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TALLER REFLEXIVO SOBRE LA PRÁCTICA
EDUCATIVA. UNA ALTERNATIVA PARA LA
FORMACIÓN DE PROFESORES
Carlos Valentín Córdova Serna [email protected]
Sergio Rodríguez Ayala [email protected]
Claudia Lizbet Soto Casillas [email protected]
Benemérita Escuela Normal "Manuel Ávila Camacho"
RESUMEN
Con el propósito de indagar las
percepciones que los docentes en formación
inicial de la Benemérita Escuela Normal
“Manuel Ávila Camacho” de la ciudad de
Zacatecas tienen sobre la reflexión en el
trabajo docente, se presentan los resultados de
la primera fase de un dispositivo denominado
Taller reflexivo sobre la práctica educativa.
Una alternativa para la formación de
profesores, que se llevó a cabo con estudiantes
del último año de la licenciatura en educación
secundaria con especialidad en telesecundaria.
Dichas percepciones se toman como
punto de partida para el desarrollo del taller y
manifiestan la importancia que, desde la
formación inicial, los futuros profesores otorgan
a la reflexión como una de las competencias
nodales de los profesionales de la educación.
Los resultados de esta investigación
forman parte del desarrollo de una tesis
doctoral que busca identificar los saberes
profesionales que logran los profesores en
formación al utilizar la reflexión en y sobre la
práctica educativa.
PALABRAS CLAVE: Práctica reflexiva, formación inicial, formadores de docentes.
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PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA
En la actualidad, una de las críticas más fuertes que se hace a la práctica real de los
profesores en servicio, por diferentes estudios e instituciones nacionales e internacionales,
es la permanencia de “pedagogías de uso común” (Bruner, 1997), es decir, aquellas prácticas
pedagógicas que tradicionalmente se presentan en las instituciones escolares, y que van
pasando de generación en generación de educadores, que se perpetúan como actividades
que “hay que hacer en la escuela”, y que muchas de las veces no son pensadas ni
reflexionadas, sino más bien sólo reproducidas. Dichas prácticas “tradicionales” de
enseñanza y aprendizaje, en las que el docente juega un papel de transmisor y el estudiante
de receptor, han dejado como herencia a muchas generaciones de estudiantes de diferentes
niveles educativos que no desarrollan los aprendizajes esperados ni las competencias
planteadas en los rasgos del perfil de egreso, plasmados en los Planes de Estudio; egresados
de educación básica que, en su ejercicio como estudiantes, se dedicaron en el mejor de los
casos sólo a memorizar información.
Por tal motivo, consideramos necesario que desde la formación inicial de profesores
se busquen estrategias que contribuyan a mejorar las prácticas educativas, que eleven el
rendimiento de los profesores y, por consiguiente, eleven también el aprendizaje de los
alumnos. Estrategias que traigan resultados favorables no sólo en el aprendizaje conceptual,
sino en el desarrollo de habilidades del pensamiento, de competencias para la vida y de los
saberes necesarios para que los individuos se desenvuelvan favorablemente en la sociedad
cambiante en la que les tocó vivir.
Una estrategia que ha traído resultados exitosos es la denominada práctica reflexiva.
El uso de la reflexión como medio para mejorar la práctica educativa de los profesores ha sido
estudiado y sistematizado por diferentes autores a lo largo de ya casi un siglo. Investigadores
y autores clásicos como Dewey (1933), Schön (1982), Zeichner y Liston (1996), Van Manen
(1997), Perkins (2000), Cornejo y Fuentealba (2008), Domingo Roget (2008), Anijovich,
Cappelleti, Mora y Sabelli (2009), Perrenoud (2011), Brubacher, Case y Reagan (2013),
Cerecero (2016), entre otros, han centrado sus estudios en la reflexión para el desarrollo de
la práctica de los profesores, y han manifestado en sus aportaciones teóricas la importancia
que tiene este proceso de pensamiento para la mejora de los resultados educativos.
