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 Crisis y paradojas de la ciudad en la aurora del siglo XXI María Laura Silveira 1 CONICET/Instituto de Geografía de la Universidad de Buenos Aires @ [ [email protected] ] Fecha de recepción: 30 de mayo de 2013 Fecha de aprobación: 23 de agosto de 2013 Resumen Las grandes ciudades de los países periféricos revelan una división territorial del trabajo moderna, que se superpone a las demás y las desvaloriza. En ese movimiento podemos reconocer un circuito superior, con una porción marginal, y un circuito inferior, ambos diferenciados por sus contenidos de tecnología, capital y organización, pero interdependientes. El sistema téc- nico contemporáneo, la información omnipresente y el poder de las nan- zas alcanzan el circuito inferior , ofreciéndole nuevas posibilidades y nuevos nexos de dependencia y subordinación. Paralelamente, la porción marginal del circuito superior crece y se vuelve más compleja, gracias al aumento de la división del trabajo y a las tareas que le son conadas por el circuito superior puro. Constituido de poderosos oligopolios que también asumen papeles del Estado, el circuito superior aumenta su grado de organización, imponiendo al territorio una solidaridad organizacional que se enfrenta con la solidaridad orgánica del circuito inferior. Palabras clave: circuito superior, circuito inferior, globalización, técnica, pobreza. 1 María Laura Silveira es Doctora en Geografía Humana de la Universidade de São Paulo, donde también fue profesora e investigadora del Conselho Nacional de Desenvolvimento Cientíco e Tecnol ógico (CNPq). Actualmente es Investigadora Independiente del CONICET en el Ins- tituto de Geografía de la Universidad de Buenos Aires y dicta clases en varios posgrados de América Latina. Principales libros publicados: Um País, uma Região. Fim de século e moder - nidades na Argentina (1999); O Brasil: Território e Sociedade no início do século XXI (con Milton Santos) (2001), Argentina: Te rritório e Globalização (2003), Continente em chamas. Globalização e Território na América Latina (2005), Questões Territoriais na América Latina y América Latina: cidade, campo e t urismo (con Amalia I.G. Lemos y Mónica Arroyo, 2006). Sus líneas de investigación son: territorio y urbanización en América Latina, cuestiones terri - toriales y regionales, epistemología de la geografía. Artículo 1

Silveira Crisis y Paradojas de La Ciudad en La Aurora Del Siglo XXI

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  • 13Huellas n 17 (2013), ISSN 0329-0573 | Crisis y paradojas de la ciudad en la aurora del siglo XXI (pp. 13-34)

    Crisis y paradojas de la ciudad en la aurora del siglo XXI

    Mara Laura Silveira1

    CONICET/Instituto de Geografa de la Universidad de Buenos Aires

    @ [ [email protected] ]

    Fecha de recepcin: 30 de mayo de 2013Fecha de aprobacin: 23 de agosto de 2013

    ResumenLas grandes ciudades de los pases perifricos revelan una divisin territorial del trabajo moderna, que se superpone a las dems y las desvaloriza. En ese movimiento podemos reconocer un circuito superior, con una porcin marginal, y un circuito inferior, ambos diferenciados por sus contenidos de tecnologa, capital y organizacin, pero interdependientes. El sistema tc-nico contemporneo, la informacin omnipresente y el poder de las finan-zas alcanzan el circuito inferior, ofrecindole nuevas posibilidades y nuevos nexos de dependencia y subordinacin. Paralelamente, la porcin marginal del circuito superior crece y se vuelve ms compleja, gracias al aumento de la divisin del trabajo y a las tareas que le son confiadas por el circuito superior puro. Constituido de poderosos oligopolios que tambin asumen papeles del Estado, el circuito superior aumenta su grado de organizacin, imponiendo al territorio una solidaridad organizacional que se enfrenta con la solidaridad orgnica del circuito inferior.

    Palabras clave: circuito superior, circuito inferior, globalizacin, tcnica, pobreza.

    1 Mara Laura Silveira es Doctora en Geografa Humana de la Universidade de So Paulo, donde tambin fue profesora e investigadora del Conselho Nacional de Desenvolvimento Cientfico e Tecnolgico (CNPq). Actualmente es Investigadora Independiente del CONICET en el Ins-tituto de Geografa de la Universidad de Buenos Aires y dicta clases en varios posgrados de Amrica Latina. Principales libros publicados: Um Pas, uma Regio. Fim de sculo e moder-nidades na Argentina (1999); O Brasil: Territrio e Sociedade no incio do sculo XXI (con Milton Santos) (2001), Argentina: Territrio e Globalizao (2003), Continente em chamas. Globalizao e Territrio na Amrica Latina (2005), Questes Territoriais na Amrica Latina y Amrica Latina: cidade, campo e turismo (con Amalia I.G. Lemos y Mnica Arroyo, 2006). Sus lneas de investigacin son: territorio y urbanizacin en Amrica Latina, cuestiones terri-toriales y regionales, epistemologa de la geografa.

    Artculo

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    AbstractThe big cities of peripheral countries show a modern territorial division of labor, which superimpose to the others and devalue them. In this process we can recognize an upper circuit, with a marginal portion, and a lower circuit, interdependent but constituted with different degree of technology, capi-tal and organization. The contemporary technical system, the omnipresent information and the power of financial system reach the lower circuit, and provide it new possibilities and new nexus of dependency and subordination. At the same time the marginal portion of upper circuit grows and became more complex as consequence of development of labor division and of the tasks requested by upper circuit. Formed by powerful oligopolies, often get-ting on government functions, the upper circuit increases its degree of orga-nization, prevailing over territory an organizational solidarity which opposes the organic solidarity of lower circuit.

    Key words: upper circuit, lower circuit, globalization, technique, poverty.

    Crises e paradoxos da cidade na aurora do sculo XXI

    ResumoAs grandes cidades dos pases perifricos revelam uma diviso territorial do trabalho moderna, que se sobrepe s demais e as desvaloriza. Nesse movi-mento podemos reconhecer um circuito superior, com uma poro marginal, e um circuito inferior, interdependentes embora distintos pelos seus con-tedos de tecnologia, capital e organizao. O sistema tcnico contempor-neo, a informao onipresente e o poder das finanas alcanam o circuito inferior, ensejando-lhe novas possibilidades, mas tambm novos nexos de dependncia e subordinao. Paralelamente, a poro marginal do circuito superior cresce e torna-se mais complexa, graas ao aumento da diviso do trabalho e s tarefas que lhe so confiadas pelo circuito superior puro. Cons-titudo por poderosos oligoplios que tambm assumem certos papis do Estado, o circuito superior aumenta seu grau de organizao, impondo ao territrio uma solidariedade organizacional que defronta com a solidarie-dade orgnica do circuito inferior.

