacional de lo urbano nos plantea a este respecto SIg­nificativos interrogantes sobre las lógicas de:planificación ygestión co­municacional en las políticas de ordenación del terntono y e:n laspolíticas culturales, apenas explorados en el campo de,la. Comumcolo­gía. Pero sobre todo nos sitúa ante. un problema Ideol~glco fundamen­tal de legitimación y fundamentación del contrato SOCIal que reformu­la la función social de la comunicación, la educaCIón y la cultura.

Sobre las formas convencionales del lazo social, sobre las prácticasy representaciones si~bólicas mod~rnas,_el ciberespa~io introducenuevos hábitos y relaclOnes. Como bien senala Echevarna, los proble­mas técnicos de acceso, circulación o transmisión rápida y segura de lainformación a través de Internet son importantes, pero resulta muchomás urgente reflexionar sobre la conformación de la red como nuevoespacio ciudadano. La conformación de una nueva telépolis constItu~e

a este respecto el principal reto que debe afrontar la agenda de mvesti­gación en comunicación. La ruptura de los l~mltes mtern?s y exter?osde la ciudad y de los terntonos, la mtegracion y contusión d~ los arn­bitos público y privado, tradicionalmente concebidos en el ?1SCUrSO yen la comunicación política moderna separadamente, no solo apu~tanuevas pautas culturales. de organización y ~o~ialidad human~s, SI.notambién a través de las diversas formas electromcas de mteraccion e m­tercambio de información, la constitución de un nuevo espacio de iden-

tidad y participación política. . . ..La cultura de la navegación, la cultura de la crisis comumcaclOnal,

de las migraciones y mediaciones cul~urales hib~idadas y descentradas,polivalentes y diversas, ha transgredIdo defm1tlvamente las leyes cul­turales de la proxemia, del territorio y las fronteras, de los modos deidentificación de lo propio y lo ajeno, de lo cosmopolita y lo local, ~a­ra ir instaurando definitivamente una lógica transversal y constructiva-autónoma, diríamos- de producción de las diferencias culturales, en

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función de una nueva forma de organización espaciotemporal de la ex­periencia, del sentir y del sentido, que por necesidad ha asumido comoprincipio la interculturalidad, el reconocimiento del otro, de la alteri­dad como identidad, y asimismo la asunción de una cultura del diálo­go. Ello supone, desde luego, un cambio cultural sin precedentes queincide de forma especial en la memoria colectiva.

Hoy, de hecho, la red se está convirtiendo en el espacio o entor­no/memoria de la cultura popular. Pero, como advierte Héctor Sch­mueler, la velocidad de escape de la «galaxia Internet» plantea un pro­blema:

Entre memoria y comunicación existe una relación inquietante: se exclu­yen y se necesitan almismo tiempo. La idea de comunicación generaliza­da en nuestros días evoca la instantaneidad, la simultaneidad y, en ellími­te, el no tiempo. La memoria siempre exigió la duración, la persistencia; elconcepto de velocidad le es ajeno. Para que la memoria se adaptaraa la no­ción de comunicación sin tiempo tuvo que excluirse de los cuerpos y alo­jarse en la abstracción de señales electrónicas. La comunicación como pu­ro contacto se corresponde a la memoria digital: almacenamiento desucesivas oposiciones de insignificantes unos y ceros. En ambos sólo se re­conoce un cúmulo de fragmentaciones; parcelación indefinida que desva­nece el reconocimiento de un origen y que se libera de cualquier perte­nencia. La memoria, así, se vuelve un repertorio idiota de datos y lacomunicación una serie de mecanismos que los interconectan. Tautológi­co, este orden tecnoinstrumcntal en que se han inscrito memoria y comu­nicación no haceotra cosaque repetirse a sí mismo (Schmucler, 1997: 12).

Pensar la aportación de las NTIC a la memoria y al desarrollo local exi­ge, por ello, en primer lugar, modificar las estrategias de análisis, cues­tionar los métodos y técnicas de investigación, integrar disciplinas yperspectivas de estudio, cambiar la mirada en un sentido productivoy ecológico. Los entornos complejos del ciberespacio y las redes tec­nológicas demandan una investigación crítica reflexiva y un nuevomarco teórico capaz de describir y comprender las condiciones técni­cas del mundo electrónico pos moderno desde una aproximación en­dógena y generativa sobre el complejo tecnomundo de los nuevos me­dios, pues sólo una observación de segundo orden permitirá proyectarnuevos procesos de mediación.

En el actual entorno telemático es necesario en definitiva un cono­cimiento más elástico de la comunicación como flujo. Y un enfoquemás creativo de la investigación en comunicación. Como advierte Pa-

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010 Vidali, la virtualidad de la nueva cultura mediática pone en juegono sólo la reivindicación de lo singular de toda experiencia, sino la po­tenciación y extensión de los sentidos recuperadores de la imagina­ción como medio productivo de conocimiento (Bettetini y Colombo,1995: 270).

El desarrollo exponencial de medios inteligentes de conexión ydocumentación informativa nos plantea a este respecto una reflexiónfundamental sobre la propia naturaleza del pensamiento y la cogniciónhumanas. La sociedad telemática nos ha hecho comprender, al fin, re­flexivamente, la relación ecosistémica que mantenemos con nuestro sis­tema y con el entorno que observamos y transformamos a través delproceso de conocimiento. El cambio de paradigma comunicológicoparte, en este sentido, de una consideración creativa de la complejidadsocial en torno a los nuevos procesos de mediación informativa, pro­yectando el campo social del entorno urbano como un espacio plural,constructivo y contradictorio de las identidades culturales múltiples,como un espacio de encuentro, de nuevas realidades, de socialización,migración y transformación del territorio, como una red de redes yvínculos sociales.

La metáfora de la red aquí más que un juego lingüístico da cuentade un proceso imaginario que trata de convertir a los actores socialesen tejedores de sueños, en artífices de los procesos materiales, simbóli­cos y político-sociales de la ciudad. Se trata de desplegar en esta líneauna cultura de investigación generativa que contribuya, como resulta­do, a desarrollar procesos colectivos de apropiación de las tecnologíasy saberes comunicacionales, ampliando la cultura de información vi­gente mediante una concepción comunicativa dialógica, emancipadoray productiva de la cibercultura.

Para ello, debemos comenzar a preguntarnos cómo se articula la red,qué niveles de análisis y de qué modo se pueden comprender los pro­cesos comunicativos a través de estas redes, más allá de la polarizaciónentre el individuo y la red global. Y definir al mismo tiempo una nue­va política de la representación, pues, como advierte ]ameson, no hayproyecto de investigación sin racionalidad social e histórica, ni inter­vención cultural sin proyecto político.

Para el diseño de la ciudad educativa o las ciudades del conoci­miento en la sociedad-red, una nueva política cultural exigiría a esterespecto la apuesta decidida por el empoderamiento del Tercer Sectory de la ciudadanía, así como una decidida voluntad de configuración delas condiciones propicias para una comunicación no burocratizada, ni

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mercantilizada, en virtud de un modelo genuino y diferente de creati­vidad s?cI~1 ,que se inspire en la investigación-acción y la capacidad decornumcacion de las organizaciones no gubernamentales y los sectorestradlclO."almente excluidos de!. proceso de modernización tecnológica,con e! Iin de reconstruir espacios comunitarios, de participación y en­cuentro~ de diálogo y cooperación, que pueden sin duda contribuir alfortalecimiento de la gobernabilidad y de las instituciones de la ciudad.

E~ esta línea, toda ,idea compleja de comunicación pasa por la ex­tensron de redes telemáticas, la promoción de grupos autónomos de in­tervenci?n y e! diseño de proyectos comunitarios a partir de! lenguajede los vínculos y la cooperación productiva para construir comunica­ción local democrática multiplicando tres formas estratégicas de la co­municación alternativa:

La re~exividad colectiva y liberadora sobre las prácticas de comu­rucacion.

La cultura dialógica de construcción de! consenso.y el reconocimiento de la multiplicidad y la diferencia.

La política de redes de pensamiento e intervención social en la comu­nicación constituye, en este sentido, otra forma de hacer cultura otraforma de organizar la comunicación y la participación ciudadana'en laciudad educativa:

- Articulando dinámicas de consenso e integración de los diferentesactores sociales de la ciudad en la discusión de! modelo organizati­vo de la comunicación pública.Garantizando la cobertura y acceso de todos los usuarios.Observando e! principio de igualdad en la participación pública de!sistema cultural orgamzado por las industrias de la comunicación.Facilitando la multiplicidad de emisores y e!pluralismo real en la es­tructura de la información local.y promoviendo e! uso creativo y crítico de los medios a partir deuna pedagogía de la comunicación transformadora.

Concebida como. una dimensión estratégica para reconstruir la ciudady dmamlz.ar la CIUdadanía y la gobernabilidad local, los espacios deconvivencia que.las redes sociales construyen en este proceso en los ba­rnos y los distritos de la ciudad para definir un nuevo marco de rela­ciones sociales hacen posible, desde una mirada ecológica, una esfera

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pública local como un complejo entorno de participación pluralmenteconstituido en el reconocimiento de las múltiples voces y actores quelo conforman, rescatando la palabra, las prácticas comunicativas que segeneran desde los propios ciudadanos, en la definición de un nuevomodelo de desarrollo basado en la confianza ciudadana por mani­festarse, por hacer propuestas y llegar a acuerdos, en definitiva, portransformar la participación en la vida política en un compromiso conla comunidad y la convivencia. De acuerdo con esta filosofía, la comu­nicación se vincula de forma directa al desarrollo local en todas las fa­ses de! mismo, de forma transversal, tratando en todo momento de ob­servar qué posibilidades hay de codeterminación, de proyección ycambio histórico, de definición y afirmación de! deseo de una políticade auto gobierno de la comunicación en la red global.

Tal dinámica presupone, en consecuencia, una intervención en redcon otras ciudades, experiencias y programas de trabajo nacionales einternacionales, tratando en todo momento de pensar los macroproce­sos de configuración de la Sociedad Global de la Información a partirde las dinámicas locales, próximas y concretas de los ciudadan@s. Estavisión de las ciudades de! conocimiento parte en fin de una filosofíapraxiológica de la comunicación basada en cuatro principios básicosque deberían adoptar las políticas culturales, y que podrían ser defini­dos como retos de la nueva sociedad cognitiva:

El liderazgo y capitalización del proceso por e! Tercer Sector y laciudadanía, conformando un modelo de organización, planeación ygestión social de los planes de desarrollo local con las nuevas tec­nologías de la información y la educación con participación públicay autonomía social.La definición de un modelo reticular de organización y concepciónde! proyecto consciente de la lógica de desterritorialización que, aunsiendo un proyecto de base local, amplíe las estrategias de coopera­ción, intercambio de información y conocimiento, e intervencióncon otros grupos, iniciativas y programas.La apuesta por un modelo de participación con énfasis también enla economía social. Además de la prestación de esta función verte­bral estratégica para la Sociedad de la Información y la gobernabili­dad local, las políticas culturales en torno a las TIC deben tratar depromover sinergias productivas, dinámicas de innovación y recon­ducción económica, con impacto en e! territorio, albergando pro­gramas tanto de formación específica en e! campo de las nuevas tec-

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nologías, como el asesoramiento y desarrollo virtual del pequeño ymediano comercio local, y la creación de nuevos servicios y redes deproducción, distribución y organización económica-social.La promoción de una nueva cultura del ocio participativa y demo­crática, favorecedora de sinergias y procesos de configuración delespacio público y la gobernabilidad local como resultado de las ini­ciativas de creación de los diferentes grupos sociales de la ciudad, es­pecialmente de los sectores marginados del proceso de innovacióntecnológica y desarrollo de la nueva economía de la información yla comunicación.

A nuestro entender, las nuevas redes telemáticas abren un escenario po~

tencial de múltiples sinergias productivas de cooperación, organizacióny autonomía comunitaria que debe ser explorado y conocido para unmejor desarrollo de la comunicación local en las lógicas globales de lanueva sociedad de la información. Las redes cívicas, los telecentros co­munitarios o plataformas públicas que generan formas innovadoras deapropiación y uso de las NTIe, deben por lo mismo ser revitalizadasen los procesos creativos de organización y desarrollo social. En estesentido, podemos decir que las comunidades locales en el ciberespacioestán en condiciones de articular procesos constituyentes de inteligen­cia colectiva para el cambio social a partir de las necesidades radicalesde los sujetos y conjuntos humanos. Al favorecer diversas formas deinteracción, cooperación e intercambio basadas en la participación ac­tiva, las comunidades locales disponen con las nuevas plataformas di­gitales de una herramienta poderosa de organización y desarrollo en­dógeno, favoreciendo además "la democratización de la creacióncultural y la ruptura de la barrera histórica entre productores y consu­midores de objetos culturales» (Abril, 1998: 72).

La transferencia de poder creativo a las máquinas de procesamiento,depósito y programación informativa plantea, a este respecto, proble­mas estratégicos de corresponsabilidad y cogestión cultural en materiade comunicación y desarrollo. La gestión de los bienes informaciona­les y de la exomemoria telemática, así como las formas de planificacióny desarrollo del patrimonio cultural, apuntan significativos interrogan­tes sobre las relaciones entre poder, información y desarrollo que ape­nas comenzamos a definir. Así, por ejemplo:

Son determinantes, obviamente, las decisiones de política de la documen­ración, es decir, las relativas a las finalidades del banco de datos y a las mo-

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dalidadesde acceso: lacomercializaciónde los datos almacenadosacabaporconstituir otro criterio, esta vez de naturaleza económica, que. opera ta~;o

en la fase de seleccióncomo la de interrogación. El valor de la mfo,rmaclOnno está ya determinado sólo por parámetros internos a la mstitucion docu­mental, sino que se ve afectado por las leyes. de un verdadero ~e~ca~o,.amenudo competitivo; así, la apertura al públIco -controla.da o indiscrimi­nada, gratuita o de pago- o la decisión de gestionar sól.o mtername?te lasinformaciones almacenadas influyen tanto sobre la a~qU1tect~:~ del SIstemacomo sobre las convenciones adoptadas y, en un último análisis, sobre loscontenidos memorizados (Bettetini y Colombo, 1995: 226).

La apuesta, en este sentido, por una perspectiva virtual de las nue,:as ~o­municaciones na debe entenderse en oposición a lo real, sino ma~ biena 10 actual, coma potencia, como realidad conceptual, com~ uW~la, pe­ro por lo mismo como una propuesta política de, l~ comum~aclOn ~arael ámbito local concreto. Pues sin proyecto esrrategico y política definí-da no es posible la realización de la ~~ltur~ mediáti~~ suger:da. .

El modelo organizativo de planificación y g~stlOn so~'al de la ClU­dad educativa parte de la necesidad de una decidida p~l1tlca ~e ~ons­trucción de redes públicas, de redes críticas de d~mlmo publico ygestión social, con participac~óndel gobierno municipal, las orgam-

zaciones sociales y la universidad. . ..El reto comunicológico de esta visión de la SOCiedad cognmva ~s, en

resumen, tratar de realizar la producción y desarrollo de redes cl;,da­danas y experiencias de socialidad y comum.dades de. ':Ida a partir delos nuevos sistemas y entornos complejos de iníormación. Un reto po­co o nada fácil, de acuerdo con el profesor Artur Serra:

Sabemos que la ingeniería se basa en el dise~o, pero. no es lo mi.sIDo di~e­ñar un sistema informático que una comumdad SOCIal con un SIstema l~­

formático incorporado. La complejidad del diseño es do_ble, y los conoci­mientos necesarios para abordarlo también. Y a ello se anade un ~robl~madifícil de tratar: ¿quién diseña una comunidad?¿Se puede concebir el dise­ño de una comunidad por una minoría que lo lm¡~)Qnga al resto: ~O, a finde ser consecuentes con los principios de una SOCIedad democrática ha deser un diseño de al menos una mayoría de dicha sociedad~ ¿Tenem<:>s me­todologías para que las comunidades se autodiseñen a sí mismas? (Finque­

lievich, 2000: 195).

N o tenemos respuesta a éstas y otras muchas cuestiones. Sólo sabe~o~,por el momento, que las condiciones del cambio SOCial hiperrnediati-

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zado exigen actitudes y competencias de los investigadores en comuni­cación completamente distintas para la innovación y el desarrollo de lanueva cultura mediática. Hablamos por supuesto de una nueva lógicade la mediación social entre los científicos de la comunicación y su ob­jeto de estudio o, lo que es lo mismo, entre conocimiento comunica­cional y realidad informativa.

Para ello, la comunidad académica de la comunicación, además dehacer frente a las insuficiencias teórico-conceptuales y metodológicasde la investigación señaladas, debe tratar de articular nuevas formas deorganización que faciliten la autonomía social y la construcción del co­nocimiento complejo vinculando física, material y socialmente los no­dos de la red de interacción mediática de lo local a lo global.

Parafraseando a Aristóteles, tenemos la certeza de que nuestra tec~

nología no se justifica por su capacidad de dar respuestas, sino por seruna creación de posibilidades, la posibilidad por ejemplo de organiza­ción cooperativa del trabajo intelectual, de movilización y concentra­ción territorial para el desarrollo local endógeno a partir del conoci­miento socialmente dispuesto. Ahora bien, la definición de nuevos«campus urbanos» dista mucho de aproximarse a la filosofía y visiónestratégica que aquí venimos apuntando. Entre otras razones porquetales proyectos de socialización cultural tienen lugar en un marco decambios globales definido por:

El debilitamiento de los lazos de confianza entre los ciudadanos ylas instituciones políticas locales.

- El vaciamiento del espacio público y microsocial de intervención.El pragmatismo de las políticas públicas municipales.y la desterritorialización cultural de las economías locales.

El desarrollo de la Sociedad Cognitiva viene así prefigurado por un or­den social en el que las nuevas tecnologías han superado, al menos su­puestamente, las restricciones de tipo espacial y temporal en la exten­sión del imperio de la comunicación a la producción, el ocio y elconocimiento social, sin que en modo alguno hayan transformado ra­dicalmente las lógicas dominantes de mediación. Si tomamos en cuentacomo único o fundamental punto de partida las características de lasTIC, cabría pensar, en efecto, que estamos ante la emergencia de un nue­vo modelo social. Ahora bien, si, como es de desear, el analista observaatentamente otros criterios y aspectos significativos en elproceso de de­sarrollo económico y, desde una lectura histórica y social más amplia,

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identifica las líneas de fuerza que configuran el actual modelo societa­rio, prestando especial atención a los perfiles de la organización socialque emerge con el uso de las nuevas tecnologías de la información y dela comunicación, cabe al menos dudar si este potencial tecnológico de­termina un modelo social transformador que libera al individuo y a lacolectividad de las tradicionales barreras y controles políticos, econó­micos y culturales, o más bien estamos asistiendo a la imposición de unnuevo sistema panóptico basado en un régimen de regulación y controlsocial difuso, tecnocrático y totalitariamente articulado, alimentandomitos como la ciudad global, la telépolis como ciudad cableada, comociudad educativa, siguiendo el espíritu del Informe Faure (1986).

En esta línea, las políticas públicas de comunicación y desarrollo lo­cal que piensan da cultura como recurso» manifiestan, en palabras deGeorge Yúdice (2002), una visión pobre y limitada de la ciudad comoespacio de formación y conocimiento para el cambio social. La mayo­ría de los planes urbanos de desarrollo de la sociedad cognitiva se cen­tran en cinco líneas de actuación:

El desarrollo de infraestructuras y redes de telecomunicaciones. Aldescribir el llamado «capitalismo desorganizado", Scott Lash distin­gue entre zonas vivas y zonas muertas en función de la conectividado no a los flujos de datos, capitales y mercancías en la economía­mundo. Estos flujos dependen de la capacidad de conexión de los te­rritorios, es decir, de la extensión y calidad de las infraestructuras detelecomunicaciones disponibles por las localidades. De ahí que laspolíticas públicas hayan privilegiado por ejemplo la inversión en re­des de banda ancha. Este aspecto, con ser básico, no garantiza sinembargo por sí mismo el desarrollo económico local. Es necesarioademás la apropiación y uso productivo de las redes.La promoción de servicios especializados en información, comuni­cación y conocimiento. Es precisamente en este ámbito donde laspolíticas públicas manifiestan sus principales carencias. En la mayo­ría de países, los poderes públicos han tratado de conectar sus re­giones y localidades en red importando el hardware y softwarenecesario para ello, sin desarrollar la industria de programas, losservicios especializados y nuevas oportunidades para las empresas yagentes económicos locales. Se trata así, sin más, de un proceso quereedita el paradigma de transferencia de innovaciones y extensióntecnológica auspiciado por el paradigma modernizador en los añossesenta con apoyo de la Unesco desde el Norte o centros del capi-

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talismo global hacia los países del Sur o la periferia del sistema in­ternacional.El apoyo a las empresas mediante planes de formación, digitaliza­ción y organización inteligente del conocimiento productivo. Igual­mente, los planes de formación y capacitación de los recursos hu­manos de las economías locales han sido instrumentados sin unaidea clara y definida, de forma lenta e inconsistente. Por citar el ca­so de España, prácticamente ninguna de las regiones con competen­cias en la materia están realizando esfuerzos sostenidos en materiade formación para el salto a la economía digital de los principales ac­tores económicos, por más que en regiones como por ejemplo An­dalucía se insista en el discurso de la Segunda Modernización y enla importancia de la Sociedad de la Información para el desarrollóregional. Existen, bien es cierto, iniciativas, programas y experien­cias de evaluación, pero básicamente marginales y con poca inci­dencia en el desarrollo local y regional, salvo desde el punto de vis­ta de la corrección de los desequilibrios intraterritoriales.La socialización del conocimiento descentralizando los servicios yofreciendo acceso público y participado a la sociedad civil. Si algúnelemento hay que destacar como común a la mayoría de las políti­cas públicas es precisamente el de la lucha contra la brecha digital.En regiones periféricas del sur de Europa como Andalucía, progra­mas del tipo Guadalinfo han permitido superar las distancias co­nectando a las comunidades rurales mediante la dotación de infra­estructura pública de acceso a la red Internet. Los servicios apenasse han descentralizado sin embargo en grandes núcleos urbanos, ylos programas hasta ahora implementados se han venido planifican­do además sin participación ciudadana en la mayoría de países, loque constituye sin duda una tarea pendiente para la democratiza­ción de la cultura digital.La cooperación interregional. Aunque existen redes institucionales yalianzas entre territorios para posicionarse mediante sinergias o in­tercambios productivos en la economía global, lo cierto es que la co­operación entre ciudades y regiones es insuficiente para ir maduran­do una industria, experiencias sólidas y proyectos de alcance enmateria de comunicación y desarrollo endógeno, limitadas en la ma­yoría de los casos a compartir físicamente la infraestructura o la in­versión en medios en algunas ocasiones puntuales, pese a que la ex­periencia demuestra que esta vía es la mejor opción para el desarrollosostenible de los programas de SI.

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No podemos sin embargo obviar las grandes dificultades que los pode­res públicos enfrentan en un contexto institucional de aplicación de laspolíticas de comunicación que escapa a la racionalidad administrativa yel interés público. El proyecto de territorialización y fortalecimiento delas economías locales tiene lugar en un momento de continuo cerca­miento de los derechos públicos en materia de comunicación y culturaque hace difícilmente viable la posibilidad de una política pública de so­cialización y articulación productiva del desarrollo sociocultural. La di­námica del capitalismo cognitivo tiende a imponer la reestructuraciónpermanente de los territorios, al margen de las fuerzas sociales y los po­deres públicos, expropiando la cultura, el patrimonio histórico, la me­moria y sociabilidad cotidiana como objeto de intercambio, especiali­zación y posicionamiento de los espacios de proximidad en la economíaglobal. La crisis del Estado de bienestar y el vaciamiento de la Hacien­da Pública hacen por otra parte difícilmente sostenible la continuidadde políticas públicas en materia de comunicación, cuyas inversiones exi­gen cuantiosas dotaciones presupuestarias sin garantía a corto y medioplazo de resultados significativos para el desarrollo y bienestar social delas regiones y las entidades locales. La dotación de estructuras y formasde institucionalidad para pensar y proyectar el desarrollo autónomo entorno a la comunicación y la cultura es quizás la única opción viable deinmediato. En este sentido, cabría pensar hasta qué punto deben seradecuadas las nuevas redes telemáticas, qué aplicaciones a escala inter­media son posibles y de qué modo pueden ser aprovechadas de mane­ra productiva las posibilidades de la era digital, evaluando en todo mo­mento el potencial económico y la singularidad sociocultural de cadaterritorio antes de tratar, como en la mayoría de los casos, de incorpo­rarse a la Sociedad de la Información sin definir una dirección, una fi­losofía y prioridades políticas claras.

En definitiva, las ciudades y los poderes públicos deben tratar de de­finir su posición en el espacio global antes de tratar de identificar co­mo prioritario el acceso y conectividad a las redes. Si los Estados na­cionales han renunciado a su papel mediador a favor del mercado, laincidencia social y la proximidad con los actores y el tejido social obli­gan a los poderes públicos locales y regionales a ser más sensibles yatentos con respecto a su entorno de referencia, considerando espe­cialmente las limitaciones de los actuales modelos de inserción en laeconomía-mundo. De 10 contrario, propuestas como la definición dela Agenda 21 de la cultura como guía de actuación estratégica de los go­biernos locales sólo contribuirán, en el mejor de los casos, a abrir nue-

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vos frentes estratégicos de desarrollo de la sociedad de la información,con el reconocimiento de la necesidad de políticas culturales para el de­sarrollo local por los poderes públicos de cada municipio o ciudad y lavisualización de la cultura Como un problema neurálgico de construc­ción de la ciudadanía y el espacio público con apenas la defensa de untímido compromiso de participación de las culturas marginadas de lamediación en la gobernabilidad local, que no hace sino reforzar final­mente las lógicas neoliberales de planificación estratégica de los terri­torios, facilitando la eficaz definición del «impacto cultura¡" que afec­ta a la modernización tecnológica y a proyectos de ordenación delterritorio y gestión urbanística de la industria del turismo. Una nuevaciudadanía, una ciudadanía activa, pasa más bien por la realización tan­to del derecho a la cultura y acceso al patrimonio histórico de la ciu- .dad, como por la capacidad de autonomía y determinación pública delas condiciones de desarrollo y convivencia en el contexto inmediatode desenvolvimiento individual y colectivo:

El desarrollo cultural no es generary plantear como objetivos despertar laconciencia, tomada ésta como un concepto abstracto alejado de las estruc­turas sociales [...] Cuando las culturas o grupos subordinados política yeconómicamente, desde su interior, logran niveles de organización y movi­lización popular para superarlos niveles de hegemonía, apropiarse delpro­ceso histórico y lograr mejoras en su nivel material, recuperar el circuito enla producción simbólica de los objetos culturales, controlar su universosimbólico unido profundamentea la vidacotidiana, podemoshablarde de­sarrollo integral; donde la cultura y la memoria histórica logran ser articu­ladoras [del proyecto cotidianode la utopía] (Ortega, 1991: 27-28).

La pretensión de la Agenda 21 de definir políticas culturales que en­cuentren el equilibrio entre el interés público y la lógica de valoriza­ción capitalista condena en este sentido al fracaso la idea misma de de­sarrollo integral, renunciando a la comunicación educativa como bienpúblico en beneficio del interés mercantil de las industrias de la con­CIenCIa.

Si, como proceso social, la educación consiste básicamente en latransmisión y desarrollo del patrimonio cultural de una generación aotra, ampliando los horizontes cognitivos de visualización históricapor medio del análisis, la crítica y la reflexión sobre sí mismo, parecelógico pensar que el universo sensorial de estímulos, señales, experien­cias, memorias y expresiones culturales producidas por los medios au­diovisuales y las nuevas tecnologías en particular debe ser objeto de una

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reconsideración a profundidad de los modelos curriculares, organiza­tivos y paidológicos heredados de la escuela moderna premediáticadesde criterios de interés público y una concepción dialógica y pluralde la cultura, más allá de la diversidad formal del mercado. Un reto sinduda problemático que de momento no está siendo considerado en lareconversión tecnomediática de las economías locales impulsada conlos proyectos de modernización de las ciudades educativas.

2. Pluralismo informativo y educación intercultural

La amplia e intensiva mercantilización de la cultura experimentada enlos últimos años ha llegado a tal extremo en el marco de iniciativas co­mo la SI que incluso actualmente se llega a cuestionar la función pú­blica de las políticas de comunicación a escala nacional, a fin de invali­dar los derechos públicos de patrimonio, el acceso público a los mediosy hasta la libertad de consumo cultural. La creciente conciencia social yla constatación pública de esta crítica situación de partida ha alentadocomo consecuencia los debates entre creadores, representantes públi­cos y agentes culturales en citas como Interacció 04 (www.diba.es/in­teraccio) y el Foro de las Culturas (www.barcelona2004.org) para defi­nir una nueva agenda internacional en materia de políticas culturalesfrente a los desequilibrios que horadan las brechas de desigualdad y re­fuerzan las lógicas oligopolistas amenazando las formas locales y dife­renciadas de expresión y cultura popular.

Desde la Conferencia Intergubernamental sobre Políticas Cultura­les para el Desarrollo celebrada en Estocolmo (1998), el máximo orga­nismo de las Naciones Unidas en materia de comunicación y educaciónpara la paz ha expresado su preocupación por los límites a la diversi­dad cultural en la Sociedad Global de la Información. La propia De­claración Universal de la Unesco sobre Diversidad Cultural (noviem­bre de 2001) confirma la persistente amenaza de las minorías y culturasdependientes y/o periféricas ante el arrollador empuje de la hegemoníaangloamericana, de acuerdo con la lógica económico-política que ac­tualmente liquida la compleja biodiversidad cultural, suprimiendo losfundamentos vitales de la ecología social y política en los ámbitos deproximidad. Esta iniciativa representa un primer paso en el reconoci­miento de los graves problemas de pluralismo informativo derivadosdel dominio de un modelo de mediación de las industrias globales dela comunicación que, hoy por hoy, tiende a reforzar las formas de ho-

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mogeneidad cultural, si bien -como documento matriz- el texto noaborda las raíces de fondo del problema estructural del desequilibrio yla desigualdad en la economía-mundo, pues sigue sin ser reconocido elcarácter público de los bienes culturales e informativos, mientras lapresión de la OMC y la Organización Mundial de la Propiedad Inte­lectual «cercan» las diversas iniciativas públicas de socialización de lasnuevas tecnologías, limitando el alcance de las propuestas de solidari­dad y superación de las brechas digitales entre clases, países y regionesen virtud del principio de propiedad privada de los medios de comu­nicación. Un problema sin duda estratégico desde el punto de vista delinterés público y las políticas de reequilibrio territorial que centra hoyla reflexión y preocupaciones sociales exclusivamente de académicos yresponsables de la Administración, lo que sin duda limita los resulta­dos y esfuerzos por democratizar la cultura en la Aldea Global.

El desarrollo de la comunicación termina, de este modo, por pro­fundizar e incidir en los tradicionales desequilibrios sociales, al primarla concentración y regulación de la propiedad de los canales a través depolíticas neoliberales y la desregulación del campo de la cultura y dela política educativa, de acuerdo con las nuevas condiciones de pro­ducción. Un ejemplo ilustrativo de esta evolución en los debates inter­nacionales a este respecto es el caso de la UE. Desde hace más de dosdécadas, los profesionales de la industria cinematográfica y los acadé­micos de la comunicación y la educación vienen demandando de las au­toridades comunitarias una política de comunicación que apoye y pro­mueva la diversidad cultural, limite la concentración de la industria yfomente la educación y la cultura locales. El propio Parlamento Euro­peo solicitó de la Comisión medidas concretas frente al proceso inten­sivo de concentración del sector y la homogeneización de los conte­nidos informativos sin que hasta la fecha la UE haya acometidodecididamente su compromiso con la diversidad cultural y el pluralis­mo. Antes bien, en contra de los criterios apuntados por el Parlamen­to Europeo, la Comisión ha optado por omitir toda referencia y deci­sión explícita en relación con las propuestas de articulado en defensadel pluralismo y la diversidad cultural en el sistema informativo euro­peo. Ni el Dictamen Barzanti (COM 146 final-62-38/86) ni la solicituddel Parlamento instando, en febrero de 1990, a regular los procesos deconcentración del sector en la UE merecieron las consideracionesoportunas de las autoridades de Bruselas.

En esta tesitura, la posición oficial de los líderes políticos de laUnión era más que definida: «mirar hacia otro lado en el asunto de las

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. d d rse a aprobar una directiva en es-concentraciones de propie a y nega

te sentido»:

.. " di bien elmensaje, los editores -ajenos a cual-Por si la Comrsion no en~en la . . Delots al que expresaron que:··1 mmaron a VISItar a d

qurer suu eza- se enea 1 d s contra los abusos del po ercoma guatdianes de la libertad y a erta orle . lau d 1 CEE. Las pre-.,. 1 ecros egls auvos e aveían con seria ~reocupacl0n o~ p~ty 11 poseedores de licencias de radiosiones de los edItores, lalmayona de el 01smentableconclusión final del Li-

1 .. ,. nade as causas e a a . '"y te evrsron, son u .,. d Medios de ComumcaClOnd b PI r mo y ConcentraClOn e .

bro Ver e so re ura lS 1 - hib: -. de los gobiernosy sus altan-en elMercado Interior. La otra es a m 1 llClO~e esta forma [era] imposiblezas con los grandes empresanos nacrona els. (Q - ós 1998: 160)_que la Unión Europea [lograra] avancea guno uiros,

_ d sobre Pluralismo Y Concentración de Medios de C~-El Libro Ver e do Intcri (1992) concluiría en consecuenCia. - , I Merca o ntenormumcacion en e _ 1 f CI·o'n de los nuevos monopo-

idi d - emr en a con armadeci len o no mterv d d 1 s grupos una mayor transpa-. . I y recomen an o a o

has contmenta es . _, d las disposiciones relativas a las res-- í corno la armonlzaClOn e - . ,rencia, aSI co _ - d d d medios de comumcaClOn que,

tricciones nacionales a la propie a ed

laración de intenciones paraen este caso sí, dejaría de -ali una mera leceliminación definitiva de losfavorecer no tanto el plura lsm~ como a

obstáculos a la lib~e .compet~nCl~. nal del luralismo como un proble-Frente al prmclplo constltuClO ., -ilógica de diferentes mino­

ma de acceso público ~ r¿res~n:aclOnt~:~í por organizar el mercadorías y grupos SOCiales, a omrsron op dios ru os dominantes ende la televisión preservando loslnterese~e~a gl;baGzación cultural deel mercado de acuerdo con un iscurso hecho calificaba co­

las econNnías informativa: l~ca:e: ~~:::sb::U~omeralosmultimedia,mo benehclOs a la formK,onf.edo I Directiva TV sin Fronteras.en contra de los objetivos IJa os por a

d - Eduardo Giordano y Carlos Zeller:Como a vierten

. os de concentración es incoherente con laEste resultado finalde los proces d talla al cine estadounidense y,

1, - d mponer cuotas e pan 1po~ inca europea el,. d defensa de la producción audiovisua eu-mas en general, co~ la re,tor~~n~ial del Comercio (OMC)- En efecto, losropea en l~ ?r~amZaclOn 1 nuevo escenario audiovisual europeo no songrupos privilegiados en ~ 1 ndo de estOS consorcios televisivos inclu­completamente europeos- e ~eg~idense (Murdoch, propietario de la pro­ye un Importante SOClO esta ou) _ 1tándem Kirch-Berlusco-ductora y cadena televisiva FOX nuentras que e .

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ni siemp:e se ha caracterizado or sfondos cInematográficos de HPll u Pjel central en la distribuciónde losIgual f~rma, Canal Plus manti~n:~?O para las televisiones europeas. Deteamencano de televisión or cable anzas Con TeI, el mayor grupo nor­les de cable y satélite así c~mo 'DPara la producción conjunta de cana-n 1S '1' ' Con ¡sney' 1a ate rte se cuenta el gru o Ti ' Y~ntre os accionistas de Ca-

p me Warner (GlOrdano y Zeller, 1999: 49),

~os r~sultados de esta política de liberalizacióna,,mas que perjudiciales a efectos del r son, Como consecuen_

paClO audIOVIsual europeo b d IP oyecto de construcción del esles.A« asa o en a di id d ­es: SI, por ejemplo, entre 1995 1996 Iv~r~I, a y creatividad loca-

se mcrementó del 11 al 180/, y di el deflclt comercial de la CEEla ' 0, aseen iend., la '

nza comercIal comunitaria Con E d ~uenta negatIva de la ba-llo~s y medio de dólares, sta os Umdos a más de cinco mi-

ay, cuando se plantea en Euro 1 'ye a desarrollar la Sociedad de la I~; a nq~:za cultural que contribu_la~ ~TIC, no cabe sino cuestion or~aclOn Con la introducción deaSIstIendo a la configuracio'n darse senamente si en verdad estamos

' , , e Un modelo 1 1 d'f~u~rcaClony cultura o, por el can ' 1 pura y I erenciado de co-dlalogrca, los nuevos modelos d trano, ~Jos del Ideal de la educaciónproducir y ampliar los d ilibri Intercu turalidad no hacen SI'noese ut 1 " re-turales del capitalismo, Pue; re l nos, aSI,metnas y contradicciones cul-YPe 1" , a mente as prom d d' ,, rsona IZaClOn de la ciudad di ital " esas e rverslficación

nca, exactamente a todo I g, mas bren contribuyen en la práo contrano, 'c-

3. Cibercultura y ciudadanía

La literatura sobre ciberde .ciedad-red bascula entre la~porcrac1la y Pdarticipación ciudadana en la so-Iín I id oc amas e una

ea con, as leas de Masuda las I ,nueva «computopía» ende ~elrmItación jurídico-polít!ca detct~as mas realrstas y funcionalesparametros del sistema dorni d or en de la Interactividad en 10. , mante e m d . , scron que trate de abordar el mod 1 ló ~ tacron, P~reciera que toda ac-tal pasa por visiones políticas soci oglco d~ mediación en la era digi­errores y lecturas encriptadas :ntre e~l~~ P~?plclatoriasde tradicionalesun OptImIsmo hiStórico infund d I ea ismo futunsta, marcado porque procura regular y restrin ,ala' ~ e pragmatIsmo más conservadorbercultura conforme a los p glr. ~s desarrollos socioculturales de la CI' 'di 1 nnclplOS el d 1 d -

iciona , Por ello, convendría record mo le o e representación tra-ar que a comunicación es sobre

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todo intercambio: información y conocimiento, pero sobre todo co­munidad, siendo su objetivo supremo la comprensión humana, la coo­peración y el desarrollo social y cultural, esto es, la formación para elcambio sociaL Históricamente, el hombre tiene la necesidad vital deexpresarse, debiendo garantizársele por tanto la facultad libre y espon­tánea de relacionarse en el espacio social, Es un derecho humano -pro­mulgado en la Primera Conferencia Intergubernamental sobre Políticasde Comunicación de la U nesco- el acceso a todos los bienes culturalesy la participación libre y democrática, La Comunicación Educativa de­be en este sentido ser más competente que competitiva, más dialógicaque monológica, más interactiva que hiperactiva, y más diversa quedensa o saturada, El problema es que las políticas públicas en materiade Sociedad de la Información reproducen las lógicas del modelo he­gemónico de mediación, sin alterar los procesos de dominación políti­ca ni la lógica de reproducción ampliada del capitalismo. Ahora bien,como advierte el profesor Bolaño, herramientas como Internet puedenser potencialmente democratizadoras si promueven una comunicaciónmás horizontal, interactiva y solidaria y persiguen un orden más justoe igualitario mediante la consecución de mayor autonomía social fren­te al Estado y el Mercado. Las NTIC pueden colaborar en la creacióno sustento de órganos de poder y participación ciudadana que, sin pre­tender reemplazar los mecanismos convencionales de modificación deconsensos en las sociedades pos modernas, amplían y reformulan lasformas de acción e interlocución del sujeto en el espacio social, contri­buyendo a una mayor transparencia y a la gobernabilidad de la demo­cracia con la radicalización de la potencia y creatividad social de la ciu­dadanía que hoy acompaña la generación de espacios de consenso einterlocución, de acceso y participación concretas, que hacen factibleslos derechos universales de la educación y la cultura:

El derecho a saber leer y escribir.El derecho a formular preguntas y reflexionar.El derecho a la imaginación y a la creación.El derecho a interpretar el medio circundante y ser protagonista dela historia.El derecho a tener acceso a los recursos culturales.El derecho a desarrollar las competencias individuales y colectivas.

Apostar en esta vía por la cibercultura desde una visión ciudadana noes otra cosa pues que tratar de «recuperar la capacidad de la gente pa-

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ra controlar su propia vida, de promover los medios adecuados parauna participación democrática verdadera, de resguardar la soberanía delos colectivos y de las individualidades frente a cualquier intento auto­ritario que provenga del Estado, de promover y colocar en el centro dela política democrática los derechos humanos» (Rodríguez Fuenzalida,1992: 135), En este empeño, la participación ciudadana garantiza unaforma inteligente de reterritorialización de la vida pública que, al ins­trumentar los medios y tecnologías informativas de acuerdo con las ne­cesidades locales de mediación, hace posible la idea de un solo mundotramado de voces múltiples como una nueva forma de cultura de la ré­plica y del diálogo,

Si la palabra no sólo simboliza el mundo; si el verbo tiene además lacapacidad de activar el universo de la praxis, ordenando el cosmos sociala través de los procesos de significación y conocimiento; si todo sujetoes una conversación con los otros, es diálogo; si la palabra resuelve la co­munidad en la palabra; si la cultura, como sentenciara Cassirer, es antesque nada, y sobre todo, un universo simbólico constitutivo de la natu­raleza, del arte, los usos, actos y obras compartidos colectivamente; si«ciertamente, a todo ello pertenece el poder tomar distancia, como conla palabra, [Si] la palabra -corno escribe Gadamer- proporciona el reco­nocimiento en otros y el reconocerse con otros, en lo conveniente, en lafinalidad, en lo justo, en lo que es afirmado por todos aunque sea duropara cada individuo y exija abandonar o renunciar a algo [oo,] [Si] en lapalabra [en fin] reside el secreto de la transmisión de la cultura humana"(Gadamer, 2000a: 16 y 17), no cabe duda, como sostiene el filósofo ale­mán, que la labor de nuestra tradición cultural y una garantía de su in­tegridad, y de todo futuro, reside en cultivar entre nosotros las formasexcelsas de la palabra: la palabra de la pregunta, que se lleva a sí misma;la palabra de la fábula, que se acredita a sí misma; y la palabra de la re­conciliación, que es como la primera y la última, Pues «sólo por lareconciliación es superable la otredad, la irreductible alteridad que se­para a un hombre de otro, y es encumbrada en la maravillosa realidad deun vivir y de un pensar común y solidario» (Gadamer, 2000a: 21),

Ahora bien, esta forma de reaniculación social e inteligente sólo es po­sible desde la función activa de la ciudadanía, exigencia ciertamente aje­na a la estructura de organización de la sociedad cognitiva en el nuevo es­píritu del capitalismo que tiende a limitar la concurrencia y acción socialde los sujetos en función de los parámetros de valorización del capital,

Hoyes un hecho aceptado como natural el que, aunque el Estado si­ga jugando un papel importante en las relaciones internacionales, el mo-

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ionad n progresivamente1, " d I poder sanCIOna or sea al

nopolio y centra izacron e I rporativos transnacion es,b f' de os actores ca

disgregados en ene IC1? mina el «Estado Nacional de Com-dando lugar a lo que H'rsch

ddeno 110 tardocapitalista no sólo ha lleva-

, I f se de esarro " ' ,PetenCla" , La actua a , f al' I funciones de adnunlstraClOn,

lvada ISC Ice as " d

do a que a empresa pn '1'd d de los bienes y serVICIOS ed

" sumo de la cast tata I al" d npro uCClon y con 'nsión de las oglcas e ca -interés público, A~e~ás,,I,a ne~esan~al:;:án significando el control he-

Centración YmundlahzaClon defcap, " Ivica de la ciudadanía en las'1' ' , ormaClOn c

gemónico de la SOCIa izacion Y, ' de los patrones de apro-lib I d conVIvenCia, a partlr 'd' I Inormas neo I era es ~ d mo de competenCia ra ica en e

, ' , osesiva de objetos e consu Y ,placlOn P, dií actores colectlvOs,espacio púbhco de los 1 ere~\es laneta- ha identificado los fundamen-

El foro «Las otras vo~es ePI" d inante en el Nuevo Orden1

, d t discurso po meo om l' "tOS ideo óglcos e es e , " básicos de raciona izacron-'1 a tres pnnclplOS b' '

InternaclOna en torno 11 mantenido como o jetlVO y

Prácticamente universales: el desarrdo la' humanidad, La globalización

, I a el conjunto e a , 'destino umversa par id d histórica Y como umco ca-

, d como necest ade la econorma, acepta a I desarrollo a todo el mundo, y la compe-mino para lograr extender el' ' o instrumentO capaz de regular detitividad, conSIderada como, e un~~ la economía globalizada, ,modo óptimo el funclOnamlentlod' de la globalización económl-

, " b nte en e IScurso ,El prmctpro su y~ce 'rde endencia, Un térmmo cuyo pro-

ca es el concepto pohtlco de l?t~ Pd' ctamente a la inevitabilidad de, 'n la practlca ire I balnunciamlento remite, e 11 '. ca internacional. Lo g o ex-

la ley de hierro del desarro o economl ptO un solo orden, una soladada en este conce hi "

Presa de manera con ens di 'n en el desarrollo rston-

dIo curso o IrecclO , d 1

función pro uctora, un so, el,'nevitable impeno e ad ' 'niflca en suma,

ca La interdepen enCla Slg, sible desvincularse como, , ' , ' al' t de la que na es po '

globahzaclOn caprt 15 a, 'H link (1983)- salvo a nes-h - propUSIera ame I ,tendencia -como ace anods

l' de producción y comerCIO mun-

d l en e sIstema , 'go de que ar a ~arg, la Aldea Global certificana, en este sentí-diales, La comumcaclOn, en ,," c'ludadana en los problemas

dibl if , n y partlClpaClOn l' 'do la inelu I e uru ICaclO , "1 l d la autonomía po inca, , ' d lIt La af¡rmaclon oca e ,

humamtanos e p ane a, id da en esta perspectlva, una res-y las identidades culturales,es dconbs' era ;ervicios una «reacción con-

, ' , I lib IrculaclOn e lenes y ,mccion a a I re e dernización totalitaria,servadora» al proceso de mo , 'n los modelos de consumo na se de-

Las exigenCIasde la producclOl

y I I s que impelidas por la ne-f de las cu turas oca e, fi

tienen en las ronteras " d izarse para una más e Icaz ycesidad, son obligadas a dIlUIrse y estan ari

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rápida circulación de los bienes, servicios y capital circulante de la in­dustria de la comunicación y otros sectores económicos, El carácterideológicamente mixtificador del discurso público sobre la AldeaGlobal queda, no obstante, en evidencia cuando se comprueba que laúnica mercancía que ve limitada su capacidad de circulación transfron­teriza es precisamente la mano de obra. La fuerza de trabajo es siste­máticamente marginada en las políticas de liberalización transfronte­riza e integración regional, siendo sometida a un duro proceso dedisciplinamiento para reterritorializar su permanente disponibilidadeconómica al servicio del gran capital. El orden «solipsista» y desigualde la sociedad mundial globalizada impone a tal fin nuevas formas deadoctrinamiento ideológico sobre nuestra naturaleza económica a par~

tir de la tradicional distinción dualista y tecnocrática entre los técnicosexpertos, poseedores del saber y del control de la ingeniería social, y lamayoría de la población, convertida --como presumiera Platón de losesclavos- en ilotas sin habla, corazón ni espíritu.

Si arduo ha sido el camino que las modernas sociedades han reco­rrido para garantizar el reconocimiento de la libertad y la democraciacomo derechos fundamentales, más difícil se antoja, en el actual con­texto histórico, la aplicación efectiva de los derechos humanos en la eratecnocrática de control y colonización del espíritu, pese a las promete­doras potencialidades de Internet. La globalización unidimensional delcapitalismo tardío ofrece, para la mayoría de la población mundial, unhorizonte opaco cargado de borrascosas nubes de incertidumbre sobreel futuro democrático de la comunicación y la cultura en el nuevo mi­lenio. En «Democracia y mercados en el Nuevo Orden Mundial»,Noam Chomsky advierte, por ejemplo, cómo a raíz del trágico capítu­lo de la operación Tormenta del Desierto en la Guerra del Golfo, lanueva doctrina de seguridad nacional del Pentágono diseñada durantela Administración de Clinton inaugura una amplia ofensiva militar enlas comunicaciones internacionales bajo control del Pentágono, cuyaimplementación estratégica por la política exterior estadounidense tra­ta básicamente de imponer un modelo de democracia televigilada, si­guiendo el razonamiento del padre de los estudios norteamericanos deOpinión Pública, Walter Lippmann, según el cual las clases popularesson poco más que ignorantes y manipulables, debido a su manifiestaincapacidad para el ejercicio del buen gobierno, por lo que su partici­pación en los asuntos de interés general debe reducirse al mínimo. Lahistoria de la comunicación se construye así, una vez más, como unaauténtica crónica de guerra.