Por esta razón, y tomando como referencia las aportaciones de los autores arriba
señalados, se presentan los primeros avances de un dispositivo denominado Taller reflexivo
sobre la práctica educativa. Una alternativa para la formación de profesores, llevada a cabo
con estudiantes del último año de la licenciatura en educación secundaria con especialidad
en telesecundaria, en la Benemérita Escuela Normal “Manuel Ávila Camacho”, de Zacatecas,
México. Este proyecto de investigación de corte cualitativo tiene como objetivo principal el
identificar y sistematizar los saberes profesionales que obtienen los profesores en formación
al reflexionar sobre situaciones clave ocurridas en la práctica educativa, así como el desarrollo
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de competencias docentes. Asimismo, busca dar respuesta a la siguiente interrogante: ¿Qué
saberes profesionales obtienen los docentes en formación al reflexionar sobre situaciones
clave ocurridas en su práctica educativa? Intentando dar respuesta a esta pregunta, se
presentan los avances de la primera fase de implementación del taller, tomando como
referencia las aportaciones de investigadores expertos sobre el tema.
MARCO TEÓRICO
Todos los seres humanos pensamos. Esa es una habilidad que nos caracteriza y nos
diferencia de los demás seres vivos, producto de un largo proceso evolutivo. Pensar es formar
ideas o representaciones de la realidad en nuestra mente, es crear imágenes de aquello que
hemos vivido, que estamos viviendo o que quisiéramos vivir. Siempre pensamos, pensamos
sobre cosas, sobre situaciones, sobre personas, sobre animales; cuando pensamos también
inventamos, recreamos, combinamos e hipotetizamos. René Descartes filósofo, matemático
y físico francés, nacido en 1596, definió al hombre como “cosa que piensa”.
Para John Dewey, posiblemente el pensador más influyente del siglo XX en el aspecto
educativo, el pensamiento es “una fortuita corriente de ideas, automática y no regulada, más
bien vana y caótica, que pasa por nuestra mente”; pensar (y reflexionar) “no implica tan sólo
una secuencia de ideas, sino una consecuencia […] tiene un propósito que trasciende la mera
diversión que procura la cadena de imágenes mentales. La cadena debe conducir a algún
sitio; ha de tender a una conclusión” (Dewey, 1998, pág. 8).
Pero, además de todo esto, el ser humano también tiene la capacidad de pensar sobre
lo que piensa, es decir, ordenar el tránsito de ideas que pasa por su mente, reflexionar acerca
de lo correcto y lo incorrecto, planificar acciones a realizar en el futuro o analizar y aprender
sobre lo ocurrido en el pasado. Para Dewey, existe un tipo de pensamiento que consiste en
darle vueltas a un tema en la cabeza y tomárselo en serio con todas sus consecuencias, a
este tipo de pensamiento lo denomina pensamiento reflexivo. Según él, la reflexión no implica
tan sólo una secuencia de ideas, sino una consecuencia, esto es, una ordenación
consecuencial en la que cada una de ellas determina la siguiente como su resultado, mientras
que cada resultado, a su vez, apunta y remite las que le precedieron.
En algunas situaciones o momentos, pensar y reflexionar se utilizan como conceptos
similares, e incluso como sinónimos, sin embargo, en el contexto educativo es necesario
diferenciarlos. La mera sucesión de ideas o imágenes mentales constituye el pensamiento,
pero no la reflexión. Esta última requiere un orden, una sistematización y secuenciación que
dirija a los pensamientos hacia una terminación aceptable, de la cual podamos obtener un
aprendizaje o una conclusión.
