Teoría de la Democracia en el Utilitarismo. En Torno al Pensamiento Político de Jeremy Bentham

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Teoría económica y política de la elección racional.Metodología: individualismo metodológico.Palabras claves: reglas de decisión, potestad, consenso e incertidumbre."Para la economía política de un optimista como Adam Smith, las motivaciones egoístas producen efectos no queridos que son globalmente benéficos" (p. 22)"Helvéticos sitúa la motivación humana básica en el amor a uno mismo o egoísmo, expresión desprovista en aquella época de algunas de las connotaciones negativas que adquiría posteriormente" (p.23)

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  • ESTUDIOS

    TEORA DE LA DEMOCRACIAEN EL UTILITARISMO

    (En torno al pensamiento poltico de Jeremy Bentham)Por JOSEP M. COLOMER

    El principio de utilidad ha llevado a Bentham a una posi-cin radicalmente democrtica, sencillamente porque este prin-cipio incluye la opinin escptica de que cada hombre slose preocupa de s mismo.

    CARL J. FRIEDRICH (1960)

    En estos ltimos aos hemos asistido a renovados esfuerzos de bsquedade respuestas a los elementos de crisis de legitimidad del Estado social y de-mocrtico de Derecho, mediante reelaboraciones de algunas teoras clsicasde la democracia que pudieran ofrecer conceptos adecuados a los nuevos pro-blemas planteados. Los lmites hallados por las polticas redistributivas deempleo y de rentas puestas en prctica en los ltimos decenios, la compleji-dad social en parte promovida por el propio intervencionismo econmico yadministrativo del Estado, con la multiplicacin de grupos de intereses y par-ticularismos sociales y el crecimiento de la legislacin especializada, inclusolos usos posibles de las innovaciones tecnolgicas, requieren hoy nuevas exi-gencias de legitimacin para las que ya no basta la racionalidad instrumentalque predomin en los aos de crecimiento econmico sostenido.

    En esta bsqueda terica han tomado cierto relieve las teoras iusnatu-ralistas y neocontractualistas, algunas de cuyas respuestas se sitan en el te-rreno de una tica sustantiva y normativa de aeja tradicin. La recupera-cin de las teoras clsicas de los derechos imprescriptibles del hombre y delcontrato social, e incluso en cierto modo la racionalidad dialgica que con-

    Revista e Estudios Polticos (Nueva poca)Nm. 57. Julio-Septiembre 1987

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    fa en que la racionalidad de normas procesales genere por s misma unoscomportamientos racionales, comparten, dentro de su diversidad de res-puestas, la bsqueda de un nuevo consenso racional en el que sea posible,mediante pautas morales de validez general, una nueva sntesis de lo pblicoy lo privado, de la universalidad y la individualidad.

    Entre las races ideolgicas de estas teoras se encuentra, de modo desta-cado, el contractualismo de los siglos xvn y xvn, caracterizado por el usode hiptesis ahistricas como el estado de naturaleza, la defensa de la sobe-rana vinculada a la atribucin de un fin moral al Estado legtimo y la teo-rizacin de la obligacin poltica como un deber de obediencia a razones obje-tivas con pretensin de generalidad. La voluntad general que gua las deci-siones polticas corresponde, en esa perspectiva, a una voluntad unitaria dela comunidad, y, en la versin kantiana, el contrato prolonga el imperativomoral por el que la autonoma de la voluntad individual debe desarrollarseen armona con la recta razn, segn un criterio objetivo. Como escribiKant, deben dictarse las leyes como si stas hubieran podido nacer de lavoluntad unitaria de todo un pueblo, de una voluntad a la vez moral y ra-cional. La democracia se fundamenta as en una fusin de voluntades en elnivel poltico, movida no por la realizacin de intereses y deseos de los indi-viduos y los grupos, sino por una razn moral de la que se deriva una pautade comportamiento umversalmente vlida.

    Las pginas que siguen a continuacin pretenden llamar la atencin sobreotro posible filn de pensamiento susceptible de proporcionar instrumentalterico alternativo al anlisis de las carencias de la democracia contempor-nea y a sus necesidades de legitimacin. Frente al optimismo antropolgicodel contractualismo y su dimensin moralizante, el utilitarismo, como se ver,parte de un realismo escptico acerca de la condicin humana y del pluralis-mo moral de la sociedad, de lo que se deriva una concepcin de la democra-cia que implica reduccin de las desigualdades sociales y la necesidad defuertes mecanismos institucionales de control de los gobernantes y participa-cin popular.

    SIGNIFICACIN HISTRICA DE J. BENTHAM

    El examen del pensamiento poltico utilitarista debe remitirse forzosa-mente, en primer lugar, a su reconocido fundador, Jeremy Bentham.

    El estudio del pensamiento de Bentham tropieza con algunas dificultades.Bentham fue, como dijo su discpulo John Stuart Mili, un maestro de maes-

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    tros y por ello su pensamiento se difundi en gran medida a travs de ca-nales intermediarios, con la consiguiente parcialidad, simplificacin y defor-macin de sus ideas, en las que descoll particularmente su profeta JamesMili (1). Por otra parte, la lectura directa de Bentham choca con el contun-dente volumen de sus escritos (unas setenta mil hojas manuscritas), con laaridez de su estilo y con el lamentable estado de su publicacin, an hoy encurso (a lo que habra que aadir las escasas y discutiblemente seleccionadastraducciones al castellano hoy disponibles, pese al gran reconocimiento conque cont su obra entre los liberales espaoles de la primera mitad del si-glo xix). Sin embargo, su enorme influencia difusa se percibe precisamenteen el hecho de que muchas de sus innovaciones conceptuales se han conver-tido posteriormente casi en lugares comunes, al tiempo que se perda la con-ciencia de su origen terico.

    El pensamiento poltico de Bentham se sita genricamente, en la GranBretaa de finales del siglo xvm y principios del xix, en una lnea alternati-va a la del conservadurismo de Burke y Coleridge. No obstante, dada su lon-gevidad (muri a los ochenta y cuatro aos), Bentham vivi una poca denotables cambios histricos, desde las Revoluciones americana y francesahasta las guerras napolenicas y los primeros impulsos de la industrializacin,por lo que se ha solido dividir su pensamiento en dos etapas: la primera,caracterizada por actitudes moderadas; la segunda, por su apoyo apasionadoa la democracia radical.

    El punto de partida de Bentham es su oposicin racionalista y realistaa lo que l llam ficciones; es decir, a la especulacin de tendencia meta-fsica que provee de prejuicios y falacias a los defensores del orden estable-cido. Sus ataques lgicos a los principios polticos y jurdicos vigentes puedensituarse en el marco del racionalismo ilustrado del siglo xvm, con el quecomparta la confianza en la clarificacin, mediante la razn, de los realesintereses del pueblo, e incluso, durante algunos aos, en la posibilidad deilustracin de algunos monarcas europeos (como Catalina de Rusia y otrosprncipes de la poca) (2). Sin embargo, su racionalismo no se sita en lalnea idealista de los filsofos franceses herederos del cartesianismo, sino que

    (1) J O H N STUART MILL: On Bentham and Coleridge, 1859, en Collected Works,Londres, 1963s., vol. X. Entre las biografas ms recientes de Bentham, vanse JAMESSTEINTRAGER: Bentham, Londres, 1977; Ross HARRISON: Bentham, Londres, 1983.

    (2) Sobre sus relaciones con los reyes de Rusia, Prusia y Suecia, los grandes du-ques de Toscana, el primer ministro de las dos Sicilias, el prncipe de Egipto, etc.,vase ELIE HALVY: La formation du radicalisme philosophique, vol. I, cap. 2, Pars,1901; MOHAMED EL SHAKANKIRI: La philosophie juridique de feremy Bentham, in-troduccin, Pars, 1970.

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  • JOSEP M. COLOMER

    como subray el propio Marx contina la tradicin materialista y escp-tica britnica que arranca de Bacon, Hobbes y Locke en el siglo xvn y que,a travs de Helvetius, desarrollar la teora del materialismo como la teoradel humanismo real (3).

    En el campo poltico, Bentham orienta su impulso antimetafsico contraentidades misteriosas y ficticias como el deber, la obligacin, los derechos,que sirven a los privilegios de una minora. Siguiendo a Hume, tiene entresus primeros blancos la doctrina de los derechos naturales y el contrato social.

