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TEMA 3. ARTE EGIPCIO ARQUITECTURA ALZADO Y CORTE TRANSVERSAL DE UNA MASTABA. Arquitectura funeraria egipcia. La primera forma arquitectónica con fines mortuorios es la mastaba, constituida por un tronco de pirámide o cuadrado con muros en talud, y que supone una evolución de las primitivas tumbas en túmulo. Los primeros ejemplos se construyeron en ladrillo, que será luego sustituido por sillares perfectamente escuadrados, alcanzando su máximo desarrollo en el período protodinástico o Tinita (3100-2686 a.c.), aunque también se construyen en el Imperio Antiguo (2682-2181 a.c.), siendo utilizadas en primer lugar por los faraones y después por los altos dignatarios. Pronto los faraones considerarán insuficientes estas tumbas y demandarán una estructura de mayor complejidad que les distinguiese de los grupos inferiores en la jerarquía social. La mastaba es, por tanto, el primer paso hasta llegar a la pirámide perfecta. Su nombre significa en árabe "banco" y se les designó así por la semejanza que guardaban estas tumbas con los bancos de ladrillo adosados a las fachadas de las casas musulmanas. En estas tumbas, la momia del difunto se disponía en un sarcófago colocado en la cámara mortuoria subterránea, a la que se llegaba a través de un pozo excavado que se cegaba con piedras y arena una vez efectuado el sepelio; otra estancia, el serdab, habilitada dentro de la edificación, contenía el "ka" o doble del difunto (una representación física de éste que, por el hecho de conservarse mejor que el cadáver, garantizaba la vida de ultratumba) pinturas y relieves o esculturas alusivos al personaje y símbolos funerarios; una falsa puerta, orientada al Este, comunicaba el mundo de los vivos y el de los muerto, pudiendo "salir y entrar" el alma del difunto. Al exterior se abría también la capilla de las ofrendas, a ras del suelo, donde se realizaba el culto funerario. Algunos autores piensan que exteriormente iban pintadas con motivos que imitaban tejidos, como recuerdo de las tiendas los antepasados nómadas del pueblo egipcio. Las mastabas solían agruparse en conjuntos, dispuestos geométricamente formando calles, lo que daba lugar a auténticas ciudades de los muertos o necrópolis. Su tamaño es mucho menor que el de las pirámides, con una altura media de unos seis metros.

TEMA 3. ARTE EGIPCIO · ... encarnación en vida de Ra, el dios ... piedra estaban al sur de Egipto, y los bloques de piedra tienen un peso ... fue saqueada en tiempo de los faraones

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TEMA 3. ARTE EGIPCIO

ARQUITECTURA

ALZADO Y CORTE TRANSVERSAL DE UNA MASTABA.

Arquitectura funeraria egipcia.

La primera forma arquitectónica con fines mortuorios es la mastaba, constituida por un tronco de pirámide o

cuadrado con muros en talud, y que supone una evolución de las primitivas tumbas en túmulo.

Los primeros ejemplos se construyeron en ladrillo, que será luego sustituido por sillares perfectamente

escuadrados, alcanzando su máximo desarrollo en el período protodinástico o Tinita (3100-2686 a.c.), aunque

también se construyen en el Imperio Antiguo (2682-2181 a.c.), siendo utilizadas en primer lugar por los faraones

y después por los altos dignatarios. Pronto los faraones considerarán insuficientes estas tumbas y demandarán

una estructura de mayor complejidad que les distinguiese de los grupos inferiores en la jerarquía social. La

mastaba es, por tanto, el primer paso hasta llegar a la pirámide perfecta.

Su nombre significa en árabe "banco" y se les designó así por la semejanza que guardaban estas tumbas con los

bancos de ladrillo adosados a las fachadas de las casas

musulmanas.

En estas tumbas, la momia del difunto se disponía en un

sarcófago colocado en la cámara mortuoria subterránea, a la

que se llegaba a través de un pozo excavado que se cegaba con

piedras y arena una vez efectuado el sepelio; otra estancia, el

serdab, habilitada dentro de la edificación, contenía el "ka" o

doble del difunto (una representación física de éste que, por el

hecho de conservarse mejor que el cadáver, garantizaba la vida

de ultratumba) pinturas y relieves o esculturas alusivos al

personaje y símbolos funerarios; una falsa puerta, orientada al

Este, comunicaba el mundo de los vivos y el de los muerto,

pudiendo "salir y entrar" el alma del difunto. Al exterior se abría

también la capilla de las ofrendas, a ras del suelo, donde se realizaba el culto funerario.

Algunos autores piensan que exteriormente iban pintadas con motivos que imitaban tejidos, como recuerdo de

las tiendas los antepasados nómadas del pueblo egipcio.

Las mastabas solían agruparse en conjuntos, dispuestos geométricamente formando calles, lo que daba lugar a

auténticas ciudades de los muertos o necrópolis. Su tamaño es mucho menor que el de las pirámides, con una

altura media de unos seis metros.

PIRÁMIDE ESCALONADA DE ZOSER.

Sakkara. 2620-2600 a.c. 111 Dinastía. 63m de base x 60m de altura. Materiales: granito de Asuán y piedra caliza

de Tura.

Arquitectura funeraria egipcia de carácter colosal. Autor: Imhotep, gran sacerdote, médico y arquitecto real.

Constituye la más antigua de las grandes pirámides de Egipto, construida un siglo antes que las de Giza.

La pirámide escalonada de Zoser en Sakkara es una evolución de la mastaba. Imhotep en principio construyó una

gran mastaba de planta cuadrada (orientada, como era habitual, a los 4 puntos cardinales), pero luego se amplió la

base hasta hacerla rectangular y se le añadieron una serie de escalones de altura desigual, hasta alcanzar un total

de seis y 60m de altura. Se trata, pues de 6 mastabas superpuestas decrecientes en altura. La tumba se convierte así

en una "escalera" en la que el faraón, encarnación en vida de Ra, el dios sol, podía ascender tras su muerte, en

forma de halcón, al cielo.

La pirámide de Zoser inaugura un tipo de enterramiento real diferente del de los nobles, la mastaba, y construido

enteramente en piedra. La estructura interna es más compleja que la de las pirámides de Gizeh: un pozo vertical de

28 metros de profundidad conduce a la cámara funeraria subterránea y existe un complejo y laberíntico sistema de

pasillos y dependencias.

Iba revestida exteriormente de caliza fina de Tura, de la que no queda rastro alguno.

