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TS Auto 7-10-2010. CASO TIROTEO EN ZARAGOZA. Asesinato por miembros del GRAPO a una persona en un garaje de la Calle Cervantes nº 11 donde murió la esposa de un empresario al que iban a secuestrar, hechos ocurridos el 6 de febrero de 2010. Inadmisión del recurso de los terroristas.

T R I B U N A L S U P R E M O Sala de lo Penal

AUTO 1886/2010

RECURSO CASACION (P) Nº de Recurso:11538/2009 Fallo/Acuerdo: INADMISIÓN Procedencia: AUD.NACIONAL SALA PENAL SECCION 2 Fecha Auto: 07/10/2010 Ponente Excmo. Sr. D.: José Manuel Maza Martín Secretaría de Sala: Ilmo. Sr. D. Juan Antonio Rico Fernández Escrito por: RMM/EMM

DELITOS DE ASESINATO TERRORISTA, TENTATIVA DE ASESINATO TERRORISTA, DETENCIÓN ILEGAL TERRORISTA Infracción de Ley (detención ilegal: delito de consumación instantánea) Atenuante analógica de colaboración con la justicia. Presunción de inocencia "Quantum" indemnizatorio: control casacional

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Recurso Nº: 11538/2009P Ponente Excmo. Sr. D.: José Manuel Maza Martín Secretaría de Sala: Ilmo. Sr. D. Juan Antonio Rico Fernández

TRIBUNAL SUPREMO Sala de lo Penal

AUTO

Excmos. Sres.: D. Juan Saavedra Ruiz D. Julián Sánchez Melgar D. José Manuel Maza Martín

En la Villa de Madrid, a siete de Octubre de dos mil diez.

I. HECHOS

PRIMERO.- Por la Audiencia Nacional, Sala de lo Penal, Sección 2ª en autos nº Rollo de Sala 72/2007, dimanante de Causa Sumario 71/2007 del Juzgado Central de Instrucción nº 6 de Madrid, se dictó sentencia de fecha veintiséis de noviembre de dos mil nueve, en la que se condenó a ISRAEL CLEMENTE LÓPEZ, JORGE GARCÍA VIDAL Y JUAN GARCÍA MARTÍN, 1º, como autores responsables: a) de un delito de asesinato terrorista, a la pena a cada uno de ellos, de treinta años de prisión. b) como autores de un delito de asesinato terrorista en grado de tentativa, a la pena, a cada uno de ellos, de

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veinticuatro años, once meses y veintinueve días de prisión. c) como autores de dos delitos de detención ilegal terrorista, a cada uno de ellos, a dos penas de doce años de prisión. 2º) Condenar al acusado ISRAEL CLEMENTE LÓPEZ, como autor de un delito de tenencia de armas agravado terrorista, a la pena de tres años de prisión, y al comiso del revólver. 3ª) Condenar al acusado JORGE GARCÍA VIDAL, como autor de un delito de tenencia ilícita de armas terrorista, a la pena de dos años de prisión, y el comiso del revolver. 4º) Imponer a los condenados la pena de inhabilitación absoluta por un tiempo superior en diez años al de la duración de las penas de privación de libertad. 5º) Privar a los tres condenados del derecho a residir en la localidad de Zaragoza por un tiempo de cinco años superior al de la duración de las penas de prisión. 6ª) Fijar el máximo cumplimiento de condena de prisión en cuarenta años. A que los condenados indemnicen conjunta y solidariamente: A) Don Francisco Colell Farré: 1) por el fallecimiento de su esposa Dª. Ana Isabel Herrero Izquierdo en la suma de 360.000 Euros, 2) Por sus lesiones, en la suma de 120.000 Euros. 3) Por daños materiales causados, la cantidad de 3.594,12 euros. 8º) Condenar a cada uno de los acusados al pago de una tercera parte delas costas procesales.

