I.- DESARROLLO DEL CAPITALISMO EN AMÉRICA LATINA, LA REVOLUCION INDUSTRIAL.

La Revolución industrial, en la segunda mitad del siglo XIX, tuvo repercusiones diferentes en los pueblos que aún permanecían como colonias y en aquellos recién emancipados. Con ese proceso las naciones de Europa occidental consolidaron su industrialización, gracias a un previo desarrollo bancario, financiero y manufacturero que les había permitido la acumulación de capital y en el que tuvieron mucho que ver los productos latinoamericanos llegados a Europa durante los tres siglos anteriores.

A medida que se diseñaban las economías capitalistas industriales, las jóvenes nacionales de América Latina se volvían menos capaces para encarar la nueva situación, debido a la desorganización política, administrativa y financiera y a la carencia de un proyecto común para encontrar el camino hacia un desarrollo con características propias que asumiera, al mismo tiempo, los nuevos elementos y las formas de producción hasta entonces vigentes en ellas. La utopía boliviana de una confederación continental de naciones cedió el paso a la balcanización de la América Latina.

Con la industrialización apareció también la división internacional del trabajo por la que América Latina se incorporó a la economía capitalista con las funciones específicas de producir y exportar bienes primarios (agrícolas, mineros, materias primas), los cuales intercambiaba con las manufacturas de los países industrializados de Europa.

Victima de las violaciones internacionales a las leyes del valor, América Latina contribuía a sostener e impulsar a la naciente gran industria, y fue a partir de entonces que se configura la dependencia como una relación de subordinación entre naciones formalmente independientes, en cuyo marco las relaciones de producción de las naciones subordinadas son modificadas o recreadas para asegurar la reproducción amplia de la dependencia.

Además, el desarrollo de las fuerzas productivas en los países industrializados les había permitido a éstos aumentar su productividad, reducir los costos de sus productos y elevar sus ganancias, el apoyarse ya no sólo en la explotación del trabajador, sino en su capacidad productiva, con lo que el capitalista aumentaba también su capacidad de acumulación.

Esto explica el interés de la burguesía por desarrollar la tecnología necesaria para acortar las distancias espaciotemporales. Uno de los secretos para ello fue el perfeccionamiento de los medios de transporte y de comunicación. El aprovechamiento del vapor fue determinante para llegar a la máquina de doble efecto, en 1786, usada en Inglaterra para el transporte del carbón en 1825 y, dos años más tarde, para el de pasajeros.

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I.I.- PROLIFERACIÓN DE LA TECNOLOGÍA PARA LA DIFUSIÓN.

El sistema científico, plenamente vinculado ya al aparato productivo, hizo ver a los países industrializados las ventajas que para ellos significaba acelerar el desarrollo tecnológico de los instrumentos de comunicación, difusión o información, así como impulsar la investigación sobre estos. Lo anterior se tradujo en un sorprendente incremento en el renglón de la tecnología para las comunicaciones. A continuación se mencionan algunos ejemplos ilustrativos de este desarrollo.

Faraday comenzó sus experimentos en 18/51, y 65 años después los motores eléctricos estaban ya integrados al sistema productivo; después de 35 años de experimentos empezó a ser comercializada la radio; cinco años fueron suficientes para formular teóricamente el radar y para poner en servicio su aplicación tecnológica (1935-1940); lo mismo se pude decir de la bomba atómica (1938-1945), del transistor (1948-1951) y de la batería solar (1953-1955).

Con excepción de la prensa, cuyos orígenes datan de mucho antes del siglo XIX, los demás medios de difusión se “inventaron” o se empezaron a comercializar en las últimas décadas de ese siglo o poco después. A partir de entonces la proliferación y perfeccionamiento de los mismos se incrementó en forma inusitada.Una fecha quizá convencional para la ordena prensa masiva podría se el decenio de 1830. Aunque carecía de una alta tecnología, contaba ya con muchos lectores y con cierta infraestructura de distribución; el campo de información se amplió y empezaron a aparecer las agencias de noticias.

En 1870, las primeras agencias de información, Havas, Reuter, Wolf y, posteriormente, la AP firmaron un acuerdo en el que se comprometían a respetar sus respectivas esferas de influencia; se empezaba a formar así el más grande y poderoso monopolio internacional del siglo XIX.

En 1865 J. C. Maxwell formuló la teoría de las ondas electromagnéticas y en 1887 Heenrich Hertz demostró la validez de la teoría de Maxwell, sentado así las bases de la radiofonía que después sería perfeccionada por Marconi. La primera estación de radio se instaló en 1920 en Chelmsford, Inglaterra; con ello se cimentaba la industria radiofónica. Hacia 1922, en Estados Unidos funcionaban ya 400 000 aparatos receptores.

Antecedentes inmediatos del cine fueron la fotografía, en 1822; el negativo fotográfico, en 1841, y el celuloide, en 1884. Tomás Alva Edison inventó, entre 1891 y 1894, el Kinetoscopio, y un año después los hermanos Auguste y Luis Lumiere hicieron la primera exhibición pública del cinematógrafo.

Finalmente, y para no referirnos sino a los medios de difusión que se consideran más importantes para el desarrollo universal y totalizador del sistema, las primeras imágenes fijas se trasmitieron en 1992. Un año después de patentó el iconoscopio, y en 1933 Radio Corporación de América hizo público el primer modelo de televisor de uso privado. Las primeras trasmisiones por televisión tuvieron lugar

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en Londres y Nueva Cork en 1936, y hacia 1950 existían en Estados Unidos 10 500 receptores de televisión.

I.II.- LA MUNDIALIZACIÓN.

Desde su conformación como conjunto de naciones formalmente independientes. América Latina ha vivido vuelta hacia el exterior. Siempre ha buscado sus modelos de desarrollo en países que han podido llegar, sin violentar sus propios procesos históricos, al desarrollo autónomo de tipo capitalista. En esto, América Latina ha ido, y seguirá yendo, siempre a la zaga. Por historia, por cultura, por sus mismas condiciones de vida es difícil, ¿imposible?, que pueda lograr los mismos estándares de desarrollo que han alcanzado aquéllos. Lo trágico es que después de repetidos y fallidos intentos se siga insistiendo en recorrer el mismo camino.

Es preciso, por ello, recuperar la memoria histórica, avivar la inteligencia y redoblar la voluntad para iniciara nuevos rumbos a partir de lo que América Latina es y de lo que tiene. Pero, si bien es cierto que los responsables de la conducción de estos países y los analistas de los procesos sociales deben mirar al pasado para aprender sus lecciones y evitar cometer los mismos errores en el presente, no deben instalarse en él motivados por la nostalgia pensando que “cualquier tiempo pasado fue mejor” o añorado “lo que pudo haber sido y no fue”. Instalarse en el pasado, sin traerlo al presente y proyectarlo al futuro es tanto como convertirse en estatua de sal.

Ahora bien, en la década de los setenta, la categoría utilizada por los teóricos latinoamericanos para analizar la situación de dominación de los llamados países periféricos era la de la dependencia en relación con los países centrales. Esta categoría era referida primordialmente al ámbito de la economía, pero también a los demás subsecores de la vida social, entre ellos los de la información y de la comunicación. Con el fenómeno de la actual globalización (quizás habría que preferir el término mundialización) económica y cultural, en la etapa neoliberal, las condiciones de desventaja para América Latina se han profundizado. La dependencia ha de verse y estudiarse con nuevos ojos. A partir de la década de los ochenta la dependencia se ha trocado en prescindencia y exclusión.

En el campo de la info-comunicación, de la década de los setenta a nuestros días, el problema y la preocupación central relacionada con la forma de operar de la llamada comunicación masiva fue la que se refiere a la centralización de los procesos info-comunicativos, es decir, a la toma de decisiones que ha estado en manos de pocas personas, organizaciones y países. Desde la cátedra, la tribuna política y aun el púlpito se denunciaba con fuerza y con argumentos fundados la injusta distribución de los flujos info-comunicativos en relación con los países carentes de la tecnología adecuada para generara y distribuir información “objetiva” y confiable sobre ellos mismos. Esta situación planteaban en definitiva, la cuestión del poder en el subsistema social de la información y la comunicación.

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El problema del quién es quién de la información hizo acuñar, en esa época, por parte de los comunicólogos, determinadas expresiones que permitieran estudiar, a partir de ellas, el modo de funcionamiento de la info-comunicación en el mundo a través de las tecnologías más sofisticadas del momento. Expresiones tales como países data por y países data rich, gateskeepers, pool de Agencias Informativas, etc., no eran sino el reflejo de la estructura de dominación-sumisión, merced al control de la tecnología por parte de unos países en detrimento de aquéllos que hasta esos momentos carecía de ella. Era, términos con los que se expresaba plásticamente la dependencia.

