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ACERCA DEL AUTOR

Josué Valero es un dinámico y creativo comu-nicador cuya pasión es presentar las palabrasde Jesús de una forma práctica y relevante para el día a día. Vive en la ciudad de Miamidonde pastorea Ekklesia Doral, una iglesia donde es fácil acercarse a Dios. Está casadocon su esposa Chachy y tiene dos hermosos hijos Matthew y Nicholas

© Ekklesia Doral 2013

Prohibida la venta de este material, es GRATIS para TODOS.

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Editado por Cristina Avero

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CONTENIDO

¿Fan o Seguidor? ...................................................8

El Target de un Seguidor .......................................14

El Logo .................................................................. 21

Creer ..................................................................... 33

Un Poco Mas ........................................................ 46

Introducción ...........................................................5

En esta serie vamos a utilizar dos conceptos muy de moda en las redes sociales de hoy día, viendo la diferencia entre ambas, al tiempo que la aplicamos a nuestra vida diaria.

Se trata de los conceptos de fan y seguidor. El diccionario de lengua castellana defi-ne ambos términos de la siguiente manera:

• Fan: admirador o entusiasta de algo o alguien• Seguidor: que sigue a una persona o cosa, partidario(defiende o apoya) o adepto

Estas definiciones se han visto, sin embargo, un tanto modificadas en su aplicación a las redes sociales.

Estudiar sus características nos da la oportunidad de encontrar paralelos que pode-mos llevar a la práctica en nuestra vida y, en especial, en nuestra relación con Dios.

En el mundo de Facebook cuando creas tu página, vas añadiendo amigos que debenaceptarte como tal pero, una vez que has alcanzado los 5,000, tu página se convierteautomáticamente en un FAN PAGE o página de FANS. Desde ese momento, cuandoalguien da “me gusta” en ella, se convierte inmediatamente en un fan de esa perso-na, organización o compañía.

¿Cómo llegas a ser “fan”, qué te motiva a ello? Muchas veces marcamos “me gusta” porque nos ofrecen algo, un descuento o acceso a alguna cosa que nos interesa en ese momento. Pero cuando empiezan a molestarte porque ponen cosas a cada rato que ya no te interesan, puedes hacerle UN-LIKE (No me gusta) y quedas borrado de esa lista, libre de esa “molestia”

Ese es uno de los principales problemas de los fans, que vienen y van de acuerdo a lo que les conviene. Si te ofrecen que te vas a ganar algo gratis por hacerte fan de al-guna página lo haces, motivado tan sólo por tu deseo del regalo, pero luego le haces

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UN-LIKE (no me gusta) y ya no eres fan, ya no lo sigues. Esto puede repetirse indefini-damente, siempre basado en lo que puedes obtener como “beneficio”, pero sin tener que soportar incomodidad.

Un fan de un equipo deportivo, por ejemplo, no pierde uno solo de sus juegos, sobre todo si el equipo le da la satisfacción de ganar casi siempre.

Se sabe todos los nombres de los jugadores, las estadísticas de acierto de cada uno y los detalles de sus vidas, aunque no los conoce personalmente.

Se suma a los cánticos de ánimo y respaldo a su equipo que suenan en el estadio, con los que se deja la garganta gritando.

Compra su camiseta, que luce con orgullo, especialmente los días después de una victoria sonada y hasta se atreve a contrariar a su esposa, al ponerle una pegatina a su carro para que todo el mundo sepa que él es del equipo ganador, que forma parte de los campeones.

Pero un fan, por bueno que sea, nunca suda la camiseta en los partidos, no participa en los entrenamientos diarios, ni tiene que cuidar su dieta y ejercicio para estar en for-ma.

Es decir, él no conoce el sacrificio que el equipo tiene que hacer para ganar, ni el pre-cio que se tiene que pagar para ello; él se mantiene desde afuera, viendo “los toros desde la barrera”.

Claro está que, un fan, cuando el equipo está perdiendo, manifiesta algunos cambios en su conducta: ya no le sale la voz, su entusiasmo se apaga, no quiere ni esperar a que el encuentro termine y quisiera que la pegatina del carro tuviera un sistema adhe-sivo de los que se despegan sin dejar rastro.

Porque hay algo particular entre los fans: vienen y se van. Están un momento y al si-guiente ya no están.

Muchos de nosotros estamos tratando a Jesús de ésta manera; como si se tratara de una página de Facebook, somos fans  de Jesús. Hoy día hay muchas personas que son fans de Jesús, pero no son seguidores.

NOS GUSTA JESÚS (le hacemos LIKE), siempre que nos dé algo que pueda ser agra-dable para nosotros; y así, venimos los domingos a la Iglesia, algunos hasta lucimos la camiseta de “tengo a Jesús”, la calcomanía del pescadito en el carro, y quizá llega-mos a comprar su libro, la Biblia, no lo leemos, pero ahí lo tenemos. Llegamos a ser

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tan buenos fans que nos aprendemos las canciones y hasta nos sabemos algún versí-culo.

Pero en el momento que JESÚS dice algo que puede interrumpir nuestras vidas, algo que NO NOS GUSTA, le hacemos UNLIKE (no me gusta) y dejamos de seguirlo. Si ne-cesitamos algo de Él nos volvemos a hacer fans hasta que nos los da y luego – UNLI-KE. Si escuchamos que Jesús está regalando algo, damos a LIKE, pero después de un tiempo dejamos de seguirlo.

Jesús tiene muchos fans y muchos de ellos son buenos fans. Tiene muchas personas que vienen a la iglesia cada domingo, cantan con entusiasmo las canciones y hasta conocen bastante de Él, pero no le conocen a Él.

Cuando todo está bien, son fans de Jesús, pero cuando las cosas se ponen complica-das les falta tiempo para salir corriendo. Son fans que lo apoyan cada domingo en las gradas y se saben las canciones, pero no saben lo que es sacrificarse y pagar un precio por seguirlo a Él y por “jugar en su equipo”, para hacer que más personas lo conozcan.

Sin embargo, cuando Jesús vino a la tierra, no vino buscando admiradores. Él se en-contraba con las personas y les decía: Sígueme. Él sabía que no podía confiar en los fans, porque están a tu lado un día y te dan la espalda al siguiente; que la fidelidad de los fans depende siempre de las circunstancias que están viviendo en ese momento.

Por eso, El usó 11 seguidores para cambiar el mundo. Si lo hizo con un número tan pequeño, ¿qué podría hacer si cada uno de sus fans actuales se convirtiera realmen-te en un seguidor?

El problema radica en que la mayor característica de un fan es que está convencido de que él es un “seguidor”. Debido a los síntomas externos de los que hemos habla-do antes, ellos piensan que son seguidores, pero la realidad es que, cuando la cosa se pone fuerte, salta a la vista que tan solo son “fans de Jesús”.

Cada uno de nosotros va a llegar a una encrucijada en su vida en la que va a tener que definir claramente si es un fan o un seguidor. Tarde o temprano, tendremos que hacernos la pregunta: ¿Será que tan solo admiro a Jesús o le estoy siguiendo?

En realidad, casi todos enfrentamos esta pregunta prácticamente a diario.

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En la Biblia hay muchos ejemplos de personas que, en sus conversaciones con Jesús, se encuentran en esa encrucijada, en el punto donde tienen que decidir si son "fans o segui-dores". Algunos revelan ser verdaderos seguidores; pero otros, sólo demuestran ser sim-plemente fans.

Este es el caso de la multitud de fans que tenía Jesús en Juan 6.

Todos conocemos la historia: Jesús había estado predicando a un gran grupo de gente du-rante todo el día y se acercaba la noche. Había que plantearse qué dar de comer a toda aquella gente.

Felipe le viene a decir que es algo imposible de hacer y además, tremendamente costoso (ni el salario de 8 meses alcanzaría); mientras, Andrés está haciendo un sondeo a ver si, compartiendo entre todos, se puede hacer algo; pero todo lo que encuentra es un niño con una simple merienda, unos panes y unos peces, como que fuera un sándwich de tu-na.

