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Tarradellas y la industria de guerra de Cataluña (1936-1939) JAVIER DE MADARIAGA L L E I D A, 2 0 0 8 Prólogo de Josep Sánchez Cervelló

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Tarradellas y la industria de guerra de Cataluña

(1936-1939)

JAVIER DE mADARIAGA

L L E I D A, 2 0 0 8

Prólogo de Josep Sánchez Cervelló

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Las fotografias que ilustran este libro pertenecen al Archivo montserrat Tarradellas i macià, situado en el monasterio de Poblet.

© del texto: Francisco Javier de Madariaga Fernández, 2007© del prólogo: Josep Sánchez Cervelló, 2008© de esta edición: Editorial Milenio, 2008 Sant Salvador, 8 - 25005 Lleida (España) [email protected] www.edmilenio.com

Primera edición: enero de 2008

Depósito legal: L-6-2008

ISBN: 978-84-9743-245-0

Impreso en Arts Gràfiques Bobalà, S. L

Encadernación: Fontanet

Printed in Spain

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El libro que nos ocupa es un esmerado resumen de una tesisdoctoral. Su autor, Javier de Madariaga, lo ha desvestido de los as-pectosmásacadémicosydelvocabulariomásespecíficoycodificadode la ciencia histórica, para así acercar el pasado a la sociedad,porque los acontecimientos que marcan la vida de las comunidadesno son patrimonio de una minoría selecta sino de toda la sociedady, más aún, tratándose de una cuestión central: la necesidad dearmar a las fuerzas que defendieron, con todas las contradiccionesque se quieran, la legalidad del país. Y esta obra precisamente seadentraenunode losaspectosmásdesconocidosde laGuerraCivilespañola, la producción de armamento en Cataluña en el que tuvoun destacado papel Josep Tarradellas gracias a su capacidad paraestablecer puentes con todas las formaciones políticas y sindicales,másalládesusdivergenciasideológicas,yespecialmenteconlaCNT,queeralaprincipalfuerzavertebradoradelmovimientoobreroorga-nizado.Elcompromisoconfederalcon la fabricacióndearmamentofue un gesto de pragmatismo consecuente para atender las necesi-dades bélicas en los frentes de combate y eso obligó a esa central,y tambiéna laUGT,amilitarizar a los trabajadoresquepadecieronlargas jornadas de trabajo, horas extraordinarias muchas veces sinretribución, trabajo ininterrumpido día y noche, imposibilidad dehacer huelgas y obediencia a las direcciones sindicales. Pero, comoindica Javier de Madariaga, sin la creación por la Generalitat de laComisión de Industrias de Guerra (CIG) todo ese esfuerzo descoor-dinado y voluntarista hubiese tenido poco éxito.

LaobraTarradellas yla industria de guerra en Cataluña (1936-1939)reconstruye con minuciosidad los pasos e identifica a los artíficesde esa tarea ingente que significó la reconversión de los talleresfamiliares, las industrias químicas y las empresas metalúrgicas depequeñoymediano tamañodeCataluñaenunaverdadera industriade guerra, de la que hasta entonces no había tradición. Y eso apesar de todas las limitaciones que imponía la excepcionalidad del

PRóLoGo

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conflicto,tantoaniveltecnológico,derepuestos,defaltadepersonaltécnicoy laderivadade lavergonzosapolíticadeNo-Intervenciónala que Francia y Gran Bretaña sometieron a todo el territorio leal.Y eso fue posible, según, De Madariaga, gracias a la tenacidad deTarradellas y al apoyo que consiguió de la Generalitat y de ERC, alaCNT,ya losmilitares lealesbajo laégidadelcoroneldeartilleríaRicardo Jiménez de la Beraza. Claro que ese triplete se resquebrajóa partir de mayo de 1937, con la nueva correlación de fuerzas quesurgió a partir de la llegada a la presidencia del Gobierno de donJuan Negrín, que buscó como principal apoyo al PCE a nivel delEstado y del PSUC en Cataluña. Los comunistas, que hasta enton-ces no habían participado en la CIG, pasaron a ser los principalesagentes políticos gubernamentales en Cataluña. Además, utilizarona laUGT,que experimentóungranaugedurante el conflicto, comoariete para cuestionar la supremacía sindical de la CNT y repudiar,de paso, la política que Tarradellas venía realizando en ese campo,abonando la centralización del Gobierno de Negrín, con la excusade que ese era el camino de la victoria contra el fascismo.

Las divergencias entre el Gobierno central y el catalán por lacuestión de la fabricación de armamento pueden seguirse desdeoctubre de 1936 cuando el Ejecutivo central creó la Comisaría deArmamento y Municiones (convertida en junio de 1937 en Sub-secretaría de Armamento y Municiones). El enfrentamiento ha deatribuirse a la voluntad del entonces ministro de Defensa, IndalecioPrieto, de controlar toda la elaboración de material de guerra, puescreía que la producción, al margen de la organización y planifica-ción de su Ministerio, era estéril y poco eficiente y suponía unarepetición de esfuerzos, un aumento de los costes y un derroche demedios. Actitud que era contestada desde Cataluña, señalándoseleque se había tenido que crear la CIG porque no tenían ni manerasni estructuras que pudiesen atender al suministro de las tropas quecombatíanenel frentearagonésa lasqueelGobiernocentralhabíaabandonado mezquinamente. Se denunció también el ahogo econó-micoqueeseesfuerzode fabricaciónsignificabapara laGeneralitat,al no facilitársele ni ayuda financiera ni divisas y eso que Cataluñahabía suministrado toda su producción de guerra. Además, se aña-día que el Gobierno de Negrín fue apoderándose, por fases, de laobra de la CIG hasta que, en agosto de 1938, confiscaron las 15últimas fábricas controladas por la Generalitat. Esta medida, juntocon la militarización de la Justicia, hicieron que Jaume Aiguader(ERC) y Manuel Irujo (PNV), respectivamente ministros de Trabajo/AsistenciaSocialy sincartera,presentasensudimisión,provocandouna minicrisis política, más testimonial que efectiva. Pero, a esas

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alturas de la guerra, era difícil que la centralización orgánica de laproducciónarmamentísticacatalanatuvieseningúnaspectopráctico,pues,enplenaBatalladelEbro, laretaguardiacatalanafuesistemá-ticamente bombardeada por la aviación franquista y especialmentepor la Legión Cóndor alemana y la Legionaria italiana, paralizandono sólo la producción sino la propia vida de la retaguardia leal,impotente para alimentarse y de ver mejoradas sus condiciones devida mientras intuía que la inevitable derrota estaba cada vez máscercana.

La obra de Javier de Madariaga es también notable porquedesmenuza la CIG, deteniéndose en su creación, sus objetivos, suevolución y las diversas remodelaciones en su estructura. Tambiénes ingente el despliegue documental que realiza para reconstruir elgrupo de empresas que, de una forma u otra, estuvieron vincula-das a la CIG, ya fuesen como resultado de la incautación de losmomentos posteriores al 18 de julio o de instalaciones industrialescreadas ex profeso por la Generalitat.

La CIG dispuso aproximadamente de 200 centros de trabajo yunos 50.000 trabajadores. Sobre la producción de material de guerralascifras,comoseñalaDeMadariaga,sondifícilesdeprecisarporquela documentación no es concluyente. Aún así, se fabricaron miles debombas, toneladasdepólvorayexplosivos,milesdepiezascomo:es-poletas,detonadores,fulminantes,cargadores,fusilesMausery,quizás,cien millones de cartuchos completos, aparte de toda la maquinariaimprescindible para realizar los procesos de fabricación.

En suma, con esta obra Javier de Madariaga se consolida enel campo de la historiografía especializada en la Guerra Civil, tanabundante como, frecuentemente, poco original. Pero, ciertamente,no es ese el caso, pues su anterior libro, Reus: epicentre de la Força Aèria de la República, ya aportaba significativas novedades comola fabricación de chatos y la reparación de katiuskas que se reali-zaban en esa ciudad. Ahora, en éste que nos presenta nos ofrecenuevamente un tema original, elaborado con una documentaciónprácticamente inédita que nos permite ver con nueva luz la GuerraCivil en Cataluña, las complicadas relaciones entre los ejecutivoscentral y catalán y los esfuerzos realizados por la Generalitat paraderrotar a los sublevados.