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, .' 'si cabe más determinante en las p~-Tras elllS esta dinámrca ha SidoA . hoy la democracia Yla paz uru­

líticas de control de la clbercultlura. . sd" d de la información vinculan aI d f s de a socre a , d

versales que os e ensote " des achan en térmmos e segu-las nuevas tecnologías electrom;::sseue a)a construcción de un o:denridad nacional, contribuyendo d [de] voces múltiples») a la vlgilan­global y solidario (<<un solo mun ~tencias económicas de la OCDE ycia y control del planeta por las P al s merced al control y propiedad

I"les empresas transnaclOn e,

as prmcipa , d" 'de las nuevas redes Inte~m~ (~a;~~)s'la expansión tecnológica de los Gnule­

Como apunta Hame m ' "de la anhelada Aldea o­vos medios no ha significado la cOAnstlru~clOMnuros sino más bien al con-

d M Luhan u a sin , ducci . 1bal o el celebra o por e , I n la que la pro UCClOn y e

1 d Id empresana e , altrario un mode o e a ea. onciben el mundo como un gran zoc, .0

marketing a escala planetanal

e d amos libres todos somos partrcr-. aesto OS S ' .-

universal. Todos somos 19u d' al Ahora bien, de qué manera Ycomo par-es del Nuevo Orden Mun l. " ue nos vincula, quién decide s.o-

~icipamos en la inmensa red ~ecnol~;lc~~n procesa, transmite y clasiíicabre cómo gobernar e~m red, est~ '1q or estas redes, pero sobre todo,la información estrateg,ca que

l~rcu a f¡ y configuración del nuevo en­

quién toma decisiones sobre e esarr~d~ a ciertas élites o directamentetorno cultural, s,on Cu?snone~ reser: or razones de seguridad na~lOnal.

ocultas al escrunlllOpubhco, mclus p modelo de articulaclOn so-.d ante un nuevo ,

Estamos en este sentt o 'd muy poco del sistema panop-h luciona o ' bi

cial que, políticamente, a evo d 'lustrado por Bentham, Si lentico, y vertical, del .~stado r:'0, er~~ ;as redes informacionales abrenla nueva configuraclOn lab~nntl~~ al diálogo público. Por ello con­nuevas alternativas a la parncIp~~lOnd.Y ué en el canal entreverado del

, " dose qUien Ice q . b dviene segUIr cuestlonan nicacián planetano, so re to onuevo sistema de información! comu

dende la desigualdad y falta de

, di do el viejo or f'l'P

ara no segUir ree itan d II dominante per I a a rraves. I odelo de esarro o . d I h

oportumdades que e m tecnológico para el conjunto e a u-del nuevo discurso o metarrelato " id lista de los escenarios poSiblesmanidad, merced a la rep~es~nta~~';,7I~ ~~ilizatorio que proporciona la

Ydeseables del proceso e esa, I

, I " del espectacu o. " ente'Industna te ematlca y rido de que el mito constltuy. n este sen 1 .-Hay que ser consCientes el' d I transparencia, es caractens-

. ' , derna e mito e ade la comulllcaclOn mo .' , nal ue royecta Internet, un SIS-tico del sistema de controlmdformaCaIOrquit~ct!raabierta y transparente,

b' 1 anencla e unatema que, ~Jo a ap., spanóptica» del poder.facilita la eíicaz gesnon "po

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No quisiéramos ahondar más de lo preciso en esta idea. Pero antesde cerrar este punto es necesario advertir, a este respecto, la clara con­tinuidad del nuevo discurso público «tecnoespectacular» de la globali­zación con la teoría clásica del funcionalismo y el pensamiento realistaen las relaciones internacionales. La vaga noción de «nuevo ordenmundial» y el discurso de raíces teológicas de un «mundo sin guerras»merced a la fuerza tecnológica de los nuevos medios de comunicacióny unificación cultural y el poder transformador de la política interna­cional demostrado por las comunicaciones internacionales al facilitar elencuentro entre diferentes culturas y estilos de vida tienen su funda­mento y más directo antecedente en la teoría funcionalista de la inte­gración y en experiencias históricamente trágicas como las guerras depropaganda y contrainsurgencia en América Latina. Hoy queda ade~más en evidencia su racionalidad tras los últimos acontecimientos in­ternacionales que confirman el revelador sentido original de tales dis­cursos.

Cabe por ello tomar en cuenta que aportaciones como la de Brze­zinski y su explicación de los procesos de integración del sistema polí­tico internacional a partir del proceso de desarrollo de las comunica­ciones internacionales en «comunidades de seguridad» como el Tratadodel Atlántico Norte no son sino la abstracción científica de una volun­t~d ~xpresa y co.nstante por difundir la propaganda de un orden quedistribuye premios y casngos, conforma las formas de vida y pensa­miento y define los objetivos y políticas de desarrollo de acuerdo conuna concepción hobbesiana de la comunicación y la cultura modernas,cuyos efectos son por todos conocidos.

Así, la comunidad de intereses en las relaciones entre los Estados na­cionales deriva, según esta teoría de la integración, de un proceso deentrelazamiento tecnológico que transforma el sistema internacionalvinculando más estrechamente las diferentes culturas y sociedades na­cionales en un entorno política y económicamente complejo. Surge así,gradualmente, la visión política de la globalización, que privilegia la in­teracción entre los distintos segmentos de las sociedades internaciona­les en formación, a partir de múltiples intereses específicos, dentro deun mundo progresivamente conectado en el que se imponen conceptoscomo «interdependencia» y «bienestar económico», cuando en reali­dad la política internacional se basa en los intereses de las grandes po­tencias y grupos económicos, dando lugar a la formación de bloques yesferas de influencia en cuyo interior los países hegemónicos dirimensus conflictos, en un permanente estado de confrontación.

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La versión restringida de la configuración y el desarrollo de la de­mocracia en el sistema internacional limita así la acción del sistema glo­bal a los intereses estratégicos del centro del sistema de integración me­diante el control económico, político y militar de los dispositivos yrecursos de poder que hacen posible y necesario este proceso de aper­tura y dominación transnacional en el que los medios tienen una claray decisiva función, a juzgar por las ilustrativas palabras de Reagan,aprendidas de su modelo político Richard Nixon: habla suavemente yutiliza bien el garrote.

N o podemos analizar aquí cómo la cibercultura desarrolla esta ló­gica, ampliando o reproduciendo las formas de control que alentaronla genealogía de la Sociedad de la Información, siguiendo la estela deanteriores industrias culturales, tal y como demuestra Mattelart (Mat­telart, 2002). Pero sí cabe concluir, atendiendo a tales antecedentes, quela democracia digital y la definición de una nueva ciudadanía serán enel futuro próximo determinados por la lucha políti~a y cultural. ~aconstrucción del nuevo orden emergente y la centralidad que adquie­ren la comunicación y la educación en el nuevo Capitalismo Cogniti­vo están ampliando las funciones que hoy asumen las políticas cultura­les en los procesos de desarrollo y producción de lo social para facilitarla confluencia entre información, cultura y nuevas tecnologías. En es­te proceso, se observa la instauración de nuevas formas de so~iabilidadbasadas en la preeminencia del hogar sobre la calle y de 10 privado so­bre 10 público, creando como critica Flichy una densa membrana deaislamiento del espacio individual y social.

Frente a esta lógica, la rearticulación pública de la ComunicaciónEducativa debe hacer explícita esta racionalidad instrumental y aisla­cionista y desarrollar una crítica constituyente que haga posible la I'ro­ducción de una nueva subjetividad en los espacios locales. Máximeconsiderando que en la era del Imperio, la guerra y la paz y toda la bio­política contemporánea pasa por las formas de mediación, por la accióncomunicativa (Zemelman, 1995).

4. Comunicación, educación y desarrollo local.Horizontes y posibilidades

Desde finales de la década de los setenta, la noción de desarrollo cul­tural viene vinculando el campo de la comunicación al problema com­plejo y recurrente de las necesidades sociales del desarrollo en ámbi-

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tos tan dispares como la economía, la política, la educación y la cultu­ra, integrando la creatividad y las identidades plurales en un nuevo pa­radigma constituyente del modelo de reproducción modernizadorabajo el auspicio fundamentalmente de las Naciones Unidas (ONU).Los programas de organismos como la FAO o la OMS han procura­do desde entonces pensar la comunicación en sus programas sectoria­les y las políticas de cooperación internacional en virtud de un de­nominador común: la visión instrumental de los medios y recursosinformativos como fuente de progreso y dispositivo servomotor delcrecimiento y bienestar económico. Así, si bien las Naciones Unidasvalidaron en la agenda pública internacional un enfoque integrador dela comunicación como factor determinante del desarrollo, las políticasde promoción de la cultura y la educación quedaron desplazadas a unsegundo plano ante el empuje privatizador de las industrias culturales.Las formas marginales de participación pública, de la creatividad so­cial de la población y del intercambio y la cooperación multilateral en­tre países, lejos de garantizar la diversidad ecológica del sistema me­diático en los países del Sur, resultaron, en muchos casos, coartadaspara legitimar un proceso, calificado por otra parte como imparable,en función del modelo capitalista de desarrollo económico liberal, quehoy llega a resultar cuando menos alarmante incluso para la propiaUnesco, a la luz del diagnóstico de la situación crítica de dependenciade las «culturas periféricas» en el mercado global de la comunicación.La experiencia acumulada en los fracasos y rezagos de la historia de lacomunicación para el desarrollo exige, desde este punto de vista, re­novar la teoría y métodos de planeación considerando los vectores es­tratégicos del Capitalismo Cognitivo para redefinir nuevas alternati­vas antiestratégicas.

Hace exactamente siete años tuve el honor de dictar una conferen­cia en el IV Encuentro Nacional de Comunicación de la UniversidadIntercontinental en Ciudad de México sobre política educativa y for­mación de comunicadores. La idea expuesta en mi presentación fue bá­sicamente la necesidad estratégica para el campo de la comunicacióneducativa de acometer un ejercicio de reflexividad colectiva a fin deadaptarse a los vientos de cambio que entonces prefiguraban muchasde las tendencias hoy visibles en el ámbito profesional. Recurrí paraello a la metáfora del caracol: una mirada hacia dentro para comenzara vislumbrar los horizontes del camino ... de un horizonte históricosiempre lejano, de lentos cambios y difícil alcance para la efímera vidadel investigador.

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Lejos de criticar el universo material de nuestros objetos de investi­gación, esta apuesta reflexiva debía, a nuestro juicio, tratar de observar-de dentro hacia fuera-la lógica del conocimiento, la economía políticacomunicológica que hoy transfiere los modelos de la cultura del desa­rrollo capitalista de acuerdo con la nueva reserva espiritual del funcio­nalismo culturalista, con el objeto de liberar el imaginario político-ideo­lógico emancipatorio bloqueado por el proceso de mixtificación de laposmodernidad y las nuevas formas de dominio flexible que de raízniegan toda posibilidad de una «nueva cartografía del tardocapitalis­mo», pese a, como hemos argumentado, la pertinencia y necesidad deeste ejercicio intelectual y de compromiso histórico en un tiempo co­mo el presente marcado por el proceso intensivo de la globalización,cuyo desarrollo se está traduciendo en diversas formas de crisis cultu­ral y desconcierto de las comunidades locales, paralelamente al proce­so de descentralización de las instituciones económicas, políticas e in­formativas.

Tanto en los debates del NOMIC (Nuevo Orden Mundial de la In­formación y la Comunicación), como durante la planeación de las pri­meras políticas nacionales de comunicación, esta dialéctica global/localha sido una cuestión relevante en la planificación del campo comunica­cional. La paradoja de este proceso es que hoy la globalización econó­mica exige la creciente fragmentación y localización con la emergenciay territorialización de las identidades culturales replegadas sobre sí mis­mas. Esta dialéctica plantea el problema crucial de la localización y des­centralización informativa, paralelamente a la concentración del podercultural y del capital simbólico, como parte de la lógica social del capi­talismo global, en el entendimiento de que los principios de territoria­lización -e intervención local- y de totalización -desde la perspectivateórica-, o, para recordar la premisa del movimiento ecologista, pensarglobalmente y actuar en lo local, sin duda pueden constituir vectoresestratégicos para una visión transformadora del desarrollo social quesea capaz de superar la inacción discursiva del posmodernismo y la re­clusión tautológica de la globalización a partir de una praxis investiga­dora fundada en el sujeto y sus redes sociales como base de una nuevareflexividad e interacción colectiva dialógicas.

Considerando que en la administración municipal tienen lugar im­portantes transformaciones de la gobernabilidad y estructura de los ser­vicios sociales a través de las nuevas tecnologías que plantean dudas ydemandas de una planeación integral de los recursos y políticas en ma­teria de comunicación, parece cuando menos determinante abordar el

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estudio y consideración práctica de las políticas locales desde la teoría yla práctica de la comunicación emancipadora. Nuestra hipótesis es queun modelo de planificación territorial localizada permitiría articular pro­ductivamente la comunicación para el desarrollo democrático.

En el campo cultural de los territorios locales se pueden forjar nue­vos procesos de legitimación y gobierno social, abriendo espacios pro­ductivos de activismo y agenciamiento que a medio plazo provean losmedios necesarios de auto afirmación y desarrollo endógeno a partir deuna política que, integrada en las estrategias generales de desarrollo te­rritorial:

Fomente la cohesión social.Incremente la productividad económica.Promueva las capacidades locales de acción de sectores marginales.Impulse la expresividad artística.y favorezca la cultura de la autoformación y apropiación pública delos medios de información y conocimiento.

En este proceso hay que tomar en cuenta el capital informacional dis­ponible por las economías locales:

El acceso a la infraestructura telemática.El grado de conocimiento o competencia comunicativa con las nue­vas tecnologías y recursos de comunicación.La visión política de adaptación local de la Sociedad de la Informa­ción.El proyecto social de organización y dinamización cultural en red.El uso productivo de las fuentes y recursos informacionales.

Ahora bien, la definición local de la información no viene sólo deter­minada por el ámbito territorial. Con tal referencia, indicamos ademásel proceso de apropiación social inmediata, por la comunidad, del con­tenido y procesos vinculados con la mediación cognitiva y la represen­tación del discurso periodístico. De acuerdo con Xosé López, «lo localno podemos, pues, considerarlo un concepto estable en el campo de lacomunicación, sino que debemos analizarlo en el contexto del escena­rio mediárico. Y los cambios de la era digital han afectado especial­mente a los espacios de comunicación. El territorio ya no es el elementodefinitorio del pasado, aunque sigue manteniendo un gran peso [...] Pe­ro ahora tenemos que prestar también mucha atención a la identidad, ala creación de comunidades con valores compartidos, con intereses co-

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munes, y a los procesos de mediación comunicativa en los ámbitos deproximidad» (López, 2004: 29).

En la era virtual de la cibercultura, sigue prevaleciendo sin embargola dimensión físico-territorial. Como resultado de una visión instru­mental que trata de privilegiar tecnopolos y grandes centros territoria­les del capitalismo industrial, estas políticas han generado desequili­brios significativos, jerarquizando territorios vivos y muertos para elflujo y valorización del capital. La emergencia de formas singulares ydiversas de apropiación local y regional tiene lugar, en este sentido, co­mo contratendencia compensatoria de la globalización. A decir delprofesor Zallo (2003), muchos de los cambios en el lugar social yeco­nómico de los territorios no se derivan de la mundialización o de ladigitalización, sino, a pesar de ellas, como resultado del esfuerzo hu­mano y sostenido de gestionar lo cercano, su identidad y bienestar apartir de las luchas históricas y las formas de acomodación local. Es de­cir, paralelamente a la globalización, los fenómenos de localización ydescentralización son también tendencias que marcan y reformulan lasbases culturales del proceso de desarrollo.

No obstante, la primera hipótesis que quisiéramos anticipar aquí esque, en el marco de la globalización capitalista, las regiones y las enti­dades locales no son objeto de las políticas públicas, y menos aún prio­ndad para los Estados nacionales, en medio de una crisis de descom­posición y gobernabilidad por las porosas racionalidades del mercadotransnacional de la comunicación y la cultura. Como resultado, en lasnuevas formas de intermediación nos encontramos, como advierte elprofesor Zallo (2003), con que las regiones y autoridades locales debenreorganizar sus estrategias para dar una respuesta «inteligente» a la di­námica contemporánea de la competencia y la centralización territorial,recurriendo para ello a las políticas culturales y de comunicación des­de su propia especificidad y como reacción proteccionista a los efectosuniformadores de la globalización. La articulación de medidas poten­tes de contribución al desarrollo autónomo requiere no obstante del re­conocimiento elemental de las características singulares de cada región,de su situación económica, política y social diferenciada. No es viableuna política pública coherente sin tomar en consideración la realidadconcreta y diferenciada de la región o de cada municipio en concreto.Igualmente, en cada momento y sobre todo considerando el cambioacelerado de la comunicación, los poderes públicos necesitan favoreceruna evaluación sistemática de las políticas públicas en la materia. Estoes, no existe una receta única, ni tampoco un método único, y menos

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aún un momento puntual de evaluación y diseño de las políticas de co­municación para e! desarrollo regional. Como reconocía en un docu­mento interno la UE, «cada región tiene que encontrar la combinacióncorrecta de políticas para su propia senda de desarrollo, dadas sus pro­pias características económicas y sociales, culturales e institucionales»(Quesada, 200S: 96).

La propuesta que esta idea apunta, en la revisión de! modelo domi­nante de la globalización cultural, debería contribuir en este sentido a fa­cilitar una lectura endógena y participativa de! desarrollo que, identifi­cando la comunicación, la educación y la cultura como fuerzas matrices(y motrices) de! cambio histórico contemporáneo, vincula a la dialécti­ca social de las redes comunitarias la posibilidad de un proyecto tecno­cultural en e! que los procesos de mediación informativa surjan a partirde! aprendizaje y las iniciativas movilizadoras de! conocimiento, basadasen prácticas de investigación colectiva e intercultural «dialógicas".

En este escenario emergen las experiencias locales de edutaintmentintegrando e! sector informativo y la educación pública local, que co­mienzan a tener un peso creciente en e! Tercer Sector y la educación noformal. Pero más allá aún la apuesta por la mediación dialéctica de laspolíticas culturales de base local e intervención en redes pueden con­tribuir significativamente a redefinir los tres ejes estratégicos de la co­municación política contemporánea, a juicio de Martín Barbero, a sa­ber: la reconstrucción de lo público, la constitución de un espacio dereconocimiento social y el ejercicio de una nueva ciudadanía (MartínBarbero, 2001).

y aquí tenemos, sin duda, un nodo de la red, un punto crítico decondensación y confrontación social: la afirmación local de los territo­rios, identidades, culturas y voluntades políticas de la ciudadanía, quedebe ser tomada en cuenta como campo propiciatorio de articulacióny construcción de la alternativa comunicacional al modelo dominantede mediación informativa. Así, mientras e! capitalismo global subsumey somete la circulación de mensajes, sujetos y territorios e identidadesculturales a la lógica de! valor, anulando y extrañando la singularidadde voces y presencias, como verdaderos espectros de! capital, «e! ordenlocal funda la escala de lo cotidiano y sus parámetros son la copresen­cia, la vecindad, la intimidad, la emoción, la cooperación y la sociali­zación con base en la contigüidad" (Vizer, 2003: 312). Es un error, noobstante, confrontar los poderes del Estado-nación y las políticas co­municacionales de base local a los procesos globales de ampliación delos mercados. Primero, porque éstos son procesos estructurales irre-

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versibles y, segundo, porque no se trata de una posición ideológica quese resuelva mediante el voluntarismo, sino anticipando las nuevas ba­ses de! sistema de dominio.

Cabe recordar a este respecto que las comunidades locales son unobjeto preferente de mediación entre el Estado-nación y los interesesde! capital transnacional, de ahí la pertinencia y necesidad de pensar có­mo la sociedad civil puede renegociar y apropiarse de los bienes co­municacionales y sus propuestas de consumo cultural en esta dialécti­ca desde nuevas bases y criterios.

Como recuerda Boaventura de Sousa Santos (2003a), el desarrollomoderno ha sido históricamente marcado por lógicas contrapuestas deregulación y emancipación entre e! Estado, e! mercado y la comunidad,por un lado, y la expresión, e! conocimiento y la esfera moral-prác­tica, por e! otro. Una característica distintiva de toda política de comu­nicación es la de mediar, la de rediseñar los procesos de globalizacióneconómico-política de! capitalismo, contribuyendo a la descentraliza­ción del poder de! centro hacia la periferia, del núcleo hegemónico a losespacios intersticiales y locales de la ciudadanía. De acuerdo con este ra­zonamiento, el sentido de las políticas locales de comunicación sería bá­sicamente e! de fomentar un ethos democrático y emancipador a partirde la expansión de las esferas públicas locales, las cuales garantizan queno prevalezca una concepción unívoca y sobredeterminada de ciudada­nía, y la facilitación de! conocimiento y expresión de las culturas loca­les por medio de una política de planificación democrática del desarro­llo territorial y de las identidades específicas de la comunidad comoconstrucción participativa de! lazo o vínculo social, como proceso deacción y normalización local de los procesos de mediación radicalmen­te democrático y participativo, basado en e! acceso a los medios de in­formación y conocimiento de! desarrollo social. No se trata sólo defavorecer estrategias identitarias de afirmación cultural ante e! procesode globalización, tal y como viene haciendo e! marketing urbano y lasteorías funcionalistas del capital social. Además es necesario construirformas avanzadas de ciudadanía... politizar, en suma, el campo de lacomunicación y la cultura a escala local y asumir diversos retos como:

La innovación de contenidos, géneros y procesos de comunicación.El diálogo intercultural.La afirmación de las necesidades y lógicas de proximidad.El desarrollo creativo.O la proyección exterior (López, 1999).

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El problema es que, por lo general, no hay una política local de comu­nicación planeada sistemáticamente, no existen concejalías de la comuni­cación que velen, en el ámbito municipal, por las formas de produccióncultural del territorio, por la igualdad, acceso y proporcionalidad de loscontenidos informativos de los medios locales, aun siendo, como suce­de en España, muchos de ellos de titularidad pública. Es muy comúnque en los ayuntamientos falte conocimiento y voluntad manifiesta deplanificar estratégicamente la comunicación como un instrumento detransformación del territorio y la comunidad, promoviendo el diálogoentre agentes sociales y elreconocimiento de proyectos diferentes ymodelos culturales alternativos en la planeación del desarrollo local. Esnecesario por ello evaluar las posibilidades de institucionalización quepueden albergar estas políticas en el marco de los procesos de descen­tralización del Estado y de localización de las industrias y medios glo­bales de comunicación por la sociedad civil. De la definición de los ins­trumcntos y marcos jurisdiccionales apropiados a las necesidades delproceso de localización cultural depende el modelo de desarrollo de laautonomía de las territorialidades a este respecto.

De acuerdo con este razonamiento, las políticas locales de comuni­cación deben tratar de comprender que su posibilidad viene determi­nad~ por u~a nueva división internacional del trabajo cultural que, comoadvierte Yúdice (2002), yuxtapone la diferencia local a la administra­ción e inversiones capitalistas transnacionales. De ahí que podamos ob­servar actualmente una marcada tendencia por parte de las entidadesl~cales y regionales a demandar espacios y lógicas de afirmación espe­cíficas. En la medida que el modelo de acumulación y organizaciónproductiva flexible permite a las industrias culturales localizar serviciosy medios de intercomunicación, la nueva división internacional del tra­bajo cultural se profundiza afectando a las unidades y territorios loca­les. La centralidad de la cultura en los programas internacionales de co­operación y desarrollo da cuenta, en este sentido, del acoplamiento delas prácticas locales comunitarias a las necesidades y estrategias de va­lonzación económica del capital global.

U na primera consideración a discutir y desarrollar colectivamentees, por lo mismo, la articulación de poderes locales de comunicación ycultura: de producción de autonomía informativa desde los espacioscornumtarros. La apuesta por esta estrategia política deriva de la cons­tatación del carácter difuso y disperso de los conflictos posmodernosde nu~~tra contemporaneidad, tal y como describen Negri y Hardt ensu análisis del orden imperial hegemónico. Pero también de la progre-

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siva pérdida de peso del Estado en favor de las formas de regulación po­lítica global y de espacios y centros de concentración político-económi­ca como la Unión Europea o de actores transnacionales como Microsoft,con la consiguiente emergencia de lo local como espacio de resistencia,territorialización y construcción del poder ciudadano de oposición y ar­ticulación comunitaria del derecho a la comunicación. De aquí la per­tinencia de atender a estos espacios y formas de resistencia local, tradi­cionalmente relegados u omitidos en la teoría y la práctica políticaernancipatoria. Atendiendo a los escenarios y tendencias económico­políticas de la comunicación global, estas realidades adquieren sin em­bargo cada día mayor relevancia, lo que hace necesario intervenir ycomprometer la acción democrática y la lucha política por la ciudada­nía y la cultura local en la construcción dcl socialismo como estrategiaprioritaria de las fuerzas de progreso.

Toda política radical en materia de comunicación y cultura pasa, eneste sentido, por definir programas de investigación y transformaciónsocial a este nivel, como también regionalmente. No podemos dete­nernos en detalle en ejemplos como el caso europeo, que analizaremosen las siguientes páginas, pero a modo de apunte, cabe observar cómo enla Europa de las regiones, como en otros espacios de integración comer­cial y libre circulación del capital, existe un amplio universo de opor­tunidades abierto a la acción y movilización política sin definir que de­be ser abordado como campo propicio para la transformación delsistema informacional, rompiendo con las lógicas dominantes de valo­rización de la industria cultural y con los intereses y las redes cliente­lares que vinculan tales unidades territoriales con las necesidades devalorización y desarrollo del capital (Zallo, 2003). Tal tarea parece des­de luego prometeica, pero sin duda se nos antoja necesaria y posible, acondición de ser conscientes de cómo este campo de actividad puedeser intervenido concentrando las fuerzas de oposición en un tiempode declive del Estado moderno.

En esta línea, convendría prefigurar un programa político y un pro­yecto de trabajo cultural en el ámbito local y regional, a escala europeay global, que a medio plazo soporte y haga posible la organizacióntransnacional de movimientos sociales de transformación de la comu­nicación-mundo. Las fuerzas políticas y sociales deben comenzar a de­finir políticas locales y regionales de comunicación, planes de movili­zación y organización de alternativas culturales de base comunitaria yregional, organismos de intermediación como los Consejos Localesy/o Regionales de Comunicación, plataformas transversales de coope-

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ración y desarrollo productivo de la industria y de los derechos cultu­ral~s de la ci~,dadan~a,. si en verdad existe claridad y voluntad políticasde intervención decidida en el sector. Esta condición, sin embargo, nose c.umple de momento porque la izquierda política y los movimientosso~'ales en ~e.neral tienen todavía una cuenta pendiente en su teoría ypractica política: replantearse .en serio la comunicación como un pro­blema no ,~e medios o ~e uso Instrumental de los mismos para un dis­cu~so político radical, sino como un espacio de diálogo, de consenso yarticulación de voces plurales, voluntades divergentes y solidaridadesprecarias. Antes bien, por el contrario, la política de la izquierda ha fa­vorecido usos y concepciones restrictivas de la comunicación que re­producen, desde un funcionalismo progresista, las formas de control ydominación conservadoras.

Pero; como decimos, no viene al caso tratar aquí los espacios deoportunidad y los ejemplos de potencia creativa de los movimientos al­termundialistas en el e~pacio europeo. En las siguientes páginas, vamosa tratar, por el contrano, de formular una crítica general al desarrollode la So~i~?ad del Conocimiento en Europa, describiendo las políticas dela Comisión Europea y las tendencias o líneas generales de evoluciónde la comunicación educativa en el continente. Más adelante, en nues­tro epílogo, retomaremos, según hemos señalado, algunas de las ideasapuntadas sucintamente bajo éste y anteriores epígrafes.

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IV

El espacio europeo de convergencia

Hace ya algo más de una década, el profesor alemán Harry Pross ad­vertía en el II Simposium Internacional de Políticas Informativas cele­brado en Madrid sobre los riesgos culturales que asumía Europa cuan­do los responsables de la política cultural comunitaria optaban porretirarse de la escena pública para ceder el mando del proceso de Inte­gración a los «eurocapitalistas». Tal ~en~ncia significaba, ~esde el pun­to de vista de la política de comunicación, el triunfo -citaba Pross aWerner Sombart- de la «era americana» y, culturalmente, el fracasomismo de toda política de medios (Pross, 1989). Concluido. el milenioe iniciada una nueva etapa cultural en los albores de la SOCIedad de lainformación la advertencia de Pross cobra hoy viva actualidad en for­ma de amenaza real a las identidades culturales que integran la UniónEuropea a raíz del proceso de mutación tecnológica que atraviesa la in­dustria de la comunicación, reorganizando los diferentes sectores cul­turales y las formas de hegemonía y control mediátic? de la com':Ini~a­

ción y la cultura locales, sin que las políticas públ:cas c0r.numtanashayan demostrado capacidad alguna de tr~nsformaclOn del sistema au­diovisual y de información continental, bien por InOperanCIa o, en sudefecto, por el escaso margen de maniobra en la a~tual estructura delmercado. Como resultado, Europa es hoy un espacio abierto bajo con­trol de la industria americana, que ha penetrado el sector de la comu­nicación europeo, a escala continental, tanto a través del control del si~­

tema de distribución y consumo, como por medio de la transferenciade modelos organizativos y profesionales, el dumping comercial e in­cluso las estrategias de cooperación con cabezas. de pue~te com?,I~­glaterra en la promoción de sus intereses económicos, haciendo difícil-

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mente viable la realización de las primeras aspiraciones comunitarias deconstrucción de un Espacio Comunicacional Europeo plural, autóno­mo y competitivo.

En los últimos años, las iniciativas estratégicas de la Comisión hantendido además a acentuar la brecha de! déficit cultural existente en ma­teria de comunicación, desregulando e! sector audiovisual e informati­vo d.e. acuerdo c~n una lógica -criticada por Schiller (1993)- de «apro­piacion corporativa de! espacio público»; y ello en un momento de vitalim!':orta?cia para e! desarrol!o cultural y económico de la región quehacía mas que nunca necesanos los esfuerzos de la Unión Europea porcoordinar las iniciativas públicas en esta materia al objeto de aprove­char, ante e! proceso de transnacionalización económica y globaliza­ción cultural, las potencialidades tecnológicas, estéticas y culturales de'I~s países miembros de la Comunidad. En lugar de esta apuesta deci­dida por la cultura como «fuerza motriz de la sociedad y la economíaeuropeas», las autoridades comunitarias han renunciado a una políticacultural coherente, delineando un modelo de mediación que, sin unproye~to de desarrollo claramente definido, ni un programa estratégi­co de mtegración con las políticas sectoriales en materia de innovaciónt~cnológica, desarrollo industrial, educación o planeación territorial,tiende a fav?recer una clara dependencia de la gran industria pesada dela mformaclOn y la comunicación.

La vinculación de las políticas europeas de comunicación y educa­ción con las estrategias y directrices de! sistema global de informaciónes constatable a dos niveles: primero, a través de la desregulación de lossistemas y estructuras institucionales de organización de la educaciónpública impulsada por la ideología neoliberal con la apertura de unmercado educomunicativo de consumo y adquisición de bienes deequipo electrónico y software formativo por los centros de educaciónbásica; y, en segundo lugar, en la financiación indirecta de los grandesconglomerados multimedia y las empresas productoras de programas,tecnologías y contenidos de información para e! aprendizaje, bajo e! ar­gumento.de la defensa de l~s industrias culturales europeas en e! carn­p.o ~strateglco para la Identidad comunitaria de la educación y e! cono­cmuento,

De la orientación liberal de! modelo europeo de construcción de laso.ci.ed~d global de! ~onocimiento da cuenta además e! hecho de que lasmlcl~t1v~s. en mate~la de nuevas tecnologías de la información y mo­derr;lzaclOn educativa sean coordmadas desde e! principio por la Di­rección General de Educación, Formación y Juventud (DG XXII) ba-

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jo las directrices de! departamento de Te!ecomunicaciones, Mercadosde Información e Investigación y Desarrollo (DG XIII), de acuerdocon los intereses de ampliación económica de las actividades de la in­dustria cultural. Así, por ejemplo, en e! proyecto INFü 2000, la co­munidad educativa, lejos de ser considerada como actor estratégico enel proceso de construcción europea, es definida como un sector deconsumo ampliado en e! que se incluyen tanto alumnos y estudiantesde educación superior como técnicos, profesionales, directivos, traba­jadores y hasta profesionales de la enseñanza, en función del estímulode la demanda y el desarrollo potencial de la industria multimedia eu-ropea. . ..

Desde la década de los ochenta, los diversos programas, dISpOSICIO­nes y directivas de la Unión Europea en materia de política audiovisuale integración regional de los sistemas de radiodifusión han jalonado eldesarrollo continental de la comunicación favoreciendo, en e! marcodel proceso de construcción del Mercado Común, e! paso de un enfo­que predominantemente cultural y político del desarrollo del sector aun enfoque más tecnológico y economicista. De acuerdo con e! profe­sor Bustamante (2000), podríamos distinguir en este proceso tres eta­pas claramente definidas:

1. El inicio de las políticas de información y comunicación, orientadopor la búsqueda del equilibrio político y económico y la d~cidida

voluntad integradora de la comunicación y los diversos Sistemasculturales de base nacional de la Unión (1981-1984).

2. El proceso de liberalización y despolitización de la política de co­municación comunitaria con el mantenimiento aún de una filosofíacultural basada en la democratización, e! acceso público y el desa­rrollo social. Esta etapa va a estar marcada sin embargo por la firmedecisión de Bruselas de favorecer el desarrollo de grandes grupos decomunicación capaces de competir en los mercados internacionalespartiendo del dominio territorial, por la uniformidad lingüística onacional, de los mercados cautivos, lo que terminará polanzandoaún más los territorios y actividades industriales en el campo de lacomunicación y la cultura regional por la concentración intensiva decapital, la liberalización comercial y la creciente estructu;a oligopo­lística de los diferentes sectores de la comunicación en e! mtenor de!Mercado Común (1985-1993). Con el objetivo de reunir en e! senode grupos únicos de comunicación, de base nacional, toda.s ~as com­petencias necesarias para e! desarrollo a escala de los servicios mul-

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timedia en las autopistas telemáticas, la política comunitaria refor­zará en esta línea, a partir de 1993, la competitividad y concentra­ción intensivas en el sector.

3. Y la et~~a liberal de desre~lación, presentada públicamente por laComisión como la adaptación norrnatrva a las exigencias del merca­do in:ernacion.al, revitalizando así el viejo principio de «libre flujode la información» en la concepción económico-política del sectorqu~ a corto y medio plazo favorecerá la adopción de medidas legis­Íativas y r?glamentarias beneficiosas para los conglomerados conuna ~osIclOndominanre en el mercado interior, así como la partici­pacron ~e capitales foráneos en el desarrollo de nuevos medios yoportumdades de negocio, El acento en la coordinación de los sis­temas y disposiciones normativas nacionales representa, en esta lí­nea, la constatación de la ausencia de una clara voluntad interven­tora d.e los poderes públicos de la Unión más allá de las reglaspresentas p~r el libre Juego del mercado, al asumir una filosofía pú­blica d~ gestión de las políticas comunicacionales sin mayor volun­tad de incidencia que la puntual reforma parcial de aspectos forma­les o secundanos del sector como la cualificación profesional o laplaneación mercadológica de la producción. De hecho, en la actualpolítica.c?m.unitari~,~reva1ece, de forma determinante, el principiode sub~IdIanedad, Íirnitandr, los márgenes de actuación de las polí­trcas públicas a la apertura de los mercados nacionales, la promocióny d,stnbuclón de programas y la formación y coordinación de lasactividades industriales. El propio Tratado de Maastricht sanciona­ría este principio insistiendo en la estrategia de "protección de lacultura europea" limitando el alcance institucional de las acciones dela Comisión de Bruselas al mantenimiento de las señas de identidadeuropea con respecto a la libre concurrencia de los operadores, pro­ductores y arustas en el mercado abierto de la Unión. El Libro Ver­de de Opciones Estratégicas para Reforzar la Industria Audiovisual(64-1994) materializa esta idea anticipada en el Libro Blanco de De­lors al proponer el desarrollo de la industria europea de programasmediante la apertura y mundialización del sector, justificando estalínea de actuación política por los requerimientos 1iberalizadoresque debían acompañar la revolución digital. Así, la creciente pérdi­da de cuota de mercado registrada en este período en beneficio deEstados Unidos, en lugar de ser reconocida como lógico resultadode una política liberalizadora, se asociará, en adelante, con los per­versos efectos de los SIstemas de protección y fomento de la indus-

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tria cultural, cuyo efecto más directo, razonan las autoridades co­munitarias, es ineficiencia productiva contraria a.la demanda delmercado y a los gustos y necesidades del cons~mldor. El Infor?,econcluirá proponiendo, en coherencia, una política de desarrollo In­dustrial competitiva apoyada en los grandes operadores de teleco­municaciones, capaces de competir con los gigantes llll;'ndlales de lacomunicación por nuevos mercados como Europa ?nental y ofre­cer nuevos servicios avanzados a segmentos específicos de consu­midores movilizando el talento, los recursos tecnológicos, los capI­tales dis~onibles y las posibilidades de rentabilidad favorecidos porlas nuevas sinergias empresariales resultantes. de las fusiones entremedios audiovisuales, empresas de telecomunicaciones y producto­ras de contenidos e informática que la propia Comisión años anteshabía venido propiciando.

La defensa de esta política tiene lugar en un p.rofundo proceso de rees­tructuración de las industrias nacionales mientras se concentran lasactividades informativas de la Unión en apenas media docena de com­pañías internacionales, incluyendo desde luego grupos japoneses y es­tadounidenses.

En este marco, el desarrollo del proyecto Sociedad Global de la I?­formación sitúa como vectores estratégicos de desarrollo de la UmonEuropea la convergencia entre el tratamiento: la co,:,unicació? y elcontenido de la información en las actividades industriales y SOCIales yel logro de la competitividad y desarrollo sost~?idode la actividad pro­ductiva en el continente a través de la aplicación de los nuevos mediosde producción y comunicación electrónicos transfronteriz?s: ,Uno delos campos de mayor crecimiento identificados por la Comisión es,. ?nesta línea, el uso de las nuevas tecnologías informativas en la educaciónpresencial y a distancia. ,

En las siguientes páginas, trataremos de observar los enfoques polí­ticos, los argumentos y directrices básicos de la política europea de ~a

comunicación y la educación, tomando en cuenta las alternatl."as polí­ticas y las opciones delimitadas por las auro:ldades comu~Itanasdesdeel contexto general de los intereses económlco~ que atraviesan e Influ­yen decisivamente en el proceso de constru~clOn cultu:al ~urop~a.

Una visión integral de las políticas públicas comumtanas eXIge, eneste sentido, una comprensión histórica de las iniciativas europeas en ~a

materia identificando no sólo los instrumentos, programas y norm~tl­

vas definidos por las instituciones comunitarias, sino además los dife-

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rentes discursos oficiales y los cambios económicos y políticos en re­lación con los procesos de desarrollo y el contexto social general. Ca­be considerar por tanto las relaciones entre la economía de la comuni­cación y la cultura, el proceso de internacionalización del capital y losmodelos de desarrollo del sector en relación con las políticas públicasde información y comunicación y las formas de poder y hegemoníacultural local y globales como el trasfondo determinante y explicativode las leyes reguladoras del audiovisual, de los programas de ayudaeconómica al sector, de la propia política tecnológica y, desde luego, delos discursos y omisiones sistemáticas de cada una de las actuacionespúblicas de los agentes involucrados en el sector.

Al objeto de identificar las principales directrices y el modelo de de­sarrollo en Europa, así como las alternativas y retos prioritarios delproceso de integración transnacional de las ramas y sectores de la in­dustria de la comunicación y la cultura regional, ofrecemos a conti­nuación al lector, en el presente capítulo, un breve y esquemático aná­lisis de las políticas públicas de la Unión Europea, presentando losprincipales programas, estrategias y discursos públicos dominantesen las instituciones de la Unión a fin de ilustrar las lógicas de confi­guración y proyección actual del Espacio Audiovisual Europeo enel Programa Marco de la Sociedad Global de la Información. Con es­te propósito, en las siguientes páginas trataremos de introducir laspolíticas comunitarias de Sociedad de la Información analizando losejes y tendencias de la experiencia de construcción económico-culturaldel proceso de convergencia mediática europea al objeto de, posterior­mente, comparar los datos y decisiones públicas en esta materia con laexperiencia de México en el seno del TLC y la Iniciativa de las Améri­cas, así como con relación a las iniciativas adoptadas en la cooperaciónbilateral para el desarrollo de la industria iberoamericana de comuni­cación, observando los enfoques políticos, las directrices y programasestratégicos avanzados por la Comisión Europea con relación a los in­tereses económicos dominantes en el sector.

Lógicamente, trataremos de conocer en primer lugar las políticas decomunicación y educación de la UE, qué objetivos definen hoy el pro­yecto de Sociedad Europea de la Información, qué modelo de desarro­llo cultural implícito se está configurando hoy en las políticas comuni­tarias, qué consecuencias y resultados más significativos pueden hoyobservarse en la actual COyuntura histórica de concentración del sector,liberalización y conformación de la unión política a partir de algunosde los documentos básicos de este proceso de construcción y conver-

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gencia europea como "White Paper On Education And Training, Tea­ching And Learning. Towar~s The Learning Society» (1996); «Lear­ning In The Information Society Action Plan For An European Edu­cation Initiative (1996-1998»>; «Informe de I~ Comi:ión al Consejo yal Parlamento Europeo. Concebir la Educación del Futuro. Promoverla Innovación con las Nuevas Tecnologías» (Bruselas, 2000); o el "Plande Acción e-Learning. Concebir la Educación del Futuro» (Bruselas,

2001). " hi " " d ILa completa y sistemática recon~t:U,cclOn istorico-criuca .e a p?-

lítica educomunicativa europea exigma, para su mayor con:'i~stencl~,

identificar y jerarquizar los actores determinantes en las políticas pu­blicas comunitarias, los supuestos ideológicos de cada actor, en e~ d~sa­

rrollo del sector, la comparación y evaluación de las f¡Josof¡~s ~ublIcas

implícitas en dichos supuestos y la interpretación d~ tales pnnClpIOS enrelación con el proceso de cambio social y político que tiene lugaren Europa. Pero, como podrá presurrur el lector, el cumplimiento deesta tarea sobrepasa, ampliamente, los límites y c,;,metldos que motiva­ron la escritura de este libro. No quisiéramos, Sin embargo, perder laoportunidad de llamar la atención sobre la necesidadXrelevancia de es­te trabajo en la actual coyuntura histórica de planeación y desarrollo dela sociedad informacional. . .

En un momento decisivo de aceleradas y contm.uas transíormacio­nes de la industria en la región, hoy son pocos lo: investigadores que,d d labo r dedicada y atenta a los cambios diarios en el sector, sees e una . , 'd .manifiestan dispuestos y capaces de contextualizar l<;s ra.F;I os y conti­nuos cambios empresariales y los procesos de liberalización del merca­do informativo desde una crítica económica y política fundadas".

Si una lección cabe obtener de la lectura atenta d~ este trabaJ~' esprecisamente que sólo cuando aprenda?",os a pensar cn~Icamentecomose construye el espacio cultural y mediático de la regron estaremos encondiciones de empezar a interrogarnos sobre el papel que. ~n estosmomentos desempeña la sociedad civil respecto a la articulación de lasnuevas redes y sistemas informativos, liberando nuevos lIder~zgos ypotencialidades ocluidas que garanti~en, en el ~~evo escenano interna­cional, una política de desarrollo mas democrático y equilibrado de laindustria de la comunicación en Europa, capaz ':'0 'ya de pensa~ la eco­nomía de las industrias culturales desde otras pnondades y pa~ametros

políticos sino incluso de redefinir la correlación de fuerzas sociales quehoy ven'ebran el desarrollo de la Unió.n Europ~~ como una sll~pleagregación de Estados y, cómo no, también la política de la comunica-

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ción como una mera y despótica -aun ilustrada- comunicación per­suas.iva de los intereses privados de la industria transnacional euroa­mericana.

1. Planteamientos comunitarios

Si por políticas de comunicación entendemos el conjunto de normas,programas e iniciativas a través de las cuales los poderes públicos con­tribuyen a la configuración y desarrollo específico del sistema comuni­cativo en un ámbito determinado, la política europea de comunicaciónda apenas sus primeros pasos en la década de los ochenta, como partede la lógica preocupación de las autoridades comunitarias por el desa­rrollo de la identidad y la cultura europea en el proceso de integracióneconómica. La importancia de la cultura con relación al futuro del Mer­cado Común va a estar presente en los discursos públicos de la Unióncomo una contradicción de fondo que, de forma recurrente, actuará co­mo contrapunto en los debates, las dudas y vacilaciones mostradas enlos momentos cruciales por los poderes públicos europeos.

Desde el principio, la política cultural comunitaria ha revelado, enefecto, graves incoherencias, discrepancias internas, voluntarismos ydiscontinuidades múltiples que dan cuenta tanto del fracaso de los ob­jetivos políticos de la Comisión, en su proyecto de construcción delEspacio Audiovisual Europeo, como de la ausencia de una clara vo­luntad integradora de los intereses nacionales en el marco supraestataldel Mercado Común como espacio idóneo de realización y desarrollode las culturas locales.

Hasta la fecha, quizás los únicos logros destacables del impulso cul­tural favorecido por la política europea han sido:

1. La organización de un sistema de difusión de la información insti­tucional consolidado.

2. La toma de conciencia sobre la necesidad de unificar las infraes­tructuras de información y de lograr el desarrollo endógeno de laindustria audiovisual europea.

3. y la armonización y convergencia jurídica.

En esta dirección apuntarían, de hecho, medidas de la Comisión comoel Libro Verde Sobre el Mercado Común de la Radiodifusión, cuandola CEE esboza su primer proyecto de integración comunicacional,

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proponiendo la armonización de las políticas i;>formativas nacionalesen el marco del Tratado de Roma y la promocion de medidas de coor­dinación de las legislaciones nacionales en materia de publicidad,radioy televisión, derechos de autor y protección a la j~ventud y a la mfa.n­cia para la supresión de las restriCCIOneS y trabas existentes a la libre CIr­culación de programas. El paso de un sistema regulador centralizadopor los Estados nacionales a u;> escenario transn~cio,nal compennvo enel marco de integración economlca regIonal hacía logl~am:ntenecesa­ria una estrategia de armonización jurídica que compatlblhzara las dis­tintas tradiciones político-administrativas de los países ?,iembros de laUnión y las diferentes políticas nacionales de proteccIOn del mercadoy de regulación del audiovisual. . . "

La acción estratégica de armonización y convergencIa jurídica de laUnión Europea fue entonces diseñada pensando en:

1. Promover un espacio propio para el desarrollo de las industrias y

del mercado interior.2. Liberalizar los servicios audiovisuales. d3. Suprimir las trabas a la libre circulación transfronteriza de pro uc-

tos culturales.

Ahora bien, la apuesta por una política de normalización legi~lativa seproduce precisamente en un momento de cnsis del sector cmemat~­gráfico y de transnacionalización del sistem~ relevisivo q~e rermmartapor agravar la situación de debilidad in~ustnaldel audIOvI~~~1europeoincidiendo en la tradicional dependencia del sistema mediático cornu-

nitario de la producción norteamericana. .' .El acento en la armonización de los sistemas y dISposICIOnes nor­

mativas nacionales ha significado, en realidad, la constatación de la au­sencia de una clara voluntad interventora de los poderes públicos de laUnión más allá de las reglas preestablecidas por el libre juego del mer­cado. En aproximadamente veinte añosde polític~s.culturales, la C~­munidad Económica Europea ha carecido de suficientes recursos fi­nancieros y de eficaces medidas de intervención dire~ta en el mercadocon las que modificar las actuales estructuras industriales del sector enrespuesta a los retos de la competencia estadoun~de,,:se, al as,:,mlr unafilosofía pública de gestión de las políticas cornunicacionales sin mayorcapacidad de incidencia que la puntual refo~IT,'a p~~Clal de aspecto~ for­males o secundarios del sector como la cuahf¡cacIOn de los profesiona­les o la planeación mercadológica de la producción.

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P?r añadidura, adem~~, la complejidad del entramado legislativo y delos sistemas de regulación del espacio cultural europeo ha impedidode m,om~nto una m~?,orintegraci~njurídica de las políticas públicas co­mumtanas, manteniéndose una diversidad excesiva «tanto en el gradode motivación y regulación de las actividades audiovisuales como de losinstrumentos para gestionarlos. Es más, dada la intervención cada vezmás relevante de nuevos agentes públicos de ámbitos tanto internacio­nales -Unión Europea, Consejo de Europa...- como locales -autorida­des regionales, municipal.esoo.- que han comenzado, también, a implan­tar estrategms ?e promoción y desarrollo del audiovisual, lavariedad denormas y medidas es cada vez mayor» (Azpillaga e Idoyaga, 2000: 247)., .Como resultado, esta política de liberalización y armonización ju-

rfdica ha se.':tado las bases de un nuevo mapa económico-político de lacomurncacron en Europa poco favorable a los propósitos iniciales dela Unión.

