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Texto sobre la cuarta sinfonia
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FELIX MENDELSSOHN (Hamburgo, 1809 – Leipzig, 1847) SINFONÍA Nº 4 “ITALIANA”
A pesar de su precoz y enorme talento para la música, Mendelsshon sólo llegó al dominio orquestal a través del esfuerzo y la constancia. Tutelado por Karl Friedrich Zelter, sus primeros estudios musicales pronto llegaron al trabajo de formas complejas, como las 12 sinfonías que escribió entre 1821 y 1823. Son obras que toman como modelo estilos anteriores pero en las que ya podemos encontrar al joven compositor buscando su independencia artística. Podríamos dividir estas sinfonías en tres grupos o modelos seguidos: 1) Modelo pre-‐clásico: Las primeras cinco sinfonías, compuestas entre mayo y diciembre de 1821, están escritas en una textura imitativa que difumina el material temático y que asemeja una quinta especie libre de contrapunto barroco (ejemplo 1). El uso de las indicaciones dinámicas es bastante limitado. Utilización frecuente de retardos de séptima encadenados –procedimiento que no abandonará-‐ (ejemplo 2a y 2b), unísonos que abren y cierran secciones (ejemplo 3a y 3b), y modelos rítmicos heredados de danzas barrocas (por ejemplo, siciliano en el segundo movimiento de la primera sinfonía, o gigue en el final de la segunda). Son sinfonías en tres movimientos, incluso los segundos movimientos de las sinfonías tercera y cuarta enlazan directamente con el final dando sensación de continuidad y, por tanto, de obras en dos partes.
EJEMPLO 1: Sinfonía nº 5, 3er mov., compases 24-‐40. Textura imitativa.
(ejemplos 1-‐5 procedentes de Seaton, Douglass en Mercer-‐Taylor, Peter (2004). The Cambridge Companion to Mendelssohn. New York: Cambridge University Press)
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EJEMPLO 2a: Sinfonía nº 4, 3er mov., compases 6-‐9. Retardos de séptima encadenados.
EJEMPLO 2b: Sinfonía nº 4, Italiana, 4º mov., compases 223-‐228.
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2) Modelo clásico: A partir de la sexta sinfonía comenzamos a encontrar paulatinamente una textura de melodía que conversa entre los diferentes grupos orquestales acompañada por el resto de la orquesta, propia de Haydn o Mozart. Aunque esta sinfonía mantiene todavía tres movimientos, ya encontramos en su interior un minueto con dos tríos que pronto se convertirá en scherzo a partir de las sinfonías 8 y 9, ambas obras precedidas por una introducción. Encontramos ya aquí los cuatro movimientos de rigor: allegro, lento, minueto o scherzo y rápido final.
EJEMPLO 3 (a): Sinfonía nº 2, 1er mov., comienzo. Unísonos que abren y cierran secciones.
EJEMPLO 3 (b): Sinfonía nº 2, 1er mov., compases 68-‐73.
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Cabe destacar la utilización de melodías populares helvéticas en la novena sinfonía en una elaboración que nos situará ya a comienzos del romanticismo (ejemplo 4).
3) Modelo pre-‐romántico: La décima sinfonía, formada por un adagio introductorio y un allegro-‐sonata, sugiere más una obertura que una sinfonía. Sin embargo, la sinfonía siguiente aumenta el modelo clásico de cuatro movimientos añadiendo un quinto, un scherzo, tras el allegro inicial, que inesperadamente utiliza una fanfarria militar formada por timbal, triángulo y platos. El minueto del tercer movimiento está en 6/8 en lugar del 3/4 característico. La doceava sinfonía está compuesta por tres movimientos, y aunque evidencia la influencia contrapuntística de Bach, incluye pasajes en un estilo propio del primer romanticismo: El primer movimiento comienza con una lenta introducción seguida de una doble fuga; el segundo sugiere un lied de bella factura; y el último movimiento combina una forma sonata con una doble fuga.
EJEMPLO 4: Sinfonía nº 9, 3er mov., compases 41-‐50. Melodía popular helvética.
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Sin duda la escritura del joven Mendelssohn se ve influída por Bach, Haydn y Mozart, pero también por la exuberancia de las oberturas de Rossini, por las sugestivas atmósferas de Weber (como se aprecia en los movimientos lentos de las sinfonías 4 y 5), o por el tratamiento melódico de Beethoven (el tema del primer movimiento de la sinfonía nº 4 bien nos podría recordar al trío del scherzo de la quinta sinfonía de Beethoven). No obstante, ya podemos encontramos rasgos que modelarán un estilo personal. Así, en el segundo trío del minueto de la sexta sinfonía encontramos una textura coral en blancas, cuya parte melódica será interpretada a continuación, ornamentada, en valores breves (ejemplo 5). Este procedimiento lo podremos encontrar en las sinfonías “Reformación” e “Italiana” (ejemplo 9). En la sinfonía once vemos a la percusión doblando a la cuerda, cosa que regularmente hace también el viento, lo que nos indica que Mendelssohn compone para la cuerda e inmediatamente después re-‐orquesta la partitura completa. De hecho, la orquestación de Mendelssohn está basada en la cuerda, siguiendo una tradición clásica.