Josep Sánchez cervelló

Universitat Rovira i Virgili - Tarragona

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I. El DESCONOCIMIENTO DE lA lABOR ARMAMENTÍSTICA DE lA GENERAlITAT

La historia de la fabricación bélica en Cataluña es seguramen-te uno de los aspectos menos estudiados en las numerosas obrasdedicadas a la Guerra Civil española. Esta carencia de trabajosespecíficos, ha coincidido con la existencia de una serie de textosdedicados a la guerra en general, en los que se recogía algún as-pecto parcial de ese capítulo de la conflagración. La mayoría deellos, tanto durante como después de la guerra, fueron elaboradospor personas del mundo de la Confederación Nacional del Trabajo(CNT) que además, habían protagonizado algunos de sus capítulos,por lo que el estudio de esa actividad armamentística ha quedadoligado al análisis general de la guerra que históricamente ha reali-zado dicha organización.1

En líneas generales, los anarquistas se atribuían haber sido lafuerza social imprescindible para la movilización industrial quepermitió la conversión del medio fabril de civil a bélico, y su direc-ción político-organizativa. Respecto a la evolución de la producciónde armamento valoraban —en paralelo a su análisis general— quehabía sidodeliberadamenteboicoteadaporabandonodesde losme-dios del Gobierno central con la colaboración de los comunistas,que temían la revolución social que según los confederales habíacomenzado en Cataluña.

Por lo demás, únicamente existían dos textos, que fueron ela-borados durante la guerra desde la presidencia de la Comisión deIndustrias de Guerra (CIG, la Comisión). Son trabajos realizados

1. valencia, c. de: “Las industrias de guerra al servicio de la libertad” en De julio a julio. Un año de lucha, Valencia, ed. Oficinas de propaganda y prensa de la CNT 1937,páginas. 159 a 175. Souchy, Agustín y Folgare, Paul: Colectivizaciones. La obra constructiva de la Revolución Española, Barcelona, ed. Tierra y Libertad, 1937. De Companys a Indalecio Prieto. Documentación sobre las industrias de guerra en Cataluña, Buenos Aires (Argentina),EdicionesdelServiciodePropagandaEspaña,1939.Abad deSantillán,Diego:Por qué perdimos la guerra. Una contribución a la historia de la tragedia española, Madrid, G. del Toro Editor,1975. PeiratS, José: La CNT en la revolución española, Cali (Colombia), Ediciones MadreTierra-Asociación Artística La Cuchilla, 1988. III vols.

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desde una óptica más bien profesional y administrativa que abier-tamente partidista.

En octubre de 1937 se publicó el primero de ellos, el Report d’Actuació (Confidencial).2 En el prólogo, Josep Tarradellas, su pre-sidente, se refería a los orígenes legales de la CIG en agosto de1936,a laadaptaciónycoordinaciónde toda lacapacidad fabrildelPrincipado para la guerra, y la instalación y montaje por cuenta dela Generalitat de unidades fabriles que complementaran y amplia-ran las posibilidades de producción existentes. A continuación, elinforme recogía, sin detallar, relaciones del variado material que sehabía obtenido bajo el mandato de la CIG, el balance parcial de lorealizado por algunas empresas privadas y algunos datos sobre lamaquinaria construida durante esos catorce meses de actividad.

El capítulo principal era el de las fábricas de la Generalitat o,en todo caso, el más coherente y comprensible desde el punto devista de la información que aportaba. Señalaba que estas industriascontroladas totalmente por la CIG fueron 15, y su denominaciónera un número precedido por la letra F, de Fábrica.

Las F-4, 5, 6, 10 y 13 eran solamente aludidas porque en esasfechas, octubre de 1937, aún estaban en fase de instalación y mon-taje. Explicaba uno por uno cada proyecto, sus antecedentes, supuesta en marcha, algunas de sus secciones internas, sus plantillasy sus cifras de producción.3

El memorándum incorporaba, asimismo, como dependenciasdirectamente regidas por la CIG, el Parque de Artillería de SanAndrés,cuyasinstalacionesytalleresfueronequipadosbajosuman-dato, y elLaboratoriodeQuímicaOrgánica (LQO)de laEscueladeIngenieros IndustrialesdeBarcelona,dondese realizabanpruebasytanteospara losprocesosquímicos industriales.También informabasobre la explotación de las minas de manganeso, que empezaronobteniendo5taldíadeproductoconunariquezadel78%,yhabíandado hastasetiembrede1937,un totalde700 toneladas.Señalaba,además, que la Generalitat había invertido 22 millones de francosen materias primas, maquinaria, herramientas y aceros especialesy que la CIG tenía intervenidas unas 500 fábricas y talleres, queempleaban a 50.000 trabajadores, cuya nómina semanal ascendíaa 3.500.000 pesetas. En lo que denominaba fábricas y talleres que

2. Report d’Actuació (Confidencial), Barcelona, Generalitat de Catalunya, 1937, 70páginas.

3. Las tablasdeproduccióndelReport d’ActuacióhansidorecogidasporBricall JosepMaria:Política econòmica de la Generalitat (1936-1939),Barcelona,Edicions62,1978,páginas68 y 69, vol.I.

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producían material auxiliar por cuenta de la CIG, calculaba queoperabanotras30.000personas, loquesumaría“de80.000a90.000obreros para industrias de guerra y otras de ellas derivadas”. Comoveremos a lo largo de nuestra exposición, esta cifas son claramenteexcesivas.

ElReportsecompilórápidamente,conmáspremuraquemetodo-logía,paraquelaGeneralitatysusaliadospudierantenerelementosde primera mano para defender al Govern en la crisis de octubrede 1937, cuando la CIG perdió el control de las fábricas de origenprivado —todas menos las 15— a favor del Gobierno central.

Con losmismosobjetivos ymétodos, en juliode1938 se editó elotro texto, L’obra de la Comissió de la Indústria de Guerra,4 tambiénelaboradobajoladireccióndeTarradellascomopresidentedelaCIG.Este informe no ha sido nunca publicado y sólo fue citado parcial-menteen1970porJosepMariaBricall.Dichodocumentopresentabacincobloques:antecedentesyprimerospasosde laCIG;cadaunadesus tres principales secciones de trabajo, Sidero-Metalurgia, Químicay Aviación; y la estructura organizativa.

Era la primera vez que se nombraban zonas geográficas concre-tas, como el Bages, la Costa Brava, el Ampurdán, Olot y el VallèsOccidental, que completaban el despliegue de la industria de guerrajunto a la ciudad de Barcelona.

Exponía que la CIG precisó ante todo poner orden, coordinacióny dirección en todos los factores que se iban incorporando a su es-tructura. Esto no era fácil, puesto que había que hacerlo al mismotiempoquelosencargosdematerialibanllegando.Paraelloseorganizóuna asesoría técnica, que procedió de inmediato a la clasificación delas empresas metalúrgicas de Cataluña, con el objeto de conocer lasposibilidadesdeproducciónyadaptabilidaddecadauna,yalmismotiempo conseguir una visión de conjunto de los medios con los quese contaba. También se buscaron planos, se realizaron estudios y sehicieron cálculos de materias primas. La primera necesidad era latransformacióndelasfábricaseninstalacionesaptasparalaindustriabélica. Una vez decidida la utilización de cada centro, se procedía aobtener y construir la maquinaria adecuada para pasar cuanto antesa la producción.

4. L’obra de la Comissió de la Indústria de Guerra,Barcelona,GeneralitatdeCatalunya,1938,118 páginas. En el archivo Tarradellas de Poblet existen otros dos libros de la Generalitat conel rótulo de Comisión de Industrias de Guerra: La política financera de la Generalitat, Barcelona,1937, y la firmada por J. O. Barca: L’obra financera de la Generalitat durant els sis primers mesos de la revolució, Barcelona, 1937, dedicados exclusivamente a la cuestión hacendística.

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Como ejemplo de las profundas dificultades técnicas que la CIGtuvoquesortear,exponíaelcomplejoprocesoparaobtenercartuchosMauser de 7 milímetros, que constaba de catorce operaciones sola-mente para la vaina, y otras tantas para la bala, todo ello sometidoafluctuacionesderivadasde la calidadde losacerosde lospunzonesy las matrices, y del latón especial denominado militar, para las pie-zas.Enel campode laproducciónde cartuchos, citaba la fábricadeGeronacomounade lasmejoresdeCataluña.5El informesedeteníaconstantemente en detallar los procesos técnicos y las medidas y ca-racterísticas de la composición de los metales necesarios para todotipodearmamento:granadasrompedorasde70yde105milímetros,granadas de 155 milímetros, granadas de mortero, espoletas...

El último apartado se refería a la organización que daba co-bertura y sostenía las actividades mencionadas. Todas las fábricas ytalleres de industria de guerra, la movilización industrial de obrerosy técnicos, y la adquisición de materias primas, hizo necesario elestablecimiento de servicios que confeccionaran nóminas, atendieranfacturas, tramitaran documentos y realizaran estadísticas. En las ofi-cinas de la CIG estaban centralizados sus servicios administrativos,y era también la sede donde la Comisión celebraba sus reuniones yfuncionaba su Secretaría General.

Amododeepílogo,afirmabaquelosdatosexpuestosdemostrabanque en Cataluña se había construido una industria de guerra queestaba en marcha. Pero constataba las escaseces financieras sufridasy reprochaba al Gobierno su negativa a facilitar ayuda monetaria ydivisas, a pesar de que Cataluña le había suministrado toda su pro-duccióndeguerra.Eneltexto,Tarradellasaseverabaquelaexistenciay el funcionamiento de la CIG había sido un magnífico ejemplo deunidad, a pesar de las diferencias ideológicas de sus integrantes, yun caso modélico de firmeza, continuidad y de voluntad constante einvencible, gracias a las cuales había podido trabajar con cohesióny eficiencia.

