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ConviRIE 2016 Capaces de misericordia Orar con el obispo del Sagrario abandonado Cordialmente Una carta para ti Jornada Mundial de la Juventud en Cracovia Con la alegría de saberse amados por el Dios de la misericordia

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ConviRIE 2016 Capaces de misericordia

Orar con el obispo del Sagrario abandonado

CordialmenteUna carta para ti

Jornada Mundial de la Juventud en Cracovia

Con la alegría de saberseamados por el Dios de la

misericordia

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Editorial: ¡Es posible!

Homilía del papa Francisco en la JMJ de Cracovia

65º aniversario de ordenación sacerdotal del papa Benedicto

La FER de Jaén en Cracovia

Resonancias en nuestra Iglesia de hoy

«Una mirada que me decía mucho y me pedía más» (y III)

La canonización en el horizonte

La UNER de Sevilla en Trajano

Centro UNER de Soria

ConviRIE 2016

Mi experiencia de Jesús Eucaristía

Orar con el obispo del Sagrario abandonado

Lectura sugerida

Cordialmente, una carta para ti

Con mirada eucarística

Asuntos de familia

Conoce y vive

Familia Eucarística Reparadora

Desde la fe

Sum

ario

14El santo de los pobres y de los Sagrarios

abandonados26Lectura sugerida

Despertar en nosotros la misericordia

22 UNER de SevillaConvivencia de

dinámica eucarísticaRevista y Editorial

fundadas por el BeatoManuel González García

en 1907

Edita:Misioneras Eucarísticas de NazaretTutor, 15-17, 28008 - MADRIDTfno.: 915 420 887E-mail: [email protected]

Imprime:Azul IbéricaISSN: 2340-1214Depósito Legal: M-12242-2016

En portada: La alegría de algunos jóvenes de Jaén que participaron en la Jornada Mundial de la Juventud de Cracovia.

HacemosEl Granito de Arena

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sergio pérez baena

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EDITORIAL

¡Es posible!

E n el mes de agosto hemos vivido los Jue-gos Olímpicos de Río de Janeiro y todos nos hemos quedado maravillosamente sor-

prendidos del gesto tan entrañable entre dos corredoras. Durante la prueba de los 3.000 me-tros, la atleta neozelandesa Nikki Hamblin tro-pezó con el borde interior de la pista y cayó. Al caer chocó con la corredora estadounidense Abbey D´Agostino, a quien le hizo daño en el tobillo derecho. D´Agostino sin pensarlo ayu-dó a su rival a levantarse tras su caída. La neo-zelandesa devolvió el gesto a su contrincante y la animó a continuar en la carrera.

¡Es posible! Las dos jóvenes, lejos de sentir-se frustradas al final de la carrera, se dieron un fuerte abrazo que, sin duda alguna, pasará a la historia en el olimpismo.

En una declaración publicada en el sitio web USA Track & Field, la joven estadounidense de-claró: «aunque mis acciones fueron instintivas en ese momento, la única forma en la que pue-de racionalizarlo es que Dios preparó mi cora-zón para responder de esa forma».

Faltan tan solo tres meses para que conclu-ya el Jubileo Extraordinario de la Misericordia. En este Año Jubilar hemos recordado una vez más a ese Dios Amor que prepara los corazo-nes. Un amor que se ha hecho ahora visible y tangible en toda la vida de Jesús. Un amor que se dona y se ofrece gratuitamente. Nada en él es falto de compasión (cf. MV 8). Así lo expresaba también el beato Manuel González: el apostola-do de Jesús es derrochar misericordia y pacien-cia… ¡hasta lo imposible! y ¡sin esperar nada!

¡Qué hermosas palabras! Cuando estamos cansados de leer, ver y escuchar experiencias que duelen en el alma por su tremenda violen-cia, por su enorme oscuridad, por su arraigado egoísmo, nos encontramos a su vez con exce-sos de amor. ¡Es posible! A lo largo del camino, cuántas personas anónimas, y otras a las que conocemos con su nombre y apellido, que son prójimos de sus contemporáneos.

Sus testimonios son fuegos de vida que alum-bran sobre todo en la noche; no basta con pa-sar junto a ellos y entrar en calor; se trata de cuidarlos, avivarlos y protegerlos. Que ardan allá donde el viento los conduzca. El beato Ma-nuel González es uno de ellos. El 16 de octubre, el papa Francisco lo declarará santo. ¿Quiénes son los santos?

Como recordaba Von Balthasar: «los santos no se nos dan para que los miremos con asom-bro, como a hombres y mujeres extraordinarios dotados de una fuerza heroica para realizar obras, sino para tener en ellos ilustraciones de la realidad íntima de Cristo, tanto para nuestra comprensión de la fe como para nuestra vida de fe en el amor».

¡Es posible! El testimonio de vida de don Ma-nuel es una realidad. Su mirada profunda y pe-netrante para percibir el mal del abandono le llevaron a arrojarse a los pies de Cristo Eucaris-tía y a los pies de los necesitados de su tiempo. Ahora bien, lo que posibilita que sea un ejem-plo de vida es el hecho del amor recibido, por el que se experimentó desbordado y con el que se supo agraciado. Esta es la causa y la fuerza que generó una respuesta fiel y generosa. Ante un mundo como el nuestro tan falto de testigos de esperanza se alza como memoria siempre viva la santidad de un hombre que fue Maestro con su palabra y testigo con su ejemplo.

El papa Juan Pablo II, el 29 de abril de 2001, en la homilía de la Misa el día de la beatifica-ción de don Manuel recordaba: «Los cinco sier-vos de Dios, que hoy he tenido la alegría de ele-var al honor de los altares, son testigos singu-lares del extraordinario don que Cristo resuci-tado concede a todo bautizado: el don de la san-tidad. ¡Bienaventurados los que hacen fructifi-car este misterioso don, dejando que el Espíri-tu Santo conforme su existencia a Cristo muer-to y resucitado! Bienaventurados sois vosotros que, como astros luminosos, resplandecéis hoy en el firmamento de la Iglesia». «

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T iene lugar así el encuentro más sorprendente, el encuentro con Zaqueo, jefe de los publicanos,

es decir, de los recaudadores de im-puestos. Así que Zaqueo era un rico colaborador de los odiados ocupan-tes romanos; era un explotador de su pueblo, uno que debido a su ma-la fama no podía ni siquiera acercar-se al Maestro. Sin embargo, el en-cuentro con Jesús cambió su vida, como sucedió, y cada día puede su-ceder con cada uno de nosotros. Pe-ro Zaqueo tuvo que superar algunos obstáculos para encontrarse con Je-sús. No fue fácil para él, tuvo que su-perar algunos obstáculos, al menos

tres, que también pueden enseñar-nos algo a nosotros.

Saberse hijos amadosEl primero es la baja estatura: Zaqueo no conseguía ver al Maestro, porque era bajo. También nosotros podemos hoy caer en el peligro de quedarnos lejos de Jesús porque no nos senti-mos a la altura, porque tenemos una baja consideración de nosotros mis-mos. Esta es una gran tentación, que no solo tiene que ver con la autoesti-ma, sino que afecta también la fe. Por-que la fe nos dice que somos «hijos de Dios, pues ¡lo somos!» (1 Jn 3,1): hemos sido creados a su imagen; Je-

sús hizo suya nuestra humanidad y su corazón nunca se separará de noso-tros; el Espíritu Santo quiere habitar en nosotros; estamos llamados a la alegría eterna con Dios. Esta es nues-tra estatura, esta es nuestra identidad espiritual: somos los hijos amados de Dios, siempre. Entendéis entonces que no aceptarse, vivir descontentos y pensar en negativo significa no re-conocer nuestra identidad más autén-tica: es como darse la vuelta cuando Dios quiere fijar sus ojos en mí; sig-nifica querer impedir que se cumpla su sueño en mí. Dios nos ama tal co-mo somos, y no hay pecado, defecto o error que lo haga cambiar de idea. Para Jesús –nos lo muestra el Evan-gelio–, nadie es inferior y distante, na-

Homilía en la Jornada Mundial de la Juventud

Queridos jóvenes: habéis venido a Cracovia para encontraros con Jesús. Y el Evangelio de hoy nos habla precisamente del encuentro entre Jesús y un hombre, Zaqueo, en Jericó (cf. Lc 19,1-10). Allí Jesús no se limita a predicar, o a saludar a alguien, sino que quiere –nos dice el evangelista– cruzar la ciudad (cf. v. 1). Con otras palabras, Jesús desea acercarse a la vida de cada uno, recorrer nuestro camino hasta el final, para que su vida y la nuestra se encuentren realmente.

Complacerse en la tristeza no es digno de nuestra condición de hijos amados de Dios

Recorrer nuestro camino de la mano de Jesús

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die es insignificante, sino que todos somos predilectos e importantes: ¡Tú eres importante! Y Dios cuenta con-tigo por lo que eres, no por lo que tie-nes: ante él, nada vale la ropa que lle-vas o el teléfono móvil que utilizas; no le importa si vas a la moda, le im-portas tú, tal como eres. A sus ojos, vales, y lo que vales no tiene precio.

Cuando en la vida sucede que apun-tamos bajo en vez de a lo alto, nos puede ser de ayuda esta gran verdad: Dios es fiel en su amor, y hasta obsti-nado. Nos ayudará pensar que nos ama más de lo que nosotros nos ama-mos, que cree en nosotros más que nosotros mismos, que está siempre de nuestra parte, como el más acérri-mo de los hinchas. Siempre nos espe-ra con esperanza, incluso cuando nos encerramos en nuestras tristezas, ru-miando continuamente los males su-fridos y el pasado. Pero complacerse en la tristeza no es digno de nuestra estatura espiritual. Es más, es un vi-rus que infecta y paraliza todo, que cierra cualquier puerta, que impide enderezar la vida, que recomience. Dios, sin embargo, es obstinadamen-te esperanzado: siempre cree que po-demos levantarnos y no se resigna a vernos apagados y sin alegría. Es tris-te ver a un joven sin alegría. Porque somos siempre sus hijos amados. Re-cordemos esto al comienzo de cada día. Nos hará bien decir todas las ma-ñanas en la oración: «Señor, te doy gracias porque me amas; estoy segu-ro de que me amas; haz que me ena-more de mi vida». No de mis defec-tos, que hay que corregir, sino de la vida, que es un gran regalo: es el tiem-po para amar y ser amado.

Atraídos por JesúsZaqueo tenía un segundo obstáculo en el camino del encuentro con Je-sús: la vergüenza paralizante. Sobre esto hemos dicho algo ayer por la tar-de. Podemos imaginar lo que sucedió en el corazón de Zaqueo antes de su-bir a aquella higuera, habrá tenido

una lucha afanosa: por un lado, la cu-riosidad buena de conocer a Jesús; por otro, el riesgo de dar una imagen bochornosa. Zaqueo era un persona-je público; sabía que, al intentar su-bir al árbol, haría el ridículo delante de todos, él, un jefe, un hombre de poder, pero muy odiado. Pero supe-ró la vergüenza, porque la atracción de Jesús era más fuerte. Habréis ex-perimentado lo que sucede cuando una persona se siente tan atraída por otra que se enamora: entonces suce-de que se hacen de buena gana cosas que nunca se habrían hecho. Algo si-milar ocurrió en el corazón de Za-queo, cuando sintió que Jesús era de tal manera importante que habría he-cho cualquier cosa por él, porque él era el único que podía sacarlo de las arenas movedizas del pecado y de la infelicidad. Y así, la vergüenza para-lizante no triunfó: Zaqueo –nos dice el Evangelio– «corrió más adelante», «subió» y luego, cuando Jesús lo lla-mó, «se dio prisa en bajar» (vv. 4.6.). Se arriesgó y actuó. Esto es también para nosotros el secreto de la alegría: no apagar la buena curiosidad, sino participar, porque la vida no hay que encerrarla en un cajón. Ante Jesús no podemos quedarnos sentados espe-rando con los brazos cruzados; a él, que nos da la vida, no podemos res-ponderle con un pensamiento o un simple mensajito.

Queridos jóvenes, no os avergon-céis de llevarle todo, especialmente las debilidades, las dificultades y los pecados, en la confesión: Él sabrá sor-prenderos con su perdón y su paz. No tengáis miedo de decirle «sí» con to-da la fuerza del corazón, de respon-der con generosidad, de seguirlo. No os dejéis anestesiar el alma, sino as-

pirad a la meta del amor hermoso, que exige también renuncia, y un «no» fuerte al doping del éxito a cualquier precio y a la droga de pensar solo en sí mismo y en la propia comodidad.

