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SOBREELCONCURSOLITERARIO RICARDOMIRO I LOSREPROCHES FORMULADOS Voy a exponeranteelpúblicolosfundamentosquetuvola ComisiónOrganizadoraparamodificar esteaño -puesnosetra- tadeunaordenaciónpermanenteeinvariable-lasbasesdelCon- curso LiterarioRicardoMiró, todavezquehansurgidovocesenla prensaqueimpugnanalgunodelosextremos,delareformaencues- tión . Lasmodificacionesestánencaminadas,porunaparte,acorre- girciertosdefectosadvertidosytienden,porotra,adarmayorflex ibilidadalconcurso,conelobjetodequecumpla,demaneraefectiva,suprimordialmisióndepropenderaldesarrollointegraldela literaturapanameña . LaComisiónesperabaquetrasunalecturaatentadelasbases, lasobjecionesqueenunprincipiosurgieroncomoreacciónanteun comunicadodelMinisterioquepublicó LaEstrelladePanamá, en elcualseanunciabanlasreformasintroducidasylapróxima apari- ción deltextocompletodelas .bases,aquellaspersonasquehicieron conocersuspuntosdedisidenciayalgunasotrascolocadasenpareja actitud,modificaríansupuntodevista,alconsiderarsemejor informadas .Nohasidoasí,conpesarnuestro ;yloqueenun comienzofueexpresiónmásomenoscomedidaahorasetorna-me refieroal SuplementoDominical del PanamáAmérica, del24dejulio último-injustoeinjuriosoataquealaComisiónOrganizadora,en elcualescasean .losargumentosysubendepuntolosagraviosgratui u i tos .Lodeplorotantomásporquesetratadeunex-alumnoa quienaprecioyheprocuradoestimularliterariamente,secundadoen declaraciónsolidariaporotroquetambiénfuémidiscípulo .Pero -107-

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SOBRE EL CONCURSO LITERARIORICARDO MIRO

I

LOS REPROCHES FORMULADOS

Voy a exponer ante el público los fundamentos que tuvo laComisión Organizadora para modificar este año -pues no se tra-ta de una ordenación permanente e invariable- las bases del Con-curso Literario Ricardo Miró, toda vez que han surgido voces en laprensa que impugnan alguno de los extremos ,de la reforma en cues-tión . Las modificaciones están encaminadas, por una parte, a corre-gir ciertos defectos advertidos y tienden, por otra, a dar mayor flex

ibilidad al concurso, con el objeto de que cumpla, de manera efectiva, su primordial misión de propender al desarrollo integral de la

literatura panameña .

La Comisión esperaba que tras una lectura atenta de las bases,las objeciones que en un principio surgieron como reacción ante uncomunicado del Ministerio que publicó La Estrella de Panamá, enel cual se anunciaban las reformas introducidas y la próxima apari-ción del texto completo de las. bases, aquellas personas que hicieronconocer sus puntos de disidencia y algunas otras colocadas en pareja

actitud, modificarían su punto de vista, al considerarse mejorinformadas. No ha sido así, con pesar nuestro; y lo que en uncomienzo fue expresión más o menos comedida ahora se torna -merefiero al Suplemento Dominical del Panamá América, del 24 de julioúltimo- injusto e injurioso ataque a la Comisión Organizadora, enel cual escasean. los argumentos y suben de punto los agravios gratui uitos. Lo deploro tanto más porque se trata de un ex-alumno aquien aprecio y he procurado estimular literariamente, secundado endeclaración solidaria por otro que también fué mi discípulo. Pero

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ya se ve : no podemos a estas horas, los mentores espirituales de lajuventud, esperar que se nos trate, ya que no con justicia, al menoscon una elemental consideración .

Es amargo comprobar que cualquier intento de introducir unpoco de seriedad, para que no sufran lamentable estrago en este me

dio nuestro, tan frívolo y carente de generosidad, las buenas iniciativas, que a menudo se malogran, torciendo, al ponerlas en.marcha,

el recto propósito que las inspiró, acarrea casi indefectiblemente unadesazón de proporciones lindantes con el agravio . Esta vez se hablade jesuitismo, en lo que a este término se le adjudica de peyorativo yrezumante a conciliábulo, para censurar las restricciones que una do-lorosa experiencia de varios alias ha aconsejado, con la intención degarantizar la absoluta imparcialidad de un certamen que debe pro-pender, fundamentalmente, a premiar el esfuerzo digno, cualquieraque sea su abanderamiento literario, si es una voz auténtica, surgidade las fuentes eternas de la creación artística.

Por otra parte, la mejor manera de hacer inútil y hasta contra-producente una institución llamada a producir frutos de fecundidadcomo la que comento sería, precisamente, la de someterla a un arque

tipo inalterable, de líneas rígidas, que, así concebido, permitiría conexclusividad el desenvolvimiento de ciertos géneros, en tanto quecondenaría otros a una marcha lánguida y raquítica . Pareciera, porlo visto, que entre nosotros adoptan carta de naturaleza los esque-mas o los usos que -no importa su calidad o mérito intrínseco -nos acostumbramos a ver .desde un comienzo, de suerte que cualquie-ra tentativa de alteración posterior, aun cuando implique avances orectificaciones necesarias, nos desazona o nos desconcierta .

Nada tienen que temer, por cierto, los que miran con atenciónvigilante la marcha del Concurso Miró, por lo menos mientras sudirección esté en nuestras manos ; que no podemos garantizar, comoes natural, lo que habría de ocurrir en otras circunstancias . Losmiembros de la Comisión Organizadora discutieron con todo porme-nor la conveniencia de las reformas ahora introducidas, y no lasadoptaron, en ninguno de los extremos afectados, corro se ha insi-nuado, sin maduro examen . Los consejos de la experiencia pusie-ron, además, su contribución apreciable, y creemos, sin petulancia,haber colocado las bases del concurs o en plano que le procura serie-dad y progresivo andar en el fomento de nuestra cultura .

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Ni debe olvidarse que confrontamos, ante todo, la organizaciónde un certamen literario . La figura de nuestra gran poeta, bajocuya advocación se dictó la ley reguladora de la justa anual, no puedesugerir otra cosa ; ni estaría bien, además, que se pusiesen bajo suamparo menesteres distintos, sobre todo cuando nuestro país anda ala zaga de otros del continente en materia de desarrollo artístico, ysólo mediante estímulos como el representado en el concurso aludidose advierte, de algunos años a esta parte, un como despertar de lasfuerzas creadoras que augura muy consoladores avances .

¿Dónde están, pregunto yo, las quejas que con tanta insisten-cia he advertido en los cultivadores de las letras, que se consideranhuérfanos de todo amparo, de una comprensión cordial del ambienta,panameño hacia los hijos de su ingenio, si ahora lo que se levantaes un clamor público que anuncia catástrofes sin cuento ante la torpeza de la Comisión Organizadora al suprimir este año una se ción deSociologíaque, como disciplina científica, nada tiene que

ver. por lo demás, con la literatura de un pueblo?esas quejas acerca de la indiferencia del medio panameño ha

cia los valores espirituales carecen de todo fundamento y son, por lotanto . insinceras v circunstanciales, o nuestros jóvenes literatos obedece n en sus actuales críticas, a móviles que no se transparentan en

el texto de sus airadas protestas .Mas la Comisión Organizadora no es enemiga de la Sociología,

ni mucho menos . Por lo que a mi respecta, he de declarar que mepreocupar grandemente las cuestiones planteadas bajo el dominiode esa ciencia y. si se advierte bien, en no pocos de mis escritos esapreocupación está presente . Lo está en el problema que discuto

en estos precisos momentos, pues intento poner de relieve una curiosisima reacción cle nuestras mentes y en particular la que observo enlos cultivadores jóvenes de las letras frente a una medida de carác-ter público .

Sólo que yo me propongo introducir distingos donde ellos juntan pintorescamente cosas dispares. Desde luego, el ámbito de lo

literario es ajeno por completo al terreno propio de la ciencia. Esta opera sobre un objeto previamente determinado y con arreglo a

un método de rigurosa observancia . Es una faena de tipo pura-mente intelectual y de exigentes comprobaciones experimentales, segúnsea el área donde oficia el hombre de ciencia . En cambio, lo litera-

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río se aloja en el mundo de la sensibilidad y es la intuición su resor-te esencial. No puedo, ciertamente, confundir en un concurso lite-rario, lo científico y lo artístico, a menos que se me demuestre, enforma convincente, que mis supuestos ideológicos y las distincionesmetódicas que aduzco, como base de mi argumentación, son erró-neos .

Como fácilmente puede comprenderse, no pretendo desconocerla importancia que tiene la Sociología para el conocimiento de nues-tra realidad, ni obra en mi ánimo tampoco, la intención de impedirque surjan trabajos meritorios sobre esos temas. Resultaría puerilsuponerlo en una persona que siente la urgencia de elevar a lugareminente cuantos esclarecimientos sean indispensables para llegar auna etapa de consciente organización en todos los aspectos de lavida nacional . Puedo afirmar, además, que ninguno de los miem-bros de la Comisión Organizadora del Concurso abriga la menor`prevención contra los asuntos sociológicos, v estoy casi seguro de,que comparten ampliamente los puntos de vista que sobre el par-ticular dejo expuestos .

En nuestra decisión han obrado determinantes de otra índole ya,por lo demás, adelantados en el texto del presente artículo . Seríafatal y nocivo para la cultura panameña que un certamen oficial quepor primera vez se instaura de manera regular, mediante el respaldode una ley, con la perspectiva de propiciar nuestro desarrollo, toda-vía muy parco, en el mundo de las letras, redujese sus pretensionesa pedir siempre unas mismas cosas, con notable perjuicio de otrasque también tienen derecho a una consideración de primer plano .

La Sociología, por su parte. tiene un campo magnífico y elverdaderamente adecuado en la Universidad, que, a lo largo de suexistencia, no muy sobrada en años, ha ofrecido ya una buena co-secha de trabajos de alumnos y profesores, algunos publicados, otrosaun inéditos . Col, la ventaja, por lo que a este tipo de produccio-nes respecta, de contar los estudiantes con la guía inmediata del pro-fesor, que permite evitar esas desviaciones de asunto y de métodoque han ¡techo estéril, hasta ahora, la sección de Sociología del Con-curso Miró, como puede comprobarse con sólo recordar que los pri-meros y segundos premios no se han discernido a concursante algu-no. Una tutoría intelectual no sería admisible, como también, porhonestidad, debe reconocerse, cuando una persona pretende que se le

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adjudiquen nada menos que los laureles de un torneo, pues en estecaso lo único honrado es ofrecer el fruto del propio esfuerzo, cuyomérito, en abierta y leal competencia, ha de conquistar el galardóncodiciado o, por el contrario, el silencio estimulante que envuelve alos justadores perdidosos .

