4
Maracay, Sábado 2 de julio de 2011 Crónicas del Olvido Las muertes de Moliére (Para quienes temen morir en escena) -ALBERTO HERNÁNDEZ- 1.- M oliére -como se le co- noce en el mundo teatral- murió varias veces en escena, pero en una sola se convirtió en el verda- dero "actor". Es decir, Jean- Baptiste Poquelin fue obliga- do por una enfermedad a mo- rir "de verdad" una sola vez, y dejar constancia de que sabía morir o que al menos la muer- te es genialmente histriónica. "El enfermo imaginario", una de las obras más celebra- das del clásico francés, sirvió de telón de fondo funerario del propio autor. Moliére falleció durante la puesta de esta pie- za que sigue siendo la "muer- te" de un hipocondríaco que hizo casar a su hija con un médico para sentirse atendi- do sin dilación. Así, mientras el verdadero enfermo que era Moliére fallecía en proscenio, el público aplaudía y reía sin parar. La muerte triunfante, personificada por la misma muerte. Innumerables veces quedó tendido el cuerpo muerto del personaje. Pero al cerrar el te- lón, el ingenioso comediante se levantaba con la muerte cer- ca, es decir, vivo él y viva la muerte. Estaba enfermo, gra- vemente amenazado por una dolencia que no era nada tea- tral o pública. Quizás se imagi- naba -imaginario al fin- que la señora calva, la cantante ama- da de Ionesco, estaría lista para definitivamente despedirlo con un cerrado aplauso. 2.- El personaje -mimesis, far- sa, máscara- continúa vivo, muriendo cuantas veces sea posible poner en escena la obra de quien, actor, quedó, definitivamente sobre las ta- blas, muerto. Personaje y ac- tor se encuentran y se sepa- ran. Se encuentran en la muer- te teatral. Se separan en la muerte histriónica, porque, tanto la muerte imaginaria como la verdadera suelen ser festivas y dolorosas. La per- manencia del personaje supe- ra la realidad, supera al actor. Esta separación, esta fronte- ra, confirma la imagen de quien a diario tiene que "mo- rir" para hacer creer que ven- ció a la muerte. Quien en ver- dad murió por una enferme- dad nada imaginaria, quedó eternamente fijado en la mi- rada de quienes no advirtie- ron que el actor había sucum- bido, en la creencia de que había sido el actor. La perfec- ción de la muerte provocó la risa, el aplauso. La enseñanza es clara: la verdad no existe en una sola perspectiva. Son tantas las maneras de verla y encontrar- la, aunque se fracase como Diógenes. Creer tenerla al al- cance, es saber -si es que se sabe- que la razón podría ser la muerte. Límite entre el aho- go y la hipocresía. El éxito es agonía. La muer- te, en este caso, fue la culmi- nación exitosa del dramatur- go francés. Murió para que- darse, más allá del actor. El personaje de "El enfermo ima- ginario" convirtió a Moliére en personaje histórico. De vol- ver a ocurrir que quien encar- na al personaje muere en es- cena, hace de Moliére pione- ro de la tragedia en plena co- media. ¿O acaso la muerte no es una comedia trasvertida? 3.- ¿Cuántas veces muere un hombre? El común afirma que se muere a diario, que el tiem- po carga la muerte sobre sus hombros. Ver morir a alguien es parte del juego: morimos con quien muere porque re- pasamos su agonía. Vemos en la muerte ajena la propia. De manera que quienes ese día vieron morir de verdad al ac- tor, supieron que la muerte de ellos estaba pendiente, seguía en la mirada imitativa del ac- tor, toda vez que la muerte del actor se hacía festiva una vez salía el elenco a saludar y a agradecer los aplausos. Pero esa vez el actor no salió. El personaje quedó instalado en la memoria colectiva. La muer- te, gozosa, aplaudió en el bal- cón más caro. Burguesa. La muerte eternizó al personaje: mató al actor. No obstante, personaje y actor también se confunden: Moliére fue crea- dor del personaje y carnadu- ra del actor. El pasaje de su muerte quedó intacta: peque- ño dios contó su muerte, la celebró en público. Ambos, actor y personaje lograron tocarse, ser los mismos en la inequívoca presencia de la tragicomedia. Fiesta y dolor suelen compartir el mismo es- pacio. La muerte es fiesta en el teatro, burla en la cotidia- nidad, dolor en la memoria que se hace olvido, más no el teatro. Pese a ser calificado de efímero, el arte de las tablas verifica sin pudor alguno que estamos vivos en medio de la muerte, o que la muerte es la vida del teatro o la vida en el teatro. Moliére, con su muerte ge- nial, sigue abofeteando a quie- nes lo han olvidado. Ser cor- tesano del teatro o majadero de los poderosos, deja muy mal a quienes no saben morir con dignidad en escena.