2. Programas e iniciativas: de Eureka al Plan Media Plus

Por lo que s~ refiere al tema que nos ocupa, la política cultural europeacompr~nde inicialmente «el conjunto de leyes reguladoras del sistemaaudIOvIs~al,.ias reglamentaciones y concesiones de frecuencias, las ayu­das econo~11lcas, la reestructuración de la televisión pública, el desarro­llo de opciones tecnológicas (cable, satélite, etcétera), la omisión de lasdiferentes formas de televisión comunitaria, la adaptación a las norma­tivas de la Unión Europea [oo.] [y] un conjunto muy heterogéneo de ac­crones desarrolladas por la administración pública en sus distintos ni­veles» (Giordano y Zeller, 1999: 33), desde el Estado a las comunidadeslocal?s: pasando por los poderes públicos de ámbito regional., BasIcam,en,te, SIn embargo, las instituciones y organismos interna­

cionales mas Importantes en la coordinación y desarrollo cultural eu­ropeo son la Comisión, el Consejo de Europa y, en último término, elPar~amento Europeo. Dentro de la Comisión cabe además apuntar, es­pecificamente, el papel que juega la Dirección General de InformaciónComunicación, Cultura y Audiovisual (DGX), junto a la Direcció~Genera,l d~ Mercado Interior (DGIII), Competencia (DGIV) y Tele­comUnICaCIOnes (DGXIII) y, en los últimos años, la nueva DirecciónGeneral para la Sociedad de la Información (DGXXIII).. Cada un? de ~stos departamentos viene elaborando una amplia va­

nedad de dISpOSICIOnes, reglamentos y programas específicos de actí-

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vación del sector, jalonando -Je acuerdo con el profesor Bustamante(2000)- las discusiones públicas en la materia a lo largo de tres etapasque, como hemos señalado antes, marcan la trayectoria económico-po­lítica del sector cultural en Europa:

1. U na primera fase de equilibrio político y económico y decidida vo­luntad integradora (1981-1984).

2. Una segunda etapa de liberalización y «despolitización» de la polí­tica cultural comunitaria (1985-1993).

3. Y una etapa de convergencia tecnológica e industrial orientada porlos objetivos del programa de construcción de la Sociedad Europeade la Información y el protagonismo de las redes y operadores detelecomunicaciones (1993-2000).

Vamos a tratar de describir a continuación, lo más sintéticamente posi­ble, esta evolución.

Desde los años ochenta, en la primera etapa, la política europea fa­vorece el desarrollo de grandes grupos de comunicación que han ter­minado dominando el panorama del sector audiovisual y la polariza­ción regional de espacios territoriales de control del mercado al nortey sur de Europa (Giordano, 1995; Giordano y Zeller, 1988). Será ~lla­

boratorio audiovisual británico el que antICIpe esta nueva estrategia deliberalización radical que, años más tarde, habría de afectar a la mayo­ría de los países europeos:

La liberalización del sector audiovisualpermitió [entonces] la entrada denuevas fuerzas económicas que buscaban beneficios de su actividad em­presarial [...] Dos sectores que hasta ese momento no tenían en Europa lapresenciaen los mediosde la que disfrutaban en los Estados Unidos irrum­pen en el mapa mediático del ViejoContinente: los conglomerados indus­triales y los bancos (Quirós, 1998: 148).

La reestructuración de las empresas de comunicación favorecería, co­mo consecuencia, la emergencia continental de conglomerados mul­timedia dominados por corporaciones transnacionales orientadas aldominio monopolístico de los espacios nacionales y culturales (lin­güísticos) cautivos:

1. A partir de una concentración intensiva de capital.2. La unificación empresarial de la producción cultural diversificada.3. La oligopolización de los sectores estratégicos de edición.

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En este escenario: y en apenas una década, se consolidan los grandesgrupos multimedia comunitarios multiplicándose el número de cade­nas privadas de cuatro a treinta canales en manos de empresarios comoRupert Murdoch, Silvio Berlusconi, Leo Kirch, Axel Springer, Bertels­mann y otras corporaciones multimedia que, instaladas en la seguridady el control de las principales cadenas audiovisuales y la propiedad delos más prestigiosos grupos editores de prensa, guiarán los objetivos es­tratégicos de la política comunitaria en el sector.

. El poder económico y político acumulado por los nuevos protago­mstas del Mercado Europeo de la Información definirá no sólo las re­gla~ ,del juego y distribución del mapa económico y político de laUnión, La influencia notoria de los nuevos <euroconglomerados» que­dará además sellada en las iniciativas de los poderes públicos de laUnión cuando impongan como objetivos estratégicos fundamentalesde la política europea sus propios intereses empresariales:

Lograr ventajas competitivas frente a los competidores.Encontrar nuevas oportunidades de crecimiento fuera del mercadode origen en vías de saturación.Aprovechar la propia experiencia en mercados vírgenes.Obtener economías de escala.Aprovechar la coyuntura que favorece el poder adquisitivo de la di­VIsa.

y escapar de las normas antitrusr nacionales.

Ca~e recordar a este respecto que las primeras políticas públicas de laUm~n ~uropea. en materia audiovisual coinciden precisamente conI~ crisis irreversible de los sistemas estatales de radiodifusión y el ini­cIO de la fase comercial y privatizadora del sistema televisivo en Euro­p~,(Richeri,1994) en un mercado complejo y competitivo que, en opi­ruon de los representantes empresariales, demandaba:

El desarrollo de economías de escala.La integración de nuevas fuentes de financiación.La multiplicación de la oferta.

- La convergencia industrial con otros sectores mediáticos.y la definición de nuevas sinergias productivas entre operadores detelevisión, propietarios de catálogos, creadores y distribuidores delaudiovisual.

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La adaptación de un modelo competitivo, a imagen y semejanza de Es­tados Unidos, va a prefigurar así el desarrollo del sector y las políticaspúblicas de comunicación en Europa en los años noventa. Si bien la d!­mensión del mercado, de más de 300 millones de personas, y la capacI­dad económica financiera e industrial, junto al reconocido talento crea­tivo y a la alta cualificación profesional de los trabajadores del sector,situaban a la Unión Europea en la mejor disposición para liderar elmercado global de las comunicaciones, para la década de los noventaEuropa es un espacio abierto bajo control de la industria americana,que ha penetrado el audiovisual europeo, a escala continental, tanto através del control del sistema de distribución y consumo, como pormedio de la transferencia de modelos organizativos y profesionales.

Cuando la Unión Europea define a principios de los noventa los ejesde actuación de una política específicapara el audiovisual, las autoridadescomunitarias se encuentran con un panorama económico marcado por:

La crisis de los servicios públicos.La internacionalización del mercado.La agudización de la competencia.La concentración multimedia.y la transformación de las culturas mediáticas.

En este escenario, la Comisión y el Consejo de Europa observan, en sudiagnóstico, numerosas dificultades y obstáculos para el normal desa­rrollo del mercado europeo:

Debilidad financiera y organizativa de la industria de programas.Escasa capacidad productiva de las cadenas nacionales de televisión.Control estadounidense de la industria cinematográfica.Diversidad cultural y lingüística extrema.Posición industrial dependiente en relación aJapón y Estados Unidos.Desequilibrios territoriales entre los Doce.Déficit industrial del sector espiral y crónico.Baja tasa de distribución y circulación entre los países miembros.y escasa capacidad financiera para acometer los retos de la moder­nización tecnológica.

Cuatro, sin embargo, van a ser los problemas fundamentales ide~ti~i­

cados en los documentos de la Comisión y en las reuniones de rrurus­tros como retos estratégicos:

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a) El crecimiento de las normas nacionales e internacionales que limi­tan una aceren coherente y concertada de las diferentes políticas pú­blicas.

b) La fragmentación del público por el aumento de canales la di­mensión de los diferentes mercados nacionales y la diversidad lin­güística.

c) El fuerte aumento de los precios de los derechos de emisión.d) y el ~ontinuo incremento de los costes de producción y progra­

macion en un horizonte económico de creciente competencia en elmercado.

En respuesta a estos retos, las autoridades comunitarias definen una es­trategia política de integración centrada en cinco ejes fundamentales:

1. La creación de un mercado transfronterizo competitivo frente a losproductores estadounidenses.

2. La reorganización del merc~do interior mediante procesos de cen­tralización de ca~ltal y de integración de la televisión privada engrupos multimedios y estructuras económico-financieras transna­cionales.

3. El desarrollo de nuevas tecnologías de comunicación en la industriadel cable, las transmisiones vía satélite y la televisión de alta defini­ción.

4. El desarrollo de una industria de programas de origen europeo conla que alimentar los nuevos canales de distribución frente a la corn­p etencia extranjera.

5. Una normativa común para la protección del cine europeo median­te l.aimposición de un sistema de cuotas de pantalla que limite laemisión de películas y series de ficción extracomunitarias.

En definitiva, la liberalización del sector y la modernización industrialjun~~ a la adopciónde medidas de protección y ayuda al sector, a fin d~eqUlh?rar las políticas económicas liberales, al paso que -disociandolos objetivos culturales de la política industrial en la estrategia- se apos­taba firrnemenn- por la defensa del pluralismo, la difusión de las len­guas y culturas minoritarias y el protagonismo de las regiones en el pro­ceso de construcción del Espacio Audiovisual Europeo como líneasmaestras. de vertebración de la política cultural en la región.

El alfil de la balanza sería sin embargo finalmente favorable a las me­didas de integración y liberalización del sector, dejando en el olvido

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-por ineficaz- el principio de equilibrio político/económico cn las de­cisiones de la Comisión Europea.

Las palabras del Comisario de Información, Cultura y Audiovisual,Marcelino Oreja, resume la tesis de la política comunitaria en los no­venta. "A Europa le interesa tener grupos audiovisuales fuertes, capacesde competir con los colosos de la industria estadounidense», de ahí lanecesidad de favorecer las condiciones políticas y legales necesarias enel proceso de fusiones, OPAS y absorciones del mercado común de l~

comunicación y la apertura económica hacia los países del Este. Así, «Si[bien] a mediados de los años ochenta, con la llegada de la televisión pri­vada a varios países, ya podía observarse un compacto núcleo europeode compañías multimedios con vocación monopolística y con interesesen la televisión de distintos Estados de la UE, al promediar los años no­venta este proceso concluye con la propiedad cruzada de empresas au­diovisuales y la unificación de esos grupos a través de sucesivas alianzasy fusiones que desembocan en verdaderos monopolios de televisiónhertziana, por satélite y por cable» (Giordano y Zeller, 1999: 48).

La paradoja de esta política es que -como advierte irónicamente elprofesor Quirós- mientras «los euroburócratas de la Comunidad Eu­ropea se felicitaban por el activo papel de Berlusconi como productoren el Año Europeo del Cine y la Televisión, éste (como Leo Kirch) es­taba comprando masivamente producciones norteamericanas para ex­hibir en sus salas de cine y emitir por sus cadenas de televisión» (Qui­rós, 1998: 209).

Las nefastas consecuencias derivadas de la aplicación de tales tesisno impedirán que la Comisión empiece a considerar la actividad tele­visiva un sector regulable como cualquier otro de libre prestación deservicios, eliminando así todo obstáculo a la libertad de empresa en elMercado Común. La crisis de las televisiones públicas dejará en evi­dencia el sesgo ideológico de las políticas públicas comunitarias.

Tras la privatización paulatina del audiovisual en la segunda mitadde los años ochenta, la UE no sólo renuncia a una noción del audiovi­sual como bien colectivo -no sujeto, por tanto, a la lógica de la librecompetencia- regulable de acuerdo con el principio de no exclusión,ahora «violado» por la proliferación de canales de acceso restringido ydiversas modalidades de "pago por evento»; antes bien, en los docu­mentos de la Comisión se identificará peyorativamente la situación demonopolio con la propiedad estatal de los medios de comunicación, alpaso que el Tribunal de Justicia se pronunciaba en contra de la forma­ción de una central de compras de las televisiones públicas y se daba

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rienda suelta a la participación empresarial de los principales magnateseuropeos de la comunicación en diversos sectores de la industria infor­mativa, en régimen de virtual monopolio. Pero el olvido y los ataquessistemáticos a las televisiones públicas no eran para entonces una no­vedad. Una década antes, en 1974, el caso Sacchi supone el primer cues­tionamiento serio sobre la compatibilidad del monopolio público tele­visivo con el Tratado de la Unión. Aunque la propuesta fue finalmentedesestimada por improcedente, la publicidad del caso sirvió para iniciaruna campaña de sojuzgamiento del sistema público televisivo que, enaños sucesivos, dará alas a los sectores conservadores para criticar a losmedios públicos a lo largo y ancho de toda Europa, en reclamo de laampliación de las posibilidades de prestación de los servicios audiovi­suales a operadores privados, de acuerdo con un mínimo de obligacio­nes básicas como las horas de emisión informativa.

La carrera por los índices de audiencia, el proceso de globalizacióntelevisiva y la agudización de la competencia, unidos a la ausencia deun proyecto y de sistemas adecuados de evaluación y control de los ser­vicios públicos a escala nacional y europea, legitimaron así un discur­so que, haciendo borrón y cuenta nneva de la jurisprudencia en la ma­teria, cuestionará seriamente en los primeros años noventa la viabilidadeconómica de las televisiones públicas, La campaña impulsada por losprincipales lobbys europeos caló incluso, en el contexto de la nueva eu­foria liberalizadora, entre los responsables de la política audiovisual co­munitaria que, en reiteradas ocasiones, hicieron gala de una manifiestaaversión hacia los sistemas públicos televisivos. Tanto que la UE no le­gisló ni aprobó programa alg tno de apoyo y ayuda al sector públicoaudiovisual, Cuando la Comisión u otras instancias de la ComunidadEconómica Europea han tratado de reordenar el sector ha sido siem­pre en relación con la iniciativa privada y con miradas a la cesión de es­pacios y posibilidades de negocio a las grandes corporaciones transna­cionales. Ciertamente, no existe -corno reclama el profesor MuñozMachado- un desarrollo suficiente de la doctrina de la Comisión y elTribun~l, de Justicia d~ Luxemburgo en materia de competencia y fi­nanciacion de las televisiones públicas. Pero éste no es el problema, sal­vo que asumamos la tesis de la patronal del sector, tan preocupada porla existencia de mercados duales y de distorsiones a la libre competen­cía de las cadenas públicas. Lo significativo de esta ausencia de doctri­na es el hecho mismo de la omisión de una política públicamente con­trastada sobre el papel del sector público en el nuevo panoramaaudiovisual:

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Europa debate en la actualidad el problemafundamental de s~ siguen te­niendo algunasignificación los operadores públicos de televlslOn, y lasde­más cuestiones vinculadas a este dilema, es decir, el sentido actual de lasempresas de capital público en este sector de la economía, la si~nificaciónde la noción de servicio público de televisión, las consecuenCIas de es~eprincipio sobre la programaci?n de las t~l~~isiones, el problema subsi­guientede si las empresas púbbcas de televlSlOn deben quedar ,total o par­cialmente al margen de las reglas de la com~et~?Cla, y s~, en .fl~, merecenser atendidos mediante un sistema de financiación peculiar distinto del delas televisiones comerciales (Muñoz Machado, 1998: 151).

Las palabras del profesor Muñoz Machado son, en este sentido, másque elocuentes. Los términos del debate púbhco que se mantiene en losprincipales foros europeos sobre el futuro del a,,:dlO':lSual conflrl','an lacompleta desvalorización de la noción de ,serVIcIO público, hoy aJ~sta­do a los criterios económicos del prmClplo de libre empresa (artículo85 del Tratado de la CEE) y amenazado por demandas de competenciadesleal como las que la Asociación Europea de Televisiones Comercia­les (ACT) viene planteando en su reivindicación de la separación decontabilidades de las televisiones públicas. .

Al respecto es interesante observar, en los documentos de la Comi­sión cómo la filosofía de la libre concurrenCIa y la competitividad setrad~ce en la inversión economicista del principio de ~ervicio púbhcopara asignar a las empresas radiotelevisivas estatales CIertas exigenciasde rentabilidad económica (o en el extremo opuesto, de prestacIOnesculturales), al tiempo que se las atribuye todos. los males del mfrad~~a­rrollado sector audiovisual, e incluso la carenera misma de una pohtl~acultural adecuada a las necesidades del desarrollo europeo pO,r el tradi­cional proteccionismo y dependencia clientelar de la I?dustna~e pro:gramas respecto a las grandes empr~sas públicas de radlOtele~lSlon. ASI,la tautología del discurso sobre el libre Juego del mercado srrve hoy deargumento tanto para atacar las ineficiencias de la ,gestión pública y lalegitimidad política de las inversiones presupuestanas. del Estado en losmedios de titularidad estatal como para, al mismo tiempo, denunCIarpúblicamente las perversas dinámicas introdl;lcidas en el natural ¡ue.gode las fuerzas del mercado por la competencIa desleal de las teleVISIO-nes públicas y su doble sistema de financiación, " ,

El debate sobre la clarificación jurídica de la actual situacron de lasempresas de titularidad estatal en relación con los operadores privadosmultimedia es, en este sentido, sintomátIco de la falta de voluntad deBruselas para proporcionar los medios necesarios a fin de que las tele-

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visiones públicas tengan un papel relevante en el ámbito de las nuevastecnologías y en el escenario de la construcción de la Sociedad Euro­pea de la Información, La evidente marginalidad del servicio públicoen los nuevos soportes y canales de explotación audiovisual amenazai?cluso la existencia y estabilidad jurídica de estas empresas que, impe­h,das a competir en un escenario desigual, vienen reclamando la dispo­sición de un marco jurídico y financiero estable que garantice su desa­rrollo empresarial en los nuevos mercados secundarios.

Los responsables europeos han dejado, en resumen, el campo abier­to a los grupos económicos interesados en las políticas liberales, lacompetencia, consumo y eficiencia productiva, principios todos ellosenarbolados por las políticas neo liberales estadounidenses y asumidos.por el lobby europeo de la comunicación, de acuerdo con una lógicacuya culminación ha representado, en la práctica, la paulatina sustitu­ción de la noción de servicio público por el concepto de servicio uni­versal, tal y como hemos visto en capítulos anteriores.

La ideología de la racionalidad económica y el lenguaje mercado­ló~ic~, impo:tados de Estad~s U nidos, fascinan hoya tal punto a losprincipales líderes empresanales y de la profesión que, asumiendolos valores de base del mercado, respaldan y «santifican» las medidasliberalizadoras de la Comisión, convirtiendo la idea de servicio públi­co en una «noción fantasmal y hasta nostálgica».

Por lo mismo, no debe llamar la atención el hecho de que en laspolíticas públicas europeas, llegue a identificarse el excesivo peso delEstado en la comunicación con un problema de restricción a la liber­tad y al pluralismo informativo, un razonamiento recurrente que seráutilizado con insistencia por los grupos empresariales cuando la Co­misión pretenda desarrollar estrategias de intervención más activas co­mo la Directiva Televisión Sin Fronteras.

La aplicación por la UE de esta filosofía política tiene, sin embargo,su talón de Aquiles. Hasta la fecha, el cumplimiento de los objetivosprogramados con relación al desarrollo del audiovisual se ha saldadocon resultados más bien negativos. La constatación de este fracaso pue­de observarse especialmente en proyectos como EUREKA la Televi­sión de Alta Definición o en iniciativas del sector público como EU­RONEWS.

Las aspiraciones iniciales de la Comisión expresadas al Consejo yal Parlamento Europeo sobre el futuro de la política audiovisual(COM 90 78, Bruselas 28 de febrero de 1990) quedarían así franca­mente diluídas al fracasar tanto la apuesta por nuevos servicios avan-

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zados de comunicación, como la consolidación de una política indus­trial autónoma.

El nuevo tríptico audiovisual en la política comunitaria -esrableci­miento claro de las reglas del juego, apoyo a la industria de programasy desarrollo de las nuevas tecnologías- ha quedado así básicamente re­ducido al fomento de la libre competencia y al apoyo económico a laproducción. Como consecuencia, los problemas de pluralis~o ~ con­centración, la industrialización y fomento de las culturas mmontanasy la apertura del audiovisual a las nuevas tecnologías digitales son, enlo sucesivo, relegados al principio de libre competenCia, concentrandolos poderes públicos de la UE en el Programa MEDIA los esfuerzos deactuación comunitaria.

El diagnóstico de la Comisión es, a este respecto, preocupante. Elfuturo del audiovisual europeo en la sociedad digital corre el peligrode quedar definitivamente anclado en la fragmentación, la d~~enden­

cia y el subdesarrollo industrial. Y no parece que la Comisiónhayacomprendido a estas alturas las limitaciones y graves consecuencias deuna política pública basada en un sistema de ayudas puntuales sin ma­yor incidencia en la.s estructuras del merc~~o ~~dlOvlsual que el fo­mento de obras particulares o la mejor cualificación de los profesiona­les del sector.

Aunque éste y otros programas específicos de la U~ión Europea po­nen el acento en las relaciones entre productores, medios audiovisualesy nuevos operadores de telecomunicaciones, desde una persp,ec:iva .i?­dustrial, el acento en las estrategias de marketing y comercializaciónglobal de la producción, ya iniciada en los años ochenta por las pro­ductoras estadounidenses, no deja de poner en evidencia una contra­dictoria fe ciega en las fuerzas del mercado que h?y, paradójicam~nte,

están favoreciendo un movimiento regresivo de la industria audiovisualeuropea en favor de las grandes empresas multimedia de capital norte­americano.

La producción y explotación comer~ial d~ todo tipo de artícul~s

con cada unidad fílmica o producto (revistas, Juguetes, CD-ROM, VI­

deos interactivos, libros y merchandising en general) como exigencia delas nuevas condiciones del mercado, si bien está funcionando con al­gunas producciones europeas, en muchos casos sólo a escala nacional,reproduce esquemas tópicos poco enriquecedores culturalmente parael imaginario de las identidades regionales dentro y fuera de, Europ~,contribuyendo indirectamente a la falta de competencia de la industriacomunitaria en relación con la industria norteamericana.

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Desde 1984, Hollywood ha iniciado un proceso de reconversión yadaptación de sus estrategias productivas a los nuevos medios y cana­les de distribución del capital cultural que muestra el escaso «realismopolítico» de la Comisión Europea en su apuesta por liberalizar el sec­tor. «El nuevo mundo del vídeo, la informática y la interacción audio­visual depende ya [desde hace más de una década] de conglomeradosmediáticos estadounidenses. Además, cuando dentro de una década co­~o máximo la fibra óptica invada nuestros hogares y puestos de traba­JO con más productos y se acreciente la diversificación y el poder de losconglomerados mencionados más arriba, éstos acabarán ganando la ba­talla por el control de los quinientos canales de televisión por cable, dela misma manera que Hollywood se apoderó en un pasado del merca­do del videocasete» (Gomery, 1998: 163). Pues, hoy por hoy, el domi­fila de la producción deriva no tanto de la capacidad mercadotécnicao del gusto del consumidor y la capacidad narrativa de los profesiona­les del audiovisual, como del control de la distribución y exhibición-esto es, de la posición dominante en el mercado-, en los que se apoyael oligopolio estadounidense para imponer su lógica económico-polí­rica tanto en televisión como en la industria del cable y las telecomuni­caciones y, en general, en los nuevos canales y tecnologías de consumocultural.

La principal baza jugada por la UE en la construcción del EspacioAudiovisual Europeo -la Directiva Televisión sin Fronteras- hubierasido el instrumento más eficaz para revertir la espiral de dependenciacrónica y subdesarrollo del sector audiovisual comunitario con rela­ción al poder económico, y político, estadounidense. Sin embargo, elpr?yecto de intervención activa de la Comisión mediante la implanta­Clan de un sistema de cuotas fue truncado en sus primeros borradorespor las presiones del lobby empresarial y las veladas amenazas de gue­rra comercial de la administración norteamericana.

Por otra parte, el fin de la separación entre industria televisiva e in­formática y las telecomunicaciones ha abierto el paso a nuevas fusio­nes y a la competencia económica entre sectores y mercados disími­les, dejando el audiovisual de ser un sector autónomo para convertirseen un segmento de la industria de información sometido a las reglas,estrategias y lógicas del gran capital industrial y el sector financiero.En este escenario, la Comisión ha optado por promover un sistemanormativo basado en la apertura y la competencia. El propio Tratadode Maastricht sanciona el principio de subsidiariedad insistiendo enuna política de protección de la cultura europea de acuerdo con los

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criterios del mercado. El impulso de la iniciativa estadounidense de li­beralización de las telecomunicaciones en foros internacionales comoel G7 a raíz de la Agenda para la Acción del vicepresidente Al Goreha determinado en esta línea decisivamente el desarrollo de las tele­comunicaciones y el audiovisual europeos en torno a cinco principiosbásicos:

Competencia.Libre acceso.Servicio Universal.Desregulación.Inversión privada.

Las conclusiones de la APEC, en Vancouver, el Encuentro de las Amé­ricas, en Miami, y los acuerdos de la World Telecommunication Devc­lopment Conference, en Buenos Aires, han mar~ado de hecho el c~n:l1­

no a seguir por la Comisión Europea, transfiriendo, en la políticapública, el poder regulador del Estado a la empresa privada tanto en re­lación con las reglas del juego como desde el punto de vista de la res­ponsabilidad informativa. La Conferencia celebrada en Praga por elConsejo de Europa (1994) ilustra perfectamente esta lógica. Mientrasel Parlamento Europeo vincula la noción de servicio público a las ca­denas de titularidad del Estado, los líderes europeos van a dar vía librea los operadores privados para desarrollar las misiones de servicio pú­blico, de acuerdo con los objetivos estratégicos del Libro Blanco deDelors:

1. La actuación desde una perspectiva mundial a través de alianzas in­ternacionales.

2. La atención a las especificidades europeas.3. El desarrollo de las condiciones competitivas de la industria comu­

nitaria.

La defensa apasionada de la cultura empresarial, el fetichismo tecnoló­gico, la modernización industrial y financiera y el culto a la «economíavirtual» de las autoridades comunitarias será, en lo sucesivo, una cons­tante en las políticas de convergencia audiovisual y telemática, convir­tiéndose por momentos en dogma de fe y propaganda, más allá de to­da pretensión razonable de articulación consistente de los mercadosemergentes de la Comunidad.

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3. El giro liberal de la Unión Europea

A partir de 1993, el sesgo liberalizador de la política cultural de laUnión Europea es ostensible.

En esta dirección, el Informe Bangemann «Hacia la Sociedad de laInformación en Europa: un plan de acción» define en junio de 1994 elma~co de actuación de la Comisión de acuerdo con los principios dis­cutidos en el Encuentro de Corfú (fomento de una mentalidad em­prendedora, mejora de la competitividad, eliminación del proteccio­nismo y liderazgo del mercado):

Las tres ideas-fuerza que guían la construcción de la SI están basadas enla necesidad de profundizar el proceso de internacionalización de la eco­nomía, encaminado a la mejora de la competitividad mundial- en la pre­sión a los Estados para que cedan a las fuerzas de mercado -a;torcs entrelos que los documentos oficiales parecen omitir a los Estados nación- lagestión y usufructo de los bienes relacionados con las industrias de la in­f?~mación y el entretenimiento, mediante la herramienta de la privatiza­cion; y ~n el consecuente cambio de legislación llamado desregulación,que en ngor trata de un período de transición entre un tipo de legislacióncon acento en el carácter público de los servicios de información y co­municaci?nes, y otra que enfatiza el rol de las fuerzas de mercado y que,por consiguiente, sería atinado calificar como transregulación (Becerra,1999: 142).

Europa, de acuerdo con la filosofía Bangemann, debía controlar losnesgoS y optimizar los beneficios a través de una política activa de li­?eraliz:cióndirigida por. par~metro~ de mercado bajo liderazgo de lamversion pnvada y subsidiaridad pública. Una política que la autori­dad comunitaria considerará adecuada a los nuevos tiempos frente al«furor reglamentario» de otros «tiempos pasados». En esta dirección,la Conferencia Ministerial sobre la Sociedad Global de la Informacióncelebrada en Bruselas (1995) dio lugar a un proyecto de desarrollo yc?operaclón económica ajustado punto por punto a los preceptos exi­gidos por la OCDE y la UIT, identificando como principios rectoresde la SI:. la viabilidad comercial, la interoperatividad, el alcance y lasostenibilidad de las nuevas comunicaciones. Exigencias todas ellasplanteadas, paradójicamente, con el concurso y asesoramiento de losexpertos norteamericanos a través de plataformas de cooperación ins­titucional como el foro de la Sociedad de la Información y la Educa­ción (Comisión Europea, 1994a).

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Para la consecución de los objetivos fijados en esta nueva estrategia,Bruselas delimitará en el Libro Verde de la Convergencia (1997) dos re­tos prioritarios en el desarrollo de la Sociedad Europea de la Informa­ción:

La certidumbre reglamentaria en la regulación de los nuevos pro­ductos y servicios.Las exigencias económicas.

En los últimos años toda lectura de la Comisión sobre los escenariosdibujados en el nuevo horizonte informacional pasa por tres niveles deanálisis: la tecnología, la industria y el mercado. Cualquier refe,renc~apolítica a la cultura, la sociedad o los agentes d~ la cornurucacron pu­blica ha quedado proscrita de los documentos oficiales comurutarros envirtud de una filosofía de la competencia centrada en el fomento del de­sarrollo tecnológico y la apertura comercial. Desde la publicación delLibro Blanco de Delors, la aplicación de las normas de libre co~pe­tencia en el sector es una de las prioridades políticas para la Comisión,que ha impuesto en las normativas nacionales directrices desregulado­ras que allanen los obstáculos a la convergencia de acuerdo con~nsupuesto modelo específico eu~opeo ?e Sociedad d~ la Informaciónque, como el estadounidense, cifra el exrto de las políticas contempo­ráneas de la comunicación en:

El acceso y consumo de los productos y servicios audiovisuales.La política liberal de precios.La disponibilidad de contenidos.La innovación tecnológica.La eficiencia productiva.

- y el incremento del volumen de negocio.

De ahí que la Comisión comience por proponer como recomendacióna los Estados miembros abstenerse de «regular por regular>' para con­cluir defendiendo la autorregulación del mercado y la asignación aorganismos como el Tribunal de la Competencia de la capacidad de de­cisión en respuesta a problemas puntuales y concretos que eXlge~ so­luciones aplicables en corto plazo de tiempo. En «Principios y lmeasdirectrices de la política audiovisual de la Comunidad en la era dlglt~¡"(COM, 1999, 657), por ejemplo, la Comisión ha diseñado una políticade adaptación reglamentaria a la nueva lógica de la SOCiedad de la In-

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formación, introduciendo mecanismos de autorregulación económicapara maximizar el crecimiento y potencial de creación de empleo y op­timizar la competitividad, definiendo como prioritarias:

1. La limitación al mínimo necesario del sistema reglamentario en larealización de los objetivos de la política comunitaria.

2. El reforzamiento de la seguridad jurídica de acuerdo con las de­mandas del mercado.

3. La autorregulación del sector.4. La neutralidad tecnológica.

De acuerdo con estos puntos, la Comisión se propone revisar el esta­tuto jurídico de la radiodifusión de servicio público según el interéseconómico general, así como disposiciones específicas de la DirectivaTV Sin Fronteras, conforme a las exigencias del nuevo entorno digital,para facilitar la accesibilidad y comercialización de los contenidos au­diovisuales, la innovación tecnológica, la publicidad y la transferenciade capitales, garantizando la autonomía del mercado.

La exigencia de autorregulación del sector es, en los últimos años,una propuesta recurrente en los documentos oficiales de la Comisión,sin que se especifique claramente el papel de los agentes y los poderespúblicos en este proceso, implícitamente bajo control de los lobbys em­presariales que tienen una posición dominante en el mercado. En defi­nitiva, la «elaboración de un modelo reglamentario independiente» yun marco previsible y seguro de normalización del sector está supo­niendo, en la práctica, la cesión plena de poder regulador y de inter­vención a los propios agentes del mercado, modificando la función so­cial de la comunicación y el marco regulador preexistente.

El programa INFO 2000 es ilustrativo de esta política, al indicar doslíneas básicas de actuación en la VE:

1. Fomento de la demanda y actividades de sensibilización para esti­mular el consumo e incorporar al mercado a las regiones periféricaso menos desarrolladas. En este sentido, la VE ha procurado crearnuevos mercados proporcionando acceso a las colecciones y catálo­gos de información, asesorando a los usuarios sobre fuentes de in­formación y organizando campañas de sensibilización a escala na­cional o regional con la formación de los usuarios.

2. La explotación de la información del sector público europeo valo­rizando el patrimonio cultural y la información pública en el mer-

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cado multimedia mediante la implementación de medidas de explo­tación de los recursos públicos y promoviendo contenidos multi­media paneuropeos para el desarrollo de la industria regional.

Así, en 1995, el Libro Blanco «La sociedad cognitiva», promovido porla comisaria E. Cresson, definía cinco objetivos prioritarios para laComisión en el nuevo escenario económico europeo y transnacional delas nuevas tecnologías e instrumentos telemáticos:

1. Estimular la adquisición de nuevos conocimientos y nuevas formasde certificación de las competencias profesionales.

2. Apoyar la integración de la escuela y la empresa fomentand? unmodelo de aprendizaje práctico, vinculado al mundo del trabajo.

3. Luchar contra la exclusión y el fracaso escolar.4. Garantizar el dominio entre la población de tres lenguas comuni­

tarias.5. Estimular la inversión en formación por parte de los individuos y

las empresas a través de medidas fiscales y financieras de apoyo a laoferta de actualización de los conocimientos educativos.

La socialización del proyecto telemático fue entonces vinculado desdeel punto de vista ciudadano en tres ejes: mundo laboral (teletrabajo),cultura y educación. La VE evalúa hoy de facto el consumo culturalcomo uno de los ejes económicos más interesantes y un prometedormercado de la industria europea multimedia, capaz de ampliar los ser­vicios en línea y los contenidos comerciales:

Nuestro rico patrimonio cultural hace de Europa lo que es: poseemos losfondos arqueológicos más extensos y variados del mundo; las coleccionesde historia natural más importantes, datando muchas de ellas de hace va­rios siglos, con pruebas de valor inestimable sobre la biodiversidad deantaño de nuestro planeta; las creaciones más ricas en los ámbitos de lasbellas artes, escultura, moda y arquitectura; por no mencionar nuestro pa­trimonio industrial y marítimo: Este patrimonio es uno de los pilares de laenseñanza escolar, el objeto principal de nuestros pasatiempos, lafuente dela creación publicitaria y de la concepción de nuevos productos y la mate­ria prima de la investigación académica. Como han destacado los parnci­pantes en el Foro sobre la Sociedad de la Información ~ el Grupo de Ex­pertos de Alto Nivel, todos los europeos se beneficiarán SI se realiza u~nesfuerzo concertado para poder acceder a estos fondos culturales a travesde las redes electrónicas(Comisión Europea, 1996d: 16).

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En esta línea, en la segunda mitad de los noventa los grandes museos,centros de arte o institutos nacionales de patrimonio han ido firmandocon las grandes empresas telemáticas acuerdos de registro y producciónde matenales y productos multimedia con destino al mercado interior.Por lo que respecta a la educación, el informe valoraba como inminen­te la extens.ión del apre?dizaje permanente merced a las iniciativas pú­bhcas y pnvadas que vienen acercando a la ciudadanía los nuevos re­cursos educativos. La UE era por las mismas fechas más que optimista.Según la Comisión, «en los centros escolares, la posibilidad de accederfácilme~te a un amplio abanico de productos educativos multimedia, yasea en línea o en modo autónomo, está empezando a liberar a los pro­fesores de las ~~ficultades tradicionales» (Comisión Europea, 1996d: 2).

Las metas fijadas no obstante en la iniciativa estratégica «e-Europa»para poner al alcance de las empresas y ciudadanos europeos la Socie­dad de la Información apenas se han cumplido. Los logros del V Pro­grama Marco no han paliado las lagunas en materia de investigación yd.e;,arrollo tecnológico, como tampoco han revertido en la incorpora­Clan de capitales al sector informacional, por más que los esfuerzos co­munitarios en cooperación y estimulación de la industria electrónicahan sido notables en esta dirección.

Si bien ha tenido lugar un notorio crecimiento del comercio elec­t~ónico y de la educaci,?n virtual, la investigación y desarrollo tecnoló­gico ~:I sector electrómc.o e~ muy insuficiente, especialmente por com­paracion con nuestro principal competidor. Mientras que la inversióntecnotrónica de Estados Unidos asciende a alrededor del 6% del PNB,e~ la.UE la media no supera el 4%, exceptuando el caso de los paísesnórdicos, a la cabeza en el desarrollo de los sistemas móviles de comu­nicaci?n. El fortalecimiento. de las redes de cooperación y encuentroentre mverso":s de capital nesgo y creadores de nuevas ideas con po­tencl.al c?mefCIal ~s ~~o de los mayo.res logros de la última política co­mum~ana:Se han iniciado con esta filosofía nuevos proyectos piloto yexpeTle.nclas productivas que dan cuenta de las amplias potencialidadescom~mta~lasen maten~ ~~ mformación y conocimiento, pero las dife­rencias existentes son difícilmente salvables considerando la estructuradel mercado y el sistema internacional de información. Continúan exis­tiendo demasiadas disparidades entre los países miembros en su políti­ca científico-t~cnológica. La.política europea de 1+D, factor crucial pa­ra el relanzamienro de la SOCIedad del Conocimiento, carece de un nivelde .c.oo~dinación e integración suficiente, apreciándose grandes dese­quilibrios en relación con los objetivos y niveles de gasto para la fi-

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nanciación de los programas nacionales de investigación. Esta pobre ylimitada política de inversión en I+D es en parte el motivo de la conti­nua fuga de cerebros de la UE a Japón y Estados Unidos. La fuga derecursos humanos altamente cualificados constituye uno de los pro­blemas no resueltos por la política comunitaria y especialmente g~ave

en países como España, con una pobre y subdesarrollada política cien-

tífico-tecnológica. . ',La lentitud de las aplicaciones y la rezagada y desigual extenSlOn de

los medios digitales están limitando por otra parte el potencial europeoen la revolución informaciona1. Como concluye el profesor Ballestero,un análisis comparativo de la SI en Europa con otras regiones de laOCDE nos sitúan muy por debajo de lo que podría corresponder alpotencial económico de la UE si se arlicara una polític,a coherent~ conlos retos de la sociedad del conocirmento y otros parametros mas ra­cionales de planificación y decisión pública. Pero tal condición distamucho de ser atendida en la lógica de las políticas europeas que mar-can la agenda de Bruselas. .

El conocido Informe Bangemann insta, desde 1994, a confiar e~ l~smecanismos del mercado como fuerza motriz del desarrollo econorm­ca y el empleo. En dicho documento (Bruselas, 26 de mayo de 1:94),la UE se compromete a preparar a los europeos para el advemmlentode la sociedad de la información como tarea prioritaria, pues la educa­ción, la formación y la promoción desempeñarán u?papel fun~amen­tal en el nuevo escenano de futuro. Esta preparaclOn queda sin em­bargo relegada a las exigencias económicas y a la necesidad, clara yestratégica, de constitución de nuevos mercados. De modo que ya <;neste documento, la información, las Nuevas Tecnologías y la formaciónse conciben como un sector más de consumo, liderado por las empre­sas y el sector privado, relegando al sistema educativo?, a los agentesculturales a un papel meramente paSIVO, pese a las continuas apelacio-nes a la socialización del proyecto comunitario con las TIC. .

El Informe Bangemann sigue, en esta línea, la filosofía del LIbroBlanco de Delors «Crecimiento, competitividad y empleo», analizadoen la reunión de Corfú (junio de 1994), que influirá de forma determi­nante en el plan de acción de la iniciativa europea para la Socled~d dela Información excluyendo al sector público ante lo que el corrusanoMartín Bangemann consideraba el verdadero peligro para el desarrolloeuropeo: la euforia reglamentaria. . ' .

El plan Bangemann coincide en este pu~to con el discurso idealistade la globalización y la retórica de la doctrina del libre flUJO que pro-

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mueve el gobierno norteamericano a partir de banales constataciones(«la inversión es móvil, la tecnología es revolucionaria y la ambición deuna vida mejor es univera]») que no pueden dar cuenta de las razonesdel notorio fracaso competitivo de la industria de la comunicación eu­ropea ante nuevas situaciones de hecho como la fusión AOLrrimeWa~~er.El proyecto de fusión con el grupo EMI respondida por la Co­mision con vacilaciones y amenazas de regulación ante el poderosoconglomerado estadounidense deja en evidencia el estrecho margen demaniobra de la UE en su apuesta política por el desplazamiento de lospod~res públicos e~ beneficio del mercado, al aceptar finalmente las ga­rantias de AOL/Tlme Warner de no controlar la industria musical através de Internet como única opción viable para las autoridades deBruselas.

.. Más aún, la tentativa de prohibición de estas fusiones, que sería ca­lificada por The Wall Street Journal como un intento de atemorizar alas compañías, ha dejado claramente en entredicho la contradictoriaasunción del derecho de competencia y los objetivos y necesidad de in­tervención en un sector estratégico, sin duda, para el futuro económi­co de la región que, por lo mismo, exige un mayor protagonismo delsector público y las autoridades responsables de la UE.

No sorprende por 10 mismo que la UE proponga como estratégicopara el desarrollo de la política cultural la ampliación de los paísesmIembros. del Mer~ado Común, la cooperación con terceros países yorgaruzaciones regionales como Mercosur, y la participación en forosinternacionales como el Global Business Dialogue on Electronic Co­merse, a la vez que insiste en «mantener los márgenes de maniobra» enla negociación multilateral de organismos como la Organización Mun­dial de Comercio (OMC), cuando, como bemos apuntado, la apuestapare!. ~odeloprivatizador de las comunicaciones ha restado eficacia yposibilidades de acción pública a las instituciones comunitarias.

y es ~ue, ~un ,cu~ndo la Comisión reclama el compromiso de pro­teger el interes público en el fomento de los nuevos servicios audiovi­suales digit~les, la co.ntinua defensa de claridad, proporcionalidad ytransparencia normauva del mercado, con la separación reglamentariadel transporte y los. contenidos culturales, termina siempre por con­centrar en el pnnClplO de competencia todas las expectativas de futurodel sector cultural comunitario, con el consiguiente fracaso del interéspúblico y la renuncia a los «compromisos culturales», más allá de «ga­rannzar la Igualdad de oportunidades a los agentes del mercado» y la<competencia de acceso» mediante el establecimiento de reglamenta-

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ciones transitorias y normas abiertas en materia de interoperabilidad.De hecho, la obligatoriedad de redifundir los programas de los sumi­nistradores públicos por las redes de telecomunicación («must carry»)desaparece en 1999.

La política europea termina justificando, de este modo, el fomen­to de la libre competencia industrial y la eficiencia económica comovectores estratégicos de actuación de las instituciones comunitarias enel sector, como el único marco posible y deseable de desarrollo eco­nómico.

A partir de 1993, la volubilidad que criticábamos al comienzo delcapítulo es más que manifiesta, agudizándose las contradicciones e ini­ciativas entre las diferentes direcciones generales de la Comisión concompetencias en el desarrollo del sector cultural europeo. Aun osci­lando dubitativamente entre una política de extensión de las redes e in­fraestructura de telecomunicaciones y el apoyo a la producción y dis­tribución de contenidos adecuados a la nueva ecología de medios, el ejede actuación política de la Comunidad ha sido la promoción de los pro­ductos culturales identificando la industria de contenidos como la ba­se y garantía de un prometedor futuro para el empleo en la SociedadEuropea de la Información. «El repetido reconocimiento de la impor­tancia estratégica de los contenidos no ha tenido sin embargo influen­cia real en el monto presupuestario de los programas de acción, diezveces menores por término medio y en el mejor de los casos que losdestinados a las redes. Las telecomunicaciones siguen siendo el eje cen­tral de las políticas comunitarias en el campo de la comunicación, consu nítida acepción de negocios, su carácter tangible y sus grandes gru­pos empresariales instalados que mantienen una política de club, paragrandes operadores con lobbies dominantes» (Bustamante, 2000: 12)..

En última instancia, la política europea de promoción de contern­dos limita el análisis de la estructura del mercado y la oferta de conte­nidos «competitivos» en términos de producción, y no como un pro­blema de distribución, o mejor dicho, como un problema de control delas condiciones de circulación de los productos culturales en el merca­do interior de la Unión. El reconocimiento de la problemática de loscontenidos -no tanto la ausencia de industria propia (hecho éste indis­cutible) como la dificultad del surgimiento de fondos y catálogos au­diovisuales comunitarios en la actual estructura de mercado- exigiríaen realidad una intervención más decidida de la Comisión, pensandoen el horizonte de convergencia digital a largo plazo y no en funciónde los espúreos y puntuales intereses corporativos de los grandes gru-

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pos de presión que hoy dominan el negocio audiovisual en el interiorde la Comunidad.

Pero el modelo de desarrollo de la Sociedad de la Información esun,a imposición del capital transnacional en su afán por ampliar losmargenes de beneficio y ganar la batalla regional y global por los mer­cados de información, cultura y conocimiento, incidiendo en los tradi­cionales desequilibrios territoriales y sociales de la Comunidad Eco­nómica Europea.

La transnacionalización de la nueva comunicación se está confor­mando así según los patrones normalizados del mercado y los intere­ses de la estructura empresarial transnacional con clara dependencia deEstados Unidos. En este sentido:

1. El Libro Verde sobre la producción audiovisual en Europa no tomaen cuenta el riesgo de ver la diversidad de programas y la libertad deexpresión sometida al monopolio de los operadores de telecomuni­caciones en el mercado internacional.

2. La influencia y los intereses divergentes de los grupos mediatices nocontemplan que el actual modelo económico de expansión indus­trial garantice un desarrollo equilibrado del espacio cultural en el in­terior de la Comunidad Europea.

En definitiva:

La dimensión político-cultural queda subsumida en los criterioseconómicos (competitividad, crecimiento, empleo).

- El desarrollo de la identidad cultural local y regional queda reduci­da a un problema de desarrollo industrial.La política comunicativa deja de ser un proyecto global unificador(proyecto cultural y educativo, plan cable, plan telemático ... ) y ad­quiere una presencia discreta en beneficio del mercado, la justicia olas instancias de mediación (Alta Autoridad, CNCL, Corte Consti­tucional ... ) subestimando la eficacia de la intervención pública co­munitaria para contrarrestar la hegemonía estadounidense.

Así, tanto en el informe «Europa y la sociedad mundial de la informa­ción» como en el plan de acción «Europa en marcha hacia la sociedadde la información» y la Directiva «Europa. Una sociedad de la infor­~~ciónpara todos» se insiste en un modelo equitativo, accesible y par­ticipado por la CIUdadanía sin que la proclamación de estos principios

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hayan resultado operativos en la práctica por las directrices de las po­líticas culturales. Todo lo más han sido diseñados programas comoPROMISE (1998) para la difusión e incorporación de los ciudadanoseuropeos al programa liberal de desarrollo de la SI sensl~lhz.a?do a lapoblación sobre la importancia del I:rograma, ha~le?do mas VISIble Eu­ropa en el mercado mundial y, obVIamente, optimizando las vanablessocioeconómicas en la línea del Libro Blanco de Delors,

Una primera revisión detenida de losp:~gramas europeos en cursosobre nuestra materia demuestra, en definitiva:

1.0) Que las autoridades y departamentos comunitarios responsables delas políticas de construcción de la Sociedad Global de la !nform~­ción en Europa no tienen definido un programa y mec"',"smos, fI­nancieros e institucionales, específicos para el desarrollo integral delas nuevas tecnologías de la información en la enseñanza. Se o?ser­va además en los documentos de la Comisión una persIstente inde­finición respecto al objeto y tratamiento de la problemática .~on­temporánea relativa a la integración de los medios de inforruación yconocimiento en las políticas culturales europeas, en VIrtud de unadifusa e imprecisa -por contradictoria- concepción de los ?bJetlvosde las políticas públicas a este nivel. La ausencia de una política ed.u­comunicativa integradora y democrática en la Unión Europea vl,e­ne dada por dos razones fundamentales: primero, por laonent~c~onneoliberal de las propuestas comunitarias en esta matena al}'nv.lle­giar el principio de subsidiaridad, según el cual en aquellos a';lbltosen los que los Estados tengan competencias y recursos la UTIl~~ Eu­ropea no intervendrá; y segundo, por el prmclplo d~ adaptación delas directrices comunitarias al mercado y a las necesidades de cuah­ficación de la fuerza de trabajo (PETRA, FORCE, COMETI).

2.0) Que las acciones de integración europea. de los sistemas de infor­mación y educación continentales son Implementadas irregular­

mente, manifestándose:_ Una profunda disparidad de criterios y o?jetivos sectoriales.

Una preocupante dispersión en el rrararruento del problema dela Comunicación Educativa en diferentes programas y departa­mentos de la Administración Pública.U na notoria falta de adecuación a los retos y demandas de losoperadores y agentes sociales del sector educativo y cultural.Un desacompasamiento y retraso en la toma de decisiones conrelación al sector privado de las telecomUTIlCaClOnes.

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y una descoordinación entre países en los proyectos de armo­nización y convergencia de los sistemas formativos y las nuevastecnologías de la información.

3.°) Que los esfuer~os económicos y los planes previstos son, por e!momento, insuficientes para la consecución de las directrices bási­cas perfiladas en el Informe Delors, de cara a la construcción de laSociedad Educativa Europea.

