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XIV. LA INT ERP RE TACI ÓN PONDERATIVA El sociologismo jurídico está penetrado de la idea naturalis ta de la causalidad, que desplaza en la misma medida la idea jurí- dica de la normatividad. Escribía Hellmer (1) que en los últimos decenios se ha hecho visible una tendencia favorable a asignar una posición preferente a las ciencias de orientación racional, sobre las disciplinas reguladoras de los valores y los deberes. La afirmación de que «el hombre es así, y no puede ser de otra manera», ha traído como consecuencia para el orden jurídico, un efecto de atenuación de los deberes y por lo tanto de las normas. La función normativa del Derecho, se debilita desde el momen to en que se considera que la única forma de acatar la racionali dad del hombre, es tomarlo tal como es. A partir de ello, se abre un frente de desconfianza sobre las posibilidades ordenadoras del derecho mismo y se recurre a la «justicia del caso» como fórmula adecuada para la solución de los conflictos. Se deja de considerar la norma como «dato», es decir como previsión ahticipativa en la que luego se pueda subsumir la realidad, y se atiende a un significado de la norma como «resultado», es decir aquélla que se produce, precisamen te como efecto de su interpretación o aplicación. La norma, explica Pérez Luño (2), no es el presupuesto, sino el resultado de su interpretación y aplicación. El aplicador del derecho ha de (1) J. HELLMER: «Recht», op cit. pág. 261. (2) E. PÉREZ LU Ñ O: «La segu ridad jurí dica», Ariel 19 91, pág. 100.

sociologismo

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  • XIV. LA INTERPRETACIN PONDERATIVA El sociologismo jurdico est penetrado de la idea naturalis-

    ta de la causalidad, que desplaza en la misma medida la idea jur-dica de la normatividad. Escriba Hellmer (1) que en los ltimos decenios se ha hecho visible una tendencia favorable a asignar una posicin preferente a las ciencias de orientacin racional, sobre las disciplinas reguladoras de los valores y los deberes. La afirmacin de que el hombre es as, y no puede ser de otra manera, ha trado como consecuencia para el orden jurdico, un efecto de atenuacin de los deberes y por lo tanto de las normas. La funcin normativa del Derecho, se debilita desde el momen-to en que se considera que la nica forma de acatar la racionali-dad del hombre, es tomarlo tal como es.

    A partir de ello, se abre un frente de desconfianza sobre las posibilidades ordenadoras del derecho mismo y se recurre a la justicia del caso como frmula adecuada para la solucin de los conflictos. Se deja de considerar la norma como dato, es decir como previsin ahticipativa en la que luego se pueda subsumir la realidad, y se atiende a un significado de la norma como resultado, es decir aqulla que se produce, precisamen-te como efecto de su interpretacin o aplicacin. La norma, explica Prez Luo (2), no es el presupuesto, sino el resultado de su interpretacin y aplicacin. El aplicador del derecho ha de

    (1) J. HELLMER: Recht, op cit. pg. 261. (2) E. PREZ LUO: La seguridad jurdica, Ariel 1991, pg. 100.

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    asumir una actividad ponderativa que busca una adaptacin tanto del caso a la norma como de sta a aqul.

    El mtodo de la ponderacin de resultados, no est exento de puntos de partida dogmticos, y su gran hallazgo es el de la unidad del sistema jurdico. Esta expresin, de por s evoca-dora de una cualidad nunca negada al ordenamiento, no alude, sin embargo, a una unidad lgica, a partir del cual puedan des-plegarse tcnicas armonizadoras o de interpretacin sistemti-ca, sino que hace referencia a algo mucho ms fluido o impre-ciso. En la medida en que la gran extensin, sobre todo del Derecho pblico, genera un entrecruzamiento complejo de nor-mas, y por lo tanto de intereses, no se cuenta con la garanta de que la norma acierte en sus previsiones o cuando menos que ofrezca una previsin unvoca. El intrprete tendr que asumir una labor de depuracin y armonizacin de reglas y principios a veces dispares. La interpretacin deja de ser una accin averi-guatoria del sentido de una norma o unas normas concretas para tratar de inferir su valor en el conjunto del ordenamiento jurdico.