Jesús le pide esa merienda y con eso, simplemente, alimenta a toda la multitud. Lo que para nosotros se hace familiar, porque lo hemos oído tantas veces, para aquellas perso-nas fue sumamente importante.

Se trataba de la comida, algo que para ellos era sumamente importante porque se echaba a perder fácilmente, escaseaba y parecía que nunca había lo suficiente. Aquel que alimen-taba a personas era considerado rey; a Jesús quisieron hacerle rey porque alimentó a más de 5,000. Nunca se había registrado en la historia de nadie que alimentara a tanta gente a la vez.

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Jesús había alimentado ese día a un gran número de fans y eso fue razón suficiente para que decidieran acampar y que-darse a dormir allí. Pero Él pidió a sus discípulos que cruzaran al otro lado del lago y cuando, al amanecer, la gente vio que se habían ido y se enteraron que estaba en Capernaum, fue-ron todos para allá.

Tal parece que tenían hambre de nuevo, ya era otro día y ha-bía que volver a comer, así que le piden otra señal. Jesús se da cuenta de que solo le siguen porque les da comida gratis y se lo dice directamente.

Después, a partir de esa situación, trata de enseñarles, pero ellos no entienden lo que les dice; y El, entonces, aprovecha para lanzarles algo que para ellos, en ese momento, antes de la muerte de Jesús y sin la perspectiva que tenemos noso-tros, no tenía sentido alguno.

El ambiente empieza a ponerse tenso y empiezan a murmurar entre ellos: esto es muy difícil de entender, ¿cómo puede al-guien obedecerlo? Es cuando Jesús comenzó a enseñar, cuando comenzó a confrontar sus vidas e irrumpir en ellas, que todos empezaron a irse.

Entonces Él les dice: ¿Acaso esto los ofende? Como te puede decir a ti: ¿Quizá esto te hace sentir mal, te hace dudar de la decisión que has tomado de seguirme? ¿Acaso lo que digo te causa vergüenza y no quieres que la gente te asocie conmi-go?

Porque en la vida de todos nosotros surge siempre alguna encrucijada y, por lo general, es algo que nos ofende y nos perturba.

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Porque en la vida de todos nosotros surge siempre alguna en-crucijada y, por lo general, es algo que nos ofende y nos per-turba.

Los propios 12 seguidores más cercanos de Jesús, que tam-bién estaban un poco incómodos por su enseñanza, fácilmen-te llegaron a dudar si unirse en esos momentos a la multitud, pero se quedaron y fueron confrontados con una pregunta cla-ve:

¿Ustedes también van a marcharse? (Juan 6.67)

Se sintieron pillados porque, en realidad, eso era lo que esta-ban pensando.

Hay un momento en nuestras vidas que seguir a Jesús ya no es tan popular, donde seguirle es más un sacrificio que un be-neficio y requiere pagar un alto precio; en ese momento, se-guir a Jesús representa más dar que recibir, seguir a Jesús pa-rece mas una complicación que una ayuda.

Ese es el instante donde preferimos ser fans que seguidores.

Todos pasamos por ese punto en nuestras vidas.

En nuestra vida llegamos a enfrentar situaciones en las cuales tenemos que elegir entre obedecer lo que Él dice o seguir lo que nos gusta, nos apetece o nos dice el medio ambiente.

Instantes en los que tienes que escoger si mantenerte firme o ceder a la tentación de tener relaciones sexuales con tu novia y sientes a Jesús decir: “¿también tú te quieres ir?”

Va a llegar el punto en que tengas que elegir entre lo que sa-bes que Dios quiere para ti y tu sueño personal, el futuro que

Hay un momento en nuestras vidas que

seguir a Jesús ya no es tan popular,

donde seguirle es más un sacrificio

que un beneficio y requiere pagar un

alto precio.

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siempre has tenido en tus planes, cuando le oyes decirte: “¿También tu vas a seguir tu camino?”

O quizá estas en un ambiente de college en el cual seguir a Je-sús no es popular y es más fácil ir detrás de lo que tus compa-ñeros hacen y seguir su estilo de vida, en lugar de dedicar tiempo a servir a Jesús. Y le oyes a El decirte: “¿Te vas a ir tú también?”

O puede que seas un hombre de negocios y que a todos a tu alrededor les moleste que los límites que pones en ciertas co-sas, porque quieres dedicar tiempo a tu familia o respetar y ser fiel a tu esposa. Incluso puede que les resulte incómoda tu ética de trabajo, porque no vas a decir mentiras, y eso hace que la empresa no progrese como ellos quieren, al impedirles seguir la tendencia de hoy día en la forma de hacer negocios, donde todo es válido. Puede que tú mismo llegues a pensar si eso merece le pena, si no estás frenando tu carrera y, en ese momento, Jesús te pregunta: “¿Tú no estarás pensando en ir-te también? ¿Qué quieres hacer?”

A lo mejor es tu matrimonio, que atraviesa una crisis en la que es más fácil ser un fan que un seguidor. No quieres seguir lo que Jesús dice y buscar el camino de la restauración y prefie-res ser parte de la estadística de divorcio. Y oyes a Jesús de-cir: “¿Tu también te vas a ir? ¿Vas a ser una estadística más? ¿Vas a ser un fan, parte de la multitud?”

Porque fans hay muchos, pero seguidores hay pocos. Hay ocasiones donde nos enfrentamos a esa decisión y, por lo ge-neral, son momentos de transición, de tentación o de prueba; y la duda viene porque vemos situaciones donde pareciera que seguir a Jesús es mas sacrificio que beneficio, es mas lo

Todo creyente, en algún momento de su vida, llega a esa encrucijada en la que debe decidir seguir a Jesús a pesar de la duda, la dificultad, y la poca popularidad.

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que estoy dando que lo que voy a recibir o que seguir a Jesús complica más que ayuda a que las cosas estén mejor.

Todo creyente, en algún momento de su vida, llega a esa en-crucijada en la que debe decidir seguir a Jesús a pesar de la duda, la dificultad, y la poca popularidad. Es ahí donde enten-demos el precio de ser un seguidor. En ese instante, tenemos que tomar una decisión: si vamos a ser fans o seguidores.

Pedro contesta a Jesús algo extraordinario que nos ayuda a nosotros en estos momentos de decisión entre ser fan o segui-dor. Es algo que todos solemos olvidar en esos momentos de pruebas y luchas, en esos momentos en que parece más con-veniente ser fan que seguidor. 

Pedro contesta con una pregunta, que hace toda la diferencia, la que todos nosotros debemos aprender a formular en estos momentos críticos.

Simón Pedro le contestó: Señor, ¿a  quién  iríamos? (Jn 6.68)

Pedro entendió que dejar de seguir a Jesús significa seguir a otra persona. Y cuando consideró las opciones, evaluó lo que Jesús le ofrecía frente a los que los demás le podían dar y dijo: ¿A quién puedo ir? A quién más puedo ir si solo Tú nos puedes hablar de vida eterna, una mejor calidad de vida aquí y una perspectiva correcta acerca de la vida en el más allá.

Pedro entendió que Jesús es el autor de la vida y quien real-mente sabía cómo funcionaba, El único que había venido de allá para acá,

La pregunta que te tienes que hacer ¿Si no estoy siguiendo a Jesús, entonces a quién estoy siguiendo? Tiene que pregun-

La pregunta que te tienes que hacer ¿Si no estoy siguiendo a

Jesús, entonces a quién estoy siguiendo?

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tarte: ¿A quién iré, sino a Jesús? Esa es la pregunta que diferencia a los fans de los segui-dores, porque los fans se van a seguir otras cosas, pero los seguidores entienden que so-lo Jesús tiene palabras de vida.

Eso es lo que distingue un fan de un seguidor, que en el momento en que sientes que lo que te está pidiendo Jesús es muy difícil, tú decides que, a pesar de la dificultad, de lo po-co popular o sacrificado que sea lo que tienes que pasar, entiendes que detrás de eso hay vida. Hasta que no comprendas eso, nunca vas a ser un seguidor, serás tan solo un fan.

