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TEMA DE PORTADA - una · 2005. 1. 31. · lumbra que la madera de plantación pronto llegará a ocupar un puesto importante en las exportaciones na-cionales (Guzmán 2004). En la

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  • OCUPA TODO EL ESPACIOGuía urbana

    Retransmisión de los mejoresprogramas del año 2004

    S U M A R I O 1 3 6

    Director y editor Eduardo Mora. Asistente Karol Montero.Consejo editor Manuel Argüello, David Kaimowitz, Luis Poveda, Rodia Romero.Diagramación e impresión Litografía e Imprenta Segura Hermanos, tel. 279 9759.Circulación Enrique Arguedas.

    Escuela de Ciencias Ambientales de la Universidad Nacional,tel.: 277 3688, fax: 277 3289, apartado postal: 86-3000, Costa Rica,[email protected], w w w . a m b i e n t i c o . u n a . a c . c r

    EditorialAmbientalismo contemporizador

    Felipe Montoya El ambientalismo tico

    Marielos AlfaroSociedad tica sin conciencia ambiental

    Gabriel RivasCosta Rica insustentable

    Javier Baltodano e Isaac Rojas10 años de ecologismo: soñando y empujando

    Maynor MoraNaturaleza: signo de identidad entre poaseños

    Valeria LentiniValores ambientales de ticos y panameños

    O T R O S T E M A S

    3468

    1113

    16

    Marielos AlfaroPago de servicios ambientales en Ley Forestal

    Reseñas de estudiosProductos forestales no maderables

    no son tan beneficiosos

    22

    23

    U.S. FISH & WILDLIFE

    SERVICE

    DE

    PA

    RTMENT OF THEIN

    TE

    RIO

    R

    Ilustración de portada: Eisenschink

    E N E N E R O

    T E M A D E P O R T A D A

    2 Enero 2005

  • E D I T O R I A L

    Ambientalismo contemporizador

    En Costa Rica existe un movimiento ambientalista(sociológicamente conceptuado como movimien-to "social") que se nutre de una sociedad nacionalorientada valorativamente hacia una vida cada vez enmenor desarmonía con la naturaleza. A su vez, ese mo-vimiento social nutre a esta sociedad con sus valores yadestilados -no en bruto- y transmitiéndole el conoci-miento de normas de comportamiento respetuoso conla naturaleza. Este ambientalismo tico, expresado tantoen el internamente heterogéneo movimiento social co-mo en el temperamento popular, que no es enorme pe-ro es notable, ¿cómo y de dónde arranca? Grupos orga-nizados en pro del ambiente empezaron a despuntar enlos años setenta y se multiplicaron en los ochenta bajoel influjo del movimiento ambientalista mundial gesta-

    do en los países desarrollados del planeta. La laxa ideo-logía ambientalista encontró aquí un buen caldo de cul-tivo gracias a la eclosión del turismo interesado en eldisfrute de la naturaleza (agreste y rural) en los ochen-ta, actividad ésta que, impactando crecientemente en laeconomía nacional, convirtiose en la demostración deque la salvación de la flora, la fauna y los paisajes nacio-nales es la salvación nacional. Si en vez de que del Nor-te nos llegaran turistas, nos hubiera llegado masivas in-versiones para -digamos- la demoledora industria ex-tractiva, generando empleo y riqueza a través de enca-denamientos económicos, el ambientalismo tico quizásno existiría como actitud nacional sino que se reduciríaa unos escasos grupos -eso sí, mucho más beligerantes

    que los actuales- relativamente aislados de la población.Los ticos somos amables y contemporizadores, lo queconstituye una ventaja para atraer visitantes. Paz, tole-rancia ante las divergencias, elusión de las pendencias,procuración de la armonía con el prój(x)imo, con el aje-no y, por extensión y potencialmente, también con lanaturaleza.

    La búsqueda de la armonía con la naturaleza no es"natural" en las sociedades modernas, es decir, no es ge-nerada espontáneamente en los ámbitos de la produc-ción económica y del consumo; la Modernidad, precisa-mente, fue alcanzada destruyendo ya sin ninguna consi-deración y a mansalva vastísimos ecosistemas. El movi-miento ambientalista, nacido en los años setenta, es unarevuelta pacífica a favor de la naturaleza que se gestó de

    la mano de la crítica a la Modernidad. Y ese movimien-to, dicho sea de paso, indirectamente moviliza a nortea-mericanos y europeos a visitarnos y a sus gobiernos y aorganismos internacionales a elogiarnos. El ambientalis-mo como movimiento y como actitud del siglo veinteno es originalmente campesino ni indígena. El protec-cionismo indiscutible de los indígenas, y el ambiguo delos campesinos, no es un ambientalismo, sino que es unproteccionismo preindustrial y premoderno. O sea, elambientalismo tico es un producto nuevo que, al igualque el proteccionismo indígena y campesino, es intere-sado y oportunista, y tiene correspondencia con nuestrapotencialidad contemporizadora.

  • En todo el mundo, Costa Rica es conocida como undestino ecológico sin igual y reconocida por susesfuerzos por proteger y conservar su rica biodi-versidad. Somos signatarios de convenciones interna-cionales como la de biodiversidad (CDB), la de cambioclimático (Kioto), la de humedales (Ramsar), la de co-mercio de especies amenazadas (Cites), la de desertifi-cación (CCD), etcétera. Las áreas protegidas cubrenuna cuarta parte del país y el derecho a un ambiente sa-no forma parte de la Constitución Política. Sin embar-go, basta asomarse a cualquier río del Valle Central pa-ra detectar la enorme contradicción en nuestro amorpor la naturaleza. ¿Somos o no somos ambientalistas loscostarricenses? A fin de responder a esta pregunta esnecesario primero identificar los parámetros que utiliza-remos para llegar a una determinación. ¿Somos en tér-minos absolutos, o con referencia a lo que hemos sido,o en comparación con otros pueblos, o en términosideológicos, o en términos prácticos, o por convenien-cia, o por convicción, o históricamente, o en potencia,o en la ciudad, o en el campo, o los viejos, o los jóve-nes? También debemos enmarcar la pregunta por temá-tica: ¿Nos preocupa el calentamiento global, la adicciónal petróleo, la gran muerte de especies, el desmorona-miento de la Antártida, la pérdida de la capa fértil delsuelo, la deforestación, la desertificación, la contamina-ción, el hambre, la pobreza, el consumismo, la basura, ladestrucción de humedales, el ruido, los atentados con-tra el paisaje, la escasez de agua, los ríos muertos, lasplayas como receptáculos de los desperdicios de tierraadentro, la biocontaminación por cultivos transgénicos,la pérdida de culturas rurales...?

    Claramente, los ticos, como otros pueblos, somosmás o menos ambientalistas y en algunos temas másque en otros. No podemos decir categóricamente queen nuestra esencia seamos ambientalistas, pero tampo-co podemos afirmar que nuestro ambientalismo sea úni-camente una fachada. Nuestras preocupaciones am-bientales sí son actitudes estratégicas a veces, pero tam-bién el ambientalismo ha llegado a formar parte denuestra identidad colectiva.

    En mi pueblo natal, Escazú, donde también he lleva-do a cabo investigación socioambiental, he encontradoun amplio abanico de actitudes, acciones y proyectosambientales, entre ellos los que en algún momento de-nominé ambienta-listos (Montoya 1992). Pero tambiénestán los sinceros amantes de la naturaleza. El ambien-talismo campesino, por ejemplo, se palpa sobre todo porsu amor a la tierra, por su cariño en hacer brotar de ellael fruto de su colaboración con sus elementos. Su arrai-go a la tierra no responde a una falta de opciones alter-nativas. A pesar de la escasez monetaria que brinda laagricultura campesina, es su identidad como hijos de latierra lo que los mantienen aún formando parte de unpaisaje rural de convivencia con la naturaleza. No obs-tante, también es cierto que las presiones económicashan minado este sector, que se ha visto forzado a aban-donar la tierra, a veces vendiendo sus parcelas a nuevosinquilinos dispuestos a pagar por el valor agregado deun ambiente natural -producto de una cultura campesi-na. Éstos ahora forman parte de otro tipo de ambienta-lismo: tal vez podríamos llamarlo ambientalismo residen-cial.

    Pero para no caer en el romanticismo, es necesarioreconocer que el campesinado también ha contribuidoa la contaminación mediante el uso de agroquímicos, ala erosión por mal manejo del suelo, a la deforestacióny hasta a la cacería. Por otro lado, el ambientalismo re-sidencial en algún momento también ha contribuido ala recuperación del hábitat de especies silvestres, espe-cialmente en los grandes terrenos, anteriormente cafe-tales, que ahora se han convertido en refugios privados.Claro está que el boom residencial en los cerros de Es-cazú, por ejemplo, no solo destruye el paisaje y los eco-sistemas naturales sino que además representa grandespresiones sobre los bienes y servicios de la naturaleza.

    ¿Somos más concientes hoy en términos ambienta-les de lo que hemos sido? Si vemos las tasas de defores-tación, talvez podemos decir que sí. Aunque quizás es-te cambio sea más bien por omisión, ya que ahora sonmás reducidas las posibilidades de encontrar bosquespara talar. Pero los campesinos que recuerdan habertumbado en el pasado hectáreas de bosque inevitable-mente dan muestras de arrepentimiento y de cariño porlos árboles que permanecen en pie. No sé si los empre-sarios madereros tengan este mismo ethos, especialmen-

    4 Enero 2005

    Felipe Montoya, antropólogo ambiental, es profesor e investigador en laUniversidad de Costa Rica.