Si observamos tales deficiencias a escala nacional la aplicación de las po­líticas comunitarias manifiesta aún mayores carencias. Así, por ejemplo,en ~spaña, las políticas públicas en Comunicación y Educación revelansenas y preocupantes insuficiencias desde e! punto de vista económico,social y científico. Un diagnóstico económico-político al respecto de­muestra:

a) La tendencial dependencia de las estructuras tecnoindustriales delc~pital externo, lo que impide un desarrollo equilibrado de las polí­ticas de I+D, con apoyo tanto del sector público como del sectorprivado.

b) La estructura económica nacional no está en condiciones de dar res­puestas satisfactorias a los objetivos trazados por la Comisión Eu­ropea en el plan de acción para el desarrollo de la Sociedad Globalde la Información. Las debilidades históricas y la escasa infraes­tructura y equipamiento tecnológico avanzado en el sector empre­sarial hacen difícil su incorporación, y menos aún su liderazgo, enel desarrollo de políticas de 1+D que hagan factible no sólo el usoeducativo de los nuevos medios, sino, más allá aún, también su in­novación.

e) Por o:ra parte, no existe una industria audiovisual, telemática y mul­rimedia consolidada, capaz de producir software y programas deformación y educación que alimenten las nuevas redes informacio­nales, reforzándose así las nuevas formas de dependencia cultural enel sector informativo, hoy también presentes, por extensión, en elcampo de la Comunicación Educativa.

d) Socialmente, el alcance de las políticas públicas se limita por el mo­mento al consumo de bienes de equipo y soportes electrónicos. Es­ta orientación ha repercutido negativamente en la incorporación deamplios sectores de la población a las redes de información y apren­dizaje, aun con la subvención indirecta de las nuevas tecnologíaselectrónicas. Se aprecia así una desigual participación pública de la

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población en los bienes informacionales de las nuevas autopistas te­

lemáticas.e) Por otra parte, las políticas públicas no han definido con claridad y

coherencia las necesidades educativas en materia de información ycomunicación. El campo de la Comunicación Educativa aparece co­mo una cuestión difusa tratada, en los documentos ministeriales, enunos casos como una problemática tecnológica, como un problemaadministrativo, vinculado a las reformas y modernización educ~ti­va, 0, en otras ocasiones, como una cuestión pedagógica. ~o existeuna división ni un programa marco con directrices específicas quevinculen los diferentes niveles educativos y los sectores comprome­tidos en e! proyecto de construcción de la Sociedad Global de la In­formaciÓn para la Educación coordinando las iniciativas ado~tadasen este campo por los organismos públicos y las instituciones mter-

nacionales.f) La armonización de las políticas nacionales de información y co­

municación con los objetivos y directivas comunitarias en e! proce­so de construcción de la sociedad global de la información en Eu­ropa es todavía un reto pendiente que incide de forma muy negativaen e! logro de los objetivos fijados por la Comis~ón para e! desarro­llo de la educación basada en las nuevas redes informativas, espe­cialmente por lo que se refiere al sector de las telecomunicaciones y

e! audiovisual.g) Por último, se observa además en e! caso español una notoria con­

tradicción entre los objetivos de las políticas industriales en e! sec­tor informativo y los criterios y actuaciones desarrollados desde laAdministración Pública en e! campo de la educación en e! empeñopor integrar las tecnologías y los sop~rtes e!~ctrónicos ~omo medi~sde aprendizaje, en una situación de insuficiente establltdad econo­mica de! sistema universitario y educativo en general, por e! proce­so de transferencias competenciales a las administraciones autonó­micas y locales y e! crecimiento acelerad? de! s~stem~ pú~lico en losúltimos veinte años, sin la correspondIente financiación, factoresambos que dificultan notablemente la .art.t'0nizac.i~n y e! equilibrionecesarios en la consecución de los objetivos anticipados por e! In-

forme Bangemann.

Como resultado, en España con mayor intensidad y en e! resto d~ Eu­ropa, la Sociedad de la Información se conforma como una sociedaddual, con una estructura agudizada de clases y una elevada concentra-

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ción de la riqueza y el capital simbólico muy desequilibrada en térmi­nos ya no tanto de desigualdad como de exclusión. En este escenario,ha~lar por tanto de sociedad de la información y educación para todos,eXIge,. tanto en España como en la Unión Europea, otro tipo de consi­deraciones.

4. Nuevas bases políticas. El reto de la Sociedaddel Conocimiento

La noció~ de Sociedad Cognitiva define nuevas bases políticas cultura­les a parnr de la contradictoria constitución de la merma política delEs~ado de bienestar y I~s exigencias económicas del mercado global.ASI, las reformas educativas de la UE se plantean en términos de cons­trucción de la identidad cultural, a la vez que, como en el Tratado deMaastrichr, se afirma la diversidad y respeto de las peculiaridades cultu­rales de las regiones y nacionalidades históricas de acuerdo con criteriosproductivos. Esta defensa de la diversidad cultural se ha traducido enuna vacilante política de integración educativa, reducida, práctica­m~nt~, a la estrategIa de homologación, intercambio y definición decntenos europeos a nivel curricular, delimitando las estrategias de mo­dernizac.ión educativa a los Estados nacionales, mientras globalmentelas políticas comunicativas son dirigidas por parámetros económicostrans~acionales de ~esarrollo. El problema, en consecuencia, es que«las loglcas transnacionalec Impugnan los fundamentos institucionalesde los sistemas de comunicación (y educación) de los Estados-nacio­nes. Al conectarlos con las normas de redes planetarias, resulta que elproceso de desregulación prefigura una profunda mutación del mode­lo económico y social» (Mattelart, 1998: 81).

La primera toma de conciencia comunitaria de esta dimensión es­tratégica de la comunicación educativa en la sociedad de la informacióntuvo lugar el 6 de mayo de 1996 cuando el Consejo de Ministros deEducación de la UE, a propuesta de la Comisión de Bruselas, aprobó~na resolución para impulsar el diseño de materiales y software educa­tIVO para la formación a distancia. Un año más tarde, el 22 de septiem­bre de 1997, la Comisión adoptaba las Conclusiones sobre Educación,Tecnología de la Información y de la Comunicación y Formación delProfesorado perfilando las líneas de actuación futuras. Años atrás, amedIados. de los años ochenta, la articulación del programa ESPRIT yde los pnmeros proyectos de aplicación telemática en la educación,

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junto a iniciativas comunitarias como el programa RACE, sentó las ba­ses de la investigación y desarrollo de la actual cultura política de la So­ciedad Europea del Conocimiento.

En documentos de la Comisión Europea como el presentado por elComité para la Innovación y el Desarrollo Ind~strial bajo el título. ~e«Calidad y Relevancia. El cambio de la educación europea», los diri­gentes comunitarios vienen estableciendo en esta línea I~: fundam~n­

tos de la nueva política europea en matena de comurucacion educativacomo una cuestión central para la economía, la competitividad indus­trial y el bienestar de los ciudadanos que hace necesaria la estrecha ~o­

laboración entre las instituciones educativas y el mundo empresanal,mediante una formación permanente, flexible, efectiva y de calidad,adaptada a los retos inmediatos de la globa~ización. La cu~s~i,ón centr~l

en esta materia para los expertos de alto nivel de la Comisión es defi­nir qué aportación puede hacer la formación flexible y a distancia conlas nuevas tecnologías y sistemas de comunicación en la mejora de lacompetitividad de la industria europea a través de una precisa respues­ta en cada momento a las necesidades de formación y educación delmundo del trabajo.

Un objetivo éste no casualmente coincidente con los retos identifica­dos en el Plan de Acción del Subcomité de Investigación y Desarrollopara la Educación y la Formación del gobierno estado~nidense,cura es­trategia de integración global de los recursos de la SOCIedad de la Infor­mación y el sistema educativo condicionará en un futuro esta filosofíapolítica (Redding y Fletcher en Comisión Euro~~a, 1994a: 5~ y ss.).

Así, de acuerdo con el proyecto de construcción de la SOCIedad Glo­bal de la Información, el primer seminario europeo sobre formación ynuevas tecnologías celebrado en Bruselas concluiría destacando no ca­sualmente la necesidad de una educación y formación orientadas por el«espíritu de la empresa», basadas en la apertura del mercado de valoresinstruccionales mediante la integración del sector público y privado, laliberalización y modernización de la industria de contenidos ed~cati­

vos y, curiosamente, el establecimiento de vínculos y contactos Inter­nacionales con instituciones norteamericanas al objeto de lograr los ob­jetivos globales de la sociedad de la información (viabilidad co~ercial,

interoperatividad, accesibilidad, sostenibilidad y comercIahz~clón) e.nmateria de comunicación y educación. La creación de una industriacompetitiva en la producción de contenidos y servicios de comunica­ción educativa será paradójicamente planteada, de este modo, con elasesoramiento de los expertos norteamericanos, con quien los propios

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consultores de alto nivel de la Unión Europea defenderán e! estableci­miento de ,«fuertes lazos» de cooperación educativa en e! proceso deconst,rucclOn de! modelo específico de sociedad europea de la infor­macion,

~e~e a lo contradictorio de este tipo de conclusiones, la propuestasera SI? embargo coherente con e! proceso de asimilación europea delas tesis hberales de! gobierno estadounidense anticipadas en su pro­yecto hegemónico de mundialización de la Nueva Infraestructura deInformación.

.Así, en la Cumbre de Bruse!as de! G7 (1995), los dirigentes corpo­rativos n?rteamencanos sancionaron para Europa y los bloques regio­nales asiatrcos y amencanos e! modelo a seguir en la construcción dela s~ciedad global de lainf~rmación a partir de la desregulación de losse:VlclOs ?e te!e~omu.mcaclOnes, la supresión de los monopolios pú­blicos, la mversion mixta en el desarrollo de las autopistas de la infor­mación, e! liderazgo de la iniciativa privada, e! fomento de las reglas dela libre competencia y la accesibilidad de la ciudadanía al uso de la red.Objetiv?s todos ellos previamente id~ntificados como prioritarios porlos tecnocratas :stadoumdenses en e! Informe «Agenda para la acción»,desplazando as! e! debate europeo de! problema de! desarrollo social(según una concepción política y cultural de la construcción de! mo­de!o informacional) hacia una discusión técnica y económica en tornoal futuro de las redes de información y conocimiento, conforme al nue­vo marco global de! pensamiento orgánico de! capital que tanto e!GATT como la Organización Mundial de! Comercio o en materiaeducativa, la OCDE venían promoviendo en sus recomendaciones a laUnión Europea.

Especialmente a partir de! Cuarto Programa Marco (The Task For­ce Educational Software and Multimedia 1994-1998), la Unión Euro­pea ha promovido como objetivos prioritarios de la política en materiade Co,?unicación Educativa e! fomento de la productividad, la com­pete~cla y el. desarrollo empresarial de los operadores multimedia y lagran industria de la comunicación y la cultura, favoreciendo las condi­ciones de reproducción y concentración de! capital económico y cul­tural en este sector. Ya corto plazo es previsible como escenario de fu­turo la adopción de un marco regulador como e! Acuerdo General deComercio de Servicios (AGCS) para garantizar, según pretende laOMC, un Intercambio comercial activo en los servicios avanzados decomunic.ación y educación a distancia haciendo posible que empresastransnaclOnales se conviertan en proveedoras de enseñanza a distancia

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considerando e!pape! vital que adquiere este sector en el PIE de los paí­ses más desarrollados.

Las políticas de comunicación definidas por las instituciones y fuer­zas políticas comunitarias en la organización de las condiciones so­ciales de la comunicación educativa regional deben analizarse, por lomismo, no como e! conjunto integrado, explícito y duradero de las po­líticas nacionales de cada país miembro de la Unión, ni tampoco, des­de luego, como un problema únicamente limitado al propio espacio oterritorio de la Comunidad, sino más bien, por e! contrario, como unproblema transnacionalligado al proceso de globalización económicay cultural.

5. Críticas y derivas. Las lógicas sociales de la info-exclusíón

La historia de la UE es la historia de un proceso de configuración te­rritorial, de diseño y ordenamiento económico, jurídico, político y, enmenor medida, cultural que ilustra fehacientemente la lógica de la con­vergencia y configuración interterritorial y económico-política de lasregiones y el desarrollo en ámbitos de proximidad según las exigenciasde! nuevo Capitalismo Cognitivo. Desde su creación, las autoridadescomunitarias han procurado en este sentido unificar los mercados, sal­vando las distancias y diferencias territoriales. Prácticamente desde losaños cincuenta, Europa ha venido tratando de integrar las regiones eu­ropeas y sus economías a escala global procurando al mismo tiempo re­equilibrar diferencias y salvar distancias sociales y físicas. Ya e! Trata­do de Roma establecía explícitamente la necesidad de garantizar undesarrollo equilibrado comenzando por superar las diferencias entrelas regiones europeas, por lo que e! Mercado Común se dotaría de ins­trumentos económicos como e! Banco Europeo de Inversiones o siste­mas de cohesión como e! Fondo Social (FSE). Años más tarde iniciati­vas como la Política Agraria Común han permitido impulsar unapolítica regional sostenida en e! tiempo. Si bien no es en realidad hasta1975 cuando podemos hablar de Política Regional en Europa (lato sen­su). Para entonces, en la CEE existe una amplia experiencia suprana­cional de planificación y diseño de políticas de desarrollo regional queserá reforzada con programas como el Fondo Europeo de DesarrolloRegional (FEDER). El impulso de este tipo de iniciativas da cuenta delas directrices de la política comunitaria en la materia en virtud de tresprincipios básicos:

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1. La solidaridad financiera de las regiones más desarrolladas del nor­te de Europa con las regiones de los países del sur.

2. El reequilibrio territorial en infraestructuras entre regiones y en elinterior de las mismas. '

3. La integración y cooperación interregional.

En el marco de esta filosofía, se articula la política comunitaria de tele­comu,mcaclOnes con dos programas básicamente: el programa STAR(Special Telecommunication Action for Regional Development) y elTELEMATIQUE:

a) El p~ograma STAR tiene como objetivo contribuir a corregir los de­sequilibrios regionales en materia de infraestructuras y redes públi­cas de telecomunicación.

b) Por su parte, el programa TELEMATIQUE surge como una inicia­tiva ,complementariapara promover en Europa las aplicaciones te­lematl?as y de servrcios avanzados de valor añadido para la moder­ruzacion del sector en proceso de liberalización (especialmente entre1991 y 1993).

Junto a estos antecedentes, y a partir especialmente de 1994 la Comi­sión ha venido articulando la SI con la Política Regional concentrandoesfu,:,:zos en la dotación de fondos estructurales pensados para la pro­mocion de la nueva economía. Así, en el Primer Informe sobre la Co­hesió~ Económic.a y Social de la UE (1996) o el Libro Verde "Vivir ytrabajar en la SOCIedad de la Información. Prioridad para las personas»se insiste en vincular las ventajas competitivas de los territorios queforman la ,UE a las nuevas condiciones y entornos tecnológicos de laInforma~lOn, cooperando entre empresas y regiones para una mayorproductividad y mejoras relativas en educación y calidad del empleo,en el entendimiento de que si bien las TIC no pueden favorecer el de­sarrollo t~rritorial por sí mismas, su incorporación afecta a la capaci­dad econorrnca de las regiones para explotar sus recursos materiales yhumanos, especialmente por lo que se refiere a las PYMES el sectorpor el momento peor incorporado en las regiones menos favorecidascomo Andalucía.

Esta idea-fuerza j~stificaría así la Iniciativa IRISI (Interregional In­formation Society Initiative) que, a partir del principio de subsidiariedadde la UE, y con una metodología de sensibilización de la opinión públi­ca y los responsables de decisiones de las políticas regionales en los Es-

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tados miembros de la CEE, ha tratado desde 1994 de impulsar actua­ciones dirigidas al tejido económico de la economía regional facilitandosinergias entre capital privado, Fondos Estructurales, conocimiento lo­cal y recursos de cada región. Pese a la importancia no obstante de estosprogramas, lo cierto es que no es si no hasta la aprobación de la Agen­da 2000 cuando la Comisión fija un nuevo rumbo político para la UEque pasa a vincular más estrechamente las políticas regionales y el pro­grama SI como motor del desarrollo de los territorios de proximidad.Así, por ejemplo, en el Consejo Europeo celebrado en Feira (junio de2000) se marcan las líneas preferenciales de los fondos estructuralesde cohesión para favorecer el desarrollo de la Sociedad de la Informa­ción como eje estratégico de fortalecimiento de la nueva economía en laUnión Europea. Así, durante el período comprendido en el actual pro­grama (2000-2006) un tercio del presupuesto comunitario, en total másde 210.000 millones de euros, ha sido destinado a apoyar con fondos decohesión a las regiones menos favorecidas. Tanto el Fondo Europeode Desarrollo Regional como el Fondo Social Europeo o los programasde coordinación en agricultura, pesca e integración territorial tratanhoy de contribuir a paliar los efectos de la competencia entre regiones yciudades en el espacio de convergencia económica de la UE. Tales ayu­das han sido aplicadas en la mayoría de los casos (70% del presupuesto)para la recuperación de regiones subdesarrolladas, pero también enmenor medida para la reconversión económica de sectores (11%) o la fi­nanciación de procesos de modernización económica y empleo (12,3%).La menor cuantía paradójicamente se asigna a la innovación (0,51%), pe­se a que ésta se considera un factor estratégico para la SI, y a las inicia­tivas de cooperación interregional y transfronteriza como Interreg oUrbano Llama la atención en este sentido que lo que, al menos comoprincipio, es considerado por la UE un eje estratégico de la SI, las Accio­nes Innovadoras, apenas ha sido objeto de atención por las regiones. Es­te hecho es cuando menos relevante y merece la pena que nos detenga­mos sobre el particular pues la UE trata de crear laboratorios de ideasque permitan a las regiones desfavorecidas posicionarse como territorioslíderes en la nueva economía, experimentando nuevos servicios, formasde articulación de sinergias productivas y generación de nuevos cono­cimientos tecnológicos en la era digital. Este tipo de iniciativas son pen­sadas además mediante un proceso de planificación de abajo a arriba apartir de la demanda, mediante la colaboración del sector público y pri­vado y distintos tipos de agentes (empresas, universidades, centros tec­nológicos, autoridades locales y regionales, etcétera).

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Ahora bien, por qué han fracasado las políticas comunitarias en lamateria, a qué se debe el escaso éxito o compromiso de las regiones conla innovación. ¿Es coherente el proyecto del Consejo Europeo de Lis­boa (2000) de tratar de planear el desarrollo de las regiones europeas entorno al proyecto estratégico de Sociedad de la Información o se tratasin más de una proclama o un discurso carente de consistencia y rele­vancia en la práctica de las políticas públicas de la UE? Dos respuestasposibles explicarían esta contradicción. Primero, las políticas públicasde integración regional son sólo en la UE un objetivo normativo que,en la práctica, ha sido limitado por el nulo o escaso papel asignado a lasregiones en el proceso de integración comunitaria, al tiempo que laorientación «correctiva', más que generativa de las políticas públicas enla materia, en parte debido al principio de subsidiariedad, condicionasignificativamente, en segundo término, el alcance de los programas eu­ropeos destinados a corregir las desigualdades interiores en el mercadocomún por medio de los fondos estructurales y los programas de ree­quilibrio territorial, sin que por el momento las regiones hayan conta­do para el diseño y evaluación de las políticas públicas implementadaspor la Comisión en esta materia.

Así, si bien es cierto que, en la actualidad, la existencia de esta polí­tica ha permitido que tres de cada cuatro regiones de la UE desarrollenprogramas de promoción territorial con fondos FEDER, facilitandoademás redes independientes sobre ejes como la economía, el urbanis­mo o la promoción sub regional del tipo de ELANET, TELE RE­GIONS o LOCREGIS, la capacidad de innovación, desarrollo yapro­piación de las nuevas herramientas de la sociedad del conocimientoresulta irrelevante y poco favorecedora de los proyectos de desarrolloequilibrado en los ámbitos de proximidad.

En definitiva, la construcción del mercado global en la UE es unproyecto histórico al margen de la Europa de las Regiones. La inte­gración y las políticas públicas de sus Estados miembros definen hoyla Sociedad Europea de la Información desde la centralización, no apartir de la diversidad de regiones, mercados y agentes. Pese a la exis­tencia de espacios de institucionalidad y de iniciativas de descentra­lización significativas en los Estados miembros, como el caso alemáno español, los gobiernos locales y regionales son sólo las instanciasde coordinación y acomodación de los actores globales que hoy pien­san y lideran las políticas públicas en comunicación y cultura dentrode la UE. Como resultado, la convergencia constituye aún un pro­blema. Siguen existiendo divergencias entre sistemas normativos en-

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tre los Estados miembros, capacidad de inversión y tradiciones cul­

turales.Entre las contradicciones que se observan en esta materia, cabe ade­

más señalar la diferencia entre la dotación de infraestructura y produc­tos educativos y los usos sociales. Consolidada esta «brecha» en docu­mentos como el Informe de la Comisión al Consejo y al ParlamentoEuropeo «Concebir la Educación del Futuro. Promover la Innovacióncon las Nuevas Tecnologías» queda nítida la falta de visión y la renun­cia a un proyecto propio con la excusa de la dificultad de definir unproyecto político claro ante la cambiante .e inestable lógica de innova­ción de las TIC. Pues la llamada «estrategia de Lisboa» sanciona comoválida una educación al servicio del usuario o destinatario de acuerdocon las demandas del mercado laboral como en Japón o Estados Uni­dos sin políticas de alcance estructural significativas. La Comisión Eu­ropea trata así de reformular un derecho colectivo y un bien público enun lucrativo negocio siguiendo las directrices del BM, el FMI y, en es­pecial, de la OCDE, una acariciada idea que en Latinoamérica se ha ex­perimentado desde los años ochenta, con los desastrosos resultados co­nocidos. En Europa, la formulación de esta política podría sintetizarseen la célebre fórmula del gobierno Berlusconi para la educación com­petitiva: Inglese+Informatica+Impresa (Inglés+Informática+Empresa).

Dentro del Plan de Acción eEurope (2001-2004) no se han desa­rrollado sin embargo significativamente los ejes del Plan de AccióneLearning previstos, salvo la de volver a insistir, en el plano norrnan­vo, en la apuesta de la UE por convertirse en una economía del cono­cimiento, con dinamismo y capacidad de crecimiento sostenible para elempleo y la cohesión social.

Hoy el desarrollo de este plan tiene continuidad con el programaeEurope 2005, iniciativa estratégica de planificación de la política co­munitaria de Sociedad de la Información que pretende conseguir laconexión de todas las instituciones a la SI, implantando la banda anchadesde las administraciones públicas a partir de tres ejes: Salud, Gobier­no Electrónico y Educación. Para el 2010, de acuerdo con lo indicadoen el Consejo Europeo de Estocolmo (2001), la UE debe garantizar sis­temas de educación y formación de calidad, accesibles y abiertos a to­do el mundo. En las políticas nacionales y los objetivos de los SistemasEducativos Europeos para 2010, se trata así:

1. De modernizar tecnológicamente los sistemas de enseñanza-apren­dizaje aumentando el número de estudiantes, mejorando la cualifi-

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cación del profesorado para impulsar los valores y actividades ade­cuadas a las necesidades del mercado laboral. Se vincula así las TICcon la calidad y mejora de los controles y gestión del sistema edu­cativo.

2. De garantizar además un entorno de aprendizaje abierto, atractivoy flexible, adaptado a las necesidades específicas de la población.

3. Y, por último, adaptar en general la educación al mercado laboral yal espíritu competitivo de la «destrucción creativa» (Schumpeter di­xit) en el corazón de los contenidos y los métodos de enseñanza.

Tales objetivos coinciden punto por punto con la filosofía Bangemannde construcción de la Sociedad de la Información:

- Liberalización de los servicios y mercados de telecomunicaciones,asegurando la libre competencia frente al abuso de operadores y po­siciones dominantes en el sector.Impulso de la producción, distribución y consumo de las TIC parapaliar la desventaja significativa con competidores como EstadosU nidos en sectores estratégicos como la teleformación, conectandopara ello a las escuelas, centros educativos y la Administración Pú­blica en general.

- Desarrollo de una cultura y una conciencia europea resultado de lapromoción del mercado único.

- Creación de un marco jurídico de libre flujo de la información, ajus­tando los desequilibrios entre territorios dentro de la UE.

- Protección de los derechos de autor y otros derechos privados vincu­lados a la comunicación.Potenciación de las iniciativas europeas de innovación, así como denuevos productos y servicios que compitan en los mercados globa­les con la industria estadounidense y japonesa.

Como hemos explicado, estas medidas son resultado de la coordina­ción con la UIT, la OMC, la Organización Mundial de la PropiedadIntelectual, la OCDE y el Acuerdo General de la OMC sobre Comer­cio de Servicios, convergiendo, en definitiva, con el modelo estadouni­dense de la NIl (Nueva Infraestructura de Información).

En consecuencia, pese a lo alentador de los resultados evaluados enla revisión intermedia del plan (Comunicación de la Comisión de 18 defebrero de 2004. COM (2004) 108 final), los avances en gobierno on­[me y educación telemática son más bien pobres por falta de indicado-

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res y visión estratégica. Ciertamente, la práctica totalidad de los cen­tros de enseñanza están conectados pero en la evaluación no se toma encuenta qué tipos de usos, iniciativas y apropiación social se están lle­vando a cabo con estas herramientas. Por lo que se refiere al proyectoeEurope, la UE sigue la estela de Estados Unidos dos décadas después,volcando bibliotecas, centros de conocimiento e información públicaen las redes y operadores privados de telecomunicación, descapitali­zando el sector público en la coordinación y liderazgo de este proceso.

La idea de la Comisión de favorecer las sinergias entre infraestruc­tura, tecnologías, servicios, aplicaciones y contenidos para impulsar,por medio de la educación, una nueva economía digital en la región seve así obstaculizada por el control oligopolístico privado de la gran in­dustria transnacional. Por otra parte, la UE no puede avanzar, en ma­teria educativa, porque las competencias dependen en buena medida ~e

los Estados miembros. La adopción en Lisboa del método de coordi­nación del Consejo ha facilitado, no obstante, la adopción de medidasque favorecerán previsiblemente el avance del ~ector educ~ti~o en I~ ~I

tanto en materia de teletrabajo como en inclusión y accesibilidad digi­tal. Pero aquélla quedará, previsiblemente, restringida por los intere­ses privados. De hecho, la socialización de la fuerza de trabajo a travésde la alfabetización universal por la extensión de la educación públicay gratuita para todos en Europa y la estandarización de l.a,s pr~c~icas

productivas por la automatización del sistema de producción iniciadoen los años sesenta con la revolución informática tienen lugar hoy pa­ralelamente a la introducción de una política educativa adecuada a lasnecesidades de la nueva economía de la información a través del pro­ceso de comercialización de la cultura y de la masiva transferencia derecursos y poder político y económico públicos al sector privado(Venturelli, 1999).

La consideración pedagógica, sociocultural y política del problemade la Comunicación Educativa está ausente del debate de la construc­ción de la sociedad global de la información en Europa en virtud de unenfoque economicista del desarrollo social a partir de planteamientosnetamente liberales no sólo en el proceso general de modernizacióntecnológica sino, como hemos analizado, en la crítica al CapitalismoCognitivo incluso en la aplicación misma, a nivel micro, de las nuevastecnologías de la información para el «aprendizaje autónomo» que hoyproclama a los cuatro vientos el nuevo idealismo tecnocrático. La d?c­trina del libre flujo de la información, envuelta en la aureola populistade la competencia y la modernidad del mercado, preside así hoy, en el

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ámbito comunitario, el desarrollo de políticas comunicativas regiona­les basadas en la privatización sistemática, la concentración exacerbaday la desregulación, bajo el liderazgo y protagonismo de los grupostransnacionales de comunicación.

Hemos visto cómo especialmente a partir de los años noventa, losdebates sobre política cultural en Europa han estado marcados por lasnecesidades y deseos de las grandes compañías transnacionales de tele­comunicaciones e información, inmersas entonces en una oleada de fu­siones y adquisiciones aceleradas, sin predecentes en la historia del ca­pitalismo mundial. En su empeño por establecer el mercado único, laUnión Europea se situaría entonces a la vanguardia de los esfuerzos po­líticos por desregular y privatizar las industrias de tecnología de la in­formación y telecomunicaciones, con el objetivo de hacer efectiva laconstrucción de un imperio europeo cuya piedra angular sería un ne­gocio tradicionalmente dominado por las grandes compañías capitalis­tas estadounidenses.

Asumido el objetivo político de la competitividad y la convergenciaeconómica en torno a los procesos de expansión y concentración in­dustrial con la adopción de las normas de libre cambio definidas por elGATT y la supresión de los dispositivos de protección cultural esta­blecidos por Europa en iniciativas como la Directiva de Televisión SinFronteras, el espacio de comunicación europeo ha terminado favore­ciendo así un proceso de construcción regional bajo la hegemonía delos medios globales americanos. Hoy, de hecho, «los problemas de lasindustrias culturales europeas no son comprensibles sin una referenciaal contexto de transnacionalización de la cultura, hegemonizada en va­rios capítulos por la industria cultural norteamericana y [sólo] com­partida en [algunos] otros por el capital europeo» (Zallo, 1992: 210).

La vinculación de las políticas europeas de comunicación y educa­ción con las estrategias y directrices del sistema global de informaciónes manifiesta, decíamos, a dos niveles: primero, a través de la desregu­lación de los sistemas y estructuras institucionales de organización dela educación pública impulsada por la ideología neoliberal con la aper­tura de un mercado educomunicativo de consumo y adquisición debienes de equipo electrónico y software formativo por los centrosde educación básica; y, en segundo lugar, en la financiación indirecta delos grandes conglomerados multimedia y las empresas productoras depr?gramas, tecnologías y contenidos de información para el aprendi­zaje, bajo el argumento de la defensa de las industrias culturales euro­peas en el campo estratégico para la identidad comunitaria de la educa-

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ción y el conocimiento. De la orientación liberal del modelo europeode construcción de la sociedad global del conocimiento da cuenta ade­más el hecho de que las iniciativas en materia de nuevas tecnologías dela información y modernización educativa sean coordinadas por la Di­rección General de Educación, Formación y Juventud (DG XXII) ba­jo las directrices del departamento de Telecomunicaciones, Merc~dosde Información e Investigación y Desarrollo (DG XIII): así, por ejern­plo, en el proyecto INFO 2000, la comunidad educativa, lejos de serconsiderada como un actor estratégico en el proceso de construccióneuropea, es definida como un sector de consumo ampliado en el que seincluyen tanto alumnos y estudiantes de educación superior como téc­nicos, profesionales, directivos, trabajadores y hasta profesionales de laenseñanza, en función del potencial estímulo de la demanda y el desa­rrollo potencial de la industria multimedia europea.

Otro claro ejemplo de esta filosofía empresarial es el programaDELTA, primer intento de proporcionar a Europa una estrategia edu­cativa a través de las nuevas tecnologías de la información. Creado conmotivo del Plan Exploratorio de la Unión Europea, este programa co­munitario nació con la intención de fomentar las condiciones adecua­das requeridas para la puesta al día del mercado y la implementación delas tecnologías de aprendizaj e flexible y a distancia por los servicios te­lemáticos a escala continental, evaluando el impacto de los nuevos me­dios según los criterios propios de la rentabilidad comercial a través detres tipos de actividades:

1.0 ) El análisis de los requerimientos y oportunidades del mercado conobjeto de preparar un plan de implementación y escenarios para lasamplias infraestructuras europeas destinadas al aprendizaje.

2.0 ) La identificación y desarrollo de una estructura común para la eva­luación de las tecnologías educativas que proporcionará normas ypropuestas concretas.

3.0 ) La creación de redes humanas para proporcionar una entrada deinformación para el desarrollo técnico, aumentando la concienciade los usuarios potenciales sobre eluso de estos nuevos medios pa­ra la educación permanente.

Proyectos como el programa ECOLE buscarán prioritariamente, deacuerdo con esta lógica, lograr la comercialización del Servicio Paneu­ropeo de Educación a Distancia, merced a la cooperación de los ope­radores de la red, infraestructura y producción de contenidos y los cen-

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tros públicos de educación superior a escala regional, con la vista pues­ta en la creación de un modelo competitivo y flexible de formación adistancia.

El resultado, en cambio, ha sido hasta ahora el incremento del con­trol corporativo y oligopolístico de los grandes conglomerados multi­media del sistema global de comunicación, bajo liderazgo estadouni­dense, cuya experiencia en producción audiovisual, multimedia yeducomunicativa, en general, es notoriamente ventajosa ante el proce­so de liberalización que se promueve desde la Comisión Europea bajoel discurso de «sociedad global de la información para todos»,

La apuesta por un modelo educativo eficiente, de mínimo coste yatención personalizada, coincidirá no en vano con los principios de lapolítica norteamericana de liberalización del sector propuesta en Esta­dos Unidos por el Consejo Nacional de Coordinación de la Tecnolo­gía Educativa para la Formación, al definir, entre otros objetivos de lapolítica cultural:

La colaboración del sector público y privado en la inversión y de­sarrollo de la enseñanza.La coordinación de las recomendaciones, evaluación y diseminaciónde resultados de 1+D en el ámbito de la comunicación educativa.La coordinación de los esfuerzos de las diferentes agencias públicasen materia de comunicación y educación.

Así, a la pregunta de las necesidades reales de la población europea enmateria de educación y nuevas tecnologías, los expertos de alto nivelconsultados por la Comisión identifican hoy dos vías de acción ur­gente:

1.0) La dotación de abundantes recursos económicos para la adquisi­ción y uso de los nuevos medios de aprendizaje, tanto por la po­blación como por las instituciones de educación pública (IM­PACT).

2.0) La formación de la ciudadanía y los profesionales de la educaciónen el uso de los lenguajes, recursos, sistemas y estrategias de co­municación avanzada de cara al óptimo rendimiento de una «edu­cación y conocimiento de calidad y productivos» (DELTA).

En los documentos oficiales de la Unión Europea, el reto de la Comu­nicación Educativa en la construcción de la sociedad global de la in-

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formación es identificado, básicamente, como un problema de alfabe­tización, o, de otro lado, como un problema, en fin, de acceso, de pro­moción y definición de las condiciones idóneas para que las comu­nidades locales accedan al uso y consumo de los nuevos medios deinformación, conocimiento y expresión cultural. De ahí que gran par­te de las iniciativas europeas en este ámbito se hayan dirigido a:

1.0) Invertir partidas presupuestarias para la dotación de recursos tec­nológicos suficientes en los centros educativos, creando redes tele­máticas transeuropeas de enseñanza que introduzcan nuevas for­mas de formación a distancia adecuadas a las nuevas modalidadesde teletrabajo.

2.°) Formar a los formadores de recursos humanos y al profesorado,en general, en el uso y adaptación educativa de las nuevas tecnolo­gías de la información.

3.°) Ampliar la adquisición de saberes y medios telemáticos entre la po­blación para su uso doméstico y cualificación laboral.

Los principios de construcción de la sociedad de la informació? y delconocimiento en Europa asumen, en otras palabras, como propIOS, losprincipios de la Agenda Al Gore, definiendo como estratégicas, en elcampo de las telecomunicaciones y los usos sociales para la educaciónyel aprendizaje con las nuevas tecnologías de la información, cuatro lí­neas de fuerza:

1. La universalidad del servicio. La no discriminación, la igualdad yacceso universales son consagrados por la Unión Europea como elprincipal problema en la modernización de las.econom~a,s naci?na­les y el desarrollo de la sociedad global de la información. ASI,.enmateria educativa, la cuestión central parecería ser el acceso e in­

terconexión de todos los centros educativos, integrando territorial,social y culturalmente a los ciudadanos de la Unión en el disfrutede los nuevos medios de comunicación, cultura y aprendizaje. Lapolítica de Comunicación Educativa se ha concebido por ello, has­ta la fecha en términos de acceso, como un problema tecnológicoy económico, más que un problema político. Un ejemplo de estaestrategia es el programa INFü XXI desarrollado por el Ministe­rio de Industria, en España, para financiar proyectos de inversiónque potencien la cultura y las industrias de la sociedad de la infor­mación, con una partida presupuestaria de cerca de 66.350 mI110-

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nes de pesetas para la subvención en forma de «anticipos reembol­sables» de aquellos proyectos de innovación de contenidos, gestióninteligente y sistemas electrónicos que contribuyan a la competiti­vidad de la industria. O, recientemente, la subvención a los consu­midores en la compra de equipo informático conectado a la red In­ternet.

2. La competitividad. Frente a los monopolios tradicionales en el sec­tor de las telecomunicaciones, la «realidad» de un mercado abiertoy competitivo ha sido identificada por la Comisión como uno de losretos estratégicos de la industria europea. El desarrollo de un sectorinformativo eficiente y capaz de competir con las empresas nortea­mericanas en el desarrollo de la sociedad global de la información o,en el caso que aquí se aborda, en el desarrollo del sector de la co­municación educativa concentra actualmente gran parte de los es­fuerzos políticos, y presupuestarios, de la Comunidad. De ahí quela Comisión haya promovido insistentemente en sus programas pa­ra el desarrollo del sector de las redes de telecomunicaciones, el au­diovisual, la industria de medios y, por supuesto, los servicios y pro­ductos telemáticos de educomunicación, la dimensión comercial ycompetitiva (la eficiencia en términos de coste y beneficio) comoprincipio básico de regulación y subvención del sector.

3. La producción de contenidos. En esta línea, la Comisión identifica,en los documentos básicos sobre la sociedad global de la informa­ción, como prioritaria la producción y creación de nuevos conte­nidos culturales que alimenten las redes de ocio y enseñanza enEuropa, promocionando ruevos servicios y empresas que «explo­ten» el potencial cultural de la historia y patrimonio del continente.En el IV Programa Marco en materia de Educación, Telemática yDesarrollo de la Comunicación (Comrnission's Task Force on Mul­timedia Educational Software), la Comisión ha aprobado, segúnhemos destacado, como línea fundamental la promoción de la in­dustria de programas, reforzando así la política comunitaria encombinación con las iniciativas de los Estados miembros y el sectorprivado, a fin de hacer posible la explotación de las posibilidades ybeneficios de la SOCIedad de la información emergente.

4. Los derechos de propiedad. En correspondencia, el acento de las po­líticas públicas de comunicación y educación de la DE en el conte­r:ido y los medios para una educación abierta, moderna, «competi­trva» ~ de calidad, a la altura d: las necesidades de la sociedad globalde la información, la ComISIOn ha demostrado un especial interés

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por los derechos de propiedad intelectual en el proceso de expan­sión y enriquecimiento económico derivados de la «revolución in­formativa» en el espacio público europeo. La protección moral yeconómica de la actividad creativa de los autores encargados de pro­ducir y «alimentar» los programas y espacios de la red con infor­mación y conocimiento es otra de las preocupaciones básicas de laspolíticas de comunicación europeas.

El análisis de gran parte de los proyectos gubernamentales asociados alas nuevas tecnologías educativas en Europa demuestra, sin embargo, unpreocupante desconocimiento y, peor aún, un absoluto desinterés por larealidad concreta de la educación y el contexto cultural en el que debendesarrollarse las aplicaciones tecnológicas en materia de comunicacióneducativa, hasta el punto de que, en la casi totalidad de las experienciasconocidas, la evaluación ha sido escasa o muy determinista tecnológica­mente. O, en el caso, poco habitual, de un serio esfuerzo de investiga­ción evaluativa por parte de los responsables de las políticas culturales,las autoridades comunitarias han obviado los aspectos económicos ypolíticos de la modernización tecnológica, ignorando el h~cho de que elproceso de consecución de un modelo de enseñanza a distancia total­mente abierto y no formal, el recurso a las nuevas tecnologías y la co­mercialización multimedia de nuevos productos didácticos está signifi­cando, de hecho, la desregulación del sector educativo, con la progresivaretirada del Estado, y la descualificación del personal docente, despla­zado por la apropiación del conocimiento técnico-informático logradocon la ejecución de programas previamente diseñados por la industria,por parte del capital. .

La asunción de esta filosofía pública se produce precisamente en unmomento de profundas transformaciones industriales y tecnológicasque reclaman de la Comisión un enfoque activo e integral de las polí­ticas en esta materia en respuesta a las múltiples cuestiones emergentesque pueden hoy ser vislumbradas en el horiz~nte digital de la nr:eva

ecología de medios, a saber: ¿Qué papel deben Jugar los Estados e ms­tituciones públicas en el nuevo espacio cultural de la DE? ¿Cómo lo­grar una política ponderada de equilibrio en los flujos, territorios yagentes sociales de la comunicación? ¿Hacia dónde dirigir los esfuer­zos e iniciativas comunitarias de construcción de la SI? ¿Qué opcionesse ofrecen a los medios de implantación local y regional? ¿Y los mediosde titularidad pública, qué papel deben jugar en el proceso de interlo­cución de los nuevos operadores multimedia?

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Son numerosas las preguntas en un momento precisamente de cri­sis de la UE. La incorporación de los países del Este plantea un esce­nario problemático para el desarrollo equilibrado de la Sociedad de laInformación con la desintegración de los medios estatales a manos degrupos centroeuropeos, paralelamente a la desintegración de los otro­ra poderosos estudios cinematográficos húngaros o checoslovacos, queanticipan la profundización a medio plazo de una brecha considerableen el poder informativo de estos países y en las regiones más subdesa­rrolladas del Mercado Común. A ello cabría añadir la penetración en elmercado de países como Polonia de poderosos grupos extracornunita­rios como Time Warner, de indudable atractivo para la población delantiguo bloque del Este, y el reeditado problema político de la sus­tracción de las decisiones públicas ante la progresiva centralización delpoder decisorio de las instancias de representación ciudadana en las bu­rocracias, las élites económicas y tecnocráticas, responsables en Bruse­las de definir el mapa político-económico de la Unión sin que, de mo­mento, prosperen las aspiraciones constituyentes del proyecto federalde la UE que hiciera posible la democratización y desarrollo equilibra­do de las políticas públicas en la materia.

La revolución digital y la convergencia entre telemática y audiovi­sual cobra así forma como un proceso de eliminación de las barrerasentre sectores, la emergencia de nuevas áreas de negocio y actores, lareconversión global de las redes y servicios de comunicación y la crea­ción de nuevas formas de producción y comercialización en materia deinformación y comunicación. La idea de «desigualdades no injustas» dela actual política liberalizadora reduce en esta línea el alcance de la in­tervención de los poderes públicos en torno a cuatro principios cen­trales: seguridad, oportunidad, democracia y justicia, objetivos todosellos de una visión transnacional y multimedia de la Sociedad Europeade la Información definida punto por punto por la racionalidad eco­nómica. En esta dirección apunta el programa e-Europa de la Admi­nistración de Prodi al inspirarse en el legado Delors de defensa de lamodernización tecnológica, de promoción del crecimiento del sector yde fortalecimiento financiero de la industria. Los acuerdos aprobadosen la Cumbre de Lisboa (mayo de 2000) por el Consejo de Europaapuntan de hecho a promover el desarrollo de Internet y las NTIC afavor de la igualdad y los derechos de acceso a la sociedad del conoci­miento desde una concepción culturalmente restrictiva e idealista sobrelas condiciones materiales del legado histórico de las diferentes nacio­nes y pueblos que integran la Unión Europea en un momento en el que

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los analistas prevén un escenario geoinformativo controlado por ape­nas cinco grupos con una más que discreta participación de los intere­ses económico-políticos europeos.

El objetivo fijado por el Consejo de Europa para el 2010 en la Cum­bre de Lisboa de conectar la UE «a la economía del conocimiento máscompetitiva y dinámica del mundo, capaz de un crecimiento económi­co sostenible con más y mejores empleos y mayor cohesión» dista unabismo de ser alcanzado al hipotecar el proyecto europeo de SI a las po­líticas monetaristas y macroeconómicas que subordinan la Europa delEstado Social de Derecho a los parámetros econométricos del gran ca­pital financiero e industrial, al tiempo que el Consejo Europe? de Lis­boa sanciona un modelo de política educativa para la UE onentado aformar el capital humano necesario para la competitividad económica.

Si nos atenemos a los datos, por ejemplo, de la presencia europea enla industria informática, los resultados no pueden resultar más desa­lentadores. La industria informática comunitaria es un terreno abona­do a los intereses de las compañías estadounidenses, un terreno de pug­na donde se dirime la competencia entre empresas como Compaq oMicrosoft y compañías niponas aliadas con empresas europeas comoSiemens. El volumen de empresas de telecomunicaciones como Deuts­che Telekom y Telecom. Italia, aun fusionadas, no alcanzan el volumenpotencial financiero de operadores como Nipón Telegraph and Tele­phone. Apenas algún grupo de capital europeo como Bertelsman, be­neficiado en su proyección iberoamericana por la alianza de Telefóni­ca y Lycos, puede competir a la altura del volumen de negocIOscon lasindustrias culturales foráneas, pero cabe discutir el futuro de un grupobasado en el sector editorial en un entorno dominado por la industriainformática y los operadores de telecomunicaciones, sobre todo vistala fragilidad financiera de otros gigantes multimedia como el grupoKirch. La crisis del gigante alemán, la primera por sus dimensiones deuna compañía europea del sector de la comunicación, pone en entredi­cho la apuesta liberalizadora de la competitividad comercial defendidapor Bruselas. Pese a su exitosa ampliación comercial hacia los países deEuropa oriental, los esfuerzos de Kirch por crear un poderoso polomediático global han dado al traste por las dificultades financieras quela voraz expansión multinacional plantea ante el desarrollo global de laSociedad de la Información. Así, entre los veinte grandes grupos tele­máticos del mundo, apenas encontramos una compañía europea, do­minando por abrumadora mayoría las empresas norteamericanas, se­guidas muy de cerca por los operadores nipones.

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Por otra parte, la revolución silenciosa anunciada por el presidentede la Comisión, Romano Prodi, no parece que se haya traducido en elanunciado salto cualitativo de Europa en la Sociedad del Conocimien­to, ante la falta de capitales y voluntad política de la Comisión para si­tuar a la UE a la altura de países como Japón, aun reconociendo losavances significativos de la política comunitaria en esta materia. En es­ta dirección apuntan los datos registrados en los últimos trimestres alevaluar la acción política comunitaria, datos que ponen de manifiestola progresiva profundización de los contrastes y desigualdades dentrode la Unión, ampliándose las distancias con Estados Unidos, así comotambién entre grupos sociales. Tal y como documenta la Comunicaciónde la Comisión e-Europa (COM 2002 62), las personas desfavorecidassocialmente siguen estando rezagadas en cuanto a la formación infor­mática y el acceso a los servicios digitales avanzados que ofrece la So­ciedad del Conocimiento. El programa apenas introduce novedadesrespecto a la perspectiva privatizadora anticipada con el giro liberal dela Comisión en diferentes documentos como los hechos públicos por laConferencia Europea del Sector (1998) cuando se puso en marcha la po­lítica de reforzamiento de las medidas de ayuda al audiovisual y demodernización industrial y comercial del sector de la comunicación através de iniciativas como el Programa MEDEA de acuerdo con los ob­jetivos de:

1. Aumento del volumen de empleo en el sector.2. Apertura a la nueva economía.3. Regulación de la propiedad intelectual.4. Fomento de la competitividad.

La concepción comunitaria de los nuevos servicios digitales de comu­nicación pasa desde entonces por un programa de privatización, fusio­nes y alianzas internacionales bajo liderazgo de los grandes operadoresmultimedia, con la consiguiente implantación de un modelo oligopo­Iístico de redes y circuitos de valorización del audiovisual en torno aldominio del capital financiero y de sectores ajenos tradicionalmente ala industria de la comunicación y la cultura.

Ilustrativa de esta política es la conversión de los sistemas de infor­mación pública en las redes digitales. Sin llegar a los extremos privati­zadores de las bibliotecas y servicios estatales de Estados Unidos, laUE ha priorizado la digitalización del gobierno en la red como uno delos mayores logros de su política en materia de Sociedad de la Infor-

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mación. En efecto, la apuesta por una Administración Pública local yregional en línea ha contado con numerosos programas y recursos fi­nancieros que, a medio plazo, están representando un notable avancemodernizador, salvo en algunos casos excepcionales como España oGrecia. Datos del eurobarómetro de abril del año 2002 indicaban yaque más del 54% de los servicios públicos comunitarios estaban acce­sibles en la red, lo que demuestra el verdadero Impacto de las propues­tas defendidas en el Libro Verde sobre el Sector Público de Informa­ción como recurso clave para la Sociedad Europea de la Información(1999). En los próximos años, es previsible que la disposición de re­cursos físicos y materiales para el gobierno electrómco sea con segun­

dad un hecho.Ahora bien, el capital intelectual europeo carece de la suficiente ca-

pacidad de liderazgo en NTIC. La falta de personal cualific~do ame­naza la viabilidad de los objetivos fijados en la cumbre de Lisboa. Lanecesidad de más de millón y medio de especialistas en NTIC para quela UE pueda ser competitiva en la nueva economía dista bas:an~e de sercubierta y la previsión no es más positiva en este sentido. SI bien en elaño 2004 setenta y siete millones de trabajadores utilizaron Internet ensu actividad laboral, lo cierto es que cada vez es más difícil atender lasnecesidades de conocimiento en las empresas. y las reformas educati­vas son lentas e insuficientemente financiadas por el paulatino adelga­zamiento económico-político del Estado. Los planes de choque comoel español para paliar la grave carencia de técnicos cualificados en sis­temas y tecnologías de la información con la creación del Centro deReferencia de Formación en Nuevas Tecnologías contrastan, por otraparte, con las limitadas iniciativas de alfabetización digital y acceso .dela población a los conocimientos primarios a nivel usuano para ~u m­corporación a la red. Las pequeñas y medianas empresas mantienenademás una pobre y limitada presencia en el ciberespacio por falta deformación y medios financieros suficientes, pero sobre todo por la m­suficiente dotación de los recursos humanos adecuados para la pro­yección mediática en Internet. Las notorias carencias de l'ersonal~om­petente en programación, gestión del conocimiento, innovacion ydesarrollo tecnológico han obligado incluso a algunos países de la UEa importar mano de obra asiática y americana. En Europa, según algu­nos informes prospectivos, existe un déficit de más de medio millón deempleos cualificados en NTIC, aumentando progresivamente la nece­sidad de personal especializado sin que la educación responda a la cre­ciente solicitud de las industrias de gestores y técnicos formados en la

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implantación de las redes digitales. Las políticas de formación para laSociedad de la Información han reducido por otra parte la educaciónpública a un segmento más del mercado sin que la Carta Social Euro­pea defina un papel más activo en el gobierno de las redes digitales porparte del sistema público de educación, más allá que el de la activaciónde la industria electrónica como potencial mercado de destino de laproducción telemática o, en línea con las necesidades arriba indicadas,para capacitar la fuerza de trabajo necesaria con destino a la industriay servicios de información en la nueva economía.