Panamá, 28 de julio de 1949 .

M

M

II

LA SECCIÓN DE LEYENDAS NACIONALES

En las bases del concurso ya publicadas, la sección de leyen-das nacionales establecida este tiño, con un carácter muy circunstan-cial y transitorio, según allí se expresa con toda claridad, es, porcierto, la que aparece bosquejada con más pormenores . La Comi-sión, al instituirla, quiso dejar bien delineado su pensamiento sobreel valor y alcance que concede a una recopilación de esa índole, afin de orientar a los posibles concursantes en la elaboración de susrespectivos trabajos . Cano podía inducir a equívocos el requeri-miento acerca de un terna susceptible de inconvenientes interpreta-ciones, decidimos formular explícitamente las condiciones a las cua-les deben ajustarse las contribuciones que se presenten . De esamanera, cada aspirante procederá sobre una base más segura y clJurado Calificador dispondrá, a su vez, de muy concretos elemen-tos de juicio para expedir su dictamen.

La Comisión no ha pretendido jamás que tal sección subsista

durante varios años, inmovilizado el concurso y haciendo estéril

su noble finalidad de propicia•, en. sus distintos aspectos, el desarro-

llo de la literatura panameña . Comprende bien que nuestra cante-ra legendaria no es inagotable y que resultaría contraproducentepedir, a la vuelta do uno o dos años, trabajos sólidos sobre ese tema,aun cuando, si se piensa, por ejemplo, en el inexplorado filón de latradición que atesoran nuestros grupos indígenas, es lo probable queella nos reserve una riqueza sólo a medias sospechada . No debeolvidarse, al respecto, que mientras más tocado de primitivismo estéun pueblo, con tanta mayor fecundidad elevará a un marco de poéti-ca fantasía los asuntos que conmueven hondamente su sensibilidad,pues la leyenda encuentra campo espléndido allí donde, por escasear

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las explicaciones racionales a causa de un débil desarrollo intelectual, deambula espontánea la imaginacióncreadora forjando inter-

pretaciones que consuelan al hombre de su impotencia ante el miste-rio de lo desconocido.

Mas este don de creación que toda leyenda envuelve, cuandotiene caracteres de autenticidad, es justamente lo que le confiere suinestimable valor como prueba de la mentalidad que singulariza alos habitantes de la comarca donde surgió . Todo un panorama defecundos ingredientes psicológicos está implícito en el pasado legendario de un pueblo . Todas las reacciones fundamentales de su mente ante los acontecimientos cotidianos, su capacidad poética, la entrega incondicional o condicionada en brazos de la superstición, laseguridad en las propias fuerzas o la humilde confesión de debilidadante los arcanos del destino .

Si queremos penetrar en la entraña conmovida de una coman»

dad dada, si deseamos sorprenderla en el parto doloroso del cualsurgen las reservas con las cuales debe enfrentarse ante los tremen

dos poderes con que la naturaleza le circunda. averigüemosconfiados cuál es el caudal de leyendas que mantieneen vigencia.En

ellas está el alma de la raza, desnuda y fértil n un tiempo, atestiguan-do su orfandad ante el misterio a la vez que su aptitud para poe-tizar aquello que no entra ni en el ámbito de sus recursos domina-dores en el terreno técnico ni en la urdimbre tejida por sus faculta-des de raciocinio .

A medida que un pueblo avanza en el camino de la cultura,deja atrás ese pasado brumoso, impregnado de gracias infantiles, detemores y esperanzas, que constituye el tributo obligado a la im-pericia de sus años mozos. Mas por ello mismo, ese pretérito ad.quiere una calidad y una significación de extraordinario valor. Re-presenta nada menos que la cantera de su propia sustantividad, desus características diferenciales respecto de otros pueblos . Porqueen tanto que la cultura iguala y tiende fatalmente a uniformar, lotípico, o sea el fondo ancestral que camina junto a nosotros comeherencia recibida de nuestros mayores, delata lo que tenernos deesencialmente propio y constituye la auténtica reserva de esa almaantigua que no quiere morir .

Obsérvese la diferencia profunda que existe, desde este pun-to de vista, entre los pueblos de nuestro interior y las ciudades ter-

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orinales del canal. Mientras en éstas no subsiste ya, sino comomercancía un tanto extraña y pintoresca en el tráfago cosmopolitaque las caracteriza, ese mundo tan lleno de encanto representadopor nuestros trajes y costumbres típicas, aquellos pueblos, cuantomás alejados de l a carretera y de las vías introductoras del progresourbano, tanto más ricos se muestran en la conservación no adulterada del tipismo auténticamente panameño, y a ellos debe acudirse,como a única fuente segura, para conocer los restos, que se pierdenpor momentos, de nuestra tradición legendaria .

La Comisión Organizadora del Concurso Miró observa confundada aprensión el creciente desprendimiento que el cosmopolitis-mo y el progreso técnico implican respecto de esa vieja reserva dela cual arrancan nuestras maneras peculiares de ser. Cada pueblo denuestras provincias, insensiblemente, se aparta de las cosas queantaño miraba con especial complacencia, para sumarse a las llama-das conquistas de la civilización, así en costumbres como en como-didades de tipo urbano . Estas últimas, desde luego, se justifican,y nada de objetable hay en ello, sino todo lo contrario . convieneenseñar a nuestras gentes, por apartadas que estén, a vivir mejor,con mayor sentido de la higiene, con progresivo anhelo de incorpo-rar a su existencia los beneficios que los adelantos técnicos modernosproporcionan al género humano .

Mas aquí radica, por desgracia, el peligro de confundir lamen-tablemente unas cosas con otras, menospreciando por igual todocuanto huela a reminiscencias del pasado. De suerte que tambiénperecen, en favor de modas extrañas muy inferiores, las melodíasque formaban antes el repertorio de los bailes, serenatas y fiestasnativas ; y el exotismo se introduce en los más apartados lugares,con su cortejo de vulgaridad y mal gusto. ¿Ganamos con ello? La

respuesta es ocioso formularla .Un pueblo como Panamá, tan sometido, por razones bien cono-

cidas, a intensas influencias extrañas, necesita cuidar, más que nin-guno otro, de ese magnífico atuendo representado en las huellas de supasado autóctono. Tiene que vivir, por fuerza, en una amorosavigilanci a de los usos y tradiciones que constituyen su patrimonioespiritual pues (le lo contrario corre el riesgo de desfigurarlo 0

perderlo. La alternativa, en cualquiera de los casos, sería en extre mo

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mo deplorable, pues envolvería una mengua considerable de su ca-pacidad -de resistencia frente a las fuertes corrientes forasteras queoperan a diario sobre su ser nacional .

La Comisión Organizadora del Concurso Miró ha querido, a tra-vés de la sección de leyendas panameñas, propender al afianzamientode nuestra personalidad mediante un vuelco retrospectivo a lasfuentes de donde arranca la existencia que hoy nos toca vivir . Ro-bustecerla con esos viejos aromas, que nos harán volver, en una perspectiva de añoranzas, a tiempos que se pierden en una lejanía degratas recordaciones, es tarea de positiva importancia . Para sentircomo nuestro el suelo donde nacimos, precisamos aniñar el alma y

sumergirla amorosamente en la poesía del pasado .

Panamá, 31 de julio de 1949 .

DICTAMEN SOBRE LA SECCIÓNDE NOVELAS

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Panamá, 12 de mayo de 1949 .SeñorPresidente de la Comisión Organizadoradel Concurso Literario Ricardo Miró,E. S. M.

Señor :

Nos dirigimos a usted, en nuestra condición de miembros delJurado designado para dictaminar sobre el mérito de las novelaspresentadas al Concurso literario Ricardo Miró correspondiente aeste año, con el fin de rendir el informe que el examen detenidode los aludidos trabajos nos ha aconsejado.

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Para llegar a una decisión el Jurado ha tenido muy en cuentala finalidad del concurso, que, en nuestro sentir, propende muy prin-cipalmente a fomentar el cultivo de los géneros literarios en un paísque no cuenta aún con un desarrollo cultural robusto ni, por lotanto, con autores destacados en los distintos aspectos de la pro-ducción artística . Mas ello no puede implicar, sin embargo, laaceptación de un criterio de mansa tolerancia quo prescinda de unacuidadosa estimación de méritos para discernir premios sin discrimi-nación alguna . Si tal aconteciera, se desvirtuaría lamentablementela índole y acaso la más alta aspiración, del concurso, cifrada en elprogresivo enriquecimiento -de nuestra producción, mas con exigen-cias crecientes de calidad estética . No tendría sentido y mas bienCausaría sensible perjuicio en el orden cultural,

un acrecentamient o de la literatura panameña a base de estérilesconcesiones a lamediocridad .

Sentado, en sus líneas generales, el criterio con que convieneproceder en estos casos, nos referiremos ahora, en particular, a lasobras que hemos examinado . Varias de ellas no reúnen los requisi-tos elementales que requiere esa especie literaria conocida con elnombre de novela, Ni siquiera el relativo a la extensión, pues casoshay que en el reducido límite de doce o de veinte páginas mal pue-den insinuar, ni remotamente, el desarrollo de una trama novelesca.Se advierte en estos y otros trabajos que sus respectivos autores noSO han detenido a pensar en la seriedad ni, por supuesto, en las exi-gencias técnicas que supone el decidirse a escribir una novela . Tam-poco han valorado le importancia, finalidad y decoro intelectualque sugiera un concurso como el patrocinado oficialmente por elEstado bajo la comprometedora advocación de nuestro máximo poe

ta, cuyo nombre, al suscitar, como sería deseable, una reticenciacompulsadora de fuerzas en los presuntos concursantes; debiera sersímbolo de ideal de perfección al par que de respete a las altas cimasdel arte .

