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Taller de Lenguaje Periodístico 2012-1 Antología Entrevistas, crónicas y reportajes

Taller de Lenguaje Periodístico 2012

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Entrevistas,crónicas y reportajes de los alumnos del Taller de Lenguaje Periodístico de la UPC, 2012-1

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Taller de Lenguaje Periodístico 2012-1

Antología Entrevistas, crónicas y reportajes

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1. Entrevistas

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EL ESCRITOR SECRETO

Carlos Calderón Fajardo habla de la lectura, la literatura, su condición como

escritor y sus obras.

Por Edward Abarca

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Carlos Calderón Fajardo es sociólogo, pero escribe desde muy joven. Estudió

sociología, dice, para aprender a no escribir sociología cuando escribe

literatura. Su pasión por la escritura lo llevó a viajar a París, la meca de la

literatura en el siglo XX, en 1960. Ahí, me cuenta, conoció a Ribeyro, el mito

de Vallejo y el clima de la literatura del boom, de los que se alimentó para

escribir varias novelas.

Carlos Calderón Fajardo no es un escritor comercial; de hecho, sus obras más

reconocidas y premiadas no han sido publicadas en grandes editoriales (su

novela más valorada, “La colina de los árboles”, ganadora del premio Unanue

de novela, ha sido publicada por la editorial Altazor) Carlos Calderón fajardo

es conocido y valorado mayormente en los círculos literarios; sin embargo,

estos últimos años, se ha hecho justicia con su nombre y ha empezado a

figurar en antologías literarias, presentaciones de libros y entrevistas en

diarios.

¿El Perú de hoy lee?

El Perú de hoy lee, pero en otro formato. Los jóvenes leen mucho en el Internet, pero no

sólo leen, sino también producen textos. Internet ha democratizado la cultura, y de hecho,

también la literatura, pero esa democratización también ha banalizado el tipo de

información que se encuentra y produce, ya que no hay filtros o parámetros que impidan

que cualquier texto se cuelgue en la red. Eso es peligroso, porque mucha gente puede

creer lo que lee sin corroborar, en cambio, cuando un libro se publica, la editorial se

encarga de analizar la calidad del texto. El Perú de hoy si lee, pero no de la manera más

acertada, ni de la manera más prolífica.

Si el Perú lee mucho en Internet ¿cómo se explica que hayan surgido varias editoriales

nacionales esta última década?

El hecho de que hayan surgido nuevas editoriales no contradice a que el Perú de hoy sea

más lector de Internet que tradicional. De hecho, hay varias editoriales, pero la mayoría

de estas son poco difundidas y tienen poco tiraje, por lo que su círculo de lectoría es

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reducido en comparación a las grandes editoriales; por tanto, llegan a muy pocos. Con

esto no digo que los jóvenes estén dejando por completo la lectura de libros, pues de

hecho, estas editoriales nuevas han contribuido a expandir la literatura, tanto buena como

mala. El problema está en que no siempre se leen cosas buenas; los creadores se han

tomado muy enserio eso de que el Internet aguanta todo.

Entonces, desde su perspectiva, no sólo tienen culpa los lectores, sino también los

autores…

Sí, pues las editoriales grandes muchas veces no apuestan en el Perú por nueva y buena

literatura, sino apuestan por el nombre del autor, por su poder mediático. Antes el autor

iba de la mano con su obra, ahora creo que ya no es tanto así…

¿La literatura se ha banalizado con ese surgir de nuevas editoriales?

La literatura no se ha banalizado, la forma en cómo se concibe hoy, sí. Hoy se cree que

toda historia escrita es literatura, sin importar cuestiones formales. Toda literatura debe

tener trabajo, es decir, debe haber innovación en la forma de contar, en la historia misma;

esta debe permitirle al lector bucear dentro de sí. Sería mezquino decir que todas las

nuevas editoriales han hecho de la literatura entretenimiento puro y duro, ya que estas

también han permitido que publiquen escritores muy buenos, poco comerciales por

cierto, pero de calidad literaria muy buena como, por ejemplo, Loayza, Adolph, Gastón

Fernández o Enrique Prochazka. Yo creo que la banalización del concepto literatura tiene

que ver más con el Internet que con las editoriales. En todo caso, si las editoriales tiene la

culpa, son algunas, sobretodo aquellas que publican a personajes muy públicos que

ningún merito literario tienen.

¿Usted cree que la proliferación de nuevas editoriales discrepan con aquella visión de

que el libro, en su modelo físico y tradicional, va desaparecer?

El libro en su modelo tradicional le permite al lector introducirse a un mundo íntimo, cosa

que, creo yo, no ocurre con tal magnitud en la lectura a través de la pantalla. Si bien por la

arremetida de Internet, algunas editoriales han bajado en ventas, las más grandes

mantiene su vigencia e incluso siguen apostando por concursos cuyo premio es la

reproducción física del texto ganador. Entonces, creo yo que las nuevas editoriales que

han surgido en el Perú, asi como la vigencia de Alfaguara o Planeta, son prueba de que el

libro sigue siendo y, de hecho, seguirá siendo el medio más eficaz e íntimo para la lectura.

El hombre es un ser de tradiciones por lo que será difícil desacostumbrarlo a los libros, al

papel, a su manera de relacionarse con ellos.

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Desde su perspectiva como escribidor ¿qué debe leer un escolar peruano, literatura

clásica o contemporánea?

Debe leer de ambas. La clásica porque es la base de la literatura contemporánea. Muchos,

sino todos los autores de ahora, tiene influencia clásica o influencia de autores pasados.

Los autores clásicos son imprescindibles porque han logrado enfrascar universos que son

necesarios conocer para la vida misma. Alguien que no lee a los clásicos tiene una

concepción de la vida limitada, pues obvia obras que han trascendido precisamente por su

valor humano. También se debe leer literatura contemporánea por que muchas veces los

jóvenes se ven reconocidos en esas historias. En la literatura contemporánea hay también

mucha riqueza, hay autores muy buenos.

¿No cree que darle, por ejemplo, a leer “La divina comedia” a un joven peruano podría

espantarlo; es decir, hacer que se aleje de la literatura por su complejidad?

“La divina comedia” es compleja, sí. Pero creer que el joven peruano no lo entienda o que

no motive su lectura sería como subestimarlo. Ante esa disyuntiva, el docente debe

cumplir una gran labor, su capacidad como pedagogo debe imperar, es decir, debe

brindarle las herramientas claves y básicas para que su alumno no se pierda o abandone la

lectura antes de acabarlo.

¿Usted no es un escritor comercial, ni tampoco comprometido con una causa nacional

como dice; entonces, cómo se define?

Yo creo que la literatura peruana se divide en tres sub-sistemas. Primero, el del escritor

comprometido con una causa nacional, que no escribe con fines comerciales, sino con el

objeto de plasmar la cultura y los valores nacionales. Este tipo de escritor tiene su propio

círculo de publicidad, sobretodo en textos especializados, y son muy valorados en el

ámbito académico: (Oswaldo) Reynoso es un claro ejemplo de esto. El segundo es el de los

escritores comerciales, sin compromiso nacional, que escriben sobre la base del

“realismo” porque así lo requieren las editoriales a los que ellos aspiran. Son aquellos que

buscan vender porque es una forma de trascender el espacio local y ser mediáticos: son

los que salen más en los medios. Un ejemplo claro es (Santiago) Roncagliolo. Y por último,

dentro del que yo me encasillo, es el de los escritores a los que me gustaría llamar

marginales. Son anti-comerciales y no buscan hacer literatura testimonial o

comprometida, sino estética. Buscan trascender dentro de un espacio reducido

conformado precisamente por escritores de este tipo. Publican en pequeñas editoriales y

se promocionan en revistas literarias o blogs. Sin embargo, hay que decir que ninguno de

los tres sub-sistemas es mejor que otro, en los tres hay escritores buenos como malos.

¿Hay alguien que esté dentro de esos tres sub-sistemas?

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Yo creo que uno de los pocos es Mario Vargas Llosa. Tiene importancia dentro de estos

tres círculos. Vargas Llosa expresa en su literatura compromiso, estética y trascendencia;

es decir, que en el sentido comercial, ha traspasado las fronteras nacionales.

Si se revisa sus publicaciones, vemos que desarrolla temas muy variados, que van desde

las historias muy cotidianas hasta los recientes relatos góticos, sobre vampiros. ¿Qué

tema le fascina más?

Las novelas góticas son el tipo de creaciones a las que más me acomodo como escritor,

porque me gusta ponderar la imaginación, la fantasía, la libertad de creación por sobre

otros aspectos de la literatura. La literatura gótica u oscura ha tendido a ser calificada

como literatura menor, sobretodo por esa atmósfera imaginaria que se ha convertido en

hitos de mercado. El tema de los vampiros es, sin duda, algo comercial, llevado al cine

hasta el hartazgo. No me interesa la literatura oscura por su valor comercial, sino por su

valor literario; todas las criaturas que habitan en su atmósfera son la metáfora del mal:

destruyen al hombre, tanto en su nivel físico como metafísico.

De su gusto por lo oscuro venga quizás su denominación en círculos literarios como

escritor oculto o secreto, que rehúye al reconocimiento. ¿Se considera un escritor

oculto?

Quizás sea un escritor oculto en el sentido de que no soy un escritor comercial; es decir,

que mi nombre no figura mucho en los diarios ni está en los escaparates principales de las

librerías más recorridas del país; sin embargo, no es que le rehúya al reconocimiento, sino

que no lo pido a gritos, me es prescindible saber si la gente de a pie me valora o no. Mi fin

es innovar, sentirme cómodo con lo que escribo y compartir conocimiento con otros

escritores.

¿No cree una de las características de todo escritor es buscar aunque sea algo de

reconocimiento?

Sí, pero el sentido de reconocimiento no se reduce al aplauso que pueda darte cualquier

persona en la calle, ni la valoración de grandes editoriales. Ribeyro decía que hay tres

formas de vivir con la literatura: una es vivir de la literatura, otra con la literatura y

finalmente para la literatura. Los escritores que viven para la literatura buscan el

reconocimiento de la literatura; es decir, gratificarse con lo que escriben; lo demás vendrá

por sí solo.

¿El cuento es el género que mejor le acomoda?

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Cada historia es distinta: hay algunas que pueden ser micro-cuentos, otras que pueden ser

cuentos largos, otras novelas cortas o novelas de gran aliento. En cada una de ellas, trato

de poner mi obsesión y mis ganas. A la hora de escribir no pienso en géneros, sólo pienso

en la historia y dejo que siga hasta que se agote.

¿Está preparando algún libro?

No… estoy psicológicamente desgastado... me gustaría alejarme de la creación cuando

todavía me sienta bien.

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“La SUNAT no salvará al fútbol peruano”

Roberto Castro y su particular mirada sobre la crisis por la que atraviesa el

fútbol peruano.

Por Alonso Cantuarias

Roberto Castro es un economista graduado de la Universidad del Pacífico

que ha sabido combinar sus conocimientos sobre la economía y su pasión por

el fútbol. Hace cuatro años, emprendió un ambicioso proyecto web

demoninado Dechalaca.com que se encarga de cubrir todas las noticias

relacionadas al fútbol peruano. Su aguda opinión y buena capacidad de

análisis, lo han llevado a constituirse como uno de los principales analistas

deportivos de nuestro país. Actualmente, además de seguir al mando de

DeChalaca.com, es jefe de redacción de la revista Semana Económica, se

desempeña como profesor de Historia del Deporte en el Instituto San Ignacio

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de Loyola y conduce dos programas en Willax televisión: Mercado Express y

DeChalaca Tv.

Con motivo de la última huelga de futbolistas que se llevó a cabo a fines de

febrero y que derivó en la intervención del Estado a través de la SUNAT para

tomar el control de los clubes con deudas, Castro nos brinda una óptica

diferente con respecto a esta crisis, la cual ha dejado al borde de la muerte al

deporte más popular del país.

Roberto ¿A qué se debe la crisis económica y administrativa por la cual atraviesan los

clubes peruanos?

Siempre ha existido una crisis económica en los clubes, lo que pasa es que antes pasaba

desapercibida porque que la sociedad era más informal en general. Además, en el pasado

los clubes no dependían tanto del tema económico como hoy en día debido a que los

sueldos de los jugadores no tenían los montos exorbitantes que se manejan en la

actualidad. Por otro lado, ahora que vivimos en una sociedad más organizada, con un

crecimiento económico importante, los problemas que siempre han existido en los clubes

salen a la luz y cobran más relevancia. En resumen: hoy sí es un pecado estar mal, antes

no.

¿Por qué existe un pésimo manejo administrativo en los clubes? ¿De quién es la

responsabilidad?

El problema empieza por los socios. Hay dirigentes que pudieron hacer mal las cosas,

pero los socios no cobraron la relevancia que debían tener en su momento y pasaron

inadvertidos. Por ejemplo, dónde estaban los socios de Universitario cuando Alfredo

González destrozó la institución. Ahora, lo peor de todo es que esta figura se mantiene en

la actualidad, incluso de una forma más despreciable: los socios no saben cuáles son sus

derechos fundamentales y eso contribuye para que la gestión de las instituciones

deportivas no sea profesional.

¿Y a qué se debe esta pasividad de los socios?

No existe involucramiento ni hay voluntad de querer hacer las cosas. Muchos socios creen

que cumplen con el club con pagar la mensualidad. Y no te digo nada de su asistencia a las

asambleas generales para revisar el estado de la institución, eso es un saludo a la bandera.

¿Por dónde puede empezar la generación de un entorno formal en el fútbol peruano?

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Se debe empezar por el mismo fútbol. Si bien el Estado ha metido su cuchara con el

ingreso de la Sunat e Indecopi, si las soluciones no empiezan por el plano netamente

deportivo no se podrá llegar a ningún lado. Las autoridades que están inmersas en el

fútbol, como la Federación, la Asociación de Clubes, la Agremiación de Futbolistas, tienen

que ser más exigentes y deben sancionar duramente las infracciones que se puedan

cometer.