La pirámide escalonada se situaba en el centro de un gran recinto funerario de 545m x278m rodeado por un muro

de diez metros de altura con contrafuertes verticales y catorce puertas, de las que trece eran falsas (la real tiene

sólo un metro de ancho). Además de la pirámide había un gran pórtico de acceso al recinto con columnata,

santuarios del Bajo y Alto Egipto, un enorme patio, un patio menor llamado del Hebsed (fiesta de la renovación)

rodeado de capillas dedicadas a todos los dioses, una mastaba y construcciones simbólicas, macizas, sin

dependencias internas que imitan construcciones reales.

PIRÁMIDE ACODADA DE SNEFRU

2575-2551 a.c. Dahshur

Arquitectura funeraria de carácter colosal.

El rey Snefru se hace construir una pirámide de perfil quebrado en Dahshur, cerca de Sakkara. En ella se

sustituye la forma escalonada por caras que cambian de

inclinación hacia la mitad (de 50 grados pasa a 43 grados),

de tal manera que la parte superior parece una pequeña

pirámide sobre un gran tronco de pirámide. Su aspecto es

insólito y se le denomina también "pirámide romboidal".

Su forma se debe a un error de cálculo del peso descomunal

de los sillares. Otra particularidad es que tiene dos entradas,

una en la cara norte y otra en la oeste, que llevan a sendas

cámaras sepulcrales.

La pirámide acodada supone el siguiente paso desde la pirámide escalonada hasta la pirámide perfecta.

Tiene unas dimensiones de 97m de altura x 188m de base e iba totalmente revestida de piedra caliza de Tura.

PIRÁMIDES DE GIZEH.

2551-2494 a.c. Dinastía IV. Meseta de Gizeh, a las afueras de El (aíro. Piedra procedente de las canteras del sur

de Egípto. Granito de Asuán y piedra caliza de Tura.

Arquitectura funeraria egipcia (tumbas) de dimensiones colosales.

Autores: Hemiunu (Keops); desconocidos (Kefrén, y Mykerinos).

Pocos monumentos en la historia han suscitado tanto interés como

las pirámides de Gizeh. Han fascinado sobre todo por su capacidad

de transcender y perdurar ante el paso del tiempo. Se ha dicho que

"el tiempo desafía al hombre y las pirámides desafían al tiempo".

Las pirámides eran monumentos de carácter religioso y funerario,

construidas para albergar las tumbas de los faraones. Algunos

historiadores sostienen que su forma deriva de una piedra

triangular, llamada ben-ben, hallada en el templo de Heliópolis, que

para los egipcios tenía un significado simbólico y mágico en relación

con la creación del mundo. Más tarde los griegos le dan el nombre de "pyramis" porque su forma les recordaba

la de un pastel de trigo, muy popular, que se comía en la Hélade. Los egipcios de la época carecían de una

palabra para designarlas. Las de la meseta de Giza se conocían como "El horizonte de Keops", "Grande es

Kefrén” y “Divino es Mykerinos”.

El iniciador de la pirámide perfecta fue Keops, hijo del faraón Snefru (constructor de la pirámide "acodada"); en

él culmina la idea del faraón-dios, y manda realizar la mayor de ellas. Las pirámides fueron construidas con una

enorme precisión matemática que demuestra el increíble grado de desarrollo alcanzado por esta civilización,

aunque a veces se producían vacilaciones que obligaban a cambiar los programas constructivos. Su forma

rigurosamente geométrica requería complejos cálculos matemáticos, ya que la inclinación de sus paredes era de

51 grados. Las cuatro caras de las pirámides se orientaban mirando a los cuatro puntos cardinales. Las tres

pirámides de Gizeh están en un eje diagonal, evitando que las sombras de unas recaigan sobre otras.

La labor de construcción era enormemente compleja, puesto que las canteras de piedra estaban al sur de Egipto,

y los bloques de piedra tienen un peso medio de 2 toneladas, lo que nos permite pensar que gran parte de la

población quedaba implicada en esta tarea: esclavos, prisioneros de guerra y la gran masa de agricultores

parados en época de crecidas del Nilo.

Durante la IV dinastía se llevó a cabo, a pocos kilómetros de El Cairo, la necrópolis de Gizeh (o Giza), un

gigantesco cementerio presidido por las tumbas de los grandes faraones de esta dinastía: las célebres pirámides

de Keops, Kefrén y Micerinos (o Mykerinos). En torno a ellas se sitúan las pirámides menores de la familia real y

las mastabas de los nobles, rigurosamente ordenadas en calles y más o menos próximas a las pirámides según el

rango social de sus ocupantes. Ello indica la diferencia entre el faraón-dios y sus súbditos humanos. En estos

momentos el poder y el prestigio de los faraones es incuestionable.

Estaban revestidas de piedra caliza o granito y, según algunos historiadores, las puntas estaban revestidas de

oro, de tal modo que emitía destellos e imitaba los rayos del sol, poniendo de manifiesto que el dios solar Ra

contactaba con los hombres y con el alma del faraón.

La Pirámide de Keops, obra de Hemiunu, es considerada una de las "Siete Maravillas del Mundo Antiguo" y se

toma como referencia para el estudio de la pirámide perfecta. Tenía una altura de 146m (equivale a un edificio

de unos 50 pisos) y estuvo recubierta de piedra caliza, hoy desaparecida, así como su vértice (por eso hoy sólo

alcanza los 138m de altura). Tiene base perfectamente cuadrada de 233m (la longitud de 2,5 campos de fútbol),

un volumen de 2500000m cúbicos y ocupa una superficie de 54000m cuadrados (unos 7,5 campos de fútbol).

Fue realizada con más de dos millones de bloques de piedra de dos toneladas, y en su interior hay varios

corredores, falsas estancias y trampas, a pesar de o cual fue saqueada en tiempo de los faraones.

La entrada se sitúa en la cara Norte a 18 metros de altura, y de allí sale un Corredor muy angosto, en rampa (que

obliga a andar agachado) dividido en dos: En sentido Descendente, una galería conduce a la cámara subterránea

(en un principio se pensó enterrar aquí al faraón, pero finalmente se optó por la otra solución); en sentido

Ascendente (orientado a la estrella polar) se entra a la Gran Galería (tiene 46m de largo x 8,5m de altura y sirvió

para albergar los grandes bloques que, tras el funeral de Keops, taponaron el corredor ascendente), desde

donde se llega a la Cámara de la Reina, usada para guardar la figura del Ka, y a la antecámara y Cámara del

Faraón, en el centro de la pirámide. Abrir este espacio de 10m x 5m en mitad de la pirámide, con todo el peso de

los sillares de piedra, y conseguir que no se desplomaran sobre el mismo, implicaba ingeniosas e inteligentes

soluciones constructivas. Para ello se colocaron sobre el techo de la cámara real una serie de gigantescas losas

dispuestas horizontalmente separadas por espacios huecos y coronadas por dos losas más en forma de cubierta

a dos aguas (forma angular), que sirven para desviar el peso y los fuertes empujes que vienen de arriba. De la

Cámara del Faraón parten dos estrechas aberturas que sirven de canales de ventilación y que la ponen en

comunicación con las estrellas. Esta cámara mortuoria, destinada a no ser vista jamás por ojos humanos tras ser

sellada, es tan perfecta que es imposible pasar una hoja de cuchillo entre dos de sus bloques.

