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Novela de ficción Sonrisas de Hierro 2015Todos los derechos reservados únicamente al autor de la novela.15-Sept-15
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SONRISAS DE HIERRO David Alejandro Samaniego
SONRISAS DE HIERRO
DAVID ALEJANDRO SAMANIEGO
SONRISAS DE HIERRO
Con amor incondicional y profundo respeto, dedico este libro a
Holger, Diana y Cándida los mejores padres y amigos de este mundo…
Manuel y Juan Pablo… dulces estrellas en el cielo…
Jorge, Jair, Franz y todos aquellos amigos que contribuyeron de una forma u otra a la realización de todo esto
Prólogo
El instructor Hugo Strange se encontraba escudriñando por entre montones de cajas llenas
de objetos inservibles, al parecer buscaba algo que de un modo u otro le resultase útil para
constituir el sumario, de lejos sentado en una banca vieja y resbalosa Luciano observaba
atentamente sus movimientos. El instructor era algo viejo, pero se conservaba aún entero,
con una espalda erguida, terno casual, zapatos de lona y un sombrero cuyo aspecto
sobresalía por encima de todo su extraño atuendo.
De pronto Strange tosió aparatosamente mientras de una caja sacaba un paquete envuelto
en trapos sucios, y una nube de polvo se agazapaba por entre aquella mano pétrea.
Limpio el polvo con las yemas de sus dedos y empezó a desenvolver lentamente el
paquete, mientras daba pasos lentos sobre la madera crujiente de aquel sótano funesto.
A decir verdad, poco sabían de aquella casa, los enviaron a hacer un recorrido fortuito
inesperadamente, y en el camino conocieron su historia.
Había sido construida a principios del siglo, su dueño Leonardo Lodeiro, había llegado de
África a Europa, y mando a construir dicha casa para su mujer y su pequeña hija recién
nacida: Adelaide. La familia Lodeiro era de clase media, catalogada como amorosa y
tranquila, la infancia de la pequeña Adelaide había sido solitaria, y ya en la adolescencia,
se transformó en una de las mejores estudiantes de su instituto, pero su aspecto un tanto
tímido era algo que conjugado con su belleza daba mucho de qué hablar. Todo parecía
feliz en aquella casa, el señor Lodeiro salía a trabajar todos los días en una fábrica contigua
de Varsovia, llamada “Elet Fabrique Varsov Inc”, su mujer Danielle De Rossi, una pequeña
y hermosa mulata nacida en Saint Louise se quedaba al cuidado de la pequeña Adelaide, y
cuando esta creció, salió a estudiar al instituto de artes de Florencia. No era una familia
acaudalada, pero si provenían de familias reconocidas entre la élite aristócrata de la
región, Leonardo Lodeiro era descendiente directo de españoles afincados durante la
conquista, y había conocido a su mujer durante una visita de campo a sus tíos en Praga.
Pero un día todo esto cambio, el padre inesperadamente falleció de un infarto y la madre
lo siguió 3 años después, Adelaide se había quedado sola, y la gente solo supo asentir que
un día de repente desapareció.
Han transcurrido 25 años y ahora Luciano se encuentra sentado en el sótano frente al viejo
Strange que sigue absorto, recorriendo con la mirada un libro viejo amarrado con cuerdas;
rompió lentamente las cuerdas con una navaja alemana de corte ingles, y empezó a ojear
instintivamente sus páginas, lo cerró de golpe y la nube polvorienta envolvió su rostro un
tanto arrugado.
- Parece una novela o quizás un diario, es muy antiguo, pero tú sabes de esto, quizás
quieras darle un vistazo- dijo Hugo- dirigiéndose a Luciano
Y se lo entrego.
CAPÍTULO 1
MULTIVERSOS
"No, no era el hecho de olvidar, era la intensidad del asunto, las ganas de ausentarnos… Como de buscar otros cielos. Yo quería quedarme te lo juro, pero tú emprendiste vuelo y te conocía tanto que sabía lo mucho que te gustaba volar, así que no te seguí, me quedé, te dejé libre, te dejé volar."
— Fer Dichter
Aquella tarde Luciano recibió la noticia más feliz de su existencia, o por lo menos para él
hasta ese momento lo era, seria padre, el sueño de toda su vida, se estaba convirtiendo en
realidad; salió desaforado a contárselo a todo el mundo, no hubo persona en toda Varsovia
que no supiera que el pequeño Luciano Leodux iba a tener un retoño, la felicidad no cabía
en su semblante.
Recorrió el centro de la ciudad, mientras veía tiendas con ropa de bebés amontonadas en
los almacenes…- Sofía, si es mujer se llamara Sofía – repetía para sí mismo a cada paso que
daba,-en cambio, si es hombre se llamara David- o dependerá mucho de Denisse- pensaba
mientras tropezaba con un hombre que traía frutas en un canasto.
- Disculpe señor- le dijo Luciano, mientras le dedicaba una de esas sonrisas que solo
florecen en los momentos de mayor felicidad existencial humana.
- No hay problema, siga tranquilo señor- le respondió el hombre que por un momento se
había enfadado, pero al ver la felicidad de su semejante aliviano sus impulsos.
Luciano seguía caminando mientras imaginaba las sonrisas de su bebé junto a él,
imaginaba a Denisse su esposa más hermosa que nunca, sentada tomando por los brazos a
esa pequeña humanidad que en unos meses estaría en sus vidas.
Ser padre, era el último sitial que intentaba alcanzar, había cumplido sus sueños al
máximo, o por lo menos así lo creía él hasta ese momento, su esfuerzo había valido la
pena; con el paso de los años se convirtió en uno de los periodistas más afamados de la
región, publicaba en diarios, revistas y tenía apertura a la televisión nacional e
internacional; precisamente durante una visita en calidad de reportero a sus tíos Larregui
en Praga, fue que conoció a Denisse, una pequeña estudiante de medicina, y por pequeña
lo decimos en manera literal, media 1. 50.
Pero aquello no era impedimento para poseer una belleza sobrenatural que enamoró a
primera vista todos los sentidos de Luciano, quién desde el primer momento quedo
cegado por la fuerza infinita y en algunos casos dolorosa, llamada amor; dos años después
contrajeron matrimonio; a sus 25 años Luciano se sentía el tipo más afortunado del
mundo, trabajaba en lo que más le apasionaba, había acumulado suficiente dinero como
para comprar una modesta quinta a las afueras de Praga, pero Denisse prefirió ir a vivir en
Varsovia, por lo que Luciano terminó gastando mucho dinero en la adquisición de una
casa colonial en el centro de la ciudad.
La pareja vivió con emoción durante el tiempo que esperaban al bebé, él admiraba la
sonrisa de Denisse mientras ella hablaba de las cosas que harían cuando el pequeño
estuviese dando vueltas por toda la casa, así mismo soportaba sus antojos, que
misteriosamente o quizás intencionalmente se presentaban durante las madrugadas en las
cuales Luciano mejor podía dormir, sin embargo, jamás un reproche salía de sus labios,
juro protegerla y era lo que día a día haría por aquella mujer ,que innegablemente
dominaba su corazón y sus sentidos; claro está, tenía también que soportar aquellos días
en los cuales las mujeres (y mucho más en estado de gestación) se comportan de manera
poco madura, sus berrinches que la mayoría de las veces terminaban en llanto
melancólico, eran para él ,la muestra ferviente de que su amada Denisse lo necesitaba más
que nunca, así que no encontraba mayor consuelo que acercarse lentamente a su oído y
decirle:
– Ven aquí-, abrigarla en un abrazo, soltarla y tomando su piano, dedicarle las mejores
canciones aun no escritas, pues mientras ella escuchaba, él, enamorado, desnudaba sus
miedos.
No sabía exactamente como seria su hijo, lo único de lo cual tenía certeza era que el día en
el cual llegase cambiaría por completo su mundo, y no estaba para nada equivocado.
Una mañana de Abril, Luciano se despertó más temprano de lo normal, había sido
azotado por una horrible pesadilla, en la cual su Denisse lo miraba fijamente a los ojos
mientras gritaba su nombre, y le pedía que cuide del bebe, el corría en dirección a ella,
pero por más que lo intentaba no lograba acercarse, de repente sentía como una
interminable luz blanca se extendía por todo el espacio y cegaba la claridad mientras los
gritos de un bebé sacudían sus oídos; la reacción siguiente fue tan fuerte que lo saco de la
cama sudando y con los ojos hundidos, Denisse asustada se sobresaltó con el movimiento
brusco de su acompañante de cama, y con la voz entrecortada le dijo:
-¡Luciano!-¿qué sucede cariño?-
-Nada, nada, es solo una pequeña pesadilla-respondió Luciano sacando los pies de las
sábanas mientras intentaba incorporarse inútilmente, pues hubiese parecido que aquel
sueño le había quitado sus fuerzas, extenuándolo por completo.
-¿Qué clase de pesadilla ha sido esta vez?- pregunto Denisse con mayor seguridad,
mientras se cubría con una bata.
-Como las que siempre que persiguen, pero esta vez ha sido un poco diferente-replicó
Luciano, incorporándose de la cama y caminando en dirección al tocador.
-¿Diferente? Explícate, no lo entiendo, ¿acaso está en ella alguien conocido?- pregunto con
interés Denisse mirándolo a los ojos fijamente.
Que ojos más hermosos tiene-pensó Luciano mientras la veía recién levantada con el
cabello castaño alborotado y unos enormes ojos verdes persiguiéndolo - ojala él bebe
tenga sus ojos, dijo para sí mismo con algo de emoción reflejada en una semi-sonrisa que
se esbozaba en su rostro, pero desaparecía en seguida cuando recordó la pregunta de su
esposa.
-Sí, estas tú-le respondió Luciano con una expresión fúnebre - Es por eso que me he
asustado tanto, tu no deberías estar en ellos, es un problema mío, no tuyo- decía Luciano
mientras la desesperación se apoderaba de su cabeza- no quiero se vuelva a repetir todo
de nuevo- dijo mientras se acercaba al sofá y se sentaba
-Amor, el que esté yo en el sueño no significa que nos pasara algo a mi o al bebé –
Acuérdate lo que decía tu padre, todo es cuestión de percepción, no puedes vivir
atormentándote así, son solo pesadillas y ya-respondió Denisse mientras se acercaba y
sentándose junto a él lo abrigaba en un cálido abrazo.
Pero Luciano no podía sacar de su mente aquellas imágenes del sueño que le persiguieron
durante todo el día, pues pareciese que con ello se hubiese hecho mucho más pesado de lo
normal, además las condiciones lluviosas eran las propicias para estar pensando; No pudo
concentrarse y miraba fijamente la ventana mientras evocaba los recuerdos de hace años
atrás.