Entonces, antes que ver el plano económico, tú señalas que se debe empezar por el

plano deportivo…

La informalización empieza desde que un equipo no llega a un partido con la camiseta que

tiene que usar. La informalización empieza cuando se permite que un equipo que no está

debidamente acreditado, pueda disputar un torneo oficial. Esas cosas, por más

insignificantes que puedan parecer, forman una cadena que se arrastra hasta los niveles

más altos. La gente se ha acostumbrado a que en el fútbol, se puedan hacer este tipo de

cosas sin que exista alguna sanción de por medio. La única manera de hacer formal el

fútbol es que se aumente la rigurosidad con las normas que hay, más allá de quienes sean

son los implicados.

Si consideras que la formalización debe empezar por el mismo fútbol, ¿Por qué no existe

una reforma interna para mejorar la estructura que impera en la actualidad?

La Federación Peruana de Fútbol no hace reformas desde abajo por un tema netamente

político. Si la cabeza del ente que se encarga de administrar este deporte, el señor Manuel

Burga, sólo busca perpetuarse en el poder para satisfacer sus propios intereses, resulta

difícil que el fútbol pueda cambiar. Por citar un caso, si uno le quita a las Federaciones

Departamentales los clubes más populares, por ejemplo el Atlético Grau en el caso de

Piura, Manucci en Trujillo, ADT en Tarma, entre otros casos, para buscar el

establecimiento de un torneo más atractivo, los presidentes de estas Federaciones

Departamentales tomarían represalias debido a que pierden mucho si estos clubes dejan

de jugar los torneos regiones.

¿Y en qué se traducirían estas represalias?

En las elecciones de la Federación. La actual administración ha logrado perpetuarse en el

poder gracias a las ligas departamentales. Este es el principal motivo por el que Burga no

se atreve a ampliar los cupos para la la primera y segunda división, ya que le conviene que

los clubes con más emblemáticos dentro de cada provincia no alcanen protagonismo y se

mantengan en su respectiva liga.

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Entonces, mientras la Federación Peruana no se decida a actuar, el fútbol peruano va a

seguir adoleciendo de una estructura sólida que permita un entorno formal

La Federación Peruana sí está actuando pero lo hace de manera equivocada. Lejos de

comenzar desde abajo, desde las bases, sólo se preocupa por contratar a un entrenador y

buscar clasificar al Mundial. El enfoque que se le da al fútbol es muy simplista: llegar al

Mundial es el todo o nada. Las personas en general creen que con llegar a la Copa del

Mundo se solucionarán los problemas que existen en el torneo local.

Tú mencionaste que el enfoque de la Federación es muy simplista ¿Cuál es el verdadero

enfoque que contribuiría con el crecimiento del fútbol?

Tiene que existir un enfoque comercial. Se tiene que entender que el fútbol es un

espectáculo, un producto que necesita la mejor presentación posible. Ahora,

lamentablemente en nuestro país la gente tampoco ayuda para que se puedan dar estos

cambios.

¿Por qué la gente no contribuye con el fútbol?

Históricamente para el público peruano, en especial para el limeño clásico, el fútbol ha

sido visto como cualquier otro espectáculo. Acá no existe un tema pasional, no hay una

rivalidad marcada entre los barrios, tal y como pasa en Argentina, por ejemplo. La falta

de pasión por los equipos se expresa en la poca asistencia a los estadios, en el poco

interés por adquirir por adquirir los artículos que su equipo pudiera sacar al mercados,

como una nueva camiseta, etc. Los peruanos no se involucran de lleno en el deporte, y

todo es pasajero. ¡Los partidos se miran como si fueran una película!

¿Qué cosas puntuales se podrían hacer para reflotar la marca ‘fútbol’ en nuestro país?

Se tiene que cambiar la cultura y eso no se logra por un decreto. Yo recomiendo que todo

se torne más comercial pero esto es difícil porque todos los actores con poder dentro del

fútbol tendrían que formalizarse y las personas necesitarían desarrollar una mayor

identificación con los equipos para que se puedan crear rivalidades.

¿Y si el campeonato peruano se reformula y y se juega solo con los equipos de mayor

arrastre departamental?

Eso no se puede hacer. Lo que sí es factible dentro del fútbol, es promover a dichos

equipos creando torneos paralelos que puedan darles mayor protagonismo. Pero todo

esto pasa por la voluntad política y lamentablemente en la actualidad no se da. A la

Federación no le interesa que los clubes de arrastre popular puedan estar en un

campeonato de mayor protagonismo que el de su liga provincial.

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En cuanto a la intervención de Estado en el fútbol a través de la SUNAT, ¿es una

medida acertada para solucionar la crisis actual?

Acá todo el mundo está acostumbrado a invocar al Estado para que solucione sus

problemas, pero en realidad quienes estamos metidos en el fútbol sabemos que la

intervención del Estado está mal. El Estado no tiene por qué darle a una actividad como el

fútbol un régimen especial, ya que ninguna actividad lo requiere debido a que atenta

contra cualquier principio de equidad económica.

Pero entonces, cómo se explica la entrada de esta entidad

Porque el Estado recién ha asumido la responsabilidad de cobrarles a los clubes morosos.

Si algo hay que reconocerle a este nuevo Gobierno, y a la nueva administración de la

SUNAT , es su intención de hacer cumplir las leyes rompiendo una nefasta tradición.

Históricamente, el estado nunca ha querido asumir el costo político de poner contra la

espada y la pared a los clubes.

¿La intervención de la SUNAT no es una actitud populista?

En parte sí y en parte no. El fútbol no es una actividad que amerite un régimen especial. Si

partimos de ese punto, el estado no tendría que haber intervenido. Ahora, si el Estado

considera que sí es una actividad que amerite un régimen especial, la única opción que le

quedaba era intervenir, y en esos términos sí está bien.

¿La intervención de la SUNAT es el punto de inflexión para la salvación de los clubes

peruanos?

La Sunat no tiene como objetivo salvar a los clubes, sino que tiene como objeto cobrar su

plata, que a su vez, es dinero de todos los peruanos. Si consigue salvar a los clubes, dicha

acción será consecuencia secundaria de su objetivo principal. Acá se ha pensado

erróneamente que la SUNAT tiene por objetivo salvaguardar a los clubes y al fútbol

peruano, lo cual no va a pasar.

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Lima se viste deModa Qué es ser una a fashion bloguer Por Maria Alejandra López

¿De dónde surge tu vocación por la moda y la idea de hacer un blog? ¿En qué se

diferencia el tuyo de los demás?

Diría que cuando empecé a modelar, cuando tenía diecisiete años, antes de eso era un

cero a la izquierda, no sabía absolutamente nada. A raíz de comenzar a modelar y ver el

trabajo de los diseñadores, me interese por la moda y cree el blog. En esa época era muy

difícil transmitir tus ideas en un medio escrito y un blog es una plataforma libre: es

dinámica, se retroalimenta y la gente comenta. Lo tengo hace cuatro años.

¿Qué opinas sobre el auge de los blogs de moda, consideras que seguirán creciendo

como el boom gastronómico que se está dando en el Perú?

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Definitivamente ha habido un boom, todos quieren tener uno. Puede resultar un poco

complicado, porque el mercado se abre demasiado y tiene que haber un filtro. Hay un

montón de blogs, pero todos los blogs no son buenos. ¿Qué lo hace bueno? La calidad de

las fotos, la calidad del texto, la producción del bloguer y no todos tienen eso, me parece

que cada persona según su estilo puede decidir cuál leer y cual no. No se trata de abrir un

blog y decir “soy bloguer”. No es tan fácil, a mí me mucho tiempo.

¿Consideras que los blogs de moda contribuyen a crear una sociedad más masificada y

superficial, ya que la mayoría te dicen que tendencias se deben seguir?

¿Masificada?, es un tema de masas que ha venido a nivel mundial, no solo en Perú. A raíz

del Internet, todo se ha viralizado, la última colección de Channel está en tu computadora

en ese mismo momento en que está saliendo, se podría decir que la moda se ha

democratizado y todos pueden tener acceso a ella. Pero no sé si los blogs te imponen que

tendencia seguir, considero que lo que hacen es ofrecerte que tendencias puedes elegir.

Aunque hay personas que te dicen esto es un must y si no lo tienes no te vistes bien. Eso

es ser una fashion victim y eso ya es capitalismo, consumismo total: si no te lo compras

mueres. Esa no es la idea, la idea es que tú, según tu estilo armes una tendencia según lo

que ves. La idea no es hacer un copy paste de la pasarela, la pasarela es Arte y concepto

puro. Tú debes agarrar piezas y cosas específicas para construir tu imagen personal. Ser

una fashion Victim no es muy elogiable que digamos.

En el mundo de las blogueras hay de todo, existen algunas que prefieren la alta costura

y otras que buscan innovar con prendas más económicas a la hora de vestirse bien. ¿La

marca se impone ante toda tendencia?

La idea de una marca es muy importante, es por la marca que hay el precio. La marca

tiene todo un trabajo detrás y una gran investigación. Está de moda tener algo de marca y

complementarlo con cosas vintage, cosas que conseguiste en tu viaje, cosas que puedes

agregar a tu look, pero no se trata de ser un anuncio andante de “Dolce and Gabanna” o

un anuncio publicitario. Que la marca no te use a ti, que tú uses a la marca.

Definitivamente la moda es un gran negocio, mueve un montón de plata. Las power

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brands tienen mucho peso: tener un bolso de marca tiene un significado en el sentido

semiótico. Sin embargo, no es lo más importante.

En el Lima Fashion Week no todo fue glamour, también hubo una disputa entre el

conocido diseñador Gerardo Privat y la bloguer Lorena Salmón. Ella escribió en su página

que detestaba el marketing que hacía Privat a sus diseños, y este la tildo de chola en

uno de sus twitts. ¿Piensas que ha habido un malentendido con el tema o la actitud de

Privat si se podría tildar de racista?

Yo he hablado con él personalmente sobre este tema, es mi amigo. Se ha excedido en el

modo que lanzo todo lo que pensaba en diferente páginas, como en mi blog, le escribió a

Lorena “Niña tú no puedes usar, ni adquirir mis vestidos”. En eso se ha excedido, fue una

reacción que no debió tener. Pero el twitt, que dicen escribió para ella, fue lanzado en

febrero. Los medios han tergiversado las cosas y a mí me consta que Gerardo no es

racista. La gente que ha visto sus desfiles en el Fashion Week lo sabe: 70% de sus modelos

son peruanas, incluso no quiso usar a las modelos brasileras que se habían traído para el

evento. Además, abrió el evento con una modelo morena espectacular de Ica. La modelo

que abre y cierra tu desfile, es la imagen de tu marca, y ambas fueron peruanas. No creo

que él sea racista, todo se ha malinterpretado.

Háblanos un poco del Perú Moda, ¿por qué no se aplica más publicidad a este evento

como se hace con Mistura? ¿Solo los amantes de moda pueden disfrutar la feria?

No es que solo los amantes de moda puedan apreciarla, el ingreso es libre para el que

quiera acreditarse. También Mistura va del lado de la gastronomía, que es muy

importante ahora. La moda se viene todavía, no está totalmente cristalizado el impacto

que puede llegar a tener. La publicidad es un tema de Prom Perú, ellos manejan

totalmente la feria. No muchos saben que existe, pero todo el mundo sabe que existe

Mistura, porque al peruano le gusta mucho comer. Puede que la moda todavía no se

entienda mucho, por ejemplo se escucha decir “¿Por qué se visten así?”, pero si me

parece que Prom Perú podría darle más publicidad, más punche y más exposición. Es una

feria a la que asisten personas de todo el mundo y todas las colecciones se venden.

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Desde tu punto de vista, ya que trabajaste en Perú Moda, ¿qué tan completa se

encuentra la Feria, le agregarías algo más?

Es bastante completa, para empezar es bien grande: la mitad del Jockey Club. Es bien

variada, hay de todo: prendas de algodón, zapatos, ropa andina, ropa selvática, ropa

interior de algodón peruano y no solamente vestidos de alta costura o cosas fashion.

Tampoco se encuentran solamente las típicas cosas reinterpretadas de nuestra cultura,

como “ponchos” y “chuyos”.

Esta semana también se lleva a cabo el Lima Fashion Week, ¿Qué opinas del precio de

las entradas? ¿Cuarenta soles vale la pena para ver la colección de un diseñador, la cual

dura quince minutos?

No me parece un precio tan caro para lo que son las colecciones. Se demoran un

promedio de seis meses, es un proceso bastante denso y laborioso. Es un gran trabajo que

pasa frente a tus ojos en menos de quince minutos. Me parece que es un precio bastante

barato, para ver todo lo que han pasado estos diseñadores.

¿Consideras que el Perú tiene potencial de ser una gran ciudad de la moda en

Latinoamérica como dijo Adolfo Domínguez y como lo son Colombia, Argentina y Brazil?

Yo creo que sí. Todavía en unos años, recién este es el segundo año del LFW. No puedes

decir nada hasta las cinco ediciones de un evento. Además, estamos en crecimiento anual

de 6%, estamos con todos los factores para que la moda siga creciendo.

¿Cuál es tu opinión acerca de la participación masculina en el LFW? ¿Los hombres

peruanos aún tienen prejuicios para asistir a estos eventos?

Bueno, la única pasarela masculina que hubo fue de Edward Venero, profesor de la

Católica. Tuvo una propuesta para hombres súper coherente, se inspiró en los héroes y los

carnavales del Perú y fue espectacular. Como yo estaba en primera fila, veía la cara de

todos los hombres y veía que no lo digerían muy bien. Es un concepto muy duro, porque

como te digo no debe ser tomado a lo literal. Sí hay gente que se está arriesgando, pero

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igual tenemos una cultura un poco machista, preocuparse demasiado por la apariencia no

es de hombres. “Yo que voy a saber que es un pantalón recto o un pitillo, un pantalón es

un pantalón”, pero no debería ser así, la imagen dice mucho de una persona, en especial

la primera impresión, toda esa información entra por los ojos. Puedes hacer una

radiografía de una persona con solo ver como se viste.

¿Cuáles son los requisitos para ser uno de los diseñadores que forma parte de LFW?

Este año hubo un pago para entrar, el año pasado fue gratis. Como todo evento a partir

del segundo año empiezas a cobrar. Había un jurado, con gente de Prom Perú, editores,

diseñadores y creo que un par de ministros. Todos ellos elaboran una lista y en base a

puntuaciones eligieron a los diseñadores de LFW. Es una elección bastante minuciosa, hay

un montón de gente que no pasa.