Por las razones enunciadas, que consideramos innecesario pun-

tualizar en cada caso, el jurado no ha podido tomar en cuenta lossiguientes trabajos entre los que le han servido de base para dictar

el fallo, sin que esto signifique, claro esta, que no haya diferencias .

de mérito relativo entre unos y otros :

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ApocalipsisLa novia perdida

Las cuatro obras restantes -pues fueron diez las presentadas alconcurso- concentraron la atención del Jurado en las deliberacionesconducentes a recomendar los premios . Declaramos con entera hon-radez que ninguna ofrece tal cúmulo de excelencias como para salirairosa en un riguroso escrutinio . Mas, corno ya dejamos expuesto,la literatutura panameña, que no ha llegado aún a esa hora de madurez en que los frutos adquieren plenitud y sazón adecuada, pideun margen de comprensión estimulante en este su momento de actividad germinadora. Cada año será necesario juzgar con mayor severi dad los trabajos que se presenten, porque debe presumirse un pro-

gresivo aleccionamiento técnico en los concursantes, sobre la basede las experiencias precedentes. Hecha esta salvedad, permítasenosordenar del modo siguiente las cuatro novelas a que aludimos :

Tierra adentro es, en nuestro concepto, el trabajo que más sedestaca y recomendamos que se le otorgue el Primer Premio -delconcurso . Por primera vez en la novelística panameña -y ello esun síntoma de prometedores avances- se ensaya, con trazos firmes,la creación de un personaje : Andrés Picota, el protagonista . Es el ti-

Seudónimo . Título

, . Viva la revoluciónPrincipiante Istmeño

Aures . . . . . . . . . . . . . . . . Linda o la leyenda de la Gloria

Félix . . . . . . . . . . . . . • La Precursora

Juan Morel . . . . . . . . . . . . El Lider

Steplmn Zweig . . . . . . Vidas descentradas

Seudónimo Título

1-Pablo Picota . . . . . . . . . . Tierra adentro

2-Gil Serrano . . . . . . . . . . Fuera de ley

3-Eustace Barnack . . . . . . . . En la cima mueren los suicidas

'i-Cuasimodo . . . . Julia

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tipo del terrateniente ensoberbecido, que avasalla y reduce a la miseria a modestos dueños de tierras, guiado por una insaciable codiciaalíada a una insana pasión dominadora

. La figura crece considerablemente a medida que el autor, en la sucesiva presentación de los he-cho= novelados, agrupa en torno suyo, concebidos con una técnica decontrastes que hace resaltar los rasgos peculiares de cada uno, a losdemás personajes, haciéndoles actuar en un medio rural captadocon penetrante capacidad de observación . La trama se desarrolla coninterés creciente, según el ritmo que marcan las actuaciones de Pi-cota •v sus satélites, a cuyo favor se dibujan cada vez con mayor claridad y dramatismo las fisonomías psicológicas

. Hay indudableunidad artística en la obra, conseguida a través del protagonista . Yse prepar a cuidadosamente el desenlace con un sentido de justiciapoética que incluso asegura la redención de Picota, salvándole de laodiosa impresión que sus desplantes causan a lo largo del libroAdolece, no obstante. Tierra adentro, de bastantes incorrecciones delenguaje que precisan una cuidadosa revisión antes de que la novelallegue a la imprenta .

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mios de tiempo, no preparó en forma adecuada el desenlace, que sobreviene precipitadamente . Gira la trama en torno a un matrimo-nio mal avenido, en cuyo seno surge, como elemento de conflicto, lehermana de la esposa, que llega a convertirse en amante del maridoy termina por suicidarse . Intervienen, además, otros personajes.Hay incursiones en distintos escenarios panameños, que a veces no seensamblan bien . El autor pudo, pues revela cultura y don de ob-servación, elaborar mejor la materia novelesca . La distinción quosugerimos tiende a estimularle, a que pruebe sus fuerzas con mayormeditación y empeño .

Recomendamos que se conceda a Julia una Mención Honorífica,de conformidad con las bases del concurso . El libro aunque, en ge-neral, está bien redactado, no llega a ofrecer una trama novelesca quedestaque con fuerza y relieve el ambiente de los tiempos colombia-nos, a los cuales se circunscribe . Tampoco hay personajes que im-priman, con una robusta caracterización, densidad y firmeza a la no-vela. Consideramos de mayor mérito la pintura del medio rural enque se desenvuelve la protagonista antes de llegar a la capital, Soninteresantes el viaje de traslado a Panamá, la visión de la vida através de una muchacha provinciana que se sugestiona ante la próxi-ma visita a la ciudad desconocida, El baile de máscaras, los inci-dentes de la intriga amorosa, la enfermedad súbita del novio, el re-pentino rompimiento de relaciones por parte de Julia, el desenlacede la obra no están, en cambio, concebidos con acierto .

Señor Presidente de la Comisión organ izadora .

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EN LA ENTREGA DE PREMIOS DELCONCURSO RICARDO MIRO

(1956)

Es privilegio de los grandes espíritus vivir después de lamuerteen el recuerdo v admiración de la posteridad . Cuando abandonan

su envoltura terrena, comienza para ellos una nueva vida, más fecunda y prolongada en el tiempo, no sujeta a las contingencias yvaivenes que amargan el discurrír de los días mientras pertenecena la casta de los simples mortales .

Tal acontece con Ricardo Miró, el gran lírico de nuestro Istmo,que conquistó, a través de sus versos, el señalado honor de consti-tuirse en símbolo de la poesía panameña, y bajo cuyos manes propiciosse convoca cada año una justa de lidiadores de las letras que tienedignísimo remate en el acto solemne, prestigiado esta vez con lapresencia del Excelentísimo Señor Presidente de la República, en el cualse hace entrega cle los premios otorgados a los vencedores.

Ricardo Miró triunfa cada año con quienes obtienen los laure-les del concurso, Con cada nuevo rosal que florece en el jardín dela lírica panameña. Y el país crece también en frutos de espiritua-lidad, cuyo valor no se mide con guarismos de orden numérico .Los pueblos necesitan de sus poetas, como de médicos, legisladores,ingenieros y economistas . Al lado del crecimiento material, de lasobras que entonan un canto permanente al progreso y al bienestar delos ciudadanos, existen urgencias de otra índole cuya misión es li-berar al hombre de la tiranía de los apetitos y ambiciones puramen-te físicas, para elevarle a zonas donde no le esclavicen las tendenciasde su naturaleza animal .

El angel y el demonio que se disputan el señorío del ser huma-no tienen un campo y una dirección que se oponen de modo perma

nente, y si el segundo pretende hundirlo en antros donde predominan

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las fuerzas desenfrenadas de la codicia y de las bajas pasiones, elprimero procura desasirlo de esas fuertes ligaduras para conducirlea regiones de plácida beatitud, donde aniden pensamientos más altosy sentimientos más puros.

La misión del artista, cuando guía sus pasos un impulsoidealizador, consiste, precisamente, en depurar la vida de sus contenidos

repugnantes y groseros, transportándose, en alas de la imaginación,a un mundo de más alta jerarquía estética . Cuanto más degradantey encenagada sea la realidad circundante, gracias al imperio de losapetitos desenfrenados, del odio, la desconfianza y la explotación inmisericorde de unos hombres sobre otros, tanto más urgente será

que el poeta muestre a los seres endurecidos y encanallados cómoaún queda una senda de liberación, un puerto no contaminado dondearrojar el ancla .

El poeta nos transporta a un mundo de mágico encanto . Losconceptos fundamentales ele la ciencia, las medidas exactas de lafísica o la geometría, las verdades matemáticas o astronómicas, lascomprobaciones de la química o la biología, nada tienen que ver conla peculiar estructura de la creación poética, cuyos sutiles engarcesburlan plácidamente los más apretados teoremas . Pero ese mundocreado por el poeta tiene un poderoso encanto : nos conmueve el idilioentre el ruiseñor y la luna, sin importarnos su imposibilidad biológi-ca o física . Nos proporciona un extraordinario goce estético el sa-ber que la luna, herida por los requiebros del ruiseñor, se ha bajadoal estanque, en donde aquél, henchido de amor ante la imagen ce-leste reflejada en el agua, consuma su mágico transporte bebiéndosela luna trago a trago .

Y si piensa en la patria, sabiéndola pequeña en su extensióngeográfica, el poeta reduce metafóricamente sus proporciones hastacobijarla bajo la sombra de nuestra bandera, y aun la concebirátan diminuta como para llevarla de modo permanente, cual reliquiade concentrados afectos, dentro de] corazón .

El don de la intuición poética, unido al valioso recurso de laimagen, asegura al artífice d e] verso el privilegio de transfigurarla realidad y de construir con los elementos que de ella extrae unorbe de gracia y de fantasía cuyas coordenadas escapan a toda pre-visión científica . Mas en esto reside, justamente, el embrujo ente-rrado en toda poesía auténtica . Cuando se acerca demasiado a la

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prosa de la vida, el encanto se desvanece y huyen los poderes aluci-nantes con que aprisiona la sensibilidad .

n *

Instituido por ley el Concurso Miró para fomentar el desarro-llo de la literatura panameña, viene cumpliendo esa misión año trasaño, si bien con restricciones que la Comisión Organizadora ha patrocinado algunas veces para dar cabida a secciones que no

sonlite-rarias. Se alega que con ello otros aspectos ¿e la cultura nacionalcomo son la música, la pintura o la escultura tienen la oportunidadde ser estimulados oficialmente .

A mi modo de ver, la ley contempla, ante todo, la celebraciónanual de un certamen literario, y tiende primordialmente a propiciarel crecimiento de las letras, que han tenido en nuestro medio muyescaso cultivo, y ese retraso nos coloca a la zaga de otros pueblosdel continente .

Si en lugar de tener presente, de modo constante, ese propósitoesencial, orientamos el Concurso Miró hacia el cumplimiento de fi-nalidades distintas, es lo probable que no se consiga ni el avanceliterario apetecido ni tampoco el desarrollo de actividades cultura

les de otra índole.Elproceso de formación de una literatura esmucho más complejo que el de otras formas de la creación artísticacono la pintura, la escultura o la música . Estas últimas se desenvuelven en una sola dirección, mientras que, aquélla se diversificaen las categorías estéticas que se conocen con el nombre de génerosliterarios . la poesía suele ser el primero que, despunta cuando lospueblos comienzan a despertar, haciendo de su lengua un instrumentocreador . Así podemos observarlo en las naciones próceres del] viejocontinente y de igual modo acontece en las surgidas con posterioridad en el mundo nuevo de América. En radio más reducido se comprueba el fenómeno si examinamos los primeros indicios de inquietudliteraria en el medio panameño . Mas la sola poesía no basta paraconfigurar los contornos de una literatura . Ella es era de sus ra-mas, importante p fundamental sin duda, pero no . la única . Lasdemás llevan una marcha más lenta, requieren mayor madurez y enriquecimiento espiritual . Necesitan, como en el caso nuestro, unestímulo plural, que no se circunscriba a un solo género y descuidelos otros . como acontecería si el certamen establecido bajo la advoca-

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ción de Ricardo Miró restringiese la parte literaria a una sola sección para dar cabida en las restantes a otras manifestaciones cultur ales.

Parece lo más cuerdo, en vista de lo expuesto, mantener el con-curso dentro de sus lineamientos iniciales, para que pueda contri-buir eficazmente al desenvolvimiento integral •de la incipiente lite-ratura panameña; a menos que, conservando la estructura tripartitaactual en lo concerniente a aquélla, se instituyan por ley otros pre-mios que promuevan por separado el desarrollo de otros sectoresartísticos .