Como se puede observar, este trabajo, a diferencia del Report d’Actuació, aportaba más información sectorial y territorial. Se cen-traba en las carencias y las necesidades de ciertos productos que seiba constatando con la prolongación de la guerra, y en los procesosdemontajedelas15fábricasdepropiedadexclusivadelaGeneralitatdirigidas por la Comisión.

Enelmesde juliode1938,queescuandoseelaboróel informe,para Tarradellas ya era un hecho que el Gobierno iba a incautar ala Generalitat sus fábricas (como así sucedió en agosto). Por tanto,

5. Se refería a la F-12.

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el presidente de la CIG habría querido elaborar un documento muyexplicativo de por qué el Ejecutivo catalán había emprendido laconstrucción de aquellas instalaciones, a qué se dedicaban, y en quéconsistía su papel organizativo-administrativo.

Por otra parte, apelaba a que lo creado de nueva planta por laGeneralitat era una inversión de futuro, una clara reivindicación desu actuación, en oposición a las injustas intenciones expropiatoriasdel Gobierno. Finalmente, a raíz de la llamada crisis de agosto de1938, en la que Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y elPartido Nacionalista Vasco (PNV), con Aiguadé e Irujo, salieron delEjecutivo central, las fábricas de la Generalitat fueron incautadas.

Por lo que se refiere a otros textos que hayan tratado el tema,tenemos que llegar al año 1970 para volver a encontrar otra obra,que, sin estar centrada en la industria de guerra, se acercaba a ellaen sus páginas. Era Política econòmica de la Generalitat, de JosepMaria Bricall.6 Este trabajo tuvo la particularidad de haber sidoelaboradoconnuevomaterialoriginalde losarchivosdeTarradellasen el exilio, manejando por primera vez L’obra de la Comissió de la Indústria de Guerra, y tenía la virtud de avanzar, más que hastaentonces, en una explicación lógica de la CIG, en la diferenciaciónde campos de la industria de guerra y en la coherencia de su or-ganización.

En el capítulo titulado “El grau d’intensitat de la política indus-trial: la Comissió d’Indústries de Guerra” recogía el enlace de losprimeros momentos de fabricación espontánea, en el periodo delComité Central de Milicias Antifascistas de Cataluña, con la crea-ción institucional de la CIG en agosto de 1936 y su composiciónpor consejerías.

Explicaba que, unos días después, la Generalitat había emitidodosdecretospor losque seponían enmanosde laCIG las grandesindustrias privadas de Cataluña, que habían de ser la primera basematerial para la producción de guerra.

En cuanto a la estructura organizativa, exponía la división ensus secciones internas: Aviación, Químicas y Sidero-Metalúrgica.Relataba cómo en la pugna entre la Generalitat y el Estado por lafabricacióndearmamento,elGobiernohabíaidopocoapocopene-trandoenlaredindustrialymermandoelmandocatalán,pormediode requisas y decretos, hasta apoderarse de las 15 instalaciones dela Generalitat en agosto de 1938. La obra tiene la virtud de hacermención,porprimeravez,a lasdiferenciasentreel sectorpúblico y

6. Bricall, Josep Maria: Política económica de la Generalitat (1936-1939), Op. cit.

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elprivado, relacionandoapartirdelReport a las15 fábricas regidaspor la CIG. También recogía unas conversaciones entre ministros yconsejeros, en febrero de 1937, que trataban, entre otros temas, lafinanciación de la industria de guerra en las que se llegó a crearuna comisión mixta para el estudio de los gastos de guerra de laGeneralitat desde el 18 de julio.

Aparte de estas referencias concretas, la obra de Bricall es elmejor complemento al estudio de las industrias de guerra, ya quealudea suexistenciaya laatenciónquemerecíanen todas lasme-didas políticas y económicas tomadas por la Generalitat durante elperiodo. No obstante, su trabajo no entra a examinar los distintossectores de la fabricación bélica, ni sus características, ni tampocola organización interna de la CIG, ya que no era su objetivo.

Junto a estas obras, hay otras de tipo local o monográfico que,sin estar centradas en la CIG y su red de empresas, analizan laindustria de guerra desde otros ángulos, y ayudan a comprender elconjunto de la situación. Éstas se centran en Sabadell, Reus, Flix,y la casa Riviere de Barcelona.7

Por lo que se refiere a memorias y biografías, son útiles, paramejorar el tema, las de algunos personajes que fueron protagonis-tas de acontecimientos cercanos, o relacionados con la industriade guerra, que, si no datos directos, sí aportan alguna informacióncomplementaria o de interés.8

En resumen, el estado de la cuestión al abordar este estudio sereducía a unos pocos documentos de la época de la guerra (El Re-port, L’obra), algunos trabajos parciales no centrados en el tema delas industrias de guerra, algunas obras de tipo local y unas cuantaslíneas en volúmenes autobiográficos.

Enelpresentevolumen,lostextosydocumentacióndelaComisiónde Industrias de Guerra, en su mayor parte procedentes del ArxiuMontserrat Tarradellas i Macià, han sido traducidos del catalán.

7. CaStellS Peig, Andreu: Sabadell. Informe de l´oposició. Guerra i revolució 1936-1939,Sabadell, Edicions Riutort, 1975. Madariaga, Javier de: Reus: epicentre de la força aèria de la República, Tarragona, Arola Editors, 2000. Madariaga, Javier de y Sánchez cervelló, Josep:“La guerra civil”, en Pere Muñoz hernández (dir.), Centenari de “la fábrica”. De la Sociedad Electroquímica de Flix a Erkimia. 1897-1997,Barcelona,Ed.Ercros,S.A.,1997. MonJo,AnnayVega,Carme:Els treballadors i la guerra civil. Història d’una industria catalana col·lectivitzada,Barcelona, Ed. Empúries, 1986.

8. oSSorio,Ángel:Vida y sacrificio de Companys,BuenosAires (Argentina),Ed.Losada,1943. EScofet, Frederic: Al servei de Catalunya i de la República. La Victoria (19 de julio de 1936), París, Ediciones Catalanas de París, 1973. Guarner, Vicenç: L’aixecament militar a Catalunya i la guerra civil,Publicacionsde l’AbadiadeMontserrat,1980.DíazSandino,Felipe:De la conspiración a la Revolución, Madrid, Ed. Libertarias, 1990.

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II. lA CIG

1. Creación por la Generalitat y primeros mediosLaindustriadeCataluñaamediadosde1936eraunaestructura

de varios miles de trabajadores y cientos de instalaciones de todamedida y característica. A diferencia de la del norte, la otra zonamás industrializada del territorio republicano, en el Principado noexistía industria pesada ni gran siderurgia; más bien, se trataba deempresas del sector textil, fábricas y talleres de metalurgia de muyvariada actividad y tamaño, algunas grandes firmas de la química,y un pequeño sector de la minería. Evidentemente, hay que pensaren cada uno de estos sectores con toda una industria auxiliar a sualrededor con la cual se retroalimentaban, que iba desde las fun-diciones hasta la fabricación de maquinaria, repuestos y todo tipode accesorios y complementos.1

La metalurgia era el principal sector de actividad dentro de laindustria, y las grandes firmas españolas y extranjeras del ramocomo La Maquinista Terrestre y Marítima, Pirelli, Riviere, Metalesy Platería Rivera, Hispano-Suiza o Elizalde estaban radicadas enCataluña. Pero por debajo de esas factorías, existía toda una redde empresas medianas y menores, y de talleres de tipo familiar ysemifamiliar,queprácticamentecubría lageografíaurbanadelPrin-cipado y trabajaba en todas las variedades de esa actividad.

Por contra, en el sector de la industria química, fuera de losgrandes nombres como Cros, Fabricación Nacional de Colorantes yExplosivos, la Sociedad Electro-Química de Flix o la Unión Espa-ñola de Explosivos, no existía un verdadero tejido industrial, sinosimplemente una serie de empresas, que, como las grandes, se de-dicabana laproduccióndeabonos,pirotecnia comercial, productosde farmacia y para el sector textil, y precursores para droguería,limpieza y otros efectos.

1. Para una visión general de la industria en Cataluña en este periodo, ver Bricall,Josep Maria: Política Econòmica de la Generalitat (1936-1939), op. cit. y Cabana VancellS, Francesc: Fàbriques i empresaris. Els protagonistes de la revolució industrial a Catalunya, vol.I, “Metal·lúrgics. Químics”, Barcelona, Enciclopèdia Catalana, 1992.