Desde tu punto de vista, ¿Cuál va ser la próxima promesa del diseño de modas en el

Perú?

A: A mí me ha encantado la chica que gano los Jóvenes Creadores en el Perú Moda:

Sandra Serrano con su propuesta espectacular de alpaca y algodón. Gano tres concursos,

que incluyen una pasantía con Custo Barcelona y un viaje a Europa. Lo que propuso era

algo difícil para diseñadores jóvenes. También, Andrea Llosa y Edward Venero dieron

mucho que hablar.

¿Qué le agregarías o quitarías al LFW, ya que tú estuviste observando todo desde el

backstage?

Yo le quitaría el Fashion Lounge: vender trago en copa de plástico a quince soles. No me

parece que debería convertirse en un evento social, para estar paseando por ahí y

tomarte fotos. Debería enfocarse más en el Arte. Le agregaría que participen más

diseñadores jóvenes, como Andrea Llosa con su colección estilo Londres de los años 70.

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2. Crónicas

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La solitaria vida de un héroe sin capa ni espada

Por María Pía Benavides

Julio Gallardo es un héroe anónimo. Tiene 80 años y se dedica diariamente, desde que recuerda, a ser cabrero como todos sus antepasados. Su labor no es muy reconocida pero sí fundamental, ya que permite mantener vivos el paisaje y el mundo rural. Vive en las laderas de un monte en un solitario lugar llamado Llapay y lucha cada día por defenderlo de la degradación de recursos naturales que provee la madre naturaleza. El pueblo todavía no ensalza su función, pero eso no le impide seguir realizando sus loables hazañas.

Su día empieza cuando sale el sol. Las heladas han apagado los colores de la naturaleza que rodea

su hogar, hasta dejarla en una armónica combinación de retazos de ocres, pardos, grises y verdes

somnolientos. Sin embargo, esto no parece mermar el ánimo de un hombre tan sabio como Julio.

Él conoce el nombre vernáculo de las especies, las bondades de cada una de las hierbas con las

que elabora todo tipo de remedios, sabe dónde crecen las distintas plantas y cuándo es que hay

que recolectar sus semillas; pero sobretodo, sabe cómo sobrevivir con lo que bondadosamente, la

naturaleza le ha brindado todos estos años.

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Las condiciones en las que habita recuerdan,

ciertamente, a la prehistoria y a las cavernas. Un

buen abrigo en el cerro es más que suficiente

para poder construir una modesta vivienda.

Protegido del frío por la pérdida progresiva de

calor de las piedras calentadas a lo largo de todo

el día, a la luz de la lumbre y con más gatos y

perros que muebles, pasa los días esta familia de

cabreros.

Mientras la esposa teje y elabora diariamente el queso, Julio sale con su majestuoso rebaño a

limpiar de maleza la carretera y las laderas aledañas. "Esto del ganado tiene su ciencia. No se crea

que es fácil. Todos los días pasan cosas. Si comen mucha alfalfa, se hinchan y se mueren, de

meteorismo se llama”, explica el hombre.

Los perros, diligentes, cuidan que las cabras no se salgan de su pedazo de tierra mientras Julio

toma un breve descanso. Sus ojos cansados por el pasar de los años parecen perderse en la infinita

belleza del paisaje al que él ya está acostumbrado: toda su vida ha sido pastor. "Yo, de pequeño,

iba descalzo y he estado tres años durmiendo en el suelo del monte. Cuántas veces se me ha

secado la ropa en el cuerpo y también he pasado hambre, todo por cuidar los cerros”, recuerda.

Pero a pesar de estas duras condiciones de vida, cuenta que su abuela murió a los 106 años y que

su madre, que había fallecido recientemente, lo hizo con 101 años. “La leche de cabra te hace

fuete”, recomienda con la certeza de un médico que, con el pasar del tiempo y su propia

experiencia, ha adquirido los conocimientos más valiosos.

Se pone la tarde y después de haber realizado sus arduas labores de limpieza y recolección, es

tiempo de emprender el camino de regreso. Las condiciones del terreno son muy duras, el paisaje

cambia abruptamente de llanas praderas a empinadas colinas, pero Julio no da un paso en falso,

sus gastados zapatos negros parecen poder adivinar el camino por sí mismos, como si de tanto

haber recorrido recordasen el sendero de regreso.

Ya en casa, abre la puerta su esposa. Leonora tiene 76 años y sus piernas, antes inquebrantables,

ahora deben ser ayudadas por un palo que ella siempre lleva a modo de bastón. Muestra una

amplia sonrisa, propia de quien ha cumplido con éxito sus deberes, ella ha pasado el día

Page 22: Taller de Lenguaje Periodístico  2012

elaborando el queso y este está listo para la merienda. Sin prisa pero sin pausa, vuelve a seguir

ordenando las bolsas que ella misma ha fabricado de los estómagos de los cabritos que murieron

casi recién nacidos. Estas adornan el lugar como guirnaldas en un día de feria, pero lejos de

mostrar colores exóticos, las bolsitas han sido llenadas con calostro, la primera leche que dan las

hembras cuando paren. ”Con esta mezcla, una vez que está seca y madura, se hace un cuajo que

es lo principal para la elaboración del queso”, advierte la mujer.

Antes de terminar de acomodar la última bolsa, Leonora suelta un suspiro al viento y recuerda, en

voz alta, que, cuando eran niños, Juan y Antonio siempre acompañaban a su padre. La mujer habla

de sus hijos y le brillan los ojos, ellos ya no están. No quisieron aceptar el destino que sus padres

les habían impuesto. "Aquí toda la gente joven prefiere marcharse a trabajar a Cañete. En el

campo, la cosa está jodida. Los productos no valen”, añade Julio. Sus fuertes manos, raídas ya por

el paso del tiempo, sacan una cacerola llena de agua que ha estado hirviendo al calor de la leña. Se

sienta con la paciencia de quien ha culminado satisfactoriamente sus actividades y, aún

acompañado del balido de sus cabras, habla del temor que tiene de que, cuando él muera, ya

nadie se dedique al pastoreo. Según datos del último censo realizado por el INEI, sólo quedan 5

pastores de cabras en esta zona de más de 200,000 hectáreas. "Nuestro trabajo está mal valorado.

La sociedad tendría que ver que hacemos un bien a la naturaleza; que limpiamos y hasta evitamos

incendios forestales. ¿Qué va a ser de la montaña si no estamos nosotros?”, se pregunta Julio.

Fuera del ruido citadino y de la premura de la capital, siguen transcurriendo los días de esta familia

de cabreros. Son ellos y otros pastores quienes desde siempre han guardado y transmitido todo el

conocimiento natural, quienes desde tiempos inmemorables han convivido en armonía con la

naturaleza, quienes se han preocupado por mantener las fuentes de agua y no han permitido que

Page 23: Taller de Lenguaje Periodístico  2012

otras personas lleven sus animales a determinados lugares como zonas de plantación o de

protección. Son ellos, en definitiva, los que verdaderamente conocen el monte de principio a fin y

quienes lo defienden aún sin capa o espada.

Page 24: Taller de Lenguaje Periodístico  2012

Curando Muros Por Jocelyn Chumacero

En aquella mañana húmeda y tranquila en la que conocí el lugar en donde

trabaja Daniel Aranda Zorrilla, percibí la gran diferencia entre la tranquilidad

que puede emitir un parque y el turbulento sonido que se transmiten dentro

de las construcciones. Con unos jeans de antaño, un rígido casco, unos

fúnebres lentes que visualizan sus años de experiencia y, unos infaltables

zapatos punta de acero, que lo mantienen en tierra firme, me recibe en su

lugar de trabajo. Con una mirada vacía, recalca que más que un habitual

lugar de trabajo es su hogar. Conformado por escombros, alborotadas tablas,

desnudos alambres, tiesos cementos y muchos ladrillos es lo que él llama

“mi hogar”, un lugar en donde ha pasado toda su adolescencia, adultez y,

ahora, su vejez.

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Los cuarenta y dos años plasmados entre los miles de muros de cemento sustentan que

aún siga en marcha y que aún sea necesitado para sellar o curar el concreto de los muros,

por esta razón le dicen “El curador”. A sus sesenta años de edad, carece de notorias

arrugas, luce un poco erguido y con las inevitables y odiosas canas blancas, pero eso no

significa que no tenga la misma fuerza y las mismas ganas de trabajar- enfatiza con

orgullo.

Estudioso desde muy pequeño: le gustaba los números, pero detestaba las letras. Terminó

la primaria con altas calificaciones y con mucha dedicación concluyó la secundaria. Su

mente divagaba para determinar qué carrear iba a estudiar, “obviamente que de

números”; sin embargo, la suerte no estuvo de su lado: a los dieciocho años tuvo que

dejar sus sueños e ilusiones para poder convertirse en un hombre maduro y recio, el rol

de paternidad lo capturó- dice “El Curador”. Trabaja desde los dieciocho años de edad sin

ningún descanso, y, todos lo días agradece a Dios por seguir trabajando a estas alturas de

su prolongada edad. Recuerda con el rostro entumecido, su adolescencia, una

adolescencia que no fue muy inquieta y divertida, sino mas bien llena de obligaciones que

a tan corta edad tenía que asumir, y, sobre todo, una etapa en donde el cansancio era y es

partícipe de su vida.

Al comienzo, por ser un novato con las máquinas, hacía trabajos básicos como ayudar a

cargar los ladrillos, serruchar fierros, mezclar el cemento, etc. No le importaba lo que

tenía hacer, en lo único que pensaba era en su hijo Andrés, el primogénito. Poco a poco

fue aprendiendo lo desconocido, que ahora se ha convertido en su llave maestra, en su

hogar, en su vida diaria. Realizó diferentes papeles dentro de las construcciones, pero el

que le marcó y le marcará es este.

Su rutina no le aburre. Se levanta a las 5:30am para poder llegar puntual a la hora de

trabajo. Se pone los implementos necesarios: una jeans desgastados, un polo manga larga

y los infaltable zapatos punta de acero, “sino los llevas puestos no entras”. Luego, se

acerca al retrato de su esposa María Elena, fallecida hace un año, para despedirse y

dirigirse a su bullicioso hogar. A las siete de la mañana, en la puerta lo espera el personal

de seguridad para entregarle los lentes y casco. Después de quince minutos escucha una

charla, de todos los días, para tener mayor seguridad al volar en las alturas o en cualquier

ámbito de desempeño. Al terminar, todos se dirigen hacia sus pisos, hacia su rincón, para

cumplir con lo suyo.

En una esquina elocuente se encuentra su amigo fiel quien lo acompaña desde que

empezó su nueva etapa: un aparato cuadrangular, pesado y con una manguerita que

emite un líquido llamado antisol blanco, un aparato que parece una mochila y es quien la

mañana hasta el fin. Pero antes de poner en marcha a su amigo, tiene que ponerse los

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minúsculos y silenciosos tampones en su oído. “Al momento de ponértelos, la bulla

desaparece como la voz de la naturaleza”, afirma.

Se pasa casi las nueve horas de trabajo echando un líquido, con el rostro muy sereno,

parece que se estuviera divirtiendo como no lo habría hecho hace tiempo. Si bien es cierto

es pesado cargar a su amigo, pero “El Curador” lo hace con una facilidad y sin dar

quejumbrosas síntomas de fastidio, pero sí de cansancio.

Él no es el único de su generación, también hay dos personas más llamadas “Los Juanes”.

Tienen la misma ruta de experiencias y se dedican a cargar tablas. Entre el sonido de un

aparato y otro conversan como si no se hubieran visto. “Es verdad, pues ser obrero de

construcción hace que no estés fijo en un lugar, sino que estés rotando de obra en obra”,

dijo uno de los Juanes.

Llegó el mediodía, llegó la hora del almuerzo. Haciendo grandes colas como en un campo

de concentración, miles de obreros ansiosos reciben el apetitoso plato del día. “El

Curador” se sienta en una esquina, que rodea los miles de escombros de basura y la

verticalidad de los fierros, acompañado por “Los Juanes”. Su amigo fiel, por mientras, está

reposando para volver ser recargado, otra vez. Con una sonrisa en los labios, con unas

suculentas y provocativas carcajadas hacen que, por un momento, se olviden del

cansancio, del sudor, del ruido maquinario. Algunos novatos lanzan sus bromas y chistes,

lo cual convierte el ambiente divertido y ameno. Algunos no les importa el estar sucios o

el tener las manos, la cara o la ropa con manchas del incrédulo cemento. La hora de

almuerzo es sagrada como dice “El Curador”.

Daniel sabe que ya ha pasado la valla, que ahora tiene sesenta años y que quizás, en un

futuro no muy lejano, tendrá que dejar el trabajo y regresar a su verdadero hogar, para

por fin descansar. Pero con una mirada melancólica no quiere aún dar señales de su

jubilación.

- ¿Por qué no quisiera jubilarse? ¿Ganaría menos? – le pregunto.

- No, no es cuestión de dinero, sino de…de…, -tartamudeando con tristeza logra

decir la palabra que lo enreda en un laberinto- la soledad, la inoportuna soledad.

Con más tranquilidad y con un brillo en los ojos, recuerda el retrato de su esposa “Elenita”

como solía decirle. Con mucho dolor recuerda los momentos de dolor y de sufrimiento

que vivió día tras día ante su ausencia. Un poco abatido y con una mente turbulenta

decidió retornar a la rutina de siempre, una rutina q se le había hecho costumbre, una

rutina en la cual retomaba estar con amigo fiel. Este lugar es mi paz, mi tranquilidad- me

responde con sutileza.

Page 27: Taller de Lenguaje Periodístico  2012

Cuando termina de curar los concretos se da un tiempito para ayudar a sus demás

colegas. Deja por un momento a su compañero de mañanas y tardes para ofrecerse a

cargar las alborotadas tablas, mezclar el cemento y esparcirlo por los miles de muros que

se encuentran en el quinto piso del edificio. Algunas veces tiene que pasar por unos

pequeños tabloides de madera para poder llegar hacia el otro lado. Mirar hacia abajo no

es la mejor alternativa. Pero lo infaltables zapatos punta de acero te mantienen en tierra

firme. Las señales amarillentas bordean todo el virgen edificio que se está construyendo.