El teatro, por ejemplo, no tiene casi cultivo entre nosotros .Siendo, como es, uno de los géneros de más antigua prosapia, queadquirió en los tiempos griegos un emprendedor raras veces igualado,su existencia imprime carácter y concede, por así decirlo, derechosde ciudadanía artística . No es de las actividades literarias queechan a andar, como la poesía, tan pronto brotan en un suelo dadolos primeros artistas de la palabra escrita, El manejo del diálogo,que es resorte esencial de la dramática, ofrece no pocas dificultades,entre ellas la de mantener a cada personaje dentro del ámbito psicoló

gico, social y moral en que se le ha concebido, El desarrollo de latrama, el empleo de los recursos dramático, el planteamiento delconflicto, la gradación que conduce con pisó seguro hacia el des-enlace, son otros tantos problemas que no pueden resolver con acier-to los autores noveles . Mas por estas mismas razones que colocan alteatro en proceso de crecimiento lento e inseguro en sus principios,se impone la conveniencia de promover de manera constante la producción de obras dramáticas mediante una recompensa anual paraaquéllas que alcancen más alta jerarquía estética .

Los frutos hasta ahora obtenidos, entre los que descuella lacomedia Un Angel de Renato Ozores, durante las contadas oportu-nidades concedidas al teatro entre los temas abiertos a concurso ,confirman la necesidad de auspiciar con más frecuencia su inclu

sión en el torneo anual. No se puede pretender que un género casiausente entre las preocupaciones literarias de autores nacionales co

bre de pronto, con apariciones esporádicas, el impulso y vigor indis-pensables para incorporarse al caudal permanente de nuestras letras,a menos que se estimule con calculada insistencia la producción deobras dramáticas .

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Y digo lo mismo de la novela, aun cuando por el hecho de haber figurado mayor número de veces entre las secciones del concur-

so, tiene ya en su haber una cosecha de mayor calidad y abundan-cia . En tanto que el poeta, por las exigencias selectivas y depura.dores de su arte, que le constriñen dentro de recursos estilísticos muypeculiares, no puede permitírse una amplia libertad temática, y hallade preferencia sus incitaciones en aristas o rasgos desprendidos deseres y cosas que hieren su sensibilidad, el novelista, en cambio, tieneun ancho campo de observación en el variado espectáculo del mundo circundante. La vida, con la complejidad de sis problemas, losdiversos tipos de seres que forman el conglomerado seria¡ ; costum-bres y paisajes, hechos del pasado y sucesos del presente, todo cuan-to abarca, en fin, el escenario de la aventura humana, puede ingresaren el marco amplío de la novela . En este sentido se presta admira-blemente para que, a través de autores y concepciones distintas, sehaga posible una visión animada y abarcadora de las peculiaridadesde una sociedad, de una comarca o de un pueblo .

Con las novelas premiadas en el Concurso Miró y con otras apa-recidas en ocasiones diversas se va ganando ya una perspectiva inte-resante del ambiente panameño, que cobrará mayor realce a medidaque nuestros autores, con más destreza y dominio de los recursos delgénero, produzcan obras que superen cada vez más la calídad hastaahora conseguida. Con El Tesoro del Dabdbe, de Méndez Pereira,Tú sola en mi vida, de Julio B. Sosa, y Los Desertares, de Ramón H.Jurado, se ha logrado una afortunada incursión en el campo de la no-vela histórica . San Cristóbal, de Jurado, nos introduce en el mediocampestre, con algunos vigorosos trazos de figuras rústicas destacadasen su propio paisaje, al mismo tiempo que abre un amplio miradorpara mostrar la tragedia de los trabajadores explotados por una fuerteempresa . José A. Cajar Escala, en El Cabecilla, nos coloca ante otragrave carcoma de la vida nacional : el juego astuto y mal intencionadode los jefes políticos provincianos, que abusan de la ingenua creduli-dad del campesino, seduciéndolo con falsas promesas, muy prontoolvidadas, y provocan con sus malos procederes una justa reacciónde rebeldía, castigada luego sin misericordia, Mirado todo esto so-bre un fondo regional, que pone. de relieve el fervor religioso y el en-tusiasmo popular de las fiestas patronales, las costumbres, angustiasY penurias de nuestro hombre del campo . El señor don Cosme, obra

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con que ingresa en la palestra literaria Acracia Sarasqueta, demostrando finas dotes de observación y acierto en los valores descriptivos,es otro encendido alegato contra los culpables manejos del caciquepolítico interiorano, en quien la astucia se da la mano con la

malevolencia. Tierra Adentro, escrita por Manuel de J . Quijano, presentael problema del latifundismo, con la secuela de irritantes despojosde que son víctimas las gentes humildes, mediante la complicidadde funcionarios venales .

Plenilunio, de Rogelio Sinán, utilizando una técnica novedosa .ofrece una visión sombría, no ya rural, sino de un sector doliente dela ciudad capital, donde se agitan seres psicológica y moralmente de-formados . Lana Verde, la novela premiada de Joaquín P . Beleño .es, a su lado, otro cuadro de la vida capitalina . pero con hombres yescenarios distintos. Es la existencia triste, entre miseria y andra-jos. de los barrios pobres de la ciudad, y también un violento memorial de agravios contra el despotismo racista del hombre blanco acantonado en la Zona del Canal, Más recientemente, La Calle Oscura,de Renato Ozores, nos suministra otra documentada visión del am

biente capitalino, recogida en las esferas humildes, y renueva así lapreocupación de llevar a la novela el eco palpitante de la realidadpanameña .He querido demostrar con los ejemplos citados que nuestra no-velística se adentra ya, par sendas diversas, en la búsqueda de valoresque den razón de los tipos humanos, el paisaje, las costumbres, elambiente del campo y de la ciudad, los problemas sociales y políticos,las injusticias y desigualdades que síembran el descontento y desen-cadenan. la desgracia . Cuando ese ar te haya crecido suficientementeserá espejo donde se proyecte con trazos vigorosos una imagen cabaldel pueblo panameño. pare enmienda de propios y conocimientode extraños . El documento literario sería, de tal modo, un vigorosocorrectivo para los excesos del optimismo patriótico y una fuente sa-ludable de enseñanzas que sirvan para enderezar el rumbo, si llevá-semos camina equivocada . La voz pura del artista, que no tiene com-promisos sino con su propia conciencia, cuando es noble y honradapuede prestar inestimables servicios no la marcha de la humanidad .

Algo debo decir, además, sobre otro género literario que ha fi-figurado en distintas oportunidades entre las secciones del ConcursoMiró. Me refiero al ensayo. Siendo un producto de la capacidad

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discursiva de la mente humana, cuando se proyecta inquisitivamentesobre un asunto, procurando examinarlo con el mayor decoro intelec-tual, tiene, además, atributos de creación literaria en cuanto refleja lasensibilidad del autor, su capacidad expresiva desde el punto de vistadel estilo. No puede el ensayo vestirse con desaliño ni adoptar la des-nuda frialdad de una obra didáctica . No reclama el rigor expositivoni las exigencias técnicas de un tratado científico, pero debe revelarcapacidad analítica, sentido crítico y originalidad de concepción .

Las dificultades con que tropieza su aquilatamiento entre nosotrosresiden en la libre espontaneidad con que se presentan al concurso tra-bajos que caen fuera de su órbita, acaso porque sus contornos no estántrazados con rigurosa precisión y los participantes se atienen a su per-sonal iniciativa, sin sujeción a normas orientadoras . Pero ello nodebe ser óbice para que se patrocine su cultivo, con la esperanza deelevarlo a la categoría literaria alcanzada en medios de más densodesarrollo espiritual .

Debo añadir, para terminar, que si bien el Concurso Miró ha sidoinstituido con la finalidad patriótica de estimular el desenvolvimientodo las letras nacionales, esa finalidad ha de cumplirla a través de unproceso de selección cada vez más exigente. No se trata de favorecerla producción con un criterio de benevolencia estimulante, que des-cuide la aquilatación de méritos, es decir, los requisitos primordialesque una obra debe reunir en materia de técnica y de estilo . Si de talmanera se procediese, sólo conseguiríamos, a la vuelta de los años,una literatura enclenque y sin personalidad, carente de cualidadesartísticas, sin vigor ni acento propio, que no resistiría una medianacomparación con las que crecen en otros pueblos del continente .Y tales resultados no llegarían a justificar, de ninguna manera, lasprevisiones de Ins fundadores, ni los esfuerzos que se realizan paramantener el certamen, ni las esperanzas que todos fincamos en undecoroso florecimiento literario. No podrían satisfacer la medida denuestro orgullo ni colmar los anhelos de nuestro patriotismo. El ob

jetivo central del Concurso Miró ha de colocarse, por tanto, en la posibilídad de hallar, mediante una acertada y exigente selección anual

de los trabajos más destacados que se presenten, lo que pueda ser lamejor expresión de lo panameño en el mundo del arte.

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RODRIGO MIRO Y NUESTRA HISTORIALITERARIA

LA VOCACIÓN

No es caso frecuente, en la vida espiritual de un pueblo, joven,encontrar una tan firme y decidida consagración como ésta que Rod rigo Miró, para honra suya y satisfacción de sus compatriotas,

demuestra hacia las letras de su tierra, a pesar d e la escasa estimacon que, en un medio como el nuestro, tan apegado a los afanes deaprovechamiento material, se miran tales esfuerzos de patriótico des-interés .

Rodrigo Miró no ignora . según diré más adelante, estas resis-tencias ambientes . Las conoce perfectamente, como quien padecesus efectos, y hasta procura averiguar su origen y formular una inter pretación.Acaso puede afirmarse que éllas, paradójicamente, en

lugar de cercenar sus impetus, los redoblan y aquilatan, mediante,una doble reacción emotiva : de rebeldía la una contra esas taras queentorpecen el desenvolvimiento espiritual de la nación ; de vigorosaaspiración constructiva la otra, en el sentido de propiciar con su es-fuerzo el advenimiento de una hora de mayor comprensión .

Todo lo cual pone de relieve el temple moral de este hombrejoven, que escogió desde mozo una misión ponderosa, a la cual hasido invariablemente fiel durante dos lustros, sin vacilaciones nidesmayos . Evidencia, además, de que es un decidido creyente el,los valores del espíritu, no susceptibles de cálculos más o menos ven-tajosos.