Pero es que además el compromiso fijado por la Comisaria de Edu­cación y Cultura, Vivianne Reding, de reducir las distancias con Esta­dos Unidos conectando las escuelas y formando a los docentes en téc­nicas digitales y programas de software educativo no se ha alcanzadopor la escasa inversión aplicada. Y el nuevo proyecto de e-Learning pa­ra el bienio (2004-2006) previsiblemente incide en la misma política deadquisición de equipos y modernización tecnológica que refuerza la si­tuación de dependencia industrial de la UE en la materia, al desarrollarbásicamente el sector servicios prestatarios de formación en red, perono nuevas aplicaciones, modelos y experiencias originales de uso del ci­berespacio para la educación superior.

Es sintomático en este sentido que el objetivo planteado en el Con­sejo Europeo de Lisboa, la formación del profesorado en el uso de nue­vas tecnologías de la información, aún hoy resulte un objetivo difuso ylejano en la planeación educativa de los sistemas de formación nacio­nales. Y es difícil, si no imposible, que el acceso electrónico a los servi­cios públicos en línea sea una realidad efectiva por la acentuación de labrecha digital. A ello hay que añadir la gran disparidad en el acceso en­tre países que oscila entre el 66% de la población holandesa que acce­de a Internet y apenas el 15% de Grecia.

Las iniciativas previstas desde la Cumbre de Sevilla insisten sin em­bargo en esta dirección reforzando las políticas de consumo de la redmediante la extensión de Internet a las escuelas o la promoción de pro­gramas de cooperación intercentros.

En los últimos años, además, el discurso de la seguridad nacional hafavorecido disposiciones legislativas y reglamentarias que han refor­zado la posición estadounidense en el ciberespacio europeo, aprove­chando la lucha contra el terrorismo como estrategia de control de lainformación pública, las comunicaciones civiles y las veleidades de au­tonomía política de las autoridades civiles y militares de la UE. Los pa­quetes de medidas a cargo de algunos Estados miembros como Ingla-

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terra y el reforzamiento del eje Londres-Berlín-Madrid han favorecidouna concepción instrumental de la política común europea que, Juntoa delicadas situaciones de dependencia puestas en evidencia con las dis­cusiones del Parlamento Europeo en torno a la Red Echelon o el pro­yecto norteamericano GPS, pone en evidencia la debilidad de la posicióneuropea en las comunicaciones internacionales, pese a la propagandaque define el modelo europeo como autónomo y específico en materiade SI. El nuevo plan de acción e-Europe 2005 refuerza sin embargola política preventiva de control e inteligencia en la red mediante lacreación del Grupo Operativo sobre Ciberseguridad y la política depropaganda sobre cultura de seguridad e inversión en sistemas de pro­tección y filtro de flujos de información en colaboración con EstadosUnidos, principal país exportador de armamento y sistemas de inteli­gencia y control de redes.

La adopción de este tipo de medidas amparadas en la seguridad pú­blica, la lucha contra el crimen y la salvaguardia de derechos y liberta­des fundamentales se lleva a la práctica paradójicamente con la siste­mática conculcación del derecho a la intimidad, cuya realización seadecua al principio de libre competencia del mercado, sin que directi­vas para la protección de la privacidad y los datos personales en la in­dustria electrónica garanticen por el momento una decidida voluntadcomunitaria de respaldar las libertades y derechos individuales frentea las exigencias del mercado y ahora además de los intereses y estrate­gias militares europeos y estadounidenses. De tal manera que el pro­yecto e-Europa ha pasado de una sociedad de la información para to­dos y de una política más transparente en las decisiones de la Comisióna una política ultraconservadora en migración y comunicación inter­cultural y en la propaganda y control del espacio y las redes públicasde información.

En resumen, y a modo de conclusión, cabe señalar que:

- Las prácticas culturales e informacionales tienden a estar fuerte­mente discriminadas en correlación con la adscripción territorial,social y cultural de los usuarios dentro del espacio único de laUnión Europea. La creciente diversidad y heterogeneidad ciudada­na contrasta, en este punto, con las lógicas de distinción de los con­sumos públicos y privados de grupos, regiones e individuos deacuerdo con su posición en la estructura económico-social del Mer­cado Interior. La llamada «brecha digital» es, en este punto, algomás que un problema colateral o específico de la política de cornu-

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nicación comunitaria. Se trata de un problema estructural reveladorde unas directrices y lógicas sociales que abundan en los tradicio­nales desequilibrios en el interior del mercado común entre paísesdel N arte y del Sur, entre Occidente (CEE) Y Oriente (Bloque delEste), entre centros urbanos y áreas rurales, así como entre clases,grupos y minorías sociales. Estos desequilibrios tenderán además,previsiblemente, a acentuarse con la paulatina supresión de los fon­dos estructurales y los sistemas de ayuda al desarrollo y la cohesiónterritorial existentes hasta la fecha en la UE. A fin de superar la bre­cha tecnológica en materia de infraestructura, la UE ha impulsadoproyectos como Research and Development in Advanced Com­munication Technologies (RACE) y Advanced CommunicationsTechnologies and Services (ACTS) sin que, al menos por el mo­mento, se haya revertido la habitual tendencia a marcar distanciasen el control de la información territorial, social y culturalmente.Sin embargo, su tratamiento político está siendo acometido desdeuna orientación tecnológica, instrumental y mercantil, subsumien­do la dimensión político-cultural de la actual lógica de desarrollo in­formacional dentro de objetivos económicamente restrictivos decompetitividad, crecimiento y empleo. Esta orientación políticaneo liberal ha favorecido el liderazgo económico-político de los me­dios globales, la apertura de fronteras y sistemas nacionales de co­municación, la concentración cultural, la privatización audiovisualy la mercantilización del sistema de información y conocimiento.Las cuestiones relativas a la diversidad cultural y al desarrollo de lasidentidades culturales locales y regionales han sido, como conse­cuencia, relegadas en las directivas comunitarias en función de lasnecesidades de globalización económica del sector, paralelamente alvaciamiento público de las decisiones de Bruselas en la materia, ins­piradas en una política sin coordinación y visión global del procesopor la presencia más que discreta de los poderes públicos comuni­tarios frente a los dictados del mercado, las instancias profesionalesde intermediación o el poder judicial.

- La regulación de la función pública y las políticas activas de desa­rrollo de la comunicación en el ámbito local y regional continúanmientras tanto indefinidamente aplazadas sin que la UE atienda unanecesidad percibida de descentralización entre el Estado y los órga­nos de decisión supranacionales de la UE en el desarrollo específi­co de las vías de transformación territorial y cultural inmediatas enel proceso de construcción de la Sociedad del Conocimiento.

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La transformación de la estructura global de información y su in­terpenetración con el sistema educativo y cultural están contribu­yendo a redefinir las condiciones de desarrollo social, configurandonuevas bases de participación del Estado y las comunidades localesde acuerdo con los estándares de inversión, organización y valori­zación del gran capital transnacional y el complejo sistema norma­tivo que rige actualmente el proceso de expansión y acomodamien­to del sistema de comunicación global, tanto en el ámbito del granmercado del ocio como, inicialmente, en el campo de la educacióny la formación tecnológica.En la misma línea, los proyectos de cooperación e integración cul­tural con otras regiones, como América Latina o el Mediterráneo,terminan reproduciendo similares esquemas de desvertebración ydesequilibrio territorial que reproducen, en parte, los modelos asis­tenciales de ayuda al desarrollo habituales en otras organizacionesinternacionales como las Naciones Unidas. Así se observa en inicia­tivas como la Alianza por la Sociedad de la Información (@LIS),programa de cooperación con Latinoamérica que en realidad es re­sultado de la cristalización de los intereses económicos de operado­res de telecomunicaciones y empresas de comercio electrónico en laregión más que un proyecto para el diálogo político-cultural entreambos territorios. Otras iniciativas como NATP (New ApproachesTo Telecom Policy) demuestran el escaso valor de las regiones y eldébil compromiso comunitario con los países del Sur del Medite­rráneo pese a iniciativas como EUMEDIS.La UE enmudece cuando se trata de la relación público-privado, lasignificación del servicio público o el régimen de los derechos espe­ciales, aspectos todos ellos excluidos de este sector cuando más re­sulta evidentemente necesario el paso de una filosofía del MercadoComún de la Información a un concepto integral y sociocultural deSociedad de la Información. El sector público de la comunicaciónestá siendo sistemáticamente relegado y reducido a su mínima ex­presión en la política comunitaria. Un ejemplo de este papel margi­nal de los grupos de titularidad pública en la Sociedad de la Infor­mación es la experiencia de la BBC británica, desplazada, pese a suexcelente gestión y estrategia de alianzas con Pearson o Cox Com­munications, a un segundo plano en el universo mediático de las pla­taformas digitales. y es que, por lo general, el sistema público de co­municación tiende a reducir su alcance y función social amenazadocomo está por la creciente instrumentación gubernamental, la com-

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petencia de los grupos privados y la regulación discriminatoria delas políticas culturales nacionales y comunitarias que hoy favorecenel desarrollo privado del audiovisual y de las redes telemáticas, ca­da vez más lideradas por empresas transnacionales foráneas. De talmodo que, además de marginado, el sector público está en el puntode mira de las críticas y cuestionamientos de las políticas neolibera­les europeas, que exigen a los operadores públicos competitividad,equilibrio financiero y una reestructuración y reorganización efi­ciente de los servicios. El reto de cumplir las exigencias de serviciopúblico, de una programación de calidad, al servicio de la educación,de manera productiva y en apoyo de la mayoría de las audiencias, setorna, en consecuencia, una tarea imposible.Igualmente, un reto por redefinir en la política comunitaria es el pa­pel de la economía social y el Tercer Sector en la construcción y de­sarrollo cultural de la Sociedad del Conocimiento frente a la actualpolarización de las diferencias acentuada por las políticas neolibe­rales.

Lacomplejidad del entramado legislativo y de los sistemas de regu­lación del espacio común informacional está limitando además la in­tegración y coordinación de las políticas públicas en la materia alprevalecer el principio de soberanía nacional en la protección de losmercados nacionales, lo que multiplica la diversidad de escenarios,contextos jurídicos e instrumentos culturales en el desarrollo equi­librado de la sociedad europea de la información. La necesidad deun marco jurídico homogéneo y fiable para las transacciones elec­trónicas que suprima los obstáculos a la comercialización de los ser­vicios digitales avanzados es aún una asignatura pendiente en la UE.

- Asimismo, también deben ser desarrollados aún más los sistemas deinformación y evaluación de las políticas públicas y los sistemas te­lemáticos de comunicación, aún insuficientemente consolidados, encomparación con Estados Unidos, para la toma de decisiones fun­dada. Aun habiéndose producido notables avances en la armoniza­ción de los indicadores de acceso e integración informacional de laciudadanía, la fiabilidad y validación del conocimiento sobre losprogramas y dificultades de la política comunitaria en materia de in­formación requiere un empuje adicional para llegar a disponer demedios idóneos para el aprovechamientos de recursos e iniciativasinstitucionales.Ahora bien, cuando la Comisión reclama el compromiso de prote­ger el interés público en el fomento de los nuevos servicios audio-

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visuales digitales, la continua defensa de claridad, proporcionalidady transparencia normativa del mercado, con la separación regla­mentaria del transporte y los contenidos culturales, la política de SIeuropea termina por concentrar en el principio de competencia to­das las expectativas de futuro del audiovisual comunitano, con elconsiguiente fracaso del interés público y la renuncia a los com~ro­

misos culturales, más allá de garantizar la igualdad de oportumda­des a los agentes del mercado y la competencia de acceso medianteel establecimiento de reglamentaciones transitorias y normas abier­tas en materia de interoperabilidad.Por lo que se refiere a las previsiones observadas en el desarrollo dela televisión digital, los datos no son tampoco esperanzadores paraEuropa. Salvo Inglaterra, el resto de países comunitarios acceden ala implantación de sus plataformas digitales con notable retraso encomparación con Estados U nidos. La privilegiada condición oligo­polística de grupos como Direct TV ocupa además ventajosas ~o.si­

ciones de liderazgo en Europa y en otras regiones como AmencaLatina, donde los conglomerados europeos tienen intereses directosvinculados al desarrollo de la Sociedad de la Información.El proceso de concentración digital en la televisión de países comoEspaña o Italia apunta, por otro lado, un panorama audiovisual ho­mogéneo ante el que la Alta Autoridad Europea de la Competenciano está tomando decisiones contundentes frente a grupos foráneoscomo News Corporation. Si observamos, por ejemplo, el sector edi­torial en países como Alemania o España más del 60% del mercadoestá bajo control de las tres mayores compañías internacionales ypor grandes grupos como Planeta, y no parece que el proceso se ha­ya estabilizado ni dentro ni fuera de los mercados nacionales y co­munitarios.

En definitiva, quedan por definir las potencialidades y alternativas dela UE en el contexto internacional, su posición y modelo diferencialde Sociedad de la Información. La posibilidad de la articulación de uneje Londres-Berlín-Madrid para el desarrollo de los sistemas educ~ti­

vos y la sociedad del conocimiento a fin de implantar una red educativapaneuropea no es si no una reedición de la ilusoria política pragmáticaliberal. Como concluye el profesor Aguilar, «las políticas en plural pre­siden el proceso de construcción europeo, desvirtuando su carácter po­lítico; si se pretende llevar a cabo un proceso de construcció? de la ciu­dadanía, no se puede obviar el sentido intrínsecamente político de ésta.

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Incluso si e! contenido político de esa construcción se resume en la li­bre circulación de ciudadanos -europeos al fin-, sus políticas, al menosen e! ámbito educativo, lo desmienten. La convergencia de las políticaseducativas remite a imperativos globales y persigue la liberalización delos mercados educativos, desde la instalación de los modos de gestióny la lógica cliente!ista -la perversión de la lógica escolar, al fin y al ca­bo- y su control-los sistemas de indicadores- en una tensión desregu­ladora y uniformante, donde la propia desregulación no es sino la uni­formidad misma (iguales criterios de gestión y financiación paratodos)» (Aguilar, 1999: 85).

La convergencia económica y la circulación de capitales han hechonecesario e! proceso de integración de! sistema universitario para ho­mogeneizar capacidades, aptitudes y disposición laboral de! capital hu­mano a escala regional. Ésta, se argumenta, es la base de! desarrolloeconómico y social frente a la globalización y la deslocalización pro­ductiva, siendo sus directrices fundamentales:

Fortalecer la cualificación de la fuerza de trabajo.Impulsar políticas públicas de integración.E invertir en I+Ds-i,

La decidida vocación pública de cumplimiento de estos preceptos sepla~tea, lógicamente, desde e! liderazgo de! mercado, integrando laUniversidad y la Empresa, y su objetivo es la modernización tecno­lógica y e! desarrollo de la productividad mediante la introducción,como hemos visto, de modelos flexibles de organización institucio­nal de las agencias educativas a través de modelos no formales y deeducación a distancia que aportan las nuevas tecnologías de la infor­mación.

Ahora bien, la emergencia de nuevos actores educativos, como laempresa privada y la sociedad civil, dibuja un nuevo escenario parala educación superior no exento de conflictos. La Declaración de Bo­lonia (1999) abre en este sentido un nuevo período que concluirá en e!año 2010 con la integración de! Espacio Europeo de Educación Supe­rior. El objetivo de la integración es, supuestamente, facilitar la inser­ción laboral y la movilidad de los europeos, fortalecer la posición de!sector universitario comunitario internacionalmente, mejorar los indi­cadores y criterios de calidad y facilitar la promoción de la I+D para lanueva SOCIedad Europea de! Conocimiento, pero siempre a condiciónde colonizar económicamente su inserción y desarrollo.

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En la propia Constitución Europea, e! acceso igualitario a la educa­ción es concebido como e! acceso al consumo, validando así la idea dela OMC sobre e! acuerdo libcralizador del sector servicios. Se obser­van, no obstante, ciertas resistencias entre algunos Estados miembrosde ceder soberanía y competencias en materia educativa a la UE. "Pe­ro la lógica mercantilista no distingue lugares, ni actores, y parte deunas mismas reglas; es decir, e! interés -maximizar la tasa de rentabili­dad de! capital- es e! mismo. Y el capital está encarnado por las gran­des corporaciones multinacionales. Su pape! en la orientación de laspolíticas económicas -resuelto por la mediación de organismos inter­nacionales como e! FMI o e! Banco Mundial, con e! referente últimode! G7- es, a todas luces, determinante. La pretensión no es otra queextender la lógica mercantilista al conjunto de las relaciones sociales yobtener nuevos territorios para la explotación; su versión ideológicamás acabada, e! neoliberalismo, niega precisamente cualquier ideología,tal es su vocación totalizadora» (Aguilar, 1999: 83).

De ahí la emergencia de nuevos conflictos y movimientos de resis­tencia a las actuales reformas educativas. En este escenario cabe situarlos Foros Sociales Europeos de Florencia, París y Londres, las movili­zaciones en Italia (15-10-2004) contra la Reforma Moretti, la huelga enFrancia contra la Ley de Orientación o las protestas en España contrala LOU.

Ante este panorama político-económico, cabe desde luego pensarque son posibles otras alternativas democráticas de reorganización dela industria local desde nuevos parámetros de servicio público para e!desarrollo de la educación. No es e! momento aquí de considerar algu­nas conclusiones o propuestas de acción, que por otra parte abordare­mos como hemos dicho en e! último capítulo de! libro. Conviene aho­ra analizar detalladamente la hegemonía estadounidense y la funciónideológica de la Comunicación Educativa definida en e! discurso pú­blico de! plan de Al Gore para una Nueva Infraestructura de la Infor­mación en la Sociedad Global de! Conocimiento. Al fin y al cabo no esposible delinear nuevas propuestas sin e! estudio crítico de! desarrolloy la dialéctica de la mediación contemporánea.

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Hegemonía e industria cultural.El modelo de desarrollo estadounidense

En el capítulo anterior, hemos visto cómo el proceso de integración re­gional de la UE ha incumplido muchos de los objetivos previstos conla convergencia digital y el proceso de construcción de la SGI. Otrosprocesos de integración económica como el Tratado de Libre Comer­cio (TLC) han generado igualmente amplias expectativas de reforma enla educación desde el punto de vista de la mejora de la productividady la aplicación tecnológica de los conocimientos a la industria sin losresultados inicialmente esperados. En éste y otros proyectos suprana­cionales de integración, el sector educativo ha jugado no obstante unpapel central en los programas de modernización económica. La estra­tegia globalizada del capital fundamenta hoy en Norteamérica su re­productibilidad en la explotación intensiva de la calidad de la mano deobra. Por lo que la educación constituye algo más que un recurso neu­rálgico para el desarrollo nacional. Mediante la utilización de las nuevastecnologías, la formación y cualificación de la mano de obra se univer­saliza temporal y espacialmente. La economía política de la educacióntiende así a ser predeterminada por la economía de la información. Demodo que el aparato educativo en conjunto se ve obligado a una refor­ma de su organización. Se introducen por ejemplo, según hemos visto,cambios sustanciales en el modelo territorial de poder. U na de las es­trategias de reorganización del sistema educativo suele ser, de hecho, lamayor descentralización de responsabilidades y recursos para que lasdecisiones se puedan tomar más cerca de donde suceden las cosas. Larazón pragmática de la descentralización educativa obedece a la inca-

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pacidad del Estado para administrar socialmente las funciones repro­ductoras del capital. En el caso, por ejemplo, del TLC, la educación yla cultura constituyen como veremos un objeto más de intercambio, re­gido según la racionalidad de la acumulación, dependiendo del sistemadominante de comunicación. Cabe decir en este sentido, como advier­te McChesney, que el dominio económico de la educación y la culturapor los medios globales tiene consecuencias importantes:

El progresivo dominio del sistema comercial global de las grandes compa­~ías transnacionales de comunicación es más que un asunto económico;llene además implicaciones claras desde e! punto de vista del contenido delos medios, la política y la cultura. En muchos sentidos, e! surgimiento delsistema global de medios es una extensión del sistema de poder estadouni­dense y su cultura que comparten muchos de los atributos de! sistema hi­percomercial de medios. En este sentido, se puede observar cómo las fir­mas que dominan el sistema informativo en Estados Unidos dominantambién el sistema global, que opera de la misma forma reproduciendo allímite esta lógica (McChesney, 1998).

El modo de vida americano se erige así en la versión única del procesode globalización. Todos los estilos de vida acaban siendo absorbidospor el mito estadounidense de la nueva cultura cibernética. El modelode desarrollo del Consenso de Washington, basado en la privatizacióny la liberalización radical, constituye de hecho e! paradigma dominan­te del Capitalismo Cognitivo.

En las siguientes páginas, vamos a tratar de desvelar en esta direc­ción las líneas de fuerza y el alcance e influencia ideológica de la es­tructura dominante de información y las bases históricas y estructura­les de la hegemonía cultural angloamericana describiendo e! desarrollode la Sociedad del Conocimiento en el marco del Tratado de LibreComercio de América del Norte (TLCAN).

1. Genealogía del sistema internacional de comunicacióny educación

Desde 1980, con la publicacióndel Informe McBride, la Unesco ha ve­nido constatando cómo las deSIgualdades de acceso, producción y cir­culación de información en e! mundo han reproducido diversas situa­ciones de colonización cultural, afectando al orden económico en favorde los intereses de las grandes potencias capitalistas, a través por ejern-

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plo de la influencia y control ~e la. industria cultural y la universaliza­ción de modelos y formas de VIdaajenos a las realidades socioculturalesde los países menos desarrollados. Las tesis del ~itado informe apunta­ban entonces en la formación de la comurucacion internacional:

a) La creciente privatización de los flujos y procesos mundiales de in­tercambio de información y tecnología.

b) La concentración del poder informativo en unos pocos países y enunos pocos grupos transnacionales de comunicación. .

e) La agudización de las desigualdades informativas y tecnológicas en­tre los países del Norte y de! Sur.

d) Ye! aislamiento de regiones, países y continentes enteros de! procesode circulación y transferencias tecnológicas en la economía-mundo.

El modelo dominante de desarrollo de! sistema mundial de informa­ción ha venido conformándose así acentuando progresivamente talestendencias a lo largo de la historia más reciente de I~ comunic~ció,n.

Ahora bien, el despliegue de esta estructura hegemónica de mediacióntiene lugar desde e! origen mismo de la comunicación internacional:

1. Ya durante la «etapa diplomática" (1945-1973) e! desarrollo de! sis­tema internacional de comunicación será determinado por la con­cepción contrainsurgente de los medios de comunicación ~olectiva

como soportes estratégicos de la política extenor estadounidense ycomponentes fundamentales de la doctrin~ de segu:ldad nacional enla defensa de los intereses y el modo de VIda amencano, por lo quelos medios de información serán definidos, en palabras de los estra­tegas norteamericanos, como los principales agentes de la nueva di-plomacia pública moderna (Hoffman, 1976). "

2. La crisis de! sistema mundial de dependencia (1973-1980), tambiéndenominada «etapa de! giro tercermundista", cuestionará sin em­bargo e! orden mundial de la comunicación ~ sus desequ,ilibrios enrelación con las necesidades de desarrollo SOCIal de los paIses menosfavorecidos, países que en la segunda mitad de ,los años setent~ co­mienzan a reclamar un Nuevo Orden Económico Internacional(NOEl) y un Nuevo Orden Mundial de la Informació~ y de l~ Co­municación (NOMIC) frente al dominio cultural de la industria es­tadounidense y algunos países europeos, la difusión desequilibraday oligopolística de las noticias internacionales por las ~u~t,ro gran­des agencias de prensa (AP, FP, Reuters y UPI), la restnccion de ac-

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ceso al sistema mundial de radiodifusión controlado por EstadosUnidos (COMSAT) y las transferencias de tecnologías de la infor­mación del Norte al Sur, factores todo ellos que estaban contribu­yendo a una creciente dependencia informativa y al subdesarrollosocial y cultural de los países del Tercer Mundo.

3. En los años ochenta, tiene lugar sin embargo la reestructuración dela hegemonía estadounidense (1980-1991),liderada por el movimien­to conservador en Inglaterra y Estados Unidos, e iniciada con la re­organización de la división internacional del trabajo y la imposiciónde la doctrina del libre flujo de la información en organismos inter­nacionales como la Unesco frente a las aspiraciones de los países sub­desarrollados en su defensa de un nuevo sistema mundial de las co­municaciones, cuyo proyecto político será finalmente boicoteado.

4. La era del Nuevo Orden Mundial de la globalización capitalista,sancionada ideológicamente por la exitosa "guerra mediática» con­tra Irak y la aprobación de la Agenda para la Acción del vicepresi­dente Al Gore para el desarrollo de la Nueva Infraestructura de In­formación asumida por el G7, inaugura una década más tarde elnuevo marco doctrinario de construcción de la red mundial de tele­comunicaciones en la llamada "Aldea Global», con la definición delas bases político-ideológicas de la Sociedad Global de la Informa­ción, bajo liderazgo y control hegemónico de Estados Unidos.

Como resultado de esta lógica definitoria de la Aldea Global, en la ac­tualidad, la orientación ideológica liberal de las discusiones en cursosobre el papel de la comunicación y los sistemas informativos en el pro­ceso general de desarrollo tiene lugar, paradójicamente, junto al fe­nómeno de la «planetarización de la conciencia» que hace hayal finposible, y también necesario, el compromiso histórico de los actoressociales ante el conjunto de problemas civilizatorios que enfrenta la hu­manidad en su horizonte vital más inmediato. El problema del desa­rrollo informativo se nos antoja, en este sentido, un problema de civi­lización, hoy de momento claramente bajo la hegemonía, en palabrasde Vicente Verdú, del «planeta americano».

2. Experiencias y aprendizajes

La superioridad informativa del imperio cultural estadounidense sesostiene en la vitalidad y potencia de su industria electrónica, un sector

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que hoy está liderando el desarrollo de la nueva comunicación educa­tiva. Compañías como Hughes Electronics y Microsoft son algunos delos proveedores que están participando en los programas innovadoresde universidad virtual impulsados desde la Casa Blanca. Proyectos co­mo las librerías digitales de instituciones como el MIT son patrocina­dos por Hewlett Packard. Otros actores como la Fundación Mellan,artífice en los años setenta de la televisión educativa en Estados Uni­dos, financian hoy el Virginia Fedore Project (www.fedorc.info), unade las iniciativas estratégicas más importantes en la materia.

Todas estas iniciativas y propuestas de modernización tecnológicaestán siendo implementadas de acuerdo con cinco objetivos políticos:

1. Extender el acceso al ciberespacio de jóvenes y personas adultas.2. Promover sistemas de acceso para la educación continua.3. Liberar la educación de calidad, productiva y económica.4. Financiar la modernización educativa con un sistema de costes efec­

tivos.5. Capitalizar las fuerzas del mercado para diseñar entornos de apren­

dizaje flexibles y competitivos.

Al amparo de estas exigencias, el gobierno estadounidense ha favoreci­do la participación del capital privado en la enseñanza, ampliando losmercados y servicios educativos dentro y fuera de sus fronteras, lo que,sin duda, ha repercutido favorablemente en sus intereses, especialmen­te en el sector de la comunicación y los mercados internacionales.

La propagación de redes mundiales de comunicación social lidera­das por Estados Unidos no sólo ha representado en este sentido la su­peración de la vieja idea del derecho a la libertad de expresión, sinosobre todo la naturalización de los nuevos procedimientos de depen­dencia y control hegemónicos. Pese a que hoy se identifica la fuerza delo tecnológico y el poder de las «tecnologías del espíritu» como el ejede estructuración de lo que, se entiende, es un nuevo orden social, re­almente la interconectividad ser humano-máquina constituye hoy unargumento de legitimación y desarrollo del único futuro deseable quees posible pensar, obviando, desde luego, el papel represivo y de con­trol social con el que se implantan las máquinas administrativas y cul­turales de información pública en las relaciones internacionales. Cabríarecordar, en este sentido, que las tecnologías contemporáneas de infor­mación y transmisión cultural han tenido su origen en la alianza de lasgrandes empresas industriales con el aparato militar. Como recuerda

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Mattelart, la computadora, el satélite, la electrónica misma, procedendirectamente de esta asociación permanente que se materializó en untipo de Estado que surgió al finalizar la Segunda Guerra Mundial: elEstado de seguridad nacional.

A partir de la década de los sesenta, el modelo de crecimiento de laindustria electrónica y aeroespacial, según la lógica de la economía deguerra, ha venido favoreciendo la centralización de las comunicacionesinternacionales por parte del Pentágono, supeditando al proyecto im­penalista de agresión ideológica y penetración masiva de los sistemasde información e inteligencia de las naciones periféricas del sistemamundial toda dinámica de innovación tecnológica y socialización cul­tural de los medios informacionales. Las técnicas, métodos y tecnolo­gías de la información y la comunicación colectiva han ido así perfec­cionándose, desde la segunda mitad del siglo xx, en un contexto globaldominado por las transformaciones económicas del sistema y estruc­tura de producción del capitalismo bajo la órbita de la hegemonía im­perialista estadounidense, que ha venido determinando el curso de lapolítica de expansión transnacional del sistema fordista, conforme a lospatrones culturales de la industria cultural norteamericana, en un pro­gresivo entrelazamiento de los grandes monopolios capitalistas con elcomplejo industrial-militar del Pentágono, siguiendo las directrices deseguridad nacional en el desarrollo de infraestructuras y la asistenciasocial a los países informativamente dependientes mediante:

1. El control de la red satelital y el espacio geoestacionario, mediantela expansión y apoyo del oligopolio económico de la industria de te­lecomunicaciones, para el control de la información geográfica, me­teorológica y de inteligencia.

2. El desarrollo de programas de cooperación y asistencia técnica en el?,arco de políticas de intercambio y liberalización económica paraintegrar el frente civil y el militar en programas de modernizacióntecnológica.

3. La subvención y financiación de medios de comunicación locales,afines a las tesis e intereses geoestratégicos del imperialismo norte­americano, así como el apoyo a organizaciones internacionales co­mo la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).

4. ~ la aplicación de campañas específicas de relaciones públicas, publi­cidad y propaganda en situaciones conflictivas de insurgencia emer­gente o de guerra abierta a escala local y regional, con el concurso in­directo del Pentágono en tareas de coordinación y apoyo logístico.

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Como resultado de esta política de expansión, hoy el control de redescomo Internet es un hecho. Estados Unidos, a través de iniciativas co­mo ECHELüN, tiene una clara superioridad informativa, intercep­tando las comunicaciones electrónicas y espiando a líderes políticos yeconómicos y potenciales competidores como la UE. La Agencia N a­cional de Seguridad de Estados Unidos gobierna Internet controlandola información desde el continente europeo (Londres) a Fort Meade.Todos los caminos llegan a la Casa Blanca. Washington, ciertamente, esla nueva Roma que controla las rutas y nodos de distribución territo­rial del Imperio por los caminos porosos de la telecomunicación. Lahistoria nos muestra, en este sentido, que la comunicación educativasirve en las experiencias conocidas, y según se comprueba con el apren­dizaje y la memoria de lo vivido, básicamente como ilustración del nue­vo despotismo imperial.

Hoy, como ayer, los medios de comunicación albergan las espe­ranzas de bienestar y desarrollo modernizador por la proliferación dediscursos públicos idealistas que encubren y ocultan las relacionesde poder y dominación cultural que acompañan las medidas de socia­lización de Internet y las nuevas tecnologías educativas (Sierra, 2002a).Conviene por ello analizar la estructura, principios y bases materialesde las políticas de comunicación y educación imperiales a fin de com­prender el verdadero alcance de la «galaxia Internet» y el sentido po­lítico e ideológico de la cultura global que inspira el mito del «Aulasin Muros».

3. La revolución digital

Hablar en Estados Unidos de revolución digital es, implícitamente,describir un proceso de reestructuración económica empresarial sinprecedentes en el sector. El mercado de las industrias informativas, yafines, se encuentra hoy en un momento de indefinición, de crecienteincertidumbre y rápidas transformaciones con procesos continuos deadquisición y fusiones y la apertura desreguladora de los nuevos servi­cios avanzados de comunicación. Sólo en 1996 las fusiones y adquisi­ciones en el sector informativo aumentaron un 40% y en años sucesi­vos se multiplicaron por cinco con la extensión y desarrollo de nuevosservicios digitales.

Alianzas como AüL-Time Warner dan cuenta de una profunda re­organización de sectores estratégicos de la nueva economía sin que de

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momento haya concluido el proceso de reformas políticas que guían ysostienen el proyecto de SGI:

La Ley de Telecomunicaciones de 1996, tal como señaló un observador,abrió una caja de Pandora de la consolidación en la industria de los me­dios, ya que la desregulación estabaa la orden del día. Alentado por el ca­bildeo de poderosos grupos mediáticos, este espíritu comercial permea[hoy] todos los debates nacionales relacionadoscon los medios. Eso tam­bién es cierto con respecto a los entes regionales de la Unión Europea, po­seedora de excelentes sistemas públicos de telecomunicación, pero hoydedicados a establecer un mercado único europeo para los medios co­merciales. Como regla general, la única base de los debates relativos alapolítica de los medios en el ámbito nacional se refiere a los conflictos en­tre los poderosos grupos mediáticos, de tal manera que, localmente, hanlogrado obtener protección estatutaria a causa de la intrusión de los me­dios globales bajo forma de prorratas y medidassimilares. Pero estascam­pañas a favor de la protección nacional se han enfrentado con una enor­me resistencia; en cada nación existen poderosas fuerzas que defienden laintegración plena en el mercado global de los medios (Herman y Mc­Chesney, 1999: 84J.

Desde la publicación por el Departamento de Comercio estadouni­dense de la Agenda para la Acción, la industria electrónica ha venidopresionando a favor de medidas liberalizadoras que amplíen el margende beneficios de las compañías y logren hacer crecer los mercados den­tro y, especialmente, fuera de las fronteras de Estados Unidos, objeti­vo prioritario de Washington. Siguiendo estos mismos designios, la de­nominada Agenda Al Gore vaticinaba a principios de la pasada décadaque la NII podría capacitar a las firmas estadounidenses para competiry ganar en la economía-mundo, generando abundante empleo y creci­miento económico, lo que cambiaría integralmente la vida de los ame­ricanos mediante la reducción de las distancias geográficas y las barre­ras sociales, al brindar una valiosa y merecida oportunidad a todos losciudadanos para llegar tan lejos como su talento y ambición lo permi­tieran. Más de un lustro después las consecuencias de esta política co­municacional arrojan, sin embargo, un saldo negativo en el sentidocontrario, en buena medida debido a la interesada negación del puntode partida que señalábamos en páginas anteriores sobre la relación in­formación y poder, oculta en este caso a la discusión pública sobre losmodelos, políticas e iniciativas sociales de la nueva comunicación des­de el punto de vista del desarrollo social.

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El reduccionismo tecnológico de Al Gore se fundamenta en que eldesarrollo y expansión de la red favor~ce indiscriminadamcnt,e porigual a todos sus usuarios, dadas la propIa estructura y caractensticasde nuevos canales como Internet. De ahí el poder transformador y «re­volucionario" de las nuevas telecomunicaciones en relación con el de­sarrollo social. Los países menos favorecidos pueden, en consecuencia,superar sus dificultades a partir de las recomendaciones de la agendapara el desarrollo.

Obviamente, Al Gore eludía tomar en cuenta, en el marco de laAgenda para la Acción, los costos reales de este benéfico modelo de de­sarrollo en los países tecnológicamente dependientes, Des~e la Econo­mía Política de la Comunicación, no es ningún secreto, SIn embargo,que la tecnología se implanta y transfiere ~n. un sistema de relacionessociales que reproduce asimetrías y dI~POSItIVOS de p~der.~reexIsten­

tes. Cualquier informado y atento analista de la comurucacron ,Interna­cional puede observar, en este sentido, que la nueva ~cono~Ia.' la re­volución digital, obedece más bien a una tendencia cap'talIs~a deconcentración y acumulación de plusvalía según objetivos espeClfIc?sde las corporaciones transnacionales y sus necesidades de circulaciónacelerada y global de bienes y servicios en la nueva economía-';1Undo,que a la democratización social y cultural que preCOnIza la retonca lI­beral y la investigación administrativa en la propaganda guberna~en­

tal de promoción de Internet como expresión de la partIClpaClOn, laigualdad y el desarrollo económico e')~,lIbrado,cua?do en realId~d n.ose están sino reeditando ancestrales visrones orgamcistas de las maqui­nas de administración y representación social.

La idea matriz de la Worldwide Information Superhighway obede­ce en suma a la consolidación de un mercado global de circulación de

J , •• •

servicios como red viaria universal de información y conocirmento, In-dependientemente de lo~ condicion~ntes materiales, políticos y econó­micos de los actores sociales y los SIstemas afectados por este proceso.

El Estado, como regulador, aplica para ello políticas a través de re­glamentos y normas consuetudi:,a~ias que organismos paraestatalesdictaminan y sancionan con la mision de controlar. y definir el marcode organización administrativa de la libre competencIa en el sector desdelos parámetros de los medios e industrias globales. En ~st.e marco, se­gún hemos razonado, Estados Unidos ha exportado y definido las reglasdel juego posicionándose comparatIvam~nteen franca vent~Ja c~n otrospaíses y economías que, en el caso particular de la comurncacion edu­cativa, son si cabe más notorias.

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Desde hace años, Estados Unidos tiene programas como EDU­CAUSE para el análisis político y las relaciones gubernamentales enmateria de educación y nuevas tecnologías que tratan de coordinar laspolíticas de comunicación y alentar la discusión especializada a travésde foros como Net@EDU, CIOlist o la National Learning Infrastruc­ture Initiative (NLII) que apoyan e inspiran propuestas gubernamen­tales como la Digital Millenium Copyright Act o «The Uniform Com­puter Information Transactions Act".

De todas estas iniciativas gubernamentales cabe destacar el papel delNLII, que desde 1994 viene promoviendo alianzas para proveer recur­sos electrónicos y acceso a las nuevas tecnologías de la información enla educació~ ,superior; El objetivo de la NLII es identificar tópicos y lí­neas de aceren estratcgicas para el desarrollo de las nuevas redes tele­máti.cas con fines pedagógicos. Nacida como coalición de colegios, uni­versidades, compañías de software y productores de tecnologías quetratan de proponer el nuevo modelo de educación universitaria del si­glo XXI a través de aplicaciones tecnológicas innovadoras la NLIIidentifica seis ejes temáticos de actuación en las políticas públicas esta­dounidenses:

a. La productividad académica con las NTIC.b. El desarrollo de recursos y normas estándar para la teleeducación.c. Los usos y desarrollo de la Universidad Virtual.d. La creación de una estructura de mercado para los productos mul­

timedia interactivos.e. El análisis de costes y beneficios y la viabilidad de proyectos de

TIC.

f. Las políticas públicas e institucionales para promover el desarrollode la nueva infraestructura de telecomunicaciones.

Las propuestas del NLII guían en consecuencia la acción guberna­mental del Estado en esta materia orientando las políticas públicas pre­ferencialmente hacia:

La creación de un clima para el cambio educativo liderando el go­bierno la respuesta a las necesidades de la era digital.El diseño de un nuevo mercado desregulando la educación univer­sitaria para facilitar la actividad de proveedores y desarrolladores deservicios de teleeducación frente a la ineficacia, la regulación y laeconomía anticompetitiva.

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La regulación de la certificación limitándose, en este sentido, el Es­tado a autorizar a los operadores privados y a supervisar sus resul­tados educativos a medio y largo plazo.El establecimiento de parámetros estandarizados a nivel técnico (se-guridad, interoperatividad... ). .El desarrollo de políticas económicas y sociales apropiadas eva­luando los impactos de las TIC en la educación desde el punto devista de su eficacia.

Los supuestos de partida de esa concepción privatizadora de la educa­ción que acompaña a tales medidas son básicamente tres:

La educación universitaria es una industria altamente regulada porlo que es preciso una mayor presencia del sector privado, facilitan-do su ya de por sí notoria presencia. .La excesiva regulación limita la innovación, luego el sector educan­va debe quedar reglamentado lo menos posible para adaptarse a loscambios transformadores que acompañan a la revolución digital.La tecnología es una ventana abierta a nuevas oportunidades, por loque las instituciones educativas han de procurar facilitar su inser­ción social como proveedor de conocimiento y factor determinantede la democracia cultural.

Estas ideas de la libre convergencia sustraen, no obstante, al escrutiniopúblico las desiguales condiciones sociales de adquisición de las tecno­logías y de las competencias culturales necesarias para un buen uso delos nuevos sistemas de información y conocimiento, del mismo modoque la política estadounidense escamotea en organismos internaciona­les como la Unesco la dialéctica de la dependencia que favorece la con­vergencia telemática en la era digital de la mayoría de países, comen­zando por sus socios del TLCAN y terminando por la propia UE.

4. Europa versus Estados Unidos. De la convergenciaa la dependencia

Un ejemplo clarividente de este contradictorio discurso público en la po­lítica internacional en materia de comunicación y educación nos laofrece la UE. En Europa, como dictamina el patrón político-culturalestadounidense, hoy prevalece el principio de libertad individual y el

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derecho al consumo sobre los derechos colectivos y la justicia socialpertenecientes a la tradición jurídica de servicio público que habían re­gulado estos servicios en el marco del Estado de bienestar. Las alianzasinternacionales, los pactos entre corporaciones y la propiedad cruzadaentre capitales, sectores y grupos en el campo de la comunicación, jun­to al cambiante universo económico de reestructuración y especializa­ción productiva del mercado cultural, hacen difícilmente viables losobjetivos comunitarios de construcción de un sistema autónomo yequilibrado de Sociedad de la Información dentro del marco territorialde la Unión. El supuesto modelo europeo es como consecuencia un su­cedáneo de la versión estadounidense de la NII, dictado desde la OCcDE y el G8 según una visión angloamericana. Esta dependencia cultu­ral del proceso de convergencia es especialmente notable en el caso dela educación, cuya reforma obedece a esquemas, indicadores y princi­pios ideológicos foráneos. Como critica el profesor Aguilar:

Más allá de la convergencia explicitada en documentos y proyectos, dosson básicamente los instrumentos de la misma. En primer lugar, el énfasispuesto en el diseño, la construcción y aplicación de paquetes de indicado­res educativos que se deberán utilizar en la evaluación de los distintos sis­temas ".Es decir, al margen de cuáles sean las peculiaridades curriculares ylo~ vericuetos estructurales de los distintos sistemas, la norma desde la quese Juzgará a todos ellos será la misma: elcontrol de los productos, que con­diciona también elsesgo de los distintos programas. De hecho, la preocu­pación secular por los niveles de rendimiento se encuentra también pre­sente en las acciones del Comenius. La Unión Europea no constituye suspropios sistemas de indicadores porque no los necesita, se los proporcio­na la OC DE (aunque sí dispone de su propia agenciaestadísticaEurostat).La OCDE es uno de esos organismos internacionales con capacidad paraorientar las políticas de los Estados, entre ellas-y muy especialmente--Ias~ducativas. ~u empeño es construir grandes sistemas de indicadores paraJuzgar la cahdad de los sistemas educativos (Aguilar, 1999: 84).

Un ejemplo de lo anterior es el proyecto PISA (1998). A través de es­te tipo de iniciativas, desde la OCDE se han popularizado, eficazmen­te, nuevos modelos de gestión y políticas públicas. Especialmente apartir de la década de los ochenta, la universalización de los medios degestión empresarial con la popularización de las estrategias toyotistasdel posfordismo nipón, que la OCDE comenzará a defender en el sis­tema educativo a través del discurso de la Calidad Total, transfiere a losservicios públicos de enseñanza la exigencia de rendición de cuentas

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(<<accountability») según la tradición anglosajona. Esta influencia ideo­lógica abonaría el terreno para el desarrollo educativo de una filosofíapolítica extraña a muchos de los países del continente europeo, c.uyahegemonía cultural se está viendo además reforzada por el dominioglobal de la industria informativa estadounidense. .

Cabe advertir a este respecto que «en Estados Unidos se halla la se­de de diez de las dieciséis compañías más grandes de telecomunicacio­nes del mundo, y éstas son las que más se benefician del libre comercio.Asimismo, Estados Unidos exige agresivamente el libre comercio glo­bal en el mercado de los ordenadores, otra industria que dominan suscompañías» (Herman y McChesney, 1999: 182). La privilegiada p~si­

ción de Microsoft en el dominio del mercado del software y su paruci­pación en la red, junto al pujante auge de empresas como Net~cape,

Oracle o Sun Microsystems, ponen en evidencia la desigual posicron eu­ropea en el desarrollo de la sociedad informaciona!. El crecimiento deempresas como News Corporation en el espacio cultural eur~peo ter­mina por otro lado por contribuir al desarrollo de un escenano de de­finitivo desdibujamiento de la política de comunicación europea frenteal claro predominio de grupos foráneos de origen estadounidense. Másaún, es previsible que, como concluyen Herman y McChesney, la des­regulación y privatización de las telecomunicaciones en Europa conclu­ya con la dominación del mercado a ~argo de empresas co~o ATT.

Desde la década de los noventa, asistimos a un proceso intensivo dedesregulación del sistema de medios, iniciado con la agresiva políticade la Administración de Reagan, que incidirá muy negativamente en elmercado audiovisual europeo, con el resultado conocido de un proce­so de concentración espectacular en beneficio de empresas como TimeWarner y AOL.

La abolición de la polémica prohibición de 1970 por la que la FCCimpedía a las compañías de televisión la participación. accionaria! .enempresas de cable ha dado lugar en pocos años a una intensa políticade liberalización y concentración económica que al tiempo terminarácuestionando, por consideraciones estrictamente financieras, todo tipode barreras a la libre competencia, incluso los límites a la participaciónextranjera en medios de comunicación, no sólo desde luego en el inte­rior de Estados Unidos, sino también en otras regiones del mundo co­mo la UE, al amparo del principio del libre flujo de la inf.ormació.n(<<free flow information»). La liberalización del espectro radiotelevisi­va privilegia como consecuencia los objetivos económicos y financie­ros que la UE imita a escala continental siguiendo el modelo estadou-

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nidense: no sólo por la participación activa de la banca en los nuevosconsorcios mediáticos, sino además -o sobre todo- por la supresión detodas aquellas restricciones que fijaban o daban sentido a la idea mo­dernizadora del principio de «libre flujo de la información» (Collins yMurroni, 1996: 14-16).

El resultado de esta política ha sido, como decimos, negativo parael sector en Europa. Informes publicados sobre la situación comunita­ria en cuanto a la amplitud de disponibilidad de servicios y el accesotecnológico a Internet no pueden ocultar el desfavorable balance de laspolíticas públicas comunitarias respecto a la situación comparativa conEstados Unidos y Japón. Como reconocía el propio comisario MartínBangemann, Europa está quedándose atrás en inversiones profesiona­les en tecnologías de la información y equipos de comunicaciones pa­ra empleados, sobre todo personal de oficinas, y hay preocupantesdiferencias en la compra y uso de las tecnologías y servicios de la in­formación para uso personal y doméstico entre el norte y el sur de Eu­ropa.

La ventaja comparativa de las grandes compañías estadounidensesen el mercado internacional, al poder distribuir sus productos por to­do el mundo sin gastos excesivos por medio de los canales de distribu­ción y programación vía satélite, cable y plataformas digitales -en lasque históricamente mantienen posiciones dominantes-, se está viendoademás reforzada por los vientos modernizadores de la Comisión Eu­ropea, sin que los responsables políticos de Bruselas asuman ni discu­tan responsablemente las consecuencias de esta política liberalizadora.Antes bien, para evitar estas limitaciones y desventajas comparativas,Bruselas insiste en:

Preparar en la escuela a las nuevas generaciones de usuarios.Incentivar la creación de contenidos específicos de origen europeo.Sensibilizar a la ciudadanía.Socializar localmente los recursos disponibles en TIC.

Estas directrices tenían por cometido garantizar el tránsito rápido a laSI como eje de promoción de la política europea de crecimiento, com­petitividad y empleo. En el anterior capítulo destacábamos cómo enmuchos de los documentos de la Comisión como el presentado por elComité para la Innovación y el Desarrollo Industrial bajo el título «Ca­lidad y Relevancia. El cambio de la educación europea», los dirigentescomunitarios vienen estableciendo los fundamentos de la nueva políri-

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ca europea en materia de comunicación educativa como una cuestióncentral para la economía, la competitividad industrial y el bienestar .delos ciudadanos a partir de la estrecha colaboración entre las msntucio­nes educativas y el mundo empresarial, mediante una formación per­manente, flexible, efectiva y de calidad, adaptada a los retos inmediatosde la globalización. La cuestión central en esta materia para los exper­tos de alto nivel de la Comisión es definir qué aportación puede hacerla formación con las nuevas tecnologías y sistemas de comunicación enla mejora de la competitividad de la industria europea a través de unaprecisa respuesta en cada momento a las necesidades de formación yeducación del mundo del trabajo. Un objetivo éste no casualmentecoincidente con los retos identificados en el Plan de Acción del Subco­mité de Investigación y Desarrollo para la Educación y la Formacióndel gobierno estadounidense, cuya estrategia de inte~ración global. delos recursos de la sociedad de la información y el sistema educativocondicionará en un futuro la filosofía política de la UE (Redding yFletcher, en Comisión Europea, 1994a: 57 y ss.).