En el caso de quienes se dedican a la práctica educativa, hay diferencias destacables
entre la forma habitual de reflexionar como sujetos cognoscentes en la cotidianidad y las
reflexiones logradas en el campo profesional, es decir, la denominada práctica reflexiva. La
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práctica reflexiva es una actividad estructurada que se fundamenta en análisis metódicos,
regulados e instrumentados, la cual, en palabras de Domingo-Roget (2014), “se adquiere con
un entrenamiento voluntario e intensivo”. La investigadora catalana, experta en el tema de
práctica reflexiva de profesores, señala que “reflexión general y práctica reflexiva se
diferencian porque la primera ordinariamente es una actividad mental natural y ocasional,
mientras que la segunda es una actitud intelectual metódica ante la práctica [educativa], que
requiere una metodología y una intencionalidad de parte de quien la ejercita” (pág. 53).
Según Philippe Perrenoud (2004), para dirigirse hacia una verdadera práctica reflexiva,
“es necesario que esta postura se convierta en algo casi permanente y se inscriba dentro de
una relación analítica con la acción que se convierte en algo relativamente independiente de
los obstáculos que aparecen o de las decepciones” (pág. 13)
Otro pensador importante en el movimiento de la práctica reflexiva es Donald Schön.
En su libro “El profesional reflexivo” (1983) señala que la reflexión puede realizarse en
diferentes momentos o fases: reflexión sobre la acción y reflexión en la acción. Con respecto
a la primera, el autor señala que la reflexión puede darse antes y después de la acción; en
las prácticas de enseñanza se da antes de la clase en los momentos cuando el profesor
planea sus actividades académicas o “piensa” en los contenidos a enseñar, en los estudiantes
que atenderá y en las mejores formas de acercarlos al conocimiento; después de la clase, al
evaluar lo ocurrido y repensar en el éxito o fracaso de las actividades planeadas, es decir, el
análisis que a posteriori realiza el profesional sobre las características y procesos de su propia
acción. La segunda, la reflexión en la acción, se da cuando el profesor se acerca de forma
reflexiva a la resolución de problemas que surgen durante la clase, es decir, buscando
definirlos y resolverlos en el momento en el que se presentan.
De acuerdo con Schön, la reflexión en la acción y la reflexión sobre la acción son los
“mecanismos que utilizan los profesionales reflexivos para poder desarrollarse de forma
continua y aprender de sus propias experiencias”.
METODOLOGÍA
Entre los factores que condicionan la calidad de la educación, ocupa un primerísimo
lugar el profesor, lo que explica la atención que hoy se presta a todo lo que determina su
eficacia, especialmente a su formación y perfeccionamiento. Sin lugar a dudas, la formación
inicial recibida en las Escuelas Normales, es clave fundamental para el desarrollo de las
prácticas que realizan los profesores en sus aulas de clase. De esta formación recibida se
desprenden muchos de los usos y costumbres que impregnan el quehacer de los docentes;
por tal motivo, es indispensable que las prácticas académicas que se realizan en las
instituciones formadoras de docentes den pauta al análisis y la reflexión de todo lo que como
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profesionales de la educación realizamos para mejorar el aprendizaje de nuestros
estudiantes.
En México, se pretende que los estudiantes normalistas, al concluir sus estudios,
muestren rasgos deseables específicos, resultado de una formación que destaca la
necesidad de desarrollar competencias que, además de conocimientos y habilidades,
incluyen actitudes y valores para enfrentar con éxito diversas tareas.
En el Plan de Estudios 1999 de la Licenciatura en Educación Secundaria (SEP, 2001,
pág. 9), se establecen las competencias que definen el perfil de egreso, las cuales se agrupan
en cinco grandes campos:
Figura 1. Rasgos del perfil de egreso. Plan de Estudios 1999.
De cada uno de estos campos se desprenden los rasgos que el egresado de la Escuela
Normal debe poseer, a fin de desarrollarse favorablemente en las aulas como profesional de
la educación. En lo referente al pensamiento reflexivo, se menciona lo siguiente:
[…] Al estudiar los contenidos disciplinarios se deberá promover en los alumnos
normalistas la reflexión constante acerca de las adaptaciones que requiere este
conocimiento para su enseñanza a los adolescentes, tomando en cuenta los intereses
y el desarrollo cognitivo de los jóvenes […] (SEP, 2001, pág. 20).