    Palavras chave: circuito superior, circuito inferior, globalizao, tcnica, pobreza.

    La globalizacin y sus variables: nuevas crisis y paradojas

    Iniciada en la segunda pos-guerra, la incorporacin de elementos cient-ficos, tcnicos e informacionales a los territorios nacionales se consolida en las ltimas cuatro dcadas y, en los pases perifricos, adquiere rasgos distintivos. La reorganizacin del Estado y de la economa, la monetizacin

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    de la economa y de la sociedad y la diversificacin y profundizacin de los consumos revelan nuevas y complejas divisiones territoriales del trabajo.

    La posibilidad de disociar el mando y la administracin, la produccin y el consumo crea interrelaciones profundas y complejas entre la ciudad, la formacin socioespacial y el mundo. De tal modo, las ciudades de los pases del Tercer Mundo reciben actividades modernas y globalizadas, vinculadas directamente al control tcnico de la produccin y, con menor frecuencia, al control poltico. Se instalan all oficinas de exportacin e importacin, publici-dad, asistencia tcnica, mercadolgica y financiera, investigacin, regulacin pblica y privada, que demandan, en consecuencia, una poblacin letrada, cuya formacin estar asegurada por la reformulacin del sistema de enseanza. El desafo pasa a ser el aumento de la participacin del trabajo local y nacional en la economa mundial y, para ello se establecen nuevos nexos.

    Esas son algunas de las manifestaciones ms visibles de un proceso acelerado de expansin y densificacin de las variables definidoras de la modernidad contempornea. Podramos decir que las variables determinantes del perodo se vuelven, tambin, dominantes (Santos, 1996). Productoras de un movimiento al mismo tiempo armnico y crtico, la tecnociencia, la infor-macin y la finanza se mundializan y alcanzan, como formas o nexos, como realidades o tendencias, todos los lugares del planeta. En otras palabras, las variables-fuerza se vuelven rpidamente variables-soporte, impregnando los objetos y acciones que caracterizan nuestra poca. Su expansin es, no obstante, crtica, contradictoria, violenta, implacable.

    No es sorprendente, entonces, que tales formas y nexos estn presentes entre los pobres, en las divisiones territoriales del trabajo que permiten su supervivencia, en sus formas de consumo, en las relaciones de dependencia, subordinacin y verticalidad con los actores hegemnicos, pero igualmente en las relaciones horizontales que completan su existencia. Tal realidad compleja y multifactica hace de la metrpoli un verdadero caleidoscopio.

    Pero el principio de la diferenciacin del espacio se revela, adems, en el modo y velocidad con que los actores hegemnicos crean y recrean las variables-fuerza. Es la carrera por la innovacin que, modificando los sistemas de objetos y de acciones, permitir nuevos y mayores excedentes y, en consecuencia, reforzar la desigualdad.

    Por ello, hoy ms que nunca, analizar la ciudad significa enfrentar el debate sobre la riqueza y la pobreza que adviene de ese enrejado de divi-

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    siones territoriales del trabajo. Ambas, riqueza y pobreza, son producto de un perodo histrico, cuyo anlisis permite definir objetos y agentes involu-crados en las relaciones de dominacin y subordinacin. La actual divisin territorial del trabajo, impregnada de ciencia y tcnica y alimentada por la informacin y por el dinero adelantado, se vuelve hegemnica, permite la obtencin de excedentes impensados y, de ese modo, desvaloriza las divisiones territoriales del trabajo pretritas. Por no alcanzar la eficiencia esperada, las dems formas de trabajar son despreciadas y, de ese modo, crecen las deudas sociales, base de la pobreza estructural (Santos, 2000). Todo un abanico de situaciones de mayor o menor insercin en esa divisin territorial del trabajo hegemnica se desarrolla, configurando situaciones mixtas y, ciertamente, nexos a veces invisibles entre las diversas formas de producir economa.

    Se tratara de actividades de la misma naturaleza, aunque realizadas por actores de fuerza incomparable. La ciudad grande no es slo el lugar de existencias y eventos modernos, el reino de las grandes empresas o del circuito superior, sino que tambin abriga formas de existencia pasadas y presentes, muchas veces consideradas residuales, informales o atrasadas. No obstante, ese circuito inferior de la economa urbana es tambin un resultado de los procesos de modernizacin, con lgicas opuestas y complementarias al circuito superior de la economa (Santos, 1975). Hoy, en tiempos de pobreza estructural, la riqueza producida por el circuito superior no puede ser comprendida sin la pobreza propia del circuito inferior, que ste tambin perpeta. El espacio es as considerado no slo como econmico, sino como espacio banal (Santos, 1996) por guarecer la totalidad de las existencias.

    En ese enrejado, la moderna divisin territorial del trabajo puede ser reconocida por su cientificidad y extrema organizacin, que vuelve pretritas, de un solo golpe, a las dems. Pero, no es en vano recordar que las acciones presentifican las formas heredadas y, por esa razn, ciertas divisiones territoriales del trabajo pueden ser actuales sin ser modernas. Es la accin que da actualidad a las cosas y lo nuevo no es necesariamente lo moderno.

    Por lo tanto, esa compleja yuxtaposicin de divisiones territoriales del trabajo requiere una mirada atenta a las contradicciones. En los das de hoy, la pobreza parece resultar no slo de la exclusin de la modernidad contempornea, sino especialmente de la presencia de sta. De cierto modo,

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    la pobreza adviene de la banalizacin de las variables determinantes y, por eso, no puede ser estudiada al margen de la riqueza.

    El trabajo cientfico, informacional y normativo, fundado en crecientes cantidades de dinero, puede ser comprendido como un circuito superior, all incluida tambin su porcin marginal. Es un proceso extremadamente goloso en cuanto al nmero de profesiones e inapetente en cuanto al nmero de empleos. Profesiones declaradas obsoletas y empleos considera-dos excesivos por la economa hegemnica van a engrosar otras divisiones territoriales del trabajo, las cuales pueden ser analizadas como un circuito superior marginal residual y un circuito inferior de la economa urbana. Con todo, las actividades de los ms pobres resultan tambin de la modernidad y a veces son subsidiarias de ella, pues la banalizacin de ciertos datos tc-nicos es fundamental para reproducir la base material del perodo, aunque los modernos datos organizacionales permanezcan restrictos a la economa superior.

    En ese proceso acelerado de modernizacin, que conlleva el desempleo crnico, la obsolescencia de saberes, las tcnicas de automatizacin y la con-centracin de la propiedad y del excedente, la pobreza resultante no es ms una pobreza disfuncional o remediada, incluida o marginal, sino una pobreza verdaderamente estructural (Santos, 2000). Cada da, nuevos mecanismos van erosionando los fundamentos de lo que es colectivo y universal para imponer fundamentos individuales en la reproduccin de la vida. Se vuelven escasos bienes de derecho comn como educacin, salud, previsin social y cultura y, por ello, resultan reveladoras las palabras de Lille y Verschave (2003: 84) cuando afirman llegamos a acumular regresiones sociales bajo pretexto de un futuro mejor [].