La fuerza de la misericordiaDespués de la baja estatura y después de la vergüenza paralizante, hay un tercer obstáculo que Zaqueo tuvo que enfrentar, ya no en su interior sino a su alrededor. Es la multitud que mur-mura, que primero lo bloqueó y lue-go lo criticó: Jesús no tenía que en-trar en su casa, en la casa de un peca-dor. Qué difícil es acoger realmente a Jesús, qué duro es aceptar a un «Dios, rico en misericordia» (Ef 2,4). Pue-de que os bloqueen, tratando de ha-ceros creer que Dios es distante, rígi-do y poco sensible, bueno con los bue-nos y malo con los malos. En cambio, nuestro Padre «hace salir su sol so-bre malos y buenos» (Mt 5,45), y nos invita al valor verdadero: ser más fuer-tes que el mal amando a todos, inclu-so a los enemigos. Puede que se rían de vosotros, porque creéis en la fuer-za mansa y humilde de la misericor-dia. No tengáis miedo, pensad en cam-bio en las palabras de estos días: «Bie-naventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericor-dia» (Mt 5,7). Puede que os juzguen como unos soñadores, porque creéis en una nueva humanidad, que no acepta el odio entre los pueblos, ni ve las fronteras de los países como una barrera y custodia las propias tradi-ciones sin egoísmo y resentimiento. No os desaniméis: con vuestra son-risa y vuestros brazos abiertos predi-cáis la esperanza y sois una bendición para la única familia humana, tan bien representada por vosotros aquí.

Aquel día, la multitud juzgó a Za-queo, lo miró con desprecio; Jesús, en cambio, hizo lo contrario: levantó los ojos hacia él (v. 5). La mirada de Jesús va más allá de los defectos para ver a la persona; no se detiene en el mal del pasado, sino que divisa el bien

en el futuro; no se resigna frente a la cerrazón, sino que busca el camino de la unidad y de la comunión; en me-dio de todos, no se detiene en las apa-riencias, sino que mira al corazón. Je-sús mira nuestro corazón, el tuyo, el mío. Con esta mirada de Jesús, podéis hacer surgir una humanidad diferen-te, sin esperar a que os digan «qué buenos sois», sino buscando el bien por sí mismo, felices de conservar el corazón limpio y de luchar pacífica-mente por la honestidad y la justicia. No os detengáis en la superficie de las cosas y desconfiad de las liturgias mun-danas de la apariencia, del maquilla-je del alma para aparentar mejores. Por el contrario, instalad bien la co-nexión más estable, la de un corazón que ve y transmite incansablemente el bien. Y esa alegría que habéis reci-bido gratis de Dios, por favor, dadla gratis (cf. Mt 10,8), porque son mu-

chos los que la esperan. Y la esperan de vosotros.

Precioso a los ojos de DiosEscuchemos por último las palabras de Jesús a Zaqueo, que parecen dichas a propósito para nosotros, para cada uno de nosotros: «Date prisa y baja, porque es necesario que hoy me que-de en tu casa» (v. 5). «Baja inmedia-tamente, porque hoy debo quedarme contigo. Ábreme la puerta de tu cora-zón». Jesús te dirige la misma invita-ción: «Hoy tengo que alojarme en tu casa». La Jornada Mundial de la Ju-ventud, podríamos decir, comienza hoy y continúa mañana, en casa, por-que es allí donde Jesús quiere encon-trarnos a partir de ahora. El Señor no quiere quedarse solamente en esta her-mosa ciudad o en los recuerdos entra-ñables, sino que quiere venir a tu casa, vivir tu vida cotidiana: el estudio y los primeros años de trabajo, las amista-des y los afectos, los proyectos y los sueños. Cómo le gusta que todo esto se lo llevemos en la oración. Él espera que, entre tantos contactos y chats de cada día, el primer puesto lo ocupe el hilo de oro de la oración. Cuánto de-

sea que su Palabra hable a cada una de tus jornadas, que su Evangelio sea tu-yo, y se convierta en tu navegador en el camino de la vida.

Jesús, a la vez que te pide entrar en tu casa, como hizo con Zaqueo, te llama por tu nombre. Jesús nos llama a todos por nuestro nombre. Tu nom-bre es precioso para él. El nombre de Zaqueo evocaba, en la lengua de la época, el recuerdo de Dios. Fiaros del recuerdo de Dios: su memoria no es un disco duro que registra y almace-na todos nuestros datos, su memoria es un corazón tierno de compasión, que se regocija eliminando definiti-vamente cualquier vestigio del mal. Procuremos también nosotros ahora imitar la memoria fiel de Dios y cus-todiar el bien que hemos recibido en estos días. En silencio hagamos me-moria de este encuentro, custodie-mos el recuerdo de la presencia de Dios y de su Palabra, avivemos en no-sotros la voz de Jesús que nos llama por nuestro nombre. Así pues, rece-mos en silencio, haciendo memoria, dando gracias al Señor que nos ha traí-do aquí y ha querido encontrarnos.

Papa Francisco

Con vuestra sonrisa y vuestros brazos abiertos predicáis la esperanza y

sois una bendición

La mirada de Jesús no se detiene en el mal del pasado sino que divisa

el bien en el futuro

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65º aniversario de Ordenación sacerdotal

inició en San Damián, pero el verda-dero lugar amado, el corazón pulsan-te de la Orden, allí donde la fundó y donde, al final, entrega su vida a Dios, fue la Porciúncula, la «pequeña por-ción», el rinconcito junto a la Madre de la Iglesia; junto a María que, por su fe tan firme y por su forma tan ín-tegra de vivir de amor y en el amor con el Señor, todas las generaciones la llamarán bienaventurada.

Sano sentido del humorAsí, la Providencia quiso que usted, querido hermano, llegase a un lugar, por decirlo así, precisamente francis-cano, del cual emana una tranquili-dad, una paz, una fuerza, una confian-za, una madurez, una fe, una entrega y una fidelidad que me hacen mucho bien y nos dan mucha fuerza a mí y a toda la Iglesia. Y me permito decir también que de usted viene un sano y alegre sentido del humor.

La felicitación con la cual deseo concluir es una felicitación que diri-jo a usted y, al mismo tiempo, a todos nosotros y a toda la Iglesia: que us-ted, santidad, pueda seguir sintiendo la mano del Dios misericordioso que lo sostiene, que pueda experimentar y testimoniarnos el amor de Dios; y que, con Pedro y Pablo, pueda seguir exultando con gran alegría mientras

camina hacia la meta de la fe (cf. 1 P 1,8-9; 2 Tm 4,6-8).

Respuesta de Benedicto XVISanto padre, queridos hermanos: Ha-ce 65 años, un hermano que se orde-naba conmigo decidió escribir en el recordatorio de la primera Misa, a ex-cepción del nombre y la fecha, una sola palabra en griego: «Eucharisto-men», convencido de que con esta palabra, en sus múltiples dimensio-nes, ya decía todo lo que se puede decir en este momento.

Eucharistomen dice un gracias hu-mano, gracias a todos. Gracias espe-cialmente a usted, santo padre. Su bondad, desde el primer momento de la elección, en cualquier momen-to de mi vida aquí, me conmueve, me lleva realmente, interiormente. Más todavía que en los jardines del Vati-cano, con su belleza, su bondad es el lugar donde vivo: me siento protegi-do. Gracias también por sus palabras de agradecimiento, por todo. Y espe-ramos que pueda seguir adelante con todos nosotros por esta vía de la Di-vina Misericordia, mostrando el ca-mino de Jesús, hacia Jesús, hacia Dios.

Con corazón agradecidoGracias a usted (card. Sodano) por sus palabras que me han tocado ver-daderamente el corazón. «Cor ad cor loquitur» (El corazón habla al cora-zón). Usted ha recordado tanto la ho-ra de mi ordenación sacerdotal, como mi visita en el 2006 a Frisinga, donde he revivido esto, y puedo solamente decir que así, con estas palabras sien-

to interpretado lo esencial de mi vi-sión del sacerdocio, mi trabajo.

Gracias, card. Müller, por el tra-bajo que hace para la presentación de mis textos sobre el sacerdocio en el que intento ayudar a los hermanos a entrar siempre de nuevo en el miste-rio del Señor, que se realiza en nues-tras manos.

El Pan de la vida verdaderaEucharistomen: en aquel momento el amigo Berger quería indicar no sola-mente la dimensión del agradecimien-to humano, sino, naturalmente, la pa-labra más profunda que se esconde, que aparece en la liturgia, en la Escri-tura, en las palabras: «gratias agens benedixit fregit deditque» (Después de dar gracias, lo partió y se lo dio).

Eucharistomen nos lleva a esa rea-lidad de agradecimiento, a esa nueva dimensión que Cristo dio. Él trans-formó en agradecimiento, y así en bendición, la cruz, el sufrimiento, to-do el mal en el mundo. Y así, funda-mentalmente, transubstanció la vida y el mundo, y nos dio y nos da cada día el Pan de la vida verdadera, que supera el mundo gracias a la fuerza de su amor.

Al final, queremos insertarnos en este «gracias» del Señor y así reci-bir realmente la novedad de la vida y ayudar a la transubstanciación del mundo: que sea un mundo, no de muerte sino de vida; un mundo en el que el amor ha vencido a la muerte.

Gracias a todos ustedes. El Señor nos bendiga a todos. Gracias, santo padre.

C on este motivo, la víspera, el pa-pa Francisco, junto con el Co-legio Cardenalicio, convocó un

acto conmemorativo en la Sala Cle-mentina del Vaticano para festejarlo. Durante el acto se le hizo entrega, en varias lenguas, del libro Enseñar y apren-der el amor de Dios, en el que se reco-gen sus homilías sobre el sacerdocio.

Intervinieron, sucesivamente, el papa Francisco; el card. Gerhard Lud-wig Müller, prefecto de la Congrega-ción para la Doctrina de la fe y editor de la Opera omnia de Joseph Ratzin-ger; el card. Angelo Sodano, decano del Colegio Cardenalicio; y el papa emérito Benedicto XVI. A continua-ción publicamos las intervenciones de ambos papas.

Gratitud del papa FranciscoSantidad: Hoy festejamos la historia de una llamada que inició hace sesen-ta y cinco años con su ordenación sa-cerdotal, que tuvo lugar en la catedral de Frisinga el 29 de junio de 1951. Pero, ¿cuál es la nota de fondo que re-corre esta larga historia y que desde aquel primer inicio hasta hoy la do-mina cada vez más?

En una de las muchas hermosas páginas que usted dedica al sacerdo-cio destaca cómo, en la hora de la lla-mada definitiva de Simón, Jesús, mi-rándolo, en el fondo solo le pregunta una cosa: «¿Me amas?». ¡Qué her-moso y verdadero es esto! Porque es aquí, nos dice usted, en ese «¿me amas?», donde el Señor funda el apa-centar, porque solo si existe el amor al Señor Él puede apacentar a través de nosotros: «Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te amo» (Jn 21,15-19).

Búsqueda del AmadoEs esta la nota que domina una vida entera entregada al servicio sacerdo-tal y a la teología, que usted no por casualidad definió como «la búsque-da del Amado»; es esto lo que usted siempre ha testimoniado y testimo-nia aún hoy: que lo decisivo en nues-tras jornadas –de sol o de lluvia–, aquello de lo cual se desprende todo el resto, es que el Señor esté verdade-ramente presente, que lo deseemos, que interiormente estemos cerca de Él, que lo amemos, que de verdad creamos profundamente en Él, y cre-yendo lo amemos de verdad.

Es esta forma de amar la que nos llena el corazón, este creer es lo que nos hace caminar seguros y tranqui-los sobre las aguas, incluso en medio de la tempestad, precisamente como le sucede a Pedro. Este amar y este creer es lo que nos permite mirar al futuro no con miedo o nostalgia, si-no con alegría, incluso en la edad ya avanzada de nuestra vida.

Y así, precisamente viviendo y tes-timoniando hoy de un modo tan in-tenso y luminoso esta única cosa ver-daderamente decisiva –tener la mira-da y el corazón orientado a Dios–, us-ted, santidad, sigue sirviendo a la Igle-sia, no deja de contribuir verdadera-mente con vigor y sabiduría a su cre-cimiento. Y lo hace desde ese peque-ño Monasterio Mater Ecclesiae en el Vaticano, que se revela de ese modo como algo distinto a uno de esos rin-concitos olvidados en los cuales la cultura del descarte de hoy tiende a relegar a las personas cuando, con la edad, sus fuerzas disminuyen.

Es todo lo contrario. Y esto permi-ta que lo diga con fuerza su sucesor, que eligió llamarse Francisco. Porque el camino espiritual de san Francisco

El pasado 29 de junio, el papa emérito Benedicto XVI celebraba el 65º aniversario de su ordenación sacerdotal, que tuvo lugar en la catedral alemana de Frisinga. La recibió, junto con su hermano Georg y cuarenta y dos presbíteros más, de manos del cardenal Michael von Faulhaber.

EucharistomenHacia la transubstanciación del mundo

Cristo transformó en agradecimiento, y así

en bendición, la cruz, el sufrimiento del mundo

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La FER de Jaén en Cracovia - JMJ 2016

A hora que todo empieza, amigo, que estamos llamados a conti-nuar aquella aventura, quiero

animarte a no parar, a alimentarte de Dios para que Él te alimente, y así se-guir en el camino que estuvimos ha-ciendo a tres mil kilómetros de casa, donde disfrutamos de una fe compar-tida, de la grandeza de la multicultu-ralidad, de la armonización de dife-rencias… Allí, con Dios entre y so-bre nosotros, vivimos la alegría del Evangelio, que es la alegría de sentir-se libre, pleno y lleno de Vida.

