Temas Para Historia Medieval2

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OTROS TEMAS DE HISTORIA MEDIEVAL

CLUNY Abada benedictina fundada en el ao 910 por San Odn con el patrocinio de Guillermo el Piadoso, duque de Aquitania, que haba donado a esta orden los territorios de Cluny, en la Borgoa francesa, para la fundacin de un monasterio con doce monjes. A partir de este momento, la abada se convirti en el centro de un gran movimiento de reforma monacal, resultado de una revisin en profundidad de los comportamientos de las comunidades benedictinas. Desde el ao 950 hasta 1150 fue el principal centro de influencia religiosa del mundo cristiano y ya en el siglo XII, extendi sus monasterios por toda Europa. El monasterio fue puesto bajo la directa proteccin del papado mediante una donacin revolucionaria, en la que se estableca que ni el fundador ni el mismo Papa podran disponer nunca de las posesiones del monasterio, con lo que, por primera vez, una comunidad monacal era completamente autnoma en su organizacin. Esto permiti establecer una estructura monacal absolutamente centralizada: el nmero de monasterios subordinados a la casa madre de Cluny oscil entre los 1400 y los 2000, mientras que el abad de Cluny se converta en el abad de los abades. La reforma cluniacense trajo consigo, tambin, un nuevo espritu litrgico en el que la oracin lleg a tener una importancia preponderante en la vida de los monjes, dedicando todos sus esfuerzos a la plegaria con el abandono del trabajo manual predicado por San Benito. Paulatinamente, la acumulacin de riquezas y la inmensa organizacin llevan a una relajacin en el cumplimiento de la Regla, provocando una reaccin y un nuevo movimiento de reforma a principios del siglo XII que postula volver a la ascesis y austeridad primitiva de la Orden. San Bernardo de Claraval impulsa y extiende la llamada reforma cisterciense que acabar con las formas de vida cluniacenses y, en el campo de la arquitectura, establecer unos principios de gran austeridad. Esta reforma monstica cluniacense trajo consigo importantes consecuencias en el campo del arte y en particular de la arquitectura. Despus de sucesivas reformas y ampliaciones, las nuevas necesidades de expansin -en el monasterio haba 300 monjes de coro- hacen necesaria la construccin de la nueva iglesia abacial de Cluny, que ser determinante en la formulacin del Arte Romnico internacional, comenzada en el ao 1088. Sus trabajos se prolongaron hasta el 1130, siendo destruida en 1811. Por los restos conservados y por las excavaciones se conoce la ordenacin del edificio, compuesto de cinco naves, dos cruceros al este, bside con girola y capillas radiales y un atrio constituido por una baslica de tres naves. La nueva iglesia meda 130 m de longitud y en su nave central alcanzaba los 30 m de altura, siendo la mayor construccin monacal de Occidente. La aportacin de Cluny a la formacin y difusin de la arquitectura romnica es decisiva. Su situacin geogrfica le permiti recibir las influencias de la arquitectura lombarda y "los maestros de Como", el denominado primer romnico, mientras que las rutas de peregrinacin y la fundacin de monasterios fueron los vehculos para difundir las soluciones adoptadas en Cluny. Bibliografa BRAUNFELS, W.: La arquitectura monacal de Occidente. Barcelona, 1975. BRUYNE, E. de: Estudios de Esttica medieval. Madrid, 1959. EVANS, J.: The Romanesque Architecture of the Orden of Cluny. Cambridge, 1938. CONANT, K.J.: Carolingian and Romanesque Architecture 800-1200. Manuales de Arte Madrid, Ctedra, 1974. WEISBACH, W.: Reforma religiosa y arte medieval. Madrid, 1949.

GREGORIO VII Pontfice natural de Toscana, de nombre seglar Hildebrando de Cluny, nacido hacia 1013 y muerto en Roma el 25 de mayo de 1085. Aclamado como papa desde 1073, es sin duda, uno de los pontfices mas controvertidos en la historia de la Iglesia. La turbulenta poca que le correspondi vivir y sus actitudes intransigentes han constituido un caldo de cultivo para la polmica, tanto entre sus coetneos como entre los historiadores prcticamente hasta nuestros das. Sus detractores se cebaron en su figura tanto fsica como social y moral. Por su escasa prestancia fsica dirn de l que era "bajo, ventrudo y cuellicorto". Su enemigo Benzo de Alba afirma que era un plebeyo nacido en la localidad Toscana de Soano, "natus matre suburbana, de patre caprario". Su acrrimo rival el emperador Enrique IV lo

tachar de "falso monje" en una insultante carta enviada en 1074. Sus partidarios, por el contrario, lo presentarn como hijo de un miembro de la pequea nobleza romana y paradigma de virtudes: mstico, reformador, amante de la justicia y con escaso apego al poder. La exaltacin del personaje se oficializara a partir de la Contrarreforma: en 1583 fue introducido en el Martirologio romano; su canonizacin llegara en el 1606 y, por ltimo, su festividad sera extendida al conjunto de la Cristiandad por el papa Benedicto XIII en 1728. Su festividad se celebra el 25 de mayo. La vida de Hildebrando hasta su entronizacin como papa es la de un hombre que desarrolla una extraordinaria actividad. Es indudable su sintona con los ideales monsticos en auge: se educa de nio en el convento de Santa Mara del Aventino y mantiene ms adelante una buena relacin con los monjes cluniacenses (vase: Orden de Cluny). Se duda, sin embargo, si lleg a profesar en la orden tal como expres su seguidor Bonizn de Sutri: "monachus effectus est". Sabemos, s, de su actuacin como ecnomo del monasterio de San Pablo de Roma en los primeros aos cincuenta del siglo XI. Hildebrando ser el eficiente colaborador de distintos papas comprometidos con los ideales de regeneracin de la Iglesia (Len IX, Nicols II, Alejandro II..) Ejerci de legado pontificio, de archidicono de Roma en 1058 y, sobre todo, de minucioso investigador en los archivos romanos e italianos. Esta labor le permiti la recopilacin de cartas, la recuperacin de textos patrsticos semiolvidados, la exhumacin de cnones de antiguos concilios, etc., piezas bsicas todas ellas para fortalecer esa reforma de la iglesia a la que ha dado nombre pero en la que colaboraron tambin otros personajes menos vehementes que, por ello mismo, han quedado injustamente ensombrecidos (vase: Reforma Gregoriana). La tradicin habla de su exaltacin al papado a la muerte de Alejandro II gracias al clamor popular. A la voz de "Hildebrando papa!" el pueblo de Roma forz a los cardenales a la designacin de quien, archidicono en aquellos momentos, fue ordenado presbtero y consagrado obispo de la Ciudad Eterna en tan slo siete das. Tomara el nombre de Gregorio (VII), que gozaba de un bien ganado prestigio en la nmina de pontfices. Con Gregorio VII, las medidas de reforma de la Iglesia acaban confundindose con las de centralizacin, una gigantesca tarea para la que los papas an no contaban con los suficientes medios y s con la oposicin de importantes fuerzas de variado signo. Desde el punto de vista de la regeneracin moral, Gregorio VII no hace sino profundizar en la poltica de sus predecesores: lucha frontal contra el concubinato de clrigos (nicolasmo) y la mercadera de cargos eclesisticos (simona). Las cartas a obispos y a gobernantes y los snodos reunidos bajo su iniciativa (como el cuaresmal de 1074) recalcaron las medidas contra los ministros de la Iglesia indignos, a quienes se amenaza con la perdida sus oficios. Al igual que su predecesor, Gregorio VII manifest durante algn tiempo su simpata por un movimiento reformista popular: la pataria milanesa que luchaba tambin, de forma a menudo tumultuaria, por la erradicacin de vicios eclesisticos. Los ms variados testimonios nos hablan de una poltica gregoriana orientada a limitar el papel jurisdiccional de primados y metropolitanos que, con su enorme poder, haban dado la imagen de una Iglesia semejante a una federacin de provincias eclesisticas. Los obispos sern la pieza bsica de un engranaje institucional al que se desea someter a la vigilancia de un poder pontificio que, en funcin de su origen, es el nico que puede considerarse universal. Los Dictatus papae, promulgados en 1075, trabajaron en esa direccin. Y tambin en la de situar la autoridad del papa por encima de los distintos poderes temporales, incluido el del emperador. El escaso tacto en la aplicacin de ciertas decisiones condujo a graves contratiempos. Eran muchos, en efecto, los intereses (tanto seculares como clericales) afectados por la poltica papal. Resumiendo este problema: Gregorio VII es el papa que, en la tradicin ms apologtica, tendra el valor de enfrentarse a un simonaco y disoluto Felipe I de Francia. Es el papa que mantiene diferencias para la provisin de beneficios eclesisticos en Inglaterra con el piadoso pero brutal Guillermo I, aunque sin llegar a una ruptura irreparable. Es el impulsor de las reformas litrgicas en Espaa pese a las resistencias del clero de rito mozrabe y de algunos monarcas a quienes recuerda unos vagos derechos de soberana pontificia sobre el territorio ibrico (junio de 1077). Es el protector y organizador de jvenes cristiandades (Croacia, Bohemia, Polonia, Hungra) convertidas en algunos casos en tributarias de la Santa Sede. Es uno de los precursores de la idea de cruzada que materializar en 1095 uno de sus sucesores, Urbano II. Y Gregorio VII es, sobre todo, el papa con quien se hace cruda realidad una de las constantes de la poltica medieval: la confrontacin entre Pontificado e Imperio (vase: Guerra de las Investiduras). El choque se iniciara a partir de 1075 cuando el joven monarca alemn Enrique IV, manifest su malestar por los decretos del snodo romano de ese ao contra la investidura laica que los reformadores asimilaban a la simona. El soberano cont con el apoyo de un sector del alto clero alemn e italiano que se senta perjudicado en sus intereses

por las medidas pontificias. La escalada de agravios sera imparable y de consecuencias dramticas. Tras un acre cruce de misivas, Enrique fue anatematizado y depuesto por Gregorio VII. Solo accedi a levantarle la excomunin tras la humillante peregrinacin del monarca y su esposa (enero de 1077) al refugio papal de Canossa, fortaleza de los Apeninos propiedad de la condesa Matilde de Toscana, decidida protectora del pontfice. La reconciliacin fue efmera, ya que el papa se neg a desautorizar a los enemigos domsticos del monarca que haban aprovechado sus recientes dificultades para levantarse en armas contra su autoridad. Durante varios aos, Alemania ardi en una guerra civil en la que Gregorio VII no logr hacer valer todo el peso de su autoridad moral. En el concilio cuaresmal de 1080 fulmin un nuevo anatema contra Enrique y sus partidarios. Con la colaboracin de un cierto nmero de prelados, el soberano design papa (antipapa en la relacin oficial de pontfices) al arzobispo Guido de Ravena que tom el nombre de Clemente III. Las tropas imperiales cayeron sobre Roma de la que Gregorio VII logr huir con la ayuda de sus aliados normandos del Sur de Italia. (marzo de 1084). Los meses siguientes los pasara el pontfice refugiado en Salerno, con su legitimidad puesta en tela de juicio. Morira el 25 de mayo de 1085, segn la tradicin pronunciando una frase extrada del Libro de los Salmos, "por haber amado la justicia y odiado la iniquidad, muero en el destierro". El fracaso personal cosechado en los ltimos momentos de su vida por Gregorio VII fue para su rival germnico una victoria prrica dado el verdadero calvario poltico que padecera hasta su muerte veinte aos ms tarde. La antorcha del gregorianismo sera recogida por los sucesores de Hildebrando quienes, por una va ms pragmtica y templada, alcanzaran algunos de los objetivos perseguidos. Bibliografa ARQUELLIRE, H. X.: Gregoire VII. Essai sur la formation dune theorie juridique. Vrin. Pars 1942. CAPITANI, O.: La Riforma della Chiesa (1012-1122). Patrone Editore Bolonia 1984. PAUL, J.: La Iglesia y la cultura en Occidente (siglos IX-XII). Labor. Col. Nueva Clio, 2 vols. Barcelona 1988. ROBINSON, I. S.: The Papacy, 1073-1198. Continuity and Innovation. Cambridge Univ. Press 1990.