Ya en esa misma década, Fernando Reyes Matta advertía que “la potencialidad económica envuelta y el papel que la informática puede jugar para aumentar la brecha entre desarrollados y subdesarrollados obliga a un análisis profundo de la situación, ya que lo que pueda haberse ganado en la lucha contra la dependencia informativa en el área de los mas media, puede perderse por la acción de quienes manejan el poder de la computación “ (Reyes Matta, 1981, 94). Fatalmente la brecha es hoy una realidad, hasta donde se ve, insalvable.

La brecha es notoria, por ejemplo, en cuanto a la facilidad de acceso a las Nuevas Tecnologías en los países del sur y en los del norte. En la India un MODEM es cuatro veces más caro que en Estados Unidos. En México hay una computadora por cada 35 habitantes, mientras que en Estados Unidos hay una computadora por cada cuatro habitantes.

En estas condiciones, el proceso de que la población mundial se está definiendo entre navegantes en el ciberespacio y los que se verán privados de esa posibilidad, parece ser indetenible. El grueso de la población de América Latina, privada de los mínimos indispensables para vivir, estará obviamente en esta última categoría. La amplia base social de latinoamericanos permanecerá, al menos por buen tiempo, en un evidente analfabetismo cibernético que agudizará la brecha entre población escolarizada y no escolarizada.

En el campo de la tecnología, en concreto en la tecnología info-comunicativa, América Latina ha de estar alerta para no caer de nuevo en la trampa de considerarla como el signo inequívoco de la modernización, idea emparentada con la teoría del difunsionismo-comunicacionismo alentada en la década de los sesenta por la Alianza para el Progreso, según la cual el camino para la superación del atraso socio-económico y la incorporación rápida de estos países al progreso es simplemente de carácter tecnológico.

Llegando a ciertos niveles de equipamiento en este renglón, se brincaría automáticamente al desarrollo al estilo de los países ya industrializados. Desde esta visión se pasa por alto, y se quiere borrar de un plumazo la molesta cuestión social que distingue a los países latinoamericanos.

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II.- LA COMUNICACIÓN COMO CIENCIA.

La ciencia del siglo XVI centrada en el desarrollo del pensamiento dejó de tener sentido para el hombre de empresa del siglo XIX, preocupado por aumentar la producción de bienes materiales de consumo. A medida que se aplicaban las leyes de expansión de capital, se vio la necesidad de desarrollarla técnica, para la cual se tomaron en cuenta las aportaciones de la ciencia. De aquí en adelante, los problemas que habrían de investigarse ya no serían de orden metafísico, sino estrechamente vinculados al proceso productivo. De esta conjunción surgió la tecnología, es decir, el conocimiento científico se organizó y se estructuró en función de la producción.

Por otra parte, a medida que el capitalismo se consolidaba, o justamente para consolidarse, se iba diversificando también la ciencia, sus métodos y sus relaciones con la técnica, hasta llegar a la conformación de un sólido sistema científico tecnológico en los países desarrollados. Naturalmente que, como en todo proceso, el desarrollo científico tecnológico en este renglón no ha sido homogéneo, uniforme ni lineal; a un ritmo acelerado de desarrollo en un periodo, ha seguido a otro de relativo descenso, pero es indudable que desde la última Guerra Mundial la capacidad humana de acción, pensamiento, organización y planeación ha rebasado los límites de lo ordinariamente esperado.

Como parte integrante del nuevo sistema de producción masiva, la ciencia empezó a realizarse en forma planificada y el inventor solitario, el genio aislado, perdió su razón de ser en la nueva sociedad. Integrada al quehacer social y ya institucionalizado, la ciencia fue acaparada por los grupos de poder político y económico, y más recientemente, por el sector militar. Desde los países periféricos se aprecia también cómo la ciencia elaborada en el centro hegemónico se traslada a esos países y es controlada por las clases dominantes internas; la situación subalterna de éstas hace que los resultados de esa ciencia se reviertan en beneficio de los intereses y objetivos del centro exportador de teorías, métodos y técnicas. Es esta una hipótesis cuya demostración nos ocupará más adelante.

II.I.- PRIMERAS INVESTIGACIONES SOBRE COMUNICACIÓN.

Las primeras investigaciones en torno al fenómeno social de la comunicación se sitúan por lo general en el decenio de los 30 en Estados Unidos. No hay que olvidar, sin embargo, que en 1897, en Heilderberg, y en 1916, en Leipzig, ya se impartían estudios universitarios sobre el conocimiento de los diarios y examen de la prensa, que con el tiempo recibieron el nombre de Ciencia Periodística. Se hablaba de una Escuela Alemana de la cual formaban parte autores como Kart d’Ester, Heide, Kart Büchar, Emil Dovifat y principalmente Otto Groth, y los institutos de Periodismo Ilustrado de Munich, de Ciencias Periodísticas de Leopzig, y de Ciencia

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Periodística de Berlín; de estos centros salió una bibliografía básica para el estudio posterior de la comunicación masiva.*

Debe mencionarse también el Instituto Francés de Prensa, fundado en 1937 por Gilbert Gidel y del que formaron parte Jacques Kayser y Fernand Terrou, el segundo de los cuales se interesaba no sólo en la morfología del medio sino también en las definiciones del periódico y en aspectos de contenido. Desde esa época:

La tendencia de Kayser se destaca por su interés para con la prestación de los medios y del mensaje, en contraste con las preocupaciones teóricas de los alemanes y con la insistencia de los norteamericanos en el contenido.

En Estado Unidos los primeros intentos por estudiar el fenómeno de la prensa se remontan a la última etapa del siglo pasado. Antes de 1930, varios profesores se dedicaban ya a investigar sobre comunicación en algunas de las instituciones universitarias o del Estado; sobresale entre ellos R.V.L. Hartley, quien en 1928 publicó su libro Transmisión of Information. Los siguientes investigadores, sobre todo Harold Lasswell una labor de sistematización de esas primeras investigaciones.

II.II.- DE LA ESPECULACIÓN AL MÉTODO CIENTÍFICO.

Los investigadores estadounidenses, influidos por las corrientes psicológicas europeas, habían abordado sus estudios sobre el instinto desde un ángulo especulativo y, en general, ambas ciencias habían llegado a la conclusión de que la naturaleza humana era básicamente uniforme. Sin embargo, a partir del decenio de los 20 el neopositivismo empezó a criticar acremente a las teorías psicológicas y sociológicas anteriores, tildándolas de construcciones arbitrarias, especulaciones ideológicas y teorizaciones abstractas. En contrapartida, se iniciaron los estudios e investigaciones sobre las bases empíricas más acordes con el sistema socioeconómico estadounidense.

Por eso antes que objeto de estudio teórico, la comunicación fue tomada como objeto de estudio teórico práctico. Interesa decir algo sobre esto último. Fueron los países de cultura anglosajona (Inglaterra, Estados Unidos, Canadá) los que, en la segunda década de este siglo, empezaron las prácticas educativas en pequeños grupos a partir de los radiofaros.

Esta práctica se extendió posteriormente a Europa y América Latina y, más tarde, se analizó la conducta grupal desde este ángulo y por los requerimientos de los factores políticos (grupos de presión) y económico (grupos de trabajo en las empresas). Como técnicas favorecidas para estudiar la comunicación en pequeños grupos se utilizaron posteriormente los cine-clubes, tele-clubes, las dramatizaciones y los foros. Hasta la década de los sesenta estas experiencias y psicológicos; se

* J.M. Casasus señala al respecto: “No se trata de una escuela sino de varias escuelas, a no ser que el esfuerzo teorizador llevado a cabo por todos ellos (los autores mencionados) no los distinguiera en bloque de las preocupaciones prácticas de los investigadores estadounidenses o de la audacia metodológica de los estudios estructuralistas franceses o sudamericanos”. (Los paréntesis son nuestros).

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trataba, en términos generales, de amoldar a los individuos al grupo. Faltaba articular esos fenómenos articular esos fenómenos con los problemas sociales.

Esa articulación se empezó a desarrollar ampliamente en América Latina, continente urgido de profundos cambios sociales. La década de los sesenta fue muy generosa en experiencias comunicativas en este continente. Las instituciones religiosas, sociales, educativas, etc., se involucraron en lo que en adelante se denominaría el modelo dialógico de la comunicación, en oposición a los postulados del difusionismo que acentuaba la confianza en los medios como recursos necesarios para superar el subdesarrollo.

Para lograr la comunicación dialógica se acudió primero a los recursos audiovisuales, más tarde al sistema de discusión grupal y esto desembocó, posteriormente, en la búsqueda de una comunicación liberadora. En América Latina se ubican en esta línea las experiencias del cassette-foro, de Mario Kaplún, en Uruguay; de Oswaldo Carriles, en Venezuela; de Rafael Roncagliolo, en Perú y, desde el ángulo de la pedagogía del oprimido, de Paulo Freire, en Brasil. Ese fue el origen de los que más tarde se denominaría comunicación alternativa, popular, dialógica, liberadora, horizontal y participativa, en cuanto intenta poner en un mismo plano a los emisores y perceptores. Esas experiencias han estado reforzadas indirectamente por el éxito del “boom” latinoamericano en el campo de la literatura, por el entusiasmo inicial de la Teoría de la Dependencia y actualmente por al fuerza transformadora de la Teología de la Liberación.