    Respecto a la primera, Bentham seala, en primer lugar, el carcter fic-ticio de la afirmacin de que los hombres nacen libres e iguales (ms biennacen sometidos y desiguales, observa); subraya la contradiccin entre lahiptesis de unos derechos subjetivos absolutos (incluido el de propiedad)y la necesaria ordenacin legal y poltica para garantizar su ejercicio, ya quela misma existencia de un gobierno y de una ley forzosamente significa limi-tar el alcance de aquellos derechos, por las contradicciones de los derechosde unos hombres con los de otros o con el bienestar general; y pone en evi-dencia la contradiccin (visible en la Declaracin de Derechos del Hombrey del Ciudadano de 1789) entre la defensa del derecho de resistencia y laobligacin de obedecer la ley. Estrictamente hablando, la doctrina de los de-rechos absolutos debera llevar al anarquismo, es decir, a una sociedad imagi-naria, crtica de Bentham que como ha sealado en estos ltimos aosHerbert L. A. Hart parece hoy confirmada por algunas de las ms recien-tes reelaboraciones de la doctrina iusnaturalista (4).

    La crtica de la teora del contrato originario alcanza tambin a su carc-ter ficticio, as como a su discutible fuerza vinculante para posteriores gene-raciones en caso de que hubiera existido realmente tal acto fundador, y sedesarrolla lgicamente mediante el argumento de la subalternidad de la legi-timacin contractual del gobierno, ya que, en el fondo seala Bentham,lo que se espera del contractualismo es que d lugar a un gobierno que actesegn una utilidad general. Bentham, siguiendo tambin aqu a Hume, alegael peso real de la costumbre, mayor que el del consentimiento, en la obe-diencia de los subditos a los gobiernos, afirma que la existencia de stos se

    (3) Sobre la moral de Helvetius, Bentham funda su sistema del inters bien en-tendido, as como Owen, partiendo del sistema de Bentham, echa las bases del comu-nismo ingls, KARL MARX: La Sagrada Familia, 1845 (trad. cast. en Obras de Marxy Engels, vol. 6, Barcelona, 1978, pg. 151).

    (4) ROBERT NOZICK: Anarchy, State and Utopia, 1974; vase la crtica de HER-BERT L. A. HART: Essays ort Bentham. Jurisprudence and political theory, Oxford,1982, pg. 15.

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    debe a la sociabilidad inherente de los hombres y no a un acto originario,y apunta a la necesidad de una legitimacin de ejercicio ms que de origen,ya en sus primeros escritos sobre la materia, como el Fragment (5).

    El contexto de tales polmicas primerizas est fuertemente condicionadopor la declaracin de independencia de las colonias britnicas en Norteam-rica. Bentham rechaza la doctrina con que tal declaracin ha sido defendida.Pero, al mismo tiempo, se manifiesta decidido partidario de la emancipacinde las colonias, con utilizacin del argumento utilitario de que no beneficianni a los colonizadores ni a los colonizados (argumento que desarrollar tam-bin en el aspecto econmico) (6). Bentham defiende, alternativamente, una

    (5) JEREMY BENTHAM: A fragment on government, 1776, en New Collected Works(ed. J. H. Burns-I. R. Dinwiddy), Londres, 1968s., cap. 1 (trad. cast. Madrid, 1973; enadelante, Fragment). Vase el desarrollo de la crtica del contractualismo de Hobbes,Locke y Rousseau de los siguientes prrafos: En lo que estn de acuerdo estos tressistemas, por otra parte tan directamente opuestos, es en empezar toda la teora polticapor una ficcin, porque estos tres contratos son igualmente ficticios, y no existensino en la imaginacin de sus autores: no solamente no se halla algn rastro de ellosen la historia, sino que por todas partes se nos presentan en ella pruebas de lo contra-rio; puede este contrato ligar a la infinidad de individuos que jams han odohablar de l, que no han sido llamados a sancionarlo, y que aun cuando lo hubieransido, no habran podido negar su consentimiento sin exponer sus bienes y su vida?;cuando Locke y Rousseau razonan sobre este supuesto contrato, cuando afirman queel contrato social o poltico contiene tal o cual clusula, podrn probarlo de otro modoque por la utilidad general que se supone resulta de l? Concedmosles, si se quiere,que este contrato, que ni an est redactado, existe en efecto, de qu depende todasu fuerza?, no es de su utilidad?, por qu se deben guardar las promesas? Porquela fidelidad de las promesas es la base de la sociedad: porque por la utilidad de todosdeben ser sagradas las promesas de cada individuo, Traites de lgislation civile etpnale, 1802, tomos I, II, Principios de legislacin, en Oeuvres (ed. E. Dumont), Bruse-las, 1829-1830 (trad. cast., Madrid, 1981; en adelante, Traites). La critica de Hume alcontractualismo, en la que se inspira Bentham, est expuesta en su ensayo Del contratooriginal, 1752, recogido en Essays moral, political and literary (trad. cast. en Ensayospolticos, Madrid, 1987). El carcter subalterno de la legitimacin contractualista conrespecto al utilitarismo parece aceptado como una posibilidad por el propio desarro-llo neocontractualista de John Rawls, segn el cual es perfectamente posible que al-guna forma del principio de utilidad fuera adoptada y que, por tanto, la teora contrac-tualista condujese eventualmente a una justificacin ms profunda e indirecta del uti-litarismo, A theory of justice, Harvard, 1971 (trad. cast., Mxico, 1979, pg. 47).

    (6) Bentham, inventor de la palabra internacional, reiter la argumentacin anti-colonialista en varios escritos; vase, por ejemplo, la palabra Madre-patria ha pro-ducido muchas preocupaciones y muchos falsos razonamientos en todas las cuestionessobre las colonias y las metrpolis: se imponan a las colonias obligaciones y se lessuponan delitos todo igualmente fundado sobre la metfora de su dependencia filial,en Traites, cit., tomo I, dem; tambin su mensaje a la Asamblea Nacional francesa,

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  • IOSEP M. COLOMER

    doctrina de los derechos civiles como creacin de las leyes y, como tales,sujetos a lmites con criterio social. Su desacuerdo es total, en cambio, conrespecto a los llamados derechos absolutos de soberana que alegaban losdefensores del colonialismo britnico (y, entre ellos, su maestro Blackstone).La soberana es una de aquellas entidades ficticias contra las que se mueveel mpetu desmitificador de Bentham, quien, mediante numerosos contra-ejemplos (la Liga de los aqueos, la Repblica romana, las provincias germ-nicas, los cantones suizos, etc.), presenta la pluralidad de soberanas comoalgo lgicamente posible. Este aspecto de la obra temprana de Bentham nosiempre subrayado contribuir a que su evolucin posterior hacia los pos-tulados democrticos se desarrolle fuera de los presupuestos rousseaunianosde soberana absoluta en los que se basar el modelo jacobino francs.

    Bentham es tambin un heredero de la tradicin del positivismo jurdicobritnico. La distincin entre la ley que existe y la que debera existir man-tiene todava hoy una notable importancia, dadas las nuevas formas que hantomado en estos ltimos aos algunas viejas teoras con importantes conexio-nes conceptuales entre ley y moralidad (7). Sin embargo, Bentham es slopositivista como mtodo, no como ideologa o teora que tiende a moralizarel derecho positivo existente, si se acepta la distincin de Ross y Bobbio (8).La diferenciacin entre ley vlida y ley justa le impide caer en aquella raznlegal autoritaria de un Hobbes, de la que ha hablado Hart (9). Para Benthamla soberana del poder legislativo est limitada por su reconocimiento de lalibertad democrtica en la Constitucin, lo que explica el lema benthamianode obedecer puntualmente, criticar libremente. Lo que ocurre es que elderecho de desobediencia, en la lgica utilitarista, debe ser sometido al clcu-lo de sus consecuencias, segn la existencia y la viabilidad de una alternativaal ordenamiento existente, por lo que el deber de obediencia es concebidosobre todo como un arma antianarquista. Hay que obedecer mientras losmales probables de la obediencia sean menores que los males probables dela resistencia, dice Bentham ya en el Fragment de 1776. Se sita as en lalnea que mantendr bsicamente toda su vida: entre el conservadurismo,del que denuncia su hidrofobia a la innovacin, perjudicial dadas las nue-vas necesidades de la sociedad, y el anarquismo, del que reprueba su ignoran-

    mancipez vos colonies!, 1793, y el mensaje a los reyes de Espaa, Librense de Ultra-mar, 1822, no reeditado.