    Nada tiene que ver esta nueva forma de unidad con la de la plenitud del ordenamiento jurdico predicado por la Jurispru-dencia de Conceptos, especialmente en cuanto a los medios: esta ltima crea en la subsuncin y en la previsin anticipativa del legislador; la nueva idea de unidad del ordenamiento parte de la complejidad del orden jurdico y ello valdra tambin para la moral (3), precisado siempre a la formulacin o deduccin de nuevas reglas, que hacen posible el conflicto normativo. A partir de ello, la concrecin aplicativa, ya no puede ser resuelta inge-nuamente en un proceso de subsuncin, sino de ponderacin entre normas y por razn de resultados.

    A diferencia de la idea de justicia inspirada en las ideas de lmite y medida, se abre paso una nueva concepcin basada en la

    (3) Vid: E. TUGENDHAT: Problemas de la tica, Ed. Crtica 1988, pg. 113.

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    ihconmesurabilidad (4), que se hace especialmente visible en el; campo de los derechos fundamentales. Estos son capaces de revelar nuevos efectos en todo momento y de desdibujar los lmi-tes que poco antes se haban reconocido como fijos.

    El Estado Liberal de Derecho, se ha presentado con fre-cuencia, como exponente de un dualismo antagnico entre el poder y el ciudadano, y en el que la funcin normativa asuma el cometido de deslindar y prefigurar el mbito de los derechos subjetivos y de las prerrogativas del poder. El ordenamiento jur-dico, se integraba fundamentalmente de formas y de proce-dimientos, tendentes a asegurar la libertad personal y a evitar la injerencia arbitraria del poder del estado en la forma de vida y en las costumbres de los ciudadanos.

    Por contraste, el modelo de estado de nuestros das, ha podi-do presentarse como instrumento capaz de una feliz superacin del viejo esquema que enfrentaba al ciudadano con el poder. El ordenamiento acomete la conciliacin de los intereses ms contra-puestos mediante la solemne afirmacin de su unidad y facilita la formulacin de principios y reglas objetivas, que propician una solucin ms espontnea de los conflictos. Las formas y los pro-cedimientos, comienzan a ser sentidos como, obstculos artificia-les, para la proyeccin eficaz de los principios objetivos de justi-cia, propicindose su descalificacin como meros formalismos. El estado asume un papel de amigable componedor en los conflictos sociales con tanta naturalidad, que como observa Ladeur (5), las acciones de presin sobre el Estado, dejan de concebirse como algo ilegtimo, y el Estado mismo se llega a concebir como objeto y producto de compromiso entre los grupos sociales.

    Del lado de los ciudadanos, el significado de la libertad como proteccin del ordenamiento frente a la restriccin de su iniciativa personal, cede ante las pretensiones de participacin

    (4) Vid BERGSON: Les deux sources de la morale et de la religion, Cap. I . (5) K.H. LADEUR: Verfassungsrecht und Politik. Hamburgo 1979, pg. 104.

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    directa en los negocios pblicos, lo que unido a la ingente acti-vidad prestacional del Estado, determina que el individuo pierda gran parte de su conciencia vigilante frente al poder (6).

    Las consecuencias de esta unidad del ordenamiento o uni-dad de la Constitucin, escribe Denninger (7), se afirma, no con la modesta pretensin de facilitar el despliegue de tcnicas interpretativas de molde clsico, sino con la finalidad de atenuar el significado antagnico que emerge de la colisin de los dere-chos fundamentales. Para ello, recurre a una casustica pondera-cin de los derechos en conflicto en lugar de atenerse al molde rgido de los efectos tpicos, creando un metacampo interpreta-tivo, que termina trasladando el problema de los lmites a un campo extrapositivo, basado en un juicio de razonabilidad.