    Sin embargo, la produccin de escasez, que es histricamente deter-minada, parece tener hoy dos vertientes: la escasez real que resulta de la falta de bienes sin los cuales la vida individual y colectiva no es posible y la sensacin de escasez creada por la fuerza de la propaganda y del crdito. De un modo o de otro, la vocacin de consumo se ampla, aumentando las demandas insatisfechas y permitiendo la permanencia de divisiones terri-toriales del trabajo responsables por la produccin de bienes y servicios de menor valor, ora indispensables a la vida, ora tornados indispensables por los efectos de la propaganda. El circuito inferior se consolida gracias a las dos vertientes.

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    Parece desacertado imaginar que los mecanismos que producen la pobreza estructural dejan la poblacin al margen del trabajo y del consumo2. Toda una economa de la pobreza, cuyo umbral es la supervivencia, se desarrolla. Entretanto, como nos recuerdan Cariola y Lacabana (2001), la pobreza es hoy, ms que antes, heterognea. Si la solvencia de las demandas de los pobres es reducida, su nmero, que no cesa de aumentar, asegura un mercado ampliado en las metrpolis de los pases perifricos.

    Se amplan los hbitos de consumo de la denominada sociedad indus-trial en un proceso conocido como occidentalizacin, cuyo motor ha sido la propaganda y su consecuencia, la imitacin. Armstrong y McGee (1985) explican que las metrpolis del tercer mundo son localizaciones privilegiadas

    para los estilos de vida imitativos que encuentran su expresin en la adop-cin de hbitos modernos de consumo. Buena parte de ese consumo se satisface por el crecimiento de las importaciones o por la produccin de filiales transnacionales. El consumo de bienes tanto individuales como colec-tivos refleja la creciente convergencia de estilos capitalistas de desarrollo y, al mismo tiempo, produce una dependencia de productos, tecnologa y know-how importados y, en muchos casos, un endeudamiento masivo [] la dis-torsin en esa esfera del consumo colectivo y del bienestar pblico crea enor-mes desigualdades y problemas de acceso desigual (Armstrong y McGee, 1985: 4).

    Si los hbitos modernos de consumo se expandieron, creando verdaderas distorsiones en los pases ms pobres, las grandes empresas no dejaron de invertir en las frmulas de un consumo altamente diferenciado y selec-tivo. Como asevera Sennet (2006: 133), las grandes firmas alcanzaron la mundializacin y la eficiencia en la construccin en plataforma de los ms variados bienes, que es diferente del proceso industrial de produccin de bienes en masa. En esa construccin en plataforma se busca alcanzar un objetivo bsico y al bien resultante son aplicados pequeos cambios superficiales, para transformar el producto en una marca especfica. Esa bsqueda desenfrenada de la diferenciacin3, que encuentra parte de su

    2 El consumo, en los das actuales, tiene un importante papel explicativo. Tantas veces demonizado y confundido con las ideologas consumistas, constituye la base de la posibilidad de produccio-nes no hegemnicas. Que el pobre quiera consumir es absolutamente normal, en el perodo actual, pues no escapa de esa compulsin al consumo que es tpica de nuestro perodo (Santos, 2001).

    3 Como elucida Sennet (2006: 135) las diferencias de imagen adquieren fundamental impor-tancia en la obtencin de lucros. Cuando las diferencias pueden ser de cierta forma infladas, el comprador potencial estar experimentando la pasin del consumo.

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    explicacin en la disputa entre los oligopolios por la innovacin, revela, una vez ms, que ambos circuitos son vasos comunicantes de un mismo sistema. Es la banalizacin en el circuito inferior, tanto en la fabricacin como en el consumo, de las innovaciones del circuito superior que tambin lleva a las grandes empresas a buscar la diferenciacin para conquistar mercados nuevos y selectivos.

    Nacen, as, nuevas paradojas, que lo son slo en apariencia. Crecen, a un solo tiempo, la pobreza y el consumo y algunos discursos, utilizando el auge del consumo, intentan enmascarar la existencia de una pobreza cientficamente generada. A menudo, se circunscribe la pobreza a un status ahistrico, como cuando se pretende asociarla a la falta de consumo. Esto pierde actualidad en un mundo en el cual el crdito manifestacin emprica de la lgica financiera alcanza todos los lugares y clases sociales, precedido por la propaganda. El permanente aumento del volumen y de la intensidad de los deseos desencadena, segn Bauman (2007: 50), la susti-tucin inmediata de los objetos pensados para satisfacerlos y de los cuales se espera satisfaccin por otros nuevos. Es lo que el autor considera como forma de vida propia del consumismo.

    No interesa continuar repitiendo que los pobres son excluidos del acceso y uso de las variables determinantes, pues eso es slo una semi-verdad en un perodo histrico que se define por la transformacin de las variables determinantes en dominantes. Lo que parece significativo, entretanto, es develar si los usos de tales variables modernas por los ms pobres resultan de nuevos o renovados nexos de subordinacin y dependencia. No hay duda, por ejemplo, que los estratos pobres de la sociedad actual tienen acceso a los aparatos de telecomunicaciones y a las finanzas. Pero en tales situaciones, quin regula a quin?

    De todas maneras, cada situacin debera ser enfrentada a partir de una reflexin que admita la contradiccin: el nexo que permite la posesin, por parte de los ms pobres, de la variable moderna puede renovar su subordi-nacin en la sociedad capitalista, pero, al mismo tiempo, la posesin y el uso de tal variable puede ayudar a construir una densidad comunicacional (Santos, 1996). Es el caso de los telfonos celulares: se crean dependencias en cuanto a los costos de la compra y de las tarifas, pero su uso permite una mayor comunicacin entre las personas que pueden, as, establecer nuevas asociaciones de trabajo y, de un modo general, aumentar su interrelacin.

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    Por lo tanto, la ciudad no puede ser vista slo a partir de la economa moderna, de una nica divisin territorial del trabajo, del circuito superior. La ciudad, fundamentalmente la metrpoli, es una yuxtaposicin de divisiones territoriales del trabajo, de tcnicas y normas, de reas construidas modernas y deterioradas, de circuitos econmicos. El medio construido (Harvey, 1975) y los instrumentos tcnicos utilizados constituyen manifestaciones urbanas del actual sistema tcnico, pero tambin de sistemas tcnicos heredados. Una mirada sobre las formas de trabajo y sus relaciones con el medio cons-truido permite pensar los contenidos existenciales del espacio, es decir, la vida y las tcnicas, que indican cmo el territorio es utilizado. Las formas de trabajo que componen el circuito inferior y, a veces, el circuito superior marginal en el perodo actual pueden ser vistas como divisiones territoriales del trabajo espontneas, que nacen en los intersticios del circuito superior (Silveira, 2004).