Ejemplo de esto lo puede dar aquel grupo procedente de Malasia, que ha-bía volado durante dieciocho horas para ser granito de arena en Polonia; o las cuarenta horas que tardó China en llegar; o los dos años de ahorro que aquellos salvadoreños habían em-pleado por compartir su alegría; mues-tra de esto son los juegos, bailes y can-tos que disfrutamos todos, todos los países, todos los peregrinos elegidos por Dios para celebrar su Palabra, y también lo son las familias de acogi-da, los voluntarios, el esfuerzo de to-da Polonia, la organización y la segu-ridad, así como las gentes de los pue-blos y ciudades por donde pasamos dejando nuestra alegría.

Porque no es lo difícil que parece, y porque no creímos en límites, sal-tamos barreras y, a petición del papa, construimos un puente, para disfru-tar de las cosas sencillas, de la ilusión,

y así nuestras caras, reflejo del alma, que no cabían en sí.

Ahora comienzaVi la unión, claro, y por eso empieza ahora la JMJ. Y porque no vi cadenas, porque vi muchas personas valientes, porque hubo una comunidad con ga-nas de más, porque la realidad no es la que cuentan sino la que se vive, por-que Dios habló con nosotros, porque hubo silencios, porque nosotros ha-blamos con Él, porque volvimos a lle-nar nuestro corazón de nombres, por-que hubo sentido de acogida y se abrie-ron corazones, porque supimos de la misericordia y de la gracia de Dios, por todo ello la JMJ sigue bien activa hoy, cuando el calendario dice que acabó.

No acabó porque somos muchos y no queremos que acabe nuestra fies-ta –de todos– mundial de la juven-tud, porque no hay que reservar la

alegría a un acto concreto, porque de Polonia salimos con más Vida aún, con mayor kilometraje también, sí, y, por ello, con más que ofrecer a los otros.

Un carisma vivoAhora que estamos tan de enhora-buena con la canonización de nues-tro fundador, don Manuel González, que tanto hizo, creó, buscó y consi-guió, debemos continuar en marcha, no parar, para dar nuestro joven ma-nifiesto de carisma vivo, lleno de fuer-za e inquietudes. En Polonia, en aque-llos días, nos encontramos grupos de la JER y de la preJER, de distintas ciu-dades de España, en abundancia, y era precioso saber que nuestra fami-lia es esta y es dinámica.

Participar en la JMJ fue un rega-lo, y por ello, antes de acabar, he de agradecer a las Misioneras Eucarísti-cas de Nazaret y a las diócesis –Dele-gación de Juventud de Jaén, ¡gracias!– que hicieran viable nues-tro deseo. Ahora nos toca a nosotros com-partirlo y darlo todo.

Jacobo Herrera

Querido amigo: Con esta carta, quiero contarte lo que sucedió durante los últimos días de julio en Polonia. Doy por seguro que sabes que se celebró la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), un evento donde se congregaron más de un millón de jóvenes en torno a la fe, en torno a Dios, por eso mi labor no es repetirte lo que ya has leído en la prensa o visto en televisión. Ahora toca seguir avanzando, porque la JMJ comenzó cuando acababa el evento, nos dijo el papa en la Misa de clausura.

Verdadera fiesta de la juventud

¡ I N O L V I D A B L E ! Mi experiencia en la JMJ ha sido simplemente inolvidable. La forma en la que los jóvenes de todo el mundo hemos compartido y reforzado nuestra fe, siguiendo el gran ejemplo del papa Francisco, ha sido una vivencia muy enriquecedora. Durante la jornada, me sentí feliz y en paz, sensaciones que me hacen querer repetir y que me conectan de alguna forma a Dios, a quien he sentido presente en cada uno de mis compañeros de Jaén. Una vez en casa, solo puedo expresar mi agradeci-miento a cada una de las personas con las que he compartido esta experiencia y comenzar a transmitir lo vivido en la JMJ.

María Sánchez

El rostro joven de la misericordiaEs difícil expresar con palabras la experiencia vivida du-rante esta Jornada Mundial de la Juventud. Estos diez días en Polonia compartiendo la fe con tantos jóvenes de diferentes países y culturas han sido únicos. Los tres primeros días, en la diócesis de Katowice, quedé asom-brada por la hospitalidad y amabilidad de nuestras fa-milias polacas de acogida. Nos trataron como si fuéra-mos sus hijos, como si recibieran al mismo Jesús en sus casas. Algunos de ellos no sabían nada de español ni in-glés, por lo que era difícil comunicarse, pero el amor que nos dieron es algo que va mucho más allá de las ba-rreras impuestas por un idioma.

Después, en Częstochowa, el encuentro de españo-les fue impresionante, especialmente el momento final de la Misa cuando más de 8.000 voces cantaron juntas la Salve rociera. Durante los días en Bochnia tuvimos más tiempo para compartir con todos los que había-

mos emprendido esta aventura juntos desde de Jaén. Conocí a gente increíble.

Los días fueron pasando y pronto llegó nuestro pri-mer encuentro con el papa en Cracovia. Sus palabras fue-ron muy emotivas: «La misericordia tiene siempre ros-tro joven». Llegó el día de la peregrinación al Campus de la Misericordia. El camino fue duro, 12 km andando y pasando bastante calor, pero los polacos salían a dar-nos de beber y a refrescarnos como si fuera Cristo el que iba caminando. Miles de personas unidas por una misma fe compartimos la Vigilia y la Eucaristía con el santo pa-dre, que nos dijo: «La vida es linda siempre y cuando queramos vivirla, siempre y cuando que-ramos dejar huella». Así pues, después de esta experiencia única, solo me queda concluir que Jesús vive y está en cada uno de nosotros.

Trinidad Montero

JER de Jaén en el encuentro de los peregrinos españoles, a la entrada del Santuario de Czestochowa.

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El compartir acrecienta la alegríaEs muy complicado resumir en unas cuantas líneas lo que ha sido una de las mejores experiencias de mi vida, fabulosa y fascinante, y eso que al principio, un año an-tes, estaba bastante reacio a participar en ella. Nunca antes me había llamado la atención y solo me apunté porque lo hicieron mis compañeros monitores y no me quería quedar fuera.

Pues bien, lo que en un principio fue un cúmulo de dudas y miedos se fue disipando conforme pasaban los días. Nos alojamos en familias en la localidad de Psz-czyna, donde toda la parroquia y el pueblo entero se volcaron con nosotros, con una organización de 10. Es impresionante comprobar en primera persona cómo sin conocerte te abren la puerta de sus casas y de sus vi-das. Allí me dejo a mi segunda familia.

Nos trasladamos el quinto día a Bochnia, alojándo-nos en un colegio, durmiendo en aulas en el suelo, y te-niendo que cruzar dos patios y dos pistas polideporti-vas para llegar al pabellón donde estaban las duchas, y que compartíamos con otros doscientos jóvenes ma-

drileños. Ya estábamos más cerca de Cracovia, para par-ticipar en los actos oficiales, visitando antes el santua-rio de la Virgen de Częstochowa, impresionante, y los campos de concentración de Auschwitz, espeluznantes.

El viernes participamos en el Viacrucis con el papa, que me encantó; el sábado en la Vigilia, que me impac-tó; y el domingo, por fin, en la multitudinaria Eucaris-tía. Es una alegría el poder compartir tu fe en esos mo-mentos con millones de jóvenes de todo el mundo.

Compaginamos momentos de alegría, de oración, de recogimiento, de turismo y de diversión, y en un am-biente excepcional, todo nos fue saliendo a pedir de bo-ca, hasta lo que parecía que surgía como inconvenien-te al final se tornaba beneficioso para no-sotros. Se notaba la presencia de Jesús a nuestro lado en cada momento. En fin, solo me queda decir que espero muy impacientemente y con mucha ilusión las próximas JMJ de Panamá.

Francisco Galán

¡Sí! ¿Y por qué no?Cuando las cosas surgen con espontaneidad y naturali-dad sabes que funcionarán bien, no tengo la menor du-da. Y así empezó todo: ¿Qué os parece si este año nos va-mos a la JMJ de Polonia? Esa fue la pregunta de nuestra hermana y amiga Mª Cecilia, nuestra respuesta fue rápi-da, apenas sin pensarla «¡sí!, ¿y por qué no?». Ese fue el inicio de nuestra andadura, desde ese momento un gru-po de jóvenes empezamos a forjar juntos nuestra ilusión, nuestras miradas estaban puestas en la JMJ de Polonia, esta era una experiencia nueva para cada uno de noso-tros y nosotras. Ni Fran, ni Mª Cecilia, ni Jacobo, ni Sara habían vivido nunca una JMJ, todo era nuevo para ellos así que nos pusimos manos a la obra y juntos empeza-mos a caminar de la mano de Jesús Eucaristía.

El tiempo pasaba y la fecha se iba acercando. Las ac-tividades, misas, encuentros, adoremus, convivencias y reuniones marcaban nuestras apretadas agendas, al mis-mo tiempo que nuestras emociones y sentimientos su-frían cambios y más cambios. Como si se tratase de un cóctel delicioso lleno de sabor, pero que no podría be-ber hasta el jueves 21 de julio. Sí podía, sin embargo, oler sus ingredientes: ilusión, fe, ganas, fuerzas, nervio-sismo, ansiedad, entusiasmo y, por qué no decirlo: mie-

do, ese mismo miedo que desapareció nada más llegar a Polonia. ¡Y por fin llegamos! Éramos 100 jóvenes de toda la provincia de Jaén, cargados con nuestras male-tas y con muchas ganas de vivir con intensidad esta JMJ. No tardamos mucho en formar una familia. Así nos sen-tíamos. Aplicamos la fraternidad que el papa nos pidió para la Iglesia, una Iglesia joven, llena de alegría.

Dios estaba con nosotros en todo momento, en nues-tros cánticos, bailes, risas, conversaciones, en nuestras largas caminatas, oraciones, cansancio. No permitiría-mos que fuese de otra manera. Él nos guiaba y hacía que lo difícil fuese fácil. Él era el causante de nuestra alegría y por Él estábamos allí.

Para mí es difícil de explicar con unas líneas la in-tensidad de todo lo vivido, pero es fácil de reconocer por mi actitud que la JMJ de Polonia me ha tocado el corazón y me ha dejado huella. En mi vi-da habrá un antes y un después, eso sí, siem-pre cogida de la mano de Jesús Eucaristía. Ahora toca dar testimonio con alegría de todo lo vivido y de nuevo otro: «¡Sí! ¿ y por qué no?». ¡Nos vemos en Panamá!

Mayca Galán Sánchez

Conectados con Jesús Eucaristía¿Qué es la Jornada Mundial de la Juventud? Con esta pregunta empezábamos a preparar en las Nazarenas la larga espera para estas Jornadas Mundiales de la Juventud. Cada uno de los que formamos este grupo pensaba una cosa y con la timidez típica de estar con gente que no conoces iban diciendo sus pequeñas opiniones. Lo que no sabíamos era que diez días nos iban a lle-nar tanto con los detalles de la gente, la ayuda (porque también hubo momentos difíciles), la acogida de las familias y de cada uno de los voluntarios que nos sorprendían cada vez más.

Pero lo más importante de todo es que detrás de todo esto estaba Dios, y además sentíamos una cosa que es importantísi-ma para las dificultades que está pasando hoy en día la juven-tud, y es sentirte acompañado por gente que comparte la mis-ma fe que tú. Una experiencia increíble, súper enriquecedora. Pero esto no puede quedar aquí, ahora toca seguir dando vida y testimonio de fe. Será mucho más fácil si lo hacemos juntos, co-mo grupo, como JER ¡Conectados por Jesús Eucaristía!

Javier Vera

La FER de Jaén en Cracovia - JMJ 2016

Apasionante encuentro en Cracovia: La FER de Jaén y Málaga.

De camino al «Campo de la Misericordia», donde se realizaría la Vigilia y la Misa de clausura de la JMJ.

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Resonancias en nuestra Iglesia de hoy

Q ueridos hermanos y herma-nas: Con gran alegría acoge-mos la noticia, dada a cono-

cer esta mañana por el santo padre en la Sala del Consistorio del Palacio Apostólico Vaticano, donde ha presi-dido la Hora de Tercia y el Consisto-rio Ordinario Público para la Cano-nización de cinco beatos, entre los cuales se encuentra el beato Manuel González García.

La noticia afecta y conmueve go-zosamente a nuestra diócesis porque el nuevo santo fue párroco de la Ma-yor de San Pedro y arcipreste de la ciudad. Vivió aquí, como un onuben-se más, en la casa número 12 del Pa-seo de Santa Fe, desde 1905 hasta el 16 de enero de 1916, día de su con-sagración, en la catedral de Sevilla, como obispo auxiliar de Málaga.