La pregunta que te tienes que hacer en momentos de lucha, transición o tentación en tu vida no es: ¿Por qué a mí? ó ¿Cómo voy a salir de esto?. De la mil preguntas que tienes en esos momentos la que realmente tienes que contestar es: ¿A quien iría yo sino a Je-sús?

Si en algún área de tu vida NO estás siguiendo a Jesús, entonces eres un fan y estas si-guiendo a alguien más. ¿A quién estás siguiendo?

ALGO PARA PENSAR

1. ¿Qué significa para ti lo que dijo Pedro “¿A quién iremos? Si solo tú tienes palabras de vida eterna”?

2. ¿En qué áreas de tu vida NO estás siguiendo a Jesús?

3. ¿Qué puedes hacer para seguirlo en esas áreas?

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Muchas veces, como cristianos, hemos recibido el calificativo de fanáticos y, lamentable-mente, en ocasiones han tenido razón.

La Palabra fanático viene de la misma raíz que fan, la que estamos comparando con segui-dor en estos mensajes. Y frecuentemente, la diferencia entre un fanático y un seguidor es-tá en el target, en el blanco en que nos estamos enfocando.

Desde que Matt Emmons descubrió su aptitud natural para el tiro al blanco con rifle, se encendió en él una pasión y esto marcó una meta en su vida: ganar los juegos olímpicos de Atenas 2004 en su disciplina (rifle de tres posiciones a 50 metros). Tras haber conquis-tado dos títulos de de Campeón Nacional en 1997 y 2002, su meta no parecía descabella-da en absoluto.

Llegó a las Olimpiadas con toda confianza y fue calificándose de acuerdo a lo esperado. Al llegar a la final, él mismo cuenta como su enfoque principal era conseguir calmar sus nervios ya que ellos podían dar al traste con todas sus aspiraciones. Su concentración se fijaba en ello, mientras observaba a sus contrincantes obtener altas puntuaciones, lo que hacía que su sueño pareciera más lejano de lo que pensaba. Finalmente, se afirmó en su capacidad y experiencia y disparó su arma, consiguiendo hacer historia, con un tiro perfec-to.

El único problema fue que su historia no fue, como él esperaba, por haber ganado la me-dalla de oro, a pesar del tiro perfecto y del puntaje acumulado que le proyectaba como ca-si seguro campeón. Un pequeño detalle fue el causante de que su sueño no pudiera cum-plirse y que su paso a la historia tuviera unas características bien distintas a las deseadas.

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Por: Mario Gutierrez

Matt Emmons, de pie en el carril dos, disparó al blanco en el carril tres. Hizo un tiro perfecto en el blanco equivocado. Su tiro fue anulado por los jueces y eso lo relegó al octavo lugar. No importó que su tiro fuera perfecto, porque se había enfoca-do en el blanco equivocado.

Esa es una imagen de lo que sucede con una gran cantidad de fans. Si se les preguntara, "¿Eres un fan o un seguidor?" Van a responder con confianza "seguidor." Pero no es una sim-ple cuestión de esfuerzo o deseo. Ellos están tratando de se-guir con mucho esmero, pero el problema está en que no es a Jesús a quien están siguiendo. Sin darse cuenta, están apun-tando al blanco equivocado. En lugar de seguir a Jesús, están siguiendo reglas y normas religiosas. Han confundido los obje-tivos. Han confundido el blanco.

Muchas veces leemos versículos como

Cuando producen mucho fruto, demuestran que son mis verdaderos discípulos (seguidores). Jn 15.8 (Itálica agrega-da)

Interpretamos mal este versículo, porque Jesús se lo está ha-blando a 12 personas que supieron hacer la diferencia entre fans y seguidores. Asociamos ese fruto al definido en la carta a los Gálatas como el fruto del Espíritu, entre los que se en-cuentran cosas como el amor, la paciencia, la templanza, la humildad o el dominio propio.

Todos ellos son síntomas que se manifiestan externamente en una persona pero son frutos complicados de producir por no-sotros mismos. Si este es el estándar para que nos catalo-guen como seguidores, ¿Cómo vamos a hacerlo?.

En lugar de seguir a Jesús, están siguiendo reglas y normas religiosas.

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Después de nacer en un hogar cristiano y haber recibido un entrenamiento continuo en la iglesia desde niño, yo debería ser ya un “seguidor profesional”, algo así como Matt Emmons en el tiro con rifle. Pero la realidad es muy distinta.

La mayoría de nosotros, en algún momento de nuestra vida, llegamos a pensar que, dado que hacemos todo lo que esta-mos supuestos a hacer, eso quiere decir que tenemos la capa-cidad por nosotros mismos de llevar fruto; así que estamos vi-niendo todos los domingos y sirviendo y haciendo de todo pe-ro no pasa nada, no hay fruto…

Esas 12 personas que habían llegado a marcar la diferencia como seguidores de Jesús, distinguiéndose de la multitud, se veían ahora en conflicto con esta nueva enseñanza. Sin duda, muchos de nosotros nos veríamos igual que ellos, porque pen-samos que nuestro enfoque debe ser producir fruto, que debe-mos concentrarnos en seguir reglas al pie de la letra, que un seguidor debe enfocarse en producir mucho fruto por sí solo.

Hay personas que, como consecuencia de este enfoque, deci-den ni siquiera acercarse por una iglesia, ya que no creen po-der llevar esa vida de gente buena y santa, no quieren sentir-se hipócritas fingiendo lo que no son.

Lamentablemente en la iglesia nos ocupamos, como buenos cristianos, de que cuando llegue alguien nuevo, comprenda el “manual del cristiano”, en donde la palabra favorita es: NO. No puedes hacer esto, ni lo otro, ni ir a este o aquel lugar.

Esto nos lleva a vivir en frustración, porque nos la pasamos lu-chando por producir ese fruto y nos damos cuenta de que por nosotros mismos no podemos hacerlo.

Sin duda, muchos de nosotros nos

veríamos igual que ellos, porque

pensamos que nuestro enfoque

debe ser producir fruto

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Pero Jesús conociendo el corazón de sus seguidores, tu cora-zón y mi corazón, sabiendo que nosotros creemos que lo que nos hace verdaderos seguidores es cumplir reglas y mostrar frutos les dice lo siguiente:

Yo soy la vid verdadera y mi Padre el labrador. Toda rama que en mi no da fruto la corta, pero toda rama que da fru-to la poda. Juan 15: 1

Si los discípulos esperaban una palabra de ánimo, debieron quedarse boquiabiertos. De una u otra manera, ¡tendrían que pasar por la tijera!

Y la cosa se pone aún mejor cuando, un poco más adelante, Jesús les dice: ustedes no tienen, por sí mismos, la capaci-dad de ser fructíferos.

En este punto, los seguidores intentan hacer un resumen de la situación:

• Si no doy fruto, me cortan (vs. 1)

• Si me cortan, me mandan al fuego (infierno)(vs. 6)

• No tengo la capacidad de producir fruto (vs. 4)

El panorama no estaba nada alentador. ¿Cuál era en enfoque de lo que Jesús estaba diciendo?

Se nos escapa considerar la primera parte del versículo 1 y, de esta manera, hemos crecido con la idea de que si no da-mos fruto nos van a cortar, por lo que hemos llegado a esfor-zarnos en que parezca que si lo producimos, aunque sea de mentira, convirtiéndonos en profesionales de guardar las apa-

Jesús les dice: ustedes no tiene, por si mismos, la capacidad de ser fructíferos.

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riencias. Por fuera todo está bien, somos casi perfectos, pero por dentro la realidad es muy distinta.

El vs. 1 comienza diciendo: Yo soy la vid y mi Padre es el la-brador, el jardinero encargado de la vid. ¿Cuál es el enfoque de un encargado de una vid? ¿Cortar ramas a lo loco o que dé fruto? Su enfoque ciertamente es que produzca fruto.

Es curioso observar que la palabra que aquí se traduce como cortar, figura bastantes veces en el evangelio de Juan, pero la mayoría de las veces es traducida como “levantar”.

Visto así, tal parece que el Padre, como jardinero, es quien se va a ocupar de, cuando yo no esté dando fruto, levantarme pa-ra que pueda darlo.