SEGUNDO.- Contra dicha sentencia, se interpuso recurso de casación

por ISRAEL CLEMENTE LÓPEZ, JORGE GARCÍA VIDAL Y JUAN GARCÍA MARTÍN, Y POR LA ACUSACION PARTICULAR, D. FRANCISCO COLELL FARRE, mediante la presentación de los correspondientes escritos por los Procuradores de los Tribunales Sres. D. José Antonio del Campo Barcón, (en representación de Israel Clemente López), D. Jorge Andrés Pajares del Moral, (en representación de Jorge García Vidal y de Juan García Martín) y D. José Pedro Vila Rodríguez, en representación de la acusación particular D. Francisco Collel Farre, en base a los siguientes motivos:

ISRAEL CLEMENTE LÓPEZ, mediante presentación del correpondiente escrtio del Procurador D. José Antonio del Campo Barcón, en base a los ss motivos: 1) al amparo de los arts .5.4 LOPJ y 852 LECrim por vulneración de precepto constitucional; 2) al amparo del art. 849.1 LECrim por infracción de Ley. JORGE GARCÍA VIDAL, mediante presentación del correspondiente escrito del ProcuradorD. Jorge Andrés Pajares del Moral, con base en el motivo 1) al amparo de los arts .5.4 LOPJ y 852 LECrim por vulneración de precepto constitucional.

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JUAN GARCÍA MARTÍN, mediante presentación del correspondiente escrito del Procurador D. Jorge Andrés Pajares del Moral con base en el motivo 1) al amparo de los arts .5.4 LOPJ y 852 LECrim por vulneración de precepto constitucional. FRANCISCO COLELL FABRE, mediante mediante presentación del correspondiente escrito del Procurador D. José Pedro Vila Rodríguez, ostentando la acusación particular, con base en el motivo: 1) al amparo de los arts .5.4 LOPJ y 852 LECrim por vulneración de precepto constitucional (art. 14 CE).

TERCERO.- En el trámite correspondiente a la sustanciación del recurso el Ministerio Fiscal se opuso al mismo.

CUARTO.- Conforme a las normas de reparto aprobadas por Sala de

Gobierno de este Tribunal Supremo, es Ponente de la presente resolución el Magistrado Excmo. Sr. Don José Manuel Maza Martín.

II. RAZONAMIENTOS JURÍDICOS

RECURSO DE JORGE GARCÍA VIDAL.- PRIMERO.- Se alza el recurrente contra la sentencia de instancia al

amparo del art. 5.4 LOPJ, por vulneración del derecho a la presunción de inocencia en relación con los dos delitos de detención ilegal por los que ha resultado condenado (llevando aparejadas las penas de doce años de prisión cada uno de ellos).

A) Pese a que formalmente se invoca la insuficiencia de prueba de cargo

para dictar un pronunciamiento de condena respecto del tipo de detención ilegal en cuestión, en puridad y analizando el desarrollo del motivo, el recurrente cuestiona la indebida aplicación del tipo penal sobre la base de la falta de inicio de la ejecución del hecho y de la ausencia del elemento subjetivo del injusto propio de este delito. Mantiene el recurrente cómo, ante la frustración del buen fin del secuestro, el ánimo rector de la conducta del imputado se transforma,

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deviniendo en "animus necandi". Parte el recurrente en su exposición del acatamiento de los hechos declarados probados, sin tratar de subvertir en algún episodio concreto el juicio histórico, lo que viene a corroborar su alegato de error de Derecho. Llega el recurrente a admitir en vía de hipótesis e "in extremis" la forma imperfecta de ejecución de delito, pero, se dice, en ningún caso la consumación, toda vez que ante la frustración del intento de secuestro, se desencadenaron sistemáticamente los dos asesinatos (uno en grado consumado, otro intentado) por los que también ha resultado condenado.