Acercarse a los bordes tampoco es la mejor alternativa. Algunos trabajadores están

amarrados a unas cuerdas como si fueran a escalar montañas; otros encima de una

intrépida escalera que la mueven de un lado a otro para sostenerse sin ningún problema.

Pero los escombros forman parte y obstaculizan cada piso del edificio, tambaleándote por

donde pases. Camina firme y mira por donde pisas- grita Daniel.

Los domingos son sus días libres, días familiares, días de encontrarse con su amada. Suele

levantarse a las nueve de la mañana para ir a visitar a su hijo. Al mediodía, reserva con

mucho anhelo su tiempo para ir al encuentro con “Elenita”. Toma un micro con rumbo a

Puente Piedra; en la esquina del paradero, poco antes de llegar al cementerio Campo fe,

tiene su caserita que le vende las flores preferidas de doña Elenita: los girasoles. Habla con

su esposa y le cuenta sobre su nuevo amigo. Se despide no con un adiós sino con un hasta

luego, ya que en el aparador de su cuarto conserva el vivo retrato de ella.

Ya son las cuatro y media de la tarde y se acerca la hora de salida. “El Curador” da los

últimos retoques a los rígidos muros con aquel líquido que sale de su amigo de batallas.

Un amigo que lo acompaña desde que empezó la vejez hasta que decida jubilarse. La calle

se está volviendo un poco oscura. La turbulenta bulla de las demás máquinas se están

debilitando y, el parque que está de frente de la construcción contagia su tranquilidad y

serenidad. Algunos obreros, ya se están cambiando o lavando para salir como el

correcaminos hacia su destino. Sin embargo, Daniel decide limpiar a su amigo, está un

poco cochinito, me dice.

Antes de irse, me dice que no piensa dejar su labor de curador de concreto, que aún tiene

para rato, que aún va a deambular entre los escombros y entre los muros de cemento. “El

Curador” sigue trabajando a su prolongada edad no sólo porque le guste, sino porque ya

siente que su lugar de trabajo es mucho más que eso, es su hogar. Y en la vida dejaría a su

fiel amigo, por lo menos, por ahora no.

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La locura y su soledad

Una vieja manta, la compañía de dos perros callejeros y las donaciones de la gente parece

ser suficiente para sobrevivir la locura y la miseria.

Por Ernesto Green Bayeto

Cubierto totalmente de pies a cabeza, como recién arropado por una

amorosa madre, bajo una frazada vieja con diseños de líneas en forma de

“v”, duerme apaciblemente, como si el frío del crudo invierno que recién

empieza no se escurriera entre el piso frío y la frazada que lo cubre. Dos

perros callejeros, sucios y pulgosos, por la manera en la que se rascan, le

hacen compañía echados a sus pies, abrigándose entre ellos. A un costado,

apoyado contra una pared blanca, una bolsa de pan que algún alma

bondadosa habría dejado.

“Su nombre es Cesar”, me cuenta Charo, una señora mayor, muy humilde por el aspecto

de la ropa vieja que viste: falda larga, blusa y sandalias, todos en mal estado. Charito,

como le dicen en el barrio, apoya desde hace seis años en los trabajos de la iglesia que

está ubicada frente a los aposentos del vagabundo. “No sabemos exactamente la fecha

en la que llegó, pero fue aproximadamente hace unos cinco años. Llegó solo, se quedó

Page 29: Taller de Lenguaje Periodístico  2012

parado, inmóvil, y de ahí nadie nunca lo ha movido”. Lo más sorprendente para Charo, es

que desde que está ahí nunca se acercó a la iglesia a pedir comida, ni posada, ni nada. Ni

menos pedírselo a los vecinos del populoso barrio victoriano que pasan por ahí.

Sólo lleva puesto un pantalón azul y un polo rojo, ambos tan viejos y sucios que casi

pierden la tonalidad original de sus colores. Los pies hinchados y maltrechos, las uñas

descuidadas, y las suelas de los pies tan negros que se pierden con el color del suelo de la

vereda, son muestras de que no usa calzado sabrá Dios desde hace cuanto. Tiene el rostro

sucio, igual que las manos y los cabellos grises producto de los años vividos. No tiene

posesiones, salvo la frazada y los perros pulgosos que lo acompañan fielmente.

Cuando despierta del profundo sueño del que parece estar, empieza la rutina de nunca

acabar. Se para en el mismo lugar donde estuvo echado, sin moverse, con los brazos

extendidos como si le pesaran. No se sienta, solo está parado o solo está echado, cuando

duerme o descansa. Puede pasar todo un día echado, tapado y acompañado de los perros.

A veces, cuando está despierto, cruza la pista hacia la vereda de enfrente y se queda igual,

parado, inmóvil. En raras ocasiones deja sus aposentos y se ausenta por un par de horas,

sabiendo que su sitio seguirá ahí, esperando su regreso. Camina un par de cuadras hasta la

esquina del viejo y emblemático Colegio Cesar Vallejo y se para, inmóvil como siempre. No

mira a nadie, no habla con nadie. Regresa a su sitio donde los perros lo esperan.

Producto de su enfermedad, la locura, Cesar ha rechazado objetos que serían valiosísimos

para otros vagabundos. Carlos Alfaro, mecánico de edad avanzada que trabaja por la

cuadra, cuenta sorprendido que en alguna oportunidad vio que un señor le dejó un

colchón para que no durmiera en el piso; sin embargo, Cesar hizo caso omiso al obsequio

y se acomodó en el suelo, como siempre, como si estuviese acostumbrado al frio y duro

piso. Los perros disfrutaron un tiempo el colchón hasta que, sin saber cómo, desapareció

del lugar. Cuenta que en otras ocasiones le dejaron ropa, chompas, zapatos, pantalones,

medias; pero él las rechazaba igual. Definitivamente cualquier otro vagabundo las hubiese

aceptado alegremente.

No se le conoce familia alguna, no se le ha visto nunca con nadie, salvo con los perros.

Pasa todos los días del año solo, incluyendo los días festivos. Cuenta Charo que, en una

oportunidad, en la iglesia coordinaron con un asilo, que estaba a cargo de monjas, para

que se lo lleven. Era vísperas de Navidad. La noche que iba a ser recogido, curiosamente,

Cesar no estaba en su sitio. No regresó a su sitio hasta la mañana siguiente. Fue como si

hubiese escapado, como si hubiese estado al tanto de la situación y no hubiese querido

ser llevado, cuenta Charo.

Page 30: Taller de Lenguaje Periodístico  2012

En la acera de al frente hay una discusión entre una pareja. Gritan escandalosamente.

Pero él, parado donde está, no reacciona con normalidad a lo que sucede al rededor.

Recoge la bolsa de pan que le dejaron en la mañana, la abre y tira bruscamente el pan al

piso. Los perros aprovechan y comen. Un sujeto se acerca y le deja un plato descartable

con comida. No intercambian palabras ni miradas. No hace ningún gesto. Es indiferente a

la amabilidad del hombre. El sujeto se aleja de la misma manera que se acercó,

silenciosamente. Cesar sigue sin reaccionar, no ha recogido la comida. Los perros, a la

expectativa, se acercan al plato.

“¿No tienes hambre?” Le pregunto.

No hay respuesta.

Su sitio huele a orines. Hay basura alrededor. La manta con la que se cubre por las noches

está cuidadosamente doblada a un costado.

Mi acercamiento, al parecer no produce ninguna sensación en él. Sigue parado, inmóvil,

sin hacer gestos. Mis intentos por hacerlo hablar son en vano.

Hay días en que se le ve con una botella de Coca Cola. La señora de la bodega de la cuadra

confiesa que de vez en cuando, apenada de su situación, le regala una bebida. Así como

ella, muchos vecinos dejan sus donaciones a sus pies. Él, dependiendo del día, parece

escoger lo que más le guste. Hay días que recoge las bebidas, otros la comida. Finalmente

los perros aprovechan las donaciones que él rechaza.

Llegada la noche, puede quedarse de pie, inmóvil en su sitio, hasta altas horas, como

esperando que alguien llegase para que lo arrope. Incluso hay madrugadas que se le ve

despierto, parado en su sitio. No tiene hora de dormir, así como tampoco de levantarse.

Lo único cierto es que cuando se echa y se acomoda en el frío piso de la vereda,

acompañado de los dos perros pulgosos que se acurrucan junto al él, se tapa totalmente

con su vieja manta, de pies a cabeza, como si lo hubiesen arropado, y nadie sabe qué será

de el al amanecer.

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ENGRANAJE PARA ANDAR (El hombre que salta los obstáculos apoyado en sus muletas y soportes)

Por Edward Abarca

Ha adoptado un par de piernas largas de fierro: parten desde los orificios de sus

axilas y se extienden, perpendicularmente a su cuerpo, hasta el suelo. Gracias a

esos dos sancos plomos ha aprendido a caminar. Bueno, caminar es un decir,

porque cada una de sus piernas pequeñas- las congénitas- cuelgan en el aire

apenas rosando el piso, y están revestidas con unas botas duras de cuero hasta las

rodillas, sujetadas firmemente por engranajes y fierros que hacen las veces de

correas. No puede caminar, pero sí brincar: el par de piernas de fierro, largas y

frías, le sirven de apoyo para empujar su cuerpo hacia delante sin tocar el cemento.

Lo suyo es una suerte de evolución circunstancial: ha pasado al salto sin siquiera

aprender a caminar. Wilfredo siempre salta; cuando vive y cuando camina – o

brinca-.

Page 32: Taller de Lenguaje Periodístico  2012

Como todos los domingos en la tarde, Wilfredo Miranda se persigna, sale de su hogar – ubicado en

el distrito de San Juan de Miraflores- y toma la ruta B que lo lleva hasta el cruce de la avenida

Aviación con Manuel Villarán, en Surquillo. Baja del bus- se persigna otra vez- cruza la pista

apoyándose en lo que él llama sus soportes y se cobija debajo de la estructura de cemento por

donde el tren eléctrico hace un ruido veloz mientras recorre la avenida. Trsshhhh. Wilfredo deja

su bolsa negra acomodada en uno de los gruesos pilares que sostienen el camino del tren y,

siempre brincando, avanza cogiendo dos muletas de color plomo que le ayudan a mantener el

equilibrio. Se para al costado de los autos, justo donde está la ventanilla de los pilotos, y espera a

que el semáforo cambie a rojo. El rojo debe ser quizás el color que más le gusta a Wilfredo.

Se persigna una, dos, tres veces con rapidez. A pesar de la prisa, las tres señales de la cruz que

dibujó en su pecho los hizo con intrínseca devoción: cerró sus ojos y movió los labios, como

musitando algo al oído del mismísimo Dios. Wilfredo besa la yema de su pulgar con la que

consagró su acto de fe y camina- brinca- hasta la ventana de los choferes: un taxista es el único

que le suelta unas cuantas monedas, Wilfredo agradece al samaritano y- de repente- también a

Dios.

***

Wilfredo tiene 52 años y desde los dos le detectaron “polio”, sin embargo, para ese entonces- en

la década de los cincuentas- la medicina todavía no estaba muy avanzada como ahora; por ello, le

dijeron que era un virus desconocido lo que le impedía el crecimiento y movimiento de sus

piernas. La polio era todavía una enfermedad rara, poco conocida- dice, cruzando los brazos y

suspirando. En cambio ahora, gracias a las terapias y ayudas (tres operaciones) que recibió en el

hospital Hipólito Unanue- o Bravo Chico como lo llama él- puede desplazarse con mayor facilidad y

ha empezado a recuperar algo de sensibilidad en los dedos de su pie.

A los siete años, los médicos le dijeron a su mamá que lo suyo era una enfermedad incurable, que

ya no recuperaría la estabilidad total en las piernas. Su mamá y, a veces, sus hermanos se

ocupaban de él; lo ayudaban a hacer sus necesidades, lo levantaban, o de la cama o del suelo,

donde permanecía casi todo el día. Wilfredo empezó a tratarse su enfermedad recién a los ocho

años: cuando él vivía en La Victoria con sus padres, una vecina le pasó la voz a su madre para que

lo llevara a la clínica San Juan de Dios, ubicada en esa época en San Isidro. Wilfredo tuvo sus

primeras terapias ahí, pero sólo hasta los quince años, pues la clínica ponía ese rango de edad

como límite para la atención, luego de ello, tendría que acudir a algún hospital o tener vara- como

dice él- para llevar ahí talleres ortopédicos. A los ocho también, Wilfredo dejó el colchón y el suelo

de la casa por donde se arrastraba para burlar la cotidianeidad y el aburrimiento. Los niños

aprenden a caminar a los dos años; Wilfredo lo hizo a los ocho: en la clínica San Juan de Dios le

proporcionaron sus primeras muletas y soportes en el pie. A partir de entonces, camina – o brinca

con los dos pies en simultáneo – y se siente más libre. Las muletas y esto (apunta sus soportes)

me han ayudado bastante- expresa mientras tamborilea con sus dedos el fierro de sus pies

adoptivos.

Page 33: Taller de Lenguaje Periodístico  2012

Wilfredo, ahora que tiene 52 años, va tres días a la semana a su terapia en el hospital Bravo Chico.

Recibe masajes y baños termales. Para que evalúen la sensibilidad – dice- en sus piernas. Wilfredo

se ha enterado que una operación a la columna le puede devolver, o bueno, hacerle sentir por

primera vez sus piernas (gran parte de la sensibilidad de estas; no obstante, ya no podrá volver a

caminar sin muletas) Sin embargo, el doctor que lo trata le ha dicho que, además de costosa, la

operación tiene muchos riesgos y es mejor que no se obsesione con ello, pues tiene la demás

partes de su cuerpo, y sobre todo la mente, en muy buen estado. La operación, con sus riesgos,

podría afectarlo. Podría dejarme peor- dice Wilfredo y mueve la cabeza de manera vertical, como

aceptando lo que el doctor le dijo.

***

El semáforo cambia a verde. Wilfredo se apresura en salir de la pista. Él sólo se queda hasta las

seis en ese cruce porque dice que más tarde ya es peligroso: tantos accidentes que se ven… Es por

ello que lleva, encima de su chompa blanca de lana rellena de figuras negras, un chaleco

anaranjado con rayas plateadas que fosforecen en la oscuridad. Cuando la noche empieza a

asomar y los autos encienden sus luces, partes de su cuerpo brillan y delatan su presencia: su

calvicie, sus muletas, su andar forzoso y su pequeña estatura.

