Sobre Los Estados Postumos

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SOBRE LOS ESTADOS POSTUMOS FRITHJOF SCHUONEl punto de vista propio de las religiones de origen semtico se caracteriza, entre otras cosas, por su tendencia a negar todo lo que no interesa al hombre como tal: negar por lo tanto la inmortalidad del alma animal, y tambin, lo que viene a ser lo mismo de alguna manera, la transmigracin del alma a travs de las existencias no humanas; no obstante, no se puede hablar aqu de negacin sino de una manera muy exterior y muy relativa, ya que no hay errores en las Revelaciones y se trata en el caso presente ms bien de una concepcin muy sinttica y simplificada de los estados pstumos, cuya totalidad se encuentra reducida a dos estados "eternos" (1), el cielo y el infierno (2). Si en esta concepcin el alma animal es negada, es porque, no siendo humana, no puede participar directamente (3) en los medios de salvacin y no puede pues salvarse a partir de su propio estado; de una manera anloga, todo estado pstumo no correspondiendo al estado humano se asimilar, implcita si no explcitamente, a los estados infernales o a los "limbos", segn los casos. Ni que decir tiene que, si los estados no humanos no hablamos por supuesto de los estados anglicos pueden ser asimilados al infierno porque ellos constituyen la salvacin, se puede por otra parte, con no menos razn, asimilar estos mismos estados a los limbos ya que ellos no constituyen la condenacin (4); por lo tanto, cuando "paganos" y "herejes" son declarados excluidos de la salvacin y en la medida en que esto es as eso no podra significar, esotricamente hablando, que ellos deban entrar en los mbitos infernales. Por otro lado, la asimilacin de los estados no humanos o infrahumanos si se prefiere a los estados infernales se justifica todava por el hecho de que la transmigracin implica sufrimiento, o ms exactamente la alternancia de estados felices e infelices, algo de lo cual el ser no est liberado ms que en el Paraso; pero este argumento es obviamente reversible y puede muy bien servir para poner de manifiesto que la transmigracin, en tanto que sus sufrimientos son efmeros no es infernal en el sentido absoluto que da a esta palabra el punto de vista teolgico.Nos parece inevitable responder aqu a una objecin demasiado a menudo formulada, y que pone por otra parte crudamente a la luz lo que el punto de vista especficamente teolgico tiene, por su antropomorfismo mismo, de provisional y por tanto de vulnerable: es la objecin ampliamente explotada por los ateos, pero inevitablemente mal refutada por el exoterismo de que no hay ninguna comn medida entre un acto, tan malo como sea, y un castigo sin final, o en otros trminos, que una causa limitada no puede tener un efecto ilimitado; esta objecin comporta una verdad innegable, y muestra incluso que el cielo y el infierno no podran ser eternos en el sentido literal de la palabra (5); sin embargo, si la objecin es verdadera en s, no lo es sin embargo en absoluto en detrimento de lo que la Revelacin religiosa tiene realmente en vista, ya que adems de que es perfectamente legtimo, en lenguaje humano, decir que una accin es recompensada o castigada por Dios, no es tal accin la que se castiga, sino tal actitud o tendencia fundamental y por consiguiente irremediable (6); la accin pecadora no representa pues ms que una manifestacin o un smbolo de esta actitud o tendencia. Dicho de otra manera, solo van en infierno aquellos que, si Dios los sacara, haran todo por volver a entrar; la perpetuidad del infierno est pues menos en el rigor del Juicio que en la naturaleza de los condenados. Dios no esta en absoluto sometido al tiempo y, para El, el castigo como tambin la recompensa marca un aspecto esencial de tal ser, al mismo ttulo que las acciones o actitudes que, desde el punto de vista humano, parecen haber causado bien el castigo, o la retribucin. El individuo es aquello que debe ser segn su posibilidad, es decir que l es una expresin necesaria de la Omni-Posibilidad; las posibilidades particulares no tienen otra explicacin que la infinitud de la Posibilidad universal, y no se podra explicarlas por consideraciones