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Historia de España. 2º Bachillerato 22 TEMA 5. LA REVOLUCIÓN LIBERAL EN EL REINADO DE ISABEL II. CARLISMO Y GUERRA CIVIL. CONSTRUCCIÓN Y EVOLUCIÓN DEL ESTADO LIBERAL. El reinado de Isabel II (1833-68) fue un periodo de gran inestabilidad política y social: las guerras carlistas enfrentaron a los españoles; moderados y progresistas querían imponer sus criterios, reflejados en varios textos constitucionales; y los militares, mediante pronunciamientos, se convirtieron en los dirigentes de la política española. No obstante, durante las Regencias de Mª Cristina y de Espartero (1833-43), los gobiernos liberales desmantelaron el Antiguo Régimen; y durante la mayoría de edad de Isabel II (1843-68), se procedió a la auténtica construcción del Estado liberal. 1. La oposición al sistema liberal: carlismo y guerra civil. 1.1. La Primera Guerra Carlista (1833-1840). Fernando VII, poco antes de morir, dio a publicidad una pragmática de 1789 que derogaba la Ley Sálica, por la que las mujeres no podían acceder al trono si había herederos varones en la línea principal (hijos) o lateral (hermanos y sobrinos), y restablecía el derecho de reinar a las hembras (Código de las Partidas), nombrando a su hija Isabel heredera al trono. A su muerte se encargó de la regencia su viuda Mª Cristina por ser Isabel menor de edad y tuvo que hacer frente a Carlos María Isidro, hermano del rey, que no consideró derogada la Ley Sálica. Esta cuestión sucesoria provocó la 1ª Guerra Carlista que, además, significó un enfrentamiento ideológico entre los carlistas o absolutistas, foralistas, con fuertes apoyos en el mundo rural, en los sectores conservadores de la Iglesia y en regiones como País Vasco, Navarra, norte de Cataluña y el Maestrazgo; y los liberales o isabelinos, centralistas, apoyados por las grandes ciudades, la burguesía y la mayor parte del Ejército. El coronel Zumalacárregui consolidó el poder de los carlistas en el País Vasco y Navarra, aunque no logró tomar ni Pamplona ni las capitales vascas; y en 1837 el general Cabrera, que se había hecho fuerte en el Maestrazgo, llegó en una expedición hasta las puertas de Madrid. Pero las victorias isabelinas llevaron al Convenio de Vergara (1839) entre el general carlista Maroto y Espartero (general isabelino más destacado), que garantizaba algunos derechos forales y los grados del ejército carlista. Don Carlos (Carlos V) no lo aceptó y se exilió en Francia. 1.2. La Segunda Guerra Carlista (1846-1849) tuvo su centro de operaciones en Cataluña, donde los partidarios de Carlos Luis (Carlos VI, hijo de Carlos María Isidro, que había intentado sin éxito contraer matrimonio con su prima Isabel), llegaron hasta Barcelona, donde fueron derrotados en 1849. 1.3. La Tercera Guerra Carlista (1872-1876) surgió tras la Revolución de 1868 que derrocó a Isabel II; pero la restauración de los Borbones supuso el declive del carlismo y Alfonso XII logró la derrota militar de Carlos VII. 2. La minoría de edad de Isabel II (1833-1843): la ruptura con el Antiguo Régimen. 2.1. La regencia de María Cristina (1833-1840). Mª Cristina fue “liberal a la fuerza” y se apoyó en los liberales moderados como Martínez de la Rosa, que redactó el Estatuto Real de 1834 , una “carta otorgada” que representaba una “tercera vía” entre el absolutismo y el liberalismo: Cortes bicamerales que sólo deliberaban sobre propuestas de la Corona y sufragio muy restringido. Pero supuso el inicio de las libertades políticas, apareciendo los partidos (Moderado y Progresista) que, en principio, eran agrupaciones de personalidades, sin programas elaborados, que constituían corrientes de opinión. La guerra carlista y la mala situación económica provocaron revueltas populares y de la Milicia Nacional exigiendo una ampliación de las libertades políticas y del sufragio. En 1836, el Motín de los Sargentos de La Granja obligó a la regente a aceptar la Constitución de 1812, consolidó a los liberales progresistas en el gobierno e impulsó la ruptura con el Antiguo Régimen : se tomaron medidas de liberalización económica como la desamortización de Mendizábal o la supresión de las aduanas interiores y de los gremios para favorecer el crecimiento de la industria; y se redactó la Constitución de 1837 , de compromiso, que recogía principios progresistas y moderados. 2.2. La regencia del general Espartero (1840-1843). María Cristina venía apoyando a los gobiernos moderados, que intentaron limitar las reformas y promulgaron una Ley de Ayuntamientos por la que los alcaldes serían de nombramiento gubernativo y no elegidos por los ciudadanos. Hubo sublevaciones populares y María Cristina tuvo que renunciar a la regencia. Las Cortes eligieron como regente al general Espartero, vencedor de los carlistas y que contaba con el apoyo de los progresistas. Espartero gobernó de manera dictatorial, sin someterse nunca al Parlamento, y se ganó el rechazo de todos: los moderados al ser desplazados del gobierno, sectores progresistas por sus formas autoritarias, los vascos al ver recortados sus fueros y los catalanes porque la política librecambista ponía en peligro su incipiente industria. Para sofocar un motín, bombardeó Barcelona desde Montjuich. Este hecho desacreditó definitivamente la regencia y provocó el pronunciamiento del general Narváez en 1843. Espartero huyó y se exilió en Londres. 3. La mayoría de edad de Isabel II (1843-1868): construcción del Estado liberal. La reina Isabel II asumió el trono al ser declarada mayor de edad por las Cortes a los 13 años y, ya desmantelado el Antiguo Régimen, se procedió a la auténtica construcción del nuevo Estado liberal. Se distinguen varias fases: 3.1. La Década Moderada (1844-1854). Isabel II encargó la formación del gobierno a Narváez, líder del partido moderado, que con el apoyo de los sectores burgueses más conservadores gobernó con mano dura (“el espadón de Loja”) mediante un sistema político estable pero oligárquico, donde primaba el orden sobre la libertad. Es lo que se conoce como liberalismo doctrinario A menudo, las Cortes fueron suspendidas y el Gobierno falseaba las elecciones.

TEEMAA 55.. LA RREEVVOOL LUUCCIIÓÓN N … · ... Estado y un solo sistema de pesos y medidas. La firma del Concordato con la Santa Sede en ... a la implantación del liberalismo

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Historia de España. 2º Bachillerato 22

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GGUUEERRRRAA CCIIVVIILL.. CCOONNSSTTRRUUCCCCIIÓÓNN YY EEVVOOLLUUCCIIÓÓNN DDEELL EESSTTAADDOO LLIIBBEERRAALL..

El reinado de Isabel II (1833-68) fue un periodo de gran inestabilidad política y social: las guerras carlistas enfrentaron

a los españoles; moderados y progresistas querían imponer sus criterios, reflejados en varios textos constitucionales; y los militares, mediante pronunciamientos, se convirtieron en los dirigentes de la política española. No obstante, durante las Regencias de Mª Cristina y de Espartero (1833-43), los gobiernos liberales desmantelaron el Antiguo Régimen; y durante la mayoría de edad de Isabel II (1843-68), se procedió a la auténtica construcción del Estado liberal.

1. La oposición al sistema liberal: carlismo y guerra civil.

1.1. La Primera Guerra Carlista (1833-1840).

Fernando VII, poco antes de morir, dio a publicidad una pragmática de 1789 que derogaba la Ley Sálica, por la

que las mujeres no podían acceder al trono si había herederos varones en la línea principal (hijos) o lateral (hermanos y sobrinos), y restablecía el derecho de reinar a las hembras (Código de las Partidas), nombrando a su hija Isabel heredera al trono. A su muerte se encargó de la regencia su viuda Mª Cristina por ser Isabel menor de edad y tuvo que hacer frente a Carlos María Isidro, hermano del rey, que no consideró derogada la Ley Sálica.