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Tanto la industria metalúrgica como la química estaban dedi-cadas por entero al sector civil. La única empresa de Cataluña quefabricaba material militar antes del 18 de julio de 1936 era Piro-técnica Espinós, de Reus, que, desde unos años antes, suministrabaartificios de iluminación y señales a la Aviación.2 Pero no se habíandesarrolladoenlosañostreintaenCataluñaindustriasmilitaresodeaquellas que siendo civiles tuvieran una actividad para el Ejército,salvo contratos puntuales de material complementario. El Parquede Artillería de San Andrés era, al estallar la contienda, la únicainstalación que poseía algunos medios fabriles de armamento, queno iban mucho más allá de la capacidad para atender averías yreparaciones, realizar la carga de proyectiles y, si acaso, produciralguna cantidad de vainas o de balas. El Parque también guardabala documentación técnica suficiente como para que se pudiera aco-meter la fabricación de cartuchos Mauser.

Todos estos datos nos dan una visión aproximada de la reali-dad en la que se iba a mover la CIG, una organización centradaexclusivamente en la reconversión de la industria de Cataluña y suadaptaciónpara laproducciónbélicay lasdificultadesenelprocesopara consolidarlas.

En las primeras semanas tras el 19 de julio triunfal, en Cataluñael poder popular lo ejercieron la CNT y la FAI, tanto en la calle ypor medio de hechos consumados, como en la especie de gobiernorevolucionario que fue el Comité Central de Milicias Antifascistas deCataluña.LaCNTeramayoritariaentrelostrabajadoresdelaindustriacatalana, lo cual le daba un papel imprescindible en la movilizaciónpara la actividad bélica.

Enesecontexto,laconocidaentrevistadeCompanysconlacúpulade la CNT-FAI en la tarde-noche del día 20 de julio para ofrecerlessucolaboración, eraen laprácticauna formade reconocerque, sinla masa confederal, poco se podría avanzar en ninguna dirección.3Apartirde entonces, la creacióndelhegemónicoComitéCentraldeMilicias Antifascistas supuso la convergencia del resto de fuerzaspolíticas con ese poder social libertario al que se le reconocía unacierta primacía en el nuevo marco político.

2. “Algunas notas sobre la labor desarrollada”, s/l, s/f [agosto de 1938], 33 páginasmecanografiadas.(Carpeta-1513,Documento-55).ArxiuMontserratTarradellasiMacià(AMTM),Poblet.

3. Para las jornadas del 18, 19, y 20 de julio, ver Abad de Santillán, Diego: Por qué perdimos la guerra. op. cit., Romero, Luis: Tres días de julio, Esplugues de Llobregat, Ed. Ariel,1967. EScofet, Frederic: Al servei de Catalunya i de la República. La Victoria (19 de julio de 1936), op. cit. y Paz, Abel: 19 de juliol del 36 a Barcelona, Barcelona, Hacer, 1988.

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Dentro de la distribución de tareas de dicho organismo, JuanGarcíaOliver fuenombrado jefedelDepartamentodeGuerra (otrasveces también llamado Comité de Guerra), y enseguida pidió alSindicato de la Metalurgia de la CNT que le trajeran al hombremás disciplinado y mejor conocedor de la industria: el designadofue Eugenio Vallejo Isla.4 Éste ya figuraba como delegado para laincautacióndeinstalacionesdelorganismoqueencabezabaOlivereldía6deagostode1936,yconesecargofueelresponsabledellevara cabo un primer balance apresurado de la situación de fábricas ytalleres, para poner en marcha inmediatamente la producción máso menos organizada de armamento.

Laprimerafuerzaantifascistaenproclamarabiertamentelanece-sidaddeelaborararmamento,fuelaCNT-FAI;ytambiénlosprimerosque se pusieron a la tarea en los talleres de la Hispano-Suiza. Esaempresa era durante los primeros días el epicentro fabril confederal,y allí tenía Vallejo su despacho, ya en calidad de responsable de“Incautación de fábricas” para el Comité Central de Milicias.5 Losanarquistas tambiénacometieronen losprimerosdías, la fabricaciónde elementos para la guerra desde las empresas Torras, Girona yVulcano.6

Enesosmismosmomentossegeneralizólafabricaciónpartidistade armamento. Al no tener los mismos medios que los confedera-les, todas las organizaciones sociales y políticas se aprestaron sinexcepción a procurarse locales y maquinaria para fabricar armasy munición para sus propios militantes. Pero durante las primerassemanas,tantoestetipodeproducción,comoladelaHispano-Suizay otras casas, consistía en bombas de mano y explosivos más bienrudimentarios,reparacióndefusiles,reforzamientodevehículosconchapas de protección, etc.

La fabricación de todos esos artefactos e ingenios durante esassemanas no hubiera pasado ninguno de los requisitos mínimosde cualquier control técnico militar. Muchas veces se denominababomba loquenoeranmásquebarrenospara laminería,obombasde mano a paquetes explosivos con poca fiabilidad. Los primerosvehículos que salieron reforzados de la Hispano eran denominados“blindados” por los confederales y por algunos autores sobre la

4. García Oliver, Juan: El eco de los pasos, París, Ed. Ruedo Ibérico, 1978, página182.

5. “Casaconstructoradematerialdeprotección”,s/l,6-VIII-36,1páginamecanografiada.(C-1516, D-7). AMTM, Poblet.

6. Abad de Santillán, Diego: De Alfonso XIII a Franco, Buenos Aires, Ed. TipográficaEditora Argentina, 1974, página 435.

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Guerra Civil, pero hoy en día nadie consideraría así a automóvileso camiones con chapas de hierro de entre 10 y 25 milímetros a sualrededor,queloslastrabanylesimpedíanfuncionaradecuadamentey, en general, no sirvieron de mucho. En todo caso, lo relevante esque la militancia o, más que la militancia, la población confede-ral, asumía la fabricación de material de guerra como uno de suscompromisos antifascistas personales y partidistas, en el que eranparticularmente responsables por su condición de mayor fuerzaproletaria. Eso condujo, sobre todo hasta mayo de 1937, a una en-trega total y entusiasta de los obreros cenetistas al trabajo en lasindustrias de guerra; no se escatimaban largas jornadas, en funciónde las urgencias de los frentes, dependiendo de la disponibilidad dematerias primas, ni la realización de horas extraordinarias, a vecessin cobrar, ni se eludía el trabajo a turnos.

Peroapesarde todoeseentusiasmo,espocoprobableque todala potencia social de la CNT, todo su impulso militante y toda sufuerza fabril, hubieran sido suficientes para crear una industria deguerra amplia e integrada. No creemos que desde el Departamentode Guerra del Comité Central de Milicias, en el caso de que éstehubiera pervivido durante más tiempo, o la CNT, si su hegemoníanohubieradeclinado, lohubieranconseguido.Lodestacable esquelaCNT,que tenía lavoluntad,elpodery losmedios,probablementenohubierapodido llegara fabricar enmasaarmamento,oalgoho-mologableaarmamento.Labélicaesuna industriaquerequiereunciertoniveldeconocimientosdemecánicayfísicayquímica,ycuyodominio técnicoes indispensableparasuperar lameracombinaciónde elementos empíricosaprendidos tradicionalmente en la actividadcivil. A los cuadros de la CNT, incluso a los más preparados, lesfaltaba cualificación y experiencia en un campo profesional en elcual no se habían formado.

Estonoquieredecirqueconlahegemoníaconfederalsolamente,sin más alianzas, no se hubiera superado esa fase inicial de tipocasi artesanal en la fabricación de armamento; es probable que sehubiese dominado y mejorado, pero nunca hubiera alcanzado unaproducción compleja e integrada de material en serie, homologablepor los técnicos militares, como se iba a conseguir en la colabora-ción que implicaba la CIG.

En la fase del Comité Central de Milicias, García Oliver ya sehabía entrevistado con el coronel de artillería Ricardo Jiménez dela Beraza en su sede de la Capitanía General, y habían habladode la necesidad de tanques, granadas de mano, proyectiles con

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espoleta, cartuchería, fusiles... Y justamente de ahí es de dondevendríaelconocimientoylatécnica:delospocossectoresmilitaresprofesionales que permanecían en activo en Cataluña y se habíanpuestoal serviciode losantifascistas.Estecontactoentre la fuerzamilitar profesional y la mano de obra de la industria que se iba adedicar a la producción bélica, ese mínimo embrión nacido con elComité Central, fue muy acertadamente recogido en el momentoen el que se creó la CIG.

En el primer gobierno autónomo de la guerra, constituido elúltimo día de julio de 1936, formado por las fuerzas republicanascatalanas de izquierdas más el recién aparecido PSUC, se creó laConsejería de Defensa, que encabezaba como independiente el co-ronel de Aviación Felipe Díaz Sandino. Dicha Consejería constituyódesde su creación el polo aglutinante de casi todos los militaresprofesionales lealesa laRepúblicaquehabíanquedadoenCataluñatras la derrota de los facciosos el 19 de julio. Desde ahí se inicióenseguida el encuadramiento de todos ellos en una estructura or-ganizativa que tenía la guerra como prioridad única y central desu actividad. Vicente Guarner fue, durante la primera fase de laexistencia de la Consejería de Defensa, su viceconsejero y, según él,su misión —que reconoce que no tenía ni idea de cómo realizar—consistió en “...organizar una especie de ministerio de guerra quepudiera sustituir al Comité Central de Milicias en la dirección dela lucha y en la organización de elementos”. Esta Consejería habíanombrado jefe de la Inspección General de Artillería y asesor deIndustrias de Guerra a Ricardo Jiménez de la Beraza.7 Éste, quehabía llegado a Barcelona el 23 de julio, era artillero de profesión,y si hubiera que personalizar en alguien la aportación de conoci-mientos técnicos imprescindibles que proporcionaron los militaresa la industria de guerra, habría que hacerlo en él.