B) El cauce casacional en el que se invoca el "error iuris" implica, en

todo caso, la aceptación de los hechos declarados probados en la sentencia impugnada, sin que con base en el artículo 849.1º de la LECrim pueda pretenderse una modificación de dicho relato fáctico, ya que lo que se denuncia es una incorrecta aplicación del Derecho al hecho probado de la sentencia. De ahí que reiterada jurisprudencia de esta Sala haya afirmado que el recurso de casación por infracción de ley exige el respeto absoluto e íntegro de los hechos probados en sentencia (SSTS nº 883/2.004, de 9 de Julio, y nº 1.496/2.004, de 14 de Diciembre).

Respecto del delito de detención ilegal, su forma comisiva está representada por los verbos nucleares de "encerrar” o "detener" que representan actos injustamente coactivos para una persona, realizados contra su voluntad o sin ella, afectando a un derecho fundamental de la misma cual es el de la libertad deambulatoria consagrada en el art. 17.1 de nuestra Constitución. Libertad que se cercena injustamente (v. sª T.C. 178/1985) cuando se obliga a una persona a permanecer en un determinado sitio cerrado (“encierro”) o se le impide moverse en un espacio abierto ("detención"). El tipo penal del art. 163 del Código Penal no hace referencia a propósitos ni a finalidades comisivas, por tanto, son irrelevantes los móviles (v. ss. de 18 de noviembre de 1986, 19 de mayo y 16 de diciembre de 1997). Consiguientemente, no es menester para la comisión de este delito un dolo específico o un elemento subjetivo del injusto, bastando el dolo general. Por lo demás, debemos decir también que el delito de detención ilegal es una infracción penal de consumación instantánea (ss. de 26 de noviembre de 1996 y 31 de marzo de 2000, entre otras), no obstando a su consumación el mayor o menor lapso de tiempo que la víctima estuvo sometido a la voluntad de su secuestrador, porque la

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perfección se alcanza en el instante mismo en que la detención se produce (SSTS. 1400/2003 de 28.10, 1548/2004 de 27.12), aunque el principio de ofensividad exige una mínima duración de la acción típica (STS. 48/2005 de 28.1). Es un delito permanente en el que sus efectos se mantienen hasta la liberación de la víctima por lo que admite la participación posterior a la consumación (STS. 59/2001 de 22.1), y no admite la figura del delito continuado, por atacar su bien eminentemente personal, debiendo apreciarse tantos delitos como detenidos (SSTS. 1261/97 de 15.10, 1397/2003 de 16.10). Cuando se quiere privar y se priva de libertad a varias personas se cometen otros tantos delitos de detención ilegal en concurso real, pues se estima que se realizan varias acciones (STS. 788/2003 de 29.5).

Por su parte, el art. 572.1.3º CP, precepto especial en relación con el

delito común, castiga a los miembros de organización terrorista que detuvieran ilegalmente a una persona.

C) Ha de partirse pues del juicio histórico de la resolución impugnada, en el que se describe cómo, tras abordar los coimputados al matrimonio formado por el Sr. Colell y la Sra. Herrero en la base de la rampa de su garaje e identificarse como miembros de la banda criminal, comunicándoles el propósito del secuestro, ... "preguntaron a D. Francisco si iba armado, por lo que tras recogerle el teléfono móvil, le cachearon para comprobar si llevaba armas, poniéndose nerviosa Dª Ana, siendo sujeta por el recurrente, Jorge García Vidal.

En el momento en que dos de los procesados intentaban que entraran

todos en el vehículo del Sr. Collel, accedió al garaje otro vehículo, lo que motivó que aumentase el nerviosismo de Dª Ana Isabel Herrero, desvaneciéndose, momento que aprovechó el Sr. Colell para entrar en su vehículo, ponerlo en marcha e intentar salir del lugar arrollando en su defensa a los acusados " (...) . A continuación se describe el fatal desenlace en el que las dos víctimas son tiroteadas, resultado herido el Sr. Colell, y ejecutada por disparos a corta distancia la Sra. Herrero.