IMPERIO ROMANO DE OCCIDENTE En 476, la deposicin de Rmulo Augstulo marc el fin del imperio romano occidental como entidad polticoterritorial. Durante los tres siglos siguientes, los territorios que haban pertenecido al imperio occidental evolucionaron en una multitud de reinos "brbaros", cuyo particularismo estaba muy lejos de responder al ideal de unidad poltica y espiritual que haba representado el imperio latino de la Antigedad. Sin embargo, en el ao 800 el rey franco Carlomagno fue coronado emperador por el papa en Roma. As se proclam la "restauracin" del imperio romano de occidente, pese a la raigambre germnica de la monarqua carolingia. Desde el punto de vista de la teora poltica, dicha "restauracin" fue fruto de la pervivencia en la Europa altomedieval del ideal o mito de un imperio romano, cristiano y universal que ya no poda identificarse cabalmente con ninguna realidad poltica fehaciente, pero que segua actuando en el nivel de la conciencia colectiva al menos entre intelectuales como Alcuino de York, consejero espiritual de Carlomagno. Sin embargo, este ideal no tena, por s solo, fuerza suficiente para promover la "restauracin" del imperio. Para ello fue necesaria la existencia de un poder territorial capaz de imponer su hegemona sobre el resto de los estados de occidente. Este poder era, a comienzos del siglo IX, el reino franco, cuyos dominios comprendan extensos territorios -incluidos el norte de Italia y Alemania-, y que, adems, mantena relaciones privilegiadas con el papado desde que, a mediados del siglo VIII, sus reyes se haban convertido en protectores de la Santa Sede. Desde el punto de vista de la prctica poltica, la coronacin de Carlomagno respondi, por una parte, a la coyuntura que vivan Italia y la ciudad de Roma y, por otra, a las malas relaciones existentes entre el papado y el imperio bizantino. En 797, la subida al trono de Constantinopla de la emperatriz Irene, primera mujer en alcanzar tal dignidad, produjo una crisis de legitimidad que llev a algunos intelectuales de occidente (Alcuino de York) a proclamar vacante la sede imperial bizantina. Por esas mismas fechas, el papa Len III (795-816) se encontraba sometido al hostigamiento de la nobleza romana, que pretenda su deposicin. En 799 el papa solicit la intervencin de Carlomagno, quien en otoo de 800 entr en Roma y logr restablecer la autoridad pontificia. Como consecuencia de ello, el da de Navidad ese mismo ao Carlomagno fue coronado emperador por el papa en el curso de una singular ceremonia, concebida al modo de Bizancio. Esta coronacin fue un acto poltico irregular, dado que la dignidad imperial resida, desde 476, en Constantinopla, y dado que la tradicin romana no conceda al papa autoridad para nombrar al emperador. La legitimidad del ttulo imperial de Carlomagno era, pues, dudosa en derecho, y como tal fue asumida por los emperadores (basileus) bizantinos. Slo en 812, despus de diversos

avatares blicos, Miguel I de Bizancio se avino a reconocer a Carlomagno como emperador de occidente, sin reconocerle, en cambio, como "emperador de los romanos". Posteriormente, el cambio de circunstancias polticas hara que los sucesores de Miguel I se negaran a reconocer el ttulo imperial de los descendientes del rey franco. La consecuencia inmediata de la coronacin del ao 800 fue la vinculacin, ya indisoluble, entre el papado y el nuevo imperium christianum francocarolingio. El papa, que haba concedido la corona imperial a Carlomagno, se haba convertido con ello en dispensador y fuente de legitimidad de la autoridad imperial. Este hecho comprometa la independencia del emperador respecto al pontificado, lo que tendra graves consecuencias polticas futuras. El problema se plante ya en poca de Carlomagno, quien en 813 decidi asociar al trono imperial a su hijo, Ludovico Po, en una ceremonia de coronacin que tuvo lugar en la capital carolingia, Aquisgrn, sin la presencia del papa. De esta manera se plante, desde un principio, el conflicto entre las concepciones francocarolingia y papal del poder imperial, conflicto que iba a dominar las relaciones entre papado e imperio durante la mayor parte de la Edad Media.

Declive de la autoridad imperial despus de Carlomagno Pese a haber sido investido de la dignidad imperial, Carlomagno gobernaba una monarqua de cuo germnico erigida sobre incipientes vnculos feudovasallticos y muy alejada del universalismo poltico del antiguo imperio romano. De ah que, en la concepcin carolingia del imperio, existiera una contradiccin que opona la tradicin romana, utilizada como referente ideal, y el particularismo poltico germnico, adaptado a las realidades sociales del siglo IX. Para algunos autores (Dawson), en esta contradiccin radica la causa de la precariedad que aquej a la institucin imperial tras la muerte de Carlomagno. Otros, en cambio, consideran que la "restauracin" del imperio en 800 fue slo un expediente temporal, instituido como corolario del poder personal del monarca franco y, como tal, obsoleto tras la desaparicin del rey-emperador, cuando sus dominios patrimoniales fueron divididos entre sus hijos, como mandaba la tradicin germnica. El sucesor de Carlomagno, Ludovico Po, trat de preservar la unidad del imperio mediante la promulgacin de la Ordenatio Imperii (817), que asoci al trono imperial a su hijo Lotario I y entreg los reinos de Aquitania y Baviera a sus hijos menores, Pipino y Luis el Germnico, en teora subordinados a la suma autoridad imperial. El intento result intil, pues a la muerte de Ludovico las luchas dinsticas entre sus descendientes debilitaron de manera irreversible la autoridad imperial en el seno de los estados francos. El Tratado de Verdn (que en 843 estableci el reparto definitivo de los dominios carolingios) se considera por ello el acta de defuncin del imperio fundado por Carlomagno. El papado utiliz de forma oportunista las querellas entre los reyes francos para fortalecer su posicin. En 816, el papa Esteban IV logr que Ludovico Po se aviniera a hacerse coronar de nuevo, en Reims, pero esta vez de manos del pontfice. En 823, Lotario I quiso asegurar sus derechos sucesorios hacindose coronar en Roma por el papa Pascual I. La autoridad imperial qued as nuevamente hipotecada a su legitimacin por el papado. Esta situacin se prolong en la segunda mitad del siglo IX, durante los reinados de Luis II (855-875), Carlos II el Calvo (875877) y Carl os III el Gordo (877-888). En esta poca, el ideal del imperio haba quedado mortalmente herido al norte de los Alpes, debido a la disgregacin de la monarqua carolingia, pero mantena su prestigio en Italia, de donde parti la iniciativa para la coronacin de estos tres ltimos monarcas francos. Tras la deposicin de Carlos III en 887 por la nobleza alemana, la iniciativa de la eleccin del nuevo emperador qued en manos de la aristocracia romana, que nombr a los dos emperadores siguientes: Guido de Espoleto (891-894) y su hijo Lamberto (894898). Frente a este ltimo, el papa coron en 896 a su propio candidato, el alemn Arnulfo de Carintia, cuya muerte en 899 volvi a dejar la eleccin imperial en manos de las facciones nobiliarias. La dignidad imperial sufri una rpido declive durante el reinado de los dos ltimos emperadores italianos, carentes de poder efectivo: Luis III (900-905) y Berenguer de Friul (905-924). A la muerte de ste, la poderosa familia romana de los Crescencios decidi suprimir la dignidad imperial de manera definitiva. As se eclips tambin en Italia el ideal del imperio, que no volvera a aparecer en occidente hasta cuarenta aos despus, cuando el rey Otn de Sajonia lo rescatara del olvido. El imperio de Otn I el Grande