Jesús conocía en enfoque de las personas en esa época: si eres un seguidor debes vivir para cumplir la ley que Dios ha dado; pero El les está diciendo: olvídense de producir fruto, están apuntando al target equivocado, el de la línea 3. El que-ría re-enfocarlos al target correcto: no tiene que estar preocu-pándose ustedes de dar fruto.

El nos dice que El es el tronco y nosotros las ramas (Jn 15.5). No hace falta ser experto en agricultura para saber que es el tronco el que tiene la responsabilidad de transmitir la vida que da fruto a las ramas; y que aun mas determinante es el am-biente en que esa planta pueda crecer y eso es tarea del labra-dor.

El Padre te dice: yo me voy a encargar de que te dé la luz ne-cesaria, de que llueva y tengas suficiente agua para crecer; el enfoque de tu vida no tiene que ser producir fruto ni aparentar

Por fuera todo está bien, somos casi

perfectos, pero por dentro la realidad es

muy distinta.

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cosas para que parezca que eres fructífero: tu responsabili-dad es, como rama, permanecer pegada al tronco.

Los que permanecen en mí y yo en ellos producirán mu-cho fruto porque, separados de mí, no pueden hacer nada Jn.15. 5

Jesús nos dice que la única forma de producir fruto es perma-necer en El, es tener una relación ininterrumpida: Necesito que entiendas que por tus fuerzas no vas a producir nunca esos frutos; no te empeñes en lo que no puedes hacer, deja que me encargue yo de eso y tu ocúpate en no separarte de mí, de que tu relación conmigo sea ininterrumpida, como de-be ser la relación entre una rama y un tronco.

Déjate de intentar producir fruto, cosa que no vas a lograr, y enfócate en tener una relación conmigo

Y es que se nos olvidan esas 3 palabras “Permanezcan en mí”, y la verdad es que, separados del tronco, a las ramas no les va muy bien que digamos, no pueden producir frutos y su futuro no es otro que secarse.

Cuando cultivas una amistad, hay cosas de la otra persona que terminan pegándosete. Pero no fueron reglas que te pu-sieron al comienzo de esa amistad, sino que sucedió de for-ma natural. RELACIÓN y NO REGLAS es el blanco en el que Jesús quiere que nos enfoquemos. La relación con Jesús no puede ser forzada por reglas.

La promesa de Jesús es que, si re-enfocamos nuestro blanco y nos enfocamos en permanecer en una relación con Él, del resto se encarga Él, los frutos se van a ver, porque Su vida va a salir a través de ti como rama. Entonces podrás amar con

El Padre te dice: yo me voy a encargar de que te dé la luz necesaria, de que llueva y tengas suficiente agua para crecer

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un amor incondicional como el suyo, no con el tuyo, sujeto a que los otros se lo ganen con sus acciones.

Ser un seguidor no consiste en esforzarte por ser bueno. Se trata de tener una relación con Jesús, y el resto, el fruto, es un producto de esta relación. Todo el mundo va a ver ese fruto que brota de una relación de la rama con el tronco, de la vida de Jesús manifes-tada a través tuyo, no porque tú te esforzaste, sino simplemente porque permaneciste en Él.

Esos frutos son los que tienen la capacidad de cambiar tu vida y la de los que te rodean, de permitir que vivas una vida distinta, enfrentes una crisis sin dejar te separe de Él o que gente se acerque a ti buscando ayuda, porque ven que tienes algo distinto: la vida de Je-sús que fluye en ti, no por tu esfuerzo, sino porque permaneces conectado a la Vid.

ALGO PARA PENSAR

1. ¿Antes de leer este capítulo tu blanco eran reglas o relación?

2. ¿En qué áreas necesitas trabajar para tener una relación saludable con alguien?

3. Escoge un área y enfócate en trabajarla (puede ser tiempo, ser sincero con Él, escu-char, etc…)

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De un tiempo para acá, me ha comenzado a gustar todo los que tiene que ver con el mer-cadeo y sus estrategias. Y una de las partes que más me gusta y que resulta esencial son los logos y eslóganes (palabras).

Un logo es un emblema distintivo de una marca o producto, mientras que el eslogan es una frase breve y fácil de recordar que tiene fines propagandísticos.

Cualquier estrategia de mercadeo que se precie, debe contar con un logo y un eslogan que hace que las personas digan YO QUIERO ESO, eso es lo que YO NECESITO. Ambos elementos deben encerrar el propósito de la organización, y al tiempo, presentarlo como la respuesta a una necesidad que todos tenemos o que, por su presentación atractiva, lo-gran generarla en nosotros.

El eslogan correcto no sólo puede llevar una empresa a la mente de las personas, sino también crear el deseo por el producto. El símbolo o logotipo de la empresa debe ser atractivo y fácil de recordar y asociar con el producto.

Veamos si puedes identificar algunos ejemplos:

Where dreams come true - donde los sueños son una realidad

Life happens over coffee

Think different

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Melts in your mouth not in your hand - el chocolate se derrite en tu boca y no en tu mano,

Y dura, y dura, y dura

Por si no los reconociste son: Disney, Starbucks, Apple, m&m’s, y Duracell

Estos logos representan satisfacción,  placer,  victoria,  estilo y estatus. Te hacen desear pensar y vivir como alguien diferen-te, destacado de los demás. A la vez, esas empresas han tra-bajado duro para desarrollar un eslogan y un logo que sea atractivo a la mayor cantidad de gente posible.

Si Jesús fuera a hacer una campaña de imagen, ¿cuáles se-rían su eslogan y logo? ¿Con qué imagen atraería a más se-guidores y cuál sería la frase que todos ellos recordarían?

¿Con cuál se identificarían sus seguidores? ¿Cuando el extien-de una invitación a que lo sigamos, qué eslogan usa? ¿Qué tipo de logo llamativo diseñaría para atraer personas?

Estamos hablando de una imagen o frase que debería repre-sentar su propósito en la tierra y puesto que El dice que ha ve-nido para darnos vida y vida en abundancia, (es decir, una me-jor calidad de vida), su eslogan y logo deberían ayudarnos a reconocer y elegir la verdadera vida.

No vaya a ser que, con un eslogan y un logo incorrectos, ter-minemos con una vida que no es realmente la que El ofrece, sino una mera imitación, una copia barata.

Si Jesús fuera a hacer una campaña de imagen, ¿cuáles serían su eslogan y logo?

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Tenemos muchos por ahí, siguiendo un eslogan equivocado que Jesús no dijo y persiguiendo una vida que no es la que Je-sús tiene para ellos.

Si no tenemos cuidado nos puede pasar algo como esto:

• ADIBAS

• BUCKSSTARTS

• NKIE

No hay nada peor que una imitación, te ofrece algo falso y te da algo irreal. Eso es lo que ha pasado con los FANS: tienen una imitación barata de Jesús y lo que Él ofrece. 

Hay muchos alrededor nuestro frustrados, sin disfrutar de la vida que Jesús tiene para ellos, porque les han presentado una imitación barata de lo que Él ofrece.

Las imitaciones son más accesibles, pero se dañan más rápi-do, no tienen la misma calidad y son solo una copia.

La buena noticia es que Jesús nos reveló una imagen, un logo para todos los seguidores, para que no nos confundamos con los falsos que andan por ahí.

Jesús nos dijo cual era el Slogan de sus seguidores el propósi-to de vida, o mejor donde encontramos verdadera vida.

Lucas 9.23

Entonces dijo a la multitud: Si alguno de ustedes quiere ser mi seguidor, tiene que abandonar su manera egoísta de vivir, to-mar su cruz cada día y seguirme

Tenemos muchos por ahí, siguiendo un eslogan equivocado que Jesús no dijo y

persiguiendo una vida que no es la que

Jesús tiene para ellos.

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Jesús estaba siendo seguido por una multitud de FANS, que iban tras Él por lo que les daba. Eran fans que seguían sólo por conveniencia. Y una vez más Jesús dice algo que nos ayu-da a diferenciar la multitud o los fans, de los seguidores.

Con esta frase, Jesús presenta el eslogan y el logo de su movi-miento…. Jesús lanza una campaña de imagen….