La hazaña arquitectónica que supuso la construcción de la Gran Pirámide todavía plantea numerosos

interrogantes: desconciertan sus descomunales dimensiones, su perfecta orientación (incluso la Cámara del Rey

guarda relación con los puntos cardinales), el Corredor Ascendente que enfila con precisión la Estrella Polar,...

La Pirámide de Kefrén, hijo de Keops, mide 143m de altura (conserva el vértice) x 215m de base.

Probablemente, como la de Keops, llevaba el vértice dorado y aún conserva el granito rosado original en su base.

Junto a esta pirámide se encuentra la célebre Esfinge de Kefrén, considerada un retrato monumental de faraón

con cuerpo de león.

La última de las pirámides de Gizeh, y mucho menor, es la Pirámide de Mykerinos, hijo de Kefrén y nieto de

Keops. Guarda la misma disposición que las anteriores, pero con unas dimensiones de 66m de altura x 84m de

base. Junto a ella aún se conservan las pequeñas pirámides de las reinas.

Hay que recordar que las pirámides se integraban en un complejo arquitectónico protegido por una muralla,

dentro de la cual se ubicaba también:

-Templo superior o funerario, adosado aliado oriental de la pirámide. Constaba de una zona pública y otra

restringida a los faraones. Aquí se llevaban a cabo ceremonias de alimentación ritual diaria del faraón-dios.

-Gran avenida ceremonial o vía sacra, donde procesionaba la comitiva funeraria que llegaba desde el valle del

Nilo. Esta calzada estaba cubierta para preservar el cortejo fúnebre de miradas impuras. La iluminación procedía

de estrechas aberturas en el techo.

-Templo del valle, donde se recibía el cuerpo del faraón, a pie del rio Nilo. Se realizaban ceremonias de

purificación y del cadáver y la apertura de la boca. También se destinaba este templo al culto popular del faraón

divinizado. Junto a él se construía un puerto que servía para descarga del material de construcción y la llegada

del cuerpo del faraón a través del Nilo.

Las pirámides han sido objeto durante miles de años de un gran expolio, sus materiales han servido para realizar

otras obras arquitectónicas.

Sección DEL TEMPLO DE KHONSU EN KARNAK, COMO PROTOTIPO DE LA ARQUITECTURA TEMPLARIA

AL AIRE LIBRE.

(Estudiar y desarrollar su estructura por el libro: Avenida de esfinges o carneros de Amón, Obelisco, Pilonos

(muro en talud con rehundimiento central), Patio hípetro (descubierto) rodeado de pórticos, Sala hipóstila

(cubierta) o bosque de columnas y Capilla o residencia del dios)

El templo divino al aire libre, exento, será el gran logro arquitectónico del Imperio Nuevo, como la pirámide lo

fue del Imperio Antiguo. Son obras de gran belleza y monumentalidad construidas bajos las dinastías de los

Amenofis, Tutmosis y Ramesidas.

Todos estos edificios son adintelados o arquitrabados, ya que los egipcios no emplearon el arco ni la bóveda;

presentan multitud de columnas, de fuste liso o fasciculado con capiteles muy variados, especialmente de

inspiración vegetal (lotiforme, palmiforme, papiriforme); tienen una escala monumental como un vehículo de

expresión del poder faraónico y un afán de eternidad, pero los bloques de piedra nunca llegan a las dimensiones

colosales del Imperio Antiguo; y muestran un magistral tratamiento de la piedra, bien cortada y aparejada.

Los más importantes templos al aire libre del Imperio Nuevo son los de Karnak y Luxor, ambos de enorme

extensión ya que el esquema clásico se fue multiplicando, porque los diferentes faraones añadieron nuevos

pilonos o salas hipóstilas a los templos ya construidos.

Todas las partes del templo tienen un significado:

-Los pilonos simbolizaban las cordilleras que rodean el valle del Nilo y la aparición del dios solar Amón-Ra entre

dos montañas.

-La sala hipóstila representaba el pantano surgido de la primera tierra emergida, con su bosque de columnas

florales. Era un espacio de paso hacia lo más sagrado del templo, y donde se pronunciaban oráculos y se

celebraban ceremonias. Los relieves más importantes sobre los dioses y el faraón se encuentran en esta sala que

recibía una luz tenue a través de celosías.

-En el sancta sanctorum, cada mañana el sumo sacerdote del templo "despertaba" al dios, le vestía, le ofrecia

comidas y le preparaba para el culto diario que era secreto (oraciones, cantos y danzas) que ejecutaban los

"puros" en su honor.

NECRÓPOLIS DEL VALLE DE LOS REYES.

Tebas.

Las pirámides fueron sustituidas en los Imperios Medio (2134-1785 a.e.) y Nuevo (1554-1080 a.c.) por los

HIPOGEOS o conjunto de cámaras sepulcrales perforadas en la roca. A partir de la V dinastía las pirámides son

menos frecuentes o se hacen de dimensiones más pequeñas con adobe, o bien se construyen mastabas.

El traslado de la capital de Menfis a Tebas, rica en acantilados, hizo que este desolado paisaje se emplease para

tres necrópolis: Valle de los Reyes, Valle de las Reinas y Valle de los Nobles.

Son tumbas excavadas en las paredes rocosas de los wadis (pequeños cauces secos) de la meseta que bordea la

orilla occidental del Nilo, buscando la ubicación secreta que hiciera imposible el robo y saqueo de las tumbas, sin

signos externos que delatasen su posición. Las puertas de acceso alas tumbas se hacia a distinta altura para

pasar inadvertidas. No obstante, todas fueron saqueadas y robadas ya en la propia época faraónica. Los templos

funerarios se realizaban alejados de los hipogeos, y en ellos sí podían mostrar los faraones su poderío.

La estructura es simple: una galería, más o menos larga, conduce a la cámara sepulcral al fondo, y una serie de

dependencias a modo de capillas o salas de tesoros se abren en estas tumbas subterráneas mostrando relieves y

pinturas de temática religiosa, funeraria o escenas de la vida cotidiana del difunto.

Tutmosis 1inicíó este modelo, acabando con una tradición de enterramiento que había durado 1700 años.

La tumba de Tutankhamon es la más célebre del Valle de los Reyes, por haber sido encontrada intacta, con su

magnífico tesoro. Era una de las más modestas, lo que nos hace pensar en los fabulosos tesoros desaparecidos

en el resto de los enterramientos.