SUPLEMENTO CONTENIDO

Embed Size (px)

DESCRIPTION

SUPLEMENTO SEMANAL CONTENIDO

Citation preview

Page 1: SUPLEMENTO CONTENIDO

Maracay, Sábado 2de julio de 2011

Crónicas del Olvido

Las muertes de Moliére(Para quienes temen morir en escena)

-ALBERTO HERNÁNDEZ-

1.-

Moliére -como se le co-noce en el mundoteatral- murió varias

veces en escena, pero en unasola se convirtió en el verda-dero "actor". Es decir, Jean-Baptiste Poquelin fue obliga-do por una enfermedad a mo-rir "de verdad" una sola vez, ydejar constancia de que sabíamorir o que al menos la muer-te es genialmente histriónica.

"El enfermo imaginario",una de las obras más celebra-das del clásico francés, sirvióde telón de fondo funerario delpropio autor. Moliére falleciódurante la puesta de esta pie-za que sigue siendo la "muer-te" de un hipocondríaco quehizo casar a su hija con unmédico para sentirse atendi-do sin dilación. Así, mientrasel verdadero enfermo que eraMoliére fallecía en proscenio,

el público aplaudía y reía sinparar. La muerte triunfante,personificada por la mismamuerte.

Innumerables veces quedótendido el cuerpo muerto delpersonaje. Pero al cerrar el te-lón, el ingenioso comediante selevantaba con la muerte cer-ca, es decir, vivo él y viva lamuerte. Estaba enfermo, gra-vemente amenazado por unadolencia que no era nada tea-tral o pública. Quizás se imagi-naba -imaginario al fin- que laseñora calva, la cantante ama-da de Ionesco, estaría lista paradefinitivamente despedirlocon un cerrado aplauso.

2.-El personaje -mimesis, far-

sa, máscara- continúa vivo,muriendo cuantas veces seaposible poner en escena laobra de quien, actor, quedó,

definitivamente sobre las ta-blas, muerto. Personaje y ac-tor se encuentran y se sepa-ran. Se encuentran en la muer-te teatral. Se separan en lamuerte histriónica, porque,tanto la muerte imaginariacomo la verdadera suelen serfestivas y dolorosas. La per-manencia del personaje supe-ra la realidad, supera al actor.Esta separación, esta fronte-ra, confirma la imagen dequien a diario tiene que "mo-rir" para hacer creer que ven-ció a la muerte. Quien en ver-dad murió por una enferme-dad nada imaginaria, quedóeternamente fijado en la mi-rada de quienes no advirtie-ron que el actor había sucum-bido, en la creencia de quehabía sido el actor. La perfec-ción de la muerte provocó larisa, el aplauso.

La enseñanza es clara: la

verdad no existe en una solaperspectiva. Son tantas lasmaneras de verla y encontrar-la, aunque se fracase comoDiógenes. Creer tenerla al al-cance, es saber -si es que sesabe- que la razón podría serla muerte. Límite entre el aho-go y la hipocresía.

El éxito es agonía. La muer-te, en este caso, fue la culmi-nación exitosa del dramatur-go francés. Murió para que-darse, más allá del actor. Elpersonaje de "El enfermo ima-ginario" convirtió a Moliére enpersonaje histórico. De vol-ver a ocurrir que quien encar-na al personaje muere en es-cena, hace de Moliére pione-ro de la tragedia en plena co-media. ¿O acaso la muerte noes una comedia trasvertida?

