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SOR Mª DE LA CONCEPCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO -O- Nació en Molina (Murcia) en el año 1848. Hija de Modesto Gabín y Concepción Hernández. Ingresó en las Agustinas Recoletas de Serradilla, profesando el 26 de Noviembre de 1874... Era de natural sin doblez y muy compasiva... Era de grande habilidad para todo. Y ya que por sus continuas enfermedades no podía aplicarse en el trabajo como las sanas y robustas, estaba siempre dedicada a toda clase de labores, que las hacía muy primorosas. En su cargo de organista fue muy especial. Murió el día de San Agustín, 28 de agosto de 1892. (Archivo del Convento de Serradilla, lib. 1º de difuntos, fol. 125-127) 1-12 Viva Jesús Plasencia, 12 de febrero de 1872 Hijita mía en el corazón de mi amado Jesús: Dios solicita entrada en nuestro corazón 1. Henchido está de gozo mi corazón en el Señor al ver los buenos principios que lleva usted de oración. Así, hija, no puedo menos de exclamar: «¡Bendita sea la misericordia y bondad y el amor de un Dios que, no cabiendo en los cielos, ni en la tierra, ni en la mar, ni en todo el universo, se complace en solicitar la entrada en nuestro pobre corazón! ¡Oh grandeza! ¡Oh bondad! ¡Oh hermosura! ¡Oh misericordia de mi Dios! ¿Cuándo, cuándo, Dios mío, me envías y envías a esta hijita mía en tu corazón amantísimo ese fuego dulcísimo, suavísimo, inefable de tu divino amor que nos consuma, que nos abrase, que nos una eternamente con Vos? ¡Oh Dios mío, fiat, fiat hágase, hágase!» Sí, hijita mía, lleva usted buenos principios, y quisiera explicárselos con claridad y mucho más practicarlos. De este Sol de amor me venga toda la luz, que yo no quiero otra. Oración vocal, talento como uno 2. La pasada oración. El talento o caudal primero, que el Señor la concedió por su misericordia infinita, fue por lo que usted dice y yo recuerdo de su espíritu (que lo recuerdo bien), el talento como uno, que es la oración vocal, conforme usted me la describe. Es buena, y tanto que Santa Teresa conoció una alma que con sola dicha oración llegaba frecuentemente a contemplación perfecta 1 . 1 Cf. Sta. Teresa, Camino de perfección c.27 n.3.

SOR Mª DE LA CONCEPCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO -O- · Apruebo los afectos, súplicas, aspiraciones y propósitos que hace y hacía cuando Dios le concede esta oración; sobre todo

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Page 1: SOR Mª DE LA CONCEPCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO -O- · Apruebo los afectos, súplicas, aspiraciones y propósitos que hace y hacía cuando Dios le concede esta oración; sobre todo

SOR Mª DE LA CONCEPCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO -O- Nació en Molina (Murcia) en el año 1848. Hija de Modesto Gabín y Concepción Hernández. Ingresó en las Agustinas Recoletas de Serradilla, profesando el 26 de Noviembre de 1874... Era de natural sin doblez y muy compasiva... Era de grande habilidad para todo. Y ya que por sus continuas enfermedades no podía aplicarse en el trabajo como las sanas y robustas, estaba siempre dedicada a toda clase de labores, que las hacía muy primorosas. En su cargo de organista fue muy especial. Murió el día de San Agustín, 28 de agosto de 1892. (Archivo del Convento de Serradilla, lib. 1º de difuntos, fol. 125-127) 1-12 Viva Jesús Plasencia, 12 de febrero de 1872 Hijita mía en el corazón de mi amado Jesús: Dios solicita entrada en nuestro corazón 1. Henchido está de gozo mi corazón en el Señor al ver los buenos principios que lleva usted de oración. Así, hija, no puedo menos de exclamar: «¡Bendita sea la misericordia y bondad y el amor de un Dios que, no cabiendo en los cielos, ni en la tierra, ni en la mar, ni en todo el universo, se complace en solicitar la entrada en nuestro pobre corazón! ¡Oh grandeza! ¡Oh bondad! ¡Oh hermosura! ¡Oh misericordia de mi Dios! ¿Cuándo, cuándo, Dios mío, me envías y envías a esta hijita mía en tu corazón amantísimo ese fuego dulcísimo, suavísimo, inefable de tu divino amor que nos consuma, que nos abrase, que nos una eternamente con Vos? ¡Oh Dios mío, fiat, fiat hágase, hágase!» Sí, hijita mía, lleva usted buenos principios, y quisiera explicárselos con claridad y mucho más practicarlos. De este Sol de amor me venga toda la luz, que yo no quiero otra. Oración vocal, talento como uno 2. La pasada oración. El talento o caudal primero, que el Señor la concedió por su misericordia infinita, fue por lo que usted dice y yo recuerdo de su espíritu (que lo recuerdo bien), el talento como uno, que es la oración vocal, conforme usted me la describe. Es buena, y tanto que Santa Teresa conoció una alma que con sola dicha oración llegaba frecuentemente a contemplación perfecta 1

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1 Cf. Sta. Teresa, Camino de perfección c.27 n.3.

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Apruebo los afectos, súplicas, aspiraciones y propósitos que hace y hacía cuando Dios le concede esta oración; sobre todo cuando le dice que quiere ser «la última entre todas, pero en el amor la más grande». No deje de hacer bien los propósitos; y esto no consiste en hacer muchos, sino pocos y prácticos, tratando siempre de que se refieran a la pasión dominante. Aunque unos mismos propósitos duren un mes, dos o más, no importa; venzamos la pasión principal, que las demás pronto caerán; aplastemos la cabeza de la serpiente que nos fatiga y hiere, que lo restante de ella pronto morirá. Orar sobre la pasión de Jesús 3. Oración presente. Esta versa ahora principalmente sobre la pasión. Me alegro, hija mía, porque los azotes, espinas, cruz, desolación, amargura y muerte de un Dios-hombre son ascuas encendidas que han de prender fuego a la hoguera de amor divino en que ha de abrasarse y consumirse nuestro pobre corazón. Esta oración, ya sea mental pura, ya mixta de vocal y mental, le ha de ser muy fructuosa; por tanto, se la recomiendo mucho, mucho y mucho hasta que el Señor quiera variar de clave, como dicen los músicos, pues cuando la varíe, se hará por aquélla. De esta oración nacerán santos afectos, aspiraciones y propósitos de virtudes; para lo que mirará usted de tiempo en tiempo la palomita y aquellas virtudes que más la enamoren, y procure, pues, practicarlas2

.

Estar dispuesta a padecer 4. Tomo a usted la palabra de que quiere padecer algo por el Esposo amado; y así, cuando en algún tiempo la diga «eso es padecer por El», me ha de creer y tranquilizarse. Apruebo mucho el modo de orar posterior a la comunión. Le encargo un poco más de preparación anterior, fundada en humildad, confianza y amor. Por último, concluyo diciéndola: ¡Adelante, que su corazón es materia muy dispuesta para amarle mucho! Un siervo inútil de Jesucristo. 2 Debió dar Don Eladio a cada una de las religiosas el dibujo de una paloma dentro de la cual estaban colocadas, según su importancia, las principales virtudes. Desconocemos si este gráfico era o no original de Don Eladio. Es, de todas formas, un buen recurso pedagógico.

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2-20 Viva Jesús 10 de marzo de 1872 Muy amada hermana en Jesucristo: Da gracias a Dios porque entiende el espíritu de su dirigida 1. Doy gracias a nuestro amado Jesús porque se ha dignado hacernos la misericordia de que usted explique y yo entienda, según mi pobre parecer, su espíritu. ¡Oh hermanita, cuántas almas hay que padecen mucho, porque Dios no quiere depararlas quien las entienda! Así alabemos al Señor y su bondad infinita. Dios la pague, como El suele, la oración que usted hizo por mí para que encamine muchas almas a la celestial Jerusalén, llenándome en esta vida de su divina gracia, y después dándome su gloria, en la que espero cantar eternamente las misericordias de Dios en compañía de todas las hermanitas. Oración mental y oración mixta 2. Estoy contento con su oración, ya sea mental pura, ya mixta de vocal y mental. Sin embargo, como algo importa conocer el talento de oración que nos da para sabérselo agradecer, la voy a hacer esta breve explicación: Oración mental es aquella que hace nuestra alma poniendo en acción las tres potencias: memoria, entendimiento y voluntad, y sin que tengamos que mover labios y lengua, ni pronunciar palabra alguna externa. Oración mixta de vocal y mental es aquella en que por medio de los labios y lengua expresamos los conceptos y sentimientos que interiormente elaboran nuestras potencias. Es importante administrar bien los talentos de oración 3. No hay duda que usted ha tenido en otro tiempo la oración mixta de vocal y mental, y como, por la misericordia de Dios y su buena voluntad, administró bien este talento de oración, que es talento como uno, el Esposo amado la quiere ahora premiar con la oración mental, que es talento como dos. Ahora bien: administre usted bien este talento como dos, y no dude que la irá premiando, por su bondad infinita, con los talentos de oración sucesivos, que recordará que son seis. Y no crea usted que Dios va dando grado por grado, sino que algunas veces a las almas animosas y muy amantes, desde los más bajos las sube al más sublime, que es el sexto, o sea, la oración de unión. ¿Quién podrá atarle las manos? Dios mendiga nuestro amor

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4. ¡Bendita sea mil y mil veces su bondad infinita! No necesita de nosotros para nada, y parece que, cual pobre importuno, solicita una limosnita de amor. ¡Oh bondad, oh misericordia infinita de mi Dios, cuán tarde te he conocido y cuán tarde te he amado!3

. ¡Oh bondad, oh hermosura infinita de mi Dios, quién me diera que nunca me desprendiera de Ti, que todo mi corazón se derritiera, cual cera, en el fuego inmenso de tu amor! ¡Oh bondad, oh hermosura de mi Dios, quien me diera que todos los corazones pudiera yo fundir en uno solo para todo, todo, hasta su más pequeña fibra, lanzarlo en el seno de tu amor!

5. Apruebo mucho, mucho, los afectos que saca de su oración mental actual. Igualmente me place su mayor preparación para comulgar. La encargo mucho que negocie mucho después de comulgar, pues es el tiempo más a propósito, según dice Santa Teresa4

. Me place la elección de la humildad. En efecto, la palabra que la tengo cogida es «que desea padecer por el Amado». Déjese totalmente en brazos de Dios, y El la ayudará y confortará en todo. No se olvide que la tengo advertida que su corazón es materia dispuesta para amar mucho.

Un siervo inútil de Jesucristo, dulce aliento de mi vida." 3-28 Viva Jesús 27 de abril de 1872 Muy amada hermana en Jesucristo: Gozarse de que otros amen a Dios 1. Gózome en espíritu al ver su alegría espiritual y bendigo al Dios del amor, que lo va imprimiendo mucho en su corazón. No puede usted figurarse, hija mía, cuánto goza mi alma cuando ve, por la misericordia de Dios, un corazón que se prepara para ser todo, todo, de mi amado Jesús. ¡Ay! Véome tan pobre de amor suyo y al mismo tiempo deseo amarle tanto, que me consuela en gran manera haya quien supla mi tibieza con su fervor. ¡Sí, Jesús mío! ¡Sí, amor mío! Yo deseo de lo más íntimo de mi corazón que todos los corazones te amen, que todas las lenguas te bendigan, que todas las almas sean tus esposas y que todas las voluntades se te rindan. 3 Cf. San Agustín, Confesiones L.X c.27, 38.

4 Cf. Sta. Teresa, Camino de Perfección c.61 n.7.

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Deseos de amar a Dios 2. ¡Oh Jesús, oh Jesús!, ¿cuándo derrites mi corazón a la acción del fuego de tu divino amor? ¿Cuándo transformas mi alma de tal modo que pueda yo (miserable de mí) decir con el Apóstol: «Ya no vivo yo, sino vive en mí Cristo»?5

¿Cuándo, Amor mío, cuándo me vuelves loco de amor? ¿Cuándo, en fin, Vida de mi vida, me derrites, cuándo me consumes, cuándo me abrasas en el incendio amoroso de tu dulcísimo amor? ¡Oh saeta penetrante del amor divino!, penetra, penetra hasta la más íntima fibra de mi corazón endurecido.

Vea usted aquí mis "ayes», mis aspiraciones, mis gozos, al ver un corazón más, que tiene hambre y sed de amar a mi Dios, muerto por amor de mí, en un infame patíbulo. Llorar los propios pecados 3. Esto expuesto, voy a decirla un poco en relación a lo que me manifiesta en la suya. Es bueno, muy bueno, que llore sus pecados. También es muy bueno el ofrecimiento cotidiano que hace. Lo 1º nos hace humildes y amantes; lo 2º, amantes y agradecidos. Cruz interior 4. Celebro infinito que ya empiece la misericordia de Dios a darla un poco de cruz, y por lo visto fue cruz interior, que es más fina. Comprendo la cruz que ha tenido después de la oración de gozo que la precedió. Aquello que usted me dice de que estaba usted orando muy tranquila, sin trabajo y sin abrir su boca, es una gran merced de Dios que exige gratitud profunda y amor intenso. Lo otro (lo que yo llamo cruz interior) supongo que sería oscuridad en su entendimiento, desatino en su imaginación y frialdad árida y seca en su voluntad. De modo que lo poco que usted hacía, lo haría con violencia, si bien se hallaría usted dispuesta a sufrir lo que Dios quisiera y no ofenderle en nada con deliberación. Si mucho me gusta aquello, más me place esto otro. Esto lo da el divino Esposo a las almas que mucho ama, y quienes con el tiempo, si corresponden fielmente, han de ser sus esposas más amantes y más queridas. Así, pues, hermana mía, ánimo; nuestros ojos en Jesús crucificado, y pronto, pronto nos veremos llenos de su divino amor. Amén. Amén. De Jesucristo un ruin siervo cuya cruz es no tener cruz." 4-36 Viva Jesús 24 de mayo de 1872 Muy amada hija en Jesucristo: 5 Cf. Gál 2, 20.

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Veo por la suya que nada ocurre que merezca mención especial y que no esté ya dicho en las anteriores. 1. Doy gracias al Señor por la luz que se dignó concederme, sin merecerla, para conocer su modo de oración expuesto en mi anterior. Siga como iba hasta que Dios enseñe otra cosa. Orar y ofrecerse por otros 2. Muy loable es que usted ofrezca lo que hace y ora por el bien de tantas almas expuestas a tantos peligros; y ejemplo grande nos dan para que nosotros nos sacrifiquemos, como debemos, dentro de la órbita de nuestro respectivo estado. Amar a Dios, el principal quehacer de la vida 3. ¡Amar a nuestro Dios! He aquí el gran problema que hemos de resolver durante el corto tiempo de nuestra vida miserable para ser felices eternamente. Por tanto, amémosle mucho para ser felices siempre. Perserverar en la oración 4. La oración del humilde penetra el cielo6 y quien persevera hasta el fin será coronado7

. Pues bien, oremos con humildad y perseverancia, y no dudemos que la corona de la victoria descenderá pronto del cielo.

Un siervo que ora y en Dios confia." 5-44 Viva Jesús 29 de junio de 1872 Muy amada hija en Jesucristo: 1. Recibidas sus dos últimas, paso a contestarlas por su orden y con la gracia de Dios. Respecto a la 1ª, la doy las más expresivas gracias por el celo que ha desplegado en llevar a cabo mi encargo. No dudo que el Señor se lo premiará en esta y la otra vida, pues es muy amante de quien gime y se interesa por la salvación de las almas. 6 Ecl 35,21.

7 Mt 10,22; 24,13.

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Actuar sólo por agradar a Dios 2. Procuraré no olvidar su último consejo y postrera palabra, esto es, que sólo lo haga con ánimo de agradar a Dios y que tenga ánimo. En efecto, hija mía, ambas cosas pido a Dios, y sobre todo la primera. Tengo muy presente que el Señor dijo a Santa Teresa estas u otras palabras parecidas: «Mira, hija, todo lo que no se hace por agradarme es vanidad.» Respecto al ánimo, ya sabe usted que me agradan las almas esforzadas. Confiemos a Dios nuestros proyectos 3. Muchos son los negocios que me rodean por todas partes y mi ineptitud no puede ser mayor, por más que al primer golpe de vista aparezca otra cosa. Sin embargo, Dios proveerá, y se hará cuando quiera y como quiera, si humildes se lo pedimos, confiados lo esperamos, amantes proseguimos y perseverantes terminamos. Así sea. Amén. Amén. Es gracia de Dios poder entenderse 4. Paso a la 2ª. Veo con gozo en el Señor cuán bien la va con el método de oración que la propuse. Es una gracia que Dios nos ha dispensado a los dos, y por la que debemos mostrarle nuestra gratitud y amor. No crea usted la dispensa a todos, pues hay muchas almas que Dios permite no las entiendan sus directores para tormento de ambos. La meditación de la Pasión 5. Jesucristo nos ha dicho: «Yo soy el camino, la verdad y la vida»8

. He aquí por qué marcha usted bien meditando la pasión; esto es, porque va por el buen camino, verdad suma y vida verdadera que es nuestro amado Jesucristo. Yo celebro de lo más íntimo de mi corazón y proclamo que en esto, como en todo, toda la gloria y honor se debe a sólo Dios.

Edificar sobre la humildad 6. Mucho me agrada que haga propósitos para adquirir la virtud de la humildad. Esta, a no dudarlo, es el cimiento del edificio de perfección. Si quiere, pues, que el edificio de su perfección sea eterno, edifique sobre este profundo cimiento; si de otro modo edificare, con el tiempo se derrumbará. Aprovechar los momentos de recogimientoa 7. Cuando se encuentre recogida y sin trabajo y discurso alguno, tenga vivos deseos de amar

8 Jn 14,6.

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a su Dios y padecer por El, así como de que todas las criaturas le amen, aproveche bien momentos tan felices, pues entonces es cuando crece el amor y se dilata la voluntad. Esto es cabalmente una oración de un grado mucho más subido que la que hasta aquí había. Observe bien si esto lo hace usted con paz, gozo, dulzura y suavidad por parte del corazón y con luz en su entendimiento, que apenas tiene que trabajar ni discurrir. Si así es, caiga postrada en presencia de Dios, humíllese, déle gracias de corazón y renueve la ofrenda de su corazón, de su alma y de su vida. Gracias a Dios que actua su dirigida 8. ¡Oh Dios mío!, yo también te bendigo, alabo, glorifico y amo con todo mi corazón, alma, vida, sentidos y potencias al ver las mercedes altísimas que vas derramando sobre esta hija que has puesto bajo mi humilde dirección. ¿No recuerda usted, hija mía, que la tengo anunciado que su corazón es muy a propósito para amar mucho a Dios? Ya se va cumpliendo mi pronóstico. Apruebo su modo de obrar cuando está árida. Sólo añado que haga a la vez actos de amor, sumisión, ora internos, ora externos, según se presenta ocasión. Un padre que ama a su hija en Jesucristo. 6-51 Viva Jesús 27 de julio de 1872 Muy amada hija en Jesucristo: Es propio del hombre no estar siempre en el mismo estado 1. Buena es su oración, pues se ejercita en amar y desear que todos amen a Dios. Que unas veces sea con mayor recogimiento que otras, es condición natural de la vida, porque no es propio de ésta hallarse siempre en un ser. Todos los estados son necesarios para crecer 2. Así lo vemos en las plantas y sus semillas. Siémbrase en otoño el trigo, y es tiempo dulce y blando; arraiga en el invierno, y es tiempo crudo y fuerte; crece en primavera, y es tiempo suave y de un calor agradable; dórase la espiga, se siega, trilla y recoge en el estío, y es tiempo de gran calor, días largos y penosos. Pues bien: así necesita nuestra alma diferentes estaciones para sembrar, arraigar, crecer y recoger la semilla, raíz, espiga y fruto de la virtud de la oración. De aquí se sigue, hija mía, que no me extrañan, ni quiero que la extrañen, sus diferentes estados. Todos son necesarios para recoger el fruto en tiempo oportuno9

9 En más de una ocasión pone en paralelo Don Eladio los ciclos de la tierra con los procesos del espíritu.

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Apruebo sus afectos, deseos, aspiraciones y súplicas en sus diferentes estados. Comparación de distintos estados de ánimo - distintas estaciones del campo Dolor de haber ofendido a Dios 3. Ya veo que el fruto de su oración es sentir un gran dolor de haber ofendido a un Dios que tanto ha padecido por su amor, y deseos vivos de pagarle amor con amor, a la vez que siente un santo temor. Buenos son los efectos y, por tanto, bueno el árbol que los produce, que es el árbol de la oración. Cómo prepararse para la comunión 4. Para recogerse antes de comulgar, figúrese que es la piadosa María y que una hermana le dice: «El Maestro está abajo y te llama»10

. Entonces, piadosa y agradecida, baje, excite su fe, su confianza, su amor, y, al llegar abajo, figúrese que el Maestro la dice: «María, hija mía, ¿me das posada en tu pecho? Fatigado vengo buscándote ha más de 2O años. ¿Me permites descansar en tu corazón? María, hija mía, hambre y sed tengo de amor. ¿Todavía no me amas? ¿Aún te resistes?» Hecho esto, dadas las contestaciones que su corazón la dicte, y previa siempre pureza de conciencia, tranquilícese, que Dios obrará cuando convenga y la recogerá cuando sea conveniente.