SEMI-SPEO DE LA REINA HATSHEPSUT.

1490-1470 a.c. Dinastía XVIII del Imperio Nuevo. Deir el-Baharí. Luxar.

Arquitectura templaría monumental hecha en piedra.

Autor: Senmut, arquitecto y favorito de la reina.

Otra tipología de templo que se desarrolla en el Imperio Nuevo es el que tiene sus dependencias parcialmente

excavadas en la roca (las salas hipóstilas y el santuario), mientras que el resto aparece al aire libre. Se denomina

SEMIESPEO y es el caso del que mandó construir la única mujer faraón de la historia de Egipto, Hatshepsut, en el

acantilado tebano de Deir el-Bahari, eligiendo para ello un valle inaccesible que había estado consagrado a la

diosa Hathor. La gran originalidad del arquitecto Senmut fue aprovechar en todo su esplendor este paisaje árido,

seco, de dramática belleza como escenario rocoso en el que levanta el templo. Se sitúa junto a otro templo

precedente, y en que tal vez se inspira: el de Mentuhotep

Es un templo funerario (no quiere decir que el faraón se encuentre enterrado en él, y hay que recordar que se

encontraba alejado del hipogeo o enterramiento real) formado por tres terrazas monumentales sostenidas por

columnas y comunicadas por rampas, que dan paso a las capillas rupestres de Anubis (dios funerario, patrón de

los embalsamadores, con cabeza de chacal) y Hathor (diosa maternal y benévola de la felicidad y del amor, con

cabeza de vaca)

Una avenida de un kilómetro flanqueada por esfinges con la cabeza de la reina permitía acceder a la primera

terraza, cerrada al fondo por una galería adintelada de la que salía una rampa que iba a la segunda terraza,

también cerrada por una galería. Desde aquí, una segunda rampa daba paso al último espacio al aire libre: la sala

hípetra o patio. El resto del templo estaba excavado en profundidad en la roca: la sala hipóstila, las capillas

dedicadas a los dioses y demás dependencias, de forma laberíntica.

En los pórticos o galerías adinteladas que sostienen las terrazas encontramos pilares cuadrados y poligonales

(columna protodórica), capiteles hathóricos y estatuas

osiríacas con el rostro de la reina.

En los muros quedan relieves con escenas alusivas a la

reina, como la expedición que bajo su mandato se hizo

al territorio del Punt (enigmático lugar tal vez en el

África central)

Hay en este edificio emplazado en la montaña una

absoluta simbiosis entre arquitectura y naturaleza, una

armonía entre el medio natural y la arquitectura.

El resultado es una obra grandiosa de formas nítidas,

geométricamente puras, con predominio total de las líneas rectas (adinteladas) y de la piedra como material

para la eternidad.

Tutmosis 111, sucesor y gran enemigo de Hatshepsut, lo mandó arrasar y, mucho después, en época cristiana se

convirtió en un convento. Finalmente fue reconstruido en los años 60 del siglo XX.

GRAN SPEO DE RAMSÉS II y PEQUEÑO SPEO DE NEFERTARI.

1290-1224 a.c. Dinastía XIX del Imperio Nuevo. Abu Simbel, en Asuán, Región de Nubia.

Arquitectura templaría monumental construida en piedra.

Autor desconocido.

Los templos de Abu Simbel son el ejemplo perfecto de speo o templo funerario totalmente excavado en la roca,

y al mismo tiempo una muestra más del colosalismo y magnificencia de la arquitectura egipcia.

De entre todos los templos rupestres

existentes destaca el Gran speo de Ramsés

II, una bella y caprichosa construcción del

más grande faraón de la historia Egipcia.

Presenta en la fachada cuatro colosos

sedentes del mismo faraón, incrustados en

la pared rocosa que sirve de pilono,

formando un gigantesco altorrelieve que

debió resultar una proeza artística en el

momento de su construcción. Estas

estatuas de Ramsés II, de más de 20m de

altura, están secundadas por las de su

madre, su esposa Nefertari e hijos, pero

con una gran diferencia de tamaño

(jerarquización) sobre la puerta del templo se abre un nicho excavado con la representación de Ra-Horakhte (el

sol naciente), uno de los dioses a los que está dedicado el templo. Remata el conjunto un friso de 33 babuinos o

monos sagrados de 2m de altura que miran a oriente, adorando al sol naciente.

Aunque en realidad está dedicado a la tríada Amón, Ra-Horakhte y Ptah, el templo fue sólo construido para

glorificar, a través de los siglos, la memoria del faraón. Fue un desafío para los arquitectos reales: en un lugar

remoto en el desierto de Nubia, los 38m de fachada y los G5m de profundidad fueron sacados de una sola masa

rocosa.

Presenta una original y extraña fachada: cuatro estatuas colosales del faraón sedente (20m de alto, 4m de una

oreja a otra, labios de 1m de largo) perfectamente orientada hacia el Este. La sala hípetra o patio precede al

pilono, al ser imposible hacerlo en el interior.

Penetrando en el interior de la montaña se llega al sancta

sanctorum, en el que tiene su morada la tríada sagrada y

el mismo Ramsés II divinizado. Las cuatro figuras están

sentadas en un banco rocoso Allí se realizaba el llamado

"milagro del sol"; dos veces al año, 20 de febrero (primer

día del "shemu” o recolección de la cosecha) y 20 de

octubre (primer día del peret o germinación de la semilla),

los primeros rayos del sol del amanecer iluminaban

directamente a las dos estatuas centrales: Ramsés II y

Amón; en cambio los rayos no tocaban a Path por ser el dios de la oscuridad. Otros autores sostienen que el

"milagro del sol" se producía en los equinoccios de primavera (21 de marzo) y de otoño (21 de septiembre) a las

05:58 de la mañana.

Este templo, enteramente tallado en la roca, responde de forma ejemplar a los objetivos del templo egipcio: su

exterior es un verdadero autorretrato del poder faraónico y su interior (una sala de pilares presididos por

colosos de Ramsés-Osiris de 9m de altura con los atributos reales, como la ureus o cobra, la doble corona y el

flagelo) muestra la unión entre el dios y el faraón, la persona divina que garantiza el orden en el mundo. Sirve

también de propaganda política esta arquitectura grandiosa en un territorio tan lejano.

Todo el interior (sala hipóstila, capillas, salas de ofrendas y santuario) está revestido de pinturas y relieves con

acontecimiento alusivos a las glorias del faraón, como sus campañas militares.

El Pequeño speo de Nefertari es de dimensiones más modestas. Fue levantado en memoria de la esposa

del faraón, que aparece retratada como la diosa Hathor.