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Las primeras doce sinfonías son, sobre todo, una expresión de energía e imaginación en las que el joven compositor recoge elementos y aúna influencias en pos de un lenguaje autónomo y personal. La sinfonía nº 13 representa la primera publicación de Mendelssohn en el género, conocida como la Sinfonía nº 1 en do menor, op. 11. Tras su estreno en Berlín (1824) y Leipzig (1827), fue interpretada en Londres el 25 de mayo de 1829 durante la primera visita del compositor a Inglaterra. Fue dedicada a la Philharmonic Society al ser publicada en 1831. Esta sinfonía demuestra la familiaridad adquirida por Mendelssohn con el estilo del último Mozart, Haydn y el primer Beethoven, y representa su preparación definitiva hacia el moderno estilo romántico. La experiencia y desarrollo estético producido por los viajes emprendidos por Mendelssohn de 1829 a 1832 sin duda dejaron constancia en sus composiciones. Reflejo de su paso por el Reino Unido, y concretamente de los paseos realizados por Escocia con su amigo Carl Klingemann, son la obertura Las Hébridas, op. 26 (archipiélago en la costa oeste de Escocia) y el comienzo de una obra que terminaría siendo su Sinfonía nº 3 en la menor, op. 56, Escocesa. De su estancia en Italia proviene una de las obras más conocidas de su catálogo, la Sinfonía nº 4 en la mayor, conocida como Italiana. Fue iniciada en Roma en 1831 y finalizada en Berlín en 1833. El propio Mendelssohn dirigió su estreno, con la Orquesta Filarmónica de Londres, el 13 de mayo de 1833. Las constantes revisiones de la partitura no permitieron su publicación. Revisó completamente el segundo, tercero y cuarto movimientos y creía necesario revisar el primero igualmente. La publicación póstuma es de 1951. No resulta difícil imaginar el color y la exaltación del carnaval romano que tanto deslumbró a Mendelssohn en el tema luminoso, acrobático, del comienzo de la sinfonía, interpretado por violines primeros y segundos a la octava (técnica de duplicación heredada del clasicismo vienés). El necesario rasgueado de los violines para hacer el pizzicato de cuatro notas del primer acorde acaso nos recuerda un chitarrone y nos sitúa en el ambiente festivo del conjunto, ya que el sentimiento de contradanza está implícito desde el comienzo gracias al continuo de corcheas de la madera en compás de 6/8 que acompaña al tema principal y que irá pasando posteriormente por toda la orquesta de manera casi permanente (ejemplo 6).
EJEMPLO 6: Sinfonía nº 4, Italiana, 1er mov., comienzo.
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El segundo tema mantiene el espíritu festivo gracias a las corcheas de fondo que “bailan” entre violines y violas mientras clarinetes y fagotes realizan una melodía más sobria y estilizada, aunque no exenta de agilidad, que contrasta con el saltarín tema del comienzo. Destaca la importancia que se otorga a los fagotes llevando el tema en un registro medio-‐agudo, procedimiento propio de la época (ejemplo 7).
Aunque la incorporación de un tercer tema dentro de la forma sonata (bitemática por defecto) no es algo novedoso para esta época, sí es cierto que su irrupción al comienzo del desarrollo es una de las características de este movimiento. Sirve para “lanzar” el desarrollo a través de un motivo nuevo que se va incorporando paulatinamente de manera imitativa en la cuerda. Aparece sutilmente enmascarado en violines segundos entrelazado con el continuo de corcheas realizado por los primeros violines. Cuatro compases después apenas percibimos que se han invertido los papeles y ahora toman el relevo los primeros violines. Lo mismo sucede con las violas que aparecen en un registro agudo que se funde con los violines. Lo realizan posteriormente los cellos y contrabajos al unísono -‐procedimiento clásico-‐ (ejemplo 8). EJEMPLO 8: Sinfonía nº 4, Italiana, 1er mov., compases 202-‐215.
CABEZA DEL TERCER TEMA
EJEMPLO 7: Sinfonía nº 4, Italiana, 1er mov., compases 110-‐116.