    El ambientalismo ticoF E L I P E M O N T O Y A

    T E M A D E P O R T A D A

  • te cuando más de uno está cerrando las puertas de susaserraderos por falta de materia prima. Por otro lado, lasáreas reforestadas en el país siguen creciendo y se vis-lumbra que la madera de plantación pronto llegará aocupar un puesto importante en las exportaciones na-cionales (Guzmán 2004).

    En la ciudad, algunas cosas están mejorando. Con larevisión técnica de los automóviles para controlar susemisiones, los nubarrones negros asfixiantes en las ca-lles josefinas parece que están mermando. Algunas ca-lles se están arborizando. Rótulos de dimensiones exce-sivas se están eliminando. ¿Pero dónde están las plantaspurificadoras de las aguas negras de nuestros dos millo-nes de citadinos? Con la riqueza florística de nuestra pa-tria, ¿dóndeestá el par-que metro-politano queostente todala gama denuestras es-pecies fores-tales nati-vas? En lafinca La Ver-bena, entrelos cantonesde Alajueli-ta y Escazú,habría espa-cio para unproyecto así,pero quiénsabe si exis-tirá la vo-luntad polí-tica, o el fi-nanciamien-to disponible.

    Los niños y las niñas llegan del kinder hablando de"cuidar el planeta", pero no sé si esta loable actitud seael producto de la enseñanza oficial o de aquella absor-bida de la televisión a través de personajes como lasChicas Poderosas o Bob Esponja. De cualquier manera,esperemos que "de chicos vayan para grandes", aunqueen el otro extremo del espectro educativo, como es elcaso de la Universidad de Costa Rica, su perímetro seencuentre adornado con montañas de basura acumula-da, insalubre y maloliente. Y no veo señales de protes-ta.

    Pero protestas por basura sí ha habido en el país:cuando ésta amenaza el patio de la propia casa. Lo queno he visto es un sentimiento popular de indignaciónrespecto del estado nacional del manejo de la basura,respecto de los desgraciados caudales muertos, portado-res de enfermedad, suciedad y veneno otrora llamadosríos con sus pozas donde alguna vez nadamos. No hay

    bloqueos de carreteras para denunciar la contamina-ción de nuestros acuíferos, la desaparición del jaguar enla Península de Osa, la pérdida de nuestra soberanía ali-mentaria, el cierre de los ferrocarriles, la negligencia endesarrollar o adoptar tecnologías con base en energíasno contaminantes en busca de la autosuficiencia ener-gética.

    Esos problemas contribuyen a la pobreza y ésta acen-túa la degradación ambiental. En Costa Rica, a pesar denuestra reputación internacional como país sin ingre-dientes artificiales, el ambientalismo aún no ocupa el lu-gar que se merece en política nacional, en el psiquis co-lectivo, en nuestra identidad como pueblo. Para esto esnecesario seguir recalcando las conexiones íntimas que

    existen en-tre la cali-dad de vidaque pode-mos espe-rar y el cui-do que ledemos an u e s t r oambiente.Cuando elpueblo blo-quee unp u e n t ehasta queno se lim-pie el río, ocuando lost r a i l e r o sparalicen elpaís exi-g i e n d oe n e r g í a slimpias, o

    cuando los sindicatos exijan fuentes de aguas limpias ypermanentes y tratamiento de aguas negras eficientes yefectivas para sus trabajadores, solo entonces podremosdecir que el tico es ambientalista hasta el tuétano. Nodudo que llegue el día, ojalá antes que después.

    5Enero 2005

    T E M A D E P O R T A D A

    RefReferencias biberencias bibliográficasliográficasGuzmán, M. "En ocho años sector forestal podría convertirse en pilar delas exportaciones nacionales", en Boletín Ciencia y Tecnología, 21, 2004.Disponible en http://www.conicit.go.cr/boletin/boletin21/forestal.shtmlMontoya, F. "Ambientalistas y ambienta-listos", en Aportes, 92, 1992.

    O. ChassotFestival Binacional Pro Lapa Verde

  • 6 Enero 2005

    T E M A D E P O R T A D A

    Sociedad tica sin concienciaambiental

    Cuando se habla de conciencia ambiental algunospiensan que es "conocer los problemas", o sentir-se "triste o molesto" por el deterioro ambiental, osentirse "feliz" porque hay más parques nacionales o, có-mo no, simplemente protestar. Cuando existe concien-cia, los seres humanos, además de tener el conocimien-to, pasamos de inmediato a la acción porque reconoce-mos nuestra responsabilidad y nuestro rol en el buen ma-nejo de los recursos naturales y el ambiente. Nos conver-timos en seres proactivos que actuamos todos los días enforma consistente con nuestras creencias; nos converti-mos en parte de la solución a los problemas.

    La sociedad costarricense carece de conciencia am-biental. La nuestra es una sociedad que mantiene en ma-teria ambiental la misma doble moral que la caracterizaen otros temas. Es una sociedad que se queja de lo con-taminado que está el aire en las ciudades del Valle Cen-tral pero no le gusta la revisión técnica vehicular: desdela instauración del marchamo ecológico miles de costa-rricenses se "brincan" el requisito ayudados por gavilanesy dueños de talleres corruptos; muchos hacen "arreglitosrápidos" y otros "alquilan llantas y catalizadores" por ho-ras mientras pasan la revisión de Riteve, para luego de-volver al vehículo su mal estado y volver a contaminar ya rodar con llantas que ponen en peligro la vida ajena.Una ilustración -aunque no ambiental- de la doble mo-ral tica es la respuesta de muchos cuando, al comprar al-go, el vendedor les pregunta si quieren factura, y condescaro dicen que no, a pesar de que se quejan de la dis-minución en la inversión social del país, sin mirar queellos son evasores fiscales, o sea, corruptos que no con-tribuyen a generar los recursos que el país necesita parahacer dicha inversión. Es una sociedad que critica a lospolíticos corruptos pero que no hace un acto de concien-cia de los actos de corrupción propios.

    ¿Podría ser que esta sociedad con dobles estándaresen tantos temas fuera capaz de no actuar así en materiaambiental? No; hacemos exactamente lo mismo. Reco-nocemos que hay que proteger los ríos, pero todos sabe-mos que las aguas negras del país van a dar a sus cauces.Mas eso no nos quita el sueño: la responsabilidad es delInstituto de Acueductos y Alcantarillados (AyA) o de

    alguien más y no reconocemos nuestra propia responsa-bilidad y la necesidad de ser proactivos para generar so-luciones a esa problemática. Si nos suben la tarifa poragua para hacer mejoras en los sistemas de distribucióny disposición de aguas servidas y aguas negras, nos que-jamos. Será que tenemos conciencia "sin disponibilidadde pago". ¡Vaya conciencia!

    Hoy la cacería ilegal continúa, muchos ciudadanosechan basura a los ríos, otros pagan a empresas para quelimpien sus tanques sépticos y no preguntan dónde sonlanzados esos desechos orgánicos. Pero la verdad es quela mayoría de la población no quiere saber de eso, sus in-tereses están en otros temas. Sí encanta ver el "show"que presentan los medios de comunicación cuando men-cionan casos de corrupción, asesinatos, violaciones, pe-leas de los diputados en la Asamblea Legislativa.

    La sociedad costarricense ha recibido información in-suficiente sobre la importancia del ambiente y la pocaque ha recibido solo la ha "procesado" parcialmente. Unindicador valioso es la bajísima cantidad de noticias am-bientales en los medios de comunicación y, cuando apa-recen, son noticias cortas. A esto hay que agregarle quelos periodistas manejan poco los temas ambientales y,por ello, a veces colocan información imprecisa en susartículos. Se pregunta uno si será que las noticias am-bientales no venden.

    Pero las debilidades de la sociedad se pueden analizartambién desde la perspectiva institucional. Nuestro Mi-nisterio de Ambiente y Energía se ha limitado a ser unministerio de parques nacionales, según manifiesta el pro-pio ministro Rodríguez. ¿Qué ha pasado con el impulsoa la producción agropecuaria e industrial sostenible, conel manejo sostenible de la producción de bienes y servi-cios de los bosques, con la protección efectiva de lasfuentes de agua, del aire, del suelo, del recurso marino yotros? En el caso de los bosques y la producción forestalsostenible sí quiero dejar claro que en la década de losochenta tuvimos una Dirección General Forestal que,con todo y sus limitaciones, de haber evolucionado ade-cuadamente hoy sería posiblemente el mejor servicio fo-restal de Centroamérica. Pero no pasó y de verdad lo la-mento.

    Una de las grandes debilidades de la sociedad costa-rricense es que se detiene mucho tiempo en la fase dediagnóstico y no pasa a la acción. Al fin, conocemos los

    Marielos Alfaro, ingeniera forestal y especialista en economía y manejo de recur-sos naturales, es profesora en la Universidad Nacional y expresidenta de la Cá-mara Costarricense Forestal.