    (7) Vase, por ejemplo, RONALD DWORKIN: Talking Rights Seriously, Harvard,1974 (trad. cast, Barcelona, 1984), presentado como el anti-Bentham.

    (8) ALF ROSS: Of law and justice, Londres, 1958 (trad. cast., Buenos Aires, 1963);NORBERTO BOBBIO: Giusnaturalismo e positivismo giuridico, Miln, 1965.

    (9) HART: Essays on Bentham, cit., cap. IX.

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    cia de los costes del cambio; cerca de una doctrina de la responsabilidadpoltica, como se ha dicho tambin (10).

    LA MXIMA FELICIDAD PARA EL MAYOR NUMERO

    El principio de la utilidad significa que la accin poltica y legislativadebe tener como criterio la consecucin de la mxima felicidad para el ma-yor nmero de personas. Una interpretacin bastante corriente de tal princi-pio lo ha asociado a una psicologa de las sensaciones (la felicidad como pla-cer, opuesto al dolor) y, tomando pie en las dimensiones cuantitativas indica-das por Bentham (intensidad, duracin, certidumbre, lejana en el tiempo,etctera), lo ha visto como origen de una aritmtica moral. Esta interpreta-cin puede apoyarse sobre todo en las primeras obras de Bentham, particu-larmente en la Introduccin de 1789 (11). Desde una ptica neoliberal, talvinculacin del utilitarismo con el despotismo benvolo de los racionalistasdieciochescos ha podido ser utilizada para denunciar unos orgenes totali-tarios en los fundamentos tericos del Estado del bienestar.

    Sin embargo, en sus orgenes el clculo utilitario de Bentham no perse-gua tanto la fundamentacin de unos fines morales para el gobierno cuantoel establecimiento de una base racional de la teora de las penas legales (ydel derecho en general); es decir, apareca como un mtodo, basado en laobservacin y el anlisis de los hechos, de combatir la tradicin moralizanteapoyada en prejuicios y creencias irracionales no sometidos a discusin.

    De hecho, los presupuestos del clculo utilitarista de Bentham puedenresumirse en dos: los intereses de todos los individuos son equiparables;cada individuo es el mejor juez de sus intereses o autopreferencia.

    El individualismo es, desde luego, un punto de partida metodolgico;pero, para Bentham, el individualismo era un dato psicolgico, no unideal, como ha sealado Isahia Berlin (12). Los individuos tienen unos inte-reses particulares, incluido el inters autoestimado, condicionado por repre-sentaciones mentales y con variados procesos psicolgicos de adquisicin;segn la simpata y la antipata sociales, confrontan pblicamente sus inte-reses, acerca de cuya armona natural Bentham es resueltamente escptico, adiferencia de otros individualistas de su poca. A Bentham le importa elinters pblico, y ciertamente no niega su existencia; pero, en contraste con

    (10) GERALD J. POSTEMA: Bentham and Dworkin on positivism and adjudication,Social theory and practice, 5, 1980.

    (11) An introduction to the principies of moris and legislation, 1789, ed. de Lau-rence J. Lafleur, Nueva York, 1948 (en adelante, Introduction).

    (12) Prlogo a J O H N STUART MILL: On liberty (trad. cast., Madrid, 1970, pg. 15).

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  • JOSEP M. COtOMER

    Rousseau, cuya teora del contrato permita imaginar un descubrimiento co-lectivo del inters general que obligaba moralmente al individuo a someterlesu inters particular (o forzarle a ser libre), para Bentham resulta vanohablar del inters de la comunidad sin entender lo que constituye el intersdel individuo. La poltica, en este enfoque realista, es un asunto de intere-ses, y entre ellos slo cabe una armona artificial (13). Por ello, contra-riamente a los defensores del Antiguo Rgimen, pero tambin a quienes ado-ran las leyes espontneas del mercado, para Bentham las desigualdades entrelos hombres no se deben a causas naturales inmutables, sino a causas socialesmodificables por la accin poltica (14). As pues, el inters pblico no sebasa tanto en una negacin de los intereses particulares y en una identidadsuperior de intereses de todos los individuos en un inters general cuantoen la igual dignidad de los intereses diferentes y a menudo contradictoriosde todos los individuos, de cuya contrastacin podr surgir el acuerdo sobreun inters comn (15).

    Por otra parte, el presupuesto de la autopreferencia no implica necesa-riamente una creencia racionalista en la capacidad de la naturaleza humanapara determinar su inters objetivo. Segn Bentham, cada hombre tiendenicamente a perseguir la lnea de conducta que, segn su opinin de lassituaciones percibidas por l en cada momento [subrayado mo], ser la queen mayor grado contribuya a su propia y mayor felicidad.

    As pues, la antropologa de Bentham es, por un lado, moderadamenteoptimista, en tanto que supone al ser humano capaz de tratar racionalmentesus intereses y, por tanto, necesitado de libertad (frente al pesimismo antro-polgico de un Hobbes que desembocaba en el absolutismo), y, por otro,moderadamente pesimista, en tanto no prev una armona natural de inte-reses o un inters objetivo superior (frente al optimismo antropolgico rous-seauniano y jacobino, confiado en la inteligencia y el consiguiente patriotis-mo del citoyen).

    Cabe, as, una interpretacin del criterio poltico de la mxima felicidad

    (13) Obsrvese que la lengua inglesa denomina a la clase terrateniente y a laclase adinerada respectivamente the landed interest y the moneyed interest; en inglsun derecho adquirido es, asimismo, a vested interest. Tambin puede resultar pertinen-te observar que la entidad singular pueblo o, en francs, peuple, debe traducirse eningls por people, entre cuyas acepciones destaca gente, ms prxima a la idea de unareunin plural de individuos.

    (14) Digamos de paso que este punto de vista explica el inslito feminismo deHelvetius, Bentham y J. St. Mili.

    (15) La felicidad del peor de todos los hombres forma parte integrante de la sumade la felicidad humana al mismo grado que la del mejor de los hombres, Deontologyor the science or morality, 1834, Oxford, 1984, cap. 1.

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  • TEORA DE LA DEMOCRACIA EN EL UTILITARISMO

    segn la cual, ms que una felicidad sustantiva, el fin del gobierno deberser la creacin de las condiciones de la bsqueda de la felicidad por los in-dividuos (segn la distincin entre felicidad y bsqueda de la felicidad quese percibe ya entre las primeras declaraciones de derechos francesa y nor-teamericana, respectivamente), bsqueda que podr dar lugar a contenidosvariables segn las sociedades y los tiempos. As puede desprenderse tambinde la ambigua definicin de felicidad dada en la Introduccin de Bentham,donde es equiparada a beneficio, ventaja, alegra, bien... (16).

    La bsqueda de la felicidad, referida a los fines, corresponde al terrenode la moral privada, como ha podido sealarse tras una relectura de laDeontology benthamiana, obra tradicionalmente menospreciada. En cambio,el principio de la utilidad constituye, en el terreno de lo poltico, un criterioreferido a los medios para el equilibrio y armonizacin de los intereses dela sociedad. El utilitarismo poltico no es tanto, desde este punto de vista,una teora moral sobre el bien y el mal (de la que seran depositarios losgobernantes ilustrados) cuanto una teora de la estimacin y la censura social;el criterio poltico y legislativo de la utilidad social se resuelve as en un cri-terio estimativo de los individuos, lo cual obliga a establecer un gobierno dela mayora. Dicho de otro modo, la utilidad no es un axioma metafsico (di-fcilmente podra serlo en congruencia con el punto de partida metodolgicode Bentham) ni una norma moral sustantiva, sino una especie de axiomagnoseolgico, una hiptesis razonable siempre necesaria para el conoci-miento de los comportamientos humanos, que admite variabilidad de conte-nidos. El criterio de lo til es equiparable a aquello que los ciudadanos con-sideran en cada circunstancia de su inters y compatible con criterios subje-tivos de felicidad, por lo que tambin puede formularse como la mxima rea-lizacin de los propios deseos por el mayor nmero. Este enunciado compor-ta ya, como puede verse, claras implicaciones democrticas.