    La jurisprudencia de nuestro Tribunal Constitucional, se ha visto influida por estas orientaciones, subrayando tambin la idea de la unidad del ordenamiento como hace en STC 159/86 (F. 6.), al decir:

    Tanto las normas de libertad como las llamadas normas limitadoras se integran en un nico ordenamiento inspirado por los mismos principios en el que, en ltimo trmino, resulta ficticia la contraposicin entre el inters particular subyacente a las primeras y al inters pblico que, en ciertos supuestos, aconseja su restriccin antes al contrario, tanto los derechos individuales como sus limitaciones,... son igual-mente considerados por el art. 10-1 de la Constitucin como fundamentos del orden poltico y de la paz social. As este tribunal pudo declarar en su sentencia 25/1981 de 14 de Julio que los derechos fundamentales resultan ser elementos esen-ciales de un ordenamiento objetivo de la comunidad nacional....

    La objetivacin de los Derechos Fundamentales, resulta en apariencia algo intrascendente; los derechos fundamentales, son y

    (6) Vid G. RITTER: El problema tico del poder. R.O. Madrid 1972, tra-duccin de F. Rubio LLorente.

    (7) G. DENNINGER: Festschrift fur R. Wassermann, 1985, pg. 289.

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    siguen siendo derechos subjetivos de los ciudadanos y a ello, se le agrega una cualidad nueva: la de ser elementos esenciales del ordenamiento objetivo, siendo esta significacin la que legitima al poder pblico para la prpteccin de los derechos fundamenta-les en horizontes ms amplios de los que resultaran del espont-neo ejercicio por los ciudadanos de las facultades reaccionales en los casos de perturbacin por el poder pblico mismo.

    Esto se traduce en diversas consecuencias: por un lado la significacin objetiva, de los derechos fundamentales, va a per-mitir un fenmeno de generalizacin o ampliacin subjetiva, aunque a costa de una cierta depotenciacin cualitativa.

    En efecto, como consecuencia de la superposicin de ese nuevo significado objetivo, su eficacia, no se concreta en las relaciones entre el poder pblico y los ciudadanos, sino que se proyectar tambin de una manera generalizada, aunque selecti-va, en las relaciones entre particulares. Ahora bien, como esta proyeccin no se podr dar en todos los casos ni con la misma intensidad que en las relaciones de poder, habr de arbitrar una actuacin ponderadora, que indique en cada caso, si se admite la proyeccin y con que alcance o efectos concretos.

    Por otro lado, en la aplicacin jurdica de las normas sobre derechos fundamentales, el intrprete no podr limitarse a la pre-gunta de si tal o cual actuacin del poder pblico rebasa la esfe-ra del derecho o si el acto del particular incide en infraccin de los limites impuestos, sino que habr de proceder a una ponde-racin de las normas, ya que los perfiles que delimitan el dere-cho y sus respectivos lmites, se desdibujan en gran medida, gra-cias a la identidad de las normas objetivas que los regulan.

    Una consecuencia de ello es la eficacia recproca entre los derechos y sus lmites: la Wechselwirkung que tantas contro-versias ha suscitado en la doctrina alemana, y que ha sido reco-gida por nuestro TC. en SSTC 104/86 y 159/86.

    Cuando del ejercicio de libertad de opinin... resulte afectado el derecho al honor de alguien, nos encontramos

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    ante un conflicto de derechos ambos de rango fundamental, lo que significa que no necesariamente y en todo caso tal afectacin del derecho al honor haya de prevalecer respecto al ejercicio que se haya hecho de aquellas libertades, ni tampo-co hayan de ser estas consideradas como prevalentes, sino que se impone una necesaria y casustica ponderacin entre unas y otras.

    Las libertades del art. 20 no solo son derechos funda-mentales de cada ciudadano sino que significan el reconoc-tniento y la garanta de una institucin poltica fundamental, que es la opinin pblica libre, indisolublemente ligada con el pluralismo poltico que es un valor fundamental y un requisito del funcionamiento del Estado democrtico (S. 12/82 de 31-3). Esta dimensin de garanta de una institu-cin pblica fundamental no se da en el derecho al honor, (y ello) otorga a las libertades del art. 20 una valoracin, que transciende a la que es comn y propia de todos los derechos fundamentales.

    Resultaba forzoso para el juzgador realizar esa pondera-cin entre la lesin denunciada por el denunciante y el dere-cho fundamental del art. 20... en el caso presente lo que nos lleva al otorgamiento del amparo no es una discrepancia res-pecto de la ponderacin de bienes y derechos fundamentales sino la inexistencia de la ponderacin. Lo que no pudo es razonar aplicando e interpretando exclusivamente los arts. 586, 460 y 570 C.P. sin tener en cuenta como es obligado, la proyeccin que sobre ellos tiene la libertad consagrada en el art. 20 de CE..