Esta cuestión sucesoria provocó la 1ª Guerra Carlista que, además, significó un enfrentamiento ideológico entre los carlistas o absolutistas, foralistas, con fuertes apoyos en el mundo rural, en los sectores conservadores de la Iglesia y en regiones como País Vasco, Navarra, norte de Cataluña y el Maestrazgo; y los liberales o isabelinos, centralistas, apoyados por las grandes ciudades, la burguesía y la mayor parte del Ejército.

El coronel Zumalacárregui consolidó el poder de los carlistas en el País Vasco y Navarra, aunque no logró tomar ni Pamplona ni las capitales vascas; y en 1837 el general Cabrera, que se había hecho fuerte en el Maestrazgo, llegó en una expedición hasta las puertas de Madrid. Pero las victorias isabelinas llevaron al Convenio de Vergara (1839) entre el general carlista Maroto y Espartero (general isabelino más destacado), que garantizaba algunos

derechos forales y los grados del ejército carlista. Don Carlos (Carlos V) no lo aceptó y se exilió en Francia.

1.2. La Segunda Guerra Carlista (1846-1849) tuvo su centro de operaciones en Cataluña, donde los partidarios

de Carlos Luis (Carlos VI, hijo de Carlos María Isidro, que había intentado sin éxito contraer matrimonio con su prima Isabel), llegaron hasta Barcelona, donde fueron derrotados en 1849.

1.3. La Tercera Guerra Carlista (1872-1876) surgió tras la Revolución de 1868 que derrocó a Isabel II; pero la

restauración de los Borbones supuso el declive del carlismo y Alfonso XII logró la derrota militar de Carlos VII.

2. La minoría de edad de Isabel II (1833-1843): la ruptura con el Antiguo Régimen.

2.1. La regencia de María Cristina (1833-1840).

Mª Cristina fue “liberal a la fuerza” y se apoyó en los liberales moderados como Martínez de la Rosa, que redactó el Estatuto Real de 1834, una “carta otorgada” que representaba una “tercera vía” entre el absolutismo y el liberalismo: Cortes bicamerales que sólo deliberaban sobre propuestas de la Corona y sufragio muy restringido. Pero supuso el inicio de las libertades políticas, apareciendo los partidos (Moderado y Progresista) que, en

principio, eran agrupaciones de personalidades, sin programas elaborados, que constituían corrientes de opinión.

La guerra carlista y la mala situación económica provocaron revueltas populares y de la Milicia Nacional exigiendo una ampliación de las libertades políticas y del sufragio. En 1836, el Motín de los Sargentos de La Granja obligó a la regente a aceptar la Constitución de 1812, consolidó a los liberales progresistas en el gobierno e impulsó la ruptura con el Antiguo Régimen: se tomaron medidas de liberalización económica como la desamortización de Mendizábal o la supresión de las aduanas interiores y de los gremios para favorecer el crecimiento de la industria; y se redactó la Constitución de 1837, de compromiso, que recogía principios progresistas y moderados.

2.2. La regencia del general Espartero (1840-1843).

María Cristina venía apoyando a los gobiernos moderados, que intentaron limitar las reformas y promulgaron una Ley de Ayuntamientos por la que los alcaldes serían de nombramiento gubernativo y no elegidos por los ciudadanos. Hubo sublevaciones populares y María Cristina tuvo que renunciar a la regencia. Las Cortes eligieron como regente al general Espartero, vencedor de los carlistas y que contaba con el apoyo de los progresistas.

Espartero gobernó de manera dictatorial, sin someterse nunca al Parlamento, y se ganó el rechazo de todos:

los moderados al ser desplazados del gobierno, sectores progresistas por sus formas autoritarias, los vascos al ver recortados sus fueros y los catalanes porque la política librecambista ponía en peligro su incipiente industria. Para sofocar un motín, bombardeó Barcelona desde Montjuich. Este hecho desacreditó definitivamente la regencia y provocó el pronunciamiento del general Narváez en 1843. Espartero huyó y se exilió en Londres.

3. La mayoría de edad de Isabel II (1843-1868): construcción del Estado liberal.

La reina Isabel II asumió el trono al ser declarada mayor de edad por las Cortes a los 13 años y, ya desmantelado el Antiguo Régimen, se procedió a la auténtica construcción del nuevo Estado liberal. Se distinguen varias fases:

3.1. La Década Moderada (1844-1854).

Isabel II encargó la formación del gobierno a Narváez, líder del partido moderado, que con el apoyo de los sectores burgueses más conservadores gobernó con mano dura (“el espadón de Loja”) mediante un sistema político estable pero oligárquico, donde primaba el orden sobre la libertad. Es lo que se conoce como liberalismo doctrinario A menudo, las Cortes fueron suspendidas y el Gobierno falseaba las elecciones.

Historia de España. 2º Bachillerato 23

Se aprobó la Constitución de 1845, que reforzó los elementos conservadores de la Constitución de 1837:

soberanía compartida entre las Cortes y el rey, que veía aumentado su poder legislativo y político, Cortes bicamerales (Congreso elegido por sufragio censitario muy restringido y Senado de designación real), limitación de las libertades y establecimiento del catolicismo como religión oficial del Estado.

Se hicieron reformas para crear un Estado nacional centralizado: se creó el cargo de Gobernador Civil; se suprimió la Milicia Nacional, considerada un nido de revolución, y en su lugar se creó la Guardia Civil. Se aprobó el Plan Pidal sobre la educación pública, un nuevo Código Penal y se elaboró un proyecto de Código Civil.

Se establecieron normas para elaborar los presupuestos generales del Estado y un solo sistema de pesos y medidas.

La firma del Concordato con la Santa Sede en 1851 produjo el acercamiento del régimen liberal a la Iglesia.

Pero el autoritarismo de los gobiernos moderados aumentó la oposición: por la derecha, los carlistas (Segunda Guerra Carlista); y, por la izquierda, los progresistas y el nuevo Partido Demócrata; y precipitó su caída.

3.2. El Bienio Progresista (1854-1856).

Se inició con el pronunciamiento en los cuarteles de Vicálvaro (“la Vicalvarada”) del general O’Donnell (izquierda de los moderados), que para atraerse a los progresistas y al pueblo, firmó el Manifiesto de Manzanares, que

solicitaba la reforma de la Ley Electoral y de Imprenta, la descentralización del poder estatal y el restablecimiento de la Milicia Nacional. La sublevación se extendió por las grandes ciudades, donde se formaron juntas revolucionarias, y las clases populares levantaron barricadas en Ma drid, en demanda de reformas sociales.

Tras estos sucesos, Isabel II encargó el Gobierno a Espartero, que acometió una serie de reformas progresistas: la restauración de leyes e instituciones prometida en el Manifiesto de Manzanares, la elaboración de un proyecto de Constitución de 1856 (“non nata”), la desamortización general promovida por Pascual Madoz, y la aprobación de la Ley General de Ferrocarriles de 1855 y de las leyes bancarias de 1866 que dieron lugar a la creación del Banco de España para consolidar un mercado nacional y estimular la economía.

El Bienio progresista fue una época de bonanza económica y el gobierno logró detener las reivindicaciones democráticas y populares. Sin embargo, las presiones de la Corona y la reacción de los moderados, que contaron con el apoyo de los terratenientes, los militares conservadores y la Iglesia, provocaron su caída.

3.3. La alternancia entre los moderados y la Unión Liberal (1856-1868).

Esta nueva etapa conservadora, en la que se sucedieron los gobiernos de los moderados de Narváez y la Unión Liberal de O’Donnell (partido de centro que aglutinaba a los sectores más liberales de los moderados y a los mas conservadores de los progresistas), se caracterizó por un liberalismo pragmático y práctico que, en principio, no

encontró excesiva oposición entre la élites sociales del país. Presentaba los siguientes rasgos:

La insistencia en el progreso económico como objetivo supremo de la política. Se incrementaron las inversiones públicas y se concluyeron dos importantes obras: el tendido ferroviario (más de 5.000 kilómetros) y el Canal de Isabel II que abastecía de agua a Madrid.

Una política exterior de prestigio, dirigida a restaurar el papel de España como potencia internacional.

Pero esta política estuvo siempre supeditada a los intereses de Francia y Gran Bretaña y no reportó ninguna ventaja a España. España obtuvo el territorio de Ifni, en Marruecos, que disponía de bancos pesqueros.