Así, de acuerdo con el proyecto de construcción de la Sociedad .Glo­bal de la Información, el primer seminario europeo sobre formación ynuevas tecnologías celebrado en Bruselas concluiría destacando no ca­sualmente la necesidad de una educación y formación orientada por el«espíritu de la empresa», basada en la apertura del mercado de valoresinstruccionales mediante la integración del sector público y privado, laliberalización y modernización de la industria de contenidos ed~cati­vos y, curiosamente, el establecimiento de vínculos y contactos mter­nacionales con instituciones norteamericanas al objeto de lograr los ob­jetivos globales de la sociedad de la información (viabilidad comercial,interoperatividad, accesibilidad, sostenibilidad y ~omercialización) enmateria de comunicación y educación. La creación de una industriacompetitiva en la producción de contenidos y servicios de comunica­ción educativa será paradójicamente planteada, de este modo, con elasesoramiento de los expertos norteamericanos, con quien los propi~sconsultores de alto nivel de la Unión Europea defenderán el estableci­miento de «fuertes lazos» de cooperación educativa en el proceso deconstrucción de la sociedad de la información.

Los contactos internacionales con instituciones norteamericanas, deacuerdo con esta política pragmática, debía ajustarse a las exigencias de:

- Viabilidad comercial.- Interoperatividad.

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Accesibilidad.- Sostenibilidad.

Internacionalización.

Pese a lo contradictorio de este tipo de conclusiones, la propuesta seráSIn embargo coherente con el proceso de asimilación de las tesis libe­r~les del gobi~rn.o estadounidense anticipadas en su proyecto hegemó­nICO de mundialización de la Nueva Infraestructura de Información.. Así, en la cu~bre de Bruselas del G7 (1995), los dirigentes corpora­

tivos ~orteamencanos sancionaron para Europa y los bloques regiona­les asiatrcos y amencanos el modelo a seguir en la construcción de lasociedad global de la información a partir de la desregulación de losservicios de telecomunicaciones, la supresión de los monopolios públi­cos, la inversión mixta en el desarrollo de las autopistas de la informa­ción, el liderazgo de la iniciativa privada, el fomento de las reglas de lalibre competencia y la accesibilidad de la ciudadanía al uso de la red.Objetivos todos ellos previamente identificados como prioritarios porel gobierno estadounidense en el informe "Agenda para la acción», des­plazando así el debate sobre el problema del desarrollo social (segúnuna concepción política y cultural de la construcción del modelo in­formacional en Europa) por una discusión técnica y económica en tor­no al futuro de las redes de información y conocimiento, tal y comohemos ViStO en anteriores capítulos.

En este proceso, la asimilación de las instituciones del sector públi­co a los modos de gestión propios del ámbito privado está significan­do la t;ansposición de la filosofía de la gestión empresarial al ámbitoeducativo de acuerdo con criterios de rentabilidad y eficacia en relacióncon el uso de las tecnologías educativas y los sistemas de comunicaciónen la organización de la enseñanza.

Esta ampliación de la lógica empresarial incluye, como hemos vis­to, el campo del conocimiento. Las políticas públicas en ciencia y tec­nología refuerzan hoy una tendencia instrumental incrementando lasdirectrices y proyectos dirigidos a privatizar el saber mediante la pe­netración de.l campo de la ciencia por el capital financiero. En el pro­grama «HaCIa una Europa de conocimiento e innovación» para el im­pulso de la investigación en la UE se apunta en la misma línea: lageneración de ciencia para la competitividad, al mínimo coste y con lasmayores garantías de éxito. El problema, como apunta ]osep Casacu­berta, :s que "para mantener una ciencia capaz de crear cultura, detransmitir nuevos conceptos que nos ayuden a pensar, es necesario des-

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ligarla en parte de objetivos finalistas. Si seguimos empeñados en ver ala ciencia únicamente como una productora potencial de aplicacionestécnicas, perderemos la influencia de la ciencia en la cultura y crearemosun divorcio entre una tecnología mercantil y una sociedad acientíficaque comprará algunos productos científicos y sufrirá pasivamente, a ve­ces horrorizada, a otras de sus aplicaciones» (Casacuberta, 2005). Peromás allá de esta contradictoria política de modernización, el problemaquizás para Bruselas es que, asumido el discurso político liberal an­gloamericano, los resultados pueden calificarse, en general, cuandomenos negativos, consolidando el limitado alcance de la inversión enciencia y tecnología que el sector privado lidera en Europa para cons­truir la Sociedad del Conocimiento. Más aún, la política científica dela UE es además de pobre tendencialmente regresiva, con la consi­guiente fuga de cerebros hacia Estados Unidos. En España, por ejem­plo, la situación cabe calificarla de poco alentadora. La tasa de crecI­miento de I+D+i del sector empresarial es aún muy bajo y las políticaspúblicas no han logrado mejora alguna en esta línea. El InformeRandstad sobre la Sociedad del Conocimiento en España y el espacIoeuropeo (Instituto de Estudios Laborales-ESADE) ilustra a este res­pecto la gravedad de la situación de rezago de los países del sur en es­te proceso de convergencia. En España, por poner un caso, los esfuer­zos del MEC y del Centro Nacional de Información y ComunicaciónEducativa han sido considerables, pero, como concluye el presidentede la Asociación para el Desarrollo de la Informática Educativa, los re­sultados son muy modestos y limitados.

Pese a la evidencia de los infructuosos resultados, Bruselas sigueconfiando sin embargo en superar estas brechas de la nueva sociedadcognitiva financiando campañas de propaganda comunitaria a través degrupos empresariales como Salomón Smith Barny (SSB), de origen es­tadounidense, en su empeño por convencer a los líderes europeos desubirse al tren de Internet pilotado por Washington.

La publicidad no puede ocultar sin embargo el hecho de que no sehan alcanzado los objetivos políticos definidos por Bruselas. Frente ala deseada convergencia económica, cultural y territorial, la política decooperación ha agudizado aún más si cabe las contradicciones de de­pendencia y subdesarrollo competitivo con Estados Unidos, perdien­do de vista otras posibles alianzas y estrategias de intercambio. Así,mientras Bruselas parece definir una ambiciosa estrategia de coopera­ción de la UE con América Latina a través del programa Alianza parala Sociedad de la Información (@LIS, 2002-2005), que trata de sentar

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las bases de un diálogo y un proceso de normalización en materia decomercio electrónico y políticas de telecomunicaciones entre ambas re­giones, la política de integración euromediterránea continúa a la deri­va y la esperada disposición de grandes fondos de capital riesgo y demercados de capitales no ha sido posible en el interior de Europa orien­tal por la escasa confianza que ofrece la mal llamada nueva economía.

El horizonte del año 2010 como límite para el despliegue de la so­ciedad del conocimiento y pleno empleo en Europa no es tampoco na­da prometedor. Observando la evolución de los países miembros pare­ce difícil que en el año 2010 Europa alcance e13% del PIE en I+D comopretende la Comisión Europea. El retraso del desarrollo de la SI res­pecto a sus competidores norteamericanos y japoneses no ha sido pa­liado con las decisiones asumidas en la Cumbre de Lisboa, resultandoen algunos casos errática y caótica la política de algunos Estados miem­bros como España. La media de 15 alumnos por ordenador dista mu­cho de ser alcanzado en la mayoría de los países del Sur de Europa.Tanto el Programa de Intercambio de Datos entre AdministracionesPúblicas (IDA) como el proyecto e-Learning (2004-2006) no pareceque modifiquen sustancialmente el panorama, pese a la amplia exten­sión de los campus virtuales en la mayoría de las universidades del con­tinente. La llamada convergencia, además de traducirse en una privati­zación sistematica de las redes y servicios avanzados de información,hoy ha supuesto además un empobrecimiento de la calidad cultural, laoferta y los límites a la libertad de expresión. Pues, como advierte elprofesor McQuail:

Los nuevos medios no han resultado realmente tecnologías de la libertad,menos aún desde elpunto de vista del alcance y extensión del libre merca­do. Pocos podrían hoy afirmar que hay más libertad de expresión en latelevisión europea como resultado del cambio y expansión de este proce­so. El nuevo orden es libre de ampliar y extender lo que el mercado aceptay permite, eliminando las barreras existentes entre sectores de medios y lasfronteras nacionales en interés de la libre competencia y la convergenciaeconómica. Pero esta liberalización es restringida en función del papel tra­dicional que las distintas fuerzas políticas han desempeñado en el ámbitosocial y cultural. Estas fuerzas incluyen tanto los intereses económicos ypolíticos regionales de Europa como las demandas políticas nacionales, confrecuencia apoyadaspor la opinión pública (McQuail y Siune, 1998: 230).

En Europa, prevalece además una «cultura telefónica" cuya política ta­rifaria obstaculiza el desarrollo de la sociedad de la información por el

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domino de monopolios virtuales de base nacional como Telefónica.Desde 1999, e! tráfico de Internet europeo ha descendido de! 75 al 50%.Considerando los indicadores más importantes de desarrollo de la so­ciedad de la información (los datos generales de! nivel de desarrollo delsector, e! mercado informático y de telecomunicaciones, los actores yreglas de la competencia, los equipamientos de bienes de telecornuni­caciones, las conexiones electrónicas, el comercio en red o los usos pú­blicos), la UE está en franca desventaja y desigual situación en .las po­líticas de convergencia digital respecto a Estados Unidos. Los sistemasde información y evaluación, a diferencia de Estados U nidos, siguensiendo deficientes para la toma de decisiones fundada. En países comoEspaña, por ejemplo, la falta de cultura de información e investigaciónde las empresas hace difícilmente evaluables los progresos en el sector.No existe una armonización de los indicadores de acceso, integracióny modernización tecnológica fiable y validada para el conocimiento de!desarrollo de la SI desde la propia perspectiva europea. Por otra parte,la ventaja de más de dos años en el liderazgo del comercio electrónicode Estados Unidos frente a Europa limita el alcance del proyecto co­munitario de colaboración estrecha entre entidades públicas y privadas.Los conglomerados informativos comunitarios parten de una muy des­favorable posición en la competencia con los grupos líderes del merca­do, abrumadoramente de capital estadounidense como América OnLine, Microsoft, N ews Corporation, Disney o General Electnc. Ape­nas Vivendi Universal y el grupo Bertelsman pueden competir por ta­maño y proyección internacional con los amos de la información en e!mundo.

Pero sería errado por nuestra parte interpretar la convergencia co­mo un proceso completamente dependiente de construcción de la So­ciedad del Conocimiento sólo por razones económicas. Además, cabeincidir en los factores culturales o más exactamente en la hegemoníaideológica. Por ejemplo, considerando la extensión del idioma y la c~l­

tura angloamericana corno lengua franca en las relaciones mternacio­nales. Como advierte Bernard Cassen, «existe un vínculo lógico entrela sumisión voluntaria o resignada a la hiperpotencia americana y laadaptación de su lengua como única herramienta de comunicación in­ternacional»:

La renta de los países anglófonos es también económica, ya que son losdemás países los que deben financiar los costes de aprendizaje y de tra­ducción del, o al, inglés. La enseñanza de este idioma, en términos de mé-

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todos, ~e inst~mentos de evaluación y de personal, se ha vuelto una ver­dadera industria y una partida de exportación nada despreciable para Es­t~dos Unidos y el ReIn0Ynido, Cuando la Comisión Europea, despre­~lando el reglamento lIngUIstlco de la Unión, publica algunosprogramas y~l~1taCIOnes com~mtar~as sólo en inglés, y exige que se responda en eseidioma, fa~orece mdebI?amente a las empresas e instituciones de los paísesde lengua Inglesa y oblIga a los demás a pagar sobrecostes de traducciónpara poder presentarse (Cassen, 2005).

Ello explicaría, por ejemplo, la destacada posición económica en el sec­tor de la comunicación y la educación de países socios de Estados Uni­dos en el TLC como Canadá, cuya penetración en el mercado europeode pla:a~ormas com? WebCT o la reciente firma de SMART y Red.espara digitalizar las pizarras de los colegios de España por una suma deunos 749.000 euros confirman el auge y dominio de este modelo cul­tural que favorece la inversión de operadores privados con niveles deconcentración superiores al 50%.

Fina!mente, la diferencia además de usuarios de Internet entre Esta­dos Unidos (más de la m!tad de la población) y Europa (apenas el 30%)es ~tro factor de desequilibrio contrario a los intereses de la UE en laSOCiedad Glob~l ~e l~. !nformación frente a su principal competidor,cua~~o la Com.1Slon fijó en el año 2000 que al menos la mitad de la po­blacl~n (136 millones de europeos) navegaría por Internet frente a los63 millones de personas conectadas. Por lo que previsiblemente laapue~ta política por el pleno empleo de Bruselas para lograr el 70% deactividad laboral de la población activa en el año 2010 no debe ser ob­ser:vado con optimismo en un mercado global cuya red Internet sigue~aJo liderazgo de Estados Unidos, que encabeza más del 60% de los si­tIOS ,más ;is.itados y el 75% del total de páginas consumidas, siendo elI~gles practicamente la lengua oficial de casi la mitad de los contenidosvlttu.ales. SI a.ello añadimos el hecho de que los nodos más importan­tes siguen bajo control de Estados Unidos, configurándose más queuna red una estrella cuyo centro son los grandes núcleos metropolira­nos,como Nu~vaY?rk que se extienden hacia ciudades como Londres,Pans, Helsinki o Milán, es obvio y más que pertinente el título asigna­do a este epígrafe para tratar de comprender el proceso de convergen­cia de la era d~gltal. E~to nos debería llevar a pensar qué sentido tieneel proceso de mtegraclón económica regional, desde el punto de vistade los modelos de ~ooperación, para el intercambio cultural y el desa­rrollo del conocirruento en países como México o, incluso, Canadá.

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5. Horizontes de cooperación. La experiencia del Tratadode Libre Comercio

Cuando el vicepresidente Al Gore calificó el reto de la educación y laformación en las nuevas autopistas de la información como la «nuevafrontera» de la sociedad americana, probablemente en su discurso nopretendió hacer apología de la Doctrina Monroe, que puede sin dudaincomodar a sus socios del Tratado de Libre Comercio. Pero lo cienoes que la historia política y social de Estados Unidos está marcada, deacuerdo con Howard Zinn, por la conquista de territorios y de sus po­bladores allende sus fronteras. Más aún, el mito de la frontera inspira yfundamenta el sistema constituyente americano y performa la idea deImperio que Negri y Hardt deconstruyen con inteligencia política. Porlo que, con razón, podemos escudriñar en las palabras del autor inte­lectual de la SGI el sentido ideológico de una visión que hoy colonizalas políticas públicas de países dependientes como México, condicio­nando la acción de gobierno y las líneas estratégicas de la educación na­cional, en las que se relega al Estado en el control público de los saté­lites de telecomunicación, para favorecer el dominio del sector culturalbajo intereses privados y capital extranjero. Por ello, según advierte elprofesor Esteinou, durante por ejemplo las negociaciones del TLC lacomunicación quedó al margen de las discusiones bajo la consideraciónoptimista de la fortaleza de la cultura mexicana y su irrelevancia parael desarrollo nacional dejando así el diseño de las políticas culturales alas libres fuerzas del mercado.

En la firma del acuerdo, «se han considerado las bases sobre el ac­ceso a los mercados, los reglamentos del comercio, la ley de inversio­nes, la propiedad intelectual, los servicios, la reglamentación bancaria,la transformación de las telecomunicaciones, el acceso al sector de ser­vicios, etcétera, pero no se ha contemplado lo crucial y estratégico quees normar el funcionamiento de los flujos culturales y la operación delas industrias comunicacionales para conservar una nación unida, sóli­da y con existencia propia»:

De esta forma, en lugar de reflexionar y proponer cómo los medios esta­tales de comunicación pueden colaborar a impulsar el desarrollo del país através de la producción de los nuevos niveles de conciencia colectiva querequiere el urgente proyecto de crecimiento material y espiritual de la so­ciedad mexicana, la propuesta neoliberal anula la raquítica función socialde promoción de la cultura, impulso a la educación, aliciente a la partici-

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pac~ión democrática, foment.o a la concientización, apertura a la pluralidad,etcetera, <"!.ue de fo~ma débil y contradictoria diariamente desempeñaronestos en anos anteriores, y ahora los convierte bajo el velo de modernidaden medios d~ r~ali~ación intensiva del proceso de circulación de capital alvolverlos pnontanamente aceleradores del circuito de venta de las mer­cancías (Esteinou, 1997: 2).

Los mov~mientos de capitales y la desregulación del mercado bajo laheg~moma de Esta~os U mdos tiende así a situar a grandes compañíasnacionales, otrora ejemplos modélicos de la modernización como TE­LE~~SA, en ;,na posición de dependencia real en el proc~so de inte­gracion econorrnca del TLC.

La exigencia además de Estados U nidos de negociar una sólida nor­matl.va de p~tentes y ~e protección de la Propiedad Intelectual para ga­rantizar los intercambios de información, cultura y conocimiento en losmercados glob~le~ vaticinan para México un horizonte adverso para susIntereses ec?nomlcos. Hablar, en este sentido, de cooperación desde elsur de. A?,enca del N(m~ en l~ Socied~d del Conocimiento adquiereotro significado bien distinto SI se analizan los resultados de estudioscomo el Proyecto Monarca (Crovi, 1996) que, comparativamente re­sultan más que desalentadores si además consideramos la situación deotr~s países del subcontinente latinoamericano que han confiado en laS.oCled~d G!o~a! de la Información para superar todos los rezagos y re­sistencias históricas en la modernización de sus economías.

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VI

Iberoamérica: dos continentes, unsolo espacio cultural. El problema de la

integración y la dependencia informativa

En anteriores capítulos, hemos analizado cómo se materializan los pro­yectos de modernización tecnológica del sistema educativo y la sociali­zación de los nuevos sistemas telemáticos en las políticas de integraciónregional de los dos principales proyectos de convergencia económica in­ternacional: el TLC y la UE. A fin de comparar su impacto en regionesperiféricas y razonar las verdaderas dimensiones y alcance de la deno­minada «sociedad cognitiva", proponemos a continuación detallar, gros­so modo, algunas de las principales tendencias y lógicas sociales de la So­ciedad de la Información en Latinoamérica, una región tradicionalmentedependiente de los sistemas de información estadounidenses y europeospero con una dilatada experiencia de índole práctica en ComunicaciónEducativa. Debido en parte a la influencia de Paulo Freire y la educa­ción de adultos, en experiencias no regladas de formación, América La­tina ha albergado una amplia variedad de conocimientos, iniciativas yprogramas de intervención en materia de educomunicación. Brasil se si­túa a la cabeza con programas aplicados en las favelas, así como con cam­pañas del tipo «La radio y la televisión en la escuela» (1979), que hanvenido ampliando una valiosa labor correctora de las enormes desigual­dades clasistas en el país. En Chile, el Centro de Indagación y ExpresiónCultural y Artística (CENECA) lideró décadas atrás servicios yactivi­dades dirigidas a la participación activa de la población ante la televisión;en el mismo país, hace tiempo que se introdujeron materias extracurri­culares como «Aprender a ver» o asignaturas facultativas como «Educa-

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ción del telespectador>' para alumnos y estudiantes de magisterio res­pectivamente. En Perú, es conocida la actividad asociativa de colectivoscomo Calandria, que, desde hace más de dos décadas, viene realizandoactividades de promoción de una comunicación popular, autogestiona­ria y transformadora, de educación permanente, con campañas prácticascomo los «Comités de Vaso de Leche».

Éstas y otras muchas experiencias han impulsado la educomunica­ción como materia obligatoria en los planes de estudio de la enseñanzaprimaria y secundaria en beneficio de una formación reglada innovado­ra y productiva en la socialización de los conocimientos con los nuevoscódigos y lenguajes utilizados socialmente en muchos de los países lati­noamencanos. Hoy, sin embargo, la Comunicación Educativa se plan­tea en un escenario de recomposición de los actores que administran lacultura, la comunicación y, por supuesto, el sistema educativo, en unaregión cuya tradicional apuesta por una visión crítica de la comunica­ción actualmente se ve reformulada desde otros parámetros ideológicos.

América Latina se enfrenta hoya un contexto de urgentes y com­plejas demandas que resolver que anula y bloquea el imaginario trans­formador haciendo además difícil su conectividad social con las nuevastecnologías debido a los históricos desequilibrios culturales.

Las conclusiones suscritas en el Seminario Internacional sobre Edu­cación y Nuevas Tecnologías del Instituto de Planificación Educativade la Unesco, celebrado en Buenos Aires (2001), destacan las dificulta­des ordinarias. de los responsables públicos para innovar y aprendercon inteligencia cultural el desarrollo de las nuevas formas de media­ción cultural en la región. Esta constatación ha llevado a la Unesco apromover diferentes políticas de fortalecimiento institucional en lospaíses del Sur. Así, en su XXVIII Conferencia General (1995) (<<LaUnesco y la Sociedad de la Información para Todos»), el Secretario Ge­neral de este organismo de las Naciones Unidas defendía la necesidadd.e.reforzar la c~op~ración entre los países en vías de desarrollo para fa­cilitar su participación en la Sociedad Global de la Información y su­perar las brechas digitales.

En la misma línea, el campo académico de la comunicación latinoa­mericano viene reseñando las dificultades y rezagos de los países deAménca Latina en su incorporación a la sociedad-red, Durante el IIEncuentro de Facultades de Comunicación Social del Cono Sur cele­brado en la Universidad de Chile (2002), los académicos y profesiona­les de la comunicación de América del Sur destacaron el impacto nega­trvo que las políticas de globalización informativa están significando en

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los países del subcontinente latinoamericano. En la actualidad, en tor­no al 90% de los internautas se encuentran en los países del Norte. Só­lo entre Estados Unidos, Canadá y la UE concentran más del 60% dela población conectada a la red. Apenas 20 millones de latinoamerica­nos (el 4% del total de usuarios del mundo) estaban conectados a In­ternet hace dos años, representando un ínfimo porcentaje del conJun­to global de la llamada nueva economía, pese al número de poblaciónconcentrada en el subcontinente.

Si abordamos la estructura económica de la Sociedad Global de laInformación, los datos son aún más negativos para la región. Las em­presas transnacionales de capital foráneo acaparan más del 60% de losbeneficios de 1+D, concentrando los procesos de innovación en mate­ria de nuevas tecnologías de la información según un modelo de Im­plantación orientado por la demanda de alto consumo, y no tanto delas necesidades sociales de la mayoría de la población, Como criticael Informe del Programa para el Desarrollo de las Naciones Unidas(PNUD, 2001), los países de la OCDE, con sólo el 19% de la pobla­ción mundial, registran un dominio del 99% de las nuevas patentes ge­neradas en el sistema ciencia-tecnología mientras que la participaciónde las naciones latinoamericanas, salvando algún caso excepcional co­mo México, Brasil o Argentina, resulta prácticamente marginal.

Frente a este desigual escenario, el G8 (Okinawa) y el Foro de Da­vos se han propuesto no obstante informatizar las economías del sur co­mo solución al subdesarrollo y la pobreza informativa. Con tal propó­sito, grandes empresas como Aleare], ATT, Cisco Systems, HewlettPackard, Sony y America On Line-Time Warner crearon en el ForoMundial de Davos, en el año 2000, el Digital Oportunity Task Force(DOT Force), un grupo de alto nivel ideado para promover el uso de lastecnologías informáticas y las telecomunicaciones en los países del sur,y ampliar de este modo mercados, al amparo de la lucha contra la bre­cha digital. Tanto el Banco Interamericano de Desarrollo (BI.D) ~?mo elBanco Mundial vienen de este modo Impulsando la modernización tec­nológica de la educación en América Latina con el objetivo de favorec~r

la educación compensatoria y la gobernabilidad de una enseñanza efi­ciente a través de las TIC, principalmente en el sector privado.

En esta línea, en casi todos los países de la región están siendo im­pulsados canales y portales educativos, comunidades de aprendizaje ypolíticas nacionales de desarrollo tecnológico y educativo e~ matenade Sociedad de la Información y del Conocimiento. Según los mformesde International Data Corporation, los gastos en TI (Tecnología de la

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Información) en América Latina alcanzan el año 2005 en torno a 27 bi­llones de dólares, un 20% más que en los últimos dos años. Sólo IBMlogró en el 2004 más de 1 billón de dólares en asistencia a corporacio­nes y empresas latinoamericanas. Por volumen y geopolítica interna­cional, AI;'éric~ Latina representa un mercado atractivo para las ope­raciones financieras en el sector educativo. De hecho, el 60% de lasinversiones del International Finance Corporation (más de 8.400 billo­nes de dólares) se desarrollan en la región por su potencial valorizacióndesde el punto de vista industrial y de los nuevos mercados emergen­tes en in~ormación y conocimiento. No es casual por tanto que el gi­gante MIcrosoft decida privilegiar sus estrategias de penetración enla televisión digital en América Latina experimentando la televisión a .la carta en México a través de la empresa Cablevisión, que ya ha apli­cado, como en Washington, la nueva plataforma de teledifusión en lacapital federal. Así, previsiblemente, la oferta de nuevos servicios avan­zados de comunicación digital, incluyendo las plataformas de telefor­mación y vídeo digital a la carta, será con toda seguridad liderada porel gigante estadounidense.

Este escenario prospectivo viene prefigurado por la liberalizaciónde las telecomunicaciones. Durante la década de los noventa AméricaLatina lideró los procesos de privatización con una media anual de ven­tas de empresas estatales de 26,55 billones de dólares entre 1990 y 2003.

Pese a la aplicación escrupulosa de los lineamientos del Banco Mun­dial en sectores estratégicos como los transportes y la energía, ademáspor supuesto de las telecomunicaciones, el colapso económico en la re­gión ha sido sin embargo notorio, con impactos muy negativos en paí­ses como Argentina y Bolivia. La incorporación de las empresas a la te­lefonía y las nuevas tecnologías ha sido además poco efectiva elevandolos ~ostes de las empresas que, en los dos últimos años, tienden a utilizarel sistema VoIP por los elevados precios de las tarifas de telefonía fija.

Estas políticas privatizadoras han sido diseñadas sin participaciónefectiva y contra el parecer mayoritario de los usuarios y la poblaciónen general. Si bien existen numerosos documentos -como el elaboradopor e! Sistem~ Económico Latinoamericano- en los que se insiste en lanecesidad de mtervención activa de la ciudadanía en los procesos de in­tegración económica para garantizar la viabilidad y permanencia de laspolíticas de desarrollo e inserción de los países de América Latina en laeconomía mundial, en la práctica esta recomendación nunca se atiendeni materializa. «En muchos casos se han emitido declaraciones oficialesdel más alto nivel donde se reconoce esta necesidad de comprometer a

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la sociedad civil en el diseño y ejecución de políticas de integración, pe­ro hasta ahora no son satisfactorios los mecanismos institucionalescreados para incorporarlos» (Cortés, 2004: 163).

Esta exclusión sistemática de la ciudadanía en las políticas de mo­dernización tecnológica tiene lugar justamente mientras en las esferasgubernamentales y económicas de los países desarrollados se multipli­can las tomas de posición sobre la necesidad de concebir la nueva divi­sión internacional del trabajo a partir de la divisoria representada porel capital del conocimiento (Mattelart y Schmucler, 1983: 13).

Un análisis pormenorizado de la experiencia latinoamericana des­vela en este sentido las líneas de fuerza y matrices ideológicas del pro­yecto globalizador de la Sociedad de la Información como una estrate­gia de reformulación de la hegemonía y el dominio cultural de losintereses económicos transnacionales en la región. N o tenemos aquí laocasión de estudiar con detenimiento el desarrollo regionallatinoame­ricano, ampliamente explorado por otros autores al tratar el debate so­bre la integración cultural. Pero sí al menos podemos puntualizar al­gunas ideas o realidades significativas de las utopías posibles y los retosde la Sociedad del Conocimiento en el subcontinente.

A lo largo del presente capítulo, vamos a tratar de señalar sucinta­mente algunas de las principales notas distintivas de esta realidad emer­gente y las contradicciones constituyentes que gobiernan y guían la ac­ción política y cultural de la Sociedad del Conocimiento en la región.

1. Diagnóstico de las utopías posibles

N o es posible entender el desarrollo de las políticas públicas en Amé­rica Latina en materia de SI sin situar, en su debido contexto sociocul­tural, una historia que está indisolublemente ligada con los anhelos yaspiraciones de autonomía y democracia, de descolonización y justiciasocial, desde el Movimiento de Países N o Alineados y el Informe Me­Bride a los nuevos movimientos sociales altermundialistas y a la críti­ca económico-política académica, que hoy reivindican la Sociedad de laInformación para Todos en la región. En este escenario, se hacen hoyvisibles nuevos actores y prácticas de comunicación alternativa, perono así históricos compromisos político-culturales de parte de la edu­comunicación. El movimiento internacional de Comunicación Educa­tiva ha sido sustancialmente modificado desde la segunda mitad de losaños ochenta. Tanto en África y Asia como en América Latina ellide-

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r~zgo ha pasad.o, desde pr~supuestos liberales y mercantiles, de la Igle­sra, los ?,ovlmlentos eclesiales de base y la educación popular y de or­garuzacrones como la UNDA o la OCIC a las instituciones del Estadoy fundaciones privadas. Un ejemplo de esta reorientación política, pe­ro también conceptual, es el cambio de énfasis en los criterios de eva­luación del desarrollo educativo. Como observa el profesor AncízarNarváez:

Ya desde la década de 1980 se habían incluido las variables culturales enforma de variables educativas, como base para lo que entonces se llamabaindustria computacional, las cuales incluían: a) tasa de analfabetismo; b)pro1?orción de estudiantes inscritos en la enseñanza secundaria o superior;e) nive] de educación técnica. Desde entonces no han vuelto a aparecer ycuando lo hacen es en el sentido inverso, es decir, como si la educación de­pendiera de las nuevas tecnologías y no al revés; con lo cual se crea una dis­torsión evidente en la orientación de la política, pues se trataría de que elEstado invirtiera en equipos y conexiones -con lo cual se beneficiarían lastransnacionales del softwarey el hardwarey de las telecomunicaciones-, yno en profesoresy escuelas (Narváez,2004: 4).

Ciertamente, las políticas difieren en cada país del subcontinente, así co­mo el marco o contexto de aplicación, también notoriamente diferente,desde e! punto de vista educativo, por la realidad mediática, la ideologíaque ha inspirado estos proyectos, los modelos de desarrollo nacional ylas formas de inserción institucional propias de cada país, pero podemoshablar de unas reglas o lógicas sociales comunes a la región.

Una primera nota distintiva es la ausencia de un proyecto coheren­te de modernización tecnológica del sistema educativo. En AméricaLatina se ha dado lo que el profesor Pereira califica como «la políticade las no políticas de comunicación y cultura» (Pereira, 2001). El Ban­co Mundial constata que, en general, la mayoría de los países de Amé­rica Latina carece de una estrategia definida para incorporar los nuevossistemas de información en el sistema educativo, pese a que vienen in­virtiendo cuantiosas sumas de dinero en modernizar la escuela (WorldBank Human Network, 2000). Entre 2003 y 2008 las inversiones enAmérica Latina en el sector de las TIC crecerá anualmente en torno al19%, pasando de 117 millones de inversión a más de 230 millones enel año 2008, s~gún estudios prospectivos de International Data Corpo­ration. Especialmente en Brasil y México, existen programas integralesa nivel del Estado en materia de informática educativa. La mayoría depaíses de la región disponen de programas de inversión, equipamiento

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y conexión a Internet. Las políticas públicas de los países latinoameri­canos son sin embargo manifiestamente contradictorias, incoherentesy dispersas, procurando en todo momento promover iniciativas de ac­tivación de la sociedad informacional a través de inversiones y respal­do del sector público en la conformación de las redes y servicios de te­lecomunicaciones siempre bajo liderazgo de capital privado. «Todas lasreuniones internacionales acerca de las Tecnologías de la Informacióny la Comunicación giran en torno a una contradicción básica: es nece­sario universalizar el acceso a las TIC, por un lado, y por otro, es ne­cesario establecer condiciones para que la empresa privada pueda in­vertir en TIC y llevarlas a toda la sociedad» (Narváez, 2004: 5).

Dado el dominio del mercado y la nula intervención de los poderespúblicos en el desarrollo de las nuevas infraestructuras tele~áticas, elEstado se limita en consecuencia a establecer un marco de libre com­petencia bajo hegemonía de operadores como Telefónica que actualizalas formas de hegemonía y control colonizador bajo el manto retóricode la modernización y la vanguardia tecnológica foránea. En palabras dela profesora Rossana Reguillo, «si la estrategia metropolitana de la co­lonia fue la de infantilizar e inferiorizar a sus sometidos otros, en lallamada sociedad de la información, los dispositivos mediáticos de re­presentación de la otredad latinoamericana dotan a la idea de inferiori­dad de nuevas metáforas y tropos que sólo contribuyen a ensanchar lasasimetrías en el sistema de identidades vigentes» (Reguillo, 2002).

Las carencias, anotadas y reconocidas por el profesor Treja Delar­bre, sobre la noción autóctona de SI, su desarrollo y modelo propio deinstitucionalización, definen en fin la visión latinoamericana en mate­ria de políticas públicas y apropiación cultural de las nuevas tecnolo­gías de la información. El análisis de las implicaciones y consecuenciaseconómico-políticas de las transformaciones tecnológicas en el sub­continente apenas ha ocupado de hecho la atención de los estudiososen América Latina:

De ladesconfianza queparecíaprevalecet a mediados de losaños90-cuan­do muchosignorabana la Red o la consideraban un simple instrumentodeimposiciones ideológicas- al entusiasmo desmedido y sin contexto críticoque propagaban las posturas mimetizadas con el ánimo prevaleciente en elanálisis estadounidense sobre la Red, la investigación latinoamericana haavanzado a una atención sistemática y en algunos casos creativa acerca deestos temas. Sin embargo, la indagación latinoamericana sobre la Red to­davía se realiza fundamentalmente a partir de esfuerzos más personales queinstitucionales (Trejo Delarbre,2004: 2).

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Esto se ha traducido en una interpretación limitada y reduccionista deInternet como espacio político de desarrollo y construcción de la nue­va gobernabilidad social. Así, la principal discusión latinoamericanaacerca de la red ha sido e! problema de la brecha digital. Pero sabemosque e! problema de la democracia cultural y e! acceso a las nuevas tec­nologías no es sólo una cuestión de conectividad. Como concluyó ensu estudio la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), lasbrechas no sólo se limitan a estar o no en la red, sino en qué condicio­nes económicas, con qué equipamiento, qué calidad de conexión tele­fónica define este acceso y para qué usos. Atender a estas cuestionescentrales exige un enfoque estructural de! problema que amplía la mi­rada sobre e! hecho informacional de la Sociedad de! Conocimientomáxi~e cuando se observa que «las políticas de comunicación y cultu~ra aplicadas por los diferentes Estados en las últimas dos décadas hanacelerado la artic~lación de los principales grupos de comunicación ycultura de la reglan con los grandes operadores a nivel mundial en e!marco de un sistema que McChesney denomina global comercia/en in­fa-comunicación» (Becerra y Mastini, 2004: 4).

Tales metamorfosis impactan y afectan más notoriamente en una re­gión cuya ~onfiguración político-institucional es débil, además de pola­rizada socialmente y económicamente dependiente. A comienzos de2003, la evaluación de la CEPAL sobre e! desarrollo de la Sociedad de laInformación en América Latina constataba las dificultades estructuralesde una política de integración social digital que podría ser calificada cla­ramente como dependiente. Como resultado, e! discurso y los progra­mas modermzadores de laspolíticas públicas en materia de SI ampliaronlas brecha~ sociales de partida en los países latinoamericanos, siguiendolos designios de la OCDE, e! BM, e! BID o la propia Unesco.

Dos textos básicos de referencia marcan en la segunda mitad de ladécada de los noventa este impulso político en la región según nos re­cuerda la profesora De!ia Crovi: «La educación encierra un tesoro»(1996) y !a «Decl:ración mundial sobre educación superior en e! sigloXXI. Visión y aceren». En ambos documentos, se vincula e! futuro de laenseñanza al proyecto transformador de la sociedad digital a partir dedos estrategias básicas de adaptación de! sistema educativo a los nue­vos modelos de mediación:

1. La educación continua a lo largo de la vida para todos basada en lainstitucionalización en redes.

2. y la educación a distancia.

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La implementación de esta política educativa se diseña considerandocomo objetivos irrenunciables:

1. La ampliación de la cobertura en todos los niveles formativos y pa­ra toda la población, vinculando e! sistema formal de enseñanza cone! sector técnico vocacional, a fin de generar nuevas vías o itinera­rios formativos y mayores oportunidades adaptadas al mercado detrabajo.

2. La reformulación de! ciclo escolar según e! enfoque de aprender aaprender para lograr una mayor flexibilidad y pragmatismo educa­tivo.

3. La vinculación de la enseñanza a la actividad laboral trazando in­terfaces entre e!sistema productivo y la institución educativa, así co­mo nuevas agencias evaluadoras y promotoras de la productividadde la enseñanza.

4. El aumento de la diversidad educativa impulsando la industria decontenidos y servicios educativos a fin de valorizar e! mercado y darentrada a nuevos agentes en e! sector de la capacitación profesional.

El eje de esta política es tradicionalmente la te!eeducación:

En América Latina la influencia más destacada de las TIC en educación seda en los programas a distancia, empleados históricamente como un re­curso para abatir rezagos. Esto no quiere decir que su incorporación no ha­ya propiciado innovaciones en el aula. Aunque estos cambios existen, de­penden más de actores individuales y situaciones coyunturales que de planesy propuestas institucionales. Es posible, incluso, sostener que las primerasincursiones de las TIC en las instituciones educativas se dan en el ámbitoadministrativo más que en el académico y, para algunos planteles, lamen­tablemente, tales innovaciones han quedado encerradas tras las puertas dela dirección o de la administración. En este contexto, instituciones privadaso mixtas comienzan a visualizar las posibilidades económicas de los nuevosmedios, que pasan a convertirse en un recurso de promoción de la propiainstitución. La disponibilidad de TIC en escuelas privadas se convierte asíen un argumento que les identifica con la modernidady los cambios pro­movidos por las políticas neoliberales: libre mercado, individualismo y en­señanza instrumental. Como resultado de estas tendencias, privatizar laenseñanza y reducir el presupuesto educativo fueron las acciones aplicadas,sin enunciarlas, por los gobiernos de la región. ASÍ, en la medida en que elEstado de bienestar pasa a ser un Estado mínimo, se van recortando recur­sos para la educación, en tanto que avanza el sector privado como posiblerespuesta a las necesidades existentes (Crovi, 2004: 3).

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Las justificaciones para incorporar, en esta misma línea, las NTIC en elsistema educativo son, por lo general, coincidentes en toda AméricaLatina, como observa José Joaquín Brunner. Así, se argumenta:

1. Las NTIC habilitan a los estudiantes para el aprovechamiento deinstrumentos que son estratégicos para la vida y para el trabajo.

2. Internet y los nuevos medios favorecen un aprendizaje productivoy el desarrollo intelectual y científico-técnico.

3. Estas nuevas tecnologías educativas contribuyen a ofrecer al profe­sorado una fuente inagotable de información y conocimiento.

4. Las NTIC favorecen una enseñanza más efectiva y productiva,transformando las formas de organización y trabajo, así como elrendimiento del sistema social.

s. La conexión de las escuelas a las comunidades contribuye a una me­jor comunicación de profesores y gestores educativos con las fami­lias, facilitando nuevas formas de evaluación de las escuelas y de res­ponsabilidad social del sistema educativo.

6. Las NTIC, incorporadas en la escuela, pueden disminuir la brechadigital.

7. La informática educativa puede resolver viejos problemas de la en­señanza como el acceso, la equidad y la calidad educativas (Brunner,2004: 56-57).

Como resultado de esta panoplia de razonamientos en pro de la gala­xia Internet, los gobiernos y principales actores de la comunicación yla educación latinoamericanos han renunciado a las utopías posibles.Hoy, de hecho, la integración latinoamericana no se plantea frente a lahegemonía del Norte. Como advierte Rafael Roncagliolo (2003), el in­tegrarnos latinoamericano ha sido reemplazado ahora por un integrar­se panamericanista acorde con la vieja doctrina Monroe,

La transformación de la cadena de valor de la economía cultural, lasustitución del valor de las materias primas y de la energía como facto­res estratégicos de la división internacional del trabajo por bienes de in­formación, o por competencias tecnológicas, han contribuido paralela­mente a ampliar aún más las diferencias entre el Norte y el Sur. Alpunto que podemos llegar a afirmar que las condiciones de incorpora­ción y desarrollo de las nuevas tecnologías para la educación en Amé­rica Latina están resultando notoriamente desfavorables:

Ante este panorama, resulta necesario repensar viejas propuestas que ins­taban a definir políticas de comunicación y cultura, y a lograr una mayor

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articulación de las industrias culturales de la región. Las políticas deberíanorientarse con la finalidad de evitar la fragmentación, aprovechar el domi­nio de una lengua mayoritariamente común, articular el desarrollo de laproducción de bienes y servicios inío-comunicacionales, y estimular la di­versidad productiva (Becerray Mastrini, 2004: 6).

De acuerdo con Juan Carlos Tedesco (2004), la incorporación de lasnuevas tecnologías en la educación debería por otra parte pensarse enAmérica Latina a partir de una estrategia global de política educativaque cumpliera al menos cinco condiciones:

1. La planificación de estrategias de comunicación dirigidas a cualifi­car las demandas educativas y definir un contexto más favorable a laincorporación equilibrada y en orden de los nuevos sistemas cogni­tivos.

2. Las alianzas entre el sector público y el sector privado, particular­mente entre los poderes públicos en materia de educación, comuni­cación e investigación universitaria.

3. La formación y liderazgo de los profesores procurando la forma­ción docente en el nuevo contexto educativo.

4. La cooperación regional e internacional para desarrollar la investi­gación y formación de recursos humanos y la promoción de con­sensos políticos.

s. El intercambio de experiencias, innovación y conocimientos para eldesarrollo de nuevas formas de inclusión.

Estas cinco premisas deberían plantearse a partir de una visión y mar­co conceptual necesariamente sociocrítico. La vinculación de los es­tudios latinoamericanos en comunicación con el contexto cultural ylas necesidades sociales de la población es una tradición que ha de serrecuperada en materia de Comunicación Internacional, superando asíla visión metodológicamente autocentrada (cómo investigar) que hoyprevalece en el campo académico en beneficio de una perspectiva so­cialmente referenciada del lugar y los fines de la enunciación teóricaque apuntan las necesidades del cambio históri~o y social regionales.Esta, sin lugar a dudas, es la mejor contribución que puede hacer elpensamiento educomunicativo a la sociedad del conocimiento enel subcontinente. Más aún cuando las políticas públicas en AméricaLatina no sólo resultan muy deficientes y con poca coherencia y ade­cuación al contexto local, sino que en la mayoría de países se observa

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además una inhibición que renuncia a la responsabilidad de la Admi­nistración Pública.

2. De la Televisión Educativa Iberoamericana a Ibermedia

El campo de estudios sobre la televisión es el ámbito reflexivo más re­velador de las contradicciones y alternativas posibles del proyecto demodernización que hoy define el sistema de comunicación y educaciónen América Latina, al presentar, en su original dinámica, el proceso deconstitución y cambio social que hace posible la dialéctica de media­ción con la que se tejen y reformulan los discursos públicos, se pro­yectan las ideologías de la vida cotidiana y conforman los programasde desarrollo cultural sobre los que se construyen los cimientos de laidentidad colectiva en las naciones latinoamericanas. Como tecnología,como sistema de programación, como productora y distribuidora decontenidos para el consumo cultural, como metamedio, como lengua­je o institución económica, como medio rey por excelencia, la televi­sión ha sido por ello objeto privilegiado de atención de los estudios encomunicación pública en la región, confirmando así su centralidad yhegemonía en el proceso de desarrollo cultural. En América Latina,particularmente, la producción social del imaginario por la industria te­levisiva convierte este medio en un referente obligado para la com­prensión de las formas colectivas de identidad, así como de las lógicasde acomodamiento de los imperativos de la globalización en las trans­formaciones y cambios de largo alcance que las culturas nacionalesproyectan ante la compleja trama de la comunicación-mundo. El co­n.ocimiento regional del medio televisivo ha sido, sin embargo, insufi­crentcmente cultivado. O digamos que limitadamente definido por elpredominio de los análisis de recepción o la proliferación de monogra­fías sobre acontecimientos dispares de la historia de la televisión en es­tos países. Y ello pese a, como decimos, el crucial papel que ha tenidola televisión como medio de masas en la construcción nacional de lospaíses latinoamericanos, presente en la actualidad en más del 95% delos hogares.

A la escasez de estudios en la materia, cabe añadir además, como li­mitación, la inaccesibilidad de los datos de audiencia, la ocultación ysecretismo empresarial de los porcentajes de producción y de la orga­nización industrial que han mantenido los principales actores y prota­gonistas de esta historia, por la pobre cultura de información y cono-

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cimiento de las grandes cadenas nacionales latinoamericanas sobre supropia actividad.

En los últimos años, no obstante, esta laguna científica se está em­pezando a subsanar con diversos estudios que, cuando menos, merecenser destacados por su contribución al conocimiento general de un es­pacio sujeto a radicales transformaciones institucionales como resulta­do de las políticas de signo neoliberal que dominan la organización delsistema radiotelevisivo en la región. Y que, en cierto modo, hoy nospermiten conocer una realidad, y una historia, apenas percibida por laciencia social de la comunicación.

Bien por la urgencia de conocimiento para afrontar las turbulentastransformaciones que experimenta la industria, bien por la madurez ysolidez científica que ha ido alcanzando la investigación regional, lo cier­to es que, en las últimas décadas, el campo de estudios sobre la televisiónse ha ido consolidando en América Latina favorecido por el empeñopionero de destacados teóricos latinoamericanos que han venido dandoel rango de importancia que merece a este tipo de estudios, incluso ensus manifestaciones socialmente marginadas por el discurso y la estéticadominante, como es el caso de la telenovela. Hablamos por supuesto deinvestigadores como Jorge González, Jesús Martín Barbero, ValerioFuenzalida, Enrique Sánchez Ruiz y Guillermo Orozco, entre otros.

Por fortuna, hoy, la labor continuada y atenta a los cambios del me­dio iniciada fundamentalmente por estos investigadores tiene soluciónde continuidad en nuevas miradas y programas de investigación, mira­das que tejen y esclarecen relaciones problemáticas y nuevos procesosde articulación entre el Estado y el mercado, la cultura y la política, laeconomía y el desarrollo de identidades individuales y colectivas, so­bre las que la televisión opera y desarrolla su función social, haciendonecesario un renovado esfuerzo metodológico y conceptual.

Del medio centralizado y la escasez de canales y oferta programáticaal boom de la neotelevisión como medio audiovisual a la carta, estas re­laciones culturales del medio televisivo en América Latina revelan lasmúltiples conexiones de la institución mediática por antonomasia en laregión con la identidad nacional de estos países, así como la riqueza degéneros, lenguajes, formas ideológicas y estéticas culturales que con ma­yor o menor éxito han influido en la vida de millones de televidentes,fieles seguidores de un medio que ha ejercicio en muchos casos la fun­ción primordial de socialización en la cultura popular latinoamericana.

Con independencia de las periodizaciones múltiples de la que es ob­jeto el medio en distintos países, conforme a la tradición investigadora o

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a la diferente naturaleza y desarrollo institucional de las estaciones, unahistoria regional del medio contribuiría notablemente al conocimientomás detallado de la historia cultural de la región, así como del propio de­sarrollo nacional del medio televisivo y de sus estrechas articulacionescon otros procesos sociales más amplios o específicoscomo la educación.

Tales vínculos estructurales sólo son analizables situando en la his­toria, a ras de suelo, como diría Williams, la institución televisiva, par­ticular empeño teórico apenas realizado en un tiempo como el nuestromarcado por la notoria falta de proyección histórica, al renunciar la in­vestigación en comunicación a una mirada productiva sobre el fenó­meno televisivo, en virtud de análisis etnográficos, estudios de caso yreconstrucciones históricas parciales o específicas de estaciones, perío­dos o personajes destacados del medio, a escala nacional.

El análisis sin embargo de cada uno de los sistemas televisivos na­ciona�es planteado contextualmente en relación con la realidad políticay social de cada país ilustra -en línea de otros trabajos como los deCunningham y Sinclair, o Fox y Waisbord- la existencia de un marcoregional común que ha condicionado el desarrollo de la televisión enestos países, pese a la disímil historia nacional del medio y a las nota­bles diferencias entre sistemas con amplia capacidad exportadora y ex­pansiva (Brasil y México), mercados fundamentalmente importadoresy dependientes de la producción foránea o sistemas televisivos en víasde internacionalización (Argentina y Venezuela).

La constatación de esta diversidad de experiencias en la articulaciónde los modelos de regulación televisiva no puede ocultar, en efecto, laexistencia de pautas comunes en la planeación del sector en los paíseslatinoamericanos. Omitiendo las habituales y más que conocidas simi­litudes y coincidencias del modelo paradigmático de desarrollo del sis­tema televisivo en México (TELEVISA) y Brasil (GLOBO), las histo­rias locales de la televisión muestran en América Latina un recorrido yevolución coincidente, vinculado a las clases medias y bajas, estructu­rado sobre un mercado cultural prácticamente cautivo, con vocaciónexpansiva y proyección internacional en algunos casos, pero escasa onula actividad de intercambio dentro de la región; características todasellas presentes y acentuadas con motivo de las transformaciones quehan tenido lugar en los últimos años con la revolución digital.