Por tanto, no cabe cuestionar la duración de la privación de

deambulación, para desvirtuar el tipo penal examinado, pues supera de modo

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evidente lo que pudiera considerarse el lapso de tiempo mínimo para que pueda estimarse cometido el delito de detención ilegal. Se describe plenamente un lapso temporal de una duración tal que permite la comunicación del propósito delictivo, el cacheo del Sr. Colell, el apoderamiento de uno de sus efectos (el teléfono móvil), citando expresamente además, la sujeción de la Sra. Herrero por parte del recurrente, así como la conducción hacia el vehículo de las víctimas; así pues, la voluntad que guió la conducta que se imputa a los acusados no fue otra que la de privar de la libertad deambulatoria a las víctimas, sin perjuicio de que la frustración del propósito revirtiera en el "plus" de ofensividad que supuso la reacción a posteriori de los imputados, constituido por la expresión del nuevo "animus" , en este caso, "necandi". De ello se desprende la inviabilidad de la aplicación de las normas concursales invocadas, sea el concurso de normas conforme al art. 8.2 CP, sea el concurso ideal (art. 77 CP), por cuanto no se está ante una unidad de acto, sino ante acciones sucesivas, cuyo desvalor conjunto no puede contemplarse sino desde la óptica del concurso real (art. 73 CP), (FJ 3º de la Sala "a quo").

Concurren, por consiguiente, todos los elementos materiales que

configuran el tipo penal. Y en cuanto al componente subjetivo, tampoco cabe duda de su concurrencia, pues lo único que requiere es que el sujeto activo tenga conciencia de la ilicitud de su acción y voluntad de ejecutarla, bastando (véanse SS.T.S. de 25 de noviembre de 2.002 y la nº 1516/2005) que el acusado tenga una idea clara de la ilicitud de su conducta. En este sentido, debemos subrayar que si la doctrina de esta Sala sostiene que el delito de detención ilegal es de consumación instantánea, ello presupone que los actos de ejecución realizados sean suficientes para tener por cierto el ánimo o intención de privar de libertad ambulatoria a los sujetos pasivos.

Procede, en conclusión, la desestimación de este motivo al amparo de los

arts. 885.1º y 884.3º LECrim.

RECURSO DE ISRAEL CLEMENTE LÓPEZ

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SEGUNDO.- Se dan por reproducidas las consideraciones efectuadas en el motivo antecedente y la conclusión desestimatoria, en tanto que el motivo es idéntico en todos sus términos al tratado con anterioridad.

TERCERO.- A) Se alza el recurrente contra la sentencia de instancia al

amparo del art. 849.1 LECrim por aplicación indebida del art. 21.6 en relación con los nº 4 y 5 del art. 21, todos ellos del Código Penal, en relación con el delito de tenencia ilícita de armas. Solicita la aplicación de la circunstancia atenuante analógica de confesión, teniendo en cuenta su actitud de colaboración con la investigación, que abocó en el hallazgo del paradero de parte de las armas utilizadas.

B) La propia dicción del artículo 21.4º del Código Penal impone, para la

apreciación de la atenuante de confesión, un requisito cronológico según el cual la misma ha de producirse antes de que el culpable tenga conocimiento de que el procedimiento judicial se dirige contra él. No obstante ello, esta Sala ha entendido que no existe inconveniente para conceder una atenuante analógica cuando la colaboración ha existido. Colaborar, pues, tiene análoga significación que confesar, porque en uno y en otro caso, se facilita el esclarecimiento de los hechos delictivos, que es su "ratio atenuatoria".

En otras palabras: la aplicación de una atenuante por analogía debe

inferirse del fundamento de la atenuante que se utilice como referencia, para reconocer efectos atenuatorios a aquellos supuestos en los que concurra la misma «ratio» (STS 28-6-1999). En las atenuantes «ex post facto» el fundamento de la atenuación se encuentra básicamente en consideraciones de política criminal, orientadas a impulsar la colaboración con la Justicia (en el concreto supuesto del art. 21.4º del Código Penal). Consecuentemente, no existiría ningún problema para admitir la atenuante que se postula siempre y cuando concurran en los hechos los presupuestos que lo permiten, basados, como se dijo, en fundamentos de política criminal siempre que el actuar posterior al hecho realizado por el culpable de un hecho delictivo sea revelador de un comportamiento activo que suponga un reconocimiento de la vigencia de la norma infringida y permita la realización de la justicia (STS 13-2-2004), la cual, como decimos, se identifica con facilitar el esclarecimiento de los hechos delictivos.