    Pero como escribi, en un estudio ya clsico, Elie Halvy: Lo queerige una proposicin en principio es precisamente la fecundidad lgica deesa proposicin, el nmero de consecuencias que implica. Por tanto, paraconocer verdaderamente el principio de utilidad hay que conocer sus conse-cuencias, sus aplicaciones jurdicas, econmicas y polticas (17). Es lo queintentaremos a continuacin.

    (16) Entendemos por utilidad aquella propiedad de una cosa en razn de la cualsta tiende a fomentar el beneficio, la ventaja, la alegra, el bien o la felicidad (todolo cual, por supuesto, viene a ser lo mismo), o (lo que tambin viene a ser lo mismo)a consecuencia de lo cual se impide la aparicin de contrariedades, dolor, desgraciao infelicidades, Introduction, cit., cap. 1, III.

    (17) HALVY: Op. cit., vol. I, introduccin.

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  • JOSEP M. COLOMER

    TEORA DE LAS PENAS Y TEORA DEL VALOR

    Es bien sabido que uno de los primeros campos de aplicacin de la filo-sofa de la utilidad de Bentham fue el Derecho penal. Continuando una tra-dicin ilustrada, que haba tenido destacados representantes en Montesquieu,Beccaria, Helvetius, el enfoque realista del Derecho conduca a estableceruna clasificacin de los delitos no tanto por su violacin de normas mora-les trascendentales como por sus consecuencias nocivas a la colectividad.La proporcin entre el delito y la pena era su corolario. Es decir, que el autorde una determinada accin considerada delictiva no debera ser condenadopor su maldad y como castigo, sino con el fin de resarcir en la medida de loposible el dao causado y de que ni l ni otro cualquiera repita aquella ac-cin nociva; la pena no debe implicar venganza, sino que debe ser contem-plada como un medio para prevenir los crmenes del futuro. En la GranBretaa de finales del siglo xvm esta doctrina pudo ser utilizada como apoyoa la suavizacin de las penas, la abolicin de la tortura y la pena de muerte(establecida entonces incluso para robos de poca monta), as como la reformadel sistema penitenciario, en un clima de modernizacin de las costumbresque, en esos mismos aos, pugnaba por el higienismo, la abolicin de la es-clavitud, del trabajo en domingo, de los juegos sangrientos, etc. (18). El fra-

    (18) En lo que se refiere a la reforma de las crceles, y particularmente a laspropuestas de Bentham expuestas en el Panopticon de 1791 cuyo anlisis crtico porMichel Foucault ha dado ocasin a algunas desfiguraciones groseras de la significa-cin histrica e intelectual de Bentham, hay que situarlas tambin en su contextohistrico. La prctica inveterada en Gran Bretaa de convertir a los condenados enesclavos de las plantaciones en las colonias haba sido interrumpida por la indepen-dencia de las colonias norteamericanas, y el consiguiente aumento sbito del nmerode presos en la metrpoli haba dado una nueva urgencia a la reforma penitenciaria.Ante las nuevas deportaciones administrativas a Australia que se empezaban a poneren prctica, el proyecto de Bentham constitua una alternativa que abordaba con ma-yor rigor algunos problemas de fondo. Su invencin arquitectnica era un medio sim-ple de vigilancia (que ciertamente propuso, con audacia propia de su aplomo raciona-lista, extender a fbricas, hospitales y escuelas) y al mismo tiempo un marco de elimi-nacin de sufrimientos moralizadores, como los castigos corporales, y de creacin decondiciones de confort hasta el lmite en el que empezara a ser preferible estarpreso que suponan una notable innovacin civilizadora en su momento. En elPanopticon la vigilancia central se ejerca tambin sobre los guardianes, tanto para pro-tegerlos de eventuales violencias de los presos como para proteger a los presos de po-sibles tratos arbitrarios, se prevea la vigilancia de los magistrados e incluso del p-blico, que podra visitar el centro casi permanentemente. La referencia es MICHELFOUCAULT: Surveiller et punir, Pars, 1975, cap. 5, III (trad. cast., Mxico, 1975).Puede verse un anlisis del pensamiento de Bentham orientado por la aproximacin

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  • TEORA DE LA DEMOCRACIA EN EL UTILITARISMO

    caso de algunas de las propuestas reformistas de Bentham en este terreno,ante el apego de las autoridades a los usos tradicionales, contribuy a suabandono de la confianza en el arbitrismo racionalista y a su acercamientoa un mayor relativismo, con la democracia poltica como colofn.

    Tambin en el campo econmico el pensamiento benthamiano tuvo nota-ble fecundidad. La interpretacin de la felicidad como deseabilidad, antesesbozada, puede confirmarse con la teora del valor subjetivo de Bentham.Segn sta, el valor de los bienes no depende tanto de sus costes objetivosde produccin (enfoque que recorre la teora clsica y la marxista) cuantode su valor de uso, segn las estimaciones y preferencias del consumidor(incluidos los valores imaginarios resultantes de la escasez, ms que de lautilidad objetivable de algunos bienes). Este enfoque terico, recuperado porlos economistas neoclsicos desde finales del siglo xix, ha estado muy pre-sente en toda la economa del bienestar posterior. El retraso en la publica-cin de algunos escritos econmicos de Bentham, demorada hasta los aoscincuenta del presente siglo, ha contribuido a oscurecer su aportacin eneste terreno y a deformar algunas consecuencias que se derivan de sus plan-teamientos, expresamente favorables a ciertas medidas de redistribucin igua-litaria de renta y riquezas (19).

    Un notable esbozo de la teora de la utilidad marginal decreciente puedehallarse, por ejemplo, en el siguiente prrafo de Bentham: Tomemos porejemplo un individuo: dsele cierta cantidad de dinero y se producir en sunimo cierta cantidad de placer. Dsele otra vez la misma cantidad y seaumentar su cantidad de placer. Pero la magnitud del placer producido porla segunda suma no ser el doble de la producida por la primera. La verdadde esta proposicin no es perceptible mientras las sumas son pequeas, perosi las cantidades ascienden a cierta magnitud, lo ser fuera de toda duda (...).Lo que sucede con el dinero pasa con los dems orgenes o causas delplacer (19 bis).

    Segn esta teora, el incremento de placer producido en una persona yarica por un aumento de riqueza ser inferior al producido por el mismoaumento en una persona pobre, por lo que quedan justificadas las transfe-rencias de riqueza de personas relativamente ricas a otras relativamente po-

    de Foucault en Lucio D'ALESSANDRO: Utilitarismo morale e scienza della legislazione.Studio su Jeremy Bentham, aples, 1981; para una crtica de las atribuciones de su-puesto totalitarismo a Bentham, vase, por ejemplo, E. GRIFFIN-COLLART: Bentham:de l'utilit au totalitarisme?, Revue Internationale de philosophie, 141, 1982.

    (19) Jeremy Bentham's Economic Writings (ed. W. Stark), Londres, 1952 (trad.cast. parcial, Mxico, 1965).

    (19 bis) La psicologa del hombre econmico, cap. XXIX, en ibdem, pgs. 19-20.

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    USUARIOResaltadoTeora de la utilidad marginal decreciente

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    bres en aras de conseguir un mayor bienestar general. La posterior econo-ma keynesiana (en la que, a travs de la hiptesis de las desiguales propen-siones al consumo de personas con diferentes niveles de riqueza, se concluatambin a favor de una poltica redistributiva como medio de aumentar lademanda global y el crecimiento econmico) y, en general, la economa delbienestar, pueden situarse en continuidad con aquellos apuntes de Bentham.A diferencia de las teoras neoliberales y neocontractualistas de la justicia,en las que parecen excluidas las redistribuciones que supongan reduccionesen los beneficios de algunos, aunque sean compensadas por mayores bienespara todos, el utilitarismo favorece este clculo maximizador de la utilidadgeneral (20).

    TEORA DE LA DEMOCRACIA

    La primera etapa del pensamiento de Jeremy Bentham haba casi excluidola reflexin sobre la cuestin poltica, confiado como estaba en la capacidadde conviccin racional de los postulados utilitarios para la reforma de lasleyes. Su ya aludido fracaso en la reforma penitenciaria, que represent paraBentham tambin un revs econmico personal; otros sucesos, como la re-presin del gobierno britnico durante las guerras napolenicas, desencade-nada bajo el manto protector de la Constitucin tradicional, y, como ha soli-do subrayarse, la influencia de James Mili, movieron a Bentham a aplicar ala poltica sus presupuestos utilitaristas en un sentido favorable a la demo-cracia representativa radical.