La historia del imperio germnico desde su refundacin, en 962, hasta el ao 1060, es de esencial importancia para comprender el desarrollo poltico de la Europa medieval. El imperio de los Otones estuvo formado por los territorios que antao constituyeron el ncleo de la monarqua franca y por las regiones nuevas de Baviera y Sajonia, que se haban incorporado tardamente al conglomerado carolingio. En apenas un siglo, estas regiones perifricas se convertiran en el corazn del imperio, mientras los pases situados al oeste del Rin perdan su antiguo papel como centros de gravedad de la Europa cristiana. Desde la muerte en 911 del ltimo rey carolingio, Luis el Nio, los territorios del reino de Germania (Francia orientalis) estuvieron bajo el control de las grandes familias ducales: Liudolfinos en Sajonia, Liutpoldinos en Baviera, Conradinos y Babenberg en Franconia. Pese a las rivalidades entre estas dinastas principescas, Conrado I de Franconia (911-918) fue elegido sucesor de Luis el Nio al frente del reino. Conrado careca del poder necesario para hacer frente a la independencia de los duques, lo que explica que designara como heredero del trono a su enemigo ms poderoso, Enrique de Sajonia, el nico capaz de imponerse al resto de los prncipes territoriales. Con la entronizacin de Enrique I (918-936), el centro de gravedad de la Francia orientalis se desplaz a la regin de Sajonia, cuya integracin en los dominios carolingios databa de apenas un siglo atrs. La poltica de Enrique I (y la de su sucesor, Otn I) estuvo guiada por la llamada renovatio regni francorum, esto es, la restauracin del orden monrquico instaurado por Carlomagno. Este "programa" no pretendi, sin embargo, la reunificacin de los territorios que antao haban formado el imperio carolingio y, por ello, se aplic nicamente al mbito germnico, lo que demuestra que ya por entonces se estaba gestando el sentimiento de identidad nacional germnica, representado por el concepto de reino teutnico al que quedara vinculada la dignidad imperial desde tiempos de Otn I (936-973). La refundacin del imperio por obra de Otn I tuvo como precondicin bsica el fortalecimiento de la monarqua sajona, cuyos pilares bsicos fueron: por un lado, la consolidacin de la autoridad del rey sobre los grandes duques; por otro, la expansin exterior encabezada por la monarqua. Lo primero fue posible gracias a la inmensa riqueza de los reyes sajones, a quienes permiti imponer slidamente su hegemona sobre el resto de los poderes ducales. Lo segundo se logr mediante el aglutinamiento de las dinastas locales en torno a un inters comn: la defensa del reino frente a sus enemigos exteriores. En 953-955, Otn I tuvo que hacer frente a una peligrosa oposicin interna. Tras sofocar el levantamiento de su hijo Liudolfo, aliado con los duques de Baviera, Franconia y Suabia, en 955 derrot a los hngaros en Lechfeld y a los eslavos abodritas en Recknitz. Estos xitos le permitieron la creacin de una serie de marcas fronterizas en el noroeste (Lausitz, Merseburg, Misnia, Zeitz) y el sureste (marca del Este, Estiria, Carintia). Al mismo tiempo, la fundacin de nuevas sedes episcopales (Magdeburgo, Brandeburgo) permiti el envo de exitosas misiones de evangelizacin entre los eslavos de Bohemia, Polonia y Hungra, cuyos reyes quedaran as vinculados a la monarqua sajona tanto en lo poltico como en lo religioso. Otn I recurri de manera sistemtica a la evocacin del pasado carolingio para afianzar simblicamente sus logros polticos y militares. Eligi, por ello, el palacio de Aquisgrn como escenario de la ceremonia en la que fue proclamado rey, a cuyo trmino se sent solemnemente en el trono de Carlomagno, expresando as su voluntad de restaurar la obra del primer emperador germnico. Pero, ms all de estos gestos rituales, el programa de renovatio regni francorum slo fue viable mediante el establecimiento de una administracin eficaz al servicio de la monarqua sajona. Un paso muy importante en este sentido fue la devolucin de los poderes nobiliarios a su funcin original como oficiales al servicio de la autoridad monrquica. Siempre que le fue posible, Otn impidi que los altos cargos palatinos se transmitieran por va hereditaria, al tiempo que procuraban instalar en ellos a miembros de su propia familia y estableca lazos de parentesco con las grandes familias ducales. Este sistema, que pretenda asociar a la alta nobleza a la administracin de una monarqua unitaria, result a la postre muy precario, pues los miembros de la familia real instalados en los ducados tendieron a perpetuar las tendencias centrfugas tradicionales. Rebeliones nobiliarias como la de 953-54 evidenciaron su inestabilidad y obligaron a Otn a buscar nuevos apoyos para su monarqua, encontrndolos en el seno de la Iglesia. La alianza entre Iglesia y monarqua sajona (que dara lugar a la llamada Iglesia imperial) cre una estructura administrativa original que funcion eficazmente hasta el siglo XII. Esta alianza se basaba en un acuerdo sencillo: el rey otorgaba poderes gubernativos de carcter condal a los arzobispos, obispos y grandes abades, a fin de que ejercieran la autoridad del rey sobre sus sedes eclesisticas y dependencias territoriales anejas. Adems, les haca donacin de numerosas regalas, privilegios e inmunidades. De esta forna, las sedes eclesisticas (y, sobre todo, los arzobispados de Magdeburgo, Colonia y Maguncia) se convirtieron en distritos condales controlados por prelados al servicio de la monarqua. Este sistema cre una estrecha dependencia entre intereses monrquicos y eclesisticos. Ambos tenan un enemigo comn: la nobleza seglar, que trataba de expandir sus dominios seoriales en detrimento del poder regio. Otn I impidi la alianza entre los prelados y los seores laicos mediante el sencillo expediente de designar como obispos y abades a extranjeros sin intereses patrimoniales en las circunscripciones bajo su gobierno.

Estos prelados formaron un grupo de poder directamente vinculado al rey, a quien juraban fidelidad vasalltica en el momento de asumir sus funciones condales. El hecho de que se tratara de hombres de iglesia impeda (o, al menos, obstaculizaba) la formacin de dinastas condales, debido a la obligatoriedad cannica del celibato eclesistico. De esta forma la Iglesia se configur como el principal soporte de la monarqua otnida, cambio de lo cual recibi grandes privilegios e inmunidades. El fortalecimiento de la monarqua sajona hizo posible una poltica exterior cada vez ms ambiciosa, de la que sera fruto el resurgimiento del ideal imperial. Siguiendo el referente carolingio, Otn I se mostr dispuesto a intervenir en Italia a favor del papado. En 951 realiz una primera campaa italiana, que le vali el nombramiento como rex francorum et longobardorum por parte del pontificado. Una segunda intervencin en 961 tendra consecuencias de mayor alcance. A fines de dicho ao, Otn regres a Italia para defender al papa del expansionismo de Berengario de Ivrea, ex rey de Italia. Una vez derrotado ste, en febrero de 962 Otn recibi la corona imperial en Roma, de manos del papa Juan XII. La renovatio regni francorum culmin as con la restauracin del ttulo imperial, otorgada de nuevo por el papado a la monarqua ms poderosa de Europa occidental. La restauracin del imperio gener un intenso debate acerca del origen y legitimidad de la autoridad imperial del rey de Sajonia. Para los intelectuales cercanos al emperador, como Widukind de Corvey, el origen del imperium de Otn I radicaba en su victoria sobre los hngaros en Lechfeld, la cual representaba el triunfo del prncipe cristiano sobre las huestes paganas. Para los autores afines a las tesis papales, como Liutprando de Cremona, la legitimidad del ttulo imperial derivaba de la coronacin pontificia de 962. La primera opinin, que podemos llamar "sajona", no atribua valor alguno al origen romano de la autoridad imperial, ni a los smbolos concedidos por el pontfice. La segunda, de cuo papal, conceda al papado el derecho a disponer graciosamente de la dignidad imperial. Estas concepciones representan, respectivamente, las teoras imperial y papal respecto al imperium, las cuales habran de enzarzarse en un duro y esterilizante conflicto ideolgico durante los siglos siguientes. Sin embargo, Otn I no se decant por ninguna de ellas. Al igual que los emperadores carolingios, se declar defensor de la Iglesia y asumi todas las funciones ligadas a la autoridad imperial (proteger al papa, extender el dominio de la fe, combatir al infiel). Pero, al tiempo, tanto Otn como sus inmediatos sucesores mantuvieron bajo un estrecho control al papado, hasta el punto de decidir su sucesin, obligar a los nuevos papas a prestarles juramento de fidelidad o arrogarse el derecho a deponerlos (derecho que constituy un arma poltica muy eficaz). Esta poltica conllevaba asimismo el control sobre la ciudad de Roma y los territorios del centro y norte de Italia. De ah que desde tiempos de Otn I se creara una dinmica histrica que, si por una parte uni los destinos polticos de Alemania e Italia durante la mayor parte del medievo, tambin oblig a los emperadores a realizar costossimos esfuerzos militares a fin de conservar su dominio sobre la siempre levantisca Italia. Pese a sus intereses italianos, los emperadores otnidas nunca tuvieron la pretensin de ejercer un dominio poltico de carcter universal. Sus miras slo abarcaron Alemania y el norte de Italia, regiones ambas vinculadas a la tradicin imperial carolingia. Con ello se apartaron del ecumenismo que la teora papal confera a la autoridad imperial. Los emperadores sajones (y, despus de ellos, los salios) se vean a s mismos como monarcas dotados de una preeminencia honorfica y simblica respecto a los dems reyes cristianos, pero nunca trataron de hacerse reconocer por stos como monarcas universales. Esta misma actitud mantuvieron respecto a los basileus bizantinos. El aumento de la tensin entre los emperadores germnico y los bizantinos durante las ltimas dcadas del siglo X y las primeras del XI se debi al choque de sus intereses territoriales en el sur de Italia, y no a un enfrentamiento en el plano abstracto de las ideas. No obstante, la creciente rivalidad territorial en Italia llevara posteriormente a los reyes germnicos a desafiar a los emperadores bizantinos tambin en el orden de los simblico. De ah que Otn II se proclamara "emperador de los romanos", que Conrado II diera a sus dominios el nombre de Imperio romano, y que desde 1040 los candidatos al trono imperial adoptaran el ttulo de rey de romanos Los sucesores de Otn I

Otn II (973-983) y Otn III (983-1002) continuaron la poltica de expansin exterior emprendida por Otn I el Grande, y, a diferencia de ste, ostentaron el ttulo de romanorum imperator augustus. Sin embargo, nunca lograron ejercer una autoridad efectiva sobre los principados italianos, ni sobre la ciudad de Roma. En 982, Otn II perdi adems el control sobre los principados del sur de la pennsula -que haba logrado su padre-, al ser derrotado en Colonne por los musulmanes de Sicilia. La noticia de esta derrota alent al ao siguiente un gran levantamiento de los eslavos del Elba y el Oder, contra el que Otn II nada pudo hacer. As se desmoron en poco tiempo el edificio poltico-eclesistico erigido por Enrique I y Otn I en la frontera oriental. A su muerte en 983, Otn II dej como heredero a su hijo de tres aos. La minoridad de Otn III provoc un largo