Rodrigo Miró no so impone la tarea enunciada por imperativosexternos. Nadie lo constriñe a dedicarle, como lo hace, buena partede sus energías, que en su caso no son, con exclusividad, de ordenintelectual . La escasez de fuentes de información documental que

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padecemos oblíga a largas y pacientes búsquedas, no pocas veces infructuosas; de modo que el investigador no cuenta con la reunión

y ordenación previa de aquellos materiales a los cuales necesita acudir sino que debe construirse su propio repertorio informativo, ape-

lando en ocasiones a la generosidad de algún otro meritorio copartí-cipe en el mismo sacerdocio .

Nuestro joven erudito pone tenor y devoción en su labor. Qui-zá por ello ha logrado ya realizar un trabajo de considerable impor-tancia, no por la extensión ciertamente, que no permite suponerlala parquedad de nuestro desenvolvimiento literario ; mas si por lossurcos que deja abiertos, que constituyen a estas horas una revela-dora demostración de lo que ha sido aquél en su trayectoria histórica .

De tal modo está compenetrado Miró con su tarea que en ellaprocura interesar a las personas en quienes advierte algún interéspor las cosas literarias . Su vocación (le investigador de las letraspatrias traduce, según veremos, una preocupación de más largo al-cance, en la cual concentra su honda emotividad de panameño .

VALORACIÓN DE LO PANAMEÑO

En Rodrigo Miró se advierte, no obstante su juventud y la delpueblo a que pertenece- algo que bien podría llamarse un patriotismo de conciencia histórica . Despojado de ese tropicalismo verbalista que tan fácilmente degenera en algarada callejera, frondosa degritos y huérfana de sentido, siente la necesidad de buscar en el pa-sado, como en terreno de mayor consistencia, respuestas a las in-quietudes que le atosigan .

Es, desde luego, un disconforme . Sin rastrear en sus conviccionesde orden político, que representarían la posición adoptada ante losposibles caminos que hoy se reparten las inclinaciones de los hom-bres, su rebeldía, en cuanto al orden de su,,; preocupaciones naciona-les se refiere . arranca de raíces más locales . Es el resultado de unapasionado examen de las circunstancias que le rodean, en las cualesno halla la atmósfera favorable que sus ansias procuran. Y cuandoesto ocurre, el disconforme acomete la tarea de crearse, con sus per-sonales recursos. un repertorio de soluciones más a tono con la pro-pia individualidad . En el Proemio de su reciente libro Teoría de

le Patria dice Rodrigo Miró :

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"Estas páginas soslayan, pues, la crítica literaria . Y tienen su raíz en causas ajenas a la pura literatura . Son simplesejercicios civiles, tentativas encaminadas a formular, para usopropio, una teoría do la Patria . Desprovistas de toda preten-sión, me ofrecen como una experiencia personal" .

En varones cle edad avanzada que dejan a sus espaldas una vidalaboriosamente consagrada al estudio, puede explicarse sin dificultad,como resultado de meditaciones surgidas en el diario contacto con losmateriales de investigación, esa condensación de tipo histórico enque el conocimiento amasado es como el fruto natural de una pro-longada experiencia .

Cuando los términos se invierten y es un hombre joven el quesiente la urgencia de pedir respuestas a la historia, no ya como conc lusiones derivadas del estudio, sino como atenazantes preguntas

que su temperamento le dicta, debe pensarse, para justificar la extra-ñeza, en circunstancias anormales del medio en donde el caso se pruduce, de suerte que las mentes preocupadas se hallan compelidas a

buscarse por sí mismas sendas orientadoras .

Y esta es la situación de Panamá. Incorporados durante cercade un siglo a la vida colombiana, sin forjar a través de esa uniónlos vínculos de una solidaridad indestructible, v lanzados luego ala existencia independiente, en medio de peripecias que les estorbaban al libre desenvolvimiento, los panameños no han podido sentirsedueños de su destino durante una época suficientemente larga, den-tro de la cual les fuese dado tejer con manos diligentes la urdimbrede su propia sustantividad .

Miró señala con acierto dos fenómenos importantes (te la histo-ria panameña e pueden, a mi modo de ver, concatenarse. Es eluno esa condición de pueblo sometido que no terminó, como enotros países del continente, al cesar la dominación española . Es elotro el retraso en el desarrollo cultural, que se refleja, como es lógi-co, en el desenvolvimiento literario (1.) . No se advierte, por lomismo, una marcha progresiva y continua, sino, mas bien, la aparición

(1) Véante. en Teoría de la Patria, Buenos Aires, 1947, los capítulosEsquema de la evolución económica y política del Istmo y LaLiteratura en Panamá .

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de individualidades aisladas. Sólo cuando el país, tras largosforcejeos, parece adquirir conciencia de sí mismo, su personalidadcomienza a dibujarse con caracteres más definidos y el proceso literario

se encauza también dentro de un ritmo evolutivo .

Frente a factores de signo negativo como los anteriormenteenunciados, a los cuales se junta, agravándolos, cono secuela de laconstrucción y funcionamiento del canal interoceánico, el acentorudamente mercantil que parece presidir la vida panameña de la horaactual, no sería de extrañar la pobreza de nuestro contenido artísti-co . Aparte de que, por carecer hasta ahora de estudios encamina-dos a comprobar la verdad de una tal presunción, ella ha circuladocono juicio bastante extendido, aun fuera de nuestras fronteras.

Es un deber honroso reconocer que la tarea de indagar, com-pelido por ese cúmulo de circunstancias adversas, si se justifica esadescalificación que nos coloca en plano tan desfavorable, la vienerealizando Rodrigo Miró con patriótico empeño . Su mérito consiste en que no ha querido, por honestidad intelectual, sumarse pa sivamente al coro de negadores, ni tampoco, ensayandoun gesto de

necedad patriotera, afirmar de modo rotundo, sin beneficio de prue-ba, la existencia de una floreciente literatura nacional . Por elcontrario, ha preferido el recurso parsimonioso pero seguro de labúsqueda paciente, que no se paga de súbitos deslumbramientos peroconduce finalmente, por senderos azarosos, a la eficacia comprobadade los resultados .

Ahora bien, por más que los frutos de la indagación contradi-gan l a posición negadora, debe aceptarse, en honor a la verdad, quenuestro ambiente está cargado de prejuicios contra la función inte-

lectual, que no la favorece ni respalda . De modo que el dedicarsea actividades desinteresadas de creación artística es poco menos quen ejercicio heroico, sujeto a lamentables contingencias . No setrata, claro está, de un rechazo violento y hostil, sino de indiferen-

cia, cle escasa estima . Son otros los menesteres que se disputan laatención preferente de nuestro medio .

Ni es empresa fácil luchar contra esta indiferencia . Gracias,

sin embargo, a los esfuerzos de Rodrigo Miró las figuras olvidadas,los jalones, aunque precarios, de nuestro desarrollo cultural, han si-

do sometidos a un proceso de valoración, que permite presentar

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ante propios y extraños la contribución modesta de los panameñosa las letras hispano-americanas . Si no constituimos una lucida apor-tación en ese magno recuento, al menos no será posible desconocerque hubo en esta tierra gentes que, a despecho de factores adversos,supieron rendir culto a los valores del espíritu .

IDEAS CONDUCTORAS

El criterio con que Miró orienta sus investigaciones histórico-literarias me parece, en general, acertado . Se comprende que elcontacto con los materiales que ha debido manejar durante un pu-ñado de años para elaborar sus trabajos y la comparación con lospuntos de vista advertidos en el estudio de otras literaturas herma-nas, le han permitido forjarse una orientación básica que le salva detanteos ineficaces, procurándole, en cambio, la oportunidad ¿le aqui-latar y depurar sus procedimientos de investigador .

Los mismos prejuicios circulantes en torno a la vacuidad espiritual del medio panameño le incitaron a plantearseel problema de

si existe o no una literatura que pueda rubricarse con nuestro nombre.Y' para esbozar una solución hubo de fijarse en el significado

peyorativo que el público indistinto de Panamá suele dar a la palabraliteratura y, como término de contraste, en la exageración román-tica, tardíamente arraigada, con signos de perduración en 'tierrasamericanas, que vincula el fenómeno literario a la aparición insólita-de hombres geniales .

Desechando la impropia descalificación de los unos y al mismotiempo la imagen hiperbólica de los otros, Miró ha preferido si-tuarse en posición más ajustada a la experiencia histórica, procu-rando desentrañar lo que haya de valor emotivo y de expresión ar-tística en las producciones, ya de nuestro pasado, va de las genera-ciones presentes .

Es de notar, además, que Miró concede un gran valor a las manifestaciones literarias como índice diferenciador de nuestras mo-dalidades nacionales, en lo cual tiene razón, desde luego . Es más,plantea dramáticamente la urgencia de robustecer la personalidadpanameña, tan socavada por poderosas influencias extrañas, apoyán-dola en aquellos productos que más hondamente revelan la intimidadde nuestro ser, entre los cuales la literatura ocupa lugar prominente .

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Esta necesidad de forjarse un cuerpo; de ideas orientadora, sobrenuestras maneras peculiares de sentir, acerca de las modalidadeséticas y espirituales que nos distinguen" determina los afanososempeños con que Rodrigo Miró se sumerge en el pasado literario desu patria, ávido de encontrara esas razones íntimas, no por ignora-das menos ciertas, que imprimen carácter y sentido a nuestro ser'histórico .

EL METODO

Avalora estos trabajos que con tanta diligencia Rodrigo Miróviéne preparando acerca de las letras panameñas, la ejemplar serie-dad que preside sus investigaciones . Ha comprendido bien queninguna obra de aspiraciones constructivas puede cimentarse sobrebases deleznables, que denuncién improvisación o imperdonable lige-reza. Sabe que no pocos dé los males que nos afligen, retardandoconsiderablemente nuestro avance como pueblo, nacen de la alegredespreocupación, de la escasa responsabilidad con que los ,hijos deesta tierra acometen las tareas individuales que les conciernen .

Una exigéncia de honestidad para consigo mismo y un sentidoelemental de consideración hacia los posibles lectores, a quienés noes lícito engañar con futilidades debieran guiar, por el contrario,al trabajador intelectual si, quiere, además, que sus produccionesgocen de un merecido crédito . Y en cuanto hace relación a la crítica literaria, hora es ya de abandonar esos intentos fallidos que

resbalan sobre una obra o un autor sin ensayar una verdadera apro-ximación comprensiva, sin proyectar ninguna luz esclarecedora . Sesuponé, en efecto, que a través de un estudio seriamente meditadapuede el curioso encontrar seguras vías de acceso al libro en cuyalectura está interesado . Mas esto no siempre acontece, o por faltade competencia en el presunto crítico, o por el apresuramiento, hi-jo de una deficiente información, con que ha formulado su juicio .