SI ALGUNO DE USTEDES (otra versión dice “cualquie-ra”)

Esto implica que la invitación está extendida a cualquiera de entre la multitud, cualquiera que esté escuchando. Es para los religiosos y los que no lo son, es para los fans, es para to-dos.

La invitación es para ti y para mi…

Esta invitación de Jesús no tiene una lista de pre-requisitos; cualquiera que la oiga, puede responder a ella. 

Muchos en la multitud quizá no podían entender cómo Jesús los estaba invitando; “después de todo lo que he hecho, ¿él quiere que lo siga? No, no califico para ser un seguidor, no cumplo con los requisitos”. Así hay muchos que no intentan seguirlo porque creen que han hecho mucho mal…

Creemos que esto es como las propagandas de venta de ca-rros que, por un lado, te dicen: Compre su carro a 0%, pero al lado hay un asterisco (*) y en la parte de abajo del mismo dice *W.A.C (With Approved Credit)

La invitación es para ti y para mi…

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Eso significa que esas condiciones se aplican solo si cum-ples con los requisitos: cualquiera cuyo crédito que sea apro-bado.

Cuando escuchamos la invitación de Jesús pensamos que también tiene un asterisco al lado y que en seguida van a ve-nir con una lista de pre-requisitos; parte de la culpa de esta forma de pensar se debe a que la iglesia se ha encargado de ponerlos; se llaman: Pre-requisitos para seguir a Jesús.

Pero Jesús hace la invitación abierta a todo el que la oiga y de-see responder. El no te pide que seas de una u otra manera, ni que te comportes de acuerdo a un patrón, como condición para aceptar esa invitación. Ese Si alguno  eres tú, ese Si algu-no soy yo, sin más condiciones.

QUIERE

Seguir a Jesús es siempre una invitación, nunca una imposi-ción. Es una decisión de tu voluntad, nadie te obliga…

Dejar de ser un FAN para ser un SEGUIDOR es una decisión que Jesús deja que tú tomes… El dice SI QUIERES…, es algo que tú tienes que querer, El no te está obligando, solo deján-dote la puerta abierta  

SER MI SEGUIDOR

La palabra de nuestra serie

Seguir a Jesús es siempre una

invitación, nunca una imposición.

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TIENE QUE ABANDONAR SU MANERA EGOÍSTA DE VIVIR

Este es el eslogan de Jesús 

Si alguno de ustedes quiere ser mi seguidor, tiene que abando-nar su “manera egoísta de vivir”; no parece ser la frase más adecuada para conseguir adeptos… porque la diferencia es que el propósito del eslogan de Jesús no es usar una frase atractiva, sino diferenciar entre un fan y un seguidor

“Manera egoísta de vivir” (en otras versiones dice negarse a uno mismo), en el original significa no considerar, rehusar se-guirte a ti mismo, no considerar tu vida enfocada en ti mismo, y seguir a Dios.

Jesús dice: “Si quieres ser mi seguidor, va a llegar un momen-to en que vas a tener una guerra en tu corazón entre si sigues lo que tú piensas o si sigues lo que lo que yo digo. Y si no te rehúsas a hacer lo que tú piensas no vas a poder hacer lo que yo digo.

Abandonar tu manera egoísta de vivir no significa odiarte a ti mismo, sino que, cuando aparece esa lucha en tu corazón, que por lo general tiende a tu propia comodidad, tienes que elegir hacer lo que El te dice que hagas.

Es no vivir una vida donde tú eres el centro y vives para auto complacerte. Si quieres seguir a Jesús NO puede ser TU pri-mero, TU segundo, TU tercero… Seguir a Jesús es dejar a un lado:

Si alguno de ustedes quiere ser mi seguidor, tiene que abandonar su “manera egoísta de vivir”

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• el egoísmo (tu exaltación) y

• el egocentrismo (tu satisfacción)

¿Por qué? por la próxima frase que viene a continuación; si no dejas a un lado el egoísmo, NUNCA podrás seguir a Jesús, por esto que va a decir ahora… esta es la imagen que Jesús escogió para sus seguidores.

TOMAR SU CRUZ 

CRUZ: Este es el logo de los seguidores de Jesús. Viviendo en el egoísmo es imposible tomar la cruz.

De todas las cosas que Jesús pudo escoger, elige la CRUZ. Para nosotros, hoy día, la cruz llega a ser un adorno, una joya, algo bonito.

Pero, en aquel entonces, la cruz traía a la mente de las perso-nas una imagen completamente diferente. Ellos no sabían có-mo iba a morir Jesús (Él no lo había revelado todavía), cuando les dice: si me siguen tienen que tomar una cruz

La cruz se asociaba en su mente a diversas cosas, ninguna de ellas muy atractiva y, en general, vinculadas a la tortura:

1) Humillación y sumisión: de todas las formas en que los romanos podrían matar a alguien (a pedradas, por espada, lan-zándolos a un precipicio…), la cruz era reservada a los que se rebelaban contra el imperio, porque suponía una humillación mayor. La persona crucificada era colgada en una cruz, total-mente desnuda, humillada en público, como un forma de de-clarar que esa persona no tenia poder contra Roma. Al hacer-lo con el rebelde querían persuadir a los demás para que no

La Cruz es el logo de los seguidores de

Jesús. Viviendo en el egoísmo es

imposible tomar la cruz.

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hicieran eso y evitaran esa humillación, la cruz era un símbolo de sumisión.

2) Sacrificio, Incomodidad: La persona antes de ser crucifi-cada, era azotada, hasta que le quedaba la espalda en carne viva. Luego le colocaban, sobre las heridas abiertas, la sec-ción vertical de una cruz (125 libras), para que la cargara has-ta el lugar de ejecución. En sus mentes quedaba claro que era imposible llevar la cruz sin que hubiera sufrimiento, sin que fuera incómodo. No existe ninguna forma CÓMODA de llevar una cruz.

3) Muerte: La cruz era un símbolo de MUERTE para ellos. Como lo puede ser para nosotros un ataúd. Ver una cruz les hacía sentir como tú y yo nos sentiríamos en una morgue. Y la muerte a que Jesús se está refiriendo no es una muerte física, sino una muerte de renuncia a tu propia voluntad, de negarte a ti mismo.

Debemos tener en cuenta que Jesús no dijo: "Toma mi cruz." En cambio, le dice a cada uno de nosotros: "Toma TU cruz."

¿Cuál es nuestra cruz? Algunos han pensado en la cruz como el sufrimiento, un reflejo de la agonía de Jesús ese día de la Crucifixión. Pero esa fue la cruz de Jesús, que era la voluntad única de Dios para Él. Es más, Él tomó esa cruz para que tú no la tomaras.

Más importante que el sufrimiento en sí, es el hecho de que la cruz era a la vez:

• la voluntad de Dios para Jesús

• el símbolo del compromiso total de Cristo a hacer la volun-tad del Padre.

Debemos tener en cuenta que Jesús no dijo: "Toma mi cruz." En cambio, le dice a cada uno de nosotros: "Toma TU cruz."

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La pregunta entonces es  ¿Cuál es la voluntad concreta de Dios para ti? Esto es lo que significa tomar TU cruz: es una de-cisión, elegir, como lo hizo Jesús, hacer lo que Dios quiere, ha-cer la voluntad de Dios.

Tomar la  Cruz es OBEDECER a Dios. La Cruz es hacer la vo-luntad de Dios. Lo que Jesús estaba significando con la cruz es la entrega completa a hacer la voluntad de Dios en tu vida.

Muchas veces eso implicará humillación, sufrimiento, renun-ciar o morir a tus propios deseos. Y eso no es compatible con la manera de vivir EGOISTA. 

Quizá es hacer algo que te supone humillación ante tus ami-gos o compañeros; si te importa más lo que los demás pien-sen de ti que hacer la voluntad de Dios, entonces no has aban-donado el egoísmo y no puedes llevar tu cruz.