Un camino parecido seguirá, del decenio de los 30 en adelante, la investigación en torno a los medios de comunicación cuando los estudiosos se interesaron en los medios como objetos de investigación y comenzaron a dejar de lado la simple especulación sobre sus efectos, a favor del estudio sistemático de la influencia que ejercían determinados contenidos de la comunicación sobre determinada clase de personas.

Fue aquí donde el estudio “científico” de los medios, calificados optimistamente por Lasswell como “el nuevo martillo y yunque de la solidaridad social”, empezó a desprenderse de la ciencia del comportamiento y de la conducta y a perfilarse como una realidad aparte, relativamente autónoma, generadora de sus propios autores, técnicas, teorías, terminología, bibliografía, instituciones y especialistas.

Por una parte, se observa el hecho de que investigadores de otras disciplinas hayan sido los primeros interesados en analizar científica y empíricamente este fenómeno social y, por otra, se advierte la aparición de varias teorías que explican el fenómeno comunicativo. En este último punto, por ejemplo, la teoría mecanicista (E – R) fue suplantada por la de las diferencias individuales, las de las categorías sociales, la de las relaciones sociales y la de las normas culturales, resultantes de las investigaciones sobre los efectos de los medios de comunicación, pero cuyos elementos teóricos básicos eran proporcionados por las ciencias sociales y de la conducta.

II.III.- EL ANÁLISIS DE CONTENIDO.

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Del estudio abstracto y especulativo sobre los efectos de los medios, y una vez adoptado el empirismo como método científico, los principales impulsores de las indagaciones sobre comunicación en el decenio de 1930 desarrollaron la técnica del análisis de contenido. El primer gran sistematizador de las investigaciones en torno a los medios de comunicación fue Harold Lasswell, quien al tradicional esquema añadió dos nuevos elementos: el medio y los efectos y, junto con Berbard Berelson, consagró el análisis de contenido como técnica de investigación para descubrir los aspectos cuantitativos del contenido manifiesto y sus influencias en los individuos, grupos y grandes públicos; se trataba de precisar cómo y en qué medida los mensajes influían en las normas culturales y en el comportamiento político, y cómo lograr mediante la comunicación que el público o el auditorio cambiaran sus actividades.

Ello sigue siendo la preocupación de los investigadores estadounidenses en comunicación. De Fleur afirma al respecto:

La pregunta que ha prevalecido en la investigación y el desarrollo de la teoría contemporánea acerca del estudio de los medio masivos puede formularse así: ¿Cuáles han sido sus efectos? Es decir, ¿en qué medida los medios han actuado sobre nosotros en tanto que individuos induciéndonos a creer en nuevas ideologías políticas, a votar por un partido determinado, a adquirir más mercancías, a modificar o abandonar nuestros gustos culturales, a disminuir o reforzar nuestros perjuicios, acometer actos ilícitos o delitos, a rebajar nuestros principios de moralidad sexual, a alterar nuestras pautas de recreación familiar, a adoptar una innovación o a cambiar nuestros patrones de conducta en algún otro aspecto importante como consecuencia de la atención prestada al contenido de la comunicación masiva? Si en algunos casos se han estudiado otras facetas de los medios, como por ejemplo la naturaleza del comunicador, la estructura del contenido a las características de los auditorios, ha sido siempre con el propósito de comprobar cómo la variación de estos factores influía sobre el tipo de respuestas provocadas por la exposición a éstos.

Además, dada la situación mundial, y en particular la situación económica interna de Estados Unidos, el estudio sobre la propaganda política y los análisis de documentación retuvieron también la atención de estos investigadores. Es importante señalar aquí que si hasta este momento la publicitada y la propaganda habían marchado por caminos paralelos:

Lo específico de la propaganda norteamericana que despunta y comienza a configurarse en el decenio de los 30 consiste en que aquí se borrarán de una vez por todos los límites entre la publicidad comercial y la propaganda política, entre los mensajes de contenido político manifiesto y aquellos que al parecer corresponden al sector de entretenimiento.

El estudio de estos diversos aspectos se llevó a cabo mediante la aplicación del análisis de contenido que, limitado primero a los mensajes del análisis de

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contenido que, limitado primero a los mensajes impresos, se extendió posteriormente al análisis de los nuevos medios masivos , es decir, los electrónicos. Desde otro ángulo pero con los mismos objetivos, se impulsaron también los estudios sobre comunicación electrónica en los que destacaron Shannon y Weaver, con la formulación de la Teoría de la Información, y Norbert Wiener con sus investigaciones sobre Cibernética. Estas teorías se tratarán brevemente en páginas posteriores.

En la situación de crisis que se vivía en Estados Unidos, la empresa monopolista se vio en la necesidad de acelerar la producción y ampliar y consolidar mercados para colocar sus productos; para lo primero requería nueva tecnología y para lo segundo contrató un buen número de científicos de diversas ramas a fin de conocer los gustos, preferencias, tendencias, comportamiento, etc. De los nuevos públicos. Era ésta una tarea nueva hasta entonces, propiciada por la situación económica política del momento. Paul A. Baran señala: “El empresario competitivo de antaño ni siquiera soñó con las fabulosas sumas que asignan las gigantescas corporaciones a fundaciones de diversos tipos cuyos propósitos, más o menos explícito, es predisponer a los hacedores de la opinión pública a favor del capitalismo monopolista”.

Estas campañas resultaban tanto más costosas puesto que se trataba de cambiar los valores, las apetencias profundas, los patrones de conducta, las costumbres y, en definitiva, la conducta de los individuos y de los grandes públicos. Se hizo imprescindible perfeccionar la tecnología para la difusión con alcances masivos a fin de conquistar mercados cuyas potencialidades, hablando en términos de ganancia, se preveían ilimitadas. Este nexo entre los ciclos producción-consumo, separados hasta entonces, aceleró y puso en la dirección deseada el proceso de masificación gracias al cual el sistema, y el mundo, podían concebirse como una totalidad.

De la apropiación privada de los medios de producción (material e ideológica) se pasó al control de los grandes públicos, ya que mediante esa nueva tecnología, supuestamente comunicativa, se penetraba aún en las zonas no conscientes de los individuos. Cierto que si estos medios tecnológicos no conjurarían totalmente las crisis de sobre producción que cíclicamente se presentan en el capitalismo y que forman parte de las contradicciones inherentes a él, si contribuían a amortiguar su impacto social y político y a garantizar las ganancias de los grandes consorcios.

La ganancia como base y eje del sistema conduciría, por la lógica misma del proceso, al no estar la producción en función de las necesidades reales del hombre, a que la producción formara parte.

De la reproducción necesariamente ampliada de la propia fuerza de trabajo. El desarrollo internacional de los intercambios, la división del trabajo según espacios económicos cada vez más vastos, la tendencia a las especializaciones regionales y nacionales, la rapidez de las comunicaciones, etc., colocan a cada actividad productiva a través del juego de mediaciones cada vez más numerosas en relación con el universo entero y tienden a su información práctica.

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Las investigaciones sobre comunicación realizadas en estas etapas en Estados Unidos muestras claramente las preocupaciones que prevalecían en el ánimo de quienes financiaban detrás de la ciencia en gestión. Coincidencia o no, los elementos anotados anteriormente indican que toda esa tecnología apta para la comunicación no obedecía a propuestos comunicativos, sino que era exigida por requerimientos de carácter económico y político y que estaba dirigida a dar respuestas a esos mismos intereses:

Se podría resumir en pocas palabras la diferencia principal entre los estudios europeos y los norteamericanos sobre las comunicaciones de masas, por lo menos hasta los años sesenta, observando que los primeros nacieron espontáneamente en las universidades, en los institutos de psicología y pedagogía, y en los ambientes culturales y artísticos, en tanto que los otros fueron reglamentados y financiados, con el tiempo, por las grandes industrias, por el Gobierno Federal y por las fuerzas armadas, sucesivamente. Los primeros tendían a revelar la naturaleza y las posibilidades estéticas de las nuevas técnicas de comunicación, y los segundos se proponían, sobre todo, estudiar la manera de dar una eficiencia cada vez mayor al instrumento radiofónico, cinematográfico o televisivo para los fines de quien , de vez en cuando, lo regenteaba.

III.- TEORÍA Y TÉCNICAS, INSTITUCIONES Y BIBLIOGRAFÍA.