Desde el momento de la constitución de la Consejería de De-fensa, este militar antifascista se puso a sus órdenes, quedandoinmediatamente encargado de la provisión de armamento para losfrentes de lucha, y fue designado días más tarde su representanteen la constitución de la CIG. Desde ahí desplegó una actividadincansable, convirtiéndose por su capacidad y buen hacer en elpunto de encuentro de republicanos, confederales y militares. Lamedida de la confianza de la que gozaba entre los vocales de laCIG la puede dar el hecho de que durante los primeros meses desu existencia, llegó a ejercer en algunos momentos de vicepresi-dente de la Comisión.

7. Guarner, Vicenç: L’aixecament militar a Catalunya i la guerra civil, op. cit, páginas164 y 165.

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A lo largo de las primeras semanas del periodo, entre el perso-nal cualificado de la CNT, de Esquerra Republicana de Catalunya(ERC), o de los técnicos profesionales de las distintas institucionesde Cataluña, nadie sabía cómo fabricar cartuchería o bombas deaviación o espoletas o fusiles. Cuando fueron apareciendo algunosplanos y documentación a tal efecto entre las ruinas del Parquede Artillería, hacía falta personal con experiencia que los supierainterpretar, y sobre todo difundir en forma de proyectos y órdenesconcretas a los mandos intermedios de las fábricas que las iban aproducir. Y esa fue la tarea que desarrollaron Jiménez de la Berazay un puñado de abnegados militares leales a la República.

Miguel Ramírez de Cartagena, comandante de Aviación, fue tam-bién designado por la Consejería de Defensa para la CIG. Su trabajoconsistió en impulsar la producción de bombas y la fabricación detetraetiloparalagasolinadelosaviones,yenorganizarelaeródromodel Prat de Llobregat, reparar averías y empezar a adaptar para laguerra las avionetas civiles. Impulsó y contribuyó a organizar unaserie de campos de aterrizaje por toda Cataluña y a levantar losmejores núcleos de industria aeronáutica del territorio en Reus y enSabadell.

LuisArizónMejía,capitándeArtillería,oelcomandanteAlfredoSanjuán Colomer fueron otros de los hombres que a las órdenesdel Gobierno de la Generalitat asesoraban a las fábricas, montabanservicios,yaportabansusconocimientosprofesionalesysuesfuerzoal desarrollo de la tarea. Todos estos militares y otros con papelesintermedios, como se puede deducir una fuerza socialmente insig-nificante, no dudaban ni un ápice sobre la necesidad de realizartodos los esfuerzos posibles para enhebrar todo el potencial fabrilposible de Cataluña en la fabricación de material de guerra. Perosin el acuerdo y el concurso entusiasta de la masa obrera de lasfábricas y talleres, nunca lo hubieran conseguido.

Hay que añadir que este grupo de militares se ponía al ser-vicio de la Consejería de Defensa y, por tanto, de la Generalitat,entendiendo que eso no significaba ninguna contradicción con sucompromiso con la jerarquía del Ejército republicano, ni con elGobierno central, y en una coyuntura favorecida por el colapso ydescoordinacióninstitucionalenelquedurantevariassemanasquedósumido el bando republicano, dando por supuesto que su situaciónprofesional se normalizaría en su momento, como así sucedió mástarde. De ninguna manera lo hacían por favorecer una actuacióndiferente desde Cataluña ante la guerra.8

8. Díaz Sandino, Felipe: De la Conspiración a la Revolución, op. cit, páginas. 140 y187.

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Este sector de militares profesionales fue durante 1937 reinte-grándose a distintos cargos del Ejército, y varios de ellos acabaríansufriendo marginación profesional y hasta persecución policial pormaniobras sectarias de los comunistas.

Durante el periodo de existencia del Comité Central de MiliciasAntifascistas de Cataluña, la política de la Generalitat y de los sec-tores republicanos de izquierda se basó, recogiendo las palabras deBricall, en “aceptar los hechos, esperar, y ver.” Esa actitud ayuda aentender la endeblez y la fragilidad de algunos pasos organizativosque se iban dando desde la Generalitat, más aún durante las sema-nas de coexistencia de esos dos polos de poder. Sin embargo, ellono impidió la toma de algunas decisiones firmes y acertadas comofue la creación de la Comisión de Industrias de Guerra.

Después del primer gobierno de guerra del 31 de julio de 1936,sehabíanrealizadoreunionesentrelasfuerzaspolítico-socialesparaalcanzar un nuevo ejecutivo de composición unitaria. No obstante,mutuas incompatibilidades entre CNT, Partit Socialista Unificat deCatalunya(PSUC)yPartidoObrerodeUnificaciónMarxista(POUM),llevaron a que el siguiente gobierno de la Generalitat creado el 6de agosto fuera casi idéntico al anterior, formado por fuerzas repu-blicanas catalanistas en exclusiva.

Una de las primeras tareas acometidas por ese nuevo gobiernofue la creación de un órgano que centralizara todas las tareas parainventariar,equipar,transformar,adaptar,desarrollaryagruparloquedebía ser la industria bélica de la retaguardia catalana. Los mediosrepublicanosligadosalaGeneralitattambiénentendíanperfectamentela necesidad de dedicar la industria del Principado a la producciónde armamento, aunque durante unos días no tuvieron la menor po-sibilidad de iniciativa. La prueba de la asunción de estos sectorespolíticosde lanecesidadde fabricararmamentono laencontraremosen sus manifestaciones de los primeros momentos, sino en sus actosdurante el resto de la guerra.

ApartirdelacreacióndelaCIGel7deagostode1936,almenosen el terreno de las industrias de guerra, los republicanos y, por lotanto,laGeneralitat,noestuvierontanalaexpectativacomoenotrosterrenos, y pusieron todo su poder al servicio del nuevo organismo.La competencia con el agonizante Departamento de Guerra del Co-mitéCentraldeMiliciasAntifascistas,fuerápidamentedecantándosefavorablementehacia losprimerosysepuededecirque,salvoalgúnpequeño roce, el tránsito desde el organismo popular, el Departa-mentodeGuerradelComitéCentraldeMilicias, al legal, laCIGdela Generalitat, de los asuntos de la industria bélica fue tranquilo e

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incorporó en su seno la breve tarea inicial y las primeras medidasque habían tomado Vallejo y De la Beraza.

La legalidad republicana dotó a la Comisión, desde el principiodesucreación,deunsentidoracionalyprofesionalnodirectamenterepresentativo de cuotas partidarias. Ello hasta cierto punto la dejóa salvo de los vaivenes políticos coyunturales que tanto lastraban amuchosdelosorganismosunitariosqueseconstituíanaquellosdíasy, además, puso a su disposición a algunos ingenieros o químicosprofesionales que eran funcionarios de diversos organismos de laGeneralitat, que fueron movilizados desde los primeros momentos.Por supuesto, los republicanos aportaron también su influenciasocial entre el pequeño y mediano empresariado y los técnicos yprofesionales liberales, para que la industria privada se incorporaraa la red de guerra, y para disponer de personal cualificado en lastareas de dirección y administración.

Al día siguiente a la constitución de la CIG, la Generalitat ladotó de una sede y empezó a dictar normas legales y a utilizarlas instituciones para apoyar y ampliar su tarea. En definitiva, sihubiera que sintetizar al máximo la aportación de estos sectorespolítico-sociales republicanos de izquierda al esfuerzo de crear unaindustria de guerra, se podría decir que aportaban organización ycapacitación.Supapelconsistióencrear loscanales—de todo tipo,financieros,políticos,de transporte,organizativos, administrativos—para que todo fluyera a las industrias y desde ellas, y así pudieranrendir al máximo en su producción bélica.

El responsable supremo de la CIG fue Josep Tarradellas i Joan,quien la presidió durante toda su existencia, la preservó de las in-cidencias y oscilaciones de las pugnas partidistas, y fue su máximodirigente político.

Es posible afirmar que sin este factor organizativo i profesional—aportación del mundo socio-político de ERC— la industria deguerra de Cataluña tampoco hubiera podido existir o, al menos,unaredtanextensayaprovechada.Esetipodeproducciónrequeríauna organización integrada, con ciertos métodos establecidos, unaadministración, yunacierta centralización; y lahipotética industriaque hubieran llegado a alcanzar los confederales sólo con los mili-tares,hubieraestadosiemprelastradaporlastendenciascentrífugasde la acción directa y la disposición antijerárquica, aparte de quedifícilmente habría podido contar con el concurso de los técnicosy profesionales civiles para su gestión.