    M A R I E L O S A L F A R O

  • 7Enero 2005

    T E M A D E P O R T A D A

    problemas que tenemos. Contamos con una institucio-nalidad con grandes debilidades, pero la tenemos y hayque presionarla para que asuma sus responsabilidades asícomo debemos asumirlas nosotros. La sociedad costarri-cense ha gozado del privilegio de poseer grandes riquezasnaturales y una tradición democrática envidiable en La-tinoamérica, pero eso no es suficiente. La biodiversidad

    si no se administra bien se deteriora ypierde. La democracia se ha trabajadoy, recientemente, se ha maltratado -también hay que trabajar en eso. Peroestamos tan acostumbrados a tenerambas cosas que no nos damos cuentade su valor o, si lo sabemos, estamosdispuestos a dar poco de nosotros mis-mos para mantenerlas. Nuestra actitudmás parece decir: que lo haga el presi-dente, la Asamblea Legislativa, el Po-der Judicial, los ministros, el Ice (Insti-tuto Costarricense de Electricidad),AyA o cualquier otro, olvidando que elestado somos todos.

    Ambientico me pidió opinión sobre elmovimiento ambientalista. Pero,¿quiénes son el movimiento ambienta-lista de este país? Yo tengo claro que noson solamente el grupo de organizacio-nes ecologistas tradicionales del paísque denuncian mucho pero que noproponen soluciones integrales a nada,pues se esconden tras la comodidad deevadir el esfuerzo de balancear lo eco-nómico, lo social y lo ecológico y seconcentran solo en este último aspecto.Eso es ser ecologista pero no ambienta-lista, aunque reconozco que su labor dedenuncia tiene importancia para pro-mover cambios en el país. Para mí elmovimiento ambientalista está consti-tuido por todos aquellos costarricensesy extranjeros que habitan en nuestropaís y que están interesado en el am-biente, que toman decisiones todos losdías para reducir desechos, reutilizarplásticos, reciclar todo lo que se puedareciclar. Son las empresas que inviertenen mejorar su tecnología de procesospara reducir la cantidad de agua usaday devolver a los ríos el agua limpia, sonlas universidades que imparten carrerasde biología, ingeniería forestal, recursosnaturales, gestión ambiental y cuyosprofesores se esfuerzan por entregar alos estudiantes el instrumental econó-mico, social y ecológico para que susdecisiones contribuyan al desarrollo

    humano sostenible en el país. Son todos ésos, pero cons-tituyen un bajo porcentaje de la sociedad costarricense.Hay dos Costa Ricas: la formada por el grupo de costarri-cense concientes y activos para promover y ejecutar me-joras ambientales en el país y la de los ciudadanos queconocen poco de la problemática ambiental y piensanque está en manos de otros buscar soluciones y actuar.

    O. ChassotNiño con material educativo sobre Lapa Verde

  • Como indica Karambolis (2004), se ha vuelto lu-gar común (aunque vacío) hablar de sustentabi-lidad, de desarrollo sustentable, sin plantearsemás profundamente de qué se trata. En esto Costa Ricano es una excepción, aunque muchos darían por un he-cho que estamos en la vía del desarrollo sustentable osostenible. Vandana Shiva (2002) ha dicho acertada-mente que nuestros grandes retos para el futuro -acep-tando como un hecho la degradación ecológica, social ypolítica- estriban en: la restauración de la sustentabili-dad ecológica, la restauración de la sustentabilidad so-cial y económica, la restauración de la sustentabilidadpolítica en los sistemas de gobierno, convertidos hoy endía en meros instrumentos de los poderosos global y na-cionalmente, y la restauración de los elementos esen-ciales de justa gobernabilidad, transparencia, rendiciónde cuentas y justicia ambiental. Considerando quenuestra existencia está actualmente amenazada por ladegradación ambiental, social y política, Shiva nos invi-ta a restaurar urgentemente la sustentabilidad perdida.Pero, ¿cuáles son los atributos básicos (elementos esen-ciales) de la sustentabilidad, entendiendo ésta como elcamino para asegurar la supervivencia de los pueblos apartir de la preservación de la viabilidad de los ecosis-temas, única forma de garantizar a las futuras genera-ciones una posibilidad real de vida?

    De acuerdo con Maynor Mora (1996), para preser-var nuestra base estratégica de recursos naturales ymantener (más que alcanzar) un desarrollo sustentable,entendido como el mantenimiento del equilibrio diná-mico, en el presente y en el futuro, entre ecosistemas yculturas, debemos esforzarnos por alcanzar: (1) Ecosufi-ciencia: uso mínimo (más reducido posible) de recursosnaturales, que equivale a la menor intervención otransformación (daño) posible sobre la naturaleza, conel fin de preservar su viabilidad ecosistémica para las ac-tuales y futuras generaciones, lo que implica también elconcepto de renovabilidad, o sea el esfuerzo conscientede reducción del uso de recursos no renovables. (2)Ecoeficiencia: el mejor uso posible de los recursos y lamenor producción posible de residuos potencialmentedañinos para la gente y los ecosistemas. (3) Justicia re-distributiva: la mejor (más equitativa) redistribuciónposible de la riqueza generada por ese mínimo y más efi-ciente uso de los recursos, permitiendo a todas las per-sonas una vida digna, más plena espiritualmente y más

    desmaterializada en términos de mercancías (cosas su-perfluas), y más decorosa existencialmente (Hinkelam-mert 2001b).

    Sin embargo, sustentabilidad no es un término sim-plemente técnico, sino también altamente político. Porlo tanto, aquélla no es posible sin los elementos esencia-les de la correcta gobernabilidad (justicia ambiental)con equidad de género: acceso a la justicia, acceso a lainformación, acceso a la participación pública, derechoa la toma comunitaria de decisiones y transparencia pú-blica y control ciudadano efectivo. Pero, ¿qué implicaen la práctica seguir un programa político-económicoorientado hacia la sustentabilidad? Primero, significatoda una deconstrucción de la forma actual de concebirel desarrollo o, mejor dicho, de creer que desarrollo esequivalente a crecimiento económico. Significa decons-truir las premisas de la llamada sociedad industrial de con-sumo y optar, como indica Karambolis, por la "opciónmás radical, subversiva y necesaria" de la sustentabili-dad. Esto implica una redistribución de la riqueza gene-rada, en un proceso de reducción de la riqueza excesivaacumulada por unos pocos y la satisfacción de las nece-sidades mínimas (decorosas) de los sectores socialesempobrecidos. Significa una inclusión de los sectoreshistóricamente marginados (campesinos, indígenas,mujeres, jóvenes).

    La derecha, o sea el capitalismo, que comprendebien la propuesta del ecologismo social y sabe que vamás allá del simple conservacionismo de áreas silvestres,por supuesto no la puede aceptar, pues va en contra desus más caros intereses. Para la izquierda tradicional,que durante mucho tiempo se contentó con prometeralgo muy parecido a la sociedad de consumo (aunquecon mayor igualdad social), en su crisis ideológica ac-tual ve con recelo nuestras propuestas (o tal vez noquiera entenderlas). Estas miopía y desconocimientopor parte de la población en general estriban, acaso pre-ponderantemente, en la necesidad de negar lo inevita-ble: que para alcanzar una sociedad más justa, más sus-tentable, tenemos que admitir no solo la necesidad dela redistribución de la riqueza ya existente sino tambiénla urgencia de la desmaterialización de nuestras formasde vida (de consumo), ante lo que John Greer (2004)llama "el arribo de la sociedad desindustrializada". Estoes, debemos prometer una sociedad de la frugalidad, nouna de la opulencia.

    Muchos estudiosos comparten la opinión según lacual es inevitable que dentro de pocos años viviremos

    8 Enero 2005

    T E M A D E P O R T A D A

    Costa Rica insustentableG A B R I E L R I V A S

    Gabriel Rivas-Ducca, biólogo, es integrante de Coecoceiba-Amigos de la TierraCosta Rica.

  • una situación de amplios e incluso caóticos cambios so-ciales y tecnológicos debido al llamado pico de la pro-ducción de petróleo, que Colin Campbell (2004) definecomo "una discontinuidad económica y política de pro-porciones históricas".

    Partiendo de las premisas planteadas anteriormente,podemos afirmar que Costa Rica no es un país (so-ciedad) sustentable, aunque podamos encontrar diver-sos ejemplos de sustentabilidad ya existente como prác-tica de grupos sociales (campesinos, indígenas, urbanos,femeninos) y personas, resultado de luchas socialesmantenidas a lo largo de muchas décadas, de la resis-tencia como camino a la sustentabilidad. ¿Por qué ha-cemos afirmación tan categórica? Porque un análisis de-tallado de nuestra realidad ecológica, socioeconómica ypolítica -o sea, nuestros indicadores en esos aspectos-nos muestra glo-balmente una pa-tria degradada yuna tendenciamás bien negati-va en términosgenerales. El es-pacio de este artí-culo no nos per-mite extendernoscon respecto a losindicadores, peromencionaremosalgunos.

    Sobre la sus-tentabilidad polí-tica: como haquedado demos-trado somos unpaís dominadopor clanes con "ética de banda de ladrones", parafra-seando a Hinkelammert (2001a). Éstos han procedido aun saqueo sistemático y premeditado del estado, ha-ciendo de la democracia una ilusión. El modelo de de-mocracia representativa ha colapsado y debería de sersubstituido por un modelo de democracia participativa,donde la ciudadanía (más allá de los mismos partidospolíticos) tomara el control directo y se hiciera respon-sable de las decisiones que le afectaran, en particular lasatingentes al manejo de los recursos naturales (efectivoacceso y control de los recursos naturales). El paterna-lismo y el clientelismo político se han mostrado comolos caldos de cultivo propicios para la más profunda co-rrupción. Los indicadores sobre evasión fiscal, deudapública interna y externa, saqueo de fondos estatales ycomposición deficitaria del presupuesto nacional, entreotros, permiten prever una situación explosiva a cortoplazo. La propuesta de entrega y destrucción de lo queresta de los activos estatales y nuestras riquezas natura-les vía Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos

    no hará más que agravar la tendencia indicada (comer-cio exterior transnacionalizado versus desarrollo delmercado interno).