Una política interior basada en los principios moderados de la constitución de 1845, que, sin embargo,

volvió a fracasar en el intento de lograr la alternancia pacífica en el poder. Los equipos ministeriales eran nombrados o destituidos según el favor y la confianza de la reina y sus camarillas. Además, se dio la corrupción del sistema político mediante la compra de votos, los pucherazos y el caciquismo.

Mientras, crecía en España las aspiraciones a mayor libertad, con el desarrollo del Partido Demócrata, dirigido por Emilio Castelar, la aparición del republicanismo, y la creación de las primeras organizaciones obreras. Las conspiraciones alentadas por progresistas y demócratas no se dirigían solo contra el Gobierno, sino contra la

Reina misma, destacando estos disturbios: la destitución de Castelar y Sanz del Río, profesores universitarios, provocó protestas estudiantiles, y el Ejército actuó con gran violencia (11 muertos en la “noche de San Daniel”); y un frustrado pronunciamiento progresista llevó al fusilamiento de los sargentos del cuartel de San Gil.

La recesión económica de 1866-1868, aumentó el descontento no solo del pueblo, sino también, y muy

especialmente, en el ámbito empresarial y de los negocios.

4. Balance f inal del reinado de Isabel I I .

En la construcción del Estado liberal durante el reinado de Isabel II, la monarquía cedió poder político a las Cortes, pero puso continuas trabas a la participación de los ciudadanos (sufragio censitario). Además, la

corrupción electoral hacía que siempre ganara las elecciones el partido en el poder, por lo que los cambios en el gobierno venían marcados por un pronunciamiento, que le daba un gran protagonismo político a la casta militar.

Paralelamente a la implantación del liberalismo político, España se modernizó: se dio cierta industrialización

(Cataluña), se realizaron muchas líneas de ferrocarril y se construyeron importantes obras hidráulicas (Canal de Isabel II). Se reabrieron las universidades, cerradas por Fernando VII, aunque las mejoras en la enseñanza emprendidas por el grupo de docentes en torno a Sanz del Río, inspiradas en el krausismo, no fueron toleradas.

El desprestigio del Gobierno por su política dictatorial y represiva; las críticas a la Reina por interferir en la política, por su azarosa vida amorosa y por los negocios sucios de sus familiares; y el malestar social; llevaron a progresistas y demócratas a firmar el Pacto de Ostende (1866) para intentar poner fin al reinado de Isabel II. Tras la revolución “Gloriosa” de 1868, la «Reina de los tristes destinos», se exilió en Francia.

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Responde al tema y analiza y justifica la relación con el mismo de los siguientes documentos:

Documento 1: Constitución de 1845.

Doña Isabel II, por la gracia de Dios y de la Constitución de la Monarquía española, Reina de las Españas

[…] hemos venido, en unión y de acuerdo con las Cortes actualmente reunidas, en decretar y sancionar la siguiente Constitución.

Art.2. Todos los españoles pueden imprimir y publicar libremente sus ideas sin previa censura […].

Art. 4. Unos mismos códigos regirán en toda la Monarquía […].

Art. 7. No puede ser detenido, ni preso, ni separado de de su domicilio ningún español, ni allanada su casa, sino en los casos y en la forma que las leyes prescriban.

Art. 9. Ningún español puede ser procesado ni sentenciado sino por el Juez o Tribunal competente […].

Art.11. La religión de la Nación española es la Católica, Apostólica, Romana. El Estado se obliga a mantener el culto y sus ministros.

Art. 12. La potestad de hacer las leyes reside en las Cortes con el Rey.

Art. 13. Las cortes se componen de dos Cuerpos Colegisladores, iguales en facultades: el Senado y el Congreso de los Diputados.

Art.15. Sólo podrán ser nombrados senadores los españoles que, además de tener treinta años cumplidos

pertenezcan a las clases siguientes: Presidentes de los Cuerpos Colegisladores […], Ministros de la Corona, Consejeros de Estado, Arzobispos, Obispos, Grandes de España, Capitanes Generales

[…], Embajadores […]. Deberán además de disfrutar 30.000 reales de renta […].

Art. 22. Para ser diputado se requiere ser español, haber cumplido veinticinco años, disfrutar la renta procedente de bienes raíces, o pagar por contribuciones directas la cantidad que la ley prefije.

Art.45. Además de las prerrogativas que la Constitución señala al Rey, le corresponde (…) nombrar y separar libremente a los ministros.

Documento 2:

Proclamación del

Manifiesto de Manzanares.

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Los políticos liberales pusieron en marcha la reforma agraria liberal, donde destacaron una serie de medidas desamortizadoras, con el fin de cambiar la estructura de la propiedad de la tierra para favorecer la expansión de la producción agrícola, necesaria para el crecimiento de la industria. También era imprescindible la introducción de innovaciones técnicas, de cultivos y de gestión. Pero el carácter rentista y poco emprendedor de los nuevos

propietarios impidió en España un avance económico similar al de otros países de Europa Occidental.

1. La reforma agraria l iberal.

a) El problema de la propiedad de la t ierra y la necesidad de reforma.

A principios del siglo XIX, la agricultura seguía siendo la principal fuente de riqueza de España. Una agricultura muy condicionada por una baja productividad (suelos poco fértiles, clima adverso, escasa inversión,

uso de mano de obra abundante, cultivos tradicionales...), que necesitaba propietarios emprendedores que invirtiesen en maquinaria y abonos o introdujeran nuevos cultivos para obtener mayores rendimientos.

En la estructura de la propiedad dominaba la dicotomía latifundio-minifundio: las grandes propiedades seguían

siendo mayoritarias en Andalucía y la Meseta sur, mientras las pequeñas predominaban en Galicia:

La mayor parte de la propiedad de la tierra estaba en manos de la nobleza y de la Iglesia, que vivían de las rentas que les proporcionaba el campo. Sus tierras eran cultivadas por arrendatarios que, generalmente, se

quedaban con una parte de las cosechas para subsistir y entregaban el resto al propietario.

Los campesinos eran, en general, muy pobres y trabajaban explotaciones pequeñas. Esto dificultaba la

acumulación de beneficios que permitiesen la mejora de los cultivos y comprar maquinaria. Por otra parte, más de la mitad de las personas que trabajaban la tierra eran jornaleros.

La estructura jurídica de la propiedad se caracterizaba por la enorme relevancia de los bienes amortizados: mayorazgos y manos muertas. Las tierras de los municipios y de la Iglesia eran propiedades de manos muertas,

porque la ley prohibía su venta y no podían cambiar de manos, por lo que no podían ser adquiridas bien por una clase campesina deseosa de tierras bien por una incipiente burguesía dispuesta a invertir en la agricultura.

Además, pervivían restos del Antiguo Régimen: privilegios de la Mesta que perjudicaban a los labradores y régimen señorial en forma de derechos jurisdiccionales. Se hacía, por tanto, necesaria la reforma del campo.

b) La reforma agraria l iberal fue promovida por los gobiernos liberales del siglo XIX, destacando:

La abolición de los privilegios de la Mesta (1836), que permitió la roturación de tierras destinadas

anteriormente a pastos, lo que significó el aumento de las tierras de cultivo.

La desvinculación de los mayorazgos (Ley de 1841 que ratificaba la de 1820), forma de propiedad vinculada

que impedía a su titular disponer en vida de los bienes vinculados y debía pasar íntegro como herencia al primogénito -> mayorazgo. Se liberaron, así, las tierras de los patrimonios vinculados a las casas nobiliarias, permitiendo su venta o partición, saliendo enormes extensiones al libre mercado.

La abolición del régimen señorial (1811, 1820 y, definitivamente, en 1837).

Los señoríos jurisdiccionales se suprimieron y los señores perdían sus atribuciones jurisdiccionales, pero

conservaban la propiedad de las tierras que los campesinos no pudieron acreditar como propias.

Los señoríos territoriales pasaron a ser propiedad privada del señor, y los campesinos que

tradicionalmente habían trabajado dichas tierras pasaban a ser simples arrendatarios o jornaleros.