La fachada, también a modo de pilono, está decorada por 6 estatuas de pie de 10m de altura, cuatro del rey y

dos de la reina, instaladas en grandes nichos abiertos en la roca. La pareja real está acompañada por sus hijos,

representados a una escala mucho menor.

En el interior, la sala hipóstila presenta planta cuadrada con seis pilares con representaciones de la diosa Hathor.

Todo el conjunto presenta pinturas y relieves en sus muros.

La construcción de la gran presa de Asuán amenazaba con inundar los dos templos de Abu Simbel, pero en 1968

fue cortado en gigantescos bloques cúbicos todo el acantilado y fueron trasladados pieza a pieza hasta un nuevo

emplazamiento a salvo de las aguas.

ESCULTURA

RELIEVE DE HESIRÉ.

2620-2600 a.c. Imperio Antiguo. 114cm. Museo Egipcio de El Cairo.

Bajorrelieve en un panel de madera. Procede del corredor de la mastaba de Hesiré, prefecto de los escribas de

Zoser. Han sido encontrados seis de los once paneles de madera que decoraban los nichos del corredor de la

mastaba.

Esta muestra del relieve escultórico del Imperio Antiguo es un buen ejemplo para comprender algunos de los

principios que rigen la plástica egipcia: armonía de las proporciones, ley de frontalidad y visión rectilínea.

Fueron los primeros en buscar deliberadamente un canon de belleza ideal del cuerpo humano (convirtiéndose

en precursores de los griegos).

Para ellos un cuerpo ARMÓNICAMENTE PROPORCIONADO tenía que tener un acorde perfecto entre sus partes.

Tomando el puño como módulo regulador, crean el CANON DE 18 PUÑOS (2 para el rostro, 10 desde los

hombros hasta la altura de las rodillas y 6 para las piernas y los pies. Es decir, una persona era bella si medía 18

veces su propio puño, independientemente de su estatura, de su peso o de su guapura o fealdad.

El segundo principio inalterable es la LEY DE FRONTALIDAD: representar recta la línea de los hombros Y las

caderas, pudiéndose dividir la figura en dos mitades desde el eje central.

La tercera de las normas es la VISIÓN RECTILÍNEA (sólo para relieve y pintura): para ellos todas las figuras

estaban compuestas a partir de cuatro puntos de vista -uno frontal, dos laterales Y otro dorsal-Así resulta una

figura que presenta en un solo plano el ojo y el tronco de frente, Y de perfil la cabeza Y las extremidades. Estas

tres reglas estéticas se mantuvieron en vigor durante 3000 años, es decir, toda la historia del arte egipcio.

ESTATUA SEDENTE DE KEFRÉN.

2510-2485 a.c. Imperio Antiguo, IV Dinastía. 168 cm. Museo Egipcio, El Cairo.

Escultura exenta o de bulto redondo realizada en diorita verde.

Autor desconocido. Procede de su templo del valle en Giza.

Los faraones llegan a ser considerados seres sobrenaturales, hijos del Sol-Ra, Y por lo tanto dioses vivientes

como se demuestra en esta magnífica estatua.

Este retrato de Kefrén está considerado una obra maestra de la escultura universal. Realizada en diorita, piedra

de gran dureza y que permite un acabado perfecto, presenta la serie de estereotipos y convencionalismos de la

estatuaria egipcia: la simetría total; la ley de frontalidad; el estudio anatómico idealizado; la rigidez de ademanes

y paños; el tratamiento psicológico en un rostro inexpresivo, serio, solemne, intemporal, mirando al infinito,

dando lugar a una imagen distante y fría (no se sabe si sonríe levemente o si su rostro refleja una dura energía)

alejada del espectador ya que se quiere presentar al faraón como un dios, distinto a los mortales; el estatismo,

ausencia de movimiento que sugiere eternidad; el canon de proporciones,...

El faraón aparece sedente, entronizado, (un prototipo de estatua iniciado por Zoser) protegido por las alas del

dios-halcón Horus que se adhiere a su cabeza, dándole el soplo divino. Lleva sobre la cabeza el tocado de tela

(llamado "klaft" o "nemes"),en la frente la "uraeus" o serpiente real y la barba postiza; todos ellos atributos de

los faraones. Aparece semidesnudo, sólo con el "shenti" plisado, en postura de rígida simetría, sólo rota por la

posición de las manos apoyadas en los muslos, la izquierda extendida y con la palma hacia abajo y la derecha

cerrada, como empuñando un cetro.

El trono presenta patas y cabeza de león y en los laterales del mismo aparecen en relieve sendos lazos hechos

con las plantas de loto y papiro entrelazadas, simbolizando la unión del Alto y Bajo Egipto mediante un nudo.

ESFINGE DE GIZA.

Sobre 2500 a.c. Imperio Antiguo, IV dinastía. Piedra caliza. Junto a las pirámides de Giza. 57m de longitud x 20m

de altura.

Junto al templo del valle de la pirámide de Kefrén se encuentra su gran esfinge, ser fantástico con cuerpo de

león y cabeza humana. Está concebida como una representación del faraón, identificado con el sol, en guardia

permanente de toda la necrópolis.

Existía una masa rocosa con la forma semejante a un león tendido en el suelo, que sirvió para hacer esta colosal

escultura. Para hacernos idea de sus dimensiones

basta saber que cada oreja mide 1,3m.

En el curso de los siglos ha estado varias veces

sumergida en la arena, sólo dejando al descubierto

su enigmático rostro de 5m de alto.

La cabeza, inspirada en la de Kefrén, lleva el "nemes"

o velo real con el "uraeus" sobre la frente y la barba

postiza en el mentón, elemento que ha desaparecido

de la obra al igual que la nariz, ya que ha sufrido la

erosión del viento pero, sobre todo, mutilaciones

por parte de los iconoclastas en el siglo XIV y

después por los mamelucos, que hacían con ella

prácticas de tiro.

TRIADA DE MYKERINOS.

2486-2457 a.c. Imperio Antiguo. IV dinastía. 92,5cm. Museo Egipcio de El Cairo.

Material empleado: pizarra. Procede del templo del valle de su pirámide en Gizeh.

Grupo escultórico mediante la técnica del altorrelieve. Autor desconocido.

De una serie de 8 altorrelieves en homenaje a los nomos (ciudades-cantones) de Egipto que veneraban a Hathor

como divinidad principal, sólo 4 se han conservado enteros, como éste, en el que se representa al faraón

Mykerinos flanqueado por la diosa Hathor (del cielo y la fertilidad) a su derecha, plasmada convencionalmente

como una mujer con cuernos de vaca y el disco solar, y la personificación del nomo de Kynópolis a su izquierda.