3.-¿Cuántas veces muere un

hombre? El común afirma quese muere a diario, que el tiem-po carga la muerte sobre sushombros. Ver morir a alguienes parte del juego: morimoscon quien muere porque re-pasamos su agonía. Vemos enla muerte ajena la propia. Demanera que quienes ese díavieron morir de verdad al ac-tor, supieron que la muerte deellos estaba pendiente, seguíaen la mirada imitativa del ac-tor, toda vez que la muerte delactor se hacía festiva una vezsalía el elenco a saludar y aagradecer los aplausos. Peroesa vez el actor no salió. Elpersonaje quedó instalado enla memoria colectiva. La muer-te, gozosa, aplaudió en el bal-cón más caro. Burguesa. Lamuerte eternizó al personaje:mató al actor. No obstante,personaje y actor también seconfunden: Moliére fue crea-dor del personaje y carnadu-ra del actor. El pasaje de sumuerte quedó intacta: peque-ño dios contó su muerte, lacelebró en público. Ambos,actor y personaje lograrontocarse, ser los mismos en lainequívoca presencia de latragicomedia. Fiesta y dolorsuelen compartir el mismo es-pacio. La muerte es fiesta enel teatro, burla en la cotidia-nidad, dolor en la memoriaque se hace olvido, más no elteatro. Pese a ser calificado deefímero, el arte de las tablasverifica sin pudor alguno queestamos vivos en medio de lamuerte, o que la muerte es lavida del teatro o la vida en elteatro.

Moliére, con su muerte ge-nial, sigue abofeteando a quie-nes lo han olvidado. Ser cor-tesano del teatro o majaderode los poderosos, deja muymal a quienes no saben morircon dignidad en escena.

Page 2: SUPLEMENTO CONTENIDO

Contenido Maracay, Sábado 2 de julio de 201110

El poetaJulio Valderrey

FRANCISCO ARÉVALO

A mediados de agosto delaño 1986 los poetas Marcos González, Julio

Valderrey, Néstor Rojas yquien esto escribe organiza-mos una lectura de poesía enuna de las Salas de Edelca AltaVista (mini cines). El escena-rio a medio llenar sirvió dereafirmación de tres escribi-dores de travesuras (Gonzá-lez, Rojas y yo) porque yaJulio tenía un trozo de cami-no andado con esto de la pa-labra y lo enviaron desde ladesaparecida Dirección Ge-neral de Literatura a compar-tir y explorar por estos para-jes de hormigón ese oficio quemuchos desean por lo de su-blime y otros detestan por ig-norantes y raquíticos de crite-rios existenciales y en la ma-yoría de los casos estéticos.

Fueron tres días de poesíay parranda, de extravío fecun-do que transcurrieron entrelos bares de Castillito y losmás concurridos del centrode San Félix. Este periplo nossirvió para hacer un pacto quesólo el tiempo se iba a encar-gar de testimoniar, nos unie-ron al punto que los cuatro se-guimos porfiados escribiendoy por supuesto saltando mu-ros e indiferencia adrede.Marcos González tiene variosreconocimientos y publicacio-nes; Néstor Rojas también esotro reconocido poeta y Juliosigue esta vez desde Santa Te-resa del Tuy empeñado en sa-carle brillo a las palabrascomo lo ha demostrado a tra-vés de siete publicaciones y suconstante preocupación porla promoción y fomento de lasnuevas generaciones, de allíque fue fundador y pilar fun-damental del Taller de Poesía“AL VACÍO”, conformado por12 integrantes y dirige en elestado Miranda la imprentadel Ministerio de la Cultura,por cierto que publica con ca-lidad y fluidez.

Valderrey siempre se ha

movido en el campo de la poe-sía, no ha tocado otros pris-mas de la literatura, desde suprimer libro, Papeles de Ocio(1986), hasta Greda Libro devida (2010). Siempre ha sos-tenido que no desea hacer otracosa sino poesía y sin que mequede dudas creo que es unode nuestros poetas cuya poe-sía la caracteriza un lúcidomanejo del lenguaje aunado ala coherencia temática que lahacen excepcional, en estecaso la técnica es un mediopara alcanzar calidad y belle-za y consagrar el objetivo o fin.

Nacido en los páramos deMérida (Labranzas, 1954), es-tudió en el Pedagógico de Ca-racas Castellano, Literatura yLatín, fue en Caracas donde leconocí de la mano de otro poe-ta, el doctor en literatura fran-cesa José Adames, quien alsaber mi origen se encargó derecalcarme que éramos paisa-

nos y por lo tanto de la mismatribu, si algo tenía el poetaAdames era erudición muybien guardada en su aspectohumildísimo al igual que Val-derrey que a veces uno no creeque en esta tierra de jaqueto-nes y gracia existan estos es-pecimenes con mucha sapien-cia y sólo pequeños espaciosdonde mostrarla.