2. Las medidas desamortizadoras.

a) Concepto y objetivos de la desamortización:

Las desamortizaciones (principalmente las de 1836 y las de 1855) produjeron los cambios más importantes

en la estructura de la propiedad, y consistieron en la apropiación por parte del Estado de gran parte de los bienes de la Iglesia (tierras y edificios) y de las tierras comunales de los municipios, que fueron declarados bienes nacionales y vendidos a particulares en pública subasta.

Los objetivos de las desamortizaciones fueron:

Económicos: conseguir financiación para sufragar la deuda pública y los gastos de la Primera Guerra

Carlista; y convertir la propiedad vinculada en propiedad libre que pudiera circular en el mercado.

Políticos: atraer simpatizantes al régimen isabelino, pues los terratenientes compradores perderían las

tierras adquiridas si vencían los carlistas, que habían prometido devolver las propiedades al clero.

Sociales: la creación de una clase media agraria de campesinos propietarios, que proporcione estabilidad a

las instituciones del Estado liberal.

Materiales

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b) La desamortización eclesiástica (1836).

El progresista Juan Álvarez, Mendizábal (Ministro de Hacienda durante la regencia de María Cristina), llevó a cabo la primera desamortización mediante unos decretos sobre la disolución de las Órdenes Religiosas

(excepto las dedicadas a la enseñanza y a la asistencia hospitalaria) y la incautación por parte del Estado del patrimonio (fincas rústicas y bienes inmuebles) de las comunidades religiosas afectadas (clero regular).

Con estos recursos se afrontó el problema de la deuda pública y se financió el ejército contra los carlistas.

En 1841 se decretó la desamortización de los bienes del clero secular, pero durante la Década Moderada se

detuvo este proceso por ley en 1845 y mediante la firma del Concordato con la Santa Sede en 1851.

c) La desamort ización general (1855).

Fue promovida por el Ministro de Hacienda Pascual Madoz durante el Bienio Progresista. La nueva ley

desamortizadora afectó a los bienes de la Iglesia, de las Órdenes Militares, de las Cofradías, de las instituciones benéficas y, sobre todo, de los Ayuntamientos (bienes propios y comunes), significando la desaparición

definitiva de los bienes de manos muertas. El volumen puesto a la venta fue mucho mayor que en la de 1836.

Con ello se pretendía conseguir recursos para la Hacienda y las inversiones públicas, sobre todo, para la construcción del ferrocarril y para la modernización económica del país.

La desamortización se paralizó cuando llegaron los moderados de nuevo al poder, pero fue reanudada por los unionistas, que en 1860 acordaron con la Santa Sede completar la venta de los bienes expropiados pendientes.

d) El procedimiento desamort izador.

Con los bienes nacionalizados se constituyeron lotes de propiedades que fueron reprivatizadas mediante subasta pública, en presencia de un juez, entre los particulares interesados en su compra.

El pago se podía efectuar en metálico, dando un primer plazo por un valor de la quinta parte de la propiedad y el resto en quince años, o bien pagando una parte con títulos de deuda pública y el resto en plazos durante ocho años.

3. Valoración de las medidas desamortizadoras.

Las medidas desamortizadoras aliviaron el déficit de la Hacienda pública, aunque no acabó con él.

El 25 % de las tierras pasaron de ser propiedad colectiva a ser propiedad privada. Pero se consolidó la estructura latifundista: los compradores fueron aristócratas, que aumentaron su patrimonio, y burgueses ricos,

que veían en la tierra un signo de prestigio social y estabilidad económica.

La mayoría de los agricultores carecían de capacidad adquisitiva para comprar tierras, y se convirtieron en jornaleros,

mano de obra eventual y en precarias condiciones de trabajo, que protagonizaría frecuentes conflictos sociales.

La venta de tierras municipales perjudicó a los ayuntamientos y a los vecinos más pobres, que perdieron la utilización de los terrenos comunales, lo que forzó a la emigración a las ciudades o produjo la proletarización

de amplios sectores del campesinado.

Transformó la fisonomía de las ciudades, pues la privatización de los bienes conventuales y municipales posibilitó cambios urbanísticos, ensanches y utilización de nuevos edificios públicos (muchos conventos se convirtieron

en cuarteles, hospitales, escuelas, etc.).

La desamortización de los bienes eclesiásticos arrebató a la Iglesia la base de su poder económico, lo que produjo un distanciamiento del nuevo régimen liberal del clero y los españoles más apegados al catolicismo.

Proporcionó los recursos necesarios para hacer frente a las guerras carlistas. Además, los grupos sociales

que adquirieron los bienes desamortizados, entre los que destacaba la burguesía, apoyarían la causa del régimen isabelino y se opondrán al carlismo.

4. Cambios agrarios.

No se creó “una familia de propietarios que hará producir las tierras y creará así gran riqueza”, como decía Mendizábal; y apenas mejoraron las técnicas de cultivo. La falta de propietarios emprendedores impidió la “capitalización” del campo que generara beneficios para invertir en otros sectores (industria).

Sin embargo, se logró una ampliación importante de la tierra cultivada dedicada a los cereales y a la patata. El cultivo cerealista seguía siendo el predominante, y aunque se cultivo era tradicional, gran parte de su

producción se exportaba cuando existieron conflictos bélicos entre países europeos. Pero en condiciones normales, el precio del grano español no podía competir con el de las tierras francesas, inglesas o alemanas.

En la zona mediterránea se fue imponiendo una agricultura destinada a la comercialización (arroz, naranjas,

vid, olivo). España se convirtió durante las décadas de 1870 y 1880 en la primera potencia mundial en producción vinícola (Rioja, Jerez), por la ruina de la producción francesa a causa de la filoxera. Además, se introdujeron abonos como el guano de Perú o el nitrato de Chile, que repercutieron en un aumento de la productividad.

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Responde al tema y analiza y justifica la relación con el mismo de los siguientes documentos:

Documento 1:

Vender la masa de bienes que han venido a ser propiedad del Estado, no es tan solo cumplir una promesa solemne y dar una garantía positiva a la deuda nacional por medio de una amortización exactamente igual al producto de las ventas, es abrir una fuente abundantísima de felicidad pública; vivificar una riqueza muerta; desobstruir los canales de la industria y de la circulación; apegar al país por amor natural y vehemente a todo lo propio, ensanchar la patria, crear nuevos y fuertes vínculos que liguen a ella; es, en fin, identificarse con el trono excelso de Isabel II, símbolo de orden y de la libertad.

[…] La venta de esos bienes adquiridos ya para la nación, así como en su resultado material, ha de producir el beneficio de minorar la fuerte suma de la deuda pública, es menester que en su tendencia, en su objeto y aun en los medios por donde aspire a aquel resultado, se enlace, se encadene, se funda en la alta idea de crear una copiosa familia de propietarios, cuyos goces y cuya existencia se apoye principalmente en el triunfo completo de nuestras actuales instituciones.

Juan ÁLVAREZ MENDIZÁBAL “Exposición a S.M. la Reina gobernadora” Gaceta de Madrid, 21 de febrero de 1836

Documento 2:

Las desamortizaciones eclesiástica y civil (millones de reales de vellón)

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1836-44 1845-54 1855-56 1858-67

Bienes eclesiásticos

Bienes civiles

Historia de España. 2º Bachillerato 28

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DDEE LL AA RREEVVOOLLUUCCIIÓÓNN AALL EENNSS AAYYOO RREEPPUUBBLLII CC AANNOO

El Sexenio Revolucionario comienza con la revolución de 1868, cuyo objetivo era poner fin al régimen moderado de

1845 y establecer en España una democracia basada en el sufragio general masculino. Se abordaron novedosas fórmulas políticas y sociales más allá del liberalismo (la democracia, la república y el federalismo) para integrar a las masas populares en el nuevo Estado nacional, pero numerosos problemas políticos que lo impidieron. Se sucedieron dos regímenes: la monarquía de Amadeo de Saboya y la Primera República.

1. La “Gloriosa” Revolución de 1868 y el Gobierno provisional .

La Revolución de 1868 o “La Gloriosa”, tuvo su origen en las contradicciones del régimen moderado de 1845,

que marginó a los sectores más progresistas del liberalismo y a los grupos populares, integrados por organizaciones obreras; a la vez que los mecanismos electorales estaban totalmente controlados por los caciques. También tuvo cierta repercusión la crisis financiera de 1866 y una crisis de subsistencia que se produjo en 1868.