periodo de regencia de su madre, la emperatriz Tefano (de origen griego) y su abuela Adelaida, quienes consiguieron mantener la integridad de los dominios regios y el prestigio de la autoridad monrquica. Otn III recibi de su madre una esmerada educacin en la tradicin clsica grecolatina y fue un ferviente admirador del modelo imperial bizantino. No es de extraar, pues, que al hacerse cargo del gobierno proclamara su intencin de llevar a la prctica una renovatio imperii romanorum. Otn conceba el imperio teutnico como una entidad cristiana universal, heredera directa de la obra de los grandes emperadores cristianos de la Antigedad y del primer emperador germnico, Carlomagno. Su reinado representa, pues, el primer intento de conciliar las concepciones germnica y romana del imperio, que hasta entonces haban coexistido por separado en el plano de la abstraccin poltica. Dentro del ideal imperial de Otn III, el papa desempeara un papel vicarial, relegado a una funcin puramente sacerdotal al servicio del imperium germnico, cuyo haba de estar en la propia Roma. Sin embargo, la ciudad se haba separado del imperio tras la muerte de Otn II. En 998, Otn III la reconquist y fij en ella su residencia, pese a que la tradicin basada en la Falsa Donacin de Constantino atribua a los papas el papel de seores de Roma. A fin de legitimar su presencia en la ciudad, Otn lleg a negar la validez de la Donacin, y en 1001 adopt el ttulo de servus apostolorum, con el que denotaba que el emperador estaba directamente al servicio de San Pedro, y no del papado. El ideal imperial de Otn III respondi, en buena medida, a la influencia de sus consejeros y, entre ellos, a la de su tutor, Gerberto de Aurillac, a quien el emperador nombr papa en 999 con el nombre de Silvestre II. La alianza entre estos dos hombres convirti a Roma en una nueva caput mundi, sede de un imperio de vocacin universal, pero cuyo poder era, en realidad, muy precario. De hecho, Otn III ni siquiera logr unificar polticamente Italia y Alemania. En 1001 la rebelin de Roma contra el dominio extranjero puso de manifiesto la fragilidad de la renovatio imperii romanorum. A la muerte de Otn III (1002) y Silvestre II (1003), el constructo poltico-ideolgico que haban levantado en torno al mito del imperio universal se desmoron casi de inmediato. Otn III haba pretendido edificar un imperio que fuera al tiempo una unidad poltica y un smbolo universal que mezclaba elementos carolingios, griegos y romano-cristianos. Pero haba fracasado. De su titnica y efmera empresa slo subsistira la subordinacin del papado al emperador, que se prolong hasta mediados del siglo XI. Marco constitucional del imperio en su poca clsica, siglos XI-XIII Al iniciarse el siglo XI, el imperio germnico era un vasto mosaico de estados sometidos a un mismo monarca, el emperador. ste ejerca tericamente su soberana sobre los reinos de Alemania e Italia y, desde 1033, tambin sobre Borgoa. Pero este heterogneo conglomerado territorial careca de unidad poltica e institucional, ms all de la figura del emperador. En Alemania existan cinco grandes ducados que se repartan el poder territorial: Sajonia, Franconia, Suabia, Baviera y Lotaringia. A ellos se fueron sumando zonas fronterizas (Schleswig-Holstein, Brandeburgo, Carintia, etc) que serviran como bases para la conquista de nuevas regiones ms alls del mbito propiamente germnico. Sajonia era el ducado ms poderoso. All la predominancia de una familia nobiliaria, la de los Otones, haba hecho posible la aparicin de una primera dinasta imperial. En el ducado de Franconia, en cambio, las grandes familias nobiliarias sostenan una encarnizada lucha por el poder, dado que ninguna de ellas posea el patrimonio suficiente como para imponer su hegemona sobre las otras. En Baviera y Suabia, los ducados ms meridionales y romanizados, la aristocracia mantena una fuerte vinculacin poltica y econmica con Italia. Estas diferencias entre los ducados explican los factores que dominaron la evolucin alemana durante los siglos XI al XIII: por un lado, las luchas dinsticas de la poca de los emperadores salios de Franconia; por otro, la vocacin italiana de los emperadores Staufen, originarios de Suabia. Por ltimo, explican tambin el hecho de que la Iglesia alemana se convirtiera en el verdadero baluarte de la unidad del imperio, al constituirse como el nico poder slidamente establecido en todos los principados territoriales. La transmisin de la dignidad imperial se rega por el principio de eleccin. La eventual sucesin hereditaria de la realeza durante la poca otnida no consigui desterrar este principio, profundamente enraizado tanto en la tradicin germnica como en la romana. La eleccin del emperador parta siempre de Alemania, pues el colegio electoral se formaba con miembros de la aristocracia germnica. Tericamente podan formar parte de l, adems de los grandes dignatarios eclesisticos, todos los nobles con suficiente poder territorial para optar al trono. Pero a partir del siglo XII fueron excluidos los condes, excepto el de Anhalt y los del Palatinado renano y sajn. Desde fines del siglo XII hubo, pues, unos 16 prncipes electores laicos y 24 eclesisticos. Entre stos ltimos destacaban los arzobispos de Maguncia, Colonia y Trveris. El nmero de electores se reducira de nuevo, hasta que en el siglo XIV quedara fijado en siete. En todo momento se mantuvo el principio de unanimidad en la eleccin, lo que dificult en gran medida la conclusin de acuerdos y cre graves tensiones cada vez que fue necesario elegir al candidato al trono o rey de romanos. A fin de asegurar la sucesin dentro de su propia dinasta, los emperadores intentaron siempre designar en vida a su sucesor, al que a menudo asociaron al trono. Mediante este procedimiento surgieron las

dinastas imperiales de los siglos X al XIII (Otones, Salios y Staufen). Pero ello no sirvi para consolidar el principio de heredabilidad del trono, al contrario de lo que sucedi en la mayora de los reinos del entorno europeo. La falta de una realeza hereditaria obstaculiz el fortalecimiento de la monarqua alemana, al producir una dinmica de enfrentamiento entre los prncipes territoriales que posean mayores dominios, ya que la dignidad imperial por s misma careca del patrimonio suficiente para funcionar como un poder independiente. Por ello, la capacidad de actuacin poltica de los emperadores dependera siempre de su patrimonio familiar. Pese a que entre los siglos XI y XIV se produjo una paulatina feudalizacin poltica, la nocin del poder pblico que representaba el emperador sigui teniendo fuerza en Alemania durante la etapa clsica del imperio. Los emperadores Staufen reforzaran esta nocin mediante la recurrencia al derecho romano, sobre cuyas bases jurdicas intentaron crear una monarqua centralizada. La Cancillera imperial actuaba como el principal organismo gubernativo del imperio. El cargo de archicanciller era tradicionalmente encomendado a un gran prelado y, en especial, al arzobispo de Maguncia, en tanto que otros cargos se entregaban a grandes nobles laicos. Los emperadores convocaron a menudo la Dieta imperial (Reichstag), rgano asambleario con funciones consultivas y judiciales que se ira convirtiendo progresivamente en una especie de curia palatina de carcter feudal. Los emperadores trataron, por otra parte, de utilizar todos los resortes de la administracin en beneficio de la monarqua. En el caso de la justicia, intentaron ejercerla personalmente o a travs de condes, lo que puso coto a su feudalizacin hasta fines del siglo XII. Incluso en fecha tan tarda como 1235 se creara la figura del Gran Justicia, que actuaba como delegado personal del monarca. En cuanto al ejrcito, los emperadores mantuvieron su liderazgo, pese a que en este campo se produjo un proceso ms rpido e intenso de feudalizacin. Por ltimo, los emperadores trataron de mantener el control sobre las regalas y sobre la prerrogativa del mantenimiento de la paz pblica, que ejercieron a travs de las constituciones de paz (Landfriede), las cuales se convirtieron en instrumentos esenciales para la afirmacin del poder imperial en el mbito germnico. Otra herramienta poltica fundamental para la monarqua fue la creacin de redes clientelares entre la mediana y pequea nobleza y la clase de los pequeos oficiales al servicio regio. La utilizacin de estos todos estos recursos permiti el mantenimiento de la autoridad imperial e incluso diversos proyectos de renovacin y fortalecimiento durante los reinados de Enrique IV, Fede rico I y Fed erico II. Pero la decadencia de la monarqua imperial se hara inevitable, a la postre, como consecuencia del triunfo de las relaciones feudales de poder en los siglos XIII y XIV. Pese a la pervivencia de la figura imperial, Alemania fue siempre "un estado aristocrtico con cabeza monrquica" (K. Bosl), cuyo tejido poltico estaba compuesto por principados territoriales con una marcada tendencia a la autonoma. Las fuerzas centrfugas que actuaban en el seno del imperio fueron limitando la capacidad poltica de los emperadores, sobre todo a medida que stos perdieron el control sobre la Iglesia imperial y sobre la pequea y mediana nobleza, que se integr en el entramado feudovasalltico desde fines del siglo XI. El proceso de feudalizacin culmin en el siglo XIII con el establecimiento de un orden nobiliario, dentro del cual los prncipes se arrogaron numerosas competencias antes pertenecientes a la monarqua imperial. Pero, pese a todo esto, desde el siglo XIII se percibe la consolidacin de un sentimiento de identidad poltica alemana, que se traducira en la progresiva desaparicin de las particularidades jurdicas locales y en el creciente repliegue de Alemania sobre s misma. La dinasta salia (1027-1125) El siglo XI estuvo dominado por la dinasta de los salios de Franconia, inaugurada con Conrado II (1027-1039) y extinguida con Enrique V (1106-1125). Los primeros emperadores salios llevaron a su apogeo el ideal poltico de los Otones, cuyo principal pilar haba sido el control sobre la Iglesia alemana y su implicacin en la administracin monrquica. Los salios no slo controlaron la vida eclesistica en sus dominios patrimoniales, sino que mantuvieron bajo estrecha vigilancia al papado, hasta el punto de que, en tiempos de Enrique III, la eleccin papal dependi directamente de la voluntad del emperador. Este sometimiento del papado coincidi con un proceso de sacralizacin de la figura imperial, la cual ira asumiendo una funcin casi sacerdotal, subrayada por un ceremonial que adopt numerosos elementos litrgicos. Dos factores contribuyeron decisivamente a dicho proceso de sacralizacin: en primer lugar, la costumbre de que fuera el papa quien coronara al emperador; en segundo lugar, la adopcin de una imagen mesinica de la dinasta salia, cuyo propsito era la consolidacin del principio de heredabilidad del trono dentro de un linaje que se presentaba a s mismo como elegido por Dios. Por otra parte, el imperio de los salios y el papado se fortalecieron al mismo tiempo. En tiempos de Otn I se haba establecido una estrecha alianza entre la Iglesia y la monarqua germnica, alianza que funcion mientras el papado

necesit del apoyo militar del imperio para mantener su independencia frente a la levantisca nobleza romana. Pero dicha alianza encerraba una contradiccin ideolgica esencial: la que enfrentaba las teoras papal e imperial sobre el poder del emperador. Esta contradiccin saldra dramticamente a la luz cuando el progresivo fortalecimiento del papado le hiciera buscar la imposicin no slo de su autonoma, sino incluso de su preeminencia sobre el poder imperial. Papado e imperio, que se proclamaban a s mismos poderes universales, acabaran enzarzndose as en una lucha ideolgica por la supremaca que se prolongara a lo largo de los siglos XI, XII y XIII. Esta lucha se dirimi, ante todo, en el plano de las ideas, pero tuvo tambin numerosas consecuencias en el plano de las realidades polticas. Quiz la ms importante, al menos para el mbito alemn, fue la quiebra del sistema de Iglesia imperial establecido por los Otones. Su participacin en la administracin otnida haba hecho de la Iglesia alemana un engranaje insustituible para la monarqua imperial y, al mismo tiempo, la haba dotado de un inmenso poder de carcter feudal. Este sistema entrara en crisis cuando el fortalecimiento del papado y la reforma eclesistica del siglo XI produjeran una creciente independencia de la Iglesia alemana respecto a la monarqua. La pretensin imperial de seguir controlando la provisin de cargos eclesisticos aboc a imperio y papado a una lucha sin cuartel entre 1073 y 1122, lucha de la que ambos poderes saldran debilitados. Conrado II el Slico, rey de Italia y Germania, fue elegido emperador en 1027, a la muerte del ltimo otnida, Enrique II. Miembro de un linaje con escaso poder territorial, fue aupado al trono por la Iglesia. sta haba adquirido tal poder, que prefiri apoyar a un prncipe dbil a verse controlada por una dinasta fuerte como haba sido la de los Otones. Para desasirse de la tutela eclesistica, Conrado II sigui una poltica de acercamiento a la pequea nobleza, las ciudades y los oficiales al servicio de la monarqua. Al mismo tiempo, logr incrementar las bases territoriales de su linaje con la conquista de parte de Polonia y la adquisicin por herencia del reino de Borgoa (1033). Su gran capacidad de maniobra poltica le permitira adems asegurar la sucesin al trono en su hijo Enrique. Enrique III el Negro (1039-1056) se esforz por consolidar los logros de su padre y por extender los dominios patrimoniales de su dinasta. A fin de debilitar a las grandes familias aristocrticas (y, especialmente, a las sajonas), se mantuvo cercano a la baja nobleza y a las ciudades. Esta poltica logr impedir que los grandes seores acumularan ms de un ducado y rompi la costumbre de transmisin hereditaria de los altos cargos de la administracin. Siempre que fue posible, Enrique III impuso a miembros de linajes forneos a la cabeza de los grandes ducados y dividi los principados para debilitar su poder territorial. As, por ejemplo, separ los territorios de Alta y Baja Lotaringia y los de Baviera y Suabia, que hasta entonces haban pertenecido a la dinasta rival de los Luxemburgo. Al mismo tiempo, el emperador tom la iniciativa militar en la expansin alemana al este del Elba, con la consolidacin del dominio germano sobre los reinos eslavos de Bohemia (1041), Polonia y Hungra (1045) mediante la imposicin de reyes o su sometimiento feudal a la autoridad imperial. Respecto a Italia, Enrique III llev a sus ms altas cotas la tutela imperial sobre el papado. El emperador depuso a tres papas (Gregorio VI, Silvestre III y Benedicto IX) y design a otros cuatro (Clemente II, Dmaso II, Len IX y Vctor II). Paradjicamente, Len IX sera el impulsor de la reforma pontificia que, andando el tiempo, conseguira liberar al papado de su dependencia poltica del imperio mediante la creacin de un eficaz aparato de gobierno. La prematura muerte de Enrique III en 1056 abri un largo periodo de debilitamiento del poder imperial, que se extendi durante la minoridad de su hijo y sucesor, Enrique IV. La aristocracia saque de forma sistemtica el patrimonio regio, mientras la baja nobleza aprovechaba las rivalidades entre los grandes linajes para afianzar su posicin. Durante la dcada que dur la minoridad de Enrique IV se fundaron los castillos que haban de convertirse en centros de poder de las grandes familias principescas del siglo XII (Staufen, Zhringen, Supplinburg). Al mismo tiempo, la regencia de los arzobispos de Colonia y Bremen favoreci en gran medida los intereses polticos y econmicos de la Iglesia alemana. Todo ello se tradujo en un notable fortalecimiento del orden feudal, en detrimento del poder monrquico. Al hacerse cargo del gobierno, Enrique IV (1059-1106) apenas dispona de autoridad efectiva. Para contrarrestar el poder de los grandes prncipes, trat de extender sus bases territoriales haciendo de Sajonia el nuevo centro de su monarqua. Para ello, depuso al duque Otn de Nordheim y nombr en su lugar a Gelfo (o Welf) IV de Suabia. Esta maniobra provoc una serie de levantamientos nobiliarios que culminaron en 1077 con la eleccin como antirrey del duque Rodolfo de Suabia, al que apoyaban el papado y la nobleza sajona y suaba. El conflicto entre imperium y sacerdotium El apoyo del papa Gregorio VII a los enemigos de Enrique IV marc el inicio de una nueva etapa en las relaciones entre papado e imperio (vase Guerra de las Investiduras). El motivo de este conflicto fue la pretensin del emperador de seguir controlando la colacin de cargos eclesisticos. El papa, por su parte, intentaba deshacerse de la tutela imperial proclamando la supremaca del poder espiritual sobre el poder secular del emperador. Este conflicto