Tal vez es algo que te supone salir de tu comodidad y te toca ir bien lejos para hacer eso. Si tu comodidad es mayor que ha-cer la voluntad de Dios, no has muerto a tu egoísmo y no pue-des tomar tu cruz

A lo mejor llevar la cruz te supone renunciar a un deseo o de-jar de hacer algo; si es más importante hacer lo que tú quieres que hacer la voluntad de Dios, aun no has renunciado a tu for-ma egoísta de vivir y no vas a poder tomar tu cruz.

Llevar tu cruz puede resultar humillante o incomodo y doloro-so, a veces puede hacerte sentir como si estuvieras muriendo en vida, pero siempre vas a tener que obedecer la voluntad de Dios por encima de la tuya y, para eso, tienes antes que renun-ciar a tu egoísmo.

Tomar la  Cruz es OBEDECER a Dios. La Cruz es hacer la

voluntad de Dios

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Los seguidores y los fans se diferencian en la cruz, en si van a hacer o no la voluntad de Dios.

La voluntad de Dios es algo que hemos mistificado mucho, pe-ro que es más sencillo de lo que parece: la próxima oportuni-dad que tengas de hacer lo correcto, hazlo. La próxima vez que tengas que elegir entre decir la verdad o mentir, di la ver-dad, porque eso es seguro la voluntad de Dios.

Si tienes alguien a quien perdonar, ve de una y perdónalo, por-que esa es la voluntad de Dios, eso es llevar tu cruz.

Por eso es que el versículo entero dice

Si alguno de ustedes quiere ser mi seguidor, tiene que abando-nar su manera egoísta de vivir, tomar su cruz cada día y seguir-me. Lucas 9:23

CADA DIA

Si tomar la cruz es decidir hacer la voluntad de Dios (que a ve-ces, va a ser incómodo, poco común, y para hacerlo tenemos que dejar el egoísmo); si tomar la cruz es hacer lo que Dios quiere que haga, entonces CADA DIA de mi vida, todos los dí-as, tengo una nueva oportunidad de llevar la cruz, de hacer Su voluntad, de hacer lo que El quiere que yo haga.

Tomar la CRUZ no es algo de UNA SOLA VEZ, es algo de to-dos los días.

Piensa en tu vida como representada en un billete de 100 dóla-res. La mayoría de nosotros pensamos en tomar la CRUZ  co-

La próxima oportunidad que tengas de hacer lo correcto, hazlo

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mo entregar 100 dólares, creemos que seguir a Jesús es una decisión de UNA SOLA VEZ.

Un único momento, donde por la música especial y las emo-ciones aceptamos y decidimos entregar nuestra vida a Dios y Él la toma y te dice "Esto es mío, pero ahora quiero que lo cambies en PENNYS (centavos) y cada día entrégame UN PENNY"

Un día puede ser en el TRABAJO: te dicen que tienes que de-cir una mentira para hacer un negocio. Pero decides tomar tu cruz y decir la verdad, sueltas otro penny

Otro día podrá ser la FAMILIA, que sabes que está primero que el resto de cosas, tu hijo/a te pide jugar, pero no te quie-res desprender del televisor, o del FB: toma tu cruz, suelta un penny.

O estás casado y llegas agotado de trabajar, pero tu esposa también está cansada y espera que la ayudes a lavar los pla-tos, mientras tú quieres ver el juego de los Heat: deja el egoís-mo y toma tu cruz, entrega un penny.

SIGUEME

Jesús no nos invita a un estilo de vida "por reglas”. Jesús nos invita a una relación personal. Y mientras lo sigues y ves co-mo El carga su cruz (cumpliendo la voluntad del Padre) todo los días, Él te enseña y capacita para hacerlo tú también

Recuerda que cada día tienes una oportunidad de seguir a Je-sús tomando tu cruz.

Jesús no nos invita a un estilo de vida "por

reglas”. Jesús nos invita a una relación

personal.

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ALGO PARA PENSAR

1. ¿Por qué crees que es difícil hacer lo correcto (hacer la Voluntad de Dios)?

2. ¿Por qué es necesario tomar la cruz si quieres seguir a Jesús?

3. ¿Cómo puede hoy llevar tu cruz?

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Hasta ahora hemos visto tres principios para vivir como un seguidor en lugar de ser sim-plemente un fan

1) El seguidor entiende que solo Jesús tiene palabras de vida eterna

2) Esas palabras te llevan a una relación ininterrumpida con Jesús, a través de la cual el va a producir en nosotros el fruto

3) Jesús invita a cada seguidor a tomar su cruz, que es la voluntad de Dios para su vi-da, lo cual se realiza, de manera práctica, en los detalles de nuestra vida diaria. Tomando nuestra cruz cada día es que encontramos el verdadero sentido de la vida.

Sin embargo, necesitamos una clave para vivir los tres principios que hemos visto hasta ahora, creer que SI SE PUEDE.

Mi hijo Mathew tenía que participar hace unos meses en una presentación del colegio y, por los nervios, decía YO NO PUEDO; me senté y le explique qué pasos tenía que hacer, aprender unos párrafos largos y decirlos frente a un público, con la entonación y los ade-manes correctos.

Fuimos ayudándole en su tarea y, poco a poco, consiguió memorizarlos, pero el temor a decirlos frente a la audiencia le bloqueaba y volvía a decir NO PUEDO. No hay nada que me desespere mas como papá que escuchar a mi hijo decir que no puede.

¿Cuántos de nosotros no nos limitamos a nosotros mismos? ¿Cuántas veces nosotros no hemos dejado de hacer algo, sin siquiera intentarlo, porque decimos NO PUEDO?

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• aprender Inglés

• perder peso

• dejar la coca-cola 

¿Cuántos de nosotros estamos limitando lo que Dios quiere hacer en nosotros y por medio de nosotros al decir NO PUE-DO?

Muchos pensamos que no podemos seguir a Jesús; de ante-mano decimos YO NO PUEDO  (orar por enemigos, NO PUE-DO; perdonar cuando me hagan daño, NO PUEDO; dejar el egoísmo, NO PUEDO). Puede que pensemos que no pode-mos seguir a Jesús, por como somos, por nuestro pasado, por nuestra personalidad.

De esta forma, nos estamos limitando a nosotros mismos (co-mo un niño de 6 años), privándonos de todo lo que Dios quie-re que nosotros seamos, de la vida que Él tiene para nosotros y que es una mejor calidad de vida, simplemente por decir que no podemos, porque nos parece algo difícil.

¿Cómo podemos cambiar esto en nosotros, para poder ser li-bres de esa sensación de incapacidad y ser todo lo que Dios quiere que seamos?

Hay una historia en la Biblia, en Mateo 14 que, colocada den-tro del contexto correcto, nos muestra una clave que Dios nos da para vencer este sentimiento de YO NO PUEDO SEGUIR A JESÚS.

Los seguidores de Jesús estaban a bordo de un bote en ple-na madrugada y, mientras trataban de alcanzar la otra orilla, se desató un fuerte viento y grandes olas, en medio de la cua-

¿Cuántos de nosotros estamos limitando lo que Dios quiere hacer en nosotros y por medio de nosotros al decir NO PUEDO?

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les ven a alguien caminando hacia ellos sobre las aguas. Ellos se asustaron terriblemente pensando que era un fantasma, pe-ro El les tranquilizó diciéndoles quien era, para que no temie-ran.

Ordenó, entonces, a Pedro que saliera del barco y fuera hacia Él caminando sobre las aguas.

¿Qué está pensando Pedro? ¿Qué lo hace pensar que él pue-de caminar sobre las aguas? Esta historia es más fácil de en-tender si entiendes el contexto.

Jesús es un Rabí Judío, con seguidores judíos, viviendo en un mundo judío del primer siglo. Jesús creció en una región lla-mada Galilea.

Los niños Judíos a la edad de 6 años iban a la escuela por pri-mera vez a aprender la TORÁ, esta escuela probablemente quedaba en la sinagoga local, y el profesor era un maestro de la Torá.

Esas escuelas se llamaban Bet-Sefer (casa del Libro, casa de lectura, escritura, el libro); a ella acudían los niños entre 6-12, para aprender a leer, así como otros temas como geografía, matemáticas, historia, memorizar y todo ello lo hacían con la Torá, los primeros 5 libros de nuestra Biblia que conocemos como Pentateuco.