Fue ingente su tarea evangeliza-dora entre nosotros. De ella deseo destacar dos aspectos especialmente necesarios para la Iglesia en el tiem-po presente: la dimensión social y la centralidad de la Eucaristía. Sobresa-

lieron en su actividad durante los años de párroco en Huelva y se los propu-so también como objetivos de su mi-nisterio episcopal: «Para mis pasos yo no quiero más que un camino, el que lleva al Sagrario y yo sé que an-dando por ese camino encontraré hambrientos de muchas clases y los hartaré de todo pan, descubriré niños pobres y pobres niños y me sobrará el dinero y los auxilios para levantar-les escuelas y refugios para remediar-les sus pobrezas, tropezaré con tris-tes sin consuelo, con ciegos, con sor-dos, con tullidos y hasta con muertos del alma o del cuerpo y haré descen-der sobre ellos la alegría de la vida y de la salud».

Junto con el anuncio de Jesucris-to, alegría del mundo y Salvador de los hombres, la dimensión social co-rresponde al sentido auténtico e in-tegral de la misión evangelizadora. El papa Francisco dice en la exhortación apostólica La alegría del Evangelio: «Ahora quisiera compartir mis in-quietudes acerca de la dimensión so-

cial de la evangelización precisamen-te porque, si esta dimensión no está debidamente explicitada, siempre se corre el riesgo de desfigurar el senti-do auténtico e integral que tiene la misión evangelizadora» (n. 176).

El beato Manuel, cuando llegó a Huelva, se dio cuenta enseguida de que había un gran número de niños sin escolarizar. La escuela era «una necesidad muy grande y muy triste». Y dedicó sus primeros esfuerzos a in-volucrar a todos en la creación de es-cuelas. Surgió, primero, la del Sagra-do Corazón, confiada a la dirección de D. Manuel Siurot, en la antigua iglesia del barrio San Francisco. Gra-cias a Dios, esta obra que inició el bea-to sigue hoy viva en el edificio del Se-minario, con el Colegio Diocesano, en el que estudian alrededor de mil quinientos niños en la actualidad. Lue-go acondicionó los locales anejos al Santuario de la Cinta para escolarizar a los chiquillos de los asentamientos de los Chorritos alto y bajo, en las la-deras del Conquero. Al mismo tiem-po, en el otro extremo de la ciudad, «teniendo en cuenta también el la-mentable abandono de esos barrios del campo, ninguna escuela oficial ni particular, los párrocos decidimos do-tar a aquella extensa porción de nues-tra feligresía rural de Iglesia y escue-las… y alquilamos unos grandes al-macenes existentes frente al Matade-ro, que forman esquina con la calle Polvorín, por bajo de la Huerta de los Perales y a la calle que conduce al si-tio del Pozo Dulce». Estas instalacio-nes provisionales fueron sustituidas por otras definitivas, origen del actual

Colegio de las Teresianas, en la Ave-nida de Guatemala.

La promoción cultural de la niñez reclamaba un suplemento para la in-tegración social y laboral de los jóve-nes. En el curso siguiente al de la inau-guración de las Escuelas del Sagrado Corazón, es decir en el año 1909, el beato Manuel tendió puentes entre la enseñanza escolar y el mundo del trabajo. Creó un Patronato de Apren-dices, obra que él llamaba su ojito de-recho, y una granja para los jóvenes que se orientaban al trabajo agrícola y ganadero.

«En el corazón mismo del Evan-gelio está la vida comunitaria y el com-promiso con los otros» (EG 177), afirma el papa Francisco. Es eviden-te, a la luz de todas sus iniciativas y del conjunto de su enseñanza, que in-cluye, de modo especial, el compro-miso con los pobres. Así lo practicó ya el beato Manuel: «Pobrecillos los pobres, ¡despiertan tan poco interés a su paso por el mundo!». Él se hizo presente entre los que habitaban to-davía en las cuevas de los cabezos de la Cuesta del Carnicero y del barrio de San Sebastián, con el fin de cono-cer de cerca sus problemas y sufri-mientos, sintonizar con sus angustias y ayudarles haciéndolos protagonis-tas de su propia liberación.

Tuvo que participar en el horror que produjo el hambre entre miles de onubenses. En el invierno de 1913 se inundaron las marismas del Tinto y del Odiel, desbordados por intensas lluvias. Simultáneamente hubo huel-gas en el sector de la minería de Rio-tinto, a las que se añadió el forzado

amarre de la flota pesquera a causa de un conflicto con los pescadores por-tugueses. La miseria se desbordó en la ciudad: más de diecinueve mil tra-bajadores dejaron de llevar el jornal a sus casas durante cuatro meses. El arcipreste lanzó un manifiesto al co-razón generoso y caritativo de los onu-benses titulado El hambre en Huelva, que puede sintetizarse en estas frases textuales: «Ante situación tan preca-ria que está llevando la desolación a tantos hogares, y sin prejuzgar cues-tiones sumamente delicadas y que exigen serenidad y prudencia exqui-sitas, creo mi deber excitar, aunque creo que no lo necesitan, la caridad y el celo de los reverendos sacerdotes y buenos católicos de Huelva en fa-vor de tanto hogar triste y desvalido».

El hecho de la canonización pone también de relieve otra dimensión, esta bien conocida, de la actividad del beato Manuel. Yo no quiero, decía, «que en mi vida de obispo, como an-tes en mi vida de sacerdote, se acon-goje mi alma más que por una sola pena que es la mayor de todas, el aban-dono del Sagrario, y se regocije más que con una sola alegría, el Sagrario

acompañado». La Eucaristía es fuen-te y cumbre de la evangelización y de toda la vida de la Iglesia.

Como escribí en la carta de pre-sentación del presente Plan Diocesa-no de Evangelización, es especialmen-te importante descubrir el valor de la Eucaristía del domingo y la celebra-ción del Día del Señor, como expre-sión de nuestra fe en el Resucitado, siempre presente entre nosotros, fuen-te de nuestra alegría, en torno a Él ex-perimentamos el gozo de ser herma-nos y la pertenencia a una comuni-dad de fe.

El día 16 de octubre del presente año 2016 será canonizado como obis-po de Palencia, fundador de la Unión Eucarística Reparadora y de las Her-manas Misioneras Eucarísticas de Na-zaret. Las dos asociaciones tienen co-mo finalidad específica promover la participación de todos los cristianos en la Eucaristía. La primera de ellas, que está extendida por muchos paí-ses de Europa y América, nació en el Sagrario de la Parroquia de San Pe-dro, de Huelva, el 4 de marzo de 1910. Con afecto os bendigo.Mons. José Vilaplana, obispo de Huelva

Don Manuel, el santo de los Sagrarios abandonados y de los pobres

Queridísimo D. Manuel: Toda la FER está de fiesta y llena de júbilo porque el domingo 16 de octubre la Iglesia reconocerá públicamente tu santidad. Una santidad que se forjó entre luces y sombras, dolores y alegrías, afanes y mucho celo por dar a conocer al mundo la presencia viva y vivificante de Jesús en la Eucaristía para que cada vez sea más conocido y amado. El obispo de Huelva D. José Vilaplana Blasco recibió con gran alegría la noticia de tu canonización y nos escribió esta carta pastoral. Es cierto que tú querías ser conocido como el obispo del Sagrario abandonado y así te presenta él, pero añade «y de los pobres». Es que en Huelva no es posible dejar de mencionarlos porque ante tanta necesidad que encontraste se desbordó tu caridad pastoral hacia ellos, tanto es así que llegaste a afirmar: «nunca cerré mi puerta a ningún pobre».

Mons. José Vilaplana en una visita a un colegio onubense.

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En el I Congreso Internacional Beato Manuel González, la Hna. Mª Teresa Castelló Torres, Vicaria general de la Congregación de Misioneras Eucarísticas de Nazaret, ofreció su reflexión sobre la gracia carismática del fundador de la Familia Eucarística Reparadora. Ofrecemos la última parte.

D entro de la experiencia carismá-tica del beato Manuel Gonzá-lez, la Virgen María constituye

un modelo de vida reparadora. La Vir-gen Inmaculada y Dolorosa es el cau-ce del amor y la misericordia de Dios. Es la reparadora por excelencia, «mu-jer eucarística» (EdE 53), «modelo insustituible de vida eucarística» (Sa-Ca 96), ya que «nadie más que Ella (…) entendió su palabra y su corazón (…). Ella fue la única en todo conse-cuente», fue la que vivió el retorno de amor hasta acompañar a su Hijo al pie de la cruz, a quien Jesús le confía al discípulo predilecto y, en él, nos en-trega a cada uno de nosotros (cf. Jn 19,27): «“He ahí a tu madre”, es la pa-labra más grande, solemne y genero-sa del Corazón de Jesús en el Evange-lio después de “Este es mi Cuerpo”» (OO.CC. II, n. 2.739).

María hizo de su vida una auténti-ca gratuidad. Con su Magníficat nos sitúa en la actitud del amor agradeci-do y nos invita a asumir esta actitud. Antes que la del amor generoso, nos muestra desde el mismo comienzo del camino cuál es la actitud correcta, a saber, la del amor agradecido. Ella no esperó hasta el final de su vida para dar gracias al Señor, sino que cantó el Mag-níficat desde el principio y, toda su vi-

Ponencia de la Hna. Mª Teresa Castelló

«Una mirada que decía mucho y pedía más» (y III)da, todo su camino se fundamenta en esta actitud.

El desafío de la gratuidadEn la vida de las comunidades cris-tianas, desde el principio, se dio un lugar de suma importancia a la Cena del Señor, ocupando, sencillamente, el centro de sus vidas. La comunidad cristiana de la Didaché encuentra en esta celebración «el secreto de la vi-da de aquellos grupos de hombres, humildes en su mayoría, de donde habían de salir los que asombrarían al mundo con el heroísmo de su mar-tirio y le conquistaría con la fuerza divina de la santidad» (D. Ruiz Bue-no, Padres apostólicos, BAC, Madrid 1967, p. 43).

En este antiguo catecismo apare-ce por primera vez en la literatura cristiana la palabra εύχαριστία y, a su vez, nos encontramos ante la comu-nidad que vivió el cambio de senti-do en el uso del término, designan-do no solo el sentimiento de grati-tud, sino también la manifestación externa del mismo.

Al instituir el Sacramento de su Cuerpo y de su Sangre, Jesús comen-zó agradeciendo, por eso este sacra-mento se denomina Eucaristía. Jus-tamente esta palabra, «Eucaristía», es la forma sustantiva del verbo grie-go εύχαριστείν, agradecer, dar gracias (Cf. AA.VV., Retorno de amor, p. 335).

Hace más de cuarenta años nos señalaba el entonces profesor Ratzin-ger una gran verdad: «Ordinariamen-te casi se pasa por alto… lo más de-cisivo: el carácter gratuito de la salva-ción» ( J. Ratzinger, «Los nuevos paganos y la Iglesia», en El nuevo Pue-blo de Dios. Esquemas para una Ecle-

siología, Herder, Barcelona 1972, p. 369). Y siendo papa volvía sobre es-ta misma idea: «el ser humano está hecho para el don… un don absolu-tamente gratuito de Dios» (CV 34). ¿Cómo entendemos esta gratuidad en nuestra vida?

Gratuito, gratis, se aplica a lo que no cuesta nada o a lo que no se paga. Cuando algo cuesta, lo adquirimos con dinero. Cuando se nos ofrece al-go gratis respondemos con agradeci-miento. A Jesús Eucaristía, que se ha hecho don para nosotros, nuestra res-puesta debería ser una existencia agra-decida. Pero no olvidemos que solo quien se siente agraciado puede ser agradecido y puede vivir la gratuidad como una actitud de entrega sin es-perar nada a cambio.

La necesidad de reparar, de retor-nar amor, brota de la conciencia de agradecimiento de aquel que se sabe regalado gratuitamente por el amor desbordante del Señor. La historia de la espiritualidad ha ido reduciendo esta vinculación a su aspecto más ne-gativo, es decir, la necesidad de paliar la ingratitud de quienes no son capa-ces de reconocer la bondad, la gloria y el amor de Dios hacia el mundo y hacia cada una de sus criaturas. No obstante, es cierto que cuanto mayor es la capacidad de reconocimiento y amor, mayor es la sensibilidad para percibir el desagradecimiento.

Así nos lo recuerda también el bea-to Manuel González: «¿No os pare-ce que esa ocupación tan poco cono-cida y agradecida del Corazón de Je-sús pide en retorno de vosotros an-sias de verlo y de sorprenderlo, e in-geniosidades de amor para agradecer-lo?» (OO.CC. I, n. 483).

El agradecimiento es el motor que mueve el corazón a la generosidad, a la salida de sí, y la fuerza que lo en-ciende en deseos de retorno de amor, de plus de amor: «dar mucho, dar to-do, hasta a sí mismo, o sea, darse. El amor perfecto se da todo» (OO.CC. II, n. 2.489). Pero más aún, el agrade-cimiento cristiano es siempre gratui-to, es mucho más que el pago, la de-volución, la satisfacción de la necesi-dad de corresponder a un bien reci-bido o la obligación de hacerlo, así lo expresa el beato Manuel González: «hacer y dar todo el bien que permi-tan las fuerzas naturales y sobrenatu-rales, sin esperar nada en recompen-sa de los beneficios por la acción» (OO.CC. III, n. 5.213).