Los trabajos que lleva realizados Rodrigo Miró no adolecende esas lamentables fallas. Cuantos lo conocen de cérca saben quoen la labor de allegar datos, reunir materiales impresos o compul-sar documentos, pone especialísimo interés . Dispone hoy, gracias asus diligentes esfuerzos, de la información más copiosa que entrenosotros sea posible obtener acerca de las letras panameñas . Lo

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cual no es decir poco si se tienen en cuenta las serias dificultadesque entorpecen una empresa de esta índole en un país que se hapreocupado muy escasamente de conservar y ordenar las huellas desu pasado .

No hay, en efecto, institución oficial que pueda ufanarse deguardar en sus anaqueles colecciones más o mena : completas delibros, periódicos y revistas publicados en nuestro suelo . Y si aesto se junta, come colaboración no solicitada pero de imponderable

eficacia, la implacable obra destructora de los insectos devoradoresde hojas impresas, se tendrá un cuadro nada consolador que no seproyecta, sin embargo, con efectos do negación absoluta merced acontados y meritorios esfuerzos de iniciativa privada .

En las indagaciones dé tipo histórico el allegamiento previo

de las datos documentales, la consulta exhaustiva de las fuentes bibliográficas constituyen una etapa de cumplimiento indispensable .Sin ella no hay construcción posible ; y bien puede compararse aesa cuidadosa operación inicial de colocar los cimientos, sin los cua-les toda obra arquitectónica está condenada al derrumbe . Puesbien, Miró, como investigador, es circunspecto y honrado . Se puedeestar seguro de que no hará afirmaciones caprichosas ni arbitrarias,amparado en la credulidad del lector . y como ha ido a la historiado su patria con el anhelo personal de buscar esclarecimientos quesus propias inquietudes reclaman, es el principal interesado en noengañarse bajo el señuelo de apariencias seductoras,

Se nota, además, en sus exposiciones . un sentido de la sobriedadque se aviene bien con la índole de los asuntos que trata . Frente aese tipo de crítica improvisada que convierte la función estimativaen una especie de amartelamiento empalagoso con mucho de frivo-lidad y muy escasa sustancia analítica, Miró ensaya una apreciaciónmás concreta y ceñida al asunto que le ocupa, sin perderse en di-gresiones inútiles . Con lo cual logra ajustarse a una norma deobjetividad que le preserva de extravíos apasionados y de vacuosretoricismos .

LOS RESULTADOS

¿Ha obtenido Rodrigo Miró, a lo largo de sus búsquedas, esadefinición de lo panameño que tanto le preocupa? Alguna vez ha

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declarado también que le interesa comprobar si puede hablarse, converdad, de una literatura panameña. Como, según ya queda ex-puesto, considera que ha de buscarse en lo literario una fuente desingular valor para conocer las interioridades de un pueblo, esclaro que la confirmación plena del segundo objetivo enunciadollevaría envuelta implícitamente la resolución del primero .

Así parecen indicarlo, junto con el título Teoría de la Patriaque el autor antepone a la impresión en volumen de los trabajoselaborados durante un lapso aproximado de diez años, los tres en-sayos de interpretación histórica que rematan el libro. En estos úl-timos Miró abandona ya la consideración directa de los hechosliterarios para hacer incursiones cle perímetro más amplio en nues-tra realidad política y económica y para intentar una rectificaciónde ciertas ideas e centralizan la historia panameña en torno a lacondición de zona de tránsito, soslayando tendenciosamente, segúnafirma Miró, otros aspectos de singular importancia que deben seratentamente considerados en una verdadera integración de nuestrodesarrollo histórico .

Teoría de la Patria es, pues, un libro que, con arreglo al pen-samiento de Miró, no se dirige exclusivamente a esclarecer proble-mas relativos a las letras panameñas . Yo diría, sin embargo, queno obstante ese propósito transeúnte, en ellas ha centrado Miró susmás certeros disparos. Como que su vocación de investigador leha mantenido durante años en estrecho contacto con nuestra pro-ducción literaria, en persistente anhelo de indagar sus secretos .

Los demás trabajos son, en todo caso, reflejos de esa otra ab-sorbente tarea, y de ella tornan su punto de arranque . No quiere es-to decir que carezcan de una motivación central . Mas en el ordende menesteres propuestos, aunque el intento de llegar a ese tipo deinterpretación constituya un empeño de importancia, ocupan lasaveriguaciones histórico-literarias lugar de precedencia que absorbelas energías del] autor con renovado interés, muy distante del pasa-jero escarceo .

Ahora bien, aun circunscrita al ámbito literario, la empresa deordenar históricamente los materiales disponibles, con vistas a unaexposición sistemática, ofrece serias dificultades . En el capítulointitulado Sobre la Historia de nuestra Literatura Rodrigo Miró enumera

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las razones que hacen particularmente difícil cualquiera tentativa de historiar las letras panameñas . La pobreza de fuentes in-formativas, unida al "lamentable atraso en que se encuentra el estu-dio de la historia patria" y a otros factores, son obstáculos que seoponen, por de pronto, a la obra de conjunto.

Los escritos reunidos en Teoría de la Patria constituyen, sinembargo, una meritoria contribución, la de mayor valor que hastaahora se haya intentado . Hay ya bastantes motivos para pensarque, aun cuando todavía no ha completado su tarea - por los entu-siasmos puestos en ella, las horas fervorosas que le ha dedicado, lainformación que tiene recogida y los frutos muy estimables ya obténidos en su intensa brega - Rodrigo Miró ha conquistado ejecuto-rias que le reservan lugar de preferencia entre los cultivadores denuestra historia literaria .

Panamá, septiembre de 1948 .

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LA POESIA DE STELLA SIERRA

SOBRE LA POESIA FEMENINA

Con toda probabilidad decía yo en otra ocasión--- uno de losrasgos que definen, en el orden espiritual, de modo más característico, a los pueblos americanos de origen español es la magnifica propensión de la mujer al cultivo de la poesía . I a historia literariauniversal no ha recogido en sus páginas, hasta ahora, ningún movi

mientoliterariofemenino que tenga las proporciones del que adver-timos, con satisfacción mezclada de orgullo, en los países hispano-americanos, P;1 despertar- literario de la mujer, su triunfal ingresoen el mundo de las letras, es obra, no cabe duda, de la pléyade deinspiradas poetisas que ha surgido en la tierra fértil del nuevo continente .

Casi todos los países americanos de, habla española tienen hoyvalores literarios femeninos de primer orden, que dan sentido a lasgrandes posibilidades estéticas; escondidas hasta ahora, corno un te-soro incógnito, en el alma de la mujer .

La literatura española cuenta sin duda con algunos prestigiososnombres de mujer, a manera de fanales solitarios que de siglo ensiglo empinaron su talle hasta alcanzar posición señera, digna deperdurable recuerdo . Mas no se había producido hasta años recientes esa magnífica floración que se advierte en los pueblos del nuevo

mundo . Sólo tras la brutal sacudida de la guerra civil, la mujer es-pañola, conmovida hasta la entraña por aquella trágica experiencia,se apresta a decir su mensaje atormentado por boca de un grupo dejóvenes que, ahora sí, parecen resueltas a montar tienda permanenteen el campo de las letras .

Se comprenderá por ello cómo la amarga verdad (le la guerra hadebido poner, si 1m un acento desgarrado, al menos ciertas tintas

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grises en los versos de las poetisas peninsulares . Susana March,hace, por ejemplo, esta reveladora confidencia :

Cuando mi mano pierdael calor de la luz y de las flores,cuando sienta en el pechola opresión de la tierra ¿en qué ternurabañaré mi silencio y mi agonía,en qué fuego secretocalentaré mi soledad inmensa?

Me tenderé en la muertecomo en un lecho blandoy, siendo mi cadáver diminuto,alcanzará a cubrir toda l a tierra .

En las poetisas hispano-americanas, en cambio, el gran tema, elimpulso poético esencial que las mueve a escribir, ha sido, con pocasexcepciones, el amor. Nada puede, en efecto, como el sentimientoamoroso, sacudir más radicalmente la contextura del ser femenino,a no ser que la tragedia -así en el caso de sus hermanas españolas --la estruje despiadadamente en sus garras . Si la vida toda de la mu-jer gira en torno al eje fundamental del amor, no es extraño que, alverla irrumpir con ímpetu desusado en la arena literaria, su mensa-je de mayor densidad venga transido de emoción erótica .

Nuestras poetisas nos vienen diciendo sobre el amor cosas importantísimas, que faltaban casi por completo en la literatura senti-

mental, cuyo patrimonio reposaba casi íntegramente en manos mas-culinas . Merced a su valioso concurso, las numerosas páginas queel gran libro del amor conservaba en albura secular desesperante,vienen recibiendo, desde hace algún tiempo, devotas contribucionesde la mujer hispano-americana . Ya sabemos qué piensa sobre asun-to de tanta trascendencia la mitad más afectiva del género humano .

Con ello la poesía femenina conquista el derecho de legitimarsecomo provincia estética de positiva importancia. Pues nada gana-ríamos con n tipo de producción en que la personalidad de la mujerno se afirmara con categoría propia y diferenciada, mostrando la

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singularidad de su psicología o las reacciones emanadas de su peculiarvisión del mundo .

Si la distinción dejase de producirse no podría afirmarse, claroestá, que carece de importancia cuanto la mujer escribe ; pero es locierto que no lograría alcanzar un mérito sobresaliente . Pues sumándose de modo indiferenciado a la vastísima producción masculi-na, sería, a lo más, una contribución estimable, nunca una vigorosaafirmación de la espiritualidad femenina .

EL CASO DE STELLA SIERRA

Sus comienzos literarios no la muestran, como otros poetas desu sexo, rindiendo culto al sentimiento amoroso . Se adivina, másbien, como inquietud léjana, envuelta en vagarosos cendales . Sonotros los motivos de inspiración que la poetisa adolescente recoge ensus líricas peregrinaciones . Ella misma se encarga de anunciarlo,al escoger el título de Canciones de Mar y Luna para su primer librode versos (1939.1940) .

Hay un delicioso tono menor, de palabras musitadas, de confi-dencias ingenuas, en esos coloquios que una joven sensitiva mantie-ne con el mar o con la luna, a través de los cuales se comprueba có-mo siendo unos mismos los temas esenciales que desde los alboresde la humanidad sirvieron de venero a la poesía, cada tiempo y cadaartista los renuevan a su modo, de suerte que todo gran momentocreador nos transporta a ese primigenio instante de la infancia delmundo.