La imagen de aquella mañana en la cual igualmente, pero con 12 años menos, se despertó
sobresaltado de la cama, había soñado que Emilio su hermano menor caía en un pozo
vacío y mientras caía gritaba a todo pulmón su nombre, en ese tiempo era conocida la
condición de poeta de su hermano, y de lo ligado al mundo sentimental de lo cual se
encontraba, nunca pensó que aquello terminaría con su existencia.
Después de levantarse por la pesadilla, sus padres irrumpieron en su cuarto, su madre con
alaridos y su padre con los ojos llenos de lágrimas, jamás pudo sacar esa imagen de su
cabeza, llegar al cuarto de su pequeño hermano y encontrarlo colgado de una viga de
madera, y junto a él en el piso una carta que decía:
Quizás los multiversos que escribo sean más útiles fuera de este universo.
Los amo y siempre los amaré
Emilio.
Ahora no quería repetir la misma historia, jamás, y mientras lo decía las lágrimas
empezaban a recorrer sus mejillas- Aun no soy lo suficientemente fuerte pensó- y se
levantó de su sillón a buscar un café. Luciano tenía miedo, ese miedo insistente que recorre
cada centímetro del cuerpo cuando se sabe que un ser querido se halla en potencial
peligro, amaba a Denisse, la quería hasta en los veranos de trabajo más largos, y ahora él
bebé seria también su vida entera, no quería que esos sueños se volviesen a hacer realidad,
quería que los multiversos de su vida se quedasen junto a él y olvidar cualquier rastro de
sufrimiento pasado, a Emilio lo dejo volar, pero no quería que de nuevo su alma se
desvaneciese con una partida.
CAPÍTULO 2
QUÉDATE
“Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar indefectiblemente te encontrarás a ti mismo y esa, solo esa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas”
- Pablo Neruda
Aquél 23 de Octubre, Luciano se hallaba escribiendo un artículo de investigación literaria
en su habitación cuando de repente oyó un grito proveniente de la cocina y por un
momento su mente se paralizó, quizás de terror o miedo al saber que esa voz era de
Denisse, salió corriendo del cuarto y se precipitó por las escaleras a todo galope, encontró
a Denisse tendida sobre el piso, cubierta por un charco exorbitantemente ancho de sangre
e inconsciente, la cargo en sus brazos y salió lo más rápido que pudo hacia el auto, en el
camino el miedo se iba apoderando de su ser y repetía cada vez más fuerte - resiste, por
favor en un momento llegamos- mientras las lágrimas empezaban a florecer al ver la
incontenible cantidad de líquido vital que vertía del cuerpo de su esposa.
Al llegar al hospital, los camilleros actuaron lo más rápido posible, coincidentemente el
doctor encargado era un antiguo compañero de universidad de Denisse, puesto que el
doctor que regularmente atendía a su mujer no se hallaba en la ciudad, y puso a su
disposición los mejores equipos posibles; Luciano tuvo que esperar afuera y para él fue el
tiempo más largo de toda su vida, se daba las vueltas, tomaba agua, caminaba de un lado
a otro y el reloj parecía haberse detenido, la gente lo miraba con inquietud y el ya no
pensaba, simplemente se arrinconó en un sofá a pensar- todo saldrá bien- se decía para sí
mismo, - tendrás un hermoso bebe- repetía intentando convencerse; alrededor de las 2 de la
mañana, el doctor salió del consultorio con una cámara digital en la mano y la bata
manchada de sangre.
-Señor Leodoux- dijo con gravedad el doctor mientras se quitaba el gorro quirúrgico y se
acercaba lentamente hacia el sofá.
-Me temo que la intervención se complicó y tuvimos que realizar algunos esfuerzos, por
sobreponer a su esposa- una punzada acaricio el pecho de Luciano, se imaginaba que algo
no andaba bien con todo eso-
- Pero, ¿ella está bien no doctor?- profirió Luciano con una voz melancólica
- Si señor, logramos estabilizarla aunque perdió muchísima sangre- le respondió el doctor
con la vista perdida- sin embargo…- se quedó callado mientras abría su cámara para
mostrarle algo a Luciano.
-¡¿Sin embargo que doctor?! – Respondió un poco alterado y excitado por la forma tan
lenta de hablar del doctor- ¿Mi bebé?, doctor, ¿Dónde está mi bebé?- dijo mientras su
respiración se iba entrecortando pues su cuerpo empezaba a intuir lo peor.
- Me temo que su bebe falleció producto de un prolapso en su corazón durante el parto…-
la noticia retorció todos los sentidos de Luciano, simplemente se desplomó, jamás hubiese
estado preparado para eso -esto es una pesadilla- pensó- es solo eso, no tiene nada de real-
como me va a decir que mi pequeño a muerto- El semblante del doctor le dio a entender su
condolencia y le dijo:
- Lo siento mucho señor Leodoux-y se alejó dejándolo en el piso sentado con la mirada
perdida
Luciano no lo entendía, como podía ser posible que el mundo fuese tan cruel, que Dios
fuese tan injusto como para quitarle de nuevo su otra mitad, su pequeño, su yo en
miniatura. Sintió como las lágrimas empezaron a bajar por sus mejillas pues ya no podía
contenerlas más, y comprendió que los hombres también lloran, no tenía a nadie a quien
abrazar, ni con quien soportar esa punzada en el pecho que le provocaba dolor físico y
emocional extremo, esa noche perdía su futuro, su vida libre, su más preciado tesoro, su
bebé.
Salió del hospital llorando y entro al automóvil, no sería hasta las 10 de la mañana cuando
se le permitiese ver a Denisse y tenía que tomar fuerzas para decirle que todos sus planes
se habían venido abajo; un temblor recorrió sus brazos y las lágrimas no cesaban de caer;
encendió el automóvil y empezó a recorrer la ciudad a toda velocidad, sentía un fuerte
impulso por terminar todo ahí y estrellarse contra cualquier cosa para terminar con el
sentido inútil de su existencia, pero recordó a Denisse y se esfumaron esos pensamientos,
sabía que él tenía que ser ahora el más fuerte de los dos para afrontar lo que se les venía,
pero… ¿cómo? ¿Cómo se puede ser el fuerte cuando todas tus esperanzas han sido
sepultadas?, en ello venia pensando, y no se había dado cuenta que eran ya las 5 de la
mañana, sus ojos estaban hinchados y pareciese que no podían emitir una sola lagrima
más, vio el reloj y cayó en cuenta de la hora.
-Aún tengo tiempo- pensó- será mejor ir a darme un baño-
Paro en un semáforo y compro un cigarro, mientras fumaba vio un hombre pasar de la
mano con una niña y un niño, y sintió como el corazón se desgarraba por dentro, cuando
era niño se desgarro una pierna, hasta ese momento creía que había sido el dolor más
profundo que había soportado, pero lo de ahora trascendía cualquier barrera, es inútil
intentar describir lo que sentía. Mucho menos cuando llego a casa y encontró la habitación
del bebé perfectamente decorada, con Mickey Mouse y Bugs Bunny estampados en las
paredes, y peluches perfectamente ordenados por Denisse para cuando él bebe durmiese y
se sintiese solo, precisamente ahora Luciano se sentía totalmente solo, y las lágrimas
volvían a brotar de sus ojos, provocando un dolor agudo en la retina, puesto que el
cansancio empezaba a hacer estragos en su cuerpo.
Tomo un baño de agua helada, con la esperanza de despertar de esa pesadilla viviente en
la cual se encontraba, eran las 7 de la mañana y Luciano estaba sentado en su escritorio
con la mirada fija en la puerta de la habitación contigua, que casualmente era la de su
bebé, de repente el teléfono sonó:
- Buenos días, le saludamos de parte del hospital de Saint Louse, ¿tenemos el gusto
con el señor Leodoux?
- Efectivamente- respondió Luciano con una voz que reflejaba el profundo letargo en
el cual se hallaba sumido- ¿puedo ayudarlos en algo?-
- Sí, señor, para confirmarle que las visitas a su señora esposa estarán abiertas desde
hoy a las 10 de la mañana puesto que el doctor ha requerido un segundo chequeo.
- Está bien-contesto Luciano e inmediatamente cerro el teléfono, maldiciendo al
hospital pues bien sabía que su único interés era recibir su pago.
No podía mover ni siquiera una pierna, era como si todas sus fuerzas de repente se
hubiesen desvanecido, y agotado cayó dormido profundamente.
Se despertó sobresaltado, esta vez no tuvo ninguna pesadilla, sino que había aguardado la
esperanza de abrir los ojos y encontrarse en la cama junto con Denisse y que todo esto no
fuese la cruel realidad en la cual estaba, fue en vano, se despertó en el mismo sofá en el
cual había quedado, y con un desgano extremo se levantó de el en dirección a la cocina;
miro el reloj daban ya las 8 y 30 de la mañana, tenía tiempo suficiente para preparar algo y
vestirse, pero más que todo para reunir el valor suficiente y no quebrarse por completo al
ver a Denisse y tener que contarle que la más grande ilusión de sus vidas se había
esfumado, se vistió casualmente, no quería dar la impresión a su esposa de estar
deprimido y para disimular las ojeras ocasionadas por el llanto, uso unas gafas de sol que
se puso antes de entrar al auto y emprender el camino hacia el famoso hospital.
Durante el trayecto fue pensando en cómo decírselo a su esposa, sabía que el sería el
primero en verla cuando despertase, así que tenía que saber que decir exactamente, pero
por más que lo intento no logro articular palabra alguna a modo de preparación – Tendrá
que ser espontáneo y natural – dijo en voz alta para sí mismo, mientras doblaba en una
esquina angosta donde miles de chiquillos revoloteaban jugando con balones y juguetes
viejos.
Jugueteaba con los dedos sobre el volante, pero más que estar en este mundo, se hallaba
perdido en algo paralelo- recuerda tu que puedes- hablo una voz interior en su cabeza,
pero sus ojos empezaron a evocar el día cuando conoció que sería papá, no lo podía creer,
siempre lo había soñado, es más, recordó que cuando tenía 17 años le escribió una carta a
ese hijo aun no conocido y que ahora se encontraba en camino de conocer, pero… muerto,
al decir aquellas palabras en su mente, un vacío interior sacudió todo el cuerpo causándole
una sensación de redención, y la fuerza que había estado intentando reunir parecía
haberse desvanecido por completo.
Por fin había llegado al hospital, se bajó del auto y vio la fachada del edificio azul, jamás
su vida sería igual.