Don Manuel, testigo infatigable de este amor reparador, nos recuerda con su vida que, a pesar del sufrimien-to, a través de él y en ocasiones gra-cias a él, ha podido hacer de su exis-tencia un verdadero canto de gratitud a Jesús Sacramentado. Su amor repa-rador fue un canto agradecido desde la experiencia de la confianza filial y desde ahí fue capaz de introducirse en los espacios de mayor abandono, dolor y sufrimiento, y afrontarlos con-fiado y en acción de gracias.

¿Por qué pudo vivir así? Cuando se participa de verdad en la Eucaris-tía se encuentra en ella la fuerza para transformar toda nuestra existencia en una continua ofrenda de acción de

Ordinariamente casi se pasa por alto lo más decisivo: el carácter gratuito de la salvación

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gracias a Dios, porque Él, mediante el Misterio Pascual de Cristo nos ase-gura continuamente la victoria del amor. Si queremos vivir en el amor generoso, no debemos olvidar que su fundamento indispensable es el amor agradecido, que se nos comunica en la Eucaristía.

También el papa Francisco insis-te en esta verdad: «En la Eucaristía se comunica el amor del Señor por nosotros: un amor tan grande que nos nutre de sí mismo; un amor gratuito, siempre a disposición de toda perso-na hambrienta y necesitada de rege-nerar las propias fuerzas. Vivir la ex-periencia de la fe significa dejarse ali-mentar por el Señor y construir la pro-pia existencia no sobre los bienes ma-teriales, sino sobre la realidad que no perece: los dones de Dios, su Palabra y su Cuerpo» (Homilía, 19/6/2014).

Para nuestra vida es muy impor-tante comprender que para vivir en el amor debemos recibir el amor y agradecerlo; acoger con gratitud el amor que nos viene de ese Cuerpo entregado y esa Sangre derramada por nosotros. «Jesús nos deja la Eucaris-tía como memoria cotidiana de la Igle-sia, que nos introduce cada vez más en la Pascua (cf. Lc 22,19). La alegría evangelizadora siempre brilla sobre el trasfondo de la memoria agradeci-da» (EG 13).

ConclusiónManuel González, con la respuesta fiel y gozosa a su vocación, nos ofre-ce un testimonio de vida realizada en plenitud y nos propone un camino, el que él recibió como don y ofreció a todos con sencillez: dejarnos euca-ristizar para vivir eucaristizando. Es-ta es la herencia que nos ha dejado y

que revela la fuerza incontenible del amor eucarístico.

Vemos en él al iniciador de una experiencia todavía viva, no un mo-delo estático, ni siquiera un simple in-tercesor, sino el cauce de un don del Espíritu. El acercamiento a su expe-riencia carismática pone ante noso-tros una palabra viviente sobre la es-piritualidad eucarística reparadora.

Su experiencia carismática ha ido adquiriendo una profundidad, una in-timidad, un recorrido de mayor en-tendimiento por parte de él. Así mis-mo, el Espíritu sigue derramando con abundancia la riqueza de su gracia so-bre quienes son llamados a participar de este carisma, haciéndoles continua-dores y creativos del don recibido.

La ceñida extensión que requiere toda ponencia impone una delimita-ción del campo a abarcar. Por ello, sin duda alguna, se han tenido que dejar a un lado algunos aspectos, no por ser menos importantes y significativos, sino porque se han querido resaltar los valores más esenciales que iden-tifican el carisma.

De estas reflexiones surgen tres coordenadas que considero funda-mentales y que son clave en la expe-riencia carismática del beato Manuel González, así como una urgencia pa-ra hoy.

1. La centralidad de la Eucaristía, «sacramento por excelencia del Mis-terio Pascual» (EdE 3), donde palpi-ta el Corazón de Cristo, es el eje con-ductor de la experiencia carismática. Y el Evangelio es el camino que –se-gún Manuel González– acompaña y nutre en la comprensión y vivencia del misterio eucarístico. Hay una re-lación tan estrecha entre ambos que dirá: «¡Eucaristía! ¡Evangelio siem-pre nuevo y siempre vivo!» (OO.CC. I, n. 155).

2. Solo se puede comprender la experiencia carismática del beato Ma-nuel González desde el misterio de Amor, un Amor que es abandonado. Cristo en su sacrificio eucarístico se

entrega hasta el extremo (cf. Jn 13,1), por todos los hombres, en retorno de amor al Padre. Y, en esta correspon-dencia somos invitados a entrar, se trata de devolver amor por amor: «¿Verdad que, si amor con amor se paga, el amor mayor de Cristo debe pagarse con el amor mayor del cris-tiano? Es decir, con amor hasta el sa-crificio y por toda la vida. Si el amor que me tiene Jesús es amor de Hos-tia, yo debo ser para Jesús hostia de amor» (OO.CC. I, n. 477).

3. Y, por último, el desafío de la gratuidad nos introduce de lleno en su pasión por eucaristizar. Su entu-siasmo hace surgir el deseo, la nece-sidad de «hacer algo» para respon-der a ese don gratuito, para dar salida a ese amor que le inunda, y es el apos-tolado por medio de la Eucaristía. De hecho, «una Iglesia auténticamente eucarística es una Iglesia misionera» (SaCa 84). El agradecimiento es siem-pre el motor de la reparación.

El beato Manuel González, con su estilo sencillo, directo y a la vez pro-fundo, nos ha mostrado lo que latía en su corazón y lo que deseaba trans-mitir. Creyó, celebró, adoró y vivió la Eucaristía como el centro propulsor de su existencia.

La respuesta a la llamada del Se-ñor en su vida se traduce en una obra nueva y en un determinado modo de servicio y de presencia. Su vocación fue signo, desde una forma particular de revelar el rostro del Señor Jesús, desde esa mirada que le decía mucho y le pedía más: en la escucha, en el diálogo, en la oración, en la interiori-zación de los sentimientos: «¡Cono-cer y dar a conocer a Jesús! ¡Conocer-lo y darlo a conocer todo lo más que se pueda! (…) El bien conocido y re-conocido como tal bien, es necesaria-mente querido» (OO.CC. I, n. 234).

Vivió su ministerio sacerdotal en la Iglesia desde la pura gratuidad del don, aceptó la invitación de Jesús a hacer memoria de Él en el sacramen-to y en la vida, a partir el propio cuer-

po y derramar la propia sangre como lo hizo Cristo:

«¡El sacerdote–hostia! ¡Como Él! Ofrece su Sacrificio como sacerdote y se ofrece en sacrificio como hostia (…). Cada día ofrece en honor del Padre Dios a Jesús inmolado, y se ofre-ce inmolado con Él y da cuanto tiene y se da cuanto es a las almas sin espe-rar nada de ello, “haced mucho bien sin esperar nada” (…) Sabe que él so-lo no es ni vale nada; pero unido con su augusto Compañero de sacerdo-cio y de sacrificio es omnipotente» (OO.CC. I, nn. 607-608).

Y finalmente se hizo misión para el mundo; su vida fue para los otros, como la de Jesús, por tanto, genera-dora de vida: la vida engendra vida y

genera testimonio. En una palabra: alimentó la fidelidad a su vocación en las fuentes de la Eucaristía, y esta fi-delidad se expresó en la existencia de cada día: «Para mis pasos yo no quie-ro más que un camino, el que lleva al Sagrario, y yo sé que andando por ese camino encontraré hambrientos de muchas clases y los hartaré de todo pan. Descubriré niños pobres y po-bres niños y me sobrará el dinero y los auxilios para levantarles escuelas y re-fugios para remediarles sus pobrezas. Tropezaré con tristes sin consuelo, con ciegos, con tullidos y hasta con muertos del alma o del cuerpo y haré descender sobre ellos la alegría de la vida y de la salud» (OO.CC. I, n. 121). Iniciábamos estas reflexiones presen-

tando al beato Manuel González co-mo alguien cercano a nosotros. Al concluir, esperamos que estas pince-ladas puedan contribuir a descubrir-lo como compañero de camino segu-ro, y como mediación para vivir el plus de amor a que nos llama el Señor. Pre-cisamente, en la Bula de convocación del Jubileo extraordinario de la Miseri-cordia, el papa Francisco afirma la cer-canía de los santos por la celebración del Mysterium fidei: «La Iglesia vive la comunión de los santos. En la Eu-caristía esta comunión, que es don de Dios, actúa como unión espiritual que nos une a los creyentes con los san-tos y los beatos, cuyo número es in-calculable (cf. Ap 7,4)» (n. 22).

Mª Teresa Castelló Torres, m.e.n.

Somos invitados a entrar

en la correspondencia del amor

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Itinerario 14 días: del 14 al 17 de octubre (Viernes-Lunes)España · Roma

Itinerario 24 días: del 15 al 18 de octubre (Sábado-Martes)España · Roma

Itinerario 35 días: del 14 al 18 de octubre (Viernes-Martes)España · Roma

Itinerario 48 días: del 14 al 21 de octubre (Viernes-Lunes)España · Roma · Asís · Florencia · Pisa · Padua · Venecia · Verona · Milán

Itinerario 112 días: del 13 al 24 de octubre ( Jueves-Sábado)Roma y EspañaRoma · Madrid · Granada · Málaga · Sevilla · Huelva · Palomares del Río · Mérida · Cáceres · Palencia

Itinerario 215 días: del 10 al 24 de octubre (Lunes-Lunes)Italia y EspañaMilán · Verona · Venecia · Padua · Pisa · Florencia ·

Asís · Roma · Madrid · Granada · Málaga · Sevilla · Huelva · Palomares del Río · Mérida · Cáceres · Palencia

Itinerario 315 días: del 10 al 24 de octubre (Lunes-Lunes)Italia y Tierra SantaMilán · Verona · Venecia · Padua · Pisa · Florencia ·

Asís · Roma · Tel Aviv · Tiberíades · Nazaret · Caná · Haifa · Tabgha · Cafarnaún · Tabor · Río Jordán · Qumrán · Mar Muerto · Jericó · Betania · Jerusalén · Ein Karem · Belén

Itinerario 412 días: del 13 al 24 de octubre (Viernes-Lunes)Roma y Tierra SantaRoma· Tel Aviv · Tiberíades · Nazaret · Caná · Haifa ·

Tabgha · Cafarnaún · Tabor · Río Jordán · Qumrán · Mar Muerto · Jericó · Betania · Jerusalén · Ein Karem · Belén

“Para mis pasos quiero sólo un camino: el que lleva al Sagrario. Y sé que andando por ese camino

encontraré hambrientos y pobres de muchas clases,y haré descender sobre ellos la alegría de la Vida”

Su vida1877 Nace en Sevilla, el 25 de febrero

1901 Es ordenado sacerdote

1902 Misión en Palomares del Río, el 2 de febrero

1905 Es nombrado arcipreste de Huelva

1907 Funda la revista El Granito de Arena

1908 Inaugura las escuelas del Sagrado Corazón en el barrio del Polvorín

1910 Funda el movimiento Unión Eucarística Reparadora

1916 Es consagrado obispo

1918 Funda los Misioneros Eucarísticos Diocesanos

1920 Inicia la construcción de un seminario en Málaga

1921 Funda la congregación de Misioneras Eucarísticas de Nazaret

1933 Funda las Misioneras Eucarísticas Seglares de Nazaret

1935 Es nombrado obispo de Palencia

1940 Muere en Madrid, el 4 de enero

2001 EnRoma,esbeatificadoporelpapasan Juan Pablo II, el 29 de abril

16 de octubre de 2016: Será canonizado por el papa Francisco

ROMAPeRegRinAción

O f i c i A lViajes desde América:

Actos centrales:

Viajes desde España:

Acto de acogida a los peregrinos: Sábado 15 de octubre. 18:00. Basilica Sant’Andrea della Valle (Corso Vittorio Emmanuelle)

Misa de canonización: Domingo 16 de octubre. 9:30. Plaza de San Pedro

Misa de acción de gracias: Lunes 17 de octubre. 8:00. Basílica Santa María la Mayor

[email protected] / 911 69 75 88 / www.manuel16.org

Plazas limitadas · Fecha lím

ite de inscripción: 20 de septiembre

2120

Canonización del beato Manuel GonzálezLa canonización en el horizonte

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E l párroco, don Marco Antonio Fernández (que también com-parte su incansable actividad con

los pueblos de Pinzón y El Trobal), lo había dispuesto todo con exquisi-ta delicadeza. Hay que hacer constar que don Marco Antonio, desde que se hizo cargo de la parroquia hace tres años, ha dedicado todo su esfuerzo en poner en el centro de todo a Jesús Sacramentado, inspirándose en la obra de nuestro fundador.