La perfección en el modelado y el refinamiento artístico logrados por el artista son prueba de la calidad a la que

llegó la escultura egipcia en el Imperio Antiguo.

Presenta todas las características del lenguaje convencional egipcio: ley de frontalidad, canon de 18 puños,

rigidez plástica, hieratismo, idealización, formas compactas, inexpresividad, mirada lejana, articulaciones rígidas

con brazos pegados al torso,...

Las figuras se encuentran de pie sobre un pedestal unido a un muro posterior en el que se apoyaban. Esto se

explica por la técnica de talla utilizada en Egipto y consistente en esculpir las piezas a partir de bloques cúbicos

en los que, previamente, se diseñaba el frente y el perfil de las obras.

El estudio anatómico presenta una ejecución proporcionada de los cuerpos, aunque de apariencia sintética e

idealizada. El tratamiento de los paños es convencional, tanto en el faldellín del faraón (shenti) como en los

ajustados vestidos femeninos, que dejan entrever su anatomía; los rostros, a pesar de una leve sonrisa, resultan

inexpresivos, como era obligatorio en la representación de dioses y faraones. La frontalidad es absoluta.

La ley de simetría es total, no sólo en los cuerpos, sino en la composición, donde se ha querido resaltar la figura

del faraón, que aparece de un tamaño ligeramente mayor y con la corona bulbosa del Alto Egipto, mientras que

ambas figuras femeninas se representan de forma casi idéntica.

El convencionalismo escultórico egipcio se manifiesta en esta obra por la posición de los brazos que, pegados al

cuerpo, forman una composición cerrada. La única muestra de movimiento es la pierna izquierda del faraón que

se adelanta, pero de forma poco naturalista.

La solemnidad de lo representado parece describir al faraón procesionando lentamente, acompañado por las

diosas, con la mirada hacia el horizonte, intemporalmente. En definitiva, un claro exponente de ese arte real,

rígido, hierático y estereotipado que representa al faraón como un ser superior, distinto del resto de los

mortales.

RAHOTEP y NOFRET.

Museo Egipcio de El Cairo.

Cronología: Comienzos de la IV dinastía, Imperio Antiguo. 2613-2494 a.c.

Autor: Desconocido.

Medidas: 121 cm Rahotep y 122cm Nofret. Tamaño natural.

Material: Piedra caliza blanca policromada. Conserva perfectamente la policromía original.

Conjunto escultórico de carácter funerario, descubierto por Mariette (egiptólogo francés que puso freno al

expolio del arte egipcio y fundador del Museo de El Cairo) en 1871, en la mastaba del príncipe Rahotep en

Meidum.

Retrata al príncipe Rahotep (general y sumo sacerdote de Ra, tal vez fue hijo de Snefru) junto a su esposa Nofret

(recibía el honroso título de "conocida del rey"), aunque en realidad se trata de dos figuras exentas.

Constituyen un excelente ejemplo de las llamadas "estatuas vivas" que Keops hizo esculpir para sus fieles

servidores. El autor retrata a los difuntos captando a la perfección sus características fisonómicas. Se les

representa sentados sobre un bloque geométrico de color blanco, con jeroglíficos en el respaldo que aluden a

sus respectivas personalidades.

Aunque ambos forman parte de la familia real, su figuración se aleja del simbolismo e idealización de los

faraones, aunque el hieratismo, la rigidez, el estatismo, la ley de frontalidad y el canon de proporciones se

mantienen.

Mientras que el varón presenta una pigmentación oscura en su cuerpo semidesnudo, su esposa lleva un vestido

largo ceñido al cuerpo que cubre gran parte de su pálida piel. Este convencionalismo egipcio lo vemos en la

escultura y la pintura: hombres con carnaciones tostadas y oscuras y mujeres con piel rosada o amarillenta (tal

vez querían representar el contraste de las actividades de ambos sexos, estando el hombre expuesto al sol

-guerra, caza,... y la mujer no).

Rahotep aparece con pelo corto, bigote esbozado y vivos ojos hechos de incrustaciones de vidrio; Nofret con una

pesada peluca negra que enmarca un rostro pálido animado también con ojos incrustados, perfectamente

maquillados y llenos de misterio; su pelo, partido simétricamente en dos por la raya, lleva un bando circular con

adorno de flores y del cuello cuelga un gran collar polícromo.

Ambos personajes constituyen un prototipo de escultura que pretendía resaltar el complemento de hombre y

mujer en el Imperio Antiguo.

Belleza, elegancia, calidad escultórica y perfecto estado de conservación después de 4500 años hacen que estas

esculturas sean consideradas piezas muy importantes del arte egipcio.

KAAPER.

V dinastía, Imperio Antiguo. 2465-2323 a.c. Museo Egipcio de El Cairo.

Escultura de bulto redondo, de carácter funerario, realizada por un artista desconocido en madera de sicomoro,

con unas dimensiones de 112cm. Se cree que sobre la madera iban pegadas placas metálicas. Procede de la

tumba de este dignatario en Sakkara.

Conocido como Sheikh el-Beled (los trabajadores de Mariette que la encontraron le dieron este nombre, que

quiere decir "el alcalde del pueblo", por su parecido físico con el alcalde del Sakkara en el momento del

descubrimiento), esta escultura, considerada obra maestra del Imperio Antiguo, es un retrato de Kaaper, alto

dignatario, noble y sacerdote lector.

Por el gran realismo que desprende tanto su rostro como su anatomía, se ha convertido en una de las estatuas

más célebres de personajes particulares de todo el arte egipcio. Hay que recordar que la escultura en madera

tenía mayores facilidades técnicas que la piedra, pudiéndose hacer la estatua por partes.

El artista plasma los rasgos esenciales del personaje: hombre grueso, entrado en años, de aspecto bonachón y a

la vez eficaz y seguro en su puesto de mando. El gran realismo del retrato (difícilmente imaginable en las

estatuas de los faraones) está acentuado por la mirada viva que brilla en sus ojos realizados en cristal de roca y

párpados de cobre. La anatomía de formas gruesas y el rostro ancho son exponentes de su bienestar material:

un empleo cómo y bien remunerado que le permitiría una abundante alimentación. La psicología del personaje

también es captada por el escultor, mostrando a un hombre de expresión noble, pacífica y serena.

Es un retrato privado, no cortesano, por ello el personaje no lleva peluca y viste un simple faldellín de lino de uso

diario, no ceremonial. A este realismo contribuiría también una viva policromía hoy perdida.

Aunque las características inmutables de la escultura egipcia quedan patentes: hieratismo, rigidez, simetría,

frontalidad, canon de 18 puños,... hay un intento de captación del movimiento con el pie avanzado y el brazo en

escorzo, rompiendo el plano del cuerpo y obligándonos a abandonar la visión frontal.