    De hecho, pueden hallarse ya en textos de Bentham de 1788-1790 formu-laciones favorables al sufragio universal, como conclusin derivada del igualderecho de todos los individuos a la bsqueda de la felicidad y de la auto-preferencia, aunque ms como una hiptesis lgica que como un programaactivamente asumido. Pero, a pesar de su reconocimiento por la AsambleaNacional de Francia, que le nombr ciudadano de honor, y de sus contactoscon los republicanos franceses, la fase jacobina de la Revolucin retrajo denuevo a Bentham (21). Slo el convencimiento de la inutilidad de intentar

    (20) Segn la comparacin entre neocontractualismo y utilitarismo de John Rawls,ya citada, la teora de la justicia neocontractualista aceptara que unos pocos obtenganmayores beneficios, con tal de que con ello se mejore la situacin de las personas me-nos afortunadas (aunque el resultado global cabe colegir sea un incremento delas diferencias), mientras que para los utilitaristas son deseables redistribuciones cuandolas privaciones de algunos se compensan mediante un mayor bien para todos en general.

    (21) Vase, por ejemplo, Essai sur la rpresentation, 1788, que permaneci inditohasta que fue publicado por HALVY en 1901, op. cit., vol. I, apndice IV. Respecto a

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    que la aristocracia o los reyes pudieran superar sus intereses egostas paraabrazar medidas de utilidad para sus subditos le decant decididamente porla reforma poltica, vista ahora como condicin de cualquier reforma jurdica.Desde 1808 (a los sesenta aos de edad), Bentham emprendi un amplio tra-tamiento de las cuestiones de Derecho pblico y, en particular, constitucional.Uni entonces sus esfuerzos a las campaas radicales promovidas en GranBretaa por John Cartwright a favor del sufragio universal, la renovacinanual del Parlamento y el voto con papeleta, aadiendo a ello la reivindica-cin del voto secreto, modalidad prcticamente indita hasta entonces. Sumayor xito lo obtuvo, sin embargo, fuera de Gran Bretaa, as como deFrancia y las tierras germnicas dominadas por el racionalismo y las reac-ciones frente al mismo; obtuvo audiencia sobre todo en pases latinoscomo Italia, Portugal y particularmente Espaa durante el bienio liberalde 1820-1822, con influencia relevante en la elaboracin del primer cdigopenal espaol; as como en Mxico, Venezuela, Colombia y otros pases his-panoamericanos recin emancipados de la colonizacin espaola (22). Bent-ham desarroll entonces una visible admiracin por los Estados Unidos (concuyo presidente James Madison mantuvo relacin), pas en el que vio elmejor gobierno que existe o incluso que ha existido y del que elogi susmodos de vida (antes de la clebre modelizacin de Tocqueville), aunquetambin critic algunas instituciones existentes, como la esclavitud (23).

    Su principal obra en este campo es Constitutional Code, redactada desde1822 a instancias de las Cortes portuguesas, que fue publicada en parte envida de Bentham en 1826, pero slo apareci ntegra postumamente, en 1841.La obra, en la que se propugna una reforma radical para una democraciapura representativa, ha sido olvidada por algunos de los ms destacados es-tudiosos del pensamiento utilitarista (Sabine, Davidson, Plamenatz); pero sureciente aparicin en el marco de las obras completas ha permitido decir asu editor, Frederick Rosen, que es el texto clsico de la democracia libe-ral (superior a los quiz ms divulgados An esscty on government de JamesMili, 1820, y Considerations on representative government de John StuartMili, 1861). En Constitutional Code se muestra tambin, en palabras de

    sus reticencias ante los revolucionarios franceses que le cubran de honores, es signifi-cativo que Bentham escribiera: Realmente, si leyeran un anlisis que tengo en micasa de su querida Declaracin de derechos, quiz no hay un solo ser en la tierra quesera menos bienvenido en su pas de lo que yo podra esperar serlo, Autobiography(ed. J. Bowring, vol. X, pgs. 316-317, cit. por EL SHAKANKIRI: Op. cit., introd.).

    (22) P. SCHWARTZ: Bentham's influence in Spain, Portugal and Latn America,The Bentham Newsletter, I, 1978.

    (23) HART: Essays on Bentham, cit., cap. III.

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    Rosen, un Bentham menos dogmtico y ms creativo y experimental de loque suele aparecer (24).

    Uno de los aspectos ms notables del anlisis poltico de Bentham es sudesarrollo de la teora de las lites, a la que llega por aplicacin del presu-puesto de la autopreferencia a la conducta de los gobernantes. Como sealaHart, la minora gobernante es vista como un grupo de criminales en poten-cia, tentados de perseguir su inters personal a costa del inters pblico, porlo que se explica el habitual conflicto entre los intereses perversos (sinister)de tal minora y los intereses de la mayora gobernada. Los gobernantes,sospechosos por el hecho de serlo, debern ser, pues, sometidos al controldel pblico, segn los principios de mnima confianza y mximo con-trol (25). Tal enfoque realista (que podra ser visto como un precedente dealgunos de los presupuestos de la actual escuela del public cholee sobre losintereses propios de los gobernantes en cuanto tales) va unido, as, a una de-fensa de los principios democrticos: el control, en el Derecho constitucional,se concreta en el poder de designar y destituir a los gobernantes por partedel pueblo, as como en diversos medios de reducir el poder de esas lites degobernar en su propio inters: inspeccin, crtica pblica, papel de la opininexpresada en la prensa libre, supremaca del gobierno sobre la administraciny las fuerzas armadas, control de la informacin de que dispone el gobiernosobre la vida personal de los ciudadanos, etc. Slo as podr obtenerse unaarmona artificial entre los intereses de los gobernantes y los de los go-bernados.

    Bentham ampla, pues, el campo de la teora democrtica de su poca,centrada sobre todo en los sistemas electorales y de representacin, y en elobjetivo de maximizacin de la responsabilidad de las lites gobernantes en-cuentra un terreno en el que se complementan la concepcin de la democra-cia como proteccin del ciudadano y la concepcin de la democracia comoparticipacin. Su estrategia de reformas, apoyada en campaas de opininque se desarrollaron ms all de los campos de actuacin de los partidosparlamentarios, abona tambin esta interpretacin.

    (24) Constitutional Code; for the use of all nations and all governments professingliberal opinions, en ed. J. Bawring, vol. IX, hoy en New Collected Works (ed. F. Rosen-J. H. Buras), Londres, 1983s. Las obras aludidas son G. SABINE: A history of politicaltheory, 1937 (trad. cast., Mxico, 1945); W. DAVIDSON: Political though in England:the utilitarians from Bentham to John St. Mili, 1915 (reed. Hyperion Conn., 1981);J. PLAMENATZ: The english utilitarians, Oxford, 1949. El principal estudio de Consti-tutional Code es el de FREDERICK ROSEN: Jeremy Bentham and representative detno-cracy, Oxford, 1983.

    (25) HART: Essays, cit., cap. III, III.

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    La actitud inicial de Bentham contra ficciones como la soberana ilimitadaque ya hemos apuntado le impidi abrazar, ni aun en su versin demo-crtica, este concepto, surgido en realidad en los albores de la construccindel Estado moderno a partir de la necesidad de consolidar el Estado comoun poder legislativo y coercitivo unificado y supremo. La solucin de Bent-ham, mucho ms prxima a la realidad de la democracia contempornea quela de Rousseau, consisti en distinguir entre poder soberano y poder legis-lativo; el primero, por el cual la soberana reside en el pueblo, es conside-rado un poder constitutivo supremo, pero no incluye el poder legislativoni el ejecutivo y es, por tanto, un poder limitado; el poder legislativo, porsu parte, no es considerado tampoco omnipotente, sino omnicompetente.Mientras el pueblo soberano tiene capacidad de elegir y destituir a los legis-ladores, stos a su vez limitan la capacidad de decisin del pueblo en mate-rias concretas, con lo que, ms all de conceptos especulativos como auto-gobierno y soberana popular absoluta, se llega a una concepcin empricabastante plausible del poder distribuido entre varias instituciones. Al pueblose le atribuye una aptitud para elegir a los gobernantes, pero no para gober-nar; a travs del sistema representativo, cada individuo se ver estimulado apromover aquellos de sus intereses que coincidan con un inters comn a otrosindividuos, por lo que el propio ejercicio democrtico ser el terreno en elque podr conseguirse la percepcin individual de los intereses. Por su parte,la aptitud de los gobernantes representativos para gobernar procede delhecho que, a diferencia de los de otras formas de gobierno, necesitan losvotos de la mayora de electores, lo cual les hace aproximarse a los interesespromovidos por stos. La soberana popular y el gobierno representativo noofrecen ninguna seguridad de que la sociedad sea bien gobernada, dado queno puede afirmarse que el juicio del pueblo sobre sus propios intereses coin-cida con un inters general objetivo, e incluso es posible una asociacin ma-yoritaria de intereses perversos. Pero sin democracia resulta del todo impo-sible conseguir un buen gobierno, dada la tendencia de todos los gobiernosa actuar en su propio inters (26).

