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Teología I Unidad 7: La Revelación acerca de Dios en el Nuevo Testamento

Teología I

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Unidad 7: La Revelación acerca de Dios en el Nuevo Testamento. Teología I. Introducción. Cristo confirma la revelación acerca de Dios hecha por el Antiguo Testamento. Sin embargo, hay variantes importantes: - PowerPoint PPT Presentation

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Teología I

Unidad 7: La Revelación acerca de Dios en el Nuevo Testamento

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Introducción

Cristo confirma la revelación acerca de Dios hecha por el Antiguo Testamento. Sin embargo, hay variantes importantes: El Dios que revela Jesús es un Dios bueno, misericordioso, que

perdona y da generosamente. Es un Dios al que podemos llamar abba, Padre.

El punto culminante de la Revelación que Dios ha hecho de Sí mismo por medio de Jesucristo lo constituye el misterio de la Santísima Trinidad: la existencia en el único Dios verdadero de tres Personas distintas cuyos nombres revelados son Padre, Hijo y Espíritu Santo. Tres Personas distintas que no son tres dioses distintos, ni tres

manifestaciones históricas diferentes de Dios, sino tres realidades personales subsistentes en la única esencia divina.

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Introducción

Esta revelación de la intimidad de Dios, no tiene por finalidad satisfacer una curiosidad intelectual.

Este paso implica, por parte de Dios, un mayor don de Sí mismo y está orientado a constituirse en el centro de la vida cristiana, cuyo fin es la incorporación del bautizado a la vida de Cristo, la configuración con Él por la acción del Espíritu Santo, para ser así conducidos a la gloria de Dios Padre.

Desde siempre sabemos que el hombre está llamado a la unión con Dios. Ahora se lo invita a insertarse en la vida íntima de Dios, para lo cual es necesario que sepa algo de lo que ésta sea.

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La Trinidad en la Escritura

El Nuevo Testamento afirma que hay tres Personas que son verdaderamente Dios. Cristo revela esta verdad en tres tiempos: Cristo revela al Padre al principio, y para ello se apoya en el

Antiguo Testamento y se remite a él. Luego, revela al Hijo, a sí mismo, de un modo discreto, mediante

sus obras. Al final de su vida se decide a hablar claramente. Finalmente, revela al Espíritu Santo también gradual, e

íntimamente. Especialmente en la Ultima Cena, cuando ya está clara su divinidad y la del Padre. Más adelante, vendrá el acontecimiento de Pentecostés.

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Textos trinitarios

Teofanía en el bautismo de Jesús Bautizado Jesús, salió luego del

agua; y en esto se abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma y venía sobre Él. Y una voz que salía de los cielos decía: “Este es mi Hijo amado, en quien me complazco”. (Mt 3,16-17).

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Textos trinitarios

Mandato misional Id, pues, y haced

discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. (Mt 28,19)

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Textos trinitarios

Apocalipsis

Juan, a las siete Iglesias de Asia. Gracia y paz a vosotros de parte de “Aquel que es, que era y que va a venir”, de parte de los siete Espíritus que están ante su trono, y de parte de Jesucristo, el Testigo fiel, el Primogénito de entre los muertos, el Príncipe de los reyes de la tierra. (Apoc 1,4-5)

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Textos trinitarios

San Pablo

La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. (2 Cor 13,13)

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La revelación de Dios Padre

Aunque Dios se presenta como padre de todos los redimidos, este nombre adquiere un significado especial en la relación Dios-Cristo.

Jesús es el Hijo de Dios por excelencia, todos los demás lo son por adopción. Cristo llama al Padre con el nombre familiar

abbá. Cristo contrapone “mi Padre” y “vuestro

Padre”.

Hay entre Cristo y el Padre una relación misteriosa que escandaliza a los que lo escuchan.

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El Hijo como Verbo del Padre

La divinidad de Cristo está manifestada claramente en el Prólogo de San Juan.