    Al abandonar, siguiendo la corriente neoliberal, laproducción de alimentos para consumo nacional enaras de una agricultura de exportación basada princi-palmente en monocultivos (banano, piña, naranja, me-lón, etcétera) de alto impacto ambiental y social, CostaRica no posee ni seguridad ni soberanía alimentarias. Elhecho de que deba de importar 80 mil toneladas dearroz y frijoles anualmente debe de considerarse comodramático y preocupante.

    Fuera de las áreas protegidas, hemos prácticamenteperdido nuestros bosques. En su lugar los grupos en elpoder promueven las plantaciones con especies exóticascomo teca y melina -y las subsidian o mejor dicho sesubsidian a sí mismos, con generosos pagos por servicios

    ambientales- y elllamado manejode bosque, en lu-gar de asegurarel pago de losparques naciona-les no cancela-dos y su adecua-da atención ge-neral (¿posibleestrategia paraprivatizarlos?),fortalecer el pro-grama de corre-dores biológicoso de promover lar e s t a u r a c i ó necológica y elverdadero empo-deramiento de

    las comunidades campesinas e indígenas a partir delmanejo e industrialización sustentable.

    Se promueve una política de transporte basada en eluso del vehículo particular y la concentración de lasconcesiones de rutas en manos de poquísimos potenta-dos capitalistas, en lugar de diseñar y promover el trans-porte público a partir de la democratización de esta ra-ma de la economía y su dinamización a partir de la pro-moción de una visión cooperativista. Se penaliza a quie-nes proponen un transporte más eficiente en términosde energía, por ejemplo los llamados taxistas piratas ocolectivos, y se mantiene una política de explotación dechoferes de buses y taxis. Sobre el uso de la bicicleta pa-reciera que nuestros políticos no tienen ni idea, pruebade lo cual es la ausencia total de ciclovías en el diseñode calles, carreteras y rutas de circunvalación. ¿Y, eltren?

    Siguiendo un patrón no sustentable, se ha comenza-do paulatinamente a destruir mucho de lo positivo quetuvo, y aún tiene, la propuesta del ecoturismo, inclusi-

    9Enero 2005

    T E M A D E P O R T A D A

    J. BaltodanoReunión ecologista para manejo comunitario del bosque

  • ve cayendo ya en odiosas actitudes y exclusiones quecalificaríamos de racistas (racismo de clase). Exclusióndel turismo nacional por precios y exclusión física porimpedimento de continuar con tradiciones como elacampado en las playas. Sin duda, el polo de desarrolloturístico de Papagayo a Tamarindo se lleva el premio ma-yor como paradigma de la prostitución del concepto dedesarrollo sostenible.

    Pero, ¿por qué todo esto es así? Porque es lo únicoque tienen para proponer el modelo capitalista en gene-ral y el neoliberal en particular. ¿Se pudo haber hechoalgo diferente, por ejemplo, en un polo de desarrollosustentable, con hoteles, cabinas, restaurantes y áreasde acampado pequeños y locales, bien acoplados al am-

    biente, teniendo como propietarios y dueñas a las fami-lias campesinas de la zona, con prohibición de camposde golf? Sí, pero no dentro del marco político actual dedominación.

    Costa Rica, país sustentable. Sin duda es y será untema fundamental. Y más aun en el futuro cercano, enmedio de la enorme crisis social y política que se aveci-na, donde los ecologistas sociales esperamos que lasfuerzas políticas alternativas sean capaces de crear eseotro modelo de desarrollo necesario, el sustentable, y nosimplemente de prometer un crecimiento económicoilimitado, falso y desmoralizador por inalcanzable, y quetambién sean capaces de construir junto a quienes yaestán en marcha.

    10 Enero 2005

    T E M A D E P O R T A D A

    RefReferencias biberencias bibliográficasliográficasCampbell, C. 2004. The Coming Oil Crisis. Multi-Science Publishing Co. Ltd, UK.Greer, J. "The Coming of Deindustrial Society: A Practical Response", en www.oilcrisis.com/whatToDo/DeindustrialAge.htm, 2004.Hinkelammert, F. "El cálculo del límite de lo aguantable y la ética de la banda de ladrones", en Ambientico 88, enero 2001(a).Hinkelammert, F. "El derecho a la vida decorosa", en Ambientico 90, marzo 2001(b).Karambolis, A. "Entre el capitalismo radical y una izquierda miope: el discurso vacío de lo sostenible", en www.rebelion.org/noticia.php?id=7342, 9-11-2004. Mora, M. "Sostenibilidad económica y principios de lógica holística", en Ambientico 46, noviembre 1996.Shiva, V. 2002. WSSD: World Summit on Sustainable Development or World Summit for Supporting Destruction? World Summit on Sustainable Development, Johan-nesburg.

  • 11Enero 2005

    Entre 1992 y 1994 la Asociación Ecologista Costa-rricense - Amigos de la Tierra Costa Rica (Aeco),en conjunto con organizaciones locales de la Pe-nínsula de Osa en el sur del país, desarrolló una fuertecampaña de denuncia y oposición al proyecto que lacompañía transnacional Ston Container pretendía lle-var a cabo en esa región del país. Dicha empresa propo-nía sembrar unas 20.000 hectáreas, en monocultivo, delárbol Gmelina arborea como materia prima que abaste-cería un complejo industrial de producción de chips quea su vez serían exportados hacia Estados Unidos en bu-ques de hasta 70.000 toneladas. El complejo industrialy el puerto se proponían ubicarlos en el corazón delGolfo Dulce, en una de las zonas costeras mejor conser-vadas y de mayor diversidad biológica del país.

    Esa campaña tuvo dos grandes logros. Por un lado,se evitó que ese enclave fuera llevado a cabo, ya que sedemostró que estaba escasamente planificado, era ajenoa la realidad y a las perspectivas sociales de la zona ytendría impactos negativos sobre las comunidades loca-les y el ambiente. No poseía, en fin, ningún carácter desustentabilidad. De esta forma se evitó la incidencia ne-gativa sobre los hábitats, la belleza y los recursos delGolfo Dulce. Por otro lado y como segundo logro, estacampaña facilitó y llamó la atención para que una di-versidad de sectores sociales del país iniciaran una refle-xión nacional sobre los modelos de desarrollo, la susten-tabilidad y el derecho de las comunidades locales a pla-nificar, controlar sus recursos y definir su futuro.

    Antes de la campaña contra Ston, el sector ambien-talista costarricense se limitaba a una serie de labo-res ligadas a la conservación de áreas protegidas y a laprotección de la vida silvestre. En contadas ocasionestambién llamaba la atención sobre la producción y elmanejo de desechos sólidos. Era básicamente un sectorpequeño, tímido y hasta cierto punto aislado dado queno estaba ligado a otros movimientos populares en for-ma permanente. En pocas ocasiones llevó a cabo luchassocioambientales. Con la campaña contra Ston por lomenos una parte del sector ambientalista se empezó aperfilar como movimiento popular y tomó un rumbo

    nuevo nutriéndose de los conceptos de la ecología so-cial y de la economía ecológica al tiempo que constru-yó alianzas con otros sectores populares y emitió opinio-nes y propuestas sobre la realidad nacional. Fue en esemomento cuando se gestó el embrión del movimientoecologista, caracterizado entonces ya como una fuerzasocial que encara la crisis ambiental desde una perspec-tiva social, económica, cultural y política realizandopropuestas sobre el modelo de desarrollo.

    En la campaña contra Ston se identifican inicial-mente algunas características que han ido definiendo almovimiento ecologista. Por ejemplo, esta campaña des-de su inicio señaló la contradicción entre el modelo dedesarrollo que se estaba imponiendo y la visión de vidaque se planteaban los vecinos y vecinas de la zona. Porsupuesto, los delfines, ballenas y corales que habitan elGolfo ocupaban un lugar muy importante en toda estareflexión, lo mismo que los bosques tropicales, los hu-medales y las parcelas campesinas de la Península deOsa. Esa campaña, entonces, se dedicó desde el inicio arecoger el sentir de las comunidades frente al proyectode desarrollo impuesto y a fortalecer la capacidad orga-nizativa de ellas mediante tres acciones: (1) facilitar es-pacios de discusión y reflexión sobre el uso de los recur-sos naturales ubicados en ese territorio y sobre las ex-pectativas de desarrollo de las comunidades locales; (2)facilitar la búsqueda e interpretación de la informacióndisponible sobre los modelos de desarrollo en que se en-marcaba el proyecto Ston y sobre el propio proyecto ysus alcances, y (3) facilitar el análisis de posibles impac-tos y su relación con los modos de vida propuestos porlas comunidades.

    Asimismo, esa campaña abrió espacios de incidenciapolítica y de participación a nivel nacional y logró, porejemplo, involucrar en la discusión a algunos diputadose instituciones públicas -como la Contraloría Generalde la República y el Ministerio del Ambiente. Tambiénidentificó sectores campesinos e indígenas como aliadosnaturales de las propuestas y la discusión ecologista. Enfin, con esa lucha se empezó el largo camino que existeentre la democracia representativa dirigida por los espa-cios de poder tradicionales y una nueva democraciaparticipativa en la que las comunidades localesempiezan a ejercer mayor poder.