    Como observa Luhmann (8), con ello, los dos elementos relacionales de la aplicacin jurdica se hacen contingentes: no slo en el caso que puede existir o no, y existir de una u otra manera sino tambin la norma se hace variable. No slo los casos se ha de orientar por la norma, sino que tambin sta se ha de orientar por los casos. El clsico esquema regla-excepcin, se ve sustituido por un mandato de ponderacin que envuelve la posibilidad de que la norma se interprete de una u otra manera.

    (8) Op. cit. pg. 32 y 64.

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    La ponderacin, como estilo de la aplicacin jurdica pre-supone un cierto conflicto, que casi nunca es de normas, ni se suscita segn las pautas tradicionales de preferencia normativa, sino que es de tendencias, criterios o principios, con un engarce ms o menos preciso con normas positivas.

    En realidad, el conflicto se sita en un mbito extrajurdico o metacampo como dice Denninger, y es all dnde se ofrece la colaboracin interpretativa del criterio de la realidad social.

    Veamos un ejemplo de ello en la STS de 8-10-1981 (Az. 4121), que resolva un caso de ruina de un inmueble arrendado. En la sentencia, se aprecian dos lneas de argumentacin: una principal de base estrictamente jurdica, en la que se rechaza la pretensin del recurso de base sociolgica como argumen-tacin de lege ferenda y por lo tanto de naturaleza extrajurdi-ca. El recurrente, haba aducido como base del recurso unas con-sideraciones de tipo econmico basadas en que al excluirse del cmputo comparativo el valor del solar en los expedientes de ruina econmica, se produce un descendimiento acelerado del valor de lo edificado, en funcin inversa del aumento de los pre-cios de reparacin, que a su vez se incrementan paralelamente al aumento del precio del solar, con el consiguiente inters de los propietarios en alentar el decaimiento del inmueble. Para el recu-rrente, esta reflexin determinaba que la causa econmica de ruina, favoreciese la especulacin del suelo, presentando as una especie de contradiccin entre la ley del Suelo (que favorecera la especulacin en el diseo de la causa econmica de ruina), y la de arrendamientos urbanos (que impone a los propietarios el deber de atender las reparaciones del inmueble).

    Ya tenemos aqu una argumentacin que trata de estimular una consideracin ponderativa de la cuestin presentando como antitticas, no dos normas, sino de dos fines genricamente impulsores de tendencias o criterios: por un lado el sentido pro-tector de la legislacin arrendaticia que parece perseguir la con-tinuidad de la relacin, y por otro la ley del Suelo, favorecedora de la renovacin del patrimonio inmobiliario.

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    Naturalmente la contraposicin entre estas dos leyes, puede tacharse de artificiosa, en cuanto no es cierto que una de ellas persiga el mantenimiento a toda costa de los arrendamientos vigentes, sin condicionamientos relativos al estado de ruina de los edificios, ni tampoco la legislacin del Suelo, persigue el fin contrario de acabar con los arrendamientos urbanos para conse-guir determinados fines econmicos o sociales. Cada norma tiene su propia medida y sus propios lmites, y su presentacin como textos contradictorios, hubiera revelado la inconsistencia del recurso. Pero para el recurrente, resulta fcil presentar las cosas de otro modo y sustituye la reflexin jurdica por otra de tipo sociolgico, que se funda en la expresa invocacin del art. 3-1 del C. Civil.

    La sentencia, que como hemos dicho, rechaza esta argu-mentacin como carente de otro valor en Derecho que la que pudiera tener de lege ferenda, aade sin embargo, una argu-mentacin sociolgica propia en apoyo de la solucin jurdica tomada. Esta argumentacin complementaria seala:

    ...y por otro lado, la intranscendencia de aquella argumentacin, incluso sobre bases socioeconmicas reales (art. 3-1 Cdigo Civil reformado), se hace evidente, sin ms que poner de relieve la plena repercusin sobre la propiedad de los factores inflacionarios en el incremento de los costos de reparacin y su inmediato pago con amortiza-cin delatada en el tiempo en lo ataente al inquilino, mien-tras que este aparece protegido frente a tendencias inflacio-nistas... razones todas que impiden atribuir eficacia a una estimacin en conciencia por el Tribunal del valor de lo edifi-cado... an con base en el factor de interpretacin de las leyes referido a la realidad social del tiempo en que se aplican.