    Tales situaciones geogrficas indican que esa filigrana de divisiones terri-toriales del trabajo no se hace sin formas de cooperacin que son, al mismo tiempo, altamente conflictivas, pues la cooperacin es tambin competencia: entre empresas poderosas, entre stas y otras subordinadas, entre empresas y Estado en sus diversos segmentos.

    Esos son algunos de los fundamentos ontolgicos actuales que permiten teorizar sobre los circuitos de la economa urbana, es decir, emprender el ejercicio de actualizar las categoras a partir de la historia del presente y, de ese modo, formular nuevas interpretaciones.

    Circuitos de la economa urbana: acontecer solidario y nexos de dependencia

    Si observamos el grado de capital, de tecnologa y de organizacin que permite el desarrollo de una determinada divisin territorial del trabajo, podemos reconocer dos circuitos de la economa urbana, en intrnseca rela-cin, pues uno no existe sin el otro (Santos, 1975).

    Originado directamente de la modernizacin tecnolgica y organizacio-nal, el circuito superior est representado, particularmente, por monopolios y oligopolios, cuyas relaciones se dan fuera de la ciudad y de la regin. Los circuitos espaciales de produccin y los crculos de cooperacin que

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    completan su trabajo se amplan cada da, muchas veces confundiendo su vida de relaciones extrovertida con el trabajo de la ciudad como un todo.

    El dinero y los instrumentos financieros son abundantes, inclusive por-que varias de las empresas que constituyen el circuito superior son bancos o controlan bancos, ejerciendo interferencia sobre las dems actividades.

    Dominando grandes volmenes de mercaderas, excepto las tiendas espe-cializadas de precios muy altos o inclusive las actividades a pedido, el circuito superior es hoy capaz no slo de dominar las masas, sino sobre todo los flujos, con el extraordinario desarrollo de la logstica, de los mtodos de just-in-time y de las tecnologas de la informacin. Voluminosos, los capitales tienden a crecer, en parte tambin por las posibilidades tcnicas y normativas de los dems factores de produccin, entre ellos la mano de obra que puede ahora ser despedida ms fluidamente o incorporada a partir de nuevas relaciones contractuales. Por ejemplo, la tercerizacin, que no para de crecer tanto en las empresas como en el Estado, es una de las razones de la consolidacin de un circuito superior marginal.

    El circuito superior es sinnimo de una divisin territorial del trabajo hegemnica, que se caracteriza no slo por la posesin, sino especialmente por el dominio de las variables determinantes. En virtud de la relevancia que adquieren hoy la informacin y las finanzas, sus actores no son slo grandes industrias y bancos, sino tambin y principalmente los grandes holdings globales y multisectoriales, empresas de consultora y otras firmas productoras de informacin, empresas de produccin y servicio de alta tec-nologa, grandes firmas del entertainment y poderosos actores del sistema financiero como fondos de inversin, fondos de pensin y otros. Faz visible de la divisin territorial del trabajo de esos actores, su topologa est hecha de puntos en la ciudad y en el territorio nacional. Tales localizaciones son necesarias al ejercicio de sus acciones extrovertidas y crean dinmicas de escala global en el territorio nacional y en la ciudad. La modernizacin del medio construido urbano ilustra bien ese proceso.

    Nuevos contenidos organizacionales, a menudo asociados a una mayor flexibilidad en el uso de los capitales y en la toma de decisiones, permean el circuito superior en diferentes campos de la economa. En el caso de la produccin y distribucin de los denominados bienes culturales es frecuente, como seala Ascher (2000: 105-106), la mercantilizacin de lo episdico porque, gracias a internet, las firmas son reducidas a su mnima expresin y

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    la mayor parte de la produccin se realiza por medio de relaciones contrac-tuales ad hoc, es decir, por proyectos. Es el modelo Hollywood, agrega el autor (Ascher, 2000: 105-106), ya que fue inicialmente utilizado por un significativo nmero de grandes productores californianos, que reunan los equipos y alquilaban los lugares en funcin de las necesidades especficas de la filmacin. Ese tipo de organizacin es bastante difundida tambin en los grandes proyectos de ingeniera civil y en el campo de los espectculos y de la comunicacin.

    Cada da ms, la tcnica, la ciencia y la norma se vuelven exigencias del trabajo contemporneo que establecen una lnea de diferenciacin entre los modernos y los que no pueden alcanzar tal adjetivacin. Sin embargo, la propia realizacin de las tareas a menudo no interesa a los actores ms poderosos y, de ese modo, los trabajos subordinados son derivados a un conjunto de empresas pequeas y medianas.

    Tal porcin marginal del circuito superior est profundamente vinculada a la difusin de variables modernas en funcin de los materiales y demandas que marcan el ritmo de su trabajo, aunque su condicin efmera y vulnera-ble la aproxime al circuito inferior. Es por eso, tal vez, que no constituye un circuito propiamente intermedio, pero s moderno, pues el precio de no acompaar el paso es la inevitable salida del circuito superior o, por lo menos, el abandono de su status de emergente. Por lo tanto, el circuito supe-rior marginal es funcional a la divisin territorial del trabajo hegemnica, o dej de serlo en el instante anterior, permaneciendo slo en el ejercicio de funciones directas pero menos relevantes del trabajo moderno. En este ltimo caso reconocemos la existencia de un circuito superior marginal residual o heredado.

    Evidentemente, el circuito superior marginal puede consolidarse, pasando a integrar el circuito superior puro, pero como frecuentemente no consigue tal hazaa se tornar una rugosidad, un circuito superior marginal residual.

    En su libro Por uma economia poltica da cidade, Milton Santos (1994: 96) escribe: En ciertas ciudades, algunas ramas industriales no existiran sin el circuito superior marginal. El circuito superior puro y el circuito superior marginal trabajan juntos, utilizando la ciudad como un mercado unificado de mano de obra, de economas externas, de capital y el lugar de un consumo tambin unificado. Gracias a las diferencias de tcnica y organizacin hay, ms que complementariedad, una verdadera complicidad

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    a nivel de mercado (Santos, 1994). Sin embargo, por otro lado, el circuito superior marginal posee algunos elementos genticos comunes tanto al cir-cuito superior como al circuito inferior. Con la globalizacin, las actividades impuras se multiplican.