Al intensificarse las investigaciones sobre comunicación en el decenio de los 30, los investigadores asalariados se vieron en la necesidad de recurrir a técnicas y procedimientos cuantitativos con el fin de percibir, de una manera empírica y no especulativa, el efecto de los medios sobre el público. Técnicas como la encuesta, el sondeo, ratings, estudios de mercado, el ya mencionado análisis de contenido, etc., cobraron desde esta primera etapa carta de ciudadanía. ¿Qué entendían estos investigadores por procedimientos cuantitativos en esta materia? Wilbur Schramm lo explica de la siguiente manera:

La investigación sobre comunicación en Estados Unidos es cuantitativa, más que especulativa. Quienes la practican se encuentran interesados fundamentalmente en la teoría, pero sólo en una teoría que puedan probar y quieren probarla. Así pues, esencialmente, son investigadores del comportamiento: tratan de encontrar algo acerca de por qué los humanos se comportan en la forma que lo hacen y cómo puede la comunicación hacer posible que vivan juntos más feliz y productivamente.

Teorías y técnicas fueron elaboradas y aplicadas en instituciones de investigación y difundidas a través de una extensa bibliografía sobre el tema. Mencionamos ya la División Experimental para el Estudio de las Comunicaciones en Tiempo de Guerra, creada expresamente para analizar la propaganda del enemigo durante la Primera Guerra Mundial. Posteriormente aparecieron el Instituto de Análisis de Propaganda, en 1937, en la Universidad de Colombia; la Oficina de Investigación Social Aplicada, de Colombia, dirigida por Paul Lazarsfeld; el Programa de Comunicación y Cambio de Actitud de Yalwe, al frente del cual estaba Carl

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Hovland, además de los centros y escuelas de periodismo y comunicación que empezaron a funcionar en otras universidades e institutos tecnológicos de nivel superior: Massachussets (MIT), Stanford, Illinois, Michigan, Wisconsin, etc. Apareció también una amplia producción bibliográfica debida tanto a los investigadores llamados padres fundadores de la comunicación como a sus discípulos.

III.I.- EN BUSCA DEL EQUILIBRIO DEL SISTEMA.

La formación del complejo belicoindustrial, propuesto por D. D. Eisenhower en 1946, al que ya nos hemos referido, contribuyó en forma determinante a la consolidación hegemónica de Estados Unidos en sus zonas de influencia. De ahí en adelante las investigaciones realizadas dentro o fuera de las universidades han estado siempre en función de los requerimientos militares y de defensa. Así, de 1946 a 1969 Estados Unidos invirtió más de mil millones de dólares en la rama militar.

Durante 1968 las inversiones del Pentágono en las universidades norteamericanas más importantes fueron las siguientes: Instituto Tecnológico de Massachussets, 119 millones de dólares; Universidad John Hopkins, 57 millones; Universidad de California, 17 millones ; Universidad de Columbia, 9 millones; Universidad de Stanford, 6 millones; Universidad de Michigan 9 millones y Universidad de Illinois, 8 millones. Si bien el gobierno había mostrado más interés en las investigaciones sobre ciencias naturales y tecnologías afines en las intervenciones en el renglón de las ciencias sociales han sido en aumento y así, ya en 1996, se proporcionó a los sociólogos norteamericanos 25.3 millones de esa cantidad provino del Departamento de Defensa.

La tendencia lógica a la monopolización ha conducido a la formación de los grandes consorcios tipificados por el “carácter híbrido de su producción”, es decir, aquellos que fabrican dulces y galletas, material educativo impreso y audiovisual, satélites y bombas. En los últimos decenios, en Estados Unidos, se ha llegado a lo que Matterlart llama la pentagonización de las comunicaciones, pues “las líneas de investigación y producción en los campos electrónico y aeroespacial han privilegiado las aplicaciones militares de las modernas tecnologías de comunicación”. esta cifra nos da una idea de lo anterior: de 815 satélites lanzados por Estados Unidos entre 1958 y 1972, 700 eran para uso militar y 115 para uso civil. Ante esa situación, las investigaciones en torno a las influencias de los medios masivos sobre los grandes públicos van a estar condicionadas por las necesidades de equilibrio y funcionamiento del sistema en su conjunto.

III.II.- LOS MEDIOS COMO SISTEMAS SOCIALES.

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Sin dejar de lado la pregunta original sobre los efectos de los medios, los investigadores en comunicación han intensificado sus análisis sobre los mismos, considerándolos como sistemas sociales cuyos componentes principales son: el auditorio, las agencias de investigación, las agencias publicitarias y los financiadotes y demás personas que intervienen en la elaboración de los mensajes. Desde esta perspectiva las funciones específicas asignadas a los medios de comunicación son, según Charles Wright, la supervisión, la correlación social, la transmisión del patrimonio cultural y el entretenimiento. Sobre esto se ha centrado el llamado análisis funcionalista de la comunicación. Se trata entonces de ver en qué medida estas funciones se adaptan al sistema social vigente, o bien, en qué medida tienden a desequilibrarlo. En el primer caso, dichas actividades serían funcionales y en el segundo, disfuncionales.

Si bien este nuevo enfoque trajo optimismo a algunos estudiosos estadounidenses sobre comunicación, a otros no les pareció aun satisfactorio. Melvin L. De Fleur consideraba irremediablemente unilaterales a las teorías sobre la comunicación de masas que hasta entonces se habían elaborado, porque según él no ofrecían.

Proposiciones adecuadas acerca de la influencia que ejercen sociedades de determinadas características sobre sus medios en desarrollo y sobre la manera en que actúan los medios dentro de sistemas sociales particulares.

Al referirse a estos análisis desde el funcionalismo, expresa:El interés que suscita actualmente el estudio de los fenómenos en el marco de los sistemas sociales en que se producen, ha conducido a actualizar en cierto modo las estrategias teóricas del pasado. El anticuado léxico organicista de Spencer y War se ha sustituido por una terminología más compleja, pero subsisten muchas analogías entre los análisis sociológicos de ambos periodos.

III.III.- TEORÍA DE LA INFORMACIÓN Y CIBERNÉTICA.

En las investigaciones sobre comunicación ocupan un lugar destacado los estudios realizados por Shannon y Weaver, de un lado, y por Norbert Wiener, del otro, quienes simultáneamente, en 1948, dieron a conocer sus resultados sobre la Teoría de la Información y la Cibernética, respectivamente. Ambas aportaciones abrieron nuevas perspectivas a las ulteriores investigaciones sobre la comunicación masiva. De ellas tomó ésta importantes elementos teóricos y parte de su actual terminología: entropía, ruido, redundancia, retroalimentación, etc., que en ciencia de la comunicación se aplica sólo en forma analógica.

La Teoría de la Información surgió también, durante la Segunda Guerra Mundial, como una necesidad práctica para lograr el control y la predicción en sistemas automáticos. La cibernética, definida por Wiener como la ciencia del control y la comunicación en el animal y en la máquina, tiene un campo de acción más amplio aún que la ciencia de la Comunicación Social, y por los aspectos pragmáticos que implica; control y regulación, ha recibido mayor atención para su desarrollo.

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Sobre la Teoría de la Información y la Cibernética, el Dr. Arturo Rosenblueth, quien colaboró estrechamente con Wiener, expresó en 1964 lo siguiente:

La novedad de la cibernética estriba precisamente en que es una ciencia Interdisciplinaria que usa teorías y conceptos tomados de las matemáticas, la física, la ingeniería y la fisiología para aplicarlos a problemas ajenos a estas disciplinas. Estos problemas parecen heterogéneos a primera vista. Su estudio releva que no lo son, sino que, por el contrario, están estrechamente relacionados los unos con los otros. Consideramos la retroalimentación. El término fue creado por los ingenieros para aplicarlo a determinados circuitos eléctricos. La cibernética lo generaliza, haciéndolo extensivo a numerosos sistemas fisiológicos.

La teoría general de la retroalimentación se vuelve así importante, no sólo para la elaboración de circuitos, sino también para el estudio de fenómenos fisiológicos que son, a su vez, heterogéneos a primera vista, tales como los equilibrios dinámicos homeostáticos y el control de los movimientos voluntarios. Caben consideraciones semejantes con respecto a la teoría de la información. Esta teoría debe ser aplicable no sólo a la comunicación entre máquina y máquina, sino también a la que incluye seres humanos y máquinas y a la interhumana directa.

III.IV.- EL ESTRUCTURALISMO.

Paralelamente a las investigaciones sobre los efectos de los medios de comunicación, pero por un camino totalmente distinto, los lingüistas retomaron, también en el decenio de los 30, las ideas de Ferdinand de Saussure sobre una teoría general del lenguaje, y cuya difusión se debió en gran parte a la aplicación que tuvo en otras ciencias como la antropología, la sociología, etc., dando validez al estructuralismo como métodos de análisis.

De entonces a la fecha, el estructuralismo en lingüística ha hecho avanzar a la semiología, definida ya por Saussure como la ciencia que estudia la vida de los signos en el seno de la vida social, y a las investigaciones sobre los medios, cuya importancia iba siendo para entonces cada vez mayor ya no sólo en Estados Unidos sino también en otros países.