morales. * * * Segn una expresin hind, la condicin humana es difcil de obtener; lo que significa que, para el ser en transmigracin, las oportunidades de entrar en un estado central como el estado humano precisamente, o de mantenerse ah, tras la muerte, si se encuentra en ese estado son inconmensurablemente menores que las de caer en un estado perifrico, como el de los animales, de los vegetales o incluso de los minerales. Esta desproporcin se expresa lo ms claramente posible en el simbolismo geomtrico al cual acabamos de pedir prestados nuestros trminos: incluso reemplazando el punto geomtrico por un punto visible, por tanto, por una circunferencia lo ms reducida posible, esto es, hasta el lmite de la visibilidad, la extensin de este centro ser siempre insignificante comparada con la de la circunferencia. Representmonos una lluvia que riega un terreno cuyo centro est marcado por un guijarro: habr infinitamente ms probabilidades para las gotas de agua de caer en el terreno que sobre la piedra; y esta imagen, convenientemente traspuesta, permite entrever no slo porqu la condicin humana es difcil de obtener, sino tambin porqu esta condicin o en cualquier otro mundo la condicin anloga representa a Dios sobre tierra; es en efecto a partir de esta sola condicin que el ser puede realizar a Dios y salir por lo tanto de la transmigracin (el samsra). La razn suficiente del estado humano, su ley existencial (dharma), es ser un puente entre la tierra y el cielo, por lo tanto de realizar a Dios en un grado cualquiera (7), o lo que viene a ser lo mismo, de salir del cosmos, por lo menos del cosmos formal (8); esto explica por otra parte porqu toda moral sagrada hace hincapi en la importancia de la procreacin en el matrimonio y no ve en ste otro fin: la procreacin, en efecto, permite a las almas errantes en los estados perifricos y pasivos anlogos, pero no idnticos, a las especies animales, vegetales y minerales de nuestro mundo terrestre entrar en un estado central, activo, libre, el estado humano y obtener all la salvacin o la liberacin; la mujer, si puede garantizar a sus hijos, como es el caso en las civilizaciones tradicionales, los medios de salvacin, realiza pues una obra infinitamente caritativa por su funcin maternal; la madre es as una puerta sagrada hacia la liberacin. No hay ninguna contradiccin en el hecho de que la moral cristiana quiera simultneamente la procreacin y la castidad, e incluso esta ltima antes que nada, ya que estas dos funciones no tienen igualmente sentido ms que con vistas a Dios: la castidad de una manera directa, interior, vertical, mstica, y la procreacin de una manera indirecta, exterior, horizontal, social; en otros trminos, una es cualitativa y otra cuantitativa, en un cierto sentido al menos. La castidad, lejos contradecir la funcin de la procreacin, corresponde por tanto no en si misma, sino en virtud del papel efectivo que tiene en tal va espiritual a lo que hace la razn suficiente del estado humano; sin la castidad, se dir segn esta perspectiva, la vida no tiene sentido; pero sin la procreacin, no hay nadie para ser casto; es necesario pues adoptar una opinin que reconcilie estas dos exigencias. El hombre que procrea debe en efecto realizar la castidad segn los modos apropiados; y del mismo modo, pero en sentido inverso, el hombre casto debe procrear segn los modos que exige su funcin: es decir, el hombre casado debe ser casto, en primer lugar respecto a las mujeres distintas de la que le permite la ley religiosa, a continuacin hasta cierto punto tambin respecto a la suya, y finalmente hacia su alma cuya posicin, con relacin al espritu, es femenina; en cuanto al hombre que hace voto de castidad, debe procrear a su vez, pero espiritualmente, y lo har por una parte por la transmisin de las verdades y gracias espirituales, y por otra parte por la irradiacin de su santidad. Lo que acabamos de decir implica que la castidad segn la carne no constituye en absoluto una exigencia absoluta, puesto que es en si misma una actitud estrictamente humana; en cuanto a la castidad espiritual, de la que la castidad carnal no es ms que un apoyo entre otros igualmente posibles, se impone de una manera incondicional, ya