ESCRIBA SENTADO DEL LOUVRE.

Impero Antiguo, IV dinastía, 2463-2380 a.c. Museo de El Louvre, París.

Escultura exenta de carácter funerario, realizada en piedra caliza blanca policromada, con aplicaciones de cristal

de roca y metal en los ojos. Dimensiones: 53 cm.

Los escribas alcanzaron en Egipto un gran protagonismo como funcionarios reales en una sociedad cada vez más

burocrática y centralizada. Eran encargados de anotar los impuestos y tributos al faraón y contactar con

mandatarios extranjeros. Por ello, tenían gran poder adquisitivo y pudieron encargar obras de arte.

En las dinastías IV-V del Imperio Antiguo, el faraón les dio a algunos escribas la gracia de la vida eterna, que

hasta el momento era exclusiva suya; de aquí la necesidad de realizar estatuas de carácter funerario como esta

del escriba sentado de El Louvre.

La escultura fue descubierta por Auguste Mariette en 1850 en la tumba de este noble, según algunos autores

llamado Kai, en la necrópolis de Sakkara. Estaba en la pequeña capilla destinada a las ofrendas de los muertos.

Se representa sentado, con las piernas cruzadas, sosteniendo un extremo del papiro enrollado en la mano

izquierda y sosteniendo el estilo, punzón o cálamo (instrumento punzante que servía para escribir sobre

superficies blandas o enceradas) en la mano derecha preparado para escribir. Viste una prenda llamada "shenti",

hecha de lino, larga y estrecha que se ciñe a modo de falda, y sobre la que se apoya el papiro.

Sobre la tonalidad rojiza de la piel destaca la mirada viva en los ojos. Están realizados con pasta vítrea y llevaban

muchos detalles de color pardo y ocre. La córnea era de alabastro, el iris de basalto y las pupilas de plata. Los

párpados postizos son de cobre para dar mayor realce a la mirada. El artista resalta los pómulos, mientras que

las mejillas aparecen ligeramente hundidas. El pelo corto, es de un negro intenso.

El rostro tiene una expresión concentrada, una mirada inteligente y expresiva.

Su cuerpo está bien proporcionado y tratado, aunque la postura es hierática. Las manos y los pies son de gran

tamaño y en ellos se destacan algunos detalles como las uñas. En el torso resalta el pecho y el vientre

voluminoso (señal de una buena alimentación) nada idealizado, mientras que en brazos y piernas se marca con

detalle la musculatura. El escultor ha vaciado el espacio entre los brazos y el tronco para dar más sensación de

naturalismo. La postura es relajada, sin tensión muscular. La escultura se puede enmarcar en un triángulo cuyos

vértices son la cabeza y ambas rodillas.

La característica principal de esta obra es la búsqueda del naturalismo: se pretende representar la realidad, con

detalles, buscando mostrar una fisonomía claramente individualizada, que se conociera al personaje retratado,

en contra de la idealización en las estatuas del faraón que buscaban lo imperecedero y divino.

Como la mayoría de las esculturas egipcias de bulto redondo, éste es un retrato funerario. El rito mortuorio

egipcio exigía realizar un retrato del difunto y colocarlo en la tumba para que el Ka (alma) del muerto lo

reconociera y se alojara en él. Aunque es una obra para ser eterna, transmite una sensación de realidad y

cercanía, propia de la escultura privada. Por tanto, aunque hay hieratismo, canon egipcio de proporciones y

frontalidad, es más naturalista y humanizada que las representaciones reales.

Este importante personaje, Kai, que tenía otros escribas a su servicio, se hace retratar desempeñando el trabajo

del que se siente orgulloso (hay que recordar que la escritura era un conocimiento difícil y poco divulgado), muy

vital, con mirada astuta y expresión de hombre competente, conocedor del mundo y seguro de sí mismo.

ESCRIBA SENTADO DEL MUSEO DE EL CAIRO.

(APLICAR CARACTERÍSTICAS DEL COMENTARIO ANTERIOR)

Caliza pintada. 51cm. V dinastía. Hacia 2450a.C. Museo Egipcio de El Cairo.

Este ejemplar de escriba, a diferencia del escriba del Louvre lleva peluca,

complemento corriente en Egipto, ya que la mayoría de personajes

importantes se rasuraban la cabeza, usando diferentes modelos según las

ocasiones.

AMENOFIS IV Y SU FAMILIA OFRECIENDO A ATÓN FLORES DE LOTO.

136S-1349 a.c. Imperio Nuevo, Dinastía XVIII. 32 cm. Museo

Egipcio de El Cairo.

Placa de piedra caliza con la técnica del relieve rehundido o

huecorrelieve.

El faraón Amenofis IV promovió una radical reforma religiosa

durante su reinado, sustituyendo el politeísmo de siglos por el

culto monoteísta a Atón o Sol Poniente (se representa

mediante un disco solar del que parten rayos terminados en

manos que tocan benefactoramente a la familia real),

autodenominándose él mismo Akhenatón, y trasladando la

capital a Tell –EI Amarna. A su muerte el culto a Atón será

abandonado y se reimplanta el politeísmo.

En los relieves de esta época las figuras se nos presentan más alargadas y naturalistas, se abandona la

idealización de las formas humanas y la elegante síntesis entre hombre y dios por un realismo extraño, casi

desconcertante: los personajes son representados con cráneos alargados, cuellos desmesurados y finos, vientres

abultados, extremidades frágiles,... En muchas obras hay tan grandes dosis de naturalismo y deseos de

expresividad que se llega a la deformación de la realidad.

A este estilo se le ha denominado MANIERI5MO DE AMARNA, por ser un arte extraño y refinado que se aleja del

canon clásico preestablecido. Es lógico que tal revolución religiosa tuviera gran impacto sobre el arte y sus

manifestaciones: ruptura con la tradición y deseos de cambio.

Así aparecen los personajes reales en este relieve con la técnica del REHUNDIDO (los contornos de las figuras

está, excavados con lo que se crean grandes contrastes de luces y sombras).

El tema está a medio camino entre lo religioso y lo cotidiano: la familia real, el faraón Amenofis IV, su esposa

Nefertiti y dos de sus hijos son bañados por Atón, el Sol Poniente, mientras le hacen entrega de una ofrenda de

flores de loto.

BUSTO DE NEFERTITI.

13S0-a.e. Imperio Nuevo, Dinastía XVIII. 50 cm. Museo Egipcio de Berlín.

Escultura exenta o de bulto redondo del período de Amarna.

Autor: Tutmés, escultor jefe del taller de Amarna.

Material: caliza policromada.