Un siervo inútil de Jesucristo, que por usted ora. 7-60 Viva Jesús 30 de agosto de 1872 Muy amada hija en Jesucristo: La aridez arraiga en humildad 1. Veo por la suya que el Señor se ha compadecido de usted, mitigando un poco la aridez que tenía y dándola devoción sensible. Sea Dios bendito y muéstrese muy agradecida a este favor. No crea, hija mía, que lo que ahora tiene es mejor que lo que antes tenía. No; lo que antes tenía, sufrido con paciencia y por amor de Dios, la arraigaba más y más en la virtud de la humildad, viendo su miseria y que nada hacía, en cierto modo, con concierto. El propio conocimiento imprescindible para construir con solidez 10 Cf. Jn 11, 28.

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2. Bien sabe que todo edificio, para estar seguro, necesita buen cimiento y que los arquitectos gastan mucho tiempo para dejarlo a su gusto. Pues bien: si quiere levantar, con la gracia de Dios, de la manera más sólida y segura el edificio de la perfección de su alma, no se canse de conocerse, despreciarse y querer que la desprecien, que esto es el cimiento del edificio de perfección. Para esto valía mucho lo que usted tenía. Con ello conocía su miseria y su nada al ver que ni un pensamiento bueno ni un afecto amoroso podía sacar de su meditación; concluyendo de aquí y viendo por propia experiencia que de Dios le viene todo, cuando se encuentra con fervor y devoción sensible. Conformar nuestra voluntad con la de Dios 3. Apruebo mucho sus aspiraciones santas de no volver a ofender a Dios y amarle con todo su corazón, alma, sentidos y potencias. Cuantas más aspiraciones santas tenga, más actos de humildad, amor y conformidad con la voluntad de Dios haga y, por último, más propósitos prácticos y particulares lleve a cabo, más adelanta, más aprovecha y más ama. No se olvide que la más alta perfección cristiana consiste «en conformar de la manera más completa y más amante nuestra voluntad con la voluntad santísima de Dios». Importancia de las comuniones sacramentales y espirituales 4. Sea solícita en las comuniones sacramentales, aprovechando el tiempo de acción de gracias. No descuide las comuniones espirituales, pues dan a ganar mucho al alma. Otro tanto digo de las mortificaciones interiores. Cada ocasión que el Señor nos ofrece, es un tesoro de riqueza espiritual con que nos brinda. Agradezco mucho que ore por mí y no dude que otro tanto hago yo por usted, aunque soy tan pecador. Un siervo ruin e inútil de Jesucristo. 8-69 Viva Jesús, nuestro amor, y María, nuestra esperanza 3 de octubre de 1872 Muy amada hija en Jesucristo: 1. Ya veo por la suya que no ocurre cosa nueva. Me alegro mucho que pida con instancia y fervor por tantas almas ciegas como hay que no quieren abrir sus ojos a la luz de la fe y que cierran

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sus corazones al amor más puro, suave, hermoso, deleitable y único que puede dar la paz a nuestra alma. La bondad de Dios es grande 2. ¡Cuán grande es la paciencia y bondad de nuestro Dios, que tanto tiempo les convida con su misericordia! ¡Cuán grande es su clemencia para nosotros, que tanto tiempo desperdiciamos, y tan mal le correspondemos, y tan poco le alabamos, y quizá, quizá, si llegara la persecución a mano armada, no tuviéramos valor para pronunciar su santo nombre a la faz de los tiranos! Confesar ante las naciones el nombre de Dios 3. ¡Oh Señor! No permitáis tal cobardía en este vuestro siervo, antes bien, lleno de confianza en Vos, hacedle tremolar con santo valor el estandarte de la cruz y decir a los pueblos y naciones: «Al nombre sacrosanto de Jesús dóblese toda rodilla en el cielo, en la tierra y aun en el infierno mismo»11

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En cuanto a ir, ya veremos lo que Dios quiere. Usted pida que haga en todo su voluntad santísima. Un siervo de Jesús crucificado." 9-78 Vivan J. M. y J. 27 de noviembre de 1872 Muy amada hija en Jesucristo: Paz y sosiego, gracias importantes 1. Ya veo por la suya que no ha ocurrido cosa especial desde mi última. Sin embargo, esa misma paz y sosiego que advierte en sí durante la oración es un gran bien que sólo se aprecia cuando se pierde. Por esta razón la estimulo a negociarlo bien ínterin dure. Cómo actuar en la oración 2. El modo de negociar es el siguiente: 1º. Humillándose y reconociéndose indigna y regalada por un Dios tan grande. 11 Flp 2,10.

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2º. Amándole con todo su corazón, vida y alma; haciéndolo por todos los que no le aman y deseando que todos lo hagan. 3º. Deseando conocer y hacer su voluntad santísima en lo poco y en lo mucho, en lo dulce y en lo amargo, en el tiempo y eternidad, en la vida activa y contemplativa. 4º. y último. Mortificando su amor propio desordenado hasta sacrificarle en el altar de la humilde obediencia y purificándole mediante la viva llama de la caridad. El tesoro de la comunión 3. La comunión es un tesoro escondido, porque gran tesoro, inmenso tesoro, inefable tesoro es Dios para todas las almas, y muy especialmente para aquellas que tienen hambre y sed de justicia12

. Pues bien: busquemos este riquísimo tesoro por medio de la azada de la consideración antes de llegar a él, tomémosle con humildad y amor al recibirle y, por último, guardémosle amantes y agradecidos una vez que ya se halle en nuestro pecho.

Grandeza del alma portadora de Dios 4. ¡Oh hija mía, qué grandeza la del alma cristiana que lleva en su seno al mismo Dios que la crió, redimió y santificó! ¡Ay, hija mía! Quién pudiera llorar lágrimas de sangre al ver con tanta frecuencia a un Dios-hombre tan mal traído y tan mal llevado por tantas y tantos cristianos, y (¡ay!) quién sabe si yo seré uno de ellos. Señor, tu siervo tiembla en tu presencia, y sólo considerar que mi pecho es tu mansión todos los días y que esta mansión puede estar manchada, me estremece, me aniquila y me anonada. Señor, Señor, líbrame de mis pecados ocultos,13

y dame luz para conocerlos y detestarlos con todo mi corazón, porque por tu gran misericordia ha llegado el tiempo de que el agradarte es todo mi consuelo y toda mi gloria. Así sea, así sea. Amén.

Un siervo que desea temer y amar a Jesucristo. 10-86 Vivan J. M. y J. 8 de enero de 1873 Muy amada hija en Jesucristo: 12 Cf. Mt 5,6.

13 Sal 18,13.

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Es necesario desear, después seguirán las obras 1. Lléname de gozo el ver su sed de amor de Dios, y espero en el Señor que la medida que la tiene deparada ha de ser muy grande por su bondad infinita. Así, así me gusta. La plenitud de la ley es el amor14

; el amor que es un espíritu que purifica, obra, fortalece, ilustra, dilata, eleva y une a la criatura con el Creador, fuente fecunda de la cual dimana. Ame, ame mucho a su Dios; principie (como lo hace) por grandes deseos, que luego seguirán las obras; después vendrán los sufrimientos y, por último, ganará las victorias.

Dios es generoso con las almas dispuestas 2. Desear, obrar, padecer y triunfar: he aquí, hija mía, el camino que debe recorrer, puesto que ya viene practicando, por la misericordia de Dios, el primer grado, que es llorar sus pecados. La advierto que no desmaye porque le parezca largo; pues la generosidad de Dios es tan grande cuando encuentra un alma grande y resuelta, que en un solo día la da más que a las tibias y cobardes en cien años. ¡Animo, pues!, que la vida es corta; el sacrificio, con el auxilio de la gracia, pequeño; la eternidad, sin límite, y el premio, eterno. Mantenerse ne la presencia de Dios 3. Gran medio es para adelantar mucho en poco tiempo el procurar estar siempre en la presencia de Dios; por tanto, se la encargo especialmente, y así se fortificarán los santos afectos de temor, reverencia, amor y otros muchos. Aprovechar los momentos de la comunión 4. En cuanto a la comunión, me basta el recordarla que la gran amante, o sea, la seráfica madre Santa Teresa de Jesús, dice que después de comulgar es el tiempo preciosísimo de negociar15. Y este pobre pecador, que no es digno de besar siquiera la sandalia de su maestra de espíritu, la predicha madre, dice que en el tiempo inmediato a la comunión, en la misma comunión y poco después de la comunión es el tiempo más bonancible para lanzar la barquilla de nuestra alma a la alta mar del amor de Dios16

.

Deseos de amar y padecer 5. ¡Oh Señor, qué pena me da decirlo bien y practicarlo mal! Ruegue usted, hermanita mía,

14 Rom 13, 10.

15 Sta. Teresa, Camino de Perfección c. 61 n. 7.

16 Da gran importancia Don Eladio a la comunión Sacramental, e invita a sus dirigidas a que comulguen con frecuencia. No estaba en uso en la época la comunicón diaria.

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por amor de Dios, por este gran pecador. ¡Oh mi Dios, oh mi amor, oh mi todo, haced que viva y muera con mi corazón deshecho de vuestro amor y por vuestro amor! Palabras, palabras y palabras. ¡Ay, Señor! ¿Cuándo serán obras, padecimientos y persecuciones? Cuando Vos queráis quiere vuestro indigno siervo. Aproveche las ocasiones, pues son voces con que el Amado la llama. Un ruin siervo de Jesucristo que se avergüenza de ser ingrato. 11-96 Vivan J. M. y J. 5 de febrero de 1873 Muy amada hija en Jesucristo: 1. ¡Sea bendito el santo nombre de Dios, que quiere servirse de este miserable pecador para excitar y fomentar en usted el amor de un Dios-hombre que para nuestra eterna felicidad quiso morir en una cruz! La pasión de Jesús fuente de oración 2. Nada me extraña y antes me complace que su oración se alimente del pasto amoroso de la pasión de nuestro amado Jesús. Mucho dicen al corazón aquel sudor sanguíneo, aquella cruel bofetada, aquella corona ensangrentada; tanta befa, tanto escarnio, tantos azotes, y, sobre todo, aquella cruz en la que está pendiente el Autor de la vida, desnudo, llagado de pies a cabeza y sin tener un poco de agua con que apagar su sed. Sentimientos de confusión ante lo que Dios sufrió por nosotros 3. ¡Oh Dios mío y bien mío! ¡Qué confusión me causa escribir esto! ¡Mi Dios todo llagado, y yo sin ningún padecimiento físico! ¡El desnudo, y yo vestido! ¡Sediento el Santo de los Santos, y repleto el pecador de los pecadores! ¡Ay, vida de mi vida, hacedme semejante a Vos, en cuanto sea posible imitaros un pecador tan grande como yo, a quien Vos conocéis perfectamente! ¡Oh Señor, ámeos yo con todo mi corazón, toda mi alma, toda mi vida, todos mis sentidos y potencias, y muera una y mil veces antes de ofenderos con plena deliberación! ¡Sí, Dios mío, sí; morir, morir antes que ofenderos y vivir sólo para amaros! Así sea, así sea. Amén. Agadecer a Dios el don de la oración 4. Agradezca mucho al Señor esa oración tranquila con que la regala, y de la que nacen después tan vivos deseos y santos propósitos de amarle y hacer en todo su voluntad santísima.

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Importancia de la humildad 5. Apruebo en alto grado esos propósitos particulares y prácticos de humillación por amor de Dios. ¡Oh hija mía! No sé con qué palabras encarecerlos; sólo la diré que por soberbia se perdieron los ángeles rebeldes, y nuestros primeros padres quedaron despojados del estado de justicia y santidad, envolviendo a todas las generaciones en el caos del pecado original. Y luego, ¿cómo fue el mundo redimido y salvado? No de otro modo que haciéndose hombre la sabiduría eterna, naciendo en un pesebre y muriendo en una cruz en la manera anteriormente descrita. 6. ¡Adelante, pues, en la imitación del Dios-hombre humilde! ¡Guerra sin tregua a nuestra soberbia, hija de Satanás, que perdió a nuestros primeros padres! Un soberbio que desea ser humildísimo siervo de Jesucristo. 12-106 Vivan J. M. y J. 16 de marzo de 1873 Muy amada hija en Jesucristo: Nuestros criterios de eficacia y los de Dios 1. ¡Sea Dios bendito! Pues más hace cuando le parece que nada hace, que no cuando usted cree que hace algo. En efecto, hija mía; cuando no puede usted recogerse y trabaja por lograrlo; cuando no puede atajar a su loca imaginación que la atormenta; cuando, en fin, no puede recordar un santo pensamiento ni fijarse en un paso de la pasión de nuestro amado Jesús, y entonces dice a su Dios y mi Dios: «Héme aquí, Señor, que nada puedo hacer si Vos no me lo dais; vuestro santo Nombre sea bendito. Dadme, como y cuando Vos queráis, consuelos o desconsuelos, que yo estoy dispuesta con vuestra gracia a recibir todo lo que vuestra divina Majestad quiera mandarme ahora y siempre"; cuando esto dice, hija mía, y cuando esto hace, dice y hace más que otras muchas veces que usted cree que hace algo, porque medita mucho y acaso derrama lágrimas sensibles. Importancia de la oración en tiempo de aridez 2. ¡Ay, hija mía! Tenga presente que la gran maestra de espíritu Santa Teresa de Jesús dice «que con aridez y sequedad prueba Dios a las almas que más ama»17

17 Cf. Sta. Teresa, Libro de la vida c.11 n.11-12.

. No olvide que San Francisco de Sales nos dice: «Más vale una onza de oración hecha en tiempo de aridez y sequedad, que no cien libras cuando se tienen consuelos». Por último, en el fondo de esa su espiritualísima oración se encuentra la plenitud de la perfección cristiana, que no consiste en otra cosa sino en unirnos plena,

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total, absoluta y amorosamente a la voluntad santísima de nuestro Dios. Interés por los conflictos familiares 3. Ya veo lo que me dice de la pérdida de la paz en su familia. ¿Cómo ha de ser? Ponga su hombro para llevar con humildad, paciencia y amor la cruz que su divino esposo le depara. Por lo demás, tenga confianza en Dios y recuerde que nuestra gran Teresa nos dice: «Todo se pasa; la paciencia todo, todo lo alcanza»18

.

4. Las lágrimas, devoción y amor sensibles volverán cuando convenga si de corazón se conforma con su cruz actual interna (que es la sequedad) y externa que es el disgusto de familia. No hacer caso a las voces de desconfianza 5. Es tentación, y grande, esa como voz interna que le parece a usted que oye, que la induce a la desconfianza de su Dios y que la inclina a desesperar de su salvación. Créame; no haga caso de ella; oiga mejor la voz de su Dios, que por medio de este su ministro, aunque indigno, le dice: «Confia plenamente, hija mía, pues no bajé al mundo a buscar a los justos, sino a los pecadores19. Mira a Magdalena, llora y ama como ella, y serás salva»20

.

Un ruin siervo de Jesucristo. 13-118 Vivan J. M. y J. 17 de abril de 1873 Muy amada hija en Jesucristo: Pide clarificación en las comunicaciones 1. Según deduzco de su última, debe usted haberla escrito en distintos días, porque en ella me dice en una parte que está árida, seca y sin fervor, y en otra, que está bastante recogida en la oración, brotando de ésta muy buenos deseos, peticiones, afectos y propósitos, a la vez que mucho amor de Dios y del prójimo. Si este juicio que he formado fuese cierto, me lo dirá en su primera; si no lo fuese, también. 18 Cf. Sta. Teresa, Poesías, 30.

19 Cf. Lc 5,32; Mt 9, 13.

20 Cf. Lc 7, 37-50.

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En el primer caso es preciso que para las comunicaciones sucesivas, dado que siga el mismo método, lo advierta por medio de fechas para evitar contradicciones. En el segundo, no hay más que advertírmelo para reformar mi pobre juicio. Desear la gloria de Dios 2. Me agrada mucho que su oración verse en desear la mayor honra y gloria de Dios, pedir la salvación de las almas, hacer propósito de humillarse en todas las ocasiones, querer en todo la voluntad de Dios, arder en deseos de padecer por la gloria de su santo nombre. Así, pues, no me extraña que note en su corazón más amor de Dios, y del prójimo por amor de Dios. Efectos de la comunión sacramental 3. También comprendo que los quilates de amor serán mucho más subidos y excelentes el día en que comulga. ¿No conoce que entonces tiene en su pecho realmente al Dios de amor? ¿No ha oído muchas veces que a este augusto sacramento se le llama Sacramento de Amor? ¿No comprende, por último, que en tan hermosa ocasión su corazón aspira su verdadera vida y está como en su centro, pues sabido es que la verdadera vida y el verdadero centro del corazón es el amor, y Jesucristo, cuya vida aspira y en cuyo centro posa, es el amor por excelencia?. Dignidad y excelencia del corazón humano 4.¡Oh corazón humano! Si comprendieses tu dignidad y excelencia, ¿como sería posible que quisieras henchirte de amor mundano, que infla y no satisface, dejando y despreciando a tu Dios, que te eleva, satisface, llena y consuela? ¡Oh Jesús mío!, también te pide este pobre siervo que te dignes iluminar a tantos mortales que, tranquilos, permanecen sentados en medio de las tinieblas y en las sombras de la muerte21

.

Dejar a Dios por Dios 5. Cuando se encuentra recogida y fervorosa, como me dice, por tener a Jesús Sacramentado en su pecho, y allí le adore, admire, ame, dé gracias, pida beneficios, etc., etc., no tema que falte al precepto de oír misa, pues la gracia de recogimiento y devoción sensible de El viene; y cuando se la envía, debe aprovecharla para gloria de Dios y bien de su alma. Por otra parte, esto es dejar a Dios por Dios22

.

Un siervo inútil de Jesucristo. 21 Cf. Lc 1, 79.

22 Expresión atribuida a Sto Tomás de Aquino por San Vicente de Paul, Conferencia. 116, Obras Completas, Salamanca 1975, p. 1204.

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14-125 Vivan J. M. y J. 11 de mayo de 1873 Muy amada hija en Jesucristo: Quedo enterado de su explicación hecha en relación a su carta anterior. Así me lo presumí, pero quise asegurarme para formar juicio exacto. Mantenerse en tiempo de aridez 1. Aproveche ahora el tiempo de luz y amor en que se encuentra haciendo actos, afectos y aspiraciones santas de bendición, alabanza, ofrecimiento y amor. Prepárese a la vez para cuando llegue otra vez la oscuridad, aridez y desolación de espíritu, haciendo propósitos de permanecer firme en la oración, aunque no haga otra cosa que estar humilde y resignada en la presencia de Dios, que no es poca misericordia no huir de la comunión por más fría que se encuentre, ínterin no tenga conciencia cierta de pecado mortal; y, por último, aprovechar bien las ocasiones de ser humillada, con razón o sin ella, apeteciendo más estas últimas, porque nos acercan más a nuestro divino Maestro y Redentor. Deseos de padecer 2. Me alegro mucho que el Señor le vaya dando tan vehementes deseos de padecer, y no dude que se lo concederá cuando, como y en lo que convenga para mayor gloria suya y bien de su alma. 3. Doy gracias a Dios porque ha querido tranquilizar a su alma, dándole a conocer el espíritu de esta proposición: «Es bueno algunas veces dejar a Dios por Dios». 4. Animo, hija mía; démonos prisa a amar mucho a Dios, porque está sediento de nuestro amor. Un ruin siervo de Jesucristo. 15-141 Vivan J. M. y J. 20 de junio de 1873 Muy amada hija en Jesucristo:

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Ya me hago cargo del fervor de la oración actual y doy gracias a Dios por las peticiones que le inspira y santos deseos que pone en su corazón. Oremos y obremos en unión de Jesucristo 1. Bien, hija mía; pidamos en unión de Jesucristo llagado; unamos nuestro corazón con el suyo; ofrezcamos nuestra sangre en unión de la suya; reformemos nuestra vida; purifiquemos nuestros pensamientos, afectos, aspiraciones y propósitos; aspiremos a sólo agradar a nuestro Dios con el grato olor de nuestras virtudes y no dudemos de que nos hará misericordia y se apiadará de nosotros conforme más convenga para su gloria y bien de nuestras almas. No malograr los dones de Dios 2. Queda aprobada su oración actual y me es de mucho consuelo que la haga como la hace. No se olvide que la tengo dicho: «Mire, hija mía, que Dios en su misericordia, la ha dado un corazón muy dispuesto para amarle. Cuidado, hija mía, no malograr tan gran don». Pues bien, si Dios se lo dio, a sólo El se lo debe usted, y, por tanto, sea todo para El. La virtud de la oración fecundiza a las demás virtudes 3. ¡Oh hija mía! ¡Cuán feliz espero que ha de ser si sigue mi consejo y si lo pasa y repasa por el filtro de la gratitud y fiel correspondencia, que ha de aprender ejercitando la virtud que fecundiza a todas, cual es la virtud de la oración. Si tenemos a Dios no debemos temer 4. Tiene razón. «Si a Dios tenemos, como esperamos, ¿a quién temeremos?» Venga lo que viniere, suceda lo que suceda, desplómese el firmamento o húndase la tierra, no ofendamos a nuestro Dios; amémosle con todo nuestro corazón y hágase su voluntad santa como en los cielos, así en la tierra23

.

Embriagarse en las llagas de Jesús 5. Bien puede meditar y embriagarse de aquel amor que destilan las llagas de nuestro amado Jesús hasta que El mismo quiera variar la lección de amor, ora enseñándola a orar por la oración del Padre nuestro, ora introduciéndola por la llaga de su costado a la mansión de su corazón, ora poniéndola a considerar otra doctrina. Un ruin siervo de Jesucristo, que sólo teme el ofenderle." 16-153 23 Cf. Mt 6, 10.