produjo una sucesin vertiginosa de excomuniones y mutuas deposiciones. A la amenaza militar de Enrique IV, Gregorio VII opuso su arma ms eficaz, la excomunin, que liberaba a los sbditos de su deber de fidelidad y obediencia al monarca excomulgado y que, por lo tanto, legitimaba la rebelin. La guerra civil se enseore as de los dominios germnicos y, en medio de ella, la autoridad imperial slo pudo sobrevivir a costa de hacer grandes concesiones a la nobleza. Enrique IV muri en 1086, un ao despus de haber sido depuesto por su propio hijo, Enrique V (1086-1125). El conflicto entre Enrique IV y Gregorio VII tuvo como trasfondo ideolgico la formulacin por parte del papado de la teora poltica conocida como teocracia pontificia. Segn esta teora, el pontificado, como depositario del poder supremo otorgado por Dios, deba extender el manto de su autoridad sobre cualquier otro poder poltico, incluido el imperial. Desde la segunda mitad del siglo XI, el papado proyect de s mismo una imagen imperial teida de sacralidad, que presentaba a la sede de san Pedro como la nica heredera legtima del legado romano. Frente a esta ofensiva ideolgica del papado, los intelectuales de la corte imperial (Pedro Craso, Benzo de Alba) enarbolaron la antigua teora de la divisin de poderes entre el sacerdotium (poder espiritual) y el imperium (poder temporal), la cual pona al emperador bajo la sola autoridad de Dios. La pugna entre imperio y papado se prolong durante la mayor parte del reinado de Enrique V, quien tuvo que hacer frente a nuevas rebeliones nobiliarias alentadas por los papas Urbano II y Pascual II. ste ltimo se avendra finalmente a reconocer el ttulo imperial de Enrique en 1111. Once aos despus, en 1122, el emperador forz al papa Calixto II a aceptar el llamado Concordato de Worms, que estableci una clara separacin entre las competencias imperiales y papales: el emperador seguira controlando la provisin de las sedes obispales en Alemania, pero, a cambio, renunciara a este derecho en Italia y el reino de Borgoa, cuya administracin eclesistica controlara el papado. En 1125, la muerte sin herederos de Enrique V abri una larga crisis sucesoria, que tuvo como principales protagonistas a dos poderosos bandos nobiliarios: de un lado, franconios y suabos, encabezados por los Staufen, duques de Suabia; de otro, los duques de Baviera y Sajonia, descendientes de Gelfo IV y emparentados con el linaje de Supplinburg, uno de cuyos miembros, Lotario, fue elegido finalmente emperador en 1133. Lotario II (1133-1137) careca de autoridad efectiva, por lo que se vio obligado a hacer grandes concesiones a la nobleza feudal y a la Iglesia, cuya autonoma aument a costa de la administracin monrquica. Desde su entronizacin, la eleccin del emperador pas a ser el resultado de un pacto entre las grandes familias nobiliarias. El imperio del siglo XII se convirti de esta manera en un estado feudal dominado por la nobleza, en el que se disputaban el poder dos grandes dinastas principescas: los gelfos de Sajonia y los Staufen de Suabia (llamados gibelinos). As se frustr en Alemania la posibilidad de establecer un poder monrquico fuerte, en una poca en la que paralelamente se estaba produciendo la consolidacin de las monarquas protonacionales en el resto de Europa occidental. Los inicios de la dinasta Staufen La dinasta suaba de los Staufen protagoniz el episodio final del largo conflicto entre papado e imperio, pero este conflicto no se centrara ya en la pugna ideolgica entre sendas concepciones del poder universal, sino en el terreno ms concreto de los intereses territoriales de ambos poderes en Italia. Este cambio se debi al hecho de que, en el transcurso de los siglos XI y XII, el papado se convirti en un autntico estado soberano, dotado de un aparato administrativo eficaz y de un enorme poder temporal. Durante la primera mitad del siglo XII, los papas evitaron la confrontacin directa con el imperio y se concentraron en la expansin de sus dominios territoriales. Los Staufen, por su parte, trataron de extender su soberana directa sobre Italia y Sicilia, lo que los aboc a desarrollar un esfuerzo militar demasiado costoso y a desviar su atencin del mbito germnico, donde los prncipes territoriales fueron ganando rpidamente nuevas parcelas de poder. En 1133, la eleccin de Lotario de Supplinburg haba apartado de la sucesin al trono imperial al duque de Suabia, perteneciente a la casa de Hohenstaufen y sobrino de Enrique V. A la muerte Lotario en 1138, los prncipes impidieron nuevamente que la dignidad imperial se transmitiera por va de herencia al hijo del rey muerto, el gelfo Enrique de Supplinburg. En su lugar, designaron a Conrado, hijo del duque de Suabia. Con l alcanz el trono imperial la dinasta de los Staufen, pese a que Conrado III (1138-1152) nunca lleg a intitularse emperador, pues la coyuntura poltica le impidi viajar a Roma para hacerse coronar por el papa. Federico I Barbarroja La figura de Fede rico I Barbarroja (1152-1190) domin la segunda mitad del siglo XII. Sobrino de Conrado III, fue elegido rey de romanos (candidato al trono imperial) en 1152, recibiendo la corona en Roma tres aos despus.

Durante su reinado se produjo un intenso proceso de resacralizacin de la figura imperial, alentado por los intelectuales que rodeaban al monarca, entre los que destacaba el obispo Otn de Fresinga. ste presentaba en sus obras a Federico como el restaurador de la gloria imperial, investido por Dios de una funcin redentora que deba acabar con el enfrentamiento entre imperium y sacerdotium y restablecer la paz de la Cristiandad. Los propagandistas de la dinasta suaba utilizaron con profusin esta retrica mstica y escatolgica que conceda al linaje de los Staufen una misin salvfica. De ah que en tiempos de Federico I comenzara a utilizarse el epteto sacrum para referirse al imperio germnico. Federico I asimil numerosos elementos de la tradicin carolingia para legitimar su actuacin poltica (en 1165 lleg incluso a ordenar la canonizacin de Carlomagno), lo que ha llevado a algunos autores (Folz) a hablar de una "restauracin" franca durante su reinado. El principal objetivo de dicha "restauracin" habra sido afirmar la hegemona alemana sobre el conjunto de los territorios imperiales frente al expansionismo de la pujante monarqua francesa, que tambin utilizaba para sus propios fines el referente carolingio. Sin embargo, Federico I no pretendi en ningn momento reunificar los territorios que antao haban formado parte del imperio de Carlomagno. Por el contrario, el emperador tuvo una clara conciencia de la identidad germana de su imperio, como prueba el hecho de que utilizase con preferencia la frmula imperium teutonicorum para referirse a l. La recurrencia a la tradicin carolingia le sirvi, ante todo, para reforzar la idea de preeminencia del poder imperial sobre el papal, al tomar como ejemplo las relaciones que Carlomagno y Otn I haban mantenido con la Iglesia. Esta tctica se vio reforzada por la utilizacin del derecho romano como fuente de legitimacin de la autoridad imperial. La escuela jurdica de Bolonia, muy vinculada al emperador, recuper las teoras romanistas que incidan en el componente laico y ciudadano del poder imperial, lo que sirvi para desvincular dicho poder de su concesin por parte del papado. Sin embargo, los Staufen no traspasaron por ello los lmites del marco ideolgico-poltico medieval, puesto que siguieron atribuyendo el origen de su poder a una instancia superior de carcter divino. En Alemania, Federico I intent atraerse a los prncipes territoriales mediante la concesin de privilegios y la creacin de un partido clerical favorable a la monarqua. Al mismo tiempo, desarroll una ambiciosa labor legislativa mediante la promulgacin de leyes y constituciones de paz (Landfriede) que ofrecieran un nuevo marco legal al poder regio. Pero todas estas iniciativas fracasaron debido a su desafortunada intervencin en los asuntos italianos. Federico reclam los derechos y regalas imperiales sobre Italia, que, en su mayora, databan de tiempos de Carlomagno y Otn I. Lleg, incluso, a aliarse temporalmente con la comuna romana de Arnaldo de Brescia, que se hallaba en rebelda desde tiempos de Conrado III. Estas actuaciones slo contribuyeron a agravar la crisis poltica que padeca Italia, al generar una tensin creciente con el pontificado y abrir nuevo frentes de conflicto en el norte de la pennsula, donde algunas ciudades luchaban por desasirse del poder imperial. Por otra parte, la fallida poltica italiana distrajo al emperador de la gran empresa alemana del siglo XII: la expansin por los territorios del Bltico y el este del Elba, cuya iniciativa encabezaron los prncipes gelfos. Federico I logr transmitir la corona imperial a su hijo, Enrique, pese a que tuvo que enfrentarse a la oposicin decidida del papado. El breve reinado de Enrique VI (1190-1197) puso de manifiesto la marcada vocacin meridional de la dinasta suaba. Enrique cas con Constanza , heredera del trono de Sicilia, e hizo de esta isla mediterrnea el centro de su poder. Su poltica estuvo supeditada al cumplimiento de unos planes de cruzada teidos de mesianismo e inspirados en la llamada "profeca imperial", relato legendario del siglo VII que aseguraba que la conquista de Jerusaln por el emperador inaugurara una nueva era de paz universal. Embebido en estos proyectos, Enrique VI prest escasa atencin a los asuntos alemanes. La prematura muerte del emperador en 1197 marc un hito decisivo en la evolucin constitucional del imperio, por dos razones: en primer lugar, porque los prncipes se opusieron a la entronizacin de un nuevo Staufen y volvieron a recurrir al sistema electoral para designar al emperador; en segundo lugar, porque, al no llegar a un acuerdo sobre el candidato al trono, pidieron la intervencin arbitral del papa Inocencio III. ste, en su opsculo Deliberatio super tribus regis, estableci una base jurdica para la eleccin imperial, que sera el germen del colegio electoral formado por siete miembros (4 laicos y 3 eclesisticos). Esta intervencin papal entraaba una amenaza para la independencia del poder imperial, ya que implcitamente vena a reconocer al pontfice la capacidad de mediar en el proceso electoral. De hecho, Inocencio III proclam la competencia arbitral del pontfice en los debates sobre la sucesin, apoyndose en el hecho de que Carlomagno haba recibido el ttulo imperial de manos de un papa. Admiti, adems, el derecho de los prncipes alemanes a designar al rey de romanos, pero reserv al papado la sancin final de la eleccin del emperador. El fortalecimiento de la autoridad pontificia que signific esta maniobra de Inocencio III abrira un nuevo periodo de conflicto entre papado e imperio. Paralelamente a estos acontecimientos, en Alemania se desarrollaba una guerra por la sucesin entre los partidos gelfo y gibelino. Pero, en esta ocasin, el conflicto se complic debido a la intervencin de las monarquas