    La alusin a bases econmicas reales, parece sugerirnos un juicio de tipo fctico, pero en realidad esconde una argumen-tacin jurdica basada en el resultado: el demandante cimentaba su recurso en que la declaracin de ruina del inmueble alquilado propiciaba un resultado especulativo, y trataba de eliminar esa consecuencia a travs de una ponderacin de normas, que esta-

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    ra llamada a resolverse, evitando la consecuencia especulativa sugerida como contraria a Derecho.

    Ahora bien, la especulacin del suelo, mencionada en el art. 47 CE. como pauta rectora de la accin de los poderes pblicos no parece que pueda identificarse con la interdiccin de un resultado concreto como pueda ser, por ejemplo la arbitrariedad de los pode-res pblicos. A diferencia de este ltimo concepto que permite considerar contrario a Derecho, cualquier actuacin de los poderes pblicos que merezca la calificacin de arbitraria, no todo resul-tado especulativo merece por s mismo su descalificacin jurdica. La misma utilizacin de mecanismos impositivos o de prestacio-nes obligatorias a cargo de los propietarios, nos demuestra que el resultado especulativo o de ganancia obtenido por la negociacin o comercio con el suelo es lcita, y que no cabra superponer a esas medidas legales otras que impidieran o limitaran ese resultado ms all de lo previsto y permitido por las normas.

    La sentencia al rechazar la argumentacin del recurso, lo hace, no desmintiendo la relevancia jurdica del efecto especula-dor, sino de una forma mucho ms matizada, al encontrar razo-nes de tipo econmico, que permiten considerar de alguna forma Compensado el beneficio que el propietario de un edificio arrendado pueda obtener a causa de su ruina, por otros benefi-cios reconocidos a favor del inquilino, con lo que no dejan de quedar abiertas las posibilidades de una distinta ponderacin de criterios.

    Sin embargo, es en el campo de los Derechos Fundamenta-les donde esta actuacin ponderativa presenta un mayor dina-mismo, y donde la realidad social encuentra, consiguientemente, una mayor aplicacin.

    En la STS de 14-5-1981, se enjuiciaba la constitucionalidad de una norma reglamentaria, al amparo de la cual se haba cam-biado de destino a un inspector de polica, a causa del uso inade-cuado de un telfono oficial especficamente destinado a recibir llamadas relativas a la comisin de delitos graves. El demandan-

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    te recurri contra dicho cambio de destino alegando lesin de la libertad sindical, por haber hecho uso del telfono para fines de promocin de un sindicato policial. El recurrente intentaba situar la controversia bajo una perspectiva ponderativa enfrentando su libertad sindical a las normas aplicadas por la Administracin. La unidad del orden jurdico sera el factor que impondra el trabajo ponderativo y la solucin del enfrentamiento.

    La sentencia razona la inexistencia de norma alguna que obligue a cargar en los presupuestos generales del Estado el costo de unas llamadas telefnicas a la referida finalidad. En la argumentacin de la sentencia se rehuye el planteamiento pon-derativo propuesto, ordenando los trminos del razonamiento de modo inverso a como habitualmente proceden las actitudes pon-derativas: en lugar de situar la controversia en el marco de los objetivos, principios o valores generalizando las normas posi-tivas concretas se reconoce a stas la expresin positiva de las normas y principios constitucionales. Por ello, la apelacin a la realidad social tiene aqu un valor descriptivo, prestando servicio a la idea clsica de lmite de los derechos.