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Vivan J. M. y J. 21 de septiembre de 1873 Muy amada hija en Jesucristo: No van a la par corazón y deseo 1. ¡Sea Dios bendito! Así me obliga a exclamar el ímpetu de amor con que está escrita su carta. No puede figurarse, hija mía, lo que goza mi corazón al ver un alma agradecida y enamorada de mi Dios. Veo por desgracia, si bien por culpa mía, que mi corazón no anda tan de prisa como mi deseo y que mi alma, debiendo ya volar con alas de paloma, es tarda y perezosa para levantar su vuelo de amor de Dios. ¿Cómo ha de ser? Miseria propia y grandeza de Dios 2. La plenitud de mi miseria es grande, muy grande, de tal modo que siempre estoy postrado en tierra, con alguna rara excepción. Excepción que me confunde más y más al cotejar mi miseria con la grandeza de mi Dios y mi ingratitud con su amor. Mas pasemos a otra cosa y no deje de orar por quien tanto lo necesita como es este pecador. La mejor forma de orar es la más nos mueve a amar a Dios 3. Hija mía en mi amado Jesús: apruebo plenamente todas las formas de orar que usted me manifiesta en la suya, y le encargo que use de aquella que más le encienda en el amor de nuestro Dios. Sí, hija mía; amor nos pide quien eternamente nos amó y nos ama. Amor nos pide quien descendió del cielo para reclinar su cabeza en un pobre pesebre y morir en una cruz. Amor nos pide quien nos ha dejado a su Madre por Madre, y su cuerpo por alimento, y su sangre por bebida, y sus ángeles por guardas, y su espíritu por vida. Amor nos pide, en fin, Jesús, luz de nuestra inteligencia, guía de nuestro corazón, aliento de nuestra vida, centro de nuestra voluntad, fin de nuestros deseos y amor de nuestro amor. Sentimientos de dolor y deseos de amar 4. ¡Oh amor de mis amores, cuán tarde te conocí, cuán tarde te amé, cuánto te ofendí y qué ingrato soy para ti!24

¡Ay ay! Duéleme en el alma el vivir, si ha de ser para volver a ofenderte, y quisiera tener cien mil vidas para padecer y sacrificarlas por Ti, con tal que mi amor para contigo fuera creciendo siempre, siempre y siempre. ¡Oh amor, oh amor, tened misericordia de mí!

Poner ante nosotros los sufrimientos de Jesús 24 Cf. San Agustín, Confesiones L.X, 27,38.

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5. Siga con la visita a la Virgen. No se olvide de hacerle siempre la venia. Haga lo mismo con Jesús Sacramentado diciéndole, como usted dice, mil amores. Pregunte, pregunte. «¿Quién padece? ¿Qué es lo que padece? ¿Cómo lo padece? ¿Por qué causa padece? ¿Para bien de quién padece?» Después convierta sus ojos interiores a sí misma y pregúntese: «¿Padezco yo? ¿Qué? ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Para qué?» Si esto hace, y procura tener presentes los cinco puntos que usted sabe25

, y se prepara para padecer, no dude que aprovechará mucho en poco tiempo.

Un perezoso para amar a Dios." 17-170 Vivan J. M. y J. 24 de octubre de 1873 Muy amada hija en Jesucristo: 1. Mucho me consuela y aviva mi deseo de amar a nuestro Dios, el que usted pida y espere que ha de llegar tiempo en que este pobre pecador le ha de amar con un amor grande y grande, según me dice en la suya. Reconocer en la oración los dones de Dios 2. Bien merece que le amemos ambos, pues El nos crió, redimió, salvó, llamó a la fe, al estado religioso y sacerdotal, nutrió y nutre con su cuerpo y sangre y, en fin, nos amó con tanta predilección, que nos enseñó y enseña diariamente a buscarle por el camino de la vida, de la luz, del amor, de la perfección, del consuelo, de la fortaleza, del regalo y, por último, del cielo; sí, hija mía, del cielo, porque esto es realmente el camino de la oración. La oración uno de los principales dones 3. ¡Oh hermana mía! Entre los muchos beneficios que debemos a nuestro Dios, es tan grande, tan especial, tan luminoso y tan lleno de amor el beneficio de habernos concedido el don de oración, que bien puedo asegurar que sin él es lo más probable que nos hubieran sido infructuosos todos los demás26

.

En la oración conocemos los dones de Dios

25 Estos cinco puntos debió escribirlos Don Eladio para toda la comunidad, durante su permanencia en Serradilla en el mes de Agosto. Alude a ellos en varias cartas.

26 Hace aquí Don Eladio una profunda valoración de la oración. A través de ella nos hacemos conscientes de los dones recibidos de Dios.

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4. La mayor parte de los cristianos han recibido casi todos los beneficios que acabo de enumerar anteriormente, y, sin embargo, si no tienen el don de oración, ¿qué uso hacen de ellos y qué fruto les reportan? ¡Ay! ¡Ay! Tiemblo, hija mía, por su suerte final. ¡Ay! ¡Ay! ¡Cuántos pasan su vida despreciando con sus pecados al mismo Dios que les crió, redimió, salvó y llamó a la fe! ¡Cuántos otros hicieron infructuosos los beneficios de los sacramentos del bautismo, confirmación, penitencia, comunión, extremaunción, orden sacerdotal, matrimonio, así como las demás gracias, inspiraciones y dones del Espíritu Santo! Quien no ora se priva de muchos bienes 5. Ahora bien, hija mía: ¿cuál es la causa de tanta perdición, desolación y ruina espiritual y eterna? ¿Cuál? No otra sino que no se aprovecharon del don de oración que Dios gratuitamente les daría o que, en su misericordia infinita y por los méritos de nuestro Señor Jesucristo, hubiera estado dispuesto a dar si humildes se lo hubieran pedido. 6. ¡No oraron, y muchos de los que viven no oran y aun se ríen de los que oran! ¡ Oh, qué ceguedad, Dios mío! ¡Oh, qué desventura, Dios de amor! ¡Oh, qué pasto tan seguro para las llamas eternas si al fin no claman, gimen y obtienen este don al menos al fin de su vida, antes de exhalar su último aliento! Oración y salvación 7. Sí, sí, clamo y clamaré muy alto proclamando esta verdad: «Para los adultos no hay salvación sin oración.» Podría confirmarla con textos de Sagrada Escritura, dichos de los Santos Padres, especialmente de San Agustín, y hasta con razones en mi concepto sólidas. Usted no lo necesita; por tanto, basta. 8. Doctrina resumida para usted y para mí: «Puesto que tanto deseamos amar a Dios y salvarnos, oremos mucho, porque éste es el camino más seguro y más ancho del amor divino y de nuestra salvación.» Un ruin siervo de Jesucristo. 18-183 Vivan J. M. y J. 24 de noviembre de 1873 Muy amada hija en nuestro Señor Jesucristo: Mucho me consuela en el Señor su grata del 6 de noviembre corriente, y verdaderamente que es para alabar a Dios cuanto me dice de su oración.

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1. En efecto: tres puntos capitales toca en ella que me llenan de consuelo y gratitud a nuestro Criador, Redentor, Salvador y Maestro. Estos puntos son: pasión, devoción a la Virgen y comunión. Cuanto me dice de cada uno de ellos me regala, enamora e inflama en el amor de mi Dios y Madre amorosísima, María Inmaculada. La pasión, gran prueba de amor 2. Meditar en la pasión de nuestro amado Jesús es hallar escrito con caracteres de sangre el fuego de amor de un Dios hombre que muere loco de amor por nosotros a pesar de nuestra ingratitud, ceguedad y rebeldía, que le eran bien patentes. María, guía en el camino de perfección 3. Tener devoción a María Inmaculada, llamándola tiernamente «Madre», acudiendo a Ella en nuestras necesidades, ofreciéndola nuestro corazón para que lo purifique y entregue a su Hijo por nosotros y, por último, proclamándola nuestro amparo, refugio, consuelo, fortaleza, luz, guía, escudo, maestra, etc., etc., es entrar en el camino de la conversión para llegar al de iluminación y terminar felizmente en el de unión. Sí, hija mía, esto es sin exageración alguna, porque María Inmaculada, nuestra Madre, es camino, verdad y vida nuestra por gracia, así como su Hijo santísimo lo es por naturaleza. La comunión, escuela de amor 4. Por último, comulgar con humildad, reverencia y amor, dando gracias al Amor de los amores, anonadándonos en la presencia de un Dios que tenemos en nuestro pecho y clamando misericordia, perdón, luz, perseverancia y, sobre todo, amor, amor y más amor divino, esto es aprender a amar en la alta escuela de un Dios-Maestro de amor. Jesús y María buenos Maestros 5. Concluyo por decir: con tal libro y tan consumados maestros como Jesús y María, no me extraña que tenga los santos afectos que tiene, haga las santas peticiones que hace y procure cumplir los santos propósitos que ofrece. 6. Bien, bien, hija mía. ¡Adelante, adelante!, que la vida es breve; nuestro Dios, sediento de amor; nuestro corazón, insaciable, y su vida, toda amor. ¡Oh amor, amor, amor divino! ¿Cuándo, cuándo reinas Tú solo en mi corazón? ¡Oh, qué dulce será vivir y morir de sólo amor divino! Un pobre sediento de amor divino. 19-192

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Vivan J. M. y J. 19 de diciembre de 1873 Muy amada hija en Jesucristo: Importancia de la intercesión de María 1. Con toda mi alma agradezco al Señor la gran misericordia que ha hecho con usted. Con todo mi corazón le doy a usted la enhorabuena. Con todo nuestro ser alabemos ambos a nuestra Madre, María Inmaculada, cuya intercesión le ha alcanzado un don tan inestimable, fuente fecunda de otros muchos futuros bienes. Récele o cántele un Magnificat apenas lea ésta, que yo haré lo mismo en concluyendo de escribirla. Quede grabado en su corazón, y para siempre, la merced de haberla adoptado por hija especial. Mire que no se lo ruego, sino que, sin darle la razón, se lo mando por amor de Dios y nuestra Madre. Alabanzas a María 2. ¡Oh María, María! ¡Oh Madre nuestra! ¡Oh dulce estrella de mi vida! ¡Oh firme esperanza nuestra! ¡Bendita, bendita seas por todas las generaciones, por todas las lenguas, por todos los ángeles y por todos los hombres! ¡Bendita, bendita seas, pues en tu vientre puro y en tu claustro virginal se hizo hombre el Hijo de Dios! ¡Bendita, bendita seas, porque Tú has traído a la tierra la alegría de los cielos, el sol de misericordia, el Salvador de las almas y el gran Mediador entre Dios y los hombres! ¡Oh bendita, bendita!, pues Tú sola le agradaste, Tú sola le cautivaste, Tú sola le enamoraste, y Tú sola llenaste su corazón27

.

Oración a María intercesora 3. ¡Oh María! ¡Oh María! ¡Oh Madre nuestra! ¡Oh Madre de amor! Vuelve, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos. Mira a tu hijo predilecto el bondadoso Pío IX, preso, escarnecido, oprimido y lleno de dolor al ver el estado de la Iglesia, que tu Hijo unigénito fundó con su sangre y a costa de tantos tormentos. Vuelve, vuelve por él y haz patente a todos sus enemigos que nada resiste al poder de tu potente diestra. Vuelve, vuelve por la Iglesia de tu Hijo Jesucristo, ante cuyo nombre los cielos enmudecen, la tierra tiembla y los infiernos se llenan de pavor. Vuelve, vuelve esos tus ojos misericordiosos y aplasta la cabeza de la serpiente del liberalismo, que ha vuelto a engañar a muchos, muchos descendientes de Adán28, diciéndoles: «Si comiereis de la fruta del árbol de la libertad, seréis como dioses»29

27 Convierte Don Eladio esta carta, en una bella y ferviente oración a la Virgen.

. Les ha engañado, Madre mía, y su libertad es sólo licencia, y su

28 El momento histórico de difíciles relaciones entre el estado y la Iglesia universal, justifican sobradamente ciertas expresiones que hoy pueden resultarnos extrañas. No era menos difícil y caótica la situación para la Iglesia española.

29 Cf. Gn 3,5.

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deidad es la triple concupiscencia de la carne, de los ojos y de la soberbia de su vida30

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¡Oh María Inmaculada! ¡Oh Madre de misericordia!, después de tu Hijo, Tú eres la esperanza nuestra; y el triunfo es seguro si lo tomas por tu cuenta. Amén. Amén. Apruebo totalmente la suya. Prepárese para padecer cuando Dios quiera. Un pobre hijo de María. 20-200 Vivan J. M. y J. 12 de enero de 1874 Muy amada hija en Jesucristo: 1. Bien se conoce que es niña, pues se alegra de lo que no debe alegrarse y se desconsuela en donde no hay por qué. Tan gran verdad es ésta, que usted misma me lo confiesa, si no clara, implícitamente. Porque no tiene un llanto muy fuerte de amor como antes tenía, se desconsuela; y, cuando le tenía, se alegraba. Origen de la alegría y del llanto 2. Expliquémonos. La alegría y el llanto que usted expresa nacen, en mi humilde concepto, de su apetito sensitivo; por tanto, yo me alegro que el Señor en su bondad infinita quiera ponerle coto; porque, si no, se ahitaría y vendría con el tiempo a estallar de soberbia. Para entender esto, es preciso hablar bastante, y no es materia para una carta; sin embargo, procuraré reducirme cuanto me sea posible, y el Señor hará lo demás. Hay diversos tipos de afectos 3. Hija mía, hay afectos puramente espirituales, puramente sensibles, y mixtos de espíritu y sentido. Los primeros son siempre buenos; los segundos son siempre malos; los terceros pueden ser buenos o malos según sean moderados o inmoderados y no haya causa muy justificada que a estos últimos justifique. Afectos espirituales 4. Ejemplo de un afecto puro espiritual: conozco que Dios es un ser sobre todos los seres, infinito en sabiduría, bondad, hermosura, etc., y me gozo en lo íntimo de mi alma de que todo esto sea y mucho más. 30 Cf.1 Jn 2, 16.

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Afectos sensibles Ejemplo de un afecto puramente material: Pedro ve un manjar que le gusta, y, no obstante que ya ha comido para vivir en el día y que sabe que es gula comer más, se deja llevar, y come, y come sólo por deleitarse y saciarse de aquel gusto material con el que expone hasta la vida natural. Afecto mixto moderado Ejemplo de un afecto mixto de espíritu y sentido moderado: conoce una alma cuán grandes han sido sus ofensas hechas a su Dios, y, vivamente penetrada de dolor por su ingratitud y malicia, llora sus pecados en lo íntimo de su alma de todo corazón, y además exteriormente manifiesta su dolor, pero con moderación, ora derramando lágrimas, ora practicando la penitencia externa que le ha impuesto su discreto confesor; ya huyendo de las compañías y ocasiones de sus pecados anterio-res, ya, en fin, mostrándolo de una manera prudente y discreta. Afecto mixto no moderado Ejemplo de un afecto mixto de espíritu y sentido inmoderado: conoce un alma cuán grande daño causa la lengua por lo general, y se penetra que es una gran virtud el silencio. Pues bien: llevada de este afecto al silencio, se encierra en un absoluto silencio, y no habla jamás, ni quiere oír siquiera a quien habla, no quiere rezar o cantar lo que tiene de obligación de cantar o rezar, y, por último, antes de pedir de comer, prefiere morirse por no hablar, por guardar la santa virtud del silencio. 5. Aquí tiene usted explicados en compendio los diferentes afectos; y bien: ¿quería usted embriagarse del afecto mixto espiritual sensitivo de su llanto? Pues su Dios no ha querido, y yo le doy las gracias. Pasemos a otra cosa, pero ¡cuidadito con embriagarse, hija mia!

31

Excelencia de la actual oración 6. Apruebo su oración, afectos, efectos y propósitos, que nacen de su recogimiento en el portalillo de Belén. El amor más sosegado, tranquilo, suave y regalado que siente ahora; la luz que conoce en más alto grado y, por último, la unión de sus potencias para recordar, conocer y amar a su Dios que actualmente disfruta, es un don mucho más excelente y una oración mucho más alta que el llanto fuerte de que antes disfrutaba. Un ruin siervo de Jesucristo. 31 Está siempre atento Don Eladio, para advertir a sus hermanas que no se confíen a los meros sentimientos.

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21-214 Vivan J. M. y J. 16 de febrero de 1874 Muy amada hija en Jesucristo: Poco tengo que decirle, porque el espíritu de su última es el mismo que el de la anterior. Por tanto, lo que dije en mi contestación, téngalo por dicho en ésta. Oración de devoción sensible y de devoción espiritual 1. Yo lo creo que su alma será más inclinada a la oración de devoción sensible que a la devoción pura espiritual. Aquélla es buena, ésta mejor. Aquélla es frecuente en los principiantes, ésta en los aprovechados. Aquélla nos lleva a Dios por sus dulces dones, ésta a Dios por Dios. ¿Deberemos rechazar aquélla? No cuando Dios nos la dé; sólo debemos discretamente moderarla. Dios sabe qué oración nos conviene 2. ¿Deberemos pedirle únicamente ésta con exclusión de aquélla? No, porque El sabe mejor que nosotros lo que nos conviene. Pues ¿qué deberemos pedir respecto a este punto de devoción? Que se haga en nosotros, ahora y siempre, su voluntad santísima en la manera que más le agrade. Actitud de la paloma juja y de la paloma casera 3. La oración de ociosidad que tanto la alarma, es buena, y no querer aceptarla es lo que yo llamo jujismo, o sea, paloma juja. La paloma juja no se contenta con el cebo o manjar que le da su amo, y así se sale del palomar. La paloma mansa, o casera, come únicamente lo que le da el amo por su mano. Aquélla corre mil aventuras y peligros de aves de rapiña, tiros, aguas emponzoñadas, etc., para un miserable grano de trigo que coge, si es que le halla. Esta, le come puro, regalado y sin riesgo acariciada por la mano protectora y silenciosa de su amo generoso. A la juja se parece el alma que, a costa y riesgo de las idas y venidas de las meditaciones de su memoria y entendimiento, del freno de los tiros de sus pasiones, etc., etc., saca un grano de santo afecto, aspiración, súplica y propósito. A la mansa se parece el alma que, sin trabajo, riesgo ni peligro, come, en la mano silenciosa de su Dios, los granos puros y regalados de santos afectos, aspiraciones, súplicas y propósitos descansados y tranquilos que emanan de la oración que usted llama ociosa y yo llamo de silencio espiritual o santos recogimiento. El alma que quiere ser juja, allá se las vea con su jujismo, que la mía no la envidia con su santo recogimiento o su quietismo32

.

32 Cf. Sta. Teresa, Libro de la Vida, c.14 n.3. A los distintos comportamientos de las palomas con los que Sta. Teresa describe las actitudes del alma ante la oración, añade Don Eladio el matiz de lo que el llama "jujismo" y que dice ser un término utilizado en Castilla -ver Carta 4- contrapuesto al comportamiento de la paloma casera.

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Consejos varios 4. Mortifiquese interiormente cuanto pueda, exteriormente cuanto le permita quien puede. Ore en la pasión, porque en ella está más recogida y sin violencia. Calle mucho, ore en silencio espiritual, humíllese y obedezca por amor de Dios, y verá cuánto aprovecha. Un ruin siervo de Jesucristo que quiere más silencio que ruido." 22-225 Vivan J. M. y J. 12 de marzo de 1874 Muy amada hija en Jesucristo: Los frutos de la oración 1. Veo por la suya que el fruto que saca de su actual oración es contrición y deseos grandes de humildad, amor de Dios y mortificación, tanto interna cuanto externa. Doy gracias a Dios por todo ello y le encargo mucho que se le muestre usted muy agradecida. Frutos de contrición 2. Saca fruto de contrición llorando sus pecados con una moción especial en aquellas mismas horas que en el mundo o siglo solía más ofender a su Dios de amor. Nada más justo que en dicho tiempo oiga el Señor los acentos de su alma herida de saludable dolor y que cuente los latidos de su corazón contrito. Deseos de humildad 3. Saca deseos de humildad. Mucho me agrada, porque, como dice Santa Teresa de Jesús, ésta es la Dama o Reina que en el juego de ajedrez espiritual hace rendir más fácilmente al Rey divino, o sea, al Esposo del alma enamorada33

.

Deseos de amar a Dios 4. Saca grandes deseos de amor divino. Me alegro en gran manera, pues el amor de Dios es

33 Cf. Sta. Teresa, Camino de Perfección c.24 n.2.

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el primero y principal mandato de nuestra ley34. Sin amor de Dios, nada vale todo; con él, aun lo más pequeño vale mucho. Ame, ame mucho a nuestro Dios, que cuanto más le ame, tanto más sube en la escala de la perfección y tanto más le serán perdonados sus pecados35

.

Deseos de mortificación interan y externa 5. Saca deseos de mortificación interna y externa. Sea enhorabuena y dé gracias al Señor, porque, a la verdad, nadie puede vivir unido a Dios por amor si antes no muere a sí mismo y a todo lo criado. Esta muerte no se logra sino con la virtud de la mortificación. La mortificación es una muerte mística del hombre viejo, Adán, para empezar a vivir en nosotros el hombre nuevo, Cristo36

.