    Lo anterior no significa que los gobernantes deban limitarse a determi-nar el inters general mediante la mera suma de deseos y aspiraciones decada individuo de la sociedad, sino nicamente que el inters general nopuede ser establecido sin referencia directa a intereses individuales. As, porejemplo, la poltica de defensa y gastos militares deber ser evaluada no enfuncin de abstractos intereses superiores de la patria, sino segn el clculo

    (26) MICHAEL JAMES: Public interest and majority rule in Bentham's democratictheory, Political theory, 9, 1981.

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    USUARIOResaltadoOJO Importante

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    de cargas y beneficios que suponga para los individuos, tanto desde el puntode vista del mayor o menor riesgo de sus vidas y condiciones de existenciacomo financieramente. Como expone Rosen, Bentham no espera que cadapersona considerar slo el inters general cuando vote, sino que cada unoidentificar algunos de sus intereses con el inters general, porque es a travsde este proceso de identificacin como sus intereses sern defendidos. Sellegar as a lo que, en otro momento, Bentham haba llamado, en expresingenuinamente antikantiana, unin del inters y el deber (27).

    Bentham da muestras de optimismo racionalista acerca de las probabili-dades de corregir el error o el engao de la mayora en tal identificacin deintereses, mediante instituciones como la libertad de expresin, el voto secre-to, etc., con una cierta confianza en que tarde o temprano la verdad se acabeimponiendo por s misma. Pero tambin advierte acerca de la necesidad deque cada individuo est en condiciones de identificar algunos de sus propiosintereses con el inters general, de un modo que conecta con sus anlisiseconmicos sobre las exigencias de disminucin de las grandes desigualda-des sociales para consolidar las bases de un consenso democrtico. La igual-dad de poder poltico de los individuos, obtenida mediante el sufragio uni-versal y el gobierno representativo, puede contribuir as a desarrollar unatendencia gradual hacia la igualdad de riqueza. A diferencia de sus primerosescritos dieciochescos, en los que Bentham comparta el optimismo sobre laequidad de condiciones de vida como resultado del libre desarrollo del co-mercio y las manufacturas, en sus ltimos escritos la igualdad es vista comouna potencialidad apoyada y reforzada por la adopcin del sufragio universal,con lo que se sita ya en la lnea decimonnica de la democracia liberal quebusca nuevas respuestas a las contradicciones de la industrializacin.

    As, los objetivos legislativos del utilitarismo son, en sus propias palabras,por un lado, la seguridad y las condiciones para la abundancia o prosperidadeconmica, propios de toda legislacin civil de tipo liberal, y, por otro, lasubsistencia y la igualdad, que mueven a un cierto intervencionismo estatal.Ante el dilema de dar prioridad a la seguridad o a la igualdad, Bentham,como buen liberal, subraya que el objetivo igualitario est condicionado porel mantenimiento de garantas jurdicas, introduciendo por tanto en el clcu-lo de la utilidad general el coste de cualquier cambio (incluido el menoscabode seguridad jurdica que supone una expropiacin estatal). Por otra parte,lejos del igualitarismo idealista a la francesa, Bentham observa que la instau-racin de la igualdad no es ms que una quimera; todo lo que se puede haceres disminuir la desigualdad. Pero, en este marco, caben perfectamente me-

    (27) F. ROSEN: Op. cit., pgs. 234-235; BENTHAM: Deontology, cit., cap. 1.

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    didas de reforma de la propiedad, ya que ste se considera tambin un dere-cho no absoluto, limitado legalmente por un inters social (28). De acuerdocon lo dicho, sus preferencias se inclinan por la poltica fiscal (aboliendo,por ejemplo, los impuestos sobre los artculos de primera necesidad, quegravan de hecho ms a los pobres que a los ricos), la intervencin sobre laherencia, que no supone atentados a la seguridad del propietario (limitacio-nes de la libertad de testar como la supresin de la primogenitura, la confis-cacin de sucesiones de personas sin parientes prximos, etc.), e incluso segu-ros estatales de vida, vejez y enfermedad, una especie de sistema voluntariode seguridad social, como dice Stark (29). Se trata de una lnea program-tica que ms tarde desarrollara el socialismo fabiano, notablemente creativoen el diseo de un arsenal de medidas de inspiracin utilitarista que se con-vertiran en patrimonio genrico de todas las polticas del bienestar (30).Segn las propias palabras de Bentham en Constitutional Code, y desde superspectiva reformista, podemos concebir que la seguridad, preservando surango como principio supremo, conduce indirectamente al establecimientode la igualdad (31).

    La sociedad democrtica benthamiana no se caracteriza, pues, ni poruna expedita hostilidad de sujetos con derechos absolutos e imprescriptiblesni por un igualitarismo homogeneizador, sino por una limitada intervencinpblica que reduzca las grandes desigualdades por causas sociales para queas cada persona goce de libertad para definir su propia idea de felicidad yse respeten los deseos variados y variables de los individuos, mientras nopongan en peligro la seguridad y la subsistencia de los dems. La armoniza-cin artificial de intereses en un inters pblico, no exenta de conflictos yproblemas, puede requerir algn sacrificio de la libertad de algunas cate-goras sociales (en tanto sta no es concebida, al modo iusnaturalista, como underecho absoluto), pero siempre preservando las libertades como garan-tas contra los abusos del poder: tanto las libertades de expresin, prensa,etctera, como las de participacin. Como resume Rosen: La visin deBentham es una sociedad en la que cada individuo pueda vivir su vida conseguridad, con subsistencia adecuada, con perspectivas de abundancia y un

    (28) Traites, cit., tomo II, Principios del Cdigo Civil; ya aqu Bentham habaobservado que cuanto ms se acerque a la igualdad la proporcin [entre las masas deriqueza de los individuos], tanto mayor ser la masa total de felicidad.

    (29) Economic Writings, cit., prlogo, pg. xvn.(30) Vase la referencia a Bentham en el apartado histrico, a cargo de Sidney

    Web, de Las bases del socialismo, en Fabin Essays in Socialism, 1889 (trad. cast.,Madrid, 1985).

    (31) Constitutional Code, cit., I, pgs. 312-313.

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    USUARIOResaltadoInstrumentos de intervencin

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    incremento continuado de la igualdad. Contempla tambin una creciente so-lidaridad social, asegurada inicialmente por el Derecho, que prohibe la opre-sin y la explotacin de unos por otros, y defiende su extensin mediante eldesarrollo de un legtimo sentimiento de consideracin a los dems (32).

    La tentacin totalitaria queda claramente excluida por los mecanismosconstitucionales de organizacin y funcionamiento del poder, que pueden re-sumirse as:

    En cuanto a las elecciones, universalidad virtual, igualdad y secreto delsufragio, con algunas reducciones a la universalidad en lo que se refiere alos menores, los militares y los analfabetos. Cabe subrayar la posicin bentha-miana, avanzada a su poca, favorable al sufragio femenino, argumentadapor la igual capacidad de las mujeres y los hombres de promover sus intere-ses y de gozar de felicidad. Respecto a la representacin parlamentaria, Bent-ham busca garantas de que los legisladores mantendrn su dependencia delos electores y su independencia del rey, por lo que defiende las eleccionesanuales como medio de control y la inelegibilidad de funcionarios y minis-tros, a lo que aade la obligacin de asistencia constante a las sesiones par-lamentarias. En aras de la simplificacin, Bentham se declara partidariode un rgimen unicameral, lo que en Gran Bretaa supona la supresin dela Cmara de los Lores. Por lo que se refiere a las relaciones entre los distin-tos poderes, abona la eleccin por el parlamento del primer ministro (al quese resiste a llamar presidente) e incluso de algunos ministros (como el deJusticia, para mantener un equilibrio con el poder judicial), niega la capaci-dad del primer ministro para disolver el Parlamento y sostiene la revoca-bilidad popular de los jueces. A la responsabilidad de los gobernantes ante laopinin pblica, ya subrayada, se aade la exigencia de responsabilidadesjurdicas de los funcionarios ante los ministros, de stos ante el primer minis-tro y de ste ante el Parlamento; la Cmara tendra adems una funcindislocativa que le permitira la revocabilidad de los funcionarios.