El método estructuralista en comunicación ha recibido últimamente un fuerte impulso, gracias a los estudios realizados por semiólogos de distintas tendencias. En Francia, sobresalen las contribuciones de Violette Morin quien fue la primera en poner de manifiesto las estructuras subyacentes en las distintas categorías de mensajes. Roland Barthes tomó de la lingüística algunos elementos calves y a partir de ellos inició su investigación semiológica en torno a los mensajes icónicos para concluir que “somos, más que antes y pese a la invasión de imágenes, una civilización de la escritura”.

Abraham Moles, creador de la Teoría Informacional de la Percepción, ha dirigido sus investigaciones a captar los mensajes abordados por la superposición de un mensaje semántico y de otro estético. Pierre Guiraud estudia el contenido de los

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mensajes mediante el análisis de los códigos lógicos, estéticos y sociales que se emplean en la comunicación.

Nuevas aportaciones han hecho en este campo los italianos Gianfranco Bettetini, Emilio Garrón, Gillo Dorfless y, más recientemente, Humberto Eco quien para sus análisis sobre los mensajes visuales se apoya tanto en los códigos visuales como en los verbales y en las relaciones entre uno y otro; al analizar los procesos culturales desde el ángulo de la semiótica, Eco considera a la cultura como un fenómeno de la comunicación.

En estados Unidos el estudio de la comunicación desde un perspectiva semiológica tuvo como primer representante a Charles S. Pierce, quien inició la tradición anglosajona de la semiótica, y en fecha reciente destacan también Noan Chomsky y Charles Morris; este último ha intentado desarrollar teorías generales del signo y del valor. En América Latina, la corriente semiológica se dejó sentir a partir de la última etapa del decenio de 1960, aplicándose sobre todo al análisis ideológico de los mensajes y aportando en ese renglón valiosos elementos al análisis de contenido.

III. V.- CIENCIA DE LA COMUNICACIÓN Y SEMIOLOGÍA.

Ciencia de la comunicación y semiología responden a la misma realidad sólo que, como afirma Eliseo Verón, representan dos tradiciones, pues:

El termino semiología, está vinculado más bien a la tradición europea, muy estrechamente asociada a los estudios de lingüística estructural (cfr. Barthes, 1964) e inclinada a la investigación de sistemas de signos per se; es decir, concentrada en la sintáctica (estudio de las relaciones de los signos con lo que significan) de esos sistemas, sin muchas referencias a la pragmática, es decir, a los procesos concretos de utilización de los mismos por parte de los usuarios.

Human communication o simplemente communication es, en cambio, una expresión que agrupa investigaciones orientadas al estudio de los procesos de interacción interpersonal desde la perspectiva de la comunicación, sobre todo en Estados Unidos. En la tradición anglosajona se ha utilizado con frecuencia en los últimos años el término semiótica, que fuera sistemáticamente empleado por Morris (1938 y 1946 Cfr. Sebeok, Hayes y Bateson, 1964).

Por ser el lenguaje el medio más adecuado y primario de comunicación, el estructuralismo debió haberse considerado como un punto de partida indispensable para las primeras investigaciones sobre el fenómeno social de la comunicación. Sin embargo, los objetivos que perseguían esas investigaciones no coincidían con la orientación teórica y metodológica del estructuralismo.En efecto, la cosmovisión de los investigadores sobre los efectos de los medios seguía siendo, hasta fechas recientes, un serio obstáculo para que las aportaciones de la lingüística estructural, primero, y del estructuralismo como método de análisis,

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después, se integraran plenamente al cuerpo teórico, conceptual y metodológico de la supuesta ciencia de la comunicación.

Evelina Tarroni considera fundamental la contribución de los estudios semiológicos (o semióticos) para la elaboración de una teoría de la comunicación por “el hecho de habernos permitido descubrir en su totalidad el entramado de los elementos que entran a formar parte del proceso comunicativo”.

Los elementos aludidos por esta autora son:a) La fuente (organismo emisor) y sus intenciones;b) El comunicante (autor o realizador del mensaje);c) Sus códigos;d) El proceso que codifica (puesta en código del mensaje);e) El canal de transmisión del mensaje (radio, televisión, prensa, etc.);f) El receptor;g) Sus códigos;h) El contexto en el que recibe el mensaje;i) La decodificación del mensaje.

IV.- LA CIENCIA DE LA COMUNICACIÓN EN MÉXICO.

Hacia 1930, México seguía siendo un país eminentemente agrícola y con una incipiente base industrial. El número de campesinos sin tierra, el sector que había tenido una actuación destacada durante la lucha armada, ascendía a 2.5 millones; no se hablaba ya más de reparto de tierra ni del ejido como el sistema agrario más indicado para solucionar los problemas del campo. El movimiento obrero había sido también bloqueado políticamente mediante el sindicalismo burocratizado, aun cuando las movilizaciones y huelgas seguían produciéndose con frecuencia. La Ley Federal del Trabajo promulgada en 1930 colocaba al Estado en situación ventajosa en relación con la vida interna de los sindicatos. El régimen de privilegio subsistía y las reformas sociales, no obstante la carta constitucional de 1917, seguían sin aplicación.

A pesar de su relativa inestabilidad interna, el país seguía siendo propicio para el capital foráneo y particularmente estadounidense. Las inversiones directas de Estados Unidos ascendían a 683 millones de dólares, en tanto que el capital inglés, el competidor más cercano, dirigía sus inversiones fundamentalmente a las fuentes de materias primas: minería y petróleo, y después, a los transportes, servicios e industrias de transformación; a este último renglón se aplicaban 6 millones de dólares, en tanto que el resto ese destinaba a las otras actividades mencionadas.Estados Unidos era ya el mercado principal del comercio de México; las exportaciones a aquel país se elevaban, hacia 1930, a cerca de 75%. Ocupaban el primer lugar de exportación los metales y los energéticos: plata y petróleo; en cambio, las importaciones de México con aquel país alcanzaban un 70%. Esta situación desventajosa para México se agravó a raíz de la crisis provocada por la Gran Depresión (1929-1933) a consecuencia de la caída de los precios de los metales y además, limitó el comercio de Estados Unidos con México. Consecuencias

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inmediatas de la Gran Depresión en México fueron el desempleo, la destrucción de recursos productivos (crisis en as industrias nacionales: textil y alimentaria) y la agudización de la lucha de clases. En esta situación, como señala Anatol Shulgovski, “el atraso de la economía mexicana se explicaba en grado considerable por la dependencia con respecto al capital extranjero. La parte principal de las inversiones extranjeras la hacían los monopolios norteamericanos.

La movilización de las masas parecía ser un elemento tan decisivo que aun los países imperialistas se vieron precisados a hacer concesiones, como fue el caso en el primer periodo de gobierno de Roosevelt en Estados Unidos. En México, como en otros países de América Latina, la lucha de clases se dejaba sentir a través de las presiones de la clase trabajadora sobre el Estado, a lo que se añadía la conciencia antiimperialista de un sector de la pequeña burguesía dentro y fuera del gobierno. Estas tendencias fueron capitalizadas por el gobierno de Lázaro Cárdenas que, sin destruir las bases de las relaciones capitalistas de producción pero con una convicción nacionalista y apoyándose fundamentalmente en el campesinado y en el sector obrero, buscó la forma de dar vigencia a los postulados de la Revolución expresados en la Constitución de 1917.

El país debía concentrar sus esfuerzos en la explotación de sus recursos y esto requería de la existencia de un Estado fuerte, expresión de la clase trabajadora. Hacia esa dirección apuntaban las medidas políticas adoptadas por Cárdenas, tales como el apoyo a las constantes huelgas obreras, el reparto de la tierra, el impulso al sistema ejidal y la concreción de su postura antiimperialista con la expropiación de las industrias petrolera y de ferrocarriles. Pero al mismo tiempo, el control de las asas debía garantizarse mediante la reestructuración, esta vez con un sentido corporativista, de un organismo político en el que estuviesen representados los intereses de sus agremiados: el P.N.R. de la época de Calles cambió de nombre y de contenido a P.R.M. en el quedaban incluidos los sectores obrero, campesino. Popular y militar.

Las organizaciones básicas, hegemónicas en cada sector social, un espíritu corporativo que informaba toda la política mexicana y cierto lustre popular del partido, habrían de garantizar la definitiva institucionalización del régimen de la Revolución.

Esos esfuerzos por crear una economía nacional y, por tanto, no controlada por el imperialismo, suponía la colaboración de todos los sectores nacionalistas y patrióticos, pero. Al mismo, tiempo, dispuso contra el gobierno a la gran burguesía. Las relaciones de producción capitalista eran ya en efecto, predominantes en el país a un cuando simultáneamente subsistieran ciertas formas precapitalistas. La burguesía industrial, comercial y bancaria, que había cobrado fuerza en los regímenes anteriores, veía con malos ojos la política económica de Cárdenas, a la que tildaban de comunista.

IV.I.- ORIGEN Y DESARROLLO DE LOS MEDIOS DE DIFUSIÓN EN MÉXICO.