    T E M A D E P O R T A D A

    10 años de ecologismo tico:soñando y empujando

    Javier Baltodano e Isaac Rojas, biólogo y abogado, son miembros de Coecoceiba-Amigos de la Tierra Costa Rica.

    J A V I E R B A L T O D A N O E I S A A C R O J A SA la memoria de María del Mar Cordero,

    Óscar Fallas, David Maradiaga y Jaime Bustamante

  • 12 Enero 2005

    T E M A D E P O R T A D A

    Para Costa Rica y el movimiento ecologista la cam-paña contra Ston Container tiene además un significa-do afectivo y simbólico especial pues justo cuando éstase resolvió exitosamente tres jóvenes ecologistas quehabían participado en forma activa en la misma murie-ron en un incendio inusitado en su casa de habitación.Los partes policiales y del organismo oficial sobre incen-dios no lograron definir las causas del mismo y más bienplantearon grandes dudas. Para terminar de agravar elasunto, justo siete meses y siete días después, otro jovenecologista murió de manera misteriosa y su cuerpo fueencontrado en un parque de San José ubicado frente alas mismas oficinas de la empresa Ston Container.

    Adiez años de estos acontecimientos, el ecologismoha desarrollado, siguiendo los mismos lineamientosque orientaron la campaña contra Ston, luchas no me-nos importantes. Entre 1993 y 1995 se desarrolló otraintensa campaña contra Ticofrut, empresa de capitalmixto que maneja una megaplanta de procesamiento denaranja y que en su operación contaminaba severamen-te las aguas cristalinas del río Aguas Zarcas en la ZonaNorte. En un trabajo conjunto con varias organizacio-nes campesinas locales y de diversas fuerzas del cantónde San Carlos se obligó a esa empresa a construir unaplanta de tratamiento adecuada para limpiar sus aguasde desecho. De igual forma y en un trabajo de acompa-ñamiento a organizaciones campesinas, comunitarias,ecologistas y otras fuerzas, desde 1995 hasta cuatro añosdespués, se logró detener proyectos de minería de oro acielo abierto que se proponían desarrollar en el país. Es-ta campaña logró no solo posicionar el tema como unpunto importante de la agenda nacional sino tambiénalcanzar alianzas importantes con organizaciones cam-pesinas, indígenas y religiosas, y permitió, asimismo, elinicio de una relación intermitente con grupos sindica-les nacionales y una gran incidencia en el ámbito polí-tico y ante los medios de comunicación. Igualmentemarcó el comienzo de un importante vínculo con movi-mientos internacionales: el Pacto de Acción Ecológicafomentó un diálogo y una acción conjunta con organi-zaciones ecologistas sudamericanas, llevándose pro-puestas a organismos internacionales conformados porgrupos que resisten el modelo de desarrollo dominante-como Amigos de la Tierra Internacional y Oilwatch.Además se empezó a realizar labores conjuntas y deacompañamiento con grupos internacionales campesi-nos -como Vía Campesina. A partir de la Ley Forestalde 1996, el ecologismo incursionó en el campo forestaldenunciando serias irregularidades en la explotaciónmaderera tanto a nivel ambiental como social, y en con-junto con organizaciones campesinas e indígenas inicióla investigación de propuestas técnicas y de metodolo-gías para abordar la problemática del bosque tropical ysu aprovechamiento desde una perspectiva artesanal ycampesina. A lo largo de estos años surgieron propues-tas campesino-ecologistas sobre modelos de restaura-

    ción del bosque tropical como alternativa socialmentemás justa y ambientalmente más sana a la expansiónsubvencionada de los monocultivos de árboles.

    Durante los primeros años de esta década, el movi-miento ecologista participó, en alianza con organizacio-nes y comunidades locales, en las luchas que lograrondetener las propuestas de explotación petrolera en elCaribe costarricense y se involucró en el acontecerenergético del país participando también de lleno encontra de las propuestas de privatización del sector, asícomo convocando a una reflexión nacional sobre losmodelos de consumo y desarrollo energético del país.De igual forma incursionó en la discusión sobre políti-cas en biodiversidad participando en la construcción dela actual Ley de Biodiversidad y colaborando estrecha-mente con la construcción de los derechos que tantopueblos indígenas como comunidades campesinas po-seen sobre el conocimiento tradicional relacionado conla biodiversidad. Asimismo, se posicionó como un actorimportante en la discusión sobre el modelo de comercioexterior, brindando posiciones importantes en la discu-sión nacional, estrechando alianzas con diversas organi-zaciones populares en torno a la reflexión, estudio yoposición a las políticas neoliberales y su propuestaprincipal: el Tratado de Libre Comercio con EstadosUnidos.

    Existen varias otras iniciativas, campañas y espaciosdonde el ecologismo se ha ido desenvolviendo: partici-pación en instancias de toma de decisiones (subcomi-siones legislativas, comisiones donde se toman decisio-nes políticas, junta directiva del Fondo Nacional de Fi-nanciamiento Forestal, etcétera); creación de agendasde trabajo con miras a la construcción de un modelo dedesarrollo sustentable junto a sindicatos y grupos cam-pesinos; acompañamiento a diversas luchas popularesmás allá de la cuestión estrictamente ambiental, y par-ticipación en propuestas políticas como la inclusión deun capítulo en la Constitución Política sobre garantíasambientales.

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    AA LALA VENTVENTAA

  • T E M A D E P O R T A D A

    13Enero 2005

    Antes de ingresar al Parque Nacional Volcán Poásuno sabe que está ahí. Grandes letreros, letrerospequeños, negocios de todo tipo (grandes y chi-cos) anuncian la proximidad de la naturaleza. Al entraral Parque, todo resulta ordenado y en su sitio: la formade pago, el método de parqueo de los vehículos (a car-go de la Cruz Roja del cantón de Poás), la disposiciónde los senderos y, por ende, la mejor forma de disfrutarde la observación y degustación de las bellezas escéni-cas.

    Si uno visita el Parque en época lluviosa y, por moti-vo de la baja y densa nubosidad, no puede observar di-rectamente el cráter principal, se tiene acceso a fotospanorámicas del mismo, a videos, y otros simulacrosque, en lugares estratégicos, muestran al público cómoes el Volcán en su máximo esplendor. Se puede decir, in-clusive, que la realidad se queda corta ante el poder dela imagen. Pero, lo mejor es visitar el coloso durante laépoca seca, a primera hora, cuando el sol invade al crá-ter más grande del planeta, y se proyecta contra el ver-de-celeste impoluto de sus aguas sulfurosas y ácidas.

    Pese a que la entrada principal al Volcán está asfal-tada, la primera impresión que el turista tiene es que lanaturaleza se salta rebelde este impedimento, invadien-do la vía. Lo cual requiere de la "tala" permanente delos tallos más agresivos, principalmente de las gigantes-cas hojas de la "sombrilla de pobre", una de las especiesmás representativas del bosque nuboso en general y delPoás en específico.

    La impresión inmediata al arribo incluye, pues, laevidencia del poder natural, que no se detiene ante ba-rreras humanas, su prodigalidad y exuberancia, su an-cestral impulso hacia el dominio renovado de la vida.Hecho también manifiesto en la caída permanente y laerupción espontánea, desde paredes, árboles, suelo, degrandes cantidades de agua que, lejos de fastidiarnoscomo en las historias del realismo mágico con la nece-dad del trópico húmedo y asfixiante, nos envuelve enuna especie de fluir vital, de exhalación palpitante, quearroba al visitante, y le induce, sin duda, a plantearse lacerteza de la hipótesis Gaia, el planeta vivo.

    El camino a la Laguna Botos, uno de los principales

    senderos del Parque, está elegantemente encascotado,por lo que ya no se tiene que luchar con el barro y su-frir posibles caídas al tropezar con los troncos que haceaños fungían como parte del sendero. (Ahora estostroncos están amontonados a los lados, sometidos al po-der implacable de los elementos.) Digamos que esto esparte de una estrategia de la prisa: en mis primeras visi-tas al Parque, el camino a Botos era pesado, largo. Depronto, uno se sentía como turista belga o austriaco, de-masiado "cerca de la acción" (sin haber pagado los dos-cientos o trescientos dólares respectivos de un "lodge",incluyendo el derecho a embarrialarse soberanamente).

    Hoy el visitante se siente, más bien, como si transi-tara por los pasillos del Louvre, con el suelo seguro ba-jo los pies, con posibilidad de mirar más fácilmente laardilla que, sin ningún temor, busca comida indiferenteante los observadores humanos, el dosel asombroso quese forma sobre el sendero, al enmarañarse el bosque nu-boso, y la caída mágica de la lluvia desde los líquenes ylas epífitas. Gozando así del derecho a sentir que se es-tá en algún bosque exótico, quizás neocelandés, casipropio de los paisajes boscosos en El Señor de los Anillos.La presencia de los elfos es casi real. Pero todo es tam-bién más rápido, más ordenado, más seguro, más mediá-tico.

    El sendero encascotado hacia Botos tampoco violadel todo la integridad natural. Su color y textura evi-dencian el uso de materiales volcánicos. A los lados, sepuede tener, además, alguna experiencia sobre geologíaelemental, al ser testigos de cómo las paredes del sueloregistran la historia volcánica: capas internas de cenizasy, sobre éstas, materiales más consistentes como arenavolcánica y piedra. La diversidad y poco espesor de losestratos certifican la fuerte y recurrente actividad delVolcán, su perpetuo movimiento, y la promesa de futu-ras y poderosas erupciones.