El primer día de clase, cuando los alumnos llegaban, el maes-tro ponía miel en la pizarra donde escribían de los estudiantes (6 años de edad). Para esa cultura la miel era símbolo del fa-vor de Dios, no existía nada más exquisito, ni más fino, nada traía al paladar un placer comparable la miel.

Jesús es un Rabí Judío, con

seguidores judíos, viviendo en un

mundo judío del primer siglo

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Después de llenar esta pequeña pizarra de miel, el maestro (por lo general un maestro de la ley) les decía: “chupen la miel de la pizarra y de sus dedos”. Y así, mientras los niños sabo-reaban la miel, él recitaba lo siguiente: “que las palabras de Dios sean a tu paladar tan dulces como miel en tu lengua”, citando el libro del profeta Ezequiel: “probé tus palabras y fue-ron dulce como miel”.

Que las palabras de vida que tú vas a comenzar a aprender sean para tu paladar tan exquisitas, tan únicas, tan valiosas y tan favorables como la miel.

Desde el primer día de clase, se les presentaba a estos niños las palabras de Dios como lo más exquisito y placentero del universo; nada podía compararse a ellas.

En Bet-Sefer la mayoría de los niños se memorizaban todo la Torá, es decir a la edad de 12 años se sabían los 5 primeros libros de la Biblia de memoria. Cada palabra - Génesis, Éxo-do, Levítico, Números y Deuteronomio, estaba grabada en sus memorias.

Al final de Bet-Sefer, cuyas clases se impartían en la sinago-ga, aquellos que no habían logrado memorizarlo todo termina-ban la escuela y se iban a aprender el negocio de la familia (pesca, trabajo con cuero, con vidrio, construcción, carpinte-ría, etc).

Pero los mejores de Bet-Sefer, los que habían conseguido me-morizar la Torá completa, continuaban estudiando y pasaban a un segundo nivel llamado Bet-Mishdra, que era compagina-do con el aprendizaje del negocio familiar y que duraba hasta los 14 o 15 años.

Que las palabras de vida que tú vas a comenzar a aprender sean para tu paladar tan exquisitas, tan únicas, tan valiosas y tan favorables como la miel.

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La manera en que se graduaban y pasaban a este segundo ni-vel era celebrando su primera pascua; ellos, que habían asisti-do a esta fiesta desde pequeños, eran considerados, por pri-mera vez, como suficientemente maduros en la fe, de manera tal que podían matar el animal por su propia familia. Por eso que a los 12 años encontramos a Jesús en su primera pas-cua, lo que nos da a entender que Jesús pasó a ese segundo nivel, conocía la Torá de memoria.

En Bet-Mishdra, los mejores niños memorizaban el resto de la Biblia Hebrea (nuestro Antiguo Testamento), desde Génesis a Malaquías, mientras aprendían el negocio familiar. A los 15 años, la mayoría de los niños terminaban su educación y se centraban en el negocio de la familia. Pero los mejores de los mejores continuaban a un tercer nivel llamado Bet-Talmud.

Este era el nivel del aspirante a Rabí, que podía llegar hasta los 30 años. La educación pasaba de la sinagoga, de un maes-tro de la Ley a un RABÍ, uno con autoridad

Bet-Talmud era, básicamente, presentar una aplicación ante un Rabí para ser su discípulo, su seguidor. Un estudiante es alguien que aprende lo que el maestro sabe (conocimiento), pero un DISCÍPULO, un SEGUIDOR, era algo más profundo en esta cultura: no se conforma con saber lo que el Maestro (Rabí) sabe, un seguidor o discípulo quieres SER como su maestro (Rabí), quiere hacer todo lo que el maestro hace.

Un rabí se diferenciaba de otro en su manera de interpreta-ción de la Biblia; basados en un versículo o un mandamiento, un Rabí decía: “esto es lo que quiere decir y esta es la forma en que se vive o se aplica este mandamiento”; pero otro Rabí podía diferir en su forma de interpretarlo y aplicarlo. La inter-

un seguidor o discípulo quieres

SER como su maestro (Rabí),

quiere hacer todo lo que el maestro hace.

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pretación de un RABI determinado era conocida como el YU-GO del Rabí

Al aplicar frente a un RABI para ser uno de sus seguidores, lo que el muchacho estaba expresando es que quería tomar el YUGO (carga, interpretación) de ese Rabí sobre él, para saber lo que el Rabí sabía, para poder hacer lo que él hacía, en defi-nitiva, para poder ser como él.

Jesús dijo: “si estas cansado y cargado toma mi yugo, - no son una lista de normas, sino que es ligera y fácil de enten-der”

El anhelo de cualquier Rabí era que su yugo, su interpreta-ción, trascendiera y se perpetuara por generaciones. Y la for-ma de lograrlo era buscar otros que quisieran ser como él, pu-dieran tomar su interpretación, su estilo de vida, y lo fueran en-señando y transmitiendo a otros

Cuando los jóvenes expresaban su deseo de ser discípulos de un Rabí, eran sometidos a un examen, haciéndoles pregun-tas sobre la Torá, los libros proféticos y la tradición oral judía (Talmud), porque el Rabí en cuestión quería asegurarse que ese joven podía ser como él, podía hacer lo que él hacía, po-día llevar y continuar con su YUGO. ¿Tendría él lo necesario, sería lo suficientemente bueno?

El Rabí hacia las preguntas, evaluaba y determinaba un resul-tado. Pudiera ser que encontrara un joven bueno, que amara a Dios, amara la Biblia, pero que no fuera lo mejor de lo mejor y, por eso, no fuera considerado como lo suficientemente bue-no para ser su seguidor, su discípulo, entendiendo que no te-nía lo que se necesita para ser como él. En ese caso, el Rabí mandaba al aspirante a continuar aprendiendo o practicando

Jesús dijo: “si estas cansado y cargado toma mi yugo, - no son una lista de normas, sino que es ligera y fácil de entender”

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el negocio familiar. Lo desechaba diciéndole: TU NO PUEDES SER COMO YO.

Pero si el RABI creía que en el aspirante había lo necesario pa-ra ser como él, le decía al aspirante: VEN, SIGUEME; y él deja-ba su familia, sus amigos, su pueblo  y dedicaba su vida ente-ra a seguir al Rabí, aprendiendo a hacer lo que él hacía, por-que quería ser como él.

Un TALMID no es un estudiante que solo aspira a saber lo que sabe el maestro, el SEGUIDOR (TALMID) quiere SER como el MAESTRO; cuando un Rabí llama a alguien a seguirle no lo es-tá llamando a que tenga mucho conocimiento, o que esté en algún entrenamiento, lo está llamando a ser como El.

El Talmid o Seguidor está consumido con la idea de ser como el Rabí: ¿como lo haría, cómo reaccionaría, cómo pensaría, que haría en esta situación?, necesito saberlo porque quiero ser como él. Esa es la pasión de su vida ahora, ser como su maestro, su Rabí.

¿Cómo lo lograban? estando cada momento del día con él, durmiendo en el mismo lugar, comiendo en la misma mesa, orando juntos, llorando y riendo con él, viajando con él, obser-vando cómo actuaba cuando algo le molestaba o cuando es-taba triste.

Esto es lo que significa seguir a Jesús.

Es por eso que, entre los judíos, consideran que la relación personal más cercana a la de Rabi-Talmid, o maestro-discípu-lo, es la de un padre con un hijo, porque él está contigo las 24 horas del día y tú lo estás formando. Ellos decían, en su cultu-

El Talmid o Seguidor está consumido con la idea de ser como

el Rabí

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ra, que el padre te da la vida pero el maestro te enseña a vivir-la.

Esto tiene gran trascendencia para entender plenamente co-mo actuaba Jesús, porque un rabí, por lo general, comenzaba a enseñar a los 30 años y en la Biblia vemos a Jesús, a esa edad, caminando al mar de Galilea para iniciar su ministerio.

Mateo 4.18-20

Mientras caminaba junto al mar de Galilea, Jesús vio a dos her-manos: uno era Simón, llamado Pedro, y el otro Andrés. Esta-ban echando la red al lago, pues eran pescadores.  «Vengan, síganme—les dijo Jesús.  Al instante dejaron las redes y lo si-guieron.