    ...en un sentido general, si bien el Ordenamiento Jurdi-co es un conjunto de valores supranormativos y de normas, que organizan a un grupo social con la finalidad de dirigirlo a la consecucin de los objetivos que se derivan de ciertos prin-cipios superiores enunciados por la Constitucin como Ley Fundamental, siendo el Derecho un orden nico y obligatorio que, por un proceso de constitucionalizacin transforma aquellos valores superiores en realidades exigibles a travs de sus normas formales positivas, ello por s solo no significa que, en todos los supuestos sea la Constitucin formal la nica fuente de derecho directamente aplicable, ya que puede coexistir con otras normas de inferior rango jerrquico, de cuya inspiracin detienen, susceptibles de ser interpretadas dentro de la realidad social del tiempo en que han de ser aplicadas atendiendo fundamentalmente al espritu y finalidad de las mismas, art. 3.1 del C. Civ. vigente.

    De igual modo ha tenido el TS que recordar que una accin dirigida a llamar la atencin del Gobierno sobre el problema del

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    paro, no representa excusa alguna para la comisin de actos delictivos. As en STS 20-1-1984 (Az. 370), se dice:

    CDO.: Que el cuarto y ltimo motivo del presente recur-so (el tercero no fue admitido), al ser articulado por infrac-cin de Ley, por entender que se ha dejado de aplicar indebi-damente el prr. 1 del Art. 3. del C. Civ., en relacin con lo dispuesto en el art. 24-2 de la Constitucin, debe igualmente desestimarse, por los razonamientos siguientes: se funda en que las normas no son interpretadas segn... la realidad social del tiempo en que han de ser aplicadas,... criterios interpretativos que resultan inaplicados a los hechos enjui-ciados, en cuanto se hace una interpretacin extensiva del concepto de orden pblico e indiferenciada del concepto de paz pblica, sin tener en cuenta la realidad social del momento en que los hechos ocurren, ya que la sentencia recurrida hace abstraccin de la finalidad subjetiva de aten-tar contra la paz social que preside dicho precepto, y este art. 3. es de aplicacin por estar incluido dentro del ttulo preliminar del C. Civ., pues establece la normativa de interpretacin de las Leyes; y esta fundamentacin no puede ser aceptada no solamente porque los hechos tienen perfecto encaje en la tipologa del art. 246, conforme hace el Tribunal de instancia, sino adems porque el elemento ten-dencial de la conducta de perturbar el orden pblico, queda reflejado de modo claro y evidente, en la narracin fctica, sin perjuicio claro est que el mvil de la ejecucin delictiva fuese llamar la atencin al Gobierno, dada la situacin del problema del paro en la sociedad, como hecho notorio, pero este mvil no puede ser nunca causa justificante de la comi-sin del delito...

    Igualmente, ha tenido que sealar, que la libertad de empre-sa o la creacin de puestos de trabajo, no ampara suficientemen-te la ejecucin de obras en un edificio en rgimen de propiedad horizontal, prescindiendo del consentimiento de los rganos ordinarios de la comunidad. As en STS de 10-4-1995 (Az. 3248) se dice:

    CUARTO.- No es preciso examinar, por ello, el motivo segundo que amparado en igual ordinal plantea la infraccin del artculo 3. nmero 1 del Cdigo Civil, aunque sea con-veniente aclarar que la realidad social del tiempo en que han de ser aplicadas las normas no supone la justifica-cin del arbitrio judicial, ni una interpretacin laxa de

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    las normas y, desde luego, excluye que se orille la apli-cacin de la norma vigente, al caso concreto. Contiene slo una llamada a la profundizacin en el conocimiento de la realidad social para descubrir mejor el espritu y finalidad de aqullas, en relacin con los dems elementos hermenu-ticas. Es decir, que ni la libertad de empresa, ni la, por otra parte, plausible creacin de puestos de trabajo, ni las exigen-cias que impone el Derecho administrativo que cada vez deja menor campo al desarrollo de la autonoma de la voluntad, pueden justificar la poltica de hechos consumados o el menosprecio de los concurrentes derechos de los dems que deben ser salvaguardados aun con medidas reparadoras o sustitutorias por muy inoportunas que pasado el tiempo, resulten, pues en esta actuacin radica, en gran parte, la esencia del Derecho.