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En el contexto de reorganización del país a partir de 1920 surgió también el interés por establecer y desarrollar el uso de los medios de difusión en México para crear un mercado interno que asegurara el consumo en México para crear un mercado interno que asegurara el consumo y para adoctrinar políticamente a las masas. En este sentido, tanto la empresa privada como el Gobierno han mostrado siempre empeño por contar, para sus fines, con el apoyo de los medios.

A la prensa nacional, que de doctrinaria pasó en esta etapa a comercial, vinieron a sumarse el cine y posteriormente la radio y la televisión. En 1923 se cerró en México la etapa del cine comercial, y hacia 1940 se introdujeron los primeros noticieros cinematográficos de contenido comercial. Paralelamente, los trabajadores de la radio empezaron a organizarse en defensa de sus intereses y así surgieron: la Liga Nacional de Radio, el Club Central Mexicano de Radio y el Centro de Ingenieros. Los concesionarios de la radio, ante el temor de que la televisión suplantara a aquélla, empezaron a crear las cadenas radiofónicas; la introducción de os transistores en el mercado fue un nuevo factor de desarrollo de la radio y, a partir de 1953, ésta se vio fortalecida con el sistema de frecuencia modulada.

A estas alturas es evidente el desarrollo cuantitativo y técnico de los medios en México; la calidad de su programación, por el contrario sigue siendo cuestionada por comunicólogos y expertos en la materia. La prensa actual tiene entre sus últimas creaciones (algunas nuevas publicaciones) que han venido a abrir, nueva brecha en el periodismo nacional en un intento por constituirse en portavoces de la sociedad civil.

En distintas ocasiones el gobierno ha afirmado que este sistema satelital será destinado exclusivamente a usos pacíficos y para comunicar mejor al país con programas educativos y culturales, y que su operación estará en poder del Estado. Las posibilidades están abiertas en materia de comunicación vía satélite. Los logros, sin embargo, se irán viendo más favorecido por los servicios del SMS es el monopolio Televisa (véase Apéndice I).

En el presente sexenio, el gobierno mexicano, a través de la Secretaría de Comunicaciones y Trasportes, ha firmado un contrato con la empresa Ariane pace para poner en operación, en noviembre de 1993 y febrero de 1994, los satélites Solidaridad I y II respectivamente, cuya vida útil está garantizada por mas de 14 años.

Un reto plantean al país las nuevas tecnologías aptas para la comunicación, videocasetes, disco láser y computadoras; sistemas de telecomunicación bastante extendidos ya en algunos segmentos de la sociedad. Últimamente está cobrando importancia la fibróptica. Se trata de largas hebras de vidrio puro, muy delgadas y envueltas en un forro de plástico que las protege. Trasmiten grandes cantidades de información por medio de impulsos luminosos y permite lograr múltiples trasmisiones, más precisas y eficaces, a través de un solo cable y a un precio menor. En México, a partir de los terremotos de septiembre de 1985, Teléfonos de México sustituyó su

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equipo por sistemas fibrópticos que, además de ser más seguros, resisten, menos el ruido y los cambios de temperatura.

Esta reseña de los medios masivos en el México moderno sólo tiene la finalidad de situarnos en el tema que nos ocupa y hacer ver cómo el desarrollo de estos nuevos instrumentos electrónicos vino a sumarse en el país a las fuerzas productivas. Fueron principalmente las empresas publicitarias e industriales quienes impulsaron su desarrollo, justo en un momento de relativa incertidumbre política y en la etapa en que se impulsaban en Estados Unidos las investigaciones sobre comunicación. Entre 1923 y 1935, las principales patrocinadoras de la radio fueron la Cervecería Modelo, El Buen Tono, Teléfonos Ericsson, Coca Cola, General Motors, Radio Receptores, Industrias Llanteras, etc., y en cuanto a la televisión, la RCA Víctor Mexicana, el Palacio de Hierro, Relojes Omega y Salinas y Rocha Alameda. Las grandes promociones radiales y televisivas de estas empresas y de las mismas estaciones contribuyeron, sin duda, a la consolidación de los medios de difusión.Este origen comercial y publicitario de los medios en México es descrito de la siguiente forma:

Es innegable la contribución de la publicidad comercial que se hace por radio y televisión al desarrollo económico del país. Asimismo, es indiscutible que tan portentosos y penetrantes medios deben servir al progreso cultural y educativo de la colectividad…. Parece que se ha dado con el procedimiento más adecuado y que radio y televisión seguirán sirviendo al fomento económico del comercio y de la industria, ofreciendo diversión, informando y robusteciendo, en forma nunca antes lograda, el nivel cultural y cívico de los mexicanos.

Por otra parte, no hay que perder de vista que al incremento cuantitativo y cualitativo de las estaciones de radio, y posteriormente en forma más expedida, de canales televisivos, contribuyeron, sin duda, las grandes corporaciones estadounidenses como la NBC, CBS y RCA con las que desde su origen estuvieron ligados los sectores privados del ramo.

El gobierno, por su parte, también mostraba interés por contar con sus propios medios como vehículos de propaganda política y de difusión de la doctrina oficial; tales fueron los objetivos de la estación perteneciente a la Secretaría de Relaciones Exteriores fundada en 1923; la correspondiente a la Secretaría de Educación Pública en 1924 y de la Secretaría de Industria y Comercio y Trabajo en 1929 así como del Partido Nacional Revolucionario en 1930; esta última desapareció en 1946 al ser sustituido el PRM por el PRI.

El único intento serio, aunque fallido, por parte del Estado mexicano para articular la actividad radiofónica, fue el que se llevó a cabo bajo el régimen del ex presidente Lázaro Cárdenas.

IV.II.- EDUCACIÓN Y COMUNICACIÓN.

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A lo largo de este trabajo hemos dejado ver los condicionamientos que plantea la estructura económica de una sociedad. Hemos afirmado también que existe una dependencia económica de unos países respecto a otros y cómo esta dependencia se extiende a lo científico y tecnológico. La dependencia implica, por otra parte, hegemonía y dominación de un país por otro y, en el interior del país dominando, una clase denomina a otra. Esa situación de dependencia dominación la referimos a los países de América Latina en relación con los distintos centros hegemónicos a los que estado sujetos en las diversas etapas de su historia

Ahora bien, esa dominación, llevada a cabo a través de diversos instrumentos materiales que entran en juego en el intercambio entre países y clases de un país, y que en alguna forma conllevan un mensaje, no se detiene en este punto, sino que se proyecta al terreno del espíritu. Se puede hablar, entonces, de dominación cultural entendida ésta como:

La transmisión de pautas culturales de los países desarrollados a los países subdesarrollados provocadas por las relaciones económicas y ejercidas por los países desarrollados con el auxilio de las clases sociales dominantes locales del país subdesarrollado.

En este sentido, todos los elementos que configuran las características auténticas de una comunidad: lenguaje, tradiciones, costumbres, instituciones, etc., y que se aprenden a través del intercambio y la comunicación entre los hombres, están contenidos con el concepto cultural como aquí lo entendemos.

Es pertinente precisar el concepto de clase social. En sociedades dividas en clases, como es el caso de América Latina, existen clases dominantes y clases dominadas; las primeras son las que históricamente han disfrutado de los medio de producción y que han tenido acceso al poder político y económico, en tanto que las clases dominadas son las que sólo han dispuesto de su fuerza de trabajo. Como en toda sociedad de clases, y en concreto en el caso que nos ocupa, éstas se definen en razón de la relación que guardan con los medios de producción y de los intereses propios de cada una de ellas, de ahí su antagonismo y oposición. Los intereses materiales se configuran, en el terreno del espíritu, en una ideología que conlleva, a su vez, una visión del mundo y del hombre que condiciona la conciencia y que cada clase social defenderá e intentará imponer a la otra.

¿Cómo se vive esta situación en América Latina? ¿Cuáles son los pasos a través de los cuales una clase social ejerce su dominio sobre otra?En América Latina, con todo y los elementos precapitalistas que subsisten en la estructura económica de cada país, las clases dominantes se han afianzado al ritmo con que ellas mismas han ido implantando el capitalismo y de acuerdo con los procesos de cambio que éste ha introducido en la región. En sus últimas etapas, el rápido avance internacional del capitalismo estadounidense encontró su legitimación al presentarse como una expresión de la libertad del capital, de los recursos y de los circuitos de información.Los países hegemónicos, en su intento por dar vigencia al

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sistema dominante proyectado hacia el exterior, luchan por mantener el edificio ideológico sostenido, en los países dependientes, por las clases dominantes internas. Esto lo explican Silva Michelena y H. Rudolf Sonntang de la siguiente manera:

La reinterpretación de las relaciones entre dependencia y superestructura… sólo significa, y este es el hecho clave, que ninguna ideología extraña, ningún vasallaje cultural, ninguna dependencia tecnológica, son posibles sin la existencia de algún mecanismo que haga eficaz esta política de invasión cultural. La penetración, en cualquiera de sus órdenes, no ocurre en un espacio vacío; para que ella se manifieste en la práctica, se necesita de una clase dominante estructuralmente dependiente que actúe como su condición.