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Para la aplicación de la atenuante analógica de confesión, el criterio

actual de esta Sala es el exigir que la colaboración por parte del acusado sea eficaz, seria y relevante, aportando a la investigación datos especialmente significativos para esclarecer la intervención de otros individuos en los hechos enjuiciados y otros de verdadera trascendencia para la función investigadora (STS 1430/02, 24-7).

C) Ya la Sala "a quo" motivadamente razonó la inaplicación de dicha

atenuación en el recurrente (FJ 4º), teniendo en cuenta la inoperancia de una actuación que en nada era imprescindible para el esclarecimiento de los hechos y la imputación de los mismos a los distintos partícipes y que vino sin más a abundar en la panoplia de elementos probatorios (testificales, periciales criminalísticas) que sirvieron de prueba de cargo.

Por todo lo cual procede la inadmisión del motivo de acuerdo con lo

dispuesto en el art. 885.1 de la LECrim.

RECURSO DE JUAN GARCÍA MARTÍN CUARTO.- A) Se alza este recurrente contra la sentencia de instancia

invocando el art. 5.4 LOPJ y 852 de la LECrim, por vulneración del principio de presunción de inocencia respecto de la concreta prueba desplegada en su contra para dictar un pronunciamiento de signo condenatorio.

Mantiene el recurrente que la única prueba que vincula su presencia en

los hechos enjuiciados se corresponde con la declaración de la testigo protegida nº3, de quien, se dice, se limitó a ratificar en el plenario la rueda de reconocimiento practicada en sede judicial, con una certeza de identificación no superior al 80%. Por contra, se sostiene la relevancia de otras múltiples testificales que lejos de identificar al recurrente, dada su falta de certeza, tienen un cariz netamente exculpatorio.

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B) Según reiterada doctrina legal, cuando se alega la infracción del derecho a la presunción de inocencia, la función de esta Sala no consiste en realizar una nueva valoración de las pruebas practicadas ante el Tribunal de instancia, porque sólo a éste órgano jurisdiccional le corresponde esa función valorativa (STS 508/2007, 609/2007 entre otras muchas). No obstante, es revisable en casación la estructura racional de la sentencia, consistente en la observación de las reglas de la lógica, principios de experiencia y los conocimientos científicos por parte del Tribunal de instancia. (STS nº 512/2008 de 17-7, la nº 508/2007 de 13-6, o las nº 888/2006 y 898/2006 entre otras muchas).

La validez de la prueba de indicios, así como su capacidad para enervar

la presunción de inocencia, ha sido reconocida reiteradamente tanto por la doctrina del Tribunal Constitucional como por esta Sala.

La jurisprudencia exige que el razonamiento se apoye en elementos de

hecho y que éstos sean varios; que estén acreditados por prueba directa; que sean concomitantes al hecho principal; que se relacionen reforzándose entre sí, y que de su valoración conjunta fluya de modo natural la conclusión relativa a la existencia del hecho que se pretende acreditar, con respeto al recto criterio humano racional. Desde el punto de vista formal, es necesario que la sentencia exprese con claridad y precisión el juicio de inferencia, cuya corrección puede ser controlada a través del recurso de casación.

Por otra parte, la razonabilidad del juicio de inferencia exige que no se

opte por una ocurrencia fáctica basada en una inferencia débil, inconsistente o excesivamente abierta, (STS nº 1090/2002, de 11 de junio).