    En el camino a Botos, uno se encuentra con turistasde todo el mundo. El encascotado se convierte en unacarretera, la diferencia es que el final de la misma no essolo el punto de llegada (también maravilloso), sino an-te todo, el tránsito. La gente se entrecruza, en un per-petuo fluir de las nacionalidades, los gritos de asombroen los más variados idiomas, los tonos de la piel, la di-versidad de la ropa. La gente camina por el sendero engrupos: amigos, grupos escolares, colegiales o universi-

    M A Y N O R M O R A

    Naturaleza: signo de identidadentre poaseños

    Maynor Antonio Mora es subdirector de la Escuela de Sociología de laUniversidad Nacional.

  • 14 Enero 2005

    tarios, familias. No faltan las pare-jas románticas que, en medio de labelleza paradisíaca del bosque nu-blar, ven renovados sus votos deamor. Hay quienes llegan indivi-dualmente, otras personas acce-den en exclusión: La forma socialdel disfrute natural es diversa.

    Los turistas no llegan hasta elPoás por la libre, sino con un de-rrotero prefijado, que les ordena suvisita. Y no se trata, simplemente,de la diferencia entre una visitaguiada y una sin "guía", sino de laexistencia de un plan. Para algu-nos, mojarse con la permanenteprecipitación es un raro privilegio,pero parte expresa de un proyectode encuentro con lo natural. Enotros casos, más bien, la necesidadse concentra en registrar visual-mente la experiencia: cámaras fo-tográficas digitales, cámaras de vi-deo, celulares capaces de reprodu-cir imágenes. Es clara la necesidadde llevarse virtualmente el bosquepara después recrear lo vivido omostrarlo a otras personas, fami-liares, vecinos, conocidos o com-pañeros de trabajo. Es decir, la ex-periencia no se agota en el mo-mento real de la visita, sino quepuede extenderse a otros momen-tos fuera del tiempo real. Esto es loque permite la tecnología: la re-construcción visual y mediática dela naturaleza, la continuidad entreexperiencia, imagen y memoria.

    En todos los senderos del Poás,la biología está registrada con granprecisión. Las más representativasespecies nativas, vegetales y ani-males, cuentan con su nombre("vulgar" y científico) estampadoen madera curada, inmune a la hu-medad, lo que indica que entomó-logos, zoólogos, botánicos, ornitó-logos, etcétera, cumplen bien consu trabajo, siendo éste populariza-do en parte y permitiendo revelarlos secretos naturales al público: labiología resulta en el Poás una ex-periencia controlada y asequible alneófito.

    Hace quince años mi profesorde biología nos aseguraba a las ylos estudiantes boquiabiertos, de

    una de tantas excursiones colegia-les, que la rana o sapo de Holdrid-ge, especie endémica del Poás, es-taba en peligro de desaparición.En mi última visita, no tuve infor-mación sobre esta especie (si desa-pareció o no) pero pude conocerdetalles generales de otras especiesy amarrar algunos conocimientosprofanos sobre la ecología del lu-gar: la diversidad me impidió pen-sar en una especie en concreto nien sus derroteros evolutivos.

    Simultáneamente, las indica-ciones generales del Parque nosprevienen que la naturaleza tam-poco es un poder domado o sujetoa la voluntad. El Volcán es una fi-gura también del miedo, un poderoculto en las entrañas de la tierra(al auspicio de Vulcano y otras dei-dades terrestres), que podría ex-plotar en cualquier momento. Sinembargo, la vulcanología no dejade ser una ciencia exacta que, porsuerte, puede predecir el desastre,y evitar a turistas y pobladores unaexperiencia catastrófica.

    Los lectores de gases (princi-palmente del radón), sismógrafos,y otros equipos permiten el moni-toreo permanente de la actividadvolcánica. Por lo que, de encon-trarse algún signo de posible erup-ción, habría sin duda tiempo paraevacuar o, simplemente, cerrar laentrada al público. Esta situaciónya ha sucedido antes, siendo con-trolada eficazmente por los proto-colos de seguridad. En todo caso,el Volcán Poás sigue siendo uno delos pocos volcanes activos del pla-neta a los que, literalmente, sepuede acceder por carretera enbus, tocar con solo extender la ma-no y "respirar" directamente.

    Al descender de Botos, a uno leespera el "centro industrial" dedescanso, otro "coloso", pero estavez de hormigón y cemento. Ahíse puede comprar souvernirs, dis-frutar de un capuchino o un expre-so, departir y reconstruir emocio-nal y menos ajetreadamente la ex-periencia, antes de regresar por fin(y quizás a disgusto) a la atestadaciudad o al país de origen.

    En el camino de regreso tam-bién se puede disfrutar de atencio-nes y sitios secundarios de obser-vación que los habitantes del Can-tón de Poás han creado para los vi-sitantes: hoteles, restaurantes,tiendas de artesanías, bares, mu-seos, bosquecillos privados, gana-derías "ecológicas" y, en definitiva,una comunidad y unos ecosiste-mas rurales ordenados por la es-tructura y el lenguaje mismo de lanaturaleza. La naturaleza ha deve-nido signo. Su lenguaje, por extra-ño que parezca, es el que dictaahora el orden de lo social.

    Los pueblos y habitantes en lascercanías del Parque NacionalVolcán Poás han interiorizado a sumanera el discurso de la naturale-za. Para ellos el Volcán deja de ser,como en otros tiempos, un fenó-meno cotidianamente transparen-te y, por ende, deja de ser algoprescindible. Hoy es parte necesa-ria de sus vidas y de sus modos desupervivencia.

    Para las comunidades del can-tón Poás, el discurso ambiental noes tampoco un simple discurso teó-rico, sino una opción de vida, quelleva a una forma específica y prác-tica de "gestión local de la natura-leza". La frontera agrícola se ha de-tenido, retrocediendo, además,con fuerza asombrosa. Es ahora elbosque el que regresa a su ances-tral morada, ante el beneplácito delos pobladores. El bosque se expla-ya verde, magnífico, abrazandobeatíficamente a quienes otrora lederribaran: la naturaleza no resul-ta, pues, estrictamente vengativa,como prometieron algunas visio-nes y movimientos apocalípticosde la ecología. La naturaleza, alcontrario, se ha empotrado en lacomunidad como valor económicoy como signo de identidad.

    ¿Qué ocurrió en Costa Rica en-tre los años setenta (década enque se creó el Parque NacionalVolcán Poás) y la actualidad paraque se haya dado este proceso depenetración social profunda y realdel discurso conservacionista? Va-

    T E M A D E P O R T A D A

  • T E M A D E P O R T A D A

    le decir: ¿bajo el concurso de qué variables el discursode la naturaleza pasa desde una postura indiferente a laprotección, conservación y uso ecológicamente racionalde los recursos ambientales a una postura fenoménica-mente contraria, principalmente conservacionista?

    No es mi interés hacer una historia del conservacio-nismo costarricense (el ala quizás más fuerte del discur-so ambiental nacional), sino solo esbozar algunas hipó-tesis que permitan orientar futuras reflexiones e inves-tigaciones empíricas sistemáticas:

    1. En los últimos treinta años en el país se dan cam-bios sustantivos en la relación sociedad-naturaleza: Porun lado, la economía expansionista agropecuaria entraen franca crisis chocando frontalmente tanto con la dis-ponibilidad de recursos naturales (lo cual auguraba, entodo caso, un techo insalvable de los sistemas locales deproducción) como con la caída de la demanda global einterna de mercancías agrícolas y pecuarias, especial-mente del café, la carne vacuna, el banano y los granosbásicos.

    2. El colapso de las sistemas agropecuarios de pro-ducción, aunado al posicionamiento internacionalcompetitivamente ventajoso del país respecto del turis-mo (ligado a variables históricas nacionales: expansióndel sistema educativo, consolidación internacional deuna imagen políticamente estable del régimen demo-crático, variabilidad cuantitativa y cualitativa de susecosistemas rurales y recursos paisajísticos, crecimientopaulatino de los sistemas internos de comunicación ytransporte), genera un cambio en la condición real ysimbólica de los recursos naturales, ahora mutados enrecursos económicamente rentables desde el punto de

    vista de su integridad ecológica. Es decir, el vector eco-nómico deviene, coyunturalmente, identidad con losobjetos puros de la naturaleza.

    3. El cambio en la relación material entre la produc-ción de riqueza y los objetos de la naturaleza supone, si-multáneamente, un cambio en la percepción simbólicade esta última en el plano de las comunidades rurales,las cuales se ven en alguna medida beneficiadas por elturismo. La naturaleza se convierte en una estructurade identidad que permite articular nuevos discursos del"desarrollo" o, cuando peor, de la "supervivencia", queantes carecían de apoyo cultural efectivo pero que, ensu forma teórica, estaban ahí (digo nada más: todas lasformas de la "rebeldía ambiental", discursos de la con-servación, la sustentabilidad, la sostenibilidad y, final-mente, el etéreo "desarrollo sostenible").