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Ciertamenteestostresfactores,manodeobra laCNT,conocimi-ento losmilitaresprofesionalesyorganización laERC,constituiríanla unidad motriz de la fundación y puesta en marcha de la CIG yel afianzamientode su legitimidady consolidación.Y ello enmediode un proceso de convulsión sociopolítica.

Más allá de estos límites quedaba el minoritario POUM, queno tuvo el más mínimo papel en la historia de las industrias deguerra, y el PSUC, aún una pequeña fuerza durante las primerassemanas, pero en rápido ascenso, al igual que el PCE en el restode la España republicana.

La actitud del PSUC hacia las industrias de guerra fue la deintentar por todos los medios que pasaran a formar parte de laprogresiva centralización de todos los mecanismos militares, que elGobierno llevaba a cabo prácticamente desde principios de 1937.

Pero precisamente por no haber aceptado formar parte delgobierno de la Generalitat constituido el 6 de agosto de 1936, elPSUC no dispuso de presencia en la composición de la CIG que seconstituyó al día siguiente. Esa ausencia, a pesar de lo manifestadopor Tarradellas en alguna ocasión,9 se mantuvo hasta la renovaci-ón de la CIG en julio de 1937, y constituía uno de los poquísimosámbitos políticos de importancia en el que los comunistas carecíande influencia.

La principal fuerza social del PSUC en el momento de su naci-mientoenlosprimerosdíasdelperiodo,laconstituíaelsindicatodelaUGTque,procedentedelafederacióncatalanadelPSOE,sehabíaintegrado en el nuevo partido. Este sindicato, si bien minoritarioentreelproletariadocatalán,teníaunapresenciaextendidaportodoelterritorioyfuertesnúcleosorganizativosenlasgrandesempresas.Su postura ante la industria de guerra era asimismo positiva, peroen poco tiempo, en línea con la posición del partido, condicionó suapoyo a la política de industrias de guerra de la Generalitat, a quefueradirigidaporelEstado, loque llevabaa sus secciones sindicalesaestarsiemprealacechodelamásmínimaoportunidadoincidenciaen las fábricas para presionar para que fueran incautadas por losorganismos militares.

En varias ocasiones, dirigentes del PSUC vertieron críticas insul-tantesygravísimasacusaciones,teniendoencuentaqueseproducíanen medio de una guerra, hacia la CIG y su tarea. Todo ello dentro

9. FebréS, X.: Diàlegs a Barcelona. Josep Tarradellas-Antoni Gutiérrez, Barcelona, ed.Laia, 1985.

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deunaestrategiaparadinamitar laComisiónabasededeclaracionesdescalificadoras y conseguir así la formacióndeunnuevoorganismoen el que su partido tuviese un papel destacado.

Conelpasodeltiempo,amedidaqueelPSUCcrecíaysuposturafavorable a la centralización militar se acentuaba, los roces con loshombres de la CIG y los enfrentamientos con Tarradellas llegaron asu máxima expresión.

El día 12 de agosto de 1936 se publicaba el decreto que creabala CIG que decía:

Para atender las necesidades del momento en orden a la lucha contra los elementos subversivos de la legalidad republicana, a propuesta del Consejero de Economía y Servicios Públicos, y de acuerdo con el Consejo Ejecutivo, decreto:

Artículo 1. Se crea la Comisión de la Industria de Guerra, la cual tendrá a su cargo todas las actividades de fabricación, distribución, adquisiciones, control y experimentación técnica del material y todos los aspectos referentes a la movilización industrial.

En consecuencia dependerán de dicha Comisión todas las fábricas, talleres, laborato-rios y centros de movilización industrial y experimentación técnica de armamento y material de guerra que hayan sido objeto de incautación o intervención por parte de la Generalitat a estos efectos.

Artículo 2. La Comisión de la Industria de Guerra actuará bajo la presidencia del Con-sejero de Economía y Servicios Públicos y estará integrada por tres representantes del Consejero de Defensa, tres del Consejero de Economía y Servicios Públicos, uno del Consejero de Finanzas, y otro del Consejero de Gobernación.

Artículo 3. Los establecimientos industriales habilitados para la fabricación de material de guerra, no podrán elaborarlo si no cuentan con la autorización expresa de la Comisión de la Industria de Guerra, que llevará el control de toda la producción.10

El consejero de Defensa, Felipe Díaz Sandino, militar profesio-nal, designó a: Ricardo Jiménez de la Beraza, coronel de artillería;Miguel Ramírez de Cartagena Marcaida, comante de ingenieros deAviación, y Luís Arizón Mejía, capitán de Artillería.

Los representantes de Tarradellas, consejero de Economía yServicios Públicos, fueron: Francisco Salsas Serra, ingeniero de laCros de Lérida; Juan Deulofeu Arquer, ingeniero de La Maquinistay Eugenio Vallejo Isla, sindicalista de la CNT de Hispano Suiza.El consejero de Gobernación, Josep Maria España (ERC), y el deFinanzas, Martí Esteve (Acció Republicana de Catalunya, ARC)nombraronalcomandanteAlfredSanjuánColomeryaFerránCuitoCanals, ingeniero industrial respectivamente.11 Los componentes dela Comisión eran denominados tanto vocales como delegados.

10. “Decret”. Butlletí Oficial de la Generalitat (BOG). nº. 225, 12-VIII-36, página 1025.11. “Decret”, BOG, nº 227, 14-VIII-36, página1042.

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Esoscriteriosdecomposiciónfueronesgrimidosporlosdefenso-res de la CIG cada vez que se le criticaba que no todas las fuerzaspolíticasestabanpresentesensuseno,oquenoobedecía losdeseosde las mayorías. La argumentación en su defensa siempre era quelos miembros de la CIG no representaban a sus organizaciones opartidos, sino a las consejerías que los habían designado, y que laGeneralitat era la representación de todas las fuerzas políticas ysociales.

Una semana después de su creación, la Generalitat amplió laComisión con un representante más de la Consejería de Economía,Manuel Martí Pallarés,12 un sindicalista del ramo de la química deCNT; yunmás tarde,por lamismaconsejería, conMarianoMartínIzquierdo, otro cuadro sindical confederal.13

La incorporación del representante de la Consejería de Finan-zas Cuito Canals no llegó en la práctica a producirse, ya que fuesustituido el 2 de octubre por José Quero Molares que había sidorector de la Universidad de Barcelona, y consejo de Justicia en losanteriores gobiernos de guerra de la Generalitat.

La responsabilidadsobre lamovilización industrial,mencionadaen el decreto de creación, consistía en que la Comisión tambiénasumía el nombramiento de aquellos trabajadores cuya actividadprofesional fuera indispensable para hacer funcionar las fábricas.Este personal estaba exento de ir a filas, y quedaba sometido enprincipio a un régimen especial semimilitar, que, en la práctica, adiferencia de otras zonas de la República, en Cataluña no teníaapenas implicaciones.

A los designados movilizados industriales se les entregaba unatarjeta de identificación consistente en una cartulina con el escudode la Generalitat y la leyenda “Industrias de Guerra. Tarjeta deMovilización Industrial”, que llevaba una fotografía, los datos delportador y un número. Este documento tenía valor legal y autori-zaba a circular libremente por el territorio de Cataluña armado odesarmado y en cualquier hora y circunstancia.14

En la misma sesión del gobierno de la Generalitat en la que secreaba la CIG, se emitía el siguiente decreto:

12. “Decret”,Diari Oficial de la Generalitat de Catalunya (DOG),nº.234,21-VIII-36-página1131.

13. “Decret”, DOG, Nº259, 15-IX-36, página. 1443. La Consejería de Economía nombrótambiénaFeliuMartínezvocalde laCIG,peronohemospodidosaberabsolutamentenadamássobre su actuación respecto al tema aquí tratado. “Decret”. DOG, nº239, 26-VIII-36, pág. 1201.

14. “Decret”. DOG, nº. 247, 3-IX-36, página 1314.

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Visto el decreto de esta misma fecha creando la Comisión de la Industria de Guerra, y vista la necesidad de utilizar todos los elementos de la producción útiles para la fabricación de material de guerra, hasta que se constituya el alto organismo regulador de la economía de nuestro país a propuesta del Consejero de Economía y Servicios Públicos, y de acuerdo con el Consejo Ejecutivo, decreto:

Artículo 1. Se procede a la incautación, intervención u ocupación, según necesidades, y de acuerdo en cada caso con el Comité Obrero de Control, de las industrias que a continuación se indican: Sociedad Anónima Cros, Fabricación Nacional de Colorantes y Explosivos, Sociedad Electro-Química, de Flix, Unión Española de Explosivos, maquinista Terrestre y marítima, Hispano-Suiza, Sociedad Anónima de material para Ferrocarriles y Construcciones, Pirelli, S. A., Riviere, S. A., Elizalde, S. A., metales y Platería Rivera, Francisco Lacambra, S. A., y G. de Andreis. metalgráfica Española.