En sus más recientes trabajos, Octavio Getino (2004) demuestra có­mo la expansión del cable y la integración de las telecomunicacioneshan alterado radicalmente el panorama del audiovisual y las formas deproducción y organización empresarial, introduciendo no sólo una re-

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volucionaria transformación tecnológica e institucional del medio, si­no fundamentalmente nuevas condiciones político-económicas queamenazan la pervivencia del imaginario y narrativa audiovisual especí­fica de cada nación.

Los cambios en curso que se proyectan en la televisión latinoame­ricana han acentuado además fallas estructurales legadas por el tradi­cional modelo de desarrollo cultural de la televisión en América Lati­na, históricamente regido por la supremacía de operadores privados yestaciones de carácter comercial, pese a la significativa pervivencia demúltiples iniciativas y proyectos pioneros de servicio público y tele­visión educativa. Así, por ejemplo, la defensa de los intereses nacio­nales en países como México o Brasil ha dado paso, en el nuevo mar­co jurídico de regulación del audiovisual, a un proceso de penetracióny control de la propiedad por operadores extranjeros en una intensae inestable competencia por los mercados internacionales que previ­siblemente termine afectando a la propia supervivencia y viabilidad dela mayoría de las cadenas nacionales. Luego los procesos de liberali­zación e integración económica regional no sólo han favorecido, enesta línea, la modernización industrial y tecnológica de la televisiónlatinoamericana; el proceso de globalización audiovisual ha traído co­mo consecuencia añadida diversas formas de fragmentación cultural,de dependencia y privatización de la esfera pública, así como lógicas dehomogeneización en sus contenidos que modifican de raíz el escena­rio tradicional de los operadores y actores dominantes hasta ahora enel sector. Tanto que algunos actores como el grupo O Globo en Bra­sil están presionando al gobierno para frenar el proceso de conver­gencia digital en la Sociedad de la Información a fin de mantener laposición dominante en el mercado nacional.

En este escenario, la investigación latinoamericana en comunicaciónvuelve como antaño a pensar problemas estratégicos para el desarrolloregional como:

Las formas de articulación y determinación del interés público yprivado en el desarrollo cultural.Los cambios estructurales (jurídicos, políticos, organizativos... ) quehan modificado las pautas de producción y relación del medio tele­visivo con la sociedad.Los nuevos géneros y formatos y su consumo cultural entre las di­ferentes clases sociales y culturas minoritarias.Los cambios tecnológicos e industriales.

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Una de las aportaciones más destacadas en esta dirección es el estudio,coordinado por el profesor Luis Alfonso Albornoz, titulado Al fin so­los..., una excelente guía de conocimiento y detallada descripción de lastendencias y lógicas económico-políticas que han regido el curso delas transformaciones actuales en la industria televisiva de los países in­tegrantes del Mercosur. En los análisis recopilados por el profesor Al­bornoz se aprecia un nuevo escenario televisivo en Argentina, Brasil,Uruguay y Paraguay que da cuenta de la compleja configuración eco­nómico-cultural del medio en la región tras los cambios en la estructu­ra industrial de la televisión de estos países en el marco más amplio delos procesos de convergencia económica favorecidos tras la firma delTratado de Asunción de 1991 (Albornoz, 2000). Desde esta lógica re­gional-globalizada, se observan nuevas pautas de organización en el ac­tual escenario económico de una industria amenazada gravemente deesclerosis múltiple y crecientemente limitada en su diversidad y voca­ción innovadora.

En este marco, Murilo Ramos (Orozco, 2002) concluye la necesidadde políticas públicas de comunicación, problema que vuelve a estar enel centro de la discusión pública sobre los medios, tras un largo perío­do de despolitización académica por influencia de las lógicas posfordis­tas de reestructuración empresarial y las campañas de desmovilizacióndel reformismo conservador que gobiernos como el de Reagan inicia­ron en la década de los ochenta contra propuestas reguladoras de insti­tuciones internacionales como la Unesco, tan importantes en la organi­zación de numerosas experiencias formativas y de educación a distanciaen la región. Desde entonces, las tendencias económicas de reorganiza­ción del sector han tenido lugar en el marco de políticas desreguladorasy estrategias de planeación nacional del sector sin apenas intervenciónde los poderes públicos. El caso de México (TLC) y Brasil (Mercosur)son emblemáticos, a este respecto, de una renuncia a proyectar mode­los de integración subregionales, lo cual está afectando seriamente al fu­turo y autonomía de la industria audiovisual latinoamericana.

En este sentido, cabe coincidir con el profesor Bustamante (2003)queno es posible volver a situar en la discusión pública en la agenda regio­nalla política de la comunicación televisiva sin conocimiento del entor­no que hace posible el actual modelo de mediación. Y para ello será ne­cesario abrir la investigación en comunicación a una nueva cultura delconocimiento comunicacional: dialógica, pluridisciplinar, colectiva y so­cialmente responsable. De acuerdo con estos principios, los estudios re­gionales sobre televisión deben impulsar en Latinoamérica proyectos de

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análisis comparado de las legislaciones, las políticas y los desarrollos cul­turales del medio (contenidos, géneros, hábitos de consumo... ), así co­mo la articulación de modelos experimentales de innovación y usosocial de los dispositivos tecnológicos e institucionales del audiovisualque trasciendan los actuales parámetros de convergencia con el sistemade telecomunicaciones y la industria de componentes electrónicos.

En esta línea, Ornar Rincón nos propone pensar la ciudadanía en laera del consumo cultural global perfilando nuevas estrategias y res­puestas públicas al reto de la globalización mediática. De acuerdo conel profesor Valerio Fuenzalida (2000), es preciso plantear la superaciónde la crisis económico-política de las empresas públicas televisivas enla región reivindicando la idea de servicio público audiovisuallatinoa­mericano frente a las lógicas privatizadoras del sistema televisivo quecompañías como O Globo o el Grupo Cisneros arguyen ahora con elconcurso de los grandes operadores de telecomunicaciones. Esta rei­vindicación pasa por abrir espacios de participación, de acuerdo con elprofesor Del Valle, que analiza el caso de Chile como paradigma de lanueva agenda digital en la región (Del Valle, 2005). Destacamos estepaís por ser además el modelo de referencia de las políticas neolibera­les en América Latina desde la década de los ochenta. La aplicaciónpuntual de las recomendaciones del Banco Mundial y el FMI de las po­líticas de ajuste y desarrollo económico nacional no han situado, sinembargo, al país en una posición favorable ante los retos de la Socie­dad de la Información.

Cuando Castells analiza el caso chileno, observa en su valoraciónpositiva de la evolución del modelo autoritario liberal excluyente almodelo democrático liberal incluyente, o más bien formalmente de­mocrático, que la cobertura y el rubro ciencia, tecnología e innovaciónson negativos desde el punto de vista de la competitividad de la econo­mía informacional global en el país (Castells, 2005).

Si analizamos por otra parte el desarrollo del sector público televi­sivo como punta de lanza de la teleeducación y acceso a la Sociedad delConocimiento de amplios grupos de población podemos observar, conFuenzalida (2000), la prevalencia de un discurso modernizador que li­ga las políticas de desarrollo del sistema radiotelevisivo con interesesajenos a las verdaderas necesidades básicas del país por el dominio deun discurso público sobre el audiovisual basado en lo que Capparelli yDos Santos (Orozco, 2002) denominan «coronelisrno electrónico", enreferencia al tradicional clientelismo político y a la estructura oligopo­lística que han determinado hasta la fecha el desarrollo de la televisión

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de la mayoría de países latinoamericanos. En esta línea, apunta Fuen­zalida, se ha renunciado a un compromiso con políticas públicas acti­vas de formación de la audiencia familiar (educomunicación), de pro­ducción de una cultura para el desarrollo, de fomento de la informaciónplural y el diálogo público y de impulso de una ética y una política cul­tural identitaria auténticamente latinoamericana, próxima a la vivenciay modo de ser de la cultura popular que distinguen a la región.

En los próximos años, estas exigencias deberían regir el esfuerzo,teórico y práctico, de los investigadores y profesionales latinoameri­canos y de las políticas públicas en la región, si en verdad existe unadecidida voluntad de cambio dirigida a corregir los actuales desequi­librios y fracturas culturales en las políticas de cooperación e interna­cionalización de las televisiones nacionales y la industria cultural enlos procesos de modernización tecnológica. La tendencia observadaen el sector apunta sin embargo en dirección contraria. En la actuali­dad, incluso ha llegado a ser común la explotación privada con finesmercantiles de la televisión educativa. Es el caso, por ejemplo, de Mé­xico y Brasil.

No existe por otra parte continuidad en las políticas regionales decooperación como por ejemplo sucede con el programa Ibermedia ola ATEI (Asociación de Televisión Educativa Iberoamericana), elúni­ca canal iberoamericano que hoy hace factible el intercambio y dis­tribución a escala continental de una programación y producción pro­pia de carácter educativo y cultural. Si bien a través de ATEI hoy sedesarrollan programas internacionales de formación y actualizaciónprofesional en modalidad a distancia, la limitada capacidad de recur­sos y estabilidad financiera ha dado al traste con la idea de un medioiberoamericano de educación, actualmente además con notables reza­gos en su apuesta por liderar la convergencia tecnológica digital enmateria de comunicación y educación (Moreno Domínguez, 2005). Elfracaso de esta apuesta audiovisual se debe en buena medida a la faltade voluntad política y al objetivo instrumental que inspiran muchas delas iniciativas de cooperación con América Latina desde países del Nor­te. Es el caso, por ejemplo, del programa ALIS. Esta iniciativa de laUE ilustra con claridad la decidida política comunitaria de expansióny control de las telecomunicaciones por transnacionales como Tele­fónica en países estratégicos como Argentina, así como la destacadapresencia del capital financiero en la región con intereses en medios decomunicación social y servicios avanzados de telecomunicaciones. Elprograma, que nace con un presupuesto asignado de 85 millones de

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euros compartidos por la Comisión y algunos países de América La­tina, trata de priorizar:

El establecimiento de redes de cooperación y estrategias conjuntasen materia de políticas públicas y normativas para la regulación co­mún de la Sociedad de la Información.La promoción de sinergias entre comunidades de investigación.y la puesta en marcha de proyectos de innovación en materia de in­tegración, salud, formación y gobierno local a través de las redes di­gitales.

Dado el enfoque mercantil y restrictivamente difusionista del progra­ma, que como decimos sirve a los intereses de ampliaci?~ de los. mer­cados de los grandes grupos telemáticos europeos, América Latina hatomado la iniciativa de articular las políticas de cooperación organi­zando encuentros como el de Ciudad de México con expertos de la re­gión y de la UE para elevar conclusiones y propuestas ala Cumbre deJefes de Estado de ambas regiones celebrada en Guadalajara con el ob­jetivo de establecer alianzas estratégicas entre los países de la UE yAmérica Latina diversificando los mercados y ofertas culturales. Perode momento este tipo de iniciativas ha contado con escaso eco y desi­gual respuesta. Existen, ciertamente, proyectos como el foro VIRTUALEDUCA, iniciativa iberoamericana del año 2000 con apoyo de la Agen­cia Interamericana para la Cooperación y el Desarrollo (OEA), la UEy el programa Info XXI del Gobierno de España, que están tratandode potenciar el desarrollo tecnológico y el e-learning como forma desuperación de la brecha digital en la región. .' .

Ahora bien, la voluntad de conformar un ámbito Ibero amencano ~ecertificaciones, capacitación y cooperación y apoyo mutuo no consti­tuye aún un objetivo estratégico de los programas internacionalesdecooperación de América Latina y la UE. La opción clara ~ definidade futuro es la vía de propuestas como UNIVERSIA, un claro ejemplo devertebración comercial de la Sociedad del Conocimiento. La mayorplataforma universitaria de información y servicios que existe en In­ternet -con más de 840 universidades de España, Portugal y AméricaLatina, con un tráfico de más de 65 millones de páginas vistas por losusuarios- confirma la apuesta gubernamental de países como España ydel propio sector educativo de los países latinoamericanos por un mo­delo de integración liderado por empresas privadas y grandes compa­ñías de telecomunicaciones, bajo tutela del capital financiero, al objeto

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básicamente de garantizar la explotación de las redes educativas en elámbito iberoamericano a escala global.

La renuncia política de los gobiernos latinoamericanos a tratar dedefinir proyectos autónomos de cooperación regional e integracióntecnológica en materia de comunicación, educación y cultura se apre­cia incluso en las más avanzadas iniciativas de intercambio y conver­gencia económica.

1. Mercosur, Un proyecto emergente por definir

El acuerdo comercial de Mercosur es el ejemplo paradigmático de apues­ta por una vía regional de integración económica cuyas expectativas deprogreso han frustrado las alternativas emergentes en el subcontinente la­tinoamericano. La iniciativa argentina y brasileña con el concurso de Pa­raguay y Uruguay, y hoy también de Bolivia y Chile como Estados aso­ciados, apenas ha madurado desde el Tratado de Asunción (1991), enparte debido quizás a su propia concepción original. De hecho, en el ar­tículo primero del Tratado de Asunción, la creación del Mercado Comúndel Sur quedó circunscrita a la libre circulación de bienes, servicios y fac­tores productivos entre los países signatarios; e! establecimiento de unarance! externo común y la adopción de una política comercial única; lacoordinación de políticas macroeconómicas y sectoriales entre los Esta­dos miembros; y la armazón legislativa en áreas estratégicas para el for­talecimiento del proceso de integración. Quedaron excluidos por tantoaspectos centrales como la integración cultural y educativa, pese a que en­tre los gobiernos integrantes del acuerdo existe consenso sobre la impor­tancia que tienen las políticas culturales para profundizar la alianza es­tratégica regional. No obstante, los esfuerzos de cooperación en el marcode Mercosur de momento no han avanzado significativamente en inicia­tivas estratégicas que hagan operativa la incorporación de las industriasculturales al desarrollo regional, pese a la existencia de diversos foros deagentes culturales y poderes públicos con e! propósito de conocer la re­alidad que comparten los países miembros firmantes del acuerdo y poderasí definir indicadores y políticas culturales a este nivel. Las expectativasdepositadas en el Mercado Común del Sur en 1991 se han visto ademásfrustradas por la crisis económica de algunos de sus países miembros y lafalta de voluntad política para una integración político-económica másavanzada. Y ello pese a la ventaja comparativa respecto por ejemplo a laUE por la uniformidad lingüística. Con sólo dos lenguas oficiales --{;as-

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tellano y portugués- los intercambios comerciales y educomunicativosson más fluidos que en el Mercado Común Europeo.

De nada ha servido pues el apoyo que la Unesco ha brindado alGrupo Mercado Común de Mercosur para ofrecer apoyo técnico enmateria de educación y comunicación social. Las políticas de integra­ción regional han quedado marginadas sistemáticamente de la agendapública al ser sancionada la liberalización como principio básico delTratado, sin ningún tipo de excepcionalidad:

La comunicación [en resumen] es una mercancía más. Al no establecer nin­guna excepción para con los productos culturales, éstos quedan asimiladosa cualquier otra mercancía y, por lo tanto, comprendidos en este ~ég~rnen.Toda política o medida posible de ser interpretada como protecclOm~taoreguladora, esdenunciable como violatoriadelTratado,lesiva para laliber­tad de comercioy de empresay atentatoriadel principio de libre compe­tencia, dando lugar a sanciones económicas rigurosas para el país infractor(Mendes de Barros, 1994: 59).

En el sector educativo, en cambio, se observa una política más activade intervención. Como en Europa y en Estados Unidos, los países deAmérica Latina han comenzado a desarrollar sistemas de acreditaciónde las carreras universitarias. Los responsables de educación de los paí­ses del Mercosur han iniciado, por ejemplo, el proceso con las carrerasde ingeniería, medicina y agronomía. Para ello se ha adoptado e! crite­rio estadounidense de distinguir entre la acreditación institucional, re­ferida al buen gobierno y funcionamiento de la Universidad, y el pro­grama de acreditaciones de las titulaciones, modelo por cierto tambiéninstaurado en la UE, de forma que se ha universalizado un sistema decontrol que introduce en la educación un proceso empresaria! de jus­tificación y control de calidad en los procedimientos en forma de eva­luación de resultados según criterios e indicadores estandarizados. Elobjetivo es orientar las funciones educativas y vincular la mediacióncognitiva (informaciona! y cultural) a la capacitación de los recursoshumanos según las necesidades y principios de eficacia del sector pro­ductivo, tratando para ello de modernizar las formas de canalización ytransmisión de! conocimiento por medio de las NTIC.

La experiencia en países como Argentina es ilustrativa a este res­pecto de la nueva visión latinoamericana de la educación:

Los lineamientos educativos oficiales (al menos a partir de la ReformaEducativa emprendidapor los gobiernos nacional y provinciales) refuer-

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zan la producción de representaciones tecnoutópicas. Por un lado, se pro­mueve la incorporación de las tecnologías a los conocimientos básicos enel marco de una proclamada transformación educativa. Pero la transfor­mación propuesta no torna en cuenta las condiciones concretas de la so­ciedad argentina, ni sus conflictos estructurales, ni sus contradicciones ma­teriales, ni menos aún la situación de un sistema educativo profundamentesegmentado. Más bien esa transformación está profundizando la segmen­tación, la discriminación y la selectividad. En realidad, se supone que ladi­rección tccnocrática de la sociedad será la garantía de una vida armónica,equilibrada y feliz (mucho de esta dirección está presente en las ideas decalidad, competencia, eficacia, eficiencia, racionalidad en la gestión, etcé­tera). Sin embargo, la presunta autonomía del imperativo tecnológico es­conde su propia historicidad, el juego de intereses que lo ponen en mar­cha y las reglas de exeIusión que operan sobre otros intereses (Huergo,2000: 3).

Existen, ciertamente, experiencias innovadoras como los «laboratoriosde informática» en Buenos Aires, y e! programa "Proyecto», dirigidoa mejorar sustancialmente la calidad educativa, así como la igualdad deoportunidades, a partir de los medios digitales desde parámetros no ne­cesariamente idealistas o tecnocráticos de educación, pero las políticaspúblicas hegemónicas en países como Argentina y e! resto de AméricaLatina se distinguen generalmente por lo contrario.

Quizás la única excepción es Brasil, que viene tratando de articular,no sin numerosos obstáculos, un proyecto de SI no sólo limitado a laAdministración Pública, como suele ser habitual en numerosos países,sino procurando definir una visión estratégica desde e! punto de vistapolítico, económico y cultural. Un ejemplo de integración productivaes e! programa TELECURSO 2000, un proyecto te!eeducativo dirigi­do a más de so millones de receptores potenciales, de la educación bá­sica a la formación de adultos. El programa, con participación públicay privada, nació como proyecto de televisión educativa y hoyes plan­teado como un programa multimedia y de eduentretenimiento variado;cuenta con e! apoyo de! Ministerio de! Trabajo, con un impacto supe­rior a los 3 millones de alumnos en edad laboral. En la misma línea, e!canal FUTURA ha nacido como propuesta multimedia de! Ministeriode Educación dirigido a comunidades y zonas de Brasil desconectadas dela SI, con e! apoyo de empresas líderes y fundaciones privadas. El deno­minado "canal de! conocimiento» es la primera red privada de televi­sión educativa con gran éxito y aceptación de todo tipo de públicos yuna audiencia de más de nueve millones de telespectadores.

260

Al mismo tiempo, el gobierno de Lula ha favorecido líneas de arti­culación en proyectos como UNIREDE y e! Programa de la SI con re­cursos de! Fondo de Universalización de los Servicios de Te!ecomuni­caciones (FUST) para promover experiencias creativas entre e! sectoreducativo, las TIC y los movimientos sociales, ampliando así las posi­bilidades y formas de organización de las redes digitales. Desde 1994, e!sistema educativo brasileño ha experimentado sin embargo un procesode reestructuración sin precedentes que ilustra e! alcance de las refor­mas de integración cultural de! actual gobierno. En aquel entonces, laalianza liberal conservadora adoptó e! discurso tecnológico de la revo­lución silenciosa, convirtiendo la educación en una plataforma políticade las reformas liberales y en motor, mediante las tecnologías de la in­formación, de la modernización mercantil de la economía nacional:

En nombre de la racionalidad administrativa, de la optimización de recur­sos y de la calidad de los servicios públicos la restauración liberal empren­dió la acelerada transferencia de patrimonio social a la iniciativa privada.En Brasil, este proceso resultó un drenaje de recursos presupuestarios dela Unión, de los Estadosy los municipios para agentes externos. La inver­sión de prioridades políticas implicó el financiamiento de operaciones es­peculativas en detrimento de las inversiones en la producción industrial.Como en otros países sujetosa la influencia ultraliberal hubo pérdidade lacapacidad de decisiones estratégicas y desindustrialización (jambeiro,Bo­laño y Brittos, 2004: 158).

Por otra parte, el aparato del Estado fue puesto al servicio de la privati­zación de la esfera pública con el concurso de grandes corporacionestransnacionales que terminaron por desnacionalizar la economía brasile­ña. Como resultado, "las políticas de educación pública superior fuerondrásticamente afectadas por la reducción presupuestaria. Las restriccio­nes financieras fueron dirigidas al estímulo de la privatización de la ense­ñanza, la ampliación del mercado educativo y el fomento de políticas deautosubsistencia de las instituciones públicas. La política educacional fueorientada para la definición de áreas de intervención estratégicas. Sec­tores educativos más rentables, gracias a omisiones gubernamentales,quedaron reservados a la iniciativa privada. La enseñanza fundamen­tal, masificada y precaria, es contemplada con programas focalizados.En esta esfera, los programas educacionales tienen viabilidad gracias alconsorcio de instancias de! Estado con organismos no gubernamentales,empresas privadas y agencias financieras» (jarnbeiro, Bolaño y Brittos,2004: 163).

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Así, hoy la apuesta por medidas de inclusión digital no llega sino acorregir los desequilibrios de la llamada «revolución silenciosa», in­corporando a sectores excluidos y socializando parcialmente y de ma­nera desigual la información y el conocimiento a través de programasque, pese a lo avanzado e innovador de sus contenidos, no logran re­vertir una estructura formal de poder, un sistema educativo y culturalcrecientemente concentrado, que hoy además está en vías de ser pene­trado por grupos foráneos en lo que podríamos calificar como un nue­vo proceso de colonización cultural.

4. Mercado, economía y políticas de recolonización

México es quizás el país de América Latina que más directamente estáexperimentando, a diferencia de Brasil, este proceso de influencia cul­tural. y ello pese a que en materia de políticas públicas de comunica­ción y educación es pionera en la región. Desde los años sesenta, el paísviene desarrollando una activa política de comunicación educativa enmuchos casos a la vanguardia de las experiencias internacionales. Pro­gramas por ejemplo como Telesecundaria vienen implementando laeducación y los satélites de telecomunicaciones como parte de un pro­yecto de articulación sociocultural del desarrollo endógeno, multipli­cando la experiencia y calidad de la teleeducación y el conocimiento enparticular en materia de Comunicación Educativa a través de diferen­tes organismos. En la actualidad, el gobierno mexicano viene desarro­llando iniciativas como EDUSAT -sistema digital con 12 canales de te­levisión y 3 de radio, al servicio del desarrollo educativo- y la RedEscolar de Informática Educativa para la conexión de las escuelas a In­ternet. Como algunos otros países que siguieron las directivas de laUnesco y Estados Unidos para modernizar y extender los sistemas deformación virtual, México ha dispuesto en esta Iínea.un complejo y am­plio aparato tecnológico y un sistema público de información y capa­citación tanto reglado como no formal.

En esta línea, el Programa Nacional de Educación 2001-2006 del se­xenio panista fijó como prioritario la transformación tecnológica de laeducación en México, favoreciendo la convergencia de los medios decomunicación de masas, las telecomunicaciones y los sistemas de pro­cesamiento de datos para el desarrollo del mercado nacional de cono­cimiento, fijando como objetivos y líneas de acción estratégicas:

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1. El fomento de la cultura de uso de las TIC entre la comunidad es­colar y los dirigentes del país.

2. La coordinación de iniciativas de cooperación y políticas públicasentre las regiones.

3. El diseño de modelos didácticos autónomos dentro del aula.4. El desarrollo y adquisición de materiales educativos.5. La consolidación y actualización de la infraestructura tecnológica

de producción y transmisión televisiva.6. La promoción de la diversidad cultural.7. y la consolidación del Sistema Nacional de Imagen e Información

Educativa por medio de la digitalización, documentación y sistema­tización de los acervos educativos pertinentes.

Como señala Delia Crovi, «a partir de estos enunciados podemos en­tender que prioridad para la educación significa más recursos, en tantoque la calidad se articula con la transformación global del sistema edu­cativo», por cuanto se busca «alcanzar un sistema de educación infor­matizado, estructurado, descentralizado y con instituciones de calidad,con condiciones dignas y en las cuales los maestros sean profesionalesde la enseñanza y el aprendizaje». Por su parte, en el concepto «educa­ción de vanguardia» se perfila el uso de las nuevas tecnologías que per­mitirían a la población «estar en contacto con la información y los co­nocimientos necesarios para su desarrollo» (Crovi, 2004a).

El proyecto e-México del gobierno de Vicente Fax (2003) apunta enla misma dirección al fortalecer la inversión en infraestructura comu­nitaria para el acceso de la población adulta:

La meta es llegar al final de! año 2006 [en e! cual termina el período presi­dencial de seis años de Vicente Fax] contando con 20.000 plazas comuni­tarias, que contarán con acceso a Internet y equipo para vídeos. Estas pla­zas, a la vez de ser centros para e! uso y apropiación de la red de redes,buscan constituirse en lugares de captación y desarrollo de propuestas dediversa índole que involucren e! uso de las TIC. Disponen también de ac­ceso a la red de televisión satelital Edusat que actualmente programa con­tenidos educativos, entre los que destacan materiales del Instituto Latino­americano de la Comunicación Educativa y el sistema de Telesecundaria(Crovi,2004).

Por medio de este tipo de iniciativas, México se ha convertido en ex­portador y líder en transferencia de programas y tecnologías hacia Cen-

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troamérica y países c,:,mo Cuba, Colombia o Bolivia. El propio pro­yec~o de Tel~secundana ha sido aplicado en diversos países de AméricaLatina capacitando a profesionales de la comunicación y de la enseñan­za en el usa de la televisión educativa. Esta cooperación internacionalno ha SIdo. sin embargo articulada en programas multilaterales, pese ala existencia de proyectos como el ILCE, sino más bien bilaterales, es­peclaln:.'"ente con Estados Unidos, lo que objetivamente ha limitado lasposibilidades de d~sarrollo y crecimiento de un sistema propio de co­municacron edu?atlva en el país por la transferencia tecnológica y la de­pendencia economica can los socios del N arte en el marco del TLC.Como advierte Rosa María Torres:

Ayuda basada en elconocimiento es, esencialmente, ayuda basada en la asi­m~tría ~orte/Su~, dador/receptor, desarrollado/no desarrollado, conoci­mlentohgno~~nC1a,enseñ~rlaprender,pensar/actuar, recomendar/seguir larecomendación, crear/aplicar, El Norte se ve a sí mismo básicamente co­mo u~ p:oveedor de conocimiento y ve al Sur como un consumidor deconoclmlen~o. El ~orte piensa, conoce, difunde, diagnostica, planifica,crea estrategias, realiza y valida investigaciones, proporciona asesoramien­to, modelos, lecciones aprendidas y hasta perfiles deseados. El Sur deseo­ll?Ce, aprende,. r~cibe, aplica instrumentos. El Norte produce, sintetiza ydifunde conocirmento. El Sur ~~oduce datos e información. El Norte pro­duce recomendaciones de política global a ser traducidos por el SUPI . 1 ' r, en

anes Naciona es de Acción (Rosa María Torres, en vv'AA., 2003: 16).

Desde este punto de vista, en América Latina es cada vez más precisoImpulsar estu.dlOs cua~1tItativos y cualitativos comparados para poderevaluar y definir los ejes de contribución del sistema cultural al desa­rrollo de la región. ~'En este punto se ~estaca la situación subalterna quepadecen las pequenas, medianas y microempresas del sector debido as~ debilidad económica y organizativa, para contar con sist~mas pro­plü~ de recolección y procesamiento de datos, pese a que en AméricaLa:l~a representan, aproximadamente, entre el 75 Yel 85% de la factu­rac~on y el e~pleo d.e las IC (Industrias Culturales). SituacYoll queobliga a una. n:.'"~s efectiva gestión por parte de los organismos del Esta­?O para poslb~lttaruna mayor equidad en el plano de las competenciasmterempresanales, además de preservar la diversidad cultural repre­sentada por. las PYME del sector» (Getino, 2004: 2).

El estudio de .Ios profesores Martín Becerra y Guillermo Mastrinisobre las industrias culturales en la región demuestra que el actual de­sarrollo de las industrias culturales en América Latina se caracteriza

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por el excluyente acceso y el usufructo de los principales bienes y ser­vicios de información, comunicación y cultura. Dado el alto nivel deconcentración de la propiedad y de centralización de los productos la­tinoamericanos, es infundada la visión idílica que alienta las expectati­vas de mayor acceso y democratización cultural con la construcción dela Sociedad de la Información:

La situación de las industrias info-comunicacionales en América Latinapresenta importantes contradicciones. Por un lado, desde la década de 1990se asistió a una transformación que implicó que los Estados nacionales sedesprendieran de activos, especialmente en el sector de las telecomunica­ciones, y se consolidara el predominio del mercado en la producción y dis­tribución de bienes y servicios culturales y comunicacionales. Según losprincipales impulsores de esa política, la apertura de los mercados facilita­ría laexpansión de los mismos y estimularía el acceso de importantes fran-­jas de la población al consumo de tecnologías y bienes culturales que has­ta entonces se hallaban fuera de su alcance. Sin embargo, las estadísticasreflejan que en la mayoría de los países los índices de inequidad en la dis­tribución del ingreso se han agravado. En términos generales, se mantienela exclusión del acceso de amplios sectores de la población al consumo delos bienes y servicios básicos. Cabe destacar, en relación con el sector in­fo-comunicacional, que si bien algunos índices de acceso tecnológico creo.cieron en los años 90, se aprecia que la posibilidad de un consumo cultu­ral diversificado queda limitada a una porción minoritaria de la población(Becerra y Mastrini, 2004: 3).

El acceso universal es por lo tanto una promesa siempre postergableconsiderando las barreras estructurales de acceso a la tecnología y a losservicios de comunicación en los países del sub continente, puesto quela construcción de la SI es abordada desde presupuestos técnicos y eco­nómicos, cuando se trata, sin duda, de un proyecto político e ideológi­co particular.

La definición de los mapas de tránsito y los rumbos sociales queadopten las nuevas formas de mediación en la sociedad-red conciernensin lugar a dudas al Estado y a los poderes públicos. No se trata sólode un asunto de productividad y desarrollo, sino antes que nada impli­ca un problema de construcción de la esfera pública y la democracia yuna cuestión de orden social que, por lo mismo, debe ser objeto de dis­cusión por la ciudadanía y los agentes culturales, especialmente en so­ciedades polarizadas cuya estructura social inequitativa resulta tan de­sequilibrada como en los países latinoamericanos.

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VII

A modo de epílogo.Conclusiones y anotaciones al margen

La tradición de todas las generaciones muertasoprime como una pesadilla el cerebro de los vivos.

K.MARX

Progresar es realizar utopías.

o. WILDE

A lo largo del libro hemos comprobado cómo las nuevas tecnologíasdigitales han propiciado el desarrollo de nuevos modelos comunicati­vos y de educación aplicados a la formación permanente y a distanciaque empiezan a modificar las estrategias institucionales de gestión, re­gulación y organización de la socialización del saber y del conoci­miento y de reproducción de la fuerza de trabajo de los gobiernos na­cionales y a escala global. La reestructuración cultural del medioeducativo por acción de los sistemas comerciales de información no só­lo impugna la centralidad del monopolio formal de la enseñanza pú­blica en la socialización del saber por los instrumentos multimedia y elproceso de semiotización de la vida cotidiana, además significa segúnhemos visto un proceso de reconversión de la dinámica científico-tec­nológica entre el sistema educativo y la industria electrónica.

Tales transformaciones del ecosistema comunicativo y del entornocultural plantean como consecuencia dudas e incertidumbres crucialessobre cómo articular en la sociedad de riesgo esta explosión de diver­sidad e integración en las estrategias curriculares de la educación for-

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mal con los nuevos medios de difusión, cómo distribuir equilibrada­n,tente el capital simbólico en un entorno desigual de distribución de lanqueza y del conocimiento en la sociedad digital y a través de qué es­trategias metodológicas implementar los nuevos contenidos formati­vos en un nuevo ecosistema cultural tan convulso y mudable que ape­n,as hemos empez~do a cono~er las características de sus lenguajes ylógicas de mediación por su visible jncidencja en las prácticas cultura­les de la ciudadanía, especialmente cuando «nuestras prácticas comuni­canvas actuales van muy por delante de nuestros sistemas reflexivos delenguaje dominantes en la enseñanza" (Pérez Tornero, 2000: 96).

E~ este esce~ario emergente, se plantean, desde una perspectiva ne­cesanamente critica, numerosas preguntas a debatir: ¿Cuáles son las es­trategias de oposición y resistencia cultural a la privatización del cam­po de la comunicación y la educación? ¿Cómo articular alternativascomunes más allá de la tradicional oposición entre sector público e in­tereses pnvados? ¿Es posible un sistema desconcentrado, descentrali­zado y plural de información y comunicación? ¿Qué estrategias regu­ladoras pueden ser implementadas para salvar la creciente brechadigital en el acceso, producción y distribución de información y cono­cimiento? ¿Qué marcos jurídicos y políticos son más adecuados al ac­tual proceso de integración y convergencia de la Sociedad Global de laInformación? ¿Qué papel debe tener la ciudadanía y los profesionalesde la educación en las políticas públicas de comunicación educativa?

En otras palabras, el reto que ha de abordar la Comunicación Edu­cativa :ociocrític~ es vislumbrar cómo pueden los proyectos de comu­~1~aclOn alternativa y de educación popular articular un proyecto po­lítico en torno a las nuevas tecnologías de la información. No tenemosmuchas certezas ante tod~s estas cuestiones. Sólo podemos asegurarque la principal tarea política, de orden práctico, y teórico, es tratar deexpandir lo común en la educación y la comunicación colectiva y for­mular políticas de comunicación que faciliten «los servicios socialese~ucativos, científicos y de otra índole" para todos, tal y como propo~rua el Informe McBnde hace más de dos décadas. «Los riesgos de laap;opiación de la comunicación por grandes grupos y de la desiguala­cion en el acceso son tan grandes que, lejos de una desregulación, en es­t~ época de extensión cualitativa de los mercados, se requiere profun­dizar en la regulación, eso sí, con herramientas adaptadas a los ámbitoster;ltonales, a las quiebras estructurales del sector cultural y comuni­cativo y a las especificidades de los ámbitos digitales" (Álvarez Mon­zoncillo y Zallo, 2003).

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Si la «comunicación está relacionada con todos los aspectos de la vi­da reviste evidentemente la máxima importancia reducir rápidamentey ~olmar progresivamente las grandes disp~~ida~es que subsisten a es­te respecto» (McBride, 1987: 434). La cuesnon básicamente consiste endecidir si es razonable seguir con un modelo de desarrollo arbitrario (lamano invisible del mercado) que profundiza dichas disparidades o, porel contrario, optar por la planificación democrática para sup~rar estacaótica situación, más equitativa y racionalmente. La educación es, enesta línea, el único espacio de democratización de las nuevas tecnolo­gías que puede favorecer procesos. de reconstruc~ión. ~ública y movili­zación social para acometer políticas de cornumcacion educatlv:a queaborden con garantías de éxito la inclusión digital y el uso inteligentey productivo de los nuevos sistemas de información frente a la repro­ducción de los círculos de pobreza y marginación que proliferan comoresultado de las políticas públicas liberales o directamente mercantiles.

En el marco de un contexto donde los derechos ciudadanos han SI­do erosionados y objeto de un proceso de transformación individual,los ejes clave de esta apuesta de intervención pasan por:

La democracia participativa.La idea de servicio y responsabilidad pública.El control social.La financiación pública de iniciativas comunitarias autónomas.

El compromiso con estos ejes de actuación presupone reformular laslógicas políticas tradicionales. De acuerdo con el profeso~ Bustamante(2004), las políticas culturales deben adaptarse a nuevas circunstanciasconsiderando:

- Que deben repensar sus objetivos y orientaciones, renunciando aplantear una visión totalizadora del Estado como gestor de las redesy creador directo de los servicios. .Que no es adecuada a la cultura cotidiana un enfoque «d~spótl~o

ilustrado» pues cada día es más determinante la partlClpaclOn SOCialy ciudadana activa.Por otra parte, no es posible pensar las políticas culturales desde unmodelo centralista pues las instancias regionales y locales, más cer­canas a las demandas y necesidades de los ciudadanos, son ~ctores

privilegiados para un desarrollo equilibrado del nuevo ecosistemacultural.

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En el marco de las políticas transnacionales de convergencia econó­mica como la UE o Mercosur, las políticas públicas de comunica­ción deben además ser concebidas como resultado de consensos de­mocráticos en foros internacionales y ser planificados desde unanueva cultura de la cooperación.Los mecanismos de protección y regulación deben, finalmente, serrevisados promoviendo y fortaleciendo la industria con sistemasnormativos más eficaces y potentes.

Esta apuesta de actualización política ha de trascender, por fuerza, elmarco conceptual del Estado-nación para pensar transversalmente lacultural global a escala planetaria. Propuestas de creación de autorida­des globales de comunicación similares a la Comisión Federal de Co­municaciones (FCC) de Estados Unidos podrían regular estos proce­sos garantizando la igualdad de acceso y la disposición pública y librede la información y el conocimiento, pero no resol verían eficazmentemuchos de los problemas que afectan al sector cultural. No es posible,en fin, en un nuevo contexto y una nueva dinámica social, tratar depensar e intervenir políticamente con los mismos sistemas e instru­mentos. La teoría crítica debe en este sentido practicar un pensamien­to de la crisis consciente de estas transformaciones complejas, gene­rando nuevas estrategias de intervención y una nueva política de lacomplejidad. Del programa al diagrama, el diseño de políticas trans­formadoras en el actual sistema económico-político debe proyectarsemás como un plano y estrategia de recorrido, a modo de caja de he­rramientas, que como un plan acotado y definido -o definitivo- de ac­ción. El reto de la convergencia digital, diríamos, debe ser pensado co­mo una política de la reterritorialización nómada, móvil, fluyente ycreativa de conexión y transformación social. Más aún cuando, en la erade Internet, la ciudadanía dispone potencialmente de medios para dise­ñar el entorno social, "para componer el medio, formar comunidades,construir identidades, tejer alianzas, forjar nuevas referencias y liberarla mente de su aspiración a la normalidad" (Guattari, 2004: 40).

Las nuevas propuestas metodológicas de comunicación educativa re­conocen, genéricamente en esta línea, que la participación con nuevastecnologías exige una ecología social de la inteligencia colectiva, una cul­tura del aprendizaje activo, definiendo nuevas estrategias de autoobser­vación y construcción social que desarrollen la capacidad de interaccióncon otros, de implementación de solidaridades creativas. Parece lógicopensar que las políticas públicas sean redefinidas también en la misma

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dirección. Pero para ello es preciso pensar consistenteme~t,e el ~arcohistórico-estrucrural que puede hacer viable esta onentaclOn teorico­metodológica. De acuerdo con la profesora DelIa Crov~" sabemos que«la comunicación educativa como campo relacIOnal,medlatlco,,Interdls­cursivo y transdisciplinario tiene frente a la SI y a las :nc desaflo~ de In­vestigación que se sitúan en el orden económiCO, político, tecnológico y,por supuesto, pedagógico" (Cro~i, 2004; 4). Entre tales retos, destaca lanecesidad de los análisis econólt11co-pollticos sobre la emergencia de losnuevos actores de la enseñanza privada y sus inter~ses compartidos conla industria mediática y el capital financiero, espeCialmente c~ando, co­mo observamos, «la educación está pasando de un modelo público a unmercado abierto donde aparecen nuevos intereses y actores. En este con­texto, su relación con la SI reafirma una vez más la necesidad de cont~rcon investigaciones transdisciplinarias en las cu~le.s la comurucacionpuede jugar un papel destacado analizando ,los múltiples modelos y es­tructuras que dan forma a la nueva educa~lOn" (CroVI, 20~:: 5).

En este empeño, el papel de la Ulllv~rsldad y la f~rmaclOn de ~omu­nicadores y pedagogos es vital. En un tiempo c?mo este de Incertidum­bres y crisis, de turbulencias sistémicasy .camblOs acelerados, f?rtal~cerel liderazgo social de la Academia convIrtiendo de nuevo la U lllvers~~aden una escuela de ciudadanía y democracia, de ética y saber proposltiVOse nos antoja una apuesta estratégica. Nece~itamos ciertament,e una nue­va formación profesional de los educomulllcadores que contnbuya pro­ductivamente al cambio social. En palabras de María Teresa QUlroz:

Dentro de sus claustros, y frente a la sociedad, la Universidad tiene que de­fender en voz alta la libertad y la crítica académica y acercarse a c?mp~en­

der y expresar la diversidad cultural de los pueblos [...] La Ulllverstdadpuede y debe batallar por reconciliar el conoClmle~to, la clenc~a, y el sa~ercon la prosperidad, el desarrollo, la justicia y la Igualdad, evitando a~1 elfraccionamiento entre el pasado y el presente, el conOCImIento [rurnanistt­ca y el científico, la tecnología y elarte (Quiroz, 2004: 2).

La formación, en fin, de los profesionales de la enseñanza y d~ la i~dus­tria cultural debe ser concebida como un proyecto de c~pacltaclOn deplanificadores de la comunica.ción p~r~ el desarrollo social, como unamisión cívica y una responsabIlidad civil que debe ser pern~anentemen­te renovada y atendida en la educación continua por la Ulllversldad:

La formación ya no se agota en el pregrado, y vi~im~s.. en permanente r~­torno de nuestros egresados en busca de actuahzacrón. Pero la actuali-

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zación no es tecnológica, no es meramente informativa, no es de canti­dad de conocimientos. Se trata de una actualización o una educacióncontinua que le dé más sentido al conocimiento, que confronte saberes,que incentive el desarrollo de proyectos, desde una mirada estratégica,que forme política y culturalmente, que infunda confianza al estudianroen su capacidad de apreciar, criticar y proponer de manera libre (Quiroz,2004: 4).

y ello a partir de nuevas miradas y exigencias productivas que, paula­tmamente, asuman como propias la función educativa y cultural en eldesarrollo de la Sociedad del Conocimiento de acuerdo con los nuevoshorizontes cognitivos y los requerimientos de la cultura digital, la cualestá cambiando significativamente el propio papel de los intelectualesen nuestras sociedades posmodernas.

De la representación subjetiva del cambio histórico y la función ex­clusivamente ideológica, los trabajadores de la comunicación, la edu­cación y la cultura han pasado a participar activamente en el diseño dela economía semiotizada y a configurar las formas de «producción in­formada». La educación del siglo XXI debe pensar en este contexto latransformación del trabajo intelectual por la mediación de las TIC an­te la doble modificación de la que es objeto: por un lado, de acuerdocon el profesor Bolaño (2005), la expropiación del conocimiento y suarticulación con las necesidades productivas, al tiempo que por otraparte se produce una intelectualización generalizada de los procesos detrabajo convencionales. En otras palabras, el capital se ha convertidoen cultura, en información. «Se inicia de este modo una revolución delconocimiento que postula la intrínseca relación entre pensamiento yacción; se piensa aquello que se puede hacer y se hace aquello que sepuede pensar». Este es el lugar, según apunta el profesor García Roca,donde el conocimiento, la ética y la política se funden y se aúnan deforma, desde luego, contradictoria, lo que sin ningún género de dudasexige un análisis económico-político de la construcción de la sociedadglobal de la información atendiendo a las complejas articulaciones delo público y lo privado, de los procesos de sub sunción real de la so­ciedad por el capital, de la educación por la industria electrónica, delespacio público (Castells, 1995), Y del imaginario, con la extensión dela lógica del valor de las industrias culturales en el proceso de organi­zación del mercado global y de integración de los espacios regionalesde competencia y reproducción del capital financiero e industrial (Gar­cía Roca, 2004: 215).

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Las fusiones mediáticas continentales que definirán, a medio plazo,los usos, soportes y modalidades de integración social de las n~~vas

tecnologías como medios de información y conocimiento, las políticasde implantación de las redes telemáticas y su In:pacto en las esferas 0;1­cropolíticas de los espacios y sistemas institucionales de orgam~aclOn

local de la lógica del valor en relación con el aprendizaje hace? .mas quenunca necesario, según hemos tratado de argumenur: un análisis de laEconomía Política de la Comunicación y la Educación que apunte lastendencias, lógicas y principales contradic~iones en el desarrollo delas estrategias de valorización de las industnas ~ulturales,a fin de po­der definir los puntos de intervención y cambio social, CIertamente,«un discurso pedagógico que analice globalmente el Impacto de lasnuevas tecnologías en la educación no puede reducirse a explorar el po­tencial de las mismas en relación con los procesos lOdl~lduales deaprendizaje. Requiere, también, analizar las NNTT en relación con loscambios sociales, políticos y culturales que las mismas p~o.mueven enel interior de nuestras sociedades y en consecuencia identificar las res­ponsabilidades y retos educativos implicados, de cara a promover unamayor justicia social y [el] progreso democrático» (Area, .1997: 1)'. ~erequiere, como advierte Orozco, «un en~r~e esfuerzo de lrnagl~~cl0n

científica para investigar y generar conocimiento sobre las condl~lOnes

que permiten revertir el hecho de que es a partIr de la tecnología des­de donde deben estructurarse los nuevos procesos comunrcativos yeducativos -y no al revés- para propugnar ~rientar el nuevo desar~ollo

tecnológico a partir de los objetivos comurucativos, culturales, SOCIalesy democráticos deseados» (Orozco, 1997: 44):.. .

En este sentido, sólo un análisis del neocapitalismo lOformatlv~ y lasociedad global de la información en relación con ~os proces?s políticose ideológicos que tienen lugar, desde el punto de .~Ista de las implicacio­nes sociales y educativas, por el proceso de expansión del capltaltsm~ ~or­

porativo global, puede dar cuenta de los límites y opCIones estrateglc,asque se perfilan en el sistema educativo con el proyecto de construccionde la llamada «sociedad cognitiva" (Herman y McChesney, 1999: 26). ~aEconomía Política de la Comunicación, o más ampltamente la EconomíaPolítica del Conocimiento, puede en el proceso de construc~ión de la So­ciedad Global de la Información trazar el mapa y cartografías culturalescon las que proyectar formas de habita~ e imaginar el.mundo diferentes,ecológicamente potentes y articuladas, mtegradas soclal~ente .Y produc­tivas desde el punto de vista cultural. A tal fin, es n~cesano realtzar al me­nos tres condiciones estratégicas para la teoría crítica comunicacional:

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1. Identificar, a modo de «lectura sintomática», la trama de problemasy teorías con las que se conciben las realidades persistentes del nue­vo entorno informativo: la red de discursos, tendencias y construc­cienes conceptuales que la definen, a fin de reconocer el campo dcluchas y voces. que hoy enmarcan los límites de acción y pensa­rruento emanCipadores. En este empeño, el concepto-fetiche de«globalizacion» co,:stituye como hemos visto el principal referenteteonco q~e de~ermlllael debate político e intelectual en el campo dela comun~caclOn. El modo de tratar estos cambios y sus implicacio­nes ideológicas es, como sabemos, divergente. La tendencia de mun­dialización y convergencia global de la economía y la cultura en elnuevo sistema-mundo, que está transformando la estructura mate­rial de la información, requiere por ello una revisión de las teoriza­ciones habit~ales que, m,ás. allá del idealismo pancomunicacional ydel determinismo tecnologlCo, asuma la radical revolución capitalis­ta en el campo de la cultura, vinculando las actuales formas de desa­rrollo informacional con la gramática del capital, con la lógica del va­lor y la subsunción real de los mundos de la vida por el capital. Vayapor delante pues esta primera conclusión: si la globalización infor­mativa es el principal vector de los radicales cambios que hoy orga­ll1Z~ las formas hegemónicas de poder, pensar sus territorios, el es­pacto del mercado, de las marcas y marcos políticos de produccióncultural que organiza y atraviesa el capital es, inevitablemente lacondición de todo saber sobre la comunicación. y ello pasa por su­perar las lecturas distributivas, dejar de observar la circulación ace­lerada de valores simbólicos y mercancías para atender, como criti­cara Marx, los sistemas de producción, desde una visión global delos problemas y procesos sociohistóricos, en un momento de pro­gresrva interconexión, convergencia y progresión interrelacionadade los diversos espacios y realidades humanas. Es precisamente enesta necesidad de ~rascender, como siempre procuró el pensamientomarxista, la tradicional fragmentación y compartimentación de la re­ali~ad por el conocimiento científico la que sitúa en una posiciónprivilegiada la crítica filosófica, política y epistémica de la EconomíaPolítica al conocimiento instrumental que inspira no sólo el funcio­nalismo sociológico de la Mass Communication Research y sus epí­gonos de la teoría social de la información, sino también la preten­dida apertura de los estudios culturales contemporáneos que, en elcampo de nuestros estudios, reproducen la tendencia al aislamientode la experiencia histórica y de los condicionamientos político-ide-

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ológicos sobre los que se proyecta todo campo de trabajo intelec­tual, convirtiendo así la crítica teórica en, como irónicamente apun­ta Eagleton, retórica e ilusionismo posmoderno. En este sentido, lalógica transversal de los procesos informativos contemporáneos co­mo base de los sistemas de valor del nuevo modelo de regulación so­cial no sólo rompe las fronteras y límites científicos convencionales,sino que además hace visible las contradicciones sociales que traslu­cen los discursos científicos y las políticas públicas que articulan elproceso de cambio acelerado en la pos modernidad.