Esta escultura ilustra la breve (sólo duró 16 años) etapa de revolución religiosa y artística de Amarna: el lenguaje

convencional se abandonó por una representación más realista, como ese "cuello de cisne" tal vez

desproporcionadamente largo que, sin embargo, la embellece.

Este bello retrato de la esposa de Akhenatón (Amenofis IV) fue descubierto en 1912 en el taller que Tutmés,

primer escultor del reino, había tenido en la capital de Tell-el-Amarna, junto a otros 20 retratos preparatorios en

yeso de la familia real para luego ser trasladados a piedra.

El nombre Nefertiti significaba "la más bella" y realmente este retrato de la reina se ha convertido en un icono

universal de belleza femenina, por la delicadeza de sus facciones, el cutis terso, el cuello estilizado, los labios

carnosos y arqueados, orejas finas, pómulos y mentón sensuales,...; acentuado todo ello por un atrevido

maquillaje y unos adornos espectaculares como el collar de hojas de sauce y la corona troncocónica de color

azul, expresamente diseñada para la reina.

Se considera obra maestra de la estatuaria egipcia por su increíble perfección, a pesar de no poseer el ojo

izquierdo y presentar la oreja y el "ureus" partidos (hay que recordar que fue abandonada en el taller de Tutmés

tras servir de modelo para otros retratos de la reina).

El refinamiento y la elegancia del retrato, que muestra los rasgos reales de Nefertiti, son características propias

de este período de Amarna, muy alejado de la idealización de la estatuaria egipcia anterior.

MÁSCARA DE TUTANKHAMON.

1337 a.c. Imperio Nuevo, Dinastía XVIII. 54 x 39cm. Museo Egipcio, El Cairo.

Obra maestra de la orfebrería, realizada en oro con incrustaciones de piedras semipreciosas y pasta vítrea.

Cuando Howard Carter descubrió en 1922 (tras seis años de excavaciones) la tumba de Tutankhamon y su

fabuloso contenido, se pudo ver que el cuerpo momificado del faraón estaba encerrado en un tripe sarcófago;

uno de madera dorada, otro también de madera adornada con pasta de vidrio y un tercero de oro macizo que

constituye una de las obras maestras de la orfebrería de todos los tiempos; mide 1,50m y consta de casi 200 kg

de oro incrustado con lapislázuli, turquesas y coralinas.

Esta máscara de oro macizo y vidrio de color lapislázuli, con un pectoral de piedras variadas y vidrios de colores,

tapaba la cabeza de la momia del faraón, envuelta en el sudario y repleta de amuletos, que se encontraba

dentro del tercer sarcófago.

La máscara muestra una expresión triste, como observó Carter, su descubridor, pero tranquila, fruto de una

juventud prematuramente truncada por la muerte. Se sabe que el faraón murió a una edad entre los 17 y los 19

años.

Como hemos comentado, este fabuloso tesoro encontrado en la tumba de Tutankhamon, en el Valle de los

Reyes, es el único que ha llegado intacto a nuestros días, pero con toda seguridad existieron otros de mayor

valor pertenecientes a faraones más importantes.

PINTURA

CÁMARA DE OFRENDAS DE LA TUMBA DE NEFERTARI.

1265 a.c. lmperio Nuevo, Dinastía XIX. Valle de las reinas, Tebas.

Autor desconocido. Pinturas al fresco con función funeraria.

La pintura mural más importante es la que se realiza en el Imperio Nuevo, ya que en los períodos anteriores se

prefirió el relieve. Servía para decorar los hipogeos con las tumbas reales, donde la aridez exterior se

compensaba con la riqueza pictórica de los interiores. Los temas están relacionados con la mitología, la vida del

difunto en sus aspectos ceremoniales o cotidianos, con la naturaleza, con el "Libro de los Muertos",... es decir,

los que permiten que el muerto permanezca eternamente en contacto con lo que fue su vida.

Los colores son planos (no hay gradación tonal) e intensos, prefiriéndose los colores cálidos (rojo, amarillo, ocre)

Las superficies aparecen perfectamente delimitadas por un dibujo muy preciso en los contornos. Se emplea la

VISIÓN RECTILÍNEA: rostro, piernas y brazos de perfil y ojo y torso de frente (podemos decir que se anticipó miles

de años al Cubismo). Las figuras se yuxtaponen con gran planitud y no hay perspectiva, desinteresándose pintor

egipcio por la tercera dimensión.

La pintura mural egipcia tiene, además, gran valor por ser un documento histórico que nos permite conocer la

vida cortesana del Imperio Nuevo.

En la Cámara de ofrendas de la tumba de Nefertari (la esposa favorita de Ramsés II) en el Valle de las Reinas, en

Tebas, aparece la reina acompañada por todos los dioses y diosas protectores de los difuntos en su camino por

las regiones oscuras del mundo de ultratumba. Sin embargo, no es una pintura en absoluto lúgubre, sino llena de

riqueza cromática, armonía y equilibrio, de gran impacto estético. Sobre el fondo blanco de los muros destacan

las figuras de la reina y los dioses, sedentes, en actitud hierática, mostrando diferentes escenas relacionadas con

la mitología egipcia del mundo de ultratumba. Además de las figuras aparecen multitud de jeroglíficos

rellenando la parte superior de los muros.

NEBAMON Y SU FAMILIA EN UNA CACERÍA DE PATOS SALVAJES.

1470-1439 a.c. Imperio Nuevo, Dinastía XVIII. British Museum. Procede del Valle de los Nobles, en Tebas.

Autor desconocido. Pintura mural de carácter funerario.

Nebamon fue superintendente de los graneros del faraón Tutmés 111, cargo importante que le convierte en una

persona de gran relevancia social.

En las tumbas privadas, no en las reales, las pinturas no aparecen en frisos, sino formando una gran escena con

el difunto como protagonista. Aquí aparece Nebamon cazando aves en los pantanos del Nilo con un boomerang,

sobre una frágil embarcación de tallos de papiros; junto a él su familia asiste a la escena cinegética. Él y su

esposa llevan las pelucas negras propias de su rango.

La escena está llena de vivacidad y frescor, tal vez tomada por el artista del natural y luego recreada en el taller,

rememorando los detalles. Aunque no hay perspectiva, los bellos contornos y los juegos de yuxtaposiciones

producen un ritmo de gran calidad estética. Hay una espléndida plasmación del mundo animal y vegetal del

entorno del Nilo, gran riqueza cromática y unas líneas elegantes en el dibujo de gran vitalidad.

Además de la visión rectilínea, el canon de proporciones, los colores planos, la ausencia de perspectiva o tercera

dimensión, el marcado contorno de los dibujos,...observamos también una representación jerárquica (Nebamon

aparece a un tamaño mucho mayor que su esposa) y la aparición de jeroglíficos intercalados.