Wilfredo sólo viene los domingos por que los otros días va a su terapia o se queda en casa

ayudando a su hermana, con la que vive, en lo quehaceres domésticos: limpia su cuarto o compra

el pan para el desayuno. Yo recién he empezado a trabajar de adulto- dice. Cuando su madre

falleció, hace doce años, él tuvo que salir a buscarse la vida sólo. Su padre los abandonó cuando él

todavía no tenía quince años; supo que falleció hace tres años también. Tiene cinco hermanos,

cuatro de ellos con compromisos, y la otra, su hermana menor, con la que vive, es madre soltera y

trabaja de ambulante – vendiendo caramelos- .

- Si antes de las seis, con la gracia de Dios, saco 25 soles me vuelvo a casa. Si no, espero

hasta las seis y regreso con lo que haya conseguido- dice con las manos cruzadas y

pegadas al cuerpo, como si sintiera frío.

Wilfredo ayuda con ello a la mantención de la casa. Ha buscado trabajos en otro sitio, pero

lamentablemente no lo ha conseguido. Ahora, hasta de barrendero, te exigen tener primaria y

secundaria completa- dice. En su voz se nota un poco de frustración. Wilfredo ha estudiado hasta

primero de secundaria, pero no pudo seguir sus estudios por falta de dinero. Su madre era

lavandera y su padre era policía municipal. El sueldo no alcanzaba para mantener a los cinco hijos

y más aún, cuando papá los dejó, el escaso dinero de mamá apenas cubría las necesidades básicas.

Por ello, tiene que trabajar todos los domingos en las calles, a pesar de lo peligroso que resulta

hacerlo. Felizmente no gasta dinero en sus terapias, pues dice, aplaudiendo el accionar de los

gobiernos post fujimorato, ellos se han preocupado por los minusválidos, ahora tenemos seguro

social y se nos trata mejor. Wilfredo cuenta que antes había micros que no querían recogerlo, pero

que ahora que sí lo hacen. Los policías le han dicho: hijito, si no te quieren recoger, le dices a

alguien con lapicero que te anote por favor la placa del carro y te quejas en la comisaría.

Page 34: Taller de Lenguaje Periodístico  2012

Sus ojos brillan cuando habla sobre la nueva posibilidad de trabajo que el gobierno en curso está

observando para todos los inválidos del país. Lo importante es tener un trabajo más seguro,

aunque sea de ascensorista, espero se dé pronto- dice. Sus amigos que también asisten a las

terapias en el Hipólito Unanue esperan esa carta de trabajo con ansias. Algunos de ellos trabajan

de manera independiente, sobretodo, en talleres de manualidades con cuero – léase zapaterías,

ortopedia-.

***

A Wilfredo le gustaría cumplir un sueño por estos meses: pisar un estadio por primera vez. Le

gustaría ir al Nacional para ver a la selección peruana contra Colombia, a pesar de que le ha

perdido esperanzas al equipo patrio y a su técnico (Markarián sólo se está dedicando a hacer

comerciales- reniega). Pero tiene miedo. Con tanta gente que acude a estos espectáculos

deportivos, el problema no está en entrar, sino en salir. Si alguien lo llevara y lo ayudara, tal vez

iría. Desde que murió su madre se ha vuelto más independiente, pero no lo suficiente como para

aventurarse en solitario a tamaño riesgo.

Nunca ha pisado un estadio, no sabe si algún día lo hará. Es hincha de la U, vive los partidos,

reniega de su situación actual: los dirigentes lo han fregando todo, no puede ser que un equipo

grande este pasando esto- dice y hace muecas con la boca, evidenciando fastidio. Hoy domingo,

Universitario jugaba contra Melgar a la 1 y 30 de la tarde, pero Wilfredo no está enterado del

resultado. El trabajo es primero. Le gustaría conocer a algún jugador, pero nunca se ha encontrado

con ninguno.

Wilfredo tiene un doble vínculo con los estadios de fútbol: le encantan, pero les tiene miedo. Cosa

paradójica, por cierto. Paradójico también que ese temor se extinga cuando de jugar fútbol se

trata. Yo también pichangeo- dice, sonriendo y irguiendo el pecho -. Juega de defensa. Después de

sus terapias de 2 a 5 de la tarde, se ubica en la media luna y resguarda a su arquero evitando que

el rival le pegue al balón. Como todo buen defensa, pone la pierna -o la muleta- fuerte. Wilfredo

no ha participado en campeonatos, juega sólo de manera amateur, pero tiene amigos que sí han

participado en algunos, incluso, internacionales. La gente mueve su bola- dice.

***

Coge su bolsa, cruza – o brinca- nuevamente la pista y espera la ruta B. Tiene los brazos cruzados

cuando de pronto advierte que llega el micro que lo devolverá a casa. Levanta el brazo: el bus se

estaciona.

Antes de subir, se persigna.

Page 35: Taller de Lenguaje Periodístico  2012

En algún lugar de Lima

Son las diez de la mañana y Víctor Raúl o Lito, ha llegado a su tienda. La

mayoría de personas que trabajan o frecuentan los puestos de libros usados

del Jirón Camaná, en el Centro de Lima lo conocen. Y es que desde hace diez

años que se dedica a la venta de libros usados, en general de temas

relacionados con literatura universal.

Por Carolina Cusirramos

Antes de llegar a su puesto, Lito ha hecho lo mismo que cientos de personas que viven en esta

ciudad. Se ha levantado temprano, se ha quedado un rato mirando el techo de su habitación; para

en ese preciso momento darle paso al primer cigarro del día. Tras terminarlo, se ha dirigido al

baño a tomar una ducha. Más tarde, y luego de cambiarse se ha dirigido al comedor de su casa,

dónde Elvira, su conviviente, le tiene preparado el desayuno. Un desayuno, que consiste en nada

más que un café instantáneo acompañado con otro cigarro.

Raulito, como le decían de niño, revisa las noticias del día y ve un poco de televisión. Así son todas

sus mañanas, en las que por una fuerza sobrenatural termina llegando, pese a su edad, a su puesto

de venta de libros. Arrastrado por una multitud creciente que lo molesta cada día más, una

multitud que le provoca ganas de irse de la ciudad o regresar al pasado, cuando uno no se perdía

en la ciudad. -Si me quedo aún, es porque quiero que la gente lea, nada más.

Page 36: Taller de Lenguaje Periodístico  2012

Lito se dispone a abrir el puesto. No se preocupa por ordenar los libros llenos de una fina capa de

polvo. No le interesa que estén ordenados, allí no existe el orden por autores, ni género, cada uno

de ellos encuentra su lugar y allí se queda. Él se encarga de otras cosas, que como dice, tienen

mayor importancia. Y aquello tan importante no es más que acomodar su eterno sillón mostaza,

sacar al sol la mecedora y asegurarse de tener espacio en la pequeña mesita de madera para el

cenicero y los cigarros.

Una vez sentado en el sillón, tras mirar varias veces a los lados y notar la mirada indiferente de

muchas personas que pasan apresuradas, Lito se queda en silencio por un largo rato.

Repentinamente interrumpe el silencio con una voz profunda e intensa, algo desgastada y rasposa,

probablemente causada por las dos cajetillas diarias que fuma desde hace ya varios años. -¡Negra!,

tráeme un café-

Se lo prepara una mujer bajita, algo subida de peso, de cabello ondulado de color negro, mucho

más joven que Lito. Parece no tener ningún problema en ser llamada así y sale del puesto de libros

de alado, rápida y atenta con la tasa de café humeante y caliente. Su sonrisa se dibuja como si se

tratara de una extraña complicidad entre ellos. Luego de dejar con mucho cuidado la taza sobre la

mesa de madera se retira silenciosa.

Aquella mujer, según explica Raúl, es su segunda esposa, que aún parece guardar cierta

complicidad con este hombre de sesenta y dos, que toma su café tranquilamente.

-Hoy me va a preparar uno de esos frijoles que le salen buenos- me dice, mientras sonríe y prende

otro cigarro. Toma un sorbo de café y se vuelve a acomodar en aquel sillón mostaza que le da un

aire pintoresco. El viento corre por su tienda y él se abriga con una casaca que se pone casi todos

los días.

El ritual del día ya empezó. El café humeante, en una taza de cerámica, el cigarro apoyado en el

cenicero de mármol y un libro en la mano. Mientras él se quede silencioso leyendo, todo jirón

Camaná baila a su alrededor. De rato en rato, una que otra persona entre a su tienda. A cada una

de ellas, Lito parece prestarle una especial atención, pues deja el libro de lado junto al café, y de

un grito, como los que siempre da, y sin levantarse de su sillón los invita a pasar.

Han aparecido dos chicas de unos diecinueve años, tal vez un poco menos. Con unos pantalones

apretados y unos polos de colores brillantes se han aproximado a Raúl que las invita a pasar y les

pregunta qué es lo que desean leer.

Las dos muchachas, que inicialmente reían entre ellas se quedan calladas, ante ese hombre de

barbas y bigotes blancos y espesos. Al rato, una de ellas, la más alta le dice que esta buscando uno

de esos libros que venden para ingresar a la universidad. Raúl, no puede evitar la risa y da una

tremenda carcajada. - Si lees uno de estos libros, te van a servir para ingresar a la universidad, más

que cualquier librito de porquería de esos que buscas-. Sus palabras suenan más a un consejo, y es

que su mirada profunda, escondida bajo esos lentes le aporta cierta suavidad, como el consejo de

un abuelo. Ambas muchachas se marchan de la tienda al poco rato, con una expresión pensativa

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en el rostro. “Estos chicos, necesitan que uno le enseñe, sino se van a pasar toda su vida así,

actuando como mayores, cuando son solo unos niños, no han crecido, no han aprendido nada,

solo viven por vivir”.

Lito no se cansa de repetir durante horas - Esta es tu casa, pasa, sumérgete, hay muy buenos

libros, que podrían ayudarte a aclarar tus dudas en este momento-, mientras lee un libro de

Toffler. La mayoría de las personas aceptan entrar a la tienda, muchos de ellos tan sólo lo hacen al

caer frente al hechizo de las palabras de aquel vendedor.

Entran, según explica Lito, porque los seres humanos siempre buscan respuestas. Yo les digo algo

que no siempre escuchan y es que las respuestas están muchas veces escritas, en estos libros.

En más de medio día, y luego de haber almorzado en solitario y silenciosamente la comida que su

ex esposa le prepara, Lito sólo ha vendido cinco libros. A algunos les bajó el precio ante el pedido

del comprador, la venta es evidentemente escasa a diferencia de los otros vendedores de libros

usados. Sin embargo, esto parece tenerlo sin cuidado, sigue leyendo y fumando como si nada más

importara. Como si se encontrara en la sala de su casa y nadie se atreve a criticarlo o decirle algo,

ni siquiera mirarlo. -A mi no me importa que me paguen- dice Lito con una voz cansada, profunda

y gruesa, como la de un hombre que ha vivido mucho. -Si veo que quieren leer se pueden llevar el

libro y me traen otro, y si no tienen, pueden quedarse a leer aquí, conmigo, me pueden hacerme

compañía-

Las horas transcurren y diferentes personas se acercan a Lito. Él las escucha y les hace preguntas.

Pasan estudiantes de periodismo, lo buscan para sentarse a tomar un café y leer todos los libros

que pueden, sin necesidad de pagar. Se sientan en la mecedora y conversan con Lito de todo lo

que pueden. Política, libros, de la vida, cualquier tema está permitido dice Lito, -Lo único que les

digo es que está prohibido deprimirse-. Pero no solo llegan jóvenes que recién empiezan a vivir

sino también, profesores que trabajan en academias preuniversitarias de la zona, mucho de ellos

vestidos con ternos oscuros de brillantes botones y camisas a punto de estallar por los vientres

prominentes. Hombres que gritan y gesticulan demasiado, que ríen en exceso y de nada, personas

que buscan en Lito alguna señal, de que no siempre se está perdido en la ciudad, de que pueden

ser escuchados, escuchar.

Un joven se acerca tímidamente su nerviosismo se esconde detrás de ojos evasivos que miran al

suelo. Vestido en ropa de verano y desafiando el frío le pide una oportunidad para poder trabajar.

La atmósfera es tensa, y el muchacho espera una respuesta. -¿Qué es lo que sabes hacer?- le

pregunta Raúl. -Se escribir- le dice el muchacho, mordiéndose las uñas. Minutos después, le

explica que terminó comunicación hace un año en la San Martín y no encuentra trabajo. Todos se

reúnen alrededor de su sillón. Empieza a hablar lentamente, toma su tiempo soltando bocanadas

de humo que le dan un aire de importancia. Sus historias pasan y pasan como un revoltijo de

acontecimientos. Habla sobre sus padres, uno de los fundadores del APRA, cuenta que fue

millonario varias veces, vendió marihuana, tuvo una pesquera y q por un año fue director del

Sistema Nacional de Bibliotecas durante el último gobierno de Alan García. Sus historias van y

vienen por 25 países que recorrió, cuando en su juventud era un hippie. Habla de sus amigos Alan

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y Dionisio Romero como tal seguridad como si los hubiera visto ayer. Todos lo miran con cierto

aire de incredulidad, pero a Lito no le importa. De un archivo viejo, saca un par de documentos y

los muestra todos, probando que lo que dice es cierto. Los documentos muestran discursos que

según él, escribía durante el inicio de la revuelta de los cuatro suyos y leía en la plaza San Martín.

Solo un muchacho se atreve a preguntar si todo aquello que dice Lito es cierto. Él no se molesta,

solo lo mira fijamente mientras toma un sorbo de café y pone a un lado sus documentos. “Sabes

una cosa ese es el problema con tu generación no creen en nada. Si no crees en esto, menos vas a

creer en ti mismo. Deberías empezar a hacer algo con tu carrera, valorarte más, no esperar a que

yo te de trabajo. Soy solo soy un viejo, mi vida ya se acabó, aprende a pedir más”.