Días atrás recibí un sobrecon las dos recientes publica-ciones del poeta Julio Valde-rrey. Ruidos del Iniciado fueel libro que se alzó con el Pre-mio Municipal de poesía deMérida 2008, publicado porIfigenia y el Cenal, 75 Pág. Elrecurso de la memoria al ser-vicio de la soledad y las cau-sas perdidas, eso podemospercibir a vuelo de pájaro.Todo o casi todo transcurredesde la taberna, los bochin-ches pasmosos de los beodosse confunden con los poemas

extraviados de la ciudad quereivindica la orgía como sal-vación, es el orín, las alucina-ciones, el sarro de los lavama-nos que hacen juego con ladesesperación de los perdidoscon un tratamiento poéticoque nos deja un sabor agrada-ble que va de lo lúdico a lo te-rrible. Releyendo Ruidos deliniciado recordé lo escrito porel poeta mexicano OctavioPaz: el olvidado asombro deestar vivo. Valderrey en todomomento muestra la vida ysus lunares oscuros que brin-dan compensación ante lacondición de ser diferente, lavida y sus días como exposi-ción inmediata, no disfraza nimiente, va como lanza filosa adesmembrar la estética de lofácil, de lo cosmético, el esta-do de los sin sentidos.

Greda Libro de Vida. Edi-ciones Monte Ávila Latinoa-mericana, Colección Altazor.

80 Pág. Es un libro maduro queinventa mundos y los transfi-gura. El inicio es intenso y des-cribe un paseo por lo sagradoque fascina, mas la segundaparte, aunque fue escrita en1993 posee unos rasgos parti-cularísimos que creo que la di-ferencian de la poesía venezo-lana actual para bien. Allí elpoeta se deslastra de sus feti-ches y se adentra recurriendoa la prosa en un mundo y unaciudad mítica y milenaria don-de su protagonista, Labrel, vapisando en fuerte y en falso, unavance mágico por Ciudad Ha-zet en una época de tinieblasque sólo a través de la fiesta enel lupanar se puede visualizarclaridad como compensaciónal consumo del dolor en cons-tancia. Este es un libro de mu-chos años en construcción deallí que me atrevo a decir quees lo mejor publicado por Ju-lio Valderrey.

Page 3: SUPLEMENTO CONTENIDO

Maracay, Sábado 2 de julio de 2011 Contenido 31

El librode Carmelo

En todo caso el compadrazgo siempre será un mal universal.Carmelo es Carmelo Chillida, para los que no son del barrio y su libro es

¿Un poema de amor?, publicado por él mismo porque aquí,y por allá también, la poesía es un pésimo negocio

FERNANDO RODRÍGUEZ

Entre las cosas más difíci-les para un escribidor es comentar el libro de un

estupendo amigo, más si es detrato diario por razones labo-rales aunque nuestro trabajocomún tiene más de aventuraque de obligación, por suerte.

De manera que la previsiónmínima que se recomienda enestas situaciones es ser preca-vido con los adjetivos y lashipérboles. En todo caso elcompadrazgo siempre será unmal universal. Carmelo esCarmelo Chillida, para los queno son del barrio y su libro es¿Un poema de amor?, publi-cado por el mismo porqueaquí, y por allá también, lapoesía es un pésimo negocio.

Ahora bien, el libro del panaes, en realidad, tres breves li-bros: uno que corresponde ala ruptura de un amor, la caí-da de una casa de 20 años, ladistancia de los hijos. Un di-vorcio en términos jurídicos.El segundo es la plenitud de unnuevo amor, libro primaveral(abril no es el mes más cruel),de la resurrección afectiva,pura celebración, más queamor frenesí.

El tercero es el amor madu-ro, sosegado que tal vez sepadurar para siempre, tal vez o,mejor, ojalá dice el poeta yseñala que aquí sí es impres-cindible un arte de amar, quele dé al otoño otro esplendordistinto pero no menos ricohumanamente que el de lasprimeras rosas. Digamos quees una pieza en tres movi-mientos. No sé si hubiese sidomejor haber fechado cadauno, cosa que no se hace, paraobtener una lectura más clara

de esa sinfonía que es una se-cuencia biográfica, del poeta.