Medida de la mortificación interna y externa 6. Mortifíquese y quiera ser mortificada interiormente por amor de Dios hasta la muerte, y muerte de cruz mística. Mortifíquese y quiera ser mortificada exteriormente, cuanto su estado exija y la discreción cristiana le permita, por medio de la dirección de quien puede y debe dirigirla. Y en la externa no haga más que lo que se le permita después de pedir al Señor luz para quien se lo ha de conceder o no. Agradece oraciones 7. Dios premie su caridad para conmigo por su oración en días tan señalados. Ore para que imite al gran Padre San Agustín, pues gran consuelo sería para mi alma que, habiéndole seguido como pecador, le siguiera como penitente humilde y lleno del fuego de su amor divino. Un pobre y gran pecador. 23-236 Vivan J. M. y J. 24 de abril de 1874 Muy amada hija en Jesucristo:

34 Cf. Mt 22, 35-39; Mc 12, 30.

35 Cf. Lc 7, 47.

36 Pone de manifiesto Don Eladio, la manera profunda y positiva de entender la mortificación, dar vida en nosotros al Hombre Nuevo, Cristo.

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Prepararse para el tiempo de aridez 1. Doy gracias a Dios por los grandes deseos y santos afectos de su amor que al presente tan ordinariamente le comunica. Yo quisiera que se fuera usted preparando en hacer actos y propósitos de resignación, humildad, obediencia y plena dejación en manos de Dios para el tiempo (no muy lejano, en mi humilde concepto) en que sentirá estos o semejantes efectos: 1º. Una gran oscuridad, a manera de tinieblas en su entendimiento, que le impida discurrir sobre nada, y especialmente sobre la pasión, de que es tan devota, y beneficios recibidos. 2º. Un como olvido de todo lo criado, aun de sus pecados y de las mismas cosas de su obligación, que le causará pena. 3º. Una tristeza interior en todo lo espiritual y como disgusto, principalmente en la oración, comunión y ejercicios piadosos, que ahora hace con gran fervor. En la aridez ser humilde y obediente 2. Ahora bien: yo le pido por amor de Dios que se fije bien en lo que acabo de decir; guarde con mucho cuidado esta comunicación; la tenga bien a la mano para cuando llegue el caso de volver a leerla; entienda que aquel estado es mucho más perfecto que el que actualmente tiene, y, por último, que, si Dios quiere hacerle esta misericordia, ganará mucho con ella, siempre que usted sea humilde y obediente con sus superiores, resignada y confiada con su Dios. Si esto no hiciere, sufrirá mucho y muy a secas cuando llegue el caso, sin mérito ni corona. Advertencias para el tiempo de aridez 3. También quiero advertirle que en ese estado que acabo de indicar (digo indicar porque pasan además otras cosas), siempre cree el alma que ella tiene la culpa de lo que le pasa por su miseria, malicia, negligencia, etc.; también cree que no la entiende su director; por último, el demonio, que nunca duerme, suele sugerirle la tentación de que ella no vale para la oración; que para no entenderla su director, más vale callarle lo que le pasa y contentarse con seguir una vida común, con la que se puede salvar, como se salvan otros cristianos que no llevan vida de oración. 4. Queda usted prevenida por la gracia de Dios. Si éste, en sus altos juicios, quiere llevarla por otro camino, yo le bendigo y bendeciré con su gracia, y nada pierde usted por saber esta doctrina. Quedo enterado de todo lo que me dice. Un ruin siervo de Jesucristo. 24-247

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Vivan J. M. y J. 5 de junio de 1874 Muy amada hija en Jesucristo: Lea mis cartas anteriores, y en ellas hallará que le tengo anunciado lo que pasa37

. Para esto no he tenido más que hacer que observar el curso ordinario que Dios suele seguir en la purificación de las almas.

Permenecer en humildad y obediencia 1. Pues bien, hija mía; así como antes le tenía anunciado lo que le pasa, ahora le anuncio que, si usted se humilla, se resigna y se entrega plenamente a la voluntad de Dios, queriendo estar así cuanto El quiera, como quiera, por lo que quiera y para lo que quiera, saldrá de ese estado con gran ganancia espiritual, porque, entre otras virtudes, se arraigará profundamente en usted la humildad y se purificará mucho el amor, brotando luego más profundo, suave, tierno, intenso, difusivo y pacífico. ¡Animo, pues, hija mía!, que no sabe bien la gran merced que la bondad de Dios le hace. Tiempo de amar a Dios por Dios 2. Bien sé yo que no podrá discurrir ni tampoco recordar y que los actos de su voluntad serán áridos, amargos y llenos de desolación. Bien está, hija mía; ahora es el tiempo de buscar y amar a Dios por Dios. Dios nos redimió en el sufrimiento 3. No nos redimió El ni nos manifestó su mayor amor en medio de las dulzuras y consuelos, sino en la noche de su pasión, en la calle de la Amargura, en la pendiente del Gólgota, en lo alto de la cruz. ¡Adelante, hijita mía! Jesucristo, nuestro amor, nos tiende su mano desde la cumbre del Calvario. ¿No querremos dársela? ¿Cobardes, se la negaremos? ¿Ingratos, le volveremos nuestra espalda? No, hijita mía, no. ¡Animo y a padecer! ¡Arriba y a buscar al Amado crucificado! Adelante y a morir con El, en El y por El. Permanecer en la oración 37 Puede observarse cómo Don Eladio, sigue atentamente el proceso de cada una de las religiosas.

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4. No deje de orar; pues, aunque no pueda decir otra cosa que «aquí está vuestra esclava, Amor mío; hágase en mí vuestra voluntad santísima»38

, es excelente oración y, sobre todo, adecuada.

Es bueno frecuentar la comunión 5. Comulgue cuando se lo permita su confesor. Si está fría, Jesús es fuego. Si en tinieblas, El es luz. Si imperfecta, El es la perfección por esencia. 6. Buena es la jaculatoria de «¡Ay, Dios mío y misericordia mía!» Adelante y a sufrir, que tras la noche viene el día, y en pos del dolor, la alegría. Un ruin siervo de Jesús crucificado. 25-259 Vivan J. M. y J. 29 de julio de 1874 Amada hija en Jesucristo: La gracia y amor del Espíritu Santo reinen suavemente en nuestros corazones por los méritos de nuestro Señor Jesucristo para gloria de nuestro Padre celestial. Amén. Conformarse con la voluntad de Dios, camino rápido de perfección 1. ¡Cuánto me agrada verla con esos grandes deseos de amar a nuestro Dios! Buen camino lleva, por su bondad infinita, para conseguir fin tan necesario como loable. 2. Sin embargo, ¿quiere que le dé un consejo o le enseñe un atajo para subir pronto, con la gracia de Dios, a la cumbre del monte del divino amor? Pues oígalo por amor de Dios: Cuanto más se conforme con la voluntad de Dios, tanto más ama; por tanto, si su conformidad llega a ser plena, pura, perpetua y perfecta, no dude que ha llegado a la cumbre del monte del divino amor. Mucho me ha gustado la coplita; dígala muchas veces, que bien lo merece. Sobre todo, practique el gran espíritu que encierra. Amemos a Jesús que murió por amarnos 38 Cf. Lc 1, 38.

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3. El día del Señor es el gran día de la manifestación de la perpetuidad de la humildad y el amor de nuestro adorable Redentor, Salvador y Maestro, Jesucristo, Dios y hombre verdadero. Amemos, pues, nuestro propio desprecio por su amor, y amemos a Jesús, porque, además de ser digno de todo amor, El nos amó hasta morir ignominiosamente crucificado por redimirnos, salvarnos y glorificarnos. Dios le da manjar de adultos 4. Sufra, que mejor quiero que sufra lo que sufre y por lo que sufre, que no que estuviera siempre gozando como gozan los niños. Ya quiere el Señor darle manjar de varones. "O padecer o morir» fue el lema de Teresa; por eso con gran presteza supo a la cumbre subir.

39

Si quieres, puedes seguir tan generoso pendón, pues la gracia y el amor te convidan a subir. Un ruin siervo de Jesucristo cuyo deseo es sufrir por su amor. 26-269 Vivan J. M. y J. 24 de agosto de 1874 Muy amada hija en Jesucristo: Importancia de los grandes deseos 1. Amar es el fin de orar. Las grandes obras de amor suelen principiar por grandes deseos. Pues bien: si en la oración siente deseos de amar y si estos deseos son grandes deseos, buena es su oración y ya llegará el momento de obrar. Importancia de la voluntad en la oración 2. Estando despierta su voluntad para amar a su Dios ríase de la guerra de las otras dos potencias. La imaginación es, las más veces, loca, y como loca hay que dejarla, porque, si no, impide la obra de la voluntad, cuyo objeto es el bien sumo, que es Dios, a quien se une por el lazo corriente del amor. Dios suple y supera la luz de nuestro entendimiento 39 Sta. Teresa, Libro de la vida c.40 n.20.

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3. Si el entendimiento no está muy apto para meditar, no le apure usted ni se apure, porque más alumbra el sol que cien mil candilejas. Quiero decir que más luz le comunica Dios en un solo momento que quiera iluminarla cuando se encuentre convencida y rendida a la gran verdad de que nada es ni nada puede por sí, y, por tanto, que se haga en usted su voluntad santísima, que no encendiendo o queriendo encender su voluntad con las cien mil candilejas de las meditaciones y consideraciones que violentamente procura por medio de su memoria y entendimiento. No oponernos a la acción de Dios 4. ¡Locura, locura y locura singular! ¡Gran Dios, cuánto nos sufres! Se empeña el Señor en hacer el gasto, y nosotros tercos que tercos en querer tomar parte o, por mejor decir, en querer pagarlo nosotros. La contemplación superior a la meditación 5. Vuelvo a clamar para que me oigan hasta los sordos, diciendo: La meditación es buena; la contemplación, mejor. Quien tiene sed, medita o discurre para hallar la fuente, alegrándose cuando halla señales de que está cerca; pero quien ya la halló, ¿a qué discurrir o meditar y detenerse en las señales, cuando ya puede y debe beber de la fuente viva de contemplación que es Dios?. Beba de la fuente cuando se halle en ella; búsquela cuando no la sepa o se le pierda. E. Seguir buscando la fuente, cuando Dios ya nos da el agua Un ruin siervo de Jesucristo. 27-277 Vivan J. M. y J. 2 de octubre de 1874 Muy amada hija en Jesucristo: Cada forma de oración tiene su tiempo 1. Cada cosa tiene su tiempo, y es preciso saber esperar. ¿No puede meditar, como antes, en la pasión, que era su manjar predilecto?; pues no medite. Ahora es tiempo de sufrir; pues sufra. ¡Oh, qué pesada carga es nuestra voluntad, aunque sea en cosa buena!. Amar a Dios por sí mismo

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2. Me alegro que vaya comprendiendo que es preciso que vaya amando a Dios por puro amor. ¡Oh, cuánto encierra esta frase: «amar a Dios por puro amor»! Si, hija mía, hay almas que aman a Dios, pero no le aman por puro amor. Unas le aman por costumbre; otras por temor; algunas por los dones que les da en la oración o fuera de ella; y pocas, muy pocas, por puro amor, porque es digno de ser amado por su infinita bondad y porque así se le tributa honra y gloria. Yo conozco una paloma que le amaba mucho, y no conocía que su amor no era puro amor de El, sino mezclado con su propio amor. ¡Quiera el cielo proseguir dándole la nueva luz por la que empieza a conocerlo! Me alegro que esté contenta con su regalito y que lo reciba con la estimación y amor que se merece quien se lo envía. Permanecer en el sufrimiento 3. Alabe mucho a Dios en la tribulación, si quiere empezar a gozar de Dios de veras y por modo más alto que el que hasta aquí tiene conocido. 4. Estoy contento con la variación. ¡Adelante!, y ya sabe que la perseverancia es la que corona la obra. Cuidado con desclavarse de la cruz, cruz bendita en la que pendiente estuvo nuestro Amor y nuestra Vida. Un inútil siervo de Jesús crucificado. 28-289 Vivan J. M. y J. 30 de octubre de 1874 Muy amada hija en Jesucristo: La gracia y amor del Espíritu Santo nos enseñe a amar a nuestro Dios por puro amor para darle gloria y honra. Amén. Efectos de la privación de devoción sensible 1. Hija mía, privarle a usted el divino Esposo de la devoción sensible en la oración, es darle o ponerle en las manos el medio para conseguir amarle por sólo puro amor. De modo que se aflige usted por ir concediéndole su Amado aquello mismo que le pide. ¿Lo entiende ahora? Esta es la razón por que se siente fuerte en la voluntad y deseos, aunque no siente el ardor de la devoción

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sensible en su corazón que antes sentía. Formas de purificar nuestro corazón 2. Para amar con puro amor es preciso purgar, limpiar y purificar nuestro corazón de todo amor que no sea el de Dios, o que, siendo de criatura, no se la ame sino en El, y por El, y según a El le agrade. Ahora bien; para purificar el Señor nuestro amor suele usar de dos prensas principales sobrenaturales, que se llaman: 1ª. Prensa de purificación del alma sensible, que consiste en la privación de la devoción sensible. 2ª. Prensa del alma racional o espiritual, o sea, prensa de la parte superior de nuestra alma que se llama espíritu, y consiste en un conocimiento profundo, sobrenatural y como divino de la nada de nuestro ser, de tal modo que parece que el alma se evapora y aniquila en este bendito conocimiento de su propia nada. ¿Quiere saber ahora cuál de las dos prensas están actualmente purificando su alma, y, por consiguiente, su amor? Pues oiga mi pobre parecer: en humilde concepto, la primera. Se confiesa ignorante ante Dios 3. Ahora permítame que haga una protestación en la presencia de mi Dios y a los pies de mi amado Jesús, bajo cuya sombra escribo. «Protesto, oh Dios mío!, que nada sé ni quiero saber más que a Vos, y a Vos crucificado; que quisiera en este momento que todo, todo, se me olvidara totalmente para quedar únicamente abrazado con Vos y con vuestra Madre por vuestro amor y por sólo vuestro amor. Por tanto, si lo que acabo de exponer en este escrito es bueno, espiritual y saludable para la mayor perfección de las almas, a Vos sólo, Dios mío y Amor mío, se dé toda la gloria, honra, honor, alabanza, amor y acción de gracias. Si, por el contrario, no lo es, yo mismo el primero lo condeno y anatematizo con toda mi alma y con todas mis entrañas, sujetándome plenamente al juicio y autoridad infalible de mi santa Madre la Iglesia católica, apostólica, romana. Amen, amén»40

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Un ruin siervo de Jesucristo. 29-299 Vivan J. M. y J. 27 de noviembre de 1874 40 Son frecuentes en los escritos de Don Eladio, expresiones de sumisión al juicio de la Iglesia.

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Muy amada hija en Jesucristo: 1. Día y noche, fervor y frialdad, consuelo y desconsuelo, aridez y lluvia de afectos; he aquí, hija mía, la alternativa que ha de tener el alma que aspira a ser esposa de Jesucristo. Dios nos lleva por el camino que más nos conviene 2. En efecto, hermana mía; Dios, que nos conoce mucho mejor que nosotros mismos, va llevando a nuestra alma por el camino que más le conviene. Así, a la que le conviene aridez para amarle mucho, se la da; a la que le conviene regalo con este mismo fin, se lo concede; a la que mezcla de uno y otro, con el mismo objeto, no se la niega; por último, a cada una da más o menos, de una especie u otra, con mayor duración o menor, en más o menos alto grado, para su bien, y todo gratuitamente, según la capacidad, peso y medida de su eterno beneplácito y de su libre, santa y adorable voluntad. Deseos de que todos conozcan y amen a Dios 3. Sea bendito su santo nombre mil y mil veces de todas las criaturas y en todos los instantes de la vida pasada, presente y futura, y por toda la eternidad con mil y mil eternidades que hubiera, si tal imposible posible fuera. ¡Oh Dios mío, Dios mío! ¡Qué ansia, hambre, sed y fuego, fuego de amarte, siente mi pobrecita alma por aquel tiempo perdido en que no te amó, ni te conoció, ni te adoró, ni te estuvo agradecida! ¡Oh Dios mío, Dios mío!, si en la cruz pendiente clamaste «Sitio», tengo sed,41 este pobrecito, pendiente en la cruz de su deseo (que es tuyo), clama, y clama con toda su alma, vida, corazón y entrañas: «Sitio»; tengo sed, Dios mío, bien mío, amor mío y todas mis cosas. «Sitio»; tengo sed de amarte, adorarte, bendecirte, glorificarte, darte gracias y ofrecérteme en perpetuo sacrificio de holocausto de amor. «Sitio»; tengo sed de clamar, pedir y suplicar de rodillas a todos los hombres que te amemos, adoremos, bendigamos, glorifiquemos, demos gracias y nos ofrezcamos a Ti en eterno sacrificio de holocausto de amor. «Sitio, sitio»; tengo sed, tengo sed de que todos los hombres, con todos los coros angélicos, con todos los santos, con María, nuestra Madre, en unión de tu humanidad sacratísima, ardamos en una misma, grande y suavísima hoguera de amor, cantando himnos de gloria, alabanza y bendición a Ti, que con el Padre y el Espíritu Santo eres aquella Trinidad inefable, Dios santo, omnipotente, infinitamente sabio, bueno, inmenso, hermoso, simplicísimo, eterno, justo, misericordioso, providente, amoroso y digno, en fin, de ser adorado y amado eternamente por todas las criaturas y por los siglos de los siglos. Amén, amén, amen42

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¡Oh Dios mío! ¡Dios mío! Permíteme exclamar: ¡Gracias, gracias y gracias, único bien y 41 Cf. Jn 19,28.

42 Expresa, Don Eladio, sus sentimientos de alabanza a la Trinidad y su deseo de que todas las criaturas la amen y alaben. Este sentido universalista lo infundió también en el carisma fundacional de su Instituto.

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amor mío! ¿Así me pagas mis ingratitudes y desamores? ¡No puedo menos de confesar que me deshaces con tus bondades! ¡Bendito seas, amén! Cuidemos la pureza y fineza de nuestro amor 4. Vea usted, hija mía, la tempestad de aspiraciones amorosas a que ha dado ocasión su gratísima de 12 del corriente por la misericordia de Dios. Seámosle muy agradecidos, fieles y amantes, y queramos no sólo morir antes que ofenderle, sino que no haya un solo momento en que la pureza y fineza de nuestro amor para con El no vayan siempre en creciente. Así sea, amén. Crecer en gozo y pureza de amor 5. Déjese plenamente en manos de nuestro Dios de amor, tanto en lo espiritual como en lo temporal, en la luz y en las tinieblas, en el fervor y en la aridez, en la muerte y en la vida. De este modo, la pureza del amor se refinará más y más, el gozo espiritual irá en creciente, y la paz de su alma será firme, estable, profunda, plena, suave y perpetua. Fuerza transformadora del amor 6. Todo lo vence el amor. Por él se hizo Dios verdadero hombre. Por él se hace el hombre, en cuanto es posible, verdadero Dios. Por él se hace lo amargo dulce, y lo dulce amargo. Por él, finalmente, pues es preciso concluir, la muerte se convierte en perpetua vida, y la vida en una prolongada muerte. 7. ¡Oh, con cuánta razón podía exclamar la seráfica y gran Teresa de Jesús, diciendo!: Vivo sin vivir en mi y tan alta vida espero, que muero porque no muero43

.

En fin, en fin, vivamos y muramos solamente de puro y por puro amor de Dios. Un misérrimo pecador que desea amar puramente a Dios. Amén. 30-307 Vivan J. M. y J. 22 de enero de 1875 Muy amada hija en Jesucristo: 43 Sta. Teresa, Poesías, 2.

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La gracia y amor del Espíritu Santo reinen totalmente en nuestro corazón para gloria de nuestro Padre celestial ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén. Nuestra distancia de Dios es siempre infinita 1. Nunca se sacia el alma de amar a Dios, hija mía, y siempre le parece que le ama poco (como es verdad) en comparación de lo digno que es de ser amado y en vista de los inmensos beneficios que de su mano amorosa tiene recibidos. Mas tal es nuestra naturaleza y tan pobres somos siempre, que, aun enriquecidos con la gracia, que nos eleva a una esfera sobrenatural, siempre distamos infinitamente de aquel inmenso océano de caridad que es Dios; a la manera (y todavía más) que la gota de agua, más o menos grande, siempre dista, en cierto modo, inmensamente del gran océano que a sí la une y en medio de su seno pacífico la contiene. Por esta razón, hija mía, me consuelo y regocijo en el Señor al ver cómo derrama en usted sus misericordias de amor dándole tan vivos deseos de amor y más amor. Deseemos el agua viva 2. ¡Oh hija mía en mi Jesús amado! Si supieses el don de Dios, te diré, a imitación de mi divino Maestro;44 si llegases a conocer con luz de contemplación, como espero, el Dios que te pide amor; si llegases a gustar y saborear la dulzura y suavidad de Aquel que, fatigado de la ingratitud del gran mundo de las almas, llega al brocal del pozo de la tuya, diciéndote con dulce acento de amor: «Dame de beber»45

, ¡oh!, entonces, entonces, entonces sí que, cual otra Samaritana clamarías (como ya empiezas) diciendo: «Señor, Señor, dame esa agua viva de tu amor; esa agua viva que, apagando la sed de todo lo del mundo, de Ti mismo nunca nos sacia; esa agua viva que, siendo luz de los ojos de mi espíritu y disipando las tinieblas de mi alma, me da a conocer un nuevo mundo de amor; esa agua viva, en fin, que, hinchendo y dilatando y nuevamente dilatando e hinchendo nuestro corazón de amor, nunca nos hace decir: basta, basta».

Entregarse definitivamente a Dios 3. ¡Oh hija mía! ¡Bendito sea el amor de nuestro Dios! ¡Bendito, bendito y mil y mil veces bendito! Y tú, alma mía ¿volverás a ofender a un Dios que tanto te ama? ¿No te entregarás del todo y para siempre a sólo su puro amor? Sí, dice mi alma, y ojalá que el eco místico de su voz arranque un sí verdadero, amoroso y solemne de lo más íntimo de todas las almas que lean estas breves líneas, escritas por un gran pecador. Así sea. Apruebo el espíritu de la suya. 44 Cf. Jn 4,10.