Por ello se volvió a repetir la conspiración, seguida del pronunciamiento militar, como forma de cambio político. Pero ahora, además, se unía un importante componente popular:

La conspiración: políticos demócratas y progresistas promovieron desde el exilio el Pacto de Ostende

(Bélgica, 1866), con el fin de destronar a la reina y establecer unos derechos, como el sufragio universal.

El pronunciamiento de septiembre de 1868: los generales Prim y Serrano dirigieron un pronunciamiento militar que se inició en Cádiz. A ellos se unió el almirante Topete, al mando de la armada. En el manifiesto titulado España con honra proponían un Gobierno provisional y el sufragio universal, y declararon destronada a Isabel II, cuyas tropas fueron derrotadas por las del general Serrano en la batalla de Alcolea.

Isabel II huyó a Francia desde San Sebastián, donde se encontraba veraneando con su familia.

La revolución: la insurrección se propagó por numerosas ciudades españolas y obtuvo el apoyo popular, liderado por los demócratas, que organizaron Juntas Revolucionarias, desde las que reclamaban la ampliación de los derechos democráticos (sufragio universal, libertad de imprenta, de culto y de asociación) y la supresión de los consumos (impuestos sobre artículos básicos) y las quintas.

Así, lo que inicialmente era un pronunciamiento más, se convirtió en un movimiento revolucionario, apareciendo un doble poder: Gobierno provisional y Juntas revolucionarias, que se resolvió a favor del Gobierno con la

disolución de las Juntas; a cambio, tuvo que cumplir la mayor parte del programa demócrata.

El Gobierno provisional, presidido por el general Serrano y compuesto por progresistas y unionistas, convocó por primera vez en España elecciones por sufragio general masculino a Cortes constituyentes, obteniendo

la mayoría el centro político (unionistas, progresistas y demócratas cimbrios), defensor de una monarquía parlamentaria y democrática; moderados y carlistas a la derecha; y republicanos a la izquierda.

2. La Constitución de 1869 y la regencia de Serrano (1869-1870).

Las Cortes constituyentes elaboraron la Constitución de 1869, de carácter democrático y liberal, que habría de

sustituir a la muy moderada de 1845. Establecía:

La soberanía nacional, expresada mediante el sufragio general masculino.

Ampliación de los derechos. La garantía de las libertades de expresión y de prensa, de reunión y de

asociación (ésta aparece por primera vez en el constitucionalismo español).

El Estado aconfesional y la libertad de culto (también es reconocida por primera vez) y de enseñanza.

División de poderes claramente establecida. El poder legislativo en unas Cortes bicamerales: Congreso y

Senado, pero éste es elegido también por sufragio universal, aunque indirecto (a diferencia de la de 1845).

La monarquía constitucional continuaba, pero con mayor limitación del poder real.

Una vez aprobada la constitución y hasta encontrar un monarca para el trono español, fue nombrado regente el general Francisco Serrano, el cual encargó formar gobierno al general Juan Prim. Problemas a afrontar fueron:

Las sublevaciones republicanas, sobre todo en Cataluña; los motines de subsistencia y contra las quintas;

y las huelgas industriales organizadas, que constituyeron los primeros pasos del movimiento obrero.

Los problemas de la Hacienda. Laureano Figuerola, ministro de Hacienda, no abordó una reforma fiscal

que permitiera reducir la deuda pública. Estableció la peseta como única moneda nacional y medidas liberalizadoras, como la reducción de los aranceles y la Ley de Minas (dejan de ser monopolio de la Corona).

La Guerra del 68 de Cuba, que duraría diez años, y ocasionaría miles de muertos.

La búsqueda de un rey entre distintos candidatos, eligiéndose finalmente a Amadeo de Saboya, hijo del

rey Víctor Manuel, que había llevado a cabo la unificación de Italia y tenía un marcado carácter liberal.

Historia de España. 2º Bachillerato 29

3. La monarquía de Amadeo de Saboya (enero 1871 - febrero 1873).

Amadeo I reinó en España poco más de dos años (1871-1873), asumiendo el papel de monarca constitucional, que reina pero no gobierna. El nuevo rey se encontró un país con numerosos problemas políticos:

Tuvo escasos apoyos políticos y sociales. Tanto los alfonsinos, que cada vez iban teniendo más partidarios, como los carlistas, lo consideraban un intruso; y también tuvo el rechazo de los republicanos. Además, su principal valedor, el general Prim, fue asesinado el día que llegó a España como nuevo rey.

Continuaba la Guerra de Cuba del 68, a la vez que se puso de manifiesto la oposición de los hacendados españoles (propietarios de las plantaciones de caña) a la abolición de la esclavitud.

Comenzó la Tercera Guerra Carlista, iniciándose insurrecciones en Cataluña, Navarra y el País Vasco.

La Iglesia se oponía a la libertad de cultos y a la separación entre Iglesia y Estado.

Se produjeron numerosas revueltas urbanas y, ante el temor a la revolución social, se debatió la ilegalización de la Asociación Internacional de Trabajadores (A.I.T.), recién implantada en España.

La mayoría de los partidos políticos le ignoraron y se disputaban sin piedad el poder en el Congreso (como la rivalidad entre los progresistas Sagasta y Ruiz Zorrilla), impidiendo la estabilidad de cualquier gobierno (tres elecciones generales y seis gobiernos en los dos años de reinado de Amadeo I).

Ante esta difícil situación, Amadeo I abdicó en 1873 y volvió a su Italia natal. Al abandonar España le comentó a su ayudante: “Tengo la sensación de que volvemos de un viaje a la Luna”.

4. La primera República Española (febrero 1873 - enero 1874).

Tras la abdicación de Amadeo I, el Gobierno de Ruiz Zorrilla y los diputados republicanos pactaron el establecimiento de la Primera República, que fue proclamada el 11 de febrero de 1873 en sesión conjunta del Congreso y el Senado. Durante los once meses que tuvo de vida, se sucedieron cuatro presidentes:

Estanislao Figueras, al frente de una república unitaria, tuvo que soportar dos golpes de Estado y la

constitución del Estado de Cataluña, el primero de una futura República Federal Española.

Francisco Pi i Margall, presentó a las Cortes un proyecto de Constitución (1873), en línea con la de 1869, pero contemplaba la organización federal de la República. Pero la nueva República se vio desbordada por

la izquierda: los campesinos andaluces ocupaban tierras para repartírselas, los obreros de Alcoy promovieron una huelga general, y la influencia anarquista transformó el federalismo en cantonalismo,

porque se formaron cantones (municipios autónomos), destacando el de Málaga y el de Cartagena.

Nicolás Salmerón, propugnaba una república conservadora, dando un giro a la derecha apoyándose en el

ejército, para sofocar la revuelta cantonalista y el movimiento obrero.

Emilio Castelar, gobernó una República autoritaria, disolviendo incluso las Cortes; pero en enero de 1874

los republicanos le obligaron a reabrirlas, forzándole a dimitir. La sesión de Cortes fue interrumpida por el general Manuel Pavía, que entró en el edificio con la Guardia Civil y las disolvió sin apenas resistencia.

La I República sufrió una gran inestabilidad, al no descansar en una base política ni social sólida, que hiciera

posible su consolidación. Concurrieron varias circunstancias:

La falta de políticos convencidos del republicanismo y su división en unitarios y federalistas. Éstos intentaron crear un Estado catalán dentro de la República Federal Española. Sus enfrentamientos se radicalizaron a raíz de la proclamación de los cantones autónomos del Estado.

Los campesinos pidieron el reparto de las tierras de los latifundios, cuestión que los políticos republicanos ni tan siquiera se planteaban.

En las zonas industriales, la desconfianza de los sectores populares en el gobierno y la agitación social de la Internacional, llevó a los obreros a ocupar a menudo las calles.

La oposición abierta de los políticos conservadores, de buena parte de la jerarquía eclesiástica, de los carlistas (3ª Guerra Carlista) y, en especial, de los militares alfonsinos, que darían el golpe definitivo.

5. El fracaso de los intentos para establecer una democracia.

Tras el pronunciamiento del general Manuel Pavía, el poder fue entregado al general Francisco Serrano,

quien gobernó dictatorialmente durante un año, durante el cual proseguían los problemas sin resolver: Guerra del 68 de Cuba, Tercera Guerra Carlista, problemas campesinos y obreros, oposición política, etc.