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Tras el unísono de la orquesta llamando al recogimiento, el segundo movimiento comienza con un continuo de corcheas realizado por cellos y contrabajos que se repite de manera cíclica, junto con el tema, a modo de procesión o marcha y que nos recuerda el segundo movimiento de la séptima sinfonía de Beethoven, técnica barroca del bajo ostinato. Cellos y contrabajos aparecerán al unísono en todo el movimiento (obviamente los contrabajos suenan una octava más grave). La primera frase del tema es presentada por violas y oboes al unísono y doblado a la octava grave por fagotes, lo que le otorga profundidad frente a su contestación por los violines a la octava a modo de eco, acompañados esta vez por un contratema en flautas (ejemplo 9). La segunda frase también será contestada y orquestada de igual manera. Posteriormente encontramos un breve interludio que divide el movimiento en dos partes. Está formado por dos breves secciones: la primera basada en el material precedente y la segunda constituída por material nuevo que reaparecerá intercalado en la segunda mitad del movimiento, al reexponer la primera mitad, como sucedió con el tercer tema en la recapitulación del primer movimiento. Esta segunda parte comienza igualmente con la “llamada” al unísono de la orquesta, pero en la dominante, aunque rápidamente regresa a re menor.
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EJEMPLO 9: Sinfonía nº 4, Italiana, 2º mov., compases 1-‐15.
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El scherzo tiene un aire de danza ligero y travieso que quizás represente un cierto grado de nostalgia del autor por su tierra, durante la estancia en Italia, al asemejarse a los landler alemanes, danzas muy populares en Austria y Alemania y recogidas igualmente por autores como Haydn, Mozart, Beethoven, Bruckner o Mahler. Sin duda es característico de este movimiento el Trío, donde las trompas evocan una escena de cacería. Aparecen en esta sección central fusionados con los fagotes que apenas percibimos pero que “ensanchan” y dan profundidad a las trompas. Inmediatamente después se añaden las trompetas que, al estilo clásico, aparecen junto a timbales (ejemplo 10).
Si el comienzo de la sinfonía evocaba de alguna manera el carnaval romano, el último movimiento nos lleva a una desenfrenada danza napolitana, el “saltarello”, muy cercano también a la “tarantela”, danza viva en compás de subdivisión ternaria. Los silencios que se intercalan en el ritmo evocan la realización de los saltos (“saltarello”) del alegre baile. Pero la danza popular no es sólo sugerida a través del ritmo, sino también por la orquestación gracias a la cuerda que desarrolla un papel “percusivo” que gradúa durante todo el movimiento recordándonos desde una pandereta, pasando por tambores de diverso tamaño, hasta un bombo cuando se junta con los timbales. Las flautas contribuyen a esta sonoridad “festiva” gracias a una línea ágil, danzarina y en terceras casi permanentemente, lo que evoca las flautas
EJEMPLO 10: Sinfonía nº 4, Italiana, 3er mov., compases 80-‐104.
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populares de tubos de madera (ejemplo 11). La estructura del movimiento perfila una forma sonata que se diluye a partir de la región de la dominante, con una reexposición un tanto “alocada”, como sugiere la danza, con la mezcla de elementos. Las ágiles y pasajeras modulaciones a tonos vecino, con el predominio del modo menor, igualmente contribuye al carácter desenfrenado y modal de la danza popular italiana.
Evidentemente, Mendelssohn no ha querido realizar una sinfonía que siga el programa de su viaje por Italia. Sin embargo, si ha pretendido sugerir las características o el color de algunos momentos vividos, evocando el alegre carácter italiano sin olvidar su patria a través de cierta mirada nostálgica, escenas italianas a través de los ojos de un observador germano. Mendelssohn poseía un brillante dominio de la orquesta, que suena clara y nítida, fruto de una técnica inspirada en un espíritu clásico. Esta sinfonía nº 4 es, en este sentido, ejemplar por la elegancia, ligereza y sutilidad en la utilización de los colores, la eficacia de los doblajes y el equilibrio entre los grupos instrumentales. La madera a dos, junto con dos trompas, dos trompetas, timbales y cuerdas, nos recuerdan una orquesta mozartiana. Las trompetas de la mano con timbales y la importancia que se otorga a la cuerda, encargada de soportar el peso del discurso compositivo, son técnicas clásicas. No obstante, la utilización de registros, especialmente en fagotes y cuerdas –violas-‐ y las brillantes fusiones instrumentales, junto con eficaces y ágiles modulaciones y una personal y dilatada visión de la forma le sitúan en un novedoso e imaginativo autor romántico.
EJEMPLO 11: Sinfonía nº 4, Italiana, 4º mov., compases 7-‐12.