Llego a la recepción y le pidió a la secretaria le dejase pasar a ver a su esposa, ella
cadenciosamente le coqueteo al principio, pero declino de ello, cuando el enfatizó al decir
-Quiero ver a mi esposa, por favor-
- Sala 41, habitación 17- dijo la secretaria ya sin la dulzura del principio e invitándolo a que
se retirase lo más pronto posible.
Mientras caminaba sintió un leve roce en la espalda, al voltear vio a Irina, la hermana de
Denisse, una chica de unos veintitantos años, pelirroja, mucho más alta que su esposa, con
ojos verdes azulados sesgados con marcas de nacimiento a forma de pecas junto a los
pómulos, quién con lágrimas en los ojos le dijo: - lo siento – el solo la abrazó y suspiro
profundamente, no quería derramar más lágrimas, no antes de ir a ver a su princesa.
Quizás Irina lo adivino por que le acarició el mentón diciéndole
– Él bebe está en la sala 15, lo he vestido con lo mejor que pude comprar y simplemente
espera por ti-
-Quería vestirle yo- replicó Carlos con un sonido quebradizo en su voz
-Me he adelantado- Ven tienes que verlo- Se parece mucho a ti- enfatizó Irina con ojos de
mujer apiadándose de un cachorro que acaba de ser herido
Lo tomó de la mano y el simplemente se dejó guiar por la pelirroja, el camino le pareció un
suplicio completo, ascendieron por algunas gradas y usaron el ascensor en 2 ocasiones,
Luciano se dio cuenta que el edificio era mucho más grande de lo que creía, hasta que por
fin llegaron frente a la puerta marrón de cedro que tenía un rotulo:
ZONA DE NEONATALIDAD
El corazón se le aceleró al pensar que quizás fue un error y su bebe se hallaría vivo, en
alguna otra parte .Entraron a una sala donde había montones de cristales con bebés
durmiendo como pequeños osos, acurrucados, con mantas y otros más pequeños,
conectados a máquinas de oxígeno, se acercó a una caja y vio a una bebé (reconoció que
era mujer por su mono rosado, con orejas de conejo) , ella, era la única entre alrededor de
25 niños que se hallaba despierta, y observaba atentamente a Luciano con grandes ojos
fijos color negro y unas pestañas totalmente curvadas- Eres hermosa- le dijo Luciano
viendo sus ojos, ella articulo un sonido, inentendible, quizás en muestra de
agradecimiento al primer cumplido de su vida.
Luciano es por aquí- susurró Irina, intentando sutilmente decirle que su hijo no se hallaba
ahí, él la siguió y empezó a sentir como un frio se colaba por sus manos, y sus piernas
temblaban como dos locomotoras.
Llegaron a una sala ampliamente iluminada con mesas azules por todos lados, y en ella
una pequeña caja blanca, en la cual bien, hubiese podido caber un conejo o quizás un gato.
Irina con los ojos abiertos le dijo : Ve es ahí- indicándole el sitio
Luciano la quedo viendo y se dio cuenta que ese era solo su momento, y ella quería darle
la oportunidad de “conocer y despedirse” del pequeño con privacidad, Luciano siguió
caminando hasta la caja y alzando la vista pudo distinguir, un rostro iluminado, tenía las
cejas pobladas como las de su esposa, el color de sus ojos quizás nunca lo sabría, tenía una
frente angosta con rasgos conocidos para él, los suyos, observó sus labios morados por el
frio, pero con una sutil señal de sonrisa, o solo era su imaginación, pero daba la impresión
de hallarse dormido y estar esperando el momento preciso para despertar y abrir esos
párpados rompiendo en llanto, en secreto el esperaba que sucediese eso, pero las
esperanzas se desvanecieron cuando con los ojos pasmados, tomo una de sus pequeñas
manos frías y abrazo su cuerpo pequeño, emanaba un olor celestial, no podía creer que
aquel Ángel estuviese dormido…para siempre.
No lloró, creía que aquel encuentro con su hijo no era digno de llanto, más bien tenía que
ser motivo de felicidad, Irina había abandonado la habitación y ahora si Luciano frente a
su hijo empezó a relatarle sus emociones:
- Hola pequeño amigo, estas muy guapo, probablemente tendrías muchas
admiradoras en el colegio, por lo menos muchas más que yo y todos los demás
hombres de la tierra juntos, definitivamente no creo que te parezcas a mí en eso,
creo que es algo más de tu madre que mío, créeme traía locos a todos en la
secundaria.
Como…explicarte lo que siento, perdóname en primer lugar por no ser fuerte
como tu si lo has sido, es confuso tratar de asimilar todo esto de la mejor manera, y
espero algún día sepas entenderme, no sabes la felicidad que causaste en mi
cuando supe que vendrías a este mundo, me sentía tan seguro, tan invencible, tan
preparado, pero no fue así….Contigo he aprendido a sacar muchas cosas de mi que
ni yo creía que eran posibles, contigo he aprendido a ser un hombre de verdad.
No te imaginas las ganas que tengo ahora de que abras los ojos y me veas, poder
escuchar tus palabras, tus balbuceos, poder darte mi mano en cada caída, poder
atraparte y comerte a besos, poder platicar contigo de Fútbol y de los mejores
programas televisivos, hablarte de lo hermosa que es tu madre al oído para que tu
sepas que tienes la mejor madre del mundo, porque la tienes, te siento y es tan
compleja la situación que no se si en algún momento la entenderás, espero que sí,
que me entiendas y me permitas entenderte, ahora que estas guardado en mi
interior, que eres tan indefenso y tan grande a la vez y ya no dependes tanto de mí,
más bien yo dependo de ti, que te siento seguro y alejado de todo este exterior
lleno de miedos, de dificultades y conflictos, pienso en cómo no alejarme de ti,
cuando ahora es inevitable, me duele no poder enseñarte tus primeras virtudes y
defectos, me apena no poder darte música y letras eternamente, pienso en cómo
lograr que nada de eso te toque o te lastime, e imagino que desde esta barrera todo
será más difícil, pues ahora me tocara a mi superar los efectos del mundo, te amo
pequeño, siempre lo haré, me duele no poder enseñarte a conducir, mientras te
platico de mujeres con sus ventajas y desventajas, me apena no poder llevarte a tus
primeras fiestas, mientras tú te arreglas tras el espejo del auto, me quiebra no
poder compartir contigo tus logros, fracasos, amores y sufrimientos y pido para
que allá arriba sepas guiar mi vida, no… no podría hablar de todo lo que siento,
porque ni yo si quiera lo sé, solo tengo claro que te adoro y que jamás amaré a
alguien de la forma en la cual te amo a ti. Cuídame pequeño y a tu madre también.
Hasta siempre.
Al callarse notó como una lágrima bajaba de sus mejillas y caía en las diminutas manos de
su bebé, lo miro de nuevo y agachándose poso sus labios sobre la mejilla izquierda de
aquel pequeño pedazo de humano- Buena suerte Andrés- le dijo y salió de la sala.
Afuera Irina aguardaba con impaciencia, y al encontrarse no hizo alusión alguna al
momento que acababa de pasar, simplemente le dijo con voz cálida mientras tomaba la
mano de Luciano para despedirse- Afuera están tus padres, ya han sacado de la sala a
Denisse y está estable, en unos minutos despertará, será mejor que vayas con ella, yo me
encargaré de arreglar todo lo del bebé- el asintió con lo cabeza y salió dando pasos lentos,
al parecer la impresión de haber conocido a su hijo lo hacía sentirse fuerte,
inexplicablemente sintió como si en una de sus manos un calor le recorriera y le animara a
buscar a su esposa.
Efectivamente al salir de la sala encontró a sus padres sentados en la sala de espera, pero
junto con ellos, una gran cantidad de personas más, los padres de Denisse preocupados
empezaron a preguntar por su hija, él les tranquilizó diciéndoles que en unos momentos
iría al cuarto para ver cómo se encontraba, además sus primos estaban presentes ahí y lo
abrazaron quizás en señal de condolencia pues ya sabían lo del pequeño Andrés, estaba
decidido se llamaría Andrés, como su abuelo.
Pero lo que más le llamo la atención, fue la presencia distante de dos hombres vestidos de
negro que lo miraban fijamente, hasta que los reconoció, se separó del resto y se dirigió a
ellos, mientras en el camino uno de ellos se paraba y abría los brazos para recibirlo,
cuando Luciano llegó se estrecharon en un enorme abrazo cargado de intensidad y aprecio
- Luciano - susurró el hombre con cabello ondulado, y ojos negros- lo siento mucho amigo
mío-
- Francesco- respondió Luciano con los ojos cerrados y sintiendo que aquel abrazo era todo
lo que necesitaba ese momento para recobrar su fuerza – cuanto tiempo, gracias por venir
amigo
Al separarse, el otro hombre vestido de negro se sacó las gafas y le dijo a Luciano: - Te
hemos buscado durante años-
-Lo sé Pietro- respondió Luciano con los ojos languidecidos – Los he necesitado mucho-
- Y nosotros a ti- afirmó Francesco- e inmediatamente los 3 se abrazaron como niños que
acaban de marcar un gol al final de su receso.
Luciano sintió que no podía contener todo esto por más tiempo, rompió a llorar en los
hombros de Luis mientras Francesco le acariciaba la cabeza, y le susurraba- Tranquilo
viejo, la esperanza aún no está perdida-. Luciano lo sabía, aún le quedaba su princesa, y
lucharía por ella ante cualquier maleficio, recordó las palabras de Benedetti:
“Eres mi conjuro contra la mala jornada”
Y eso era Denisse para él, su fórmula secreta, la princesa que no podía perder jamás su
corona, recuperó la compostura, y disculpándose de sus amigos se dirigió a sus padres,
ellos con una mirada lastimera lo acariciaron y su padre le dijo- Ve ahora ella es quien más
te necesita –
Había postergado demasiado aquel encuentro, era hora de ver a Denisse, porque
seguramente estaban muriéndose de la angustia al no saber absolutamente nada de su
bebé, Luciano hubiese dado la vida entera porque su hijo se encontrase sano y salvo, pero
tenía que afrontar la dura realidad. Paso por un largo corredor, mientras ordenaba las
ideas en su cabeza convenciéndose a sí mismo de la fortaleza que debía reunir para decirle
todo lo que acababa de suceder, al doblar por un pasillo, llego a la puerta 17, y el corazón
empezó a palpitarle con rapidez, respiro hondo y empujo la manija dorada que aseguraba
la entrada
Ahí estaba Denisse, acurrucada del otro lado sobre la cama, Luciano supuso que estaba
dormida, así que predijo que lo mejor sería sentarse a su lado a esperar que despertase,
lentamente se sacó su chaqueta y subió las mangas de su camisa hasta la altura de los
codos , y se sentó en una butaca de madera, en frente de ella, observó su rostro claro, con
una apariencia de niña dormida, le recordó a la imagen de su hijo y no evito plasmar una
sonrisa -cuanto se hubiesen parecido, incluso en el humor, quizás Andrés hubiese sido un
sentimentalista e irritable como Denisse o quizás peor, hubiese sido un sentimentalista
demasiado soñador como yo- dijo para sí mismo mientras recorría con su vista el rostro de
la mujer de la cama.