[…] El desarrollo de competencias exige formas de enseñanza, de relación entre
maestros y alumnos que estimulen el libre examen de las ideas, la curiosidad, la
creatividad y el rigor intelectual, la participación informada, el ejercicio de actividades
de descripción, narración, explicación y argumentación, la lectura comprensiva y la
Habilidades intelectuales específicas
Dominio de los propósitos y contenidos
de la educación secundaria
Competencias didácticas
Identidad profesional y
ética
Capacidad de percepción y
respuesta a las condiciones socilaes del
entorno de la escuela
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analítica, la redacción y la discusión; la corrección y la autocorrección de los textos y el
trabajo en equipo, sin que este último implique diluir la responsabilidad individual […]
(SEP, 2001, pág. 24 ).
Según lo anterior, el docente debe adquirir en su formación inicial, no sólo capacidades
técnicas orientadas al saber hacer, es decir, no sólo desarrollar lo que algunos denominan
“técnicas de enseñanza”, sino capacidades intelectuales que ayuden al docente a enfrentar
situaciones diversas derivadas del saber, del saber ser, del saber convivir y, por supuesto,
del saber hacer. Dichas capacidades deben ayudar al profesor a reflexionar sobre todo lo que
hace en su práctica educativa, a repensar todo lo que realiza antes, durante y después de su
práctica docente. Deben ayudarlo a realizar una práctica reflexiva.
Para el Modelo Educativo 2018 de Escuelas Normales (SEP, 2018), formación es
sinónimo de desarrollo profesional, y para que se logre es necesario que los trabajadores de
la educación contemplen el aprendizaje logrado en su propia práctica y de las experiencias
de sus pares, así como la actualización de conocimientos y competencias para su mejora
permanente. Señala también la reflexión sobre la práctica como requisito indispensable para
lograr ese desarrollo profesional.
En el componente formativo, esto es lo que menciona el Plan de Estudios bajo el que
se preparan los futuros docentes. Al analizar lo anterior, y al observar algunas prácticas
pedagógicas en las Escuelas Normales, surgen nuevas interrogantes, que contribuyen a
consolidar el objeto de estudio: ¿cómo define el Plan de Estudios al pensamiento reflexivo de
los profesores?, ¿cómo está planteado el pensamiento reflexivo en los Planes de Estudio de
la Licenciatura en Educación Secundaria con Especialidad en Telesecundaria?, ¿qué
oportunidades brinda la Escuela Normal a los futuros profesores para desarrollar la práctica
reflexiva?, ¿cuál es la relación entre los distintos elementos del Plan de Estudios dirigidos al
desarrollo de la práctica reflexiva?, ¿cómo se forman los futuros profesores en la Escuela
Normal?, ¿qué oportunidades de autoformación tienen los estudiantes normalistas?, ¿qué
repercusiones tiene el pensamiento reflexivo de los profesores en su práctica docente?, ¿qué
características debe poseer el profesor para considerase reflexivo? Por motivos de espacio
quedará pendiente dar respuesta a estas cuestiones en el desarrollo de este escrito, pero
podemos asegurar que la investigación busca darles alcance.
DESARROLLO Y DISCUSIÓN
Comenzaremos por mencionar que nos asumimos a la definición de “dispositivo”
descrita por Anijovich, Cappelleti, Mora & Sabelli (2009, pág. 37). Las investigadoras lo
definen como “un modo particular de organizar la experiencia formativa con el propósito de
generar situaciones experimentales para que los sujetos que participan en él se modifiquen a
través de la interacción consigo mismos y/o con otros, adaptándose activamente a situaciones
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cambiantes, apropiándose de saberes nuevos, desarrollando disposiciones y construyendo
capacidades para la acción”.