45 Jn 4, 7.

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Un pobre samaritano que clama: «Dame esa agua viva, Señor». 31-315 Vivan J. M. y J. 5 de marzo de 1875 Muy amada hija en Jesucristo: Dolores espirituales y dolores físicos 1. Está en luz, pues prepárese para tinieblas; está llena de fervor sensible, pues espere la aridez y sequedad. Yo me alegro de que el Señor la regale y le doy gracias por ello. Bien veo que sufre físicamente con su padecimiento, pero con gusto por amor de quien tanto sufrió por nosotros. Tenga entendido que los dolores físicos son como dolores pintados en comparación de los dolores del alma, o sea, espirituales. Dios sabe bien lo que se hace y nos conviene. Gozar y padecer simultaneamente 2. Para que vea que todo lo vence el amor de Dios, le enseña prácticamente que se puede gozar a la vez que padecer. Es más: que puede ser objeto de gozo aquello mismo que padecemos en virtud del motivo, fin y forma, por qué, para qué y según padecemos. Ejemplo: usted misma padece; pero le es dulce el padecer, porque el motivo que le impulsa es el amor divino; el fin, la gloria de Dios, y la forma, en unión de los padecimientos de Cristo. Todavía más: la regla de su voluntad es la voluntad de Dios; así pues, quiere padecer, si Dios quiere que usted padezca; no quiere padecer, si El no quiere que sufra. Bien, bien, así me agrada. Todo lo podemos en Aquel que nos conforta46

. Animo en los dolores chicos para llegar a los grandes. Fidelidad en los físicos para alcanzar los espirituales, si a Dios place concedérnoslos.

EL amor de Dios y el amor al prójimo 3. Los efectos de su oración son buenos. Demos gracias a Dios. Amor de Dios y de nuestro prójimo: he aquí la esencia de la perfección cristiana. Quien más ama puramente, más perfecto es. La medida de la santidad es la medida del amor. Por tanto, sea su 46 Cf. Flp 4, 13.

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lema: «Viva en mí el puro amor de Dios». Si esto tiene realmente, no le faltará el amor de su prójimo. Amar y vivir eternamente 4. Diga muchos amores al divino Esposo. Hartos improperios ha sufrido de nosotros y por nosotros. Amar es vivir; vivir sin amor de Dios es muerte eterna. ¿Quién, pues, no quiere vivir, y vivir eternamente? ¡Oh locura de los pobres mortales! Gritemos orando para que salgan de su letargo, y nosotros oremos y amemos para vivir eternamente. Un pobre pecador ruin, siervo de Jesucristo. 32-330 Vivan J. M. y J. 9 de abril de 1875 Muy amada hija en Jesucristo: La gracia y amor del Espíritu Santo reinen ahora y siempre en nuestros corazones para bien nuestro y gloria del eterno Padre. Amén. Aspereza y suavidad de la cruz 1. Doy gracias a Dios por lo mucho que la consuela en medio de su aflicción corporal. Esto quiere decir que la quiere convidar a padecer para que llegue a ser su verdadera esposa. Esto es como decirle: «¿Ves cómo, en medio del dolor, puedo yo regalar las almas que me son queridas y que por mi amor padecen? ¿Ves cómo mi yugo es suave y mi carga ligera?47

. ¿Ves cómo la corteza de mi cruz es áspera y amarga, pero su médula o corazón es más dulce y suave que la miel más exquisita?»

Prepararse para sufrir y para gozar 2. Pues bien, hija mía; digo yo: así como ahora sufre, no obstante que su padecer no es hasta aquí más que preludio de lo que vendrá después, así también goza, no obstante que su gozo actual no es más que una sombra de su gozo venidero. Por tanto, prepárese para más sufrir, estando segura que así se dispone para más gozar. 47 Cf. Mt 11,30.

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El mejor sacrificio es la obediencai 3. No forme escrúpulo de lo que me dice. El sacrificio más aceptable a los ojos de Dios es el de la obediencia amorosa a su divina voluntad. Tiempo llegará para todos. Deje a Dios obrar según su beneplácito. ¿Ahora no quiere ayunos? Bien está. ¿Quiere que sufra su padecimiento actual u otro que quiera darle? Bendiga su santo nombre. La mortificación que Dios nos envía 4. Las mortificaciones más seguras y provechosas son las que directamente Dios nos envía, aceptándolas con toda voluntad, ofreciéndoselas por puro amor y no buscando en ellas más que el agradarle con nuestra pura intención. Animo y a padecer tal cual a nuestro Dios le agrade. Alabemos a Dios por las maravillas que hace en nosotros 5. Cuanto más considere los beneficios de Dios, más combustible hallará para que su corazón se inflame en la viva llama del amor divino. El cielo está sembrado de estrellas, que convidan a alabar la gloria y magnificencia de Dios; pero el cielo de nuestra alma está sembrado de beneficios más hermosos mil y mil veces que las estrellas, y todos ellos nos incitan constantemente a alabar, bendecir, glorificar y amar a nuestro Dios, autor de todos ellos, y que todos nos los hizo para la manifestación de su gloria y para procurar nuestra felicidad eterna. Un ruin siervo de Jesucristo. 33-341 Vivan J. M. y J. 7 de mayo de 1875 Muy amada hija en Jesucristo: El amor del Espíritu Santo reine en nuestros corazones para que nos sea dulce el penar por amor de nuestro Dios. Amén. Disponerse para el tiempo de la prueba 1. Veo que no hay variación desde mi anterior, si bien conozco que hay aumento de sed de padecer por amor de Dios, de lo que me alegro en gran manera y doy gracias al dador de tan gran bien.

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Mire, hija mía, bien lo mucho que la ama su divino esposo. Aprecie en gran manera esa sed que le da de padecer, de amar y de conformarse con su divina voluntad. Váyase disponiendo para el tiempo de las grandes pruebas, en que el cielo parece de bronce y nuestro corazón como un duro pedernal. Haga propósito firme de resignarse a todo lo que viniere, venga de donde viniere, porque, en último resultado, cuanto nos pasa, a excepción del pecado, Dios nos lo envía directamente o indirectamente. Aprenda bien que en todo tiempo, pero muy especialmente en ése, no hay más tabla de salvación que orar humildemente y obedecer plenamente. La oración de unión 2. La virtud de la oración no es, técnicamente hablando, la virtud del amor; mas es cierto que tanto mejor es la oración cuanto más amor contiene. Por esta razón, la oración de unión es la mejor de todas, porque el alma se une con Dios por la intensidad y pureza del divino amor que en ella reina. Santa Teresa llama a la oración camino del divino amor48. San Alfonso Ligorio, horno donde se enciende la hoguera del divino amor49

. Ambas definiciones son hermosísimas y comprueban lo que arriba digo.

Ea, hija mía, oremos mucho y bien para que el Señor nos conceda la oración unitiva, por medio de la cual siempre le estaremos amando. Así sea. Amén. Un ruin siervo de Jesucristo que desea arder. 34-350 Vivan J. M. y J. 11 de junio de 1875 Muy amada hija en Jesucristo: El amor del Espíritu Santo haga arder suavemente a nuestras almas para gloria de Dios. Amén. La mejor prueba del amor son las obras 1. Devoción me causa el ver su estado venturoso. Alabo a Dios por la gracia especial que le concede dándole el don inestimable de padecer por su amor. Regálame en gran manera cuando leo, entre las cosas que el Señor reveló a Santa Teresa, que 48 Cf. Sta. Teresa, Libro de la vida c. 11 n.1.

49 Cf. Práctica del amor a Jesucristo, Rialp, Madrid 1981, 3ª ed., p. 121.

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el mérito no está en gozar, sino en obrar, y en padecer, y en amar50

.

Yo bien comprendo que el amor es lo mejor; pero no se me oculta que la prueba más fina y más segura del verdadero amor está en las obras; y entre éstas, las obras más finas, más seguras y perfectas son los padecimientos. 2. Humíllese en la presencia de Dios, pídale con confianza la virtud de la paciencia en nombre del Corazón pacientísimo de Jesús, y no dude que, si persevera pidiendo, alcanzará tan hermosa virtud, señal inequívoca de la caridad perfecta. Llegar a la plenitud en poco tiempo 3. Tenga entendido que así como hay flores naturales cuyo nacimiento, desarrollo, progreso y apogeo necesitan mucho tiempo hasta llegar a su mayor perfección, así también hay otras que nacen, se desarrollan, progresan y llegan a la plenitud de su apogeo en poco tiempo. Pues bien: en el jardín místico del divino Esposo sucede también esto. ¿Quién sabe si agradará a su divino Esposo que la mística flor de su alma, nacida en el jardín de la Iglesia, trasplantada a la fragante maceta del orden de aquel Padre de corazón de fuego51, regada con la lluvia suavísima de la oración, trabajada con la azada de los padecimientos sufridos con paciencia, bañada, en fin, con la luz y calor vivificantes del sol del divino amor, se desarrolle, progrese y llegue en poco tiempo a la plenitud de la perfección de su místico apogeo?52

¿Quién lo sabe? Sólo Dios.

Amar en el sufrimiento 4. Por tanto, siga, siga, hija mía, ofreciendo a su divino Esposo todos sus padecimientos físicos y espirituales en unión íntima de los muchos y grandes que El padeció y henchida del mismo amor relativo con que El los sufrió por su amor. Por esta razón, hija mía, aprecie en gran manera esa voz íntima que siente en su corazón y le dice: «Es para que me ames». ¡Oh luz bendita y vivificante! En verdad, en verdad que el amor se cría muy robusto con penas. Un ruin siervo de Jesucristo cuya cruz es vivir sin cruz. 50 "Esto me dijo el Señor otro día: ¿Piensas hija, que está el merecer en gozar? No está sino en obrar, y en padecer, y en amar" Sta. Teresa, Cuentas de conciencia 26ª n.1.

51 Se refiere a San Agustín, a quien se suele representar con un corazón de fuego, símbolo de su amor apasionado por el Señor.

52 Son muchas las veces que Don Eladio utiliza el ejemplo de las labores del campo: cultivo de la tierra, estaciones del año, riego, etc. Aquí compara el alma con un místico jardín.

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35-364 Vivan J. M. y J. 12 de julio de 1875 Muy amada hija en Jesucristo: La gracia del Espíritu Santo reine en nuestros corazones para gloria de Dios y nuestro bien. Amén. Es gracia de Dios el padecer por amor 1. Hija mía, gran consuelo es para mi alma ver que tanto bien le hace el padecer por amor de quien tanto padeció por usted. Es una gran gracia que debe apreciar en mucho, y, recibiéndola con humildad y gratitud amorosa, confesarse siempre, en presencia de su amado Esposo y de las criaturas, su ruin e inútil sierva. Necesidad de la oración y la vigilancia 2. Desconfíe siempre de sí misma, si quiere marchar segura. Confíe plenamente en Dios, si quiere ser perseverante; ore, vigile y, sobre todo, examínese bien por la noche, en general y en particular, sobre su pasión dominante, porque nuestro enemigo no duerme ni descansa un solo momento para lograr el perdernos. Le digo esto porque en todas sus comunicaciones todo es bonanza y prosperidad, cosa que rarísima vez sucede a las almas, a no ser por una gracia muy especialísima. Relación entre humildad y caridad 3. Ya sabe que tengo dicho que cuanto más baja el platillo de la balanza de nuestro amor propio desordenado, tanto más sube el platillo de la balanza de nuestro amor de Dios y del prójimo, que es la caridad perfecta. Póngase bien, o, mejor dicho, fíjese bien en esta balanza, y examine si es profundamente humilde y amante de su humillación, para que así deduzca conjeturalmente que, por la gracia de Dios, es altamente caritativa. Oración y obediencia medios para conocerse 4. Acaso me dirá usted: «Pero, Padre, ¿cómo voy yo a conocerlo por mí misma, cuando tan fácilmente y tantas veces nos engaña nuestro amor propio?» Respondo: Hija mía, ore humildemente, y esta su oración pidiendo luz para conocerse penetrará los cielos, y el Padre celestial se apiadará de su hija, poniendo su respuesta en lo íntimo de su alma durante su oración perseverante y llena de

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pura intención. Este es un medio. Segundo medio, todavía más seguro. Vea si es obediente; esto es, si su obediencia es pronta, pura, fiel, constante y amorosa; y esto en lo dulce y en lo amargo, en lo espiritual y material, en el alma y en el cuerpo. La obediencia perfecta es el hermoso anillo que siempre abraza la verdadera humildad y la caridad bien ordenada. ¡Bendito sea Dios! ¡Cuánto nos ama! Un ruin siervo de Jesucristo. 36-373 Vivan J. M. y J. 20 de agosto de 1875 Muy amada hija en Jesucristo: Vista su lacónica carta y puesto que pronto nos hemos de ver, Dios mediante,53

poco tengo que decirle en ésta. Sin embargo, para que no quede por contestar, para gloria de Dios y bien de su alma le digo lo siguiente:

Humildad, amor y paciencia tres actitudes importantes 1. Me alegro que pida a Dios humildad, paciencia y amor. Son tres principales virtudes que deben adornar el alma. Con humildad se echan los cimientos del edificio de la perfección, con amor se levanta a su mayor altura y con paciencia consumada se deja la obra perfecta. Cómo practicar estas actitudes 2. Somos verdaderamente humildes cuando por amor de Dios nos alegramos de ser humillados. Somos verdaderamente amantes cuando amamos a Dios por Dios, y al prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios. Somos verdaderamente pacientes cuando por amor de Dios recibimos o sufrimos las cosas 53 El día 22 de Septiembre Don Eladio presidió en el Convento la elección de Priora de la comunidad.

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adversas como las prósperas con igualdad de espíritu, por amor de Dios, que nos las envía. Así se humille, así ame y así sufra, que después sólo le resta ser perseverante hasta el fin, con lo que recibirá una corona inmortal en la gloria. Así sea, amén, amén. Un siervo de Jesucristo que de todo corazón la quiere para el cielo. 37-452 Vivan J. M. y J. 1º de marzo de 1877 Muy amada hija en Jesucristo: Da gracias a Dios por los beneficios que otorga a su dirigida 1. Con toda mi alma doy gracias a Dios por la gran misericordia que con usted ha hecho cabalmente en días en que se habrán perdido tantas almas54

. ¡Bendita sea mil y mil veces su misericordia infinita! ¡Bien puede agradecerle este nuevo beneficio! ¡Ay, hermana mía, bien sabe que amor con amor se paga! Pues bien: viva agradecida, ámele y bendígale por todos los días de su vida, para amarle, bendecirle y gozarle, henchida de gratitud y santa alegría, por los siglos de los siglos. Amén.

Deseos de poder ser útil a su dirigida 2. Hija mía, me suplica usted que la admita de nuevo a la comunicación espiritual sirviéndose de la parábola del hijo pródigo55. Yo doy gracias a Dios por la humildad con que me lo pide, y puede estar bien segura de que deseo con toda mi alma poder servirla en algo con el mismo amor y más que en otro tiempo lo hacía56

, y sólo sentiré que usted no tenga conmigo la misma confianza que antes, creyendo que no puedo ser para usted quien fui.

¡Ay, hija mía, en las llagas y entrañas de mi amado Jesús! Por estas llagas benditas y por estas entrañas de amor, le suplico que no dé usted entrada en su noble corazón a tentación semejante, si el Padre de la mentira quisiera de nuevo engañarla y retraerla.

54 Podría referirse a los días de carnaval, 11-13 de Febrero.

55 Cf. Lc 15, 11-32.

56 Esta religiosa dejó el acompañamiento espiritual durante casi dos años. Don Eladio la tranquiliza asegurándola que el comunicarse o no espiritualmente con él, es un acto del todo voluntario.

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La comunicación espiritual es voluntaria 3. Hija mía, yo no tengo que perdonarle nada, porque en nada me ha ofendido, pues el comunicar o no espiritualmente conmigo es un acto voluntario, y, en su consecuencia, a ninguna obliga; es un bien gratuito que el alma que quiere me lo dispensa, y la que no quiere, no, sin que yo pueda quejarme de ella. Perdonar a ejemplo de Jesús 4. Mas si así no fuese y en ello tuviera algo que perdonar, ¿quién no perdona con todo su corazón viendo a Jesús herido, escupido, abofeteado, escarnecido, deshonrado y llagado de pies a cabeza? ¿Quién no perdona y ama con toda su alma al mismo que le ofendió viendo a todo un Dios-Hombre derramar hasta la última gota de su sangre y abrir su pecho para ser traspasado con lanza de infinito amor para dar entrada en su corazón amante al mismo hijo cruel e ingrato que tan despiadadamente le traspasó? ¡Oh, hija mía! Hágame la caridad de creer que, aunque soy siervo ruin e inútil de mi amado Jesús, quiero y deseo con todo mi corazón seguir su ejemplo, perdonándola de alma y vida, vida y alma, en lo que usted supone que me ha ofendido, y de cuya ofensa yo no veo nada. 5. Esto baste para ahora y para siempre, y sólo le ruego que cuando vaya al camarín por primera vez57

, pida al Señor por este pobre e ingrato, a quien todo el mundo trata cien mil veces mejor que lo que se merece.

¡Oh, hija mía, duéleme en el alma verme honrado siendo lo que soy; y mi amado Jesús, Dios y hombre verdadero, deshonrado y lleno de esputos, siendo El lo que es!. Hacernos siervos de todos 6. Hija mía, créame: «Amor divino es la gran palabra y el gran problema de la vida». Pues bien: esta gran palabra no se realiza y este gran problema no se resuelve sino anonadándonos en el profundo conocimiento y amor de nuestro propio menosprecio y haciéndonos siervos de todos, humildes, obedientes hasta la muerte y pacientes hasta muerte de cruz por amor de Aquel que por nuestro amor se anonadó tomando forma de siervo, obedeció hasta la muerte y sufrió muerte de cruz58

.

Ganar el tiempo perdido 7. Concluyo diciéndole: si usted conoce que ha perdido mucho tiempo durante su 57 Se refiere al camarín del Cristo de las Victorias, que se venera en el santuario de Serradilla, contiguo al convento de las Religiosas.

58 Cf. Flp 2,5.

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aislamiento, procure recuperarlo ahora, a imitación de San Pedro, quien después de su caída fue muy humilde, vigilante, celoso, constante, piadoso y amante de su divino Maestro, por lo que este benigno Señor le confirmó en su principado apostólico, dándole pruebas tan grandes y expresivas del amor con que le amaba y distinguía59

.

¡Ojalá llegue a ser tan santa como yo deseo sea y quiera el Señor oír mi súplica confirmando desde el cielo la bendición que como padre le envío con todas las veras de mi alma! Así sea. Amén. J., siervo ruin e inútil de Jesucristo. 38-456 Vivan J. M. J. 5 de abril de 1877 Muy amada hija en Jesucristo: El amor de Dios nos abrase en la vida y en la muerte. Amén. Jesucristo borró nuestros pecados 1. Por falta pasada nunca se apure. Es más: aunque sea pecado y grande, siempre que esté confesado, nunca se angustie y pierda la paz de su alma. Tenga siempre confianza sin límites en el corazón paternal y amante de nuestro Padre celestial, que para borrar y destruir todos los pecados de los hombres envió a su Hijo unigénito, nuestro Señor Jesucristo, quien de hecho satisfizo por todos superabundantemente, dejándonos únicamente el trabajo de aceptar sus méritos, aplicándolos por medio de los sacramentos y demás medios que enseña la Iglesia. Esto no quiere decir que nos descuidemos; no; quiere el Señor que con El satisfagamos; pero sin angustia, sin desabrimiento, sin amargura; en una palabra, con humildad, confianza, contrición y paz de nuestra alma60

.

No hacer caso de imaginaciones no deseadas 2. No haga caso de ese tropel de pensamientos malos, ni imaginaciones inmodestas, ni palabras interiores que le parece que pronuncia. Créame; todo ello es trazas del demonio que el Señor permite para su ejercicio y mayor corona, por más que su enemigo las haga para perderla. Mire, hija mía; óigame por amor de Dios. Es preciso saber distinguir estas cosas: entender no es querer; sentir no es asentir; pensar no es amar. 59 Cf. Jn 21, 15-19.

60 El talante siempre bondadoso y comprensivo de Don Eladio parece aumentar ahora con esta religiosa. No quiere hacerle pesar el tiempo en que dejó la comunicación ni que se culpabilice más de lo debido.

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Pues bien: usted entiende algunas cosas que no las quiere: las siente en sí misma, pero no asiente ni consiente en ellas; piensa contra su voluntad en ellas, pero no las ama, apetece, desea ni deleita en ellas. Sólo con consentimiento deliberado hay pecado 3. Vaya el siguiente ejemplo: si, estando usted en una habitación de donde no puede escaparse, tocan una pieza de música cuyo aire y letra es inmoral y, por tanto, la aborrece, usted la entiende, piensa y siente, porque no está en su facultad el evitarlo; pero no por eso peca, pues ni la quiere, ni la ama, ni asiente a ella. Quiera darle el Señor luz sobre este punto, y tanta paz del alma como le desea este pobre y ruin siervo de Jesucristo. ¡Buenos estaríamos los confesores si el entender fuera como el querer, el pensar como el amar y el sentir como el consentir! ¡Oh Dios mío, bendito seas mil y mil veces, que la llave del pecado y de la virtud la has colocado en el consentimiento deliberado de nuestra libre voluntad! Ore y permanezca tranquila 4. Dice bien y obre siempre así: ore a la puerta por obediencia; del coro no salga, dejando la oración, si no se lo mandan. Escriba por obediencia, a no ser que T61

le mande otra cosa. Comulgue cuando las demás. Esté tranquila. ¿Qué más puede hacer su Dios que aprobar el espíritu de su última por medio de su ministro, aunque indigno? No mire al instrumento; mire y ame al autor, que es su Padre que está en los cielos.