Sin importar que un grupo de jóvenes lo miran fijamente, Lito vuelve a retomar la lectura de su

libro y da por terminada aquella conversación. Todos se marchan con una extraña mueca en la

cara, como si algo de todo lo que han visto y escuchado de ese hombre perdido en medio de los

tantos puestos, los hubiera cambiado.

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ENTRE COLAS, COLMILLOS Y CUATRO PATAS

Por Ger aldine Vivanco

Calles inmensas, llenas de arena y sin pavimentar, son el lugar preferido de

Sacha, Alaska, Preciosa, Rambo y sus demás amiguitos. O quizá el único

donde pueden correr y estar bajo los ojos y cuidados de Marlene. Estos

inquietos perros van saltando y ladrando, además de perseguir a todo

vehículo que pase en frente de casa. Cuando Marlene nota que se van

alejando del hogar, va a buscarlos. Y regresa ella, junto con todos a su

alrededor. Camina al centro, sin que ninguno le cierre el paso. Es como si

todos juntos conformasen un cuadro, cuyo eje es Marlene. No falta que uno

forme tumulto para que todos comienzan a jugar nuevamente.

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Si pasas frente a casa, puedes llevarte un susto. Pues diez perros irán a tu encuentro. Aquí

nadie se salva, seas señorita, niño, abuelita o joven. Tu primera reacción será quedarte

inmóvil y rogar que ninguno tenga rabia. Pero tranquilo solo quieren cariño. Puede

causarte pánico verte acorralado por nueve o diez perros adultos. Espera… ¡Que no cunda

el pánico! Ahí sale Marlene a llamarles la atención para que no asusten a más peatones.

“Siempre es la misma historia”, repite; mientras hace que cada uno regrese a casa.

Al principio solo bastaba una palabra de Marlene para calmarlos. “Con veinte perros no

era difícil”, explica. Sin embargo, el tiempo le ha enseñado que las palabras no bastan

para convivir con 65 perros. En esta titánica misión, su mejor aliada es un bastón de

plástico para calmarlos.

Han pasado ya 28 años desde que tomó la decisión de salvar, cuidar y velar por cada uno

de estos pequeños y cariñosos seres. Y en este tiempo, algunos han logrado encontrar un

hogar que los ha recibido y se ha comprometido a darles todo el amor que en algún

momento les fue negado. Trixie, es una perrita cachorra de tres meses que hace una

semana fue adoptada y ahora tiene una familia. Rambo es un labrador negro adulto que

fue adoptado por una familia. Pero cuando Marlene fue a visitarlo lo encontró flaco y

abandonado en el techo de la casa. Así que decidió llevárselo nuevamente. “Es más fácil

encontrar casa para los cachorros, nadie quiere a un adulto”, dice resuelta y cabizbaja.

“Aquí es alquilado”, me dice. En la sala se ven las pequeñas aberturas que deja la división

entre triplays y maderas. El ancho es angosto pero el largo parece infinito. No hay sala, ni

comedor, ni cocina. Solo hay divisiones rústicas entre la entrada, su cuarto y la parte de

atrás dónde están los perros y gatos, cada grupo en su lugar. En la entrada, te recibe un

refrigerador blanco y alto que guarda la menudencia, la carne, las cabecitas de pollo para

los gatos. Sobre una silla, en una esquina de la casa hay un costal de arroz con al menos

tres cuartos del total, “esa es la comida del día de hoy”, me explica. Doce kilos al día es lo

que prepara en comida para los canes. “No cocino para mi, sino para ellos. Yo almuerzo en

el mercado”. Marlene no confía en la comida especial para perros, dice que prefiere

cocinar. Así sabe que les da. Al lado hay botellas de agua. “No tenemos agua”, me explica.

Sobre el suelo, algunas maderas y tapers terminan por decorar la entrada.

A un metro de la puerta de casa hay un poste. Piratita está recostado bajo la sombra de

este. “Piratita fue encontrado con un ojo salido, lo han operado y está recuperándose, ya

come mejor y camina bien. Ojala lo adopten pronto”, me cuenta Marlene. “Parece que ha

sido por un golpe. En unos días le quitaran los puntos de la operación”, habla tranquila.

Todo este tiempo debe haberle enseñado a no exaltarse por la brutalidad con la que

tratan a los animales, en vez de eso, los cuida y protege hasta que se recuperen.

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“Cada uno tiene una historia, hay tristes y más tristes”. Marlene se sabe cada una de esas

historias. Sabe de las enfermedades, los síntomas, los golpes y los dolores que los

aquejaban. Así como sabe el nombre de los sesenta y cinco perros y cincuenta gatos que

ella ha bautizado. Cuando los llama para comer parece que cantase el coro infinito de una

canción. Cuando un animalito se enferma, ella ya conoce los síntomas de las

enfermedades caninas o de gatos. Ha aprendido de las experiencias.

Hay perros pequeños, grandes, adultos, cachorros pero eso no hace gran diferencia

porque cuando están todos, son como niños, solo juegan. Se corretean unos a otros, se

tiran en el suelo, se buscan pulgas, se lamen, han aprendido a convivir. Pero cuando uno

de ellos comienza a ladrar, ahí sí se arma el festín. Puedes escuchar desde muy lejos el

coro que sesenta y cinco perros interpretan al compás de ladridos, y que por lo menos

dura considerables minutos.

Perros y gatos corren libres y juntos, no hay jaulas. Los suelos están llenos de patas y colas

que se agitan continuamente. Las repisas o partes altas son los lugares de pertenencia de

los gatos. No de todos, por lo menos de los nuevos y lo más perezosos. Los puedes ver

sobre las dos camas del camarote, sobre el estante del televisor, sobre el refrigerador,

sobre el pequeño mueble que juega el papel de mesa, sobre el equipo, sobre las sillas.

Algunos están en la entrada y el cuarto pero la mayoría en la parte trasera. Juntos son 50

gatos.

“La gente no adopta a los gatos, no a los adultos”. Gatos que dan la impresión de volar,

que saltan de un lado a otro para no provocar a un can juguetón o voluble. Están ahí

aunque no notes su presencia. Seres silenciosos de la noche: independientes. Pero muy

exigentes con la puntualidad del almuerzo. Kiara, una gata blanca con manchas negras,

confiada como ella misma. Pasea junto a los perros y les enseña los dientes filudos cuando

la fastidian. Nieve, gata blanca, tranquila y relajada, prefiere la seguridad de la superficie

de un estante, ahí se queda sobre su manta.

Hace una semana, por un descampado, encontró a Titi, una cachorra de mes y medio,

ojiverde y de patas cortas. “Solo tenía parásitos y ya logro recuperarse”, cuenta

emocionada mientras le acaricia la cabeza. Marlene la lleve en sus brazos a todas partes.

Dice que no debe dejarla al lado de los perros adultos para que no la contagien de nada.

Titi es su engreída. No duda que en la próxima visita de posibles adoptantes encuentre un

hogar, ya que es pequeña, cariñosa y muy tierna. “Ya va a estar en una casa y bien

cuidada”, su voz suena nostálgica. Quizá no quiere que se vaya, porque es imposible no

encariñarse.

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“Al principio, la gente se emociona con una mascota pero luego la abandona en el jardín o

la azotea”, explica resignada. “A veces me traen donaciones y me dicen que se van a

mudar y no pueden tener a sus mascotas, entonces las dejan aquí”. La primera premisa

del albergue es no negarle ayuda a una animal al que la necesite. “Cada vez que voy a los

mercados, encuentro costales de yute con camadas de crías de gatitos. También me ha

pasado que han dejado en mi puerta amarrados a perros adultos”. Marlene no ha

rechazado a ninguno de ellos, los ha cuidado y lo sigue haciendo. Sabe que así como hay

personas irresponsables e inconscientes que no valoran la maravillosa compañía de un

amigo fiel; se ha encontrado con personas que la han ayudado y algunos que aún lo

hacen. Los voluntarios son este grupo de chicos que se encarga de difundir la existencia

del albergue por redes sociales como Facebook o Twitter. Son estos jóvenes los que

programan las visitas al albergue. Y en algunos casos dan asilo especial a perros que luego

serán ubicados en un hogar. Pero el trabajo de Marlene, en el albergue, sigue siendo igual

de arduo y duro.

Sus ánimos cambian cuando hace referencia al dinero con el cuál solventa los gastos de

casa y de sus gustosos inquilinos. “Son gastos de alquiler, comida, agua, medicinas y ahí

no termina”. Rendirse, para Marlene, no es una opción. Pero es imposible negar el

cansancio en su mirada, la fatiga en su andar, las canas blancas en sus cabellos, sus manos

ásperas, producto del trabajo, de la responsabilidad. Sus noches no son de descanso,

aunque ya se ha acostumbrado a los ladridos y los aullidos.

“Yo no tengo vida, nunca visito a mi padres y cuando ellos me llaman, lloro sola”. A los

veinte años Marlene tomó la decisión de formar este albergue sin imaginar todos los retos

que tendría que enfrentar sola. “Nunca ejercí mi carrera. Soy asistenta social. Nunca me

casé. Ellos son mi familia”, dice resignada como si se hubiese cansado de esperar un

milagro: verlos a todos en un hogar.

Y mientras habla, toma asiento. Mira a cada amigo de cuatro patas que está cerca, los

acaricia y se toma el tiempo para revisarlos uno por uno. Todos acceden gustosos, algunos

se sientan frente a ella. Otros se recuestan sobre sus pies y esperan su turno

pacientemente. Tienen todo el tiempo. “Sin darme cuenta, no sé en qué momento llegué

a tener tantos perros y gatos” y aunque su voz melancólica y su mirada perdida reflejen

que quiere empezar a vivir su vida y hacer todo lo que dejó de lado, sabe que si ella no

cuida a estos animales, nadie más lo va a hacer. Esta es la familia de Marlene.

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3. Reportaje

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Campeonísimo en el descuido

El principal estadio de la ciudad de Talara no cuenta con los requerimientos

mínimos para albergar prácticas deportivas.

Triste realidad. El único recinto deportivo de la ciudad de Talara se encuentra

sumido en un total abandono de parte de las autoridades del Instituto

Peruano del Deporte (IPD).

Por Alonso Can tuarias

Desde que el pasado 27 de noviembre, Atlético Torino hiciera uso del único estadio de la ciudad de

Talara en un partido correspondiente a penúltima jornada del campeonato de Segunda División

frente al conjunto de ‘U’ América, el Campeonísimo de Talara no ha vuelto a ser utilizado para

albergar un partido profesional de fútbol o alguna otra práctica deportiva, debido a que no cumple

con los requerimientos mínimos en temas de seguridad e infraestructura establecidos por el

Instituto Peruano del Deporte, por el Instituto Nacional de Defensa Civil (Indeci) y por la

Federación Peruana de Fútbol.

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En la actualidad, el estadio cuenta con grandes problemas de seguridad debido al deterioro de las

puertas y rejas que permiten el acceso al gramado de juego. Asimismo, la malla olímpica que

delimita la pista atlética con las tribunas, se encuentra en malas condiciones debido a que el óxido

ha corroído el metal, generando que la estructura pueda ser fácilmente destruida en caso que

cualquier individuo desee saltar a la cancha. En cuando al estado del gramado de juego, existe un

desnivel en el terreno, y gran parte del césped se encuentran en mal estado al punto de existir

espacios donde sólo hay tierra. Esta situación ha provocado que los inspectores de la Federación

Peruana de Fútbol y de la Asociación Deportiva de Fútbol Profesional no le dieran el visto bueno

para albergar partidos, lo cual ha perjudicado principalmente al club Atlético Torino que ha tenido

que buscar otros recintos deportivos para hacer las veces de local en el Torneo de Ascenso.

Sin embargo, lejos de ser un descuido momentáneo de parte de las autoridades de fútbol

talareñas o del mismo Torino, la infraestructura del Campeonísimo ha sido objeto de discusión y

cuestionamientos desde hace varios años, sin que se pueda resolver el problema.

Una postergada (y todavía esperada) remodelación.

Pese a que el 29 de setiembre del año 2010 se anunció la remodelación del principal recinto

deportivo de la ciudad en una ceremonia que se realizó en el mismo escenario y en la que

participaron, el entonces Gerente Regional de Desarrollo Social, Ing. Luís Llacsahuanga, el

Presidente del Consejo Regional del Deporte de Piura, Hernán Morante, y miembros del Instituto

Peruano del Deporte, hasta la fecha no ha existido ningún tipo de intervención de parte del

Gobierno Regional ni de las autoridades del IPD. El plan de trabajo para mejorar las condiciones

del estadio que incluía entre otras obras la elevación de paredes de la tribuna oriente; el pintado

de puertas y paredes externas; el mantenimiento de la poza de salto largo; la rehabilitación de

sardineles; pintado de arcos y muros interiores; la rehabilitación del techo de la tribuna occidente,

además de la instalación del gras artificial en el campo de juego, quedó en una iniciativa

incumplida de parte del ex presidente del IPD, Arturo Woodman. Justamente, en declaraciones

que hiciera en marzo del 2010 al Diario El Regional en el marco de la inauguración del moderno

Coliseo "Inca Pachacútec" en el distrito de Negritos, Woodman manifestó que el monto del

proyecto de Talara bordeaba la cifra de 450,000.00 mil dólares.

Según el actual Director Provincial del Instituto Peruano del Deporte de Talara, Arnaldo Cornejo

Zapata, la iniciativa que planteara el ex presidente del IPD sobre la remodelación del estadio, así

como la ceremonia que se llevó a cabo en septiembre del 2010, donde incluso se puso una

simbólica primera piedra, no terminaron por ejecutarse, por el contrario, fueron paralizadas y la

fecha de su reinicio no ha vuelto a ser tocada por las autoridades.

Una gestión insuficiente

Con respecto a las actuales condiciones que presentan las instalaciones del coloso deportivo,

Cornejo Zavala señaló que durante su gestión se han logrado ejecutar obras que han servido para

mejorar las condiciones del estadio, entre las cuales destacan la ampliación de los camerinos del

equipo local, la mejora del sistema de agua para el uso de aspersores mediante la colocación de un

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nuevo sistema de válvulas y el pintado de la tribuna preferencial. En cuando a la cancha,

manifestó que se hizo un corte topográfico con el fin de solucionar el problema de desnivel que

venía siendo objeto de quejas de parte de los equipos que utilizaban el campo. Asimismo, también

indicó que se hizo un resembrado total del campo del juego, no obstante, el hecho que no se

tenga un adecuado sistema de aspersores ha provocado que diversas zonas del campo sufrieran

las consecuencias del clima.