Para llevar a cabo este dispositivo, se toma como base la asignatura de Taller de
diseño de propuestas didácticas y análisis del trabajo docente I y II, que los estudiantes
normalistas llevan en el séptimo y octavo semestres, respectivamente. Dichos estudiantes
que cursan el último año de formación inicial en la Escuela Normal, están realizando lo que
se conoce como prácticas intensivas en condiciones reales de trabajo. Los estudiantes, en
funciones de profesores practicantes, asisten a una escuela telesecundaria en cinco periodos
con duración de cuatro semanas cada uno, diferidos durante todo el ciclo escolar, a realizar
su trabajo docente. Entre cada uno de estos periodos, asisten a la Escuela Normal a sus
asesorías, donde analizan sus propias prácticas educativas, planifican las actividades
académicas que llevarán a cabo y, además, redactan su documento de titulación. En estos
momentos con duración de tres semanas, cuando los alumnos están en la Escuela Normal,
es cuando se desarrolla el taller.
Como objetivos específicos, el taller busca:
Indagar y sistematizar los conocimientos previos, empíricos y teóricos, de los
profesores en formación sobre la reflexión de la práctica educativa.
Describir experiencias sobre situaciones clave de la práctica educativa.
Generar comunidades de aprendizaje colaborativo para investigar y reflexionar la
práctica educativa a partir de situaciones clave.
Hacer uso de la narrativa como herramienta para la reflexión y sistematización de
saberes profesionales.
Con respecto a la distribución del tiempo, el taller cuenta con tres periodos de trabajo,
de 8 sesiones cada uno con una duración de dos horas, distribuidos durante el ciclo escolar.
En cada periodo se abordará un tema en particular para generar la reflexión a partir de
situaciones clave y se llevarán a cabo las 8 fases propuestas.
Los temas contenidos son: 1) ¿Qué saberes se obtienen de la ayudantía?; 2) Saberes
sobre prácticas de enseñanza (planeación, ejecución y reflexión); 3) Saberes sobre los
estudiantes (procesos físicos, socio-afectivos y cognitivos); 4) Saberes docentes de un
profesor de telesecundaria.
La metodología es eminentemente práctica y se orienta al desarrollo de competencias
docentes, en la que la reflexión es considerada como medio y fin, es decir, la manera de
desarrollar dichas competencias, pero también como una competencia en sí, lograda por los
profesores en formación. El punto de partida y la meta de llegada de cada periodo es un texto
narrativo. Las actividades se organizan como se muestra en la siguiente tabla:
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Tabla 1.
Fases del taller reflexivo sobre la práctica educativa.
Fase 1 Encuadre de las actividades
Fase 2 Reflexión de la práctica educativa. Importancia y estrategias de desarrollo.
Fase 3 Elección y redacción de la situación clave en forma individual.
Fase 4 Trabajo en equipo. Conocimiento en conjunto.
Fase 5 Redacción de una pregunta central.
Fase 6 Investigación, análisis y reflexión
Fase 7 Re – Planificación
Fase 8 Elaboración y presentación de narrativas.
El taller tiene un seguimiento formativo, en el que se lleva a cabo un proceso meta
reflexivo de las reflexiones logradas. Se da al inicio cuando los participantes comienzan a
explorar sus conocimientos previos y manifiestan sus saberes teóricos y empíricos con
respecto a la reflexión de la práctica educativa; durante el desarrollo del taller en el trabajo
individual y en equipos, y en los momentos de redacción, investigación, análisis y reflexión; y
al finalizar cada periodo del taller al momento de la redacción y discusión colectiva de las
narrativas, donde se manifiestan las reflexiones logradas y los saberes obtenidos. En este
punto del taller, los alumnos reciben además observaciones y retroalimentaciones de manera
individualizada por parte del coordinador acerca del trabajo realizado.
RESULTADOS Y CONCLUSIONES
Para efectos del presente escrito, se presentarán los resultados del primer periodo de
trabajo del taller, en el que los alumnos manifiestan sus percepciones, basadas en la
experiencia y en conocimientos teóricos abordados con anterioridad en su proceso de
formación docente acerca de la reflexión, su importancia para el conocimiento del trabajo
docente y las estrategias empleadas para su realización.