vecinas. El candidato gelfo, Otn de Brunswick, recibi el apoyo de Inglaterra. Francia, por su parte, apoy al gibelino Felipe de Suabia, hijo de Enrique VI y Constanza de Sicilia. Inocencio III se opuso a que ste ltimo fuera elegido emperador, pues ello habra unido en una misma cabeza las coronas de Alemania y Sicilia. Pero la prematura muerte de Felipe de Suabia dio un vuelco a la situacin internacional. Otn de Brunswick lanz una campaa de conquista contra el reino de Sicilia y la Toscana, convirtindose as repentinamente en un enemigo potencial del papado. Inocencio III propuso entonces la candidatura de Fed erico de Hohenstaufen, hijo menor de Enrique VI, quien se hallaba bajo su tutela. Al mostrarse favorable a la eleccin del candidato papal, Francia se situ en una posicin de confrontacin directa con Inglaterra, que continuaba apoyando a Otn de Brunswick. El conflicto se dirimi en la clebre batalla de Bouvines (1214), de la que sali vencedor Felipe Augusto de Francia y, con l, Federico de Hohenstaufen. Pero Inocencio III exigi la separacin de las coronas de Sicilia y el imperio para dar su aprobacin a la entronizacin de Federico, ya que una unin dinstica de ambos reinos habra producido el estrangulamiento de los estados pontificios en Italia. Federico II Staufen Pese a haberse iniciado bajo la tutela papal, el reinado de Federico II (1220-1250) representa la apoteosis final del imperio medieval, apoteosis que tuvo lugar en una poca en que la idea imperial haba periclitado frente al ascenso de las monarquas de carcter feudal. Federico II es, por otra parte, una de las figuras ms fascinantes de la Edad Media. Descendiente de reyes germanos y normandos, su vocacin fue siempre mediterrnea, y sus dominios alemanes representaron, a menudo, un pesado lastre para su poltica italiana. Su reinado fue el intento ms brillante de hacer del antiguo ideal del regnum romanorum una realidad poltica tangible. El emperador mantuvo una lucha sin cuartel contra las pretensiones universalistas del papado, apoyndose en un selecto crculo de consejeros (en su mayora pertenecientes a la escuela jurdica de Npoles) que elabor una teora imperial directamente inspirada en el derecho romano. Asimismo, IIev ms lejos que sus predecesores la estrategia de glorificacin de su linaje. En 1229, cuando entr triunfalmente en Jerusaln y fue coronado en la baslica del Santo Sepulcro, lleg incluso a proclamar que perteneca a la estirpe de David y que, por lo tanto, estaba unido por lazos de parentesco con Jesucristo. Durante el resto de su reinado utiliz su coronacin en Tierra Santa con fines propagandsticos, subrayando la imagen semidivina de los Staufen como medio para garantizar la sucesin en su hijo, Conrado. La retrica mesinica de la corte imperial, y especialmente su recurrencia al derecho romano como fuente de legitimacin del poder, llev irremediablemente a un nuevo enfrentamiento con el papado. Dicho enfrentamiento radicaliz la propaganda imperial hasta el punto de presentar al emperador como a un ser sagrado. El papado respondi haciendo de Federico II la encarnacin viva del Anticristo. El principal objetivo poltico de Federico II fue convertir a Italia en el centro de su monarqua, dando as contenido a la frmula renovatio imperii romanorum de Otn III. Su actuacin en la pennsula tuvo dos vertientes: por un lado, la expansin de sus dominios territoriales en el sur y el establecimiento de una administracin monrquica centralizada; por otro, el enfrentamiento con el papado causado por la pretensin del emperador de unir las coronas de Alemania y Sicilia. En 1227, el papa Gregorio IX excomulg por primera vez a Federico II. ste, una vez afianzado su dominio sobre el sur de la pennsula, dirigi sus miras hacia Roma y Lombarda. Para atraerse al pueblo romano, apoy las tendencias republicanas opuestas al dominio seorial de los papas sobre la Ciudad Eterna. Mientras tanto, en el norte, sus pretensiones chocaron con la oposicin de la Liga de ciudades lombardas, aliadas del papado. En 1230 Federico y el papa firmaron una tregua, pero la paz se rompi definitivamente seis aos despus, cuando el emperador desencaden una serie de grandes campaas militares en Lombarda. Gregorio IX respondi con la promulgacin de una bula de cruzada contra el emperador. As se iniciaron las "cruzadas polticas" contra Federico II. En 1241, cuando las tropas imperiales marchaban sobre Roma, el papa muri. Su sucesor, Inocencio IV, llev a sus ltimas consecuencias la lucha contra el emperador. En 1245 le declar depuesto y proclam una nueva cruzada contra su linaje, exigiendo a los prncipes alemanes la eleccin de un nuevo rey de romanos. Poco despus los prncipes proclamaban la candidatura del landgrave de Turingia, pero la muerte repentina de ste en 1247 hizo que el papa interviniera para designar a su propio candidato, Guillermo de Holanda. Durante los aos siguientes, la lucha entre ste y Federico II mantuvo el norte de Italia en un perpetuo estado de guerra. La cruzada contra los Staufen se prolong hasta despus de la muerte de Federico II, acaecida en 1250. Sus sucesores habran de enfrentarse al eclipse definitivo del ideal del imperio. El Gran Interregno (1256-1273) La crisis sucesoria que sigui a la deposicin de Federico II en 1245 se prolong debido a las rivalidades entre las grandes dinastas territoriales, que se mostraron incapaces de acordar un nico candidato al trono imperial. Federico II haba sealado como sucesor a su primognito, Conra do, que en vida del emperador haba sido elegido

rey de romanos. A la muerte de su padre, Conrado trat de hacerse reconocer como emperador, mientras dejaba la regencia de Sicilia a su hermano Manfredo. En 1251 logr imponerse a los prncipes alemanes, pero su muerte tres aos despus trunc su intento de restauracin de la dinasta Staufen. La situacin se agrav en 1256, al morir el candidato papal, Guillermo de Holanda. Los electores acordaron entonces elegir a un prncipe extranjero sin bases de poder territorial en Alemania. Dos fueron los candidatos: Ricardo de Cornualles, hermano del rey de Inglaterra, y Alfonso X, rey de Castilla y Len, descendiente de los Staufen por va materna. A partir de entonces se desencaden una nueva guerra sucesoria que slo concluira en 1273, despus de muchos avatares, cuando los prncipes aceptaron entronizar a un tercer candidato propuesto por el papa: Rodolfo de Habsburgo. Con l se inaugur la dinasta imperial austraca. Para entonces, el imperio haba perdido casi toda su significacin poltica. La guerra sucesoria haba acelerado el proceso de distanciamiento entre los mbitos alemn e italiano. Desde 1245 los papas se arrogaron el derecho de administrar los territorios imperiales en Italia, pues consideraban que la sede imperial se hallaba vacante. La pennsula se convirti entonces en un inmenso campo de batalla en el que se enfrentaban gelfos y gibelinos. Pero en todo momento Alemania se mantuvo ajena a este conflicto, lo que demuestra hasta qu punto el ideal imperial haba perdido a mediados del siglo XIII su antiguo ecumenismo. La poca de los prncipes (1272-1519) A fines del siglo XIII, el Sacro Imperio Romano Germnico era, al menos desde el punto de vista terico, una de las instituciones ms importantes de la Cristiandad occidental. Pero, en el terreno de las realidades polticas, mostraba graves sntomas de una parlisis que contrastaba vivamente con el dinamismo de las grandes monarquas feudales de su entorno geopoltico. Despus del Gran Interregno, se esfum la posibilidad de crear un imperio germnico unificado, capaz de establecer su hegemona sobre la Europa cristiana. El antiguo sueo del poder universal del imperio se haba desvanecido, y, con l, el sueo de la unidad entre Italia y Alemania. De hecho, la dinastas que ocuparon el trono imperial durante la Baja Edad Media encontraron sus bases de poder en regiones ajenas al mundo propiamente germnico: Bohemia, en el caso de los Luxemburgo, y los territorios danubianos, en el caso de los Habsburgo. Sin embargo, y pese a la merma de su influencia poltica y su poder territorial, la dignidad imperial mantendra todava durante siglos su antiguo prestigio simblico. Desde mediados del siglo XIII tuvo lugar en Alemania un proceso de notable fortalecimiento de los principados territoriales, que tendieron a configurarse como autnticas monarquas independientes, mientras el emperador perda capacidad de intervencin poltica fuera de sus estados patrimoniales. Este proceso de feudalizacin y fragmentacin poltica, favorecido por el Gran Interregno, dio lugar a lo que G. Barraclough ha llamado la poca de los prncipes. La alternancia dinstica: Habsburgo, Luxemburgo y Wittelsbach