J., siervo ruin de Jesucristo. 39-469 Vivan J. M. y J. 20 de mayo de 1877 Muy amada hija en Jesucristo: El amor del Espíritu Santo nos purifique, abrase, inflame y transforme en viva y perfecta imagen de Cristo. Amén. 61 La letre T corresponde al Priora, Madre Basilisa Dolores de San Antonio.

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Mucho siento, hija mía, no haber podido contestarle antes, y espero que lo lleve con paciencia. Hoy lo hago, no obstante mis urgentes ocupaciones, deseando vivamente darle algún consuelo en medio de su tribulación, si es que el Señor quiere dárselo por medio de este gusano ruin y miserable. Para proceder con orden seguiré el de la suya, y así digo: Importancia de la sinceridad en la comunicación 1º. Doy gracias al Señor por la promesa sincera que me hace de ser franca en sus comunicaciones y tener la misma confianza, o más, que antes. Hace bien, hija mía; de este modo podrá desbaratar las maquinaciones de su capital enemigo, que primero principia por halagar el amor propio, luego oscurece el alma y la llena de perplejidades y dudas, para terminar su obra ensoberbeciéndola, haciéndola seguir su propia voluntad y gusto. Persevere, hija mía, en su buen propósito; no dude que el Señor se agrada en ello y que la premiará dándole luz y paz cuando y como convenga. La humildad fuente de paz 2º. Pido y pediré, y usted debe pedir siempre al Señor, que la llene de virtudes, especialmente de mansedumbre y humildad de corazón, para que de este modo pueda ser con facilidad paciente y obediente en todo por amor de Dios, hallando la paz íntima, serena, suave, llena, amorosa y perfecta de su alma en medio de este valle de lágrimas. Créame: no descansa la piedra ni está quieta hasta que llegue a su centro de gravedad. Pues bien: no descansará ni estará tranquila su alma hasta que llegue al centro de su gravedad, que es la verdadera humildad; virtud que no poseeremos hasta que estemos profundamente convencidos del abismo de nuestras miserias y nuestra nada y amemos de veras nuestro propio menosprecio por amor y para gloria de Dios. Entonces, libres de nuestro amor propio desordenado, nos invadirá, llenará, regirá y gobernará el mismo Dios, que es Caridad perfecta, de la cual fluye continuamente un gozo suavísimo de espíritu y una paz íntima amabilísima que perfecciona este gozo aun en medio de las obras y sufrimientos sensibles en que nos ejercita la obediencia. ¡Bendito Dios! ¿Cuándo, Amor mío, cuándo, cuándo nos sumerges a esta pobre hija y a este tu pobrísimo siervo en el profundo abismo del conocimiento y amor de nuestro propio menosprecio por tu puro amor y para tu mayor gloria y honra? Señor, por tu Hijo unigénito y por María, tu hija predilecta, habed piedad de nosotros y concluya vuestra bondad lo que empezó vuestra misericordia. Amén, amén. Cómo actuar en la tentación

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3º. Ya veo la aridez, sequedad, desconsuelo y tentaciones que sufre, principalmente en la meditación y oración. Hija mía, persevere firme en la meditación y oración, estando en ella humilde, resignada y entregada plenamente en el seno amoroso de la voluntad santísima de Dios. El la sacará triunfante cuando la vea humillada, resignada y dejada en sus manos de veras. «He aquí, Señor, tu esclava y la hija de tu esclava; haced de mí lo que más os plazca»62

. Esta u otra oración semejante le aprovechará mucho.

En lo que toca a las tentaciones de desconfianza y de impureza, haced lo siguiente: respecto a la primera, representaos una balanza: en un platillo poned en globo todas vuestras culpas y todas las de los pecadores que, como usted, claman y piden de veras perdón y misericordia al Padre de las misericordias; en el otro poned los méritos de Jesucristo, a los que os acogéis de corazón con dichos pecadores. Esto hecho, fallad vos misma si tenéis juicio y valor para creer que pesa más el platillo de vuestros pecados que el de vuestros méritos, que son los méritos de Jesucristo. Si la tentación prosiguiese, no discutáis con el enemigo, porque no se le vence discutiendo, sino con actos de humildad, amor y plena confianza en Jesucristo, su vencedor. En lo que toca a la de impureza, no batalléis de frente. Invocad con humildad, amor, paz y suavidad el dulce nombre de Jesús y de María y creed firmemente que el que de corazón invoca estos nombres jamás perece. Si la tentación prosiguiese, proseguid vos tranquila con paciencia en vuestra invocación, puesto que sólo se trata de tentación imaginativa, y es preciso que vayáis entendiendo que el sentir la tentación no es consentir en ella y que el ver cosas impuras en nuestra imaginación no es querer dichas cosas. Esto lo ve claro quien Dios quiere y cuando quiere, pues le hacen conocer que estas cosas más le hacen penar que gozar, y nadie perece penando por amor de Dios y por no ofender a Dios. Quiera El darle luz sobre este punto, si conviene, así como santo horror a lo que tanto os apena. Recurrir a Jesús, María y José 4º y último. Apruebo su deseo de padecer por quien tanto ha padecido por nosotros; pero quiero que padezca no lo que usted quiera, sino el padecimiento interior o exterior que el Esposo crucificado le dé. Mucho me alegro que su recurso en su tribulación haya sido Jesús sacramentado y María, Virgen de las vírgenes y Madre de los pobres pecadores. 62 Cf. Sal 115,16.

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No se olvide de San José. ¡Aman tanto Jesús y María a quien le honra siguiendo el ejemplo que durante su vida nos dieron! Quiérale y hónrele después de Jesús y María. Ya verá qué bien le va con él y cómo la enseña a ser humilde, mansa, paciente y obediente por puro amor de Dios. J., ruin siervo de J. M. y J. 40-471 "J. M. J. 26 de junio de 1877 Muy amada hija en Jesucristo: La gracia y amor del Espíritu Santo reinen plenamente en nuestras almas por los méritos de nuestro Señor Jesucristo para gloria del eterno Padre. Amén. Poner en la criatura el amor debido a Dios 1. Ha me enternecido tu carta, hija mía, por el dolor que en ella manifiestas al ver que por cierto tiempo has tenido puesto tu amor en la criatura, siendo así que te lo reclamaba el Dios que te crió, redimió y hasta ser su esposa te llamó y ensalzó, sufriendo con paciencia tu desdeñoso desvío. ¡Ay, hija mía! En verdad que es cosa digna de que la llores, por los perniciosos efectos que produjo en ti, como sabes y humildemente confiesas, y por el mal ejemplo que diste a quienes no ignoras. No dudemos de la misericordia de Dios 2. Mas hoy vuelvo a decirte con mayor ahínco que en mi anterior: «Hija mía, no dudes que el Padre de las misericordias ha querido y quiere lavarte esta mancha, que fue origen de otras muchas, con la sangre purísima de su Hijo, Hijo querido, cuyas llagas, vistas bien a lo vivo, te han traído nuevamente (¡benditas sean!) al camino de santa humildad, propio conocimiento, ferviente contrición, santa obediencia, deseo de mortificación, desencanto de todo lo que es criatura, para ponerte con el tiempo en el centro único de nuestro descanso, que es amar a nuestro Dios, infinitamente bueno, por puro amor y para siempre, y a nuestro prójimo amarle como a nosotros mismos en Dios, por Dios y para Dios, cumpliendo fielmente su voluntad santísima y buscando en todo su gloria y honra». Confiar en Dios plenamente 3. ¡Oh hija mía! Levántate y confía plenamente en quien tanto te ama, que sólo desea verte arraigada en las virtudes de humildad, humillación, mansedumbre, paciencia, obediencia y conformidad con su voluntad divina para elevarte a su divina unión por puro amor. Vigila y ora con

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profunda humildad, porque el enemigo te asaltará de nuevo cuando más descuidada estés y menos puedas pensarlo. Recurrir al ejemplo de Jesús 4. Cuando esto suceda visitarás, en seguida que puedas, a nuestro amado Jesús, diciéndole de corazón: «Estando Vos, ¡oh Jesús mío!, tan humilde, manso, humillado, paciente, azotado, llagado, obediente y resignado por mi amor, ¿puedo y debo yo resistirme a ser humilde, mansa, humillada, paciente, azotada, llagada, obediente y resignada por el vuestro, ¡oh Redentor mío, Salvador mío, dulce Esposo de mi alma y único consuelo de mi vida!?» Y allí aprenderás, hija mía, la respuesta viva que El te dará, y según ella obrarás. Mas si por ventura nada te dice, por sus altos juicios y porque se ve bien claro que así conviene muchas veces, no te desconsueles por eso; haz esto otro que voy a decirte, y quedarás con mucho mérito y sumamente tranquila. Recurrir a los superiores 5. Apenas veas que la tentación de lo pasado te molesta y que, yendo a nuestro amado Jesús, no cesa, ve en seguida a buscar a T, y con la humildad y sencillez de buena hija cuéntale tus penas, no como quien las dice a otra simple criatura, sino como quien las pone en manos de quien representa a Dios por el cargo que desempeña. Esto, hecho con humildad, sencillez y pura intención, no dudes que agradarás mucho a Dios, y en tiempo oportuno quedarás sumamente contenta, victoriosa y con una paz espiritual íntima y sumamente regalada, haciendo lo que se te aconseje con viva fe y confianza y por puro amor de Dios, cumpliendo en ello su voluntad santísima. Caminar con santo temor y amor 6. Quedo enterado del resto de la tuya y apruebo su espíritu. ¡Oh, qué gracia tan grande te hace el Señor dándote a conocer que necesitas caminar con santo temor y amor para llegar a la suma perfección, que no consiste en otra cosa que en hacer la voluntad de Dios en todo por su puro amor, para agradarle y darle gloria y honra en el tiempo y eternidad! 7. ¡Oh, hija mía! Pide al Señor que, por las entrañas de su Hijo unigénito y por el amor de nuestra Madre amorosísima, María Inmaculada, no pensemos, hablemos, obremos y deseemos otra cosa que este gran «cúmplase la voluntad de Dios en todo, todo y todo por su puro amor, para su gloria y eterna complacencia». Dios único centro de la vida 8. ¡Dios mío! ¡Vida mía! ¡Amor mío! ¡Mi único descanso! ¡Mi único bien! ¡Mi único centro

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ya del centro de mi vida! ¿Es posible, es posible que pueda yo perderte? ¿Es posible, es posible que haya algo que pueda arrancarme de Ti? ¿Es posible, es posible que yo, miserable de mí, quiera rehusar vivir de sólo Tú, contigo, en Ti, por Ti, para Ti, según más te plazca y en el grado, calidad y medida que más te agrade? ¡Oh, Dios mío, Dios mío, Dios mío, dadme, dadme y dadme antes cien mil veces la muerte y sea siempre uno contigo! Amén. J., ruin siervo de Jesucristo. 41-479 "J.M. y J. 19 de septiembre de 1877 Muy amada hija en Jesucristo: El amor del Espíritu Santo reine suave y eficazmente en nuestras almas. Amén. Sacar humildad de las culpas pasadas 1. Gracias sean dadas por el claro conocimiento y profundo dolor que le da actualmente de lo pasado, lo cual puede servirle de mucha ayuda para alcanzar más pronto la perfección, si sabe sacar de ello profunda humildad, gratitud, vigilancia, oración, amor a la obediencia, a la rectitud de intención y, sobre todo, al puro amor de Dios sin mezcla de criatura alguna. Sólo en Dios hallaremos la paz 2. Hágalo así, hija mía, y rompa todos los lazos que la retengan y aprisionen para que pueda volar con holgura. ¡Oh, pobrecita hija mía, qué compasión me das al verte aginada, y todo por no acabar de purificar tu corazón, el cual no hallará verdadero y perpetuo descanso hasta que, a semejanza del de tu querido Padre San Agustín, descanse en sólo Dios, único centro y paz inestimable de nuestro ser!63

.

¡Oh, hija mía! Quién me diera hacerte en un solo momento tan desprendida de ti misma y de todo lo que no es Dios como tú misma deseas y yo tanto apetezco. Haz, hija mía, haz actos consecutivos de desprendimiento y desapego de toda criatura y repite una y mil veces «Mi Dios, mi Todo»64

hasta que realmente sea así y marches con verdadera libertad de espíritu, cantando sus misericordias infinitas.

Amemos porque hemos sido perdonados 63 Cf. San Agustín, Confesiones L I, 1, 1.

64 Frase atribuida a San Franciso de Asís, Cf. Ribadeneira, P., Flos Sanctorum, Madrid 1761, t.3, p. 186.

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3. No dudes, hija mía, que lo pasado puede servirte de mucho bien. «A quien menos se le perdona, menos ama» (dijo nuestro amable Maestro y Salvador a Simón el fariseo)65. Pues bien: tú y yo, hija mía, estamos obligados a amarle mucho, porque mucho nos ha perdonado. Amémosle de veras, en espíritu y verdad66

.

No compartir el corazón 4. Hija mía, Dios quiere tu corazón para El solo. Por esta razón sientes en la oración su voz amorosa y tiernamente quejosa, que te dice: «Huye de las criaturas; acércate a mí; pídeme mi gracia y amor, y yo te daré el triunfo de ti misma sobre todas tus pasiones; sé humilde, sencilla, obediente y paciente por mi amor; ¿no me ves a mí humilde, sencillo, obediente y paciente hasta la muerte, y muerte de cruz, por tu amor?67

¿Crees acaso que, pobre en el pesebre, desterrado en Egipto, agonizante en el huerto, azotado en la columna, fatigado en la calle de la Amargura y clavado ignominiosa y cruelmente en la cruz, no te tenía bien presente y peleaba con ardor por conquistar tu corazón para mí solo? ¿Y no me lo das? ¿Y todavía le compartes? Heme aquí, hija mía, que estoy a la puerta de él, y hace más de veinte años que espero con paciencia tus desvíos y sufro con mansedumbre tus ingratitudes. ¡Hija mía, hija mía, hija de mi corazón!, ¿tampoco hoy quieres hacerme dueño absoluto de él? Responde, gime, suspira y, si todavía quieres serme ingrata, despídeme, si para ello tienes valor».

Un ruin siervo de Jesucristo. 42-482 Vivan J. M. J. 8 de enero de 1878 Muy amada hija en Jesucristo: El divino Niño nos dé su bendición para amarle con puro amor ahora y siempre. Amén. He leído con suma atención, en la presencia de Dios, su grata del 27 de diciembre último, y paso a contestarla, deseando que cuanto diga sea para gloria del Señor y bien de usted. Esto supuesto, digo: Sacar bien de la tentación 65 Cf. Lc 7, 47.

66 Cf. Jn 4, 23.

67 Cf. Flp 2,8.

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1º. Ya sabe lo que le tengo dicho respecto a la cuestión Z. Sentir, hija mía, no es consentir. Consuele a usted la verdad antedicha. Me alegro de que el Señor le dé luz para conocer que pueda sacar mucho bien de semejante tribulación. Humildad, humildad es lo que está clamando esa tribulación. Humíllese mucho, mucho, en la presencia de Dios; duélase en lo más íntimo de su alma de haberle ofendido, siendo tan bueno como es para todas las criaturas, y especialmente para usted; ore con perseverancia, confiando en su misericordia infinita, méritos de nuestro Señor Jesucristo y protección de nuestros padres amorosísimos la Virgen y San José, y no dude, hija mía, que, si esto hace, lo pasado y lo presente lo permite el Señor para mayor bien de usted. Acogerse a los méritos de Jesucristo No oiga al enemigo cuando le sugiera que desconfíe. ¡Válgame Dios! ¡Desconfiar de quien nuestro Señor Jesucristo nos ha enseñado a llamarle Padre y ante quien el mismo dulcísimo Jesús, nuestro amable Salvador y Maestro, está presentando continuamente el valor infinito de su sangre, llagas, pasión y muerte! Nada, hija mía; sus ojos a la balanza; por muchos que sean sus pecados, más son los méritos de Jesucristo; sólo resta que usted se acoja a ellos. Esperar a Dios con paciencia 2º. Acaso me diga: «Padre, así lo hago; pero no estoy tranquila algunas veces». A esto respondo: La paciencia todo lo alcanza68

. ¿No ha tenido el Señor mucha paciencia para esperarla? Pues téngala usted ahora para esperarle a El, y, luego que la vea humilde y rendida para que El obre como quiera, le dará la más completa victoria y la más profunda calma.

Obediencia y caridad 3º. Oiga la voz de Dios en la voz del superior. De este modo, evitando mil amargos sinsabores, marchará segura y tranquila. No olvide que la obediencia es el cuerpo místico en donde vive y crece y llega a perfección consumada el alma de la vida del espíritu que es la caridad. ¿No recuerda que lo tengo explicado cuando usted sabe?. El ejemplo del Portal 4º y último. Bien está en el portalito. Ya ve al Verbo divino hecho niño. Sea muy humilde, mansa, obediente y dispuesta al sacrificio como El. 68 Cf. Sta. Teresa. Poesías, 30.

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Huya de la peste de amistad particular de criatura alguna. No tiene más que un corazón, sólo un corazón; pues sólo Dios sea rey y dueño de él. J., ruin siervo de Jesucristo. 43-489 "J.M.J. 23 de abril de 1878 Muy amada hija en Jesucristo: El Espíritu Santo nos inflame con la viva llama de su amor para gloria de nuestro Padre celestial. Amén. Vista su grata del 27 de enero último, digo lo siguiente: Confrontar los deseos con las obras 1º. Mucho me complazco en que esté tan fervorosa, sintiendo tan vivos deseos de amar a Dios y doliéndose tan íntimamente de haberle ofendido, siendo tan infinitamente bueno como es. Ahora es necesario que usted se examine a sí misma y vea si las obras están en relación con los afectos y deseos. Si en la práctica lleva a bien el ser humillada, se porta con mansedumbre, paciencia y caridad con sus prójimos, y, por último, se conforma con la voluntad de Dios en todo, siendo amante y fiel en la obediencia, la doy por aprovechada; y no dude que su oración y mortificación son excelentes y gratas a los ojos de Dios. No digo por esto que nunca caiga y jamás falte, sino que sea lo ordinario el vivir en la forma supradicha, siendo raras las caídas deliberadas. Sentir y consentir 2º. En la cuestión Z no hay más que clamar a Jesús, María y José. Nadie perece invocando con fe tan puros y dulces nombres. Ya he dicho muchas veces, y vuelvo a repetir, que el pensar no es querer, que el sentir no es consentir y que el penar no es gozar. Pues bien (quiera el Señor darle luz si conviene): entiendo, hija mía (y usted verá si es así o no), que por ahora, por pura misericordia y gracia de Dios, en la cuestión Z piensa, siente y pena, pero no quiere, ni consiente, ni goza. Ahora bien: donde no hay amor, consentimiento ni gozo, no hay pecado. Si es así, esté tranquila en medio de su tribulación. No perder la paz en la lucha contra la tentación 3º. Cumple con el rezo, pues nadie está obligado a responder de lo que no está en su mano el

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evitar. Pero esta doctrina se entiende en el sentido de que usted haga lo que moralmente pueda, siguiendo esta regla: una su intención con las demás, queriendo cumplir su obligación de la manera más grata a los ojos de Dios, y nunca entretenga deliberadamente el tiempo en averiguar y depurar si consintió o no, si rechazó como pudo o dejó de rechazar. Nada, nada, nada de esto. El que quiere enseñar a hablar a un niño perdería mucho tiempo y no conseguiría su objeto si quisiere darle reglas y más reglas de cómo había de poner la lengua, dientes, garganta, fuerza que había de hacer, etc., etc., y así únicamente al oído pronuncia una, dos, tres veces y más la palabra que le quiere enseñar con mucha paciencia y caridad, y el niño la aprende. Pues bien, hija mía; ¿para qué le he de dar reglas y más reglas para que sepa vencer y conozca si venció la cuestión Z, según me lo propone? Nada, hija mía; créame por amor de Dios. Pronuncie, esto es, invoque de corazón al dulce nombre de Jesús, María y José, quede tranquila, y no dude que venció, rehusó, hundió, rehundió, aplastó y aniquiló al enemigo capital de nuestras [almas], que, cuando no puede vencerlas se goza en turbarlas hasta que Dios por su infinita misericordia, ora por sí mismo, ora por medio de sus ministros, quiere pacificarlas, quedando ellas (pobrecitas) y ellos alabando, bendiciendo, amando, agradeciendo y glorificando a Dios, triunfador invencible e inmortal cuando se verifica un caso de éstos como el que describe mi tosca pluma. ¡Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a las almas de buena voluntad!69

. ¡Gloria a Dios, hija mía, gloria a Dios! ¡Quede tranquila! A El bendice, a El ama, a El sirve, por El vive y por El muere, e ínterin viva, hija mía, ruega por este pobre pecador, que en Dios, por Dios y para Dios solo te quiere. Amén.

Jesús modelo de todas las virtudes 4º y último. Tanto en la encarnación del Verbo como en su nacimiento; ora en su vida activa, ora en su santo retiro y mortificación; ya en su pasión, ya en su muerte, siempre, siempre nos está dando nuestro amado Jesús ejemplo vivo y continuo de las más heroicas virtudes; pero especialmente de humildad, humillación, pobreza, mortificación, paciencia, obediencia, plena conformidad con la voluntad de su Padre; y todo por puro amor de El y sólo para su mayor honra y gloria y bien de nuestras almas. Pues bien: aprovechemos estas lecciones prácticas, vivas y continuas. El es el camino, la verdad y la Vida70. El nos ha dicho que el que quiera ir en pos de El ha de abnegarse, crucificarse y amorosamente seguirle71

69 Lc 2, 14.

.