El taller se llevó a cabo con veinte estudiantes de último año de la carrera. La manera
en que realizó el trabajo fue, en un primer momento, a manera de plenaria, donde los
participantes dialogaron acerca de cuatro preguntas planteadas: 1) ¿qué entienden por
reflexión?; 2) ¿qué entienden por Práctica Reflexiva?; 3) ¿cómo llevan a cabo el proceso de
reflexión de la práctica educativa?; 4) ¿qué saberes obtienen de dichos procesos de reflexión?
Después de dialogar y exponer sus ideas, los estudiantes revisaron de manera individual los
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referentes teóricos y las estrategias realizadas a lo largo de su formación como profesores
para después socializarlas con el equipo. Al terminar este proceso, contestaron a las mismas
preguntas, pero de manera escrita y en forma individual.
Como resultado se observa que el 100% de los participantes manifiesta tener una
percepción positiva de la reflexión para la mejora de la práctica docente, pero la manera de
abordarla y utilizarla es diferente.
El 66% de los participantes definen a la reflexión como proceso mental, que ayuda a
quien la realiza a repensar sobre sus actos y paradigmas. El 33% restante la define como una
habilidad del pensamiento encaminada a la búsqueda del progreso, y la capacidad de ordenar
nuestras ideas para obtener un aprendizaje de nuestras vivencias.
Con respecto a la Práctica Reflexiva, el 100% de los estudiantes la define como
“proceso”, y en general mencionan que en él se conjunta la experiencia y la teoría, con el
objetivo de evaluar las acciones realizadas por quienes intervienen en el proceso de
enseñanza y aprendizaje y de esta manera “reacomodar” la información y replantear las
estrategias, buscando mejorar el nivel de desempeño tanto de docentes como de estudiantes.
Cabe resaltar que los estudiantes reconocen que la reflexión de la práctica educativa no es
un fenómeno que surge de manera ocasional y espontánea, es decir, al definirla como
“proceso” hacen referencia a su gradualidad y a su organización, a que cuenta con métodos,
estrategias e instrumentos propios que ayudan al logro de sus propósitos. Otro elemento que
vale la pena resaltar es que los estudiantes dan importancia a los aprendizajes que obtienen
de la experiencia, así como aquellos que obtienen de la teoría, y que con ayuda de ambos
logran mejorar sus prácticas docentes.
Con respecto al proceso de reflexión de la práctica educativa el 83% de los estudiantes
que participaron en el taller lo define como un “ciclo”, argumentando que el proceso de
reflexión comienza con una interrogante y termina de la misma manera, lo que les permite
estar en constante búsqueda de mejora. En la misma categoría, el 100% de los participantes
menciona que la reflexión se realiza antes, durante y después del trabajo docente propio en
el aula, concordando con las ideas propuestas por Donald Schön en 1983.
En referencia a los saberes obtenidos con el proceso reflexivo, los participantes varían
en sus respuestas, pero es importante señalar que la mayoría lo hace desde una postura
axiológica. Algunos hablan de honestidad y profesionalismo, otros de capacidad de autocrítica
y razonamiento y otros de mejorías en los procesos de planificación, aplicación y evaluación
de estrategias de enseñanza. En lo que el 100% de los participantes concordó es que la
reflexión contribuye a la mejora de las prácticas docentes, pues permite a los profesores
repensar y rediseñar sus estrategias, sus conocimientos, sus habilidades y sus actitudes, lo
que se ve reflejado en los resultados de aprendizaje de sus estudiantes.
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El conocer las percepciones de los estudiantes con respecto a la importancia de la
reflexión sobre la práctica educativa nos permite orientar las actividades académicas a
desarrollar. Las recientes teorías de la cognición perciben al aprendizaje como un proceso
activo, que parte (y está influido) de las creencias y preconcepciones de los individuos
(Resnick, 1989). Desde este punto de vista, en la formación de profesores es de suma
importancia averiguar las percepciones de los alumnos, quienes con los conocimientos
obtenidos en la teoría y en sus experiencias como profesores practicantes, tienen ya un
bagaje de aprendizajes acumulados.