En 1272 muri Ricardo de Cornualles, quien, desde 1256, disputaba el trono imperial a Alfonso X de Castilla. Pero la muerte del candidato ingls no se tradujo en la entronizacin automtica del castellano, a la que se opona el papa Gregorio X. ste consigui finalmente que se designara como nuevo candidato al trono a Rodolfo de Habsburgo, un pequeo conde suabo con escasos dominios territoriales. En 1273, Rodolfo fue elegido unnimemente por los prncipes electores. As se puso fin al Gran Interregno y se inaugur la dinasta imperial habsburguesa, llamada a perdurar en el trono, casi sin interrupciones, desde mediados del siglo XV hasta principios del XIX. Rodolfo I (1273-1291) se apart de la lnea poltica seguida por sus predecesores y se esforz en mantener buenas relaciones con el papado. Lleg, incluso, a reconocer de manera explcita la supremaca del poder pontificio sobre el imperial. En realidad, el emperador (que nunca fue coronado en Roma) mostr poco inters por estas cuestiones de carcter ideolgico y le result fcil hacer concesiones en el campo de las ideas polticas, a cambio de que el papado le dejara las manos libres en Alemania. Cuando Rodolfo I ascendi al trono, la autoridad imperial careca de instituciones de gobierno eficaces, as como de una hacienda saneada. Posea, sin embargo, el derecho de disponer de los feudos vacantes, derecho que se convertira en un instrumento esencial para el engrandecimiento de la dinasta habsburguesa. El emperador lograra aumentar de manera considerable las bases de poder territorial de su linaje. En 1278 venci en la batalla de Marchfeld al rey Otakar de Bohemia, que se haba negado a reconocerle como rey de romanos. Esta victoria le permiti apoderarse de los ducados de Austria, Estiria, Carintia y Carniola, que reparti entre sus dos hijos. Desde entonces, los territorios danubianos seran el ncleo territorial de los Habsburgo, que pasaron a constituir uno de los grandes linajes principescos del imperio. Por otra parte, Rodolfo I trat de recuperar los derechos imperiales

conculcados por los prncipes durante el Gran Interregno. Un notable avance en este sentido fue la proclamacin de una paz general en la dieta de Wurzburgo de 1287. El fortalecimiento de su dinasta logrado por Rodolfo I fue, paradjicamente, el principal obstculo que encontraron sus descendientes para hacer valer sus derechos al trono imperial. En efecto, durante los siglos XIV y XV fueron muy pocos los Habsburgo que se cieron la corona imperial, y ello slo despus de mantener duras pugnas con las dinastas rivales de Luxemburgo y Wittelsbach. Los prncipes electores tendieron a designar a candidatos dbiles que, para mantenerse en el trono, se vieran obligados a hacer grandes concesiones a la nobleza. De ah que, a la muerte de Rodolfo I en 1291, los electores apartaran de la sucesin a su hijo Alberto de Habsburgo, eligiendo en su lugar a Adolfo de Nassau, cuyos dominios patrimoniales eran exiguos. Pero los intentos de Adolfo I (1292-1298) por extender las bases de poder territorial de su linaje chocaron con la oposicin de los grandes prncipes. En 1298, en una decisin sin precedentes, los electores depusieron al emperador y designaron para sustituirle a Alberto de Habsburgo, quien poco despus derrot a Adolfo en la batalla de Gldheim. Alberto I (1298-1308) continu la poltica de engrandecimiento de su linaje emprendida por su padre. En 1306, la muerte del ltimo descendiente de Otakar le permiti imponer a su hijo Rodolfo en el trono de Bohemia. Su actuacin poltica posterior estuvo encaminada a convertir la maltrecha autoridad imperial en una monarqua autoritaria cuya sucesin se regira por el principio de heredabilidad dentro del linaje habsburgus. Pero su asesinato en 1308 trunc estos planes. Lejos de permitir la perpetuacin de los Habsburgo en el trono, a la muerte de Alberto I los prncipes electores designaron a Enrique de Luxemburgo como nuevo rey de romanos. Enrique VII (1308-1313) formaba parte de un linaje muy dbil y, al igual que sus predecesores, concentr sus esfuerzos en aumentar el patrimonio territorial de su familia. En este sentido, su principal logro fue la incorporacin del trono de Bohemia a los dominios patrimoniales de los Luxemburgo, al casar en 1310 a su hijo Juan con la heredera de dicho reino. Pese a demostrar desinters por los asuntos italianos, Enrique VII quiso cruzar los Alpes para recibir la corona imperial de manos del pontfice. Tras esta decisin se hallaba la recuperacin del ideal ecumnico de la autoridad imperial por parte de algunos intelectuales alemanes, como Engelbert de Admont. La peripecia italiana de Enrique VII fue desastrosa y slo contribuy a agravar la crisis poltica que viva la pennsula, al reavivar el viejo conflicto entre gelfos y gibelinos y provocar un enfrentamiento directo con el rey de Npoles, Roberto de Anjou, quien vea en Enrique a un simple invasor. El alemn ni siquiera pudo hacer su entrada triunfal en el Vaticano, teniendo que conformarse con una deslucida ceremonia de coronacin en Letrn (1312). Pese a ello, tras su coronacin Enrique envi a todos los reyes de Europa occidental una misiva en la que haca referencia al "poder universal del imperio". Pero esta insensata y anacrnica proclama no se sustentaba ya en ninguna realidad poltica fehaciente. Luis el Bvaro Tras la muerte de Enrique VII se abri una nueva pugna por la sucesin entre los partidarios de Luis de Wittelsbach, duque de la Alta Baviera, y los de Federico de Habsburgo, hijo de Alberto I. La crisis se agrav debido a la intervencin del papa Juan XXII, quien se neg a reconocer a cualquiera de los dos candidatos y proclam vacante la sede imperial, arrogndose su administracin y nombrando vicario imperial en Italia al rey de Npoles. Tras ocho aos de guerra, el bvaro derrot a Federico de Habsburgo en la batalla de Mhldorf y se proclam rey de romanos con el nombre de Luis IV. En 1323 march a Italia en auxilio del gibelino Matteo Visconti, dux de Miln enfrentado con el papado. Juan XXII respondi excomulgando al emperador al ao siguiente. Ello supuso la ruptura total de las relaciones entre el papa y el emperador. ste acus a Juan XXII de abuso de poder y en 1327 emprendi una nueva campaa en Italia. Tras hacerse coronar rey en Miln, march sobre Roma para recibir la corona imperial "en nombre del pueblo romano". A principios de 1328 un concilio reunido por el emperador declar depuesto a Juan XXII y nombr a un antipapa, Nicols V. No obstante estos acontecimientos, durante los aos siguientes fue enfrindose el clima de confrontacin, hasta el punto de que Luis IV regres a Alemania en 1330, abandonando a su suerte a Nicols V. En definitiva, este conflicto apenas tuvo consecuencias polticas, pero sirvi para afianzar la independencia de las instituciones imperiales alemanas (y, sobre todo, del colegio electoral) respecto al papado. Desde el punto de vista de la teora poltica, el reinado de Luis de Baviera marca un hito importante en la evolucin del viejo conflicto entre imperium y sacerdotium. Luis fue el primer emperador que hizo recoger en forma de ley el principio segn el cual se acceda al trono imperial por voluntad divina, a travs de la eleccin de los prncipes (constitucin Licet Iuris, 1338). Dicho principio (que haba sido invocado por los emperadores desde el siglo XI) implicaba que la intervencin pontificia no era necesaria para legitimar el poder del emperador. De esta forma, la

coronacin en Roma pas a considerarse un mero ceremonial despojado de consecuencias polticas, al mismo tiempo que el imperio se defina claramente como una institucin netamente germnica, desvinculada de sus races italianas. Esta actuacin de Luis IV se apoy en el pensamiento de algunos clebres intelectuales, entre los que destaca Marsilio de Padua, cuya principal obra, Defensor Pacis (1324), estaba dedicada al emperador. En ella, el autor analizaba el papel de papado e imperio desde una perspectiva novedosa, al afirmar que la autoridad de los prncipes para elegir al rey de romanos proceda del legislador supremo, esto es, del conjunto (universitas) o la parte eficiente (valentior pars) de los ciudadanos del imperio romano. Se trataba de una argumentacin de carcter secular que hunda sus races en la concepcin del poder que W. Ullmann ha denominado ascendente, frente a la concepcin descendente propia del pensamiento poltico de la teocracia pontificia, para la cual todo poder proceda de Dios. De ah que pueda insertarse la labor legisladora de Luis de Baviera en la tradicin republicana romana de cuo laico. No obstante, esta tendencia a la secularizacin de la dignidad imperial no se impondra hasta bien entrado el siglo XVI, cuando los emperadores prescindieran definitivamente de la coronacin en Roma. Entretanto, el poder de los emperadores bajomedievales posteriores a Luis de Baviera sigui manifestndose en buena medida en su faceta como defensores supremos de la Iglesia, como demostr la mediacin de Segismundo I en el Cisma de Occidente a principios del siglo XV. Eclipse del imperio en la Baja Edad Media

Luis de Baviera muri en 1347 sin haber sido reconocido como emperador por el papa. ste lleg incluso a deponerle en 1346, reconociendo en su lugar a Carlos de Luxemburgo, rey de Bohemia y Moravia, quien no logr imponer su candidatura hasta la muerte del bvaro. El reinado de Carlos IV (1347-1378) se caracteriz por el repliegue del imperio dentro del mbito germnico. En esta poca, la autoridad imperial dej de alentar viejos sueos de universalismo para convertirse en el elemento aglutinador del protonacionalismo germano. En 1355, Carlos viaj a Roma para recibir la corona imperial, pero se mantuvo apartado de los conflictos polticos italianos. Como contrapartida, exigi al papado que no interfiriera en los asuntos alemanes. Su actuacin poltica se centr en la expansin de su patrimonio familiar, que a su muerte comprenda los territorios de Luxemburgo, Bohemia, Moravia, Silesia, Lusacia y Brandeburgo. Su hijo Wenceslao, rey de Bohemia, fue elegido rey de romanos en 1376. El germanismo de Carlos IV se tradujo institucionalmente en la promulgacin de la Bula de Oro (1356). Este documento definira el marco constitucional del imperio durante la Edad Moderna, ya que fij las normas para la eleccin del rey de romanos, sin otorgar ningn papel al pontificado. Desde entonces, el colegio electoral lo integraron tres prncipes eclesisticos (Maguncia, Colonia y Trveris) y cuatro seculares (Bohemia, Brandeburgo, Sajonia, Palatinado). El hecho de que el nmero de electores laicos superara al de eclesisticos limit la capacidad de intervencin indirecta del papado en el proceso de eleccin. Pero la Bula de Oro benefici, ante todo, a los prncipes electores, quienes vieron reconocida su plena soberana sobre sus dominios territoriales, as como el derecho de majestad y la mayor parte de las regalas antao pertenecientes al emperador. La Bula representa, pues, la culminacin del proceso de fortalecimiento de los principados territoriales que se haba iniciado en el siglo XIII. A cambio de estas concesiones, que mermaron considerablemente la soberana del emperador, Carlos IV obtuvo pasa su linaje el principado electoral de Brandeburgo. Los Habsburgo, en cambio, vieron muy daados sus intereses dinsticos al quedar apartados del colegio electoral. A la muerte de Carlos IV en 1378, su hijo Wenceslaco fue reconocido emperador por el colegio electoral. Wenceslao I (1378-1400) desarroll una poltica desafortunada, cuyo principal error fue tal vez su intervencin en el Cisma de Occidente. En 1398 reconoci al papa de Avin, en contra de la opinin de los prncipes electores, que apoyaban al pontfice de Roma. En 1400 fue depuesto por el colegio electoral, que nombr en su lugar a Roberto de Wittelsbach, conde palatino del Rin. El reinado de Roberto I (1400-1410) tuvo escaso relieve poltico. A su muerte estall una nueva guerra sucesoria, que concluira en 1411 con la eleccin de Segismundo de Luxemburgo, hijo de Carlos IV y rey de Hungra desde 1387. Segismundo I (1411-1437) trat de devolver su antiguo prestigio a la autoridad imperial al asumir la funcin tradicional del emperador como "abogado y defensor de la Santa Iglesia". En este sentido, su principal actuacin fue su mediacin en el Cisma de Occidente. El emperador presidi el Concilio de Constanza de 1419, pero su labor arbitral rindi escaso fruto, si bien consigui restablecer en parte el prestigio de la dignidad imperial como smbolo de la unidad de la Cristiandad. Segismundo tambin fracas en su intento de mediar en el conflicto armado que enfrentaba a Inglaterra y Francia (vase: Guerra de los Cien Aos). En sus reinos patrimoniales la coyuntura