70 Cf. Jn 14,6.

71 Cf. Mt 16,24.

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¿Querremos nosotros buscar otro camino que el de la plena abnegación, total crucifixión y perfecta sumisión de nuestra voluntad por su puro amor? Cierto que no. Animo, pues, que delante marchó El. J." 44-494 "J. M. J. 24 de junio de 1878 Muy amada hija en Jesucristo: El amor del Espíritu Santo reine plenamente en nuestras almas. Amén. Vista su carta del 12 de mayo, contesto lo siguiente: Dios lo dispone todo para nuestro bien 1º. Hija mía, resígnese a la voluntad de Dios, que por ahora dispone que nuestras comunicaciones espirituales sean menos frecuentes. Bien sabe que el Señor lo dispone todo para nuestro bien, si nosotros sabemos y queremos recibirlo y sufrirlo por su amor con la ayuda de su gracia. ¿No recuerda usted que hubo un tiempo en que podían ser más frecuentes y no lo eran? Pues suframos ahora con profunda humildad y paciencia amorosa el que no lo sean, por más que nosotros lo deseemos. Siempre, o casi siempre, nos corrige el Señor privándonos de aquel bien que no le agradecemos, para que, cayendo en la cuenta, nos humillemos, se lo agradezcamos y más puramente le amemos. Tras de este tiempo vendrá otro; no lo dude, hija mía; humillémonos y dolámonos de corazón, pues El no desprecia un corazón contrito y humillado72

. ¡Bendita sea su bondad infinita!

Lucha de la carne y del espíritu 2º. No extrañe la lucha continua de su carne con su espíritu; de su amor propio desordenado, 72 Cf. Sal 50,19.

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que la inclina a los bienes sensibles; con la gracia y amor divino, que la elevan a los bienes espirituales, eternos e insensibles, y principalmente a Dios, sumo bien y belleza increada. Esta lucha la sintió San Pablo,73

la han sentido los más grandes santos (con rarísimas excepciones) y la sienten y sentirán aquellas almas para quienes Dios tiene reservadas grandes misericordias y una perfección consumada.

El modo general de vencerse y vencerlas no es otro sino éste: «A Dios rogando y con el mazo dando». El Señor sabe de qué barro estamos formados 3º. Ya sabe orar, por la misericordia de Dios. Ya tiene un compendio de mortificación radical en la doctrina emitida en noviembre74 y en la glosa de la décima consabida, cuyo espíritu y práctica tiene mucho que entender y mucho más que espiritualmente saborear75. Supongo que tendrá usted una copia de ella; medítela mucho y, con la gracia de Dios, procure practicar el espíritu que encierra, sin desanimarse aunque haya alguna quiebra, pues bien sabe el Señor el barro de que nos formó76

y lo mal parados que el pecado original nos dejó.

La mortificación purifica nuestro amor propio 4º. Sufra con humildad y paciencia, por amor de Dios, a quien la mortifique; pues, al fin, una mortificación, aunque sea continua, no viene a ser más que una prensa que nos saca el pechín de nuestro amor propio desordenado, dejándonos purificado el aceite del amor de Dios y de nuestro projimo. E. pechín y aceite Nuestro ojos en el ejemplo de Jesús 5º. Hija mía, nuestra vista interior siempre en el Amado. El nos enseña prácticamente todas las virtudes, pero muy especialmente la humildad, paciencia, mansedumbre, obediencia, conformidad y caridad perfecta. El nos está diciendo continuamente a lo más íntimo del alma: «Hija mía, mírame; así se sufre, así se ama». ¡Adelante, hija mía; a sufrir para bien amar! 73 Cf. Rom 7,15-21.

74 A primeros de Noviembre de 1877 dirigió Don Eladio los Ejercicios Espirituales de las Religiosas Agustinas Recoletas.

75 Debe referirse a la décima enviada también a Sor Mª Remedios del Stmo. Sacramento en carta del 19 Julio de 1877, "Del más puro padecer...".

76 Cf. Sal 102,14.

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Sentir y consentir 6º. En la cuestión Z, humillarse a los pies de Jesús crucificado, por lo menos en espíritu, y no tenga cuidado que, si de corazón le invoca, la deje perecer. Además, tierna devoción a la Virgen y a San José. Después tener presente que hay gran diferencia entre el pensamiento y el consentimiento. Bien puede estar atormentada un alma con malos pensamientos por un día, mes, año y años, y, sin embargo, no consentir en ellos. Lo primero es hijo de nuestra loca imaginación, y lo segundo lo es de nuestra voluntad formal, que es potencia superior de nuestra alma. Jesús, padre, médico y amigo 7º. Por último, siga meditando en la pasión y reciba con humildad y amor a Jesús sacramentado. En El está la fuente de santidad y pureza. Confíe plenamente en El. Háblele como quien habla a su padre, a su médico, a su amigo fiel y amante. Ya verá qué bien le va. Huya de todo amor de criatura que a El no la conduzca. El nos dio todo su corazón y todo nuestro corazón; por tanto, nosotros debemos darle todo nuestro corazón. Vamos a dárselo ambos ahora mismo y para siempre, ¿no es verdad, hija mía? Vivir sólo para Dios 8º. ¡Ea, pues, Jesús amado! Líbranos de la miseria de amar otra cosa sino a Vos. Vos sois el amor de nuestra vida y la vida de nuestro único amor. Ya que tan tarde te hemos conocido y tan perezosos hemos sido para amaros77

, haced que desde este momento solamente vivamos de Vos, con Vos, en Vos, por Vos, para Vos y según más os agrade a Vos. Amén.

J., ruin siervo del Amor de los amores." 45-501 Vivan J. M. y J. 23 de agosto de 1878 Muy amada hija en Jesucristo: El amor del Espíritu Santo reine plenamente en nuestras almas. No es poca gracia de Dios que entienda sus comunicaciones y que usted entienda las mías; por esta y otras mil razones debemos estarle muy agradecidos y procurar agradarle en todo, con la ayuda de su gracia. 77 Cf. San Agustín, Confesiones, L.X, 27, 38.

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Importancia de la obediencia 1. Me dice que todavía vive su amor propio desordenado y que principalmente la inclina a la desobediencia. Yo lo creo. Bien sabe el demonio, primer desobediente, lo que él ganaría si lograra hacerla desobediente. Por esto trabaja, y no perderá ocasión de tentarla para perderla aun bajo el colorido y solapa de mayor bien. La obediencia de Jesús 2. Hija mía, ame la obediencia más que su misma vida. Advierta bien el mal grande y universal que vino sobre todos los mortales (hecha excepción de la inmaculada Virgen María) por la desobediencia de Adán, quien, siendo desobediente, y, por tanto, pecador, nos hizo a todos pecadores, salva la supradicha excepción. Vea, pues, cuán clara y enérgicamente se expresa el Espíritu Santo por boca de San Pablo: «Porque como por la desobediencia de un solo hombre (Adán) muchos fueron hechos pecadores, así también serán hechos muchos justos por la obediencia de uno solo (esto es, de Jesucristo, Hombre-Dios)»78

. Aquí puede ver claramente el gran mal de la desobediencia y el gran bien de la obediencia.

Para vencer la resistencia que siente mire continuamente a nuestro divino ejemplar, que fue siempre obediente hasta su muerte, y muerte de cruz79

.

Dios nos invita a la conversión 3. Las palabras «¡Ay de ti, Corozaín!»80

, que tanto la han afligido, no se entienden ni significan nada de desesperación, antes bien convida el Señor, por medio de ellas, a esta ciudad y otras a reconocer las grandes misericordias y maravillas que en ellas y a favor de ellas había obrado para su conversión. De modo que, si estas ciudades las reconocían, se humillaban y hacían penitencia, la queja y amenaza implícita y amorosa que las hacía era para su bien y salud eterna; si no las reconocían, ni se humillaban, ni hacían penitencia, ni a El se convertían, entonces era cuando sobre ellas vendrían grandes males, especialmente su perdición eterna.

No hay razón para el temor 4. Por tanto, ya ve usted que no tiene que temer en el sentido que usted lo ha tomado; porque usted, por la misericordia de Dios, méritos y gracia de nuestro Señor Jesucristo, intercesión de la 78 Rom 15, 19.

79 Cf. Flp 2, 8.

80 Cf. Mt 11, 21; Lc 10,13.

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Virgen y San José, está reconocida, agradecida y desea de corazón antes morir que volver a ser lo que fue, etcétera, etc. Usted quiere ser humilde y obediente; usted, en fin, siente en lo más vivo de su alma el tiempo perdido, las gracias desaprovechadas, las ofensas cometidas, el escándalo ocasionado, los disgustos dados y, sobre todo, que su corazón, criado por Dios, redimido por Dios, bañado con la sangre de Dios y escogido para tálamo de Dios, haya dado cabida en él a una pura criatura, como por desgracia le hemos dado los más de los descendientes de Adán81

.

El ejemplo de la Magdalena 5. Animo, pues, que también le dio cabida María Magdalena, y esto le sirvió después de gran incentivo para llegar a ser la enamorada de Cristo; porque, como este compasivo Señor dijo en cierta ocasión «a quien menos se le perdona, menos ama»82

. Amémosle ambos mucho, puesto que nos ha perdonado mucho.

Adoremos al Dios de las misericordias 6. ¡Oh Dios mío, Dios mío! ¡Basta ya de criaturas! ¡Tú solo reina en mí! ¡Tú solo mi Dueño, Tú solo mi vida y Tú solo mi Amor! Postrémonos ambos en el suelo; ya se ha puesto el siervo; póngase la sierva; y, clamando de lo más íntimo de nuestra alma, a ella vendrá nuestro Dios, el Dios de las grandes misericordias y el Dios del inmenso amor. ¡Bendita sea su bondad infinito! ¡Bendito su infinito amor! ¡Cantemos siempre sus misericordias infinitas! Amén. Amén. Tentación de la soledad 7. No quiera estar sola cuando no deba estarlo. Es tentación: ¿No ve que si esa soledad fuera de buena especie la dejaría humilde, paciente y benigna? Lo que el demonio quiere es cogerla a solas para más fácilmente vencerla. Las culpas se borran con actos contrarios 8. Oiga mi pobre consejo: sus culpas no se borran llorando sensiblemente, sino doliéndose en lo más íntimo de su alma y proponiendo vencerse con actos contrarios; esto es, antes quería estar con quien quería, pues ahora quiera estar con quien no quiere, y quiera estar por amor puro de Dios. En la cuestión Z no hay más que sufrir y clamar: sufrir humillándose, clamar confiando en

81 En la mayoría de las cartas a esta religiosa insiste Don Eladio en la confianza y misericordia de Dios y la invita a no preocuparse por las culpas pasadas. Tiene buen cuidado Don Eladio en dar a cada religiosa el cuidado y tratamiento que necesita.

82 Lc 7,47.

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Dios. No perecerá si de corazón le invoca. Bien sabe que el dulce nombre de Jesús María y José es terrible a los demonios y consolador para los fieles. ¿Quién pereció invocándole? La mejor penitencia es la que Dios nos envía 9. No hay mejor penitencia que la que más agrada a Dios, y ninguna agrada a Dios como la que El mismo nos da. Por tanto, sufra la penitencia de estar enferma83

y quede tranquilla aunque no pueda ayunar.

Pida lo que le convenga pedir para su salud; pero hágalo con humildad y bajo la acción de la obediencia, para no caer en ningún engaño, cegada por su amor propio. Desconfíe de sí misma, pero confíe plenamente en Dios, y se salvará. J., ruin siervo de Jesucristo, que en El plenamente confía." 46-508 Vivan J. M. y J. 10 de diciembre de 1878 Muy amada hija en Jesucristo: El puro amor de Dios reine siempre en nuestras almas. Vista su grata del l5 de octubre último y puesto a los pies de Jesús crucificado, no puedo menos de decirle, con sencillez y por amor de Dios, lo que sigue. 1º. El espíritu general de su carta es bueno, hija mía, y por esta nueva gracia demos gloria a Dios y continua acción de gracias. Unir nuestra voluntad a la de Dios 2º. Dice que por lo general está ahora seca y árida en la oración. Bien. ¿Esto qué importa? ¿No sabe que lo sustancial de la oración consiste en unir nuestra voluntad a la de Dios por puro amor y para su gloria? Pues bien: si esto quiere El, quiéralo usted, y con El se une activamente, y así le da mucha gloria, y así le da pruebas de amarle puramente. Entregarse y dejarse hacer 3º. También dice que, sin embargo de su aridez y sequedad, no se cansa de estar en la 83 No disfrutaba esta religiosa de salud fuerte por lo que, en ocasiones, no podía seguir el ritmo de las demás.

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oración, aunque le parece que nada hace. Así me place; y, aunque a usted le parece esto, no es así; no hace poco quien, humillado y resignado, se entrega plenamente a Dios para que de él, en él y por medio de él haga lo que más plazca a su voluntad santísima. No quisiera yo hacer otra cosa siempre que este abandono pleno, humilde, resignado, absoluto y amoroso en el seno paternal de mi Padre celestial, o sea, en el seno de su voluntad amorosísima. La misericordia de Dios es mayor que nuestras faltas 4º. Al ver sus muchas imperfecciones, llega algunas veces a aginarse, y mucho más si recuerda lo pasado; pero, cuando más apurada se encuentra, siente más de cerca la presencia y aliento de Jesús crucificado. Perfectamente. ¿No ve por experiencia lo que tantas veces le tengo dicho, a saber, que, por muchos y grandes que hayan sido y sean sus pecados, es más grande la misericordia y bondad infinita de Dios, que todo lo olvida y perdona a un corazón humilde y contrito, y máxime si ya se lavó y se lava en la piscina del sacramento de la penitencia? ¿No recuerda cuántas veces la he convidado a lavarse y relavarse en la preciosa piscina de los cinco postigos, esto es, en las cinco llagas de la sacratísima humanidad de nuestro Señor Jesucristo por medio de su meditación frecuente y casi ordinaria?. Pues bien: Jesús la consuela y convida con lo que este su pobre padre la convida, anima y consuela. ¿No ve cuán bueno es? Bendito sea. Imitar a Jesús 5º. No más pecar, clama usted, hija mía; no más pecar; y no sólo no más pecar, sino a nuestro amado Jesús imitar, yendo en pos de El y ejercitando sus hermosas virtudes. Adelante; sobre esto nada más puedo decir que usted y yo traduzcamos y realicemos en obras la letra y espíritu de la glosa que usted sabe. No caer en extremos 6º. En su conducta con F84

, lo pasado, pasado; al presente, como una de tantas; ni más, para no recaer; ni menos, para no propender al otro extremo.

7º. En la cuestión Z aténgase a los consejos dados y clávese a los pies del Crucificado para poder respirar. El ruin J." 84 Corresponde esta letra a Sor Juliana del Carmen.

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47-516 Vivan J. M. y J. 1º de abril de 1879 Muy amada hija en Jesucristo: El amor del Espíritu Santo reine en nuestros corazones. Vista su grata de enero último y hecho cargo de lo que en ella me dice, puesto a los pies de Jesús crucificado, contesto lo siguiente: Dar cuenta de conciencia 1º. Ya veo que en noviembre estaba afligido su espíritu, y que vino el Señor en su socorro en premio de la humanidad con que habló a T85

dándole cuenta de sus penas.

¡Ay, hija mía!, cada vez irá conociendo más cuánto importa, para el aprovechamiento espiritual, observar fielmente el capítulo de las Constituciones que sabia y caritativamente ordena que den cuenta todas las hermanas a la Madre cada mes de su oración y deseos y de lo que el Señor pone en su corazón, etc., etc.86

¿No ve, hija mía, por propia experiencia qué animada y consolada salió? ¿No cae en la cuenta de lo que el Señor la iluminó, enseñó y grabó en su corazón en premio de principiar a ser humilde, obediente, sencilla y observante? ¿No descubre bien las artimañas del enemigo capital de las almas, transfigurado en ángel de luz, que, bajo pretexto de bien, la quería ir enseñando a ser amiga de su propio parecer, a seguir su propia voluntad, a llenarse de amor propio, a ser poco dócil, a complacerse en sí misma, a tener prevención a las almas que oraban por usted y la querían y quieren para el cielo y, por último, a mirar con gusto y sólo honrar a quien, sin conocerla, halagaba sus pasiones y, por tanto, la precipitaba en el camino de su perdición?.

Procurar que hay un solo corazón y espíritu ¡Oh, hija mía, cuánto dice esta lección que el Padre de las misericordias le ha enseñado!: «Ama y respeta a las que tanto mortificaste con tu mal proceder y en todo procura honrar a las que diste tan ruin ejemplo». Agradezca mucho al Señor que le ha abierto los ojos; huya de todo lo que tanto mal le causaba; tema y escarmiente a la vista y experiencia de lo pasado; quiera morir mil veces antes que dar un mal ejemplo; procure con toda su alma y vida que en todas haya un solo corazón y espíritu, empapado de humildad y caridad y regido por la santa virtud de la obediencia; confíe plenamente en 85 La letra T corresponde a la priora.

86 "Den cuenta todas las hermanas cada mes a la priora de su oración y deseos y de cómo las lleva el Señor". Regla dada por nuestro P. San Agustín a sus monjas, con las Constituciones para la nueva recolección dellas.

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que Dios la perdona por los méritos de Jesucristo e intercesión de la Virgen y San José; y, por último, no dude que todo lo pasado puede servirle de espuela y agujón penetrante para correr por el camino de la perfección, que no es otro sino el de la abnegación, crucifixión y unión de nuestra voluntad con la de Dios para llegar a descansar y morar en el seno íntimo y suavísimo de Dios, que es caridad perfecta. Es bueno el tiempo de luz y el de tinieblas 2º. En esta alternativa de luz y tinieblas, consuelo y desconsuelo, suavidad y sufrimiento, pasará la mayor parte de su vida. Todo nos viene bien, si con la gracia de Dios, que nunca nos falta, sabemos sacar provecho. En tiempo de luz, consuelo y suavidad agradezcamos, alabemos y glorifiquemos sus misericordias infinitas, creciendo en el amor que le debemos. En tiempo de tinieblas, desconsuelo y sufrimiento humillémonos, resignémonos y entreguémonos plenamente a El para que haga lo que quiera y como quiera de nosotros. Con lo primero crece y se dilata el amor, con lo segundo se arraiga y purifica. Lastre y velas necesarias para navegar No es menos necesario a la navecilla de nuestra alma el lastre de la humildad que las velas desplegadas del amor. Si sólo tuviese velas desplegadas, el viento de la vanagloria la precipitaría en la travesía del océano del mundo, estrellándola mil y mil veces contra el escollo de su presunción, destruyendo sus obras, al parecer buenas; y, si sólo tuviese lastre, nunca se lanzaría al seno del océano, siempre estaría pegada a la tierra de su miseria y jamás lucharía con las olas del mundo (que es preciso vencer y resueltamente pasar), por no tener el impulso y presteza que le prestan las velas del amor divino. Vaciar el corazón para llenarle de Dios 3º. Efectivamente; tan luego como deje vacío su corazón de toda criatura, así que aprenda y sienta experimentalmente que todo lo que no es Dios es nada y que sólo Dios es todo, sin poder quitarle ni añadirle nada, complaciéndose y congratulándose en que esto sea así y en que no pueda ser de otra manera; tan pronto como sólo aspire, anhele y desee vivir de El, con El, en El, por El, para El y según quiera El, no queriendo otro descanso que el que encuentra el alma en cumplir fielmente su voluntad amorosa y perfectísima, no lo dude, ya vive en El y mora en El y El vive y mora en usted, siendo la señal moral característica de esta mansión y vida el gozo y paz íntima y suavísima que la parte superior del espíritu tiene ordinaria y habitualmente aun en medio de las peleas y contradicciones de esta miserable vida. ¡Oh Dios mío, vida mía y única mansión apetecida de mi corazón, espíritu y vida! ¿Cuándo viviré así sólo de Ti, contigo en Ti, por Ti, para Ti, según Tú quieras, para sólo tu gloria, por sólo tu puro amor, realizando fiel y amorosamente tu voluntad santísima? ¿Cuándo, cuándo, Amado mío? Fiat,fiat.

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Respirarte, vivir de amor, morir de amor, de sólo tu amor, esto es vivir Tú en el alma y el alma vivir en Ti. Viva yo así. Amén. J. el ruin. 48-522 "J. M. J. 13 de octubre de 1879 Muy amada hija en Jesucristo: La gracia y amor del Espíritu Santo nos transformen en viva imagen y perfecta semejanza de Cristo para gloria de nuestro Padre celestial. Amén. Desconfiar de nosotros mismos 1. Mucho me alegro de que haya tenido el consuelo de hablar con el prelado y de que lo haya hecho con la mayor claridad posible para mayor gloria de Dios y triunfo de la verdad, que desde el tiempo que usted sabe se hallaba algún tanto oscurecida87

.

Demos gracias a Dios y vivamos desconfiando de nosotros mismos, porque, si no, bajo pretexto de bien y algunas veces de mayor bien, nos dejaremos seducir del enemigo de las almas, que sabe decir cosas muy bonitas y que halagan a nuestro amor propio, para luego después precipitarnos en el abismo de revelarnos como él y decir: "Non Serviam", esto es, no quiero obedecer88

.