    4. La lenta penetración de los discursos de la natu-raleza en todo el periodo (desde la disidencia ambienta-lista civil hasta una clara política estatal) dio soporte ala articulación de distintas y complejas formas de pro-testa social ante el modelo agroexportador (y luego elindustrialista) así como potenció lentos pero sistemáti-cos procesos de creación de conocimiento desde lasciencias naturales (y tardíamente las ciencias sociales)que han fundamentado desde un punto de vista teóri-co, pero principalmente político e ideológico, la conser-vación, desde el plano de las instituciones del estado(universidades, ministerios del Ambiente y de Agricul-tura), y desde la llamada sociedad civil; constituyendo,finalmente, tejido social alrededor de lo que podemosdenominar estilo conservacionista de uso y gestión social dela naturaleza.

    15Enero 2005

    EISENSCHINK

  • 16 Enero 2005

    Valores ambientalesde ticos y panameños

    V A L E R I A L E N T I N I

    La interacción del ambiente con las personas, el cono-cimiento sobre la problemática del deterioro y mane-jo sostenible de los recursos naturales, la actitud y res-ponsabilidad que la población asume, así como los móvilespara lograr cambios en estilos de vida y consumo, fueron al-gunos de los grandes tópicos que guiaron la encuesta nacio-nal sobre valores ambientales de los ciudadanos, realizadapor Unimer. Tal encuesta fue hecha a costarricenses y pa-nameños de entre 16 y 65 años: entre el 5 y el 20 de agos-to de 2002 en Costa Rica, con una muestra de 1.403 perso-nas; y entre el 11 y el 25 de octubre de 2003 en Panamá conel mismo número de entrevistas. El estudio incluye varioselementos de análisis que, interrelacionados, aportan infor-mación relevante y sin precedentes para entender cómo seconstruyen y manifiestan los valores de los costarricenses ylos panameños en torno al ambiente. A continuación unresumen de cada una de las dimensiones evaluadas y lacomparación de resultados entre Panamá y Costa Rica:

    • Grado de conocimiento sobre los problemas del am-biente: tanto en Costa Rica como en Panamá muchos co-nocen sobre estos problemas, pero la mayoría tiene un co-nocimiento medio sobre su importancia, causa y conse-cuencias en aspectos más específicos y locales. El nivel deconocimiento es ligeramente superior en la población cos-tarricense.

    • Grado de preocupación: seis de cada diez costarricen-ses están preocupados en alguna medida acerca de los pro-blemas que conlleva el deterioro del ambiente y sus riesgos,esta proporción se reduce a cinco de cada diez panameños.A su vez, tanto en Panamá como en Costa Rica, siete de ca-da diez sienten algún grado de responsabilidad por este dete-

    rioro. Por otra parte, a pesar de sufrir los efectos de la con-taminación en el lugar donde viven, el 66 por ciento decostarricenses juzga positivamente su lugar de residencia,pero más de la mitad considera que la calidad del ambien-te en Costa Rica está empeorando (53 por ciento). En Pa-namá la calificación es menos positiva o más crítica en tor-no al ambiente donde se vive (48 por ciento lo califica po-sitivamente), pero es menos crítica en lo referente a cómoevoluciona la calidad del ambiente en Panamá (48 porciento considera que está empeorando). En ambos países,los jóvenes son significativamente más rigurosos al evaluarel ambiente local y nacional.

    • Grado de acción: en ambos países el 60 por ciento dela población hace un manejo parcialmente responsable afavor del ambiente, pocos actúan responsablemente de ma-nera habitual (en Costa Rica ligeramente más que en Pana-má). También hay coincidencia en que las acciones em-prendidas individualmente por las personas son las que re-quieren menos esfuerzos personales. Por ejemplo, apagar lasluces cuando no se utilizan, cerrar el tubo mientras se lavalos dientes y reutilizar bolsas plásticas, entre otras.

    • Tanto en Costa Rica como en Panamá más personasreconocen al gobierno y a los ciudadanos su esfuerzo en laconservación del ambiente. Sin embargo, en Panamá estereconocimiento es menor en esos grupos y la Anam se ubi-ca en el primer lugar. En ambos países cuatro de cada 10considera que todos somos responsables de la contamina-ción, y en el caso de las empresas privadas en Costa Rica selas responsabiliza en mayor grado que en Panamá.

    • Grado de disponibilidad para cambiar o contribuir pa-ra mejorar el manejo de los recursos: mientras que en Cos-ta Rica tres cuartas partes de la población muestra algúngrado de disponibilidad para cambiar estilos de vida y con-sumo con el fin de conservar el ambiente, en Panamá elporcentaje se reduce a 54 por ciento.

    T E M A D E P O R T A D A

    Valeria Lentini, economista, es directora del Proyecto de Valores Ambientales delos Costarricenses, de Unimer Research International.

  • 17Enero 2005

    • Importancia relativa del deterioro del ambiente: tantoen Panamá como en Costa Rica, a pesar de las diferenciasentre problemas nacionales de mayor relevancia, el deterio-ro del ambiente no está entre los prioritarios. También seobserva una coincidencia en el perfil de los ciudadanosque lo consideran un problema importante. Las perso-nas que habitan fuera de la Gran Área Metropolitana(Gam) costarricense o fuera de Ciudad de Panamá ledan mayor importancia al problema del deterioro que elresto de la población.

    • Los problemas concretos o prioritarios dentro de laproblemática ambiental muestran algunas diferenciasentre los países estudiados. Aunque contaminación deríos y aire son importantes en Costa Rica y Panamá, eneste último país más personas consideran que el aire es-tá más afectado que el agua y viceversa en Costa Rica.En Costa Rica se menciona también la tala de árboles yel mal manejo de la basura, y en Panamá la contamina-ción de la bahía.

    • La mayoría de los costarricenses y los panameñosno tiene una posición extrema en torno al antagonismoque puede existir entre progreso y preservación del am-biente, más bien la posición de la mayoría es que pue-den coexistir (son "algo compatibles"). Sin embargo, enPanamá el grupo que considera que son incompatibleses significativamente mayor que en Costa Rica.

    • El estudio en ambos países revela que existe unarelación significativa entre el grado de conocimiento delas personas sobre la problemática ambiental y la preo-cupación que ésta les genera.

    • En Costa Rica, la frecuencia con que las personasemprenden acciones en procura de minimizar los efec-

    tos adversos sobre el am-biente es mayor conformeaumenta el grado de co-nocimiento sobre el tema,pero esta relación no seevidencia en Panamá.

    • Por otra parte, enCosta Rica se evidenciauna relación entre el com-portamiento que las per-sonas tienen y su disponi-bilidad para cambiar hábi-tos, estilos de consumo ypara pagar precios más al-tos por cuidar el ambien-te. En Panamá no se ob-serva estas relaciones. EnCosta Rica queda más cla-ra, entonces, la interrela-ción entre conocimiento,preocupación y acción,todos elementos del mis-mo círculo virtuoso dondequedan claras las oportu-nidades para influir en al-guno de ellos, aumentan-

    do el conocimiento y generando también las condicio-nes para que la disponibilidad expresada por la mayoríase traduzca en acciones.

    • Los segmentos poblacionales identificados en Cos-ta Rica y Panamá muestran que el interés individual deahorrar para ajustarse a una restricción económica per-sonal o familiar también influye en decisiones de reci-claje y ahorro energético. Siendo los problemas econó-micos los que afectan a la mayoría de la población, losestilos de vida con patrones de consumo más austeros,razonados o informados tienen un impacto indirectopositivo en la conservación.

    T E M A D E P O R T A D A

  • 18 Enero 2005

    T E M A D E P O R T A D A

    •En Costa Rica el nivel educativo formal es un fac-tor altamente relacionado con el conocimiento sobreambiente y con un comportamiento más responsablehacia el manejo de los recursos, no tanto así en Pana-má. Sin embargo, la encuesta demuestra que en ambospaíses el conocimiento (información) sobre temas rela-cionados con el ambiente es adquirido no tanto por laeducación formal sino, principalmente, a través de losmedios de comunicación colectiva.

  • T E M A D E P O R T A D A

    En la segmentación de las poblaciones costarricense ypanameña con base en sus valores ambientales, rea-lizada mediante el uso de modelos matemáticos, cadasegmento se diferencia por su grado de conocimientogeneral del ambiente, su nivel de preocupación al res-pecto, sus comportamientos en procura de disminuir eldeterioro ambiental, su grado de disposición al cambiode estilos de vida y consumo y por la percepción de laresponsabilidad personal que se asignan en el deteriorodel ambiente. Sin embargo, los ejes sobre los cuales sedefinen estos grupos varían en ambos países. Mientrasen Costa Rica los ejes son: preocupación, acción y co-nocimiento, en Panamá sobresale: conocimiento, preo-cupación y percepción sobre compatibilidad entre pro-greso y ambiente. En Panamá, el índice de acción nocontribuye al modelo ni muestra relación con el resto

    de las variables. Con el ejercicio de segmentación seconformaron seis grupos de ciudadanos en cada país:

    19Enero 2005

  • 20 Enero 2005

    Para finalizar, esta comparación permite ver queexisten varias coincidencias entre los países, pero tam-bién importantes diferencias que se gestan a partir de lahistoria y evolución socioeconómica de cada uno. Lageneración de las condiciones necesarias, por parte delas instituciones y empresas del país, es en extremoimportante para que la concienciación y buena disposi-ción no se esfumen ante la imposibilidad de concretar

    acciones para facilitar las prácticas conservacionistas ode manejo sostenible de los recursos. Puede afirmarseque las iniciativas de las empresas y del gobierno queimpliquen la participación de la ciudadanía para hacercompatibles actitudes y prácticas encontrarían unareceptividad importante en gran parte de la población,siempre y cuando estas iniciativas sean claras y fácil-mente accesibles.