    En otras ocasiones, el criterio de la realidad social adquiere mayor fortuna. As en STS de 16-5-1984 (Az. 3110), donde se pondera la legitimidad de unas obras bajo la perspectiva de la libertad de industria, se dice:

    CDO.: Que con esta solucin se satisface, adems el prin-cipio favorecedor de la libertad individual y de industria, recomendado en el art. 6-2 del Reglamento de Servicios de las Corporaciones Locales, de 17 junio de 1955, y a la que res-ponde nuestra Constitucin; por otra parte, nadie mejor que el propio Municipio para interpretar la normativa apli-cable al caso, de acuerdo con la realidad social del tiem-po en que la misma ha de tener efectividad, como quiere l texto contenido en el art. 3-1 del vigente Ttulo Preli-minar del Cdigo Civil, aprobado por D. 1836/1974, de 31 mayo; realidad que, como ha puesto de relieve el Ayunta-miento en el expediente administrativo, aconseja apoyar la iniciativa privada en el supuesto de autos, por ser de las pocas que se han tenido ltimamente en esta poblacin, azo-tada por el desempleo y la emigracin.

    Una especial mencin, merece la aplicacin del mtodo pon-derativo de resultados en el campo del derecho tributario. En cier-to modo las formas de interpretacin favorable (9), bien en

    (9) Vid. A.D. GIANNINI: Instituciones de Derecho Tributario, Madrid 1957. pg. 31 y ss.

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    beneficio del Fisco (en atencin al fin pblico e indeclinable de los impuestos), bien en favor del contribuyente (en consideracin al carcter odioso y restrictivo de estas normas), podran en cierta medida considerarse como modos de interpretacin de resultados.

    Tan pronto como se empez a acusar la sustantividad de esta materia y el carcter jurdico de sus normas, se acentu la nece-sidad de unas tcnicas interpretativas comunes, aunque signifi-cndose la escasa elasticidad de estos preceptos, y la proceden-cia de interpretaciones poco alejadas de su sentido literal inmediato. De este modo, el literalismo interpretativo vino a acuarse como frmula neutral y objetiva, frente a las interpre-taciones favorables que haba propugnado la antigua doctrina.

    No faltaron orientaciones que propugnaron una actitud cri-ticista, como la encabezada por Larraz (10), que inspirndose en la obra de Geny, propugnaba una superacin del literalismo, citando a tal fin diversas sentencias tanto favorables al Fisco como a los contribuyentes, con las que intentaba demostrar que una actitud menos apegada a la letra no significaba un retor-no a los viejos mtodos de interpretacin favorable.

    La corriente criticista, trataba de colocar en un segundo plano la expresin literal y deca atender a la mens legis y a la mens legislatoris. A ttulo de ejemplo, recuerda el autor citado una STS de 12-11-1954, en la que se resolvi sobre el alcance del viejo impuesto sobre emisin de valores mobiliarios, que no deja de ofrecer cierta actualidad en el impuesto sobre la renta a propsito de los incrementos patrimoniales.

    Segn la ordenacin del referido gravamen, se sujetaban a tributacin los acuerdos de modificacin de derechos y obliga-ciones de los ttulos valores, cuando estos se canjearan o estam-pillaran.

    (10) J. LARRAZ: La contradiccin metodolgica de la jurisprudencia tributa-ria suprema. Anales Direccin General de lo Contencioso, Tomo I, pg. 15 y ss.

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    Muchas sociedades, llevaron a cabo modificaciones en los derechos, pero sin canjear ni estampillar los ttulos con lo que literalmente no incidan en imposicin. Sin embargo, el TS, se separ de la letra, declarando que no poda quedar el gravamen al albedro o voluntad del contribuyente y que en las modifica-ciones sustantivas de derechos, an sin estampillado o canje de los ttulos, se devengaba el tributo.

    Esta interpretacin se aproxima a la sociolgica, slo en el aspecto negativo de admitir una menor vinculacin a la letra, aunque sin dejar de moverse dentro del mbito del precepto interpretado. La indiferenciacin del dato del estampillado o canje de los ttulos, podra considerarse un error de expresin o incluso, un error de derecho al suponer la esencialidad de las modificaciones documentales en los ttulos como condicin vali-dez de sus modificaciones sustantivas.

    Sin embargo, la interpretacin sociolgica, no est constre-ida al precepto, sino que es este el que entra en el juego de la ponderacin frente a otras tendencias o finalidades del ordena-miento y corre la suerte que alcance en la misma.