Yo me voy a ahorrar el desen-trañar una poética implícita enestos libros porque el poetatiene la gentileza de dárnoslasintéticamente en estos ver-sos: "Prefiere los testimoniosa los artilugios/ a los ·poemas·los ·antipoemas·/ la tragico-media del amor con sus cursi-lerías/ a la obra ·objetiva· ysus distancias/ De los hechosreales vividos/ de lo que estáviviendo de eso habla...". Pa-

labra transparente, cotidia-neidad, biografismo, autenti-cidad y espontaneidad expre-sivas he aquí sinónimos de suamable y cordial (cuore) dis-posición poética.

Ahora vainas de gusto. A míel primer libro, el de la pérdi-da y el dolor, no es el que pre-fiero: el sentimiento demasia-do a flor de piel, exceso de in-mediatez y aspereza. A lo me-jor la herida reciente y toda-vía sangrante no es el óptimotemple para la escritura.

Pero tiene el mérito de serun estupendo preludio paraque brille el segundo, su con-trario, la alegría de amar. Yocreo que esta fiesta amorosa,finísimo bolero, es un alegroestupendo y que debe tenerun lugar privilegiado en nues-tro panorama poético, por susencilla belleza y originalidad.

Esto último, Roland Barthèsdixit, porque el amor es ungran excluido de la alta cultu-ra, de la literatura y la teoría,aunque a usted le extrañe. El

propio poeta lo advierte, des-de esas curiosos signos de in-terrogación del título hastaeste verso: "¿Un poema y ade-más de amor?".

Y me parece muy impor-tante también el tercer li-bro, menos rutilante, másdenso, inconcluso, que te-matiza ese espacio mayor dela vida que transcurre entreel dolor intenso y la felici-dad sin máculas. Un librocarmeliano cien por ciento,como siempre lo son.

Page 4: SUPLEMENTO CONTENIDO

Contenido Maracay, Sábado 2 de julio de 201132

Poemas deAmérica Zurita

ILUSTRACIÓN: LEONARDO DA VINCI

Nubes de placerAspiro el acre y lascivovaho de tu cuerpo esbelto,saboreo el vértice dorado de tu sery entre nubes de vapor,me pierdo en la voráginede tu aroma.Dibujando cada arista,que se escapa de ti.Cual sutil sacudida me invades,me subyugas...me apasionasTu olor intenso me acaricia,me siento desvanecer.Un soplo vibrante sacude, desconciertalas fibras que recorren mi cuerpo.Mi piel se agitaen un éxtasis infinito,mi pecho se inflamade embeleso y lujuria.Transportando mi espírituhacia remotos instantes,hacia un letargo febril,en un clímax lacerante,que me produce....el solo acariciarte entre mis dedos.

Anillo de dolorA mi padre

Entre reminiscencias te piensoy me oprime la pena.Tu cadáver yerto, mustio,sin otra expresión que la paz,en la tristeza de tus ojos.

Tus manos flácidas, amoratadas,la rigidez de tu cuerpo,el horror de tu partida,la agonía de no volver a verte,de no entender tu ausencia,de arrancar este dolorque traspasa mi sufrir.

Y mi luna se viste de lutoarrastrando este llanto que me embarga,que va matando sin piedadmis alegrías de vivir,haciendo sucumbir mi almapor un abismo insondable

Y en ese anillo que atrapó tu dedose fueron todas las lagrimas del mundo.Mi mundo, que eras tú.Dejando solo el despojode una niña que en ese momentodel dolor.....Se volvió mujer.

Vicio solitarioMis manos se desplazanpor el sendero tortuoso de mi piel,al compás de una nota de deseo.Mi cuerpo vibra indetenible,por mi acantilado interiory mis huellas se esparcen,recorren mis colinas erectas,mi vientre se contiene, se enerva.Mi soledad te nombra,pero no tienes rostroy unas caricias suplantan,el roce de unos labios,el sabor de una lengua,el jadeo acompasadode unos cuerpos sudorosos.Sola me diluyoen este placer malsano,en este goce solitario.Transito mi surtidor genésicoque palpita al roce descuidadoy obsceno de mis dedos.Por unos segundos...me pierdo en la razón,de ser, de existir.Y vuelo... me remontohasta la inconscienciay desde la cima de mi ocaso,retorno a mi triste soledad.