    T E M A D E P O R T A D A

  • 21Enero 2005

    T E M A D E P O R T A D A

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    deforestación y problemática del bosque; explotación agropecuaria y minera; producción

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  • 22 Enero 2005

    En 1990 la Asamblea Legislativa aprobó la Ley Fores-tal No. 7.174, pero como ésta -por lo apresurado desu aprobación- no había incorporado todas las modi-ficaciones y actualizaciones (en relación con la anteriorLey No. 7032, de 1986) necesarias, los sectores interesa-dos iniciaron la revisión de ella casi de inmediato a su pu-blicación. Así, entre 1993 y 1996 se dio un proceso inten-so de análisis y discusión de un nuevo proyecto de refor-ma de la Ley Forestal. Ciertos eventos nacionales e inter-nacionales dados en ese período contribuyeron a que laLey Forestal vigente hoy día, la No. 7575, incorporara elpago por servicios ambientales. Esos eventos fueron:

    El ministro de Recursos Naturales, Energía y Minas,René Castro (1994-1998), ya le había indicado al sectorproductor de madera en el país que por directrices delFondo Monetario Internacional (FMI) Costa Rica debíaeliminar los incentivos a la reforestación (Certificado deAbono Forestal -Caf-), a la conservación (Certificado deProtección de Bosques -CPB-) y al manejo de los bosquesnaturales (Certificado de Abono Forestal para Manejo -Cafma-), lo cual preocupó mucho a los productores, másdesde 1995 cuando la presión del FMI aumentó. Otroevento importante fue queCosta Rica había firmadoen 1994 un acuerdo con laOficina de Implementa-ción Conjunta de EstadosUnidos (Usiji, por sus si-glas en inglés) para empe-zar a trabajar en proyectosde reducción de emisiones de gases de efecto invernadero,y uno de los sectores que se perfilaba con mayor potencialpara desarrollar esos proyectos era el forestal, a través dela fijación y almacenamiento de carbono en ecosistemasforestales; en consecuencia, en 1995 se constituyó la Ofi-cina de Implementación Conjunta (Ocic) de Costa Rica,siendo el primer proyecto revisado por esa oficina el pre-sentado por la Fundación para el Desarrollo de la Cordi-llera Volcánica Central (Fundecor), llamado Carfix, queincluía la estimación del potencial de fijación de carbonoen ecosistemas forestales en el área, considerando planta-ciones forestales, manejo y conservación de bosques, pro-yecto ése que fue aprobado por Usiji, lo que dio enormeimpulso al tema en el país. Y el tercer evento fue que, a fi-nales de 1995, Ocic empezó a elaborar el Proyecto deÁreas Protegidas (Pap), que identificó el potencial de fija-ción y almacenamiento de carbono en los ecosistemas fo-restales de las áreas silvestres protegidas en el país, proyec-to que fue certificado en 1996-1997 por la Societé Gene-rale de Survillance (SGS), lo cual elevó su perfil; y, ade-

    más de eso, en 1996 Ocic elaboró un nuevo Proyecto Fo-restal (PFP) para bosques y tierras de propiedad privadaque estimó el potencial de fijación de carbono del país entres modalidades: plantaciones forestales, manejo de bos-ques naturales y conservación de bosques. Costa Rica,pues, respondió oportunamente a través de la Ocic y de laformulación de dichos proyectos piloto al fuerte impulsoque internacionalmente se le estaba dando al tema de losproyectos de implementación conjunta.

    Se juntaron, entonces, tres hechos históricos en elpaís: la discusión de un nuevo proyecto de reforma de LeyForestal, la amenaza de la desaparición del programa deincentivos forestales y la incorporación en el sector fores-tal del tema de la prestación del servicio ambiental de fi-jación y almacenamiento de carbono por parte de bosquesy plantaciones forestales. Los dos últimos hechos llevaronal surgimiento de una nueva idea sobre cómo mantenerun mecanismo financiero de apoyo al sector forestal sinque fuera un subsidio mal visto por los organismos finan-cieros internacionales, aprovechando el servicio de remo-ción de CO2 de la atmósfera que brindan los ecosistemasforestales. En ese momento, la persona que tenía más cla-

    ro el tema era Franz Tat-tenbach, director ejecutivode Fundecor y director deOcic.

    En las reuniones soste-nidas por los productores yempresarios forestales aprincipios de 1996 para dar

    forma al tema de los instrumentos financieros de apoyo alfomento forestal en el país, representantes de Fundecorpropusieron la inclusión en la Ley Forestal del tema deprestación de servicios ambientales de los bosques y plantacio-nes forestales y también la definición que hoy día apareceen el artículo 3, inciso k, de la Ley Forestal 7.575. Conaportes del resto de la comisión se incorporó el mecanis-mo en el artículo 46 (Creación de Fonafifo) y en el artícu-lo 69 (Apoyo a los programas de compensación).

    En definitiva, hubo actores clave en la incorporacióndel tema en la Ley Forestal: (1) Fundecor, que, teniendoya un proyecto de fijación de carbono y habiendo desarro-llado el tema, veía una excelente oportunidad para el sec-tor forestal costarricense; (2) Ocic, conformada en un 50por ciento de su personal por funcionarios de Fundecor;(3) el ministro de Recursos Naturales, que estaba muy in-teresado en los proyectos de mitigación de gases de efectoinvernadero y en la oportunidad que representaban parael país, y (4) el sector de productores y empresarios fores-tales, que buscaban una alternativa al Caf. De entre esosactores fue Fundecor el impulsor de la inclusión del meca-nismo en la Ley Forestal 7.575. Y, al contrario de cómo lohan querido hacer ver los ecologistas, éstos, representadospor Fecon, no jugaron ningún papel protagónico.

    Marielos Alfaro, ingeniera forestal y especialista en economía y manejo de recur-sos naturales, es profesora en la Universidad Nacional y expresidenta de la Cá-mara Costarricense Forestal.

    Pago de servicios ambientalesen Ley Forestal

    por Marielos Alfaro

  • Hace quince años, Peters, Gentry y Mendelsohnpublicaron un artículo en Nature que capturó laimaginación de conservacionistas en el mundoentero. Usaron datos de la Amazonía peruana para ase-gurar que se podría ganar más dinero de los bosques tro-picales recolectando frutas silvestres que explotando lamadera. Esto alentó las esperanzas de que si la gente pu-diera vender más frutas, nueces, medicinas, artesanías,resinas y fibras de los bosques, ella estaría menos incli-nada a destruirlos. El hecho de que la gente pobre esquien recolecta la mayoría de esos productos hizo queesta opción sonara aun mejor. La venta de tales produc-tos permitiría proteger tanto el bosque como la genteque vive allí. Los donantes no pudieron esperar algomejor que esto.

    ¿Pero será que eso es cierto? ¿Vender esos productosserá bueno para los recursos y para la población involu-crada? El artículo "Los mercados determinan las estra-tegias de especialización de los pobladores del bosque",aparecido en Ecología y Sociedad y preparado por Ma-nuel Ruiz-Pérez, Brian Belcher y otros, aprovecha infor-mación de 61 casos de África, Asia y Latinoamérica pa-ra responder esas preguntas. La mayoría de los casos sepueden dividir en tres grupos:

    Los productores manejan el primer grupo de produc-tos casi como si fueran cultivos. Ellos los siembran enplantaciones o los cosechan de bosques manejados de

    forma intensiva. Se especializan en el producto y de allísacan la mayoría de sus ingresos. Generalmente, tienenasegurada la tenencia de la tierra y el acceso a los mer-cados y viven bastante bien. Ellos no agotan sus recur-sos. Ésas son buenas noticias tanto para la gente comopara los recursos, pero no suelen ser las familias más po-bres o los bosques menos perturbados los que se benefi-cian. Muchos casos asiáticos caen en esta categoría.

    Los productores del segundo grupo tienden a ser máspobres y recolectan sus productos de los bosques natu-rales no manejados o con un manejo menos intensivo.Ellos dependen demasiado de una diversidad de pro-ductos forestales apenas para subsistir y a menudo lossobreexplotan. Los productos del bosque ofrecen uncolchón de seguridad para esta gente, pero su futuro nose mira claro. Esto es más típico de África.

    El tercer grupo de productos forestales representauna parte más pequeña de las entradas de los producto-res, pero les permite diversificar sus fuentes de ingreso.Estos casos caen entre el primer y segundo grupo en tér-minos de nivel de vida e ingresos de las familias y de laforma que manejan sus recursos.

    El artículo acertadamente da a entender que no haymuchos casos en los que la venta de productos de bos-ques naturales poco manejados haya ayudado a salvaresos bosques o haya sacado a mucha gente de la pobre-za. Cultivar productos forestales puede ser un buen ne-gocio para pequeños productores que tienen un buennivel de vida, mientras que recolectar productos de losbosques naturales claramente ayuda a mucha gente asobrevivir. No obstante, las cosas no son del todo comolos donantes y los conservacionistas lo imaginaban.

    Productos forestales nomaderables no son tan beneficiosos

    [Para solicitar copia electrónica gratis del documento reseñado, en inglés, escribir a: [email protected]. O bajarlo directamente de: www.ecolog-yandsociety.org/vol9/iss2/art4. Comentarios y preguntas a: [email protected] o a: [email protected]]

    David Kaimowitz