    Como puede verse, la pasin por las reformas va acompaada por unvisible inters por el respeto del derecho y la necesidad de controlar los abu-sos del poder que, ms all de la pertinencia circunstancial de algunas desus soluciones concretas, enlaza plenamente con los problemas bsicos a los.que ha querido dar respuesta el moderno Estado de Derecho, en este casosin necesidad de rehabilitar la terminologa heredada del Derecho natural.

    (32) F. ROSEN: Op. cit., XII, pg. 221.

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    LA REVISIN DEL BENTHAMISMO POR JOHN STUART MILL

    La difusin del pensamiento utilitarista de Bentham, organizada en granparte por discpulos suyos y editores de sus obras, como James Mili, Dumontde Gneve, Joseph Bowring, dio lugar a notables xitos polticos del radica-lismo como tendencia organizada, pero tambin a una creciente rigidez delpensamiento benthamiano, que se convirti como seal Halvy en unsistema cerrado de verdades lgicamente ligadas entre s, una filosofa inte-gral de la naturaleza humana (33).

    Entre los logros de la influencia del partido radical en la poltica britni-ca de los decenios de 1820 y 1830, cabe sealar la reforma del Derecho pe-nal, que incluy la supresin de la pena de muerte en ms de cien casos hastaentonces establecidos por la ley, la reforma de la organizacin judicial, la re-forma electoral, con ampliacin del sufragio y nueva delimitacin de las cir-cunscripciones, seguida de otra reforma electoral an mayor en el mbitomunicipal, las leyes de asociacionismo obrero y otras medidas promovidaspor el movimiento cartista, como proteccin al trabajo de mujeres y nios, ins-peccin gubernamental de las condiciones de trabajo en las fbricas, etc. (34).

    Sin embargo, la dogmtica de la secta benthamista provoc algunos re-chazos y revisiones dentro del propio campo del liberalismo radical. Entreellos destaca el de John Stuart Mili, que haba recibido de su padre una es-tricta educacin utilitarista y haba sido un activo propagandista del bentha-mismo en su juventud, hasta que una crisis sentimental le movi a reconsi-derar algunos de los principios en los que haba sido formado.

    Mili hijo, influido por el anlisis de la democracia norteamericana deTocqueville y por el sociologismo de Saint-Simn y Comte, hizo hincapi enla necesaria correspondencia entre un gobierno democrtico y una sociedaddemocrtica, lo que le llev a propugnar medidas reformistas en el terrenoeconmico que permitieran aproximarse a lo que Tocqueville haba llamadoigualdad de condiciones de los individuos en la sociedad y, hacia el final desu vida, a aprobar el socialismo como sistema econmico derivado del pro-

    (33) HALVY: Op. cit., vol. III, conclusin.(34) Adems de la referencia, ya indicada, a las relaciones de Bentham con Owen

    observada por Marx, puede aportarse el siguiente comentario a propsito de la vincu-lacin de Bentham con el movimiento obrero: Los dos ms grandes filsofos prcti-cos de los ltimos tiempos, Bentham y Godwin, tambin son, y en especial el nombra-do en ltimo trmino, propiedad casi exclusiva del proletariado; aun cuando Benthamposee una escuela bajo la burguesa radical, slo el proletariado y los socialistas hanlogrado, sin embargo, hacer algn progreso a partir de l. FRIEDRICH ENGELS: La si-tuacin de la clase obrera en Inglaterra, 1845, en OME, cit., vol. 6, pg. 489.

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    greso. Al mismo tiempo, y enlazando tambin en esto con la problemticatocquevilliana, resalt la conveniencia del respeto de las minoras para evitarla tirana de la mayora que podra derivarse de la aplicacin de la ley de-mocrtica del nmero. Bentham haba concebido mecanismos de control delos gobernantes (como los sistemas de formacin y examen de la competen-cia de los funcionarios y la posibilidad de su revocacin a iniciativa de losciudadanos), destinadas a impedir tal peligro en el mbito de las institucio-nes, pero su propio nfasis en el papel de la opinin pblica ms all delos mecanismos institucionales en su estrategia de reformas fue visto porMili como un peligro de despotismo de la opinin. Su respuesta, desarro-llada en On liberty, vena a considerar la libertad de pensamiento y expre-sin como un derecho absoluto alejndose, por tanto, en este punto de ladoctrina benthamiana, aunque no por doctrinarismo iusnaturalista, sinopor su utilidad para el enriquecimiento de puntos de vista de la sociedad (35).

    Las soluciones dadas por Mili en el terreno institucional a sus discrepan-cias doctrinales con Bentham le condujeron, sin embargo, a un visible retro-ceso con respecto a las posiciones democrticas del fundador del utilitarismomoderno.

    Mili seal como uno de los objetivos del gobierno la mejora de lascualidades morales e intelectuales de los miembros de la sociedad. Su mora-lismo le hizo propugnar la incorporacin de elementos estoicos y cristianosa los principios utilitaristas, aproximndole a una moralidad de normas deconducta ms que de evaluacin de las consecuencias de los actos. Esteobjetivo de elevacin del nivel moral de la sociedad se apoyaba, en Mili, enuna distincin entre placeres de distinta calidad e importancia: Es mejorser un Scrates insatisfecho que un necio satisfecho, escribi, y, aludiendoms directamente a Bentham, contrapuso actividades como la calceta al pla-cer superior de la poesa y el arte (36). Sin embargo, Bentham no haba de-clarado la igual dignidad de todos los placeres como un criterio moral priva-do (campo en el que parta expresamente de caminos plurales de bsquedade la felicidad), sino como un criterio de conducta equitativa del gobiernoante las variadas preferencias de los miembros de la sociedad. Tal confusinentre moral privada y criterio poltico condujo a John Stuart Mili a una mo-ralizacin de la poltica en la que se incluan imperativos irrealistas tales comoque en toda eleccin poltica (...) tiene el votante la obligacin moral abso-

    (35) MILL: On liberty, 1859, en Collected Works (CW), cit., vol. XVIII (trad.cast, cit.), cap. 2.

    (36) MILL: Utilitarianism, 1861, CW, vol. X (trad. cast., Madrid, 1984), cap. I. Pa-rece que, efectivamente, Bentham no era muy aficionado a la literatura ni a las artesplsticas, aunque, segn dicen algunos de sus bigrafos, tocaba el clavecn.

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    luta de considerar no su inters privado, sino el pblico, casi literalmentecontrario al anlisis benthamiano antes reseado (37). Este condicionamien-to moral del derecho de participacin poltica llev a Mili, como es lgico, adefender una fuerte restriccin del sufragio, como veremos en seguida.

    Pero incluso su lmpida defensa de la libertad de pensamiento y expresinle sirvi para ensalzar el papel de los intelectuales (los profesionales del pen-samiento y la expresin) en el gobierno de la sociedad. Su defensa liberalde las minoras se identific en gran medida con la defensa de la minoraculta, a la que quiso convertir en gobernante. Tal concepcin enlazaba conuna visin del progreso como obra de la capacidad dirigente de la lite ilus-trada y se emparentaba con los programas saint-simonianos y comtianos degobierno de los sabios.