tampoco le fue favorable: Hungra viva amenazada por el avance turco, mientras en Bohemia (de la que Segismundo era rey desde 1419) estallaba la revolucin husita. Casi al final de su reinado, Segismundo viaj a Roma para hacerse coronar por el papa (1433). Posteriormente sigui defendiendo la idea de que el emperador deba ser el agente decisivo de la unidad y la paz en Alemania. En 1439 apareci en Basilea el opsculo Restauratio Segismundi, un panfleto annimo que presentaba un proyecto de reorganizacin del imperio a partir del fortalecimiento de la autoridad del emperador. Esta proclama form parte de una serie de gestos efectistas con los que Segismundo intent reafirmar su poder, sin conseguirlo. A su muerte en 1437 se extingui la rama mayor de los Luxemburgo. Desde entonces el imperio qued en manos de la dinasta de los Habsburgo, que se mantendra en el poder, casi sin interrupciones, hasta la desaparicin de la dignidad imperial en 1806. En 1437 la eleccin de los prncipes electores recay en Alberto de Habsburgo, archiduque de Austria y heredero de las coronas de Bohemia y Hungra como yerno que era del difunto emperador. Su prematura muerte en 1439 forz una nueva reunin del colegio electoral. La amenaza que representaban los turcos en los lmites surorientales del imperio llev a los electores a designar de nuevo a un Habsburgo, Federico de Estiria, cuyos dominios patrimoniales se encontraban en la regin ms expuesta a los ataques otomanos. Federico III (1440-1493) intent revitalizar el ideal imperial con el apoyo de algunos importantes intelectuales gibelinos, como Nicols de Cusa o Eneas Silvio Piccolomini, quienes animaron al emperador a intervenir en Italia. En 1452 Federico viaj a Roma para hacerse coronar por el papa, siendo el ltimo emperador alemn en cumplir este rito. El viaje imperial no tuvo, por otra parte, ninguna consecuencia poltica. Respecto al mbito alemn, su reinado se caracteriz por el agravamiento de la disgregacin poltica y el consiguiente debilitamiento de la autoridad imperial. Federico III cosech sus mayores xitos en el campo de la poltica matrimonial. Los frutos de esta poltica permitiran a la dinasta habsburguesa mantenerse en el trono imperial durante toda la Edad Moderna, convirtindola en una potencia en s misma, pues sus dominios patrimoniales le proporcionaron recursos suficientes como para imponer su hegemona sobre toda Europa. La clave de la poltica matrimonial de Federico III fue el matrimonio de su hijo y heredero, Maximiliano, con Mara de Borgoa, hija del duque de Borgoa Carlos el Temerario. La herencia borgoona permitira a los Habsburgo instalarse en Flandes, Brabante, los Pases Bajos, el Artois y el Franco Condado, echando as los cimientos del imperio europeo de Carlos V. El imperio en la Edad Moderna Desde fines del siglo XV, el imperio deja de ser una de las instituciones polticas rectoras de la evolucin histrica de Europa occidental para convertirse en un episodio secundario de la historia de Alemania. Durante los siglos modernos, la idea del imperio sobrevivira como mito poltico del pasado, y, en parte, tambin como estructura supranacional vinculada a los vastos dominios de la dinasta habsburguesa. Pero Carlos V fue el ltimo monarca que trat de recuperar la funcin del emperador como salvaguarda del orden cristiano y puede considerrsele, por ello, como el ltimo emperador medieval. Desde fines del siglo XV, la dignidad imperial se haba convertido en una institucin poltica obsoleta, anacrnica e inane. A principios del siglo XVI, el imperio estaba limitado al oeste por el Escalda y el Mosa, incluyendo al Franco Condado; por el sur, englobaba los estados patrimoniales de los Habsburgo; por el este, sus fronteras incluan Austria y el reino de Bohemia y, por el norte, llegaban hasta el curso del Oder, dejando a Prusia fuera de sus dominios. Estos extensos territorios formaban un intrincado mosaico poltico, compuesto por multitud de estados gobernados por prncipes laicos y eclesisticos. Haba cerca de doscientos seores que slo posean las tierras que rodeaban sus castillos; otros, en cambio, ejercan su autoridad sobre vastos estados. Haba, adems, casi un centenar de ciudades libres, muchas de ellas agrupadas en poderosas ligas, como la Hansetica o la suaba. El marco constitucional del imperio haba sido fijado por la Bula de Oro en 1356, mediante la constitucin del colegio electoral que designaba al rey de romanos (desde 1440 slo seran designados miembros de la casa de Habsburgo). La Dieta (Reichstag), el rgano consultivo del imperio, se dividi en el siglo XV en tres asambleas (de los electores, de los prncipes y de las ciudades). Pero estas instituciones, que componan un sistema gubernativo arcaico, se vean continuamente minadas por el avance de la Landeshoheit, la soberana territorial de los prncipes, que aumentaba a expensas de la pequea nobleza y las ciudades. La Bula de Oro haba reconocido numerosas regalas a los electores y, poco a poco, los dems prncipes fueron apropindose de los mismos derechos, en detrimento de la autoridad imperial. Los principados y las ciudades tendieron a organizarse en estados autnomos, dotndose de su propia administracin, asambleas consultivas y consejos de gobierno. En medio de este escenario de disgregacin poltica, la autoridad imperial haba cado en franco descrdito. El fracaso de la monarqua imperial: Maximiliano I

El reinado de Maximiliano I (1493-1519) estuvo marcado, en el mbito alemn, por sus intentos de reforma constitucional del imperio, encaminados a hacer de las arcaicas instituciones imperiales una herramienta eficaz al servicio de una monarqua habsburguesa centralizada y autoritaria. Con sus proyectos de reforma, Maximiliano pretendi tanto utilizar la autoridad imperial en beneficio de su propia dinasta, como detener el proceso de descomposicin que padeca el imperio y que se manifestaba en continuas rebeliones sociales y luchas nobiliarias. En 1495, Maximiliano (que nunca lleg a ser coronado en Roma) present ante la Dieta reunida en Worms un proyecto de reforma que inclua una reorganizacin gubernativa y un plan de pacificacin del imperio. El proyecto del emperador choc con la decidida oposicin de los prncipes, que defendieron un modelo poltico dual, dentro del cual la autoridad imperial desempeara un papel honorfico y carente de prerrogativas de gobierno, mientras los grandes principados se convertan en autnticos estados independientes. Este modelo dual defini el marco del imperio hasta su desaparicin en 1806. En Worms, los prncipes aceptaron la prohibicin de las contiendas privadas decretada por el emperador, pero forzaron a ste a aceptar la creacin de un tribunal imperial (Reichskammergericht), con sede en Frankfurt del Main, formado por 25 jueces, de los cuales el emperador slo podra designar a siete. En la Dieta de Augsburgo de 1500, los prncipes dieron un nuevo paso para despojar a la autoridad imperial de toda operatividad poltica, al imponer al emperador la formacin de un gobierno oligrquico colegiado (Reichsregiment), basado en la divisin del imperio en diez "crculos". Este intento fracas, diluyndose pocos aos despus, pero su efmera existencia puso en evidencia el grado de ineficacia de la soberana imperial sobre el conjunto de lo que hoy conocemos como Alemania. Ante el fracaso de su intento de crear una monarqua centralizada, Maximiliano concentr todos sus esfuerzos en el engrandecimiento de su dinasta. Para ello ech los cimientos de una administracin comn para el imperio y sus estados patrimoniales, que tendra su sede en Austria o le seguira en sus desplazamientos. La Cancillera ulica y la Cmara ulica no funcionaran en realidad hasta ms tarde, y lo haran sobre todo en los estados hereditarios de los Habsburgo, de modo que la administracin del imperio quedara indisociablemente vinculada a los intereses polticos de la dinasta austraca La agona del Imperio Tras la muerte de Maximiliano I en 1519, fue elegido emperador su nieto Carlos I de Espaa (V de Alemania), cuyos inmensos estados patrimoniales le convirtieron en el soberano ms poderoso de Europa. Su reinado como emperador de Alemania estuvo dominado por la cuestin religiosa planteada por el estallido de la Reforma protestante, que dividi los territorios imperiales en dos bandos irreconciliables. Cuando, en la clebre Dieta de Worms de 1521, Carlos proclam que "el imperio haba tenido desde antiguo un solo seor, y no muchos" y que era su intencin que siguiera siendo as, el emperador se estaba aferrando a un sueo del pasado. En el mbito alemn, la autoridad imperial haba pasado a ser una mera preeminencia honorfica frente a la emergencia de los grandes principados territoriales. Carlos asumi, sin embargo, la vieja funcin de defensor de la unidad de la Cristiandad, convirtindose en el campen catlico contra la Reforma. El triunfo final de sta ahondara el divorcio entre la realidad poltica del imperio y el caduco sueo imperial de Carlos V. La Paz de Augsburgo de 1555, que sell la divisin religiosa de Alemania mediante la adopcin de la frmula cuius regio, eius religio, certific la decadencia de la institucin imperial, que haba qued reducida al papel de smbolo de la faccin catlica encabezada por la casa de Austria. Desde la abdicacin de Carlos V en 1556 hasta la renuncia a la corona imperial de Franci sco II en 1806, el imperio fue apenas una vagorosa federacin que una a los principados territoriales de Alemania bajo la presidencia indiscutible, hereditaria, de la dinasta habsburguesa. Despus de la Guerra de los Treinta Aos (1618-1648), que agrav la desintegracin poltica del mbito imperial, ningn emperador tratara ya de restablecer una autoridad monrquica centralizada y fuerte amparndose en el mito imperial. La Paz de Westfalia (1648) signific, en este sentido, el acta de defuncin del imperio como entidad poltica, pues fij la organizacin de los territorios alemanes segn un modelo federalista. No obstante, incluso en