Cuanto la amaba, no imaginaba sus días sin ella a su lado.
De pronto, Denisse abrió los ojos de manera imprevista, y clavo su mirada sobre el
hombre de enfrente, Luciano sintió una punzada en el pecho y comprendió que había
llegado el momento.
Denisse aun con la vista perdida, quizás como consecuencia de la anestesia aplicada, dijo:
-¿Dónde estamos Luciano? ¿Qué pasó con el bebé? ¿Está bien?
Aquellas preguntas enmudecieron por completo a Carlos, pues precisamente esas eran las
preguntas que menos quería topar en aquel momento, así que simulando tranquilidad, se
arrodilló junto a Denisse y le acaricio la cabeza, diciendo:
- Lo importante es que estamos bien, rompiste fuente y estás en el hospital cariño-
- ¡Que! ¿Y el bebé? Luciano dime que paso con mi hijo- replicó Denisse con un tono de
desesperación evidente en su voz lastimera y cansada. Luciano se dio cuenta de la
dificultad en la cual se hallaba, sería posible, ¿Sería tan valiente como para decirle
fríamente, ¡nuestro hijo murió!? ¿Después de todas las esperanzas y la alegría de saberse
madre, tenía que ser el quien rompiese la ilusión de un ser tan divino como Denisse, de un
solo sopetón?
Una vez más volvió a cuestionar a Dios. Pero una voz interior le dijo al oído – Solo hazlo-
así, que tomo la mano de su esposa, cerró los ojos en una especie de ejercicio de
interiorización, guardo una vez más aire e intento buscar las palabras más adecuadas con
las cuales hablar, hasta que finalmente le dijo:
- Sabes que te amo más que a cualquier cosa en el mundo ¿verdad?, y que he jurado
protegerte siempre de todo peligro, Sabes que amo con mi vida al pequeño Andrés,
porque he decidido que se llame como mi abuelo, y escúchame pase lo que pase de aquí en
adelante, recuérdame como me ves, amándote, acariciándote, sin importarnos el tiempo,
ni el lugar, solamente amándonos, como el primer día cuando te vi salir de aquel salón
azul de medicina, ¿ recuerdas? , como el primer beso, como la primera caricia, y jamás por
favor, jamás te vayas de aquí sin mí, porque yo no existo sin ti, no vivo sin tu voz, mucho
menos sin tus caricias, y ni hablar sin tus besos, lo que te ofrezco es amor, porque no tengo
más que hacer, que ofrecerte eso, porque quiero hacerlo, porque necesito hacerlo, porque
sé que en el fondo tu estas enamorada de mí, aunque a simple vista no lo parezca, pero
cariño, este amor no es por necesidad, tu sabes, el peor error del hombre es creer que el
amor se busca, como si fuese un almacén, cuando tú y yo sabemos que el manual del amor
y del olvido están pegados uno a uno por hojas llamadas caprichos, y que solo se pueden
separar y leerse cuando el verdadero amor llega, y precisamente es lo que llego a mi vida
al conocerte, y ahora, me duele en el alma, se me parte el corazón decirte que nuestro
pequeño, no resistió las eventualidades de este mundo tan cruel, y partió un poco más
pronto que nosotros, el fruto de aquel amor que nos tenemos, simplemente se nos
adelantó…
En ese momento abrió los párpados y observo a Denisse con la cabeza levantada
mirándolo fijamente con aquellos penetrantes ojos verdes, brillosos, y cargados de
melancolía mientras lágrimas empezaban a brotar sobre sus mejillas, Luciano tomó su
mano con más fuerza y termino diciendo:
-Y ahora, él aguarda desde allá arriba por nosotros, pero antes tenemos que superar
muchas pruebas, muchísimas, y para todo tenemos que estar juntos- Y en una especie de
presentimiento finalizó- Nunca, me digas hasta nunca, cariño-
Denisse lloraba a mares abiertos, y Luciano solo acariciaba su larga cabellera castaña, en
una especie de consolación compartida, pues él también se partía por dentro.
De repente su esposa, dejo de llorar y secándose las lágrimas con las mangas de su bata
médica le dijo:
- Quiero ver a mi bebé-
- Denisse, lo están vistiendo ahora, te prometo que lo traeré yo mismo cuando esté listo-
- No mientas, quiero ver a mi bebé- replico Denisse con la voz alterada
- Pero ahora no puedes cariño, aun estas enfer….-no pudo terminar la frase, pues su
esposa lo interrumpió con un grito
- ¡Entiende de una jodida vez, que quiero ver a mi hijo! ¿O acaso intentas escondérmelo?
¡Tráeme a mi bebé!- la histeria de su esposa lo sorprendió tanto, pues era la primera vez
que la veía así.
Intento apaciguarla acariciándole la cabeza, pero ella empezó a golpear todo a su
alrededor, y zafándose de la cama se paró de golpe, rompiendo botellas y golpeando en el
pecho a Luciano repitiendo la frase: -¡¿Por qué mi hijo?!- -¡¿Por qué mi hijo?!- -¡¿Por qué mi
hijo?!-
Hasta que por fin cayó al suelo mientras Luciano la sostenía, y ya en él, seguía golpeando
el pecho de Luciano, pero esta vez ya no con ira, sino más bien con sufrimiento, mientras
lloraba y gemía desesperadamente sobre el torso de su compañero de vida
El sonido provocado había causado tanto revuelo que pronto 3 enfermeras y el doctor
entraron al cuarto y al observar la escena se quedaron pasmados, las 3 enfermeras
intentaron levantar a Denisse, pero ella, con lágrimas en los ojos suplicaba a Luciano que
se queden juntos, el doctor no lo permitió e implantó una dosis de etorfina, para calmar a
la pequeña mujer que luchó con sus últimas fuerzas hasta que se durmió profundamente
Luciano abandono el cuarto cuando colocaron ya en la cama a Denisse, al cerrar la puerta
se recargo sobre la pared contigua y se sintió desfallecer, empezó a llorar como un niño,
imparablemente, mientras sentía el contacto del frío parapeto sobre su espalda.
Aquella noche Luciano se encontró consigo mismo, y no precisamente fue la mejor
experiencia, se enfrentó a sus miedos, conoció a su hijo, y lloro por su esposa y su vida,
aquella noche Luciano se encontró con la realidad del mundo.
Después de estar recargado en la pared y una vez los doctores se hubieron marchado,
Luciano ingresó silenciosamente de nuevo en el cuarto, y encontró a Denisse conectada a
una máquina de oxigeno provisional, quizás la mantendrían dopada durante algún
tiempo, tomo su mano y la beso lentamente, el contacto de la piel de Denisse con sus
labios lo fortalecían, se sentía más valiente, y justo en el momento cuando se acercaba a la
puerta para marcharse, escucho un sonido extraño, regreso hacia donde Denisse y escucho
claramente como ella con los ojos entreabiertos le decía :
Quédate esta noche junto a mí por favor.
CAPÌTULO 3
SIN ELLA
"Ella me pidió tiempo; yo le di mis lunas y mis soles, mis segundos los minutos y mis horas. Le ofrecí un octubre acompañado de, 11 meses, envejecer con ella, y hasta le obsequié mi reloj de arena. Ella me pidió tiempo. Creo que las definiciones en su diccionario, no son las mismas que en el mío."
— Ecatzin
-No puedo más-
- No podemos más- replico Denisse ofuscada ante el comportamiento infantil que tenía un
evidentemente embriagado Luciano
- Como… voy a poder seguir, si cada maldita noche, lo único que haces es llorar en la
cama y ni si quiera tienes el valor de mirarme a los ojos- decía Luciano mientras
inútilmente intentaba incorporarse del sofá en el cual había caído la noche anterior al
llegar a la madrugada-
-Lloro porque tú no has tenido el valor de ser el hombre que prometiste ser-
-Te recuerdo que también tengo sentimientos-
- ¿Y yo?- ¿Crees tú que vivo feliz a lado de un hombre que no pudo ponerse los
pantalones?-¿Un hombre cobarde que prometió amarme y lo único que hizo fue
convertirse en alcohólico para así destruirse a sí mismo?
- Yo no soy cobarde- Y te necesito
-Dime para que me necesitas, si lo único que haces es llorar cuando te emborrachas-
-Y tú crees que eso es cobardía, para que sepas expreso mis sentimientos-
Denisse disimulo una risa, mofándose
- Eres un completo idiota- dejo diciendo y se alejó a pasos apresurados hacia la cocina.
Luciano cerró los ojos e intento disipar su mente, el panorama era nublado, y de repente
todo se tornó negro, empezó a escuchar gritos de su esposa, y de un bebé, pero el
magnetismo de una extraña corriente lo hacía seguir sujeto al sofá, hasta que todo se hizo
blanco…
Despertó, sobresaltado y empapado de sudor, con la camiseta de Manowar rasgada, un
intenso dolor envolvió su cabeza, y se la agarro diciendo:
- Maldición, de nuevo una pesadilla- e inmediatamente se dispuso a bajar de la cama
En el camino a la cocina fue pateando botellas de whisky y ron regadas por todos lados, al
llegar a la cocina se quedó meditabundo al ver en el frigorífico una foto donde estaba el,
con 5 años menos abrazado a la cintura de Denisse quien en ese entonces no era más que
una jovencita estudiante de medicina
- Cuanto pasa el tiempo- pensó para sí mismo- Y cada día te extraño más aun-
complemento dirigiéndose a la fotografía y acariciando con el dedo índice el rostro de la
mujer de la foto
Recordaba como si fuera ayer todo lo sucedido en el último año, la voz de Denisse al llegar
a casa después del hospital, ofreciéndole un café, y a él sentado en el mismo rincón donde
ahora se hallaba engulléndose el café de forma apresurada, y sin ni siquiera prestar
atención a que era lo que realmente tomaba
Recordó cómo, aquella noche, no pudieron dormir, y se mantuvieron abrazados mientras
lloraban juntos, el intento controlarse, pero le fue inútil, con Denisse no se podía fingir, las
emociones eran puras con aquella mujer, no entendía como pudo perderla en tan poco
tiempo.