Asistieron a la convivencia unos 20 feligreses de la parroquia, y hay que destacar el gran interés que mos-traron y su participación en las sesio-nes que se realizaron. El tema central fue la vivencia de la Celebración de la Eucaristía, y no faltaron alguna di-námica grupal y canciones, para ha-cerlo todo lo más ameno y didáctico

posible. Expusimos temas como la Palabra, el perdón, el dolor o la Co-munión. Teníamos un poco de mie-do, pero creo que todo es empezar… No podía faltar nuestro testimonio de vida personal y de grupo. Los asis-tentes siguieron todo con mucho en-tusiasmo, hasta el punto de que les re-sultó bastante corto el tiempo que tu-vimos de convivencia. Alguien decía: «teníamos que haber empezado a las cuatro de la tarde y no a las ocho». En verdad hemos sentido un verda-dero cariño y se ha creado una since-ra convivencia entre nosotros, como si estuviéramos en familia. La aper-tura de la gente, la colaboración y el ambiente fueron muy buenos. Al fi-nal, nuestra sensación ha sido que he-mos recibido mucho más de lo que hemos podido dar, y hemos aprendi-

do más de lo que hemos podido en-señar. En todo momento intentamos transmitir nuestro Carisma y creemos que, con ayuda del Espíritu Santo, he-mos conseguido poner nuestro gra-nito de arena eucaristizador en unas personas ávidas de profundizar en lo que significa la presencia real de Je-sús en la Eucaristía. Daba alegría ver cómo en cada jornada siempre que-daban unos momentos para estar con el Señor, orando ante el Sagrario. De ahí hemos sacado nuestra fuerza.

Para terminar, el domingo 29 de mayo, festividad del Corpus Christi, nos acercamos por la mañana tem-prano para unirnos a la parroquia en la celebración de la Eucaristía y en la procesión por las calles y, aunque de manera sencilla, sí se veía el entusias-mo y la fe de la gente.

Este verano hemos prometido acercarnos a hacer algún rato de ora-ción con ellos y, sobre todo, nos he-mos comprometido a la formación de un grupo nuevo que nos ha pedi-do el párroco. Un abrazo,

Manolo y Antoñita

Durante los días 25, 26, 27 y 28 de mayo, algunos miembros de la UNER de Sevilla (Consuelo, Manolo, Antoñita y Marisa) tuvimos la dicha de participar en una Convivencia de Dinámica Eucarística, coordinados por la Hna. Mª Lourdes Caminero, nuestra Delegada de zona. Esta convivencia se llevó a cabo en Trajano, una pedanía de Utrera (Sevilla), de unos 900 habitantes.

La UNER de Sevilla en Trajano

Convivencia de dinámica eucarística

A llí nos encaminamos, gozosos, el sábado 11 de junio, con ocho Marías de los Sagrarios. Quería-

mos aprender, revisar, proponer, pero, sobre todo, orar con y junto al obispo de los Sagrarios abandonados. Y así lo hicimos, junto con otros miembros de la UNER de Palencia, de Valladolid, etc. Éramos en torno a 50 personas.

¿Qué aprendimos? · Lo necesario que es identificarse con el Evangelio vivo, viviendo en y para Cristo Eucaristía.· Lo esencial que es tener una clara identidad eclesial, sintiéndonos miem-bros activos y corresponsables del pueblo de Dios.· Lo actual que hoy es tener una hon-da preocupación social, atentos e implicados en lo que ocurre en el mundo.· Lo que Cristo nos enseña: el arte de ser apóstol, teniendo una fina sen-sibilidad apostólica, y estar apasio-nados por la Eucaristía.· Lo que la Iglesia nos pide: vivir el carisma eucarístico con autenticidad y con pasión, esto es, con amor.

¿Qué revisamos?A la luz de Cristo, revisamos nuestro mundo, al que el Señor nos lanza, con sus luces y sombras y, sobre todo, nuestras actitudes ante él:· Lo que ha crecido nuestra vida por dentro.

· Los momentos difíciles que hemos vivido, de zozobra y vacilación.· Nuestra respuesta al Amor de Dios.

Todo ello, y mucho más, con un interrogante importante: ¿qué nos pe-diría el beato Manuel González hoy?

La propuestaUna muy importante: permanecer en el Amor de cuatro formas esenciales como son las compañías: presencia, compasión, imitación y confianza. ¡Esto es lo que más nos renueva y construye por dentro!

Nos queda por relatar la oración de ese día, aunque, en verdad, toda la jornada fue jornada orante, pero hu-bo dos momentos especialmente im-portantes: la celebración de la Euca-

ristía en la capilla de la casa de ejerci-cios y la celebración de la Vísperas en la capilla del Santísimo de la catedral, precedido del rito de entrada por la Puerta Santa, para lucrar la gracia Ju-bilar de este Año de la Misericordia.

Este rito fue sencillo, pero a la vez emotivo: en la plaza, junto a la esta-tua de la Inmaculada, encomendamos a Dios nuestro caminar. Iniciamos una breve peregrinación con la ale-gría de nuestra fe y, llegados a la Puer-ta Santa, que hace referencia a Cris-to, proclamamos, una vez más, el amor y la misericordia de Dios con el sal-mo 135, recitado de forma litánica.

Dentro de la catedral, ante el Sa-grario y contemplando el sepulcro del beato Manuel González, sentimos un gozo añadido y una fuerza nueva: «No le dejéis solo, Él está aquí». Día go-zoso que concluimos visitando el mu-seo de don Manuel.

D. Julián Callejo, Pbro. (Asesor Soria)

Este año, la asamblea anual de la Familia Eucarística Reparadora ha querido tener un ámbito más cercano y, por ello, se propuso que tuviera un ámbito regional; y, en Castilla–León, nada mejor que Palencia.

Asamblea Regional UNER en Castilla–León

Centro UNER de Soria

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ConviRIE 2016

E sta vez el punto de encuentro ha sido una casa cercana a Buitra-go del Lozoya (Madrid), rodea-

dos de un ambiente natural que, casi sin que uno se dé cuenta, atrae y con-quista, serena por dentro y hace que el aire fresco de la sierra abra los pul-mones y, en cierta manera, consiga refrescar incluso el corazón.

Desde Valencia, Madrid, Huelva, Jaén, Sevilla, Málaga, Las Palmas, Pa-lencia y León fueron llegando niños, monitores y hermanas. Cada uno traía

consigo una mezcla de ilusiones, ex-pectativas, esperanzas y (¿por qué no?) también algo de miedo; por-que algunos repetían la experiencia de años anteriores (y entonces ya sa-bían de qué iba la cosa), pero otros eran nuevos, y lo nuevo siempre nos produce un algo de incertidumbre y de temor.

Nuestro granito de arenaCada uno (quizá sin saberlo) traía al-go que aportar a esta experiencia com-

partida, porque un campamento se trata precisamente de eso, de com-partir, de ser capaces de dar de uno mismo, y al mismo tiempo y sobre to-do, estar abiertos a recibir lo que los demás tienen para ofrecernos, que es siempre más de lo que nos imagina-mos cuando tenemos los ojos y el co-razón abierto para descubrirlo, reco-nocerlo y agradecerlo.

Los días transcurrieron entre las mil y una actividades que se habían preparado con cariño, con detalle, a veces con mucho esfuerzo por parte de los monitores y hermanas que, sin dejar su trabajo, sus responsabilida-des y obligaciones, dedican genero-samente su tiempo para trabajar por

¡Capaces de misericordia!Como todos los años también este mes de julio los niños de la Reparación Infantil Eucarística y algunos de sus amigos se han dado cita en nuestro campamento de verano, la ConviRIE, como le llamamos habitualmente.

los niños, para preparar cada juego, cada tema, cada oración, cada excur-sión, cada gymkana, cada taller.

Centrados en la misericordiaEste año los temas y las oraciones de cada día los dedicamos especialmen-te a reflexionar sobre las obras de mi-sericordia, acompañados por el ejem-plo de Don Manuel, para intentar en-contrar formas concretas de vivirlas en nuestra propia realidad.

Como todos los años también es-ta vez hubo algunos extraños perso-najes que acompañaron a los niños, contándoles una historia que, poco a poco, nos fue llevando a la conclusión de que todos somos valiosos, cada

uno con nuestras capacidades y do-nes. Y todos somos necesarios.

¿No es esto, en el fondo, compren-der el sentido profundo de la miseri-cordia? ¿No necesitamos descubrir, cada vez con más fuerza, que todos necesitamos de los demás y que, a la vez, los demás también nos necesi-tan? ¿No tiene la misericordia siem-pre esa doble dirección? Necesitamos de la misericordia de Dios, siempre en primer lugar. Necesitamos experi-mentarla en la propia vida, también a través de la misericordia que nues-tros hermanos nos brindan. Y luego, capacitados por esta experiencia, es-tamos llamados a descubrir las nece-sidades de los que viven a nuestro al-

rededor, para ser también para ellos portadores de misericordia.

Esta ha sido la historia de nuestra ConviRIE 2016. O al menos esta ha sido la certeza que hemos intentado sembrar en cada niño y también en-tre los monitores y hermanas que par-ticipamos, porque como decíamos al principio, la experiencia siempre es compartida. Dios sabe si lo habremos logrado. Es mejor que eso solo lo se-pa Él. Así nosotros seguiremos sem-brando, con la esperanza de que en el contacto con Jesús Eucaristía, en el diálogo con Él y en el intento por pa-recernos a Él nos vayamos haciendo cada vez más capaces de misericordia.

Equipo de la Delegación de la RIE

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Lectura sugerida

C on motivo del Año Jubilar de la Misericordia Díaz Lorite nos ofrece esta obra: La misericor-

dia de Dios a la luz de San Juan de Ávi-la. Una amplia colección de textos del santo apóstol de Andalucía, con el que Díaz Lorite se ha familiarizado mucho a través del estudio de su es-piritualidad, personalidad y obras li-terarias.

Este gran santo de nuestra Iglesia española ha penetrado y vivido las misericordias de Dios y las ha pues-to en práctica con el prójimo, de ma-nera notoria y humilde, contagiosa y evangélica. El papa Benedicto XVI lo proclamó doctor de la Iglesia univer-sal en el año 2012.

El autor expresa en su libro que grandes santos han recibido la influen-cia del Apóstol de Andalucía, de ma-nera directa o indirecta, tales como san Juan de Dios, santa Teresa de Je-sús, san Francisco de Sales, san Igna-

cio de Loyola, san Pedro de Alcánta-ra, san Juan de Rivera, santo Tomás de Villanueva, etc. Estos santos no hubieran dudado en elegirlo como padre predicador de un retiro sobre la misericordia de Dios según nos di-ce el autor de esta obra.

Francisco Javier Díaz Lorite divi-de su libro en cuatro partes con una iluminadora introducción. En la pri-mera parte expone cómo san Juan de Ávila ante todo es un testigo que ha vivido la misericordia de Dios en pro-pia persona, es decir, la caricia y el perdón de Dios en su misma expe-riencia de vida y cómo, ante tanta bon-dad divina, se ha convertido en un pregonero de Dios misericordioso. En la segunda nos adentra en cómo ha enseñado la misericordia del Pa-dre, del Hijo y del Espíritu Santo. En la tercera expone la respuesta del hom-bre ante esta misericordia divina, por una parte la fe en que Dios es más mi-sericordioso de lo que podemos en-tender y, por otra parte, en ser mise-ricordiosos con los demás como Dios lo es con nosotros. En la cuarta y úl-tima parte analiza la llamada y la or-ganización que hace el maestro Ávi-la de una Iglesia en salida para comu-nicar con gestos y palabras la miseri-cordia del Señor.

Especial resonancia carismática tiene, para nosotros, aquellas líneas que versan sobre Jesucristo, que «sa-le a nuestro encuentro hoy en la Eu-caristía para ofrecernos el tesoro de su misericordia» (p. 60), y cómo es-te Señor nuestro, puesto en la cruz «es el nuevo arco iris de la nueva alian-za de amor de Dios por todos y cada uno de nosotros» (p. 27).

Díaz Lorite nos anima con este li-bro a despertar en nosotros senti-mientos de misericordia para con no-sotros mismos y nuestros hermanos, motivados por el testimonio de vida y la sabiduría de este santo, que co-mo todos, tiene mucho que decir y dice al hombre de hoy: «La miseri-cordia de una persona se calibra es-pecialmente por su capacidad de per-dón frente a los insultos, calumnias y ofensas, máxime si estas conducen a uno a la cárcel y ponen en peligro su misma vida, como le ocurrió al San-to Maestro» (p. 98).

Mª del Valle Camino Gago, m.e.n.

Francisco Javier Díaz Lorite es sacerdote diocesano, natural de Jaén. Es doctor en Teología por la Facultad de San Dámaso, Madrid, y licenciado en Filosofía y Letras. De 1999 a 2003 fue Director del Secretariado de la Comisión Episcopal del Clero, Co-director del Secretariado de San Juan de Ávila y Secretario de la Junta Episcopal «Pro-Doctorado de San Juan de Ávila». En la actualidad es párroco de la parroquia de San Sebastián de Linares y profesor de Antropología Teológica en el Seminario Diocesano de Jaén.