Con el nuevo golpe de Estado protagonizado por el general Arsenio Martínez Campos, se produjo la restauración monárquica a favor del hijo de Isabel II, Alfonso XII, quien llegaría a España en enero de 1875.

Con el fin del periodo conocido como “Sexenio democrático”, quedó frustrado el primer intento para establecer en España un régimen parlamentario democrático.

Historia de España. 2º Bachillerato 30

TTEEMMAA 77 .. EELL SSEEXXEENNIIOO RREEVVOOLLUUCCIIOONNAARRIIOO:: IINNTTEENNTTOOSS DDEEMMOOCCRRAATTIIZZAADDOORREESS..

DDEE LLAA RREEVVOOLLUUCCIIÓÓNN AALL EENNSSAAYYOO RREEPPUUBBLLII CCAANNOO

HHIISSTTOORRIIAA DDEE EESSPPAAÑÑAA.. 22ºº BBaacchhii ll lleerraattoo ..

AALLUUMMNNOO//AA FFeecchhaa

Responde al tema y analiza y justifica la relación con el mismo de los siguientes documentos:

Documento 1:

“La nación española y en su nombre las Cortes Constituyentes, elegidas por sufragio universal, deseando afianzar la justicia, la libertad y la seguridad, y proveer al bien de cuantos vivan en España, decretan y sancionan la siguiente Constitución:

Art. 17. Ningún español podrá ser privado: Del derecho de emitir libremente sus ideas y opiniones [...]. Del derecho a reunirse pacíficamente. Del derecho de asociarse [...].

Art. 21. La Nación se obliga a mantener el culto y los ministros de la religión católica. El ejercicio público o privado de cualquier otro culto queda garantizado [...].

Art. 32. La soberanía reside en la Nación, de la cual emanan todos los poderes [...].

Art. 33. La forma de gobierno de la Nación española es la Monarquía.

Art. 34. La potestad de hacer las leyes reside en las Cortes [...].

Art. 38. Las Cortes se componen de dos Cuerpos Colegisladores, a saber, Senado y Congreso Ambos Cuerpos son iguales en facultades [...].

Art. 91. A los Tribunales corresponde exclusivamente la potestad de aplicar las leyes en los juicios civiles y criminales. Unos mismos códigos regirán en toda la monarquía [...]

Disposiciones transitorias. Art. 1. La ley que en virtud de esta Constitución se haga para elegir la persona del Rey (…) formará parte de la Constitución [...]”.

Constitución Española de 1869.

Documento 2:

La búsqueda de un nuevo rey

Historia de España. 2º Bachillerato 31

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EELL FFRRAACC AASSOO DDEE LLAA RREEVVOOLLUUCCIIÓÓNN IINNDDUUSSTTRRII AALL EENN EESSPP AAÑÑAA..

El siglo XIX español fue un periodo de lento crecimiento y atraso en comparación con la evolución del resto de

países industrializados de Europa occidental y central, Estados Unidos y Japón. España formó parte del conjunto de países periféricos de deficiente industrialización situados sobre todo en Europa oriental y meridional.

El estancamiento económico fue muy importante durante la primera mitad del siglo debido a las guerras y la pérdida de las colonias; no obstante, a partir de 1860, el ritmo de crecimiento fue más rápido.

1. La Revolución Industrial en España. Los factores del fracaso.

Durante el siglo XIX, España fue un país eminentemente agrario donde fracasó la Revolución Industrial, a excepción del sector textil catalán y de la siderurgia vasca, debido a una serie de factores:

2. Recursos mineros y fuentes de energía. La Ley de Minas de 1868.

Los recursos mineros españoles: hierro en Vizcaya, cobre en Riotinto, plomo en Linares, mercurio en Almadén; apenas se explotaban antes de la Ley de Minas de 1868, debido a la ausencia de demanda interna.

España, uno de los principales países mineros de Europa, no aprovechó esta riqueza que, en su mayor parte, era exportada al exterior. No obstante, parte de los beneficios obtenidos se reinvirtieron en la Península, en

especial en el País Vasco (por el puerto de Bilbao salía el hierro para Gran Bretaña y en el viaje de vuelta traían carbón británico para la siderurgia vizcaína), atrajo técnicas de los países industrializados y contribuyó a equilibrar la balanza de pagos. Alrededor de las minas surgieron numerosas industrias y ferrocarriles.

El carbón, la fuente de energía fundamental en la Revolución Industrial, se concentraba en Asturias, donde surgió un importante núcleo siderúrgico, pero era escaso, caro y de baja calidad, por lo que la siderurgia vasca utilizaba carbón británico. Las fuentes de energía alternativas prácticamente no se utilizaron.

3. El proceso industrializador.

3.1. La industria textil algodonera catalana.

La industria textil algodonera tuvo su área de expansión en Cataluña, debido a que ya existía una importante tradición manufacturera basada en la lana, al espíritu emprendedor de la burguesía catalana y a que el proteccionismo le reservó el mercado español y cubano.

Predominó la pequeña empresa de carácter familiar que siguió en sus comienzos el modelo británico. En 1832, los Bonaplata, construyeron en Barcelona la primera fábrica movida a vapor después de formarse en Gran

Bretaña en los nuevos procedimientos textiles.

3.2. La siderurgia vasca.

La industria siderúrgica tuvo su mayor desarrollo en el País Vasco, debido a que la burguesía vasca se

enriqueció exportando hierro de las minas de Somorrostro (Vizcaya) a Gran Bretaña e importando carbón aprovechando el viaje de vuelta.

En 1865 se construyó el primer alto horno de coque para la fabricación de hierro y poco después se empleó el convertidor Bessemer. Posteriormente se crearon empresas metalúrgicas de transformación del acero. Con estas ventajas, pronto superó claramente a los focos siderúrgicos que ya existían en Málaga y Asturias.

La escasa demanda de productos manufacturados, pues la revolución demográfica fue débil y la “reforma agraria liberal” (tema 9.2.) tuvo resultados limitados, por lo que la población, en su mayoría campesina, tenía

un poder adquisitivo muy bajo.

La escasez de energía barata, pues el carbón (como el de Asturias) resultaba caro por la dificultad de extracción y la falta de tecnología. Y las materias primas estaban en manos extranjeras; por ejemplo, el hierro vizcaíno se exportaba en bruto a Inglaterra.

El excesivo proteccionismo para salvar la industria catalana y vasca, no estimuló la renovación tecnológica,

lo que hacía perder competitividad. Sus productos, más caros que los británicos, franceses o alemanes, sólo tenían salida al mercado español.

Las malas comunicaciones y la falta de redes comerciales. Así, mientras el carbón asturiano no

encontraba a veces comprador, los bilbaínos adquirían este producto en Inglaterra que, por otra parte, era de mayor calidad.

Las escasas inversiones, por la falta de una burguesía amplia y emprendedora, que se inclinaba más por las inversiones especulativas que por las industriales. Además, hubo una excesiva dependencia de la tecnología y del capital extranjero.

La Ley de Minas liberalizaba el subsuelo, hasta ahora en manos de la Corona, y daba seguridad a los concesionarios de las minas, lo que facilitó la llegada de capital extranjero (Rothschild, Pereire) para su explotación.

Historia de España. 2º Bachillerato 32

3.3. Otras actividades industriales.

Talleres, manufacturas y producción a domicilio formaban un tejido industrial que proporcionaba artículos de

consumo imprescindibles para los mercados locales.

Estas pequeñas fábricas permitieron llevar a cabo una incipiente industrialización en las ramas agroalimentaria (harinera, conservera, vitivinícola y aceitera), química (colorantes para tejidos, explosivos), de fabricación de maquinaria (para la industria textil, herramientas) y de fabricación de transportes (astilleros).

La limitada demanda de los nacientes núcleos urbanos se bastaba con este tipo de industrias, que eran las verdaderamente representativas del siglo XIX español.