que sin ella no hay salida del mundo ilusorio de las formas; pero esta castidad espiritual podr tomar distintos nombres segn las vas: es as que en el Islam se convierte en pobreza, de modo que las funciones de procreacin y castidad pueden unirse, aqu, incluso en el plano carnal. Pero volvamos de nuevo despus de esta digresin a la cuestin de la posibilidad que ofrece el estado humano y en otros mundos los estados anlogos de salir de la indefinida ronda csmica: el hombre, con el fin de poder realizar esta liberacin, debe ya poseer una cierta libertad eminentemente superior (9) en su naturaleza misma, y esta libertad, es el libre albedro que eleva al hombre por encima de los seres pasivos como los animales; pero es tambin lo que, por una trgica paradoja, inherente por lo dems a la creacin como tal, permite al hombre no tener en cuenta en absoluto su ley existencial o innata, o digamos del sentido de su vida; en este caso, solo ser hombre accidentalmente o de alguna manera por casualidad (10), y para nada necesariamente o por definicin esencial (11). Se desprende de lo que acabamos de exponer que la razn suficiente de toda forma de Revelacin consiste en realizar, de la manera ms amplia posible, lo que constituye la razn de ser de nuestra existencia misma; queremos decir que la religin debe dirigirse a todas las aptitudes, incluso las ms modestas, usando, como lo hacen los ngeles, diferentes lenguajes espirituales, pero siempre conformes a la Idea fundamental; la religin proporcionar pues, a aquel que responde por su naturaleza a la definicin de hombre, los medios de realizar su fin ltimo, ser perfectamente hombre es llegar a ser Dios (12), y por otra parte, a aquellos que son hombres de alguna manera a pesar suyo, el medio, no en primer lugar de ir a Dios, sino de querer dirigirse hacia El, y por lo tanto de llegar a ser antes que nada, plenamente hombres (13). NOTAS (1) La eternidad es una cualidad absoluta aquella cuya ausencia relativa hace precisamente al tiempo y no puede por lo tanto asignarse sino a Dios, a menos de un lenguaje totalmente simblico. (2) El hecho de que ni la Iglesia Ortodoxa ni el Islam admitan explcitamente el purgatorio no significa de ninguna manera que niegan la cosa, como lo muestra por ejemplo esta enseanza del Profeta: Aquellos que hayan merecido el paraso entrarn en el; los rechazados irn en infierno. Dios dir entonces: Que se haga salir del infierno a aquellos que tienen en el corazn aunque solo sea el peso de un grano de mostaza de fe! Entonces se los har salir, aunque ya estn calcinados; luego se los lanzar al ro de agua de lluvia (la lluvia que significa la Gracia) o en al ro de la vida (es decir de la Beatitud que, estando ms all del sufrimiento y de la muerte, se identifica con la Vda pura) e inmediatamente renacern.(3) Esta reserva se impone porque, en los ritos sacrificiales tal como existen en el Judasmo y el Islam, el alma del animal sacrificado se beneficia tambin del rito, quizs renaciendo en un estado central o libre como el nuestro.(4) Si no fuera as, los animales por ejemplo estaran en el infierno. Es cierto que el estado de las especies inferiores puede a menudo hacer pensar en el estado infernal, y eso tanto ms como que, segn toda verosimilitud, es la especie entera la que constituye aqu un individuo, de modo que un tal estado no finalizara mas que con la extincin misma de la especie, lo que simbolizara muy bien la perpetuidad del infierno; es quizs este aspecto mltiple de un individuo lo que tiene en vista la Ley de Manu cuando habla de un gran nmero de renacimientos en el cuerpo de un animal inferior. Lo inverso tiene lugar en los ngeles donde cada individuo, si se puede decir, equivale l solo a una especie entera. No hay que perder vista que la cualidad csmica es ms o menos independiente del grado csmico, en caso contrario no habra ni hombres viles, ni animales nobles; es decir que el animal, con relacin al hombre, no es inevitablemente un individuo inferior, y que puede incluso ser todo lo contrario, segn los casos; pero su estado csmico no dejar de ser inferior con relacin al estado humano; es necesario pues distinguir individuo y estado. Por lo que