La irrupción de los valores y pautas de conducta de los centros dominantes en los países dominados ha dado origen a lo que se califica como dominación externa, en tanto que la dominación que se experimente en una sociedad determinada gracias al contacto de las diversas culturas que subsisten en ella y una de las cuales se impone a las demás, se denomina dominación interna. Una y otra tienen como finalidad ejercer la manipulación de las clases dominadas y defender los intereses de las clases dominantes.

Sin embargo, como la han señalado teórico latinoamericano, la clase social dominante que en un país dependiente o subdesarrollado impone su cultura a la otra clase es, al mismo tiempo, una clase dominada por la clase dominante del centro imperial, de ahí que para desempeñar su función dentro del país dependiente requiera:

a) En primer lugar, levantar toda una superestructura que legitime su relación de clase dominante local con el centro dominante internacional.b) Luego, ya en el orden interno, legitimar su propia posición dominante al operar como instrumento de dominación y medio de distinción con relación a las clases y grupos subordinados.

Este planteamiento no excluye la posibilidad de que en determinada etapa del proceso surjan las rivalidades y pugnas entre las distintas facciones de las clases dominantes.

Es la clase dominante en su conjunto la que decide la forma de organización del sistema social y la que garantiza la permanencia del mismo.Dentro de un sistema social determinado, la sociedad política o Estado, actúa mediante la coerción, en tanto que la sociedad civil buscará su justificación por consenso. Sin embargo, ni coerción ni consenso son realidades absolutas que puedan aplicarse indefinidamente por separado, y de ahí la necesidad de colaboración entre una y otra y la alternancia con que deben emplearse.

IV.III.- LA EDUCACIÓN COMO PRÁCTICA DE LA DOMINACIÓN.

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Como sistema formal de educación la escuela es, junto con la Iglesia y los medios de comunicación, un medidor entre la coerción y el consenso, de ahí que la clase dominante busque controlarla para reproducir, a través de ella, las relaciones de producción mediante la tarea ideológica.

En el capitalismo, sistema en el que “coincidente con la división internacional del trabajo aparece la distribución internacional del saber”, los países latinoamericanos, por su condición de dependiente, han debido asumir su papel de consumidores del saber y de los conocimientos producidos en el centro hegemónico del momento.

El sistema educativo y universitario en América Latina no había logrado encontrar su propio camino y hasta bien entrado el presente siglo se manifestaba como una copia del modelo francés que ponía énfasis en el cultivo de las artes y las humanidades dejando de lado los aspectos científicos y de investigación. El reordenamiento del mundo después de la Segunda Guerra Mundial, y sus secuelas en los países del subcontinente, trajeron consigo nuevos elementos para la concepción de la universidad latinoamericana. A partir de entonces la industria, el ejército y las universidades llegaron a conformar, en Estados Unidos, un solo sistema para la investigación en áreas de interés inmediato para la seguridad del Estado; por ello las ciencias sociales cobraban cada vez mayor importancia en ese país.

No es fortuito el hecho de que poco después, en el decenio de los 50, empezaran a aparecer en América Latina las escuelas, institutos y centros de docencia e investigación en el área de las ciencias sociales y, más concretamente, las escuelas de periodismo y después de comunicación. Ante la urgencia por estudiar los nuevos fenómenos que se producían es estos países y por establecer las nuevas formas de trabajo que les imponían la industrialización, se hizo indispensable introducir el método científico, elaborado en el nuevo centro hegemónico. Los contenidos de la enseñanza, los planes y programas, la bibliografía, sufrieron modificaciones sustanciales hasta convertirse en “un selector social que excluye de la vida productiva a los no instruidos”.

¿Cuál fue el enfoque con que se llevó a cabo este proceso? Su aspecto central fue “el del trasplante: es necesario obtener fondos, profesores, material bibliográfico: introducir una enorme masa de información y difundir teorías, técnicas, reglas de procedimiento”. Este transplante no supuso ni siquiera la adaptación de todos estos elementos a la realidad de los países de la zona, sino que fue una adopción casi mecánica y acrítica.

Entre la teoría y la práctica científica de los sectores dominantes de Estados Unidos, y la política de sustitución de importaciones e inicio de la industrialización propugnada en este periodo por algunas burguesías locales, existe una correspondencia no sólo cronológica sino también ideológica.La adopción del método científico tuvo efectos ambivalentes en América Latina. Por una parte, la incorporación de la cientificidad, con los condicionamientos que se

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quiera, en los centros de educación superior y, por otro, la aparición de la que se ha dado en llamar imperialismo universitario.

IV.IV.- PRIMERAS ESCUELAS DE COMUNICACIÓN EN MÉXICO.

La proliferación de la tecnología comunicativa originó, a su vez, el fenómeno social de la comunicación de masas en los países de la región y, en concreto, en México. Se volvieron entonces indispensables el estudio de ese fenómeno y la capacitación de recursos humanos y cuadros técnicos que desempeñaran el oficio de comunicadores. Estas fueron las tareas asignadas a las escuelas y futuras facultades de periodismo y de comunicación.

La investigadora May Katzen afirma que en el decenio de los cuarenta aparecieron en México las primeras escuelas de periodismo. Cabe destacar entre las escuelas la de la Universidad Femenina y Escuela de Periodismo Carlos Septién García, fundada en 1949 por un organismo confesional. Los conocimientos que ahí se impartían eran elementales y disímbolos pues incluían materas como: Historia de la Literatura y del Arte, Filosofía, Gramática, Etimologías, Historia del Periodismo, Taquigrafía y Mecanografía.

En general, los planes y programas de estudio de esas primeras escuelas se apegaban a los puntos fundamentales del sistema educativo y universitario de América Latina, cargado entonces de ensayismo literario social.

La formación profesional universitaria no puede sustituir, ni aspira a ello, al ejercicio profesional y es de esté de donde deriva el verdadero profesionalismo. Pero la universidad no tiene por objeto la función docente en este sentido; tiene el deber de practicar y desarrollar la investigación científica, de difundir la cultura. Y en el campo docente, más que a dar una profesión aspira a dar la base intelectual, cultural y moral, para que esa profesión u otra […] sean ejercidas con aptitud y acierto.

Para ello, a mi juicio, la Universidad debe señalar tres cosas fundamentales a sus estudiantes: a estudiar y aprender (en las aulas, pero más aún en los libros y en la propia vida); a dudar, con un procedimiento crítico que compruebe eficientemente el conocimiento con el pensamiento y a la inversa, y finalmente virtud moral a decir a un por encima de la duda. No pretende competir (menos aún sustituirlos) con el taller, con el laboratorio, con el bufete, con el consultorio… con la redacción de un periódico.

En 1960 se introdujo en algunas instituciones de educación superior, como la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad Iberoamericana, la carrera de comunicación colectiva, aunque con distintos nombres, para conferir grados académicos de licenciatura a sus egresados, previa elaboración de tesis y presentación de examen profesional.Al respecto May Katzen señalaba:Algunas de las grandes escuelas en ciudades prósperas tales como Sao Paulo, en Brasil, o la UNAM en México, para citar dos ejemplos, ha revisado recientemente sus

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currícula y en este momento hay pocas con un amplio campo de entrenamiento en todos los aspectos de los medios de comunicación que incluyen tanto teorías como técnicas y métodos de investigación.

IV.V.- NECESIDAD DE LA INTERDISCIPLINARIEDAD.

Cabe recordar que la docencia, la investigación y la difusión cultural han de marchar al unísono en cuanto a su coherencia interna, en el entendimiento de que es tarea propia de la Universidad, si ésta no quiere ser solamente una reproductora de las relaciones sociales vigentes (en el terreno de la comunicación y en cualquier otro), contribuir a la comprensión y transformación de la realidad nacional.

Esta tarea, sin embargo, no será posible si se carece de una visión totalizadora de la realidad. Por ello, es indispensable que la realidad global sea estudiada no desde un solo horizonte sino interdisciplinariamente.

Lo que se dice respecto de la realidad global es válido también para cada uno de los fenómenos sociales que en ella se producen y entre éstos se encuentra el hecho comunicativo que si bien es generado por la sociedad, al mismo tiempo modifica a ésta. La complejidad de un fenómeno social que incide sobre una realidad también compleja exige para su estudio la confluencia de varios campos del saber con sus respectivos métodos, categorías, técnicas, lenguajes, etc., pero no como compartimientos separados sino con la capacidad suficiente de integración mutua para producir nuevos conocimientos. En este sentido, es imprescindible tanto una formación crítica de los profesionales como una práctica social de los mismos en la que cada uno aporte sus conocimientos en un trabajo común conducente a la solución de un problema también común.