Despertar en nosotrosla misericordia

La misericordia de Dios a la luz de San Juan de ÁvilaAutor: Francisco Javier Díaz LoriteAño: 2016Editorial: BAC PopularPáginas: 108Precio: 7,50 €

M e llamo Marisa. Estoy casada y tengo tres niños estupendos de 3, 6 y 8 años, respectiva-

mente, con lo cual, podéis imaginar lo entretenida que estoy con ellos y el esfuerzo que conlleva dejar a mi marido con los niños cada vez que quiero acompañar a las hermanas a algo. Sobre todo, en estas fechas de calor, cuando apetece tanto ir a la pla-ya o a la piscina. Pero, para mí, era im-portante ir a Rute porque hace justo un año me hice María y ¡con quién celebrarlo mejor que con ellas!

También me servía para estar un día completo con mi madre, dedicár-selo a ella, ya que también nos acom-pañaba. Y, la verdad, es que nunca ten-go ocasión de disfrutar a solas con mi madre. Pero en el fondo me iba tris-te por tener que dejar a mis niños y a mi marido todo el día solos. Se ve que el Señor quiso compensar mi pena. ¡Y bien que la compensó! ¡Qué ver-dad que Dios da el ciento por uno!

Ya en Rute celebramos la Misa en la iglesia de San Francisco en compa-ñía de la Virgen de la Cabeza. Ya de

por sí, el nombre de la iglesia ilumi-nó mi corazón, puesto que desde ha-ce unos meses vengo leyendo la bio-grafía de san Francisco de Asís y mu-chos libros en relación a él y a su or-den. Me gustó estar allí y conocer que en esa iglesia habían vivido durante muchos años frailes franciscanos.

Lo sorprendente llegó después de comer. Teníamos a las 17:00 una pe-queña procesión por dentro de la igle-sia para acompañar al Santísimo, y ex-ponerlo el rato que íbamos a estar allí de oración. Entonces pidieron seis voluntarios para poder llevar el palio. Inmediatamente se levantaron los hombres que en este día nos acom-pañaban y yo continúe sentada (aun-que ganas no me faltaban para levan-tarme, pero siempre he pensado que eso era cosa de hombres) pero inme-diatamente el sacerdote por el micró-fono comunicó que hacían falta tres más, y entonces vi que esta vez se le-vantaban dos mujeres. Y es que no había más hombres presentes, por lo que no me lo pensé y me levanté pa-ra ser la tercera. Así ocurrió lo que

nunca imaginé que me pudiera ocu-rrir a mí.

Me introduje en la sacristía e, in-mediatamente, otra mujer y yo misma agarramos las dos varas centrales. Así, me situé justo al lado del Señor, acom-pañándolo y viéndome en una ima-gen preciosa que nunca antes había vi-vido. Jamás había estado tan cerca del Señor como en esta ocasión. Y, en esos momentos, me sentí feliz y me di cuen-ta que el viaje a Rute no había sido en balde y que el Señor quiso premiarme de esta forma con su presencia.

Yo conocí al Señor en el Sagrario hace catorce años, con las Misione-ras Eucarísticas. Aunque solo hace un año que soy María, llevo muchos años participando de sus escuelas de ora-ción y de otras muchas actividades más. Soy de Sevilla, y siempre he con-templado al Señor en las imágenes tan bonitas que aquí tenemos. Pero, a sentirlo en el Sagrario, lo aprendí con ellas. En particular, le debo mu-cho a la hermana Mª Elena, que es con la que más contacto he tenido y con la que más cosas he aprendido hasta ahora. Ahora tenemos con no-sotros a la hermana Mª Lourdes, y sé con seguridad que lo que queda por venir va a ser también maravilloso.

Muy agradecida por todo a las Na-zarenas. Así me siento. Con mucho cariño, me despido y aquí estaré pa-ra lo que ellas me necesiten, ya que les debo mucho.

Hasta pronto. Un abrazo,Marisa Senín

¡Hola a todos! Quería contaros y haceros partícipes de mi experiencia vivida el pasado día 11 de junio en Rute (Córdoba). Bueno, empezaré un poco antes para que así entendáis el por qué ese día ha sido tan maravilloso para mí.

Mi experiencia de Jesús Eucaristía

Un regaloinesperado y fantástico

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Orar con el obispo del Sagrario abandonado

E stas palabras de D. Manuel po-seen gran actualidad. Jesús hoy tiene muchos enemigos. Ya nos

lo anunció el propio Jesús: «Bienaven-turados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cual-quier modo por mi causa» (Mt 5,11). «No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. ¡No! Temed al que puede lle-var a la perdición alma y cuerpo en la gehenna» (Mt 10,28).

«El Hijo del hombre va a ser en-tregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, y lo condenarán a muerte, y lo entregarán a los gentiles, para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifi-quen, y al tercer día resucitará» (Mt 20,17-19).

En este Año Jubilar de la Miseri-cordia, el grito de Jesús en la cruz, mientras lo crucificaban, expresa muy bien cómo ama Él a sus enemigos y cómo ora por ellos ante el Padre: «Pa-dre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Lc 23,34).

El papa Francisco, en la Bula del Jubileo, manifiesta lo difícil que es per-donar. Por eso, solo llenos de la mi-

sericordia divina, solo orando por los que nos odian y persiguen, seremos capaces de perdonar. El ejemplo de los mártires es la prueba más eviden-te de la fuerza del amor divino. Tam-bién ellos pidieron a Dios por sus ver-dugos. El diácono Esteban, protomár-tir cristiano, después de Jesús, cuan-do le apedreaban, gritó con voz po-tente: «Señor, no les tengas en cuen-ta este pecado» (Hch 7,60).

Vivir perdonandoEl papa Francisco nos invita a vivir perdonando: «Estamos llamados a vivir en misericordia, porque a noso-tros, en primer lugar, se nos ha apli-cado misericordia. El perdón de las ofensas deviene la expresión más evi-dente del amor misericordioso del que no podemos prescindir. ¡Qué di-fícil es muchas veces perdonar! Y, sin embargo, el perdón es el instrumen-to puesto en nuestras frágiles manos para alcanzar la serenidad del cora-zón. Apartar de nosotros el rencor, la rabia, la violencia y la venganza es la condición necesaria para vivir feli-ces» (MV 9).

Oración inicialAlabado seas, Padre, Dios de miseri-cordia y clemencia, que en la pleni-tud de los tiempos enviaste a tu Hijo como Rostro visible de tu perdón y Cordero Inocente que cargó con los pecados de toda la humanidad, danos la gracia de amar a nuestros enemi-gos y de orar por los que nos persi-guen, para construir entre todos la ci-vilización del amor y la paz. PNSJ.

Escuchamos la Palabra 1P 4,12-16

MeditaciónEn medio de insultos, privaciones, desprecios, calumnias, padecidos por ser cristianos, uno se mantiene firme, alegre y perseverante si está totalmen-te unido a los sufrimientos de Cristo, con la fuerza, la luz y la valentía del Espíritu Santo.

Quien es verdadero discípulo de Cristo no debe avergonzarse de lle-var el nombre de cristiano o de ser re-chazado por quienes aborrecen cual-quier signo o palabra de nuestra fe, Quien pasa por este mundo hacien-do el bien y testimoniando la gloria de Dios encontrará siempre en Cris-to la fuerza y la luz para ser fiel hasta el final.

Escuchemos nuevamente al beato ManuelAsí refería el beato Manuel el amor a los enemigos: «¡Qué lecciones tan soberanas da a nuestro corazón egoís-

«Yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen»

Mt 5,44

ta el Corazón del Maestro tratando a sus enemigos! ¡Que el Espíritu San-to nos las haga comprender!».

«Leo todas las páginas del Evan-gelio y miro uno por uno los Sagra-rios de la tierra y saco esta conclu-sión: Jesús en uno y en otro está pe-rennemente practicando el precep-to, quizá más difícil, que nos dejó: “Amad a vuestros enemigos”» (OO.CC. I, n. 331).

«Jesús habla con todos los que se le acercan, por muy perversas inten-ciones y muy manchados crímenes que vivieran, lo mismo en su vida mortal que en su vida de Sagrario» (OO.CC. I, n. 333).

«Cuántas veces me he detenido admirado, confundido, ante esa ma-jestuosa condescendencia con que el Maestro va respondiendo, una y otra vez, como si se tratara con interroga-dores de buena ley, y con la misma majestuosa calma termina poniendo al descubierto las perversas intencio-nes con soluciones de luz clarísima!» (OO.CC. I, n. 335).

«La mansedumbre de Jesús pa-ra con sus más poderosos y acerbos enemigos jamás fue pusilanimidad y cobardía, ni disimulo o diploma-cia de prudencia de la carne, ni adu-lación... Habla siempre, a amigos co-mo enemigos, la verdad. Si os digo la verdad ¿por qué no me creéis?, di-ce a una turba de enemigos» (OO.CC. I, n. 338).

Jesús «ha venido a fundar un pue-blo nuevo, un mundo nuevo y la pie-

«Pero, ¿es posible que Jesús, dulce y delicado, manso y humilde de Corazón, que pasó su vida mortal, y pasa ahora su vida eucarística sin hacer daño alguno, antes haciendo el bien, tenga enemigos? Hay palabras en nuestro vocabulario que, para honor del lenguaje, nunca debieron verse reunidas, como “Sagrario abandonado” y “enemigos de Jesús”. ¡Qué mengua y qué bochorno para la familia humana! ¡Jesús tuvo y tiene enemigos, quizá más que amigos!...» (OO.CC. I, n. 327).

«Martirio de san Esteban». Juan de Juanes (1562). Museo del Prado. Madrid.

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Cordialmente, una carta para ti

cuado, etc. Darwin formuló la hipó-tesis de la raíz-cerebro, más tarde acep-tada por la mayoría de los seguidores de la neurobiología vegetal.

Por otra parte, en el libro hay prue-bas de que las plantas poseen lengua-je, es decir, que se comunican entre ellas y también con ciertos animales, particularmente, con los insectos. Una de las plantas que mejor nos permite comprobar la inteligencia vegetal y también su capacidad de lenguaje es la judía de Lima (Phaseolus lunatus). Cuando esta planta se ve atacada por ciertos ácaros vegetarianos emite va-rias sustancias químicas volátiles. Ta-les sustancias atraen a un ácaro carní-voro (Phytoseiulus persimilis), un de-predador que devora los ácaros que se alimentan de la judía de Lima. La señal emitida para que acudan los áca-ros carnívoros es una prueba de inte-ligencia y de lenguaje.

Quizá te preguntes, apreciado lector, si tiene sentido hablar de plan-tas en nuestra revista El Granito. Yo creo que sí, porque da lugar a reflexio-nes de carácter moral y religioso. Así, al igual que las plantas, que tienen in-teligencia pero no pueden huir del peligro (del fuego), muchos seres hu-manos se comportan del mismo mo-do. Son inteligentes y conscientes del peligro que corren, pero nada hacen por salvarse. Conocen los daños que les ocasionan sus vicios; sin embar-go, parecen clavados al suelo y no los abandonan. ¿Por qué? Normalmen-te, porque se olvidan de que para sa-lir de esa situación, además de su vo-luntad, es preciso recurrir a la ora-ción y, sobre todo, recurrir a la Euca-ristía. Las fuerzas que necesitamos para cambiar de vida y huir del mal

podemos encontrarlas en la Eucaris-tía, porque es fuente de dones y gra-cias sobrenaturales.

Además, algunos seres humanos permanecen impasibles, como si fue-ran plantas, ante las injusticias que contemplan a su alrededor. Lo mis-mo cabría decir de los que nada ha-cen, permaneciendo como vegetales, ante las necesidades del prójimo. Su actitud recuerda más a una planta que a un ser humano dotado de inteligen-cia y de sentimientos. Un cristiano que se precie de serlo debe evitar ta-les comportamientos y no vivir como si fuese un vegetal.

Otra reflexión sería de carácter teológico. La inteligencia que, como hemos visto, se percibe en los vege-tales exige la existencia de una Inteli-gencia Superior que los ha creado, los mantiene en la vida y les ha propor-cionado esa inteligencia por la que los

investigadores de neurobiología ve-getal aseguran que las plantas tienen sensibilidad y son inteligentes. Por supuesto, esa Inteligencia Superior tiene un nombre: Dios. La sensibili-dad y la inteligencia de las plantas es-tán, pues, proclamando la existencia de Dios. Negarlo sería de necios.

Como ves, amigo lector, existen razones para traer a una revista reli-giosa el tema de las plantas, seres do-tados de sensibilidad e inteligencia. Por otro lado, hemos de pensar en el deber moral de cuidarlas y proteger-las como parte que son de la natura-leza creada por Dios. En este sentido, conviene recordar la encíclica Lauda-to si´ del papa Francisco, la cual cla-ma contra el maltrato que reciben los tesoros del planeta, entre los que fi-guran las plantas en lugar destacado.