En síntesis, puede decirse que la reflexión en la formación de profesores, ya sea inicial
o continua, es sin duda una competencia indispensable e inobjetable. Si bien es cierto que el
camino hacia la reflexividad no está exento de dificultades, ya que implica conocimientos,
habilidades y técnicas, además de tiempo y dedicación, sin dejar de lado la complejidad que
implica el cambio de pensamientos y acciones, los resultados que se obtienen en docentes y
estudiantes después de transitar el proceso reflexivo son dignos de reconocerse. El enseñar
a pensar es pues un medio y un fin, es camino y es meta en todos los sistemas educativos
del mundo. El tener profesores pensantes, críticos, autónomos y reflexivos contribuye al
desarrollo de los pueblos, y ese es y ha sido siempre un objetivo de la educación.
Para finalizar cabe aclarar que el Taller reflexivo para la práctica educativa sigue su
curso. Los futuros profesores y los docentes normalistas están en el camino de la reflexividad.
La literatura actual sobre práctica reflexiva, publicada en libros, revistas, plataformas y
memorias en extenso es cada vez más numerosa, lo cual indica que docentes e
investigadores en diferentes partes del mundo están logrando apoyarse en este proceso para
hacer que la práctica educativa mejore y se fortalezca, abandonando los antiguos paradigmas
que aún hoy, en pleno siglo XXI, siguen inundando nuestras aulas.
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REFERENCIAS
Anijovich, R., Cappelleti, G., Mora, S., & Sabelli, M.J. (2009). Transitar la formación
pedagógica. Dispositivos y estrategias. Buenos Aires, Argentina: Paidos.
Brubacher, J. W., Case, C. W., & Reagan, T. G. (2000). Cómo ser un docente reflexivo. La
construcción de una cultura de indagación en las escuelas. Barcelona: Gedisa.
Bruner, Jerome S. (1997), Pedagogías de uso común, en The Culture of Education, Monica
Utrilla (trad.), Cambridge, Harvard University Press.
Cerecero, Ingrid E. (2016), Teorización de los procesos de resignificación de la práctica
educativa del docente de lenguas (Tesis doctoral). Universidad Autónoma del Estado
de México, Toluca, México.
Cornejo, J. & Fuentealba, R. (2008), Prácticas reflexivas para la formación profesional
docente: ¿qué las hace eficaces? Santiago, Chile: Ed. UCSH
Dewey, J. (1998). Cómo pensamos. España: Paidos
Domingo-Roget, Á. (2008). La Práctica Reflexiva en la formación inicial de maestros/as.
Evaluación de un modelo (Tesis doctoral). Barcelona.
Domingo-Roget, Á. & Gómez V. (2014) Práctica Reflexiva. Bases, modelos e instrumentos.
Madrid: Narcea
Perkins, D. (1997). La escuela inteligente. Del adiestramiento de la memoria a la educación
de la mente. Barcelona: Gedisa
Perrenoud, P. (2004). Desarrollar la práctica reflexiva en el oficio de enseñar. Barcelona:
Grao/Colofón.
Resnick, L.B. (1989): “Introduction” en L.B. Resnick (ed.) (1989): Knowing, learning and
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Barcelona: Paidós Ibérica.
SEP. (2018). Modelo Educativo. Escuelas Normales. México.
SEP. (2001). Plan de Estudios 1999. Licenciatura en Educación Secundaria. Documentos
Básicos. México.
Van Manen, J. (1997). Linking ways of knowing with ways of being practical. Curriculum
Inquiry, 6.
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Zeichner, K. & Liston, D. (1996). La práctica docente reflexiva. En Reflective Teaching. An
Introduction. Nueva Jersey.