-Soy un idiota- sentenció, olvide amar a la mujer de carne y hueso por mantenerme
idealizando a la mujer de mis sueños- y encendió un tabaco blanco
Ciertamente todo cambio en su relación luego de la pérdida del bebé, al principio
empezaron a sufrir juntos, pero después, Luciano decidió que era momento de salir, pero
olvido un pequeño detalle, el ayudar a Denisse a salir con él, olvido el sentido total del
amor, ese amor totalmente desinteresado que había inculcado durante años, lo olvido y la
factura fue muy cara, perdió a su media vida, a su amante, a su Denisse.
La soledad para él era un camino estrepitoso que conducía hacia niveles de depresión
inimaginables, lo había escuchado durante años, pero nunca creyó que llegaría a sufrirlo,
se estaba deprimiendo, y la causa principal por la cual perdió a Denisse había sido
precisamente eso, el verse solo, lo hizo refugiarse en el alcohol, primero llegando días
saltados a casa ebrio, después todos los fines de semana, hasta que despertó cuando
comenzó a embriagarse todas las noches solo en la casa, y su esposa no lo aguanto, lo
encaro primero de manera sutil como siempre lo había tratado, pero luego esas conexiones
mágicas que hasta ese momento habían tenido se terminaron, y empezó la técnica de la
indiferencia ante los problemas del otro.
Luciano seguía pensando absorto mirando fijamente el piso, mientras el tabaco blanco se
consumía en su boca.
Recordó como aquella tarde del 23 de Marzo, Denisse preparo una cena esplendorosa con
el motivo de festejar un nuevo aniversario de matrimonio, él se dirigía a casa cuando en el
camino se encontró con Andrea un viejo amigo de universidad, quien le presento a un
hombre muy curioso llamado Hugo, jamás imagino que este tipo sería quien al final de
todo le devolvería el ánimo y las ganas por seguir luchando, Andrea lo invito a unas
copas, Luciano en un principio las acepto, pero Hugo con la tranquilidad más litúrgica del
momento le dijo:
- Veo que traes rosas y no creo que seas capaz de dejar al amor de tu vida sola, por estar
con unos fanfarrones como nosotros-
Luciano se quedó atónito al escuchar esa frase e inmediatamente se despidió de ellos,
entró en el auto, manejando a toda velocidad a casa, donde una hermosa mujer lo
esperaba, vestida de rojo, aquella noche fue la última en la cual sus corazones
compaginaron de nuevo.
Aquella revelación lo hizo entrar en razón por algún tiempo, pero no fue por mucho, no
creía como pudo haberse terminado todo de manera tan inesperada, lo único en lo cual
tenía total seguridad era en decir que Denisse tuvo mucha culpa en su ruptura.
Él quería amor y quería amar, pero después del bebe ya nada fue igual, Denisse no
hablaba si no era para pedir algo o para comunicar una noticia que creía era de interés
mutuo, pero para nada mas, los “te amo” dejaron de circular por su vocabulario, los
abrazos de cintura se empezaron a hacer cansones, y las salidas juntos cada vez mucho
más limitadas.
-Quizás ese sea el error de las parejas- pensó- el creer que porque ya se enamoró de ti, no
tienes que hacer las mismas cosas que sirvieron para enamorarla-
-Pero a pesar de las conductas de Denisse- expresó Luciano en voz alta- yo tuve mucha
culpa en todo esto, me aleje del mundo a mi alrededor, incluso de la mujer que era para mí
la vida entera-
-Los dos éramos uno solo, y fragmentamos este cuerpo solido que creíamos tener-
Se dio cuenta de que aquel tabaco en su boca se había consumido por completo, y decidió
cambiarlo, por algo más fuerte, pero el momento en el cual iba a encender de nuevo el
cigarro, sintió los deseos de salir a la calle y correr como nunca para así olvidarse del
mundo, quería olvidar sus penas, incluso olvidarse de sí mismo, así que se levantó de la
silla en un santiamén y se dispuso a arreglar la cocina; lo hizo en 5 minutos, se quitó la
ropa que llevaba, aun con el efecto del alcohol en su cuerpo, mientras sentía que gotas de
sudor se desparramaban por su espalda, y entro a la ducha de agua helada, que quería
sentir desde hace ya mucho tiempo.
Sintió como el agua bajaba por su cuerpo, mientras sus nervios se apuntaban y extendían
en tanto una corriente eléctrica se apoderaba de la punta de sus dedos, esa ducha lo hizo
mejorar, o por lo menos para el sí, sintió como el agua helada le quitaba por completo los
efectos de las botellas ingeridas, ya no sintió ese mismo dolor en su espalda, y se sintió con
la fuerza de convicción necesaria como para salir a buscar a su Denisse donde quiera que
se encontrase.
Por la tarde arreglo la casa lo mejor que pudo, tiro las botellas vacías y dio un literal baño
de perfume a todo, pues no quería que ese olor a muerte lo siguiese persiguiendo, no
entendía nada a su alrededor o quizás entenderlo no era el principal objetivo.
- Nadie entiende a las mujeres y aun así los hombres se enamoran- pensó para el mismo
- No creo tenga sentido alguno el entender la vida si al fin y al cabo perdemos la razón
siempre- medito mientras encontraba un bóxer bajo la cama
Su cambio de actitud no se veía influenciado por alguna razón en particular, aún ahora el
nuevo Luciano se sigue cuestionando ante la interrogante de saber que o quien hizo que
aquella mañana tomara la decisión de reencontrarse consigo mismo, quizás la
combinación de Johnny rojo con Ron italiano y canciones de Dorian, o quizás ese sueño-
pesadilla que llevaba persiguiéndolo ya dos semanas enteras seguidas pueden haber sido
las causas, sea como sea las palabras de Neruda lo decían claramente:
“Algún día en cualquier parte,
en cualquier lugar
indefectiblemente te encontrarás
a ti mismo
y esa,
solo esa,
puede ser la más feliz
o la más amarga de tus horas”
Y aquel día Luciano se encontró consigo mismo.
Al principio considero que aquel sueño sería una revelación, talvez en algún lugar Denisse
lo necesitaba, pero después creyó que tendría que ser más escéptico- Ella no es quien me
necesita, yo soy el que la necesita- dijo en voz alta mientras se cambiaba de ropa, y se
ponía el terno que usaba regularmente cuando salía a hacer entrevistas importantes.
Hace ya 5 meses que perdió el trabajo en el diario, el llegar ebrio a tomar notas no es muy
recomendable en un periodista famoso, mucho menos en un tipo que había ganado el
prestigio a punta de libros, revistas y secciones literarias.
- Toda una vida hablando del amor, para venirlo a perder como un idiota- expreso
con rabia mientras el nudo de la corbata se convertía en una avalancha de tirones
mal hechos.
Luego de intentar numerosas veces el mismo nudo, y hasta conseguir algo que por lo
menos se asemejase a un nudo racional demoro 30 minutos en ello.
No sabía exactamente porque se había vestido formal, ni porque quería salir de casa, lo
único palpable en todo aquello era que quería desesperadamente buscar a Denisse y
encontrarla, pero… ¿Cómo hacerlo? No tenía la más mínima idea acerca del lugar en el
cual se pudiese encontrar, perdió el total contacto con ella, en eso iba pensando mientras
caminaba lentamente hacia el escritorio del cuarto contiguo y se sentaba frente al
computador dorado que siempre lo había acompañado en las noches lluviosas de
escritura…
-Quizás mi error fue dedicarle menos tiempo del cual se merecía- dijo en su mente
mientras presionaba el botón negro de encendido, hace mucho no usaba aquel
computador, precisamente desde el día en el cual lo despidieron del diario, fue la última
vez que había escrito una carta dirigida a su madre, contándole su situación, y ahora con
un suspiro acariciaba las teclas suaves, mientras intentaba ordenar las ideas en su cabeza,
no había cambiado mucho el panorama desde el día en el cual Denisse decidió dejarlo, tal
vez cansada de ese ánimo desarraigado y poco convincente de su esposo, que caía casi en
la depresión elocuente, Luciano suspiro de nuevo desanimado, mientras el computador le
pedía una actualización inmediata, así que aprovecho ese momento para recostar su
cabeza en la parte posterior de la silla, mientras en su mente una nube de recuerdos
empezó a desempolvarse:
Recordó como esa noche de Mayo, deprimido, decidió escuchar canciones de
Extremoduro y Vetusta Morla solo, mientras intentaba a través de los tragos evitar las
lágrimas, era un momento tan extraño pues se sentía solo, juzgado, sucio, perdido, odiado,
y odiaba, sabía que esos sentimientos no eran propios de él y eso le hacía entrar en un
estado de desesperación consumada, quería romper con todo, quería romperse a sí mismo,
pero no pensó en Denisse quien con lágrimas de pena, empacaba sus cosas en la
habitación que era del bebé, él noto como Denisse se paraba en frente suyo, mientras con
sus ojos verdes le pedía suplicante que parase, pues necesitaban hablar, el con una actitud
casi arrogante no lo hizo más bien subió el volumen al equipo de sonido, ingiriendo a
tragos agigantados más vino tinto, se sentía invencible mientras bebía y eso lo hacía creer
fuerte para no desmoronarse. Pero olvido a su pequeña Denisse quien ese momento lo
decidió todo, decidió ponerle fin a algo que para ella no tenía compostura, Luciano aun
con los ojos cerrados sobre la silla esperando a que el computador se actualizase recordó
aquello que lo hacía estremecerse, esa maldita discusión de la siguiente mañana, que aun
retumbaba en su cabeza a voces vociferantes:
-No puedo más-
- No podemos más- replico Denisse ofuscada ante el comportamiento infantil que tenía un
evidentemente embriagado Luciano
- Como… voy a poder seguir, si cada maldita noche, lo único que haces es llorar en la
cama y ni si quiera tienes el valor de mirarme a los ojos- decía Luciano mientras
inútilmente intentaba incorporarse del sofá en el cual había caído la noche anterior al
llegar a la madrugada-
-Lloro porque tú no has tenido el valor de ser el hombre que prometiste ser-
-Te recuerdo que también tengo sentimientos-
- ¿Y yo?- ¿Crees tú que vivo feliz a lado de un hombre que no pudo ponerse los
pantalones?-¿Un hombre cobarde que prometió amarme y lo único que hizo fue
convertirse en alcohólico para así destruirse a sí mismo?
- Yo no soy cobarde- Y te necesito
-Dime para que me necesitas, si lo único que haces es llorar cuando te emborrachas-
-Y tú crees que eso es cobardía, para que sepas expreso mis sentimientos-
Denisse disimulo una risa, mofándose
- Eres un completo idiota- dejo diciendo y se alejó a pasos apresurados hacia la cocina.