C) Aplicando la consolidada doctrina que antecede al caso concreto,

procede analizar la racionalidad de los indicios que llevaron a la Sala "a quo" a sustentar un pronunciamiento de condena, entendiendo acreditado que el acusado, miembro del PCEr (organización a la que el Tribunal Supremo reconoce su innegable vinculación con los G.R.A.P.O.- SSTS nº655/2007 y nº 257/2009), realizó labores esenciales de vigilancia, manteniéndose en la puerta de acceso al garaje del inmueble con la finalidad de impedir que durante los hechos alguien tratase de entrar. Al no lograr su propósito, y dado el cariz que tomaron los

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acontecimientos, este procesado huyó por la calle Royo en dirección a la Gran Vía.

Así, frente al reconocimiento de los hechos por parte de los otros

coimputados, el recurrente niega su participación en los mismos. Sin embargo, la Sala analiza a lo largo del prolijo FJ 5º de la sentencia combatida, los concretos indicios probatorios que fundaron su convicción. Los agentes de la Policía Nacional con carnets profesionales nº75012 y 74084, quienes realizaron las primeras diligencias y recibieron declaración a los testigos presenciales, manifestaron cómo todos los testigos les comunicaron que eran tres y no dos las personas que habían participado en los hechos, dos individuos en el garaje y un tercero, de más edad, apostado en el exterior.

La primera testigo del juicio oral (declaraciones sumariales a los fols. 57,

351) ratificó que cuando iba a entrar en el garaje, un individuo estaba delante de la entrada, teniéndole que pitar varias veces para poder acceder al mismo, si bien no logró identificarle judicialmente sin sesgo de duda. No obstante manifestó que tendría unos cincuenta años y el pelo canoso, características que coinciden con el inculpado.

Los diferentes testigos presenciales (los Sres. Obón y Gil) coincidieron

en las características físicas de un tercer individuo que se dio a la fuga, sin poder no obstante realizar una identificación plena, dada la distancia.

El testigo víctima superviviente, indicó que los secuestradores les

manifestaron que no intentasen escapar, que había otros miembros del grupo en el exterior, señalando cómo llevaba uno de ellos una especie de "pinganillo" rígido en el oído, a fin de comunicarse con el exterior.

Además, la testigo protegida nº3, describió a un individuo que se llevaba

la mano a la oreja, hablando al tiempo, en el momento de los hechos, siendo identificado el recurrente, tanto fotográficamente (fol. 150, certeza del 90%), como posteriormente en rueda de reconocimiento (certeza del 80%), manifestando que tenía el convencimiento moral de que el inculpado es la persona que vió en la puerta del garaje, mirándose los dos a los ojos en un determinado momento.

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Frente a ello la defensa aporta a modo de coartada unas testificales de

personas pertenecientes al PCEr, siendo una de ellas a la sazón compañera sentimental del encausado, cuya credibilidad es, con toda lógica, cuestionada por el Tribunal de instancia.

Por tanto, no se ha producido la lesión del derecho a la presunción de

inocencia porque el Tribunal de instancia ha valorado y ponderado racionalmente las pruebas practicadas, sin separarse de la lógica, los conocimientos científicos o las máximas de experiencia para afirmar que el recurrente fue la persona que participó activamente en los delitos de detención ilegal y asesinato imputados.

En consecuencia, y como sucede en el presente caso, toda cuestión que

requiera una nueva determinación de los hechos basada en la repetición de la prueba, que deba ser valorada respetando los principios de oralidad e inmediación, es una cuestión de hecho inadmisible a trámite por aplicación del art. 884.1 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal.

RECURSO DE D. FRANCISCO COLELL FARRÉ.- QUINTO.- A) Se alza el recurrente contra la sentencia de instancia, en

su condición de acusación particular, con invocación expresa del art. 5.4 LOPJ, alegando la vulneración del art. 14 CE. Se considera exigua la indemnización atribuida por la muerte de la esposa, Dª Ana Isabel Herrero Izquierdo, víctima de atentado terrorista, (por un montante de 360.000 €), en relación con indemnizaciones aplicadas en supuestos similares, incluso procedentes de la misma Sala de la Audiencia Nacional (e.g. montante de 900.000 €, caso 11-M).