En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la recibieron. [...] La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios. Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. [...] A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está  en el seno del Padre, Él lo ha contado. (Jn 1,1-18)

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El Hijo y el Padre: relación, unión y distinción de personas Este texto muestra la unidad de naturaleza de Cristo

con el Padre: “Yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, y nadie las

arrebatará de mi mano. El Padre, que me las ha dado, es más grande que todos, y nadie puede arrebatar nada de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno”. Los judíos trajeron otra vez piedras para apedrearle. Jesús les dijo: “Muchas obras buenas que vienen del Padre os he mostrado. ¿Por cuál de esas obras queréis apedrearme?” Le respondieron los judíos: -No queremos apedrearte por ninguna obra buena, sino por una blasfemia y porque tú, siendo hombre, te haces a ti mismo Dios. Jesús les respondió: “¿No está  escrito en vuestra Ley: Yo he dicho: dioses sois?”... (Jn 10,28-34)

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La revelación del Espíritu Santo En la mayoría de los casos, en el Nuevo

Testamento, se concibe el espíritu de Dios en el sentido de la ruah del Antiguo Testamento, es decir, en el sentido de fuerza o virtud divina.

Sólo hay un pasaje claro de los Sinópticos en el que el Espíritu Santo se toma como Persona: Id, pues, y haced discípulos a todas las

gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. (Mt 28,19)

También en los Hechos hay un pasaje claro: Que hemos decidido el Espíritu Santo y

nosotros no imponeros más cargas que éstas indispensables. (Hch 15,28)

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El Hijo y el Padre: relación, unión y distinción de personas “En verdad, en verdad os digo: si alguno guarda mi Palabra, no verá  la

muerte jamás”. Le dijeron los judíos: Ahora estamos seguros de que tienes un demonio. Abraham murió, y también los profetas; y tú dices: "Si alguno guarda mi Palabra, no probará  la muerte jamás." ¿Eres tú acaso más grande que nuestro padre Abraham, que murió? También los profetas murieron. ¿Por quién te tienes a ti mismo? Jesús respondió: “Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada; es mi Padre quien me glorifica, de quien vosotros decís: "El es nuestro Dios", y sin embargo no le conocéis, yo sí que le conozco, y si dijera que no le conozco, sería un mentiroso como vosotros. Pero yo le conozco, y guardo su Palabra. Vuestro padre Abraham se regocijó pensando en ver mi Día; lo vio y se alegró.” Entonces los judíos le dijeron: ¿Aún no tienes cincuenta años y has visto a Abraham? Jesús les respondió: “En verdad, en verdad os digo: antes de que Abraham existiera, Yo Soy”. Entonces tomaron piedras para tirárselas; pero Jesús se ocultó y salió del Templo. (Jn 8, 51-59)

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La revelación del Espíritu Santo Sin embargo, la revelación del Espíritu Santo es especialmente clara en

los textos de San Juan de la Última Cena

1er. estadio: El Hijo ruega al Padre envíe el Espíritu Santo. Si me amáis, guardaréis mis mandamientos; y yo pediré al Padre y os dará  otro

Paráclito, para que esté con vosotros para siempre, el Espíritu de la verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce. Pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros. (Jn 14,15-17)

2do. estadio: el Espíritu Santo es enviado por el Padre: que el Padre enviará en mi nombre. Os he dicho estas cosas estando entre vosotros. Pero el Paráclito, el Espíritu

Santo, que el Padre enviará  en mi nombre, os lo enseñará  todo y os recordará  todo lo que yo os he dicho. (Jn 14,25-26)

3er. estadio: El Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo: que procede del Padre y que yo os enviaré. Cuando venga el Paráclito, que yo os enviaré de junto al Padre, el Espíritu de la

verdad, que procede del Padre, Él dará  testimonio de mí. (Jn 15,26)

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Formación del dogma trinitario La profundización sistematizadora en este misterio se debe tanto al

deseo de los cristianos por comprenderlo mejor, así como a la necesidad de defender la integridad de la fe. Los principales errores trinitarios son:

Modalismo. Dice que sólo existe Dios Padre, quien se manifestó bajo distintos modos o bajo distintos atributos.