Artículo 2. El Consejero de Economía y Servicios Públicos a propuesta de la Comisión de la Industria de Guerra, y de acuerdo con los Comités Obreros de Control, podrá nombrar un delegado por cada establecimiento de las industrias referidas.

Artículo 3. Queda autorizado el Consejero de Economía y Servicios Públicos, para disponer la incautación, ocupación o intervención, según las necesidades, de las otras industrias que puedan llevar a cabo la misma finalidad que las indicadas en el presente decreto. 15

Yunosdíasdespués,enlasmismascondiciones,eranincautadasIndustrias y Manufacturas, S. A., Foret, S. A., Maquinaria Modernapara Construcciones y Obras Públicas, e Industrias Mecánicas.16

Estas firmas, más las del decreto, 17 en total, componían lamayor parte de las grandes fábricas de Cataluña en los sectores dela metalurgia, la fundición y el laminado de metales, y la industriaquímica.Conestasmedidas, laGeneralitatpretendíaponeradispo-sición de la Comisión la maquinaria y los medios de esas empresaspara que empezara a elaborar disposiciones, a tomar medidas ydecisiones y, en definitiva, tuviera con qué trabajar.

Aparte de estas industrias básicas de origen privado, la Gene-ralitat inició en unos casos la adaptación o la fusión y en otros laconstrucción de nueva planta, de quince grandes factorias (las 15)que complementaban la cadena de industrias bélicas. Estas 15 esta-banensumayoríaproyectadaspara la industriaquímicadeguerra,y algunas de ellas no llegarían a ponerse en marcha. Serían algoasí como el sector público de la industria de guerra. Tarradellassiempre las consideró una inversión en el futuro de Cataluña, unempujón histórico propiciado por la guerra, para su puesta al díaen el terreno industrial.17

15. “Decret”. DOG, nº. 225. Doc. cit. páginas 1025 y 1026.16. “Ordre”. BOG, nº. 226, 12-VIII-36, página 1035.17. La política financera de la Generalitat durant la Revolució i la guerra, Barcelona,

Departament de Finances, Generalitat de Catalunya, 1937, III vols, página 146, vol. II.

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Lapruebadequelospasosqueseibandandoenlaconsolidaciónde la CIG se hacían en medio de dudas y prevenciones respecto alos altibajos de la política general del momento en Cataluña, la dael hecho de que ante la inminencia de la renovación del Gobiernoautónomo, laComisión llegóadimitir enbloqueel25de setiembrede 1936. Tarradellas, como presidente de la CIG, les comunicó alos vocales que al estar el gobierno dimitido, y teniendo en cuentaque cada uno de ellos representaba a un consejero, había que darpor dimitidos a sus integrantes empezando por él mismo. Dijo queél, posiblemente, ni siquiera obtendría una Consejería en el nuevoEjecutivo, y dio a entender que en función de cómo quedara com-puesto el siguiente Gobierno, se formaría de nuevo la CIG con losnuevos representantes de los consejeros. La reacción de los voca-les, tal y como recoge el acta de la reunión del día 26, fue la deexpresar su rechazo a semejante mecanismo de actuación. Todosafirmaron que era absurdo perder el tiempo en trasladar el trabajorealizado hasta aquel momento a otras manos; que había proyectosque se estaban desarrollando en las fábricas, y que un organismodedicadoseriamentea la tareadeadaptar la industriacatalanaparala producción de guerra no podía estar sometido a los vaivenes decada coyuntura política. También expresaban que Tarradellas habíademostrado una gran capacidad en la creación y organización dela CIG, y que, por lo tanto, no concebían que de un día para otropudieran estar al servicio de otro consejero, u otra persona queno hubiera participado directamente en ese proceso tan complejoy delicado.18

El 26 de setiembre de 1936, por fin, se constituía un gobiernounitario de la Generalitat, y en él Tarradellas tenía además un po-der extra por su condición de primer consejero. En virtud de esacircunstancia, y ante la llegada al Govern de la CNT, el PSUC y elPOUM,Tarradellasimpulsó,unosdíasdespués,ladecisióndeanclaraún más la CIG al gobierno de la Generalitat y, por tanto, aquélladejó de estar bajo el control del consejero de Economía para pasara depender del Departamento de Presidencia. El decreto correspon-diente a esta decisión justificaba el cambio en la complejidad dematerias y decisiones que rodeaban este sector y la convenienciade dotarlo de una dirección más de conjunto.19 Como Tarradellas

18. “Acta de reunión de la CIG del 25-IX-36”. Barcelona, 3 páginas mecanografiadas.(C-1523, D-7). AMTM, Poblet.

19. “Decret”. DOG, nº. 287, 13-X-36, página 161.

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fue consejero primero prácticamente hasta mayo de 1937, y unía aese cargo el de presidente de la CIG, pudo contar con esa mínimacontinuidad para imprimir una gestión racional y centralizada a laindustria bélica durante esa fase.

Tarradellas, con ese nuevo gobierno de la Generalitat del 26 desetiembre de 1936, ascendía a primer consejero de la Generalitat,además de conservar una Consejería, ahora la de Finanzas, lo cualle daba todo el poder para proteger y consolidar las industrias deguerra, y para tener una atalaya óptima desde la que escudriñar yremover por la geografía de Cataluña todo aquello que fuera útilpara la producción, y hacerlo con la legalidad en la mano. Losvocales acudieron el día 27 en pleno a la sede de la Consejería deFinanzas, a felicitar a Tarradellas por su posición reforzada en elEjecutivo. A partir de ahí la composición y el funcionamiento dela CIG quedaron automáticamente revalidados y continuaron contodos sus cargos y tareas.20

Es fácil deducir que la Comisión quedaba a la hechura de Ta-rradellas.Aunquesedebeañadirensufavor,que,sibienpuedequebuscara un plus de preponderancia personal —quizás hasta ciertopunto inseparable de un funcionamiento mínimamente eficaz—,también eran suyos los nombramientos de los confederales Vallejo,Martí y Martín, cuadros intermedios de la CNT, cuya fidelidad notenía ni mucho menos garantizada al principio de la andadura dela CIG.21

Comoseevidenciaen losdosdecretosdesucreacióndeagosto,losmecanismosconcretosdefuncionamientolegaldelaCIGydelasprimeras empresas incautadas, no quedaban claramente perfilados.En referencia a la Comisión, se dice que “...tendrá a su cargo todaslas actividades...”, pero no establece cómo, o de qué forma, o pormedio de qué organismos; en lo relativo a las industrias, estableceque “Se procede a la incautación, intervención u ocupación, segúnnecesidades...”. Es de suponer que, en medio de las urgencias portomar decisiones, no quedara mucho espacio para estudios jurídi-cos detallados y se hubiera preferido esos enunciados más abiertos,que al final venían a dar cobertura a una situación nueva en lasempresas. En la práctica, el funcionamiento ordinario consistió enque la Generalitat decretaba su control sobre una industria, y a

20. “Acta de reunión de la CIG del 27-IX-36”. Barcelona, 1 página mecanografiada(C-1523, D-9). AMTM, Poblet.

21. Sobre la trayectoria de Tarradellas ver CaSaSSaS, J. (coord.): 1899-1988. Tarradellas o la reivindicació de la memoria, Lleida, Pagès Editors, 2003, o Malló, O.: Tarradellas. Un segle de catalanisme, Barcelona, Planeta, 2003.

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partir de ahí su producción, su plantilla y sus medios quedabanorientados por un representante nombrado por la Consejería deEconomía, que, hasta junio de 1937, estuvo en manos de la CNTy desde ahí hasta el final de la guerra fue dirigida por el líder delPSUC, Joan Comorera.

Estos representantes legales fueron llamados delegados einterventores,22 y fueron nombrados en las empresas de todo tipoqueibansiendopuestasbajoelcontroldelaGeneralitat.Undecretoposterior estableció que cuando una casa controlada lo fuera parafines bélicos, el representante debía actuar de acuerdo con el vocal-delegado de la CIG de esa rama.23 Los interventores, en principioerannombradosdeacuerdoconelComitéObreroyformabanpartedeél,odelConsejodeEmpresamásadelante,segúnlaterminologíadel Decreto de Colectivizaciones y Control Obrero. También podíanparticipar en la asamblea de trabajadores de la empresa.

Sin embargo, en la práctica, las situaciones acabaron siendode lo más variado, existiendo algunas en las que los delegados nopertenecían al comité; otras tenían un director que si bien a vecesera un cargo con un perfil más técnico, en otras su papel era dedelegado. Además, el vocal de la CIG se encargaba de la funcióndirectiva en todo lo tocante a la fabricación en cada empresa.También hubo industrias, sobre todo pequeños talleres, que no fue-ron formalmente intervenidos ni dispusieron de delegado. En esasempresas la conexión con la industria de guerra se formalizabadirectamente a través de los hombres de la CIG.