se refiere a los ngeles, es necesario distinguir por una parte aquellos que son los ms elevados de los seres perifricos o pasivos, y por otra parte aquellos que son los aspectos o funciones del Espritu y que, por ello, son los estados centrales y activos por excelencia; ellos constituyen los aspectos creados del Espritu Santo, por lo tanto de Dios, lo cual la teologa ordinaria no puede obviamente admitir bajo esta forma. En la doctrina hind, estos ngeles son los Dvas, de la Trimrti ; la doctrina islmica, ensea que el Espritu (Er-Rh, en snscrito Buddhi) cuyos aspectos o funciones constituyen precisamente los ngeles supremos (El-Mala' el-a' la o El-Mala' ikat el-kiram) no debi prosternarse como los otros ngeles ante Adn, y que, segn un simbolismo espacial, l supera en inmensidad a todos los ngeles ordinarios tomados juntos, lo que vuelve de nuevo a decir que en el orden universal, en virtud de la analoga opuesta, el centro es mayor que la periferia.(5) Esta eternidad no puede ser sino un perpetuidad, por lo tanto una duracin indefinida; por otro lado, ni la expresin cristiana in saecula saeculorum ni las palabras cornicas khalada, khalid. khuld (refirindose a la perpetuidad o inmortalidad) significan la eternidad. Segn Santo Toms de Aquino, el infierno solo es llamado eterno a causa de su invencibilidad. Es por eso que no hay verdadera eternidad en el infierno, sino ms bien tiempo... . El cielo y el infierno son eternos porque son relativamente inmutables con relacin a nuestra vida terrestre, y eso en grados diferentes. Importa sealar aqu que la teologa ordinaria no podra constituir un sistema cerrado frente a la metafsica pura, y que no puede impunemente plantearse como tal; eso aparece muy claramente en ciertas proposiciones teolgicas de las que lo menos que se puede decir es que son fragmentarias y no saben compensar su aparente ininteligibilidad mas que por medio de vagas referencias a una Sabidura divina insondable. Pensamos aqu sobre todo en la teora relativa a la Infinita Bondad y la infinita Justicia y explicando el creacin del hombre por aquella y su condenacin por sta, o tambin a la idea del castigo eterna merecido por una ofensa cuasi-infinita de la dignidad de Dios, idea que implica la de la ausencia de compasin en los elegidos con respecto a los condenados; todas estas proposiciones tienen obviamente un sentido y son por lo tanto justificables, pero solamente por la metafsica, no por razonamientos antropomrficos. Por lo tanto, resulta del exoterismo mismo que l no podra estar realmente completo sin el esoterismo, y que presenta, al contrario, grietas que solamente la ciencia sagrada puede llenar, sin lo cual las tinieblas se introducen ah. Solo el esoterismo posee las luces suficientes para afrontar todas las objeciones posibles y para explicar positivamente la religin; pero esto supone que explique de una sola vez toda la religin, y, por lo mismo, toda religin; en una palabra, o bien se mantiene, contra la sabidura segn la carne, el exoterismo y el esoterismo a la vez, la forma y la esencia, o bien no se mantiene nada en absoluto. (6) Segn la doctrina islmica, esta condenado el que lleva el rechazo de la Verdad (kufr) en su esencia (dhat) misma, y no el que solo la lleva en sus atributos (cifat), estando concebidos estos ltimos como accidentes. Un hadith dice que un hombre entr al Paraso por haber dado a beber a un perro; est claro que esta accin sola no poda por si misma tener tal efecto, pero todo se vuelve comprensible cuando se la concibe como una manifestacin especialmente caracterstica culminante de alguna manera, de la tendencia fundamental, y fundamentalmente buena, del alma de que se trata.(7) Los Hindes expresan esta verdad de la siguiente manera: as como el dharma del agua es fluir y el del fuego es quemar, o el del pjaro volar y el del pez nadar, as mismo es el dharma del hombre realizar Brahma, y por lo tanto liberarse de samsra . En el mismo sentido an, la teologa cristiana ensea que el hombre se cre para conocer a Dios, amarlo, servirlo y, por este medio, adquirir la Vida eterna.