Adopcionismo. Cristo es un hombre que por su santidad moral y su docilidad a la inspiración de Dios, fue adoptado por Dios como hijo y exaltado como “dios” (“apoteosis”).

Subordinacionismo. Enseña que el Hijo y el Espíritu Santo son criaturas del Padre, superiores al resto de la creación, pero subordinadas a Él.

Macedonianismo. Niega la divinidad del Espíritu Santo, el cual sería una criatura. Triteísmo. Separaban con tanta fuerza a las tres Personas, entendiéndolas como

substancias diferentes, que terminaban siendo tres dioses. Estas doctrinas fueron condenadas por:

Concilio I de Nicea (325) Concilio I de Constantinopla (381) Concilio IV de Letrán (1215)

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Terminología de la doctrina y explicaciones teológicas Procesiones.

La Revelación enseña que en Dios unas Personas proceden de otras. En la Trinidad, comprobamos dos procesiones: la del Hijo y la del Espíritu Santo, ya que el Padre es ingénito, es decir, no procede de nadie.

Estas procesiones, tienen la peculiaridad de darse en Dios, y terminar en Él mismo; son, pues, inmanentes, distintas de las operaciones trascendentes.

Los mismos nombres de las Personas divinas nos hablan de estas dos procesiones y de su peculiaridad. El Hijo se llama así porque procede del Padre

por generación. El Espíritu Santo, por su parte, procede del

Padre y del Hijo por espiración; procede del Padre y del Hijo como de un único principio expirador.

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Terminología de la doctrina y explicaciones teológicas Relaciones.

De las procesiones se derivan una serie de relaciones de origen.

Los nombres de las Personas divinas son nombres relativos, es decir, que manifiestan relaciones entre ellas.

Estas relaciones son cuatro: paternidad, filiación, espiración activa y espiración pasiva. Estas relaciones dan lugar a tres personas, ya

que la espiración activa no se opone realmente a la pasiva por tener como fuente a dos personas como un único principio.

Estas relaciones no son algo accidental en Dios, son Dios. La doctrina las llama relaciones subsistentes, de tal manera que constituyen a las Personas.

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Terminología de la doctrina y explicaciones teológicas Explicación analógica de la teología

No hay forma de ilustrar adecuadamente el misterio trinitario. Sin embargo, tradicionalmente, se ha buscado en la naturaleza algún tipo de actividad para que sirva de analogía.

El punto más alto de actividad inmanente lo han encontrado los teólogos en el espíritu humano: conocer y amar.

Por esta razón se habla análogamente diciendo que el Padre engendra al Hijo como el entendimiento engendra el concepto; así, el Hijo es el Lógos (el Verbo, la Palabra) del Padre. La otra facultad humana espiritual es la voluntad, cuyo acto principal es el amor; así, el Espíritu Santo es el Amor del Padre y del Hijo.

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Las misiones trinitarias

Misión es el envío de una Persona a las criaturas, al mundo, a la historia, por aquella otra Persona (o Personas) de la cual procede eternamente. De este modo, comienza a tener una presencia en el mundo distinta de la

que ya tenía en cuanto Dios. Sólo son enviados el Hijo y el Espíritu Santo, porque son las dos personas

que proceden eternamente en Dios. Las misiones, aunque eternas en los designios divinos, son temporales

e históricas en su ejecución: suceden en el tiempo. En algunos casos son visibles (la Encarnación, o Pentecostés), y en otros,

invisibles (la inhabitación del Espíritu Santo y, por tanto, con Él, del Padre y del Hijo en el alma del hombre en gracia).

Aunque todo lo que realiza Dios “hacia afuera” de Sí es común a las tres Personas, sin embargo, cada Persona divina realiza la obra común según su peculiar propiedad personal. Son, precisamente, las misiones divinas, las que nos manifiestan las propiedades de cada Persona.