    Como parte activa de la modernidad, el circuito superior marginal es causa y consecuencia del acontecer solidario, es decir, de la actual inter-dependencia de los eventos, que adviene de la tendencia a la unicidad de las tcnicas, de la informacin y del dinero. El trabajo realizado por el cir-cuito superior marginal resulta y produce las diversas formas de acontecer: complementario y homlogo y, a veces, sus acciones son jerrquicas con relacin al circuito inferior.

    El circuito inferior se caracteriza por la fabricacin y comercio en peque-as cantidades, por la utilizacin de capitales reducidos y por un abanico de situaciones de empleo acuerdos personales entre empleador y empleado, trabajo autnomo, trabajo familiar, pequeas empresas. Son actividades de reducida dimensin como el pequeo comercio minorista e inclusive ambulante, diversas formas de trabajo artesanal, arreglos y reparaciones, algunos transportes, prestacin de servicios banales o inclusive la agricultura intraurbana presente en algunas ciudades.

    No se trata de un sector tradicional porque es un producto indirecto de la modernizacin, est en transformacin y adaptacin permanente y una parte de su abastecimiento proviene de los sectores considerados modernos de los cuales depende. Es trabajo intensivo, tiene un importante potencial de creacin o de yuxtaposicin de tcnicas y de divisiones del trabajo, aunque el papel de la imitacin no pueda ser desconsiderado. No slo se beneficia indirectamente de la propaganda fortaleciendo la vertiente de la imitacin, sino que cada vez ms hace publicidad por medio de banners, tarjetas, comu-nicacin entre clientes y propaganda en radios y diarios locales y comunita-rios. Hoy enfrenta una nueva competencia, pues la profunda financierizacin, expresada en innmeros instrumentos, acaba por atraer a los consumidores de los estratos ms pobres de la poblacin hacia el circuito superior.

    De gran relevancia en la constitucin del circuito inferior en los aos 1970, la figura del usurero ha sido sustituida hoy, en gran parte, por los grandes bancos e instituciones financieras, empeados como estn en la desburocratizacin del crdito. Muchas veces la acumulacin de deudas o la incapacidad legal de ingresar a ciertos mercados financieros menos

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    especulativos lleva los ms pobres a tener que recurrir a los usureros, ahora institucionalizados y legalizados. Dinero en efectivo, pequeos crditos, crdito personal, crdito directo, bajo tasas leoninas, es tomado como nica va para reembolsar al proveedor, o inclusive al usurero, una parte de la deuda. Es una forma de empirizacin de la velocidad actual y, ciertamente, otra forma de violencia que se instala en el territorio.

    Reconocidos como divisiones territoriales del trabajo y los respectivos circuitos espaciales de produccin que unen las etapas del trabajo, los cir-cuitos de la economa urbana son moldeados por el perodo. Por lo tanto, el circuito inferior es hoy resultado indirecto de un acontecer jerrquico portador de un nuevo sistema tcnico y poltico, nacido de la concentracin econmica, cuyas manifestaciones ms visibles son despidos, normalizacio-nes, reducciones de costos, normas de flexibilidad laboral, tercerizacin, robotizacin, etc. El otro lado de esos procesos significa desvalorizacin del trabajo, salarios depreciados y desempleo, persecucin fundada en la presin tributaria, en las normas de calidad o inclusive en la salubridad e higiene. Ese es el cuadro en el cual el circuito inferior se desarrolla. Especialmente afectados por la mercantilizacin de los bienes y servicios universales, los pobres contribuyen, tambin, al aumento de ese nuevo mercado ora como clientes, ora como productores.

    La divisin territorial del trabajo hegemnica adviene, entonces, de un acontecer jerrquico, definido por eventos que provienen de lejos bajo la forma de rdenes y mandatos. Sin embargo, no se realiza slo con preceptos lejanos, sino tambin a partir de reglas y mecanismos localmente generados, que pueden ser comprendidos como acontecer complementario y homlogo. El primero de stos resulta de las demandas modernas y prximas entre el campo y la ciudad, entre las ciudades o inclusive dentro de una ciudad grande, mientras que el acontecer homlogo es el trabajo que produce reas modernizadas y contiguas con contornos definidos, tales como las especia-lizaciones territoriales productivas. No es la divisin territorial del trabajo propia del circuito inferior que resulta directamente de esos aconteceres, pues ste no es motor de tales eventos. Entretanto, el circuito inferior no falta donde esos aconteceres reorganizan el territorio, pues se agrega en torno de las complementariedades y de las reas homlogas, produciendo su trabajo con otras tcnicas, capitales y formas de organizacin, al lado de las tareas modernas.

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    El circuito inferior es, de ese modo, causa y consecuencia de la inmovi-lidad y de la construccin de mercados intrametropolitanos, de la creacin de reas de especializacin y de diversidad en las metrpolis. Juntos, los pobres consumen y vuelven interesante la demanda colectiva, intercambian bienes, servicios, ideas, dividen aunque indirectamente sus costos cuando reivindican energa, cuando hacen propaganda o cuando compran a un mismo proveedor. Son las economas de aglomeracin, resultados espaciales de cohesin, como ensea Corra (1997), cuya gnesis y existencia no puede ser explicada nicamente a partir de la economa hegemnica.

    En un perodo que privilegia una geografa de puntos y la extrema racio-nalizacin de la economa y del territorio, el circuito superior renueva, sobre la base de la tcnica de la informacin, su capacidad de macro-organizar el territorio, mientras que el circuito inferior contribuye a crear, espontnea-mente y sobre todo en la metrpoli, economas de aglomeracin. De cierto modo, gracias a la contigidad, a la suma de sus ofertas y demandas y a la densidad comunicacional, este circuito mantiene una cierta capacidad de organizacin de esas reas menos valorizadas del medio construido urbano.

    An con una participacin pasiva en los eventos determinantes de la globalizacin, la poblacin vinculada al circuito inferior tambin ayuda a la produccin del acontecer solidario. Gracias a la transformacin de la variable-fuerza informacin en variable-soporte, los pobres conocen y pasan a utilizar ciertas tcnicas que reorganizan su divisin del trabajo. Este hecho acaba por reforzar la realizacin compulsiva de tareas comunes. El entendimiento de esos fenmenos parecera exorcizar el riesgo de ver la pobreza como un conjunto de existencias ahistricas o pretritas, o inclusive como resultado del atraso. Si la red de transportes de una ciudad responde ms a una divisin territorial del trabajo pasada, olvidando las periferias pobres, el consumo de objetos tcnicos modernos en esas mismas reas revela la contemporaneidad del fenmeno social o, en otras palabras, la participacin de los pobres en los eventos contemporneos e interrelacionados, aunque no formen parte de los proyectos hegemnicos. Por eso, la pobreza actual es estructural, cient-ficamente producida por la falta de acceso a los bienes universales, aunque los pobres consuman y dispongan, como nunca antes, de algunos objetos tcnicos modernos, frecuentemente utilizados en la construccin de relacio-nes horizontales. Es la nueva realidad del circuito inferior de la economa urbana y sus renovadas formas de interdependencia con el circuito superior.