Usted me entiende, y, por tanto, con lo dicho basta. Sólo la encargo que, concluido este párrafo, postrada en la presencia de Dios, rece un Te Deum en acción de gracias, que salga de lo íntimo de su alma, por verse libre, por pura misericordia de Dios, de sus sutiles engaños y fascinadoras trazas. Una vez que el prelado la dio licencia para escribir cuando se halle apurada, hágalo siempre que lo necesite en la forma acostumbrada. Recibir con gozo lo que Dios nos envía 87 El Obispo de Plasencia era en ese momento D. Pedro Casas y Souto. Hizo la visita pastoral a Serradilla en Abril de 1879 y dedicó el día 25 para visitar el Convento. Desconocemos el tema concreto al que aquí se alude.

88 Cf. Jer 2,20.

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2. Claro está, hija mía, que en la consabida alternativa de luz y oscuridad, consuelos y desconsuelos, etc., etc., glorifica el alma a Dios recibiéndolo todo con paciencia, indiferencia o gozo santo, según el menor o mayor grado de perfección en que se encuentra. Bueno es recibir los trabajos con santa paciencia; mejor es recibirlos con santa indiferencia; óptimo es, por último, recibirlos con santo gozo en el Señor, humillándose y quedando penetrada el alma de gratitud amorosa al ver que el Padre celestial la trata como trató a su Unigénito durante su vida mortal y al ver que la quiere hacer viva semejanza de éste para su mayor honra y gloria y a la vez para mayor felicidad de la misma alma así tratada. Gozarse en las humillaciones 3. Aquí está, hija mía, el secreto del porqué los santos se gozaban en las humillaciones, trabajos, enfermedades, calumnias y desolaciones, llamándolas misericordias de Dios, pues efectivamente lo eran por hacerlos con la luz y fuerza de su gracia, mediante el crisol de ellas, viva imagen de Cristo. He aquí por qué la Virgen y San José, a quienes tanto amó el Padre celestial, estuvieron tantas veces en este crisol de penas y trabajos. Llegar a ser viva y perfecta imagen de Jesús 4. Con que así, hija mía, principie por sufrir con santa paciencia, para ascender a santa indiferencia y terminar con santo gozo en todas las adversidades aparentes de la vida mortal, pues así llegará a ser viva imagen y perfecta semejanza de nuestro amante Jesús en el grado, capacidad y medida que El quiera concederle, y a quien humildemente y con todo mi corazón pido se la dé muy grande para la mayor gloria de su santo nombre y para mayor felicidad de usted, hija mía, a quien verdaderamente deseo el mayor bien. Temor y amor, sufrimiento y anhelo 5. Me dice que su oración va impregnada de temor y amor, sufrimiento y anhelo. Pues bien: no tema perderse marchando de este modo. El santo temor le hará desconfiar de sí misma, pero sin desconfiar de Dios. El amor le inspirará confianza y dulcificará la amargura de su alma. El sufrimiento es señal del amor, y el anhelo lo es de que su amor nunca se sacia. No dar oído al enemigo 6. No deje de orar aunque se vea muy apurada. No dé oído a esas sugestiones del enemigo, qué le dice: «Estás perdida; no hay misericordia para ti; vives engañada, etc., etc.» La razón es bien sencilla; pues si así fuera, no trabajaría contra usted por tenerla ya asegurada; luego, cuando trabaja, es señal clara de que es mentira lo que la sugiere.

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Arrojarse en la misericordia de Dios 7. Adelante, hija mía. Dios no quiere la muerte eterna del pecador, sino que se convierta y viva. Más puede una sola gota de sangre de Jesucristo para purificarla y salvarla, si usted quiere lavarse con ella, que no todos sus pecados para mancharla y perderla, si usted de corazón los detesta por ser ofensas de un Dios tan bueno. Y bien, hija mía; ¿no es verdad que una y mil veces de este modo y por este motivo los detesta? Pues tranquilícese y arrójese de lleno en el seno de la misericordia infinita de Dios y abismo insondable de los méritos de Cristo. Por último, hija mía, hace bien en ser devota y en querer imitar a Santa María Magdalena, modelo de penitencia y amor. Sea humilde y ore 8. Con la cuestión Z humíllese, sufra, ore y espere. Como esto haga, no se verá confundida. Ya sabe que una cosa es sentir y otra consentir. Bien podemos estar sintiendo y estar nosotros clamando y no consintiendo. Sea humilde de espíritu y dócil de corazón, como lo pide y desea, y entonces yo le prometo, en el nombre del Señor, que no sólo se salvará, sino que llegará pronto a perfección consumada. Ore para que el Señor prosiga y consume la obra que El mismo empezó, si así conviniere a su gloria y honra y perfección de las almas; y si así no fuere o sólo se contentare con el principio y buen deseo, que la hunda para siempre en el seno del olvido. J., ruin siervo de Jesucristo. 49-527 Vivan J. M. y J. 12 de enero de 1880 Muy amada hija en Jesucristo: La paz del Espíritu Santo reinará en su corazón plena y suavemente si prosigue marchando por el camino de verdadera humildad que ahora verdaderamente empieza. Vista tu carta de ayer, digo: Dios sólo quiere nuestro corazón

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1. Bien sabe que tanto más amamos a nuestro Dios cuanto más nos humillamos. Dígola con toda mi alma que no me ha escrito en los nueve años una comunicación que me haya llenado tanto como ésta. Principias, hija mía, a ser humilde, y de los humildes es el reino de los cielos89

. ¡Oh Dios mío, gracias te doy con todas las entrañas de mi pobre espíritu! cuánto amas a tus criaturas, aunque hayan sido tan ingratas como hemos sido esta pobre hija que me has dado y este pobre siervo y ministro infiel, que tan mal te ha correspondido!

Hija mía, no temas; ya no se acuerda el Señor de nuestras ingratitudes; sólo quiere nuestros corazones; sólo desea morar en nuestras almas; sólo quiere nuestro amor; nuestro amor puro, nuestro amor sin mezcla de gusto sensible, nuestro amor paciente. ¡Tanto tiempo estuvo El a las puertas de nuestro corazón esperándonos! Estar pendiente de Dios es orar 2. Hija mía, dices que no oras y que no sabes amar a nuestro Dios. No es así; oras, y oras bien, pues estás pendiente de Dios y le pides de veras que se haga en ti su santísima voluntad. 3. No haga caso de las locuras de su imaginación; imaginar locuras no es querer locuras; el pecado estaría en quererlas con deliberación, no en sufrirlas, como tú las sufres, con tormento y pena. En la tentación no examinar, invocar a Jesús 4. No pierda tiempo en pensar, examinar y como querer medir con graduador si ha consentido o no. El remedio no es ése; el remedio es invocar a Jesús con fe, distraerse en otra cosa y ocuparse en su labor, rezo, etc., etc. Si viniera una serpiente hacia ti, de nada te serviría pensar, examinar y discurrir cuántos pasos distaba de ti, qué fuerza tendría, cómo la podrías resistir, etc., sino lo que te serviría sería el dispararla un tiro con arma segura que tenías en tu mano y huir cuanto pudieses y como pudieses. Pues bien; luego que adviertas o sientas la serpiente Z, invoca a Jesús con fe, que éste es el tiro de arma certera y segura. Advierte lo que te digo: «Quien a Jesús de corazón invoca, la ponzoña de la tentación no le toca». Invocar con devoción a San José

89 Mt 5,3.

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5. Acuda a T, y no a quien dice, sobre este punto. Coma lo que la mande T90

y esté tranquila.

6. Animo, pues, hija mía; vamos a humillarnos mucho para amar mucho a nuestro Dios, porque El exalta a los humildes. Sea muy devota de San José; llámele padre y pórtese con él como buena hija; verá qué bien le va sobre Z y otras cosas. Adiós, hija mía; ruega por este ruin siervo de Jesús, María y José. J. 50-528 Vivan J. M. y J. 8 de febrero de 188O Muy amada hija en Jesucristo: El amor del Espíritu Santo reine plenamente en nuestras almas para gloria del Padre celestial. Amén. Vista su grata del 3O de noviembre de 1879, contesto lo siguiente: Considerar quién es Dios y quienes somos nosotros 1. Es buena su oración que clasifica de «pasada», pues, versando sobre la pasión y muerte de nuestro amado Jesús, es muy a propósito para encender el alma en llamas vivas de amor y gratitud para con El. Por eso haces bien en admirarte y anonadarte al ver quién es El y quién eres tú, y yo, y todos los mortales. Es más; cuanto más pienses y agradezcas tantas finezas de amor con que El te amó, ama y amará (si le eres fiel), tanto más hallarás que admirar y agradecer; porque a la manera que, subiendo uno hacia el cielo, más inmenso le encuentra y más pequeña la tierra de donde parte, así también, cuanto más se considera el cielo inmenso del amor con que Jesús nos amó y ama, tanto más inmenso se le encuentra y tanto más pequeña es la tierra de nuestro ser de donde partimos, por la negra ingratitud con que a un Dios tan amante le pagamos. Son buenos los efectos que te produce esta oración, porque deseas conocerle cada vez más, para más amarle, y, del mismo modo, conocerte, para más menospreciarte por amor de nuestro Dios. 90 La letra T corresponde a la priora, Madre Basilisa Dolores de San Antonio.

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Seguridad de la oración en aridez 2. Es buena y todavía más segura la oración presente, hecha, como dices, en aridez y sequedad sensibles. La razón es clara: porque va más desnuda de amor propio; porque en ella no te sostiene el fervor y gusto sensible, sino el deber y voluntad racional que tienes de agradar a Dios. Esta es obra pura de la gracia y aquélla puede ser de la gracia y naturaleza, que siempre se mezcla algo en lo sensible, a no ser que ya esté perfectamente purificada, lo que no creo suceda todavía en ti ni en mí, pues bien sabes tus miserias, como yo sé las mías, y aun las mías sobrepujan a las tuyas. Mortificación y paz 3. Dices que no comprendes cómo tienes más paz cuanto más te mortificas. Yo lo entiendo así: cuanto más nos mortificamos, más destruimos lo que hay en nosotros contrario a Dios, como son las pasiones desordenadas; y claro está que cuanto más reducimos estas pasiones al orden de la recta razón y ésta la reducimos y sujetamos al orden de la gracia sobrenatural, más orden hay en nosotros y, por tanto, mayor paz, porque la paz no es otra cosa que la tranquilidad del orden91

.

Pues bien: si te mortificas, más sujetas tus pasiones; y cuanto más las sujetas, más orden tienes; y cuanto más orden tienes, más paz disfrutas. Paz en la aridez Pero acaso me dirás: «¿Cómo se explica que yo tenga esta paz, siendo así que me parece que Dios está ausente de mí por la mucha aridez y sequedad en que me hallo?» Respondo: Si gozas de verdadera paz en la parte superior de tu alma, aunque luches y te fatigues en la parte inferior de la misma, en donde tienen más fuerza y cebo las pasiones, no por eso está ausente Dios de ti, por más que a ti se te figure; no; lo que está Dios en ti es oculto, no ausente. Dios se oculta pero no se ausenta Bajo un montón de ceniza (y a veces fría, si el montón es grande) suele estar una ascua bien viva, pero oculta, allá en lo íntimo y fondo del montón; así también Dios está en lo íntimo del centro superior del alma oculto, no ausente, pues sólo se ausenta cuando el alma peca mortalmente; y para que haya pecado mortal es preciso que haya advertencia plena por parte del entendimiento, consentimiento pleno por parte de la voluntad y materia grave, prohibida por los mandamientos de la ley de Dios o los de la Iglesia o por obligaciones particulares del estado y oficio particular de cada persona. ¿Lo entiendes ahora? Si lo entiendes y quedas confortada, da las gracias, honra y gloria a Dios, sin confundir el instrumento por medio del cual te instruye y alienta, con la causa de todo tu 91 San Agustín, La ciudad de Dios, L.XIX, c.31 n.1.

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bien, que es El mismo, en quien has de poner plenamente toda tu confianza y a quien debes amar con toda tu alma por el amor inmenso con que El te ama. La cuestión Z es un estímulo para que guarde la modestia, un medio para ejercitar la paciencia, un despertador para la vigilancia y oración y un león rugiente que nos obliga a humillarnos ante Dios y guarecernos bajo su amparo. Nada más por hoy. Desconfíe de sí misma, pero confíe plenamente en Dios, no saliendo de la obediencia y humilde obediencia por amor de Dios. J., ruin siervo de Jesucristo. 51-536 Vivan J. M. y J. 25 de febrero de 1881 Muy amada hija en Jesucristo: El Señor sea siempre con nosotros. Vistas sus dos comunicaciones y puesto a los pies de Jesús, digo: A la de julio de 1880: Lucha del espíritu y la carne a. Que esa lucha que siente en sí misma es muy propia de nuestra naturaleza, corrompida por el pecado original. Por tanto, ayudada de la gracia, sin la cual nada podemos, luche para vencer y domar sus apetitos y pasiones desordenadas, que tienen su asiento en la parte inferior de su alma. ¿No ha oído decir muchas veces que el espíritu está pronto para el bien, pero que la carne está flaca?92

Pues eso es lo que la pasa. Su espíritu, iluminado, prevenido y movido de la gracia, quiere el bien, agradar a Dios, santificarse, etc., etc.; pero la carne, esto es, el hombre inferior, su naturaleza corrompida, está perezosa, lánguida y muchas veces rebelde para el bien del espíritu, para agradar a Dios, para sacrificarse; en fin, por lograr su santificación, procurando ser imagen y semejanza de Cristo crucificado.

No consentir en la lucha 92 Cf. Mt 26,42; Mc 14,38.

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b. Ahora bien; aunque usted sienta esta contradicción y lucha, no importa para llegar a la perfección; lo que importa es que no consienta en ella. ¿Entiende bien esta diferencia de sentir y consentir? Dios lo quiera. Muchos santos han sentido grandes resistencias, luchas, ardores, ímpetus, etc., pero clamaban al Señor orando, y vencían la tentación sufriendo, mortificándose y venciéndose. No importa que esté árida, seca, llagada, aginada y, al parecer, desamparada en la oración, acción y sufrimiento. Nunca estuvimos más cerca de nuestra redención y salvación que en el momento crítico de la pasión de Cristo, nuestro Bien. Pronto será iluminada, vivificada, robustecida, amparada, consolada y regalada. Esperar la primavera del espíritu c. A la noche sigue el día; ¿no es verdad? Al crudo invierno, la hermosa primavera; ¿no es cierto? Espere con paciencia el claro día espiritual y la hermosa primavera de espíritu que el Señor la prepara. A la de enero respondo: 1. Que no va engañada en su oración. 2. Que la tribulación sufrida con paciencia es señal del amor con que Dios nos ama y del amor que nosotros le tenemos. Es mejor admirar que discurrir 3. Que mejor es admirar y alabar la grandeza y bondad de Dios sin poder discurrir ni hablar, que no discurrir y hablar mucho en la oración para hallarle. Lo primero es contemplarle una vez hallado, y lo segundo es buscarle para contemplarle. Crea esto aunque no lo entienda. Llanto y sentimiento 4. No está el dolor en el llanto de ojos, sino en el sentimiento del alma; mejor es el dolor humilde y tranquilo que no el amargo y desasosegado. 5. En la cuestión Z acuda a San José. Vea a sus hermanas en el costado de Cristo 6. Sufra a todas por amor de Dios, aun a la que más repugnancia le cause; ya sabe que otras han tenido que sufrir a usted, y por mucho tiempo. Mírela usted en el costado de Cristo, como aconseja San Francisco de Sales, y viéndola allí desaparecerá la repugnancia, puesto que El la ama y vertió su sangre por ella.

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Varios consejos 7. Llame padre a San José, pues esto agrada mucho a Jesús y a la Virgen, nuestra Madre; como esto haga crecerá en virtudes, pues el santo es muy agradecido y obsequioso. 8. Haga el bien y luego humíllese, diciendo siempre: «Señor, sierva inútil soy; a sólo Vos la gloria y honra». 9. Dé gracias a Dios por el trabajo que le ha quitado para recibir los sacramentos. 10. Saque humildad y paciencia de las tentaciones que sufra sobre la cuestión Z, y los dulces nombres de Jesús, María y José son antídoto para ellas. 11. En lo que toca al celo de religión, pida al Señor que se cumpla en todo su voluntad santísima cuando quiera y como quiera. 12. Sea sencilla, humilde y obediente con T y J93

y no tema ser engañada.

Apruebo el espíritu de los versos y estime en gran manera la paz interior que disfruta en medio de la borrasca. Viva en esta cruz crucificada: Obediencia Castidad -- Caridad -- Pobreza Humildad J., ruin siervo de Jesucristo. 52-540 "J. M. J. 7 de agosto de 1883 Muy amada hija en Jesucristo: La gracia del Espíritu Santo reine siempre en nuestros corazones. 93 La letra T corresaponde a la priora y la J a Don Eladio.

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Vista su comunicación del 3 de junio último y puesto en manos del Señor, contesto lo siguiente: Son normales las alternativas del espíritu 1. No extraña la alternativa de fervor y aridez que ha sentido durante este largo intermedio de tiempo, porque éste suele ser el medio ordinario del cual se sirve el Señor para ir purificando las almas. Por esta razón vemos que la Virgen Santísima, nuestra Madre, y San José, nuestro amantísimo Padre, tuvieron sus gozos y sus dolores, tiempo de paz y de guerra. Pues bien: ¿qué extraño es que lo tengamos nosotros, míseros mortales y almas tan poco agradecidas a los inmensos beneficios que Dios nos ha dispensado? Hay que aprovechar el tiempo de gozo y el de aridez 2. Por tanto, aprovechémonos de lo uno y de lo otro con el auxilio de su gracia; esto es, aprovechémonos del tiempo de fervor y gozo para crecer en gratitud, amor y ejercicio de virtudes; aprovechémonos del tiempo de aridez y dolor para arraigar en humildad y mansedumbre y ejercitar la paciencia y conformidad con otras muchas virtudes, como son la fe, esperanza y caridad acrisolada. Meditación y actos de virtudes 3. Respecto a la oración actual, no pudiendo meditar, porque el entendimiento no está por ahora apto para este ejercicio, siga haciendo el ejercicio de actos de humildad, resignación y entrega plena de su voluntad a la de Dios que usted me expone sin conocerlo. 4. Este ejercicio es muy grato a los ojos de Dios; y tan grato es a dichos ojos, que algunas veces prolonga el Señor este estado del alma (que así se le entrega) por más tiempo, por lo grato que le es y por el mérito subido y dones riquísimos con que queda adornada el alma que cordialmente lo hace. 5. En la cuestión Z acuda a San José y a la Virgen; ellos la sacarán victoriosa, si sabe humillarse y no atribuirse la victoria. No discurrir en la tentación 6. En las sugestiones que el demonio le proponga contra la fe, no discuta ni arguya, sino haga siempre un mismo acto de fe, diciendo: «Creo todo lo que cree la santa Iglesia católica», y no se meta a discurrir ni razonar, porque el diablo nos perdió en nuestra madre Eva discutiendo y razonando. Concluyo diciendo: no siendo por obediencia, es mucho mejor recibir que no dar mortificación a nuestro prójimo.

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J., ruin siervo de Jesucristo. 53-542 "J. M. J. 24 de febrero de 1884 Muy amada hija en Jesucristo: El Espíritu Santo reine en nuestras almas para mayor gloria de Dios. Amén. En la aridez el amor es más puro 1. Humíllese, resígnese y entréguese totalmente a Dios en medio de su aridez y oscuridad. Bien sabe que tengo dicho que la aridez es más fructuosa que la blandura para el alma que de veras ama a Dios. ¿Sabe usted por qué? Porque sirviéndole en medio de ella no puede dudar si le ama con interés de los gustos o regalos sensibles o no, puesto que carece totalmente de ellos. De este modo, el alma ama a Dios por puro amor. A Dios le agradan los humildes y pacíficos 2. Por otra parte, gusta mucho al Señor este estado del alma; porque, si sabe aprovecharse bien de él, vive aquélla muy humillada y puesta en manos de su Dios. Ahora bien: como tan pocas veces halla el Señor a nuestra alma verdaderamente humilde, por eso le gusta verla así, porque se goza con los humildes y descansa sobre los pacíficos y mansos. Gloriarse en los sufrimientos 3. Me dice que siente un vivo deseo de abrazarse con la cruz de nuestro amado Jesús y de sufrir por su amor. Pues bien: ya le da esta cruz; abrácese con ella; sufra esto por su amor, y tiene logrado su deseo, siendo además agradable a Dios. No importa que no haya llegado al grado de gloriarse en los sufrimientos por amor de Jesucristo (pues esto es lo más perfecto),94

siempre que los sufra con paciencia; lo demás ya vendrá si usted permanece fiel.

Juzgar con caridad al prójimo 4. Juzgue con misericordia y tenga caridad para con su prójimo. ¿No ve que la caridad es el precepto máximo de nuestra ley y que nuestro Señor Jesucristo nos lo enseña con su palabra y con su

94 Cf. Rom 5,3.

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ejemplo?95

. Como fije bien su atención en sus faltas, no tendrá tiempo de fijarla en las de sus prójimos. Es muy posible que sea tentación; por tanto, vénzala con la gracia de Dios, hablando y obrando lo contrario de lo que la tentacion la diga o sugiera.

Ante el sagrario se aprende caridad 5. Acuda a Jesús sacramentado, y allí aprenderá la ciencia de la caridad y se verá más tranquila en sus tentaciones. Mucho me alegro de que San José la favorezca tanto en la cuestión Z y que sus deseos crezcan; tras los deseos vendrán las obras, si conviene. J., ruin siervo de Jesucristo.

95 Cf. Mt 19,19; 22,39; Mc 12,31.