Se vive gracias a la caridad

Al ser consultado sobre la procedencia del dinero que financió tales obras, el Director Provincial

del IPD en Talara señaló que todo el dinero salió producto del aporte de los trabajadores de Petro

Perú, empresa que ha logrado invertir una simbólica suma para seguir manteniendo en

funcionamiento el estadio. En esta línea, indicó que el IPD sólo se encarga de los gastos del

servicio de agua y el pago al guardián del recinto deportivo. De igual forma, Cornejo expresó que

desde su llegada al cargo el 7 de febrero, no ha recibido ningún tipo de mensualidad para cubrir

los gastos operaciones que demanda el estadio.

Por otro lado, informó que el club Atlético Torino le debe al IPD de Talara aproximadamente 14 mil

soles producto de la utilización del estadio Campeonísimo a lo largo del 2011. Dicho monto, no ha

sido asumido por la institución talareña, lo cual ha contribuido para que el escenario deportivo no

pueda verse refaccionado este año.

Ante las voces de molestia de parte del presidente de Torino, Sigfredo Zarate Vite, y del tesorero

del club, Jorge Herrera Atoque, quienes sostienen que el IPD no apoya al club de fútbol más

representativo de la ciudad, el representante del IPD sostuvo que debido a los graves problemas

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económicos es que no se ha podido llegar a un acuerdo para la sesión del estadio. Sin embargo,

negó cualquier interés por perjudicar al Torino, por el contrario, manifestó que la administración

del recinto deportivo se encuentra abierta al diálogo siempre y cuando exista la seriedad de la otra

parte involucrada por solucionar su problema de deudas, ya que con ese dinero que se debe, se

podrían realizar las obras que permitan la refección de las instalaciones para que reciban el visto

bueno del personal de INDECI y de los Comisarios de la Segunda División, quienes se encargan de

dar el visto bueno para que un escenario deportivo pueda albergar fútbol.

Se necesita un cambio de hábito

Para Fidel Ravello, periodista y conductor del programa Mundo Deportivo de Radio Activa de

Talara, más allá de las buenas intenciones de la actual administrador del estadio, el problema del

pésimo estado del Campeonísimo radica en la incapacidad que tiene el IPD para generar recursos

económicos que contribuyan con el mantenimiento de los estadios que tiene a cargo. Ravello

considera que la administración del estadio de Talara y en general de todos los recintos deportivos

de Piura, debe de estar bajo el cuidado de las Municipalidades Departamentales, las cuales sí

cuentan con capital, tanto económico como humano, para darle un debido cuidado a dichas

edificaciones. En esta línea, señaló que el Campeonísimo debe seguir el mismo camino que el

Estadio Sesquicentenario de Sechura el cual pasó de ser administrado del IPD a formar parte del

manejo de la Municipalidad Provincial de Sechura a fines del 2009. Actualmente, dicho estadio

cuenta con una cancha de fútbol en óptimas condiciones, con tribunas debidamente

acondicionadas para el uso del público. y ofrece las garantías de seguridad requeridas para la

protección de los jugadores a diferencia de lo que ocurre en Talara.

Un incierto futuro

Ante los problemas económicos que tiene el IPD de Talara, fuentes cercanas al Atlético Torino

informaron que se han iniciado gestiones para que la administración del Campeonísimo pase a

manos de la Municipalidad de Talara, la cual se encuentra bajo el mandato del alcalde Rogelio

Trelles, quien ha manifestado su intención por apoyar al deporte de la ciudad y para ello desea

contribuir con la mejora del principal escenario deportivo. Por tal motivo, se han llevado a cabo

reuniones con los regidores del deporte, entre los que destaca el señor Christian Silva, con el fin

de presentar una moción de consejo que permita el cambio de administración.

Sin embargo, las gestiones que se vienen realizando, podrían entramparse en el futuro debido a

que Director Provincial del Instituto Peruano del Deporte de Talara no se encuentra de acuerdo

con que el estadio pase a manos del consejo municipal. Para Cornejo, si bien el actual alcalde de

la ciudad muestra deseos por apoyar el deporte, nada garantiza que los futuros gobiernos lo

hagan, y por ese motivo teme el Campeonísimo termine en peores condiciones a las actuales.

Frente a los beneficios que traería consigo el cambio de administración del estadio, Cornejo señaló

que el próximo mes sostendrá dos reuniones claves con Miguel Gómez, Presidente Regional del

Instituto Peruano del Deporte de Piura y con Francisco Boza, Presidente del Instituto Peruano del

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Deporte, con el fin de dar a conocer las carencias que se tiene y solicitar un apoyo económico

para solucionar los problemas de infraestructura que se tienen.

“Es necesaria una política deportiva a largo plazo”

Para Roberto Castro, editor de la página deportiva DeChalaca.com, independientemente

del administrador del estadio Campeonísimo de Talara, urge el establecimiento de una

política deportiva a largo plazo que permita el fortalecimiento de la infraestructura y la

logística que rodea el desarrollo del deporte. Al ser consultado sobre la mejor vía para la

recuperación del Campeonísimo, Castro sostuvo que el estadio de Talara representa uno

de los múltiples casos de descuido del IPD en materia de infraestructura. En esta línea

recordó que la entidad de Estado no percibe grandes cantidades de dinero de parte del

Gobierno Central lo que ocasiona que la infraestructura de todas las disciplinas del país

sea paupérrima. Asimismo, advirtió que el club de fútbol que más utiliza ese estadio, el

Atlético Torino, es un club que tiene serios problemas económicos que impiden que se

encuentre al día en sus obligaciones, dentro de las cuales se encuentra el pago por las

instalaciones deportivas. “Si las principales fuentes de ingreso para el mantenimiento del

estadio no aportan económicamente, resulta difícil esperar que sus instalaciones se

mantengan en buen estado, más aún si tenemos en cuenta las condiciones climáticas de la

región”, afirmó.

Por otro lado, Castro sostuvo que si bien los Municipios cuentan hoy en día con los

recursos necesarios para la administración de los estadios, manifestó que no siempre

existe una correcta gestión dentro de estas jurisdicciones. Por tal motivo, consideró

pertinente que el IPD y las autoridades locales y regionales, trabajen en conjunto para

elaborar planes y estrategias que permitan mejorar la deplorable situación que existe hoy

en día en temas de infraestructura.

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Sobre mi cadáver (Reportaje sobre el feminicidio en el Perú)

Por Carolina Díaz “Esta va a ser la última vez”, fueron las últimas y falsas siete palabras que escuchó Soledad decir de José. Ella tiene ahora treinta y dos años, vive en Chorrillos y, para ese momento considera que era una persona muy ingenua. Mientras mira a la sombra de la ventana de su sala, recuerda como conoció a José: Fue en una fiesta de familia en el noventa y seis, cuando ella rondaba los dieciséis. Recuerda entre lágrimas como confió en que valía la pena, en cómo sus padres estuvieron de acuerdo con la relación, parecía hombre de bien hombre- dijo. Soledad guarda aquellas marcas que no la dejan dormir y las que son fruto de innumerables cuestionamientos por parte de sus tres menores hijos: ¿Qué te pasó mami, te caíste?, gracias a dios que ellos no estaban cuando me golpeó- balbucea. La primera vez que fue violentada su primera hija, Mari Carmen, tenía apenas un año y los demás no habían nacido. Todo ocurrió a raíz de que se malogró la refrigeradora, yo no tenía plata para arreglarla y se lo dije, el estaba con la cabeza caliente y reaccionó mal, yo no estuve de acuerdo con su actitud y me jaló de los pelos. Esa fue la primera vez- Afirma. Soledad mira hacia un punto fijo y no a los ojos, por vergüenza, porque está arrepentida de no haber tenido firmeza, de haber soportado tanto. Es común en las mujeres maltratadas por sus parejas, pensar que quizá es mejor darle una oportunidad, pero las oportunidades pasan, segunda, tercera, cuarta y los golpes llegan, llega quizás la muerte, el desamparo de los hijos y la impunidad. ¿A partir de qué punto el amor se transforma en sangre? Soledad desarrolló inevitablemente el “Síndrome del esclavo”, según el ministerio de la mujer, es muy común en estos casos que la pareja agresora intercale momentos de abuso con algunos momentos de recompensa o reconciliación. La víctima necesita a su “poderoso” hombre y establece un fuerte vínculo afectivo con él. Es por eso que se aferra a los momentos momentos de calma y tranquilidad, y cree que él por fin “va a cambiar”. Aquella lúcida y jovial ex señora no está más, solo recuerda pedazos de aquel infierno, pues el trauma cerebral le ayuda a borrar obligatoriamente las escenas del pasado que repercutirían más en su futuro, es natural. El cerebro tiende a borrar las escenas traumáticas de nuestra vida. Pero no olvida su primer viaje a la comisaría. Su primer paso por la comisaría de Villa, con fuerza de voluntad ella se acercó a la primera autoridad que vio y le preguntó en qué parte podía denunciar violencia familiar. No tienes golpes- Le dijo el policía. Ella respondió firmemente: Había golpes, ahora queda el problema psicológico que me está causando el soportarlo y si no hago algo, van a haber más golpes. Tenía todas las intenciones, realmente lo estaba haciendo, como cuando resuelves el problema de matemática que no te salía en el examen, lo estaba logrando.

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Dionisio (recuerda el nombre del policía por la placa que tenía en el pecho), la miró con aire inquisitivo, llena este papel y nos vemos en un rato, voy a estar por acá- le dijo. Pero Dionisio no estaba a los veinte minutos, ahora salía por la puerta el Inspector Jefe Martínez, que le preguntó qué era lo que venía a hacer. Le pareció de lo más raro que no se informaran entre ellos sobre lo que estaba pasando, ya que ella consideraba que era algo importante, para ella y para su familia. Le volvió a contar la misma historia a Martínez pero este reaccionó de un modo reacio y puso un gesto extraño, demostrando que no le estaba creyendo, ahorita vemos lo que pasa- Afirmó. Tras la oficina se escuchó un bajo- “Qué la habrá hecho al marido para que la trate así”. Soledad estaba sola. La oración que Martínez pronunció a lo lejos parece haber salido sacada de un libro. Nos remonta a aquella página de Abril Rojo de Santiago Roncagliolo, cuando el fiscal Chacaltana pensó: “Los esposos no violan a sus esposas: les cumplen”. Y es precisamente, el germen machista el detonante y motivo por el cual, en el Perú, La violencia contra la mujer, que lleva en algunos casos, inevitablemente al feminicidio, es muy difícil de parar. Existen complejas estructuras de dominación masculina que explican estos fenómenos. No solo el feminicidio, sino la violencia contra la mujer (aquí y en todo el mundo) es indisociable de mecanismos de socialización sostenidos en el género. Sin embargo, tanto en sociología como en criminología (no olvidemos que el feminicidio es un hecho criminal) casi ningún fenómeno es reductible a una sola causa. Por eso para comprenderlo hay que ir un poquito más allá de los estudios de género. Lo que Soledad y muchas mujeres en Perú parecen olvidar es que El artículo 6 de la ley 26260 dice claramente que uno puede ir a la Policía o a la Fiscalía para denunciar violencia familiar y que ellos serán los encargados de investigar los hechos hasta su culminación. La ley también dice que la Policía y la Fiscalía nos darán las garantías para resguardar nuestra integridad. Por lo tanto si se ve que no están cumpliendo lo que dice la ley, hay que hablar con el Jefe de la Policía o el Fiscal para exigir que hagan su trabajo. Pero Soledad no hizo eso quizás por temor, por cansancio, porque creía que podía cambiar, porque pensaba que si en esa comisaría no le habían hecho caso ¿Qué sentido tenía ir a las otras cinco? ¿Con quién seguiría dejando a sus hijos chiquitos? Ella dió el primer paso, pero en el Perú la realidad es otra. Solo tres de cada diez mujeres denuncia el maltrato de su pareja. Eso hace que sea más complicado lidiar con el problema. Siete de cada 10 mujeres decide no denunciar los maltratos que recibe de su pareja. ¿Por qué? Sienten vergüenza, miedo a más agresión, divorcio o separación, no saben adónde irían, no quieren dañar a su agresor, piensan que los daños no son serios, que de nada serviría sentar una denuncia, o incluso, llegan a sentirse culpables. “La violencia familiar es un grave problema de salud pública. Es alarmante que solo tres de cada diez mujeres denuncie situaciones de maltrato, ya que tiene consecuencias profundas y directas en la salud sexual y reproductiva de la mujer. El reporte corresponde al último censo que hizo el INEI y otro indicativo es que en el Perú cada dos minutos una mujer es maltratada”, expresó Manuel Saravia, director del Instituto Guestalt de Lima.

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Otras mujeres violentadas, como soledad, no muestran marcas corporales pero, inevitablemente tienen muchas huellas internas, huellas que no son fáciles de borrar. La mujer golpeada experimenta el síndrome de fatiga crónica. El desequilibrio emocional le produce agotamiento e insatisfacción, ansiedad, disminución de la concentración, falta de memoria y de voluntad, además de debilidad física y mental. Suele desubicarse en el espacio temporal luego de un episodio violento. Es con esto que se entiende quizás, el porqué de la no decisión de la mujer agredida cuando se ve en el dilema de denunciar o no denunciar. Sin embargo, no es un factor determinante si se acude a una tercera persona de confianza para encontrar apoyo. Una situación similar la vivió Tatiana de 20 años. A su corta edad ya ha experimentado el maltrato en su máxima expresión. Cubre su rostro mientras habla porque quizá se siente confundida y avergonzada, no quiere mostrar sus golpes. Rony, como le decía de cariño, a su ex enamorado Ronald Arellano, siete años mayor que ella, la amenazó de muerte. Pero, lamentablemente, no fue sólo una amenaza, este intentó cumplirla. Ella aún lo ama y no entiende porque lo ha perdonado, sin embargo, decidió acabar con la relación el 20 de enero de este año porque sentía que podía ser peor. La primera vez que le pegó, tenían solo cinco meses de relación y en anteriores oportunidades le había levantado la mano. No lo denuncié a pesar de la indignación de mi madre, por amor y porque yo también tenía la culpa, no le podía echar todo el pato a Ronald- Dice Tatiana.