  • 26 Mara Laura Silveira | Huellas n 17 (2013), ISSN 0329-0573

    En ese proceso se observan eventos que son capaces de producir solidari-dad orgnica y otros, ms visibles, que producen solidaridad organizacional. En este ltimo caso, se trata del acontecer jerrquico, es decir, de la impo-sicin de una cohesin organizacional fundada en una racionalidad distante (Santos, 1996) que acomete la vida del lugar. Entretanto, y quizs porque buena parte de los aconteceres homlogos y complementarios se realizan con acciones nacidas de la co-presencia, a pesar de las rdenes exgenas, es que algunas existencias terminan por reforzar la solidaridad orgnica. Se crean nexos locales y, de ese modo, el lugar abriga, con deformaciones, los elementos constitutivos de la globalizacin.

    Hoy, la mancha urbana revela reas ms o menos densas de tcnicas contemporneas. Sin embargo, el papel del consumo, basado en la publici-dad y en el crdito, an ms cuando una parte de los objetos es semoviente, ampla el uso de esa nueva base tcnica inclusive en reas poco modernas. Amparados en la convergencia entre informtica y telecomunicaciones y en las necesidades contemporneas de la produccin y comunicacin de ideas, imgenes y datos en general, telfonos celulares, computadoras, equipamien-tos de fotografa y video se vuelven ms accesibles a los diversos estratos sociales. As, si las grandes empresas dominan la produccin y la venta de esos objetos, el resto de la circulacin permanece en manos de otros actores. Es el caso de las reparaciones de algunos de esos aparatos en los centros antiguos y en las periferias metropolitanas (Silveira, 2004; Montenegro, 2006). De ese modo, tanto por la expansin de los nuevos productos, a menudo convertidos en instrumentos de trabajo en actividades no hegem-nicas, como por la proliferacin de actividades de reparacin que permiten la reutilizacin de los bienes, o inclusive por la distribucin frecuentemente poco interesante para los grandes capitales, los circuitos superior marginal e inferior participan, de forma creciente y a veces contradictoria, en la pro-duccin de la unicidad tcnica.

    Los elementos cientficos y tecnolgicos incorporados a la medicina y a sus reas afines tambin revelan una de las manifestaciones de la unicidad tcnica contempornea. Es el caso de la industria farmacutica. Aunque altamente concentrada en empresas globales responsables de la mayor parte de las investigaciones cientficas, la fabricacin de medicamentos muestra intersticios que son ocupados por empresas medianas y pequeas. Se trata, por ejemplo, de campos con menores contenidos qumicos, como la produc-

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    cin de productos fitoteraputicos propios de un circuito superior marginal (Bicudo, 2006).

    An con vocacin de volverse un sistema invasor, que desprecia las soli-daridades con objetos ms antiguos, la tcnica contempornea posee una cualidad inexistente en perodos anteriores. Es divisible, flexible, dcil, dulce (Gaudin, 1978; Gaudin, 1999; Santos, 1996; Santos, 2000) porque permite, por ejemplo, con algunos instrumentos y en un pequeo local, fabricar un producto u organizar un servicio que puede ser vendido. Por el hecho de ser altamente demandante de inteligencia e informacin, permite usos y escalas distintos. Esa es su gran diferencia con el sistema tcnico del perodo industrial.

    La informacin es, por esa razn, la verdadera energa que impregna la accin contempornea. Pero es tambin productora de unicidades. Una cierta informacin de cuo globalizante, verticalmente producida y difundida, surge como sinnimo de tiempo hegemnico del perodo e induce un pen-samiento nico y de comportamientos regulados. Esencial a las divisiones territoriales del trabajo particulares de las empresas globales, la informacin estratgica encarna los nexos extrovertidos (Cordeiro, 1993; Corra, 1996) y constituye un sofisticado circuito superior. La formacin de las bases tcnicas, polticas y normativas, precisas y funcionales a las exportaciones, privatizaciones y fiscalizaciones, en fin, al nuevo uso del territorio son, de ese modo, confiadas a un restricto grupo de empresas de consultora (Bernardes, 2001). Si el espacio de accin de estas firmas se confunde con el territorio nacional y con el mundo, la intensidad de sus demandas en el espacio contiguo puede ser dbil. No hay un uso intensivo de fuerza de trabajo, ni de tecnologa, ni de informacin del lugar, as como hay poca interdependencia con los mercados contiguos.

    Con todo, pocas son las actividades, empresas y lugares que parecen permanecer ajenos a un fuerte contenido de informacin e inclusive de publi-cidad. De all la existencia de agencias pequeas y medianas que participan de la produccin global de informacin y de propaganda gracias a las formas y normas de la tercerizacin, as como de firmas creadoras de una publicidad para el pequeo comercio y para algunos servicios. De ese modo, banners, posters y otro tipo de carteles, que pueden ser rpidamente fabricados gra-cias a las virtualidades de las tcnicas contemporneas, pueblan las reas vecinas a la actividad anunciada. En el espacio de la contigidad se observa una interrelacin de los circuitos de la economa urbana.

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    En el perodo actual, la divulgacin de la informacin aumenta la fuerza de la imitacin uno de los pilares del funcionamiento del circuito inferior. La relevancia que el negocio de la moda adquiere hoy, con una profusin de cursos bsicos y superiores de confecciones, con las novedades en la produccin de materiales y tejidos crecientemente hbridos, con la prolifera-cin de revistas y desfiles, con la expansin del crdito y de la propaganda, determina que ese consumo se expanda en la sociedad y en el territorio. Costureras y sastres, en los estratos pobres, tienen una posibilidad mayor de imitar consumos sofisticados. Pero es tambin el caso de los muebles y la decoracin. Ese mercado en crecimiento, que no alcanza slo a los estratos ms ricos de la sociedad, permite toda una expansin industrial y artesanal, as como actividades de restauracin de muebles antiguos. Barrios y ciudades adquieren una marcada especializacin productiva a la luz de esa demanda que parece, en los das actuales, volverse elstica.

    El esparcimiento y la cultura, de un modo general, son tambin merca-dos en expansin. La distribucin de videos y DVD, la produccin y venta de artesanas, la grabacin y distribucin de msica, las mltiples formas de edicin de libros, revistas y folletos vuelven ms espesa la divisin del trabajo, permiten localizaciones ms flexibles, demandan instrumentos de trabajo especficos y formas organizacionales modernas combinadas con relaciones de amistad, parentesco y vecindad. Estamos ante un profuso circuito superior marginal vinculado a la cultura.