Cordialmente,Manuel Ángel Puga

Los vegetales, seres inteligentesEstimado lector: Estoy seguro de que te resultará un tanto extraño el título que encabeza estas líneas; sin embargo, según recientes investigaciones, todo indica que los vegetales tienen inteligencia y que pueden comunicarse con otras plantas, al igual que con algunos animales. Así de sorprendente.

H e leído un libro que me ha de-jado impresionado. Se titula Sensibilidad e inteligencia en el

mundo vegetal (Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2015). Sus autores son Ste-fano Mancuso, profesor en la Univer-sidad de Florencia y director del La-boratorio Internacional de Neurobio-logía Vegetal, y la periodista científi-ca Alessandra Viola. En este libro se afirma, basándose en diversas inves-tigaciones sobre neurobiología vege-tal, que las plantas sienten, son inte-ligentes y se comunican entre ellas y con algunos animales. Lo que eviden-temente no pueden hacer es trasla-darse de un lugar a otro.

Para sostener la tesis de que los vegetales son seres inteligentes, los autores del libro citan al eminente in-vestigador y naturalista Charles Darwin, el cual estaba plenamente convencido de que en la raíz de los vegetales existe algo similar al cere-bro de los animales inferiores. Es en el ápice radical, es decir, en la punta de cada raíz, donde se puede apreciar un comportamiento inteligente, en-tre otras cosas, la percepción de estí-mulos ambientales, la toma de deci-siones sobre la dirección que debe se-guir, la ejecución del movimiento ade-

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dra que ha escogido para cimiento, y el aire y el agua y el alimento y el al-ma que lo conserven y dirijan, ha querido que sea su “gran mandamien-to” su mandamiento nuevo: Amaos los unos a los otros como yo os he amado… amad a vuestros enemigos» (OO.CC. I, n. 346).

Padre nuestro

Oración final¡Oh Dios, Santa Trinidad, Amor sin límites, Comunión perfectísima de los tres, derramad todas las gracias necesarias sobre los cristianos perse-guidos, o los injuriados, o los encarcelados a causa de su fe, para que amen a sus enemigos, recen por los que les odian y persiguen, y sean siempre fieles a la Verdad y a la pertenencia a la Iglesia. PJNS.

Miguel Ángel Arribas, Pbro.

Preces por los enemigos de CristoOremos al Padre de la Misericordia por los enemigos de Cristo y de la Iglesia. Digamos con confianza:

Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.

n A Jesús le salían y le salen enemigos allí donde la justicia exigía que le salie-ran más acendrados amigos: Para que se conviertan de todo corazón. R/.

n A los veinte siglos de vida oculta y callada de los Sagrarios, cuando surge una revolución inspirada en el odio, el primero a quien se busca es a Jesu-cristo presente en la Eucaristía: Para que se respete en todo lugar el valor sagrado e infinito de la Presencia eucarística de Jesús. R/.

n El Evangelio y el Sagrario nos dicen del modo más evidente y rotundo que Jesús es odiado por sus enemigos, con el odio que supera a todos los odios humanos: Para que tú, Señor, conviertas el corazón de piedra de tantos perseguidores de la fe en un corazón de carne como el tuyo. R/.

n ¡Y cómo asombra hasta el enternecimiento esa paciencia de Jesús en res-ponder a los que le ofenden, y hasta la indignación, la hipocresía y la obs-tinación de sus enemigos: Para que los cristianos seamos pacientes, sin cobardía, ante los que nos ofenden, y seamos capaces de perdonar setenta veces siete. R/.

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Con mirada eucarística

P ero otra vez nos encontramos con nuestra soledad de siempre. En realidad, siempre hemos es-

tado acompañados por nuestra pro-pia soledad. Si reflexionamos un po-co, llegaremos a la conclusión de que somos seres solitarios obligados a vi-vir en compañía. Así lo dispuso el Creador desde el primer momento. Una vez que entendió la insoportable soledad de Adán, se dijo: No es bue-no que el hombre esté solo (Gn 2, 18). Y creó para él a Eva, su compa-ñera. Mejor dicho, creó a los seres hu-manos en su propia soledad y, al mis-mo tiempo, los obligó a vivir juntos.

La sociedad es necesaria para sa-tisfacer nuestras necesidades, para realizar nuestros proyectos; no obs-tante, ni las naciones ni las comuni-dades son capaces de hacer al hom-bre feliz. La felicidad tiene lugar en la soledad de la persona.

Con todo, qué insoportable es la soledad cuando alguien es apartado, segregado, aislado por cualquier cir-cunstancia de la vida. Distinta es la soledad requerida, apetecida, encon-trada, si bien esta última, que es ori-

ginal y reconfortante, se alcanza con dificultad y a veces no por mucho tiempo. Ya el humanista Laín Entral-go distinguía entre soledad forzada y soledad buscada. La forzada es des-tructiva, la buscada es creadora. Lo importante es hacer que nuestra so-ledad sea siempre interior, regenera-dora, constructiva

El peso de la ausenciaEl andar sobre esta vida es como lle-var una cubitera cuyos huecos vamos llenando y vaciando según las perso-nalísimas circunstancias de cada uno de nosotros. Nuestro ser se desarro-lla, constantemente, tanto por la fuer-za de las presencias como de las au-sencias. Indudablemente las ausen-cias están relacionadas con los res-pectivos estados de soledad.

Seguramente en estos momentos, tras el ajetreo veraniego, adolecemos de ausencias temporales. Se fueron los hijos, los nietos, los hermanos, los padres, los tíos, los sobrinos, los pri-mos, los amigos y conocidos..., cada uno a su lugar después de compartir unos días de alegría. Añoramos pai-sajes visitados, encuentros con per-sonas, situaciones singulares, incluso ejercicios espirituales en una sierra repleta de frescuras. Tenemos sensa-ciones de desolación, aunque se tra-ta de desolaciones pasajeras, soleda-des pasajeras que nos invitan a la me-

lancolía. Tales soledades son supera-bles porque pasan.

Pero hay ausencias permanentes, de esas que se dicen para siempre. Hay muchas personas mayores que viven solas porque, respectivamen-te, han perdido a su compañero o su compañera. Hay muchas personas solitarias como consecuencia de un divorcio, de una desavenencia, de un desencuentro, o más grave todavía, de un abandono. La soledad las ate-naza con las garras del sufrimiento, tienen demasiados huecos vacíos en su cubitera.

¿Y cómo llenar la soledad? La ac-tividad, la acción puede ser una bue-na terapia. Conocemos a gente, bue-na gente, que quiere remediar la so-ledad con la pertenencia a múltiples pastorales, no sé a cuántos movimien-tos y a otras tantas asociaciones, si bien al final de la jornada la soledad es la misma y sigue instalada en los mismos dominios de siempre. No hay que tener miedo a la soledad. Lo me-jor es reconocerla, y reconocerla de-lante de Dios. Así lo reconocía –lo es-cribía– Antonio Machado tras la muer-te de Leonor, su mujer: «Señor, ya estamos solos mi corazón y el mar».

La compañía del SagrarioAún todavía mucho mejor: la soledad hay que llenarla con la presencia de Dios. Quien tiene a Dios nunca se siente solo, porque al fin y a la postre la soledad no consiste en el estado fí-sico de estar o de encontrarse solo, si-no en la vivencia anímica de no sen-tirse acompañado, y Dios –es decir, el Sagrario– es la compañía. Dios nun-

ca abandona al hombre. El ser huma-no nace lleno de Dios, aunque en uso de su libertad (o vaya usted a saber por qué peregrinas razones) puede echar a Dios de su vida. Por eso, cuan-do en un estado de inconcebible so-ledad Jesús pronuncia en la cruz las críticas palabras «Dios mío, Dios mío,

¿por qué me has abandonado?», no se está refiriendo al abandono de Dios sino al abandono del hombre. No es el crucificado el que está solo, la so-ledad es la de sus discípulos que lo han abandonado. Jesús, el Hijo de Dios, Dios nunca puede estar solo, en puridad no necesita de nadie, es au-tosuficiente, es infinito; en cambio es precisamente el hombre, merced a su indigencia y finitud, el que está nece-sitado de Dios. Si aspira a ser feliz, y es cierto que aspira, el hombre tiene que llenar su soledad con quien úni-camente puede llenarla, con Dios

Algo parecido le sucedió por en-tonces a un curilla joven, de nombre Manuel González, que el 16 de octu-bre será reconocido como santo de la Iglesia, cuando se encontró en Palo-mares del Río con la soledad de un Sagrario abandonado. La soledad no era la del Sagrario ni por supuesto la de su morador, la soledad terrible, la única soledad dañina y destructora, es la del hombre que le ha dado las espaldas a Jesús, el del Sagrario. La soledad deja de serlo cuando la visi-ta Dios.

Teresa y Lucrecio, matrimonio UNER

Está terminando el verano, es septiembre, comienza un nuevo curso. Probablemente hemos disfrutado de unos días de vacaciones, hemos visitado a la familia, a los amigos, a su vez hemos recibido la visita de los nuestros. Hemos disfrutado de la compañía.

La soledad forzadaes destructiva.

La soledad buscada es creadora

No debemos temer la soledad, sino

conocerla y reconocerla delante de Dios

A cuestas con nuestra soledad

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AgendaSeptiembre

A pocos días de la canonizaciónCon motivo de la canonización de D. Manuel González Gar-cía, fundador de la Familia Eucarística Reparadora, se están organizando numerosos actos y celebraciones. Invitamos a todos los lectores de El Granito que nos hagan llegar las fe-chas y eventos organizados para poder publicarlos y, así, dar publicidad a todas las actividades.

· Radio María España (www.radiomaria.es). Hora Santa con mensaje de nuestro fundador con ocasión de su ca-nonización. 6 de octubre, 23:00.

· Jaén:· Eucaristía de acción de gracias. 5 noviembre, 12:00· Jornadas conmemorativas. 14 al 16 de noviembre,

20:15.· Madrid: Misa de acción de gracias. 24 de octubre, 19:00.· Palencia:

· Misa de acción de gracias. 5 de noviembre, 12:00.· Sevilla:

· Conferencias sobre la figura y obra de D. Manuel González. 3, 4 y 5 de octubre

· 24 horas de oración. 28 y 29 de octubre· Fiesta de acción de gracias, con Eucaristía, comida

y fiesta compartida. 30 de octubre.

Intenciones del papa para el mes de septiembreUniversal: Para que cada uno contribuya al bien común y a la construcción de una sociedad que ponga al centro la persona humana.Por la Evangelización: Para que los cristianos, participando en los Sacramentos y meditando la Sagrada Escritura lleguen a ser siempre mas conscientes de su misión evangelizadora.

Asuntosde familia

4Domingo

2Viernes

8Jueves

21Miércoles

15Jueves

29Jueves

30Viernes

23Viernes

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Iglesia: Hasta el domingo 4,Jubileo del voluntariado y de los operarios de la misericordia

Iglesia: Canonización de la Madre Teresa de Calcuta

Iglesia: Fiesta de la Natividad de la Virgen María

MEN: Fiesta de Ntra. Sra. la Virgen de los Dolores, Patrona de la Congregación de Misioneras Eucarísticas de Nazaret FER: Aniversario de la ordenación sacerdotal del beato Manuel González García (1901), en la Capilla del palacio arzobispal de Sevilla, de manos de su arzobispo, el beato Marcelo Spínola y Maestre

Iglesia: Hasta el domingo 25, Jubileo de los catequistas.

FER: Primera Misa del beato Manuel González García (1901), en la Iglesia de la Santísima Trinidad (Sevilla)

Iglesia: Hasta el domingo 2 de octubre, viaje apostólico del papa Francisco a Georgia y Azerbaiyán

Ecos del I Congreso Internacional Beato Manuel González

Nuevas miradasLibro conmemorativo a todo color, con las mejores imágenes172 páginas / 26,5 x 21 cmP.V.P.: 35 €

Fuego en el corazón del mundoLibro de actas

con todas las intervenciones 440 páginas / 13 x 20 cm

P.V.P.: 10 €

El obispo del Sagrario abandonado

J. Campos Giles (6ª edición)

16 x 24 cm. 562 páginas.

P.V.P.: 15,35 €

Modelo de fe eucarística

M. del Carmen Ruiz

13 x 20 cm. 128 páginas.

P.V.P.: 5 €

Manuel González García, apóstol de la Eucaristía

Cómic con la vida del beato Manuel

17 x 23 cm. 32 páginas.

P.V.P.: 4,70 €

Una vida para la EucaristíaJ.L. Gutiérrez García (2ª edición)

12 x 18,5 cm. 400 páginas

P.V.P.: 10,60 €

Pedidos:Editorial El Granito de Arena

Tutor, 15-1728008 - MadridTel: 915 420 887

[email protected]

Para conocer a fondo la vida del futuro santo

Catedral de Sevilla.Foto: Ingo Mehling.

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CanonizaciónManuel González

16octubre

[email protected] / 911 69 75 88 / www.manuel16.org

ApóstolEucaristíade la

[email protected] / 911 69 75 88 / www.manuel16.org