Por las implicaciones de la comunicación en la superestructura social, por el hecho de que varias ciencias deban acudir al estudio del fenómeno comunicativo para perfeccionarse así mismas, y por la amplia perspectiva que en este campo brinda actualmente la electrónica con sus avances, el enfoque interdisciplinario en la docencia e investigación de la comunicación se presenta como un exigencia si no se quiere seguir repitiendo el discurso aprendido en las aulas o, más grave aún, el discurso de los centros hegemónicos.

En el terreno de la comunicación, como en cualquier otro, la manera de aplicar la interdisciplinariedad consistiría en:

Relacionar actitudes cognoscitivas con prácticas y hábitos cuyos resultados deben traducirse en la producción y descubrimiento de nuevos conocimientos requeridos en la construcción de un saber útil y operativo para la solución de los grandes problemas contemporáneos.

SERVICIO SOCIAL.

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Es pertinente recalcar, finalmente, la importancia decisiva que tiene el servicio social como elemento formativo para los estudiantes. Si bien este elemento está considerado en todas las instituciones de educación superior como un requisito para la titulación, más que destacar ese aspecto en los planes de estudio de los mismos ha de hacerse hincapié en que el servicio social ofrece la posibilidad de que el futuro profesionista entre en contacto con el entorno social donde desarrolla esa actividad, lo analice críticamente y luche por transformarlo.

La confrontación de los elementos teóricos que el estudiante aprendió en las aulas con los datos que le proporcione la realidad se llevan a cabo en esta fase del proceso formativo. En ese sentido, el servicio social se convierte en una verdadera escuela de enseñanza aprendizaje, formador de una conciencia responsable y solidaria que implique superar la concepción del servicio social como un requisito que se puede cumplir amañadamente mediante engorrosos trámites burocráticos que no terminan sino con el examen profesional.

Una reestructuración cualitativa del servicio social deberá tener en cuenta: las áreas prioritarias en las que se debe llevar a cabo, su correspondencia con la carrera, las posibilidades reales que se ofrezcan al prestador de ese servicio para aplicar críticamente sus conocimientos y para modificar las situaciones desfavorables de la comunidad donde se desarrolle esa actividad a cuya elevación cualitativa contribuiría sin duda, el carácter interdisciplinario que se le imprima.

FORMACIÓN EN VALORES HUMANOS.

Finalmente, pero no por ello menos importante, la Universidad ha de prestar particular atención, a lo largo de la carrera, a la formación en los valores. Es ésta una tarea prioritaria e impostergable, anterior, o al menos simultánea, a la formación en conocimientos y habilidades. Se trata de formar personas que sepan y sepan hacer muchas cosas, pero también que quieran hacerlas bien y que en toda circunstancia actúen con sentido ético. De poco sirven al país, en efecto, profesionales muy avisados en materia de ciencia y tecnología, y aún conocedores del humanismo, si cada uno de ellos no se apropia de esa riqueza para templar su carácter y fijar su criterio, y si no los hacen vida en el desempeño concreto de sus tareas profesionales. Un profesional de la comunicación, quizás más que en otra especialidad, no puede ir muy lejos en términos de ser productivo socialmente, si no actúa y no sabe o no quiere conducirse como una persona digna y valiosa, es decir, cargada de valores humanos y si no considera al otro con la misma dignidad y valor.

Antes que profesional, el comunicador y comunicólogo, hay que repetir esta obviedad, es ánthroopos y nada de lo humano le ha de ser ajeno. La imparcialidad, el respecto al otro, el amor a la verdad, la búsqueda de la justicia, han de ser consustanciales a su actividad. Si hay en él estos valores, su acción será, en cualquier circunstancia, dada la nobleza de su tarea en la sociedad eminentemente humanitaria en tanto promotora del respeto a la naturaleza (ecología) y al hombre (derechos humanos). Actuar estos y otros valores humanos, por otra parte, sólo será posible si el profesional de la comunicación descubre detrás de cada hecho a un ser

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humano frente al que debe comportarse con compasión y simpatía, en el sentido etimológico de ambos términos.

CONCLUSIONES

El resultado de este estudio histórico político de la ciencia de la comunicación en México y en el área latinoamericana nos permite extraer las siguientes conclusiones y propuestas tentativas:

1. Si nos referimos al fenómeno comunicativo como se produce en los países latinoamericanos, es legítimo hablar de una comunicación caracterizada por su dependencia en lo que se refiere tanto a los aspectos técnicos a través de os cuales transitan los mensajes, como al contenido de los mismos. Desde el punto de vista cuantitativo, los medios de difusión han estado sometidos desde sus orígenes a los mensajes publicitarios de las grandes firmas capitalistas, y ahora trasnacionales; esto provoca que cualitativamente los medios y los mensajes publicitados confieran a esa dependencia un carácter totalizador. Esa dependencia opera simultáneamente en lo material en lo espiritual. Estos dos elementos muestran la necesidad de considerar a los medios de difusión como factores decisivos dentro del sistema de producción de un país y los estudios que se realicen en torno a ellos han de tomar en cuenta estas dos perspectivas: la ideológico cultural y la económico política. De lo contrario la dependencia de los mensajes seguirá siendo su carácter distintivo en lo económico y cultural mediante la dominación interna que ejerce en cada país la clase, estructuralmente dependiente a su vez, que detenta el poder material y espiritual.

2. Por lo que respecta a México, el origen histórico de los medios de difusión remite directamente al gran capital nacional y extranjero. La debilidad del Estado, aun en sus periodos de mayor nacionalismo, permitió al capital privado controlar los medios de difusión, conservando aquél sólo formalmente la función reguladora de la transmisión de mensajes. El control privado de los medios favoreció la consolidación de ese sector que ha logrado convertir la comunicación masiva en un instrumento eficaz para garantizar las ganancias económicas y, a través de ellas, la acumulación de capital. Con ello, los medios de difusión, si bien han desempeñado en el país un papel ideológico invaluable para el gran capital, estructuralmente han estado ligados también a la base económica que los retroalimenta.

3. Los orígenes de la ciencia de la comunicación en México se ubican en la etapa en que surgen las primeras escuelas destinadas a estudiar este fenómeno, hecho que tiene lugar en el momento en que el gobierno abandona la política nacionalista asumida por el cardenismo y crea mejores condiciones para el desarrollo del capital privado. La profesionalización posterior de la carrera, al ser introducida en la Universidad, respondió más a la urgencia del capital en su búsqueda de cuadros capacitados para acelerar el proceso producción consumo ganancia, que a preocupaciones estrictamente científicas en torno al fenómeno comunicativo. De ahí la proliferación de esta carrera, bajo distintos nombres, en las instituciones educativas de nivel superior creadas o financiadas por el sector privado y su mejor equipamiento técnico.

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4. Como en otras áreas del conocimiento, y en concreto del área de ciencias sociales, este hecho explica la introducción del método científico en la Universidad latinoamericana y especialmente en México como una concreción del imperialismo universitario. La adopción del método científico supuso la búsqueda en el extranjero, por parte de las instituciones educativas, de recursos humanos, técnicos, bibliográficos, teóricos y financieros de los que ellas no disponían en ese momento. Esto dejó la puerta abierta para la influencia de organismos internacionales vinculados a la comunicación, alentados por Estados Unidos, en los planes y programas de estudio. La corriente funcionalista se consagró como dominante dejando poco espacio académico, hasta fechas recientes, a otras tendencias en el estudio de la comunicación.

5. El estudio y la investigación sobre el fenómeno comunicativo, en concreto, en las instituciones educativas de estos países ha puesto énfasis, hasta fechas recientes, en los aspectos cuantitativos y en los efectos de los mensajes, desplazando a un segundo término, si no es que ignorando, la causa que los produce. La gran mayoría de investigaciones al respecto se han llevado a cabo con apego a las pautas metodológicas y a las técnicas propuestas por el funcionamiento. Este método exógeno, adoptado acríticamente, ha conducido a un estudio descontextualizado del fenómeno, cuyos resultados impiden tratarlo adecuadamente en toda su complejidad, a saber, con las características que asume en las formaciones sociales capitalistas, estructuralmente dependientes o subordinadas. Por fortuna esta tendencia ha sido superada en fechas recientes.

6. La riqueza del objeto de estudio de la comunicación y su complejidad como fenómeno social, los avances tecnológicos en esta materia y la misma difusión de los conocimientos de que se dispone, son elementos que se deben tener en cuenta para profundizar en su estudio e investigación., conviene señalar que en tanto en no se precise el instrumental, teórico, metodológico y conceptual de lo que hasta hoy se ha dado en llamar ciencia de la comunicación, y en tanto el conocimiento del fenómeno comunicativo no sea el resultado de un estudio integral del mismo, difícilmente podrá justificarse su carácter científico. Esto plantea la necesidad de rastrear en los fundamentos epistemológicos de la ciencia de la comunicación, desde una teoría científica de la historia que dé cuenta, entre otras cosas, del origen, desarrollo y destino del conocimiento como producto social.

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