4. Transportes y comunicaciones.

La existencia de una red de transportes y comunicaciones era vital para la integración de las actividades económicas nacionales. Tradicionalmente, las comunicaciones se habían visto perjudicadas por el relieve

peninsular y los conflictos bélicos (Guerra de la Independencia, guerras carlistas), que interrumpían las comunicaciones y fomentaban el bandolerismo. Esta situación hacía imprescindible la creación de una red ferroviaria, impulsada por la Real Orden sobre Creación de Ferrocarriles (1844), que permitió la construcción de las primeras líneas ferroviarias: la de Barcelona-Mataró (1848) y la de Madrid-Aranjuez.

La navegación a vapor tuvo escasa importancia; a partir de 1870 fue impulsada desde el País Vasco, donde en

1888 se creó Astilleros del Nervión. El transporte marítimo en Cataluña, sin embargo, permaneció vinculado a la navegación a vela.

En el siglo XIX también se modernizó el servicio de Correos y se inició en España la telegrafía eléctrica (1854).

5. Comercio exterior y financiación.

5.1. Déficit comercial exterior y adopción de medidas proteccionistas .

España se especializó en exportar materias primas y productos semielaborados (el hierro constituía un tercio de las exportaciones españolas en 1900). A lo largo del siglo XIX existió un déficit comercial crónico, financiado por las remesas de dinero enviadas por los emigrantes, las importaciones de capital y los préstamos suscritos en el extranjero por el Estado.

Las medidas adoptadas en materia de comercio fueron mayoritariamente proteccionistas, favorecidas por los

intereses de los productores de cereales y de las industrias.

5.2. Financiación: creación de Bancos y sociedades anónimas de crédito .

A partir de 1856 se crearon bancos de emisión de billetes, entre ellos, los Bancos de Barcelona, Santander y Bilbao, especializados en créditos comerciales a corto plazo; y sociedades anónimas de crédito, que podían

realizar préstamos a largo plazo. Financiaron, sobre todo, la deuda pública y las compañías ferroviarias.

La creación del Banco de España (1856) tenía como objetivo inicial atender las necesidades de financiación del Estado; más tarde, cuando obtuvo en 1874 el monopolio de emisión de billetes (la primera peseta fue

acuñada en 1869, y aparece una matrona recostada sobre la Península Ibérica), las anteriores entidades pasaron a ser exclusivamente sociedades de crédito comercial y financiación industrial.

El capital nacional y extranjero invirtió a menudo en deuda pública en lugar de hacerlo en la industria o en la agricultura, perdiendo España la oportunidad de convertirse en un país capitalista moderno. El déficit

crónico de los presupuestos estatales favorecía estas inversiones.

La ambigüedad de la Real Orden de 1844 dio lugar a la especulación y a concesiones arbitrarias (prevaricación de la familia real -María Cristina-). En este contexto, se promulgó la Ley General de Ferrocarriles de 1855, para:

Evitar la corrupción y el amiguismo mediante la necesidad de aprobar en Cortes las concesiones.

Fomentar la actividad ferroviaria mediante la concesión de enormes privilegios a los inversores:

Subvenciones estatales para la construcción y las expropiaciones.

Franquicia aduanera para importar material ferroviario, sobre todo el hierro (libre de aranceles). La red de ferrocarriles españoles, financiada además por la desamortización de Madoz, superó los 5.000

kilómetros en los diez años siguientes:

Inconvenientes de la construcción de la red ferroviaria:

La mayoría de los tramos eran radiales desde Madrid quedan descolgadas muchas regiones.

Mayor ancho de vía que el europeo dificultad de articulación con Europa.

La franquicia aduanera supuso una ocasión perdida para potenciar la industria siderúrgica nacional.

Ventajas que proporcionó la red ferroviaria:

Ayudó a las explotaciones agrícolas.

Permitió una mayor movilidad de las personas y de las mercancías.

Estimuló la creación de sociedades anónimas de crédito.

Historia de España. 2º Bachillerato 33

TTEEMMAA 88aa .. LLAASS TTRRAANNSSFFOORRMMAACCIIOONNEESS EECCOONNÓÓMMIICCAASS DDEELL SSIIGGLLOO XXIIXX..

La producción siderúrgica en la década de 1860 Jordi Nadal: El fracaso de la Revolución Industrial en España

En el siglo XIX, paralelamente a la revolución liberal, se produjeron en España importantes cambios económicos y sociales, aunque de forma más lenta y menos intensa que en otros países de Europa Occidental. Se podía hablar de una auténtica revolución industrial en Cataluña y el País Vasco, aunque el resto de España continuó siendo un país eminentemente agrario. Símbolo del progreso fue la construcción del ferrocarril y la creación de un mercado único en todo el país como consecuencia de la supresión de las aduanas internas y la creación de una moneda única, la peseta, emitida por el Banco de España. También durante este periodo aparecieron las primeras manifestaciones del movimiento obrero.

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España

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Málaga Asturias Vizcaya

La primera moneda española de una peseta se acuñó durante el Gobierno Provisional en 1869

Historia de España. 2º Bachillerato 34

TTEEMMAA 88bb.. LLAASS TTRRAANNSSFFOORRMMAACCIIOONNEESS SSOOCCII AALLEESS DDEELL SSIIGGLLOO XXIIXX ..

EELL MMOOVVIIMMIIEENNTTOO OOBBRREERROO..

El siglo XIX fue testigo de una nueva sociedad carente de privilegios jurídicos. Sin embargo, existían claras diferencias entre las clases que accedían a la propiedad y las que no podían hacerlo. Por otra parte, los campesinos y trabajadores, mayoritariamente analfabetos, vivían y trabajaban en condiciones muy duras, que les llevó

paulatinamente a concienciarse de su situación y a organizarse movimiento obrero (texto e imagen).

1. Las transformaciones sociales.

La evolución demográfica: lento crecimiento de la población (de 11 millones en 1800 a 18 millones en 1900), pervivencia del modelo demográfico antiguo, emigración a ultramar y ligero crecimiento urbano.

Las élites: la nobleza supo adaptarse a las circunstancias; la burguesía: nueva burguesía de negocios,

profesionales prestigiosos y altos cargos del Estado y del Ejército. Difundieron un modo de vida basado en la familia nuclear y crearon espacios sociales propios (cafés, casinos privados, teatros). Fue estructuralmente débil.

Las clases medias acomodadas: propietarios modestos, profesionales o con un empleo público, cuya forma de

vida y costumbres eran muy diferentes de las de los trabajadores manuales.

Los trabajadores del campo: pequeños propietarios, arrendatarios y apareceros, y jornaleros (éstos eran el

75% de los trabajadores del campo en Andalucía, ocupados en los grandes latifundios).

Los trabajadores de la ciudad: oficios antiguos (artesanos, dependientes, transportistas y servicio doméstico) y

nuevos trabajadores (obreros fabriles y de la construcción, ferroviarios, mineros, etc.).

2. Las condiciones de vida de los trabajadores.

Los bajos salarios eran insuficientes para mantener un nivel de vida digno, por lo que era frecuente la utilización de mano de obra de mujeres y niños que, por otra parte, resultaba más dócil y barata al empresario.

La larga jornada laboral podía llegar a 12 horas, circunstancia que unida a las precarias condiciones de las fábricas y la falta de descanso, ocasionó frecuentes accidentes.

A todo esto se añadía el despido libre y la falta de protección social de cualquier clase, que implicaba acabar

en la mendicidad, en la delincuencia o en la miseria.

Los cambios en la producción con el maquinismo, afectaron al proceso de producción artesanal; y la

supresión de los gremios dejó desprotegidos a los trabajadores ante los cambios laborales.

Las familias obreras vivían hacinadas en pequeñas viviendas situadas en barrios degradados, estaban mal vestidas y alimentadas, y la incorporación al trabajo de los niños impidió su formación (analfabetismo).

3. Los inicios del movimiento obrero.

a) Características del movimiento obrero español.

El movimiento obrero en España se produjo en fechas muy tardías en comparación con el resto de Europa Occidental, porque su industrialización también fue más tardía, menos intensa y muy localizada.

Sus primeras reivindicaciones fueron el aumento del salario y mejoras laborales (jornada de 12 horas), sin la

más mínima idea revolucionaria de cambiar el orden social establecido. Y no será hasta 1870 cuando aparezcan planteamientos ideológicos y políticos sobre la necesidad de transformar el sistema económico y la sociedad.

b) El movimiento obrero anterior a 1868.