    Finalmente, la unicidad del motor o, en otras palabras, la apropiacin de la plusvala por parte de un pequeo grupo de actores globales es respon-sable, apoyada en la nueva base material y en la posibilidad de disponer de informaciones en tiempo real, de las aceleraciones del perodo. La propia banalizacin de las tcnicas contemporneas es una forma ms de obtencin de lucro. Cae el valor relativo de los nuevos objetos tcnicos celulares, computadoras, cmaras, entre otros por el propio abaratamiento y tambin por la posibilidad de pagarlos en cuotas pero, frecuentemente, aumenta el valor relativo de su uso. As, los ms pobres terminan por hacer de sus celulares meros soportes, evitando los altos costos de su uso. La accin no hegemnica presentifica los objetos nacidos de la accin hegemnica.

    Adems, aumenta vertiginosamente la velocidad de produccin del dinero en estado puro porque aumenta el nmero de mecanismos verticales capaces de extraer ms recursos de ms actividades, de ms personas, de ms lugares. La capilaridad de las redes financieras resulta de la coexistencia de filiales de

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    grandes instituciones financieras y de la profusin de nuevos tipos de crdito ofrecidos por bancos pblicos y privados (Dias, 2006). Al contrario de la produccin, que es selectiva en sus localizaciones, las finanzas se interesan, directa o indirectamente, por la totalidad del territorio viviente. Es por eso que podemos afirmar que no es slo una variable determinante, sino tambin una variable dominante, responsable de un drenaje que no conoce lmites.

    As, el circuito inferior, caracterizado por su bajo grado de capital fijo tecnolgico, es impelido a aumentar su capital de giro por medio del crdito. Varias empresas comerciales del circuito superior se vuelven, tambin, ver-daderas financieras. De ese modo, la poblacin que trabaja en los circuitos superior marginal e inferior acaba consumiendo en las cadenas del circuito superior gracias a la oferta de financiacin en la propia tienda. Formando asociaciones con bancos, esas empresas no slo ofrecen crdito para compras por medio de tarjetas y crdito de la propia tienda, sino tambin seguros y crdito personal. La contratacin del prstamo es ms fluida que en un banco, pues los requisitos son menores y el costo del dinero es ms alto. El prstamo se vuelve, para la empresa, una operacin ms rentable que la venta de un producto. Formas de verticalizacin de una economa generada por el circuito inferior que, en el perodo de la globalizacin, alcanza grados superlativos. El circuito superior marginal no est a salvo de esas embosca-das, pues tales mecanismos tambin lo afectan.

    Por lo tanto, la premisa de la dificultad de acceso al crdito por parte del circuito inferior parece no iluminar ms el entendimiento de las ciudades de los pases perifricos. Se habla de demanda insatisfecha, cuando lo que parece definir nuestra poca es exactamente su contrario, una sobreoferta de crdito. Cuando las tasas de intereses cobradas son leoninas, la cuestin cen-tral es, quizs, descubrir los mecanismos que permiten semejante aceleracin arrastrando todos los estratos sociales en ese movimiento. Las situaciones de morosidad se multiplican, aunque a menudo se trate de una morosidad ideolgica, pues a ese costo, el dinero ya fue voluminosamente devuelto.

    La voracidad del circuito superior condujo a mltiples y an poco cono-cidas formas de dominacin de las economas pobres de las ciudades. Con la creciente financierizacin de la sociedad, las sinapsis entre ambos cir-cuitos aumentan significativamente y ciertos nexos modernos crean pertur-baciones en la vida social de los estratos ms pobres. Adems del crdito desburocratizado, nuevas formas organizacionales del circuito superior se expanden en las reas menos favorecidas: filiales de cadenas de tiendas de

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    ropa, electrodomsticos, materiales de construccin, franquicias, tiendas outlet, hipermercados, casi todos ms interesados en vender crditos ms que productos. El fiado deja lugar a la financierizacin, y el costo ms alto por unidad del circuito inferior es sustituido por las imperdibles promociones del circuito superior tal como reza la propaganda, embutiendo veladamente innmeros productos financieros que aumentan su costo real. Eso permite continuar afirmando que todas las clases pueden consumir fuera del circuito al cual estn vinculados, aunque sea slo ocasional o parcialmente (Santos, 1975). Por esa razn tal vez no sea aconsejable evadir la tarea de identificar los elementos de la economa global en la ciudad, creadores de perturbacin en el circuito inferior.

    Cuando el Estado renuncia a comandar las variables dominantes y a densificar servicios universales como educacin, salud y previsin social y, al mismo tiempo, organiza el territorio para garantizar la accin de los oligopolios, creando las condiciones para su expansin explcita o subrep-ticia, se vuelve responsable de la ampliacin de la brecha entre el circuito superior y el circuito inferior. No se trata, sin embargo, de la ciudad dual, tan difundida hoy por varias agendas de investigacin, sino de un sistema de vasos comunicantes, donde ambos circuitos son resultado de la implantacin de una moderna divisin territorial del trabajo.

    De ese modo, podramos hablar de cruzamientos e invasiones de los circuitos de la economa urbana en el perodo de la globalizacin, es decir, una mayor intercomunicacin manteniendo, entretanto, sus respectivas caractersticas definidoras. La profundizacin de la voluntad de consumir y el abandono por parte del Estado de un nmero importante de necesidades lleva a ciertas clases medias, por ejemplo, a abastecerse en el circuito infe-rior. De otro lado, el progreso de los transportes y la fuerza de las finanzas conducen a los actores del circuito inferior a consumir bienes y servicios en establecimientos del circuito superior intencionalmente creados para el consumo popular. Los hibridismos no cesan de crecer en nuestra poca, desafiando la comprensin.

    A su overhead capital, que revela el grado de participacin del circuito superior en la globalizacin y en la carrera tecnolgica, deben aadirse sus persistentes demandas de capitales fijos pblicos, como aeropuertos, fibra ptica, zonas francas, puertos, etc. Son formas de apropiacin del dinero pblico que es as retirado de fines sociales para ser encaminado a polticas de modernizacin, cuyos principales beneficiados son las grandes empresas. El capital fijo privado sorprende, hoy, en las grandes metrpolis perifricas,

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    por la presencia de hoteles de lujo, centros de convenciones y grandes edi-ficios inteligentes, raramente implantados sin alguna ayuda gubernamental.

    Hoy la relacin sistmica entre el medio construido y la economa urbana, con sus respectivas segmentaciones, adquiere complejidad. Como vimos, las unicidades no son construidas slo por el circuito superior, aunque a sus actores corresponda la regencia y la intencionalidad ltima. Cada da crece la relevancia del circuito superior marginal en ese funcionamiento y, gracias a los mecanismos productores de pobreza estructural, se expande, como nunca antes, el circuito inferior. Los consumos insatisfechos que dan lugar a producciones de bajo costo aseguran que el circuito inferior participe, activa y conflictivamente, en la produccin de esas unicidades materiales, organizacionales y polticas.