Jesús invierte la costumbre rabínica y toma Él la iniciativa de llamar a sus discípulos; Él creía que Dios podía hacer, de cual-quiera, un seguidor suyo.

El hecho de que los hermanos estén pescando indica que ese era el negocio familiar; eso implicaba que no estaban siguien-do a ningún otro Rabí y podría ser por varias causas:

• Que no eran muy buenos con las cosas de la Biblia y se quedaron en el camino (Bet-sefer, Bet-Mishdra) ó

• Que hubieran intentado seguir a algún rabí y no se los consideró lo mejor de lo mejor, capaces o dignos de ello.

Jesús les dice: “vengan y síganme” y el pasaje dice que inme-diatamente dejaron las redes y lo siguieron. Nos ha sonado un poco extraño esa reacción hasta ahora, que gente que ni le conocían tomaran una decisión tan radical, como que les hu-bieran hipnotizado o que hubiera un magnetismo raro, porque

Jesús invierte la costumbre rabínica y toma Él la iniciativa de llamar a sus discípulos; Él creía que Dios podía hacer, de cualquiera, un seguidor suyo.

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la palabra dice que ni lo pensaron, sino que al instante lo obe-decieron.

Pero si lo entendemos en el contexto original todo cobra un nuevo sentido. La invitación a seguirle era tanto como decir-les: “yo creo en ti, creo que si puedes ser mi Talmid, mi segui-dor, yo creo que tu puedes hacer lo que yo hago, que tu pue-des ser como yo”.

Un Rabí representaba la persona más honrada y respetada de esta cultura; solo los mejores de los mejores llegaban a serlo y este Rabí llega a la orilla de la playa y les dice VENGAN, SÍ-GANME. ¡Por supuesto que dejaron las redes al instante y le siguieron! Estos “don nadie” que el sistema había dejado de lado, no pasaron los exámenes, pero ¡el Rabí Jesús cree que ellos tienen lo necesario!

Imagina que juegas basket en el colegio desde pequeño; cuando tienes como 12 años, ves que eres bueno, y comien-zas a pensar en jugar en la selección del colegio, vas a algu-nas clínicas y, cuando llegas a High School comienzas a ju-gar en el equipo.

De ahí empiezas a soñar con las oportunidades que puedes tener para college y hasta te cruza la NBA por la mente, pero eres consciente de que solo unos pocos parecen dar la talla para entrar a esos niveles; la mayoría de nosotros sabe, des-pués de ver un juego de la NBA, que en nosotros no está lo que se requiere para jugar a ese nivel y a lo más que pode-mos realmente aspirar es a ver el juego desde las gradas.

Eso es lo que la mayoría de los discípulos veía: que no tenían lo necesario para seguir a un rabí de estos, ellos solo serían FANS.

La invitación a seguirle era tanto

como decirles: “yo creo en ti

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¿Qué harías tu si estuvieras en Middle School jugando basket en tu casa y una limusina llega y sale Michael Johnson y te di-ce: he visto que en ti hay lo que se necesita para la NBA, si vienes conmigo por algunos años haré que seas como yo.

Mateo 4. 21-22

Más adelante vio a otros dos hermanos: Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, que estaban con su padre en una barca remen-dando las redes. Jesús los llamó, y dejaron en seguida la bar-ca y a su padre, y lo siguieron.

La escena se repite de nuevo. Los descalificados, aquellos en los que nadie creía, reciben la invitación del Rabí Jesús.

Si te das cuenta, Zebedeo, su padre, está presente y no pre-senta objeción alguna. No le preocupa que pudiera pasar con el negocio familiar, ni que se quedaba solo, ni cuándo iba a volver a verlos, ni cómo le va a explicar a su mujer… Está se-guro de que, como para él, esta será la mejor noticia que su esposa pueda recibir.

Su estatus en la comunidad acaba de subir, todo el vecindario sabrá ahora que ¡sus hijos siguen a un Rabí y podrán llegar a ser como él algún día!

¿Qué edad tenían estos a quienes Jesús llamaba? 15, 16, 20 - los rechazados  - Jesús los llama porque su movimiento es pa-ra todos ricos, pobres, hombres, mujeres, personas con edu-cación, personas sin mucha educación, Él los llama y, con ellos, llega a cambiar la historia de la humanidad.

Regresando al relato de aquel hombre que caminaba sobre las aguas, tiene enfrente un barco lleno de “don nadies” y, pa-ra colmo, en medio de una tormenta.

Jesús los llama porque su movimiento es para todos ricos, pobres, hombres, mujeres, personas con educación, personas sin mucha educación,

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Mateo 14. 24-26

Y la barca ya estaba bastante lejos de la tierra, zarandeada por las olas, porque el viento le era contrario.  En la madrugada, Jesús se acercó a ellos caminando sobre el lago. Cuando los discípulos lo vieron caminando sobre el agua, quedaron aterrados. — ¡Es un fantasma!—gritaron de miedo.

En el contexto judío, el agua de un lago, estancada, represen-ta un abismo, un lugar de muerte, un lugar de maldad. Por eso ellos imaginan en seguida que están viendo un fantasma

Mateo 14: 27-28

Pero Jesús les dijo en seguida: — ¡Cálmense! Soy yo. No ten-gan miedo. —Señor, si eres tú—respondió Pedro—, mándame que vaya a ti sobre el agua.

¿Por qué Pedro dice esto? ¿Por qué esto es lo primero que sale de la boca de Pedro? Porque él no cree que pueda cami-nar sobre el agua, al fin y al cabo, pescador, toda su vida alre-dedor del agua, cree que se va a hundir y a hacer el ridículo.

Pedro es un SEGUIDOR, él ha decidido dedicar toda su vida para poder hacer lo que su Rabí hace, aprender a ser lo que su Rabí es y, si ve a su  Rabí caminando sobre las aguas, lo primero que se le viene a la mente es: “yo quiero hacer lo que él hace, yo quiero ser como él, yo quiero caminar sobre las aguas”. Pedro esta diciéndole:”Yo quiero ser como tú; lláma-me para ser como tú”

Mateo 14: 29-31

Ven—dijo Jesús.  Pedro bajó de la barca y caminó sobre el agua en dirección a Jesús. Pero al sentir el viento fuerte, tuvo

Pedro es un SEGUIDOR, él ha decidido dedicar

toda su vida para poder hacer lo que

su Rabí hace, aprender a ser lo que

su Rabí es.

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miedo y comenzó a hundirse. Entonces gritó: — ¡Señor, sálva-me!    En seguida Jesús le tendió la mano y, sujetándolo, lo reprendió: — ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?

Siempre nos han dicho que Pedro dudó de Jesús, pero no era Jesús quien se estaba hundiendo. Pedro dudó, en realidad, de sí mismo; por la amenaza de las circunstancias que lo ro-deaban, él dejó de creer que podía ser como su Rabí, como Jesús. Sin embargo, Jesús no lo hubiera llamado si no hu-biera creído que Pedro podía ser como Él.

Siempre hemos escuchado que debemos creer en Dios, y qui-zá debemos empezar a entender que Él, Dios, cree en noso-tros, en ti, en mí, más que nosotros mismos. Por supuesto que creer en Jesús es importante, pero debemos entender también que Él cree en nosotros, cree que podemos ser como Él, que podemos ser sus seguidores.

Para seguir a Jesús tienes que creer que Él cree en ti. Jesús cree que puedes seguirle y que puedes ser como Él. Él lo cree.

Es por eso que, antes de ir a la cruz, nos dice

Juan 15.16

No me escogieron ustedes a mí, sino que yo los escogí a uste-des

El nos dice yo creo en TI 

Para seguir a Jesús tienes que creer que Él cree en ti

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ALGO PARA PENSAR

1. ¿Cuál es tu caminar sobre el agua, eso que te parece que NO PUEDES?

2. ¿Qué barca tienes que dejar para poder creer? Puede asustarte y hasta pensar que vas a hacer el ridículo.

 

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UN POCO MAS...