La manifestación más precoz de la lucha obrera fue el movimiento “luddita”, reacción primaria y espontánea dirigida a destruir las máquinas, que simbolizaban los nuevos métodos de producción y a las que se culpaba de

la pérdida de puestos de trabajo. El suceso más grave se produjo en Cataluña, que estaba más industrializada, y fue el incendio de la fábrica Bonaplata (1835), pionera en el uso de las máquinas de vapor en el sector textil.

La situación de precariedad y la prohibición de asociarse, llevó a la creación de sociedades de socorro mutuo

(germen de los sindicatos), donde los obreros practicaban la solidaridad con sus aportaciones para cubrir la pérdida de trabajo o la disminución de sus ingresos. En 1840 los obreros catalanes crearon la Asociación de Protección Mutua de Tejedores de Algodón (1840), un sindicato apolítico.

En Cataluña se produjo una huelga organizadas en 1854 contra las selfactinas (máquina semiautomática) y la libre contratación. Pero la más importante fue la huelga general de 1855 contra la ilegalización de las

sociedades obreras que proponían los progresistas, que puso de manifiesto el desengaño de los trabajadores con la izquierda liberal. A partir de entonces, los obreros industriales se inclinaron por los demócratas y republicanos, que reivindicaban la libertad de asociación y medidas legislativas protectoras de los trabajadores.

Historia de España. 2º Bachillerato 35

4. El movimiento obrero durante el Sexenio Democrático.

a) Métodos de lucha de la clase trabajadora.

El Sexenio Democrático evidenció la desconfianza hacia la democracia y la República de los trabajadores, que emplearon dos vías para mejorar sus condiciones de vida, y promover una revolución política y un cambio social profundo:

La acción directa contra los empresarios mediante la convocatoria de huelgas y la creación de sindicatos o sociedades de resistencia estables y organizadas. Es la vía elegida por los anarquistas.

La acción política, destinada a presionar a las autoridades mediante elecciones, actos multitudinarios (mítines y manifestaciones) y formaciones políticas que debían convertirse en partidos de masas. Los socialistas, inclinados hacia el marxismo, prefirieron esta vía, aunque combinaron ambas.

b) División entre anarquistas y socialistas en el seno de la Primera Internacional.

La AIT llegó a España a través de Giuseppe Fanelli, partidario de Bakunin, que propagó el anarquismo junto al tipógrafo español Anselmo Lorenzo. Los bakuninistas crearon la Federación Regional Española (1870), apolítica, contraria al parlamentarismo y a la centralización del Estado. El anarquismo difundía unas ideas sencillas:

la libertad absoluta, sin jerarquía de ningún tipo, y la bondad de la sociedad libre como obra de la naturaleza.

En 1872, un pequeño grupo de obreros de Madrid, que había sido expulsado de la Federación Regional Española, liderado por el también tipógrafo Pablo Iglesias, creó una célula de inspiración socialista marxista, y se incorporó a una sociedad de socorro mutuo para los tipógrafos.

5. El movimiento obrero durante la Restauración.

a) El movimiento obrero de inspiración anarquista.

Destacó en Andalucía y Cataluña, donde su falta de organización y la influencia de la propaganda por el hecho o de la acción directa de los anarquistas europeos, condujeron a algunos sectores anarquistas al terrorismo:

En Andalucía, la esperanza en la revolución y el reparto de tierras se plasmó en acontecimientos como la toma de Jerez en 1892 por una multitud de jornaleros. Al año siguiente, una huelga obrera en la zona, atribuida a la Mano Negra (supuesta sociedad secreta anarquista), terminó con una fuerte represión policial.

En Cataluña, convivieron sindicatos de planteamientos moderados con acciones terroristas individuales:

- El capitán general de Cataluña Martínez Campos fue herido en un atentado (1893). - Dos bombas al Liceo ocasionaron veinte muertos (1893). - Otra bomba al paso de la procesión del Corpus en Barcelona ocasionó doce muertos (1896). Han atacado, pues, a los símbolos del poder: el ejército, la burguesía y la Iglesia.

Consecuencia del atentado del Corpus fue el proceso de Montjuic por el que numerosos obreros y redactores

de revistas anarquistas fueron juzgados militarmente (cinco penas de muerte). En 1897, el anarquista italiano Angiolillo, asesinó a Canovas del Castillo en un balneario guipuzcoano, para vengar a los anarquistas juzgados. Desde entonces, la legislación contra el anarquismo se endureció, disminuyendo la actividad terrorista.

b) La fundación del PSOE y de la UGT.

Al disolverse la AIT, Marx aconsejó la formación de partidos marxistas nacionales. Así, el núcleo marxista de trabajadores fundó clandestinamente en España el Partido Socialista Obrero Español (1879), presidido por el tipógrafo Pablo Iglesias. A partir de la Ley de Asociaciones de 1881, intervino en la política oficial.

Durante la Exposición Universal de Barcelona de 1888, se celebró el primer Congreso del PSOE, donde se organizó como partido de masas claramente jerarquizado y con una rígida disciplina interna; y después participó en la creación de la Segunda Internacional (París, 1889), liderada por los socialdemócratas, y rechazó toda colaboración con los partidos burgueses. Su influencia se limitaba a organizar manifestaciones el 1 de mayo para

reivindicar la jornada de ocho horas, y no obtuvo un escaño en el Congreso hasta 1910, el de Pablo Iglesias.

También en 1888, se fundó la Unión General de Trabajadores (UGT), sindicato independiente pero vinculado al

PSOE, con el que compartía dirigentes, siguiendo el modelo socialdemócrata alemán, que para conseguir sus fines, más sociales que políticos, empleó la negociación, las demandas al poder y, en último término, la huelga. Estableció su sede en Madrid, donde tuvo mayor expansión, junto con Asturias y Vizcaya, igual que el PSOE.

6. La evolución de las organizaciones obreras.

En 1911 se fundó la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), sindicato anarquista, que alcanzó un elevado

número de afiliados en Cataluña y Andalucía, y defendió la abstención en las elecciones, lo que impidió la unidad de acción con las organizaciones socialistas.

Por otra parte, en el Congreso del PSOE de 1921 se votó continuar en la II Internacional de 1889 y, por tanto, la no adhesión a la III Internacional (comunismo revolucionario de Lenin). Un grupo de disidentes, que no estaban de acuerdo con la decisión tomada, fundaron el Partido Comunista de España (PCE).

Historia de España. 2º Bachillerato 36

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Responde al tema y analiza y justifica la relación con el mismo de los siguientes documentos:

Documento 1.

“Lo fundamental del Partido Socialista Obrero votado en abril de 1880 es lo siguiente:

Considerando que esta sociedad es injusta porque divide a sus miembros en dos clases desiguales y antagónicas, una -

la burguesía- que poseyendo los instrumentos de trabajo, es la clase dominante; otra -el proletariado- que, no

poseyendo más que su fuerza vital, es la clase dominada.

Que la sujeción económica del proletariado es la causa primera de la esclavitud en todas sus formas: la miseria social,

el envilecimiento intelectual y la dependencia política.

Que los privilegios de la burguesía están garantizados por el poder político, del cual se vale para dominar al

proletariado. [...]

Por todas estas razones, el Partido Socialista Obrero declara que tiene por aspiración:

1º La posesión del poder político por la clase trabajadora.

2º La transformación de la propiedad individual y corporativa de los instrumentos de trabajo en propiedad común de la

sociedad entera.

3º La organización de la sociedad sobre la base de la federación económica, el usufructo de los instrumentos de trabajo

por las colectividades obreras, garantizando a sus miembros el producto total de su trabajo, y la enseñanza integral a

los individuos de ambos sexos en todos los grados de la ciencia, de la industria y de las artes.

En suma, el ideal del Partido Socialista Obrero es la completa emancipación de la clase trabajadora: es decir, la

abolición de todas las clases sociales y su conversión en una sola de trabajadores libres e iguales, honrados e

inteligentes”.

El programa del Partido Socialista Obrero Español, 1879.

Documento 2.

Primer Congreso de la Federación Regional Española de la AIT en un Teatro de Barcelona en julio de 1870