Celos que matan La suerte que tuvieron Soledad y Tatiana no es para todas, pues es común en el día a día ver portadas en los periódicos y reportajes televisivos hablando de mujeres asesinadas, generalmente por sus parejas. El feminicidio no está desconectado de los ejercicios de violencia regulares contra las mujeres. De hecho, en al menos 40% de los casos reportados por el Ministerio Público, las víctimas habían denunciado a la Policía maltratos físicos y psicológicos. Eso es señal de que algo anda muy mal en la protección de esas víctimas. No hay un perfil ni de las víctimas ni de los victimarios y, por supuesto, sería un gran aporte tener uno. La información pública disponible se ha centrado en la relación de la víctima con el victimario. Lo relevante es que la mayoría de victimarios eran personas conocidas por las víctimas. Y precisamente eso es lo que los últimos estudios destacan contra muchos sentidos comunes: el peligro real está más dentro de las casas, no afuera. Explica Diego Tuesta Reátegui, sociólogo egresado de la PUCP. Una vez, pensé que me iba a matar y a meter en una maleta, como esa chica que salió en la televisión- Dice Tatiana entre lágrimas. Y en realidad era así, ella estuvo a cinco minutos de la muerte un viernes cinco de abril del 2010. Era las 3 de la tarde y su mamá había salido, era normal que se quedara viendo la televisión cuando no tenía clases. Algunos días, Ronald llegaba para acompañarla y la veían juntos. Ese día, su ex enamorado tenía otros planes para ella. El detonante: Los celos. Un amigo en común le había contado que la había visto conversando con un hombre por más de treinta minutos en una fiesta el fin de semana anterior. Su enamorado llegó a recriminarle en el momento, no le preguntó

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como estaba, ni la saludó. No tocó el timbre, casi me rompe la puerta, hasta rompió la luna, me acuerdo que vi su mano toda llena de sangre, yo le abrí y me asusté, lo abracé pero él me tiró al suelo y me gritó: ¿Me has hecho cachudo acaso? – Cuenta. Manuel Saravia, explica que una de las principales razones por las que un hombre maltrata a su pareja son los problemas económicos, la infidelidad, los celos, pautas de crianza, hábitos de convivencia, consumo de sustancias y alcohol. Por lo que el ex enamorado de Tatiana, preso de los celos por sospechar de un posible engaño de la entonces menor, había intentado quitarle la vida. Cogió un cuchillo y se aproximó a la víctima en un relato que quizás sonaría muy acorde con una película de terror. Sin embargo, la puerta de la entrada lo detuvo, cuando se dio cuenta de que la mamá de Tatiana había llegado y lanzó el cuchillo tras el mostrador de la cocina, intentando actuar como en una escena de la cotidianidad. Los celos de pareja son el principal detonante feminicida. El jefe del Observatorio de la Criminalidad del Ministerio Público, Juan Huambachano, reportó que entre enero y mayo de este año, 26 mujeres han sido víctimas de feminicidio en nuestro país, lo que hace una suma total de 435 en los últimos cuatro años. Según el Observatorio de Criminalidad del Ministerio Público, el 31 % de los 92 feminicidios cometidos en el 2012 tuvo a ese sentimiento como factor determinante, mientras que el 16 % fue motivado por la resistencia a continuar con la relación de pareja. Las formas más comunes de agresión son las de: Asfixia o estrangulación (30 %), el ataque con cuchillo (29 %), los golpes (21 %), el disparo con arma de fuego (41 %) y el envenenamiento (4 %). Así como Ronald, muchos hombres están libres en este momento, habiendo violentado a sus parejas y/o relativas o incluso mujeres desconocidas. Habría que preguntarse, hasta que punto, en este caso, el amor es sano y en qué momento se convierte en obsesión. Si el común dicho popular “Más te pego, más te quiero” ha calado en lo más ondo de nuestra sociedad para convertirse en una especie de ley de la jungla. Sin embargo, esto no es más un juego o un mito: es la realidad. El feminicidio es un crimen que debe ser atendido por el estado. No tiene actores ni coyunturas únicas; en consecuencia, cualquier mujer puede ser agredida hasta ocasionarle la muerte. Por otra parte, los autores de los crímenes no responden a una particularidad, pueden ser realizados por personas conocidas o vinculados con las víctimas (familiar, sentimental o amicalmente), así como del entorno laboral o de estudios; además de ex convivientes o ex cónyuges o desconocidos. Aunque las cifras explican que, en su mayoría los asesinos eran personas relacionadas directa y sentimentalmente con la víctima en cuestión. La tipificación del feminicidio como delito autónomo es una de las acciones que se consideran fundamentales para prevenir y sancionar esta expresión extrema de la violencia contra las mujeres. Sin embargo, No puede afirmarse que la creación de leyes garantice el acceso a la justicia de las mujeres que han sufrido violencia como vimos en el

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caso de Soledad. Sin embargo, la existencia de una norma específica puede dar mayores herramientas para sancionar adecuadamente la violencia contra las mujeres, además que posibilita la realización de acciones de incidencia con autoridades, en la movilización por el cumplimiento de las normas. Hablar de feminicidio es útil para visibilizar la magnitud y consecuencias de la violencia de género y plantea una desmitificación de la violencia contra la mujer, evitando que se romanticen los hechos, se patologice al agresor o se naturalice la situación. Un feminicidio es un crimen contra las mujeres. No es un crimen pasional ni es perpetrado por un enfermo mental. El problema es mucho más complejo y se vincula directamente con las relaciones de dominación que han existido y existen en nuestra sociedad- Afirma el Centro de la mujer peruana, Flora Tristán. “La terapia es una buena opción, ya que permite soluciones en un 90% de los casos. Deben acudir a terapia tanto el maltratador como la mujer golpeada a fin de determinar razones psicológicas implícitas (...) esta permite controlar los impulsos, desarrollar habilidades para negociar y aprender a no lastimarse”- Dice Saravia. Y, de cierto modo es verdad, nadie ha pensado en esta posibilidad como opción, pues, generalmente, se involucra al maltratador en el problema pero no en la solución y la solución tiene que ser algo conjunto. Es claro que en el caso de agresores que tienen que ver con las mujeres, convendría arrancar el problema desde la raíz, pues un hombre agresivo no está bien de la cabeza y lo mejor sería tratarlo antes de recluirlo y que salga a seguir haciendo lo mismo. La solución no está en cuántas penas se aumenta, en cuantas leyes de crea, la solución está en manos de la psicología.

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El Olvido de los Olvidados En nuestro país, más de 240 mil peruanos padecen de Alzheimer. El sistema público no cuenta con las capacidades para ayudar a los pacientes, motivo por el cual muchos familiares abandonan a aquellos que caen presos de esta enfermedad. En el distrito del Rímac el escenario no es diferente. Aquí podemos encontrar al asilo “La Inmaculada” cuyas instalaciones albergan a 25 ancianas en total abandono. De ellas, 15 padecen Alzheimer y esperan ser rescatadas del olvido. Por: María Pía Benavides. Mercedes tiene ochenta años y las arrugas de su piel morena dejan adivinar el peso de los años que ha llevado en pie. Hoy está hundida en una silla de maderas verdes que le permiten acomodarse a sus anchas. Lleva puesto un vestido a cuadros blancos y negros, percudido por el paso del tiempo y la pobreza. Ella padece Alzheimer y la enfermedad ha deteriorado sus capacidades básicas de caminar, controlar esfínteres o asearse. “Estaba por salir y la señorita me lo ha impedido. Tengo que ir al cine con Víctor que está afuera esperándome” – reclama Mercedes. Pero Víctor no está afuera y tal vez nunca lo estuvo. Su mente fluctúa entre la fantasía y la realidad. Su cuerpo no le permite valerse por sí misma y necesita estar siempre acompañada, a fin de evitar que pueda hacerse daño. Hoy María, una técnica de enfermería, está junto a Mercedes, pero lamentablemente sólo hay 3 como ella que deben arreglárselas para cuidar a las 25 pacientes que necesitan de su apoyo. “Es una tarea muy difícil” – explica la joven enfermera mientras su mirada se pierde en el vacío de las paredes color crema del recinto. María cuenta que el caso de Mercedes demanda mucho esfuerzo y que, como ella, son la mayoría de ancianitas. “Casi todo el día duerme y en las noches está despierta. En la madrugada despierta a sus compañeras como si fuese de día, hay que estar acostándola y acompañándola; además que hay que cambiarle el pañal porque no controla ni la orina ni las heces. Ella recibe su tratamiento para la hipertensión, diabetes y unas pastillas que le recetó el neurólogo hace dos meses, pero se olvida, por su misma enfermedad, que se las hemos dado.” La tarea que desarrolla cada una de estas técnicas de enfermería es admirable, pues la situación de precariedad salta a la vista: no sólo hace falta personal, sino personal realmente capacitado. Tratar con pacientes que padecen algún tipo de demencia senil, como es el Alzheimer, requiere cuidados especializados que este asilo no puede brindar. Pero, definitivamente, para las ancianas que aquí viven, es mejor tener algo que nada.

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“La Inmaculada” es un asilo que pertenece al arzobispado de Lima y desde hace 15 años alberga a mujeres de condición económica muy precaria, solventando sus gastos de alimentación, salud, vivienda y esparcimiento. Este albergue se encuentra ubicado en la calle Manco Cápac, en el distrito de Rímac. “Como principal objetivo, buscamos que las ancianitas reciban cuidados y compañía durante el tiempo que les quede por vivir” – explica el director del hogar, el padre Pablo. La situación de extrema pobreza, el riesgo social y el total desamparo son los rasgos que determinan la estadía de las ancianas en este hogar. La mayoría de mujeres que aquí habitan, han sido llevadas por familiares de escasos recursos que ya no pueden seguir manteniéndolas o que han decidido olvidarlas. Pero este no es el caso de Mercedes. Ella fue hallada vagando en los alrededores del asilo, María la encontró. Cuenta la joven que la señora Meche (como ella la llama), se veía perdida y caminaba sin rumbo; María se le acercó y ella se mostró agresiva, fue entonces que comprendió que necesitaba ayuda. Mercedes no sabía dar razón de su dirección y, si bien recordaba el nombre de sus padres, era evidente que estos ya no estaban vivos. Cualquier intento de encontrar su hogar, fue infructuoso motivo por el cual ingresó a “La Inmaculada”. De su ingreso han pasado ya tres años. Tres años en los cuales no ha recibido ninguna visita. El asilo se encarga, pues, de cubrir las necesidades básicas de las mujeres que aquí habitan y lo hace, únicamente, por medio de donaciones. Sin embargo, estas no son continuas y, aún cuando el arzobispado no descuida sus obras, es muy difícil hacerle frente a las necesidades diarias de las ancianas. “La principal dificultad que tienen es la del personal, sólo tienen a tres técnicas en enfermería que hacen turnos; motivo por el cual, normalmente, sólo hay una o dos en atención y no se dan abasto ya que son adultos mayores con diferentes necesidades. Además de que cuentan con muy pocas medicinas y deben luchar todos los días con distintas pacientes para que las tomen” – comenta José Pablo Bullard, médico que, voluntariamente, asiste a apoyar a las ancianas, una o dos veces al mes. Produce alegría afirmar que quienes habitan el lugar cuentan con instalaciones limpias y mantenidas en buen estado, aunque bastante antiguas. Pero, por otro lado, incluso cuando hay una evidente dedicación por parte de las trabajadoras, es imposible dejar de percibir un ambiente de soledad y tristeza propios de quienes se sienten olvidados. Más allá del olvido de sus frágiles mentes, está el olvido de sus familiares. Estas mujeres no suelen recibir visitas, han sido abandonadas. Si bien es muy difícil para los seres queridos sobrellevar una enfermedad como el Alzheimer, el abandono emocional al que ellas están sometidas, sólo empeora su condición física y mental. “Estas señoras necesitan compañía y eso se ve en la misma consulta cuando uno llega y, hasta las que no tienen dolencias, se meten al consultorio y le cuentan toda su vida. Necesitan ser atendidas, tratadas y escuchadas al final de sus días, como seguramente a nosotros nos gustaría que tratasen a nuestros padres o a nosotros mismos.” – explica José Pablo. Para esto, el asilo cuenta con una pequeña área de esparcimiento en la que, aquellas señoras que pueden, se reúnen a charlar, siempre vigiladas por la técnica en enfermería de turno, “por que si se quedan solas, pueden pelear” – aclara María.

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“A veces nos reunimos en la zona de esparcimiento donde les doy una charla sencilla acerca de temas diversos haciendo hincapié en la importancia de seguir un tratamiento, de lavarse las manos o de hacerle caso a las enfermeras” – cuenta el Dr. Bullard. Es, pues, evidente el olvido en el que están sumidas estas mujeres. Olvido social, familiar e incluso propio. Sin embargo, esta situación no es propia del asilo La Inmaculada o de las ancianas de este recinto. El sistema público no cuenta con las capacidades para ayudar a los pacientes, motivo por el cual muchos familiares abandonan a sus seres queridos. En palabras del Dr. Bullard, es necesario un plan estratégico “anti-Alzheimer”, dirigido a optimizar el diagnóstico y el tratamiento, mejorar el acceso y la gestión de los recursos y fomentar la investigación. Para el Padre Pablo Correa, director del asilo, lo que hace falta es compromiso. “La única cura para estos males es la paciencia y el amor”- asevera. Si bien le gustaría poder brindarle amparo a más ancianas y contar con todos los requerimientos necesarios para tratar sus diferentes enfermedades, sabe que ya le están haciendo un bien a la comunidad e insta a los vecinos a colaborar con su causa a través de donaciones que también son recogidas en iglesias de la zona. Se dice que actualmente estamos experimentando una era en donde prima la individualidad y el mirar al prójimo parece cosa del pasado. Podemos, ante esto, decir con alegría que todavía hay personas que creen en la posibilidad de dar ayuda a los que más la necesitan, podemos afirmar que todavía quedan personas que no sólo se conforman con cumplir sus obligaciones sino que van más allá, ayudando, aconsejando y hasta volviéndose la única compañía de quienes más los necesitan.