(8) El cosmos formal constituye la periferia csmica, siendo el centro csmico el Paraso en sentido ordinario de la palabra. Esta reserva es til porque el Paraso significa a menudo, en las doctrinas esotricas, lo que se podra llamar, a falta de un mejor trmino, el Estado divino, por lo tanto la realizacin de Dios. Si hablamos aqu de Paraso en singular, no es, por supuesto, para excluir la pluralidad de los Parasos, testificada por todas las Revelaciones, sino porque esta palabra puede designar en realidad el conjunto de los mundos paradisacos, o tambin, en Dios El-mismo, el conjunto de sus Nombres. (9) Es evidente que los animales y los vegetales reflejan ellos tambin la Libertad divina, y que por este hecho son necesariamente libres, al menos sobre un determinado aspecto, precisamente el de su participacin en la Libertad de Dios; pero esta participacin es, en un grado eminente, menos directa que la del hombre, de modo que es perfectamente legtimo, desde el punto de vista humano, negar la libertad animal, as como es legtimo desde el punto de vista divino negar la libertad humana. (10) Hablando rigurosamente, no hay en absoluto casualidad; si empleamos sin embargo aqu esta palabra, es de una manera muy relativa y provisional, con el fin de sealar una determinada ausencia de necesidad.(11) Es lo que el lenguaje hind expresa simblicamente diciendo que el hombre infiel a su propia razn suficiente al dharma humano es shdra o incluso fuera de casta y no dos veces nacido (dwija), es decir consagrado o iniciado. El bautismo cristiano tiene tambin el sentido de una integracin del ser accidentalmente humano en el estado esencialmente humano, en el sentido de que confiere la virtualidad del estado primordial o ednico. La casta est basada en la herencia psquica, y esta es un hecho innegable, aunque haya aqu, como por todas partes en el orden csmico, excepciones que confirman la regla: el sistema hind tiene plenamente en cuenta estas excepciones, puesto que nadie preguntar a un ermitao errante (parivrjaka) cual fue su casta anteriormente; las diferencias humanas se borran en la santidad, e incluso simplemente en el estado social o ms bien extrasocial que le corresponde.(12) Segn San Basilio, el hombre es una criatura que ha recibido la orden de llegar a ser Dios; en el mismo sentido, San Cirilo de Alejandra dijo: Si Dios ha devenido hombre, el hombre ha devenido Dios. La doctrina hind dir que hay que llegar a ser Eso que nosotros somos, a saber Aquello que solamente es. (13) Son estas verdades las que el materialismo quiere ignorar a todo precio; por la lgica de las cosas, l desemboca en el igualitarismo, por lo tanto en todo lo que es lo ms contrario a la naturaleza humana. En efecto, si somos todos iguales en la materia, es decir en las necesidades materiales y las leyes fsicas, eso no tiene absolutamente nada que ver con nuestra calidad de hombres; ahora bien sta es nuestra razn de ser, o en otros trminos, es lo nico que nos distingue de los animales. El materialismo equivale pues a una reduccin del hombre al animal, e incluso al animal ms inferior, puesto que ste es el ms colectivo; eso explica el odio de los materialistas hacia todo lo que es supra-terrestre, trascendente, espiritual, ya que es precisamente por lo espiritual por lo que el hombre no es animal. Quin reniega de lo espiritual reniega de lo humano: la distincin moral y legal entre el hombre y el animal se vuelve entonces puramente arbitraria, a la manera de una tirana cualquiera; es decir que el hombre pierde, por su abdicacin, todos sus derechos sobre la vida de los animales que, ellos, tienen los mismos derechos que el hombre, puesto que tienen las mismas necesidades materiales; se puede obviamente hacer valer el derecho del ms fuerte, pero entonces ya no es cuestin de igualdad, y este derecho valdr tambin para los hombres entre ellos. Por ltimo, hay todava una cosa que los materialistas no tienen en absoluto en cuenta, y es el hecho de que el hombre normal sufre por estar en la carne: la vergenza que l experimenta por su existencia fisiolgica es un indicio suficiente del hecho de que l es, en la materia, un extranjero y un exiliado; la transfiguracin eventual de la carne por la belleza humana no cambia en nada las leyes humillantes de la existencia fsica.