    En STS de 14-7-1995 (Az. 5820) que ratifica el criterio man-tenido en la de 11-2-1985 (AZ. 481), a propsito de los beneficios tributarios de las viviendas de proteccin oficial, se dice:

    ...se extiendan las bonificaciones de viviendas de protec-cin oficial a las transmisiones de los terrenos destinados a la construccin de las mismas, lejos de constituir una limita-cin o restriccin en la aplicacin de la referida bonificacin, es una expresa ratificacin de la misma; siendo de estimar, como establece el artculo 3 del Cdigo Civil, que las normas deben ser interpretadas segn el sentido propio de sus pala-bras, en relacin con el contexto, los antecedentes histricos y legislativos y la realidad social del tiempo en que han de ser aplicadas, por lo que, como las finalidades de promocin de empleo y de construccin de viviendas, que informan y deter-minan la legislacin sobre Viviendas de Proteccin Oficial, subsisten como principios rectores de la poltica social y eco-nmica del Estado, segn los artculos 40 y 47 de la Consti-tucin, tampoco la realidad social permite considerar que est derogada la referida bonificacin tributaria.

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    En una STS de 11-10-1992 (Az. 5756), se analizaba el alcance de la bonificacin prevista en el art. 13 de la ley de 18-3-1895, sealndose:

    ...que otro de los medios interpretativos ordenados, en el art. 3-1 del CC. es la realidad social del tiempo en que han de ser aplicadas las normas, criterio que tambin conlleva la aplicacin de la exencin, pues es obvio la urgen-te necesidad que en esta poca existe de promover la cons-truccin, lo que en parte se impulsa por la concesin de bene-ficios fiscales a la misma, segn diversas normativas coincidentes siempre en esta finalidad para paliar la escasez de viviendas, promocin de la construccin que conlleva otro beneficio no indiferente a la realidad social de este tiem-po, cual es el de procurar empleo a los que han de llevar a cabo la construccin.

    La interpretacin, como se ve, no es propiamente de normas en conflicto, sino de tendencias o criterios, que se convierten de esta manera en cnones, inspirados en un vago sentimiento de lo nuevo. Ello implica un cambio en el sentido de la sumisin del intrprete al legislador. Aqul se considera ms un heraldo anun-ciador del futuro que un traductor fiel de los mandatos del pasa-do; en este sentido, puede decirse que el intrprete se vincula ms que nunca al poder del momento, acecha los gestos ms insigni-ficantes del legislador, sus tendencias y sus gustos, para que las consecuencias de sus decisiones, se adapten dcilmente a ellos.

    Pero esta aparente sumisin al legislador no deja de colocar al intrprete en un plano funcionalista, como arbitro de las fun-cionalidades o disfuncionalidades de las normas y de sus decisio-nes. Semejante perspectiva, plantea a grandes rasgos dos cuestio-nes que ha analizado con gran penetracin N. Luhmann (11). Una primera cuestin, atae a la propia esencia del Derecho, y se pre-gunta si sirven las consecuencias como criterios adecuados para la diferenciacin de lo justo y de lo injusto, o dicho de otra mane-

    (11) N. LUHMANN. Op. cit. pg. 61 y ss.

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  • JOS MARA PABN DE ACUA

    ra, puede la diferenciacin de lo lcito y de lo ilcito pasar a depender de sus propias consecuencias?.

    La segunda cuestin, atiende a la dimensin prctica del problema, y permite formular la pregunta de hasta dnde alcan-za la visin de las consecuencias de las decisiones. Las dificul-tades comunes en la previsin de consecuencias, es algo conoci-do e inherente a las sociedades complejas, donde las unidades organizativas ms especializadas, se encuentran con situaciones bien diferentes a lo previsto y esperado. Se precisa por ello ironiza Luhmann de anteojeras que impidan ver las conse-cuencias colaterales, los efectos lmite de consecuencias agrega-das y las consecuencias de consecuencias, por lo que la justifi-cacin mediante consecuencias reposa en la presupuesta justificacin del empleo de tales anteojeras.

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    XIV. LA INTERPRETACIN PONDERATIVA