- ¡Denisse! ¡Ven aquí!- No puedes simplemente irte y dejarme como si nada sucediese
- ¿Y tú crees que nada sucede?-
- ¿ Crees que no me siento mal al ver como el hombre en el cual había depositado todo mi
amor acaba destruyéndose así mismo porque no tiene la valentía necesaria de sacar
adelante una familia?-
- No somos una familia-
-¿Entonces que somos?-
- No lo sé… pero para ser una familia necesitamos hijos y tú y yo no los tenemos-
-¿Es por el?- ¿Es por él bebe todo esto?-
- No es por él, porque él debe estar allá arriba tranquilo, mientras tú y yo aquí discutimos
por todo-
- ¿Entonces por qué es?-
-Porque ya no eres la mujer de la cual me enamore-
-Y tu mucho menos el hombre por el cual me volvía loca-
- ¿Hablas en serio?
- Si, ¿y tú?-
-Para nada, jamás dejare de quererte.-
- Tú lo has dicho, pero amar es distinto, y al parecer ni a ti mismo te aprecias- Denisse
tomó sus maletas y las levanto mientras Luciano atónito miraba la escena, hasta que
cuando ella se disponía a levantar la manija de la puerta para salir, él la tomo del brazo
mientras, le decía con los ojos desorbitados pero a la vez tiernos:
-Mírame a la cara y dime que ya no me amas, y podrás irte de mí vida para siempre-
Denisse vio sus ojos cafés con dulzura por un momento, pero luego un negro titánico se
extendió por todo su aspecto y dijo mirándolo fijamente a la vista:
- Lo siento, ya no te amo- Y aquellas palabras fulminaron de un solo tiro las esperanzas de
su corazón perdido.
De repente Luciano abrió los ojos de un solo golpe, y cayó en cuenta de que se había
dormido por algunos minutos, cuando vio el reloj efectivamente habían sido algunos
minutos de sueño profundo: exactamente 2 horas. Ya con el computador encendido
empezó a buscar sus escritos por entre montones de carpetas, mientras desechaba las que
él consideraba inservibles, hasta que al revisar su correo personal, descubrió un email que
le había llegado hace 2 días proveniente de la cuenta de Hugo Strange, el amigo de Andrea
que conoció aquella noche, cuando tuvo la cena de aniversario con Denisse, abrió el
mensaje y precisamente era Hugo, con una nota que decía lo siguiente:
Querido Luciano:
Sé que debes estar ocupado ligado a tu oficio y vocación de escritor, sin embargo me he permitido la
impertinencia de escribirte para comunicarte que hoy han dejado una vacante como editor en el
diario, si quizás te interesa, me gustaría que te contactaras conmigo.
Fraternalmente Hugo.
PD: Mi número es 0678 0998345678
-Perfecto- pensó- volveré a tener un trabajo decente- quizás pueda recuperar mi vida a
partir de ahora- pero no sabía que aquello apenas era el principio de una gran aventura,
sin pensarlo más llamo al número de Hugo y se contactó con él en un santiamén. Fue
como si aquel trabajo lo hubiese estado esperando una vida entera, se integró de
inmediato y poco a poco volvió a recuperar el ánimo que había perdido durante tanto
tiempo, sin embargo le faltaba aun lo más importante de todo: el amor ; ese amor
incandescente que recorre las venas de las personas y los hace creer invencibles, el mismo
amor de un niño por un juguete querido, pero al metaforizar esto, caemos en cuenta de
que nos convertimos en “juguetes” de un capricho, desechables, inservibles, tan vilmente
usables, y era lo que Luciano no quería que sucediese de nuevo, que su amor, se
metaforizase en un “juguete del tiempo”, dominado bajo un sustantivo tan escueto
llamado olvido, pero ¿era posible olvidar? Se preguntaba Luciano cada maldito día que
transcurría, porque se encontraba en momentos de soledad internos donde su corazón
susurraba ligeramente: /Vuelve/, no creía posible que la mente humana olvidase tan
pronto a algo que en algún momento lo hizo feliz, más bien creía totalmente que si aquel
olvido existiese muy de seguro tendría forma de mujer, la forma de Denisse.
Porque ella le pidió tiempo, pero sus relojes eran demasiado distintos Y sin ella nada sería
posible de nuevo.
CAPÍTULO 4
SONATA
“Vive mirando una estrella siempre en estado de espera. Bebe a la noche ginebra para encontrarse con ella. Sueña con su calavera y viene un perro y se la lleva, y aleja las pesadillas dejando en un agujero unas flores amarillas pa' acordarse de su pelo. Sueña que sueña con ella y si en el infierno le espera... quiero fundirme en tu fuego como si fuese de cera. Antes de hacer la maleta y pasar la vida entre andenes, deja entrar a los ratones para tener quien le espere. Sueña con su melena y viene el viento y se la lleva, y desde entonces su cabeza sólo quiere alzar el vuelo, y bebe rubia la cerveza pa' acordarse de su pelo. Sueña que sueña la estrella siempre en estado de espera; vuelve a coger la botella y pasa las noches en vela, ...siempre en estado de espera.”
Standby - Extremoduro
Decidió quedarse esa tarde en casa, mientras limpiaba cuidadosamente el volumen
extraído de esa habitación antigua que había ido a visitar con Hugo la tarde anterior.
- Es muy antiguo – dijo con la voz cansada por el esfuerzo hecho al limpiar
exhaustivamente cada parte del libro.
Tenía una especie de candado antiguo en su costado izquierdo, y reconoció 3 letras
doradas hechas con caligrafía perfecta, sobre lo oxidado del seguro- A.S.L- no le dio suma
importancia a las letras, pero guardo el candado esperando encontrar algún día el sentido
de aquellos rasgos.
Abrió el cuaderno con cuidado y emano un olor delicioso de sus páginas, en ese momento
sintió como aquello podría cambiar todo por completo, descubrió la primera página donde
en un boceto particular se hallaba dibujada la figura de un ojo azul remarcado a los lados,
era precioso, su forma, su estilo de dibujo, todo el formaba un conjunto de características
que lo hacían único.
Para estar más cómodo Luciano decidió levantarse e ir a sentarse sobre el escritorio de
siempre, pero cuando lo intento, una hoja cayo de entre las páginas del diario sobre sus
pies, desdoblo la hoja amarillenta, quizás por el tiempo en el que había sido escrita y decía
lo siguiente:
Bordeaux, Enero 17, 1987
Querida Adelaide:
Mi alma se consume en el inmenso fango de la desolación, desde el día en el cual tú no estás a mi
lado, no he podido sacarte de mi mente, y tu imagen recorre peregrinamente cada 5 minutos mi
cabeza, no sabes la falta que me hacen tus besos, tus caricias, tu esencia perfumada alrededor de mi
onda de sentimientos, me pregunto qué harás ahora en este momento, de verdad te extraño, y me
duele no poder haberte dicho todo esto en su momento, no creo importe ya ahora, lo único esencial
en todo esto es saber cómo estás tu cariño, he hecho muchas cosas desde el día en el que resolviste
perderte de vista para siempre, terminé mi universidad de artes y ahora ya puedo presumirte de mi
profesión humilde de director musical
Seré breve, te extraño, extraño milimétricamente cada parte que convertía tu forma en mi vida
entera, sé que es absurdo creer que me haya enamorado tan profundamente con tan solo 17 años,
pero créeme cuando te digo que jamás he querido a nadie, de la forma en la cual te quiero a ti, porque
después de todo este tiempo, no he logrado encontrar a nadie que me ayude a quitarme las cicatrices
que dejó el fuego en tus labios en mi piel, porque no he encontrado tu olor en otro cabello, ni el color
de tu sonrisa en otra boca, porque después de todo lo que nos hemos causado, te sigo queriendo igual
o más profundamente que el primer día, porque te extraño Adelaide y mi voz se apaga de tanto
repetir tu nombre.
Espero tu respuesta, con todo el amor del mundo:
Darmian Bonucci.
Luciano permaneció inmóvil parado sobre el frio piso, mientras releía una vez más la
carta, así que se trataba de colecciones de correspondencia, o de un diario, pronto la
curiosidad invadió su mente y hojeo rápidamente las hojas de manera que encontró 2
cartas más una fechada el 23 de Agosto de 1987 y la otra el 1 de Enero de 1990.
Decidió leerlas de una vez mientras un calor le recorría por el cuerpo, aquel chico llamado
Darmian estaba tan o más enamorado de la chica del diario, que el de Denisse, así que
quería conocer pronto el desenlace de esa historia, al leer la carta un frio se caló por su
pecho, e hizo subir de tono sus mejillas de manera que lo estremecieron por completo las
palabras allí halladas, después de eso tomó la carta y la soltó al piso quedándose rígido
como una roca, mientras en su cabeza unía cabos, al caer la carta en el piso dejó al
descubierto el contenido, que con caligrafía perfecta decía lo siguiente:
23 de Agosto de 1987
Querida Adelaide:
He esperado con emoción la respuesta a mi carta pasada, y creo ha sido en vano, pues siento que la
recibiste pero no has podido marcar para mí una respuesta posible ante tanta infinidad de aquello
que seguramente quieres decirme, frente a ello, me he tomado la atribución de escribir una nueva
carta para ti, quizás con el mismo argumento de la anterior, pero no con las mismas palabras, ahora
tu recuerdo es más profundo y a veces me encuentro hablando solo tras el mostrador, buscando
palabras exactas que decirte para cuando volvamos a vernos, he inventado mareas nuevas y
navegado en barcos de olvido totales, sabes lo que me gusta el misterio y por eso he resuelto dedicar
lo que queda de mi vida a averiguar él porque del sufrimiento humano, en mis últimas
investigaciones encontré que quizás el sufrir se ha convertido en una necesidad humana por
excelencia, pero quiero preguntártelo a ti, ¿Crees que es necesario sufrir para sentir verdadero
amor? Claro existen contadas excepciones, como las chicas enamoradas que escriben poesía y
arrugan los papeles por no dárselos a su amado, cuando este en realidad desea que expresen sus
sentimientos, como consecuencia todos sufren, las dos partes crean necesidades mutuas de
extrañarse, pero… ¿Qué sucedería si solo una parte extraña? ¿Si solo una parte sufre? ¿Existiría
relación alguna? Es lo mismo que yo me pregunto cada día al recordarte, a veces siento que tu
sientes lo mismo que yo, a veces creo que no sientes nada y más bien es algo duro de transformar, a
veces ni siquiera yo comprendo el sentido de mis palabras y trato en vano de averiguarlas, no se
exactamente para que o quien escribo, lo único de lo cual tengo seguridad absoluta es de que te amo,
te extraño y pese a todo aún te espero
Y por último decidí combinar recuerdo con melancolía sintiendo como las palabras desgarraban de
mi mente las voces del pasado decidí escuchar el eco del silencio perdido decidí acabar con la lucha
interminable de esta vida contuve el aliento y salte al fondo para reencontrarme con lo que perdí de
vista hace algún tiempo salte a la espesura buscando los aparejos extraviados de loco extenuado
termine el poema barato de abril e intente comenzar una nueva historia intente soñarte ,quererte
sentirte, intente perder la inocencia y recuperarla como a un pájaro perdido y no logre recobrar tu
sonrisa no logre confortar el vacío ,ya no se siente lo mismo sin ti esta noche, ya no se siente lo
mismo al escuchar canciones sin que tu rostro asome por encima de cada verso ,algunas veces,
simplemente, las cosas se agotan solas y ya no se siente ,algunas veces ya no te siento.