También es motivo del recurso el importe concedido al recurrente como

indemnización por stress postraumático (120.000€), debiendo ser sustituida por la inicialmente pretendida de 500.000 €.

B) De conformidad con una consolidada doctrina constitucional, el

principio de igualdad se vulnera, dice la STS. 999/2005 de 2 de junio, cuando se

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produce un trato desigual, carente de justificación objetiva y razonable (STC 106/1994). La alegación sobre su posible vulneración debe examinarse, por lo tanto, desde la perspectiva de la existencia de un tratamiento desigual a supuestos de igualdad, o incluso desde el tratamiento igualitario de situaciones patentemente desiguales, siempre constatando la inexistencia de una justificación suficiente (STS. 10.4.2003).

Sentado lo anterior y dado que la jurisprudencia de esta Sala (SSTS

357/2000, 9 de Marzo, que consolida línea jurisprudencial, 2.101/2001, de 14 de Noviembre y 348/2004 de 18 de Marzo) viene afirmando que los Tribunales de instancia son soberanos para fijar el "quantum" de las indemnizaciones correspondientes a los daños y perjuicios causados por la infracción criminal sin más limitaciones que la de no sobrepasar las cantidades máximas pedidas por las acusaciones y que, en ningún caso, la indemnización reconocida sea motivo de un posible enriquecimiento injusto para el perjudicado, el control en casación se limita a comprobar si la traducción de la gravedad de los hechos en sumas de dinero no es arbitraria.

Por otro lado, no se encuentra habilitada esta instancia casacional para

controlar el «quantum» indemnizatorio acordado por el Tribunal de instancia sino en lo referente a la revisión de las bases sobre las que se asiente la cantidad fijada, debiendo recordarse también que el hecho de que se reclamen las responsabilidades civiles en un procedimiento penal no les priva de su naturaleza civil, con el necesario respeto a los principios de rogación y de congruencia (por todas, STS nº 217/2.006, con cita de otras anteriores).

C) En relación con la indemnización por el fallecimiento de la esposa, es

claro que existen claras diferencias entre supuestos análogos (como el del 11-M o la causa seguida por el asesinato del Magistrado Martínez Emperador) expuestos por el recurrente y el que nos ocupa.

Habiendo la Sala fijado expresamente las bases en que sustenta la

indemnización fijada en el FJ 6º (la edad de la misma, su colaboración estrecha en los negocios familiares, el "Pretium doloris", o que el cónyuge supérstite tuviese que hacer frente al cuidado de su suegro anciano internado en una residencia), se

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constata, tanto la suficiente motivación, como la individualidad del caso concreto, que impide invocar los precedentes mencionados como término de comparación.

En lo que se refiere al "quantum" fijado por estrés postraumático del

propio recurrente, la Sala "a quo" se ha acogido a los informes periciales obrantes en Autos, por lo que no es plausible tachar la decisión de arbitraria. La flexibilidad de los criterios y su valoración, en cualquier caso, no permiten llegar a conclusiones paradigmáticas y sólo el control casacional podría operar ante el señalamiento de una cuantía manifiestamente arbitraria u objetivamente desproporcionada (art. 9-3 C.E.), pero éste no es el caso por lo que el motivo ha de claudicar por manifiesta falta de fundamento ex art. 885.1º LECrim.

En su consecuencia, procede adoptar la siguiente parte dispositiva:

III. PARTE DISPOSITIVA

LA SALA ACUERDA: NO HABER LUGAR A LA ADMISIÓN del recurso de casación formalizado por el recurrente, contra sentencia dictada por la Audiencia Provincial de origen, en la causa referenciada en el encabezamiento de esta resolución.

Las costas del recurso se imponen a la parte recurrente. Se declara la pérdida del depósito de la recurrente, acusadora particular,

si lo hubiere constituido. Así lo acordaron y firman los Excmos. Sres. que han constituido Sala

para ver y decidir esta resolución.