    De la despolitizacin del mercado al existencialismo territorial

    En una ciudad podemos descubrir eventos portadores de una solidaridad organizacional, como la implantacin de un banco global que cambia la circulacin del dinero local y regional y, al mismo tiempo, otros eventos, cuya cuna es aquella porcin del territorio, como, por ejemplo, la accin de una asociacin de pequeos comerciantes buscando formas ms endgenas de circulacin del dinero. Este ltimo es un evento capaz de producir una solidaridad orgnica, que existe concomitantemente a los productores de soli-daridad organizacional. Por eso hablamos de acontecer solidario, en el cual la simultaneidad e interrelacin abriga, como nunca antes, una oposicin.

    Esa es la oposicin dialctica que existe entre ambos circuitos. Ninguno de ellos puede tener autonoma de significado porque no tiene autonoma de existencia. Ambos son opuestos y complementarios pero, para el circuito inferior, la complementariedad adquiere la forma de dominacin. Resultado indirecto de la solidaridad organizacional, ese circuito se entiende, tambin, por la propia produccin de solidaridad orgnica.

    En consecuencia, la organizacin, que puede ser entendida como tcnica de accin (Santos, 1996), parece hoy tomar ms fuerza en la definicin y diferenciacin de los circuitos. La demanda de organizacin en la economa hegemnica acaba por crear una aguda burocratizacin, lo que no deja de ser una paradoja en un momento histrico en que tanto se habla de flexibili-dad. Las naciones y las empresas modernas crearon importantes estructuras

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    organizacionales, con el propsito de producir y aplicar la mirada de normas asociadas a la intensa tecnificacin de la base material y de la accin, con una importante redundancia de informacin. La dinmica de las empresas ante las nuevas variables ha sido, entretanto, divergente. Segn su poder, se adaptaron en mayor o menor grado a las nuevas configuraciones y, de ese modo, tal participacin acaba por constituir un indicador de su insercin en el circuito superior. Aquellas que no consiguieron alcanzar el nivel exigido son consideradas atrasadas desde el punto de vista de la regulacin de la calidad y de la circulacin, entre otros parmetros. Para ser moderno es necesario exteriorizarse no slo por el hecho de conquistar mercados extranjeros, sino tambin por la insercin en un proceso ms amplio de racionalizacin de las acciones. En ese sentido, la organizacin adquiere una fuerza antes nunca vista como elemento constitucional y diferenciador entre empresas ms y menos poderosas. Es un conjunto de tcnicas de accin, de normalizacin de las acciones destinadas a manipular los objetos tcnicos, de estructuracin de la divisin social y territorial del trabajo. De modo que hoy, para inser-tarse en la divisin territorial del trabajo hegemnica, es necesario no slo un alto nivel de capitalizacin y una tecnologa propia al sistema tcnico vigente, sino tambin una forma de organizacin en consonancia con las regulaciones internacionales.

    Simultneamente al fenmeno de tecnificacin de las acciones, se mer-cantiliza la poltica, cooptada por la propaganda, por la fuerza del dinero y por la fe absoluta en el crecimiento econmico como remedio para todos los males. En esa direccin, la ampliacin del mercado interno, realizada al sabor de la ampliacin de la topologa de grandes cadenas nacionales e internacionales, tiende a afectar los pequeos mercados del circuito inferior. No es que disminuya la pobreza, pues los pobres continan consumiendo y endeudndose, pero hay menos lugar para sus producciones. Esas divisiones territoriales del trabajo subordinadas, hechas de un extremo fraccionamiento que acaba por encarecer los productos finales, se ve ahora arrojada a una competencia desigual frente a una fabricacin de escala industrial que, ade-ms, se beneficia de la exencin de diversos impuestos. El mercado interno se convierte en arena de disputa para actores de fuerza desigual. No es necesario decir quin regula a quin en tal situacin.

    Adviene de all una profunda vulnerabilidad para el circuito inferior pero tambin para la porcin marginal del circuito superior, que es igualmente la

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    vulnerabilidad de la nacin. As, la produccin vinculada a las divisiones territoriales del trabajo menos desarrolladas, menos modernas, va siendo cercenada y los pobres pueden consumir ms, pero pueden producir menos. Por medio de ese mecanismo crece la produccin hegemnica y crece el con-sumo. Impera el acontecer jerrquico que la poltica mercantilizada ostenta como progreso y desarrollo.

    Cuando la poltica se preocupa slo con el circuito superior confunde la divisin del trabajo de un puado de grandes empresas con la divisin social y territorial del trabajo de la nacin. El Estado se vuelve coadyuvante en la produccin de una solidaridad organizacional, aunque el discurso y la propaganda declamen otra cosa. Y, as, se consideran, deliberada o inge-nuamente, las necesidades del circuito superior como si fuesen las de todas las dems formas de economa. De all que se fustigue toda otra forma de trabajo por su lentitud, falta de modernidad y desempeo o, an, por su ilegalidad, acusando a las vctimas de responsables de su propio drama y del atraso de la nacin. El problema es imaginar que esa economa, que corresponde a la mayora de la nacin y del territorio, no crea riqueza y empleo ni es productiva. En realidad, el circuito inferior y, tantas veces, el circuito superior marginal crean riqueza ms lentamente y, por eso, menos desigualmente. Con menos capital, se crea ms empleo.

    La fuerza del mercado concreto, en el circuito inferior, contrasta con el poder del mercado abstracto del circuito superior, aunque este ltimo domine la vida social fundado en las tres unicidades. Mientras que el fundamento del primero es el trabajo y sus productos, el fundamento del segundo es el dinero en estado puro. Los mercados concretos son territoriales, son socialmente necesarios (Ribeiro, 2005)4, la arena de actores con existencias concretas. La inmensidad de la mancha urbana, para algunos raz de todos los males, es causa y consecuencia de la agregacin de los pobres, del surgimiento de un existencialismo territorial (Santos, 2004)5. Es en la contigidad que nace el mercado, ese mercado concreto, que puede sealar nuevos caminos para la poltica.

    4 El mercado socialmente necesario, como memoria y proyecto, posee races ancestrales, an anteriores a aquellas que alimentan la concepcin hegemnica de mercado. El actor propuesto pensado literalmente de abajo hacia arriba, corporificado y territorializado corresponde, poten-cialmente, al circuito inferior [] (Ribeiro, 2005: 107).

    5 Santos (2000) denomina existencialismo territorial a un pragmatismo mezclado con la emo-cin a partir de los lugares y de las personas juntas.

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