Darmian.
La siguiente carta contenida en el diario decía exactamente algo parecido solo que esta vez
tenia agregado un apéndice escrito por el joven, donde le pedía armoniosamente, que
regresase de donde quiera que se encontrase, Luciano se sentía identificado en parte con la
forma de expresarse de aquel chico, pero a la vez le parecía algo intenso, y confuso, no
entendía como un chico tan sensible pudo haber sido abandonado así por esta mujer
llamada Adelaide.
De repente recordó que cuando llegó a su nuevo trabajo le hablaron de la vieja casa de
Varsovia, y un sentimiento de curiosidad embargo por completo sus sentimientos,
exactamente recordó a la tal Adelaide de la cual le hablaron y comprendió el significado
de las siglas del candado dorado A.S.L : Adelaide Sofía Lodeiro, así que ese libro le
pertenecía a esa chica desaparecida y quizás esas cartas, sean las respuestas de que alguien
estuvo guardándolas durante algún tiempo sin darle respuesta alguna, así que abrió el
libro y empezó a leer de manera que sus ojos devoraban página tras página, encontró una
breve descripción de la vida de Adelaide, encontró una parte en el diario que llamó mucho
su atención, una especie de comentario donde se dejaba entrever la naturaleza lirica de las
inclinaciones de la dueña de aquel diario:
“A veces pienso en las largas noches que he pasado escribiendo versos sin sentido e inventando
absurdas historias de amor y aventura. La verdad…. En algunas yo soy la protagonista, no del todo,
pero siempre tengo el absurdo pensamiento de darle sentido a mi vida incluyéndome como un ser
imaginario sumido en un mundo perfecto, dejando de lado la cantidad caótica de los hechos de mi
vida. Aunque sé que nadie leerá nunca esto, entiendo que el vivir en un mundo de letras no lo es
todo pero para mí el todo es felicidad y mi felicidad es esto.
El escribir me ha enseñado que las historias salen de lo más profundo de los corazones de las
personas , me ha enseñado que el mundo y la vida perfecta simplemente no existen , nosotros
arreglamos lo que tenemos y Dios, en caso de que en realidad exista, nos da la oportunidad de
hacerlo perfecto. En mis pocos años de existencia tengo la certeza de decir que los cuentos de hadas y
amor no existen, la vida es un largo cuento, una historia que tiene un sinnúmero de catálogos, un
libro que no sabes cuantos capítulos tendrá y cuyo historial no incluye paginas ni referencias.
La vida es una película en cartelera que no sabes cuándo será estrenada, los cuentos de hadas y
princesas se quedaron para niños y las historias de amor y aventura se quedaron para las novelas, la
vida es real y no ficticia, por eso la única manera de representar la dura realidad y la tristeza de
dicha vida y transformarla en belleza por medio de letras, es la poesía y la poesía sale de lo más
profundo de los sentimientos humanos, esa profundidad desconocida, esa capacidad innata del
hombre de hacer de las letras el instrumento preciso para alargar o terminar una vida, esa hermosa
arma usada como vehículo para expresar el sentimiento constante que aflora en un corazón
enamorado, ese amor creciente, esa luz intermitente”
Al leer totalmente el libro se detuvo en la parte de la cual quería aprender más, la relación
con el mencionado Darmian, Adelaide mencionaba sus momentos juntos como lo mejor de
las mañanas más heladas, como lo fresco de los veranos de Septiembre, como la vida
alrededor de la muerte, mencionaba que lo había conocido un Viernes 13 cuando saliendo
temprano de clases, se cruzó en el camino con un chico que empujándola le decía lo siento
apenas regresando a verla, después de dos semanas coincidieron en una reunión de
consejeros estudiantiles y allí pudieron relacionarse, quizás fue amor a primera vista,
quizás fue lo mejor de todo lo peor, y así mismo mencionaba la muerte de su padre como
un detonante que provocó su distanciamiento extremo de Darmian, el paso del amor a la
indiferencia era denominada como una formula extraña donde convergen varios puntos
ocasionados por el sentimiento de rencor ,ira y falta de perdón, Luciano menciono esto en
voz alta mientras marcaba el número de Francesco y Pietro, pues irremisiblemente había
decidido qué hacer con su vida en lo que quedaba de tiempo.
Llevó una mochila con varios alimentos, metió en su interior una bolsa de esferos y hojas
para escribir durante el camino que por lo que parecía sería sumamente largo, y salió
disparado con el libro bajo su hombro en busca de Denisse porque si comprendió algo de
la relación Adelaide-Darmian era que el amor pudo haberlos salvado, pero no se le puede
llamar amor, a dos figuras que no luchan por encontrarse, dos sombras de espejismos
llamados recuerdos tumbadas bajo el sol, no, no se le puede llamar amor, a dos personas
que se distancian y rinden al primer tropezón posible, no se le puede llamar amor a un
capricho, no se le puede llamar amor a lo que hoy ya es olvido.
CAPÍTULO 5
Tango negro
"...Hoy me dio por extrañarte, por echar de menos tu presencia, alguien dijo que el olvido está lleno de memoria."
El camino fue largo, tan largo que aproximadamente duró en él 4 años, Francesco se
mantuvo fiel a su causa, y se trasladó junto a Luciano durante todo el tiempo que
transcurrió la búsqueda de Denisse, consiguiendo trabajo en cada ciudad que pisaban y
estableciéndose aproximadamente 3 meses en cada estadía, conocieron mujeres, muchas,
principalmente Francesco que poseía un increíble don de convencimiento, Luciano
conoció dos chicas durante todo el tiempo que estuvo sin Denisse, una rubia argentina,
que acompaño sus largas noches de lamentos por 3 meses seguidos, y que tuvo que
abandonar una mañana de Mayo, cuando supo que Denisse había sido vista en Turín, y
una morocha española, llamada Amaranta, fue junto a ella con quien entablo una relación
de necesidad que decaía de la amistad al sexo y viceversa, ambos se necesitaban, el
porqué, era totalmente ambiguo, quizás con ella escondía el escollo de las dagas en sus
heridas, quizás Amaranta con el sopesaba su amargura y soledad encausada desde las
puntas de sus dedos, pero Luciano no logro llenar el vacío de su corazón con estas dos
mujeres, eran hermosas cada una a su manera, pero ninguna como Denisse, comprendió
entonces que el amar es efectivamente el estar equivocado entre tanto acierto, es el talón
de Aquiles de cualquier persona y la brisa mañanera de cualquier sonrisa.
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Una mañana inesperada Francesco entro al departamento, sobrecogido y emocionado,
Luciano sumamente intrigado al ver su reacción lo interrogó y le preguntó exactamente
cuál era la razón para estar así, Francesco sin hacerle el menor casi posible, se dispuso a
entrar al computador, donde busco algo en un minuto y profirió emocionado:
-¡Lo tengo! –
- ¿Qué exactamente se supone que tienes?- preguntaba Luciano aun extrañado por la
reacción de su amigo
- Adivina- profirió Francesco con una sonrisa maliciosa
- No lo sé- ¿Por fin encontraste tu dignidad?- preguntaba Luciano burlándose de él
- No seas idiota- Encontré la dirección donde tienen a Denisse, pero es complicado,
puesto que sus padres la tienen muy custodiada, desde que tú la dejaste-
Un vuelco en su estómago lo envolvió por completo, por fin sabía dónde estaba Denisse
después de 4 años de búsqueda, así que corrió hacia Francesco y le quito el papel de las
manos de manera brusca, y leyó lo que en él se hallaba contenido:
- Turín – leyó Luciano en un susurro, - Estamos muy lejos- ¿Cuánto tiempo demora
en llegar un tren de Varsovia a Turín?
- No es para nada fácil, tendremos que usar tranvía en la ciudad, y como 5 trenes
aparte, demoraremos, si lo hacemos por tierra-
- ¿ Y no tenemos dinero?- pregunto Luciano
- Lo suficiente para los boletos de tren- replico Francesco
- ¿Entonces lo hacemos?- pregunto de nuevo Luciano inseguro
- Depende de ti amigo mío, yo estoy contigo siempre
- Hagámoslo.
Así como lo profetizó Francesco ,el viaje fue cada vez más largo y durante esta travesía
Luciano se dedicó a escribir un libro, o por lo menos lo que él creía que era un libro, sabía
que algún día usaría todos aquellos apuntes, así que no desaprovecho ningún momento
para escribir, hablo de toda su vida, e intento que aquello lo ayudase a desahogarse antes
de ver a Denisse, a cada milla más cerca de Turín, recordaba más el rostro del pequeño
Andrés, no podía creer que no estuviese con su hijo viajando como siempre lo había
soñado, no podía creer que el mundo fuese tan cruel con el como para ponerle en frente
suyo a un par de pasajeros, un hombre y un niño que miraban a través de la ventana con el
niño señalando los árboles y preguntándole inocentemente cosas al hombre, no pudo
evitar que una lagrima se escapase de su rostro, para su buena suerte Francesco no
advirtió ello y siguió enfrascado en su portátil escribiendo, mientras por momentos sacaba
el diario de Adelaide Lodeiro, para leer pequeños fragmentos de él:
“Siempre pienso que saldré intacta, que mi cuerpo a pesar de ser de carne y hueso a pesar de estar atravesada por venas que desembocan en un mar que de tan inmenso es tan solo del tamaño de mi puño tal vez del grueso de un libro de tapa dura, viejo, siempre pienso que nada puede tocarme hasta que el sartén me quema o la punta del cuchillo me corta o el filo de una hoja delgada se mete en mi piel sutilmente sin hacer ruido y mi dedo sangra siempre pienso que saldré intacta porque a veces no quiero creer en el dolor.