En definitiva, como lo formuló Tarradellas, la CIG ejerció, “nocomo una entidad nacionalizadora ni expropiadora, sino a manerade simple intervención, combinada con una especie de monopoliode hecho a disposición de la Generalitat, de todos los recursos deCataluña en utillaje, maquinaria, existencias y personal técnico”.24La CIG no intervenía en el tipo de propiedad de la empresa, quemás tarde regularía el Decreto de Colectivizaciones, ni en las re-laciones sindicales, ni en el funcionamiento político social que lostrabajadores hubieran establecido. En cambio, se ocupaba del su-

22. Sus funciones están recogidas en el decreto de la Generalitat del 24-VIII-36, y erancontrolar lasentradasy salidasde fondos, lasnóminasy losdocumentos,aprobar la relaciónde ingresos y gastos, controlar la asesoría técnica, asegurar el contacto entre los órganosoficiales y la empresa, colaborar con el Comité Obrero de Control en el afianzamiento delnuevo orden social, e informar semanalmente al consejero de Economía de la marcha de lacasa.

23. “Decret”. BOG, nº. 241, 28-VIII-36, página 1229.24. Bricall, Josep Maria: Política econòmica de la Generalitat, op. cit, página 287, vol.

I. En catalán, en el original.

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ministro de materias primas y del pago de salarios mediante losacuerdos y contratos a los que llegaba con los representantes delas plantillas.

Otro aspecto recogido en el decreto de creación de la CIG erala mención a “...todos los aspectos referentes a la movilización in-dustrial”,quetambiénquedabanbajosucompetencia.Normalmente,lagestiónydesignaciónde lamovilización industrial enunaguerrade las características de un Estado como el español en los añostreinta, debía haber correspondido al Estado Mayor del Ejército;sin embargo, eso quedaba descartado por el colapso del aparatode Gobierno central durante las primeras semanas del periodo. Almismo tiempo, como ya se ha indicado, para organizar todo lo re-ferente a las necesidades militares, la Generalitat se dotó con todaurgencia de una Consejería de Defensa. Probablemente esta Con-sejería hubiera debido convertirse en la encargada de la selecciónde la mano de obra de la industria de armamento, pero eso fueimposible porque no tenía personal suficiente al quedar absorbidadesde el principio por la organización del Frente de Aragón. Conla creación de la Comisión de Industrias de Guerra, se constituíaun organismo dotado con gente responsable y capacitada, que semovía por las empresas y conocía sus situaciones; desde él se po-día asumir perfectamente la delimitación de las personas que eranprofesionalmente imprescindiblesy conocerel volumendemanodeobra necesaria para que esa industria trabajara. Según el decreto,podrían ser objeto de movilización industrial aquellos que fueranmaestro de taller, u obreros capacitados, titulados en escuelas deingenieros o de trabajo,y los que ya tuvieran tarjeta de movilizadosindustriales del Ejército. Las designaciones podían ser voluntariaso forzosas. En el primer caso debían presentar una solicitud alconsejero de Economía, que tras verificarlas las remitía a la CIG,mientras que las segundas, la mayoría en la práctica, podían serdecretadas en cualquier momento y su incumplimiento podía sermotivo de sanciones.25

A finales de agosto, fueron objeto de movilización industrial for-zosa los funcionarios de los Servicios de Industria de la Generalitat,que eran suspendidos en sus garantías laborales y destinados a lasocupaciones en las que su concurso se consideraba más adecuado.Entre los que participaron en la industria de guerra, estaban, dela Delegación de Industria de Barcelona, Josep Maria SalvadoresApellaniz,26queseríanombradodelegado-interventordelaGeneralitat

25. “Decret”. BOG. nº. 234, 21-VIII-36, página 1126.26. “Decret”. DOG, número extraordinario, 28-VIII-36, página 4.

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en lacasaG.deAndreis,unade lasprimerasempresas incorporadasa la industriadecartuchería,27oJosepMariaSagarraMontoliú,de lamisma delegación, que fue nombrado para CAMPSA, o Delfos DuchColell, que fue nombrado para la casa Field.28 Otros profesionalescomo Francesc Salsas Serra, Juan Deulofeu y Ferran Cuito que ibana formar parte de la propia estructura de la CIG, fueron designadosindividualmente por la Generalitat, aun sin tener la condición defuncionarios, como movilizados industriales voluntarios, igual queEduardMias(oMies)CodinaquetambiéntrabajóparalaComisión.29Enotropaquetededesignacionesdemovilizaciones industriales for-zosas figuraban Pompeu Carreras Portas, ingeniero industrial, y losquímicos Mariano Moreno Rodríguez, Enrique García Cotta y RaúlTauler Palet.30 Y más tarde, en setiembre de 1936, fueron personal-mentenombrados JosepValcellsViver, ingeniero industrial;GuillemPuig Gorina, de la Dirección de Industrias Químicas; Josep TorresArañó, artificiero, y Miquel Cases Pou.31 Todos ellos pasarían a sercuadros intermedios de la CIG y directores de proyectos o fábricascontrolados por la Generalitat.

Lapotestadparadeclarar lamovilización industrial fue ejercidaporlaCIGsinmayorescontratiemposdurantelosprimerosmesesdelperiodo; posteriormente, a medida que el gobierno de la Repúblicaconcentraba en sus manos todos los resortes referentes a la guerra,fue perdiendo esa competencia en medio de constantes choquesy reproches. Durante el 1938, la Comisión, habiendo perdido yatoda capacidad para reclutar personal, tenía grandes carencias enla construcción y la metalurgia para acabar de montar las fábricasde la Generalitat que aún no estaban produciendo.

En definitiva, hasta octubre de 1936, durante el corto periodode coexistencia entre el Comité Central de Milicias Antifascistas deCataluñaydelaGeneralitat,sefuerontomandorespectoalaindus-triadearmamento,entremuchasdificultadesydudas,lasdecisionesimprescindibles para su funcionamiento y continuidad.

Esdificilprecisardecuantasfábricasdisponíaenestafaseinicialla CIG. De Valencia habla de 24,32 lo que es poco fiable porque elconcepto de industrias de guerra era bastante impreciso, y más en

27. “Ordre”. BOG, nº. 229, 16-VIII-36, página 1069.28. “Decret”. BOG, nº. 233, 20-VIII-36, página 1113.29. “Decret”. DOG, número extraordinario, 28-VIII-36. Cit.30. “Decret”. DOG, nº. 242, 29-VIII-36, página 1247.31. “Decret”. DOG. nº. 255, 11-IX-36, página 1411.32. Valencia, C. de: “Las industrias de guerra al servicio de la libertad”, en De julio a

julio. Un año de lucha, op. cit, página 160.

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losprimerosdías,poresonosepuededescartarquedentrodeesas24 no se incluyera alguna fábrica que en realidad trabajara parafortificaciones o para el transporte, por ejemplo.

Por otra parte, si consideramos industrias de guerra todo elvolumen de empresas involucrado que estamos manejando, la cifrade 24 parece algo corta. Téngase en cuenta que el bloque que he-mos llamado de industrias básicas intervenidas a los pocos días dela creación de la CIG estaba formado por 17; y también sabemosque a finales de setiembre de 1936 había al menos media docenade empresas ya ligadas a la cartuchería, por lo que forzosamente elnúmero tenía que ser algo más elevado. Eso sin añadir que de las15 de la Generalitat ya había otra media docena produciendo.

La sede de la CIG quedó situada en la calle Diputación número306deBarcelona,eneledificioquehabíasidode laCámaraNacio-nal de Industrias Químicas y que fue requisado por la Generalitatpara los servicios de industria.33

2. Evolución

Para poder seguir el desarrollo y el funcionamiento de la CIGcontamos con las actas de sus reuniones. Por medio de ellas po-demos seguir, con sus matices, las discusiones de todo orden quese producían, la asistencia de los vocales y las decisiones que setomaron respecto a la administración u otros temas. La frecuenciade esas sesiones fue casi diaria durante los primeros meses de ac-tividad, para ir espaciándose a tres o cuatro a la semana duranteel segundo semestre de 1937 hasta octubre.

Después de los primeros pasos y de su afianzamiento con elgobierno unitario de finales de setiembre de 1936, la CIG pudoempezar a desplegar todo su potencial desde una legitimidad acep-tada por parte de todos los partidos y sindicatos. A pesar de eso,una de las tareas que le representaba más esfuerzo era controlarla fabricación clandestina de carácter partidista de material de gue-rra, que todas las organizaciones tenían en marcha. En cuanto setenía conocimiento de alguno de estos locales, la Comisión acudíaa precintarlo y a requisar la maquinaria en el caso de que hubieraalgo útil para alguna instalación legal de armamento.

La preocupación de los vocales por la producción subrepticiaaparece ya en un acta del día 8 de octubre, señalando que se debía

33. “Ordre”. BOG, nº. 225, 12-VIII-36, página 1026.