2. Para que estas contradicciones sean dialécticamente productivas,parece conveniente, en la actual crisis y marginalidad de los estudioseconómico-políticos o, genéricamente, crítico-materialistas de lacomunicación, un análisis genealógico y de reconstrucción históri­ca, a modo de retrospección disciplinaria, que haga visible las con­tradictorias condiciones sociales, académicas y político-culturalesque determinan el alcance del pensamiento emancipador en comu­nicación desde el punto de vista de los temas, métodos, problemasy saber social acumulado sobre la realidad de las nuevas formas demediación. El primer reto sin duda es la reconstrucción históricade la formación de nuestros objetos de conocimiento. Y es vital queeste proceso se haga en regiones culturales periféricas como Latinoa­mérica precisamente por su situación dependiente en el sistema glo­bal de información, puesto que la mirada excéntrica y excluida de lateoría crítica latinoamericana es la que mejor puede favorecer la re­construcción de las lógicas incluyentes de la Sociedad Global de laInformación, haciendo explícitos, discursivamente y en la prácticacultural, las reglas, formas de control y dispositivos reguladores delmodelo dominante de globalización informativa, no sólo respectode las industrias de la conciencia, sino más allá aún respecto a las ló­gicas de producción del conocimiento comunicacional que determi­nan la actual división internacional del trabajo intelectual. Máximesi consideramos que el campo de la producción, circulación y con­sumo acelerado de mercancías culturales es también el ámbito deproducción mediatizada de la vida, de los procesos biológicos y elnúcleo central del control y desarrollo de la sociedad contemporá­nea. De modo que los problemas de Economía Política de la Co­municación no pueden ya circunscribirse a la dimensión social de lacomunicación, sino que ha de tratar de concebir y religar tales pro­cesos con la producción industrial de las mentes y los cuerpos res­pecto al trabajo humano (en un sentido antropológico) y el proble-

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ma estratégico del conocimiento en la valorización y reproducciónde la vida social y humana y los sistemas de dominación.

3. Finalmente, el programa de la Economía Política de la Comunica­ción no sería epistemológicamente coherente con su lógica científi­ca Si esta forma de «triangulación recursiva» no es acompañada porel cuesuonarrnento de las formas de posicionamiento y compromi­so social de la teoría con la praxis de los movimientos sociales en suproyección histórica, religando la actividad investigadora con la mi­rada y el afán emancipador y localizado de estos colectivos. De otraforma: s~ reedit~ría el fracaso del NüMIC y el aislamiento social, yen definitiva político, de la teoría crítica, como ya sucediera hace dé­cadas en el ámbito de los estudios en comunicación. Si bien las con­tradicci~nes fund~mentales de este nuevo orden imperial puedenparecer Imperceptibles por el control totalitario del mando infor­macional, mostrándose i1ocalizables, invisibles y elusivos los puntosde articulación y transformaciones liberadoras, las alternativas decambio y movilización colectiva proliferan y se multiplican en lospliegues del sistema. Así, las formas reticulares de lo «espectacularIntegrado» no sólo organizan los procesos de reproducción, sinotambién las formas de cooperación y comunicación social dentro yfuera ~e1 sistema. Ahora bien, ¿desde qué bases y perspectivas pue­de activar el poder de la crítica sus dispositivos emancipadores?,¿qué alternativas tenemos para la acción transformadora?, ¿cómopueden ser reorientados los medios y tecnologías informativas enun sentido democrático?, ¿qué líneas y ámbitos de actuación sonprioritarios para el diseño alternativo de una Sociedad de la Infor­mación, en verdad, para todos? Responder a éstas y otras cuestio­nes fundamentales, decíamos al comienzo, exige sin duda un es­fuerzo de reflexión teórica que no es viable plantear en este brevetexto. Pero no nos resistimos a esbozar aquí algunas ideas.

L~ fundación de un pe?samiento para el cambio social es, sin duda, elprimer paso para transitar de la concepción formal y sobredetermina­da de la comunicación multimedia global a la realización material de laconcepción democrática de las redes de interacción simbólica. En esteproceso no se puede partir de cero. Las redes cívicas, los telecentros co­munitarios o las plataformas públicas antiglobalización están generan­do formas Innovadoras de apropiación y uso de las TIC, revitalizandolos procesos creativos de organización y desarrollo social que deben serexplorados y asumidos conceptualmente, pues se trata de una nueva re-

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alidad liberadora de procesos y lógicas no pensadas ni siquiera imagi­nariamente por la Economía Política. Esta incapacidad innovad~ra de­riva de la compleja capacidad de conocimiento y del elevado nivel deconciencia que los nuevos procesos de comunicación productiva POSI­bilitan, al exponer a los sujetos, a diferencia de las formas tradicionalesde comunicación, a los requerimientos y cambios incesantes del entor­no complejo e informacionalmente denso de I~ llamada SociedadCog­nitiva, lo que en consecuencia exige una amplia capacidad reflexiva delos actores sociales para evaluar las situaciones y dar respuesta en cadamomento a las transformaciones del medio. Las comunidades son, enotras palabras, comunidades inteligentes, organizadas para la acción.Por primera vez, en otras palabras, la comunicación se ve expuesta aconvertirse en un saber para el cambio. y ésta es, a nuestro modo dever, la principal aportación de las TIC, que nos lleva a pensar l~ comu­nicación vinculada a la acción, al desarrollo y necesidades radicales delos sujetos y conjuntos humanos. Posibilidad que el propio de~arro'llotécnico del sistema aporta, pero que no se puede realizar en el mtertordel mismo sin la acción transformadora organizada de los sujetos, lostrabajadores intelectuales o intelectualizados del nuevo capitalismo.

Ahora bien, para ello, la comunidad académica de la comunicación,además de hacer frente a las insuficiencias teórico-conceptuales y me­todológicas de la investigación, debe tratar de articular nuevas f?rmasde organización que faciliten la autonomía SOCial y la construcción delconocimiento complejo, vinculando física, material y socialmente losnodos de la red que nos produce. De la asunción de una ~ulturacomúnreflexiva y críticamente vinculada a las redes SOCIales antnmpenales de­pende, en verdad, el futuro de la alternativa a la S~cied~d Global de laInformación. La Economía Política de la ComumcacJOn puede ser elpunto de partida para entender, en ese s~ntido, las ~e1aciones socialesdesde una perspectiva abierta, no reduccJOlllsta y crrtrca. Pero no des-de luego el punto de llegada. .

Comenzábamos este singular «epílogo» encabezando con una CItade Marx nuestras reflexiones. Líneas más arriba hemos insistido en lanecesidad de reconstruir genealógicamente, como crítica teórica delpensamiento emancipador, el legado del que partimos. Remitir un pro­yecto alternativo a estas redes cívicas, a estos nodos críticos de trans­formación, significa cumplir una premisa fundamental del pensamien­to crítico: todo producto de la historia, como todo conOCImiento, debeser considerado históricamente y, más allá aún, ilustrado económica ypolíticamente. La asunción y gobierno del devenir histórico, el propio

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proceso de identificación y reconocimiento social, necesitan a este res­pecto de la pedagogía política de la memoria. N o hay proyecto consis­tente de comumcaclón y educación popular que no arraigue su pro­puesta en I~ experiencia recordada. Pues la fuerza generativa de lacultura requiere de una memoria histórica rediviva capaz de revelar e!pasado para construir inteligentemente e! futuro. '

En este sentido, ~i algún valor ha de tener la reconstrucción de 10pa­sado es e! ?e c~mphr una función vicaria de mediación sobre los mun­dos de la VIda dirimiendo la proyección de lo real desde 10potencial. És­te y no otro e~ e! sentido de la utopía y de la libertad informativa como~u.torreahzaclOn cultu~al en e! ejercicio de autodeterminación sociopo­lítica, Como un eJerCICIO de palingenesia, como la construcción, en otraspalabras, de lo social desde lo colectivo, como un pensamiento y una ac­cion transformadora, to?a utopía es una forma de determinación denuestro presente y poslblhdades de acción, instituyendo una norma conla que medir la realidad d~sde n~e.stras aspiraciones colectivas y nuestrosrec~erdos. Tod.a mediación política emancipadora exige por ello la ca­pacidad de artlc~laci~n social, de transformación sociopolítica de lasformas de orgamza~lon y desarrollo cultural a partir de la memoria.~rnesgada apuesta esta, en un tiempo difícil, marcado por los oasis utó­pICOS sec?s, q~e abre e! paso -corno denuncia Habermas- a un procesode des~rtlz~clOn caracterizado por la trivialidad y el desconcierto.

Comcldlendo con Mattelarr, entendemos que uno de los problemasfun~amentalesde nuestro tiempo es la pérdida de visión histórica De"escnt J . C 1M" . . JO. o ose ar os anategui que, por lo general, quien no puede ima-glr:ar e! futuro tampoco puede imaginar e! pasado. y, por 10 mismo,q~le.n no cultiva la memoria poco o nada puede proyectar en elhorizontehlstonc.o, como vemos que sucede actualmente. El desplazamiento de lar:'emona por !~ cultura del archivo, así como la aplicación de la raciona­hdad tecnocratlca a la comunicación y la educación, es, de acuerdo conel profesor Huergo, un problema estratégico para el cambio social:

A difer~nci~.de una memoria histórica, el archivo carece de la libertad deque están tejidos los proyectos genuinamente históricos. En algún sentido,el reemplazo de la memoria por el archivo pone una facultad humana en lacomputadora ~ ,esto parec~ l~ realización del sueño pedagógico tradicionalde una edu~aC1~m met.TI0nstIca, pero indultando a los sujetos del peso deuna ~,emona sm sentido. p~~o el remplazo de la memoria por el archivotambl:n puede ser la supresion o anulación de una educación para elpen­sar, sonar y crear que arraiga su sentido en otra memoria, que permite bus-

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car, problematizar y elegir caminos diferentes: una memoria que no es acu­mulación de contenidos, sino que se teje corno narración histórico-cultu­ral (Huergo, 2000: 5).

Si, como reivindica el profesor Orozco, los investigadores de la comu­nicación tampoco podemos perder e! derecho a formular utopías, pa­rece procedente concluir que da recuperación crítica del pasado denuestras prácticas investigadoras y e! análisis de nuestras propuestasde investigación de! presente son dos estrategias que permiten sedi­mentar imágenes probables de! futuro que buscamos hacer realidad ene! campo de estudios de la comunicación» (Orozco, 1997: 192) frentea la preeminencia de una cultura pragmática y una percepción de! pre­sente perpetuo, marcada, incluso teóricamente, por el olvido de la his­toria y la negación de toda lectura crítica sobre las cenizas de! pasado.

La complejidad y velocidad de los cambios informativos ha pene­trado tan profundamente en las estructuras y formas de sociabilidadque la naturalización, en los discursos públicos, de las lógicas domi­nantes de mediación se han revestido de tal consistencia y opacidadque, bajo la apariencia de una falsa transparencia, parecen irreductiblesa la crítica científica, mientras e! proceso de estructuración y organiza­ción de la comunicación y la cultura públicas refuerza las lógicas de do­minación y desigualdad material y simbólica características del modode producción capitalista. La naturalización de las formas desvertebra­das y alienantes de la cultura contemporánea ha reafirmado, como con­secuencia, una concepción individualizada de la vida social que debe serobjeto de crítica para hacer visible las causas sociales de fenómenos des­concertantes de la «modernidad líquida» que fragmentan y descompo­nen los marcos axiológicos y de convivencia. En este sentido, dos obs­táculos fundamentales para la teoría crítica son, por un lado, el poderdominante de la metafísica burguesa, en especial la ilusión extensa­mente propagada de que e! mercado capitalista y e! régimen capitalistade producción son eternos e insuperables, y, por otro lado, el imperio deuna teoría miope que no es capaz de pensar más allá de los límites for­males que determina e! proceso o la lógica de acumulación. Esta mio­pía intelectual sobre los dispositivos de control y subsunción social delos mundos de la vida por e! capital es la clave de la renuncia a una ideade sociedad de la información crítica y comprometida con los espaciospróximos de reproducción cultural y con la articulación dialógica de lascomplejas relaciones a distancia que median los sistemas desterritoria­lizados de! poder basados en flujos de información, que hoy también

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colonizan el pensamiento y la producción teórica condicionando unanueva concepción del intelectual y de los trabajadores de la cultura. Eneste sentido, no cabe duda -como indica Mattelart- de que la discusiónsobre los mediadores intelectuales, artísticos y técnicos plantea de fon­do un cuestionamiento radical de todas las formas de mediación, espe­cialmente en un tiempo de acomodación del pensamiento a las necesi­dades del modelo dominante de desarrollo que hoy convierte altrabajador del conocimiento en una «figura desdibujada» y sin perfildefinido en la sociedad (Mattelart, 1981: 159).

Así, proliferan en los medios e industrias culturales lo que JacquesBouveresse califica como «nuevo intelectual deferente», «un tipo de in­telectual que evita cuidadosamente dar la impresión de saber más o detener mayor conciencia que otros y que no pierde ocasión de manifes­tar su respeto por todas las formas de poder, económicas, políticas ymediáticas, las autoridades morales y religiosas, las creencias popularese incluso, llegado el caso, los prejuicios», renunciando a la idea ador­niana del pensamiento como pura negatividad por una idea-coartada defalsa humildad que no puede ser sino reconocible como la prueba de laacomodación a las formas realmente solidificadas de reiniciación y do­minación simbólica (Bouveresse, 2004). Por poder simbólico debemosentender aquí la capacidad de dominio e inducción de representacionesreificantes que determinan la percepción, descripción y conocimiento­acción de los grupos subalternos, de acuerdo con e! sesgo ideológico yla racionalidad de las clases y grupos socialmente dominantes.

Es, en este contexto, donde cabe, con Giroux (1993), hablar de lalucha de los intelectuales, o lIamémosles «trabajadores culturales» o«cognitivos», por la ciudadanía. Pues hoy, el trabajo de producciónsimbólica y la generación del conocimiento han borrado las líneas dedemarcación que establecían una divisoria imaginaria entre tiempo detrabajo y tiempo de ocio, colonizando todo el tiempo de vida de los su­jetos, lo que nos plantea de nuevo el problema de la alienación, difícil­mente perceptible para la investigación social por cuanto nos encon­tramos ante complejas y múltiples relaciones, distribuidas en red, en lasque la cooperación y la comunicación productiva son la forma domi­nante de organización, resultando del todo indiscernible las relacionessociales de cooperación, el trabajo y la producción de comunicación,también, y en primer lugar, para los trabajadores culturales.

Como resultado, la renuncia del pensamiento social a las utopíasmaterialistas coincide, en esta dirección, no casualmente, con el des­plazamiento del campo de trabajo hacia el más sofisticado pancornuni-

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cacionismo desde un discurso idealista que anula el potencial conflic­tivo y cont:adictorio del proceso de integración global del Ca~italisn;oCognitivo. Esta misma debilidad política se observa en la movlh.zaclOnaltermundialista. Cada día parece más urgente comenzar a orgamzar un«consenso de Porto Alegre» que debe ser articulado políticamente enlo global y en lo local: tanto programáticament~como desde el puntode vista de las alianzas partidarias y político-sociales. Para ello es nece­sario -como advierte Bernard Cassen (2004)- constituir «una memoriareflexiva y autocrítica» de los foros y espacio~ d~ articulación mundi~lde las voces disidentes para asegurar su continuidad en el espaclO pu­blico y difundir tales logros y síntesis programáticas más .allá de Euro­pa y América, hacia regiones como Áfnca u O:lente Medio, donde tra­dicionalmente debates como el NOMIC tuvieron o SIguen hallandoescaso eco o influencia político-social.

Volvemos pues a la centralidad de la memor~a. En la filosofía escolás­tica esta facultad humana es una de las potencias fundamentales del es­píritu. «Ahora bien, no toda memoria es igual: hay una memo:ia sensi­ble y una memoria inteligible, así como hay una memo na ?egatlva y unamemoria positiva» (Ferrater Mora, 2001: 2.357). QUi~Ie:am?: h~bl~raquí de la memoria crítica y reflexiva. De la ,:ece,sanaobJet~vacIon dialó­gica del sujeto observador y de la práctica científica de análisis de la co­municación, que diría Bourdieu (2003). Y ello fundamentalmente por ladimensión política y e!potencial transformador que anncipa, aunque pa­reciera al lector ociosa esta consideración. Creemos, SIn embargo, comodejó escrito Manue! Sacristán (2003), que los problemas metacientífi~?sson siempre filosóficos. Y la política ~na a~t,ividad re~exlv": la valoraciónde ideas, propósitos y programas de ideación y acción SOCial. La ?,emo­ria crítica y comprometida contribuye en este sentido a una creativa ~e­

diación entre la experiencia vivida y la construcción colectiva de lo social.Si nos planteamos consecuentemente este esfuerz~ .reflexlv~ e hIS­

tórico-crítico de mediación, la experiencra de las Políticas Nacionalesde Comunicación nos demuestra que es necesario y posible pensar másallá del Estado.

El primer reto, por delante, que tienen 'por tanto las fuerzas, de pro­greso es asumir y plantear una agenda SOCial de la comu':lc~c~on; y su­brayo la palabra SOCIAL, porque debemos ~ la fuerza msistir .~ecesa­

riamente que no es posible perfilar una polí.tlca de ~omumcaclOr: queoponga por toda alternativa al modelo pnvat1z~dor hberall~ propiedadestatal de la comunicación. Necesitamos una ética y una política de me­dios que facilite la participación ciudadana incorporando los sectores

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tradicionales e~~luidos o marginados de la modernización tecnológica apartir, como dIJl~os,de Un modelo comunitario y radicalmente partici­patrvo de planeación, Más aún, deberíamos aprender a pensar sin Esta­do (Lewko~cz, 2004). La crisis del Estado-nación, y su incidencia en elsector educativo y la comunicación, exige reelaborar la filosofía hereda­da ?~I Informe ~cBridepara articular políticas de comunicación y edu­cacion con capacidad de Influencia en los mercados transnacionales. Enla medida que el Estado ya no es el artífice, en régimen de monopolio,de la cultura, debemos pensar líneas de acción política más allá del Esta­do y, por s.upuesto, del poder depredador del capital.

E,n l~ historia moderna de la comunicación todo pensamiento sobrelo público ha tenido lugar si,:, embargo desde una lectura excluyente ymonopolIstlca d~ l~ racionalidad de la Administración o, desde luego,en torno a! dominio o prevalencia de la racionalidad mercantil, peropoco o casi nada desde la compleja y contradictoria realidad de la So­ciedad Civil, ámbito apenas explorado políticamente, salvando algunaque otra excepción de la teoría crítica.

. En este p~nto, conviene reconocer que ante las porosas formas del':lt~rpenetraClón de lo público y lo privado la relevancia de la sociedad~1V11 frente a.1 Estado y las formas convencionales de la acción políticaliberal constituye un reto estratégico para la definición de nuevos mar­cos Int~rpretativos de intervención cultural. En otras palabras, parece~ecesano pensar un~ nuev~,gobern~cióncon participación social a par­tir de las redes de articulación y crítica cultural. Más aún cuando la bio­política posmoderna nos sitúa ante el reto de pensar las políticas cultu­ra�es como un campo poroso y difuso de articulación horizontal. Lareactualización de la filosofía política contenida en el Informe McBri­de y I~ propuesta del NOMIC pasan hoy, en este sentido, por la arti­culación de redes nacionales, regionales y globales con base en la ciu­dadanía y el Tercer Sector, si en verdad se aspira a proyectar un sistemapotente de planificación y desarrollo del sector cultural.

Entre el. mercado y el Estado, es posible e imprescindible pensar lac.omun:caClón y las políticas públi~as en la materia socialmente, a par­tir de formulas de planeaclOn, gestión y control democrático por partede la CIUdadanía y sus representantes sociales, local y regionalmente,SIO q;,e ello suponga tampoco negar la participación del Estado en lapropiedad y control de los sistemas de comunicación públicos. En elnuevo escenario de convergencia digital, las políticas públicas debentratar d~ articular plataformas intersectoriales, con gestión mixta (pú­blica, pnvada y comunitaria) y participación ciudadana activa:

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En la actualidad, hay indicios para pensar que nos encontramos en una fa­se de transición hacia un cambio de modelo. Las últimas tendencias libe­rales y economicistas conviven con algunos desarrollos conceptuales inte­resantes que parecen aflorar desde la sociedad civil, con nuevas exigenciashacia lo público, y que podrían dar lugar a un nuevo modelo, en la medi­da que desde una visión más multidimensional se supera la visión instru­mental de la cultura que ha hecho furor en los años noventa. Esa visión másamplia y equilibrada significa que, junto a los valores atribuibles a la cul­tura en sí y al lado económico de la cultura, se le solapan otros puntos devista: su carácter central para la identidad de un país, nación o región; suprestigioso papel como factor de integración social; su factor de imagenidentificatoria en el ámbito internacional; y su combinación con políticastecnológicas y de telecomunicaciones para las que la cultura es tanto uncontenido, un valor añadido, como un factor central para su propio desa­rrollo (Álvarez Monzoncillo y Zallo, 2003).

Desde este punto de vista, las políticas comunicativas deben ser capacesde abrir el espacio público a nuevos modos de enunciación y discursos,a nuevas formas políticas de interacción y convivencia social. Para elloes preciso pensar el concepto de servicio público a partir de una críticadel Estado como soberanía monádica de control y administración encomún. «Sería necesario que empezáramos a imaginar una estrategia le­gal alternativa y un marco de referencia alternativo: un concepto de laprivacidad que exprese la singularidad de las subjetividades sociales (nola propiedad privada), y un concepto de lo público basado en lo común(no en el control estatal), digamos que una teoría jurídica posliberal ypostsocialista. Es evidente que los conceptos legales tradicionales de loprivado y lo público son insuficientes para esta tarea» (Negn y Hardt,2004: 240). Aquí lo común no expresa ni la comunidad (en un sentidopremoderno) ni lo público (de acuerdo con el despotismo ilustrado), si­no más bien la potencia productiva y de autodeterminación de lo comúnentre singularidades gracias a los procesos colaborativos. Debemos endefinitiva redefinir el concepto de servicio público a partir de la rupturatanto de las estructuras de poder político del Estado como del modeloprivado de concentración cultural, favoreciendo sistemas mixtos de ~o­

municación público-societarias en torno a las redes y plataformas CIU­dadanas, los movimientos sociales, los profesionales del sector, los usua­rios y colectivos educativos, culturales y CÍvicos.

Tal propósito es, desde luego, inviable en las actuales circunstanciassi no tiene lugar la necesaria articulación de espacios de discusión e in­tercambio de ideas sobre la comunicación y la ciudadanía. La defini-

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ción de alianzas y espacios de encuentro entre pensadores, profesiona­les y CIUdadanos frente a las distancias y fallas que entre estos sectoreses habitual debe para ello ser trascendida. Por ello, hoy más que nun­ca es necesario plantear como reto y tarea práctica inmediata un com­promiso específico para:

a. Sensibilizar, en forma de pedagogía política, a la población sobre lanecesidad de discutir y participar activamente en el actual desarro­llo de los sistemas informativos. La articulación de un proyecto depe~agogía política para trasladar los problemas económicos y pro­fesionales entre la población es una condición de partida y llegadapara, desde la cultura deliberativa, generar una Sociedad del Cono­cimiento para Todos.

b. Articular espacios de intercambio sectorial entre diferentes colecti­vos sociales sobre el papel de la comunicación en áreas como los de­rechos humanos, la perspectiva de género o la atención a las mino­rías culturales.

c. Fomentar la integración de plataformas de trabajo y colaboraciónCIUdadana en defensa de la democracia informativa y el derecho deacceso a las industrias de la conciencia.

d. Introd~cir en la age~da pública el debate sobre pluralismo y la de­mocracia en los medios, retomando el legado de propuestas inter­nacionales como el Informe McBride en la promoción de una nue­va cultura informativa y la defensa del derecho impostergable a lacomunicación.

e. Así como tejer vínculos con movimientos sociales, medios comuni­tarios y activistas de la comunicación participativa depositarios deuna experiencia, un capital político e intelectual desaprovechado pa­ra la construcción de alternativas por su desconocimiento y desco­nexión política, derivada de la dejación o errática política de las fuer­zas de progreso. La redefinición praxiológica de los fundamentos~odernos de la comunicación pública a partir de políticas produc­trvas que generen nuevas lógicas emancipadoras con base en las nue­vas tecnologías digitales es a este respecto inexcusable.

En definitiva, la primera condición para trazar un proyecto de futuroen la.comu~:'¡cación es proceder a reconstruir las fuerzas de progreso ymovilización social transformadora, articulando redes asociativas es­pacios de discusión, foros de debate profesional y plataformas de coo­peración e intercambio que, a medio plazo, hagan factible el diseño de

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un programa alternativo de desarrollo de la sociedad global de la in­formación y, a nivel micro, el desarrollo de políticas públicas de co­municación local y regional que promuevan el pluralismo y la diversi­dad cultural, así como la democracia y autonomía ciudadanas.

Tal ampliación de espacios presupone traspasar los límites objetivosde la economía política capitalista y la configuración comunicacionalque la hace posible, mediante la planificación democrática de políticaspúblicas adecuadas al desarrollo social. Pero a condición siempre de re­novar radicalmente el discurso y la práctica emancipadora del pensa­miento crítico en comunicación.

El progresivo acceso a la información en tiempo real, sin límites detiempo, volumen o distancia es, sin duda, una gran revolución culturalque, convenientemente socializada, puede garantizar muchas de lasutopías liberales aplazadas desde los albores de la modernidad. Peroello exige una cultura distinta de investigación y organización social.

Primero, es necesario desarrollar el conocimiento empírico y teóri­co necesario para transformar la estructura de dominación culturalcontemporánea. Un reto es investigar las formas y valores de la socie­dad civil yel sector informativo en la formación de procesos de accióncolectiva cooperante y dinámicas compartidas entre individuos, gruposy filiaciones sociales instituidas, formal e informalmente. La investiga­ción en comunicación debe impulsar en parte este esfuerzo. y orgam­zaciones como la U nesco apoyarla y conocerla en su trabajo orgánicoy en el diseño de su cultura institucional. Nos encontramos, sin em­bargo, con un panorama de retraimiento y marginación del pensa­miento crítico en las agendas científicas y los debates públicos de la co­municación, que hoy se traduce en la escasa influencia social sobre losespacios de decisión y poder social. Una, por tanto, de las tareas másurgentes es reagrupar y coordinar los esfuerzos aislados y dispersos deconocimiento en el área, promoviendo la discusión pública y la socia­lización del saber científico para la acción frente al neocapitalismo in­

formativo.Instituciones como la Unión Latina de Economía Política de la Infor­

mación, la Comunicación y la Cultura (ULEPICC) y organizaciones nogubernamentales como la Asociación Cristiana para el Desarrollo de laComunicación (WACC) deben a este respecto, por principio, conver­ger y trabajar juntas en proyectos comunes mediante la constitución deplataformas de investigación y desarrollo que multipliquen las siner­gias y capital social de cada una de estas organizaciones, coadyuvandoal cambio de planteamiento que rige el gobierno de la comunicación

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mundialmente. Pues sin una alianza de las fuerzas de progreso con laAcademia, los intelectuales y estudiosos de la comunicación, en supluralidad de variantes e ideologías dentro de la izquierda, difícil­mente se podrá reorientar el modelo de desarrollo de la SI. Y cabe ad­vertir al respecto que, por e! momento, la inteligencia crítica no hadispuesto de interlocutores y condiciones propicias, políticamente, enesta dirección.

En este empeño, la participación debe ser un principio rector de to­dapolítica y estrategia constituyente, favoreciendo espacios abiertos ala interpelación social que hagan posible e! acceso a los medios y siste­mas informativos, e! derecho a réplica, la articulación dialógica de la co­n;'-~nicación local y el pluralismo. Las políticas públicas sin participa­cron de los trabajadores de la enseñanza y la cultura han fracasado porla falta de voluntad de cambio de! profesorado. Más allá de propuestascomo la de los herederos de! situacionismo y sus estrategias de guerri­lla semiótica dirigidas a la ruptura del acontecer y de! flujo informativoprecodificado, la apuesta más productiva y consecuente con nuestrotiempo es pensar e! cambio social de progreso haciendo la democraciadialógica y democratizando la comunicación en línea con experienciasoriginales como la de los colectivos de periodistas solidarios, las redesde intercambio y software libre, las organizaciones no gubernamenta­les de comunicación y desarrollo, los centros de educación popular, lasasociaciones culturales y los medios alternativos que hoy constituyenun potencial, sin duda imprescindible, en la constitución de un polo deorganización del Tercer Sector y una economía social de la comunica­ción alternativa desde e! lenguaje de los vínculos, esto es, a partir de unanueva lógica o visión en red.

La denominada «swarm intelligence» (inte!igencia de enjambre) de­signa en computación los procesos y técnicas de resolución de proble­mas colectivamente mediante la distribución de análisis y decisión co­ordinada de agentes. Hoy esta metáfora nos revela que la inteligenciaes fundamentalmente social y depende de la compleja red de informa­ción y distribución de recursos para su comunicación. A partir de lacreatividad individual, la inteligencia colectiva se fragua por la comu­nicación y la cooperación de la multiplicidad de actores y contextos deconocimiento. Esta lógica aporta, como resultado, un potente modelode mediación, socialmente productivo y ecosistémicamente complejo.La política de redes de pensamiento e intervención social en la comu­nicación constituye, en este sentido, otra forma de hacer cultura, otraforma de organizar la comunicación.

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Conforme a esta lógica, la defensa de la democracia en los mediosdebe ser entendida como e! esfuerzo sostenido y abierto a la interpela­ción de una práctica política que amplíe los espacios de confrontaciónde discursos, que «complique» los sistemas de acceso, que distribuya yagrupe las formas de representación y expresión cultural entre los dIS­tintos grupos sociales.

La concentración internacional en e! sector culrural plantea, en la ac­tualidad, problemas estratégicos como e! pluralismo tanto intern? (de­mocracia y autonomía) como externo (libre competencI~ y dlv~rsldad),los derechos de la ciudadanía para comprender y percibir las diferentesvoces en e! espacio público, la diversidad de medios de expresión y re-cepción y la calidad de! sistema informativo. .' •

En este marco, el valor y defensa de la comumcacion para e! des~­rrollo social debe, sin duda, plantearse desde nuevos parámetros: arn­culando en lo posible una red pública de participación soc!al que Iide­re las estrategias y objetivos de progreso de la cornumcacion en VIrtudde criterios y metodologías colectivas de participación activa en las de­cisiones, en e! diseño y los beneficios de tales políticas públicas p~Jr p~r­te de la población. El valor o la idea de desarrollo en la comurucacronreemplazaría así las lógicas social-liberales de representación de la C?­municación pública por un modelo que no sólo produce comun~CaCIO?de acuerdo con necesidades de crecimiento y desarrollo sostenido, SI­no que además lo hace construyendo democracia, tejiendo vínculos,tendiendo puentes de diálogo entre grupos, culturas y discursos dIS­tintos. Esto es, la apuesta por la comunicación para el desarrollo supe­ra así la tradicional planificación centralizada de las políticas públicaspor el desarrollo y organización de redes de interacción y aut?o,rgani­zación social capaces de ampliar sIgllIfIcatIvamente l~s potencialidadesculturales de cada grupo, colectivo y territorio, mediante la moviliza­ción y coordinación de las organizaciones empeñadas en la. dernocrati­zación y transformación de! actual orden global. Y ello incluso porlo que respecta a la generación de conocimientocomunicológico, enlaque todos los actores y la comunidad como conjunto deben conv,ertIr­se en expertos y sujetos activos del conocimiento local, n-ascendiendola tradicional división social de! trabajo entre teoría y praxis.

Desde esta perspectiva, los movimientos sociales, los teóricos y pro­fesionales comprometidos con la democracia informativa y la autono­mía cultural tenemos por delante e! reto de realizar en la práctica unaidea que bulle y zumba cada vez ~ás fuerte en ~u,estros oídos, pero que,sin embargo, aún no se ha materializado en miciatrvas y programas de

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acción significativos.Nos referimos por supuesto a la idea matriz del mo­vimiento antiglobalización y de la filosofía crítica no realizada del trabajocultural: otro mundo es posible. Otra comunicación es posible: un so­lo mundo hecho de múltiples voces, construido dialógicamente, traza­do por la participación y la proliferación de vínculos y afectos ... Unsolo mundo hecho de múltiples voces, y múltiples culturas visibles y re­conocidas en función de otra práctica cultural... de otra comunicaciónposible. Y, por supuesto, de una nueva concepción crítica, una nueva te­oría transformadora de la realidad, aún por reformular.

Una primera contribución en este empeño nos la ofrece el polémi­co y no por ello menos sugerente trabajo escrito conjuntamente porAntonio Negri y Michael Hardt: Imperio. La idea de mantener cate­gorías y modelos de análisis lineales centro-periferia al explicar los pro­cesos de circulación informativa y control de la comunicación mundialen el actual proceso de globalización capitalista debe, como adviertenambos autores, ser superada por una lectura crítica del imperialismoque, yendo más allá de la vieja concepción marxista-leninista, sea capazde dar cuenta de las complejas tramas de poder y dominación imperialque rigen en un mundo sin adentro ni afuera, un mundo, según con­

c~uye la tesis principal de Imperio, sin fronteras, atemporal, integradobiopolíticamenre y atravesado por la dispersión y multiplicación de losc~)llflictos. Hablamos pues de un horizonte sociopolítico distinto que,SI bien no puede ser aún descrito, apunta nuevas formas de solidaridade intervención, de inteligencia y lucha colectiva, de afirmación de la co­municación y la diferencia que ha trascendido los parámetros de lasformas modernas de poder y representación. Estamos, como anticipa­ranDeleuze y Guattari, ante una Sociedad de Comando Integrado, unaSOCIedad de la comunicación definida por la intensificación y generali­zación de los aparatos normalizadores de disciplinamiento burgués através de redes flexibles y fluctuantes que apuntan la emergencia delbiopoder como sistema de regulación de la vida social desde su interior,esto es, integralmente.

Uno de los principales problemas políticos de primer orden en estenuevo modelo de control social es la lucha por el código, por la pro­ducción de la vida, que, en el paso de la subsunción formal a la sub­sunción real de la sociedad entera por el capital, ha terminado coloni­zando los espacios antaño irreductibles del deseo y de la subjetividad.N o podemos pensar alternativas a la comunicación y la cultura globalsin problematizarnos tales cuestiones estratégicas. Así lo supieron veren vida Deleuze y Guattari. Ése es el legado de la magna y sediciosa

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obra de Foucault. Y en este punto nos encontramos, pese a las reticen­cias de algunos teóricos de la escuela crítica.

En efecto, hoy no es posible la reconstrucción ética y política delpensamiento crítico sin tomar en consideración los trabajos de la ar­queología y genealogía crítica del filósofo francés. Sus obras constitu­yen aún hoy verdaderas «cajas de herramientas productivas» para laComunicación Educativa y el pensamiento social, en general, en la re­construcción de la memoria, en un tiempo de programación y mani­pulación de las imágenes y las representaciones con las que formaliza­mos nuestra vida, para el que la voz diferenciada de la insurgencia delos sujetos codificados y normalizados nunca o rara vez tiene lugar. Laobra de Foucault constituye además un referente imprescindible en lasactuales «economías de la mente» al plantear la pertinencia de una eco­nomía política y la dialéctica de la reflexividad y la disidencia en lascomplejas articulaciones de la ciencia, el discurso público y las rela­ciones de poder. La sustitución, a decir de Ibáñez, de la sociedad de lascuentas por la sociedad de los cuentos, de la sociedad industrial capi­talista clásica por la sociedad de la información, exige una problema­tización sistemática. de las relaciones económico-políticas del cono­cimiento con los procesos de transformación y mediación socialgenerales. De ahí que algunos destacados colegas del campo, como elprofesor Bolaño (2005), concluyan que el reto de la Economía Políti­ca de la Comunicación es trazar las bases de una economía política delconocimiento, de la construcción y socialización del saber científicocodificado y, en consecuencia, la investigación micropolítica de la ac­tividad intelectual vinculada a los dispositivos de control y manipula­ción de la nueva economía política que proyecta la Sociedad de Co­mando Informacional a través de sus redes de difusión y distribucióncultural. Esta idea en modo alguno es original. Hace décadas Guy De­bord (1995) supo entrever en la nueva cultura de masas las bases de unmodelo de control y acumulación totalitario que exigía de la economíapolítica marxista una lectura y una teoría revolucionaria distintas deacuerdo con la naturaleza de la sociedad del espectáculo. U na sociedadque, aparentemente, multiplica y visibiliza mediáticamente las diferen­cias para reforzar y mantener las formas bárbaras de etnocentnsmo ysegregación exeluyente a través del control de las redes mundiales decomunicación, revelándose bajo el fenómeno migratorio un analizadorexplosivo de la cultura occidental a discutir y estudiar por la teoría crí­tica, de acuerdo con las hipótesis de Negri y Hardt, Pues, si los lími­tes y formas culturales de la revolución digital abren una dimensión

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biopolítica fundamental en el viejo debate en torno al sujeto por laemergencia de! m~de!~~cyborg, la proliferación de fenómenos migra­tonos y de comurucacion mtercultural difusa activa, en e! mismo sen­tido, nuevas formas de lucha de clases en las sociedades posmodernasinaugurando una fuente dinámica de movilización y solidaridad social:Et.t el s~no de la SOCiedad hipermediatizada y de comando flexible lamigración y la comunicación int~rcultural abren así la puerta a la ~s­peranza de! comunismo, al intensificar la dialéctica de destrucción de!modelo de domin~ción imperial haciendo proliferar entre la multituddeseant~ formas diversas de organización autónoma, de redes de apo­yo, de vínculos comumtanos y cooperación alternativa en los plieguesdel sistema espectacular integrado.

Ahora, e! reto es v~r cómo desarrollar la comunicación como pen­samlen,to para e! ca~blO ~portando a los colectivos saber y poder parala accion y liberación social. Pues, sin ningún género de dudas de! es­fuerzo de reconstrucción y pr~blematización de esta dialéctic; depen­de e! desarr,ollo de las alternatlva~ ,culturales en nuestro tiempo. Paraello, la teona socia! ,en cornurucacion debe recuperar su potencia críti­ca en la construcción transgresora de una racionalidad comunicativac~paz de arr~es.gar otros horizontes posibles a partir de al menos tresejes gnoseológicos y cuatro líneas de reconstrucción teórica.

De ~cue~d,o con e! profesor Boaventura de Sousa (2003b), una nue­va teona eritrea, capaz de superar los límites de la modernidad occi­dental, ~e sus tradiciones y omisiones dolorosas de otras formas depensamiento y ~eHexividad históricamente silenciadas, pasa por: (1)d~s'plegar una ~ntlca de las fronteras disciplinarias heredadas de la tra­dición n.ormahzadora p~sitivis,ta. Fronteras o límites al pensamientoque, SI bien en la CO,mumcolo~la no son habituales, han lastrado por log~neral nuestra vision compleja y holística de la realidad; (2) transgre­dir las fronteras geográficas y culturales para la proyección de un diá­logo ~ransversal y multidireccional entre culturas, creencias y pensamien­tos dl~erentes: y (3), finalmente, transformar, en línea con la tradiciónemanclpado.ra, la relación teoría y praxis, desde concepciones ancladas oc0tt.tfrometldas con los grupos subalternos, a partir de estilos de investi­ga~lOn tt.t~cho más s~ciopráxicos y nuevas metodologías de investiga­cI~n-acclOn partlclpa~va. En esta lí,:ea, podemos identificar, siguiendo alrrusrno autor, cuatro lineas de trabajo político y científico a seguir:

1. La ~efülición de una nue,va teoría de la historia que incorpore las ex­penencias sociales margmadas y desacreditadas por la modernidad

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clásica, a fin de comprender la realidad de la comunicación desde laexperiencia singular y fronteriza de grupos marginales y subalternos.

2. La crítica teórica al etnocentrismo de la cultura occidental en las in­dustrias culturales, poniendo énfasis especialmente en la coloniza­ción del saber y de las formas de expresión periféricas.

3. La reinvención de! conocimiento comunicológico como interroga­ción ética para la definición de formas más constructivas y coo­perativas de saber (dialógicas, no monoculturales ni bárbaras, en pa­labras de Edgar Morin [2001]) que tengan en cuenta e! contexto y lasdemandas sociales.

4. La reconstrucción teórica y la refundación política de! Estado y dela democracia desde la experiencia radical de voces excluidas social­mente de! modelo de mediación y desarrollo, retomando e! legadointelectual de la teoría feminista y la crítica al androcentrismo, asícomo las aportaciones de tradiciones religiosas, comunitarias y po­pulares de los países de! Sur.

Estas líneas de trabajo constituyen, desde luego, sólo un punto de an­claje, apenas e! comienzo de «algo nuevo", pero sobre todo un com­promiso teórico a definir en diálogo con los movimientos sociales, que,a nuestro entender, puede hacer posible imaginar una comunicación pa­ra e! desarrollo más productiva que e! cambio social auspiciado por e!Capitalismo Cognitivo con e! proyecto Sociedad Global de la Infor­mación; y, lo más importante, puede realizar otra forma de habitar yexpresar e! mundo. Ahora bien, volviendo al planteamiento de partidacon e! que comenzábamos este epílogo, conviene acometer tal proyec­to desde los espacios locales de convivencia.

Hemos visto cómo a lo largo de las dos últimas décadas la reconfigu­ración de! capitalismo en torno a la información, la cultura y e! conoci­miento ha redefinido e! pape! de las políticas culturales descentralizandola acción pública en e! contexto de crisis intensiva de! Estado-nación yde emergencia de las regiones y las entidades locales como agentes regu­ladores de acomodación y desarrollo de! Capitalismo Cognitivo. Al mis­mo tiempo, en e! complejo diálogo entre lo local y lo global, las políti­cas de comunicación y cultura han procurado las condiciones propiciaspara pernlitir nuevas posibilidades de rearticulación de la democracia yla gobernanza a escala local. En este nuevo marco, es preciso pensar laspolíticas culturales críticamente reconociendo que:

La comunicación y la educación para e! desarrollo pasa, si de rno­delos integrales, sostenibles y potentes hablamos, por visiones es-

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tratégicas basadas en la creatividad social, en la participación ciuda­dana y en el intercambio de experiencias, visiones y propuestas deinnovación de los municipios y agentes locales.Las políticas públicas orientadas a la demanda y al consumo que tra­tan de alentar, por medio de la liberalización del sector, programas definanciación de aplicaciones por la pequeña y mediana empresa (co­mercio electrónico), el sector público (municipios, sistema de salud,educación... ) y la ciudadanía no parecen la mejor vía para impulsarproyectos integradores a escala territorial, vistos los resultados delcaso andaluz y de otras regiones periféricas del sur de Europa.La potenciación de la Investigación y el Desarrollo en la materia nopuede ser pensada de acuerdo con una racionalidad instrumental deexplotación aplicada del conocimiento, pues terminará adaptándosea la estructura del mercado al margen o sobre las necesidades loca­les y las alternativas posibles de desarrollo regional equilibrado. Detal manera que la inserción de los investigadores, de las empresas yagentes del sistema ciencia-tecnología termina favoreciendo la he­gemonía de las regiones y redes dominantes de excelencia, lideradaspor territorios del norte, potenciales beneficiarios de la SI en la nue­va econo?,í~ com.o productores de tecnologías de la información yde conocimiento innovador para el cambio y el desarrollo social.En este sentido, parece prioritario que las regiones y los municipiosy mancomunidades dediquen más tiempo a la investigación inter­sectorial (comunicación, educación, economía, territorio, socie­dad ...) para evaluar integralmente sus necesidades y seleccionar demanera más inteligente los planes de desarrollo y los programas pú­blicos necesarios para el impulso económico. Sólo con conocimien­to inteligente es posible pensar el desarrollo equilibrado de la SI, do­tando. ?e infraestructuras y sistemas acordes con las demandas yposibilidades de acceso a los nuevos recursos infocomunicacionalesde fo.rma creativa. Por ejemplo, es difícil hablar de desarrollo regio­nal SI no disponernos en nuestro territorio de indicadores y datosespecíficos sobre la SI, y los factores o elementos clave para nuestraeconomía. De tal manera que el seguimiento de la situación de bre­cha digital se atiende según criterios globales que poco o nada tie­nen que ver con la realidad material de nuestro territorio.En la medida que toda política cultural presupone una filosofía y vi­sión estratégica del cambio social, las políticas de comunicación de­ben, por otra parte, adaptarse a las demandas de la ciudadanía defi­niendo un compromiso específico para educar políticamente a la

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población en sus derechos culturales y articular esp~cios de .int~r­cambio y diálogo entre diferentes colectivos, atendiendo cnterioscomo la diferencia de género o la situación marginal o minoritariade ciertos grupos culturales.La articulación de los derechos sociales de la comunicación es, eneste sentido, vital para la regeneración democrática y la gobernanzay debe realizarse con procesos reales de descentralización de los sis­temas de comunicación, favoreciendo la autonomía y competenciasregionales y locales en materia de comunicación y cultura. No esposible la promoción de las culturas minoritarias en la SI sin unadescentralización territorial y política efectiva.La educación en comunicación, más alláde los modelos actuales de al­fabetización digital, debe en este empeño ser prioridad política en laarticulación de usos sociales y productivos de las nuevas redes de in­tercomunicación. Si bien no es posible, en el ámbito regional y local,definir modelos de regulación de los servicios públicos y el accesouniversal, pues según hemos visto cada vez dependen más de agentesprivados a escala global, con la anuencia de los organismos interna­cionales, los poderes públicos regionales sí que pueden mvertir eneducación, diseñar planes de inserción y capacitación profesional.Este cometido debe vincularse a la preparación de un Libro Blancosobre la cultura regional y las industrias locales de comunicacióndiagnosticando capacidades, estructuras de producción y líneas ins­titucionales de acción gubernamental para el desarrollo del sector.En este documento matriz deben ser fijados los planes plurianuales,cada tres o cinco años, para prever la explotación colectiva del pa­trimonio histórico, la memoria colectiva y los recursos culturales dela región (redes de centros públicos de educación, bibliotecas, mu­seos, monumentos, cultura popular, etcétera).Esta labor de diagnóstico y prospección con los agentes del sector y laciudadanía debe ser centralizada por un Observatorio de las Políticasde Comunicación y Desarrollo que, desde la Universidad y el conoci­miento experto, arroje información y monitoree la evolución de la cul­tura y su impacto en los planes de desarrollo territorial. Junto con es­tas instancias de investigación y desarrollo aplicado para la toma dedecisiones, es conveniente articular Consejos de Comunicación y Cul­tura con participación de los empresarios, los profesionales del sector,los poderes públicos y la ciudadanía en ~eneral, a fm de favorecer. laparticipación activa en los planes estratégIcos, tanto en lo que se refie­re a la política industrial como a las iniciativas de modernización.

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- La participación, como la política industrial, debe obedecer al prin­cipio de transversalidad y contar con la colaboración de diferentesagencias del gobierno coordinando competencias públicas, en espe­cial de Ciencia, Cultura, Educación y Tecnología. Estas políticas pú­blicas deben, en fin, ser intersectoriales pues implican decisiones yproblemas que deben ser planificados de forma coordinada. Esta po­lítica industrial debe además ser acompañada de un esfuerzo sosteni­do en el tiempo para la producción propia de contenidos culturales afin de defender la creación local, los intereses culturales colectivos co­mo bienes públicos, frente al libre comercio, mediante la promoción,por ejemplo, de normas técnicas de uso libre en línea con movimien­tos como copyleft, que permiten la producción de contenidos de ac­ceso público gratuito (Alvarez Monzoncillo y Zallo, 2003).

El éxito de éstas y otras posibles iniciativas depende lógicamente de la ca­pacidad de los poderes públicos para asumir una nueva cultura de la co­operación y del liderazgo como instancias de religación y vinculación in­terinstitucional. La labor de coordinación y cooperación entre diferentessectores, instancias administrativas, políticas y competencias distintas, yentre regiones limítrofes constituye hoy la clave y el mayor reto que hande enfrentar los poderes públicos en el ámbito local y regional para darrespuesta efectiva y adecuada a los retos de un mundo complejo y co­nectado que orienta los flujos transversales de información y conoci­miento en diferentes niveles y en diversas áreas de intervención territo­rial. La cuestión es si están dispuestos a ello. Desde luego muchos de losproblemas y líneas de desarrollo que hemos apuntado no se resuelven só­lo con voluntad política, pero ésta es una condición a priori todavía nocomprometida por la mayoría de las autoridades locales y regionales pe­se a la retórica oficial y a los numerosos pronunciamientos públicos.

Cabría a este respecto recordar, como enseña Confucio, que si ellenguaje o discurso enunciado no es correcto ni tiene en verdad senti­do para quien lo enuncia, lo que se dice no es lo que significa; y si loque se dice no es lo que se significa, lo que debe ser hecho, queda sinhacer. En la era digital, sobran los discursos sobre la SI y faltan por elcontrario políticas públicas concretas, líneas de acción y trabajo defi­nidas. Falta, en suma, una voluntad política decidida a construir so­cialmente el poder cultural.

Éste, sin lugar a dudas, es el mayor reto de futuro para un nuevomodelo de desarrollo educomunicativo y de democracia para todos.

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