Siempre pienso que saldré intacta excepto cuando sé que te busco entre las hojas blancas.” 1
Ese diario era tan sabio que lo ayudaba a comprender cosas que, solo nunca podría haber
entendido, desde el primer momento lo motivo a abandonar su condición de desgracia
1 Poema si nombre ( Polycinco) (2014)
para luchar por sí mismo, y por el beneficio de la gente que amaba, sin el diario jamás
habría podido superar a sus demonios, quería ahogarlos, pero extrañamente su fuego era
para él necesario.
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La mañana de aquel fatídico Martes Luciano y Francesco llegaron a la estación de tren de
Turín, justo aquel día se llevaba a efecto el partido por la final de la copa del Calcio entre
la Juventus y la Fiorentina, y por ende, toda la ciudad estaba abarrotada de personas
alrededor de los bares y los principales focos de convergencia, las calles estaban cerradas,
y montones de hinchas locales se desplazaban por las calles con camisas rayadas con los
nombres de Pirlo y Barzagli en su espalda, las banderas ondeaban por todos lados, y era
muy difícil que alguien te quisiera ayudar, mucho menos si eras un extranjero, y no
hablabas para nada bien italiano. Después de numerosos intentos, consiguieron llegar
hasta el lugar indicado donde se suponía que Denisse estaba, un frio recorrió la espalda de
Luciano que empezó a tragar saliva nerviosamente, al parecer Francesco lo comprendió,
porque de inmediato le dijo:
- ¿Quieres que esperemos un poco?
- No, adelante por favor, no quiero aplazar más esto
- Está bien, como tú digas-
Francesco estiró el brazo, y tocó la bocina de una casa verde a la cual llegaron después de
haber estado batallando entre multitudes por más de una hora, entonces Luciano sintió
como una fría corriente le recorría el cuerpo, de los pies a la cabeza, y los nervios
ocupaban su semblante evidentemente, no comprendió como el solo estar frente a la casa
podría causarle tales efectos.
Así que mientras Luciano esperaba con un nudo en la garganta, y un evidente dolor en el
estómago, Francesco seguía tocando a la puerta, hasta que finalmente atendieron a sus
llamadas.
La puerta marrón se entreabrió lentamente, mientras una temblorosa voz por detrás del
manojo preguntaba quiénes eran aquellas personas, Francesco hablo dado el grado de
evidente nerviosismo de Luciano, se sentía como un pequeño colegial a punto de
declarársele a la chica de la cual ha estado enamorado desde el kínder, Francesco hablo de
Denisse, pero la voz ahogo sus preguntas al abrir por completo la puerta y decirles
decididamente:
- ¿Quién la busca? –
- Yo - respondió Luciano con una completa seguridad que asombro hasta a él mismo
De repente sus miradas se cruzaron, el, con los ojos cafés pardos brillantes y ella con
aquellos ojos verdes de mirada lastimera, quedaron solos, pues Francesco en un segundo
se escabullo por entre los dos y desapareció.
Un silencio profundo e incómodo inundó la atmosfera, mientras el recorría con su mirada
el aspecto de su ¿ex esposa? O ¿esposa? Al fin y al cabo aún no habían consumado el
divorcio, realmente no la reconocía desde la última vez que la vio, estaba hermosa como
siempre, pero esta vez un aire radiante inundaba su semblante, el cabello castaño oscuro
estaba más brillante que nunca, los labios irradiaban vida, y sus ojos, eran lo único de lo
cual Luciano se percató al principio, pues ojos como aquellos jamás se pueden olvidar.
De pronto Denisse rompió el silencio diciendo:
- ¿Qué quieres?-
- Te he buscado durante años, y por fin te encontré- dijo Luciano con una sonrisa
- ¿Para qué? –
- Para decirte que jamás te pude olvidar –
- ¿Solo eso? -
- No, precisamente… para decir que desde el día que decidiste dejarme no pude
hacer otra cosa que esperar que regresaras de repente tocando a mi puerta y que yo
por fin pueda pedirte perdón -
- ¿Perdón? -
- Perdón por no haber sido lo que tu querías –
- Está bien - ¿Quieres pasar?
- Gracias
Entraron juntos a la casa que por lo visto, estaba vacía sin nadie más que ellos dos en
su interior, pasaron a la sala donde un gato marrón esperaba sentado en uno de los
muebles, y lo miraba fijamente, esos ojos plomos perforaron su cuerpo y lo hacían
sentir por lo más incómodo.
- Después de todo este tiempo, ¿has decidido buscarme?- habló Denisse rompiendo
el momento de silencio
- Te he buscado desde el primer momento, por ti, por lo que siento, por lo que aún
siento
- ¿Qué sientes precisamente?-
- Pena, insatisfacción, quiero recuperar lo que perdí, quiero recuperar a esa Denisse
que conocí
- Y a mí me encantaría recuperar el Luciano del cual me enamoré-
- ¿Entonces aún me quieres?-
- No es precisamente el quererte, es algo así como no querer olvidarte, tu
entiendes… sin embargo muchas cosas han cambiado en mi vida, ya no creo ser la
misma de antes
- ¿No serás la madre de aquel hijo que tanto deseamos tener?
- Recuerda que tenemos uno, el pequeño Andrés, es lo mejor que me hubieses
podido entregar-
- Cuando caiga la tarde, cuando en la calle veas un niño como el nuestro jugando
con figuras de superhéroes, ¿estarás aun ahí?-
- Tu sabes que siempre estaré, no sé si junto a ti, la verdad es que nadie puede
devolver los veranos perdidos, mucho menos las primaveras-
- Pero aun así, quiero recuperar lo que algún día construí contigo, quiero entregarte
esa vida que prometí al casarme –
- Has entregado mucho Luciano - dijo Denisse acariciando el rostro de su esposo
No se habían dado cuenta del tiempo que había pasado y era ya la noche, así que
Luciano preocupado por Francesco, se dispuso a acelerar todo de una vez, tomó aire y
hablo como lo había estado preparando desde hace tiempo
- ¿Quieres recuperar los veranos perdidos?- dijo mirando fijamente aquellos ojos
verdes llenos de vida
- ¿Crees que es posible?- dijo Denisse con la voz tímida, acurrucada con la cabeza
baja, como si se tratase de una hija que es reprimida por su padre
- No lo sé pero quiero intentarlo-
Denisse se quedó quieta con la vista perdida en el horizonte, y Luciano noto como
unas pequeñas lagrimas bajaban por sus mejillas, así que se apresuró a limpiarlas con
la manga de su camisa, cuando ella le quito su mano de manera brusca, y la forma de
sus ojeras se hacía más notoria, el alejó lentamente su mano, mientras Denisse alzaba la
cabeza y quedaba en su frente con esos ojos verdes brillantes, y dijo
- ¿Cómo decirle adiós a tus caricias?- suspiró- Pero a pesar de que no pueda
resistirme, tengo que hacerlo, entiéndeme tenemos que hacerlo, tenemos que
superar esto, pero ya no juntos, lo siento cariño, el olvido está lleno de memoria, y
yo prefiero vivir con la memoria en mi corazón a perderla de nuevo por las
estupideces de la cabeza.
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Al salir de la casa de Denisse sintió, el frio sobre su rostro, y tuvo unas inmensas ganas de
gritar, de sacar todo afuera y exteriorizar aquellos sentimientos de frustración, de
condolencia propia, se sentía un perdedor, quizás en su mente lo era, quizás para los
demás no, y realmente lo importante no era como ni cuando se hizo así, sino como llegó a
crear esa imagen de sí mismo.
El partido de la Juventus había llegado a su fin, y al parecer había sido la victoria lo que se
celebraba por los alrededores de Turín, así que Luciano tomó el primer tren que encontró
para alejarse de sus propios demonios que pese a todo lo seguían persiguiendo, pues el
olvido no existe, la muerte no perdona y la vida sigue.
EPÍLOGO
De pronto escuchó un susurro a su lado, habían pasado 7 años desde la última vez que se
habían visto, cuando el decidió lanzarse en la búsqueda desaforada por encontrarla, el
mundo no cambiaba mucho, desde ese día sepultó sus esperanzas por recuperar su amor,
así que ahora volteaba a su izquierda para encontrarse de frente con unos ojos color verde
que traspasaban por completo su interior, todo era distinto esta vez, ya no sintió el
cosquilleo de siempre, más bien un ligero rubor embargo por completo sus mejillas, el
concierto estaba por empezar y Francesco lo llamó detrás del telón, en 5 años muchas
cosas suceden en la vida de una persona, él por ejemplo dejó el viejo oficio de periodista
para dedicarse de lleno a ser un escritor tal y como lo había estado soñando desde
siempre, y publico un libro, una especie de diario donde se hallaba contenida toda su
historia, la de Adelaide, y naturalmente la de su pequeña princesa Denisse, que
dubitativamente ahora ya no era su princesa, en 5 años conoció muchas chicas quizás
cautivadas por el sentimentalismo de aquel hombre, o quizás solo por la fama que tomó al
romper por completo con los esquemas publicando la “obra de su vida”, pero a él poco o
nada le importaba aquello, encontró a alguien más, una mujer de características totalmente
distintas a las suyas, de un cabello color castaño obscuro, ojos cafés penetrantes, una
sonrisa de hierro, definida e incitadora, de medidas perfectas, voz fuerte y decidida, ella
borro sus heridas, acabo con sus miedos, le mostró el camino de regreso a donde siempre
debió haber estado, cuando menos lo esperaba llegó a llenar de vida sus días, y levanto su
ánimo acabado por la muerte y aquellas pesadillas, le mostró el lado bueno de las cosas y
le devolvió la esperanza de ser cada día mejor por su hijo allá arriba, por su felicidad, y
por el bien de Denisse, ahora era un guitarrista, pues decidieron fundar una banda con
Francesco, Andrea y Pietro ellos por su parte encontraron lo que siempre quisieron,
Francesco consiguió un contrato con una disquera, terminó enamorándose de su mejor
amiga de toda la vida, y se casaron, ahora tienen ya dos hijos preciosos, que casualmente
llaman tío a Luciano y Andrea, este último, dejo la bohemia por completo, y se enamoró
de la enfermera que lo atendió durante la lesión que sufrió al terminar un partido.
Luciano solo se convenció de sonreírle a Denisse, a aquella mujer que supo ser su musa,
durante mucho tiempo, para finalmente alejarse de la mano con Camila, la chica de sus
sueños y pesadillas, dedicarle esa sonrisa que dice:- Lo siento, ya no te amo - la sonrisa de
hierro, la sonrisa preferida del olvido.