Es privilegio de los poetas esa singular capacidad de poder vol-ver a los comienzos, de sentir en sus manos, como arcilla dócil, losingredientes necesarios para fabricar seres de corpórea fantasía . En

toda faena de auténtica creación hay una sutil alquimia que funde enredomas encantadas sustancias de vario origen que, operado el mi-lagro, se truecan en gemas de irisados colores .

Afinidades existen, sin duda, entre el universo del niño y eluniverso del poeta . Ambos pertenecen al reino de la ilusión, dondeimpera, como diosa de pródigos recursos, la fantasía . Sólo que el

niño vive sumergido en esa plácida atmósfera, nutriéndose ávida-

mente de los mágicos encantos que ella le proporciona, en tanto que

el poeta, mediante su don expresivo, plasma rítmicamente las criaturas.

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ras que concibe en su alquitara íntima .No se piense,. sin embargo, que el poeta prescinde por completo

de la realidad objetiva . Su manera de verla, eso sí, no coincide,con los procederes usuales . A veces no le interesa el objeto comotal sino que desprende del mismo algún elemento susceptible de ela-boración poética . Su recurso primordial es la imagen y con ella nocapta la realidad sino que procura transfigurarla .

Véase, por ejemplo, cómo Stella Sierra concede al alba sustancia corpórea y la dota de sentidos para mostrar en ella los efectos delas horas robadas al sueña :

Traía el alba enredada

en sus ojos la vigilia .

¡Qué violeta en sus ojeras,

qué marfil en sus mejillas . . .

Las ojeras amoratadas por el desvelo, la palidez en las meji-llas . Las imágenes arrancadas del trastorno físico que puede pade-cer ún ser .humano, sirven de vehículo a un pensamiento poético, ex-presado con gracia muy femenina.

En otras ocasiones el verso se acerca un poco más a la realidadpoetizada, adopta casi el tono descriptivo, mas se escapa, como unbrinco metafórico, algún rasgo de estilo que hace huraña a la tardey convierte al sol en quebradizo cristal :

Se está la tarde dorando

huraña de transparencia . . .

Y el sol se quiebra ocultando

el cristal de su presencia .

La luna y el mar, los temas centrales de su primera cosechapoética, circunscriben también su ámbito emotivo . Lo cual noquiere decir, sin embargo, que reduzcan sus posibilidades expresivasa un monótomo trino . A veces se presenta, entre la ebullición de

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los pensamientos juveniles, un eco de viejo romance :

Por el verde azul del marel armiño de la ola.Por el verde azul del mar.

La leve cinta de espumahace un adiós espiraly hay una séd de paisajepor el verde azul del mar.

La poetisa entabla diálogos amables con la luna, se interesapor la incógnita de su rumbo celeste, le confiesa su deuda de emo

ciones .Sólo en dos momentos parece abandonar esa actitud de plácida comunicación con el astro inspirador, presa de un ligero estremecimiento, como si presintiera que hay experiencias de mayor dra.

mutismo que todavía no han tocado a su puerta . El Nocturno Tércerotermina con estos versos :

¡Tú me dejaste soñary despertaste mi pena . .1

En el soneto Asomo dé ilusión es más explícita. Aquí la vidareclama sus derechos y se produce una verdadera declaración deexistencia frustrada :

Dejando el iris de la gris lagunaen las ojeras de la luz prendido,un copo de placer quedó dormido :

¡Mi vida a solas, de pasión ayuna . . !

Con todo, la Stella Sierra de estos primeros versos perdurarámuy principalmente con sus atributos de ingenua admiración antelos fenómenos de la naturaleza

. No hay en ella complicaciones pasionales ni signos denunciadores de acontecimiento alguno que per-turbe la limpia serenidad de estas producciones, trabajadas con grac ia de forma y atildamiento en el uso de los recursos métricos. Se

advierte en todas un paso grácil de mujer que se detiene con fruición

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en las cosas menudas, en los matices sutiles ; que ama la luz sonrosa-da del alba, el suave encanto de la luna y los dorados evanescentes delsol mortecino .

SINFONÍA JUBILOSA

Los doce sonetos de Sinfonía Jubilosa representan un agranda-miento temático y emotivo en la evolución poética de Stella Sierra.Aparte de que, en cuanto hace relación a menesteres de técnica poé-tica, envuelven una visible desviación de los procedimientos habituales . Con ellos ganó un primer premio en el concurso literarioRicardo Miró (1942) . En molde de tan larga tradición clásica, queella maneja con gran habilidad, vuelca esta vez no sólo motivos lunados o vagarosas incursiones marinas . Están presentes aún los temas iniciales, pero insertos en una realidad algo más amplia, satura-da de optimismo vital .

Con el nombre de Egloga en el primer libro, de Pastoral en elsegundo, se ofrece un asunto de viejas resonancias . En ambos casosel soneto sirve de vestidura formal . Mas el primero gana al otroen pormenores de ambiente, en riqueza de elementos expresivos .Pastoral lleva, a su vez, el aditamento de una idea genésica de germi-nación, de fecundidad, como puede verse en el cuarteto inicial :

Abre el sol sus divinos resplandores-convertidos en lila y rojo vivo-sobre la tierra ansiosa del cautivopolen menudo que dará sus flores .

Egloga ostenta mayor prestancia y gracia en las imágenes, enlos rasgos descriptivos, que completan, no obstante la brevedad dela combinación métrica utilizada, un cuadro pastoral lleno de en-canto :

La aurora se contempla en su regazo :su falda rosa la despliega el río .Hay un cañaveral en desvaríoque luce verde y piruetero lazo .

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La estrella de azahar cuelga su brazodel limonero, duro de rocío .Hay un ternero que se ahuyenta el fríociñéndose a Ta luz en un abrazo .

Una piragua va tras la lejanasinfonía del sol de la mañanarecortando en la orilla su silueta .

Brinca una voz de hombre que salomaentre aquellas espigas de la lomay la brisa despierta a Ta veleta . . .

Tema también antiguo el de la rosa . No podía faltar en lapoesía de Stella Sierra, que tiene por las flores una singular predi-lección . La rosa, en particular, aparece como asociación frecuenteen sus versos; a veces, según veremos, sin que su metafórica presenc

ía guarde relación visible con el asunto quela ocupo. El sonetoque le dedica, en su verso inicial -¡Oh rosa, plenitud de muerte yvida- trae el recuerdo de aquella celebrada silva de Francisco deRioja, que termina :

Tan cerca, tan unidaestá al morir tu vida,que dudo si en sus lágrimas la auroramustia tu nacimiento o muerte llora .

El pensamiento de la existencia fugaz, isevitable sugestión parala sensibilidad de un poeta, lo reitera Stella en el segundo cuarteto,de manera muy acertada :

Rosa de] goce sin dolor, nacidade la nada a lo breve : dulce cantodel' ruiseñor, que sueña en su quebrantocon la novia, vestal entristecida .

Aparece, además, en varias Composiciones alegría,

Esta dicha de amar, Goce- el tema del amor. Está concebida la

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primera a modo de preludio que anuncia el despertar de las emo-ciones ; en las otras hay ya jubilosa expresión de transportes eró-ticos . Puede hablarse, en este sentido, de una ampliación de hori-zontes vitales que hallan su repercusión en la poesía . Las Cancionesde Mar y Luna tienen, según quedó expuesto, un ámbito más reduci-do, aunque rico de matices . Habla allá la adolescente con lenguade grata pulcritud para confesarnos las reacciones de su sensibilidadherida ante los estímulos capaces de subyugarla con mayor fuerza .Acá deja ver que su mundo personal ha ganado en contenido; sibien la expresión poética resulta más convencional y no logra tras-mitirnos el contagio de su valor afectivo .

Es el precio, muy alto por cierto, que la poesía troquelada segúnlos nuevos cánones está constreñida a pagar . Gana el verso en recursos formales, que llegan a constituir la preocupación capital delpoeta ; mas, como intervienen demasiado las exigencias de una fór-mula que descoyunta los seres reales, separando al artista de la vida,le.. poesía resulta más cerebral que emotiva, hace triunfar el procedi-miento sobre la espontaneidad creadora,

En los sonetos de Sinfonía Jubilosa se advierte, en efecto, unatendencia a la desarticulación de la realidad mucho más acentuadaque en los versos anteriores de la poetisa . Se la ve adentrarse cadavez más en esa técnica de nuevo cuño que emplea con inusitada li-cencia los atributos desprendidos de los seres corpóreos, en cons-trucciones imaginativas casi totalmente desligadas del mundo real .Según apunté antes, no importa que el asunto poetizado carezca deconexiones con los materiales imaginativos que sirven para confor-marlo . El artista hace acopio libérrimo de cuantos recursos metafó-ricos surgen en su mente en el trance de la creación poética .

Alegoría del mar,por ejemplo, reúne la rosa con objetos que leestánmuy distantes, en una asociación que a la poetisa se le antoja ade-cuadamente expresiva :

Rosa de mar, de sol, de blando viento :tu cristalina linfa tornasola,esa tu suave y mórbida corola,seno de agua, virgen elemento,

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Quiere decir que el redondeamiento de la ola, el seno de agua,como también le apellida, bajo los reflejos de la luz solar y el influjodel viento, semeja una rosa de mórbida corola, con efectos de torna .sol. La ola tiene, en esta curiosa asociación, dos referencias objetivas muy lejanas

: la rosa y un seno de mujer. Los elementos decolor y de movilidad los suministran el sol y el viento . Y con talesingredientes el poeta compone su estrofa . Obsérvese, además, queno se nombra en los versos el objeto poéticamente representado ; yse prescinde, asimismo de los términos con los cuales suele hacersela comparación en la vida corriente, y que exigirían, por de contado,la presencia de la palabra ola como centro de todas las referencias .

Tiene la poesía, sin duda alguna, el derecho a crearse un ins-trumento de expresión que se ajuste a su ambicioso vuelo . El conseguirlo ha sido aspiración de larga data, que suma entre suspaladines nombres de prestigio indiscutible . Menesteres tan sutilesy alados como los del poeta no pueden ser servidos, qué duda cabe,con una lengua prosaica . Las dificultades nacen, sin embargo, encuanto se [rala de encontrar la fórmula de estilo más en consonanciacon el mensaje poético .

La adoptada por los representantes del movimiento actual tienesus riegos graves. que no discutiré aquí al pormenor . Sólo diréque . por de pronto, el artista pierde la posibilidad de suscitar deinmediato en el lector. por la dificultad que éste encuentra para coraprenderle, la emoción que quiso vaciar en el poema . Hay

una distan cia muy difícil de salvar entre uno y otro, que priva al arte deacaso su misión de mayor importancia : la de producir ecos cordiales,de agradecida admiración en los oyentes, lectores o espectadores, aquienes, mediante el milagro escondido en la obra bella, se proporcionamomentos de elevada calidad emotiva .