    De hecho, frente al pesimismo respecto a las lites de la teora democr-tica de Bentham, Mili experimentaba un fuerte optimismo acerca de las vir-tudes de las minoras gobernantes y adoptaba una aristocrtica actitud des-preciativa por la mediocridad de la sociedad de masas. Sus propuestas ins-titucionales, expuestas en Considerations on representative government, pue-den resumirse as:

    Respecto al sufragio, nuevas restricciones a los pobres que estuvieranbajo asistencia de las parroquias y, adems de los analfabetos, a aquellaspersonas que no conocieran de nmeros; supresin del voto secreto, y esta-blecimiento de un sufragio plural y cualificado que diera mayor capacidaddecisoria a las minoras. En cuanto a la representacin, oposicin a las legis-laturas cortas; no remuneracin pblica de los parlamentarios (Mili propo-na que se hicieran suscripciones entre los electores con tal fin) (38); reduc-cin del papel del Parlamento, que no slo no designara ministros sino quese limitara a controlar el ejercicio del poder por el gobierno y por una co-misin de expertos dedicada a las tareas legislativas (a la que el Parlamentoencargara la elaboracin de leyes sobre determinadas materias y a la queaprobara o devolvera sus proyectos de ley); existencia de una segunda C-mara, formada por jueces, profesores y personas educadas, como contrapesodel poder del Parlamento; posibilidad de disolucin parlamentaria por eljefe del gobierno; potenciacin del papel de los expertos sobre los ministros;no revocacin popular de los jueces (uno de los ms peligrosos errores anadmitidos por la democracia en Estados Unidos). El nfasis en los motivos

    (37) MILL: Considerations on representative government, 1861, CW, vol. XIX(trad. cast., Madrid, 1985), cap. X.

    (38) Tambin Bentham se haba mostrado reacio en algunos de sus escritos a laremuneracin de los parlamentarios, pero en Constitutional Code rectific expresamenteesta posicin.

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  • JOSEP M. COLOMER

    educativos para la reduccin del sufragio y la potenciacin del papel de losintelectuales en el gobierno han permitido percibir en John Stuart Mili unrasgo tpicamente ilustrado, rousseauniano y comtiano, es decir, intelectua-lista, que no deja de chocar con el espritu de On liberty, el de la tradicininglesa y, desde luego, el del benthamismo (39).

    La evolucin intelectual de Mili supone, por tanto, abrazar el socialismoy abandonar la democracia; propugnar la distribucin de la riqueza pero nola del poder poltico. Como l mismo explic en su autobiografa, hasta losaos treinta yo era un demcrata, pero no tena nada de socialista. Mientrasque ahora los dos [l y Harriet Hardy-Taylor] ramos mucho menos dem-cratas que yo lo haba sido, porque, mientras la educacin contine siendotan desastrosamente imperfecta, temamos la ignorancia y, especialmente, elegosmo y la brutalidad de la masa; pero nuestro ideal de perfeccionamien-to definitivo iba mucho ms all de la democracia (40). La hiptesis perfec-cionista de que la democracia slo podra basarse en seres humanos libres eilustrados le haba llevado a abandonar el principio poltico de equidad detodos los individuos realmente existentes (con sus diferencias morales) en quese basaba la democracia liberal benthamiana. Mili, movido por su afn mo-ralizador, haba llegado bastante cerca de un crculo vicioso, ya que, al con-siderar que la condicin humana real no estaba preparada para la democra-cia, se oscurecan notablemente las perspectivas de mejoramiento de las con-diciones humanas que, segn el modelo milliano, la democracia exige, situn-dolas en un problemtico proceso de adoctrinamiento popular al margen dela experiencia, genuinamente educativa, de la participacin. La formulacinde un ideal humano moralizante e intelectualizado, en su contraste con lams mediocre realidad, conduca lgicamente a sustituir al conjunto delpueblo, como sujeto previsto de la democracia, por una nueva versin delgobierno no democrtico de una minora movida por un ideal presentadotautolgicamente como superior (41). En desarrollos posteriores del utilitaris-

    (39) DALMACIO NEGRO: Presentacin de MILL: Del gobierno representativo, cit.,pg. xvi.

    (40) MILL: Autobiography, 1873, CW, vol. X, cap. VII (trad. cast., Buenos Aires,1939, pg. 152).

    (41) Tras este anlisis, parece obligado revisar la contraposicin entre democra-cia como proteccin y democracia como participacin (apuntada ya por CAROLE PATE-MAN: Partipation and democratic theory, Cambridge, 1970), como desarrollos del pen-samiento de Bentham y de John Stuart Mill, respectivamente. Segn C. B. Macpherson(The Ufe and times of liberal democracy, Oxford, 1977 [trad. cast., Madrid, 1982]),a Bentham, autor del modelo fundador de la democracia para una sociedad industrialmoderna, se le podra reprochar falta de entusiasmo moral, mientras que la propuestade un modelo de democracia participativa e igualitaria podra apoyarse en una restau-

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  • TEORA DE LA DEMOCRACIA EN EL UTILITARISMO

    mo marcados por esta revisin se iran difuminando algunas de las potencia-lidades creativas de la concepcin de la democracia radical presente en losfundamentos tericos del utilitarismo.

    CONCLUSIN: LA DEMOCRACIA RADICAL

    Cabe concluir, pues, que el estudio del pensamiento utilitarista tiene hoyvarios motivos de inters. En primer lugar, como ejemplo de una reflexinque aborda de un modo notablemente sugerente algunos problemas metodo-lgicos de renovada actualidad en el proyecto de elaboracin de una teoraemprica con opciones explcitas de valores. Resulta clarificador, en este sen-tido, observar la combinacin que mantiene Bentham entre el manejo deun sistema prescriptivo y la preocupacin por la neutralidad y la tecnifica-cin del lenguaje, incuidos su rechazo rotundo de ficciones y sofismas y suuso del mtodo del detalle en la clasificacin y atencin a los datos emp-ricos; es decir, el modo como evita la contaminacin del anlisis por algnprejuicio ideolgico encubierto mediante el uso consciente de los valores enla direccin de la teora.

    Por otro lado, a la luz del anlisis de Bentham sobre la democracia, caberelativizar la contraposicin entre democracia como proteccin y democraciacomo participacin que ha zarandeado el debate sobre el tema en los ltimosdecenios. Tal contraposicin, formulada en trminos afilados en el clima deguerra fra de la ltima posguerra, se ha remitido a menudo a concepcionesde inspiracin contractualista anteriores al siglo xix. En ellas pueden distin-guirse, efectivamente, dos modelos: uno, el del gobierno representativo (nodemocrtico), surgido de la Revolucin inglesa, que parte de la libertad comoejercicio de unos derechos individuales absolutos que suscita desigualdadessociales (y cuyo principal terico es Locke); otro, el de la democracia directa(no representativa), surgido de la Revolucin francesa, que parte de la igual-dad como finalismo colectivo moralizante que tiende a restringir el mbito

    racin y realizacin del principio tico central del pensamiento de Mili. De hecho,Macpherson identifica a Bentham con James Mili, atribuyendo as al primero las rigi-deces intelectuales y las vacilaciones sobre las restricciones al sufragio del segundo;bsicamente, contempla la teora poltica de Bentham como mero reflejo de su teoraeconmica (simplificadamente identificada con la defensa del mercado), con lo quepermanece ignorado su punto de partida, ms sociolgico, situado en la distincin deintereses entre gobernantes y gobernados, y la dimensin poltica con la que desarrollauna visin del inters pblico basada en la participacin democrtica de individuoscon intereses particulares diversos.

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  • JOSEP M. COLOMER

    de la libertad individual (y cuyo principal terico es Rousseau). Sin embargo,el estudio del pensamiento utilitarista permite vislumbrar una fusin de am-bas tradiciones tericas, apuntada ya a principios del siglo xix en el trnsitohacia la sociedad industrial, a travs del modelo de democracia representa-tiva radical que se forj precisamente en polmica con moderados y jacobi-nos. En este modelo, la libertad es concebida como seguridad individual, peroincluyendo en este concepto proteccin para el trabajador y los frutos deltrabajo, como sealaba Bentham; al mismo tiempo, las propias reglas deljuego democrtico requieren una maximizacin de la participacin, pero en-tendida no como democracia directa sino como control de los gobernantes, ascomo un esfuerzo persistente por la disminucin de las desigualdades sociales,como condicin para que los individuos puedan identificar sus intereses pro-pios con un inters colectivo y pueda existir as el consenso imprescindible.Es decir, no hay en este modelo contradiccin, sino complementariedad entrela democracia como forma de gobierno, de carcter representativo y pluralista,y la democracia como modelo de sociedad, tendente a la igualdad de con-diciones.

    Hoy, el trnsito hacia una nueva sociedad caracterizada por altos nivelesde complejidad estructural y de intereses en conflicto, requiere una superacinde antinomias simplistas como las apuntadas sobre la democracia; en estemarco, una reconsideracin de los fundamentos tericos utilitaristas tal vezpueda proporcionar nuevos elementos de fecunda inspiracin.

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