LIBRE Y CAUTIVAEl tercer libro de versos de Stella Sierra (1947), separado de

Sinfonía Jubilosa por un lapso de cinco años, revela ya a la poetisaenriquecida con un caudal lírico de mayor hondura, en el cual ponen sus gotas agridulces los vaivenes de la vida . Se nota en su pro-ducción anterior un tono de relativa uniformidad, como de cuerdapulsada por dedos que afanosamente se, ensacan en afinar la ejecución

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de una sola melodía. Las variaciones temáticas introducidas noconsiguen producir cambios sustanciales en el acorde interior o es-tado anímico desde el cual brotan los sones llamados a convertirseen líneas rítmicas, Contemplación serena de las cosas, optimismojubiloso ante las realidades sonrientes . Pero nada ha pasado aúnque perturbe con ímpetu lacerante los recodos interiores, que arran-que con verdad el dolor de una queja y sirva a modo de contrastetonal con cuyo concurso surja el poema impregnado de alegrías yde lágrimas.

La oposición dialéctica Libre y cautiva parece indicar la aparición de un elemento diversificador, aunque, viéndolo bien, podríainterpretarse más como pensamiento expresado que como replieguede honda raíz emotiva . Sin embargo, tratándose de un poeta, lacontradicción es reveladora . Y que no se reduce a un pasajero e in-trascendente estado de ánimo lo revela bien el hecho de que Stellaha escogido tal título para su libro . Es también el lema del sonetoque le sirve de pórtico, en mi concepto el mejor de cuantos ha com-puesto la poetisa :

Por sentirme despierta en la cautiva

morada oscura de tu sangre, llevo

este amargo laurel de gajo nuevo

y esta miel de cilicio rediviva .

Y no quiero saberme fugitiva

de la celda de amor en que me muevo :

porque el ángel te encuentre, yo renuevo

mis llamadas de intacta sensitiva,

Extenderás tu mano que -impasible-

quiere lograr la flor indivisible :

su cauto aroma velará tu frente.

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Como cierva te huí . ¡Que te encadena

más ese afán dc hallarme en la colmena,

carcelera celosa de tu mente!

Si. se le compara con otros anteriores suyos, se advertirá unamayor superioridad. de concepción, de contrastada . elegancia en losrecursos expresivos . Sin olvidar que el motivo inspirador, de másvigorosa enjundia, es clave del lucimiento obtenido . La intuiciónpoética surgida para conformar el sentimiento de donde toma arran-que, se desdobla magníficamente en las imágenes con las cuales seexpresan las dos ideas opuestas . La cautividad sale triunfante, como símbolo eterno del secreto anhelo de toda mujer, que desea sa-berse encadenada en las redes del amor y sin voluntad para escaparde esa gustosa cárcel . Si urgimos de la poesía femenina algo queverdaderamente nos proporcione un trasunto de aquello que la mujerpiensa y siente, este soneto de Stella Sierra es, a no dudarlo, uno desus más finos brotes .Hondura de concepción, unida en este caso auna espléndida vestidura, en que las palabras se ajustan con iududa

ble acierto al fondo emotivo que las dispara, como santas de certeradestino .

Se comprueba aquí como la sensibilidad poética intensamenteconmovida puede alcanzar logros formales de duradera belleza . Fal-taba en producciones anteriores de Stella Sierra eso precisamente :el arraigo hondo en la emoción vital, en la entraña primaria dedonde manan, cargadas de fecundidad, las mejores flores de laexistencia .

hl nuevo libro de Stella ofrece, u diferencia de los publicadosanteriormente, ciertas características exteriores e internas que conviene precisar . Se trata, el primer término, de un volumen de mayor amplitud en cuanto al contenido . Casi simultáneos los dos primeros, con un número reducido de composiciones en cada uno, sibien separados por los rasgos distintivos que antes he procurado se-ñalar . La poetisa ha preferido esperar durante unos cinco años ante

s de dar a la estampa su última cosecha. En este lustro su producción se ha acrecentado visiblemente, adoptando, además. rumbos

más abarcadores . Quedan aún reminiscencias de los temas inicia-

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les, pero ahora, al someterlos a nueva elaboración intervienen ele-

mentos de mayor densidad, surgen matices y variaciones que ensan-chan el marco temático y al mismo tiempo revelan un enriquecimien-to del raudal emotivo .

Por otra parte, la poetisa se lanza a la aventura del poema ex-tenso, en verso de arte mayor, que alterna con las combinacionesen metro corto de sus comienzos literarios, incluyendo los romanci

llos saltarines.Emplea, en fin, con variada fortuna, el verso libre.Todo lo cual evidencia que la artista se considera en posesión de losmenesteres instrumentales de su lírico ejercicio y no vacila, por tant o, en mostrar, en suertes de índole diversa, la calidadde su arte.

Cabe hacer, no obstante, algunas distinciones valorativas . Enmí concepto el talento poético de Stella no encuentra en el poemade gran envergadura un vehículo adecuado . Es posible que la dife-rencia nazca de hallarse todavía, en cuanto a este intento se refiere,en su etapa de primeros ensayos . Yo prefiero pensar, sin embargo,que ella se desenvuelve mejor, con arreglo a su temperamento, dentrode un marco más ajustado y comprimido . Su psicología de mujerparece llevarla, con más natural impulso, a condensar

el pensamien to poético en moldes más apretados, que no la obliguen a dispersarse,agrandando los contornos de la mansión lírica sin que aumente enigual proporción el ímpetu capaz de henchirla en iodos los recodos .Su estro no es pasional ni propicio a los grandes arrebatos. Condelicada feminidad se deleita, mas bien, en las cosas tenues, los ma-tices sutiles con blandura de brisa y aroma de flor .

Así lo demuestra- para citar un ejemplo, el romance instante dela rosa. La idee poética encuentra pronto una grácil vestidura y nose pierde en ningún momento. La predilección de Stella por larosa, que ya he comentado en otro lugar de este estudio, le incitaa tornar sobre ella la mirada inquisidora, para hallar nuevas imá-genes con las cuates representarse el inquietante atractivo de su fu-gaz existencia . Y logra, en efecto, estrofas llenas de gracia, difícil-mente superables :

Lacerada pasajera

es el alma de la rosa.

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Hoy es ayer y mañana,

un momento sin memoria .

Sangre dió el amanecer,

la sangre para su aroma ;

mas la rosa empalidece

ante el carmín de la aurora

Y se yergue en el afán

de consumirse ella sola .

Y nace para el misterio

y muere para la gloria .

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LA VISION DE ESPAÑA EN CADALSO Y LARRA

(Análisis comparativo)

En lasCartas Marruecas

vemos un Cadalso que dentro del espíritu renovador de su siglo e inquietado por hondas preocupacionesnacionales, anhela la transformación de Especia en un sentidomás acorde con la estructuración de las naciones más avanzadasdel continente .

Su posición arranca de dos momentos esenciales : la conscienciadel atraso cultural de Espacia y la necesidad de remediar esa situa-ción de inferioridad, causa del mal concepto que merece al públicoextranjero.

Reconoce los defectos españoles. los factores tradicionales queobran en la especie de estancamiento que mantiene postrada a supatria, cuya cultura padece el grave mal del escolasticismo .

Sus viajes por Europa han formado su espíritu con muy otrosingredientes. ¿Conoce el desenvolvimiento alcanzado en el ordende la cultura sobre todo por Francia y admira el espíritu renovadorque preside la vida de este pueblo, que no se ha quedado atrás enningún momento de la historia .

Más francés que español en este sentido innovador, lleno de no-bles aspiraciones respecto al porvenir de su patria, propugna lanecesidad de emprender la obra renovadora, que encomienda a sugeneración por considerar que se encuentra desligada de compromi sos con el pasado.

No quiere, sin embargo, una labor de extranjerización . En suconcepto hay muchos vicios reputados como españoles que no sontales por su procedencia exótica . Si bien su visión de España es pe-simista, no desespera de sus capacidades regeneradoras . Ellas existen incorporadas a las virtudes de la raza, que no está gastada nies incapaz de empeñarse en altas empresas . El espíritu del siglo

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habrá de hacerla andar, encarnado este espíritu en los hombresdivorciados de la tradición .

Habla en Cadalso, como se deja ver, un escritor del siglo XVIII,que ejerce una crítica eminentemente racionalista sobre su patria,mostrándola en sus defectos y en sus posibilidades, con el afán deincorporarla a la cultura humanitarista que constituye el centro delas preocupaciones propias de la época, Si bien es pesimista por loque ve, no ahoga en el desaliento los anhelos renovadores . Su crí-tica destruye el tradicionalismo pero con la fe en una sustituciónventajosa . Lo que niega el presente puede reservarlo el porvenir .

En Larra el caso es enteramente distinto . Hereda de Cadalsoy en general del siglo XVIII una preocupación racionalista que lehace volcar sobre el medio toda la fuerza demoledora de su críti-ca. Pero difiere de Cadalso en muy importantes extremos al consi-derar la realidad española .

Más que la critica sobre España, desde un punto de vista obje-tivo, Larra ejercita una manera de apreciación en la cual lo funda-mental no es la realidad externa que analiza sino el sujeto internoque desenvuelve la intimidad de su pensamiento .

Se diría que Larra lleva en su mente una España forjada de antemano, o mejor, dos Españas : la una es la patria ideal que ha vis-lumbrado en sus anhelos de hombre superior ; la otra, por tremen-do contraste, forjada con elementos del medio circundante, es unaEspaña triste, llena de vicios incurables, para la cual no hay salva-ción posible. Ni un rasgo alentador se desprende de sus artículosrespecto al futuro . Con dolor, con sarcasmo, traza el cuadro tene-broso que lleva forjado en su interior . El tema es un pretexto paraeste desdoblamiento constante de sí mismo y por esto cada pinceladalleva el estímulo realista de la observación unido a la intensidaddramática que le comunica al hacerla suya subjetivamente.

El análisis de España que encontramos en Larra puede des-prenderse de su concepción general de la vida . Por lo tanto, no secircunscribe a su patria la prosa doliente de este escritor . En todas

partes advierte el vacío que dejan a su alrededor las cosas, a manera

de contraste profundo y definitivo entre la realidad vivida y la reali-

dad soñada .

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Ni en el espacio ni en el tiempo encuentra satisfacción para susansias . Desespera de Europa y de su siglo, siglo de imperfección yde impotencia .

El profundo pesimismo que impregna toda su literatura no espues el producto del análisis imparcial que un crítico puede ejerci-tar sobre el objeto sometido a su consideración . Cuanto nos digapor tanto de España estará empapado de esa intensa amargura de lavida que constituye su drama íntimo .